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DISCURSO EN LA CONFERENCIA DE BANDUNG*

Zhou Enlai

Señor Presidente y señores delegados:


Ha dado comienzo la Conferencia Afroasiática de la que está pendiente todo el mundo. La
delegación de la República Popular China se siente muy complacida de poder abordar aquí, junto con
las delegaciones de otros países, los asuntos comunes que preocupan a nuestros países afroasiáticos.
Ante todo quisiéramos agradecer a Birmania, Ceylán, la India, Indonesia y Pakistán, los cinco países
patrocinadores de esta conferencia, su iniciativa y sus esfuerzos para que hayamos podido reunirnos.
También quisiéramos expresar nuestro agradecimiento al gobierno de la República de Indonesia,
anfitrión de esta conferencia, por los excelentes preparativos que ha hecho.
Es la primera vez en la Historia que tantos países de Asia y África se reúnen en una conferencia
como ésta. En ambos continentes vive más de la mitad de la población mundial. Los pueblos
afroasiáticos han creado espléndidas culturas milenarias que han contribuido enormemente al
desarrollo de la Humanidad. En la época moderna, la mayoría de los países de Asia y África han sido
víctimas en diferente grado del saqueo y la opresión del colonialismo, de modo que se ven obligados a
vivir en una situación de pobreza y atraso. Nuestros clamores han sido silenciados, nuestros deseos
atropellados y nuestros destinos manipulados por otros, de modo que no tenemos otro remedio que
levantarnos contra el colonialismo. Nuestros sufrimientos y nuestra lucha son los mismos por lo que los
diversos pueblos afroasiáticos nos comprendemos fácilmente y simpatizamos y nos solidarizamos
sinceramente desde hace tiempo.
Últimamente la fisonomía de las regiones de Asia y África ha sufrido enormes cambios. Cada vez
son más los países afroasiáticos que se han liberado o se están liberando de las trabas del
colonialismo. Los países colonizadores ya no pueden seguir saqueando y oprimiendo con los métodos
del pasado. La Asia y la África de hoy no son las mismas de ayer. Muchos países de ambos
continentes son dueños de sus destinos tras esfuerzos prolongados. Nuestra conferencia refleja estos
cambios históricos determinantes.
A pesar de ello, la dominación del colonialismo en estos dos continentes todavía no ha terminado
y los nuevos colonizadores intentan sustituir a sus antecesores. No pocos pueblos afroasiáticos siguen
llevando una vida de esclavos colonialistas, sufriendo la discriminación racial y viendo cómo sus
derechos humanos son atropellados.
Nuestros países afroasiáticos escogen diferentes caminos para alcanzar la libertad y la
independencia pero es unánime nuestra voluntad de conseguirlas y consolidarlas. Independientemente
de las condiciones concretas de cada uno de nuestros países, la mayoría de nosotros necesitamos
superar la situación de atraso producto de la colonización y lograr cada uno nuestro desarrollo según la
voluntad de nuestros pueblos y sin interferencia foránea.
Los pueblos afriasiáticos han sido víctimas de agresiones y guerras durante mucho tiempo.
Muchos de ellos fueron obligados por los colonizadores a ser carne de cañón en las guerras de
agresión por lo que no pueden sino odiarlas. Son conscientes de que la amenaza de nuevas guerras
no sólo perjudica su independencia y desarrollo sino que también refuerza su subyugación al
colonialismo. Por esta razón, los pueblos afroasiáticos comprendemos profundamente el valor de la
paz mundial y de la independencia nacional. En estas circunstancias, garantizar la paz en el mundo,
conseguir y salvaguardar la independencia nacional y promover la cooperación no pueden sino ser
deseos comunes de todos los países afroasiáticos.
Tras el armisticio en la República Popular Democrática de Corea, la Conferencia de Ginebra contó
con el apoyo de cinco países de la Conferencia de Colombo y desde la base del respeto a la
independencia nacional logró un alto el fuego en Indochina. En aquel entonces, se alivió relativamente
la tensión internacional lo que supuso un soplo de esperanza para los pueblos del mundo,
particularmente los asiáticos. Sin embargo, los acontecimientos internacionales que siguieron jugaron
en contra de la voluntad de los pueblos. Las crisis bélicas aumentan en Oriente y Occidente. Las
aspiraciones tanto del pueblo coreano como del alemán han sido impedidas. El acuerdo de la
Conferencia de Ginebra para la restauración de la paz en Indonesia corre el riesgo de ser violado.
Estados Unidos sigue creando tirantez en la región de Taiwán. Son cada vez más las bases militares
de países occidentales asentadas en Asia y África. Estos países dicen abiertamente que las armas
atómicas son convencionales y se preparan para una guerra atómica. Los pueblos asiáticos no pueden

* En la Conferencia Afroasiática de países no-alineados realizada en Bandung, Indonesia, entre el 18 y el 24 de abril de


1955.

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olvidar que la primera bomba atómica cayó en su territorio ni que la primera víctima de las pruebas de
la bomba de hidrógeno fue asiática. Los pueblos afroasiáticos, igual que los de otras regiones del
mundo, no pueden sino estar preocupados por la creciente amenaza de la guerra.
De todos modos, los países agresores que se preparan para una guerra son una exigua minoría.
La mayoría de los pueblos del mundo, independientemente del sistema social bajo el que vivan,
aspiran a la paz y se oponen a la guerra. El movimiento por la paz en los diferentes países del mundo
ha logrado un profundo y amplio desarrollo. Exige poner fin a la carrera armamentista y pide que los
países grandes sean los primeros en alcanzar un acuerdo para el desarme. Solicita la prohibición de
las armas atómicas y las demás armas de destrucción masiva. El movimiento por la paz pide que la
energía atómica sea utilizada con fines pacíficos en beneficio de la Humanidad.
Estos clamores ya no pueden seguir siendo menospreciados; la política de agresión y guerra
cuenta cada vez con menos apoyo. Los conspiradores de la guerra han hecho de las amenazas
bélicas un instrumento de uso frecuente para promover su política de agresión. Sin embargo, estas
amenazas no podrán intimidar a quienes están determinados a resistir y sólo consiguen sumir a los
amenazadores en el aislamiento y el caos. Estamos convencidos de que junto a todos los pueblos y
países amantes de la paz, ésta se puede salvaguardar siempre que estemos resueltos a ello.
La mayoría de los países afroasiáticos, incluido China, estamos muy atrasados económicamente
debido a la prolongada colonización. Por eso, no sólo pedimos la independencia política sino también
la económica. Por supuesto, la independencia política que exigimos no implica una política de
exclusión para los países no afroasiáticos. Pero la época en que los países occidentales dominaban
nuestro destino ha pasado y éste ha de ser dirigido por nosotros mismos. Debemos trabajar para lograr
la independencia económica de cada uno de nuestros países y eso no significa rechazar la
cooperación económica con las naciones de otros continentes. Sin embargo, exigimos cambiar la
situación de explotación en que los atrasados países orientales nos encontramos respecto a los
colonizadores occidentales y queremos desarrollar una economía independiente y de autodecisión.
Conquistar la independencia total es el objetivo por el que la mayoría de los países y pueblos
afroasiáticos venimos luchamos tanto tiempo.
En China, después de que el pueblo se adueñase de su propio país, todos nuestros esfuerzos han
estado encaminados a eliminar el atraso heredado de la longeva sociedad semicolonial y a convertir al
nuestro en un país industrializado. En los últimos cinco años, hemos recuperado la economía nacional
devastada por las prolongadas guerras y en 1953 hemos comenzado el primer plan quinquenal de
construcción económica. Gracias a estos esfuerzos, el volumen de producción en los principales
sectores industriales, como la siderurgia, el algodón y los cereales, ha alcanzado un récord histórico.
Sin embargo, estos éxitos son insignificantes comparados con nuestras necesidades reales ya que
estamos muy atrasados en comparación con los países industrializados altamente desarrollados. Igual
que otros países asiáticos, necesitamos urgentemente un entorno internacional de paz que facilite el
desarrollo de nuestra economía independiente y de autodecisión.
Los países afroasiáticos contrarios al colonialismo y celosos de su independencia nacional
aprecian más sus derechos. Todos los países, sean grandes o pequeños, fuertes o débiles, deben
gozar de igualdad de derechos en las relaciones internacionales. Su soberanía y su integridad
territorial deben ser respetadas, nunca violadas. Los pueblos de todos los países dependientes deben
gozar del derecho de autotederminación nacional en vez de ser perseguidos y esquilmados. Todos los
pueblos, independientemente de su raza o color, deben gozar de los Derechos Humanos básicos en
vez de ser maltratados y discriminados. Sin embargo, es fácil apreciar que aún no han cesado las
represiones violentas contra los pueblos de Túnez, Marruecos, Argelia y otros países que persiguen la
independencia; aún no han sido detenidas la discriminación y la opresión raciales en la Federación
Sudafricana y otras regiones; y aún no se ha resuelto el problema de los refugiados árabes en
Palestina.
Ahora podemos decir que el rechazo a la discriminación racial, la exigencia de los Derechos
Humanos básicos, la oposición al colonialismo, la demanda de la independencia nacional y la
salvaguarda resuelta de la soberanía e integridad territorial son la demanda común de los países
afroasiáticos y sus pueblos que se han despertado. La lucha del pueblo egipcio por recuperar la
soberanía de la zona del Canal de Suez, la del iraní por recuperar la soberanía de los recursos
petrolíferos, la demanda del pueblo hindú por recuperar los derechos territoriales del Goa, y la del
indonesio por recuperar sus derechos territoriales de Irian Occidental se han ganado la simpatía de
muchos países afroasiáticos. Igualmente, la demanda de China de liberar su territorio de Taiwán
también se ha granjeado el apoyo de todos los pueblos de Asia y África. Esto demuestra que los
pueblos afroasiáticos nos comprendemos, simpatizamos y nos solidarizamos.
La paz sólo será garantizada con el respeto mutuo a la soberanía y la integridad territorial. La
violación de la soberanía e integridad territorial y la intervención en los asuntos internos de cualquier
país perjudicarán inevitablemente la paz. Si todos los países se comprometen a la no agresión mutua
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se podrán crear las condiciones de coexistencia pacífica en las relaciones interestatales. Si todos los
países se comprometen a la no intervención en los asuntos internos del otro, los pueblos de los
diversos países podrán elegir, según su propia voluntad, su sistema político y su modo de vida. El
acuerdo sobre la recuperación de la paz en Indochina fue alcanzado por las diversas partes en la
Conferencia de Ginebra sobre la base de un compromiso de respeto a la independencia, la soberanía
y la integridad territorial de los países indochinos y la no intervención en sus asuntos internos. Por ello,
la Conferencia de Ginebra establece que los países de Indochina no participarán en alianzas militares
ni albergarán bases militares de países extranjeros, creando así las condiciones favorables para
establecer una zona de paz. Sin embargo, hemos visto después de la Conferencia de Ginebra una
tendencia de desarrollo contraria y desfavorable para los intereses de los pueblos indochinos y para la
paz. Consideramos que el acuerdo de Ginebra sobre la recuperación de la paz en Indochina debe ser
cumplido de forma estricta y al pie de la letra sin ninguna intervención ni obstaculización. Y el problema
de la reunificación pacífica de la República Popular Democrática de Corea también debe ser
solucionado conforme a los mismos principios.
Los países afroasiáticos necesitamos la cooperación económica y cultural ya que nos ayudará a
cambiar nuestra fisonomía rezagada causada por el saqueo y la opresión prolongados del
colonialismo. La cooperación entre los países afroasiáticos debe basarse en la igualdad y el beneficio
mutuo sin ninguna condición de privilegio adicional. Los intercambios comerciales y la cooperación
económica entre nosotros deben tener como meta promover el desarrollo económico independiente de
cada uno de nuestros países sin que ninguno se convierta en un simple productor de materias primas
o un simple mercado de productos de consumo. Los intercambios culturales deben respetar el
desarrollo de nuestras culturas nacionales sin menospreciar las ventajas y puntos fuertes de cada uno
de nuestros países para que podamos conocernos y asimilarnos mutuamente.
Hoy día, cuando los pueblos de Asia y África asumimos nuestro propio destino, la magnitud de
nuestra cooperación económica y cultural no puede ser muy grande. A pesar de ello podemos afirmar
que esta cooperación establecida sobre la base de la igualdad y el beneficio mutuo tiene grandes
perspectivas de desarrollo. Estamos firmemente convencidos de que con el desarrollo industrial de
nuestros países afroasiáticos y el aumento del nivel de vida de nuestros pueblos, y con la eliminación
de los obstáculos foráneos artificialmente infiltrados en las relaciones comerciales internacionales,
aumentarán gradualmente los intercambios comerciales y la cooperación económica entre los diversos
países afroasiáticos y serán cada vez más frecuentes los intercambios culturales.
Conforme a los principios de respeto mutuo a la soberanía e integridad territorial, no agresión
mutua, no intervención en los asuntos internos del otro, igualdad y beneficio mutuo, los países con
diferentes sistemas sociales pueden coexistir pacíficamente. Desde el compromiso de cumplir estos
principios, no hay motivo para no poder resolver las disputas internacionales mediante consultas.
Para salvaguardar la paz mundial, los países afroasiáticos con situaciones similares debemos
tomar la delantera en cooperación y convivencia pacífica. No debería prolongarse la existencia de
discordias y distanciamientos entre los países afroasiáticos provocados por la colonización. Debemos
respetarnos mutuamente y disipar las posibles sospechas o temores entre nosotros.
El gobierno de la República Popular China está totalmente de acuerdo con el objetivo de la
Conferencia Afroasiática establecido por los Primeros Ministros de los cinco países del sur de Asia en
el comunicado conjunto de la Conferencia de Bogor. Somos de la opinión de que con el fin de
contribuir al impulso de la paz y la cooperación mundiales, los diversos países afroasiáticos deben
buscar primero la buena voluntad y cooperación entre ellos y establecer relaciones de amistad y buena
vecindad conforme a los intereses comunes. La India, Birmania y China han definido los cinco
principios de coexistencia pacífica como principios que rigen las relaciones bilaterales. Basándose en
estos principios las primeras negociaciones entre China e Indonesia sobre la nacionalidad de sus
ciudadanos residentes en el otro país han logrado buenos resultados. Cuando se celebró la
Conferencia de Ginebra, China también manifestó que deseaba desarrollar relaciones de amitad con
los diversos países indochinos sobre la base de estos cinco principios. De acuerdo con ellos, no hay
motivo justificado para no poder mejorar las relaciones entre China y países vecinos como Tailandia y
Filipinas. China está dispuesta a cumplir estrictamente estos principios sobre los que establecer
relaciones de normalidad con los demás países afroasiáticos y desea promover la normalización de las
relaciones sino-japonesas. Para aumentar la comprensión mutua y la cooperación entre los países
afroasiáticos, proponemos visitas amistosas entre los gobiernos, parlamentos y organizaciones
populares de los diversos países.
Señor presidente y señores delegados:
Ya pasó para siempre la época en que el destino de los pueblos afroasiáticos se dejaba manipular
deliberadamente por otros. Estamos convencidos de que nadie podrá arrastrarnos a una guerra si
estamos decididos a salvaguardar la paz mundial; nadie podrá continuar subyugándonos si estamos

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determinados a lograr y salvaguardar la independencia nacional; nadie podrá separarnos si estamos
decididos a cooperar amistosamente.
Lo que necesitamos los países afroasiáticos es paz e independencia, no queremos ver
confrontación entre países afroasiáticos y países de otras regiones ya que también necesitamos tener
relaciones de paz y cooperación con los países de las demás regiones.
Nuestro encuentro ha sido extraordinario. A pesar de las muchas divergencias entre nosotros,
éstas no deberían afectar a nuestra voluntad común. Nuestra conferencia debe reflejar de algún modo
nuestra voluntad común para que se convierta en una valiosa página en la historia de Asia y Africa. Al
mismo tiempo, hay que continuar manteniendo los vínculos que hemos establecido durante esta
conferencia para que podamos hacer contribuciones aún mayores a la paz mundial.
Como bien ha dicho su majestad el Presidente de la República de Indonesia, Sukarno, los pueblos
afroasiáticos debemos unirnos.
¡Formulemos votos por el éxito de la conferencia!

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DISCURSO COMPLEMENTARIO EN
LA CONFERENCIA DE BANDUNG*
Zhou Enlai

Estimados Presidente y Representantes:


Entre ustedes se ha distribuido la versión escrita de mi discurso principal. Tras haber escuchado
los discursos de numerosos jefes de delegaciones, quisiera añadir algo.
La delegación china ha acudido a esta conferencia en busca de la unidad, no con el afán de
promover disputas. Los comunistas nunca renunciamos a manifestar nuestra convicción de que el
comunismo y el socialismo son sistemas adecuados. Pero el fin de esta conferencia no es difundir las
ideologías personales ni los sistemas políticos de las diferentes naciones, aunque es evidente que
entre nosotros existen diferencias.
La delegación china no ha venido aquí a poner de relieve esas diferencias, sino a buscar puntos
en común. ¿Hay una base para la búsqueda de puntos comunes entre nosotros? Por supuesto que sí.
Esa base la forman los sufrimientos y la amargura que en la edad moderna han padecido y siguen
padeciendo la mayoría de los países asiáticos y africanos sometidos al colonialismo. Esto es algo
reconocido por todo el mundo. Si en vez de fomentar entre nosotros el recelo, el temor, el rechazo o el
antagonismo nos basamos en el terreno común que nos brinda el deseo de liberar a las naciones de
los sufrimientos y penalidades infligidas por el colonialismo, podremos conocernos mejor, respetarnos
más, ser más solidarios unos con otros y ofrecernos mutuamente mayor apoyo. Esto es así porque, en
lugar de formular nuevas propuestas, estamos de acuerdo con los cuatro objetivos de la conferencia
Asia-África fijados durante la reunión que los primeros ministros de cinco países celebraron en Bogor.
En cuanto a la tensa situación en el estrecho de Taiwán provocada por los EE.UU., habríamos
podido elaborar una propuesta similar a la de la Unión Soviética en la que se solicitara la convocatoria
de una conferencia internacional y pedir que dicha propuesta fuera discutida en la presente
conferencia. El deseo del Ejército Popular de Liberación de liberar Taiwán y las islas costeras que
forman parte del territorio chino está plenamente justificado. En este asunto interno vinculado con el
ejercicio de la soberanía nacional contamos con el apoyo de muchos países. También habríamos
podido presentar una propuesta sobre el reconocimiento y la recuperación del legítimo puesto que le
corresponde a la República Popular China en la ONU. La reunión de los cinco primeros ministros
celebrada el año pasado en Bogor, y otros países de Asia y África declararon que estaban a favor de
que se devolviera su escaño en la ONU a la República Popular China. También habríamos podido
criticar el injusto tratamiento que nuestro país recibe en dicha organización. Pero no hemos hecho
nada de todo esto, ya que de lo contrario la conferencia habría estado plagada de discusiones y no se
habría adoptado ninguna resolución.
En esta conferencia, hemos de buscar un terreno común, dejar nuestras diferencias a un lado y
confirmar los deseos y exigencias que compartimos. Esta es nuestra principal tarea. No exigimos a los
demás que abandonen sus opiniones, puesto que reflejan las diferencias. Pero eso no tiene por que
convertirse en un obstáculo para el logro de un consenso en los principales temas. Tenemos que
conocernos y respetar las diferentes opiniones partiendo del terreno común.
No voy hablarles de las distintas ideologías ni de los distintos sistemas sociales. Hemos de
reconocer que en los países asiáticos y africanos se siguen ideologías y sistemas sociales diferentes,
lo cual, sin embargo, no debe obstaculizar nuestra búsqueda de puntos comunes ni nuestra unidad.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, en Asia y África surgieron muchos países independientes,
unos comunistas y otros nacionalistas. Los comunistas son menos numerosos. Pero hay quienes no
ven con buenos ojos que China, con una población de 600 millones de habitantes, haya elegido el
sistema socialista defendido por el Partido Comunista de China y se haya liberado del yugo
imperialista.
Otros muchos país asiáticos y africanos, entre ellos la India, Birmania, Indonesia y otros países de
Asia y África, son gobernados por los nacionalistas. Tanto los países dirigidos por comunistas como los
dirigidos por nacionalistas se establecieron tras liberarse del colonialismo y siguen luchando por que su
independencia sea total. ¿Por qué no podemos conocernos mejor, respetarnos más y ofrecernos unos
a otros solidaridad y apoyo?
A continuación, quisiera referirme brevemente a la libertad religiosa, derecho que se ha convertido
en un principio común admitido por los países en la época contemporánea. Los comunistas somos

* 19 de abril de 1955, en la Conferencia Afroasiática de países no-alineados realizada en Bandung, Indonesia.

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ateos, pero respetamos a quienes profesan creencias religiosas. A cambio, esperamos que quienes
tienen estas creencias respeten a quienes no las tienen. En China se reconoce la libertad de profesar
las ideas religiosas y de practicar el culto que se desee. Aparte de siete millones de comunistas, en
nuestro país hay decenas de millones de musulmanes y budistas, así como millones de cristianos
católicos y protestantes. Entre los miembros de nuestra delegación hay un imán. Esta diversidad no
afecta en absoluto a la unidad interna de nuestro país. ¿Por qué en la gran familia formada por los
países de Asia y África no podría llegarse a la unidad entre los creyentes y los no creyentes? La
provocación de conflictos religiosos ha quedado relegada al pasado y quienes los suscitaron en
beneficio propio ya no se encuentran entre nosotros.
La tercera cuestión que deseo abordar es la de las llamadas actividades subversivas. El pueblo
chino ha luchado contra el colonialismo a lo largo de más de un siglo. En un arduo proceso que se
prolongó unas tres décadas, la lucha revolucionaria nacional y democrática librada por el Partido
Comunista de China culminó finalmente con la victoria. Tras los innumerables sufrimientos padecidos
bajo el imperialismo, el feudalismo y el gobierno de Jiang Jieshi, el pueblo chino eligió el sistema
nacional y el gobierno actuales. El triunfo de la revolución china se cimentó no en la intervención de
fuerzas extranjeras, sino en el poder de las masas. Este es un hecho que no pueden negar ni siquiera
quienes se muestran disgustados por la victoria de la revolución china. Un viejo proverbio chino dice:
«No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti». Dado que nos oponemos a la
injerencias extranjeras, ¿cómo vamos a interferir en los asuntos internos de otros países? Se ha dicho
que los más de diez millones de chinos con doble nacionalidad residentes en el extranjero llevan a
cabo actividades subversivas. Pero lo cierto es que la doble nacionalidad de los chinos del ultramar es
un problema legado por la antigua China. Y no hay que olvidar que es Jiang Jieshi quien sigue
valiéndose de un número insignificante de chinos del ultramar para llevar a cabo actividades
subversivas en algunos países.
El gobierno popular de la nueva China está dispuesto a colaborar con los países afectados para
resolver el problema de la doble nacionalidad de los chinos de ultramar. También se ha dicho que la
región autónoma china habitada por la etnia tai supone una amenaza. Las decenas de etnias
establecidas en el territorio chino representan una población de más de 40 millones habitantes. En
nuestro país viven aproximadamente diez millones de tai y otros tantos zhuang, lo que nos parece
razón suficiente para concederles autonomía. Las regiones autónomas de las etnias chinas son
parecidas a la que la etnia dan tiene en Birmania. ¿Cómo es posible que la existencia de regiones
autónomas para las etnias dentro del territorio chino se considere una amenaza para los países
vecinos? Sobre la base de los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica, estamos dispuestos a
normalizar nuestras relaciones con los países de Asia, de África y del resto del mundo, pero sobre todo
con nuestros vecinos. De hecho, el problema no radica en que China quiera subvertir otros gobiernos,
sino en que hay quienes establecen avanzadillas en los alrededores de China para subvertir nuestro
gobierno. Por ejemplo, en la frontera sino-birmana sigue habiendo militares de Jiang Jieshi que
realizan actividades de sabotaje en uno y otro país. Teniendo en cuenta la tradicional amistad que une
a China y Birmania, y el respeto mutuo por nuestra soberanía, estamos seguros de que el gobierno
birmano resolverá este problema.
El pueblo chino eligió su propio sistema de gobierno y lo apoya; China reconoce la libertad
religiosa; y China no tiene intención alguna de subvertir los gobiernos vecinos. Antes al contrario,
nuestro país está siendo el blanco de las actividades subversivas instigadas abiertamente por el
gobierno de los EE.UU. Si no me creen, pueden ir personalmente o mandar alguien a nuestro país
para comprobarlo. Pero comprendemos que quienes desconocen estos hechos alberguen sospechas
al respecto. Como afirma un dicho chino, ver algo uno mismo una sola vez es mucho más revelador
que escuchar centenares de descripciones. Damos la bienvenida a todos los participantes en esta
conferencia que deseen visitar nuestro país en cualquier momento. No hemos levantado ningún telón
de bambú, pero hay quienes tratan de propagar una niebla tóxica entre nosotros.
1600 millones de asiáticos y de africanos esperan que esta conferencia sea un éxito. Todos los
países y pueblos del mundo amantes de la paz esperan que la celebración de esta conferencia
contribuya a la ampliación de la esfera de la paz y al establecimiento de la paz colectiva. ¡Llamo a los
países asiáticos y africanos a unirse y a esforzarse por el éxito de la Conferencia Afroasiática!

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