Está en la página 1de 5

LA LLUVIA ACIDA

La lluvia es normalmente ácida, y su origen puede ser tanto natural como debido a la actividad
humana.

¿El agua de lluvia es ácida? Y si es así, ¿cuál es su nivel de acidez?

Tenemos tendencia a pensar que el agua de lluvia es pura, es decir, solo agua. Existe incluso la
creencia que no debemos beberla, por ser demasiado pura. Pero eso no es cierto. No sólo muestra
un pequeño contenido en sales, sino que el agua de lluvia no es neutra, en el sentido de su acidez

Unos cuantos datos nos permitirán precisar mejor. Por ejemplo, en la población de Birkenes, al sur
de Noruega, se han medido valores de pH alrededor de 4,2, mientras que en la metrópolis china de
Guiyang, este mismo valor llega a 3,95. En general, valores inferiores a 5 se obtienen en muy diversas
localizaciones. En cambio, en la región de Pune, en el estado indio de Maharashtra, el pH llega a
unos sorprendentes 7,4, es decir, ligeramente básica.

La acidez natural de la lluvia

Los anteriores valores nos indican algo que quizá no es muy conocido, que la lluvia es ácida
prácticamente siempre. La razón es que al producirse la precipitación, las gotas de agua “barren” el
aire en su recorrido, y capturan diferentes gases, así como pequeñas partículas de polvo en
suspensión.

Entre los gases se encuentra el dióxido de carbono, CO2, así como el dióxido de azufre, SO2, y
diferentes óxidos de nitrógeno, que se designan genéricamente como NOx. Estos gases tienen la
propiedad de generar acidez, una vez se disuelven en el agua.

Por otro lado, las partículas de polvo pueden ser muy diversas, pero destacan principalmente la sal
común, cloruro sódico, así como composiciones minerales, como la sílice y el carbonato cálcico.

Esta diversidad de componentes puede provenir de fuentes naturales. Cuando es así, conforma la
acidez natural de la lluvia, y da lugar a un pH algo inferior a 5,5.

Más específicamente, la acidez natural se debe a contribuciones constantes del CO2, por causa de
la respiración de los seres vivos, y del SO2 y NOx de origen bacteriano. Esporádicamente la acidez
natural puede ser más elevada, allí donde suceden tormentas o, mucho más esporádicamente, allí
donde suceden erupciones volcánicas.
El relámpago del Catatumbo

Las fuentes de NOx son principalmente los microorganismos y los relámpagos. Este último caso es
interesante. Si contamos la totalidad de nuestro planeta, cada segundo caen 40 rayos, lo que
significa más de 3 millones de descargas al día.

Existe un paraje en el planeta en el que las tormentas con aparato eléctrico son su elemento más
característico. Se trata de la región al sur del lago Maracaibo, en Venezuela. Rodeado al este, sur y
oeste por cordilleras, recibe un aporte diario de masas de aire húmedo procedentes del Caribe. Al
llegar al límite sur del lago, donde confluye el río Catatumbo, la masa de aire queda bloqueada por
las cordilleras, generando nubes de tormenta casi a diario. Son más de doscientos días al año de
tormenta nocturna, produciendo miles de rayos en cada tormenta.

En cada rayo, la descarga eléctrica eleva la temperatura de su interior, de apenas 1 cm de grosor,


hasta los 30.000 grados. Semejante valor tiene la capacidad de, literalmente, romper el aire. Las
moléculas constituyentes, principalmente nitrógeno y oxígeno, se rompen por la mitad, y se separan
en átomos individuales, altamente reactivos.

El resultado es la producción de substancias exóticas. Una de ellas, ozono, de forma que la


confluencia del Catatumbo con el Maracaibo genera la mayor planta productora natural del planeta.
Otra, óxidos de nitrógeno, que con la precipitación que acompaña la tormenta, generan una lluvia
algo más ácida que la habitual. Tampoco es demasiado ácida, puesto que los relámpagos no llegan
a cubrir suficiente volumen de aire, como para que la producción de los óxidos ácidos sea
importante. Los mapas de lluvia ácida indican así que la región noroeste de Venezuela muestra una
ligera acidez, comparado con las regiones limítrofes.

Lluvia ácida de las erupciones volcánicas

Centrémonos ahora en los óxidos de azufre, la otra fuente importante de acidez en la lluvia. Las
fuentes naturales y directas de SO2 son las erupciones volcánicas. En cambio, las bacterias son
fuentes indirectas de SO2, puesto que la mayoría son productoras de sulfuro de dimetilo, una
substancia que, una vez emitida, en contacto con el oxígeno del aire es gradualmente oxidada a SO 2.

Las cenizas volcánicas se forman, durante una erupción, por la trituración de la roca magmática.
Ésta tiene lugar por la acción de los gases y el vapor de agua de la propia erupción. Los gases ácidos
que se encuentran en las erupciones son CO2 y SO2, así como, en menor cantidad, el ácido
fluorhídrico, HF, y el ácido clorhídrico, HCl. No obstante, el pH de los residuos de polvo sólidos, que
conforman las cenizas, es muy variable. Depende de la cantidad de residuos ácidos que se adsorben
sobre ellas.
¿La aurora boreal, fuente de lluvia ácida?

Las tormentas solares provienen de eyecciones de masa solar coronaria, que proyectan al espacio
miles de millones de toneladas de partículas subatómicas, a velocidades de millones de kilómetros
por hora. Este inmenso flujo de partículas es capturado por el campo magnético de la Tierra, y
dirigido hacia los polos, siendo el causante de las impresionantes auroras boreales, uno de los
espectáculos celestes más sobrecogedores.

Las auroras boreales, como tales, se generan por la luz desprendida cuando las partículas que
componen la tormenta solar colisionan contra el nitrógeno y el oxígeno de la alta atmósfera, en la
estratosfera. En concreto, la luz verde y azul la causa el oxígeno, mientras que el verde y el rojo son
causa del nitrógeno.

Estos choques son tan violentos que también rompen las moléculas del aire, como sucede con los
rayos, por lo que la aurora boreal es capaz de generar óxidos de nitrógeno y, eventualmente, su
pequeña cuota de lluvia ácida, una vez que el óxido de nitrógeno, al mezclarse con agua, genere
ácido nítrico. Se estima que un 1 % de la lluvia ácida se origina a través de estos fenómenos
estratosféricos.

La acidez debido a la actividad humana

La estimación del total de emisiones, tanto de substancias gaseosas como de aerosoles, no es tarea
fácil. Los cálculos más recientes indican que se emiten, anualmente, unos 47 millones de toneladas
de óxidos de nitrógeno, de los cuales 15 provienen de fuentes naturales, y 32 de la actividad
humana. Por otro lado, se emiten unos 291 millones de toneladas de compuestos de azufre, de los
que 191 son de fuentes naturales, y unos 100 millones como consecuencia de la actividad humana.

La conclusión es que la contribución de la actividad humana es muy significante, aproximadamente


un 40 % del total de emisiones. Semejante perturbación requiere, por tanto, de actuaciones
coordinadas. Éstas, a su vez, deben basarse en un conocimiento preciso de su origen.

¿Cómo se origina la lluvia ácida, debido a la actividad humana?

Las centrales energéticas, y los motores de combustión, emiten, además de vapor de agua y CO2,
SO2 y NOx. Los tres últimos, como ya hemos mencionado, son gases ácidos, es decir, que disminuyen
el pH cuando se disuelven en agua.
Quizá sorprenderá que se emita dióxido de azufre, sabiendo que las centrales queman combustibles
fósiles, es decir, carbón, petróleo o gas natural. ¿Qué tiene que ver el azufre? Este elemento es un
contaminante del carbón o del petróleo, es decir, se encuentra en cantidades respetables en los
respectivos yacimientos. Por lo tanto, quemar carbón es equivalente a quemar ciertas cantidades
de azufre.

Una vez emitidos los gases, las microgotas troposféricas de agua de las nubes los disuelven, y cuando
llueve se precipitan sobre las masas boscosas a sotavento de los focos de emisión.

Efectos de la lluvia ácida

A nivel práctico, ¿qué efectos tiene el incremento de acidez de la lluvia? Sin entrar demasiado en
detalles, los principales efectos son los siguientes:

- Muchos animales no pueden sobrevivir en pH demasiado ácidos. Por ejemplo, las truchas,
salamandras o sapos podrían encontrarse ya en condiciones críticas de supervivencia, a los pH
más ácidos de ciertas regiones;
- Ciertos microorganismos pueden desaparecer, al desnaturalizarse las proteínas que los
constituyen;
- Disminuye la concentración de muchos metales en los suelos fértiles: el pH más ácido los
solubiliza y son lavados por la lluvia;
- En los océanos que también se están acidificando, en este caso, la disminución del pH causa la
redisolución de los caparazones calcáreos de los moluscos;
- la propia actividad humana es origen y “destino” de la acidez de la lluvia: elimina pintura,
provoca la corrosión del metal utilizado en construcciones, y también provoca la erosión de
edificios y esculturas de piedra.

Implicaciones internacionales

La dispersión de contaminantes que se origina con la lluvia ácida es un problema internacional,


puesto que la circulación de las masas de aire no entiende de fronteras. Recordemos, en este
sentido, la angustia que provocó el escape radioactivo tras la explosión del reactor nuclear en
Chernobil, Ucrania, en 1986.

Por ello, la lluvia ácida es un problema transnacional, y requiere actuar coordinadamente para
solucionarlo. En este sentido, la evolución del problema en las últimas décadas muestra que, de
momento, sólo se ha trasladado. Las necesidades energéticas de las sociedades en vías de desarrollo
han impedido implementar las medidas de limpieza de los combustibles fósiles, que en cambio sí
que funcionan en las sociedades occidentales.
¿Cómo se evita la lluvia ácida?

La forma principal de corregir el problema de la lluvia ácida es evitar la emisión del gas más
abundante, el SO2. Para ello, se pueden utilizar dos estrategias:

Capturar el gas de escape, en la chimenea, gracias a que el gas se fuerza a pasar a través de un
soporte básico, típicamente de polvo calcáreo o de óxido de calcio. Las instalaciones resultantes se
identifican mediante las siglas FGD, acrónimo del término inglés “Flue Gas Desulfurization”. En 1973
había tan sólo 43 instalaciones en dos países (Japón y EE.UU.), mientras que en 2000 ya se disponía
de 678 instalaciones en 27 países. Se utilizan principalmente en centrales térmicas donde se quema
carbón.

Capturar el azufre del combustible antes de ser quemado. Ello es posible tratando el combustible
mediante el gas hidrógeno, a presiones y temperaturas elevadas, y usando catalizadores metálicos.
El proceso fue desarrollado por el químico francés Paul Sabatier, a finales del siglo XIX. Este
tratamiento, conocido como “hidrodesulfurización”, HDS, elimina el azufre del petróleo o del gas
natural, produciendo, en diversas etapas, ácido sulfúrico. De hecho, la mayor parte de los 64
millones de toneladas de este compuesto, que se fabrican anualmente, se obtienen mediante HDS.

La lluvia ácida, hoy

A pesar de los mandatos internacionales, la corrección del problema de la lluvia ácida requiere de
una importante inversión tecnológica. Este hecho provoca que la implementación de las soluciones
no sea homogénea.

También podría gustarte