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El desarrollo de las

funciones elípticas

Abel

RBA
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Sumario

INTRODUCCIÓN ........................................................... ........................... 7

c a p ít u l o i El genio que surgió del f r í o ........ .................... 15

capítulo 2 En busca de la solución perdloa__________ _

CAPÍTULO 3 D os hom bres y un Grand Pibe Abel, Jacobi


y la teoría d e las funoiones elípticas_____________ as

CAPÍTULO 4 E l lega do d e A b e l ..................... ............................ 127

LECTURAS RECOMENDADAS .............................................................. 151

ÍNDICE .......................................................... ...... ............ ........ ............ . 153


Introducción

En O slo, a finales de m ayo, cuando el rigor del invierno ya ha pa­


sado y e l s o l anim a a los noruegos a salir a la calle, un curioso ritual
se re p ite a ñ o tra s año: en los jardines del Palacio Real, a los pies
de una im p on en te esta tu a d e bron ce sobre un enorme pedestal de
granito, a lgu n o d e lo s m ejores matemáticos del mundo coloca una
co ro n a d e flo re s en h o n o r d e N iels Henrik Abel, el genio nórdico
que m urió antes d e lo s veintisiete años y que protagoniza este libra
E l h om en aje fo r m a p a r te de los actos del prem io Abel, que aspira
desd e su c r e a c ió n en 2002, bicentenario del nacimiento de Abel, a
s e r el p r e m io N o b e l d e las matemáticas. La ceremonia principal,
la e n tr e g a d e l p r e m io A b e l p o r parte d e l rey d e Noruega, suele
c e leb ra rse a l d ía sig u ien te y continúa con un banquete de gala y
d o s lectu ras p o r p a rte d e los ganadores: una ante los miembros de
la A c a d e m ia d e C ien c ia s y Letras de Noruega, que concede el pre­
m io, y o t r a ante estu diantes d e secundaria que tienen así la opor­
tu n id ad d e c o n o c e r de prim era m ano los principales avances de
las m a tem á ticas actuales. N o en vano, uno de los motivos princi­
pa les p o r lo s que e l P a rlam en to noru ego aprobó por unanimidad
la c r e a c ió n d e l p r e m io A b e l fu e para aumentar el prestigio social
de la s m a tem á tic a s y gen erar interés por las mismas entre las jó ­
ven es g e n e ra c io n es .
P e r o , ¿qu ién fu e este g en io al que tanto respeto y admiración
se p r o fe s a en su pa ís natal?, ¿cuáles fueron sus principales contri-
bu cio n es al pensam iento cien tífico?, ¿ p o r qué se a tribu ye tanta
im portancia a su obra? A lo la rg o de las páginas de este lib ro se
intentará resp on d er estas y otra s cu es tio n es con c ie r to detalle.
A hora, a m odo d e introducción, se es b oza un b re v e resum en que
perm itirá contextualizar la vid a y la ob ra del personaje en cuestión.
Niels Henrik A b el nació el 5 de agosto de 1802 en Kinnoy — una
pequeña isla del suroeste de N oruega— , hijo de Spren G eo rg Abel,
un pastor protestante, y Arme M ane Simonsen. D os años después
del nacim iento de Abel, to d a la fa m ilia se desplazó a la parroquia
d e Qjerstad. Fue en esta pequeña v illa del sureste de N oru ega don­
de N iels Henrik pasó la infancia co n sus cin co herm anos, en una
ép oca políticam en te convulsa y llen a d e dificultades económ icas.
A principios del siglo xrx N oru eg a fo rm a b a pa rte de Dinamarca, y
en 1807 se v io som etid a a un duro bloqu eo p o r pa rte de R eino Uni­
d o c o m o represalia den tro del con texto de las guerras napoleóni­
cas. A consecu encia del bloqueo, se paralizaron todas las exporta­
ciones e im portaciones — lo que resultó especialm ente grave para
Noruega porque dependía del grano danés— , y el hambre y la p o ­
b reza s e ex te n d ie ro n p o r to d o el país. En 1814, tras una guerra
entre Dinamarca y Suecia, N oru ega pasó a depender de esta últim a
E l padre de N iels H enrik e ra m iem bro del Storting, el Parlam ento
noruego, y participó en la red acción d e la nu eva Constitución.
A b e l estu dió en casa hasta 1815, año en el que ingresó, ju nto
c o n su herm m io m ayor, en una e s c u e la d e C ristia n ía (l a actual
O slo). E l p oten cial de A b el c o m o m atem ático no se puso d e m ani­
fiesto hasta que B em t M ichael H olm boe fu e contratado c o m o nue­
v o docen te en 1818, en sustitución de un brutal p r o fe s o r que mal­
trataba físicam ente a los alum nos y que fu e d espedido cuando uno
de ello s falleció. H olm boe supo apreciar e l en orm e talento d e A bel
y lo m o tivó anim ándolo a le e r las ob ra s d e los grandes m atem áti­
cos: Leonhard Euler, Joseph-Louis Lagrange y H erre-S im o n Lapla-
ce, entre otros. Adem ás d e m entor, fu e am igo íntim o y confidente
d e A b e l hasta su trá g ica m uerte. N i siq u iera su rgió un rep ro ch e
p o r parte de A b e l cuando se co n ce d ió a H o lm b o e un puesto en la
U niversidad de Cristianía, para el que A b e l p o d ía con sid erarse le ­
gítim am ente m e jo r cu alificado y que adem ás tanta falta le h a cía
H o lm b o e fu e m i ejem p lo m a ra villos o d e m aestro que supo reco-

8 INTRODUCCIÓN
n o c e r un ta le n to su p erior en uno d e sus alumnos y, en lugar de
sen tirse intim idado p o r él, lo orientó y estimuló. Por este motivo,
el m in istro de E ducación noruego entrega anualmente, en vincu­
la ción c o n el p re m io Abel, el prem io en memoria de Bemt Michael
H o lm b o e a la ex c e le n c ia en la enseñanza matemática. La cerem o­
nia d e p rem ia ció n tien e lugar el mism o día que se realiza la ofren­
da ante e l m onu m ento a AbeL
En 1820, cu an do el padre de A bel murió, después de haber
ca ído en desgracia política, el jo v en noruego se v io en serios apu­
ros econ óm icos; n o disponía d e dinero para completar su educa­
c ió n y a d e m á s d e b ía co n vertirse en e l sostén económ ico de su
fam ilia. P o r fortuna, H o lm b o e acudió en su ayuda y consiguió que
va rio s c o le g a s fin anciasen los estudios del joven, quien en 1821
in g res ó en la U n iversid a d de C ristianía Pronto empezaron a ve r
la luz sus p rim eros artículos y quedó claro que Noruega se le había
quedado pequ eñ a y que necesitaba entrar en contacto con los gran­
des m a tem á tic os continentales para seguir progresando.
C on sigu ió una pequ eña b eca de viqje para visitar a Cari Fer-
dinand D egen y o tro s m atem áticos daneses en Copenhague y que
tam bién le p e rm itió c o n o c e r a quien pronto se convertiría en su
prom etid a, Christine Kemp, a la que cariñosamente llamaba Creily.
Sin em bargo, él tenía un ob jetivo más ambicioso; viajar a Alemania
y F ran cia p a ra tra tar a la élite mundial de las matemáticas. Mien­
tras se p re p a ra b a para ello, A b el produjo su primer gran resultado;
la im p o s ib ilid a d de res o lv e r la ecuación general de quinto grado
m ed ian te rad icales. É l m ism o corrió con los gastos de la publica­
ció n d e este trabajo en un panfleto que vio la luz en 1824, y al año
siguiente in ic ió un viq je p o r el continente que se prolongaría hasta
m ed iad os d e 1827. En B erlín tuvo lugar para Abel el encuentro más
fr u c tífe ro de to d o su viaje. A llí co n oció al que sería, junto con
H olm b o e, su m ás lea l am igo y su más fume apoyo: August Leopold
C relie. E ste in g en iero y aficionado a las matemáticas fundó la re­
vista Jou rm ü fü r (lie reine und migewandte Mvlhemalik, también
c o n o c id a c o m o Crelie, en la que A b e l publicaría muchos de sus
tra b a jo s y que s ir v ió pa ra dar difusión a sus resultados entre los
m atem á ticos eu ropeos. Cuando A b el llegó a París, después de dar
un r o d e o p a ra atravesar lo s A lp es junto a unos amigos, era el ve-

INTRODUCCtÓN 9
rano de 1826 y e l recibim iento de los m atem áticos franceses fue
correcto pero distante. Conoció a Augustin-Louis Cauchy y Atlrien-
M arie Legendre, p ero en un prim er m om ento no consiguió que se
interesasen p o r sus descubrim ientos. Aun así, trabajó m uy duro
durante varios m eses para co m p letar uno d e sus estu dios más
importantes, la llamada «M em oria de P a rís», que contenía e l teo­
rem a de adición para integrales abelianas, uno d e sus resultados
m ás profundos. La m em oria fu e presentada p o r Jean-Baptiste Jo-
seph Fourier ante la A cadem ia de Ciencias. A b e l confiaba en que
una opinión favorable de la misma le abriría las puertas en el mun­
do académico. Sin embargo, esperó en vano una respuesta- Cauchy
perdió el manuscrito, que no aparecería hasta después de la muer­
te d e Abel. Adem ás, su situación en París se v o lv ió desesperada
p o r la a lt a de dinero. A finales de 1826 gastó sus últim os recursos
para pagar e l via jo d e vu elta a Berlín. A llí pu do su bsistir con la
ayuda de H olm boe y Crelle, p e ro su salud ya estaba d eteriorad a
Perm aneció en dicha ciudad hasta m ediados de 1827, trabajando
en la teoría de las funciones elípticas, una am plia generalización
de las funciones trigonom étricas con importantísimas aplicaciones
físicas, tales com o el cálculo del p e ríod o del péndulo sim ple o la
rectificación de un arco de elipse.
A l finalizar su beca d e vlty'e regresó a Cristianía, donde sobre­
vivió gracias a una pequeña ayuda de la universidad y dando clases
particulares. Continuó trabajando en su teoría d e funciones elíp­
ticas en el aislamiento d el invierno n oru ego y no fue hasta princi­
pios do 1828 cuando descubrió los avances del m atem ático alemán
Cari Gustav Jacob Jacobi en dicha teoría. E m p ezó entonces una
fren ética com p etición en tre ambos. A b o l d e jó de lado tod os sus
otros trabajos, inclu id os sus n u evos resu ltad os en la te o r ía de
ecuaciones, para centrarse en las fu nciones elípticas, consciente
com o era de la im portancia del tem a y tem eroso d e que Jacobi se
le adelantara.
En las Navidades d e 1828 d ecid ió viajar a Froland, donde se
encontraba Crelly, a pesar de que visitarla su ponía via ja r varios
días bajo un intenso frío. L le g ó con fieb re y, después d e las cele­
braciones navideñas, la tuberculosis lo ob ligó a reposar en cama.
E l 6 de abril de L829, A b e l m urió sin haber cum plido los veintisie-

10 INTRODUCCIÓN
te años y s o lo dos días antes de que Crelle le remitiera una carta
para in form a rle de que p o r fin le había conseguido un puesto de
p ro fes o r en Berlín.
A dem ás de sus contribuciones fundamentales a las ya mencio­
nadas teoría d e ecuaciones algebraicas y teoría de funciones elíp­
ticas, hiperelípticas y abelianas, Abel participó de forma destacada
en el esta b lecim ien to firm e del rigor en el análisis matemático,
especialm ente en lo referen te al estudio d e la convergencia de las
series de funciones. En particular, se le considera autor de la pri­
m era dem ostración rigurosa y completa del teorem a del binomio
de N ew lon , así o< uno de algunas de las críticas al trabajo de Cauchy
— a quien sin em bargo admiraba— y Euler, que dieron lugar a una
nueva co rrien te d e pensam iento en el análisis cuyo testigo recoge­
rían p o s te r io r m e n te m uchos otros m atem áticos de renombre,
c o m o K a rl W eierstrass. O tro aspecto en e l que destacó fue en el
estudio y el uso de diversas ecuaciones funcionales, rama del aná­
lisis d e la que tam bién se le considera uno de los fundadores.
L os elo gi os y reconocim ientos postumos al genio noruego se
sucedieron. En 1830 la A cadem ia Francesa de Ciencias concedió
a A b e l y J a cob i su G rand P rix p o r sus descubrimientos en el cam­
p o d é la s fu nciones elípticas. Sus obras completas vieron la luz en
dos ed icion es antes de finalizar e l siglo xa. A principios del siglo xx
se levan tó la im pon ente estatua en los jardines del Palacio Rea!, a
cuyos pies s e rea liza el hom enqje anual del premio Abel. Y quizá
no m enos im portan te es e l sencillo reconocimiento que los mate­
m áticos le rindieron, asociando su nom bre con multitud de térmi­
nos y c o n ce p to s fundam entales de la disciplina: grupo abeliano,
integrales abelianas, fu nciones abeüanas, variedades abelianas,
ecuación fu ncional de A b e l y transformada de Abel, entre otros.
En las páginas que siguen se presentan, utilizando un mínimo
d e fo rm a lism o m atem ático, algunos de los resultados más signifi­
cativos dem ostrad os p o r Abel, así com o algunas de las derivacio­
nes y consecu encias de los mismos, que han ayudado a la creación
de varias rautas d e la m atem ática en las que el nombre del mate­
m á tic o n o ru eg o destaca c o m o uno de sus fundadores. Resulta
sorprendente que alguien tan joven com o Abel, condicionado por
la situación d e aislam iento y depresión económ ica que le tocó vi-

i m t r o o u c o Om s
vir, llegara, en solitario, tan lejos. P ero esa es, probablem ente, una
de las m arcas típicas del g en io en m atem áticas: la p recocida d.
Después d e su muerte, el m atem ático francés C harles H erm ite
afirmó: «A b e l ha dejado suficiente a los m atem áticos para mante­
nerlos ocupados durante quinientos años». Hasta ahora, esta afir­
m ación se ha m antenido cierta.

12 INTRODUCCIÓN
1802 El 5 de agosto, N iels Henrik Abel nace entre ellos uno que contiene la
en Firuwy. demostración de la imposibilidad de
resolver ecuaciones algebraicas a partir
1815 A b el se desplaza a O istianfa (actual
del grado cinco. El 10 de julio, Abel
O slo ) para ser escolarizado de forma
llega a París. Redacta su «Memoria de
tardía — hasta entonces había recibido
París». Jean-Baptiste Joseph Fourier lee
clases de su padre— en la Escuela
el prefacio de esta ante la Academia
C atedral
de Ciencias y el manuscrito queda
sometido a publicación. Abel deja París
1818 B e m l M ichael H olm boe es
en diciembre y vuelve a Berlín.
contratado co m o p rofesor de la
Escuela Catedral y se convierte en
1827 Vuelta a Cristianía, en mayo, finalizado
m aestro d e Abel.
su vi^je por Europa. Aparecen
publicados los primeros artículos de
1820 Muere el padre de Abel.
Abel y Cari Gustav Jacob Jacobi sobre
1821 Demostración (fallida) de la funciones elípticas.
solubilidad de la química. Se gradúa
1828 Abel descubre los trabajos de Jacobi.
en la Escuela Catedral y se matricula
como alumno de la Universidad de Inicio de la competición entre ambos.
Cristianía, tras aprobar el examen de
1829 Aparecen publicados varios artículos
ingreso. Augustin-Louis Cauchy
de Abel. Uno de ellos es sobre ciertas
publica su Curso de análisis, que tanto
ecuaciones que pueden ser resueltas
influiría en Abel.
en radicales (las ecuaciones abelianas),
otros son sobre funciones elípticas.
1823 A b el visita a Degen en Copenhague.
Publicación de los «Nuevos
Conoce a su futura novia, Christine,
fundante ritos para una teoría de
Crelly, Kemp (1804-1862). Primeros
funciones elípticas» de Jacobi. El 6 de
artículo» de Abel, publicados en
Cristian ía abril Abel muere de tuberculosis en
Froland, tras pasar varios meses
1825 El 7 de septiem bre Abel inicia su viaje enfermo. Dos días después, Crelle le
p o r Europa co n una prim era parada en escribe desde Alemania confirmándole
Berlín, donde con oce a August Leopold su nombramiento como profesor.
C relle y em pieza su colaboración con é l
1850 Abel y Jacobi ganan ex aequo el gran
1826 Aparecen publicados varios artículos de prem io de matemáticas de la Academia
Abel en e l primer número de Crelle, de Ciencias de París.

INTRODUCCIÓN 13
C A P ÍT U L O !

E l genio que surgió del frío

N a c e r en N oruega en 1802 era, en gran medida, una


condena al aislamiento. Las matemáticas de la época se
hacían en París, aunque quizá también en Alemania Nunca
tan al norte. Si además uno carecía de recursos
económ icos, la condena era aún mayor. Tales fueron las
circunstancias d el nacimiento de Abel, quien, pese a todo,
logró que su nom bre llegara a figurar entre los más
im portantes p ara las matemáticas del siglo xrx.
Soren G eo rg A b el (1772-1820) era un pastor protestante, luterano,
h ijo d e o tro p a s to r, tam bién luterano. Se había educado en
Copenhague, p ero en 1800 se le requirió para trabajar en Finnoy,
una pequeña isla en el suroeste de Noruega, a donde se desplazó.
Ese m ism o año c o n o ció a quien más tarde sería su esposa, Auné
M arie Sim onsen (1780-1846), hija de un marino mercante. Pronto
tuvieron d escendencia. De hecho, el protagonista de este relato,
Niels H enrik A b el, nacido e l 5 de agosto de 1802 en Finnoy, fue su
segundo hijo. En total, Henrik tuvo cinco hermanos: cuatro chicos
y una chica, a la que siem pre se sentiríamuy unido. Cuando Henrik
ten ía s o lo d o s años, e l pu esto de su abuelo com o pastor en la
parroquia de G jerstad quedó vacante y fu e ocupado por su padre,
de m anera que el futuro m atem ático pasó su infancia allí, en una
pequ eña v illa en el sureste de Noruega que actualmente cuenta
co n m en o s d e tre s m il habitantes.
Los prim eros años de su educación corrieron a cargo del pa­
dre, quien d io esp ecia l im portancia a la lectura, la escritura, la
a ritm ética básica y, c ó m o no, e l catecismo. Abel contaba ya con
tre ce años cuando, en 1815, ingresó junto con su hermano mayor
en una e s cu ela de Cristianía (h o y Oslo). Allí se impartían clases
de lenguas clásicas y modernas, así com o aritmética y geometría.
Durante los prim eros cursos, A b el no m ostró especial interés por
las m atem áticas, p e ro esto cambió cuando, en 1818, un nuevo pro-

EL GENIO QUE S U R G Í) DEL FBto


fe s o r en tró en sustitución dei a n terior — quien a costu m brab a al
m altrato fís ico d e lo s niños, lo cual no pu do ocultarse tras e l falle­
cim ien to d e uno d e sus alum nos, m o tiv o p o r e l que fu e despedi­
do— . L a p e rso n a que lo re le v ó , B e m t M ic h a el H o lm b o e (1795-
1850), fu e sin duda e l m o to r que d e s p e rtó la v o c a c ió n d e l jo v e n
n o ru eg o co m o m atem ático. N o s o lo su po a p rec ia r en segu ida el
talen to d e A b e l para las m atem áticas sin o que rápidam ente inten­
tó cu ltiva rlo y lo a lim en tó c o n las m e jo re s lectu ras que ten ía a
m ano. En e fe c to , ya du ran te lo s p rim e r o s m eses d e escu ela, en
1818, H o lm b o e a n im ó a A b e l pa ra que ley e ra de p rim era m ano a
lo s m atem á tic o s m ás im p orta n te s d e l m o m en to . E n u no d e los
cuadernos de A b e l s e p u ed e le e r la sigu ien te anotación:

Si uno desea averiguar qué debería hacer para obtener un resultado


con la mayor conformidad con la naturaleza, debería consultar los
trabajos del famoso Laplaee, donde esta teoría se muestra con máxi­
ma claridad y en una extensión que es acorde con la importancia de
la materia. Es fácil ver que una teoría escrita por Laplaee debe ser
superior a cualquier otra escrita por matemáticos menos brillantes.
Me parece que si uno desea progresar en matemáticas, debe estudiar
a los maestros, no a los discípulos.

Sin duda alguna, la lista de «m a e s tr o s » a la que hacía referen ­


c ia era la su gerida p o r H o lm b o e, qu ien tam b ién se d ed icab a a su
estudio, tras h a b er asistido a las clases d e m atem áticas d e Soren
Rasm ussen (1768-1850) en la U n iversid a d d e O slo . En e lla se in­
cluían lo s n om b res d e l su izo Leonhard Euler(1707-1783), el italia­
no J o s ep h L o u is L a gra n g e (1736-1813), lo s fra n ce se s Sylvestre-
Franqois L a cro ix (1765-1843) y Sim éon-D enis P o isso n (1781-1840)
y el a lem án Cari F tie d rich Gauss (1777-1855), a lo s que, al parecer,
A b e l su m aría p ron to a lo s fra n ce se s F ierre-S im ón L a p la ee (1749-
1827) y A ugu stin-Lou is C au ch y (1789-1857) c o m o referen cias fun­
dam entales.
A b e l ingresó en la U niversidad d e O slo en 1821. P o r entonces,
la in s titu c ió n estaba aún e n sus p rim e ro s a ñ os (fu e fu ndada en
1811, aunque a b rió sus cla ses en 1813). S o lo se oferta b a n títulos
e n M edicin a, T e o lo g ía , D e re c h o y F ilo s o fía . L a s m a tem á ticas s e

» EL G fcN O O U E S U M IÓ OEL FRIO


estu diaban d e n tro d e la Facultad de Filosofía, y n o era posible
o b ten er u n títu lo e n ciencias, m ateria que era enseñada solo por
dos p rofes ores: Rasm ussen y Christopher Hansteen (1784-1873).
Aun así, A b e l ten ía d e cid id o form arse com o matemático, por lo
que asistió a las clases d e ambos. De ellos aprendió lo más básico:
una introdu cción general a las matemáticas y algo sobre geometría
esférica y su u so en astron om ía Sin embargo, pronto se v io inmer­
so en la lectu ra d irecta de lo s grandes nombres déla matemática
del m om ento. E n particular, en 1823 estudió en detalle las Disqui-
sit iones arithmeticae d e Gauss, lo cual le proporcionó de manera
in m ed iata una b a te ría d e p rob lem a s d e investigación a los que
p o d ía dedicarse. B jjo su influencia investigaría no solo cuestiones
de te o ría de n ú m eros sino tam bién sobre la teoría de tas ecuacio­
nes y el p ro b le m a d e la rectificación de lalemniscata, que le llevar
ría p o s terio rm en te al estu dio de la s funciones elípticas.
En 1823, H ansteen, co n la colaboración de otros dos profeso­
res de la universidad, p ro m o v ió la publicación de una revista cien­
tífica, bau tizada con el nom bre deMagazin fwNatvrvidensknber*
nc, c o n el o b je tiv o d e da r a c o n o ce r e impulsar las investigaciones
que se rea liza b a n en N o r u e g a A llí publicaría A bel sus primeros
trabajos. D e h echo, en el prim er volum en de la revista aparecieron
dos con trib u cion es suyas. En la prim era se solucionaban dos pro­
blem as de cálcu lo integral surgidos de su lectura de los Fundamen­
tas de cálculo diferencial d e Euler y los Ejercicios de cálculo in­
tegral d e l fra n c é s A d rien -M arie Legendre (1752-1833). En dicho
trabajo s e re s o lv ía una cu estión d e la m ecánica racional que gene­
ralizaba e l p ro b lem a de la tautócrona y conducía al estudio de una
ecu a ció n , a h ora lla m a d a «e c u a c ió n integral de A b el», que es de
hecho la prim era d e e s te tipo que se conoce. La teoría de ecuacio­
nes integrales sería am pliam ente desarrollada setenta años después
p o r e l su eco E rik Iva r F redh olm (1866-1927), el alemán David Hil-
bert (1862-1943) y e l italiano V ito Voiterra (1860-1940), entre otros.
E l s e g u n d o a rtíc u lo estaba d edicad o a la teoría de la elim i­
nación , un te m a p ro p io d e la te o ría de ecuaciones algebraicas. Su
in clu sión en la r e v is t a fo r z ó a H ansteen a introducir una breve
e x p lica ció n , argu m en tan d o que tod a revista dedicada a las cien­
cia s n a tu ra le s d e b ía a ñ ad ir en tre sus in tereses la publicación de

EL GENIO QuC 5WWVO OE1


e l p r o b l e m a m e c á n ic o d e a b e l

Considérese una curva y - y O <) suave, que vive en un plano vertical y sobre la cual
reposa una partícula material que se desliza sin fricción por el solo efecto de la gra­
vedad. La partícula está situada en un punto (x; y ) y cae hasta el origen de coorde­
nadas, que es otro punto de la curva en cuestión. En esta situación se pueden consi­
derar dos preguntas importantes. Por un lado, si se conoce la forma y - y M de la
curva, ¿es posible calcular el tiempo r<y) que la partícula tarda en llegar al origen’
Por otro, si se sabe el tiempo total de descenso i"(y), ¿es factible recuperar la forma
de la curva? SI se aplica el principio de conservación de la energía mecánica, se verá
que ambos problemas están gobernados por la misma ecuación,

O
representa la longitud de la curva, desde el punto de altura cero al punto de altura ir,
medida desde el origen de coordenadas, y g representa la atracción gravitatoria. En
el primero délos problemas propuestos, el tiempo se calcula directamente a partir de
la forma de la curva, lo que garantiza conocer su longitud s(y). 5¡n embargo, la cosa
se pone interesante al intentar resolver el segundo problema. En este caso, la función
j ( y ) es un dato, y el objetivo es calcular la función ¿O) =s' (v) lo que convierte el
problema en la búsqueda de una solución para la llamada ecuación Integral de Abel,

artícu los de m atem áticas, aunque n o e s tu vie se n d e d ic a d os a te­


m as aplicados. A b el, co n so lo vein tiú n añ os y aún en p ro c es o d e
form ación , debió de sen tirse fe liz a l v e r su ob ra im presa.
A l año siguiente pu blicó o tro artículo, esta v e z d e d icad o a un
tem a d e física a p lica d a el análisis de la influencia d e la Lim a sobre
el m ovim iento de un péndulo. E ste trabajo resu ltó d e in terés para
Hansteen, que estaba involu crad o en e l estu dio del ca m po magné­
tic o terrestre, hasta e l punto d e que d e c id ió rem itir una co p ia al
a strónom o alem án H ein rich Christian S ch u m a ch er (1780-1850),
editor de una im portante revista de astronom ía, para que conside­
rase su republicación. Sin em bargo, Schum acher en con tró, en su

E l GENIO OUE SURGIÓ DEL FRÍO


20
la cual se puede resolver (como hizo el joven noruego) utilizando una herramienta
matemática conocida como «la transformada de Laplace».

El problema de la curva tautócrona


Si se aplican los cálculos al caso en el que se impone que T(y')=T0 para cierta cons­
tante Ta>O (de modo que la partícula tardará siempre el mismo tiempo en llegar al
origen, se deje caer desde la altura que sea), entonces se resolverá el famoso proble*
ma de la curva tautócrona (o isócrona), que había sido estudiado por el neerlandés
Christiaan Huygens (1629-1695) en el siglo xvh. Abel hizo los correspondientes cálcu­
los, y dem ostró con un m étodo novedoso que la curva tautócrona no es otra que la
cicloide.

A
A 2,0
/ \ 1,5

/ N. i.o / N.
0,5

-4 -2 2 4

Partícula material deslizándose por una cicloide. Se puede probar que, de menere Independiente del punto
de partida que se tome, esta emplea el mismo tiempo en iieger el orlflen de coordenedes.

Dos conceptos m uy im p o rta n te s relacionados con estos cálculos, que más ade­
lante han sid o a m pliam ente explotados, son la transformada integral de Abel
(que se a plica, p o r ejem plo, en estudios de radiología) y el cálculo diferencial
fraccionario.

revisión d e l m an uscrito, un error de cálculo, y lo rechazó. Es más,


fu e n e c e s a rio a ñ a d ir una c o rr e c c ió n del trabajo en un volum en
p o s te rio r de la rev ista de Hansteen.
D e h ech o, esta fu e la segunda vez en la que A bel tuvo que ad­
m itir un e r ro r en u no d e sus estudios. L a primera fue en 1821, antes
de ingresar en la universidad. A b e l se había enfrentado nada menos
que a uno d e lo s p rob lem a s abiertos más importantes del momen­
to: la so lu ción en radicales de las ecuaciones d e grado cinco. Creyó
en contrar una d em ostra ción de que estas se podían resolver y se
la pasó a H oh n b oe, quien a su v e z se la easeñó a Hansteen. Ningu­
no d e e llo s su po en con trar el error, p ero tam poco estaban conven-

EL GENtO OUE SURGIO OEL FRÍO


cidos completamente del resultado y, conscientes d e su importan­
cia, decidieron enviarlo a quien p or aquella ép oca se consideraba
uno d e los m ejores matemáticos del m om ento en el norte d e Euro­
pa: Ferdinand Degen (1766-1825). Quizás él p o d ría con firm ar el
resultado y sugerir su publicación en las Tm nsactions d e la Real
Academ ia Danesa de Ciencias. Pero Degen — que tam poco encon­
tró error alguno— solicitó del autor, a m odo de test, el desarrollo
explícito d e varias soluciones numéricas concretas. Fue entonces
cuando Abel descubrió, en su intento de producir dichos ejemplos,
que había una errata en su argum ento y, quizá p o r prim era vez,
com enzó a pensar que el problem a podría ser irresoluble. El artí­
culo, por supuesto, no fue publicado en ninguna revista. P e ro es
muy probable que esta aventura que le había llevad o tan lejos en
el estudio de un problem a de im portancia co m o era el de la quími­
ca, fuera una de las razones fundamentales por las que A bel recibió,
a partir d e entonces, to d o el apoyo p osible d e H olm boe y los pro­
fesores de la Universidad de Oslo. D e hecho, A b el es prueba evi­
dente de que el carácter frío que se suele adjudicar a los habitantes
de] norte de Europa es solo un tópico, un mito. Tal fue el cariño y
el entusiasmo que despertó en 1loim boe y algunos profesores de la
Universidad de O slo — Incluyendo a los m atem áticos Hansteen y
Rasmussen, pero tam bién al m ism ísim o rector, e l filó s o fo Niels
Treschow (1751-1833)— que cuando, tras aprobar su exam en de
ingreso, solicitó una d e las pocas plazas libres de las que la univer­
sidad disponía para alojar aesturliantes sin recursos en su colegio
mayor, no solo se le asignó una cama, sino que, con la aportación
económ ica personal de estos profesores, se le co n ced ió un peque­
ño estipendio con el que podría subsistir. Es más, los propios pro­
fesores financiaron posteriorm ente un vnqje a Dinamarca para que
Abel conociera a Degen y, al po co tiem po, lograron del gobierno
noruego una beca de estudios con el fin de que visitara los distintos
«puntos calientes» de la matem ática europea del m om ento, inclu­
yendo París, Berlín, Gotinga y, aunque solo fuera por cercanía físi­
ca y cultural, Copenhague.
Al margen de su asistencia a las clases, A b el ded icó su primer
año en la universidad a dos tareas fundamentales: preparar su exa­
men para obtener el titulo de Gandidalus Phüosophiae y estudiar

22 EL GENIO QUE SURGIÓ OEL FRÍO


todos los tex to s d e m atem ática avanzada conservados en la biblio­
teca. H izo lo prim ero con éx ito moderado, pues las notas obtenidas
en los exám en es fu eron las justas para pasar el trance, excepto en
física teórica y matem áticas, donde en ambos casos obtuvo la máxi­
ma c a lific a c ió n (adem ás, en m atem áticas lo logró con honores).
Con re s p e c to a lo segundo, p a rece que devoró todos los textos
disponibles, y p ron to lleg ó al punto en el que su pasión por el estu­
dio fue sustituida p o r un enorm e ímpetu investigador. Ahora esta­
ba preparado para in iciar un largo período productivo, que lo lle­
varía a su perar en p o c o tiem p o a sus maestros, al hacer algunas
contribuciones que aún h oy se consideran cruciales.

LOS NÚMEROS COMPLEJOS

A lo largo d e esta o b ra resultará fundamental, en numerosas oca­


siones, c o n o c e r lo esen cial sobre núm eros complejos. Es por ello
por lo que se p ro c e d e a introducirlos ya, desde e l primermomento,
anLes de co m en zar a ex p lica r las contribuciones de Abel a las dis­
tintas partes d e la m atem ática. Un núm ero com plejo es una expre­
sión del tip o z - a + ib, do n d e a yb representan números reales (es
decir, puntos de la rec ta r e a l) y la letra i, llamada «unidad imagi­
naria», es un n u evo tipo d e núm ero que, por imposición, satisface
la identidad i 2= - l . E viden tem en te, i no es un número como los
anteriores, p orqu e se sabe que para los puntos de la recta real un
cuadrado da sie m p re una cantidad positiva. Entonces, ¿qué es?,
¿cóm o se p u ed e d o ta r i d e «rea lid a d »?, ¿se puede construir d e al­
gún m odo a p a rtir de los núm eros que ya conocem os y aceptamos
com o «o b je to s re a le s »? Pa ra lograrlo, se empleará un truco que en
matem áticas a m en u do es u tilizado co n éxito. La idea es muy sim­
p le en p rim e r lugar se asum e co m o cierto un resultado o concep­
to nuevo, lu ego se derivan algunas consecuencias de esta hipótesis
y, entre ellas, se busca alguna pista que permita Introducir el resul­
tado o co n ce p to desd e una perspectiva diferente, más formal.
Así, en e l c a s o d e los núm ero com plejos, inicialmente se su­
pone que de ve rd a d e x is te un «n ú m e ro », al que s e denota por i,

EL GENIO QUE SuftG O DEL HtIO


que satisface la igualdad i 2= - l . A contin uación , se asum e q u ed os
nú m eros co m p lejos ¡sr=o vib y w = c + id son iguales s i y so lo si a = c
yb = d. E sto perm ite, en tre otra s cosas, rep resen ta r d ich os núme­
ro s c o m o pu ntos d e l plano, al id en tifica r e l c o m p le jo g = a + ib con
e l pu nto d el p la n o d e co ord en ad as (a, 6 ). Finalm ente, si se consi­
deran am bas hipótesis, se o p e ra c o n estos nú m eros a plica n d o las
reg la s habituales que satisfacen la suma y e l prod u cto, lo que lleva
a la fó rm u la
(a + ib ) + ( c + id ) = (a + c) + i ( 6 + d)

pa ra la sum a d e n ú m eros co m p le jo s y a la fórm u la

(a + i6 )(c + i d ) - a (c + i d ) + ib( c + id )
-a e + iad + ibc + i 2bd
- ( a c -b d )+ i(a d +be)

pa ra e l prod u cto. L leg a d o s a este punto, es p o sib le realizar el ca­


m in o in verso: se pa rte d e l plan o R x R , q u e es un o b je to matemá­
tic o c o n o cid o , y se defin en en é l una suma y un p rod u cto median­
te la s ecu a cion es

(a, b) + (c,d ) = (a + c,b + d ),


(a ,b )-(c, d ) = (a c - 6 d , o d + bc).

C on d ic h a s o p era c io n e s se co m p ru eb a que, al identificar los


p u n tos de la r e c ta rea l c o n e l su b c on ju n to d e l p la n o dado p o r
JR x (0¡ y d e fin ir la u nidad im ag in a ria c o m o i - (t>. 1) se tien e que
¿2= - l y se sa tisfa cen las ex p res io n es para la suma y e l prod u cto
de nú m eros c o m p le jo s in trod u cid as c o n a n teriorida d. Estos nú­
m e r o s dejan , p o r tanto, de se r p r o d u c to d e la im ag in a ció n para
co n ve rtirse en a lgo m u y co n creto : los pu n tos del plan o. Se llama
«p la n o c o m p le jo » al co n ju n to C = |a + ib : a,b e SE), e l cual, c o m o
se acaba de ob servar, se p u ed e id en tifica r de m o d o ev id e n te con
e l p la n o rea l R x R .
E l p la n o c o m p lejo , c o n la su m a y e l p ro d u c to introdu cidos,
tiene estructura de cu erpo, pero, adem ás, p erm ite res olve r ecua­
cio n es algeb ra ica s que antes eran im p o s ib le s d e abordar. Sobre

24 EL GENIO Q UE SURGIÓ DEL FRlO


esta c u es tió n se hablará largam ente
m ás a d ela n te. P a ra este ca pítu lo es
necesario introdu cir lo s conceptos de
m ód u lo y a rg u m en to de un núm ero
co m p lejo . E l m ó d u lo d e z - a + i b no
es m ás q u e la d is ta n c ia d e l pu nto
(a , 6 ) a l o rig e n d e c o o r d e nadas, y se
d e n o ta p o r I z \ -4 a z+b2. Un hecho
in teres a n te es que \z\2= z -z , donde
z - a - i b es e l conju gado d e z = o + i 6 .
El a rgu m en to e s e l án gu lo que form a
co n el e je d e a b sc isa s e l v e c to r que
une el o rig en d e coorden adas al punto
(a, b). U n ú ltim o resultado que se usa-
rá con fre c u e n c ia es la fó rm u la de Euler. e'" = cos0+tsenft A par­ U * raíces cúbicas
<1* 1 ion los
tir d e esta fó rm u la es fá cil deducir que el producto de dos números númaros
c o m p le jo s resu lta d e m ultiplicar sus módulos y sumar sus argu­ 1-H/Vj -UAÍ3
2 ' 2
mentos. Y p recisa m en te esto conduce a demostrar que un número
p o rloqu tT *
c o m p lejo tien e n ra íc es n-ésimas. P o r ejemplo, las raíces tt-ésimas toma tstostras
valoras,
d e 1 son lo s v é r tic e s d e l n- g o n o regular inscrito en la circunferen­
Raprajantadas
cia unidad, uno d e cu y os vé rtic es es ju sto 1 (véase lafigura 1). como pontos dal
plano, coincidan
con los vértlct* da
un triángulo
•qullátaro. En
ganaral, las raleas
n-éslmaa de 1 son
LAS SERIES DIVERGENTES los yírtlcas dal
único n-gono
rtaular Inscrito
Que las m atem áticas son un m od elo de rigor, exactitud yprecisión la circunferencia
unidad que
al que tod a cie n cia busca acercarse es un tópico que, como todos, contiene al 1 como
contiene s o lo p a rte de verdad. En las matemáticas, como en el res­ uno desús
vértlcas.
to d e cien cia s, se p rod u cen crisis y, aunque se supone está en su
propia natu raleza establecer, antes que nada, unos principios firmes
sobre lo s que lu eg o se construirá toda la teoría, lo cierto es que con
frecu en cia es to s se form u lan inicialm ente de forma imprecisa, y,
además, p a sa d o c ie r to tiem p o em piezan a mostrar señales de fla­
queza. E l m o d e lo prop u esto p o r el matemático griego Euclídes (c a
325 a.C-ca. 265 a .C .) para e l desarrollo de la geometría tuvo que ser
som etido a exam en p o r largo tiempo, básicamente com o consecuen-

EL GENIO OVE SURGIÓ DEL FRÍO 25


cía del estudio del axiom a de las paralelas, y finalm ente fue acepta­
do a principios del siglo xx y gracias ai trabajo d e Hilbert, quien en
1899 publicó un libro dedicado a los fundam entos de la geom etría
(desde el punto de vista axiom ático), que le con solid ó c o m o el ma­
tem ático alemán más influyente del m om ento, y en el que, por fin,
se establecieron unos principios sólidos para la geom etría eu clídea
Además, d estudio d e estas cuestiones fue fru ctífero, pues propor­
cionó a las matemáticas material para la creación d e varias nuevas
geometrías, p or no hablar de la influencia que tuvo en aspectos re­
lacionados con los fundamentos y la filosofía de la ciencia.
T o d a teoría, sea m atem ática, fís ica o d e cualquier o tr o tipo,
debe fundarse sobre unos p o co s p rin c ip ios q u e in icialm en te se
usan para elaborar nuevos resultadas. Estos m ostrarán si las bases
establecidas al com ienzo son o n o las apropiadas para generar una
teoría interesante y útil. Si lo son, porque las consecu encias deri­
vadas aportan un conocim iento nuevo, que atrapa, en ton ces per­
manecerán en su estado inicial, prob ab lem en te ingenuo, durante
un cierto período. P e ro la historia con firm a que c o n el p a so del
tiem po llegan nuevas mentes que, a la luz d e sus prop ias experien­
cias vitales y de su estudio d e la teoría que hasta e l m om en to se
consideraba bien establecida, se con ven cen d e que es necesaria
una revisión de los principios. E sto p a só co n la geom etría, pero
también con el cálculo, en co n creto a finales del sig lo xvm y en el
prim er tercio del siglo xix. A b e l fue uno d e los prota go n istas de
esta revisión, al ocuparse d e l estu dio rig u ro s o d e las se ries de
funciones a m ediados de la década d e 1820.
Cuando nació el cálculo, lo que d e vera s lo distinguió d e l ál­
gebra fu e su uso del infinito, en diferen tes form atos. Si se m edita
un poco, resulta claro que en, toda definición de lím ite se tiene que
hacer frente — se quiera o no— al infinito, pues aqu ella involucra
el establecim iento d e ciertas desigualdades que deb en ser satisfe­
chas en infinitos casos. Los con cep tos de continuidad y diferen-
ciabiíidad de funciones reposan so b re la idea d e lím ite. L o m ism o
sucede con conceptos geom étricos c o m o la rectifica ción y la cua­
dratura de las curvas (e s decir, el cá lcu lo d e sus lon g itu d es así
co m o del área en cerrada p o r ella s), los cu ales, ev id e n te m en te,
constituyeron desde e l prin cipio uno d e los tem as fundam entales

EL GENIO OUE SURGIÓ OEL FRÍO


“ I

SERIES

La palabra «serle» se usa en matemáticas como abreviación de «suma infinita».


Si se tiene una sucesión de valores aiyav...,an,an^..., es posible plantear el cálculo
de su suma: S=a0+a,+...an+.... la cual se representa de manera abreviada como
^ a k y recibe el nombre de «serie de término general an».

La paradoja de Zenón de Elea


Este tipo de sumas aparece de forma natural en las matemáticas. Por ejemplo,
en la famosa paradoja de Zenón de Elea (490 a.C.*43Q a.C.) sobre la imposi-
bilídad del movimiento. Esta afirma que todo movimiento es inviable porque,
si uno desea moverse del punto A al punto B, entonces nunca (legará, ya que
primero se tiene que recorrer la mitad de la distancia ó que los separa, a con­
tinuación, la mitad de la distancia que queda por andar, y asi sucesivamente,
io cual implica una cantidad infinita de pasos que harán imposible llegar al
destino. Si se piensa un poco, se verá que la paradoja se resuelve de forma
nítida porque las diferentes distancias que se suman decrecen a gran veloci­
dad, lo que hace que la serie asociada
d
¿r«12
< 2 VT 4
aunque involucra una suma de infinitos tér­
minos, produzca un valor finito, que es justo
la distancia entre ambos puntos. Con respec­
to al tiem po necesario para realizar el des­
plazamiento, hay que tener en cuenta que
distancias más cortas abarcan tiempos me­
nores. Se sigue que la suma de los tiempos
empleados tam bién será finita (y su serie
asociada es del mismo tipo que la vinculada
a las distancias). Una sencilla demostración
visual de que m

*■
se observa en el dibujo de la derecha.
Evidentemente, el ejemplo mostrado es muy sencillo. El estudio de las series
numéricas es. en realidad, bastante delicado. Las cosas se complican, además,
cuando en ve 2 de sumar números, los términos introducidos son fundones. En
tal caso, merecen especial mención, por su importancia histórica y sus numero­
sas aplicaciones, las series de potencias, que son series funcionales de la forma

y ak**>
y las series trigonométricas, (que se corresponden consumas del tipo 2 c*e T ■

E L GENIO OUE SURGIO OEL FRIO


que la nueva disciplina podía abordar Las derivadas involucraban
el cálculo de lím ites de su cesiones de núm eros y, lu ego, de lím ites
d e funciones. P o r otro lado, las integrales requerían e l cá lcu lo de
sumas infinitas, a las que se llam ó «s e r ie s » y, p o r supuesto, pron to
se hizo necesario es p ecificar en qué se n tid o era n c o n v e rg e n te s
estas sumas.
A principios d e la década de 1820 C auchy p u b lic ó d o s m o n o ­
grafías cuya influencia en el desarrollo p o sterio r del cálcu lo, desde
el punto de vista d e sus fundamentos, fue de ex trem a im p ortan cia
Se trata del Curso de análisis d e 1821 y el Resumen de las leccio­
nes de cálculo infinitesimal,, de 1823. En ellos, e l m atem á tico fran­
cés se planteaba una nueva reconstru cción del cá lcu lo basada en
el concepto de lím ite, el cual se form u lab a (e n e l te x to d e 1823)
con exquisito rigor a través de lo que h oy en día s e c o n o c e com o
notación « e - 6 » y que continúa siendo la fo rm a estándar d e definir
los límites. Este m étodo, acom pañado d e una in trodu cción orde­
nada d e los distin tos c o n c e p to s y resu ltad os, p e rm itía in yecta r
rigor y claridad al análisis, al g rado d e dem ostrar p o r v e z prim era
algunas propiedades para las fu nciones continuas que en realidad
so lo se habían establecido d e m anera p re cisa pa ra cla ses d e fun­
ciones m ucho más restringidas, c o m o lo s p o lin om ios. Adem ás,
cosa no m enos importante, en ellos se establecía una nu eva form a
de explicar el análisis que facilitaría en gran m ed ida su c o m p ren ­
sión a futuros estudiantes.
Y a en 1822, cuando A b el por fin pudo dedicarse seriam en te a la
investigación en matemáticas, tanto él co m o lo s m atem áticos d e su
entorno comprendieron que necesitaba salir de Noruega, E sto era
importante porque le permitiría co n oce r a los grandes m atem áticos
del momento, para form arse y quedar en p o sición d e aportar su ta­
lento, del que nadie dudaba. Se le postuló entonces para una beca de
estudios, pero la comisión encargada de tom ar la últim a decisión se
mostró inflexible en el m om ento final, y alegó que, si de verd a d se
esperaba que el joven sacara provech o d e su via je p o r Europa, era
fundamental que antes aprendiera lenguas m odernas (presu m ib le­
mente, francés y alemán), con el ob jetivo de esta b lecer una com uni­
cación fluida con las personas a las que visitaría. Esto requeriría ai
m enos dos años de estudio, en los que debía perm anecer en O slo y

¿8 EL Sf-NIO QUE SURGIÓ DEL FRÍO


FOTO SUPEfilOr?
IZQUIERDA Bemt
Michas! Holmboe
( 1795 - 1950 ),
m aestro y gran
amigo dg Abel,
Supe apreciar
• Impulsar
SU talento
m atem itlco,

FOTO SUPERIOR
DERECHA August
Ueopoid C ralle
(1780 - 1855 ),
fun dador d *l
Ja u rn tt (\¡r d f*
f*Jne t/nti
éngewandté
M athcm atík,
conocido como
Revista da
Crelte, o
sim plemente
CreVf*, que
difundió la obra
de Abel, Fue su
mefor contacto
en Alemania.

IMAGEN INFERIOR:
£1 antiguo
edificio de la
Universidad de
Oslo, que, en la
actualidad, aloja
le Facultad de
Derecho,

29
EL GENIO QUE SUfiStó O B . FRlQ
para los que, en cualquier caso, se le concedió un pequeño estipendio,
Aun así, A bel logró al menos pasar el verano d e 1823 en Copenhague,
donde tuvo trato personal con Degen. A su vuelta, s o lic itó de nuevo
una beca para viajar a Europa y, esta vez, sí la obtuvo.
Su destino inicial fu e Berlín, adonde lle g ó en octu bre de 1825.
U na de las prim eras cosas que lú zo fu e v is ita r a A u gu st Leopold
Crelle (1780-1855), quien ya entonces era uno de lo s person ajes más
influyentes en el panoram a m atem ático alemán. Aunque estabade-
dicado en gran m edida a proyectos d e ingeniería, co m o la construc­
ción de carreteras y líneas de fe r ro c a rr il (fu e re s p o n s a b le de la
construcción de la lútea que une B erlín y P o ts d a m ), supo usar su
capacidad para influir en las autoridades p o lític a s d e Frusta, co n el
fln de beneficiar el avance de las m atem áticas en Alem ania. Cuando
A b el lo visitó en su despacho en el Instituto de Industria, estaba
ocupado con unos do cu m en tos y, sin le v a n ta r la vis ta d e ellos,
pensando que el jo v e n noruego era un estudiante que solicitab a ser
exam inado para ingresar en e l instituto, c o m e n z ó sus preguntas.
Abel, que apenas sabía alemán, log ró articular las palabras: «¡N ada
de exám enes! ¡Solo m atem áticas!». En ton ces C relle levan tó la ca­
beza y com enzó con su in terlocu tor una discu sión m ucho m ás re­
lajada, parte en francés parte en alemán, so b re m atem áticas. Abel
había leído algunos trabajos de C relle, y este co m p ren d ió en po co
tiem po que tenía ante sí un diam ante en bruto. Durante esta con­
versación, el jo v e n n oru ego se m ostró a som bra do d e que en A le­
mania no existiera una revista de in vestigación d ed icad a en exclu­
siva a las matemáticas, lo cual era ju sto uno de los d e s e o s íntimos
d e Crelle, quien terna previsto satisfacerlo en breve. En efecto, en
1826 C relle fundaría el Journal f ü r di-e reine und angewandte
Mathematík (c o n o c id o m ás a delan te c o m o Revista de Crelle o,
simplemente, Crelle). que fue la prim era p u blicación p eriód ica de
investigación m atem ática en A lem an ia no co n trola d a p o r ninguna
academia. A b e l publicó num erosos trabajos en ella y, d e hecho, se
considera que gracias a ellos fue rec o n o c id o en el panoram a m ate­
m ático internacional. N o resulta extraño que C relle y él se hicieran
amigos con rapidez y que am bos sintieran a d m iración mutua.
Crelle no se lim itó a fom entar la difusión de los trabajos de Abel
en su revista De hecho, lo s prim eros a rtícu los que el jo v e n mate-

30 EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRÍO


orático p u b lic ó fu eron escritos en francés por él y traducidos por
C relle a l alem án, el id io m a en el que este deseaba que se publicase
la revista. A p e sa r d e que A b e l había estudiado alemán durante va­
rios años en su é p o c a d e escolarización preuniversitaria, se sentía
m uy in c ó m o d o c o n e l id io m a y, de todos sus artículos publicados
en alem án, so lo es crib ió uno directamente en esa lengua. Sin em­
bargo, en v is ta d e la escasez d e trabajos enviados a Crelle, al poco
tiem po su fu n d a d or d e cid ió abrirla a otras lenguas, momento que
A bel a p ro v e c h ó para presen tar y publicar sus estudios en francés.

«C o n la e x c e p c ió n d e la s series geométricas, no existe en todas


las m a te m á tic a s una sola serie infinita cuya suma haya sido
determinada rigurosamente.»
— N i e i s Hctbik A bbl.

Las m a tem á tic a s en B erlín se desarrollaban, en aquella épo­


ca, bien en t o m o a la academ ia, bien en tom o a la universidad o,
finalm ente, en el en to rn o de Crelle. Y era este último escenario el
que en realidad co n ta b a co n posibilidades de generar nuevas ideas,
A b el hizo una e x c e le n t e e le c c ió n al acudir al matemático y tuvo
la su erte d e c o n g e n ia r c o n él. De hecho, entre ambos se produjo
una p ro v e c h o s a sim biosis. Crelle, que había traducido numerosos
textos im p orta n te s de m atem áticas (d e l francés al alemán) y dis­
ponía d e una m a g n ífica bib lioteca, puso de inmediato todos estos
libros a d is p o s ic ió n d e A b e l, lo cual facilitó que su talento mate­
m ático eclo sio n a ra . P o r o tr o lado, las contribuciones de Abel a la
Revista de Crelle y su pa rticipa ción en los debates matemáticos
que e l a lem á n d ir ig ía d e m an era periódica en su casa, suponían
una a p o rta c ió n m u y va lio s a pa ra Crelle.
En la b ib lio t e c a d e C relle, A b el leyó las obras de Cauchy de
1821 y 1823 y, d e In m ed iato, se sumó asus ideas. Para él, resultaba
del to d o in c o m p r e n s ib le que se hubieran logrado tantos avances
en el anáfisis a p e s a r de los num erosos errores «d e bulto» que se
co m e tía n co n sta n te m e n te. E n particular, se mostraba muy preo­
cupado c o n e l tra ta m ien to que las generaciones anteriores habían
dado a la s se ries infinitas.

B
EL GENIO QUE SURGIO DEL «RIO
En efecto, la tradición im puesta durante lo s siglos xvu y xvm en
e l estudio de las series numéricas y las series d e fu n d on es se basaba
en una inquietante m escolanza d e m étodos puram ente form ales y, en
algunos casos, cálculos num éricos ex p lícitos. E sta situación queda
descrita con exactitud en la m onografía de Giovanni Ferraro (n. 1957);
El surgimiento y el desarrollo de la teoría de series hasta princi­
pios de 1820, de reciente publicación, d o n d e s e afirm a lo siguiente:

L o s m atem áticos qu e u tilizaron las series p o r p rim era v e z estaban


in teresa dos en su capacidad pa ra re p res en ta r can tid ad es geom étri­
cas, y tenían una idea in tu itiva sobre su convergencia. Pensaban que
una serie representaba una cantidad y p o s e ía sig n ificad o cuantita­
tiv o si y solo si co n v erg ía a dich a ca n tid ad . Sin em bargo, carecían
d e u n a distin ción en tre sum as fin ita s e in fin ita s, lo cu al origin ó la
aparición d e m ecanism os fo rm a le s co n sisten tes en la e x te n s ió n in­
finita d e p rocedim ien tos finitos. En lo s trabajos de N e w to n y Leibniz
tos a sp ecto s cu an tita tivos y fo rm a le s c o e x is tía n y la manipulación
fo rm a l era una h erram ien ta p a ra d eriv a r s eries convergentes.

C uando habla d e aspectos form ales, el autor se refiere a proce­


sos c o m o ca m b ia r e l ord en de lo s su m an dos o d e riva r e integrar
térm ino a térm ino una suma infinita, cosa s que se pu ed en hacer sin
p rob lem a s cuando el n ú m ero d e térm in os a sum ar e s finito, fiero
que en aquella ép o ca se hacían c o n sum as infinitas, sin preocuparse
excesivam ente del rigor. El m ayor ex p erto en tratar las series desde
un pu nto d e vis ta fo rm a l y, aun a rie s g o d e c o m e te r erro res e n el
proceso, d e riva r nu evos resultados — m uchos d e ello s correctos si
se inteip retan d e fo rm a adecuada— fu e Euler. Resulta sorprenden­
te saber que esta teo ría de series im perfecta , en la que había grietas
por doquier, se m o stró m uy p o d e ro s a a la h ora d e gen erar nuevas
m atem áticas útiles e interesantes. P o r ejem p lo, las series divergen­
tes se usaban pa ra p ro d u c ir resultados en te o r ía d e núm eros.
L o s historiadores de la m atem ática están c o n ve n cid o s de que
si lo s m atem áticos d e l m om en to s e hubieran a ferra d o a l rigor, ne­
gándose a producir un so lo resultado cuya prueba no estuviera com ­
pletam en te libre d e dudas, prístina, se h a b ría p ro d u c id o d e form a
necesaria un im portante estancam iento en e l desarrollo del análisis.

E L GE N IO QUE SURGIÓ DEL FR fO


E sto quedó expresad o de manera muy clara por la matemática
estadounidense Judith V íctor Grabiner (n. 1938) cuando, en un ar­
tículo d e 1974 pu blicado en The American Malhmmtical Monthly,
revista d e la A so c ia c ió n Matem ática Estadounidense, que llevaba el
sorprendente tít u lo «¿D ep en d e del tiempo la verdad matemática?»,
afirmaba:

T o d o s lo s m a tem ático s co n o cen numerosos resultados de las mate­


m ática s del s ig lo xvm, resultados que llevan asociados loe nombres
d e Leibn iz, B em o u lli, L’Hópital, Taylor, Euler y Laplace. Pero lapro-
h ab ilid a d d e q u e esto s s e obtuvieran en sus orígenes de un modo
a b so lu ta m en te distin to de la form a en la que se demuestran en la
actu alidad e s m u y e le v a d a Resulta dudoso queEulery sus contem­
p o rá n e o s h u b iera n p o d id o deducir sus resultados si se hubieran
ten ido qu e co n streñ ir a nuestros estándares de rigor.

P a r a la autora, e x p e rta en las matemáticas de los siglos xvm y


xix, es ta b a c la r o q u e en e l sig lo xvm los matemáticos se obsesio­
naron c o n la bú sq u eda d e n u evos resultados, aunque para alcan­
zarlos tu v iera n q u e d e ja r d e lado algunas cuestiones relacionadas
con e l r ig o r

Pa ra lo s m a tem á tico s d e ! s ig lo xvm, el fin justificaba los medios. ¥


hubo n u m e ro s o s éx ito s. A parecieron nuevas disciplinas, cada cual
con sus p r o p io s m é to d o s y su prop io dominio de resultados: el cál­
cu lo d e v a ria c io n e s , la ge o m e tría descriptiva y las ecuaciones en
deriva d a s parciales, p o r ejem plo. Además, se logró una mayor sofis­
tic a c ió n en m a teria s y a existentes, com o la física matemática y la
teo ría d e la probabilid ad .

L o c i e r t o e s q u e a lg o m u y p a re c id o sucedió con el propio


con cepto d e n ú m ero. U n a te o r ía rigurosa para los números reales
tu vo q u e e s p e r a r n a d a m en o s que a las contribuciones de los ale­
m anes G e o r g C a n to r (1845-1918) y Richard Dedekind (1831-1916)
— quien e s c r ib ió su m a g n ífic o libro ¿Qué son y para qué sirven
los núm eros? en 1888— , en tre otros. Incluso entrado el siglo xx,
e l m is m ís im o H e r m a n n W eyl (1885-1955), matemático alemán y

ÉL GENIO UUE SURGIO OB. FRIO Í3


el más destacad o de los discípulos d e H ilbert, r e d a c tó en 1918 un
libro muy critico sobre la con stru cción d e l co n tin u o num érico. ¥
el trabajo del austríaco-estadounidense Kurt G ód el (1906-1978) y
del estadounidense Paul Cohén (1934-2007) so b re la hipótesis d d
continuo (que fin alizó en la década de 1960), llev a hasta la inquie­
tante conclu sión de que ex is te n d iferen te s fo rm a s de construir
lo s núm eros reales, que a rroja n respuestas d istin ta s a la pregun­
ta, de entrada muy concreta, de cu áles son lo s ca rd in a les que se
alcanzan co n los d is tin to s s u b c o rju n to s de la r e c ta numérica.
Esto, obviam ente, im plica que en e l fon do nunca se sabrá definir
la recta num érica con absoluta precisión . Y, sin em bargo, se ha
trabajado con los núm eros reales, y sigue h acién dose, sin tener
grandes dificu ltades y ob ten ien d o resu ltad os de en orm e interés,
durante m ilenios. Incluso entrado el s ig lo xxi es p o sib le encontrar
va rios a rtícu los d e d icad os a d e fin ir el co n ju n to d e lo s números
reales d e nuevas form as, c o m o p o r ejem p lo en e l tra b a jo del ma­
tem ático su izo N orb crt A ’C am p o (n. 1941) titu lad o «U n a construc­
ción natural d e lo s núm eros rea les», a p a re cid o en 2003.
En cualquier caso, las crisis en m atem áticas y, en particular,
la del rigor en el análisis m atem ático han s id o siem pre fructíferas.
Adem ás, ellas revelan que, c o m o tam bién su ced e en e l resto de
ciencias, el avance en la in vestig ación en m atem á ticas en raras
ocasiones se produce d e fo rm a lineal, tal c o m o se presen ta más
adelante en lo s libros d e tex to , sin o que se log ra de un m odo mu­
ch o más desordenado, en el que intervienen razones y m otiva cio­
nes muy diversas. Y esta es precisam ente una de las causas por las
que el estudio d e la evolución histórica d e las ideas en matemáticas
resulta interesante y tiene la capacidad d e aportar un v a lo r añadi­
do a nuestra com prensión de las mismas.

SERIES INFINITAS CON NOMBRE PROPIO

En las siguientes líneas se repasarán algunos ejem p los d e razona­


m ientos con series infinitas que eran típicos d e l análisis tal co m o lo
desarrolló E u leren sus Fundamentos del cálculo diferencial, y que
p o r tanto form aban parte del m aterial de u so en la é p o c a de Abel

a GENIO QUE SURGIÓ D e l FRIO


34
(recu érd ese que A b e l adm iraba a Laplace, y este advertía a todos
lo s que deseaban form a rse co m o matemáticos: «Leed a Bulen él es
el m aestro de to d o s n o s o tro s»).
La id e n tid a d
. , l - a ; ’’*4
l + a;+---+a; -----------
1- a ;
se p u e d e d e m o s t r a r c o n s o l o r e a liz a r la m u ltip lic a c ió n
(1 + a r+ ... + « “)• (1 - a ;) y com p robar que esta vale, en efecto, 1-af**1.
Si se h a ce ten d er a in fin ito el va lor del entero n a ambos lados de
la ecu ación , s e o b tie n e que

y x l - l + x + - - + x n + ■■■*------ >
á 1-as
cuando b l < 1, e s to es, cu ando e l v a lo r absoluto de a; es menor que
uno (e l v a lo r a b so lu to d e un núm ero es su valor numérico sin tener
en cu en ta si es p o s it iv o o n e g a tiv o ). D icha serie, llamada «serie
g e o m é tr ic a » p o rq u e s e co rre sp o n d e con sumar lo s miembros de
una p ro g re s ió n g e o m é tr ic a d e razón x, es de vital importancia en
análisis y a q u e a p a r tir d e l estu d io d e sus propiedades se pueden
deducir n u m eroso s resu ltad os sobre los llamados «desarrollos en
series de p o t e n c ia s » (c o m o , p o r ejem plo, los desarrollos de Ta-
ylor). Para E u ler, la id en tid a d entre el miem bro de la izquierda y
el de la d e r e c h a en la fó rm u la anterior era completa, hasta el pun­
to de h a cerlo s in d istin gu ib les y, en particular, se producía incluso
si la serie era d iv erg en te. D e m a re ra que sustituyendo x = - l, ob­
tenía la fó rm u la (p a r a n o sotro s absurda):

l-l + l-l + l - l + .„ = l/2.

A sí, d e fe n d ía que:

C u a n d o u n a s e r ie in fin ita se o b tien e c o m o el desarrollo de cierta


e x p re sió n cerra d a , e lla p u ede utilizarse en las operaciones matemá­
ticas c o m o e q u iva len te a dich a expresión, incluso para los casos en
los q u e la s e r ie d ive rg e .
(... ] Si a c e p t a m o s e s to , la n u e va d efin ición d e la palabra «sum a»
c o in c id e c o n su s ig n ific a d o o rd in a rio cu ando una serie converge

E L GENIO OUE S U R O 0 PEL 35


y, pu esto que la s series d ive rge n tes n o tien en sum a en e l sentiob
p ro p io d e la palabra, ningún in co n ven ien te p u ed e su rg ir d e esta
term inología. P o r últim o, gra c ia s a e s ta d efin ició n po d em os pre­
s e r v a r ia u tilida d de la s s e r ie s d iv e rg e n te s y d e fe n d e r su uso de
toda objeción.

Un análisis d eta lla d o d e la ob ra d e E u ler m uestra que él res­


trin gía estas afirm aciones a las series de p o ten cia s y, en ese con­
te x to con creto, la v a ria b le c o m p leja c r e a r ía m á s a delan te una
técn ica denom inada «p ro lo n g a c ió n a n a lítica de fu n cion es», que
ju s tific a ría sus a firm a c io n e s en un se n tid o m uy p r e c is o y que,
además, resultaría de en orm e u tilid ad en distin tas ram as del aná­
lisis. E m p lea n do es ta s ideas, E u ler d e d u jo res u lta d o s com o la
igualdad

1 + 2 + 3 + ...= -1 / 1 2

o, p o r ejem plo, la ecuación funcional

£(1- s ) = 2 ( 2 « r c o s ía s / 2) T ( s ) ? ( s ) ,
donde

r ( s ) = / e - I a-'-‘ tfc
0

es la función gam m a d e Eu ler y

k-l tC

es la fu n ción z eta d e Riem ann, que tan ta im p orta n cia tien e en


teoría a nalítica de núm eros y cu yas p ro p ied a d es fundam entales
se deducen apartar de la ecu ación fu ncional anterior, así com o de
su d e scom p osición c o m o p ro d u c to in fin ito — m atem áticam ente
rep resen tado con e l sím b o lo [ [— , tam bién d eb id a a Euler,

w*)-n i - p - '

36 EL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRÍO


donde el p rod u cto se extiende sobre los números primos (aquellos
números, d iferen tes d e I , que solo se pueden dividir entre 1 y ellos
mismos, c o m o el 2, 3 ,5 ,7 , ...)•
Sin em bargo, cuando A b el releyó estos trabajos, bajo la influen­
cia d e la ob ra p o s te r io r de Gauchy, le resultaron del todo incom-
p re n sib lese inju stificados. En una ca rta a H olm boe se quejaba:

Las series divergentes son obra del diablo, y es vergonzoso basar en


ellas cualquier demostración. Puedes obtener, a partir de ellas, cual­
quier resultado que desees demostrar, y su uso ha causado numero­
sos desastres y paradojas. ¿Puede concebirse acaso algo más horri­
ble que observar escurriéndose ante uno la identidad

0=l*-2*+3n-4*+..„

donde n es un número entero? Risuin teneaMi <aniá [Contened la


risa, amigos] [...] Los hechos más importantes en las matemáticas
se mantienen sin sustanciación. La mayorparte de ellos son correc­
tos, eso es un hecho, y es extremadamente sorprendente. Estoy es­
forzándome por encontrar una base para ellos. Una tarea muy inte­
resante.

A l p a rec er, d e s d e la p e r s p e c tiv a de lo s matemáticos del si­


glo xvni, e l c á lc u lo era , en esencia, un coqjunto de técnicas dedi­
cadas a l e s tu d io de la rela ció n existente, para las funciones reales
de v a ria b le rea l, en tre lo s p ro c e s o s de derivación e integración
Estas rela cio n es era n ta n to m ás im portantes cuanto con más in­
tensidad se p o d ía n u sa r p a ra desarrollar aplicaciones en geometría
y física, fu n d am en ta lm en te. Según dicha perspectiva, lo más sig­
nificativo eran la s aplicacion es, que demostraban la increíble uti­
lidad de las m atem á ticas en el estudio d e los fenómenos naturales.
Sin em b argo, d u ran te el sig lo xix y, en especial a partir de la obra
de Gauchy, se im p la n tó una nu eva visión del cálculo en la que aho­
ra tanto un en u n ciad o p re c is o de los conceptos sóbrelos que re­
p o sa la d is c ip lin a c o m o la d em ostración rigurosa de todos los
resultados pa s aban a p rim e r plano. A b e l se adhirió a este enfoque,
espolead o p o r el u so aparentem ente paradójico que hacía Euler de

E l GENIO QUE SURGIO DEL FRÍO V


SUMACIÓN DE SERIES DIVERGENTES

Existen varias formas de asociar un valor numérico a una serie divergente. Para ello,
basta introducir un criterio de sumación lineal que, cuando se aplique a una serie
convergente del tipo

recupere su valor en el sentido usual del término, que es el limite de las sumas pardales

2 a „-jlm <a 04.a ,f...+ a „).


k-a
Dos criterios de sumación importantes son el de Césaro y el de A b e l La serie
se dice que es sumadle en el sentido de Césaro si existe el limite km
°

donde S,=a 0+a,+...+ail. En cambio, la misma serle es sumable en sentido Abel si exis­
te el límite

AC{a„»-Nm 2 a***-
*-0
Es fácil comprobar que C({C-l/’» = A (« - 1 )',»=l/2, por lo que cualquiera de los dos
métodos afirma la «igualdad»

Los métodos de sumación se han utilizado en contextos muy diversos. Por ejemplo,
el de Césaro garantiza la convergencia uniforme (de las medias de Césaro) de la

las series divergentes. D e este m odo, a d iferen cia de Cauchy, cuyo


p ro y e cto d e refu n d ación abarcaba to d o e l análisis, A b e l decidió
concentrar sus esfu erzos en a clarar algunos a sp e cto s importantes
de la teo ría d e series.
En lo referen te a su viaje, A b e l p r o lo n g ó cuanto pu do su es­
tancia en Berlín. Según lo estipulado cuando p id ió su beca, e l des­
tino p rincipal era P a rís y, de Alem ania, se con sid erab a prioritario
que visíta la Gotinga, donde v iv ía Gauss. P e ro A b e l había o íd o ha­
b la r d e l h erm etism o d e Gauss y, a sabiendas de que es te se m os­
tra b a in accesible, d ecid ió retrasar su visita lo m á x im o posible. Le
escrib ió la sigu iente n ota a H olm boe:

38 EL GENIO OUE SURGIO DEL FRIO


serie de Fourier de cualquier función continua, algo que Falla si se calcula la suma
en sentido ordinario, pues existen funciones continuas cuya serie de Fourier diver­
ge en to d o punto. Quizás este ejemplo no resulte impresionante para alguien que
no sea m atem ático. Sin embargo, si lo es el hecho de que las series divergentes se
utilicen en física. En co ncreto, la igualdad 1+2 + 3 + ...=-1/12, obtenida de considerar
la prolongación analítica al plano complejo de la función zeta de Riemann

*«r"

y evaluarla en el p u n to s = -1, es necesaria para explicar el efecto Casimir, que


asocia una energía finita al va cio (desde el punto de vista de la teoría cuántica de
campos, lejos de «estar vacío», se considera ocupado por ondas electromagnéti­
cas que fluctúan, y cuya energía final no llega a cancelarse completamente, y por
un m ar de partícu la s y antipartículas virtuales que no se observan de manera di­
recta;, p ro d u cie n do estimaciones numéricas que concuerdan con losdatosexpe­
rimentales.

Métodos que aceleran la convergencia


Algunos m étodos de sumación, cuando se aplican a series convergentes, generen
una sucesión que converge a la suma de la serie mucho más rápido que las sumas
parciales de la serle original.de manera que se utilizan para «acelerar la convergencia»
de las series. Euler ya observó que esto se producía en ciertos casos. Por otra parte,
la búsqueda de resultados que garantizasen que si una serie era sumableensentído
generalizado ta mbién lo e ra en sentido ordinario, originó, tras el trabajo del aust/íaoo
Alfred Tauber (1866-1942) de 1897, los llamados «teoremas tauberianos», los cuales
recibieron un enorme im pulso gracias a varias aportaciones del estadounidense Ñor-
bert Wiener (1894-1964) en la década de 1930.

Con gran probabilidad, me quedaré en Beriín hasta finales de febre­


ro o marzo. Entonces viajaré a Gotinga pasando por Leipzig y Haile
N o para ver a Gauss, porque se dice que es intolerablemente reser­
vado, sino por la biblioteca, que, por lo visto, es excelente.

Y es o h iz o . O a l m e n o s lo intentó, porque tenía previsto rea­


lizar la v is ita a G o t in g a a com p a ñ a d o de C relley, posteriormente,
v ia ja r con él a P a rís. S in em b argo, esta expectativase frustró en
el ú ltim o m om en to. T r a s h aber visitado prim ero Leipzig y estando
y a en F r e ib e r g , d o n d e p a s ó un m es en tero porque allí encontró
buenas c o n d ic io n e s p a r a tra b a ja r y donde redactó su artículo so-

EL GEMIO QUE SURGIÓ DEL FRIO


EL VIAJE «TURÍSTICO» DE ABEL

Nieis Henrik Abel, junto con Cassar Peter Mo-


ller Boeck 0798-1877), Baltazar Mathias Keíl-
hau (1797-18S8), Nicolay B. Moller (1802-1860)
y Otto Tank (1800-1864) constituían una élite
cíe jóvenes promesas científicas en las que
Noruega depositaba sus esperanzas. En 1825
los cinco emprendieron un viaje científico por
el continente. El objetivo primario de Abel era
visitar París, el centro mundial de las matemá­
ticas en aquel momento. Sin embargo, des­
pués de su estancia en Berlín decidió cambiar
sus planes para permanecer más tiem po con
sus amigos y visitar juntos Dresde, Praga, Vie-
na, Graz, Trieste, Ve necia, Verona, Bolzano,
innsbruck, los Alpes Dolomitas y finalmente
Basilea, desde donde, en solitario, retomó su Keilhau, padre de la geología
noruega y gran amigo d e Abel. Tras
viaje a París. Puede considerarse que para la muerte d e este, se ocupó d# su
Abel este fue un viaje turístico, aunque nunca prometida Crelly casándose con ella.
dejó de trabajar ni de contactar con matemá­
ticos locales allí donde podía. De todas formas, consciente de que Hasteen no
aprobaba su decisión y de que estaba incumpliendo el programa establecido
en su beca, aprovechó su primera carta para justificarse: «Después de todo,
soy de una naturaleza tal que no puedo, o al menos no sin grandes dificultades,
permanecer solo. En soledad me vuelvo melancólico y entonces no estoy en
el mejor estado de ánimo para hacer nada». V en otro fragmento, tristemente
profético, argumentaba: «Viajaré al extranjero solo una vez en mi vida. ¿Pue­
de alguien culparme por querer ver algo de los usos y costumbres del sur? Yo
soy capaz de trabajar bien en el curso de mis viajes. Si estoy en Viena, y via­
jando desde allí a París el camino más directo pasa a través de Suiza, ¿por qué
no debería verla un poco? ¡Dios sabe que no soy insensible a la belleza de la
naturaleza!».

La ciencia y el dinero público


En pleno siglo xx. el matemático estadounidense Steven Smale (n. 1930) fue
acusado por el asesor científico del presidente Johnson de malgastar el dine­
ro de los contribuyentes en las playas de Río de Janeiro. En su defensa Sma-
ie esgrimió que allí había descubierto la «herradura» — idea geom étrica que
explicaba la presencia del caos en sistemas deterministas— y la demostración
de ia conjetura de Poincaré en dimensión nz5, que le valió la medalla Fields
en 1966. Los científicos, como Abel y SmaJe, tienen que rendir cuentas a quien
los financia, pero deben ser juzgados por la calidad de sus obras, no por el
lugar donde las han llevado a cabo.

40 EL GENIO Q UE SURGIÓ DEL FRÍO


bre el te o r e m a d e l bin om io, rec ib ió una carta de Crelle informán­
dole de q u e su s n u m ero sa s ocupaciones le impedían acompañar­
le. E n to n ces tu v o que o p ta r entre continuar su rata en solitario o,
p o r el c o n tr a r io , c a m b ia rla p o r un viaje más relajado, en compa­
ñ ía de v a r io s d e su s a m ig o s noru egos, a Praga, Viena, Italia y
desp u és a P a r ís . Su c a r á c te r m ela n cólico y su necesidad de com­
pañía le h ic ie r o n o p ta r p o r esta segunda vía, por lo que abandonó
su id e a de v is ita r G o tin g a . D espu és de Todo, com o le escribiría a
Ila n s te e n , la b ib lio t e c a de G o tin g a n o p o d ía «superar a la s de
P a rís».

EL TEOREMA DEL BINOMIO, ANTES DE ABEL

U no d e lo s re s u lta d o s q u e s e consideraron fundamentales para el


desa rro llo d e l c á lc u lo fu e el teorem a de Taylor, que establece la
identidad

/ ( a + ñ ) - / ( a ) + / ' ( a ) A + ^ ^ ñ 3+ - - f £ ^ l i ’ + -
2! n\

bajo cie rta s c o n d ic io n e s sobre la fu nción/ Enparticular, se asume


que la fu n c ió n se p u e d e d e riv a r tantas ve ce s com o se desee, en
todos lo s p u n tos d e un p e q u eñ o intervalo que contiene el punto a.
La fó rm u la in d ic a c ó m o recu p erar e! va lor d e la función cerca de
dicho pu n to (e s d e c ir, a l evalu arla un po co más allá del punto a,
en el pu n to a + h, d o n d e A e s un núm ero de módulo pequeño, a
partir de c o n o c e r io s v a lo r e s de todas las derivadas de la función
en o ( f r'“(o ) d e n o ta la d e riva d a w-ésima de la función evaluada en
dicho p u n to y n ! = l - 2 - 3 - . . . ( r z - l ) . n e s e ] factorial de » ) . A día de
hoy esta ig u a ld a d s e d e d u c e aplicando reiteradas veces el teorema
del v a lo r m e d io a la d ife r e n c ia f ( a + x ) - P (x), donde

^ ,W = / ( a ) + / ' ( a ) A + ¿ ^ A 2+ " ' + ¿ ^ f t "


2! ni
es e l p o lin o m io d e T a y lo r d e la fu nción en el punto d e referencia
h. E ste p r o c e s o lle v a a u na identidad del tipo

<1
El GENO QUE SURGIÓ OO. FRÍO
donde S4 representa un punto — cu yo va lor n o se co n o ce de ante­
mano, p ero cuya existencia está garantizada— que perten ece al
intervalo abierto (a, a + h ) y al im poner ciertas condiciones sobre la
función y hacer que el grado del polinom io crezca de manera inde­
finida, se obtiene el resultado deseado. Sin em bargo, cuando el teo­
rema de Taylor se dedujo por primera vez, no se conocía el leorema
del va lor m edio (introducido por Cauchy en la década de 1820) y,
por tanto, este se demostraba de un m odo com pletam ente distinto.
Un casoparticu lar del teorem a de T a ylor que residí a muy im­
portante es el llam ado «teo re m a del bin om io»,

in (in - 1 )( m - 2 ) -••(/ »- k+ í ) *
( l + tr)*1 *l+m .-t+ •¿r+— +
2!

Cuando m es un en tero positivo, la fórmula se demuestra por


inducción (un m étodo que pasa de lo «p articu lar» a lo «g en era l»)
de forma sencilla. Este caso, que da lugar a una suma finita en el
m iem bro de la derecha, era con ocid o desde los tiem pos cleí filóso­
fo, m atem ático y físico francés Blaise Pascal (1623-161 ¡2). e inclu­
so antes, p ero con la llega d a del cálculo, m atem á ticos co m o el
inglés Isaac N ew ton (1643-1727), el escocés Jamos (ír o g o iy (1638-
1675), el alem án G ottfried Leib n iz (1646-1710). ele., mostraron
interés por hallar una expresión para el binom io (1 +.r)'" que fuera
aplicable para valores arbitrarios de m . C om o se ha advertido, este
resultado se sigue de aplicar el desarrollo de T a y lor a la función
¡C1. Sin embargo, com o pronto observaría Euler, dicho cálculo pasa
por hallar la derivada d e x " para m general, lo cu al se hacía en
aquel m om ento precisam ente usando el teorem a del bin om io y,
por tanto, entrando en un círculo vicioso. P o r supuesto, se sabe
que esta derivada se puede calcular de form a directa aplicando
logaritm os y la regla de la cadena, que prop orcion a el cálculo de
la derivada de la com posición de funciones. Otra técn ica que po­
dría haberse utilizado en la ép oca era aplicar la fórm ula

42 EL G ENIO O UE SURGIÓ DEL FRÍO


EL TEOREMA DEL VALOR MEDIO

Se suporte que la fu n d ón / '.[a,*?]-*!* es continua en el intervalo [a,ó) y es


derivable en todos los puntos del interior de dicho intervalo, Entonces existe
un punto c del intervalo (a,b) tal que la derivada en este punto, es decir, la
pendiente de la recta tangente a la curva en el punto c, satisface la fórmula

Interpretación geom étrica


En térm inos geom étricos esto significa que, para cierto punto c del interva­
lo (a.ó), la recta tangente a la gráfica de fe s paralela a la recta que pasa por
los puntos a )) y (b ,/(& )). Una demostración sencilla se logra con solo
observar que la función, al ser continua en el intervalo [a,61 está acotada,
por loq u e, si la recta que pasa por los punto s(a,f(a)) y 0 / ( 6)) se desplaza
de manera paralela, llegará un momento en el que esta abandonará la curva
f. En ese instante preciso, la «recta desplazada» debe coincidir con latan-
gente a la curva de la función. Este teorema, que se debe a Cauchy, es un
ingrediente fundam ental en Ja prueba del teorema deTaylor y de otros
muchos resultados im portantes del análisis matemático, Incluyendo el teo­
rema fundam ental del cálculo. Su importancia se refleja también en las nu­
merosísimas generalizaciones y variaciones de que ha sido objeto, en espe­
cial durante el siglo xx.

Representación d e la curva K La recta continua corresponde a la tangente a le griflce de /, y lM


rectas en línea discontinua son las paralelas a dicha recta tangente.

EL GENIO QUE SURGtÓ DEL FRÍO


43
en el disco abierto cu yo centro es el orig en d e coordenadas y s„
radio corresponde al m ódu lo de a:0.
A continuación, dem ostró que si las series

son todas convergentes, se v e rific a la igualdad

Con tod os estos in gred ien tes, A b e l p u d o a b ord a r lo que se


co n sid erala p rim era p ru eb a rig u ros a y com pletam ente general del
teorem a del binom io.

ABEL Y LAS ECUACIONES FUNCIONALES

C om o se ha p o d id o com p robar, a lgu n a s ec u a c io n e s funcionales


sencillas tuvieron un papel d e sta c a d o en las pru ebas del teorema
del b in om io p resen ta d a s p o r C auchy y A b e l. De hecho, a ambos
se les considera pioneros en esta nueva ram a del análisis (aunque
existen contribuciones a n teriores p o r m a tem á tic os co m o el fran­
c é s Jean le R o n d d’A le m b e rt (1717-1783)). L a s e n c illa ecuación
o,{pc+y) -a (x )+ a (y ) que A b e l había u sado en su dem ostración del
teo rem a del b in om io había sid o e s tu d ia d a p o r C auchy en 1821,
ju n to con la s ecu a cio n es a(x+ y ) - a (a ) a (jj), a ( xy ) = a (x ) + a(y ) y
ü(xy) = o (x )-a (y ). Estas se co n sid eran , de hecho, de gran impor­
ta n c ia en la te o r ía d e e c u a c io n e s fu n c io n a le s y su estu d io ha
m otiva do num erosas in v estig a c io n e s d e sd e su a p a rición hasta la
actu a lid a d . P a ra a p o y a r es ta a firm a c ió n b a sta rá o b s e r v a r que
uno de lo s te x to s m ás in flu yen tes d e l s ig lo xx en es ta materia,
escrito p o r el m atem á tico p o la c o M a rek K u c z m a (1935-1991), pu­
blicad o en p o la c o en 1985 y tra d u cid o a l in g lés y rep u b licado por
B irk h a u ser (u n a d e la s e d ito r ia le s m ás in flu y e n te s d e l mundo

48 EL GENIO QUE SURGIO DEL FRIO


m atem ático a c tu a l) e n 2009, d e d ic a m ás de trescientas páginas
a su estudio.

«D e d ic a r é to d o s m is esfuerzos a arrojar luz sobre la inmensa


ob scu rid a d que reina actualmente en e l análisis.»
— N ibls H e n iik A bel.

E n tre lo s a ñ o s 1823 y 1827, A b el profundizaría en el estudio


de las ec u a cio n es fu ncionales, y publicó varios artículos que tam­
bién tend rían c a rá c te r fundacional. En el primero de ellos intro­
dujo un m é to d o para, a p a rtir del cálculo de derivadas parciales a
ambos la d o s d e una ecu a ción funcional, resolver ecuaciones que
contenían v a ria s fu n c io n es incógnitas. Particularmente importan­
te fue su s e g u n d o tra b a jo en este tema, donde resolvió lasiguien-
te cuestión: ¿qu é fu n c io n es f{x , y) tienen la propiedad de que la
función f[z , f (x , y ) ) e s sim é trica respecto de las variables x, y, 2?
En térm in os d e e c u a cio n es , se trata de resolver el sistema

/ ( 2 ,/ (a r , 2/ )) - / ( « , / ( í/,r) ) - f (x ,f { y ,z ))
- f í x , f ( z , y ) ) = f [ y , f { x , z ) ) = f {y ,f(z ,x )),

que es una c o m b in a c ió n d e las prop ied ad es de asociatividad y


con m utatividad. Si se p ie n sa e n / ír , y) com o una operación bina­
ria defin id a s o b r e lo s n ú m eros rea les ,/ {x, y )- x ° y (e s dedr, se
in terp re ta la fu n c ió n c o m o u n a reg la que, dados dos números
reales c u a lesq u iera x, y, le s a soc ia un nu evo número real, que se
puede d e n o ta r p o r x o y ), la s ecu a cio n es anteriores se escriben
com o

Z o ( x o y ) - z o {y o X ) = X o [y o ) 2
- x o ( z o y ) - y o (x O2 ) - y o ( z o x),

con lo cual q u ed a c la ro que A b e l buscaba una caracterización de lo


que h oy se lla m a «s e m ig ru p o s conm utativos uniparamétricos». En
un artículo d e 1826, e l m a tem á tic o noru ego demostró que si/(x, y)
satisfacía esta s e c u a c io n e s , en ton ces existía una función g ( í ) tai

<9
EL GENIO SUE SUBGKl D & FSlO
LA DEMOSTRACIÓN DE ABEL: UNA EXHIBICIÓN DE VIRTUOSISMO

La demostración del teorema del binomio revela el dominio de Abel para manipular
cantidades complejas, y la sutileza con la que supo abordar un problema que llevaba
años dando quebraderos de cabeza a las mentes más brillantes de la época. Aquí se
muestra, por primera ve 2( el genio que fue Abel. El noruego deseaba demostrar el
teorema en su máxima generalidad, por lo que asumió que tanto x como m son nú­
meros complejos y, a continuación, tras diversas manipulaciones algebraicas, des­
compuso ta serie binomial en sus partes real y compleja, que se denotan aquí por
p(x) y q(x), respectivamente,
. x A rrKm-T)•■■(m-fc + 1) * . . . . .
<V<rn)*2s~----- -pCjO + rqíx),
le-O *■

y que Abel calculó explícitamente. En concreto, probó que

P ( JO = 1+¿ \ co ste,) I x I* y q ( r ) = A, sen(0, ) |x


*.l

para ciertos números positivos y ciertos números reales 0^, que dependen de los
valores de k y de m. A continuación com probó que

\ .,i * r
X \Jf

converge a |x| cuando k tiende a infinito, por lo que el criterio del cociente le permi­
tía asegurar que si el módulo de x es mayor que 1, la serie binomial diverge, y si es
inferior a 1, converge (independientemente del valor de m ). El caso |x|= l lo estudió
aparte, y probó que si lx| = l. y x » - \ la serie converge. Además, lo mismo
sucede si y m>0, Para el resto de casos, demostró que la serie diverge.

q u e y ) )= g (x )+ 9 ( 3/). Es más, las fu n c io n es / (x , y ), g ( l ) esta­


ban determinadas p o r la ecuación diferen cial (u n tip o de ecuación
que relacion a la función c o n sus d e riva d a s)

a / (x ,y )
<r'(y) 9 'O ) ,
dx ay

cu ya solu ción ca lcu ló d e fo rm a explícita.


P o r últim o, en un artículo d e 1827, A b el res o lvió , para las fun-
c io n e s in c ó g n it a / , g, h , la e c u a c ió n fu n c io n a l c o m p u e s ta

ÉL GENIO QUE SURGIÓ DEL FRÍO


Una solución del bin o m io
En este punto del proceso, Abel ya disponía de las condiciones bajo las cuales se podía
garantizar la convergencia de la serie binomial. En particular, había demostrado que
si M < 1, entonces <p(m) está bien definida para todo valor complejom y es continua,
utilizando ahora su criterio para el cálculo del producto de dos serles convergentes,
probó que<p(n+m) = (p(/?)-<p</n) para valores arbitrarios d e n y m. Escrita en términos
del módulo y el argum ento de los números complejos, esta ecuación se traduce en

t'Cn+m) = f(n K (m )

<Ko+m 5 = <|><ZJ)+ <t>CrD)+ 2 írjc

donde q><m) = f ( / n C o m o fljm ) representa el módulo de ip<m>, se trata de una


función positiva, por lo que puede escribirse como y se obtiene la nueva
ecuación funcional

f(n + m )a F (rr)rF (m ),

en la que la función F e s tá definida para todos los puntos del plano complejo, es con­
tinua, y toma valores en la recta real. En estas condiciones, las únicas soluciones de la
ecuación son de la form a F (m )=affe(m )+fi/m (m ), con a, b números reales. De manera
análoga, la ecuación funcional satisfecha por la función 4 arroja soluciones del tipo
j<m)=a/?e(m) * 2kn (aquí Re(.a*if)-a y /m(a+/fi)=p denotan, respectivamente,
las partes real e Imaginarla del número complejo a+ip).Tras ajustar todos los cálculos,
Abel desenmascaró ios valo res de a, b. a. p para concluirque si h-x=pe?' y M <1 entaices

(p(/77) = p FM.rri)Q- of rnCm; 0í'tn/?*<rT:Wmfro;

que es uno de los valores de (l+;r)m.

g (x ) + g (a/) = k (x jX y ) + que, obviam ente, generalizábala


ecuación de C a u ch y o (x + y ) - a (x )t a (y).
Sus c o n tr ib u c io n e s en este tem a se basaron siempre en redu­
cir las ec u a cio n es fu n c io n a le s que se estaban estudiando a ciertas
ecuaciones d ife r e n c ia le s , que lu ego r e s o lv ía Dado que las ecua­
ciones in ic ia le s n o r e q u e ría n , p o r sí mismas, que las funciones
involucradas fu e s e n d iferen cia b les, el problem a de resolverlas sin
asumir reg u la rid a d a lgu n a se planteaba co m o algo natural. Tanto
es así y tan im p o r ta n te ( y d ifíc il) era esta cuestión, que Hiíbert la

51
0 - GENIO OUE SÚBG1Ó OÍLFW O
prop u so d e m anera ex p líc ita en una n o ta al quinto enunciado de
su fam osa lista d e prob lem as a biertos en el C ongreso Internacional
d e M atem áticos d e 1900:

[... I llegamos al extenso e interesante campo de las ecuaciones fun­


cionales, que hasta la fecha ha sido ampliamente investigado asu­
miendo la diferenciabilidad de las funciones intervinientes. Muchas
ecuaciones tratadas en la literatura, en particular las ecuaciones
estudiadas por Abel de forma tan incisiva, no muestran característi­
cas intrínsecas que requieran la hipótesis de diferenciabilidad délas
funciones que aparecen en las mismas...

R e s p o n d e r a e s ta c u e s tió n ha sid o , d e h ech o, un tem a de


in v e s t ig a c ió n m u y p r o l í f i c o e n e l q u e a ú n h o y se realizan
con trib u cion es d e e n o rm e calado, aunque n o era, p o r sí mismo, el
tem a p rin cip a l d e l quinto p ro b le m a sin o so lo una observación de
c o r t e filo s ó fic o . S i se c iñ e a l e n u n c ia d o p r e c is o d e l problema
p lan teado p o r H ilbert, este se p u ed e expresar, con la terminología
actual, en poca s palabras: se trata de saber si to d o grupo topológieo
lo e a lm en te e u c líd e o es un g ru p o de Lie. O bviam ente, se traía de
un en u n ciad o co rto p e r o técn ico. Pa ra en ten d erlo seria necesario
explica r p o r separad o cada uno de los co n cep tos implicados. Baste
d e c ir que d e trá s d e l p r o b le m a h a y un in te n to d e com prender
algunos aspectos g e o m é tric o s d e l m un do y, en particular, porqué
las tra n sform acion es que preservan distancias (c o n c e p to que por
s í m is m o n o r e q u ie r e la d i f e r e n c ia b ilid a d ) tie n e n buenas
p r o p ie d a d e s a n a lítica s. D e a h í la o b s e r v a c ió n de H ilbert, que
con ecta este p rob lem a d e geom etría con las ecuaciones funcionales
y, en pa rticu la r, c o n lo s m é to d o s e m p le a d o s p o r A b e l para su
resolución.
P a r a m ostra r que e l p ro b lem a d e la regu laridad no tiene una
respu esta fá cil, n i siqu iera pa ra ec u a cio n es fu n cion a les sencillas,
veam os c ó m o se resu elve p ara la m ás sim p le d e todas, la ecuación
fu n cion al d e C a u c h y f (:r-t y) =/{.>■) +/(?/). C o m o y a h em os comen­
tado, C au eh y in trod u jo esta ec u a ció n en su Curso de análisis de
1821, en tre o tra s cosas p a ra estu dia r e l te o r e m a d e l binom io. Él
d e m o stró que si la fu n c ió n / (fr) res u e lve esta ec u a ció n y es conti-

EL GE N IO QUE SURGIÓ DEL FRÍO


S2
nua sobre la re c ta real, en ton ces existe un a cierta constante c tal
quedar) = ex. En 1875, G astón Darboux (1842-1923) demostró que
basta asum ir la con tin uidad en un solo punto. Esto es, en efecto,
sencillo de ve r. Supongam os, sin pérdida de generalidad, que la
función es contin ua en ei cero, y tom em os un punto a cualquiera
de la recta. Si la fu nción es aditiva, entonces para cada punto z 6 jR
se tiene que

= !/ W + Á 0 y f ( 0 ) ~ m = I f a - i O - m

y com o I r - a l s e h a c e pequ eñ o precisam ente cuando a: está cerca


de a, la co n tin u id a d en a s e dedu ce de la continuidad en 0. Dar­
boux d e m o s t r ó a lg o m á s fu e rte . Concretamente, probó que si
existe un in t e r v a lo a b ie rto de la recta, por muy pequeño quesea,
donde la fu n c ió n p e r m a n e c e acotada, y la función es aditiva, en-
tonces e s d e la fo r m a f { x ) = ex. La prueba más elegante que se
conoce d e e s te r es u lta d o se d eb e at matemático español Ricardo
San Juan (1908-1969). F u e publicada en 1946y es uno de los pocos
artículos e s c r ito s e n ca s te lla n o que se considera cita obligada en
todo te x t o d e e c u a c io n e s funcionales. En él, San Juan demuestra
de form a m u y s e n cilla que si una función aditiva no es de la forma
f [x )- c x , e n to n c e s lo s p u n tos d e su grafc, G(f)=\(x,f{x)y. z e R )
forman un su b con ju n to d e n s o del plano. Es decir, para cada pun­
to (o , (?) d e l p la n o y t o d o e> 0, p o r muy pequeño que este sea,
siempre e x is t e un p u n to d e la recta x atal que la distancia entre
los puntos (a , (?) y (x a, f ( x j ) es in ferio r a e, Piénsese que esta es
una prop ied ad e x tra o rd in a ria , pues im plica que las soluciones de
la ecuación de C auchy so n extrem adam ente regulares o extrema­
dam ente ir r e g u la r e s . C o n un p o c o de teoría de la medida, el re­
sultado d e D a rb o u x se p u e d e refin ar mucho más, en otra direc­
ción distin ta. En e fe c to , b a sta que la solución de la ecuación esté
acotad a en u n c o n ju n to c o n m edida de Lebesgue positiva para
que sea n e c e s a r ia m e n te d e la fo r m a / ü j = cr, Esto se deduce de
que si un c o n ju n to / I C E tien e m edida positiva tál> 0, entonces el
conjunto A + A = [x + y: x ,y & A j contiene un intervalo abierto. Se
sigue q u e si f ( x ) e s a d it iv a y su res tricc ión al conjunto A está
acotada p o r la c o n s ta n te M, en ton ces la restricción al conjunto

ELGEN10QUESURGIOD& rMO 5!
A + A , que c o n tie n e un in t e r v a lo a b ie r to , es tá a co ta d a por 2M,
pu esto que si .r, y&A en ton ces

Ifl.r+ y ) I = !/ W I + \M>\ +M=2M .

P o r otra parte, en 1906, G e o rg Ila m e l (1877-1954) demostró,


utilizando el axiom a de e le c c ió n (u n p rin c ip io bá sico d e la teoría
de conjuntos, p e ro n ada co n stru c tiv o), q u e e x isten soluciones de
la ecuación d e C auchy que n o son regulares.

EL G ENIO QUE SURGIÓ DEL FRfO


CAPITULO 2

En busca de la solución perdida

E n 1824 A b e l p u b lic ó a sus exp ensas un breve panfleto


d e se is p á g in a s d e m o s t r a n d o la im posibilidad de resolver la
e c u a c ió n g e n e r a l d e q u in to g ra d o p o r radicales. En Berlín,
A u g u s t L e o p o l d C r e lle r e c o n o c ió la importancia de sus
id e a s y l e o f r e c i ó p u b lic a r e n su revista una versión
a m p lia d a , q u e a p a r e c i ó e n 1826. Sin embargo, Abel no pudo
c a r a c t e r iz a r c u á le s e ra n las ecuaciones resolubles
p o r r a d ic a le s , t a r e a qu e c o m p le tó otro genio precoz
y d e v i d a trá g ic a : É v a ris te Galois.
El 12 de fe b r e r o de 1535, lo s m atem áticos italianos Antonio María
del Fiore Cea. 1506-?) y N ic c o ló Fontana (ca. 1500-1557) dirimieron
sus d iferen cias en un d e s a fío m atem ático público. En este tipo de
batallas, típica s d e l R e n a cim ien to italiano, cada oponente retaba a
su rival a res o lv e r una serie d e difíciles problemas matemáticos con
el objetivo d e au m en tar su reputación y las posibilidades de obtener
un trabajo b ie n rem u n era d o. A m b o s prepararon una lista de pre­
guntas cu yas resp u esta s dependían d e saber resolver dertas ecua­
ciones cúbicas, y ca d a uno guardaba un as en la manga una fórmu­
la secreta que p ro p o rc io n a b a las soluciones. Pero la fórmula de uno
de ellos era m ás p o d e r o s a e ib a a perm itirle humillar a su rival.
Las ecuaciones d e g rad o dos o cuadráticas, aaí+ta+c=0 donde a
es un núm ero d iferen te d e cero, aparecieron por vez primera en pro­
blemas rela cion a d os c o n la m ed ición de áreas, remontándose sure-
solución a lo s b a b ilo n io s h a ce 3600 años. Aunque ellos no disponían
de notación a lgebraica, y p o r tanto carecían de una fórmula general,
sí disponían d e u na re g la para resolver cualquier ecuación cuadrática
con núm eros co n creto s . En n otación actual, el cambio de variable

transforma la e c u a ció n g en eral d e grado dos en la ecuación reducida


2 b2- 4ac
y ----- 7 7 1 - ’

EN BUSCA DE L A SOLUCIÓN PERDIDA


que se resuelve sin más que tom ar raíces cuadradas:

' - 4 ge •Jb1- 4 ac
4a¿ 2a

Teniendo en cuenta que x ^ y - — , se lleg a a la fam iliar fórmula


para la solución general 2a

- & ± v V ~4ac
x ---------------------.
2a
E sta e x p r e s ió n p re s e n ta una p e c u lia rid a d : si la cantidad
&-4ac, llam ada «d iscrim in a n te», es cero, en ton ces la única solu­
ción de la ecuación es

En el caso de que el discrim inante se a p o sitivo, la fórm u la propor­


cio n a dos solu cion es distintas, en co rre sp o n d e n cia con el hecho
de que un nú m ero p o s itiv o tie n e d o s ra íc es cu adradas distintas
(p o r eje m p lo -J9 = ± 3 ). Sin em b argo, cu a n d o e] discrim inante es
negativo, la fórm u la no p ro p o rcio n a so lu cion es reales, puesto que
el cuadrado d e cualquier núm ero real, sea este positivo o negativo,
es siem pre p o sitivo y, p o r tanto, no ex iste la raíz cuadrada de un
núm ero negativo. H asta la a d op ción de los núm eros complejos, en
el siglo xix, lo s m atem áticos considerarían que la ecuación cuadrá­
tica n o tenía solu ción en el ca so d e discrim in an te negativo.

UNA AGRIA DISPUTA MATEMÁTICA:


LA SOLUCIÓN DE LA CÚBICA

N o se hicieron avances significativos en la resolución de ecuaciones


hasta que los m atem áticos árabes iniciaron el estu d io del álgebra
La palabra «á lg e b ra » ( al-jabr) tuvo su orig en en e l lib ro del mate­
m ático persa ai-Juarismi (ca, 780-ca. 850) HLsab al-jabr wa’l-mv-
qabala, escrito en la prim era m itad d e l sig lo ix, y significa «recom ­
p o n e r », pu esto que se tratab a de re c u p e ra r e l v a lo r d e la x que

58 EN BUSCA DE L A SOLUCIÓN PERDIDA


estaba perdido en la ecuación. Con ia misma raíz se llamaba también
«algebrista» a un c o m p o n e d o r de huesos tal, y com o aparece en el
libro Don Quijote de la Mancha, de M iguel de Cervantes. El mate­
mático y p o eta d e l sig lo xi O m ar Khayyam fue el primero en resolver
ciertas ec u a cion es cú bicas desd e un punto de vista geométrico, al
interpretar las s o lu c io n es c o m o puntos de intersección de dos sec­
ciones cónicas, aunque seguía sin disponer de una fórmula general
En 1494, el fra ile y m atem ático italiano LucaPacioli (1445-1517)
publicó su lib ro Sum ma deArühmetica, geometría, proportúmi el
proportúmalita, un co m p en d io de las matemáticas de su tiempo, ins­
pirado en los trabajos d e lo s m atem áticos italianos Leonardo de Pisa,
conocido c o m o Fibonacci ( c a 1170-1250), y Fiero della Eraneesca
(c a 1415-1492), que c o n te n ía un p rim itivo simbolismo algebraico
al llamar a la in c ó g n ita co, abreviatura de cosa. En su obra, Pacioli
consideró la cú b ic a im p o s ib le d e resolver. Este comentario espoleó
al matemático de la U niversidad de B olonia Sapiente del Ferro (1465-
1526), quien o b tu v o p o r p rim era v e z una fórm ula para las ecuacio­
nes cúbicas d e la fo r m a x i+ m x= n. D el F erro transmitió su fórmula
secreta a s u d is cíp u lo F lo re , p o r o tro lado un matemático mediocre. '
N ic c o ló F o n ta n a e r a m ás c o n o c id o co m o Tartaglia ('e l Tar­
tam udo') d e b id o a un s a b la z o que re c ib ió en la cara siendo niño
durante el a s e d io fra n c é s a B rescia y que le desfiguró el rostro para
dificultarle e l h a b la d e p o r vid a . T a rta glia habla descubierto una
fórmula pa ra la s c ú b ic a s d e la fo rm a ari+ m r 2= n y cuando llegó a
los oíd os d e F io r e , es te lo d e s a fió a un reto público. Después de
aceptar e l d u e lo , T a r ta g lia s e e s fo r z ó en resolver otros casos de
ecuaciones c ú b ic a s y lo c o n s ig u ió p o c o antes d e finalizar el plazo
establecido p a r a e l re to . En n ota ción actual, se procedería de la
siguiente m a n e ra p a r a r e s o lv e r la cúbica; la ecuación general de
tercer gra d o a ^ + ó a ^ + a r + d s O s e transform a mediante el cambio
de variable

en una ec u a ció n re d u c id a y:jp i/ + (f'-Q , donde el término en y1ha


desaparecido. H a c ie n d o y = u + v se obtiene:

y * + p y + q = ( u + v j 3+ p ( u i v ) + q = u 3+ í P + (3 u v -t-p '/ u + u) +g

EN BUSCA D€ L A SOLUCIÓN PERDKM Sí


LA IMPORTANCIA DE LAS ECUACIONES ALGEBRAICAS

Las ecuaciones algebraicas aparecen en


múltiples contextos y por eso desde muy
antiguo se han desarrollado técnicas para
intentar resolverlas. Por ejemplo, en la tabli­
lla cuneiforme YBC 7289, perteneciente a la
Colección Babilónica de la Universidad de
Vale, se calcula la longitud de la diagonal de
un cuadrado de lado 30 unidades, lo cual
es equivalente a resolver la ecuación cua­
drática xi ~2 302. Para ello se da una apro­
ximación realmente precisa a >¡2 (en nota­
ción sexagesimal. 1:245110. que en nuestra
n otación decim al se co rresp o n de con

Tablilla YBC 7289, donada en 1912 por©l millonario


I I - 14142129-65 >■ John Plerpont Morgan a la Universidad de Yak

Se creé que esta aproximación tan buena fue obtenida mediante el proceso iterativo
de «división y valor medio».

La sucesión audloactlva
La siguiente sucesión fue propuesta por el matemático británico John Horton Conway
(n. 1937) en 1985: se empieza por cualquier número natural, por ejemplo 11, y a con­
tinuación se cuentan en voz alta los grupos de dígitos que contiene el número ante­
rior, «dos unos», 21, «un dos un uno», 1211, «un uno un dos dos unos». 111221,... gene­
rando así la llamada sucesión «audioactiva» U 21. 1211, 111221,...
Conway se preguntó cuál seria Ja longitud L(n) del térm ino que ocupa la posición
/j-ésima en la sucesión (en el ejemplo anterior, L O ) - 2, L(2 ) - 2 , L (3 )-4 , ¿(4)=6,.„>
La sorprendente respuesta es que, salvo para la sucesión que empieza por 22 y que
es constante, la longitud L(n) para valores grandes de n es proporcional a Xn, donde

y se cum ple que ya+ p y + q =O si u3+vs+ (¡= 0 y 3 u v = 0. Entonces


u y v satisfacen e l sistem a d e ecu a cion es

i í 3 + u3 = -q , u V

D espejand o i? = - q - u a en la prim era ec u a ció n e insertándola


en la segunda, se lle g a a la ec u a ció n de ord e n seis

EN BUSCA DE L A SOLUCION PERDIDA


L la llamada constante de Conway.
ecuación algebraica de grado 71: e$ la ün'Ca solución reaI positiva de Ja siguiente

- 3 x « - 2 x " +6 x '^ 9 ^ .-3 ^ ,_


-12X39+ 7>rM - 7 a * 7* 7 x í6 ' t x ,s-3 > rw + 10 + X 33- $ X3?_2 jrJO-1 0 x 29-3A'2e+ 2 x r'+ 9 x 2fi- 3 x 25+
+, 4 ^ - a ^ - 7 V '+ 9 ^ r 3 ^ - 4 ^ - 1 0 x r - 7 ^ +1 2 ^ A 7 ^ +¿ » - 12x « - ^ - 2 Í t SX^
+x7- 7 x6 + 7a 5~4.x-4+ 12x 3- 6 x2+ 3 x - 6 “ 0.

Sin Jugar a dudas, esta es una de las ecuaciones algebraicas con significado matemá­
tico más extraordinarias que se conocen, Con respecto a la constante de Conway se
s3bequek= 1,303577...

Representación «n al
plano com plejo do las
solucionas de la ecuación
algebraica anterior. El
punto señ alad o a la
derecha se corresponde
e<m la co n sta n te d e
Conway.

U6 +qui - ~ - 0 ,

que se p u ed e r e e s c ñ b ir c o m o

0 3) W " § r = °-

BUSCA 0 6 LA SOLUCIÓN P6R0*QA


E sta es una ecu a ció n cu a d rática en u 3y p u ed e p o r tanto re.
so fverse usando la fó rm u la co n o c id a pa ra las ecuaciones de grado
dos y que se ha o b te n id o co n anterioridad:

V
-Q +
27
2

Sustituyendo en la fó rm u la p ara c 3

3 [¿ ~ + ¿
ns = - q - u i -
2 V4 27'

en ton ces la so lu ción d e la cú b ic a red u cid a es

y~u+v= +
4. 27

F lo r e i o a p o s tó to d o a una ca rta en su batalla co n Tartaglia:


lo s treinta prob lem a s que p re s e n tó en su lista se reducían a resol­
v e r ecu acion es cúbicas d e un m ism o tipo, el que le había enseñado
a r e s o lv e r su m aestro D el F erro, T a rta glia sabía solucionar todos
lo s p rob lem a s d e F io r e y p u so en su lista p rob lem a s que involu­
craban d ife re n te s tip o s d e cú b ic a s y que estaban m ás allá de la
ca p a cid a d de su rival. L a v ic to r ia de T a rta g lia fu e rotunda y le
p ro p o rc io n ó una gran fam a que a tra jo so b re é l la atención de uno
de los personajes m ás p e cu liares d e la historia de Jas matemáticas:
G erola m o C ardano (1501-1576), m atem á tico, m éd ico, ludópatay
h ereje cuya turbulenta v id a está retratad a c o n inusual franqueza
en su Libro de m i vida.
Tras escu char la p r o e z a d e T a rta g lia C ard an o tra tó infructuo­
sam ente d e r e s o lv e r la cú b ic a p o r s í m ism o. O b sesion a d o como
estaba con la solución, e m p e z ó a p re sio n a r a T a rta g lia para que le
revela ra su secreto. P o r su p u esto T a rta g lia se n e g ó a hacerlo, ya
que su reputación se basaba en s e r el ú n ico en c o n o c e r la fórmula
p a r a la cúbica. Finalm ente, en 1539, C ard an o le ten d ió una trampa:
sabía que Ta rta glia esta b a n e ces ita d o d e din ero, pues su humilde

EN BUSCA DE LA SO LUCIO N l-ERDIDA


puesto r o m o p r o fe s o r en B resc ia apenas le daba para vivir, ycon
la prom esa d e un p a tro c in io p o r un n ob le local lo invitó a su casa
en Milán, C a rd a n o fu e un m a g n ific o anfitrión y p o r fin consiguió
vencer la res isten c ia d e Tartaglia, guien le entregó la fórmula para
la cúbica en fo rm a d e p o e m a c ifra d o y bsyo juramento de no des
velarla;

Cuando el cubo está con las cosas


y se iguala a un número completo,
encuentra otros dos números de los cuales sea diferencia

Después considerarás rutinario


que su producto sea siem pre igual
al tercio del cubo de la co sa

Entonces e l resultado general


de sus raíces cúbicas restadas
te dará el valor de la cosa principa].

En el segundo de estos casos,


cuando el cubo perm anece aislado,
observarás los siguientes pasos:
del número rápidamente harás dos partes,
de modo que una multiplicada por la otra produzca
el tercio del cubo d e la cosa exactamente.
Después de las cuales, com o regla general,
sumarás juntas sus raíces cúbicas
y esta suma será lo que buscas.

El tercero d e nuestros casos


se resuelve com o el segundo si te esmeras,
yaque por naturaleza son casi iguales.

Esto encontré, y no co n pasos lentos


en el mil quinientos treinta y cuatro
con fundamen tos muy firm es y robustos
en la ciudad rodeada p o r el mar.

EN BUSCA O E I A SOLUCION OERCHOA


Cardarlo m antu vo e l se c re to du ran te años, hasta que se hito
im p e rio s o pa ra é l p u b lic a r la fó rm u la : L o d o v ic o Ferrari (1622-
1665), su talen toso ayudante, h a bía d e sc u b ierto có m o resolverla
ec u a ció n c ú b ic a g e n e r a l y h a cie n d o un e s fu e rz o extraordinario
tam bién h a bía en con tra d o la s o lu c ió n p a ra la ecuación cuartea
x'+bxi+cx‘+dx+e=Q. M ed ia n te el ca m b io de va ria b le

b
3 / -X + -
4

se con vierte en una ecu ación red u cid a y'+pif+iin+r-Q, sin término
en y 3o equ iva len tem en te

(2 v 'f p‘
r z ) ~ ~ 9V~ r * 4
E l in gen ioso tru co d e F errari co n sistió en observar que si n»0
es solución de la sigu iente ecu a ció n cú bica auxiliar, llamada «ecua­
ció n re s o lv e n te »,

8 u3+ 8pu2+ (2 p !-8 r ) u -< f= Q ,


en ton ces

(y2+b u] ~ ( ^ - z k ) ’
y, p o r tanto,

y2+f +“ -

R e s o lv ie n d o esta ec u a ció n cu a d rática se o b tien e la solución


y de la cu ártica, en la que a p a re ce rá n s o lam en te raíces cúbicas y
cuadradas.
La so lu ción de F erra ri d e p e n d ía p o r tan to de resolver previa­
m en te la ec u a ció n res o lve n te , una cú bica, m ed ian te la fórmula de
Tartaglia, y esta se hallaba p ro te g id a p o r el ju ram en to que su maes­
t r o C ard an o le h a b ía h ech o. Sin sa b er m u y bien q u é hacer, Carda-
n o v iq jó a B o lo n ia p a ra p e d ir c o n s e jo a l y e r n o d e D el Ferro, el
p rim er m atem á tico que había d e s c u b ie rto la so lu ción de la cúbica
A llí, en unos v ie jo s cu adern os que h abían p e rte n e c id o a D el Ferro,

64 EN BUSCA DE LA 50L U C IÓ N PERDIDA


Cardano en c o n tró la so lu c ió n para la cúbica en una forma esen­
cialm ente eq u iva len te a la q u e le había confiado Tartaglia. Al dis­
poner d e u na fu en te independiente, Cardano se sintió liberado de
su juram ento y p u b lic ó las soluciones de la cúbica y la cuártica en
su obra A r e magna (15 45 ), co n ced ien d o el debido crédito a Tar­
taglia, D el F e r r o y F errari. Sin em bargo, Tartaglia enfureció al ver
publicada su fó rm u la y lo co n sid eró una traición por parte de Car­
dano. En u n a d e la s p o lé m ic a s m ás agrias de la historia de las
matemáticas, C ard an o y T a rta glia se cruzaron reproches y acusa­
ciones m utuas y la dispu ta d e se m b ocó en un desafio público. Fe­
rrari ocu p ó e l lu g a r d e su m aestro Cardano en el combate mate­
mático. A n te un a m b ien te h ostil y agresivo, y viéndose con pocas
posibilidades d e su p e ra r al talen toso Ferrari, Tartaglia abandonó
la ciudad desp u és d e l p r im e r día, hundiendo su reputación y con
ella sus e s p era n zas d e un fu turo m ejor.

EN BUSCA DE UNA SOLUCIÓN RADICAL

Una v e z re s u e lta s la s e c u a c io n e s hasta el cuarto grado por los


matemáticos d e l R e n a c im ie n to italiano, la ecuación de grado a n ­
co estaba en e l p u n to d e m ira d e la comunidad matemática, aguar­
dando el n u ev o in g e n io s o tru c o que perm itiese resolverla redu­
ciéndola de a lg u n a m a n era a una ecu ación de grado inferior. Sin
embargo, a p e s a r de t o d o s lo s esfuerzos, el problema estaba en un
punto m uerto. E l o b je t iv o e r a en con trar una fórmula para las so­
luciones a p a rtir d e lo s c o efic ien tes , capaz de involucrar solamen­
te un n ú m ero fin ito d e o p e r a c io n e s aritm éticas (.sumas, restas,
productos y d iv is io n e s ) y e x tra ccio n es de raíces, pero esta fórmu­
la estaba resu ltan d o tre m en d a m en te elusiva y ya en 1799 el mate­
mático a lem á n C a ri F r ie d r ic h G auss (1777-1855) opinó que era
imposible, aunque, c o m o e r a habitual en él, sin dar ninguna pista
o indicación. E n p a la b ra s de A b e l, «G a u ss es com o el zorro, que
con su cola b o rr a sus h u ella s en la arena».
Mientras tanto, una n u ev a cla se num érica se había ido ganan­
do po co a p o c o e l r e s p e to de lo s m atem áticos: los números com­

e s BU5CA DE LA SOLUCION PERDIO*


p ie jo s, fo rm a d o s p o r un n ú m ero r e a l y o tr o d e tip o imaginario.
Cualquier nú m ero rea l m u ltiplicad o p o r sí m ism o es positivo, por
tanto la ecu a ción a ^ = - l n o tien e so lu ción si a: es un número real.
En g e n e r a l e n la fó rm u la q u e r e s u e lv e la e c u a c ió n cuadrática
aaAt bx+ c = 0 d o n de a es un v a lo r d iferen te de cero, aparece la
raíz cuadrada del discrim inante ó2- 4oc, y cuando esta cantidad es
negativa, la ecu ación no tiene so lu cion es reales.
Un fe n ó m e n o m á s in q u ie ta n te s u r g ió d e la fó rm u la para
re s o lv e r la cúbica: c o m o C ard an o o b s e r v ó en su libro, al.aglicar
la fó rm u la a la ec u a ció n z/3—15z/—4 = 0 se o b tie n e y=^l'2+ V^12Í+
+ ^ 2 —7 -1 2 1 , que ca re c e de sen tido p o r a p a re ce r en la expresión
la ra íz cu a d ra d a d e un n ú m ero n e ga tivo . Sin em bargo, es fácil
co m p rob a r que la e c u a ció n tien e una solución perfectam ente vá­
lida, y = 4. A m b o s res u lta d o s p u ed en c o n g ra cia rse si uno aplica
m anipulaciones fo rm a les a la fórm u la que p rop orcion a la solución:
se defin e i = v r-T, es d ecir, se su pone que i es un nuevo tipo de
nú m ero que cum ple la ecnacióni2= - l . C om o i no era un número
real, fu e lla m a d o «u n id a d im a g in a r ia » y se com b inó con los nú­
m e r o s r e a le s p a r a fo r m a r lo s n ú m e r o s c o m p le jo s a + bi,
que se m an ipu lan sig u ien d o las reg la s usuales del á lge b ra y te­
niendo en cuenta que i 2= - 1, tal y c o m o se h a v is to en el capítulo
anterior.
A lr e d e d o r d e 1560, el m a tem á tic o italia n o R a fa el Bombelli
(1526-1572) co m p ro b ó que

(2+¿)3 - 8 + 12¿ + 6 i2 + i 3 - 8 + 1 2 i - 6 - f -
- 2 + l l i - 2 + l l V ^ I » 2 + V -Í2 I

y, d e ig u a l m an era. ( 2 - i ) 3 = 2 —V —121, c o n lo cual v 2+7-421 =


= 2 + i y ^ 2 - ^ - 1 2 1 = 2 - t . A sí, la so lu c ió n d e la c ú b ic a que ha-
b ía s o r p r e n d id o a C a r d a n o e r a ?/ —V 2 + >/—121 + v 2 —<A-121 -
- (2 + i ) + ( 2 - i ) - 4, con lo que se o b te n ía la solución real conoci­
da. E sto n o podía se r casualidad, p e ro los m atem áticos no enten­
dían los núm eros com p lejos y no se encontraron a gusto con ellos
hasta que pudieron darles una interpretación geom étrica: al igual
que los núm eros reales se disponen de m anera geom étrica sobre
una re c ta — la recta rea l— los c o m p lejo s se u bican en un plano

66 EN BUSCA DELA SOLUCION PERDIDA


—el plano c o m p le jo — , d e fo rm a que lo s números reales ocupan
(1 eje de abscisas, y lo s im aginarios puros, el de ordenadas. Lo que
esto significa, en es en cia, es q u e es posible construir un modelo
«real» para es to s «n ú m e r o s im a g in a rios» simplemente si se defi­
nen de form a a p rop ia d a la s operaciones d e suma y multiplicación
para los puntos del plano. D e este m odo, la unidad imaginaria i se
identificaría c o n e l p u nto (0 ,1 ) del plano, y cada número complejo
a+bise c o rre s p o n d e ría co n un punto (a, 6), tal com o muestra la
figura 1. Así, interpretados de m anera adecuada, los puntos del plano
se corresponden c o n estas cantidades imaginarias, que pierden de
esta forma su c a rá c te r irreal, pa ra convertirse de Jacto en objetos
matemáticos tan a cep ta b le s c o m o los mismísimos números reales.
Adem ás, in te r p r e ta d o c o m o un punto del plano, el número
complejo z = a + b i p u e d e d e scrib irse (figura 1) mediante su distan­
cia al o rig en |z¡ = V a 2 + 62 — lla m a d a «m ó d u lo »— y el ángulo 6
—llamado «a r g u m e n to »— q u e fo rm a c o n el sem ieje de abscisas
positivo en sen tido a n tih orario, com p rend ido entre los valores - i
y a y m edido en radian es, u sando la fórm ula
topwvntKkh)»n
z - 1*|(c o s S + is e n 8 ) «|a| e '9. •I planocomplQ|o
da unndmtro e
C O n p ír t* r « |y
De esta form a, la sum a y e l p rod u cto de dos números comple­ Pírt* imaglnarlí.
jos adquirieron ta m b ié n in te rp re ta ­
ciones geom étricas claras: lo s núme­
ros complejos se su m an segú n la ley
del paralelogram o y s e m u ltip lic a n
como el p rod u cto de su s m ó d u lo s y
la suma d e su s a r g u m e n t o s . P o r
ejemplo, sea z = i, e n to n c e s Izl = 1 y
B=n/2, de m a n era q u e m u ltip lic a r
po n consiste en h a ce r una ro ta c ió n
de ir/2 radianes, es d e c ir 90°, en sen­
tido antihorario.
La d e s c rip c ió n g e o m é t r ic a de
los números c o m p le jo s , d e b id a al
matemático fra n cés J ea n -R o b e rt Ar-
gand (1768-1822), a l n oru eg o-d a n é s
Caspar Wessel (1745-1818) y a Gauss,

EN BUSCA DÉ LA SOLUCION PER0OA


67
UNA DEMOSTRACIÓN TOPOLÓGICA DEL TEOREMA FUNDAMENTAL
DEL ÁLGEBRA

Gauss probó que todo polinomio de grado n a l se anula en aJgún punto, resultado
que recibió el nombre de «teorema fundamental del álgebra». La siguiente demos­
tración está basada en una idea topotóg'rca sencilla pero muy poderosa, el «número
de vueltas»: s¡ y (0). 0 £ { 0 ,2 * ] (es decir, si la función y depende de un ángulo 0 tal que
puede tomar un valor com prendido entre 0 y 2ji) es una curva cerrada en eí plano
que no pasa por el origen y $ es una elección continua del argumento (esto es, el
ángulo) de y, entonces el número de vueltas que da y alrededor del origen es

wW.ÍS ¡0 !S L .

Por ejemplo, si r(0)=(xojr o)«<O,O) es constante, entonces ^ y, por tanto, wfihO.


Por o tro lado, si y(fl)=e"*' entonces se puede tom ar ^ = ne y asi w(r)=n. La principal
propiedad del número de vueltas es que permanece invariante por homotopia, es
decir, si la curva y0(8) es deformada d e forma continua en o tra curva y,(#) sin pasar
en ningún momento por el origen entonces w(v0)=

p e rm itió asen tarlos co n b ase firm e y que d ejara n de verse como


m eros artificios. P e r o a h o ra una n u ev a cu estió n ocupaba el centro
d e la in v estig a c ió n m atem á tica. La u nidad im aginaria se había in­
tro d u cid o para r e s o lv e r la e c u a ció n í j = - 1 y, co m b in a d a con ios
n ú m eros rea les pa ra fo rm a r lo s n ú m ero s co m p lejo s , ciertamente
p e r m itía r e s o lv e r cu a lq u ie r e c u a c ió n cu a d rá tica . Sin embargo,
¿cu alq u ier e c u a c ió n a lg e b ra ic a a d m itía una so lu c ió n compleja?,
¿o tal v e z h a bría q u e in tro d u c ir n u e v a s c la s e s d e nú m eros para
r e s o lv e r o tras e c u a c io n e s m ás c o m p lica d a s q u e las cuadráticas?
E l c o n o c id o filó s o fo y m a te m á tic o fr a n c é s Tiene Descartes
(1596-1650) a fir m ó en 1637 q u e c u a lq u ie r e c u a c ió n d e grado n
te n ía e x a c ta m e n te n ra íc es , re s u lta d o q u e lle g ó a s e r conocido
co m o «te o r e m a fu n d a m en ta l d e l á lg e b r a », y cu y a p rim era demos­
tra ció n u n ive rs a lm e n te a c e p ta d a a p a re c ió en la te sis do ctoral de
Gauss en 1799. M ás adela n te Gauss p re sen ta ría otras tre s pruebas
d iferen tes, p a ra d e ja r co n stan cia d e la g ra n im p o rta n cia que daba
a e s te re s u lta d o . E n c o n c r e to , e l t e o r e m a c it a d o a fir m a que si

t ¡8 EN B U S C A DE L A SO LUCIÓ N PERDIDA
«< Y J = o m /<Y)=-1 w (y > 3

U demostración del te o re m a
A partir de un polinom io con coeficientes complejos p(z) de grado n * 1y sin ninguna
0
raíz e s posible deform ar continuam ente una curva constante - ¡ j e ) en la curva Y,( ) = e "
y llegar asi a la co ntradicción 0 = rv(yo) = iv ( Y i) ” n * t - Esto prueba que todo polinomio
complejop(z) de grado n x 1 debe tener alguna raíz, que es precisamente el enuncia­
do del teorema fundam ental del álgebra.

pizj-z'+a^ z n-'+a n 2 « " - 2+ .. ,+Oj z+a0 es un polinom io de grado n


igual o m a y o r q u e u n o c o n c o e fic ie n t e s « , com plejos, entonces
existe un nú m ero c o m p le jo u, (lla m a d o ra íz del polinom io) tal que
PÍa ^ O , e s to es, s i se s u s titu y e la in c ó g n ita z p o r a, en el polino­
mio p el resu ltad o se rá ce ro . P o r e l a lgo ritm o d e la división se sabe
que a, es u n a r a íz d e l p o lin o m io p (z ) si y s o lo si p (z )= ( 2- a ,)g ( 2i),
siendo qíz'j un p o lin o m io d e g r a d o n - í al que podría aplicarse de
nuevo el teorem a . P r o c e d ie n d o ind u ctivam en te se llega a que exis­
ten n nú m eros c o m p le jo s a ,, a , , a n (n o necesariam ente distin­
tos) tales que p ( í ) = ( a - a , ) ( z - a ¿ . .. ( z - o ) .
Esta fa c t o r iz a c ió n , e q u iv a le n t e a l teo rem a fundamental del
álgebra, m uestra q u e cu a lq u ier p o lin o m io de grad on & 1 tiene como
máximo n raíces, y s i lla m a m o s (J,,(J2......f í a l a s raíces diferentes
que aparecen c o n m u lt ip lic id a d (n ú m e r o de v e c e s que se mues­
tran) mt,m z......w r, r e s p e c tiv a m e n te , se cu m ple que

p (z )= a n( 2 - P 1) » . ( z - p z)™>... ( 2 m ,+ to2+ ... +TOt=71,

EN BUSCA DÉ ÉA SOÉUCIÓN “ EFO O A


y p o r ta n to un p o lin o m io d e g ra d o n a 1 tie n e ex acta m en te n raíces,
ca d a una c o n su m u ltip lic id a d , tal y c o m o D es ca rte s había conje­
tu r a d o . T a m b ié n a p a r t ir d e la f a e t o r iz a c id n d e l polinom io
p {z)= z*+ a nl z "-‘+an 2 2 "-2+ . . . + a i ® + a 0 c o n r a íc e s a v ap ....a , se
d e d u c e c o n fa c ilid a d que

« o K - 1) * » . « 2 - • « » .

« 1= ( - l ) ’ ' l( a 1a 2 . . a ^ 1+ ... + a2a 3. . . a j ,

a^ = a í ai + a , a3+ - + ° n - l a, ’

a ^ i = - ( a l + “ 2+ " • + « „ ) •

E sta s fó rm u la s , q u e re la c io n a n lo s c o e fic ie n te s d e l polinomio


c o n su s r a íc e s , e r a n y a c o n o c id a s d e s d e la é p o c a d e Cardanoy
r e c ib e n e l n o m b re d e «fu n c io n e s s im é tr ic a s ele m en ta le s»: simé­
tric a s p o rq u e n o ca m b ia n s i se in te r c a m b ia el ord e n d e las raíces,
y e le m e n ta le s p o rq u e , c o m o d e m o s tr a r o n e l fís ic o , m atem áticoy
filó s o f o Is a a c N e w t o n y e l m a te m á tic o b ritá n ico E d w a rd Waring
(1734-1798), s o n lo s b lo q u e s b á s ic o s de lo s que d ep en d e racional­
m e n te c u a lq u ier o tr a fu n c ió n s im é tr ic a d e las raíces.
Sin e m b a rg o , e l te o r e m a fu n d a m en ta ] d e l á lg e b ra es solo un
te o r e m a de e x isten c ia : a firm a q u e las r a íc e s e x is te n p e ro no pro­
p o r c io n a una fó rm u la p a r a ca lcu la rla s, p o r lo que el problem a de
r e s o lv e r la q u ín tic a p o r r a d ic a le s p e r m a n e c ía inexpu gnable. El
p r o p io G au ss r e a liz ó a lgú n a v a n c e al p r o b a r q u e la s raíces enési­
m as d e la tin id a d , es d ecir, las s o lu c io n e s d e la e c u a c ió n 2 " = 1, eran
e x p r e s a b le s m e d ia n te r a d ic a le s p a ra t o d o v a lo r d e n. E s te no era
un res u lta d o e v id e n te p u e s to q u e la fó rm u la habitual para descri­
b ir la s ra íc e s d e la u n ida d

2kn . 2kn . , „
= co s — -u sen — , k = 1,2 n
n n

u sa fu n c io n e s trig o n o m é tric a s que n o s o n a d m isib les en una solu­


c ió n a lge b ra ica .

70 E N B U S C A DE L A S O LU C IÓ N PER D ID A
En cu a n to a la r e s o lu c ió n d e la ec u a ció n general d e grado
mayor o ig u a l a c in c o , e l m a tem á tic o su izo Leonhard Euier había
publicado en 1738 su s p r o p ia s so lu c io n es a las ecuaciones d e gra­
do in ferior en la s q u e d e m o s tr a b a que la solución d e la ecuación
de grado d o s p o d ía e s c r ib ir s e c o m o V r i , la d e grado tres como
tA + V 5 y la d e g r a d o c u a tro c o m o i Í A r i f B t t f c , siendo A, B, C
soluciones d e u n a «e c u a c ió n r e s o lv e n te » d e grado inferior. Con­
jeturó que ta m b ié n e x is t ía u n a ecu a ción resolvente para las ecua­
ciones d e g r a d o c in c o y s u p e r io r y que, p o r ejem plo, la quíntica
p o d ría r e s o l v e r s e m e d i a n t e u n a e x p r e s ió n d e la fo rm a
tfA + ÜB + y¡C + %/D, p e r o n o p u d o p rob ar este resultado.
A lexa n d re T . V a n d e rm o n d e (1735-1796), matemático, musicó­
logo y p o lític o fra n c é s , in te n tó en 1770 un enfoque alternativo tra­
tando de co n stru ir fó rm u la s que prod u jesen las raíces a partir de
las fu n cion es s im é t r ic a s e le m e n ta le s , lo cual funcionó para los
casos c o n o c id o s , p e r o al lle g a r a la ecu ación d e grado cinco se vio
llevado a una e c u a c ió n r e s o lv e n te d e g ra d o seis, lo que le impidió
seguir avan zan d o e n e l p r o b le m a .

«Si uno quiere progresar en matemáticas, debe estudiar a ios


m aestros y no a los discípulos.»
— N ublb H enkik AlBL

Sin d u d a , l a p e r s o n a q u e m á s in flu y ó en e l trabajo de los


matem áticos p o s t e r io r e s q u e s e o c u p a ro n d e la teoría de ecua­
ciones, in c lu id o A b e l , fu e J o s e p h -L o u is Lagrange, quien, entre
1770 y 1771, p u b lic ó Reflexiones sobre la resolución algebraica
de las ecuaciones. L a g r a n g e a n a liz ó la s soluciones conocidas a
las ecu acion es d e g r a d o m e n o r o ig u a la cu atro tratando de bus­
car un patrón q u e p u d ie r a s e r g e n e r a liz a d o a las d e grado supe­
rior. La p rin c ip a l n o v e d a d q u e in tr o d u jo fu e e l estudio del núme­
ro d e v a lo re s q u e t o m a u n a fu n c ió n cu an do sus argumentos son
permutados, in v e s t ig a c ió n q u e c o n tin u ó e l m atem ático francés
Cauchy y q u e s e r ia u n in g r e d ie n t e fu n d am en tal en la prueba de
Abel. En el tra b a jo d e L a g r a n g e a p a re c e sin duda la primera apli­
cación d e la t e o r ía d e g r u p o s a la t e o r ía d e ecu acion es que cui-

E N BUSCA DE LA SOLUCIÓN P&ROOA



LAGRANGE Y LA TEORIA DE GRUPOS

En los trabajos de matemáticos como Joseph-Louis Lagrange, Augustin-Louis


Cauchy, Abel y Évariste Galois surgieron los rudim entos que luego cristali­
zarían en el concepto abstracto de grupo. Un grup o G es simplemente un
conjunto dotado de una operación interna «: G x G -* G que a dos elementos
a.ó e G les asigna otro elemento a-beG y que cumple las siguientes propie­
dades o axiomas;

- Asociativídad: (a*íO*e=a-(ó*c). para cualesquiera a.b.ceG, es decir, al ope­


rar con tres elementos no importa como se asocien dos de ellos.
— Existencia de elemento neutro: Existe e e G ta l que a -e -e *a = a para cual­
quier a£G , es decir, cualquier elemento operado con el neutro permanece
inalterado.
- Existencia de inverso: Para cualquier a £ G existe o tro elemento denotado
como g 'eG tal quea*a-,=a'l *a=e, es decir, todo elem ento operado con su
inverso produce ei neutro,

Si además en G se cumple esta otra propiedad,

— Conmutad vidad: a * 0 =¿>-a para cualquier a.beG, es decir, no im porta el


orden en el que se operan dos elementos, entonces se dice que es un grupo
conmutativo o abeliano (en homenaje a Abel). Un subconjunto F £ G se dice
que es un subgrupo sí la re stric­
ción de la operación » a F lo con­
vierte en un grupo, Cualquier g ru ­
po G p o s e e s ie m p re d o s
subgrupos triviales: F={e>y F -G .
es decir, el subconjunto formado
por el elemento neutro y él mismo
Un conjunto FCG es un subgrupo
si y solo si dados a .ó e F entonces
a-b-'eF.

El orden de un grupo
Si G es un grupo finito, se llama or­
den de G a su número de elementos,
El teorema de Lagrange afirma que
en todo grupo finito el orden de cual­
quiera de sus subgrupos es siempre
un divisor del orden del grupo. En
particular, si el orden de G es un nú­
mero primo entonces los únicos sub­
grupos de G 5 0 n los triviales. J o s e a h - L o e ií L e g ra rm e

72 EN BUSCA OE L A SOLUCIÓN PE ROIDA


m in a ría e s p e c t a c u la r m e n t e c o n la obra del francés Évariste Ga-
lois (18 11 -183 2).
U n a p e r m u t a c ió n d e un conjun to finito es simplemente una
reord enación d e su s elem en tos, com o cuando se barban ¡ascartas.
Si s e id e n t ific a e l c o n ju n to con los n primeros números naturales
[1, 2, 3 , n ), u n a p e r m u t a c ió n es cualquier ordenación de los
mismos, c o m o (2 ,1 , 3 , n ) donde lo que se ha hecho es intercam­
biar el 1 c o n e l 2 y d e ja r lo s dem ás números en su sitio. Parala
prim era p o s ic ió n p o d e m o s e le g ir entre n números, una vez colo­
cado el p r im e r o , y c o m o lo s nú m eros no pueden repetirse, pode­
m os e s c o g e r n - 1 n ú m e r o s p a ra e l segundo lugar, » - 2 para el
tercero, y a s í s u c e s iv a m e n te hasta llegar a la última posición, para
la q u e h a y u n a ú n ic a p o s ib ilid a d . Es decir, en total existen
n ! - n - (n ~ 1) • ( n - 2 )- . . . •3 •2 -1 ordenaciones distintas opennuta-
ciones d e n e le m e n to s .
Si s e c o n s id e r a , p o r e je m p lo , la función de tres variables
_fií],;i';1.r.l) = : r |+ .r2+ a v , se s a tis fa c e que, para cualquier permutación
de d ich as v a r ia b le s , la fu n c ió n n o cambia, es decir, toma única­
mente un v a lo r , p o r lo q u e s e p u e d e afirm ar que es simétrica Por
otro la do, la fu n c ió n f { x vx v x ^ = (x ,-x .) (x:-x ,j (x -x ¡) dasdodos
valores, f ( x v x 2, x s) o - f ( x v x itx^, cuando se realiza cualquiera de
las seis p o s ib le s p e r m u t a c io n e s d e la s variables, Lagrange probó
que si f ( x t, x x j e s u n a fu n c ió n ra cion a l— es decir, expresa-
ble en fo r m a d e c o c i e n t e d e p o lin o m io s — que toma los valores
distin tos/,, / 2, ..., / r, a l p e r m u t a r sus variables, entonces r es un
divisor d e ni A d e m á s , lo s c o e fic ie n te s A0, A ¡t,.,, Ar ¡ del polinomio
construido a p a r t ir d e lo s valores/,,/,,, ,,.,/r como

Xz) - ( z - f , X¿ - /2)- ..( 2 -/ r) - r í +Ar_,¿r-' +Ar_izr-i*..,*A¡z * \ ,

son fu n c io n es s im é tr ic a s d e x,, xn.


En p a r tic u la r , u na fu n c ió n ra cion a l de tres variables podría
tomar 1, 2, 3 o 6 v a lo r e s d ife r e n te s (lo s divisores de 3!=3-2-1=6),
pero nu nca 4 o 5. E s te t ip o d e argum ento sería fundamental enla
prueba d e A b e l
En 1799, s ig u ie n d o la sen d a iniciada por Lagrange, el matemá­
tico y m é d ic o it a lia n o P a o lo R u ffin i (1765-1822) publicó la prueba

6N BUSCA « LA SOLUCIÓN < «5 0 ® *


que dem ostrab a p o r p rim era v e z la im p o s ib ilid a d d e resolver la
quím ica p o r radicales. Sin em bargo, la c o m p ro b a ció n era muy lar­
ga y com plicada, pues ocu p ab a c e r c a d e quinientas páginas, y no
recibió dem asiada atención p o r pa rte de la com u nid ad matemáü
ca. Ruffini se es fo rzó en o b ten er la o p in ió n d e Lagrange, a quien
tenía en la m ayor estima, p e r o este apenas le p re stó atención. En­
tre quienes tuvieron la p a cien cia y e l in terés en leer con detalle su
dem ostración p ron to surgieron crítica s a cierta s suposiciones no
com probadas C om o consecu encia, R uffini p u b lic ó varias versio­
nes diferentes de su pru eb a a lo la rg o de v e in te años, p ero la opi­
nión generalizada era que se en con trab a in c o m p leta y que la pri­
m era dem ostración esencialm ente c o rr e c ta fu e la de A b e l Entre
los m atem áticos de renom b re s o lo C auchy — p o c o dado, por otro
lado, a elogiar la o b ra d e otros— a la b ó a R u ffini e, inspirado por
él, pu blicó una influyente m em o ria so b re los va lo res que una tim-
ció n podía tom ar cu ando se perm u taban sus argum entos, resulta­
d o que sería fundam ental pa ra A bel. En particular, Cauchy gene­
ralizó e l resultado de Ruffini — según el cu al una fu n d ó n de cinco
variables n o podía tener exactam ente tres o cuatro valores cuando
se perm u taban sus a rgu m en tos— p r o b a n d o que «e l núm ero de
valores que tom a una función n o sim étrica de n cantidades cuando
sus variables se perm utan d e todas las m aneras posibles no puede
ser m enor que el m ayor p rim o p m en o r que n sin ser igual a dos».

LA DEMOSTRACIÓN DE ABEL

E l padre d e A b e l fue ele g id o, a fin ales de 1817, m iem b ro del Stor-


tíng (Parlam ento n oru ego), p e ro apenas unos m eses después cayó
en desgracia al acu sar fa lsa m en te a d o s rep re se n ta n tes en una
sesión, El fin de su carrera p o lític a y sus p rob lem a s con el alcohol
deterioraron seriam ente su salud y lo llevaron a la m uerte en 1820.
A bel, su m adre y sus cin co h erm an os q u edaron en una situación
ec on óm ic a m uy precaria, y fu e su m e n to r H o lm b o e quien consi­
guió apoyo e c o n ó m ic o para que A b e l pu diera acabar e l colegio y
em pezar sus estudios en la U niversidad de C ristianía (actualO slo)

74 EN BUSCA D E L A SOLUCIÓN PERDIDA


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1826, durantí ni
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EN BUSCA D E L » SOLUCION'* * * *

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r
EL DILEMA DE ULAM

El Journal tur dié reine una angewa ndte Mathematik, en cu yo prim er número,
en 1826, aparecieron hasta seis artículos de Abel, fue la la primera revista de
matemáticas de Alemania no controlada p o r ninguna academia. Poco a poco
fueron apareciendo en Europa unas cuantas publicaciones especializadas simi­
lares a esta, en las que los matemáticos presentaban sus principales hallazgos.
Por tanto, para estar al corriente de las novedades en la disciplina bastaba
con acudir a la biblioteca y leer este puñado de revistas. En la actualidad la
situación es mucho más complicada. Se conoce co m o «dilema de Ulam» al
problema planteado por el matemático polaco Stanislaw Ulam (1909-7984) en
su autobiografía Aventures de un matemático:

Hace algunos años, durante una conferencia que pronuncié en Princeton


en los actos de celebración del vigesim oquinto aniversario de la compu­
tadora de Von Neumann, de repente m e puse a e stim a r mentalmente
cuántos teoremas se publican al año en las revistas de matemáticas. Hice
un rápido cálculo mental y llegué a una cifra de cien mil teoremas al año..
SI el número de teoremas es mucho m ayor de lo que es humanamente
posible examinar, ¿en quién fiarse para juzgar qué es importante?

SI el dilema de Ulam planteaba una pregunta de d ifícil respuesta en 7976, año


de publicación de su libro, una solución es hoy en día todavía más acuciante,
debido al crecimiento exponencial del número de revistas y de las facilidades
que proporciona Internet a la hora de d ifu n d ir y p u b lica r el trabajo de los
matemáticos de todo el mundo.

Stanislaw Uam
(derecha) con
Richard
Feynman
(centro) y John
voti Neumann,
cerca de Los
Álamos hada
1949.

76 EN BUSCA DE L Á SOLUCIÓN PERDfDA


en 1821. C o a s o lo d iecin u eve años, Abel presentó a Holntboe una
fórm ula pa ra r e s o lv e r la ecuación d e grado cinco por radicales. En
la aislada N o ru e g a , A b e l n o había tenido noticias de los trabaos
de RuBini s o b re la im posibilid ad de resolver la quinta, y por tan­
to sus es fu e rz o s contin uaban, en la tradición de Euler y Lagrange,
centrados en b u s c a r u n a fó rm u la que proporcionase las solucio­
nes. C o m o H o h n b o e n o fu e capaz de determinar la validez del ar­
gum ento d e A b e l, d e c id ie r o n en viárselo a Ferdinand Degen, el
mejor m a tem á tic o d a n é s d e la época. Degen respondió de manera
amable p id ie n d o e je m p lo s numéricos. Precisamente fue buscando
estos e je m p lo s c o m o A b e l se d io cuenta de un error en su fórmula.
Y lo que r e s u lta n o m e n o s im portante, Degen le proporcionó un
consejo que t e n d ría g ra n d e s consecuencias en la orientación de
su trabólo: « M e r e fie r o a las integrales elípticas. Un investigador
serio c o n c a p a c id a d e s a decu a da s para una investigación de este
tipo no se r e s tr in g ir ía s o lo a la s muchas bellas propiedades de
estas n o ta b les fu n c io n e s , s in o que p odría descubrir un estrecho
de M agallan es q u e c o n d u je s e a las vastas extensiones de un tre­
mendo o c é a n o a n a lít ic o ».
A b el o b tu v o u n a p e q u eñ a ayuda para visitar a Degen y a otros
m atem áticos d a n e s e s en Copenhague. Lo más reseñable de este
Yiqje fue q u e e n su tra n s cu rs o co n oció a Christine, Crelly, Kemp,
quien se c o n v e r tir ía e n su prom etida.
A su v u e lta a C ristia n ía continuó trabajando en la ecuación de
quinto grado. T r a ta n d o d e enm endar su error, Abel empezó a cam­
biar de p a r e c e r y p e n s ó q u e la fórm ula que buscaba no existía, Por
otro lado, sus p r o fe s o r e s y a m igos noruegos, el astrónomo y fisico
C hristopher H a n s t e e n y e l m a tem á tico Soren Rasmussen eran
conscientes d e q u e un g e n io d e la talla de Abel necesitaba entrar
en contacto c o n lo s g ra n d e s m atem áticos europeos para desarro­
llar tod o su p o te n c ia l. P o r ello , consiguieron del gobierno noruego
unabeca d e v ia je p a ra A b e l. E sgrim ieron el argumentode que «una
estanciaen el e x tr a n je r o , e n lo s lugares donde se encontrábanlos
matemáticos m ás s o b res a lie n te s, contribuiría de forma excelente
asu ed u cación c ie n tífic a y eru dita».
En 1824 A b e l h a b ía c o n s e g u id o probar la imposibilidad de
resolver la q u ím ic a m e d ia n te radicales y decidió publicar la de­

e s BUSCA DE LA SOLUCIÓN EERDtDA


m ostración pagan do al im p res o r de su b o ls illo p a ra tener una bue­
na. carta de p resen ta ción ante lo s m a tem á tic o s e u ro p e o s a los que
ib a a c o n o c e r en su in m in en te v ia je. C o m o s o lo p u d o permitirse
un b r e v e p a n fleto d e se is páginas, su p r im e r a dem ostración pubft
cada fue p o c o cla ra y p a rca en d etalles. L a e n v ió a Gauss, esperan­
do r e c o n o c im ie n to d e l gran m a tem á tic o alem án , p e r o parece que
este n i siq u iera lle g ó a a b rir e l s o b r e . L a id e a in ic ia l d e Abel de
visitar a Gauss en G otin ga s e tru n c ó a n te la fa lta d e interés de este
últim o y así am bos gen io s n o lle g a ro n a c o n o c e r s e en persona En
Berlín, sin em b argo, s í c o n s ig u ió im p r e s io n a r a A u gu st Leopold
Crelle, fundador del Journal j u r die reine und angewandteMalhe-
matik, p r im e r a r e v is ta m a te m á tic a a le m a n a n o controlada por
ninguna academ ia, que e n su p rim e r nú m ero, en 1826, publicó una
ve rs ió n am p liad a d e l p a n fleto de A b e l. A l no te n e r que pagar por
la publicación, pu do ela b o ra r m ej o r la d em o stra c ió n y aportar más
detalles. E ste a rtícu lo y un res u m en d e l m ism o que A b e l escribió
en francés para la revista del b a ró n d e F erru sac (1786-1836) dieron
a co n oce r al m un do a] ta le n to so jo v e n n o ru eg o que afirmabahaber
dem ostrad o la im p os ib ilid a d d e r e s o lv e r la quíntica p o r radicales.
A d iferen cia d e lo que su c e d ió c o n R u ffini, e s ta v e z la comunidad
m atem ática fu e re c e p tiv a c o n la s id e a s d e A b e l y le d io crédito por
desentrañar e l m is te rio de esta ecu a ció n .
L a d e m o s tr a c ió n d e im p o s ib ilid a d d e A b e l e s u na pieza de
o rfe b re ría m a tem á tic a y p r o c e d e p o r «r e d u c c ió n al absurdo»; su­
p o n e que e x is te u n a fó rm u la a lg e b r a ic a q u e p ro p o rc io n a las solu­
ciones a p a r tir de lo s c o e fic ie n te s d e la e c u a c ió n gen eral de grado
cin co y sigue d e m an era la b o rio s a c o n una ca d en a d e deducciones
hasta lle g a r a una c o n tra d ic c ió n , p r o b a n d o que la existencia de
tal fó rm u la es im posible. C o m o e s c r ib ió e l fa m o s o m atem ático de
C am b rid ge G o d fr e y H. H a rd y (1877-1947), «R edu ctio ad absur
dum, que E u clid es tan to a m aba, es u n a d e la s m e jo re s armas del
m atem á tico. Es un g a m b ito m u c h o m ás fin o q u e cualquiera del
a jed re z: un ju g a d o r d e a je d r e z p u e d e o f r e c e r e l s a c r ific io d e un
p e ó n o in c lu s o u na p ie za , p e r o un m a te m á tic o o fr e c e la partida».
A b e l em p e z ó su p o n ien d o qu e la e c u a c ió n d e g ra d o cinco

+at & + a3x>+ a.,¿ a¿c + a„= 0

78 EN BUSCA DE L A SO LUCIÓ N PERD ID A


adm itía u n a s o lu c ió n p o r radicales, es decir, supuso que existía
una fó rm u la q u e co m b in a n d o los coeficientes a0, a,,..., median­
te un n ú m ero fin ito d e sum as, restas, productos, divisiones y ex­
tracción d e r a íc e s p r o p o r c io n a b a las soluciones. Su primer paso,
explicado ert d e ta lle en su artícu lo d e 1826 —y no así en su panfle­
to d e 1824— c o n s is tió en p ro b a r que cualquier solución por radi­
cales p o d ía e s c r ib ir s e c o m o

x - g a+ ^ ¡R + g s Í J ? + g 3 4 ^ * ..A g m.ii ¥ r\

siendo m u n n ú m e r o p r im o y R, g0, gr ,.., gn i expresiones que


podían d e s c o m p o n e r s e d e la m ism a form a que a; y así sucesiva­
mente h asta lle g a r fin a lm e n te a fu nd ones racionales de los coefl-
dentes a0, o , , ..,, a4. A d e m á s , '¡ÍR n o se podía expresar como una
función r a c io n a l d e lo s c o e fic ie n te s y de gwg2.... g^¡. Así, en la
expresión d e la s o lu c ió n aparecían distintas raíces anidadas (raíces
dentro d e r a íc e s ) h a s ta lle g a r en el nivel más interior a fundones
racionales (s in r a íc e s ).
P o r e je m p lo , la s o lu c ió n d e la cúbica reducida yJ+pt/+q=0
es, según la fó r m u la d e D e l Ferro-Tartaglia-Cardano-Feirari vista
anteriormente,

pero también a d m ite la ex p res ión equivalente y=$[R+g2 siendo

que es de la fo r m a d e s c r ita p o r Abel.


A contin uación A b e l d edu jo de manera brillante queg^g»...,^
y son fu n c io n e s ra c io n a les de las raíces de laquíntica Así, VR,
que es n e c e s a ria m e n te u n a fu n ción irracional de los coeficientes
Je la ecuación, ¡es s in em b a rg o una función racional de las raíces!
Esta p ro p ied a d , fu n d a m e n ta l p a ra la prueba de Abel, había sido

EN BUSCA DE LA SOLUCION PERCUDA 79


u tilizad a p o r R u ffin i en su m e m o r ia d e 1799 p e r o sin haberla de­
m ostrado. Su co m p ro b a ció n ju stifica la rep u ta c ió n d e A b e l como el
prim ero en r e s o lv e r c o m p le ta m e n te e l m is te r io d e la quíntica Por
ejem p lo, si se c o n s id e ra q u e la s r a íc e s d e la e c u a c ió n cuadrática
a í+ te + c = 0 s o n

-b + 'J b 2- 4 c - b - J b 2- i c
x ¡ ---------- --------- y x ¿ ------------ --------- ,

se c o m p ru e b a co n fa c ilid a d q u e Vh2 - 4 c = x t - x , y p o r tanto la


fu n ción Jb1- 4 c , que es irra c io n a l en lo s c o e fic ie n te s b ye, es por
el co n tra rio ra cion a l en las ra íc e s x t y x v en co n co rd a n c ia con el
resultado g en e ra l d e A b el.
A p lica n d o un ra zo n a m ien to a n á lo g o , A b e l co n clu y ó que cual­
quier radical que a p a reciese en la s o lu c ió n x d e b ía s e r una fundón
racional de las raíces. L le g a d o a e s te p u n to , e l m a tem á tico ya es­
taba prepa ra do para usar e l te o r e m a d e C a u ch y s o b r e e l número
de va lo res que to m a una fu n c ió n ra c io n a l cu a n d o se permutan sus
va lo re s , p a ra lle g a r a u na c o n t r a d ic c ió n y d e m o s tr a r así que la
so lu ción p o r ra d ica les n o p o d ía e x istir.
En e fec to , A b e l p re stó a te n c ió n a h o ra a lo s rad ica les del nivel
m ás in terio r, es d e c ir, a q u e llo s d e la fo r m a ’4 r d o n d e R es una
fu nción racion a l d e lo s c o e fic ie n te s ats,a v ...,a Ad e la ecuación de
g rad o c in c o (e s d e c ir , R e s tá lib r e d e r a íc e s ) y n es un número
prim o. C om o lo s c o e fic ie n te s s o n la s fu n c io n es sim étrica s elemen­
tales de las raíces, se cu m p le e n to n c e s q u e R ta m b ién es una fun­
ció n sim étrica d e la s raíces y, p o r su p a rte, A b e l h a bía demostrado
que ’<ÍR = r (x l, x p. .., a t ) era una fu n c ió n r a c io n a l de la s raíces de
la q u ín tica x v x v ..., x 6. A l p erm u tar las c in c o v a ria b les de r se ob­
tien e un ú nico v a lo r d e R, p o rq u e R es s im é tric a , y p o r tanto 4Tc
tom a los n va lores distin tos d e la ra íz w -ésim a. A l s e r n prim o, Abel
in v o c ó en este pu nto e l te o r e m a d e L a g r a n g e p a ra garantizar que
n = 2 ,3 o 5 — pu esto que n d iv id e a 5 != 5 ■4 ■3 ■2 ■1 = 120 y n es pri­
m o— y el teo rem a de C au ch y p a ra e s ta b le c e r q u e en ton ces n =5 o
W = 2, al n o se r p o sib le el ca so n -3 . En particu lar, e s to significa que
la raíz situada en el n iv el m ás in terio r d e la e x p re s ió n d ebía ser una
raíz quinta o una raíz cu a d rad a S olo fa lta b a p o r tanto analizar cada
caso p o r sep a rad o y d e scartarlo si se lle g a b a a una contradicción.

80 EN BUSCA DE L A SO LUCIO N PERDIDA


El c a s o n = 5 es el m á s se n c illo de excluir porque a partir de
la ec u a ció n p r o b a d a p re v ia m e n te p o r Abel

x ¡ + a 4.r2 + ...+ o u r :;),

donde x v x2,...,x i so n la s raíces de laquínticayaesunaraízquínta


de la unidad d is tin ta d e u no, se sigue que el miembro de ¡a izquierda
toma cin co v a lo r e s d istin tos a l perm utar las raíces, mientras que el
miem bro d e la d e r e c h a c a m b ia su v a lo r con cada permutación y
toma e n to n c e s 5! = 120 v a lo re s . P o r tanto es imposible que ambas
expresiones s e a n ig u a les, y la ú nica posibilidad que quedaes»:: 2.

«¡Q u é cabeza tiene este joven noruego!»


— A dbieíí'M aiie Lbgwídu

Para d e s c a r ta r e l c a s o n = 2 A b e l tuvo que trabajar más duro,


probando q u e en e s e c a s o se cu m plía la ecuación

i ( x , + a 4x ¡ + . . . + a x J - % j \ + h lJ S ,
u

donde h0, A, y S e r a n fu n c io n e s sim étricas de las raíces. Así, al


permutar las c in c o ra íc e s d e to d a s las form as posibles, el miembro
de la izq u ierd a t o m a b a 5! = 1 2 0 v a lo res p e ro el miembro de la de­
recha s o lo 10, al t e n e r la r a íz cu adrad a dos valores posibles y mul­
tiplicarlos p o r lo s c in c o a d m is ib le s d e cadaraíz quinta. Abel llegó
de tai m a n e ra a u n a c o n t r a d ic c ió n que implicaba que la premisa
inicial era falsa- no e x is t ía s o lu c ió n p o r radicales para la ecuación
general d e g r a d o c in c o .
Esto im p lic a b a q u e la e c u a c ió n general de grado tti5 tampo­
co era re s o lu b le p o r r a d ic a le s (s i se m ultiplica la ecuación general
de grado c in c o p o r .r" 4, s e o b tie n e una ecuación de grado n a5 que
no puede r e s o lv e r s e p o r ra d ic a le s ), poniendo así fin a un problema
largamente e s tu d ia d o : s o lo e r a p o sib le resolver de forma general
mediante fó r m u la s a lg e b r a ic a s lo s casos n = 2, r ¡=3 y n =4 ya co­
nocidos. P e r o c u a n d o u n p r o b le m a se cierra, de inmediato surge
otro d e in te ré s ig u a l o m a y o r.

SI
EN BUSCA DE Í.A SOLUCIÓN « * 0®*
UNA SOLUCIÓN A LO IRRESOLUBLE

A p e s a r d e su e s p e c ta c u la r id a d , e l r e s u lta d o de A b e l de 1824, y
su v e rsió n a m p lia d a d e 1825, p r o b a b a n s o la m e n te q u e no existía
una fórm u la pa ra r e s o lv e r m e d ia n te r a d ic a le s la ecuación general
d e q u in to g r a d o 3x ^ + a ^ + a lx + a l)=0. S in embargo, eso
n o im p lic a b a q u e u na e c u a c ió n p a r tic u la r c o m o re5- 3=0 no
p u d ie s e s e r r e s u e lta c o n e s te m é t o d o . D e h e c h o , se sabía que
cie rta s ec u a cio n es c o m o x " - 1=0 s í e ra n re s o lu b les p o r radicales
p a ra cu a lqu ier n ú m ero n a tu ra l n . P e o r aún, e l h a lla z g o d e Abel
ni siq u iera im p lic a b a que e x is t ie s e a lg u n a e c u a c ió n «particular»
que n o p u diese s e r res u e lta p o r r a d ic a le s . T a l v e z siem pre hubie­
se una fó rm u la v á lid a , p e ro d is tin ta p a r a c a d a ec u a ció n particu­
lar, d e m an era q u e n o e x is t ie s e u n a m is m a e x p r e s ió n para resol­
ve rla s todas.
A b e l estaba fascinarlo p o r la t e o r ía de la s ec u a cion es y, cons­
c ie n te de las lim ita cio n es d e su te o r e m a d e im posibilidad, comen­
zó a estudiar c o n d ic io n es q u e gara n tiza sen q u e una ecuación par­
ticular fu ese res o lu b le p o r rad ica les. E ste tra b a jo cristalizó en su
«M e m o r ia s o b re u n a c la s e d e e c u a c io n e s re s o lu b le s algebraica­
m en te», escrita en 1828 y p u b lic a d a en Crelle en 1829, p o c o antes
d e su m uerte. E l p rin cip a l resu ltad o d e A b e l e n esta memoria ga­
rantizaba que una e c u a ció n d e g r a d o n c o n ra íc es <*,, a ¡ , ..., a , era
resolu b le p o r rad ica les si to d a s la s ra íc e s eran expresab les como
fu n c io n e s r a c io n a le s a p a r t ir d e u n a s o la d e e lla s, es decir,
a =12.(0,) sien do R. una fu n c ió n racion a l, y adem ás para cada par
i y j se cu m plía que

R t R / a ^ R / R 'í n j ) .

E sta ú ltim a e c u a c ió n e r a u na c o n d ic ió n d e conmutatividad


(n o im porta e l ord e n en e l que se a p liq u en las fu n c io n es ) y justifi­
c a que el térm ino «a b e lia n o » se u tilice en la te o r ía de grupos como
sinónim o de «c o n m u ta tiv o »
A b el no p u b lic ó m ás tra ba jos e n v id a s o b re la te o ría de ecua­
ciones, p e ro en su co rre sp o n d e n cia c o n C relle y H o im b o o anunció
nu m erosos resultados so b re el t e m a L a in form a ció n contenida en

82 EN BUSCA DE L A SOLUCION PERDIOA


ÉVABISTE GALOIS

Évariste Galois nació cerca de Parts en


1811, hijo de pad re republicano, Después
de ser educado doce años en casa por su
madre, en 1823 e n tró en el Uceo de Louis-
le-Grand. d o n d e se desp e rtó su interés
por las m atem áticas y se fo rjó su espíri­
tu revolucionarlo. Galois intentó por dos
veces acceder a la Escuela Politécnica, la
universidad más prestigiosa de Francia y
conocida p o r el activism o político de sus
estudiantes. Siguiendo el ejemplo de su
padre, se había conve rtid o en un ardiente
republicano, p ero su negativa a respon­
der a ciertas preg u n ta s del tribunal que
lo examinaba, p o r considerarlas obvias, y
su m enosprecio al mism o (la leyenda dice
que tiró un b o rra d o r a uno de los miem­
bros del trib u n a l) lo llevaron al fracaso.
Galois. resignado, e n tró en la Escuela Normal enl830. consideradarmjchome-
nos interesa nte desde el punto de vista científico y mucho más conservadora
en lo p o lítico . Galois se inició en la investigación matemática en 1829 con un
articulo pu blicado sobre fracciones continuas y varios artículos sobre laresdo-
ción algebraica de las ecuaciones. Después de conocer ei trab^o en ecuadores
de Abel, presentó a la Academia de París una memoria sobre las condiciones
para que una ecua ción fuese resoluble algebraicamente. Está fueenvladea
Jean-Baptiste Joseph Fourier, secretario déla Academia, para ser considera­
da para G rand Prix en matemáticas, pero Fourier murió dos meses más tarde
y la m em oria se perd ió. Curiosamente, el Grand Prix de 1830 fue concedido
a Abel (a titu lo p ostu m o ) y al alemán Cari Gustav Jakob Jacobi (1804-1851),

A c o n te cim ie n to s tu rb u le n to s
En julio de 1830 estalló una revolución en París y el rey CarlosXhuyóde Fran­
cia. Galois fue expulsado d e la Escuela Normal después de escribir una certa
al d ire cto r quejándose de que impedía a sus estudiantes sumarse a la revolu­
ción. Se u nió entonces a la Artillería de la Guardia Nacional, una milicia repu­
blicana, que p ro n to seria abolida p o r el nuevo rey. Luis Felipe Durante este
periodo Galois in g re só dos veces en prisión. A finales de meyo de 1832 lúe
herido de m uerte en un duelo cuyas causas nunca han sido adaradas, pero que
se su pone relacionado con una mujer de la que se había enamorado. Lanoche
antes del due lo, consciente de que su final era inminente, escribió frenética­
mente to d o lo que sabia sobre la resolución de ecuaciones por radicales. En
1846, Joseph L iouville publicó en su revista la solución completa de Galois.

EN BUSCA 0 £ I A SOLUOÍW PSÜyOA


estas cartas ju n to co n un m an u scrito in conclu so de 1828 fueron
incluidos postum am ente en sus Obras completas con el título «So-
bre la resolución algebraica d e las ec u a cio n es ». A b el se habíapro-
puesto un a m b icioso ob jetivo : «D a d a una ecu ación de cualquier
grado, determ in ar si p o d ía o n o s e r resu elta p o r radicales». El
m atem ático n oru ego ex p res ó de m anera clara su programa enla
introducción del m anuscrito: «D e esto se siguen de forma natural
dos problem as, cuya solu ción co m p leta com p ren d e toda la teoría
de la solución algebraica de las ecuaciones:

— Encontrar todas las ec u a cion es de un determinado grado


que son resolubles algebraicam ente.
— D ecid ir si una e c u a ció n dada es o n o algebraicamente re-
soluble».

Su prematura m uerte le im pidió alcanzar este objetivo y nun­


ca pu blicó un criterio g en eral para d e cid ir cuándo una ecuación
era resoluble desde un punto de v is ta algebraico. Sin embargo, en
una carta a C relle de 1828 le com u n icó, sin demostración, la si­
guiente condición suficiente: «S i tres raíces cualesquiera de una
ecuación irredu cible d e gra d o p rim o están relacionadas de tal for­
ma que una de ellas pu ede s e r e x p res a d a racionalm ente por las
otras dos, en ton ces la ecuación en cu estión será siem pre resoluble
p o r ra d ica les». Se p u ed e co n jetu ra r b a sta d ó n d e habría llegado
A bel en sus investigaciones de n o haber m uerto tan joven, pero lo
cierto es que le correspon dió a otro genio, Galois, cuya muerte fot
aún más prematura, res o lv e r com p letam en te el m isterio de la re­
solución p o r radicales.
U no de lo s p rin c ip a les res u lta d o s d e G a lo is completaba el
criterio de A bel, d icien d o que una ecuación irreducible de grado
prim o era resoluble p o r rad ica les si y s o lo si cada raíz podía ser
expresada racionalm ente a partir d e otras dos raíces cualesquiera.
C om o el m atem ático a lem án l-eo p old K ron eck er observó en
1856, del teorem a de G a lois se sigu e que si /[,/:) es un polinomio
con coeficientes racionales, irreducible y de grad o primo, y laecua
ció ri/ ('f j= 0 es resoluble p o r radicales, en ton ces o b ie n / ír ) tiene
exactam ente una raíz rea l o bien todas sus ra íc es son reales (si

84 EN BUSCA DE L A SOLUCtÓN PERDIDA


EL METODO DE NEWTON-RARHSON Y LOS FRACTALES

El método iterativo de Newton-Raphson

*
" f\xS
puede aplicarse en el plano complejo para aproximarlas raíces de un polino­
mio. Com o el teorema fundamental de! álgebra garantiza que un polinomio
cié grado n tie ne n raíces complejas, es natural preguntarse a qué rafeconver­
gerá el m étodo empezando en un punto arbitrario x0del plano complejo, Si
se pintan del m ismo color todos los puntos que convergen a ía misma raízse
obtiene la «cuenca de atracción» de dicha raíz, Podría pensarse, desde un
punto de vista geom étrico, que cada punto converge a la raíz máspróxima,
pero la situación se complica en el borde de estas regiones, dando lugar a
complicadas y bellas figuras fractales. Los fractales, de acuerde con el térmi­
no acuñado por el matemático francopolaco Benoít Mandelbrot 0924*2010)
en 1978, son objetos geométricos Irregulares y autosemejantes, que repiten
su estructura a distintas escalas.

1=0
Cutncas de atracción de **-

tuviese al m en o s d o s ra íc es reales entonces todas tendrían que ser


reales pues d e p e n d e n racion a lm en te de las dos primeras), Como
consecuencia d e l re s u lta d o d e Kron eckeres fácil establecer que,
por ejemplo, la e c u a ció n x ' - 4 :r -2 =0 no es resoluble por radicales,
ya que es ir r e d u c ib le , de gra d o prim o y tiene exactamente tres
raíces reales y d o s c o m p leja s. D e esta forma, la poderosa teoría

85
EN BUSCA 0 € L * SOLUCIÓN PEWJOA
creada p o r G alois p e rm itió en c o n tra r p o r v e z prim era ecuación^
particulares que n o eran reso lu bles p o r rad ica les, una tarea en la
que A b e l n o había log rad o el éx ito .

MÁS ALLÁ DE LO IMPOSIBLE

El teo rem a d e A b e l m o s tra b a q u e la e c u a c ió n gen eral de grado


m ayor o igual que cin co n o p o d ía se r resu elta p o r radicales. Galois
fue un p a so m ás allá y p ro b ó ex a c ta m e n te qué ecuaciones podían
s e r resueltas p o r ra d ica les y cu á les no. S in em b argo, esta no es
la ú nica fo rm a d e so lu c io n a r u na ecu a ció n , p o r ejem plo, la cúbi­
ca r f S x - 1 = 0 es res olu b le p o r ra d ica les m ed ian te la fórmula de
D el Ferro-Tartaglia-C ardano-F errari, p e r o tam b ién admite como
resultado

* - 2 c o s g ),

que es u na fó rm u la c o n u na fu n c ió n trig o n o m é tric a en lugar de


una ex p res ión a lge b ra ica co n rad icales.
E l hallazgo d e A b e l n o im p e d ía que la quíntica pudiese resol­
verse m ediante fórm u las que u sasen fu n c ion es trigonométricas u
otras m ás co m p lica d a s. En e fe c to , e l fra n c é s C harles Hermite
(1S22-1901), gran adm irador del tra­
b a jo de A b e l, p r o b ó que la quíntica
p o d ía s e r solu cion a da usando funcio­
n e s e líp tic a s , la te o r ía a la que Abel
h iz o sus c o n trib u c io n e s más impor­
tantes, y el a lem án F é lix Klein (1849-
1925) m o s t r ó la e s tr e c h a relación
ex isten te en tre las ecuaciones degra­
d o cin co, las fu n cion es elípticas y las
sim etrías d e l ico sa ed ro. A sim ism o»;
sabe que la ec u a ció n quíntica admite
una s o lu c ió n a lte rn a tiva usando radi­
c a le s y « u ltr a r r a d ic a le s », donde el
u ltra ira d ical d e l núm ero a es una fuñ­

as EN BUSCA DE L A SOLUCIÓN PERDIDA


ción e s p e cia l q u e s e d e fin e c o m o la única solución real dé la ecua­
ción 3?+x~a= 0.
A d em á s, e n la a ctu a lid a d y a n o es tan importante disponer
de fórm u las e x a c t a s p o rq u e el desarrollo de métodos numéricos
rápidos, e fic ie n te s y fá c ilm e n te implementables en un ordenador
perm ite o b te n e r c u a lq u ie r so lu ción de una ecuación poünómica
con el g ra d o d e a p r o x im a c ió n deseado. Por ejemplo, uno délos
métodos n u m é ric o s m ás co n o c id o s para aproximar la solución de
la e c u a e ló n / (x )= 0 es e l lla m a d o «m éto d o de Newton-Raphson».
También re c ib e e l n o m b re d e «m éto d o de las tangentes» (una rec­
ta tangente a u n a c u r v a e s u n a re c ta que pasa por un punto de
la curva y, j u s t o en e s te pu nto, tien e la misma pendiente quela
curva) p o rq u e se p a r t e d e un v a lo r aproxim ado iniciáis^ obteni­
do por ta n teo , y se s u s titu y e la función/(a:) por su recta tangente
/ T a 5}(- r - ;r q) , u tiliz a n d o e l punto de corte de la tangente con
el eje de a b scisa s — e s d ecir, la solución de la ecuación jlx,)+fíx¿>
{x-xt) = 0— c o m o n u e v a a p ro x im a c ió n x l a la solución (véase la
figura 2).
R e p itien d o e s t e p r o c e d im ie n to se genera el método iterativo

— at„ / (* .)
n *.?
que co n ve rg e a gTan v e lo c id a d a la solución siempre que el valor
inicial i 0se e lija s u fic ie n te m e n te cerca, En la película^/ Blackjwk
se dice q u e N e w t o n le r o b ó e l m éto d o a Joseph Raphson (1668-
1715) p orqu e e s te ú ltim o lo p u b lic ó cincuenta años antes. Aunque
es cierto, se s a b e q u e N e w t o n había descubierto elraétodo para el
caso p o lin o m ia l a n te s q u e R a p h son y que este lo extendió al caso
general, p o r lo q u e e s c o r r e c t o y ju sto denominarlo cea el nombre
de ambos.

EN BUSCA Oí LA SOIUCiOn PSttHOA


CAPITULO 3

D os h o m b res y un Grand Prix:


A b e l, Jacobi y la teoría
d e la s funciones elípticas

Q u iz á s e l tra b a jo más importante de Abel,


aqu el qu e requ irió m ayor esfuerzo por su parte
y cuyas c o n se c u e n c ia s e implicaciones se han revelado
más p ro fu n d a s y diversas, fue su contribución al estudio
de las fu n c io n e s elípticas y, en particular, su teorema de
adición. L a s investigaciones del matemático noruego
en este c a m p o tuvieron su fuente de inspiración en el
trabajo d e L e o n h a rd Euler y Adrien-Marie Legendre.
Toda a p r o x im a c ió n al c á lc u lo que intente abarearloe conceptos
fundamentales d e la m a teria y que aspire a ofrecer ona aproxima­
ción reposada, co n tie m p o para interiorizar las ideas y con material
apropiado p a ra a p r e h e n d e r lo s co n ceptos básicos como la conQ-
nuidad, la d e riva b ilid a d y la integración de funciones, así como sus
aplicaciones g e o m é tric a s y físicas, requiere construir algunos tem ­
plos sen cillos d e fu n c io n e s qu e sirvan de banco d e pruebas para
las distintas id e a s q u e s e v a n a trabajar. N o es necesario inventar
estos ejem plos « d e la n a da », im provisando, porque surgen de forma
natural ( a p a rtir d e c u e s tio n e s interesantes de física y geometría)
y proporcionan p o r s í m is m o s un conjunto de problemas cuya re­
solución a yu da a c o m p r e n d e r la teoría. Se trata de las llamadas
«funciones e le m e n ta le s »: lo s polinom ios, las funciones trigonomé­
tricas, las fu n c io n es ra c io n a les (algebraicas y trigonométricas), las
exponenciales y lo s log a ritm os, así com o Jas Junciones inversas de
las función es a n te r io r e s — cu ando sea posible calcularlas— y las
funciones que s e p u ed en ob te n er a partir de todas las anteriores
mediante o p e ra c io n e s algeb ra ica s y composición de funciones. Es
importante c o n o c e r b ie n tod a s estas funciones y estudiarlas con
profundidad, lo q u e p ro p o rc io n a rá algunas claves fundamentales
para com p ren d er e l cá lcu lo. Sin ir más lejos, está claro que los po­
linomios y las fu n c io n es racionales algebraicas (cocientes de poli­
nomios) ex isten p o rq u e e s p o s ib le sumar, multiplicar y dividir nú-

DOS HOMBRES V U N G R A N O FRIX: AB EL, JACO BI Y L A T EO R fAD ELAS FUNCIONES ELÍPTICAS 31


raeros. Pero, p o r p o n e r un e je m p lo s e n c illo , in trod u cir la fundón
trigon om étrica s e n (0 ) req u ie ro a lg o d e g e o m e t r ía
En con creto, esta fu n c ió n s e d e fin e c o m o e l co cien te del ca­
teto op u esto p o r la h ip oten u sa en un triá n g u lo rectán gu lo (como
e l que s e o b s e rv a en la fig u ra 1), d o n d e la h ip o te n u sa forma un
ángulo 9 con e l ca teto co n tig u o ; y e l h e c h o d e q u e es te cálculo no
dependa del tam año del triá n g u lo (p o r lo q u e se trata d e un núme­
ro p erfectam en te d e fin id o ) s e d e b e al t e o r e m a d e Tales. L o mismo
se puede argum entar p a ra la s o tras d o s fu n c io n e s trigonométricas
directas: el c o s e n o y la tangente.
Así, se descubre que e l c á lc u lo es, en rea lid a d , inseparable de
la geom etría y que, d e h e ch o, e x is te n c u e s tio n e s geom étricas que
m otiva n la in tro d u c c ió n d e id e a s im p o r ta n te s e n e l cálculo. Un
ejem plo d e e llo e s la bú squ eda d e lo n g itu d e s y áreas (e s decir, la
rectificación y la cu adratura d e c u r v a s ), te m a s que llevan a definir
ciertas integrales e intentar calcu larlas. D e s d e esta perspectiva, la
geom etría fue, desd e e l p rin c ip io , u na fu en te d e inspiracicn de la
que bebieron lo s m a tem á tic os d e lo s s ig lo s xvn, xvm y x a que que
rían ahondar en el cá lcu lo y, sim u ltá n eam en te, e l cá lcu lo propor­
cion ó un conjun to d e té cn ica s d e e x tr e m a u tilid ad para el estudio
d e ob jetos g eo m é trico s c o m o ias cu rva s y las superficies.
L o s estu diantes d e c á lc a lo a p ren d en tem p ra n o a hallar áreas
y volúm enes. Si a d em á s s e in ic ia n e n ia g e o m e tr ía diferencíalo
en las ecu acion es d ife re n c ia le s , p r o n to d e s c u b rirá n algunos re­
sultados q u e c a r a c te r iz a n e s to s o b je t o s a p a r t ir de! conocimien-
t o d e c ie r ta s fu n c io n es con propie­
d a d e s y d e fin ic io n e s especiales
P o r e je m p lo , u n a c u rv a en el espa­
B c io q u ed a d e te r m in a d a a partir de
su s fu n c io n e s d e cu rva tu ra y tor­
sión. L a c u r v a tu r a m id e cuántose
d o b la la c u r v a d e n t r o d e cierto
p ia n o , d e n o m in a d o «o s c ila d o r»,
que es el p ia n o que m e jo r se apro­
A b x im a a e lla . L a t o r s ió n establece
(adyacente) c u á n to s e s e p a r a la c u r v a de s«
p la n o o s cu la d o r.

92 DOS HOMBRES ¥ UN UR AN O PRIX: AB EL, JAC O BI V L A T E O R IA DE L A S FUNCIONES ELIPTICAS


P a r t ic u la r m e n t e i m ­
portante fue, e n lo s a lb o res
de la nueva disciplina, abor­
dar desde la p e rs p e c tiv a d e l
cálculoel estu d io d e las c ó ­
nicas, q u e s o n la s c u r v a s
obtenidas a l in t e r s e c a r un
plano y un c o n o rec to . A sí,
por ejemplo, lo s lo g a ritm o s
t
in(tp-r
resultan de c o n s id e r a r e l
4
0
área en cerrada p o r u n a h i­ t
pérbola y el e je d e ab scisa s
entre dos p u n tos d a d o s
R«pr»sírtKlóft
©Tífica tkl ccnetptó
d* logaritmo

y las fu n d o n e s t r ig o n o m é t r ic a s inversas surgen a partir del pro­


blema de la r e c tific a c ió n d e la circu n feren cia
Obviamente, e s ta m e to d o lo g ía se puede aplicar sobre diferentes
curvas, y lo s m a te m á tic o s que com en zaron a desarrollar el cálculo
se pusiere*» d e in m e d ia to a trabajar en esta dirección. No obstante,
descubrieron c o n e s tu p o r q u e la rectificación de algunas curvas
algebraicas s e n cilla s, c o m o la elipse, daba lugar al cálculo de ciertas
integrales que, p o r m ás que se empeñaban, nadie sabía resolver.
Adem ás, a la lu z d e lo s resu ltad os d e la mecánica celeste, que
describían la s t r a y e c to r ia s d e ic e planetas con elipses, larectifica-
ción de estas cu rva s e n c o n c r e to se consideraba fundamental, leib-
niz propuso e l p r o b le m a a G r e g o r y y N e w lo n en 1675. Él estaba
convencido d e q u e p o d ía o b te n e r una expresión cerrada parala
longitud d e l a r c o d e u n a elip se , p e r o lo cierto es que en sus deduc­
ciones había c o m e tid o un e rr o r d e l que se dio cuenta más adelante,
tras revisarlas, a l r e c ib ir la n o tic ia d e que los otros matemáticos
solo lograban r e s o lv e r e l p ro b le m a usando series infinitas.
L o p e o r del c a s o e s que, a raíz d e las aplicaciones geométricas
y físicas q u e es ta s in te g r a le s prom etían, su estudio y, al menos, su
tabulación, re s u lta b a im p e ra tiv o . ¿Sería posible expresar estas
fundones c o m o fu n c io n e s elem entales?

DOS HOMBRES Y U N G R A N D PRIX: AB EL, JAC OB! Y LA TEO RIA DE LAS FUNCIONES 6¡JPT!CAS 93
OBTENCIÓN DE LAS FUNCIONES TRIGONOMÉTRICAS INVERSAS

Sí se tiene en cuenta que la longitud de una curva plana o (f) - (x (f).y ( 0 ) entre los
puntos o ( y y a(f,) viene dada por la expresión

donde Y (f) e / ( O son las derivadas de las com ponentes de la curva a(f). y sé para-
metriza la circunferencia de radio unidad entre los puntos de ordenadas y=Oey=sene
mediante la curva K y ) « ( , / l - y J,y ), la longitud L d e dicho segmento de circunferen­
cia viene dada por

El mismo cálculo, realizado esta vez con la param etrizacidn <p(f)=(cost, sení) entre
los puntos t= 0 y t =9, proporciona el valor

T = J r /( ^ e ñ t7 + ( c ó s í7 d ¡= /( /t = B
O O

LAS INTEGRALES ELÍPTICAS Y EL TEOREMA DE EULER

Se considerará a continuación una elip se d e la fo rm a (x/a)2+(y,'bf=í


y se supondrá, sin p é rd id a d e gen eralid ad , que e l v a lo r de 6 es ma­
y o r que e l de a. E sta cu rva p u ed e param etrizarse usando funciones
trigon om étricas c o n la fó rm u la y (0 )= (a c o s 9 , 6 s e n 9 ). Utilizando
esta ex p resión se sigu e que la lon gitu d d e l a rc o d e elipse compren­
dido entre e l punto P( 1,0) y el pu nto Q(a e o s 9, ó sen 9) es la integral

L = / V a 2sen2í +b2e o s 2£ dt = / Ja 2s e n 2í + V ( 1 - sen 2t) dt


0 0

94 DOS HOMBRES Y UN G RAND PRJX: ABEL, JACOB1 Y L A TE O R ÍA OE L A S FUNCIONES a íP T IC A S


por tanto, se pueden igualar ambos resultados, de manera que

Así, de manera h a b itu a l las funciones trigonométricas inversas se Introducen a partir


del estudio de las funciones trigonom étricas en base a su definición geométrica de­
ducida de los trián g u lo s rectángulos. Sin embargo el proceso podría realizarse de
forma inversa. Se com enzaría con la circunferencia, que es una curva conocida, des­
crita como el conjunto de soluciones de una ecuación algebraica sencilla y, a partir de
su rectificación, se in tro d u ciría la función que representa su longitud de arto (en «te
caso, el arcoseno) y se o bte nd ría la función seno como so función Inversa, lo cual se
logra con solo forzar la igualdad

d o n d e fc2 - -
b‘
Si se d e fin e u n a n u e v a v a r ia b le z c o m o 2 = sen í, por lo que
dz*costdt~ dt, de donde se despeja dt

y si se sustituye e n la e x p r e s ió n de la longitud L, la integral queda


expresada en la fo rm a

L = ifJ v / (l- fc 2sen2i ) d í

dos HOMBRES Y UN GRAND PR1X: ABEL, JACOBI Y LA TEORÍA OE LAS FUNCIONES BJPTCAS
RECTIFICACIÓN DE CURVAS

Si la función o(f)=<x(0, y (0 - z ( fl) parametriza una curva en el espacio, es


posible Interpretar que la variable t representa el tiem po y que a(t) es la po­
sición, en el instante de tiempo f, de una partícula móvil que se desplaza a lo
largo de la curva. Visto asi, la derivada de dicha función es el vector o,(0=(Jr'Cf),
/< /). que muestra la velocidad de la partícula en el Instante t. Esta «ve­
locidad» obviamente encierra dos significados. Por una parte, su tamaño o
módulo ,__ .___________
I a x o I - J x X t f +y'C f)! + z '( f) 2

señala la rapidez con la que se desplaza la partícula y. por otra, su dirección


indica hacia dónde se produce ese desplazamiento. Si se tiene ahora en cuen­
ta que en un movimiento uniforme el espacio recorrido se calcula multiplica!-
do la velocidad por el tiempo, se deduce que en un intervalo infinitesimal üt,
esto es, un intervalo de tiem po muy pequeño, el espacio recorrido por la
partícula será igual a I <r’( 0 1d t y, por tanto, si se integra la expresión entre
dos valores y f,, se calculará la longitud de la curva entre los puntos c t(y y
a(t,), que viene dada por la expresión

Si la curva es plana, se puede suponer que vive en el p la n o z= o , por lo que


los cálculos se pueden repetir simplemente imponiendo z(f)=O.

que es la integral de una fu n ción del tipo

g fr ) .
%/í

donde li(x ) es una fu n ción ra cion a l (u n c o c ie n te d e polinomios)


y P 4( r ) = at.+ a ,x + ar >2+ + a^x4 es un p o lin o m io de grado cua­
tro a lo sumo. C om o c o n se cu en c ia de lo s cá lcu los acabados de
exponer, estas integrales fu eron bautizadas p o r el matemático ita­
liano Giulio Cario Fagnano (1682-1766) c o n e l nom bre de «integra­
les elíp ticas». Si se ca m bia e l p o lin o m io P t( x ) d e l integrando por
o tro de grad o su perior a cu atro, se h ablará d e «in tegra les hipere-
lípticas».

DOS HOMBRES V U N G R AND PR1X: ABEL, JACO BI V L A TEO R IA OE LAS PUNCIONES ELIPTICAS
Las in tegrales de este tip o aparecen también en la rectificación
de otras cu rva s a lgeb ra ica s. P o r ejemplo, Fagnano estudió la lan-
niscata (fig u r a 3 ), una c u rva que matemáticamente se expresará
diferente según s i s e u tilizan coordenadas cartesianas

(* + * > * " & * - * >

o coordenadas p o la r e s

r*= cos(20).

La re c tific a c ió n d e es ta cu rva conduce a !a integral

a la que se r e fe r ir á a p a r tir d e ahora com o «integral lemniscátiea»


(que es, o b v ia m e n t e , un c a s o pa rticu la r de integral elíptica).
A pesar de su a p a r ie n c ia sencilla, esta integra] se resistíaatodo
tipo de m aques y s o lo a d m itía se r resuelta por técnicas que reque­
ran d esa rrollos en s e r ie s infinitas, com o el teorema del binomio.
En cambio, ia in te g ra l

asociada a la c ir c u n fe r e n c ia , era fácilm ente resoluble, no solo


con el arg u m e n to p re s e n ta d o co n anterioridad sino también, por
ejemplo, su s titu y e n d o la v a r ia b le t p o r la expresión t=2s/(l+s1),
lo que la t r a n s fo r m a b a en ía in te g r a l de una función racional.
Entonces, e l m a t e m á tic o s u iz o Jakob Bernoulii (1667-1748) plan­
teó la cu estión d e s i la in te g r a l lem niscátiea definía un nuevo tipo
defunción, d ife r e n te d e la s o tra s elem entales conocidas hastad
momento.
Esta p re gu n ta , si se p ie n s a un instante, se parece mucho al
tipo de in te r r o g a n te s a lo s q u e A b e l se había enfrentado cuando
estudiaba e l p r o b le m a d e la quím ica, pues trata de desvelar si un
determinado o b je t o m a te m á tic o (u n a función, en este caso; un
número, en e l c a s o d e la s e c u a c io n e s algebraicas) se puede obte-

DOS HOMBRES Y UN G R A N O PR(X ; A8EC. JAC O BI Y L A TEORÍA DE LAS FUNCIONES ELÍPTICAS


Curva ieraniscaU
e integral
lemnlscátíca
asociad».

(x 2+ y 2) 2 “ x2- y 2

r / r 3= a 2 (2 a 2 = 1 )

ner en un número finito d e pasos tras aplicar determinados pro­


cesos (bien definidos) a otro s ob jetos ya construidos. De hecho,
las técnicas em pleadas p o r G alois para la teoría de ecuaciones
algebraicas serían utilizadas posteriorm en te con la finalidad de
demostrar que ciertas funciones, entre las que se incluía el cocien­
te 1/ v i - t , no admitían prim itiva elem ental y, por tanto, la fun­
ción

pertenecía, en efecto, a una nueva clase d e funciones trascenden­


tes, más amplia que la de las fu n d on es elementales.
El trabajo de Fagnano term inó por caer en manos de Euler, a
quien de inm ediato le inspiró e l sigu iente h erm oso teorema de
adición: si los números x, y, z están algebraicamente relacionados
de tal m odo que cumplen la expresión

x 1+ y1+ -z 'J- 2 x y J l^ z ' - 0 ,

entonces se satisface la relación

DOS HOMBRES Y UN GRANO PRiX: A B E L JACQB1Y L A TEORÍA OE LAS FUNCIONES ELIPTICAS


Fijados lo s v a lo r e s d e las variables x, y en la ecuación alge­
braica anterior, es claro que esta se puede resolver para la variable
a. Así, e s p o sib le in te rp re ta r e l resultado de Euler afirmando que
la suma d e las lo n g itu d es d e dos áreos de la lemniscataasociados
a dos parám etros x, y da lugar a la longitud de otro arco de lem-
niscata cu yo p a r á m e tr o z es tá algebraicamente relacionado con
los otros dos parám etros. Esto, en realidad, resulta bastante des­
concertante, p o rq u e la in teg ra l lem niscática define en concreto
una función trascendente. Se considera que la teoría de integrales
dípticas nació ju s to cu ando Eu ler demostró este teorema Sin em­
bargo, el v e r d a d e r o im p u lsor d e una teoría coherente para estas
funciones fu e Legen d re.

LA APORTACIÓN DE LEGENDRE

A partir de 179.3, L e g e n d re in ic ió un largo período de investigación


sobre las in tegrales elípticas. Este estudio cristalizó en un extenso
tratado en tres v o lú m e n e s que publicó en 1825,1826 y 1828 bajo
el título general d e Estudio de las funciones elípticas y las inte­
grales eulertcmas. Su a p o rta c ió n más relevante fue, por un lado,
la reducción d e las in teg ra le s elípticas, mediante ciertas transfor­
maciones, a unos p o c o s casos especiales, a los que denominó «for­
mas canónicas d e p rim era , segunda y tercera especie». Además,
dedicó un e s fu e rz o titá n ic o a la evaluación numérica precisa de
estas integrales.
La técn ica d e r e d u c ir una integral general a unos pocos casos
especiales es bien c o n o c id a p o r to d o estudiante de cálculo, porque
se aplica a la re s o lu c ió n d e las integrales de las funciones raciona­
les. Asi, cu ando s e q u ie re h allar una integral del tipo

pQ )
/ dx,
sO )

DOS HOMBRES V U N G R A N O PRIX; ABEL. JACOBI ¥ L A TEORÍA OE LAS FUNCIONES ELÍPTICAS


do n d e p (x), q (x ) so n p o lin o m io s d e c o e fic ie n te s reales, se procede
d e l sig u ien te m o d o : s i e l g r a d o d e l n u m e r a d o r es m ayor o igual
al d e l d en om in a d or, se re a liza rá la d iv is ió n , de m o d o que

P (x ) r jx )
= c (x ) +
? (* ) q {x Y

d o n d e c(x'), r (x ) son p o lin o m io s — s ie n d o c (x ) e l cocien te de la


d ivisión y r ( x ) e l res id u o — y e l g r a d o d e r (x ) tien e que ser menor
que e l de q (x). C o m o la in te g r a l d e un p o lin o m io se calcula de
m an era inm ediata, el p r o b le m a se r e d u c e a l ca so en el que el nu­
m e ra d o r tie n e g r a d o e s tr ic ta m e n te m e n o r q u e el denominador.
A dem á s, se pu ed e su pon er, sin p é r d id a d e generalidad, que el po­
lin om io q (x ) es m ó n ic o , e s to es, e l c o e fic ie n te d e l térm inode ma­
y o r g rad o es la uni dad. C o lo c a d o s y a en esta situación, se hace oso
del te o re m a fu nd am en tal d e l á lge b ra pa ra d e scom p on er e l polino­
m io q (x ) c o m o p ro d u c to d e fa c to r e s lin e a le s y cuadráticos (si se
d e se a h a c e r t o d o s lo s c á lcu lo s co n n ú m eros rea les),

q (x )= (x - .. { x - (x^+a^xx (x3x a;xx 6,)“ '.

y a con tin u a ción se dem uestra que e l c o c ie n te p {x y q{x) se puede


d e s c o m p o n e r c o m o una su m a fin ita d e fu n c io n es racionales de
la fo rm a

Al Bux x C u
------ - — r y d e la fo rm a
( x - r ty ( x 2+ aux - b h)'

para v a lo res aprop ia d o s d e las co n stan tes B u, Ct;, lo que redu­


ce el cá lcu lo d e la in tegra] de cu a lqu ier fu nción racional al cálculo
d e las in tegrales d e unas p o ca s fu n c io n es racionales, que se pue­
d en estudiar en detalle.
En e l ca so d e la s in teg ra le s elíp tic a s , la red u cción realizada
p o r L eg en d re co n d u cía al es tu d io d e las in tegrales

r di *, fd - f Q di
»v a - i 2) y l ( i x i a 2) j a - ñ t i - k V )

TOO DOS HOMBRES Y U N G R AN D PRIX: ABEL. JAC O B! Y L A T EO R ÍA DE L A S FUNCIONE5 ELÍPTICAS


que re c ib e n e l n o m b r e d e in tegrales elípticas de primera, segunda
y tercera e s p e c ie , r e s p e c tiv a m e n te . Si se sustituye en ellas la va­
riable t p o r la e x p r e s ió n í = sen 0, y se tienen a i cuenta los pará­
metros n, k, e s ta s in te g r a le s quedan expresadas porlas funciones

$ n ffl ♦ y— ■ ■ .

m ,k )
o V l - * s e n 20 o

‘ da
o (1 + n s err 0)-/l - á 2s e n V

respectivam ente, d o n d e 4 »=arcsen (xj. Legendre, motivado porlas


aplicaciones q u e te n ía n en m ec á n ic a celeste, tabuló estas funcio­
nes, para lo q u e n e c e s it ó d em ostrar que verificaban ciertas rela­
ciones fu n c io n a le s e id e a r va rio s m étodos iterativos.

EL PÉNDULO SIMPLE

Uno d e lo s p r o b le m a s d é fís ic a en lo s que aparecen, de forma na­


tural, las in te g r a le s e líp tic a s , es e l estudio del péndulo simple. Si
se asume que la ú n ic a fu e r z a que interviene en el movimiento del
péndulo es la g r a v e d a d , e s fá c il deducir que la ecuación que go­
bierna d ic h o m e c a n is m o , e s c r ita en términos del ángulo 0(í) que
forma la v a r illa d e la q u e e s tá suspendido el peso con el eje de
ordenadas en el in s ta n te t, v ie n e dada por

0 " ( O + — sen 0(t )- O ,


L

donde g es la c o n s ta n te gravita cion al, L la longitud déla varilla y


0" indica la s e g u n d a d e r iv a d a d e la expresión del ángulo respecto
del tiem po. S e s a b e que e l m ovim ien to del péndulo es periódico
porque n o e x is t e ro z a m ie n to , d e manera que al no haber pérdida
de energía, to d a la e n e r g ía c in é tic a acumulada en el momento en


OOS HOMBRES Y U N G R A N D PRIX: A B E N JAC O B! Y L A TEORIA DE LAS FUNCIONE OM ICAS
H M W
r - —

FÓRMULAS PARA 6L SENO V EL COSENO DE UNA SUMA

La tabulación de las funciones seno y cos9 se apoya, de forma muy evidente,


en las fórmulas

sen(9+■cp)= sen ecos cp+ eos Osen qp


cos(9+<p) = eos 0 eos qp- senflsen<p

y sus corolarios, las fórmulas del ángulo doble y del ángulo m itad (poreiem-
plo, cos20= cos’ 0 - sen'o). Una form a elegante de d ed u cir estas fórmulas
consiste en observar que la m atriz (un c o njunto de números agrupados en
filas y columnas dispuestas sobre una tabla rectangular) asociada a/?,, don­
de R representa la rotación del plano (en sentido antihorario) de un ángulo
0, viene dada por

cose -sene
sene cose.

Al componer dos rotaciones, los ángulos se suman (prim ero se rota un ángu­
lo y a continuación el siguiente) y, como consecuencia, el producto de las
matrices asociadas a dos rotaciones coincide con la m atriz asociada a la ro­
tación de la suma de sus ángulos, por lo que

coste+<p) -sen(0+p)
servís - c ) coste+g>) I

Las fórmulas para el seno y el coseno


de una suma se deducen de igualar
términos en la identidad anterior tras
realizar el p roducto indicado en el
miembro de la derecha. Este tipo de
expresiones son más difíciles de ob­
tener en el caso de las funciones elíp­
ticas, pero Legendre se las ingenió
para calcularlas, lo cual resultó de
extrema utilidad en su construcción
de tablas de valores para dichas fun­
dones.

Ejemplo de rotación a ntlhoraria y su efecto


sobre un troto del plano.

102 DOS HOMBRES Y UN G R AN O PRIK: ABEL, JACO B! Y LA TEO R IA OE LAS FUNCIONES ELIPTICAS
el que la v a r illa s e e n c u e n tr a alin eada " ------------
con la fu e r z a d e la g r a v e d a d d e b e resti- *
tuirse en e n e r g ía p o te n c ia l y, p o r tanto, .... i .
la varilla su b irá h a s ta o c u p a r la m ism a l
altura d e sd e la q u e se d e jó ca er e l peso B \
inidalm ente, y e l m o v im ie n to se repro- ■\ \
ducirá d e n u evo, p e r o en se n tid o inverso \ \
hasta que e l p e s o v u e lv a a o cu p ar su po- \ Y
sición in icial ( v é a s e la fig u ra 4). \ \
S is e c o n o c e e l á n g u lo d e sd e el cual \ \
se suelta e l p e s o , u n a p r e g u n ta intere- T'-.. . \\
sante es, p u es , c u á l v a a s e r e l p e río d o ....
^resultante, e s t o e s , e l tie m p o m ín im o .............. \
entre dos in s ta n te s e n lo s q u e e l péndu- ■ a
lo se en cu en tra e n la m is m a p o sició n y tí
con la m ism a v e lo c id a d . P a r a responder, ■ \í
es necesario r e a liz a r a lg u n o s cá lcu los • \
sencillos. M u lt ip lic a n d o la e c u a c ió n ■
del m o v im ie n to p o r 9 '( í ) e integran do,
se obtiene q u e

DUflMnüd»
péndulo(impla.
donde c es u na c o n s ta n te d e s c o n o c id a Ahora bien, si 0(0)=a es
el ángulo m á x im o d e l p é n d u lo , entonces

Se sigue que

2 I

y, tomando la raíz p o s itiv a e integrando entre O yó,

DOS HOMBRES Y U N t í R A N O P R IX : AB EL. JAC O BI Y LA TEORIA DELAS FUNCIONES ELÍPTICAS


Es decir, el período del péndu lo vie n e dado en términos de la
integral elíptica de prim era especie,

----------- p a i — —
3 sen — sen2-
2 Z)

Es más, lleg a d os a este pu nto n o es d ifícil dem ostrar que el


cálculo explícito de la fu nción 8( í ) pa sa p o r hallar la función in­
versa de una integral elíp tic a

LA CREACIÓN DE UNA TEORÍA

Cuando Degen recom en d ó a A b el que se dedicase a las integrales


elípticas, él sin duda siguió el co n sejo y se dispuso a estudiar las
contribuciones de Euler y Legendre. A b el no se dem oró en tener
ideas propias sobre esta materia, pues ya en 1823, durante su visi­
ta a Copenhague, m ostró a D egen un pequ eñ o artículo en el que
se utilizaba la idea de invertir las funciones elípticas. Es mis, según
declararía posteriorm ente H olm boe, A b e l había redactado varios
m anuscritos sobre es to s tem as c o n an terioridad a su viaje por
Europa, en 1925. Sin em bargo, n o fue hasta d ich o viaje cuando
A bel se decidió a dar m ía form a definitiva a sa s ideas y publicarlas,
cosa que hizo en una larga m em oria titulada "Investigaciones sobre
las funciones elípticas», aparecida en Crelle, en los volúmenes de
1827 y 1828.
La prim era contribución im portan te fue d ecid ir que las fun­
ciones inversas de las funciones que aparecían co m o resultado del
cálculo de integrales elípticas m erecían atención. En su primera
aproxim ación al tema, A b e l concentró su interés exclusivamente
en la s integrales elípticas d e prim era especie. Adem ás, se dispuso
a estudiar de form a directa la integral

104 DOS HOMBRES V UN GRANBPHIX; ABEL. JACOBI V LA TEORIA DE LAS FUNCIONES ELÍPTICAS
que, d e b id o a su s s im e tr ía s , con sid erab a más interesante que
]a fo rm a c a n ó n ic a p r o p u e s t a p o r Legendre para estas fun­
ciones. E n to n c e s s e p la n t e ó in v e s tig a r la función ó ® tal que
t}(n(x)y~x. En o t r a s p a la b ra s , s e ocupó del problema de la inver­
sión de la fu n c ió n a f i r ) , b u sc a n d o la función <pfir) que resolvía
la ecuación

Ui,
o \j(Í-ch*Xl+eH2)

Este p r o c e s o de in v e r s ió n se pu ed e hacer, en primera instan­


cia, cuando se c o n s id e r a la fu n c ió n a fir ) restringida al intervalo
[0,1/c], pues la fu n c ió n es estricta m en te creciente en dicho inter­
valo, siendo su v a lo r m á x im o

— = ’f dt
2 ” o yj(l-c‘t‘XUelt2) ’

Esto significa, en p a rtic u la r, que la función inversa <|>Ca:) está bien


definida, en tal p u n to del p ro c e s o , sobre el intervalo (0,to/2], y ade­
más satisface <|>(0)=0 y <|>(cu/2)=l/'c.
A contin uación , A b e l se plan teó estudiar las propiedades que
tenían las fu n d o n e s o b te n id a s d e este modo, a las que bautizó con
el nombre d e «fu n c io n e s e líp tic a s ».
Para e m p e z a r , e x t e n d ió su d om in io de definición a todo el
plano co m p lejo [e x c e p to , quizás, irnos pocos pu n te aislados don­
de la fu ndón se h a c ía in fin ita ) y dem ostró que estas funciones eran
periódicas p o r p a rtid a do b le. E sto significa que existían dos núme­
ros c o m p le jo s w t, w2 lin e a lm e n t e independientes, tales que
♦(*)= w ¡)= <(>[2+ w,¿) p a ra to d o z.
Con e l fm d e e x t e n d e r su s fu n cion es más allá del intervalo
(íl,iú/2|, i n tro d u jo la s fu n c io n e s auxiliares / ( a ) « v l - c y ( a ) y
P (a )» (a ) (ta m b ié n doblem ente periódicas), y probó el
siguiente teo rem a d e a d ició n :

, , _ t (a )/ (P )/ - íP )«# P )/ (« )f(Q )
* W " 1+ c W ( « ) 4 2(P )

DOS HOMBRES V UN G R A N O P R 3 X: A B E L . JACO BI Y I A TEORÍA DE LAS PUNCIONES ELÍPTICAS 10$


/ ( g . ) / ( P ) - c V a ) ^ ( P ) F ( a ? f (P )
/ (a + K )
l + e 2c 2<¡>2(a)(|>2( 0 )

rr , p-, J W ( P ) * « * * a > K fi)/ (« )/ (P )


' J l+ e 2cz<¡>z(a>|>2(0)
N o hay que desanim arse aI c o n te m p la r estas fórmulas por su
a specto en revesado. En realidad, lo fu ndam en tal en ellas, lo que
debem os recordar, lo que dem uestran y fu e utilizado p o r Abel con
enorm e rendim iento, es que el v a lo r de la fu nción elíptica en el
punto a +■0 se puede rescatar a p a rtir de los va lores de esta función
en los puntos a, 0. Es esta p ro p ied a d en co n creto la que le permi­
tió exten der d ich a fu nción fu era d e l in terva lo [0,co/2j, De hecho,
tras algunos cálcu los a lge b ra icos sen cillos, co m p rob ó que la fun­
ción se podía d efin ir so b re to d a la r e c ta real, donde era periódica
con período_igu al a 2 tu. A d em á s, ca m b ia n d o la variable t por it,
donde i - es la unidad im aginaria, y estudiando las propieda­
des de la integral elíp tica corru gad a

a {x ) - ¡ ~ r - - dt :
J»V(l-e¥ )(l+e¥ )

dem ostró que, si se in trodu cía la con stan te to 7 2 —5 (1 ! e), enton­


ces es p o sib le d efin ir la fu n c ió n <¡> so b re e l e je imaginario, donde
se co m p orta c o m o una fu n c ió n p e r ió d ic a c o n p e ríod o 2<o’. Final­
m ente, ob serv ó que e l te o r e m a d e a d ició n que acababa de probar
perm itía ex te n d e r i¡ a to d o el p la n o co m p lejo, e x cep to en los pun­
tos que pertenecen a l / 2(co + iw r)Z +1 / 2(w - ico ‘)Z , donde la fun­
ción tiene p o lo s sim p les (singu larid ad es, pu ntos donde la función
s e h a ce in fin ita ), c o m o una fu n c ió n p e r ió d ic a c o n períodos
w ,= co + iu i'y za,= co-í'co1.
U n o d e lo s o b je tiv o s p rin c ip a le s (s i n o el prin cipal) de este
prim er artículo d e A b e l era resolver, p ara la fu nción <|>, el problema
d e la división. Es decir, q u ería c o n o c e r una ex p res ión que deter­
m inase e i v a lo r d e <j>(a) en térm in os de <j>(m a), o lo que es equiva­
lente, identificar ij>(cc/m) en térm in os de tp( « ) . Este problem a tenía
un origen g eom é trico y equivalía a d e cid ir para qué valores alteros

toe O OS HOMBRES Y 'JN G R AND PRIX: ABEL, JAC O BI Y L A TEORIA CE LAS FUNCIONES ELIPTICAS
LIOUVILLE Y LAS FUNCIONES ELIPTICAS

Uno de los teorem as fundamentales de la teoría de funciones de variable


compleja, el teorem a de Liouville, afirma que si una función es derivadle en
sentido com plejo en todos los puntos del plano complejo, entonces o bien no
está acotada o bien es una constante. Este teorema tiene importantísimas
aplicaciones, entre las que destaca la demostración, como corolario suyo, del
teorema fundam ental del álgebra. Curiosamente, también esté relacionado
con fas funciones elípticas. De hecho, Joseph Liouville probó este resultado
tras estudiar las Obras compfetas de Abel, En aquel momento se Interesó por
la doble periodicidad de Jas funciones elípticas. Su alumno, Charles Hermite,
le había m ostrado una prueba muy sencilla y elegante, basada en los desarro­
llos de Fourier, de que una función real de variable real, caso de tener dos
períodos independientes (es decir, Hnealmente Independientes sobre¿cuer­
po de los núm eros racionales), debe ser constante. La demostración de este
hecho consistía en desarrollar la función en serie de senos y cosenos respec­
to de uno de los períodos y, a continuación, forzar la identidad entre esta y
su traslación con respecto del segundo período. Usando la expresión para el
seno y el coseno de una suma en las series de ambos lados de la ecuación, se
llegó a una id e n tid a d del tip o

. 0, pare A-U....*

donde u, p son los periodos de la función y

es su desarrollo de Fourier respecto del período a. Si p/a es un número Irra­


cional — núm ero cuyos decimales son infinitos y no presentan níngura perio­
dicidad— , las igualdades anteriores forzaban que 3^ = 0 para ta l y lafunción
era, por tanto, constante. Liouville demostró este resultado primero para las
funciones holom orfas doblemente periódicas y, después, para las funciones
enteras, En particular, de la doble periodicidad de las funciones elípticas se
dedujo que estas deben tener alguna singularidad (y. gracias a la periodicidad.
Infinitas singularidades). Fue justo Liouville quien identificó las funciones elíp­
ticas con las funciones meromorfas doblemente periódicas, que es la forma
habitual de presentarlas en la actualidad.Recuérdeseque«holomorfa»$ign¡-
fica «derivabte co m o función de variable compleja» y «meromorfa», que es
holornorfa en un abierto, al que se ha borrado un conjunto discreto de puntos
(donde se dice que tiene singularidades aisladas) y que, si a es una de tales
singularidades, entonces la función (z-e)N/(z) es derivable en a para algún
entero p o sitivo N,

DOS HOMBRES y U N G R A N O P R IX ; AB EL. JACOBI Y LA TEORÍA D E LAS njNCIONES ELÍPTICAS


«7
m era p o sib le calcu lar — m ed ia n te sum as, prod u ctos, divisionesy
extra cción d e r a c e s — las c o o r d e n a d a s d e l pu n to d e la circunfe­
rencia d e rad io la unidad que d efin ía un a c ó de circunferencia de
longitud 2uc/m, que es el pu nto

' 2* 2n
e o s ----, sen —
( m m )■
Se trataba de un p r o b le m a q u e s e h a b ía p la n tea d o en la Grecia
clásica, p e rm a n ecien d o a b ie r to h asta la lle g a d a de Gauss, quien,
en sus LHsqvisüiones arithmeticae, h a bía estu dia do el problema
de clasificar lo s p o líg o n o s reg u la res que se podían construir con
r e g la y compás. Gauss d e m o stró que s i » i = 2 tp ]p ,...p ( para ciertos
fc > 0 y íaO , donde to d o s lo s n ú m ero s pi eran prim os de la forma
p; = 2 8' + l para algún v a lo r e n te ro n > 0 (p rim o s de Fermat), en­
tonces el p o lígo n o regu lar d e rn la d os se p u ed e construir con regla
y compás. El m atem á tico alem án a firm ó que su condición es tam­
bién necesaria, p e ro n o lle g ó a p ro b a rlo . L a dem ostración de este
hecho llegaría de m anos d e l fra n cés F ierre W antzel (1814-1848) en
1837. A b e l se o b ses io n ó c o n r e s o lv e r e l p ro b lem a correspondien­
te pa ra la lem n iscata, y e s o le lle v ó a e s tu d ia r ( y solucionar) el
prob lem a de la d ivisión para las fu n c ion es $ que acababa de intro­
ducir y a aplicar sus resultados a l c a s o e= c= 1, que es e l que apare­
ce en la rectifica ción de la lem niscata. En su artículo, Abel com­
prob ó que los puntos q u e d ividen la lem niscata en n partes iguales
se pueden construir co n reg la y com p ás si n se descompone como
producto de una potencia entera de 2 y un núm ero finito de primos
de Ferm at distintos d o s a dos. Es d ecir, n = 2lp lp2...pl conloO ,
t iO y p ¡,...,pl prim os d e F erm at distintos. D e nuevo, la necesidad
de esta condición tu vo que esp era r bastante tiem p o para ser com­
p rob ad a Fu e e l estadounidense M ich a el R o sen (n. 1938) quien, en
1981, lo res o lvió usando la t e o r ía de cu erp o s d e clase, una rama
avanzada de la teoría de nú m eros algebraicos. U na prueba elemen­
tal del resultado, basada en la d em ostración d e que ciertos polino­
m ios son irreducibles, fu e pu blicada p o r lo s m atem áticos estadou­
nidenses David A C o x (n. 1948) y T r e v o r H y d e (n. 1990) en 2014,
en e l Journal o f Number Theory, una de las revistas más presti­
giosas de teoría de núm eros en la actualidad. Es curioso el proti-

toe DOS HOMBRES V UN GRANO PRPX: ABEL. JACOBI ¥ LA TEO RÍA OE LAS FUNCIONES ELÍPTICAS
gonismo que t ie n e n lo s p r im o s de Ferm at en estos resultados.
Recuérdese, a d em á s, q u e ex isten numerosos problemas abiertos
relacionados c o n es ta s u ce sió n de números. Por ejemplo, no se
sabe si h a y in fin ito s p r im o s de Ferm at y, de hecho, también se
desconoce si la s u c e s ió n d e núm eros d e la forma 22’ t l contiene
infinitos n ú m eros co m p u e sto s.
Cuando A b e l r e s o lv ió e l p rob lem a de la división para lalein-
niseata, e s c r ib ió en tu sia sm a d o a Holm boe: «Ahora trae he resuel­
to el m isterio q u e r e p o s a b a s o b re la teoría de Gauss para el pro­
blema de la d iv is ió n e n la circunferencia, veo con la claridad de
la luz del d ía c ó m o ll e g ó a llí» , y lu ego añadía: «Todo lo que he
escrito so b re la le m n is c a ta es e l fru to de mis esfuerzos en lateo-
ría de ec u a cio n es ». E n e fe c to , la teoría que había desarrollado era
una m e z c la d o la t e o r ía d e fu n c ion es elípticas y su teoría de ecua­
ciones.
Las « In v e s t ig a c io n e s s o b r e las funciones elípticas» de Abel
contenían, a d e m á s d e lo s res u lta d o s que se acaban de exponer,
una serie d e t e o r e m a s b a sta n te técn icos dedicados a desarrollar
las funciones e líp tic a s c o m o se ries infinitas y productos infinitos,
que eran té cn ica s d e r e p re s e n ta c ió n d e funciones a Jas que los
matemáticos d e la é p o c a estaban acostumbrados. Aestas técnicas
añadió el uso s is te m á tic o d e la s ecuaciones fundonaies. Y, poste­
riormente, en su «R e s u m e n de una teoría de fundones elípticas»,
de 1829, in c o rp o ró a su lista d e m étodos de describir las funciones
elípticas la d e d e s a r r o lla r la s c o m o un cociente de dos series de
potencias. T o d o s e s to s m é to d o s tenían elobjetivode exponer di­
ferentes form a s d e r e p re s e n ta r la misma función, lo cual servía sin
duda alguna p a ra su a n á lis is d e sd e distintas perspectivas, según
el gusto y lo s c o n o c im ie n to s de quien las fuera a estudiar. En este
punto hay que d e c ir q u e, a d iferen cia de lo que había sucedido con
su trabajo so b re el te o r e m a d e l binom io, Abel no fue especialmen­
te preciso ni m o s tró e x c e s iv o cuidado en los aspectos relacionados
con la co n ve rg e n cia d e lo s p r o c e s o s infinitos que utilizó para es­
tudiar las fu n c io n e s e líp tic a s . Se d e jó llevar en este caso por la
tradición h ereda da d e lo s tiem p o s de Euler, ya que su interés por
obtener n u evos re s u lta d o s so b rep asó a su celo a la hora de cuidar
el rigor y los d etalles.

DOS HOMBRES Y U N G R A N O PR1X: A B E L, J A C 0 6 I Y L A TEORÍA DE U S FUNCIONES ELÍPTICAS Í09


EL TEOREMA DE ABEL

Cuando A b el lleg ó a París, en 1826, e r a verano. La universidad esta­


ba cerra da N o había clases ni se p o d ía acudir a biblioteca alguna
Sin embargo, estos acontecim ientos, que p odrían haberle incomo­
dado, n o parecieron im portarle y, d e hecho, fueron acogidos coa
satisfacción. N o es que deseara descansar o no quisiera encontrarse,
después de tan largo viaje, con los sabios de allí, que eran la élite ma­
tem ática del m om ento. T o d o lo contrario, A b e l v io en estas circuns­
tancias la oportunidad de prep a ra r m e jo r su prim er contacto con
tan destacadas personalidades. P o r un lado, deseaba perfeccionar
su francés. Por otro, pretendía finalizar una memoria, en la que venta
trabajando desde tiem po atrás, sobre las funciones elípticas. Queta
presentar el m anuscrito ante la A ca d em ia de Ciencias y confiaba
que fuera aceptado para su publicación en las Memorias fie sabios
extranjeros. A l m ism o tiem po, estaba redactando otros trahqjos que
quería presentar a los Anotes de matemáticas puras y aplicadas ie1
francés Joseph G ergonne (1771-1856), a los A n otes del astrónomo
austríaco Joseph von Iit t r o w (1781-1840) y a CreUe. De todos estos
trabajos que A b el llevaba entre manos, el más profundo y el que más
tiem po le consumía era la m em oria para la Academ ia de Ciencias, la
«M em oria de París», que es c o m o ha sido bautizado por la historia,
cuyo recorrid o hasta su publicación, en 1841, fue bastante azaroso,
pero su importancia le c oloca en prim era posición en la obra del pro­
tagonista de este libro, pues contiene el resultado más destacado (y
d ifícil) dem ostrado p o r A bel en toda s u vida. Este llevaba por título
«M em oria sobre una propiedad general de una d a se muy amplia de
funciones trascendentes» y su ob jetivo principal era probar tul teo­
rem a de adición gen eral— al estilo del teorem a de adición que Eider
había presentado para la lem niscata— para las integrales del tipo

/ R (t.y)d t,

donde R{pc, y) es una función racional ey=*y(t) resuelve una ecua­


ción algebraica irredu cible del tip o

M y)=y”+fí(i) y l '+. ■■+/„(t)=0.

no DOS HOMBRES Y UN GRANO PRIX: ABEL. JACO B! Y LA TEO RÍA DE LAS FUNCIONES ELIPTICAS
Estas in tegrales, llam adas «abelianas» en honor a Abel, gene­
ralizan las e líp tic a s e hiperelíp ticas, que sontos que se correspon­
den can una e c u a c ió n d e l t ip o / (í, y)=yl-P(t), donde P(t) es un
polinomio d e g ra d o 3 o 4 (e n el caso elíptico) o de grado mayor que
4 (en el caso h ip e r e líp tic o ). O bsérvese que la ecuación/(o-, y)=ü
define una cu rva a lg e b r a ic a plana que generaliza la lemniscata
(cuya ecuación v ie n e da da p o r ú ~ - y*)1= xz~y‘ o, equivalente­
mente, y1+Í2X2 + 1 ) y*+ x*-xP= 0).

« L a p rá c tic a m o d e rn a de enmarcar el teorema de Abel en


térm inos d e v a ria b le s com plejas y superficies de Riemann no
solo o s c u r e c e la gran penetración de Abel y la forma en que
abordó el tem a, sin o que tam bién conduce a enunciados que son
m enos satisfactorios que el original,»
— H a r o l d M . E b w a h d s , e n s u c o n fe r e n c ia « L a visión pe A bel dbi tbouma de A m i »,
B a ít w o ie , 2 Q U

El resultado p r in c ip a ] d e la m em oria, expresado en términos


elementales, e s ta b le c e lo sigu iente: dada la curva algebraica pla­
na C definida p o r una e c u a c ió n irreducible del tipo

/ ( x , y ) = y n+f l( x )tJ '~ '+ -■■+ / „C r> o,

existe un n ú m ero e n te r o p > 0 (q u e h oy se denomina género de


la curva) tal que, p a ra t o d o e n te ro po sitivo k, y toda función ra­
cional Rfx, y), cu a lq u ie r su m a así expresada

5(^ R { Xfy - ) d y , - + S ^ H {x ,y )d y ,

donde los lím ites in ferio res se consideran fijos (pero arbitrarios) y
las integrales se ca lcu la n s o b r e la curva C, se expresa como una
función elem ental en térm in os de las variables x ..... .. y¡ r yt más
una suma del tipo

f (* '* ) R ( x , y ) d y + - + f w R{x,y)dy,

til
DOS HOMBRES Y UN G R ANO PRIX ; ABEL. JACQB1 Y LA TEORÍA DE LAS FUNCIONES ELÍPTICAS
donde zp son va lores que v e rifica n una ecuación algebraica
en la va ria b le z cu y os c o e fic ie n te s son fu n c ion es racionales de
x v ,..,x k, y y k, y lo s v a lo res s,,..., sv se ob tienen a partir de los
va lores z ,,..., z f y de la ex ige n cia d e que e l pu nto (z., s,) pertenez­
ca a la cu rva C. Las rela cion es a sí esta b lecid as en tre las coorde­
nadas y la s c o o r d e n a d a s z ,,..., zp, sv...,sf deter­
minan, además, lo s lím ites in feriores d e la s p integrales ultimase»
térm inos d e los lím ites in feriores d e la s k integrales iniciales.

«C au ch y está loco, y no hay m an era d e lle v a rs e bien con él,


aunque ahora m ism o es el ú n ico qu e sab e c ó m o se deben hacer
las m atem áticas.»
— N vkls H e n h ik A b e l .

Esta fu e la prim era v e z que se ca ra c te rizó el género de una


curva algebraica, que es u no de esos con ceptos matemáticos a les
que se p u ed e lleg a r desd e m uy distin tas perspectivas y que, por
tanto, acaban sien d o cen tra les en una buena parte de esta disci­
p lin a Evidentem ente, A b e l no usó d ich o térm ino para referirse al
número natura) p. Ta) term in ología es posterior, y tiene su origen
en e l trabajo d esarrollado p o r num erosos m atem áticos que inves­
tigaron en tem as de geom etría, to p o lo g ía y geom etría algebraica,
incluidos nom bres tan im portantes com o el británico William King-
don C liffo rd (1845-1879) y lo s alem an es A lfr e d Clebsch (1833-
1872), A d o lf H u rw itz (1859-1919), Ernm y N oeth e r (1882-1935) o
B em hard Riem ann (1826-1866), en tre otros.
Abel en tregó su m em oria a la A cadem ia de Ciencias y el lunes
30 de octubre de 1826 fue presentada p o r su secretario, Jean-Bap-
tiste Joseph Fourier, quien ley ó (en presencia de A b el) la introduc­
ción del manuscrito ante los académ icos. La revisión del trabqjo se
dejó en manos de Cauchy y Legendre, aunque el encargado de re­
dactar un informe era Cauchy. P ero el m atem ático francés, que vivía
pendiente de su prop ia obra, se o lv id ó d e l m anuscrito y este fue
abandonado en un cajón hasta que, en 1829, se enteró de la tempra­
na muerte de AbeL Entonces lo leyó y presentó un informe favorable,

112 DOS HOMBRES V U N GRANE» PR1X'. A B E L JACOB! 'í LA TEORÍA DE LAS FUNCIONES ELÍPTICAS
r

SU***
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bulen, junto ewi
Uflindre, fue
responsabli M
Informar sobre la
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Parte», di Abal.

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S Y UN G R AN O PRIX: ABEL, J ACOBf V LA TEORÍA DE LAS FUNDONES E
¿QUÉ ES ÉL GÉNERO DE U N A CURVA?

Asociada a ia ecuación /(x y )= 0 - q u e d efin e una curva algebraica C primero


co m o un o b je to del plano real R 2, luego, de form a am pliada, co m o un trozo
del «plano com plejo» C 2 y. finalm ente, m ediante la adjunción d e un número
fin ito de puntos, que la convierten en un espacio co m p a cto — se puede cons­
tru ir una superficie to p o ló g ica que, además, tienelas propiedades de ser com­
pacta, orientable y sin bordes (co m p a cta significa que es cerrada y acotada;
o rie n ta b le q u ie re d e cirq u e , cu ando nos desplazamos sobre ella, independien­
te m e n te de có m o se haga, nuestra idea de derecha e izquierda no cambia, y
sin bordes significa que to d o p un to vive en el in te rior de un entorno que es
h o m e o m o rfo a un disco a b ie rto ). Cada una de estas superficies se puede
iden tifica r (vía un hom eom orfism o, es decir, una función continua, biyectiva,
y con inversa continua de un espacio to p o ió g ico a o tro ) de form a unívoca con
una esfera con p asas añadidas o, lo que es lo mism o desde el punto d e vista
to p o ió g ico , con la suma conexa d e p to ro s. Este va lo r p es lo que se llama
género de la superficie (o, tam bién, d e la curva algebraica C), Una caracteri­
zación muy visual de! género es la siguiente; coincide con el máximo número
de círculos disjuntos que se pueden eliminar de la superficie de manera simul­
tánea sin que esta se rom pa en más de un trozo, A q u í se entiende por «círcu­
lo» cualquier curva que se pueda pintar d en tro de la superficie y sea topoló-
gicam ente equivalente a la circunferencia. Existen fórm ulas que permiten, a
partir de la ecuación que d efine la curva, calcular su género.

Suma con*xa de tras toros. Es un ejemplo de superficie de género p = J .

114 DOS HOMBRES Y U N G R A N O PRIX: AB EL. JAC O B » Y L A T E O R IA DE L A S FUNCIONES ELÍPTICAS


lo que lle v ó a la A c a d e m ia a in clu irlo entre Jos admitidas para publi­
cación en su s M em orias tle sabias extranjeros, tal como había sido
el deseo d e A b e l,
Los ú ltim os d ía s d e A b e l e n París, la dudad que había sido el
centro de t o d a s su s e s p e ra n z a s p e r o donde no lograba tapiarla
atendón ni o b te n e r e l r e c o n o c im ie n to que en realidad merecía de
los grandes m a te m á tic o s d e l m om ento, fueron penosos. Se le aca­
baba el d in e ro d é l a b e c a y, e n consecuencia, malvivía y se alimen­
taba de fo rm a d e fic ie n te . P a r a p o d e r cumplir con los plazos estipu­
lados p o r su c o m p r o m is o c o n ei gobiern o noruego, tuvo que pedir
dinero p restad o a H o lm b o e y, aun así, n o le llegaba Mopodía que­
darse en F ran cia. E r a e l m o m e n to de v o lv e r y lo hizo, apetidón de
Crelle, p a sa n d o p r im e r o p o r B erlín y Copenhague, De manera pa­
radójica, in c a p a z d e a s u m ir ex tra s d e ningún tipo, durante las últi­
mas semanas q u e p a s ó e n P a rís se ded icó exclusivamente a estudiar,
lo que resu ltó m u y fr u c t ífe r o d e sd e el punto de vista matemático
Allí com enzó, d e s e s p e r a d o p o r la ausencia d e respuesta por parte
de la A ca d em ia , a r e d a c t a r la ex te n sa mem oria «Investigaciones
sobre las fu n c io n e s e líp tic a s », d escrita en la sección anterior. Abel
abandonó P a rís e l 2 9 d e d ic ie m b r e de 1826, rumbo a Berlín.

LA RIVALIDAD CON JACOBI Y EL GRAND PRIX


DE 1330

Es muy p ro b a b le que A b e l tu v iera algún contacto — aunque este


debió de s e r m u y c asu al— e n e l B erlín d e 1825, durante la época
en la que c o n o c ió a C re lle , c o n o tr o jo v en matemático alemán cuyo
nombre h a q u e d a d o u n id o d e fo rm a indisoluble al suyo por la his­
toria: Jacob J a c o b i (18 04 -185 1), En aquella época, Jacobihabía
logrado y a d e fe n d e r su h a b ilita c ió n , y disfrutaba de una posición
como p r o fe s o r en la U n iv e rs id a d d e Berlín, donde impartía clases
de geom etría d ife r e n c ia l — un tem a p o r el que al parecer Abel nun­
ca mostró interés, a s í q u e es p o s ib le que no asistiera a sus clases—,
Jacobi e r a un m a g n ífic o d o cen te que hacía fácil lo difíciL Su
embargo, su a r r o g a n c ia le c o n v e rtía en un personaje insoportable

DOS HOMBRES Y UN G R A N O PRIX : AB E L , JAC O BI Y L A TEORÍA DE LAS FUNCIONES EÜPOCAS


para la m ayoría. Guando Gauss pregu ntó al m atem ático alemán
Fríetlrich B essel — quien era am igo d e am bos— por este joven
talento (qu e le había rem itido algunos trabajos excelentes sobre
teoría de núm eros), Bessel se v io fo rza d o a incluir en su respuesta
el siguiente com entario:

No hay duda de que posee un gran talento, pero desde que llegó aqui
ha logrado que casi todo el mundo se considere su enemigo, porque
a todos y cada uno les ha dicho algo desagradable, y lo ha hecho de
tal modo que ninguno podrá olvidarlo. Aun así, confío que con el
tiempo se olviden todas estas estupideces y no se mencionen más.
Conmigo se ha comportado siempre de manera correcta...

Hay que d e cir que, en efecto, con el paso de los años, Jacobí
abandonaría de form a gradual sus actitudes arrogantes y que, en
el caso que aquí nos ocupa — la relación de competencia que man­
tu vo co n A b el en to m o a las fu n c ion es elípticas— , siempre se
expresó correctam ente e, incluso, m ostró adm iración por el tra­
bajo d e A b el (y lo m ism o sucedió p o r parte del jo v en noruego).
Tanto Jacob! co m o A b e l habían estudiado la obradeLegendre.
Aunque a Jacobí la lectura no le resultó inspiradora y, de hecho,
estuvo tentado de abandonar el tema. Sin embargo, poco antes de
d e vo lv er el libro de Legendre a la b ib lioteca porque le resultaba
pesado, tuvo un m om ento d e inspiración que le perm itió redactar
dos pequeños artículos para la revista del astrónom o danés y ale­
mán Heinrich Christian Schumacher, Astmnomische Nachrichten.
Schum acher tu vo dudas sobre el tra ba jo de Jacobi ya que
anunciaban varios resultados, p e ro no contenía las pruebas. No
era, pues, el tipo de estudio que a él le hubiera gustado publicar.
C om o no era ex p erto en el tema, p e ro sabía de buena tinta que
Gauss se había dedicado a trabajar en este ám bito y que erareacio
a publicar, tuvo la idea de preguntarle su opinión. Gauss reaccionó
diciéndole que, en efecto, los resultados d e Jacobi eran ciertas, y
que lo sabía porque constituían parte de otros que él había logrado
demostrar pero que aún no había som etido a publicación. Además,
le ro g ó que, p o r favor, no le rem itiera más artículos de este tipoen
el futuro. Schumacher, contrariado por la agria respuesta de Gauss,

116 DOS HOMBRES Y UN GRANO PRIX: ABEE, JACOB! Y LA 7EORÍA DE LAS PUNCIONES ELÍPTICAS
CARL GUSTAV JACOB JACOBI

A diferencia de Abel. Cari Gustav Jacob


Jacobi nació en el seno de una familia
acaudalada, en potsdam. en 1804. Mostró
desde m uy p ronto que tenia un especial
talento pa ra el estudio. Con solo dieciséis
años comenzó sus estudios en la Univer­
sidad de Berlín y con veinte ya habla de­
fendido su tesis doctoral. En 1825 estaba
habilitado para d a r clases en las univer­
sidades alemanas co m o Privatdozent.
Dos años más tard e , en 1827, logró su
nombramiento co m o profesor titular en
la Universidad de Kónigsberg, puesto
que abandonó en 1842 por motivos de
salud. Entonces el gobierno de Prusia le
asignó una pensión vitalicia que le per­
mitió retirarse a v iv ir en Berlín, donde
falleció en 1851. Sus contribuciones a la
teoría de funciones elípticas te pusieron en feroz competencia con Abel, pero
la muerte temprana de este lo liberó de tal tipo de tensiones, y le dejó tiempo
para desarrollar sus propias ideas de forma más despreocuparte. Apesar de
su carácter orgulloso, supo ver en Abel a un justo comoetidot y un granma-
temático por el que no d udó en expresar su admiración.

le pidió ex p lica cio n es . T r a s una larga colaboración entre ambos,


noentendía, p o r q u é d e p r o n to rechazaba que le enviara otros tra­
bajos. A esto G auss r e s p o n d ió rápidam ente, conciliador

Me preocupa que hayas malinterpretadomis observaciones sobre


las contribuciones de Jacobi de un modo que resulte injusto para mí.
Siempre estaré p rep arado para examinar artículos matemáticos, in-
duso aquellos que no me interesan, si puedo serte de utilidad Pero
no quiero recibir este tipo de comunicaciones, como las deJarobi,
que tú mismo n o deseas imprimir, porque mis propios intereses están
enjuego. Sus resultados son solo fragmentos de mis investigaciones,
más extensas, las cuales desearía editar y publicar en un trabgjo
comprehensivo alguna vez en ei futuro, si el cielo me gratifica con

**4 hombres V UN GRAND PfilX: ABEL JACOBI Y LA TEORÍA DC LAS PUNCIONES ELIPTICAS 117
vida, energía y paz. Por tanto, no puedo ser indiferente a que alguien
pueda acusarme de que algunas partes de dicho trabajo las haya
conocido mediante comunicaciones privadas.

C om o Gauss confirm aba la va lid ez d e los resultados, Schuma-


cher d e c id ió publicarlos, aunque seguía pensando que Jacobi de­
bería en trega r lo antes p o sib le sus pruebas.
Las d o s n ota s vie ron p o r fin la luz en septiem bre de 1827. Ese
m ism o m es a p a re ció , en Crelle, la p rim era parte de las «Investi­
ga c ion e s so b re las fu n c ion es e líp tic a s » de A b e l (cu ya redacción
había term in ad o m ientras es ta b a en Berlín, d e cam ino a casa). Esta
m em oria, que sería descrita posteriorm ente c o m o «un viqje de Ma­
gallanes p o r el inm enso océa n o d e las funciones», y las dos notas de
Jacob i hicieron saltar las alarm as entre los matem áticos cercanos
a Gauss y Legendre, p u es se daban cuenta de que tanto Abel como
Jacobi estaban revolu cion a n do el estu dio de las integrales elípticas
y algu nos d e e llo s e s c rib ie ro n a Gauss para que se apresuraras
pu blicar sus p rop ios resultados si quería garantizarse el reconoci­
m ien to d e h aberlos descu b ierto antes que nadie.
L a rea cción d e Gauss fu e en parte airada, pues afirmaba que
A b e l se Se había anticipado, pu blicando «u na tercera parte» délo
que él y a había h ech o en 1798 (p e r o n o había salido a la luz) y, en
parte, g en erosa p orqu e rec o n o c ía que la m em oria de Abel estaba
escrita co n e legan cia y a cierto y, según sus palabras, eso le hacía
«s e n tirs e a liv ia d o » del p e s o d e ten er que redactar por sí mismo
esos resultados.
L egen dre respond ió de form a m ucho m ás humilde. AJacobiie
advertía de que uno d e sus resultados ya lo había publicado él, pero
le expresab a su en orm e adm iración p o r e l segundo (una fórmula
m uy general para la transform ación d e integrales elípticas) ya que
él m ism o había trabajado intensam ente y sin é x ito en esamisma
dirección. A continuación le pedía que, p o r favor, suministrara las
pruebas porqu e estaba d e se o so de con ocerlas y, si ello fuera posi­
ble, añadir un su plem ento a su lib ro sobre las funciones dípticas
donde e l resultado quedase explicado. Adem ás, en una de las sesio­
nes de la A cadem ia durante el m es de noviem bre, Legeivdre alabó
el trabajo de Jacobi. Esta intervención fue recogida por la prensa

na OOS HOMBRES Y UN G RANO PRIXr ABEL.-JACOBt Y L A TEORÍA DE LAS FUNCIONES ELÍPTICAS


yllegó a A lem an ia, im p u lsa n d o a Jacobi hacia la fama También
Schumacher e s c r ib ió a l m a tem á tic o alemán para redamarle las
demostraciones. A s í q u e durante ese otoño Jacobi sintió la presión
de redactar sus pru eb as c o n una gran intensidad, que le llevó a es­
forzarse al m áxim o. Si lo lograba, se estaña labrando una posición
permanente en la u niversidad, p ero si fallaba quedaría expuesto a
lascnticas fe ro ce s d e t o d o s aquellos a los que antes él había menos­
preciado. Fue la lec tu ra d e la m em oria de Abel, que contenía bien
desarrollada la id e a d e in vertir las integrales elípticas, además de su
propio genio y su e n o rm e tesón, lo que condujo a Jacobi a finalizar
susdemostraciones y rem itírsela s a Schumacher, quien las publicó
en diciembre d e 1828 b a jo e l títu lo «S o b re las transformaciones
radonales de las tra sc en d en tes elípticas» Aun así, era un artículo
breve, de oc h o páginas, en nada comparable alamemoriadeAbel
En compensación, una v e z rec o n o c id a la importancia de su con­
tribución, se le c o n c e d ió — cu ando aún tenía veintitrés años— una
posición perm anente en la U niversidad de Konigsberg.
Abel n o r e c ib ió la s co n trib u c io n es de Jacobi de inmediato,
pues ya se en con trab a en su aislada Noruega. Las primeras notas,
sin pruebas, lle g a r o n a O s lo en tre octubre y noviembre de 1827,
pero su lectura n o im p res io n ó a Abel. Lo único que hizo fue añadir,
en la segunda pa rte d e sus Investigaciones, una observación en la
(¡uerefen'a c ó m o la s fó rm u la s d e transformación de Jacobi se de­
ducían directam en te d e su trabqjo. El tercer artículo de Jacobi,
con ais dem ostracion es com p letas, lleg ó a Oslo en abril de 1828
, yesta vez A bel to m ó c o n c ie n c ia del problema; alguien en Alemania
le estaba pisan d o lo s ta lo n e s , y se trataba de una persona muy
inteligente que, a d em á s, u tilizab a las técnicas que él (y soloél)
había creado, sin c it a r le . P a r a co lm o , en enero de 1828 Jacobi
publicó una n o ta m u y b re v e , d e una sola página, titulada' «Suple­
mento a la m e m o ria d e A b e l» , en la que simplificaba uno de los
cálculos del n oru eg o.
Abel había en via d o y a a C relle la segunda parte de su memoria
(en febrero de 1S28), y a h o ra que sabíaque Jacobi estaba traba­
jando de m anera m u y a ctiva en lo s m ism os temas, decidió mandar
aSchumacher un a rtícu lo que, esperaba, mixtificaría a su rival. El
trabajo, titu lad o «S o lu c ió n d e un problem a general relacionado

OOS HOMBRES Y UN G R A N O PR1X: AB EL. JACOBI Y LA TEORlADE LAS FUNCIONES ELIPTICAS


I
co n la tra n s fo rm a c ió n d e la s fu n c io n e s e líp tic a s », seguido r á *
m ente p o r o tr o d e títu lo «S u p le m e n t o a la m em oria anterior. ^
p o n ía d e fo r m a e le g a n te u n a t e o r ía g e n e r a l q u e resolvía las
tion es pla n tea d a s p o r J a c o b i en su s tra b a jo s anteriores. Sindy^
A b e l qu ería g a n a r a J a c o b i en su p r o p io terreno, noquearlo, coiq,
él m ism o d e c ía a » p riv a d o , y h a c e rlo a dem ás en e l mismo escena,
rio que Ja cob i había e le g id o p a ra la p u g n a en la que ambos estaban
inm ersos: la r ev ista d e S ch u m a ch er. P o r o tra parte, enriar a dicta
revista las c o n trib u c io n e s e r a g a ra n tía d e una publicación rápida.
Si A b e l p re te n d ía h u m illa r a J a c o b i y, p o r así decirlo, apartar-
le d e su cam ino, fra ca só . J a c o b i n o s o lo no s e achantó ni se sintió
d e rro ta d o sino que, p o r e l co n tra rio , e x p re s ó entusiasmo y admi­
ración p o r las c o n trib u c io n e s d e A b e l. Y , adem ás, demostró tener
la c a p a c id a d d e re n o v a rs e y re in v e n ta rs e . L o m ejor de su obra
so b re las fu n c io n es elíp tic a s es ta b a aún p o r llegar.
Resu lta c u rio so o b s e r v a r la s re a c c io n e s d e Gauss, Legendn
y Schum acher a las c o n trib u c io n es d e A b e l y Jacobi sobre las fun­
c io n e s elíp tic a s . L e g e n d r e r e c o n o c ía e l en o rm e talento de Abel,
p e ro apoya ba a Jacob i p o rq u e c o m p ren d ía m ucho mejor sus resul­
ta d os, p r o b a b le m e n te p o r u na c u e s tió n d e lengu aje y notaeiói
— J a co b i se m a n tu vo m á s c e r c a d e la term in o lo g ía establecida
durante déca d a s p o r L eg e n d re— , m ien tras que las ideas de Abe)
le resultaban extrañ as y d ifíc ile s d e en tender. Incluso hubo algún
m om en to en el que Jacobi, co n la in ten ción de explicar a Legendre
sus p ro p io s avances, se v io o b lig a d o a m ostrarle lo que ya había
h e c h o A b e l tra d u cid o a la te r m in o lo g ía q u e am bos compartían,
co sa q u e Legen dre a gra d e ció de fo rm a explícita. P o r su parte, Abd
ta m p o c o p a r e c ió m o stra r p o r L e g e n d r e la a fe c c ió n y el respeto
— p o r no decir, d e v o c ió n — que le d e m ostrab a Jacobi. En una cal­
ta llegaría a d e cir que L eg en d re era extrem adam ente atento, «pero
m ás v ie jo que las p ie d ra s». L o c u rio s o es que a todos los materna
tic o s que se esp e cia liza ron co n p o s te rio rid a d en el tema, la obra
d e A b e l les p a recía m u cho m ás clara, e le g a n te y m ejor expresada
que la de Jacobi, c o s a que n o se p ro d u jo en e l m om ento en el que
dich os trabajos se pu blicaron, é p o c a en la que s o lo Gauss y Crefie
ten ían un cla ro c o n c e p to d e la s u p e rio rid a d de A bel. Incluso el
m atem ático alem án L e o K ó n ig sb e rg e r (1337-1921), quien escribió

120 DOS HOMBBES V UN GRAMO PRIX: ASEL. M C O B I Y LA TEORÍA DE LAS FUNCIONES ELIPTICAS
en 1904 una b io g r a fía d e Jacob i, llegaría a afirmar; «E s un hedió
peculiar que lo s tra b a jo s d e A b e l, que estaban claramente conce­
bidos, bien e s c r it o s y o r d e n a d o s co n lucidez, resultaran menos
^cesibles que lo s d e J a c o b i p a ra el mundo matemático». Hay que
decir, de todas fo rm a s, que a finales de la década de 1820 Legendre
ya era con scien te d e l v a lo r d e las contribuciones de Abe), y se lo
hizo saber, e x p r e s á n d o le su a dm iración no solo por carta sino
también de fo rm a pú b lica, en la A cadem ia de Ciencias (como había
hecho antes co n J a c o b i). P o r su parte, Schumacher expresó rede-
jadas veces a G au ss su d e s e o d e que hiciera públicas sus contri­
buciones, pu es e s ta b a c o n v e n c id o de la superioridad de las mis­
mas, aun sin h a b e rla s v is to . E n u na carta a Gauss, le comentaba
que sabía, p o r b o c a d e H ansteen, q u e A b el había empalidecido tras
leer el tercer tra b a jo d e J a co b i, y había necesitado beber un licor
amargo para re p o n e r s e . Y , a continuación, pedía a Gauss que pu­
blicara sus ideas, a lo q u e añadía, en ton o sarcástico: «Abel nece­
sitará más lic o r c u a n d o le a tus tra ba jos». Probablemente este co­
mentario d e S c h u m a c h e r s e b a sa b a en la afirmación previa de
Gauss de que A b e l h a b ía d e s a rro lla d o solo un tercio de lo que él
ya había lo g ra d o en 1798. S in em bargo, aquí es Gauss quien sub­
estimaba a A b e l ( o se s o b r e v a lo r a b a a sí mismo).
Hay que d e c ir q u e J a c o b i tu v o una actitud ambivalente con
la obra de A b el. S i bien es c ie r to que en sus comunicaciones pri­
vadas— fu n d a m e n ta lm e n te a tra v é s de cartas— lo alababa, por
olía parte, s o b re to d o en su s p rim era s contribuciones al tema, se
mostraba m u y r e t ic e n t e a c it a r le en sus artículos. También es
indiscutible que fu e é l q u ien , tras c o n o ce r la existencia de la «Me­
moria de P a r ís » d e A b e l, e s c r ib ió a Legendre pidiéndole explica­
ciones de p o r qué d ic h o m a n u s crito no había tenido ya una res­
puesta. Y, d e h e c h o , fu e r o n sus p alabras las que movieron de
nuevo la m aqu inaria d e la A c a d e m ia de Ciencias para tomar una
decisión so b re ella . A d e m á s , cu an do Crelie, que era consciente
de la grave s itu a c ió n d e p r e c a rie d a d económ ica en la que se en­
contraba A bel, d e c id ió d e s a r ro lla r una campaña en su favor con
la idea de en con trar u na p o s ic ió n para él en Berlín, Jacobi no dudó
en contribuir c o n su o p in ió n fa v o ra b le , redactando para Crelie
una carta d e r e c o m e n d a c ió n en la que afirmaba:

“ 05 HOMBRES Y UN GRAND PRIX: ABEL. JACOBI Y LA TEORIA OEIAS FUNCIONES ELIPTICAS 121
Abel, de manera muy diferente a com o lo he hecho yo, ha llegado a
mi teoría de la transformación, en la cual y o le anticipé, del mismo
modo en que él se ha anticipado a mí e n machos otros temas. En tu
revista apare ció un artículo de Abel donde se demuestra qne nuestra
teoríade la transformación es exhaustiva y conclusiva Considero su
demostración una de las obras maestras más hermosas del análisis

C re lle in ten tó c o n s e g u ir d in ero d e l g o b ie rn o para su revista


con la idea de p a g a r un sa la rio a A b el. A sim ism o, buscó con todas
sus en ergías que se le o fre c ie ra un pu esto d e p ro fes o r y, para ase­
gurarse, le pregu n tó si a p rob a ría un nom bram iento. Por su parte,
A b e l a cep taba y, d e h ech o, u rgía a C re lle a rea liza r las gestiones.
A dem á s, al m ism o tie m p o , p r e s io n ó e n O s lo para conseguir un
pu esto allí (pu es, d e o tro m od o , «a ca b a ría m archándose a Berlín»,
d o n d e se le es p e ra b a ). En su país, sin em b argo, la amenaza no
su rtió efec to .
En lo científico, Jacobi se d e d ic ó en cu erp o y alma, por espacio
de m ás d e año y m ed io, tiem po en e l que apenas dormía, a redactar
una m em oria so b re las fu n cion es elíp ticas en la que quedara claro
cuál había sid o su con trib u ción a este tem a. D icha memoria apare­
c ió en 1829 b^jo el título «N u e v o s fundam entos para una teoría de
fu nciones elíp tic a s ». A b el, cu ando tu vo noticias sobre las intencio­
nes de Ja cob i d e pu blicar este ensayo, d e cid ió redactar también él
un nu evo trabajo, que ¡levaría el título de «R esu m en de una teoría
de fu nciones e líp tic a s », que d e l m ism o m od o apareció publicado
en 1829 aunque, p o r desdicha, d e fo rm a postuma.
P re cisa m en te p o r la «M e m o r ia de P a r ís », que y a había sido
acep tada para pu blicación, así c o m o p o r la m em oria d e Jacobi de
1829, la A ca d em ia d e C iencias de París d ecid ió otorgar a ambos (a
A b el, d e m an era p o stu m a ) el Grand P rix d e 1830.
E l destin o d e la «M e m o r ia de P a rís » fue, de hecho, más trucu­
lento, porqu e en 1832, cuando bu scaron el m anuscrito a petición
d e H o lm b o e — quien p rep a ra b a la p rim era e d ic ió n de las obras
com p letas de A b e l— , d escu b rieron que la m em oria había desapa­
re c id o d e lo s arch ivos d e la A ca d em ia . A sí, estas se presentaron
en 1839 sin in clu ir la «M e m o r ia d e P a rís». En la Academ ia volvie­
ron a buscar el ensayo, que finalm ente fu e localizad o y publicado

122 O O S HOMBRES Y UN G RANO PRIX; A B E L JACOBI Y L A T EO R ÍA DE LAS FUNCIONES ELIPTICAS


el> 1841. P o s t e r io r m e n t e , e l n o r u e g o Marras Sophns Lie (1842-
)899) i q 'if- p r e p a r ó ju n t o c o n e l tam bién noruego Peter Ludwig
jjejdell S y lo w (1 8 3 2 -1 9 1 8 ) la segund a edición de las obras com­
plétasele A b el, o b tu v o p e r m is o para leer el original, pero de nuevo
había d esa p a recid o (e s t o s u c e d ió en 1874), así que la versión in­
cluida en las o b ra s c o m p le ta s co in cid e con la que publicó la Aca­
demia en 1841. En 1942, el danés PoulH eegaard (1871-1948) halló
una copia del m a n u s c r ito d e A b e l en Rom a y, en 1952, justo diez
años después, e l n o r u e g o V ig g o Brun (1885-1978) localizó la mayor
parte del m an u scrito o r ig in a l en Florencia. Fue necesario esperar
basta el año 2000 p a ra q u e A n d r e a del Centina encontrara las ocho
páginas que fa lta b a n , r e c u p e r a n d o así el ensayo original al com­
pleto ciento c in c u e n ta a ñ o s desp u és d e su redacción.
Jacobi, d e s d e lu e g o , s o b r e v iv ió a A b el por mucho tiempo y
pudo, de este m o d o , a v a n z a r a placer, libre de competencias, en
el desarrollo d e la te o r ía . D e h ech o, aún hoy numerosos matemá­
ticos asocian la s fu n c io n e s e líp tic a s a Jacobi antes que a Abel Uno
de los resultados d e J a c o b i q u e m e re c e la penacomentar, y que
fuedemostrado en 1835, v a r io s añ os después del fallecimiento de
Abel, es el sigu ien te: s i s e c o n s id e r a el conjunto p de los períodos
I unafunción m e r o m o r fa / d e fin id a so b re el plano complejo, enton­
ces p/form a un s u b g r u p o d e C topológicam ente cerrado y, en
consecuencia, s i la fu n c ió n a d m ite tres períodos independientes
(es decir, tres p e r ío d o s h¡, h2, hsE C tales que las combinaciones
nfa+nfy+n^ con n v n,, n„, n ú m eros enteros cualesquiera, sirven
para aproxim ar ta n to c o m o se q u iera a cualquier número comple­
jo), entonces/es u na c o n sta n te . E ste resultado fue exlendidopor
el francés M a u riee F r é c h e t (1878-1973) en 1909 al considerar un
concepto d e p e r ío d o m á s g e n e r a l, dan d o lugar a la primera carac­
terización que s e c o n o c e d e lo s p o lin om ios com o soluciones de
tina ecuación fu n c io n a l q u e n o req u iere utilizar derivadas. De he­
cho, esta g e n e ra liza c ió n es el o rig e n de lo que hoy se conoce como
lateoría de p o lin o m io s en e s p a c io s d e Banach.
Otra d e las r a z o n e s p o r las que s e recuerdael trabajo de Jaco-
bien funciones e líp tic a s es q u e su po aplicarlo a numerosas cues­
tiones de teo ría d e n ú m e ro s , lo g ra n d o algunos resultados espec­
taculares. P o r e je m p lo , a é l s e d e b e una demostración muy

OOS HOMBRES V U N G R A N O PR1X: A B E L, J AC O B I Y L A TEORIA DE LAS FUNCIONES ELIPTICAS


e le g a n te d e q u e t o d o n ú m e r o n a tu ra l p o s m v
cu adrad as p e r fe c to s . In c lu s o , e n c o n tr ó ° 63 f'KUade
n ar e l n ú m ero d e fo r m a s e n la s q U e e s t o ^ n ? f ! í Ulapar;idetl'w'“
p u ed e c o n s e g j ^

UNA VIDA QUE SE EXTINGUE

P o r d esgracia, a C r e lle n o le d io tie m p o d e encontn.


e c o n ó m ic a p a ra A b e l. E n la N a v id a d d e 1828 i n t e ^ ^ 801" 0* '
ñ a d e « j o y o , p a ra la cu a l e n c o n tr ó a d em á s e n e l a w , 00 S“ caTríPa-
v o n H u m b o ld t (1 7 6 9 -1 8 5 9 ) u n e x c e le n t e a lia d o
cie n tífico tra ía va ria s ca rta s d e r e c o m e n d a c ió n para u L ' T * *
en tre o t r o s p o r G au ss y L e g e n d r e ). E l 28 d e diciem bre p

las a u torid a d es p ru sia n a s s u p lic á n d o le s c e le rid a d en su 3


p u es otra s in s titu c io n e s c o m o la U n iv e rs id a d d e C o p e n h a ^
p e za b a n y a a m o s tr a r in te r é s p o r r e c lu ta r a A b e l. A esto a fie ­
las sigu ient es p a la bras: ’ nad,a

L o s ca b a lle ro s D iric h le t, A b e l, J a c o b i y Steiner, quienes todos a ex-


ce p e jó n d e A b e l están al s e r v ic io del g o b iern o de Prusia, representan
ciertam ente un gru po de jó v e n e s m a tem ático s que garantizan las más
altas ex p e c ta tiv a s p a ra el a v a n c e d e la cien cia . Quizás ellos, con el
tiem p o, serán m a tem á tico s d e l m á s e le v a d o rango, pues a pesar de
su ju ven tu d , la c ie n c ia y a le s d e b e im p orta n tes progresos. Una vez
el g o b ie r n o d e P r u s ia a tra jo a lo s m a te m á tic o s de mayor mérito
Eu ler, L a gran ge, L a m b e n , e t c .— y le s o fr e c ió lo que no podían
en con tra r en o tr o s países: una p o s ic ió n h on ora b le que lespermitie*
ra e le v a r s e p o r e n c im a d e su p e r ío d o y p o r encim a de Ja ciencia
con tem porán ea. D e n u e vo las a u torid ad es de Prusia se encuentran
en la p o sició n de a p o y a r ta len to s tan in m en sos que la naturaleza ios
p rod u ce s o lo ra ra m e n te ...

E s a s m is m a s N a v id a d e s A b e l h a b ía v ia ja d o d e s d e Oslo, ciudad
e n la q u e s e e n c o n t r a b a s o l o , h a s ta F r o l a n d , d o n d e a d e m á s e
e s t a r c e r c a d e v a r io s d e su s a m ig o s , p o d ía p a s a r la s fies ta s con
n o v i a A n t e s d e p a r t ir y a s e e n c o n t r a b a e n f e r m o y e l m é d ico e

724
O O S HOMBRES Y U N G ftAND PRIX: A BEL. JACOBS Y L A TEORÍA DE LAS FUNCIONES £
r

r e v e n i d o d e e m p re n d e r e l vú ye, que duraba van


^ r f l b l e d e r e a liz a r en condicion es adecuadas n i 08 iías *
+ * £ ¡ * * 8 ° . Abel Íg" ° rÓ61conseÍ° e atentó ^ 6rfc
I»0-S d ú d a l o s dem as. E n cim a, al llegar a su d e s ^ T * est*
do deST sUs a r t íc u lo s y a c a b ó agotándose y Z ! ’ " ° dejó *
trabal» A p e s a r d e esto , e l 6 de enero de 1829 8U
< mo tra ba jo a C relle. Y a se había convencidode í í k ^
“" t d e C ien cias d e P a n s n o p u b lic a ría su memoriay l í , ® '
d‘ n! .liluuirid o c o n c ie n c ia d e la im portanciade p r e s e n t a ^ 38’
Í ^ Í t a d e s s i n o d e s e a b a que otros, com o Jacob, se
l í , d e c id ió p u b lic a r u n a b r e v e nota con el enunciado *
^ p r i n c i p a l d e la .M e m o r ia d e París», su famos eoref ‘
l: ,lición. E l a rtic u lo , d e ta n s o lo dos páginas, prometía que en
¡yuros estudios a p a re c e ría n diversas apuraciones, pero Abel no
radía saber en ton ces q u e es to se ría e l últim o trabqjo que escribiría.
; liando, para e l 9 d e e n e r o , A b e l ten ía previsto volver, susalud
mostró síntom as in e q u ív o c o s d e em peorar y ya no pudo ocultar
lP nevaba tie m p o e s c u p ie n d o sangre. N o se le dejó partir; por d
contrario, se le fo r z ó a m a n te n er absoluto reposo durante semanas
-que luego se c o n v ir tie r o n e n m eses— . Pero Abel no se recuperó
y, finalmente, e l 6 d e a b r il d e 1829, fa llec ió de tuberculosis. Su
miieno tuvo lu g a r e n F ro la n d , a los p o cos días. El 8 de abril, solo
dos días después d e su fa lle c im ie n to , Crelle le escribía desde Ale­
mania una ca rta c o m u n ic á n d o le la decisión del gobierno de con-
tederie una p la z a d e p r o f e s o r perm anente en Berlín, Demasiado
urde. En su ca rta le d e c í a « Y a n o tendrás quepo-ocuparte nunca
tttás por el fu tu ro».

tíos PUNCJONé S elípticas


^M br
Es Y UN g r a n o PRIX: ABEL, J A C O B IV LA TEORÍA DE LAS
c a p ít u l o 4

E l legado de Abel

Si el tam año de una estatua es una medida


de su im portancia, entonces el imponente monumento
a Abel en O slo — u n a escultura de bronce de cuatro metros
sobre una colu m n a de granito de ocho— da una idea
del enorm e resp eto que se profesa a dicho matemático
en su país natal. E n 2002, coincidiendo con el bicentenario
de su nacimiento, el gobierno noruego instauró el premio
Abel con la intención de convertirlo en el Nobel
de las matemáticas.
Tras la prem atu ra y tr á g ic a m uerte de Abel en 1829, un cierto sen­
timiento de c u lp a s e e x te n d ió entre la sociedad noruega por no
haberproporcionado a tan ilu stre genio un puesto académico que
le aportase s e g u rid a d e c o n ó m ic a . L os elogios póstraos al mate­
mático n o r u e g o y a su o b r a se sucedieron rápidamente. Cielle
escribió en su revista:

Todos los tra ba jos d e A b e l llevan la impronta de un ingenio j una


fuerza de p e n sa m ien to que es inusual y por veces asombrosa,
incluso si la ju ven tu d del autor no se tuviese en cuenta |,,,). Pero
no fue solo p o r su gran talento que se granjeó el respeto eWzo su
pérdida in fin ita m en te lamentable. Se distinguió de igual forma
por la pu reza y n ob leza d e su carácter, y por una rara modestia
que hizo su p erson a a preciada al mismo inusual grado que lo fue
su genio.

Por su p a rte , J a c o b i, su gran rival en la creación de la teoría


délas fu n d on es e líp tic a s , e s crib ió en unacartaaLegendre:

Unos pocos días después de mi última carta recibí la triste noticia


de la muerte d e A b el (...]. Los problemas que se planteó —encon­
trar una con dición necesaria y suficiente para que una ecuación
algebraica sea resoluble por radicales y para que una integral arta-

a LEGADO D£AB&
traria sea expresable en form a fin ita, su maravilloso descubrí,
miento de una propiedad general com partida por todas las fin.
ciones que son integrales de funciones algebraicas, etc.— son
cuestiones de una naturaleza que era peculiar suya, nadie antesni*
él se había atrevido a plantearlas. Él se ha ido, pero ha dejado mu
gran inspiración

Su gran am igo y m en to r H o lm b o e escribió en su obituario:

Su vida y actividad científica fueron breves; sin embargo, alanzó


grandes hitos para la ciencia. Todos sus artículos llevan Ja impron­
ta del más penetrante ingenio, y demuestran sin lugar a dudas qut
fue una de las mentes matemáticas más eminentes jamás creada
Aquellos que no se pueden form ar un juicio propio leyendo y en­
tendiendo sus trabajos se convencerán de la veracidad de estaaár-
maciónpor la aclamación que ios más famosos matemáticos lefia»
otorgado.

«Abel ha dejado suficiente a los matemáticos para mantenerlos


ocupados durante quinientos años.»
— C haju.es H e im ít h

ABEL, TESORO NACIONAL

El trabajo de A b e l se en con trab a disem in ado en diferentes revis­


tas, no siem pre de fá c il acce so , p o r io q u e s e estim ó conveniente
editar sus obras com pletas, E l g o b ie r n o n o ru e g o corrió con los
gastos, y la la b or d e ed ició n r e c a y ó en H o lm b o e, de manera que
fueron publicadas en 1839, tan s o lo d ie z años después de la muer­
te de Abel. H olm b o e fu e un gran a m ig o d e l difun to matemático,
pero tal v e z no era e l m ás a p ro p ia d o p a ra ocu p a rse de su obra,
pues in clu yó en su e d ic ió n a lg u n o d e lo s p rim e ro s trabajos de
A bel que contenía errores. Adem ás, la im portan te memoria de Abel
sobre funciones elíp ticas que h a b ía p resen ta d o a la Academia de

130 ÉL LEGADO DE ABEL


Ciencias de P a rís, y p o r la que se le con cedió póstumamente el
GrandPrixde 1930ju n to a Ja cob i permanecía perdida, de manera
que no pudo s e r in c lu id a L a m e m o ria apareció más adelante y
seda publicada p o r v e z p r im e r a en la revista de la Academia de
Ciencias de París e n 1841.
Para c o n m e m o r a r e l c e n te n a rio d e l nacimiento de A tó , en
1902decidió e r ig ir s e u n m on u m en to en su honor. La estatua fue
completada s e is a ñ o s d e s p u é s p o r Gustav Vigeland (186&-1943),
considerado el m e jo r e s c u lto r n o ru eg o d e ia época. La imponen­
te estatua, que s e e n c u e n tra en e l parqu e del Palacio Real en Oslq

UNA SEGUNDA EDICIÓN PARA LAS OBBASCOMPLETASDÉ ABEL


Dos matemáticos noruegos d e talla interna­
cional. Ludwig Sylow y Sophus Lie, se ocu­
paron de la reedición de las obrascompletas
de Abel, pues se h izo pate nte la necesidad
de revisar las anteriores para corregir ciertos
errores y añadir la m em oria sobre las funcio­
nes elípticas. La nueva edición fue publicada
en 1881 y ocupaba más d e 9 50 páginas en
dos volúmenes, una extensión impresionar­
te si se tiene en cuenta que Abel murió antes
de cumplir veintisiete años
Con respecto a la «M emoria de París», los
editores in te n ta ro n co n se g u ir el original,
pero otra vez había d esapareado:

Nos ha p a re c id o m u y deseable poder sopl>m


comparar la m em oria impresa con la original y Sophus lie obtuvo en
1874 el perm iso de la Academia de Ciencias de París para consultar el
manuscrito de Abel; pero fue constatado en los archivos de la Academia
que el m anuscrito ya no se encontraba alíi después de la impresión de
la memoria.

De hecho, la m em oria o rig in a l d e Abel no fue completamente recuperada


hasta 2 000. cuando el m atem ático Italiano Andrea del Centina halló las ocho
páginas que faltaban del m anuscrito que había encontrado con anterioridad
Viggo Brun en la b iblioteca Moreniana de Florencia en 1952,

B . LEGADO DE ABEL U1
representa a A b e l c o m o una fig u ra rom án tica, con e l pelo ondean,
d o a l Mentó, y que se m an tien e d e p ie so b re d o s figuras tumbadas
que s im b o liza n los g e n io s d e l e s p ír itu y d e l pensamiento. Abel,
ju n to co n GaJois, es e l p r o to tip o d e g e n io m atem ático romántico,
y e s ta v is ió n id e a liz a d a es la que r e a lz a la escultura de Vigeland,
aunque no to d o s e s tu v ie r a n d e a cu erd o. E n particular, el inflo-
y en te m a tem á tic o a lem á n F é lix K le in c r itic ó la obra de Vigeland,
en c o m p a ra ció n c o n la e s ta tu a d e M o z a r t en Viena, en estos tér­
m inos:

En su lugar, debo m encionar el monumento de una clase muydiíe.


rente que fue erigido a Abel en Cristiaruay el cual debe decepcionar'
grandemente a cualquiera fam iliar con su naturaleza Sobre unme
ponente y escarpado bloque de granito, un juvenil atleta tipo Byror
pasa por encima de dos grises victimas sacrificiales, apuntando en
dirección al cielo. SI fuera necesario, uno podría tomar al héroe
com o un sím bolo del espíritu humano, pero uno reflexiona envaro
sobre el significado más profundo de los dos monstruos. ¿Soalas
derrotadas ecuaciones químicas y funciones elípticas? ¿0 las penas
y preocupaciones de su vida cotidiana? El pedestal del monumento
lleva, en letras inmensas, la inscripción «Abel».

ALGUNOS MATEMÁTICOS NÓRDICOS DESTACADOS

El m a tem á tico n o ru e g o V ig g o Brun escrib ió , en el prefacio desu


lib ro so b re las m atem á ticas en N o r u e g a an tes de Abel, estas pala­
bras: <•{...] en la m a y o r ía de lo s ca so s se trataba más de una suer­
te de cá lcu lo que de m atem áticas. N o m ás de cuatro de los acadé­
m icos que m en c io n o p o d ría n re c la m a r e l títu lo de matemático».
L a situ ación ca m b ió después d e A b e l, y los países nórdicos conti­
nuaron p ro d u c ien d o m a te m á tic o s de p rim era fila, siendo losa-
guientes algunos d e lo s m ás d estacad os.
L u d w ig S y lo w (1832-1918). F u e e l m a y o r d e diez hermanos y
recibió una esm erada ed u cación en la que la m odestia se conside­
raba una virtu d esencial. Sus palabras re fe rid a s a A b el en d cen-

132 EL LEG AD O DE A S E L
tenario de su n a c im ie n to — « [ . ..] tan gran modestia quizá no enca­
ja en e s t e m u n d o , t a m b ié n p u e d e ser vista com o una
debilidad»— p o d r ía n s e r aplica d a s al propio Sylow, La mayor
parte de su v id a o c u p ó c a rg o s inferiores a su categoría como ma­
temático, y h a s ta lo s s e s e n ta y cin co años no obtuvo un puesto
permanente en la u n iversid a d . Sus resultados más conocidos son
los fumados te o r e m a s d e S y lo w en teoría de grupos. Cauchy había
piobado un r e c íp r o c o p a rc ia l del teorem a de Lagrange, en concre­
to, si G es un g ru p o fin ito c u y o orden es divisible por un número
primoP, en to n ces O tie n e un elem ento de orden p. Sylow genera­
lizó este resu ltad o d e m o stra n d o que si p ” es la mayor potencia del
primo? que d iv id e al o r d e n d e l grupo G, entonces G tiene subgro-
posde orden p". E n tre 1871 y 1881, S ylow y Sophus Lie realtearon
una nueva e d ic ió n d e la s o b ra s completas de Abel en la que indu-
yeron material q u e n o h a b ía s id o utilizado por Holmboe enlaedi-
ción de 1839.
Sophus L ie (18 42 -189 9). Posiblem ente sea el matemático no-
mego de m a y o r r e n o m b r e desp u és de Abel. Lie estudió en la Uni­
versidad d e C r is tia n ía , d o n d e re c ib ió clases de Sylow sobre la
teoría de e c u a c io n e s a lg e b ra ic a s desarrollada por Abel y Galois,
Se graduó sin d e m o s tr a r e s p e c ia l interés ni talento por ¡as mate­
máticas, hasta q u e en 1867 fu e deslumbrado por una idea y decidió
convertirse en m a te m á tic o . A l igual que Abel, consiguió una ayu­
da estatal para v is ita r lo s p rin c ip a les centros matemáticos míen
nacionales: B e r lín , d o n d e c o n g e n ió con Emst Kummer(1810-
1893) y F é lix K le in , y P a r ís , ciu d a d en la que conoció a Gastón
Darboux (1842-1917), M ic h e l C hasles (1793-1880) yCamiUe Jor­
dán (1838-1922). L ie e s ta b a en Pa rís cuando estalló la guerra
tranco-prusiana d e 1870. E n su huida de Francia a través de Italia
fuedetenido a cu sa d o d e s e r un espía alem án— para los franceses,
sus notas m a tem á tic a s era n la pru eb a irrefutable de que transmi­
tía mensajes s e c r e to s c o d ific a d o s — y solo la intervención de Dar-
botix lo libró d e la cá rce l. E l m a y o r interés de U e fueron las ecua­
ciones diferen ciales, p a ra las que aspiraba crear una teoría similar
alaque Galois h a b ía c o n s tr u id o pa ra las ecuaciones algebraicas.
Estudió en p r o fu n d id a d lo s g ru p o s de transformaciones conti­
nuas, dando o r ig e n a lo s lla m a d o s «grupos de Lie». Editó, junto

EL LEGADO DE A ® .
con Sylow, las Obras Completas de A b e l de 1881, aunque Lie siem­
pre afirm ó que la m ayor parte del trabajo había sid o llevado acabo
p o r Sylow.
Magnus G esta M ittag-Leffler (1846-1927). N a c ió en Estocolmo
y fue profundam ente in flu en ciado p o r su m ad re y fam ilia materna,
hasta el punto d e que a lo s v e in te años d e c id ió añadir a sunombre
e l a pellid o d e so lte ra de su m ad re: M ittag. D espu és de presentar
su tesis d o c to ra l, r e a liz ó u na e s ta n c ia de tre s años en París y
B erlín , d o n d e c o n o c ió a C h a rle s fle r m it e y K a rl Weierstrass
(1815-1897) y p e r c ib ió la im p o rta n cia d e la colaboración interna­
cional en m atem áticas. En 1882 fu n d ó la revista Acta Mathern-
tica, que sigu e sie n d o en la a ctu a lid a d una de las revistas mate­
m á tica s m ás p r e s t ig io s a s e in flu y e n te s d e l m undo. En 1916,
M ittag-Leffler y su m u jer leg a ro n su casa y su m agnífica biblioteca
en Djursholm , en la s a fu eras d e E s to c o lm o , a la Academ ia Sueca
de Ciencias, d o n d e h o y se lev a n ta el In stitu to Mittag-Leffler, uno
de los centros pu nteros en in v estig a c ión m atem ática. En palabras
del m a tem á tic o b r itá n ic o G o d fr e y H, H ardy, «M ittag-Leffler fue
un h om b re n o ta b le en m u ch os se n tid os. F u e un matemático de
prim era fila, cu yas c o n trib u c io n e s al análisis se han vuelto clási­
cas, y d esem p eñ ó un p a p e l im p orta n te en la inspiración de la in­
vestigación p o sterior; fu e un h o m b re de fu erte personalidad con
una intensa d e v o c ió n p o r su o b je t o d e estu dio; y terna la persis­
tencia, la p o s ic ió n y lo s m e d io s p a ra h a ce r v a le r su entusiasmo».

EL PREMIO ABEL

En 1897 v io la lu z e l testa m en to d e l ind u strial su e c o A lfred Nobel


(1833-1896), en el que se e s ta b le cía n lo s c o n o c id o s premios que
llevan su n om b re en q u ím ica , literatu ra , p az, fís ic a y medicina
Los prem io s N o b e l se c o n c e d ie r o n p o r p rim era v e z en 1901, yen
p o c o tie m p o se c o n v ir tie r o n en io s d e m a y o r p re stig io en sus
respectivas áreas. N o sería h asta 1968 cu an do se añadiría el pre­
m io N o b e l de E conom ía, técn ica m en te e l p re m io en Ciencias Eco­
n óm icas en m em oria de A lfr e d N o b e l, c o m o consecuencia de una

134 EL LEG AD O DE ABEL


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13S
EL LEGADO DE A # 1-
donación d e l B an co N a c io n a l d e S u e c ia a la Fundación Nobelej
Matemáticas.
L a ausencia d e un p re m io N o b e l en M atem áticas siempre
sido un asunto p o lém ico . S e ha apu ntado, c o m o posible causa, |j
m ala relación ex is te n te e n tre A lfr e d N o b e l y Mittag-Lefflei,
habría llev a d o a l p rim e ro a no q u e re r e s ta b le c e r un premio
podría haber sid o ganado p o r e l segu n d o, aunque lo más probable
es que ai pragm ático h om b re que era A lfr e d N o b e l ¡as matemáticas
le pareciesen d em asiad o te ó r ic a s y ca re n te s de aplicación en e|
mundo real.

«El teorema de Abel es un monumento más duradero


que el bronce.»
— A drién-Ma íie L egevdse, parafraseando a H oracio.

L a falta d e un p re m io N o b e l en M atem áticas impulsó aSopbus


Lie a intentar es ta b lecer un p re m io A b e l en matemáticas putas. En
1898 utilizó su am p lia red d e c o n ta cto s para recab ar apoyosinler-
nacionales ai prem io. Su id e a fu e en gen eral m uy bien recibida por
la comunidad m atem ática, y ob tu vo resp uestas positivas de impor­
tantes m atem áticos, c o m o lo s fra n ceses É m ile Picard (1856-1941)
y Charles H erm ite o e l a lem án F é lix Klein, p e ro tras la muerte de
Lie, en 1899, e l p ro y e cto fu e abandon ado.
L a id e a d e l p r e m io A b e l en M a te m á tic a s v o lv ió a surgir en
1902 en e l co n te x to d e las c e le b ra c io n e s d e l centenario del naci­
m ien to de A bel, E l g o b ie r n o y la C a s a R e a l se involucraron a
fo n d o en la c o n m em o ra c ió n , a la q u e ta m b ié n fueron invitados
im portantes m atem á tic o s ex tra n jero s , y se d e c id ió erigir el mo­
num ento a A b e l que V ig ela n d c o m p le ta r ía se is años después. El
p ro p io rey O sc a r a nun ció la c r e a c ió n d e una m ed alla de oro en
h on or del n o ru e g o p a ra p r e m ia r lo s tra b a jo s matemáticos más
destacados. S e crearon va rias c o m is io n e s co n e l fin de estudiar
la via b ilid a d d e l p r e m io y d is eñ a r su s esta tu tos, p ero un grave
asunto p o lítico, la s e p a ración d e N o r u e g a y S u ecia en 1905, im­
p id ió culm inar el p ro y e cto .

136 EL LEGADO OS ABEL


PREMIOS M A TE M A TIC O S : M E D A L L A PIELDS VERSUS PREMIO ABEL

El hecho de que A lfred Nobel no dejase instaurado un pramio Nobel en Mate­


máticas ha p erjudicado claramente el reconocimiento social de esta ciencia.
A pesar de ello, varios matemáticos han ganado dicho premio en otras disci­
plinas. c o m o en literatura — en 1904 el español José Echagaray (1832-1916), a
quien se debe tam bién el perfil biográfico sobre Abel, 0 Alen-fon de/Norte, y
en 1950 el británico Bertrand Russell 0872-1970)- ode forma más frecuente,
en economía, co m o los estadounidenses Kenneth Arrow (1921-2017) en 1972y
John Nash (1928-2015) en 1994. Para comp ensar esta carencia se han instau­
rado a lo la rg o del siglo xx distintos prem ios matemáticos, siendo (a medalla
Fíelds y el p rem io A b e l los que han alcanzado mayor prestigio y repercusión.

Dos galardones d istin to s


La medalla Fíelds. creada por el matemático canadiense John Charles Fíelds
(1863-1932), se e ntre g ó p o r primera vez en el Congreso Internacional de Ma­
temáticos de Oslo d e 1936. Considerada durante muchos años como el pre­
mio más prestigioso de las matemáticas, posee ciertas características que la
diferencian claram ente de los premios Nobel: seentrega cada cuatro años, a
un mínimo de dos y un máxim o de cuatro matemáticos menores de cuarenta
artos y su cuantía económica es de unos 10 000 euros. En contraste, el Nobel
es anual, no puede ser com partido por más de tres ganadores, la edad media
délos galardonados es bastante avanzada y su cuantía es de casi un millón da
euros. El lím ite d e edad en la medalla Fíelds se toma tan en serio gue cuando
el m atem ático b ritá n ico Andrew Wíles (n, 1953) probó el último teorema de
Fermat recibió solo una placa conmemorativa por tener mésde cuarenta artos,
El premio Abel fue presentado en 2002,
coincidiendo con la celebración del bi-
centenario del nacim iento de matemáti­
co noruego. Se creó para premiar traba­
jos matemáticos de excepcional calidad,
para aum entar el estatus social de las
matemáticas y a tra e r el interés de los
más jóvenes p o r las mismas. La Acade­
mia Noruega de las Artes y las Ciencias
loconcede anualmente a uno o dos ma­
temáticos de trayectoria excepcional, y
es entregado p o r el rey de Noruega en
una ceremonia d e gran solemnidad. 5u
cuantía económ ica — 6 0 0 0 OOO de co­
ronas noruegas, unos 6 5 0 0 0 0 e u ro s-
y su repercusión en los medios lo han E| mitMlltlco
Convertido en lo más parecido hoy en Freedman, ganador de lanwJalto Retds
día a un prem io N obel en Matemáticas. mises.

B . VAGADO 0ÉA9R «7
La m em oria d e A b e l sig u ió v iv a en N oruega. P o r ejemplo, su
rostro fu e im p res o en u n s e llo c o n m o t iv o d e l centenario de su
muerte en 1929 — un p riv ile g io que s o lo habían disfrutado hasta la
fecha la fam ilia real y e l d ra m a tu rg o H en rik Ibsen (1828-1906)—,
y en 19-18 su retrato a p a re c ió e n e l b ille te d e 500 coronas. También
se han escrito distintas b io g ra fía s s o b re la v id a de Abel, siéndolas
más com pletas la d e 0 y s te in O re (1899-1968), Hids Henrik Abti,
Maihematician Extraordinary (19 57 ), y A r ild Stubhaug (n 1948),
Niels Henrik Abel and, kis Times (2000).
En 2000, en v ís p e r a s d e l b ic e n t e n a r io d e l nacimiento del
m atem ático, to m ó fu e r z a d e n u e v o la id e a de cre a r un premio
A b el en M atem áticas, E s ta v e z la id e a fru c tific ó , y al año siguien­
te el g ob iern o n o r u e g o a n u n c ió la c r e a c ió n de un fondo de 200
m illo n e s d e c o r o n a s (a p r o x im a d a m e n te 22 m illones de euros)
a d m in is tra d o p o r e l M in is t e r io d e E d u c a c ió n y cuyo retomo
anual s e ría c o n c e d id o a la A c a d e m ia N o ru e g a d e Ciencias y Le­
tra s pa ra o to rg a r e l p re m io A b e l a una o m ás personalidades por
sus c o n trib u c io n es e x c e p c io n a le s a la s m atem áticas. La crea­
ció n d e l p r e m io a lc a n z ó u n a m p lio c o n s e n s o político, tal vez
porqu e u no de 6us o b je t iv o s e x p líc it o s era e le v a r la considera­
c ió n s o c ia l d e e s ta d is c ip lin a y a t r a e r h a c ia e lla el interés de
niños y jó v e n e s .

LOS GANADORES DEL PREMIO ABEL

P o r fin, m ás d e d e n añ os d e sp u é s d e la prim era propuesta al res­


pecto, e l p rem io e n h o n o r d e A b e l v e ía la lu z d e manera oficial en
2002, coin cid ien d o c o n e l b ic en ten a rio d e su nacimiento. A conti­
nuación se reseñan lo s g a n a d o res hasta la fe c h a de dicho premio,
m ediante lo s cu a les se o fr e c e , sin du da alguna, un panorama de
las m ejores m atem áticas d e l s ig lo x x
En 2002, el año de su instauración, el p re m io A bel se concedió
d e fo rm a h on orífica a A tle S r lb e r g (1917-2007), a la sazón el mate­
m ático noru ego de m a y o r prest ig io internacional. Selberg desarro­
lló la m ayor pa rte d e su ca rre ra e n P rin c eton , Estados Unidos, y

138 EL LEGADO OE AB EL
EL TEOREM A DEL NUM ERO PRIMO

Un número prim o es cualquier riaturaldistlntodelquesoloesáivislbleporl


y por si mismo. Los números primos son los bloques básicos de los que están
compuestos to d o s los números, algo asi como los átomos de la aritmética,
puesto que to d o número natural se descompone de forma única -salvo el
orden de los factores— com o producto de números primos. El matemático
griego Euclldes ya probó, en los Elementos, quehabia una cantidad Infinita
de números primos: dados los primos p,.p,... p,, el número p=pl p1-...'p<+l
no es divisible p o r ninguno délos primos anteriores porque la división entre
cada uno de ellos da resto 1 y, por tanto, o bien p es primo o bien p es divisi­
ble por un prim o diferente a p r p r .„ , p ^ En cualquier caso, el conjunto délos
números primos no puede ser finito. La distribución altamente irregular de
los números primos entre los números naturales ha descorreertadodesde siem­
pre a tos matemáticos. Gauss conjeturó en su diario urnafórmula para la functón
n(n) que representa el número de primos menores o ¡guatean, en concreto
llm 'g ’M a . t
*— n
La fórmula dice que asintóticamente, para valores grandes den, la densidad
de números prim os
irfrO
n
se comporta com o el inverso del logaritmo neperiano
1
InCn)'
Este resultado, conocido com o teorema del número primo, fue probado en
1556 por los franceses Jacques Hadamard (1865-1963) y Charles .lean de la
Vallée-Poussin (1866-1962), de forma independiente, a través efe técnicas de
variable compleja y com pletando el programa que 8ernhard Riemann (1B26-
1866) había esbozado en 1851.

Una dem ostración elemental


La prueba analítica del teorema dei número primo era muy sofisticada y de­
jaba la puerta abierta a la existencia de una demostración que no usase la
teoría de funciones d e variable compleja. Asi, el noruego Atle Selberg y el
húngaro Paul Erdós (1913-1996) impactaron a la comunidad matemática cuan­
do en 1949 encontraron una comprobación de este tipo para dicho teorema.
Erdós, m atem ático nómada, extremadamente colaborativo y prolffico, es una
leyenda de las m atem áticas del siglo xx. Por su parte, SeiOerg, mucho más
reservado, desarrolló casi todo su trabajo en solitario en el Instituto de Estu­
dios Avanzados en Princeton, y fue merecedor de los mayores premios en
matemáticas: la medalla Fields en 1950 y el premio Abel honorífico en 2002.

EL LEGADO 06 ABR. 09
sus principales con trib u cion es fu eron en la teoría de números: el
estudio de lo s ceros de la fu n ción z e ta d e Riemann, métodos de
criba, la dem ostración elem en tal del teorem a del número primoy
la fórmula de la traza, entre otros. S elberg obtuvo la medalla Fields
en 1950, y gozaba de gran p re stigio y autoridad dentro de la comu­
nidad matemática.
En el prim er a ñ o d e su co n c e s ió n regular, 2003, se premióal
francés Jean-Pierre Serre (n . 1926), un gigante d e las matemáticas
del siglo xx que h a bía s id o el m iem b ro m ás jo v en del mítico co­
lectivo de m atem áticos fra n ceses Bourbaki. En 1954 se había con­
ve rtid o tam bién en e l m a tem á tic o m ás jo v e n hasta entonces en
recibir la m edalla Fields. Las con trib u cion es de Serre a la topolo­
gía, la geom etría a lgebraica y la teo ría d e núm eros son numerosas
y profundas. En particular su trabajo en teo ría de números exten­
d ió la s ideas in trodu cid as p o r A b e l en su dem ostración de la im­
posibilidad de res o lv e r la ec u a ció n d e quinto grado por radicales.
Serre tam bién había s id o n om b ra d o d o c to r honoris causa porte
Universidad de O slo en 2002, en co n ex ió n con el bicentenariodel
nacim iento de A bel.
En 2004 el p re m io A b e l fu e c o n c e d id o conjuntamente al ma­
tem ático b ritán ico M ich a el F. A tiy a h (n . 1929) y al matemático
estadounidense Isa d ore M. S in g e r (n. 1924) p o r su teorema del
índice, Según este teorem a , que rela cion a propiedades analíticas,
geom étricas y top oló gicas, ei ín d ice de un sistem a de ecuaciones
diferenciales — un indicador del núm ero d e soluciones del sistema
en una cierta región — d epen de s o lo de la topología, es decir, de
la form a, de dicha región. Sorp rendentem ente, este teorema de
m atem ática pura fue m uy bien a c o g id o p o r la comunidad de íísi-
cos teóricos, quienes lo usaron, p o r ejem plo, en el desanollo de
la teoría de cuerdas. A tiy a h había sid o galardonado también con
la m edalla F ield s en 1966.
Peter D. La x (n. 1926), rec o n o c id o ex p erto en ecuaciones»
derivadas parciales y uno de los m atem á ticos aplicados de mayor
prestigio, rec ib ió el p re m io en 2005. H ú ngaro de nacimiento, de­
sarrolló prácticam ente to d a su carrera en el Instituto Courant de
N ueva York, creado p o r e l m atem á tico alem án Richard Courant
(1888-1972) a im agen y sem ejan za d e l Instituto d e Matemáticas

140 EL LEGADO DE ABEL


de Gotinga. Su n o m b re a p a re ce vinculado tanto a resultados teó­
ricos (lem a d e La x -M ilg ra m , pares d e L a *) como a métodos eom-
putacionales (e s q u e m a n u m érico de Lax-Friedridis, teorema de
equivalencia d e L a x ). T a l y c o m o alguien ha comentado humo­
rísticamente, d a d o que su trabajo form a parte de la base teórica
que permite e x tr a e r e l p e tr ó le o del subsuelo noruego, Peter Lax
ha financiado d e a lgu n a m an era su propio premio Abel.
El prem io A b e l d e 2006 fu e concedido al sueco lennart Cal­
iesen (n. 1928) p o r su s profu n da s contribuciones al análisis armó­
nico y a la te o ría d e lo s sistem as dinámicos. Carleson es un mate­
mático teórico fa m o s o p o r h aber resuelto problemas muy difíciles
en diversos ca m p os. Se p o d ría afirmar que su resultado más es­
pectacular es la d e m o s tra c ió n d e la convergencia puntual (en casi
todo punto) d e la s e r ie d e F o u rie r de una función de cuadrado
integrable. E ste h e c h o c o n tra s ta co n el ejemplo presentado en
1928 por el m a t e m á tic o ru s o A n d réi Nikoiáevich Kolmogórov
(1903-1987) d e una fu n c ió n absolutamente integrable, cuya serte
de Fourier d iv e rg e en ca si to d o punto. Otro resultado impactante
de Carleson fu e la d e m o stra c ió n rigurosa— que confirmaban las
evidencias nu m érica s— d e la ex isten cia de un abactor extraño,
esdecir, un con ju n to in varia n te y con dinámica caótica, en la apli­
cación de H énon.
En 2007 e l p r e m io A b e l v o lv ió a ser concedido a unmatemá-
tico vinculado a l In s titu to Courant: S. R. Srinivasa Varadhan (n.
1940), de origen in d io p e r o a s o c ia d o a la institución neoyorquina
desde 1963. L a s a p o r t a c io n e s d e Varadhan, especialista en pro­
babilidad, han s id o fu n d a m en ta les para la teoría de las «grandes
desviaciones». P o r eje m p lo , según la ley de los grandes números,
al lanzar una m o n e d a m u c h a s veces, la proporción de caras se
aproximaré c a d a v e z m ás a p e ro aun así hay una pequeñísima
probabilidad d e qu e to d a s la s m onedas caigan de cara. Calcular
la probabilidad d e e s ta s «g r a n d e s desviaciones» es del mayor
interés p rá ctico — b a s ta p e n s a r en las compañías de seguros—.
Así, los resu ltad os d e V a ra d h an han tenido aplicaciones en cam­
pos tan d iv e r s o s c o m o Ja t e o r ía cuántica de campos, la física
estadística, la d in á m ic a d e p o b la c io n e s y la economía, entre
otros.

a LEGADO OE M R MI
E l p re m io A b e l d e 2008 ftie c o m p a r t id o p o r el estadounidense
John G riggs T h o m p s o n (n . 1932) y e l fr a n c é s Jacques Tits ( n 1930)
p o r sus c o n trib u c io n e s fu n d a m e n ta le s a la m o d e rn a teoría de gru­
pos: el santu ario q u e L a g ra n g e , C a u ch y , A b e l y G aiois empezaron
a lev a n ta r s e c o n v ir t ió d u r a n te e l s ig lo xx e n u na gran catedral,
e n tr e c u y o s a r q u ite c t o s p r in c ip a le s fig u r a n T h om p so n y Tita.
T h om p so n s e e s p e c ia liz ó e n e l e s tu d io d e lo s g ru p os finitos, como
lo s gru p os d e p e r m u ta c io n e s en lo s q u e A b e l tra b a jó en relación
c o n la im p osib ilid a d d e r e s o lv e r la q u ín t ic a p o r radicales, mientas
q u e T its c r e ó un n u ev o m a r c o t e ó r ic o pa ra el estu dio de los grupos
lontinuos, c o m o lo s in tro d u c id o s p o r L ie . L o s resultados de ambos
han s id o fu n d a m en ta les p a r a cu lm in a r u n o d e lo s h itos de las ma­
te m á tic a s d e l s ig lo p a s a d o : la c la s ific a c ió n d e lo s grupos finitos
sim ples, u n a e s p e c ie d e ta b la p e r ió d ic a qu e e x p lic a la estructura
d e lo s g ru p os fin itos. T h o m p s o n ta m b ié n h a bía recibido lamedal*
F ield s en 1970.
E l m a t e m á tic o r u s o fr a n c é s M ija íl L e o n íd o v ic h Grómov (n.
1943) r e c ib ió e l p r e m io A b e l e n 2009 p o r su s «revolucionarias con­
trib u c ion e s a la g e o m e tr ía ». E n p a rtic u la r, d estacan su estudio de
p ro p ied a d es g lo b a le s e n g e o m e tr ía d e R ie m a n n y sus trabaos pio­
n e ro s en el c a m p o d e la g e o m e t r ía s im p lé c tic a , cu yo origen se
h a lla en e l fo rm a lis m o h a m ilto n ia n o d e la m e c á n ic a clásica y que
s e aplica, p o r e je m p lo , en t e o r ía d e cu erd as. G ró m o v también in­
tro d u jo c o n c e p to s g e o m é tr ic o s en g ru p o s d is creto s que han tenido
gran re p e rc u s ió n e n e l e s tu d io d e su s p r o p ie d a d e s algebraicas. En
palabras d e u n o d e su s c o la b o r a d o r e s : « E s in c re íb le lo que Mijaíl
G r ó m o v p u e d e h a c e r s o lo c o n la d e s ig u a ld a d triangular» (se refe
r ía a la d e s ig u a ld a d a < b + c q u e c u m p le n lo s la d o s a, 6, c >0 de
cu a lqu ier triá n g u lo).
E l g a la r d o n a d o c o n e l p r e m io A b e l e n 2010 fu e e l matemá­
t ic o e s ta d o u n id e n s e J o h n T o r r e n c e T a t e (n. 1925), p o r su gran
im p a c t o e n la t e o r ía d e n ú m e r o s . T a t e d e s c u b r ió su gusto por
la s m a t e m á t ic a s s ie n d o m u y j o v e n a t r a v é s d e lo s puzlesde
H e n r y D u d e n e y (1857-1930) y d e l c lá s ic o lib r o d e l escocés Eric
T e m p le B e ll (18 83 -196 0) i o s grand es m atem áticos, que tantas
v o c a c io n e s m a t e m á tic a s h a d e s p e r ta d o . Su p r in c ip a l campo de
e s tu d io h a s id o la t e o r ía d e n ú m e r o s a lg e b r a ic o s , e s decir, las
LA CLASIFICACIÓN DE LOS GRUPOS FINITOS SIMPLES

La teoría de grup o s se inició con los estudios sobre la resolución de ecuacio­


nes por radicales llevadas a cabo por Lagrange, Cauchy, Abel y Gaíois, y hoy
en día es un c o n c e p to transversal con múltiples aplicaciones, desde la física
de partículas basta la cristalografía, pasando por la solución al cubo de Rubilc
oíos mosaicos d e la Alhambra. Uno de los grandes hitos del siglo » en teoría
de grupos fue la clasificación de los grupos finitos simples, que son los bloques
con los q ue se form a cualquier otro grupo finito La tarea fue ingente; involu­
cró el trabajo co n ju n to de más de cien matemáticos y ocupó más de diez mi
páginas. Un resultado clave fue probado en 1962 ROrWáterFait[l930-2004)
y John G riggs Thom pson, prem io Abel en 2008: «Cualquier grupo finito de
orden im par es resoluble». A pesar de su sencillo enunciado, de tan solo ocho
palabras, su dem o stra ción ocupó un volumen completo de 255 páginas déla
revista Pacific Journal o f Mathematies. y constituyó un ingrediente esencial
para el teorem a de clasificación, según el cual cualquier grupo finito simple
es de uno de los siguientes tipos: un grupo cíclico de orden primo, un grupo
alternado, un m ie m b ro de una de las dieciséis familias de grupos deLle finitos
o uno de los veintiséis grup o s esporádicos.

El monstruo
0 enfoque g e o m é tric o de la teoría de grupos introducido por Jacques Tits,
el otro g alardonado en 2 0 0 8 con el premio Abel, resultó a Su vez fundamen­
tal en el estudio d e los grupos esporádicos, y en particular del mayor de todos,
conocido d e fo rm a p o p u la r co m o el «Monstruo» por su enorme tamaño con­
tiene unos 3 0 8 Q T 0 50 elementos, un número increíblemente grande que equi­
vale al núm ero de partículas elementales en el planeta Júpiter, Para hacerse
una ¡dea de la co m p le jid a d del «Monstruo» basta señalar que se corresponde
con el grup o de sim etrías de gn espacio de 196883 dimensiones.

JlCquesTJts y John Griggs


Thompson (segundo y
tercero por la Izquierda,
respectivamente) posan
con los monarcas
noruegos y con la esposa
de Tits, Marle-Jeanne
(primera por la derecha),
en el Palacio Real de Oslo
tras recibir el prem io Abel.
•120 de m ayo d e 2008.

EL LEGADO DE A flR
ra íc es de p o lin o m io s c o n c o e fic ie n t e s ra c io n a le s . A l igual que
A b el, su in flu en cia p u ed e m e d ir s e p o r la c a n tid a d de conceptos
y resu ltad os a s o c ia d o s a su n o m b re : m ó d u lo d e T a te, algoritmo
de T a te, t e o r e m a d e S e r r e -T a te , t e o r ía d e H onda-Tate, entre
otros.
En 2011 e l p rem io A b e l fu e c o n c e d id o al estadounidense John
W iilard M iln or (n. 1931), uno d e lo s m a te m á tic o s más versátiles
del sig lo xx, co n im portan tes c o n trib u c io n es en topología, geome­
tría y álgebra. U n o de sus re s u lta d o s m ás asom brosos, y por el
que re c ib ió la m ed a lla F ie ld s e n 1962, fu e e l descubrimiento de
las «esferas e x ó tic a s » en d im e n s ió n s ie te . A sí, M iln or probó que
ex isten va ried a d es d ife r e n c ia b le s q u e p u ed en transformarse de
fo rm a continua en una e s fe ra h eptad im en sion ai, p ero dicha trans­
form a ción nunca e s suave, sie m p re ap a recerá n arrugas o pliegues
que n o pu ed en a lisa rse. D e h e c h o , e n d im e n s ió n siete existen
ve in tioch o «e s fe r a s e x ó t ic a s » d iferen te s. M iln o r también realizó
aportaciones im portan tes en te o r ía d e n u d os — escribió su primer
artículo so b re e l tem a c o n d ie c is ie te años, un ejem plo de preco­
cid ad c o m o A b e l— , t e o r ía d e gru p os, K -teoría, dinám ica comple­
ja, etc.
El m atem ático h ú ngaro E n d re S z em eré d i (n. 1940) recibióel
prem io A b el en 2012 p o r sus n u m erosa s y profundas contribucio­
nes a la c o m b in a toria , en te n d id a en un s e n tid o am p lio como el
estudio de las estructuras discretas. Su resultado más importante,
el teo rem a d e S zem eréd i, afirm a q u e S(k, ti) — el m ayor mimen)
d e en tero s en tre 1 y n q u e p u e d e e le g ir s e sin con ten er ninguna
p rog resión a ritm ética d e lo n g itu d k— e s un porcentaje de n tan
pequ eño c o m o se q u iera sie m p re que n s e a suficientem ente gran­
de. E l te o r e m a d e S z e m e ré d i aú n a un en u n c ia d o sencillo de en­
te n d e r y una p r u e b a e x tr e m a d a m e n te co m p lica d a , aunque de
naturaleza elem en tal, es d ecir, sin u sar co n c e p to s matemáticos
avanzados. L o s resu ltad os de S z e m e ré d i han ten id o importantes
aplicaciones en te o r ía de n ú m eros, c ie n c ia s d e la computación c
in telig en cia artificial.
El galardón de 2013 re c a y ó e n e l b e lg a F ierre Deligne (n. 1944).
C onsiderado c o m o uno d e lo s m e jo re s m a tem á ticos del siglo a,
fu e gan ad or tam bién d e la m ed a lla F ie ld s en 1978. El comité del

744 El- LE G AD O DE ABEL


premio A b e l d e s t a c ó su s v a lio s a s contribuciones a la geometría
algebraica, que h an te n id o un gran im pacto en la teoría de números
yls teoría d e la r e p re s e n ta c ió n . Su resultado más relevante fue Ja
demostración d e la h ip ó te s is d e Riem ann para variedades sobre
10 cuerpo fin ito, u na v a r ia n te d e la hipótesis de Riemann original,
que es en la a ctu a lid a d e l p r o b le m a a bierto más importante délas
I
¡ matemáticas. C o m o c o n s e c u e n c ia d e su teorema, Deiignepudo
I establecer re s u lta d o s ta n in c re íb le s co m o una estimación precisa
dd error c om etid o a l e s c r ib ir un núm ero com o suma de veinticua­
tro cuadrados.
El g an ad or d e l p r e m io A b e l en 2014 fu e Yákov G. Sinái (n.
1935), un p r e s t ig io s o in v e s t ig a d o r d e la escuela rusa que trabaja
enla frontera e n tr e la s m a tem á tic a s y ia física Sus contribuciones
más destacadas h a n te n id o lu g a r en la te o ría de los sistemas diná-
¡nicos, la te o ría e r g ó d ic a y la m ec á n ic a estadística, donde introdu­
jo importantes c o n c e p t o s c o m o la entropía de Koimogórov-Sutói,
las medidas d e S in á i-R u e lle -B o w e n y lo s paseos de Sinái, entre
otros. En un in te r e s a n te a r tíc u lo de 2006, Sinái se preguntaba á
matemáticos y fís ic o s e r a n c o m o perros y gatos, y terminaba con
estas palabras: «S in e m b a r g o , e s ve rd a d que e l mundo de ios ma­
temáticos y e l d e lo s fís ic o s so n bastante diferentes y que existe
unafrontera q u e lo s s e p a r a E s ta fron tera es muy personal, y cada
uno elige la su y a ».
El prem io A b e l d e 2015 fu e co n ce d id o a los matemáticos John
Forbes Nash (19 28 -201 5) y L o u is N irenberg ( n 1925), por sus con­
tribuciones a la s e c u a c io n e s en derivadas parciales y sus aplica­
ciones al análisis g e o m é tr ic o . N ire n b e rg es reconocido intemacio-
nalmente c o m o u n o d e lo s líd e r e s en e l estudio de las ecuaciones
enderivadas p a rc ia le s , m ie n tr a s que Nash publicó pocos artículos
pero de una g ra n in flu e n c ia . E n con creto, se debe a Nash, y de
forma ind ependiente a i m a te m á tic o italiano Ennio de Giorgi (1928-
1996), la d e m o stra c ió n d e la regu laridad de las soluciones de ecua­
ciones de tip o e líp tic o . L a s a p lica cio n es al anáfisis geométrico que
reconocía el ju ra d o d e l p r e m io A b e l son ios teoremas de inmersión
-probadas p o r N ir e n b e r g p a r a su perficies de Riemaim de curva­
tura positiva, y p o r N a s h p a r a va ried ad es de Riemann generales—,
Quepusieron d e m a n ifie s to q u e es to s objetos geométricos abstac-

aiÉGADODEABa
JOHN F. NASH: UNA VIDA DE PELÍCULA

En 2015, por primera y hasta ahora única vez,


un ganador del prem io Abel había sido g a ­
lardonado previamente con el prem io Nobel:
el matemático estadounidense John Forbes
Nash había conseguido en 1994 el p re m io
Nobel de Economía por su teoría del equ ili­
brio para juegos no cooperativos, d e sa rro ­
llada en su tesis d octo ra l cuarenta y cin co
arios antes. El premio Abel de 2015 se le co n ­
cedió, junto a Louis Nirenberg, p o r sus c o n ­
tribuciones a la geometría diferencial y a las
ecuaciones en derivadas parciales. Nash pro­
bablemente sea ei g anador más m e diá tico
de cuantos han recibido el premio Abel, pues
en su vida se mezclaron la genialidad, la tra ­
gedia — en form a de una esquizofrenia que
lo mantuvo apartado d el m undo d u ra rte cuarenta arios— y una inesperada
recuperación acompariada de grandes reconocim ientos, un bastsellersobra
su vida titulado Una mente prodigiosa y la película Una mente maravitUosa que
ganó cuatro premios Óscar en 2001. Por desgracia, Nash y su esposa, Alicia,
fallecieron en un accidente de taxi cuando regresaban del aeropuerto pocos
días después de haber re cog ido el p rem io A bel en Oslo.

■ M M M im u W M M fA IN

to s p o d ía n « in t r o d u c ir s e » en tur e s p a c io e u c líd e o ordinario con­


se rva n d o las distancias.
E l p r e m io A b e l d e 2016 r e c a y ó e n e l m a tem á tic o británico
A n d r e w J. W ile s (n . 1953), q u ie n h a b ía a c a p a ra d o las portadas
m undiales en 1994 cu a n d o a n u n ció que h a bía demostradoelúltimo
te o r e m a d e F erm a t. Su e n u n c ia d o es m u y s e n c illo (la ecuación
x"+yn=zn n o tie n e s o lu c io n e s e n te ra s p o s it iv a s si n > 2 ), pero su
d e m o stra c ió n e lu d ió a io s m e jo r e s m a te m á tic o s durante más de
tre sc ien to s años. L a p ru e b a d e W ile s u sa ba d o s conceptos, curvas
elíp ticas y fo rm a s m o d u la re s, que h a b ía n s id o introducidos en di­
feren tes c o n te x to s p o r lo s m a te m á tic o s d e lo s s ig lo s xvin yxix. En
la d é c a d a de 1950, lo s m a te m á tic o s ja p o n e s e s YutakaTaniyama
(1927-1958) y G o r o Shim u ra (n . 1930) e s ta b le c ie ro n una conjetura
según la cu a l a ca d a c u rva e líp tic a le co rre s p o n d ía d e forma pre-

14á EL L E G AD O DE AB EL
cisauna fo r m a m o d u la r . A m e d ia d o s d e Ja década de IQSOseJlegd
# )a co n clu sió n d e q u e la c o n je tu r a d e Taniyama-Shírmira impli­
caba el ú ltim o t e o r e m a d e F erm at, pues apartir de un contiaejem-
plc a dicho t e o r e m a p o d ía con stru irse una curva elíptica sin ftama
modular a s o c ia d a F u e ju s t o un ca so particular de esta conjetura
para cu rvas s e m ie s t a b le s , p e r o aun así suficientemente poderosa
para im p licar e l ú lt im o t e o r e m a d e Fenmat, la que probó Wiles.
El p r e m io A b e l d e 2017, e l ú ltim o concedido hasta lafecha,
ha sido o t o r g a d o a l m a t e m á t ic o fra n c é s nacido en Túnez fres
Meyer ( a 1939), p o r e l d e s a r r o llo d e la teoría de (indiculas, Fue
Jean-Baptiste J o s e p h F o u r ie r e l p rim ero en defender y utilizar

UNA C ARTA DE A B E L SOBRE FERMAT

S premio A bel d e 2016 fue concedido al matemático británico AndrewJ.Wiles


por su d e m o stra ció n del últim o teorema de Fermat. la ecuación «"»/=*» no
tiene soluciones enteras positivas si n» Z la prueba de Wiles sebasaba en la
relación existe n te e n tre form as modulares y curvas elípticas, un campo de las
matemáticas que se re m o n ta a las Investigaciones de Abe¡ sobre las fondbnes
elípticas. P recisam ente, una carta de Abel s Holmboe en el verano de 1623,
donde le re la ta b a sus p rim eros avances en 'a teoría de las funciones elípticas
mientras estaba v is ita n d o a Degen en C ópentele, contenía una referendeal
último teorem a de Ferm at: aunqueAbel reconocía que no habla sidocapaz de
resolverlo, enviaba a H olm bo e cuatro teoremas relacionadosconálque haba
obtenido. P o r e je m p lo , Abel probó que si x y n>2 eran primos, entonces la
ecuación de Ferm at no tenía solución. Curiosamente, Abel comentaba a Holm-
boeque «los m a te m ático s británicos no son tan malos como yo pensaba», lo
que resulta p re m o n ito rio si se tiene en cuenta que el misterio del último teo­
rema de Ferm at fue desvelado
precisamente p o r un m atem á­ Pimi DIFERMATifflí iw
tico de dicha nacionalidad. La
epístola te rm in a b a c o n una
broma m a te m ática : A b e l p ro ­
porcionaba c o m o fe c h a de 1
su carta la p a rte d e c im a l de
1/6064 321219, lo que se co ­
rrespondía c o n el 4 d e agosto.

El teorema de Fermat n a - p ie s d e s ó lu t ío n p o u r des entiers n * - i


en un sello francés.

H7
ELU=6AD0C*ABa
de m a n era s is te m á t ic a q u e u n a fu n c ió n p e r ió d ic a podía des­
com p on erse co m o u na su m a, p o s ib le m e n te infinita, de seros y
cosenos. D esd e F o u rie r se h a n e n c o n tr a d o m uchas otras bases
orton orm ales, e s d ecir, c o n ju n to s de fu n c io n e s perpendiculares
dos a dos que c o m p a r te n e s ta im p o r ta n te propiedad de senos y
cosenos. En la te o r ía de o n d fc u la s h a y u n a «on d ícu la madre» que
genera, p o r tra sla cio n es y d ila ta c io n e s , to d o s los demás elemen­
tos de la b ase o rto n o rm a l. L a s o n d íc u la s perm iten descomponer
cu a lq u ier s e ñ a l (d a to s , im á g e n e s , s o n id o s , etc.) en elementos
m ás sim ples, fá c ile s d e a lm a c e n a r y que p e rm iten recuperar con
g ra n e fic ie n c ia y fia b ilid a d la s e ñ a l o r ig in a l (p o r ejemplo, las
ondículas s o n usadas en e l fo r m a to d e co m p resió n gráfica JPEG
2000). M eyer in ic ió su c a r r e r a en la te o ría de números y comenzó
a estu d ia r las o n d íc u la s g r a c ia s a u na a fortu n ada coincidencia
en la fo to c o p ia d o ra d e su fa c u lta d , d o n d e v io el trabajo de dos
c o leg a s su yos y su p o r e la c io n a r lo c o n u n a teo ría que conocía
en profundidad.
La con cesión del p re m io A b e l d e 2017 no ha estado exenta de
una cierta p o lé m ic a p o rq u e m u ch os consideraban que debía ha­
b e r sid o co m p a rtid o c o n la m a te m á tic a b e lg a Ingrid Daubechies
(n. 1954), o tra figura m uy destacad a e n el desarrollo de la teon'ade
ondículas. H ubiera sido, adem ás, la prim era m ujer en recibir dicho
premio, reivindicando d e esta fo rm a el trabqjo fem enino en un cam­
po dom inado en gran m ay oría p o r ios hom bres. Aunque Daubechies
m erecía sin duda s e r r e c o n o c id a igual que M eyer, parece que en
este caso no se trató de una discrim inación, sino de un conflicto de
intereses: Ingrid Daubechies fue presidenta de !a Unión Matemática
Internacional (UMZ) de 2011 a 2014, y la U M nomina a la mayoría de
los m iem bros de la com isión que seleccion a a los ganadores del pre­
mio Abel. La Academ ia N oru ega d e G en cia s y Letras se toma muy en
serio ei prob lem a de las incom patib ilidades, y en 2017 Daubechies
aun no podía ser elegida para el p re m io A bel. En 2014, la matemática
iraní Maryam Mirzajani (1977-2017) fue la prim era mitierpremiada
co n la m ed alla Field s; sin e m b a rg o , habrá que esperar a futuras
ediciones pa ra v e r a la p rim e ra m u jer g an ad ora del premio AbeL
A pesar de las en orm es d ificu lta d es a las que tuvo que enfren­
tarse N iels H en rik A b e l en su c o rta vida, in cluida la pobreza y la

M8 EL LEGADO DE ABEL
enfermedad, su s lo g r o s fu e ro n enorm es y sus principales resulta,
dos —la irreso lu b ilid a d de la quíntica, el teorema del binomio ye]
teorema de a d ició n p a ra integrales abelianas, entre otros-todavía
nos deslumbran. Su g e n ia lid a d y modestia son un ejemplo valiosí-
j¡jno y la m e jo r fo r m a d e ren d irle homenaje y preservar so memo-
tía ha sido u n ir su n o m b re al galardón que premia los mayores
avances de la m a te m á tic a actual.
Lectu ras recomendadas

Bbu, E. T., Los grandes m atem át icos, Buenos Aires, Losada, 2810.
Echegmay, J., « E l N e w t o n d e l N o r te », Gaceta de la Real Sociedad
Matemática Española, volu m en 5, número I, pp. 162-173,2002
Gimtjuhsuinnbss , I. ( e d it o r ), D el cálculo a la teoría de ctmjutu-
tos, 1630-1910. Una in trod u cción histórica, Madrid, Alianza
Editorial, 1984.
Hayek, N., «U n a b io g r a fía d e A b e l», Números, volumen 62, pp.3-26,
San C r is tó b a l d e la L a g u n a , A cadem ia Canaria de Ciencias,
2002.
JCune, M., E l pensam iento m atemático de la antigüedada nues­
tros días, M a d r id , A lia n z a Editorial, 2012.
Umos, 1,, Pruebas y refutaciones. La lógica del descubrimiento
matemático, M a d r id , A lia n z a Editorial, 1086.
Lmo, M., La ecu a ción ja m á s resuelta: cómo dos genios mate­
máticos descubrieron el lenguaje de la simetría, Barcelona,
Ariel, 2013.
One, O., N iels H e n rik Abel, Maihernahcian Extmoriimry,
Nueva Y ork , A m e r ic a n M athem atical Society, 1957.
Pesic, P., Abel’s P ro o f: A n essay on the smtrces and meaning cf
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MIT Press, 2003.
Stóctffiz-ren.vANnEz, C., N o w eg a -S ánchez , T., Abel. El romántico
nórdico, M a d rid , N iv o la , 2005.
r

Indice

. m¡ü de Ciencias de Fans 10, Degen, Cari Permnana 9 13.29


AÍ T uo U2, 113-121. 122>131 30, 77,104,147 ^
^¡sis matemático 11,34,43 Deligne, Pierre 144,145

Ati>-ah, 140 desarrollo de T-ylnr 42


Descartes, Eené 68,70,75
¿cizaño, Bemard 40, 44 DisquistiioruxAriítoneíicag log
6íinbelli, Rafael 66
Bn:n, Viiígo 123,131,132 ecuación
algebraica 61,68,95,112,129
urdano, (rprolaino 62-66, 70, 75 de Abel 11,19,20
Caflfson, Lennart 141 diferencial 50
Cauiliv, Augnstin-Louis 10,11,13, en derivadas marciales 53,140,
18,28,31,37,38,42-15, 47,48, 145,146
51-54,71,72, 74,80,112,113, funcional 11,36,49-52,123
133,142,143 ecuaciones abelianas 13
ilasiffaetón de lo s gru p os fin itos Erdós, Paul 139
simples 142,143 Euler, Leonhard 8,11,18,19,2S,
convergencia 11,32,38 ,39, 44,46, 32-37, 39,42,44,71, TI, 89,98,
51,109,141 99,104,109,110,124
frdfe 20,30,31
Cftlle. 4ugust L eo p o ld 9-11,13, Ferrari, Lodovico 64,65
2^1.39,41 ,55, 78,82,84 ,115, Ferro, Scipione del 59,62,64,66
119>120-122,124,125, 129 Fourier, Jean-Bapf steJosepít 10,
"•"¿algebraica l l l , H 2 , 114 13, 83,112,113,147,148
función
'M *».tiies, Ingrid 148 elíptica 106
hiperelíptica 11 Lagrange, Joseph-Louis 8, ia
holom orfa 107 71-74,77,124,142,143
m erom orfa 107,123 L aplace, Pierre-Simon 18,33,35
racional 73, 79,80, 82, 96, 97, Lax, P eter D. 140,141 ’
100,110 Lebesgue, Henri Léon 53
simétrica 70 Legen d re, Adrien-Marie 10,19
zeta de Riemann 36,30,140 81, 89, 99-102,104,105,1^
{unciones 113, 116, 118, 120,121,124
de variable com pleja 36,107,139 129, 136
trigonom étricas 10, 70, 86,92, lem niscata 19,98,99,lO S -llj
94,95 L ie, Sophus 123,131,133,134,13g
trigonom étricas inversas 93-95 142
Liouvilie, Joseph 83,107
Galois, Évariste 55, 72, 83, 84,86,
98, 132, 133, 142, 143 Mandelbrot, Benoit 85
Gauss, Cari Fnedrich 18, 19, 38,39, m ecánica racional 19
65, 67, 68 , 70, 78, 108, 109, m edalla Fields 40,137,139,140,
116-118, 120,121, 124, 139 142,144,148
género de una curva 111, 112,114 M em oria de París 10,13,110,113,
Gergonne, Joseph 110 122,125, 131
Griggs TTiompson, John 142, 143 M eyer, Yves 147,143
Grómov, Mijaí! 142 Milnor, John Willard 144
grupo 52, 72,133,143 Mittag-Leífler, MagnusGosta 134,
abeliano 11 136

Hansteen, Christopher 19-22,41, Nash, John 137,145,146


77, 121 New ton, Isaac 11, 32,42,70,87,93
Hardy, G odfrey H. 78,134 Nirenberg, Louis 145,146
Hilbert, David 26, 34, 51, 52 N obel, A lired 134,136,137
Holmboe, B em t Michael 8-10,13, núm ero com plejo 24,25,31,67,69
18,21,22,29,37,38, 74, 77,82,
104,109,115,122,130,133,147 Pacioli, Lúea 59
péndulo 20,101,103
integral 96,97, 104,106,111 períod o del péndulo 10,104
integrales abelianas 10,11,111, 149 períod os de una función 45, 106,
107, 123
Jacobi, Cari Gustav Jacob 10, 11, perm utación 73, 81
13,83,91,115-125,129,131 Foisson, Simeón-Denis 18
p o los de una función 106
Kemp, Christine 9,13, 77 prem io
Klein, Félix 86 , 132,133,136 A b e l 7,9 ,11, 129,134,136-148
Kronecker, Leopold 84, 85 N o b el 7,134,136,137,146

154 In d ic e
Szemerédi, Endre 144
delaquíntica70, 71, 74,77-81,
86,97,142,149 Tale, John Torrence 142
mecánico d e A b e l 20 tantócrona. 19,21
Tartaglia, Niccotó 59,62-65,75
(juinto problem a d e H ilb e r t 51,62 teorem a
de Abel 86,110,111,136
Kasmnssen, Soren 18,19, 22, 77 de Euler 94
[tctificación de cu rvas 26, 92,93, deT aylor 41-44
96,97 del binomio 11,41,42,44-46,
Kuffirú, Paok) 73, 74, 77, 7 8 ,80 48, 50,52,07,109,149
d el número primo 139,140
Sdiumacher, H ein rich C hrisüan del valor medio 41-43
20,116,119-121 fundamental del álgebra 68-70,
Setberg, Atle 138-140 86,100,107
serie teorem as de adición 10,89,98,195,
convergente 35,45, 4 6 ,4 7 ,5 0 106,110,125,149
divergente 35,38, 50,141 teoría de las funciones elípticas 10,
funcional 45 89,129,147
Serte, Jean-Pierre 140 Tits, Jacques 142,143
Sfflái, Yákov G. 145 transformada de Abel 11
Snger, Isadore M. 140
solución por radicales 79-81,84 último teorema de Fermat 146,147
SnnivasaVaradhan, S.R. 141
srimación de series d iv e rg e n te s 38 Vigeland, Gustav 131,132,136,136
Sylow,Ludwig 123, 131-134 Wiles, Aridrew 137,146,147

B5
HOCE

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