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UAPA
PRESENTADO POR:
Matricula: 16-7840
El Condicionamiento Clásico
Supón que estas esperando tu turno en una larga fila ante una de las cajas del
supermercado (ese mismo que estas pensando). Es pleno invierno, la
temperatura afuera es muy baja. Cada vez que se abre la puerta automática de
entrada, penetra una ráfaga de aire frio en el interior y te da en la cara. Cuando
esto sucede, claro, tú te estremeces y te encoges. Ahora bien, supón que
inmediatamente antes de que se abra la puerta, escuchas el sonido
amortiguado del mecanismo que la hace funcionar. Al principio quizás lo
ignores, pero después de que te pegue el airazo en la cara un par de veces
comenzarás a estremecerte y a encogerte al escuchar el mecanismo, antes de
que la puerta se abra y entre el viento.
Iván Pavlov (1849-1936), premio nobel de medicina, probó en uno de sus
experimentos que si a un estímulo neutro, como es la comida, se le asocia uno
condicionado, como puede ser una campanilla, el animal acabará salivando al
percibir el sonido de la campanilla aunque no haya comida a la vista.
Condicionamiento Clásico
La anticipación al miedo
Ahora supón que viajas en el metro. De golpe se apagan las luces y queda el
vehículo atrapado en un túnel entre dos estaciones. Nadie puede salir, claro. La
situación dura lo suficiente como para que se desencadene en ti una respuesta
de angustia (temblores, palpitaciones, escalofríos, sensación de ahogo y miedo
intenso). El metro se pone en marcha, y bajas despavorido en la próxima
estación que no es la tuya. Desde entonces, cada vez que bajas las escaleras
del metro ya tienes una sensación desagradable de ansiedad; si evitaras subir
al metro, podrías desarrollar una fobia a éste.
Un ejemplo muy famoso es el del pequeño Albert (en 1924). Un estudio, por
desgracia, con consecuencias desastrosas. Este estudio demostraba cómo se
inician ciertos temores específicos, ciertas fobias. El sujeto escogido fue un
niño de once meses, Albert, que como la mayoría de los niños, tenía miedo de
los ruidos pero no así de las ratas. Entonces le mostraban una rata blanca, y
cuando el pobre extendía la mano para tocarla, golpeaban un martillo contra
una barra de acero situada detrás de su cabecita. A los cinco días se observó
que el niño generalizaba su respuesta condicionada, pues reaccionaba
atemorizado cuando le mostraban un chucho, un conejo, e incluso ¡un abrigo
de piel! Curiosamente, no mostró esa reacción frente a los juguetes, peluches o
similares.
Discriminación
Pienso que, el efecto del castigo físico se relaciona con la obediencia inmediata
de los niños, luego de recibirlo, pero eso no implica que aprenda a comportarse
de modo adecuado sino que busca evitar el dolor. No hay justificación para
ningún tipo de acto de violencia contra los estudiantes, sea cual fuere la razón.
Si queremos formar una sociedad respetuosa, nosotros somos el ejemplo, los
adultos, tanto padres como docentes.