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Los Otros Nombres de La Ciudad PDF
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Metápolis
Metápolis nombra aquellos fenómenos urbanos que, sobrepasando la escala metropolitana, se
desligan de cualquier soporte territorial para basarse en redes de interconexión compuestas
por transportes visibles y medios de comunicación invisibles. Bajo la denominación de
metápolis, adquieren atributos urbanos todos aquellos espacios que, perteneciendo a la ciudad
o no, cumplen la condición de tributar sus recursos, fuerzas de trabajo y hábitat a la
metrópolis garantizando su funcionamiento cotidiano.
Careciendo de sustrato físico, y como consecuencia del protagonismo absoluto que en ella
cobran el flujo y la movilidad, la forma de metápolis difiere radicalmente de la que
conocíamos a la metrópolis. En primer lugar, por la ausencia de contigüidad entre los
fragmentos que la componen; que hace de ella un palimpsesto de ciudades lejanas, áreas
productivas remotas, y exóticos resorts de ocio convertidos en centros de decisión: Espacios
profundamente heterogéneos, organizados según un criterio de máxima eficiencia que
determina que la fluidez en las transiciones cobre la misma importancia que la nitidez de las
piezas.
Una posición intermedia, que históricamente pudo ser la clave para la prosperidad de las
ciudades medias y menores, se convierte, a través de la metapolización, en una desventaja
insalvable que provoca el éxodo de población, actividades económicas y riquezas hacia las
grandes ciudades. Para metápolis, entre dos paradas de tren de alta velocidad, entre dos
aeropuertos, no existe nada, tan sólo paisajes con sabor a frutos secos y gin tonic,
contemplados por miradas perdidas e indiferentes que se asoman por ventanillas herméticas,
preguntándose cuánto falta por llegar.
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Ciudad Difusa
El principio del tercero excluido describe en la lógica aristotélica la imposibilidad de que, ante
dos proposiciones contradictorias, exista una tercera vía conciliadora. No hay grados medios:
La experiencia demuestra que al menos una de las dos iniciales ha de ser falsa. En el año 1965
el profesor Lofti Zaden, de la Universidad de California en Berkeley, introdujo, con el
artículo Conceptos difusos, el método que, restando validez a este principio, desembocaría en
la llamada lógica difusa para tratar conceptos inherentemente imprecisos y no cuantificables,
tales como "frío" y "calor". De esta manera se abrió una vía que pronto manifestaba su
enorme potencial para describir ciertos dispositivos tecnológicos "inteligentes", que también
se mostraba útil para aproximarse a los aspectos más indefinidos y controvertidos de la ciudad
contemporánea.
La ciudad difusa posee, por tanto, contornos borrosos: No hay blancos ni negros, sino una
variada gama de grises. De la misma manera, sus rasgos dejan de ser fácilmente reconocibles,
al haber abierto sus puertas a la espectacularización del espacio público y la arquitectura. La
ciudad difusa se convierte en un juego especulativo de simulacros, un caleidoscopio de
infinitos efectos de color en el que la confusión no es trampa, sino virtud.
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Ciudad Informacional
Término acuñado por Manuel Castells para definir a la realidad urbana resultante del
surgimiento de un nuevo modo de desarrollo económico que está relacionado con el proceso
de reestructuración tardocapitalista. Su hipótesis es que la interacción entre forma de
producción y modelo de desarrollo contemporáneos han generado nuevas formas sociales y
espaciales. Ambas confluyen en la Ciudad Informacional, un entorno urbano cuyas
principales características son la flexibilidad, la polarización social y la fragmentación
Por otro lado, el modo de desarrollo informacional comporta una reestructuración de la fuerza
de trabajo que está dando lugar a la vez a fenómenos de crecimiento y de declive sectorial.
Efectivamente, en la Ciudad Informacional se dan procesos opuestos y complementarios:
crecimiento informacional y declive industrial, degradación y mejora de la fuerza de trabajo,
sectores formales e informales... Todo ello genera una fuerza de trabajo altamente polarizada,
lo que conlleva diferentes estilos de vida y diferentes espacios urbanos. Pero de ello no
resultan dos mundos sino un mundo plagado de fragmentos claramente definidos y con escasa
comunicación entre ellos. El resultado es una estructura espacial que combina segregación,
diversidad y jerarquía.
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dirección de la economía mundial. Esas áreas conforman lo que Saskia Sassen dio en llamar
las Ciudades Globales. En ellas convergen los nodos de las principales redes de
telecomunicaciones; en ellas están las sedes de las principales instituciones financieras; y en
ellas se ubican los principales centros del poder mundial, lugares en los que se genera una
información privilegiada que es vital para la toma de decisiones de alto nivel. Las Ciudades
Globales, por tanto, son la médula espinal del sistema económico tardocapitalista.
Manuel Castells reduce el número de Ciudades Globales a tres: Londres por ser el primer
mercado financiero del mundo en cuanto a transacciones, además de un nudo aeroportuario
crucial y uno de los extremos de la espina dorsal económica que atraviesa Europa; Nueva
York por ser el principal receptor de flujos de capital y exportador de servicios; y Tokio por
ser el mayor prestamista de capital y sede los bancos más importantes del mundo, además de
un centro internacional en economía de servicios, educación, publicidad y diseño. Para otros
autores, sin embargo, esta selección es demasiado reductiva y hablan de un mayor número de
Ciudades Globales.
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Nociudad
Aunque la ideología antiurbana es indisociable de los propios orígenes de la ciudad, los
discursos opuestos al desarrollo de la metrópolis cobraron especial intensidad a partir del
siglo XIX, cuando el desarrollo tecnológico que posibilitó la Revolución Industrial fue
irremisiblemente estigmatizado. Transcurridos dos siglos, la misma tecnología se ha revelado
lo suficientemente flexible como para adelantarse a las críticas, avanzando propuestas en pos
de la superación de hipotéticos discursos de confrontación. Así, la Ciudad Lineal de Arturo
Soria y la Broadacre City de Frank Lloyd Wright ocupan un lugar en la historia de las
ciudades como esperanzadores intentos de formalización de la ansiada simbiosis entre
tecnología, territorio y ciudad, a los que se suma la apócrifa Nociudad de nuestros días.
Postmetrópolis