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Sabido es, que la sociedad es, en muchos casos, el vehículo principal para la
inversión de capitales, tan necesaria en el casos de países como el nuestro, cuyo
ahorro interno es insuficiente pues se canaliza, en muchos casos, a la compra y
ahorro de moneda extranjera.
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VII.2. Nuestra Ley de Sociedades
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18, C.N.); y la ilegalidad, además, de la reglamentación -de la IGJ – al ir más allá
de la propia ley que regula la existencia de la sociedad extranjera por la ley del
lugar de su constitución (art. 118).
Aquí, cabe pues recordar que el concepto del orden público internacional, la
definición de cuyo contenido es propia de cada Estado, no puede, sin embargo,
contrariar el orden constitucional de dicho Estado, al menos en los Estados de
Derecho. Así, las restricciones al principio de la libertad -máxima de nuestra
garantía del artículo 19, C.N. - , en el caso, al desvirtuar la promoción del capital
extranjero (art 75, inc. 15,C.N.) a más de afectar la libertad misma, lesionaría la
citada obligación. impuesta en la materia por el constituyente al legislador.
Y así, aparecieron las treguas, los embajadores y las leyes de la guerra; hasta
llegar a la prohibición de la guerra en pactos y tratados, prohibición,
lamentablemente, no siempre acatada.
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Pero quedaba y queda, como último recurso -y a veces como el primero, por
no disponerse de otro medio jurídico, aplicar la reciprocidad, expresada por el
viejo adagio romano “do ut des” (doy para que dés y de lo contrario sigo
recíprocamente y a la inversa la propia conducta perjudicial del otro).
Pero si Holanda aplicaba con absoluto rigor este criterio a los extranjeros,
era altamente probable que en el extranjero se aplicase a los marinos holandeses,
recíprocamente, el mismo trato riguroso Y ello, en mengua del interés comercial de
sus navegantes, a quienes Holanda quería resguardar.
Por eso es que, no obstante afirmar Huber la soberanía absoluta de los Jefes
de Estado (1er axioma) y afirmar, además, que las leyes por ellos dictadas, se
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debían aplicar por igual a ciudadanos y extranjeros (2° axioma) desarrolló una
excepción en su tercer axioma:
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En este punto, habría de abrirse una clara diferencia con el fundamento
jurídico, elaborado dos siglos después por Federico Carlos de Savigny: la
comunidad jurídica de los Estados, que sí considera al derecho extranjero como
derecho y no simplemente como un hecho (“Sistema de Derecho Romano
Actual”T. VIII).
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Es decir, tanto en el derecho público como en el privado, la reciprocidad
aparece como un recurso práctico, siendo deseable que sus fundamentos y
aplicaciones, se basen más en el derecho que en los hechos, aunque estos últimos
sean, en muchos casos, as su vez, condiciones prácticas de su aplicación.
Ahora bien, dicha diferencia de trato, tiene sin embargo, un límite, sobre
todo en los Estados de Derecho: en ningún caso, trátese de ciudadanos o
extranjeros, podrán afectarse derechos humanos internacionalmente protegidos.
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Cada uno de ellos plantea situaciones diferentes:
Al tatar del Dominio, en nuestra obra citada de la materia, dijimos que los
conflictos de leyes pueden ocurrir entre soberanías legislativas dentro de un mismo
Estado.
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Tal situación, resulta más frecuente en los países de organización política
confederal, como los Estados Unidos y Suiza, donde los Estados locales, no han
delegado en el Congreso o Parlamento el dictado de las leyes de fondo.
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Ahora bien, la condición de matriculado en la Capital interesaba a los
escribanos de Provincia, pues tal matriculación los habilitaba, a fin de presentarse
oportunamente en los concursos que se pudieran abrir en el futuro, para ocupar
escribanías de registro.
Ello implicaba que el conflicto, espacial o interregional entre las dos normas
opuestas, acerca de la validez o invalidez de la doble matriculación, quedaba
superado por la existencia de una norma superior, ésta de jerarquía constitucional.
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canceló la matrícula de Méndez Carbone por hallarse a la vez matriculado en la
Provincia.
Ahora bien, el escribano tenía dos domicilios: uno en Provincia, donde ejercía
el notariado de registro y otro en Capital, donde se hallaba solamente matriculado.
Resultaba, sin duda, más relevante el domicilio en Provincia, donde se hallaba
ejerciendo en plenitud el notariado, para determinar su capacidad profesional, que
debiera ser reconocida en otra jurisdicción, para el sólo ejercicio del notariado
como matriculado.
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E, interpretó que resultaba aplicable al caso el principio del derecho penal
según el que, ante dos leyes sucesivas y contrarias, debía aplicarse la más benigna.
Revocó así la decisión del Tribunal a quo, que cancelaba la matrícula notarial de
Méndez Carbone. Éste pudo resultar así beneficiado con la conservación de su
matrícula.
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