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MUSICA TRADICIONAL Y POPULAR

DE GUATEMALA

La música de Guatemala reúne en sí una amplia gama de estilos de distintas proveniencias. A través
de las diferentes etapas históricas se manifiesta una riqueza musical y cultural de características muy
propias y de validez universal.

Música tradicional

Si bien la música tradicional guatemalteca tiene orígenes en la antigua cultura


maya, cuyos elementos se fusionaron a partir del siglo XVI con componentes
de las culturas españolas y afro-caribeñas. Esto está representado en la
marimba, considerada instrumento nacional, que contiene elementos
conceptuales y constructivos provenientes de cada una de estas tres culturas
que forman la base de la cultura guatemalteca.

La marimba es un idiófono de la familia de los xilófonos que ha tenido un


desarrollo notable a partir del modelo cultural original. Se distingue la
marimba de arco, un instrumento portátil con un teclado diatónico provisto de
resonadores de jícara; la marimba sencilla, que ya es estacionaria, estando
apoyada sobre patas de madera, y ocasionalmente provista de cajas de
resonancia construidas de madera; y la marimba doble o cromática, inventada en 1894, que posee en
adición al teclado original diatónico (que representa las teclas blancas del piano) un teclado adicional
con las notas equivalentes a las teclas negras del piano, con lo cual se logra reproducir la escala
cromática de doce sonidos. Este invento abrió las puertas a que la marimba pudiera asimilar la música
pianística en boga para esa época, y tuvo como consecuencia la popularización inmensa del
instrumento durante el siglo XX en Guatemala.

Música popular

A partir de la tercera década del siglo XX se cultiva la canción ligera para canto con acompañamiento
de piano, marimba u otros conjuntos acompañantes. En 1933, Martha Bolaños de Prado compone las
melodías: “Alma mixqueña”, “Negros frijolitos”, “El zopilote”, “Chancaca” y “Pepita”; la letra de las
mismas fue escrita por Gustavo Schuartz. En 1943 se inicia la época de oro de la radiodifusión nacional
con la TGW.2 En ese período las emisoras produjeron piezas dramatizadas, surgieron programas de
calidad que podían competir con los extranjeros y la radiodifusión nacional alcanzó su máximo
desarrollo. En la TGW surgieron compositores y cantantes guatemaltecos, algunos interpretaban
boleros de tipo romántico, entre ellos: Paco Pérez (compositor de Luna de Xelajú), Gustavo Adolfo
Palma (tenor lírico, compositor de la canción “Contigo”), Juan de Dios Quezada, Manolo Rosales,
Jorge Mario Paredes y Ernesto Rosales. Otros cantantes interpretaban música selecta popular como
Julio Cáceres, Mildred Chávez, Dora René Figueroa, Carmen Yolanda, Lucinda Lara, las hermanas
Gonzáles, el dúo conformado por Magedla y Tatiana García. O bien, música de corte clásico como
Ernesto Ávalos Gutiérrez, Gloria Susana Castañeda de Palacios, los esposos Coronado (Bella España y
René) y la cantante de ópera Lily Andreu Spillari. Tanya Hazel Zea García (Guatemala, 25 de febrero
de 1953), nacida aparentemente en Cobán; conocida en el mundo artístico como Tanya Zea, obtuvo el
segundo lugar en el festival de la Organización de Televisión Iberoamericana OTI 1974, con la canción
"Yo soy" de su propia inspiración. Edgar Ricardo Arjona Morales (Jocotenango,
Guatemala, 19 de enero de 1964), conocido artísticamente como Ricardo
Arjona o simplemente Arjona, es un cantautor guatemalteco de música pop y
baladas quien ha alcanzado fama internacional y ha cosechado un gran número
de éxitos. A inicios del siglo XXI la escena musical popular guatemalteca está
enebullición. También surgen Solistas y cantautores tales como Carlos Peña
(ganador de la segunda edición del reality show Latin American Idol), Ricardo
Andrade, Giovanni Pinzón, Carlos Catania y Giovanni Passarelli, entre muchos otros, compiten por
hacerse un espacio entre el público local.

También grupos y bandas como Bohemia Suburbana, Influenza, Malacates Trébol


Shop, El Tambor de La tribu, Noctis invocat, Mosquito Farm, Tieznesis, In Honor of
Silence, Rain of God, Viento en Contra, Viernes Verde, El Clubo, Angels y la Gran
Calabaza.Desde los años '80 y con vigencia en el género balada y ranchero está
Elizabeth de Guatemala. Los géneros caribeños, como la salsa y merengue
también cuentan con varios exponentes locales. Los más conocido localmente sea
el Grupo Branly, Grupo Rana y FM Zacapa.

En Guatemala hay numerosos músicos instrumentistas de todas las familias de instrumentos. Entre
los intérpretes de viento han sobresalido el saxofonista Arturo Xicay, el intérprete de la armónica
Roberto Abularach, los oboístas Manuel Gómez Samayoa y Fielding Udine Roldán, los flautistas Julio
García y Gabriela Corleto, y el trompetista Nery Cano. Entre los violinistas destacaron Andrés Archila,
José Santos Paniagua, Baudilio Méndez y Henry Raudales, y entre los intérpretes del violoncello han
sido notables Eduardo Ortiz Lara y Juan Carlos Paniagua. Los pianistas clásicos, que han sido listados
por Carlos Soto, incluyen a Eddy Wunderlich, Zoila Luz García-Salas, Alma Rosa Gaytán y Tito
Alvizúrez. En la percusión se han destacado numerosos marimbistas, así como bateristas de la talla de
Edgar "Manú" Ramírez, Luis Estrada, Carlos Gómez y Fernando Martín,4 un baterísta de trayectoria
internacional graduado del PIT (Percussion Institute of Technology) en el Musicians Institute en
Hollywood, California. Los géneros que interpretan abarcan desde la música clásica y los géneros
populares ligeros hasta el rock y el jazz.
ARTES TRADICIONES Y POPULARES
DE GUATEMALA

El arte popular es el conjunto de obras plásticas y de otra


naturaleza, tradicionales, funcionalmente satisfactorias y útiles,
elaboradas por un pueblo o una cultura local o regional para
satisfacer las necesidades materiales y espirituales de sus
componentes humanos, muchas de cuyas artesanías existen
desde hace varias generaciones y han creado un conjunto de
experiencias artísticas y técnicas que las caracterizan y dan
personalidad.

La artesanía, en su sentido más amplio, es el trabajo hecho a mano o con preeminencia del trabajo
manual cuando interviene la máquina. En el momento en que la máquina prevalece, se sale del marco
artesanal y se entra en la esfera industrial.

Ante las divergencias de criterio surgidas a partir de las anteriores definiciones, el filósofo italiano
Antonio Gramsci agrega las siguientes observaciones: “Lo propio del artesano es trabajar él mismo,
con sus manos, en su arte u oficio.

Que de él dependan cinco o 10 personas no cambia su carácter de artesano, lo que de inmediato lo


distingue del industrial. Pero esta definición es también imprecisa, debido a que el artesano no
siempre trabaja personalmente, sino dirige el trabajo de un taller. Por tanto, la definición debería
buscarse en el modo de producción y de trabajo”.

Roberto Díaz Castillo, en su trabajo Cultura popular y clases sociales, esclarece estas ideas de la
manera siguiente: “Las artes populares son expresiones culturales de carácter plástico, dotadas de
atributos estéticos, cuyas raíces se hunden en el pasado y cuya actualidad se explica en virtud de la
función que cumplen dentro de la comunidad que las genera.

El arte popular es una actividad individual llevada a cabo en el seno de la familia, por lo general en
forma complementaria de las labores de subsistencia. El arte popular es un oficio manual, personal y
doméstico. Se aprende en casa sin más guía que el ejemplo de los mayores y se produce en aquellos
lugares en que es fácil el acceso a las fuentes de materias primas. Por la índole personal de su
elaboración, sus productos son cuantitativamente limitados, circunscritos al mercado local”.

Además, prosigue Díaz Castillo, “las artesanías populares, que también forman parte de la cultura
material, no siempre tienen atributos estéticos. Difieren de las artes populares en que se producen en
el taller colectivo, organizado jerárquicamente (maestros, oficiales, aprendices).

En donde la división del trabajo y la presencia del salario constituyen rasgos económico-sociales
característicos. En términos muy simples, la distinción entre artes y artesanías populares se funda en
que las primeras son una actividad individual y manual, mientras que las segundas implican división
del trabajo y uso de herramientas, por rudimentarias que estas sean”.
Por supuesto que este marco conceptual nos lleva de inmediato al análisis sociológico y antropológico,
lo que a su vez nos conduce a las teorías elaboradas por los expertos a lo largo del siglo pasado. “Es
aún vigente la luz que nos ofrecen el materialismo histórico-dialéctico y la antropología general, bajo
los cuales continuamos presentando un marco analítico y más amplio”, expone García Escobar en su
ponencia.

En primer término, define García Escobar, “he de decir que


desde los años setenta del siglo pasado hemos concebido en el
Centro de Estudios Folclóricos de la Universidad de San Carlos
de Guatemala a las culturas populares como una instancia
sociocultural que procede de y pertenece a los estratos
colectivos que en la sociedad guatemalteca corresponden a
aquellos desprovistos de la propiedad de los medios de
producción.

Que se encuentran en situaciones difíciles de desarrollo de sus


posibilidades económicas, educativas, sociales, políticas y culturales, no obstante ser quienes
producen por sus condiciones histórico-sociales, una cultura propia, de orden contestatario,
generalmente de resistencia, opuesta a aquella producida y perteneciente a los sectores acomodados
de esta misma sociedad”.

En un segundo término y, de acuerdo con la antropología pre-posmoderna, con el objeto de


comprender y aprehender el fenómeno cultural que significan las culturas populares como una
realidad total, concreta y objetiva en el marco de sus procesos de origen y desarrollo histórico-social,
económicos y políticos, las deslindamos en tres grandes aspectos que constituyen esta realidad.

Ciertos analistas extranjeros y nacionales indican que las artesanías –y con ellas también las culturas
populares tradicionales– están desapareciendo en Guatemala. Se trata de una sensación que se
percibe al fragor de las nuevas tendencias de la globalización económica y cultural que propende con
efectividad el neoliberalismo político internacional en todos los países del mundo.

Los medios de comunicación de masas internacionales y nacionales hacen eco perfecto de esta
mundialización del consumo cultural. Las ventajas que se obtienen de tal mundialización son
evidentes por cuanto todo ciudadano ya tiene la capacidad de enterarse de lo que culturalmente y en
muchos sentidos de la vida sucede todos los días en distintas esferas geográficas del planeta, aunque
la información aparezca permeada por los intereses tanto de sectores estatales y privados como de los
mismos medios informativos, asunto que el receptor común desconoce.

Lo dicho hasta aquí sirve como premisa para constatar que son precisamente estas circunstancias las
que conducen a los grupos de artesanos de tan distintas áreas geográficas a producir diseños
semejantes con el objeto lucrativo de vender más y mejor. Esto quiere decir que los gustos turísticos y
por lo tanto internacionales permean la producción artesanal en aras de satisfacer el consumo
nacional e internacional.
Al hablar de artesanías, García indica que “debemos referirnos a sus diseños especialmente. Si bien es
cierto que la tecnología contemporánea las está sustituyendo por enseres plásticos y maquinaria
industrial, los productos artesanales en sí aún son objeto de consumo doméstico en numerosas
regiones de la Tierra y por lo tanto no están desapareciendo del todo.

Lo que se está transformando como producto de la globalización económica y cultural son sus
diseños, por cuanto estos son objeto de imitación por muchos productores y comerciantes debido a
los gustos del mercado internacional del consumo. Y, al hablar de diseños, nos referimos propiamente
a la esencia cultural”.

También pulula en los distintos ambientes de la sociedad guatemalteca la percepción equivocada de


que las culturas populares tradicionales (los sectores dominantes todavía las reconocen como folclor)
también están desapareciendo. La observación detenida y experimentada nos hace afirmar lo falso de
tales percepciones.

Si bien es cierto que la globalización se ha entronizado plenamente, también es cierto que esto ha sido
hasta ahora en cuanto a las formas de las expresiones culturales, no así en lo esencial. De esta suerte,
las culturas populares se han transformado en dos vertientes: las culturas populares permeadas por la
modernidad y la globalización, y las culturas tradicionales que preservan sus esencias ancestrales en
un choque de fuerza desigual frente a la tecnología moderna contemporánea apabullante.

El arte popular circunscrito a las danzas y el teatro, la música


vernácula, el arte plástico, las artesanías y la oralidad literaria
adolecen de estos avatares, aunque se resisten por su
presencia tradicional y continúan conformando las
identidades culturales de cuño ancestral. Asunto que solo el
ojo clínico de los científicos sociales expertos en estas
materias logran detectar.

Esta nueva producción de arte popular se enmarca dentro de una producción globalizada en una
economía neoliberal que las ha convertido en industrias populares que responden al consumo turístico
masivo que abreva en México, Centro América y Panamá.

Los visitantes buscan productos artesanales que respondan a identidades locales, entendida esta
localidad en el marco de la región centroamericana, que en este sentido abarca una región territorial
que sobrepasa las cinco naciones del Istmo y se extiende hacia sus fronteras con México, Panamá y
Belice. En este sentido, los mercados artesanales centroamericanos se han especializado en ofrecer la
producción artesanal del área al globalizar los diseños correspondientes a cada nación.

Pero la mejor manera de comprender esta nueva dinámica de presentación es investigar y reconocer
los diseños auténticos tradicionales del arte popular, sin olvidar nunca la labor silenciosa, meritoria y
necesaria de sobrevivencia de sus productores más auténticos y tradicionales, los artistas y artesanos
populares, destaca García Escobar.

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