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Revisión de la "Teoría del Choque de Civilizaciones" y las Guerras Culturales a 25


años de su formulación Resumen

Preprint · January 2017


DOI: 10.13140/RG.2.2.26904.44809

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Nicolas Salvoni
National University of Quilmes
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Título: Revisión de la “Teoría del Choque de Civilizaciones” y las Guerras
Culturales a 25 años de su formulación
Resumen
El concepto de “Guerra Cultural” nace producto de una serie de trabajos escritos
por Samuel Huntington que buscaban comprender como las reconfiguraciones
del orden mundial luego de la finalización de la Guerra Fría, afectarían a las
relaciones internacionales.
El primer acercamiento de Huntington a la posteriormente bautizada “Teoría del
Choque de Civilizaciones1” remonta al trabajo titulado “The Clash of Civilizations”
publicado en la revista “Foreign affairs” en 1993. En este primer trabajo Huntington
desarrolla la hipótesis de que con la reconfiguración del orden mundial luego de
la caída de la Unión Soviética en 1991, serán las grandes civilizaciones quienes
participarán de los conflictos internacionales, motivados ya no por cuestiones
ideológicas sino culturales. El artículo de Huntington despertó gran interés dentro
de la academia generando tanto adherentes como detractores. Fue así que en el
año 1996 el autor publicó la versión ampliada de su teoría en el libro titulado “El
choque de civilizaciones y la reconfiguración del nuevo orden mundial”.
El presente trabajo consiste en una descripción de las ideas principales sobre las
que Huntington sustenta su teoría, y los debates académicos que se suscitaron
sobre ella. Analizaremos los argumentos en favor y en contra de la “Teoría del
Choque de Civilizaciones” y su utilidad a la hora de predecir los escenarios de
conflicto globales, y finalmente, brindaremos nuestro punto de vista, tanto
respecto a la teoría propuesta por Huntington como a las críticas a de las que fue
blanco.

Palabras Clave: Clash of Civilizations, Relaciones Internacionales, Huntington, Guerras Culturales,


Conflictos Civilizacionales.

1
Del inglés “Clash of Civilizations”
1. Características y desarrollo teórico
A lo largo de esta sección brindaremos una serie de puntos que, creemos, serán
cruciales para comprender la visión de Huntington sobre la futura dinámica de
conflictos global. Recurriendo a varios niveles de análisis que van desde la
configuración de poderes dentro del sistema internacional, hasta las características
propias de los países que conforman dicho sistema, Huntington brindará una
herramienta que pretenderá ser útil para predecir los nuevos escenarios de conflicto,
y ofrecerá una serie de recomendaciones para evitarlos.

La reconfiguración de la política global


La finalización de la Guerra Fría y el final del alineamiento irrestricto, antes motivado
por cuestiones ideológicas (se estaba de un lado o del otro), dio lugar a una
reconfiguración en las alianzas, ahora cimentadas en base a la cultura y la herencia
civilizacional (Huntington, 1996).
La pregunta, sostiene Huntington (1996), dejó de ser ¿De qué lado estas? (en
referencia a las posibilidades de alineamiento durante la guerra: Los Estados Unidos
y Occidente vs. el bloque conformado por la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas) para pasar a ser ¿Quién eres?
Con la finalización del conflicto entre superpotencias, tuvo lugar un fenómeno de
relacionamiento en el que tuvieron lugar tanto nuevas alianzas como el
resurgimiento de antiguas tensiones, antes dejadas de lado por la dinámica de
enfrentamiento “Este-Oeste” de la Guerra Fría.
De acuerdo con Huntington (1996), serían ahora los puntos en común (en términos
culturales) los que determinarían las nuevas alianzas, como también los futuros
antagonismos.
La premisa del autor es que las similitudes culturales facilitan la cooperación y la
cohesión entre las personas mientras que las diferencias culturales las dificultan, lo
que da lugar a la conformación de conflictos. Para sostener esta hipótesis el autor
brinda una serie de motivos por los cuales los similares se atraerán y los distintos
se repelerán.
Para explicar la situación descripta en el párrafo anterior Huntington (1996)
sostendrá que las diferencias entre civilizaciones darán lugar a sensación de
superioridad (e inferioridad) entre distintas poblaciones, desconfianza, miedo y
problemas de comunicación (asociadas principalmente a cuestiones lingüísticas
pero también a causa de los diferentes comportamientos propios de cada cultura).
Serán esas diferencias las que combinadas con un contexto internacional en el que
el mundo se achica2, darán como resultado la necesidad de reafirmar, por parte de
las personas, la identidad cultural ante la percepción de estar siendo invadidos por
otras culturas.
¿De qué manera se estructuran las civilizaciones?
Huntington (1999) plantea que a diferencia de lo ocurrido durante la Guerra Fría, en
la que la estructura de poder global estaba dada por dos súper potencias, países
aliados, satélites, neutrales y no alineados, la era de la pos guerra plantea un
panorama en el que las nuevas formas de organización harán que los límites, las
relaciones de poder y las motivaciones de cada país se vuelvan difusas a la hora de
analizarlas.
Para comprender como las civilizaciones se encuentran estructuradas, Huntington
(1999) propondrá la siguiente clasificación:
Estados miembro: Son aquellos estados que se encuentran identificados con
culturalmente con una civilización, y la adoptan como propia.
Estados núcleo: Son aquellos estados cuya cultura dio lugar a la civilización a la
que pertenecen. Estos estados, por lo general, suelen ser los más grandes de cada
civilización, mientras que los estados miembro se alinearán bajo el liderazgo de los
primeros. Serán estos, de acuerdo con Huntington (1996) los estados encargados
de suplantar a las dos súper potencias de la Guerra Fría como principales polos de
atracción y repulsión hacia otros países.
Tipos de países
Huntington (1996) realiza una sub división dentro de los tipos de estados, en el que
categorizará a los países de acuerdo a las características de su estructura
civilizacional:
Países solitarios: Son estados que carecen de lazos culturales con otras
civilizaciones.
Países agrietados: Son países en los que conviven grandes grupos identificados
con diferentes culturas. Dentro de esta tipología, el autor propone dos posibilidades.
La primera es la que se da cuando dentro de una región conviven sectores de la
población con raíces culturales diferentes pero con una herencia civilizacional
común (como ejemplo de ello el autor propone los casos de Canadá y República
Checa). Por otra parte, y más propensos al conflicto, el autor propone a casos como
los de India, Sri Lanka y Malasia, donde dentro de un territorio conviven grupos
pertenecientes a diferentes civilizaciones madre.

2
El autor utiliza este término en sentido figurado para referirse a la ampliación del comercio internacional,
el avance de las tecnologías de la comunicación y la información y el crecimiento demográfico, que dieron
como resultado una mayor interacción entre miembros de diferentes civilizaciones.
Países indecisos o en transición: Son países cuya civilización madre es rechazada
por sus líderes e intenta reformularse como miembros de otra civilización. Como
ejemplo de estos, el autor propone el caso de México.
Para que esta “conversión civilizacional” tenga lugar deberán cumplirse tres
condiciones: En primer lugar, las elites económicas deben estar de acuerdo con
este cambio. En segundo lugar, el público general debe aceptar esta decisión. Y en
tercer lugar, la civilización madre a la que este país intenta migrar, debe aceptarlo
como nuevo miembro.
Respecto a estos últimos, Huntington (1996) sostendrá que son difícilmente
realizables ya que la búsqueda de crear una sociedad de características
occidentales dentro de una población con raíces civilizacionales suele encontrarse
con rigideces y resistencias que rara vez suelen ser superadas.

Conflictos inter-civilizacionales: Las consecuencias de la “occidentalización”


Ya planteadas las bases conceptuales de su teoría, Huntington (1996) avanzará
sobre la problemática de los conflictos inter-civilizacionales desde una visión con
foco en las acciones de occidente y las consecuencias hacia y desde las regiones
donde estas tuvieron lugar. La premisa principal del autor será que existe un
problema central en las relaciones entre Occidente y el resto del mundo, y este
reside en la declinación en las capacidades de occidente para alcanzar sus metas
en el resto del mundo. La creencia estadounidense de que las poblaciones no
occidentales deben someterse a los valores democráticos, de libre mercado,
gobierno limitado, derechos humanos y armamento, independientemente de las
características culturales de cada país, y la imposición de estas políticas, en muchos
casos por la fuerza, dio lugar a un creciente sentimiento anti estadounidense en
diferentes regiones del mundo. La libertad política de la que ahora disfrutan los
estados (contrario a lo que sucedía en muchos de ellos durante la Guerra Fría)
permitió dar lugar también a la idea de que pueden también liberarse de la
dominación económica, cultural y militar occidental.
Los cambios en el balance de poder entre las diferentes civilizaciones por un lado,
y la imposibilidad de alcanzar las metas de occidentalización esperada por los
Estados Unidos, por el otro, plantean la necesidad, por parte de occidente, de
redefinir el modo en que se abordan estas cuestiones. Para lograr estas metas,
sostiene Huntington (1996), lo que occidente debe hacer es por un lado, continuar
fortaleciendo su poderío militar con el fin de disuadir a sus adversarios de tomar
acciones que comprometan los intereses estadounidenses. Por otro lado, el autor
sostiene que además del fortalecimiento militar, Occidente debe fomentar la
búsqueda de políticas de cooperación y beneficio mutuo con el fin de fortalecer las
alianzas y reducir las tensiones que podrían dar lugar a futuros conflictos.
¿Qué nos depara el futuro? Tipos de conflicto y alianzas estratégicas
Para finalizar con esta primera sección del trabajo, creemos pertinente desarrollar
brevemente lo que Huntington (1996) llama “Guerras de Transición” y “Conflictos de
Fractura”3
Huntington (1996) planteará tres tipos de conflictos, los que creemos, pueden ser
ordenados en base a su intensidad y motivaciones.
En primer lugar, el autor describirá las denominadas “Guerras de Transición”. Estos
conflictos tienen lugar cuando producto de ellos se producen cambios en las causas
de disputa, abandonándose la motivación que dio lugar originalmente al conflicto,
para ser reemplazada por una nueva motivación. Un ejemplo de ello, sostiene
Huntington (1996) fue la denominada Guerra del Golfo4. La participación occidental
en la región fue considerada por parte de los países islámicos como una intrusión
del cristianismo, un ataque occidental hacia el Islam, que debía ser repelido ya no
por cuestiones económicas o políticas sino por la preservación de la propia cultura.
El resultado de este conflicto fue la conformación de una coalición islámica
promotora de los valores islámicos y opositora a toda fuerza no islámica en la región.
El segundo tipo de conflicto es el que Huntington (1996) denomina “Conflictos de
Fractura”. Estos son conflictos entre grupos pertenecientes a diferentes
civilizaciones, y suelen buscar controlar no solo regiones geográficamente
delimitadas sino además, a sus poblaciones. Este tipo de conflictos, afirma el autor,
suelen producir grandes cantidades de muertes y refugiados ya que el fin último de
estos suele ser la erradicación del bando opuesto de la zona de disputa.
Por último, el tercer tipo de conflicto inter civilizacional descripto por Huntington
(1996) es el denominado “Conflicto de Estados Núcleo”. Estos son conflictos entre
los mayores estados de cada civilización, y pueden suceder por dos razones. Por
un lado, tendrán lugar cuando Conflictos de Fractura escalen. En estos casos, la
escalada dará lugar a que los estados núcleos se involucren con el fin de respaldar
a un estado miembro. En este caso no se estaría respaldando al estado desde una
concepción político territorial sino a la propia civilización. Por otra parte, este tipo de
conflictos podrían darse al existir cambios en el balance de poder entre
civilizaciones.
Huntington (1996) sostendrá que es a los Conflictos de Fractura y los Conflictos de
Estados Núcleo a quienes debemos prestar especial atención a la hora de analizar
y predecir escenarios futuros. El autor sostiene que este tipo de conflictos podrían
no solo limitarse a las civilizaciones afectadas sino que además, darían lugar a la

3
Traducción propia en base a Huntington (1996): “Fron transition Wars to Fault Line Wars” (p: 246).
4
“La primera Guerra del Golfo Pérsico (2 de agosto de 1990 - 28 de febrero de 1991), o simplemente Guerra
del Golfo, fue una invasión librada por una fuerza de coalición autorizada por Naciones Unidas, compuesta
por 34 países y liderada por Estados Unidos, contra la República de Irak en respuesta a
la invasión y anexión iraquí del Estado de Kuwait” (Ramos, 2014; p: 4-5).
conformación de alianzas inter-civilizacionales en pos de la destrucción de un
enemigo en común.
Para resumir esta idea, Huntington (1996) sostendrá:
“Intereses o enemigos comunes con otra civilización podrían dar lugar a
cooperación entre países de diferentes civilizaciones5 (p: 245).”
Lo que quiere dejar claro Huntington (1996) con esta idea es que la posibilidad de
que surjan alianzas estratégicas entre civilizaciones que nada tienen en común,
como las conformadas por países islámicos y las del este de Asia, podrían volverse
una realidad. Ante este panorama, el autor sostendrá, como se dijo anteriormente,
que una combinación de poderío militar y cooperación en mutuo beneficio de las
partes serán necesarias para evitar la escalada de los conflictos.

5
Traducción propia.
2. La respuesta académica a la “Teoría del Choque de Civilizaciones”

Introducción
Desde que Hutington propuso por primera vez el concepto de “Choque entre
civilizaciones”, su trabajo fue presa de un gran número de críticas y revisiones en
las que su tesis fue desestimada desde diferentes niveles y enfoques de análisis.
Es sobre esas críticas que basaremos la siguiente sección de nuestro trabajo con
el fin de comprender de qué manera este fue valorado por la literatura especializada
y sobre todo, para poder discutir en nuestra última sección sobre el valor de su
aporte.
Supuestos y conceptos
Creemos apropiado comenzar nuestra enumeración de puntos criticados por la
academia partiendo del nivel más básico de la teoría propuesta por Huntington. Con
esto nos referimos a los conceptos teóricos sobre los que se sustenta su tesis.
De acuerdo con Matlock (1999), un error sobre los que se sustenta el trabajo de
Huntington (1996) reside en la propia definición de civilizaciones, y como este lo
utiliza para generalizar y ordenar la realidad. De acuerdo con Matlock (1999), el
error reside en la afirmación de que existe un acuerdo general sobre la naturaleza,
dinámica e identidad de las civilizaciones. Huntington (1996) propone una serie de
proposiciones como condiciones para definir a una civilización 6. De acuerdo con
Matlock (1999) existe un relativo consenso respecto al primer punto enumerado por
Huntington (1996), pero que no lo hay respecto a los restantes puntos de su lista, lo
que constituye el primer problema a la hora de validar su tesis.
En una segunda instancia de análisis, Matlock (1999) lleva adelante una serie de
cuestionamientos respecto a afirmaciones que tienen lugar en “The Clash of
Civilizations”.

6
Permítasenos citar in extenso a Matlock (1999) quién enumera las condiciones propuestas por Huntington
de la siguiente manera:
“1. That there is “a distinction between civilization in the singular and civilizations in the plural,” the first being
the result of a qualitative judgment based on criteria presumed to be universal, while the second allows for
multiple civilizations defined in a non-judgmental way.
2. That “a civilization is a cultural entity,” “a culture writ large.”
3. That “civilizations are comprehensive; . . . none of their constituent units can be fully understood without
reference to the encompassing civilization.” They “have no clear-cut boundaries” and “cultures interact and
overlap,” yet they are “meaningful entities” and “while the lines between them are seldom sharp, they are
real.”
4. That “civilizations are mortal but also very long lived; they evolve, adapt and are the most enduring of human
associations.”
5. That “civilizations are cultural, not political entities,” that do not do the sort of things that governments do.
6. That scholars “generally agree” on the identification of major civilizations (Huntington, 1997; p: 40-44)” (p:
429).
Respecto a la presunción llevada adelante por Huntington (1996) respecto al
comportamiento de las civilizaciones, Matlock (1999) sostiene que no se observa en
la realidad que estas interactúen entre sí de manera ordenada y autónoma como
pareciera esperar Huntington.
En segundo lugar, Matlock (1999) sostiene que no existen evidencias de que se
observe ningún tipo de lealtad entre miembros de diversos estados pertenecientes
a una misma civilización. De haberlos, estos podrían responder a factores tanto
económicos y políticos como culturales por lo que no podemos imputar causalidad
directa al simple hecho de compartir una herencia civilizacional común.
En tercer lugar, el autor sostendrá que Huntington (1996) no brinda ningún tipo de
evidencia convincente de que las diferencias culturales se están expandiendo hoy
en el mundo. Además, Matlock (1999) refuta la idea de que son las diferencias
culturales las que motivan el conflicto. El argumento que hace el autor al respecto
sostiene que si se diera que en una zona convivieran dos civilizaciones propensas
a resolver los conflictos de manera violenta, será esa característica común a ambas
la que sea responsable del conflicto, y no sus diferencias.
Matlock (1999) agregará por último que Huntington tiende a exagerar las diferencias
entre civilizaciones, en detrimento de las similitudes, lo que le quita particularmente
potencia a la herramienta brindada por a la hora de predecir futuros conflictos.
Por los puntos expuestos, la tesis de Huntington (1996) no solo es ineficiente, de
acuerdo con Matlock (1999) a la hora de predecir las fuentes más probables de
conflicto sino que además, el agrupar a varias culturas dentro de una célula mayor
(la civilización) nos impide comprender las implicancias de las diferencias culturales
de menor escala, que podrían enriquecer el análisis.
A similares conclusiones a las propuestas por Matlock (1999) llegará Fox (2005). El
autor, por medio de un riguroso estudio en el que cuantifica y analiza las causas de
los principales conflictos entre la finalización de la segunda guerra mundial y los
primeros años de la década de 2000, sostendrá que no se observan evidencias
suficientes para sostener que la tesis de Huntington (1996) tendría algún tipo de
validez. Creemos pertinente destacar que si bien Fox (2005) y Matlock (1999)
coinciden en sus conclusiones, el primero realiza la aclaración de que la falta de
evidencias respecto a que las predicciones de Huntington (1996) se fueran a cumplir
no significa de manera alguna que estas no pudieran cumplirse en un plazo de
tiempo mayor. Fox (2005) sostendrá que solo podemos afirmar que hasta el
momento de la presentación de su trabajo, la teoría de Huntngton (1996) no se
cumplió, pero que de ninguna manera podemos sostener tras solo 10 años desde
la finalización de la Guerra Fría, que la hipótesis de Huntington (1999) no se
cumplirá.
Simplificación a la hora de tipificar a las civilizaciones
Si bien no es una crítica directa a la tesis de Huntington (1996), en su artículo
“Occidente puede resquebrajarse” Francis Fukuyama expone una visión diferente a
la de Huntington a la hora de caracterizar a cada región. Fukuyama (2002) sostiene
que el concepto “Occidente” podría ya no tener sentido. De acuerdo con el autor,
con la finalización de la Guerra Fría, no era descabellado pensar que la democracia
liberal y la economía de mercado constituían las únicas opciones viables en este
nuevo contexto internacional. Si bien el conflicto entre súper potencias se desarrolló
por medio de alianzas entre países con valores comunes, con su finalización quedo
un vacío que se fue incrementando conforme pasaron los años entre las
concepciones de “occidentalización” entre Europa y los Estados Unidos
Para comprender estas diferencias, permítasenos citar in extenso a Fukuyama
(2002):
“Los estadounidenses están inclinados a considerar que no hay legitimidad
democrática más allá del estado nación constitucional y democrático. Si las
organizaciones internacionales tienen legitimidad es porque unas mayorías
democráticas debidamente constituidas se las han conferido mediante un
proceso contractual negociado. […]Los europeos, por el contrario, están
inclinados a creer que la legitimidad democrática está relacionada con la
voluntad de una comunidad mucho más amplia que un estado nación
individual” (p: 34)
Fukuyama (2002) agrega además que mientras que los estadounidenses ven al 11
de Septiembre como un evento que permite entrever que el mundo es hoy un lugar
más peligroso, para muchos europeos este constituía un evento aislado y que
difícilmente podría ser reproducido.
Agregando a lo expuesto hasta aquí por Fukuyama (2002) respecto a la
conceptualización de Occidente como una entidad única, Cabezas (2006) sostendrá
que existen otras falencias teóricas por parte de Huntington (2006).
Por un lado, el autor sostiene que Huntington (2006) comete un error al atribuir a lo
que llama Occidente la paternidad de las instituciones virtuosas del mundo que
pretenden ser exportadas junto a la occidentalización del mundo en desarrollo,
agregando además que junto con las características virtuosas, llegan también
cuestiones propias de Occidente como el colonialismo, el imperialismo, la carrera
armamentista, la militarización y el capitalismo salvaje.
Otro punto destacado por Cabezas (2006) es que existen más diferencias que
similitudes en las herencias culturales de países considerados occidentales, y
fundamentalmente, agrega Junhui (1996), son las relaciones de asociación entre
estados y el poder relativo de estas asociaciones las que deberían ser tenidas en
cuenta a la hora de predecir escenarios futuros de conflicto, y no su herencia
cultural. Sobre esto, el autor sostendrá que siendo la Unión Europea, Estados
Unidos, Japón, Rusia y China los principales centros de poder mundial y las
complejas relaciones comerciales entre estos, resulta impensado algún tipo de
conflicto que los enfrente directamente. Si esto se cumpliera, la mitad de las
civilizaciones tipificadas mencionadas por Huntington (y las más ricas) quedarían
excluidas de los escenarios de conflicto futuros. Si lo afirmado por Junhui (1996) se
cumpliera, los conflictos inter-civilizacionales podrían estar motivados no por
cuestiones asociadas a las costumbres y diferencias culturales per se sino más bien
por cuestiones distributivas y de riqueza, entre civilizaciones ricas y pobres.
Agregando a la crítica sobre la simplificación de occidente, Cabezas (2006)
sostendrá que Huntington (1996) comete errores y simplificaciones también a la
hora de tipificar al resto de las civilizaciones existentes. Sobre esto, destaca que la
tipificación terminará primando características económicas existentes dentro de
cada civilización en detrimento de lo que en realidad importaría en este caso, la
herencia cultural. Este error lleva a que las minorías presentes en las diferentes
culturas resulten prescindibles dentro de esta concepción, mientras que en muchos
casos son estos partícipes necesarios del proceso de toma de decisiones.
Por último, Cabezas (2006) criticará la simplificación llevada adelante por
Huntington (1996) para referirse al mundo islámico. Sobre esto brinda al menos 10
sub grupos en los que se podría dividir a las naciones islámicas, todas tipificadas
por Huntington (1996) como una misma cosa. A la última crítica esbozada por
Cabezas (2006), Junhui (2006) agregará que el mismo error es cometido a la hora
de abordar a la tipificación de los países de herencia confuciana sosteniendo que
“El profesor Huntington no solo tiene una gran incomprensión sino también
profundos prejuicios en contra del Confucianismo, de la civilización confuciana y de
las políticas interna y exterior de la República Popular China”(p: 4).
Las críticas llevadas adelante por la literatura académica respecto a la metodología
y las conclusiones propuestas por Huntington pueden ser resumidas por Merkel
(2015) cuando afirma: “Huntington mezcla criterios de clasificación religiosa,
regionales, étnicos y nacionales en una única tipología. Al mismo tiempo, descuida
la diferenciación interna dentro de las distintas civilizaciones” (p: 3).
En línea con la afirmación de Merkel (2015), Quintanas (2002) agregará que la tesis
de Huntington se encuentra sesgada por un profundo etnocentrismo y por prejuicios
respecto a las culturas no occidentales, y específicamente para con la civilización
islámica.

Una crítica hacia las motivaciones que dieron lugar a la teoría


El tercer enfoque crítico que abordaremos, se diferencia, desde un punto de vista
académico de los mencionados anteriormente. En este, Caballero (1995), y
Quintanas (2002) realizan una crítica al trabajo de Huntington (1993) argumentando
que este surge como resultado de la necesidad estadounidense de sustentar
teóricamente el mantenimiento del aparato militar luego de la finalización de la
Guerra Fría.
Permítasenos citar in extenso a Quintanas (2002) quien sostiene:
“[…] si los grandes grupos industriales y financieros, a través de fundaciones
benéficas, favorecen a los laboratorios de ideas neoliberales es porque desde
estas instituciones se intenta influir sobre el gobierno estadounidense para
que aplique medidas que protejan y garanticen sus intereses. A autores como
Fukuyama y Huntington les corresponde entonces la tarea de ofrecer a los
políticos argumentos técnicos para defender y legitimar la necesidad de estas
medidas e intentar camuflar, de esta forma, cuáles son los intereses que
están realmente en juego” (p: 240).
Respecto a lo afirmado por Quintanas (2002), Caballero (1995) agrega:
“[…] y aquí entra en escena Samuel P. Huntington. Este intelectual es
director del instituto Olin […] Este instituto forma parte del complejo
entramado de instituciones académicas o para-académicas al servicio directo
del complejo militar-industrial norteamericano” (p:n/d).
Si bien creemos que el trabajo de Caballero (1995) se encuentra fuertemente
condicionado por la posición ideológica del autor, y que en algunos pasajes redunda
en cuestiones conspirativas difíciles de probar, no podemos dejar de remarcar que
algunas de sus críticas son útiles a la hora de comprender las falencias
evidenciadas en el trabajo de Huntington. Por otra parte, si bien el análisis del autor
pareciera ser apasionado y sesgado, constituye una visión compartida por
académicos
En primer lugar, el autor criticará, creemos acertadamente, a la caracterización de
civilizaciones realizada por Huntington (1993). A diferencia de lo argumentado por
los autores de la sección anterior, en la que se atribuían los errores a fallas de
entendimiento y errores conceptuales, Caballero (1995) sostendrá que la
caracterización de las civilizaciones propuestas por Huntington (1993) es
caprichosa y responde más a las necesidades estratégicas estadounidenses que a
las características propias de cada civilización. Como un ejemplo de este carácter
caprichoso, el autor habla de la caracterización de Japón como una civilización
aparte del resto de Asia, ignorando las raíces Budistas y Confucianas del país.
Respecto a los escenarios futuros de conflicto, Caballero (1995) tomará el ejemplo
del potencial conflicto con China brindado por Huntington y afirmará:
“[…]no se trata de que la cultura china amenace a la occidental (ni la islámica,
ni la latinoamericana), sino que el interés de China por ocupar un lugar en el
escenario internacional acorde a su peso demográfico, a su pasado histórico
y a su potencial económico constituye una amenaza a los intereses
económico-estratégicos de los EE. UU. No hay un choque de civilizaciones
sino un choque de intereses. Pero desde que el mundo es mundo los
choques de intereses suelen ser camuflados bajo hermosos discursos
ideológicos” (p: n/d).
Y agregará:
“[…] el choque de civilizaciones no es sino la legitimación y justificación del
Etnocidio a escala universal” (p: n/d).
Si bien, como dijimos anteriormente, la visión de Caballero (1995) posee un fuerte
sesgo ideológico y en algunos de los pasajes citados, incluso podemos identificar
conclusiones apasionadamente exageradas, creemos que no debemos tomar a la
ligera la afirmación de que conflictos de carácter económico, y en otros casos,
geopolítico y geoestratégico podrían encontrarse camuflados bajo la premisa de
conflictos culturales o inter-civilizacionales. Creemos que este es el aporte más
valioso que realiza el autor como critica a los postulados de Huntington (1993).
Es pertinente mencionar que si bien esta crítica fue realizada al trabajo titulado “The
clash of civilizations?” publicado en el año 1993, y que si bien aún no se contaba
con el desarrollo completo ampliado por Huntington en su publicación de 1996, la
misma es pertinente y no carece de lógica al aplicársela también al último trabajo
mencionado.
3. La “Teoría del Choque de Civilizaciones” tras 25 años de su formulación:
Respuesta a las críticas y valor predictivo de la teoría de Huntington

Como se expusimos a lo largo de la sección anterior, la teoría del Choque de


Civilizaciones fue foco de todo tipo de críticas. Tanto las motivaciones que llevaron
a Huntington a formular la teoría, como sus debilidades metodológicas y
conceptuales fueron puestas en tela de juicio inmediatamente luego de la
publicación de su artículo, y posteriormente, de la versión ampliada de su teoría
presentada en 1996.
Creemos que la crítica más acertada ya mencionada durante este trabajo y a la que
adheriremos, es la que hace referencia a las simplificaciones y a la rigurosidad
metodológica llevadas adelante por Huntington. Como afirmaron varios autores
críticos a la Teoría del Choque de Civilizaciones, no puede imputársele causalidad
directa a diferencias culturales sobre los escenarios de conflicto futuros. El
argumento a esta crítica fue que componentes históricos y económicos podrían ser
tan o aún más determinante en cuanto a las causas de los conflictos entre países,
y en mayor escala, entre civilizaciones.
Es en respuesta a esta crítica, que Grondona (2000) sostiene que algunas culturas
serán pro desarrollo, mientras que otras se opondrán al mismo. Si tomamos a la
tesis de Grondona (2000) como correcta, aún las diferencias económicas y de
niveles relativos de desarrollo entre países que puedan ser agrupados dentro de las
tipologías propuestas por el autor serían también diferencias culturales, por lo que
la tesis de Huntington (1996) cobraría fuerza a la hora de predecir y explicar
conflictos.
Respecto a la hipótesis planteada por Grondona (2000), Montaner (2000) agrega
que en sociedades “anti desarrollo”, las características culturales determinarán el
comportamiento de las elites, condicionando su accionar y acentuando las
diferencias con otras civilizaciones pro desarrollo. Las características pro o anti
desarrollo serán consecuencia, afirma Etouonga-Manguelle (2000) de como la
cultura influenció el desarrollo institucional en cada civilización. Esto es así debido
a lo que Fukuyama (2000) denomina “capital social”. Es decir, el conjunto de valores
y normas que permitirán la cooperación entre los miembros de las sociedades. El
capital social, sostiene el autor, estará directamente relacionado con el legado
cultural que posea cada sociedad.
La cultura juega un rol en el desarrollo de instituciones como la democracia (y en
las consecuencias virtuosas que esta tiene sobre el bienestar de los países),
sostiene Inglehart (2000), mucho más importante de lo que comúnmente se le
atribuye. Por otra parte, agregan Lipset y Lenz (2000) la cultura juega también un
rol crucial a la hora de modelar las reglas bajo las que operarán los mercados y los
niveles de corrupción del sistema en general, influenciando viciosa o virtuosamente
el éxito de los procesos de desarrollo de los países.
Valor explicativo de la Teoría del Choque de Civilizaciones
Habiendo pasado casi de 25 años desde la formulación de la teoría del Choque de
Civilizaciones y las Guerras Culturales, y teniendo en cuenta las críticas a las que
fueron sometidas, creemos necesario preguntarnos ¿De qué manera la teoría de
Huntington logró predecir los conflictos que hoy acontecen?
Permítasenos citar in extenso a Merkel (2015), quién en respuesta a esta pregunta
sostiene:
“La tesis de Huntington del choque de las civilizaciones occidentales e
islámicas actuales es evidente tanto a nivel empírico como a nivel normativo.
No puede ser rechazada señalando las debilidades metodológicas y
conceptuales de su argumentación. Mucho menos puede ser desechada con
la afirmación sin sentido lógico pero políticamente correcta de que no hay
ningún choque de civilizaciones (enunciación de lo que es) sino que debemos
concretar más bien un “diálogo entre las culturas” (enunciación de lo que
debe ser)” (p: 5).

Por su parte, Alí (2010) agrega que una evidencia respecto al cumplimiento de lo
anticipado por Huntington es, por un lado, la declinación de occidente en términos
de poder relativo frente al resto del mundo, pero por el otro, la explosión demográfica
en el mundo islámico. Si además tenemos en cuenta el ascenso, en términos
económicos y de cooperación entre las civilizaciones asiáticas, se estarían
cumpliendo varias de las predicciones propuestas por Huntington.
Desde una óptica crítica respecto a la política exterior estadounidense en medio
oriente, pero también en línea con lo afirmado por Alí (2010) y por Merkel (2015),
Ayoob (2012) sostiene que se está frente a un modelo de doble moral en el que las
diferencias civilizacionales conforman la fuente primordial de los conflictos. Ayoob
(2012) sostendrá que el parentesco cultural entre Israel y los Estados Unidos ha
permitido que las acciones frente conflictos como el Palestino-Israelí sean dictadas
directamente por una de las partes (Israel). El autor sostiene que esta aceptación
por parte de los Estados Unidos se debe a la afinidad cultural entre ambos países.
De acuerdo con la mirada de Ayoob (2012), sería en este caso también Occidente
quien estaría condicionando su política exterior en base a diferencias culturales. En
línea con lo expuesto por Ayoob, Alonso (2012) sostendrá que las fricciones y la
incomprensión Oriente-Occidente, serían entonces una realidad cada vez más difícil
de negar, por lo que la propuesta de Huntington, contrario a lo que el mundo
académico argumentó en un primer momento, no estaría errada después de todo.
4. Conclusiones
A lo largo de este trabajo hemos explorado, por un lado los puntos principales
brindados por Huntington respecto a los escenarios de conflicto que se sucederían
producto de los cambios en el balance de poderes global posterior a la caída de la
Guerra Fría. Y por el otro, las críticas y debates que se suscitaron respecto de esta
teoría.
Desde el punto de vista teórico y metodológico creemos que, como afirmaron
Cabezas (2006), Junhui (1996), Merkel (2015) y Matlock (1999) (entre otros) la
propuesta de Huntington carece de rigurosidad suficiente y cae reiteradamente en
simplificaciones, generalizaciones y en algunas cuestiones, prejuicios que rozan lo
malicioso. No obstante, creemos pertinente destacar que estaremos de acuerdo con
Merkel (2015) cuando afirma que pese a las deficiencias metodológicas
ampliamente criticadas, Huntington (1996) logra predecir con certeza lo que hoy es
el principal escenario de conflicto global. Nos referimos con esto a los conflictos
surgidos entre coaliciones islámicas de diversas índoles y el conjunto de naciones
occidentales, además del creciente aumento de la actividad terrorista en occidente.
Debemos por otra parte mencionar que si bien existen evidencias de la existencia
de choques intercivilizacionales, creemos que no puede imputársele a la cuestión
cultural causalidad directa y excluyente como fuente de conflicto. Creemos que para
comprender la dinámica global de poderes, y las relaciones inter civilizacionales,
será vital realizar un estudio en varios niveles de análisis, en el que se contemplen
cuestiones como por ejemplo la historia económica común entre regiones y las
consecuencias directas e indirectas de la occidentalización en diferentes partes del
mundo, haciendo especial foco en las consecuencias que las políticas aplicadas por
occidente en diversas zonas del mundo tuvieron sobre las sociedades de los países
receptores.
Creemos además que debemos ser muy cuidadosos a la hora de realizar tipologías
basadas en cuestiones culturales no cuantificables, con el objetivo de evitar caer en
errores comunes como la generalización y el prejuicio.
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