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Versión libre de
David Amitín y Mauricio Kartun,
VOLPONE
Versión libre de
David Amitín y Mauricio Kartun,
VOLPONE: ¡Oro, alma del mundo y mía! VOLPONE: ¿Y qué otra cosa puedo hacer
Entre todos mis tesoros escondidos eres sino halagar mi propio genio y disfrutar
como la llama que brilla en la noche... en libertad de los placeres que me per-
Como el día naciendo del caos, cuando mite mi fortuna. No tengo hijos, no ten-
las sombras se van al centro de la tierra. go padres, ni parientes a quienes legar
Hijo del sol, pero más resplandeciente mis posesiones.
VOLPONE: ¿Ya, tan temprano? Nanno, la MOSCA: El señor Voltore ha venido a verlo..
ropa... (Mosca obedece. Volpone comien-
za su metamorfosis.) Dile que me están VOLPONE: Se lo agradezco...
arreglando la cama y que espere en la
galería. (Sale Mosca.) Ya llegan los clien- MOSCA: Y le ha traído una bandeja de pla-
tes. El buitre, el milano, el cuervo... To- ta como presente.
das las aves de rapiña revolotean creyen-
do que pronto seré carroña. Pero todavía VOLPONE: Dile que venga con más frecuen-
no, mis amigos... Todavía no... (Vuelve cia...
Mosca.) ¿Y...?
VOLTORE: ¿Qué dice...?
MOSCA: Una bandeja de plata.
MOSCA: Le agradece con toda el alma, y
VOLPONE: ¿Tamaño? pide lo visite más a menudo.
MOSCA: Así lo dispuso esta mañana. To- VOLPONE: Cuidado con ese, Mosca. No nos
davía debe estar fresca la tinta del testa- vaya a arruinar la función.
mento.
MOSCA: Descuide señor. (A la bandeja.)
VOLTORE: Dios sea loado... (Volpone deja Quédate ahí y multiplícate. (La deja.) Y
caer la bandeja. Voltore se sobresalta) ahora recibamos a este espectro que con
¡Murió...! (Se descepciona) un pie en la tumba todavía tiene espe-
ranzas de saltar sobre la suya... A la
MOSCA: Señor... Le suplico que me tenga cama, y silencio.
en cuenta cuando llegue el momento...
Entra Corbaccio, con bastón. Lo acompa-
VOLTORE: Claro... Claro... ¿Y a qué debo ña su hijo Bonario.
mi buena suerte fiel Mosca...?
CORBACCIO: (A Bonario. Tironeando.)
MOSCA: Solo a sus méritos señor. Mi pa- ¡Basta...! ¡Fuera! (Se suelta.) ¡Moscardón!
trón admira a los abogados como a na-
die. Dice que son personas maravillosas... BONARIO: Padre, permaneceré aquí.
que pueden hablar con total convicción
de las cosas mas opuestas hasta quedar- CORBACCIO: ¡Qué te vayas he dicho...!
se roncos, y siempre dentro de la ley. Que
pueden recibir el oro tentador con una MOSCA: (A Bonario.) Respeto por el lecho
mano mientras levantan la otra como de un moribundo, señor...
para rechazarlo. Mi amo considera una
bendición tener como heredero un espí- BONARIO: Respeto el lecho si, pero no la
ritu tan paciente, tan sabio, de lengua casa. En el criado se ve al amo.
tan elocuente, que no mueve un dedo sin
cobrar sus honorarios, y que cada pala- MOSCA: Le ruego que se retire. A mi señor
bra que deja caer la cotiza como una le hacen daño los gritos.
moneda de oro. (Llaman.) ¿Quién llama-
rá? (Se asoma a la ventana. Castrone se CORBACCIO: Ya escuchaste.
dirige a la puerta principal) No conviene
que lo vean. Para que no digan... Señor BONARIO: Me quedaré aquí cuidándote en
Voltore, Cuando esté nadando plácida- silencio...
mente en oro recuerde a este humilde
vasallo que queda aquí guardando sus MOSCA: Mi amo está tan débil que tres
arcas. personas respirando le robaríamos el
poco aire que todavía puede tomar.
VOLTORE: Mosca... El sol de la fortuna
brillará también para ti. Toma este mo- BONARIO: Está bien. Pero no me separaré
desto adelanto. (Le da unas monedas.) de esta puerta. Si me necesitas no tienes
CORBACCIO: ¿Y como está tu patrón? MOSCA: (Haciendo sonar las monedas jun-
to al oído de Volpone.) Mi señor... escu-
MOSCA: No mejora che usted como redobla la bolsa del se-
ñor Corbaccio. (Volpone abre un ojo y
CORBACCIO: ¿Cómo que mejora? mueve una mano hacia la bolsa.)
MOSCA: Creí que el señor no la había co- MOSCA: Mi amo ya no entiende nada pero
nocido aun... es evidente que la perla le hace bien...
VOLPONE: No con la vista. Pero tanto has CORVINO: Le he traído también un diaman-
hablado de ella que ya tengo la sensación te...
de haber acariciado ese culo. A veces la
mente ve mas claro que los ojos, Mosca MOSCA: Lo mejor sería dárselo. Póngaselo
en la otra mano. El tacto es lo único que
MOSCA: Es verdad, señor... le ha quedado. Mire como los acaricia...
CORVINO: ¡Mi querido Mosca! (Lo abraza.) CORVINO: Bueno... Haz lo que quieras...
Yo ya me estaba yendo...
VOLPONE: Celia... Celia...
MOSCA: Si, mi señor. Mejor vaya. Es su
CORVINO: (Apartándose.) ¿Como sabe el presencia la que me lo impide...
nombre de mi mujer?
CORVINO: Preferiría que no se use la vio-
MOSCA: Lo ha dicho usted hace un ins- lencia...
tante.
MOSCA: (Acercándose.) ¿No señor? ¿Por-
CORVINO: ¿Pero no asegurabas que no oye qué? ¿Porqué tantos escrúpulos?
nada?
CORVINO: Bien... Lo dejo librado a tu dis-
MOSCA: Oye como en sueños... Sin com- creción. ¿Puedo recobrar mi perla y mi
prender. Fíjese... (Al oído de Volpone.) diamante?
¡Crápula! ¿Qué estás esperando para re-
ventar? ¿Que se te agregue también el MOSCA: ¿Porqué preocuparse por eso se-
chancro negro a todas tus otras ñor? ¿Acaso todo cuanto hay aquí no es
pudriciones? ¡Cuándo vas a cerrar de una suyo ya? ¿No estoy acaso yo para guar-
vez por todas esos repulsivos ojos de sapo darlo...?
que chorrean barro pestilente! Con con-
fianza señor Corvino... Acérquese y dí- CORVINO: ¡Leal Mosca! Eres mi amigo, mi
CORVINO: (Incómodo.) Mejor me voy. (Sale MOSCA: La maravilla, señor. El astro mas
presuroso.) resplandeciente de la ciudad. Una cria-
tura primaveral, pero de una belleza
MOSCA: Bien. Ya se fue. madura como el otoño. Unos labios sua-
ves que invitan a ser besados eterna-
VOLPONE: ¡Divino Mosca! Hoy has supe- mente. Y una carne que se funde en
rado todas tus actuaciones... (Llaman.) sangre con solo mirarla. (Farfallone
¡Quién ahora! ¡Basta! Que no me mo- ironiza.)
lesten más. Quiero descansar. Que ven-
gan Farfallone y Castrone. Quiero vino, VOLPONE: ¡Quiero conocerla ya!
música... Todo. (Sale Mosca.) Nanno, mi
bata... Veamos el botín de hoy. Una per- MOSCA: Imposible, señor, está tan guar-
la, un diamante... ajá... una bandeja de dada como su oro. El imbécil de Corvino
plata, monedas de oro... ¡Bravo! Bue- no le permite siquiera asomarse a la ven-
nos negocios. No tanto como los que tana, y una caterva de criados la vigila
hacen mis amigos los ediles... (Ríe.) maniáticamente .
¡Salvajes!, pero esto al menos es mas
tranquilo... (Vuelve a entrar Mosca.) VOLPONE: ¡Cómo sea...! Me muero por ver-
¿Quién es? la ya mismo...
MOSCA: Doña Luppa, que vuelve a recla- MOSCA: Pondría en riesgo todo lo hecho...
mar una vez más por su palabra empe-
ñada... VOLPONE: ¡Mosca, esta piedra de molino
que tengo aquí, se ha largado a rodar con
VOLPONE: ¡Qué el diablo la lleve, Mosca! mas estruendo que el río desbordado...!
¡Viuda por cuatro veces, y quiere ser mi ¿Quién la detendría ahora?
viuda por quinta!
MOSCA: Señor... Un curioso que lo reco-
MOSCA: Señor Volpone: en su esperanza nozca fuera de casa, y adiós negocio...
de matrimonio ya viene aportando mas
dote que para tres bodas juntas. (Entra VOLPONE: ¿Reconocerme? ¿Por qué...?
Nanno con la bata) Mosca... Creo que ha llegado la hora de
resucitar nuevamente al célebre Doctor
VOLPONE: Y sueña con recuperarlas ape- Scoto. ¡Sí señor...! ¡Aquí canallas...!
nas yo dé el último suspiro... La loba pre-
tende despellejar al zorro. Pero será el Farfallone sirve el champán. Música. Todo
zorro el que lo haga. Dile que vuelva mas el grupo se aleja hacia el fondo, llevados
tarde. por un carro escénico.
VOLPONE: Ah... Ya vienen mis cachorros. Viola está subida a la ventana. Celia, de-
Terminó la jornada. Quiero mimos. bajo, sosteniéndola. Entra un sirviente.
Castrone y Farfallone se sientan en el piso CELIA: (Al sirviente) Vete. (A Viola) ¿Qué
alfombrado junto a Volpone, casi en sus ves...? Cuéntame...
faldas. El los acaricia como a dos perri-
tos. Ellos lo muerden, juegan, intentan VIOLA: Ahí está el Doctor Scotto... ofrece
tocar las joyas; él les cachetea las ma- algo a los que lo rodean, pero no alcanzo
nos. Regresa Mosca. a ver qué.
CELIA: ¿Por que, extraña...? CORVINO: ¡¡Ojalá lo fuera, y ojalá todos los
hombres fueran mudos ciegos y paralíti-
VIOLA: Escandalosa. cos...!! Y si mis negocios no fueran de
mal en peor... Si heredara finalmente a
CELIA: ¿Si...? (Se miran. Viola le acaricia ese cerdo de Volpone te llevaría a un
el cabello). ¿Qué tengo? desierto africano...
VIOLA: Nada... (Le acomoda brevemente el CELIA: No veo para que te serviría ser rico
cabello.) allí.
CELIA: Mira a ver si ya se ha ido. CORVINO: Para vivir lejos de esta ciudad,
poblada de libertinos. Y ahora escucha
VIOLA: ¿Bonario? bien: Ya que tus narices tan sutiles no
encuentran placer en el perfume de nues-
CELIA: El criado de Volpone. tros aposentos, ya que necesitan el olor
de los transeúntes sudorosos, haré ta-
VIOLA: (Se sube a la ventana y mira.) Está piar esa ventana alcahueta. Te alojarás
allí. en la parte trasera de la casa y... (Lla-
man.) Que no te vean, bajo pena de tu
CELIA: Déjame ver. (Sube también.) vida. No me encolerices, puta, porque te
corto en rodajas diseco lo que me perte-
CORVINO: (Entra. Descubre. Grita desen- nece, y doy en público una conferencia
cajado. Acero en mano.) ¡¡Puuutaaas!! (A sobre tu cuerpo. ¡Fuera! (Sale Celia. Cor-
Viola que intenta una retirada hacia el vino espía por la ventana. Para sí.) ¡Mos-
MOSCA: Y bien, señor: con el elixir del doc- CORVINO: ¿Como...? ¿Pero como es posi-
tor Scoto, que lo visitó esta mañana. ble?
CORVINO: ¿Hay más aun? CORVINO: Ese... Ese... ¡¿Con que derecho?!
¿Lo ha visitado como yo...? ¿Le ha obse-
MOSCA: El Doctor Scoto ofreció a mi señor quiado como yo casi dos puñados de pie-
un tratamiento de curación completa. dras preciosas?
MOSCA: ¿Su esposa...? No sabría que acon- MOSCA: El señor Corvino sabe que busca
sejarle... Además es el doctor quien de- usted una... enfermera, por llamarla de
bería decidir entre las dos. algún modo, para el señor Volpone. Y
como él es mejor amigo del enfermo que
CORVINO: Celia es joven. Y hermosa... ¡Y el Senador Pécora, y su esposa Celia es
yo soy mucho más amigo de Volpone que la mujer más bella de la ciudad...
el senador Pécora!
VOLPONE: Comprendido. Una prueba de
MOSCA: (Disponiéndose a irse.) Lamenta- su honda amistad.
blemente yo en eso no puedo hacer
nada... La elección es cosa de Scoto. El CORVINO: Usted lo ha dicho.
es el médico.
VOLPONE: Mucho le agradecerá el señor
CORVINO: ¿Y estará en la plaza aun...? Volpone una ofrenda tan delicada... Na-
turalmente necesitaré... examinarla.
MOSCA: Si. Allí me espera... Como ya había hecho concebir algunas
esperanzas a la familia del senador...
CORVINO: Dile que venga.
CORVINO: Claro, claro... de inmediato...
MOSCA: ¿No se arrepentirá señor Corvino? Como usted disponga... (Sale hacia el
Le conviene pensarlo bien... interior de la casa.) Celia...
MOSCA: Qué desastre para todos, señor, CORVINO: Nunca consentiría los afeites.
si se decidiera por la hija del senador...
VOLPONE: Hace bien, señor Corvino. Tam-
CORVINO: Dios no lo permita... (Corre a poco yo soy amigo de los artificios... Máxi-
recibir a Volpone, disimulado tras la toga me en una dama tan joven... Tan joven...
de médico, birrete y barba.) Adelante...
Adelante ilustre doctor Scoto... Esta es CORVINO: ¿La encuentra quizá demasia-
su casa y yo su humilde servidor... do joven?
CORVINO: Los celos son un estado lamenta- DOÑA LUPPA: No aceptaré más excusas.
ble... infructuoso... ¿Acaso no sé que si las Lo prometido es deuda.
mujeres se proponen algo, lo hacen a pe-
sar de todos los guardianes del mundo...? MOSCA: Un momento...
CORVINO: ¿No has visto como no me im- MOSCA: (Volviéndose. Aparte.) Doña
portó que Mosca te devorara con esos ojos Luppa...
lascivos, ni que el doctor te tocase con
esas manos...? Estoy tan seguro de tí... VOLPONE: ¡Otra vez! ¡Dile que no puedo
Dame un beso. Y ahora ve, ponte tus recibirla, Mosca! Que... Que el médico me
mejores ropas. Las que te pones... para ha purgado...
mí. Y, vamos... cambia esa cara por tu
sonrisa más encantadora. MOSCA: Señora, mi amo no está visible...
Ni olible. La purga de hoy día ha sido
CELIA: Adonde me llevas señor. salvaje.
VOLPONE: Que lo digan sus cuatro mari- MOSCA: Señora, mi amo prefiere salir fue-
dos... ra de sus habitaciones.
DOÑA LUPPA: Precisamente señor. Sin mis DOÑA LUPPA: Es un suicida. Con el aire
cuidados y mis cataplasmas y mis bote- que corre por esos pasillos... Lo está
llas de agua caliente, se hubieran muer- matando, señor Volpone...
to mucho antes. (Trans.) Y hablando de
maridos, señor Volpone, es mi deber re- VOLPONE: ¡Mosca...! (Hace gestos deses-
cordarle su promesa. perados.)
VOLPONE: ¡Que no he olvidado, señora...! DOÑA LUPPA: Todo por no tener a su lado
¡Que no he olvidado!. Pero cómo pensar una mujer hacendosa y enamorada. (Lla-
en la buenaventura del matrimonio cuan- man) Llaman, Mosca... Si supiera las
do se está más cerca del cementerio que noches que he pasado en vela por usted.
de la iglesia. ¡Me derrumbo minuto a
minuto, señora! MOSCA: (Se asoma. A Volpone por lo bajo.)
Son ellos. (A Doña Luppa.) Señora, me-
DOÑA LUPPA: Precisamente. Qué mejor jor que vaya, mi amo necesita descan-
que una mujer experimentada que lo sar...
cuide noche y día. Que se sacrifique por
usted y le endulce el tiempo que le que- DOÑA LUPPA: Me iré en cuanto convenga-
da de vida. Los criados no sirven para mos lo nuestro. Y si no, apenas me de-
estos menesteres. Lo que aquí hace falta vuelva la dote que puntualmente he apor-
es una esposa abnegada y tierna. ¿A que tado
tiene usted los pies convertidos en tém-
panos? ¡Como si lo viera! MOSCA: Es que, señora...
MOSCA: No señora... Mi amo es pudoroso DOÑA LUPPA: Medite, señor, todo lo que
como una novicia... Se moriría de ver- quiera. Yo esperaré aquí.
Volpone tira del cabello de Celia y le arran- BONARIO: Ultraje contra una dama.
ca su peluca. El se saca a su vez la suya.
Se arroja sobre ella. La fuerza. Se abre la GUARDIA: (Por Doña Luppa.) ¿Contra esta?
puerta y entra precipitadamente Bonario,
espada en mano. Celia arranca rápida- BONARIO: Más quisiera ella. Contra la se-
mente su peluca de manos de Volpone y ñora. (Señala a Celia.)
se la coloca.
GUARDIA: ¿Donde está el criminal?
BONARIO: ¡Quítale las manos de encima,
cerdo libidinoso! ¡Suéltela o te mato aquí DOÑA LUPPA: (Señalando a Bonario.) Allí
mismo, viejo alacrán! ¡A la horca! ¡A la lo tiene. Ha querido asesinar al señor
horca con tus huesos, para que sirva de Volpone. Yo misma lo he visto. Y esa
escarmiento! (Por la ventana.) ¡Guar- mujer debe ser su cómplice.
dias...! ¡Guardias aquí! Un miserable aca-
ba de ultrajar a una dama! ¡Pronto aquí! BONARIO: ¡Pero que dice!
GUARDIA: ¡Señor Capitán no permitiré que MOSCA: (Al guardia) Ya ve que son solo
desacate mi autoridad! controversias familiares en las que nada
tiene que hacer la ley.
DOÑA LUPPA: Ya ve como hasta con usted
abusa de sus galones. GUARDIA: No comprendo una sola pala-
bra. Pero mientras el Capitán mantenga
Entra Corvino. Mosca, por señas, le da a su denuncia...
entender que se haga el desentendido.
BONARIO: La mantengo. Ahora con doble
CORVINO: ¡Celia! ¡Celia! ¿Qué es esto? motivo, vista la generosidad de mi pa-
dre...
MOSCA: Ahí tiene al marido.
GUARDIA: Entonces vamos todos a la jus-
GUARDIA: No comprendo... No compren- ticia. Para que los venerables magistra-
do... dos que suelen tener más luces que yo
desenreden esta madeja. ¡En marcha!
CORVINO: ¿Qué hacías aquí, Celia? ¿Y qué
hace aquí el Capitán CELIA: Ahórreme ese oprobio, señor...
Bonario? ¿Como los encuentro juntos? GUARDIA: Lo siento, señora, pero usted
justamente es el cuerpo del delito.
CELIA: Señor...
CORVINO: (En voz baja, a Celia.) No hu-
BONARIO: Yo señor Corvino... bieras gritado, estúpida...
GUARDIA: ¡Nadie se mueva! Vayamos por BONARIO: (Al guardia.) Oficial. No olvide
orden, a ver si entiendo. al delincuente...
CORBACCIO: ¡Hijo sin entrañas! DOÑA LUPPA: Voy al hospital por una ca-
milla...
DOÑA LUPPA: ¿Es su hijo? ¡Parricida! Ha
querido asesinar también a su padre. CORBACCIO: ¿Y yo que tengo que hacer
en el tribunal?
GUARDIA: ¿Son padre e hijo? Cada vez
comprendo menos... GUARDIA: De testigo, señor.
MOSCA: Es necesario representar esta co- VOLTORE: ¡Hay que evitarlo! ¡Cómo sea!
media mejor que nunca... La ciudad se deshonraría para siempre.
MOSCA: ¿A que se refiere, señor? CORVINO: Lo único que temo es que por el
hecho de defender la causa quiera con-
VOLPONE: Averigua sobre la familia de los vertirse en coheredero...
jueces. A uno le llevas este collar de per-
las, al otro este rubí. Un humilde obse- MOSCA: Despreocúpese. Lo único que ha-
quio para sus esposas o hijas, lo mismo remos es aprovechar su lengua.
da.
CORVINO: ¿Y cuando el juicio termine?
VOLPONE: ¿Sabes algo del Presidente del
Tribunal? MOSCA: Lo pensaremos. Podríamos ven-
derlo como loro... (A Corbaccio. Aparte.)
MOSCA: Siendo juez, será como los demás. Señor, sólo usted disfrutará de toda la
cosecha. Estos no saben para quien es-
VOLPONE: Pero más caro. A él, luego de tán trabajando.
obsequiarle este diamante le anuncias
confidencialmente que, además, tu se- CORBACCIO: Si, cállate...
ñor piensa dejar su fortuna al tribunal
de Venecia para reforzar de ese modo su MOSCA: (A Corvino) Solo usted será el he-
inflexible independencia. redero y yo su humilde siervo... (A
Voltore) Señor: que Mercurio inspire su
MOSCA: Muy astuto, señor. (Llaman.) La lengua atronadora...
camilla...
VOLTORE: Ahí vienen, aléjate.
VOLPONE: Encomendémonos a Dios, que
en algún lado habrá un cielo también Entran Juez 1º, Juez 2º, el Presidente del
para nosotros. Quedo en tus manos. Que Tribunal, Celia y Bonario.
entren.
PRESIDENTE: ¿Están presentes todos los
ACTO CUARTO citados?
Voltore, Corbaccio, Corvino, Mosca, y dos MOSCA: Con permiso de su señoría, aquí
guardias. está su abogado. El señor Volpone está
tan delicado...
MOSCA: Bien. Ahora ya saben como ac-
tuar en este asunto. Lo importante para PRESIDENTE: (A Juez 2º) ¿Y quién es este?
salir del paso es la firmeza. (A Voltore.)
¿Recuerda todo tal cual ha sido...? BONARIO: Su parásito. Su alcahuete. So-
licito al tribunal que se obligue a compa-
VOLTORE: Tal cual tú lo acabas de relatar. recer al impostor.
Y lo que no, por supuesto, irá de mi co-
secha. ¿Para que soy abogado sino? (A VOLTORE: Doy fe que no le es posible le-
los demás.) ¿Existe alguna duda? ¿Cada vantarse del lecho.
uno sabe lo que debe declarar?
PRESIDENTE: Con el debido cuidado, que
CORVINO: Si, si. se lo traslade hasta aquí.
VOLTORE: (Grita) ¡No desdecirse, ni retro- PRESIDENTE: Puede hablar con absoluta
ceder! libertad.
BONARIO: ¡Que grosera mentira...! Seño- VOLTORE: ¡Adelante entonces ...! Solicite
res jueces... usted señor verdugo que se le apliquen
hierros candentes. Nunca sus sufrimien-
PRESIDENTE: Silencio. Ya hemos escucha- tos serán tantos cómo adulterios ha co-
do su denuncia. Los acusados también metido esa perra. ¿Existe en esta cons-
tienen derecho a hacer oír su voz. piración el menor matiz de verdad? Has-
ta para la nariz más taponada: ¿No hue-
JUEZ 2º: Empiezo a sospechar que en toda le esto a la más rancia calumnia? Todos
esta acusación se esconde una impostu- y cada uno de los testimonios así lo han
ra. probado. Y en cuanto a ellos, déjenme
decir: Las personas viciosas, cuando son
JUEZ 1º: Esa mujer muestra demasiada dadas al placer carnal, nunca se hartan
astucia. de cometer actos impíos. He dicho.
VOLTORE: Me parece muy bien... ¿Donde CORBACCIO: (Para sí) ¿Que están hacien-
está el testamento? Puedo leerlo entre- do todos estos aquí?
tanto.
CELIA: ¿Donde está el cadáver?
MOSCA: Telas, gobelinos de oro...
CORVINO: (A Mosca, por lo bajo) Mosca,
Entra Corbaccio dame el testamento así puedo enseñár-
selo a todos estos y echarlos de aquí.
CORBACCIO: ¿Reventó, eh, Mosca? Ya era
hora. MOSCA: Dos bargueños, uno de ébano, y
otro... (Le arroja displicente el testamen-
VOLTORE: (Para sí) ¿A qué vendrá esta to.)
momia?
CORBACCIO: ¿Este es el testamento?
MOSCA: Ocho piezas de terciopelo...
Corvino y Voltore se arrojan para recoger
CORBACCIO: ¿No me oyes?. ¿Donde estás? el testamento, antes que lo alcance Cor-
baccio. Forcejeo. Volpone en el fondo, se
MOSCA: ...Ocho docenas de sábanas... pone de pie. Mosca los mira.
Entra Corvino con Celia, quien queda apar- VOLTORE: ¡El heredero es Mosca!
tada.
Mosca se sorprende. Todos lo miran. Voltore
CORVINO: ¡Já, ha llegado nuestra hora, deja caer el papel.
Mosca!
MOSCA: Bueno... si...
Percibe a los demás, se interrumpe. Mosca
y Voltore miran sorprendidos a Celia. CORBACCIO: (Sordo) ¿A ver que dice...?
También Volpone, atrás, se levanta. (Recoje el papel)
MOSCA: Cuatro baúles de ropa blanca... VOLTORE: ¡Esta es una burla sangrienta!
CORVINO: Mosca, permíteme una palab... CORVINO: No puedo negarlo. Claro que...
MOSCA: ¡He dicho que se retire! ¿Para qué VOLTORE: Entonces la tentativa de viola-
se queda aquí? ¿Quiere que cuente como ción existió.
vino a ofrecerle a Celia a mi patrón...? Es
usted un asno. Se declaró cornudo en el CORVINO: Sin duda.
tribunal ¡Cornudo virtual por decisión
propia! ¡Vaya a su casa, húndase en la VOLTORE: ¡Ah, viejo crápula! ¿Y para eso
melancolía o la locura! conmoví a los jueces con mi elocuencia
haciéndoles creer que no podía ni mover
Celia intenta retirarse. Corvino la retiene. un dedo?
CORVINO: Esto no va a quedar así. No nos (Volpone ríe detrás. Castrone y Farfallone
iremos. festejan). ¡Esto no quedará así! ¡Los dos
me la pagarán!
VOLTORE: (Para sí) ¿No estará engañando
a todos estos por mí? CORVINO: ¿Se puede hacer algo?
CORBACCIO: (Cae al fin) ¡Mosca el here- VOLTORE: Pedir la revisión del proceso.
dero! ¡He sido engañado, embaucado por
un esclavo parásito! ¡Rufián...! ¡Me has DOÑA LUPPA: ¡Eso es!
estafado!
MOSCA: ¿Contra un muerto? (Ríe)
MOSCA: Si señor. Y cierra el pico... O no es
usted el repulsivo, el codicioso, desgra- VOLTORE: ¡Silencio, parásito! Se ha con-
ciado de tres patas, que estaba dispues- denado injustamente al señor Bonario y
to a contratarme para que envenenara a puesto en duda el honor de una dama.
mi amo? Váyase. Fuera de mi casa. Hay que revisar el proceso para ofrecer-
Púdrase y muérase. Si llegas a graznar les la debida reparación. Al mismo tiem-
una sílaba, todo saldrá a la luz. ¡Fuera...! po se probará la culpabilidad de Volpone,
y como ya no vive y desgraciadamente
Volpone aplaude desde atrás. Corbaccio no es posible, enviarlo a la cárcel, se lo
queda anonadado. Mosca le arranca el condenará por daños y perjuicios y pa-
testamento y se lo guarda. gará las costas. Para ello habrá que anu-
lar el testamento, con el objeto de pagar
VOLTORE: (Acercándose) Mi fiel Mosca, a los damnificados, a su hijo, señor Cor-
compruebo tu lealtad. baccio, y a su esposa señor Corvino.
MOSCA: ¿Quién es usted, señor? ¡Ah, si, per- DOÑA LUPPA: Y yo podré recuperar mi dote...
dón! Le aseguro de buena fe que me apena
muchísimo que mi buena suerte haya des- CELIA: No necesito dinero.
JUEZ 1º: Buenas noches... JUEZ 1º: (Tomando del brazo a Mosca y
apartándose con él) Sería un honor reci-
MOSCA: Bienvenidos, señores. birlo en mi casa. Casualmente tengo una
hija...
JUEZ 1º: ¿Es cierta la dolorosa noticia?
JUEZ 2º: Señor Mosca: el testamento es
MOSCA: Desgraciadamente sí. Adelante. válido. (En voz deliberadamente alta) Es
usted dueño de toda la fortuna del señor
Mosca hace pasar a los jueces y busca un Volpone. Nosotros nos encargaremos de
aparte con ellos. Voltore se acerca. legalizarlo e inscribirlo en el registro.
(Murmullos en el grupo)
VOLTORE: ¡Qué curioso señores magistra-
dos, encontrarnos en este lugar! VOLPONE: (Poniéndose de pié) ¡¡Mosca...!!
JUEZ 2º: Hemos venido a conocer los por- VOLTORE: ¿Qué ha sido eso?
menores de la muerte del señor Volpone.
Permítanos un momento. DOÑA LUPPA: Alguien gritó...
Se aparta con Mosca y Juez 1º. Voltore re- CELIA: Es la voz de Volpone.
gresa al grupo constituido por Corbac-
cio, Corvino, y Doña Luppa, quienes tra- MOSCA: ¿Pero qué dice? Su cadáver esta-
tan de oír lo que hablan Mosca y los jue- ba tan podrido que tuve que tapar el
ces. Celia permanece apartada. ataúd.
JUEZ 1º: Pobre señor Volpone... El disgus- Volpone se incorpora. Hace una indicación
to de la calumnia ha debido precipitar a sus criados y se retira. Voltore y Corvi-
su muerte. no se asoman por alguna de las puertas.
MOSCA: Así es... Todo llega. Pero, en fin... JUEZ 2º: ¿Hay constancia legal de la de-
función?
JUEZ 2º: Señor Mosca, hoy manifestó us-
ted en el tribunal antes del juicio, algu- MOSCA: Este certificado del doctor Scoto,
nas consideraciones que nos gustaría que estuvo aquí asistiéndolo en sus últi-
precisar... mos momentos...
MOSCA: Cumpliré lo prometido, señores. JUEZ 2º: Es suficiente. Con esto Volpone
Soy yo quién ha heredado toda su fortu- es legalmente un muerto.
na. Así consta en el testamento.
Voltore azuzado por los demás, se acerca a
JUEZ 2º: ¿Lo impugna alguien? los jueces y a Mosca. Entran Farfallone
y Castrone.
MOSCA: No faltan envidiosos, claro. Ya ven
que no estamos solos... Cuento, natu- VOLTORE: Señores magistrados, una pa-
ralmente, con el apoyo de la ley... labra.
JUEZ 1º: Desde ya cuente con nosotros, JUEZ 1º: Si señor Voltore.
señor Mosca.
VOLTORE: Un grave error se ha cometido
JUEZ 2º: ¿Tiene el testamento? esta mañana en la sesión del tribunal.
JUEZ 2º: Veamos si está en regla. (Lo lee) VOLTORE: El señor Bonario y la señora
CORVINO: Lo juro señor juez. Yo mismo la CORVINO: ¡Puta del demonio...! ¡Miente! ¡La
traje a esta casa y oí sus voces de soco- voy a desollar!
rro.
Corvino se abalanza sobre Celia, esta es-
JUEZ 2º: ¿Y porqué no lo declaró en el tri- capa. Los demás intentan contener a
bunal? Corvino. Los jueces comentan entre ellos.
Voltore no comprende, comenta con Doña
MOSCA: Porque esperaba heredar al señor Luppa y Corbaccio. Mosca se acerca a
Volpone. Volpone.
Tumulto. Corvino quiere abalanzarse con- VOLPONE: (En la puerta) ¿Qué estás tra-
tra Mosca. Voltore lo retiene. mando? Diles que estoy vivo y que ha
sido todo un invento tuyo.
CORVINO: ¡Mientes, canalla! No lo dije...
No lo dije... Porque... (A Voltore, en voz MOSCA: Estás muerto señor. No te conoz-
baja) ¿Qué tengo que decir, señor Voltore? co.
JUEZ 1º: ¿Y cómo prueba eso? JUEZ 1º: Será inútil, señor Voltore. No se
obstine. No hay otro hecho nuevo que la
VOLTORE: (Señalando a Celia) Ahí está la muerte del señor Volpone, y este suceso,
víctima. Pregúntele a ella. (A Corvino, por lejos de debilitar, fortalece aun más la
lo bajo) Hay que obligarla a confesar. sentencia.
MOSCA: Dame la mitad de todo. JUEZ 2º: Aquí consta legalmente su defun-
ción.
VOLPONE: ¿Tu...? ¿Mi lacayo?
VOLPONE: ¡Legalmente! (Ríe) ¿Y en la rea-
MOSCA: Si no, nos hundiremos todos. lidad no existo? (Pausa. Al grupo de sus
herederos.) Señores: ¿Consentirán en
VOLPONE: ¡Jamás! que yo no exista, y que el desleal Mosca
se lleve mi fortuna, y la de ustedes?
MOSCA: Entonces púdrete. (Le cierra la puer-
ta. Se acerca al grupo.) Señores jueces, un CORVINO: ¡No...!
momento por favor. (Los jueces se acer-
can, los demás observan) ¿Legalizado el DOÑA LUPPA: ¡Jamás!
testamento, nadie podrá impugnarlo?
VOLTORE: ¡De ningún modo! ¡Atestigua-
JUEZ 1º: Nadie. remos que usted está más vivo que to-
dos nosotros juntos!
MOSCA: ¿Ni el propio señor Volpone?
VOLPONE: ¡Adiós a tus ilusiones, Mosca, y
JUEZ 2º: ¿Volpone? a las de ustedes, insobornables!
MOSCA: Digamos... Si por algún milagro JUEZ 2º: Y usted puede decir adiós a su
volviese a la vida... libertad. Por violador y por falsario. Pre-
párese para la cárcel.
JUEZ 2º: No hay tales milagros...
VOLPONE: ¡Adonde ustedes me acompa-
JUEZ 1º: Quédese tranquilo, señor Mosca, ñaran por haberse aceptado mis regalos,
nadie podrá disputarle esta herencia. y las promesas de este ladrón!.
(Aparte) Y recuerde, ¿eh...?
Tumulto. Varios hablan al mismo tiempo.
MOSCA: Claro, si... Bien, los acompaño a
llevar el testamento al tribunal. (Al res- MOSCA: (Aparte a Volpone) Señor, es me-
to) Les ruego que se retiren. Debo ocu- jor resignar parte de su fortuna pasando
parme también de las exequias del se- por muerto, a perderlo todo.
ñor Volpone...
VOLPONE: Si la ruina cae sobre mi, la vas
VOLPONE: (Apareciendo) ¡No tan rápido, a compartir te lo seguro.
rufián!
VOLTORE: Señor Volpone, si anula usted
Estupor general. ese testamento yo renunciaré a pedir la
CORVINO: ¡Como...!