Está en la página 1de 14

Joel - Introducción - 1:3

Hoy, queridos hermanos y oyentes, hablaremos un poco sobre el libro del


profeta Joel. Este libro quizá no nos parezca muy importante, ya que
solamente tiene tres breves capítulos. No es extenso, pero tiene un
contenido muy grande. En primero lugar diremos algo sobre
El autor
Sabemos muy poco sobre el profeta Joel. Todo lo que se dijo de él se
encuentra en el capítulo 1, versículo 1 , que dice: Palabra del Señor que vino
a Joel hijo de Petuel. El significado de su nombre es "el Señor es Dios" y era
un nombre muy común. Algunos han llegado a la conclusión de que el
profeta Joel era hijo de Samuel, porque el primer libro de Samuel, capítulo 8,
versículos 1 y 2 dice: 1 Aconteció que cuando Samuel envejeció puso a sus
hijos por jueces sobre Israel. 2 Su hijo primogénito se llamaba Joel. Pero si
continuamos leyendo veremos que el versículo siguiente dice: 3 Pero no
anduvieron los hijos por los caminos de su padre, sino que se dejaron llevar
por la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho. Por ello
concluimos que el hijo de Samuel no pudo haber sido el mismo que el
profeta Joel.
Su tiempo
Podemos estar seguros de que Joel profetizó en Jerusalén y en la zona en
que se encontraba esta ciudad. Una y otra vez en su profecía él se refirió a
"la casa del Señor". Por ejemplo, en el capítulo 1, versículo 9 leemos:
desapareció de la casa del Señor la ofrenda de cereal y la libación, los
sacerdotes ministros del Señor están de duelo. También el profeta mencionó
a Jerusalén en el capítulo 3, versículo 20, que dice: Pero Judá será habitada
para siempre, y Jerusalén por generación y generación. Y retrocediendo
unos versículos, en este mismo capítulo 3, versículo 17 dice: Entonces
conoceréis que yo soy el Señor, vuestro Dios, que habito en Sión, mi santo
monte. Jerusalén será santa y extraños no pasarán más por ella. Por lo
tanto, sabemos que Joel fue un profeta en el reino del sur, es decir, en el
reino de Judá.
El profetizó como uno de los primeros profetas. En realidad, hubo
bastantes profetas, por lo menos 50 profetas, y los eruditos conservadores
admiten en general que Joel profetizó durante el reinado de Joaz, rey de
Judá. Eso quiere decir que probablemente fue contemporáneo y
probablemente conoció a Elías y a Eliseo.
El tema
El tema de Joel fue "el día del Señor". Se refirió específicamente a él unas
6 veces. (en 1:15; 2:1 y 2; 2:10 y 11; 2:30 y 31; y 3:14 al 16). Los profetas
Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel se refirieron todos al "día del Señor". A
veces lo llamaron "aquel día". El profeta Zacarías enfatizó especialmente
"aquel día". ¿Y cuál fue aquel día? Joel fue quien introdujo al "día del Señor"
en la profecía. Desde la cima de la montaña de la profecía, ese hombre miró
a través de los siglos y vio mucho más allá que cualquier otro profeta. Él vio
el día del Señor.
El "día del Señor" es una expresión técnica de las Sagradas Escrituras que
está cargada de significado. No solo incluye al reino de Cristo sobre la tierra
que vendrá después de Su segunda venida, pero este profeta iba a dejarnos
bien en claro que este "día" comenzaría con el período llamado "la gran
tribulación", un período de graves problemas y conflictos. Si uno colocara un
límite o cerrara un paréntesis al final del Día del Señor, éste estaría situado
al final del período del reino, cuando el Señor acabará con toda las
injusticias y establecerá Su reino eterno aquí en la tierra, que se proyectará
por la eternidad.
El "día del Señor" fue una expresión peculiar de todos los profetas del
Antiguo Testamento. No incluye el período en que la iglesia está en el
mundo, porque ninguno de los profetas habló de un grupo de personas que
serían llamados de entre los pueblos no judíos, del pueblo de Israel y de
todos los pueblos de la tierra, para ser integrados en un gran cuerpo
llamado la iglesia, que será removida de este mundo. Los profetas tampoco
hablaron ni escribieron sobre la iglesia.
Ahora, Jacobo, en el gran concilio de Jerusalén que se mencionó en el
capítulo 15 del libro de los Hechos de los Apóstoles, más o menos bosquejó
este período. Él dijo en el capítulo 15 de los Hechos de los Apóstoles,
versículos 14 al 16: Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los
gentiles para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan
las palabras de los profetas, como está escrito: "después de esto volveré y
reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y
lo volveré a levantar. Ahora, Jacobo dijo: "Después de esto". ¿Después de
qué? Después que Él llamara a Su iglesia de este mundo, Dios nuevamente
regresaría a Su programa de Israel, y fue a esta época a la cual se refiere "el
día del Señor". Y Jacobo continuó diciendo, en el versículo 17 de este mismo
capítulo 15, del libro de los Hechos de los Apóstoles: Para que el resto de los
hombres busque al Señor, y todos los no judíos, sobre los cuales es
invocado mi nombre. Así que Dios está hoy llamando de entre los no judíos
y de todos los pueblos Ahora, Él está separando, está llamando a un pueblo.
En aquel día, todos los no judíos que estarán entrando en el reino buscarán
al Señor. Creemos que habrá un gran retorno espiritual a Dios en aquel
tiempo, a diferencia de cualquier época que la iglesia haya podido
presenciar en la historia.
Alguien podría preguntar: "¿Por qué está Dios siguiendo este programa?"
Bueno, aquí podríamos leer lo que dijo Jacobo, o sea Santiago, en el
versículo 18 de este capítulo 15 de los Hechos: Dice el Señor, que hace
conocer todo esto desde tiempos antiguos.
Características especiales
Hay algunas características peculiares sobre la profecía de Joel, que nos
gustaría destacar. Joel fue el primero de los profetas escritores, y cuando el
miró a través de los siglos, vio la llegada del "día del Señor". Sin embargo,
no creemos que haya vista en absoluto a la iglesia ---así como ninguno de
los profetas la vio. Cuando el Señor Jesús fue a la cima del Monte de los
Olivos, hombres que habían estudiado el Antiguo Testamento se acercaron
a Él y le preguntaron: "¿Qué señal habrá del fin del siglo?" El Señor, al
responder, no les mencionó Su cruz en aquel momento. No les habló sobre
la venida del Espíritu Santo. No les habló del período de la iglesia, ni les
mencionó el arrebatamiento de la misma. En cambió, el Señor se refirió al
comienzo del "día del Señor". Él le puso una fecha, pero no ésta no se
encuentra en su calendario ni en el mío; los eventos predichos identificarán
esa fecha para los que estén en aquel tiempo en que comience el "día del
Señor". Dice Mateo capítulo 24, versículo 15: Por tanto, cuando veáis en el
lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el
que lee, entienda) Así que esa será la forma en que se sabrá cuando
comience el "día del Señor". Joel dejaría en claro que comenzará con una
noche, es decir, como un tiempo de dificultadas y problemas. Después de
todo, el día Hebreo comienza con el atardecer, con la puesta del sol.
Génesis nos dijo en su primer capítulo, Y fue la tarde y la mañana del primer
día. Nosotros comenzamos con la salida del sol, pero Dios comienza al
atardecer. El "día del Señor", por lo tanto, comenzará con la llegada de la
noche.
Hay un detalle notable que observar. A diferencia del libro de Oseas, el
profeta Joel no dice prácticamente nada sobre sí mismo. En Oseas,
encontramos el escándalo que se produjo en su hogar, es decir, las
peripecias de su esposa infiel. No sabemos qué clase esposa tenía Joel y ni
siquiera sabemos si era casado o no. El primer versículo del libro nos da
todos los datos que conocemos, es decir, como ya hemos visto, que su
padre se llamaba Petuel.
Y a diferencia de muchos de los demás profetas, Joel no condenó a Israel
por su idolatría. Anteriormente en la historia de los israelitas, en la época en
la cual Joel estaba profetizando, la idolatría no era el gran pecado de Israel.
Joel solo mencionó un pecado, el de la embriaguez.
Él comenzó su profecía con una descripción única y excepcional de una
plaga literal de langostas. Después, el profeta usó esa plaga de langostas
para compararla con los juicios futuros que vendrán sobre esta tierra. El
primer capítulo es una joya dramática y literaria. Es un pasaje notable de la
Biblia, diferente a cualquier otro en el área de la literatura.
Finalmente, la profecía de Joel contiene un pasaje muy polémico, en el
cual él mencionó el derramamiento del Espíritu que fue citado por el apóstol
Pedro en el día de Pentecostés. Nos referimos a Joel capítulo 2, versículos 28
y 29. Hay diferentes interpretaciones sobre el derramamiento del Espíritu
Santo, y las examinaremos en detalle cuando llegamos al mencionado
pasaje Bíblico.
Así es que, vamos a comenzar ahora. Un breve bosquejo nos presentará la
estructura de este libro. En el primer capítulo, y en los primeros 14
versículos, tenemos "una plaga literal y local de langostas". Luego, tenemos
la segunda división, que es como un preludio y que llamamos "mirando
hacia el día del Señor". Esta división se extiende desde el capítulo 1,
versículo 15 hasta el final del capítulo 2. Después tenemos una tercera
división que hemos titulado "mirando hacia el día del Señor", y abarca todo
el capítulo 3. Dentro de este último capítulo del libro, encontramos dos
subdivisiones. (1) La gran tribulación, en los versículos 1 al 15; y (2) El reino
milenario, en los versículos 16 al 21. Comencemos entonces
Joel 1
Ya hemos visto que la profecía de Joel abarca solo tres breves capítulos,
pero mantiene una posición importante en la Biblia. Como primero de los
profetas escritores, y como destacamos en la introducción al libro, el
primero que introdujo el término "el día del Señor". Leamos entonces el
primer versículo de este primer capítulo, que inicia el relato de
Una plaga literal y local de langostas
"Palabra del Señor que vino a Joel hijo de Petuel."
En la introducción ya aclaramos que algunos pensaron que Joel era hijo del
profeta Samuel (siguiendo a 1 Samuel 8:1 y 2) pero los hijos de Samuel
fueron muy malvados y con toda seguridad el profeta Joel no lo fue. El padre
fue Petuel, y el nombre del profeta significa "el Señor es Dios". Continuemos
leyendo el versículo 2 de este primer capítulo:
"Oíd esto, ancianos, y escuchad, todos los moradores de la tierra. ¿Ha
acontecido algo semejante en vuestros días o en los días de vuestros
padres?"
Aparentemente, Israel se encontraba en ese tiempo en medio de una gran
plaga de langostas. Las plagas de langostas eran bastante comunes en esa
tierra. Pero Joel se dirigió a los ancianos del pueblo y les dijo: ¿Ha
acontecido algo semejante en vuestros días, o en los días de vuestros
padres? Seguramente habrán tenido que responder que no, que esa plaga
era la peor que habían tenido. El problema de algunas personas es que, a
medida que van entrando en la edad madura les surgen ideas grandiosas
acerca del pasado. Si algún joven viene a contarles algo extraordinario que
les haya sucedido, las personas mayores responden que en el pasado, la
experiencia resultó mucho mejor. Y dice el versículo 3 de este primer
capítulo:
"De esto contaréis a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus hijos, y sus hijos a
la siguiente generación."
Él les estaba diciendo: "Podéis divulgar esto. Decidles a vuestros hijos y
ellos a sus descendientes. Porque no va a haber una plaga de langostas
como ésta otra vez". Esto nos recuerda otro pasaje de la Biblia. Nos
referimos a Mateo 24, donde se encuentra el discurso del Monte de los
Olivos, cuando el Señor identificó el período que Él mismo llamó "la gran
tribulación". Él dijo lo mismo de ese período. Dijo que no había ocurrido
nada como él en el pasado, y que después de transcurrido ese tiempo, no
habría nada semejante en el futuro. Esa característica convierte a ese
período en un paréntesis y le asigna un lugar único en la historia. Durante la
gran tribulación, nadie podrá decir que esos años le recuerdan a uno
difíciles tiempos del pasado. Nunca hemos leído acerca de un período
semejante a la gran tribulación. Para todos los períodos de la historia
registrada, en el pasado, siempre ha habido tiempos anteriores que
pudieron equipararse. Sin embargo, el Señor Jesús enfatizó claramente el
carácter de la gran tribulación, cuando dijo, en Mateo capítulo 24, versículo
21, porque habrá entonces Gran Tribulación, cual no la ha habido desde el
principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Cuando la gente se encuentre
viviendo en esos días, no expresará las dudas que podemos oír hoy sobre
ese período. Pero ante esas dudas revisten gran claridad las palabras del
Señor Jesucristo. Ya leímos que Él dijo que no hubo nada semejante en el
pasado. Y observando el empeoramiento de la situación en la escena
internacional, así como las predicciones sobre las consecuencias del cambio
climático, no podemos negar que no habrá un período como el descrito por
el Señor en el futuro.
En una forma dramática, el profeta Joel estaba diciendo: "Mirad, la plaga de
langostas es algo único. Nunca ha habido algo como ella, pero se aproxima
un período único llamado el día del Señor". Así que el día del Señor se
inaugurará con la gran tribulación, después de que la iglesia haya dejado
este mundo. Será un tiempo terrible que vivirá esta tierra, horrible y más
allá de toda descripción y después, Cristo vendrá y establecerá Su reino.
Nos agradaría que las personas que niegan de que la Biblia enseña estas
cosas estudiaran la totalidad de la Palabra de Dios, en vez de escoger
algunos versículos de un pasaje y algunos versículos de otro. Necesitamos
estudiar toda la Palabra de Dios para conocer realmente lo que ella enseña.
Esta plaga de langostas se destacó por encima de otras plagas que tuvieron
lugar. La plaga de langostas que tuvo lugar en Egipto en el tiempo de
Moisés fue una plaga milagrosa ---en realidad fue un juicio de Dios. Sin
embargo, esta plaga descrita en Joel, fue lo que llamaríamos un evento
natural.
Hay varios detalles que necesitamos entender sobre la langosta, ya que
muchos de nosotros no estamos familiarizados con ese insecto. A veces
habremos escuchado el rumor de las langostas que se encuentran en los
árboles. Sin embargo, ello no constituye una plaga, y probablemente, estas
langostas mencionadas en Joel no eran de la misma clase de langostas que
podían verse en Israel en los tiempos Bíblicos o incluso en la actualidad. Si
usted ha visto alguna vez fotografías de campos devastados después de
una plaga de langostas, sabe que las langostas han dejado los campos
verdes como si un incendio hubiera arrasado esas extensiones destruyendo
todo signo de vida.
La Palabra de Dios habló de langostas y, al concluir nuestro estudio de hoy,
estimado oyente, quisiéramos dirigir su atención a Proverbios capítulo 30,
versículo 27, que dice: Las langostas, que no tienen rey, pero salen todas en
escuadrones. Las langostas marchan como si fueran un ejército, y al
avanzar lo hacen divididas y organizadas en diferentes y perfectas
formaciones. Este detalle nos ayudará a comprender que la descripción que
el profeta Joel hizo de esta plaga de langostas. Le invitamos, entonces, a
acompañarnos en nuestro próximo encuentro y le sugerimos que lea hasta
la mitad de este primer capítulo para estar más familiarizado con este
pasaje único de las Sagradas Escrituras.
Esto, pues, lo veremos, Dios mediante, en nuestro próximo programa. Será,
pues, hasta entonces, es nuestra oración ¡que el Señor le colme de
bendiciones!

Joel 1:4-13
libro de Joel en el Antiguo Testamento. Esta pequeña profecía solo consta de
tres capítulos. No tiene una gran extensión, pero sí es potente y poderosa.
Eso es cierto en cuanto a esta profecía. Nuevamente tenemos que recordar
que Joel fue probablemente el primer profeta que escribió, y fue el profeta
para el reino del Sur, es decir, para el reino de Judá. Su base se encontraba
en Jerusalén y en su zona de influencia. Y fue él quien primero nos habló del
"día del Señor". Desde la cima de la montaña de la profecía, ese hombre
miró a través de los siglos y vio mucho más allá que cualquier otro profeta.
Él vio el día del Señor.
En nuestro programa anterior, concretamente al principio de este capítulo 1,
comenzamos a considerar el alcance de la plaga de langostas anunciada por
el profeta. Aparentemente, Israel se encontraba en ese tiempo en medio de
una gran plaga de langostas. Él les estaba diciendo a los israelitas que no
había habido jamás una plaga de langostas como ésta, y que podían
divulgar el hecho de esta plaga a sus hijos y éstos a sus descendientes,
diciéndoles que no habría en el futuro una plaga semejante a ésta. Las
plagas de langostas eran bastante comunes en esa tierra. Esta `plaga de
langostas se destacó por encima de otras plagas que tuvieron lugar en el
pasado. La plaga de langostas que cayó sobre Egipto en el tiempo de Moisés
fue una plaga milagrosa ---en realidad fue un juicio de Dios. Sin embargo,
esta plaga descrita en Joel, fue lo que llamaríamos un evento natural.
Hay varios detalles que necesitamos entender sobre la langosta, ya que
muchos de nosotros no estamos familiarizados con ese insecto. A veces
habremos escuchado el rumor de las langostas que se encuentran en los
árboles. Sin embargo, ello no constituye una plaga, y probablemente, estas
langostas mencionadas en Joel no eran de la misma clase de langostas que
podían verse en Israel en los tiempos Bíblicos o incluso en la actualidad. Si
usted ha visto alguna vez fotografías de campos devastados después de
una plaga de langostas, sabe que las langostas han dejado los campos
verdes como si un incendio hubiera arrasado esas extensiones destruyendo
todo signo de vida.
La Palabra de Dios habló de langostas y quisiéramos dirigir su atención a
Proverbios capítulo 30, versículo 27, que dice: Las langostas, que no tienen
rey, pero salen todas en escuadrones. Las langostas marchan como si
fueran un ejército, y al avanzar lo hacen divididas y organizadas en
diferentes y perfectas formaciones. Este detalle nos ayudará a comprender
que la descripción que el profeta Joel hizo de esta plaga de langostas. Le
invitamos, entonces, a acompañarnos en nuestro próximo encuentro y le
sugerimos que lea hasta la mitad de este primer capítulo para estar más
familiarizado con este pasaje único de las Sagradas Escrituras.
Estos antecedentes nos ayudan a entender la descripción que el profeta Joel
hizo de esta plaga local. Leamos entonces aquí en el libro de Joel, capítulo 1
y versículo 4, donde dice:
"Lo que dejó la oruga se lo comió la langosta; lo que dejó la langosta se lo
comió el pulgón; y el saltón se comió lo que el pulgón había dejado."
Es cierto que aquí se utilizaron 4 palabras diferentes, Y hay quienes opinan
que el profeta se refirió a 4 diferentes clases de insectos. Pero, en realidad,
no existe ninguna base para ello. En los insectos aquí mencionados se
expresa la acción de roer, y la palabra Hebrea para langostas es "arbeh", y
sugiere una gran cantidad de ellas y que son migratorias ---se desplazan en
grandes enjambres. También se describe en este versículo la acción de
lamer y la de devorar o consumir. Así es que, tenemos aquí cuatro palabras
que describen la langosta y lo que ésta hace. La langosta avanza como un
ejército. En primer lugar, aparecen los aviones que lanzan sus bombas. El
primer ataque de la langosta es por medio del aire. Y luego, después de las
bombas que han sido arrojadas por la fuerza aérea, llega la artillería, y esta
destruye cada sección del terreno elegido, dejando la zona devastada, pero
aún hay mucho que queda en pie. Entonces llega la infantería, que
constituye el tercer grupo; ellos destruyen lo que ha sido dejado. Y luego,
vienen aquellos que realizan las operaciones de limpieza y estos toman lo
poco que haya sido dejado. Por lo tanto, las cuatro palabras diferentes que
tenemos aquí describen la acción de las diferentes bandas de langostas.
Estas no tienen un general, un líder, ni una escala de mando, pero se
desplazan como un ejército.
Las langostas fueron frecuentemente enviadas por Dios como un castigo,
pero creemos que la plaga que se mencionó aquí en el libro de Joel fue una
plaga que podríamos considerar natural. No creemos que haya sido
necesariamente un juicio, un castigo, sino más bien, una advertencia para el
pueblo. Era una advertencia para la nación. Joel fue el primer profeta
escritor y profetizó al mismo tiempo que Elías. Así como Elías fue una
advertencia para el reino del norte, Joel, de una forma dramática, estaba
advirtiendo al reino del sur del juicio que se aproximaba. Y Joel se apartaría
del castigo local, y este fue el método de todos los profetas, que consistía
en salir de una situación local para proyectarse hacia el futuro, hacia el
juicio que se llegaría en el "día del Señor".
El "día del Señor" ha sido uno de los términos más malinterpretados y, sin
embargo, uno de los más importantes de la Biblia. Joel fue el primero en
utilizarlo, y él dejó bien en claro lo que el "día del Señor" significaba.
Después de él, todos lo que los demás profetas tuvieron que hacer fue
hablar de "aquel día", y todos entendieron a qué se estaban refiriendo.
Ahora estamos avanzando un poco más allá de este capítulo, pero
queremos decir que Joel se desplazaría de esta plaga de langostas literal y
local para hablar del "día del Señor", que comenzará con el período de la
gran tribulación. ¿Y cómo se iniciará el período de la gran tribulación? Se
inaugura con los cuatro jinetes del Apocalipsis; habrá una paz falsa, después
estallará la guerra, seguida de una hambruna y después, finalmente, el
jinete montado en el caballo amarillo de la muerte. Aquí podemos apreciar
un paralelo tremendo entre estas cuatro bandas de langostas que tenemos
aquí en el primer capítulo de Joel y los cuatro jinetes del Apocalipsis.
Durante el período de la Gran Tribulación, no serán literalmente langostas;
sino que lo que ocurrirá en esta tierra será algo mucho peor, y no solo a
través de aquella tierra sino por todo el mundo. El mundo será devastado
completamente cuando el Señor Jesucristo regrese a la tierra para
establecer Su reino. Escuchemos ahora lo que dice el versículo 5 del
capítulo 1 de Joel:
"Despertad, borrachos, y llorad; gemid, todos los que bebéis vino, porque el
vino se os ha quitado de vuestra boca."
Aquí vemos que las langostas llegaron a las uvas antes que ellos. Ellas
arrancaron y comieron todos los viñedos, y no quedaría entonces vino para
los que se embriagaban. Aquellos que en aquel tiempo eran alcohólicos
tuvieron que someterse a una cura obligada antes de quererlo, porque e
terminaron las existencias de vino en la región.
Estas advertencias nos revelan que, incluso principio de la caída de la
nación, el gran pecado era la embriaguez. En la actualidad, frecuentemente
se nos recuerda en todos los medios de difusión que la mayoría de los
accidentes de tráfico que ocurren en las carreteras son causados por
aquellos que quieren ejercitar su derecho a beber bebidas alcohólicas
libremente. En consecuencia, familias enteras han quedado destruidas en
las vías públicas porque alguien bajo los efectos del alcohol ha embestido a
sus vehículos de frente. No estamos tratando este tema del alcoholismo de
manera deliberada sino que nos limitamos a considerarlo porque estamos
siguiendo el tema que la Palabra de Dios destaca en este pasaje. Los
excesos de la bebida se cometen a todos los niveles sociales, desde los más
inferiores hasta los más altos. Y ya hemos enfatizado las graves
consecuencias en la muerte de tantos inocentes, y también debemos
resaltar las graves secuelas sufridas por los sobrevivientes a los accidentes,
así como su enorme costo social.
Ahora, aquí leemos: despertad, borrachos, y llorad; gemid, todos los que
bebéis vino. Desde el mismo principio, la embriaguez estaba comenzando a
destruir el fundamento de la nación. Y por cierto, destacamos que éste fue
el único pecado que denunció Joel. Él no mencionó en absoluto a la idolatría,
ese gran pecado de apartarse de Dios y volverse a los ídolos, que hizo caer
a esta nación. En este preciso momento de su historia, este pueblo aún
profesaba adorar a Dios. Y leamos ahora el versículo 6 de este capítulo 1 de
Joel, en el cual se mencionó un hecho dramático:
"Porque un pueblo fuerte e innumerable subió a mi tierra; sus dientes son
dientes de león, y sus muelas, muelas de león."
En este versículo las langostas fueron comparadas a un ejército invasor y a
su gran poder destructivo. Estos pequeños insectos, las langostas, pueden
destruir un árbol grande. Pueden desplazarse a través de un gran campo
sembrado de trigo y devorar todo lo que encuentren a su paso, dejando ese
terreno completamente vacío. Y así actuaban aquellas cuatro bandas que no
tenían un líder. Llegaban, la mayoría de las veces como un castigo de Dios,
aunque esta plaga que estamos observando fue más bien una advertencia
de Dios. Más tarde, como ya indicamos anteriormente, Joel se proyectaría a
acontecimientos que son aun futuros; nos referimos al "día del Señor", que
en muchos aspecto tendrá los mismos efectos sobre la tierra que una plaga
de langostas. Es que los cuatro jinetes del Apocalipsis aun están por llegar.
Continuemos leyendo el versículo 7 de este primer capítulo de Joel:
"Asoló mi vid y descortezó mi higuera; del todo la desnudó y derribó; sus
ramas quedaron blancas."
Las langostas pueden destruir verdaderamente a una higuera. Ellas
arrancaron la corteza de su tronco y ramas dejando solo la madera blanca y
desnuda.
Joel estaba enviando un mensaje al pueblo, e iba a decirles que tenían que
hacer en un tiempo como éste. Les indicaría diez cosas que habrían de
hacer. Leamos entonces el versículo 8:
"Llora tú, como joven vestida de ropas ásperas por el marido de su
juventud."
Aquí el profeta les dijo algo fuera de lo común: (1) tenían que llorar,
lamentarse, como una joven vestida de luto que había perdido a su
prometido, quizás muerto en una batalla, de esta manera debía llorar la
nación. Y continuó diciendo el versículo 9:
"Desapareció de la casa del Señor la ofrenda y la libación; los sacerdotes
ministros del Señor están de duelo."
Las ofrendas de cereales y la libación habían cesado en la casa del Señor. O
sea que los israelitas ya no podían presentar ofrendas. (2) Los sacerdotes
debían hacer duelo. Y lo mismo se repite por todo este pasaje Bíblico. Los
ebrios se lamentaban y los sacerdotes también. Es que toda la economía del
pueblo sería afectada por esta plaga.
Este versículo y otros nos llevan a creer que el profeta Joel se encontraba en
Jerusalén. Aquí habló de los sacerdotes que servían en el templo del Señor.
Continuemos leyendo el versículo 10 de este primer capítulo:
"El campo está asolado y se enlutó la tierra, porque el trigo fue destruido, el
mosto está pasado y se perdió el aceite."
No había aceite de oliva, ni uvas, ni grano o trigo. Es decir que las tres
cosechas de alimentos de primera necesidad que ellos tenían, habían
quedado destruidas. Incluso la tierra tenía que lamentarse. Aquí vemos que
la tierra y el pueblo estaban relacionados entre sí. Porque la ley de Moisés
no sólo fue dada a la gente, sino que fue dada también para la tierra.
Hasta ahora hemos visto que Joel había hablado a los ebrios, a los
sacerdotes y después hablaría a los agricultores. Leamos los versículos 11 y
12:
"Confundíos, labradores; gemid, viñadores, por el trigo y la cebada, porque
se perdió la cosecha del campo. La vid está seca y pereció la higuera;
también el granado, la palmera y el manzano: Todos los árboles del campo
se secaron. Y así se extinguió el gozo de los hijos de los hombres."
(3) Los labradores debían avergonzarse. (4) Los viñadores tenían que gemir.
Estos eran los propietarios de las viñas. El manzano aquí mencionado era
probablemente el árbol de naranja, que era oriundo de esa tierra. Y
finalizando nuestra lectura de hoy, leamos el versículo 13 de este primer
capítulo de Joel:
"Vestíos de luto y lamentad, sacerdotes; gemid, ministros del altar; venid,
dormid con ropas ásperas, ministros de mi Dios; porque quitada es de la
casa de vuestro Dios la ofrenda y la libación."
(5) La quinta cosa que tenían que hacer era vestirse de duelo. (6) Los
sacerdotes tenían que lamentarse. Los sacerdotes no podían desempeñar
sus funciones porque no tenían porque no había nada que pudieran usar
para sus ofrendas. Así que tenían que pasar la noche vestidos de luto, es
decir, con ropas ásperas y cubiertos de ceniza, porque no podían presentar
las ofrendas de cereales ni las libaciones, que consistían en derramar vino o
aceite como ofrenda a Dios. La economía de la tierra había quedado
destruida y ni siquiera tenían lo suficiente como para presentar una ofrenda
a Dios. Sin embargo, Dios dejó en claro que el factor más importante no era
la ceremonia ritual, sino los corazones de los miembros del pueblo.
En estos versículos hemos visto que Dios le estaba pidiendo al pueblo que
hiciera algo que no le había pedido antes. Cuando Dios entregó la ley de
Moisés, estableció siete días de fiesta para el pueblo, y aclaró que no
deseaba que ellos acudieran a Su presencia con semblantes serios o tristes.
El quería que fueran a Su casa reflejando la alegría de sus corazones.
¿Ha observado usted que a veces, el encuentro de los cristianos como
pueblo de Dios no constituye una celebración alegre? ¿No ha observado
usted que muchos rostros solo reflejan indiferencia o tristeza? Lejos de
expresar alegría, apenas sonríen o no expresan ningún sentimiento. Y otros
parecen como ausentes.
Aquí vemos que por primera vez Dios les estaba pidiendo que se lamentara,
que hicieran duelo, que se vistieran de luto. En el pasado les había pedido
que vinieran a Su presencia con alegría. La razón de este cambio fue el
pecado de la nación. Y es la misma razón por la que hoy puede percibirse
una falta de una auténtica alegría. En la actualidad la gente trabaja
arduamente La música tiene que ser rápida y el sonido lo más alto posible.
Los chistes tienen que ser dudosos para que las personas puedan apenas
esbozar una sonrisa. Deberíamos reflexionar sobre este asunto y
preguntarnos donde está hoy nuestra alegría. En gran medida esa alegría se
ha apagado por causa del pecado. No olvidemos que Dios quiere que
experimentemos alegría. En el pasaje que hoy hemos examinado podemos
imaginar a Dios diciéndoles: "Venid ante mi presencia con vuestros
lamentos. Ello no me agrada, pero estáis siendo afectados por el pecado y
quiero ver vuestro arrepentimiento".
Bien, estimado oyente, vamos a detenernos aquí por hoy. Dios mediante,
continuaremos con este mismo asunto en nuestro próximo programa, y le
invitamos a que continúe acompañándonos en este recorrido por esta
profecía de Joel, que es un libro tan peculiar del Antiguo Testamento, y le
sugerimos que lea anticipadamente el resto de este primer capítulo para
familiarizarse con su contenido.
Joel 1:13-20
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro viaje por el libro de Joel. Nos
encontrábamos considerando el primer párrafo de este capítulo, titulado
"una plaga de langostas literal y local" que se extiende hasta el versículo 14
de este capítulo. En nuestro programa anterior, vimos que Joel estaba
enviando un mensaje al pueblo, e iba a decirles que tenían que hacer en un
tiempo como éste. Les indicaría diez cosas que habrían de hacer. (1) tenían
que llorar, lamentarse, como una joven vestida de luto que había perdido a
su prometido, quizás muerto en una batalla, de esta manera debía llorar la
nación. (2) Los sacerdotes debían hacer duelo. (3) Los labradores debían
avergonzarse. (4) Los viñadores tenían que gemir. Estos eran los
propietarios de las viñas.
Ahora leamos nuevamente el versículo 13 de este primer capítulo de Joel:
"Vestíos de luto y lamentad, sacerdotes; gemid, ministros del altar; venid,
dormid con ropas ásperas, ministros de mi Dios; porque quitada es de la
casa de vuestro Dios la ofrenda y la libación."
(5) La quinta cosa que tenían que hacer era vestirse de duelo. (6) Los
sacerdotes tenían que lamentarse. Los sacerdotes no podían desempeñar
sus funciones porque no tenían porque no había nada que pudieran usar
para sus ofrendas. Así que tenían que pasar la noche vestidos de luto, es
decir, con ropas ásperas y cubiertos de ceniza, porque no podían presentar
las ofrendas de cereales ni las libaciones, que consistían en derramar vino o
aceite como ofrenda a Dios. La economía de la tierra había quedado
destruida y ni siquiera tenían lo suficiente como para presentar una ofrenda
a Dios. Sin embargo, Dios dejó en claro que el factor más importante no era
la ceremonia ritual, sino los corazones de los miembros del pueblo.
En estos versículos hemos visto que Dios le estaba pidiendo al pueblo que
hiciera algo que no le había pedido antes. Cuando Dios entregó la ley de
Moisés, estableció siete días de fiesta para el pueblo, y aclaró que no
deseaba que ellos acudieran a Su presencia con semblantes serios o tristes.
El quería que fueran a Su casa reflejando la alegría de sus corazones.
¿Ha observado usted que a veces, que el encuentro de los cristianos como
pueblo de Dios no constituye una celebración alegre? ¿No ha observado
usted que muchos rostros solo reflejan indiferencia o tristeza? Lejos de
expresar alegría, apenas sonríen o no expresan ningún sentimiento. Y otros
parecen como ausentes.
Aquí vemos que por primera vez Dios les estaba pidiendo que se lamentara,
que hicieran duelo, que se vistieran de luto. En el pasado les había pedido
que vinieran a Su presencia con alegría. La razón de este cambio fue el
pecado de la nación. Y es la misma razón por la que hoy puede percibirse
una falta de una auténtica alegría. En la actualidad la gente trabaja
arduamente La música tiene que ser rápida y el sonido lo más alto posible.
Los chistes tienen que ser dudosos para que las personas puedan apenas
esbozar una sonrisa. Deberíamos reflexionar sobre este asunto y
preguntarnos donde está hoy nuestra alegría. En gran medida esa alegría se
ha apagado por causa del pecado. No olvidemos que Dios quiere que
experimentemos alegría. En el pasaje que hoy hemos examinado podemos
imaginar a Dios diciéndoles: "Venid ante mi presencia con vuestros
lamentos. Ello no me agrada, pero estáis siendo afectados por el pecado y
quiero ver vuestro arrepentimiento".
Ahora, en el versículo 14, donde comenzamos nuestro estudio hoy, el
profeta continuó diciendo:
"Proclamad ayuno, convocad asamblea, congregad a los ancianos y a todos
los moradores de la tierra en la casa del Señor, vuestro Dios, y clamad al
Señor."
(7) La séptima cosa que tenían que hacer era proclamar ayuno. Dios nunca
les había pedido que lo hicieran. Les había dado días de fiesta ---nunca les
había dado un día de ayuno, hasta que cayeron en el pecado. El gran
pecado denunciado por Joel, que estaba destruyendo a la nación, fue la
embriaguez. Estaba privando a la gente de su forma normal de pensar y
entonces no eran capaces de tomar las decisiones correctas.
(8) Tenían que convocar una asamblea solemne. En otras palabras, tenían
que reunirse. Dios había deseado que se reunieran para alegrarse en Su
presencia, pero en esta ocasión les dijo que ésta tendría que ser una
asamblea solemne.
(9) Tenían que reunir a los ancianos del pueblo y a todos los habitantes de
la tierra en la casa del Señor. La historia nos muestra que los tiempos de
gran ansiedad y dificultades siempre han impulsado a la gente hacia Dios.
Así sucedió en aquellos tiempos en los que el pueblo tuvo que reunirse para
ayunar.
(10) Tenían que clamar al Señor. ¿Por qué? Porque Dios era misericordioso,
compasivo. Dios quería perdonar. Así que tenían que venir a Él en esos
tiempos difíciles. Y El les escucharía y contestaría su oración.
Hemos visto que Joel pronunció una advertencia ante aquel pueblo, y les dio
estas 10 instrucciones concretas que hemos citado. Ellos debían realizar
estas acciones si querían recibir sobre ellos la bendición de Dios.
Ahora llegamos a una sección que hemos titulado
Mirando al día del Señor (como un preludio)
De una forma magistral, Joel se apartó de la situación local, que era la plaga
de langostas, y dirigió su atención hacia la época del "día del Señor".
Leamos el versículo 15 de este primer capítulo de Joel:
"¡Ay del día!, porque cercano está el día del Señor; vendrá como
destrucción de parte del Todopoderoso."
Es evidente que este lamento se refería al "día del Señor". Ese día se
aproximaba y vendría como una devastación de parte del Todopoderoso.
Como un pequeño modelo, un breve bosquejo de lo que llegaría en el futuro,
esta plaga de langostas local constituía una advertencia, una figura del "día
del Señor" que vendría en el futuro. Esta plaga debería haber alertado al
pueblo.
A continuación, Joel les iba a hablar sobre el futuro. Lo que llegaría en el
futuro, lo que había sido prometido al rey David, era un reino. David sería
levantado para gobernar sobre ese reino. La guerra cesaría y habría paz en
la tierra. Todos los profetas hablaron sobre ello, pero ellos también hablaron
de lo que Joel estaba diciendo aquí, es decir, que hablaron sobre la llegada
del día del Señor.
El día del Señor debe ser comprendido en contraste con los otros días que
se mencionaron en la Escrituras. Usted y yo nos encontramos viviendo en lo
que se llama en la Escritura "el día del hombre", que comenzó con el rey
Nabucodonosor, rey de Babilonia, conquistador de Jerusalén. El Señor llamó
a este período "los tiempos de los Gentiles (o de los no judíos). En Lucas
capítulo 21, versículo 24, vemos que el Señor dijo que los no judíos
pisotearían la ciudad de Jerusalén hasta que se cumplieran los tiempos
señalados para ellos. Así que estamos viviendo en el día del hombre. El
hombre es quien lleva a cabo los juicios hoy. Apela ante la corte suprema de
justicia, pero no ante Dios. Le ha olvidado completamente. El nombre de
Dios es simplemente una palabra para jurar y blasfemar.
El Dr. Chafer hizo el siguiente comentario con respecto al día del hombre.
"El Este tema, oscurecido en ocasiones por los traductores, fue mencionado
solamente una vez en el Nuevo Testamento; en la Primera Epístola a los
Corintios, capítulo 4, versículo 3, donde dice: 3En cuanto a mí, en muy poco
tengo el ser juzgado por vosotros o por tribunal humano. ¡Ni aun yo mismo
me juzgo! En este pasaje, esa frase de "tribunal humano" es, en realidad,
una referencia a la opinión humana que es corriente en esta época, y que
puede ser traducido literal y apropiadamente como el día del hombre". Y
hasta aquí, la cita que mencionamos del Dr. Chafer
Usted y yo, estimado oyente, estamos viviendo en el día del hombre. Y,
créalo; hoy predomina el humanismo. El hombre cree que puede resolver el
problema del mundo, pero ¿qué es lo que ha hecho el hombre? Ha
conducido al mundo a una confusión terrible. Bueno, los seres humanos no
tienen la solución. Los hombres hoy no pueden solucionar los problemas de
este mundo. Muchos hombres públicos de varios países han admitido en
privado que el ser humano es incapaz de resolver los problemas que él
mismo ha creado.
La Biblia nos habló de otro día que se aproximaba ---el Día del Señor
Jesucristo. El Apóstol Pablo dijo en su Primera Epístola a los Corintios,
capítulo 1, versículos 7 y 8: De tal manera que nada os falta en ningún don
mientras esperáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual
también os mantendrá firmes hasta el fin, para que seáis irreprensibles en
el día de nuestro Señor Jesucristo. ¿Cuál es ese día? Será el día en que Él
venga a recoger a Su iglesia de este mundo, y entonces la iglesia se
presentará ante el Tribunal de Cristo. Uno de los versículos favoritos es el
que encontramos en la epístola a los Filipenses, capítulo 1, versículo 6, que
dice: Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena
obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. Él va a guardarnos hasta
que llegue ese día, en el que nos recogerá del mundo y entonces seremos
llevados ante Él para ver si recibimos o no un premio.
Tanto el Nuevo como el Antiguo Testamento hablan sobre el "día del Señor".
En la Segunda Epístola a los Tesalonicenses, capítulo 2, versículo 2 dice:
que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os
alarméis, ni por espíritu ni por palabra ni por carta como si fuera nuestra, en
el sentido de que el Día del Señor está cerca. Los cristianos de Tesalónica
temían perder el arrebatamiento de la iglesia. Entonces, aquí vemos que el
apóstol Pablo les aseguró a los creyentes que ellos no pasarían por el "día
del Señor."
Y el profeta Joel dejaría bien en claro en qué consistía el "día del Señor".
Diría que "el día del Señor" sería un día oscuro, sombrío y difícil. El punto de
vista Hebreo era que ellos entrarían inmediatamente en el reino ---es decir,
que la vida sería como una suave brisa, sin problemas de ningún tipo. Pero
Joel dijo que el "día del Señor" comenzará con la noche, con oscuridad. Y
esa oscuridad será el período de la gran tribulación. Será como esa plaga de
langostas que había llegado con sus cuatro bandadas de insectos, y como
los cuatro jinetes del Apocalipsis, que cabalgarán en el citado período de la
gran tribulación. Entonces, el "día del Señor" incluirá la venida de Cristo a la
tierra para establecer su reino. Después, Su pueblo entrará en el resplandor
de Su presencia. Ahora, esa era la esperanza del Antiguo Testamento y lo
que el Antiguo Testamento enseñó.
Ahora, usted puede apreciar, amigo oyente, lo importante que es el estudiar
toda la Biblia. No puede explicarse el significado del "día del Señor"
prescindiendo de lo que escribió el profeta Joel y toda otra información
Bíblica debe encajar con el programa que él describió. Todos los profetas
que escribieron después de él usaron ese término muchas veces. La
expresión "día del Señor" aparece unas 75 veces en toda la Biblia, y 5 veces
en el libro de Joel, y la expresión "aquel día" aparece en este libro una vez.
Todos los profetas tuvieron mucho que decir sobre el "día del Señor", y
tenemos que reconocer que éste es un término técnico que ha sido definido
y usado sistemáticamente en la Biblia.
Resumiendo entonces lo dicho diremos lo siguiente: (1) Hay un "día del
hombre", que es el tiempo que estamos viviendo en la actualidad. (2) El "día
del Señor Jesucristo" llegará cuando El recogerá a Su iglesia de este mundo.
Después (3) comenzará el "día del Señor" con el período de la gran
tribulación. Después de todo, nosotros llamamos los días de la semana por
diferentes nombres. Y Dios también ha puesto un nombre para cada uno de
estos diferentes períodos de tiempo. Por cierto que esto no fue algo que los
hombres pensaron; nosotros no habríamos pensado en llamarlos de esta
manera, pero así los calificó la Palabra de Dios.
También tenemos que decir que el "día del Señor" no es el mismo día del
Señor que se mencionó en Apocalipsis capítulo 1, versículo 10. El día del
Señor en ese pasaje es el primer día de la semana, es decir, un día de 24
horas, lo cual puede verse claramente en el Nuevo Testamento.
Escuchemos ahora lo que dice el versículo 16 del capítulo 1 de Joel:
"¿No fue arrebatado el alimento de delante de nuestros ojos, la alegría y el
placer de la casa de nuestro Dios?"
Aquí el profeta continuó hablando de la plaga de langostas. De estas
palabras se desprende que ya no había más alegría en la casa de Dios. Y
pensamos que esa es una de las características que predominan hoy en
algunos círculos cristianos. Uno puede ver este estado de ánimo bastante
generalizado cuando tiene oportunidad de visitar muchas iglesias en
diferentes lugares. Puede percibirse un espíritu de expectativa frente a un
mensaje o un estudio Bíblico, pero ni en el rostro de las personas ni en el
ambiente en general, se observa una expresión de alegría. Casi podemos
decir que se refleja como una sombra de tristeza por parte de algunos, y de
aparente indiferencia en otros. Incluso algunos predicadores tratan de que
sus primeras palabras ante un grupo de cristianos tengan un sentido
humorístico para romper el hielo y crear un ambiente cálido y favorable.
Esto fue lo que sucedió en Israel en los tiempos de este profeta, pues la
alegría se había desvanecido en aquel pueblo. En ese estado nos
encontramos nosotros hoy, a pesar de contar con mayores medios y
ventajas. En la reunión del pueblo de Dios muchas veces se echa de menos
la alegría. Continuemos leyendo el versículo 17 de este primer capítulo de
Joel:
"El grano se pudrió debajo de los terrones; los graneros fueron asolados y
los silos destruidos porque se había secado el trigo."
Destacamos aquí la primera frase que nos dice que la semilla se había
podrido debajo de los terrones o en el surco de tierra. O sea, que la semilla
ni siquiera pudo continuar su desarrollo, porque las langostas habían roído
los brotes, incluyendo la parte que penetraba en la tierra. Así que los
graneros no pudieron ser llenados. Y continúa diciendo el versículo 18:
"¡Cómo gemían las bestias! ¡Cuán turbados andaban los hatos de los
bueyes, porque no tenían pastos! Y fueron también asolados los rebaños de
las ovejas."
Aquí vemos que el mundo animal también sufrió la plaga. Y todos los seres,
humanos y animales, estaban sufriendo una gran hambruna. Y dice el
versículo 19:
"A ti, Señor, clamaré; porque el fuego consumió los pastos del desierto, la
llama abrasó los árboles del campo."
Es decir que las langostas dejaron al campo en un estado, que pareció como
si un incendio hubiera arrasado la zona, acabando con toda forma de vida. Y
luego, en el versículo final de este capítulo 1 de Joel, el versículo 20,
leemos:
"Las bestias del campo bramarán también a ti, pues se secaron los arroyos
de las aguas, y el fuego consumió las praderas del desierto."
Aquella época fue terrible y peligrosa para la vida de aquel pueblo. Aquí se
enfatizó el hecho de las consecuencias que tuvo que sufrir el mundo animal
al ser afectado por la plaga ---tanto los animales y aves de corral como los
animales salvajes que vivían fuera, en los bosques. Resulta dramática la
descripción de esta escena en la que hasta los animales clamaban a Dios.
Así que, en aquel tiempo, esta plaga fue un juicio, un castigo que cayó sobre
todas las formas de vida de aquella tierra. Este panorama de desolación y
sufrimiento se convirtió en una figura ilustrativa del "día del Señor", que
desde el futuro se aproxima.
Bien, estimado oyente, vamos a detenernos aquí por hoy y continuaremos
con el capítulo 2 de Joel en nuestro próximo programa. Como esperamos
poder contando con su grata compañía en este viaje a través de la Biblia, le
sugerimos leer todo este capítulo 2 de Joel para estar más al tanto de lo que
diremos en nuestro próximo estudio.

También podría gustarte