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«Conozco tu obra, tu duro trabajo y tu paciente resistencia, y que no puedes soportar

a los malvados; y has puesto a prueba a quienes se llaman apóstoles pero no lo son, y
has encontrado que son mentirosos».

a. «Conozco tu obra, tu duro trabajo y tu paciente resistencia». Jesús no dice que


simplemente sabe de sus obras; afirma que tiene un conocimiento minucioso de todo lo que
hacen, porque nada se escapa de su atención. Alaba a los efesios, como resulta patente por
los tres sustantivos obras, trabajo y paciente resistencia. También el pronombre
posesivo tu es significativo, y con su repetición se enfatiza su labor y actitud. Este
pronombre está en singular. El empleo del singular significa que el pastor al que Jesús se
dirige es responsable por el bienestar espiritual de la iglesia. Pero también con este singular
Jesús habla a cada uno de los miembros individuales de la iglesia.

 El sustantivo obra lo incluye todo y se puede interpretar en el sentido de


acciones tanto buenas como malas. En este caso se insiste más en el aspecto
positivo del término que en el negativo.

 Las buenas obras consisten por un lado en el trabajo y por el otro en la paciente
resistencia. El trabajo incluye tanto lo físico como lo mental, ya que ambos
suelen exigir y agotar (comparar con He. 6:10). Oponerse a los malos, a los
falsos apóstoles y a los nicolaítas en la comunidad sin duda fatigaba a los
miembros de la iglesia en Éfeso. Su actitud era de paciente resistencia y de
perseverancia frente al conflicto espiritual. A propósito, el término griego
jupomonē, que he traducido como «paciente resistencia», se encuentra siete
veces en Apocalipsis y en todas ellas se refiere a la perseverancia de los
santos ¿Qué es paciente resistencia? Es una cualidad interna que se expresa en
la espera de Jesús, en cuya ausencia el creyente da testimonio de él en forma
perseverante hasta el punto de sufrir la muerte a causa de la persecución.

b. «Y que no puedes soportar a los malvados». El cristiano que hace buenas obras por
medio de su esfuerzo externo y su paciencia interna es incapaz de soportar las acciones de
los malos con quienes convive. El verbo griego dunē, se traduce aquí como «puedes» en
singular. Es decir, la persona cuyo corazón está verdaderamente dedicado a servir al Señor
no da cabida al mal y a quienes en forma voluntaria lo hacen. La máxima de que Dios ama
al pecador pero odia el pecado es válida y tiene aplicación en este pasaje. Pero el seguidor
de Cristo no puede tolerar a los malvados que se niegan a arrepentirse para seguir haciendo
el mal.

¿Quiénes son esos malvados? Si observamos el típico paralelismo hebreo que se utiliza
para poner de relieve o aclarar un punto, vemos que la respuesta está en la segunda parte de
este versículo, a saber, los falsos apóstoles. Juan no transmite la idea de dos clases
diferentes de malvados, sino de una. Los mentirosos son los malvados.

c. «Y has puesto a prueba a quienes se llaman apóstoles pero no lo son, y has


encontrado que son mentirosos». Los cristianos efesios se encontraban con misioneros
itinerantes que ingresaban a la iglesia y con todo descaro se llamaban apóstoles. Pero los
seguidores de Cristo los ponían a prueba para descubrir que eran falsos. Estos así llamados
apóstoles predicaban un evangelio que no era el de Cristo; no los había nombrado Jesús; y
carecían de autoridad para servir a toda la iglesia (ver 2 Co. 11:13). En tiempos de Pablo,
llegaban falsos apóstoles con recomendaciones fraudulentas y exigían que demostrara su
condición de apóstol dándoles una carta de recomendación (2 Co. 3:1). Sin embargo, Pablo
expuso los distintivos del apóstol, a saber, predicar a Jesús y su evangelio; hacer señales,
maravillas y milagros, y hacerlos con perseverancia (2 Co. 11:4; 12:12). Los efesios
sometieron a prueba la doctrina y las obras de estos apóstoles y descubrieron que se trataba
de impostores.

Como Jesús menciona a los nicolaítas en forma específica (v. 6) y registra su presencia
también en la iglesia en Pérgamo (2:15), no resulta del todo irreal la sugerencia de que estas
personas eran los falsos apóstoles. Sin embargo, no estamos seguros de que procedieran de
Palestina o de que los enviaran los judaizantes. Llegaron con pretensiones y alardes, para
encontrarse con el rechazo total de los efesios, quienes odiaban sus prácticas. Los llamaban
mentirosos.

3. «Y has soportado y tenido tolerancia por mi nombre y no te has desanimado».

a. Composición estilística. Aunque lo es mucho más en griego, incluso al traducirse,


resulta llamativa la repetición de las mismas palabras. Adviértanse los términos has
soportado y tolerancia en este versículo; también se encontraron en el versículo precedente
en la traducción «paciente resistencia» y «soportar». Al final de este versículo Juan escribe
la frase no te has desanimado, que tiene la misma connotación que el sustantivo «trabajo»
(v. 2).

b. Alabanza. Jesús alabó a la iglesia en Éfeso por sus obras, duro trabajo, perseverancia,
poner a prueba la falsa doctrina, y llamar mentirosos a los maestros intrusos. Ahora
sintetiza la posición de los efesios alabándolos por su perseverancia en soportar dificultades
por su nombre. Estas palabras deberían interpretarse como una referencia a la acción
disciplinaria que la iglesia tomó con referencia a los intrusos. Les prohibieron entrar en la
iglesia y con ello dieron un ejemplo a las otras iglesias para que se comportaran igual. Pero
las congregaciones en Pérgamo y Tiatira no llegaron a expulsar a los entrometidos (2:15).

c. Nombre. Que un cristiano dé testimonio de Jesús no significa tanto como la persona


de Cristo. El nombre cristiano implica que uno pertenece a Cristo y se identifica de pleno
con él. Esto quiere decir que si alguien ataca a un cristiano, ataca a Cristo mismo (Hch.
9:4). Lo opuesto también es cierto: cuando alguien ataca a Cristo, ofende al cristiano.
«Dichosos ustedes si los insultan por causa del nombre de Cristo, porque el glorioso
Espíritu de Dios reposa en ustedes» (1 P. 4:14). Si las personas rechazan la predicación del
evangelio, endurecen su corazón contra Cristo. Cuando atacan su nombre, menosprecian su
honor y pecan contra el mandamiento de no pronunciar el nombre de Dios en vano (Éx.
20:7; Dt. 5:11). Asimismo, los cristianos que no defienden el nombre de Jesús son
igualmente culpables a los ojos de Dios. Los creyentes en Éfeso eran celosos de ese nombre
y no se cansaban de promover su honor. Frente al lema «el César es señor», afirmaban con
valentía que «Jesús es el Señor». Al honrar el nombre de Cristo y soportar con valentía
persecución y dificultades, los efesios demostraban que no se habían desanimado en su vida
espiritual.

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