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El Veredicto de la Historia

El Veredicto de la Historia

Rusia, China, Cuba…

De la revolución socialista
a la restauración capitalista

Martín Hernández

San Pablo
2009
©2009, Editora Sundermann
La editoral autoriza la reproducción de partes de este libro
para fines académicos y/o de divulgación electrónica.

Supervisión editorial: João Ricardo Soares


Tapa: Martín S. García
Revisión final: Natália Estrada
Padronización: Iraci Borges

Datos internacionales de catalogación elaborados en la fuente


por Iraci Borges - CRB 8 2263
Hernández, Martín
El Veredicto de la Historia. Rusia, China y Cuba… De la revolución socialista a la restauración capitalista. San Pablo:
Editora Instituto José Luís e Rosa Sundermann, 2009.
256 p.

ISBN: 978-85-99156-44-5

1. Capitalismo - restauración. 2. Estados obreros - burocratización. 3. Revolución Rusa – restauración del capitalismo.
4. China – revolución. Cuba - revolución. I. Título. II. Autor

CDD-320

Editora Instituto José Luís e Rosa Sundermann


Rua Matias Aires, 78 • 01309-020 • Consolação • São Paulo • Brasil
+55 -11 3253 5801 • vendas@editorasundermann.com.br • www.editorasundermann.com.br
Sumario

7 PRESENTACIÓN
21 PREFACIO

PARTE 1 - RUSIA, CHINA, CUBA…

35 Introducción
39 La larga marcha rumbo a la restauración
49 La restauración en Rusia
59 Clases y sectores sociales en la nueva Rusia
65 Los efectos económicos y sociales de la restauración
71 Los otros estados en general, y el caso de China, en particular
83 Cuba, el caso más polémico
101 La restauración del capitalismo en los ex Estados obreros es un hecho
111 El carácter “pacífico” de la restauración
115 ¿Victoria o derrota?
117 Apéndice 1
123 Apéndice 2

PARTE 2 - EL CARÁCTER DEL ESTADO

127 El Estado surgido de la Revolución de Octubre


131 La degeneración del Partido Bolchevique y del Estado obrero
135 La victoria del estalinismo da origen a un nuevo tipo de Estado obrero
139 La polémica sobre la URSS en vida de Trotsky
149 La polémica después de la muerte de Trotsky
157 Una polémica que se actualiza
165 La polémica Trotsky-Rizzi y la prueba de los hechos
PARTE 3 - CUBA: DE LA EXPROPIACIÓN A LA RESTAURACIÓN

171 Cuba y la sucesión de Fidel Castro


183 La dirección cubana

PARTE 4 - EL VEREDICTO DE LA HISTORIA

195 Restauración y revolución: años de confusión


205 Restauración y revolución: su localización en el tiempo
211 ¿La restauración fue pacífica?
215 Medio siglo de victorias tácticas y derrotas estratégicas
219 La verdad del lado de Trotsky

PARTE 5 - DEBATE CON LOS DIRIGENTES CUBANOS

225 Debate con la delegación cubana en el FSM - Porto Alegre, 2001


Presentación

El libro que el lector o lectora tiene en sus manos es una recopilación de algu-
nos trabajos en Conferencias, Seminarios o Foros Sociales, como el de Porto Ale-
gre, que Martín Hernández ha venido publicando en los últimos años en la revista
Marxismo Vivo.
Han transcurrido ya veinte años desde el fin de la Unión Soviética y algunos
más desde que el capitalismo fue restaurado en el “bloque socialista”. Durante estos
años, la ofensiva ideológica del capitalismo se convirtió en un griterío ensordece-
dor. Anunciaron la “muerte del socialismo”, la “superioridad del capitalismo”, y de-
clararon obsoletos el marxismo y las ideas revolucionarias. Pronosticaron una
nueva era de distensión, paz y progreso.
Pero la vida no dejó margen para estos vendedores de crecepelo. Las guerras,
las revoluciones y la descomunal crisis económica que hoy sacude los cimientos del
sistema ponen las cosas en su sitio… y el debate para millones de trabajadores y jó-
venes en el mundo vuelve a ser el mismo: ¿qué salida tiene esto?
El capitalismo, en su decadencia, hace asomar cada vez más los síntomas ine-
quívocos de la barbarie. La disyuntiva histórica socialismo o barbarie recobra nue-
vos bríos y exige poner al día el socialismo como salida a la crisis en que está
inmersa la humanidad. Hasta los más ardorosos defensores del sistema se ven for-
zados a hablar de que hay que refundar el capitalismo.
Entonces, el trabajo de Martín Hernández cobra especial relevancia, porque
no se puede hablar de salida socialista sin un balance riguroso de la experiencia
“socialista” de casi siete décadas.
Creo imprescindible resaltar el rigor y el criterio marxista con que el autor
aborda el problema. Precisamente porque no es éste, por desgracia, el criterio de
uso de muchos llamados marxistas.
Las épocas de grandes crisis sociales, cuando se dan en medio de una crisis de
dirección revolucionaria, de ausencia de referentes políticos que canalicen las in-
quietudes y el descontento, generan una sensación de fatalismo e impotencia que
lleva a millones de personas a buscar salidas fuera del alcance del ser humano. La
mística se apodera de las conciencias, y la religión o la fe, en cualquiera de sus ma-
nifestaciones, llenan el hueco que deja la ausencia de una salida colectiva y revo-
lucionaria.

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Martín Hernández

Muchos de los llamados marxistas no sólo abrazaron la mística, sino que pu-
sieron sus conocimientos al servicio de propagar entre los trabajadores y la juven-
tud la fe en nuevos salvadores. Sólo esto explica su empeño en convencernos de que
un Teniente Coronel de las Fuerzas Armadas de un ejército burgués, respetando y
apoyándose en esa misma institución –columna vertebral del estado burgués–, nos
conducirá al socialismo del Siglo XXI. Sólo esa ola mística explica que los testaru-
dos hechos de la realidad ni [siquiera] conmuevan a muchos doctos marxistas.
Para quien aborde la lucha por el socialismo desde el prisma de la fe, el presente
libro no tiene interés alguno. Sólo le reafirmará en que tan sacrílego autor no me-
rece mejor suerte que el tránsito por el desierto, donde llueve fuego reservado a los
traidores en el infierno del Dante.
Pero para quien pretenda retomar la batalla desde el socialismo científico, par-
tiendo del primer principio de un marxista, el de la realidad, y sin desconocer dé-
cadas de experiencia “socialista”, el libro le será sin duda de interés, más allá de los
acuerdos o desacuerdos con los análisis y conclusiones del libro.
El autor, refiriéndose a los acontecimientos del Este europeo, afirma: Muchos
entendieron que las movilizaciones de las masas y la restauración eran parte de un
mismo proceso, cosa que no fue así. Y explica cómo, por el contrario, la oleada de
movilizaciones, que sacudió la ex URSS y los países del Este a finales de los 80, se
enfrentó precisamente a las consecuencias de una restauración capitalista que venía
de lejos. No fueron los trabajadores los que tiraron el agua sucia con el niño den-
tro. La clase obrera del Este europeo intentó en sucesivas ocasiones sacudirse el
yugo de la burocracia estalinista y retomar el camino socialista, pero su lucha fue
ahogada en sangre en Berlín, Hungría, Polonia y Checoslovaquia.
La historia dictó, cincuenta años más tarde, su veredicto sobre el pronóstico
hecho por el viejo Trotsky: Cuanto más tiempo esté la URSS cercada de capitalismo,
tanto mas profunda será la degeneración de los tejidos sociales. Un aislamiento in-
definido debería traer inevitablemente, no un comunismo nacional, sino la restau-
ración del capitalismo.
Pero el autor no se detiene aquí, porque el debate no se limita a un estudio re-
trospectivo, sino que debe servir para entender el presente y preparar el futuro. Y
ahí viene la parte sin duda más polémica del trabajo de Martín Hernández: sus
conclusiones actuales sobre China y Cuba.

China: ¿un “estado obrero burocratizado”


o una semicolonia del imperialismo?

Hace unos tres años la LIT-CI organizó un seminario internacional sobre la


restauración capitalista. Martín Hernández sostuvo en su exposición, que en China
no sólo se había restaurado el capitalismo sino que, contra la opinión mundial

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El Veredicto de la Historia

dominante, lejos de estar ante el surgimiento de una nueva gran potencia, la res-
tauración condenaba a este gigante asiático a convertirse en una colonia o semi-
colonia del imperialismo.
Todos los propagandistas de China han hecho en estos años loas a su creci-
miento económico y asociado “reformas” a éxito. Pero basta ver los datos del go-
bierno chino para observar cómo el proceso, desde 1978 hasta hoy, ha generado
tal desigualdad social que para compararla hay que remitirse a la época colonial an-
terior a la revolución de 1949.
Millones de trabajadores en el mundo saben que el crecimiento del que se va-
naglorian sus gobiernos es para ellos precariedad, pérdida de derechos, desigual-
dad y miseria. China ha llevado esta norma a los extremos más brutales. Estos años
de “reformas” han sido para los trabajadores y campesinos chinos un azote sal-
vaje. Ya en 2006, antes del estallido de la actual crisis económica, el desempleo ur-
bano chino rondaba los 24 millones de trabajadores. Entre 1998 y 2006, 28
millones de trabajadores de empresas estatales perdieron su empleo; 100.000 de
esas empresas fueron eliminadas por quiebra, fusión, o reestructuración. En un
sistema como el chino, donde las empresas estatales estaban obligadas a garanti-
zar vivienda, servicios públicos y prestaciones sociales desde la cuna a la tumba,
los despidos y cierres significaron para millones de trabajadores quedarse de golpe
sin empleo, sin vivienda, sin sanidad y sin escuela.
En 1960, la red sanitaria china estaba considerada como una de las más avan-
zadas del mundo, pese a ser un país gigantesco: el 80% de los campesinos tenía ac-
ceso a la red sanitaria financiada a escala local. Según estadísticas oficiales de 2006,
únicamente el 22,5% de los habitantes rurales tiene servicio médico y más de la
mitad de la población no tiene acceso a asistencia médica en caso de enfermedad.
La vivienda, como en otros países capitalistas con boom inmobiliario, se ha
convertido en un drama social. Las empresas constructoras, de la mano de las au-
toridades, saquearon el suelo. Burócratas locales, secretarios del Partido, y la lla-
mada “pujante clase empresarial” saquearon el suelo, recalificando los terrenos y
expropiando a los campesinos y habitantes de los barrios populares. En un país
donde los derechos democráticos más básicos no son respetados, se documenta-
ron entre 2000 y 2006 más de un millón de casos de expolio ilegal del suelo.
Alrededor de 160 millones de personas, huyendo de la miseria del campo, se
hacinan alrededor de las grandes ciudades de la costa Este, en busca de trabajo en
la construcción, la industria ligera o la textil. Las autoridades los tratan como in-
migrantes, a los que se les exige un permiso de residencia (hukou), que se les niega
en muchísimos casos, impidiéndoles acceder a los servicios sociales y a la educa-
ción de sus hijos. En marzo de 2006, el gobierno tuvo que adoptar medidas de ur-
gencia porque en las grandes ciudades costeras se habían quedado sin acceso
escolar 6,4 millones de niños de entre 6 y 14 años.

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Martín Hernández

Viviendo en las más precarias condiciones, estos trabajadores sin derechos


conforman las modernas villas miseria del “socialismo de mercado”. Millones de
obreros y obreras hacen jornadas sin límite por una remuneración anual media de
1.276 dólares (2006), aunque otras fuentes rebajan estos datos oficiales a 600 dó-
lares/año.
Pese a lo que establece la legislación laboral, sólo disponen de contrato dos de
cada diez trabajadores chinos de las empresas privadas. En la construcción, la falta
de contrato deja a los trabajadores en la más absoluta indefensión: sin indemniza-
ción cuando acaba la relación laboral, sin acceso a los servicios médicos y, muchas
veces, sin los últimos salarios. El desastre es tal que el gobierno tuvo que aprobar
una nueva ley de contratos, que entró en vigor en enero de 2008.
En semejantes condiciones, la siniestralidad laboral hace estragos. Valga como
ejemplo la minería, donde en China hay computadas algo más de 23.000 explota-
ciones. De ellas 3.200 son propiedad estatal y 22.000 son gestionadas por socieda-
des privadas.
En los últimos tiempos, alrededor de 7.000 mineros cada año, es decir, el 80% del
total mundial, quedaron sepultados bajo tierra en inundaciones u otros accidentes
(Xulio Rios).
Excedería el propósito de un prólogo abundar en datos sobre el deterioro de la
educación, la opresión nacional o la situación de la mujer en China. Ponga el lec-
tor o lectora todos esos datos a la luz de la actualidad de la crisis económica que
sacude el mundo y que ya ha provocado en China más de 20 millones de despidos
en los últimos meses, y obtendrá la verdadera dimensión del “milagro chino”.
Convertir a China en el “taller del mundo” sólo ha sido posible sobre le expo-
lio de las riquezas, la sobreexplotación de los trabajadores y la represión a sangre
y fuego de las protestas.
Y de nuevo aquí es donde las tesis de Martín Hernández deben ser sometidas
a la prueba de la realidad. Muchos entendieron que las movilizaciones de las masas
y la restauración eran parte de un mismo proceso, cosa que no fue así.
Efectivamente, China ha sido una de las más trágicas demostraciones de cómo
las masas, a su manera, enfrentaron las consecuencias de la restauración sufriendo
una masacre para que el capitalismo chino prosiguiera la tropelía.
Este año se cumple el 20 aniversario de los acontecimientos de Tiananmen. En
un marco de creciente protesta social a lo largo de toda la década, el año 1989
marcó un salto cualitativo. Las manifestaciones que se venían produciendo con-
fluyeron el 22 de abril en la Plaza de Tiananmen. Más de cien mil trabajadores y
estudiantes chinos llenaron esta gran Plaza de Pekín exigiendo, entre otras cosas,
que se hicieran públicos los ingresos de los dirigentes del PCC y del gobierno, al
tiempo que solicitaban que se elevaran las dotaciones de becas a los estudiantes, y
la libertad de expresión, asociación y manifestación.

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El Veredicto de la Historia

Unos días antes se había puesto en marcha la Federación Autónoma de Tra-


bajadores de Pekín (Gongzilian), que en apenas unas semanas contaba con más
de 20.000 afiliados. También los estudiantes habían constituido sus propias orga-
nizaciones, como la Asociación Autónoma de Estudiantes. Multitud de grupos se
fueron conformando al calor de la protesta social.
Tras varias marchas multitudinarias, el 4 de mayo los estudiantes, evocando la
manifestación estudiantil de ese mismo día de 1919 contra el imperialismo japonés,
convocaron a una gran concentración en la Plaza de Tiananmen. Más de cien mil
estudiantes se reunieron desafiando así a las autoridades. Manifestaciones simila-
res se produjeron en otras ciudades, como Nankín, Shanghai, Hong Kong o
Wuhan.
Desde el 13 de mayo, más de 2000 estudiantes resolvieron instalarse en forma
permanente en la Plaza, junto al monumento a los Héroes de la Revolución, y de-
clararse en huelga de hambre. Aquello se convirtió en un peregrinar de miles de per-
sonas, centenares de miles en algunos momentos, que iban a manifestar su apoyo.
Las masas chinas, con actitudes heroicas que quedaron grabadas para la his-
toria, impidieron en varias ocasiones la entrada del Ejército en la Plaza, hasta que,
finalmente, en la noche del 4 de junio de 1989 más de 200.000 soldados proce-
dentes de tres regiones militares fueron disolviendo por las calles de Pekín la he-
roica resistencia que los enfrentaba con barricadas, piedras y cócteles molotov.
Tiroteados o aplastados por los tanques, cientos de estudiantes y trabajadores de
Pekín fueron asesinados. Las autoridades chinas reconocieron oficialmente más de
trescientos muertos. Distintos medios de prensa internacional difundieron la cifra
de diez mil muertos. Otros estudios más contrastados hablan de entre mil y dos mil
muertos, y cerca de cinco mil heridos.

Cuba. ¿El último bastión socialista?

Para un sector muy grande de la izquierda mundial, Cuba es hoy el último


“bastión del socialismo”. Martín Hernández no comparte esta opinión. Reconoce
que para quien razona de esta forma, el temor por lo que podría suceder con la de-
saparición de Fidel está ampliamente justificado: el imperialismo norteamericano
junto con los ‘gusanos’ se podría aprovechar de la situación para restaurar el capi-
talismo en la Isla. Pero añade que, si bien es verdad que están tratando de sacar pro-
vecho de la actual situación (…) no es correcto decir que su objetivo sea restaurar el
capitalismo por la sencilla razón [de] que en Cuba el capitalismo ya fue restaurado.
En el último Congreso Mundial de la LIT-CI se presentó en este debate un texto
de José Castillo, un dirigente de la sección argentina de la Unión Internacional de
Trabajadores, que polemizaba con la posición de Martín Hernández y sostenía que
Cuba sigue siendo un “Estado obrero”, aunque “fuertemente burocratizado”.

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Martín Hernández

Pero, como la mayor parte de los “defensores de Cuba”, pintaba una realidad
que poco tiene que ver con los datos que las propias autoridades cubanas ofrecen.
Por citar algunos ejemplos, según el autor del texto, el problema de la vivienda
en Cuba es un tema resuelto ya por la revolución: Toda familia tiene su vivienda.
Sin embargo, a finales de junio de 2005 se celebró en La Habana El Encuentro Mun-
dial de los Programas de Ciudades Sostenibles. En él, el gobierno cubano presentó
un extenso informe donde afirma que casi la mitad de las viviendas en Cuba se
encuentran en regular o mal estado, a lo que se añade un déficit de más de medio
millón de casas. Otros informes elevan ese déficit habitacional a 1,5 millones. Para
más desgracia, los huracanes han agravado el problema, dejando un reguero de-
solador.
El 87% de los cubanos son propietarios de sus casas, si bien la ley no permite
vender ni comprar casas, tan sólo permutar, y es el Estado quien conserva el mo-
nopolio de la compra-venta de viviendas. La falta de inversión en construcción ge-
nera una situación muy complicada para miles de cubanos. Las familias crecen o
se divorcian y eso genera un auténtico hacinamiento en las viviendas y una bús-
queda desesperada de permuta. Esa escasez y las limitaciones legales han hecho
aflorar un próspero mercado negro de corredores inmobiliarios que ganan miles
de dólares en cada negocio. Así pues, la realidad no sólo parece muy lejos del “toda
familia tiene su vivienda”, sino que, además, éste es uno de los problemas que más
descontento genera entre la población.
Toda familia tiene su vale de racionamiento, recibe mensualmente una caja que
contiene lo necesario en alimentos (...). Este es otro de los argumentos de José Cas-
tillo. Pero las cartillas o vales de racionamiento nunca fueron un modelo de con-
quista social. Su aplicación corresponde a períodos excepcionales de guerra o crisis
profundas. Además, ni el gobierno cubano se anima a decir que el vale “contiene
lo necesario en alimentos”. Los productos del vale de racionamiento apenas al-
canzan para 10 días, por eso se calcula que los cubanos dedican el 70% de sus in-
gresos a la alimentación. El problema se agrava porque los productos no racionados
llevan un impuesto del gobierno de un 240%.
Eso hace muy complicada la existencia cotidiana, pues el salario medio en
Cuba varía entre 10 y 20 dólares mensuales. A finales de 2005, Fidel Castro repro-
chó a quien daba estas cifras del salario [por] engañar sobre la realidad cubana,
pues ese dato desconoce las otras percepciones sociales no salariales. Sin duda que
en parte esto es cierto. Tan cierto como que los cubanos, para comprar buena parte
de sus alimentos, ropa y calzado sólo disponen de esos 10 ó 20 dólares que men-
sualmente les pagan las empresas estatales.
Con una dosis de realismo más grande que los “defensores de Cuba”, en el dis-
curso del 26 de julio de 2007, Raúl Castro, entonces Presidente interino, recono-
ció que: el salario aún es claramente insuficiente para satisfacer todas las necesidades.

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El Veredicto de la Historia

Y añadió que esa insuficiencia de los salarios empuja a muchos ciudadanos a co-
meter indisciplinas, un eufemismo para designar el robo de productos, el mercado
negro o el estraperlo generalizado para subsistir.
Y es que el poder adquisitivo de los salarios en Cuba era en 2005 veinte veces
menor que el que recibían hasta 1989. Las cosas se agravan ante la presente crisis
y, según Raúl Castro: hay que ir eliminando las gratuidades indebidas y los subsi-
dios excesivos (27/12/08).
Así, pocas personas pueden vivir de su salario y de ahí la importancia de las re-
mesas de dólares que desde afuera envían los familiares. Los últimos 20 años han
marcado una creciente emigración económica en Cuba. Y como ocurre en cual-
quier país semicolonial, las remesas de los emigrantes se convierten en fuente de
sustento de muchísimas familias, y en una entrada nada despreciable de divisas al
país. Entre el 55 y el 60% de las familias cubanas dependen en una u otra medida
de las remesas de sus familiares. Diversas fuentes señalan que el ingreso anual de
estas remesas supera los 1.000 millones de dólares, lo que representaría un 25% del
total de las divisas que entran. La opacidad de las autoridades y el hecho de que la
mayor parte de las remesas entran vía las llamadas “mulas” (gente que entrega el
dinero en mano por fuera de los cauces oficiales) hace que seguramente esa can-
tidad sea claramente superior.
El problema de la alimentación es una de las mejores muestras de la penetra-
ción imperialista y de la dependencia creada. La mayoría de los alimentos, incluido
el 70% de la libreta de racionamiento, son importados. Cuba gasta un promedio
anual de 1.500 millones dólares en importar alimentos y productos agrícolas. En
2008 esa cifra subió a cerca de 2.000 millones de dólares.
Desde que en el año 2000 el Congreso norteamericano autorizó la venta de
alimentos y productos agrícolas a Cuba, EE.UU. se ha convertido en el principal
abastecedor alimentario. Las relaciones con la Isla son excelentes, declaró C.L. Buth
Otter, gobernador de Idaho, uno de los más de treinta estados norteamericanos
que venden productos a Cuba.
De ahí que desde 1999 se repitan los viajes a Cuba de gobernadores, senado-
res, representantes de Estados y cientos y cientos de ejecutivos norteamericanos que
han venido aquí, como declaraba en 2007 Kirby Jones, fundador de la Asociación
Comercial Estados Unidos-Cuba.
A finales de 2003 se celebró en Cuba la 21ª Feria Internacional de La Habana, con
la participación de empresarios de los cinco continentes y principalmente de EE.UU.,
desde donde se inscribieron 110 empresarios de 19 Estados. No es de extrañar que
el corresponsal de la BBC en La Habana afirmara en su crónica: ni Bush en Was-
hington ni el gobierno cubano en La Habana, hablaron del creciente comercio entre
los dos países (...) Es como si ambas partes se hubieran puesto de acuerdo para evitar
hablar en los discursos de los pasos de avance que se han dado.

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Martín Hernández

Las relaciones comerciales con EE.UU. es uno de los muchos datos que mues-
tran que pretender explicar los grandes problemas de Cuba por el bloqueo es un
argumento cada vez menos creíble. El propio canciller cubano, Felipe Pérez Roque
decía: la revolución ha logrado derrotar el plan de aislamiento internacional de Cuba
(...). El país tiene hoy relaciones diplomáticas con 178 de los 191 países miembros de
la ONU (...) Cuba es uno de los países, sino el que más, en toda América Latina y el
Caribe, que tiene una mayor representación diplomática exterior (23/12/2005).
Finalmente, el texto antes citado apela a la salud y la educación como ejemplo
de la continuidad del “estado obrero” en Cuba. La realidad muestra, sin embargo,
que es justamente en estos campos donde mejor se muestra el retroceso de las con-
quistas sociales que ha impuesto la restauración.
Miles de maestros y maestras cubanas han dejado las aulas ante la miseria de
los salarios que cobran. La deserción de maestros es tal que la escasez obligó al go-
bierno a utilizar estudiantes universitarios y hasta de enseñanza media para dar
clases en primaria y secundaria. Como relata el propio Raúl Castro: (...) el pasado
mes de junio hicimos un llamado a la reincorporación a las aulas de maestros y pro-
fesores jubilados o que habían dejado de impartir clases por diversas razones. De la
situación da cuenta que hasta se les ha retrasado la edad de retiro y nueve mil que
han rebasado la edad de jubilación continúan en sus puestos (Raúl Castro).
En la salud, el deterioro muestra otras formas. En 2005 el gobierno tuvo que
poner en marcha la llamada “Operación Dignidad”, ante el pujante mercado negro
de medicamentos. Entre las personas que venden lo medicamentos están los traba-
jadores de los laboratorios, farmacéuticos, médicos e incluso el personal de limpieza
de los hospitales (...) para ellos es una forma de completar su salarios que van desde
los 8 hasta los casi 20 dólares que ganan los médicos (...). ‘Es verdad que los pacien-
tes nos traen cosas, desde los artículos de higiene personal y ropa hasta un puerco. Si
no es así, de qué otra forma podemos sobrevivir’, expresó una doctora que tampoco
quiso dar su nombre (citado en El rompecabezas cubano F.R.).
La otra forma de sobrevivir para más de 25.000 médicos y personal sanitario
cubano son las misiones en el extranjero, que reciben un salario mínimo pero en
dólares, lo que les permite traer electrodomésticos, comprar automóviles y hasta una
casa, todos sueños inalcanzables para quienes trabajan en la Salud Pública dentro de
la Isla (ídem).

El papel de los militares en Cuba

El discurso de Fidel Castro, el 17 de noviembre de 2005, en el 60 aniversario


de su ingreso en la Universidad, tuvo una enorme repercusión. En el mismo, Fidel
Castro se refiere en múltiples ocasiones a los nuevos ricos en Cuba: sólo con que obli-
guen a los nuevos ricos a que paguen el combustible que consumen, podrían al año

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El Veredicto de la Historia

pagar no menos de cuatro veces lo que cuestan los 600.000 estudiantes universita-
rios y sus profesores. Vamos a poner fin a muchos vicios de este tipo, mucho robo,
muchos desvíos y muchas fuentes de suministro de dinero de los nuevos ricos. Con-
firmando este diagnóstico, el corresponsal de la BBC, Fernando Ravsberg, afir-
maba que: la corrupción ha hecho metástasis en todo el aparato productivo del país.
La corrupción y el robo, no son otra cosa que un mecanismo primario de acumu-
lación capitalista. La restauración capitalista en Cuba generó efectivamente nue-
vos ricos, aunque el discurso de Fidel Castro no explica quiénes son esos nuevos
ricos y más pareciera dedicado a lo que él mismo llama irónicamente bandiditos.
Se conformó un sector social calculado en unos 150.000 pequeños empresarios
que se fueron colando por las grietas del desmantelamiento de la planificación
económica, lo que los cubanos llaman el “descojonamiento económico”. Algunos
detallan más: Los nuevos ricos (directivos de las empresas estatales o extranjeras,
dueños de restaurantes, funcionarios del gobierno, etc...). Se puede añadir en esa
lista a los cultivadores del tabaco, un sector que supone uno de los más [impor-
tantes] ingresos para Cuba y que está enteramente en manos privadas.
Pero la institución clave en Cuba, desde la revolución misma han sido los mi-
litares. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) dirigen la Seguridad, con-
trolan el PCC y ordenan la economía. Conviene recordar que la revolución cubana
no fue dirigida por el PCC. Por el contrario, los insurgentes formaron el ejército
regular que más tarde organizó el Partido. Desde la crisis de 1989, con la desapa-
rición de la URSS, las FAR cubanas redujeron sus efectivos de 300.000 a los ac-
tuales 50.000 militares.
Las FAR concentran bajo su control el llamado Grupo de Administración Em-
presarial (GAESA), dirigida por un general y que agrupa a los principales secto-
res estratégicos de la economía cubana, como el turismo, la recaudación de
remesas, las nuevas tecnologías, el azúcar... Son los militares los que han desarro-
llado el llamado Sistema de Perfeccionamiento Empresarial y quienes controlaban
en 2007 las 322 empresas más grandes del país, responsables del 89% de las ex-
portaciones.
En Cuba no sólo fue restaurado el capitalismo, sino que los agentes directos de
la restauración y nuevos capitalistas tienen nombre y apellido.

¿Cómo se determina el carácter de clase de un Estado?

El argumento más esgrimido por los defensores de que Cuba sigue siendo un
“estado obrero” es que la mayoría de los medios de producción están en manos del
Estado. Pero si el carácter de clase del estado se determinara por la cantidad de
empresas estatalizadas, habría que concluir que la Italia de Mussolini y la España
de Franco, o países como Austria y/o Francia tras las Segunda Guerra Mundial,

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Martín Hernández

fueron “estados obreros”. Así, Mussolini creó en 1931 el Instituto Mobiliare y el


Instituto para la Reconstrucción Industrial (IRI) controlando el crédito y, más
tarde, adquiriendo acciones en poder de bancos, empresas industriales, agrícolas
o inmobiliarias. Tras su triunfo sanguinario, Franco creó en 1941 el Instituto Na-
cional de Industria (INI), un holding estatal que controlaba las principales indus-
trias del país: siderurgia, construcción naval, electricidad, transporte, petróleo, etc.
En Austria, a finales de los 80 todavía 2/3 de las 50 mayores empresas del país eran
mayoritariamente públicas.
Martín Hernández retoma el criterio de Lenin y recuerda cómo Trotsky defi-
nía en La revolución traicionada el carácter de clase de un Estado: por las relacio-
nes sociales de producción que el Estado protege y defiende.
Para definir un Estado como “obrero”, cabe saber si dicho Estado protege y de-
fiende unas relaciones sociales de producción basada en los tres pilares básicos de
una economía en dirección al socialismo: 1) todos los grandes medios de produc-
ción y los bancos son de propiedad estatal; 2) la cantidad y calidad de lo que se pro-
duce se determina no por el mercado sino por un plan económico central, al cual
están subordinadas las empresas; y 3) el comercio exterior es monopolio del Es-
tado.
El trabajo de Martín Hernández muestra justamente eso: que al igual que su-
cedió en China desde 1978 y en Rusia desde 1986, en Cuba, desde 1990, el Estado
fue articulando todo un entramado jurídico y político de desmantelamiento de
esos pilares. Fue disuelta la Junta Central de Planificación. Se generalizaron a todas
las ramas más dinámicas de la economía las empresas mixtas entre los militares y
los nuevos ricos y las multinacionales europeas o canadienses. Y las empresas,
tanto las mixtas como las estatales, producen para el mercado y tienen plena li-
bertad para comerciar con el exterior.

Algunas consecuencias de este debate

Lejos del academicismo, el debate sobre Cuba que introduce el trabajo de Mar-
tín Hernández tiene importantes consecuencias prácticas. Cuanto menos quiero
señalar tres.

1º.- Hoy, en el mundo va creciendo una izquierda resueltamente anticapita-


lista, clasista, que, procedente de tradiciones muy diferentes, ha comenzado a agru-
parse para enfrentar al sistema, combatir la podredumbre política y moral de los
aparatos socialdemócratas y de los restos de los viejos partidos comunistas, y vol-
ver a levantar con fuerza la bandera del socialismo. Que buena parte de esa iz-
quierda afirme hoy la defensa de Cuba socialista se convierte en un lastre para su
propio desarrollo y para su misma credibilidad ante los trabajadores y la juventud.

16
El Veredicto de la Historia

Porque no se puede defender la democracia obrera, la independencia de los sin-


dicatos del Estado o denunciar la falsa democracia capitalista y luego mostrar
como modelo un régimen de partido único, donde el Sindicato forma parte del
Estado y está prohibido el derecho de huelga, manifestación o asociación.
Mientras el empeño revolucionario más loable sea intentar que la humanidad
progrese material y espiritualmente, tendremos que convenir que mostrar como
modelo socialista un país donde cada vez más familias dependen de las remesas de
dólares que mandan los que emigraron, y se generalizan las carencias mientras
una minoría hace fortuna al amparo del Estado en sus negocios con las multina-
cionales, es como mínimo un “socialismo” por el que no merece la pena mover ni
un dedo.

2º.- A los que sostienen que Cuba sigue siendo un “estado obrero fuertemente
burocratizado” y que hay que levantar un programa de revolución política, es decir,
una revolución para acabar con el régimen político pero preservando las actuales
relaciones sociales de producción, cabe preguntarles: ¿creen que hoy en Cuba se
puede plantear un programa revolucionario que no incorpore en primera línea
las demandas anticapitalistas y antiimperialistas; un programa que, como en toda
América Latina, combine las tareas de liberación nacional y social?
¿Debe plantearse el no pago de la deuda externa? ¿Hay que exigir la renacio-
nalización bajo control obrero, del petróleo, níquel, tabaco y la llamada industria
blanca, el turismo? ¿Hay que echar fuera las multinacionales y expropiar sus bienes?
¿Hay que levantar, en nombre de la planificación económica y la democracia
obrera, el ¡fuera los militares y los nuevos ricos de las empresas!? ¿Hay que unir
todas esas demandas económicas y sociales a las demandas democráticas? No estoy
diciendo que sean consignas de agitación para mañana. Se trata del programa, de
la compresión común de las tareas. ¿Son ésas, entre otras, o no?
Este debate no sólo es apremiante sino que, para nuestra desgracia, otros van lle-
nando ese vacío. Con motivo del 9º Congreso del PCC, que se celebrará este año, hay
un debate intenso en Cuba, [incluso en] el propio PCC. Y en su seno aparecen co-
rrientes que gozan de simpatías por enfrentarse a los sectores más anquilosados del
aparato y que se presentan como opositores desde adentro. Y aquí conviene recordar
que frente a Stalin se levantó una oposición de izquierda, pero también otra de de-
recha, la que encabezaba Bujarin. Una oposición de derecha que pretendió infruc-
tuosamente una alianza con la que dirigía Trotsky y a la que el viejo revolucionario
se negó porque la oposición de Bujarin, amparándose en hechos de la realidad, sos-
tenía de fondo un programa de restauración del capitalismo.
Hoy leemos a opositores cubanos de dentro del PCC defender medidas para
“salvar el socialismo”: fomento del cooperativismo, de la autogestión empresarial
y social organizada en cada entidad productiva, la cogestión con privatización, los

17
Martín Hernández

propios trabajadores asociados dueños o usufructuarios colectivos, entregar a los tra-


bajadores los medios de producción y tierras a los campesinos individuales, etc. Ante
esto, es obligado recurrir a la experiencia de la restauración capitalista en Polonia,
en Yugoslavia y en la propia Rusia, y recordar todo el discurso y las medidas “au-
togestionarias” que fueron claves en el proceso de expolio y privatización que
acompañó la restauración capitalista en estos países.

3º.- En un ampliamente difundido documento de aportación al 9º Congreso


que un grupo de militantes del PCC presentó en agosto de 2008, se puede leer: Cuba
vive una continua crisis económica, política y social (...). Mayoritariamente los cuba-
nos están frustrados, enajenados y desesperanzados, y las nuevas generaciones –des-
motivadas– no sienten el mismo compromiso que las anteriores con este “socialismo
pobre y sin perspectivas” (...) todo lo cual está conformando una rara especie de “si-
tuación revolucionaria” que podría desatarse imprevistamente y cuya evolución pu-
diera capitalizar el enemigo. El propio Fidel afirmó en su discurso a los
universitarios: Esta revolución no la pueden destruir ellos, pero sí nuestros defectos y
nuestras desigualdades.
Y ahí viene precisamente la incógnita más determinante del proceso: la en-
trada o no en escena del movimiento obrero y de masas cubano, es decir los “esta-
llidos sociales” de los que, a buen entendedor, avisa hasta el propio Fidel. Como
recuerda Martín Hernández, el movimiento de masas, en forma espontánea y ex-
plosiva, irrumpió la última vez en 1994, en la conocida crisis de los balseros, que
obligó al propio Fidel a ponerse al frente y desplazarse a los barrios habaneros con-
vertidos en revueltas multitudinarias.
Puede ser, o no, que el movimiento de masas cubano irrumpa en la escena po-
lítica. Pero si lo hace van a estar planteadas dos variables: que se imponga una re-
volución democrática, es decir, se derrote al régimen como en Rusia, o bien sea
aplastado como en China. La pregunta es inevitable para nuestros amigos que ho-
nestamente siguen viendo en Cuba el último bastión socialista. Si ese escenario se
da, ¿qué van a hacer?, ¿apoyar ese movimiento y contribuir con todos los sectores
revolucionarios cubanos a disputar la dirección del movimiento a las corrientes
capitalistas?, ¿o hacer, como hizo la mayor parte de la izquierda en los hechos de
Tiananmen: frente único con el gobierno para masacrar a los trabajadores y estu-
diantes “contrarrevolucionarios”? Y hay que recordar que los dirigentes cubanos no
han dejado de mostrar a China como su referente.
Durante 1990 [hasta] 2000 se puede afirmar honestamente que los marxistas
estuvimos sumidos en una enorme confusión. Sin ocultar nuestras muchas limi-
taciones, es necesario reconocer que nos ha tocado vivir un acontecimiento inédito
en la historia de la humanidad, como ha sido la restauración del capitalismo en
países donde había sido expropiado.

18
El Veredicto de la Historia

Hoy, más de 20 años después, cuando seguimos intentado aprender de ese


proceso y sacar las conclusiones, la vida nos ha dado con Cuba una segunda opor-
tunidad. Ahora no vale la ignorancia ni apelar a lo inédito, desconociendo lo ocu-
rrido en Rusia o China. Por eso El Veredicto de la Historia, se convierte en un
material de lectura obligada.
Sólo me resta para concluir, que, más allá de mis sentimientos de amistad y ca-
maradería con el autor, soy un firme convencido de que los trabajos de Martín
Hernández sobre la restauración capitalista han sido un arma sin la cual muchos
marxistas no hubiéramos salido del túnel [en el que estuvimos] de 1990 a 2000. El
tiempo y los hechos de la vida no hacen más que reafirmarme en esta convicción.
Por ello, ha sido para mí un gran honor prologar este libro.

Ángel Luis Parras


Madrid, febrero de 2009

19
Prefacio

Desde finales de la década del 80 vengo estudiando lo ocurrido en el interior de


los ex Estados obreros (URSS, Polonia, Alemania Oriental, China, Cuba...). Varios
de esos estudios, en la forma de artículos, fueron publicados en la revista de teo-
ría y política Marxismo Vivo, y en otras publicaciones de izquierda. También en
estos años tuve oportunidad de participar en varias conferencias, congresos, de-
bates, mesas redondas y seminarios en torno a este mismo tema.
Varios amigos de diferentes países, en distintas oportunidades, me sugirieron
que publicara un libro sobre este tema. Sin embargo, por una u otra razón (per-
feccionismo, falta de tiempo, pereza...) siempre fui postergando ese proyecto hasta
que este año, Márcio, un amigo de Curitiba, insistió una vez más en la misma pro-
puesta y yo, una vez más, intenté dejar para otro momento el postergado libro. Mi
respuesta fue que para publicarlo precisaba actualizar mis trabajos, ya que algu-
nos de ellos tenían mas de diez años. Márcio me respondió que no era necesaria
tal actualización, ya que el valor de los mismos estaba en dar una interpretación
inédita sobre lo ocurrido en esos Estados en los que la realidad actual confirmaba
mis interpretaciones. En ese sentido, la antigüedad de los textos aumentaría el
valor de los mismos. Márcio completó su propuesta ofreciéndome su ayuda per-
sonal para organizar y revisar los textos e intervenciones, de forma tal que que-
daran listos para su publicación. Así, su propuesta se tornó irrecusable, ya que lo
único que yo tenía que hacer era una presentación (que es lo que estoy haciendo
ahora) para localizar esos trabajos en el tiempo y en el contexto político en que
fueron elaborados.

Un debate que conmueve al mundo

Si la Revolución Rusa dio origen al famoso libro de John Reed, Diez días que
conmovieron al mundo, la restauración del capitalismo y las revoluciones del Este,
podrían haber dado origen a un nuevo libro: Un debate que conmueve al mundo.
A finales de la década del 80, y en los primeros años de la década del 90, el
mundo fue convulsionado por los acontecimientos en la ex URSS, el Este europeo
y China.
Términos y personajes hasta ese momento desconocidos por el gran público,
como Perestroika, Glasnot, restauración, Gorbachov, Plaza de la Paz Celestial, fue-
ron profusamente difundidos por todos los órganos de prensa a nivel mundial.
Seguramente, en pocas oportunidades en la historia de la humanidad un mismo
hecho provocó tantas interpretaciones diferentes y tantas polémicas.

21
Martín Hernández

A nivel de los revolucionarios la realidad no fue diferente. Ninguna organiza-


ción escapó de estos debates: ¿la ultraderecha estaba derrumbando el “socialismo
real”?, ¿las masas querían el retorno del capitalismo?, ¿los Partidos Comunistas
defendían los estados obreros?, ¿la represión en la Plaza de Tiananmen era en con-
tra o en favor del capitalismo?, ¿el proceso de restauración del capitalismo estaba
empantanado?, ¿la restauración mostraba la superioridad del capitalismo sobre el
socialismo?, ¿el estalinismo era una continuación inevitable del leninismo?, ¿la
lucha por el socialismo continuaba vigente?, ¿China se convertiría en una gran po-
tencia?, ¿el trotskismo había pasado la prueba de los hechos?, y, en Cuba, ¿qué es-
taba ocurriendo?
Estas dudas, confusiones e interrogantes generaron grandes polémicas. Yo tuve
oportunidad de participar de esos debates en el interior de la LIT-CI (Liga Inter-
nacional de los Trabajadores - IV Internacional) que era, a finales de la década del
80, la organización mas dinámica del movimiento trotskista, y que contaba en su
interior con el MAS (Movimiento al Socialismo) de Argentina, que era, en ese mo-
mento, la mayor organización trotskista del mundo.

***

En el interior de la LIT-CI, las revoluciones del Este provocaron una especie de


euforia colectiva. Las grandes movilizaciones que derrumbaron a los regímenes
de los partidos comunistas fueron vistas como un paso inevitable en dirección al
poder de los trabajadores. De esta forma, la larga marcha del trotskismo en pos de
la regeneración de los estados obreros parecía estar llegando a su fin, y la revolu-
ción socialista a nivel mundial parecía estar, ahora sí, al alcance de la mano.
Sin embargo, pronto se vio que en lugar de estados obreros regenerados tras la
expulsión de la burocracia, lo que había, por un lado, era un proceso de restaura-
ción del capitalismo y, por otro, una profundización de la crisis de la dirección re-
volucionaria, y todo esto se daba en el marco de una ofensiva brutal del
imperialismo contra los trabajadores y la izquierda a nivel mundial, en todos los
terrenos. Eso llevó a que en la LIT-CI la euforia fuese seguida por una profunda de-
presión y desmoralización, lo que ayudó a que las polémicas se convirtiesen en
crisis y rupturas.
En esos debates, en donde se intentaba hacer una interpretación de lo que es-
taba ocurriendo en el Este europeo, se pudo constatar que entre las innumerables
posiciones se tendían a conformar dos grandes bloques.
Por un lado estaban los que opinaban que no había restauración del capitalismo
en ninguna parte porque, con excepción de China, no había ocurrido una gran re-
presión, y Trotsky había pronosticado que el capitalismo sólo se podría restaurar
por medio de una violencia brutal.

22
El Veredicto de la Historia

Por otro lado estaban los que opinaban que se había dado la restauración del ca-
pitalismo, como mínimo en la ex URSS, y a partir de allí cuestionaban las elabo-
raciones centrales de Trotsky y de la IV Internacional. La falta de violencia para
restaurar el capitalismo era, para estos sectores, la demostración de que Trotsky se
había equivocado: esos estados no eran obreros. Esta conclusión y otras que de ella
se desprendieron llevaron a este sector a considerar que el programa trotskista, el
programa de la IV Internacional, al no pasar por la prueba de los hechos, estaba ob-
soleto.
Sin embargo, en este debate en el interior de la LIT-CI, hubo un tercer sector
del cual yo formé parte, y de alguna forma encabecé, que hizo un balance diferente
y llegó a la conclusión de que se había restaurado el capitalismo, no sólo en la ex
URSS sino en todos los ex Estados obreros y, junto con eso, señaló que Trotsky
había hecho, en la década del 30, aportes geniales para entender y responder a estos
acontecimientos ocurridos sesenta años después.

La restauración del capitalismo

El texto que inicia este libro, Rusia, China, Cuba... De la revolución socialista a
la restauración capitalista, elaborado a partir del año 1994, fue publicado por pri-
mera vez en el año 1997 como parte de esos debates. Ese trabajo, en su primer
apartado, tenía como objetivo mostrar que el capitalismo ya había sido restaurado
en todos los ex estados obreros.
Hoy, visto ese texto a la distancia, tal vez su lectura resulte un poco pesada por
la cantidad de números y estadísticas. Sin embargo, es necesario ver que en esos
años había una enorme resistencia, no sólo en la LIT-CI sino en el conjunto de la
izquierda revolucionaria, por reconocer que el capitalismo había sido restaurado
en los ex Estados obreros. En ese sentido, esos números y estadísticas tenían como
objetivo presentar pruebas y más pruebas sobre algo que no se quería reconocer:
el fin de los Estados obreros.
Hoy en día, la amplia mayoría de la izquierda revolucionaria –no toda– acepta
que el capitalismo fue restaurado en varios de los ex Estados obreros. Ya en lo que
se refiere a China, y especialmente a Cuba, la mayoría opina que en esos Estados
no se restauró el capitalismo. En ese sentido, si hoy a una buena parte de nuestros
lectores la cantidad de datos que presentábamos en el año 1997 les puede resultar
exagerada, en contrapartida, a otros, tal vez, esos datos los ayuden a reflexionar
sobre un hecho que intentamos mostrar y demostrar desde hace bastante tiempo:
el capitalismo fue restaurado en el conjunto de los ex Estados obreros y no sólo en
la ex URSS.

***

23
Martín Hernández

En su primera parte, el texto de 1997 tenía, además, como otro de sus objetivos,
desmitificar el debate en torno a China (y también sobre Cuba). Ésta era una po-
lémica muy grande que existía en esos años, y que se mantiene hasta hoy, a nivel
de toda la izquierda mundial.
¿Por qué hablamos de desmitificar? Porque, por ejemplo, en el caso de China
se dice que, además de ser socialista, se está transformando en la nueva potencia
mundial que disputará, a mediano plazo, el poder sobre el mundo con los EE.UU.
El texto justamente tenía como objetivo demostrar que, a pesar del discurso de sus
gobernantes, no sólo se restauró el capitalismo sino que China (y también Cuba)
camina, en forma bastante acelerada, en dirección a transformarse en una colonia
del imperialismo.

Un viaje para reflexionar

Los regímenes contrarrevolucionarios estalinistas que existían en los ex Esta-


dos obreros llevaron a que el grueso de los marxistas occidentales sólo tomásemos
contacto con la realidad de esos países por medio de la prensa y de los libros. Gran-
des dirigentes marxistas, como Nahuel Moreno, por ejemplo, nunca visitaron un
Estado obrero.
Las revoluciones del Este, que derrumbaron a los aparatos estalinistas, posibi-
litaron que esa realidad cambiase y yo, como tantos otros, en el año 1995 aprove-
ché esa oportunidad.
En ese año, en un viaje que abarcó Rusia, Ucrania y Polonia pude confrontar
mis opiniones con intelectuales, obreros, estudiantes y dirigentes sindicales de
aquellos Estados. Ese contacto directo con esas experiencias me sirvió para ver
que era real algo que para mí, hasta ese momento, era sólo una hipótesis: el capi-
talismo había sido restaurado. También me sirvió para llegar a la conclusión de
que en nuestro medio había muchos marxistas que, en forma inconsciente, esta-
ban dejando de lado el materialismo para abrazar el idealismo. Estos “marxistas”
eran justamente los que se negaban a aceptar que se había restaurado el capita-
lismo, con el argumento de que los hechos no se correspondían con los pronósti-
cos de Trotsky. De esta forma, con una metodología propia de las corrientes
idealistas, las ideas de Trotsky no eran confrontadas con la realidad, sino que la
realidad era cuestionada en función de las ideas, o de las supuestas ideas de Trotsky.
La resistencia a aceptar la realidad era tan grande que se llegaba a situaciones ri-
dículas. Por ejemplo, había un grupo de trotskistas mexicanos que sostenía que
Alemania Oriental también seguía siendo un Estado obrero, sin tomar en consi-
deración que tal estado no existía más.

24
El Veredicto de la Historia

El programa trotskista y la prueba de los hechos

Ese viaje también me ayudó a reflexionar respecto de los trotskistas –o ex trots-


kistas– que sostenían que la realidad había demostrado que el programa de la IV In-
ternacional, elaborado por Trotsky, no había pasado la prueba de los hechos.
Trotsky, analizando la degeneración del Estado soviético, había llegado a la con-
clusión de que, a pesar del estalinismo, en la URSS se mantenía la propiedad de los
medios de producción, el monopolio del comercio exterior y la economía central-
mente planificada, y por eso ese Estado era progresivo en relación con los estados
capitalistas. Ese análisis llevaba a Trotsky a defender, en forma incondicional, al Es-
tado soviético de cualquier ataque del capitalismo. Por el contrario, para los nuevos
críticos, la realidad había demostrado que los trabajadores no se habían opuesto a
la restauración del capitalismo y que esto era así porque en la ex URSS ellos no te-
nían ninguna conquista que defender frente a la restauración del capitalismo.

***

Como trotskista, durante muchos años escribí y hablé de que las conquistas de
la Revolución de Octubre se mantenían a pesar del estalinismo. En ese sentido,
esas conquistas no me podían sorprender. Sin embargo, entrar en contacto directo
con ellas o, para ser más preciso, con la sombra de ellas, fue un choque.
Cuando llegué a Moscú, en el año 1995, el estado obrero burocratizado era algo
del pasado. La planificación económica central y el monopolio del comercio exte-
rior ya no existían, a la vez que las empresas estatales estaban siendo privatizadas
a ritmo vertiginoso. De cualquier manera, las conquistas del Estado obrero aún
estaban de alguna forma presentes en el cotidiano de la gente. En algunos casos
porque aún se mantenían y en otros porque habían sido eliminadas hacía muy
poco tiempo. Fue justamente ese tipo de contradicciones, entre el estado capitalista
y las conquistas del Estado anterior que aún se mantenían, lo que me llevó a decir
que estábamos frente a un “capitalismo atípico”.

***
En ese viaje tuve oportunidad de conocer a una obrera de la fábrica Zill, uno de
los mayores conglomerados industriales de la ex URSS, que en su mejor momento
llegó a tener 80.000 obreros. Su fábrica había sido privatizada hacía poco tiempo.
Ella tenía mucha claridad sobre el significado de la restauración, pero sufría por-
que sus compañeros de trabajo estaban muy confundidos. Tratando de que en-
tendiera su situación me decía: Mis compañeros están confusos sobre la restauración.
Yo les digo que el capitalismo va a significar desempleo y ellos no me creen. No entra
en la cabeza de un obrero ruso la posibilidad de ser un desempleado.

25
Martín Hernández

Yo sabía que la economía planificada había posibilitado una conquista enorme,


como era el pleno empleo, pero escuchar ese tipo de razonamiento, inimaginable
en los obreros de los países capitalistas, me parecía increíble. Y era lógico que los
obreros pensasen de esa forma. Hay que tener en cuenta que en la URSS quien no
trabajaba iba preso. ¿Cómo, entonces, un obrero ruso podía pensar que él, o al-
guien de su familia, llegaría a ser un desempleado?

***

Al entrar por primera vez en un subterráneo de Moscú tuve la extraña sensa-


ción de estar entrando en una biblioteca rodante, y la misma sensación sentí en
Kiev, Ucrania. La casi totalidad de los pasajeros estaban leyendo alguna cosa, nor-
malmente un libro, a tal punto que me veía obligado a hablar en voz muy baja con
mi acompañante por temor a incomodar a los pasajeros lectores.
En Ucrania, un grupo de un centro de estudiantes me explicó cómo funciona-
ban las universidades y eso me permitió entender mejor las “bibliotecas rodantes”.
En la ex URSS, el estudiante universitario optaba por trabajar y estudiar, o sólo
estudiar. Si trabajaba y estudiaba tenía sus horarios de trabajo adaptados con el es-
tudio y, a la vez, cuando tenía pruebas en la facultad era liberado del trabajo por
varios días. Si sólo estudiaba, en el primer año recibía un salario que era equiva-
lente al 20% del salario que recibiría si estuviese trabajando. En el segundo año re-
cibía el 40% de ese salario, y así iba aumentando, sucesivamente, hasta llegar al
último año, en el que recibía el mismo salario que quien trabajaba. Una vez que ter-
minaba sus estudios era localizado en un puesto de trabajo de acuerdo con la pro-
fesión adquirida.
Ya la obrera de la fábrica Zill me había hablado de las facilidades que tenían los
obreros para estudiar. Ella había aprovechado esas facilidades y se había formado
como técnica contable e ingeniera naval, y cuando la conocí estaba terminando
un curso de abogacía.

***
En Moscú tuve la oportunidad de asistir a una función en el famoso teatro Bol-
shoi. La comparación con el teatro Colón de Buenos Aires, con el teatro Munici-
pal de São Paulo o el de Río de Janeiro me pareció inevitable. Estos últimos
funcionan durante algunas temporadas y normalmente están reservados para las
elites. En el teatro Bolshoi vi un público compuesto de gente que salía corriendo
del trabajo para ir a deleitarse con el ballet (los rusos son amantes del ballet). Des-
pués supe que en Moscú existían, en ese momento, diez teatros de esa misma na-
turaleza, la mayoría de ellos con tres funciones por día (mañana, tarde y noche),
durante todos los días del año.

26
El Veredicto de la Historia

En Rusia, en esa época aún era normal encontrar en esos teatros a obreros de
la construcción, que asistían con sus familias a las presentaciones de ballet.
En Brasil acaba de ser publicada una encuesta que indica que en el 90% de las
ciudades del país no existe un solo cine, teatro o museo, y que el 78% de las per-
sonas nunca asistieron a un espectáculo de danza en toda su vida.

***

En Moscú, durante toda mi estadía viajé gratis en ómnibus, no porque a esa al-
tura no se cobrase el pasaje, sino porque casi nadie lo pagaba. Las personas no con-
seguían entender por qué debían pagar el ómnibus. En Ucrania pude ver que los
teléfonos públicos aún eran gratis.

***

Después de varios años volví a Moscú. Ahí vi que el desempleo era tan grande
que las encuestas indicaban que era una de las principales preocupaciones del pue-
blo ruso. La obrera de la fabrica Zill se había visto obligada a interrumpir su curso
de abogacía, y las personas pagaban “religiosamente” el pasaje en ómnibus. De
esta forma llegué a la conclusión de que lo que vi en 1995 eran los estertores de las
últimas conquistas que quedaban del Estado obrero.

***

Para Trotsky, la restauración del capitalismo en la ex URSS, significaría una


caída catastrófica de la economía y de la cultura. Para sus nuevos críticos esta idea
era obsoleta. Para ellos, los estados obreros burocratizados (que para ellos no eran
obreros) no eran progresivos en relación con los estados capitalistas.
Después de haber escrito mi trabajo leí una noticia impactante sobre las con-
secuencias de la restauración. A nivel de la UNESCO se creó una comisión de cien-
tíficos para estudiar las consecuencias sobre el planeta de la posible y probable
desaparición de Rusia. Esta comisión está preocupada por el hecho de que existe
en Rusia, desde la restauración del capitalismo, un crecimiento negativo de la po-
blación. Esta situación no es provocada por bajos índices de natalidad (como ocu-
rre en algunos países europeos), sino por los altos índices de mortalidad, como
consecuencia de la proliferación de todo tipo de enfermedades, de fácil control en
otros países. Esta situación, de mantenerse, llevaría a la extinción de la población
rusa en los próximos ciento cincuenta años.

***

27
Martín Hernández

La realidad que vi en Rusia, Ucrania y Polonia me hizo reflexionar sobre aque-


llos que decían que los obreros, frente al capitalismo, no tenían nada que defender
en esos estados.
Frente a esas conquistas que he mencionado, ¿cómo explicar que revoluciona-
rios, en su mayoría residentes en la miserable América Latina, pudieran decir que
los obreros de la ex URSS no tenían nada que defender?
Evidentemente, este tipo de razonamiento era producto de la confusión rei-
nante, pero no era sólo eso. Ese razonamiento sólo podía tener su matriz en sec-
tores privilegiados, que por tener solucionadas sus necesidades básicas
(alimentación, salud, vivienda y acceso a la cultura) no consideraban como con-
quista algo que existía en los ex Estados obreros y que no existía, ni existe, en la am-
plia mayoría del planeta. Era, sin duda, la influencia ideológica de la intelectualidad
pequeño-burguesa en el interior del movimiento trotskista.

Nada nuevo bajo el sol

El sector que decía que el programa trotskista no había pasado la prueba de los
hechos, se presentaba como algo nuevo pero en realidad no lo era.
Lo nuevo eran las circunstancias, pero esas posiciones surgieron en el interior
de la IV Internacional ya desde su fundación.
A finales de la década del 30, en el interior del SWP americano y, después, en
toda la IV Internacional, surgió una posición que fue denominada “antidefensista”,
pues argumentaban que la URSS, con el estalinismo, había dejado de ser un Estado
obrero, y por eso se negaban a defender a dicho Estado frente al ataque del capita-
lismo.
Justamente, la segunda parte del texto del año 1997, titulada La discusión sobre
el carácter social de la URSS, enmarca a los nuevos críticos del trotskismo en aque-
lla polémica, destacando las elaboraciones de Bruno Rizzi dado que, a pesar de
que este autor es desconocido por las nuevas generaciones, fue el mentor intelec-
tual de esa corriente de opinión.

***
El lector podrá observar que en dos textos que están incluidos en este libro
(uno del año 1997, y el otro de 2005) repito una misma frase: No es un hecho no-
vedoso que los marxistas le den tanta importancia a la cuestión del estado. De hecho
el marxismo, desde su nacimiento, con la crítica de Marx y Engels a la concepción de
Hegel del estado, ha incluido esta cuestión entre sus preocupaciones centrales. De esta
forma, al citar una nueva vez esta frase, ella es repetida tres veces en este libro y esto
no es gratuito, porque si bien es verdad que la importancia de la cuestión del es-
tado para el marxismo no es “... un hecho novedoso”, la realidad es que este hecho

28
El Veredicto de la Historia

es normalmente olvidado, o tratado con superficialidad por quienes estudian lo


ocurrido con los ex estados obreros, y eso es lo que explica una buena parte de las
confusiones y polémicas en torno a este tema, cosa que es particularmente nota-
ble en los nuevos antidefensistas.
Los viejos y los nuevos antidefensistas, al no poder explicar la realidad, co-
menzaron a hacer malabarismos con la teoría marxista del estado, y de esa forma
se fueron alejando del propio marxismo.
Los antidefensistas de los EE.UU., impactados por la degeneración estalinista,
decían que la ex URSS no era ni un estado obrero ni un estado burgués.
Los nuevos antidefensistas retomaron esa idea y avanzaron sobre ella. La
realidad estaría demostrando, para ellos, que la ex URSS no era un estado obrero
ni uno burgués. Era un “estado burocrático”.
Entre los viejos y los nuevos antidefensistas de los Estados obreros había mati-
ces que los diferenciaban, pero la conclusión política inmediata era la misma: los
revolucionarios no podían defender a esos Estados del ataque del capitalismo, y de
esta forma no sólo fueron rompiendo con el marxismo sino que fueron asumiendo,
en la práctica, posiciones de derecha.
A finales de la década del 30, los viejos antidefensistas se negaban a defender
incondicionalmente a la URSS de cualquier ataque del capitalismo. Poco tiempo
después, los ejércitos de Hitler entraban en la URSS y las masas, por suerte, no si-
guieron el consejo de los antidefensistas. Dieron su vida para defender a ese Estado
que, aunque burocratizado, seguía siendo obrero y, de esa forma, derrotaron el
nazi-fascismo y cambiaron el curso de la historia de la humanidad.
A finales de la década del 80 y principios de la del 90, los nuevos antidefensis-
tas no tuvieron un mejor papel: salieron a decir cosas tales como contra todo esta-
tismo cuando la burocracia, como agente directo del imperialismo, estaba
acabando con todo estatismo. Estaba acabando con la planificación central de la
economía por parte del estado y con el monopolio del comercio exterior, a la vez
que privatizaban las empresas estatales.

Correcciones, precisiones y conclusiones

El segundo trabajo que se presenta en este libro (El Veredicto de la Historia) es


un texto elaborado en el año 2005, que sirvió como base para la realización de un
seminario internacional, y que fue publicado como introducción en la edición bra-
sileña de La revolución traicionada, de Trotsky. Este texto avanza a partir del ante-
rior, corrige varias de sus imprecisiones e insuficiencias, y saca nuevas conclusiones.
Así, por ejemplo, coloca fechas al inicio de la restauración: 1978 en China y 1986
en la ex URSS. Destacar estas fechas no tiene que ver con un preciosismo cronoló-
gico. Por el contrario, ellas permiten superar una de las principales confusiones

29
Martín Hernández

sobre la restauración, que es que la que dice que ésta habría sido el resultado de la
movilización de las masas. La precisión en las fechas nos permite ver que esas mo-
vilizaciones se dieron a posteriori de la restauración del capitalismo y no antes.
Por otra parte, este trabajo busca superar una contradicción entre algunas de
nuestras elaboraciones anteriores y la realidad. Nuestro maestro, Nahuel Moreno,
en su libro Actualización del Programa de Transición, hablaba de treinta años de
victorias revolucionarias. ¿Pero cómo entender la restauración del capitalismo
como culminación de una etapa de esa característica? El propio subtítulo que trata
sobre este tema da la respuesta en forma de balance: Medio siglo de victorias tácti-
cas y derrotas estratégicas.
Este balance, sobre la segunda mitad del siglo XX, lejos de llevarme a tener una
visión pesimista sobre el futuro de la clase obrera y el pueblo, y por ende sobre el
de toda la humanidad, me llevó, por el contrario, a ser profundamente optimista.
¿Por qué?
Porque esas victorias tácticas conseguidas en la segunda mitad del siglo XX son
enormes victorias revolucionarias que las masas consiguieron a pesar de sus di-
recciones. Es la victoria de las masas rusas contra el fascismo, que fue conseguida
a pesar de Stalin (que había pactado con Hitler), o es la victoria de la Revolución
China, que fue conseguida a pesar de que Mao no quería tomar el poder. ¿Y qué
son las derrotas estratégicas? Son las derrotas que las direcciones traidoras, espe-
cialmente el estalinismo, les impusieron a las masas y éstas, por falta de una di-
rección revolucionaria, no las pudieron impedir. Es la disolución de la III
Internacional, el partido mundial de la revolución; es la renuncia a tomar el poder
en Francia a finales de la Segunda Guerra Mundial; son las derrotas de las revolu-
ciones de Hungría, Polonia y Checoslovaquia contra la burocracia.
La restauración del capitalismo es la continuidad lógica de lo ocurrido en gran
parte del siglo XX. En este siglo, la realidad nos mostró que las más grandes vic-
torias tácticas, si son llevadas adelante por direcciones contrarrevolucionarias,
como es el caso del estalinismo, se transforman inevitablemente en derrotas es-
tratégicas. ¿Y por qué decimos que debemos ser optimistas? Porque el estalinismo
pagó caro esta última y gran traición, ya que ese monstruoso aparato contrarre-
volucionario, después de la restauración, acabó siendo herido de muerte por la ac-
ción de las masas.
De esta forma, las nuevas rebeliones contra el capitalismo, que ocurren y se-
guirán ocurriendo, enfrentan a muchos enemigos y muchas direcciones traidoras
pero ya no enfrentan ni tendrán que enfrentar al aparato estalinista, el más grande
aparato contrarrevolucionario surgido del seno de la clase obrera. Así, está abierta
la posibilidad de que el signo de la etapa anterior se invierta y de que lo que pre-
domine no sea más lo que predominó en gran parte del siglo XX: victorias tácticas
y derrotas estratégicas, sino todo lo contrario.

30
El Veredicto de la Historia

Cuba

Toda la teoría marxista del estado fue enriquecida con la experiencia de la Re-
volución Rusa, por eso no es casual que a la hora de constatar la restauración del
capitalismo en los ex estados obreros, el grueso de las elaboraciones y polémicas
se hayan centrado en la ex URSS. Sin embargo, nosotros, como marxistas latino-
americanos, no podemos dejar de estudiar lo ocurrido en Cuba, en donde se re-
alizó el primer ensayo de una revolución socialista triunfante en nuestro
continente.
Por esta razón y porque Cuba sigue siendo el tema más polémico en lo que se
refiere a la restauración del capitalismo, consideré útil incluir en este libro lo úl-
timo que escribí respecto de la Isla, y la desgrabación de un debate realizado con
una delegación del gobierno cubano en el año 2001.

***

En el trabajo del año 1997 había analizado la restauración del capitalismo en


Cuba en el mismo contexto con que analizaba los casos de la ex URSS, del Este eu-
ropeo y de China. Estos nuevos textos que se publican como anexo tienen otro ob-
jetivo: uno de ellos (Cuba y la sucesión de Fidel Castro) se propone explicar las
razones de por qué, a diferencia de lo que ocurrió en China y en el Este europeo,
la restauración del capitalismo no llevó a un enfrentamiento de las masas con el go-
bierno restauracionista. El otro texto (Cuba: de la expropiación a la restauración)
analiza el curso de una misma dirección que estuvo tanto al frente de la expropia-
ción como de la restauración y, en ese marco, aborda un tema que sin duda va a ser
sumamente polémico: el papel del Che Guevara y su relación con la clase obrera y
la democracia obrera, para intentar responder a una pregunta que actualmente es
formulada con mucha frecuencia en la propia Cuba: ¿qué pasaría si el Che estuviese
vivo?

***

Por último, en este anexo se publica la desgrabación del debate del año 2001.
En ese año se realizó en la ciudad de Porto Alegre, Brasil, el Primer Foro Social
Mundial y, en ese marco, fui invitado a dar una conferencia sobre la restauración
del capitalismo en Cuba.
Un día antes de la conferencia, Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Na-
cional de Cuba y uno de los tres indicados para suceder a Fidel Castro, hizo una
declaración al diario Zero Hora, el principal de la ciudad de Porto Alegre, en donde
señaló que Cuba continuaría siendo socialista y agregó: No privatizamos nada.

31
Martín Hernández

Un periodista de ese mismo diario pidió mi opinión sobre esa declaración y yo se-
ñalé: El gobierno de Castro tiene dos discursos; hace declaraciones en favor del so-
cialismo pero toma medidas para restaurar el capitalismo. Eso que declaré a la
prensa es la tesis que desarrollo en este libro (discurso socialista para ocultar la
restauración del capitalismo) y que, hasta ese momento, sólo había sido confron-
tada con los defensores del gobierno cubano pero no con los representantes del
propio gobierno. La conferencia / debate me brindó esta oportunidad y por eso
consideré útil agregar su desgrabación como anexo a este libro.
De la conferencia participaron seis miembros de la delegación oficial de Cuba
al Foro Social Mundial. Cuando comenzó la conferencia me surgió la curiosidad
sobre cómo responderían a mis argumentos. ¿Negarían el hecho de que ya no existe
más una economía centralmente planificada en Cuba y que tampoco existe más el
monopolio estatal del comercio exterior? ¿Negarían que prácticamente todas las
ramas de la producción están abiertas a las inversiones del capital internacional?
¿Qué pruebas podrían presentar?
Como el lector podrá constatar, el debate fue muy polémico; sin embargo, es ne-
cesario observar que los argumentos utilizados para sustentar lo insustentable (que
Cuba continúa rumbo al socialismo) fueron de carácter histórico (citando a la vieja
Cuba revolucionaria) o directamente morales. Ningún argumento, y mucho menos
alguna prueba, fue presentado para negar nuestra tesis de que el capitalismo fue
restaurado en la Isla. Una conclusión sobre la cual muchos deberían reflexionar.

Martín Hernández
São Paulo, 30 de octubre de 2007

32
PARTE 1

Rusia, China, Cuba...


De los estados obreros a la restauración del capitalismo

(textos escritos en el año 1995)


Introducción

Es innegable que, a partir de los acontecimientos que se han ido desarrollando


en el Este europeo desde finales de la década del 80, existe un gran desconcierto en
lo que comúnmente se conoce como “izquierda”.
Las acciones de las masas, que llevaron a la caída de la mayoría de los regíme-
nes encabezados por los PCs, y la contraofensiva del imperialismo, que posibilitó
un salto cualitativo en los planes de restauración capitalista, han provocado una
enorme confusión en la cabeza de millones de obreros, estudiantes, campesinos e
intelectuales que tienen el marxismo como referencia.
Es evidente que los más confundidos son los que han salido derrotados de este
proceso. Nos referimos a aquellas organizaciones y militantes que tenían a los re-
gímenes de la ex URSS, Alemania Oriental, Albania o Cuba como su modelo y, en
muchos casos, como su sostén político, organizativo y hasta financiero.
Pero sería errado interpretar que estos cambios que ocurrieron y continúan
ocurriendo en el Este, afectaron solamente a esos sectores. También han generado
una enorme confusión en aquellas organizaciones que venían combatiendo el es-
talinismo y a sus sucesores.
Claro que la confusión entre uno y otro sector tiene un carácter diferente. Los
primeros están confundidos, semidestruidos y buscando reciclarse porque han
sido derrotados por las masas a las que decían representar. Los segundos también
están confundidos, y en gran medida desorientados, porque la victoria que para
ellos significó la caída de los regímenes de los PCs no ha dado como resultado,
hasta ahora, el fortalecimiento de alternativas obreras y socialistas sino, por el con-
trario, la aceleración de los planes de restauración capitalista.
En relación con este último sector, la confusión aumentó considerablemente al
constatarse que los planes restauracionistas no sólo avanzaban sino que eran reci-
bidos con expectativa, y hasta con euforia, por las masas del Este.
Es cierto que actualmente esa euforia ha dado lugar a un creciente descontento
con el capitalismo y sus planes. Pero eso no ha significado una disminución con-
siderable en la confusión reinante en el interior de la izquierda revolucionaria. La
LIT-CI (Liga Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional) no ha esca-
pado a esta realidad. Impactados por los grandes acontecimientos que se desarro-
llaron entre los años 1989 y 1990, la dirección de la LIT de ese momento, confundió
deseos con realidad y creyó ver un movimiento que, en el corto plazo, llevaría al
triunfo nuevos procesos revolucionarios, similares a los que en 1917 dirigió el par-
tido bolchevique en Rusia.

35
Martín Hernández

Los hechos mostraron rápidamente que existía una comprensión equivocada de


la realidad. Sin embargo, aunque esas opiniones fueron dejadas de lado, su lugar
no fue ocupado, hasta hoy, por una comprensión común y verdaderamente mar-
xista de la nueva realidad. Se creó así, en cierta forma, un vacío teórico y progra-
mático. Pero la teoría, como la política, no acepta el vacío. El mundo continúa
andando. Nuevas corrientes ideológicas (la mayoría de las veces no tan “nuevas”)
nacen, se desarrollan y actúan sobre nuestro “vacío”.
En ese marco, este trabajo no tiene la pretensión de superar de una vez esa
enorme laguna, ya que esa tarea seguramente nos llevará varios años y será fruto
de una labor colectiva. Pero sí aspira a dar algunos pasos en esa dirección. En la
medida en que lo logre, espero que pueda ser usado por los grupos revoluciona-
rios que en Rusia, Ucrania o Polonia enfrentan la difícil tarea de construir los par-
tidos y sus programas revolucionarios.

¿Por qué estudiar los ex estados obreros?

El área de estudio de este trabajo son los países que hemos caracterizado tradi-
cionalmente como “estados obreros burocráticamente degenerados” (la ex URSS)
o “estados obreros burocráticamente deformados” (Polonia, Hungría, Alemania
Oriental, China, Cuba, Vietnam, etc.). Entre estos países destacamos en especial a
Rusia, China y Cuba.
Pero para estudiar estos países tenemos que responder a un interrogante. ¿Cuál
es el objetivo de ese estudio?
El debate que se da en las diferentes corrientes marxistas incluye los temas más
variados. Lo mismo ocurre con el que se da en la LIT-CI, el cual ha tendido a cen-
trarse en el carácter de clase de la ex URSS a partir de la década del treinta.
Esa discusión es de fundamental importancia, por eso en este texto, se la aborda
con bastante detenimiento; pero no es esa cuestión el objetivo central de nuestro
estudio.
Como militantes revolucionarios no pretendemos comentar la realidad sino
transformarla, y por eso este trabajo busca una utilidad programática. Pero no hay
programa para los ex estados obreros, para la ex URSS ni para Rusia que no arran-
que de la realidad actual. Por eso, el objetivo de este estudio es la realidad actual
de esa importante región del mundo. Es en este marco y al servicio de este ob-
jetivo que abordaremos las cuestiones históricas y las polémicas del pasado, ha-
ciendo nuestras las palabras de Trotsky cuando decía en su célebre libro La
revolución traicionada: (...) El objeto del presente estudio es dar una justa aprecia-
ción de la realidad para comprenderla mejor. No nos detendremos ante los días ya
transcurridos más que en la medida en que esto nos ayude a comprender el día
de mañana. [1]
[1] Trotsky, León, La revolución traicionada, Editorial Fontamara, España, pág. 29.

36
El Veredicto de la Historia

Algunas observaciones sobre las definiciones

Consideramos que el conjunto de los estados que estamos mencionando son es-
tados capitalistas. Por otra parte, opinamos que Trotsky tenía razón cuando defi-
nía a la URSS, en la década del 30, como un estado obrero degenerado. Pero antes
de abordar estas cuestiones y para evitar un debate restringido a la cuestión de los
nombres, es necesario hacer algunas aclaraciones sobre el particular.
Cuando Trotsky afirmaba, en la década del 30, que la URSS seguía siendo un
estado obrero, muchos militantes le decían indignados: ¿Cómo se puede llamar
obrero a un estado que hace un pacto con Hitler para invadir Polonia? ¿No es evidente
que la dictadura del proletariado excluye la dictadura sobre el proletariado?
Dudas similares, aunque de otro tipo, surgen cuando definimos el actual es-
tado ruso como capitalista. Varias personas plantean: ¿Cómo dicen que es un es-
tado capitalista si en Rusia casi no hay capitalistas y la mayoría de las grandes
empresas no fue privatizada?
Pero estos problemas de definiciones no surgen solamente en torno a la cues-
tión de los estados. Cuántas veces un marxista no fue cuestionado por la definición
de “democracia burguesa” o directamente de “democracia” por un honesto obrero
que, frente a los crímenes del capital, le preguntaba: ¿Es a eso que ustedes llaman
democracia?
Cuando un marxista se ve ante esta situación, no tiene otra alternativa que tra-
tar de explicar, con muchas palabras, qué es lo que está queriendo decir con esa de-
finición. Eso demuestra una vez más que la definición es la parte más pobre del
análisis, ya que trata de resumir, en unas pocas palabras, una gran cantidad de
conceptos.
Hacemos estas observaciones porque en varias partes el texto se refiere a la co-
rrección o no de determinadas definiciones, y para ello es necesario tener claro los
límites de una “definición” y la necesidad de ir al contenido de la misma.

Las elaboraciones de Trotsky como referencia

Este trabajo toma como referencia principal las elaboraciones de León Trotsky,
ya que estamos convencidos de que los acontecimientos que se vienen desarro-
llando en los ex estados obreros y particularmente en la ex URSS, están mostrando
el valor y la actualidad de sus elaboraciones. Por eso a lo largo del texto se repro-
ducen citas de ese autor. Al hacerlo, no pretendemos iniciar una “guerra de citas”.
Simplemente estamos haciendo un esfuerzo por partir de las verdaderas posi-
ciones de Trotsky, ya que vemos que en el actual debate no siempre es utilizado
este criterio.

37
Martín Hernández

Una última observación

A lo largo del trabajo nos veremos obligados a dar respuestas que son polémi-
cas. El debate sobre esas cuestiones tal vez nos lleve, a posteriori, a sacar la con-
clusión de que muchas de ellas estaban equivocadas. Consideramos que eso es
inevitable y completamente normal. Para elaborar sobre asuntos tan delicados es
necesario tener una actitud abierta. Es bueno recordar al respecto una intervención
de Nahuel Moreno sobre la cuestión de la revolución política en los estados obre-
ros, en una escuela de cuadros en Venezuela:

(...) Antes que nada, compañeros, el marxismo es abierto. La LIT es todavía


más abierta porque tanto Alberto como yo –como Napurí, como Enrique, como
Ernesto– sabemos de nuestras grandes limitaciones. Entonces, no sólo el marxismo
es abierto, sino que la LIT es tres veces más abierta porque sabemos que nos equi-
vocamos bastante. Y diez veces más abierta porque este es un problema nuevo,
totalmente nuevo (...).[2]

Hacemos nuestra la aclaración de Moreno, sólo que multiplicándola por una


buena cantidad de veces. En primer lugar, porque las “limitaciones” a las que se re-
fería Moreno son, en nuestro caso, cualitativamente superiores. En segundo lugar
porque estamos, igual que en ese momento, frente a problemas “nuevos”, sólo que
en la actualidad éstos abarcan un área cualitativamente mayor. En tercer lugar por-
que estamos, por primera vez, confrontando nuestras elaboraciones con las de se-
rios militantes marxistas del Este europeo.
Respecto de ellos, una última apreciación. El estalinismo y sus sucesores, con
su régimen de terror, colocaron una barrera entre los marxistas revolucionarios
del mundo capitalista y los del Este europeo. Las revoluciones del Este comenza-
ron a derrumbar estas barreras, pero este “feliz reencuentro” no es fácil. Es que en
todos esos años de dispersión se fueron construyendo diferentes lenguajes políti-
cos, diferencia agravada por las barreras idiomáticas que no son pocas ni secun-
darias. A esto hay que agregar que, por nuestra parte, los marxista occidentales
mantenemos en muchos aspectos una visión –valga la redundancia– “occidental”
sobre la realidad que vivían y viven esos países. Esto último nos obliga aún más a
ser extremadamente cuidadosos y abiertos en nuestras elaboraciones, y a pedir
disculpas anticipadas a estos compañeros por los errores que seguramente come-
teremos.

[2] Moreno, Nahuel, Escuela de Cuadros-Venezuela, 1982, Crux Ediciones, Buenos Aires, pág. 62.

38
La larga marcha rumbo a la restauración

Entre las muchas cuestiones que se discuten sobre los estados en donde el capi-
talismo fue expropiado, hay una que genera enormes polémicas y que se destaca por
ser, en gran medida, el punto de partida de todas las otras. Nos referimos al carác-
ter de clase de esos estados.
No es un hecho novedoso que los marxistas le den tanta importancia a la cues-
tión del estado. De hecho el marxismo, desde su nacimiento, con la crítica de Marx
y Engels a la concepción de Hegel del estado, ha incluido esta cuestión entre sus pre-
ocupaciones centrales.
En ese marco, a partir del triunfo de la revolución socialista en la ex URSS, en
1917, y, más claramente, a partir de la degeneración de ese estado, esa cuestión se ha
venido debatiendo permanentemente.
Hoy la realidad no es diferente, y así como durante décadas los marxistas revo-
lucionarios discutieron, muchas veces duramente, sobre si la URSS seguía siendo o
no un estado obrero (discusión que de hecho nunca se cerró), surge otro gran debate,
ahora sobre si Rusia y los otros estados ya son o no capitalistas.
Hoy en Rusia, por ejemplo, es evidente que el régimen del “partido único” acabó
o, mejor dicho, fue derrumbado por el movimiento de masas. ¿Pero también acabó
el estado anterior? ¿Ha surgido un estado de carácter diferente? ¿El capitalismo fue
restaurado en Rusia ? ¿Y qué ocurre en países como China, Vietnam, Cuba o incluso
en la mayoría de las repúblicas de la ex URSS en donde los regímenes de partido
único continúan existiendo?
El debate en torno a lo que son esos estados tiene una importancia tanto o más
grande que la que tenía en las décadas del 30 y el 40.
Hoy, como ayer, no estamos simplemente frente a la necesidad de precisar mejor
una determinada caracterización. Más que eso, al abordar esta cuestión estamos dis-
cutiendo el carácter mismo de la revolución en esas regiones del mundo.
En la década del 30, Trotsky, junto con definir a la burocracia estalinista como
contrarrevolucionaria y llamar a su derrocamiento revolucionario, planteó que el ca-
rácter de esta revolución no sería esencialmente social, sino político, en la me-
dida en que, a pesar de la burocracia, las bases económicas conquistadas con la
Revolución de Octubre (la economía estatizada, la planificación económica y el mo-
nopolio estatal del comercio exterior) continuaban en pie. ¿Continúa siendo válido,
en su esencia, el programa de la revolución política para Rusia y los otros estados?

39
Martín Hernández

Creemos que no porque las condiciones objetivas en las que se basaba cam-
biaron cualitativamente.
Sólo para tomar el caso de Rusia, creemos que es evidente que las bases eco-
nómicas conquistadas con la Revolución de Octubre no existen más. En ese
país, aún con particularidades, el capitalismo fue restaurado y por eso el pro-
grama planteado no es más, esencialmente, el de la revolución política, sino el de
la revolución social.
Seguir defendiendo que en Rusia el centro del programa es la revolución política (lo
que presupone mantener en lo esencial la actual estructura económica), como lo
hacen hoy una buena parte de los marxistas revolucionarios, no es sólo un error. Es,
objetivamente, una grave capitulación al capitalismo ruso y al imperialismo mundial.
Sin embargo, es un hecho que a pesar de las evidencias, al interior de la mayoría
de las corrientes marxistas revolucionarias y de la propia LIT-CI, existen bastantes
dudas, diferencias y, en algunos casos, una manifiesta resistencia para llegar a estas
conclusiones.
Las dudas o diferencias muchas veces surgen por la falta de estudio sobre la rea-
lidad actual, pero otras veces son el resultado de absolutizar algunos elementos de esa
realidad, como son la debilidad de la burguesía rusa, las grandes empresas que aún
son propiedad del estado, el peso de la burocracia y, fundamentalmente, el hecho de
que la clase obrera no fue derrotada.

Algunos antecedentes

Muchos honestos luchadores se sienten desmoralizados porque creen que fue-


ron las masas, con su movilización, quienes posibilitaron la restauración del capita-
lismo. A esos luchadores es necesario mostrarles no sólo el papel de la actual
burocracia frente a la restauración capitalista, sino el marco histórico de ese proceso.
Aunque esto lo abordaremos con más detalles en otra parte de este trabajo, es ne-
cesario afirmar desde ya que no se puede entender el proceso actual si no lo relacio-
namos con el que se dio, en las décadas del 20 y el 30, al interior de la ex URSS y del
Partido Bolchevique.
La teoría del “socialismo en un solo país”, elaborada por el estalinismo en los años
20, fue en realidad la justificación teórica de la política de “coexistencia pacífica” con
el imperialismo, que no significaba otra cosa que darle carta blanca a éste para que
continuase gobernando el mundo.
No podemos decir que existían, en la década del 20, planes políticos y económi-
cos para la restauración del capitalismo. Pero sí podemos afirmar que el conjunto de
la política de la burocracia gobernante, sea en el plano internacional o nacional,
sea en el terreno político, económico o social, no hacía más que fortalecer las ten-
dencias procapitalistas, y por esa vía preparaba el terreno para la restauración.

40
El Veredicto de la Historia

Sin embargo, “llegó la hora de la verdad” en lo que hacía a la validez de la teoría


del “socialismo en un solo país”. Esto sucedió cuando comenzaron a decaer y a en-
trar en crisis las economías de los países en donde había sido expropiada la bur-
guesía. Ante esa realidad, toda la fanfarronería burocrática de que la URSS podría
superar al imperialismo conviviendo con él y en un mundo dominado por él, mos-
tró con toda claridad su carácter utópico y reaccionario.
No había una salida esencialmente “económica”, se trataba de retomar el camino
de los bolcheviques; es decir, el camino de la revolución mundial. Sin embargo, es
bien sabido que la burocracia no orienta sus acciones por razones ideológicas, sino
por sus mezquinos intereses. Y fue así que, en defensa de esos intereses, la burocra-
cia buscó auxilio en el mundo capitalista. De esa forma, la crisis económica no sólo
no se superó, sino que se profundizó.
Ya en el año 1953, poco tiempo después de la muerte de Stalin, algunos especia-
listas comenzaron a desarrollar discusiones en torno a los desajustes que ocurrían en
las economías planificadas, y a proponer una serie de reformas para corregirlos.
En la URSS, Nikita Kruschev, en el marco de la llamada “desestalinización” y con
un discurso en contra de la ineficiencia burocrática, impulsó una descentralización
del aparato económico, de tal forma que muchos ministerios centrales fueron eli-
minados. Una buena parte de la dirección económica fue transferida a los consejos
regionales (sovnarjoses). Sin embargo, estas medidas no trajeron aparejada una
mayor eficiencia del aparato económico ya que, tal como señala Pierre Broué, (...) el
control burocrático se ha limitado a cambiar de forma: los problemas siguen sin ser re-
sueltos.[1] En realidad, los problemas se habían agravado. Decenas de miles de bu-
rócratas locales se sintieron con mayor libertad para hacer sus propios negocios. No
es casual que en ese período comenzase a salir a la luz algo que a posteriori acabaría
institucionalizándose: los grandes escándalos de corrupción que envolvían a admi-
nistradores y figuras del partido.
Paralelamente a esto, a finales de la década del 50, las burocracias gobernantes se
hicieron eco de las opiniones de los especialistas que recomendaban cambios. Ya re-
sultaba innegable que las economías del Este estaban perdiendo su dinamismo
inicial.
En ese momento la situación no era muy preocupante, ya que esas economías se-
guían creciendo a buen ritmo, pero ya se notaba una clara disminución de ese cre-
cimiento.
En el inicio de los años sesenta la situación empeoró aún más y se notó un declive
que, con pequeños altibajos, ya no habría de detenerse.[2] Eso llevó a las autoridades
a comprender que era necesario ir abandonando, paulatinamente, el padrón de cre-
cimiento extensivo, para pasar a un nuevo padrón de crecimiento intensivo.

[1] Broué, Pierre, El Partido Bolchevique, Editorial Ayuso, Barcelona, pág. 659.

41
Martín Hernández

Los primeros pasos los dieron las autoridades de la RDA (Alemania Oriental)
con el plan conocido como Nuevo Mecanismo Económico. En cinco años esa ex-
periencia se extendió hacia todo el Este europeo.
Los puntos básicos de este plan apuntaban a mejorar el método de gestión de
las empresas (lo que incluía mecanismos de relación entre éstas y los consumido-
res), y también se orientaba a un mayor intercambio con los países capitalistas,
para beneficiarse de la tecnología más avanzada de éstos.
Esta reforma, que se aplicó entre los años 1963 y 1968, acabó con un rotundo fra-
caso para las economías del Este. Por un lado, los diferentes cambios a nivel de la
gestión de las empresas acabaron siendo cuestionados y boicoteados por los buró-
cratas responsables de las mismas, ya que a través de ellos veían perder parte de su
poder. Por el contrario, la otra parte del plan, referente a la intensificación de las re-
laciones comerciales con los países capitalistas, se desarrolló a tal punto que ese pe-
ríodo fue conocido como la Edad de Oro del Comercio Este-Oeste.
Sin embargo, esas relaciones, lejos de permitir a las economías del Este recupe-
rar los antiguos índices de crecimiento, iniciaron el camino en dirección a la crisis.
Por la vía de los hechos, la burocracia sintió en carne propia que, los estados que
dirigía eran parte de la economía mundial, dirigida por el imperialismo: La im-
portación de tecnología occidental acabó desequilibrando completamente la ba-
lanza comercial de esos países.
El intercambio desfavorable, por un lado, y la dificultad de colocar los produc-
tos de los países del Este en el Occidente, por otro, llevaron a que este desequilibrio
de las balanzas comerciales no se pudiese corregir en ese momento. Como telón de
fondo de esta situación estaba la propia crisis de los países capitalistas desarro-
llados, que disminuyó su capacidad de demanda y ejerció un efecto depresivo
sobre el conjunto del comercio a nivel mundial.
A finales de la década del 60, esta crisis en la balanza comercial llevó a una si-
tuación crítica a las economías del Este. La URSS fue la menos perjudicada, ya que
como gran productora de petróleo se benefició con los altos precios de este pro-
ducto en el mercado internacional.

[2] TASA DE CRECIMIENTO DE LA RENTA NACIONAL (en porcentajes)


AÑO 1951-55 1956-60 1966-70 1976-80 1983 1985 1987
BULGARIA 12,2 9,6 8,7 6,1 3,0 1,8 5,3
HUNGRÍA 5,7 6,0 6,8 3,2 0,3 -1,4 2,0
POLONIA 8,6 6,6 6,0 1,2 6,0 3,4 2,0
R.D.A 13,2 7,4 5,2 4,2 4,6 5,2 3,5
RUMANIA 14,2 6,6 7,7 7,3 3,7 5,9 4,8
CHECOSLOV. 8,1 7,0 7,2 4,3 2,3 3,0 2,0
URSS 11,3 9,2 7,4 4,2 4,2 3,5 2,3
ESTE DE CONJ. 10,7 8,3 7,4 4,2 4,1 3,5 2,6
FUENTE: Comisión Económica para Europa, de las Naciones Unidas, Cuadernos del Este Nº 9, Editorial Com-
plutense, Madrid, pág 14.

42
El Veredicto de la Historia

La difícil situación de las economías ya no tenía que ver, como en los años an-
teriores, sólo con la disminución de las tasas de crecimiento. Sumado a ello, otros
graves problemas se agregaron: La desaceleración de las inversiones (con el con-
siguiente envejecimiento del aparato productivo), la disminución de la producti-
vidad, y el surgimiento de dos problemas inéditos en las economías planificadas:
inflación y desempleo. Como corolario de todo eso, crecía el descontento social.
Recordemos, sólo a título de ejemplo, que durante ese período se produjeron gran-
des acontecimientos revolucionarios como “La primavera de Praga”, en 1968, y
las grandes huelgas de Polonia que, en 1970, provocaron la caída de Gomulka.
Para salir de este atolladero, las economías del Este apelaron nuevamente a los pa-
íses capitalistas en busca de capital. Al principio esta opción les trajo buenos re-
sultados, dado que les fue muy fácil conseguir préstamos a bajo costo. Sin embargo,
esta política tuvo resultados desastrosos, ya que a comienzos de los años 80 se ele-
varon espectacularmente los tipos de interés, cosa que repercutió en un aumento
considerable de la deuda.[3] En esa situación, las burocracias gobernantes, ante la
necesidad de reequilibrar sus balanzas comerciales, se lanzaron a una drástica po-
lítica de incremento de las exportaciones y de reducción de las importaciones. Ya
en 1981, el cambio les permitió eliminar el déficit de la balanza comercial. Pero ese
éxito parcial no fue suficiente para disminuir sensiblemente la deuda externa ni
mucho menos para aumentar las inversiones en la producción. En los años 80, se
agravaría la situación del conjunto de las economías, con un considerable aumento
de la deuda externa; situación ésta de la cual ni siquiera la poderosa URSS, en ese
momento, pudo escapar.

La crisis en números

Tomando específicamente el caso de la ex URSS, los números muestran hasta


qué punto era grave la situación a comienzos de la década del 80. A nivel del cre-
cimiento económico, entre 1971 y 1985 la tasa se había reducido dos veces y media.
Algo similar ocurría con la productividad. En los años 1981 y 1982, ésta no sólo
no crecía sino que se reducía a razón del 1% anual. De esta forma, la productividad
era entre dos y tres veces más baja que la de los países capitalistas desarrollados.
Las inversiones, que en el período 1971-1975 habían crecido a razón de un
8,8% anual, crecían en el período 1981-1985 a razón de 3,4%, a la vez que la ren-
tabilidad se reducía a razón del 14% con cada nuevo plan quinquenal.
La burocracia gobernante, responsable por esta situación, descargaba la crisis
económica sobre las espaldas de los trabajadores. Así, la proporción de capital des-
tinado a la construcción de viviendas, que en 1960 era del 23%, en el período 1981-
1985 se había reducido al 15%.
[3] Datos sobre el crecimiento de la deuda externa de los países de Europa Oriental, citados por la Comisión Eco-
nómica para Europa, de las Naciones Unidas, Cuadernos del Este Nº 9, Editorial Complutense, Madrid, pág 16.

43
Martín Hernández

De la misma manera que la educación, que en 1950 consumía el 10% de la renta


nacional, al inicios de los 80 consumía sólo el 6%.
El crecimiento del consumo per cápita, que había sido del 5,1% en el período
1966-1970, se redujo a 2,4% en el de 1976-1980, para llegar a un crecimiento nulo,
e incluso negativo, en los primeros años de la década del 80. Como resultado, la ex-
pectativa de vida, que en 1955 era de 67 años y en 1972, de 70 años, en los inicios
de la década del 80 había caído a 60 años.[4]
Frente a este cuadro de decadencia sostenida, la burocracia gobernante se veía
obligada a intentar cambiar el rumbo de la situación. Los números mostraban una
tendencia que parecía irreversible. Eran la muestra más evidente del fracaso de la
gestión burocrática.

La Perestroika

En la URSS, la respuesta dada frente al evidente fracaso de la gestión burocrá-


tica, tuvo un nombre: Perestroika.
El principal ideólogo e impulsador de este plan, Mijaíl Gorbachov, por más que
lo intentó, no pudo ocultar las razones que lo motivaron. Así, en el prólogo de su
libro Perestroika, nuevas ideas para mi país y el mundo, decía:

(...) En el occidente hay diversas interpretaciones de la Perestroika, inclusive en los


EUA. Existe el punto de vista que fue necesaria debido al estado desastroso de la
economía soviética (...) Nada podría estar más lejos de la verdad. La Perestroika,
naturalmente, fue, en gran parte incentivada por nuestra insatisfacción con el
rumbo que las cosas estaban tomando en los últimos años en nuestro país. Pero
fue mucho más inspirada por la conciencia de que el potencial del socialismo no
había sido utilizado totalmente.[5]
Sin embargo, pocas páginas más adelante Gorbachov confesaba:

(...) La Perestroika era la situación, primero descubrimos una disminución del


crecimiento económico. En los últimos quince años, la tasa de crecimiento de la
renta nacional cayó más de la mitad y a inicios de los años 80, llegó a un nivel pró-
ximo al estancamiento económico.[6] (Subrayados nuestros).

La Perestroika a nivel económico, combinado con la Glasnot, a nivel político,


fueron planes cualitativamente diferentes a todos los que se habían implemen-
tado anteriormente en la historia de la ex URSS.
[4] Relacionados con estos datos está el índice de alcoholismo: cuarenta millones en la década del 70, cifra que
muy probablemente aumentó en la del 80.
[5] Gorbachov, Mijaíl, Perestroika, nuevas ideas para mi país y el mundo, Editora Best Seller, São Paulo, pág. 9.
[6] Ídem, págs. 15,16 y 17.

44
El Veredicto de la Historia

A partir del proceso de burocratización del estado soviético se fueron ejecu-


tando, en diferentes momentos, medidas y planes integrales de carácter procapi-
talista. Decimos “procapitalistas” porque en lugar de fortalecer las tendencias
socialistas, fortalecían las tendencias burguesas.
La Perestroika fue también, en ese sentido, un plan procapitalista, sólo que cua-
litativamente diferente. La Perestroika es el primer plan que intenta superar la
crisis económica a través de la restauración del capitalismo.
Carlos Taibo, en su libro La disolución de la URSS, hace una descripción bas-
tante correcta de lo que se proponía este plan.

El objetivo primitivo de las reformas era propiciar una aceleración (uskorénie) que
permitiese doblar el potencial económico en el año 2000, con un crecimiento de 2,3-
2,5 veces en la productividad social del trabajo y un tránsito progresivo a un modelo
de crecimiento intensivo (...) El nuevo mecanismo económico debía entrar en vigor
con el XIII plan quinquenal (1991-1995). El proceso de implantación comprendería
tres fases: extensión del experimento económico en gran escala, responsabilidad eco-
nómica plena, y cambios radicales en la línea del ‘socialismo de mercado’. Una
vez alcanzada la última fase se habría accedido a un nuevo orden económico en el
que se haría notar una coordinación horizontal entre las empresas y se habría
suprimido la planificación imperativa (...). Hasta 1991, la economía se encontra-
ría en un estadio de prerreforma (…).[7] (Subrayados nuestros).

En aquellos años era común que Gorbachov y su equipo se valieran de un pa-


labrerío ambiguo, como “socialismo de mercado”, para disfrazar su marcha en di-
rección al capitalismo. Más aún, Gorbachov decía que Lenin era la (...) fuente
ideológica de la Perestroika.[8] Esta fraseología, que combinaba ataques a la inefi-
ciencia burocrática con promesas de libertades y reivindicaciones de Lenin, con-
fundió a no pocos revolucionarios de todo el mundo, que creyeron ver en
Gorbachov una alternativa revolucionaria o, como mínimo, progresiva, al poder
burocrático. Sin embargo, analizando las medidas que se fueron aplicando en ese
período, se observa el verdadero carácter de la Perestroika.
Un documento aprobado por el Comité Central del PCUS en junio de 1987,
afirmaba que la economía debía seguir respondiendo a un sistema de planificación
central, pero establecía que esa centralización no afectaría los niveles inferiores
de la economía.
Así, en lo relativo a sus decisiones operacionales, las empresas gozarían de total
autonomía, a la vez que también se afirmaba que el éxito o fracaso de las mismas
se determinaría con base a criterios estrictamente económicos.
[7] Taibo, Carlos, La disolución de la URSS, Ronsel Editorial, Barcelona, pág. 79.
[8] Gorbachov, Mijaíl, Perestroika, nuevas ideas para mi país y el mundo, Editora Best Seller,
São Paulo, pág. 25.

45
Martín Hernández

Estas orientaciones del PC, a cuyo frente estaba Gorbachov, se fueron trans-
formando en leyes. Así, en junio de 1987 fue aprobada la Ley de Empresas del Es-
tado con la cual desaparecían las subvenciones estatales. Esta ley establecía, aún
con ciertas restricciones, que era competencia de las empresas fijar sus propios
planes anuales y quinquenales a partir de contratos libres con clientes y provee-
dores de adentro y afuera de la URSS. En ningún momento Gorbachov se alejó,
de palabra, del socialismo. Todo lo contrario. A la vez que votaba y aplicaba leyes
restauracionistas, continuaba diciendo cosas como éstas:
(...) De hecho, la prensa publicó algunas propuestas que extrapolaban nuestro sis-
tema. Hubo una opinión, por ejemplo, de que deberíamos desistir de la econo-
mía planificada y sancionar el desempleo. Pero, no podemos permitir eso, dado
que nuestro objetivo es fortalecer el socialismo y no sustituirlo por un sistema
diferente. Lo que nos ofrece Occidente, en términos de economía, es inacepta-
ble para nosotros (...).[9] (Subrayados nuestros).

Sin embargo, las leyes votadas buscaban acabar con la economía planificada y
con el monopolio del comercio exterior por parte del estado. Esto último quedó
claro cuando, al poco tiempo, el Ministerio de Comercio Exterior fue disuelto y en
su lugar se creó una Comisión de Relaciones Económicas Internacionales que sólo
tenía la función de coordinar y orientar.
Trotsky decía que el estado soviético, a pesar de la burocracia, seguía siendo un
estado obrero (aunque burocratizado) porque la propiedad de los medios de pro-
ducción continuaba estatizada y planificada, y porque el comercio exterior era mo-
nopolio del estado.
La Perestroika, a través de la Ley de Empresas del Estado, dio un golpe mortal a
dos de esos pilares: El monopolio del comercio exterior y la planificación central.
Faltaba atacar con fuerza el tercer pilar: la economía nacionalizada.
Ya en noviembre del año 1986; es decir, antes de la ley mencionada, fue apro-
bada la Ley sobre las Actividades Individuales, y a posteriori, en mayo de 1988, la
Ley sobre Cooperativas. Ambas leyes facilitaron el surgimiento de un gran número
de empresas privadas.
La ley sobre Cooperativas permitía, por un lado, la formación de empresas pri-
vadas, de tres o más socios, bajo la forma de cooperativas de producción y, por
otro, autorizaba a estas empresas a establecer relaciones con otras de dentro y
fuera de la URSS.
Respaldadas por esta ley, la expansión de las cooperativas fue muy grande en
el comercio minorista, de artesanía y los servicios de reparaciones, de tal forma que
ya en 1989 existían más de 200.000 cooperativas con 4,8 millones de afiliados,
la mayoría de los cuales eran, de hecho, asalariados de empresas particulares.
[9] Ídem, págs. 96 y 97.

46
El Veredicto de la Historia

Después de la Perestroika

La Perestroika acabó, de la misma forma que también acabó, en gran medida,


la carrera política de Gorbachov, su idealizador y principal ejecutor. Sin embargo,
nos parece equivocado hablar simplemente del “fracaso de la Perestroika”, como
normalmente hacen muchos autores.
Es cierto que Gorbachov se proponía duplicar el potencial económico de la
URSS y, en ese sentido, la Perestroika fue un rotundo fracaso. Pero la Perestroika
se proponía fundamentalmente, para conseguir ese objetivo, restaurar el capita-
lismo en la URSS y, en este terreno, no podemos hablar de fracaso. Todo lo con-
trario. La Perestroika significó el “puntapié inicial” de ese proceso. Como no podía
ser de otra forma, las medidas que se instrumentaron provocaron una gran con-
vulsión social y es un hecho que Gorbachov cayó porque quedó preso de las con-
tradicciones que se produjeron entre el viejo aparato de la burocracia y los nuevos
sectores privilegiados que se crearon en el país, y de todos ellos con el movimiento
de masas.
Hoy en día Gorbachov quedó reducido a un político de segunda categoría. En
las últimas elecciones para presidente, con dificultad llegó al 1% de los votos; sin
embargo, los gobiernos de todas las grandes potencias capitalistas, lo reverencian
como uno de los más grandes estadistas del siglo XX. Esto no es casual ni gratuito.
Es una muestra de reconocimiento por los servicios prestados.
Tanto en la ex URSS como en la Federación Rusa, los nuevos planes económi-
cos que sucedieron a la Perestroika no hicieron más que profundizar el curso ini-
ciado por ella. Así, en diciembre de 1990, a nivel de la Federación Rusa se aprobó
la Ley sobre Empresas y Actividades Empresariales, que permitía la constitución
de prácticamente todo tipo de empresas. Podían ser individuales, sociedades anó-
nimas, o sociedades limitadas. En 1991, también en Rusia se aprobó la Ley de In-
versiones Extranjeras, seguida por el decreto presidencial sobre La liberalización
de la Actividad Económica Extranjera en el Territorio de la Federación Rusa. La
Ley de Inversiones Extranjeras permitía que empresas de otros países invirtieran
en Rusia a través de “joint ventures”.
Un tiempo antes, en el verano de 1990, había sido lanzado el Programa de los
500 días, que tenía como objetivo una privatización rápida y masiva. Este plan no
establecía el porcentaje de empresas a ser privatizadas, aunque se hablaba de un
70%. Como parte del plan, en 1991 las mayores empresas del estado fueron trans-
formadas en sociedades anónimas.
Después de un largo debate sobre cómo llevar adelante las privatizaciones, en
la primavera de 1992 el Soviet Supremo aprobó el Programa de Privatización para
ese año, el cual fue seguido por programas anuales de privatización, para 1993 y
1994.

47
Martín Hernández

El programa de privatizaciones para el año 1992 abarcaba prácticamente toda


la propiedad estatal y municipal, con excepción de las estancias estatales (sov-
khozy), tierras y construcciones. Establecía como principales objetivos de la pri-
vatización:

(...) Formar una camada de propietarios privados interesados en la creación


de una economía de mercado social.[10] (Subrayados nuestros).
* Aumentar la eficiencia de las empresas.
* Mejorar la red de seguridad social con el proceso de privatización.
* Ayudar en la estabilización financiera.
* Crear un ambiente y una desmonopolización competitivos.
* Atraer inversiones extranjeras.
* Prepararse para continuar con las privatizaciones en 1993-94.

Este plan ponía algunos límites al proceso de privatización. Pero esos límites no
eran cualitativamente diferentes a los que pone cualquier estado capitalista. Así, el
70% de las empresas podían ser privatizadas, y el 17% de estas privatizaciones po-
dían ser hechas por las autoridades locales sin autorización del gobierno central.
Podían ser privatizados, sin ningún obstáculo, todo el comercio mayorista y
minorista, las empresas de abastecimiento público, de servicios de consumo,
las empresas constructoras, de materiales de construcción, agroindustrias, in-
dustria alimenticia, industrias leves, empresas que operaran en rojo y fábricas
en proceso de construcción.

[10] Del Programa de Privatizaciones posterior a la Perestroika.

48
La restauración en Rusia

Ernest Mandel decía en uno de sus últimos trabajos: (...) El gobierno quiere res-
tablecer el capitalismo, pero no podemos confundir deseos con realidad (...).[11]
Esta tesis de Mandel, que intentaba mostrar la contradicción que habría entre
los deseos (planes de restauración) y la realidad (la supuesta continuidad del estado
obrero burocratizado) es la misma que defiende actualmente un número bastante
amplio de militantes trotskistas.
Por lo que decimos anteriormente, no coincidimos con esa tesis que defendía
Mandel; sin embargo, no podemos menos que coincidir con su recomendación
metodológica (“no confundir deseos con realidad”). Por eso, este texto no puede
limitarse a estudiar los planes de restauración, sino que también debe estudiar el
resultado de la aplicación de esos planes.
Por razones puramente didácticas, hasta aquí hemos presentado en forma casi
lineal las sucesivas medidas y planes económicos restauracionistas, pero es nece-
sario decir que la aplicación de esos planes y medidas no ha sido, ni está siendo, una
tarea fácil para los nuevos gobiernos restauracionistas.
El plan de restauración ha sufrido marchas y contramarchas que muchas veces
han dificultado el cumplimiento de los objetivos propuestos.
Estas dificultades para cumplir con las metas previstas, así como las sucesivas
crisis políticas y sociales, han hecho que muchos vean el proceso de restauración
como algo completamente caótico, en donde nada está definido. El propio autor
de este texto tuvo esa visión equivocada durante bastante tiempo. Así por ejem-
plo, en el año 1994, hemos afirmado con bastante insistencia que el proceso de res-
tauración estaba “empantanado”. [12]
Al afirmar esto estábamos haciendo una identificación equivocada entre res-
tauración y privatización, ya que lo que atravesaba por serias dificultades era,
esencialmente, el proceso de privatización. Sin embargo, la restauración ya estaba
muy avanzada, dado que no existía más el monopolio del comercio exterior, no
existía más la planificación central de la economía, y en lo que se refiere a las pri-
vatizaciones, si bien no se habían conseguido los objetivos esperados, una buena
parte de la economía ya no era estatal y existía, a nivel jurídico (lo que no es nada
[11] Mandel, Ernest, El poder y el dinero, Siglo XXI Editores, México, pág. 20.
[12] Este concepto era utilizado en los documentos de la TR (Tendencia por la Reconstrucción de la IV Interna-
cional), agrupamiento interno de la LIT que se formó en ocasión de la realización de su V Congreso Mundial. El
autor de este libro formó parte de esa corriente.

49
Martín Hernández

secundario) una serie de dispositivos para acabar con la propiedad estatizada de los
medios de producción.
Como decíamos anteriormente, existían y existen dificultades para avanzar en
el proceso de privatización. Sin embargo, era completamente exagerado, inclusive
en el año 1994, decir que las privatizaciones estaban empantanadas, o algo por
el estilo. Los números no muestran eso ni tampoco lo mostraban en ese tiempo.
De cualquier manera, si de lo que se trata es de precisar hasta qué grado avanzó
la restauración del capitalismo, y si, más concretamente, se trata de precisar si el ca-
pitalismo se restauró o no, se hace necesario estudiar no sólo el proceso de priva-
tización, sino un conjunto de aspectos de los cuales las privatizaciones son una
parte.

Los procedimientos y los números de la privatización

Es un hecho que los grandes capitales mundiales, e incluso nacionales, no han


mostrado interés en la compra de un número significativo de empresas estatales.
Este hecho es utilizado, por quienes opinan que continúa habiendo un estado
obrero, como una de las muestras de que el capitalismo no habría sido restaurado
en Rusia. Sin embargo, este tipo de razonamiento es completamente equivocado,
porque no tiene en cuenta que existen múltiples formas de privatización.
En la mayoría de los países capitalistas, las empresas estatales que han sido pri-
vatizadas fueron vendidas a inversores nacionales o extranjeros. Pero no fue ése el
procedimiento más habitual en Rusia ni en todo el Este europeo.
Es interesante el comentario que hace al respecto el último informe del Banco
Mundial:

(...) Las ventas a personas ajenas a las empresas se correspondieron en gran me-
dida con las esperanzas depositadas en mejorar el rendimiento de las mismas.
Pero terminó siendo un método caro y lento, mucho más difícil de concretar que
lo que había sido previsto...Sólo Hungría y Estonia privatizaron una proporción
significativa de empresas mediante ventas directas. Ningún otro país se aproximó
siquiera a esos resultados (...).[13]

El hecho de que haya habido un número bajo de potenciales inversores hizo


que en la primera fase de las privatizaciones, desde julio de 1992 hasta finales de
1994, se repartieran entre la población 148 millones de bonos, cada uno con un
valor nominal de 10.000 rublos. La gente podía hacer dos cosas con esos bonos:
venderlos o emplearlos como participación en el capital de empresas en proceso de
privatización. Eso último fue lo que la mayoría terminó haciendo.
[13] Banco Mundial, Del plan al mercado, Informe sobre el Desarrollo Mundial, 1996, Washington, pág. 57.

50
El Veredicto de la Historia

El anterior procedimiento se combinó con otro de gran importancia: los tra-


bajadores y directivos de las empresas tenían prioridad en lo que hacía a la com-
pra de las acciones de éstas.
En una de las variantes aplicadas, los trabajadores recibían gratuitamente el
25% del capital de la empresa. Además, éstos podían comprar un 10% de las ac-
ciones con un 30% de descuento, mientras que a los directivos se le reservaba la po-
sibilidad de adquirir el 5% del capital total.
Una segunda variante de privatización, que tuvo mucho éxito, establecía que las
empresas podían vender a sus trabajadores el 51% de sus activos a un precio 1,7
veces superior al del valor nominal de enero de 1992. Éste era en realidad un pre-
cio sumamente bajo dada la alta inflación que existió en ese período. Por otra parte,
podían pagar la mitad de ese valor con los bonos. El 49% de las acciones restantes
eran vendidas en subasta pública, y los interesados podían pagar con rublos o con
bonos.
Sobre los mecanismos que la burocracia rusa utilizó para la privatización, An-
ders Aslund hace el siguiente comentario: La propuesta de dar una parte substan-
cial de acciones de propiedad para los trabajadores de las empresas que serían
privatizadas no se basó en ninguna ideología ni concepto de justicia, sino simple-
mente en el deseo de facilitar la privatización rápida. Los trabajadores (con fre-
cuencia, también los gerentes) se transformaron rápidamente en abogados activos
de la privatización. Chubais explicó esta decisión con las siguientes palabras: Si nos-
otros no aceptásemos eso, los colectivos de trabajadores difícilmente apoyarían la pri-
vatización. Sin embargo ahora, súbitamente demuestran un interés en la ley y se
comenzaron a comprometer con la administración. Esa maniobra fue astutamente
planificada. Los trabajadores recibirían su parte solamente después que la empresa
hubiese sido transformada en una sociedad anónima. De ese modo, ellos no sólo pre-
sionarían por la privatización sino también por la corporatización. Las acciones
dadas a los trabajadores serían propiedad individual, para eliminar los peligros
de la propiedad colectiva (...).[14]
Con esa hábil política de la burocracia gobernante, el proceso de privatización
fue creciendo y la restauración se fue consolidando.
Los números sobre los resultados de este proceso no dejan muchas dudas. En
marzo de 1992 fueron privatizadas 1.352 empresas. Ese número creció paulatina-
mente hasta llegar al mes de diciembre de ese mismo año, cuando fueron privati-
zadas 11.865 empresas. El total de empresas privatizadas en 1992 fue de 46.815,
cifra que llegó a 106.000 en agosto de 1994, lo que equivale aproximadamente al
50 % de las empresas existentes en Rusia.[15]

[14] Aslund, Anders, How Russia Became a Market Economy (Cómo Rusia se convirtió en una economía de mer-
cado), The Brookings Institution, Washington.

51
Martín Hernández

Cuando presentamos estas cifras, quienes cuestionan nuestra afirmación de


que el capitalismo fue restaurado en Rusia, nos hacen, entre otras, una crítica cen-
tral: nuestros números estarían ocultando el hecho de que las empresas que han
sido privatizadas son en su mayoría pequeñas, mientras que las grandes continúan
en manos del Estado.
Al respecto, es necesario plantear tres cuestiones. En primer lugar, es cierto que
el grueso de las empresas privatizadas son pequeñas, pero es equivocado menos-
preciar este hecho. Ya en 1994 el 73% de las pequeñas empresas habían sido priva-
tizadas, y eso tuvo gran importancia para el proceso de restauración capitalista, ya
que esta primera etapa sirvió como test para avanzar sobre las grandes empresas.
En segundo lugar, hay que precisar que, si bien es cierto que un buen porcen-
taje de las grandes empresas continúan en manos del Estado, no es cierto que no
haya habido importantes avances del proceso de privatización en este sector.

[15] NÚMERO DE EMPRESAS PRIVATIZADAS


EMPRESAS TOTAL DE EMPRESAS
AÑO/MES PRIVATIZADAS PRIVATIZADAS
1992
marzo 1.352 1.352
abril 1.643 2.995
mayo 2.860 5.855
junio 3.078 8.933
julio 3.082 12.015
agosto 5.215 17.230
septiembre 5.342 22.572
octubre 6.663 29.235
noviembre 5.697 34.932
diciembre 11.865 46.815
1993
enero 7.428 54.243
febrero 3.746 57.989
marzo 1.506 59.495
abril 6.505 66.000
mayo 2.000 68.000
junio 4.000 72.000
julio 6.000 78.000
agosto 3.000 81.000
septiembre 1.000 82.000
octubre 1.000 83.000
noviembre 3.000 86.000
diciembre 3.000 89.000
1994
enero 2.000 91.000
febrero 2.000 93.000
marzo 2.000 95.000
abril 3.000 98.000
mayo 1.000 99.000
junio 3.000 102.000
julio 2.000 104.000
agosto 2.000 106.000
FUENTE: Aslund, Anders, How Russia Became a Market Economy (Cómo Rusia se convirtió en una economía
de mercado), The Brookings Institution, Washington, pág. 250.

52
El Veredicto de la Historia

En 1992 fueron seleccionadas 20.000 empresas grandes y medianas para ser


privatizadas, y ya en abril, el 80% de las mismas habían sufrido un profundo
cambio desde el punto de vista jurídico. Fueron transformadas en sociedades
anónimas. Como parte de esta política, en ese año fueron privatizadas 5.600 em-
presas con más de 1.000 trabajadores, y en julio de 1994 existían 12.000 em-
presas, entre grandes y medianas, que habían sido privatizadas.
Entre estas grandes empresas merece un destaque especial la Gaspron. Esta em-
presa, sucesora del Ministerio Soviético de la Industria del Gas, es la mayor em-
presa de Rusia y una de las mayores del mundo. Su peso es tan grande que de ella
se dice que es un “estado dentro del estado”. Pues bien, hoy en día, el gobierno sólo
es dueño del 40% de sus acciones.
En tercer lugar, no es correcto sobredimensionar la importancia de las grandes
empresas. Lo importante es la dimensión que cobran en la producción general
del país. Teniendo en cuenta este criterio, se puede observar que las grandes em-
presas que aún son del Estado cumplen un papel cada vez más secundario en la
economía rusa. Para esto basta atender las siguientes cifras. Ya a finales de 1994,
al sector no estatal de la economía le correspondía entre un 52 y un 60% del PBI,[16]
y estadísticas más recientes indican que el sector no estatal es responsable por el
84,6% de la producción industrial y por el 85% del comercio.[17] Estos números son
tan impresionantes que uno de los semanarios más influyentes de la burguesía hizo
el siguiente comentario: (...) Las reformas rusas fueron mucho más profundas que
lo que la mayoría de la gente esperaba al principio (...) El sector privado detenta una
parte mayor en la economía rusa que en la italiana (…).[18]

El sistema bancario

Observando el proceso ocurrido en el sistema bancario, la tesis de que conti-


nuaría habiendo un estado obrero en Rusia se vuelve poco convincente.
Ya en 1987 comenzaron las reformas en los bancos. En ese momento el Gos-
bank, banco estatal de la ex URSS, cambió de nombre por el de Banco Central de
la URSS y se colocó al servicio de la aplicación de las nuevas medidas económicas
del período gorbachiano.
En 1988, por medio de una ley se autorizó la creación de bancos cooperativos
para atender al nuevo sector privado que surgía.
En 1990, una nueva ley bancaria permitió la abertura de sociedades bancarias
en comanditas por acciones, con muy pocas restricciones para quienes querían
emprender este tipo de negocio.
[16] Datos de Peter Rutland, en “A twisted path toward a market economy”, citados por Carlos Taibo en La
Rusia de Yeltsin, Editorial Síntesis, Madrid, España, pág 151.
[17] Imágenes económicas del mundo 95/96, SEDES, París, pág. 251.
[18] The Economist, 7-11-95

53
Martín Hernández

Estos hechos, de conjunto, provocaron una explosión del número de bancos


rusos: 5 en 1989, 1.500 en 1992 y 2.500 en 1995. A estos números hay que agregarle
el surgimiento, en esos mismos años, de alrededor de 1.000 empresas de seguros.
La inflación desenfrenada fue una importante fuente de lucros para estos nue-
vos bancos. Por otra parte, el plan de privatización por medio de cupones les ofre-
ció otra oportunidad para hacer grandes negocios. Muchos bancos invirtieron
directamente en la compra de empresas, o prestaron dinero a otros inversores.
Estos bancos privados fueron ganando espacio en relación con sus similares
estatales. Los números no dejan lugar a dudas:

(...) la participación de los bancos nuevos en los activos totales del sistema
bancario aumentó rápidamente y llegó a más de dos tercios a comienzos de 1996.
El resto correspondía a los tres bancos estatales que aún funcionaban. Algunos de los
bancos nuevos no tardaron en transformarse en los principales bancos comerciales
del país, con balances de mil a tres mil millones de dólares. Rápidamente los bancos
nuevos abrieron líneas de servicios y productos financieros renovados. Varios de
ellos están ahora en el centro de los nuevos conglomerados financieros e industria-
les (...)[19](Subrayados nuestros).

Obviamente, no todos esos bancos están en buenas condiciones financieras.


Muchos de ellos están en crisis y difícilmente sobrevivan. Es que si bien fue muy
fácil abrirlos, no es tan fácil mantenerlos funcionando con ganancia. La disputa
por el mercado entre los diferentes bancos es “mortal”. Esta palabra, en el caso ruso,
no es sólo metafórica. Por otra parte, la forma en que se enfrenta la crisis de esos
bancos es una muestra más de que estamos frente a un estado capitalista. Respecto
de este tema, el informe ya citado del Banco Mundial señala lo siguiente:

(...) Un tercio de los bancos rusos acusaron déficit en 1995, casi inmediatamente
después que los intereses se tornaron positivos. Aunque Rusia comenzó a tratar el
problema de los bancos insolventes derogando sus cartas y restringiendo sus ope-
raciones, muchos bancos se encuentran todavía en una situación difícil. Las au-
toridades tendrán que resolver sin demora la situación de esos bancos,
liquidándolos, en muchos casos, para reestablecer la confianza, evitar una crisis
de grandes proporciones, y permitir que los recursos puedan ser destinados a los
bancos mejores (...) Para atacar ese problema, el gobierno ruso, con la asistencia del
Banco Mundial y del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) in-
trodujo un proyecto internacional de padrones bancarios. Algunos de los mejores
bancos fueron seleccionados para recibir fondos del Banco Mundial y del BERD,

[19] Banco Mundial, Del plan al mercado, Informe sobre el Desarrollo Mundial, 1996, Washington, pág. 110.

54
El Veredicto de la Historia

destinados al sector privado. Por su parte, los bancos tienen que presentar audito-
rías anuales realizadas por firmas internacionales y adherir, entre otras cosas, a
prudentes normas de adecuación de capital, diversificación de cartera y admi-
nistración de activos y pasivos. Según las estimaciones, entre 20 y 40 bancos de-
berán participar de esa reforma bancaria a partir de la base (...)[20]

La privatización de la tierra

A nivel de la tierra, el proceso de privatización avanzó bastante menos que a


nivel de la industria y el comercio. Las estadísticas indican que a finales de 1994
sólo el 7% de las tierras cultivadas estaban privatizadas.
En este caso sí ha habido una contradicción entre los planes de privatización y
los resultados conseguidos.
Como mínimo desde el año 1990 existe una política para privatizar el campo,
que se expresó en una votación en el Parlamento y por la cual se establecía la pro-
piedad privada de la tierra. Sin embargo, la instrumentación de esa política ha ve-
nido contando con la resistencia de la burocracia agraria, que es la que está al frente
de los 25.000 kolkhozys e sovkhozys. Esta resistencia, según algunos estudiosos
del tema, se debería al hecho de que a nivel de este sector de la burocracia estarían
muy extendidos los procedimientos que conducían a una privatización del uso de la
tierra no acompañada de mecanismo jurídico alguno.[21]
Estas contradicciones entre el gobierno y la burocracia agraria han provocado
una serie de crisis políticas. Por ejemplo, en abril de 1992, una importante mayo-
ría del Congreso votó en contra de la propiedad privada de la tierra. Otra muestra
de esta crisis fue el hecho de que el vicepresidente Rutskoi, que fue designado por
Yeltsin para realizar la reforma agraria, terminó defendiendo las posiciones de la
burocracia de ese sector.
De cualquier manera, también en el campo, a pesar de las mayores dificultades,
el proceso de privatización, lentamente, viene avanzando.
La política del gobierno parece estar centrada en ir, paulatinamente, haciendo
cambios. Los primeros fueron de orden jurídico, en los kolkhozys y sovkhozys. A
finales de 1991 fue votado un decreto que establecía su reorganización. Esto llevó
a que la amplia mayoría de los kolkhozys y sovkhozys se transformaran en em-
presas. Junto con esto se rompió el lazo directo que estas formas de propiedad
mantenían con el Ministerio de Agricultura.
El gobierno quería avanzar más rápidamente y en varias oportunidades trató de
hacer votar una ley que establecía la propiedad privada de la tierra. Sin embargo,
esa ley fue rechazada en varias oportunidades por el Soviet Supremo y sólo a fina-

[20] Ídem.
[21] Taibo, Carlos, La Rusia de Yeltsin, Editorial Síntesis, Madrid, España, pág. 148.

55
Martín Hernández

les de 1993 Yeltsin consiguió sancionar un decreto Sobre la Reglamentación de las


Relaciones de la Tierra y el Desarrollo de la Reforma Agraria en Rusia, por el cual
se establecía la plena existencia de la propiedad privada de la tierra. Este decreto
preparó el camino para el desmantelamiento de los kolkhozys.
El segundo aspecto de la política agraria del gobierno ha sido continuar incen-
tivando las propiedades familiares.
Estas propiedades, que tienen 42 hectáreas de promedio, han alcanzado un
cierto desarrollo. En 1990 había en toda Rusia solamente 4.432 propiedades de este
tipo, pero ese número se elevó a 279.000 en el año 1994.[22]
El tercer paso en dirección a la privatización de la tierra fue aumentar la entrega
de lotes privados.
Un número muy importante de familias rusas tienen un lote de tierra otorgado
por el gobierno. Tradicionalmente esos lotes representaban el 2% de las tierras cul-
tivables del país, pero eran responsables de una parte importante de la producción
agrícola (24% en el año 1990). Este tipo de explotación agrícola fue muy incenti-
vado, de forma tal que entre los años 1991 y 1993 el área de lotes privados pasó de
los tradicionales 2% al 5% de las tierras cultivables. En total existen actualmente al-
rededor de 50 millones de esos lotes, lo que significa que uno de cada tres rusos
(más de uno por familia) tiene uno de esos lotes y ellos son responsables por el
36% de la producción agrícola. Por otra parte, se crearon nuevas disposiciones le-
gales que le dieron a estos lotes un carácter inequívocamente privado, y esta forma
de propiedad está, en la actualidad, profundamente integrada en la vida econó-
mica y social del país.
La vivienda

La ofensiva privatizadora no ha afectado solamente los medios de producción.


El conjunto de la vida económica del país comenzó a ser regido por las leyes de la
economía de mercado, y esto afecta también a la vivienda.
Ya en diciembre de 1988 fue adoptado un decreto sobre la venta de viviendas,
que en ese momento no tuvo mucho efecto. Algunos departamentos estatales co-
menzaron a ser vendidos. Pero en julio de 1991 se tomó una medida de conse-
cuencias más serias, al promulgarse el Acta de Privatización de la Vivienda Rusa.

[22] EXPANSIÓN DE LAS PROPIEDADES AGRÍCOLAS PRIVADAS


AÑO NUEVAS PROPIEDADES PRIVATIZADAS TOTAL
1990 4.430 4.430
1991 44.581 49.013
1992 133.774 182.787
1993 87.213 270.000
1994 9.000 279.000
FUENTE: Aslund, Anders, How Russia Became a Market Economy (Cómo Rusia se convirtió en una economía
de mercado), The Brookings Institution, Washington, pág. 262.

56
El Veredicto de la Historia

Esta nueva ley permitía a las personas, si así lo deseaban, adquirir los departa-
mentos estatales en donde vivían y por los que pagaban un precio simbólico. Eso
implicaba plenos derechos de propiedad, incluyendo el derecho de vender, alqui-
lar o dejar sus departamentos como testamento.
Al principio, la gente tuvo dudas de adquirir los títulos de sus departamentos.
No era fácil entender la ventaja de comprar un departamento, aunque fuera a pre-
cio muy bajo, cuando por él se pagaban alquileres simbólicos. Por eso, en princi-
pio, la mayoría de los que privatizaron sus departamentos eran ancianos que
querían así garantizar la herencia, o inmigrantes que querían vender esas propie-
dades.
Sin embargo, el avance del proceso de restauración, hizo que un gran número
de personas se sintiesen inseguras y optasen por comprar los departamentos en
donde vivían. Así creció vertiginosamente la privatización de las viviendas.
En 1989 fueron privatizados 10.000 departamentos, y en 1992 ese número saltó
a 2.800.000, para llegar a finales de 1994 a la importante cifra de 10.975.000 de-
partamentos privatizados.[23]

[23] PRIVATIZACIÓN DE LAS VIVIENDAS


AÑO PRIVATIZACIÓN TOTAL
1989 10.000 10.000
1990 43.000 53.000
1991 122.000 175.000
1992 2.613.000 2.788.000
1993
enero 555.000 3.343.000
febrero 630.000 3.973.000
marzo 729.000 4.702.000
abril 640.000 5.342.000
mayo 519.000 5.861.000
junio 490.000 6.351.000
julio 408.000 6.759.000
agosto 357.000 7.116.000
septiembre 356.000 7.472.000
octubre 308.000 7.780.000
noviembre 319.000 8.099.000
diciembre 493.000 8.592.000
1994
enero 307.000 8.899.000
febrero 339.000 9.238.000
marzo 184.000 9.422.000
abril 200.000 9.622.000
mayo 201.000 9.823.000
junio 190.000 10.013.000
julio 151.000 10.164.000
agosto 135.000 10.299.000
septiembre 152.000 10.451.000
octubre 140.000 10.591.000
noviembre 143.000 10.734.000
diciembre 241.000 10.975.000
FUENTE: Aslund, Anders, How Russia Became a Market Economy (Cómo Rusia se convirtió en una economía
de mercado), The Brookings Institution, Washington, pág. 262.

57
Martín Hernández

La cuestión de los precios

Tal vez el argumento de más peso usado por los que opinan que en Rusia con-
tinúa existiendo un estado obrero, o como mínimo una economía no capitalista,
es el que tiene que ver con los precios. Según estos analistas, en Rusia existirían pre-
cios que no tienen nada que ver con el mercado mundial (extremadamente bajos),
lo que demostraría que no habría una economía capitalista.
Los que así razonan cometen el grave error de detener sus análisis en el año
1991. Porque, efectivamente, hasta ese año se puede hablar de precios internos
completamente desfasados del mercado mundial. Pero esa realidad cambió en
forma radical. El 2 de enero de 1992 fueron liberados la mayoría de los precios. Sólo
permanecieron controlados algunos bienes básicos, como la gasolina, el pan y la
leche. De esta forma se llegó al año 1995 con el 80% de los precios liberados,
mientras que los que continuaban teniendo una reglamentación estatal (no con-
gelados) eran fundamentalmente los referentes a energía y comunicaciones. A nivel
de los alimentos, sólo un 30% de ellos permaneció con precios reglamentados.
La liberalización de los precios provocó, en poco tiempo, una subida especta-
cular de éstos, al punto que hoy en día Rusia es uno de los países más caros del
planeta (Moscú es la novena ciudad más cara del mundo). Justamente uno de los
aspectos centrales del drama social que hoy viven las masas rusas está dado por ese
crecimiento espectacular de los precios, que no son acompañados por un creci-
miento proporcional de los salarios nominales. Como muestra de ello se pueden
observar los siguientes datos. En 1992, los precios al por mayor crecieron 2.525,2%
respecto del año anterior, y en el año 1993 el crecimiento fue de 979%. En ese
mismo período los salarios crecieron 1.987% y 771%, respectivamente, lo que sig-
nifica que sólo entre 1992 y 1993, la liberalización de precios provocó una pérdida
de más del 50% del poder adquisitivo de los salarios.[24]
Es cierto que en el caso de Rusia, como en el de todos los ex estados obreros,
no se puede tener en cuenta sólo el salario nominal, ya que en esos países tiene
una importancia decisiva el salario social. A este aspecto nos vamos a referir en de-
talle más adelante. De cualquier manera, es conveniente dejar aclarado que, con la
restauración, la pérdida del salario social es tan grande que es claramente supe-
rior a la de los salarios nominales.

[24] Ídem, págs. 137 y 138.

58
Clases y sectores sociales en la nueva Rusia

Las nuevas formas de propiedad que se dan en Rusia están dando origen a nue-
vas clases y sectores sociales.
En la mayoría de los países capitalistas es relativamente fácil hacer un estudio
sobre la estructura social. Es que en esos estados, las clases y sectores sociales se han
ido conformando a lo largo de décadas y siglos, y por eso tienen una relativa esta-
bilidad. No ocurre lo mismo con los nuevos estados capitalistas que han surgido a
partir de los ex estados obreros, y en especial en Rusia, una federación de 22 re-
públicas, de dimensiones continentales.
En los ex estados obreros, el pasaje de una economía planificada a una econo-
mía de mercado está provocando profundas transformaciones sociales. Existe una
movilidad social muy grande y también un entrecruzamiento social en un nivel
que no se da en el resto de los países capitalistas. Por otra parte, la restauración del
capitalismo se da en el marco de la crisis de este sistema, lo que hace que la con-
formación de nuevas clases sociales, de movilidad y de interrelación entre ellas,
adquiera las características de un proceso que, ante la falta de una definición más
precisa, lo denominaremos de “descomposición social”.
Este hecho es reconocido por el conjunto de los analistas. Así, por ejemplo, un
trabajo hecho por el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de São
Paulo, se refiere al mismo en los siguientes términos:

(...) En el escenario social surgen nuevos grupos. Camadas de masas son margi-
nalizadas y se amplía el abismo social. Las relaciones económicas se criminali-
zan cada vez más (...) la destrucción de las relaciones sociales antiguas es más
rápida que la formación de las nuevas.[25]

Para ilustrar la cuestión de las relaciones económicas criminalizadas basta se-


ñalar la importancia económica creciente que han adquirido los grupos mafiosos.
Se calcula que existen, sólo en Rusia, entre 3.000 y 4.000 de estos grupos, que em-
plean más de 25.000 personas y realizan todo tipo de tareas, desde cobros banca-
rios hasta asesinatos de empresarios. La mafia forma parte, o mejor dicho, es una
parte muy importante, tal vez cualitativa, de la nueva burguesía rusa. Por lo menos
eso es lo que indican los informes del Departamento Anti-Mafia ruso.
[25] Zaslávskaia, Tatiana, Estrutura social da sociedade russa contemporânea, Revista Estudos Avançados Nº28,
São Paulo, págs. 55 y 56.

59
Martín Hernández

Según estos informes, sólo en 1993 hubo 40.000 inversiones del crimen, el cri-
men organizado controlaría (...) el 40% del PIB y el 70% de los bancos rusos serían
de la mafia.[26]
Por otra parte, en el marco de la restauración, surgen diferentes sectores bur-
gueses (financieros, comerciales, industriales, exportadores, etc.).
La vieja burocracia, encaramada durante décadas en los órganos de gobierno y
de las empresas, se mantiene aunque sufre una transformación muy grande. Hoy,
un sector forma parte de la nueva burguesía. Otros continúan en sus funciones al
frente de las empresas que han sido privatizadas, y son, normalmente, fuertes ac-
cionistas de ellas. De este modo, cumplen una doble función social. Mientras que
otro importante sector continúa al frente de las empresas estatales, sólo que ahora
con una relación diferente con el Estado, en la medida en que no existe más la pla-
nificación central.
A nivel de los asalariados, las transformaciones no son menos profundas. El
reestablecimiento de la economía de mercado ha transformado al salario en una
mercancía, lo que ha provocado una mayor diferenciación salarial, una mayor mo-
vilidad y desempleo.
Ha surgido un nuevo sector, los asalariados de los diferentes tipos de empresas
no estatales que, a su vez, presentan profundas diferencias entre sí. Este sector es
el que más se desarrolla. Así, por ejemplo, en 1990, sobre un total de 75,3 millones
de trabajadores, 62,2 millones de ellos trabajaban en empresas estatales o munici-
pales y 9,4 millones lo hacían en el sector privado. Pasados sólo tres años, en 1993,
esos números se habían alterado profundamente. Los 62,2 millones de trabajado-
res de las empresas del estado se habían reducido a 41,5 millones. Por el contrario,
los 9,4 millones de trabajadores del sector privado habían aumentado a 16,6 mi-
llones.[27]
El desempleo, que era desconocido en la URSS, está siendo la segunda causa de
preocupación de las masas, después del problema de la delincuencia. El aumento

[26] Datos extraídos de Del plan al mercado, Informe sobre el Desarrollo Mundial,1996, pág. 105 y del diario O Es-
tado de São Paulo, 30/4/95.
En relación con la cantidad de grupos mafiosos, otros autores dan cifras aún mayores. Así, por ejemplo, Penny
Morvant en su trabajo War on organized crime and corruption habla de la existencia de 5.700 grupos.

[27] EMPLEOS POR TIPO DE PROPIEDAD (en millones)


AÑO 1990 1991 1992 1993
Total de empleos 75.3 73.8 72.0 71.0
Sector estatal y municipal 62.2 55.7 48.2 41.5
Empresas con propiedad mixta 3.0 7.5 8.3 12.1
Organizaciones sociales 0.6 0.7 0.6 0.5
Joint ventures 0.1 0.1 0.2 0.3
Sector privado 9.4 9.8 14.7 16.6
FUENTE: Aslund, Anders, How Russia Became a Market Economy (Cómo Rusia se convirtió en una economía
de mercado), The Brookings Institution, Washington, pág. 266.

60
El Veredicto de la Historia

del desempleo está generando el surgimiento de un fenómeno típico del capita-


lismo, el “ejército de reserva” y un subproducto de éste, el lumpenproletariado.
El estudio de las diferentes clases y sectores sociales que se están formando es
muy importante para ver las tendencias de la realidad, los diferentes intereses en
pugna y su manifestación política. Por eso lo abordaremos, con más detalle, en la
cuarta parte de este trabajo. De cualquier manera, en esta parte destinada a anali-
zar el proceso de restauración, nos parece importante que intentemos avanzar en
la respuesta a un interrogante: ¿de dónde y cómo surgió la nueva burguesía rusa?
O como mínimo, el que parece ser su sector más dinámico, la burguesía finan-
ciera-industrial.

La nueva burguesía rusa

La aceleración del proceso de restauración, que mostrábamos anteriormente, no


se explica sólo por la presión del imperialismo, por la capitulación creciente de la
burocracia o por las expectativas que se crearon en la población sobre la economía
de mercado, sino por el desarrollo una nueva burguesía rusa, que es producto y
a su vez factor dinamizador del proceso de restauración.
Es común entre la mayoría de los analistas minimizar el peso de la burguesía
rusa. Al hacerlo, se apoyan en un elemento cierto de la realidad. En términos com-
parativos, por ejemplo con la burguesía norteamericana, alemana o japonesa, la
burguesía rusa es prácticamente inexistente. Pero la comparación no puede ser
hecha de esta forma. Para ver el crecimiento de la burguesía rusa es necesario que
la comparación se haga con la situación anterior del propio estado ruso. Actuando
de esta forma, y sólo a título de ejemplo, es necesario tener en cuenta el dato que
dábamos anteriormente: En un país en donde hasta hace pocos años no existía una
clase burguesa, en los últimos cuatro años se han creado 2.500 bancos particu-
lares, la inmensa mayoría de ellos con capitales nacionales. Esta constatación nos
obliga a rastrear el origen de esos capitales y de los capitalistas rusos, porque ellos
surgieron del seno de ese estado que no tenía una economía capitalista, y del
seno mismo de la burocracia gobernante.
Es interesante ver cómo aborda el tema un testigo de estos hechos. Nos referi-
mos al marxista ruso V. Vasin, que en un pequeño trabajo titulado Economía y re-
laciones de producción en la URSS y Rusia en la segunda mitad del siglo XX analiza
cómo esa nueva clase se fue gestando a partir, fundamentalmente, de las camadas
altas de la burocracia.[29] El autor comienza su análisis con el fin de la NEP (Nueva
Política Económica) y señala:

[29] Vasin forma parte del POI (Partido Obrero Internacionalista) y el texto mencionado fue publicado en el
BII (Boletín Interno de Informaciones) de la LIT-CI, Nº 83, de octubre de 1996.

61
Martín Hernández

(...) Se conservaron también vestigios de explotación capitalista indirecta, que se


realizaba a través de las economías hechas por la población en las cajas de ahorro,
por las cuales recibían entre el 2 y el 3% anual. Pero existían ahorros por los cua-
les se recibían porcentajes anuales que superaban en mucho el salario anual de
la mayoría de los obreros. En la segunda mitad del siglo XX, en las libretas de
ahorro de la alta burocracia de la producción, se acumulaban grandes sumas
de dinero, recibidas en calidad de suplementos por la introducción de inventos,
o innovaciones técnicas de sus subordinados, de los cuales ellos figuraban como
coautores (...)
En los primeros años de la Perestroika, se permitió la creación de pequeñas coope-
rativas productivas para la refacción de viviendas, confección de ropas y calzados
(...) Estas cooperativas se convirtieron, casi instantáneamente, en pequeñas em-
presas capitalistas, en las cuales, gran parte de esos miembros cooperativos, re-
cibía solamente salario, y sólo una ínfima parte recibía, además del salario, la
ganancia (...)
Comenzó la creación de estas cooperativas productivas dentro de las empresas es-
tatales. A la cabeza de las cooperativas se ubicaban las capas superiores de la bu-
rocracia, o personas de su confianza. Cada vez más, la actividad de estas
cooperativas se circunscribía a aprovecharse de repuestos y materiales recibidos
por las empresas a precios mayoristas estatales, y a vender esos mismos mate-
riales a precio de mercado.
Comenzaron a acumularse en los niveles superiores de la burocracia de la pro-
ducción, enormes sumas de dinero. Comenzaron a crearse grandes cooperativas,
que empleaban decenas y cientos de obreros y asalariados. Comenzó a crecer el
volumen de la producción de las cooperativas capitalistas y a reducirse el volu-
men de la producción de las empresas estatales.
Un cambio cualitativo en el proceso de acumulación de capital tradicional comenzó
desde la privatización de las empresas por “vouchers”, que eran los cheques de pri-
vatización. Los empleados de base de las empresas vendían sus “vouchers” o recibían
por ellos pequeña cantidad de acciones de las empresas en las cuales trabajaban.
La alta burocracia de la producción de la empresa recibía por regla hasta 10%
o 12% de las acciones con voto resolutivo.
Más de la mitad de las acciones se vendían a través de ‘oficinas’-fondos de privati-
zación. Gran parte de esas acciones iba a parar a las manos de la alta jerarquía
de las empresas, y no obligatoriamente de aquellas que estos jerarcas adminis-
traban.
Los recursos previamente acumulados, utilizados para la compra y reventa de “vou-
chers” en las bolsas, llevaron a una acumulación de capitales en dinero. Comenza-
ron a fundarse bancos comerciales privados, en los cuales estos capitales en dinero
empezaron, antes que nada, a utilizarse para la compra y venta de acciones de las

62
El Veredicto de la Historia

empresas, producción de las empresas estatales, créditos a las operaciones comer-


ciales.
Desde los más poderosos bancos estatales se funda un sistema de algunas decenas
de bancos comerciales con plenos poderes. El presupuesto estatal comienza a pasar
a través de esos bancos “plenipotenciarios”, los cuales, con dinero del presu-
puesto, empezaron a comprar grandes empresas accionarias privatizables, que
pertenecían al estado (...) De esta forma, el dinero recibido por el estado por la
venta de las empresas pasaba nuevamente a estos bancos plenipotenciarios.
Los dueños de los bancos, fundando estructuras jurídicas independientes (temiendo
perjudicarse ante posibles quiebras de los bancos) vendían finalmente a estas es-
tructuras, es decir, a sí mismos, las empresas compradas con dinero del presu-
puesto, cuando no habían gastado en estas empresas ni siquiera una pequeña
parte de su verdadero valor (...). (Subrayados nuestros).

Los que gobiernan Rusia

Hasta ahora nos hemos referido, esencialmente, a los fenómenos que ocurren
en la estructura de la sociedad rusa. Ahora es necesario que abordemos el pro-
blema de la superestructura política, en especial del gobierno, dado que, como es
sabido, existe una permanente interacción entre la estructura y la superestructura.
Con respecto a esa interacción, es evidente el papel que ha jugado la política de
Gorbachov (que fue profundizada por Yeltsin) en el proceso de transformaciones
económicas. Pero también es evidente el papel que han jugado esas transforma-
ciones en los cambios ocurridos en la superestructura política, particularmente en
el gobierno central.
Estos últimos cambios se perciben entre un gobierno y otro de Yeltsin y se ob-
servan claramente al comparar el gobierno de Gorbachov, en la ex URSS, con el ac-
tual gobierno de Rusia.
Ambos gobiernos son, políticamente, restauracionistas. Sin embargo, son dife-
rentes desde el punto de vista social. El gobierno de Gorbachov era el gobierno de
la burocracia. El actual, de Yeltsin, no es sólo el gobierno de la burocracia. Y esa di-
ferencia es remarcada en el texto de Vasin que hemos citado anteriormente. El
autor, después de referirse a cómo se fue conformando la burguesía financiera-in-
dustrial, concluye con la siguiente frase:

(...) Los representantes de los capitales acumulados de esta forma, entraron al


gobierno de Rusia después de las últimas elecciones. Los capitalistas finan-
ciero-industriales y la burocracia de la producción, a pesar de todas sus con-
tradicciones de clase, se unieron en un gobierno contra aquellos a quienes
explotan, aunque por distintas formas. (Subrayados nuestros).

63
Martín Hernández

El máximo representante en el gobierno de la denominada “burocracia de la


producción” es el premier Chernomyirdin, ligado al poderoso trust Gasprom,[30]
pero la burguesía tiene también sus representantes e incluso sus propios miem-
bros. Entre los primeros se destaca el jefe de gabinete Chubais, que fue el respon-
sable por el programa de privatizaciones, y entre los segundos es necesario
mencionar al secretario adjunto del consejo de seguridad del Kremlin, Boris Be-
rezovski, dueño de un banco, de negocios de venta de automóviles y de emisoras
de televisión.
Berezovski no es el primer empresario que entra al gobierno ruso. Antes que él,
Wladimir Potanin, ex presidente del mayor banco privado de Rusia, el Onexim-
bank, había sido nombrado primer viceministro de Economía.
Ambos empresarios integran, junto con otros cinco, un grupo que se reúne se-
manalmente y que influye decisivamente en las altas esferas gubernamentales. For-
man parte de este grupo Piotr Aven y Mikahail Friedman, del Banco Alfa; Vladimir
Gussinnski, jefe del grupo Most, que actua en el área bancaria y de comunicación;
Mikhail Khodorkovski, presidente del grupo Menatep, con negocios en el sector
petrolífero y financiero; y Alexander Smolenski, del Banco Stolichni. Según Bere-
zovski, este grupo de empresarios controla el 50% de la economía rusa.

[30] Gaspron es la empresa sucesora del Ministerio Soviético de la Industria del Gas. Es la mayor empresa de
Rusia y una de las mayores del mundo. Sus activos (contando las reservas de gas) son calculados en 550 billo-
nes de dólares.

64
Los efectos económicos y sociales de la restauración

La ex URSS fue el país que más sufrió las consecuencias de la Segunda Guerra
Mundial. Bastaría para esto dar un dato comparativo. Inglaterra, los EE.UU. y Fran-
cia juntos tuvieron alrededor de un 1.200.000 muertos, mientras que la ex URSS tuvo
20.000.000. Estos números tuvieron también su correlato a nivel de la economía.
En los años de la Segunda Guerra se calcula que el Producto Nacional Bruto de
Rusia se redujo en un 17%. Sin embargo, este dato económico, provocado por la más
sangrienta de las guerras, es insignificante frente a los estragos producidos en la eco-
nomía rusa por la restauración del capitalismo.
Entre los años 1991 y 1994 la producción global de Rusia cayó en más de un 40%.
Por su parte, el PIB ha venido reduciéndose año tras año. 9% en 1991; 18,9% en
1992; 12% en 1993; 16% en 1994, y un 4% en los seis primeros meses de 1995.[31]
En lo que hace a las inversiones, también se experimenta una permanente caída:
15,5% en 1991; 45% en 1992; 16% en 1993, 28% en los primeros diez meses de 1994,
y 4% en la primera mitad de 1995.[32]
Números similares ofrece la producción industrial. En este terreno, se ha mani-
festado una caída del 8% en 1991; 18,7% en 1992; 16,2% en 1993, y un 12,4% en los
nueve primeros meses de 1994.
En los últimos tiempos, los analistas han destacado la existencia de un creci-
miento de la producción industrial en Rusia. Éste es real pero ínfimo (3% en los seis
primeros meses de 1995), y por eso está muy lejos de compensar la brutal caída (más
de un 50% desde 1990).
También a nivel de la agricultura ha habido un descenso permanente de la pro-
ducción: 4,5% en 1991, 8% en 1992, 4% en 1993 y 7% en los diez primeros meses de
1994.

La diferenciación social

Los números anteriores muestran un empobrecimiento progresivo del país, lo


que no presupone que todas las personas estén cada vez más pobres. La entrada
de Rusia en el mundo capitalista significa que la pobreza creciente de las grandes

[31] Datos de Bernard Feron, en La Russie. Espoirs et dangers, Le Monde, París, citados por Carlos Taibo en La
Rusia de Yeltsin, pág. 153.
[32] Ídem.

65
Martín Hernández

mayorías, es fuente de enormes ganancias para una minoría privilegiada. Lo que


crece, de esta forma, con la restauración del capitalismo, es la diferenciación social,
característica típica de este sistema. Algunos números indican con claridad este
proceso. Por ejemplo, en 1980, el 10% de la población con ingresos más altos era
dueña del 19% de la riqueza nacional, pero en 1992 ya era dueña del 33% de esa
riqueza, y ese número subió hasta el 42% sólo un año después, en 1993.[33]
Contrastando con este crecimiento espectacular de las riquezas en manos de
una minoría, las estadísticas del año 1993 indicaban que el 70% de la población
tenía ingresos inferiores a los de la media nacional.
Confirmando el crecimiento acelerado de la pobreza, en la mayoría de la po-
blación crece el porcentaje de ingresos destinados a la alimentación: 34% en 1991,
50% en febrero de 1992 y 70% a finales de ese año. Otros indicadores económicos
muestran que en 1993 la población destinaba para su alimentación siete veces más
que en 1992; sin embargo, consumía un tercio menos de carne, manteca y verdu-
ras, y la mitad de lácteos.[34]

El desempleo

Hace un tiempo atrás, conversando con una obrera de una de las mayores fá-
bricas de Moscú, ella nos expresaba en los siguientes términos una de las mayores
dificultades que encontraba para combatir los planes de restauración del capita-
lismo: Mis compañeros no me creen cuando les digo que si se restaura el capitalismo
va a ver desempleo. En la cabeza de un trabajador ruso no entra ni siquiera la posi-
bilidad de no tener trabajo. Esta idea de los trabajadores rusos se apoyaba en algo
material. Durante decenas de años no sólo hubo empleo, sino que él era obligato-
rio, de tal forma que quien no trabajaba iba preso.
Esta realidad, que mostraba que en Rusia existía una economía opuesta a la del
capitalismo, cambió cualitativamente, y también, lógicamente, cambió la opinión
de la población. Hoy las encuestas de opinión indican que el desempleo es ya la
segunda preocupación, después de la delincuencia.
El 1 de enero de 1994, las cifras oficiales situaban el desempleo en 835.500 tra-
bajadores (un 1,1% de la población económicamente activa). Un año después, el 1
de enero de 1995, la cifra oficial de desempleados se había elevado a 1.600.000
(2,1% de la población económicamente activa). Sin embargo, existe entre los ana-
listas la opinión generalizada de que estas cifras oficiales son poco realistas. Tanto
es así que el propio Fiódor Prokópov, que es el responsable del Servicio de Empleo
Federal, estimó que a principios de 1995 había 5.300.000 desempleados (un 7%
de la población activa).

[33] Datos de A. Kenaway, en The Russian economy, citados por Carlos Taibo en La Rusia de Yeltsin, pág. 177.
[34] Datos de A. Kenaway, en The Russian economy, citados por Carlos Taibo en La Rusia de Yeltsin, pág. 177.

66
El Veredicto de la Historia

A lo anterior hay que agregarle otros problemas. Según un informe de la Or-


ganización Mundial del Trabajo, en Rusia, un tercio de los trabajadores de la in-
dustria estarían desempleados de hecho. Por fuera de los informes oficiales,
crecen el trabajo temporario y las vacaciones forzadas por largos meses. Además,
un alto porcentaje de los trabajadores pasan tres, cuatro y hasta seis meses sin re-
cibir sus salarios. Por otra parte, el desempleo se ha desarrollado en forma com-
pletamente desigual, lo que dificulta su medición fidedigna. Los propios datos
oficiales indican que las regiones del norte, centro y noroeste presentan índices
que son de 260 a 320% superiores a la media del conjunto de la Federación.[35]

La salud

Como hemos señalado en otra parte de este texto, la burocracia gobernante, en


el período anterior, descargó la crisis económica del estado sobre las espaldas de
la masa trabajadora, cosa que se vio reflejada en la reducción de los presupuestos
para salud, educación y vivienda. Sin embargo, aquella realidad en nada se pare-
cía a la actual, cuando ha comenzado un verdadero desmonte de los servicios pú-
blicos que, especialmente en el caso de la salud, comienza a tener consecuencias
catastróficas.
La difteria, que en 1990 afectaba a 0,8 personas por cada 100.000 habitantes, en
1993 afectaba a 4,6 personas por cada 100.000 habitantes, y hay cifras similares
para otras enfermedades: El sarampión, 12,4 en 1990 contra 30,0 en 1993; tuber-
culosis, 34,2 contra 45,3; sífilis 4,5 contra 21,5, e inclusive el cáncer, 164,5 contra
269,2.
En el corto período que va de 1990 a 1993, los índices de decadencia en este te-
rreno son espantosos, y preanuncian una catástrofe social similar a la de la Se-
gunda Guerra Mundial.
Esta última afirmación puede parecer exagerada; sin embargo, leyendo el pro-
pio informe del Banco Mundial se la puede verificar. En una parte de él, con el su-
gestivo título ¿La transición tiene efectos mortales?, se dan los siguientes datos:

Durante la transición aumentó el número de muertes en Rusia. Entre 1990 y


1994 la esperanza de vida se redujo de 64 a 58 años entre los hombres y de 74
a 71 años entre las mujeres (...) El mayor incremento de la mortalidad (cerca del
50% ) se registró entre hombres que están entre 25 y 55 años; en relación a los
hombres de más edad de ese grupo, ese incremento se debió principalmente al au-
mento de enfermedades cardiovasculares; en relación a los más jóvenes, princi-
palmente a accidentes, suicidios, consumo de drogas y homicidios.

[35] Datos extraídos del libro de Carlos Taibo, La Rusia de Yeltsin, págs. 182 y 183.

67
Martín Hernández

La mortalidad de los adultos en Rusia es ahora 10% más alta que en la India (...).
Dos factores pueden haber contribuido para esa situación. El primero es el con-
sumo de alcohol y drogas ilícitas (...) El segundo factor, menos documentado pero
sustentado por una extensa observación, es la reducción de la cualidad de los
servicios médicos en los últimos cinco años, que aumentó la mortalidad entre
las víctimas de lesiones graves y de emergencias cardiovasculares.[36] (Subrayados
nuestros).

Un proceso similar al de la salud se vive a nivel de la educación. Para esto bas-


taría señalar que en los años 70 se destinaba un 11% del presupuesto a este rubro.
En los años 80, en el período de Gorbachov, esa asignación se redujo al 8% y, en la
actualidad, no pasa del 5%.

Algunas conclusiones
sobre la restauración del capitalismo en Rusia

La restauración del capitalismo en los ex estados obreros, y en especial en Rusia,


ha llevado a los ideólogos de la burguesía a decir que el capitalismo mostró, en la
práctica, su superioridad, y que, por lo tanto, el socialismo, en la actualidad, no
pasaría de una utopía.
Esta idea, muy difundida entre la intelectualidad pequeño-burguesa, ha hecho
y continúa haciendo estragos en las filas del marxismo, ya que no son pocos los que
al interior de este movimiento acaban adoptándola, aunque recubran esa caracte-
rización con un cierto barniz de “izquierda”.
Aparentemente la burguesía tendría razón, ya que es un hecho de la realidad
que el capitalismo fue restaurado.
Sin embargo, basta observar los datos que hemos dado anteriormente para lle-
gar a una conclusión opuesta a los de estos ideólogos.
Desde el momento en que la clase obrera tomó el poder en Rusia, el peligro de
la restauración del capitalismo estuvo permanentemente planteado. Este peligro
aumentó, en forma cualitativa, cuando el poder fue usurpado por la burocracia
estalinista.
Esto fue señalado innumerables veces por los más destacados revolucionarios.
Pero nunca éstos dijeron que si eso se daba, estaría demostrada la superioridad del
capitalismo. Todo lo contrario.
Trotsky, en su trabajo más acabado sobre la degeneración burocrática de la
URSS, La revolución traicionada, decía:

[36] Banco Mundial, Del plan al mercado, Informe sobre el Desarrollo Mundial, 1996, Washington, pág. 141.

68
El Veredicto de la Historia

(...) Ya no hay necesidad de discutir con los señores economistas burgueses: el so-
cialismo ha demostrado su derecho a la victoria, no en las páginas de El Capi-
tal, sino en una arena económica que constituye la sexta parte de la superficie del
globo; no en el lenguaje de la dialéctica, sino en la del hierro, del cemento y de la
electricidad. Aún en el caso de que la URSS, por culpa de sus dirigentes, su-
cumbiera a los golpes del exterior –cosa que esperamos firmemente no ver– que-
daría, como prenda del porvenir, el hecho indestructible de que la revolución
proletaria fue lo único que permitió a un país atrasado obtener en menos de
veinte años resultados sin precedentes en la historia.[37] (Subrayados nuestros).

¿Exageraba Trotsky al hacer esta afirmación? Los hechos demostraron que no,
y estos hechos no pueden dejar de ser reconocidos, a su manera, por el propio im-
perialismo.
Los resultados “sin precedentes en la historia” a los que se refiere Trotsky, son
tan grandes que los redactores del Informe del Banco Mundial no puede menos que
declarar:

(...) La planificación dio resultados impresionantes: aumento de la producción,


industrialización, enseñaza básica, salud, vivienda y empleos para poblaciones
enteras (...) En el sistema de planificación centralizada, los países de la ECO y la
Unión Soviética eran sociedades bien instruidas, con índices casi universales de
matrícula primaria y secundaria inicial, altos niveles de alfabetización compara-
dos con los otros países de renta semejantes (y a veces con países de renta muy
superior) y niveles excepcionales de conocimientos básicos de matemáticas e in-
geniería (...) También en China los niveles de aprovechamiento educacional eran
–y son– excepcionales en comparación con los países en desarrollo (...) En la ECO
y en la Unión Soviética, las empresas tenían incentivos para emplear el mayor
número posible de personas, motivo por el cual era más común encontrar escasez
de mano de obra que desempleo (...).
Al final de la era soviética las familias dedicaban a la vivienda (alquiler y servi-
cios) apenas 2,4% de sus salarios –menos de lo que gastaban en bebidas alcohó-
licas y cigarrillos (...).[38]

Pero Trotsky no sólo se refirió a los éxitos del estado obrero, también señaló
cuál sería el futuro de ese Estado si en él se restauraba el capitalismo:

(...) La caída del régimen soviético causaría, inevitablemente, la caída de la eco-


nomía planificada y, desde entonces, la liquidación de la propiedad estatizada
[37] Trotsky, León, La revolución traicionada, Ediciones Antídoto, Portugal, pág. 57
[38] Banco Mundial, Del plan al mercado, Informe sobre el Desarrollo Mundial, 1996, Washington, págs. 1 y 79.

69
Martín Hernández

(...) Así, la caída de la dictadura burocrática actual, sin su sustitución por un


nuevo poder socialista, anunciaría el retorno al sistema capitalista, con una
baja catastrófica de la economía y de la cultura.[39] (Subrayados nuestros).

Este pronóstico de Trotsky, de cual se desprendía todo un programa de acción,


que comenzaba por la defensa incondicional de ese Estado frente a los ataques del
capitalismo, se ha visto confirmado, trágicamente, por la realidad. “La baja catas-
trófica de la economía y la cultura” es innegable.
En este marco, la afirmación que dice que el capitalismo mostró su superiori-
dad porque consiguió imponer la restauración, no tiene el más mínimo respaldo
en la realidad.

[39] Trotsky, León, La revolución traicionada, Ediciones Antídoto, Portugal, pág. 249.

70
Los otros Estados en general,
y el caso de China, en particular

Si bien hasta ahora nos hemos detenido centralmente en Rusia, no creemos que
el proceso que se da en ese país sea excepcional. Por el contrario, opinamos que es
parte de un proceso que se da en el conjunto de los estados en donde la burgue-
sía había sido expropiada. Si nos detuvimos más en Rusia, es porque considera-
mos ese país como la parte más importante de este proceso y, en gran medida, su
epicentro.
Hemos visto anteriormente cómo lo que ocurría en esos estados estaba interre-
lacionado con las tendencias más generales de la economía mundial, pero también
es necesario ver la profunda interrelación que existía, y existe, entre esos procesos.
Esta interrelación salta a la vista particularmente en el caso de Cuba. El fin de la
URSS y de su economía planificada, significó el fin de las exportaciones subsidiadas
para la Isla, lo que a su vez aceleró la crisis económica de Cuba y fue un factor de-
terminante para la adopción, por parte de la dirección castrista, de una clara polí-
tica restauracionista.
Sin embargo, esta interrelación entre la economía de la ex URSS y Cuba no es la
única y está muy lejos de ser la más importante. Para ver esto basta señalar que el co-
mercio entre los países que formaban parte de la ex URSS absorbía las 4/5 partes de
sus exportaciones. A su vez, con el fin de la URSS, el comercio entre estos países y
los que integraban el CAEM,[40] cayó en un 70%, lo que provocó un colapso de esas
economías.
Por otra parte, los subsidios de Rusia a las exportaciones no eran sólo para Cuba.
Por ejemplo, sólo en el año 1990 esos subsidios dados por Rusia a otros países lle-
garon a ser de 58.000 millones de dólares, de los cuales 40.000 millones eran desti-
nados a otras repúblicas de la ex URSS y 18.000 millones a otros países que formaban
parte del CAEM, entre ellos, Cuba. En este sentido, la unidad que mostró el pro-
ceso revolucionario en el Este (el llamado efecto “dominó”) no tiene sólo bases po-
líticas, sino fundamentalmente económicas.
Es cierto que China, que no formaba parte del CAEM, no se vio afectada por la
caída brusca del comercio. Pero este hecho no colocó a China fuera del proceso de
restauración. Todo lo contrario. La independencia que ese país tenía en relación con
el resto del bloque que lideraba la ex URSS explica, en gran medida, por qué la bu-
[40] CAEM (Consejo de Asistencia Económica Mutua). En 1989 formaban parte de él Alemania Oriental, Bul-
garia, Cuba, Hungría, Mongolia, Polonia, Rumania, Checoslovaquia, la Unión Soviética y Vietnam.

71
Martín Hernández

rocracia china inició las reformas procapitalistas bastante tiempo antes que la rusa.
Desde ya que decir que existe un proceso de restauración del capitalismo no sig-
nifica decir que éste es homogéneo. Hay enormes desigualdades, y no sólo de ritmos
y de resultados. Existen varios planes de restauración del capitalismo. Se habla en ge-
neral del modelo chino y del modelo de los países del Este europeo. Sin embargo, la
variedad es mayor aún. En realidad, podríamos decir que existen casi tantos planes
de restauración capitalista como países en donde se los está aplicando.

¿China, un bastión socialista?

Hay muchas polémicas al interior del marxismo revolucionario en torno al ca-


rácter actual de los estados en donde en el pasado se expropió a la burguesía. Exis-
ten las más variadas opiniones y lo mismo ocurre, como no podía ser de otra forma,
a nivel de la LIT. Así, con varios matices, las opiniones van desde que todos esos es-
tados (incluido Alemania Oriental) continúan siendo estados obreros burocratiza-
dos, hasta quienes opinan que todos esos estados son capitalistas.
La idea de que el capitalismo fue restaurado en el Este europeo se ha ido impo-
niendo por la contundencia de los hechos; sin embargo, la polémica se reabre con
más fuerza cuando se analizan otros países, particularmente China y Cuba.
En relación con China, no creemos en la existencia de un determinismo histó-
rico. Por el contrario, opinamos que no hay nada superior a la lucha de clases, y tam-
bién creemos en la existencia de las particularidades nacionales. Podría ser, en este
sentido, que se hubiese restaurado el capitalismo en Rusia y todo el Este europeo y
no en China. Pero si esto fuese así, si los datos de la realidad indicaran eso, no bas-
taría constatar el hecho; se haría necesario dar una explicación sobre él.
Decimos esto porque, desde el punto de vista objetivo, existen muchísimas más
condiciones para que avancen los planes de restauración del capitalismo en
China que en Rusia.
En primer lugar porque China es un país mucho más atrasado.
En segundo lugar porque el imperialismo respalda con mucha más fuerza el pro-
ceso que se da en China que el que se da en Rusia, lo que se puede ver en las inver-
siones (121.704 millones de dólares invertidos en China, contra sólo 3.900 invertidos
en Rusia).[41]
En tercer lugar, el proletariado chino tuvo un peso ínfimo en su revolución, a di-
ferencia del que tuvo el proletariado ruso en la suya.
En cuarto lugar, el proletariado chino, también a diferencia del ruso, hizo su re-
volución con una dirección que siempre capituló a la burguesía.
En quinto lugar, en la actualidad, el proletariado ruso es muchísimo más fuerte
que el chino.

[41] Estas cantidades corresponden al flujo acumulado de inversiones externas directas, en el período 1989-l995.
Fuente: Banco Mundial, Del plan al mercado, Informe sobre el Desarrollo Mundial, 1996.

72
El Veredicto de la Historia

En sexto lugar, la movilizaciones de las masas chinas que podrían, en su des-


arrollo, ser un obstáculo a los planes restauracionistas, terminaron en un baño de
sangre. Por el contrario, las masas rusas no sólo no fueron derrotadas, sino que de-
rrumbaron el régimen dictatorial y, a partir de allí, mantienen una permanente lucha
de resistencia.
En séptimo y último lugar, las reformas procapitalistas se iniciaron en China casi
una década antes que en Rusia
Si fuese cierto que el capitalismo fue restaurado en Rusia y no en China, sería ne-
cesario que respondiésemos a la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que la bu-
rocracia china, a diferencia de la rusa, con todas estas condiciones objetivas a
favor, no consiga restaurar el capitalismo en su país? Esta pregunta puede ser res-
pondida, en forma coherente, de tres maneras diferentes. La primera respuesta sería
llegar a la conclusión de que tienen razón los que opinan que el capitalismo no fue
restaurado en ninguna parte del mundo.
La segunda, sería decir que el hecho de que el capitalismo haya sido restaurado
en el Este europeo, y no en China, no se debe a razones objetivas sino subjetivas. La
dirección china no sería tan restauracionista como parecía. Esta respuesta, sin duda
coherente, tendría que ser acompañada por una seria autocrítica de parte nuestra,
ya que durante años no nos habríamos dado cuenta de que en realidad, en lugar de
un enemigo, teníamos en la burocracia china un poderoso aliado en la lucha contra
la restauración.
Y la tercera respuesta coherente sería decir que, por razones objetivas y subjeti-
vas, el capitalismo no sólo fue restaurado en Rusia y en el Este sino también en
China. Ésa es nuestra opinión.
En el intento de mostrar que China continúa siendo un estado obrero, en varias
oportunidades se menciona el hecho de que grandes empresas continúan en manos
del Estado. La mención de este hecho, parcialmente cierto y que por otra parte no
es determinante para definir el carácter de ese estado, oculta otro hecho mucho más
importante: China no tiene un gran desarrollo industrial. El agro, y no la indus-
tria, es su principal actividad económica y, como producto de las reformas econó-
micas, en este momento, esa actividad está 100% en manos privadas.
Pero las reformas no se han limitado al campo. Por el contrario, se iniciaron en
el campo y se fueron extendiendo a otras regiones, y al conjunto de la economía.
Cuando Gorbachov aún estaba lejos de tomar el comando de la URSS, ya la bu-
rocracia china avanzaba con su “Perestroika”. Para ver este proceso, nada mejor que
observar cómo es descripto por el Informe del Banco Mundial:
La forma gradual –resumida en la expresión de Deng Xiaoping “tantear las piedras
para cruzar el río”– es esencialmente el camino seguido por China. Después de la
muerte de Mao Tse-tung y de la denuncia de la revolución cultural, las reformas ini-
ciadas en 1978 abrieron la puerta a emprendimientos conjuntos y comenzaron a
liberar los precios, primero marginalmente, después de manera más extensiva.

73
Martín Hernández

La mayoría de las reformas iniciales se concentró en el área rural. El sistema de


responsabilidad familiar, iniciado localmente para acabar con la colectivización de la
agricultura, fue aplicado a otras regiones. El gobierno elevó la renta rural al elevar los
precios agrícolas a nivel del productor. En seguida aflojó las restricciones a las em-
presas industriales “no estatales” (las de propiedad de los gobiernos locales y colecti-
vas), y permitió la entrada de nuevas empresas en una amplia gama de
actividades. Además, incentivó a las nuevas empresas municipales rurales (EMR)
a funcionar de acuerdo con los principios del mercado. La parte de la producción
correspondiente a las empresas privadas y no estatales creció acentuadamente. En
1984, las reformas se habían extendido a la economía urbana. Los gobiernos lo-
cales comenzaron a tener más autonomía fiscal. La administración de las empresas
estatales fue reformada, ya que su fuente de financiamiento dejó de ser el presupuesto
del gobierno y pasó a ser el sistema bancario. Progresivamente, fueron abolidas las
restricciones al comercio exterior y a las inversiones extranjeras, y se iniciaron va-
rias reformas institucionales, inclusive la recreación de un banco central. Mientras
tanto, la función de la planificación iba siendo progresivamente reducida. Las refor-
mas se aceleraron en 1994 y 1995, particularmente en lo que se refiere a impuestos,
legislación empresarial y comercio exterior.[42]

Cómo el Estado chino “protege” sus empresas

Uno de los argumentos más usados por los que opinan que China sigue siendo
un estado obrero es que no sólo continúan existiendo grandes empresas estatales,
sino que ellas están creciendo. Este argumento entraría en contradicción con el pro-
ceso de restauración que mencionábamos anteriormente. Sin embargo, esa contra-
dicción es sólo aparente.
Efectivamente, es cierto que hubo un crecimiento de la industria estatal china. A
tal punto que el Informe del Banco Mundial dice que entre los años 1978 y 1994,
veinte millones de nuevos trabajadores fueron contratados por esas empresas. ¿Pero
cuál es el papel que se les ha destinado a esas empresas y cuál es la dinámica que
ellas tienen? Veamos la respuesta que a estas preguntas da un folleto editado en la
propia China:

Las empresas estatales chinas, sector principal de la economía pública socialista,


son el pilar y la fuerza central de la economía nacional (...)
Tras 15 años de reforma, las empresas estatales, como columna vertebral, las empre-
sas colectivas de cantones y poblados, y las empresas privadas y de inversión foránea
se han desarrollado en forma vigorosa y coordinada, lo que ha contribuido con un des-
arrollo sano y sostenido de la economía nacional (...)
En ese aspecto, las empresas estatales hicieron importantes contribuciones: sumi-
nistraron a las empresas no estatales materias primas, fuentes eléctricas, instalacio-
[42] Banco Mundial, Del plan al mercado, Informe sobre el Desarrollo Mundial, 1996, págs. 10 y 11.

74
El Veredicto de la Historia

nes públicas y equipos técnicos; asumieron en gran medida responsabilidades en el


cumplimiento de los ingresos financieros, de los planes de carácter orientador y de las
tareas sociales; apoyaron al estado en la aplicación de políticas preferenciales para
las empresas colectivas, individuales, privadas y de inversión foránea; crearon
las condiciones para una rápida acumulación de bienes y un acelerado desarro-
llo de las empresas no estatales (...). En particular, una cantidad considerable de
administradores y técnicos calificados de las empresas estatales pasaron a otras
empresas, convirtiéndose en su fuerza básica para el desarrollo (...)
En el primer semestre de 1994, en el valor agregado industrial de todo el país, las em-
presas estatales y no estatales aportaron en cada caso el 50%, mientras que los im-
puestos pagados por aquéllas llegaron al 68% del total, y las empresas no estatales
sólo contribuyeron con el 32%. (Subrayados nuestros).

Con tantos incentivos para las empresas no estatales, comenzando por el res-
paldo dado por las propias estatales, el resultado no podía ser otro:

La economía no estatal ha alcanzado un ritmo de desarrollo impresionante. De


acuerdo con las estadísticas de 1992, las industrias del sector no estatal ocuparon un
50% del valor global industrial (...) En 1990, el porcentaje de las industrias no esta-
tales ascendió al 65,7% en la provincia de Jiangsu, al 68,7 % en la provincia de Zhe-
jiang y al 58,6 % en la provincia de Shandong.
Hasta el año 1993 se observó un desarrollo aún más acelerado en el sector no estatal.
Tomemos como ejemplo las industrias. De 1978 a 1985, su valor industrial subió de
un cuarto del valor global a un tercio; y de 1985 a 1992, de un tercio a la mitad (...)
El crecimiento de la industria estatal es obviamente lento en comparación con las
industrias de otras formas de propiedad. De 1978 a 1992, la industria estatal cre-
ció en un 110%; la colectiva, en un 314%; la de los otros sectores económicos surgió
de la nada y alcanzó un aumento de 3.350%. (Subrayados nuestros).

Esta desigualdad entre el desarrollo de la industria privada y el de la estatal lleva


inexorablemente a la crisis y liquidación de la segunda. Las causas son explicadas,
con mucha claridad, por los autores de este folleto:

(Las estatales), (...) siendo el pilar del fisco han tenido que sacrificarse para pagar
los costos de la reforma y la apertura, creando condiciones financieras, materia-
les y humanas para el desarrollo de la economía no estatal (…) Pero, a pesar de
eso (...) en el proceso de establecimiento de la economía de mercado, los diversos sec-
tores económicos se entregan a una competencia equitativa según la ley del valor, y las
reglas de mercado funcionan independientemente de cualquier forma de propie-
dad (...) El gobierno se inhibe de interferir en forma directa en la producción y ad-
ministración de las empresas. Las mejores empresas sobrevivirán y las que no sean
eficientes serán eliminadas mediante la competencia en el mercado.[43]
[43] Reformas de empresas estatales, Editorial Nueva Estrella, Beijing, China, págs. 1, 5, 7, 9, 10 y 16.

75
Martín Hernández

Esta lucha desigual ya tuvo un primer resultado: (...) En el primer trimestre de


este año, la contabilidad de las 108.000 compañías estatales mostró, por primera vez,
pérdidas que superaban las ganancias (...)[44]
Entre las empresas consideradas no estatales se destacan las EMR (Empresas Mu-
nicipales Rurales), que son propiedad de los gobiernos locales y de propietarios par-
ticulares. Ellas producen para el mercado interno y para la exportación, y crearon 95
millones de nuevos empleos en los últimos 15 años.
Estas empresas son mencionadas por el informe que estamos citando, como parte
de aquellas que (...) no son de propiedad estatal en el sentido clásico, ni de propiedad
privada en el sentido capitalista (...)
Este carácter, en cierta forma ambiguo, que tendrían estas empresas, podría pres-
tarse a confusión en lo que atañe a los rumbos de la restauración. Sin embargo, esta
confusión no llega a afectar la visión de los relatores del Banco Mundial, a tal punto
que ellos colocan esta experiencia como ejemplo a ser seguido por los otros países:

(...) El fenómeno de las EMR tiene aspectos que son específicos de China, pero su ex-
periencia representa una lección que puede ser muy útil para otras economías en
transición: la importancia del libre acceso, de la competencia, de las restricciones de
presupuesto y de los incentivos fiscales para los gobiernos locales.[45]

Esta recomendación tiene coherencia, ya que esas empresas, que podríamos de-
nominar mixtas, según lo indica ese mismo informe, fueron incentivadas para (...)
funcionar de acuerdo con los principios del mercado, y hoy son una parte muy im-
portante del mismo.
Respecto de este concepto sobre la existencia en China de una economía de mer-
cado, es interesante ver cómo los voceros del imperialismo analizan la cuestión de
los precios.

(...) China comenzó a liberar los precios en 1978, con el establecimiento de un sis-
tema de precios paralelos (...) a fines de 1994 ese doble sistema había llevado a la
liberación del 90% de los precios minoristas y entre el 80 y 90% de los productos
agrícolas e intermediarios, todos ellos hoy determinados por el mercado.[46] (Su-
brayados nuestros).

¿China, una nueva potencia imperialista?

En relación con Rusia, los voceros del imperialismo no tienen cómo ocultar la ca-
lamidad que está significando la restauración del capitalismo. Pero sobre China no
dicen lo mismo. Destacan que China, a 16 años de haber iniciado las reformas pro-
capitalistas, es la economía que más crece en el mundo.
[44] Spitzcovsky, Jaime, enviado especial del diario A Folha de São Paulo a Pekín, 27/10/96.
[45] Banco Mundial, Del plan al mercado, Informe sobre el Desarrollo Mundial, 1996, Washington, pág. 55.
[46] Ídem, pág. 26.

76
El Veredicto de la Historia

Efectivamente, entre 1989 y 1995 la economía china creció un promedio de 9,4%,


y entre los años 1994 y 1995 ese promedio subió a 11%. Esto, en la fase actual del ca-
pitalismo, es sin duda un crecimiento espectacular. De esta forma, China estaría ne-
gando las previsiones del marxismo, y de Trotsky en particular. La restauración del
capitalismo no sería sinónimo de retroceso sino de progreso. A tal punto esto
sería así que ya hay quienes especulan con la posibilidad de que China se convierta,
en corto tiempo, en una nueva y gran potencia imperialista.
Nuestra visión de este proceso es distinta o, para decirlo mejor, opuesta.
Es cierto que la economía china viene teniendo un crecimiento sostenido. Sin
embargo, la forma en que se está dando ese crecimiento hace que China no sea una
amenaza para las actuales potencias imperialistas. En realidad, no es siquiera
una amenaza económica para los países más importantes de su área, los llama-
dos “tigres asiáticos”. Más aún, China no sólo no apunta a convertirse en una
gran potencia económica, sino que, por el contrario, camina a pasos acelerados
en dirección a una semicolonia del imperialismo, si es que ya no lo es.
China viene teniendo un crecimiento sostenido de su economía a partir, funda-
mentalmente, del aumento de su producción agrícola y del crecimiento espectacu-
lar de sus exportaciones.
A finales de la década del 70, en el inicio de las reformas económicas, las expor-
taciones chinas eran del orden de 7.400 millones de dólares. Actualmente llegan a
los 121.000 millones de dólares, lo que ha llevado a un aumento muy grande de las
reservas en divisas, que en el año 1978 estaban en cero y en la actualidad llegan a
85.000 millones de dólares.
Todos los comentaristas internacionales destacan estos números, sin embargo
nos parece necesario, también, destacar algunas otras cuestiones económicas. En
primer lugar, que como decíamos anteriormente, China es un país agrícola suma-
mente atrasado. En segundo lugar, que hay un enorme crecimiento de las impor-
taciones (7.400 millones en 1978 contra 116.000 millones de dólares en 1996). En
tercer lugar, que hay un crecimiento espectacular de la deuda externa (4.500 millo-
nes en 1978 contra 70.000 millones en 1996), y en quinto lugar, que el más especta-
cular de todos los crecimientos es el de las inversiones de las multinacionales, que
en 1991 llegaron a ser de 430 millones de dólares para saltar, en el primer semestre
de 1995, a 16.372 millones de dólares.[47]

El atraso de China

La euforia de los voceros del capitalismo (y de no pocos marxistas) sobre el des-


arrollo de la economía china no es unánime. Por ejemplo, el renombrado econo-
mista chino Fan Gang, en una reciente visita al Brasil, insistió en que hay que ser más
[47] Datos de Quid, FMI, BIRD, y The Economist, Revista Veja, Brasil, 26/02/97.

77
Martín Hernández

cauteloso con los pronósticos que se hacen sobre China, ya que la economía de su
país crece mucho, pero partiendo de un nivel muy bajo.
Este alerta es correcto. El crecimiento de la economía es un elemento impor-
tante, pero relativo. Es necesario ver de qué niveles parte y la forma en que se da ese
crecimiento. Para que se entienda esto, es bueno precisar que la economía que más
crece en el mundo no es la china sino la de Botswana, un pequeño país del continente
africano que tiene un crecimiento espectacular a partir de la producción de dia-
mantes. Sin embargo, sería equivocado pensar que, por eso, este país tiene posibili-
dades de transformarse en una potencia imperialista.Pero no sólo porque tiene una
reducida población (1.300.000 hab.). No se puede transformar en una gran poten-
cia, como EE.UU. o Alemania, y tampoco en una potencia menor, como Suiza.
China es un país sumamente atrasado, con muy poco desarrollo industrial.
Esta afirmación no surge solamente de una comparación de la economía china con
la de las grandes potencias imperialistas. También surge al comparar la economía de
este país con la de Rusia. Por ejemplo, comparando el PBI per cápita de Rusia y
China cuando se iniciaron las reformas en ambos países, se puede ver que el de
Rusia era ocho veces superior al de China y esto, en la actualidad, no ha cambiado
cualitativamente, a pesar de la brutal caída de la economía rusa. El PBI per cápita
de Rusia es actualmente cinco veces mayor que el de China.[48]
Como muestra del atraso del estado chino, vale destacar que el 73% de su po-
blación vive en el campo. Éste es un índice similar al de países como la India (73%),
Pakistán (66%) o Nigeria (62%) y está muy lejos de las grandes potencias imperia-
listas, que tienen una importante producción agrícola, como EE.UU. (24%), Fran-
cia (27%) o Alemania (14%), y también lejos de los países más avanzados del llamado
“tercer mundo”, como Brasil (23%). Es en ese marco de atraso que se da el creci-
miento de la economía china.

Las inversiones extranjeras

El crecimiento de la economía china debería ser una amenaza para las potencias
imperialistas y, en especial, para los llamados “tigres asiáticos”, sin embargo, no es así.
Porque lo que está ocurriendo es que, por un lado, son las grandes multinaciona-
les imperialistas las que están ocupando el fabuloso mercado interno chino y,
por otro, en muchos casos, son capitales extranjeros los que están por detrás de los
productos “made in China” que invaden el mercado mundial.
De la mano del proceso de privatización de la economía china (en 1978 existían
300.000 empresas privadas y hoy existen 22 millones) se está dando una verdadera
invasión o, para ser más preciso, una verdadera colonización de este país, y al frente
de este proceso están las grandes multinacionales.
[48] Banco Mundial, Del plan al mercado, Informe sobre el Desarrollo Mundial, 1996, Washington, pág. 21.

78
El Veredicto de la Historia

En este sentido, el folleto chino que citábamos anteriormente destaca que las in-
versiones proceden de más de 150 países y regiones.
Entre más de 200 multinacionales con inversiones en China, las principales pro-
vienen de países desarrollados de Europa y América, y del Japón. Estas inversiones
se esparcen en diversas ramas industriales: fabricación de automotores, sistema de
control programado, fibras y cables ópticos, extracción de petróleo, ascensores, pro-
ductos electrónicos, químicos. etc.
La Hewlett Packard, la segunda compañía de computadores de EE.UU., ha esta-
blecido en China cinco empresas mixtas. La compañía de entrega inmediata DHL,
que ya tenía diez oficinas funcionando en territorio chino, se proponía llegar a 26 de
ellas en 1996. La japonesa Sanyo montó 17 empresas en China, de capital exclusi-
vamente japonés. La Pepsi Cola, instalada en China desde hace varios años, se pro-
pone construir diez nuevas plantas en los próximos diez años.
En la zona de desarrollo económico y tecnológico de Tianjin, uno de los puntos
más dinámicos de crecimiento económico en el norte de China, 55 famosas multi-
nacionales han establecido empresas u oficinas, como Motorola, AST Computer,
Karf General Electric de EE.UU.; Bayer y Volkswagen de Alemania; Nestle Suiza;
Novo Nordisk Biotechnology de Dinamarca; BOC de Inglaterra; Itochu y Yamaha de
Japón; Sansung y Hyundai, surcoreanas; Universal de Singapur y Chia Tai, de Tai-
landia.
De las cien primeras multinacionales del mundo, 53 han establecido oficinas
en Beijing.
De las 50 primeras multinacionales norteamericanas, 28 tienen oficinas en esa
misma ciudad.[49]
Dentro de este proceso, una mención especial merece la relación de China con
los principales países del área, los llamados “tigres asiáticos”. Según el Informe del
Banco Mundial:

(...) La apertura de China alteró la ventaja comparativa de los tigres en el comercio


mundial, y ellos, en lugar de resistir, aprovecharon la oportunidad transfiriendo
recursos de la manufactura simple para líneas de producción más sofisticadas,
valiéndose de su especialización para expandir su producción en China (...) Las
exportaciones chinas simplemente sustituyeron a las de los cuatro tigres, lo que
ocasionó una caída de la participación combinada de éstos en las exportaciones de
vestuario, juguetes y artículos deportivos para el mercado mundial (...) Eso ocurrió
con la ayuda de las inversiones directas de los propios tigres, cuyas empresas, en
muchos casos, simplemente transfirieron sus líneas de producción a China. Por
ejemplo, en la región del delta del río Perla, Guandong, cerca de 25.000 fábricas,
que emplean directa o indirectamente de tres a cuatro millones de trabajadores,
[49] Datos de Li Yunong, en Multinacionales en China, Editorial Nueva Estrella, Beijing, China, págs. 1, 2, 3, 5
y 6.

79
Martín Hernández

actúan con subcontratos para empresas de Hong-Kong. Mientras tanto, los tigres
avanzaron a escala del desarrollo, al pasar a fabricar productos con mayor coe-
ficiente de capital y especialización.[50] (Subrayados nuestros).

En relación con las inversiones es necesario analizar otro hecho. Existe una po-
derosa burguesía china en el exterior del país. El peso de esta burguesía es enorme.
Se calcula que controla alrededor de 2,5 trillones de dólares (casi la mitad del PIB
de los EE.UU.).[51] En Indonesia, por ejemplo, se estima que es dueña de 17 de los 24
grupos empresariales más importantes del país. En Filipinas, se calcula que contro-
lan el 75% del mundo de los negocios. Esta poderosa burguesía es la que ha hecho
el grueso de las inversiones en China, principalmente a partir de Hong Kong
(67,3 billones de dólares) y Taiwán (9,8 billones).[52]
En el marco de estos datos es necesario darle importancia especial, a un hecho
político-económico trascendental, como es la reincorporación de Hong Kong al Es-
tado chino. Desde el punto de vista geográfico y político existirá realmente una in-
corporación pero no podemos decir lo mismo desde el punto de vista económico,
y esto es lo que explica la insignificante fuga de capitales.

Algunas conclusiones sobre la restauración


y el crecimiento de la economía china

En un país agrícola como China, el crecimiento de la economía, sustentada en


gran parte sobre la base de la exportación de productos industrializados, es una gran
contradicción. Y sólo se ha podido dar a partir de la combinación de dos factores:
mano de obra masiva, no especializada y barata, por un lado, y fuertes inversiones
extranjeras, por el otro. Pero esta forma de “crecimiento” es bastante frágil, y en gran
medida artificial. Se parece bastante a otros conocidos “milagros” que el imperia-
lismo ha sustentado en diferentes momentos.
De esta manera, la forma en que crece la economía china, lejos de llevar a este
país a convertirse en una nueva potencia, lo está llevando a tener, cada vez más, una
economía dependiente del imperialismo.
Con una economía dependiente del imperialismo, China no disputa los merca-
dos con éste. Es que en la división mundial del trabajo, China ocupa el lugar reser-
vado para países subdesarrollados. Las buenas relaciones económicas que China
está manteniendo con los “tigres asiáticos” es un muestra de esto: ellos disputan el
mercado de los productos más sofisticados, mientras que China actúa en el de pro-
ductos que exigen mano de obra barata y masiva, y en muchos casos, con capitales
de los propios “tigres” instalados en su territorio.
[50] Banco Mundial, Del plan al mercado, Informe sobre el Desarrollo Mundial, 1996, Washington, pág. 149.
[51] A Folha de São Paulo.
[52] Ídem.

80
El Veredicto de la Historia

Como todo crecimiento económico artificial es completamente inestable; en este


caso porque se apoya en cinco condiciones favorables pero de carácter sólo coyun-
tural. Estas cinco condiciones son: la apertura que existe en la mayoría de los mer-
cados del mundo para los productos baratos chinos; la existencia de una dictadura
que posibilita una superexplotación feroz; los incentivos para las empresas privadas
apoyados en el “sacrificio” de las empresas estatales; los salarios extremamente bajos,
aun comparados con los países más atrasados del tercer mundo, y las importantes
inversiones venidas del exterior.
El crecimiento de la economía es tan frágil que bastaría que uno de estos fac-
tores se modificase para que todos los restantes lo hagan y, de esta forma, el cre-
cimiento se transforme en estancamiento o retroceso. Esta es la situación que se está
aproximando. Es que el proceso de restauración, combinado con el de colonización,
está agudizando las contradicciones a nivel de la economía, y esto llevará, casi in-
evitablemente, a una explosión.
Los “milagros” no duran mucho tiempo. Las ventajas enormes que las empresas
privadas encuentran para desarrollarse no se van a mantener eternamente y, sin estas
ventajas, el flujo de inversiones tenderá a disminuir, a la vez que los productos “made
in China” dejarán de ser competitivos en el mercado mundial.
Así, por ejemplo, la “mano de obra barata” se explica, por un lado, por la exis-
tencia de la dictadura, y por otro, por un salario social garantizado por el estado y
por las empresas estatales.
Lo mismo ocurre con el conjunto de ventajas que están consiguiendo las em-
presas privadas, que no surgen por “gracia divina”. Son producto del sacrificio de
las empresas estatales y del estado como un todo. Las empresas estatales, a diferen-
cia de las privadas, tienen que cargar con elevados impuestos, con el salario de sus
jubilados (que en muchos casos son más que los trabajadores en actividad), con una
enorme cantidad de servicios sociales y, después de hacer todo esto, tienen que dis-
putar con las empresas privadas y con las multinacionales sobre la base de las leyes
del mercado. El resultado sólo puede ser la derrota de las estatales y el debilitamiento
del Estado frente a las primeras. Esta realidad lleva a una dinámica infernal. Porque
el “milagro” chino es en realidad parasitario del estado, y el debilitamiento de
éste lleva a cuestionar el crecimiento económico, e incluso, la dictadura que lo
sustenta.
El crecimiento económico chino se pudo dar parasitando el estado, debido a lo
que éste acumuló en cuatro décadas de expropiación de la burguesía y de economía
planificada.
Estamos presenciando en China una brutal destrucción de fuerzas producti-
vas, disfrazada por las inversiones imperialistas. En esto, el proceso que se da en
China no se diferencia cualitativamente del que se da en el resto de los ex estados
obreros.

81
Martín Hernández

En contra de la mayoría de los analistas, afirmamos que China, con la restau-


ración del capitalismo, no va en dirección a largos años de prosperidad y/o de es-
tabilidad. Todo lo contrario.
En el horizonte no muy lejano sólo se ve crisis, inestabilidad, explosiones po-
pulares, las que serán alimentadas por las contradicciones que se fueron acumu-
lando en estos años. Entre ellas, hay dos que merecen ser destacadas.
Primero, existe un nuevo proletariado chino (sólo en las nuevas plantas de ca-
pital extranjero ya trabajan 10 millones de obreros).
Segundo, la privatización del campo creó una masa de desempleados de 100
millones de personas, que la privatización de la economía se muestra incapaz de
asimilar. Ellos están siendo, por ahora, mantenidos por el estado.
Tiananmen fue sólo un ensayo.

82
Cuba, el caso más polémico

Los hechos indican que en Cuba, aunque con diferentes formas, se está dando un
proceso similar al de China, Rusia y todo el Este europeo. Pero éste también es un
tema sumamente polémico.
Nadie duda de que Fidel Castro está haciendo concesiones al capitalismo pero,
a partir de allí, comienzan las diferencias. Están los que opinan que son concesiones
necesarias para continuar la marcha “rumbo al socialismo”, algo así como una NEP
(Nueva Política Económica) de la época de Lenin y Trotsky. Por otra parte están los
que cuestionan esa política y, más aún, opinan que ella tiene como objetivo la res-
tauración del capitalismo, pero, junto con esto, dicen que a pesar de las intenciones
de Castro, Cuba sigue siendo un estado obrero. En esta última posición se localiza
una buena parte de la militancia de la LIT, tal vez su mayoría.
En el caso de China, mostrábamos la incoherencia que significaba decir que la
burocracia gobernante, a diferencia de la rusa, no conseguía concretar sus planes
restauracionistas. Si esto era válido para China, por qué no podría serlo para Cuba.
¿Qué es lo que podría explicar que en Cuba, a diferencia de Rusia y a pesar de las
intenciones de Fidel, el capitalismo no pueda ser restaurado?
Las diferencias entre la economía rusa y la cubana son tan grandes que ni si-
quiera pueden ser comparadas. Desde el punto de vista objetivo, la restauración del
capitalismo en Cuba, es mil o dos mil veces más fácil de hacer que en Rusia. Por
otra parte, no ha habido en Cuba ningún ascenso significativo de las masas que cues-
tione, consciente o inconscientemente, ese proceso.
Para sustentar sus posiciones, los defensores de la idea de que Cuba continúa
siendo un estado obrero mencionan que ese país, a diferencia de los del Este euro-
peo e incluso de China, continúa siendo gobernado por los hombres que dirigieron
la revolución. Esto es un hecho cierto, pero este factor, lejos de actuar en contra de
la restauración, actúa a favor.
Ya hemos visto cómo la restauración en Rusia avanzó en el medio de discursos
en favor del socialismo. Esto, que hacía Gorbachov, es lo mismo que hace Fidel, sólo
que éste lleva adelante el engaño con mucho más eficiencia. Gorbachov era un bu-
rócrata que rara vez salía de su escritorio. Por el contrario, Fidel Castro es el hom-
bre que comandó la guerrilla que derrotó a Batista y esto, obviamente, le da mucha
más credibilidad a sus palabras.
Fidel Castro lleva adelante, con su reconocida habilidad, un doble discurso. Y
este hecho es detectado incluso por la prensa burguesa. Por ejemplo, hace ya más de

83
Martín Hernández

un año, el diario brasileño A Folha de São Paulo, mandó un enviado especial a la


Isla y éste comenzó su relato del viaje en los siguientes términos:

Un documento del Ministerio de Finanzas y Precios de Cuba revela que la economía


en curso en el país está causando una redistribución y concentración de la renta en
una minoría de la población.
Obtenido con exclusividad por la Folha, el documento demuestra que el gobierno co-
munista de Cuba adopta dos discursos diferentes sobre las reformas en el país.
En público, el estado comandado por Fidel Castro evita asumir la reconducción de
Cuba en hábitos capitalistas. “Queremos el capital, no el capitalismo”, dice Fidel.
Pero, internamente, el retorno al capitalismo es dado como seguro.[53]

Este mismo discurso es llevado adelante por toda la cúpula castrista. Así, por
ejemplo, en septiembre de 1995 era aprobada la Ley de Inversiones Extranjeras, con
la cual la industria cubana se ponía a venta en el mercado mundial. Sin embargo, eso
no le impidió a Raúl Castro, poco tiempo después, decir en el V Pleno del CC del
PCC: (...) Tenemos y tendremos socialismo.

Crisis económica estructural

La restauración capitalista en Cuba tiene las mismas causas que la del resto de los
ex estados obreros. Por un lado, el fracaso de la utopía reaccionaria de construir el
“socialismo en un solo país” y, como consecuencia, la crisis económica. Por el otro,
una conducción burocrática que sólo ve una alternativa para salir de la crisis: ape-
lar al capitalismo.
La crisis en que entró la economía del estado obrero cubano es parte de la crisis
del conjunto de los estados obreros burocratizados. En este sentido, si hay algo que
las diferencia, es que la crisis de la economía cubana tiene bases más estructura-
les, y eso es lo que explica no sólo el acelerado proceso de restauración del capita-
lismo, sino el hecho de que Cuba esté a la vanguardia en lo que se refiere a la entrega
del país al imperialismo (en este caso, el europeo).
La crisis estructural de la economía cubana tiene que ver con que este país tiene
una economía basada en el monocultivo. La economía cubana gira en torno al cul-
tivo del azúcar, y eso la torna extremadamente vulnerable. Esta realidad, que viene
de mucho antes del triunfo de la revolución, no fue superada por la misma.
Los intentos de industrialización encabezados por el Che Guevara fracasaron, y
la entrada en el CAME, en 1972, reforzó la tendencia al monocultivo. De esta forma,
la economía cubana quedó subordinada a los avatares del mercado internacional
del azúcar. Así, por ejemplo, en los inicios de la década del 70, Cuba tuvo un im-
portante crecimiento debido al aumento del precio de este producto.

[53] Rodrigues, Fernando, enviado especial de A Folha de São Paulo, 5/11/96.

84
El Veredicto de la Historia

Sin embargo, ya en el año 1975, se habría de dar una situación inversa, por la
caída brusca de esos mismos precios.
Esta debilidad estructural de la economía cubana fue emparchada por la ayuda
económica de la ex URSS, pero ésta no hizo más que reforzar esa debilidad cosa que
se expresó en forma dramática cuando la URSS terminó con los subsidios: entre
1989 y 1994 el PIB cubano cayó 34,3% y las exportaciones, que eran de 5,3 billones
de dólares, descendieron a 1,53 billones.

Concesiones de larga data

Existe la falsa idea de que en Cuba, a diferencia de China y de Rusia, recién ahora
se están iniciando las reformas procapitalistas. La realidad es que ellas vienen de
larga data.
Sobre este tema, Nahuel Moreno decía ya en 1982:

(...) El castrismo enfrenta, al igual que todos los estados obreros burocratizados y to-
talitarios del Este de Europa y Asia, una impresionante crisis económica, aparente-
mente sin salida. Castro negocia con el imperialismo yanqui un acuerdo económico
que le permita superar esa crisis.[54]

Pero este tema (las concesiones de larga data al capitalismo) también es polé-
mico. Y esta polémica se ve alimentada por el hecho de que la dirección castrista, a
diferencia de la rusa, china o incluso vietnamita, no avanzó en dirección a la res-
tauración en línea recta, sino a través de zigzagues.
A partir del año 1977, se hacen en Cuba varias concesiones al capitalismo. En el
campo, entre 1977 y 1983, el número de cooperativas aumentó de 44 a 1.472 y el
área de tierras cultivadas por éstas, de 6.000 a 938.000 hectáreas, a la vez que el nú-
mero de agricultores cooperativistas aumentó de unos pocos cientos a 82.611.[55]
Pero sin duda, la mayor concesión procapitalista fue la introducción, en 1980,
de los mercados libres campesinos, en los cuales los pequeños agricultores, después
de cumplir con el acopio del estado, podían vender sus excedentes agrícolas a pre-
cios fijados libremente por la oferta y la demanda
Por otra parte, en las ciudades, en 1981, el gobierno legalizó y fomentó, en de-
terminados sectores, el trabajo autónomo. De esta forma se legalizó la actividad par-
ticular de peluqueros, sastres, jardineros, taxistas, fotógrafos, electricistas,
carpinteros, mecánicos, etc., y también de profesionales liberales, como arquitectos,
ingenieros, médicos y dentistas.
También en los inicios de la década del 80 el estado relajó las anteriores restric-
ciones a la construcción de viviendas privadas, cosa que llevó a que, entre los años
1980 y 1985, dos tercios de las viviendas construidas fuesen privadas.
[54] Moreno, Nahuel, ¿Por qué Fidel negocia en secreto con Reagan?, Estrategia, Nº3, 1982.
[55] Mesa Lago, Carmelo, Breve historia económica de Cuba socialista, Alianza Editorial, Madrid,1994, págs. 84
y 85.

85
Martín Hernández

En esos años, a nivel de las empresas estatales y del conjunto del plan económico,
también se hicieron algunos cambios de cierta importancia.
El nuevo modelo económico estaba representado por el SDPE (Sistema de Di-
rección y Planificación de la Economía), que empezó a ser aplicado gradualmente
a partir de 1976.
El SDPE era una versión moderada del modelo de reformas económicas intro-
ducido en la URSS en 1965. Algunas de las medidas que este plan contemplaba eran
las siguientes: descentralización de las empresas del estado y subdivisión en unida-
des menores (se pasó de 300 a 3.000 estatales); transferencia a los gerentes de mu-
chas de las decisiones del centro; sustitución de la financiación presupuestaria por
la autofinanciación; utilización de los beneficios como principal indicador de los
resultados de la gestión; mayores impuestos y reducción de las subvenciones; re-
fuerzo de las normas de trabajo y reintroducción de los incentivos materiales.
En esos años hubo una orientación del gobierno de rebajar la demanda de con-
sumo y aumentar la oferta de artículos. De esta forma, se dejaron de lado las pro-
mesas, hechas a fines de los años 60, de que serían abolidos los pagos del alquiler;
se fijaron tarifas para servicios públicos que anteriormente eran gratuitos, como los
teléfonos públicos y las guarderías; se elevaron los precios de muchos artículos, como
los cigarrillos, la cerveza, el ron, la electricidad, el agua, las comidas de las cantinas
obreras, el transporte de larga distancia y los restaurantes.
Sin embargo, este conjunto de medidas, que eran claras concesiones al capita-
lismo, no abrieron un curso desenfrenado en dirección a la restauración. Es que en
esos años, el gobierno hacía concesiones al capitalismo, pero dentro de ciertos már-
genes. Por ejemplo, los campesinos, que fueron autorizados a vender sus productos
en los mercados libres, sólo lo podían hacer en las zonas en donde residían, y, a la
vez, se persiguió a los intermediarios.
En 1982, la policía arrestó a numerosos vendedores de los mercados libres y con-
fiscó sus productos. Castro personalmente tomó cartas en el asunto, acusando a los
agricultores de cobrar precios muy altos y amenazándolos con pesados impuestos.
También Fidel Castro, en ese mismo año, lanzó un fuerte ataque contra los trabaja-
dores autónomos que se estaban haciendo ricos. Doscientos cincuenta de ellos fue-
ron arrestados.
Estas restricciones que el gobierno imponía al desarrollo de la actividad privada
pegaron un salto cualitativo en 1986, con el lanzamiento de lo que se denominó PR
(Proceso de Rectificación).
Uno de los objetivos que se dio la dirección castrista con el PR fue limitar la pro-
piedad privada y el mercado. Para ello abolió los mercados libres campesinos, las
pequeñas fabricas privadas, redujo el número de trabajadores autónomos y restrin-
gió la construcción, venta y alquiler de viviendas particulares.
Estas medidas hicieron que, en 1988, el sector agrícola no privado ocupara el
92% de toda la tierra cultivable y que entre 1985 y 1989 la proporción de autónomos
descendiera de 1,2% del total de la fuerza de trabajo al 0,7%

86
El Veredicto de la Historia

Analizando esta etapa de la política y la economía cubanas (el Proceso de Recti-


ficación), los diferentes analistas destacan que Cuba intentaba marchar a contra-
mano del proceso que se daba en la ex URSS con Gorbachov. Así, por ejemplo,
Carmelo Mesa Lago señala: En 1986 Castro lanza el PR, que situó a Cuba en contra
de la tendencia hacia la reforma orientada al mercado, surgida en el campo socia-
lista.[56]
Este tipo de conclusión se apoya en un hecho cierto: mientras que en la URSS,
en ese período, se alentaba el desarrollo de la propiedad privada, en Cuba se tendía
a eliminarla. Sin embargo, no se analiza suficientemente un hecho de trascendental
importancia. En el año 1982, al mismo tiempo que Castro agitaba contra el enri-
quecimiento de los campesinos y de los trabajadores autónomos, era aprobado el
Decreto-Ley 50, que fomentaba las inversiones de capitales extranjeros en condi-
ciones sumamente favorables para éstos. Lo interesante del caso (que los analistas no
consideran) es que, en 1986, cuando Castro lanzó el Proceso de Rectificación, que
prácticamente eliminó cualquier tipo de iniciativa privada a nivel nacional, dejó en
pie un decreto ley que tenía como principal objetivo la entrada de capitales inter-
nacionales en algunos sectores claves de la economía cubana, como el turismo. Esta
observación es importante porque, como vamos a ver más adelante, el actual pro-
ceso de restauración en Cuba está apoyado en gran medida, desde el punto de vista
legal, en la Ley de Inversiones Extranjeras aprobada en 1995, elaborada a partir de
un perfeccionamiento del Decreto-Ley 50, del año 1982.

El fracaso del Proceso de Rectificación

El Proceso de Rectificación acabó en un fracaso total. Aunque no hay muchos


datos, los pocos existentes demuestran que en ese período la economía cubana entró
en la peor crisis de su historia. A partir de 1990, el deterioro de la economía tuvo que
ver fundamentalmente con las consecuencias del fin de la URSS, pero en realidad los
malos resultados económicos ya se manifestaban con mucha claridad desde 1986.
La producción media anual de azúcar en el período 1986-1990 fue de 7.582.000
toneladas, 195.000 toneladas menos que la registrada en el período 1981-1985.
Una decadencia similar ocurrió a nivel de la industria. El promedio anual de su
rendimiento cayó de 11%, en el período 1981-1985, a 10,8% en el de 1986-1990.
Respecto de las metas de producción, ninguna se cumplió. En la producción de
petróleo, níquel, acero, abonos, zapatos, cítricos, tabaco, textiles, leche, pescado y
cerveza, los resultados fueron entre un 20 y 64% de lo previsto.
Respecto de las viviendas, Fidel Castro declaró, a comienzos del PR, que las bri-
gadas de construcción por sí solas harían 100.000 unidades por año. Los resultados
estuvieron muy lejos de esas metas. En el período 1986-1989, las brigadas constru-
yeron solamente 18.315 viviendas.
[56] Mesa Lago, Carmelo, Breve historia económica de Cuba socialista, Alianza Editorial, Madrid, 1994, pág. 127.

87
Martín Hernández

Los resultados a nivel de la agricultura también cayeron. En 1989, la producción


de tabaco, leche y huevos fue inferior al nivel de 1985, a la vez que la producción de
arroz de 1989 fue inferior a la de 1984.
El valor de las exportaciones cubanas descendió un 10% entre 1986-1989, mien-
tras que, en ese mismo período, el valor de las importaciones subió un 1%. En este
terreno, las metas propuestas estuvieron muy lejos de ser cumplidas. -148% en lo
que se refiere a las exportaciones y -80% en lo que se refiere a las importaciones.
El déficit comercial aumentó un 34% entre 1986-1989 y alcanzó 2.700 millones
de dólares, un nuevo récord histórico. El déficit que se acumuló entre 1986-1989
equivale al 43% del acumulado desde 1959.
La deuda cubana en divisas, en el período 1985-1989 pasó de 3.600 a 6.200 mi-
llones de dólares. Pero hay estimaciones que indican que en realidad la deuda ex-
terna en 1990 (incluida tanto la parte en divisas como la que no lo era) llegaba a
37.600 millones de dólares sería, así, la deuda per cápita más elevada de América La-
tina.[57]
Esta decadencia de la economía se acentuó mucho más en los inicios de los años
90, cuando la URSS interrumpió todo tipo de ayuda económica, incluidos préstamos
y precios subvencionados.
La producción de azúcar del año 1990, que había sido prevista en 9,5 millones de
toneladas llegó sólo a 8 millones de toneladas y fue bajando en los años sucesivos:
7.623 en 1991, 7.030 en 1992 y 4.280 en 1993. Esta última provocó mucha preocu-
pación, porque fue la cosecha más baja de los últimos treinta años, aunque la del
año 1995 fue aún mucho peor (3,3 millones de toneladas).
En el período 1989-1992, las importaciones de la URSS/CEI descendieron en un
90%, mientras que las exportaciones se redujeron un 93% y, como ya habíamos se-
ñalado anteriormente, entre los años 1989-1994, el PIB cayó 34,3% y las exporta-
ciones, que eran de 5,3 billones de dólares, descendieron a 1,53 billones de dólares.

La restauración

En los inicios de la década del 90, frente a la profundización de la crisis econó-


mica, el gobierno cubano colocó la proa en dirección a la restauración. Las medidas
respecto del mercado se fueron sucediendo una detrás de otra.
Tres economistas del CEA (Centro de Estudios sobre América) de La Habana,
fervorosos partidarios de las reformas económicas, reseñan de la siguiente forma
este proceso:

La profundización de la crisis ha impuesto la necesidad de asumir un proceso cre-


ciente de transformaciones en la organización de la economía nacional (...)
Este proceso de cambio ha tenido el siguiente recorrido:
[57] Datos de Mesa Lago, Carmelo, pág. 168.

88
El Veredicto de la Historia

-Apertura progresiva al capital extranjero. Su raíz está en el Decreto-Ley 50


de 1982. Entonces se concibió para aplicarse de manera excepcional. Es desde
finales de la década del 80, y sobre todo desde 1990, que esta alternativa de in-
versión es empleada de manera más amplia y generalizada por la necesidad de
obtener capital, tecnología y mercados, como complementos necesarios para re-
articular la reproducción económica del país, afectada por la crisis del socia-
lismo europeo y el reforzamiento del bloqueo norteamericano (...)

Hasta 1991 la inversión extranjera estuvo esencialmente dirigida hacia el sector de


turismo; a partir de ese año esa posibilidad se abre para casi todas las ramas, ex-
cepto aquellas consideradas estratégicas y de posible desarrollo con recursos pro-
pios.
En 1992 se abre también cierto espacio en esos sectores considerados estratégicos,
como la comercialización de productos farmacéuticos de base biotecnológica.
En 1993 se acepta la posibilidad de representaciones de bancos extranjeros en Cuba,
para ampliar la infraestructura de servicios financieros al resto de la inversión ex-
tranjera que opera en el país. Más recientemente, a fines de octubre de 1994, el go-
bierno cubano dijo que ningún sector productivo de la economía nacional estaría
cerrado a la inversión extranjera y que incluso el sector de bienes raíces e inmue-
bles, determinados servicios y espacios del mercado interno dirigidos a la sustitu-
ción de importaciones, darían también acceso al capital extranjero.

-Presencia creciente de las sociedades anónimas. Las sociedades anónimas


habían desaparecido casi por completo de la economía cubana como forma de
organización empresarial (...)
Es desde finales de la década del 80, y sobre todo después de 1990, como con-
secuencia de la presencia creciente de inversiones conjuntas con el capital ex-
tranjero, que se ha venido incrementando la presencia de sociedades anónimas
en la economía cubana. Para 1994 existían alrededor de doscientas, la mayor
parte de ellas en territorio nacional (...)
-Fin del monopolio estatal del comercio exterior. La actividad del comercio
exterior, antes controlada en su totalidad por el Ministerio del Comercio Exte-
rior (MINCEX) y en gran medida realizada por empresas de ese ministerio, ha
pasado también a ser asumida directamente por un número creciente de em-
presas (pertenecientes a organismos estatales, sociedades mercantiles de capital
cubano, mixtas y representaciones de firmas extranjeras).
-Autofinanciamiento en divisas. Más del 23% de las empresas existentes cuen-
tan con la autorización para su autofinanciamiento en divisas (...)
-Cambios en la estructura organizativa del Estado. Parte de las funciones y
la estructura organizativa del Estado se ha venido readecuando a las necesida-
des impuesta por la dinámica de la inversión extranjera y los negocios conjun-
tos. Se han construido grupos negociadores en los ministerios. El nuevo

89
Martín Hernández

Ministerio de Inversión Extranjera y Colaboración Económica ha asumido las


relaciones con los inversionistas extranjeros como parte fundamental de su fun-
ción en el aparato del Estado.
-Cambios en el sistema legal. En este orden, el cambio más importante es la Re-
forma Constitucional de julio de 1992.
En términos económicos, sus modificaciones más relevantes son la redefinición
del régimen de la propiedad socialista, el reconocimiento de la nueva forma
emergente de propiedad, la definición de otras formas de propiedad y las va-
riaciones respecto al régimen de planificación económica.
-Despenalización de la tenencia de divisas. El Decreto Ley 140/93 legaliza la
tenencia y operación de divisas en todo el territorio nacional para los ciudada-
nos cubanos.
-Reforma parcial de precios y del sistema de contabilidad. Se ha realizado
una reforma de precios mayoristas en el sentido de lograr una alineación mayor
con los precios internacionales y una modificación en el sistema nacional de
contabilidad, con el objetivo de su simplificación, flexibilización y compatibili-
zación con las prácticas internacionales de contabilidad.

Transformaciones recientes de la economía cubana

En lo fundamental, hasta mediados de 1993 los cambios organizativos y normati-


vos relevantes se relacionaban con los aspectos externos de la economía cubana.
Sin embargo, a partir de la segunda mitad de 1993, comenzaron a adoptarse me-
didas que indicaban el inicio de cambios en la política económica interna (...)
Lo más significativo ha sido que en 1993 las medidas de orientación mercantil co-
menzaron a rebasar el ámbito del mercado externo (comercio exterior, turismo e
inversión extranjera) y se desplazaron de manera más perfilada hacia la cautelosa
ampliación de mercados internos.
Además de la despenalización de la tenencia de divisas y la extensión en la circu-
lación de éstas, explicadas en el epígrafe anterior, las dos medidas más importan-
tes de política económica interna en 1993 fueron a) el establecimiento de un nuevo
ámbito legal y regulaciones generales para el ejercicio del trabajo por cuenta pro-
pia; b) la adopción de un cambio organizativo en la agricultura, que pudiera con-
siderarse como la primera transformación organizativa de importancia para un
futuro proceso de reforma económica en Cuba.
Con posteridad, en 1994, se adoptaron nuevas medidas de política económica in-
terna que ampliaron el proceso de creación de mercados internos y establecieron
condiciones más adecuadas para el funcionamiento de una economía con una
mayor diversidad de agentes económicos. Esas medidas fueron: la creación de los
llamados mercados agropecuarios, la aprobación para el funcionamiento de mer-
cados de productos industriales y artesanales, a partir de diciembre de 1994, y la

90
El Veredicto de la Historia

adopción de una nueva ley de impuestos. Las principales características de esas


medidas han sido las siguientes:
-Nuevas disposiciones legales para el ejercicio del trabajo por cuenta propia.
(...) adoptado en septiembre de 1993, regulan y amplían la autorización para
la realización de trabajos por cuenta propia. Los precios de estos servicios o pro-
ducciones se establecen a partir de la relación oferta-demanda y en el tipo de
moneda acordada por quienes participan de la transacción (...) Hasta agosto de
1994 habían sido concedidas 161.136 licencias para el ejercicio del empleo por
cuenta propia.
-Creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) a
partir de septiembre de 1993, y establecimiento del “mercado agropecuario”, en
octubre de 1994.
En café, las UBPC ocupaban el 76% de la superficie estatal dedicada a esos cul-
tivos; en cultivos varios (viandas y hortalizas) el 69%; en arroz, el 48%, y en ga-
nadería, el 42%. Por su extensión, las UBPC en la ganadería vacuna ocupan el
primer lugar con más de 68.000 caballerías (más de 913.000 ha).
Hasta julio de 1994, las UBPC cañeras eran 1.555 y cubrían toda el área estatal de-
dicada a la caña, es decir, el 80% de todos los terrenos con ese cultivo (...)
Los productores asociados en las UBPC no obtienen la propiedad jurídica de las tie-
rras, pero son dueños del producto y, consecuentemente se reparten las ganan-
cias. Hasta septiembre de 1994 tuvieron como único comprador al Estado (...)
El 1º de octubre de 1994 comenzaron a funcionar en Cuba los llamados mercados
agropecuarios, un nuevo mecanismo al que pueden concurrir, con sus excedentes,
todos los agentes económicos (...) y en donde los precios se determinan por la oferta
y la demanda (...).
-Creación de los mercados de productos industriales y artesanales a partir
del 1º de diciembre de 1994. A estos mercados concurrirán diversos agentes
económicos: empresas de las llamadas industrias locales varias, empresas vin-
culadas con la Administración central del Estado y de subordinación a gobier-
nos locales, y productores individuales que ejercen el empleo por cuenta propia
u otros autorizados (...) Los mercados permitirán la relación directa entre com-
pradores y vendedores, y los precios se establecerán por la relación oferta-de-
manda.
-Adopción de una nueva ley de impuestos. A mediados de septiembre de 1994
se anunció la Ley Nº 73 del Sistema Tributario, adoptada por la Asamblea Na-
cional del Poder Popular, en la que se establecen nuevos impuestos y contribu-
ciones, así como modificaciones a los ya existentes. Aunque la nueva ley de
impuestos ha estado asociada a las tareas de saneamiento de las finanzas in-
ternas, su importancia en realidad rebasa este aspecto de la política económica
en la medida en que ha establecido un sistema impositivo diseñado para fun-
cionar en un contexto caracterizado por la diversidad de agentes económicos.

91
Martín Hernández

De este modo, la orientación del sistema impositivo parece coincidir con la ten-
dencia a una política económica cada vez más orientada hacia la diversifica-
ción de la economía y el funcionamiento de los mercados.[58] (Subrayados
nuestros).

La nueva Ley de Inversiones Extranjeras: Cuba en venta

Las reformas económicas, reseñadas por los tres estudiosos cubanos, tuvieron
su “broche de oro” con la Ley de Inversiones Extranjeras, aprobada por la Asamblea
Nacional en el mes de septiembre de 1995.
Respecto de los antecedentes de esta Ley, el jurista cubano Juan Vega Vega es-
cribió los siguientes comentarios:

La experiencia derivada de la aplicación del Decreto-Ley 50 de 1982, junto a los acon-


tecimientos político-económicos ocurridos en el mundo dentro de ese lapso, exigían
una legislación todavía más amplia sobre las inversiones extranjeras.
En la elaboración de ese nuevo texto legal se tuvo en cuenta no sólo esa experiencia
y esas circunstancias político-económicas, sino también la legislación de otros países
sobre la materia.
Se [tuvieron] en cuenta las legislaciones promulgadas en varios países de diferentes
sistemas sociopolíticos (...)
Se examinó la Ley de Empresas de Inversiones Extranjeras de la República Popu-
lar de China, que fue publicada en 1986, y el reglamento de dicha Ley (...)
En China son muy pocas las ramas en las cuales se prohíbe o limita la creación de
empresas de inversión extranjera (...).[59]

La sola reproducción de algunos párrafos de la nueva ley cubana habla por sí


sola sobre los objetivos de la misma.

Artículo 1.1. Esta ley tiene por objetivo promover e incentivar la inversión extran-
jera en el territorio de la República de Cuba, para llevar a cabo actividades lucra-
tivas (...)
Artículo 3. Las inversiones extranjeras dentro del territorio nacional gozan de
plena protección y seguridad, y no pueden ser expropiadas, salvo que esa acción
se ejecute por motivos de utilidad pública o interés social (...) previa indemniza-
ción en moneda libremente convertible por su valor comercial establecido de mutuo
acuerdo.
De no llegarse a acuerdo, la fijación del precio se efectúa por una organización de re-
conocido prestigio internacional en la valoración de negocios (...)

[58] Carranza, Julio; Gutiérrez, Luis; Monreal, Pedro; Cuba: la reestructuración de la economía, Iepala Editorial,
Madrid, 1995, págs. 38 a 45.
[59] Vega Vega, Juan, Cuba: inversiones extranjeras a partir de 1995, Ediciones Endymión, Madrid, 1996, págs.
11 y 12.

92
El Veredicto de la Historia

Artículo 8. El estado garantiza al inversionista extranjero la libre transferencia al ex-


terior, en moneda libremente convertible, sin pago de impuestos o ninguna otra
exacción relacionada con dicha transferencia, de:
a) Las utilidades netas o dividendos que obtenga por la explotación de la inversión. (…)
b) Los ciudadanos extranjeros que presten sus servicios a una empresa mixta, a las
partes en cualquier otra forma de asociación económica internacional, o a una em-
presa de capital totalmente extranjero, siempre que no sean residentes permanentes
en Cuba, tienen derecho a transferir al exterior los haberes que perciban (...)
Artículo 10. Pueden ser autorizadas inversiones extranjeras en todos los sectores,
con la excepción de los servicios de salud y educación de la población y las insti-
tuciones armadas, salvo en su sistema empresarial.
Artículo 29. Las empresas mixtas, los inversionistas nacionales y extranjeros partes en
contratos de asociación económica internacional, y las empresas de capital totalmente
extranjero, tienen derecho, de acuerdo con las disposiciones establecidas a tales
efectos, a exportar su producción directamente, y a importar, también directa-
mente, lo necesario para sus fines.

Cualquier observador objetivo, después de leer esta Ley, no debería tener dudas
sobre su carácter claramente capitalista y, más aún, entreguista de la economía na-
cional. En ese sentido, una ley de este tipo debería poner un punto final a la polémica
sobre la orientación de Fidel Castro hacia la restauración del capitalismo, e incluso
sobre el carácter del estado cubano. Sin embargo, no es así. De cualquier manera, los
capitalistas no parecen tener dudas sobre lo que ocurre en Cuba. La primera ley fue
recibida con entusiasmo por el capital internacional. La segunda con euforia.
Los capitalistas se dieron cuenta de que en Cuba no sólo no existían más res-
tricciones para el capital, sino que la Isla estaba en venta, y se lanzaron a comprarla.
Desde hace algunos meses circula en muchas oficinas empresariales una guía de
inversiones, editada en español e inglés, titulada Cuba. Oportunidades de inversión.
En esta guía, junto con una reivindicación apasionada de la historia, naturaleza y
gobierno cubanos, se mencionan algunas de las ventajas para los inversores. Entre
ellas se destaca que:

Cuba es casi un paraíso fiscal (...) El impuesto sobre los ingresos brutos que está
vigente en Cuba no se aplica a los inversores extranjeros. Se trata de un duro im-
puesto, ya que es exigido cualquiera que fuese el resultado económico de la empresa
privada, pero las empresas mixtas y los socios en otras formas de asociación eco-
nómica internacional, están exentos del pago de ese impuesto.
El impuesto sobre ingresos personales (lo que en otros países se llama “income tax”)
afecta a las personas naturales de Cuba, pero de él están exentos los socios, dirigen-
tes y funcionarios de las empresas mixtas.[60]

[60] New World Times Financial & Business Yearly Executive Reports, Cuba: Oportunidades de inversión, GPO
Editorial, Caracas, 1996, pág. 143.

93
Martín Hernández

Y también esta guía destaca que:

(...) el costo de la mano de obra en Cuba se sitúa en rangos muy competitivos en tér-
minos internacionales (...) La fuerza de trabajo es el principal recurso del país. La or-
ganización estatal cubana le asegura gratuitamente los servicios de educación y de
salud, y casi gratuitamente la vivienda porque la inmensa mayoría es propietaria de
los inmuebles que habita.
La experiencia de empresas mixtas y otras formas de asociación económica interna-
cional en Cuba muestra que los socios extranjeros se encuentran satisfechos por la ca-
pacidad y actitud ante el trabajo de la fuerza laboral cubana.[61]

Con un paraíso fiscal como este y, encima de eso, con una abundante mano de
obra barata (sustentada en gran parte por el Estado en base a la acumulación ante-
rior), Cuba se ha convertido en un “negocio redondo”, y no es de extrañar que, por
eso, tantas empresas se hayan abalanzado sobre la Isla en tan poco tiempo.
En relación con este tema, la guía mencionada da las siguientes informaciones:

Más de 1.000 empresas y firmas comerciales internacionales participaron de la XIII


FIHAV Feria Internacional de La Habana), que ya es, en participantes, la tercera
feria de América Latina. Ya en noviembre de 1995 reunió en Cuba a empresas de 60
países. Muchos de los empresarios asisten a la feria por primera vez o llevan menos
de tres años haciendo negocios con Cuba, y la mayoría coincide claramente en que su
reciente aterrizaje en Cuba se debe a un motivo: no quieren llegar tarde (...)
Las ventajas, garantías y atractivos para la inversión extranjera, implementados a
partir de la promulgación de la nueva Ley de Inversiones Extranjeras, y la progresiva
desburocratización subsiguiente de las decisiones inversoras, lo convierten en uno de
los países más adecuados y flexibles para la absorción de capital de riesgo de todo
el entorno.
Se cifró en 2.100 millones de dólares el total de capital extranjero desembolsado y
comprometido hasta 1995, y a partir de 1996, se anuncian inversiones por un monto
situado en el orden de los 5.000 millones de dólares (...)
Constantemente se estudian nuevas formas de apertura a la inversión extranjera en
el sector azucarero, en el que ya están cooperando empresas internacionales en ma-
teria de refinanciación, y las empresas cubanas ya están dispuestas a negociar posi-
bilidades en materia de producción, también en este rubro.
En la actualidad, más de 100 compañías canadienses mantienen vínculos con La Ha-
bana.
Consorcios canadienses tienen importantes intereses en la minería, el turismo y la es-
fera energética, y se contemplan operaciones en sectores agrícolas, entre ellos la in-
dustria azucarera.
[61] Ídem, pág. 76.

94
El Veredicto de la Historia

(...) el primer país inversionista extranjero en Cuba, además de Canadá, por canti-
dad de empresas y presencia en el sector turístico, es España, seguido de cerca por
Francia, México, Alemania, Holanda, Gran Bretaña, Italia, Japón y Suecia (...)
Los empresarios americanos aceleran los preparativos para invertir fuertemente en
Cuba ante un eventual cese del embargo a mediano plazo. El tema de la crisis provo-
cada por extremistas americanos-cubanos, cuya consecuencia fue la crisis de los avio-
nes derribados y la subsecuente emisión de la 100% política ley Helms es un caso
puntual y a todas luces coyuntural, emitida con el objeto de atemorizar la inversión
de terceros países (...)
Prueba de que los empresarios norteamericanos no creen en esas actitudes políticas
en plena campaña electoral norteamericana, son los viajes que importantes hombres
de negocios de los Estados Unidos continúan haciendo recientemente a la isla, a
pesar de las restricciones en vigor contra el desplazamiento de ciudadanos nortea-
mericanos a Cuba.
Varias petroleras de EE.UU., incluida la Texaco, ya han elaborado planes detallados
para entrar en el mercado cubano una vez que se levante el embargo vigente desde
hace 32 años.
Hoy Cuba mantiene vínculos comerciales con unas 4.000 empresas de más de 100
países[62] . En la isla hay más de 600 oficinas de representación de empresas extranje-
ras (...)
Unilever, el gigante británico-holandés, elabora artículos de tocador y detergentes
para el mercado interno cubano. Benetton, de Italia, tiene ahora cinco tiendas mino-
ristas en la isla y prevé abrir tres más. Los automóviles japoneses Mitsubishi, Nissan
y los Suzuki Vitara fabricados en Canadá, duplican de año en año sus ventas en La
Habana (...)
Recientes inversiones en varios renglones de la economía cubana incluyen al sector
bancario, entre ellos Argentaria, que financia el proyecto de La Lonja del Comercio;
también Banamex, el mayor grupo financiero de México, tiene un “joint venture” con
empresas cubanas. En Cuba operan los bancos Financiero Internacional, Nacional e
Internacional de Comercio, y el Banco Popular de Ahorro. El holandés ING Bank está
asociado al 50% con Acemex, una compañía registrada en Liechtenstein bajo el nom-
bre de Netherlands Caribbean. Beta Funds International, con base en Londres, anun-
ció un fondo de inversión de 50 millones de dólares. El Banco Exterior de España, del
grupo Argentaría, tiene oficinas en La Habana.
Ya obtuvieron autorización para abrir oficinas el Banque Nationale de Canadá,
Fransa Bank of Lebanon y Banco Bilbao Viscaya.
La compañía mexicana Grupo Domos compró 49% de la empresa cubana de teleco-
municaciones con una inversión que, hasta la fecha, alcanza 750 millones de dólares,
compartida con un grupo italiano de comunicaciones, con una concesión por 55 años.
El monto de la inversión ascenderá a 2.000 millones de dólares, y los beneficios para
ambas partes son espectaculares.
[62] Ver Apéndice 1, en el final de la Parte 1.

95
Martín Hernández

También la mexicana Timsa opera en concesión el sistema de telefonía celular (...)


La británica BAT firmó un acuerdo para producir varios tipos de tabacos y exportar.
Sharp Electronics está representada por una compañía canadiense [63] (...)

Para alentar nuevas inversiones, esta guía informa a los empresarios internacio-
nales los importantes cambios que se han dado a nivel de la estructura económica
del Estado, los cuales garantizan esas inversiones. Veamos:

El país está enfrentando ahora su reto más difícil: reducir algunas industrias es-
tatales que se han vuelto ineficaces ante el cambio de mercados y la excesiva li-
bertad laboral y planillas sobrecargadas, que son la espina dorsal del, hasta
ahora, pleno empleo.
De un estado que garantizaba el pleno empleo con excesiva libertad laboral se
pasa a otro basado en la eficiencia, con la consiguiente aparición del desempleo;
mientras 160.000 personas (de una población total de 11 millones) son ya auto-
empleadas, sobrarán unas 400.000 personas en edad laboral en los próximos años,
que deberán encontrar trabajo en la actividad privada o bien reciclarse (...)
La antigua Junta Central de Planificación, que conducía la economía dirigida
por el estado, ha sido abolida. En el año 1994, el gobierno ha recortado el défi-
cit presupuestario en un 72%, reduciendo su abultada plantilla, eliminando de-
cenas de subvenciones e imponiendo aumentos de precio en productos y servicios
como el tabaco, alcohol y la electricidad (...)
Los cambios estructurales, tanto en las exportaciones como en las importaciones,
abren un amplio espectro de posibilidades de negocios.
De acuerdo con las modificaciones constitucionales, el estado no ejerce ya el mo-
nopolio del comercio exterior. Las asociaciones entre empresas cubanas y ex-
tranjeras, así como las sociedades mercantiles privadas, están facultadas por la ley
para ejercer directamente sus operaciones de comercio exterior.[64] (Subrayados
nuestros).

La Ley Helms-Burton

La continuidad del embargo norteamericano y la nueva Ley Helms-Burton es


para muchos la muestra más evidente de que el proceso que se da en Cuba es com-
pletamente diferente del que se da en el resto de los ex estados obreros. El imperia-
lismo, al contrario de lo que hace con Rusia o con China, estaría decidido a enfrentar
el régimen de Fidel hasta el fin. Ésta sería la demostración de que en Cuba continúa
existiendo un estado obrero.
[63] New World Times Financial & Business Yearly Executive Reports, Cuba: Oportunidades de inversión, GPO
Editorial, Caracas, 1996, págs. 196, 197, 198 y 199.
[64] New World Times Financial & Business Yearly Executive Reports, Cuba: Oportunidades de inversión, GPO
Editorial, Caracas, 1996, págs. 196, 197, 198 y 199.

96
El Veredicto de la Historia

Sin embargo, todo lo que hemos señalado anteriormente indica que Cuba está a
la vanguardia en lo que se refiere a entregar el país al capitalismo internacional, y este
hecho nos obliga a estudiar la Ley Helms-Burton desde otro ángulo.
La existencia de la ley Helms-Burton no es la muestra de que en Cuba no se
ha restaurado el capitalismo. En realidad es todo lo contrario. Esta ley intenta res-
ponder a un problema que estuvo y está planteado en todos los procesos de restau-
ración en el Este europeo. Nos referimos a la cuestión de las restituciones.
La restauración en el Este dejó feliz al capitalismo a nivel mundial. Pero no con-
formó a los antiguos propietarios que habían sido expropiados por la revolución o
por el Ejército Rojo. Para ellos no era suficiente que se reestableciera la economía de
mercado. Ellos querían que les devolvieran sus antiguas propiedades.
En la mayoría de los países del Este se adoptó el criterio de pagar indemnizacio-
nes e incluso devolver las propiedades a los antiguos dueños. En donde más se
avanzó con las restituciones fue en Alemania Oriental, Bulgaria y la antigua Che-
coslovaquia. Pero esto se ha dado casi en el conjunto de esos países. En Rumania, por
ejemplo, se restituyeron las tierras de tal forma que se crearon casi dos millones y
medio de nuevas propiedades.
De cualquier manera, este proceso no ha sido nada fácil. Han surgido innume-
rables conflictos. En Rumania, por ejemplo, muchas de las tierras no fueron de-
vueltas a sus antiguos propietarios porque las mismas ya no estaban destinadas a la
explotación agrícola. La solución encontrada para superar esta situación fue entre-
gar otras tierras, pero esto ocasionó todo tipo de reclamos, a tal punto que fueron
presentadas más de 300.000 quejas en los tribunales.
Todos estos problemas han llevado a los centros imperialistas a ser bastante cui-
dadosos respecto de las restituciones. Así, por ejemplo, el Informe del Banco Mun-
dial, analizando los “Pro y contra de la restitución”, señala que hay que tener cuidado
porque las mismas: (...) pueden ser complicadas o a veces arbitrarias y crean incerti-
dumbre que puede perjudicar otros métodos de privatización[65] (...)
Este mismo tipo de problema está planteado en Cuba y la Ley Helms-Burton está
directamente relacionada con esta cuestión.
En la medida en que con la restauración las propiedades estatizadas por la revo-
lución están siendo reprivatizadas, sus antiguos propietarios exigen la restitución.
Para la poderosa burguesía cubana, exilada en los Estados Unidos, no basta con que
se restaure el capitalismo en Cuba. Ellos quieren que, al igual que en el Este, se les
devuelvan sus antiguas propiedades. Esta exigencia ha colocado al gobierno cubano
frente a una encrucijada, ya que se calcula que tendría que pagar alrededor de 100
mil millones de dólares en indemnizaciones. Por otra parte, si el gobierno, en lugar
de indemnizar a los exilados, les devolviese sus fábricas, tierras y edificios estaría, en
la práctica, entregándoles el poder, y la burocracia castrista, obviamente, no está dis-
puesta a suicidarse.
[65] Banco Mundial, Del plan al mercado, Informe sobre el Desarrollo Mundial, 1996, Washington, pág. 65.

97
Martín Hernández

En este marco, el imperialismo europeo, Canadá, y grandes empresarios latino-


americanos, especialmente de México, están invirtiendo en Cuba y, al hacerlo, están
ocupando las propiedades que antiguamente eran de empresas norteamericanas o de
empresarios cubanos hoy exilados. Esto es lo que ha dado origen a la Ley Helms-
Burton.
La poderosa burguesía cubana instalada en el Estado de Florida, EE.UU., pre-
sionando y chantajeando al gobierno americano, ha conseguido que el Congreso
vote esa ley con la cual los ciudadanos norteamericanos (inclusive todos los cuba-
nos nacionalizados) pueden iniciar procesos judiciales contra quienes utilicen “sus”
propiedades en Cuba. Por otra parte, esa ley prepara, explícitamente, el apoyo a un
gobierno de transición en Cuba, única forma que hoy tienen los exilados cubanos
de recuperar sus propiedades.
Esta ley ha provocado un serio conflicto entre la mayoría de la burguesía mun-
dial y el gobierno de los EE.UU. Para estos sectores, la restauración del capitalismo
en Cuba abre la posibilidad de hacer buenos negocios, y no están dispuestos a de-
jarlos de lado en función de los intereses de la burguesía cubana exiliada en Miami.
La ley fue repudiada en la cúpula Iberoamericana que se reunió en noviembre de
1996 en Chile, mientras que los ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Eu-
ropea decidieron que era ilegal que el bloque de ese continente acate la Helms-Bur-
ton. En la actualidad, la amplia mayoría de los gobiernos del mundo se ha
manifestado en contra de esa ley. En este sentido, la Helms-Burton no es solamente
un atentado a la soberanía de Cuba sino que es, antes que nada, la muestra de la
existencia de un conflicto interburgués y, más aún, interimperialista.
Frente a esta situación, el gobierno Clinton ha quedado hecho un sándwich. Por
un lado tiene la presión de la amplia mayoría de los países del mundo, incluyendo
la Iglesia católica, que le exige la derogación de esa ley. Por el otro tiene la presión
de la burguesía cubana, con un gran peso económico y electoral. Por razones, entre
otras, electorales, el gobierno Clinton ha cedido a las presiones de esta última, aun-
que ha amenizado la situación suspendiendo por seis meses la aplicación de la ley.
Después de las elecciones que reeligieron a Clinton, todos los comentaristas opi-
nan que éste estaría buscando la forma de acabar con Helms-Burton, cosa que es
bastante probable. No sólo por los problemas que le está creando, en especial con la
UE y el Canadá, sino porque hay todo un sector de la burguesía americana que no
quiere perder la oportunidad de invertir en Cuba, y ya incluso se está organizando
en el “Consejo Comercial y Económico EE.UU.-Cuba”.

Las relaciones con la Iglesia

Tal vez uno de los mejores termómetros para medir los avances de la restaura-
ción del capitalismo en Cuba sea el nivel que han alcanzado las relaciones entre el
gobierno y la cúpula de la Iglesia.

98
El Veredicto de la Historia

En el año 1992 fue reformada la Constitución, con el objetivo de reconocer otras


formas de propiedad (empresas mixtas, sociedades y asociaciones económicas) y, a
la vez, permitir la venta de empresas estatales. Éstos fueron, sin duda, los cambios
más importantes que se introdujeron y los que más han sido comentados por la
prensa mundial. Sin embargo, hubo otro cambio que fue poco comentado, comple-
mentario del anterior, y que tiene mucha importancia. Por el nuevo texto, el estado
cubano dejó de ser “ateo” para transformarse en “laico”.
La reentrada de Cuba en el mundo capitalista exige relaciones con sus institu-
ciones. Es lógico, en este sentido, que Fidel busque relacionarse con una de las más
reaccionarias de ellas, la Iglesia católica. Es un reconocimiento al papel jugado por
ésta en otros procesos de restauración, como el de Polonia y el de la propia Rusia,
con la entrevista que Gorbachov mantuvo con el Papa en el año 1989.
Por otra parte, la restauración del capitalismo, con sus consiguientes calamida-
des, coloca a la orden del día la posibilidad de explosiones sociales. Para calmar a las
masas, nada mejor que suministrarles una droga. En Rusia, la actual burocracia,
apoyándose en las tradiciones locales, alienta el consumo masivo de la vodka. En
Cuba, también apoyado en las tradiciones nacionales, Fidel alienta el “opio”. Castro,
después de treinta años de revolución, apela a la religión, el opio de los pueblos (al
decir de Lenin) para adormecer la conciencia del pueblo cubano.
La estrecha conexión que existe entre la restauración y las relaciones con la Igle-
sia puede verse en las fechas en que ellas se dan. Las relaciones entre la Iglesia y el
castrismo fueron retomadas en 1985 e intensificadas a partir de 1990.
En varias oportunidades, cardenales del más alto nivel han visitado a Fidel Cas-
tro y a los líderes de la iglesia cubana. Entre éstas, se destaca la visita de Roger Et-
chegaray, el principal emisario diplomático del Papa.
Como fruto de la política de Fidel y de esos encuentros, la Iglesia está reentrando
en Cuba con mucha fuerza.
Juan Paulo II designó a Jaime Ortega como primer cardenal cubano desde la re-
volución de 1959. Fidel financió el viaje al Vaticano de 200 católicos cubanos para
participar de las ceremonias. Después autorizó a la Iglesia a abrir una agencia de
Cáritas en Cuba, y permitió que Echegaray abriese una sucursal de la Pontificia Co-
misión de Justicia y Paz para promover los “derechos humanos”.
Después del triunfo de la revolución, 350 escuelas religiosas fueron estatizadas y
más de cien curas fueron expulsados del país. Ahora, de la mano de la restauración
del capitalismo, el gobierno ha dado autorización, la primera desde 1959, para que
ingresen al país frailes y monjas extranjeros a dar clases en escuelas parroquiales.
El crecimiento de la Iglesia en Cuba llegó incluso al Partido Comunista Cubano,
quien derogó la prohibición que existía para que sus militantes practicasen la reli-
gión y participasen de actividades de la Iglesia.
Esta política ya está dando resultados: en los últimos años, el número de bau-
tismos se quintuplicó, mientras que casi el 70% de las familias cubanas solicitan

99
Martín Hernández

funerales religiosos. Según una encuesta del Instituto Gallup, el 60% de los cubanos
había asistido, como mínimo una vez a misa, en los tres meses anteriores a dicha
encuesta.[66]
Como contrapartida, tanto Ortega, como el Papa y la Iglesia norteamericana se
oponen, públicamente, al embargo de los EE.UU.. Esta última viene juntando ali-
mentos y enviándolos a Cuba a través de canales de la propia iglesia.
Por otra parte, la entrevista entre el Papa y Fidel, así como la visita del Papa a
Cuba, programada para este año, significan la “bendición” del régimen castrista por
parte de la Iglesia católica.

[66] Datos publicados en A Folha de São Paulo, 24/11/96.

100
La restauración del capitalismo
en los ex Estados obreros es un hecho

Trotsky decía:

Mientras que el monopolio del comercio exterior no sea abolido, mientras que el de-
recho del capital no sea reestablecido, la URSS, a pesar de todos los “méritos” de sus
gobernantes, seguirá siendo para la burguesía del mundo entero un enemigo irre-
conciliable (...)[67]

Hoy en día, ni los países de la ex URSS ni ninguno de los otros estados en donde
en el pasado se expropió a la burguesía, son tratados por ésta como “enemigos irre-
conciliables”. Todo lo contrario. Y, frente a esto, la pregunta que nos debemos hacer
es ¿a que se debe este cambio cualitativo de actitud? Y cuando hablamos de “cam-
bio de actitud”, no nos estamos refiriendo sólo a su manifestación diplomática, como
sería la presencia de toda la plana mayor del imperialismo en la Plaza Roja en 1995,
o la entrevista del Papa con Fidel Castro. Nos referimos a problemas más concretos,
por ejemplo, las donaciones hechas por los países imperialistas a los ex estados obre-
ros. Esas donaciones, que en 1990 fueron de 641 millones de dólares, en 1995 al-
canzaron la cifra de 4.700 millones.[68] También nos referimos a la política de la
OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económico), que resolvió eli-
minar las restricciones que antes usaba respecto de aquellos países por ellos deno-
minados de “comercio estatal”, a tal punto que ya seis de ellos forman parte de ese
organismo internacional.
El porqué de este cambio de actitud es explicado por los propios órganos del im-
perialismo cuando analizan los “progresos” en esos estados. Veamos: (...) Al evaluar
el progreso, observamos cuatro dimensiones amplias: liberalización, derechos de pro-
piedad y propiedad privada, instituciones, y políticas sociales.
Con este criterio analizan los países y llegan a la siguiente conclusión: “En 1995,
muchos de los países de la ECO[69] y de los NEI[70] eran esencialmente economías de

[67] Trotsky, León, La revolución traicionada, Editorial Fontamara, España, 1977, pág. 192.
[68] Banco Mundial, Del plan al mercado, Informe sobre el Desarrollo Mundial, 1996, Washington, pág. 151.
[69] Se denomina ECO (Europa Central y Oriental) a los siguientes países: Albania, Bulgaria, Croacia,
Eslovenia, Hungría, Macedonia, Polonia, República Eslovaca, República Checa y Rumania. Bosnia y Servia
también forman parte de este grupo, pero no son analizadas en este informe.
[70] Los NEI (Nuevos Estados Independientes) son Armenia, Azerbaiján, Bielorrusia, Kazakistán, Estonia,
Georgia, Letonia, Lituania, Moldavia, Kirguízia, Rusia, Tadjikistán, Turkmenistán, Ucrania y Uzbekistán.

101
Martín Hernández

mercado, con comercio abierto, convertibilidad de la cuenta corriente y políticas libe-


rales en relación a la entrada de nuevas firmas y empresas privadas.
Como complemento de lo anterior, el informe agrega más adelante: En nueve pa-
íses de la ECO y en los NEI, el sector privado ahora domina más de la mitad de la ac-
tividad económica[71] y, para demostrar estas afirmaciones son presentados dos
gráficos: uno general, con el grado de Liberalización económica del país, y otro, más
particular, para demostrar la Producción del sector privado como parcela del PIB.[72]
A partir de la lectura de esos gráficos se pueden ver con mucha claridad tres
cuestiones. La primera es que hay restauración del capitalismo en el conjunto de
esos países; la segunda es que ese proceso pegó un salto entre los años 1990 y 1995,
y la tercera es que no hay una diferencia cualitativa en el proceso de restauración
entre los más importantes de esos países (Polonia, Hungría, República Checa, Re-
pública Eslovaca, Rusia, Ucrania y China).
A pesar de estos datos y los que hemos presentado a lo largo de este texto un
gran número de corrientes y dirigentes marxistas opinan que el capitalismo no fue
restaurado en la mayoría, o incluso, en ninguno de esos países. Existe, [además,] la
discusión sobre si el capitalismo fue restaurado en Alemania Oriental, un país que
ya no existe más. Para los que defienden este tipo de posiciones, la restauración exis-
tiría sólo a nivel de planes que avanzan cada vez más pero nunca se concretan. Lo
interesante del caso es que normalmente se defiende este tipo de posiciones en nom-
bre de una supuesta “ortodoxia trotskista”, sin considerar para ello las verdaderas
opiniones de Trotsky sobre este tema.
Trotsky, cuando la inmensa mayoría de la izquierda mundial se curvaba frente a
Stalin y su régimen, tuvo la claridad y valentía de señalar:

(…) Esperábamos, es cierto, la destrucción del estado soviético en vez de su degene-


ración; o más concretamente, no diferenciábamos lo suficiente entre estas dos posibi-
lidades. Sin embargo, ellas no se contradicen. En cierto nivel, la degeneración acaba,
inevitablemente, en la destrucción.[73] (Subrayado nuestro).

Para Trotsky, la continuidad del régimen burocrático llevaba, inevitablemente,


a la restauración del capitalismo. En este sentido, lo que ocurre actualmente en la ex
URSS y los otros estados es la confirmación del pronóstico central de Trotsky. Es
por eso y no por otra cosa que Trotsky llamó a hacer una nueva revolución, ahora
contra la burocracia.
Pero esta opinión de Trotsky, sobre cuya base se construyó el programa de la IV
Internacional, no le impidió señalar que, a pesar de la burocracia, la URSS seguía
siendo un estado obrero y había que defenderla incondicionalmente de cualquier
ataque del imperialismo, en la medida en que se mantenía la propiedad estatal de los

[71] Banco Mundial, Del plan al mercado, Informe sobre el Desarrollo Mundial, 1996, Washington, pág 13.
[72] Ver Apéndice 2, al final del capítulo 1.
[73] Trotsky, León, En defensa del marxismo, Proposta Editorial, São Paulo, pág. 28.

102
El Veredicto de la Historia

medios de producción, el monopolio del estado sobre el comercio exterior y la pla-


nificación económica central. Pero Trotsky nunca afirmó que el estado obrero se-
guiría teniendo ese carácter después de que hubieran desaparecido esas condiciones,
que es lo que ocurre actualmente.
También, en nombre de una supuesta “ortodoxia trotskista”, se descarta muchas
veces la posibilidad de que la burocracia se haga restauracionista. Los intereses ma-
teriales de ésta le impedirían dar este paso. Para los que así opinan, el peligro de
la restauración existiría, pero sólo como peligro externo, como producto de un ata-
que del imperialismo. Y, como en los últimos años, ni Rusia ni China ni Cuba fue-
ron atacadas militarmente, la restauración sería imposible. En relación con este tema,
Mandel señalaba:

Creer que Gorbachov o el ala “liberal” de la burocracia en su conjunto quieren o qui-


sieran restaurar el capitalismo, es dejarse engañar completamente acerca de la natu-
raleza, las bases y la amplitud de sus privilegios y de su poder. El 90% de ellos
perderían mucho más que lo ganarían.[74]

Pero Trotsky, sobre esta cuestión, también opinaba algo completamente dife-
rente. En su libro La revolución traicionada, después de analizar lo que ocurriría con
la URSS en las dos variantes extremas (que el partido revolucionario tome el poder
o que lo haga un partido burgués) analizaba una tercera variante:

(...) admitamos que ni el partido revolucionario ni el contrarrevolucionario se adue-


ñan del poder. La burocracia continúa a la cabeza del estado (que es lo que acabó
ocurriendo). La evolución de las relaciones sociales no cesa. Es evidente que no
puede pensarse que la burocracia abdicará en favor de la igualdad socialista. Ya desde
ahora se ha visto obligada, a pesar de los inconvenientes que esto representa, a resta-
blecer los grados y las condecoraciones; en el futuro será inevitable que busque
apoyo en las relaciones de propiedad. Posiblemente se objetará que poco importan
al funcionario elevado las formas de propiedad de las que obtienen sus ingresos. Esto
es ignorar la inestabilidad de los derechos de la burocracia y el problema de su
descendencia. El reciente culto de la familia soviética no ha caído del cielo. Los privi-
legios que no se pueden legar a los hijos pierden la mitad de su valor; y el derecho de
testar es inseparable del derecho de propiedad. No basta ser director del trust,
hay que ser accionista. La victoria de la burocracia en ese sector decisivo crearía
una nueva clase poseedora.[75] (Subrayados nuestros).

La cuestión de las empresas estatales

La amplia mayoría de los que opinan que esos estados continúan siendo obreros
(o como mínimo que son economías no capitalistas) no tienen dudas de la existen-
cia de planes de restauración.

[74] Mandel, Ernesto, ¿Hacia adónde va la URSS de Gorbachov?, Distribuciones Fontamara, México, 1991, pág. 19.
[75] Trotsky, León, La revolución traicionada, Editorial Fontamara, España, 1977, pág. 239.

103
Martín Hernández

Tampoco de algunos logros importantes de esos planes, como serían el fin del
monopolio del estado sobre el comercio exterior o el crecimiento de las privatiza-
ciones, pero... habría un factor por el cual estos estados continuarían siendo obre-
ros: las importantes empresas que aún continúan en manos de esos estados.
Este tipo de razonamiento se apoya en un hecho cierto: existe en todos esos pa-
íses un importante porcentaje de empresas estatales. Sin embargo, es necesario hacer
una primera aclaración al respecto: si hay algo que caracteriza a esos estados no es
la existencia de grandes empresas que continúan siendo estatales, aunque éstas,
como decíamos anteriormente, continúan existiendo. Lo más característico del
proceso que se está dando es la privatización creciente de esas empresas. Ya
hemos dado algunos números con referencia a los tres países que hemos estudiado
más en detalle, pero también es necesario ver este proceso de conjunto.
Entre los años 1980 y 1991 (años en que el neoliberalismo, con su política de pri-
vatizaciones, tomó el control de la economía mundial) fueron privatizadas, en los pa-
íses capitalistas, siete mil empresas (entre grandes y medianas). En los estados obreros,
en menos de la mitad de ese tiempo (cinco años), ese número llegó a treinta mil.[76]
Hemos destacado el número anterior porque es uno de los elementos impor-
tantes para tener en cuenta cuando se trata de determinar el carácter de clase de
esos estados. La privatización de los principales medios de producción es uno de
los objetivos centrales de la restauración, de la misma manera que, anteriormente,
el control del estado sobre esos medios fue uno los aspectos centrales de la cons-
trucción de los estados obreros. Sin embargo, es necesario precisar que la cantidad
de empresas estatales y privadas no determinan, ni nunca determinó, el carácter
de clase de un estado.
En los estados obreros (tanto en su fase revolucionaria como en la burocrática) y
en los estados capitalistas han convivido y conviven (en el caso de estos últimos) di-
ferentes formas de propiedad.
En la URSS, en la época de la NEP (Nueva Política Económica), junto con la pro-
piedad estatal de los medios de producción existió un considerable número de em-
presas privadas. En Polonia, a pesar de haberse expropiado a la burguesía, la tierra
nunca llegó a ser de propiedad estatal. Por el contrario, en la Italia de Mussolini, la ma-
yoría de las empresas fueron expropiadas y pasaron a ser estatales. Sin ir tan lejos en
el tiempo, actualmente en Venezuela, un típico país capitalista, más del 60% del PBI
surge de las empresas estatales.
Esta realidad (de alto número de empresas estatales en estados capitalistas y de
empresas particulares en estados obreros) ha generado muchísimas confusiones a la
hora de analizar el carácter social de esos estados. Así, sectores importantes de la so-
cialdemocracia (Kautsky y Otto Bauer, entre ellos) saludaron la NEP en la ex URSS
(idealizada por Trotsky y dirigida por Lenin), porque entendían que con ella se es-
taba restaurando el capitalismo.
[76] Banco Mundial, Del plan al mercado, Informe sobre el Desarrollo Mundial, 1996, Washington, pág. 4.

104
El Veredicto de la Historia

Por otra parte, a nivel del marxismo revolucionario no fueron pocos los que, a
partir de las expropiaciones de Mussolini, colocaron un signo igual entre el fascismo
y el estalinismo. Sin embargo, la realidad mostró que la URSS, en el período de la
NEP, no era ni iba en dirección al capitalismo, y la Italia de Mussolini no era un es-
tado obrero, de la misma forma que tampoco lo es Venezuela. Estas realidades de-
muestran, en forma categórica, que el carácter de clase de un estado no puede ser
determinado por la simple contabilidad de las empresas estatales.
La coexistencia de diferentes formas de propiedad es algo que se ha dado en todos
los estados obreros y es algo típico de los estados capitalistas. Por eso, no es el por-
centaje de la forma de propiedad de los medios de producción lo que determina el
carácter de clase de un estado, sino las (...) formas de propiedad y de las relaciones de
producción que el estado en cuestión protege y defiende.[77]
Por ejemplo, en la Rusia actual conviven diferentes formas de propiedad. Pero, en
este terreno, no hay diferencia cualitativa con lo que ocurría en la época de Lenin
y Trotsky. La diferencia cualitativa está en lo que se refiere a “las formas de propie-
dad y las relaciones de producción” que el estado de Lenin y Trotsky defendía, y las
que el actual estado ruso defiende.
En la época de la NEP, dado el atraso y la crisis de la economía, para aumentar
la producción, fue necesario hacer concesiones al capitalismo. Como parte de esta
política, en ese período, el 38% del conjunto de los medios de producción estaba en
manos particulares y, en lo que se refiere a los medios de producción agrícolas, ese
número llegaba al 96%.[78] Como se podrá ver, el porcentaje de propiedad privada en
la época de la NEP era superior a la que se da en varios de los ex estados obreros y,
en lo que se refiere al campo, era cualitativamente superior a la que se da actual-
mente en Rusia. Justamente es sobre la base de esta realidad que el proceso de res-
tauración en Rusia, China y Cuba fue hecho, con el argumento de estar repitiendo
lo que ya Lenin había hecho en su momento. Sin embargo, basta observar (y com-
parar) con un poco de atención el proceso de la NEP con los actuales, para descu-
brir rápidamente la falsedad de los argumentos de la burocracia.
En la época de la NEP, para aumentar la producción, se alentó el desarrollo de la
propiedad privada, pero ese aumento de la producción fue colocado al servicio
del desarrollo de la propiedad estatal. Tanto es así que, en el período de la NEP, las
empresas estatales aumentaron su participación en el total de la producción.

La industria estatal y socialista ha producido, en 1923-24, el 76% de la producción


bruta; en 1925-26 ha producido el 79,3% y en un año más es fácil, según cálculos an-
ticipados, que llegue al 79,7 %. En lo que respecta a la industria privada, su partici-
pación en la producción era en 1923-24, de 23,7%; en 1924-25, de 20,7% y se espera
el 20,3% en 1925-26.[79]

[77] Trotsky, León, En defensa del marxismo, Proposta Editorial, São Paulo, pág. 227.
[78] Datos de León Trotsky, en ¿Adónde va Rusia?, págs. 47 y 49.
[79] Trotsky, León, en ¿Adónde va Rusia?, pág. 51.

105
Martín Hernández

Estos resultados no fueron producto de la casualidad, sino consecuencia de que


el estado, en ese momento, convivía con dos formas de propiedad pero defendía y
protegía una de esas formas: la estatal. O, en palabras de Trotsky, la “estatal y so-
cialista”.
Las concesiones hechas al capitalismo no pasaban de eso, y eran hechas dentro de
determinados marcos. La propiedad privada existía y era alentada por el estado, pero
dentro de ciertos límites; así, el comercio exterior, según informaba Trotsky, estaba
(...) completamente socializado, y su monopolio por el estado es un principio inmuta-
ble de nuestra economía política, de la misma forma que él recordaba que: Los bancos
y, en general, todo el sistema de crédito está socializado al 100%.[80]
Eso es lo opuesto de lo que se da actualmente en los ex estados obreros. Ahora
no se están haciendo “concesiones” al capitalismo, sino que se lo está restaurando.
Por eso, en todos los ex estados obreros, las “concesiones” al capitalismo no se han
limitado a alentar la propiedad privada de los medios de producción, sino que se ha
comenzado por acabar con el monopolio estatal del comercio exterior, por liberar
la actividad financiera, y por terminar con la planificación económica centralizada.
Los resultados de estas “concesiones” se expresan en el hecho de que la partici-
pación de la industria privada en el total de la producción no para de crecer, mien-
tras que todo lo contrario ocurre con las empresas estatales.
Esto tampoco es producto de la casualidad. Tiene que ver con que los estados
conviven con dos formas de propiedad, pero defienden y protegen la propiedad y las
relaciones de producción capitalista.
Se nos podrá objetar que con este argumento del estado que “protege” determi-
nadas formas de propiedad y de relaciones de producción, nosotros estamos iden-
tificando los planes de restauración con la restauración consumada, pero no es eso
a lo que nos estamos refiriendo.
Cuando hablamos del “estado que protege”, no estamos hablando de planes de
restauración y tampoco nos estamos refiriendo a los gobiernos de turno. Estamos
hablando del papel que juega el conjunto de las instituciones del estado, inclusive
sus empresas estatales, y de que las tenemos que estudiar en ese marco y no como
las últimas trincheras del estado obrero.
En las actuales economías de los ex estados obreros las empresas estatales juegan
un papel cualitativamente distinto del que jugaban en el pasado. En primer lugar,
porque aún siendo estatales están sometidas a las reglas de una economía de mer-
cado y, en segundo lugar, porque estas empresas, directa o indirectamente, tienen
una participación decisiva en el desarrollo de las empresas privadas, como ya lo
hemos visto en el caso de China y como lo podríamos ver, aunque sea con formas
diferentes, en cada uno de los otros estados. Es decir, ocurre con esas empresas es-
tatales lo mismo que ocurre en el resto de los países capitalistas, sólo que, en el caso
de los ex estados obreros, este papel se torna mucho más visible.
[80] Trotsky, León, en ¿Adónde va Rusia?, pág. 69.

106
El Veredicto de la Historia

Justamente, por el papel que juegan esas empresas en la actualidad, el imperia-


lismo considera que la privatización es importante pero no decisiva.
Esto se ve con claridad en el Informe del Banco Mundial que hemos citado,
cuando se pregunta: ¿La privatización es necesaria? ¿Es importante si la propiedad es
pública, privada o mixta? Y el mismo Informe se responde:

La primera cosa es saber si la privatización mejora o no el desempeño; (...) los pri-


meros indicios son alentadores en muchos casos, pero no tanto en otros. La pro-
piedad es importante. Pero la necesidad de privatizar no tiene la misma urgencia
en todas las circunstancias.[81]

Un capitalismo atípico

Quien visita Polonia, Hungría, Rusia o Cuba queda sorprendido por los avances
en el proceso de restauración, pero a partir de allí, se sorprende [aún más] por las
múltiples diferencias que existen con el resto de los estados capitalistas. Este hecho
lleva a que muchos saquen la conclusión de que esos estados no son capitalistas.
Pero lo que sucede no es que esos estados no sean capitalistas, sino que estamos
presenciando un nuevo tipo de estado capitalista, que nosotros, ante la falta de
una denominación mejor, hemos denominado “capitalismo atípico”.
Y esos estados son atípicos, porque es atípica su formación. No estamos frente
a estados que han surgido como superación de la sociedad feudal, sino a estados
que, en un proceso de regresión, han surgido a partir de la degeneración de los es-
tados obreros, y eso hace que tengan particularidades que los diferencian del resto
de los estados capitalistas.
Algunas de esas particularidades son evidentes. Por ejemplo, Rusia, como he-
rencia de su pasado, es aún una de las grandes potencias militares (es uno de los dos
países que podría destruir el mundo), pero no es actualmente una de las grandes
potencias económicas. Rusia es, en relación con las potencias imperialistas, un país
atrasado (desde el punto de vista económico y tecnológico), pero tiene una pobla-
ción con un nivel cultural sólo comparable a los más avanzados del “primer mundo”.
Tanto en Rusia como en Cuba o en la mayoría de los países del Este, los obreros son
explotados llegándose al caso extremo de que una buena parte de ellos tienen sus sa-
larios atrasados por varios meses. Pero, en lo que hace al empleo, la vivienda, la edu-
cación y la salud, a pesar del enorme deterioro de los últimos años, los índices son
similares, o superiores, a los de los países más desarrollados. Y en lo que se refiere
a los ritmos de producción, aún están muy lejos de alcanzar las jornadas infernales
de los países avanzados, y ni qué hablar de los atrasados.
Esta realidad le da a esos estados muchas particularidades que es necesario es-
tudiar y desentrañar, como condición indispensable para elaborar un programa para
su transformación revolucionaria.
[81] Banco Mundial, Del plan al mercado, Informe sobre el Desarrollo Mundial, 1996, Washington, pág. 53.

107
Martín Hernández

Las “particularidades” de la restauración en Cuba

Las diferencias o particularidades que señalábamos anteriormente no se evi-


dencian sólo cuando se comparan los viejos estados capitalistas con los nuevos, sino
también cuando se comparan éstos entre sí. Así, es bastante común escuchar hablar
de que el capitalismo se habría restaurado en el Este europeo (o estaría muy pró-
ximo a hacerse), pero la situación en Cuba sería diferente.
Hay dos grandes diferencias entre Cuba y la mayoría de los países del Este euro-
peo, que afectan directamente el proceso de restauración.
La primera es que la economía cubana, comparada no sólo con la rusa, sino con
la de la amplia mayoría de los países del Este europeo, es sumamente atrasada.
En este sentido, sobre Cuba se han creado muchos mitos que poco tienen que ver
con la realidad. Porque la realidad es que Cuba fue uno de los países en donde se
expropió a la burguesía, que menos avanzó desde el punto de vista económico.
Tanto es así que, como ya señalamos anteriormente, el conjunto de la economía cu-
bana está basada en el monocultivo del azúcar.
Frecuentemente se habla de los avances cubanos en el terreno de la medicina, la
farmacología, etc. Esto es real. Cuba consiguió avances impresionantes en este te-
rreno, pero ellos son marginales en el conjunto de la economía cubana. Y esto es
señalado por los propios economistas cubanos que ya hemos citado:

La producción de alta tecnología (medicamentos, equipos médicos y patentes), parece


mantener un crecimiento relativamente sostenido, pero aún su participación en la
economía nacional es muy reducida. En el año 1993 constituía sólo el 5% de las ex-
portaciones nacionales. No parece que en los plazos inmediatos estos productos estén
en condiciones de convertirse en fuentes fundamentales y estables de ingresos para la
economía nacional.[82] (Subrayado nuestro).

La segunda diferencia entre Cuba y la mayoría de los estados del Este europeo es
que en la Isla no hubo un proceso revolucionario que acabase con el régimen de par-
tido único. En este sentido, el proceso de restauración en Cuba tiene muchos puntos
de contacto con el que se da en China, cosa que es asumida por la dirección castrista.
Estas diferencias afectan directamente el proceso de restauración en Cuba, dife-
renciándolo bastante del que se da en el Este europeo, especialmente en Rusia.

Restauración y colonización

El objetivo del imperialismo con la restauración en los estados obreros no es, ob-
viamente, crear nuevas potencias que le disputen el mercado mundial. El objetivo es
crear nuevas colonias o semicolonias.
[82] Carranza, Julio; Gutiérrez, Luis; Monreal, Pedro; Cuba: la reestructuración de la economía, Iepala Editorial,
Madrid, 1995, pág. 33.

108
El Veredicto de la Historia

Pero restauración y colonización no son la misma cosa. Al darse la restauración


desde adentro de los estados y no como producto de una invasión imperialista, estos
dos procesos se desarrollan con ritmos diferentes.
En Rusia, por ejemplo, se ha dado la restauración pero no se ha consumado aún
la colonización, aunque ésta ha dado pasos importantes. La burocracia, el gobierno
y la nueva burguesía rusa actúan como socias del imperialismo, pero resisten a éste
en defensa de su espacio, y no han renunciado a la idea de ser una de las grandes po-
tencias económicas, como lo demuestra la crisis en torno a la participación de los pa-
íses del Este en la OTAN.
En Cuba, debido a las diferencias que hemos señalado, se vive una realidad com-
pletamente diferente. Dada la debilidad de la economía cubana, el proceso de res-
tauración está centrado en la entrega de los medios de producción a los capitales
extranjeros. Por otra parte, el hecho de que no haya habido una revolución alienta
la penetración de capitales de los más variados países. Sobre esta cuestión, el jurista
cubano ya citado, Juan Vega Vega, es categórico cuando señala:

Hay varias premisas político-sociales que hacen especialmente atractivos a determi-


nados países para ser seleccionados como posibles destinatarios de inversiones ex-
tranjeras, y Cuba cumple todas y cada una de esas premisas.
La primera es la estabilidad político-social, Cuba es un país seguro en ese aspecto.
Con un pueblo educado en el principio de la unidad, que defiende ese valor porque
históricamente ha dependido de la estabilidad, en el orden político, está garantizada.
Ni escándalos, ni revueltas, ni crisis políticas existen en nuestro país.[83]

La debilidad estructural de la economía cubana y la orientación, a partir de allí,


hacia los capitales internacionales, ha hecho que en Cuba fueran secundarias las po-
líticas tendientes a construir una burguesía nacional.
En Rusia, por ejemplo, ya desde la aprobación de la Ley de las Cooperativas, se
alentó la construcción de empresas privadas nacionales que empleaban decenas y
hasta centenas de funcionarios. En Cuba, por el contrario, se han legalizado casi
200.000 personas que trabajan por cuenta propia. Son típicas actividades capitalistas,
sin embargo, se colocan todo tipo de trabas para que se desarrollen. Los artesanos, por
ejemplo, tienen que pagar al gobierno un porcentaje altísimo de lo que venden, mien-
tras que los dueños de los pequeños restaurantes (en los últimos cuatro meses de
1995 surgieron 1.200 [de ellos] en La Habana) sólo pueden abrir esos negocios con
un máximo de tres mesas y 12 sillas, y no pueden contratar empleados.
Como parte de lo que decíamos anteriormente, otra particularidad del proceso
de restauración en Cuba es que en este país las empresas del estado no están siendo
vendidas a sus directores y funcionarios, ni tampoco a la población, como se ha
hecho en casi todos los otros países.
[83] Vega Vega, Juan, Cuba: inversiones extranjeras a partir de 1995, Ediciones Endymión, Madrid, 1996, págs.
20 y 21.

109
Martín Hernández

Esta otra limitación, que obstaculiza el surgimiento de una burguesía cubana, con-
trasta con las concesiones hechas al capital extranjero. Estas concesiones han trans-
formado a Cuba en una especie de “paraíso fiscal”. En esto se parece a lo que se da en
China, sólo que mientras que en aquel país los “paraísos fiscales” se dan sólo en de-
terminadas regiones, en Cuba se dan en todo el territorio nacional.
Las personas de izquierda que visitan Cuba, inclusive las más críticas hacia el ré-
gimen de Fidel, comentan que en la Isla se han encontrado con dos situaciones que no
esperaban: el racismo y la discriminación para con los propios cubanos por parte
de las autoridades. Esta situación, que provoca tanta indignación, tiene una explica-
ción que no es esencialmente ideológica, sino fundamentalmente económica. Esto
ocurre justamente porque Cuba no sólo ha dejado de ser un estado obrero. Está de-
jando de ser un país independiente del imperialismo.
Entonces, cuando se habla de “las particularidades” de Cuba, o de “las diferencias”,
es preciso decir de qué se está hablando.
Porque no hay diferencias con Rusia en el sentido de la restauración. En Rusia, el
capitalismo fue restaurado pero también esto ha ocurrido en Cuba y, si no es así, ¿cómo
se explica que en un país basado en el monocultivo del azúcar, el 100% de las planta-
ciones de caña esté en manos privadas? La diferencia real que existe entre Cuba y Rusia
no está ahí. La diferencia real está en que en Cuba, a diferencia de Rusia, el proceso de
colonización avanza prácticamente junto con el proceso de restauración.

110
El carácter “pacífico” de la restauración

Trotsky señaló, en múltiples oportunidades, que era imposible que se pasase de un


estado obrero (aunque sea burocratizado) a un estado capitalista, sin que mediase una
contrarrevolución sangrienta.
Esta opinión de Trotsky torna aún más polémica la discusión en torno al carácter
de clase del estado ruso.
Para unos, los hechos vienen a demostrar que anteriormente no había un estado
obrero (el error de Trotsky habría sido afirmar lo contrario), ya que al imperialismo
le habría resultado relativamente fácil restaurar el capitalismo, sin necesidad de ape-
lar a la violencia contrarrevolucionaria. Para otros, Trotsky tenía razón, tanto al afir-
mar que había anteriormente un estado obrero, como al decir que sólo se lo podría
destruir por medio de una contrarrevolución sangrienta, y esto sería la prueba de que
continúa habiendo un estado obrero, ya que no habría habido esa contrarrevolución
sangrienta.
Nosotros no coincidimos con ninguna de esas dos visiones. Opinamos que Trotsky
estaba en lo correcto, al afirmar que anteriormente había un estado obrero y también
lo estaba al decir que sólo por la violencia se podría imponer la restauración y, más aún,
creemos que los hechos han demostrado, y están demostrando, ambas cosas.
Sobre el carácter del estado anterior, nos detendremos en profundidad en la se-
gunda parte de este trabajo. Y en lo que hace a la cuestión de la violencia, que necesa-
riamente debe adquirir la restauración, es preciso decir que esta concepción de Trotsky
tiene que ver con el más elemental de los razonamientos marxistas: las clases sociales
se mueven por sus intereses. Las clases luchan, nunca se suicidan. Pensar en un pasaje
pacífico de un estado capitalista a un estado obrero, que es lo que pregonan los refor-
mistas, es la negación del marxismo, y lo mismo vale para el pasaje de un estado obrero
a uno capitalista. Sería, como decía Trotsky, un “reformismo al contrario”.
Pero como decíamos anteriormente, no coincidimos con las dos visiones que
hemos citado. Creemos que ambas cometen el error de tratar de adaptar la realidad
actual al pronóstico de Trotsky y, como no lo consiguen, unos se apuran a cuestionar
el carácter del estado anterior y los otros la realidad actual.
Es un hecho de la realidad que la restauración en Rusia no se dio a posteriori de un
golpe contrarrevolucionario al estilo del que dio Pinochet en Chile, Videla en la Ar-
gentina o Suharto en Indonesia. Este hecho cierto es el que origina las interpretacio-
nes equivocadas que criticábamos anteriormente. Pero no es sólo eso. También esas
interpretaciones erradas son alimentadas por un grave error de Trotsky.

111
Martín Hernández

Trotsky preveía que la situación de la URSS se definiría en unos pocos años. O


triunfaba la revolución, expulsando a la burocracia y retomando las tradiciones de
Octubre, o triunfaba la contrarrevolución restaurando el capitalismo. Para él, ese des-
enlace se daría rápidamente, más concretamente en torno a la Segunda Guerra Mun-
dial que incluso, en la opinión de Trotsky, debería durar menos que la Primera. En el
marco de ese razonamiento, no había otra posibilidad de que la restauración, si se
daba, fuese de la mano de un golpe contrarrevolucionario, extremadamente san-
griento. Y los hechos demostraron esto, ya que estuvo planteada, a la orden del día,
la restauración del capitalismo por medio de la invasión de los ejércitos de Hitler.
¿Pero qué pasaría si la restauración se diese, no en el momento que Trotsky la pre-
vió, sino cincuenta años más tarde? ¿Qué pasaría si la restauración triunfase en la
URSS cuando las fuerzas productivas hubiesen parado de crecer y cuando el stali-
nismo hubiese conseguido borrar, casi completamente, las tradiciones de Octubre de
la memoria de las masas?
Trotsky no previó esto como lo más probable, y fue lo que se dio. Por eso, su co-
rrecto razonamiento en torno a la violencia y la restauración, debe colocarse en el
marco de la realidad que se dio y no en el de la que él previó.
En nuestra opinión, la restauración del capitalismo en Rusia no sólo no fue pací-
fica, sino que fue uno de los acontecimientos más sangrientos en la historia de la hu-
manidad.
La restauración del capitalismo no puede ser vista como un elemento de la actual
coyuntura mundial. Ella se da como parte de un proceso histórico, de una lucha, que
comenzó al otro día de la toma del poder por la clase obrera.
Para que se entienda lo anterior es necesario decir que sería impensable la res-
tauración capitalista, de la forma en que se dio, si aún existiese el Partido Bolchevi-
que. Por eso, acabar con el Partido Bolchevique fue una precondición de la
restauración y esta tarea no se dio en forma nada “pacífica”.
La tarea de destruir el partido de la revolución la comenzaron los ejércitos de la
burguesía rusa y del imperialismo cuando desataron la guerra civil.
Es cierto que no consiguieron acabar con la revolución y con su partido, pero
dejaron profundas marcas en ambos.
No se puede entender el triunfo de Stalin, asumiendo el control del estado, si no
es a partir de los resultados de la guerra civil.
Un gran porcentaje de los cuadros y dirigentes bolcheviques murieron en los cam-
pos de batalla, defendiendo el estado obrero contra la restauración, mientras la clase
obrera, que había hecho la revolución, fue prácticamente disgregada.
Casi la totalidad de los cuadros y dirigentes que quedaban, fueron eliminados fí-
sicamente por Stalin, y los pocos que sobrevivieron fueron prostituidos, mientras la
clase obrera era amordazada.
Cuando Stalin completó la tarea que había iniciado la burguesía mundial, era po-
sible la restauración en forma mucho más “pacífica”.

112
El Veredicto de la Historia

Al respecto, en una escuela de cuadros, Nahuel Moreno decía: En contra de lo que


dice el compañero, de que la burocracia no podía haber vuelto al capitalismo, yo opino
que Stalin podía haber vuelto porque tenía muy aplastada a la clase obrera.[84] Si se hu-
biese dado esta variante, Stalin seguramente hubiese encontrado una importante re-
sistencia entre los trabajadores; sin embargo, difícilmente hubiese precisado de una
nueva represión sangrienta para restaurar el capitalismo. Frente a esta hipótesis, no
estaríamos ante un caso de “reformismo al contrario”, ya que la contrarrevolución
sangrienta habría triunfado anteriormente y no sería necesario una nueva.
Los acontecimientos actuales (la restauración del capitalismo en Rusia) son la cul-
minación, en el terreno de la economía, de un proceso sangriento que comenzó en
el terreno de la política.
Y esa violencia, de la cual se valió Stalin para mantenerse en el poder (poder sin
el cual no se puede entender la actual restauración), se ejerció por décadas, no sólo
en la URSS sino en los nuevos estados obreros burocratizados. Esa misma violencia
es la que se manifestó en la guerra de Bosnia, que se dio en el medio y como parte del
proceso de restauración.
¿Pero si Trotsky tenía razón, cómo se explica que la culminación de ese proceso
haya sido tan pacífica?
Esto puede parecer extraño pero, en realidad, situaciones de este tipo se han dado
muchas veces en la historia. La propia Revolución de Octubre fue bastante “pacífica”,
ya que la toma del poder fue hecha con muy poco derramamiento de sangre, a punto
tal que, en pocas horas, los bolcheviques liberaron a todos los ministros del anterior
gobierno.
Las clases, como decíamos anteriormente, no se suicidan. Sin embargo, muchas
veces ocurre que por su crisis, confusión, parálisis, etc., no luchan físicamente en de-
fensa de sus intereses (cuando éstos les están siendo arrebatados), o lo hacen con
mucha debilidad.
En Rusia, en 1917, la resistencia física de la burguesía fue muy pequeña.
La burguesía rusa, que en un primer momento quedó confundida y semiparali-
zada, se reorganizó y salió a la lucha, física, en defensa de sus intereses. Pero es im-
portante remarcar que esa lucha se dio después de que la clase obrera había tomado
el poder.
En la Rusia actual, la clase obrera y las masas, confundidas pero movilizadas, no
sólo no se enfrentaron a sus enemigos sino que los vivaron. ¿Pero será ésta la situa-
ción que se mantendrá cuando las consecuencias del fin de la economía estatizada y
planificada se hagan sentir, con toda su magnitud, sobre las cabezas de los obreros y
las masas de la ex URSS y de los otros estados?
¿La clase obrera y las masas no podrán salir a la lucha, con violencia, en defensa
de sus intereses? ¿No es ésta la dinámica actual de la lucha de clases en Rusia? ¿No
es esto lo que está ocurriendo actualmente en Albania?
[84] Moreno, Nahuel, Escuela de Cuadros, Venezuela, 1982, Crux Ediciones, Buenos Aires, 1991, pág. 100.

113
Martín Hernández

¿Y, si esto se da, independientemente de los resultados que tengan esas luchas, po-
dremos hablar de una restauración pacífica? Descartar esta hipótesis, para nosotros
la más probable, significaría abandonar el campo del marxismo para incorporarnos
al campo del derrotismo.

114
¿Victoria o derrota?

Otro de los grandes debates que se han dado, a partir de los acontecimientos del
Este europeo, es sobre si estamos ante un triunfo o una derrota.
Es lógico que surja esta discusión porque hay dos hechos contradictorios en la
realidad. Por un lado, ha habido una derrota muy grande del aparato estalinista, y,
por otro, se ha restaurado el capitalismo. En este sentido, si bien estos dos procesos
son de carácter mundial, y afectan por eso el conjunto de los países, es necesario
hacer una primera diferencia.
Una cosa es China, en donde la movilización contra la burocracia acabó en un
baño de sangre, y otra es Rusia, en donde la movilización acabó con el régimen del
PC. Tomando como referencia este último país, en primer lugar nos parece necesa-
rio hacer una consideración general: la pérdida del estado obrero, aunque burocra-
tizado, significa la pérdida de una conquista histórica de los trabajadores a nivel
mundial, pero es completamente equivocado decir que, por eso, los trabajadores
sufrieron una derrota histórica o, incluso, sacar la conclusión de que la derrota es el
elemento preponderante del proceso que se dio en la ex URSS.
Es un error asociar triunfos o derrotas de la clase pura y exclusivamente con
la pérdida o a la obtención de conquistas. Para el marxismo, en este terreno como
en todos los otros, no hay nada superior a la lucha de clases, y es a partir de un aná-
lisis de la lucha de clases en la ex URSS que opinamos que no hay derrota de los tra-
bajadores rusos, a pesar de que ellos terminaron de perder un estado que, aunque
completamente degenerado y cada vez más irreconocible como tal, continuaba
siendo un estado obrero.
Un análisis de la lucha de clases nos indica que los obreros rusos sufrieron una
derrota de carácter histórico, en la década del 20 (que se consolidó en la década del
30), y de la cual aún no se recuperaron. Esa derrota fue la burocratización del estado
obrero y del Partido Bolchevique.
Fue a partir de esa derrota que se abrió el camino para la restauración del capi-
talismo, que culminó en los últimos años.
La clase obrera de la ex URSS no paró de luchar o de reclamar, a veces en forma
activa, otras veces a través de una resistencia más pasiva, pero esas luchas no con-
siguieron cambiar el acelerado proceso de degeneración y, como parte de él, el
curso objetivamente cada vez más restauracionista de esos estados.
En los últimos años, esas luchas pegaron un salto cualitativo. El poderoso movi-
miento obrero ruso se comenzó a poner en movimiento.

115
Martín Hernández

Fueron luchas por cuestiones económicas, que se combinaron con las reivindi-
caciones democráticas y de las nacionalidades, y que acabaron derrumbando el apa-
rato del PC. El régimen del partido único acabó.
La clase obrera rusa se puso en movimiento, lo que fue por sí mismo un hecho
de dimensión histórica y, más que eso, derrotó al aparato del estalinismo. Pero esa
heroica movilización no consiguió poner un freno a los planes restauracionistas
del Partido Comunista.
Aún así, lo más importante de este proceso, volvemos a repetir, es que la clase
obrera se puso en movimiento, y es eso lo que le ha permitido avanzar, aunque sea
muy lentamente. Un análisis de la lucha de clases nos muestra, contradictoriamente,
que por un lado, la clase obrera vive (a pesar de ir perdiendo sus conquistas) un pro-
ceso de acumulación de fuerzas tanto en el terreno de su movilización como en el
su conciencia y, en menor medida, en el de su organización sindical y política.
Los trabajadores de la ex URSS, particularmente [los] de Rusia, y de la mayoría
de los países del Este, no sólo no fueron derrotados, sino que vienen de una victo-
ria espectacular: haber derrotado al que fue, junto con el nazismo, el más sangui-
nario de los regímenes dictatoriales del siglo XX, y el principal obstáculo que existía
al interior del movimiento obrero para construir la dirección revolucionaria y llevar
adelante la revolución social a nivel mundial.
Esta discusión sobre la victoria o derrota de la clase obrera es decisiva, no ya para
entender el pasado, sino para prever el futuro. Si la clase obrera sufrió una derrota
histórica, no hay posibilidad de grandes enfrentamientos en el próximo período. Si,
por el contrario, la clase obrera viene de una lucha esencialmente victoriosa, existen
muchas posibilidades de que, a corto o mediano plazo, se produzcan grandes en-
frentamientos, y eso no es sólo lo que está por venir. Eso es lo que ya se está dando,
como lo muestran la victoria militar del pueblo chechenio y la reciente insurrección
de Albania, hechos impensables hace algunos años.

116
Apéndice 1
(Ver nota 62, pág. 95)

ALGUNAS EMPRESAS CON NEGOCIOS EN CUBA HASTA 1996, POR PAÍS.

* Alemania: Condor Airlines (chantre para Lufthansa); LTU (turismo); Mercedes


Benz; Bayer (productos farmacéuticos); D-CFIX Original (papel); DMA, Info-Stand
(stand informativo); Gemex Aussenhandelsges MBH (productos para la biotecno-
logía); Human Gesellschaft Fur Biochemie Ubd Diagnostica (química clínica);
Klockner-Moeller GMBH (aparatos eléctricos); Manroland Druckmaschinen AG
(máquinas de pliego); MCV Comercial S.A. (Motor V8-240, ómnibus interurba-
nos); Projektierung und Alagenbau GMBH (cerámica); Prominent Dosiertechnick
GMBH (instrumentos de medición y regulación, equipamientos para piscinas);
Schmale GMBH and KG (cerraduras y herrajes); Schrage GMBH (transportes tu-
bulares por cadena); UTP Schweibmaterial GMBH and Co. KG (equipos y mate-
riales para soldar); Wegoma GMBH Maschinenfabrik (máquinas); WTB Binder
(incubadoras).
* Argentina: Boris Hnos. (calzado); Comlat S.A. (piezas para autos); Ecobolsa S.A.
(envases); Laverage S.A. (importadora y exportadora); Neuman S.A. (elementos para
la automatización); Prodar-Productos Argentinos S.A. (artículos de higiene perso-
nal y del hogar); Rumba S.A. (diseño gráfico); Stadt Bags S.A. (bolsas).
* Australia: Westrn Mining Corp.
* Austria: Rogner Group (turismo).
* Bahamas: Winis Spirits Distributors W.S.D. (vinos).
* Bélgica: CGM, Unión Miniére, Acamex Shipping Corp S.A. (vehículos automo-
tores); B.D.C. International (cristales); Michelin B.D.C. (neumáticos); N.V. Ther-
mibel (captadores de temperatura); Peugeot (vehículos).
* Brasil: Andrade Gutierres Perforação (petróleo); Coco Heavy Eqipment Factory
(azúcar); Petrobrás; Brasil Tabaco; Comercial Surimpex Ltda.; Habanex Samos Co-
mercial y Exportadora Ltda. (neumáticos); Supply in Bond S.A. (motores diésel).
* Canadá: Advanced Laboratories, Anglers Petroleum, Fortuna, Fracmaster, Heat
and Sherwood (petróleo); Caribgold, Holmer Goldmines, Inco, Joutel, Mac Donalds
Metal, Mill City Gold, Miramar, Scintres-Caribe, Sherrit, Teck, Vald d’Or, Republic
Golfields (minería); Commonwealth Hospitaly, Delta, Realstar Group, Wing of the
World, Pizza Nova, Hola Cuba (turismo); Globafon; LaBatt Int. Breweries; Talisman
Energy; Toronto Comunications; Intercontinental Airlines; Agudelo (deportes);
Acclaim Design & Profiles Inc. (accesorios plásticos); Aliments Carriere (productos

117
Martín Hernández

agrolimenticios); Artex Door Ltda. (puertas); Artitalia Inc. (fabricaciones con


metal); Bardeu Industries Inc. (equipamientos de gastronomía); Beacon Interna-
tional Dispatch Limited (despachadores internacionales); Big Ben Power Corporo-
tion (bienes de consumo personal y de uso doméstico); Can-Bramar Ltda. (muebles
de oficina), Caribbean Auto Inc. (piezas y equipos automotores); Caribbean Diesel
Ltda. (equipos de transporte y construcción); Codar Consultant Inc. (ventanas de
PVC); Connors Brothers Ltda. (productos pesqueros enlatados); Corrigan Instru-
mentation Ltda. (sistemas de impresión por rayos X); De Francesco Signs (sistemas
de iluminación); Delta Hotels and Resorts Ltda. (asociada con Cubanacan S.A. para
operar hoteles en Cuba); DHB Ressources Inc. (equipos, bombas, válvulas y com-
presores); E.C.L. International (artículos de ferretería); Enterprise P.E.I (proveedor
de servicios de Internet); Ersco Inc. (materiales y productos para la construcción);
Eterna Food Service Equipment (equipamientos para restaurantes); Eutectic Ca-
nada Inc. (equipos para soldar); Exceptional Service Limited (productos alimenti-
cios); Export Packert Ltda. (mobiliario de tiendas y calzado); Friserv (refrigeración
y congelación); Galax Inc. (neumáticos y productos de goma); Gaspe Curec Enr.
(pescados salados y secos); Helmann International Forwarders Inc. (transporte de
mercaderías); Imexcom International Trading Inc. (línea completa de productos
eléctricos); Intelcan Technosystems Inc. (sistemas completos); Isa Products Ltda.
(productos industriales); Italpasta (pastas y salsas italianas); K.M.L. Homes (mate-
riales y sistemas constructivos); Lanvest Realty Ltda.; Les Produits de Papier Lapaco
(papel para hoteles y restaurantes); Lussier Centre du Camion Ltda. (centro de re-
ciclaje de piezas de camiones); Margherita M. Import-Export (confecciones textiles);
Pro International Import/Export (importador de vitrinas); Refrigeration Masseau
and Fils (condensadores y evaporadores comerciales); Regor Inc. (equipos de refri-
geración); Reuven International Ltda. (importador de productos alimenticios); Rite-
Chrone Furniture (muebles para el hogar); Rucolf van der Walde Ltda. (plásticos
descartables); S.P.A. Carriere Service Protection Armand Carriere (extintores quí-
micos); Santa María Food (productos delicatessen); Sky Tech Labs (limpiadores in-
dustriales); Sussex Admiras Group Ltda. (juegos); Swaney Associates Limited
(alimentos); Systems Norbec Inc. (paneles prefabricados para cámaras frías); Tec-
tel Radio Comm. Inc. (sistemas de radio); Tera Enterprises (cigarrillos); The Drury
Export Ltda. (productos de plywood); The Equipment Source (máquinas para la
construcción); The Hemingway Agency Inc. (televisores en color y productos de
audio); The Postcard Factory (tarjetas magnéticas); Torytory Deslauriers and Bin-
nington (asesoría legal a compañías que desean hacer negocios en Cuba); Turkot
Tech Inc. (calentadores de piscinas); Uas International Inc. (alternadores recons-
truidos); United Tire and Rubber Co. Ltda. (neumáticos); Viandes Premiere Inc.
(productos agroalimenticios); Westrade Geo Investiments Corp. Canada (desarro-
llo de proyectos e inversiones); Zesto Food Equipment (fabricación de hornos para
pizzas).

118
El Veredicto de la Historia

* Caimán Islas: Interholding Co. Ltda. (servicios financieros).


* Colombia: SAN; Compañía Aérea Avianca; Bolívar GF; El Rey S.A. (condimen-
tos); Empresas Amanco (alfombras); Grupo Canguro (calzado); Industria Lehner
(materiales de construcción); Milpa Ltda. (carbón); Plastihogar Ltda. (recipientes
plásticos); Procables Ltda. (conductores eléctricos); Procame S.A. (cacao).
* Costa Rica: Lacsa (aviación); ALMO S.A. (minería); Filtros de Costa Rica S.A. (fil-
tros y baterías).
* Curaçao: Alides S.A. (lácteos); Curaçao Inc. (Finanzas); Bols Latin America N.V.
(representación de firmas); Comma N.V. (salud pública); Curamed Ophthalmics
N.V. (lentes); Ecco Caribbean (calzado); Henley Management College-Lamec (cur-
sos financieros); Manrique Capriles & Sons N.V. (representación de firmas); Van
Melle Interfair N.V. (caramelos); Renmar Trading Inc. (juegos).
* Chile: Dolphin Shoes; Ingelco y Pole (cítricos); New World Fruit; Santa Ana; Santa
Cruz Real; Latinexim (turismo); Sociedad Comercial Chiqutlita Ltda. (productos far-
macéuticos).
* China: Neuke y Unión de Componentes Industriales (manufactura); National Au-
tomotive Industry Imp. and Exp. (automóviles, motos...).
* Dinamarca: Ceres Bryggerierne (maltas); Sabrie Refrigeration A.S. (refrigeración
industrial).
* Ecuador: Caney Corp. Carpushierro (válvulas).
* España: Corporación Interinsular Hispana, Esfera 2.000, Grupo Sol, Iberia Tra-
vei, Iberoestar, Kawama Carabbean, K.P Winter Española, P& I, Raytur, Sol Meliá,
Tryp (turbinas y hoteles); Camacho, Cofesa Gal, Haisla Cajamadrid, Tintas Gyr,
Tubos Unidos Bilbao (manufactura); Miesa, National Engineering and Techno-
logy; Nueva Compañía de Indias (tabacalera); Vegas de la Reina (importación de
vinos); Adiasa (pavimentos); Aguas de Fuentesanta S.A. (agua, jugos, etc.); Akela-
rre (ropa); Alimentaria Gallega (alimentación); Alu System S.A., Alulux (cons-
trucción en aluminio); Asturcub S.A. (ingeniería); Ayala; Bajamar S.A.
(alimentación); Bellota Herramientas S.A.; Bersol S.L. (calzado); Bomba Elías S.A.,
Omega S.L. (electrobombas); Canario-Cubana de Exportación S.L. (puericultura);
Cerámica del Nalón S.A. (1adrillos); Coates Lorilleux (tintas); Comercial del Re-
lieve S.A. (papel); Comercial Escambray S.A. (construcción); Nueva Compañía de
Indias (comercio, inversión en fondas); Comerind S.L. (mangueras); Compair Hol-
man (compresores); Cookie Man (tecnoalimentación); Coprosider S.I. (informá-
tica); Cotransa (transporte marítimo); Cubalacant (calzado); Cyma Fuego S.A.
(extintores); Dehispa S.L. (equipos hidráulicos); Deterco S.A. (detergentes); Dri-
zoro S.A. (restauración); Efe and Uve (textiles); Emosa (motores); Emsa Seguridad
S.L. (alarmas); Li Gofact S.L. (mobiliario para hospitales); Esbelt S.A. (bandas trans-
portadoras); Felemamg S.L. (equipos electromagnéticos); Feri S.A. (cosmética); Fi-
bras y elastómeros S.A. (aislantes); Freixenet (cavas); Friu S.A. (insumos para
hotelería); Gonvarri Industrial S.A. (estampación); Gres de Nules S.A. (pavimentos);

119
Martín Hernández

Grysusa (sanitarios); Guimart S.L. (envases plásticos); H.P.C. S.L. (deporte); Ibercub
S.A. (refrigeración); Industrias Cárnicas de Muñas S.A. (conservas); Industrias Ega
S.A. (impermeabilización); Jabones Pardo S.A.; Jear Técnica S.A. (mobiliario de ofi-
cina); Jumarpe S.A. (electrónica), Laboratorios Ovejero S.A. (farmacia); Lleprot
Welsh (higiene); Lotum S.A. (revestimientos); Lubricantes Nervión S.A.; Mac-
kina.Westfalia S.A. (ingeniería); Marcafix S.A. (diseño); Mestre Infantil S.A. (con-
fección infantil); Miguei Torres S.A. (vinos); Música Viva S.A. (espectáculos); Pasek
España S.A. (hormigones); Pemba S.C.L. (material eléctrico); Pinturas Hempel S.A.
(pinturas); Promociones Cubanas S.L. (metacrilato); Rodabilsa (rodamientos); Saiex
S.A. (equipos hidráulicos); Sihi M.I.B.S.A. (bombas de vacío); Sistemas Internacio-
nales de Comercio S.A. (adhesivos); Solac Electrodomésticos S.A.; Subkontrade
(productos siderúrgicos); Tapizados Fernández Granda S.L.; Thyssen Eletec (as-
censores); Torpanel S.A. (tornillería); Transmisiones de Potencia (órganos de trans-
misión); Tubos Reunidos S.A.; United Inventors S.A.; Pontón (editorial).
* Finlandia: Omoktopu.
* Francia: Accord, OM, Tour Mont Royal (turismo); Bourgoin, Compaginie Euro-
peiénne de Petroles, OFD, Total (petróleo); Alcatel (telecomunicaciones); Babcock,
Devexport, Fives Lille, Pompes Guinard (maquinarias); Societé Nationales des Ta-
bacs, Maxims (cigarros para Pierre Cardin); Permod Ricard Group (bebidas y tu-
rismo); Sucres et Donress (azúcar); Thompson (transporte aéreo); Chicago Editions
(editorial); Comptoir des Parfums Paris Elysees (perfumes); Lafarge (semillas);
SBCM-Fradeci (equipamiento para industria azucarera).
* Grecia : Lola Fruits (cítricos).
* Guatemala: Fermigua S.A. (eq. de oficina); Productos Alimenticios Imperial S.A.
* Holanda: Curacao Drydock (despacho de embarques); Lola Freuit, ING Bank;
Golden Tulip (turismo); Niref (minería); Bavaria (cerveza); Castrol (lubricantes);
Cubacao Drydock (reparaciones navales); De Ster B.V. (plásticos); DM Titan, Figee
(grúas); Philips Lighting B.V. (iluminación); Royal Tales B. V. (artes plásticas); Uni-
ted Dairymen (productos lácteos).
* Honduras: Faccus Food.
* Hong Kong: Pacific cigar; Dei Rincon-UI.; Pristine International Traders (neumáticos).
* Hungría: Brick and Tjile Services Ltd. (máquinas para fábricas de ladrillos); La
Cámara Artesanal de la Provincia Pest (cerámicas); Tatra, Start BT (comestibles).
* Islas Vírgenes: Cubamex (comestibles); Invermex Business S.A. (refrescos); Splea-
tex Company Inc. (repuestos para autos).
* Israel : GBM (cítricos); Tropical (manufacturas); World Textiles Corp.
* Italia: Benetton, Fratelli Cosulich, Going, Italturis y Viaggio di Ventaglio; Italca-
bles (telecomunicaciones); Alice Club S.A.S. (máquinas de café); Campari; Conce-
sionaria Fiat; Italsav S.R.L.; Nuova Moda Italia S.R.L. (calzado), R.E.S. Mobili
(muebles); San Marco Impex Corp. (máquinas envasadoras); Socomet S.R.L. (im-
portación-exportación).

120
El Veredicto de la Historia

* Jamaica: Intercarib, Superclubs (turismo); Caricon Tradders (marketing); Cari-


con Investments (construcción); Agora Export Trading (alimentos).
* Japón: Mitsubishi, Nissan, Toyota, Sumitomo Trading, Suzuki (autos); Nissho Iwai
(azúcar); Ricoh (fotocopiadoras); Yamaru Tracing Co. Ltd. (equipos en general).
* Líbano: The Chamber of Commerce and Industry of Beirut (turismo, cosmética,
alimentos, etc.).
* México: Bancomex, Cemex; Cubacel Enterprises, Domos, Telecomunicaciones de
México, Industrias Unidas de Telefonía de Larga Distancia (telecomunicaciones);
Dei Valle, Vitro (manufactura); Incorparación Internacional Comercial (cerveza);
Danta (textiles); Domecq (exportadora de bebidas); Pamex, Instituto del Petróleo
Mexicano, Equipos Petroleros Nacionales Mexpeúrol; Grupo Infra Gases; Aero-Ca-
ribe (filial de Mexicana de Aviación); La Magdalena Cardboard (Ingenieros Civiles
Asociados); DSC Consortiun (turismo); Comerciadoras Riosga S.A. (alimentación);
Conarmex (equipos de seguridad industrial); Condumex (cables); EI Morro Trade
S.A. (iluminación); Endomex (refrigeradores); Grupo Industrial Toluca S.A. (cal-
zado de trabajo); Hi.Fil Pinturas S.A.; Imasa Insumos dei Mayars. A. (material eléc-
trico); Infra S.A. (soldadura); Mar Abierto S.A. (pescado congelado); Mundir Havana
S.A. (alimentos); Ocusa-Barromex (refractarios); Pinta Piei S.A. (productos de lim-
pieza); Productos Nacobre S.A. (cobre); Raloy Lubricantes, Tumatsa S.A. (válvulas).
* Nicaragua: Industrias Delmor (conservas).
* Noruega: Motor A.S. (motores marinos).
* Palestina: Arab Brothers Complex (semillas).
* Panamá: Bambi Traiding (alimentación); Empresa de Acumulación de monedas;
Calypso World Inc. (alarmas contra incendio); Coral Negro (joyería); Cupet-Cimex
(combustible); Display Panama S.A. (mobiliaria); Importadora Caribeña S.A. (con-
fecciones); International Caribbean Supplier S.A. (electrónica); Lakonia Interna-
tional SA (equipos avícolas); Olympia Panama Overseas Inc. (equipos de oficina);
Parke Bristol Inc. (ferretería); Utisa SA (sistemas electrónicos); Zepol Marin S.A.
(vehículos y repuestos).
* Portugal: Basilius S.A. (calzado); Cosval Manuel Simos Vieira Dos Santos S.A.
(envases); Kind. Perfis e Derivados S.A. (estanterías metálicas); Maxividrio.
* Reino Unido: Amershan, Fisions, Glaxo, Welcomme (productos farmacéuticos);
ICI Export (químicos); ED&F, Tour World; Beta Funds (fondos de inversión);
Rothschild (inversores); Cable & Wireless; Castrol, Premier Consolidated Oilfields,
Simon Petroleum Technology, Bristish Bomeo PLC (petróleo); Ninecastle Overseas
Goldcorp Premier (manufacturas); Batcher Brothers Gold Corp. (soldadura); James
Marine Services LTD. (equipos marítimos); MFG LTD. (componentes electróni-
cos); Shell International (lubricantes).
* República Checa: Jawa (motos 350 cc.); Skoda Export S.A. (centrales eléctricas).
* República Dominicana: Dominican West Indies (madera); Franco and Franco
C. por A. (tejidos).

121
Martín Hernández

* República Eslovaca: Babetta (motos 49 cc.); Chirana Export Import S.A. (equipos
médicos); Slovenské Energetické Strojárne S.A. (instalaciones eléctricas).
* Rusia: Mercom Aozt (maquinarias); Ru. Ar Ltd. (soldadura).
* Sudáfrica: Anglo American, Amsa, De Beers Centenary, Minorco y Meridiano
(turismo); Intermondiale Financiere S.A. (alimentación); Sanachem PTY (plagui-
cidas).
* Suecia: Foress (papel); Taurus (petróleo); Svetruck AB (camiones y montacargas);
Volvo Penta (autos y motores Volvo).
* Suiza: Bank Assoc., A&AT (consultorías); Agostini S.A. (maquinaria gráfica); Nes-
tlé, Maggi (alimentación); Beta Fund (fondo de inversión especializado en Cuba).
* Trinidad y Tobago: Bermúdez Biscuit Co. Ltd. (galletas); National Flour Mills Li-
mited (alimentación).
* Turks and Caicos Islands: A.C.C. Corporation (artículos de oficina).
* Ucrania: Científica Industrial “Spectr” (equipos electrónicos); Korshun-Ltd. (ali-
mentación).
* Venezuela: Cervecera Nacional; Covencaucho; Fiveca (papel); Gibraltar Trading
(acero); GPO y GPO (editorial); Corimon; Grupo Químico; Ibrabal Traiding; In-
terlin; Intesica; Maploca; Mamusa; Metalmez; MM International; Pequiven; Polí-
meros dei Lago; Sidor; United Inventors; Venepal; Veneco; Coinpa Export C.A.
(productos de impermeabilidad); Interlink-18 C.A. (productos siderúrgicos); Ma-
raven S.A. (lubricantes); Ven Was International (alimentación).

Fuente: New World Times Financial & Business Yearly Executive Reports, Cuba: oportunidades de inversión, GPO
Editorial, Caracas, 1996, págs 196, 197, 198 y 199.

122
Apéndice 2
(Ver nota 72)
Liberalización económica por país
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

GRUPO 1
Nota: Las barras indican el grado en
que las políticas de liberalización de
R.Eslovaca
los mercados y el incentivo a la en-
trada de nuevas empresas prevale-
cían en 1995, así como su grado
Croacia*
medio en el período 1989-1995. Los
asteriscos indican economías gra-
R.Checa vemente afectadas por tensiones re-
gionales entre 1989 y 1995. El
índice es una media [promedio] de
los estimativos de liberalización de
GRUPO 2
las transacciones internas (liberali-
zación de los precios y abolición de
Lituania los monopolios estatales del comer-
cio), transacciones externas (elimi-
nación de los controles y impuestos
Letonia sobre la exportación, sustitución de
cuotas de importación y tarifas altas
por impuestos bajos a moderados,
Rumania y convertibilidad de la moneda), y
entrada de nuevas empresas (priva-
tización y desarrollo del sector pri-
GRUPO 3 vado). Los pesos son 0,3, 0,3 y 0,4,
respectivamente. Los estimativos
iniciales están basados en informa-
Rusia ciones comparativas encontradas
en informes del Banco Mundial y
otros. Ellos fueron revistos con una
Armenia* perspectiva comparada entre diver-
ECO,NEI y sos países, después de consultas con
Mongolia especialistas. Con referencia a los
Kazakistán 15 países de la ECO y los NEI, los
indicadores de transición, entre-
tanto, constituyen estimativos nece-
Uzbekistán sariamente aproximados. Ver
también el documento básico de De
Melo, Denizer y Gelb.
Bielorrusia
Grado medio de liberalización 1989-1995
Tadjikistán*
Grado de liberalización en 1995

ESTE DE ASIA

Fuente: Banco Mundial, Del plan al mercado,


China
Informe sobre el Desarrollo Mundial, 1996, pág. 14.

123
Martín Hernández

Producción del sector privado como parcela del PIB


0 10 20 30 40 50 60 70 80

GRUPO 1
Polonia
Eslovenia
Hungría
Croacia
Macedonia
R. Checa
R. Eslovaca
GRUPO 2
Estonia
Lituania
Bulgaria
Letonia
Albania
Rumania
Mongolia
GRUPO 3
Kirguizia
Rusia
Moldavia
Armenia ECO,NEI y
Mongolia
Georgia
Kazakistán
GRUPO 4
Uzbekistán
Ucrania
Bielorrusia
Azerbaiján 1990
Tadjikistán
1995
Turkmenistán

Vietnam no-estatal
China
China no-estatal

Nota: Las empresas son consideradas privadas si menos de 50% pertenece al Estado. En el caso de Vietnam, el sec-
tor no estatal excluye emprendimientos conjuntos de los sectores público y privado. El sector no estatal chino
abarca empresas colectivas y empresas municipales rurales, así como empresas privadas; la agricultura es consi-
derada privada desde 1995, aunque la tierra sea arrendada a largo plazo. Algunas economías se vieron grave-
mente afectadas por las tensiones regionales entre 1989 y 1995.

Fuente: Banco Mundial, Del plan al mercado, Informe sobre el Desarrollo Mundial, 1996, pág. 15.
Datos del BERD, FMI y Banco Mundial; datos oficiales.

124
PARTE 2

El carácter del Estado


(textos escritos en el año 1995)
El Estado surgido de la
Revolución de Octubre

Marx preveía que la revolución socialista se daría, en primer lugar, en aquellos


países en los que el capitalismo había llegado al máximo de su desarrollo. Para él, la
revolución triunfaría primero en Francia, después pasaría a Alemania y de allí a In-
glaterra. Sin embargo, el curso de los acontecimientos no se correspondió con sus
previsiones. La revolución socialista triunfó en Rusia, uno de los países en el que el
desarrollo del capitalismo estaba más atrasado, y el campesinado, y no la clase obrera,
componía la absoluta mayoría de la población.
En contra de lo que pueda parecer a primera vista, este desenlace de la realidad
no cuestionó la tesis marxista de que la revolución sólo se daría cuando las condi-
ciones objetivas (económicas) estuviesen maduras para hacerla. Es que, tal como lo
señaló Trotsky:

Rusia entró en el camino de la revolución proletaria, no porque su economía fuese


la más madura para la transformación socialista, sino porque esta economía ya no
podía desarrollarse sobre bases capitalistas.[1]

Sin embargo, si bien lo anterior es cierto, también lo es el hecho de que esta re-
alidad provocó nuevas contradicciones, en gran medida imprevistas por el mar-
xismo, y que acabó poniendo nuevos obstáculos para avanzar en dirección al
socialismo, fundamentalmente cuando la derrota de la revolución alemana y euro-
pea dejó aislado al joven estado obrero ruso.
En la teoría, esto dificultó lo que, aparentemente, debería haber sido fácil: defi-
nir el carácter social del estado surgido a partir de la Revolución de Octubre.
Lenin fue el primero en constatar esto, cuando definió a ese estado con fórmu-
las bien diferentes: “estado obrero”; “estado obrero de mayoría campesina con de-
formaciones burocráticas” y “estado burgués sin burguesía”.
Estas formulaciones, aparentemente contradictorias entre sí (especialmente las
dos primeras con la tercera), no indican, sin embargo, que Lenin fue cambiando de
posición.
Muestran lo contradictorio que era ese nuevo estado, al punto tal que depndiendo
del ángulo desde el cual lo analizaba, lo definía de diferente manera.

[1] Trotsky, León, La revolución traicionada, Editorial Fontamara, España, pág. 31.

127
Martín Hernández

Lenin y el carácter del estado soviético

La clase obrera rusa tomó el poder a través de los Soviets dirigidos por el partido
bolchevique y, a posteriori, expropió a los capitalistas. Tal como recordaba Lenin: (…)
para Marx, el estado es un órgano de dominación de clase[2] y en Rusia, después de la
toma del poder, y después de la expropiación de la burguesía por la clase obrera, resul-
taba evidente que no había más un estado capitalista y sí un estado obrero. Ésta fue la
definición de Lenin y los bolcheviques. Sin embargo, ya en los primeros años de la re-
volución, se dieron importantes discusiones sobre el carácter de clase del estado sovié-
tico.
En 1920 se desarrolló una dura polémica al interior del Partido Bolchevique en
torno a un tema íntimamente ligado con esa cuestión: la relación de los sindicatos y la
clase obrera con el estado obrero. Lenin, en una de sus intervenciones sobre ello, señaló:

(...) El camarada Trotsky habla de estado obrero. Permítanme, esto es una abstracción.
Nuestro estado no es en realidad un estado obrero, sino un estado obrero y campesino
(...) Nuestro estado actual es tal que, inclusive el proletariado organizado debe de-
fenderse a sí mismo y nosotros debemos utilizar estas organizaciones obreras para
la defensa de los obreros contra su estado y para la defensa de nuestro estado por
los obreros. (Subrayados nuestros).
Pocos días después corrigió, parcialmente, su intervención señalando:

Yo declaré: “Nuestro estado no es en realidad un estado obrero sino un estado obrero


y campesino” (...) Al leer la versión de la discusión veo ahora que estaba equivocado
(...) Debía haber dicho: El estado obrero es una abstracción. En realidad, tenemos un
estado obrero con los siguientes rasgos especiales: 1) Son los campesinos y no los
obreros quienes predominan en la población; 2) es un estado obrero con defor-
maciones burocráticas.[3]

Como se puede ver, Lenin quería dejar claro que Rusia era un estado obrero pero
que junto con esto mostraba sus contradicciones, al punto de decir que los obreros se
tenían que organizar para defender su estado obrero pero, también, para defenderse
de “su” estado.

Lenin y el “estado burgués sin burguesía”

La formulación de Lenin que más avanza en tratar de mostrar el carácter con-


tradictorio del estado obrero, es aquella que lo define como un “estado burgués sin
burguesía”. Sobre este concepto es necesario que nos detengamos un poco, ya que por
su importancia volveremos sobre él en varios pasajes de este trabajo.
[2] Lenin, El estado y la revolución, pág. 23.
[3] Citado por León Trotsky en su artículo “De un arañón al peligro de gangrena”, de En defensa del marxismo,
Proposta Editorial, Brasil, págs. 143 y 144.

128
El Veredicto de la Historia

Muchos autores entienden que Lenin, al trabajar con esta definición, se estaba re-
firiendo al caso particular de la atrasada Rusia. En realidad no es así. Su concepto es
más amplio. Para Lenin, todo estado obrero y no sólo el ruso es, en su primera fase,
un “estado burgués sin burguesía”.
Respecto de este concepto, Trotsky citaba las palabras de Lenin cuando éste decía:

El derecho burgués en materia de reparto de artículos de consumo supone natural-


mente el estado burgués, pues el derecho no es nada sin un aparato de coerción que
imponga sus normas. Resulta, pues, que el derecho burgués subsiste durante cierto
tiempo en el seno del comunismo, y aun, subsiste el estado burgués sin burguesía.[4]

Ese estado al cual Lenin se refiere, surge de una contradicción que la revolución
socialista no logra superar por más avanzado que sea el país en el cual ésta triunfe
y por más revolucionaria que sea la dirección que dirija ese proceso. Esa contra-
dicción es que el nuevo estado no puede, en una primera etapa, darle a todas las
personas todo lo que ellas necesitan. O dicho en términos de Marx, no puede darle
a todos “según sus necesidades”, lo que significa, en otros términos, que las necesi-
dades son satisfechas sólo parcialmente, lo que presupone que se mantienen la des-
igualdad y los privilegios. Esto equivale a decir que el estado obrero, por más
revolucionario que sea, no deja de ser el guardián de esa desigualdad. Sobre este
tema, Trotsky señala:

(...) El estado que se impone como tarea la transformación socialista de la sociedad,


como se ve obligado a defender la desigualdad; es decir, los privilegios de la mi-
noría, sigue siendo, en cierta medida, un estado “burgués”, aunque sin burgue-
sía. Estas palabras no implican alabanza ni censura; llaman simplemente a las cosas
por su nombre.[5]

La forma que el estado obrero se ve obligado a utilizar para defender la “desi-


gualdad” y los “privilegios de la minoría” es la forma más genuinamente burguesa:
el salario.
Leamos nuevamente a Trotsky sobre esta cuestión:

En sus comienzos, el estado obrero aún no puede permitir a cada uno “trabajar según
sus capacidades” o, en otras palabras lo que pueda y quiera; ni recompensar a cada uno
“según sus necesidades”, independientemente del trabajo realizado. El interés del cre-
cimiento de las fuerzas productivas obliga a recurrir a las normas habituales del
salario (...)
El estado socialista, aún en América, sobre la base del capitalismo más avanzado, no
podría dar a cada uno lo necesario, y se vería obligado, por lo tanto, a incitar a todo el
mundo a que se produjera lo más posible.

[4] Trotsky, León, La revolución traicionada, Editorial Fontamara, España, pág. 72.
[5] Ídem.

129
Martín Hernández

En esas condiciones, naturalmente, le corresponde la función de excitador y no puede


dejar de recurrir, modificándolos y suavizándolos, a los métodos de retribución del
trabajo (léase salario).[6]

Aunque en este tema nos vamos a detener en la última parte de este trabajo, es
necesario desde ya recordar que el gran debate que se ha dado, históricamente, entre
marxistas y anarquistas, tiene que ver, en última instancia, con el carácter contra-
dictorio que necesariamente adquiere el estado después del triunfo de la revolución
socialista.
Los anarquistas, actuando como el nadador que quiere cruzar el río sin mojarse,
“superan”, en su cabeza y en sus textos, la contradicción que no es superada en la re-
alidad: Para ellos, la contradicción que existe entre el carácter obrero y [el] burgués
del estado se transforma en identidad, por lo cual, a partir de allí, se oponen a cual-
quier tipo de estado, inclusive el obrero.
Los marxistas revolucionarios, por el contrario, enfrentan esta contradicción acep-
tando el difícil desafío de construir un estado que tiene un doble carácter: Socialista
en la medida en que defiende la propiedad colectiva de los medios de producción; bur-
gués, en la medida en que el reparto de los bienes se lleva a cabo por medio de medidas
capitalistas de valor, con todas las consecuencias que se derivan de este hecho.[7]
Actuar en esta contradicción no significa ser prisioneros de la misma. Por el con-
trario, los marxistas revolucionarios entienden que la fisonomía definitiva del estado
obrero debe definirse por la relación cambiante entre sus tendencias burguesas y so-
cialistas[8] y, en ese sentido, intervienen en favor del desarrollo de la segunda de esas
tendencias, en detrimento de la primera.

[6] Trotsky, León, La revolución traicionada, Editorial Fontamara, España, págs. 66 y 72.
[7] Trotsky, León, La revolución traicionada, Editorial Fontamara, España, pág. 72.
[8] Trotsky, León, La revolución traicionada, Editorial Fontamara, España, págs. 72 y 73.

130
La degeneración del Partido Bolchevique
y del Estado obrero

Esa contradicción de la realidad, como fue el triunfo de la revolución en un país


con las características de Rusia, se profundizó a partir del curso que tomaron los
acontecimientos mundiales.
La derrota de la revolución alemana, en 1923, dejó aislado el naciente estado so-
viético. De esta forma, el proletariado más avanzado del mundo no pudo socorrer
al débil proletariado ruso, que había tomado el poder en un país de mayoría cam-
pesina. Al decir de Trotsky:

(...) la crisis revolucionaria de post-guerra no condujo a la victoria del socialismo en


Europa: la socialdemocracia salvó a la burguesía. El período que para Lenin y sus
compañeros de armas debía ser de una corta “tregua” se convirtió en toda una época
de la historia. La contradictoria estructura social de la URSS y el carácter ultraburo-
crático del estado soviético, son las consecuencias directas de esta singular “dificul-
tad” histórica imprevista (...).[9]

La clase obrera rusa, en forma heroica, derrotó a la contrarrevolución en la gue-


rra civil. Fue una victoria, pero una victoria con sabor a derrota: lo mejor de la van-
guardia obrera murió en los campos de batalla mientras que la industria, y con
ella la clase obrera como tal, quedó reducida a su mínima expresión.[10]
En el interior de la URSS, desde 1914 (con el inicio de la Primera Guerra Mun-
dial), el país vivía las penurias de la guerra. La Revolución de Octubre se había hecho,
en gran medida, en defensa de la paz, pero pronto se vio que para conquistarla era
necesario ir nuevamente a la guerra.
La guerra civil, aunque fue una victoria, tuvo una importancia muy grande en los
cambios que se habrían de dar en la URSS. Sobre este tema, Pierre Broue no exagera
cuando dice: Estos treinta meses de lucha despiadada han cambiado profundamente
la atmósfera del país.[11]
[9] Trotsky, León, La revolución traicionada, Editorial Fontamara, España, pág. 76.
[10] En el otoño de 1920, la población de cuarenta capitales de provincia ha disminuido en 33% desde 1917 (...) En
tres años, Petrogrado ha perdido un 57,5% y Moscú un 44,5% de su población (...) Cuatro años después de la revo-
lución, Rusia representa una paradoja de un estado obrero, basado en una revolución proletaria, en el que se asiste,
en palabras de Bujarin, a una verdadera “desintegración del proletariado”. Mientras que en 1919, existían tres mi-
llones de obreros industriales, en 1920 ya no hay más que 1.500.000 y en 1921 no sobrepasan los 1.250.000. Además,
la mayoría de ellos no están verdaderamente empleados: el ausentismo “normal” en las empresas se eleva a un 50
%, el obrero recibe un salario que constituye casi un subsidio de paro (...). Broue, Pierre, El Partido Bolchevique, Edi-
torial Ayuso, España, pág. 198.
[11] Ídem, pág. 165.

131
Martín Hernández

Al final de la guerra civil, el cansancio en las masas se tornaba evidente.

(...) en lugar del bienestar esperado, el país vio que la miseria se instalaba en él por
mucho tiempo. Los representantes más notables de la clase obrera habían perecido du-
rante la guerra civil o, al elevarse unos grados, se habían separado de las masas. Así
sobrevino, después de una tensión prodigiosa de fuerzas, de las esperanzas , de las ilu-
siones, un largo período de fatiga, de depresión y de desilusión. El reflujo del “orgullo
plebeyo” tuvo por consecuencia un aflujo del arrivismo y [la] pusilanimidad. Estas
mareas llevaron al poder a una nueva capa de dirigentes...Las masas fueron eli-
minadas, poco a poco, de la participación efectiva en el poder.[12]
La joven burocracia, formada primitivamente con el fin de servir al proletariado, se sin-
tió el árbitro entre las clases, adquirió una autonomía creciente.
La situación internacional obraba poderosamente en el mismo sentido. La burocracia
soviética adquirió más seguridad a medida que las derrotas de la clase obrera inter-
nacional eran más terribles (...) la dirección burocrática del movimiento contribuía a
las derrotas; las derrotas afianzaban a la burocracia.[13] (Subrayados nuestros).

Fue Lenin el primero en darse cuenta de este proceso y el primero en enfrentar


el crecimiento asustador de la burocracia. Lamentablemente, no pudo llevar esta ba-
talla hasta el fin, primero por su enfermedad, y luego, por su prematura muerte.
La muerte de Lenin fue una ayuda extra a las condiciones objetivas que favore-
cían la burocratización, no porque la sola presencia de Lenin hubiese impedido la
degeneración del estado, sino porque su ausencia aceleró el proceso. Respecto de
este tema, Trotsky señaló:

Naturalmente que los factores individuales han tenido alguna influencia en esta su-
cesión de capítulos históricos. Es cierto que la enfermedad y la muerte de Lenin pre-
cipitaron el desenlace. Si Lenin hubiese vivido más tiempo, el avance de la potencia
burocrática habría sido más lento, al menos en los primeros años. Pero desde 1926,
Krupskaia decía a los opositores de izquierda: “Si Lenin estuviese vivo, estaría segu-
ramente en la prisión”.[14]

El curso general que adoptó la batalla que se continuó dando después de la muerte
de Lenin, confirma el análisis de Trotsky. En ese sentido, basta recordar que en 1926
se formó lo que se conoció como la Oposición Unificada, que agrupaba a todos los
líderes bolcheviques con excepción de Stalin y Bujarin. Sin embargo, fueron de-
rrotados y con casi todos ocurrió lo que la Krupskaia preveía que ocurriría con su
compañero Lenin: fueron presos (y la mayoría, posteriormente, ejecutados).

[12] Trotsky, León, La revolución traicionada, Editorial Fontamara, España, pág. 104.
[13] Ídem.
[14] Ídem, pág. 107.

132
El Veredicto de la Historia

La derrota de los auténticos bolcheviques en manos de la burocracia conducida


por Stalin sólo fue posible por poderosos factores objetivos.

Decenas de millares de militantes revolucionarios se habían agrupado bajo las ban-


deras de los bolcheviques-leninistas. Los obreros miraban a la oposición con una sim-
patía evidente. Pero era una simpatía pasiva, porque ya no creían poder modificar
la situación por medio de la lucha. En cambio, la burocracia afirmaba que “La opo-
sición se prepara a arrojarnos en una guerra revolucionaria por la revolución inter-
nacional. ¡Basta de trastornos! Hemos ganado un descanso. Construiremos en nuestro
país la sociedad socialista. Contad con nosotros, que somos vuestros jefes”. Esta pro-
paganda del reposo, cimentando el bloque de los funcionarios, y de los militares, en-
contraba indudablemente un eco entre los obreros fatigados y, más aún, entre las
masas campesinas (...) La oposición se encontró aislada.[15]

La burocracia estalinista, derrotando al partido bolchevique y para ello masa-


crando a sus mejores representantes, acabó consolidándose en el poder en la década
del 30.
Esta realidad hizo que surgiera un nuevo tipo de estado obrero, un nuevo tipo
de régimen y un nuevo tipo de partido.
El estado soviético ya no estaba más al servicio de la revolución mundial. La te-
oría marxista, que sólo concebía al socialismo desde el punto de vista mundial había
sido reemplazada por la teoría estalinista del “socialismo en un solo país”.
La III Internacional y sus partidos nacionales, el más genuino instrumento que
había surgido como consecuencia de la revolución rusa para desarrollar la revolu-
ción mundial, fue primero burocratizada, después convertida en un simple apén-
dice de Stalin, y, por fin, disuelta en el año 1943.
La transformación fue tan grande que ya en la década del 30 el partido y el es-
tado soviético, dirigidos por el dictador Stalin, poco se parecían a los de los prime-
ros años de la revolución.
Durante páginas y páginas nos podríamos detener para mostrar cómo se fue
operando el proceso de transformación, tanto a nivel del estado como a nivel del
partido pero, si lo hiciésemos, poco avanzaríamos sobre lo que ya Trotsky describió,
analizó y caracterizó en su obra La revolución traicionada, y a ella remitimos a nues-
tros lectores.

[15] Ídem, pág. 106.

133
La victoria del estalinismo da origen
a un nuevo tipo de estado obrero

Si la tarea de definir el estado ruso en los primeros años de la revolución fue di-
fícil, mucho más lo fue a partir de que la burocracia estalinista tomó el control del
partido y del estado.
Trotsky, que coincidía con Lenin en las definiciones que éste hacía del estado so-
viético, a partir de que la burocracia estalinista se consolidó en el poder, llegó a la
conclusión de que aun manteniendo su carácter de clase, la URSS era un nuevo tipo
de estado: ya no era más un estado obrero con mayoría campesina y con “defor-
maciones burocráticas”. Era un “estado obrero degenerado”.
Se podrá discutir (y de hecho mucho se ha discutido ya) si la definición de
Trotsky, desde el punto de vista terminológico, era la más adecuada, o no, para abar-
car con unas pocas palabras toda la complejidad del estado dirigido por el estali-
nismo. Sin embargo, es necesario precisar que el aspecto terminológico es de una
importancia secundaria frente al contenido de tal formulación: observar las conse-
cuencias prácticas, es decir, políticas, de la degeneración.
Trotsky se preguntaba: ¿Qué significa “estado obrero degenerado” para nuestro
programa? Desde la propia pregunta se ve cómo encaraba este debate teórico. Él se
negaba a hacer esta discusión desde una óptica académica. Como marxista revolu-
cionario, como militante político, encaraba el debate sobre el carácter de la URSS
desde el punto de vista del programa revolucionario y, con esa óptica, él mismo res-
pondía a su pregunta:

Nuestro programa responde a esta cuestión con un grado de concretización, total-


mente adecuado para resolver la cuestión de la defensa de la URSS; o sea :
1) Aquellos rasgos que en 1920 constituían una “deformación burocrática” del
sistema soviético, se transformaron ahora en un régimen burocrático indepen-
diente que devoró los Soviets;
2) La dictadura de la burocracia, incompatible con las tareas nacionales e inter-
nacionales del socialismo, introdujo y continúa introduciendo deformaciones pro-
fundas en la vida económica del país;
3) Básicamente, mientras tanto, el sistema de la economía planificada, sobre la
base de la propiedad estatal de los medios de producción, se conservó y conti-
núa siendo una conquista colosal de la humanidad. La derrota de la URSS en
una guerra contra el imperialismo significaría no sólo la liquidación de la dictadura

135
Martín Hernández

burocrática, sino también la de la economía estatal planificada; el desmembra-


miento del país en zonas de influencia; una nueva estabilización del imperialismo;
y un nuevo debilitamiento del proletariado mundial.[16]

Trotsky y la teoría marxista del estado

La dirección bolchevique de la época de Lenin consideraba que si Rusia quedaba


aislada, como acabó ocurriendo con la derrota de la revolución europea, el triunfo
de la contrarrevolución y la restauración del capitalismo en la URSS serían inevita-
bles y, de esta forma, la victoria de la contrarrevolución daría origen a un nuevo es-
tado capitalista.[17] Sin embargo, la realidad fue más compleja. Tal cual se preveía,
el aislamiento llevó a la derrota de la revolución, pero esta derrota no se con-
cretó en la restauración del capitalismo, sino en el desplazamiento del poder po-
lítico de la clase obrera y del viejo partido bolchevique.
De esta forma, la teoría marxista tuvo que pasar la prueba de enfrentar una rea-
lidad completamente nueva.
El marxismo había definido el estado como un órgano de dominación de una
clase por otra. ¿Pero cuál era el carácter de clase de un estado en donde ni la bur-
guesía, ni el proletariado, ni ninguna otra clase social tenía el dominio político?
En realidad, las dificultades que el marxismo encontró para entender este nuevo
tipo de estado no se debían solamente al carácter inédito del mismo. Había otro pro-
blema. Una buena parte de la obra, tanto de Marx como de Engels, está atravesada
por la cuestión del estado,[18] sin embargo, con este problema, sucedió lo mismo que
con el concepto de clase social. Ni Marx ni Engels desarrollaron nunca un análisis
sistemático de este tema y, más aún, existen estudiosos que han detectado algunos
matices de diferencia entre ambos.[19]
Trotsky va a encarar esta doble dificultad (un estado inédito y una cierta laguna
teórica en el marxismo) afirmando que:

(...) la naturaleza de clase del estado se define, no por sus formas políticas, sino por
su contenido social, o sea, por el carácter de las formas de propiedad y de las re-
laciones de producción que el estado en cuestión protege y defiende.[20]

[16] Trotsky, León, “De un arañón al peligro de gangrena”, de En defensa del marxismo, Proposta Editorial, São
Paulo, pág. 146.
[17] Al respecto de este tema Trotsky dice: (...) los marxistas nunca creyeron que un estado obrero aislado se pudiese
mantener indefinidamente. Esperábamos, es cierto, la destrucción del estado soviético en vez de su degeneración (...).
“La URSS en guerra”, de En defensa del marxismo, Proposta Editorial, São Paulo, págs. 27 y 28.
[18] Marx aborda en profundidad la cuestión del estado en la Critica de la filosofía del derecho, de Hegel (1843);
La lucha de clases en Francia de 1848 a 1850 (1850); El 18 Brumario de Luis Bonaparte (1852) y La guerra civil en
Francia (1871). Por su parte, Engels hace lo mismo en El Anti-Dühring (1878) y en El origen de la familia, de la
propiedad privada y del estado (1884).
[19] Algunas de estas diferencias entre Marx y Engels son desarrolladas por el marxista francés Henri Lefèbvre,
en su libro La teoría marxista del estado, de Hegel a Mao.
[20] Trotsky, León, En defensa del marxismo, Proposta Editorial, São Paulo, pág. 227.

136
El Veredicto de la Historia

Nahuel Moreno, interpretando esta elaboración, analizó que:

Trotsky tuvo oportunidad de modificar explícitamente la definición que él y Lenin


habían levantado hasta un tiempo después del triunfo de Octubre de 1917. Obligado
a adecuar la respuesta teórica a los hechos ocurridos, independizó, dándoles una
gran autonomía relativa, a esas dos categorías fundamentales que no se habían com-
binado en forma armónica: la superestructura política y la estructura económica,
dándole a esta última una importancia decisiva.
Esta operación teórica fue una vuelta a las fuentes del pensamiento y la teoría mar-
xista, el materialismo histórico, que define la superestructura política tomando en
cuenta esencialmente la estructura económica de la sociedad, es decir, la base social
de clase del estado (“La política es economía concentrada”) aunque esa superestruc-
tura tenga una relación dialéctica con la estructura y pueda tener una autonomía
muy grande (...) A partir de la experiencia concreta, abandonó la primitiva defi-
nición superestructural del estado basado en Soviets revolucionarios y democrá-
ticos, para tomar como parámetro fundamental el social y no el político (...).[21]
(Subrayados nuestros).

[21] Moreno, Nahuel, La dictadura revolucionaria del proletariado, Publicación del PST Colombiano, pág. 236.

137
La polémica sobre la URSS
en vida de Trotsky

Trotsky, como ya hemos señalado, opinaba que la URSS, a pesar de que la buro-
cracia se había apoderado del poder, continuaba siendo un estado obrero. Un “es-
tado obrero degenerado” por la burocracia.
Expuso sus razones centenares de veces:

La nacionalización del suelo, de los medios de producción, de los transportes y del


comercio, así como el monopolio del comercio exterior, forman las bases de la so-
ciedad soviética. Para nosotros, esta adquisición de la revolución proletaria de-
fine a la URSS como un estado proletario.[22] Sus dirigentes han traicionado la
Revolución de Octubre, pero no la han derrumbado.[23]

En base a esta caracterización, Trotsky opinaba que se hacía necesario defender


a la URSS de sus enemigos y que esta defensa tenía dos caras. Por un lado, había que
defenderla de la burocracia, su principal enemigo interno, y, por el otro, había que
defenderla del imperialismo mundial.
A partir de allí, Trotsky decía que en la URSS era necesaria una nueva revolución
para expulsar a la burocracia del poder, sólo que ésta no sería, como la de Octubre
de 1917, de carácter social. Esta nueva revolución sería política en la medida en
que debería preservar la estructura económica (la propiedad nacionalizada y la
planificación).
Junto con lo anterior, decía que el imperialismo podía atacar a la URSS antes de
que los obreros hubiesen recuperado el poder. En este caso proponía la defensa in-
condicional de la URSS frente a cualquier posible ataque del imperialismo, fuera
éste fascista o “democrático”.
Estas elaboraciones de Trotsky fueron decisivas para armar a la vanguardia mar-
xista que se dispuso a construir la IV Internacional, pero también provocaron im-
portantes polémicas entre estos mismos sectores. Muchos revolucionarios, en su
afán de enfrentar al estalinismo, consideraban que Trotsky no estaba sacando todas
las conclusiones de hasta dónde había llegado el proceso de burocratización de la
URSS.

[22] Trotsky, León, La revolución traicionada, Editorial Fontamara, pág. 234.


[23] Ídem, pág. 237.

139
Martín Hernández

En lo que hace a las caracterizaciones, dos eran los cuestionamientos centrales


que este sector le hacía a Trotsky. Por un lado, opinaban que era un error continuar
caracterizando a la URSS como un estado obrero. Por el otro, la mayoría opinaba que
Trotsky estaba equivocado cuando decía que la burocracia no era una clase social.

Rakovski: “El estado burocrático”

Trotsky, en varias oportunidades se refirió al estado controlado por el estalinismo


como a un estado burocrático.[24] Al hacerlo, no tenía otra pretensión que destacar el
hecho de que era la burocracia, y no la clase obrera, la que tenía el control político
de ese estado. Sin embargo, esta denominación comenzó a ser utilizada por otros
marxistas revolucionarios para definir un nuevo régimen social que no sería ni ca-
pitalista ni obrero. Para ellos, el triunfo del estalinismo no habría dado origen sólo
a un nuevo tipo de estado obrero, sino a un estado de carácter social diferente y,
como parte de este proceso, la burocracia se habría convertido en una nueva clase
social.
Esta posición se comenzó a esbozar bastante tiempo antes de que estuviese plan-
teada la construcción de la IV Internacional. Al parecer, se originó al interior de la
Oposición de Izquierda rusa.
En el año 1930, en la Declaración al XVI Congreso del PCUS, en un texto redac-
tado por Christian Rakovski y firmado, junto con él, por Vladimir Kossior, Nicolai
Muralov y Veronika Kasparova[25] se decía:

De un estado proletario con deformaciones burocráticas (como Lenin definía la


forma política de nuestro estado) estamos pasando a un estado burocrático con
restos proletarios comunistas y, además, se agregaba: Bajo nuestros ojos se ha for-
mado, y sigue formándose, una gran clase de gobernantes con sus propias divisiones
internas (...) (Subrayados nuestros).

Estas afirmaciones dieron origen a una discusión al interior de la Oposición de


Izquierda, con intercambios de cartas a favor y en contra de estos dos conceptos.
Sin embargo, por lo que hoy se conoce, en ese debate no se avanzó mucho más allá
de los enunciados. Rakovski, y quienes coincidían con él, no esclarecieron qué que-
rían decir exactamente cuando afirmaban que estaba surgiendo un estado burocrá-
tico. ¿Con qué leyes funcionaba ese Estado? ¿Era un fenómeno sólo a nivel de la URSS

[24] Trotsky utiliza esta denominación en varios de sus trabajos. Esto se puede ver, por ejemplo, en su libro La
revolución traicionada, Editorial Fontamara, España, págs. 69 y 229.
[25] Los firmantes de este texto de la Oposición habían sido importantes dirigentes del Partido Bolchevique y del
gobierno soviético. Christian Rakovsky, nacido en Bulgaria, fue presidente del Consejo de Comisarios del Pue-
blo de Ucrania desde 1919 hasta 1923 y miembro del Comité Central bolchevique del 1919 hasta 1925. En 1927
se integró a la Oposición Conjunta. Vladimir Kossior era militante bolchevique desde 1908 y se había destacado
como organizador sindical después del triunfo de la revolución. Nicolai Muralov era militante bolchevique desde
1903. Fue jefe de los guardias rojos que ocuparon el Kremlin en la Revolución de Octubre de 1917. Durante la gue-
rra civil, fue miembro del Estado Mayor del Ejército Rojo.

140
El Veredicto de la Historia

o se extendía internacionalmente? ¿Era una formación superior o inferior al capita-


lismo? ¿Qué conclusiones políticas era necesario sacar de esas caracterizaciones?
Hoy no sabemos de qué forma fueron abordados estos interrogantes, si es que lo
fueron, ni mucho menos las conclusiones a que se llegó en ese debate. Tampoco sa-
bemos por qué Trotsky, que era el principal dirigente de la Oposición, no participó
del mismo.[26]
Lo más probable es que esta discusión haya sido interrumpida brusca e involun-
tariamente, dadas las duras condiciones en que desarrollaba su actividad la Oposición
de Izquierda.[27]

Bruno Rizzi: “La burocratización del mundo”

A finales de la década del 30, la discusión en torno al estado burocrático y a la bu-


rocracia como clase social es retomada y abordada en toda su profundidad.
Entre los años 1939 y 1940, al interior del SWP (Socialist Workers Party) de
los EE.UU.,[28] surge un duro debate político.
En el centro de ese debate está la cuestión del carácter de clase del estado sovié-
tico. La minoría, fundamentalmente James Burnham, que era su principal ideólogo,
cuestiona las posiciones de la mayoría de la dirección del partido y de la IV Interna-
cional.[29]
Trotsky, esta vez participa activamente de este debate por medio de una serie de
textos en los cuales cita en forma polémica a Bruno Rizzi, que no era del SWP ni de
ninguna de las organizaciones de la IV Internacional.[30] Y usaba este procedimiento
porque entendía que en torno a la discusión sobre el carácter social de la URSS había
dos posiciones coherentes. De un lado, la suya y, del otro, la de Rizzi. En ese sentido,
identificaba a Burnham como parte de los seguidores o semiseguidores de aquél.[31]
[26] En relación con este tema, los editores de los Cahiers León Trotsky de Francia informan lo siguiente: Es pre-
ciso resaltar que Trotsky no quiso abrir esta discusión. León Sedov (el hijo de Trotsky) se contentó con relatar la
posición de Rakovsky y la de sus críticos en un artículo destinado a la prensa de la Oposición internacional.
[27] El destino de los redactores de la Declaración al XVI Congreso del PCUS muestra esas duras condiciones. En
el año 1934, después de una larga lucha contra el estalinismo, Rakovsky acabó capitulando, lo que no impidió que,
poco después, en el tercer proceso de Moscú, fuera condenado y encarcelado. Vladimir Kossior desapareció en los
campos de concentración durante el período de las grandes purgas. Nicolai Muralov, que había sido expulsado del
partido y deportado en 1927, fue condenado a muerte y fusilado en el segundo proceso de Moscú (1937).
[28] En el año 1939, el SWP de los EE.UU., era el principal partido de la recién fundada IV Internacional.
[29] Ya desde el año de la fundación del SWP (1937), dos dirigentes del partido, Burnham y Carter cuestionan la
caracterización de estado obrero degenerado que se hace de la URSS. A posteriori, durante los años 1939 y 1940,
James Burnham, junto con Max Schachtman y Martin Abern, encabezan la tendencia minoritaria que acaba rom-
piendo con el partido en torno a esta discusión.
[30] Los principales textos de Trotsky (artículos y cartas), con los cuales intervino en esta lucha fraccional, están
recopilados, en múltiples ediciones, con el título de En defensa del marxismo.
[31] Trotsky no se equivocó al identificar las posiciones de Burnham con las de Bruno R. Poco tiempo después
de romper con el SWP, Burnham publicó un libro que acabó siendo un best-seller en los EEUU: The Managerial
Revolution, con todas las posiciones de Bruno Rizzi (éste era su verdadero nombre). Respecto de este tema, Pie-
rre Naville dice: Leí The Managerial Revolution en 1945 y en seguida reconocí las ideas esenciales de Rizzi, salvo
en su originalidad y la frescura de su pensamiento. Por ello escribí, en 1947, que Burnham había pura y simple-
mente copiado a Rizzi. Citado en el libro de Bruno Rizzi, La burocratización del mundo, Ediciones Península, Es-
paña, pág. 124.

141
Martín Hernández

Bruno Rizzi (en los textos de Trotsky aparece como Bruno R.) era un marxista
italiano ligado a la IV Internacional, que en el año 1939 publicó un libro titulado La
burocratización del mundo.
En este libro, Rizzi polemiza con León Trotsky y con sus seguidores, especial-
mente con el francés Pierre Naville, acerca del carácter de la URSS, de la burocracia
y sobre las tareas de los revolucionarios.
Rizzi opinaba que la URSS había dejado de ser un estado obrero. Para él, había
surgido en ese país una nueva formación social, a cuyo frente estaba una nueva clase
social:

(...) la URSS representa para nosotros un nuevo tipo de sociedad dirigida por una
nueva clase. La propiedad está colectivizada y pertenece a esta clase que ha organi-
zado un nuevo sistema de producción.[32]

Sobre la base de estos conceptos, Bruno Rizzi polemiza con Trotsky:

La URSS no responde a las normas del estado obrero que hemos desarrollado en nues-
tro programa. “La historia nos muestra un proceso de degeneración del estado obrero”,
dice Trotsky. Pero, después de esa degeneración, ¿qué nos queda de ese estado obrero
y de la dictadura del proletariado? Trotsky contesta: “La nacionalización de la pro-
piedad y la planificación de la economía”. Muy cierto, pero, ¿con qué finalidad? ¿Acaso
para la realización del socialismo? No, evidentemente; el propio Trotsky lo niega. ¿En-
tonces? Entonces, si perdura la propiedad nacionalizada y la economía planificada es
porque ambas son adecuadas al régimen que tiene en sus manos el poder.[33]

Como parte de este razonamiento, Bruno Rizzi opinaba que el fenómeno que se
daba en la URSS, con otras formas, se extendía por todo el planeta, y que formaban
parte del mismo el New Deal americano, el fascismo italiano y el nazismo alemán.
En relación con esta cuestión, Rizzi señalaba:

Éstos (los regímenes fascista y nazi) se hallan en vías rápidas de burocratización y


han cobrado un carácter anticapitalista aunque en ellos, a diferencia de la URSS, no
se haya eliminado radicalmente el Capital.[34]

Rizzi explicaba sociológicamente este proceso de la siguiente forma:

Lógicamente, el poder debía pasar de la burguesía al proletariado, pero este hecho


no se ha producido (...) En la práctica se pasa a una dirección social que no es
burguesa ni proletaria.

[32] Rizzi, Bruno, La burocratización del mundo, Ediciones Península, España, pág. 61.
[33] Ídem, pág. 67.
[34] Ídem, pág. 37.

142
El Veredicto de la Historia

En el fenómeno de la gran producción, la figura del capitalismo se ha vuelto in-


útil, y queda automáticamente descartada (...) Los síntomas políticos también con-
cuerdan con la incipiente burocratización del mundo. Los viejos imperialismos
francés, inglés y americano se dan cuenta de la inutilidad y la imposibilidad de man-
tener una hegemonía en un mundo que si quiere sobrevivir ya no puede ser imperia-
lista y que se transforma, burocráticamente a ojos vistas (...) Poco a poco, los
trabajadores de Francia, de Inglaterra y de América se encontrarán con que ya no
son ciudadanos normales, sino “súbditos” de un régimen burocrático que “nacionali-
zará” la propiedad y tomará muchas otras medidas de cuño “socialista”. No se lla-
mará a eso, ciertamente, fascismo, nazismo o estalinismo; ciertamente, su nombre
será distinto, aunque su fondo siempre será lo mismo: propiedad colectiva en manos
del estado, burocracia como clase dirigente, organización colectiva y planificada
de la producción (...)[35] (Subrayados nuestros).

Rizzi, basado en la caracterización de que la burocracia encabezaba un nuevo


régimen social que estaba reemplazando al capitalismo, llegaba a la conclusión de
que la restauración de éste no era posible:

La restauración burguesa es la bestia negra de los marxistas ortodoxos y científicos


(....) Todos, todos, están obsesionados por el temor de ver reaparecer a la burguesía por
una metamorfosis de la burocracia. Como espantajo para quienes no pretenden de-
fender a la URSS, el argumento es bueno, pero para poder sostener que el desarro-
llo económico puede determinar un retorno al orden capitalista, no parece
demasiado adecuado.[36] (Subrayados nuestros).

Trotsky responde a Bruno Rizzi

Analizando esta posición de Rizzi desde la realidad actual (planes neoliberales de


reducción del estado y privatización de sus empresas) parece delirante y puede sur-
gir la duda de por qué Trotsky la tomaba tan en serio. Sin embargo, es necesario
ver que esa discusión se hacía en el año 1939, cuando se iniciaba la Segunda Gue-
rra Mundial. Cuando el fascismo y el nazismo, en un avance arrollador, se extendían
por todo el mundo, y no sólo masacraban a la vanguardia obrera, sino que expro-
piaban a una buena parte de la burguesía.[37]
También puede parecer un delirio el signo igual que Rizzi ponía entre la buro-
cracia estalinista y la burocracia fascista. La posición de Rizzi era evidentemente equi-
vocada, pero también en este caso es necesario localizar ese debate en el momento en
que se daba: era el año en que se firmó el pacto Hitler-Stalin.
[35] Rizzi, Bruno, La burocratización del mundo, Ediciones Península, España, págs. 57, 58 y 59.
[36] Ídem, pág. 105.
[37] El 26 de mayo de 1934 Mussolini decía orgulloso: Las tres cuartas partes de la economía italiana, industrial
y agrícola se encuentran en manos del estado. Citado por Trotsky en La revolución traicionada, Editorial Fonta-
mara, España, pág. 233.

143
Martín Hernández

Por otra parte, entre la burocracia fascista y la estalinista había muchos puntos
en común, cosa que le hacía decir a Trotsky: (...) la burocracia soviética se parece a
cualquier otra burocracia, y sobre todo, a la del fascismo.[38]
Las posiciones de Bruno Rizzi eran sin duda coherentes. Así lo reconocía Trotsky
cuando dijo que había dos alternativas:

O el estado de Stalin es una formación transitoria, es una deformación de un estado


obrero en un país atrasado y aislado, o el “colectivismo burocrático” (de Bruno R)
es una nueva formación social, que está sustituyendo al capitalismo en todo el
mundo (estalinismo, fascismo, New Deal, etc.).[39] (Subrayados nuestros).

Trotsky polemizó duramente con la concepción de estado burocrático de Rizzi, y


para hacerlo abordó esta cuestión en los marcos de la sociología marxista y, en ese
contexto, dijo:

Solamente si se tiene en cuenta la necesaria perspectiva histórica se puede hacer un


juicio correcto sobre un problema como la sustitución de un régimen social por otro.
La alternativa histórica, llevada hasta el fin es la siguiente: o el régimen de Stalin es
una caída detestable en el proceso de transformación de la sociedad burguesa en
una sociedad socialista, o el régimen de Stalin es el primer paso de una nueva so-
ciedad explotadora.[40] (Subrayados nuestros).

Trotsky no descartaba que se pudiese dar la hipótesis de Rizzi. Todo lo contra-


rio, sólo que decía que, para que eso ocurriese, serían necesarias ciertas condiciones,
entre ellas, que (...) todas las potencialidades revolucionarias del proletariado mundial
se hayan agotado.[41]
En ese sentido, Trotsky no criticaba a Rizzi por levantar la hipótesis del colecti-
vismo burocrático, sino por considerar que ese régimen (...) ya había sido finalmente
instaurado (…).[42]
También, obviamente, criticaba a Rizzi por poner un signo igual entre el nazi-fas-
cismo y el estalinismo:

(...) la afirmación de Bruno de que el “anticapitalismo” fascista sea capaz de llegar a


la expropiación de la burguesía es completamente equivocada. (...) Mussolini y Hitler
están solamente “coordinando” los intereses de los propietarios y “regulando” la eco-
nomía capitalista, y, además, para fines bélicos (...) La oligarquía del Kremlin es, re-
pitámoslo, otra cosa: tiene la oportunidad de dirigir la economía como organismo,

[38] Ídem, pág. 235.


[39] Trotsky, León, Carta a James P. Cannon, del 12 de septiembre de 1939, publicada en En defensa del mar-
xismo, Proposta Editorial, Brasil, pág. 15.
[40] Trotsky, León, “La URSS en guerra”, de En defensa del marxismo, Proposta Editorial, Brasil, pág. 24.
[41] Ídem.
[42] Trotsky, León,“La URSS en guerra”, de En defensa del marxismo, Proposta Editorial, Brasil, pág. 29.

144
El Veredicto de la Historia

sólo por el hecho de que la clase obrera [hubo] efectuado el mayor cambio en las re-
laciones de propiedad de toda la historia. Esa diferencia no puede ser dejada de
lado.[43]

Respecto del carácter de la burocracia, la posición de Trotsky era clara y la había


expuesto reiteradas veces:

Las tentativas de presentar a la burocracia soviética como una clase “capitalista de es-
tado”, no resiste a la crítica. La burocracia no tiene títulos ni acciones. Se recluta,
se completa y se renueva gracias a una jerarquía administrativa, sin derechos parti-
culares en materia de propiedad. El funcionario no puede transmitir a sus herederos
su derecho de explotación del estado. Los privilegios de la burocracia son abusos.
Oculta sus privilegios y finge no existir como grupo social. Su apropiación de una in-
mensa parte de la renta nacional es un hecho de parasitismo social.[44] (Subraya-
dos nuestros).

Por otra parte, señalaba una cuestión básica para cualquier marxista:

La justificación histórica de toda clase gobernante siempre consistió en lo siguiente: en


que el sistema de explotación por ella dirigido colocó el desarrollo de las fuerzas
productivas en un nivel superior. Indudablemente el régimen soviético dio un pode-
roso impulso a la economía. Pero lo que originó este impulso fue la nacionalización
de los medios de producción y el inicio de la planificación de la economía, y no el
hecho de que la burocracia haya usurpado la dirección de la economía.[45] (Subra-
yados nuestros).

Trotsky coloca la política en el puesto de mando

Trotsky, al participar de las discusiones sobre el carácter de la URSS, hizo algu-


nas observaciones metodológicas, tanto para los que coincidían con él como para los
que no concordaban, que tienen aún hoy mucha vigencia.
Él, que le daba una importancia muy grande a la discusión teórica, opinaba que
en última instancia, lo determinante eran las conclusiones políticas.
En base a este criterio, les decía a los que tenían una misma opinión que él sobre
el carácter social de la URSS: (...) sería un monstruoso absurdo romper con los ca-
maradas que poseen una opinión diferente de la nuestra sobre el problema de la
naturaleza social de la URSS, en la medida en que se solidarizan con nosotros en
lo que respecta a las tareas políticas.[46] (Subrayados nuestros).

[43] Trotsky, León, “La URSS en guerra”, de En defensa del marxismo, Proposta Editorial, São Paulo.pág. 25.
[44] Trotsky, León, La revolución traicionada. Editorial Fontamara, España. pág. 236.
[45] Trotsky, León, “La URSS en guerra”, de En defensa del marxismo. Proposta Editorial, São Paulo. pág. 21.
[46] Trotsky, León, “La URSS en guerra”, de En defensa del marxismo, Proposta Editorial, São Paulo. pág. 19.

145
Martín Hernández

El mensaje era claro y tenía una importancia muy grande en aquella época, ya que
una fuerte discusión sobre este tema en el SWP amenazaba la unidad del partido
norteamericano y de la IV Internacional.[47]
Trotsky, en este debate, como en todos los que establecía, colocaba la política en
el puesto de mando y, con ese criterio, desafiaba a los que tenían una opinión dife-
rente de la suya:

Quien diga que la URSS ya no es más un estado obrero degenerado, sino una
nueva formación social, debe decir claramente qué es lo que agrega de nuevo a
nuestras conclusiones políticas.[48] (Subrayados nuestros).
Y, para llevar hasta las últimas consecuencias este criterio, afirmaba:

Admitamos, por un momento, que la burocracia es una nueva “clase”, y que el actual
régimen de la URSS es un sistema especial de explotación de clase. ¿Qué nuevas con-
clusiones políticas podríamos sacar a partir de estas definiciones? Hace mucho
tiempo que la Cuarta Internacional reconoce la necesidad de derrotar a la burocra-
cia a través de una insurrección revolucionaria de los trabajadores. Ninguna otra
cosa podría ni puede ser propuesta por aquellos que proclaman que la burocracia es
una “clase” explotadora (...) en la medida en que el problema de la derrota de la oli-
garquía parasitaria continúe unido a la manutención de la propiedad nacionalizada
(del estado), definimos la próxima revolución como una revolución política. Por el
contrario, algunos de nuestros críticos (Ciliga, Bruno y otros) quieren definirla como
una revolución social. Aceptemos esa definición. ¿En esencia, que será modificado?
Las tareas de la revolución que estamos discutiendo no serán alteradas en
nada...Nuestros críticos se niegan a llamar al estado obrero degenerado como estado
obrero. Exigen que la burocracia totalitaria sea llamada de “clase dirigente”. Se pro-
ponen considerar la revolución contra la burocracia como una revolución social y no
política. Si les hiciésemos estas concesiones terminológicas, colocaríamos a nuestros
críticos en una situación muy difícil, pues no sabrían qué hacer con su victoria pu-
ramente verbal.[49] (Subrayados nuestros).

Lo anterior no significaba que Trotsky ignoraba, o menospreciaba, las diferencias


teóricas: (...) estaríamos siendo ciegos si ignorásemos las divergencias puramente teó-
ricas, e inclusive terminológicas (...),[50] pero para él estas discusiones teóricas no te-
nían un objetivo en sí mismas.
[47] Respecto de este tema, Trotsky cambió de posición. Como mínimo, hasta el año 1934, consideraba que el re-
conocimiento del carácter obrero de la URSS era condición para formar parte de la Liga Comunista Internacio-
nal (antecesora de la IV Internacional). Al respecto, en un texto de ese año, decía: Por diversas fuentes nos han
informado que existe entre nuestros amigos en París una tendencia a negar la naturaleza proletaria de la URSS (...)
tenemos resoluciones oficiales que dicen con toda claridad que negar el carácter proletario de la URSS es incompa-
tible con la pertenencia a los bolcheviques leninistas (...) (“Ningún compromiso sobre la cuestión rusa”, 11/11/34,
Escritos, Editorial Pluma, Colombia, Tomo VI, volumen 2, pág. 531.
[48] Trotsky, León, En defensa del marxismo, Proposta Editorial, São Paulo, Brasil, pág. 18.
[49] Ídem, págs. 18 y 19.
[50] Ídem, pág. 19.

146
El Veredicto de la Historia

La encaraba porque temía que, si no se solucionaban, llevarían a gruesas dife-


rencias políticas: (...) el curso de nuevos desenvolvimientos puede tomar cuerpo y san-
gre y llevarnos a conclusiones diametralmente opuestas.[51]

Los temores de Trotsky se confirman

En lo que hace a la política para la URSS, que era la preocupación fundamental


de Trotsky, lo más importante que estaba en discusión era si el régimen social exis-
tente en la URSS, seguía o no siendo progresivo frente al capitalismo. Esta cues-
tión era clave, porque una respuesta positiva o negativa determinaba una política
defensista o antidefensista de la URSS, frente a los ataques del imperialismo y de la
propia burocracia.
Sobre esta cuestión, Trotsky era sumamente claro. El régimen social existente en
la URSS, a pesar de la burocracia, era enormemente progresivo frente al capitalismo,
porque se basaba en la propiedad estatizada y en la economía planificada.
Bruno Rizzi tampoco temía sobre esto. Éste, que había comenzado su polémica
con Trotsky en torno al carácter social de la URSS, en el corto transcurso de tiempo
que le llevó escribir su libro, llegó a una conclusión opuesta a la de Trotsky. Así lo se-
ñalaba en una de sus notas:
(...) Al llegar a este punto de mi película mental creía aún que la URSS representaba
un tipo de orden social, todavía no socialista, pero progresivo con relación al capita-
lismo...Hacia el final del libro, comprendí que la URSS era por cierto una nueva sín-
tesis histórica de la sociedad, pero una síntesis regresiva.[52]

La conclusión política que Bruno Rizzi sacó de esta caracterización no podía ser
otra: Defender a la URSS quiere decir, por consiguiente, defender un nuevo sistema de ex-
plotación y a la clase que se beneficia con él.[53] Aparentemente, Rizzi en esta oportu-
nidad, era incoherente, ya que Trotsky siempre fue muy claro cuando decía que
defender la URSS no significaba defender a la burocracia, sino defender las dos gran-
des conquistas de la revolución: la economía nacionalizada y planificada. Sin em-
bargo, Rizzi, una vez más, era coherente hasta el fin. Se oponía a defender a la URSS
porque se oponía a defender esas dos conquistas de la revolución que para él,
obviamente, no eran tales. Eso quedó demostrado cuando, años más tarde, decía:

Nadie puede descartar que se pueda hallar la manera de eliminar la explotación del
hombre por el hombre, y por lo tanto, las clases y el estado. Sólo que hay que bus-
car y encontrar otro camino económico, porque el de las estatizaciones y plani-
ficaciones se ha mostrado experimentalmente, no sólo equivocado, sino
contraproducente y contrarrevolucionario.[54] (Subrayados nuestros).
[51] Trotsky, León, En defensa del marxismo, Proposta Editorial, São Paulo, pág. 19.
[52] Rizzi, Bruno, La burocratización del mundo, Ediciones Península, España, págs. 47 y 48.
[53] Ídem, pág. 117.
[54] ídem, pág. 175.

147
Martín Hernández

A nivel de los EE.UU., posiciones de la minoría del SWP siguieron un curso si-
milar al del pensamiento de Rizzi. Comenzaron abandonando la caracterización de
la URSS como un estado obrero y acabaron, lógicamente, abandonando su defensa
incondicional frente al imperialismo.
Al principio, el único dirigente de la minoría que estaba en contra de que la URSS
era un estado obrero era Burnham, pero todos, inclusive él, tenían acuerdo en su
“defensa incondicional” frente a un ataque del imperialismo. Sin embargo, no pasó
mucho tiempo para que la minoría en su conjunto, defendiese que esta consigna era
“vaga, abstracta y fuera de moda” y este problema, esencialmente político, fue el que
se colocó en el centro del debate. Es por eso que, con justeza, esta dura polémica
que llevó a la ruptura del SWP americano, es conocida como la lucha entre “defen-
sistas” y “antidefensistas”.

148
La polémica después de la muerte de Trotsky

Poco tiempo después de finalizada la Segunda Guerra Mundial se abrió una im-
portantísima discusión en el interior de la IV Internacional, en relación con el ca-
rácter de los estados. No ya sobre la URSS, sino sobre los nuevos que habían surgido
a partir de la ocupación del Ejército Rojo (Alemania Oriental, Hungría, Polonia, etc.).
También en el interior de la IV se discutió durante varios años sobre los estados sur-
gidos a partir de revoluciones dirigidas por direcciones estalinistas o pequeño-bur-
guesas (Yugoslavia, China y, más tarde, Cuba).
Las elaboraciones de Trotsky y la IV Internacional no preveían como lo más pro-
bable que se diesen fenómenos de este tipo, lo que desorientó bastante a la nueva ge-
neración de militantes y dirigentes de la Internacional. De cualquier manera, las
elaboraciones de Trotsky sobre la URSS fueron de gran utilidad para poder entender
el carácter de estos nuevos procesos tan contradictorios.
Trotsky, en base al análisis que hacía del carácter social de la URSS, había anali-
zado de la siguiente forma la invasión de Stalin a Polonia:

En la medida en que la dictadura bonapartista de Stalin se basa en la propiedad es-


tatal y no en la privada, la invasión de Polonia por el Ejército Rojo llevará, por sí
solo, a la abolición de la propiedad privada capitalista, de la misma forma que
hará que el régimen de los territorios ocupados sea acorde con el régimen de la
URSS.[55] (Subrayados nuestros).

Y sobre lo que debería ser la política de los revolucionarios decía en forma cate-
górica:

(...) la política de Moscú, tomada en su conjunto, conserva completamente su ca-


rácter reaccionario, y es el principal obstáculo en el camino de la revolución mun-
dial (...) Sin embargo, nuestro análisis general sobre el Kremlin y el Komintern, no
cambia el hecho particular de que la estatización de la propiedad en los territorios
ocupados es, en sí misma, una medida progresiva. Reconocemos esto abierta-
mente. Si mañana Hitler lanza sus ejércitos contra el Este, para restaurar la “ley y el
orden” en Polonia Oriental, los obreros avanzados defenderán, contra Hitler, estas
nuevas formas de propiedad establecidas por la burocracia bonapartista soviética
(...).[56] (Subrayados nuestros).

[55] Trotsky, León, “La URSS en guerra”, de En defensa del marxismo, Proposta Editorial, São Paulo, pág. 33.
[56] Ídem, págs. 33 y 34.

149
Martín Hernández

La IV Internacional, después de mucho discutir, actuó en consonancia con las


elaboraciones antes citadas. Definió a los nuevos estados como obreros burocráti-
camente deformados, y adoptó una política, en líneas generales, similar a la defen-
dida para la URSS (revolución política y defensa incondicional frente al peligro de
ataque imperialista).
Esta definición correcta frente a estos nuevos fenómenos, no impidió que, a otro
nivel, se repitieran las dos grandes polémicas de la década del 30.
El fortalecimiento del estalinismo después de la guerra se transformó en una
fuerte presión al interior de la IV Internacional, y llevó a que un sector adoptara po-
líticas de clara capitulación frente a él. A la cabeza estaban dirigentes como Pablo,
Posadas, Mandel, que en todo momento creían ver alas, sectores o dirigentes del es-
talinismo que adoptaban un curso progresivo.
Por otro lado, el sector “antidefensista”, a quien nos estamos refiriendo con más
atención en este trabajo, se desarrolló, por la lógica de sus posiciones, cada vez más
por fuera de las fronteras de la IV Internacional.
La polémica en el interior del SWP, la sección estadounidense de la IV Interna-
cional, había terminado en el año 1940 (aún en vida de Trotsky) con la ruptura de
la minoría (aproximadamente el 40% de la organización). Sin embargo, las posicio-
nes “antidefensistas” fueron asumidas por algunos dirigentes de otras secciones de
la Internacional.[57]
Recién en el año 1948, en el II Congreso de la IV Internacional, las tesis antide-
fensistas fueron completamente derrotadas. De cualquier manera, como decíamos
anteriormente, esas posiciones se mantuvieron, y se desarrollaron, fuera de la IV
Internacional.
Entre los que continuaron desarrollando ese tipo de posiciones (aunque no se
autodenominan “antidefensistas”) se destacan los trabajos elaborados por el griego
Cornelius Castoriadis, principal animador de un grupo que en Francia publicaba la
revista Socialismo o Barbarie, y el palestino Tony Cliff, que en Londres dirigía (y
continúa haciéndolo hasta hoy) el Socialist Workers Party, una organización con
ramificaciones en varios países del mundo (Alemania, Canadá, EE.UU., Grecia, etc.).

Castoriadis: “La sociedad burocrática”

En el año 1949, Cornelius Castoriadis [58] publica un artículo (Las relaciones de pro-
ducción en Rusia) en la revista Socialismo o Barbarie, en el cual presenta un análisis

[57] Entre otros, a nivel de la IV Internacional, adhirieron a las posiciones de los antidefensistas el español Gran-
nizo Munis y el brasileño Mario Pedroza. También la esposa de Trotsky, Natalia Sedova, asumió en los últimos
años de su vida posiciones antidefensistas.
[58] Cornelius Castoriadis nació en Grecia, en 1922. Fue militante del Partido Comunista de ese país, rompió con
él en 1942 y comenzó a militar en la organización trotskista de Spiros Stinas. A partir de 1945, ya viviendo en Fran-
cia, se integró a la sección de la IV Internacional en aquel país, el PCI, y junto con Claude Lefort, formó una ten-
dencia que rompió con el trotskismo en el año 1948. En 1949 comenzó a publicar la revista Socialismo o Barbarie
y fue autor de sus principales artículos hasta la desaparición del grupo que la editaba, en 1966.

150
El Veredicto de la Historia

completamente diferente del de Trotsky en lo que hace al carácter social de la URSS.


Tanto es así que ya desde las primeras páginas señala: (...) Su análisis erróneo de la
sociedad rusa (el de Trotsky) sigue ejerciendo una influencia, que ha llegado a ser cla-
ramente nefasta (...)[59]
Anteriormente, en un material interno de la IV Internacional, había propuesto
(...) rechazar de modo tajante la teoría de “estado obrero degenerado”. Esa teoría
es científicamente incorrecta, ya que sólo nos habla de la evolución que ha conducido
al régimen presente, pero se equivoca totalmente en cuanto a la naturaleza actual del
régimen.[60]

Y, en lo que hace a la restauración del capitalismo, en ese mismo trabajo decía:

Para salvaguardar su dominación, la burocracia no necesita volver al capitalismo


privado; al contrario, tanto desde el punto de vista económico (eliminación de las
crisis económicas) como desde el punto de vista político (disfraz socialista de dictadura
totalitaria) le conviene mantener el sistema actual (...) La restauración del capita-
lismo en Rusia como resultado de un proceso interno es imposible; sólo puede ser
impuesta por una intervención armada extranjera.[61] (Subrayados nuestros).

Ya en lo que hace a la política señalaba:

(...) hay que oponerse urgentemente a la línea actual de la Internacional que, con su
consigna de “defensa incondicional de la URSS” y su teoría de las bases “socialistas de
la economía soviética” hace todo lo que puede por arrastrar a las masas del lado ruso
y constituye de hecho una coartada “de izquierda” del estalinismo (...).[62]

Castoriadis, como se puede ver, llegó prácticamente a las mismas conclusiones


que anteriormente había alcanzado Bruno Rizzi. Lo curioso es que en esos artícu-
los no hace referencia a esas posiciones, y ni siquiera menciona la existencia de su
autor.
La diferencia más importante entre ambos autores es que Castoriadis no hablaba,
como Rizzi, sobre la “burocratización del mundo” y sobre la igualdad entre la bu-
rocracia fascista y la estalinista. Pero todo indica que esta diferencia no se debió a
una línea de razonamiento diferente, sino al hecho de que Castoriadis tuvo la ven-
taja de escribir sus trabajos después de la Segunda Guerra Mundial.
De cualquier manera, aunque no llega a ninguna conclusión sustancialmente di-
ferente de las de Rizzi, se puede observar que profundiza algunos conceptos que
merecen ser destacados.

[59] Castoriadis, Cornelius, La sociedad burocrática, Ediciones Daleduro, España, pág. 6.


[60] Ídem, pág. 120.
[61] Ídem, pág. 120.
[62] Ídem, pág. 105.

151
Martín Hernández

En primer lugar, utilizando un criterio inverso al de Trotsky para definir el ca-


rácter social de un estado, hace una periodización diferente con respecto a la URSS:

Lo que caracteriza fundamentalmente al estado obrero no son sus bases econó-


micas, sino el poder político efectivo de la clase obrera (Comuna de 1871, Revolu-
ción Rusa hasta 1921-1923); cuando el ejercicio real de ese poder choca con obstáculos
serios, puede hablarse de estado obrero degenerado (Rusia de 1921-1923 a 1927);
cuando de ese poder no queda ya nada en manos de la clase obrera, el proceso ha lle-
gado a su término y el “estado obrero degenerado” se convierte en un estado que no
tiene ya nada de obrero.[63]

En segundo lugar, Castoriadis afirma que Trotsky se equivocaba al afirmar que


la URSS tenía un doble carácter:

(...) cuando Trotsky –por no hablar de sus epígonos– habla del carácter “burgués” de
la distribución del producto social en Rusia, oponiéndolo al carácter “socialista” de las
relaciones productivas o de la propiedad estatal (!), ni siquiera es posible tomarlo en
serio: el modo de distribución del producto social es inseparable del modo de produc-
ción (...)[64]
En tercer lugar, dice que:

Para Lenin... La “forma de la propiedad estatal” y la estatización en el sentido más


profundo del término; o sea, la unificación completa de la economía y su gestión en
un marco único (planificación) no resolvían de modo alguno el contenido de clase de
esa economía (...)[65]

Este esquema de Castoriadis tenía como mínimo dos incoherencias. En primer


lugar, si fuese consecuente con su propio razonamiento (“lo que caracteriza funda-
mentalmente a un estado obrero no son sus bases económicas sino el poder político
efectivo de la clase obrera”) tendría que haber llegado a la conclusión de que en re-
alidad el estado obrero acabó en 1918 con el inicio de la guerra civil, ya que en ese
período no fue la clase obrera quien ejerció el “poder político efectivo”, sino el Par-
tido Bolchevique, y fundamentalmente el Ejército Rojo.
En segundo lugar, hay una incoherencia muy grande con su propio esquema,
cuando dice que en el período que va de 1921-1923 a 1927 hubo un estado “obrero
degenerado”. Si esto fuese así, no habría habido una diferencia cualitativa entre el es-
tado a cuyo frente estaba el Partido Bolchevique, con Lenin y Trotsky a la cabeza, y
el estado a cuyo frente estaba Stalin.
El problema de fondo que tiene la posición de Castoriadis, y eso explica sus in-
coherencias, es el mismo de todos los “antidefensistas”.
[63] Castoriadis, Cornelius: La sociedad burocrática, Ediciones Daleduro, España, pág. 120.
[64] Castoriadis, Cornelius: La sociedad burocrática, Ediciones Daleduro, España, pág. 14.
[65] Ídem, pág. 14.

152
El Veredicto de la Historia

Ellos parten de un hecho cierto: la clase obrera, con el estalinismo, perdió el


poder político del estado. Pero no consideran otro hecho: la burocracia estalinista
no revirtió las conquistas económicas fundamentales de la revolución. Esto era
una nueva contradicción, que Castoriadis, en lugar de analizar, intentó superar con
una formulación simplista: la URSS es (...) un estado que ya no tiene nada de obrero.
¿Y cómo hacía Castoriadis para justificar tamaña afirmación? ¿Cómo hacía para
explicar que un estado donde la burguesía fue expropiada por la clase obrera, y con-
tinuaba expropiada (en el momento en que él escribía su texto) ya no tenía nada
de obrero? El recurso que utiliza es apelar a Marx y Lenin para atacar a Trotsky, por-
que éste habría cometido la herejía de afirmar que la economía de la URSS tenía un
doble carácter. Sin embargo, al afirmar esto, no se daba cuenta que a quien estaba
atacando era en realidad a Lenin y su definición: un estado burgués sin burguesía, y,
también estaba cuestionando la existencia de un estado obrero en los primeros años
de la Revolución Rusa y, más aún, estaba cuestionando la existencia (y su defensa)
de cualquier estado obrero porque, como ya vimos anteriormente, todo estado
obrero es un “estado burgués sin burguesía” o, al decir de Trotsky, tiene un doble ca-
rácter. En este sentido, la crítica de Castoriadis al estado dirigido por el estali-
nismo no es hecha desde la óptica del marxismo revolucionario, sino desde una
concepción anarquista, de cuestionamiento a todo tipo de estado, inclusive el
obrero. No es por casualidad, entonces, que una buena parte de los anarquistas rei-
vindiquen actualmente las elaboraciones de Castoriadis.

Tony Cliff: “El capitalismo de estado”

En 1948, Tony Cliff publica la primera versión de su libro El capitalismo de estado


en Rusia.
Las elaboraciones de Tony Cliff, y en especial su caracterización (“capitalismo
de estado”) fueron presentadas como una nueva e inédita respuesta que permitiría
entender el carácter de la URSS. Esto es tan así que sobre ese trabajo sus defensores
dicen actualmente: Es un libro clásico del marxismo, que debe leer todo aquel que
quiera entender el socialismo revolucionario[66] y su autor, Tony Cliff, se refiere a la
definición de “capitalismo de estado” como a la (...) teoría que empecé a desarrollar
a partir de 1948.[67]
Sin embargo, a pesar de las pretensiones del “autor” de esta teoría y de sus se-
guidores, Tony Cliff (al igual que Castoriadis) parte de las elaboraciones centrales de
Bruno Rizzi, que también utilizaba la categoría de “capitalismo de estado”. Por otra
parte, es bueno recordar que Trotsky, 12 años antes que Tony Cliff escribiera algo al
respecto, polemizaba contra esa concepción, usando, entre otras, una frase muy su-
gestiva:

[66] Harman, Chris, Introducción al libro de Tony Cliff, El capitalismo de estado en Rusia, marzo de 1988, pág. II.
[67] Cliff, Tony, Prefacio de julio de 1992, del libro El capitalismo de estado en Rusia, pág. I.

153
Martín Hernández

(...) Ante fenómenos nuevos, los hombres suelen buscar refugio en las palabras viejas. Se
ha tratado de disfrazar el enigma soviético con el término: “capitalismo de estado” (...)[68]

Tony Cliff, al igual que Rizzi y Castoriadis, parte de la base de que Trotsky se
equivocó completamente al afirmar que la URSS, bajo el estalinismo, continuaba
siendo un estado obrero. Sólo difiere con este último en la fecha en que se habría
producido ese cambio. Para Castoriadis fue en 1927, para Cliff fue en 1928. A par-
tir de allí va a sacar la conclusión de que la burocracia era una nueva clase social, que
no estaba planteada una revolución política, que no era una economía superior al ca-
pitalismo y que no estaba planteada, por lo tanto, su defensa.
Cliff, a lo largo de todo su trabajo, va a tratar de justificar estas posiciones repi-
tiendo, en general, una serie de verdades sobre el papel de la burocracia, ya analiza-
das hasta el cansancio por Trotsky, pero sacando de ellas conclusiones opuestas a
las de éste.
Así, por ejemplo, Cliff, para mostrar el carácter no obrero de la URSS, destaca
que, junto con triplicarse la productividad del trabajo, los salarios reales, entre los
años 1928 y 1936, se redujeron en más de un 50%. Al hacer esto, Cliff oculta un
hecho: el salario social. Y no saca la conclusión del otro hecho: las conquistas eco-
nómicas de la Revolución de Octubre se mantienen, pero bajo el control de la bu-
rocracia. Por eso, la economía del estado crece en forma desproporcionada con las
economías de los hogares obreros.
Pero para Cliff, al contrario de Trotsky, el crecimiento de la economía del es-
tado obrero pareciera ser un hecho de menor importancia.
Resulta curioso, o más bien vergonzoso, ver las comparaciones que Cliff hace
para disminuir los logros de la economía soviética, que era motivo de orgullo para
todos los marxistas, en primer lugar para los trotskistas.
El joven Cliff del año 1948, recién llegado de Palestina a Londres, no consigue di-
simular el impacto que le ha provocado la gran metrópoli, y así, en todo momento,
compara los logros de la URSS con los de... Inglaterra, ocultando para eso los “lo-
gros” de Inglaterra en sus colonias.
En su texto, Cliff no puede destacar los avances de la economía estatizada y pla-
nificada, porque, si lo hiciera, quedaría cuestionada su afirmación de que la econo-
mía soviética no era superior a la economía capitalista. De cualquier manera, hay
hechos que no puede ocultar, aunque sólo sea para intentar transfórmalos en su con-
trario. Así sucede, por ejemplo, con la producción de papel.
Todo el mundo sabe que el índice de consumo de papel es uno de los parámetros
usados internacionalmente para medir el nivel cultural de un determinado país. En
la URSS, el crecimiento del consumo de papel fue espectacular, cosa que es fácil-
mente comprensible, aún hoy, para cualquiera que [viaje] en un “metro” de Moscú
y sienta la extraña sensación de haber entrado en la sala de una biblioteca.
[68] Trotsky, León, La revolución traicionada, Editorial Fontamara, España, pág. 232.

154
El Veredicto de la Historia

Cliff no puede desconocer los índices de crecimiento del consumo de papel. Él


lo asume, pero le da la siguiente explicación:

En cuanto al papel, la producción si aumentó enormemente, debido más que nada


a las exigencias propagandísticas del gobierno, las necesidades de la adminis-
tración y los requisitos culturales vinculados con la industrialización.[69]

Trotsky decía que todos los avances que se conseguían eran producto de la exis-
tencia del estado obrero, y se conseguían a pesar de la burocracia.
Para Cliff, como para todos los antidefensistas, el análisis de Trotsky era com-
pletamente equivocado.
De cualquier manera, los hechos son los hechos, y Cliff, al no poder ocultar esos
avances, y al no poder atribuirle ese mérito al estado obrero (que para él no existía),
se los acabó atribuyendo a… la burocracia, a quien le otorga, además, un papel enor-
memente progresivo.
Refiriéndose a la URSS, Cliff dice:

Salió del retraso para volverse un país industrial moderno, poderoso y avanzado.
La burocracia se ha ganado el mismo elogio que mereció la burguesía en los es-
critos de Marx y Engels: “Ha sido la primera en demostrar lo que puede hacer la
actividad humana. Ha logrado maravillas mucho más impresionantes que las pi-
rámides de Egipto, los acueductos romanos y las catedrales góticas (...) La burgue-
sía, durante su reino de apenas 100 años ha creado más y más tremendas fuerzas
productivas que todas las generaciones anteriores en su conjunto”.
El precio pagado por tantos éxitos, como es sabido, ha sido la miseria humana en
una escala imposible de calcular.[70]

Por fin, en lo que hace a la famosa teoría del “capitalismo de estado”, que
Cliff asume como suya, no podemos menos que coincidir con una observación muy
inteligente, hecha por Ernest Mandel:

Los que identificaron a la URSS con el capitalismo de estado se han empantanado


con su teoría, pues ¿cómo se puede restaurar el capitalismo si el estado se encuen-
tra ya bajo el capitalismo? Aquí no vale argumentar que el capitalismo de estado
es diferente del capitalismo privado. Si la diferencia es cualitativa, ¿de qué sirve lla-
mar a ambas capitalistas?[71]

[69] Cliff, Tony, El capitalismo de estado en Rusia, pág. 7.


[70] Ídem, pág. 22.
[71] Mandel, Ernest, El poder y el dinero, Editora Siglo XXI, México, pág. 9.

155
Una polémica que se actualiza

Por un lado, las revoluciones que en el Este acabaron con los regímenes de los
PCs y, por otro, la restauración del capitalismo, han reavivado, en otro plano, las po-
lémicas que hemos mencionado anteriormente.
A nivel de la LIT-CI, este debate ha provocado no sólo intensas discusiones, sino
incluso importantes rupturas. En su interior y en su área de influencia han aparecido
dos posiciones (en nuestra opinión dos desviaciones) opuestas. Por un lado, existe
un sector que defiende integralmente las elaboraciones históricas de Trotsky y el
trotskismo ortodoxo (ése es su mérito), pero, a partir de allí, deja de lado la realidad
actual y, en base a análisis de una realidad que ya no existe, define a esos estados
como obreros.
Por otro lado, desde hace ya tiempo, han aparecido otros sectores que, siguiendo
con la línea de pensamiento de Rizzi, Castoriadis y Tony Cliff, llegan a la conclusión
de que los acontecimientos actuales demuestran que Trotsky, la IV Internacional y
la corriente histórica que hoy se expresa en la LIT, tuvieron una interpretación equi-
vocada sobre lo que era la URSS, sobre el programa y sobre la política que había que
tener frente a ella. Entre estas corrientes se encuentra la ex mayoría del PST español;
el SR de Italia y la actual dirección del MAS argentino. Estas posiciones están resu-
midas –en el caso de los españoles– en un folleto elaborado por varios dirigentes
del ex PST titulado ¿Qué fueron y qué son los estados de la ex URSS y los países del
Este de Europa? En el caso de los italianos, esas posiciones están contenidas en su
programa; y en lo que respecta a los argentinos, en el libro Después del estalinismo,
de Andrés Romero.
Obviamente, que digamos que todos ellos constituyen una “corriente de pensa-
miento” no significa decir que sus posiciones son idénticas. De la misma forma que
no lo son las posiciones de Cliff o las de Rizzi ni las de Castoriades a las de ambos.
Pero decimos que forman parte de una misma corriente de pensamiento porque, en
líneas generales, frente a las cuestiones centrales que se discuten sobre los estados,
parten de las mismas premisas y, en general, llegan a las mismas conclusiones.
Los dirigentes de SR de Italia no han asumido en forma explícita una identidad
con esta corriente, aunque sí han asumido su ruptura con el movimiento trotskista,
del cual ya no se consideran.
Por su parte, los españoles no sólo han roto con el trotskismo, sino que han asu-
mido, explícitamente, una identidad con esta otra corriente que durante décadas ha
venido combatiendo las posiciones de nuestro movimiento.

157
Martín Hernández

Así, uno de los dirigentes de este grupo, en un texto crítico al trabajo de Andrés
Romero, dirigido a la dirección del MAS, señala:

(...) Se ignora a Bruno Rizzi, simpatizante de la IV, quien en 1938 ya planteaba una
concepción similar a la nuestra (...)
Aunque la polémica sea nueva en la LIT, no lo fue en la IV, de la que en Francia salió,
por ejemplo, el grupo Socialismo o Barbarie, también con una opinión similar a la
nuestra, o en Inglaterra el SWP, conocido por su posición de “Capitalismo de estado”
(...)[72]

En relación con Andrés Romero y la dirección del MAS, leyendo sus textos se
puede observar que han adoptado las posiciones centrales de esta “corriente de pen-
samiento”. Sin embargo, sorprendentemente, ignoran a sus máximos exponentes.
Bruno Rizzi, Castoriadis y Tony Cliff ni siquiera son citados en el libro Después del
estalinismo.

Las posiciones de Andrés Romero y de la dirección del MAS argentino

Como decíamos anteriormente, Andrés Romero ha elaborado un libro titulado


Después del estalinismo, y este trabajo ha sido asumido como propio por el conjunto
de la dirección del MAS argentino. En ese trabajo, que se presenta como una nueva
visión sobre los ex estados obreros, se pretende (...) reestudiar lo que ocurrió en la
sociedad soviética (y las otras de su tipo) antes de 1989-1991 y, muy especialmente,
examinar el proceso de cristalización del sistema estalinista en la década del treinta.[73]
(Subrayado nuestro).
El trabajo de Romero hace una interesante recopilación de datos que son muy úti-
les para quienes quieren estudiar el tema. Pero el lector rápidamente se siente frus-
trado al ver que esta “nueva visión”, desde el punto de vista del análisis de los hechos,
en lo esencial, no avanza un milímetro en lo ya analizado por Trotsky y, desde el
punto de vista de las conclusiones, se identifica, en lo esencial, con las de Rizzi, Cas-
toriadis y Cliff.
Esta contradicción, entre el análisis y las conclusiones, no es una novedad. Ya
Trotsky, hace más de cincuenta años, identificó este problema en sus críticos:

Nuestros críticos aceptan los hechos tal cual como nosotros los establecimos hace
mucho tiempo atrás. No agregan nada de esencial a la apreciación, sea sobre la si-
tuación de la burocracia y de los trabajadores, sea sobre el papel del Kremlin en el
campo internacional (...) La única acusación que dirigen contra nosotros es que no sa-
camos las “conclusiones” necesarias.[74] (Subrayado nuestro).

[72] Tate (dirigente de la ex Contracorriente-PST), Comentarios a Después del estalinismo”, 31/3/95.


[73] Romero, Andrés, Después del estalinismo, Editorial Antídoto, Buenos Aires,1994, pág. 15.
[74] Trotsky, León, “La URSS en guerra”, de En defensa del marxismo, Proposta Editorial, São Paulo, pág. 19.

158
El Veredicto de la Historia

Andrés Romero, al igual que Rizzi, Castoriadis y Cliff, opina que la URSS esta-
linista no era más un estado obrero. Las razones argumentadas son, en líneas gene-
rales, coincidentes con las de los tres autores citados.
Ya en lo que se refiere a la definición de ese estado, Romero habla (al igual que
Rizzi y Castoriadis) de un estado que no habría sido ni capitalista ni obrero, sino un
“estado burocrático”.
Al igual que ellos tres, opina que esa nueva formación que habría surgido no
sería superior al capitalismo y que lo que estaba planteado no era una revolución po-
lítica.
Por fin, Romero en ninguna parte de su texto plantea que era necesario defen-
der incondicionalmente a la URSS frente a un posible ataque del capitalismo; sea
este fascista o “democrático”. Como es difícil pensar que en su voluminoso trabajo
se haya olvidado de referirse a este tema central, llegamos a la conclusión de que
también frente a esta cuestión Romero estaría defendiendo una posición similar a
la de los autores antes señalados. Por otro parte, de no ser así, estaría siendo inco-
herente con su opinión de que esos estados no representaban una conquista del mo-
vimiento obrero y el marxismo.[75]
En realidad, la única conclusión de importancia, en la cual Romero tiene dife-
rencias con ellos, es cuando reivindica, aunque sin mucha fuerza, la posición de
Trotsky en el sentido de que la burocracia no sería una nueva clase social. Sin em-
bargo, esta diferencia, en contra de lo que puede parecer a primera vista, no mues-
tra una aproximación de Romero a las posiciones de Trotsky, sino todo lo contrario.
Al respecto, es necesario recordar que Trotsky opinaba que si la URSS se llegaba a
transformar en un nuevo régimen social (que es lo que opina Romero que ocurrió)
(...) la burocracia, lógicamente, se convertiría en una nueva clase explotadora.[76]

Una metodología poco seria

Una vez hecha la localización política del texto de Andrés Romero, se hace ne-
cesario abordar otro problema muy importante: la metodología que el autor utiliza
para exponer sus ideas y para polemizar.
Ya hemos señalado que en el texto de Romero se ignora a los inspiradores del
mismo, sin embargo, éste no es el problema más grave. Al fin y al cabo, es el mismo
procedimiento que utiliza Castoriadis sin que por ello sus elaboraciones dejen de
ser serias, aunque equivocadas.
El problema metodológico se torna realmente grave cuando Romero, en lugar de
establecer una polémica clara con las posiciones de Trotsky y sus continuadores, lo
que sería completamente legítimo, intenta demostrar lo indemostrable: que sus ela-
boraciones son continuidad de las de Trotsky y la LIT.

[75] Romero, Andrés, Después del estalinismo, Editorial Antídoto, Buenos Aires, 1994, pág. 9.
[76] Trotsky, León.

159
Martín Hernández

Veamos los mecanismos que Andrés Romero utiliza para conseguir semejante al-
quimia.
En primer lugar, sus posiciones, opuestas a las de Trotsky y a las de la LIT (la
URSS no era un estado obrero degenerado, el régimen social no era superior al ca-
pitalismo, la economía estatizada no era progresiva en sí misma, no había que hacer
una revolución política, no había que defender incondicionalmente a ese estado
frente a los ataques externos) son presentadas en el marco de frases como éstas: No
nos cansaremos de reivindicar el valor teórico, metodológico y político de la labor de
Trotsky.[77] O, (...) acá presento como una elaboración hecha desde la tradición y ba-
gaje ganados en nuestra corriente internacional, la LIT-CI.[78]
En segundo lugar, Andrés Romero, para poder enfrentar las elaboraciones de
Trotsky, sin asumir que lo está haciendo, trata de hacer aparecer que en realidad éste
no tenía una posición definitiva sobre el carácter de clase de la URSS. Así, su tradi-
cional y conocida posición sobre el carácter obrero de la URSS es presentado de la
siguiente forma:

La validez científica del pensamiento de Trotsky en ese trabajo (La revolución trai-
cionada) se resume con la siguiente frase dirigida a los que rezan sus libros como ver-
dades absolutas: “El problema del carácter social de la URSS aún no está resuelto por
la historia”.[79]

O: Lo importante a destacar en los análisis de Trotsky, es que (...) la evolución –y la


definición– de ese país no estaba cerrada (…).[80] (Trotsky) consideraba a la URSS
como un estado obrero burocráticamente degenerado. Pero Trotsky mismo nunca
definió esta posición como algo definitivo.[81] (Subrayados nuestros).

Romero, en forma por cierto muy sutil, intenta hacer aparecer que Trotsky, en re-
lación con el carácter social de la URSS, tenía, más que una posición, un gran inte-
rrogante y, para pasar esta idea, oculta toda la batalla de éste contra los
antidefensistas y hace una interpretación de los textos de Trotsky de la cual, lo
menos que podemos decir, es que es abusiva.
Trotsky decía que el estado obrero degenerado no duraría mucho tiempo (ése
fue su error) y más aún, opinaba que ese estado, durante o a posteriori de la Segunda
Guerra Mundial, sería derrotado por la contrarrevolución o por la revolución. Por
eso afirmaba que el carácter social de la URSS no estaba resuelto por la historia.
Pero nunca dijo que esos nuevos acontecimientos de la historia podrían llegar a
demostrar que en realidad anteriormente no había un estado obrero. Todo lo
contrario. En una frase citada por el propio Romero decía:

[77] Romero, Andrés, Después del estalinismo, Editorial Antídoto, Buenos Aires, 1994, pág. 25.
[78] Ídem.
[79] Ídem.
[80] Ídem.
[81] Ídem, pág. 63.

160
El Veredicto de la Historia

(...) En lo esencial, estos camaradas (los que se oponían a la definición de estado


obrero) tienen sobre la URSS la misma apreciación que nosotros. Pero tienen ten-
dencia a emplear el concepto de estado obrero como una categoría lógica y aún un
poco ética, y no como una categoría histórica llegada al borde de su propia negación.
Haría falta un acontecimiento histórico de gran importancia, un cambio en la si-
tuación de la URSS, el hundimiento de la camarilla estalinista para que estos ca-
maradas se dijeran: “sí, teníamos hasta ahora un estado obrero degenerado”.[82]

En tercer lugar, Andrés Romero, para presentar sus conclusiones opuestas a la de


Trotsky como continuidad de las elaboraciones de éste, trata de hacer ver que ahora
él, con base en datos que Trotsky no poseía, tiene la posibilidad de sacar nuevas con-
clusiones:

Reivindicando –y partiendo de– el método y los estudios de Trotsky, pero revalori-


zándolos ante los nuevos indicadores políticos, sociales y económicos, sostenemos
que la degeneración burocrático-stalinista empujó a la URSS más allá del límite en
que podía ser calificado como un estado obrero (...).[83]

Lo curioso del caso es que, como decíamos anteriormente, por más que se lo
busque, en el estudio hecho por Romero sobre la década del 30 no se consiguen en-
contrar la (...) “acumulación de evidencias” que hoy tendríamos, ni los “nuevos in-
dicadores políticos, sociales y económicos”, que justificarían sacar una conclusión
opuesta a la de Trotsky.
En cuarto lugar, Romero, en lugar de polemizar directamente con las posiciones
de Trotsky, polemiza con los defensores de estas posiciones.
Trotsky, como es sabido, defendía que las estatizaciones, así fuesen hechas por la
burocracia, eran progresivas en sí mismas. Así, por ejemplo, en una frase que ya
hemos citado, señalaba:

Sin embargo, nuestro análisis general sobre el Kremlin y el Komintern, no cambia el


hecho particular de que la estatización de la propiedad en los territorios ocupados es,
en sí misma, una medida progresiva. Reconocemos esto abiertamente.[84]

En este caso, es bueno que aclaremos que Trotsky se está refiriendo, nada más ni
nada menos, que a la invasión del Ejército Rojo sobre Polonia, como producto
del pacto contrarrevolucionario con Hitler.
Andrés Romero está completamente en contra de esta posición de Trotsky pero,
en lugar de polemizar con él, polemiza con... Gabriel Maza, un militante de su par-
tido, el MAS argentino diciendo:

[82] Romero, Andrés, Después del estalinismo, Editorial Antídoto, Buenos Aires, 1994.
[83] Romero, Andrés, Después del estalinismo, Editorial Antídoto, Buenos Aires, 1994, pág. 60.
[84] Trotsky, León.

161
Martín Hernández

Sugiere (Maza) que yo estoy violando el sagrado “principio” de que la propiedad na-
cionalizada debe ser caracterizada y defendida como una conquista en sí misma,
un progreso histórico, lo que teóricamente es un disparate y políticamente representa
una adaptación al estatismo sembrados por el estalinismo y el nacionalismo burgués
(...).[85] (Subrayados nuestros).

Este mismo procedimiento utiliza Romero en relación con el análisis de las re-
laciones de producción.
Castoriadis criticaba duramente a Trotsky porque éste no colocaba en el centro
de su análisis las relaciones de producción:

(...) Trotsky salía siempre airoso de la discusión. No era sin embargo, difícil expulsar
a Trotsky de esa posición, aparentemente inexpugnable, preguntándole: Y las rela-
ciones de producción, ¿Qué son en general y qué son en Rusia? Porque es [evidente],
para los que conocen la obra de Trotsky, que éste se ha contentado siempre con blan-
dir el arma mágica de las relaciones de producción, pero nunca ha ido más allá. Marx
no hablaba de las relaciones de producción capitalistas: las analiza a lo largo de
3.000 páginas de El Capital. En vano se buscaría en la obra de Trotsky el inicio
siquiera de semejante análisis. Su obra más prolija desde ese punto de vista, La re-
volución traicionada, sólo contiene, a modo de análisis económico, una descripción
del volumen material de la producción rusa, de la desigualdad de los ingresos y de la
lucha por el rendimiento. Lo demás es literatura sociológica y política, generalmente
buena, pero viciada por la ausencia de fundamentos económicos; por la ausencia,
precisamente de un análisis de las relaciones de producción en Rusia.[86] (Subra-
yados nuestros).

Romero, en esta cuestión, está completamente a favor de Castoriadis pero, nue-


vamente, en lugar de polemizar directamente con Trotsky, dice lo siguiente:

(...) Para volver con rigor marxista sobre la controvertida cuestión de la naturaleza
y la definición del estado soviético, es necesario considerar seriamente las relacio-
nes de producción y el tipo de economía desarrolladas en la URSS de los años treinta
(así como su posterior evolución). Esta cuestión clave es evitada en la mayoría de
las polémicas escritas que llevamos adelante actualmente las corrientes del mo-
vimiento trotskista.[87] (Subrayados nuestros).

Esta forma confusionista que tiene Andrés Romero de presentar sus diferencias
con las posiciones de Trotsky, crea una enorme dificultad para hacer un debate serio
en torno al tema que más le preocupa: (...) lo que ocurrió en la sociedad soviética (y

[85] Romero, Andrés, Después del estalinismo, Editorial Antídoto, Buenos Aires, 1994, pág. 130.
[86] Castoriadis, Cornelius, La sociedad burocrática, Ediciones Daleduro, España, pág. 36.
[87] Romero, Andrés, Después del estalinismo, Editorial Antídoto, Buenos Aires, 1994, pág. 25 y 26.

162
El Veredicto de la Historia

las otras de su tipo) antes 1989-1991 y (...) el proceso de cristalización del sistema es-
talinista en la década del treinta. Decimos esto porque esta discusión, para ser seria,
sólo se puede desarrollar en la forma de una dura y clara polémica entre las posi-
ciones de Trotsky y Andrés Romero. Pero ¿cómo entrar en ese debate cuando An-
drés Romero disfraza sus posiciones y las presenta como continuidad de las de
Trotsky?
Este método tan poco serio de Andrés Romero, alejado de las mejores tradicio-
nes marxistas, resulta tan irritante que ya mereció las críticas no sólo de aquellos
que no concuerdan con sus conclusiones, sino también de algunos dirigentes que tie-
nen importantes acuerdos con él, al punto tal de haber sido acusado, públicamente,
de realizar una “falsificación intencionada de la historia”.[88]
Comparando el texto de Bruno Rizzi con el de Andrés Romero es fácil compro-
bar dos métodos opuestos. En su trabajo, Bruno Rizzi se refería a Trotsky con un
enorme respeto:

(...) Trotsky, el alma y genio de la insurrección proletaria.[89] (...) el mejor conoce-


dor de las condiciones actuales del estado soviético (...).[90] (...) Trotsky, a quien
apreciaba y consideraba como maestro.[91]

Sin embargo, ese respeto nunca llevó a Rizzi a ocultar o disimular sus diferencias
o a valerse de maniobras confusionistas para polemizar con él. Todo lo contrario. El
libro de Rizzi es, desde el principio al fin, una polémica directa, clara y honesta con
las posiciones de Trotsky. Un verdadero ejemplo.

[88] En el texto, “Comentarios a Después del estalinismo”, de Tate (dirigente de la ex Contracorriente-PST), en-
viado a la dirección del MAS, se señala lo siguiente: (...) Quizás lo más decepcionante del libro es la tónica táctica,
del momento, que parece imprimirse en todas las consideraciones, como si lo que dijera dependiese la situación del
autor en la LIT. Esto se ve claramente comparando el texto fotocopiado que antes conocimos, con el libro, de lo que
se percibe un sensible retroceso cuanto a lo que pudieran suponer críticas a Trotsky, a Moreno, o a nuestra tradicio-
nal visión de la historia de la corriente trotskista (...)
Consecuencia de este criterio general es la falsificación intencionada de la historia, pareciendo que los problemas co-
mienzan en la década del treinta, que la Oposición de Izquierda tuvo siempre una posición correcta, que las posi-
ciones de Trotsky y Rakovsky eran complementarias, y que nuestra corriente fue la más coherente del trotskismo
contemporáneo (...)
Seguir con consideraciones tácticas para una discusión de este calibre no ayudará a nadie ni siquiera a Andrés Ro-
mero, quien difícilmente podrá dar respuestas positivas en el plano estratégico con posiciones no claras, mediadas por
la conveniencia del momento. Me gustaría conocer las opiniones reales de éste, algunas de las cuales han desapare-
cido en la versión final.
(Las partes centrales de este texto fueron publicados en la contratapa de la revista Contracorriente). Hasta ahora
no conocemos ninguna respuesta pública de la dirección del MAS, o de Andrés Romero, a la grave acusación
que se hace en el mismo: (...) falsificación intencionada de la historia.
[89] Rizzi, Bruno, La burocratización del mundo, Ediciones Península, España, pág. 43.
[90 Ídem, pág. 46.
[91] Ídem, pág. 125.

163
La polémica Trotsky-Rizzi
y la prueba de los hechos

Ya pasaron más de cincuenta años de la polémica entre Trotsky y Bruno Rizzi, y


en todo ese largo período muchas cosas ocurrieron. Entre ellas, dos que merecen ser
citadas porque iluminan este debate. Nos referimos, por un lado, a la Segunda Gue-
rra Mundial y, por el otro, a la reciente restauración del capitalismo en la ex URSS.
La Segunda Guerra Mundial mostró que el signo igual que Rizzi ponía entre la
burocracia nazi-fascista y la burocracia estalinista, no se correspondía con la reali-
dad. El nazi-fascismo fue derrotado, y con él también la teoría de Rizzi del colecti-
vismo burocrático, del cual, para él, formaba parte el conjunto de las burocracias del
mundo.
Por otro lado, la restauración del capitalismo en la ex URSS mostró que este
hecho no sólo era posible sino, tal como lo decía Trotsky, inevitable en la medida
en que la burocracia continuase al frente de ese estado. Pero el proceso de restaura-
ción no sólo mostró que las conclusiones que Rizzi sacaba estaban equivocadas.
También mostró las causas de ese error: la premisa en la cual se apoyaban (la exis-
tencia de un nuevo régimen social).
Como este tema es polémico, se nos podrá responder que Rizzi acertó al decir
que en la URSS había un nuevo régimen social (el “estado burocrático”) y que su
problema fue que sacó conclusiones equivocadas. Opinamos exactamente lo con-
trario. Creemos que el mérito de Rizzi era justamente el sacar conclusiones co-
herentes con sus premisas. Mérito éste que Trotsky le reconoció en medio de la
polémica:

(...) Bruno R. tiene el mérito de sacar el problema del círculo vicioso de los ejercicios
terminológicos en cuadernos escolares y pasarlo al plano de las generalizaciones his-
tóricas más importantes.[92]

Si la premisa de Bruno Rizzi sobre la existencia de un “estado burocrático” hu-


biese sido correcta, también lo hubiesen sido, en líneas generales, sus conclusiones.
Si la URSS representaba una nueva sociedad de explotación, era coherente la po-
sición de Rizzi de que la burocracia era una nueva clase social explotadora, y en eso,
como ya señalamos anteriormente, coincidía con Trotsky.
[92] Trotsky, León, “La URSS en guerra”, de En defensa del marxismo, Proposta Editorial, São Paulo, pág. 25.

165
Martín Hernández

De la misma forma, Rizzi, coherente con su premisa de la existencia de un nuevo


régimen social (aunque no necesariamente esto lo obligaba a identificar a la buro-
cracia estalinista con la fascista) se planteaba la extensión, a nivel mundial, de esa
nueva formación social al frente de la cual estaba una nueva clase explotadora.
No plantearse este problema significaría pensar que esa nueva formación podría
desarrollarse en forma nacional o regional, lo que entraría en contradicción con la
interrelación que existe en la economía dominada por el imperialismo.
Con los parámetros que nos da el marxismo y en base a la realidad actual (la res-
tauración del capitalismo en la URSS) creemos que en esta polémica la razón estaba
del lado de Trotsky y no de Rizzi. La burocracia no había dado origen a un nuevo
régimen social, sino que actuaba como un parásito (del estado obrero) que iba,
año tras año, mes tras mes, día tras día, alimentándose y debilitando un cuerpo
cada vez más enfermo, al que acabó matando.
Tal como lo previó Trotsky: (...) la degeneración acaba inevitablemente en la des-
trucción. ¿Si no, qué otra cosa expresa la restauración del capitalismo en la ex URSS?
En el inicio de esta parte del texto reproducíamos una cita de Trotsky que decía:
La alternativa histórica, llevada hasta el fin, es la siguiente: o el régimen de Stalin es
una caída detestable en el proceso de transformación de la sociedad burguesa en una
sociedad socialista, o el régimen de Stalin es el primer paso de una nueva sociedad ex-
plotadora.
La restauración del capitalismo en la URSS muestra que el estalinismo no fue
“un primer paso en dirección a una nueva sociedad explotadora”, por el contrario,
la realidad muestra que fue una (...) caída detestable en el proceso de transformación
de la sociedad burguesa en la sociedad socialista.
En ese sentido, por más que suene mal a los oídos, no vemos [una] mejor defi-
nición de la URSS (de mediados de 1920 hasta la restauración del capitalismo) que
la tradicional de la IV Internacional: un “estado obrero degenerado” y al decir esto,
una vez más recordemos a Trotsky:

Reconocer en la URSS un estado obrero –no el modelo de este estado, sino una
deformación del modelo– no significa de forma alguna que sea concedida a la
burocracia soviética una amnistía teórica y política; por el contrario, su carácter
reaccionario aparece plenamente a la luz de la contradicción entre su política anti-
proletaria y las exigencias del estado obrero.[93] (Subrayados nuestros).

En lo que hace a la política, lo que proponían Trotsky y Rizzi era diametralmente


opuesto, y esta cuestión también pasó por la prueba de los hechos.
Para Trotsky, defender incondicionalmente a la URSS significaba defender la
continuidad de la propiedad nacionalizada y de la economía planificada.

[93] Trotsky, León, “¿Un estado ni obrero ni burgués?, de En defensa del marxismo, Proposta Editorial, São Paulo,
pág. 236.

166
El Veredicto de la Historia

Él defendía esa continuidad, a pesar de la conducción de la burocracia, porque


opinaba que el retorno al sistema capitalista provocaría (...) una baja catastrófica de
la economía y la cultura.[94]
Pasadas casi cinco décadas de aquellas discusiones, la polémica salió del papel y
fue al plano de los hechos. Al revés de lo que decía Rizzi, no sólo el capitalismo fue
restaurado, sino que este hecho está provocando en la ex URSS (...) una baja catas-
trófica de la economía y la cultura, cuestión reconocida hasta por el más reacciona-
rio de los comentaristas.
Es entonces por la negativa que se puede ver la justeza de la política de Trotsky
y de la IV Internacional de “defensa incondicional de la URSS” frente a los ataques
del imperialismo.
En relación con esto, Trotsky, al contrario de Rizzi, partía de la base de que la
URSS estaba permanentemente amenazada por el imperialismo. Él decía:

La burguesía, sea fascista o democrática, no puede satisfacerse con las aisladas pro-
ezas contrarrevolucionarias de Stalin; tiene necesidad de la contrarrevolución com-
pleta en las relaciones de propiedad y en la abertura del mercado ruso. Mientras no
consiga eso, considera al estado soviético como un enemigo. Y tiene razón.[95]

Los datos que nos da la realidad demuestran que también en esto Trotsky, y no
Rizzi, estaba en lo cierto. La burguesía fascista y “democrática” intentó, por todas
las formas, reestablecer las relaciones de propiedad capitalista y abrir el mercado so-
viético. La Alemania nazi lo intentó con la invasión. Las masas soviéticas se lo im-
pidieron. Las potencias imperialistas que salieron victoriosas de la Segunda Guerra
[Mundial], pensaron en cumplir la tarea que Hitler no había conseguido. El temor
a las masas del mundo entero los hizo desistir de esa idea.
Stalin no se detuvo en sus proezas contrarrevolucionarias. En 1943 fue la disolu-
ción de la III Internacional. Terminada la guerra, fueron los pactos de Yalta y Pots-
dam. El imperialismo, sonreía, pero seguía tratando al estado soviético como a su
enemigo. Fue la llamada “guerra fría”, las sanciones, los boicots, las presiones.
Recién en los últimos años el imperialismo cambió. Inclusive hubo una fecha en
que manifestó, públicamente, ese cambio. Fue a mediados de 1995, cuando la con-
memoración de los 50 años de la victoria aliada sobre Hitler. La máxima ceremonia
se realizó en Moscú, con la presencia de los jefes de todas las grandes potencias im-
perialistas. Rusia comenzaba a ser una “nación amiga”. No era que el imperialismo
se había acordado, un poco tarde, de que veinte millones de soviéticos habían muerto
en los campos de batallas. Sucedía que el mercado ruso estaba abierto y las rela-
ciones de propiedad capitalista habían sido reestablecidas. En este terreno, el im-
perialismo había vencido.
[94]Trotsky, León, La revolución traicionada, Editorial Fontamara, España, pág. 237.
[95] Trotsky, León, “¿Un estado ni obrero ni burgués?, de En defensa del marxismo, Proposta Editorial, São Paulo,
pág. 235.

167
Martín Hernández

La prueba de los hechos es implacable y muestra que el capitalismo mundial,


desde que desató la guerra civil en 1918, no descansó hasta conseguir que las rela-
ciones de propiedad capitalista fuesen reestablecidas. Frente a eso, había dos posi-
bles políticas: defender las relaciones de propiedad que la revolución había
conquistado, o no hacerlo. Quienes así lo hicieron enfrentaron al imperialismo. De
Rizzi y de los “antidefensistas” del SWP no podemos decir lo mismo.
Trotsky decía:

El estado obrero debe ser tomado tal como salió del implacable laboratorio de la his-
toria, no como lo imagina un profesor “socialista” reflexionando mientras se limpia
la nariz con el dedo. El deber de los revolucionarios es defender toda conquista de la
clase trabajadora, aunque haya sido desfigurada por la presión de las fuerzas hosti-
les. Aquellos que son incapaces de defender las posiciones tomadas, nunca conquis-
tarán otras nuevas.[96]

El “antidefensismo” de fines de los años 30 decía que en la URSS no quedaban


conquistas para defender. Los “antidefensistas” de la actualidad dicen lo mismo.
Las posiciones de los viejos antidefensistas mostraron su cara trágica cuando los
ejércitos de Hitler invadieron la URSS, para acabar con las “inexistentes” conquis-
tas de la revolución.
Las posiciones de sus discípulos actuales se mostraron tanto o más trágicas que
aquéllas cuando el imperialismo, junto con la burocracia, puso en marcha su plan
de restauración.
Cuando las tropas de Hitler se preparaban para invadir la URSS, los antidefen-
sistas decían que la consigna de defensa incondicional de la URSS era “anticuada”.
En la actualidad, cuando el imperialismo y la burocracia estaban desmantelando
los restos de la propiedad nacionalizada se alzaron (y se alzan) otras voces, en el
campo de los nuevos antidefensistas, para decir “contra todo estatismo”.[97]
Actualmente, la restauración del capitalismo es un hecho, pero esta discusión no
tiene sólo una importancia histórica. Muchas de las conquistas no han sido des-
truidas aún, pero la restauración del capitalismo exige que esta tarea sea cumplida
en el próximo período. Muchos combates en defensa de esas conquistas ya se están
dando, y muchos otros se avecinan. Los revolucionarios, si quieren convertirse en
una alternativa de dirección, no sólo tendrán que ser parte activa de los mismos,
sino que tendrán que entender su carácter para poder ayudar a desarrollarlos, y evi-
dentemente no lo podrán hacer si dicen “no hay ninguna conquista para defender”
o “nosotros no defendemos la estatización hecha por el estalinismo”. Si actúan de
esta forma, en lugar de transformarse en combatientes de la próxima revolución, se
parecerán mucho al profesor “socialista” que mencionaba Trotsky.

[96] Trotsky, León, “Balance de los acontecimientos finlandeses”, de En defensa del marxismo, Proposta Editorial,
São Paulo, pág. 204.
[97] Del programa de SR de Itália.

168
PARTE 3

Cuba:
De la expropiación a la restauración

(textos escritos en el año 2006)


Cuba y la sucesión de Fidel Castro

En los últimos años crecieron las especulaciones sobre cómo será Cuba sin Fidel.
Esas especulaciones dieron un salto y se transformaron en importantes enfrenta-
mientos políticos, a partir del momento en que Castro fue sometido a una inter-
vención quirúrgica que lo obligó a pasar el mando a su hermano Raúl.
En el momento que escribimos este artículo no se sabe si Fidel se va a reintegrar
a sus funciones al frente del gobierno cubano o si, por el contrario, su alejamiento
será definitivo. Las autoridades cubanas guardan sigilo sobre el tema, mientras que
representantes de otros gobiernos dan informaciones contradictorias. Hugo Chá-
vez, el presidente de Venezuela, que visitó a Castro en el hospital, dice que se está re-
cuperando y dentro de poco tiempo retornará a sus antiguas funciones. Por el
contrario, algunos representantes del PT brasileño, estrechamente ligados al go-
bierno cubano, informaron que el alejamiento de Castro es definitivo.
Es lógico que esta situación provoque tantas especulaciones y debates. Fidel fue
el máximo dirigente de la revolución y ha estado al frente del gobierno de su país por
casi 50 años. Por otra parte, es necesario tomar en consideración que, a partir de los
“procesos del Este europeo” (restauración y revolución) es difícil pensar que en Cuba
la sucesión de Fidel Castro se dará sin enfrentamientos y crisis.

¿Vuelta al capitalismo?

La amplia mayoría de la izquierda considera que en la ex URSS y en todo el Este


europeo, se ha restaurado el capitalismo, pero que en Cuba no. Nadie niega las pre-
siones restauracionistas, pero consideran que el capitalismo no ha sido reintroducido
en Cuba dada la resistencia de la dirección, particularmente del propio Fidel.
Cuba, de esta forma, sería uno de los últimos “bastiones socialistas”. Las pruebas
presentadas para demostrar esta caracterización son varias: los discursos de Fidel
contra el imperialismo y por el socialismo; la continuidad por parte de los EE.UU.
del bloqueo económico, y la permanente y creciente hostilidad contra el gobierno cu-
bano [por parte] de la burguesía exiliada en los EE.UU. (los “gusanos”).
Para quien razona de esta forma, el temor por lo que podría suceder con el ale-
jamiento de Fidel está ampliamente justificado: el imperialismo norteamericano,
junto con los “gusanos”, se podrían aprovechar de la situación para restaurar el ca-
pitalismo en la Isla. Sin dudas, es verdad que están tratando de sacar provecho de
la actual situación pero no es correcto decir que su objetivo sea restaurar el capita-
lismo, por la simple razón de que en Cuba el capitalismo ya fue restaurado.

171
Martín Hernández

Nunca hubo acuerdo, a nivel de la izquierda, sobre el carácter del Estado cubano
después de la revolución que llevó a Fidel Castro al poder. Unos hablaban de un es-
tado “socialista”, otros de una “economía popular”, y no faltaron los que caracteriza-
ron a Cuba como un “capitalismo de estado”. Por nuestra parte consideramos que, a
partir de la expropiación del capitalismo, Cuba se transformó en un “estado obrero
burocratizado”.
No es el objetivo de este trabajo tratar de demostrar cuál de las definiciones es la
más correcta pero sí queremos señalar un hecho sobre el cual hay bastante acuerdo:
a partir de la ruptura con el imperialismo y la expropiación de la burguesía, el Es-
tado cubano sufrió un cambio cualitativo. Dejó de existir una economía capitalista.
Surgió un estado de un nuevo tipo en donde no reinaba la anarquía del capital sino
una economía planificada. De esta forma, el Estado cubano formaba parte de la eco-
nomía mundial pero era, al igual que China y el conjunto de los estados del Este eu-
ropeo, una parte contradictoria de esa economía.
Esta somera descripción del Estado cubano post revolución posiblemente sea
respaldada por la amplia mayoría de la izquierda. Pues bien, nosotros opinamos que
un estado de este tipo, independientemente del nombre que reciba, ya no existe más.
Por eso decimos que el imperialismo no tiene como objetivo restaurar el capita-
lismo, porque el mismo ya fue restaurado. Entonces, el verdadero debate que hay
en Cuba, y que involucra a la dirección castrista, los “gusanos”, el gobierno nortea-
mericano y el imperialismo europeo, no es sobre si con el posible alejamiento de
Fidel habrá o no restauración. El debate es sobre cómo continuar la restauración, y
es ahí donde surgen diferentes posiciones políticas, en función de los diferentes in-
tereses económicos en juego.

La restauración

Hay una enorme resistencia en el conjunto de la izquierda a nivel mundial por


reconocer que el capitalismo ha sido restaurado en Cuba. Sin embargo, si analiza-
mos la realidad, y no solamente los discursos de la dirección castrista, la restaura-
ción surge como un hecho incontestable.
La existencia de una economía “no-capitalista” no estaba sustentada en discur-
sos sino, fundamentalmente, en tres pilares económicos. En primer lugar, el grueso
de los medios de producción eran de propiedad estatal; en segundo lugar, la canti-
dad y calidad de lo que se producía no era determinado por las leyes del mercado
sino por un plan económico central, al cual todas las empresas estaban subordina-
das y, por último, todo el comercio exterior, es decir, todo lo que el país compraba
y vendía, estaba monopolizado por el estado.
Las conquistas económicas y sociales que Cuba alcanzó se basaron en estos tres
pilares económicos. Pues bien, estos tres pilares ya no existen más. Por eso hoy no
podemos decir que en Cuba hay una economía “no-capitalista”, y también por eso
se están perdiendo, una a una, las conquistas de la revolución.

172
El Veredicto de la Historia

A fines de la década del 70 comenzaron las concesiones al capitalismo, pero fue


en el año 1990, en consonancia con el proceso que se estaba dando en la ex URSS y
en el Este europeo, que la restauración dio un salto cualitativo en Cuba. A partir de
ese momento, siguiendo el ejemplo de lo que ocurrió en China a partir del año 1978
y en la ex URSS a partir del año 1986, las medidas para desmontar el antiguo estado
obrero se sucedieron una tras otra, a tal punto que en poco tiempo el gobierno acabó
con el monopolio, por parte del Estado, del comercio exterior, y se acabó con la eco-
nomía centralmente planificada. Así, las antiguas empresas del Estado fueron de-
jando de operar en base a un plan central, y pasaron a responder a los designios de
las leyes del mercado. Esto es fácilmente comprobable por un hecho: la Junta Cen-
tral de Planificación, que dirigía la economía planificada, fue simplemente disuelta.
En el marco de este proceso de restauración cobró gran importancia una ley
aprobada por la Asamblea Nacional en septiembre de 1995: la Ley de Inversiones Ex-
tranjeras. Por medio de esa ley fue destruido el tercer pilar económico del antiguo
estado obrero (la propiedad estatal de los principales medios de producción). Las
empresas estatales comenzaron a ser privatizadas, no en base a un capital nacional,
sino al capital proveniente fundamentalmente del imperialismo europeo. A partir de
esa ley, prácticamente todos los sectores productivos del país fueron puestos a dis-
posición del capital extranjero, el cual pasó a asociase con empresas del Estado para
explotar los recursos del país. Los principales “socios de Cuba” en este orden, son hoy
España, Canadá, Italia, Francia y el Reino Unido.
La entrada del capital extranjero se produjo con un ritmo arrollador, en prácti-
camente todas las ramas de producción. Hoy, las empresas mixtas (entre el Estado
y el capital extranjero) dominan el 100% de la explotación de petróleo, de la mine-
ría metálica, de la producción de lubrificantes, de servicios telefónicos, de jabone-
ría, de perfumería y de la exportación de ron. El 70% de las agroindustrias y de
cítricos; y el 50% de la producción de níquel y de cemento, y el turismo.[1]
A pesar de todos estos datos muchos analistas dicen que en Cuba no hay un Es-
tado capitalista; porque aún existen muchas empresas del Estado y porque en la ma-
yoría de las empresas mixtas el Estado conserva el 51% de las acciones.
Este análisis no tiene el más mínimo rigor científico. En todos los estados capi-
talistas existen empresas estatales y mixtas. Pero no es la cantidad de empresas es-
tatales, o el porcentaje que tiene el estado en las empresas mixtas, lo que determina
el carácter de esa economía (obrera o capitalista). La cuestión es saber, en el caso de
Cuba, si esas empresas, mixtas y/o estatales, están subordinadas a un plan económico
central, o si están subordinadas a las leyes del mercado, de la oferta y la demanda.
En Cuba, hasta fines de la década del 80, las empresas estaban subordinadas a un
plan económico central pero esa realidad cambió a partir de los años 90 y eso es lo
que explica la entrada masiva del capital extranjero desde ese momento. Por ejem-
plo, en 1990 sólo existían en toda Cuba siete acuerdos de asociación económica con
[1] Fuente: Ministerio de Inversión Extranjera y Colaboración.

173
Martín Hernández

el capital extranjero, por un volumen total de 100 millones de dólares, y esos acuer-
dos estaban restrictos al área de turismo. Cinco años después, en 1995, existían 212
acuerdos de asociación económica con el capital extranjero, con una inversión de
2.100 millones de dólares, que abarcaba 34 ramas de la economía.

Las relaciones de Cuba con la burguesía mundial

Cuba, durante muchos años, tuvo que soportar una permanente agresión polí-
tica, económica e incluso militar del imperialismo norteamericano y de sus aliados.
La revolución, que derribó al dictador Batista, triunfó el 1 de enero de 1959 y ya
en el mes de octubre de ese mismo año el presidente de los EE.UU., Dwight Eisen-
hower, aprobó un plan de la CIA para realizar acciones terroristas en la Isla, y a co-
mienzos de 1960 las refinerías de petróleo norteamericanas, instaladas en Cuba,
comenzaron a boicotear la producción. En los meses y años siguientes estas agre-
siones se multiplicaron. En diciembre de 1960, los EE.UU. dejaron de comprar azú-
car cubano. En enero de 1961 rompió relaciones. En abril de ese mismo año, cerca
de 1.400 exiliados cubanos, entrenados y armados por la CIA, desembarcaron en
Playa Girón (Bahía de los Cochinos) con la intención de derribar al gobierno. En
enero de 1962, Cuba fue excluida de la Organización de Estados Americanos (OEA).
En febrero, el presidente Kennedy ordenó el bloqueo económico total de Cuba.
En todos estos años, la CIA preparó tantos atentados para matar a Fidel Castro
que lo obligó a vivir prácticamente en la clandestinidad. Sólo en el año 1960 fueron
descubiertos ocho complots para asesinarlo.
Habiendo existido tantas agresiones contra Cuba y contra Fidel, hoy en día mu-
chos temen que la crisis provocada por la posible muerte de Castro, pueda llegar a
ser aprovechada por los EE.UU. para invadir la Isla. Sin embargo, las declaraciones
del gobierno de los EE.UU. no parecen confirmar estos temores. A pesar de toda la
política guerrerista del gobierno Bush, Condoleza Rice fue muy categórica en de-
clarar que bajo ningún punto de vista pretenden invadir Cuba. La política es otra. Es
presionar para que se legalicen los partidos políticos y que el proceso sucesorio de
Fidel sea decidido en las urnas. En este marco, Caleb McCarry, el hombre de Bush
para garantizar la “transición en Cuba” llegó a declarar que si la mayoría de los cu-
banos votan al Partido Comunista, los EE.UU. respetarán el resultado.
Si observamos la actual política de los EE.UU. y la comparamos con la anterior
(atentados contra Fidel, desembarco de Playa Girón, bloqueo, etc.) resulta evidente
que hay un cambio. Respecto de la URSS y del gobierno de Stalin, Trotsky decía:
Mientras que el monopolio del comercio exterior no sea abolido, mientras que el de-
recho del capital no sea restablecido, la URSS, a pesar de todos los “méritos” de sus go-
bernantes, seguirá siendo para la burguesía del mundo entero un enemigo
irreconciliable (...)[2]
[2] Trotsky, León, La revolución traicionada, Editorial Fontamara, España, 1977, pág. 192.

174
El Veredicto de la Historia

Lo mismo que decía Trotsky para la ex URSS podemos decir nosotros para Cuba.
Mientras el monopolio del comercio exterior era del Estado y los derechos del capi-
tal no estaban restablecidos, la burguesía de todo el mundo consideraba a Cuba como
un enemigo irreconciliable.
El gobierno castrista, a partir de la década del 70, abandonó la idea de los prime-
ros años, de intentar repetir en otros países la experiencia cubana. De esta forma,
cuando los sandinistas tomaron el poder en Nicaragua, Fidel Castro les aconsejó que
no expropiaran a la burguesía (“no hagan una nueva Cuba”). Pero de nada le sirvió
este cambio. La mayoría de la burguesía siguió considerando a Cuba un enemigo
irreconciliable.
La burguesía mundial sólo cambió de actitud cuando los “derechos del capital” co-
menzaron a ser restablecidos en la Isla. A partir de allí el respaldo fue tan grande,
que la mayoría de los gobiernos, no sólo de Europa sino del mundo, pasaron a cues-
tionar el boqueo americano. Por ejemplo, en noviembre de 2005 la ONU condenó,
por [decimocuarta] vez consecutiva, el bloqueo a Cuba por parte de los EE.UU. Esta
posición contó con el respaldo de 182 países.
Esta nueva relación con una buena parte de la burguesía mundial fue “bendecida”
por el Papa Juan Pablo II, quien en 1998 visitó la Isla, y por el patriarca Bartolomé I,
líder espiritual de 140 millones de cristianos ortodoxos, que lo hizo en 2004.
La política de la burguesía norteamericana ha sido diferente, [aunque] no tan di-
ferente, a la de la burguesía europea. Hay importantes sectores que reivindican el fin
del bloqueo y el restablecimiento de plenas relaciones con Cuba que es, por otra parte,
lo mismo que reivindica el gobierno cubano. Si aún eso no se ha conseguido es de-
bido a la presión que ejerce la poderosa burguesía cubana exiliada en los EE.UU. Po-
siblemente, la mayoría de ese sector sólo acepta relacionarse con Cuba en base a la
recuperación del poder y de sus antiguas propiedades. Sin embargo, éstos no han lo-
grado impedir que crezcan los sectores que están a favor de restablecer relaciones
con el actual régimen cubano.
Por lo pronto, es un hecho que el número de estadounidenses que visitan Cuba no
para de crecer. Sólo en el año 2002 fueron 230.000 personas (40.000 en forma ilegal).
Pero no son sólo turistas los que visitan la Isla. En mayo de ese mismo año, Jimmy
Carter, el ex presidente de los EE.UU, visitó Cuba, y en diciembre del año 2004, más
de 300 empresarios norteamericanos viajaron a La Habana para reunirse con Fidel
Castro. Hay otros hechos que también muestran la nueva relación que se está esta-
bleciendo entre los EE.UU. y Cuba.
En el año 1988, el FBI desmontó una conspiración de exiliados cubanos para ase-
sinar a Fidel Castro, mientras que el juez norteamericano, James L. King, condenó a
seis exiliados a más de 20 años de prisión por haber participado del secuestro de un
avión en la Isla.
Por otra parte, a partir del propio gobierno, el bloqueo económico comenzó a
ser cuestionado. Hoy los EE.UU. ocupan el cuarto lugar a nivel mundial en lo que

175
Martín Hernández

se refiere a exportaciones a Cuba. Esto se debe fundamentalmente a que la poderosa


industria farmacéutica de ese país exporta a Cuba, con el argumento de que se trata
de “ayuda humanitaria”. Esta maniobra contra los “gusanos” sólo se pudo consumar
porque contó con el respaldo del gobierno. El objetivo de estos sectores de la bur-
guesía norteamericana es claro: no quedar afuera del proceso de recolonización de
la Isla, encabezado actualmente por el imperialismo europeo.

Bonapartismo y democracia burguesa

Para cualquier analista resulta evidente que si Fidel Castro muere, o se ve impo-
sibilitado de continuar en el gobierno, el régimen cubano va a quedar sumamente
frágil. Sería ésta una oportunidad excepcional para que el imperialismo se adueñara
del poder por medio de los “gusanos”. Sin embargo, no hay nada que indique que la
política de los norteamericanos, y mucho menos la del imperialismo europeo, sea
desestabilizar el régimen. Por ahora, más adelante puede cambiar, la política parece
ser la de “presionar sin desestabilizar”.
¿Por qué no quieren desestabilizar al régimen cubano? Porque es con ese régimen
que se está restaurando el capitalismo. ¿Y por qué entonces presionan por una sa-
lida “democrática”? Porque los diferentes sectores de la burguesía mundial buscan,
mediante la legalización de los partidos políticos, y a través de las elecciones, ganar
terreno en el interior del proceso de restauración, tanto en relación con los otros
sectores burgueses como frente al propio gobierno, que hoy en día tiene el control
del proceso, lo que está dando origen a la conformación de una nueva burguesía li-
gada al Estado. Es en esto que se resume, a nivel de la burguesía y del gobierno cu-
bano, el debate sobre la sucesión de Fidel.
La prensa mundial se hizo eco de las movilizaciones de los exiliados cubanos en
Miami, y esto dio fuerza a la idea de que los EE.UU. estarían preparando una inva-
sión o, como mínimo, una ofensiva brutal para derribar el actual régimen. Sin em-
bargo no es eso lo que opinan los analistas más informados. Así por ejemplo, el
periodista y escritor argentino Andrés Oppenheimer[3], un conocedor de Cuba y
con muchos años de trabajo en los EE.UU., escribió: Observando los últimos acon-
tecimientos de Cuba desde esta parte del mundo, uno tiene la impresión de que la co-
munidad internacional –incluyendo a los Estados Unidos– no tendrá mucho apuro en
buscar una transición rápida hacia la democracia en la isla.[4]
Por otra parte, el mismo Oppenheimer cita una declaración de Emilio Cárde-
nas, un ex embajador argentino ante las Naciones Unidas: Nadie está apurado por ver
grandes cambios en Cuba. En un primer momento, esto podría significar apoyar la di-
rección de Raúl Castro.[5]
[3] Oppenheimer, Andrés, periodista y escritor argentino, trabajó para la Associated Press y The Miami Herald.
Es autor del libro La hora final de Castro. En el año 1987 ganó el premio Pulitzer.
[4] Oppenheimer, Andrés, La sucesión cubana en el mundo, Nuevo Herald, 10 de agosto de 2006.
[5] Ídem.

176
El Veredicto de la Historia

Para entender esta contradicción (no desestabilizar el régimen bonapartista y


presionar por cambios) es necesario hacer una comparación entre Cuba y los otros
estados capitalistas.
Las salidas bonapartistas, dictatoriales, son una alternativa para la burguesía
cuando en función de la intensidad de la lucha de clases y/o los enfrentamientos in-
terburgueses se hace necesario colocar orden en los negocios de la burguesía. Es en
esos momentos que hasta los más “democráticos” sectores de la patronal optan por
ir a golpear la puerta de los cuarteles. Por otra parte, en la superestructura política
el bonapartismo es la expresión de la existencia de los monopolios, por eso hay una
presión constante de la economía mundial por salidas de este tipo. Sin embargo,
esos regímenes no logran perpetuarse porque normalmente intervienen tres facto-
res contrarrestantes: los propios sectores burgueses que buscan mayor espacio para
desarrollarse, una tendencia de los gobiernos que encabezan esos regímenes a in-
dependizarse de la burguesía que los colocó en el poder, y la acción de las masas
contra esos propios regímenes.
Siempre que un régimen bonapartista es derrocado es porque, con mayor o
menor fuerza, intervienen estos tres factores.
En la mayoría de los estados capitalistas, los regímenes bonapartistas surgieron
después de que fue cuestionado el mecanismo tradicional de la burguesía para ejer-
cer su dominación de clase: la democracia burguesa. Pero en el caso de Cuba no es-
tamos hablando de un estado burgués típico, sino de un estado burgués que surgió
como producto de la restauración del capitalismo en un estado obrero. En estos
casos, este tipo de régimen es una necesidad desde el momento mismo del naci-
miento de ese estado capitalista. Ésta es la lección que el conjunto de la burguesía pa-
rece haber aprendido de los otros procesos de restauración.
Por ejemplo, en la ex URSS, después de iniciada la restauración del capitalismo,
las masas salieron a las calles para enfrentar a esos regímenes y el grueso de la bur-
guesía mundial apoyó “alegremente” ese movimiento que acabó tirando abajo el
aparato estalinista. Sin embargo, esa realidad planteó graves problemas en el proceso
de restauración. Por el contrario, en China la restauración que se inició en el año
1978, no llevó a un enfrentamiento de las masas con el régimen. Esto posibilitó que
la restauración se fuera haciendo sin sobresaltos. En 1989, cuando las masas salie-
ron a las calles y amenazaron [con] acabar con el régimen dictatorial del PC, estuvo
planteada la posibilidad de que en China se repitiese la experiencia rusa y que el
proceso de restauración pasara por dificultades, pero el gobierno chino logró, me-
diante una masacre, controlar la situación. Esto produjo un fortalecimiento del ca-
rácter bonapartista del régimen.
Aparentemente, la burguesía mundial consiguió un gran victoria en el Este eu-
ropeo con el surgimiento de regímenes democráticos burgueses en los países más
importantes de la región, y, por el contrario, habría sido derrotada en China, porque
allí se reafirmó el régimen dictatorial del Partido Comunista, mediante la represión.

177
Martín Hernández

Sin embargo, las cosas no fueron ni son vistas de esta manera por la burguesía, y
eso es lo que explica que en todos estos años haya sido China (a pesar de las trabas
idiomáticas y culturales) y no el Este europeo, el destino de las principales inversio-
nes imperialistas.
Un dato de reciente aparición ejemplifica el porqué de la postura del imperia-
lismo. El costo de la mano de obra para producir un coche en China es de 170 dó-
lares por vehículo mientras que en los Estados Unidos supera los 2.000. Éste es el
“milagro chino”, que sólo se puede conseguir en base a una dictadura sanguinaria en
la que los trabajadores no tienen garantizados lo más mínimos derecho laborales.
Eso es lo que explica por qué la GM, a nivel mundial, logró salir de su crisis en
el año 2005, a partir de sus plantas en China, y ésa es la razón de por qué el 50% de
todos los productos exportados por las 500 multinacionales más importantes del
planeta son fabricados en China.
Desde el punto de vista de los intereses de las potencias imperialistas no tendría
sentido una política para derribar el régimen del PC chino. De igual manera, no
tendría sentido una política para derribar el régimen controlado por el PC cubano.
El gobierno cubano le da a las empresas imperialistas todas las garantías para ex-
plotar los recursos de la Isla. Les ofrece la posibilidad de contratar una mano de obra
altamente calificada, pagando los sueldos más bajos del continente y, junto con eso,
el estado le garantiza a las empresas que esos trabajadores no harán huelgas ni re-
clamos. Esto genera una enorme plusvalía, la cual puede ser enviada, casi sin res-
tricciones, al exterior ¿A qué más puede aspirar el capital internacional?
Sin embargo, la existencia de un proceso de restauración dirigido por una dic-
tadura del Partido Comunista, les crea contradicciones no sólo al imperialismo nor-
teamericano, sino también al europeo. Ambos quisieran tener el control total de este
proceso y hoy en día no lo tienen, y este hecho hace que a partir del Estado vaya
surgiendo una nueva burguesía nacional que ningún sector imperialista tiene inte-
rés en desarrollar; de allí las presiones para “democratizar” el Estado.
Ya señalamos anteriormente la contradicción que tiene la burguesía norteame-
ricana con la burguesía cubana, hecho éste que le impide disputar la recolonización
de Cuba, de igual a igual con el imperialismo europeo. Pero también la contradic-
ción señalada anteriormente afecta al imperialismo europeo y por eso, al igual que
los norteamericanos, si bien no trabajan para derrocar el régimen cubano, no paran
de presionarlo por salidas “democráticas”. Por ejemplo, en noviembre de 2004, el
Parlamento Europeo exigió de Cuba la liberación de los presos políticos y el presi-
dente de España, José Luis Zapatero, exigió “pasos rápidos en la democratización”.
En octubre de 2005 el Parlamento Europeo le entregó el Premio Sakharov de los De-
rechos Humanos a las “Damas de Blanco”, un grupo de esposas de disidentes cuba-
nos presos en 2003.
En este marco, el gobierno cubano no ha sido inmune a las presiones y los nor-
teamericanos están empezando a reconocer este hecho.

178
El Veredicto de la Historia

Por un lado, el gobierno cubano ha venido dejando en libertad a una serie de di-
sidentes y, por otro, en el mes de mayo de 2005 permitió que se realizara en La Ha-
bana un encuentro de 150 representantes de grupos opositores, que se reunieron
para discutir un plan para la transición política en la Isla. Frente a estos hechos, el
jefe de la Sección de Intereses de los EE.UU. en La Habana (Sina), Michael Parmly,
declaró: (...) algún día el pueblo cubano hará posible las transformaciones, ya inicia-
das, que conducirán a la democracia, y, a su vez, Caleb McCarry declaró que la cues-
tión de la restitución de las propiedades a sus antiguos propietarios (los “gusanos”)
o la indemnización por las mismas, que siempre fue la bandera central de los cuba-
nos exiliados, es un tema que debe ser “discutido”, es decir, negociado.

El verdadero temor del gobierno cubano

Independientemente de si Fidel se reintegra o no a las tareas de gobierno, la su-


cesión ya ha comenzado. Casi como en una dinastía designó a su hermano Raúl
como su sucesor y, junto con eso, nombró un triunvirato de dirigentes más jóvenes,
para asumir el poder en forma conjunta. Son ellos Ricardo Alarcón, presidente de
la Asamblea Nacional; Carlos Lage, actual vicepresidente; y Felipe Pérez Roque, mi-
nistro de Relaciones Exteriores.
Todos estos movimientos se están haciendo sin que se conozca el real estado de
salud de Fidel Castro. La información al respecto se ha convertido en un secreto de
Estado.
¿Por qué tanto misterio? ¿Por qué no se divulga un boletín médico sobre la salud
de Fidel? Si el imperialismo no está intentando derribar el régimen castrista, ¿qué es
lo que explica esta actitud del gobierno?, ¿por qué se han reforzado las medidas de
seguridad?, ¿qué es lo que teme el gobierno cubano? Un hecho ocurrido en 1994
nos ayuda a develar el porqué de tanto misterio y preocupación.
Jon Lee Anderson[6], un periodista y escritor norteamericano que vivió diez años
en Cuba, describe de esta manera lo ocurrido en el verano de 1994, durante la cri-
sis de los “balseros”[7]:

(...) en el auge del “período especial”, después de los choques entre las autoridades y
los que pretendían emigrar, centenas de hombres y jóvenes salieron en manifestación
por el Malecón.
Castro se dirigió al lugar con sus guardaespaldas nerviosos y penetró en la multitud.
Los manifestantes tenían en sus manos piedras y ladrillos pero, cuando vieron a Cas-
tro, las dejaron caer al suelo y comenzaron a aplaudir. El tumulto, que se estaba ex-
pandiendo peligrosamente, se comenzó a disipar.

[6] Anderson, Jon Lee es autor del libro Che Guevara. Una biografía.
[7] “Balseros” fue el nombre dado a un movimiento de varios miles de personas que, en función de las penurias
económicas, se lanzaban al mar en embarcaciones improvisadas, para llegar a los Estados Unidos.

179
Martín Hernández

Y Anderson, después de hacer esta descripción, llega a la siguiente conclusión:


Es difícil imaginar que algún sucesor de Castro hubiese tenido autoridad para
tomar esa medida y la rebelión se podría expandir por toda la isla (...)[8] (Subra-
yados nuestros).
Una posible rebelión de las masas es la principal preocupación del gobierno cu-
bano. Para los lectores posiblemente resulte extraño pensar que una rebelión pueda
llegar a ocurrir en Cuba; sin embargo, el gobierno tiene razón en estar preocupado,
ya que en la mayoría de los países en donde se reaturó el capitalismo, se produjeron
masivas movilizaciones de masas que, en la mayoría de los casos, acabaron de-
rrumbando a los gobiernos restauracionistas.
Existe la falsa idea, difundida por los medios capitalistas y asimilada por la ma-
yoría de la izquierda mundial, de que los procesos de restauración no provocaron re-
acciones en la población. Más aún, se dice que las masas fueron a las calles para
exigir la vuelta del capitalismo. Eso no fue así. El capitalismo fue restaurado y esto
tuvo efectos devastadores en el nivel de vida de los trabajadores y el pueblo y, a par-
tir de allí, fue que las masas salieron a las calles a enfrentar los regímenes restaura-
cionistas. En la ex URSS, el desmantelamiento del estado obrero comenzó en 1986
y esto provocó, en 1989, el inicio de una reacción generalizada de las masas, que se
extendió por varios años y que culminó con la derrota del régimen de partido único
del PC. En China, la destrucción del estado obrero comenzó en 1978 y esto generó,
en 1988, una insurrección que, a diferencia de la reacción en la ex URSS, fue con-
trolada por medio de una masacre.
En Cuba la restauración del capitalismo tuvo las mismas consecuencias para el
nivel de vida de las masas que en la ex URSS y en China, y esta realidad provocó un
profundo descontento. Sin embargo, en Cuba, al igual que en Vietnam, ese descon-
tento no se concretó, hasta ahora, en grandes enfrentamientos contra el gobierno
restauracionista y esto no es producto de la casualidad.
Tanto en la URSS, como en China, el proceso de restauración se hizo en nombre
del socialismo y del bienestar de los trabajadores y el pueblo. Pero estas mentiras no
se sostuvieron por mucho tiempo, porque quienes las decían eran burócratas sin
pasado y alejados de las masas. Pero en Cuba y en Vietnam la realidad fue diferente.
En estos países también la restauración del capitalismo se hizo en nombre de la lucha
por el socialismo, pero quienes estaban al frente de esta campaña no eran burócra-
tas alejados de las masas, sino los antiguos líderes de la revolución y de la expropia-
ción a la burguesía.
La crisis que se plantea con la posible muerte o alejamiento de Fidel es justa-
mente ésa. Muerto Fidel, ¿quién podrá impedir la rebelión contra las consecuencias
de la restauración? ¿Podrá Raúl Castro reemplazar a Fidel en esa tarea? La revolu-
ción cubana sólo generó, por fuera de Fidel Castro, dos grandes líderes de masas:
Camilo Cienfuegos y Ernesto “Che” Guevara, pero ambos están muertos.
[8] Anderson, Jon Lee, La última batalla de Fidel Castro, Caderno Mais, A Folha de São Paulo, 6/8/2006.

180
El Veredicto de la Historia

Raúl Castro es parte de esa misma generación pero nunca tuvo el carisma y la in-
fluencia de aquéllos. El gobierno cubano sabe de este grave problema y eso es lo que
explica que el diario oficial del PC y del gobierno, el Granma, haya comenzado a
hacer una apología de Raúl Castro. En una de sus últimas ediciones se vuelve a pu-
blicar una noticia del periódico Oriente, del 30 de julio de 1953, en donde se in-
forma de la prisión de Raúl por haber participado, junto con Fidel, del asalto al fuerte
de La Moncada en La Habana. La intención es clara: recordar la participación de
Raúl en el proceso revolucionario que derrocó al dictador Batista. Por otra parte,
esta apología viene a mostrar que la dirección cubana, más que temer al imperia-
lismo teme a su propia población, porque es a ella a quien está dirigida este tipo de
noticias que muestran el pasado revolucionario de Raúl Castro.
Como decíamos anteriormente, el imperialismo no desea desestabilizar el régi-
men cubano pero no puede garantizar que las masas no lo hagan. Si esto ocurre, un
nuevo escenario estará creado y con seguridad el imperialismo va a tratar de inter-
venir, dado que una rebelión de masas, en su dinámica, no sólo va a cuestionar el ré-
gimen sino el propio proceso de restauración capitalista.
Si este nuevo escenario se crea en Cuba, la izquierda mundial estará frente a una
nueva disyuntiva. ¿De qué lado estar?
Hasta ahora, la mayoría de la izquierda (reformista y revolucionaria) en función
de su apoyo a la supuesta “Cuba socialista”, se ha hecho cómplice de una dictadura
capitalista y se ha hecho también cómplice de los planes de recolonización del im-
perialismo europeo. Cuando surjan las movilizaciones contra el gobierno cubano,
¿seguirá con esta misma política o estará del lado de los trabajadores y el pueblo, lu-
chando contra el régimen dictatorial del Partido Comunista y contra los nuevos
conquistadores europeos y norteamericanos?
El futuro de la izquierda, en especial de la izquierda revolucionaria, va a depen-
der de cómo, en la práctica, responda este interrogante.

181
La dirección cubana

En las organizaciones de izquierda hubo mucha resistencia a reconocer que en


la ex URSS y en el resto del Este europeo se había restaurado el capitalismo. En cierta
forma esto es lógico, porque el triunfo de la Revolución Rusa fue la más grande vic-
toria de la historia del proletariado mundial y no es fácil reconocer que ella terminó
en una derrota. Sin embargo, esta cuestión hoy, veinte años después de iniciada la
restauración, está dejando de ser polémica. Ya casi nadie se anima a negar la reali-
dad. Pero con respecto a Cuba es diferente.
La realidad cubana tampoco debería dejar dudas, tanto sobre la restauración del
capitalismo, como sobre el papel protagónico de Fidel Castro en esa tarea. Pero son
muy pocos los que reconocen estos hechos. La mayoría del movimiento trotskista,
por ejemplo, opina que Cuba continúa siendo un estado obrero y que la dirección
cubana, con Fidel Castro a la cabeza, continúa siendo, como mínimo, antiimperia-
lista. Pero ni una ni otra cosa son verdaderas.
¿Cómo hablar de un estado obrero cuando ese estado no tiene el monopolio del
comercio exterior, en donde la economía no responde a una planificación central y
donde imperan las leyes del mercado capitalista?
Y en relación con la dirección cubana, ¿cómo decir que continúa siendo antiim-
perialista cuando está entregando el país al imperialismo europeo, y Fidel hace ras-
gados elogios a sus gobiernos y en especial al rey de España? Se podría decir que
Fidel Castro no es antiimperialista, sino anti-americano, pero tampoco eso es ver-
dadero. Fidel Castro, como el 80% de las personas que habitan el planeta, es anti-
Bush. Está en contra de la actual administración de los EE.UU., pero actualmente no
está en contra del imperialismo americano. Por ejemplo, no está en contra del Par-
tido Demócrata de los EE.UU., por el contrario, busca un acuerdo con él. Por eso en
su reciente libro en forma de entrevista, Fidel Castro. Biografía a dos voces, hace todo
tipo de elogios a sus dirigentes. Entre otras cosas, dice del ex presidente John Ken-
nedy (el mismo que inició la Guerra de Vietnam, mandó invadir Cuba y ordenó de-
cenas de atentados contra el propio Fidel):

(...) el presidente Kennedy, realmente una persona de talento, tuvo la desgracia de


esa expedición contra nosotros, la de Playa Girón y tuvo que asumirla. Fue cora-
joso frente a la derrota.[9]

[9] Fidel Castro. Biografia a dos voces, entrevista de Ignacio Ramonet, Editorial Boitempo, São Paulo, Brasil, pág.
272.

183
Martín Hernández

Y sobre su familia afirma que:

(...) después del asesinato de John Kennedy, mantuvieron contacto con nosotros y
desarrollamos relaciones e intercambios realmente amistosos. Son pruebas de que
no nos dejamos llevar por el odio.[10]

Sobre Jimmy Carter[11], el ex presidente de los EE.UU. por el Partido Demócrata,


dice:

(...) Carter era un hombre de ética. Su política fue constructiva en relación a Cuba y
fue uno de los presidentes más honrados. Tenía una ética, una moral (...) Carter no
era capaz de decir una mentira (...) era un hombre bueno, decente (…) podríamos
haber discutido la Ley de Ajustes pero no lo hicimos porque no queríamos perder
tiempo y perjudicar a Carter (...) Resolvimos hasta los secuestros de los aviones (…)
venían con aviones secuestrados en los EE.UU.[12] (…) Nosotros se los devolvimos a
Carter (...) Tengo la impresión que fueron condenados a cuarenta años de prisión
(…) tomamos la decisión de entregarlos a las autoridades norteamericanas.[13]

Los hechos, e incluso muchas declaraciones de Fidel, son categóricos. ¿Por qué
entonces es tan difícil aceptar que en Cuba se restauró el capitalismo y que su di-
rección, actualmente, no tiene nada de anticapitalista y es muy poco antiimperia-
lista? Porque por un lado Cuba fue, a nivel del continente americano, lo mismo que
Rusia a nivel mundial: la más grande victoria de la historia del proletariado y, por el
otro, porque al frente de Cuba está Fidel Castro, el hombre que dirigió la lucha con-
tra el dictador Batista, la ruptura con el imperialismo, la expropiación de la bur-
guesía y, justamente por haber hecho todo esto, se convirtió en la dirección de
millones de trabajadores, campesinos y jóvenes no sólo de Cuba sino de América La-
tina y el mundo. Justamente por eso, para millones de sus seguidores es inaceptable
siquiera pensar que el hombre que dirigió la revolución y que expropió a los capita-
listas ahora podría ser el jefe de la restauración.
Los argumentos para justificar lo injustificable son de los más variados. La ma-
yoría opina que no hay restauración porque Fidel y el pueblo cubano están en con-
tra. Muchos, posiblemente la mayoría, consideran que Fidel, dado el aislamiento, se
vio obligado a hacer concesiones al capitalismo, pero consideran esas concesiones
inevitables para mantener el carácter socialista de la revolución. También están los
más críticos, que opinan que las medidas restauracionistas están creciendo, pero
que el responsable no es Fidel sino quienes lo rodean.
[10] Ídem.
[11] Jimmy Carter, invitado por Fidel Castro, visitó Cuba entre el 12 y el 17 de mayo de 2002. Realizó una confe-
rencia en la Universidad de La Habana, transmitida en vivo y en directo para toda la Isla, en donde dirigió un duro
ataque contra la Revolución Cubana. A posteriori, Fidel hizo un homenaje a Jimmy Carter en un estadio de béis-
bol ante varios miles de personas.
[12] Después del triunfo de la revolución hubo muchos casos en que activistas antiimperialistas secuestraban avio-
nes en los EE.UU., los llevaban a Cuba y pedían asilo político.
[13] Fidel Castro. Biografía a dos voces, págs. 370 y 371.

184
El Veredicto de la Historia

Por fin, hay una importante minoría que opina que realmente el capitalismo está
siendo restaurado y que Fidel es el principal responsable, pero llegan a la conclusión,
en forma nostálgica, de que todo sería diferente si el Che Guevara estuviese vivo.

Los individuos en la historia

Para el sentido común resulta muy difícil creer que la misma persona que diri-
gió una revolución que expropió a la burguesía puede llegar a dirigir la restauración
del capitalismo. Es verdad que esto es una contradicción, pero también es verdad que
ésta es una contradicción muy frecuente. Stalin, nadie lo puede negar, fue un abne-
gado militante revolucionario, constructor del Partido Bolchevique y como tal, en
más de una oportunidad, colocó en riesgo su vida. Al respecto, bastaría recordar
que de todos los dirigentes bolcheviques fue él quien más tiempo pasó en las pri-
siones del zarismo. Sin embargo, fue ese mismo Stalin quien se habría de transfor-
mar en el verdugo de la Revolución y del Partido Bolchevique.
Tampoco nadie puede negar que en Nicaragua, Daniel Ortega y sus compañeros
del Frente Sandinista de Liberación Nacional fueron heroicos militantes en la lucha
contra la dictadura de Anastasio Somoza. Sin embargo, hoy el mismo Daniel Ortega
disputa las elecciones presidenciales de su país como candidato de una alianza entre
FSLN y el PLN (Partido Liberal Nacionalista) fundado por Anastasio Somoza
(padre), el asesino del general Augusto César Sandino.
La historia está llena de este tipo de situaciones. Por eso es imposible entender
lo que está pasando en Cuba en función del pasado revolucionario de Fidel Castro.
Para el sentido común, la historia es la resultante de hombres buenos y malos
que se enfrentan entre sí. Para los marxistas, la historia, desde que existe la sociedad
dividida en clases, es la resultante del enfrentamiento entre las clases sociales (La
historia de la sociedad es la historia de la lucha de clases).[14]
El marxismo no niega la importancia de los individuos en la historia, como Hi-
tler, Lenin, Perón, Lula, Fidel Castro, Francisco Franco o el Che Guevara. Pero para
el marxismo, esos individuos más o menos talentosos, más o menos valientes, nunca
tuvieron una existencia por fuera de la lucha de clases. Por eso, para entender el
comportamiento de esas personalidades, como en este caso la de Fidel Castro, es
necesario hacer no sólo un análisis político de esos individuos y de esas direcciones,
sino un análisis de clase. ¿Cuál es su origen social? ¿A qué clase representaron o re-
presentan? ¿En qué clase se apoyaban o se apoyan?

El carácter de clase de la dirección castrista y del Estado cubano

Si analizamos la dirección castrista desde el punto de vista de sus propuestas po-


líticas encontramos una profunda contradicción entre su pasado y su presente.
[14] Marx, Carlos, Manifiesto Comunista.

185
Martín Hernández

Pero si analizamos esa misma dirección desde el punto de vista social, tal con-
tradicción desaparece.
El Movimiento 26 de Julio, que llevó adelante la lucha contra el dictador Batista,
era un movimiento de origen y de carácter pequeño-burgués, que se apoyó funda-
mentalmente en los campesinos pobres, en el movimiento estudiantil y en las capas
medias de las ciudades. Como tal, fue un movimiento extremadamente progresivo
y jugó un papel revolucionario, a punto tal que avanzó mucho más allá de sus in-
tenciones originales, llegando a expropiar al imperialismo y a la burguesía y dio ori-
gen, así, a un Estado con un nuevo carácter, un estado obrero, ya que estaba basado
en una economía estatizada y planificada.
Sin embargo, ese estado obrero tuvo una grave contradicción desde su naci-
miento: a su frente no estaba la clase obrera con sus organismos y menos aún [tenía
algún] vestigio de democracia obrera. Por eso, desde el punto de vista científico, era
equivocado definir al Estado cubano simplemente como “obrero”. Lo correcto era de-
finirlo, desde su nacimiento, como un estado obrero burocratizado.
El carácter del nuevo Estado cubano es una continuidad del carácter del Movi-
miento 26 de Julio, un “partido-ejército”, lleno de valientes luchadores pero en el
cual no había la más mínima democracia obrera ni de ningún tipo.
El carácter de clase de la dirección castrista ha dado origen a muchas controver-
sias en el interior del movimiento trotskista.
Hay muchos sectores que dicen que es verdad que el Movimiento 26 de Julio y
su dirección tenían un carácter pequeño-burgués, pero que al cumplir una acción re-
volucionaria (expropiar a la burguesía y al imperialismo, y construir un estado
obrero) cambió su carácter social, convirtiéndose en una dirección obrera revolu-
cionaria. Este tipo de razonamiento niega el marxismo, porque un individuo puede
llegar a cambiar de clase pero esto mismo no puede hacerlo un movimiento social,
como en este caso el castrismo, porque, tal como señala Nahuel Moreno: Ningún
sector social privilegiado acepta perder sus privilegios y transformarse en otro sector so-
cial inferior, diferente. Por el contrario, todo sector social con privilegios tiende a au-
mentarlos.[15] La dirección de un sector privilegiado, burgués o pequeño-burgués,
puede: (…) obligada por las circunstancias objetivas, ir más allá de lo que pretendía
en el terreno político para defender sus privilegios y aumentarlos cuando se ve ame-
nazada de perderlos, pero nunca combatirá sus propios privilegios uniéndose a los sec-
tores más explotados que luchan contra ellos.[16]
Es justamente este análisis de Moreno lo que explica por qué el Movimiento 26
de Julio, contradiciendo sus planes políticos originales, llegó a expropiar a la bur-
guesía y al imperialismo. Pero es también este análisis el que explica por qué esa di-
rección fue incapaz de llevar hasta el fin el proceso revolucionario, y a partir de allí
comenzó a retroceder hasta llegar a la restauración del capitalismo.

[15] Moreno, Nahuel, Tesis para la Actualización del Programa de Transición, CS Editora, São Paulo, pág. 61.
[16] Ídem, págs. 61 y 62.

186
El Veredicto de la Historia

El castrismo fue más allá de sus intenciones

La dirección castrista fue mucho más consecuente en su lucha contra la dictadura


que la dirección sandinista en Nicaragua. Por eso no se conformó con derrumbar a
la dictadura, e intentó recuperar la economía destrozada por el corrupto gobierno
de Batista. Su intención no era expropiar al imperialismo y a la burguesía pero se vio
obligada a hacerlo en función del boicot de ambos.
Así, por ejemplo, el nuevo gobierno cubano hizo un acuerdo muy ventajoso con
la URSS para importar petróleo. El gobierno de los EE.UU. se opuso a ese acuerdo
y las destilerías instaladas en Cuba, que eran todas americanas, se negaron a desti-
lar el producto importado de la URSS. Esta medida dejó sin alternativas al gobierno
cubano, que acabó expropiando las destilerías americanas. Esto mismo fue ocu-
rriendo, en poco tiempo, con el conjunto de la economía.
La lucha consecuente por sostener el nuevo gobierno surgido de la lucha contra
Batista llevó a la dirección del Movimiento 26 de Julio no sólo a expropiar al capi-
talismo y a la burguesía, sino a diferenciarse incluso de la URSS y del estalinismo a
nivel mundial. La dirección castrista fue consciente de que Cuba estaba aislada y
para defenderse precisaba atacar. Y así, en el mismo momento en que la URSS, y
todo el estalinismo a nivel mundial, defendía la “coexistencia pacífica con el impe-
rialismo”, Fidel Castro decía que había que: (...) transformar a la Cordillera de los
Andes en la Sierra Maestra del continente americano[17], y el Che Guevara llamaba a
construir dos, tres, muchos más Vietnam. Y éstas no eran frases de efecto al estilo de
las que pronuncia actualmente Hugo Chávez. Para concretar su proyecto, Fidel Cas-
tro colocó a Manuel “Barba Roja” Piñeiro, que era viceministro del Interior, al frente
del secreto Departamento de Liberación encargado de organizar los entrenamien-
tos políticos y militares de centenas de guerrilleros de varios países latinoamerica-
nos, y de coordinar las medidas de apoyo a varios movimientos de liberación
nacional, como fue el caso del encabezado por Ben Bella, en Argelia.

Las limitaciones del castrismo

Cuando en la URSS los bolcheviques dirigieron la toma del poder buscaron en


todo momento, por intermedio de los Soviet y de los sindicatos, y con base en la de-
mocracia obrera, que sea la clase trabajadora la que tomase en sus manos la cons-
trucción del nuevo Estado. Por otra parte, la dirección bolchevique se aprovechó del
prestigio ganado por su revolución para llamar a construir el estado mayor de la re-
volución mundial, la III Internacional, de la cual la dirección bolchevique pasó a ser
una parte minoritaria de su dirección.
Revolucionarios de muchas partes del mundo intentaron, después del triunfo de
la revolución rusa, sin tener en consideración la realidad de la lucha de clases, cons-
truir soviet y tomar el poder.
[17] Discurso de Fidel Castro en Santiago de Cuba, el 21 de julio de 1961.

187
Martín Hernández

La dirección bolchevique y Lenin, en particular, combatieron duramente a estos fal-


sos bolcheviques y los llamaron a respetar el movimiento real de la clase obrera y las
masas.
Con la dirección castrista sucedió todo lo contrario y por eso, todo lo progresivo
que hizo, lo acabó transformando en su contrario. Expropió a la burguesía y al im-
perialismo pero en ningún momento buscó que sea la clase obrera y el pueblo, me-
diante sus organizaciones, las que se pusieran al frente de nuevo Estado.
La dirección castrista buscó impulsar la revolución en otros países pero, a dife-
rencia de la dirección bolchevique, nunca vio la revolución cubana como algo tác-
tico en función de la revolución latinoamericana y mundial, sino que, por el
contrario, vio la revolución en los otros países como una táctica para defender la re-
volución cubana. Es decir la dirección cubana siempre vio la revolución mundial
desde una óptica nacional.
La máxima expresión del carácter nacionalista de esta dirección fue que nunca
llamó, a pesar de su prestigio internacional, a construir una dirección internacional
de la que ella debía formar parte. Así, el carácter nacionalista y pequeño-burgués de
la dirección castrista acabó afectando el conjunto de la política internacional del
castrismo, y eso llevó a que la revolución cubana se aislase cada vez más.
Por toda América Latina surgieron jóvenes, la mayoría de las veces provenientes
de la pequeño burguesía, que estaban deseosos de repetir la experiencia cubana en
sus países. La dirección cubana, lejos de orientar a esos jóvenes en dirección a la
clase obrera, sus organizaciones y sus luchas, los llamó a organizar focos guerrille-
ros, sin tener en cuenta la situación de la lucha de clases, para “crear” las condicio-
nes para la revolución. Estas posiciones de la dirección castrista penetraron
profundamente entre muchos luchadores, especialmente en la vanguardia estudiantil
latinoamericana y, como no podía ser de otra forma, esa experiencia terminó en
una tragedia. Procesos revolucionarios fueron abortados. Golpes sangrientos fueron
provocados. Miles de honestos militantes murieron en esa aventura. Entre ellos, el
propio Che Guevara, que murió asesinado en Bolivia.
Por un problema de clase, frente a estos desastres la dirección cubana fue inca-
paz de hacer un balance de esta tragedia y reorientar su política en dirección a la
clase obrera y sus luchas. Hizo todo lo contrario, acabó por integrarse en forma de-
finitiva al bloque dirigido por la URSS y su política de “coexistencia pacífica” con el
imperialismo.
La nueva política de Cuba pasó por su mayor prueba en 1979. En ese año, el
Frente Sandinista de Liberación Nacional, después de destruir la Guardia Nacional
de Somoza, tomó el poder en Nicaragua. Las simpatías que existían en Nicaragua por
la Revolución Cubana eran muy grandes. Por otra parte, la dirección sandinista se
consideraba discípula de Fidel Castro. Después de tomar el poder, la dirección del
FSLN viajó a Cuba a entrevistarse con Castro. Éste felicitó a los sandinistas y les dio
un consejo: No hagan de Nicaragua una nueva Cuba. El consejo fue claro.

188
El Veredicto de la Historia

En otras palabras, les dijo a los sandinistas: no avancen más allá del derrocamiento
de la dictadura, no expropien al imperialismo y a la burguesía, no construyan un es-
tado obrero. Con ese consejo el destino de Nicaragua estaba sellado, y el de Cuba
también.

De la “coexistencia pacífica” a la restauración capitalista

La teoría utópica y reaccionaria de Stalin, del socialismo en un solo país, llevó a


la política contrarrevolucionaria de la coexistencia pacífica con el imperialismo y ésta,
como no podía ser de otra manera, condujo a la restauración del capitalismo en el
conjunto de los ex estados obreros.
La coexistencia pacífica con el imperialismo significó, en la práctica, permitir
que las mayores potencias económicas del planeta no sólo mantuvieran su superio-
ridad, y por esa vía su dominio de la economía mundial, sino que ampliaran ese do-
minio en detrimento de los estados obreros. Desde el punto de vista económico y
social esto llevó a una crisis creciente a esos estados, de forma tal que quedaron sólo
frente a dos alternativas. O retomaban, mediante la lucha por la revolución mundial,
la batalla por recuperar sus economías, o se entregaban, mediante la restauración del
capitalismo, a los brazos del imperialismo. La crisis era tan grave que no les que-
daba más que estas dos alternativas. La historia es bastante conocida. Por razones de
clase, las burocracias gobernantes no estaban dispuestas a poner en riesgo sus pri-
vilegios y por eso, de conjunto, caminaron en dirección hacia la segunda opción.
Cuba estaba, como los otros estados obreros, frente a estas mismas alternativas,
y es evidente que no optó por expandir la revolución. Para eso basta ver la expe-
riencia de Nicaragua que citamos anteriormente. De esta forma, frente al aislamiento
que ella misma había contribuido a crear, sólo le quedaba como opción la restaura-
ción. Y así [es que] hoy presenciamos el triste final de una dirección que por sus li-
mitaciones políticas y, especialmente, de clase fue incapaz de llevar su propia
experiencia hasta las últimas consecuencias.

Y si el Che no hubiese muerto

Como decíamos anteriormente, hay mucha gente, incluso en la propia Cuba, que
dice que todo sería diferente si el Che estuviese vivo. También en cierta forma es ló-
gico que surjan este tipo de planteos, porque el Che Guevara murió cuando aún pri-
maba la línea de exportar la revolución cubana a través de la guerrilla. Por otra parte,
la imagen del Che está asociada a su valentía, a su desprendimiento de los bienes ma-
teriales y a su lucha contra cualquier privilegio personal.
Evidentemente, no se trata de hacer ficción política, pero es bastante difícil ima-
ginar que si el Che viviera no se habría restaurado el capitalismo en Cuba, como es
difícil imaginar que si viviera, estaría encabezando la lucha contra la restauración,
en contra de Fidel.

189
Martín Hernández

¿Por qué decimos esto? Porque la dirección cubana siguió el curso que siguió por
sus profundas limitaciones, que no eran esencialmente políticas o teóricas sino de
clase, y el Che no era diferente del resto. Antes bien, por el contrario, era quien más
expresaba esas limitaciones. El Che formaba parte de una generación de jóvenes ar-
gentinos de izquierda de la década del 50, que fue lo más reaccionario que existió en
ese país. La juventud universitaria de “izquierda”, en función de su antiperonismo,
odiaba al movimiento obrero. La juventud universitaria, dirigida por el radicalismo
y por el PC, desfilaba en las calles con la consigna de “¡Libros sí, alpargatas no!”
Respecto del Che y su falta de relación con el movimiento obrero, hay un hecho
muy significativo: El Che, que era un joven muy sensible, se impactó con la lucha por
derrocar al dictador Batista; sin embargo, no se sintió tan impactado por la revolu-
ción boliviana de 1952 a pesar de haber pasado por ese país algunos meses después
de iniciado este proceso. Al Che no le provocó un gran impacto la más grande re-
volución obrera del continente, la derrota del ejército en manos de los mineros, la
fundación de la COB, las milicias obreras y campesinas que impusieron un doble
poder en Bolivia. Nunca estudió ese proceso y mucho menos sacó cualquier con-
clusión del mismo, a punto tal que, cuando en el año 1966 vuelve a Bolivia para or-
ganizar el foco guerrillero, en ningún momento intentó tomar contacto con los
mineros, quienes fueron por décadas la vanguardia indiscutida de la revolución bo-
liviana y latinoamericana.
Guevara, como toda la dirección castrista, nunca buscó que la clase obrera jugase
un rol protagónico en la revolución ni en la transición al socialismo, y mucho menos
luchó por la construcción del partido revolucionario de la clase obrera a nivel na-
cional y mundial. O, para ser más preciso, la dirección castrista y el Che, en parti-
cular, con su teoría del “foco guerrillero”, tenían una posición contraria a la
tradicional del marxismo en ese terreno.
Por otra parte, a menudo se lo muestra al Che como un luchador contra la bu-
rocratización del estado obrero cubano. Eso es equivocado. El Che fue el ejemplo
vivo de una lucha en contra de los privilegios materiales para los dirigentes de la re-
volución y el Estado, pero él nunca luchó contra la burocratización del Estado.
Nunca defendió la democracia obrera, que es la única manera de luchar con posi-
bilidades de éxito contra la burocratización.
El estado obrero cubano no se degeneró unos años después de la toma del poder.
El estado obrero cubano nació burocratizado, y Ernesto Guevara fue, desde sus ini-
cios, uno de los principales dirigentes de ese Estado.

Las direcciones rusa y cubana frente a la restauración

A lo largo de este texto hemos mostrado la diferencia cualitativa que hubo entre
la dirección bolchevique de Lenin y Trotsky y la dirección cubana de Fidel Castro y
el Che Guevara. Sin embargo, una lectura superficial nos podría llevar a poner un
signo igual en el comportamiento de ambas direcciones frente a la restauración.

190
El Veredicto de la Historia

En ambos procesos hubo una dirección que encabezó la expropiación del impe-
rialismo y la burguesía, y ambos procesos terminaron con la restauración del capi-
talismo. Sin embargo, la diferencia es cualitativa ya que en la ex URSS sólo se pudo
llegar a la restauración con la destrucción previa del Partido Bolchevique a manos
del estalinismo. Por el contrario, en Cuba no fue necesario destruir la antigua di-
rección para restaurar el capitalismo. La misma dirección que dirigió la expropiación
de la burguesía fue la que, sin crisis, encabezó la restauración. Este hecho demues-
tra que siempre hubo una profunda unidad de clase entre la dirección rusa y la cu-
bana, pero no entre la dirección de Lenin y Trotsky y la de Fidel, sino entre la
dirección estalinista y la de Fidel, unidad que existió aún en los momentos en que
la dirección castrista tenía a una posición política diferente de la estalinista.

El balance de la dirección castrista


y la construcción de la dirección revolucionaria

En el medio de una situación revolucionaria como la que se vive actualmente en


América Latina, la batalla por construir una dirección revolucionaria es la madre
de todas las batallas, pero esa construcción no comienza de cero.
Trotsky, haciendo el balance de la Revolución Rusa, decía:
Sabemos con certeza que cualquier pueblo, cualquier clase y hasta cualquier partido
se instruyen principalmente por experiencia propia; pero ello no significa, en modo al-
guno, que sea de poca monta la experiencia de los demás países, clases y partidos. Sin
un estudio de la gran Revolución Francesa, de la Revolución de 1848 y de la Comuna
de París, jamás hubiésemos llevado a cabo la Revolución de Octubre.[18]

A nivel del continente americano es imposible llegar a la victoria si no somos ca-


paces de estudiar y sacar todas las conclusiones del caso, sobre la única revolución
socialista triunfante en el continente, la Revolución Cubana. Ésa es la importancia
de este balance histórico sobre la dirección castrista, no sólo para el presente sino
fundamentalmente para el futuro. Hay conclusiones fundamentales para sacar de la
gran Revolución Cubana, que iluminan nuestra batalla en el continente tanto en el te-
rreno objetivo como subjetivo.
En primer lugar, la Revolución Cubana mostró que a la burguesía y al imperia-
lismo se los puede enfrentar y derrotar. Si eso fue posible en un pequeño país si-
tuado a pocos kilómetros de los EE.UU., ¿por qué no puede ser posible que eso se
repita en países mucho más importantes del continente, como Argentina, Brasil,
Colombia, Chile o México?
En segundo lugar, los logros conseguidos por la Revolución Cubana en el terreno
de la eliminación de la pobreza, de la salud y de la educación, muestran que estos
temas, que parecieran ser endémicos en el continente, pueden resolverse a partir de
la expropiación de la burguesía y del imperialismo.
[18] Trotsky, León, Lecciones de Octubre, El Yunque Editora, Buenos Aires, pág. 15.

191
Martín Hernández

En tercer lugar, la realidad mostró que sin la extensión de la revolución al resto


del continente y el mundo, el camino de toda revolución victoriosa, que expropie al
capitalismo, es inevitablemente la restauración del propio capitalismo.
En cuarto lugar, la realidad mostró también que la dirección cubana, que apare-
ció en su momento, ante los ojos de millones de luchadores de todo el mundo, como
una alternativa de dirección revolucionaria frente a la decadente burocracia estali-
nista, sucumbió víctima de sus graves contradicciones políticas y de clase.
En quinto lugar, y a modo de conclusión: es innegable que la Revolución Cubana
potencializó, a nivel mundial, las energías revolucionarias de la clase obrera y el pue-
blo, pero, contradictoriamente, a nivel de la superación de la crisis de la dirección re-
volucionaria, el castrismo cumplió un papel nefasto.
El prestigio ganado por la dirección castrista, por haber dirigido la revolución,
fue tan grande que retrasó por décadas la gran tarea de superar la crisis de dirección
revolucionaria. El castrismo cumplió el papel objetivo de alejar a la vanguardia de
las dos grandes tareas estratégicas de los revolucionarios: la relación con la clase
obrera y la construcción del partido de la revolución a nivel nacional y mundial.
El castrismo influenció y confundió no sólo a varias generaciones de luchadores,
sino a organizaciones enteras y a importantes dirigentes marxistas revolucionarios.
Nahuel Moreno, sin duda el más importante dirigente del trotskismo latinoa-
mericano, no consiguió escapar, en los primeros años de la revolución, a la presión
del castrismo. Así, por ejemplo, en un texto de polémica con el Che Guevara desa-
rrollaba conceptos como éste: Fidel y [el] Che han demostrado en los hechos y han po-
pularizado varias cuestiones políticas y teóricas de fundamental importancia, que hace
que de ellos se pueda decir, parafraseando lo que Sartre dice de la filosofía de Marx, que
no hay hoy día otra corriente revolucionaria en América que el castrismo.[19]
Nahuel Moreno, a diferencia de la amplia mayoría de los otros dirigentes del
trotskismo, siguió fiel a la clase obrera y al marxismo y, por esa vía, fue rompiendo
toda relación con el castrismo. Prueba de esto es que el conjunto de las reflexiones
que manifestamos en este trabajo están inspiradas en las elaboraciones que Moreno
hizo en las décadas del 70 y del 80.
En el libro Conversaciones con Nahuel Moreno, él hace una reflexión muy pro-
funda sobre este proceso (el de su relación y ruptura con el castrismo), que debería
ser tenida muy en cuenta por todo aquellos que luchan por el poder de la clase
obrera. Él dice:
A lo largo de mi vida política, después, por ejemplo, de mirar con simpatía al régi-
men que surgió de la Revolución Cubana, he llegado a la conclusión de que es ne-
cesario continuar con la política revolucionaria de clase, aunque postergue la llegada
al poder para nosotros en veinte o treinta años, o lo que sea. Nosotros aspiramos [a]
que sea la clase obrera la que verdaderamente llegue al poder, por eso queremos di-
rigirla. (Subrayados nuestros).
[19] Moreno, Nahuel, Dos métodos frente a la Revolución Latinoamericana.

192
PARTE 4
El Veredicto de la Historia
(textos escritos en 2005)
Restauración y revolución:
años de confusión

Trotsky estudió como nadie la degeneración de la URSS. En la década del 30 ana-


lizó, caracterizó, elaboró un programa e hizo previsiones que la realidad terminó
confirmando cincuenta años después, con la restauración del capitalismo. Sin em-
bargo, tanto con La revolución traicionada como con el resto de las elaboraciones de
Trotsky sobre la degeneración del estado soviético, ha sucedido algo curioso. Cuando
se dio la restauración del capitalismo en la ex URSS, la amplia mayoría de las co-
rrientes e intelectuales que se reivindicaban trotskistas se negaron a ver esa reali-
dad. Unos decían que lo que ocurría no tenía nada que ver con la restauración, otros
afirmaban que no pasaba de algunas concesiones al capitalismo, una especie de
NEP,[1] y, finalmente estábamos los que, hasta el año 1994, decíamos que había pla-
nes de restauración, pero que estaban “empantanados”.[2]
También hubo muchos trotskistas que correctamente afirmaron que el capitalismo
había sido restaurado pero, contradictoriamente, llegaron a la conclusión, a partir de
allí, de que las elaboraciones de Trotsky no habían pasado la prueba de los hechos.
¿Qué pasó? Hay dos posibles interpretaciones. ¿Las elaboraciones de Trotsky re-
almente no pasaron la prueba de los hechos, o la mayoría de los trotskistas tenían
una lectura parcial, o totalmente equivocada, de esas elaboraciones? Nos inclina-
mos por esta segunda hipótesis.

La burocracia y la restauración

En su introducción a la edición alemana y también en la portuguesa de La revo-


lución traicionada, el dirigente del Secretariado Unificado de la IV Internacional,
Pierre Frank, en el año 1977 señalaba que era imposible que el imperialismo lograra
restaurar el capitalismo en la ex URSS (...) la perspectiva de una restauración del ca-
pitalismo en la Unión Soviética está descartada.[3] Y, más aún, afirmaba que: (...) en
la Unión Soviética ya casi no existen fuerzas sociales o políticas significativas a favor
de la restauración del capitalismo.[4]
[1] La NEP (Nueva Política Económica) ideada por Trotsky, fue aplicada en la ex URSS, dirigida por Lenin, a par-
tir de 1921 y hasta 1929. La NEP hizo importantes concesiones al capitalismo, con el objetivo de aumentar la pro-
ducción y fortalecer así el estado obrero.
[2] Éste fue el concepto que se votó en el V Congreso Mundial de la LIT-CI (Liga Internacional de los Trabajado-
res - IV Internacional), realizado en 1994.
[3] Introducción de Pierre Frank a La revolución traicionada, de León Trotsky, Editora Antídoto, Lisboa, 1977,
pág. 38.
[4] Ídem, págs. 36 y 37.

195
Martín Hernández

Años más tarde, en 1989, es decir en pleno proceso de restauración de la ex URSS,


Ernest Mandel, el más importante dirigente de esa corriente, explicaba el porqué de
este razonamiento: Creer que Gorbachov o el ala “liberal” de la burocracia en su con-
junto, quieren o quisieran restaurar el capitalismo, es dejarse engañar completamente
acerca de la naturaleza, las bases y la amplitud de sus privilegios y de su poder.[5]
Para estos dirigentes, la burocracia gobernante de la ex URSS no era una fuerza
social restauracionista. Para ellos, la burocracia precisaba del estado obrero para de-
fender sus privilegios y eso la hacía jugar un rol progresivo.
Pierre Frank, y en especial Ernest Mandel, fueron vistos durante muchos años
como los principales voceros de las posiciones de Trotsky, por eso fue inevitable que
un importante sector de la izquierda –al ver que se restauraba el capitalismo y, más
aún, al ver que era la burocracia la que estaba a la cabeza de la restauración– haya
llegado a la conclusión de que Trotsky se había equivocado.
Trotsky siempre defendió lo contrario de lo que defendían estos dirigentes. Para él,
si la burocracia se mantenía en el poder (que es lo que ocurrió), la restauración del ca-
pitalismo no sólo era posible sino inevitable.
El pronóstico político tiene un carácter alternativo: o bien la burocracia, convirtién-
dose cada vez más en el órgano de la burguesía mundial en el estado obrero, derrocará
las nuevas formas de propiedad y volverá a hundir el país en el capitalismo, o bien
la clase obrera aplastará a la burocracia y abrirá el camino del socialismo.[6]
Para Mandel, la burocracia precisaba del estado obrero para defender sus inte-
reses; para Trotsky, eso sólo era válido en una primera fase. Para él, desde el punto
de vista histórico, la burocracia buscaría perpetuar sus privilegios y para eso preci-
saría la restauración del capitalismo. Veamos cómo aborda este tema justamente en
La revolución traicionada:

Admitamos que ni un partido revolucionario ni un partido contrarrevolucionario se apo-


deren del poder y que es la burocracia la que se mantiene al frente del poder (lo que se dio
en todos los ex estados obreros). La evolución de las relaciones sociales no cesan (...) ésta
(la burocracia) reestableció las patentes y las condecoraciones; será pues inevitablemente
necesario que busque apoyo en las relaciones de propiedad. Probablemente se podrá
objetar que poco le importa al funcionario la forma de propiedad de donde saca sus ga-
nancias. Pero eso significa ignorar la inestabilidad de los derechos de la burocracia y el pro-
blema de su descendencia (...) Los privilegios que no se pueden legar a sus descendientes
pierden la mitad de su valor. El derecho a legar es inseparable del derecho de propiedad.
No basta ser director de un trust, es necesario ser accionista.[7] (Subrayados nuestros).

Más claro, imposible. Para Trotsky, la burocracia precisaba no sólo mantener sus
privilegios sino perpetuarlos y por eso termina esta frase diciendo “no basta ser di-
rector” (no basta ser burócrata) “es necesario ser accionista” (es necesario ser burgués).

[5] Mandel, Ernest, ¿Hacia dónde va la URSS de Gorbachov?, Editorial Fontamara, México, 1991, pág 19.
[6] Trotsky, León, El Programa de Transición para la revolución socialista, Editora Crux, Buenos Aires, pág. 70.
[7] Trotsky, León, La revolución traicionada, Editorial Fontamara, Barcelona, 1977, pág. 239.

196
El Veredicto de la Historia

De las citas mencionadas se podría concluir, como muchos lo hicieron, que una
cosa era Trotsky y otra cosa son los trotskistas. Esta conclusión es equivocada por-
que ignora que en el interior del movimiento trotskista no sólo existieron y existen
corrientes revisionistas, sino también corrientes principistas. Esto dio origen a un
amplio debate sobre la cuestión de la ex URSS y sobre muchos temas más. Así, por
ejemplo, Nahuel Moreno[8], siguiendo el pensamiento de Trotsky, en más de una
oportunidad combatió las posiciones de Mandel y sus seguidores. En su libro La
dictadura revolucionaria del proletariado, polemizando con la resolución del SU:
Democracia socialista y dictadura del proletariado, decía, en el año 1978: ¿Y ma-
ñana, en diez o en veinte años, hay peligro de restauración? Y a partir de allí cues-
tionaba al Secretariado Unificado: Para el SU las futuras y actuales dictaduras
obreras no tendrán que enfrentar ningún enemigo importante, ni al imperialismo ni
a la restauración capitalista.[9] Y agregaba: (...) el Plan Carter es la política del impe-
rialismo al servicio de la restauración. Su plan económico, político y militar se asienta
en la demagógica campaña por los derechos humanos (...). Esa propaganda demo-
cratista del imperialismo se asienta en el justo movimiento democrático que se está
dando en los estados obreros, como consecuencia del carácter totalitario y reacciona-
rio de sus actuales gobiernos (...) el trotskismo tiene la obligación de llevar claridad a
las masas (...), de denunciar la nueva estrategia contrarrevolucionaria del imperia-
lismo y alertar sobre su consecuente peligro de restauración capitalista en los es-
tados obreros.[10] Y sobre la burocracia decía: (...) la burguesía restauracionista no
será la vieja burguesía, sino la amplia mayoría de los tecnócratas, la burocracia, la
aristocracia obrera y koljoziana.[11] (Subrayados nuestros).

En ese largo debate entre las corrientes principistas y revisionistas del trotskismo,
la historia acabó por darle la razón a las primeras. La burocracia no fue derribada y
ésta llevó a los ex estados obreros a la restauración del capitalismo. Sin embargo, es
necesario decir, nobleza obliga, que las corrientes principistas que supimos prever
la restauración del capitalismo no fuimos capaces de identificarla cuando ésta co-
menzó a ser instrumentada, tanto en China (a partir del año 1978) como en la ex
URSS (a partir del año 1986). Esto también nos obliga a dar una explicación.
El marxismo se nutre de experiencias anteriores. Por ejemplo, cualquier grupo
que se disponga a construir un partido revolucionario tiene las enseñanzas de Lenin
y la actividad del partido bolchevique como referencia histórica de la cual aprender.
Pero no siempre esto (el aprender de las referencias históricas) es posible. Hay
casos en que esas referencias no existen. La dirección bolchevique, y todos los mar-
xistas de la época, se vieron obligados a dar respuesta a un hecho inédito: la cons-
trucción del primer estado obrero, para lo cual no tenían ninguna experiencia
histórica en la cual apoyarse.
[8] Moreno, Nahuel, fundador y principal dirigente de la LIT-CI (Liga Internacional de los Trabajadores - Cuarta
Internacional), fallecido en 1987.
[9] Moreno, Nahuel, La dictadura revolucionaria del proletariado, Editora del PST(C), Bogotá, 1979, págs. 84 y 85.
[10] Ídem, págs. 88 y 89.
[11] Ídem, pág. 85.

197
Martín Hernández

Lo mismo ocurrió con Trotsky y la Oposición de Izquierda, cuando se vieron obli-


gados a dar respuesta a otro acontecimiento inédito como fue la degeneración de la
URSS, y hoy ocurre lo mismo con la restauración del capitalismo. La restauración fue
prevista por Trotsky pero el no vivió para presenciarla. De esta forma, la historia co-
locó a las nuevas generaciones de marxistas (de la cual ya no formaban parte los más
experimentados dirigentes de la Revolución de Octubre) frente a la necesidad de ana-
lizar este hecho inédito en la historia de la humanidad.
Esto de por sí, como no podía ser de otra manera, fue una fuente de enormes di-
ficultades y errores.

La burguesía y la toma del poder

Tomando el caso de la ex URSS, el primer error que hemos cometido es no haber


identificado de qué forma y en qué momento, la burguesía recuperó el poder. Esto,
como lo veremos más adelante, originó varios errores e incluso falsos debates.
La restauración del capitalismo es, en cierto sentido, un acontecimiento de signo
opuesto a la expropiación de la burguesía y a la construcción de los estados obreros.
La expropiación de la burguesía y la construcción de un estado obrero significa
una revolución en la estructura económica, pero esa revolución no comienza en la
estructura sino en la superestructura. Lo mismo ocurre con la restauración del ca-
pitalismo, sólo que al contrario. La restauración del capitalismo significa una con-
trarrevolución en la estructura que comienza en la superestructura.
No puede haber expropiación de la burguesía y la construcción de un estado
obrero si primero la clase obrera no toma el poder. De la misma forma no puede
haber, en un estado obrero, restauración del capitalismo sin que primero la burgue-
sía haya recuperado el poder.
Cuando la clase obrera rusa tomó el poder, dirigida por los bolcheviques, no co-
menzó por expropiar a la burguesía. El monopolio del comercio exterior, la planifi-
cación económica central y la expropiación de la burguesía, es decir, la construcción
de ese estado obrero, fue un proceso que se fue dando durante varios años pero
[que], nadie discute, se inició en octubre de 1917. Ésa es la fecha que divide aguas
entre el viejo y el nuevo orden.
Con la restauración del capitalismo sucedió lo mismo, sólo que en el sentido con-
trario. Hubo un momento que la burguesía tomó el poder (o mejor dicho, recuperó
el poder) y a partir de allí inició el desmonte de los restos del estado obrero. Acabó
con el monopolio del comercio exterior, con la planificación económica central y con
la propiedad estatal de las empresas y de las tierras.
Todo esto se fue dando durante muchos años, e incluso continúa hasta hoy, pero
hay un momento que es cualitativo, que también divide aguas, que es febrero-marzo
de 1986.

198
El Veredicto de la Historia

1986: el capitalismo mundial recupera la URSS

El 12 de marzo de 1985, Mijaíl Gorbachov fue elegido para el cargo de Secreta-


rio General del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética). Desde ese cargo
lanzó, a nivel nacional e internacional, las ideas centrales que a posteriori darían
origen a la Perestroika (reorganización) y a la Glasnost (transparencia).
El texto de la Perestroika estaba lleno de frases confusas e intencionalmente am-
biguas; sin embargo, el tiempo se encargaría de demostrar que el verdadero conte-
nido de este proyecto no era otro que intentar salir de la decadencia económica por
la vía de la restauración del capitalismo. Por su parte, la Glasnost era un intento de
hacer algunas reformas políticas en el marco de mantener el régimen dictatorial de
partido único.
Alexandre Yákovlev[12] que fue el cerebro de la Perestroika, no dudó en confesar
los verdaderos objetivos de la misma:

Si se dejaba que persistieran los métodos conforme a los que funcionaba entonces la
economía soviética... nuestro país se encontraría relegado a ser una potencia econó-
mica de segundo orden y al fin de siglo, quizá incluso, caería al nivel de los países po-
bres del Tercer Mundo. Aunque en esa memoria no avanzáramos demasiado,
indicábamos, sin embargo, algunas líneas directrices que exigían un cambio drástico
del sistema económico. Proponíamos un modelo de desarrollo que daría a las em-
presas autonomía financiera y libertad de iniciativa a fin de romper el cerco centra-
lizador o reducirlo al mínimo posible... Por otra parte, contemplábamos la
organización de empresas mixtas, y no sólo en colaboración con los países socialistas
y con los países del Tercer Mundo sino también con los países occidentales. Para nos-
otros era la única posibilidad de que la Unión Soviética participara en la división in-
ternacional del trabajo, en los intercambios de capital, de inversiones, etc. (...) La
libertad económica es inseparable de la libertad política (...) Era necesario abolir el
monopolio de la propiedad estatal... Era necesario introducir la economía de mer-
cado lo antes posible.[13] (Subrayados nuestros).

La subida del “renovador” Gorbachov (así era conocido en esos años), que llegó
al cargo de Secretario General del PCUS respaldado por Gromyko[14] y con el apoyo
de la siniestra KGB,[15] fue la demostración de que la mayoría de la burocracia, frente
a los reiterados fracasos económicos, era sensible a la propuesta de hacer “cambios
radicales” a nivel de la economía, que no era otra cosa que restaurar el capitalismo.
[12] Yákovlev, Alexandre, un viejo dirigente comunista (entró al PCUS en 1941) fue definido por Lilly Marcou,
quien lo entrevistó en varias oportunidades, como el (...) artesano, el promotor, el teórico de la Perestroika. De
hecho, el texto de la Perestroika fue elaborado por él y su equipo desde la presidencia del IMEMO (Instituto de
la Economía Mundial y de las Relaciones Internacionales) de la Academia de Ciencias de la URSS.
[13] Yákovlev, Alexandre, Lo que queremos hacer con la Unión Soviética, Alianza Editorial, Madrid, 1991, págs.
28, 29, 70 y 71.
[14] Gromyko era en 1985 el miembro más antiguo del politburó del CC del PCUS.
[15] Como retribución a los servicios prestados por la KGB durante el gobierno de Gorbachov, los hombres del
servicio secreto llegaron al politburó de todas las repúblicas que formaban parte de la ex URSS. Hasta ese mo-
mento sólo estaban en 7 de las 15 repúblicas.

199
Martín Hernández

Como no podía ser de otra forma, en esos años Gorbachov comenzó a ser visto
como la “niña bonita” por todas las grandes potencias imperialistas, especialmente
por el gobierno Reagan de los EE.UU. Es que estos dos proyectos (la Perestroika y
la Glasnost) eran la resultante casi pura, a nivel de la URSS, de la ofensiva económica
con formas democráticas lanzada por el imperialismo norteamericano, que hemos
denominado “reacción democrática”.
Durante todo el año 1985, Gorbachov, actuando como el representante de la ma-
yoría de la burocracia y del capitalismo internacional, se limitó a hacer propaganda
de su proyecto. Pero esta situación habría de cambiar drásticamente a partir de 1986.
En febrero-marzo de ese año se realizó el XXVII Congreso del Partido Comu-
nista de la Unión Soviética y al final del mismo se votó un nuevo Comité Central.
Nunca, en los últimos 25 años, se había dado un cambio tan profundo. Fueron ele-
gidos 97 nuevos cuadros y se les otorgó voto a 22 suplentes. Es decir, en la práctica
entraron 119 nuevos dirigentes (del equipo del “renovador”) en un CC de 307 miem-
bros, en el cual Gorbachov ya, anteriormente, tenía un importante peso.
A partir de ese momento, Gorbachov se sintió lo suficientemente fuerte para
pasar de la propaganda a la acción. En pocos meses el Parlamento, siguiendo las ór-
denes del CC del PCUS, votó una serie de leyes que tenían como objetivo desmon-
tar lo que quedaba del estado obrero y restaurar el capitalismo. En otras palabras, a
partir de febrero de 1986, por intermedio de Gorbachov y su gente, la burguesía re-
cuperó el poder en la URSS.
Ya en agosto de 1986, es decir a sólo cinco meses del XXVII Congreso del PCUS,
el gobierno autorizó la constitución de empresas conjuntas con capital extranjero; en
septiembre, se comenzó a liberalizar el trabajo privado mediante la Ley sobre activi-
dades individuales.
En junio de 1987 se aprobó la Ley de empresas del Estado con la cual se acabó con
las subvenciones del Estado para las empresas, a la vez que se las autorizó a comer-
cializar libremente con el exterior. De esta forma se dio el golpe mortal a la planifi-
cación económica central y al monopolio del comercio exterior.
En mayo de 1988 se aprobó la Ley sobre cooperativas, que facilitó el surgimiento
de un gran número de empresas privadas. En diciembre de 1988 se aprobó un de-
creto que legalizaba la venta de casas. En ese mismo año se aprueba una ley que li-
beró la actividad bancaria. En ese período se disolvió el Ministerio de Comercio
Exterior (que era el responsable del monopolio del comercio exterior). En 1990, a
nivel de la Federación Rusa se votó la Ley sobre actividades empresariales, con la cual
se liberó totalmente la actuación de todo tipo de empresas capitalistas.
Como resultado de todas estas medidas, ya en el año 1989 había 200.000 coope-
rativas y casi cinco millones de asociados. En el año 1994, el 50% de las empresas ya
estaban privatizadas y de esta forma la producción no estatal llegaba ya en ese año
a casi el 60% del PIB.[16]
[16] Actualmente, el 84 % de la industria y el 85% del comercio son privados.

200
El Veredicto de la Historia

En reiteradas oportunidades se nos pregunta: ¿Cómo es posible que en 1986 la


burguesía haya retomado el poder si en ese momento en la ex URSS la burguesía no
existía como clase? Este tipo de preguntas lleva incluidas tres incomprensiones. En
primer lugar es necesario entender que la burguesía es una clase internacional; en
segundo lugar, que en la mayoría de los casos la burguesía no gobierna en forma di-
recta, sino por medio de sus representantes pequeño-burgueses; en tercer lugar es
necesario entender que, si bien es verdad que en la URSS no existía una burguesía
como clase, existía un enorme sector parasitario (la burocracia) que era aspirante a
burgués, con un nivel de vida similar al de la burguesía y con íntimas relaciones con
ésta. Gorbachov era el representante de ese sector social y el agente pequeño-bur-
gués del imperialismo y, como tal, la cabeza más visible de un nuevo estado que se
proponía restaurar el capitalismo.
En todo este proceso, no sólo en la ex URSS sino en la mayoría de los países del
Este europeo, los trabajadores y las masas tuvieron un importante papel. Los diarios
y la televisión de todo el mundo fueron bastante explícitos al mostrar un movimiento
arrollador que se extendió de región en región y de país en país, en algo que en su mo-
mento fue denominado “efecto dominó” y que fue derribando a la mayoría de los re-
gímenes stalinistas de partido único.
A partir de estos acontecimientos, una enorme confusión, que se mantiene hasta
hoy, se instaló en el conjunto de la izquierda a nivel mundial. Por un lado, la restau-
ración del capitalismo, y, por el otro, la brutal campaña ideológica del imperialismo
tratando de mostrar la superioridad del capitalismo sobre el socialismo, provocaron
un profundo impacto en toda la izquierda y en toda la vanguardia a nivel mundial.
Una buena parte de la izquierda llegó a la conclusión de que el capitalismo había de-
mostrado su superioridad. Otra parte, posiblemente la mayoría, de que el socialismo
no pasaba de una bella utopía. Entre ellos germinó con mucha fuerza la idea que el le-
ninismo había dado origen al estalinismo, que los partidos revolucionarios eran algo del
pasado, igual que la revolución socialista y la toma del poder por los trabajadores.
Trotsky, siguiendo a Marx y a Lenin, había dicho: Nuestro programa se resume en
tres palabras: Dictadura del proletariado. Después de los acontecimientos del Este
“dictadura del proletariado” se transformó en una mala palabra, que sólo se repetía
en voz muy baja y con mucha vergüenza.
De esta forma, frente a la debacle de los estados obreros burocratizados y frente a
la campaña del imperialismo, la amplia mayoría de la izquierda encontró una “sa-
lida” por la positiva: la “democracia como valor universal”. Así se dejó incluso la “uto-
pía socialista” para bellos discursos en los días de fiesta. Lo importante era tener una
política “realista”: elecciones y parlamento. Parlamento y elecciones.
Pasados algunos años desde el comienzo de la restauración, los resultados son su-
mamente evidentes. Basta ver lo que está sucediendo en América Latina (uno de los
centros de la revolución mundial durante varias décadas) en países como Brasil, El
Salvador, Nicaragua, Argentina, Uruguay... en donde la mayoría de los dirigentes de
la izquierda (reformista y revolucionaria) de las décadas del 60, 70 y 80 abandona-

201
Martín Hernández

ron las armas y las barricadas, se pusieron traje y corbata y hoy gobiernan o cogo-
biernan sus países, junto con la burguesía y de la mano del FMI.
Está claro que los sectores que se mostraron más sensibles a la ofensiva ideoló-
gica del imperialismo fueron todos lo de la izquierda reformista, pero la izquierda
revolucionaria tampoco escapó a esta situación.
La crisis y confusión de la izquierda, bajo diversas formas, llegó a todos sus sec-
tores. Inclusive a aquel sector minoritario que se mantuvo fiel a las ideas de Trotsky
sobre la cuestión de la ex URSS, y que combatió la adaptación de la izquierda a la de-
mocracia burguesa. Nos referimos ahora específicamente a la corriente internacio-
nal que construyó y encabezó hasta su muerte, en 1987, Nahuel Moreno (nuestro
maestro hasta el día de hoy), que era el sector más dinámico del trotskismo cuando
se inició la restauración del capitalismo en la ex URSS.

La restauración era inevitable

Los hechos muestran que no fuimos capaces de entender el significado del XXVII
Congreso del PCUS. Un editorial de la revista Correo Internacional, de abril de
1986,[17] comentando ese Congreso finalizaba con la siguiente frase: (...) los nuevos
dirigentes soviéticos quieren lograr la modernización y tecnificación de la vetusta y
lerda economía. A diferencia de Deng Xiao Ping y los burócratas chinos –que han
dado significativos pasos hacia la economía de mercado– Gorbachov eligió “mejorar
la maquinaria de planificación en lugar de remover a los planificadores y escu-
char al mercado” (The Economist, 15/3/86). (Subrayados nuestros).
Al no comprender que la burguesía mundial, a partir de febrero-marzo de 1986,
había recuperado el poder en la ex URSS, no entendimos que a partir de allí se ini-
ciaba la restauración del capitalismo, y mucho menos entendimos que sin una re-
volución socialista triunfante, que en ese momento no estaba planteada en la
realidad, la restauración era inevitable.
Esta afirmación parece contradictoria con la comparación que hicimos ante-
riormente: La restauración del capitalismo (...) es una revolución al contrario, ya que
es sabido que en muchas oportunidades la clase obrera y el pueblo protagonizan re-
voluciones e incluso toman el poder y no necesariamente construyen un estado
obrero. Cabría preguntarse por qué una cosa similar no podría ocurrir con la bur-
guesía. Es decir, tomar el poder en un estado obrero y no restaurar el capitalismo.
Para entender esto es necesario ver que existe una diferencia muy grande entre el
comportamiento de la burguesía y el proletariado en lo que se refiere a la cuestión del
Estado, y esto tiene que ver con el diferente papel de las direcciones de ambas clases.
Por intereses de clase, confirmados en la reciente experiencia histórica, debemos
llegar a la conclusión de que siempre que la burguesía retoma el poder en un estado
obrero, sea quien sea su dirección, ésta, más tarde o más temprano, restaura el capita-
lismo.
[17] Correo Internacional es el órgano de la LIT-CI (Liga Internacional de los Trabajadores- IV Internacional).

202
El Veredicto de la Historia

Por el contrario, la clase obrera, aunque tome el poder, muchas veces no cons-
truye un estado obrero, porque tiene a su frente direcciones reformistas que se dan
como objetivo reconstruir el estado capitalista.
Este comportamiento político de las direcciones tiene bases materiales. Se trata
de sectores privilegiados, que en la mayoría de los casos tienen mucho que perder y
poco que ganar con el fin del estado capitalista.
En cambio la burguesía, inclusive sus sectores llamados “progresistas”, no puede
actuar de esta forma a nivel de los estados obreros. No defender la restauración del
capitalismo, es decir “los derechos del capital”, sería equivalente a un suicidio, y es
muy sabido que las clases sociales no se suicidan. Por eso no existe un reformismo
al contrario.
Claro que existía la posibilidad de que el proceso de restauración fuese inte-
rrumpido, pero esto sólo hubiese sido posible por medio de una nueva revolución
social triunfante, que tendría que comenzar por recuperar el poder perdido para la
clase obrera. Pero no es a esto a lo que nos estamos refiriendo, ya que esa situación
no estaba planteada en la realidad porque no existía ninguna alternativa de dirección
revolucionaria y tampoco algún ala de la burocracia que fuese políticamente anti-
rrestauracionista.
Sin esta comprensión, durante varios años estudiábamos las estadísticas para ver
si la restauración avanzaba o no. Analizábamos el número de empresas estatizadas
o el surgimiento de una nueva burguesía, y teníamos expectativas de que la restau-
ración no se consumase, lo que era evidentemente imposible.

El nuevo Estado y su carácter de clase

A partir de los procesos del Este se desarrolló una intensa polémica en torno al
carácter de clase de la ex URSS. No podía ser de otra forma.
No es un hecho novedoso que los marxistas le den tanta importancia a la cues-
tión del Estado. De hecho, el marxismo, desde su nacimiento, con la crítica de Marx
y Engels a la concepción de Hegel del estado, ha incluido esta cuestión entre sus pre-
ocupaciones centrales.
En nuestra opinión, a partir de febrero-marzo de 1986 la ex URSS (y Rusia, a
partir de la disolución de aquélla) no es más un estado obrero burocratizado sino un
estado burgués.
Sin embargo, especialmente en sus diez primeros años, sería más preciso definir
a Rusia como un “estado burgués atípico” ya que ese nuevo estado, en esos prime-
ros años, era muy diferente a los otros estados burgueses. Tenía un gran peso la pro-
piedad estatal, la burguesía estaba surgiendo en una lucha desenfrenada por
acumular capital, las instituciones de la democracia burguesa eran incipientes, todo
el andamiaje jurídico estaba siendo construido, y la relación de las personas con el
estado conservaba muchos elementos del estado anterior.

203
Martín Hernández

Más aún, en los dos primeros años (o como mínimo en el primer año) podría-
mos decir que estábamos frente a un estado burgués sin burguesía. Esta definición
puede prestarse a confusión, dado que Lenin usó esta misma formulación para mos-
trar las limitaciones del estado obrero. De cualquier manera, expresa muy bien el ca-
rácter atípico de ese nuevo estado burgués en su fase inicial y por eso nos parece
lícito usarla.
Esta definición de la ex URSS (y luego de Rusia) a partir de 1986, como un es-
tado burgués, no parte de la estructura económica del país sino de la superestruc-
tura política. Para hacer esto, estamos tomando el mismo criterio que Lenin y
Trotsky usaron para definir a la URSS como un estado obrero a partir de 1917, a
pesar de que la burguesía no había sido expropiada en ese momento.
Está claro que sería equivocado usar ese mismo criterio para definir todas las si-
tuaciones en que la clase obrera toma el poder ya que, como la historia lo ha de-
mostrado, este hecho no necesariamente conduce a la expropiación de la burguesía
pero, como ya señalamos, este tipo de situación no se plantea en los casos en que la
burguesía retoma el poder. No hay reformismo al contrario y, por eso, cuando la
burguesía retoma el poder de un estado obrero nos parece científicamente correcto
definir ese estado como burgués desde su inicio.
Se nos podrá cuestionar que en febrero-marzo de 1986 la burguesía no se hizo
cargo del estado sino simplemente del Comité Central del PCUS. Eso es así, pero los
países en donde imperaban, e imperan los regímenes dictatoriales de partido único,
el Comité Central de dicho partido centraliza el conjunto de las instituciones del es-
tado (las Fuerzas Armadas, el Parlamento, la Justicia, etc.). Este es un aspecto que no
se termina de entender en Occidente y que Trotsky se encargó de destacar en La re-
volución traicionada.
Inmediatamente después de la toma del poder por parte de la burguesía, apa-
rentemente, estábamos frente a un estado obrero burocratizado, ya que en ese mo-
mento la economía continuaba siendo centralmente planificada, las empresas eran
estatales y el comercio exterior continuaba siendo monopolio del estado y, por todo
eso, las relaciones de propiedad y de producción no eran preponderantemente ca-
pitalistas, a la vez que no existía la burguesía como una clase nacional. Sin embargo,
es necesario entender que el conjunto de las instituciones de ese estado estaban al
servicio de la restauración del capitalismo, es decir, del restablecimiento de las rela-
ciones de propiedad y de producción capitalista, y eso es lo que determinaba, ya a
partir de febrero-marzo de 1986, el carácter de ese estado.

204
Restauración y revolución:
su localización en el tiempo

En torno a los acontecimientos del Este se creó una enorme confusión sobre los
hechos y su ubicación en el tiempo.
Muchos entendieron que las movilizaciones de las masas y la restauración eran
parte de un mismo proceso, pero no fue así.
Los hechos indican que existieron cuatro grandes acontecimientos separados en
el tiempo. En primer lugar, la burguesía, por medio de sus agentes burocráticos,
tomó el poder; en segundo lugar, desde el poder, inició el desmonte de los restos del
estado obrero; en tercer lugar, las masas iniciaron sus grandes movilizaciones con-
tra esos nuevos estados burgueses y sus gobiernos, y en cuarto lugar, en la mayoría
de los más importantes países fueron derribados los regímenes estalinistas y se ir-
guieron [allí] nuevos regímenes democrático-burgueses.
La falta de claridad sobre los diferentes momentos de los llamados “procesos del
Este” ha sido, y sigue siendo, fuente de enormes confusiones.
Normalmente se organizan interminables debates sobre el signo de los aconte-
cimientos. Y surge inevitablemente la pregunta y el debate: desde el punto de vista
de los intereses de los trabajadores, ¿lo que ocurrió en el Este europeo fue positivo
o negativo?
Este tipo de pregunta generalmente lleva implícita la confusión de creer que fue-
ron las movilizaciones las que, en su lucha contra la burocracia, acabaron derri-
bando lo que restaba de los estados obreros. Algo así como tiraron al niño junto con
el agua sucia. Pero eso no fue así. Podía haber sido así, esa posibilidad estuvo plan-
teada en Polonia a principios de los años 80, pero en este último proceso no fue así.
Si observamos los acontecimientos desde el punto de vista histórico, podemos ver
que a lo largo de varias décadas hubo varios intentos de tirar abajo la burocracia.
Estos intentos fueron derrotados, la burocracia no fue expulsada del poder y ésta
llevó a la restauración del capitalismo.
Este hecho, sin ninguna duda, fue sumamente negativo. Es, en sí mismo, la má-
xima expresión de la crisis de dirección revolucionaria. Si la historia hubiese parado
allí, hoy estaríamos posiblemente ante una de las más grandes derrotas de la histo-
ria del proletariado mundial. Pero la historia no se detuvo allí. Después de que la bur-
guesía retomó el poder, las masas fueron a las calles y derribaron a sus agentes y,
con ellos, a los regímenes dictatoriales, estalinistas, de partido único. Y esto es cla-
ramente positivo.

205
Martín Hernández

Si pretendemos localizar un punto de partida en ese movimiento, lo vamos a en-


contrar en los disturbios nacionalistas que se desarrollaron en Kazajstán, en di-
ciembre de 1986, es decir, casi dos años después de que el “renovador” Gorbachov
llegó a la secretaría general del PCUS y casi un año después de que la Perestroika co-
menzó a ser aplicada. La ubicación de estos acontecimientos en el tiempo tiene,
como veremos más adelante, una gran importancia.
El derrumbe del aparato estalinista es una victoria inmensa de la clase obrera
mundial, tanto más grande que el del fascismo durante la Segunda Guerra Mundial.
La falta de una dirección revolucionaria hizo que el derrumbe de los regímenes
estalinistas diera lugar a regímenes democráticos burgueses y no a nuevas dictadu-
ras revolucionarias del proletariado, pero este hecho no nos puede llevar a decir que,
por eso, estamos frente a una derrota. Por el contrario, la existencia de los nuevos re-
gímenes democrático-burgueses son la expresión de una victoria distorsionada de
las masas. ¿Pero por qué normalmente, a nivel del trotskismo principista se opina lo
contrario? Porque se parte de la falsa idea de que las masas tiraron abajo una dicta-
dura burocrática del proletariado y colocaron en su lugar un régimen democrático
burgués, y eso no es así. Las masas tiraron abajo dictaduras burguesas y eso fue una
victoria colosal, sólo que, por falta de una dirección revolucionaria, la burguesía y
sus agentes acabaron imponiendo regímenes democrático-burgueses.
Por eso fueron revoluciones políticas triunfantes; no la que había previsto Trotsky
para el estado obrero, porque esos estados ya no existían, sino revoluciones simila-
res (no en su forma sino en su contenido) a las que se dieron en América Latina en
la década del 80. Son revoluciones políticas y no sociales, porque los estados no cam-
biaron su carácter de clase. Eran burgueses y siguieron siendo burgueses. Pero eran
dictaduras, en donde los trabajadores no tenían ninguna libertad y, ahora, son regí-
menes democrático-burgueses en los que los trabajadores conquistaron algunas li-
bertades.
Estas cuestiones resultaron bastante confusas porque a la restauración del capi-
talismo y a la caída de los regímenes estalinistas les siguió una brutal campaña ide-
ológica del imperialismo y, durante la mayor parte de la década del 90, un
importante reflujo. Pero esta situación está cambiando y eso replantea el debate en
un nuevo nivel.
En los últimos dos o tres años las masas del Este europeo están volviendo a en-
trar en escena, y no lo hacen a partir de las derrotas del período anterior sino de las
victorias.
Es así con las importantes movilizaciones de Alemania, que une a los obreros de
los dos sectores; es así con las movilizaciones de los mineros polacos, que se apoyan
en las libertades conquistadas, para movilizarse y ocupar Varsovia. Es así, también,
con las movilizaciones en los países en donde se mantenían las dictaduras capitalis-
tas estalinistas y las masas, apoyándose en las victorias de los otros países, fueron a
las calles para derribarlas.

206
El Veredicto de la Historia

NEP y restauración

Los medios de difusión mostraron una y otra vez las imágenes del pueblo ruso
en las calles tumbando las estatuas de Lenin. Así trataban de decirle al mundo: ¡el
socialismo fracasó! ¡los trabajadores del Este exigen la vuelta al capitalismo!
Esta idea recorrió el mundo y golpeó pesadamente a la izquierda, no sólo a la re-
formista sino también a la revolucionaria. Dentro del trotskismo, muchas organi-
zaciones llegaron a la conclusión de que Trotsky había estado completamente
equivocado. Que desde hacía muchos años lo que había en la URSS no era un estado
obrero burocratizado. Que los obreros no tenían nada que defender de ese estado y
por eso salía a las calles para exigir la vuelta al capitalismo.
Es verdad que hubo mucha confusión y, más aún, hubo sectores importantes de
la población que querían volver al capitalismo, pero no es verdad que la mayoría de
los trabajadores lo quería y esto se demuestra con un ejemplo simple.
Si fuese verdad que las masas querían la vuelta de la economía de mercado, la bu-
rocracia, que encabezó la restauración, hubiese dicho una y otra vez que no había
mejor cosa que el capitalismo. Pero no fue ese el discurso de la burocracia. Fue todo
lo contrario. La burocracia restauró el capitalismo con discurso anticapitalista, a
favor de los trabajadores y del socialismo. Gorbachov decía: Nuestro objetivo es for-
talecer el socialismo y no sustituirlo por un sistema diferente. Lo que nos ofrece Occi-
dente, en términos de economía, es inaceptable para nosotros (...).[18]
La gran mentira del imperialismo, de que la mayoría de los trabajadores quería la
vuelta del capitalismo, queda al descubierto observando simples encuestas de opinión.
En 1990, un diario ruso[19] formuló a la población la siguiente pregunta: ¿Qué
piensa usted de la economía de transición hacia la economía de mercado propuesta por
el gobierno? Y la respuesta fue: a favor: 14%, en contra: 51% y sin opinión: 35%. Y
con respecto a las famosas estatuas de Lenin, que habrían sido tumbadas por la po-
blación, no se necesitan encuestas para demostrar que fue una burda mentira. Basta
visitar Rusia para encontrarse con innumerables estatuas de Lenin por todas partes.
Es cierto que varias fueron retiradas, casi todas durante la noche, pero no por la po-
blación sino por la burocracia. Por otra parte, todas las encuestas de opinión siguen
indicando, hasta hoy, que Lenin sigue siendo reivindicado con veneración por la
mayoría de la población.
Pero si bien la población no quería la vuelta del capitalismo tampoco quería la
continuidad del régimen dictatorial del PCUS, y hay otra encuesta que demuestra
esto con mucha claridad. En el año 1990 se le preguntó a la población:
¿Qué intereses representa la política del PCUS? Y el 85% respondió: Al aparato del
partido; el 11%, A los miembros del mismo PCUS; y sólo el 2% respondió: A la clase
obrera.[20]
[18] Ídem, pág. 96 y 97.
[19] Novedades de Moscú, 8 de julio de 1990.
[20] Novedades de Moscú, 18 de junio de 1990.

207
Martín Hernández

La oposición de la población a la restauración del capitalismo por un lado, y el


repudio a la burocracia por el otro, dieron las bases para la política engañosa y de-
magógica de la burocracia restauracionista.
Nahuel Moreno había previsto esta maniobra de la burocracia restauracionista.
En su libro Dictadura revolucionaria del proletariado decía:

La burguesía restauracionista jamás va a plantear que se le devuelvan las fábricas a


sus antiguos dueños (...) Porque esa burguesía restauracionista no será la vieja bur-
guesía, sino la amplia mayoría de los tecnócratas, la burocracia, la aristocracia obrera
y koljoziana. Estos sectores aspirantes a burgueses plantearán, muy posiblemente, que
las fabricas dejen de ser del “estado totalitario” y que “pasen a manos de los obreros”
como propiedad de cooperativas de trabajadores.

Y fue exactamente así como ocurrió. Por ejemplo en Polonia, durante varios años,
la privatización de las empresas estatales se hizo prácticamente con las mismas pala-
bras que Moreno había previsto. La consigna fue: Las fábricas para los trabajadores.
Pero las mentiras de la burocracia no se limitaron a eso. Los discursos y textos
de Gorbachov, permanentemente hacían referencia a Lenin. Así, por ejemplo, Gor-
bachov decía que el líder de la Revolución de Octubre era la (...) fuente ideológica de
la Perestroika.
En una oportunidad se le preguntó al cerebro de la Perestroika, Alexandre Yáko-
vlev, por qué ellos citaban tanto a Lenin y éste no tuvo vergüenza en responder: Si hoy
en día seguimos citando a Lenin es para tener una cierta credibilidad ante la opinión
pública.[21]
Siguiendo con este mismo tipo de maniobras, cuando la burocracia restauracio-
nista no pudo ocultar más sus íntimas relaciones con el capitalismo, su nuevo argu-
mento fue que no estaban marchando en dirección a la restauración, sino que sólo
estaban haciendo algunas concesiones al capitalismo, similares a las que Lenin había
hecho a partir de 1921 con la NEP (Nueva Política Económica).
En realidad la burocracia soviética no estaba inventando nada. A partir de 1978,
con ese mismo discurso la burocracia china había iniciado la restauración del capi-
talismo en su país.
Este argumento (que actualmente también es usado Fidel Castro) sirvió de dis-
culpa a la izquierda reformista para justificar todas las medidas tomadas por las bu-
rocracias restauracionistas.
A nivel del trotskismo ese argumento provocó una enorme confusión. Así, mien-
tras Gorbachov decía que estaba haciendo las mismas concesiones que había hecho
[Lenin] en 1921, Mandel quiso ser “más papista que el Papa” y señaló que las medi-
das tomadas por Gorbachov (...) tendrán menos importancia que la Nueva Política
Económica (NEP) bajo el gobierno de Lenin y no conducirán a la restauración del ca-
pitalismo (...).[22]
[21] Yákovlev, Alexandre, Lo que queremos hacer con la Unión Soviética, Alianza Editorial, Madrid, 1991, pág. 97.
[22] Mandel, Ernest, ¿Hacia dónde va la URSS de Gorbachov?, Distribuciones Fontamara, México, 1991, pág. 105.

208
El Veredicto de la Historia

Este hábil argumento del cual se valió la burocracia para restaurar el capitalismo
llegó a confundir no sólo a los sectores revisionistas del trotskismo, sino también a
los principistas. En 1986 se le preguntó a Nahuel Moreno: ¿Podría asimilar el actual
giro chino a la NEP? Y él respondió: Sí, pero una NEP con concesiones mucho más gra-
ves y sin el control democrático del movimiento obrero que existía en la Unión Sovié-
tica bajo Lenin y Trotsky (...) En el caso de China, es una NEP dirigida por Bujarin, es
decir por el ala derecha del Partido Bolchevique.[23]
El carácter social del Estado chino es una cuestión sumamente polémica, pero
para nosotros, que consideramos que en China desde hace mucho tiempo no existe
más un estado obrero burocratizado, resulta evidente que Moreno cometió un error.
Lo que ocurría en China en 1986 no tenía nada que ver con la NEP, ni de iz-
quierda ni de derecha. Para entender esto es necesario ver que fue en China, y no en
la URSS, donde se inició la restauración del capitalismo. El salto cualitativo que se
dio en la URSS a partir del Congreso del PCUS de febrero-marzo de 1986, en China
se dio en diciembre de 1978, en el Tercer Plenario del 11º Comité Central del Par-
tido Comunista Chino. Es a partir de esa reunión que va a llevar a la práctica las
Cuatro Modernizaciones, que fue algo así como una Perestroika anticipada.
A partir de 1978, en China no se estaban haciendo concesiones al capitalismo, por
el contrario, se lo estaba restaurando, que es una categoría completamente diferente.
La NEP de Lenin y Trotsky significó una enorme concesión al capitalismo. Para
dar una idea, ya en el primer período de la NEP, el 38% de todos los medios de pro-
ducción quedaron en manos privadas y en el campo ese porcentaje llegó al 96%,
pero estas concesiones al capitalismo, si bien traían aparejados muchos peligros, te-
nían como objetivo aumentar la producción y fortalecer el estado obrero.
Tanto Lenin como Trotsky eran conscientes de estos peligros: Sabíamos de ante-
mano, y nunca lo habíamos ocultado, que los procesos económicos que se desarrollan
en nuestro país encierran estas contradicciones porque significan la lucha entre dos
sistemas –socialismo y capitalismo– que se excluyen entre sí.[24]
Respecto de este tema Lenin se preguntaba: ¿Quién vencerá a quién? Pero el Es-
tado obrero, que hacía estas concesiones al capitalismo, no era neutral en esa lucha
que se desarrollaba en su interior, y mucho menos se colocaba del lado del capita-
lismo. De allí que esas concesiones tuvieran límites claros. Por ejemplo, nunca afec-
taron el monopolio del comercio exterior y el control de la banca por parte del
Estado. El comercio exterior está completamente socializado y su monopolio por el Es-
tado es un principio inmutable de nuestra economía política (...) Los bancos y, en ge-
neral, todo el sistema de crédito está socializado al 100%.[25]
Las “concesiones” llevadas a cabo por los estados que tienen al frente una buro-
cracia restauracionista, no tienen nada que ver con esto.

[23] Moreno, Nahuel, Conversaciones con Nahuel Moreno, Ediciones Antídoto, Buenos Aires, 1986, pág. 88.
[24] Trotsky, León, ¿Adónde va Rusia?, pág. 33.
[25] Ídem, pág. 69.

209
Martín Hernández

Fueron “concesiones” hechas con el objetivo de desmontar el estado obrero. Por


eso, rápidamente, acabaron con el monopolio del comercio exterior, con la econo-
mía planificada y con las empresas estatales. De allí que el argumento de todos los
restauracionistas, de que estarían haciendo lo mismo que Lenin con la NEP, no va
más allá de una burda mentira dirigida a una población que quería superar las pe-
nurias económicas, pero no quería la vuelta al capitalismo.

210
¿La restauración fue pacífica?

Trotsky afirmaba que la restauración del capitalismo sólo podría darse en forma
sangrienta y, más aún, decía que pensar en una vía pacífica para la restauración sería
una especie de “reformismo al contrario”.
Sin embargo, en la ex URSS la burguesía retomó el poder e inició la restauración
del capitalismo sin derramar una sola gota de sangre. Este hecho, denominado de
“restauración pacífica del capitalismo”, ha sido sin dudas un gran factor de confusión
en el interior del movimiento trotskista. Así surgieron los que se aferraron en forma
casi religiosa a los pronósticos de Trotsky y dicen, hasta hoy, que no hubo violencia
contrarrevolucionaria y por eso no se ha restaurado el capitalismo en la ex URSS. Por
otro lado están los que dicen que sí hubo restauración y eso muestra el fracaso del
programa trotskista.
Una discusión particular sobre este tema deberemos hacer respecto del conjunto
de los ex estados obreros en donde se restauró el capitalismo. ¿Pero es verdad que la
restauración del capitalismo en la ex URSS se hizo sin violencia contrarrevolucio-
naria? No, no es verdad.
La restauración del capitalismo en Rusia no puede ser vista como un aconteci-
miento coyuntural. Ésta fue parte de un proceso histórico.
La lucha del capitalismo mundial, en pos de la restauración, comenzó al día si-
guiente que la clase obrera tomó el poder, en 1917. Primero fue por medios políti-
cos y después por la vía militar. La burguesía rusa desplazada del poder desató una
guerra civil que contó con el apoyo político y militar de la mayoría de las grandes po-
tencias del mundo.
La burguesía no consiguió restaurar el capitalismo con la guerra civil, pero dejó
la economía y a la clase obrera semidestruidas, igual que al partido bolchevique, ya
que la mayoría de sus cuadros murió en los campos de batalla. Esto, junto con el re-
troceso de la revolución mundial, abrió camino al surgimiento del estalinismo, que
se apoderó del poder y, con su política de colaboración con la burguesía, llevó ade-
lante una masacre mayor que la que se produjo durante la guerra civil.
Stalin le prestó enormes favores a la burguesía, pero ésta no los consideró sufi-
ciente. Hasta que los derechos del capital no fueron reestablecidos en la URSS, ella
siguió considerando ese estado como un enemigo irreconciliable. Por eso Hitler in-
vadió la URSS y por eso, después de la Segunda Guerra Mundial, los aliados pensa-
ron hacer lo mismo.
Es cierto que Hitler fue derrotado y que los aliados no consiguieron invadir la URSS
por el temor a la reacción que eso provocaría, en primer lugar, entre sus propios sol-

211
Martín Hernández

dados, pero también es cierto que el prestigio ganado por los trabajadores y el pueblo
ruso, en su lucha victoriosa contra el nazismo, fue capitalizado por Stalin, quien usó
ese prestigio contra los propios trabajadores. Así se fueron creando las condiciones
para una restauración “pacífica”, que costó la vida de más de 50 millones de personas.

La cuestión de la violencia a la hora de tomar el poder

De cualquier manera, aunque se entienda este proceso desde el punto de vista


histórico, aún queda una cuestión por resolver: ¿Por qué la burguesía en el momento
concreto que retomó el poder, no precisó apelar a la violencia contrarrevoluciona-
ria? ¿Por qué, en febrero-marzo de 1986 se pasó en forma “pacífica” de un estado
obrero burocratizado a un estado burgués?
Respecto del tema de la restauración, Moreno decía refiriéndose a China:

El peligro de retorno (al capitalismo) existe, pero sólo se puede realizar a través de un
proceso político: una contrarrevolución que devuelva el poder a la burguesía y al im-
perialismo (...). El ejemplo reciente del Cono Sur latinoamericano es muy ilustrativo
(...) En 1976, para poder imponer el plan Martínez de Hoz, la burguesía argentina
tuvo que recurrir a un golpe de Estado y una dictadura que masacrase a la vanguar-
dia del movimiento de masas. (…) El paso del poder de una clase a otra requiere con-
mociones de este tipo, pero en escala incomparablemente mayor. La introducción
de elementos capitalistas en China genera una dinámica contrarrevolucionaria, pero
la burguesía sólo podrá volver al poder mediante una contrarrevolución armada que
aplaste al movimiento de masas.[26] (Subrayados nuestros).

Posiblemente fue este tipo de razonamiento el que más contribuyó para impe-
dirnos ver que la burguesía había retomado el poder en China, a partir del año 1978,
y que había iniciado la restauración del capitalismo en ese país, y fue también este
tipo de razonamiento el que nos impidió ver que, a partir de febrero marzo de 1986,
también la burguesía había retomado el poder en la ex URSS e iniciado la restaura-
ción del capitalismo. Como en China, ni antes ni después de diciembre de 1978, o
en Rusia, ni antes ni después de febrero-marzo de 1986 existió una represión gene-
ralizada, llegamos a la conclusión de que no se estaba produciendo ningún cambio
cualitativo. De esta forma, los cambios políticos y económicos que sí identificamos,
fueron vistos por nosotros como intentos modernizadores de la burocracia o como
una nueva NEP.
Moreno decía en 1986 algo que en ese momento parecía incuestionable para
todos los que seguíamos las ideas de Trotsky: Si para retroceder a nivel del régimen
(de una democracia burguesa a una dictadura) fue necesaria una gran represión, para
retroceder a nivel del Estado (de un estado obrero burocratizado a un estado bur-
gués) esa represión tenía que ser cualitativamente mayor. Sin embargo, es necesario
sacar todas las conclusiones de lo que hemos dicho anteriormente: la restauración

[26] Moreno, Nahuel, Conversaciones con Nahuel Moreno, Ediciones Antídoto, Buenos Aires, 1986, págs. 86 y 87.

212
El Veredicto de la Historia

del capitalismo es un hecho inédito y así, cuando la restauración se dio, pudimos


comprobar que las previsiones de Trotsky, en lo esencial se vieron confirmadas por
la realidad, pero esta propia realidad se mostró más rica que sus pronósticos.
Trotsky previó, correctamente, que si la burocracia se mantenía en el poder, la
restauración del capitalismo era inevitable; que había dos posibles caminos para la
restauración: por la vía de un partido contrarrevolucionario o por la vía de la pro-
pia burocracia, y finalmente previó que no podría haber restauración pacífica del ca-
pitalismo. Sin embargo, Trotsky hizo dos previsiones diferentes y contradictorias
entre sí en lo que se refiere a la concreción de la restauración a manos de la buro-
cracia, y esta cuestión adquiere hoy una importancia especial porque fue la buro-
cracia, y no cualquier partido contrarrevolucionario burgués, quien restauró el
capitalismo. En La revolución traicionada señala: La burocracia soviética ha expro-
piado políticamente al proletariado (...) Los medios de producción pertenecen al Estado. El
Estado “pertenece” en cierto modo, a la burocracia. Si estas relaciones completamente nue-
vas se estabilizaran, se legalizaran, se hicieran normales, sin resistencia o contra la resis-
tencia de los trabajadores, concluirían por liquidar completamente las conquistas de la
revolución proletaria.[27] Así, Trotsky levantó la hipótesis de que la burocracia restau-
rara el capitalismo “sin resistencia” de los trabajadores, que es lo que ocurrió. Sin
embargo Trotsky, en escritos posteriores, va a dejar de lado este pronóstico.
En una polémica con Iván Craipeau,[28] éste señala: (...) el camarada Trotsky vis-
lumbra (para el futuro) la posibilidad de transición del Estado obrero hacia el Estado
capitalista sin intervención militar.[29] Y Trotsky le responde: Sin guerra civil victo-
riosa, la burocracia no puede dar origen a una nueva clase dominante. Esta siempre
fue y continúa siendo mi convicción.[30]
La realidad mostró que en esto Trotsky se equivocó; sin embargo, las elaboracio-
nes de Trotsky sobre la degeneración del Estado obrero fueron tan geniales que este
error de pronóstico sólo se puede entender a partir de esas propias elaboraciones.
Trotsky, en varias oportunidades,[31] señaló que a pesar de las diferencias desde el
punto de vista de clase, había una similitud muy grande entre el fascismo y el estali-
nismo. La diferencia estaba en que la burocracia fascista y la burocracia estalinista es-
taban al frente de Estados que tenían un origen completamente diferente. Los estados
fascistas (Alemania e Italia) eran producto del triunfo de la contrarrevolución y el es-
tado obrero era producto de la revolución. Pero en esas dos experiencias, fascismo y
estalinismo, había una importante similitud: al frente de ambas existía una burocra-
cia que se elevaba por encima de la sociedad y tenía un poder dictatorial sobre el con-
junto de las instituciones, y sobre las masas. En otras palabras, los Estados fascistas y
[27] Trotsky, León, La revolución traicionada, Editorial Fontamara, Barcelona, pág. 235.
[28] Craipeau, Iván (1911-2001) era un trotskista francés que polemizó largamente con Trotsky acerca del carác-
ter social de la URSS y de la burocracia. Él estaba en contra de Trotsky cuando éste afirmaba que la URSS conti-
nuaba siendo un estado obrero y que la burocracia no era una clase social. Craipeau rompió con el movimiento
trotskista en 1948.
[29] Trotsky, León, “Una vez más: la Unión Soviética y su defensa”, de En defensa del marxismo, Proposta Edito-
rial, São Paulo, pág. 218.
[30] Ídem.
[31] Ver En defensa del marxismo.

213
Martín Hernández

estalinistas, siendo diferentes desde el punto de vista de clase, tenían regímenes simi-
lares. Trotsky le dio mucha importancia a esta comparación. Polemizando con los que
opinaban que la URSS no era más un estado obrero decía que éstos no entendían que
la URSS, desprovista de su carácter de clase, no era otra cosa que un estado fascista.
¿Exageró Trotsky al hacer esta comparación? Creemos que no, ya que si hay algo que
caracteriza al fascismo es que desarrolla métodos de guerra civil contra los trabajado-
res y el pueblo (especialmente contra su vanguardia más esclarecida). En este sentido,
los números indican que el estalinismo no sólo fue igual al fascismo sino que posi-
blemente, en este terreno, fue peor; como mínimo esto vale cuando se lo compara con
el fascismo italiano. En torno a esta cuestión hay un segundo problema que en esta dis-
cusión cobra gran importancia. ¿Cuánto tiempo duró el régimen estalinista (es decir,
fascista) en la ex URSS?
Sobre esta cuestión hay una diferencia entre los marxistas occidentales y los mar-
xistas de la ex URSS. En Occidente hablamos de “estalinismo” para referirnos al régi-
men que se inaugura con Stalin y culmina con la caída del PCUS en los inicios de la
década del 90. Y en la ex URSS se refieren al estalinismo como el período que va desde
la subida de Stalin al poder hasta su muerte, o hasta el XX Congreso del PCUS.[32]
En esta cuestión creemos que es más correcto el criterio usado por los marxistas
occidentales, ya que el “estalinismo” no es sólo un tipo de gobierno sino también de
régimen. Visto así, es correcto decir que el estalinismo, como tipo de gobierno, acaba
en el XX Congreso del PCUS pero, como régimen (de partido único) se mantiene
hasta inicios de los años 90. Este debate es importante para determinar el carácter
del régimen que existía en la ex URSS cuando se restauró el capitalismo.
Sobre la base de esta elaboración de Trotsky resulta más fácil entender por qué
se hace la restauración en forma “pacífica” en la ex URSS. La burocracia, para hacer
la restauración, no necesitó dar un golpe como el de Videla en la Argentina, porque
tenía en sus manos algo mucho mejor: un régimen similar al fascista que aplastó a
la clase obrera por décadas. Confirmando el paralelo que hacía Trotsky entre el fas-
cismo y el estalinismo es necesario ver que el fascismo sólo pudo ser derrotado por
medio de una movilización y una guerra a nivel mundial. A su vez el estalinismo, que
logró aplastar todas las revoluciones que lo enfrentaron (Alemania Oriental, Hun-
gría, Checoslovaquia y Polonia) sólo pudo ser derrotado por medio de una expe-
riencia inédita en la lucha de clases a nivel mundial: una revolución, de carácter
internacional, que abarcó los principales países de Europa del Este y que contó con
la simpatía de la mayoría de las masas a nivel mundial.
Decíamos al principio que la restauración era un hecho inédito, y como tal lo te-
nemos que estudiar. Ésta nos ha planteado nuevos problemas teóricos y programá-
ticos. Uno de ellos es el que acabamos de desarrollar. La realidad nos ha mostrado,
contra de todas nuestras previsiones, que fue más fácil cambiar el carácter de un es-
tado (de obrero a capitalista) que un régimen (de fascista o semifascista a democrá-
tico-burgués).
[32] Stalin murió en 1953. En 1956 se realizó el XX Congreso del PCUS, y en él Nikita Kruschev, su secretario
general, presentó su Informe Secreto, en el cual denunciaba los crímenes de Stalin.

214
Medio siglo de victorias tácticas
y derrotas estratégicas

¿Cómo explicar que cuando en los años 1993, 1994 o 1995 todos los datos de la
realidad indicaban que la restauración se había consumado, en las filas del movi-
miento trotskista se seguía afirmando que el capitalismo no había sido restaurado?
Y más aún, ¿cómo explicar que en el interior del movimiento trotskista, hasta hoy,
sigan existiendo corrientes que dicen que la ex URSS continúa siendo un estado
obrero?
Sería en vano tratar de encontrar una respuesta objetiva. Es necesario entender
que el más objetivo de los análisis siempre va a tener una carga de subjetividad, y es
evidente que a los trotskistas nos ha resultado difícil ser objetivos para analizar los
ex estados obreros, y en especial la ex URSS.
El estalinismo siempre se presentó como el gran defensor de la URSS y presentó
a los trotskistas como contrarrevolucionarios, enemigos del estado obrero, agentes
de la CIA, etc. Sin embargo, la realidad ha sido muy diferente. Mientras los estali-
nistas destruían los estados obreros, los trotskistas dieron sus vidas en defensa de la
URSS y colocaron todas sus esperanzas en su regeneración revolucionaria, y, por
eso, no nos resultó fácil aceptar que ya nada quedaba de las conquistas de la Revo-
lución de Octubre.
Pero este aspecto emocional, por decirlo de alguna forma, también fue alimen-
tado por una comprensión parcialmente equivocada de los acontecimientos de la
lucha de clases en la segunda mitad del siglo XX.
Junto con Nahuel Moreno hemos dicho, en múltiples oportunidades, que vivimos
Treinta años de grandes victorias revolucionarias,[33] ya que a partir de 1943, con la
derrota del nazismo en Stalingrado (...) nos encontramos con el mayor ascenso revo-
lucionario conocido,[34] y que (...) en líneas generales, lo único que sobrevive son gran-
des triunfos revolucionarios.[35] Junto con eso dijimos que los estados obreros que
existían en ese momento, aunque burocratizados, eran (...) colosales victorias del mo-
vimiento obrero y de masas a nivel mundial.[36] ¿Cómo explicar entonces, que en una
etapa en donde lo único que sobrevive son los grandes triunfos revolucionarios, se
pierdan estas colosales victorias del movimiento obrero y de masas a nivel mundial?
[33] Moreno, Nahuel, Actualización del Programa de Transición, CS Editora, São Paulo, pág. 26.
[34] Ídem, pág. 11.
[35] Intervención de Nahuel Moreno en el Congreso Mundial de la LIT del año 1985 - Correo Internacional Nº 53,
marzo de 1991.
[36] Moreno, Nahuel, Actualización del Programa de Transición, CS Editora, São Paulo, pág. 29.

215
Martín Hernández

Esto era una contradicción, e hizo que en forma inconsciente hayamos inten-
tado superarla tratando de acomodar la realidad a nuestros esquemas de análisis.
De esta forma hemos afirmado, durante varios años, que no había restauración, que
se trataba de una nueva NEP, o que la restauración estaba empantanada.
¿Pero hubo realmente una grave contradicción entre lo que ocurrió en la segunda
mitad del siglo XX y la restauración del capitalismo? No, no la hubo. La contradic-
ción no estaba en la realidad sino en nuestros análisis.
Hemos acertado al decir que en la etapa abierta en 1943 se daba el mayor as-
censo revolucionario de la historia. Sólo este colosal ascenso puede explicar que un
tercio de la humanidad haya expropiado a la burguesía. También hemos acertado al
afirmar que esos estados burocratizados eran una victoria colosal de la clase obrera
a nivel mundial. Pero nos equivocamos al decir que prácticamente lo único que
triunfaba y que sobrevivía eran los triunfos revolucionarios. La realidad nos ha mos-
trado lo contrario. Visto el mundo en la perspectiva de la revolución socialista in-
ternacional (que es como todo marxista la tiene que ver), a partir de 1943 es verdad
que se consiguen grandes victorias revolucionarias, pero éstas tuvieron un carácter
táctico, mientras las derrotas, que fueron muchas, tuvieron un carácter estratégico.
Visto el mundo de esta manera no hay nada de contradictorio que dentro de esta
etapa de gran ascenso se dé la restauración del capitalismo en la ex URSS y en los
otros estados obreros.
Esta etapa de la lucha de clases se abrió con una gran victoria, la derrota del na-
zismo en Stalingrado en el año 1943, pero también nació con una gran derrota, ésta
de carácter estratégico: la disolución, en ese mismo año, de la III Internacional, con
la cual se dio un golpe mortal al internacionalismo proletario que, a pesar de la bu-
rocratización de la III, aún sobrevivía en la conciencia de la clase obrera mundial.
Después de la Segunda Guerra Mundial se dieron importantes triunfos revolu-
cionarios. Entre ellos la expropiación del capitalismo en el Este europeo, en Viet-
nam, en Corea y en China, el país más poblado del planeta. Sin embargo, por el
papel de sus direcciones, estos triunfos, a diferencia de la Revolución Rusa, no se
transformaron en palancas de la revolución mundial. Por eso fueron, tal como lo
señaló Nahuel Moreno, victorias de carácter táctico: (...) la expropiación de la bur-
guesía y de los latifundistas nacionales es una cuestión táctica para la dictadura revo-
lucionaria del proletariado.[37]
Pero también en este período se dio una importante derrota. Stalin pactó una di-
visión del mundo con el imperialismo y a partir de allí le entregó a la burguesía el
poder en dos países centrales: Italia, Grecia y Francia. En este último país (en donde
Marx había previsto que comenzaría la revolución socialista) los obreros, dirigidos
por el Partido Comunista, habían encabezado la resistencia a la ocupación nazi, y
después que el nazismo fue derrotado, Stalin los obligó entregar sus armas a la bur-
guesía y así se perdió la oportunidad de que la revolución socialista llegase al centro
[37] Ídem, pág. 6.

216
El Veredicto de la Historia

del imperialismo y de la clase obrera mundial. Como resultado de esta política, la


clase obrera europea entró en un profundo reflujo. Fue sin duda una derrota estraté-
gica. Trotsky llegó a la conclusión de que era necesario hacer una nueva revolución
en la URSS, de carácter político y no social, para expulsar a la burocracia del poder.
Este proceso comenzó en 1953 en Alemania Oriental con las huelgas de los obreros
de Berlín, después continuó en Hungría, en Polonia, en Checoslovaquia y nueva-
mente en Polonia. Fueron una serie de batallas estratégicas en la cual estaba en juego
la dirección de la clase obrera a nivel mundial y, a partir de allí, la batalla final con-
tra el imperialismo. Fueron, en ese sentido, las más estratégicas de todas las batallas,
pero terminaron en profundas derrotas y, de esa forma, dejaron postrada a la clase
obrera y al pueblo de esos países.
Finalmente es necesario recordar que en esta etapa se da la destrucción de la IV
Internacional. Para muchos, éste puede parecer un hecho de menor importancia,
pero no es así. La fundación de la IV Internacional fue la más importante de todas las
tareas que llevó adelante Trotsky. La destrucción de la IV Internacional, por lo tanto,
no puede ser considerada un hecho menor y eso se expresó, trágicamente, en los úl-
timos acontecimientos del Este europeo. Cuando las masas de los ex estados obreros
se alzaron y derribaron a las burocracias restauracionistas, no tuvieron ninguna op-
ción revolucionaria al frente. Ése era el papel reservado para la IV Internacional pero
ésta, lamentablemente, estaba destruida.
Decir que la etapa de mayor ascenso de la historia fue también una etapa de de-
rrotas estratégicas hoy en día puede parecer un aporte novedoso pero, en realidad,
este es un concepto que Moreno, basándose en las elaboraciones de Trotsky, desa-
rrolló con bastante profundidad.

A partir de la primera guerra imperialista, al iniciarse la época de crisis definitiva del


imperialismo y el capitalismo, la época de la revolución socialista, cambian las rela-
ciones causales de los acontecimientos históricos. Con relación a las grandes épocas
históricas y al desarrollo normal de las sociedades, el marxismo ha sustentado que el
hilo de continuidad, que explica todos los fenómenos, son los procesos económicos.
Pero, en una época revolucionaria y de crisis, esa ley tiene una refracción particular,
que invierte las relaciones causales, transformando el más subjetivo de los factores –
la dirección revolucionaria– en la causa fundamental de todos los otros fenómenos,
inclusive los económicos (...) una consecuencia histórica fundamental de esa inversión
en la línea causal de los acontecimientos históricos se va a reflejar en la dialéctica de
las victorias y derrotas del proletariado mundial (...) Podemos formular esta ley de la
siguiente manera: mientras que el proletariado no supere su crisis de dirección revo-
lucionaria, no conseguirá derrotar al imperialismo mundial y, como consecuencia,
todas sus luchas estarán plagadas de triunfos que nos llevarán inevitablemente a
derrotas catastróficas (...) Mientras que los aparatos contrarrevolucionarios sigan
controlando el movimiento de masas, toda victoria revolucionaria se transformará
inevitablemente en derrota.[38] (Subrayados nuestros).

[38] Moreno, Nahuel, Actualización del Programa de Transición, CS Editora, São Paulo, págs. 11, 12 y 13.

217
Martín Hernández

Analizando la segunda mitad del siglo XX con este análisis de Moreno (y no el


anterior al que ya nos referimos) todo queda más claro, incluso la restauración del
capitalismo.
A partir de 1943 se dan grandes triunfos revolucionarios, pero se mantiene y se
profundiza la crisis de dirección revolucionaria, y esto llevó, en reiteradas oportu-
nidades, a las derrotas catastróficas de las que hablaba Moreno (que ahora estamos
denominando “derrotas estratégicas”), y son justamente esas derrotas las que fueron
creando las condiciones para la restauración del capitalismo.
La expropiación del capitalismo en un tercio de la humanidad fortaleció a los es-
tados obreros pero sólo en un sentido coyuntural, ya que esos estados no fueron
puestos al servicio de la revolución socialista mundial. Por otra parte, el acuerdo
contrarrevolucionario de Stalin con el imperialismo mundial y, especialmente, la
entrega del poder en los países centrales dejó aislados a esos mismos estados obre-
ros que ya en la década del 60 comenzaron un declive económico permanente. Los
Estados del Este, frente a su crisis tenían dos alternativas: retomaban el camino de
la Revolución Rusa, es decir el camino de la revolución mundial, o se orientaban en
dirección a la restauración. El primer camino sólo se podía dar pasando por encima
del cadáver de la burocracia. Esta posibilidad estuvo planteada en las revoluciones
de Alemania Oriental, de Hungría, de Polonia y de Checoslovaquia. Pero estas re-
voluciones fueron aplastadas por la burocracia y, de esa forma, el camino a la res-
tauración quedó allanado.

218
La verdad del lado de Trotsky

Muchos “trotskistas”, después de la restauración del capitalismo en la ex URSS,


abandonaron el movimiento con el argumento de que Trotsky se había equivocado.
Las viejas y las nuevas generaciones de marxistas deben releer la obra de Trotsky,
en especial La revolución traicionada, y hacer su propio juicio para ver si Trotsky se
equivocó o, por el contrario, como opinamos nosotros, en esta cuestión no sólo fue
brillante sino genial.
Resulta difícil dar un marco a los hechos actuales si no los localizamos a partir
de la polémica que comenzó en 1924 entre Trotsky y Stalin.
Después de la muerte de Lenin, en el otoño de 1924, Stalin comenzó a hablar de
“socialismo en un solo país”. Hoy, ese tipo de teoría no sorprendería a nadie, dado
que la mayoría de la izquierda defiende alguna variante de “socialismo nacional”.
Sin embargo, en ese momento, la teoría de Stalin significó una lamentable novedad
para el conjunto del marxismo, que sólo concebía el socialismo desde el punto de
vista internacional.
Trotsky, armado con la Teoría de la Revolución Permanente, combatió desde un
primer momento las ideas de Stalin y, por dar este combate fue acusado de agente
del imperialismo, de no confiar en la revolución, de no confiar en la clase obrera, en
los campesinos, etc., etc.
Evidentemente Trotsky nunca defendió que la revolución no podía triunfar a
nivel nacional (entre otras cosas porque él había sido uno de los máximos dirigen-
tes de la Revolución Rusa). Lo que él defendía es que un país atrasado como Rusia
no podía llegar al socialismo en forma aislada, que es una cosa diferente.
Por el contrario, Stalin no sólo defendía que la URSS, en forma aislada, podría
llegar al socialismo, sino que opinaba que la URSS ya era socialista. De esta forma,
la teoría de Stalin no sirvió sólo para justificar la política de coexistencia pacífica
con el imperialismo, sino también para crear una enorme confusión en la cabeza de
la izquierda y el proletariado mundial sobre los objetivos de nuestra lucha, confu-
sión que se mantiene hasta hoy, incluso en las filas del trotskismo.
Stalin vulgarizó el ideal socialista. Hasta Stalin, para todo el marxismo, socia-
lismo era sinónimo de un régimen superior al capitalismo en todos los terrenos. A
partir de Stalin, el socialismo comenzó a ser identificado con la socialización de la
miseria.
Socialismo era entendido por Marx como la primera fase del comunismo. Aque-
lla en que aún los trabajadores no pueden recibir los productos de acuerdo con su

219
Martín Hernández

necesidad ni pueden trabajar de acuerdo con su capacidad, pero que era superior en
todos los terrenos al capitalismo.
El gobierno de Stalin decía: No nos encontramos aún, naturalmente, en el comu-
nismo completo, pero ya realizamos el socialismo, es decir el estadio inferior del co-
munismo.[39]
Coherente con su idea de que el socialismo sería una fase superior al capitalismo,
Marx no esperaba que la primera revolución triunfase en la atrasada Rusia sino en
la avanzada Francia, pero la historia nos jugó una mala pasada. El desarrollo desigual
de la economía mundial hizo que los países atrasados no se pudiesen desarrollar
más sobre bases capitalistas. Uno de esos países era Rusia, en donde triunfó la pri-
mera revolución socialista, y este hecho no previsto por Marx estableció una enorme
distancia entre el triunfo de la revolución socialista y el socialismo.
Para que Rusia llegara al socialismo necesitaba alcanzar y pasar a las mayores
potencias imperialistas, y para Trotsky esto era imposible por la simple razón de que
el mundo continuaba siendo dominado por el imperialismo. De esta forma, la ba-
talla por el socialismo en la URSS se dirimía no sólo en la arena nacional, sino fun-
damentalmente en la internacional. De allí que este considerase la teoría de Stalin,
de “socialismo en un solo país”, como una utopía reaccionaria.
Pero lo importante a señalar, para entender la genialidad de Trotsky, es que La re-
volución traicionada fue escrita en 1936, es decir, en momentos en que todos los
datos de la realidad parecían darle la razón a Stalin y no a él.
En esos años, el desarrollo de la Unión Soviética dirigida por Stalin era impre-
sionante. Trotsky habla de este tema en La revolución traicionada:

En los últimos diez años (1925-1935) la industria pesada soviética ha aumentado su


producción en diez veces (...) Durante los tres últimos años, la producción metalúr-
gica aumentó dos veces, la del acero y la del acero laminado cerca de dos veces y
media. En 1920, cuando se decretó el primer plan de electrificación, el país tenía 10
estaciones locales de una potencia total de 253.000 kilovatios. En 1935 ya había 95 es-
taciones locales con una potencia total de cuatro millones de kilovatios. En 1925, la
URSS, tenía el 11º lugar en el mundo desde el punto de vista de la producción de ener-
gía eléctrica; en 1935, sólo era inferior a Alemania y a los Estados Unidos. En la ex-
tracción de hulla, la URSS pasó del 10º lugar al 4º. En cuanto a la producción de
acero, pasó del 6º al 3º. En la producción de tractores ocupa el [primer] lugar [en el]
mundo. Lo mismo sucede con la producción de azúcar.[40]

Los resultados prácticos que se conseguían en la URSS provocaban una inmensa


conmoción en todo el mundo. Los intelectuales cantaban loas al “Guía genial de los
pueblos”. Los partidos comunistas a nivel mundial se masificaban, e incluso muchos
de los antiguos opositores de Stalin se autocriticaban y se declaraban sus fieles se-
guidores. Trotsky le dio una enorme importancia a estos números:
[39] Citado por Trotsky en La revolución traicionada, Editorial Fontamara, Barcelona, 1977, pág. 66.
[40] Ídem, pág. 33.

220
El Veredicto de la Historia

Los inmensos resultados obtenidos por la industria, el comienzo prometedor de un


florecimiento de la agricultura, el crecimiento extraordinario de las viejas ciudades in-
dustriales, la creación de otras nuevas, el rápido aumento del número de obreros, la
elevación del nivel cultural y de las necesidades, son los resultados indiscutibles de la
Revolución de Octubre, en la que los profetas del viejo mundo creyeron ver la tumba
de la civilización. Ya no hay necesidad de discutir con los señores economistas bur-
gueses: el socialismo ha demostrado su derecho a la victoria, no en las páginas de El
Capital, sino en una arena económica que constituye la sexta parte de la superficie del
globo; no en el lenguaje de la dialéctica, sino en el del hierro, del cemento y de la elec-
tricidad. Aún en el caso de que la URSS, por culpa de sus dirigentes, sucumbiera a los
golpes del exterior –cosa que esperamos firmemente no ver– quedaría, como prenda
del porvenir, el hecho indestructible de que la revolución proletaria fue lo único que
permitió a un país atrasado obtener en menos de veinte años resultados sin prece-
dentes en la historia.[41] Pero Trotsky no se dejó engañar por esos mismos núme-
ros: Caracterizar el éxito de la industrialización sólo por los índices cuantitativos, es
lo mismo que querer definir la anatomía de un hombre valiéndose únicamente de su
estatura, sin indicar el diámetro del pecho.[42] A pesar de su marasmo y su postración,
el capitalismo posee una enorme superioridad en la técnica, en la organización y en
la cultura del trabajo.[43] Y agregaba: Los coeficientes dinámicos de la industria so-
viética no tienen precedentes. Pero no bastarán para resolver el problema ni hoy ni
mañana. La URSS sube partiendo de un nivel espantosamente bajo, mientras que los
países capitalistas, por el contrario, descienden desde un nivel muy elevado.[44] Y para
mostrar esto daba varios ejemplos, entre ellos uno muy significativo: El consumo de
papel es uno de los índices culturales más importantes. En 1935 se fabricaron en la
URSS menos de cuatro kilos de papel por habitante; en los Estados Unidos más de 34
(contra 48 en 1928); en Alemania más de 47 kg.[45] Después de exponer ese tipo de
datos, Trotsky decía: El régimen soviético atraviesa actualmente una fase prepa-
ratoria en la que importa, asimila, se apodera de las conquistas técnicas y cultura-
les del Occidente. Los coeficientes relativos de la producción y del consumo
atestiguan que esta fase preparatoria está lejos de clausurarse; aún admitiendo la
hipótesis poco probable de un marasmo completo del capitalismo, esta fase durará
aún todo un período histórico. Tal es la primera conclusión de extremada impor-
tancia a la que llegamos (...)[46]

Pero para Trotsky, esta enorme desigualdad entre las grandes potencias capita-
listas y la URSS, que obligaba a ésta a apoderarse de los avances de las primeras,
obligaría al estado obrero a pagar un alto precio: [Cuanto] más tiempo esté la URSS
cercada de capitalismo, tanto más profunda será la degeneración de los tejidos socia-
les. Un aislamiento indefinido debería traer inevitablemente, no el establecimiento de
un comunismo nacional, sino la restauración del capitalismo.[47]
[41] Trotsky, León, La revolución traicionada, Editorial Fontamara, Barcelona, págs. 33 y 34.
[42] Ídem, pág. 38.
[43] Ídem, pág. 35.
[44] Ídem, pág. 34.
[45] Ídem, pág. 42.
[46] Trotsky, León, La revolución traicionada, Editorial Fontamara, Barcelona, pág. 44.

221
Martín Hernández

Por este tipo de declaraciones Trotsky fue violentamente atacado porque, según
sus críticos, no estaría confiando en el socialismo. Esos ataques no eran más que ca-
lumnias. Trotsky en quien no confiaba era en la burocracia. Por eso colocaba una
condición para la victoria: La clase obrera tendrá, en su lucha por el socialismo, que
expropiar a la burocracia, y sobre su sepultura podrá colocar este epitafio: “Aquí yace
la teoría del socialismo en un solo país”.[48] La clase obrera de la URSS no logró ex-
propiar a la burocracia y por eso lo que Trotsky en 1936 anunciaba que era inevita-
ble, en la década del 80 se transformó en una realidad. El capitalismo fue restaurado.
Trotsky, el enemigo mortal de la burocracia, supo diferenciar entre el estado
obrero burocratizado y su dirección. Por eso llamó a hacer una Revolución Política,
que mantuviera las conquistas de Octubre (la propiedad nacionalizada, la planifi-
cación económica central y el monopolio del comercio exterior) pero que expulsara
a la burocracia del poder y, más aún, señaló que si se restauraba el capitalismo esto
provocaría: (...) una baja catastrófica de la economía y de la cultura.[49] Este pronós-
tico de Trotsky se confirmó totalmente y, de esa forma, desmintió a no pocos “trots-
kistas” que después de la restauración llegaron a la conclusión de que los trabajadores
no tenían nada que defender del estado obrero burocratizado.
Por responsabilidad directa de la burocracia, la clase obrera mundial perdió las
últimas conquistas que quedaban de la Revolución de Octubre de 1917.
Sin embargo, es necesario ver que la burocracia soviética pagó un alto precio por
su traición. El aparato estalinista fue herido de muerte. De esta forma la clase obrera,
a nivel mundial, se libró del mayor obstáculo que tenía para avanzar en dirección a
su liberación.
Hoy en día vivimos una nueva etapa de gran ascenso: Irak, Venezuela, Ecuador,
Bolivia, Palestina y muchos más países son las pruebas de lo que decimos y ese nuevo
ascenso no está más ante la necesidad de enfrentar al poderoso aparato estalinista.
Sin embargo, no estamos frente a un “camino de rosas”. En la cabeza de los nuevos
luchadores reina una enorme confusión y todo tipo de prejuicios que vienen de los
procesos del Este, y eso dificulta la tarea de construir la dirección revolucionaria.
Más aún, existen nuevas organizaciones, con nuevas direcciones que encarnan esas
posiciones y se transforman así en importantes obstáculos para que las acciones re-
volucionarias de las masas continúen avanzando. ¿Podrán las masas vencer esos
nuevos obstáculos? No lo podemos saber. La historia no está escrita de antemano.
Hay una batalla en curso y el tema es: ¿cuáles son las condiciones en que daremos
esa batalla? Y esta pregunta precisa ser respondida sin ambigüedades. Las condi-
ciones, sin el aparato estalinista de por medio, son enormemente más favorables a
la clase obrera y a las masas. Entonces, sin duda, podemos decir: tenemos derecho
a ser optimistas.

[47] Ídem, pág. 281.


[48] Ídem.
[49] Ídem, pág. 237.

222
PARTE 5

Debate con los dirigentes cubanos


(transcripción del año 2001)

223
Debate con la delegación cubana en el
Foro Social Mundial - Porto Alegre, 2001

Intervención inicial de Martín Hernández

Este tema que vamos a tratar en este taller es muy importante y por eso pienso que fue
un error de los organizadores de este Foro que la cuestión de Cuba no haya sido abordada,
en toda su profundidad, en las conferencias centrales.
Digo esto por varias razones. En primer lugar porque tenemos el privilegio de contar
con la presencia, en este Foro, de varios dirigentes del Estado cubano, como es el caso de
Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional de Cuba, y también de otros com-
pañeros. Entonces era una oportunidad impar, para los miles de compañeros que están
participando de este evento, de hacer un profundo debate sobre Cuba. Lo estamos ha-
ciendo en este taller, pero eso no es suficiente.
¿Pero por qué era tan importante que este Foro discutiera Cuba? Porque este Foro So-
cial Mundial tiene la preocupación de responder a una serie de temas que preocupan a los
militantes sociales, políticos y sindicales. Son temas como el hambre, la violencia, la cues-
tión de la vivienda, el desempleo, la explotación. Son temas dramáticos porque todos es-
tamos viendo cómo poblaciones enteras son destruidas. Y el Foro justamente se reúne
para dar, o intentar dar una respuesta a estos problemas que enfrenta la humanidad y, en
este sentido, el ejemplo de Cuba no podía dejar de ser analizado.

La resolución de los problemas que nos preocupan

Cuba era uno de los países más pobres, más miserables de América Latina. Sin em-
bargo, la revolución cubana mostró que esos problemas, que no pudieron ser soluciona-
dos por los países de la región, e incluso varios de ellos ni siquiera pudieron ser
solucionados por las grandes potencias, como es el caso del desempleo, comenzaron a
ser solucionados con la revolución.
¡En Cuba, con la revolución, se acabó con el desempleo! ¡En Cuba, con la revolución,
se acabó con los problemas de la salud! En Cuba se conquistó la atención médica que
todos queremos, que es la atención médica para toda la población y no sólo para los pri-
vilegiados y, más aún, se hicieron avances impresionantes en el terreno de la investigación
médica y de la farmacología. Pero las conquistas no fueron sólo en el terreno de [la] me-
dicina. Sino en otros terrenos como la vivienda y la educación. Y esos avances tuvieron
sus reflejos en otras cuestiones, como es el caso del deporte.
Cuba, a posteriori de la revolución, se convirtió en una potencia mundial a nivel del
deporte. Muchos dicen que esto se debe a que el Estado cubano selecciona a los atletas,
les da una preparación intensiva, les aplican todo tipo de drogas y así consiguen compe-

225
Martín Hernández

tir de igual a igual con los EE.UU. Bueno, si fuese tan fácil, ¿por qué Brasil no hace lo
mismo? Ganaría montones de medallas olímpicas. ¿Por qué Francia no hace lo mismo?
¿Por qué Cuba es una potencia deportiva mucho más fuerte que Francia, España o In-
glaterra?
También podríamos hablar del analfabetismo. Hemos visto en los últimos cincuenta
años el crecimiento de la ignorancia. Del analfabetismo generalizado. Países que casi no
tenían analfabetismo, como la Argentina, hoy están con centenas de miles de analfabetos.
Por el contrario en Cuba, que era uno de los países con índices más altos de analfabe-
tismo, éste prácticamente ya no existe.
Entonces, Cuba merecía ser uno de los grandes puntos de este Foro. Porque Cuba
consiguió todo eso, no como producto de un milagro sino como consecuencia de una re-
volución. De una revolución que no se conformó con derrotar a la dictadura de Batista.
Que avanzó mucho más. Rompió con el imperialismo, rompió con el capitalismo. Los
expropió y de esa forma colocó el conjunto de la economía al servicio del país. Se hizo una
economía estatal y planificada, y eso es lo que explica ese aparente “milagro”.
Lo interesante es que la mayoría de los que dirigen este Foro nos dicen: “Hoy en día,
pretender hacer lo que hizo Cuba en la década del 60 es una utopía”. Bueno, discutamos.
Yo creo que intentar hacer en cualquier país, lo que se hizo en Cuba a partir de 1959, es
una tarea difícil. Nadie puede pensar que acabar con el hambre y con el desempleo es una
tarea fácil. Hacer la revolución socialista no es una tarea fácil. Es sin duda una tarea difí-
cil. ¿Pero por qué utópica? Si la realidad demostró que se puede hacer.
Lo que es utópico es pensar que democratizando las Naciones Unidas, una organiza-
ción mundial controlada por el imperialismo, será posible llegar a la solución de esos pro-
blemas. Por ejemplo se dice que democratizando las Naciones Unidas todas las naciones
tendrían igualdad de condiciones. Es una idea fantástica. ¿Por qué? Porque los países opri-
midos del mundo son la gran mayoría, mientras que los países opresores son una mino-
ría. ¿Cuántas son las potencias imperialistas? Son unos siete u ocho, mientras que los
países oprimidos son más de cien. Entonces, pensar en una ONU democrática es pensar
que la mayoría de los países oprimidos impondría sus condiciones a las naciones opre-
soras. Sería fantástico. ¡Pero eso es imposible! Ninguna potencia imperialista renunciará
a sus intereses y, en ese marco, por más que se vote “democráticamente” lo que se quiera,
el imperialismo no va a aceptar ninguna condición. Esas Naciones Unidas “democráticas”
pueden votar la disolución del FMI. ¿Pero será que se va a disolver el FMI? Pueden votar
que los EE.UU. no explotan ni atacan a ningún pueblo. Pueden votar. ¿Pero será que los
EE.UU. van a aceptar esa votación? Yo pienso que eso es imposible. Por eso es completa-
mente utópico. Nunca se dio y no hay nada que indique que se va a dar. Y si no, mués-
trenme que algún país imperialista dejó de serlo a partir de una votación.
Por el contrario, dar la perspectiva de Cuba no tiene nada de utópico. Es una tarea di-
fícil, muy difícil. ¿Pero hay otro camino para acabar con el hambre y el desempleo? ¿Qué
país capitalista, o más aún, cuáles de las grandes potencias, con los EE.UU. a la cabeza, fue
capaz de acabar con el desempleo? Ninguno. Porque el desempleo es inherente al capita-
lismo. Mientras haya capitalismo habrá desempleo. Entonces yo digo, si defender la re-

226
El Veredicto de la Historia

volución cubana y la actualidad de esa experiencia es ser utópico, entonces, yo soy utó-
pico. Sin embargo, creo que no es así. Que defender la revolución cubana es ser realista.
Muy realista.

Ocurrió un cambio muy grande en Cuba

Sin embargo, y ése es el tema de este debate, lo que nosotros vemos es que hoy en día
hay un cambio muy grande en Cuba.
Esas conquistas tremendas de las que hablábamos, que se explican por la revolución,
por la expropiación del imperialismo y del capitalismo, hoy en día se están perdiendo en
Cuba. Muchas ya se han perdido. Otras se están perdiendo. Por ejemplo, el pleno empleo
que existía en Cuba hoy no existe más. Datos del año 1994 indicaban que ya había 160.000
desempleados, y que más de 400.000 trabajadores deberían ser relocalizados. Hay un de-
terioro creciente tanto de la salud como de la educación, dos áreas que eran orgullo de los
cubanos y de todos los revolucionarios que defendíamos y defendemos la revolución cu-
bana. Hay situaciones dramáticas que hoy existen en Cuba y que entristecen a los revo-
lucionarios que visitan la Isla, como es la vuelta, en gran escala, de la prostitución. ¿Por
qué digo que nos entristece? Porque esa lacra del capitalismo y de todas las sociedades de
clase, que es la prostitución, ese drama de las mujeres y hombres que se ven obligados a
vender su cuerpo frente a la necesidad de sobrevivir, era uno de los rasgos típicos de Cuba,
antes de la revolución. Yo creo que todos aquí saben que Cuba era conocida, en la época
de Batista, como el prostíbulo de los EE.UU. Los grandes magnates de los EE.UU. prac-
ticaban en Cuba algo que ahora se está desarrollando mucho en el Brasil, que el turismo
sexual. Y la revolución cubana acabó con eso. No porque fusilaron a las prostitutas, sino
porque las miles de mujeres que se prostituían no precisaron hacerlo más. Pues bien, ese
problema que había desaparecido con la revolución hoy está reapareciendo en Cuba con
mucha fuerza, a tal punto que el propio gobierno cubano, repetidamente habla de las
prostitutas, a las que se las conoce como “jineteras”.
¿Pero qué es lo que explica esta nueva situación en Cuba? Sobre estas cuestiones que
he informado no hay muchas discusiones. Estos datos no son polémicos. Por otra parte,
en relación con esto, les quiero hacer una aclaración. Todos los datos que presento en este
informe, sin excepción, fueron extraídos de los informes del gobierno cubano o de orga-
nismos cubanos que respaldan al gobierno. Entonces, no hay polémica sobre estos datos.
La polémica surge cuando se intenta dar una explicación al porqué de los mismos.

Los justificativos del gobierno cubano

De parte del gobierno cubano y de sus defensores existen dos argumentos para expli-
car esta nueva situación que se está viviendo en Cuba.
El primer argumento es el bloqueo de los EE.UU. y las nuevas leyes para reforzar el blo-
queo como son la Ley Torricelli y Helms Burton. Es decir que, por este argumento, el ac-
tual deterioro estaría explicado por el bloqueo de los EE.UU. y las leyes complementarias.

227
Martín Hernández

El segundo argumento, que en realidad es complementario del anterior, es el de la diso-


lución de la ex URSS, ya que este hecho habría afectado terriblemente la economía cubana,
tanto en lo que hace a las importaciones como a las exportaciones. Esta realidad habría
provocado una caída espectacular del PBI, es decir, de la producción general del país.
Estos dos argumentos, en mi opinión, tienen una parte de verdad. ¿Cuál es esa verdad?
Tanto el bloqueo de los Estados Unidos como la disolución de la ex URSS afectaron en
forma considerable la economía cubana. Sin embargo, en mi opinión, estos argumentos
son sólo “medias verdades” y por eso no explican la situación actual de Cuba. En primer
lugar porque es cierto que el bloqueo existe y ese bloqueo siempre tuvo un objetivo claro,
que era acabar con la revolución cubana. Por eso no fue sólo el bloqueo. Fue también la
invasión de la “Bahía de los Cochinos”, los intentos, por parte de la CIA, de asesinar a
Fidel Castro. ¿Pero por qué digo que se trata de una media verdad? Porque el bloqueo ya
dura cuarenta años y fue durante el bloqueo, y a pesar del bloqueo, que Cuba fue capaz
de hacer todos aquellos “milagros” al cual yo me refería. Porque el bloqueo no es algo que
apareció en los últimos 7 u 8 años.
¿Y con respecto a la disolución de la ex URSS? Sin duda este hecho afectó la econo-
mía cubana al punto tal que a partir de ese hecho el PBI de Cuba comenzó a caer a un pro-
medio de 18% al año. Por lo tanto sería lógico, en especial en una economía planificada,
que el conjunto de la población sea afectada por esta situación y pierda muchas de sus con-
quistas. ¿Pero cuál es el problema que me hace decir que esto es también una “media ver-
dad”? El problema es que esa caída en el PBI, que explicaría la situación actual de Cuba,
paró hace tiempo. En los últimos cinco años, en Cuba ha habido un crecimiento sostenido
de la economía. Les doy algunos números. En el año 1995 la economía volvió a crecer en
el orden del 2,5%; en 1997, el crecimiento llegó hasta cerca del 8%; en 1999 llegó a 6,2%
Entones, aquí comienza la discusión. ¿Por qué, si existe un crecimiento de la economía del
país, continúa el deterioro en la economía popular, la economía del hogar, del trabaja-
dor? En un país capitalista esto no nos sorprendería. Por ejemplo, en el Brasil podría haber
un gran crecimiento de la economía y los ideólogos de la burguesía dirían: ¡Qué bien que
estamos! ¡Cómo crece la economía!, como fue en la época del “milagro”. Pero el operario
mira su bolsillo y dice: ¿Adónde está la economía que está creciendo? En un Estado como
el cubano era lógico que cayera la economía popular cuando caía la economía del conjunto
del país, pero lo lógico sería que también ocurriera lo contrario. Cuando crece la econo-
mía general, cuando crece el PBI, tendría que iniciarse el proceso de recuperación de las
conquistas, y eso es lo que no está ocurriendo. Y eso es lo que tenemos que discutir. Hay
que dar una explicación, puede haber otras, pero hay que dar una explicación a ese hecho
objetivo.

Los incentivos a la entrada del capital extranjero

¿Cuál es mi explicación? Voy a documentar mi posición leyendo una serie de dispo-


siciones que existen en Cuba en los últimos años.El gobierno cubano, en el año 1995
aprobó lo que se llama la Ley de Inversiones Extranjeras.

228
El Veredicto de la Historia

En el artículo 10 de esa ley se establece lo siguiente: (...) pueden ser autorizadas inver-
siones extranjeras en todos los sectores, con excepción de los servicios de salud y educación
de la población y las instituciones armadas (...). Vuelvo a repetir, hay una ley que permite
las inversiones extranjeras en todos los sectores. ¿En qué condiciones se dan esas inver-
siones? En el artículo 3 de esa ley se establece: Las inversiones extranjeras, dentro del te-
rritorio nacional gozan de plena protección y seguridad y no pueden ser expropiadas, salvo
que esa acción se ejecute por motivos de utilidad pública o interés social (...). En ese caso, es
decir, si fuese necesario expropiarlas, la ley establece que a las empresas se le pagará una
indemnización en moneda libremente convertible por su valor comercial establecido de
mutuo acuerdo. Y ahora vean un tercer problema, que me parece más grave. En el artículo
8 de esa misma ley se establece que: El estado garantiza al inversionista extranjero la libre
transferencia al exterior, en moneda libremente convertible, sin pago de impuestos o nin-
guna otra exacción (...) de las utilidades netas o dividendos que obtengan por la explotación
de la inversión. Es decir, esta ley garantiza que todas las ganancias que obtengan las em-
presas extranjeras pueden ser enviadas al exterior sin pagar cualquier tipo de impuestos
y sin ninguna obligación de reinvertir esa ganancia en el país. Pero peor aún, en el artí-
culo 29 se establece que los inversionistas extranjeros (...) tienen derecho, de acuerdo con
las disposiciones establecidas a tales efectos, a exportar su producción directamente y a im-
portar, también directamente, lo necesario para sus fines.
¿Qué quiere decir esto? Antiguamente existía, por parte del estado cubano, el mono-
polio del comercio exterior. Era el estado quien exportaba e importaba y, por esa vía, se
hacía el control de las divisas. Por esta nueva ley, eso se acabó. Por esta ley cualquier em-
presa tiene derecho a importar y a exportar independientemente del Estado.
¿Pero por qué leí esos artículos? Porque si esta ley se está aplicando, está ahí la expli-
cación de por qué el crecimiento de la economía no redunda en un crecimiento de la eco-
nomía popular.
Con respecto a este quiero hacer una reflexión más. Se dice que este tipo de medidas,
para incentivar las inversiones extranjeras, estarían justificadas a partir de la disolución
de la ex URSS. Hasta ahí todo sería coherente; sin embargo, hay un problema. Estas me-
didas comenzaron a ser tomadas diez años antes de la disolución de la URSS. La disolu-
ción de la URSS se da a partir del año 1992 y en Cuba, la primera Ley de Inversiones
Extranjeras es del año 1982, y esta ley que estoy leyendo, del año 1995, es sólo un perfec-
cionamiento del Decreto 50 de 1982, que apuntaba en el mismo sentido. Esa ley de 1982,
vuelvo a repetir, se aprobó diez años antes de la disolución de la URSS e incluso cinco
años antes de la Perestroika. Ese Decreto 50 del año 1982, tuvo como objetivo las inver-
siones extranjeras en un sector estratégico para Cuba, que es el sector del turismo. A par-
tir de 1992 se amplió para otras áreas, entre ellas la farmacéutica. Y aquí quiero plantear
otra cuestión. El presidente de la Asamblea Nacional de Cuba, Ricardo Alarcón, que ayer
expuso en el plenario, dijo que en Cuba no había ninguna privatización; sin embargo, los
hechos demuestran otra cosa. Pero más aún, la Asamblea Nacional que él dirige, en el
año 1992, aprobó la reforma en la Constitución. Y esa reforma tenía un objetivo central,
que fue incluir el derecho a la propiedad privada de los medios de producción de tal forma

229
Martín Hernández

que en el año 1993 se abre la posibilidad de entrada de bancos extranjeros. En el año 1994
se establece que ningún sector productivo, con excepción de la salud y la educación, que-
daban fuera de la posibilidad de recibir inversiones extranjeras. En ese mismo año 1994
se determina el fin del monopolio del comercio exterior. Volviendo al año 1993. En ese
año comienza a existir un nuevo tipo de economía en el campo cubano, que son las fa-
mosas UBPC (Unidades Básicas de Producción Cooperativas). ¿Cuál es el cambio? An-
tiguamente, el Estado era dueño de la tierra, de tal forma que los campesinos entregaban
su producción al Estado, el cual, sobre la base de la planificación, pasaba a distribuir lo
producido. Pues bien, la existencia de estas unidades básicas de producción significa que
el estado continúa siendo dueño de las tierras pero las entrega, en concesión, a produc-
tores particulares, los cuales son los dueños de la producción. Como ustedes saben, Cuba
es un país basado en el monocultivo de la caña de azúcar. Pues bien, ya en el año 1994, el
80% de las tierras destinadas a la producción de caña de azúcar formaban parte de las
UBPC. Es decir, el 80% de las tierras eran explotadas con criterios capitalistas ya que no
sólo la producción es propiedad de particulares, sino que una parte importante de ésta va
para los nuevos Mercados Agropecuarios, los cuales determinan el precio de los produc-
tos en base a la ley de la oferta y la demanda.
Anteriormente, nosotros polemizábamos entre las diferentes corrientes marxistas
sobre el carácter de Estado cubano. Por ejemplo, yo formo parte de una corriente que
opina que el Estado cubano era un estado obrero; otros hablaban de una economía po-
pular. Otros hablaban de un estado socialista. Eran opiniones diferentes; sin embargo,
todas tenían en común la idea de que ese estado era completamente diferente de los es-
tados capitalistas. ¿Por qué existía esa “unidad” en la izquierda, en el sentido de afirmar
que Cuba no era un estado capitalista? Porque todos coincidíamos en que los medios de
producción, las fábricas, la tierra, etc. no eran propiedad de una clase social, la burgue-
sía; eran propiedad del Estado. Pero, además de eso había un instrumento, que también
existía en todos los estados que expropiaron a la burguesía, que era la planificación eco-
nómica central. Más aún, en Cuba existía un organismo de planificación que era la Junta
Central de Planificación, responsable por planificar lo que producía, cómo se producía y
cómo se distribuía. Y la tercera cuestión que existía era lo que hablé anteriormente, el
monopolio del comercio exterior.

Lo que hoy está ocurriendo en Cuba es la restauración del capitalismo

Pues bien compañeros, yo estoy presentando estos números dados por el gobierno,
por economistas que trabajan con el gobierno, y esos informes dicen que esas tres cosas
no existen más. No existe más la economía planificada. No existe más el monopolio del
comercio exterior. Y no existe más la economía estatizada, existe sólo en parte, cada vez
menor. Entonces, en mi opinión, lo que se está dando en Cuba, a diferencia de lo que
habló ayer Alarcón, es la restauración del capitalismo. Una restauración que no está siendo
hecha a partir de la invasión de los “gusanos”, sino a partir del propio gobierno cubano.
Claro, hay una contradicción. Toda la dirección cubana dice exactamente lo contrario.

230
El Veredicto de la Historia

Ellos dicen: Nunca abandonaremos el socialismo. Pero estas afirmaciones no se corres-


ponden con la realidad de los hechos, y eso a mí no sorprende, porque en todos los paí-
ses en donde se restauró el capitalismo se lo hizo en nombre del socialismo. Por ejemplo
Gorbachov, en la ex URSS, cuando comenzó con la Perestroika decía lo mismo que hoy
dice Fidel. Por ejemplo, en su libro Perestroika, nuevas ideas para mi país y el mundo, él
afirma: Nuestro objetivo es fortalecer el socialismo (...) Lo que nos ofrece Occidente, en tér-
minos de economía, es inaceptable para nosotros, y mientras decía esto estaba restaurando
el capitalismo.
Yo opino que lo que hay en Cuba es la restauración del capitalismo pero, claro, éste es
un tema muy polémico; pero los que opinan lo contrario tienen que decir si esto no es res-
tauración, ¿qué cosa es? Por ejemplo, hay algunos compañeros que estudian seriamente
este tema, que dicen que lo que está ocurriendo en Cuba es algo similar a lo que ocurrió
en los primeros años de la Revolución Rusa, en la época de Lenin, con la NEP (Nueva Po-
lítica Económica). Esta es una discusión muy importante. No voy a tener tiempo de pro-
fundizar, pero quiero sí decir una cosa sobre esta cuestión. La NEP significó (y así fue
dicho por la dirección bolchevique) concesiones al capitalismo para desarrollar determi-
nadas áreas en el nuevo estado obrero. Esto fue así. ¿Pero cuál es la diferencia cualitativa
con lo que está ocurriendo en Cuba? La diferencia está en que esas concesiones fueron he-
chas en el marco de la planificación económica central, que nunca se abandonó, y en el
marco del monopolio del comercio exterior. Entonces, lo que se hizo fue utilizar meca-
nismos capitalistas al servicio del desarrollo del nuevo estado obrero. Los resultados mos-
traron eso. Podríamos mostrar estadísticas. Por ejemplo, a pesar de las concesiones al
capitalismo, en el período de la NEP, lo que más se desarrolló fue la propiedad estatal.
Entonces, la diferencia entre aquella experiencia y ésta es cualitativa.

¿Por qué el bloqueo se mantiene?

Otra gran polémica. En conferencias anteriores, varios me han hecho el siguiente cues-
tionamiento: ¿Si fuese cierto que en Cuba se está restaurando el capitalismo, ¿por qué
continúa el bloqueo y, más aún, por qué se aprueba la ley Helms Burton?
Sobre esta cuestión hay dos cosas que tenemos que discutir. ¿Es cierto que el impe-
rialismo continúa atacando y continúa queriendo acabar con el Estado cubano? Eso tam-
bién es una media verdad. Es cierto que el bloqueo americano continúa. Eso es una
verdad. Pero los Estados Unidos no son la única potencia imperialista. El imperialismo
europeo no está atacando al Estado cubano. España, por ejemplo, es el primer inversio-
nista en Cuba. ¿Se puede decir que España está atacando al Estado cubano? ¿Se puede
decir que la Unión Europea está atacando al Estado cubano? ¿Se puede decir que los go-
biernos capitalistas de América Latina están atacando al Estado cubano? ¿Se puede decir
que las burguesías venezolana y mexicana lo están haciendo?
Claro, en torno a esto surge necesariamente otra discusión, que ya me la han plante-
ado en otras oportunidades. Hay compañeros que me han dicho: “una cosa es el impe-
rialismo americano y otra cosa son los gobiernos europeos”. Para mí, no.

231
Martín Hernández

¿El imperialismo europeo, España, Francia, Inglaterra, Alemania, pueden traer algún
beneficio para Cuba? ¿La entrada del capitalismo europeo puede ser más progresiva para
Cuba que la entrada del capitalismo americano? Para mí, no. El imperialismo europeo está
queriendo recolonizar Cuba y para ver el futuro que le espera a Cuba, si esto se concreta,
basta ver cómo ellos trataron a sus colonias. Preguntémosle a los compañeros de la India
cómo vivían cuando eran una colonia de los ingleses. Preguntémosle a los compañeros del
norte de África o, para no ir tan lejos, a nuestros hermanos latinoamericanos cuál fue el
papel de España. Preguntémosle a las ex colonias portuguesas, Brasil incluido, cuál fue su
experiencia.
Segundo problema. ¿Es cierto que los EE.UU. continúan con su misma política como
si nada hubiese cambiado? Tampoco es cierto. Existe una poderosa burguesía americana
que está batallando para acabar con el bloqueo y poder hacer, de esta forma, buenos ne-
gocios con Cuba. Se ha formado incluso un Consejo Comercial EE.UU.-Cuba, controlado
por sectores de la burguesía americana, que lucha contra el bloqueo. ¿Y por qué no se
acaba con el bloqueo? Porque hay una contradicción en los EE.UU., con la vieja burgue-
sía gusana, la burguesía contrarrevolucionaria que huyo a partir de la revolución, que está
en contra de que se acabe con el bloqueo. ¿Por qué? Porque a este sector no le interesa sólo
la restauración del capitalismo, lo que le interesa es recuperar sus propiedades y por eso
consiguieron hacer aprobar la Ley Helms Burton. A la burguesía cubana residente en el
Estado de la Florida, que es parte de la burguesía americana, no le basta con que se res-
taure el capitalismo en Cuba, quiere recuperar sus antiguas propiedades y por eso entra
en contradicción con otros sectores de la burguesía americana que quieren hacer nego-
cios en Cuba, como es el caso de la poderosa industria farmacéutica, que recientemente,
con la autorización de Clinton, llevó adelante una feria en Cuba, preparándose para el fin
del bloqueo.

La cuestión de la democracia en Cuba

Por fin, compañeros, me quiero referir a otro tema, que es la cuestión de la democra-
cia. Cuando hablo de la democracia no estoy hablando de los calendarios electorales.
Estoy hablando de otra cosa. Estoy hablando de la democracia en el interior de los que de-
fiende la revolución. De los que luchan contra la burguesía y el imperialismo.
En este Foro , yo participé de una conferencia en donde un representante de Izquierda
Unida de España, Manuel Monereo, dio la siguiente posición sobre Cuba: Yo no voy a
hacer ninguna crítica a Cuba mientras Cuba continúe siendo atacada por el imperialismo.
Yo no puedo coincidir con el criterio de que cuando un determinado país es atacado,
nadie pude criticar a la dirección del mismo. Ese tipo de razonamiento es terrible. Por
que Cuba, y no sólo Cuba, también podemos hablar de Polonia o Rusia, desde el mo-
mento que expropió a la burguesía, comenzó a ser atacada. Cuba ha sido atacada en los
últimos cuarenta años. La ex URSS ha sido atacada desde 1917. Si se establece el criterio
de que cuando un país es atacado no se puede cuestionar a la dirección, ese país está con-
denado a la derrota. No es un problema mío si puedo o no hacer críticas. Es un problema

232
El Veredicto de la Historia

en el interior de ese país. Digo esto porque lo que está ocurriendo en Cuba se tendría que
estar discutiendo, no sólo en el Foro sino, en primer lugar, en Cuba. Yo quiero saber si es
posible en Cuba hacer una discusión de este tipo en cualquier lugar del país. ¿Es posible
eso? No estoy hablando de los “gusanos”, estoy hablando de los que defienden la revolu-
ción, ciertos o equivocados.
Siguiendo con la cuestión de la democracia. Hoy se dice, con razón, que Cuba quedó
aislada. El problema es por qué quedó aislada siendo que a su alrededor se desarrolló la
revolución centroamericana. Y frente a esto hay que decir las cosas como son. El gobierno
cubano batalló, junto con la dirección sandinista, para que Nicaragua no sea una nueva
Cuba. Claro que el gobierno tenía sus argumentos para defender su posición. ¿Pero exis-
tió un debate democrático al respecto? ¿Se discutió la vieja posición del Che Guevara al
respecto? Porque el Che Guevara tenía la posición opuesta. Él siempre decía que para de-
fender la revolución cubana había que hacer la revolución latinoamericana. De allí su
consigna célebre: Por dos, por tres, por muchos más Vietnam. No fue por casualidad que
el Che Guevara murió en Bolivia.
Entonces, repito la pregunta ¿Los obreros y luchadores cubanos, frente a estos acon-
tecimientos, tuvieron oportunidad de discutir dos o tres alternativas? Y la misma pre-
gunta cabe que nos hagamos frente al momento actual. Hoy en día, entre los que
defienden la revolución cubana dentro de Cuba, hay quienes dicen exactamente lo mismo
que yo, pero yo vuelvo a preguntar: ¿Existe en Cuba la posibilidad de hacer un Foro para
discutir, con toda libertad, los caminos de Cuba?

Paola González.- Argentina – Economista.

A mí también me gusta mucho estudiar la economía cubana. En primer lugar lo que


distingue una sociedad capitalista de una sociedad socialista es la propiedad privada, la
ley de herencias, la libre contratación de mano de obra asalariada. En Cuba no existe ley
de herencia. No es que yo me compro una casa o un carro y se lo dejo a mi hijo como he-
rencia. No puedo tomar empleados. Si me voy a Cuba y pongo una empresa no puedo
tener empleados. El control de la contratación de mano de obra está manejado por el es-
tado cubano. Entonces, la plusvalía, la ganancia que supuestamente se saca de la mano de
obra asalariada, está manejada por el Estado cubano. No está manejado por las empresas
privadas. Las empresas privadas, para contratar, tienen que recurrir al Estado.
Por otro lado, antes de hablar del bloqueo y antes de hablar de la disolución del campo
socialista tenemos que comprender que Cuba es una isla que no tiene agua potable, que
no tiene petróleo, que no tiene tierras cultivables, que no tiene luz eléctrica y que no tiene
todo lo que tiene Brasil. Una vez un dirigente de la revolución me dijo: “Ojalá hubiésemos
hecho la revolución en la Argentina o en el Brasil, porque acá no tenemos absolutamente
nada”, y cuando hablamos de Cuba tenemos que decir que en Cuba vive gente, viven per-
sonas, y a esas personas hay que darles de comer, tienen que tener agua, tienen que tener
luz, tienen que tener gas. ¿Entonces, qué pasa? Si no tenemos luz, si no tenemos gas, si no
tenemos petróleo, si no tenemos nada, hay que hacer algo.

233
Martín Hernández

Hubo una crisis muy grande, una movilización muy grande en el año 1994, que fue la
crisis de los balseros, en donde el pueblo cubano se movilizó a la plaza e hizo un lío im-
presionante, y el gobierno cubano “antidemocrático” no reprimió. No sacó al ejército. No
metió balas, que es [a] lo que nosotros estamos acostumbrados. Ese gobierno “autorita-
rio” no reventó a garrotazos a toda la población cubana. Eso está documentado en toda
la prensa, eso lo sabe todo el mundo. Por otro lado, el que dice que Gorbachov y Fidel Cas-
tro son la misma cosa es una persona que está faltando a la verdad. Todos sabemos que
Gorbachov anda dando conferencias por todos lados y Fidel Castro sigue defendiendo las
conquistas de la revolución en Cuba.
Me parece muy importante tener en claro las características de la economía cubana.
Qué es lo que cuenta la economía cubana para poder alimentar a toda esa población. (sic)
Todos sabemos y tenemos mucha claridad sobre el poder que tienen las masas cuando no
quieren a un gobierno, y así como se movilizaron en el año 94, después decidieron que
querían seguir luchando y que querían seguir defendiendo a ese Comité Central y a Fidel
Castro. Aquí hablaron del Che Guevara también, y eso me indignó porque soy argentina.
Pobre Che Guevara; murió y no puede hablar, mientras que Fidel Castro está vivo. Yo
considero que es una actitud muy fácil hoy ser guevarista, porque el Che Guevara está
muerto. Pero es muy difícil ser castrista, porque Fidel Castro está vivo y es el único refe-
rente revolucionario que existe en América Latina.

Carlos .- Brasil – Médico.

Quería recordar que en 1991 yo fui a Cuba dos veces, en octubre y después en di-
ciembre. Yo ya había ido a Cuba en 1979, estaba en esa época en la Universidad de Har-
vard haciendo un curso de salud pública y pasé casi un mes junto con un grupo
conociendo el sistema de salud cubano. Después yo volví para participar en el Congreso
de Pediatría en el año 1984, después nuevamente en 1987, dos veces en 1991, en 1993,
1997 y en 2000, y yo tuve oportunidad de acompañar durante todo ese tiempo [a] la so-
ciedad cubana. Lo que ocurrió en 1991 ningún país en el mundo lo soportaría. Ninguna
otra sociedad. Porque el PIB (Producto Bruto Interno) de la noche a la mañana cayó 35%.
Aquí en el Brasil cae un 1% y es un caos. Varias fábricas tuvieron que cerrar porque no
tenían cómo funcionar. Lo mismo con la energía eléctrica. Ellos dependen del petróleo.
¿Entonces, cómo iban a funcionar las fábricas si no podían importar materia prima? Ellos
no podían fabricar ni jabón, ni dentífrico. Fue una situación dramática y, a pesar de eso,
el pueblo cubano continuó sustentando a la revolución cubana y a su dirección.
EE.UU, en el año 1993, hizo una campaña [fortísima] para que en las elecciones las
personas no votaran, o votaran en blanco. En toda Cuba sólo hubo 7% de votos anulados
y blanco, en La Habana fueron 14%. En 1997, nuevamente, cuando hubo elecciones casi
desaparecieron los votos nulos y blancos. ¿Y qué es lo que puede justificar todo eso? Es el
proceso democrático y el debate que se hace en Cuba en torno de sus destinos. Yo vi, in-
clusive por la televisión, innumerables congresos que se realizaron en Cuba y [a] Fidel
presente en todos ellos, inclusive con los pioneros, para debatir la dramática situación

234
El Veredicto de la Historia

que existía y cuáles eran las propuestas para el “período especial”. Esas propuestas eran de-
batidas en todos los rincones, fueron debatidas en los sindicatos, en los barrios, hasta que
finalmente se transformó en ley; después de haber sido discutida en toda la base es que
se adoptaron las medidas que se deberían tomar para enfrentar el “período especial”.
Yo quería recordar aquí dos cosas interesantes, eso que ocurrió en 1994, que ya habló
la compañera, cuando por fuerza de una provocación hecha por la gusanada comenzó a
haber un tremendo tumulto en una plaza y Fidel se dirigió, con apenas nueve personas y
no permitió que nadie usase armas en ninguna hipótesis, y bastó la presencia de Fidel en
la plaza para que el pueblo se juntase a él e incluso saliera en manifestación en defensa de
la revolución cubana. Para terminar, quería dar otro dato que ocurrió [en] estos días. La
semana pasada el gobierno cubano metió preso a un bando de checos, entre los que es-
taba un diputado y un ministro con dinero de la contrarrevolución de los EE.UU. para fo-
mentar, dentro de Cuba, la contrarrevolución. A partir de allí comenzó a haber protestas
en todo el mundo, principalmente en la embajada checa. Pues ahora, antes de ayer, des-
filó más de un millón de cubanos, con Fidel al frente. La marcha pasó frente a la emba-
jada y fueron horas de marcha frente a la embajada checa para mostrar el apoyo del pueblo
cubano a las medidas de su gobierno.
Cuando nosotros discutimos la revolución cubana, lo primero que tenemos que en-
tender es que ella jamás se va a suicidar, y si tomó esas medidas (términos de inversiones
extranjeras), eso era absolutamente fundamental en la búsqueda de capital, de tecnología
y de mercado. (sic)

Leonel.- Cuba – Instituto de Agronomía – Integrante de la delegación oficial de Cuba al Foro.

Sin lugar a dudas es importante que el Foro Social Mundial discuta los problemas de
la agenda y es bueno que se analice la situación de Cuba, pero de Cuba en su lucha con-
tra el neoliberalismo, en su lucha por un orden justo y superior. No para analizar imper-
fecciones de determinados aspectos de la economía cubana, imperfecciones de
determinado aspecto de nuestra vida política. Realmente no puedo dar datos porque no
es lo más interesante. Simplemente voy a desmitificar un poco algunas ideas que planteó
el compañero Hernández. Y pienso que es importante porque hay mala interpretación, o
mal conocimiento.
En nuestro país, la Ley de Inversiones Extranjeras, aprobada en el año 1982, no se
puso en funcionamiento hasta 1996 porque no hizo falta, pero ya nuestro parlamento
constituido en el año 76, el parlamento actual, valoró la conveniencia económica y polí-
tica de que Cuba se abriera potencialmente a la inversión extranjera, pero en ese mo-
mento nos apoyaba la Unión Soviética, existía el Consejo de Ayuda Mutua Económica,
existía una ayuda concreta de la República Popular China, pero además existía ayuda ale-
mana, de la RDA, que nos aportaba toda la leche en polvo para nuestra población . Exis-
tía ayuda de Polonia que nos daba todos los productos químicos para la agricultura,
aviones para fumigación. Todo el parque automotor de ómnibus era húngaro porque era
el acuerdo que teníamos con el Consejo de Ayuda Mutua Económica.

235
Martín Hernández

Entregarles azúcar, entregarles cítricos y que de Hungría viniesen ómnibus, pero Hun-
gría desapareció y la República Democrática Alemana desapareció también. Desapareció,
con sus imperfecciones, porque cuando invadieron Checoslovaquia en el año 1968 nues-
tro comandante en jefe, el mismo de hoy, le preguntó a los soviéticos: ¿Y que harían con
Vietnam? ¿Harían lo mismo? Quiero decir con esto que Cuba jamás fue un satélite de la
Unión Soviética. A veces me preocupa porque hay que levantar de la tumba a Stalin. La
revolución cubana no tiene nada que ver con ese compañero; nació y atacó al Moncada
cuando él moría.
Respetamos todos los planteamientos teóricos y el aporte importante que hizo el ca-
marada Trotsky a la revolución rusa. Lo respetamos, como revolucionario, como funda-
dor del Ejército Rojo, como miembro del Partido Comunista en aquella etapa tan compleja
sobre si guerra, o revolución permanente, o socialismo en un solo país. Estuvo con Lenin
y éste lo consideró el hombre más capaz de todo el Comité Central. Uno de los hombres
más inteligentes del Comité Central. Por lo tanto no estamos debatiendo nada de eso.
Como mínimo yo, que provengo de las ciencias sociales y fui profesor de la Universidad
de La Habana. Estudié sus ideas y no tengo nada en contra.
Ahora, nosotros tuvimos una caída del 34,5% del PBI, y no en 1992 sino a partir de
1989, que es cuando comenzó la caída. Cuando los soviéticos a mediados de año, el mismo
señor Gorbachov, que se trató aquí de igualar a Fidel, nos dijo que no venía más petró-
leo, cuando Hungría dejó de darnos los ómnibus, cuando los alemanes no nos compra-
ron más naranjas ni ningún cítrico. Cuando no llegaron más aviones de fumigación de
Polonia. Cuando comenzó a caer la Unión Soviética, que nos daba petróleo con créditos.
Entonces, la Ley de Inversiones Extranjeras hubo que actualizarla buscando capital, tec-
nología y mercado. Porque nuestra tecnología era soviética, era búlgara. Y las centrales
azucareras tenían tecnología soviética y nuestros aviones eran rusos, del año 1962, por-
que no teníamos dinero para comprar DC 10. Pero nosotros no entregamos al capital ex-
tranjero nuestras propiedades. En Cuba, la empresa telefónica es estatal. Con el 51% de
capital cubano, con trabajadores todos cubanos. Sin empresarios extranjeros. Y lo mismo
ocurre en la región donde se extrae el petróleo, que posibilitó que hoy no haya cortes de
luz en La Habana. Porque la compañía canadiense aportó capital, tecnología, y nuestros
ingenieros, que son tan capaces como ellos, formados en Cuba y no en Harvard, están pre-
parados para enfrentar eso.
Cuba es un país en donde no hay secuestros, no hay bombas, no hay explosivos, no
hay drogas. Hay algunas prostitutas, es cierto, pero no desamparadas. Prostitutas con
niños y con círculos infantiles, con muy buena salud, que van a durar 76 años de edad por-
que ese es el promedio de vida en nuestro país. Prostitutas con escuela. Prostitutas que si
se enferman del corazón las operamos gratis. Por lo tanto son prostitutas por shampoo y
jeans, y no son como dice el compañero, un caso “dramático.”
Nosotros no hemos entregado ninguna tierra, en Cuba; el sistema bancario es cubano.
De dónde se habla de bancos extranjeros. ¿Qué ocurre? Ahí puede ser la confusión del
compañero Hernández. Creo que el compañero Hernández tiene sus criterios. Creo que
los ha analizado y los ha expuesto de forma decente aquí. Creo que es correcto debatir así.

236
El Veredicto de la Historia

Ahora qué pasa. Hay un error, los bancos que tenemos en Cuba existen, entre otras
cosas, para darnos capital para poder nosotros implantar tecnología y buscar mercado.
¿Qué ocurre? Cuba no puede hacer transacciones en dólares. Cuba las tiene que hacer en
liras, en yens, en pesetas y entonces hay que traer bancos que nos apoyen, bancos ex-
tranjeros. En Cuba no hay hoteles extranjeros. La cadena Sol Meliá es española y aporta
capital. Nosotros ponemos el personal cubano. Tres directivos españoles administran eso
por diez años. Se llevan todas sus ganancias y nos dejan tecnología, cultura gastronómica,
cultura en la atención al turismo y, además, un hotel cinco estrellas, pero ese terreno es
nuestro. ¿Quién dice que lo hemos perdido?
Nuestra revolución no es idílica. Nuestra revolución tiene muchas imperfecciones.
Nuestro proceso político tiene muchas imperfecciones. Pero nuestro mayor enemigo son
los Estados Unidos. Y hace nueve días tomó posesión un presidente que posiblemente
sea agresivo con Cuba. No podemos estar debatiendo en la sociedad cubana algo que no
sea la soberanía. Cómo educar a nuestros hijos. Cómo llevar la cultura a todos. Mante-
ner una tasa de mortalidad infantil pequeña. Cómo evitar las prostitutas. Cómo contro-
lar [a] ese turista sexual que puede llegar. Para terminar, les quiero asegurar tres cosas.
Primero, y lo sabe el compañero marxista, leninista, y trotskista y revolucionario que
habló aquí. En Cuba se tiene el poder sobre los medios de producción. Ningún medio de
producción está en manos de extranjeros. Tenemos el poder político, que es el que entregó
la Perestroika y la Glasnost. Por lo tanto no hay ninguna comparación con eso, y lo sabe
él también. Tercero, no se preocupen por la edad de Fidel. Primero porque está muy sano.
Segundo, es cierto que está llegando a una edad peligrosa y todo el mundo muere, pero
en Cuba la revolución tendrá continuidad. Como las tuvieron otras revoluciones, y las
que no la tuvieron es porque empezaron a debatir cuestiones esotéricas, utópicas y abs-
tractas de una realidad.
El presidente de nuestro parlamento, Ricardo Alarcón, tenía 21 años cuando triunfó
la revolución. Hoy tiene 63 y es de los viejos dirigentes que quedan en el país. Nuestro pri-
mer ministro tiene 49. Todos los gobernadores de provincias son hombres de 50 años.
Nuestros ministros nacieron con la revolución. La revolución tendrá continuidad. Agra-
decemos esto y les decimos que no queremos revoluciones abstractas. Las revoluciones
son en la tierra y contra los yanquis. Muchas gracias.

Martín Hernández.-

Les quería manifestar una opinión y manifestarles algunos problemas, en especial a los
compañeros que han criticado mi intervención. Yo entiendo y respeto la opinión de va-
rios compañeros que frente a mis críticas han respondido con un apoyo incondicional a
Fidel y a la conducción del estado cubano. ¿Por qué lo entiendo? Porque la historia mues-
tra que cuando una revolución es tan profunda, provocó tantas transformaciones (como
es el caso de la Revolución Cubana) e impactó tanto a todo el planeta, muchas veces la res-
puesta natural frente a las críticas es salir en defensa incondicional de ese proceso, inde-
pendientemente de lo que esté ocurriendo. Pero creo que aquí se comete un error.

237
Martín Hernández

Se confunde defensa de la revolución cubana, que aquí no está en discusión, con de-
fensa de la dirección, que sí está en discusión.
Ahora quiero que retomemos dos o tres cuestiones que planteé anteriormente. En pri-
mer lugar me dicen que lo que estoy hablando no es verdadero y que, en lo esencial, nada
cambió en Cuba. Continúa la revolución. Ahora les pregunto. ¿El monopolio del comer-
cio exterior, continúa? Los compañeros me dicen que no estamos frente a una revolución
idílica, y tienen razón. Quien piensa que puede haber una revolución en donde no haya
contradicciones de todo tipo se engaña completamente.
Son tantas las contradicciones que en Rusia, en los primeros años de la revolución,
existió la NEP, la Nueva Política Económica, que significó hacerle enormes concesiones
al capitalismo. No hay revoluciones color de rosas, pero camaradas, yo no estoy hablando
de revoluciones rosas. Estoy a favor de que en un determinado momento, y tal vez ése era
el momento de la revolución cubana, se considere necesario pedir ayuda al exterior, pedir
préstamos, inversiones, etc. Esto es así en la vida. Cualquier obrero que esté frente a una
necesidad va al banco y trata de conseguir un préstamo, no porque esté a favor del banco
sino porque precisa de ese dinero. Pero no es eso lo que estoy discutiendo en relación con
Cuba.
Yo no estoy cuestionando que Cuba, frente a la necesidad, haya pedido ayuda al exte-
rior. Lo que estoy discutiendo es que la Ley de Inversiones Extranjeras es una ley de en-
trega del país al capital extranjero. La máxima expresión de eso es el hecho de que el
Estado no tiene más el monopolio del comercio exterior, y eso lo dice la ley, no es inven-
ción mía; entonces, les pregunto: eso que estoy diciendo, ¿es cierto o es una calumnia? Por-
que yo estoy leyendo la ley que compramos en La Habana, y no una interpretación de la
ley. Entonces de nada vale, compañeros, en un debate de este tipo, querer ganar la discu-
sión a los gritos, y eso se los digo para los dos sectores de compañeros aquí presentes.
Y entonces vuelvo a la pregunta anterior: ¿el monopolio del comercio exterior, no la
cuestión de comerciar con el exterior, está en manos del Estado o en manos de las em-
presas? ¿Qué dice la ley, y más que eso, que existe en la realidad hoy?
Sobre la intervención de la compañera Paola, de Argentina. Ella hizo una descripción
de Cuba que no se corresponde con la realidad. Cuba es un país que vivió siempre una si-
tuación muy difícil, desde el momento de la revolución. Justamente por eso, los avances
de ese país son extraordinarios, justamente porque se hicieron en ese país. Ahora, no sé
de dónde sacó la compañera esos informes que presentó. Lo que ella dijo, que no tiene tie-
rras para cultivar, que no tiene agua, que no tiene petróleo. No es así. Tiene tantas tierras
para cultivar que es uno de los grandes productores de caña de azúcar. No es que Cuba
no tiene petróleo. Tiene petróleo. Justamente lo que yo estoy discutiendo es que el petró-
leo está siendo entregado a compañías canadienses. Es un país que tiene reservas ex-
traordinarias, como por ejemplo, las reservas de níquel. Cuba es un país cuya economía
hasta hoy se basa en el monocultivo del azúcar, pero no porque no tuviese otros recursos,
sino por el aspecto negativo de la ayuda soviética, que apoyaba a Cuba pero mantuvo el
país en el monocultivo. No se desarrolló el proyecto original del Che Guevara sobre la
industrialización. Entonces, no es que no tiene recursos.

238
El Veredicto de la Historia

Por otra parte, la compañera decía que no hay restauración del capitalismo porque
las empresas no contratan los empleados, sino que es el Estado quien lo hace. Eso es así,
pero eso no dice nada en lo que respecta a la restauración o no. Tampoco dice nada, en
relación con la restauración del capitalismo, si hay mayor o menor número de empresas
estatales. Por ejemplo, en Venezuela, que es un típico país capitalista de esta área, el 58%
de la producción proviene de empresas estatales. Eso no define el carácter de clase del es-
tado. Lo que para mí define el carácter de clase de un estado es el tipo de propiedad y las
relaciones de producción que ese estado protege y defiende. Por eso coloqué el ejemplo
de la NEP en la Unión Soviética. La NEP significó enormes concesiones al capitalismo, a
punto tal que casi el 80% de las tierras quedaron en manos particulares. ¿Y por qué con-
tinuaba siendo un estado obrero? Porque ese Estado tenía como estrategia desarrollar la
propiedad estatal y las relaciones de producción no capitalistas, y por eso, durante el pe-
ríodo de la NEP, fueron estas empresas las que más se desarrollaron.
Ahora ustedes, los que me critican, tienen que dejar de lado los gritos y la indignación,
que no ayudan al debate, y me tienen que decir a quién favorece esa Ley de Inversiones Ex-
tranjeras que cité y, en ese marco, me tienen que decir cuál es la política para Cuba de la
burguesía española, de la canadiense, de la Unión Europea en su conjunto, y cuál debe ser
la respuesta de los que defendemos la revolución cubana, en relación con esa política. Les
hago esta pregunta porque en mi opinión, el imperialismo europeo, con España a la cabeza,
muchas veces como testaferro de capitales alemanes y americanos, está queriendo recolo-
nizar Cuba. Esto no lo digo sólo yo. En un cuaderno para empresarios, que circula en toda
Europa, se hace un llamado para ir a Cuba, porque dicen que Cuba es un paraíso fiscal y
agregan, en relación con la mano de obra, algo similar a lo que dijo la compañera argen-
tina, sólo que lo dicen desde el punto de vista de los empresarios. Dicen que el estado cu-
bano es extraordinario porque garantiza educación de alto nivel, salud y vivienda, y
entonces ellos dicen que la mano de obra cubana es extremadamente competitiva, es decir,
es muy barata. Eso es lo que dicen los imperialistas, no yo, y por eso van a Cuba.
Entonces, lo que estoy discutiendo no es si se debían o no buscar préstamos o inver-
siones en el exterior. Lo que yo estoy diciendo es que la abertura en Cuba significó aca-
bar con la planificación central de la economía y con el monopolio del comercio exterior.
La compañera argentina dice que no se está volviendo a la propiedad privada de los
medios de producción; entonces, yo pregunto ¿por qué en 1992 se reformó la Constitu-
ción para introducir justamente ese tema, el de la propiedad privada de los medios de
producción?

Valentín Sosa.- Cuba – Doctor en Ciencias Económicas – Miembro de la Dirección Nacional de


la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba – Miembro de la Asociación de Eco-
nomistas de América Latina y el Caribe – Integrante de la delegación oficial cubana al Foro.

Está un poco violento el ambiente y yo quiero ayudar a calmarlo. Nosotros, los cuba-
nos, estamos acostumbrados a preservar la calma en los momentos más difíciles, enton-
ces... tranquilos.

239
Martín Hernández

En primer lugar queremos agradecer, en nombre de la delegación cubana, la oportu-


nidad de haber participado en este primer Foro Social Mundial anti Davos, no anti Cuba.
En segundo lugar reconocer que, como cubanos, nos sentimos muy orgullosos de haber
nacido en la tierra que Cristóbal Colón denominó la tierra más hermosa que ojos huma-
nos han visto; la tierra del general Antonio Macedo, nuestro “titán de bronce”; la tierra de
Carlos Manuel de Céspedes, el padre de la Patria; la tierra de José Martí, nuestro héroe na-
cional; y la tierra de nuestro querido comandante Fidel Castro.
Quiero comenzar con lo último que expresó el colega exponente y [dar] una informa-
ción muy importante para el mundo. Precisamente hoy, en Cuba, del 29 de enero al 2 de
febrero, se efectúa el Tercer Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización
y Problemas del Desarrollo. Este es uno de los eventos más grandes del mundo. La primera
característica que tiene este evento es que es uno de los eventos más democráticos. En este
evento participan más de quince organismos y organizaciones internacionales. El Banco
Mundial, el Fondo Monetario Internacional, científicos sociales, investigadores, y todos
aquellos que quieran abordar las temáticas relacionadas con la economía mundial, su im-
pacto socioeconómico, los flujos financieros, la integración de América Latina y otros
temas que tienen que ver con el desarrollo de la región y [de] América Latina, el Caribe
y el mundo entero. Este es un evento que tiene una característica muy interesante, y es que
Cuba convoca al mundo a hablar. Es decir, todo el mundo va a Cuba a expresar las diversas
opiniones, participan no solamente neoliberales, participan marxistas, participan neo-
keynesianos, estructuralistas; en primer lugar, lógicamente, para resolver los problemas
del mundo.
Yo les pido calma, como cubano, como marxista, para expresar algunas considera-
ciones. Nosotros hacemos este evento, que es muy importante y al cual los invitamos. Tal
vez en enero del año próximo sea el Cuarto Encuentro. Creo que es importante que us-
tedes tengan la oportunidad de conocer la realidad de la economía cubana y, al mismo
tiempo, conocer Cuba en el terreno propio.
Quiero hacer algunas precisiones porque ha sido muy interesante la exposición del
compañero, pero la Asociación de Economistas y la CEPAL tienen un gran nivel de ac-
tualización en cifras, que es necesario manejar.
Primero, tras el derrumbe del campo socialista europeo y la desintegración de la Unión
Soviética, la economía cubana comenzó a enfrentar, en 1990, unas de las más profundas
crisis de su historia. Eso no es secreto. Acrecentada por el oportunista recrudecimiento
del bloqueo económico de los Estados Unidos desde el año 1962.
En los primeros años del 90 se agudizaban los efectos de este período especial. Ya
desde 1986, en el congreso del partido, la dirección previó que los cubanos teníamos que
ser capaces de resolver aquellos problemas internos, económicos, que habíamos here-
dado, porque lógicamente no tenemos un sistema perfecto y cometimos algunos errores.
Esto tampoco es un secreto. Este proceso tuvo características excepcionales.
Las primeras medidas adoptadas se encaminaron a lograr una apertura externa y, con
ello, la reinserción de Cuba en el nuevo panorama de la economía internacional. Pero
debe recordarse que anteriormente teníamos entre el 80 y el 85% del comercio con los pa-

240
El Veredicto de la Historia

íses socialistas. La decisión de abrir la economía con capital extranjero, fundamental-


mente por medio de la creación de empresas mixtas, con un control mayoritario de la
parte cubana, fue legislada en 1982 y alcanzó su mayoría de edad con la nueva Ley de In-
versiones Extranjeras. El objetivo primordial de esta ley era ganar acceso al financiamiento
internacional, tecnologías y mercados, compensando así la pérdida de los vínculos con el
antiguo campo socialista. Lógicamente, al perderlo todo, había que buscar tecnologías y
mercados.
Cuba tiene el alto honor de decir que tiene una fuerza de trabajo calificada. Esto es pro-
ducto de una inversión que el Estado ha hecho desde el triunfo de la revolución.
Otra decisión importante fue establecer los principios de equidad que precederían el
ajuste, consistente en tratar de preservar el empleo, los ingresos de los trabajadores, man-
tener los niveles de salud, educación y seguridad social, que son conquistas importantes
y, a pesar de la crisis, se preservaron estos valores que en pocos lugares del mundo se pre-
servan.
En el campo de la política económica se centraron los esfuerzos en el desarrollo de las
actividades económicas capaces de generar los más dinámicos ingresos en divisas, en tu-
rismo y en sectores prioritarios de la economía.
En julio de 1992, la Asamblea Nacional aprobó cambios en la Constitución con el fin
de avanzar en el proceso de transformaciones, entre otras cuestiones se reconoció la po-
sibilidad de incorporar bienes del Estado a favor de empresas mixtas y se aprobó esa forma
de propiedad. También se eliminó el monopolio del Estado en la realización de opera-
ciones del comercio exterior. Creo que eso es importante. Junto con lo anterior se pro-
movieron importantes cambios políticos, como la elección directa, y por voto secreto, de
los diputados a la Asamblea Nacional. Es un sistema democrático muy justo. Y junto con
lo anterior, la postulación de los candidatos, directamente, por la población. Eso es mucho
más importante. Adicionalmente se perfeccionó el sistema de gobierno con la creación de
los Consejos Populares que constituyen las instancias de bases para mejor conocimiento
de las decisiones que tienen que ver con los problemas que afectan a la comunidad.
En un sentido general creo que nosotros podemos expresar que, en materia de aper-
tura externa, las decisiones mas importantes han sido la aprobación de una nueva Ley de
Minas, que actualiza la legislación existente e incorpora las normas internacionales en
esta esfera, y la promulgación de una nueva Ley de Inversiones Extranjeras con este fin
que acabo de explicar. Esta última ley ha suscitado gran interés internacional pues se ofre-
cen garantías a los inversionistas, iguales a los que usualmente se conceden en el exterior.
Así podrán vender o transmitir su participación, total o parcial en moneda libremente
convertible, y podrán solicitar prórroga para el término de sus operaciones. Hasta la fecha,
el nivel de inversiones en Cuba alcanza la cifra de 4.100 millones de dólares. Los aportes
de los inversionistas pueden ser en moneda libremente convertible, maquinarias, equipos
y otros bienes tangibles, derechos de propiedad intelectual. La ley también incluye el es-
tablecimiento de zonas francas, parque industriales, con régimen especial de materia
aduanera, cambiaria, tributaria, con el propósito de estimular las exportaciones y el co-
mercio internacional.

241
Martín Hernández

Nosotros pensamos que Cuba, sin aplicar modelos neoliberales y recetas impuestas
desde el exterior, reactiva algunas de las principales ramas productivas, y aquí quiero dar
algunas cifras que no se mencionaron [en] este plenario. No se han detenido las inver-
siones más importantes para nuestro desarrollo y eso muestra, además, cómo un país pe-
queño y bloqueado puede salir adelante sin renunciar a los beneficios sociales alcanzados
en más de cuatro décadas de revolución.
La tendencia positiva de la economía cubana se ha comenzado a manifestar a partir
de 1995, en donde la economía comienza a crecer en 2,5 del Producto Interno Bruto.
Puede afirmarse que a partir de 1996 se consolidan los factores que impulsan la dinámica
del desarrollo, las transformaciones económicas muestran la orientación gradual de la
economía cubana hacia las condiciones de eficiencia y competitividad de la economía in-
ternacional. Eso es un elemento importante. Los indicadores sociales básicos han logrado
mantenerse a pesar de las enormes carencias sufridas en estos años. La tasa de mortali-
dad infantil alcanza 7,1 por mil nacidos vivos, la más baja de toda la historia de la revo-
lución. No se ha cerrado una escuela y los pensionados reciben sus prestaciones, durante
todo el “período especial” y en la actualidad.
A pesar de la continuidad del bloqueo, el Informe sobre el Desarrollo Humano reco-
noce que Cuba ocupa el segundo lugar, entre los países de más bajo nivel de pobreza hu-
mana en la categoría de los subdesarrollados. Es un logro innegable. A pesar de todas las
limitaciones y todas las restricciones. Quiero, para culminar, decir que nosotros, los cu-
banos, realmente nos sentimos muy optimistas por nuestro modelo de desarrollo econó-
mico. Nuestro modelo no se lo recomendamos a nadie. Pero nos sentimos muy satisfechos
con la labor que estamos desarrollando. Por tres razones. Primero porque lo más impor-
tante es el pueblo, lo más importante es el hombre. Segundo porque el papel del Estado
está encaminado a preservar las conquistas fundamentales del obrero, del pueblo, de nues-
tros intelectuales, y, tercero porque se ha demostrado que cuando el pueblo está unido
jamás puede ser vencido. Nosotros tenemos el ejemplo del niño Elián González, que el
pueblo de Cuba estuvo durante seis meses, y con toda la unidad demostramos, defen-
diendo que tenía que regresar a Cuba. Eso muestra lo que somos nosotros, los cubanos,
cuando queremos enfrentar la batalla ante cualquier adversidad.
Nosotros queremos agradecer y demostrarles que nosotros estamos convencidos que
el neoliberalismo, la vía fundamental que persigue es la de incrementar la desigualdad de
los pueblos y de oprimir a los pueblos. Nosotros estamos seguros que el socialismo es la
palabra fundamental que defiende las bases sociales y la justicia social de los pueblos.
Muchas gracias.

David.- Brasil.

El carácter de la discusión que está siendo [hecha] aquí, que ya fue bien expuesta y dis-
cutida por el compañero Hernández, es el papel del carácter del Estado. Eso es lo pri-
mordial que nosotros debemos discutir aquí. La compañera economista argentina colocó
una serie de situaciones, una serie de elementos en relación con Cuba sólo que, como

242
El Veredicto de la Historia

economista, ella se olvidó simplemente de definir que la plusvalía, que no deja de existir
en un Estado aunque ese Estado sea socialista, ella continúa existiendo. (sic) ¿Adónde es
que se [están] realizando esos 49% de las empresas mixtas que están en poder del capital
extranjero? ¿Adónde es que esa plusvalía se está realizando? ¿Van para la clase trabajadora
cubana o para sectores del imperialismo? ¿Están realizándose en función de traer mejo-
ría y avances a la sociedad cubana, o están yendo a engordar los lucros del imperialismo
que se está estableciendo en la sociedad cubana? (sic)
Hay un libro y una película, que creo que la mayoría de los presentes conoce, que se
llama La revolución en la granja, en donde los cerdos que realizaron la revolución socia-
lista, de a poco iban alterando los mandamientos socialistas, en la medida [en] que iban
realizando acuerdos con el imperialismo, y así se llegó la derrota del sistema socialista, por
las concesiones realizadas al imperialismo.
Es obvio que, como el compañero Hernández [dijo] aquí, defendemos la revolución
cubana, defendemos la revolución socialista en la Unión Soviética, de la misma manera
que defendemos todas las revoluciones socialistas, las cuales fueron derrumbadas, como
fue [dicho] aquí por los compañeros, por direcciones que estaban establecidas y que los
pueblos creían ciegamente que estaban orientadas al desarrollo, al fin del estado y a la
globalización del socialismo. Sin embargo, ¿qué es lo que nosotros vimos? ¿Qué es lo que
ocurrió con las revoluciones del Este europeo? ¿Será que las masas, liberadas de sus ca-
denas, fueron a las calles a gritar por la revolución política que nosotros defendíamos?,
¿que era el fin del estado burocrático, que era el fin de aquellos que estaban allá usur-
pando la riqueza producida en una sociedad socialista, o corrieron a los brazos del im-
perialismo pensando que en el imperialismo estaría la salvación y la solución?
Compañeros, esas direcciones atrasaron el proceso revolucionario mundial. (sic)
En relación a lo que dijo el compañero, de que fue a Cuba, de que fue allá y vio cómo
el pueblo discutía. Yo le pregunto: ¿cuántos cubanos fueron a las urnas a defender que la
plusvalía producida en Cuba fuera retirada del pueblo cubano y entregada al imperia-
lismo? ¿Será que esa consulta fue hecha democráticamente a los compañeros cubanos?
¿Será que el pueblo cubano está siendo consciente de esto? (sic)

Leandro Paxião.- Brasil – PSTU.

Yo soy militante del movimiento homosexual y resolví entrar al PSTU y [a] la LIT
porque vi en el PSTU y [en] la LIT eso que tenemos en nuestra bandera: diversidad, res-
peto a las críticas, y yo vi eso dentro del partido. Hay espacio dentro del partido.
Ahora quería decir una cosa. Aquí yo tuve el derecho a decir lo que dije pero si yo es-
tuviese en Cuba no hubiese tenido ese derecho. En Cuba se considera a la homosexuali-
dad una degeneración del capitalismo y yo no me considero eso. Y yo pienso que ustedes
[tampoco] piensan eso. Yo opino que ustedes respetan a los hermanos, a las hermanas, a
los amigos que son gay o lesbianas, y piensan que ellos tienen derecho a la vida y no [a]
ir para la cárcel. Porque en Cuba, cuando fue hecha la revolución, los homosexuales fue-
ron enviados [a] la cárcel y en Rusia no.

243
Martín Hernández

Cuando triunfó la Revolución Rusa, la primera cosa que hicieron fue abolir todas las
leyes contra la homosexualidad, que después el estalinismo destruyó; por eso yo digo, o
la revolución es una revolución completa o no es una verdadera revolución. (sic)

Mario Moreira.- Cuba – Subdirector de la ONG Asociación para la Unidad de Nuestra América
–Integrante de la delegación oficial de Cuba al Foro.

Yo quería, en primer lugar, respaldar el criterio de la delegación cubana de respetar las


diversas opiniones que hay aquí en la sala, y agradecer el apoyo que hemos tenido aquí,
en este gran foro que se convoca por primera vez.
Estoy muy de acuerdo con el compañero Hernández [en] que es una lástima que no
haya habido una presencia cubana de especialistas que pudieran dar conferencias; hu-
bieran podido, quizás, aclarar muchos de los interrogantes, porque no es lo mismo visi-
tar Cuba en una o dos vacaciones en los años 80 que hacer lo que hizo el compañero que
ha ido insistentemente a Cuba y ha podido ir presenciando los cambios sustanciales que
se han producido en nuestro país.
Con relación a la presentación del Dr. Hernández, o del compañero Hernández, sí
quisiera decir una cosa. Se han presentados muchos datos estadísticos con relación a los
puestos de trabajo en los primeros años de la década del 90, que lógicamente afectaron a
la sociedad, pero no se manifestó aquí que el salario de esas personas fue mantenido en
un 60%. No hay ningún país del mundo que a una persona que esté fuera de su puesto de
trabajo se le pague por eso. El estado cubano garantizó el 60% del salario a esas personas
que quedaron sin trabajo, sin embargo, ya a partir del año 1997 (es una lástima que no
tenga esas cifras) ya se han incorporado al trabajo miles y miles de trabajadores y traba-
jadoras cubanas. Es una lástima que no se utilicen estos datos de la Internet para que estén
más actualizados en la información económica, porque no es lo mismo lo que dice la
prensa sensacionalista a lo que en realidad existe en Cuba. Yo les insisto a ustedes para que
visiten Cuba, para que puedan ver que la realidad es otra. Claro que no todos tendrán la
facilidad de hacerlo, pero realmente pero no es lo mismo visitar Cuba en el año 1991 que
ahora. Hay un cambio, no hacía un capitalismo, para dejar bien claro, sino para defender
las conquistas sociales. Podrán existir otros cambios a nivel social. Cuba va hacia cambios
en la transformación social pero defiende muchas conquistas y las ha defendido siempre,
y esas conquistas, desgraciadamente, no se muestran al mundo. Se hablaba de los servi-
cios de salud, [de] que hay un deterioro. ¿Qué pueblo del mundo con deterioro de salud
puede mantener una mortalidad infantil en un 7,2 por mil en varios años, y la expecta-
tiva de vida en los 76 años de vida? ¿Que país, con un deterioro en sus servicios de salud
puede darse ese lujo? Yo les hago esa pregunta a ustedes. (sic)
Realmente agradecemos, por parte de la delegación cubana, que somos exclusiva-
mente doce personas, donde hay estudiantes, obreros, organizaciones no gubernamentales
y dirigentes del Estado. Es una lástima que en el panel en donde estaba el presidente de
la Asamblea Nacional de Cuba no se hayan efectuado muchas de las preguntas que se han
hecho aquí. Y vean si fue democrático, para los que participaron, que una persona, una

244
El Veredicto de la Historia

muchacha, periodista francesa, que en dos ocasiones interrumpió despectivamente; si


embargo, él fue gentil y le contestó realmente lo que tenía que contestarle. Es una lástima
que algunas de las preguntas que se hacen aquí no [hayan] sido formuladas ayer, para que
hubiesen recibido la respuesta correcta. (sic)
Realmente les agradecemos a los organizadores del Foro y esperamos que Porto Ale-
gre siga siendo la capital del II Foro Social Mundial, y donde el comité organizador, me
permito ese derecho, convoque a una mayor presencia cubana para mostrar la realidad
de nuestro país. (sic)

Giovani .- Cuba – Federación Estudiantil Universitaria – Integrante de la delegación oficial cu-


bana al Foro.

Represento a una Federación Estudiantil Universitaria que a lo largo de más de 78


años estuvo comprometida con su pueblo en la defensa de los intereses del verdadero
pueblo. Cuando triunfa la revolución, en el año 1959, mi federación estudiantil y digo: ¡Mi
federación estudiantil!, con un orgullo tremendo, y lo digo con sentimiento de perte-
nencia, y lo digo con un sentimiento de nacionalismo extraordinario. Mi federación es-
tudiantil universitaria continuó siendo esa organización de masas que representa los
intereses de la comunidad estudiantil universitaria de nuestro país, con la única diferen-
cia que, antes de 1959, mi FEU, mi Federación Estudiantil Universitaria, solamente tenía
expresión en las únicas tres elites burguesas universidades cubanas y, en estos momentos,
gracias a esa revolución socialista cubana, liderada por nuestro Comandante en Jefe, tiene
presencia en las 78 universidades, centros de educación superior, de esa islita bloqueada,
de esa islita del Caribe , con 78 centros de educación superior.
Vengo a hablar también en nombre de los estudiantes latinoamericanos, porque tengo
el derecho y la representación, porque represento a una organización latinoamericana de
estudiantes, que la preside la FEU de Cuba, y no la preside por casualidad sino que la pre-
side por ese orgullo que sienten los estudiantes latinoamericanos por los estudiantes cu-
banos. Vengo a hablar también como cubano, y sin autosuficiencia, a darle las gracias a
mi país, por esa escuela maravillosa de ciencias médicas. Esa escuela latinoamericana de
ciencias medicas de La Habana. En ese país bloqueado por los Estados Unidos, ese país
que está en permanente guerra hace 42 años. ¿Qué gobierno de América Latina, qué go-
bierno del mundo ha abierto a más de 2.000 jóvenes latinoamericanos una escuela para
que se formen gratuitamente y vayan a sus países a ejercer el sagrado ejercicio de la me-
dicina?
No soy economista, pero si mi profesora de economía política estuviese aquí le hubiese
dado un infarto, se hubiese muerto. No soy economista y mucho menos he aprendido de
los cubanólogos. ¿Uds. saben quienes son los cubanólogos? Pues los cubanólogos son
esos intelectualoides, esos políticos que desde Miami hablan de la realidad de mi país. No
soy cubanólogo, soy cubano, nacido con la revolución. No tuve la suerte, generacional-
mente hablando, de estar con Fidel en el Granma, de ir al Moncada y mucho menos tuve
la suerte de subir a la Sierra Maestra.

245
Martín Hernández

Miren esta barriga porque esta barriga, para tenerla gorda, para alimentarla, hay que
darle comida al pueblo, y si Cuba en el año 1989 o en el año 1992 no se hubiese visto en
la necesidad de abrirse y hacer esa apertura económica, hoy nosotros, los estudiantes uni-
versitarios, no estaríamos aquí y mucho menos estaríamos allá.
Mi generación, con 28 años que tengo, es la generación de la bicicleta porque cuando
se acabó el petróleo, los buses no pudieron ir más a los centros universitarios. Pero mi ge-
neración también es como la de usted, que vio profesores como usted, politólogos como
usted, teóricos como usted, como todos los que estamos aquí. Mi generación es la que
vio a esos profesores universitarios quitarse el cuello, quitarse el saco y agarrar una bici-
cleta y estar todas las mañanas a las siete en punto en nuestras universidades cubanas,
para seguir impartiendo clases, para seguir enseñándonos a pensar. Porque es verdad que
en Cuba hay inversión de capitales extranjeros; en Cuba, es verdad, hay ciertos niveles de
prostitución. Eso no es mentira, pero en Cuba tenemos una juventud y un pueblo ins-
truido, en Cuba tenemos educación. Fíjense ustedes. Un país bloqueado, un país asediado
por los Estados Unidos, pero un país que abre un canal de televisión para que todo el
pueblo, obrero, campesino, mujeres, negros, todos, puedan tener la posibilidad de acce-
der libremente al conocimiento.
En Cuba, claro que hay homosexuales. En Cuba, claro que hay lesbianas. Cuba como
nación tiene sus defectos, tiene sus virtudes, tiene sus grandes glorias pero, más que eso,
lo que caracteriza al cubano, lo que caracteriza a la revolución y lo que no perdonan esos
cubanólogos, es esa rebeldía intrínseca en la sangre latinoamericana.
Aquí tampoco se ha hablado, en este plenario, de la solidaridad de Cuba con el resto
de América Latina en medio del “período especial”. Aquí no se ha hablado de los médi-
cos cubanos que están hoy en Centroamérica.
Aquí no se ha hablado que Cuba perdonó la deuda externa [a] los países de Centroa-
mérica [por] donde pasó el huracán Mish. Aquí tampoco se ha hablado de los “tanques
pensantes”. ¿Ustedes saben quiénes son los tanques pensantes? Son los teóricos nortea-
mericanos, los de ese único partido norteamericano. Porque dicen que en Cuba hay un
solo partido. Estados Unidos, ese país elite de la democracia, es [el] que tiene un solo par-
tido. Los tanques pensantes son los que ahora se están rompiendo la cabeza para saber qué
va a pasar en Cuba cuando deje de existir Fidel Castro. Miren, la preocupación de mi ge-
neración no es lo que va a pasar en Cuba posterior a la era de Castro. Porque en Cuba
nunca va a haber era pos Castro. En Cuba nos estamos preparando para la era pos impe-
rio, pos imperialismo. Y este Foro Social se tiene que proyectar, y ésa era la alternativa, ése
era el optimismo, y ésa es todavía la fe y la confianza que tenemos. Este Foro tiene que ser
esa alternativa para que todos, absolutamente todos [nos preparemos para luchar], no
para la era pos Castro, no para la era pos revolucionaria. Y en eso Cuba es referente mun-
dial, porque con nuestros defectos y nuestras virtudes nadie pude negar que Cuba es el
faro que ilumina a América, el faro que ilumina la izquierda mundial. (sic)
¿Qué revolución, qué gobierno ha hecho tanto por su pueblo en un período de 42
años? Y usted que es historiador sabe que 42 años, en un período histórico, no es nada.
Absolutamente nada.

246
El Veredicto de la Historia

¿Qué pueblo, qué país ha hecho tanto por su nación, por su gente, como lo ha hecho
Cuba con el compañero Fidel? Aquí se mencionaba lo de Elián. Qué estúpidos fueron, fue-
ron muy estúpidos los de Miami. Retener [a] ese niño, jugar con esa conciencia. Nos unie-
ron más. Salimos fortalecidos. Estamos fortalecidos desde el punto de vista ideológico, y
aquí no importa la economía, aquí lo que importa es la ideología, lo que importa son los
valores, aquí lo que importa es la cultura. Nuestra cultura.
Por eso, como cubanos, diversos, amplios, plurales respetamos mucho a los que nos
respetan. A los que analizan Cuba desde Cuba. A los cubanos desde Cuba. A lo cubano
desde lo cubano. No desde los satélites a lo cubano. Porque nosotros somos un pueblo
muy respetuoso. Nuestra revolución, como aquí se dijo, no es copia de nadie, no fue sa-
télite de nadie, porque si hubiese sido copia ya el papel carbónico estaría viejo. Si hubiese
sido satélite, ya las antenas se hubiesen caído, porque no hay recursos para las antenas.
Sencillamente somos un proyecto propio, y como proyecto propio se nos tiene que en-
tender; y también recordar aquí, desde una visión revolucionaria, lo que recomendó a
toda la comunidad mundial el Sumo Pontífice Juan Pablo II cuando estuvo en La Habana
y dijo que Cuba se tenía que abrir al mundo, pero era necesario que el mundo se abra a
Cuba; y como cubanos no tenemos ningún miedo de abrirnos a ese mundo. (sic)
Los estudiantes, en el mes de abril, tuvimos la posibilidad inmensa, que no tiene nadie,
[de] que un gobernante, como el compañero Fidel, recibiera a 6.014 estudiantes prove-
nientes de 38 países en un Congreso Latinoamericano, para discutir el recorte presu-
puestario, ya que los gobiernos no dan el 6% para la educación. Esos temas mi universidad
no los discute. Los estudiantes cubanos no tenemos que estar enfrentados a esa discusión
de presupuesto. Nuestra discusión es en el campo de la cultura, en el campo de las ideas,
en el campo del perfeccionamiento de esa obra hecha por humanos, y como humanos
estamos también condicionados a los errores.
Decía Martí que los desagradecidos ven más las manchas del sol. Yo soy agradecido y
observo más los rayos, como aquí en Porto Alegre. ¿Por qué? Porque agradezco a Porto
Alegre haberme recibido y a ese sol que me está alumbrando. (sic)

Jossara Cony.- Brasil – Diputada y miembro del CC del PC do B.

Yo coincido con el compañero Hernández cuando dice que un debate como este se
tendría que estar haciendo en un auditorio en donde existiese la posibilidad de partici-
pación de mucha más gente, porque yo opino que ese debate, además de delimitar una dis-
cusión decisiva para este Foro Social Mundial, él es una lección. Es una lección para
nosotros en la actual etapa de la lucha de clases.
Yo soy miembro del Comité Central del Partido Comunista do Brasil e hice cuestión
de intervenir para traer aquí, con toda la calma revolucionaria que nosotros tenemos, al-
gunas contribuciones para este debate. Es una lección para nosotros, compañeros, porque
a depender de como se enfocan y como se interpretan cuestiones decisivas, no apenas
para Cuba revolucionaria, sino para la lucha y el aprendizaje revolucionario de la huma-
nidad, podemos patrocinar actitudes revolucionarias o contrarrevolucionarias.

247
Martín Hernández

Una de las cuestiones que se discute aquí es la cuestión de la democracia. Yo opino que
nosotros tenemos la obligación, como brasileros, como latinoamericanos, si tenemos una
visión internacionalista, de profundizar esta cuestión de la democracia. Porque demo-
cracia para mí, y para mi partido, es democracia sobre óptica de clase, y democracia sobre
óptica de clase presupone vigilancia revolucionaria contra actitudes contrarrevoluciona-
rias cuando se quiere construir una nueva estructura de sociedad que garantiese la ver-
dadera emancipación política, económica, social y espiritual de los pueblos, porque la
contrarrevolución trata en todo momento que nosotros no consigamos nuestra emanci-
pación y yo opino que, desde el punto de vista de la vigilancia revolucionaria, el pueblo
cubano con sus dirigentes, dirigidos hoy por Fidel y dirigidos en el futuro por aquellos que
se formaron en el proceso revolucionario, nos están enseñando el significado de la vigi-
lancia revolucionaria.
Yo fui a Cuba al 7º Seminario Internacional de atención primaria de la salud y al se-
minario sobre plantas medicinales. Pero antes de continuar con la experiencia que tuve
allá quería explicar lo que yo quiero decir cuando hablo sobre cómo se pueden generar
actitudes contrarrevolucionarias o revolucionarias. Yo opino que una cosa es llamar a una
discusión para discutir problemas de Cuba, desde el punto de vista del internacionalismo
proletario, de la solidaridad internacional, para discutir los problemas con una visión crí-
tica. Pero otra cosa es transformar una oficina como ésta en una discusión sobre la res-
tauración del capitalismo en Cuba. Esa es una actitud contrarrevolucionaria.
Nosotros tenemos que tener calma, fundamentalmente cuando se está dando una dis-
puta de hegemonía sobre la óptica ideológica, sobre lo que nosotros queremos para clase
obrera en el mundo entero.
Yo quiero decir que allá, en Cuba, yo vi a una nación aprendiendo y sintiendo el es-
píritu de la solidaridad. Una cosa nueva, que está inacabada, que es realizada por huma-
nos, porque las experiencias y los pueblos tienen su dinámica relacionada por múltiples
factores subjetivos y objetivos, y quien no entiende eso, y no entiende eso a partir de lo
que Cuba está haciendo, con todo sentimiento de mi militancia política y de los com-
promisos de mi partido, gesta actitudes antirrevolucionarias. (sic)

Ricardo.- México- Partido del Trabajo.

Con la caída del bloque soviético, y como todo partido que enarbola un proyecto so-
cialista, nosotros nos preocupamos por ver qué errores se cometieron en la Unión Sovié-
tica. Qué es lo que no debemos de hacer cuando nosotros construyamos el socialismo.
Con esta preocupación participamos como sede en un seminario para hacer un balance
de la construcción del socialismo, para analizar que es lo que pasó en la Unión Soviética,
y por qué Cuba, Corea del Norte, Vietnam, China seguían con un proyecto socialista.
Creo que tenemos que tener la humildad, antes de sacar conclusiones apuradas, te-
nemos que tener la humildad de primero aprender y ser alumnos de las enseñanzas de
estos pueblos que han logrado avanzar en el proyecto socialista y que han tenido impor-
tantes victorias. Yo creo que algo que tenemos que dejar de lado es el dogmatismo.

248
El Veredicto de la Historia

Modelos socialistas pueden haber varios, no sólo uno. Cuando se habla del monopo-
lio del comercio exterior como una condición básica para la construcción del socialismo,
a lo mejor no es así. A lo mejor se puede construir un socialismo sin necesidad de mo-
nopolios, con más sociedad, tal vez, no [tanto] estatismo. Yo creo que tenemos mucho por
aprender. Apenas se están dando los primeros ensayos de construcción del socialismo y
creo que tenemos que estar abiertos a aprender de esas enseñanzas que nos da el pueblo
cubano, que nos da el pueblo coreano, que nos da el pueblo vietnamita, que nos da el pue-
blo chino, que nos da el pueblo libio, que también se autodenomina socialista. Hay mucho
que aprender y creo que este tipo de seminarios, quitándole un poco lo acalorado, pue-
den servir para eso.
Lo que nosotros les podemos decir es que las memorias de los seminarios que nos-
otros hemos realizado en México están a disposición de los interesados para que las co-
nozcan. Ahí se sintetizan algunas experiencias. Han asistido los compañeros de Cuba.
Han asistido los compañeros vietnamitas, los compañeros coreanos, y allí ha habido opi-
niones divergentes, que son naturales. Había, por ejemplo, compañeros académicos cu-
banos que decían que en Cuba no se podía decir que estaban en el socialismo, estaban en
la construcción del socialismo, pero no en el socialismo. Compañeros que decían que sí,
que ya estaban en el socialismo. Pero yo creo que sí ha habido un debate importante, en
torno a esto. Yo creo que el principal objetivo es ver que errores se han cometido, para no
cometerlos y apoyarnos mutuamente todos, porque yo creo que lo que no podemos per-
mitir es que el buscar errores nos divida. Yo creo que lo que debemos mantener [son] las
discusiones ideológicas, pero también mantener siempre la unidad contra el imperia-
lismo y en favor de nuestros pueblos. Entonces, yo creo que este debate, aunque no lo ter-
minemos ni lleguemos a muchas conclusiones [no] impida que, al menos en la política
sigamos unidos, aunque en lo ideológico mantengamos un debate que debe ser produc-
tivo y no apasionado, ya que la pasión la debemos llevar a la política. En lo ideológico, en
lo científico y en lo académico debemos ser fríos para poder entender a nuestro contrin-
cante y para poder aprender más, con una mente abierta, que nos permita cometer la
menor cantidad de errores posibles en el futuro. (sic)

Breno Altman.- Brasil – Revista Reportaje.

Antes que nada yo quería saludar a los compañeros cubanos por la enorme paciencia
que tienen en tratar los temas que aquí fueron expuestos. Una paciencia que confieso yo
no tengo y no tengo esa paciencia por un elemento importante que está en el propio tema
de este debate, que explica un poco la reacción de varios compañeros. Si nosotros extra-
jésemos todas las conclusiones de ese análisis de que hubo en Cuba la restauración del ca-
pitalismo, los lazos de solidaridad con el Estado, oriundo de la revolución cubana y con
aquella dirección política, ya se deshicieron, ya que nosotros no podemos tener ninguna
solidaridad con un estado capitalista y mucho menos con una dirección que desempeñó
un papel, que según este análisis, desempeñó una tarea contrarrevolucionaria, aún más
tratándose de la misma dirección que hizo la revolución.

249
Martín Hernández

La conclusión política, por lo tanto, que se extrae de este análisis, de que hubo res-
tauración capitalista en Cuba, es que la dirección del Partido Comunista Cubano, enca-
bezado por Fidel Castro, es una dirección contrarrevolucionaria, que no merece ninguna
solidaridad. Si recordamos que la izquierda en América Latina se construyó, en buena
parte, en base a los valores y la experiencia de la revolución cubana, eso significa desde el
punto de vista del imaginario de la izquierda y de su estómago, una trompada en la cara.
Por eso es normal que las personas respondan con indignación.
Esa exposición que hizo el compañero Hernández es la vieja historia de aquella per-
sona que en vez de comprar un zapato del tamaño del pie, trata de hacer que el pie sea del
tamaño del zapato. Se esclaviza una cierta matriz de raciocinio y precisan encontrar los
conceptos de tal forma de intentar preservar aquella antigua matriz. Una conclusión ex-
tremadamente importante que precisa ser discutida, después de 70 años de experiencia
socialista y de colapso del mundo socialista, es la vieja idea, que funcionó como una ban-
dera del raciocinio de Trotsky, [de] que no era posible el socialismo en un solo país. Como
no era posible el socialismo en un solo país, muchas veces se [abordaron] las experien-
cias socialistas en curso con conceptos que intentaban comprobar esa tesis.
Una de ellas es ésta. Decir que en Cuba, como no es posible el socialismo en un solo
país, Cuba no podía ser socialista; entonces, lo que hubo en Cuba fue la restauración ca-
pitalista. Una restauración capitalista sin los ingredientes esenciales de esa restauración ca-
pitalista. Porque allí no hubo la formación de una nueva burguesía, allí no hubo la
reapropiación de la propiedad en manos capitalistas; Cuba vive una situación de un drama
histórico que [le] tocó vivir al movimiento revolucionario y socialista que fue que la re-
volución triunfó en los países pobres. Cuando Rusia hizo su revolución en 1917, ella se en-
frentó con ese problema. Ella no tenía la acumulación primitiva de capital y riquezas para
avanzar en dirección al socialismo y se vio en una situación de aislamiento extremo. En
esa situación recurrió a la NEP (La Nueva Política Económica) cuyo lema, durante un
buen tiempo fue “campesinos enriquecéos” porque había la necesidad de alimentar al
pueblo ruso después de la Primera Guerra Mundial y de la guerra civil. El elemento esen-
cial de la NEP, desde el punto de vista estadístico, fue la enorme progresión de la pro-
ducción campesina privada al punto tal que al final de los años 20 generó la crisis de las
tijeras, porque los campesinos retenían los alimentos y amenazaban de esta forma a la
clase obrera. Cuba vivió una situación en la cual perdió un tercio de su producto bruto in-
terno y tuvo que [recurrir] a una situación llamada de “período especial”, que fue abier-
tamente asumida por la dirección cubana. La frase de Fidel, en un discurso de 1989, fue:
“Nosotros tenemos que defender las conquistas de la revolución aunque eso signifique va-
rios pasos atrás en la construcción del socialismo”, y la adopción de políticas que le per-
mitiesen a Cuba volver a acumular las condiciones de riqueza para retomar la lucha por
el nuevo sistema, fue, abiertamente dicha de esa manera.
Para concluir sobre lo que dijo otro compañero. Yo creo que debemos tratar de evitar
de imponer nuestros modelos a los otros países. De la misma forma que era equivocado
querer importar los modelos de otros países. El hecho que aquí en el Brasil funcionan las
asambleas obreras con varias tendencias, con varios partidos, eso no es una cuestión de

250
El Veredicto de la Historia

principios de la democracia obrera. El hecho de que haya un sólo partido no hiere, por si
sólo, el principio de la democracia obrera. Yo creo que los compañeros cubanos tienen ese
derecho a elegir, por su propia experiencia, el modelo de construcción de su régimen po-
lítico. (sic)

Miguel.- Cuba- CTC (Central de Trabajadores Cubanos) Integrante de la delegación cubana


al Foro.

Lo primero que se respira en este debate, en esta sala, es el reconocimiento y el amor


a la revolución cubana, cosa que nosotros agradecemos porque, de ese amor, de ese re-
conocimiento, de la solidaridad que ha recibido la revolución cubana, el pueblo de mi
país se ha alimentado sobre todo en los tiempos más difíciles que pensamos que fueron
éstos de la década del 90. Aquí ha habido opiniones de todo tipo. Unas más comprensi-
bles de la realidad cubana y otras menos comprensibles. Otras que uno se da cuenta [de]
que no sabe nada de la revolución cubana, pero el mundo es así, hay de todo. Pero yo
creo que lo que prima es eso, ese sentimiento. Hay un mensaje que siempre les decimos
a los amigos y es que si algo nos ayuda al pueblo cubano es que no nos idealicen.
Nosotros somos un pueblo en colores, no es en blanco y negro nuestra sociedad. Tiene
todo tipo de matices. Es verdad que no tenemos el paraíso que quisiéramos tener, pero no
vivimos en el infierno que dicen que vivimos. Para comprender realmente la problemá-
tica cubana hay que conocer qué ha sido la revolución cubana. Cuáles son las raíces de la
revolución cubana. Nuestras raíces no están en la Revolución de Octubre. Nuestras raí-
ces están en el siglo pasado, en el ideario de Martí, es el ideario martiniano que nos ha ve-
nido animando y también, por supuesto, hemos abrazado las ideas de las causas más justas
e identificadas con el proceso de justicia social.
Hoy se habla aquí de si se restaura, cuál es el camino, etc. Miren, en Cuba ha pasado
una cosa muy sencilla. Hay un viejo proverbio chino que se usa mucho por ahí, que dice:
Cuando usted tiene calor lo que tiene que hacer es abrir las ventanas para que entre el
aire. Y nosotros teníamos eso, lo que pasa es que junto con el aire también entran los bi-
chos. Nosotros tuvimos que hacer eso. Abrir las ventanas para que nos entrara el aire por-
que si no lo hacíamos nos quedábamos puros, pero nos moríamos, aunque nos
muriésemos químicamente puros. El destino era ése, no era otro. Sabíamos que entraban
los bichos y es verdad que aparecieron figuras sociales que eran prácticamente descono-
cidas, como es el tema de la prostitución. Ha habido corrupción, en fin, ha habido otras
manifestaciones también negativas para la sociedad, que en mi generación eran desco-
nocidas. El problema está en cómo nosotros, cosa que sí hemos hecho, nos hemos apro-
piado de nuestros propios insecticidas para acabar con los bichos, porque lo que no ha
habido en todas estas expresiones ha sido impunidad.
Ha habido una voluntad, desde el punto de vista del planeamiento social, de resolver
y enfrentar el reto que significaba todo esto. En esta etapa ha habido determinados pre-
cios que hemos tenido que pagar. Y lo sabíamos. En el orden social y hasta en el orden po-
lítico. Hubo a quienes se les aflojaron las piernas frente a las dificultades, y eso lo sabíamos.

251
Martín Hernández

Lo que pasa es que el pueblo cubano tiene una historia y costó mucha sangre hacer la
revolución. A mí a veces me duele que haya incluso amigos que sin mala intención, desde
cualquier lugar del mundo, le hacen una gran crítica a la revolución cubana, y no digo que
sea éste el caso, y frente a eso yo digo: ¿cuál país en el mundo lleva cuarenta años como
nosotros? Primero es una revolución a noventa millas de los Estados Unidos, ninguno la
ha hecho. La hicimos nosotros. Pero después la sostiene por más de cuarenta años, en
medio de un tenaz bloqueo.
Porque aquí se habla de que si el bloqueo era una media verdad. Pues no, el bloqueo
es una verdad absoluta. Una verdad absoluta, porque en medio de la desaparición del
campo socialista surgen en primer lugar la Ley Torricelli y la Ley Helms Burton, que son
expresiones de recrudecimiento y de reafirmación de la voluntad del gobierno nortea-
mericano de ahogar la revolución cubana. No es casual. No es una coincidencia pura-
mente de calendario este problema. Entonces yo digo, bueno, nadie ha hecho eso. La ha
sostenido por cuarenta años. Pero en última instancia lo que sucede en Cuba hoy tiene que
ver con la voluntad de los cubanos. Somos así porque nos ha dado la gana de ser así. Y de-
fendemos nuestros deseos de ser así. Alguien decía, y yo lo comparto: no pretendamos que
lo hagan igual que nosotros. Y se los digo con absoluta claridad. Les va a salir mal. Nos-
otros no copiamos a nadie por eso nos sale bien, porque esta es una revolución auténti-
camente cubana, por eso no nos fuimos detrás, como decimos en el béisbol, de las bolas
malas. De esta manera compañeros, en nombre del movimiento sindical cubano, lo que
me restaría es agradecerles la voluntad de que nuestra revolución continúe siendo una
revolución socialista. Los cubanos estamos seguros, conocemos, de cuál es la responsa-
bilidad con la historia que asumimos desde el punto de vista de ser una referencia revo-
lucionaria que hoy, desgraciadamente, quedan pocas, pero tengan la confianza de que el
pueblo cubano no va a traicionarse ni a sí mismo ni a la humanidad en estos tiempos. Mu-
chas gracias.

Martín Hernández

Cuando yo hablé, varios de los presentes me criticaron duramente porque yo tenía “un
desconocimiento completo de lo que sucedía en Cuba”. Entonces, les pido a los compa-
ñeros que se olviden de todos los datos que yo di sobre Cuba y tomen en cuenta sólo los
que dio el compañero Valentín, de Cuba. Porque lo que hizo el compañero Valentín es
hacer una descripción objetiva de lo que está aconteciendo en Cuba. Yo dije exactamente
lo mismo que el compañero. Todos los datos que yo di coinciden con los de Valentín por-
que, como decía anteriormente, fueron extraídos de la misma fuente. Son todos datos del
gobierno cubano y los que no son del gobierno cubano son del CEA (Centro de Estudios
sobre América) de La Habana, que seguramente el compañero Valentín conoce. Yo intenté
ser extremadamente cuidadoso en tomar las informaciones oficiales como verdaderas.
Entonces, repito, sólo tomen en consideración la intervención de Valentín.
Esta es una discusión profunda, todos los revolucionarios estamos frente a un desafío,
que tiene que ver con los destinos de Cuba, que es también el destino de América Latina

252
El Veredicto de la Historia

y de la revolución mundial. Entonces, esos desafíos que tenemos no se resuelven con gri-
tos, prepotencia o con falta de “paciencia”. Van, hay que tener mucha paciencia. Todos
nosotros vamos a tener que tener mucha paciencia.
¿Cuál es la discusión sobre Cuba? La discusión es: ¿precisamos hacer concesiones al
capitalismo? La discusión es ¿precisamos abrir una ventana porque nos estamos aho-
gando? No, ésa no es la discusión. Vuelvo a repetir, si es necesario pedir préstamos, se
piden préstamos. Si es necesario traer capitales, a veces es necesario hacer concesiones. Si
no tenemos condiciones de desarrollar una determinada tecnología, imprescindible, y el
imperialismo sí la tiene, hay que ver cómo se trae esa tecnología aún a riesgo de hacer con-
cesiones al capitalismo. Siendo conscientes, en primer lugar, de que se están haciendo
concesiones al capitalismo.
La discusión en la Unión Soviética, en el inicio de los años 20 fue ésa, pero fue una dis-
cusión democrática que duró un año y medio para decidir si se hacían o no concesiones
al capitalismo, y Lenin estaba completamente en contra de hacer ese tipo de concesiones.
Era Trotsky quien defendía hacer concesiones al capitalismo. Trotsky defendía hacer la
NEP (Nueva Política Económica), es decir, concesiones al capitalismo, “abrir las ventanas”
para recuperar una economía que estaba mucho más destruida que la cubana, cualitati-
vamente más destruida que la cubana, porque Rusia pasó no sólo por la Primera Guerra
Mundial sino por la guerra civil contrarrevolucionaria. Una guerra civil que destruyó no
sólo las fábricas sino a la clase obrera. El grueso de los militantes obreros del partido bol-
chevique murieron en la guerra civil y frente a ese cuadro Trotsky dijo: para recuperar la
economía tenemos que hacer concesiones al capitalismo, y por eso dio una batalla en el
Comité Central. Quedó aislado durante más de un año. Casi nadie lo apoyaba. Lenin es-
taba completamente en contra. Lenin temía que las concesiones pudiesen llevar a la res-
tauración del capitalismo. Ahora, el compañero Breno dice que la línea de la NEP era
“campesinos enriquecéos”. Ésa era la línea de los restauracionistas. Era la línea de Buja-
rin. Era la línea de abrir todas las ventanas. Ésa era la línea de Bujarin, que era la derecha
del CC del Partido Bolchevique.
Durante mas de un año se discutieron estos temas y nadie dijo: “me está cansando
esta discusión”, “no tengo paciencia”, porque eran las épocas de la democracia obrera. Pero
no era sólo el Partido Bolchevique que discutía. La III Internacional discutía.
Entonces, volviendo a la NEP. Todo el Comité Central, con Lenin a la cabeza, acabó
adoptando la política de la NEP y fue discutida en los Soviet, y se hicieron las concesio-
nes al capitalismo. Pero aquí vino la discusión. ¿Qué concesiones? ¿Hasta cuándo? Y esto
tiene que ver con lo que decía el compañero Miguel, de la CTC de Cuba. Él dice: “abra-
mos las ventanas, aunque entre bichos”. El problema no es si entran bichos sino el tamaño
de los bichos, porque al abrir una ventana pueden entrar mosquitos, pero también pue-
den entrar, leones y tigres. Y el problema es hasta cuándo se abren las ventanas. Esa es toda
la discusión. ¿Qué se discutió en la NEP? El partido bolchevique discutió que las conce-
siones al capitalismo no podrían afectar la planificación económica ni el monopolio del
comercio exterior por parte del estado. Más aún, discutieron que si hacía esto sería equi-
valente a decretar el fin de la revolución. Esa fue la postura de los bolcheviques.

253
Martín Hernández

Los compañeros cubanos dicen otra cosa. Ellos dicen que lo intentan mantener no es
el monopolio del comercio exterior ni la planificación económica, sino mantener las “con-
quistas sociales”. Pero eso no define nada sobre lo que estamos discutiendo.
Por otra parte es necesario hacer una reflexión. Con todas esas concesiones al impe-
rialismo europeo, al cual nadie, en esta reunión, se refiere ¿los compañeros creen que van
a recuperar la economía y seguir siendo independientes del imperialismo? Yo pienso que
eso es imposible. Yo me quedo alegre con el entusiasmo revolucionario, pero eso no basta.
Hay que ver lo que pasa en la realidad. Hay que ver, dentro de esto, el papel del gobierno.
Antes de terminar quería reivindicar a los compañeros cubanos que participaron. Pri-
mero porque para nosotros es un motivo de orgullo que ellos, por lo que representan,
hayan venido a participar de este debate. Segundo, por lo que Breno no comparte. Por la
enorme paciencia que han demostrado para discutir diferentes opiniones.

Valentín Sosa

Yo quería hacerle una pregunta. ¿Qué elementos tiene Ud. para decir que en Cuba no
existe más la planificación económica? Porque usted ha mezclado la existencia de la pla-
nificación con el monopolio del comercio exterior. Y quiero expresarle que el año pasado
en Cuba se cumplió el cuarenta aniversario de la planificación económica y el eslabón
fundamental del socialismo es la planificación. Lo que pasa que en Cuba, en los prime-
ros años, se planificaba en base a balances materiales. Nosotros recibíamos la mayoría de
las materias primas del campo socialista; al derrumbarse el campo socialista y la Unión
Soviética, la planificación juega un elemento diferente porque entran los elementos fi-
nancieros que no estaban presentes en la planificación anterior. Eso quiere decir que el so-
cialismo sin planificación no es socialismo, y en Cuba siempre existió la planificación.
Hubo que reorientar el comercio exterior porque, si no lo hacíamos perecíamos. Hay otra
cosa sobre la cual usted no habló, como es la despenalización del dólar. Eso lo hicimos in-
voluntariamente. Contra nuestra posición. Conociendo los riesgos que traía desde el
punto de vista social. Planificamos las principales restricciones del Estado. Esto hay que
hablarlo porque en Cuba se planificó para sobrevivir en condiciones totalmente diferen-
tes. Se planificó en dos direcciones. Para sobrevivir ante un bloqueo económico, ante un
ataque militar, y [se planificó] para sobrevivir en el “período especial” en tiempos de paz.
Sin esa planificación no hubiésemos podido subsistir. Eso es importante porque puede
quedar alguna confusión. Nosotros estamos a favor de todo lo que expresó Lenin, lo que
pasa es que son momentos históricos diferentes. Todo lo que se hizo en Cuba se hizo por-
que la vida lo impuso. Por eso hablamos de conquistas sociales. Al principio, el mundo es-
taba preocupado porque decía que Cuba no se abría al mundo. Cuba empieza a abrirse al
mundo porque la vida lo impuso y porque las condiciones han cambiado, por eso todo el
mundo comienza a preocuparse con la apertura cubana.
La asociación de economistas a la cual yo pertenezco tiene 35.000 asociados en todo el
país, y la tarea fundamental es participar activamente de todo el proceso de transformación
de la economía cubana. Yo creo que el socialismo sin planificación no puede existir.

254
El Veredicto de la Historia

Lo que pasa es que las condiciones han cambiado totalmente y yo pienso que el ejem-
plo de Cuba es vivo.
En la medida [en] que la economía cubana se vaya recuperando, se van a ir elimi-
nando muchas de estas transformaciones. Primero estamos encaminados a recuperar el
peso cubano. Es una tarea fundamental; y, lo otro es que, en la medida en que el comer-
cio exterior se vaya reorientando tendremos que ir cambiando la cobertura ésta del co-
mercio exterior porque lógicamente antes no había Banco Mundial. Antes no había Fondo
Monetario Internacional. El intercambio comercial era a precios ventajosos dentro del
campo socialista. Por eso yo creo que es importante y siempre hay tener que presente que
existirá la planificación, y todas las transformaciones y todas las aperturas han sido por
problemas coyunturales, porque las condiciones históricas concretas son totalmente di-
ferentes. El Che vio muchas cosas. Previó muchas cosas, pero la vida es mucho más rica
y las condiciones han cambiado.
Nosotros nos sentimos muy orgullosos de la revolución. El día que Fidel muera, Fidel
no va a morir para nosotros. Lo vamos a sentir como cubanos, como seres humanos, pero
se van a multiplicar sus ideas, como se multiplican las ideas del Che, las ideas de Martí,
las ideas de Bolívar en América Latina. Por eso quiero decir que cometimos algunos erro-
res. Nos dimos cuenta a tiempo de esos errores, pero jamás dejamos de [acordarnos] de
la planificación, porque la planificación es la base fundamental del socialismo.

Martín Hernández

Te respondo, porque yo digo que en Cuba no hay más economía planificada aunque,
por falta de tiempo, no voy a poder profundizar este tema.
En Cuba, como en cualquier país existen planes económicos, pero ahora, a diferen-
cia del pasado reciente, no existe más una economía planificada. Si no fuese así tú me tie-
nes que explicar por qué, en el último período, se disolvió la Junta Central de
Planificación.
Existe una íntima relación entre el monopolio del comercio exterior por parte del es-
tado y la planificación económica. Nadie discute que en Cuba se acabó con el monopo-
lio del comercio exterior por parte del Estado, tú mismo lo has planteado. Actualmente
en Cuba todas las empresas, sean estatales, mixtas, extranjeras o nacionales pueden ex-
portar e importar lo que quieran, por lo tanto, estas empresas no producen en función de
un plan central sino en función de sus propios intereses y necesidades. Entonces, ¿de qué
economía planificada estamos hablando?
Antes de terminar quería agradecer, una vez más, la presencia de tantos compañeros
en este debate. En especial quería agradecer a los que manifestaron diferencias con mis
opiniones, y que vinieron a este debate justamente porque tenían diferencias.
Muchas gracias.

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Impreso en Gráfica Bartira
São Bernardo do Campo, Brasil

Primera edición: 1.000 ejemplares

Impreso en marzo de 2009

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