Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La familia resistente
Las familias pueden ser inspiradas por la descripción del apóstol Pablo acerca de
la resistencia de los cristianos del primer siglo ante las crisis: “…que estamos
atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados;
perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos” (2 Corintios
4:8-9). Pablo y estos fieles cristianos, confiaron en Dios para que los fortaleciera
y los ayudara a soportar las pruebas y las familias pueden hacerlo también.
Pablo alabó a los miembros de la familia de Timoteo por su ejemplo tan positivo:
“Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en
tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también” (2
Timoteo 1:5).
La Biblia también registra otros ejemplos de vínculos muy fuertes que se pueden
desarrollar. Por ejemplo tenemos a Rut y a Noemí. Rut se casó con el hijo de
Noemí, pero éste murió más tarde. Tuvo la oportunidad de regresar a su propio
pueblo y buscar otro esposo, pero en vez de ello Rut decidió permanecer y
seguir siendo parte de la heredad de su esposo quedándose con su suegra
Noemí.
Rut vio algo en Noemí y en el Dios de Noemí que hizo que ella exclamara: “No
me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque dondequiera que tu fueres,
iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi
Dios. Donde tu murieres, moriré yo, y allí seré sepultada” (Rut 1:16-17). Vea
nuestro artículo: Rut.
Dios también está en el proceso de desarrollar una familia para Él. Su familia se
identificará por las características similares a lo que Él nos enseña en la Santa
Biblia. Dios desea una gran familia, en que cada hijo o hija hagan su parte para
contribuir a la salud y bienestar de su familia.
Como lo explicara el apóstol Juan: “Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no
se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se
manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo
aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es
puro” (1 Juan 3:2-3).