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Universidad Autónoma de Nuevo León

Facultad de Filosofía y Letras

Género y Sociedad

Producto Integrador de Aprendizaje

Maestra: Patricia Silva Rodríguez

Itzel Fernanda García Badillo 1733260

San Nicolás de Garza, Nuevo León a miércoles 5 de junio del 2019


En el presente ensayo abordaré sobre el tema de género, enfocado en el cuerpo femenino y
los mitos de la belleza como violencia de género, pues estos afectan a las mujeres desde la
niñez, haciéndoles creer que la belleza es algo fundamental en ellas y si no cumplen con los
estándares, les hacen creer que les falta eso para ser una mujer completa.

La belleza, en la actualidad, sigue siendo un requisito en la sociabilidad. Diariamente


estamos bombardeadas de comerciales donde hay mujeres delgadas, con bonitos cuerpos,
así como maquilladas y jóvenes, etc. También hemos escuchado y normalizado frases
como: “la belleza duele”, “el ser bonita cuesta”, entre otros, que nos hacen creer que
debemos llegar a un punto de dolor y aguante para ser bellas, hay que soportar calzado alto,
depilaciones, dietas, entre miles de requisitos para ser aceptadas en la sociedad y por el
sexo opuesto, pues si no cumplimos con esto, creen que somos mujeres descuidadas, sucias,
antihigiénicas, feas o que no les interesan los hombres como para tener la necesidad de
arreglarnos. El mito de la belleza cuenta un relato: la cualidad llamada belleza existe
objetiva y universalmente. Las mujeres la quieres encarnar mientras que los hombres
quieren poseer a las mujeres que la encarnan. Esto es un imperativo para las mujeres, pero
no para los hombres, pue su situación es necesaria y natural porque es biológica, sexual y
evolutiva.

Los hombres fuertes se pelean por las mujeres más hermosas y estas son las mejores
reproductoras, debido que la belleza femenina esta relacionada con su fertilidad; y ya que
este sistema está basado en la selección sexual, resulta inevitable e inmutable. Sin embargo,
esto no es cierto, pues la belleza es algo que cambia constantemente y está determinada por
el patriarcado quien mantiene una dominación masculina y utiliza a las mujeres como un
recurso que los hombres han apropiado.

La belleza no es algo universal ni inmutable, sin embargo, se pretende derivar a todos los
ideales de la belleza femenina en una especia de idea platónica; por ejemplo, en diversas
sociedades y a través del tiempo, la belleza ha cambiado, si antes preferían a las mujeres de
complexión un poco ancha, ahora prefieren que sean un poco delgadas pero con grandes
atributos, etc.

Otro tema que hay que mencionar es sobre la violencia del cuerpo de las mujeres, en la
década de los sesenta el movimiento feminista comenzó una lucha social y política contra la
apropiación histórica del cuerpo de la mujer, sostenida a través de la maternidad
obligatoria, la sexualidad reproductiva, la violación o la pornografía. Este grito significó no
sólo la defensa de las mujeres ante prácticas enajenantes y violentas, sino también la
apertura hacia la toma de decisiones sobre la maternidad y el placer, el camino del
autoconocimiento, el encuentro con la singularidad de los cuerpos y el deseo, y un
alejamiento de los cuerpos definidos por el .deber ser,. La historia del feminismo muestra
una trayectoria de lucha frente a las apropiaciones de la identidad y del cuerpo, robadas por
las definiciones de la feminidad y sometidas al imperativo androcéntrico.

Las formas de violentar y someter el cuerpo de las mujeres varían a tenor de las
definiciones culturales y los diversos contextos sociales de desigualdad, pero todas ellas
mantienen una constante: El desalojo del sujeto, su alienación en el deseo de otro y por
ende su conversión en objeto. Sin embargo, la visualización de las diversas formas en las
que se encarna esta violencia no resulta fácil, incluso hoy, cuando la lucho de las mujeres
ha hecho posible que la violencia cometida contra ellas, salga del escenario privado, de la
alcoba, al terreno público y político. Y esto es así porque la violencia de género existe
enmascarada en ideologías y creencias, legalizada por usos, costumbres o leyes,
encapsulada en los estereotipos de masculinidad/feminidad, y transmitida de forma cuasi
imperceptible a través de los diversos agentes de socialización.

No es fácil desvelar el efecto sobre el cuerpo de las mujeres de las relaciones de poder,
inscritas en los discursos culturales o científicos, leyes o representaciones e imágenes de
varones y mujeres, pero en la vida de muchas mujeres se muestran las marcas de la
violencia de género en sus formas físicas, psíquicas o simbólicas. El trazo de la violencia se
escribe sobre el cuerpo de una mujer asesinada, violada, mutilada, golpeada, convertida en
objeto, manipulada, utilizada, humillada, secuestrada, excluida o explotada por el hambre,
la guerra y la miseria.

Hay tres expresiones que atañen al cuerpo, la sexualidad e imagen como elementos
configuradores de la identidad y que toman forma según las características de los diversos
contextos sociales discriminatorios: - En primer lugar, la conformada por discursos y
prácticas institucionales, referida al cuerpo y a la sexualidad de la mujer, convertida en
norma explícita o mandato silencioso~ a través de los controles sociales que encierran
ciertos discursos y prácticas religiosas, jurídicas, médicas, psicológicas o psiquiátricas.
Estas prácticas responden a un deseo de control sobre el cuerpo y la sexualidad de la mujer,
definida en torno a su papel subordinado y reproductivo. Un ejemplo terrible es el control
político-religioso de los talibanes sobre la identidad de las mujeres a través de la imposición
del burka y la negación de sus derechos más elementales. Expresiones de esta necesidad de
control en las sociedades occidentales son, por ejemplo, la beligerancia sobre la
anticoncepción o el aborto, o el abuso en la aplicación de las tecnologías reproductivas. En
el mismo contexto se encuentran los efectos de una definición social del bienestar ligada al
mantenimiento de la funcionalidad asimétrica de las relaciones entre los sexos, que se
muestra, en el caso de la salud, en la forma de tratamiento de la depresión o de los
trastornos debidos a las transformaciones del ciclo vital, consideradas como
.enfermedades., y también en las pautas y normas sobre el cuidado del cuerpo a través de
las dietas adelgazantes, las gimnasias o la cirugía estética. En el siglo XXI, la confluencia
de los discursos médicos, estéticos y económicos ha recreado la mitología de la eterna
juventud y la belleza femenina a partir del imperio de la tecnología. El modelado de los
cuerpos y la mediatización de la experiencia de las mujeres está al servicio de una
racionalidad utilitario, en la que óvulos, úteros, cuerpos a medida del deseo masculino y
fármacos taponan el malestar de una cultura discriminatoria que lejos de cuestionarse el
modelo de relaciones, cierra los ojos a los interrogantes abiertos por la medicalización
abusivo, los efectos psicológicos de la exigencia por poseer un cuerpo ideal o de la
intervención tecnológica sobre el cuerpo de las mujeres.

- En segundo lugar, la contenida en las representaciones del ideal del cuerpo de la mujer
que, desde modelos únicos de feminidad, actúa a través de la construcción de la imagen
como una forma de control de la identidad. El ideal del cuerpo, vinculado a la coexistencia
de diversas metáforas de la feminidad (virgen, diosa, niña, madre, prostituta), delimita
también la gama expresiva del cuerpo, su apariencia, las formas del contacto físico, la
direccionalidad del deseo, la erotización, la clausura, negación o eliminación de sus partes o
experiencias, así como la búsqueda de marcadores corporales que sostengan su ser
femenino La carrera ~personal en pos de un ideal imposible muestra el sufrimiento y las
contradicciones que supone la perversa demanda social de responder a expectativas en
muchos casos opuestas (por ejemplo, ser madre y al mismo tiempo tener un cuerpo
danone). En nuestra cultura los férreos cánones de una estética de delgadez y juventud,
convertidos en metáforas éticas de ~perfección, atractivo y éxito, enfrentan al sujeto, sobre
todo en la adolescencia, a un conflicto de difícil resolución donde se juega su
reconocimiento y su ubicación como sujeto en el contexto de las demandas y expectativas
de grupo. La mayor o menor estrechez del margen concedido en el ideal a la diversidad y
expresión de los cuerpos influye, sin duda, en las dificultades de auto percepción, auto
estima y placer, y en las posibilidades de asumir de forma equilibrada las transformaciones
corporales como parte de la historia vital.

La expresada en la utilización, marcaje, o eliminación del cuerpo de la mujer: la


pornografía, la prostitución, la mutilación, la violación, el maltrato, el acoso sexual o el
asesinato. Los grados de utilización y explotación del cuerpo de las mujeres van desde su
comercialización hasta su aniquilación. En la variedad de agresiones subyacen varios
elementos: la inscripción en el cuerpo de las mujeres del sentido de la propiedad de sus
cuerpos; un ejercicio de control; y una clara explicitación del lugar de su subordinación a la
decisión y poder masculino. Todo ello pone de manifiesto no sólo la asimetría en las
relaciones interpersonales, sino también la omnipotencia narcisista contenida en el
estereotipo de la masculinidad, legalizada a través de los diversos ritos y culturas. La
negación del cuerpo de las mujeres por los talibanes, o las mutilaciones genitales son
ejemplos del sacrificio del cuerpo y la sexualidad en aras a un “deber ser” significado en el
cuerpo como marca indeleble de la subordinación personal y social de las mujeres.

Como sociedad, aun falta mucho por luchar, si bien, en los países desarrollados las mujeres
tienen más derechos, sigue están presentes el machismo o leyes que afectan lo que es la
decisión sobre sus propios cuerpos o mujeres que están obligadas a utilizar su cuerpo como
medio de trabajo, afectando su salud y su vida. En países subdesarrollados y en los lugares
donde las mujeres viven en la marginación, la problemática es más fuerte, el movimiento
feminista debe seguir luchando por todas las mujeres que sigan estando bajo la dominación
del patriarcado. Erradicar todo aquello que afecta a las mujeres aun y cuando sea a menor
escala.

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