SOCIOLOGIA Y
ANTROPOLOGIA
Precedido de una
INTRODUCCION A LA OBRA DE MARCEL MAUSS
por
Claude Lévi-Strauss
EDITORIAL TECNQ3
MADRID
Los derechos para la version castellana de la obra
SOCIOLOGIE ET ANTHROPOLOGIE
editada por PRESSES UNIVERSITAIRES DE FRANCE, Paris,
son propiedad de
EDITORIAL TECNOS, S. A.
PRIMERA PARTE
SEGUNDA PARTE
Introducción . Sobre los dones y sobre la obligación de hacer regalos .......... 155
III. Sobre otros temas. Sobre la obligación de dar y obligación de recibir. 169
IV. Regalos que se hacen a los hombres y presentes que se ofrecen a los
d io se s...................................................................................................................... 171
C ap. II. Extensión del sistema. La liberalidad, el honor, la moneda ..................... 177
TERCERA PARTE
C ap. II. Ultimos servicios prestados por la Psicología a la Sociología .......... 274
Cap. III. Servicios que la Sociología deberá prestar a la Psicología ................ 279
CUARTA PARTE
Cap. III. Estudio de los hechos en Nueva Zelanda y Polinesia ........................... 301
QUINTA PARTE
sexta parte
SEPTIMA PARTE
MORFOLOGÍA SOCIAL
A nhxos :
Cuadro II. Edad y estado civil de los habitantes del distrito Kuskokwim. 432
PROLOGO A LA PRIMERA EDICION (1950)
G eorges G urvitch
6 Tal nos parece la conclusión que se saca del profundo estudio del doctor J ac
ques L acan, “L’Agressivité en Psychanalyse”, Revue françaisv? de Psychanalyse, mi-
mero 3, julio-septiembre 1948.
INTRODUCCION A LA OBRA DE MARCEL MAUSS 21
7 M ichel L eiris , “ Martinica. Guadalupe, Haiti”, Les Temps Modernes, num. 52,
febrero 1950, pags. 1352-1354.
8 S. F. N adel, “Shamanism in the Nuba Mountains”. Journal o f the Royal Antro-
pological Institute, vol. LXXV1, Parte I, 1946 (publicado en 1949).
22 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
II
Estos son, a nuestro parecer, los puntos esenciales sobre los que se debe
reflexionar en los tres ensayos: Psychologie et Sociologie, L’Idée de Mort
y Les Techniques du Corps. Los otros tres que completan este volumen
(y que incluso ocupan la mayor parte de él): Théorie génércde de la Magie,
Essai sur le don y Notion de Personne9, nos sitúan ante un aspecto del
pensamiento de Mauss todavía más decisivo y que habría sido más resal
tado, si se hubieran podido jalonar los veinte años que separan la Magie
del Don con determinados trabajos, como son L’Art et le Mythe 10, Anna-
Viráj11123, Origine de la Notion de Monnaie n, Dieux Ewhe de la Monnaie
et du Change n, Une Forme archaïque de Contrat chez les Thraces14, Com
mentaires sur un Texte de Posidonius 15 y si el Essai sur le don hubiera
podido ir acompañado de otros textos que dieran testimonio de esa misma
orientación, como son De quelques Formes primitives de Classification
(escrito en colaboración con Durkheim)16, Essai sur les Variations saison
nières des Sociétés eskimo 17, Gift, Gi f t 18, Parentés à Plaisanteries 19, Wette,
Wedding20, Biens masculins et féminins en Droit celtique21, Les Civilisa
tions2223, Fragment d’un Plan de Sociologie générale descriptive 22.
En efecto, aunque el Essai sur le don sea, sin duda ninguna, la obra
maestra de Mauss, y por lo tanto la más conocida y de mayor influencia,
sería un error considerarla aisladamente, separándola del resto de sus
obras. Es el Essai sur le don el que ha introducido e impuesto la noción
de acto social total, mas no es difícil ver cómo esta noción está estrecha
mente ligada a las preocupaciones, sólo en apariencia diferentes, de que
nos hemos ocupado en las páginas anteriores. Se puede incluso decir que
es el pensamiento rector,' puesto que, como ellas, nace del deseo de definir
la realidad social; es más, de definir lo social como la realidad, pero de
forma más intensa y sistemática. La primera característica de la noción
de acto total es el siguiente: lo social sólo es real cuando está integrado
en un sistema. «Después de haberse visto obligados a dividir y abstraer es
necesario que los sociólogos se esfuercen por reconstruir el todo.» Mas
9 Este se completa con “L ’Ame et le Prénom”, Communication à la Société de
Philosophie, 1929.
10 Revue Philosophique, 1909.
11 Mélanges Sylvain Lévy, 1911.
12 L ’Anthropologie, 1913, 1914.
13 Ibid.
14 Revue des Etudes grecques, vol. XXXIV, 1921.
15 Revue Celtique, 1925.
16 Année Sociologique, VI, 1901-1902.
17 Année Sociologique IX, 1904-1905.
18 Mélanges Adler, 1925.
19 Rapport de l’Ecole des Hautes Etudes, Annuaire, 1928.
20 Procès-verbaux de la Société d’Histoire du Droit, 1928.
21 Procès-verbaux des Journées d’Histoire du Droit, 1929.
22 En Civilisation, le mot et l’idée, Centre International de Synthèse, Première se
maine, 2.° fase., Paris, 1930.
23 Annales Sociologiques, serie A, fase. 1, 1934.
24 SOCIOLOGÍA Y ANTROPOLOGIA
BB R aymond F irth , We The Tikopia, New York, 1936, cap. XV: Primitive Poly-
■
nesian Economics, Londres. 1939, pág. 323.
27 N. S. T roubetzkoy, “Principios de Fonología" (Grundzüge rier Phonologie. 1939).
así como los diversos artículos de R. J akobson. publicados como anexo en la traduc
ción francesa de J. Cantinean. París, 1949,
INTRODUCCION A LA OBRA DE MARCEL MAUSS 31
III
•‘2 C. L évi-Strauss , La vie familiale, etc..., /. c., págs. 98-99; “The Tupikawahib”,
en el Handbook of South American Indians, Washington, 1948, vol. 3, págs. 299-305.
Se puede comparar con los Dakota, que decían del primer caballo, traído, según el
mito, por el rayo: “No olía como les idemás seres humanos y se pensó que podía ser
un perro, pero era más grande que un perro de carga, así que le denominaron sunke
wakan, perro misterioso’’ (M. W. B ecicwith, “ Mithology of the Oglala Dakota”, Jour
nal of American Folklore, vol. XLTI1, 1930, pág. 379).
Sobre la derivación de la palabra mana, vid. A. C apkll, /. c.
INTRODUCCION A LA OBRA DE MARCEL MAUSS 37
me», pero sí decimos que una persona tiene «algo» y cuando en el slang
americano se dice de una mujer que tiene oomph, no es muy seguro,
si recordamos la atmósfera sagrada e imbuida de tabúes que rodea la vida
sexual en América más que en ningún otro sitio, que estemos muy alejados
del sentido de mana. La diferencia radica menos en las mismas nociones
que en el hecho de que, en nuestra sociedad, estas nociones tienen un
carácter fluido y espontáneo, mientras que en otras partes sirven de funda
mento a sistemas oficiales y pensados de interpretación, es decir, a un papel
que nosotros reservamos a la ciencia, aunque siempre, y en todo lugar,
estas nociones actúan un poco como símbolos algebraicos, para representar
un valor indeterminado de significación, vacío en sí mismo de sentido y sus
ceptible, por tanto, de que se le aplique cualquier sentido, cuya única
función sería cubrir la distancia entre la significación y lo significado
o, más exactamente, señalar el hecho de que en una circunstancia u oca
sión, o en una manifestación determinada, se ha establecido una relación
de inadecuación entre la significación y lo significado, en perjuicio de rela
ciones complementarias anteriores.
Estamos, pues, ante una situación paralela a la de Mauss cuando invo
caba la noción de mana como fundamento de determinados juicios sinté
ticos a priori.
Nos negamos, sin embargo, a seguirle cuando busca el origen de
la noción de mana en un orden de realidades distinto de las relacio
nes que ayuda a construir; orden de sentimientos, deseos y creencias
que son, desde el punto de vista sociológico, epifenómenos o misterios o en
cualquier caso objetos extrínsecos al campo de la investigación. A nuestro
parecer, ésta es la razón de por qué una investigación tan aguda y profunda,
tan llena de iluminación, falla y llega a una falsa conclusión. A fin de
cuentas, el mana no sería sino «la expresión de los sentimientos sociales
que se han creado, tanto fatal y universal como fortuitamente, respecto
a determinadas cosas, elegidas generalmente de un modo arbitrario» M.
Pero las nociones de sentimiento, fatalidad, casualidad o arbitrariedad no
son nociones científicas; no aclaran los fenómenos que se proponen expli
car, ya que participan en ellos. Podemos ver, por tanto, cómo, al menos en
este caso, la noción de mana presenta los caracteres de poder secreto, de
fuerza misteriosa que le han atribuido Durkheim y Mauss, pues éste es el
papel que juega dentro de su sistema. Verdaderamente, en esa situación,
el mana es mana, sin que por ello dejemos de preguntarnos si su teoría del
mana no es otra cosa que la imputación de estas propiedades al pensa
miento indígena, dado el lugar predominante que la idea de mana iba a te
ner en su teoría.
Nos vemos, pues, obligados a llamar la atención a aquellos sinceros34
34 A pesar de lo decisiva que ha sido la labor de Mauss al asimilar los fenómenos
sociales al lenguaje, en un punto iba a poner en dificultad el pensamiento sociológico.
Ideas como las que hemos reproducido en esta cita fueron invocadas en beneficio de
lo que, durante mucho tiempo, iba a ser considerado como la muralla inexpugnable de
la lingüística sausurien, es decir, de la teoría de la naturaleza arbitraria de las mani
festaciones lingüísticas. Postura que es urgente superar hoy día.
38 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
1 Ha sido C a ssel quien nos ha dado la pista de este texto, Theory of Social Eco-
nomy, vol. II, pág. 345. Los sabios escandinavos conocen bien esta característica de
su antigüedad nacional.
2 Maurice Cahen realizó para Mauss la traducción al francés del texto que se re
produce.
3 La estrofa no es clara, sobre todo por falta del adjetivo en el verso 4; sin
embargo, su sentido se hace más fácil cuando se añade, como se suele hacer de or
dinario, una palabra que signifique liberal, gastador. El verso 3 también es difícil.
C assel lo traduce por: “que no acepta lo que se ofrece”. La traducción de Cahen
es libre y nos dice que “la expresión es ambigua, unos entienden que ’recibir no le
es agradable’, y otros interpretan que ’recibir un regalo no obliga a devolverlo’: yo
me inclino, naturalmente, por la segunda acepción”. A pesar de mi incompetencia
sobre el norrois (idioma de los antiguos pueblos escandinavos), me permito otra in
terpretación. La expresión evidentemente corresponde a un viejo centón que debió
de ser algo así como “recibir es recibido". Una vez admitido esto, el verso haría alu
sión al estado de ánimo en que se encuentran el visitante y el visitado. Se supone
que cada uno ofrece su hospitalidad o sus regalos como si no debieran de devolvér
sele nunca. Sin embargo, cada uno acepta el regalo del visitante o la contraprestación
del huésped, porque son bienes, así como un medio de fortalecer el contrato del cual
son parte integrante.
Creemos, incluso, que en estas estrofas se puede distinguir una parte más antigua.
La estructura de todas es la misma, peculiar y clara. El centro está formado por un
centón jurídico: “que recibir no sea recibido” (39), “quienes se hacen regalos son ami
gos” (41), “devolver regalo por regalo” (42). “hay que unir tu alma a la suya y cam
biar regalos” (44), “el avaro teme siempre los regalos” (48), “el regalo que se da es
pera siempre de otro a cambio” (145), etc. Es una auténtica colección de dichos o
refranes en que cada uno viene acompañado de un comentario que lo desarrolla. Nos
enfcontramos, pues, no sólo ante viejas fórmulas de derecho, sino incluso ante una
forma muy antigua de literatura.
/
156 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
46 Y con aquel
con quien no tienes confianza
y tienes sospechas sobre sus sentimientos,
hay que sonreírle
hablándole sin sinceridad:
los regalos que se hacen deben ser igual a los recibidos.
PROGRAMA
Con ello conseguiremos un doble fin. Por una parte llegaremos a con-
158 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
METODO UTILIZADO
8 D avy, “Foi jurée” (Travaux de l'Année Sociologique, 1922). Ver las indicacio
nes bibliográficas en M auss , “Une forme archaique de contrat chez les Thraces” , Re-
vue des Etudes Grecques, 1921; R. L enoir, “L’Institution du Potlach”, Revue Philo-
sophique, 1924.
7 M. F. S omlo, Der Giiterverkehr in der Urgesellschaft (Instituí Solvany, 1909),
ha hecho una exposición de estos hechos, pág. 156, desde un punto de vista que
coincide en parte con el nuestro.
8 G rierson , Silent Trade, 1903, dio ya los argumentos necesarios para poner fin
a aquel prejuicio. Del mismo modo von M oszow ski, Vom Wirtschftsleben der pri-
mitiven Volker, 1911, aunque considera el robo como primitivo, confundiendo el de
recho a tomar una cosa con el robo. W. von B run ha hecho una amplia exposición
de los hechos Maoris en Wirtschafts organisaíion der Maori (Beitr. de L amprecht, 18),
Leipzig, 1912, donde consagra un capítulo al cambio. El trabajo de conjunto mas
reciente sobre la economía de los pueblos primitivos es el de K oppers , “Ethnologische
Wirtschaftsordnung”, Anthropos, 1915-1916, págs. 611 a 651; págs. 971 a 1079. Inte
resante en la exposición de las doctrinas, aunque un poco dialéctico.
8 Después de nuestras últimas publicaciones hemos comprobado en Australia un
comienzo de prestación entre tribus y nc entre clanes o fratias, concretamente con
ocasión de la muerte. Entre los kadaku, en el norte del territorio, hay una tercera
ceremonia funeraria después del segundo entierro. Durante esta ceremonia, los hom
bres proceden a una especie de investigación judicial para determinar, al menos ficti
ciamente, quién ha sido el autor de la muerte por hechizamiento, y contrariamente
a lo que ocurre en las demás tribus australianas, no se lleva a cabo ninguna venganza.
Los hombres se limitan a unir sus lanzas y decidir qué pedirán a cambio. A la mañana
siguiente las lanzas se llevan a otra tribu, los Umoriu, por ejemplo, los cuales com
prenden perfectamente la razón del envío. Allí se agrupan las lanzas según quienes
son sus propietarios, y de acuerdo con una tarifa ya conocida, los objetos que aquéllos
deseaban se colocan al lado y todo se lleva a Kadaku (B aldwin Spencer, Tribes of
the Northern Territory, 1914, pág. 247). Sir Baldwin dice que aquellos objetos podrán
cambiarse de nuevo por lanzas, hecho que no acabamos de entender. El encuentra
dificultad en comprender la conexión entre los funerales y los cambios de cosas, a
lo cual añade que “los nativos no tienen idea”. La costumbre, sin embargo, se com
prende perfectamente: es una especie de composición jurídica que sustituye la ven-
160 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
19 T hurnwald , Forschungen auf den Salomo Inseln, 1912, t. III, päg. 8, hace uSO
de la palabra.
20 Rev. des Et. Grecques, t. XXXIV. 1921.
C a p ít u l o p r im e r o
1 D avy, Foi jurée, pág. 140, estudia estos cambios con motivo del matrimonio y
sus relaciones con el contrato. Veremos luego cómo tienen otra amplitud.
2 T urner, Nineteen years in Polynesia, pág. 178; Samoa, pág. 82 y ss .; Stajr.
Oíd Samoa, pág. 175.
3 K rämer, Samoa Inseln, t. II, págs. 52 a 63.
4 Stair, Oíd Samoa, pág. 180; T urner , Nineteen years, pág. 225: Samoa, pág. 142.
s T urner, Nineteen years, pág. 184; Samoa, pág. 91.
6 K rämer, Samoa Inseln, t. II, pág. 105; T urner, Samoa, pág. 146.
7 K rämer, Samoa Inseln, t. II, págs. 96 y 363. La expedición comercial, el “mala-
ga” (“walaga”, Nueva Guinea), es muy semejante al potlatch. característico éste de
las expediciones en el archipiélago vecino. K rämer utilizó la palabra “Gengenschenk”
para indicar el cambio de los “oloa” contra los “ tonga”, de que nosotros vamos a
hablar. Aunque no hay que caer en las exageraciones de los etnógrafos americanos
de la escuela de Rivers y de Elliot Smith, ni en las de los etnógrafos americanos que,
siguiendo a Boas, consideran el potlatch americano como una serie de ideas copiadas,
hay que, sin embargo, seguir la trayectoria de la institución, dado que un gran co
mercio de isla en isla y de puerto en puerto, desde tiempos inmemorables, ha servido
de vehículo no sólo a las cosas, sino también a la forma de cambiarlas. Malinowski se
ha dado cuenta de ello en los trabajos que citaremos más adelante. V. un estudio
sobre algunas de estas instituciones (Melanesia Noroeste) en R. L enoir , “Expediciones
marítimas en Melanesia”, Anthropologie, sep. 1924.
164 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
8 La emulación entre los clanes maorí se cita con frecuencia, sobre todo a propó
sito de las fiestas, por S. P. Smith , Journal of the Polinesian Sociely (citado anterior
mente S. P. S.), XV, pág. 87. V. más adelante.
9 La razón por la que decimos que no hay potlatch propiamente dicho en este
caso, se debe a que falta el carácter usurero de la contraprestación. Como veremot
en el derecho maorí, el hecho de no devolver produce la pérdida del “mana”, de la
“cara” como dicen los chinos. En Samoa, hay que dar y devolver, bajo la misma pena.
10 T urner, Nineteen years, pág. 178; Samoa, pág. 52. El tema de la ruina y del
honor es fundamental en el potlatch americano del noroeste. V. ex. en P orter. llth
Censas, pág. 34.
11 T urner, Nineteen years, pág. 178. Samoa, pág. 83, le denomina “adoptado”.
Se equivoca, la costumbre es del “ fosterage”, educación fuera de la familia natal con
la precisión de que este “fosterage” es una especie de vuelta a la familia uterina,
ya que es la familia de la hermana del padre, es decir, su tío uterino, esposo de ésta,
quien le educa. No hay que olvidar que en Polinesia hay una doble clasificación del
parentesco: uterina y masculina. V. nuestro resumen del trabajo de E lsdon Best,
Maorí Nomenclatura, Aun. Soc., t. VII, pág. 420, así como las observaciones de D ur-
kheim . Aun. Soc.. t. V, pág. 37.
12 T urner , Nineteen years, pág. 179. Samoa, pág. 83.
13 V. nuestras observaciones sobre el vasu fijiano en el Proceso verbal del I. F. A.,
en Antropoloyy, 1921.
SOBRE LOS DONES QUE SE OFRECEN 165
del matrimonio14* que heredan las hijas que se casan, las decoraciones
y los talismanes que entran en la nueva familia a través de la mujer con
la carga de ser devueltas; en realidad, son una especie de inmuebles por
destinación ,s. Los oloa16 designan objetos, la mayor parte instrumentos,
que son específicamente del marido y fundamentalmente muebles.
Hoy se aplica también ese término a las cosas que provienen de los
blancos17, lo cual evidentemente es una extensión de sentido reciente,
por lo que debemos olvidar la traducción de Turner: oloa-foreing; ton
ga-nativo, que es inexacta e insuficiente aunque no deja de tener interés,
ya que demuestra que determinadas propiedades llamadas tonga están más
unidas a la tierra 18, al clan, a la familia y la persona que las denominadas
oloa.
Ampliando nuestro campo de observación, la noción de tonga adquiere
otra amplitud. En mahorí, tahitiano, tongan y mangarevan, caracteriza
todo lo que es propiedad propiamente dicha, aquello que hace rico, po
deroso e influyente, todo cuanto puede ser objeto de cambio y de com
pensación 19.
Comprende exclusivamente los tesoros, talismanes, blasones, trenzas
e ídolos sagrados y a veces las tradiciones, cultos y rituales mágicos. Nos
encontramos, pues, ante la noción de propiedad-talismán que estamos se
guros está generalizada en el mundo malayo-polinesio e incluso en el pa
cífico 20.
34 Este es el punto donde debe estudiarse el sistema de hechos que los maori cali
fican con la expresión de “desprecio de taha".El principal documento es el de E lsdon
Best, Maori Mithology, en el Journ. Pol. Soc., t. IX, pág. 113. Taha es el nombre
“emblemático” de la comida en general, es su personificación. La expresión “Kaua e
Tokahi ia Tahu” “no desprecies el tahu” se emplea respecto a la persona que no acepta
los alimentos que se la ofrecen. El estudio sobre las creencias relativas a los alimen
tos en los países maorís nos apartaría mucho del tema. Diremos sólo que ese dios,
esa hipóstasis de la comida, es idéntico a Rongo, dios de las plantas y de la paz, lo
cual permitirá comprender mejor asociaciones de ideas como las siguientes; hospita
lidad, alimento, comunión, paz, cambio, derecho.
35 V. E lsdon B est , “Spir. Conc.”, Jour. Pol. Suc., t. IX, pág. 198.
3fi V. H ardeland, Dayak Worterbuch, s. v., ¡ncljok, irck pahuni, t. I, pág. 190, pági
na 397 a. El estudio comparativo de estas instituciones puede extenderse a toda el
área de la civilización malasia, indonesia y polinesia. La única dificultad está en reco
nocer la institución. Veamos un ejemplo: bajo el nombre de “comercio obligado” ,
Spencer Saint John describe la forma en que, en el Estado de Brunci (Borneo), los
nobles reciben el tributo de los bisayas, comenzando por regalarles telas que éstos
pagan luego a un falso usurero durante años (Life in the forest o f the far East, t. 1L
página 42). El error se produce cuando los malayos civilizados explotan de sus herma
nos menos civilizados, una costumbre que ellos mismos no comprenden. No enume
raremos todos los hechos indonesios de este tipo (V. más adelante el resumen del
trabajo de K ruyt , Koopen in Midclen Cele bes).
37 El olvidarse de invitar a una danza guerrera es un pecado, una falta que en la
isla del Sur, recibe el nombre de pulía. H. T. de C roisilles . “Short Traditions of the
south Island”, J. P. S., t. X, pág. 76 (póngase la atención en: taima, gift o f fooel, regalo
consistente en comida). El ritual de hospitalidad maori consiste en: una invitación
obligatoria que el que llega no puede denegar, pero que tampoco debe solicitar; debe
170 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
dirigirse hacia la casa de la recepción (distinta según las castas) sin m irar en torno
suyo; su anfitrión debe hacerle p reparar una comida especial, a la cual asistirá hu
m ildem ente: cuando se marche, el extranjero recibirá un regalo de viático (T rkgeak,
Moori Race, pág. 29). Véase más adelante los ritos idénticos de hospitalidad hindú.
38 En realidad, las dos normas se mezclan de forma indisoluble, del mismo modo
que las prestaciones antitéticas y simétricas que prescriben. Hay un proverbio que
recoge esta fusión: T aylor (Te ika a Moni, pág. 132, proverbio núm. 60) lo traduce
apropiadamente diciendo: When raw it is seen, when cooked, it is taken. “ Más vale
comer un alimento semihecho (que esperar a que los extranjeros lleguen) y cuando
esté hecho tenerlo que compartir con ellos.”
39 El jefe Hekemaru, según la leyenda, sólo aceptaba “la comida” cuando había
sido visto y recibido por el pueblo extranjero. Si su cortejo había pasado desaper
cibido y se le enviaban mensajeros para que volviera él y su cortejo, y compartieran
"con ellos una comida, respondía diciendo que “la comida no le entraba por la espalda”,
con lo cual quería decir que la comida que le ofrecían “detrás de su sagrada espalda”
(es decir, cuando había ya pasado el pueblo) sería peligrosa para quien se la diera.
Este es el origen del proverbio: “La comida no seguirá los pasos de Hekemaru” (T re-
GEARj Maori Race, pág. 79).
40 En la tribu de Turhoe, comentaron a E lsdon Best (“Maori Mythology”, J.P .S.,
tomo VIH. pág. 113) estos principios de mitología y de derecho: “cuando un jefe de
renombre ha de visitar un país ’su mana le precede’ ”. Las gentes del lugar cazan y
pescan para tener buena comida, si no consiguen nada “se debe a que su mana al
pasar antes, ha hecho a los animales y a los peces invisibles”, “su mana les ha hecho
desaparecer”, etc. (seguido de una explicación de las heladas y de la nieve del whai riri
(pecado contra el agua) que mantiene los alimentos fuera del alcance de los hombres.
En realidad, este comentario lo que explica es el estado en que quedarían los te
rritorios de un hapu de cazadores, que no hubieran hecho lo necesario para recibir
al jefe de otro clan. Habrían cometido un Kaipapa pecado contra los alimentos, des
truyendo así su propia cosecha, su caza y su pesca.
‘n Entre los arunta, unmaljera y kaitisch, S pencer y G illen , Northern Tribes of
Central Australia, pág. 610.
42 Sobre el vasa, v. sobre todo el antiguo documento de W illiams, Fiji and The
Fijians, 1858, t. I, págs. 34 y ss. Cfr. Steinmetz , Entwickelug der Strafe, t. TI, pági
nas 241 y ss. Este derecho del sobrino uterino se produce sólo cuando hay un comu
nismo familiar, pero permite comprender otros derechos, como, por ejemplo, el de los
padres por alian/.a y el que en general recibe el nombre de “robo legal”.
SOBRE LOS DONES QUE SE OFRECEN 171
Dentro de esta economía hay un cuarto tema que juega un papel importante, el
del regalo que se hace a los hombres en función de los dioses y de la naturaleza.
Hasta ahora no hemos hecho el estudio general que haría falta para hacer resaltar su
importancia. Muchos de los hechos de que disponemos al respecto no están com
prendidos, además, dentro del campo a que nos hemos limitado, y a esto hay que aña
dir que el elemento mitológico, que todavía comprendemos escasamente, es demasiado
potente para que podamos elaborar una abstracción Nos limitamos pues a elaborar
unas ciertas indicaciones.
Entre las sociedades del noroeste siberiano13, entre los esquimales, en el noroeste
de Alaska 11 como en el estrecho de Behring, el potlatch 15 produce su efecto no sólo
sobre las cosas que se transmiten o consumen o sobre las almas de los muertos que
asisten y toman parte y de quien los hombres llevan su nombre, sino también sobre
la naturaleza. Los cambios de regalos entre los hombres, “name-sakes”, homónimos
de los espíritus, incitan a los espíritus de los muertos, a los djoses, a las cosas y ani
males, así como a la naturaleza a ser “generosos con ellos” 16. Se dice que el cambiar 43
regalos produce abundancia de riquezas. N elson47 y P o rter48 nos han dejado una
extensa descripción de estas fiestas, y de su acción sobre los muertos y sobre la caza,
y sobre los cetáceos y peces que cazan los esquimales. En esa especie de idioma de los
tramperos ingleses se les da el expresivo nombre de “Asking Festival” 49 e “Inviting
Festival”. Generalmente, sobrepasan los límites de las ciudades invernales. Esta acción
de la naturaleza ha quedado señalada en uno de los últimos trabajos sobre los es
quimales 50.
Los esquimales de Asia también han inventado una especie de mecánica en la
que una rueda cargada de toda especie de provisiones es trasplantada sobre una
especie de cucaña coronada por u n a cabeza de m orsa; esta parte de la cucaña sobre
sale por encima de la tienda de ceremonias de la que forma el eje. Se maneja en el
interior de la tienda por medio de otra rueda, haciéndola girar en el sentido del
movimiento solar. Creemos que ésta es la mejor expresión de la conjunción de todos
estos tem as 51.
Lo mismo tiene lugar entre los chukchee 52 y los koryaks del extremo noroeste si
beriano. Tanto los unos como los otros practican el potlatch, aunque son los
chukchee marítimos los que, como sus vecinos los yuit, esquimales asiáticos de quienes
acabamos de hablar, los que más practican estos cambios obligatorios y voluntarios de
dones y regalos durante las largas “Thankskiving Ceremonies”, 53, ceremonias de acción
de gracias que se suceden, con frecuencia durante el invierno, en cada una de las casas,
una tras otra. Los restos de los sacrificios del festín se lanzan al mar o se lanzan
al viento. Van a su país de origen llevando la caza obtenida durante el año, caza
que retornará así al año siguiente. Jochelson habla de fiestas de tipo semejante entre
nazca no de las observaciones del potlatch de Alaska, sino a propósito de los esqui
males del Centro, que sólo conocen las fiestas de invierno del comunismo y los inter
cambios de regalos con ese motivo, lo cual demuestra que la idea supera los límites
de la institución del potlatch propiamente dicho.
47 Eskimos about Behring Straits. X V lH th Ann. Rep. of the Bur. of. Am. Ethn.,
págs. 303 y ss.
4 8 P orter , Alaskan X lth Census, págs. 138 y 141, y, sobre todo, W rangell, Sta-
tistiche Ergebnisse..., etc., pág. 132.
4 9 N elson , cfr. “asking stick”, en H awkes , The inviting-in Feast of the Alaskan
Eskimos, Geological survey. M em oria 45. Anthropological Series, II, pág. 7.
50 H aw kes , loe. cit., pág. 7; pág. 3; pág. 9; descripción de una de esas fiestas;
Unalaklit contra Malemiut. Uno de los rasgos más característicos de este complexus
es la serie cómica de prestaciones que tienen lugar el primer día y los regalos a que
dan lugar. La tribu que consigue hacer reír a la otra puede pedirla todo lo que quiera.
Los mejores bailarines reciben regalos de gran valor, pág. 12, 13, 14. Es un claro
y neto ejemplo de las representaciones rituales (sólo conozco otros ejemplos de este
tipo en Australia y en América) de un tema que, por el contrario, es muy frecuente
en la mitología: el del espíritu celoso que, cuando se ríe, deja en libertad lo que
guarda.
El rito del “Inviting-in Festival” acaba con la vista del angekok (Shamane) a los
espíritus humanos “inua”, de quienes llevan la máscara, los cuales le informan que
han gozado con los bailes y que enviarán caza. Cfr. regalo que se hace a los focas.
J ennes , “Life of the Copper Eskimos”, Rep. o f the Can. Arde Exped., 1922, vol. XII,
pág. 178, n.° 2.
Todos los otros temas del derecho a los regalos están también muy desarrollados;
así, por ejemplo, el jefe “naskuk” no tiene derecho a rechazar ningún regalo ni man
jar por raro que éste sea, bajo pena de caer en desgracia para siempre. H awkes ,
ibtd., pág. 9.
Hawkes tiene motivos suficientes para considerar (pág. 19) la fiesta de los Déné
(Anvik) descrita por C hapman (Congrés des Americanistes de Qnébec, 1907, t. II),
como una invitación tomada a los esquimales por los indios.
51 V. tfig. en Chukchee, t. VII (II), pág. 403.
52 B ogoras, ibíd., pág. 399 a 401.
83 J ochelson , “The Koryak”, Jesup North Pacific Expedidon, t. VI, pág. 64.
SOBRE LOS DONES QUE SE OFRECEN 173
los koryaks, aunque él sólo ha asistido a la fiesta de la ballena5L Entre éstos está
muy desarrollado el sistema de sacrificios5455.
Borgoras 56 dice que las costumbres de la “Koliada” rusa son también semejantes;
en ella los niños disfrazados van de casa en casa pidiendo huevos y harina y nadie se
atreve a negárselos. Esta costumbre se sabe que es europea 5”.
La relación entre estos contratos y cambios entre hombres y entre esos contratos y
cambios entre hombres y dioses aclaran buena parte de la teoría del Sacrificio. Se
comprende perfectamente, sobre todo en aquellas sociedades en que los rituales con
tractuales y económicos se practican entre hombres, aunque éstos sean la encarnación
enmascarada, con frecuencia carismática y poseída del espíritu de quien llevan el
nombre y por tanto éstos sólo actúan en cuanto representantes de los espíritus 58*, en
cuyo caso los cambios y contratos obligan no sólo a los hombres y a las cosas, sino
también a los seres sagrados a los que están más o menos asociados5f). Tal es, sin
duda, el caso del potlatch tlingit, de uno de los dos tipos de potlatch hai'da
y del potlatch esquimal.
La evolución es natural. Uno de los primeros grupos de seres con quienes los hom
bres tuvieron que contratar, ya que, por definición, existían para contratar con ellos,
son los espíritus de los muertos y los dioses. De hecho, son ellos los auténticos pro
pietarios de las cosas y los bienes de este mundo G0. Es con ellos con quien es más
necesario cambiar y más peligroso no llevar a cabo cambios. La destrucción del sa
crificio tiene precisamente como finalidad el ser una donación que ha de ser necesa
riamente devuelta. Todas las formas de potlatch del noroeste americano y del noreste
asiático utilizan este tema de la destrucción61. Se mata esclavos, se queman ricos
aceites, se lanzan cobres al mar y se queman palacios, no sólo para demostrar poder,
riqueza o desinterés, sino también para hacer sacrificios a los espíritus y a los dioses,
confundidos con sus encarnaciones vivientes, aquellos quienes llevan sus nombres,
quienes son sus iniciados aliados.
Aparece ahora también otro tema que no necesita del soporte humano y que se
guramente es tan viejo como el potlatch: se cree que es a los dioses a quien hay
que comprar y que los dioses saben devolver el precio de las cosas. Quizá en ningún
sitio se expresa esta idea de forma más típica que entre los toradja de Célèbes.
K ru y t62 dice que el propietario tiene que comprar a los dioses el derecho de poder
realizar determinados actos sobre “su”, en realidad sobre “sus” propiedades. Antes
de cortar “su” bosque, antes de labrar “su” tierra y antes de plantar el poste de “su”
casa ha de pagar a los dioses. Mientras que la noción de compra está muy poco des
arrollada entre los usos civiles y comerciales de los toradja63, esta compra es, sin
embargo, constante a los espíritus y a los dioses.
Malinowski señala hechos del mismo tipo en Trobiand, a propósito de las formas
de cambio a las que nos vamos a dedicar ahora. Se conjura a un espíritu maligno,
un tauvau de quien se ha encontrado un cadáver (serpiente o cangrejo de tierra) ofre
ciéndole uno de esos vaygu’a, uno de esos objetos preciosos, ornamento, talismán y
riqueza a la vez, que sirven para los cambios del kula. Este don actúa directamente
sobre el espíritu de ese espíritu 6L Durante la fiesta de los mila-mila 65, potlatch en
honor de los muertos, se exponen y ofrecen a los espíritus las dos especies de vaygu’a,
los del kula y los que Malinowski denomina, por vez prim era66, los tlvagyu'a per
manentes”, en una plataforma idéntica a la del jefe. Esto hace buenos a sus espíritus,
los cuales se llevan consigo la sombra de estas cosas preciosas al país de los muer
tos 6", donde rivalizan en riquezas como rivalizan los hombres vivos que vuelven
de un kula solemne 68.
Van Ossenbruggen, que además de ser un teórico es un observador muy agudo, y
que vive en los lugares sobre los que investiga, ha señalado otra de las características
de esas instituciones 69. Los dones a los dioses y a los hombres tienen también como
finalidad comprar la paz entre unos y otros, pues de este modo se apartan los malos
espíritus, y comúnmente las malas influencias, aunque éstas no estén personalizadas,
ya que la maldición de un hombre permite que los espíritus celosos entren en uno,
pudiendo matarle, que las malas influencias actúen y que las faltas cometidas contra
los hombres debiliten al culpable vis a vis de los espíritus y de las cosas dañadas.
Van Ossenbruggen interpreta en este sentido el lanzamiento de monedas por el cor
tejo en China durante el matrimonio, e incluso el precio de compra de la novia.
Sugestión interesante de la que se desprenden toda una cadena de hechos 70.
Vemos, pues, cómo de todo esto podría elaborarse la teoría y la historia del sa
crificio-contrato, el cual supone instituciones del tipo de las que hemos descrito y,
a la inversa, supone su realización en último grado, ya que los dioses que dan y
ofrecen actúan para dar una cosa pequeña por una grande.023*89
02 Koopen in midden Cele bes. Meded. d. Konigk. Akad. v. Wet. Afd. letterk. 56;
serie B, n.° 5, págs. 163 a 168, págs. 158 a 159.
03 Ibíd., págs. 3 y 5 del resumen.
64 Argonauts of the Western Pacific, pág. 511.
65 Ibíd., págs. 72 y 184.
60 P. 512 (los que no son objeto de intercambio obligatorio). Cfr. “Baloma Spirits
of the Dead”. Jour. of the Royal Anthropological Institute, 1917.
67 Un mito Maori, el de Te Kanava, G rey, Polyn. Myth., Ed. Routledge, pág. 213,
cuenta cómo los espíritus, los hados, siguieron la sombra de pounamu (jades, etc.)
(alias taonga) expuesto en su honor; hay un mito idéntico en Mangaia, W yatt G ill ,
M yths and song from the South Pacific, pág. 257, cuenta lo mismo de los collares de
discos de nácar rojo y cómo éstos obtienen los favores de la bella Manapa.
08 P. 513. M alinowski exagera un poco. Arg., pág. 510 y ss., la novedad de unos
hechos, exactam ente idénticos a los del potlatch tinglit y haida.
09 Het Primtieve Denken, voorn in Pokkengebruiken... Bijdr. tot. de Taalland, en
Volkenk, v. Nederl. Indié, vol. 71, págs. 245 y 246.
70 C rawley , Mystic Rose, pág. 386, ha dado ya una hipótesis de este tipo y
W estermarck vislumbra el tema y comienza a demostrarlo, aunque en el fondo no
ha visto claro, debido a que identifica el sistema de prestaciones totales y el sistema
más desarrollado del potlatch, del que todos estos cambios forman parte, especialmen
te el de mujeres y matrimonios. V. más adelante sobre la fertilidad del matrimonio
asegurada por los regalos que se hacen a los contrayentes.
SOBRE LOS DONES QUE SE OFRECEN 175
No es puro azar que las dos fórmulas solemnes del contrato: en latín, do ut des,
y en sánscrito, dadami se, dehi m e 71, se han conservado también a través de los
textos religiosos.
Cfr. un mito en G rey, Poly. M yth, pág. 213 (ed. de 1855), pág. 189 (ed. popular de
Routledge) describe el hakari de Maru, dios de la guerra; en él la designación solem
ne de los donantes es idéntica a la de las fiestas neo-caledonias, de Fiji y a las neo-
guineanas. Veamos un discurso formando un Umu taonga (Four un taonga) para un
hikairo (distribución de alimentos), conservado en un canto (Sir E. G rey, Konga Mo-
teatea, M ythology and Traditions in New ZeaJand, 1853, pág. 132); en la medida en
que es reproducible (estrofa 2).
Dame mis taonga de este lado
Dame mis taonga para que los amontone
que los apile hacia la tierra
que Jos apile hacia el mar
etc... hacia el Este.
La primera estrofa sin duda hace alusión a los taonga de piedra. Puede verse cómo
la noción de taonga es inherente al ritual de la fiesta de la comida. Cfr. P ercy Smith,
“Wars of the Northern against the Southern Tribes”, J. P. S., t. VIII, pág. 156 (Ha
kari de Te Toko).
ru Suponiendo que no se produzca en las sociedades polinesias actuales, puede
que haya existido en las civilizaciones y sociedades que han absorbido o restituido
la inmigración de polinesios y puede también que éstos la hayan tenido antes de su
migración. De hecho, hay una razón que hace que haya desaparecido de esta zona,
el que los clanes están definitivamente jerarquizados en casi todas las islas e incluso
concentrados en torno a una monarquía; falta, por tanto, una de las condiciones
principales del potlatch, la inestabilidad de una jerarquía que la rivalidad de los
jefes tiene como finalidad equilibrar de vez en cuando. Esta misma razón es por la
que encontramos más restos entre los maoris, más que en ninguna otra isla, debido
precisamente a que los jefes han vuelto a aparecer y que los clanes aislados se han
hecho rivales.
Sobre la destrucción de riquezas de tipo melanesio o americano en Samoa. V. K ra-
mer , Samoa Inseln, t. I, pág. 375. V. índice ifoga. También puede estudiarse, desde
este punto de vista, el mura, destrucción de riquezas por haber cometido una falta.
En Madagascar, las relaciones entre los Lohateny, que comercian entre sí y que pue
den destrozar todo e insultarse cuando están en casa de los otros, son restos de los
potlatch antiguos. V. G randidier , Ethnographie de Madagascar, t. II, pág. 131. y
nota págs. 132-133.
C a p ít u l o I I
NUEVA CALEDONIA
Las ideas que nosotros deducimos, así como su expresión, las encontra
mos en los documentos que Leenhardt ha recogido sobre Nueva Caledonia.
4 Ibíd.
6 Ibíd.
0 Este hecho se puede perfectamente comparar con las relaciones kalduke de los
ngia-ngiampe entre los Narrinyerri y a las yutchin de los Dieri, relaciones de las que
nos ocuparemos en otra ocasión.
7 Ibíd.
8 Ibíd. Brown ha elaborado una excelente teoría sociológica sobre estas manifes
taciones de la comunión, de la identidad de sentimientos y del carácter a la vez obli
gatorio y libre de sus manifestaciones. Existe otro problema, en conexión con él, sobre
el que ya hemos llamado la atención: la expresión obligatoria de los sentimientos,
Journal de Psychologie, 1921.
'9 V. anteriormente nota 13 de la Introducción.
10 Volveremos a ocuparnos del tema de la moneda en Polinesia, v. anteriormente
nota 17 del cap. I, la cita de “Ella” sobre las trenzas de Samoa. Las hachas grandes,
los jades, los tiki, los dientes del cachalote, son, sin duda alguna, monedas, como
también lo son algunas conchas y cristales.
LA LIBERALIDAD, EL HONOR, LA MONEDA 179
TROBIAND
el cual se practica, además del kula, en las grandes ferias primitivas que
son las asambleas del kula intertribal, así como en los pequeños mercados
de kula interior, caracterizándose por un regateo tenaz entre las dos par
tes, procedimiento indigno en el kula. Del individuo que realiza el kula
sin la grandeza de espíritu que es necesaria, se dice que «se comporta
como un gimwali». Al menos en apariencia el kula, al igual que el pot-
latch del noroeste americano, consiste para unos en dar y para otros en
recibir23; los que hoy son donatarios a la vez siguiente son donantes.
Incluso en la forma más completa, solemne, elevada y competitiva24 del
kula, la de las grandes expediciones marítimas de los uvalaku, la norma
es partir sin tener nada para cambiar ni para dar, aunque sea a cambio de
los alimentos, ya que ni siquiera éstos pueden pedirse. Se aparenta que
sólo se recibe y cuando la tribu visitante da hospitalidad al año próximo
a la flota de la tribu que se visitó, entonces los regalos se devolverán con
usura.
Sin embargo, en los kula de menor envergadura, se aprovecha el viaje
marítimo para cambiar los cargamentos; en éstos también se dedican al
comercio los nobles, ya que hay una profunda teoría indígena en todo
ello. Se solicitan25, piden y cambian muy variadas cosas, dando lugar a
numerosas relaciones además del kula, aunque éste sea siempre el fin úl
timo y el momento decisivo de estas relaciones.
La misma donación adopta formas muy solemnes; lo que se ha de
recibir se desdeña, se desconfía de ello y sólo se toma después que
ha sido lanzado a los pies; el donatario adopta una modestia exagerada 26;
después de haber llevado su regalo de forma solemne y a son de caracola,
se excusa de que sólo sean restos, lanzando el regalo a los pies de su rival
y compañeros 27. Sin embargo, la caracola y el heraldo son prueba de la
solemnidad de la transferencia. Con todo esto, se intenta dar muestras de
liberalidad, de libertad, de autonomía, así como de grandeza28, y, sin
embargo, en realidad, lo único que juega son los mecanismos de la obli
gación, incluso de una obligación en función de las cosas.
El objeto principal de estos cambios-donaciones son las vaygu’a, una especie
de monedas29. Las hay de dos tipos: las mwali, bellísimos brazaletes ta-
Hados y pulidos en una concha que llevan en las grandes ocasiones los
propietarios o sus parientes, y los soulava, collares realizados por los há
biles torneros de sinaketa, con el nácar de los espóndilos rojos. Las mu-
este tipo. Desde su punto de vista, seguramente estos dos investigadores tienen razón,
pues entienden la palabra moneda y valor en su sentido más estricto. A este respecto,
sólo puede hablarse de su valor económico cuando hay moneda y solo ha habido
moneda cuando los objetos preciosos, riquezas y signos de riqueza en sí mismos,
se han considerado como monedas, dándoles un título e impersonalizándoles, apar
tándolos de su relación con cualquier tipo de persona moral, colectiva o individual
que no sea la de la autoridad del Estado que así los considera. El problema plantea
do en estos términos se reduce a averiguar cuál es el límite arbitrario para el uso de
esta palabra. A mi parecer, sólo se define así un segundo tipo de m oneda: el nuestro.
En las sociedades que han precedido a aquellas donde se ha considerado como
dinero el oro, el bronce o la plata, ha habido otras cosas: piedras, conchas y especial
mente metales preciosos, que se han empleado y han servido como medio de efectuar
cambio y de pagar. Todavía en muchas de las que nos rodean se sigue utilizando
este sistema y este es el que nosotros describiremos.
Es cierto que muchas de estas cosas preciosas difieren de las que nosotros tene
mos la costumbre de considerar como instrumentos liberadores. En primer lugar, an
tes que un valor y una naturaleza económica, lo que poseen es una naturaleza mági
ca, son sobre todo talismanes: Life givers, como decía R ivf.rs y como dicen P erry
y J ackson. Además, aunque tienen una vinculación bastante amplia dentro de una
sociedad, e incluso entre sociedades, todavía están ligadas a personas o a clanes (las
primeras monedas romanas fueron acuñadas por gentes) y a la individualidad de sus
antiguos poseedores, así como a contratos llevados a cabo entre personas morales. Su
valor es todavía subjetivo y personal. Por ejemplo, las monedas de concha, en Mela
nesia, se miden todavía con el palmo del donante. R ivers. History of the Melanesian
Snciety, t. II, pág. 527; t. I, págs. 64, 71, 101, 160 y ss. Cfr. la expresión Schulter-
focien, T hurnwaed , Forschungen, etc..., t. III, págs. 41 y ss., vol. I, pág. 189, v. 15;
Hüftschnur, t. II, pág. 263, 1. 6, etc. Ya veremos otros ejemplos importantes de estas
instituciones. Es cierto que estos valores son inestables, carecen de las características
necesarias para servir de medida, ya que su precio aumenta o disminuye, según el
número e importancia de las transacciones en que se han utilizado. Malinowski com
para acertadamente las vaygu'a de los Trobiand que aumentan de prestigio durante
sus viajes, con las joyas de la corona. Del mismo modo, los cobres blasonados del
noroeste americano y las trenzas de Samoa aumentan de valor con cada potlatch, con
cada cambio.
Por otra parte, sin embargo, y desde dos puntos de vjsta las cosas preciosas rea
lizan la misma función que la moneda dentro de nuestras sociedades, por lo tanto
pueden clasificarse dentro del mismo tipo. Poseen un poder de compra y este poder
es limitado. A tal “cobre” americano corresponde en pago tantas mantas, a tal va
ygu'a corresponden tantos cestos de alimentos. La idea de número está en ellos
aunque queda fijada de forma diferente que por la autoridad del Estado, y aunque
varía en cada kula y en cada potlatch. Este poder de compra es, además, auténtica
mente liberatorio. Aunque sólo esté reconocido entre individuos, clanes y tribus de
terminadas y únicamente entre asociados, no por ello es menos público, oficial y fijo.
Brudo, amigo de Malinowski y residente como él, durante mucho tiempo en Trobiand.
pagaba a los pescadores de perlas tanto con los vaygu’a como con la moneda europea
o con mercancías de valor fijo. El paso de un sistema a otro se ha hecho sin so
bresaltos, por tanto era posible. Armstrong da indicaciones muy claras sobre las
monedas de la isla Rossel, cercana a la de Trobiand, y persiste, si hay error, en el
mismo error que nosotros. A unique monetary system. Econotnic Journal, 1924 (co
municación en pruebas).
A nuestro parecer, la humanidad ha ido a tientas. En una primera fase se dio
cuenta de que había cosas, casi todas mágicas y de valor, que no se destruían con
el uso y las atribuyó un poder de compra. V. M auss , “Orígenes de la notion de
Monnaie”, Antlvopologie, 1914, en Proc. Verh. de l’l.F .A . Entonces sólo intenté
averiguar cuál era el origen más lejano de la moneda. En una segunda fase, después
de conseguir hacer circular cosas, dentro de la tribu y fuera de ella, la humanidad
se dio cuenta de que estos instrumentos de compra podían servir como medio de enu
meración y de circulación de riquezas, y ésta es la fase que estamos ahora descri
biendo ; partiendo de esta fase, en una época muy antigua en las sociedades semíticas,
LA LIBERALIDAD, EL HONOR, LA MONEDA 183
jeres los llevan con toda solemnidad 30 y sólo en casos excepcionales, como
por ejemplo en caso de agonía31, los llevan los hombres. Generalmente,
tanto los unos como los otros se atesoran, gozando sólo de su posesión.
La fabricación de los unos, la pesca y joyería de los otros y el comercio
de estos dos objetos de prestigio y de cambio, constituyen, junto con otros
comercios más prosaicos y vulgares, la fuente de la fortuna de los tro-
biandeños.
Según Malinowski, estos vaygu’a están dotados de una especie de mo
vimiento circular: los mwali, brazaletes, se transmiten normalmente de
Oeste a Este, y los soulava viajan siempre de Este a Oeste32. Estos dos
movimientos en sentido contrario se llevan a cabo entre todo el conjunto
de las islas Trobiand, Entrecastos, Amphlett y las islas aisladas de Woodlark,
Marshall, Bennett, Tubetube e incluso la costa sudeste de Nueva Guinea,
de donde los brazaletes salen en bruto. Allí ese comercio se encuentra
con las mismas grandes expediciones que vienen de Nueva Guinea (Massim-
Sud)33 y que Seligmann ya ha descrito.
En principio, la circulación de estos signos de riqueza es incesante
e infalible. No hay ni que conservarlos mucho tiempo, ni ser lento o pe
rezoso34 en desembarazarse de ellos; no se puede gratificar con ellos
nada más que a determinados compañeros y siempre en un sentido deter
minado, en el «sentido del brazalete» o en «el del collar» 35. Se tienen
y deben guardarse desde un kula hasta el otro, enorgulleciéndose la comu
nidad de los vaygu’a que ha obtenido alguno de sus jefes. Incluso hay
ocasiones, como por ejemplo los preparativos de las fiestas funerarias, las
grandes s’oi, en que está permitido recibir siempre, sin devolver nada a
y quizá no tan antigua, entre las demás, se inventa—tercera fase—la forma de sepa
rar estas cosas preciosas de los grupos y gentes, haciendo de ellas instrumentos per
manentes de valoración, si no racional, al menos universal, en espera de encontrar
una fórmula mejor.
A nuestro parecer ha existido una moneda anterior a la nuestra, sin contar las
que consisten en objetos de uso, por ejemplo en Africa y Asia, las placas y lingotes
de cobre, de hierro, etc., y dentro de las sociedades antiguas y en las africanas ac
tuales, el ganado (a propósito de éste, v. nota 80 del cap. III).
Pido perdón por haberme visto obligado a adoptar una postura dentro de un
problema tan amplio, pero está demasiado en relación con nuestro tema y era ne
cesario dejarlo bien sentado.
30 Grabado XIX. Parece que la mujer en Trobiand, así como las “princesas” del
noroeste americano y alguna otra persona, sirven en cierto modo, para exponer los
objetos de boato, sin contar que con ello, les da un cierto “encanto” . Cfr. T iiurnwald ,
Forsch. Salomo Inseln, t. I, págs. 138, 159, 192, v. 7.
31 V. infra.
32 V. mapa pág. 82, cfr. Kula, en Man, 1920, pág. 101. Malinowski dice que no
ha habido otro sentido o razones míticas a esta circulación. Convendría averiguarlo,
pues si su fundación estriba en que hay que dar una orientación determinada a estos
objetos, intentando que vuelvan a su punto de origen, siguiendo su vía de origen mí
tico, este hecho sería extraordinariamente idéntico al polinesio, al hau maorí.
33 V. sobre esta civilización y comercio Seligman, The Melanesians of British
New Guinea, cap. XXXIII y ss. Cfr. Année Sociologique, t. XII, pág. 374; Argo-
náuts, pág. 96.
3-1 Las gentes de Dobu son “duras al kula”. Argn., pág. 94.
35 Ibid.
184 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
cambio 36, con la única finalidad de devolver todo, de gastar todo cuando
se dé la fiesta. En efecto, se goza de propiedad sobre los regalos recibidos,
pero es una propiedad especial, que recoge, en un cierto sentido, todos los
principios de derecho que los modernos hemos ido separando y aislando
unos de otros. Es propiedad y es posesión, es regalo y cosa alquilada, es
cosa vendida y comprada, al mismo tiempo que es cosa depositada, sujeta
a mandato y a fidecomiso, ya que se entrega sólo con la condición de que
sea usada por otro o de transmitirla a un tercero «compañero lejano»,
murimuri37. Este es el complejo económico, jurídico y moral, auténticamente
típico, que Malinowski ha sabido descubrir, observar y describir.
como también de su gwara (tabú de la nuez de coco y del betel)4", ... de su collar
bagido’u, ...d e su collar bagiriku, ...d e su collar bagidudu48, etc.”
Otra fórmula más mítica 49 y curiosa, aunque mucho más común, ex
presa la misma idea. El asociado al kula posee un animal auxiliar, un
cocodrilo, al cual invoca y es quien debe traerle los collares (en kitava,
los mwali).
Cocodrilo, déjate caer y transporta a tu hombre, llevándole bajo el gebobo (cala
donde se mercan las canoas).
Cocodrilo, tráeme el collar, tráeme el bagido'u, el bagiriku, etc...
(a nuestro parecer, el 2.° y 3.°), pág. 448. Se denominan con esa palabra los gusanos
largos con círculos negros, con que se identifican los collares de discos de espóndilo,
página 341. A continuación hay una evocación-invocación: “Venid aquí todos juntos,
yo os haré reuniros. Venid aquí todos juntos. Yo os haré reuniros. El arco iris está
allí, yo le haré aparecer allí. El arco iris aparece aquí, yo le haré que aparezca aquí.”
Malinowski considera el arco iris, según la información de los indígenas, como un
presagio, aunque también se designan con su nombre los múltiples reflejos de la nácar.
La expresión “Venid aquí lodos juntos” se refiere a las cosas de valor que van a
reunirse para el contrato. El juego de palabras “aquí” y “allí” se representan con los
sonidos m y w; son muy frecuentes en magia.
A continuación viene la segunda parte del exordio: “soy el único hombre, el
único jefe, etc.” , aunque esta parte sólo interesa desde el punto de vista del potlatch.
45 La palabra que se traduce de ese modo es, cfr. pág. 449, munutnwaynise, rc-
duplicativo de mwana o mwayna, que expresa el “itehing” o “state of excitement”.
46 Suponía la existencia de un verso de este tipo, ya que Malinowski dice en la
página 340 que esta palabra básica del encantamiento designa el estado de espíritu
de que se ve invadido el compañero, lo cual le obliga a ser generoso en sus regalos.
47 Impuesto generalmente para la preparación del kula o del s’oi, fiestas funera
rias, con objeto de reunir los alimentos y nueces de areca necesarios, así como los
objetos preciosos. Cfr. págs. 347 y 350. El hechizo se extiende a los alimentos.
48 Diversos nombres de collares que no se analizan en este trabajo. Los diferen
tes nombres se componen de bagi, collar (pág. 351), acompañado de diversas palabras.
Hay además otros nombres especiales de collares que también están encantados.
Como esta fórmula pertenece al kula de Sinaketa, en el cual se buscan collares
y se deja a cambio pulseras, sólo se habla de collares. Esta misma fórmula se utiliza
en el kula de Kiriwina, pero como en éste lo que interesan son las pulseras, lo que
se mencionan son distintos tipos de pulseras; el resto de la fórmula es idéntica.
La conclusión de la fórmula es también de interés, aunque sólo desde el punto
de vista del potlatch: “voy a kula (a hacer mi negocio), voy a engañar a kula (mi
compañero). Voy a robar mi kula, voy a raptar mi kula, voy a hacer kula mientras
mi barco siga navegando. Mi fama es como el rayo, mi paso como un temblor de
tierra”. La apariencia de esta cláusula es curiosamente americana; las hay seme
jantes en las islas Salomón. V. más adelante.
¿o p. 344, comentario p. 345. El final de la fórmula es igual al que acabamos de
citar: “voy a hacer kula, etc.”.
*° p. 343. Cfr. pág. 449, texto de los primeros versos con comentarios gramaticales.
186 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
(en Dobu o en Kitava la usan las gentes de Kiriwina) contiene una copla S1
de la que se dan dos interpretaciones. El ritual es muy largo y se repite
continuamente; su finalidad es enumerar todo lo que el kula proscribe,
todas las cosas de odio y de guerra que hay que conjurar para poder entrar
en relación con el amigo.
Tu furia, el perro olfatea,
Tu pintura de guerra, el perro olfatea.
Etc...
o bien:
Tu furia se aleja como la marea, el perro juega,
Tu cólera se aleja como la marea, el perro juega,
Etc...
51 P. 348. Esta estrofa viene después de una serie de versos (pág. 347). “Tu furia,
hombre de Dobu, se retira (como la mar)”, y a continuación la misma serie con
“mujer de Dobu”. Las mujeres de Dobu son tabú, mientras las de Kiriwina se en
tregan a los visitantes. La segunda parte del encantamiento es del mismo tipo.
52 P. 348, 349.
B3 P. 356, donde quizá hay un mito de orientación.
54 Se podría usar en esta ocasión el término que Lévy-Bruhl utiliza de ordinario:
LA LIBERALIDAD. EL HONOR, LA MONEDA 187
designa su naturaleza noble y mágica 69. Aceptar una de estas ofrendas in
dica que se está dispuesto a entrar y permanecer en el juego. Algunos de
los nombres de estos regalos expresan la situación de derecho que implica
su aceptación70. En estos casos el asunto se entiende por concluido, siendo
generalmente el regalo alguna cosa de calidad, como por ejemplo una gran
hacha de piedra pulida o una cuchara de hueso de ballena. Aceptarlo
significa obligarse a dar el vaga, primer don deseado; aunque en ese mo
mento, todavía se es asociado sólo a medias, ya que únicamente obliga com
pletamente la entrega solemne. La importancia y naturaleza de estos dones
nace de la extraordinaria competición que surge entre los posibles socios
de la expedición que llega, pues todos buscan el mejor socio de la tribu
opuesta. El momento es importante, puesto que la asociación que se tiende
a crear establece una especie de clan entre los asociados71. Para poder
elegir hay que seducir, deslumbrar72. Sin olvidar los rangos73, hay que
conseguir esto antes que los demás o mejor que los otros, provocando el
cambio de las cosas de más valor, que naturalmente son propiedad de los
más ricos. Los motivos que esconden todos estos actos son la concurrencia,
la rivalidad, la ostentación y el deseo de grandeza, así como el interés 74
Una vez que los dones han llegado, surgen otros en su respuesta y equi
valencia, que son los dones de partida, de despedida (llamados talo’i en
Sinaketa)75, los cuales son siempre superiores a los de llegada. De este
modo, junto al kula, se llevan a cabo todo un ciclo de prestaciones y con
traprestaciones usurarias.
Naturalmente, mientras duran estas transacciones, se han producido
prestaciones de hospitalidad, de alimentos y en Sinaketa, además de mu
jeres 76. También mientras tanto, se producen otros dones suplementarios,
que se devuelven en general siempre. Creemos, incluso, que este cambio de
korotumna representa una forma primitiva de kula, cuando consistía en
cambiarse hachas de piedra77 y porras curvadas de cerdo 78.
86 Con frecuencia es idéntico al kula, los compañeros son generalmente los mis
mos, pág. 193. La descripción del wasi, v. págs. 187-188. Cfr. pi. XXXVI.
87 La obligación se conserva todavía hoy, a pesar de los inconvenientes y pérdidas
que sufren los buscadores de perlas, obligados a dedicarse a la pesca, perdiendo im
portantes salarios por una obligación puramente social.
88 V. pi. XXXII y XXXIII.
89 La palabra sagali quiere decir distribución (igual que el hakari polinesio).
00 V. pág. 491.
91 Esto es especialmente evidente en el caso de las fiestas funerarias. Cfr. Selig -
mann, Melanesians, págs. 594-603.
92 P. 175.
93 P. 323; otro término, kwaypohu, pág. 356.
P. 378-379, 354.
192 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
centrales, a pesar de que los Toradja están desde hace muchísimo tiempo
en relación con los malayos, grandes comerciantes.
Vemos, pues, cómo una gran parte de la humanidad relativamente rica,
trabajadora y creadora de un excedente importante ha sabido y sabe cam
biar considerables cosas, bajo otras formas y por otros motivos que los
que nosotros tenemos.
EL HONOR Y EL CREDITO
del Pacífico. Vóiveremos a ocuparnos de este tema, pero llamamos la atención sobre
el hecho de que en nuestro lenguaje corriente la palabra venta designa tanto la com
pra como la venta y que en chino sólo se da una diferencia de tono ante los dos
monosílabos que designan el acto de vender y el de comprar.
110 Con los rusos desde el siglo xvm y con los tramperos canadienses franceses
desde los comienzos del xix.
120 Véanse, sin embargo, las ventas de esclavos: Swanton, Haida Texis and Myths,
en Bur. Am . Ethn. Bull., 29, pág. 410.
121 Anteriormente se ha dado una somera bibliografía sobre los estudios teóricos
referentes a ese “potlatch”.
122 Este esquema carece de justificación, pero es necesario. Avisamos que no es
completo ni desde el punto de vista del número o nombre de las tribus ni del de sus
instituciones.
Hacemos abstracción de un gran número de tribus, especialmente de las siguien
tes: l.° Nootka (grupo Wakash o Kwakiutl), Bella Kula (vecino). 2.° Tribus Salish
de la costa del Sur. Por otro lado, las investigaciones sobre la amplitud del potlatch
196 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
deberían llevarse más hacia el Sur, hacia California. Allí, cosa curiosa desde otro
punto de vista, la institución se extiende a las sociedades de los grupos Penutia y
Hoka. V., por ejemplo, P ow ers , “Tribes of California” (Contr. to North. Amer.
Ethn., III), pág. 153 (Pomo), pág. 238 (Wintun), págs. 303, 311 (Maidu); cfr. pági
nas 247, 325, 332, 333, respecto a otras tribus; observaciones generales, pág. 411.
Las instituciones y artes que describimos en pocas palabras son tremendamente
complicadas, y su ausencia a veces es tan notable como su presencia. Por ejemplo, la
cerámica se desconoce, como también ocurre en las últimas capas de la civilización
del sur del Pacífico.
123 Son muchas las fuentes que permiten estudiar estas sociedades, fuentes de una
gran seguridad al ser muy filológicas y compuestas de textos transcritos y traducidos.
V. una somera bibliografía en D avy, Foi Jurée, págs. 21, 171 y 215. Añádase F. Boas
y G. H unt, Ethnology of the Kwakiutl (citado anteriormente Eth. Kwa.), 35th. An.
Rep. of The Bur. of Amer. Ethnology, 1921, v. un resumen más adelante; F. Boas,
Tsimshian Mythology, 31th A n. Rep. of the Bur Am. Eth., 1916, publicado en
1923 (citado anteriormente Tsim. Myth.). Sin embargo, poseen un inconveniente, las
antiguas son insuficientes y las nuevas, a pesar de ser muy detalladas y profundas,
no son suficientemente completas desde el punto de vista que nos interesa. Boas y
sus colaboradores de la Jesup Expedition se han ocupado fundamentalmente de la
civilización material, la lingüística y la literatura mitológica; incluso los trabajos de
etnógrafos profesionales más antiguos (Krause, Jacobsen) o más recientes (Sapir, Hill
Tout, etc.) han seguido esa misma orientación. El análisis jurídico, económico y de
mográfico queda, si no por hacer, sí por completar. (La morfología social se ha co
menzado con los diversos Census de Alaska y de la colonia Británica). Barbeau ha
prometido una monografía completa de Tsimshian; esperamos mucho de esta in
formación indispensable, confiando, además, que el ejemplo sea imfitado, antes
que sea demasiado tarde. Sobre algunos puntos relativos a la economía y el derecho,
los antiguos documentos, los de los exploradores rusos, los de K rause (Tlinkit India-
ner), de D awson (sobre los Haida, Kwakiutl, Bellakoola, etc.), aparecidos en su
mayor parte en el Bulletin du Geological Survey de Cañada o en los Proceedings of
the R oy al Society de Canadá; los de S wan (Nootka), “Indians of cape Flatlery,
Smiths”. Contrib. to Knowledge, 1870; los de M ayne, Four years in British Colom
bia, Londres, 1892, siguen siendo los mejores y sus datos les confieren una autoridad
definitiva.
Existe una gran dificultad para la nomenclatura de estas tribus. Los kwakiutl
forman una tribu y también dan su nombre a muchas otras, que confederadas con
ella, forman una auténtica nación. Intentaremos mencionar a cuál de estas tribus
kwakiutl nos referimos cada vez; cuando no se diga otra cosa, nos referimos a los
kwakiutl propiamente dichos. La palabra kwakiutl quiere decir rico, “humo del mun
do” e indica por sí sola la importancia de los fenómenos económicos que vamos a
describir.
No reproducimos todos los detalles ortográficos de las palabras de estas lenguas.
124 Sobre las mantas de Chilkat, E mmons, “The Chikat Blanket”, Mem. of the
Amer. Mus. of Nat. Hist., III.
LA LIBERALIDAD, EL HONOR, LA MONEDA 197
carácter colectivo del contrato 130 queda más de relieve que en Melanesia
y Polinesia. A pesar de las apariencias, estas sociedades, en el fondo, están
más cerca de lo que nosotros llamamos prestaciones totales simples y sus
conceptos jurídicos y económicos son menos claros y de una menor pre
cisión consciente, aunque, en la práctica, los principios sean formales y
suficientemente claros.
Sin embargo, hay dos nociones más en evidencia que en el potlatch me-
lanesio o que en las instituciones más complejas y desarrolladas de Poli
nesia; son éstas las del crédito, el plazo y la del honor131.
Como hemos visto en Melanesia y Polinesia, los dones circulan con la
certeza de que serán devueltos, «seguridad» que reside en la virtud de la
cosa que se entrega, siendo ella misma su «seguridad». Radica, dentro
de toda posible sociedad, en la naturaleza del don, la posibilidad de obli
gar a plazo. Una comida en común, una distribución de kava, el talismán
que se lleva consigo, incluso por definición, no pueden devolverse inme
diatamente. El «tiempo» es elemento necesario para poder llevar a cabo
canos que han adoptado la civilización del Noroeste (hipótesis a la que Boas se apro
xima), se explica por sí mismo el aspecto frustrado del potlatch tlingit y haida. Tam
bién es posible, que la violencia del potlatch del noroeste americano, tenga su origen
en el hecho de que esta civilización es el punto de encuentro de dos grupos de fa
milias de pueblos que lo tenían a su vez; una civilización viene del sur de Califor
nia y la otra de Asia (sobre ésta, v. supra).
130 V. D avy, Foi jurée, págs. 247 y ss.
131 B oas no ha escrito nada mejor sobre el potlatch que la página siguiente:
12th Report on the North-Western Tribes of Cañada, B. A. Adv. Se., 1898, pági
nas 54-55 (cfr. Fifth Report, pág. 38): “El sistema económico de los indios de la co
lonia británica se basa fundamentalmente en el crédito, del mismo modo que el de los
pueblos civilizados. En cualquiera de sus empresas, el indio confía en la ayuda de sus
amigos y promete pagarles por esta ayuda en fecha posterior. Si la ayuda consiste en
cosas de valor, que se valoran en mantas, del mismo modo que nosotros lo hacemos
en dinero, promete devolver lo prestado con interés. El indio carece del sistema de
escrituras y, por tanto, para dar seguridad a la transacción, ésta se lleva a cabo en
público. Contratar deudas por un lado y pagarlas por el otro, eso es el potlatch. Este
sistema económico está desarrollado hasta tal punto, que el capital que poseen todos
los individuos asociados de la tribu excede con mucho los valores disponibles exis
tentes; es decir, las condiciones son semejantes a las de nuestra sociedad; si deseára
mos que nos pagaran todos nuestros créditos, nos encontraríamos con que no hay
suficiente dinero para pagarlos. El intento por parte de todos los acreedores de ha
cerse devolver lo que prestaron produce un pánico desastroso, que la comunidad tarda
luego en superar.”
“Hay que comprender que el indio que invita a todas sus amistades y vecinos a
un gran potlatch y que en apariencia derrocha todo lo acumulado durante años de
trabajo, tiene en el pensamiento dos cosas que no podemos por menos de considerar
justas y dignas de alabanza. Su primera finalidad es pagar sus deudas, hecho que lleva
a cabo públicamente con mucha ceremonia y a modo de acto notarial. Su segundo
objetivo es colocar los frutos de su trabajo de tal manera que le produzcan los máxi
mos beneficios para él y para sus hijos; los que reciben regalos en esa fiesta los
reciben como préstamos que invierten en sus empresas del momento, sin embargo,
después de un intervalo de algunos años, han de devolvérselos con intereses a su
donante o a sus herederos. Vemos pues, cómo el potlatch es, en definitiva, para los
indios, un medio de asegurar el bienestar de sus hijos, si les dejan huérfanos cuando
todavía son jóvenes.”
Modificando los términos de “deuda, pago, devolución, préstamo” y sustituyéndolos
por términos como: regalos que se hacen y regalos que se devuelven, términos que
por otro lado Boas acaba por utilizar, se tiene una idea exacta de cómo funciona
la noción de crédito en el potlatch.
Sobre la noción de honor, véase Boas, Seventh Report on the N. W. Tribes, pág. 57.
LA LIBERALIDAD, EL HONOR, LA MONEDA 199
pondiendo esta función a quien sea más rico y más gastador. El principio
de antagonismo y de propiedad es el fundamento de todo. El status político
de los individuos dentro de las cofradías y clanes, así como los diversos
rangos se obtienen por medio de la «guerra de propiedad» 137, por la guerra
o la suerte, por herencia, por alianzas y por matrimonio, pero todo se
considera como una «lucha de riquezas» 138. Tanto el matrimonio de los
hijos, como la posición dentro de las cofradías se obtiene por los potlatch
que se entregan y los que se devuelven. Se pierden en el potlatch como
se pierden en la guerra, en el juego, en las carreras o en la lucha 139. En
algunos casos, ni siquiera se trata de dar y tomar sino de destruir 14°, con
cial organizaron of the Kwakiutl Indians”, Rep. Am. Nal. Mus., 1895 (citada ante
riormente Sec. Soc.), pág. 469. En el caso de iniciación de un novicio, ibíd., pág. 551,
Koskimo. Shushwap: redistribution, Boas, 7th Rep., 1890, pág. 91. S wanton, Tlingit
Indians, 21 st Ann. Rep. Bur of Am. Eíh. (anteriormente Tlingit), pág. 442 (en un dis
curso): “Gasto todo, para hacerle ver” (a su sobrino). Redistribución de todo lo que
se ha ganado en el juego, Swanton, Texis and M yths of the Tlingit Indians, Bull.
número 39 Bur. of Am. Eth. (anteriormente, Tlingit T. M.), pág. 139.
137 Sobre la guerra de propiedad, v. el canto de Maa, Secc. Soc., pág. 577, pág. 602:
“Combatimos con la propiedad.” La oposición entre guerra de riquezas y guerra de
sangre se recoge en los discursos que se hicieron en el potlatch de 1895 en Fort Rupert.
V. Boas y H unt, Kwakiutl texis, 1.a serie, Jesup Expedition, t. III (citado anterior
mente Kwa, t. III), págs. 485, 482. Cfr. Sec. Soc., págs. 668 y 673.
138 V. concretamente el mito de Haíyas (Haida, Texis, Jesup, VI, núm. 83, Masset)
qee pierde la “cara” al juego y muere. Sus hermanas y sobrinos se ponen de luto,
dan un gran potlatch en revancha y resucita.
Convendría estudiar, a este respecto, el juego, que incluso entre nosotros, no se
considera como un contrato, sino como una situación donde se compromete el honor
y donde se exponen bienes que podrían no exponerse. El juego es una especie de pot
latch, una especie de sistema de dones. Es notable su importancia en el noroeste ame
ricano. Aunque los Kwakiutl lo conocen (v. Eth. Kwa., pág. 1394, s. v. ebayu: dados(?),
s. v. lepa, pág. 1435, cfr. lep, pág. 1448, “segundo potlatch, danza” ; cfr. pág. 1423,
v. maqwacte) no parece que tenga entre ellos la importancia que tiene entre los haida,
tlingit y tsimshian. Todos éstos son jugadores perpetuos e inveterados. V. la descrip
ción del juego del billar entre los haida, S wanton, “Haida” (Jesup Exp., V, I), pági
nas 58 y ss., 141 y ss., sobre las figuras y los nombres. El juego entre los tlingit, des
cripción con los nombres del billar: Swanton, Tlingit, pág. 443. El naq tlingit ordinario,
la pieza que gana, equivale al djil haida.
La historia está llena de leyendas de juegos, de jefes que han perdido todo al jue
go. Existe un jefe, Tsimshiam, que perdió incluso sus hijos y parientes: Tsim. Mytlu,
páginas 207, 101; cfr. B oas, ibíd., pág. 409. Una leyenda haida cuenta la historia de un
juego total de los Tsimshian contra los Haida, V. Haida T. M., pág. 322. Cfr. la mis
ma leyenda: los juegos contra Tlingit, ibíd., pág. 94. B oas, Tsimsh. Myth., págs. 847
y 843, recoge un catálogo de temas de estetipo. La educación y la moral ordenan que
el que gane, deje en libertad al que pierda,a su mujer y a sus hijos. Tlingit T. M., pá
gina 137. Inútil sería subrayar su parentesco con las leyendas asiáticas.
Existe una influencia asiática innegable. Sobre la influencia de los juegos de azar
asiáticos en América, v. el gran trabajo de E. B. T ylor, “On American Lot-games as
evidence of Asiatic Intercourse”, Bastían Festchr. Int. Arch. f. Eth., 1896, págs. 55 y ss.
139 D avy ha desarrollado el tema del desafío, de la rivalidad, a los que hay que
añadir el de la apuesta. V. Boas, Indianische Sagen, págs. 203 a 206. Apuesta de comi
da, de lucha, de ascensión, etc., en las leyendas. Cfr. Ibid., pág. 363, por catálogo de
temas. La apuesta es todavía hoy resto de ese derecho y moral, sólo compromete el
honor y el crédito y sin embargo hace circular la riqueza.
140 Sobre los potlatch de destrucción, v. D avy, Foi Jurée, pág. 224, a lo que hay que
añadir las siguientes observaciones. Dar esya destruir, v, Sec. Soc., pág. 334. Alguno
de los ritos de donación implica destrucciones: el ritual de la devolución de la dote o
como la llama Boas “pago de la deuda de matrimonio” implica una formalidad que se
llama “hundir la canoa” : Sec. Soc., págs. 518, 520, aunque esa ceremonia es figurada.
LA LIBERALIDAD, EL HONOR, LA MONEDA 201
La noción de honor que tiene gran fuerza en Polinesia y que está siem
pre presente en Melanesia, ejerce aquí verdaderos estragos. También sobre
este punto, las enseñanzas clásicas han comprendido deficientemente los
móviles que han animado a los hombres y todo cuanto debemos a las
sociedades que nos han precedido. Incluso un sabio tan preparado como
Huvelin se ha creído obligado a deducir la noción de honor, considerada
ineficaz, de la noción de eficacia mágica 14S. Sólo ve en el honor, el pres
tigio sucedáneo de aquél. La realidad es más compleja. La noción de honor,
tanto como la de magia, son inherentes a estas civilizaciones 146. El mana
polinesio simboliza no sólo la fuerza mágica de cada ser, sino también su
honor, siendo una buena traducción de esta palabra, la de autoridad y ri
queza 147. El potlatch tlingit y haida consiste en considerar como honores
los servicios mutuos m. En tribus tan primitivas, como las australianas, la
cuestión de honor es tan importante como para nosotros, satisfaciéndola
tanto por prestaciones, ofrendas de alimentos y ritos, como por medio de
espaldas”... ibíd., pág. 1293, cfr. 1291. V. otra imprecación contra los “pequeños”.
ibíd., pág. 1381.
No hay que pensar que una moral de este tipo sea contraria a la economía ni
corresponda a una pereza comunista. Los tsimshian desprecian la avaricia y cuentan
de su héroe principal, Cuerbo (el creador), cómo fue echado por su padre porque era
avaro: Tsim. Myth., pág. 61, cfr. pág. 444. El mismo mito existe entre los tlingit, los
cuales desprecian también la pereza, y la mendicidad de los huéspedes y cuentan cómo
se castigó a Cuervo y a las gentes que van de pueblo en pueblo haciéndose invitar:
Tlingit M. T., pág. 260, cfr. 217.
145 Injuria, Melanges Appleton; Magia y derecho privado, Année Soc., X, pág. 28.
146 Se paga por el honor de bailar con los tlingit; TI. M. T., pág. 141. Pago a un
jefe que ha compuesto una danza. Entre los tsimshian: “Se hace todo por el honor...
Por encima de todo está la riqueza y la ostentación de la vanidad.” B oas, Fith Repon,
1899, pág. 19. Duncan en M ayne, Four Years, pág. 265, ya decía: “por la simple
vanidad de las cosas”. Un gran número de ritos, no sólo el de la ascensión, etc., sino
también el que consiste en “levantar el cobre” (Kwakfutl), Kwa. T., III, pág. 499, 1. 26,
“levantar la danza” (Tlingit), TI. M . T., pág; 117, “levantar el poste del potlatch”, fu
nerario y totémico, “levantar la viga” de la casa, la cucaña, son expresión de este
mismo principio. No hay que olvidar que el potlatch tiene como finalidad averiguar
cuál es la familia más “alta” (comentarios del jefe katishan a propósito del mito del
Cuerbo, Tlingit, TI. M. T., pág. 119, n. a.).
147 T regear, Maori comparativa Dictionary, v. Mana.
Habría que estudiar la misma noción de riqueza; desde este punto de vista, la per
sona rica es una persona que tiene mana en Polinesia, “auctoritas” en Roma y que
en estas tribus americanas es un “gran” hombre, walas (Ethn. Kwa., pág. 1396). Sólo
vamos a señalar la relación, que es muy clara, entre la noción de riqueza, la de auto
ridad, la de derecho a mandar a los que reciben regalos, con el potlatch. Por ejemplo,
entre los kwakiutl uno de los clanes más importantes es el de los walasaka (nombre
también de una familia, de una danza y de una hermandad), este nombre quiere decir
"los grandes que vienen de arriba”, que distribuyen en el potlatch. Walasila quiere
decir no sólo riqueza, sino también “distribución de mantas con ocasión de una su
basta de cobre”. Hay otra metáfora que considera “de peso” a la persona que da
potlatch: Sec. Soc., págs. 558, 559. Se dice del jefe que “absorbe a las tribus” entre
quienes distribuye sus riquezas “vomita riqueza” ..., etc.
148 Hay un canto tlingit que dice de la hermandad del cuervo “que hace a los
lobos ’razonables’ ”. TI. M. T., pág. 398, núm. 38. El principio según el cual “los res
petos” y “los honores” que se dan y se devuelven comprenden dones, está bien claro
en las dos tribus. Swanton, Tlingit, pág. 451; Swanton, Haida. pág. 162, dispensa de
hacer determinados regalos.
LA LIBERALIDAD, EL HONOR, LA MONEDA 203
pág. 345. Otra metáfora consiste en que el nombre de quien da el potlatch “toma
peso” por el potlatch que da, Sec. Soc., pág. 349, y “pierde peso” si acepta uno,
Sec. Soc., pág. 345. Hay otras expresiones que recogen esta superioridad del donante
frente al donatario: la noción según la cual éste es una especie de esclavo mientras no
se ha redimido (“el nombre es malo”, dicen entonces los haida, Swanton, Haida.
pág. 70. V. más adelante). Los Tlingit dicen que “los dones que se dan se cargan
sobre la espalda de quien los recibe”, S wanton, Tlingit, pág. 428. Los Haida poseen
dos expresiones muy sintomáticas: “hacer marchar”, “correr de prisa” su aguja
(cfr. la expresión neocaledoniana en notas anteriores) que parece que significa “luchar
contra un inferior”, Swanton, Haida, pág. 162.
161 V. la historia de Haimas, de cómo pierde su libertad, privilegios, máscaras,
sus espíritus auxiliares, su familia y sus propiedades. Tsim. Myth., págs. 361, 362.
162 Eth. Kwa., pág. 805; Hunt, el redactor Kwakiutl de Boas, le escribe diciendo:
“No sé por qué el jefe Maxuyalidze (que quiere decir ’que da potlatch’), jamás da
una fiesta.” Esto es todo. Entonces se le llamaba Quelsem, es decir, Cara Podrida.
Ibíd., 1. 13 a 15.
163 El potlatch es, en efecto, peligroso, bien sea porque no se da, bien porque
se recibe. Las personas que asisten a un potlatch mítico mueren (Haida, T., Jesup,
VI, pág. 626; cfr. pág. 667, el mismo mito Tsimshian). Cfr. sobre las comparaciones,
Boas, Indianischesagen, pág. 356, n.° 58. Es peligroso participar de la esencia de
quien da el potlatch: por ejemplo, comiendo en un potlatch de espíritus, en este
mundo de aquí abajo. Leyenda Kwakiutl (Awikenog), Ind. Sagen., pág. 239. V. el mito
del Cuerbo que extrae de su carne los alimentos (varios ejemplares), Ctatloq, Ind.
Sagen, pág. 76; Nootka, ibíd., pág. 106. Comparaciones en B oas, Tsim. Myth..
págs. 694, 695.
104 De hecho, el potlatch es un juego y una prueba. Así, por ejemplo, la prueba
consiste en no tener hipo durante el banquete; se dice: “Antes morir que tener
hipo.” Boas, “Kwakiutl Indians”, Jesup Expedition, vol. V, parte II, pág. 429. V. una
fórmula de desafío: “Intentemos que nuestros convidados los vacíen (los platos)...”
Eth. Kwa, pág. 991, 1. 43; cfr. pág., 992. Sobre la incertidumbre del sentido de las
palabras que significan dar alimentos, devolver alimentos y revancha, v. glosario
(Eth. Kwa., s. v. yenesa, yenka: dar alimentos, recompensar y tomar la revancha).
165 V. supra, la equivalencia entre potlatch y guerra. El cuchillo en el extremo del
poste es el símbolo del potlatch kwakiutl, Kwa., T., III, pág. 483. Entre los tlingit
es una lanza en pie. Tlingit M. T„ pág. 117. V. los rituales del potlatch de compen
sación entre los tlingit. Guerra de las gentes de Kloo contra los tsimshian, Tling. T. M.,
págs. 432, 433, n.° 34; danzas por haber hecho a uno esclavo; potlatch sin danza por
haber matado a alguno. Cfr. posterior, ritual del don del cobre, pág. 221, n.° 6.
166 Sobre las faltas rituales entre los Kwakiutl, v. B oas, Sec. Soc., págs. 433, 507,
etcétera. La expiación consiste precisamente en dar un potlatch o un don.
Dentro de todas estas sociedades, es éste un principio de derecho y de ritual muy
importante. La distribución de riquezas hace el papel de una multa, de un acto pro
piciatorio vis a vis de los espíritus y del restablecimiento de la comunión entre los
hombres. El P. L ambert, Moeurs des sauvages neo-caledoniens, pág. 66, recoge ya el
dato de que entre los Canaques existe el derecho, por parte de los parientes uterinos,
de reclamar una indemnización cuando uno de los suyos derrama su sangre en la
familia de su padre. La misma institución se da entre los tsimshian. Duncan en M ay-
nf., Four years, pág. 265; cfr. pág. 296 (potlatch en caso de pérdida de sangre por
parte del hijo). La institución del muru maorí debe compararse con ésta.
206 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
quiere 175176y vendrá 176 y asistirá a la fiesta, al potlatch 177. El olvido tiene
unas consecuencias funestas 178. Un mito importante de Tsimshiam 179180 nos
muestra cuál es el estado de espíritu que ha permitido germinar este tema
esencial dentro del folklore europeo, el del hada mala olvidada el día del
bautizo o de la boda. La trama de instituciones sobre las que descansa, se
ven en este caso con toda claridad, al mismo tiempo que permite ver en
qué civilizaciones ha funcionado. Una princesa de un pueblo tsimshian
concibe en el «país de las nutrias» y da a luz milagrosamente al «Pequeño
Nutria». Vuelve luego con su hijo al pueblo de su padre, el Jefe. El «Pe
queño Nutria» pesca grandes bacalaos con los cuales su abuelo ofrece
fiestas a todos sus colegas, jefes de las tribus, a los cuales se lo presenta,
recomendándoles que no le maten si le encuentran pescando bajo su forma
animal: «He aquí, a mi nieto, que ha traído para vosotros los alimentos
que yo os he ofrecido como mis invitados.» De este modo, el abuelo se
hizo rico con los regalos de todas clases que le ofrecían, cuando venían
a comer a su casa las ballenas, focas y toda clase de pescado fresco que
el «Pequeño Nutria» traía durante las hambres del invierno. Pero se ha
bían olvidado de invitar a uno de los jefes. Un día, la flota de canoas de
la tribu olvidada se encontró en el mar con «Pequeño Nutria» que tenía
en la boca una foca, el arquero de la canoa mató al «Pequeño Nutria»
y cogió la foca. El abuelo y las tribus buscaron a «Pequeño Nutria» hasta
que se enteraron de lo que había ocurrido con la tribu olvidada, la cual
se excusó, pues no conocía a «Pequeño Nutria». La princesa, su madre,
murió de pena, y el jefe involuntariamente culpable llevó al abuelo todo tipo
de regalos en expiación y el mito acabó 18°. «Por esto es por lo que los
pueblos hacen fiesta cuando nacen y bautizan a los hijos de los jefes para
que todo el mundo los conozca.» El potlatch, la distribución de bienes,
es el acto fundamental del «reconocimiento» militar, jurídico, económico
175 Esta es la razón de la historia tantas veces repetida, común también a nuestro
folklore europeo y asiático, del peligro de no invitar al huérfano, al abandonado y al
que se ha hecho pobre Ejem. : Indianische Sagen, págs. 301, 303; v. Tsim. Myth.,
págs., 295, 292: un mendigo que es el tótem, el dios totèmico. Catálogo de temas,
Boas, Tsim. M yth., págs. 784 y ss.
176 Los tlingit tienen una expresión característica : los invitados se consideran
como “flotantes”, sus canoas “van camino errante sobre la mar” ; el poste totèmico
que llevan consigo va a la deriva ; es el potlatch, la invitación lo que les detiene.
TI. M. T., pág. 394, n.° 22; pág. 395, n.° 24 (en un discurso). Uno de los títulos
más frecuentes del jefe Kwakiutl es el de “aquel hacia el que se rema”, es “el lugar
hacia donde se camina”. Ejem.: Eth. Kwa., pág. 187, 1. 10 y 15.
177 La ofensa de olvidar a alguien hace que sus parientes, solidarios con él, se
abstengan también de asistir al potlatch. En un mito tsimshian, los espíritus no asis
ten si no se ha invitado al gran Espíritu, pero van todos cuando éste ha sido invitado,
Tsim. Myth., pág. 277. Hay una historia que cuenta que no se había invitado al jefe
Nesbalas, los demás jefes tsimshian tampoco acudieron, diciendo : “Es jefe y no po
demos enfadarnos con él”. Ibíd., pág. 357.
178 La ofensa tiene consecuencias políticas. Ejem.: potlatch de los tlingit con los
athapascanos del Este, S wanton, Tlingit, pág. 425. Cfr. Tlingit, T. M., pág. 117.
170 Tsim. M yth., págs. 170 y 171.
180 Boas recoge en una nota la frase del texto de Tate, su redactor indígena,
ibid., pág. 171, n. a. Hay que acomodar, sin embargo, la moralidad del mito al mito
en cuestión.
208 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
181 Cfr. detalle del mito tsimshian de Negunaks, ibíd., págs. 287 y ss. y las notas
de la pág. 846 sobre los equivalentes de este tema.
1&2 Ejem .: la invitación a la fiesta del casis, el heraldo dice: “Os invitamos a los
que no habéis venido.” Eth. Kwa., pág. 752.
183 Boas, Sec. Soc., pág. 543.
184 Entre los tlingit, los invitados que han tardado dos años en asistir al potlatch,
al que habían sido invitados, se consideran como “mujeres” TI. M. T., pág. 119, n. a.
185 B oas, Sec. Soc., pág. 345.
186 Kwakiutl. Se está obligado a asistir a la fiesta de las focas aunque la grasa
haga vomitar, Ethn. Kwa., pág. 1046; cfr. pág. 1048: “intenta comer todo”.
187 Esta es la razón de por qué a veces se habla a los invitados con un cierto te
mor, pues si no aceptan el ofrecimiento, quiere decir que se sienten superiores. Hay
un jefe kwakiutl que dice a un jefe koskimo (tribu de la misma nación): “No denie
gues mi amable invitación o me sentiré avergonzado, no rechaces mi corazón, etc. No
soy pretencioso, no soy de aquellos que dan sólo a quienes le compran ( = le dan).
Esto os digo, amigos míos.” Boas, Sec. Soc., pág. 546.
188 B oas, Sec. Soc., pág. 355.
189 V. Ethn. Kwa., págs. 774 y ss. Recoge otra descripción de la fiesta de los acei
tes; es de Hunt y parece mejor. Se cree que este ritual se usa cuando no se invita
y no se da. Hay un ritual de una fiesta del mismo tipo, que se da con el fin de demos
trar el desprecio que se tiene a un rival, en el que intervienen cantos con tambor
(ibíd., pág. 770; cfr. pág. 764), igual que ocurre entre los esquimales.
LA LIBERALIDAD, EL HONOR, LA MONEDA 209
bargo, se aceptan y se alaban 190 todos los dones. Hay que apreciar en voz
alta los alimentos ofrecidos 191, pero al aceptarlos, ya se sabe que queda
uno obligado 192. Se recibe el don «sobre la espalda» (como una carga)193.
Más que beneficiarse de una cosa o de una fiesta, se acepta un desafío,
y se acepta porque se tiene la certeza de poderlo devolver 194 y de demos
trar que no se es desigual195. Al enfrentarse de este modo, los jefes se
colocan a veces en situaciones cómicas y como tales las consideran. En la
antigua Galia o en Germania, en las fiestas de estudiantes o de campe
sinos, la gente se compromete a comer grandes cantidades, con el fin de
«hacer los honores» de forma grotesca, a quien invita. Se queda obligado
incluso cuando sólo se es el heredero de quien ha presentado el desafío 196.
Abstenerse de dar, como abstenerse de recibir 197 y abstenerse de devolver 19S,
es rebajarse, cometer una falta.
io° Fórmula haida: “Haz lo mismo, dame buenos alimentos” (en un mito), Haida
Texis, Jesup, VI, págs. 685, 686; (Kwakiutl), Ethn. Kwa., pág. 767, 1. 39; pág. 738, í . 32;
página 770, la historia de Polelasa.
191 Los cantos en los que se indica que no se está satisfecho, son muy ciatos
(Tlingit). Tlingit M . T., pág. 396, núm. 26, núm. 29.
192 Entre los tsimshian, los jefes tienen por norma enviar un mensajero a exami
nar los regalos que les traen los invitados al potlatch, Tsim. M yíh., pág. 184; cfr. pá
ginas 430-434. Según un capitular del año 803, en la corte de Carlomagno, existía un
funcionario con una misión semejante. Maunier ha sido quien me ha señalado este
dato recogido por Démeunier.
193 V. anteriormente, Cfr. la expresión latina oere óboeraíus, cargar de deudas.
194 El mito de Cucrbo, entre los tlingit, cuenta cómo éste no asiste a una fiesta
porque los otros (la fratría opuesta, mal traducido por Swanton que debía haber dicho
la fratría opuesta a Cuerbo) han armado mucho jaleo y han pasado la línea que se
para, en la casa de baile, a las dos fratrías. Cuerbo teme que sean invencibles. TI. M . T .,
página 118.
195 La desigualdad, que es el resultado de aceptar, queda muy bien expuesta en
muchos de los discursos kwakiutl, Sec. Soc., págs. 355, 667, 1. 17, etc.; cfr. pági
na 669 1. 9.
196 Ejem .: Tlingit. Swanton, Tlingit, págs. 440, 441.
197 Entre los tlingit existe un rito que permite que a uno que le paguen más, per
mitiendo además al anfitrión, forzar a su invitado a aceptar un regalo: el invitado
que no está satisfecho hace gesto de irse, el donante entonces le ofrece el doble, mien
tras menciona el nombre de algún pariente muerto. Swanton, Tlingit Indians, pág. 442.
Es probable que este rito se deba al poder que los dos contratantes tienen de repre
sentar a los espíritus de sus antepasados.
198 V. los discursos Ethn. Kwa., pág. 1281: “Los jefes de tribu que no devuelven
nunca... caen en desgracia y tú te levantarás como un gran jefe entre aquellos que
cayeron en desgracia.”
190 V. los discursos (narraciones históricas) con ocasión del potlatch del gran
jefe legek (título del príncipe de Tsimshian), Tsim. Myth., pág. 386; se dice a los
haida: “Seréis los últimos de los jefes, ya que no sois capaces de tirar cobres al mar,
como lo hace el gran jefe.”
300 Lo ideal sería dar un potlatch y que éste no fuera devuelto. V. en un discurso:
“Deseas dar lo que no se devolverá.” Ethn. Kwa., pág. 1282, 1. 63. La persona que da
un potlatch se com para a un árbol, a una m ontaña (cfr. supra. pág. 72): “Soy el gran
14
210 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
jefe, el gran árbol, estáis debajo de mí como mi vallado... os doy riquezas.” Ibíd., pá
gina 1290, estrofa 1. “Levantad el poste del potlatch, el inatacable, es el único árbol
fuerte, la única verdadera raíz...” Ibíd., estrofa 2. Los haida expresan esto mismo con
la metáfora de la lanza (del jefe). Haida Texis. (M asset ), pág. 486. Este es uno de los
tipos de mito.
201 V. la narración de los insultos por un potlatch que se ha devuelto mal. Tsim.
Myth., pág. 314. Los tsimshian no olvidan los dos cobres que les deben los wutsena-
luk, ibíd., pág. 364.
2°2 “nombre” queda “roto” mientras no se rompa un cobre del mismo valor que
el del desafío. B oas, Sec. Soc., pág. 543.
203 Cuando una persona, desacreditada de esa forma, pide prestadas para hacer
una distribución o redistribución obligatoria, “compromete su nombre”, y la expre
sión sinónima es “vende un esclavo”. Boas, Sec. Soc., pág. 341. Cfr. Ethn. Kwa., pá
ginas 1451, 1424, s. v.: kelgelgend; cfr., pág. 1420.
204 Puede que la futura mujer no haya nacido aún; el contrato hipoteca ya al
joven. S wanton, Halda, pág. 50.
205 V. supra. Especialmente, los ritos de paz de los haidas, tsimshian y tlingit, con
sisten en prestaciones y contraprestaciones inmediatas; en el fondo son cambios de
gajes (cobres blasonados) y de prisioneros, esclavos y mujeres. Ejem.: en la guerra
de tsimshian contra los haida, Haida T. M., pág. 395: “Como hubo matrimonios con
mujeres de los dos lados, los del lado opuesto, temiendo que volverían a enfadarse,
LA LIBERALIDAD, EL HONOR, LA MONEDA 211
muchos casos, entre los kwakiutl se ponen en práctica incluso fuera del
potlatch 207. No insistiremos más sobre este punto, pero los autores antiguos
describen el potlatch en estos mismos términos, lo cual nos lleva a pregun
tarnos si no es la misma institución 208. Recordemos que para los chinook,
una de las tribus peor conocidas pero que habría sido una de las más
importantes de estudiar, la palabra potlatch quiere decir don 209.
Myth., pág. 435, Boas dice, seguramente de acuerdo con Tate, su corresponsal: “La
posesión de lo que es denominado ’rich food’, rico alimento (cfr., ibíd., pág. 406)
era fundamental para mantener las dignidades en la familia, aunque las provisiones
no se contaban como riqueza. La riqueza se obtiene por la venta (en realidad por los
dones cambiados) de provisiones o de otros bienes que después de acumulados, se
distribuyen en el potlatch (cfr. anterior, pág. 84, núm. 9. Melanesia).
Los kwakiutl distinguen igualmente entre simples provisiones y riqueza-propiedad.
Estas dos últimas palabras son equivalentes, pues parece que tiene dos nombres,
Ethn. Kwct., pág. 1454. La primera es yaq o yaq (filología dudosa de Boas); cfr. índi
ce, pág. 1393 (cfr. yíigu, distribuir). Esta palabra tiene dos derivados “yeqala”, pro
piedad, y “yaxulu”, bienes talismanes, parafernales; cfr. las palabras derivadas de
ya, ibíd., pág. 1406. La otra palabra es “dadekas", cfr., índice en Kwa. T., III, pág. 519;
cfr., ibíd.. pág. 473, 1. 31; en dialecto de Newette, daoma, dedemala (índice en Ethn.
Kwa.). La raíz de esta palabra es dá, que tiene como sentido curiosamente idéntico al
del radical idéntico “dá” indoeuropeo: recibir, tomar, llevar en la mano, manejar...
También sus derivados son significativos; uno de ellos quiere decir “tomar un trozo
de ropa del enemigo para hechizarlo”, otro “agarrar”, “poner en casa” (relacionar el
sentido de manas y familia, v. más adelante) (a propósito de las mantas dadas en
adelanto de compra de cobres y que se devolverán con interés); otra de las palabras
quiere decir “poner una cantidad de mantas en la pila del adversario, aceptarlas” al
hacerlo. Hay otro derivado todavía más curioso, “dadeka, estar celoso uno de otro”,
Kwa. T., pág. 133. 1. 22; evidentemente su sentido original ha de ser: la cosa que se
toma y que vuelve celoso; cfr., dadego, combatir; sin duda, combatir con la propiedad.
Hay todavía otras palabras con el mismo sentido, pero aún más concreto. Por
ejemplo: “propiedad en la casa”, mamekas, Kwa. T ., III, pág. 169, 1. 20.
212 No hay casi nada moral y materialmente de valor (intencionadamente no uti
lizamos la palabra útil) que no esté sometido a creencias de este tipo. En primer lugar
las cosas morales son bienes, propiedades, objeto de dones y de cambios. Así, por
ejemplo, lo mismo que en las civilizaciones más primitivas, como las australianas, se
deja a la tribu a quien se le ha transmitido la representación que se le ha quitado,
entre los tlingit, después del potlatch, a quienes lo han dado, se les “deja” una danza
a cambio, S wanton, Tlingit Indians., pág. 442. La propiedad fundamental, entre los
tlingit, la más inviolable, es la del nombre y el blasón totémico y es la que más des
pierta los celos de las gentes, ibíd., pág. 416, etc.; por otra parte, es la que hace fe
liz y rico.
Emblemas totémicos, fiestas y potlatch, nombres conquistados en esos potlatch,
regalos que deberán hacer los demás y que están ligados a los potlatch que se han
dado, todo ello está relacionado: ejem.. Kwakiutl, en el discurso: “y ahora mi fiesta
pasa a él (se refiere al yerno, Sec. Soc., pág. 356). De este modo se traspasan “los lu
gares” y espíritus de las sociedades secretas (v. un discurso sobre los rangos de la
propiedad y la propiedad de los rangos), Ethn. Kwa., pág. 472. Cfr., ibíd., pág. 708,
otro discurso: “Este es vuestro canto de invierno, vuestra danza de invierno, todo el
mundo será propietario de ella, sobre la manta de invierno, éste es vuestro canto y
vuestra danza”. Hay una sola palabra kwakiutl para designar los talismanes de la
familia noble v sus privilegios: la palabra “klezo”, blasón, privilegio, ejemplo:
Kwa. T„ III, pág. 122, 1. 32.
Entre los tsimshian las máscaras y sombreros de danza blasonados se denominan
“ una cierta «cantidad de propiedad”, según la cantidad dada en el potlatch (de acuerdo
con los regalos hechos por las tías maternas del jefe, “las mujeres de la tribu”), Tate
en Boas . Tsim. Myth., pág. 541.
Por el contrario, entre los kwakiutl, las cosas se conciben sobre la base de la moral,
especialmente las dos cosas preciosas, talismanes principales, “el que da la muerte"
(balaya) y el “agua de la vida” (que es un solo cristal de cuarzo), las mantas, etc., de
que ya hemos hablado. En un dicho curioso kwakiutl, estas parafernales se identifican
con el abuelo, ya que sólo- se prestan al yerno para que se las dé al nieto, Boas,
Scc. Soc., pág. 507.
LA LIBERALIDAD, EL HONOR, LA MONEDA 213
téntica cesión. Entre los kwakiutl, aunque alguno de estos objetos apa
rece en el potlatch, no puede cederse. En el fondo estas propiedades
son cosas sacra y las familias sólo se deshacen de ellas con gran pena,
o a veces nunca.
Una observación profunda pone de manifiesto la misma división de
las cosas entre los haída. Estos, incluso, han divinizado la noción de pro
piedad, de fortuna, al modo antiguo. Haciendo un esfuerzo mitológico y re
ligioso, raro en América, han llegado a sustancializar una abstracción,
llamándola «Señora Propiedad» (los autores ingleses dicen Property Wo-
man) de la que nos han dejado mitos y descripciones213. Para ellos, no es
nada menos que la madre, la diosa de la patria dominante, la de las águi
las. Pero por otro lado, hecho extraño que despierta viejas reminiscencias
del mundo asiático y antiguo, está equiparada a la «reina» 214, pieza prin
cipal del juego de la tala, que gana todo y por quien, en parte, lleva el
nombre. Esta diosa existe también en Tlingit215 y su mito y su culto, se
da también en Tsimshian 216y en Kwakiutl217.
El conjunto de estas cosas preciosas constituye el caudal mágico que
generalmente es idéntico al del donante y al del recipiendario y también
al del espíritu que ha dotado al clan de estos talismanes o al del héroe
213 El mito de Djilagons lo recoge Swanton, Háida, págs. 92, 95, 171. La versión
de Masset está recogida en Haida T., Jesup, VI, págs. 94-98; la de Skidegate, en
Haida T. M„ pág. 458. Su nombre figura en alguno de los nombres de la familia
haida que forma parte de la fratria de las águilas. V. S wanton, Huida, págs. 282, 283,
292 y 293. A. M asset , el nombre de la diosa de la fortuna es Ski!, Haida T., Jesup, VI,
página 665, 1. 28, pág. 306; cfr. índice, pág. 805. Cfr. el pájaro Skil, Skirl (S wanton,
Huida, pág. 120), Skilíagós quiere decir cobre-propiedad y la fabulosa narración de
cómo se encuentran los “cobres” está ligada a este nombre; cfr., pág. 146, fig. 4. Existe
un poste esculpido que representa Djilgada, su cobre, su poste y sus blasones. Swan
ton, Haida, pág. 125; cfr. pl. 3, fig. 3. V. las descripciones de Newcombe, Ibíd., pá
gina 46, cfr., reproducción figurada, ibíd., fig. 4. Su fetiche está abarrotado de cosas
volando y él mismo vuela.
. Su título exacto es, ibíd., pág. 92, “propiedad ruidosa”, y tiene cuatro nombres
suplementarios, ibíd., pág. 95. Tiene un hijo que lleva el título de “costilla de piedra”
(en realidad de cobre, ibíd., págs. 110, 112), quien la encuentra, ella o ¡su hijo o hija,
son afortunados en el juego. Tiene una planta mágica y uno se hace rico si se come
de ella ; también se hace uno rico si se toca un trozo de su vestido o si se encuentran
mejillones que ella ha ordenado en fila, etc., ibíd., págs. 29, 109.
Uno de sus nombres es “la propiedad se conserva en casa”. Hay muchas personas
que llevan títulos compuestos con Skil: “El que espera a Skil”, “camino hacia Skil”.
V. en las. listas genealógicas haida, E. 13, E. 14; y en la fratria del cuerbo. R. 14,
R. 15, R. 16.
Parece que se opone a “mujer pestilenta” , cfr. Haída T. M.. pág. 299.
2I'* Sobre djU, haida y lüiq tlingit, v. supra.
215 El mito está completo entre los tlingit, TI. M. T„ págs. 173, 292, 368. Cfr. Swan
ton, Tlingit, pág. 460. En Sitka, el nombre de Skil es Lenaxxidck. Es una mujer que
tiene un niño, se oye el ruido del niño al mamar, se acerca uno a él y si es arañado
por él y se hacen cicatrices, los trozos de costra de éstas hacen felices a la gente.
2,6 El mito tsimshian está incompleto, Tsim. Mvth., págs. 154, 197. C om parar las
notas de Boas, ibíd., págs. 746, 760. Boas no ha llevado a cabo su identificación, pero
está claro; la diosa tsimshian lleva “ un vestido de riqueza” (G arm ent o f W ealth).
217 Es posible que el mito de la gominoqa, de la mujer “rica”, tenga el mismo ori
gen. Parece que es objeto de un culto reservado a alguno de los clanes kwakiutl, ejem
plo: Ethn. Kwa., pág. 862. Uno de los héroes de los qoexsotenoq lleva el título de
"cuerpo de piedra”, y se transforma en “propiedad sobre los cuerpos”, Kwa. T.. III, pá
gina 187; cfr.. pág. 247.
214 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
218 V., por ejemp., el mito del clan de las Oreas, Boas, Handbook of American Lan-
guages, I, págs. 554 a 559. El héroe, autor del clan, es también miembro del clan de
las Oreas. “Intento encontrar un logwa (un talismán, cfr. pág. 554, 1. 49) suyo”, le dice
a uno de los espíritus que encuentra bajo forma humana pero que es una horca, pág. 557,
1. 122. Este le reconoce como uno de su clan y le da un harpón con punta de cobre que
mata ballenas (olvidado en el texto, pág. 557): las horcas son las “killer-whales”. Tam
bién le da su nombre (de potlatch). Se llamará “lugar donde uno se sacia”, “sintiéndose
saciado”, su casa será “la casa de la horca” con “una horca pintada delante”, una horca
será el plato en tu casa (con forma de horca), y también el balaya (el que da la muerte)
y el “agua de la vida” y el cuchillo! con dientes de cuarzo que será tu cuchillo para
cortar” (serán horcas), pág. 559.
219 Una caja milagrosa que contiene una ballena y que ha dado su nombre a un
héroe lleva el título de “riqueza que viene del río”, B oas, Sec. Soc., pág. 374. Cfr. “la
propiedad deriva hacia mí”, ibíd., págs. 247, 414. La propiedad “hace ruido”, v. anterior
mente. El título de uno de los principales jefes de Masset es “aquel cuya propiedad
hace ruido”, Haide Texts, Jesup., VI, pág. 684. La propiedad vive (Kwkiutl): “que
nuestra propiedad se conserve viva por su esfuerzo, que nuestro cobre no se rompa”,
cantan los Maamtagila, Ethn. Kwa., pág. 1285, 1. 1.
220 Los parafernales de la familia, los que circulan entre los hombres, sus hijas o
yernos para pasar luego a los hijos cuando son iniciados de nuevo o se casan, están
generalmente guardados en una caja, adornada y blasonada, cuyos ajustes, construcción
y uso son característicos de esta civilización del noroeste americano (desde los yurok de
California hasta el estrecho de Behring). En general, esta caja lleva unas figuras con
los ojos de los tótems o de los espíritus cuyos atributos conservan. Consisten en: man
tas historiadas, los sombreros y coronas y el arco. El mito confunde con frecuencia al
espíritu con esta caja y su contenido. Ejem., Tlingit M. T., pág. 173: el gonaqad'et que
es idéntico a la caja, al cobre, al sombrero y al sonajero de cascabeles.
221 Es la transferencia, la entrega, la que tanto en un principio como en cada nueva
iniciación o matrimonio transforma al recipiendario en un individuo sobrenatural, en
un iniciado, en un shaman, un mago, un noble, un titular de las danzas dentro de una
hermandad. V. algunos discursos en las historias de las familias kwakiutl, Ethn. Kwa.,
págs. 965, 966; cfr. pág. 1012.
222 La caja milagrosa es siempre misteriosa y se conserva en los arcanos de la casa.
En ocasiones hay una caja dentro de la otra, hasta hacer una larga pila de unas dentro
de otras (Haida), M asset , Haida Texts, Jesup., VI, pág. 395. Contienen espíritus, por
ejemplo: “la mujer ratón” (Haida), H. T. M., pág. 340; también, por ejem.: el cuervo
que saca los ojos del detentador infiel. V. el catálogo de los ejemplos sobre este tema
en B oas, Tsim. Myth., pág. 854, 851. Uno de los más extendidos es el mito del sol
encerrado en una caja que flota (catálogo en B oas, Tsim. Myth., págs. 641, 549). Ya se
conoce cuál es la amplitud de estos mitos en el mundo antiguo.
Uno de los episodios más comunes en la historia de los héroes es el de la caja
pequeña, ligera para él y muy pesada para todos los demás, que contiene una ballena,
Boas, Sec. Soc., pág. 374; Kwa. T., 2.a serie, Jesup, X, pág. 171, y en la cual nunca
se acaba la comida, ibíd., pág. 223. La caja está viva, flota por su propio movimiento,
Sec. Soc., pág. 374. La caja de Katkian trae riquezas, Swanton, Tlingit Indians, pág. 448;
cfr. pág. 446. Las flores, “estercolero del sol”, “huevo de madera para quemar”, “que
hacen rico”, en otras palabras, los talismanes que contienen, incluidas las riquezas, han
de ser alimentadas.
Una de ellas contiene el espíritu “demasiado poderoso para ser sometido a propie
dad”, cuya máscara mata al portador. (Tlingit M. T., pág. 341).
Los nombres de estas cajas son sintomáticos del uso que de ellas se hace en el pot
latch. Una gran caja de grasa haida se llama la madre (M asset , Haida Texts. Jesup.,
VI, pág. 758). La caja “de fondo rojo” (el sol), “distribuye el agua” en “el mar de las
tribus” (el agua son las mantas que distribuye el jefe), B oas, Sec. Soc.. pág. 551 y
pág 564, n.° 1.
LA LIBERALIDAD, EL HONOR, LA MONEDA 215
Cada una de estas cosas preciosas, cada uno de los signos de estas
riquezas, está dotado, como por ejemplo en Trobiand, de una individualidad,
de un nombre de cualidades 223 y de poder 224. Las conchas de abalonem
Entre los tlingit, estas conchas se asocian con los dientes de los tiburones, TI. M. T.,
pág. 129 (comparar con el uso de los dientes de cachalote, v. supra, Melanesia).
Estas tribus tienen además el culto de los collares de dentalia (conchas pequeñas).
V. especialmente K rause, Tlingit Indianer, pág. 186. En definitiva, encontramos aquí
las mismas formas de moneda, las mismas creencias y el mismo uso de ellas que en
Melanesia, y en general en todo el Pacífico.
Estos diversos tipos de conchas fueron objeto de un comercio que fue también
practicado por los rusos durante su ocupación a Alaska, comercio que se llevaba a
cabo en las dos direcciones, desde el golfo de California hasta el estrecho de Behring,
S wanton, Haida Texts, Jesup., VI, pág. 313.
226 Las mantas son tan historiadas como las cajas, e incluso con frecuencia son cal
cadas al dibujo de las cajas (v. fig., K rause, Tlinkit Indianer, pág. 200); tienen siempre
algo de espiritual; cfr. las expresiones: (Haida), “cinturones de espíritus”, mantas ro
tas, Swanton, Haida, Jesup Exped., V, 1, pág. 165; cfr. pág. 174. Alguno de los abri
gos míticos son “abrigos del mundo” : (Lilloét), mito de Gáis, B oas, Ind. Sagen., pági
nas 19 y 20; (Bellakula) “abrigos del sol”, Ind. Sagen, pág. 260; un abrigo para los
peces: (Heiltsuq), Ind. Sagen, pág. 248. Comparación entre ejemplos de este tipo, Boas,
ibíd., pág. 359, n.° 113.
Cfr. la trenza que habla, Haida texts; M asset , Jesup Exped., VI, págs. 430 y 432.
El culto de las mantas, de las trenzas, de pieles transformadas en mantas, se cree tiene
relación con el culto de las trenzas blasonadas de Polinesia.
227 Entre los tlingit se admite que todo habla en la casa, que los espíritus hablan a
los postes y a las vigas y desde los postes y las vigas y que unos y otros hablan entre
sí y que existe un diálogo entre los animales totémicos, los espíritus, los hombres y
las cosas de la casa. Es éste un principio básico de la religión tlingit. Ejem .: S wanton :
Tlingit, págs., 458, 459. Entre los kwakiutl la casa habla y escucha, Kwa. Ethn., pági
na 1279, 1. 15.
228 La casa se considera como una especie de mueble (es sabido que se ha conser
vado como tal en el derecho germánico durante mucho tiempo). Se la transporta y ella
se transporta a sí misma. V. numerosos ejemplos de “casa mágica” edificada en un ins
tante y generalmente regalada por el abuelo (catalogado por Boas, Tsim. Myth., pági
nas 852, 853). V. algunos ejemplos kwakiutl, B oas, Sec. Soc., pág. 376, así como las
figuras y grabados, págs. 376 y 388.
229 Son también cosas de valor, mágicas y religiosas: l.° las plumas de águila que
con frecuencia se identifican con la lluvia, con los alimentos, con el cuarzo y con la
“buena medicina”. Ejem.: Tlingit T. M., pág. 383, pág. 128, etc.; Haida (M asset),
Haida Textis, Jesup, VI, pág. 292; 2.° los bastones, los peines, Tlingit T. M., pág. 385.
Haida, S wanton , Haida, pág. 38. Boas, Kwakiutl Indias, Jesup, V, part II, pág. 455;
3.° las pulseras; ejem.: tribu de la Lower Fraser, B oas, Indianische sagen, pág. 36;
(Kwakiutl), B oas, Kwa. In., Jesup., V, II, pág. 454.
2;10 Todos estos regalos, incluidos las cucharas, platos y cobres llevan en Kwakiutl
el nombre genérico de logwa, que quiere decir talismán, cosa sobrenatural (v. las ob
servaciones que hemos hecho sobre esta palabra en nuestro trabajo sobre los Origines
de la notion de monnaie y en el prefacio, H ubert y M auss , Mélanges d’histoire des
Religions). La noción de logwa es la misma que la de mana, pero en concreto y en
relación con el tema que nos ocupa, es la“virtud” de las riquezas y de los alimentos
que produce riquezas y alimentos. Hay un discurso que habla del talismán, del “logwa”,
que es “el gran aumentador antiguo de la propiedad”, Ethn. Kwa., pág. 1280, 1. 18. Hay
un mito que cuenta cómo un “logwa” fue “facilitando la adquisición de propiedades” ;
cómo cuatro “logwa” (cinturones, etc.) amasaron riquezas. Uno de ellos se llamaba “la
cosa que hace que la propiedad se acumule”, Kwa T„ III, pág. 108. En realidad es la
LA LIBERALIDAD, EL HONOR, LA MONEDA 217
riqueza la que produce riqueza. Existe un dicho haida que dice que “la riqueza hace
rico” a propósito de las conchas de abalone que lleva la joven soltera, Swanton , Hui
da, pág. 49.
231 Hay una máscara que se llama “la que consigue alimentos” . Cfr. “seréis ricos en
alimentos” (mito nimkish), Kwa T., III, pág. 36, 1. 8. Uno de los nobles más impor
tantes entre los kwakiutl, lleva el título de “Invitante”, de “donante de alimentos” y
“donante de plumón de águila”. Cfr. Boas, Sec. Soc., pág. 415.
Lo' cestos y las cajas historiadas (como las que sirven para recoger bayas) son tam
bién mágicas; ejem .: mito haida (M asset ), Haida T., Jesup, VI, pág. 404. El mito
muy importante de Guáls que mezcla el lucio, el salmón y el pájaro trueno y el de
una cesta que un escupitajo de este mismo pájaro llena de bayos (tribu de la Lower
Fraser River), Ind. Sagen., pág. 34. Mito equivalente Awiquenok, 5th. Report., pág. 28,
hay una cesta que lleva el nombre de “nunca vacía”.
232 Los platos se denominan según la figura que llevan esculpida. Entre los Kwa
kiutl representan “los jefes animales” . Cfr. anteriormente. Uno de ellos tiene como
nombre “plato que siempre está lleno”. B oas, Kwakiutl Tales (Columbia University),
pág. 264, 1, 11. Los de algunos clanes son “logwa”, han hablado a un antepasado, el
Invitante (v. nota 231) y la han dicho que los coja, Ethn. Kwa., pág. 809. Cfr. el mito
de Kanigilaku, Ind. Sagen, pág. 198; cfr. Kwa. T., 2.a serie, Jesup, X, pág. 205: como
el transformador dio de comer a su suegro (que le atormentaba) los bayos de una ces
ta mágica, transformándose éstos en zarzales que le salían por todo el cuerpo.
233 V. anteriormente.
234 V. anteriormente, ibíd.
235 La expresión está tomada del alemán “ Renommiergeld”, que ha sido empleada
por Kriekeberg. La palabra describe con bastante exactitud el uso de los broqueles
escudos que son al mismo tiempo piezas de moneda y, sobre todo, objetos de ostenta
ción llevados al potlatch por los jefes o por aquellos en beneficio de los cuales
se da el potlatch.
236 Por discutido que sea, lo cierto es que la industria del cobre se conoce todavía
mal en el noroeste americano. R ivet, en su notable trabajo sobre la orfebrería preco
lombiana, Journal des Americanistes, 1923, lo ha dejado intencionadamente sin tratar.
Lo que parece cierto es que este arte es anterior a la llegada de los europeos. Las tribus
del Norte, Tlingit y Tsimshian buscan, explotan y reciben el cobre de la cooper River.
Cfr. los autores antiguos y K kause, Tlinkit lndianer, pág. 186. Estas tribus hablan de
la gran montaña de cobre: (Tlingit), TI. M. T.. pág. 160; (Haida), Swanton. Haida,
Jesup, V, pág. 130: (Tsimshian), Tsim. Myth.. pág. 299.
237 Aprovechamos esta ocasión para rectificar el error que cometimos en nuestra
Note sur I’origine de la notion de monnaie. Confundimos la palabra luga, lagwa (Boas
lo escribe de ambas formas) con logwa. Tenemos la excusa de que entonces Boas es
cribía las dos palabras de la miáma forma. Después se ha hecho evidente que una
218 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
Ethn. Kwa., pág. 1421, reproduciendo su figura. Otros llevan el nombre de los espíri
tus fundadores de los tótem : uno de los cobres se llama “cara de castor”, Ethn. Kwa.,
pág. 1421; otro “león de mar”, ¡bíd., pág. 894. Otros nombres hacen sólo alusión a la
forma “cobre en T ” o “gran cuarto superior”, ibíd., 892. Otros se llaman simplemente
“gran cobre”, ibíd., pág. 1289; “cobre sonante”, ibíd., pág. 962 (nombre también de
un jefe). Otros hacen alusión al potlatch que encarnan y del cual resumen el valor. El
nombre del cobre Maxtoselem quiere decir: “aquel del cual los otros se avergüenzan".
Cfr. Kwa. T., III, pág. 432, n.° 1, “se avergüenzan de sus deudas” (deudas: gagim).
Otro nombre: “causa-querella”, Ethn. Kwa., pág. 893, 1026 etc.
Sobre los nombres de los cobres tlingit, v. Sw anton, Tlingit, págs. 421, 405. La ma
yor parte de esos nombres son totémicos. Respecto a los cobres haida y tsimshian sólo
conocemos aquellos que llevan el mismo nombre que los jefes, sus propietarios.
242 El valor de los cobres entre los tlingit varían según su altura y se cifran en nú
mero de esclavos. TI. M. T., págs. 337, 260, pág. 131 (Sitka y Skidegate, etc., tsimshian),
Tate, en B oas, Tsim. Myth., pág. 540; cfr. ibíd., pág. 436. Principio equivalente: (Hai
da), Swanton, Haida, pág. 146.
Boas ha estudiado muy bien cómo los cobres aumentan de valor con la serie de
potlatch. Por ejem .: el valor del cobre lesaxalayo era hacia 1906-1910: 9.000 mantas
de lana; valor, cuatro dólares cada una; 50 canoas, 6.000 mantas de botones, 260 pul
seras de plata, 60 pulseras de oro, 70 pendientes de oro, 40 máquinas de coser, 25 fo
nógrafos, 50 máscaras, y el heraldo decía: “Por el príncipe Lagwagila voy a dar todas
estas pobres cosas”, Ethn. Kwa., pág. 1352; cfr. ibíd., 1, 28, donde el cobre se compara
con un “cuerpo de ballena”.
243 Sobre el principio de la destrucción, v. anteriormente. Sin embargo, la destruc
ción de los cobres reviste un carácter especial. Entre los kwakiutl se hacen trozos, rom
piendo en cada potlatch una de las partes, dándose el honor de conquistar, en otro
potlatch, cada uno de los trozos, uniéndolos todos hasta que formen el completo. Un
cobre de este tipo aumenta de valor, B o a s : Sec. Soc., pág. 334.
En cualquier caso, gastarlos, romperlos, es matarlos, Ethn. Kwa., pág. 1285, 1. 8 y 9.
La expresión general es “lanzarlos al mar", que es también común a los tlingit, TI. M. T.,
pág. 63, pág. 399, canto n.° 43. Si los colores no se hunden, si no mueren, es que son
falsos, son de madera y flotan. (Historia de potlatch de los tsimshian contra los hai
da, Tsim. myth., pág. 369). Cuando se rompen, se dice que “han muerto sobre la
arena” (kwakiutl). Boas, Sec. Soc., pág. 564, n.° 5.
244 Parece que entre los kwakiutl hay dos clases de cobres: los más importantes
que no salen de dentro de la familia, que no se puedenromper para refundirlos, y
otros que circulan intactos, de menor valor y que actúande satélites de los primeros.
Ejem.: Boas, Sec. Soc., págs. 564, 579. La posesión de estos cobres secundarios, en
tre los kwakiutl, corresponde, sin duda, a los títulos nobiliarios de segunda categoría,
con los cuales viajan de jefe en jefe, de familia en familia, por generaciones y sexos.
Parece que los grandes títulos y los grandes cobres quedan fijos en el interior de los
clanes o tribus. Es difícil que no fuera así.
245 Un mito haida del potlatch del jefe Hayas cuenta cómo un cobre cantaba:
“Esto es malísimo. Detente, Gomsiwa (nombre de un pueblo y de un héroe); en tor
no al pequeño cobre hay muchos cobres”, Haida Texts, Jesup, VI, pág. 760. Se trata
de un cobre pequeño que se hizo grande por sí mismo y en torno al cual se agru
paron otros. Cfr. más arriba el cobre-salmón.
246 En un canto de niños, Ethn. Kwa., pág. 1312, 1. 3, 1. 14, “los cobres con los
nombres de los jefes de las tribus se reunirán en torno a él”. Se considera que los
cobres “caen por sí mismos dentro de la casa del jefe (nombre de un jefe haida,
Swanton, Haida, pág. 27 E). “Se reúnen en la casa”, son “cosas sencillas que se
reúnen”, Ethn. Kwa., pág. 701.
220 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
mantas para que entre en calor, del mismo modo que se entierra al jefe
bajo las mantas que ha de distribuir 254.
Por otro lado, junto a los bienes 255, transmiten también riqueza y suerte.
Es su espíritu, sus espíritus auxiliares los que hacen al iniciado, poseedor
de los cobres y talismanes que le permitirán obtener cobres, riquezas, rango,
y espíritus, sinónimos todos. En el fondo, cuando se toma en consideración
los cobres y las demás formas de riqueza, objeto también de atesoramiento
y de potlatch alternadamente, como son las máscaras, talismanes, etc.,
todas se confunden con el uso que se hace de ellas y con sus efectos 256.
Por medio de ellas se obtiene una categoría y porque se obtienen riquezas,
se obtiene espíritu, el cual a su vez posee al héroe, vencedor de los obs
táculos; el héroe se hace entonces pagar por el gobierno sus trances sha-
mánicos, sus danzas rituales y sus servicios. Todo se mezcla y se confunde.
Las cosas tienen una personalidad y las personalidades son en cierto as
pecto algo permanente al clan. Títulos, talismanes, cobres y espíritus de
jefes son homónimos y sinónimos 257 de una misma naturaleza y función.
“aquel cuya riqueza hace ruido”, canta después de haber sido ro to : “Me podriré
aquí, he llevado a mucha gente” (a la muerte, a causa del potlatch).
254 Los dos rituales del donante y donatario enterrados bajo pilas o caminando
sobre pilas de mantas, son equivalentes: en un caso se es superior y en el otro in-
perior a su propia riqueza.
255 Observaciones generales. Sabemos perfectamente cómo y por qué, durante
qué ceremonias, con gastos y destrucciones, se transmiten los bienes en el noroeste
americano, sin embargo, sabemos poco acerca de la forma que reviste el acto de
la entrega de la cosa, especialmente de los cobres. Este tema debería ser objeto de
examen. Lo poco que de ello sabemos es muy interesante e indica los vínculos que
unen la propiedad con el propietario. Lo que corresponde a la cesión de un cobre
se llama “poner el cobre a la sombra del nombre” de fulano y su adquisición “da
paso” al nuevo propietario, entre los kwakiutl, B oas, Sec. Soc., pág. 349; entre los
haida, para manifestar que se compra una tierra, se levanta un cobre, Halda, T. M.,
página 86, y también entre éstos se hace uso de los cobres por percusión, como en el
derecho rom ano; se toca a quien se les da, ritual recogido en una historia (Skidagate).
ibíd., pág. 432, en cuyo caso las cosas tocadas por el cobre se le añaden, él las mata.
Este es un ritual de “paz y de don” .
Los kwakiutl han conservado, al menos en un mito (B oas, Sec. Soc.,págs. 383
y 385; cfr. pág. 677, 1. 10) el recuerdo de un rito de transmisión que también se
da entre los esquimales; el héroe muerde todo lo que da. Un mito Haida describe
cómo Dama Katon “chupaba” lo que daba, Haida Texts, Jesup, VI, pág. 191.
256 En un rito de matrimonio (romper la canoa simbólica), se can ta:
“Iré y romperé en pedazos el monte Stevens. Haré con él piedras para mi fuego
(cascos).”
“Iré y romperé el monte Gatsaí. Haré con él piedras para mi fuego.”
“La riqueza camina hacia él, de parte delos grandes jefes.”
“La riqueza camina hacia él de todos los lados.”
“Los grandes jefes se harán proteger por él.”
257 Al menos son idénticos entre los kwakiutl. Algunos nobles quedan identifica
dos con sus potlatch. El título principal del jefe principal es simplemente Maxwa,
que quiere decir “Gran potlatch”, Ethn. Kwa., págs., 972, 976, 805; cfr. en el mismo
clan los nombres de “donante” de “potlatch”, etc. En otra tribu de la misma
nación, entre los dzawadeenoxu, uno de los títulos principales es “Polas”. V. ante
riormente; v. Kwa. T. III, pág. 43, sobre su genealogía. El principal jefe de los
heiltsung está en relación con el espíritu “gominoga”, “la Rica” y lleva el nombre
de “hacedor de riquezas”, ibíd., págs. 427, 424. Los príncipes Gagtsenogen tienen
“nombres de verano”, es decir, nombres de clanes que designan exclusivamente “pro
piedades”, nombres en “yaq” ; “propiedades sobre el cuerpo”, “grandes propiedades” ,
“el que tiene propiedades”, “dar lugar de la propiedad”, Kwa. T., III, pág. 191;
222 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
PRIMERA CONCLUSION
cfr. pág. 187, 1. 14. Otra tribu kwakiutl, los nagoatog, da como nombre a su jefe
“Maxwa”, y “Yaxlem”, “Potlatch”, “propiedad”, este nombre figura en el mito de
“cuerpo de piedra”. (Cfr. Costillas de piedra, hijo de Dama Fortuna, Haida), el es
píritu le dice: “Tu nombre será ’Propiedad’, Yaxlem”. Kwa. T., III, pág. 215, 1. 39.
También entre los haida, un jefe lleva el nombre “aquel que no se puede com
prar” (el cobre que el rival no puede comprar), Swanton , Haida, pág. 294, XVI, 1.
El mismo jefe recibe también el nombre de “todos mezclados”, es decir, “asamblea
de potlatch”, ibíd., núm. 4 ; cfr. anteriormente “Propiedades en la casa”.
C apítu lo III
Manuel, pág. 507, núm. 4, según Savigny, opone Jos textos de Varron y de Fcstus a
esa interpretación figurada. Festus, después de haber dicho en efecto “stipulus”, “fir-
mus”, debió hablar en una frase, destruida desgraciadamente en parte, de un “[...?]
defixus”, quizá bastón clavado en tierra (cfr. el lanzamiento de un bastón con ocasión
de una venta de una tierra en los contratos de la época de Hammurabi, en Babilonia;
v. C uq, “Estudios sobre los contratos”, etc., Nouvelle Revue historique du Droit,
191C, pág. 467).
9 V. H uvelin, loe. cií., en Année Sociologique, X, pág. 33.
10 No vamos a entrar en la discusión de los romanistas, aunque añadiremos al
gunas observaciones a las de Huvelin y Girard a propósito del nexum. ].° La palabra
viene de necíere, y a propósito de esta palabra, Festus (ad verb.; cfr. s. v. obnectere)
ha conservado uno de los pocos documentos de los Pontífices que han llegado hasta
nosotros: Napuras stramentis nectito. El documento, evidentemente, hace alusión al
tabú de propiedad, indicado con nudos de paja. Por tanto, la cosa íradita estaba
marcada y ligada, llegando al accipiens cargada con este vínculo y con capacidad,
pues, para obligarlo. 2.° La persona que se transforma en nexus es quien la recibe, el
accipiens. La fórmula solemne del nexum supone que aquél está emptus, que se tra
duce de ordinario como comprado, aunque (v. más adelante) emptus quiere decir real
mente acceptus; la persona que recibe la cosa, más que comprado lo que está es
aceptado por el préstamo, porque ha aceptado la cosa y el lingote de cobre que el
préstamo le da además de la cosa. Se discute si en esta operación hay damnatio,
mancipado, etc. (G irard, Manuel, pág. 503). Sin tomar partido sobre esta cuestión,
creemos que estos términos son relativamente sinónimos (cfr. la expresión nexo man-
cipioqm y la de emit mancipioque accepit de las inscripciones [venta de esclavos]);
sinónimo que es muy simple, ya que el solo hecho de aceptar algo de alguien, trans
forma en obligado: dammatus, emptus, nexus. 3.° Creemos que los romanistas, in
cluido Havelin, no han puesto suficiente atención en uno de los detalles de formalismo
del nexum: en el destino del lingote de bronce, del tan discutido aes nexum de Festus
(ad verb. nexum). Cuando se crea el nexum ese lingote es entregado por el tradens
al accipiens, el cual, a nuestro parecer, cuando se libera, no sólo lleva a cabo la
prestación prometida, devolviendo la cosa o el precio, sino que además, con la misma
balanza y los mismos testigos, devuelve el aes al prestamista, vendedor, etc., el cual
lo recibe a su vez, lo compra. Este rito de la solutio del nexum está perfectamente
descrito por G aius , III, 174 (el texto está muy reconstruido; nosotros recogemos ahora
la lección recibida de G irard, cfr. Manuel, pág. 501 n; cfr. ibid., 751). En la venta
al contado, los dos actos se llevan a cabo al mismo tiempo o con un intervalo corto
de tiempo; el doble símbolo aparece con menos claridad que en la venta a plazos
o en el préstamo solemne, siendo ésta la razón de por qué no se han dado cuenta
del doble juego, aunque se produce igualmente. Si nuestra interpretación es correcta,
además del nexum de la forma solemne, y del nexum que nace de la forma solemne
de la cosa, hay otro nexum que nace de ese lingote, alternativamente dado y recibido
y pesado en la misma balanza, hanc tibí libram priman: postremamque, por los con
tratantes que quedan ligados de este modo alternativamente. 4.° Supongamos por un
momento que podemos imaginarnos un contrato romano antes que se utilizara la
moneda de bronce, e incluso ese lingote pesado, o incluso esc trozo de cobre moldeado,
el aes flatum, que representaba una vaca (es sabido que las primeras monedas ro
manas fueron grabadas por las gentes, representando ganado, sin duda quizá porque
contrataban el ganado de esas gentes). Supongamos una venta en que el precio se
paga con ganado real o figurado; hay que darse cuenta que la entrega del ganado-
precio o de lo que lo representa, vincula a los contratantes, especialmente si son ven
dedor y comprador. En cualquier venta o cesión de ganado, el comprador o el último
poseedor quedan, al menos durante un tiempo (vicios de redhibición), en relación con
15
226 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
el vendedor o poseedor anterior (v. posteriormente algunos datos del Derecho hindú
y del folklore).
11 V arron, De re rustica, II, págs. 1, 15.
12 Sobre la familia, v. Dig., L, XVI, de verb. sign., núm. 195, § 1. Familiae ap-
pellatio, etc., e in res e in personas diducitur, etc. (Ulpiano). Cfr. I sidoro de Sevilla,
XV, 9. 5. En Derecho romano hasta una época muy tardía, la acción para la división
de la herencia se llamó familiae erascundae. Dig., XI, II; también el Code, III,
XXXVIII. Del mismo modo, res igual a familia. En las Doce Tablas, V, 3, super
pecunia tutelave suae rei. Cfr. G irard, Textes de Droit romain, pág. 869, n .; Manuel,
página 322; C ug, lnslitutions, I, pág. 37. G aius, II, 224 reproduce esos textos diciendo
super familia pecuniaque. Familia igual a res et substantia, también Code (J ustiniano),
VI, XXX, 5; cfr. familia rústica y urbana, Dig., L, XVI, de verb. sign. núm. 166.
13 C icerón, De Orat, 56; Pro Caecina, VII. T erencio, Decem dierum vix mihi
est familia.
14 W alde, Latein. etymol. Wórterb., pág. 70. Walde duda sobre la etimología que
presenta, aunque está en lo cierto. Además la i'es principal, el mancipium por exce
lencia de la familia, es el esclavo mancipium cuya otra denominación, famulus, tiene
la misma etimología que familia.
SUPERVIVENCIA DE ESTOS PRINCIPIOS 227
15 Sobre la distinción familia pecuniaque atestiguado por las sacratzes leges (v. F e s -
tus, ad verbum), así como por otros muchos textos, v . G i r a r d , Textes, pág. 8 4 1 , nú
mero 2; Manuel, pág. 274, 263, núm. 3. Lo que es seguro es que la nomenclatura
nunca ha sido muy firme, aunque contrariamente a lo que opina Girard, creemos
que fue en sus orígenes, en la antigüedad, cuando quedó marcada la distinción. La
división está también señalada en jámelo et eituo (Lex Bantia, 1, 13).
10 La distinción entre res mancipi y res nec mancipi desaparece en el Derecho
romano en el año 532 de nuestra era, por una abrogación expresa del derecho qui-
ritario.
17 Sobre la mancipatio, v. más adelante. El hecho de haber sido requerida o al
menos lícita, hasta una época tan tardía, demuestra las dificultades con las que se
encontraba la familia para deshacerse de las res mancipi.
18 Sobre esta etimología, v. W a l d e , pág. 650, ad verb. Cfr. rayih, propiedad, cosa
de valor, talismán; cfr. avestique rae, rayyi, el mismo sentido; cfr. irlandés antiguo,
rath, “regalo gracioso”.
19 La palabra que designa la res en osque es egmo; cfr. Lex Bant., 1, 6, 11, etc.
Walde relaciona egmo con egere, que es “aquello que falta”. Es posible que las an
tiguas lenguas itálicas hayan tenido dos palabras correspondientes y antitéticas para
designar la cosa que se da y que da satisfacción, res, y la cosa que hace falta, egmo,
y que se espera.
V. más adelante.
228 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
ESCOLIO
Hasta aquí estamos bastante seguros de los hechos que alegamos; sin embargo,
podríamos ir quizá más lejos, indicando a los juristas y lingüistas un camino que
llevaría a una investigación cuyo resultado sería quizá un derecho ya en desuso cuando
se proclaman la ley de las Doce Tablas y quizá antes. Otros términos de derecho
que no son familia ni res se prestan a un estudio profundo. Vamos ahora a esbozar
una serie de hipótesis, que cada una por separado, es poco importante, pero cuyo
conjunto forma un cuerpo de mucho peso.
Casi todos los términos del contrato y de la obligación, así como las formas de
algunos de estos contratos parecen estar ligados a ese sistema de vínculos espirituales
creados por la traditio.
21 V. H uvelin, “Furtum” (Mélanges Girard), págs. 159 a 175; Etude sur le Fur
tum. 1. Les sources, pág. 272.
22 Expresión de una ley muy antigua, Lex Atimia, conservada por A ulugellio,
XVII, 7. Quod subruptum erit ejus rei aeterna auctoritas esto. Cfr. extractos de Ul-
piano, III, págs. 4 y 6; cfr. H uvelin, Magie et Droit individual, pág. 19.
23 V. más adelante. Entre los haida, quien ha sido objeto de robo coloca un
plato en la puerta del ladrón y generalmente se le devuelve lo robado.
24 G irard, Manuel, pág. 265. Cfr. Dig., XIX, IV, De permut, 1, 2 : permutado
permutado autem ex re tradita initium obligationi praebet.
25 Mod. Regul., en Dig., XLIV, VII, de Oblig. et act., 52, re obligamur cum res
ipsa, intercedit.
2S J ustiniano (en 532 J. C.), Codex, VIH, LVI, 10.
27 G irard, Manuel, pág. 308.
28 P aul, Dig., XLI, I, 31, 1.
29 Codex, II, III, De pactis, 20.
SUPERVIVENCIA DE ESTOS PRINCIPIOS 229
se transformará en las emptio venditio 38 del derecho romano más antiguo. En primer
lugar, no olvidemos que comporta siempre una traditio 39. El primer detentador, tra-
dens, manifiesta su propiedad, se separa solemnemente de su cosa, la entrega y de ese
modo compra al accipiens. En segundo lugar, es a esta operación a la que correspon
de la mancipado propiamente dicha, quien recibe la cosa, la toma en su manus y no
solamente la acepta, sino que se reconoce él mismo vencido, hasta que pague. Se tiene
la costumbre, según la prudencia romana, de considerar sólo una mancipado, enten
diéndola como toma de posesión, aunque en realidad dentro de la misma operación40
hay varias tomas de posesión simétricas, de personas y cosas.
Se ha discutido también si la emptio venditio 41 corresponde a dos actos separados
o a uno solo. Nosotros creemos que son dos actos, aunque se realicen a continuación
el uno del otro en la venta al contado. Del mismo modo que en los derechos primi
tivos se entrega un don y después se devuelve, en el Derecho romano antiguo, prime
ro tiene lugar la venta y luego se paga. Dada esta situación hay mayor dificultad en
comprender el sistema, incluida la estipulación 42.
En efecto, basta poner de relieve las fórmulas solemnes de que se hace uso: la de
la m aná patio, relativa al lingote de bronce; la de la aceptación del oro del esclavo
que se compra 43 (oro que “ha de ser puro, probo, profano, que ha de pertenecerle”,
puri, probi, profani, sui); ambas fórmulas son idénticas. Además, ambas son eco de
las viejas fórmulas de la emptio, las del ganado y del esclavo, que se han conservado
bajo su forma de ius civile 44.
El segundo detentador sólo acepta la cosa si está libre de vicios y sobre todo de
vicios mágicos y sólo la acepta, si puede devolver o compensar, si puede entregar el
precio. Anotemos las expresiones: reddit, pretium, reddere, etc., en que todavía aparece
el radical daré 45.
Festus ha conservado claramente el sentido del término emere (comprar) e incluso
el sentido de la forma de derecho que expresa. Dice: abemito significat demisto vel
auferto; emere enimanti qui dicebant pro accipere (v. abemito) y volviéndose a ocu
par de este significado dice: Emere quod nunc est mercavi accipiebant pro sumere
(v. emere), que por otra parte, es el sentido de la palabra indoeuropea al que queda
ligado la misma palabra latina. Emere, es tomar, aceptar algo de alguien 46.
El otro término de la emptio vendido tiene también una resonancia jurídica distin
ta de la que le dieron los rom anos47, para quienes sólo había trueque o donación
cuando no había precio y moneda, signos de la venta. Vendere, en origen venumdare
es una palabra compuesta de tipo primitivo 48, prehistórico.
Sin duda alguna, contiene un elemento de daré que recuerda el don y la transmi
sión y para el otro elemento, toma un término indoeuropeo que se refiere no a la
venta, sino al precio de venta, d>vr¡, sánscrito vasnah, que H irn 49 relaciona con una
palabra búlgara que significa dote, precio de compra de la mujer.
Hay otros dos derechos vivos indoeuropeos que presentan instituciones de este
tip o : albaneses y ossetianos. Nos limitamos a recoger las leyes o decretos modernos
que prohíben o limitan en estos pueblos, los excesos y dilapidaciones en caso de
matrimonio, muerte, etc.; por ejemplo: K ovalewski, Coutume contemporaine et Loi
ancienne, pág. 187 n.
81 Es sabido que casi todas las fórmulas han quedado certificadas por los papiros
árameos de los judíos de Philoe, en Egipto, siglo v antes de nuestra era. V. C owley,
Aramaic Papyri, Oxford, 1923. Son también conocidos los trabajos de Ungnad sobre
los contratos babilónicos (v. Année, XII. H uveljn, pág. 508, y Cuq, “Etudes sur les
contrats de l’époque de la primer dynastie babylonienne” (Nouv. Rev. Hist. du Di4.,
1910).
52 Conocemos el derecho hindú antiguo a través de dos series de colecciones,
de redacción bastante tardía en relación con las Escrituras. La serie más antigua está
compuesta por los Dharmasutra, a los que Bütler considera anteriores al Budismo
(Sacred Laws en Sacred Books of the East, Introd.), aunque no es seguro que algunos
sufra, al menos la tradición sobre la que se asientan, no sean posteriores al budismo;
en cualquier caso forman parte de lo que los hindúes denominan la £ rufi, la Revela
ción. La otra serie es la de la sinríi, la Tradición, a los Dharmagastra: Libros de la
Ley, de los cuales el principal es el famoso código de Manu, de fecha apenas pos
terior a los sufra.
Hemos hecho uso, sin embargo, especialmente de un documento épico muy largo,
que tiene dentro de la tradición brahmánica el valor de smvit, y de Castra (tradición
y ley oral). El Anugasanaparvan (libro XIII del Mahabharafa) es mucho más explícito
sobre la moral de los dones que los libros de la Ley, y por otra parte, tiene el mismo
valor e inspiración que aquéllos. Parece, incluso, que en la base de su redacción se
da la misma tradición de la escuela brahmánica de Manava sobre la que se apoya
el código de Manu (v. Buhler , “The Laws of Manu”, en Sacred books o f the East,
páginas LXX y ss.). Este parvan y Manu se citan el uno al otro.
SUPERVIVENCIA DE ESTOS PRINCIPIOS 233
todavía quedan restos 56 de una institución comparable con el indjok batak y con
otros principios de hospitalidad malaya, en las normas que prohíben comer sin haber
invitado al huésped recién llegado: “Come pescado halahalah (el que come) sin que
participe su amigo.” Por otra parte, instituciones de tipo parecido han dejado sus
huellas en el antiguo veda y como las hemos encontrado en casi todo el mundo indo
europeo 57 creemos poder afirmar, que fueron también los arios quienes las llevaron
a la India 58. Ambas corrientes han confluido sin duda en una época que puede situar
se, contemporánea a las partes posteriores del veda y a la colonización de las dos
grandes llanuras de los ríos Indo y Ganges; seguramente también, estas dos corrien
tes se apoyaron la una en la otra. Una vez abandonado el período védico de la lite
ratura encontramos también esta teoría y sus costumbres tremendamente desarrolladas.
El Mahabhurata es la historia de un potlatch gigantesco, juego de dados entre los
kauravas y los pam/avas; torneos y elección de prometido de Draupadi, hermana y
esposa poliandra de los pandabas 59. Entre los episodios más bellos de la epopeya
tenemos, por ejemplo, la historia de Nala y de Damayanti, que relata, como todo
el M ahablw ata, la construcción de una casa, un juego de dados, e tc ...60, quedando
todo, sin embargo, desfigurado por el estilo literario y teológico de la narración.
Nuestra demostración no nos obliga a dosificar sus múltiples orígenes ni a recons-
(Vasirt/ia, 14, 10 y Gautama, XIII, 17; M anu, IV, 217) de no aceptar nada de “las
multitudes” y sobre todo de participar en banquetes ofrecidos por ellas, se refiere
seguramente a costumbres de este tipo.
30 Atiug., verso 5.051 ( = Adh. 104, verso 95 y 98): “que no beba líquido cuya
esencia se haya hecho desaparecer... ni sin hacer dones a quien está sentado a su
lado” (comentario: que él ha hecho sentar y que ha de comer con él).
57 Por ejem. el adanam, don que hacen los amigos a los padres del joven tonsura
do o iniciado, a la novia y al novio, etc... es idéntico, incluso en el nombre, al gaben
germánico del que luego hablaremos. (V. los grhyasuíra (rituales domésticos), O lden-
berg , Sacred Books en el índice, bajo sus diferentes nombres.)
Otro ejemplo, el honor que resulta de los regalos (de alimentos) Atiug., 122, ver
sos 12, 13 y 14. “Honrando, honran; decorados, decoran; por todas partes se dice,
es un donante y en todas es glorificado” (Anug., verso 5.850).
38 Un estudio etimológico y semántico nos permitirá obtener en este caso resultados
análogos a los que hemos obtenido a propósito del Derecho romano. Los antiguos
documentos védicos están llenos de palabras cuya etimología es todavía más clara
que la de los términos latinos, y que suponen, incluso los relativos al mercado y la
venta, otro sistema en que los cambios, dones y apuestas, hacían la función de los
contratos a los que nos referimos de ordinario cuando hablamos de esas cosas. Se ha
señalado con frecuencia, la incertidumbre (general por otra parte, en todas las lenguas
indoeuropeas) respecto al sentido de la palabra que traducimos por dar: da, así como
de sus infinitos derivados. Ejemplo: oda, recibir, tomar, etc.
Tomemos, por ejemplo, las dos palabras védicas que mejor designan el acto de
la venta: parada gulkaya, vender a un precio, y todas las palabras derivadas de
la palabra pan, ejemplo: pañi, mercader. Además de que parada contiene da, dar;
gullca, que tiene el sentido técnico del latín pretium, quiere decir además: no
sólo valor y precio del servicio sexual, impuesto, tributo; pan que ha dado, en el
Big Veda, la palabra pañi (mercader, avaro, codicioso, así como uno de los nombres
de extranjero), el nombre de la moneda, pana (más tarde el famoso Karsapana) etcé
tera, quiere decir vender, jugar, aportar, pelearse por algo, dar, cambiar, osar, ganar,
poner en juego. No es necesario suponer además, que pan, honrar, alabar, apreciar,
sea un verbo diferente al primero. Pana, moneda quiere también decir: lo que se
vende, el salario, el objeto de la apuesta y del juego, la casa de juego, e incluso la
posada que sustituye la hospitalidad. Este vocabulario lleno de palabras que sólo
están ligadas en el potlatch, permite entrever el sistema original de que se ha hecho
uso para crear el sistema posterior de la venta propiamente dicha. Dejemos ya esta
tentativa de reconstrucción de la etimología, que no es necesaria en la India y que
sin duda nos conduciría fuera del mundo indoeuropeo.
39 V. un resumen de la epopeya en Mahbh. Adiparvan, lect. 6.
60 V. por ejemplo: la leyenda de Haripcandra, Sabhaparvan, Mahbh., libro II,
lectura 12; otro ejemplo: Virata Parvatt, lect. 72.
SUPERVIVENCIA DE ESTOS PRINCIPIOS 235
truir hipotéticamente todo el sistem a61; del mismo modo que tampoco es necesario
precisar en un trabajo de comparación, el número de clases que intervienen en él, ni
la época en que ocurrió. Más tarde, este derecho desapareció, a excepción de para
los brahmanes, pero puede afirmarse que estuvo en vigor de seis a diez siglos, del
siglo vm antes de nuestra era, al segundo o tercero de nuestra era. Con esto hay
suficiente; la epopeya y la ley brahmánica se mueven todavía en su antiguo ambiente;
los regalos son todavía obligatorios, las cosas poseen virtudes especiales y pertenecen
a personas humanas. Limitémonos ahora a describir esas formas de vida social y a
estudiar sus motivaciones; su simple descripción será suficientemente demostrativa.
y añadía, esta vez con un lenguaje brahmánico muy sencillo: «en este
mundo y en el otro se vuelve a recibir lo que se da». Un viejo código69
dice que Anna, el alimento deificado, proclamó las frases siguientes:
“Aquel que sin darme a los dioses, a los manes, a sus servidores y a sus huéspe
des (me) consume preparado, en su locura, come (así) veneno, y yo le consumo y
soy su muerte. Pero quien ofrece el agnihotra realiza el vaigvadeva70 y come después
con alegría, pureza y fe lo que queda después de alimentar a todos aquellos a quienes
debe alimentar, para aquél yo soy la ambrosía y goza de mí.”
Ella (la vaca) alimenta a un niño débil y destetado. No puedo, por tanto, darla
(verso 3467).
78 Verso 14 y ss., “la riqueza del brahmán mata igual que la vaca del brahmán
(mata) Nrgá”, verso 3462 ( = ibíd., 33) (cfr. 3519 = lect. 71, verso 36).
79 Anug., lect. 77, 72, lect. 76. Estas normas están recogidas con un lujo de deta
lles increíble y seguramente teórico. El ritual se atribuye a una escuela determinada,
la de Brhaspali (lect. 76). Dura tres días y tres noches antes del acto y tres días des
pués; en algunas circunstancias llega a durar diez días (verso 3532 = lect. 71, 49;
verso 3597 = 73, 40; 3517 = 71, 32).
80 Vivía en un constante “don de vacas” (gavam piadana), verso 3695 = lect. 76,
verso 30.
81 Se trata de una auténtica iniciación de las vacas al donante y del donante a las
vacas; es una especie de misterio, upanitesu gosu, verso 3667 (= 76, verso 2).
82 Al mismo tiempo es un ritual purificador, se libera de ese modo de los pecados
(verso 3673 = lect. 76, verso 8).
83 Samanga (que tiene todos los miembros), Bahula (grande, gordo), verso 3670
(cfr. verso 6042, las vacas dicen: “Bahula, Samanga. “No tienes miedo, eres osado,
eres buen amigo.” La epopeya no olvida mencionar que sus nombres son los de Veda,
de la Qruti. Los nombres sagrados se encuentran en Atfiarvaveda, V, 4, 18, versos 3 y 4
84 Exactamente: “Donante de ti, yo soy donante de mí.”
85 “El acto de tomar”, la palabra es rigurosamente equivalente a accipere, Xa|ipdvEiv,
take, etc.
86 El ritual prevé que se puede ofrecer “vaca en pastel de sésamo o de man
tequilla rancia” y también “vacas en oro o plata”. En ese caso se consideran como
auténticas vacas, cfr. 3523, 3839. Los ritos, sobre todo los de la transacción, están en
ese caso más perfeccionados. A esas vacas se les da nombres rituales, uno de ellos
quiere decir “la futura”. La estancia con las vacas, “el voto de las vacas” se agrava
todavía más.
SUPERVIVENCIA DE ESTOS PRINCIPIOS 239
87 Ap. Dh. su., 1, 17 y 14. M anu, X, 86-95. E l brahm án puede vender lo que no
ha com prado. C fr. Ap. Oh. su., 1, 19, 11.
88 Cfr. anterior pág. 51, núm. 2, pág. 66, núm. 2, Melanesia, Polinesia; pág. 1
(Germania); pág. 157, núm. 1; Ap. Dh. su., 1, 18, 1; Gautarna Dh. su., XVII, 3.
89 Cfr. Anug., lect. 93 y 94.
90 Ap. Dh. su., 1, 19 y 13, 3 donde se cita Kanva, otra escuela brahmánica.
91 M anu, IV, pág. 233.
92 Gautama Dh. su., XVII, 6, 7; M anu, IV, 253. Lista de gentes de quienes el
brahmán no puede aceptar, Guatama, XVII, 17; cfr. M anu, IV, 215 a 217.
193 Lista de cosas que no se deben aceptar. Ap., 1, 18, 1; Gautama, X V II; cfr. M a
nu, IV, 247 a 250.
94 V. la lect. 136 del Anug. Cfr. M anu, IV, pág. 250; X, págs. 101-2; Ap. Dh, su.,
1, 18, 5-8; 14-15; Gaut., VII, 4, 5.
95 Bandh. Dh. su., 11, 5, 8; IV, 2, 5. La recitación de los teratSflmand/ = Rigve-
da, IX, 58.
96 “La energía y el esplendor de los sabios quedan eclipsados por el hecho de
aceptar” (acepten, tomen). “De quienes no quieren aceptar cuídate, ¡oh rey!” Anug.
(v. 2164 = lect. 35, verso 34).
97 Gautama, XVII, 19, 12 y ss.; Ap. I, 17, 2. Fórmula de la etiqueta del don,
Manu, VII, pág. 86.
240 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
El don es, por lo tanto, al mismo tiempo lo que hay que hacer, lo
que hay que recibir y aquello que, sin embargo, es peligroso aceptar. Esto
se debe a que la cosa que se da crea una relación bilateral e irrevocable,
sobre todo en aquellos casos en que los dones son alimentos. El donatario
depende del estado de ánimo del donante98 e incluso cada uno depende
del otro. También está prohibido comer en casa del enemigo99 y como
ésta, se toman mil otras precauciones primitivas. Los códigos y epopeyas
se repiten, como sólo saben repetirse los literatos hindúes, sobre el tema de
que los dones, donantes y cosas que se dan son términos a considerar100
con precaución y escrúpulos, de tal manera que no se cometa ninguna falta
en la forma de dar o recibir. Esto es lo obligado, no ocurre como en el
mercado donde objetivamente por un precio se adquiere una cosa. Nada
queda fuera de esta m oral101: contratos, alianzas, transmisiones de bienes,
relaciones creadas por la transmisión de esos bienes, todo queda sujeto
a esta moral económica; la naturaleza y la intención de los contratantes,
la naturaleza de la cosa que se da, son inseparables 102. El poeta jurista
ha sabido expresar lo que nosotros queremos decir:
No hay más que una rueda (que gira siempre en la misma dirección) 103.
(LA PRENDA Y EL d o n )
98 Krodho hanti yad d«nam. “La cólera mata el don”, Anug., 3638 = lect. 75,
verso 16.
99 Ap. II, 6, 19; cfr. M anu, III, 5, 8, con una interpretación teológica absurda:
en ese caso “se come la falta de su huésped”. Esta interpretación se refiere a la pro
hibición general que las leyes han hecho a los brahmanes de ejercer uno de sus oficios
fundamentales, que todavía hoy ejercen y que se considera que no deben ejercer:
comedores de pecados. En cualquier caso, lo que eso quiere decir es que la donación
no tendrá buenas consecuencias para ninguno de los dos contratantes.
100 Se renace en la otra vida con la naturaleza de quienes aceptaron alimentos, o
de aquellos de quienes se tiene alimentos en el estómago, o con la de los mismos ali
mentos.
101 La teoría ha quedado resumida en una lectura que parece reciente. Anuc., 131,
bajo el título expreso de danadharma (verso 3 = 6278): “que dones, a quién, cuán
do, por quién”. Es ahí donde se exponen maravillosamente los cinco motivos del don:
el deber, cuando se da a los brahmanes espontáneamente; el interés (“me da, me ha
dado y me dará”); el temor (“no le pertenezco, él no me pertenece, podría hacerme
daño”), el amor (“le quiero, él me quiere”), “y da sin tardar” ; la piedad (“es pobre
y se contenta con poco”). V. también lect. 37.
102 Habrá también ocasión de estudiar el ritual con el cual se purifica la cosa que
se da, pero que es también un medio para desligarla de quien la da. Se la riega de
agua con la ayuda de una brizna de hierba (para la comida, v. Gaut., V, 21, 18 y 19;
Ap., II, 9, 8. Cfr. el agua que purifica de la deuda; Anuc., lect. 69, verso 21 y comen
tarios de Prátap (ad locum, pág. 313).
i°3 y erso 5834.
104 Los hechos se han conocido a través de monumentos tardíos. La redacción de
los cantos del Edda es posterior a la conversión de los escandinavos al cristianismo.
SUPERVIVENCIA DE ESTOS PRINCIPIOS 241
der las relaciones contractuales y que tenía una cierta equivalencia con el
nexum romano. En efecto, tal y como Huvelin lo ha interpretado, una vez
aceptada la prenda, los contratantes del derecho germánico pueden actuar
el uno sobre el otro, ya que una parte posee una cosa que era del otro,
y la parte contraria, al haber sido propietaria de esa cosa, puede haberla
encantado; con frecuencia cada una de las partes conserva la mitad de
la prenda que ha sido dividida a mitad con anterioridad. A esta explica
ción se puede yuxtaponer otra, la sanción mágica puede intervenir pero
no es el único lazo, la misma cosa que se da como prenda constituye
en sí misma un lazo de unión. En primer lugar la garantía es obligatoria.
En el derecho germánico todo contrato, compra o venta, préstamo o de
pósito, exige una restitución de prenda o garantía; se entrega al otro
contratante un objeto, generalmente de poco precio, como por ejemplo un
guante, una moneda (Treugeld), un cuchillo—en Francia a veces unos
alfileres—que se devuelven una vez que se ha pagado la cosa objeto del
contrato. Huvelin señala ya, que la cosa suele ser de poco precio y gene
ralmente personal, y relaciona razonadamente este hecho con el tema del
«gage de vie», de la «life-token» U6. La cosa que se transmite está cargada
del individualismo del donante y el hecho de que esté en manos del dona
tario, lleva al contratante a ejecutar el contrato, liberándose al volver a
comprar la cosa garante. El nexum del contrato reside pues, en esa cosa
y no sólo en los actos mágicos o en las formas solemnes del contrato:
palabras, juramentos, ritos o apretones de manos; reside ahí, como también
en los escritos, en los «actos» de valor mágico, en las «tailles» de las
cuales cada uno guarda una parte, en las comidas en común, los cuales
permiten que cada uno participe de la esencia del otro.
Dos elementos de la wadiatio ponen de manifiesto esta fuerza de la
cosa. En primer lugar, la garantía no sólo obliga y vincula, sino que
también compromete el honor117, la autoridad y el «mana» de quien la
entrega m, el cual queda en una situación de inferioridad en tanto no se
libere de su compromiso-apuesta. La palabra wette, wetten 119 que traduce
el wadium legal significa tanto «apuesta» como «garantía»; más que un
medio de obligar al deudor es el precio de un concurso y la sanción de un
desafío. Mientras el contrato no queda terminado, el deudor queda como
el que pierde en un desafío, como el segundo en una carrera, perdiendo
más que lo que compromete y más de lo que tendrá que pagar, sin contar
que se expone a perder lo que recibió, ya que su propietario podrá qui-
Deutsche Rechtsalt, 1, págs. 209 a 213. A mira, Obligationen Reçht. Von A mira, en
Hdb., de H ermann P aul, I, págs. 254 y 248. Sobre la wadiatio, cfr. D avy, Année Soc.,
XII, págs. 522 y ss.
116 H uvelin, pág. 31.
117 Brissaud , Manuel d’Histoire du Droit français, 1904, pág. 1381.
118 H uvelin, pág. 31, n.° 4, interpreta este hecho exclusivamente por la degenera
ción del rito mágico primitivo que se transform a en un simple tema de m oralidad.
Esta interpretación es parcial e inútil y no es exclusiva del que proponem os.
119 Sobre el parentesco de las palabras Wette, Wedding, volveremos a ocuparnos.
La anfibología del desafío y del contrato queda señalada también en nuestras lenguas,
por ejem. : desafiarse y desafiar.
244 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA
DERECHO CELTA
DERECHO CHINO
CONCLUSION
I. CONCLUSIONES MORALES
Todos estos hechos, no sólo nos permiten aclarar nuestra moral y or
denar nuestro ideal, sino que desde su punto de vista, pueden analizarse
con mayor profundidad los hechos económicos generales, e incluso facilitan
los medios de encontrar los procedimientos de gestión aplicables a nues
tras sociedades.
En varias ocasiones, hemos podido comprobar cómo esta economía del
cambio-don, está lejos de poder incluirse dentro de los cuadros de la
pretendida economía natural, del utilitarismo. Estos fenómenos tan impor
tantes de la vida económica de los pueblos—digamos, para simplificar,
que son representantes de la gran civilización neolítica—y la gran super
vivencia de estas tradiciones en las sociedades próximas a nosotros, o den
tro de nuestras propias costumbres, escapan a los esquemas que de ordi
nario dan los escasos economistas que se han ocupado de comparar los
diversos tipos de economía existentes 15. Añadimos pues, nuestras repetidas
observaciones a las de Malinowski quien dedicó un trabajo a «hacer
saltar» las doctrinas existentes sobre la economía «primitiva» 16. Veamos
a continuación una concatenación de hechos de base muy sólida:
La noción de valor actúa también en estas sociedades, se amasan
grandes beneficios, de valor absoluto, que se malgastan con frecuencia,
con un lujo relativamente enorme 17 y que no tiene nada de mercantil;
hay signos de riqueza y una especie de monedas 18 que se utilizan en los
cambios. Pero esta economía tan rica, está todavía llena de elementos re
ligiosos; la moneda tiene todavía un poder mágico y está ligada a un
clan o a un individuo I9; las diversas actividades económicas, como por
ejemplo el mercado, están impregnados de ritos y mitos, conservando un
14 Rev. T aylor, “Te ika a Maui”, Oíd New Zealand, pág. 130, prov. 42, traduce
demasiado brevemente “give as well as take and all will be right”, aunque la traduc
ción literal es seguramente la siguiente: Tanto como Maru da, Maru acepta y esto
está bien, bien. (Maru es el Dios de la Guerra y de la Justicia).
15 B ucher, Entsle hung der Volkswirtschafí (2.a ed.), pág. 73, se ha dado cuenta de
estos fenóm enos económicos aunque ha subestim ado su im portancia, reduciéndolos a
la hospitalidad.
16 Argonauts, págs. 167 y ss.; Primitive Economics, Economic Journal, marzo 1921.
V. el prefacio de J. G. Frazer a Malinowski, Arg.
17 Uno de los casos extremos que podemos citar es el del sacrificio de los perros
entre los chukchee. Los propietarios de las mejores perreras destrozan toda la impe
dimenta de los trineos, viéndose obligados a comprarla de nuevo.
18 V. anteriormente.
18 Cfr. supra.
SOBRE LOS DONES. CONCLUSION 253
28 Ibíd.
29 La palabra se aplica a una especie de prostitución lícita con las jóvenes no ca
sadas; cfr. Arg., pág. 183.
30 Cfr. anteriormente. La palabra sagali (cfr. halcavi) quiere decir distribución.
31 Cfr. anteriormente, especialmente el don del urigubu al cuñado: productos de la
cosecha a cambio de trabajo.
32 V. anteriormente (wasi).
33 Maorí, v. anteriormente. La división de trabajo (y la forma en que funciona
para la preparación de la fiesta entre los clanes tsimshian) ha quedado admirable
mente descrita en un mito de potlatch, B oas, “Tsimshian Mythology”, X X X lst Ann,
Rep. Bur. A m . Eíhn., págs. 274, 275; cfr. pág. 378. Ejemplos de este tipo podrían con
tarse sin número. Estas instituciones económicas existen efectivamente, incluso en so
ciedades infinitamente menos desarrolladas. V., por ejem., en Australia la notable si
tuación de un grupo local poseedor de un yacimiento de ocre rojo. (A iston y H orne,
Savage Life in Central Australia, Londres, 1924, págs. 81, 130).
134 V. anteriormente. La equivalencia en las lenguas germánicas de las palabras
token y seitchen para designar la moneda en general, es resto de estas instituciones.
El signo que la moneda es, el signo que lleva y la prenda, es una misma cosa, del
mismo modo que es la firma de la persona la que pone en juego su responsabilidad.
SOBRE LOS DONES. CONCLUSION 255
Pasemos ahora por el juego de la prueba, la otra noción que hemos opues
to a la de don y de desinterés, la de interés, la de búsqueda individual de
la utilidad. Tampoco ésta se desarrolla como nosotros pensamos. Si existe
una motivación equivalente para sus dones y gastos entre los jefes tro-
biandeños, americanos o entre los clanes andamanes, etc., o la hubo entre
los generales hindúes y los nobles germanos o celtas, sin duda, ésta no
es la razón del mercader, del banquero o del capitalista. Para aquellas
civilizaciones había un interés, pero distinto al de nuestros tiempos. Se
atesoraba para gastar, para «obligar», para tener a «hombres sometidos».
Por otra parte, se cambian cosas pero son cosas de lujo, adornos, vestidos,
o cosas que se consumen inmediatamente, o fiestas. Se devuelve con usura,
pero para humillar al primer donante y no sólo para recompensarle de la
pérdida que le causa un «consumo diferido». Hay un interés, pero éste
es sólo análogo al que, se dice, que hoy nos guía.
Entre la economía relativamente amorfa y desinteresada que se pro
duce en el interior de esos subgrupos, y que regula la vida de los clanes
australianos o de América del Norte (el Este y La Pradera), y la economía
individual y de puro interés que han conocido nuestras sociedades, al
menos en parte, desde que las poblaciones semíticas y griegas' encontraron
este tipo de economía, hay una serie inmensa de instituciones y de acon
tecimientos económicos, que no están dirigidos por el racionalismo econó
mico, de que se hace tan fácilmente uso.
Incluso la palabra interés es de creación reciente, de origen técnico
contable: Interest, del latín, que se escribía sobre los libros de cuen
tas, frente a las rentas que se habían de percibir. Para las morales anti
guas, que son las más epicúreas, lo que se busca es el bien y el placer
y no la utilidad material. Ha sido necesaria la victoria del racionalismo
y del mercantilismo para que hayan entrado en vigor, elevándose a la
categoría de principios, las nociones de beneficio y de interés. Se puede
precisar la fecha—según Maudeville (Fábula de las abejas)—, del triunfo
de la noción de interés individual. Solo muy difícilmente y por perífrasis,
se pueden traducir estas palabras al latín, al griego o al árabe. Incluso
los hombres que escribieron en sánscrito, que utilizaban la palabra artha,
bastante análoga a nuestra idea del interés, tenían otra idea del interés,
como también de las otras categorías de la acción. Los libros sagrados
de la India clásica dividían las actividades humanas, según estuvieran mo
vidas por la Ley (dharma), el interés (artha) o el deseo (kama), pero se
trataba sobre todo del interés político, del de los reyes, brahmanes, minis-
SOBRE LOS DONES. CONCLUSION 257
tros o del interés del reino o de cada casta. La amplia literatura sobre los
mticastra no es una literatura económica.
Son nuestras sociedades occidentales las que han hecho, muy recien
temente, del hombre «un animal económico», pero todavía no somos todos
seres de este tipo. En nuestras masas y nuestras élites, es costumbre nor
mal el gasto puro e irracional y todavía es la característica de algunos
fósiles de nuestra nobleza. El homo economicus no es nuestro antepasado,
es nuestro porvenir, al igual que el hombre de la moral y del deber, al
igual que el hombre de ciencia y de razón. El hombre, durante mucho
tiempo ha sido otra cosa. Hace sólo poco tiempo que es una máquina
complicada con una máquina de calcular.
Por otra parte, y afortunadamente, todavía estamos lejos de ese cons
tante y glacial cálculo utilitario. Matizando profunda y estadísticamente,
como lo ha hecho Halbwachs con las clases obreras, lo que es el consumo
y el gasto de los occidentales de la clase media, ¿cuáles son las necesi
dades que satisfacemos y cuáles son las tendencias que satisfacemos, que
no tienen como finalidad la utilidad? ¿Qué cantidad de su venta dedica
o puede dedicar el hombre rico a su utilidad personal? ¿Sus gastos lu
josos, en arte, en locuras, en servidores, no le hacen semejante a los nobles
de otros tiempos o a los jefes bárbaros de quienes ya hemos descrito sus
costumbres?
El que esté bien o no que ocurra así es otra cuestión. Quizá es salu
dable que existan otros medios de gastar o de cambiar que el puro gasto.
Sin embargo, a nuestro parecer, no es en el cálculo de las necesidades
individuales donde se encontrarán los métodos de la mejor economía.
Creo, que debemos ser algo más que puros financieros, incluso cuando
queramos desarrollar nuestra propia riqueza, sin por ello dejar de ser
mejores contables y mejores gestores, la persecución de los fines indivi
duales es fatal para los fines de paz del conjunto, para el ritmo de su
trabajo y para sus goces y en definitiva para el propio individuo, por los
efectos que sobre él recaen.
Como ya hemos visto, hay asociaciones de empresas capitalistas que
buscan colectivamente reunir a sus empleados en grupos. Por otra parte,
los grupos sindicalistas, tanto los de patronos como los de los asalariados,
predican que defienden y representan el interés general con tanto en
tusiasmo como el interés individual de sus agrupados o de sus corpora
ciones.
Estos discursos están llenos de bellas metáforas; hay que constatar,
sin embargo, que no sólo la moral y la filosofía, sino también la opinión
y el arte económico comienzan a elevarse a ese nivel «social». Se sabe
que no se puede hacer trabajar a los hombres si no están seguros de
recibir fielmente un salario, por el trabajo que han realizado fielmente,
y tanto para ellos como para los demás. El productor cambiario, sabe,
como ha sabido siempre, pero ahora con más certeza, que él cambia algo
más que un producto, algo más que un tiempo invertido en trabajar;
sabe que da algo de sí mismo, su tiempo, su vida, quiere por lo tanto
17
258 SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA