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TEMA 1.

ESTRUCTURA SOCIAL, DESIGUALDAD Y


ESTRATIFICACIÓN SOCIAL

2.1. Estructuras sociales

Las ciencias sociales y la sociología aplican la idea de estructura a


diferentes niveles de la realidad social. Hay ocasiones en que el término se
usa para hablar de las características más generales de grandes unidades
sociales como países, naciones o Estados.

En otras ocasiones, cuando descendemos un peldaño desde el nivel macro-


social para situarnos en el nivel meso, se hace un uso algo más específico
del concepto. El nivel meso-social está constituido principalmente por
instituciones y organizaciones.

A pesar de que la noción de estructura social es uno de los conceptos


claves de la sociología, no parece existir un acuerdo claro y unívoco sobre
su significado en la disciplina.

2.2. Dos visiones de la estructura social

Podemos distinguir dos grandes visiones de la estructura social: la visión


cultural y la visión relacional. Ambas visiones comparten algunos rasgos
generales: tratan de responder a la pregunta de en qué consiste una
estructura social; pretenden determinar cuál es el elemento de la sociedad
más estructural en el sentido de más influyente; se han utilizado en el
sentido genérico y específico al que nos hemos referido antes; y se han
aplicado a diferentes niveles de la realidad social.

Para quienes comparten la visión cultural, el elemento básico de la


estructura social son las normas, creencias y valores que regulan la acción
social. La idea de que la estructura social consiste en fenómenos culturales
y representaciones colectivas que regulan la acción social caracterizó sobre
todo la sociología funcionalista de los años 40, 50 y 60 del siglo pasado en
EEUU. El autor de referencia para estas visiones es Talcott Parsons.
Aunque el funcionalismo estructural ha dejado de ser una corriente
dominante de la teoría sociológica contemporánea, aparece de forma
recurrente en el estructuralismo y posestructuralismo francés o en las
corrientes neo-institucionalistas.

Desde el punto de vista relacional, los elementos que componen la


estructura social son, básicamente, las relaciones y, por ello, su análisis se
centra en el tejido de relaciones sociales que conecta a los individuos, pero
también a grupos, instituciones, organizaciones, comunidades, y
sociedades. Los antecedentes de esta perspectiva hay que buscarlos en
Karl Marx. Un origen más próximo de esta perspectiva relacional se
encuentra en la antropología social británica: Radcliffe-Brown veía a los
seres humanos “conectados por una compleja red de relaciones”.
Una variante importante de esta visión relacional es la perspectiva
distributiva, para la que la estructura social es ante todo una distribución
ordenada o jerarquizada de individuos en diferentes posiciones sociales. Un
representante destacado de esta perspectiva es el sociólogo Peter Blau.

Los parámetros estructurales identifican tipos distintivos de estructuras


sociales y se dividen en dos categorías: a) parámetros nominales, que
dividen a una sociedad en grupos reconocibles que no están
inherentemente jerarquizados, como el sexo, la etnia o la raza, la ocupación
y la confesión religiosa; y b) parámetros graduados, que sitúan a la gente
en un rango ordenado de posiciones, como la edad, la educación, la renta,
el poder, la clase social o el prestigio.

2.3. Estructura social, recursos y desigualdad

Ocupar una determinada posición en una estructura social supone disponer


de una cantidad de recursos que distingue a esa posición social de otras.
Esta conexión entre parámetros y recursos resulta bastante obvia cuando
reparamos en el hecho de que los miembros de distintas clases sociales
disponen de cantidades significativamente diferentes de renta y riqueza, o
cuando nos enteramos de que en las sociedades multiétnicas el nivel
educativo difiere sustancialmente entre los integrantes de unos y otros
grupos étnicos. Así, sabemos que en la España de comienzos del siglo XXI,
los inmigrantes latinoamericanos tienen un nivel educativo más alto que los
que proceden de la Europa del Este y estos, a su vez, que los inmigrantes
africanos.

En las sociedades y en las estructuras sociales que han alcanzado un


mínimo grado de complejidad, los diferentes parámetros estructurales
aparecen correlacionados entre sí la mayor parte de las veces: la
asociación entre los parámetros estructurales es no solo posible, sino
también probable. Y ello es hasta tal punto importante que, como señala
Blau, el grado de consolidación de una estructura social depende
precisamente del grado de correspondencia entre sus parámetros: una
estructura social está tanto más consolidada cuanto mayor es la correlación
que existe entre sus diferentes parámetros.

En resumen, en la medida en que se pueden entender como distribuciones


de posiciones, las estructuras sociales son también distribuciones de
recursos entre las unidades que ocupan esas posiciones. Además,
posiciones y recursos no se distribuyen prácticamente nunca de forma
uniforme u homogénea entre los miembros de una sociedad y los grupos
que la forman. En teoría, los parámetros nominales (sexo, raza, etnia, etc.)
producen diferencias horizontales entre los grupos sociales o
heterogeneidad social, mientras que los parámetros graduados (renta,
clase, educación, etc.) producen diferencias verticales o desigualdad.

3. Desigualdades sociales
¿De dónde nacen las desigualdades sociales?

3.1. Fuentes de desigualdad social

Quizás la respuesta más general resida en el hecho de la diversidad


humana. En todas las sociedades, las personas difieren en cuanto a sus
habilidades, su talento, su capacidad física, su atractivo o su ambición. Y
parte de las desigualdades sociales derivan de esas diferencias sociales.
Las estructuras sociales convierten la inevitable diversidad humana en
desigualdad social. Sin embargo, no toda la diversidad humana se convierte
en desigualdad social. Entonces, ¿por qué algunos factores de los que nos
distinguen tienen más importancia social que otros? Las meras diferencias
llegan a convertirse en desigualdades cuando las comparamos, las
ponderamos y les atribuimos valor.

3.2. Cuatro tipos de desigualdades socialmente relevantes

Podemos definir las desigualdades sociales como aquellas divisiones que


sitúan a la gente en diferentes posiciones que facilitan o dificultan el
acceso a recursos socialmente valorados. Estos recursos valorados son
básicamente bienes y servicios de los más variados tipos que determinan
en muy importante medida las oportunidades vitales de la gente y la
cantidad de recompensas que obtendrá a lo largo de la vida.

Qué parámetros y qué recursos se valoran en cada momento histórico y en


cada sociedad es una cuestión que hay que determinar empíricamente en
cada caso.

En todo caso, la tradición sociológica ha venido reconociendo cuatro tipos


de desigualdades sociales con gran relevancia en las sociedades modernas:
las desigualdades económicas, las desigualdades de clase, las
desigualdades de género y las desigualdades étnicas.

Desigualdades económicas. Son diferencias sociales muy fácilmente


identificables y palpables, lo que en parte se debe a la importancia del
dinero como medio para adquirir otros bienes y recursos y a lo fácil que
resulta hacer ostentación del dinero para marcar distancias sociales. La
renta es el flujo de dinero que se recibe en una determinada unidad de
tiempo e incluye los salarios y otros pagos que la gente consigue a cambio
de su trabajo, así como los rendimientos dinerarios de distintas inversiones
como cuentas bancarias, acciones y propiedades. La noción de riqueza
alude a la cantidad de bienes acumulados en forma de activos como
propiedades inmobiliarias, acciones de empresas, depósitos bancarios y
otros títulos financieros.

Desigualdades de clase. Son las desigualdades sociales más típicamente


sociológicas. A diferencia de lo que sucede con las desigualdades
económicas, quienes estudian las desigualdades de clase reconocen que las
clases sí forman agrupaciones distintivas de personas que se pueden
identificar a partir de una serie de características socialmente relevantes.
La sociología contemporánea entiende que las clases sociales son grandes
agregados de personas que comparten una misma posición social derivada
del tipo de trabajo que hacen.

Desigualdades de género. Se entiende por género la construcción social


y cultural del sexo. Las desigualdades de género se refieren a las
distribuciones dispares de recursos y recompensas sociales entre ambos
géneros. Gran parte de las desigualdades de las que se ocupa la sociología
del género se refieren sobre todo al desigual reparto de las cargas
domésticas en el seno del hogar, a las desigualdades de oportunidades y
resultados educativos y a las desigualdades que se producen en el mundo
laboral.

Desigualdades étnicas. La noción de raza ha dejado de ser


científicamente útil desde el momento en que la genética moderna ha
mostrado que la diversidad biológica dentro de los grupos considerados
razas es mucho mayor que las diferencias entre razas; además, la
utilización y la instrumentación política de las diferencias raciales se
juzgan moralmente inaceptables en las sociedades democráticas modernas.
Las etnias o grupos étnicos se definen como aquellos conjuntos de
personas que proclaman descender de un origen común y comparten una
serie de tradiciones y costumbres que les confieren su identidad, los
distinguen de otros grupos sociales y hacen que esos otros grupos sociales
los reconozcan como diferentes. Los estudiosos de las desigualdades
étnicas se han ocupado abundantemente de dos fenómenos sociales: la
discriminación, es decir, esa forma de desigualdad en virtud de la cual no
se reconoce a un grupo un derecho o una forma de trato de que disfruta
otro; y el prejuicio, que es la predisposición a juzgar positiva o
negativamente a las personas por las características que se les atribuyen
socialmente.

3.3. Otras formas de desigualdad

Una forma de desigualdad por la que la sociología contemporánea muestra


cada vez más interés es la relacionada con la edad. Las desigualdades de
ingresos a lo largo del ciclo vital y la propensión diferencial a caer en la
pobreza de distintas edades como la infancia y la vejez son dos campos en
los que se ha desarrollado ya un cuerpo de investigación considerable.
Otras veces las desigualdades relativas a la edad se analizan desde el punto
de vista de las generaciones o, dicho con un término más técnico, de las
cohortes, que son el conjunto de individuos que han experimentado el
nacimiento en un mismo momento del tiempo.

Una teoría muy conocida de las desigualdades entre generaciones se fija en


el número de individuos que componen distintas generaciones y en cómo el
tamaño de las mismas afecta a la fortuna social y al bienestar económico de
sus miembros debido a que las generaciones con pocos miembros
encuentran menos competencia para acceder a las posiciones valoradas
que las de gran tamaño.
Otro tipo de desigualdad es la que existe entre diferentes unidades
territoriales de una entidad social o política más amplia.

En cuanto a las desigualdades educativas, el tratamiento más común se


interesa por el logro educativo. Por otra parte, las desigualdades de salud,
incluyendo las tasas desiguales de mortalidad, constituyen un campo de
creciente interés para especialistas en salud pública, epidemiólogos y
sociólogos.

Catherine Hakim, una especialista británica en sociología de la familia, ha


dedicado varios trabajos a analizar lo que ella misma llama el capital
erótico. El capital erótico es básicamente una combinación de belleza
física, atractivo sexual, cuidado de la imagen y habilidades sociales; y,
como toda otra forma de capital, proporciona rendimientos a quien es
capaz de invertirlo bien. El capital erótico del que disponen las personas
proporciona ventajas sociales decisivas y contribuye a la promoción social.

4. La sociología ante la desigualdad: la estratificación social

La estratificación social es la perspectiva dominante desde la que la


sociología ha estudiado tradicionalmente las desigualdades sociales. La
estratificación social no es más que un caso particular de análisis de
estructuras sociales en el que nos interesan sobre todo la clase, el estatus y
el poder. Normalmente las unidades sociales analizadas son países, pero
también cabe la posibilidad de abrir el foco y estudiar formas de
estratificación en grandes regiones del mundo o incluso a escala global o,
por el contrario, de cerrarlo y estudiar la estratificación social en una
región determinada o una comunidad local particular.

Por tanto, la estratificación social apunta a la división institucionalizada


de una sociedad en capas o estratos de individuos que disponen de
cantidades desiguales de recursos valorados, desiguales oportunidades
vitales y desigual influencia social.

4.1. Algunos elementos y conceptos básicos

Cuando se define un tipo de sociedad o un gran período histórico por una


forma dominante de estratificación social, se habla de sistema de
estratificación social. Pero, a diferencia de lo que sucede con otras
desigualdades como las que derivan de la renta o los ingresos, las
divisiones propias de la estratificación social producen grupos y categorías
sociales distintivos identificables y reconocibles.

Un aspecto interesante de estos grupos sociales es la relativa estabilidad


de las posiciones y divisiones sociales que los forman: la estratificación
social supone algún grado de institucionalización de las desigualdades
sociales. Las posiciones sociales se heredan hasta cierto punto y, en
consecuencia, las divisiones sociales persisten en mayor o menor medida
con el paso de las generaciones.

Para las posiciones sociales que se heredan la sociología de la


estratificación ha acuñado el término adscripción. Se entiende por
adscripción el proceso por el que la ubicación de una persona en una
determinada posición social depende de cualidades heredadas sobre las
que tiene poco o ningún control, como la clase de origen, el sexo o el grupo
étnico. Por el contrario, se llama logro al mecanismo de ubicación social
que no obedece a características adscritas, sino a lo que una persona
puede conseguir por sus propios méritos. En las meritocracias, basadas
en el logro, el talento y el mérito personal tienen mucho más peso en la
ubicación social de una persona que en las sociedades adscriptivas.

La movilidad social se refiere a los desplazamientos de individuos y


grupos desde unas posiciones sociales a otras.

El término legitimación hace referencia al modo en que se justifican las


desigualdades que produce la estratificación social.

4.2. Clase, estatus y poder: teorías clásicas de la estratificación


social

Karl Marx (1818-1883) mostró, a lo largo de toda su obra, interés


destacado por las clases sociales. Aunque nunca elaboró una definición
precisa del concepto, de la reconstrucción de sus escritos podemos decir
que las clases son grupos económicos que se sitúan en idéntica relación
con los medios de producción. De este modo, las clases son grandes grupos
de personas que comparten los medios con los que se ganan la vida para
sobrevivir. En las sociedades capitalistas, las dos grandes clases son la
burguesía y el proletariado. Los miembros de la burguesía son los
propietarios de los medios materiales de producción. Por el contrario, los
miembros de la clase obrera solo disponen de su propia fuerza de trabajo
para ganarse la vida, por lo que se ven obligados a venderla a los
propietarios de los medios de producción.

Para Marx las relaciones entre las clases sociales son necesariamente
conflictivas porque son relaciones de explotación. Los capitalistas venden
sus productos por un valor superior al de la retribución de los salarios de
los trabajadores. Esto significa que el trabajo productivo crea un valor
añadido o plusvalía que constituye el beneficio del que se apropian los
capitalistas.

Según el materialismo histórico de Marx, la historia de la humanidad no


era otra cosa que la historia de la lucha de clases, como se afirma al
comienzo de El Manifiesto Comunista.

No es fácil explicar todos los procesos sociales, políticos o culturales a


partir de las estructuras económicas, algo que ha provocado discusiones
interminables incluso en el propio seno del marxismo posterior a Marx. Por
otro lado, no está claro qué mecanismos hacen posible que las clases
cobren conciencia de sus intereses. Pese a esas dificultades, las ideas de
Marx han demostrado tener una enorme influencia en el desarrollo
posterior del análisis de clase y en el estudio de la estratificación de las
modernas sociedades industriales.

Max Weber (1864-1920) entendía que las clases son grupos de individuos
que comparten las mismas oportunidades de vida, las cuales vienen, a su
vez, determinadas por el mercado. De manera que mientras Marx
consideraba que eran las relaciones de producción las que separaban a
unas clases de otras, Weber definía las clases en función del acceso
diferencial a las recompensas que se obtienen en el mercado. Weber
incluye también todos aquellos factores que permiten aumentar los
beneficios derivados de las relaciones de mercado como la educación y los
conocimientos técnicos. Weber presentó un esquema de clases: 1) los
trabajadores manuales o clase obrera; 2) la pequeña burguesía; 3) los
técnicos, especialistas y administradores de bajo nivel; y, finalmente, 4) los
privilegiados gracias a la propiedad o la educación.

Además, para Weber las clases no son necesariamente los grandes actores
históricos que pretendía Marx. Además, si la aproximación marxista se
circunscribe a la esfera económica, el enfoque Weberiano presenta también
las dimensiones del estatus y el poder. En primer lugar, el estatus se
refiere al prestigio u honor atribuido a determinados grupos.

4.3. Teorías recientes de la estratificación social

El interés por el estatus como dimensión de la desigualdad se desarrolló en


las universidades norteamericanas en férrea oposición a la visión marxista
de las desigualdades. Posiblemente esa marcada hostilidad al marxismo
explique que esta sociología del estatus terminara reduciendo las
desigualdades sociales a una única dimensión relevante, con lo que
incurrió en los mismos excesos que la tradición marxista.

La visión unidimensional del estatus terminó siendo un rasgo muy


característico del funcionalismo sociológico que dominó en los EEUU la
teoría sociológica en los años que siguieron a la II Guerra Mundial. La
desigualdad, lejos de ser fuente de conflictos, luchas o revoluciones, es un
instrumento de distribución de recompensas que contribuye al buen
funcionamiento del sistema social.

Las teorías funcionalistas de la estratificación sostienen que las


desigualdades sociales proporcionan una estructura de incentivos en virtud
de la cual los más capacitados ocupan las posiciones más importantes para
la supervivencia del sistema, lo que redunda en beneficio de todos.

Hay que destacar la obra del sociólogo alemán Ralf Dahrendorf Las clases
sociales y su conflicto en la sociedad industrial, que supone una crítica
perspicaz de la perspectiva de Marx y una decisiva reformulación del
análisis de clase en el capitalismo contemporáneo. Contra los teóricos
funcionalistas, Dahrendorf aceptó el argumento marxista de que una
sociedad dividida en clases contiene conflictos internos que pueden
generar procesos de cambio social. Sin embargo, Dahrendorf pensaba que
Marx extrajo del modelo decimonónico de capitalismo conclusiones
universales que resultaban inaplicables a otras épocas o a otros modelos de
sociedad. Para Dahrendorf son las relaciones de autoridad las que
constituyen la esencia de las clases.

Ya a finales de los años 50 el sociólogo británico David Lockwood en su


trabajo sobre los oficinistas titulado The Blackcoated Worker vio con
claridad la dificultad de hacer encajar al grupo de los trabajadores no
manuales de bajo nivel y a los empleados de cuello blanco en el mapa de
clases marxista.

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