Está en la página 1de 18

$SXQWHVGH3VLFRORJtD &ROHJLR2¿FLDOGH3VLFRORJtD

J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista


2008, Vol. 26, número 2, págs. 361-378. de Andalucía Occidental y
ISSN 0213-3334 Universidad de Sevilla

La conciencia del otro: agresores y víctimas


desde una perspectiva constructivista
Jesús GARCIA MARTÍNEZ
Universidad de Sevilla

Resumen
En este trabajo se expone un modelo de comprensión de la conducta de víctimas y
agresores basado en supuestos constructivistas. Se hace especial énfasis en las transi-
ciones emocionales kellianas y en los contenidos de la construcción de ambos grupos.
6HSODQWHDODQHFHVLGDGGHXQDQiOLVLVLGLRJUi¿FRGHFDGDYtFWLPDRDJUHVRUFRPRIRUPD
de entender su comportamiento.
Palabras clave: víctimas, agresores, violencia, psicología forense, constructivismo,
transiciones kellianas, psicología de la construcción personal.

Abstract
Author exposed a compressive model of victims and offenders behaviour based in
constructivist approach. Special remarks are made in Kelly’s emotional transitions and
in the content of construction of both groups. Need of an idiographic analysis of each
victim or offender is defended as way to understand their behaviour.
Key words: Victims, Offenders, Violence, Forensic Psychology, Constructivism,
Kelly’s Transitions, Personal Construct Psychology.

El campo de la psicología se ocupa cada de carácter fundamental (Bandura et al.,


vez más de la intervención en conductas 2001; Niehoff, 2001). De hecho, la gama de
violentas, tanto desde la perspectiva de la conductas violentas que son objeto de trabajo
prevención (Binglan et al., 2004; Hernando, psicológico es cada vez mayor: la conducta
2007; Ortega y del Rey, 2003), como desde antisocial (Stoff, 1997), la delincuencia
la orientación puramente terapéutica (Beck, (Redondo, 2007), la violencia de género
1999; Echeburúa y de Corral, 1998; Maden, (Echeburúa y de Corral, 1998; Jacobson y
2007; Walker, 1994), o desde los estudios Gottman, 1988; Walker, 1994), el acoso es-

Dirección del autor: Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos. Facultad de Psicolo-
gía. c/ Camilo José Cela, s/n. 41018 Sevilla. Correo electrónico: jgm@us.es

Recibido: diciembre 2007. Aceptado: marzo 2008.


Apuntes de Psicología, 2008, Vol. 26, número 2, págs. 361-378. 361
J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista

colar (Olweus, 1993; Ortega y del Rey, 1998; delictiva o no delictiva, etc. Obviamente, la
Sullivan, Cleary y Sullivan, 1993), el acoso comprensión e intervención integral de la
laboral (Leymann, 1990), el abuso a menores violencia implica un enfoque multidiscipli-
(Harter y Neimeyer, 1995), o la violencia de nar. Si me remito únicamente al campo de la
hijos contra padres (Garrido, 2006). psicología, defiendo que la asunción de un
Parece que la violencia se ha transfor- enfoque constructivista puede ser muy útil
PDGRHQXQHOHPHQWRTXHGH¿QHODVRFLHGDG tanto para entender el fenómeno, como para
contemporánea y el estudio de la misma se guiar estrategias de trabajo, ya que combina
está convirtiendo en un campo de estudios una orientación cultural con otra personal del
interdisciplinar (Sanmartín, 2004). Cabría VLJQL¿FDGRDWULEXLGRDODYLROHQFLD
preguntarse si la sociedad occidental postin-
dustrial de principios del Siglo XXI es más Una perspectiva interaccionista de los
violenta de lo que era hace sólo algunas déca- procesos de construcción humanos
das. La pregunta es compleja y, probablemen-
te, no es posible contestarla. Hay datos que Las metáforas son portadores masivos de
indican que nuestro modelo de sociedad sigue VLJQL¿FDGRSXHUWDVTXHQRVSHUPLWHQDFFHGHU
siendo el menos violento entre las sociedades simultáneamente al mundo del otro de forma
humanas contemporáneas (OMS, 2002), pero amplia y operativa (Gonçalves, 1988). Voy
las transformaciones sociales de nuestro en- a utilizar una de las formas culturalmente
torno han hecho que empecemos a considerar más potentes de metáfora, la poesía, para
como conductas violentas fenómenos que introducir diferentes aspectos de la violencia.
antes estaban invisibilizados socialmente Recurriré para ello a un solo autor, Leonard
(Velázquez, 2003), como la violencia de Cohen, uno de los poetas contemporáneos
género o el acoso escolar. Por tanto, si ahora que ha penetrado más profundamente en
VHGH¿QHQFRPRYLROHQWDVGHWHUPLQDGDVDF- ODVGL¿FXOWDGHVGHODVUHODFLRQHVKXPDQDV
titudes y conductas que hace poco no tenían Cohen en su obra La energía de los esclavos
dicha valoración, no es posible comparar la (1972) nos desafía con esta visión de una
incidencia real de las mismas, ya que en su relación interpersonal: “Marruecos. Invité a
momento no se recogieron datos al respecto cenar a un hombre. No fue capaz de mirarme
(no eran relevantes según la construcción a los ojos. Comió en paz”.
social de entonces). La mirada del otro de alguna manera nos
Esto pone de manifiesto que la con- inoportuna, el contacto con los demás nos
cepción social de la violencia es uno de los fuerza a reinventar nuestra propia realidad.
moduladores más relevantes de la misma. 1RVHWUDWDGHOOHJDUDSODQWHDUODD¿UPDFLyQ
La violencia es una construcción compartida sartriana de que el infierno son los demás,
por una comunidad dada y para entenderla en pero sí de entender que ninguna relación
profundidad se deben tener en cuenta criterios humana está exenta de conflictividad. El
sociológicos y antropológicos en cuánto a la FRQÀLFWRHVLQKHUHQWHDODUHODFLyQSRUTXHQRV
GH¿QLFLyQ\FRQIRUPDFLyQHGXFDWLYRV\IDPL- construimos en el contacto con los demás y
liares en lo referente al aprendizaje, desarrollo cualquier contacto con ellos nos obligará a
y puesta en práctica; de personalidad y valores reorganizar nuestro modo de ver el mundo.
en lo relativo a la conducta individual e inter- Evitar la mirada del otro es la manera más
personal; jurídicos en cuanto a su concreción sencilla de mantener nuestra paz, sólo que

362 Apuntes de Psicología, 2008, Vol. 26, número 2, págs. 361-378.


J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista

evitar al otro es prácticamente imposible. Si grupal son transversales a muchos fenómenos


estamos condenados a algo es a relacionar- y se aplican, no solo a diferentes formas de
nos, como seres sociales que somos. violencia, sino a distintos ámbitos de la vida
Los modelos constructivistas actuales cotidiana.
SODQWHDQTXHHQODFRQVWUXFFLyQGHOVLJQL¿FD- Sobre ese caldo de cultivo cultural, la per-
do participan tanto proceso culturales como VRQDHPSLH]DDJHQHUDUHOHPHQWRVVLJQL¿FDGRV
personales (Martin y Sugarman, 1996; Mas- propios que proceden, fundamentalmente, de
colo, Pollack y Fisher, 1997; Stam, 1998), sus propios ciclos de experiencia vital. Entre
de manera que es posible afirmar que los HOORVORVPiVVLJQL¿FDWLYRVVRQODVUHODFLRQHV
VLJQL¿FDGRVVRQXQDHODERUDFLyQQDUUDWLYD relevantes que mantiene con otras personas
que un sujeto realiza dentro de múltiples próximas (apego, pareja, amistades y otras
niveles de un sistema organismo-ambiente UHODFLRQHVGHURO (QGH¿QLWLYDODHODERUDFLyQ
jerárquicamente organizado. GHVLJQL¿FDGRVVHHQWLHQGHHQHOFRQVWUXFWLYLV-
3RUWDQWRODHODERUDFLyQGHOVLJQL¿FDGR mo como un diálogo entre un marco cultural
de la violencia dependerá, en primera ins- de conocimiento y un sujeto que construye
tancia, de un marco de referencia cultural relacionalmente una interpretación personal
que proporciona los elementos básicos de de dicho marco cultural. Eso supone que para
elaboración del sentido de la misma. Eso entender el mundo, es necesario entender al
implica que cada manifestación de violencia otro y para poder entender a éste, debo ser
tiene elementos diferenciales, dado que el capaz de adecuar la representación de su con-
contexto y las relaciones que se dan en él son ducta y su visión del mundo en términos de
diferentes, pero que permiten comprender el PLVSURSLRVFRQVWUXFWRV(QGH¿QLWLYDHQWHQ-
fenómeno a los miembros de una misma cultu- der al otro supone la capacidad de desarrollar
ra. Así, por ejemplo, los marcos de referencia una teoría de la mente.
de la violencia de pareja implican elementos Quizá el marco teórico de referencia
prototípicos sobre los roles de género en una más claro en este sentido sea el modelo de
cultura determinada, así como una serie de construcción personal (Kelly, 1955; Winter,
supuestos sobre obligaciones y deberes. En el 1992) que da énfasis precisamente al aspecto
caso del acoso escolar, el marco de referencia relacional (relaciones de rol) en el proceso
está más ligado al momento de desarrollo GHRUJDQL]DU\UHRUJDQL]DUORVVLJQL¿FDGRV
evolutivo de los sujetos implicados (adoles- que la persona da al mundo a través de sus
cencia y preadolescencia) y a la relevancia de experiencias en éste. En general, seguiré las
la búsqueda la propia identidad y del grupo pautas del modelo de construcción personal
de pares, entre otros elementos. Cada forma SDUDFODUL¿FDUODLQWHUSUHWDFLyQGHODVFRQ-
de violencia tiene su marco cultural explica- ductas de agresores y víctimas desde una
tivo, de forma, que desde un análisis externo perspectiva constructivista.
al grupo de referencia se pueden confundir
procesos, considerando violento lo que no Agresividad, agresión y violencia:
es en el grupo y no violento lo que sí lo es. HOHQIRTXHJHQHUDO\ODGH¿QLFLyQ
Por tanto, es necesario indagar dentro de los constructivista
grupos y subgrupos culturales para reconocer
su perspectiva de la situación. Obviamente, Siguiendo a Berkowitz (1993), entiendo
hay elementos culturales que dado su valor que la agresividad es un patrón de conducta
Apuntes de Psicología, 2008, Vol. 26, número 2, págs. 361-378. 363
J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista

inserto en todas las especies animales, aun- que determinados actos pueden o no ser
que más marcado en las depredadoras como agresivos en función de su intencionalidad.
el homo sapiens sapiens. Supone un estado Winter (2006) encuentra que se pueden en-
emocional que consiste en sentimientos de FRQWUDUYDULDFLRQHVQRWDEOHVHQHOVLJQL¿FDGR
odio y deseos de dañar a otra persona, animal profundo que distintos tipos de agresores dan
u objeto. Tiene una utilidad evolutiva clara, a su conducta.
ya que sirve para defender la integridad Se consideran actos agresivos los que
del organismo, obtener alimentos o pareja pretenden causar daño físico a las víctimas,
reproductiva. De hecho, desde el punto de ORVTXHEXVFDQHMHUFHUFRDFFLyQ LQÀXLUHQOD
vista biológico, la agresividad está ligada a conducta de otras personas), el ejercicio del
la supervivencia. poder o el dominio o los daños en la reputa-
Desde el punto de vista psicológico, se ción y la imagen. Por tanto, la agresión puede
trata de un factor del comportamiento normal ser tanto física como psicológica.
que se activa ante determinados estados y La violencia es una forma especial de la
estímulos y que sirve para responder a nece- agresión. Luego, no todo comportamiento
sidades vitales. No implica necesariamente la agresivo es violento. Se entiende por vio-
destrucción del adversario, ya que hay pautas lencia el uso de mecanismos habituales de
biológicas que regulan el inicio y el cese de agresión, con la intención de controlar al
las secuencias agresivas (Lorenz, 1963). En otro y que suponen el ejercicio de alguna
la especie humana, dichos rituales se han clase de poder, lo que implica que hay un
socializado, generando así pautas culturales desequilibrio entre las partes, siendo una más
de regulación de la agresividad. poderosa que la otra. Es decir, la violencia
Un segundo concepto a clarificar es supone que en una relación de desigualdad
el de agresión. Sería cualquier forma de el agresor intenta (y a veces logra) controlar
conducta deliberada que pretende herir a la víctima a través del uso de la agresión.
física y o psicológicamente a alguien. No Además, se suele entender que este ejercicio
es necesariamente negativa, ya que puede del poder es ilegítimo, o dicho de otra forma,
cumplir un papel adaptativo, en la línea de las el agresor no está sancionado socialmente
tendencias innatas de agresividad. Las pautas para ejercer esa clase de control.
y ritos sociales han canalizado la agresividad El panorama general, por tanto, es bas-
biológica a través de comportamientos más o tante complejo. Una pelea puntual entre dos
menos regulados como las luchas rituales, las compañeros de clase o una pareja es agre-
competiciones de diverso tipo y el deporte, sión, pero no violencia, ya que no se trata
pero eso no ha hecho que la especie deje de de algo usual y mantenido en el tiempo. Por
ser agresiva. El problema surge cuando la otro lado, una conducta agresiva establecida
agresividad se canaliza a través de formatos como un mecanismo habitual - aunque poco
que no están sancionados socialmente -una funcional- de comunicación y donde los dos
pelea fuera de su marco regulado- o cuando contendientes tuvieran un acceso idéntico
se ejerce alguna clase de violencia. Es obvio a los mecanismos de ejercicio del control
que para entender que una conducta es una tampoco sería violencia, ya que una de las
agresión es necesario indagar en los compo- partes no ejercería poder sobre la otra, ni la
QHQWHVSURIXQGRVGHOVLJQL¿FDGRFXiOHUDOD discriminaría. Además, la violencia legítima
intención y la motivación del atacante- ya ejercida por un poder reconocido -la policía,

364 Apuntes de Psicología, 2008, Vol. 26, número 2, págs. 361-378.


J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista

el ejército- tampoco sería tal, dado que están En efecto, lograr el cambio de la conducta
sancionados para ello según las normas en de una persona supone, fundamentalmente,
vigor. Podemos o no estar de acuerdo con entender cuál es el sentido que ésta le da al
HVWDVOLPLWDFLRQHVGHODGH¿QLFLyQSHURHQOD mundo. Esto es algo compartido por todos
práctica, la cronicidad, el control y la carencia los enfoques cognitivos de la terapia, pero
de sanción social son los delimitantes más que en el caso del constructivismo se vuelve
claros de las conductas violentas. toda una estrategia fundamental: el problema
$WHQLpQGRPHDHVWDGH¿QLFLyQGHYLR- no radica en si la persona ve el mundo de una
lencia, la propuesta más adecuada para en- manera más o menos distorsionada o poco
tenderla sería una que contemplara tanto lo funcional, simplemente radica en cómo ve
cultural (en tanto que normas compartidas de el mundo. Cambiar su comportamiento su-
regulación y legitimización), como lo relacio- pondrá que tendrá que elegir, entre todas las
nal (modo en que la violencia se ejerce y el visiones de las que dispone, no aquellas más
poder se regula) y lo personal (sentido que se verdaderas o aceptables, sino las que pueden
da a la conducta violenta y a los contextos y hacer más preciso y útil su sistema de prede-
formas en que se considera viable aplicarla). cir el mundo. El foco de trabajo se centra en
Estos tres componentes están presentes en el FyPRH[SDQGLUVXVLVWHPDGHVLJQL¿FDGR\HQ
enfoque constructivista. cómo ajustarlo del mejor modo posible a la
La agresividad constituye el punto de clase de experiencias con las que se enfrenta.
partida para poder ser violento, pero no es el Se trata, en el fondo, de una dialéctica entre
origen de esta segunda gama de conductas. los procesos piagetianos de acomodación y
Las tendencias naturales de la ira pueden ser asimilación. El cambio vendrá cuando, por
controladas y no manifestarse nunca en un un lado, logre acomodar su sistema a la expe-
formato pautado y crónico; además, pueden riencia que vive y, por otro, consiga asimilar
ayudar a la persona a explorar su entorno y ésta a sus propios marcos de referencia.
conseguir sus metas. El origen de la violen- La teoría de la construcción personal
cia, aunque se fundamenta en una disposición (uno de los modelos constructivistas más an-
genética, debe buscarse en pautas relaciones, tiguos) proporciona una serie de herramientas
VRFLDOHV\GHDWULEXFLyQGHVLJQL¿FDGR$Vt conceptuales que son especialmente útiles
que es posible encontrar sujetos agresivos tanto para entender los procesos de violencia,
SHURQRYLROHQWRV/DGH¿QLFLyQFRQVWUXFWL- como para llevar a cabo la terapia de víctimas
vista de la agresividad remarca precisamente y agresores.
este aspecto. El punto de partida sería la idea de cons-
La terapia constructivista no tiene como tructo, un significado descriptivo de tipo
objetivo original la intervención con las con- dicotómico que se aplica a fragmentos más
ductas violentas, sino que, como todo enfoque o menos amplios, pero siempre limitados,
formal de la psicoterapia, intentan entender la de la experiencia. La dicotomía es libre, no
función que cualquier clase de conducta tiene está impuesta por norma o sentido semán-
para el ser humano. En concreto, se centran tico ninguno, aunque suele adoptar formas
HQGHWHUPLQDUFXiOHVHOVLJQL¿FDGRTXHOD culturalmente avaladas. Implica que todo
persona da a su mundo y a las acciones que VLJQL¿FDGRHVHQWHQGLGRHQODIRUPDGHXQ
lleva a cabo en éste para intentar regularlo y contraste entre dos polos, que se vivencian
predecirlo (Kelly, 1955; Neimeyer, 1993). como personalmente incompatibles. De he-
Apuntes de Psicología, 2008, Vol. 26, número 2, págs. 361-378. 365
J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista

cho, conocer algo supone generar un nuevo c) El miedo y la amenaza se vinculan más
contraste. Los constructos constituyen un sis- con cómo se entiende el mundo que con
tema más o menos armónico en el que algunos cómo se percibe uno a sí mismo. Nos
GHHOORVFXPSOHQXQSDSHOFHQWUDOGH¿QHQOD vemos amenazados en la medida en que
identidad del individuo y regulan o coordinan DSUHFLDPRVTXHQXHVWURVVLJQL¿FDGRVUH-
el funcionamiento de otros constructos, que levantes van a dejar de sernos útiles y no
tienen un nivel menor de relevancia para el tenemos un repuesto válido que los pueda
sujeto. El equivalente actual de constructo sustituir. El miedo es la conciencia de que
VHUtDVLJQL¿FDGRSHURHQODLGHDGHFRQVWUXFWR se va a producir un cambio de menor nivel
subyace la bipolaridad, lo que permite buscar HQGLFKRVVLJQL¿FDGRVTXHDIHFWDUiDXQ
de modo operativo contrastes en la visión del rango pequeño e inmediato de fenómenos,
mundo del sujeto dentro del proceso terapéu- pero que no será generalizado e inminente,
tico, bien para determinar qué es lo opuesto o como en el caso de la amenaza.
SDUDEXVFDUXQVLJQL¿FDGRLQGHSHQGLHQWHQR d) La rabia se asocia a la culpa. Una persona
opuesto, sino meramente distinto. genera ira cuando se da cuenta de que la
Otra idea básica de la teoría de la cons- LQYDOLGDFLyQGHXQDVHULHGHVLJQL¿FDGRV
trucción personal es que las emociones se identitariamente relevantes va a hacerle
entienden como transiciones o transforma- empezar un ciclo de comportamiento
FLRQHVGHOVLVWHPDGHVLJQL¿FDGRVGHODSHU- hostil (repetitivo e improductivo). No es
sona. Algunas de estas transformaciones son posible entender la rabia sin saber cómo
percepciones de la conciencia de cambio en se entiende la hostilidad, que es uno de
el sistema, mientras que otras tienen que ver los tipos de conducta relacionados con
con pautas de acción que se ponen en marcha las transiciones. En general, la rabia es
ante dicha percepción. un obstáculo para el cambio.
McCoy (1977) hace una buena exposi- e) La ansiedad, por el contrario, es un motor
ción de las transiciones kellianas. Entre ellas, para el cambio. Supone reconocer que
las más relevantes para entender los proble- los fenómenos a los que uno se enfrenta
mas de violencia son las siguientes: HVWiQ IXHUD GHO FDPSR GH VLJQL¿FDGRV
que habitualmente se usa para interpretar
a) La culpa es la conciencia de que uno está el mundo, lo que supone que hay que
dejando de actuar tal y como supone que poner en marcha algún mecanismo de
debe hacerlo, según un punto de vista adaptación o transformación.
que es absolutamente relevante para el
sujeto. La culpa implica salirse de la Las dos conductas más relevantes relacio-
propia identidad, del modo en que una nadas con las transiciones son la agresividad
SHUVRQDVHGH¿QHDVtPLVPD \ODKRVWLOLGDG/DSULPHUDHVWiGH¿QLGDFRPR
b) La vergüenza también esta relacionada el intento activo de expandir el propio sistema
con el desvío de las expectativas, pero no de interpretación de la realidad (Kelly, 1955).
frente a propia identidad sino respecto al (VWDGH¿QLFLyQHVWiSUy[LPDDODGHWLSRELR-
rol que uno estima que le adjudican los lógico, en tanto en cuanto tiene una función
otros. Es una desviación de naturaleza positiva para el individuo. La hostilidad es
social y tiene vínculos claros con lo que el intento de validar la propia percepción del
GHVSXpVVHGH¿QLUiFRPRVRFLDOLGDG mundo a pesar de que ésta ya se había demos-

366 Apuntes de Psicología, 2008, Vol. 26, número 2, págs. 361-378.


J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista

trado como no viable. Por tanto, hostilidad y teoría de la mente, generar una forma de prede-
agresividad son acciones, lo que quiere decir cir y comprender los actos de los demás. Es el
que son elementos adquiridos o elaborados por salto que supone mirar a los ojos del otro y salir
el sistema y no tendencias innatas del sujeto. de mi mundo, de mi paz. Las transiciones y
Pueden o no ponerse en marcha, en función las leyes del sistema de construcción permiten
de la voluntad del interesado. entender cómo esto llega a tener lugar.
La dinámica de los constructos sigue En los casos de violencia la capacidad de
una serie de leyes. Las más relevantes para entender al otro está mermada, no se llega a
entender la violencia son las de socialidad y tener conciencia del otro, no se le comprende.
comunalidad. La socialidad es el mecanismo En estos casos, curiosamente, las dos acep-
por el cual una persona cumple un papel ciones comunes de conciencia (percepción
relevante en los procesos de adscripción de evidente de la experiencia y criterio moral)
VLJQL¿FDGRGHRWUD(VGHFLUXQVXMHWRHQWLHQGH convergen, la falta de capacidad de compren-
el mundo de la misma forma que otro para la sión supone tanto un desconocimiento del
clase de relación que han establecido entre otro, como un déficit del propio desarrollo
ellos&RPRVLHPSUHODGH¿QLFLyQGHOSURFHVR moral del individuo. En todo proceso terapéu-
es puramente funcional, no dice nada acerca de tico, el desarrollo moral es una cuestión clave
ORVVLJQL¿FDGRVFRQFUHWRVTXHVHDWULEX\HQDOD (Villegas, 2008), pero especialmente lo es en
relación. Un ejemplo práctico: si dos personas el tratamiento de la violencia. Tanto para el
desconocidas se cruzan una noche en un bar de agresor como para la víctima, el crecimiento
copas, entablarán una relación de socialidad moral va acompañado de transformaciones
tanto si ambas llegan a la conclusión de que la en su sistema de constructos, generando
otra desea mantener una conversación más o nuevas formas de entender la experiencia.
menos intrascendente, como si deciden que la Esto les permite, tanto reorientarse hacia
otra desea tener una relación sexual (es decir, si nuevas metas vitales y generar empatía con
DPEDVGH¿QHQGHOPLVPRPRGRODUHODFLyQTXH sus víctimas (Maruna y Ramsden, 2004),
se ha iniciado), de forma que podrán prever el como elaborar una nueva comprensión del
curso que la otra dará a su interacción. Si una trauma y de la propia vida (Harter y Neimeyer,
de las dos percibe la situación del primer modo 1995; Sewell, 1987). La adecuación formal del
y la otra del segundo, la interacción entre ellas enfoque constructivista a la naturaleza de los
GHYHQGUiHQXQIUDFDVRRHQXQFRQÀLFWR\SRU fenómenos violentos está haciendo que cada
tanto, no se habrá producido una relación de vez más investigadores y terapeutas trabajen
socialidad. en este campo siguiendo este modelo, tanto en
Junto a la socialidad, es necesario cono- el extranjero (Horley, 2005; Houston, 1988;
cer la idea de comunalidad: dos sistemas son Keskinen, 2004; Viney, Henry y Campbell,
parecidos y compatibles si están compuestos 2001; Winter, 2003), como en nuestro país
por constructos similares. Es decir, la com- (Guerrero Gómez y Garcia-Martínez, 2008;
prensión del sistema del otro es más fácil en la Tovar y Garcia Martínez, 2008).
medida que los contenidos coinciden y están
ordenados de forma también similar (principio (OPXQGRGHVLJQL¿FDGRVGHODVYtFWLPDV
de jerarquía).
Ya he comentado que la capacidad de Siguiendo la línea metafórica que em-
entender al otro supone el desarrollo de una prendí en el punto anterior, recurro a una
Apuntes de Psicología, 2008, Vol. 26, número 2, págs. 361-378. 367
J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista

nueva obra de Cohen (2001) Por los ríos se ven a sí mismas excesivamente dependien-
oscuros, canción incluida en el álbum Ten tes o que son demasiado esquemáticas en sus
New Songs, una buena forma de introducirse planteamientos vitales, son más pronas a ser
en la percepción del mundo de las víctimas: victimizadas (Houston, 1998).
“Por los ríos oscuros/Donde no podía ver/ Por ello, aunque siempre debemos pro-
Quién estaba acechando allí/ Quién estaba IXQGL]DUHQHOVLVWHPDGHVLJQL¿FDGRVSHUVR-
cazándome”. nales de las personas con quienes trabajamos,
En general, todas las víctimas reaccionan es más probable encontrar significados
con una sensación de amenaza (a partir de comunes en las víctimas -entendidas como
HVWHPRPHQWRGH¿QLUpVLHPSUHODVHPRFLR- grupo- que en los agresores. La pauta de
nes en términos constructivistas, salvo que incapacidad de comprensión (amenaza) y
indique expresamente lo contrario): no son autoinculpación (culpa) está presente casi
capaces de entender qué les está pasando. A siempre, además una víctima de una clase
veces se martirizan por su incapacidad para de violencia (de acoso laboral, por ejemplo)
prever el peligro (no podían ver que alguien desarrolla rápidamente empatía con otra
les iba a cazar, en palabras de Cohen) y suele que haya sufrido otra clase de violencia (de
surgir sentimientos de culpa. género, valga por caso).
Lo cierto, sin embargo, es que es muy En general, las víctimas suelen desarro-
difícil prever quién puede llegar a ser una llar una sintomatología ansioso-depresiva,
víctima, así que la capacidad de anticiparse en la que no están ausentes formas de estrés
a estas circunstancias es escasa. Se pueden postraumático, si bien la incidencia de este
algunos perfiles de riesgo, por ejemplo, último trastorno parece situarse en torno al
rasgos de dependencia en la mujer que poste- 15% de los afectados, sea cual sea la muestra
riormente será agredida por su pareja (Eche- de referencia y el tipo de violencia que le
burúa et al.; 1990; Garcia Martínez, 2005), afecte (Maia, 2006).
retraimiento social o pertenencia a un grupo Los elementos más característicos del
minoritario en el caso de una víctima de acoso funcionamiento de la víctima son la pérdida
escolar (Defensor del Pueblo, 2006; Ortega de autoestima y la incapacidad para hacer
y del Rey, 1998; Sullivan, Cleary y Sullivan, frente a la situación. Esto no es extraño, si se
2003), pero lo cierto es que, en mayor o me- tiene en cuenta que la cronicidad es uno de
nor medida, se encuentran víctimas en todos los criterios de la violencia. La víctima -salvo
los estratos sociales, en todos los niveles de en los casos de agresiones puntuales, como
IRUPDFLyQ\FRQSHU¿OHVSVLFROyJLFRVSUHYLRV las violaciones o las agresiones por impulso-
de toda clase. Parece que ser una víctima lleva tiempo intentando enfrentarse al agresor
depende fundamentalmente de la elección y sus intentos de salir de la situación no han
del agresor. Esto queda claramente consta- tenido éxito. Ello les lleva a buscar una nueva
tado cuando se trabaja con las víctimas de la elaboración de su situación (ansiedad) y la
violencia indiscriminada o de un violador en que más se ajusta a sus circunstancias (es
serie. En estos casos, prácticamente el único decir, la que tiene más probabilidades de ser
criterio de selección se reduce a estar en un validada) es que son personas incapaces y con
mal momento en un mal lugar o al propio escasa resolución. A partir de ese momento,
hecho de ser mujer. Desde un punto de vista su identidad quedará comprometida, son una
GHVLVWHPDVGHVLJQL¿FDGRVODVSHUVRQDVTXH nueva clase de persona, que ve el mundo des-

368 Apuntes de Psicología, 2008, Vol. 26, número 2, págs. 361-378.


J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista

de la perspectiva del agresor: la conciencia ciones -el papel positivo que suele tener
que tienen de sí mismos ya no es propia, es la ansiedad- la persona empieza a vivir
estrictamente la conciencia de otro, se ven sus intentos infructuosos de solución
WDO\FRPRHODJUHVRUODVGH¿QH LQFDSDFHV como una demostración de su falta de
merecedoras de la agresión). capacidad, lo que a su vez potencia la
Este proceso de auto-incapacitación es amenaza.
coherente con los resultados de la inves- d) La última de las transiciones que carac-
tigación sobre agentividad o auto-eficacia terizan los procesos de victimización es
%DQGXUD /DH[SHFWDWLYDGHDXWRH¿- la culpa, la persona se da cuenta de que
cacia personal es un componente básico del no está cumpliendo el rol conceptual al
autoconcepto y se regula en función de los que estaba acostumbrada (el de ser una
refuerzos recibidos. Si cualquier intento de persona en cierta medida capacitada, en
resolución de la situación va seguido de un cierta medida resolutiva, con cierta valía,
fracaso, autopercibirse como alguien incapaz etc.), ya que sus actuales experiencias
es lo que se corresponde con una visión más empiezan a hacerle ver que es otra cla-
o menos realista de la situación por la que se de persona, eso hace que empiece a
se atraviesa. imputarse a sí misma la responsabilidad
De algún modo, la víctima va confun- del proceso y las ideaciones de que lo
GLpQGRVHFRQHOPXQGRGHVLJQL¿FDGRVGHO que ocurre es culpa suya se potencian.
maltratador, de modo que termina dando por
buena la posición de éste. Este proceso suele Curiosamente, en ese momento se cierra
comenzar con procesos en los que se ponen una peculiar relación de socialidad: agresor
en marcha transiciones de miedo y amenaza, \YtFWLPDGH¿QHQVXUHODFLyQH[DFWDPHQWH
en el sentido anteriormente descrito, que en los mismos términos. El primero de ellos
consiguen: tiene el poder y tiene el derecho a decidir,
marginando las posiciones legítimas del otro.
a) Primero, generar una sensación de que /DYtFWLPDVHDXWRGH¿QHHQORVWpUPLQRVGHO
se han producido cambios menores pero agresor, de modo que se vuelve casi totalmen-
que comprometen la situación de la víc- te predecible por parte de éste y sólo se puede
tima -robos, intimidaciones, críticas- y predecir a sí misma -verse como funcional- si
TXHHPSLH]DQDFRUURHUVXVVLJQL¿FDGRV adopta la perspectiva del primero: está atra-
previos (miedo). pada en el ciclo de la violencia. La relación
b) Después la víctima desarrolla la percep- es peculiar porque a diferencia de cualquier
ción de que sus intentos de enfrentarse a otro proceso de socialidad, en el que ambas
la situación no serán viables y de que el SDUWHVYDQPRGL¿FDQGROLJHUDPHQWHODVDSRU-
mundo ya no es predecible o que no se taciones del otro en un ciclo de verdadera
puede actuar de ningún modo, esto hace co-construcción de la relación, en este caso
que empiece a instalarse una cierta inde- es una sola -la que agrede- la que impone los
fensión y los síntomas de tipo afectivo VLJQL¿FDGRVTXHKD\TXHGDUDODUHODFLyQ
se agudizan (amenaza). Es necesario remarcar que en esta línea
c) Paralelamente a esto, se ponen en marcha de elaboración, la culpa se exonera constru-
ciclos de ansiedad, pero lejos de servir yéndose tal y como la otra persona dice: en
para activar la búsqueda de nuevas solu- ese caso no habrá culpa y la situación será
Apuntes de Psicología, 2008, Vol. 26, número 2, págs. 361-378. 369
J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista

más tolerable si me atengo a la preferencia narrativa porque el relato de la experiencia


del otro. La culpa reaparecerá siempre que se queda roto, disociado, la persona no puede
vuelva a vivenciar que se podría vivir de otra conectar elementos de su trayectoria vital que
manera. Esto produce algunas situaciones están antes y después de la victimización (la
que pueden parecer paradójicas, pero que se experiencia traumática).
dan en muchos casos de victimización. Por 6LHOQXHYRVLJQL¿FDGRWUDXPiWLFRORJUD
XQODGRH[SOLFDODVGL¿FXOWDGHVSDUDHVFDSDU imponerse, es decir, si la persona lo vive
de situaciones de abuso o maltrato, ya que como el más útil de lo que se pueden utilizar,
se autopercibe el mundo en los términos del entonces la sintomatología postraumática
agresor. Por otro, explica que la situación aparecerá, indicando que hay una diferencia
se tornará más peligrosa precisamente en el esencial entre el mundo anterior y el actual,
momento en que la víctima rompa la clase todo lo que no tenga que ver con el trauma,
de socialidad a la que está acostumbrada, será impredecible para la persona y la impre-
entonces no será predecible por el agresor y decibilidad es la mayor manifestación de la
las probabilidades de que éste dispare su ira y amenazada. En este caso, son las transiciones
desarrolle una conducta hostil aumentarán. de ansiedad las que adoptan un papel deter-
En este ciclo de violencia es posible que minante, ya que la persona intentará llevar
aparezca un proceso todavía más invalidante: a cabo multitud de acciones para intentar
la ruptura narrativa o construcción traumática adaptarse a un mundo impredecible, la ma-
de la experiencia de victimización (Sewell, yoría de éstas no serán útiles y la amenaza y
1987). En este caso, la víctima su sensación la ansiedad aumentarán.
de ansiedad y se da cuenta de que no dispone No obstante, no todas las personas que
HQDEVROXWRGHVLJQL¿FDGRVFRQORVTXHSXHGD se ven sometidas a situaciones de violencia
explicar la situación en la que se encuentra. desarrollan un sentido del mundo propio
A partir de ahí, puede elaborar un constructo de las víctimas, al igual que no todas las
disociado (aislado del resto del sistema) personas que atraviesan por una situación
que se pueda aplicar a nuevas experiencias, de estrés intenso desarrollan un trastorno de
pero que no se deja alterar en cuanto a su estrés postraumático. En general, los patrones
severidad por las inclusión de éstas. Es decir, de afrontamiento de aquellas que no llegan
puedo darme cuenta de que ser rechazado a ser victimizadas son un buen ejemplo del
por un compañero en el nuevo colegio es tan tipo de tendencias personales que deben ser
doloroso para mí como el hecho de haber promovidas en terapia para generar cambios
sido atacado por los matones del colegio en las que sí lo han sido. Se trata de patrones
anterior, pero no soy capaz de relacionar TXHUHÀHMDQELHQDJHQWLYLGDGELHQXQVHQWLGR
esa experiencia con nada anterior de mi de coherencia personal.
vida. Ahora soy un chaval acosado por mis La primera implica que la persona explora
compañeros, antes era otra cosa, y el hecho de un modo activo su entorno y busca de una
de que los nuevos compañeros me rechacen manera resolutiva sus propias metas. Se sabe
o no quieran salir conmigo, es un indicador que los cambios que produce la psicoterapia
de que soy alguien acosado y despreciable. van precisamente en la dirección de promover
Ahora soy sólo eso y mis actuales experien- un sujeto más activo (Bandura, 1986; Hermans
FLDVORFRQ¿UPDQ\QRVR\QDGDGHORTXHHUD y Hermans-Jensen, 1993). Eso supone que la
DQWHV(VWHSURFHVRVHGH¿QHFRPRUXSWXUD persona tiene un sistema de constructos lo

370 Apuntes de Psicología, 2008, Vol. 26, número 2, págs. 361-378.


J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista

bastante elaborado como para permitirle usar convenientemente concretada en pautas de


significados que le permitan enfrentarse al acción y en implicaciones de tipo cognitivo o
medio y tener una actitud agresiva –en el sen- emocional, es capaz de generar amplios cam-
tido constructivista- que le permita expandir bios de conducta que les son útiles para salir
intencionalmente su sistema. de su situación de dependencia y depresión
El segundo patrón (la coherencia perso- (Garcia Martínez, 2006).
nal) supone que el sistema de construcción Es curioso observar cómo la relación
está bien integrado, de forma que no pueden víctima-agresor supone siempre una nega-
activarse constructos más o menos aislados ción de la perspectiva de la víctima, ésta
que den cuenta de la experiencia de una carece del derecho a ver el mundo desde su
forma lineal o monolítica, evitando así la propia perspectiva y la terapia va destinada
aparición una ansiedad perturbadora. La idea a que consiga reapropiarse de ese derecho,
de integración es un concepto que está muy HVWRVXSRQHDYHFHVTXHODYtFWLPDUHGH¿QD
próximo al de coherencia personal (Antono- también la situación de violencia y al propio
vsky, 1987). Ambas tienen en común que el agresor, lo que supone cambiar su conciencia
LQGLYLGXRHVFDSD]GHGDUVLJQL¿FDGRDODYLGD DQWHHVWHSXHGHQRYHUORDO¿QDOGHOSURFHVR
y de buscar herramientas para hacer frente a terapéutico- como alguien malvado, sino
ODVGL¿FXOWDGHV/DUHHODERUDFLyQQDUUDWLYDGH como alguien desorientado o lo contrario.
la experiencia, a través de distintos formatos, La resolución de cada caso dependerá de los
como la búsqueda de excepciones o la cons- significados o constructos que puedan ser
trucción de historias alternativas, consigue, SXHVWRVHQMXHJRSDUDUHGH¿QLUHOPXQGRSRU
precisamente, generar nuevas metas vitales parte de la víctima y para conseguir hacerla
y maximizar la coherencia personal (McA- de nuevo capaz.
dams, 1993).
Por otro lado, las víctimas generan tam- (OPXQGRGHVLJQL¿FDGRVGHORV
ELpQVLJQL¿FDGRVHVSHFt¿FRVTXHSXHGHQD\X- agresores
darles a promover cambios. Se trata de dispa-
radores de su agentividad y de los que pueden Quizá el hecho más llamativo del com-
ser más o menos conscientes. La terapia debe portamiento de los agresores es su incapaci-
intentar desarrollar las implicaciones conduc- dad para ponerse en el lugar de la víctima.
WXDOHVTXHVXE\DFHQDHVWRVVLJQL¿FDGRV\XQD El modelo mental del agresor no le permite
buena exploración del sistema de constructos LGHQWL¿FDUVHFRQpVWDRHQHOFDVRGHTXHSXH-
puede detectarlos. A pesar de que la mayoría da comprenderla, su situación no es relevante
de los disparadores son idiosincrásicos, es para él. Su grado de conciencia del otro es
posible localizar algunos de ellos que son muy bajo. Cohen1 (1993) en su canción El
válidos para determinadas poblaciones. Este
es el caso de la maternidad (protección y cui-
dado de los hijos) en las mujeres maltratadas 1. La cita de Cohen corresponde al tema que da nombre
que viven en ámbitos rurales. La maternidad a un álbum publicado en 1992, pero está disponible en
HVXQVLJQL¿FDGRPX\UHOHYDQWHSDUDHOODV\ la publicación citada de 1993, en la que se recopilan
la mayor parte de los poemas y letras de canciones
permite generar cambios que ven imposibles que compuso hasta 1992. Esta recopilación no está
por otras vías: “haré lo que sea para que mis traducida al castellano, ni a ninguna otra lengua co-
hijos vivan bien”. Esta visión del mundo, oficial española.

Apuntes de Psicología, 2008, Vol. 26, número 2, págs. 361-378. 371


J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista

futuro QRVSUHVHQWDHVWHGp¿FLWGHXQDPDQHUD g) La expansión o reducción en la aplica-


impactante: “Cuando dicen arrepiéntete/Me ción de un constructo a un rango dado
pregunto ¿que querrán decir?” de fenómenos.
Si las víctimas tienen perfiles indivi- h) Un fallo en las relaciones de socialidad
duales, los agresores son extremadamente (no ser capaz de prever el tipo de relación
más idiosincrásicos. Las motivaciones y que mantendrá el otro).
regulaciones de la conducta violenta son
H[WUHPDGDPHQWHHVSHFt¿FDV\SDUDGLIHUHQ- Es decir, la gama de procesos de fondo
ciarlos entre sí hay que acudir no tanto al que una persona tiene para iniciar o mantener
tipo de violencia que ejercen (violencia de una conducta violenta es muy amplia. De
género, acoso escolar, violación, etc.), cuanto hecho, el objetivo básico del tratamiento
al modo en que regulan su construcción del del agresor es conocer cual es el disparador
mundo. De hecho, dos violadores, por ejem- concreto que precipita la violencia. Éste
plo, pueden tener sistemas de construcción puede responder a alguno de los patrones de
completamente diferentes. Es necesario, por construcción citados o a una combinación
tanto un análisis pormenorizado tanto de sus de los mismos.
constructos, como de los mecanismos de No obstante, es posible encontrar al-
transición (Houston, 1988; Winter, 2003). gunos patrones comunes en agresores que
Es posible distinguir patrones de cons- practican un tipo concreto de violencia inter-
WUXFFLyQGHODFRQGXFWDYLROHQWDTXHUHÀH- personal (violencia de género, acoso laboral
jan: o escolar, etc.). Por ejemplo, en el caso de
la violencia de género, Jacobson y Gottman
a) Una estructura muy simple del sistema (1998) distinguen dos tipos de agresores. Los
GHVLJQL¿FDGRV ORTXHLPSLGHSUHGHFLU del primero son dependientes, más violentos
el comportamiento de los otros). y practican una violencia generalizada (no
b) Un movimiento hacia el polo no habitual la dirigen exclusivamente contra la pareja).
en un constructo aislado pero extre- Los del otro tipo no son dependientes y su
madamente aplicable a una situación violencia se centra casi exclusivamente en
extraordinaria. su compañera.
c) Un intento de recuperar el rol de identidad En términos de transiciones construc-
inicial (exonerando la culpa de haber tivas, el primero de estos tipos necesita una
abandonado dicho rol con anteriori- víctima para mantener su rol de persona
dad). dominante y utiliza la hostilidad como un
d) Una forma de redimir la vergüenza (bus- medio para lograr que el sistema no cambie.
FDQGRTXHHOUROGH¿QLGRSRUORVRWURVVH La percepción de que está abandonando su
vea restaurado). identidad si no domina a su pareja es muy
e) Una expresión de hostilidad (intentando grande y las conductas hostiles que siguen a
mantener un sistema que se está viendo esta percepción de desviación de su rol, son
invalidado). también muy intensas. El segundo tipo man-
f) Una elaboración más detallada del siste- tiene una relación basada fundamentalmente
ma de constructos, perfeccionándolo para en una socialidad anómala, cuando percibe
conseguir las metas propuestas (violencia que la víctima deja de cumplir su rol en la
agresiva). relación, la deja marchar -con mayor o menor

372 Apuntes de Psicología, 2008, Vol. 26, número 2, págs. 361-378.


J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista

resistencia-, pero la tendencia a la hostilidad personal, su pareja también ha protagonizado


será menor. cambios similares o empieza a hacer deman-
En general, los agresores de género das que le desvían de su rol tradicional y ellos
mantienen una concepción del rol de varón mismos empiezan a considerar alguna clase
muy tradicional y rígida, pero con una con- de transformación). La respuesta es mantener
notación positiva desde el punto de vista de las pautas antiguas porque no se dispone de
la identidad. Elaboran su identidad personal otros significados que puedan desarrollar
desde la asunción de los prototipos de género mejor el sistema. La tarea terapéutica es
y se perciben como dominantes, proveedores proveerles de ellos, además de regular su ira
y emocionalmente indiferentes. Esta imagen y su comportamiento agresivo.
tiene una contra-réplica de socialidad que Habitualmente, el control del otro les
supone la existencia de una pareja subordina- sirve a los agresores para invalidar su incapa-
da, mantenida y que canaliza las emociones. cidad de ajuste a los cambios o de dar solucio-
Cuando se dan cuenta de que abandonan esa nes mejores. Se dan cuenta de que cualquier
clase de identidad (cuando empiezan a verse cambio pondría en riesgo su sentido de la
débiles, tolerantes, emocionales, incapaces identidad: se volverían inadecuados, inca-
de mantener a la familia o de ser resolutivos) paces y volubles. Obviamente, el tratamiento
intentan volver rápidamente a la situación debería hacer compatible la capacidad con la
de equilibrio inicial, usando la violencia aceptación de los cambios y la expresión de
como forma de limitar o frenar los cambios los sentimientos. Se trata, por tanto, de hacer
del sistema de constructos para que éste no más adaptativos los constructos para que
varíe demasiado. La violencia resulta ser una puedan incorporar nuevas experiencias.
VROXFLyQIiFLOUiSLGD\H¿FD]SDUDFRQVHJXLU El caso de los acosadores escolares es li-
mantener el sistema tal y como está, lo que geramente distinto. El marco de construcción
reduce la sensación de amenaza que genera VRFLDOJHQHUDOGHOTXHVHH[WUDHQORVVLJQL¿FD-
su percepción de cambio de identidad. Al dos no tiene que ver con los roles de género,
comportarse violentamente pueden verse VLQRTXHHVWiPX\LQÀXLGRSRUORVPHFDQLV-
resolutivos y fuertes, restaurando provisio- PRVGHVRFLDOL]DFLyQSURSLRVGHO¿QDOGHOD
nalmente su auto-imagen inicial. infancia y de la adolescencia. En estas etapas
El problema es que al mismo tiempo de la vida el mundo de los amigos es más rele-
que inician este ciclo de violencia, se dan vante que el de la familia de origen. Por otro
cuenta de que la solución no termina de ser lado, también se ven regulados por el proceso
GH¿QLWLYDODSHUFHSFLyQGHTXHVRQRSXHGHQ de búsqueda de identidad personal, de forma
ser de otra manera siempre vuelve. Pero TXHODDXWRVX¿FLHQFLDRODDXVHQFLDGHpVWDVH
no disponen de otro medio para ajustar su transforma en otro elemento importante para
visión del mundo o los cambios que se están entender la agresión escolar. Asimismo, los
produciendo en éste. En el fondo, se trata mecanismos de vergüenza cobran una gran
de la manifestación directa de la hostilidad importancia, ya que el rechazo por parte del
kelliana, se enfrentan a un mundo personal grupo puede promover la agresión (para
o social que está en cambio (desde el punto no ser visto como una persona diferente o
de vista social, la mujer está asumiendo roles inferior). La dinámica contextual se mueve
diferentes y su pauta general de comporta- entre la aceptación por parte de los iguales
miento ha cambiado; desde el punto de vista y la autoaceptación personal en términos de
Apuntes de Psicología, 2008, Vol. 26, número 2, págs. 361-378. 373
J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista

suficiencia y relevancia. Lógicamente, un 2007). Éstas, quizá debido a su posición de


SURFHVRLQÀX\HHQHORWUR subordinación en el sistema, saben leer mejor
El agresor busca una víctima propicia- los procesos de los otros, ya que de ello puede
toria que es reconocible por alguna clase de depender ser atacados o no otra vez. Los ob-
diferenciación social. Dicho criterio de dife- servadores, que constituyen el conjunto más
renciación deviene enseguida en exclusión: numeroso de sujetos involucrados en el acoso
el otro es distinto de entrada y, por tanto, se escolar, en tanto que no directamente ni agre-
carece de comunalidad con él. La falta de sores ni víctimas, tienen una posición media
comunalidad se transforma enseguida en una en empatía entre estos dos grupos. Es difícil
FRPSUHQVLyQLQVX¿FLHQWH\OLPLWDGDGHORV saber si esto se debe a su posición de obser-
procesos del otro. De nuevo se da una falta vadores o si se trata de un efecto estadístico
de conciencia del otro: éste no tiene derecho producto de mediar los datos de empatía de
a su diferencia, diferencia que no se reconoce muchos grupos que son realmente diferentes,
RHQFDVRGHVHUUHFRQRFLGDHVFDOL¿FDGDGH ya que el papel de observador se va matizan-
inaceptable. do en función de la clase de interacciones que
Sin embargo, este proceso podría pro- tienen con víctimas y agresores, que pueden
ducirse de otro modo: la percepción de la ser de complicidad, solidaridad o indiferencia
diferencia en un sujeto con una capacidad (Sullivan, Cleary y Sullivan, 2003).
de aceptación del otro pondría en marcha Viney, Henry y Campbell (2001), traba-
la curiosidad, el deseo o necesidad de com- jando con delincuentes juveniles, apuntan
prender al otro, de asimilarlo en su sistema, como motivo básico de esta falta de empatía
de no verlo sólo como un extraño; es decir, HOKHFKRGHTXHORVVLVWHPDVGHVLJQL¿FDGRV
buscaría incrementar la comunalidad con el que utilizan muestra un mundo poco predeci-
otro. Pero en el caso del acosador no sucede ble y muy poco estable. Esto lleva a que sus
DVtHODJUHVRUGH¿QHHQVHJXLGDDORWURFRPR UHODFLRQHVFRQHOHQWRUQRHVWpQGH¿QLGDVSRU
falto de interés o como rechazable y de la falta tres grandes características:
de comunalidad se pasa a una total falta de
socialidad, prediciendo el comportamiento a) Un mundo inestable no permite una
del otro únicamente a partir de los términos UHÀH[LyQ D PHGLR R ODUJR SOD]R VL HO
usados por el agresor (las relaciones que mundo no es previsible, toda interacción
se establecen no tiene reciprocidad). Si el con él debe ser inmediata y no hay nada
agresor no varía su conducta o si la víctima más inmediato que la acción directa.
no es capaz de impedir el ciclo de agresio- b) Un mundo inestable es destruible, ya que
nes, la única salida que le queda a ésta para romper algo que no tiene estabilidad no
restablecer la socialidad -como en el caso de se percibe como un acto violento, ya de
la mujer agredida- es asumir el papel que el algún modo se destruirá o cambiará por
acosador le asigna. sí mismo.
El problema real es comprender por F 7LHQHQJUDQGHVGL¿FXOWDGHVSDUDHVWDEOH-
qué el agresor se comporta de ese modo. De cer relaciones de intimidad estrecha con
entrada, se sabe que sus niveles de empatía los demás, no son capaces de prever las
(tanto afectiva como cognitiva) son más ba- reacciones de otro -carencia de sociali-
jos que los de las víctimas (Mestre, Samper dad-, por lo que no pueden profundizar
y Frías, 2002; Orellana y Garcia Martínez, en el conocimiento de los demás y las

374 Apuntes de Psicología, 2008, Vol. 26, número 2, págs. 361-378.


J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista

interacciones se vuelven inmediatas, en lo que se refiere a explicar la conducta


rápidas y puntuales. violenta de terceros. Cuando se pide a los
agresores escolares, a sus víctimas y a los
Desde una perspectiva de constructos observadores que indiquen qué clase de ex-
personales, un mundo tan imprevisible va a plicaciones dan a la conducta de los sujetos
generar importantes dosis de miedo y amena- agresores, no emergen diferencias entre los
za. La posibilidad de construirse a uno mismo grupos. Los acosadores piensan de otros
y de construir el mundo es pequeña. Por tanto, acosadores lo mismo que las víctimas y los
llevar a cabo ciclos rápidos de acción puede observadores. Esto es así porque, en general,
ser casi la única vía para alcanzar un objetivo todos consideramos que una persona malin-
o de llegar a entender lo que está pasando en tencionada (un acosador) ataca por una serie
un momento puntual y concreto. De ahí la limitada de razones; el problema, es que el
proverbial impulsividad que caracteriza a la acosador no se incluye a sí mismo en esa ca-
mayoría de los sujetos agresivos. tegoría (Orellana y Garcia Martínez, 2007).
Por otra parte, algunos de los signifi- De alguna manera, predecir el mundo
cados que los acosadores escolares suelen a partir de nuestras propias concepciones lo
utilizar se relacionan con un exagerado sen- hacemos todos, vemos el mundo en la forma
tido del honor o con una gran sensibilidad que determinan nuestros procesos psicológi-
personal. Sienten que los demás les ofenden cos (Kelly, 1955) o, si se quiere, la ontología
con frecuencia y de modo intenso, de modo es la epistemología. Ahora bien, la mayoría
que se ven a sí mismos como atacados. Es somos sensibles a las discrepancias que se
decir, aplican a los demás su propio sistema presentan entre nuestras anticipaciones y los
de construcción: la única manera de predecir resultados de nuestra acción y somos capaces
a los demás es suponer que son como yo, de reorganizar nuestra visión del mundo para
aplicarles mi forma de ver el mundo (Winter, conseguir una perspectiva más adaptativa.
2003). En el caso de los acosadores escolares, Habitualmente esto se logra conectando con
reconocen que atacan y agreden a otros (no el sistema de construcción de otras personas
ocultan necesariamente su comportamiento), VLJQL¿FDWLYDV\DSUHQGLHQGRGHHOODVHVGHFLU
pero no lo explican en términos de acoso, mediante un proceso de socialidad, proceso
sino como defensa (ellos son los que han TXHHVGH¿FLHQWHHQORVDJUHVRUHVSRUTXHQR
sido ofendidos por un entorno violento), son capaces de ver el mundo en términos
ya que casi cualquier conducta del otro se diferentes a los suyos.
percibe en términos de agresividad, ofensa o
mala intención. Es decir, explican el mundo Resumen
en función de significados que les sirven
para dar sentido a su conducta en un mundo En este artículo he intentado aplicar la
inestable. Es necesario hacer notar que este lógica del constructivimo para explicar la
proceso exonera de culpa, si yo ataco para conducta de víctimas y agresores. Los ele-
defenderme o salvaguardarme no puedo mentos clave tienen que ver con la socialidad
tener una perspectiva negativa de mí mismo (capacidad para jugar un papel en la vida de
(es un acto de legítima defensa). otros) de ambos y con el manejo de ciclos
Paradójicamente, este proceso les lleva a emocionales peculiares, como los de culpa
tener una cierta comunalidad con los demás -desviación del rol- y amenaza- incapacidad
Apuntes de Psicología, 2008, Vol. 26, número 2, págs. 361-378. 375
J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista

de predecir el mundo-. Los ciclos de vio- y control, Bilbao: Desclée De Brower,


lencia están marcados, especialmente en el 1996).
caso de los agresores, por la incapacidad de Binglan, A., Brennan, P.A., Foster, S.L. y Hol-
valorar la experiencia en términos diferentes der, H.D. (2004): Helping Adolescents
a la propia construcción inicial, es decir, no at Risk: Prevention of Multiple Problem
asumen al otro como un agente relevante en Behavior. Nueva York: Guilford Press.
sus procesos de construcción. Cohen, L. (1972). The energy of slaves. To-
Las víctimas suelen terminar asimilando ronto: McClelland and Stewart (Edición
los constructos de los agresores y por ello en castellano: La energía de los esclavos,
terminan definiéndose en los términos de Madrid: Visor, 1981).
éstos. Los agresores tienen grandes difi- Cohen, L. (1993). Stranger music. Toronto:
cultades para adaptar sus predicciones a la McClelland and Stewart.
experiencia y son muy poco hábiles en captar Cohen, L. (2001). Ten New Songs. Canadá:
las construcciones de los demás. En ambos Sony Music Inc.
casos es necesario conocer profundamente Defensor del Pueblo-UNICEF (2006). Vio-
los contenidos y procesos de adscripción de lencia escolar: El maltrato entre iguales
VLJQL¿FDGRSDUDSRGHUUHDOL]DULQWHUYHQFLRQHV en la Educación Secundaria Obligatoria
terapéuticamente relevantes. 1999-2006 (Actualización del informe
2000). Madrid: Publicaciones de la
Referencias 2¿FLQDGHO'HIHQVRUGHO3XHEOR
Echeburúa, E. y de Corral, P. (1998). Manual
Antonosvsky, A. (1987). Unravelling the de violencia familiar. Madrid: Siglo XXI.
Mystery of Health. San Francisco: Jo- Echeburúa, E., de Corral, P., Sarasua, B.,
ssey-Bass. Zubizarreta, I. y Sauca, D. (1990). Malos
Bandura, A. (1986). Social Foundations of tratos y agresiones sexuales: lo que una
thought and action: A social cognitive mujer debe saber y puede hacer. Servicio
theory. Englewood Cliffs, NJ: Prentice- de Publicaciones de Emakunde/Instituto
Hall (Edición en castellano: Pensamiento Vasco de la Mujer: Gasteiz-Vitoria.
y acción. Barcelona: Martínez-Roca, Garcia Martínez, J. (2005). Violencia domés-
1986). tica: datos y mitos. En D. Pastor Vico
Bandura, A., Caprara, G., Barbaranelli, C., (Comp.), Violencia. I Jornadas de estu-
Pastorelli, C. y Regalia, C. (2001). So- GLRUHÀH[LyQ\RSLQLyQVREUHODYLROHQFLD
ciocognitive self-regulatory mechanisms (págs. 29-67). Sevilla: Padilla Editor.
governing transgressive behavior. Jour- Garcia Martínez, J. (2006). Violencia contra
nal of Personality and Social Psychology, la mujer y estrés postraumático. En P.J.
80, 125-135. Costa, Pires, C.M.L., Veloso, J. y Pires,
Beck, A.T. (1999). Prisoners of Hate: The C.T.L. (Eds.), Stresse Pós-traumático:
Cognitive Basis of Anger, Hostility, and Modelos, Abordagens e Práticas (págs.
Violence. Nueva York: Harper-Collins. 81-90). Leiria (Portugal): Diferença.
Berkowitz, L. (1993). Aggression: its causes, Garrido, V. (2006). Los hijos tiranos. Bar-
consequences, and control. Nueva York: celona: Ariel.
McGraw-Hill (Edición en castellano: Gonçalves, O. (1988). Psicoterapia cognitiva
Agresión, sus causas, consecuencias narrativa: um manual de terapia breve.

376 Apuntes de Psicología, 2008, Vol. 26, número 2, págs. 361-378.


J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista

Campinas: Psy (Edición en castellano: Negotiating Abused Women’s Agency


Psicoterapia cognitiva narrativa. Bilbao: and Identity in Therapy. En A. Lieblich,
Desclée De Brouwer, 2000). D.P. McAdams y R. Josselson (Eds.),
Guerrero Gómez, R. y Garcia Martínez, J. Healing Plots: The Narrative Basis of
 (QVD\RFOtQLFRGHODH¿FDFLDGHOD Psychotherapy (págs. 67-87). Wash-
terapia constructivista-sistémica en casos ington, DC: American Psychological
de violencia contra las mujeres. Apuntes Association.
de Psicología, 26 (2), 269-280. Leymann, H. (1990). Mobbing and psycholo-
Harter, S.L. y Neimeyer, R.A. (1995). Long- gical terror at workplaces. Violence and
term effects of child sexual abuse: Toward Victims, 5,119-126.
a constructivist theory of trauma and Lorenz, K. (1971). Sobre la agresión: el pre-
its treatment. En G.J. Neimeyer y R.A. tendido mal. Madrid: Siglo XXI (Edición
Neimeyer (Eds.), Advances in Personal original alemana, 1963).
Constructs Psychology (Vol.3) (págs. Maden, A. (2007). Treating violence: a guide
229-269). Greenwich, Co: JAI Press. to risk management in mental health.
Hermans, H.J.M. y Hermans-Jansen, E. Oxford: Oxford University Press.
(1993). Self-narratives: The construc- Maia, A. C. (2006). Trauma, PTSD e Saúde.
tion of meaning in psychotherapy. Nueva En P.J. Costa, C.M.L. Pires, J. Veloso
York: Guilford Press. y C.T.L. Pires (Eds.), Stresse Pós-
Hernando, A. (2007). La prevención de la traumático: Modelos, Abordagens e
violencia de género en adolescentes: Práticas (págs. 21-33). Leiria, Portugal:
una experiencia en el ámbito educativo. Diferença.
Apuntes de Psicología, 25, 341-356. Martin, J. y Sugarman, J. (1996). Bringing
Horley, J. (2005). Forensic Personal Construct social constructionism and cognitive
Psychology: Assessing and Treating Of- constructivism: A psychology of human
fenders. En F. Fransella (Ed.), Interna- possibility and constraint. Journal of
tional Hanbook of Personal Constructs Mind and Behavior, 17, 291-320.
Psychology (págs. 163-170). Londres: Maruna, S. y Ramsden, D. (2004). Living
Wiley. to tell the Tale: Redemption Narratives,
Houston, J. (1998). Making sense with of- Shame Management and Offender Reha-
fenders. Personal constructs, therapy and bilitation. En A. Lieblich, D.P. McAdams
change. Nueva York: John Willey. y J. Josselson (Eds.), Healing Plots: The
Jacobson, N.S. y Gottman, J. (1998). When Narrative Basis of Psychotherapy (págs.
men battered women. Nueva York. Si- 129-151). Washington, DC: American
mon & Schuster (Edición en castellano: Psychological Association.
Hombres que agreden a sus mujeres. Mascolo, M.F., Pollack, R.D. y Fischer,
Barcelona: Paidós, 2001). K.W. (1997). Keeping the construction
Kelly, G.A. (1955). The Psychology of Per- in development: An epigenetic systems
sonal Constructs. Nueva York: Norton approach. Journal of Constructivist
(reimpreso por Routledge, Londres, Psychology, 10, 25-49.
1991). McAdams, D.P. (2006). The Redemptive Self:
Keskinen, S. (2004). Between Abstract Stories Americans Live By. Nueva York:
Individualism and Gendered Lives: Oxford University Press.
Apuntes de Psicología, 2008, Vol. 26, número 2, págs. 361-378. 377
J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista

McCoy, M. (1977). A reconstruction of emo- chotherapy. En G.J. Neimeyer y R.A.


tion. En D. Bannister (Ed.), New perspec- Neimeyer (Eds.), Advances in Personal
tives in Personal Construct Theory (págs. Constructs Psychology (Vol. 4) (págs.
93-124). Londres: Academic Press. 207-235). Greenwich, Co: JAI Press.
Mestre, M.V., Samper, P. y Frías, M.D. (2002). Stam, H.J. (1998). Personal construct theory
Procesos cognitivos y emocionales and social constructionism: Difference
predictores de la conducta prosocial y and dialogue. Journal of Constructivist
agresiva: la empatía como factor modu- Psychology, 11, 187-203.
lador. Psicothema, 14, 227-232. Stoff, D. et al. (1997). Handbook of Antisocial
Neimeyer, R.A. (1993). An appraisal of of Behavior. Nueva York: John Wiley.
constructivist psychotherapies. Journal Sullivan, K., Cleary, M. y Sullivan, G. (2003).
of Consulting and Clinical Psychology, Bullying in Secondary Schools. Thousand
61, 221-234. Oaks, Ca: Sage (Edición en castellano:
Niehoff, D. (2001). Biología de la violencia. Bullying en la enseñanza secundaria.
Barcelona: Ariel. Barcelona: CEAC, 2005).
Olweus, D. (1993). Bullying at school: What Tovar, C. y Garcia Martínez, J. (2008). Un
we know and what we can do. Cambridge, caso de terapia constructivista-sisté-
Ma: Blackwell. mica con un delincuente instituciona-
Orellana Ramírez, M.C. y Garcia Martínez, lizado. Apuntes de Psicología, 26 (2),
J. (2007). Variables psicológicas modu- 379-392.
ODGRUDVGHODDXWRGH¿QLFLyQGHOSHU¿OHQ Velázquez, S. (2003). Violencias cotidianas,
procesos de acoso escolar (I): efectos de violencia de género. Escuchar, compren-
patrones de conducta pro y antisociales. der, ayudar. Buenos Aires. Paídos.
En J.J. Gázquez; M.C. Pérez; A.J. Cangas Villegas, M. (2008). Psicopatología y psico-
y N. Yuste (Coords.), Situación actual y terapia del desarrollo moral. Apuntes de
características de la violencia escolar Psicología, 26 (2), 199-228.
(págs. 341-345). Granada: Grupo Edi- Viney, L.L., Henry, R.M. y Campbell, J.
torial Universitario. (2001). The impact of group work on
Organización Mundial de la Salud (2002). offender adolescents. Journal of Counse-
World report on violence and health. ling and Development, 79(3), 373-381.
Ginebra (Suiza): OMS. Walker, L. (1994). Abused women and survi-
Ortega, R. y del Rey, R. (2003). La violen- vor therapy. Washington, DC: American
cia escolar: estrategias de prevención. Psychological Association
Barcelona: Graó. Winter, D.A. (1992). Personal constructs
Redondo, S. (2007). Manual para el trata- psychology in the clinical practice.
miento psicológico de los delincuentes. Londres: Routledge.
Madrid: Pirámide. Winter, D.A. (2003). A credulous approach
Sanmartín, J. (Coord.). El laberinto de la to violence and homicide. En J. Horley
violencia. Barcelona: Ariel. (Ed.), Personal Construct Perspectives
Sewell, K.W. (1987). Posttraumatic Stress: on Forensic Psychology (págs.15-54).
Towards a Constructivist Model of Psy- Nueva York: Brunner-Routledge.

378 Apuntes de Psicología, 2008, Vol. 26, número 2, págs. 361-378.

También podría gustarte