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Destacar
► La contaminación por metales pesados es un grave problema ambiental. ► La
fitorremediación es una mejor opción para la limpieza de sitios contaminados con metales.
► La fitorremediación es una tecnología ecológica con buena percepción pública. ► Se
están realizando investigaciones para detectar plantas para detectar hiperacumulación de
metales pesados. ► El avance en los estudios moleculares mejorará la eficiencia de la
fitorremediación.
1. Introducción
La contaminación ambiental por metales pesados se ha convertido en un grave problema en
el mundo. La movilización de metales pesados a través de la extracción de minerales y el
procesamiento posterior para diferentes aplicaciones ha llevado a la liberación de estos
elementos al medio ambiente. El problema de la contaminación por metales pesados es
cada vez más grave con el aumento de la industrialización y la alteración de los ciclos
biogeoquímicos naturales. A diferencia de las sustancias orgánicas, los metales pesados son
esencialmente no biodegradables y, por lo tanto, se acumulan en el medio ambiente. La
acumulación de metales pesados en suelos y aguas representa un riesgo para la salud
ambiental y humana. Estos elementos se acumulan en los tejidos corporales de los
organismos vivos (bioacumulación) y sus concentraciones aumentan a medida que pasan de
niveles tróficos más bajos a niveles tróficos más altos (un fenómeno conocido como
biomagnificación). En el suelo, los metales pesados causan efectos toxicológicos en los
microbios del suelo, lo que puede conducir a una disminución en sus números y actividades
(Khan et al., 2010).
En cuanto a su papel en los sistemas biológicos, los metales pesados se clasifican como
esenciales y no esenciales. Los metales pesados esenciales son aquellos que los organismos
vivos necesitan en cantidades mínimas para las funciones vitales fisiológicas y bioquímicas.
Ejemplos de metales pesados esenciales son Fe, Mn, Cu, Zn y Ni (Cempel y Nikel, 2006,
Göhre y Paszkowski, 2006). Los metales pesados no esenciales son aquellos que los
organismos vivos no necesitan para ninguna función fisiológica y bioquímica. Ejemplos de
metales pesados no esenciales son Cd, Pb, As, Hg y Cr (Mertz, 1981, Kärenlampi et al.,
2000, Suzuki et al., 2001, Cobbett, 2003, Peng et al., 2009, Sánchez- Chardi et al., 2009,
Dabonne et al., 2010). Las concentraciones de metales pesados más allá de los límites del
umbral tienen efectos adversos para la salud porque interfieren con el funcionamiento
normal de los sistemas vivos.
6.1. Fitoextracción
La fitoextracción (también conocida como fitoacumulación, fitoabsorción o
fitosequestración) es la absorción de contaminantes del suelo o el agua por las raíces de las
plantas y su translocación y acumulación en la biomasa aérea, es decir, brotes (Sekara et al.,
2005, Yoon et al., 2006, Rafati et al., 2011). La translocación de metales a los brotes es un
proceso bioquímico crucial y es deseable en una fitoextracción eficaz porque la recolección
de biomasa de raíces generalmente no es factible (Zacchini et al., 2009, Tangahu et al.,
2011).
6.2. Fitofiltración
La fitofiltración es la eliminación de contaminantes de las aguas superficiales contaminadas
o aguas residuales por las plantas (Mukhopadhyay y Maiti, 2010). La fitofiltración puede
ser rizofiltración (uso de raíces de plantas) o blastofiltración (uso de plántulas) o
caulofiltración (uso de brotes de plantas extirpadas; latín caulis = brote) (Mesjasz-
Przybylowicz et al., 2004). En la fitofiltración, los contaminantes se absorben o adsorben y,
por lo tanto, se minimiza su movimiento hacia aguas subterráneas
6.3. Phytostabilization
6.4. Fitovolatilización
La fitovolatilización es la absorción de contaminantes del suelo por las plantas, su
conversión a forma volátil y su posterior liberación a la atmósfera. Esta técnica se puede
utilizar para contaminantes orgánicos y algunos metales pesados como Hg y Se. Sin
embargo, su uso está limitado por el hecho de que no elimina completamente el
contaminante; solo se transfiere de un segmento (suelo) a otro (atmósfera) desde donde se
puede volver a depositar. La fitovolatilización es la más controvertida de las tecnologías de
fitorremediación (Padmavathiamma y Li, 2007).
6.5. Fitodegradación
La fitodegradación es la degradación de los contaminantes orgánicos por las plantas con la
ayuda de enzimas como la deshalogenasa y la oxigenasa; no depende de microorganismos
rizosféricos (Vishnoi y Srivastava, 2008). Las plantas pueden acumular xenobióticos
orgánicos de ambientes contaminados y desintoxicarlos a través de sus actividades
metabólicas. Desde este punto de vista, las plantas verdes pueden considerarse como
"hígado verde" para la biosfera. La fitodegradación se limita a la eliminación de
contaminantes orgánicos solo porque los metales pesados no son biodegradables.
Recientemente, los científicos han mostrado su interés en estudiar la fitodegradación de
varios contaminantes orgánicos, incluidos los herbicidas e insecticidas sintéticos. Algunos
estudios han informado el uso de plantas genéticamente modificadas (por ejemplo, álamos
transgénicos) para este propósito (Doty et al., 2007)
6.6. Rizodegradación
La rizodegradación se refiere a la descomposición de contaminantes orgánicos en el suelo
por microorganismos en la rizosfera (Mukhopadhyay y Maiti, 2010). La rizosfera se
extiende aproximadamente 1 mm alrededor de la raíz y está bajo la influencia de la planta
(Pilon-Smits, 2005). La razón principal de la mayor degradación de los contaminantes en la
rizosfera es probablemente el aumento en el número y las actividades metabólicas de los
microbios. Las plantas pueden estimular la actividad microbiana entre 10 y 100 veces más
alto en la rizosfera mediante la secreción de exudados que contienen carbohidratos,
aminoácidos y flavonoides. La liberación de exudados que contienen nutrientes por las
raíces de las plantas proporciona fuentes de carbono y nitrógeno a los microbios del suelo y
crea un ambiente rico en nutrientes en el que se estimula la actividad microbiana. Además
de secretar sustratos orgánicos para facilitar el crecimiento y las actividades de los
microorganismos rizosféricos, las plantas también liberan ciertas enzimas capaces de
degradar contaminantes orgánicos en los suelos (Kuiper et al., 2004, Yadav et al., 2010).
6.7. Fitodesalinización
Es una técnica recientemente reportada y emergente (Zorrig et al., 2012). La
fitodesalinización se refiere al uso de plantas halófitas para la eliminación de sales de los
suelos afectados por la sal con el fin de permitir el crecimiento normal de las plantas
(Manousaki y Kalogerakis, 2011, Sakai et al., 2012). Se ha sugerido que las plantas
halofíticas se adaptan naturalmente mejor para hacer frente a los metales pesados en
comparación con las plantas glucófitas (Manousaki y Kalogerakis, 2011). Según una
estimación, dos halófitas, Suaeda maritima y Sesuvium portulacastrum podrían eliminar
504 y 474 kg de cloruro de sodio, respectivamente, de 1 ha de suelo salino en un período de
4 meses. Por lo tanto, S. maritima y S. portulacastrum podrían usarse con éxito para
acumular NaCl de suelos altamente salinos y permitir su producción después de unos pocos
cultivos y cosechas repetidas (Ravindran et al., 2007). Otro estudio informó la acumulación
de aproximadamente 1 t ha − 1 de iones Na + en la biomasa aérea del halófito obligado S.
portulacastrum cultivado en un suelo salinizado. La disminución resultante en la salinidad y
la sodocidad del suelo fitodesalinizado redujo significativamente los efectos negativos
sobre el crecimiento del cultivo de prueba del cultivo glucofítico, Hordeum vulgare (Rabhi
et al., 2010).
(ii)
Producción de más biomasa aérea.
(iii)
Sistema raíz ampliamente distribuido y altamente ramificado.
(iv)
Mayor acumulación de metales pesados objetivo del suelo.
(v)
Translocación de los metales pesados acumulados desde las raíces hasta los brotes.
(vi)
Tolerancia a los efectos tóxicos de los metales pesados objetivo.
(vii)
Buena adaptación a las condiciones ambientales y climáticas imperantes.
(viii)
Resistencia a patógenos y plagas.
(ix)
Fácil cultivo y cosecha.
(X)
Repulsión a herbívoros para evitar la contaminación de la cadena alimentaria.
Explorar hiperacumuladores más efectivos para metales pesados es un paso clave para la
fitorremediación exitosa de estos contaminantes (Wei et al., 2008, Zhang et al., 2010). van
der Ent y col. (2013) señalan que los hiperacumuladores deben registrarse desde los
hábitats naturales. No consideran que la acumulación extrema lograda a través de cultivos
hidropónicos o suelos con púas modificados con metales y suelos acidificados
artificialmente como hiperacumulación. No consideran tales experimentos por sí solos
como capaces de definir una especie como hiperacumulador. Argumentan que las
poblaciones naturales deben ser estudiadas. La literatura muestra que más de 400 especies
de plantas han sido identificadas como hiperacumuladores metálicos con más de 300
hiperacumuladores de Ni (Li et al., 2003, Prasad, 2005). La familia Brassicaceae contiene
muchas especies que acumulan metales (Poniedziałek et al., 2010). Ejemplos de
hiperacumuladores son Thlaspi caerulescens y Alyssum bertolonii. Thlaspi caerulescens
(Alpine pennycress) es posiblemente el hiperacumulador de metales más conocido (Lasat,
2002). Esta especie es un hiperacumulador para Zn, Cd y Ni (Assunção et al., 2003). La
hipótesis más comúnmente postulada con respecto a la razón o la ventaja de la
hiperacumulación de metales en las plantas es la defensa elemental contra los herbívoros (al
hacer que las hojas sean desagradables o tóxicas) y los patógenos (Meharg, 2005, Prasad,
2005, Dipu et al., 2012). La Tabla 4 proporciona una lista de algunos hiperacumuladores
metálicos.
Los hiperacumuladores se pueden usar para la fitorremediación de metales pesados tóxicos
y peligrosos, así como para la fitominación de metales pesados preciosos (como Au, Pd y
Pt). El uso de hiperacumuladores para la fitorremediación puede resultar en la producción
de un bio-mineral de algún valor comercial para hacer frente a algunos de los costos de la
remediación del suelo (Brooks et al., 1998). La cantidad de metales pesados eliminados del
suelo por hiperacumuladores es una función de la concentración de metal en los tejidos
multiplicada por la cantidad de biomasa producida (Macek et al., 2008). Algunas plantas
tienen una capacidad natural de hiperacumulación para metales pesados específicos. Estas
plantas se conocen como hiperacumuladores naturales. Por otro lado, la capacidad de
acumulación de algunas plantas para metales pesados específicos se puede mejorar
mediante su modificación genética a través de métodos biotecnológicos. Tales plantas
genéticamente modificadas han mostrado resultados prometedores para la fitorremediación
de algunos metales pesados. Sin embargo, dado que algunos científicos ambientales son
escépticos sobre la bioseguridad de los organismos genéticamente modificados (OGM), por
lo tanto, existe una preocupación mundial sobre la comercialización de dichos productos.
12. Fitomining
La biomasa vegetal que contiene metales pesados acumulados se puede quemar para
obtener energía y la ceniza restante se considera como "bio-mineral". Este bio-mineral
puede procesarse para la recuperación o extracción de metales pesados. Una ventaja de la
fitominería es la venta de energía proveniente de la combustión de la biomasa (Anderson et
al., 1999). Según un experimento de campo realizado por Meers et al. (2010), el cultivo de
maíz energético en la región de Campine en Bélgica y los Países Bajos podría generar 30
000–42 000 kWhel + th de energía renovable por hectárea. Al suponer la sustitución de una
central eléctrica a carbón, esto implicaría un corte de hasta 21 toneladas ha − 1 y − 1 CO2.
El procesamiento de bio-minerales contribuye con menos emisiones de SOx a la atmósfera
debido a su bajo contenido de azufre. Por lo tanto, la fitominación es una opción ecológica
y ecológica en comparación con los métodos de extracción convencionales. Sin embargo, la
viabilidad comercial de la fitominería depende de muchos factores, como la eficiencia de la
fitoextracción y el valor de mercado actual de los metales procesados. La fitomina se ha
utilizado comercialmente para el Ni y se cree que es menos costosa que los métodos de
extracción convencionales. Usando Alyssum murale y Alyssum corsicum, se puede cultivar
biomasa que contiene 400 kg de Ni ha − 1 con costos de producción de $ 250–500 ha − 1.
Teniendo en cuenta el precio del Ni de $ 40 kg − 1 (en 2006, el metal de Ni se cotizaba en
la Bolsa de Metales de Londres a más de $ 40 kg − 1), el fitominado de Ni se ha convertido
en una tecnología agrícola altamente rentable (valor del cultivo = $ 16 000 ha − 1) para
Suelos contaminados con Ni o mineralizados (Chaney et al., 2007). La aplicación de una
legislación más estricta para limitar la contaminación ambiental haría más atractiva la
minería de base biológica (Siddiqui et al., 2009).