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MANUEL VALLEJO 
MANUEL VALLEJO. Nombre artístico de Manuel Jiménez Martínez
de Pinillo, originado por el apellido de su abuela paterna. Sevilla,
1891-1960. Cantaor, Se inició en su ciudad natal, actuando en
reuniones privadas y en los cafés cantantes de la época. En 1919,
participó en el homenaje que se le tributó en el Salón Variedades
sevillano a El Portugués, junto a El Cojo de Málaga, Fernando El
Herrero, José Cepero, El Colorao, La Pompí, La Sorda, El Gloria,
Antonio Moreno, Pepillo El Jerezano, Manolo El Moreno, Currito el
de La Geroma, Niño Ricardo, Frasquillo y Antonio García. Su
popularidad la alcanzó a lo largo de los años veinte y treinta, en los
que realizó numerosísimas grabaciones discográficas y formó parte
de muchos espectáculos en giras por toda la geografía española,
actuaciones entre las que cabe reseñar las siguientes: en 1924,
actúa en el Teatro La Latina de Madrid; en 1925, obtiene la Copa
Pavón, en un concurso organizado por el teatro madrileño del
mismo nombre, siendo jurado don Antonio Chacón, acontecimiento
que José Blas Vega, tras las lógicas investigaciones, nos narra así:
"El grandioso certamen comenzó el lunes 24 de agosto a las 10,45
de la noche. El precio de una butaca era cinco pesetas, el doble de
lo habitual. Intervinieron los cantaores inscritos: Manuel Escasena,
Angelillo, Manuel Vallejo, Niño de Madrid, Macareno, Cojo de
Málaga, El Mochuelo, Niño de Tetuán y Niño de Marchena, y
después de ellos y fuera de certamen "El rey del cante jondo" don
Antonio Chacón, acompañado por Montoya. Cantó los caracoles,
caña y polo. A la hora de deliberar el jurado, estaban las
inclinaciones entre Vallejo y Marchena, siendo decisiva en la
resolución la opinión de Chacón hacia Vallejo, y sin más comentario
le hizo entrega a éste de la Copa en presencia de Ramón
Montoya... Chacón le comentaría días más tarde en una de las
fiestas que con motivo de la copa tuvieron ambos en Villa Rosa: Te
he dao la copa porque la mereces, pero la Vieja -por Marchena-
ganará más dinero que tú. Vallejo siempre sintió una gran
admiración hacia Chacón, y como recuerdo de él llevaba consigo
una foto y los gemelos de oro que le regalara en una fiesta". 
Este mismo año cantó en el Teatro Olimpia madrileño, con motivo
de un homenaje a La Coquinera, y también en el Romea,
compitiendo con Manuel Centeno. Al año siguiente, 1926, después
de cantar en Barcelona, participa nuevamente en la Copa Pavón,
obteniéndola Centeno, pero en desagravio la empresa del teatro
organizó una sesión en su homenaje, entregándosele como
recuerdo, de manos de Manuel Torre, la Llave de Oro del Cante, el
día 5 de octubre. Días más tarde fue contratado para cantar en el
Circo Price. Durante 1927, actuó en Madrid en los siguientes
locales: Teatro Novedades, Circo Parish, Teatro Fuencarral y Cine
Madrid. Después de actuar, en 1928, en los teatros Fuencarral y
Pavón y en el Cine Pardiñas, sale de Madrid en gira por toda
España en compañía de don Antonio Chacón, a quien seguía en
cotización económica cobrando quinientas pesetas diarias, con el
espectáculo titulado Solemne fiesta andaluza, en el que también
actuaban La Niña de los Peines, José Cepero, Guerrita, El Chato de
Las Ventas, Bernardo el de los Lobitos, Ramón Montoya, Luis
Yance, Manuel Mertell, Manuel Bonet, El Estampío, Frasquillo,
Carmen Vargas, La Quica, Carmelita Borbolla, La Gabrielita, El
Távalo, Rovira, Lolita Almería, Manolita La Macarena y un grupo
llamado Los Seis Gitanillos de la Cava de Triana. 
La trayectoria artística de Manuel Vallejo, continuó por distintas
ciudades españolas y, en 1930, presentó, junto a El Sevillanito, el
espectáculo Nobleza gitana, en Barcelona, realizando también este
mismo año una gira con El Pena. Encabezó espectáculos de ópera
flamenca con los que se mantuvo en los carteles hasta 1936.
Pasada la guerra civil, continuó actuando en distintos elencos y, en
1950, encabezó el espectáculo El Sentir de la copla. Su repertorio,
muy amplio, ha quedado reflejado en sus discos, y sobre su
personalidad artística quien primero se ocupó y más detenidamente
fue Fernando el de Triana: "Muy justo en los cantes, su media
granaína está bien hecha, y aunque su ejecución no ofrece grandes
dificultades, es un cante de mucho efecto y está muy sujeto al
compás; por fandango y bulerías canta muy bien, y por síguiriyas
muy justo y efectista. Además, me agrada más este artista porque
no abusa del Crimen de Cuenca, como yo tu digo a esos romances
que ridículamente colocan casi todos los cantadores modernos en el
lugar que debiera ocupar una bien medida cuarteta o quintilla".
Manuel Yerga Lancharro ha exaltado el arte de Manuel Vallejo con
estas palabras: "Como cantaor fue preciosista a la vez que grande.
Tan grande como el que más. Tanto es así, que si queremos hacer
una justa y ponderada valoración del cante flamenco de los años
veintitantos, hemos de escoger entre sus máximos y polifacéticos
intérpretes a Manuel Vallejo y a La Niña de los Peines. Después de
estos dos profesionales, sería muy difícil encontrar otra pareja que
la igualase. Como bailaor, junto a Pastora y Juaníto Mojama, formó
un trío muy exquisito". 
El cantaor Enrique Orozco, ha declarado a José Blas Vega acerca
de Manuel Vallejo: "Mejor que ése no ha cantao nadie por bulerías y
no digamos bailando, cuando cantaba y al mismo tiempo metía los
pies por bulerías --cosa dificilísima- con los dos pies, ya que todos
-incluídos los gitanos- sólo meten el derecho". Antonio Murciano ha
analizado el cante de Manuel Vallejo con el comentario que
transcríbímos: "Creo que la vida artística de Manolo Vallejo puede
precisarse en dos etapas muy definidas: una hasta 1930,
aproximadamente, de cantaor general, a la vieja usanza, como
mandan los más recios cánones, y otra, posterior, en la que
--desgraciadamente inclinada la balanza del gusto público al
operismo flamenco y a la comercialización folklórica, con las
excepciones de todos conocidas- él intentó honradamente conciliar
su clasicismo con lo mejor del movimiento ínnovador, dosificándolo
y adaptándolo a su personal temperamento, cosa que, para mí,
consiguió plenamente". Manuel Urbano ha transcrito una serie de
letras de saetas autógrafas de Manuel Vallejo, antecediéndolas de
un comentario, en el que entre otras cosas sobre el cantaor escribe:
"hemos de convenir en reconocerle como uno de los saeteros más
apreciados y de mayor categoría de la historia flamenca". En 1982,
fue colocada una placa en su recuerdo en la casa donde nació. 

Datos extraidos del Diccionario Flamenco


de Jose Blas Vega y Manuel Rios Ruiz
Cinterco - 1985.

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