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Universidad Nororiental Privada

“GRAN MARISCAL de AYACUCHO”


Facultad de Derecho
Escuela de Derecho
Núcleo Sucre
Cátedra: Derecho Tributario

COBRO EJECUTIVO

Profa.: Abg. Aliscayr Alacayo AUTORES:

Br. Bhat, Sara O.


C.I: V- 27.626.114
Br. Castro, Marcial A.
C.I: V- 26.655.692
Br. Tineo, María V.
C.I: V- 27.578.194

Cumaná, mayo de 2019



INTRODUCCIÓN

El derecho tributario es un conjunto de normas jurídicas que se refieren a los tributos,


regulándolos en sus distintos aspectos, este comprende dos grandes partes; una parte general la
cual es la parte teoriza más importante porque en ella esta contenido aquellos principios de los
cuales no se puede prescindir en los Estados de derecho para lograr que la coacción que significa
el tributo, este regulada en forma tal que haga imposible la arbitrariedad por parte del Estado. Y
la parte especial que es la que contiene las normas especificas y peculiares de cada uno de los
distintos tributos que integran los sistemas tributarios.

En cuanto a la primera, explica que el Estado tiene capacidad para exigir el cumplimiento de
las obligaciones tributarias y dispone de los medios para hacerlo. En este sentido, hablamos de la
ejecución del cobro de una obligación tributaria cuando el contribuyente no lo haya hecho
voluntariamente o, haciéndolo, no haya cumplido con la totalidad del pago, cuando esto sucede
el Estado coactivamente a través del fisco y los tribunales contencioso tributario, obra para exigir
el cobro, es decir, da lugar a una juicio ejecutivo que conoceremos como cobro ejecutivo
tributario que sería, en términos generales, un recurso judicial encargado de disponer la
administración para el cobro de los contribuyentes morosos y renuentes incluso a los que deben
pagar sus impuestos en el exterior.

Por su carácter, se hace necesario el estudio de este recurso de la administración tributaria,


para conocer así acerca de su origen, fundamentos, requisitos, procedimiento a seguir, incidencia
en el proceso, entre otros, por tal motivo, el presente trabajo va dirigido al estudio minucioso del
Cobro Ejecutivo Tributario, así como su ubicación y funcionamiento dentro del Sistema jurídico
Venezolano.
JUICIO EJECUTIVO

El juicio ejecutivo en el derecho procesal una especie de variante del proceso de ejecución, el
cual tiende a obtener una actividad física, material por parte del organismo jurisdiccional. En el
proceso de ejecución se le va a pedir al Juez que lleve a cabo una conducta física, un obrar, que
haga actuar la declaración judicial, la cual por haber quedado ejecutoriada y dictada en el
ejercicio de una acción de condena.

En el Juicio Ejecutivo se supone que esa declaración judicial de la cual se pide cumplimiento,
o ejecución (razón por la cual este juicio tiene la denominación de ejecutivo), está contenido en
el título ejecutivo. Está considerado por la ley como que él encierra una presunción vehemente
de certeza, de verdad, es decir, la declaración contenida en el título ejecutivo se presume que es
cierta, que es indiscutible.

El juicio ejecutivo tiene asignado un procedimiento sumario es decir, procedimiento breve, y


las razones que ameritan este procedimiento sumario para el juicio ejecutivo, para las
pretensiones ejecutivas no son en relación a la cuantía de la ejecución, al fondo de la ejecución,
sino más bien a la calidad que se funda el título ejecutivo. Si el juez llegase a la conclusión de
que se ha equivocado ulteriormente, antes de fallar el juicio ejecutivo, pues puede rectificar y esa
es una peculiaridad del juicio ejecutivo la de que siempre queda expedita la jurisdicción del juez
para revocar el auto de solvendo.

El Auto Solvendo
El auto de solvendo es el auto en que despacha la ejecución, es el primer auto que se dicta en
el juicio ejecutivo.
Requisitos de forma y de fondo del juicio ejecutivo
Los requisitos de fondo y forma están contenidos en la definición de Manresa y Navarro: “ el
juicio ejecutivo es el procedimiento que se emplea a instancia de un acreedor para exigirle a su
deudor moroso breve y sumariamente el pago de una cantidad líquida de plazo vencido y que
conste en documento indubitado". Manresa define el juicio ejecutivo de dar y en esta definición
se encuentran los requisitos del juicio ejecutivo conforme la jurisprudencia antigua. Esos
requisitos son, la existencia de un:
a) acreedor cierto
b) un deudor también cierto
c) una deuda liquida
d) plazo vencido o mora como dice nuestro Código
e) finalmente el título ejecutivo;

Requisitos del Titulo ejecutivo. Los requisitos de fondo son tres:


a) El título ejecutivo debe ser cierto, la certeza quiere decir que el juez a primera vista, con
sólo leer el título ejecutivo debe quedar informado de quien es el acreedor y de quien el es
deudor. La sola lectura del título ejecutivo debe suministrar los datos suficientes y bastantes. Si
los datos que se necesitan para liquidar la deuda no aparecen en el título ejecutivo, entonces
carece de este segundo requisito de fondo para ser considerado como título ejecutivo.
b) La liquidez de la obligación de la deuda, o liquibilidad, pero por medio de datos que
ofrezca el mismo título ejecutivo, el mismo documento no datos extratítulos, es decir, sólo
conocer lo que se debe, sino cuánto se debe; en eso consiste la liquidez, ha de ser líquida la
obligación para poder exigirse en la vía ejecutiva.
c) La exigibilidad: Nuestro código al definir el juicio ejecutivo dice que el deudor ha de ser
deudor moroso, por lo tanto el procedimiento que se emplea a instancia de un acreedor para
exigirle su deudor moroso breve y sumariamente el pago de una cantidad liquida exigible que
resulta de un documento indubitado.
Del Juicio Ejecutivo Tributario o Cobro Ejecutivo Tributario
Este es el recurso judicial del que dispone la administración para cobrarle a los contribuyentes
morosos y renuentes, incluso a los que deban pagar sus impuestos en el exterior, si así fuese el
caso de acuerdo a lo contemplado en el artículo 1 del C.O.T. el cual establece en uno de sus
apartes: "Para los tributos y sus accesorios determinados por Administraciones Tributarias
extranjeras, cuya recaudación sea solicitada a la República de conformidad con los respectivos
tratados internacionales, este Código se aplicará en lo referente a las normas sobre el juicio
ejecutivo”.

Lo que quiere decir que en caso de que el contribuyente no cumpla con un pago con el cual se
comprometió, el fisco podrá realizar una intimación y esta será considerada como un título
ejecutivo que obligaran al contribuyente a pagar dicha deuda contraída.

El juicio ejecutivo se considera como una variante del proceso de ejecución. El proceso de
Ejecución tiende a obtener una actividad física, material por parte del organismo jurisdiccional.
En el proceso de ejecución se le pide al Juez una conducta física, un obrar, que haga actuar la
declaración judicial que por haber quedado ejecutoriada y dictada en el ejercicio de una acción
de condena, es susceptible de ejecución. En el Juicio Ejecutivo se supone que esa declaración
judicial de la que se pide cumplimiento, de la que se pide su ejecución.

Procedimiento Judicial

El procedimiento judicial está contemplado en el Código Orgánico Tributario en los artículos


290 al 295, los cuales explican el inicio del proceso, el tribunal competente, el embargo de
bienes, el depositario, la intervención de terceros, la intimación, oposición y apelación a la
oposición, y el remate de bienes. Con respecto al inicio del procedimiento establece que este se
iniciará a través de escrito el cual deberá expresar la identificación del fisco, del demandado, el
carácter con que se actúa, objeto de la demanda, y las razones de hecho y de derecho en que se
funda el procedimiento como tal. El tribunal competente para la solicitud de ejecución de crédito
deberá ser y deberá interponerse ante el Tribunal Contencioso Tributario, además el mismo
artículo establece que sobre el embargo de bienes puede ser solicitado cuando así lo solicite el
representante del fisco y el Tribunal lo acordará y este será sobre los bienes propiedad del deudor
mientras que no exceda del doble del monto de la ejecución, más una cantidad estimada por el
Tribunal para responder por los gastos derivados por el proceso. Una vez que se ordena el
embargo, y de acuerdo al Código Orgánico Tributario el Juez designará al fisco como el
depositario de los bienes, cuando así el representante lo solicitase. En el caso de que un tercero
desea o pretenda ser preferido al demandante o pretenda que son suyos los bienes que son objeto
del embargo, propondrá ante el tribunal la demanda, de la cual se pasará copia a las partes y se
seguirá de acuerdo a lo establecido en el Código de Procedimiento Civil con respecto a la
materia de tercería. Cuando la demanda sea admitida se procederá a hacer la intimación del
deudor para que este pague o si es el caso pruebe que ya ha pagado, a percibido de ejecución, y
el lapso de cinco (5) días los cuales serán contados a partir de su intimación. Este, en el lapso
concedido para realizar el pago o comprobar su pago, podrá hacer oposición a la ejecución
demostrando haber pagado el crédito fiscal, a cuyo efecto deberá consignar documento que lo
compruebe. El fallo que declare con lugar la oposición planteada podrá ser objeto de apelación
en ambos efectos, y en caso de que dicho fallo la declare sin lugar, será apelada en un solo
efecto. El decreto de embargo tiene carácter apelable, lo cual necesariamente no debe ser, en
razón de que en el procedimiento especial no concede el legislador ningún recurso a la parte
agraviada por la medida de embargo a diferencia del procedimiento de las medidas preventivas,
en donde los autos que decretan tales medidas son inapelables, pero en este caso una vez
decretada dicha orden, la parte contra quien obre esta, tiene el derecho de alegar las razones o
fundamentos que creyere pertinente en contra de las mismas. La presunción de la urgente
ejecución de las medidas que por ser incoado se hubieren decretado, la apelación contra el auto
que decreta el embargo debe ser oída devolutivamente de acuerdo al C.P.C. Este efecto
devolutivo de la apelación del auto que decreta el embargo, trae como consecuencia, y de ahí su
importancia, que no se suspende la ejecución de la providencia del inferior ni paraliza el curso de
la acción principal, lo cual no quiere decir que ejecutado ya el embargo no sea admitida
libremente en ambos efectos dicha apelación.
El remate. Por lo general y en la práctica se hace dificultoso poder indicar en el último de los
carteles de anuncio el remate el día y la hora en que ha de efectuarse dicho acto, puesto que en
muy contadas ocasiones habrá llegado para entonces a estado de juicio el juicio ordinario que se
rige paralelamente y por lo tanto es lógico inferir que no habrá dicho anuncio con estas
especificaciones. Cuando se deba omitir en el último cartel de remate el anuncio del día y la hora
por no contar con esos datos solamente se podrá indicar en el expresado cartel que el remate se
verificara al darse el proceso sentencia definitivamente firme, lo que le proporcionara la
viabilidad legal que se requiere para llevarlo a cabo. En la práctica para suplir esta falta y a fin de
enterar a los interesados que ya se ha presentado la oportunidad del remate, se publicara un
cuarto cartel de remate, cuya función es la de enterar la continuación del suspendido
procedimiento y aunque la ley no lo ordena, es natural que contenga los mismos datos que el
tercer cartel de remate. Se hace necesario dar una definición de lo que es el embargo y su
clasificación.

El embargo es la aprehensión o retención de bienes muebles o inmuebles, hecha de orden de


la autoridad judicial competente. Se distinguen 2 especies de embargo el preventivo y el
ejecutivo. El preventivo que es al que exclusivamente se contrae el legislador como medida de
precaución, tiene por objeto precaver a cualquiera de los litigantes del peligro de no poder hacer
efectivas las condenaciones pronunciadas contra su adversario por la sentencia definitiva y no
puede recaer sino sobre bienes muebles del obligado. El embargo ejecutivo asume carácter
preventivo cuando se decreta en el procedimiento por la vía ejecutiva, tiene por objeto principal
la ejecución de lo juzgado y sentenciado y puede por consiguiente decretarse sobre bienes
muebles e inmuebles, y desde luego sobre cosas incorporales como lo son los derechos y
obligaciones que estén en el comercio

Marco legal:

Cobro Ejecutivo Tributario establece el art.1 del código orgánico tributario: Para los tributos y
sus accesorios determinados por administraciones tributarias extranjeras, cuya recaudación sea
solicitada a la República Bolivariana de Venezuela de conformidad con los respectivos tratados
internacionales.

Juicio ejecutivo por impago del contribuyente: con respecto al impago por los contribuyentes
y la apertura de un juicio ejecutivo el Código Orgánico Tributario señala en su artículo 213 lo
siguiente: Si el contribuyente no demostrare el pago en el plazo a que se refiere el artículo
anterior, la intimación realizada, servirá de constancia del cobro extrajudicial efectuado por la
Administración Tributaria y se anexará a la demanda que se presente en el juicio ejecutivo.
Parágrafo Único: En el caso de autoliquidaciones con pago incompleto, la intimación efectuada
constituirá título ejecutivo. Esto se ve afirmado por lo contenido en el artículo 170 del C.O.T. y
289 ejusdem los cuales establecen: "Artículo 170. En el caso que el contribuyente o responsable
no pague la cantidad exigida, la Administración Tributaria quedará facultada a iniciar de
inmediato las acciones de cobro ejecutivo, sin perjuicio del ejercicio de los recursos previstos en
este Código." Artículo 289. Los actos administrativos contentivos de obligaciones líquidas y
exigibles a favor del fisco por concepto de tributos, multas e intereses, así como las intimaciones
efectuadas conforme al parágrafo único del artículo 213 de este Código Orgánico Tributario,
constituirán título ejecutivo, y su cobro judicial se aparejará embargo de bienes siguiendo el
procedimiento previsto en este Capítulo.

El embargo se encuentra establecido en el artículo 296 del Código Orgánico Tributario el cual
establece: Cuando exista riesgo para la percepción de los créditos por tributos, accesorios y
multas, aun cuando se encuentren en proceso de determinación, o no sean exigibles por causa de
plazo pendiente, la Administración Tributaria podrá pedir al Tribunal competente para conocer
del Recurso Contencioso Tributario que decrete medidas cautelares suficientes, las cuales podrán
ser:

1. Embargo preventivo de bienes muebles.

2. Secuestro o retención de bienes muebles.

3. Prohibición de enajenar y gravar bienes inmuebles.


4. Cualquier otra medida, conforme a las previsiones contenidas en el 

Parágrafo Primero de artículo 588 del Código de Procedimiento Civil". 


El Remate Con respecto al remate de los bienes el Código Orgánico Tributario señala en su
artículo 295. Vencido el lapso establecido en el encabezamiento del artículo anterior, o resuelta la
incidencia de oposición por la alzada si que el deudor hubiere acreditado el pago, se aplicará lo
previsto en los artículos 284 y siguientes de este código, pero el remate de los bienes se
suspenderá si el acto no estuviere definitivamente firme. A estos efectos, no se aplicará lo
dispuesto en el artículo 547 del Código de Procedimiento Civil".

La facultad de cobro ejecutivo a empresas declaradas en quiebra, nos permitirá acceder a sus
bienes, si no pudiera cancelar la deuda, ya no tenemos que ir a un tribunal sino que el
administración tributaria, mediante un perito, evalúa ese activo y el mismo pasará a manos del
fisco el cual será subastado o destinado a los intereses del Estado”

Competencia

La competencia para INICIAR e IMPULSAR el mismo y RESOLVER todas las incidencias


corresponderá a la ADMINISTRACIÓN TRIBUTARIA.

Este procedimiento no será acumulable a las causas judiciales ni a otros procedimientos de


ejecución. El inicio del procedimiento de cobro ejecutivo previsto genera de PLENO DERECHO
el pago de un recargo equivalente del 10% de las cantidades adeudadas por concepto de tributos,
multas e intereses, con inclusión de los intereses moratorios que se generen durante el
procedimiento de cobro ejecutivo. Este procedimiento se paralizará cuando se SUSPENDAN los
efectos del acto. Anteriormente, este procedimiento se iniciaba con la solicitud de ejecución del
crédito que debía interponerse ante el Tribunal Contencioso Tributario competente.

Sobre las Medidas Cautelares previstas en los Artículos 303 y siguientes, la Administración
Tributaria podrá adoptar medidas cautelares. Dentro de la nueva normativa, se incluyen: la
retención de bienes (numeral 3), suspensión de las devoluciones tributarias o de pagos de otra
naturaleza que deban realizar entes u órganos públicos a favor de los obligados tributarios
(numeral 4) y, suspensión del disfrute de incentivos fiscales otorgados (numeral 5).
Anteriormente, la Administración Tributaria, debía solicitarlas ante Tribunal competente para
conocer del Recurso Contencioso Tributario.

El tercero o tercera que alegue:



a) Ser tenedor legítimo de los bienes,

b) Pretenda ser preferido, o

c) Afirme que son suyos los bienes embargados, Podrá oponerse al embargo al día siguiente
de la publicación del Único cartel de remate.

Artículo 290. "El cobro ejecutivo de las cantidades líquidas y exigibles, así como la ejecución
de las garantías constituidas a favor del sujeto activo, se efectuará conforme al procedimiento
establecido en este Capítulo.

Este es un procedimiento destinado al cobro judicial de lo que se le adeude por concepto de


tributos, sanciones, intereses, y recargos no pagados a favor del fisco a sus tres niveles políticos
territoriales (Nación, Estados y Municipios).
Artículo de interés
involución jurisprudencial en el contencioso tributario.

Las más recientes y representativas decisiones en este sector del contencioso


administrativo, solo enfatizan una (i) degradación de las posibilidades de defensa de los
sujetos pasivos en las situaciones de conflicto judicial con las Administraciones tributarias
y un (ii) robustecimiento de los privilegios y prerrogativas procesales del Fisco en su
protagonismo judicial.

La situación de involución comentada se hace más chocante y preocupante, cuando se tiene


presente el contraste entre las reglas y principios constitucionales que enfatizan el derecho
a la tutela judicial efectiva y la práctica aplicativa jurisprudencial que la desdice en sus
efectos, impidiendo una vigencia real de tales derechos y garantías y reflejando una
tendencia generalizada hacia la desigualdad procesal entre las partes en desmedro de los
sujetos pasivos.
Por razones de cortesía académica me referiré abreviadamente a cinco líneas de
jurisprudencia que dan cuenta sobrada de la situación de retroceso institucional, que se
comenta:
Primeramente, la virtual eliminación de la suspensión de efectos contra los actos
administrativos de contenido tributario que liquidan tributos y sanciones, como medida
cautelar mientras se tramita el juicio contencioso tributario. Producto de una
“interpretación enmendatoria” del artículo 263 del Código Orgánico Tributario, la
jurisprudencia ha adulterado el entendimiento de las condiciones literales de
procedibilidad de la medida de suspensión de efectos en comentarios, para restringir su
aplicación o más bien impedirla, hasta el extremo que la tutela cautelar ni siquiera funciona
en situaciones de impugnación de sanciones en dejación de garantías elementales al Estado
de Derecho como la presunción de inocencia.
Segundo, la revitalización subrepticia del odioso y proscrito privilegio del solve et repete
mediante la aplicación del juicio ejecutivo tributario a pesar de la ausencia de un acto de
liquidación firme que justifique su ejecución forzosa, iniciándose con embargo ejecutivo de
bienes del presunto deudor que se suspende hasta que se resuelva el juicio principal de
nulidad de la liquidación tributaria. En palabras resumidas, se ha habilitado una vía judicial
para una compulsión recaudatoria por deudas documentadas en instrumentos que no son
definitivos. Este contrasentido procesal ha venido siendo cohonestado por los tribunales
tributarios, sin remediar sobre la ostensible violación del derecho a la tutela judicial
efectiva y ha sido abusado por las administraciones tributarias como un subterfugio para
forzar el pago de obligaciones objeto de liquidaciones todavía no firmes o para evadir la
carga de incoar medidas preventivas y demostrar que se justifica el aseguramiento del
crédito tributario como exige la racionalidad de la institucionalidad cautelar.

Tercero, las constantes oscilaciones de jurisprudencia sobre la (i) perención de la instancia,


(ii) pérdida de interés procesal y (iii) prescripción del crédito fiscal después de vista la
causa, que apuntan a un descarnado interés en desechar juicios pendientes de decisión para
mitigar la situaciones de congestionamiento en sede judicial, creando incertidumbre, pero
solo a expensas de los sujetos pasivos.

Cuarto, la exacerbación de privilegios procesales como (i) la desaplicación virtual de la


condenatoria en costas procesales contra la República y otras administraciones tributarias y
(ii) la consulta obligatoria de sentencias de primera instancia cuya apelación haya sido
omitida por la representación de la República u otras administraciones tributarias.
Quinto, sin fundamento válido se viene gestando una preocupante huida del derecho
tributario y del contencioso tributario en consecuencia, pues la jurisprudencia
constitucional del Tribunal Supremo de Justicia esta promoviendo a contracorriente de la
racionalidad institucional del tributo, una “irresponsable regresión”, al calificar exacciones
típicamente tributarias como prestaciones pecuniarias no tributarias que ahora escapan al
control de los jueces especializados y del resto de las garantías destinadas a proteger los
derechos de los sujetos pasivos correspondientes.

Ø Del Contencioso tributario en general.

Es importante enfatizar que la obligación tributaria y poder de imposición no son dos


situaciones jurídicas insolubles, autónomas o de contenidos no correspondientes. En un
Estado de Derecho los poderes públicos, como tales poderes jurídicos, se desarrollan en un
plano de igualdad, de respeto al Derecho, a la Constitución y a las leyes. La regulación de
las relaciones entre el Fisco y el contribuyente para crear y exigir los tributos opera en un
plano de igualdad tanto material como adjetivo. Las prerrogativas de la Administración
deben compensarse por garantías establecidas a favor de los particulares, de modo de
establecer un equilibrio que permita la realización de los fines estatales sin desmedro de los
derechos individuales. El encuentro entre Fisco y contribuyente, entre acreedor y deudor,
no solo discurre en un plano de igualdad ante la Ley el derecho, sino entre las partes que
exigen y soportan los tributos. A la vez que el Fisco tiene el derecho de exigir el tributo, el
contribuyente tiene el deber de contribuir, pero el derecho de contribuir aquello y solo
aquello que marca la Ley y el Derecho.

En este contexto la jurisdicción contencioso tributaria constituye un fuero exclusivo que


crea una unidad en relación a la universalidad del control jurisdiccional sobre la actividad o
inactividad de la Administración Tributaria, tratase de los medios de control establecidos
en el Código Orgánico Tributario como los previstos en la Ley Orgánica de la Jurisdicción
Contencioso Administrativa.

Así lo confirma la novísima Ley Orgánica de la Jurisdicción Contencioso Administrativa:


“la jurisdicción especial tributaria forma parte de la jurisdicción contencioso
administrativa, y su régimen especial es el del Código Orgánico Tributario”.
Esta especialidad jurisdiccional responde al criterio de autonomía del derecho tributario, en
el que el contencioso tributario tiene por objeto el control de la actividad y la inactividad
de la Administración Tributaria relacionada con la fiscalización, determinación y
recaudación de tributos, así como la imposición de sanciones. Incluye a demás el control
de toda la actividad de naturaleza formal asociada al cumplimiento de los tributos.
Comprende fundamentalmente los (i) procesos de impugnación sobre la legalidad de los
actos de gestión tributaria, asícomo también los (ii) medios procesales de ejecución de los
actos que liquiden dichas obligaciones pecuniarias.

Destacan en el Código Orgánico Tributario el proceso de (i) nulidad (juicio de nulidad), de


(ii) ejecución(juicio ejecutivo), (iii) medidas cautelares, (iv) arbitraje y el (v) el amparo
tributario. Al control de las administraciones tributarias, se añaden los procesos
contenciosos administrativos previstos en la Ley Orgánica de la Jurisdicción Contencioso
Administrativa, cuya competencia corresponde ala jurisdicción especial tributaria, tales
como los de (i) responsabilidad patrimonial, (ii) vías de hecho y abstención, y (iii) el
procedimiento de ejecución de sentencias.

Ø De la virtual eliminación de la suspensión de efectos contra los actos


administrativos de contenido tributario que liquidan tributos y sanciones.

Con la reforma del Código Orgánico Tributario de 2001 se eliminó en sede judicial la
medida de suspensión automática de efectos del acto administrativo de contenido
tributario. Esta quedó circunscrita al recurso jerárquico. El propósito confesado de la
reforma fue evitar la práctica abusiva de algunos contribuyentes que dilataban el cobro del
crédito tributario y sus accesorios amparados en el efecto suspensivo ex lege o automático.
En realidad la situación de abuso comentada fue conjurada en el Código Orgánico
Tributario de 2001, con la regulación sustantiva de que los intereses de mora corren desde
que la obligación se hace líquida y exigible independientemente de la suspensión de
efectos del acto de liquidación recurrido en sede administrativa o judicial, superando la
equivocada convicción de que los intereses moratorios no se causan en caso de reparo si no
hasta que la determinación de oficio quede definitivamente firme]. Recuérdese también
que el interés de mora tributario es la tasa activa incrementada en un 20%.

Ahora, la suspensión de efectos deberá solicitarse ante el juez y este podrá acordarla, según
la literalidad del artículo 263 ejusdem si (i) la ejecución del acto pudiera causar graves
perjuicios al interesado o si (ii) la impugnación se fundamentare en la presunción de buen
derecho. Pero en ningún caso, la eventual suspensión pone en riesgo la indemnidad del
poder adquisitivo del crédito fiscal objeto de revisión judicial, pues la indemnización por
el retraso de cumplimiento se extiende desde el momento de su exigibilidad legal hasta su
definitivo pago, excluyendo los periodos en que el proceso estuviere suspendido. Esta
situación se conocerá con certeza solo cuando el acto liquidatorio quede firme.
La lectura judicial de este enunciado ha sido alterada (manipulada) para exigir no solo la
demostración de la presunción del buen derecho (fumus bonis iuris), sino también,
conjuntamente, el riesgo manifiesto de que se haga ilusoria la ejecución del fallo
(periculum in mora).
Mediante una interpretación que la Sala Político Administrativa denomina “correctiva”, en
su sentencia de fecha 3 de junio de 2004 (caso Deportes El Marquéz), ha sostenido un
criterio que se ha hecho pacífico según el cual, independientemente de la disyunción literal
de los requisitos para decretar la suspensión de efectos, esta decide que deben darse de
forma copulativa o conjunta siguiendo mecánicamente la racionalidad de los artículos 585
y 588 del Código de Procedimiento Civil, e invocando para ello una peculiar (i)
interpretación del privilegio de la presunción de legalidad de los actos administrativos,
añadiendo en su caso que (ii) los eventuales daños de una ejecución prematura podrían ser
resueltos posteriormente mediante las acciones que tutelan la responsabilidad patrimonial
de la administración. De esta forma la Sala entiende que la presunción del buen derecho o
la presunción de daño no bastan por sí solas para demostrar que se causa un daño ilegitimo
al recurrente, sino que deben examinarse en forma conjunta, porque la existencia de una
sola de ellas no es capaz de lograr la suspensión de los efectos del acto impugnado, en
tanto que en línea con su criterio, no deben enervarse los efectos de un acto revestido de
una presunción de legalidad, si no supone para el solicitante un perjuicio real de difícil o
imposible reparación con la sentencia definitiva, o si el contribuyente no ostenta respecto
del acto en cuestión "una situación jurídica positiva susceptible de protección en sede
cautelar".Lamentablemente la Sala tergiversa la razón de la presunción de legitimidad del
acto administrativo tributario, que solo implica una carga de impugnación para el sujeto
pasivo y nuncala prueba de su derecho, el cual en todo caso debe establecerse en un
proceso de cognición, donde la carga de la prueba del acto impugnado no es exclusiva del
contribuyente. En este sentido, basta citar el criterio jurisprudencial sostenido por la
antigua Corte Suprema de Justicia, cuando señala que en el contencioso tributario la carga
de la prueba corresponde en inicio al recurrente, en razón de la presunción de legitimidad
del acto administrativo, razón al valor presuntivo que tiene el acto administrativo
tributario. Sin embargo, reconoce que esta presunción legal no es absoluta, pues admite
excepciones que atenderán al vicio de nulidad que afecte la actuación de la administración,
o a un nuevo alegato hecho en el transcurso del proceso.

En definitiva, para la Sala Político Administrativa hay una superioridad de intereses a favor
del Fisco, por su sola condición de tal, en una peculiar interpretación de la presunción de
legalidad del acto administrativo que no se corresponde con su auténtica finalidad jurídica
e institucional.

Esa enmendatio legisno solo contradice la literalidad de la norma y la decidida intención


del legislador para que los requisitos de la cautela operen de manera alternativa, tal como
es confesada en la exposición del motivos de la reforma del Código Orgánico Tributario de
2001, sino que rompe con la tradición jurisprudencial contencioso administrativa que en
atención al derecho a la tutela judicial efectiva, entiende que la actitud interpretativa en
materia de suspensión de efectos de actos individuales debe tender a equilibrar los
intereses de las partes en el proceso, particularmente sensible a la notoria realidad del
perjuicio cierto que supone para el afectado el eventual ingreso prematuro de la suma
reclamada pendiente el juicio de nulidad sobre la legalidad de su liquidación, por la
onerosidad de su egreso y por la inefectividad de los reintegros de lo que resulte ser pagado
ilegalmente. La situación es más patética en caso de ejecución de sanciones de resultar
estas posteriormente anuladas, porque obviamente es lesiva de la presunción de inocencia
también con rango de derecho constitucional y humano. La posición interpretativa de la
Sala es más reprochable cuando se tiene presente el contexto normativo en el que incide la
indefensión que crea la eventual negativa de suspensión.

En efecto, es el caso que, con el Código Orgánico Tributario de 2001, el acto


administrativo que liquida la obligación tributaria y sus accesorios se asimila
inconstitucionalmente a un título ejecutivo en artículo 289.

El juicio ejecutivo puede intentarse aun no estando firme el acto liquidatario objeto del
mismo, comenzando con el embargo ejecutivo de bienes del deudor, pero quedando
suspendido el remate hasta que sea definitivamente resuelto el juicio de
nulidad.Expresamente se prevé que el juicio ejecutivo no será admisible si en la causa
principal están suspendidos los efectos del acto impugnado. De modo tal que, en caso
contrario, se abre la puerta franca a la compulsión de la ejecución forzosa del acto de
liquidación, incluido el embargo ejecutivo, sin que haya certeza sobre la existencia del
crédito fiscal o lo que es igual, sin que se haya permitido el derecho de defensa o en su
caso atendido a la presunción de inocencia del contribuyente sobre la sanción pecuniaria
reclamada.

La Sala Político Administrativa considera que en tal caso no hay peligro por la mora del
fallo definitivo(caso Exterran)porque no hay riesgo inminente de daño en el entendido que
el eventual embargo puede ser impedido o levantado previa acreditación de fianza o
garantía correspondiente, omitiendo entender que el daño mismo lo constituye la iniciación
del juicio ejecutivo y la amenaza cierta que apareja sin mas requisito el embargo ejecutivo
hasta por el doble de la cantidad reclamada mas las costas.

En esa misma línea de subestimación del interés del particular, la Sala Político
Administrativa considera que no hay peligro por la mora del fallo definitivo (caso Colgate
Palmolive.)siempre que sea posible solicitar el reintegro y la devolución de los montos
indebidamente pagados. Contrariamente, se ha dicho con corrección que la amenaza del
daño debe ser ponderado en el marco del propio proceso en el que se analiza y no en otro a
expensas de un daño mayor que se necesitaría para resarcirlo. Se incumple así con la
exigencia constitucional de una justicia efectiva y oportuna y se con jura el deseo maligno
según el cual no hay mayor injusticia que una justicia tardía.

Finalmente, en todo caso, como hemos dicho la suspensión de efectos del acto de
liquidación de tributos, desde un punto de vista financiero, no enerva la indemnidad del
crédito fiscal, pues por un lado los intereses de mora se causarían desde el vencimiento de
la obligación hasta su definitivo pago, incluso las multas se ajustan por inflación y de otro
lado, si hubiere riesgo de insolvencia del deudor la Administración esta facultada para
solicitar judicialmente medidas cautelares para asegurar la efectividad de su derecho de
crédito.

Ø De la revitalización subrepticia privilegio del solve et repete mediante la aplicación


del juicio ejecutivo tributario a pesar de la ausencia de un acto de liquidación firme que
justifique su ejecución forzosa.
La mejor doctrina procesal tributaria venezolana ha expuesto con claridad que, “…el
Código Orgánico Tributario de 2001 desnaturaliza, dentro de un escenario particular, lo
que es la esencia de un juicio ejecutivo, en detrimento de los derechos a la tutela judicial
efectiva, al debido proceso, a la presunción de inocencia y la integridad del patrimonio […
denominándolo un enrevesamiento jurídico…].

En efecto, como hemos dicho el artículo 289 del COT crea una ficción legal cuando
asimila a un “título ejecutivo” los actos administrativos contentivos de obligaciones
liquidas y exigibles a favor del Fisco por concepto de tributos, multas e intereses y su
cobro judicial apareja embargo de bienes. Pero se añade que, el remate de los bienes del
deudor se suspenderá si el acto no estuviere definitivamente firme, advirtiéndose que en
aquellos casos en que se hubiere iniciado el proceso contencioso tributario y no se hubieren
suspendido los efectos del acto, la solicitud de ejecución deberá realizarse ante el mismo
Tribunal que este conociendo de aquel.

Esto es, la acción de cobro ejecutivo puede instaurarse contra el contribuyente aunque el
acto de determinación todavía este pendiente del control judicial de su conformidad o no al
derecho y por lo tanto no se haya establecido la firmeza de dicho título. Esta dualidad de
que frente a un mismo acto administrativo de contenido tributario “cabalguen
paralelamente”un recurso contencioso tributario y un juicio ejecutivo se ha considerado un
total “exabrupto”.El dislate jurídico procesal consiste en facultar la ejecución de una
obligación cuya existencia, cuantía y exigibilidad no ha sido establecida con certeza
jurídica, esto es, de un acto que no es ejecutable. La ficción legal que asimila a un titulo
ejecutivo el acto pendiente del recurso, no solo (i) iguala arbitrariamente y encubre una
lesión frontal al derecho al debido proceso, en infracción de la máxima procesal según la
cual no puede haber ejecución sin cognición previa, sino que (ii) desnaturaliza la
institución del juicio ejecutivo.

La situación descrita abre el cauce a una recaudación inmediata del crédito pendiente de
revisión cuyos efectos no estén suspendidos, con la posibilidad real de incidir sobre el
patrimonio particular sin que haya certeza de la existencia del crédito. Una jurisprudencia
tímida de la Sala Constitucional y de la Sala Político Administrativa, admiten la posibilidad
jurídica de que el afectado pueda solicitar la sustitución de la medida de embargo
decretada, mediante garantías suficientes a juicio del Tribunal competente, bien sea
conforme a lo previsto en el articulo 657 del Código de Procedimiento Civil o con
fundamento en el artículo 299 eiusdem. En todo caso el mal estaría consumado, pues se
estaría coaccionando la satisfacción de un crédito tributario cuya existencia y exigibilidad
no ha sido establecida judicialmente con carácter definitivo. Un crédito documentado en un
titulo que no es ejecutable, porque no es definitivo.

El único episodio que reconoce el dislate procesal en comentarios, es una sentencia de la


propia Sala Político Administrativa (caso PDVSA Petróleo), que declaró con lugar la
apelación contra la decisión de un tribunal contencioso tributario que admitió un juicio
ejecutivo contra dicha empresa pública, argumentando que pendiente el proceso
contencioso tributario de anulación, el acto de liquidación no tiene carácter de título
ejecutivo, por no estar definitivamente firme. Insólitamente, la Sala desaplicó la norma,
pero sin justificar su inconstitucionalidad. Puede decirse que, a pesar de la corrección del
punto de vista comentado, este es un precedente aislado que, paradójicamente, solo se ha
aplicado para enervar una obvia injusticia en contra de la conocida empresa pública.

Del resto, lo cierto es que la jurisprudencia de la Sala Político Administrativa y de los


propios Tribunales de lo Contencioso Tributario, solo exhiben una jurisprudencia dócil y
cómplice a la literalidad de estas inconstitucionales regulaciones, cohonestando su
aplicación generalizada, sin que se hayan atrevido a garantizar la supremacía de las reglas
del debido proceso en las situaciones concretas sometidas a su control, desaplicando por
control difuso las normas inconstitucionales sobre el juicio ejecutivo.

El efecto práctico de esta patológica situación constituye una puesta en práctica velada del
principio solve et repete, esto es, del proscrito privilegio procesal que ostentaba el Fisco
para exigir el ingreso inmediato de sus liquidaciones como condición de impugnación de
las mismas. Ese odioso privilegio procesal fue declarado inconstitucional tanto por la
extinguida Corte Suprema de Justicia como por la propia Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia. De igual forma por las Cortes Constitucionales de varias
jurisdicciones del derecho comparado por lo que respecta a regulaciones del mismo tenor y
efecto, todas bajo el consabido argumento de la lesión del derecho a la defensa y una lesión
al patrimonio particular por el ingreso de sumas cuya existencia no está establecida de
forma definitiva.

En nuestro caso, es obvio que el embargo ejecutivo de bienes del deudor por el doble de lo
demandado, en función de una liquidación no definitiva cuya impugnación está pendiente,
entorpece las posibilidades de defensa del afectado quien no solo tiene derecho a ser oído
en el juicio principal, sino de ejercer la defensa de sus derechos de forma plena y efectiva,
sin restricciones ni cortapisas.

Ø De la exacerbación de otros privilegios procesales del Fisco

La doctrina especializada viene dando noticia de la degradación de las posibilidades de


defensa del contribuyente, que se manifiestan en los casos de decisiones que favorecen
ostensiblemente los privilegios procesales del Fisco y de otras administraciones tributarias
territoriales y parafiscales, tales como (i) la prohibición de condenatoria en costas cuando
la parte perdidosa es el Fisco Nacional, la (ii) consulta obligatoria de sentencias que
desfavorecen al Fisco, extendida a otros sujetos activos de contribuciones de progenie
nacional (INCE; FONACIT, ), incluso a las Entidades Federales.

En materia de costas procesales, ya desde el primer Código Orgánico Tributario de 1983,


se había derogado en la materia el viejo privilegio procesal de la inmunidad del Fisco por
costas en las causas en las que quedare totalmente vencido. Tal igualación posición al
atendía al reconocimiento del derecho a la tutela judicial efectiva del litigante victorioso de
la responsabilidad patrimonial de la administración tributaria, en justa reparación de los
daños causados a los particulares en los procesos en los que haya sido vencida. Seguían
siendo excepción las materias no tributarias. Esta regulación ha pasado inalterada hasta el
Código vigente y había sido seguida en forma pacífica por la jurisprudencia de la Sala
Político Administrativa (caso Varig y caso Metor). Bajo una singular interpretación del
artículo 21 del Texto Fundamental, la Sala Constitucional(caso Margarita Stelling),
consideró que la exención de costas a favor de la República representaban una desigualdad
injustificada y que en igualdad de condición tanto la República como los particulares
debían estar exentos de costas en los procesos en los que fueran recíprocamente partes, por
considerarlo una traba al ejercicio del derecho a la defensa y una formula disuasiva para el
acceso a la justicia a los fines del principio de tutela efectiva.

Esta posición fue rápidamente abandonada por la propia Sala Constitucional (caso Jorge
Neher), señalando que la exención a favor de la República no constituía un privilegio
discriminatorio contra los particulares vencedores. La Sala entiende que el privilegio se
justifica razonablemente en atención a los intereses superiores del Estado, asociados a la no
afectación de sus bienes e intereses y la gestión de los servicios públicos.

La reinserción jurisprudencial del privilegio de la exención de costas a favor de la


República, fue extendida por la Sala Constitucional a la materia penal (caso Julián
Rodríguez), desaplicando el mandato del artículo 268 del Código Orgánico Procesal Penal,
que prevé la condenatoria cuando el imputado es absuelto. Esa posición es adoptada en
materia tributaria por la Sala Político Administrativa (caso Agranel), desaplicando el
mandato con la misma consecuencia jurídica previsto en el artículo 237 del Código
Orgánico Tributario, incluso extendiéndola a los Municipios en otra decisión (caso Dimca).
En oportunidad posterior (caso Joel Marín Pérez), la Sala Constitucional, entendió que el
privilegio procesal de la exención de costas, por su condición de tal debe ser de
interpretación restrictiva y excepcional, y no estando expresamente previsto dicho
privilegio en la Ley a favor de los Municipios, no debe extenderse a estos por considerar
que constituye una desigualdad prohibida y una disminución del derecho a la defensa de
las particulares vencedores. Este criterio fue adoptado seguidamente por la Sala Político
Administrativa(caso Diageo), rectificando su posición original para no aplicarlo a los
Municipios.
Como corolario de los precedentes anteriores, la doctrina tributaria mas conspicua ha
alertado sobre el particular que, el nuevo criterio de la exención de costas, sería aplicable a
las entidades federales por reenvío y extensión de los mismos privilegios de la República
que hace a aquellas la Ley Orgánica de descentralización, delimitación y transferencia de
competencias del Poder Público.

En resumidas cuentas, inmunizar a las administraciones tributarias de la aplicación de


costas procesales, implica una abrogación de la responsabilidad constitucional que les
incumbe por los daños y perjuicios que le hayan causado a los particulares vencedores a
tenor de lo dispuesto en el artículo 140 constitucional y una discriminación odiosa, que
menoscaba las condiciones de igualdad en el proceso, así como una disminución de las
posibilidades de defensa de los particulares en los procesos contencioso tributarios, pues
solo los particulares asumirían costas en caso de vencimiento total, en infracción de los
derechos reconocidos en los artículos 21 y 26 de la Constitución Nacional,
respectivamente.

En materia de consulta obligatoria de sentencias que desfavorezcan al Fisco, la Sala


Constitucional desde el 16 de noviembre de 2007 (caso Nestlé) impuso el criterio de la
consulta obligatoria de toda sentencia definitiva contraria a la República, en aplicación del
artículo 70 de la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la Republica de 1965, que
originalmente circunscribía esta prerrogativa a las demandas que afectaren los intereses de
la República y que hubiesen sido resueltas de manera contraria a lo expuesto por la
representación judicial del Estado.

Esta posición ha sido acatada por la Sala Político Administrativa (caso Importadora
Mundo) para decidir la procedencia de la consulta obligatoria, incluso para enervar los
desistimientos tácitos por falta de formalización de la apelación por la representación del
Fisco.

La reciente reforma de la Ley de la Procuraduría General de la República de 2008,


siguiendo esta línea de jurisprudencia adopta la prerrogativa de la consulta obligatoria ante
el tribunal superior respectivo, extendiéndola a toda sentencia definitiva de primera
instancia que sea adversa a la República.

Nuevamente, se observa la decida ampliación de un privilegio procesal a favor del Fisco


para reforzar desigualmente una superioridad procesal injustificada como litigante frente a
los particulares contrapartes.
CONCLUSIONES

El cobro ejecutivo es un procedimiento asignado a un juez para obrar, es decir,


ejecutar conductas físicas para exigir el cumplimiento de una obligación tributaria.

Es un recurso judicial que dispone la administración para reclamar y cobrar a los


contribuyentes sus moras e incluso lo que se debe en el exterior, de acuerdo en el artículo
1 de C.O.T; el juicio ejecutivo se considera como variante del proceso de ejecución, con
decoración judicial del que se pude cumplimiento, esto contempla en el código orgánico
tributario en los artículos doscientos noventa y doscientos noventa y cinco, explican sus
procesos y relaciones entre el inicio y final de la jurisdicción y sus cobros.

Es un procedimiento breve y tiene una serie de requisitos de forma y fondo, para poder
exigir a sus deudores el pago de una cantidad de plazo a su vencido, todo esto consta de
deudas líquidas, el poseedor de la deuda, un acreedor abierto, el plazo vencido y el título
ejecutivo.

La intimación, dispuesta en el código, se constituye en el titulo ejecutivo en caso de


pago incompleto se constituye en el titulo ejecutivo, en el caso de impago por el
contrario, servirá de constancia de cobro extrajudicial y se añadirá a la demanda del
juicio ejecutivo, que en realidad no es mas que un escrito del fisco presentado ante el
tribunal.

El procedimiento es sumamente breve y en realidad la oposición y la tercería que


pudiesen presentarse no suspenden el proceso, salvo los casos previstos en el código.
BIBLIOGRAFÍA

Código Orgánico Tributario. Extraordinario. Gaceta Oficial N° 6.152. De fecha 18 Noviembre de


2014.

Davila, G. (s/f). LA INTIMACIÓN COMO REQUISITOS PARA EL COBRO EJECUTIVO.


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