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ANTECEDENTES DEL VEGANISMO 

Nació en la década del 40 para diferenciarse del vegetarianismo. Quiénes fueron Donald
Watson y los pioneros que hicieron de su convicción un estilo de vida que derivó en la
fundación de uno de los movimientos sociales más importantes en el siglo XXI
El veganismo es un movimiento social (esto es, según la definición que aportó el
sociólogo italiano Alberto Melucci, una forma de actuación colectiva solidaria contra un
conflicto determinado y que rompe los límites del sistema social en el cual se desarrolla)
cuyo interés principal es velar por el bienestar de los animales explotados y sometidos a
nuestros designios. Para ello, las personas que defienden el veganismo, o sea, los
veganos, han tomado una serie de medidas que quedan plasmadas en cambios
importantes en su modo de vida. Las modificaciones más destacables se dan en la dieta
que ahora siguen estas personas: centrándonos en los veganos estrictos, estos no comen
ni animales (ni carne ni pescado) ni ningún producto procedente de estos (huevos,
lácteos, miel). En cambio y para distinguirlos de los vegetarianos, estos últimos sí se
permiten consumir productos derivados, como huevos o leche o ambos (ovo- lacto-
vegetarianos). Asimismo, los veganos estrictos evitan llevar prendas, accesorios o
maquillajes en cuya fabricación haya intervenido la explotación animal. Si acudimos a la
institución que se encuentra en el origen de este movimiento, The Vegan Society, la
definición de veganismo sería, según aparece reflejada en uno de sus memorandos
(veremos posteriormente que no es la única):

“Una filosofía y una forma de vida que busca excluir -en la medida de lo posible y
practicable- todas las formas de explotación y crueldad hacia los animales con fines
alimentarios, de vestimenta o de cualquier otro tipo; y que, por extensión, promueve el
desarrollo y el uso de alternativas sin animales en beneficio de los seres humanos, los
animales y el medio ambiente. En términos dietéticos denota la práctica de prescindir de
todos los productos derivados total o parcialmente de los animales”.

Por tanto, también se incluyen entre los objetivos del veganismo conseguir una mejora
medioambiental a través de esas prácticas y de la propia salud. Muchos de sus militantes
suelen considerar el veganismo como la única forma de asegurar el bienestar de los
animales. El veganismo, al contrario que los movimientos sociales clásicos que buscan
metamorfosis legislativas y/o políticas, versa sus metas fundamentalmente en conseguir y
mantener diariamente un cambio en el estilo de vida personal que conlleve un menor
sufrimiento de los animales. Bien es cierto que esta definición no incluye a todos los
practicantes del veganismo, pues existen distintos grados y casos en los que, por
ejemplo, se incluyen determinados productos animales atendiendo a definiciones
personales e individuales de lo que es ser vegano. Estas variantes y alternativas al
veganismo estricto han conllevado guerras intestinas dentro del movimiento
prácticamente desde sus orígenes y, como veremos a continuación, estos
enfrentamientos han determinado en gran medida el veganismo de nuestros días.

Los conflictivos orígenes del veganismo


Escudo jainita. Religiones de todos
Aunque la descripción de veganismo que hemos
aportado es muy reciente, es posible rastrear
filosofías y creencias ancestrales que confluyen en
ciertos aspectos con el veganismo actual. Es el caso
del jainismo, una religión milenaria hindú. Sus
seguidores practican el principio de la no violencia o
ahimsa y un respeto extremo hacia todo ser vivo,
prácticas que consideran esenciales para conseguir
la liberación y perfeccionamiento del alma. Los
jainitas consideran que matar cualquier forma de vida añade karma al alma, como si fuera
una suerte de prisión que dificulta el retorno de esta a su verdadero hogar. Los jainitas
llegan incluso más lejos que los veganos, ya que en su preocupación por todo lo que está
vivo o contiene un alma también incluyen a las plantas. Es practicada por cerca de 4
millones de personas en la India y lo mejor de todo es que quienes se lo toman en serio
van más allá de sus preceptos teóricos. Por ejemplo, muchos de sus monjes vagan por
las calles completamente desnudos; rechazan cualquier prenda por ser de origen animal o
vegetal.

Muchos de ellos también suelen cubrir sus bocas con un paño para evitar ingerir
accidentalmente insectos e incluso suelen llevar con ellos una escoba para barrer el
camino por el que van a pasar y así despejar este de insectos para evitar pisarlos.
Obviamente, de una forma u otra acaban matando a algún ser vivo para alimentarse y
subsistir, aunque también es cierto que es una religión que cuenta con un gran número de
ascetas que se alimentan de lo mínimo posible. Incluso, algunos practicantes usan una
tela como filtro a la hora de beber agua para no ingerir seres microscópicos.

Como vemos, las filosofías vegetariana y vegana están estrechamente vinculadas a la


espiritualidad. No obstante, también tienen un vínculo extremadamente interesante con la
espiritualidad esotérica. Precisamente, algunos de los defensores más acérrimos de estos
movimientos, así como del ecologismo y de la defensa de la naturaleza fueron teósofos.
La Teosofía es un movimiento filosófico-religioso reformador que pretendía romper con el
excesivo materialismo y racionalismo del siglo XIX y XX recuperando tradiciones
espirituales (muchas de origen oriental) para integrarlas con la ciencia materialista. Sus
fundadores fueron Helena Petrovna Blavatsky, más conocida como Madame Blavatsky,
una mujer con una biografía sorprendente y extremadamente curiosa, y por el coronel
Henry Steel Olcott. La Teosofía, que tiene claras influencias masónicas, tuvo tal fama y
poder de atracción que personalidades como Mahatma Gandhi y Thomas Eddison
formaron parte de sus filas. Pues bien, algunos de estos teósofos realizaron una serie de
proyectos piloto de sociedades alternativas con unos rasgos muy similares a los que
décadas después abanderarían los acólitos de la contracultura y de la New Age.
Consistieron en la creación de una suerte de comunas idílicas instaladas en lugares
apartados del mundo moderno, como aquella fundada a finales de la década de 1880 a
orillas del lago Maggiore, en Ascona, Suiza, y conocida con el nombre de Fraternitas, con
el fin de reivindicar precisamente la posibilidad de una sociedad alternativa más espiritual
y que retorne al contacto ancestral y mágico con la naturaleza. La adquisición de hábitos
vegetarianos, que muchas veces venían acompañados por un profundo rechazo a la
vivisección y, en consecuencia, por la defensa de los animales (quizás sea esta la semilla
del animalismo contemporáneo, un origen esotérico) formarían parte de esta filosofía
rompedora con el materialismo.

Sin embargo, el movimiento vegano como tal comienza en 1944. En aquel año surgió la
semilla de la ya mencionada The Vegan Society, la primera organización vegana del
mundo. El padre y principal impulsor de esta iniciativa fue el británico Donald Watson
(1910 – 2005), nacido en South Yorkshire, y quien junto a su mujer Dorothy fueron los
inventores del neologismo “vegano” o “vegan”, que procede del acortamiento de la
palabra “VEGetariAN”. La idea les vino tras una propuesta de dos de los primeros
miembros de la citada organización, G. A. Henderson y Fay K. Henderson, quienes
propusieron denominar a la recién nacida organización y a la revista trimestral que emitía
Allvega y Allveganrespectivamente.

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