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I
Pandemias de la filosofía
Las pandemias son fenómenos que cabe conceptuar desde muy diversos
enfoques. Cabe, naturalmente, el enfoque médico o el enfoque biológico, o, más
específicamente, el enfoque propiamente virológico o epidemiológico. Pero
también ha habido en las últimas semanas numerosas intervenciones públicas y
artículos periodísticos que trataban de conceptuar la actual pandemia de SARS-
CoV-2 desde perspectivas psicológicas, sociológicas, económicas, políticas,
históricas, literarias, etc. La pluralidad de categorizaciones de la pandemia nos
invita a considerarla más bien como una idea de carácter trascendental
(“trascendental” porque desborda todas las categorías y tratamientos “de primer
grado”). Por esta razón, la crítica filosófica (“de segundo grado”) no podía ser
ajena al fenómeno del nuevo coronavirus y así lo han demostrado las sucesivas
intervenciones que, al menos desde el mes de febrero, han ido realizando ciertos
filósofos de renombre internacional.
Otro artículo, esta vez del español Antonio Diéguez Lucena, {8} generaliza su
crítica tanto a Zizek como a Agamben, constatando en general la poca pericia que
están mostrando los filósofos para tratar el problema del SARS-CoV-2. Sin
embargo, su elogio final a la práctica de aplaudir al aire en los balcones a las
20:00 cada día para, según se dice, celebrar “nuestra capacidad de cooperación”,
cae en la misma vaguedad que le atribuye a Zizek (así como en su visión
lisológica de la solidaridad o de la cooperación, que en el caso de Diéguez Lucena
es vista como una suerte de propiedad biológica: “somos el primate más
colaborativo que existe”). También en el ámbito de las élites culturales aupadas
por la mercadotecnia editorial se han dejado sentir críticas al tratamiento filosófico
de la pandemia de SARS-CoV-2, aunque de la forma frívola y pedante que las
caracteriza. Así, por ejemplo, Elizabeth Duval declaraba el 12 de marzo: {9} “La
preocupación por el Coronavirus es una preocupación pequeñoburguesa, ¡por
legítima que sea! Yo, por mi parte, tengo muchas ganas de empezar mi
cuarentena voluntaria y leerme todos los seminarios de Lacan.” Desde esta
perspectiva, la preocupación pequeñoburguesa del SARS-CoV-2 deberá ser
puesta entre paréntesis por un sujeto que, recluido en su habitación junto a la
estufa, se recree más bien en sus verdaderas preocupaciones (proletarias o
aristocráticas, suponemos), como leer a Lacan o discutir sobre las identidades
sexuales.
Pero las posiciones de Alba Rico se definen sobre todo en el artículo titulado
“Apología del contagio”, donde arremete en primer lugar contra las teorías
conspiranoicas que quieren ver en el SARS-CoV-2 un arma biológica fabricada ex
profeso por los chinos. Aunque hay ya una evidencia científica bastante asentada
en favor del origen “natural” del nuevo coronavirus, {11} las tesis de Alba Rico no
tienen tampoco en este caso a la divulgación científica como principal motivación,
sino que están orientadas a hacer una serie de consideraciones que ya no caen
tanto en el ámbito de la biopolítica cuanto en el de la biomoral (en el sentido que,
como veremos, Gustavo Bueno otorga a este término). Para Alba Rico cada
sociedad necesita un chivo expiatorio, “cada época y cada pueblo tiene su
propio pharmakos”. Esta clase de procedimientos (encontrar un culpable individual
al que responsabilizar de una crisis grupal) nos retrotrae, según Alba Rico, “al
primer día del cromagnon, cuando estábamos a merced de las bestias salvajes”.
El hecho de que la amenaza sea impersonal y contingente obligaría a que unos
grupos humanos se enfrentaran a otros mediante la elección de “pillos” y “malos” a
los que echar la culpa, procedimiento que en nuestros días se concretaría en
racismos, nacionalismos, etc.
Los ejemplos, en fin, podrían alargarse mucho más. Creemos, con todo, haber
ofrecido una muestra lo suficientemente amplia y representativa de las
“pandemias” que azotan a la filosofía administrada del presente. Ahora, para
formular nuestro quiasmo y realizar más bien una filosofía de las pandemias,
disponemos al menos de un material fenoménico que reconstruir y cribar, es decir,
que criticar desde nuestras posiciones filosóficas.
Hay, por lo demás, sólidos fundamentos para que la analogía que planteamos
entre la propagación de ciertas corrientes filosóficas o ideológicas y el
funcionamiento de las pandemias no sea percibida como una comparación
superficial. Como las pandemias, las ideologías basura que alimentan la filosofía
administrada de nuestro presente se encuentran en todos los continentes del
mundo, casi en cada universidad del planeta. Como las pandemias, estas
ideologías se propagan mediante comunidades o poblaciones, en este caso
mediante el gremio de los profesores y alumnos de filosofía y de disciplinas más o
menos afines. La diferencia fundamental, ya sugerida por Nancy, sería la
siguiente: que hay pandemias para las que no existen vacunas todavía (es el caso
del SARS-CoV-2 en el momento presente) y otras para las que sí disponemos de
una cura efectiva. ¿Es la pandemia de la filosofía basura un virus con cura o sin
cura? Respuesta: la única forma de sanar la pandemia que afecta al mundo
filosófico de nuestros días está en una filosofía académica y sistemática que sea
capaz de barrer toda la basura que las élites filosóficas internacionales se dedican
a contagiar a la sociedad.
II
Filosofía de las pandemias
Sin duda las advertencias de algunos filósofos de la pandemia, como Alba Rico
o Villacañas, que subrayan el problema de la “impersonalidad” del SARS-CoV-2
(lo que lo convertiría en un enemigo invisible que está dentro de nosotros), pueden
ser reconstruidas desde esta perspectiva gnoseológica. El agente causante de las
pandemias se mueve en el plano α, donde las operaciones éticamente
canalizadas de los médicos quedan neutralizadas. Pero esto convierte a la
pandemia en un problema estrictamente biológico o bioquímico: esta es la
perspectiva de la microbiología y de disciplinas afines. Pero la clave del problema
bioético de pandemias como la del SARS-CoV-2 está precisamente en el carácter
β de la praxis con la que se trata y se contiene (en la “tragedia humana” que hay
detrás del virus, por decirlo en términos dramáticos). Cuando se progresa al plano
β es cuando se percibe la total impertinencia de los diagnósticos de Alba Rico o
Villacañas, porque el hombre de 2020, a diferencia del hombre de las cavernas,
dispone de unos medios tecnológicos y científicos avanzadísimos para hacer
frente al problema biológico que, por impersonal que sea, siempre nos obliga a
volver a los problemas médicos concretos que genera en los sujetos éticos y que
no es ya, por tanto, solamente biológico o bioquímico.
«El presente es la época en que los individuos y los grupos han perdido
de hecho su relativa “capacidad de aislamiento sustancialista”, puesto
que hoy sabemos que todos ellos se influyen mutuamente, tanto por la
televisión como por los virus del SIDA: los individuos son una parte de un
todo atributivo planetario único, y se sabe que la defensa de la vida es,
por tanto, algo vinculado a las coordenadas ecológicas.» {13}
Pero, si a escala biológica los individuos pueden ser vistos como partes de un
todo atributivo que permite la propagación inmoderada de nuevos virus y
enfermedades, en el momento en que regresamos a las morfologías β,
institucionales, en las que los individuos (o, más bien, las personas o los
ciudadanos o los fieles) aparecen objetivamente envueltos por morfologías de todo
tipo que los desbordan, la perspectiva cambia totalmente. En este caso la
Medicina no se desliza a la Biología, sino más bien a la Moral o a la Política. Los
individuos aparecen recortados a diferentes escalas, ya sean culturales o
grupales, sociales, religiosas, lingüísticas o propiamente políticas. Las
totalizaciones ya no podrán ser distributivas (el “aislamiento sustancialista”), sino
atributivas. Entonces las personas o los ciudadanos o los fieles aparecerán
recortados según partes anatómicas irreductibles las unas a las otras y, en la
mayoría de los casos, enfrentadas a muerte entre sí. Las reglas bioéticas serán en
este caso más bien biomorales o biopolíticas y se predicarán no tanto de los
individuos sustanciales considerados como organismos biológicos cuanto de
morfologías más amplias: principalmente de los estados, pero también de
instituciones como los institutos y universidades, gremios como los médicos o los
cajeros de supermercado, etc.
En ese sentido, es sin duda una norma biopolítica el cierre de fronteras (como el
que ha decretado recientemente Alemania) o la declaración del estado de
emergencia (Italia, España). Y serían más bien normas biomorales la prohibición
de reuniones o fiestas de amigos (que tan difícilmente asimilable parece para
las mores españolas o, más específicamente, madrileñas) y la recomendación de
habilitar mediante internet servicios de entretenimiento o de teletrabajo. Las
normas, como explica Bueno, se caracterizan, frente a los principios, por tener
excepciones. Excepciones de estas normas biopolíticas y biomorales pueden ser
la apertura de aeropuertos para la llegada de mascarillas quirúrgicas de
fabricación china o la permisión de que la clase de los afectados por trastornos
mentales sí puedan andar por la calle con autorización psiquiátrica.
Ahora bien, nuestra posición materialista supone que entre las normas éticas y
las normas morales tiene que haber una dialéctica que solo puede ser resuelta
“positivamente” a través del Derecho, es decir, de la legislación efectiva del estado
en que se desenvuelvan tales conflictos. Por eso también habrá, naturalmente,
conflictos entre reglas bioéticas y reglas biomorales, que solo a través de la
biopolítica se pueden decantar. Hay que advertir que el término biopolítica en
Foucault y Bueno, aunque pueda referirse a un mismo campo extensional, tiene
una intensión distinta, por una razón fundamental: la idea de política y poder que
emplean Foucault y sus seguidores resulta en muchos casos vaga, lisológica. En
cambio, la filosofía política de Bueno supone que el parámetro fundamental para
definir el campo político es el estado, de forma que la noción de biopolítica irá
referida principalmente al estado. Y es precisamente en este punto de conflicto
entre las normas éticas distributivas y las normas morales y políticas atributivas
donde se plantean los problemas más profundos de las pandemias.
Nos queda formulado, de esta manera, el problema holótico que plantean las
pandemias. Un problema en principio médico-biológico como una infección vírica,
que afecta a los sujetos éticos isológicos distributivamente, se convierte, por la
escala de nuestro “presente planetario”, en un problema que afecta en bloque a
familias, grupos sociales, gremios o estados, es decir, a todos atributivos
heterológicos. Entonces se plantean los conflictos entre las normas bioéticas
dirigidas a la supervivencia de los individuos isológicos y las normas biomorales
dirigidas a la supervivencia del grupo social. Por ejemplo: un anciano nonagenario
con problemas respiratorios enferma de SARS-CoV-2. La norma bioética nos dice
que es preciso ingresarlo, darle atención médica, medicamentos, etc. Pero, al
producirse el mismo caso en, por ejemplo, 30000 sujetos más, la firmeza ética de
ese paciente nonagenario con patologías previas entra en conflicto con la firmeza
ética de otro paciente, que en este caso tiene 20 años y ninguna patología previa.
Las normas bioéticas del triaje en los hospitales harán que este segundo paciente,
con grandes probabilidades de sobrevivir, sea atendido antes que el paciente
nonagenario, que presumiblemente tiene muchas menos probabilidades de
hacerlo.
{1} → https://www.quodlibet.it/giorgio-agamben-l-invenzione-di-un-epidemia
{2} → https://antinomie.it/index.php/2020/02/27/eccezione-virale/
{3} → https://antinomie.it/index.php/2020/02/28/curati-a-oltranza/
{4} → http://www.journal-psychoanalysis.eu/coronavirus-and-philosophers/
{5} → https://ctxt.es/es/20200302/Firmas/31443/Slavoj-Zizek-coronavirus-virus-sistema-Orban-comunismo-
liberalismo.htm
{6} → http://www.tlaxcala-int.org/article.asp?reference=28374
{7} → https://elpais.com/ideas/2020-03-21/la-emergencia-viral-y-el-mundo-de-manana-byung-chul-han-el-
filosofo-surcoreano-que-piensa-desde-berlin.html
{8} → https://blogs.elconfidencial.com/cultura/tribuna/2020-03-20/coronavirus-filosofia-pandemia-
crisis_2506407/
{9} → https://twitter.com/lysduval/status/1238070969987731456
{10} → https://ctxt.es/es/20200302/Firmas/31282/coronavirus-contagio-apologia-miedo-santiago-alba-rico-
covid19-enfermedad.htm
http://www.ctxt.es/es/20200302/Firmas/31465/catastrofe-coronavirus-guerra-cuidados-ciudadanos-
ejercito-alba-rico-yayo-herrero.htm
{11} → https://www.nature.com/articles/s41591-020-0820-9?
utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_content=organic&utm_campaign=NGMT_USG_JC01_
GL_NRJournals
{12} → https://www.levante-emv.com/opinion/2020/03/09/cuarentena-mental/1987430.html
{13} Gustavo Bueno, ¿Qué es la Bioética?, p. 45.