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Patricio - Armando Sanchez Rojas
Patricio - Armando Sanchez Rojas
Poemas
GUITARRA DE SOL
En las esquinas de la primavera:
Allí donde la uva es un anillo
HOJAS DE TILO
A Efraín Barquero
Perdí esos caminos por donde otrora pasé tantas veces, apresurado,
huyendo de una montaña a otra a causa del viento.
Perdí los ojos en el vientre de una ballena que nunca me invitó a ver
la luz del mar.
Perdí incluso el rostro en una riña encarnizada con los años y las horas.
Perdí las llaves de mi ciudad, que amé y que amo aún, pero que ahora
fue borrada del atlas por una mano despiadada.
Perdí también el tacto al caminar a oscuras contra muros de barro y piedra fría.
Mas en aquel despeñadero atroz, cogí - cual una piedra partida-, este
pedazo de alma rota, que es lo único que me acompaña en esta vida.
NUBE DE TABACO
Nada sabes del sol cuando los amigos
te abrazan con la sonrisa en los labios.
GRACIAS
Doy las gracias al búho del molino
y también a la oveja trasquilada
cuando el sol en la hierba me ilumina
con sus claros cabellos de muchacha
EXTRANJERO
Tu semblante son los trenes que se duermen con el alba.
Llevas equipaje transitorio,
viajas.
Desciendes en un andén, te preguntan tu nombre,
no respondes.
Extranjero,
Las aves se beben tus pestañas.
Recibes una carta.
Alguien te ama.
Una mujer te ama.
Una mujer espera que vuelvas a sus brazos.
No hay regreso.
HOY
Hoy acabo de hablarme en una oreja.
Hoy acabo de hablarme en un oído.
Hoy estoy feliz, caramba!, qué tristeza
Al sentir mi corazón redondo y amarillo.
Hoy acabo de verme ciegamente.
Hoy acabo de hablarme en una esquina.
Hoy me vi cruzando una calle, una calle cualquiera.
Hoy estoy feliz, caramba, qué tristeza!
Hoy le ayudé a un cojo a levantar mis piernas.
Hoy pienso morir, caramba..., qué tristeza!
Hoy me daré muerte con los cuatro sentidos que me quedan.
Hoy he de matarme para seguir viviendo.
Hoy buscaré un útero sencillo como tierra.
Hoy estoy feliz, caramba, qué tristeza!
EL PIRATA
El niño ha enloquecido de amor, dice la gente
Que anduvo muchos días muy triste y solitario.
Le vieron por las calles vestido de corsario
Como quien sueña a veces un sueño libremente.
Galeones se aproximan, decía con ardiente
Pasión de buen pirata que espera a su adversario.
En tu nombre combato, sufrir es necesario
Y lidiarme con todos, gritó el adolescente.
Ya verás que mi nombre será reconocido
Por los historiadores de todos los países.
Con mi espada te vengo, Rosaura, a toda hora.
Cuando vuelva a mi patria tal vez ya te habrás ido.
Mas recuerda esos días que fuimos tan felices
Cuando andábamos juntos en busca de la aurora.
EL PARAGUAS ROJO
arriban a este puerto cansados trasatlánticos
y hendidos en la proa desertan ante el vino
y abócanse a los vasos recios hombres
con barbas pusilánimes
son viejos marineros que acódanse a la barra
confiados como mástiles
y beben vino a sorbos al son de una guitarra
sois bravos marineros murmuran las rameras
buscando ser amadas
oh rojas jarreteras!
y caen rojos guantes ya ebrios sobre el suelo
y glúteos que se abren
agólpanse en un sexo
las copas en las mesas conservan sus latidos
de copas postergadas
al son de una guitarra y en fin los marineros
de un barco de otros puertos
exploran nuevas aguas al son de una guitarra
sois bravos marineros
la noche ya se acaba!
MEDITERRÁNEO
Sobre la grava azul de Canet Plage busco
el sonido del albatros. No sé si es Ezra Pound
quien en lontananza me hace señas, hoy vivo por
la estrella de otros versos; en el botón de mi solapa
han cagado unos pájaros.
La noche ha sido larga, poco he dormido,
las olas de este mar Mediterráneo golpéanme
incesantes los pies con sus martillos, mas, no deseo
esperar a que transidos pescadores me socorran,
y por lo mismo he de liberarme de la sal
dormida en mi cuerpo.
Extrañamente no puedo respirar
como es costumbre en los poetas, mover estas
arenas sería delatarme. Cuán frío es el aire
sobre mis párpados secos.
(Mar. Tu imantado corazón nunca termina de latir.
Un sorbo beberé de tu ambrosía en un vaso de
cristal guarnecido de zafiros.)
RETOUR
Sentado, tras la copa, está mi hermano
cual un mar que desborda tibiamente,
sonriéndole a los años y a la gente:
la mirada feliz y el pelo cano.
En torno a nuestra mesa está el hermano
que ayer yo vi jugar -sencillamente-
con un trozo de vidrio evanescente,
similar a la forma de mi mano.
Ayer yo pude unirme a su manera
de reír, de saltar, de ser un niño,
cuando huía por caminos de centellas.
Yo buscaba alcanzar la primavera
a caballo de un pez o de un armiño,
y en sus manos hallé nuevas estrellas.