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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN AGUSTIN DE

AREQUIPA
FACULTAD DE PSICOLOGIA, RELACIONES
INDUSTRIALES Y CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN

ESCUELA PROFESIONAL DE
CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN

CURSO:
Antropología de la Comunicación
TEMA:
”Identidad Nacional”
AUTORES:
 Aguedo Lazo Daniela
 Campos Aguirre Lenka
 Colana Mamani Katia
 Cruz Chávez Wendy
 García Gutiérrez Carla
 Huarsaya Mendoza Karen

AÑO Y SECCION:
1° “A”

Arequipa – Perú

2012
Índice
Índice…………………………………………………………………………………………………2

Introducción………………………………………………………………………………………….3

Identidad Nacional

1. Definición de Identidad Nacional……………………………………………………………….4

2. Identidad Cultural

2.1 Modelos de estudio de la identidad cultural…………………………………………….5

 La perspectiva esencialista
 La perspectiva constructivista

3. Identidad Étnica

3.1. Movimientos sociales, los pueblos indígenas amazónicos………………….……….6

3.2.. Identidad cultural y étnica en el Perú………………………………………………..…9

 hispanistas"……………………………………………………………………10

 indigenistas"………………………………………………………...………....13

4. Identidad Dinástica………………………………………………………………………….….19

5. Identidad Mestiza e Identidad Unitaria………………………………………….…………….20

5.1. La Identidad Mestiza…………………………………………………………………..…21

5.1.1. Concepto De Mestizaje

5.1.2. Una Mirada A La Historia

6.- Identidad Territorial…………………………………………………………………………….26

7. Identidad Mestiza e Identidad Unitaria………………………………………………………..28

7.1. La Identidad Mestiza

7.1.1. Concepto De Mestizaje

7.2. Una Mirada A La Historia

8. Movimiento indio e identidad clasita ………………………………………………………….34

9. Identidad Volitiva................................................................………….………..…………….36

Conclusiones………………………………………………………………………..………………42
Bibliografía……………………………………………………………...……………..…………....43

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Introducción

Desde el siglo XVI hasta hoy el tema de la identidad peruana ha sido entendido
de diversas maneras por diferentes autores. Sea que hayan incursionado en el
tema a través de la historia, la política, la literatura o últimamente las ciencias
sociales (ciencia política, sociología o antropología), en principio, podemos
clasificarlos en ocho grandes grupos, de acuerdo al tipo de identidad que
reconocen (o desean imponer) en la población del país.

Tenemos recursos muy valiosos q forjan nuestra identidad como peruanos pero
poco o nada nosotros la valoramos ,esta identidad nacional la conformas distintos
tipos de identidades mas q iremos desarrollando alo largo del tema.

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Identidad Nacional

1. Definición de Identidad Nacional

La identidad nacional es el sentimiento de pertenencia que tenemos por la nación


peruana. Ésta, supone identificarnos con el patrimonio nacional, con los valores,
tradiciones, historia, recursos naturales, usos, costumbres y sus grandes
problemas.

Desde el punto de vista de los miembros de un pueblo están poderosamente


unidos por la situación cultural donde nacieron, sus realizaciones, problemas y
esperanzas. Habría que agregar a lo manifestado por este autor, que también
están unidos por sus frustraciones y sus complejos, pero como elementos que
deberán ser superados y resueltos ineludiblemente por toda la colectividad
nacional. Por lo tanto, la Identidad Nacional es el sentimiento de integración y de
pertenencia y como producto de las influencias históricas, religiosas, culturales y
sociales, que comparte con su grupo social y que se hace más o menos intenso
en la medida que los lazos sociales y culturales son más fuertes o menos fuertes.

2. Identidad Cultural

Identidad cultural es el conjunto de valores, orgullos, tradiciones, símbolos,


creencias y modos de comportamiento que funcionan como elementos dentro de
un grupo social y que actúan para que los individuos que lo forman puedan
fundamentar su sentimiento de pertenencia que hacen parte a la diversidad al
interior de las mismas en respuesta a los intereses, códigos, normas y rituales
que comparten dichos grupos dentro de la cultura dominante. La construcción de
identidades es “un fenómeno que surge de la dialéctica entre el individuo y la
sociedad” (Berger y Luckman, 1988: 240).

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2.1 Modelos de estudio de la identidad cultural

Existen dos corrientes en antropología a la hora de abordar el fenómeno de la


identidad cultural

* La perspectiva esencialista

Estudia los conflictos de identidad como algo inminente y hereditario


culturalmente. Esta aproximación considera que los diversos rasgos culturales
son transmitidos a través de generaciones, configurando una identidad cultural a
través del tiempo. Uno de los defensores de este modelo es el politólogo David
Laitin, quien señaló que en la Guerra de los Balcanes, los serbios asesinaban
croatas debido al odio ancestral que sentían por ellos, es decir, por una cuestión
de identidad cultural heredada. Laitin afirma que la movilidad social e ideológica
es posible, pero la cultural no.

* La perspectiva constructivista

Señala que la identidad no es algo que se hereda, sino algo que se construye. Por
lo tanto, la identidad no es algo estático, sólido o inmutable, sino que es dinámico,
maleable y manipulable. Un ejemplo es Somalia, que hasta el año 1991 era un
país homogéneo, étnica, cultural y lingüísticamente, pero a partir de ese año el
país cayó en una guerra civil entre clanes debido, en parte, a una ruptura de la
identidad cultural hasta entonces heterogénea.

3. Identidad Etnica

Es definida como un gran conocimiento de sí misma como parte de un grupo


etnico especifico el cual es seguido por un gran sentido de respeto y orgullo, y
este constituye una base para el desarrollo de un concepto saludable de si
mismo. La identidad del individuo se desarrolla desde la niñez, con las
experiencias positivas y negativas que se adquieran durante el desarrollo
psicológico, social y fisiológico. El concepto de identidad es un término amplio el
cual describe los aspectos generales de la personalidad total del individuo- esto
incluye la asimilación, o integración de nuevas culturas, por ejemplo normas
sociales, valores, creencias, costumbres, culturales, etc. La identidad es

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determinada por las características interpersonales e interpersonales, el contexto
ecológico y las interacciones de los componentes significativos del mundo único
del individuo, por ejemplo, la familia.

3.1 movimientos sociales, los pueblos indígenas amazónicos

En las últimas décadas y especialmente en los últimos años el país está


asistiendo a una época intensamente marcada por la emergencia de identidades
locales o étnicas. Una constatación sobre la que existe cada vez un mayor
consenso, es que este proceso resulta particularmente interesante por el
protagonismo de los pueblos indígenas de la Amazonía.

Hoy cobra mayor vigencia el famoso concepto de “boundaries” lanzado por


Frederick Barth (1969). Cuando los científicos sociales, creían que las identidades
eran más evidentes y “puras” en situaciones de aislamiento y de menor contacto
con los “otros”, él planteó que las distinciones étnicas no se derivan de las
características intrínsecas de los grupos sociales, sino más bien de la existencia
de las fronteras socioculturales entre diferentes grupos.

La visibilidad de distinciones étnicas se manifiesta precisamente en esta frontera,


en la cual los llamados “marcadores simbólicos” subrayan las diferencias
culturales entre grupos. Si hay algo que caracteriza a la globalización que ahora
vivimos, es precisamente el incremento de los contactos y de las relaciones entre
diferentes colectividades. Ante la inviabilidad de la homogenización cultural, el
marco de la globalización genera espacios y tiempos favorables para la
diferenciación.

Estamos actualmente en un escenario que resulta propicio para que los pueblos
indígenas reivindiquen sus identidades, como parte de una estrategia que expresa
la conciencia de un origen y una historia común, cuya línea demarcatoria no debe
reducirse a la conservación o pérdida de ciertos rasgos culturales, mucho menos
debe analizarse a partir de la incorporación de elementos de otras culturas, sino
en la recreación de una adscripción particular distintiva que se remite a la
tradición cultural pero que simultáneamente se transforma con la historia vivida.

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La identidad étnica, en tiempos de globalización, no sólo puede servir como
estrategia para acceder a recursos y beneficios sociales, también puede
constituirse en un factor de movilización social, con metas, con liderazgo y como

un elemento alrededor del cual puede construirse una agenda política común. Sin
embargo, hay que tener en cuenta que los recursos relacionados con la identidad
étnica, si bien pueden servir como estrategia, no funcionarían como tal, si estos
no tuvieran su origen en profundas raíces culturales y tradiciones ancestrales que
son reproducidas en contextos sociopolíticos determinados.

Estos recursos, relacionados con la identidad étnica, han estado presentes


durante todo el proceso de lucha y en la confrontación con el Estado que han
protagonizado los pueblos indígenas amazónicos y sus organizaciones en los
últimos tiempos. El reconocimiento de su identidad étnica alrededor del territorio,
los recursos naturales y el derecho a la consulta entre otros, ha sido su aporte
más importante porque ha contribuido a democratizar y descolonizar, los espacios
de deliberación política, al hacerlo culturalmente más diverso e inclusivo y
poniendo en la agenda nacional la necesidad de un país intercultural. Lo que era
una suerte de colonia dominada por una sola racionalidad y forma de entender el
país, que avanzaba sin cuestionamientos, ahora debe afrontar una nueva
realidad. A diferencia de lo que ha ocurrido en diferentes momentos de la historia,
en los que los pueblos indígenas amazónicos se han visto obligados a
reinventarse; esta nueva situación obliga a la sociedad y el Estado a replantear
sus imaginarios y culturas políticas.

Todo indica que en el futuro no sólo se tendrá que asumir la existencia de otras
lógicas y formas de ver los problemas del país, también se tendrá que
considerarlas e incluirlas en el proceso de toma de decisiones en el país. No
estamos hablando sólo de reconocimiento sino también de la posibilidad de lograr
un nivel de interlocución mayor en dicho proceso. Es también una contribución
para cuestionar una vez más, pero esta vez, de un modo frontal, la viabilidad del
viejo Estado Nación postcolonial construido por los criollos sobre los mismos
moldes culturales de la colonia que quisimos dejar de ser, pero que en realidad
sigue siendo lo que no nos deja ser. Esta es una tarea pendiente aún, pero sin
duda los pueblos indígenas amazónicos han logrado que muchos peruanos y

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peruanas dejen de ver al modelo monocultural del viejo Estado Nación, como la
única vía y a la posibilidad de pluralizarlo para hacerlo multicultural como un
proyecto viable.

Lo que viene ocurriendo en los últimos años con los pueblos indígenas
amazónicos, ha hecho también que todos veamos que sus problemas también
nos involucra a todos, que las violaciones de los derechos de los pueblos
indígenas y su consecuente impacto en el medio ambiente y los recursos
naturales nos afecta todos y no sólo pone en riesgo el futuro de los indígenas sino
de todos los peruanos. Sin duda esto también tiene un impacto importante en la
memoria y la conciencia de la existencia de un problema histórico, que a veces
pareciera desaparecer por las luces de neón de los megacentros de las ciudades
que ciegan y crean la ilusión y la fascinación de un país cada vez más
europeizado y homogéneo.

La identidad étnica de los pueblos indígenas amazónicos, aparece claramente en


el escenario actual, como un recurso para enfrentar un contexto sociopolítico
adverso, especialmente cuando instituciones como el Estado no tienen las
capacidades para entender y resolver conflictos en los que están en juego
factores culturales y a la vez se resisiten a reconocer e incluir otras identidades.
En Latino América, varios países (Ecuador, Bolivia etc.) han vivido procesos
sociopolíticos en los que la identidad étnica surge en contextos políticos marcados
por fuertes niveles de protesta social. (Fox Starn, 1997; Degregorì, C. 1999).
Desde esta perspectiva, las identidades étnicas son el resultado de contextos
sociales, un asunto de relaciones sociales que definen un grupo en relación con
otros y sus manifestaciones se dan en relación con modelos sociales y políticos
en los que pueden convertirse en un estigma o en motivo de reivindicación y
solidaridad como viene sucediendo actualmente con los pueblos indígenas
amazónicos.

Sin embargo, hay que reconocer que estamos ante un proceso inacabado. No es
suficiente la aceptación de la alteridad y de la necesidad de hacerla parte del
proceso de deliberación política; a esto se debe añadir la ejecución de los
acuerdos que surgen de este proceso para fortalecer la institucionalidad
democrática y la construcción de una identidad que incluya la diversidad cultural.

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Aunque no es posible desarrollar la idea en esta presentación, hay que decir que
en este proceso, los partidos políticos han avanzado muy poco y más bien se han
mantenido al margen al ser incapaces de incluir dentro de sus espacios de

deliberación y de sus propuestas programáticas las propuestas de los pueblos


indígenas.

Sin duda, Bagua nos recordó los males históricos del Perú y el fracaso del Estado
en su tarea impostergable de construir un país con democracia y con justicia. El
proceso de diálogo que se ha desarrollado entre los pueblos indígenas de la
Amazonía peruana y el Estado, a partir de la creación del Grupo Nacional de
trabajo y la instalación de las cuatro Mesas de Diálogo, constituyó una
oportunidad para producir un cambio sustancial en una histórica relación marcada
por la exclusión, la discriminación y la confrontación. Sin embargo, todo parece
indicar que será muy poco lo que se avanzará luego de un proceso que se fue
debilitando por la poca voluntad política del gobierno para llegar a una solución
integral.

De todos modos, la sola posibilidad de que el proyecto del Derecho a la Consulta,


sea discutido y aprobado en el Congreso de la República, alimenta la posibilidad
de lograr un cambio sustancial en las relaciones entre el Estado y la sociedad y
de avanzar en la construcción de una sociedad intercultural que reconozca la
existencia de otras lógicas y otras formas de entender la realidad, que deben ser
parte del proceso de toma de decisiones. Aunque sea poco, nos toca a todos
vigilar y exigir que no se pierda lo avanzado.

3.2. Identidad cultural y étnica en el Perú

Esta ha sido una de las corrientes más importantes sobre todo en el periodo

1920-1970. El núcleo de la nacionalidad se identifica en un caso con lo andino y lo


indio, en otro caso con lo hispánico.

Todo lo otro tiene que subordinarse a ese núcleo que representa el verdadero
Perú. Estas dos visiones fueron evidentemente antagónicas. Veámoslas una por
una.

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* "hispanistas"

La idea de que lo hispano es lo que da identidad a lo peruano es antigua. Data de


la colonia y su primer representante fue Juan de Solórzano Pereyra quien en su
"Política Indiana" (1648) da la fundamentaron doctrinal para el gobierno de los

españoles sobre los indios. Este fundamento es por un lado el derecho de


conquista y de otro el mérito de haber triado la civilización a estas tierras. Este es
un manual de gobierno colonial respecto a los indígenas. Fray Reginaldo de
Lizárraga considera igualmente lo hispano como centro de identidad, pero es más
radical ya que a diferencia de Solórzano, Lizárraga tiene un concepto muy
contrario al pueblo indígena, al cual achaca todo género de vicios. Justifica así un
gobierno duro con leyes drásticas (Luis Valcárcel, 1978; vol. II, 228).

También a comienzos de la República hubo hispanistas. Hipólito Unánue fue uno


de ellos y en medio de la Guerra de Independencia propugno la reconciliación
entre españoles y un Perú independiente con "un buen príncipe de casa real que
viniera a coronarse". (Basadre 1958,115) Asimismo José de la

Riva Agüero propuso suspender la guerra de independencia contra España


señalando: "Por cuanto conviene a los intereses de unos pueblos íntimamente
unidos por los vínculos estrechos de la sangre, idioma y religión, que se suspenda
entre ellos una guerra desolada, de la que ya se reciente la humanidad misma".
(Ibid, 116)

Asimismo el Marques de Torre Tagle junto con Juan de Berindoaga son dos de
los que más lejos van en su intento de reconciliarse con España. Manifestando su
arrepentimiento por haber colaborado con la revolución Torre Tagle manifiesta su
voluntad de unirse al "ejército nacional" que es el español, mientras califica de
extranjeros y de intrusos a los colombianos. (Ibid.) Se refiere al "falso brillo de
ideas quiméricas que sorprendiendo a los pueblos ilusos solo conducen a la
destrucción y a hacer la fortuna y saciar la ambición de algunos aventureros".
Berindoaga por su parte publico dos periódicos en el

Callao en 1824; "El Desengaño" y "El Triunfo del Callao". El representa a aquella
porción de la nobleza colonial que apoyo la independencia al comienzo pero que

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se alarmo y desconcertó cuando vio que el intento independista provocaba serios
trastornos en medio de privaciones, miseria y una guerra áspera. (Basadre 1933,
54-55)

Después de la independencia tenemos un número de hispanistas entre los que se


encuentra Felipe Pardo y Aliaga, hijo del Regente de la Audiencia del Cuzco, que
estuvo a punto de ser fusilado por los revolucionarios en 1814. Pardo y Aliaga fue
educado en España aun después de la Independencia (entre 1821 y 1828).

Critica franca y abiertamente los males y vicios colectivos del Perú y si bien no
plantea una revisión de la independencia expresa una cierta nostalgia de los
tiempos idos. Mucho más radical es la postura de Bartolomé Herrera expresada
en su sermón de la Catedral de Lima del 28 de Julio de 1846. Allí señala que:

"... Ahora es tiempo ya de conocer que el Imperio de los Incas desapareció hace
tres siglos; que el pueblo que existe en el territorio que no se ha desmembrado de
aquel imperio es un nuevo Perú, el Perú español y cristiano no conquistado sino
creado por la conquista, y que lejos de tener motivo de queja por aquel hecho
inmortal de los españoles del siglo XVI debemos a estos la gratitud y la
veneración que los hijos, sea cuales fueren las faltas de sus padres no pueden
negarle sin pasar por desnaturalizados y horrorizar al universo ". (Basadre 1958,
119).

Hispanista también fue Ricardo Cappa quien en su "Historia Compendiada del

Perú con Algunas Apreciaciones sobre los viajes de Colon y sus Hechos"

(1886) provoco folletos rectificatorios de Ricardo Palma y de Eugenio Larrabure y


Unanue, no solo por su criterio ultra-español, sino por su actitud contra los
próceres de la emancipación.

En literatura el hispanismo se manifiesta en Luis Benjamín Cisneros con su

"Elogio a la Muerte de Alfonso XII" (1886) y en José Gálvez con su "Canto a

España" (1909).

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En el siglo XX el hispanismo asume un carácter anti-marxista y a veces
antidemocrático y anti-anglosajón. La década de 1931 a 1941 marca su punto
más alto, ligado a la victoria de Franco en la guerra civil española. Aquí
encontramos obras racistas anti-indígenas como las de José F. Cáceres " El
problema Racial en el Perú" (1925) del cual Felipe Boisset con su obra de igual
nombre publicada en 1929 fue un precursor. Pero encontramos asimismo obras
de mayor nivel como los de José de la Riva Agüero con "Algunas Reflexiones de
la Época Española en el Perú" (1935) quien tiene también obras de franco tinte
conservador como "Por la Verdad, la Tradición y la Patria " (1937).

Después de la Segunda Guerra Mundial el hispanismo se prolonga hasta la


década del 60 con obras como la de Carlos Miro Quesada; "Pueblo en Crisis "

(1946), Mariano Peña Prado "El Hombre en el Perú " (1960) y la vasta obra
historiográfica de José Antonio del Busto que se concentra en el periodo de la
conquista española. Finalmente tenemos ya en el siglo XXI la obra de Fernán

Altuve quien en "Los Reinos del Perú" (Altuve 2001) sostiene que el Perú virreinal
no fue una colonia sino un reino integrante en igualdad de condiciones de la
Monarquía Universal Española.

Una forma moderna de hispanismo la tenemos actualmente entre aquellos


académicos que reconocen que si bien hay una muy importante contribución
indígena a la identidad peruana finalmente es lo hispánico lo que termina
dominando ya que el idioma, las costumbres, la religión, y la literatura del Perú
son españolas. Aun el sistema político y el judicial vienen de España. Lo más
importante es que además es lo hispano lo que le da unidad al Perú con los otros
países de Hispanoamérica. Por ello es posible la perfecta coincidencia de
idiosincrasia entre hispanoamericanos que coinciden en un país extranjero.

Asimismo es de destacar la cercanía de la clase media hispanoamericana en


idioma, usos y costumbres con los españoles castellanos al nivel que están más
cerca a ellos de lo que pueden estar vascos y catalanes, que además de hablar
idiomas diferentes están dedicados a proclamar aquello que los diferencia de

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España. Esta nueva corriente de pensamiento, sin embargo, no ha sido plasmada
en ninguna obra.

* "indigenistas"

La otra gran corriente dentro de la identidad cultural y étnica fue la indigenista.

Esta proclamo lo autóctono, lo indio (entendido básicamente como andino) como


el núcleo de la identidad peruana. Un antecesor de esta corriente lo encontramos
en Felipe Huamán Poma de Ayala quien en su obra "Nueva

Crónica y Buen Gobierno" (1615) hace escuchar la misma voz de los indígenas,

Huamán Poma decidió recorrer todo el Virreinato para defender a los indígenas
de los abusos e informar al rey. La segunda parte de la crónica no es solo una
crítica al régimen colonial sino un verdadero proyecto alternativo. Poma sostiene
que lo que pretende es una restauración de los antiguos caciques o auqui cápac
churri, y un nuevo reparto de las antiguas preeminencias, pero subsistiendo la
desigualdad y un implacable régimen de castas. Un hecho a destacar de Huamán
Poma es su oposición al mestizaje, siendo el indio puro.

(Marzal, 1981; 263-264 )

En el periodo de la independencia y primeros años de la República mas que un


sentimiento indigenista lo que hubo fue un sentimiento anti-español. La
generación de criollos que quiere separarse de Europa busca identificarse con
contenido propio e intransferible, distinto de lo europeo y lo español. Así es que, el
criollo americano encuentra lo indígena y lo toma como propio. Dando cuenta de
la Victoria de Junín el periódico trujillano "Nuevo día del Perú" empieza diciendo;
"La sangre de los Incas va a ser vengada". Manco Cápac aparece en el "Canto a
Junín" de Olmedo y el "Himno Nacional del Perú"· cuya letra se debe a José de la
Torre Ugarte habla del "peruano oprimido" de "tres siglos de horror" de su "odio y
venganza que heredara de su Inca y Señor". Las líneas más anti-españolas tal
vez sean las ultimas de la quinta estrofa: "Nuestros brazos, hasta hoy
desarmados, estén siempre cevando el cañón, que algún día las playas de Iberia
sentirán de su estruendo el terror ". De otro lado es interesante ver los términos

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en que el Congreso Constituyente de 1822, cuyo presidente era Javier de Luna
Pizarro, inicia un mensaje a los indios:

"Nobles hijos del sol, amados hermanos, a vosotros virtuosos indios, os dirigimos
la palabra, y no os asombre que os llamemos hermanos: lo somos en verdad,
descendemos de unos mismos padres: formamos una sola familia, y con el suelo
que nos pertenece hemos recuperado también nuestra dignidad, y nuestros
derechos. Hemos pasado más de trescientos años de esclavitud en la humillación
más degradante, y nuestro sufrimiento movió a nuestro Dios a nos mirase con
ojos de misericordia. Él nos inspiró el sentimiento de Libertad, y el mismo nos ha
dado fuerza para arrollar a los injustos usurpadores, que sobre quitarnos nuestra
plata y nuestro oro se posesionaron de nuestros pueblos, nos impusieron tributos,
nos recargaron de pensiones y nos vendían nuestro pan y nuestra agua ".

Los criollos, a pesar de ser descendientes de los españoles conquistadores


asumieron como propia la historia incaica y vieron la llegada de los españoles
como una invasión, la colonia como tres siglos de dominación y la independencia
como la liberación. La identificación con lo indio y lo andino sin embargo era-
como lo dice Basadre- una identificación histórica y simbólica.

El indio real contemporáneo recibió muy poca atención y durante los primeros
años de la república estuvo menos protegido que durante la colonia. Es durante
este periodo que se forman las grandes haciendas y que los indios pierden sus

tierras. Esta identificación con lo indio puede en parte estar relacionada al


movimiento romántico que busca regresar a las raíces ancestrales y místicas de
los pueblos, en Europa a la edad media y a los dioses paganos, en el Perú el
incanato y el culto al sol.

El verdadero indigenismo recién aparece en el siglo XX. Su antecesor es

Manuel González Prada con su artículo " Nuestros Indios" (1905) que forma parte
final de su libro "Horas de Lucha", en donde señala que los indios son
conservados en la ignorancia y la servidumbre, son envilecidos en el cuartel,
embrutecidos con el alcohol y lanzados a destrozarse con las guerras civiles y de
tiempo en tiempo se organizan cacerías y matanzas contra ellos. González

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Prada dice que no es posible restaurar el Imperio de los Incas. Indica que hay que
educar al indio, pero este debe responder además a la violencia con la violencia,
escarmentando al patrón que le arrebata las lanas, al soldado que le recluta en
nombre del gobierno, al montonero que le roba ganado", pues " en resumen el
indio se redimirá merced a su esfuerzo propio, no por la humanización de sus
opresores. Todo blanco es más o menos un Pizarro, un

Valverde o un Areche.

Entre los indigenistas va a haber dos tendencias. Quienes defienden al indio por
oprimido y quieren incorporarlo a la nacionalidad criolla y quienes piensan que lo
indio y lo andino es la nacionalidad o por lo menos el núcleo de ella y debe
adquirir la educación y tecnologías modernas para cumplir cabalmente ese papel
de núcleo nacional.

González Prada está en la segunda concepción cuando llama a los indios a la


rebelión contra los blancos y cuando señala que "no forman el verdadero Perú "
los criollos de la costa, sino las muchedumbres de indios diseminados en la
cordillera. " Dora Mayer, en cambio, fundadora con Pedro Zulen y Joaquín

Capelo de la "Asociación pro indígena" representa la primera tendencia. En "El


indígena peruano a los Cien años de la República Libre e Independiente" (1921)
señalo que la independencia no fue obra de los indios sino de sus amos y por
consiguiente "después de un siglo... la emancipación de la raza indígena no se ha
operado todavía". Dora Mayer denuncia los abusos contra los indios y busca
solucionarlos. Se da cuenta que la solución de esta situación no puede darse solo
con el humanitarismo o la filantropía, pero no fue más allá. Hildebrando Castro

Pozo ("Del Ayllu al Cooperativismo Socialista"; 1936) se encuentra en la misma


corriente de Mayer pero va mas allá planteando la organización de la
comunidades indígenas en cooperativas de Producción, ya sea por sus propios
medios o por parte del gobierno.

Luis E. Valcárcel en cambio, coincide con González Prada en la corriente que


considera a los indios la verdadera Nacionalidad. "Tempestad en los Andes"

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(1927) es el libro central de esta posición. En él señala que existen dos
nacionalidades en el Perú, la blanca concentrada en Lima y la India concentrada
en el Cuzco. Hay un conflicto secular entre estas dos razas " que no ha perdido su
virulencia desde el día en que el invasor puso sus plantas en los riscos andinos".
Frente a este conflicto el mestizaje no es solución, solo del

Cuzco puede venir la salvación del indio. Finalmente termina afirmando que la
sierra (el indio) es la nacionalidad. (Marzal; 1981, 454) Interesante es notar el
rechazo de Valcárcel al mestizo, en lo cual va a coincidir con Huamán Poma.

Describe a los poblados mestizos con la siguiente frase: "La atmósfera de los
poblachos mestizos es idéntica: alcohol, mala fe, parasitismo, ocio, brutalidad
primitiva “. Más adelante dice "la raza del Cid y de Don Pelayo mezcla su sangre a
la sangre americana. Se han mezclado las culturas. Nace del vientre de América
un nuevo ser híbrido; no hereda las virtudes ancestrales, sino los vicios y las
taras. El mestizaje de las culturas no produce sino deformidades."

Valcárcel señala que surgirá "el nuevo indio" y señala: " La cultura bajara otra vez
de los Andes... no ha de ser una resurrección del incario... La Raza, en el nuevo
ciclo que se avecina reaparecerá resplandentemente, nimbada por sus eternos
valores... ; es el avatar que marca la reaparición de los pueblos andinos en el
escenario de las culturas , los hombres de la nueva edad habrán enriquecido su
acervo con la conquista de la ciencia occidental y la sabiduría de los maestros de
Oriente. El instrumento, la herramienta, la máquina, el libro y el arma nos darán el
dominio de la naturaleza; la filosofía... hará penetrante nuestra mirada en el
mundo del espíritu... Se cumple el avatar : nuestra raza se apresta al mañana..."

Valcárcel hace el aprestamiento más radical sobre el indio al plantear su meta de


construir la nacionalidad sobre el polo indígena del Cuzco. Este planteamiento se
cultivo en el "Grupo Resurgimiento" que fue fundado por abogados, periodistas,
artistas y estudiantes cuzqueños. El grupo tuvo en realidad una acción muy

limitada por la heterogeneidad de sus componentes y la represión de que fue


objeto, y así acabo por disolverse al poco tiempo,

(Marzal, 1981, 469).

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Así como los historiadores hispanistas concentraron sus estudios en la Colonia
los historiadores indigenistas lo hicieron en el incario. Historiadores y arqueólogos
indigenistas contribuyeron a fortalecer la tesis de un resurgir de la raza india con
sus sensacionales descubrimientos de la civilización inca y pre-inca.

Los descubrimientos en torno a la tecnología indígena fueron esencialmente


relevantes para esto, como arquitectura, textiles, agricultura, medicina etc. Julio C.
Tello fue uno de los que más destaco en este campo.

Entre los políticos merece destacar a Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador del
APRA, el partido político más importante del Perú entre 1930 y 1985, que si bien
no pensó en el indio como base de la nacionalidad lo utilizo como símbolo, más o
menos en la forma en la que lo utilizaron los liberales románticos de comienzos de
la República. Haya acuño el término "Indoamérica" para remplazar a Hispano o
Latinoamérica, y utilizo el Cóndor de Chavín como símbolo partidario.

La corriente de lo andino como centro de la nacionalidad tiene exponentes


modernos como Juan José Vega ("La Emancipación frente al Indio Peruano",

1958 y "La Guerra de los Viracochas"). En este último libro Vega estudia la
resistencia indígena frente a los españoles entre 1532 y 1572. En la década del

80 Alberto Flores Galindo en libros como "Buscando un Inca: Identidad y Utopía


en los Andes" (1986) y "Tiempo de Plagas" (1988) busca entender y repensar el
Perú desde el pasado andino y a través de las distintas utopías andinas
asumiendo también la tesis de lo andino como la espina dorsal de la nacionalidad.
Sin embargo, el exponente más actual de esta corriente es

Nelson Manrique. Un buen resumen de sus ideas al respecto lo encontramos en


una entrevista que le realizara Roland Forgues en 1992 (Forgues 1993, 228-

229). Dice Manrique:

"Si se piensa en una modernidad sólo va a poder pensarse desde lo que es la


recuperación del mundo andino. El hecho crucial para repensar el Perú viene
desde la reivindicación de lo andino. No excluyentemente, no desde la

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perspectiva romántica neoindigenista de lo andino como antagónico o excluyente
con relación a lo occidental. Es un disparate porque lo andino esta profundamente
preñado por elementos occidentales desde la conquista. Si existe lo andino vivo

es por esa capacidad de recreación, incorporando todo aquello que podía


servirle". "...Creo que lo central para la afirmación de la sociedad peruana
demanda recuperar el elemento andino. Nuestra identidad pasa necesariamente
por allí. Y la modernidad: allí me encuentro con cantidad de sorpresas increíbles.

En polémica con algunos amigos que vienen trabajando el tema piensan en la


modernidad como un proceso de industrialización y como un proceso de
incorporación de los sectores indígenas. Carlos Iván Degregori escribió en su
texto "Del mito de Inkari al mito del progreso" que el abandonar la identidad
indígena que para el quedaba reducida a la fiesta, a la vestimenta y al idioma, era
el precio que tenía que pagarse para entrar a la modernidad. Otras veces he
escuchado frasear lo mismo diciendo que los indios están ansiosos de no ser
indios.

En realidad de lo que están ansiosos es de dejar de ser marginados. Es que se


asume como más natural que ser indio es ser marginado, que a nadie se le ocurre
que la cosa puede ser de otra manera."

El discurso ha variado respecto a Valcárcel. Ahora se reconoce que lo andino


tiene importantes elementos hispanos. Pero sigue siendo diferente respecto a lo
occidental y a la identidad peruana sigue pasando por lo andino.

4. Identidad Dinástica

La idea de entender la identidad peruana desde el punto de vista dinástico fue


una tendencia puramente colonial, pero tenía una base pre-colombina en el
Imperio de los Incas, cuya identidad se basaba también en elementos Dinásticos.
Desde esta concepción la identidad era concebida como relacionada con la
lealtad hacia una dinastía, la de los Austrias primero y la de los Borbones
después. La identificación no era ni con el territorio ni con la cultura, sino con la
dinastía gobernante. El Perú era entonces concebido como un reino dentro de un
imperio español que incluía muchos otros reinos. Este tipo de identificación era el

18
predominante en Europa hasta el siglo XVIII, en el cual aun no había nacido el
fenómeno del nacionalismo. El concepto de nación viene a ser un concepto nuevo
que nace en Francia con la revolución de 1789 y en Prusia con la invasión
napoleónica, para después contagiarse al resto de Europa.

El primer representante de la corriente de identidad dinástica en el Perú viene a


ser Pedro Cieza de León, que en el proemio de su obra "La Crónica del Perú"
(1553) iguala a los españoles y a los indios del Perú bajo la Iglesia y el Emperador
diciendo "... considerando que, pues nosotros y estos indios todos traemos origen
de nuestros antiguos padres Adán y Eva ...", y luego dice "... era justo que se
supiese en que manera tanta multitud de gentes como de estos indios había sido
reducida al gremio de la santa madre Iglesia...", dejando en claro la pertenencia
de los indios como miembros de la Iglesia Católica. Más adelante añade "y como
siendo su rey y señor nuestro invictísimo emperador…" frase con la cual señala a
los indios como súbditos del emperador. Esta idea de igualdad de los habitantes
del Reino del Perú con los españoles bajo la Iglesia y el Rey es aceptada por
Cieza en el primer capitulo cuando señala: "Cuya voluntad así a los ya dichos
Reyes Católicos como de Su Majestad, ha sido y es que gran cuidado se tuviese
con la conversión de las gentes de todas aquellas provincias y reinos, capitanes y
descubridores, con celo de cristiandad, les hiciesen un tratamiento que como a
prójimos se debía; puesto que la voluntad de Su Majestad esta es y fue, algunos
de los gobernadores y capitanes lo miraron siniestramente, haciendo a los indios
muchas vejaciones y males, y los indios por defenderse se ponían en armas y
mataron a muchos cristianos y algunos capitanes. Lo cual fue causa que estos
indios padecieron crueles tormentos quemándolos y dándoles otras recias
muertes." (Cieza 1553) "Pues sabiendo Su Majestad de los daños que los indios
recibían, siendo informado de ello y de lo que convenía al servicio de Dios y Suyo
y la buena gobernación de aquellas partes, ha tenido por bien de poner viso reyes
y audiencias, con presidentes y oidores; con lo cual los indios parece han
resucitado y cesado sus males. De manera que ningún español, por muy alto que
sea, les osa hacer agravio." (Cieza 1553) "Así que ya en este tiempo no hay quien
ose hacerles enojo y son en la mayor parte de aquellos reinos señores de sus
haciendas y personas, como los mismos españoles." (Cieza 1553)

19
La identidad peruana es para Cieza entonces una identidad con el emperador, del
cual los indios del nuevo mundo son súbditos. El emperador es un soberano
benévolo, protector de sus súbditos. En la condición de súbditos del mismo
emperador los indios son prójimo de los españoles, mas aun por el hecho de
pertenecer a la misma Iglesia y están socialmente en la misma condición que los
españoles, lo que es resaltado por la frase "son señores de sus haciendas y
personas, como los mismos españoles".

5. Identidad Mestiza e Identidad Unitaria

5.1. La Identidad Mestiza

El Perú es una realidad histórica que presenta una diversidad étnica y cultural,
con una historia cuya base se sustenta en lo andino, lo amazónico, no obstante
las otras influencias que vienen con la conquista. El proceso de mestizaje que se
da en nuestro país es crucial, porque bien puede contribuir a la destrucción de las
diferencias o a la construcción de nuevas sociedades donde se valore el
reconocimiento y el respeto a la diversidad. Por eso, es importante reflexionar
sobre cómo entender el mestizaje para construir una país multicultural, y que
estas palabras no sean simplemente un disfraz para ocultar nuestros orígenes.

El primero en ver al mestizo como representante de la nacionalidad peruana fue


Víctor Andrés Belaúnde. Él ve los aspectos psicológicos y espirituales del

problema peruano. Señala que hay una dramática tensión secular de

Mestizajes en pugna en búsqueda de una síntesis armoniosa y creadora. La

Conciencia nacional sin embargo se haya desviada frente a este fenómeno que

es el ser autentico del Perú. El habla del "mestizo que es el representativo de la


nacionalidad, diremos más exactamente, la nacionalidad misma."

Pero no idealiza al mestizo como harán otros sino que lo ve con sus aspectos
positivos y negativos. Señala que el mestizo no ha heredado los arranques
heroicos, ni la tenacidad negativa de la voluntad española. No ha heredado
tampoco el hondo sentimiento que debió haber palpitado en la raza indígena.

20
El mestizo es ligero, blando, despierto pero asentimental y abúlico. Es quizá
superior al blanco, desde el punto de vista de la inteligencia, inferior al indio,

en sentimiento. Carece de audacia heroica. Tiene astucia e ingenio, pero no


imaginación superior.

La no aceptación de nuestra identidad mestiza, constituye un grave error que


atenta contra la verdad de nuestros orígenes. Finalmente diremos, que mientras
el velado racismo que subsiste en nuestro país haga diferencias y menosprecie
sus raíces indígenas, nuestra identidad permanecerá incompleta y nuestro
proceso de democratización interna no alcanzará su plenitud.

5.1.1. Concepto De Mestizaje

Mestizaje es el encuentro biológico y cultural de etnias diferentes, en el que éstas


se mezclan, dando nacimiento a nuevas razas.

Según el Diccionario de la Real Academia Española, mestizaje: es el cruzamiento


de razas diferentes. Mezcla de culturas distintas, que da origen a una nueva.
Mestizo(a): dicho de una persona: nacida de padre y madre de raza diferente, en
especial de hombre blanco e india, o de indio y mujer blanca. Dicho de la cultura,
de los hechos espirituales, etc.: provenientes de la mezcla de culturas distintas.

5.1.2. Una Mirada A La Historia

Mestizaje Racial Y Cultural Cabe mencionar que los procesos de mestización


existieron ya en las culturas precolombinas como cuestiones netamente sociales,
donde se suponen ámbitos de encuentro o de confrontación, pero es a partir de la
conquista española donde se da con rigurosidad un proceso de mestizaje
exaltado por la violencia y la dominación. Cuando los españoles irrumpen
nuestros dominios, guiados por una afán de enriquecimiento y una mística
evangelizadora sectaria e intolerante, lo hacen sin la compañía de sus mujeres,
por los peligros que traía consigo la conquista; primero había que consolidar el
poder militar íbero. Las relaciones sociales y de poder se ejercen de manera

21
arbitraria y autoritaria, la supremacía y el dominio de los españoles sobre los
indígenas se hace evidente. Pues, para diferenciarse de los autóctonos, los
conquistadores inventaron y usaron el término “indio” -denominación que sirve
para designar a los conquistados-, esta palabra es insertada por un equivoco del
propio Cristóbal

Colón, quien suponía haber descubierto la India y no América. Sin duda, estas
actitudes tienen un componente racista; pero, por otro lado, paradójicamente, la
mezcla racial (el mestizaje) entre conquistador e india fue inevitable. Algunos
sostienen que el racismo existió “de la cintura para arriba” más no “de la cintura
para abajo”. Al parecer, los hechos así lo demuestran, pues no debemos olvidar
que el mestizaje fue producto de relaciones sexuales no matrimoniales, donde la
mujer indígena era tomada por la fuerza a ceder y satisfacer los apetitos sexuales
de los conquistadores españoles. Esta relación fue producto de la violación. La
agresión sexual, física y verbal, el sometimiento, etc., son indicios claros de que si
hubo racismo en ese proceso de mestizaje. Pues, el hecho de considerar como
un objeto sexual a la mujer indígena, de poseerla sin su consentimiento, no hace
más que evidenciar que la intención era de denigrarla, de hacer de ella un ser
abyecto y vil. Claro está. Sin embargo, existieron mínimas excepciones cuando se
habla de las alianzas matrimoniales que contrajeron algunos capitanes con las
ñustas, pues, a través de ellas se trataban de consolidar las estrategias y
relaciones de poder. Como fruto de esas alianzas matrimoniales nació el Inca
Gracilazo de la Vega. Una vez consolidado el orden colonial, la diversidad étnica y
cultural entre españoles e indios fue manejada por la Corona española. La prueba
está en que fueron creadas dos “repúblicas” jurídicas, jerárquicamente
diferenciadas: la “República de Españoles” y la “República de Indios”, en donde
no fueron admitidos n8i mestizos ni esclavos de origen africano. Se pensó que
con la llegada de la mujer española y la instauración de la segregación racial,
social y política se pondría fin a la dominación sexual de españoles sobre las
indígenas y esclavas negras, cosa que no sucedió. El mestizo repugnaba a la
conciencia de criollos e indios, porque era la negación ideal del castizo (de casta,
puro), de cuya pureza supuestamente derivaban todas las virtudes
psicofisiológicas del individuo; y porque, además, era bastardo, es decir, ilegítimo.
Salvo los mestizos producto de las alianzas matrimoniales que fueron reconocidos

22
por sus padres, la mayoría de los mestizos bastardos fueron criados en el hogar
materno indígena. Durante la Colonia, los principales mecanismos del dominio
español: la apropiación privada sobre las tierras y minas, la organización de las
mitas, las

encomiendas y reducciones, la extirpación de idolatrías, la catequización y la


castellanización forzosas, provocaron la lenta conversión de las diversas etnias
andinas en el campesinado feudal –en las que básicamente prevalecieron las
matrices culturales quechua y aymara- como clase subalterna de la república
criolla. La independencia no implicó una revolución política ni menos la revolución
cultural que produjeron en Europa la Reforma religiosa y la Ilustración. Ellas
crearon una cultura moderna, es decir, convirtieron en sentido común los
postulados de la Ilustración: la negación de toda trascendencia, un más allá o un
destino como explicación de los hechos de la vida cotidiana y, por tanto, la
afirmación del protagonismo del individuo en la historia que se encamina a un
inacabable progreso; por tanto, la afirmación de la libertad y la igualdad de
derechos entre los hombres; por tanto, la confianza en la razón y en la ciencia, la
apertura y la confianza en lo nuevo y en el menosprecio del pasado. Después de
la independencia la “cuestión indígena” adquirió una gran importancia en el
contexto del debate político y discursivo en el proceso de conformación de la
identidad nacional de parte de las élites criollas. El general José de San Martín,
en un decreto firmado el 28 de agosto de 1821, a un mes de proclamar la
independencia del Perú, abolió toda diferencia legal entre indios, mestizos y
criollos, al declarar que “en lo futuro, los aborígenes no serán llamados indios ni
nativos; son hijos y ciudadanos del Perú, y serán conocidos como peruanos. En la
práctica, esto implicaba la apropiación de sus tierras, que habían estado
protegidas al régimen colonial. Hacia fines del siglo XIX, el debate sobre la
“cuestión indígena” adquirió mayor relieve en el contexto de crisis que atravesaba
el Perú luego de la derrota frente a Chile en la Guerra del Pacífico, la culpa recaía
en los indios, quienes carecían de un sentimiento de pertenencia o identidad para
con el Perú., y los comentarios que circulaban era que los indios no sabían por
qué peleaban. Pues las discusiones que entablaban intelectuales y políticos por
dar una salida a este problema era intensa. Para la mayoría, la solución era
“modernizar” a los indios, ya sea a través de la educación o de su cristianización,

23
o por medio de ambas. A medida que pasaba el tiempo, éstos veían la solución al
“problema indígena” en el “mestizaje”. Sin embargo, no todos coincidían en qué
significaba este “mestizaje” peruano. Los sectores más conservadores y
vinculados a la élite criolla de Lima, consideraban que este “mestizaje” tenía que
girar en torno a la herencia

hispánica. En el otro extremo se ubicaban los indigenistas, vinculados más bien a


la élite del Cusco, que indicaban que el “mestizaje” tenía que fundarse en el
glorioso pasado incaica Con el gobierno de Juan Velasco Alvarado se da fin a la
oligarquía, se intenta reivindicar los derechos de los ya no denominados “indios”
sino campesinos; lemas como “la tierra es para quien la trabaja”, “campesino el
patrón ya no comerá más de tu pobreza”, son construcciones políticas que
intentan proclamar un discurso nacionalista, indigenista, donde todo lo foráneo es
malo. Es cierto que nuestra historia ha sido marcada por la conquista y sus
efectos siguen latentes, pero también es cierto que la incorporación e intercambio
de elementos culturales ha sido y es importante para nuestras sociedades,
aunque no se quiera reconocer. 4.1.3 El Doble Discurso Del Mestizaje Cuando se
habla del pasado, se glorifica las hazañas y la capacidad administrativa,
tecnológica, la cosmovisión de los antiguos peruanos, por ejemplo, en el campo
de la agricultura, tenemos la construcción de andenes, los sistemas de riego que
eran sofisticados para su época; en el campo de las edificaciones, contamos con
hermosos monumentos históricos, una de las más representativas es la Ciudadela
de Machu Picchu, emblemática por todo lo que representa; por cierto, todo eso
nos enorgullece. Sin embargo, cuando hurgamos sobre la presencia de indígenas
en el presente, afloran actitudes de rechazo, nerviosismo, imprecisión, molestia
en la gente, a tal punto de considerarlo como una ofensa, porque aceptar supone
ser parte de esa historia del cual se reniega. Para Oscar Espinosa, una de las
principales dificultades para imaginarnos como un país multicultural radica en lo
que se podría denominar el “mito del mestizaje”. Los peruanos, en general, nos
consideramos a nosotros mismos como “mestizos” y, para justificarnos,
recurrimos frecuentemente al refrán popular que señala que “quien no tiene de
inga, tiene de mandinga”. Al identificarnos como mestizos no pretendemos brindar
una definición clara y exacta de lo que somos, ya que precisamente el mestizaje
supone una cierta hibridez, en tanto corresponde al cruzamiento de razas o

24
culturas distintas. Por el contrario, en el “juego de las identidades”, que siempre
son relacionales, una forma de afirmar lo que somos es

a través de señalar lo que no somos. Es decir, si somos mestizos no somos ni


blancos ni indios. En este sentido, ser “blanco” significaría identificarse con el
extranjero, con el “gringo”, con España, con el conquistador, etc., y ser “indio” o
indígena implicaría la posibilidad de ser sujeto de discriminación, abuso o
explotación. Pues, hay una gran diferencia entre lo imaginario y la realidad. El
optar por dar una respuesta, cuando se dice “soy mestizo”, aparentemente nos
sitúa en un lugar privilegiado, donde todos somos iguales, ciudadanos todos, con
derechos y deberes plenos; pero la realidad parece desmentir y desvanecer tal
construcción imaginaria que no hace más que conllevarnos a vivir engañados,
peor aún, alimentar la hipocresía social. Oscar Espinosa nos dice que el mestizaje
constituye un “mito” en la medida en que no logra superar la lógica dicotómica de
inclusión-exclusión que aparentemente trata de eliminar. Si bien el mestizaje se
ha extendido pero el racismo no ha desaparecido, como así lo hace saber Nelson
Manrique. El mestizaje puede ser utilizado estratégicamente para justificar la
dominación y, según Portocarrero, para encubrir conflictos. El mestizaje
constituye una ideología que pretende justificar un sistema de relaciones
jerárquicas entre grupos sociales, además, de ocultar la dominación al pretender
ignorar o silenciar las diferencias. En ese sentido, el mestizaje constituye una
forma de “violencia simbólica”, es decir, una forma de violencia que logra aparecer
como algo natural gracias a su amplia aceptación social (Oscar Espinosa,
“Desafíos a la ciudadanía multicultural en el Perú”). En síntesis, el mestizaje se
convierte en una suerte de “mito” que contribuye a destruir las diferencias y a la
marginación de grandes sectores de la población peruana. Declararse mestizo
puede significar asumir una máscara circunstancial y de conveniencia, no una
identidad consistente. El mestizaje se define más como negación -ni blanco ni
indio ni negro- que como afirmación.

6. Identidad Territorial

La identidad dinástica comienza a entrar en crisis en el siglo XVIII debido a la


percepción de que los intereses de la metrópoli española no coincidían y en
algunos casos entraban en contradicción con los intereses americanos. Hubieron

25
entonces quienes identificaron América como su patria, no en el sentido solo de
lugar de nacimiento, sino en un sentido más profundo de intereses compartidos
entre los americanos, intereses que ya se veían como diferentes de los de
España. El más importante de ellos fue Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, quien en
su célebre " Carta a los españoles Americanos" publicada en 1792 conmina a los
habitantes del Nuevo Mundo a romper lazos con España. (Deustua) Allí nos dice
con toda claridad "El Nuevo Mundo es nuestra Patria, su historia es la nuestra. "
(...) y a pesar de que solo reconocemos a esta (América) como nuestra patria y
que toda nuestra subsistencia y la de nuestra descendencia se fundan en ella,
hemos respetado, conservando y venerando sinceramente el cariño de nuestros
padres por su primera Patria ; (...) Guiados por un fervor ciego no nos hemos
percatado que tanto afán por un país que nos es extraño, al que no debemos
nada, significa una cruel traición a aquel en que hemos nacido y nos alimenta a
nosotros y a nuestros hijos." Esta misma concepción de América la encontramos
en Llano Zapata (1761) y el Satélite Peruano (1812), periódico este último donde
se insertan las famosas palabras "Por patria entendemos la vasta extensión de
ambas Américas. (Basadre, 1939; 180).

Otros, sin embargo comenzaron a pensar en el Perú como Patria. Túpac Amaru II
consideraba al Perú su patria. Sus cartas y proclamas están llenas del deseo de
integración de los habitantes del Perú, sin distingo de castas, actitud que
contrastaba fuertemente con el pensamiento de sus principales capitanes y de la
masa que los sostenía y que pensaban en un país indio en donde los españoles
fueran expulsados. (Valcárcel, Daniel: 1965, 45) Fue movido por este espíritu
integracionista que Túpac Amaru promulgo el Bando de Libertad de Esclavos
Negros. Después de la victoria de Sangarara Túpac Amaru lamentara la muerte
de criollos y mestizos "a quienes nunca ha sido mi ánimo se les haga ningún
perjuicio, sino que vivamos como hermanos y consagrados en un cuerpo".
(Valcárcel 1965, 97) Para Túpac Amaru todos aquellos que vivían en el territorio
peruano independientemente de su casta eran peruanos.

En el mismo año de la rebelión (1780) apareció la República de Gregorio Cangas


"Descripción dialogada de los pueblos y costumbres del Perú en el siglo XVIII". El
principal valor de este testimonio es la afirmación criolla y peruanista que se

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respira en sus páginas. Ese notorio afán de singularizar lo peruano y
contraponerlo frente a lo español y europeo. (Deustua, 1960, 10) Su visión
también es territorial y es un claro indicio de la toma de conciencia de la
singularidad de lo peruano. Identidad territorial será también la adoptada por el
"Mercurio Peruano". Este punto de vista sobre la identidad recibirá un fuerte
impulso a principios del siglo XX con las monografías escritas por los geógrafos o
personajes ligados a la Sociedad Geográfica de Lima, como Tadeo Henkel con su
"Descripción del Perú " (1901), Pablo Clement "Perú" (1925), Emilio Romero
"Nuestra Tierra" (1941) . En la década del sesenta será esta la visión de otro
geógrafo, Javier Pulgar Vidal, en su "Geografía del Perú, o las Ocho Regiones
Naturales" (1965). Territorialista será también la visión de Francisco Alayza Paz
Soldán y Rafael Larco Herrera quienes escribieron sobre el indio. El solo título de
la obra de Paz Soldán nos da una idea de la concepción "El Problema del Indio en
el Perú. Su Civilización e Incorporación a la Nacionalidad" (1928). Según esto la
nacionalidad no es india. Es blanca y mestiza. Al incorporar al indio que no forma
parte de ella, la nacionalidad no estará formada por elementos étnicos ni
culturales, sino territoriales. Similar es la visión de Larco Herrera en "El Indio
Problema Nacional" (1939).

La visión Territorialista es igualmente compartida por un autor de la talla de Jorge


Basadre, el historiador de la República. En su obra principal "Historia de la
República del Perú" Basadre dice: "¿Qué tenían de común en 1824 un labriego de
Piura y un labriego del Cuzco, por ejemplo? Muy poco evidentemente. Pero
ambos y otros como ellos y sus antepasados vivían dentro del mismo ámbito
político- administrativo y no únicamente desde el siglo XVI sino desde muchos
siglos antes de los Incas. Este molde impalpable influyo de una manera u otra,
sobre su niñez, su juventud su adolescencia su ancianidad y sobre los de sus
familiares". (Basadre 1939, IX)

Más adelante la frase "..Esta colectividad que era un viejo conglomerado histórico
geográfico" .Nos dice mucho del pensamiento de Basadre al respecto.
(Basadre1939, 1). Aquí lo político administrativo de un territorio determina la
identidad de la población así como el discurrir histórico de dicha población en el
territorio. En " La promesa de la Vida Peruana" (1958) Basadre expresa: "Lo

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peruano es primariamente una comunicación, unidad substancial de elementos
heterogéneos, conciencia simultánea de lo diverso y uno " Lo diverso y uno tiene
de común territorio y ámbito político-administrativo. Luis Alberto Sánchez tendrá
también una visión territorial de la identidad en su "Perú, Retrato de un país
adolescente" (1963). Territorial será también la visión de José Luis Bustamante y
Rivero, presidente del Perú (1945-1948) en " Una Visión del Perú" (1960) y la de
Fernando Belaúnde Terry, presidente en dos ocasiones (1963-1968) y (1980-
1985) visión explícita en "La conquista del Perú por los Peruanos

7. Identidad Mestiza e Identidad Unitaria

7.1. La Identidad Mestiza

El Perú es una realidad histórica que presenta una diversidad étnica y cultural,
con una historia cuya base se sustenta en lo andino, lo amazónico, no obstante
las otras influencias que vienen con la conquista. El proceso de mestizaje que se
da en nuestro país es crucial, porque bien puede contribuir a la destrucción de las
diferencias o a la construcción de nuevas sociedades donde se valore el
reconocimiento y el respeto a la diversidad. Por eso, es importante reflexionar
sobre cómo entender el mestizaje para construir una país multicultural, y que
estas palabras no sean simplemente un disfraz para ocultar nuestros orígenes.

El primero en ver al mestizo como representante de la nacionalidad peruana fue


Víctor Andrés Belaúnde. Él ve los aspectos psicológicos y espirituales del

problema peruano. Señala que hay una dramática tensión secular de

Mestizajes en pugna en búsqueda de una síntesis armoniosa y creadora. La

Conciencia nacional sin embargo se haya desviada frente a este fenómeno que

es el ser autentico del Perú. El habla del "mestizo que es el representativo de la


nacionalidad, diremos más exactamente, la nacionalidad misma."

Pero no idealiza al mestizo como harán otros sino que lo ve con sus aspectos
positivos y negativos. Señala que el mestizo no ha heredado los arranques

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heroicos, ni la tenacidad negativa de la voluntad española. No ha heredado
tampoco el hondo sentimiento que debió haber palpitado en la raza indígena.

El mestizo es ligero, blando, despierto pero a sentimental y abúlico. Es quizá


superior al blanco, desde el punto de vista de la inteligencia, inferior al indio,

en sentimiento. Carece de audacia heroica. Tiene astucia e ingenio, pero no


imaginación superior.

La no aceptación de nuestra identidad mestiza, constituye un grave error que


atenta contra la verdad de nuestros orígenes. Finalmente diremos, que mientras
el velado racismo que subsiste en nuestro país haga diferencias y menosprecie
sus raíces indígenas, nuestra identidad permanecerá incompleta y nuestro
proceso de democratización interna no alcanzará su plenitud.

7.1.1. Concepto De Mestizaje

Es el encuentro biológico y cultural de etnias diferentes, en el que éstas se


mezclan, dando nacimiento a nuevas razas.

Según el Diccionario de la Real Academia Española, mestizaje: es el cruzamiento


de razas diferentes. Mezcla de culturas distintas, que da origen a una nueva.
Mestizo(a): dicho de una persona: nacida de padre y madre de raza diferente, en
especial de hombre blanco e india, o de indio y mujer blanca. Dicho de la cultura,
de los hechos espirituales, etc.: provenientes de la mezcla de culturas distintas.

7.2. Una Mirada A La Historia

Mestizaje Racial Y Cultural Cabe mencionar que los procesos de mestización


existieron ya en las culturas precolombinas como cuestiones netamente sociales,
donde se suponen ámbitos de encuentro o de confrontación, pero es a partir de la
conquista española donde se da con rigurosidad un proceso de mestizaje
exaltado por la violencia y la dominación. Cuando los españoles irrumpen
nuestros dominios, guiados por una afán de enriquecimiento y una mística
evangelizadora sectaria e intolerante, lo hacen sin la compañía de sus mujeres,
por los peligros que traía consigo la conquista;

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primero había que consolidar el poder militar íbero. Las relaciones sociales y de
poder se ejercen de manera arbitraria y autoritaria, la supremacía y el dominio de
los españoles sobre los indígenas se hace evidente. Pues, para diferenciarse de
los autóctonos, los conquistadores inventaron y usaron el término “indio”
-denominación que sirve para designar a los conquistados-, esta palabra es
insertada por un equivoco del propio Cristóbal Colón, quien suponía haber
descubierto la India y no América. Sin duda, estas actitudes tienen un
componente racista; pero, por otro lado, paradójicamente, la mezcla racial (el
mestizaje) entre conquistador e india fue inevitable. Algunos sostienen que el
racismo existió “de la cintura para arriba” más no “de la cintura para abajo”. Al
parecer, los hechos así lo demuestran, pues no debemos olvidar que el mestizaje
fue producto de relaciones sexuales no matrimoniales, donde la mujer indígena
era tomada por la fuerza a ceder y satisfacer los apetitos sexuales de los
conquistadores españoles. Esta relación fue producto de la violación. La agresión
sexual, física y verbal, el sometimiento, etc., son indicios claros de que si hubo
racismo en ese proceso de mestizaje. Pues, el hecho de considerar como un
objeto sexual a la mujer indígena, de poseerla sin su consentimiento, no hace
más que evidenciar que la intención era de denigrarla, de hacer de ella un ser
abyecto y vil. Claro está. Sin embargo, existieron mínimas excepciones cuando se
habla de las alianzas matrimoniales que contrajeron algunos capitanes con las
ñustas, pues, a través de ellas se trataban de consolidar las estrategias y
relaciones de poder. Como fruto de esas alianzas matrimoniales nació el Inca
Gracilazo de la Vega. Una vez consolidado el orden colonial, la diversidad étnica y
cultural entre españoles e indios fue manejada por la Corona española. La prueba
está en que fueron creadas dos “repúblicas” jurídicas, jerárquicamente
diferenciadas: la “República de Españoles” y la “República de Indios”, en donde
no fueron admitidos n8i mestizos ni esclavos de origen africano. Se pensó que
con la llegada de la mujer española y la instauración de la segregación racial,
social y política se pondría fin a la dominación sexual de españoles sobre las
indígenas y esclavas negras, cosa que no sucedió. El mestizo repugnaba a la
conciencia de criollos e indios, porque era la negación ideal del castizo (de casta,
puro), de cuya pureza supuestamente derivaban todas

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las virtudes psicofisiológicas del individuo; y porque, además, era bastardo, es
decir, ilegítimo. Salvo los mestizos producto de las alianzas matrimoniales que
fueron reconocidos por sus padres, la mayoría de los mestizos bastardos fueron
criados en el hogar materno indígena. Durante la Colonia, los principales
mecanismos del dominio español: la apropiación privada sobre las tierras y minas,
la organización de las mitas, las encomiendas y reducciones, la extirpación de
idolatrías, la catequización y la castellanización forzosas, provocaron la lenta
conversión de las diversas etnias andinas en el campesinado feudal –en las que
básicamente prevalecieron las matrices culturales quechua y aimara- como clase
subalterna de la república criolla. La independencia no implicó una revolución
política ni menos la revolución cultural que produjeron en Europa la Reforma
religiosa y la Ilustración. Ellas crearon una cultura moderna, es decir, convirtieron
en sentido común los postulados de la Ilustración: la negación de toda
trascendencia, un más allá o un destino como explicación de los hechos de la vida
cotidiana y, por tanto, la afirmación del protagonismo del individuo en la historia
que se encamina a un inacabable progreso; por tanto, la afirmación de la libertad
y la igualdad de derechos entre los hombres; por tanto, la confianza en la razón y
en la ciencia, la apertura y la confianza en lo nuevo y en el menosprecio del
pasado. Después de la independencia la “cuestión indígena” adquirió una gran
importancia en el contexto del debate político y discursivo en el proceso de
conformación de la identidad nacional de parte de las élites criollas. El general
José de San Martín, en un decreto firmado el 28 de agosto de 1821, a un mes de
proclamar la independencia del Perú, abolió toda diferencia legal entre indios,
mestizos y criollos, al declarar que “en lo futuro, los aborígenes no serán llamados
indios ni nativos; son hijos y ciudadanos del Perú, y serán conocidos como
peruanos. En la práctica, esto implicaba la apropiación de sus tierras, que habían
estado protegidas al régimen colonial. Hacia fines del siglo XIX, el debate sobre la
“cuestión indígena” adquirió mayor relieve en el contexto de crisis que atravesaba
el Perú luego de la derrota frente a Chile en la Guerra del Pacífico, la culpa recaía
en los indios, quienes carecían de un sentimiento de pertenencia o identidad para
con el Perú., y los comentarios que circulaban era que los indios no sabían por
qué peleaban. Pues las discusiones que entablaban intelectuales y políticos por
dar una salida a este

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problema era intensa. Para la mayoría, la solución era “modernizar” a los indios,
ya sea a través de la educación o de su cristianización, o por medio de ambas. A
medida que pasaba el tiempo, éstos veían la solución al “problema indígena” en el
“mestizaje”. Sin embargo, no todos coincidían en qué significaba este “mestizaje”
peruano. Los sectores más conservadores y vinculados a la élite criolla de Lima,
consideraban que este “mestizaje” tenía que girar en torno a la herencia
hispánica. En el otro extremo se ubicaban los indigenistas, vinculados más bien a
la élite del Cusco, que indicaban que el “mestizaje” tenía que fundarse en el
glorioso pasado incaica Con el gobierno de Juan Velasco Alvarado se da fin a la
oligarquía, se intenta reivindicar los derechos de los ya no denominados “indios”
sino campesinos; lemas como “la tierra es para quien la trabaja”, “campesino el
patrón ya no comerá más de tu pobreza”, son construcciones políticas que
intentan proclamar un discurso nacionalista, indigenista, donde todo lo foráneo es
malo. Es cierto que nuestra historia ha sido marcada por la conquista y sus
efectos siguen latentes, pero también es cierto que la incorporación e intercambio
de elementos culturales ha sido y es importante para nuestras sociedades,
aunque no se quiera reconocer. 6.3 El Doble Discurso Del Mestizaje Cuando se
habla del pasado, se glorifica las hazañas y la capacidad administrativa,
tecnológica, la cosmovisión de los antiguos peruanos, por ejemplo, en el campo
de la agricultura, tenemos la construcción de andenes, los sistemas de riego que
eran sofisticados para su época; en el campo de las edificaciones, contamos con
hermosos monumentos históricos, una de las más representativas es la Ciudadela
de Machu Picchu, emblemática por todo lo que representa; por cierto, todo eso
nos enorgullece. Sin embargo, cuando hurgamos sobre la presencia de indígenas
en el presente, afloran actitudes de rechazo, nerviosismo, imprecisión, molestia
en la gente, a tal punto de considerarlo como una ofensa, porque aceptar supone
ser parte de esa historia del cual se reniega. Para Oscar Espinosa, una de las
principales dificultades para imaginarnos como un país multicultural radica en lo
que se podría denominar el “mito del mestizaje”. Los peruanos, en general, nos
consideramos a nosotros mismos como “mestizos”

y, para justificarnos, recurrimos frecuentemente al refrán popular que señala que


“quien no tiene de inga, tiene de mandinga”. Al identificarnos como mestizos no
pretendemos brindar una definición clara y exacta de lo que somos, ya que

32
precisamente el mestizaje supone una cierta hibridez, en tanto corresponde al
cruzamiento de razas o culturas distintas. Por el contrario, en el “juego de las
identidades”, que siempre son relacionales, una forma de afirmar lo que somos es
a través de señalar lo que no somos. Es decir, si somos mestizos no somos ni
blancos ni indios. En este sentido, ser “blanco” significaría identificarse con el
extranjero, con el “gringo”, con España, con el conquistador, etc., y ser “indio” o
indígena implicaría la posibilidad de ser sujeto de discriminación, abuso o
explotación. Pues, hay una gran diferencia entre lo imaginario y la realidad. El
optar por dar una respuesta, cuando se dice “soy mestizo”, aparentemente nos
sitúa en un lugar privilegiado, donde todos somos iguales, ciudadanos todos, con
derechos y deberes plenos; pero la realidad parece desmentir y desvanecer tal
construcción imaginaria que no hace más que conllevarnos a vivir engañados,
peor aún, alimentar la hipocresía social. Oscar Espinosa nos dice que el mestizaje
constituye un “mito” en la medida en que no logra superar la lógica dicotómica de
inclusión-exclusión que aparentemente trata de eliminar. Si bien el mestizaje se
ha extendido pero el racismo no ha desaparecido, como así lo hace saber Nelson
Manrique. El mestizaje puede ser utilizado estratégicamente para justificar la
dominación y, según Portocarrero, para encubrir conflictos. El mestizaje
constituye una ideología que pretende justificar un sistema de relaciones
jerárquicas entre grupos sociales, además, de ocultar la dominación al pretender
ignorar o silenciar las diferencias. En ese sentido, el mestizaje constituye una
forma de “violencia simbólica”, es decir, una forma de violencia que logra aparecer
como algo natural gracias a su amplia aceptación social (Oscar Espinosa,
“Desafíos a la ciudadanía multicultural en el Perú”). En síntesis, el mestizaje se
convierte en una suerte de “mito” que contribuye a destruir las diferencias y a la
marginación de grandes sectores de la población peruana. Declararse mestizo
puede significar asumir una máscara circunstancial y de conveniencia, no una
identidad consistente. El mestizaje se define más como negación -ni blanco ni
indio ni negro- que como afirmación.

33
8. Movimiento Indio e Identidad Clasista

 Movimiento indio

Podría considerársele como una continuación del indigenismo. La diferencia


estriba básicamente en que es un movimiento pan-indio, es decir que pretende
agrupar a todos los movimiento indios de América, desde Canadá hasta tierra del
Fuego. De otro lado es muy violento por lo menos verbalmente. La obra más
representativa es la de Ramiro Reynaga, quien bajo al seudónimo de Huanca
publicó en 1981 "Tahuantinsuyo: Cinco siglos de guerra Queswuaymara" en
donde dice: "Seremos el corazón, cerebro y nervio de la liberación andina. O
nosotros Somos la liberación en los Ande o no hay liberación de ninguna clase".
(Reynaga.- 1981, 347) "Cada día es más claro están completas las condiciones
para nuestra liberación. Será la culminación del ascendente Movimiento
descolonizador mundial. Lo repito, Colonialismo viene de Colon". (Ibid; 348) "Las
repúblicas se indianizaran o desaparecerán... Una parte de los criollos aceptarán
nuestra administración... Otra parte de los criollos desde siempre quiere irse de
los andes a las grandes ciudades europeas y norteamericanas, desprecian
aquellos, admiran estas. Tendrán nuestra ayuda para cumplir su sueño. Hay un
antecedente. Hace 150 años los nuevos gobiernos pagaron los pasajes a quienes
prefirieron irse a España". (Ibid; 362)

 Identidad clasista

Se trata de un concepto controversial. La palabra misma y las primeras


reflexiones sobre ella en el campo científico, provienen de una tragedia. Henry
Tajfel sufrió las consecuencias de la persecución contra los judíos durante la
Segunda Guerra Mundial, en la cual peleó como soldado francés. Aunque fue
hecho prisionero, logró ocultar su origen judío, lo cual le salvó la vida pero,
terminada la guerra, encontró a su familia diezmada y a su pueblo masacrado por
los nazis. Convertido en activista en pro de la recuperación moral de las víctimas
sobrevivientes y en prominente psicólogo, formuló la teoría de la identidad social
como una forma de explicar científicamente la discriminación y el odio entre los
grupos sociales.

34
Ese origen marca a la categoría de identidad con un rasgo negativo: la identidad
produce discriminación, menosprecio hacia "los otros". Sin embargo, es posible
encontrar en la identidad aspectos positivos, porque puede ser el soporte para la
superación y el aumento de la autoestima de grupos que sufren la discriminación.
Sin duda el fortalecimiento de la identidad femenina ha contribuido bastante a las
luchas contra la discriminación de las mujeres.

Asimismo, la identidad de los afro descendientes, los indígenas, los migrantes


provenientes de un determinado país, los jóvenes y otros sectores sociales, es
importante para reconocerse mutuamente como pertenecientes a un mismo grupo
y apoyarse en sus reivindicaciones.

La identidad se da porque todo individuo o grupo social aspira a una imagen


positiva auto asignada y reconocida socialmente. Hay una fuerte tendencia natural
de las personas a incluirse en un grupo. De ello sacan ventajas tanto simbólicas
como materiales y abre el camino para la superación personal y grupal. Al tratar
de explicar la identidad, es necesario tener en cuenta que implica una
multiplicidad de factores: históricos, grupales, culturales, ideológicos, todos los
cuales se expresan en las prácticas sociales. Por ejemplo, la lucha por los
derechos civiles de los afro descendientes en los Estados Unidos pasaba
necesariamente por el fortalecimiento de su identidad.

Eso lo comprendieron muy bien y lo lograron líderes como Martin Luther King.
Con ello alimentaron el espíritu de grupo, su autoestima y su esperanza en la
consecución de sus justos sueños. La identidad funcionó positivamente. Así
podríamos seguir enumerando casos en la historia. Pero es necesario mantener
la cautela porque la auto afirmación de un grupo implica necesariamente su
comparación con otro u otros y eso podría implicar menosprecio. Al magnificar las
características propias en pos de elevar la autoestima, pueden disminuirse las de
los otros hasta el punto de denigrarlos.

9. Identidad Volitiva 
Finalmente, hay un pequeño grupo de autores contemporáneos que plantea la 
identidad peruana en términos de voluntad. En otras palabras es peruano no el 

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que pertenece a una cultura o raza determinada, ni el que habita el territorio
del Perú sino quienes quieren serlo y lo reconocen como su nacionalidad. Eso es
lo que unifica a un poblador de clase media limeña, un campesino de 
Huancavelica, uno de Puno o un Machiguenga de la selva amazónica. Es un 
fenómeno tal vez parecido al de la identidad dinástica. No se requiere tener ni el 
mismo idioma, ni la misma cultura, ni siquiera el mismo territorio para 
reconocerse súbditos de la misma dinastía. En el Perú, país de un 
cosmopolitismo interno, donde "todas las sangres" de moches, huancas, 
chancas quechuas, aymaras, campas, shipibos, jívaros, españoles y mestizos 
se unen a un nuevo cosmopolitismo externo con la llegada de migrantes
chinos, japoneses, italianos, croatas, judíos, alemanes, ingleses, franceses, etc.,
lo que unifica a todos es la voluntad de reconocerse como peruanos e
identificarse con este territorio como propio. Lo cual no significa, a diferencia de la
identidad territorial, que todo habitante del Perú sea peruano, en el sentido de que
se sienta peruano, porque parte de la anomia que sufre el país es que no todos
lo pobladores se identifican con el territorio.

Hay un sector al cual el país le "apesta" y se identifica con otras realidades. Pero
quienes se identifican con el Perú se identifican con el territorio. No con su
sistema administrativo que levanta protestas sobre su funcionamiento o
incompetencia, sino - insisto - con el territorio que despierta vivencias y
expectativas "peruanas". 

Entre los autores que ven la situación en estos términos se encuentra Raúl 
Zamalloa ("El Proceso de la Nacionalidad"; 1979) y Carlos Franco ("Izquierda, 
Política e Identidad"; 1979). Manuel Burga ("La Historia Sigue su Curso"; 1993) 
en conversación con Ronald Forgues, entiende el fenómeno que se da en el 
Perú pero no llega a formular lo que Zamalloa y Franco ya formularan en 1979, 
pero su explicación nos permite comprender muchas cosas. Burga dice 
"La sociedad Peruana es una sociedad multiétnica y multicultural (...) pero
con muchos elementos que permiten una integración. Yo creo que será
imposible conformar una Nación Peruana homogénea en el corto plazo y supongo
que en el largo plazo irán a perdurar muchas de las particularidades culturales." 
Forgues comenta: 

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"Arguedas creyó por mucho tiempo que el mestizaje podía generar la 
homogeneización de la sociedad `peruana y luego en Chimbote observo que la 
realidad andaba por otro camino; el de la aculturación de los andinos que 
perdían en la ciudad su lengua, sus raíces, y su cultura, sin poder acceder, no 
obstante, a la cultura criolla." 
Burga contesta: 
"Lo que expreso Arguedas es una esperanza muy peruana que fue expresada 
antes por Garcilaso de la Vega y que forma parte del discurso político 
consensual en el Perú; es decir el país visto como mezcla racial y cultural, 
como sincretismo. Pero la realidad es otra, la realidad es que el Perú no ha 
logrado conformarse como cuerpo mestizo, homogéneo, sino más bien como 
un conglomerado de razas y culturas" 
De lo que señala Burga se extrae, aunque, que la única identidad posible entre 
esos conglomerados diferentes es la voluntaria, la de una identidad al estilo 
dinástico, pero no con la figura de un rey emperador, sino con un territorio que 
finalmente no es otra cosa que un símbolo. Un símbolo que muy probablemente 
no signifique lo mismo para todos, pero la identificación con él crea una 
identidad allí donde no la habría. Es algo similar a lo que Víctor Andrés 
Belaúnde encontró respecto a la identificación religiosa. La religión Católica no 
significa lo mismo para las poblaciones andinas que para las costeñas y ambas 
a su vez son diferentes de lo que la jerarquía eclesiástica conceptúa como 
catolicismo. Sin embargo la identificación religiosa, a pesar de su diversidad, 
crea unidad. Es la fuerza de la identificación con un símbolo. Aunque lo 
entendamos diferentemente yo proyecto mi forma de entenderlo en el otro, 
asumo que lo entiende como yo y creo una comunión, invento un compatriota 
donde no existía nada. 
Esto es lo que nos dice Carlos Franco cuando nos habla de la "identidad como 
la gana del vivir colectivo" señalando: 
"El sentido fuerte de la idea de Nación es la voluntad de vivir colectivamente,
es decir la autodeterminación de una conciencia social que no sólo comparte
sino también proyecta, imagina utopías, redefine una identidad deseada y 
prospectiva y la instala, segura, en su horizonte." 
La misma idea de identidad es desarrollada por Zamalloa de manera brillante 
cuando dice: 

37
"¿Que hace que un vasto conjunto de seres humanos que hallan un territorio 
que puede llegar a ser muy extenso se sienta integrando una sola personalidad 
colectiva? Las respuestas han sido múltiples y con frecuencia han consistido en 
privilegiar algunos de los elementos que suelen hallarse en las naciones 
constituidas: común descendencia de un grupo inicial, una misma lengua, 
habitar un mismo territorio, profesar una misma religión, tener unidad política, 
comunidad de costumbre y de tradiciones... la lista es larga y podría crecer. Sin 
embargo siempre hay alguna nación en la que falta uno o varios de estos 
elementos y no siempre los mismos; puede decirse que ninguno es 
indispensable. ¿Que es, pues, lo que determina la constitución de la 
nacionalidad? Es aquí donde interviene un elemento que hasta ahora no hemos 
considerado: la voluntad, el plebiscito de todos los días del que hablaba Renan, 
la voluntad de corporación viviente y activa a la que se refiere Kohn ; el querer 
vivir colectivo que señala Hauser. No es el único requisito pero si resulta 
esencial y ese requisito es precisamente el que aporta el nacionalismo." 
(Zamalloa; 1979) 
Más adelante continúa: 
"La conciencia nacional es recordémoslo, voluntad de corporación viviente y 
activa un plebiscito de todos los días, es decir algo vital y constante que puede 
ser redefinido por nuestra generación y las próximas." 
Para terminar diciendo: 
"En todo caso hay algo que los `peruanos compartimos y que nos hermana por 
encima de cualesquiera diferencia de lengua piel o cultura y es la noción de 
patria que a todos nos atañe. Porque la Patria es la tierra y los muertos, como 
definió Barres en cinco palabras permanentes. Esta tierra que a todos nos 
abruma, reta, sustenta y conforta. Esta tierra en la que están nuestros muertos, 
tan presentes en el espíritu de nuestro pueblo y que viven en gestos y rasgos, 
en flores, obras y tradiciones. Lanza del Vasto dijo alguna vez que la caridad es 
un amor sin reverso de odio. El patriotismo es como la caridad. Que el futuro lo 
vea crecer en el Perú." (Ibid,) 
Cuando Zamalloa habla de tierra no lo hace en el sentido territorialista. No es 
peruano todo el que vive en el territorio del Perú. Es peruano todo aquel que se 
identifica como tal. Pero el punto de referencia común siempre tendrá que ser el 
territorio, tal como lo señalara anteriormente mas como símbolo que como 

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realidad física. El caso extremo es el de Jorge Chávez, quien habiendo nacido 
en Francia de padres peruanos, sin conocer el Perú se identificaba con el país 
que no conocía ni conocería. Hoy es el patrón de la aviación peruana. 
Un último punto a tocar en lo referente al tema de la identidad voluntarista es el 
de los inmigrantes en el Perú. Chinos, japoneses, judíos, italianos, croatas, 
alemanes, etc. han migrado al Perú en diferentes momentos y se encuentran 
hoy `plenamente integrados en la nacionalidad. Son un ejemplo claro de lo que 
constituye una identidad volitiva, ya que las diferencias étnicas y culturales de 
estos diferentes grupos son muy marcadas. Y sin embargo todos se consideran 
peruanos. 
En el caso de los chinos se autorizo su inmigración por ley del 17 de Noviembre 
de 1849 por medio de contratos de cinco años para trabajar en la agricultura en 
reemplazo de los trabajadores esclavos negros en las haciendas costeras. 
Llegaron como trabajadores libres pero en condiciones muy difíciles entre 1849 
y 1874. Hasta 1869 habían ingresado cerca de 50,000 y entre esa fecha y 1874 
ingreso una cantidad similar. Los chinos lucharon por conservar su identidad de 
grupo `pero al mismo tiempo se han instalado definitivamente en la sociedad 
peruana. Primero fueron agricultores, luego se desarrollaron como comerciantes y
se instalaron la mayoría en la costa. Sobre la población de origen chino en el Perú
tenemos los trabajos de Stewart (1951), Rodríguez Pastor ( 1989), Sulen ( 1989)
y Trazegnies (1995). 
Los japoneses ingresaron entre 1899 y 1923 contratados por los agro
exportadores para labores similares a las que habían desempeñado los chinos. 
Para 1930 la población de origen japonés en el Perú, entre inmigrantes y
sus descendientes sumaban 20,295, de las cuales 17,725 residían en Lima. Al
igual 
que los chinos pasaron de peones agrícolas a agricultores independientes y a 
comerciantes. En la actualidad la población de origen japonés es
de aproximadamente 80,000 personas sobre un total de cerca de 26,000,000. de 
habitantes. Es la colonia japonesa más grande de Sudamérica después de la 
brasileña. Los sitios de mayor concentración de población de origen japonés 
son Lima Callao y Trujillo. Al igual que los chinos han luchado por mantener su 
identidad de grupo manteniendo instituciones y medios de difusión propios a la 

39
vez que han logrado incorporarse a la nacionalidad peruana. Sobre los japoneses
en el Perú tenemos los trabajamos de Fukumoto (1974) e Iida (1986). 
 
Los judíos llegaron al Perú durante los primeros años de la colonia. En la etapa 
republicana sin embargo llegan como particulares o como funcionarios
de empresas inglesas o alemanas. No hay una migración judía de importancia
que 
se pueda circunscribir a un periodo determinado como en el caso de los chinos 
y japoneses. Su número siempre fue muy pequeño. Entre 1924 y 1941 llegaron 
al Perú 465 judíos entre hombre, mujeres y niños. La colonia judía tiene una 
cohesión notable y socialmente esta constituida por individuos de clase media 
alta ya que la mayoría de migrantes judíos llegaron al Perú siendo profesionales 
o con alguna fortuna. Al respecto es de destacar el trabajo de Trahtemberg 
(1987). 
Los italianos tienen presencia en el Perú desde la época colonial. En el siglo 
XVI llegaron navegantes y comerciantes. Posteriormente (siglo XVII) llegaron 
artesanos, artistas y clérigos. El mayor numero de italianos en el Perú eran 
navegantes genoveses. Según el censo de extranjeros residentes en Lima 
realizado en 1775 había 40 genoveses y 17 italianos de otras regiones. En la 
república la mayor cantidad de inmigrantes italianos llegó entre 1840 y 1880. 
Eran propietarios de buena parte de las posadas, tabernas y cafeterías de 
Lima. También había plateros, relojeros y lapidarios. La mayoría se asentó en el 
Callao, Lima y otros en Chincha y Chanchamayo. Actualmente constituyen la 
colonia más numerosa después de la china y la japonesa. Es interesante notar 
al respecto el trabajo de Bonfiglio (1984). 
Si los italianos están ahora plenamente integrados a la clase criolla peruana, 
chinos, japoneses y judíos han elegido mantener una diferencia cultural 
respecto al resto de la población que se manifiesta en costumbres, en algunos 
casos idioma, en algunos casos religión. Estos migrantes han mantenido un 
sentimiento de separación del resto de la sociedad que los hace mantenerse 
cohesionados y no llegar a fusionarse totalmente con la sociedad mayor. Sin 
embargo se consideran peruanos y sus vivencias son peruanas. La primera 
generación por elección, las otras generaciones por vivencia. Su vivencia del 
Perú no es la misma que la de un criollo o la de un andino, pero es parte 

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justamente del cosmopolitismo del Perú. Su lealtad al Perú es la lealtad a una 
vivencia, esa vivencia se expresa en un símbolo, ese símbolo nuevamente 
señalamos es el territorio. La elección de la peruanidad no siempre es libre. En 
las generaciones posteriores está determinada por sus experiencias peruanas, 
por su infancia y adolescencia en estas tierras. Pero identidad volitiva o 
voluntarista no quiere decir que la elección sea siempre libre o racional. Quiere 
únicamente decir que existe un sentimiento de identidad entre todos los que 
optan por el Perú independientemente de las causas que cada uno tenga para 
ello. En el acto de considerarnos peruanos creamos una identificación aunque 
haya diferencias culturales, étnicas, religiosas o políticas que nos separen

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Conclusiones

A los peruanos nos falta mucho valorar a nuestro país y es por eso que conlleva a
la falta de "Identidad Nacional", el problema lastimosamente proviene desde la
"Educación" (en todos los niveles educativos), ya que no se les enseña a los
estudiantes a valorar y respetar a nuestra Patria empezando por los símbolos
patrios.

La identidad nacional se va construyendo, en nuestro caso, a través del


sentimiento que se va adquiriendo desde que empezamos a estudiar (jardín),
hasta el día de hoy, con el conocimiento profundo de cada uno de nuestros
valores.

Este país tiene mucho más que solo legado cultural en cuanto a infraestructura,
atractivos turísticos, etc. Rico en la historia que nos caracteriza, nos demuestra
que somos hermanos y no por que una persona sea de un color más oscuro que
el otro es inferior a este, el racismo aun abunda en el país y no debemos tomar en
cuenta esto, aceptar que somos peruanos es aceptar que somos “cholos” que por
mal que suene (por que así la sociedad le ha dado un significado) no es un
insulto. Tengamos en cuenta la inteligente habilidad de los precursores de la
peruanidad, permitió el dominio de grandes espacios, el logro de la crianza y
cultivo de animales y plantas de utilidad para el mundo, desarrollando las
primeras culturas americanas y que a su vez resultaron ser las más avanzadas.

La Identidad Nacional corresponde al sentimiento de identificación entre sí de los


miembros de una nación, como parte de dicha nación. La identidad nacional se
daría en un individuo si este reconociera las costumbres y tradiciones de su país
como propias y, por tanto, se identificaría con los demás miembros de dicha
nación que también sienten las mismas tradiciones y costumbres como propias.
En general las comparten, se identifican como iguales y se proyectan como tales.
Aprendamos a ser peruanos y a llamarnos hijos del dios APU.

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Bibliografia
 1928 El Problema del Indio en el Perú. Su Civilización e Incorporación a la
Nacionalidad, Imprenta Americana Plaza del Teatro, Lima.
 1952 "El Complejo Cultural en el Perú y el Primer Congreso de
Peruanistas", en América Indígena.

 La Promesa de la Vida Peruana, Editorial Juan Mejía Baca, Lima.

 1959 La Conquista del Perú por los Peruanos, Tawantinsuyo, Lima


Belaúnde, Víctor Andrés Boisset.

 1993 "La Historia sigue su Curso", en Forgues, Roland; Perú.

 Entre el Desafío de la Violencia y el Sueño de lo posible, Minerva, Lima


Bustamante y Rivero, José Luis.

 1960 Una Visión del Perú, Talleres Gráficos P.L.Villanueva S.A., Lima
Cáceres, José F.

 1925 "El Problema Racial en el Perú", en Boletín de la Sociedad


Geográfica de Lima, Tomo XLII, Lima Castro Pozo, Hildebrando.

 1925 "Perú", en Boletín de la Sociedad Geográfica de Lima, Tomo XLII,


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 1960 Un Testimonio sobre la Conciencia del Perú en el Siglo XVIII, Instituto


Riva Agüero, Lima.

 1986 Buscando un Inca: Identidad y Utopía en los Andes, Casa de las


Américas, La Habana.

 1988 Tiempo de Plagas, El Caballo Rojo, Lima - Franco, Carlos.

43
 1979 "Izquierda Política e Identidad Nacional", en Arróspide, César; Perú,
Identidad Nacional, Lima.

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