Está en la página 1de 9

Memoria e identidad en Museo de la Revolución de Martín

Kohan
Claudia Fino

Una introducción
En este trabajo intento explorar cómo se conforma la identidad narrativa de
quien, para hacerlo, lee en un abanico de la memoria planteado en un vaivén presente -
pasado, pero no desde sus experiencias particulares sino a partir de otras voces. Voces
que se originan desde la lectura de un texto escrito que a su vez discute, comenta y hace
su propia lectura de otros textos, y también desde la escritura de otro relato paralelo,
íntimo, que no está escrito, que se va escribiendo a medida que se narra. Un narrador –
Marcelo - dialoga en 1995 con Norma Rossi, argentina exiliada en México, y ella le lee
un cuaderno en el que Rubén Tesare, estudiante de derecho y militante de izquierda, en
1975, ha escrito comentarios, miradas acerca de la teoría del pensamiento
revolucionario y del tiempo (lecturas de Marx, Engels, Lenin, Trotsky…) hasta que
desaparece. El cruce del tiempo pasado con el presente está dado a partir de la lectura
del cuaderno de Tesare, y el relato de Norma Rossi de un supuesto diario íntimo de
Tesare. Así se reconstruye el pasado, como un campo de subjetividad que en el intento
de objetivarse se vuelve más subjetivo. Porque Norma Rossi estuvo ahí, porque sabe
más de lo que dice, pero usa la estrategia del Inglés de la Colorada borgeano para
contarlo. Y si bien no se presenta como la traicionada en su relato, sí puede suponerse
como victimizada en su situación de exilio.
Al final, la relectura corre el foco de la narración hacia la construcción de la
memoria desde el lado opuesto de la víctima. Y no desde el enemigo declarado sino
desde el enemigo interno, desde el traidor. La interlocutora del narrador, Norma Rossi,
es una traidora que permite desde su voz representar la escritura de lo real en una
múltiple libertad: la de no ser un personaje “historiable”, la de ser una exiliada, la de
omitir haber sido protagonista de lo que relata y, fundamentalmente, la de ser la figura
de la traición, para la que nada puede estar más abajo. Porque en este caso se trata de
quien ha cambiado su vida por otra, de quien ha negociado con el enemigo vivir a costa
de la vida de otro, a sus veinte años. Por eso es necesario el repaso, la reconstrucción, la
teoría del tiempo revolucionario y de la revolución en el tiempo y la escucha –
TERCER CONGRESO INTERNACIONAL CELEHIS DE LITERATURA

fundamentalmente – que permitan exponer (y exponerse) y entender (y entenderse) lo


que ha estado oculto por mucho tiempo. De ahí que la construcción de la memoria
presentada en tal fragmentación no puede ser simple, sino complejísima, y nos hace
pensar y resignificar saberes sobre nuestra propia historia, sobre nuestras conductas y
esos lugares comunes. Testimonio de otro testimonio (que quiere explicar y explicarse)
que un narrador organiza (y también nosotros) para hacérselo entendible. Así se
construye la identidad narrativa; lectura y escritura, desde lo no dicho, van edificando la
memoria en su doble movimiento, recuperando su historicidad, y a su vez, con la
exploración del pasado saturado de significación para el hoy. Por ello resulta sustancial,
tanto para la configuración de la identidad narrativa como para la de la memoria, la
“clave de temporalidad”, su teorización y su presentación vivencial.
Identidad y memoria
Los sujetos del discurso, desde el marco teórico en el cual nos situamos,
confeccionan su identidad de dos maneras complementarias y distintas, en el acto
enunciativo: por un lado la identidad personal (con su lado externo, el sujeto que
comunica –psicológico o sociológico – y con su lado interno, del sujeto enunciador) y
una identidad de posicionamiento (posición que el sujeto ocupa en un campo discursivo
respecto de los sistemas de valores que circulan, a partir de discursos que el sujeto
mismo produce, y por lo que se inscribe en determinada formación discursiva) 1 .
La identidad social consiste en un conjunto de rasgos que definen al sujeto
comunicante según edad, sexo, status, lugar jerárquico, legitimidad de habla, cualidades
afectivas. Si pensamos en el narrador de Museo de la Revolución, Marcelo, esa
identidad social, cuya pertinencia aparece dentro de determinada situación de
comunicación y se define dentro del acto de lenguaje mismo, está atribuida desde el
inicio por su situación de escucha, de testigo de los relatos de Norma Rossi, y por ello
podemos ver su lugar como el de la lectura. Este narrador lee lo que va leyendo,
narrando, contando y aun haciendo Norma Rossi. Y ese lugar está en el presente de
1995, extendido por la confrontación con el pasado a una línea que ramifica contrastes,
principalmente temporales. El cuaderno Gloria de tapas azules era un secreto de Tesare
en 1975, como su nombre de guerra Dorrego y como lo era, fundamentalmente, el
encargo del bolso que debía viajar a Córdoba para dárselo a un compañero que vendría

2
TERCER CONGRESO INTERNACIONAL CELEHIS DE LITERATURA

del monte tucumano. Ahora, el cuaderno de Tesare es lo que el narrador se quiere llevar
a Argentina para publicar, las notas de un desaparecido acerca de la revolución. Porque
Marcelo trabaja en una editorial, su posición es la del lector crítico, la de contradictor
del discurso de Norma Rossi, quien lee y también cuenta lo que supuestamente leyó,
aunque en realidad se trata de lo que vivió.
El eje presente / pasado pone a los participantes de cada momento histórico
(1975 / 1995) en un inevitable paralelismo simétrico, porque todo confluye con la
mecánica fractal cuya figura común encubierta es Norma Rossi. Un fragmento del texto
sirve como epítome de tiempos en simetría, pasado y presente. Es el momento en el que
Tesare y la muchacha que conoce en Córdoba y con quien comparte una pieza,
Fernanda Aguirre, gozan paralelamente, ella en la ducha y él en una incipiente
masturbación, del otro lado de la puerta, y quien narra los compara con el mecanismo de
una casita con dos puertas de un reloj: “…lo que debe percibirse entre las dos figuras es
un juego de correspondencias por el cual cada cosa que una hace o deja de hacer entra
en sistema con la que hace o deja de hacer la otra.” Si bien se refiere a una escena
concreta de los dos personajes del pasado, sirve también para mostrar lo que sucede en
las dos historias, a modo de granito de arena que se multiplica y cifra las dos relaciones,
mientras que lo que las vincula son los procesos de escritura (de N. Rossi) y de lectura
(del narrador). Pero la conexión no va a estar dada ni en la lectura ni en la escritura sino
en los cuerpos, tanto en el presente como en el pasado. Así, en una suerte de juego de
espejos distorsionados por los contextos históricos y por los espacios que ocupan, las
dos parejas en esa repetición, en ese juego, generan una dinámica donde se multiplican
por sí mismos los elementos que empiezan desde un punto concreto para expandirse en
el espacio y en el tiempo, multiplicándose, en una lucha ideológica en la que las partes
involucradas multiplican, a su vez, todos los motivos que demuestran cada acto de las
mismas para buscar su propia justificación. Rubén Tesare y Fernanda Aguirre viven un
juego de seducción y deseo que el deber militante clandestino de Tesare no impide
seguir, y cuya ingenuidad respecto del azar de la situación le cuesta a él la vida. Marcelo
y Norma Rossi viven otro juego de seducción y deseo, que las obligaciones importantes
de la editorial no impiden continuar, pero la distorsión está en la duda del narrador hacia
el comportamiento de Norma Rossi, porque descubre que todo lo que se juzga azaroso
con ella es absolutamente premeditado. Algo que Tesare no hizo nunca. Y eso permitirá,

3
TERCER CONGRESO INTERNACIONAL CELEHIS DE LITERATURA

aunque un poco tarde, en una suerte de lógica detectivesca, que el narrador entienda que
Fernanda Aguirre es Norma Rossi. Quiasmo con sólo una figura común: ignorancia
masculina acerca de la traidora, hasta un momento de clímax: cuando Tesare tiene
relaciones sexuales con Fernanda e inmediatamente es “chupado” y cuando el regreso
de Marcelo a Buenos Aires es inminente e inmediatamente tiene relaciones con Norma.
Tesare encuentra el placer sexual con Fernanda y luego se revela la traición (se lo llevan
a La Perla); Marcelo descubre la traición y luego encuentra el placer sexual con Norma
Rossi, quien había sido Fernanda, pero ya no lo es, porque “una sola noche es poco
tiempo para que un nombre perdure”.
La legitimidad de este sujeto hablante en esta identidad social 2 , es decir en
nombre de qué habla, el estado o cualidad que hace que se legitime a este enunciador a
hablar, siempre está dado por el reconocimiento social de situarse como negociador
intelectual (se habla en nombre de un ser) y – en menor medida - también como
empleado. Él debe viajar a México para contactar a otros editores, él debe conectarse
con dueños o directores de sellos con quienes la editorial Amauta quiere realizar
convenios de intercambios y mutua cesión de derechos, él debe entrevistar a
distribuidores para sondear la circulación de los libros de la editorial Amauta en el
mercado mexicano. Y finalmente, él debe ubicar a Norma Rossi, porque al jefe, Sergio
Gallo, le acercaron la historia de que una exiliada argentina tenía “un manuscrito
interesante”. Norma Rossi lo reconoce como intelectual: “porque vos venís siempre con
cuestiones de libros, en pose de intelectual consumado, como si fueses un sacerdote de
la alta cultura. Norma ajusta la definición que ha dado: un fetichista, mejor dicho, pero
de la cultura”. Y como empleado, es él el que llama a Sergio Gallo para informarle
acerca de la marcha de sus negociaciones, es él el que intenta destacar la importancia de
los manuscritos de Tesare que tiene en su poder Norma Rossi, como también del diario
íntimo inexistente. Es él quien intenta convencer a Sergio de la importancia de su
publicación, y es él el que finalmente le reconoce que no vale la pena.
En consonancia con esta identidad se desliza la identidad discursiva,
presupuesto necesario del sujeto comunicante como locutor. Esta identidad se construye
a través de la puesta en escena del discurso, construye la imagen, la de su ethos. A veces
puede coincidir con la identidad social, a veces puede reforzarla o enmascararla o

4
TERCER CONGRESO INTERNACIONAL CELEHIS DE LITERATURA

proponer otra identidad social detrás. Se puede describir a partir de los roles
enunciativos del enunciador, de sus modos de tomar la palabra, de su intervención.
En el caso de Museo de la Revolución aparecen dos cuestiones determinantes
que afirmarán la construcción de la imagen: el escuchar, por un lado, actividad
equivalente a la de la lectura, pues el acto de escuchar no está exento de competencias,
cuestionamientos, críticas, saberes previos, carencias que puede tener el acto de leer y,
por otro lado, la temporalidad.
Empecemos por la escucha / lectura: este narrador reflexiona acerca de lo que
escucha y lee, cuáles son los alcances de su actividad y también desde dónde se ubica
para poder realizar esa actividad. En esas reflexiones del hecho de leer / escuchar se
afirma su identidad social, pues él tiene que escuchar lo interesante que es lo que le dice
Norma Rossi para poder juzgar si vale o no la pena publicarse, y él escucha lo que ella
lee y lee lo que ella hace y también lee los signos paratextuales de todo lo que lee: cómo
es Norma Rossi (“…es alta, más alta de lo normal…”; “camina con la seguridad de
quien fija los talones…”; “…maneja con una sola mano…”), cómo es la memoria de un
exiliado (“…una memoria fijada en detalles que ya se perdieron, una memoria que, al
igual que la de los museos, es capaz de fijar precisiones justamente porque ha tenido
que sustraerse al paso del tiempo.”), cómo es un museo (“No habría que permitirse
una única visita a ningún museo, porque lo vemos como museo solamente al regresar”),
cómo es alejarse de su propio país y vivir en otra cultura,… y, por supuesto, cómo
escribe Tesare (“…no deja de llamarme la atención lo poco que entra la realidad
concreta en lo que escribe. Es como si fuese impermeable al escribir.”) y cómo vivió
Tesare los últimos momentos de su vida con Fernanda Aguirre (“Me cuesta admitir que
Tesare pudiese estar pensando todo esto en semejante circunstancia”), lee / escucha lo
que narra Norma Rossi.
Y si en la identidad social se juega la legitimidad (en nombre de qué se puede
hablar), en la identidad discursiva se juega la credibilidad, el qué se hace para que el
otro dé crédito de lo que se dice, un saber hacer para que el otro crea en ello. Y eso se
construye a través del acto de lenguaje, aquí el locutor expone su saber leer / escuchar /
mirar, desde distintos flancos: el lugar de la escritura original como objeto valorado
(“Lo toco, toco las hojas, toco las letras. El fetiche del manuscrito no me es ajeno…”),
el valor de la escritura de un desaparecido (“…no podría serme ajeno, y menos al saber

5
TERCER CONGRESO INTERNACIONAL CELEHIS DE LITERATURA

que este cuaderno estuvo también ahí…”); el aceptar el pacto de lectura que le propone
Norma Rossi (“Norma pasa de largo una página, me aclara que es porque está muy
tachada”; “Pero Norma aprovecha este silencio que yo le dejo para que diga la idea,
no para decirla sino para leer un poco más del cuaderno de Tesare”; “Ella me aparta
como se aparta a las moscas: viéndolas, pero sin mirarlas. Sigue leyendo.”); el aceptar
que Norma le narre el diario íntimo de Tesare y dejarse llevar por la credulidad de que
ese diario existe cuando nunca lo vio y aun hasta el final del relato (“Hay que saber
desvestir a una mujer, dice Norma, no sé si en su propio nombre o citando el diario de
Rubén Tesare”; “…contáme mejor qué tan directo llega a ser Rubén Tesare en la
escritura de su diario”; “…Y si después no se sabe nada más de él. ¿Cuándo se supone
que escribió en su diario todos estos pormenores de su viaje a Laguna Chica?”)
En fin, la identidad discursiva del intelectual lector está construida con lo que
tiene credibilidad, en la que se reflexiona acerca de lo que lee o ve o escucha en
general.
Y también, como dijimos, está la temporalidad. La identidad discursiva del
enunciador escucha-lector se construye también desde un rol enunciativo y modos de
intervención que lo exhiben como el que atiende, el que argumenta un ser que intenta
pensar la cuestión de la temporalidad. Tratar de explicar la memoria del exilio (“Me
digo, pero no digo, que sólo una exiliada que nunca volvió puede tener tan pensado el
tango `Volver´”; “Es el exilio de quien nunca volvió: la memoria se ve habitada por
otros detalles, no necesariamente más irreales, y la quietud del recuerdo de los viejos
lugares pone las cosas más cerca, más cerca y no más lejos, aunque se trate de cosas
que ya no existen más.”); evaluar el presente en la línea diacrónica (“…los hechos que
en el país han venido sucediendo, en los últimos años, entre otros, un nuevo uso
impropio de la palabra `revolución´. Alguien ya se ha ocupado de hacer la lista de ese
abuso en la historia argentina del siglo XX: la revolución del 30, la revolución
libertadora, la revolución argentina, la revolución productiva”; “En agosto de 1940,
Lev Davidovich Brostein, Trotsky, dejó de existir […]. En 1989, la Unión de las
Repúblicas Socialistas Soviéticas dejó de existir, […]. La tumba y la bandera entran
ahora, es decir, desde hace seis años, en una perturbadora relación de
correspondencia”; “Uno se pregunta, en estos casos, qué hacía la gente con el sopor de
la fatiga mental en la época en que la televisión no había sido inventada todavía…”); y

6
TERCER CONGRESO INTERNACIONAL CELEHIS DE LITERATURA

también en la línea sincrónica (a propósito de imágenes de Zapata en el Museo de la


Revolución, dice “Es el año 1910. En Argentina, en ese momento, se conmemoraba el
centenario de la revolución de Mayo.”). Y más allá de sus intervenciones, reflexiones
explícitas, acerca de la relación presente - pasado, su identidad discursiva se construye
desde lo vivencial, desde un mutismo que otorga la razón a las notas de Tesare acerca
de la revolución y el tiempo. Como en la revolución, el presente es fundamental, su
relación con Norma Rossi y la entrega o no de los cuadernos de Tesare, no hay pasado
del narrador y tampoco hay futuro. En la lectura – acto que necesita de la abolición
temporal y que a su vez se concreta en su línea – y sus pausas, vive ese presente. El
presente puro de la revolución, el instante, el estallido, el momento justo, el saber de lo
efímero, la imposición de lo nuevo junto con la aceleración de lo que ya existe, la
ocasión, el carpe diem horaciano, el imperio del hoy, la única vez son teorizados a partir
de los textos de Marx, de Lenin, de Trotsky por Rubén Tesare, pero pueden ser
extrapolados a las vivencias nada revolucionarias de este narrador. Y he aquí lo curioso,
la narración se fija en el presente de los personajes cuya memoria intenta explicar un
pasado objetivo (el de nuestro país y la violencia y la desaparición) y a la vez subjetivo
(el de Norma Rossi y su traición), a través de lecturas de lecturas de lecturas: Trotsky
lee a Lenin, Tesare lee a Trotsky y a Lenin, Norma Rossi lee a Tesare y Marcelo lee a
Norma Rossi y a Tesare.
Conclusiones

En el texto, la identidad del sujeto de discurso en su dominio personal se


configura principalmente desde la lectura. Actividad que este narrador asume con
fruición (“nadie más que yo puede entender lo que son las pasiones de un lector”, dice)
y comparte con ese otro lector del pasado, ahora desaparecido, que ha volcado su lectura
en notas y permite con ellas la reconstrucción, no sólo de su pensamiento, sino también
de una historia de traición no escrita o, mejor, sí escrita pero no en papel, sino en el
cuerpo de quien traicionara, y llevando a la práctica la teoría de la temporalidad
revolucionaria, en un presente que es escrito como pausa de lecturas múltiples. Y el
riesgo es ser museo. Pero hay más que la anécdota de la traición, la condena no es tan
sencilla, y el narrador sabe leer también ese cuerpo, al que en un paralelismo de
reconstrucción sexual agrega los hilos más finos de ese tejido de la memoria. Y en un

7
TERCER CONGRESO INTERNACIONAL CELEHIS DE LITERATURA

puro presente, con un carpe diem que tiene “más de ascético que de hedonista”. De eso
se trata la memoria, “la abolición del pasado, para que pueda de veras hablarse del
futuro y de lo nuevo, no se logra sin el pasado”, dice Tesare. La percepción que
concede esta reconstrucción novelística evidencia una versión de parte de la historia
argentina, concentrada en un fragmento, que la literatura ofrece con su estatuto de
verdad a través de grietas de verdades. Y a la vez se encaracola en su propia
autorreferencia porque “cuando empieza el tiempo de la acción, se acaba el tiempo de
la escritura” lee Marcelo que dice Tesare, y este narrador, en 1995, no publica, no
denuncia, sino que se pone a escribir.
NOTAS
1
Charaudeau, P. y Maingueneau, D. (2005) Diccionario de análisis del discurso. Bs. As.:
Amorrortu, pp. 305-306.
2
Recordemos que la identidad social es plural por definición, por multipertenencia, no es un atributo
fijo, cuando varía la situación varía también la identidad social. Charaudeau, P. (En: Seminario: “El
análisis del discurso entre comunicación, representación y semiologización” dictado por Charaudeau,
P. en el Centro Franco-argentino de Altos Estudios – UBA. 23,24, 26,27 de mayo de 2005)

8
TERCER CONGRESO INTERNACIONAL CELEHIS DE LITERATURA

BILIOGRAFÍA

Calveiro, P. (2005) Política y/o violencia. Una aproximación a al guerrilla de los


años 70. Bs. As: Grupo Editorial Norma.
Charaudeau, P. y Maingueneau, D. (2005) Diccionario de análisis del discurso. Bs.
As.: Amorrortu.
Charaudeau, P. (1994) “El contrato de comunicación, una condición del análisis
semiolingüístico del discurso” en: Charaudeau, P. (1994) Langages, les analyses du
discours en France, Paris: Larousse.
____________ (2003) El discurso de la información. La construcción del espejo
social. Barcelona: Gedisa.
James, D. (2004). Doña María. Historia de vida, memoria e identidad política.
Buenos Aires: Ediciones Manantial.
Longoni, A. (2007) Traiciones. La figura del traidor en los relatos acerca de los
sobrevivientes de la represión. Bs. As. Grupo Editorial Norma.
Ricoeur, P. (1999) La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido. Madrid:
Arrecife.

Claudia Fino. Profesora en Letras, docente adjunta de la cátedra de Lingüística e


investigadora de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad
Nacional de La Plata. Docente del Colegio Nacional “Rafael Hernández” de la UNLP,
de Lengua y Literatura y del Seminario “Violencia Política desde y hacia el Estado
(1955-1982)” para alumnos preuniversitarios de 6to año. Docente de Literatura y de
Teoría de la Comunicación en la Escuela de Teatro de La Plata. Dirección de correo
electrónico: claudiafino@yahoo.com.ar

También podría gustarte