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VOLPONE

Versión libre de
David Amitín y Mauricio Kartun,

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 1


Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16

VOLPONE
Versión libre de
David Amitín y Mauricio Kartun,

Basada en Volpone o el zorro, de aun que tu padre. Déjame que te bese.


Ben Jonson ¿Qué dicha comparable a la de poseerte?.
¿La de tener hijos, padres, amigos; la de
Volpone fue estrenada en la Sala Martín soñar las quimeras mas deliciosas?. Nin-
Coronado del Teatro San Martin, de Bue- guna. Riqueza, diosa muda que vuelves
nos Aires en la temporada 1995, con Pepe elocuente al hombre... Nada puedes ha-
Soriano -luego Juan Carlos Gené- en el cer por ti misma, pero obligas a la hu-
papel de Volpone, y Alberto Segado en el manidad a hacerlo todo. Quien sea tu
papel de Mosca, y la dirección de David dueño será noble, valiente, y hasta hon-
Amitín. rado...

PERSONAJES MOSCA: Y todo lo que quiera, señor. Que


mas vale ser rico de cuna, que sabio de
Volpone, Caballero Veneciano nacimiento.
Mosca, su criado
Voltore, abogado VOLPONE: Cierto mi querido Mosca. Pero
Corbaccio, viejo prestamista hay algo mas precioso que la tranquila
Corvino, comerciante posesión del oro...: ¡La astuta manera de
Bonario, hijo de Corbaccio adquirirlo...! ¡El juego más que la ganan-
Doña Luppa, viuda cia! Y yo no lo gano de una manera vul-
Celia, esposa de Corvino gar: No me dedico al comercio, ni a la
Viola, su criada usura, no cultivo la tierra...
Farfallone, Castrone, Nanno, criados de
Volpone MOSCA: Ni es usted como el campesino que
Presidente del Tribunal guarda sus graneros rebosantes y, aun-
Juez 1º que tenga hambre, no toca un solo gra-
Juez 2º no y se alimenta solo con hierbas amar-
Guardia I gas. Usted sabe como disponer de la ri-
Guardia II queza... Y por eso mismo de este tesoro
le dará algo a este humilde aprendiz...
ACTO PRIMERO
VOLPONE: (Le entrega moneda.) Llama a
La acción, en el siglo XVIII. mis cachorros. Quiero saber que están
tramando.
Casa de Volpone. Volpone y Mosca. Un arca
con joyas y monedas de oro. MOSCA: (Saliendo) ¡Castrone! ¡Farfallone!

VOLPONE: ¡Oro, alma del mundo y mía! VOLPONE: ¿Y qué otra cosa puedo hacer
Entre todos mis tesoros escondidos eres sino halagar mi propio genio y disfrutar
como la llama que brilla en la noche... en libertad de los placeres que me per-
Como el día naciendo del caos, cuando mite mi fortuna. No tengo hijos, no ten-
las sombras se van al centro de la tierra. go padres, ni parientes a quienes legar
Hijo del sol, pero más resplandeciente mis posesiones.

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Llaman. Se asoman Mosca, Castrone y siempre el primero en visitarlo. (Aparte,
Nanno confidencial.) Y primero en su gratitud,
claro. Me consta que ya es usted su he-
VOLPONE: ¿Quién es? redero... (A Volpone.) ¡Patrón...! ¡Señor...!

MOSCA: El abogado Voltore... VOLPONE: (Débilmente.) ¿Que hay...?

VOLPONE: ¿Ya, tan temprano? Nanno, la MOSCA: El señor Voltore ha venido a verlo..
ropa... (Mosca obedece. Volpone comien-
za su metamorfosis.) Dile que me están VOLPONE: Se lo agradezco...
arreglando la cama y que espere en la
galería. (Sale Mosca.) Ya llegan los clien- MOSCA: Y le ha traído una bandeja de pla-
tes. El buitre, el milano, el cuervo... To- ta como presente.
das las aves de rapiña revolotean creyen-
do que pronto seré carroña. Pero todavía VOLPONE: Dile que venga con más frecuen-
no, mis amigos... Todavía no... (Vuelve cia...
Mosca.) ¿Y...?
VOLTORE: ¿Qué dice...?
MOSCA: Una bandeja de plata.
MOSCA: Le agradece con toda el alma, y
VOLPONE: ¿Tamaño? pide lo visite más a menudo.

MOSCA: Grande. Maciza, antigua, y con las VOLPONE: Mosca...


armas del señor grabadas.
MOSCA: Señor...
VOLPONE: ¿Mis armas...? Un zorro tendi-
do al sol... burlándose de un buitre abom- VOLPONE: ¿Donde está? Que se acerque.
bado ¿Eh Mosca...? (Ríe.) ¿De qué te ríes Deseo tocar su mano.
canalla?
MOSCA: Aquí está señor, con la bandeja...
MOSCA: De lo que estará pensando ahí
fuera el abogado Voltore. «Este será mi VOLTORE: ¿Como se encuentra señor
último regalo», pensará. Y soñará qué si Volpone...?
usted muere hoy, y todo se lo deja a él, a
partir de mañana, le reverenciará toda VOLPONE: Regular señor Voltore... ¿Don-
Venecia, y en este mundo no habrá para de está la bandeja? Mis ojos no ven ya
él nada imposible. nada... Esto se termina...

VOLPONE: Nada, salvo volverse inteligente. VOLTORE: (Dándole la bandeja.) Me entris-


tece verlo tan débil.
MOSCA: Señor, con ser rico suele bastar.
Póngale a un burro una buena peluca y VOLPONE: (Palpando la bandeja.) Cuanta
pasará por un gran catedrático. generosidad, señor Voltore.

VOLPONE: Mi pelo... Mi pelo, Mosca... VOLTORE: Ah... Ojalá el cielo me permitie-


(Mosca le arregla el pelo) ¡La máscara de ra devolverle la salud junto con esa ban-
la agonía...! Que entre. Quiero ver mi deja.
nuevo obsequio. (Sale Mosca. Revisa a
su alrededor.) Purgantes... emolientes... VOLPONE: Usted da lo que puede... Gra-
supositorios... febrífugos... Muy bien. Y cias. Le suplico que venga mas seguido.
ahora: tisis, gota, apoplejía y catarros Sabré corresponderle señor Voltore...
vengan en mi ayuda. (Tose. Entra Mosca
acompañado de Voltore que trae su ban- MOSCA: (A Voltore.) ¿Escuchó señor...?
deja. Volpone vuelve a toser.) Dice que sabrá corresponderle. Mis pa-
rabienes señor Voltore. Confirma lo que
MOSCA: Adelante señor Voltore, adelante. antes le dije: usted será su heredero.
¡Como le agradecerá su visita mi señor!
¡El ilustre abogado! Créame que nada VOLTORE: ¿Estás seguro Mosca...
conmueve tanto a mi amo como estas
atenciones de un hombre tan insigne... VOLPONE: Esto se acaba... (Tose.) Me acer-
tan ocupado como su señoría y que es co al último puerto... (Tose.) Por fin...

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MOSCA: (Alejándose.) Dejémoslo señor MOSCA: ¡Gracias señor! Cuando disponga
Voltore. Ya ve usted que la conversación le llevaré el inventario y copia del testa-
lo mata. mento. Ya vienen. Ponga un aire de indi-
ferencia profesional por si alguien lo ve
VOLTORE: Precisamente por eso era tan salir. (Sale Voltore.)
agradable...
VOLPONE: ¡Admirable Mosca! ¡Déjame que
MOSCA: No se impaciente mi señor... Ya le te abrace!
matarán esas cien enfermedades que lo
tienen cercado. MOSCA: Quieto señor, ya llega Corbaccio.

VOLTORE: Pero... Mosca... ¿Estás seguro VOLPONE: ¿Corbaccio? Guarda entonces


de que soy su heredero? la bandeja. Que lo que ha dejado el bui-
tre no vaya a verlo el cuervo.
MOSCA: Tan seguro cómo de que él no vive
cien años. MOSCA: Que no viene solo esta vez.

VOLTORE: ¡No lo quiera Dios...! (Disimu- VOLPONE: ¿Acompañado?


la.) Con tantos achaques... Pero, ¿here-
dero único? MOSCA: Con su hijo, el Capitán Bonario...

MOSCA: Así lo dispuso esta mañana. To- VOLPONE: Cuidado con ese, Mosca. No nos
davía debe estar fresca la tinta del testa- vaya a arruinar la función.
mento.
MOSCA: Descuide señor. (A la bandeja.)
VOLTORE: Dios sea loado... (Volpone deja Quédate ahí y multiplícate. (La deja.) Y
caer la bandeja. Voltore se sobresalta) ahora recibamos a este espectro que con
¡Murió...! (Se descepciona) un pie en la tumba todavía tiene espe-
ranzas de saltar sobre la suya... A la
MOSCA: Señor... Le suplico que me tenga cama, y silencio.
en cuenta cuando llegue el momento...
Entra Corbaccio, con bastón. Lo acompa-
VOLTORE: Claro... Claro... ¿Y a qué debo ña su hijo Bonario.
mi buena suerte fiel Mosca...?
CORBACCIO: (A Bonario. Tironeando.)
MOSCA: Solo a sus méritos señor. Mi pa- ¡Basta...! ¡Fuera! (Se suelta.) ¡Moscardón!
trón admira a los abogados como a na-
die. Dice que son personas maravillosas... BONARIO: Padre, permaneceré aquí.
que pueden hablar con total convicción
de las cosas mas opuestas hasta quedar- CORBACCIO: ¡Qué te vayas he dicho...!
se roncos, y siempre dentro de la ley. Que
pueden recibir el oro tentador con una MOSCA: (A Bonario.) Respeto por el lecho
mano mientras levantan la otra como de un moribundo, señor...
para rechazarlo. Mi amo considera una
bendición tener como heredero un espí- BONARIO: Respeto el lecho si, pero no la
ritu tan paciente, tan sabio, de lengua casa. En el criado se ve al amo.
tan elocuente, que no mueve un dedo sin
cobrar sus honorarios, y que cada pala- MOSCA: Le ruego que se retire. A mi señor
bra que deja caer la cotiza como una le hacen daño los gritos.
moneda de oro. (Llaman.) ¿Quién llama-
rá? (Se asoma a la ventana. Castrone se CORBACCIO: Ya escuchaste.
dirige a la puerta principal) No conviene
que lo vean. Para que no digan... Señor BONARIO: Me quedaré aquí cuidándote en
Voltore, Cuando esté nadando plácida- silencio...
mente en oro recuerde a este humilde
vasallo que queda aquí guardando sus MOSCA: Mi amo está tan débil que tres
arcas. personas respirando le robaríamos el
poco aire que todavía puede tomar.
VOLTORE: Mosca... El sol de la fortuna
brillará también para ti. Toma este mo- BONARIO: Está bien. Pero no me separaré
desto adelanto. (Le da unas monedas.) de esta puerta. Si me necesitas no tienes

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más que llamar. (Sale.) su letargo.

CORBACCIO: Hay que disculparlo Mosca. CORBACCIO: ¿Un sonido...?


Tanto he deseado un hijo sensato para
que me proteja en mi vejez... ¡Y Dios me MOSCA: ¡Si, un sonido! Permítame su bol-
paga con este estúpido de Bonario!. sa por un momento.

BONARIO: (Irrumpe creyéndose llamado.) CORBACCIO: ¿Mi bolsa...? (Dándosela des-


¿Sí padre...? (Da cuenta de la situación.) pués de vacilar.) Pero como prueba ¿eh?
Perdón. (Sale.) Solo como prueba.

CORBACCIO: ¿Y como está tu patrón? MOSCA: (Haciendo sonar las monedas jun-
to al oído de Volpone.) Mi señor... escu-
MOSCA: No mejora che usted como redobla la bolsa del se-
ñor Corbaccio. (Volpone abre un ojo y
CORBACCIO: ¿Cómo que mejora? mueve una mano hacia la bolsa.)

MOSCA: (Gritándole.) Al contrario. Que está CORBACCIO: Un momento... A ver si cree


peor. que se la regalo... Ya es mucho lo que me
debe... (Le quita la bolsa. Volpone recae
CORBACCIO: Eso es mejor. ¿Donde está...? en estado letárgico.)

MOSCA: Se acaba de dormir. MOSCA: ¡Señor Corbaccio...! ¿Y qué impor-


tancia tiene lo que mi amo le deba, para
CORBACCIO: ¿Y cómo va su apoplejía? quién va a ser el único heredero de su
inmensa fortuna?
MOSCA: Violentísima. Ya no habla. Y tiene
los ojos desencajados, supura por las CORBACCIO: ¿Cómo?
orejas, por la nariz, por los ojos...
MOSCA: Una bolsa... Diez bolsas... ¡Tonte-
CORBACCIO: (Interrumpe.) Magnífico... rías comparadas a la recompensa! ¡No es
Excelente... Seguro que se muere antes una bolsa lo que hace falta aquí, no!. Lo
que yo. Esto me rejuvenece veinte años... que aquí se impone es una prueba os-
Pero... ¿Estás seguro Mosca? tensible de generosidad! Solo eso hace
falta. Ya que ha de morir antes que us-
MOSCA: Compruébelo usted mismo señor ted porqué no nombrarlo -por ejemplo-
Corbaccio... Dígame si no es ya tres cuar- su heredero testamentario... Natural-
tas partes de cadáver. mente tendría usted que desheredar a su
hijo...
CORBACCIO: (Lo palpa. Le levanta un pár-
pado.) Todavía le falta un poco. Apenas. CORBACCIO: ¡¿A Bonario...?!
Soy muy entendido en agonizantes. A
tantos he visto morir. Que alegría, en el BONARIO: (Irrumpe nuevamente. La mano
fondo, ver que alguien parte, y uno se a punto de desenvainar el acero.) ¡¿Pa-
queda. ¿No...? (Ríe.) Mosca... ¿Y nuestro dre...?! (Da cuenta de su error.)
testamento?
CORBACCIO: ¿Aquí otra vez...? ¡Deja de
MOSCA: No ha testado todavía. zumbar a mi alrededor. ¿O crees que soy
esa señora Celia, que te tiene tan embo-
CORBACCIO: ¡¿Todavía?! ¡Pero si se está bado...?
muriendo! ¡Señor Volpone...! ¡Señor
Volpone...! No está bien que se muera BONARIO: Padre no le permito...
usted antes que este pobre viejo...
CORBACCIO: ¿Mito? ¡Ningún mito! ¡Toda
MOSCA: Las palabras le entran por un oído la ciudad lo comenta! ¡Y ahora fuera!
y le salen por otro. Solo un sonido sería, (Sale Bonario. Busca a Mosca.) Mosca...
tal vez... ¿Me decías...?

CORBACCIO: ¿Eh...? MOSCA: Desheredarlo... Por unos días so-


lamente. Tal vez por unas horas. (Mira
MOSCA: Un sonido... capaz de sacarlo de hacia la puerta. Mas bajo.) De ese modo

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Bonario será también diez veces mas rico. CORBACCIO: (La mano en la oreja.) No le
oigo... No le oigo...
CORBACCIO: ¿Cómo? ¿Cómo?
MOSCA: Mi patrón dice que ni usted ni su
MOSCA: Naturalmente. Mi señor conmovi- hijo se arrepentirán de este gesto. Y que
do por su magnanimidad no dudará en mientras usted redacta en su casa su
nombrarle a usted su heredero único, y testamento, él me dictará a mí el suyo.
no le dejará nada al señor Voltore.
CORBACCIO: Espléndido... Todo a pedir de
CORBACCIO: ¿Voltore...? ¿Por eso estaba boca... Este hombre no dura dos días.
aquí ese charlatán?
MOSCA: No hay que perder un minuto se-
MOSCA: Vino a traer una magnífica ban- ñor Corbaccio, que el tiempo es oro. (Por
deja de plata. lo bajo) Vaya... vaya, vieja rata malolien-
te...
CORBACCIO: ¡Ah, el muy astuto! ¡Busca
ganarme de mano! CORBACCIO: ¿Eh...? Gracias, gracias...
Mosca, corre a traer papel y tinta para
MOSCA: No pierda la ocasión señor... El que tu patrón te dicte.
negocio no podría ser mas redondo.
MOSCA: Lo que usted ordene, miserable
CORBACCIO: ¿Y estás seguro que me lo cuervo...
dejará todo?
CORBACCIO: Sii... Siii... Hasta luego. ¡Ah,
MOSCA: Usted mismo puede juzgarlo. Per- olvidaba mi bolsa! (Se acerca, y le extien-
mítame de nuevo la bolsa. (Corbaccio ti- de la mano a Volpone quien se la estre-
tubeando se la entrega.) Señor... Señor... cha en cambio como para despedirse.)
(La hace sonar al oído de Volpone, que
vuelve a abrir un ojo. En secreto.) Rápi- MOSCA: Dejémosela a mi amo, señor, ya
do, agarre que ya viene... (Volpone rápi- que su contacto le devuelve el vigor men-
damente se apodera de la bolsa.) ¿No es tal que necesita para redactar el testa-
prodigioso señor Corbaccio? mento.

CORBACCIO: Si, demasiado prodigioso. La CORBACCIO: Un sacrificio mas... ¡Pero


bolsa, Mosca... como ha de rabiar Voltore cuando lo
sepa...! Amigo Mosca... Por supuesto, de
MOSCA: Dejémosela mientras le hablamos esto, le ruego: ni una palabra a Bonario
ya que es tan buen medicamento. (A
Volpone.) Patrón... El señor Corbaccio MOSCA: (Fuerte hacia afuera) ¡¿Bonario?!
quiere darle una prueba de amistad nom-
brándolo a usted su heredero. (Volpone BONARIO: (Una vez más) ¡¡Padre...!!
musita unas palabras en voz baja.)
CORBACCIO: Hijo, déjame usar tu hom-
CORBACCIO: ¿Qué dice...? ¿Qué dice...? bro de bastón para llegar hasta casa. (Sa-
len.)
MOSCA: ¡Congratulaciones señor...! Dice
que es usted el mejor de sus amigos, y VOLPONE: (Salta de su cama.) ¡Bravo Mos-
que él sabrá ser también el mejor de los ca...! Cada vez mejor...
suyos! ¡La herencia está en sus manos!
MOSCA: La ilusión de heredar es una car-
CORBACCIO: A ver si concreta algo mas... nada tan grande que cubre cualquier
anzuelo, Señor.
MOSCA: (A Volpone.) El señor Corbaccio
está dispuesto a sacrificar por usted a VOLPONE: Pero no hay quien te aventaje
su hijo, el capitán... (Mira hacia la puer- en encarnar y lanzar la línea... Ven aquí,
ta. Mas bajo.) Bonario... Y hará hoy mis- te quiero besar... ¡Un maestro!
mo un testamento a su favor.
MOSCA: Su humilde discípulo señor... Sigo
VOLPONE: (Musita.) No soporto su olor... solo sus instrucciones, las visto de
sedosas palabras, lubrico un poco los
MOSCA: Yo tampoco... oídos de la clientela, y eso es todo...

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VOLPONE: ¡Ay, Mosca, qué insólito casti- VOLPONE: Señor Corvino...
go es la avaricia en sí misma...!
CORVINO: ¿Qué dijo...?
MOSCA: Y más con nuestra ayuda... (Lla-
man) MOSCA: ¡Silencio...!

VOLPONE: ¡¿Otro más?! VOLPONE: Señor Corvino...

MOSCA: ¿Quien es? CORVINO: Me nombró...

FARFALLONE: El señor Corvino... MOSCA: Lo llama, señor... Acérquese...


Hágasela tocar... Patrón... Aquí esta el
VOLPONE: ¡¿Corvino?! (Se ilumina) ¡Celia...! señor Corvino que le ha traído una per-
la.
MOSCA: Rápido, a la cama...
CORVINO: ¿Cómo va esa salud...? Dile que
VOLPONE: Celia... Celia... es de 24 quilates...

MOSCA: Creí que el señor no la había co- MOSCA: Mi amo ya no entiende nada pero
nocido aun... es evidente que la perla le hace bien...

VOLPONE: No con la vista. Pero tanto has CORVINO: Le he traído también un diaman-
hablado de ella que ya tengo la sensación te...
de haber acariciado ese culo. A veces la
mente ve mas claro que los ojos, Mosca MOSCA: Lo mejor sería dárselo. Póngaselo
en la otra mano. El tacto es lo único que
MOSCA: Es verdad, señor... le ha quedado. Mire como los acaricia...

FARFALLONE: Ya viene... CORVINO: Pobre señor Volpone... Que es-


pectáculo tan penoso.
MOSCA: A la cama... A la cama...
VOLPONE: Señora de Corvino...
VOLPONE: Muerto nuevamente.
CORVINO: ¿Conoce a mi mujer?
MOSCA: ¿Quién está ahí Farfallone...? (En-
tra Corvino.) Señor Corvino... El hombre MOSCA: No la conoce. Pero tanto ha oído
mas esperado en esta casa... Qué sor- hablar de su belleza, y tanto lo estima a
presa cuando lo sepa el señor... usted, que mezcla sus nombres en el
desvarío...
CORVINO: ¿Porqué? ¿Qué pasa?
CORVINO: ¡¿Y quién se atreve a hablar aquí
MOSCA: Señor. La última hora ha llegado. de la belleza de mi Celia?!

CORVINO: ¡¿Murió?! MOSCA: Señor Corvino, toda Venecia ad-


mira a su mujer, y lo envidia a usted.
MOSCA: Todavía no, pero lo mismo da. Ya
no reconoce a nadie. CORVINO: ¡Habladurías! Solo mis más ín-
timos la conocen. Celia jamás sale de
CORVINO: ¡Qué pena...! casa.

MOSCA: Comprendo su dolor... MOSCA: Tal vez su vecino pueda observarla


a través de las cortinas...
CORVINO: No es eso. Es que le había traí-
do una perla. CORVINO: ¡¿El usurero Corbaccio...?! ¡No
ve siquiera su propia nariz!
MOSCA: Bueno... Quizá le quede todavía
alguna partícula de conciencia... No pasa MOSCA: ¿O su hijo, el Capitán Bonario...?
un minuto sin murmurar su nombre...
¿La perla tiene buen oriente...? CORVINO: ¡Canallas! Entonces esos...
esos... canallas que acabo de ver salir...
CORVINO: Jamás se ha visto aquí una igual. ¡A eso han venido...!

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MOSCA: Tranquilícese. No han venido a gale algo usted también... Vamos...
eso. Los Corbaccio solo vienen por la
herencia. CORVINO: (Tímidamente.) Viejo taimado...
Saco de vicios... Ehhh... Bien se ve que
CORVINO: (Trans.) ¿Cómo? ¿Cómo por la te han perdido las mujeres.
herencia?
MOSCA: ¡Eso! ¡Muy bien...! (Lo alienta a
MOSCA: Se lo digo a usted en confianza, y seguir.)
porque sueño con entrar a su servicio a
la muerte de mi patrón: El usurero no CORVINO: ¿Pero seguro que no entiende
ha parado estos días de traer regalos, lo nada? Parece que me sonríe.
mismo que el abogado Voltore y muchos
otros... MOSCA: Se figura que le esta diciendo al-
guna fineza... Que le habla de su espo-
CORVINO: ¿Pero ha testado, o no ha testa- sa...
do...?
CORVINO: (Se anima.) ¿Cuándo morirás y
MOSCA: Si señor, pero he jurado no mos- me dejarás tu fortuna que tanto necesito
trar el testamento hasta después de su para librarme de la quiebra...?
muerte... Pero, si quiere saber...: Hoy, hoy
mismo, aprovechando que mi señor no MOSCA: Excelente señor... Algo más toda-
hacía sino nombrarlo, «Señor Corvino... vía...
Señor Corvino...», tomé papel, pluma y
tinta, y le pregunté a quien deseaba nom- CORVINO: (Piensa.) ¡Tu nariz parece una
brar su heredero. «Corvino...» me respon- cloaca... que no deja de correr!
dió. «¿Y el albacea testamentario?», le
pregunté... MOSCA: Magnífico. Ahora me toca a mi...

VOLPONE: Corvino... CORVINO: ¡Sigo yo! ¡Sigo yo...! Tu boca es


un... un... nauseabundo pozo ciego...
CORVINO: ¿Quien...?
MOSCA: ¡Si señor...! ¿Y podríamos tapar-
MOSCA: ¿Quien? la, no cree?

VOLPONE: Corvino... CORVINO: ¿Cómo...?

MOSCA: Ya ve usted... No tiene porqué MOSCA: Podríamos ahogarlo suavemente


preocuparse. con una almohada...

CORVINO: ¡Mi querido Mosca! (Lo abraza.) CORVINO: Bueno... Haz lo que quieras...
Yo ya me estaba yendo...
VOLPONE: Celia... Celia...
MOSCA: Si, mi señor. Mejor vaya. Es su
CORVINO: (Apartándose.) ¿Como sabe el presencia la que me lo impide...
nombre de mi mujer?
CORVINO: Preferiría que no se use la vio-
MOSCA: Lo ha dicho usted hace un ins- lencia...
tante.
MOSCA: (Acercándose.) ¿No señor? ¿Por-
CORVINO: ¿Pero no asegurabas que no oye qué? ¿Porqué tantos escrúpulos?
nada?
CORVINO: Bien... Lo dejo librado a tu dis-
MOSCA: Oye como en sueños... Sin com- creción. ¿Puedo recobrar mi perla y mi
prender. Fíjese... (Al oído de Volpone.) diamante?
¡Crápula! ¿Qué estás esperando para re-
ventar? ¿Que se te agregue también el MOSCA: ¿Porqué preocuparse por eso se-
chancro negro a todas tus otras ñor? ¿Acaso todo cuanto hay aquí no es
pudriciones? ¡Cuándo vas a cerrar de una suyo ya? ¿No estoy acaso yo para guar-
vez por todas esos repulsivos ojos de sapo darlo...?
que chorrean barro pestilente! Con con-
fianza señor Corvino... Acérquese y dí- CORVINO: ¡Leal Mosca! Eres mi amigo, mi

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colega, y el socio con quien compartiré VOLPONE: ¡Mosca, ven aquí!
todos mis bienes...
MOSCA: Señor... ¡Qué día...!
MOSCA: Salvo uno, señor.
VOLPONE: Cuéntame algo más de Celia.
CORVINO: ¿Cual?
Se asoma Nanno. Sigue la escena con mi-
MOSCA: Su misteriosa mujer... rada reprobatoria.

CORVINO: (Incómodo.) Mejor me voy. (Sale MOSCA: La maravilla, señor. El astro mas
presuroso.) resplandeciente de la ciudad. Una cria-
tura primaveral, pero de una belleza
MOSCA: Bien. Ya se fue. madura como el otoño. Unos labios sua-
ves que invitan a ser besados eterna-
VOLPONE: ¡Divino Mosca! Hoy has supe- mente. Y una carne que se funde en
rado todas tus actuaciones... (Llaman.) sangre con solo mirarla. (Farfallone
¡Quién ahora! ¡Basta! Que no me mo- ironiza.)
lesten más. Quiero descansar. Que ven-
gan Farfallone y Castrone. Quiero vino, VOLPONE: ¡Quiero conocerla ya!
música... Todo. (Sale Mosca.) Nanno, mi
bata... Veamos el botín de hoy. Una per- MOSCA: Imposible, señor, está tan guar-
la, un diamante... ajá... una bandeja de dada como su oro. El imbécil de Corvino
plata, monedas de oro... ¡Bravo! Bue- no le permite siquiera asomarse a la ven-
nos negocios. No tanto como los que tana, y una caterva de criados la vigila
hacen mis amigos los ediles... (Ríe.) maniáticamente .
¡Salvajes!, pero esto al menos es mas
tranquilo... (Vuelve a entrar Mosca.) VOLPONE: ¡Cómo sea...! Me muero por ver-
¿Quién es? la ya mismo...

MOSCA: Doña Luppa, que vuelve a recla- MOSCA: Pondría en riesgo todo lo hecho...
mar una vez más por su palabra empe-
ñada... VOLPONE: ¡Mosca, esta piedra de molino
que tengo aquí, se ha largado a rodar con
VOLPONE: ¡Qué el diablo la lleve, Mosca! mas estruendo que el río desbordado...!
¡Viuda por cuatro veces, y quiere ser mi ¿Quién la detendría ahora?
viuda por quinta!
MOSCA: Señor... Un curioso que lo reco-
MOSCA: Señor Volpone: en su esperanza nozca fuera de casa, y adiós negocio...
de matrimonio ya viene aportando mas
dote que para tres bodas juntas. (Entra VOLPONE: ¿Reconocerme? ¿Por qué...?
Nanno con la bata) Mosca... Creo que ha llegado la hora de
resucitar nuevamente al célebre Doctor
VOLPONE: Y sueña con recuperarlas ape- Scoto. ¡Sí señor...! ¡Aquí canallas...!
nas yo dé el último suspiro... La loba pre-
tende despellejar al zorro. Pero será el Farfallone sirve el champán. Música. Todo
zorro el que lo haga. Dile que vuelva mas el grupo se aleja hacia el fondo, llevados
tarde. por un carro escénico.

Mosca sale nuevamente. Entran Castrone SEGUNDO ACTO


y Farfallone con botellas, vasos, cubos
para champán, un equipo de audio, etc. Casa de Corvino.

VOLPONE: Ah... Ya vienen mis cachorros. Viola está subida a la ventana. Celia, de-
Terminó la jornada. Quiero mimos. bajo, sosteniéndola. Entra un sirviente.

Castrone y Farfallone se sientan en el piso CELIA: (Al sirviente) Vete. (A Viola) ¿Qué
alfombrado junto a Volpone, casi en sus ves...? Cuéntame...
faldas. El los acaricia como a dos perri-
tos. Ellos lo muerden, juegan, intentan VIOLA: Ahí está el Doctor Scotto... ofrece
tocar las joyas; él les cachetea las ma- algo a los que lo rodean, pero no alcanzo
nos. Regresa Mosca. a ver qué.

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CELIA: ¿Y qué más? interior.) ¿Adonde crees que vas vulgar
alcahueta? ¿Conque cómplice de tu ama?
VIOLA: La plaza está llena de gente. Venga. ¡Fuera de mi vista antes que te corte en
rodajas! (A Celia.) Y tú... Ven aquí... ¿Así
Celia sube a la ventana, ayudada por Vio- guardas mi honor...? Asomando el busto
la. Hace un gesto con la mano, hacia por la ventana abierta. No te basta co-
afuera, lentamente, como un saludo sus- quetear con ese capitán fanfarrón, que
pendido. encima haces testigo de ello a una mu-
chedumbre de viejos babosos que no
CELIA: Déjame ver. (Viola la sostiene. Celia hacían otra cosa que mirar hacia aquí
se inclina más hacia afuera.) Ah, la ciu- como sátiros. Y tú mostrándote para de-
dad... Esta ventana es lo mejor de la casa. leite de esos cochinos espectadores.
(Pausa.) Ya apareció el pesado de
Bonario. (Cambia su posición en la ven- CELIA: Te equivocas. Una vez más. Solo
tana, semiocultándose.) escuchaba al Doctor Scoto...

VIOLA: ¿Qué hace? CORVINO: ¿Qué, acaso utilizaron al saca-


muelas para llamarte...? Para justificar
CELIA: Hace señas... (Viola sube. Ambas tu presencia en la ventana. ¿Fue el repe-
quedan de pie en la ventana, semijugan- lente Bonario quién lo contrató? Oías, si,
do a mostrarse y ocultarse.) Dile que se al charlatán pero mirabas al otro. ¿Ya tie-
aleje (Viola hace indicaciones hacia afue- nes su carta, verdad? ¿Donde es la cita...?
ra.) ¡Qué cargoso! (Se baja.) Si nos viese ¡¿No te he prohibido que te asomes en
mi marido... (Viola baja. Ambas están algo mi ausencia, grandísima puta?!
agitadas. Se miran. Sonríen. Pausa.)
CELIA: Nada hubo de malo en mi conduc-
VIOLA: Mosca está allí, al pie del tablado. ta.

CELIA: ¿Quién? CORVINO: ¡Tu conducta...! Como si no


hubiese más adulterio que el puramente
VIOLA: Mosca. El lacayo del señor Volpone. material! ¡Como si la lasciva mirada de
un hombre no ultrajase tanto a una
CELIA: Volpone... mujer como el más obsceno manoseo...!

VIOLA: Si. El extravagante Volpone... Su CELIA: Con esos pensamientos, señor, la


casa es de lo más... extraña. vida en la ciudad sería imposible.

CELIA: ¿Por que, extraña...? CORVINO: ¡¡Ojalá lo fuera, y ojalá todos los
hombres fueran mudos ciegos y paralíti-
VIOLA: Escandalosa. cos...!! Y si mis negocios no fueran de
mal en peor... Si heredara finalmente a
CELIA: ¿Si...? (Se miran. Viola le acaricia ese cerdo de Volpone te llevaría a un
el cabello). ¿Qué tengo? desierto africano...

VIOLA: Nada... (Le acomoda brevemente el CELIA: No veo para que te serviría ser rico
cabello.) allí.

CELIA: Mira a ver si ya se ha ido. CORVINO: Para vivir lejos de esta ciudad,
poblada de libertinos. Y ahora escucha
VIOLA: ¿Bonario? bien: Ya que tus narices tan sutiles no
encuentran placer en el perfume de nues-
CELIA: El criado de Volpone. tros aposentos, ya que necesitan el olor
de los transeúntes sudorosos, haré ta-
VIOLA: (Se sube a la ventana y mira.) Está piar esa ventana alcahueta. Te alojarás
allí. en la parte trasera de la casa y... (Lla-
man.) Que no te vean, bajo pena de tu
CELIA: Déjame ver. (Sube también.) vida. No me encolerices, puta, porque te
corto en rodajas diseco lo que me perte-
CORVINO: (Entra. Descubre. Grita desen- nece, y doy en público una conferencia
cajado. Acero en mano.) ¡¡Puuutaaas!! (A sobre tu cuerpo. ¡Fuera! (Sale Celia. Cor-
Viola que intenta una retirada hacia el vino espía por la ventana. Para sí.) ¡Mos-

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 10


ca...! Murió Volpone: no hay mal que por satisfacerle ese capricho. Así que me en-
bien no venga... (Lo hace pasar.) Bienve- cargó conseguir una mujer joven y ro-
nido querido Mosca... Adivino la doloro- busta para llevarla a su cama.
sa noticia.
CORVINO: Le pagarás una puta...
MOSCA: Me temo que no es la que el señor
espera... MOSCA: No señor. El doctor Scoto opina
que no serviría esa medicina de la que
CORVINO: ¿Qué...? ¿No murió...? tanto ha abusado mi señor. La mujer
debe ser joven, bella y honesta.
MOSCA: Todo lo contrario, en realidad.
CORVINO: Buen trabajo tendrás si pien-
CORVINO: ¿Mejoró? sas encontrarla en esta ciudad.

MOSCA: Salió de su letargo. MOSCA: Lo mismo pensé yo señor, pero nos


equivocamos: uno de los candidatos a la
CORVINO: Estoy maldito. Me han hechiza- herencia, el Senador Pécora, ofreció a su
do. ¿Cómo? ¿Cómo es posible? hija.

MOSCA: Y bien, señor: con el elixir del doc- CORVINO: ¿Como...? ¿Pero como es posi-
tor Scoto, que lo visitó esta mañana. ble?

CORVINO: ¡Scoto...! Ese miserable médico MOSCA: Como lo oye.


de feria. ¿Pero cómo es posible que ese
elixir tenga virtudes?. CORVINO: ¿La hija de un senador?

MOSCA: No lo sé señor, pero lo cierto es MOSCA: Y virgen, señor. Entre nosotros:


que le echó un poco en la nariz, otro poco los riesgos son mínimos. No hay conjuro
en los oídos y así mejoró. capaz de levantarle... el espíritu a mi amo.
Por otro lado, ¿quien habría de enterar-
CORVINO: Maldita medicina... se?. El Senador Pécora no dudó. La re-
compensa es demasiado tentadora ¡Adiós
MOSCA: Y eso no es lo peor. herencia de Volpone, señor!

CORVINO: ¿Hay más aun? CORVINO: Ese... Ese... ¡¿Con que derecho?!
¿Lo ha visitado como yo...? ¿Le ha obse-
MOSCA: El Doctor Scoto ofreció a mi señor quiado como yo casi dos puñados de pie-
un tratamiento de curación completa. dras preciosas?

CORVINO: ¡No...! MOSCA: Creí un deber de lealtad ponerlo


al tanto de lo que estaba ocurriendo.
MOSCA: Si.
CORVINO: ¡Todo perdido...! (Se desespera.)
CORVINO: ¡No...! ¡Aunque...! Si él por codicia está dispues-
to a entregar a su hija... ¿Qué debería yo
MOSCA: Si. por amistad...? En sí mismo el asunto
no significa nada ¿verdad? Volpone con
CORVINO: No puede ser... una mujer no podría... No podría... En lo
que se refiere al honor, el caso de una
MOSCA: El doctor sostiene que una emo- hija es similar al de una... una... Porqué
ción muy fuerte podría curarlo. Y que aun no habría de sobreponerme también yo
con el riesgo de que lo mate, sería mejor a mi sangre y mis afectos cómo ese estú-
que seguir sufriendo como hasta ahora, pido senador..
y haciendo sufrir a los demás.
MOSCA: Disculpe señor Corvino, debo
CORVINO: Es cierto. Por nadie he sufrido irme... Tengo que acompañar al doctor
tanto últimamente. Scoto a la casa del senador...

MOSCA: El doctor lo revisó y me dijo que CORVINO: Mosca...


no le queda otro signo vital que el de su
desenfrenado deseo carnal. Y hay que MOSCA: ¿Señor...?

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 11


CORVINO: Tu crees... No sé como decirlo. VOLPONE: ¿Sucede qué...?
Tu crees que Celia... en lugar de la hija
de... CORVINO: Mosca...

MOSCA: ¿Su esposa...? No sabría que acon- MOSCA: El señor Corvino sabe que busca
sejarle... Además es el doctor quien de- usted una... enfermera, por llamarla de
bería decidir entre las dos. algún modo, para el señor Volpone. Y
como él es mejor amigo del enfermo que
CORVINO: Celia es joven. Y hermosa... ¡Y el Senador Pécora, y su esposa Celia es
yo soy mucho más amigo de Volpone que la mujer más bella de la ciudad...
el senador Pécora!
VOLPONE: Comprendido. Una prueba de
MOSCA: (Disponiéndose a irse.) Lamenta- su honda amistad.
blemente yo en eso no puedo hacer
nada... La elección es cosa de Scoto. El CORVINO: Usted lo ha dicho.
es el médico.
VOLPONE: Mucho le agradecerá el señor
CORVINO: ¿Y estará en la plaza aun...? Volpone una ofrenda tan delicada... Na-
turalmente necesitaré... examinarla.
MOSCA: Si. Allí me espera... Como ya había hecho concebir algunas
esperanzas a la familia del senador...
CORVINO: Dile que venga.
CORVINO: Claro, claro... de inmediato...
MOSCA: ¿No se arrepentirá señor Corvino? Como usted disponga... (Sale hacia el
Le conviene pensarlo bien... interior de la casa.) Celia...

CORVINO; (Abriendo la ventana.) Llámalo. VOLPONE: (Por lo bajo.) No te magullo a


Que entre ya. abrazos, Mosca, por si nos descubrieran
¿No me reconocerán?
MOSCA: Como usted ordene, señor. (Con
gesto mínimo llama desde la ventana a MOSCA: El propio Scoto lo confundiría con-
su patrón. Sonríe a Corvino que lo mira sigo mismo...
extrañado.)
CORVINO: (Entrando con Celia.) Aquí está
CORVINO: Dile que soy un gran amigo... ella insigne señor... Examine si... si es
Un viejo amigo de Volpone. ¡Celia! ¡Celia! necesario...
(Entra Viola.)
CELIA: No estoy enferma.
VIOLA: La señora se ha acostado con una
fuerte jaqueca, y le ruega que la excuse. CORVINO: No, no es eso, mujer... Es que...
Adelante doctor...
CORVINO: Dile que es preciso que se le-
vante enseguida, que el célebre doctor VOLPONE: Cabeza clásica... ¿Me permi-
Scoto de Mantua necesita conocerla. te...? ¿Ese sonrosado de los labios es
(Sale Viola.) natural?

MOSCA: Qué desastre para todos, señor, CORVINO: Nunca consentiría los afeites.
si se decidiera por la hija del senador...
VOLPONE: Hace bien, señor Corvino. Tam-
CORVINO: Dios no lo permita... (Corre a poco yo soy amigo de los artificios... Máxi-
recibir a Volpone, disimulado tras la toga me en una dama tan joven... Tan joven...
de médico, birrete y barba.) Adelante...
Adelante ilustre doctor Scoto... Esta es CORVINO: ¿La encuentra quizá demasia-
su casa y yo su humilde servidor... do joven?

VOLPONE: Honradísimo en conocerlo, se- VOLPONE: De ninguna manera... Ni fruta


ñor Corvino. ¿En que puedo servirle? verde, ni demasiado madura. (Al tacto de
Volpone Celia se estremece.)
CORVINO: ¿Servirme, glorioso Scoto? Soy
yo quien quiere servirle... Sucede que... CORVINO: No seas vergonzosa mujer... ¿No
Sucede que... (No puede seguir.) ves que es un médico? No está acostum-

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 12


brada, doctor. Nunca estuvo enferma, CORVINO: ¿Llevarte? Mi cielo, no eres un
pero yo le aseguro.. objeto para que alguien pueda llevarte...
Iremos juntos a un banquete en la casa
CELIA: ¡Señor! del viejo Volpone, y allí verás hasta que
punto estoy libre ya de celos y temores.
VOLPONE: Bien... Renuncio a ver a la hija (Celia le clava su mirada más filosa.)
del Senador Pécora. La reina de la her-
mosura está en su casa señor Corvino. ACTO TERCERO

CORVINO: Gracias magnánimo Scoto, Gra- Casa de Volpone.


cias.
VOLPONE: (Todavía disfrazado.) Anúncia-
VOLPONE: Corramos a llevar a nuestro me a tu patrón, Mosca. El eminente doc-
Volpone la gratísima nueva... (Aparte.) tor Scoto dará la jugosa noticia al buen
Vámonos Mosca que se me echó a rodar Volpone.
la piedra...
MOSCA: (Al lecho vacío.) Despierte señor
MOSCA: No tarde señor Corvino... Llévela zorro... El mago Scoto ha enlazado de la
cuanto antes a casa. Y quédese tranqui- pata a la paloma más tierna del tejado...
lo que ahora sí será el único heredero.
VOLPONE: Con la ayuda de Mosca, en ho-
CORVINO: Dios te oiga... (En voz baja.) nor a la verdad. Prepara los dientes, afi-
Mosca... ¿Será discreto el doctor? la las garras, viejo lujurioso que la carne
está tan tierna que se deshace entre los
MOSCA: Como una tumba. Es su ética pro- dedos... (Cambiando de ropa.) ¡Aunque
fesional. me fulmine la apoplejía! ¡Nunca la muerte
será tan fogosa!
CORVINO: (A Celia que mira atónita.) Dale
las gracias, mujer. Sé amable. Ríe. Llaman.

CELIA: Gracias señor. (Salen Volpone y MOSCA: Ya están aquí...


Mosca.) ¿De qué se trata esto, señor...?
VOLPONE: ¿Tan pronto?
CORVINO: Celia... Mi amor... Todavía es-
tás molesta por mi reprimenda de hoy... MOSCA: ¡A la cama, señor! ¡La bata! ¡Las
pieles! ¡El maquillaje para los ojos!
CELIA: No entiendo qué te propones.
VOLPONE: Sin maquillaje para la paloma,
CORVINO: ¿Creíste que hablaba en serio...? Mosca... Abre ya, que me muero de ca-
¿Que estaba celoso por esa tontería...? lentura.
Te he hecho sufrir estúpidamente...
MOSCA: (Asomándose.) ¿Es usted señora
CELIA: Explícate, señor. Luppa? Mi amo no puede recibirla aun...

CORVINO: Los celos son un estado lamenta- DOÑA LUPPA: No aceptaré más excusas.
ble... infructuoso... ¿Acaso no sé que si las Lo prometido es deuda.
mujeres se proponen algo, lo hacen a pe-
sar de todos los guardianes del mundo...? MOSCA: Un momento...

CELIA: Sigo sin entender. VOLPONE: ¿Quién es?

CORVINO: ¿No has visto como no me im- MOSCA: (Volviéndose. Aparte.) Doña
portó que Mosca te devorara con esos ojos Luppa...
lascivos, ni que el doctor te tocase con
esas manos...? Estoy tan seguro de tí... VOLPONE: ¡Otra vez! ¡Dile que no puedo
Dame un beso. Y ahora ve, ponte tus recibirla, Mosca! Que... Que el médico me
mejores ropas. Las que te pones... para ha purgado...
mí. Y, vamos... cambia esa cara por tu
sonrisa más encantadora. MOSCA: Señora, mi amo no está visible...
Ni olible. La purga de hoy día ha sido
CELIA: Adonde me llevas señor. salvaje.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 13


DOÑA LUPPA: (Entra. Volpone le vuelve la güenza.
espalda.) Eso no es inconveniente. Al
contrario. Así verá tu señor que no soy DOÑA LUPPA: ¿Pero porqué? Si pronto seré
mujer que le haga ascos a nada. Buenos su mujercita...
días señor Volpone. ¿Como se encuen-
tra? VOLPONE: ¡Ayyy...!

VOLPONE: Aquí, señora... Disolviéndome... DOÑA LUPPA: Adelante... adelante... No


reprima sus necesidades. Yo estoy acos-
DOÑA LUPPA: Todavía queda mucho por tumbrada. Levántese si se lo pide el cuer-
disolver. No sea pesimista. La vida de un po... (Mira debajo de la cama.) ¿Donde
hombre no se termina tan fácilmente. está el servicio, Mosca...?

VOLPONE: Que lo digan sus cuatro mari- MOSCA: Señora, mi amo prefiere salir fue-
dos... ra de sus habitaciones.

DOÑA LUPPA: Precisamente señor. Sin mis DOÑA LUPPA: Es un suicida. Con el aire
cuidados y mis cataplasmas y mis bote- que corre por esos pasillos... Lo está
llas de agua caliente, se hubieran muer- matando, señor Volpone...
to mucho antes. (Trans.) Y hablando de
maridos, señor Volpone, es mi deber re- VOLPONE: ¡Mosca...! (Hace gestos deses-
cordarle su promesa. perados.)

VOLPONE: ¡Que no he olvidado, señora...! DOÑA LUPPA: Todo por no tener a su lado
¡Que no he olvidado!. Pero cómo pensar una mujer hacendosa y enamorada. (Lla-
en la buenaventura del matrimonio cuan- man) Llaman, Mosca... Si supiera las
do se está más cerca del cementerio que noches que he pasado en vela por usted.
de la iglesia. ¡Me derrumbo minuto a
minuto, señora! MOSCA: (Se asoma. A Volpone por lo bajo.)
Son ellos. (A Doña Luppa.) Señora, me-
DOÑA LUPPA: Precisamente. Qué mejor jor que vaya, mi amo necesita descan-
que una mujer experimentada que lo sar...
cuide noche y día. Que se sacrifique por
usted y le endulce el tiempo que le que- DOÑA LUPPA: Me iré en cuanto convenga-
da de vida. Los criados no sirven para mos lo nuestro. Y si no, apenas me de-
estos menesteres. Lo que aquí hace falta vuelva la dote que puntualmente he apor-
es una esposa abnegada y tierna. ¿A que tado
tiene usted los pies convertidos en tém-
panos? ¡Como si lo viera! MOSCA: Es que, señora...

VOLPONE: ¡Señora...! DOÑA LUPPA: Sin una cosa o la otra, de


aquí no me mueve nadie. Suficiente pa-
DOÑA LUPPA: ¡Pero por Dios! ¡Si está us- ciencia he tenido... (Se instala. Llaman
ted calzado y vestido! nuevamente.)

VOLPONE: ¿Si...? Costumbre... MOSCA: (Por lo bajo.) Déle su promesa,


señor, o no habrá peste que se la saque
DOÑA LUPPA: De lo más malsana. Hay que de encima.
desnudarlo enseguida...
VOLPONE: Doña Luppa... Grande es su
VOLPONE: Mosca... bondad al apiadarse de un moribundo
como yo...
MOSCA: Señora... Son indicaciones del
doctor Scoto para mantenerle acaloradas DOÑA LUPPA: No hago más que mostrarle
las partes... mi afecto.

DOÑA LUPPA: ¿Y sabrá de eso el doctor VOLPONE: Le prometo meditar y darle


más que yo...? mañana una respuesta.

MOSCA: No señora... Mi amo es pudoroso DOÑA LUPPA: Medite, señor, todo lo que
como una novicia... Se moriría de ver- quiera. Yo esperaré aquí.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 14


VOLPONE: No... Aquí no... (Mosca urge con taría mal. Pero en este caso... Es solo
sus gestos. Trans.) Si... Si... Está bien. caridad en beneficio de la medicina, y de
Regrese con el notario en cuanto pueda. paso una buena solución para mis finan-
Celebraremos la boda en este lecho do- zas.
liente. Vaya antes que sea... demasiado...
tarde... ¡Aayyy! CELIA: No soy moneda de cambio, señor.

DOÑA LUPPA: Corro a buscarlo... ¡Quin- CORVINO: ¡Celia, por favor...!


tas Nupcias! (Mosca introduce a Corvino
que obliga a Celia a entrar por la fuerza.) MOSCA: (A Corvino.) Buenas tardes señor
Corvino, señora... Por favor, les ruego que
CELIA: Señor, no lleves esto adelante. Si se acerquen.
dudas de mi, enciérrame para siempre.
CORVINO: (A Celia.) Si te rebelas juro que...
CORVINO: Ya no es posible retroceder. ¡Va-
mos! Hay que hacerlo. Es mi voluntad. MOSCA: (A Volpone.) Señor... El señor Cor-
vino ha venido a visitarlo.
CELIA: ¡Señor, por favor...!
VOLPONE: ¡Oh...!
CORVINO: ¡Celia...! No estoy loco, ni quie-
ro convertirme en cornudo. Ya te expli- MOSCA: Y como ha tenido noticias de la
qué hasta qué punto todo esto tiene im- consulta acerca de su salud, ha venido a
portancia para mi... Y la necesidad que ofrecerle, o por decirlo más precisamen-
tengo de su fortuna. Si eres leal y buena te a prostituir... (Celia intenta salir. Cor-
esposa acatarás mis deseos. vino la retiene.) ... por su propia volun-
tad ...como verdadera y ferviente prueba
CELIA: ¿Y tu honor, señor? de su amistad, a su propia y hermosísi-
ma esposa...
CORVINO: ¡Honor...! Una palabra, nada
más, inventada para asustar a los ton- CORVINO: (Teniendo a Celia.) Si, si...
tos. ¿Qué, acaso mi oro pierde el valor
porque alguien lo acaricie un poco? ¿O MOSCA: ...para que lo consuele y le ayude
mis ropas, porque alguien se las prue- a recuperar la salud.
be? Pues esto no es mucho más. Ven...
Un viejo decrépito, que no tiene senti- CORVINO: (Igual.) Muy bien... muy bien...
dos, ni deseo; a quien alimentan en la
boca, una voz, una sombra... ¿Qué daño VOLPONE: Ah... Yo ya estoy perdido para
podría causarte? siempre... Te lo ruego agradécele su ge-
nerosa preocupación... (Tose.) Es en vano
CELIA: (Para sí.) Volpone... luchar contra la naturaleza; es como
querer encender una piedra... Lograr que
CORVINO: Y en cuanto a la reputación, no reviva una hoja muerta... (Tose.) Dile lo
es más que una insignificancia... Como que acabo de hacer en su favor; que rece
si fuera yo a divulgarlo por la ciudad. por mí, y que goce de mi fortuna cuando
¿Quién se enterará, si él no puede ha- llegue la hora. (Tose.)
blar; si tengo además los labios de su
criado en mi bolsillo? MOSCA: ¿Lo ha oído, señor? Acérquese con
su esposa.
CELIA: Señor, hay ojos que espían, y oídos
siempre alertas... ¿No sabes, acaso, que CORVINO: (A Celia.) Vamos... ¿No cederás?
el prejuicio lleva a todos a condenar an- Ven, te lo ruego... No será nada, Celia...
tes de comprender? ¡No me obligues a usar la violencia...!
Acércate, ¿me oyes?
CORVINO: ¿Cómo?
CELIA: Señor, haré cualquier cosa, pero
CELIA: Señor, te prefiero celoso. esto no.

CORVINO: ¡Celia! Si yo te ofreciera a un CORVINO: ¡Maldita seas! ¡Voy a arrastrar-


joven ardiente, que conociera cada reco- te por los cabellos de aquí a casa gritan-
do de los laberintos del placer, y yo lo do por las calles que eres una ramera!
mirara y aplaudiera, entonces eso sí es- ¡Voy a despellejarte por la nariz como a

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 15


una anguila cruda! ¡Voy a cortarte la boca CELIA: Si, señor...
hasta las orejas! ¡No me enfurezcas! (Celia
se aleja.) ¡Acércate! ¡Obedece! VOLPONE: (Inmóvil en su lecho.) ¿Ah, has
dicho si? Muy bien. ¿Me conoces? ¿Sa-
CELIA: Señor, soy tu víctima. Haz de mi lo bes quien soy?
que quieras.
CELIA: No, señor. (Pausa.)
CORVINO: No seas tan obstinada. No me
lo merezco. Es tu marido quien te lo VOLPONE: Por esa puerta puedes huir si
pide... Te lo ruego, mi amor... Te pro- lo deseas. Yo te protegeré.
meto que tendrás joyas, nuevos vesti-
dos, lo que me pidas. (Celia se aparta.) Celia mira hacia la puerta. Permanece in-
Dale un beso al viejo aunque más no móvil. Pausa. Volpone salta del lecho, se
sea... acerca a ella, sonríe, se miran.

CELIA: No. VOLPONE: ¿Te sorprende el verme resuci-


tar? No es otro que el milagro de tu her-
CORVINO: ...o acarícialo. Por amor a mí. mosura el que me hace vivir, y revivir...
Esta mañana vestido de médico te visité
CELIA: No. en tu casa.

CORVINO: ¿No...? ¿No? ¿Estás buscando CELIA: ¡Señor...!


mi ruina? ¿Mi vergüenza?
VOLPONE: Estas mismas manos tocaron
MOSCA: Señora, reflexione... ese cuerpo divino. (La toca. Celia se apar-
ta sin violencia.) No, no huyas de mí. No
CORVINO: No, no. Ella ha estado esperan- permitas que tu inocencia te haga creer
do esta oportunidad. ¡Dios bendito, esto que soy solo un enfermo confinado en
es vil, sencillamente vil, y tu una... su lecho. No los soy. (Pausa. El se acerca
a ella. Se miran.) De joven fui -entre tan-
MOSCA: No señor, le... tas cosas- actor. Y ahora me siento como
cuando en el teatro el público aplaudía
CORVINO: ...ruin langosta, una langosta aquellos versos que -ahora entiendo-
voraz... ¡Puta! ¡Cocodrilo, que guardas las ensayaba entonces para decírselos hoy
lágrimas ya listas esperando la oportu- a ti, su verdadera destinataria.
nidad en que te convenga derramarlas!
Ven, Celia mía, disfrutemos mientras po-
MOSCA: Se lo ruego, señor, no pierda la damos
cabeza.
las delicias del amor;
CORVINO: ¡Maldición...! Si por lo menos
consintiera en dirigirle la palabra... el tiempo no siempre será nuestro

MOSCA: Señor... es una cuestión de pudor y a la larga cercenará nuestra dicha...


y hay que comprender. Sino estuviera
usted presente, tal vez se sentiría más Celia... No es pecado robar los frutos del
cómoda. Qué mujer podría, en presen- amor.
cia de su marido...? Se lo ruego, salga-
mos y dejémoslos aquí solos. Dejarse sorprender,

CORVINO: Dulcísima Celia, todavía estás es el único pecado.


a tiempo... No diré nada más. De lo con-
trario date por perdida. ¡No, quédate ahí! En tanto recita, la acaricia, le toca los se-
nos.
Salen Corvino y Mosca cerrando la puerta.
Pausa. Silencio. Celia observa la habita- CELIA: (Se aparta.) ¡Ay... que el rayo, so-
ción, y luego a Volpone quien permane- cave este rostro en el que reside mi des-
ce inmóvil. dicha!

VOLPONE: (Sin mirarla.) Celia... (Pausa.) VOLPONE: Celia. En lugar de un marido


Celia... vil hallaste un amante digno de tí. Mira,

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 16


contempla el tesoro que te pertenece, padre lo está desheredando y nombran-
codiciado por cada uno de los que aquí do heredero al señor Volpone.
vienen. Es tuyo, y lo disfrutarás como
reina... BONARIO: ¿Me crees tan necio para creer-
te? No encontrarás estratagema esta vez
CELIA: Señor... He sido traicionada por un para librarte de la justicia. ¡Canallas!
marido que entregó su honor y el mio por
dinero... Te ruego permitas marcharme. DOÑA LUPPA: (Entra precipitadamente.) El
Déjame partir. notario viene para acá... Todo está arre-
glado.
VOLPONE: No. Antes si. Ahora no.
MOSCA: Si. Para ir al otro mundo.
CELIA: Soy un ser infortunado, Te engaña
este triste error de la naturaleza que ino- DOÑA LUPPA: ¿Que...? ¿Empeoró Volpone?
centemente llamas mi hermosura. Detrás
de este rostro hay un abismo. MOSCA: Empeoramos, señora.

VOLPONE: Quiero asomarme a él. BONARIO: (A Volpone. Levantándolo con


violencia.) ¡De pie, bolsa de vicios!
CELIA: No. Frota más bien estas manos con
aquello que les provoque una lepra DOÑA LUPPA: ¡Suelte a mi prometido si no
desvastadora. Que llegue hasta mis hue- quiere vérselas conmigo...!
sos. Azota este rostro hasta desfigurarlo
por haber despertado tal pasión. No te BONARIO: ¿Su prometido?
deseo, señor. Apacíguate, piensa que si
eres virtuoso... (Volpone intenta abrazar- GUARDIA: (Entrando.) Buenas tardes...
la. Forcejeos.) ¡No...! ¡Socorro...! ¿Qué delito se ha cometido aquí?

Volpone tira del cabello de Celia y le arran- BONARIO: Ultraje contra una dama.
ca su peluca. El se saca a su vez la suya.
Se arroja sobre ella. La fuerza. Se abre la GUARDIA: (Por Doña Luppa.) ¿Contra esta?
puerta y entra precipitadamente Bonario,
espada en mano. Celia arranca rápida- BONARIO: Más quisiera ella. Contra la se-
mente su peluca de manos de Volpone y ñora. (Señala a Celia.)
se la coloca.
GUARDIA: ¿Donde está el criminal?
BONARIO: ¡Quítale las manos de encima,
cerdo libidinoso! ¡Suéltela o te mato aquí DOÑA LUPPA: (Señalando a Bonario.) Allí
mismo, viejo alacrán! ¡A la horca! ¡A la lo tiene. Ha querido asesinar al señor
horca con tus huesos, para que sirva de Volpone. Yo misma lo he visto. Y esa
escarmiento! (Por la ventana.) ¡Guar- mujer debe ser su cómplice.
dias...! ¡Guardias aquí! Un miserable aca-
ba de ultrajar a una dama! ¡Pronto aquí! BONARIO: ¡Pero que dice!

Volpone se mete en la cama. GUARDIA: Vayamos por partes, a ver si yo


comprendo. ¿Esta señora (Por Celia.) es
MOSCA: (Entrando precipitadamente.) su esposa, Señor Capitán?
¿Cómo se atreve a entrar así a una casa
decente? MOSCA: Eso es lo que él quisiera, pero el
marido es otro.
BONARIO: ¡Ah grandísima basura! ¡Ya es-
tán los dos en el cepo al fin! Seguía... GUARDIA: ¿Y que hacía aquí esa señora?
casualmente, los pasos de la señora te-
miendo algo desagradable, y no me en- MOSCA: (Al guardia, en voz baja.) Eso mis-
gañaba el olfato cuando a poco la escu- mo me pregunto yo.
ché dar voces... ¡Calma, Celia, ya todo
ha pasado! BONARIO: Se lo acabo de explicar: la que-
ría ultrajar el cobarde de Volpone.
MOSCA: Señor... Hace mal, en comprome-
terse en cuestiones ajenas. En este mis- GUARDIA: ¿Pero la señora había venido
mo momento, y si usted no lo impide, su sola?

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 17


BONARIO: ¿Y eso a usted que le importa? CORBACCIO: ¡Y a mi, ser tu padre!

GUARDIA: ¡Señor Capitán no permitiré que MOSCA: (Al guardia) Ya ve que son solo
desacate mi autoridad! controversias familiares en las que nada
tiene que hacer la ley.
DOÑA LUPPA: Ya ve como hasta con usted
abusa de sus galones. GUARDIA: No comprendo una sola pala-
bra. Pero mientras el Capitán mantenga
Entra Corvino. Mosca, por señas, le da a su denuncia...
entender que se haga el desentendido.
BONARIO: La mantengo. Ahora con doble
CORVINO: ¡Celia! ¡Celia! ¿Qué es esto? motivo, vista la generosidad de mi pa-
dre...
MOSCA: Ahí tiene al marido.
GUARDIA: Entonces vamos todos a la jus-
GUARDIA: No comprendo... No compren- ticia. Para que los venerables magistra-
do... dos que suelen tener más luces que yo
desenreden esta madeja. ¡En marcha!
CORVINO: ¿Qué hacías aquí, Celia? ¿Y qué
hace aquí el Capitán CELIA: Ahórreme ese oprobio, señor...

Bonario? ¿Como los encuentro juntos? GUARDIA: Lo siento, señora, pero usted
justamente es el cuerpo del delito.
CELIA: Señor...
CORVINO: (En voz baja, a Celia.) No hu-
BONARIO: Yo señor Corvino... bieras gritado, estúpida...

CORVINO: Con usted arreglaré cuentas MOSCA: (A Corvino.) Sostenga la inocen-


más tarde. (A Celia.) Y contigo ahora mis- cia de Volpone y seguirá siendo su único
mo en casa. Vámonos. heredero... (Van saliendo.)

GUARDIA: ¡Nadie se mueva! Vayamos por BONARIO: (Al guardia.) Oficial. No olvide
orden, a ver si entiendo. al delincuente...

Entra Corbaccio GUARDIA: Claro, claro... (A Mosca.) ¿Era


usted...?
CORBACCIO: ¡Mosca! ¡Mosca! Aquí está el
testamento... MOSCA: Sólo su humilde criado. Vea allí a
mi señor en su lecho. Está gravemente
BONARIO: ¿El testamento? ¿Entonces era enfermo. No puede moverse. Eso le pro-
verdad? (Se lo arrebata y lee.) ¡Padre des- bará lo infundado de la denuncia.
naturalizado! (Hace ademán de sacar la
espada.) GUARDIA: Eso cae fuera de mi jurisdicción.
Mi deber se limita a conducir reos al tri-
CORBACCIO: ¡Auxilio! bunal. Si los reos no pueden moverse no
es cuestión mía. Consígale una camilla y
GUARDIA: (Interponiéndose.) ¡Orden, or- tráigalo inmediatamente. Lo hago respon-
den, señor Capitán! sable...

CORBACCIO: ¡Hijo sin entrañas! DOÑA LUPPA: Voy al hospital por una ca-
milla...
DOÑA LUPPA: ¿Es su hijo? ¡Parricida! Ha
querido asesinar también a su padre. CORBACCIO: ¿Y yo que tengo que hacer
en el tribunal?
GUARDIA: ¿Son padre e hijo? Cada vez
comprendo menos... GUARDIA: De testigo, señor.

BONARIO: ¿Entonces era verdad? (Rompe MOSCA: Volpone ya ha firmado la heren-


el testamento.) ¡Querías desheredarme a cia... ¡No lo abandone!
favor de este bandido! Me dá vergüenza
ser tu hijo. GUARDIA: ¡En marcha todos...!

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 18


Salen todos menos Volpone y Mosca. MOSCA: ¿Pero no comprende, señor, que
lo hice por mejorar nuestro negocio? Así
VOLPONE: (Saltando de la cama.) ¡Ay Mos- tendrá, no una herencia, sino dos.
ca! ¡Que se hunda el techo y me entie-
rren los escombros! ¡Se terminó todo VOLTORE: ¿Como? ¿Como es eso?
Mosca! ¡Desenmascarado y condenado a
la miseria...! ¿Por qué demonios dejaste MOSCA: Claro como el agua, señor... En
entrar a Bonario? su testamento Corbaccio deja todos sus
bienes a Volpone, y a la muerte de este,
MOSCA: Entró sin que yo lo viera, señor. naturalmente a sus herederos. ¿Y quién
Me había alejado por la galería con Corvi- es el único heredero de Volpone...? Us-
no para contenerlo si gritaba su mujer... ted señor.

VOLPONE: ¿Y ahora qué haremos...? VOLTORE: ¡Mosca...! ¡Tienes más ingenio


que yo para enredar las cosas!
MOSCA: No lo sé... ¡Ay señor, si mi cora-
zón pudiera expiar esta calamidad juro MOSCA: Ojalá lo tuviera para desenredar-
que me lo arrancaría! Señor: hemos vivi- lo. ¿Se ha enterado de lo que sucedió re-
do como griegos... Creo que llego la hora cién aquí?
de morir como romanos...
VOLTORE: Una increible historia comen-
VOLPONE: ¡No...! Si el zorro ha caído en la taban al salir. Que Volpone había queri-
trampa no queda más remedio que dejar do forzar a la señora Celia...
la pata adentro y huir con las otras tres...
MOSCA: Es un disparate... Una venganza
MOSCA: No es posible escapar rengo, y con de Bonario por haber sido desheredado.
los galgos mordiéndole los talones. De- Irrumpió aqui con Celia, que es su aman-
beríamos intentar abrir la trampa y ha- te, golpeó e insultó a mi amo, y comenzó
cer caer en ella la pata del cazador... No a llamar a los gritos a la guardia dicien-
desesperemos... (Llaman.) do que este pobre hombre había querido
abusar de ella...
VOLPONE: Los guardias me vienen a bus-
car... Ya siento el hierro al rojo sobre mi VOLTORE: ¡Una infamia!. ¡Hay que salvar
frente... el honor del señor Volpone!

MOSCA: Animo señor, y a la cama. MOSCA: Y su herencia, señor. Si la infa-


mia prospera: entre abogados, costas e
VOLPONE: ¿Para qué? indemnizaciones ¡Adiós fortuna!

MOSCA: Es necesario representar esta co- VOLTORE: ¡Hay que evitarlo! ¡Cómo sea!
media mejor que nunca... La ciudad se deshonraría para siempre.

Volpone a la cama. Mosca abre. MOSCA: No olvide doctor, que Bonario es


capitán, y que las armas pesan más en
MOSCA: ¡Señor Voltore...! Adelante. Llega la balanza de la justicia.
justo a tiempo..
VOLTORE: Mas pesarán mi elocuencia y
VOLTORE: ¡A tiempo para desenmascarar- mi saber... Mosca, confía en mí. ¡La toga
te, bribón! vencerá a las armas! (Sale.)

MOSCA: ¿Qué pasa? VOLPONE: ¡Inquebrantable Mosca! ¡Nada


agota tus recursos!
VOLTORE: ¿Qué es eso de que tu patrón
ha nombrado heredero a Corbaccio y que MOSCA: No hay tiempo que perder.
Corbaccio lo ha nombrado a él? Corbac- Enchástrese bien la cara y ensaye su
cio mismo me dijo que la infame idea mirada más agónica. (Volpone se alista.)
había sido sólo tuya. Si aquí era un enfermo incurable, en el
tribunal será un moribundo. La piedad
MOSCA: ¿Mía...? (Un tiempo.) ¡Mía, claro! que despierte, y el pico del abogado
Voltore serán las palancas con las que
VOLTORE: ¿Y lo dices así? intentar abrir la trampa.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 19


VOLPONE: Dios te oiga, Mosca. Pero más MOSCA: ¡Señor... de ningún modo! Inven-
que en mi máscara y en la elocuencia del té una historia que pone a salvo su re-
avenegra, confío en otros recursos... putación...

MOSCA: ¿A que se refiere, señor? CORVINO: Lo único que temo es que por el
hecho de defender la causa quiera con-
VOLPONE: Averigua sobre la familia de los vertirse en coheredero...
jueces. A uno le llevas este collar de per-
las, al otro este rubí. Un humilde obse- MOSCA: Despreocúpese. Lo único que ha-
quio para sus esposas o hijas, lo mismo remos es aprovechar su lengua.
da.
CORVINO: ¿Y cuando el juicio termine?
VOLPONE: ¿Sabes algo del Presidente del
Tribunal? MOSCA: Lo pensaremos. Podríamos ven-
derlo como loro... (A Corbaccio. Aparte.)
MOSCA: Siendo juez, será como los demás. Señor, sólo usted disfrutará de toda la
cosecha. Estos no saben para quien es-
VOLPONE: Pero más caro. A él, luego de tán trabajando.
obsequiarle este diamante le anuncias
confidencialmente que, además, tu se- CORBACCIO: Si, cállate...
ñor piensa dejar su fortuna al tribunal
de Venecia para reforzar de ese modo su MOSCA: (A Corvino) Solo usted será el he-
inflexible independencia. redero y yo su humilde siervo... (A
Voltore) Señor: que Mercurio inspire su
MOSCA: Muy astuto, señor. (Llaman.) La lengua atronadora...
camilla...
VOLTORE: Ahí vienen, aléjate.
VOLPONE: Encomendémonos a Dios, que
en algún lado habrá un cielo también Entran Juez 1º, Juez 2º, el Presidente del
para nosotros. Quedo en tus manos. Que Tribunal, Celia y Bonario.
entren.
PRESIDENTE: ¿Están presentes todos los
ACTO CUARTO citados?

En el Juzgado. GUARDIA: Todos menos Volpone.

Voltore, Corbaccio, Corvino, Mosca, y dos MOSCA: Con permiso de su señoría, aquí
guardias. está su abogado. El señor Volpone está
tan delicado...
MOSCA: Bien. Ahora ya saben como ac-
tuar en este asunto. Lo importante para PRESIDENTE: (A Juez 2º) ¿Y quién es este?
salir del paso es la firmeza. (A Voltore.)
¿Recuerda todo tal cual ha sido...? BONARIO: Su parásito. Su alcahuete. So-
licito al tribunal que se obligue a compa-
VOLTORE: Tal cual tú lo acabas de relatar. recer al impostor.
Y lo que no, por supuesto, irá de mi co-
secha. ¿Para que soy abogado sino? (A VOLTORE: Doy fe que no le es posible le-
los demás.) ¿Existe alguna duda? ¿Cada vantarse del lecho.
uno sabe lo que debe declarar?
PRESIDENTE: Con el debido cuidado, que
CORVINO: Si, si. se lo traslade hasta aquí.

VOLTORE: No desdecirse, ni retroceder... VOLTORE: Muy bien su señoría. Pero en


tanto el señor Volpone es traído aquí, yo
CORBACCIO: ¿Eh...? quisiera hacer oír mi verdad.

VOLTORE: (Grita) ¡No desdecirse, ni retro- PRESIDENTE: Puede hablar con absoluta
ceder! libertad.

CORVINO: (A Mosca. Aparte.) ¿Pero el VOLTORE: En tal caso, no puedo menos


abogado sabe la verdad? que revelar a ustedes el más descarado

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 20


ejemplo de traición y de impudicia que JUEZ 1º: ¿Tiene pruebas el señor abogado
diera la naturaleza. (Por Celia) Esa lasci- de todo cuanto afirma?
va mujer que finge dolor allí junto a su
cómplice, hace mucho tiempo que, se- BONARIO: ¡No den crédito sus excelencias
gún se sabe, comete secreto adulterio con a esa lengua mercenaria...!
el depravado.
JUEZ 2º: Le ruego no interrumpir...
CELIA: (Interrumpe) ¡¿Pero qué está dicien-
do?! BONARIO: Su alma es impulsada por ho-
norarios...
PRESIDENTE: Señora, tenga a bien perma-
necer en silencio hasta que se la llame a PRESIDENTE: ¡Silencio!
testimoniar. (Celia calla)
BONARIO: Por una buena suma, este indi-
VOLTORE: No hablo aquí de sospechas, viduo es capaz de pleitear contra Dios.
señores jueces, sino de certezas: el pro-
pio marido, un hombre bondadoso, los PRESIDENTE: Si persiste en su inconducta
sorprendió hace ya tiempo, y por amor a lo haré retirar de la sala. (A Voltore) Pre-
esa ingrata, los perdonó. Pero en lugar sente sus pruebas, señor abogado.
de reconocer un rasgo tal de misericor-
dia, esos adúlteros planearon la diabóli- VOLTORE: Señor Corbaccio... (Corbaccio
ca maquinación a la que me referiré en no escucha) ¡Señor Corbaccio!
unos instantes. (Por Corbaccio) Y qué
podía hacer un padre decente como este CORBACCIO: ¿Y ahora que tengo que ha-
frente a un cuadro de perversión tal sino cer?
desheredar a ese hijo descarriado?.
PRESIDENTE: Dar su testimonio, señor.
JUEZ 1º: Digamos que la situación no es
muy usual... CORBACCIO: ¿Y hablar con ese canalla?
¡Antes preferiría que me tapen la boca
JUEZ 2º: El Capitán Bonario no evidencia con tierra! Reniego de él.
antecedentes...
PRESIDENTE: ¿Cuales son las razones de
VOLTORE: Por eso sus vicios son mucho más su proceder...?
peligrosos, ya que puede ocultarlos al am-
paro de la virtud... Pero permítanme con- CORBACCIO: ¡Es un monstruo de la natu-
tinuar sus excelencias. Enterado el per- raleza! ¡Nada tiene que ver con mis en-
vertido de los planes de su padre de for- trañas!
malizar el testamento a favor de su amigo,
el respetable señor Volpone, acordó con su BONARIO: ¡Te han obligado a que digas eso!
amante para que ella estuviera allí, y violó
la privacidad de la casa del mencionado CORBACCIO: ¡No hables más! ¡Me niego a
señor Volpone, ¿Con qué propósito...? escucharte! ¡Cerdo! ¡Víbora...! ¡Parrici-
Tiemblo al decir que un hijo haya podido da!
planear contra su padre... ¡Y qué padre!
un intento de tal perversión: ¡Nada menos BONARIO: Callaré. Que sufra mi inocencia
qué el de asesinarlo. Pero al frustrarse afor- antes que rebelarme contra la autoridad
tunadamente sus planes por una fortuita de un padre.
ausencia del señor Corbaccio, su mente
enferma optó entonces por intentar el des- CORBACCIO: Imbécil.
crédito del honorable Volpone. Lo arrancó
del lecho, desnudo lo arrastró por el sue- MOSCA: (Apunta a Voltore) Que declare
lo, y en complicidad con esta prostituta Corvino...
fingieron luego la trama obscena que pre-
sentaron como cierta. VOLTORE: Señor Corvino. (Corvino se ade-
lanta)
BONARIO: ¡Miente...! (Se arroja violento
sobre Voltore. Corvino interviene. Los JUEZ 1º: ¿Quien es?
guardias los separan.)
VOLTORE: El señor es el marido de la pre-
PRESIDENTE: ¡Orden...! sunta víctima.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 21


JUEZ 2º: Qué tiene que declarar al respec- JUEZ 1º: (A Bonario) Bien señor. ¿Qué pue-
to... de decir frente a todo esto? ¿Tiene testi-
gos que presentar?
CORVINO: Lo mío señor es muy sencillo.
Esta mujer, sus excelencias, es una puta, BONARIO: Nuestras conciencias, señor.
más caliente que una gallina... Señora Celia, hable... (Celia Calla) ¡Se-
ñora Celia...! (Celia permanece callada)
JUEZ 1º: ¡Señor...! Mi conciencia, entonces.

CORVINO: Una yegua alzada... PRESIDENTE: Su conciencia no es un tes-


tigo válido.
JUEZ 2º: ¡Respete el honor del tribunal!
BONARIO: No lo es en este tribunal donde
CORVINO: Así lo haré señor... Y también impera la ligereza...
el pudor de sus reverendísimos oídos.
No quisiera omitir, sin embargo, que con PRESIDENTE: Sus palabras se están vol-
mis propios ojos la he visto pegoteada a viendo insolentes.
ese galán de madera, y que poseo car-
tas comprometedoras que pondrán en CASTRONE: (Trayendo a Volpone en una
claro toda esta historia. Lo mío, seño- camilla.) Permiso...
res, es un auténtico cuerno. Qué nadie
lo ponga en duda. Un cuerno sólido que (Con gestos discretos, Mosca indica a
llevo en conciencia aquí en esta frente Voltore la oportunidad.)
preocupada...
VOLTORE: Este, honorables jueces es el
MOSCA: (A Corvino) Excelente, señor. violador, el seductor de esposas ajenas,
el gran sibarita. ¿Les parece a ustedes
CORVINO: (Aparte) ¿No fue demasiado? que esa carne puede conservar lascivia
alguna? ¿Pueden esos ojos codiciar una
MOSCA: En absoluto, señor. virgen? ¡Vean sus manos! ¿Pueden ima-
ginarlas acariciando los pechos de una
PRESIDENTE: (A Voltore) Que comparezca dama? ¿O creen que finge?
el siguiente testigo.
BONARIO: ¡Si. Está fingiendo.
MOSCA: (Adelantándose) Yo solo puedo
decir lo que vi, señor, cuando ese hom- VOLTORE: (A Bonario) ¿Quiere que se lo
bre entró buscando a su padre. Cómo la someta a la tortura para que confiese?
emprendió contra mi bondadoso amo, y
cómo la dama, con la lección bien apren- BONARIO: Quisiera que se lo pusiera a
dida, comenzó a gritar que la violaban... prueba.

BONARIO: ¡Que grosera mentira...! Seño- VOLTORE: ¡Adelante entonces ...! Solicite
res jueces... usted señor verdugo que se le apliquen
hierros candentes. Nunca sus sufrimien-
PRESIDENTE: Silencio. Ya hemos escucha- tos serán tantos cómo adulterios ha co-
do su denuncia. Los acusados también metido esa perra. ¿Existe en esta cons-
tienen derecho a hacer oír su voz. piración el menor matiz de verdad? Has-
ta para la nariz más taponada: ¿No hue-
JUEZ 2º: Empiezo a sospechar que en toda le esto a la más rancia calumnia? Todos
esta acusación se esconde una impostu- y cada uno de los testimonios así lo han
ra. probado. Y en cuanto a ellos, déjenme
decir: Las personas viciosas, cuando son
JUEZ 1º: Esa mujer muestra demasiada dadas al placer carnal, nunca se hartan
astucia. de cometer actos impíos. He dicho.

VOLTORE: ¿Astucia? Esa mujer, Honora- PRESIDENTE: (Delibera rápidamente con


bles Jueces, es una criatura de la más los jueces) Que se separe a los adúlteros
descarada y prostituida lascivia. y se los custodie. En cuanto al señor
Volpone: que se lo conduzca de regreso
CORVINO: Fogosa y siempre insatisfecha, con el cuidado debido. (Sale la camilla.
austera señoría. Celia y Bonario son conducidos fuera) En

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 22


unas horas más haremos pública la sen- señor... Sólo habrá que deducir los ho-
tencia que les impondrá el tribunal. (Sale norarios del abogado.
el Presidente)
CORBACCIO: Yo le pagaré ahora mismo.
JUEZ 1º: (A Voltore) Buena pieza oratoria. Tu serías demasiado generoso.
Un gran servicio a la justicia el desen-
mascararlos. MOSCA: Señor, debería pagarle lo que co-
rresponde.
JUEZ 2º: (Igual) Felicitaciones. ¡Qué par de
pequeños monstruos!. CORBACCIO: ¿Dos monedas de plata es
suficiente?
VOLTORE: Mucho les agradecemos honora-
bles señores... (A Mosca) ¿Que te pareció? MOSCA: Seis, señor.

MOSCA: Señor... Hasta el día en que usted CORBACCIO: ¡Una fortuna!


nació, esta tierra carecía de hombres.
Tendrían que levantarle una estatua. MOSCA: Estuvo hablando durante bastante
¡Habría que recubrirle la lengua con tiempo. Debe tenerlo en cuenta, señor.
oro...! (Aparte) Quisiera verte si yo no
recubro con ese oro, primero, los bolsi- CORBACCIO: Bueno. Tres...
llos de los jueces... (A Corvino) Pase por
casa cuando quiera señor Corvino para MOSCA: Se las daré.
ir viendo lo que le tocará...
CORBACCIO: Y esto para ti. (Sale)
CORVINO: ¡Cómo no!
MOSCA: (Aparte) ¡Esqueleto generoso!
MOSCA: Fue mucho mejor declararse cor- ¿Que asqueroso pecado habrá cometido
nudo, señor. en su juventud para merecer semejante
vejez? (A Voltore) Ya ve como me ocupo
CORVINO: ¿Estuve bien, verdad...? Ahora de sus asuntos. Que nadie lo descubra...
la culpa es sólo de ella. De todos modos...
Sigo dudando de ese abogado. VOLTORE: Me marcho. (Va saliendo)

MOSCA: Me ocuparé de él. MOSCA: Todo es suyo y que los demás se


vayan al diablo. ¡Ilustre abogado! (Sale
CORVINO: Confío en ti, sincero Mosca. Voltore.) ¡Vete al infierno! (Mosca se de-
(Sale) rrumba.) ¡Sale el sol tras el huracán. Se
empieza a respirar más tranquilamen-
MOSCA: (Aparte) Sincero como tu alma, te...
señor.
ACTO QUINTO
CORBACCIO: ¡Mosca!
Casa de Volpone.
MOSCA: ¡Ya estoy ocupándome de sus ne-
gocios...! Volpone en una bañadera. Farfallone y
Castrone lo bañan. Hay botellas de licor,
CORBACCIO: ¿De los míos y de los de quien Música. Vapor. Farfallone, semioculto.
más? Cerca de la puerta, Nanno mira desapro-
bando.
MOSCA: Solo de los suyos, se lo aseguro.
VOLPONE: Ahh... Hoy en el tribunal si que
CORBACCIO: Entonces cautela... tuve miedo. ¡Miedo de verdad! No podía
respirar... Tendré que cuidarme... (Ríe)
MOSCA: Puede dormir con los ojos cerra- ¡Quiero olvidarme de todo, y sin embar-
dos, señor. go quiero más! (Aparece Mosca en la
puerta. Mira la escena en silencio. Se
CORBACCIO: Ocúpate de que todo esté miran con Nanno. Volpone bebe) ¡No pue-
inventariado: Propiedades, platería, mo- do parar! Quiero ver toda la miseria hu-
nedas, collares, pulseras... mana servida sobre mi mesa... Probar de
ese manjar... ¡Y todavía no llegó lo más
MOSCA: Hasta los anillos de las cortinas, negro! (Mosca se acerca) ¡Mosca!

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 23


MOSCA: Señor... ¿Ha salido nuevamente VOLPONE: ¡Mosca, quiero asistir a mi pro-
el sol? pio velorio! Ya verás como vienen todos
volando.
VOLPONE: Y la luna...
MOSCA: ¿Y cuando pregunten por la he-
VOLPONE: Mosca: hoy has llegado a lo rencia?
sublime...
VOLPONE: Este testamento tiene el nom-
MOSCA: El tribunal dio por cierta hasta la bre en blanco. Ahora mismo lo llenaré.
última palabra.
MOSCA: Y quién será el heredero?
VOLPONE: A propósito, ¿como recibieron
los donativos? VOLPONE: El nombre del heredero será...
una sorpresa.
MOSCA: Lo previsible, señor: rechazaron
de palabra y aceptaron de hecho. Los MOSCA: ¿No será peligroso?
convencí además, que en su testamento
les reservaba mayores dádivas. VOLPONE: No. Mañana lo anulo y todo
queda como estaba... (Tomando otro pa-
VOLPONE: ¿Y el Presidente del Tribunal? pel) Y por si faltara formalidad he prepa-
rado un certificado de defunción que fir-
MOSCA: Ese fue mas desconfiado. Cuan- ma el célebre Scoto de Mantua. Estos son
do le anuncié que a su muerte la fortuna todos mis papeles: mis posesiones fami-
pasaría al tribunal me pidió que frente a liares, y las que gané jugando al enfer-
dos testigos le firmara yo un papel de- mo. Quiero que te pongas mi bata y si-
clarando que lo dicho por mí era su fir- mules hacer el inventario.
me voluntad.
MOSCA: ¿Y si preguntan por el cadáver?
VOLPONE: ¿Y lo firmaste?
VOLPONE: Les dices que se ha descom-
MOSCA: Así lo hice para disipar toda sos- puesto... Lo que se te ocurra.
pecha.
(Entran Farfallone y Castrone)
VOLPONE: Bien. (Bebe) Lo que no termi-
na de asombrarme es que hoy ninguno FARFALLONE: Ya llegan.
de nuestros herederos haya olfateado
algo... VOLPONE: ¡Tan pronto! (Llaman afuera)
¿Quien es?
MOSCA: No ven nada, señor. El exceso de
claridad los enceguece. Están tan poseí- MOSCA: El del olfato más fino: Voltore.
dos por sus propias ilusiones, que recha-
zan cualquier sospecha por más eviden- VOLPONE: Mosca: es tu «aria di bravura»,
te que sea. sé un gran artista y tortúralos refinada-
mente. (A los criados) Vamos, cachorros.
VOLPONE: Bien. Tendrás tu recompensa,
pero antes tengo algo planeado. Volpone, Farfallone y Castrone se ubican
detrás de la pared de foro, en una es-
MOSCA: Señor, detengámonos aquí. Esta pecie de pequeña gradería o platea.
ha sido su obra maestra. Desde allí observan la escena siguien-
te. Al ser iluminados, los espectadores
VOLPONE: ¿Y cuándo un gran artista deja los verán a través de la pared, ahora
de crear? Mi cerebro es un vértigo... No transparente. La convención, natural-
puedo detenerlo. (A Castrone y Farfallone) mente, hace que los personajes que se
Escuchen bien, cachorros: Quiero que encuentren en la habitación no puedan
salgan de inmediato a recorrer las calles verlos.
diciendo que he muerto. Pongan la cara
mas triste que tengan, y digan que me ha Entra Voltore.
matado la calumnia de hoy. ¿Entendido?
¡Marchen...! (Salen Castrone y Farfallone) VOLTORE: ¿Conque murió por fin?

MOSCA: ¿Qué está tramando señor? MOSCA: Alfombras turcas, nueve...

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 24


VOLTORE: ¿Es el inventario? cada...

MOSCA: Seis juegos de ropa de cama... DOÑA LUPPA: ¡Mosca!

VOLTORE: Me parece muy bien... ¿Donde CORBACCIO: (Para sí) ¿Que están hacien-
está el testamento? Puedo leerlo entre- do todos estos aquí?
tanto.
CELIA: ¿Donde está el cadáver?
MOSCA: Telas, gobelinos de oro...
CORVINO: (A Mosca, por lo bajo) Mosca,
Entra Corbaccio dame el testamento así puedo enseñár-
selo a todos estos y echarlos de aquí.
CORBACCIO: ¿Reventó, eh, Mosca? Ya era
hora. MOSCA: Dos bargueños, uno de ébano, y
otro... (Le arroja displicente el testamen-
VOLTORE: (Para sí) ¿A qué vendrá esta to.)
momia?
CORBACCIO: ¿Este es el testamento?
MOSCA: Ocho piezas de terciopelo...
Corvino y Voltore se arrojan para recoger
CORBACCIO: ¿No me oyes?. ¿Donde estás? el testamento, antes que lo alcance Cor-
baccio. Forcejeo. Volpone en el fondo, se
MOSCA: ...Ocho docenas de sábanas... pone de pie. Mosca los mira.

Entra Corvino con Celia, quien queda apar- VOLTORE: ¡El heredero es Mosca!
tada.
Mosca se sorprende. Todos lo miran. Voltore
CORVINO: ¡Já, ha llegado nuestra hora, deja caer el papel.
Mosca!
MOSCA: Bueno... si...
Percibe a los demás, se interrumpe. Mosca
y Voltore miran sorprendidos a Celia. CORBACCIO: (Sordo) ¿A ver que dice...?
También Volpone, atrás, se levanta. (Recoje el papel)

VOLTORE: Señor Corvino, ¿Qué hace su CORVINO: ¿Pero es en serio...?


mujer aquí?
MOSCA: (Duda) Claro... (Turbado, comien-
CORVINO: ¿Celia...? Si... He obtenido de za a mirar de otra manera los papeles
los jueces una... consideración... que tiene en las manos. Corbaccio se
sienta a leer el papel.)
VOLTORE: ¿Cómo?
CORBACCIO: Seguro que el heredero soy
CORVINO: ¿Eh...? yo.

VOLTORE: ¿Una fianza? MOSCA: (Leyendo rápido, por lo bajo) Tres


propiedades... Una en Toscana y dos en
CORVINO: ¡Eso es...! Si... Una fianza... el Véneto... Una parcela lindante al río...

MOSCA: Cuatro baúles de ropa blanca... VOLTORE: ¡Esta es una burla sangrienta!

CORVINO: (Acercándose a Mosca) ¿Qué CORVINO: ¡No puede ser en serio!


hacen aquí Corbaccio y el abogado?
MOSCA: Doscientas veintitrés monedas de
MOSCA: Una caja de cubiertos de plata... oro, ciento treinta acuñadas en el país y
el resto extranjeras...
DOÑA LUPPA: (Entra corriendo) ¡Mosca!
Que desgracia... ¿Es verdad? ¿Ha muer- DOÑA LUPPA: (Furiosa) ¡¿Donde está el
to de veras? Mi tercer marido era cata- cadáver?!
léptico... Resucitaba...
MOSCA: (Deslumbrado) Cinco lingotes de
MOSCA: Seis cofres de mantelería adamas- oro...

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 25


DOÑA LUPPA: Mosca... baratado sus respetables afanes. Pero le
aseguro, señor, que esta fortuna ha caído
MOSCA: Señores, estoy muy ocupado... Ha sobre mí sin que yo la buscara, Mi buen
caído sobre mi una verdadera fortuna señor, le agradezco mucho su bandeja de
(Revisa los papeles) Así que les ruego que plata y sus otras atenciones. Ayudarán a
se retiren. un hombre joven a establecerse.

CORVINO: ¿Cómo...? VOLTORE: ¡Infame lacayo! ¡Esto no ha de


quedar así!
VOLTORE: ¡Inaudito!
MOSCA: ¿No...? (Pausa)
MOSCA: Mañana o pasado podré dedicar-
les algo de mi tiempo. Ahora no. VOLTORE: ¿Señor Corvino, es cierto, como
escuché recién, que usted ofreció a su
DOÑA LUPPA: ¡Yo de aquí no me muevo! mujer?

CORVINO: Mosca, permíteme una palab... CORVINO: No puedo negarlo. Claro que...

MOSCA: ¡He dicho que se retire! ¿Para qué VOLTORE: Entonces la tentativa de viola-
se queda aquí? ¿Quiere que cuente como ción existió.
vino a ofrecerle a Celia a mi patrón...? Es
usted un asno. Se declaró cornudo en el CORVINO: Sin duda.
tribunal ¡Cornudo virtual por decisión
propia! ¡Vaya a su casa, húndase en la VOLTORE: ¡Ah, viejo crápula! ¿Y para eso
melancolía o la locura! conmoví a los jueces con mi elocuencia
haciéndoles creer que no podía ni mover
Celia intenta retirarse. Corvino la retiene. un dedo?

CORVINO: Esto no va a quedar así. No nos (Volpone ríe detrás. Castrone y Farfallone
iremos. festejan). ¡Esto no quedará así! ¡Los dos
me la pagarán!
VOLTORE: (Para sí) ¿No estará engañando
a todos estos por mí? CORVINO: ¿Se puede hacer algo?

CORBACCIO: (Cae al fin) ¡Mosca el here- VOLTORE: Pedir la revisión del proceso.
dero! ¡He sido engañado, embaucado por
un esclavo parásito! ¡Rufián...! ¡Me has DOÑA LUPPA: ¡Eso es!
estafado!
MOSCA: ¿Contra un muerto? (Ríe)
MOSCA: Si señor. Y cierra el pico... O no es
usted el repulsivo, el codicioso, desgra- VOLTORE: ¡Silencio, parásito! Se ha con-
ciado de tres patas, que estaba dispues- denado injustamente al señor Bonario y
to a contratarme para que envenenara a puesto en duda el honor de una dama.
mi amo? Váyase. Fuera de mi casa. Hay que revisar el proceso para ofrecer-
Púdrase y muérase. Si llegas a graznar les la debida reparación. Al mismo tiem-
una sílaba, todo saldrá a la luz. ¡Fuera...! po se probará la culpabilidad de Volpone,
y como ya no vive y desgraciadamente
Volpone aplaude desde atrás. Corbaccio no es posible, enviarlo a la cárcel, se lo
queda anonadado. Mosca le arranca el condenará por daños y perjuicios y pa-
testamento y se lo guarda. gará las costas. Para ello habrá que anu-
lar el testamento, con el objeto de pagar
VOLTORE: (Acercándose) Mi fiel Mosca, a los damnificados, a su hijo, señor Cor-
compruebo tu lealtad. baccio, y a su esposa señor Corvino.

MOSCA: ¿Señor? CORVINO: ¡Gran idea!

VOLTORE: Ya puedes dejar de fingir... CORBACCIO: Muy bien, muy...

MOSCA: ¿Quién es usted, señor? ¡Ah, si, per- DOÑA LUPPA: Y yo podré recuperar mi dote...
dón! Le aseguro de buena fe que me apena
muchísimo que mi buena suerte haya des- CELIA: No necesito dinero.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 26


Volpone, de pie, se acerca a la pared de El grupo intenta acercarse. Cada tanto
foro. Mosca hace lo propio y da la im- Mosca mira hacia ellos e intenta alejarse
presión de que dialogaran pared de por algo con los jueces.
medio.
JUEZ 1º: ¿Usted es soltero?
Entran Juez 1º y Juez 2º. Sorpresa gene-
ral. Mosca va hacia la puerta. MOSCA: ¿Soltero? Si...

JUEZ 1º: Buenas noches... JUEZ 1º: (Tomando del brazo a Mosca y
apartándose con él) Sería un honor reci-
MOSCA: Bienvenidos, señores. birlo en mi casa. Casualmente tengo una
hija...
JUEZ 1º: ¿Es cierta la dolorosa noticia?
JUEZ 2º: Señor Mosca: el testamento es
MOSCA: Desgraciadamente sí. Adelante. válido. (En voz deliberadamente alta) Es
usted dueño de toda la fortuna del señor
Mosca hace pasar a los jueces y busca un Volpone. Nosotros nos encargaremos de
aparte con ellos. Voltore se acerca. legalizarlo e inscribirlo en el registro.
(Murmullos en el grupo)
VOLTORE: ¡Qué curioso señores magistra-
dos, encontrarnos en este lugar! VOLPONE: (Poniéndose de pié) ¡¡Mosca...!!

JUEZ 2º: Hemos venido a conocer los por- VOLTORE: ¿Qué ha sido eso?
menores de la muerte del señor Volpone.
Permítanos un momento. DOÑA LUPPA: Alguien gritó...

Se aparta con Mosca y Juez 1º. Voltore re- CELIA: Es la voz de Volpone.
gresa al grupo constituido por Corbac-
cio, Corvino, y Doña Luppa, quienes tra- MOSCA: ¿Pero qué dice? Su cadáver esta-
tan de oír lo que hablan Mosca y los jue- ba tan podrido que tuve que tapar el
ces. Celia permanece apartada. ataúd.

JUEZ 1º: Pobre señor Volpone... El disgus- Volpone se incorpora. Hace una indicación
to de la calumnia ha debido precipitar a sus criados y se retira. Voltore y Corvi-
su muerte. no se asoman por alguna de las puertas.

MOSCA: Así es... Todo llega. Pero, en fin... JUEZ 2º: ¿Hay constancia legal de la de-
función?
JUEZ 2º: Señor Mosca, hoy manifestó us-
ted en el tribunal antes del juicio, algu- MOSCA: Este certificado del doctor Scoto,
nas consideraciones que nos gustaría que estuvo aquí asistiéndolo en sus últi-
precisar... mos momentos...

MOSCA: Cumpliré lo prometido, señores. JUEZ 2º: Es suficiente. Con esto Volpone
Soy yo quién ha heredado toda su fortu- es legalmente un muerto.
na. Así consta en el testamento.
Voltore azuzado por los demás, se acerca a
JUEZ 2º: ¿Lo impugna alguien? los jueces y a Mosca. Entran Farfallone
y Castrone.
MOSCA: No faltan envidiosos, claro. Ya ven
que no estamos solos... Cuento, natu- VOLTORE: Señores magistrados, una pa-
ralmente, con el apoyo de la ley... labra.

JUEZ 1º: Desde ya cuente con nosotros, JUEZ 1º: Si señor Voltore.
señor Mosca.
VOLTORE: Un grave error se ha cometido
JUEZ 2º: ¿Tiene el testamento? esta mañana en la sesión del tribunal.

MOSCA: (Se lo da) Aquí está. JUEZ 1º: ¿Como?

JUEZ 2º: Veamos si está en regla. (Lo lee) VOLTORE: El señor Bonario y la señora

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 27


Celia fueron injustamente acusados. En JUEZ 1º: (A Celia) ¿Es cierto lo que dice el
realidad no ha habido calumnia alguna señor Voltore?
contra el señor Volpone. Hay que revisar
el proceso y anular el testamento para Celia calla.
indemnización de los perjudicados.
CORVINO: (En voz baja) Celia... Va mi fu-
JUEZ 2º: Señor Voltore, olvida que usted turo en esto.
mismo fue quien llevó adelante la acu-
sación. Pausa. Celia calla. Volpone se asoma a una
puerta y llama a Mosca sin ser percibido
VOLTORE: La información que me sumi- por los demás personajes, que aguardan
nistró el señor Mosca era falsa. la reacción de Celia. Mosca se acerca a
él.
JUEZ 1º: ¿Y usted no la corroboró?
JUEZ 1º: Conteste, señora.
VOLTORE: En todo caso me someteré a la
clemencia del tribunal. Mi carrera en el CELIA: ¿Qué se me pregunta?
foro es sobradamente conocida.
JUEZ 1º: Si es cierto que el señor Volpone
JUEZ 2º: Señor Corvino ¿Quiere decir que intentó violarla.
es cierto que el señor Volpone trató de
abusar de su esposa? CELIA: No. No es cierto.

CORVINO: Lo juro señor juez. Yo mismo la CORVINO: ¡Puta del demonio...! ¡Miente! ¡La
traje a esta casa y oí sus voces de soco- voy a desollar!
rro.
Corvino se abalanza sobre Celia, esta es-
JUEZ 2º: ¿Y porqué no lo declaró en el tri- capa. Los demás intentan contener a
bunal? Corvino. Los jueces comentan entre ellos.
Voltore no comprende, comenta con Doña
MOSCA: Porque esperaba heredar al señor Luppa y Corbaccio. Mosca se acerca a
Volpone. Volpone.

Tumulto. Corvino quiere abalanzarse con- VOLPONE: (En la puerta) ¿Qué estás tra-
tra Mosca. Voltore lo retiene. mando? Diles que estoy vivo y que ha
sido todo un invento tuyo.
CORVINO: ¡Mientes, canalla! No lo dije...
No lo dije... Porque... (A Voltore, en voz MOSCA: Estás muerto señor. No te conoz-
baja) ¿Qué tengo que decir, señor Voltore? co.

VOLTORE: Cállese, es lo mejor. VOLPONE: ¿Mosca, tú...?

Murmullos y confusión. MOSCA: A esto se lo conoce como la tram-


pa del zorro. (Se aleja)
FARFALLONE: (A Mosca, en voz baja) El
amo ordena que salgas a hablar con él. JUEZ 2º: ¡Calma, calma! Ya han oído seño-
res. La propia interesada no ratifica la
MOSCA: El amo ha muerto. Ahora estás a denuncia.
mi servicio. Retírate.
VOLTORE: El proceso habrá de revisarse
Farfallone alelado se retira. de todos modos. También la señora Celia
ha declarado falsamente en el tribunal..
VOLTORE: (A los jueces) La contradicción
del señor Corvino no indica que la culpa CORBACCIO: No comprendo absolutamen-
de Volpone no exista. te nada

JUEZ 1º: ¿Y cómo prueba eso? JUEZ 1º: Será inútil, señor Voltore. No se
obstine. No hay otro hecho nuevo que la
VOLTORE: (Señalando a Celia) Ahí está la muerte del señor Volpone, y este suceso,
víctima. Pregúntele a ella. (A Corvino, por lejos de debilitar, fortalece aun más la
lo bajo) Hay que obligarla a confesar. sentencia.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 28


JUEZ 2º: Tampoco ha lugar, por lo tanto, a CORVINO: ¡Un fantasma!
la anulación del testamento que está per-
fectamente en regla. DOÑA LUPPA: ¡Catalepsia! ¿No lo dije yo?

JUEZ 1º: Vamos a despedirnos del señor CELIA: ¡Vive!


Mosca, y retirarnos...
VOLPONE: Ya ven, se muere y se renace.
VOLTORE: Un momento, un momento... Es muy útil estar muerto por un tiempo.
Hay demasiadas irregularidades... Se descubren cosas interesantes. (A Mos-
ca) ¿No es cierto...? (Pausa) Veo que mi
DOÑA LUPPA: Eso es, así no puede quedar. muerte causó un profundo pesar en mis
amigos de otros tiempos. ¿No es así se-
Rodean a los jueces. Nueva confusión. ñor Voltore? ¿Eh, señor Corbaccio? ¿Cor-
Mosca sigue cerca de la puerta. Volpone vino? ¿Doña Luppa? Y tú, despreciable
se asoma y lo toma de la mano. Mosca, ¿Querías despojarme de mi for-
tuna en complicidad con (Por los jueces)
VOLPONE: Si no hablas entraré... estos señores, que esperan compartirla
contigo y hasta, quien sabe, hacerte su
MOSCA: El cincuenta por ciento... yerno? (Murmullos)

VOLPONE: ¿Eh...? JUEZ 1º: Responderá por esas palabras.

MOSCA: Dame la mitad de todo. JUEZ 2º: Aquí consta legalmente su defun-
ción.
VOLPONE: ¿Tu...? ¿Mi lacayo?
VOLPONE: ¡Legalmente! (Ríe) ¿Y en la rea-
MOSCA: Si no, nos hundiremos todos. lidad no existo? (Pausa. Al grupo de sus
herederos.) Señores: ¿Consentirán en
VOLPONE: ¡Jamás! que yo no exista, y que el desleal Mosca
se lleve mi fortuna, y la de ustedes?
MOSCA: Entonces púdrete. (Le cierra la puer-
ta. Se acerca al grupo.) Señores jueces, un CORVINO: ¡No...!
momento por favor. (Los jueces se acer-
can, los demás observan) ¿Legalizado el DOÑA LUPPA: ¡Jamás!
testamento, nadie podrá impugnarlo?
VOLTORE: ¡De ningún modo! ¡Atestigua-
JUEZ 1º: Nadie. remos que usted está más vivo que to-
dos nosotros juntos!
MOSCA: ¿Ni el propio señor Volpone?
VOLPONE: ¡Adiós a tus ilusiones, Mosca, y
JUEZ 2º: ¿Volpone? a las de ustedes, insobornables!

MOSCA: Digamos... Si por algún milagro JUEZ 2º: Y usted puede decir adiós a su
volviese a la vida... libertad. Por violador y por falsario. Pre-
párese para la cárcel.
JUEZ 2º: No hay tales milagros...
VOLPONE: ¡Adonde ustedes me acompa-
JUEZ 1º: Quédese tranquilo, señor Mosca, ñaran por haberse aceptado mis regalos,
nadie podrá disputarle esta herencia. y las promesas de este ladrón!.
(Aparte) Y recuerde, ¿eh...?
Tumulto. Varios hablan al mismo tiempo.
MOSCA: Claro, si... Bien, los acompaño a
llevar el testamento al tribunal. (Al res- MOSCA: (Aparte a Volpone) Señor, es me-
to) Les ruego que se retiren. Debo ocu- jor resignar parte de su fortuna pasando
parme también de las exequias del se- por muerto, a perderlo todo.
ñor Volpone...
VOLPONE: Si la ruina cae sobre mi, la vas
VOLPONE: (Apareciendo) ¡No tan rápido, a compartir te lo seguro.
rufián!
VOLTORE: Señor Volpone, si anula usted
Estupor general. ese testamento yo renunciaré a pedir la

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 29


revisión del proceso. Declaro abierta la sesión. ¿Quién está dis-
puesto a declarar la verdad?
JUEZ 2º: Entonces seremos nosotros los
que la pediremos. VOLTORE: Yo.

CORBACCIO: ¡La justicia de esta ciudad es CORBACCIO: Yo.


una cloaca!
CORVINO: Yo.
JUEZ 1º: Usted cállese la boca, ¡Usurero al
mil por ciento! PRESIDENTE: Si ya la dijeron hoy por la
mañana en el tribunal, no hace falta que
CORVINO: ¡Tiene razón el señor Corbaccio! la repitan aquí. Si ahora es distinta, du-
¡Corruptos! daría de la de entonces y de la de ahora.
El único que no pudo declarar fue el se-
JUEZ 2º: ¡Cornudo! ñor Volpone. Puede hacerlo en este mo-
mento.
Se abalanzan unos sobre otros.
VOLPONE: Gracias, señor Presidente. La
DOÑA LUPPA: ¡Socorro! historia es sencilla: Hace tres años fin-
giéndome enfermo hice que mis criados
VOLTORE: ¡Paz...! ¡Cuidado! difundieran la noticia de que mi gran
preocupación era el no saber a quién le-
Llaman afuera. gar mi inmensa fortuna, por carecer de
familia propia. La codicia de estos seño-
MOSCA: ¡Silencio! (Mosca abre. Entra el res los encegueció. Me visitaban ofrecién-
Presidente del Tribunal acompañado de dome toda clase de tesoros con la espe-
Guardia I, y Guardia II). ¡Señor Presiden- ranza de quedarse con los míos. El se-
te! (Se hace un silencio general) ñor Corbaccio llegó a desheredar a su
propio hijo, solo por conseguir alguna
PRESIDENTE: Veo que el muerto goza de chance... Pero, en rigor de justicia, na-
buena salud. die superó al señor Corvino, que me ofre-
ció en la cama a su propia esposa.
JUEZ 1º: (Se apresura) Perdón señor Pre-
sidente. Debo informarle que legalmente CORVINO: ¡Porque usted nos hizo creer que
el señor Volpone ha fallecido, estaba enfermo!

JUEZ 2º: Aquí está el certificado de defun- PRESIDENTE: ¡Silencio!


ción.
VOLPONE: Confieso que me deslumbró la
VOLTORE: Esa es una muerte de papel. belleza de Celia, pero antes que nada
Aquí está el señor Volpone de carne y pudiera consumarse irrumpió el Capitán
hueso. Bonario, y a causa de su denuncia com-
parecimos todos ante el tribunal. Señor
PRESIDENTE: (Leyendo el certificado) Eso Presidente: Mosca, Voltore, Corbaccio y
parece, pero... Corvino prestaron hoy falso testimonio...

JUEZ 1º: Señor Presidente, pido que nos VOLTORE: ¡Protesto!


constituyamos aquí mismo en tribunal
para resolver este asunto... CORVINO: ¡No es cierto!

JUEZ 2º: Es imprescindible determinar si PRESIDENTE: ¡Silencio o mando desalojar!


el señor Volpone ha muerto... ¡Continúe!

PRESIDENTE: De acuerdo. Atento a las VOLPONE: ...Y calumniaron a Bonario y


circunstancias de emergencia y excep- Celia quienes fueron condenados injus-
cionalidad, el tribunal se constituye en tamente. Por último quise divertirme, e
este sitio, la casa habitación del pre- hice correr la noticia de mi muerte para
sunto occiso Caballero Volpone. (Se regocijarme en su desesperación cuan-
instalan en un costado, a manera de do supieran que había nombrado here-
corte, los tres jueces y los dos guar- dero a mi criado. Pero Mosca, este para-
dias). digma de la ingratitud y la traición, cre-

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 30


yó posible transformar el juego en algo señor Corvino, señor Corbaccio, señor
serio y alzarse con mi fortuna. Un laca- Voltore... Adelántense. Por el delito de
yo... educado por mí. Para evitarlo tuve falso testimonio este tribunal los conde-
que resucitar... Y aquí estoy. na a la pena de reclusión forzada en la
cárcel de la ciudad, con más las acceso-
El Presidente consulta al jurado con mecá- rias y costas.
nica formalidad.
CORBACCIO: Gracias... ¿Qué dijo...?
MOSCA: Señor Presidente...
VOLTORE: ¡Injusto...! Señor presidente...
VOLTORE: Permítame... (Por Mosca) ¿Cuál es el castigo entonces
para este individuo, coautor, e inspira-
PRESIDENTE: Silencio. Ya he oído lo sufi- dor incluso, de todos estos fraudes?
ciente como para dictar el fallo.
MOSCA: ¿Por qué a mí...?
VOLTORE: ¿El fallo...? ¿Cómo? ¡Pero si re-
cién comienza el...! PRESIDENTE: ¡Silencio! (A Mosca.) Adelán-
tate. Por el delito de estafas reiteradas,
PRESIDENTE: (Interrumpe) Sobre la base en calidad de partícipe necesario, y por
de todo lo declarado hoy en la corte, y de el de usurpación de títulos y propieda-
lo expuesto en esta audiencia por el se- des a un Noble Veneciano en carácter de
ñor Volpone, este tribunal considera re- tentativa, quedas condenado a la pena
unidos los elementos necesarios para de azote público, y prisión perpetua en
dictar sentencia. el Presidio de Venecia.

VOLTORE: ¡Es que...! VOLPONE: Señor Presidente, se lo agradez-


co en su nombre.
PRESIDENTE: (Lo ignora) Primero. Visto:
que cualquier revisión del proceso sería MOSCA: (A Volpone) Maldita sea tu alma
una mancha de ignominia para la ciu- de lobo.
dad, pues al hacerse público lo ocurri-
do aquí, se pondría de manifiesto que PRESIDENTE: Que se lo lleven.
en Venecia hay padres desnaturaliza-
dos... Abogados sin conciencia... Y ma- Los guardias toman a Mosca.
ridos sin dignidad: Decreto que no ha
lugar a revisión alguna. (Murmullos de MOSCA: ¡Un momento! Apelo a la conside-
desaprobación.) ¡Silencio! Y consideran- ración de los señores jueces. Seguramen-
do: Que en nada honraría a la nobleza te tendrán algo que declarar.
Veneciana saber que uno de los suyos,
el caballero Volpone, ha llevado la vida Pausa. El Presidente mira duro a Juez 1º y
de un malhechor, de un vulgar come- a Juez 2º.
diante que transformó esta casa en un
antro de estafa y depravación; y por todo JUEZ 2º: No tenemos nada que agregar.
lo antes expuesto, este tribunal decre-
ta: que el señor Volpone ha muerto. De MOSCA: ¡No es cierto!
los bienes que deja, se costearán las
solemnes honras fúnebres que corres- PRESIDENTE: ¡Llévenlo...!
ponden a su rango.
MOSCA: ¡Yo solo obedecí las órdenes de
MOSCA: Yo me encargaré de que los fune- Volpone...! ¡No puedo ser condenado así!
rales tengan la pompa apropiada... ¡Ustedes aceptaron mis regalos...! ¡Que-
rían compartir mi fortuna! (Tumulto)
PRESIDENTE: Como resulta de esta deci-
sión y ante la imposibilidad de aceptar el PRESIDENTE: ¡Silencio!
libre tránsito por esta ciudad de un
muerto insepulto, el cuerpo del señor JUEZ 1º: Señor Presidente, el condenado
Volpone es condenado a la pena de des- vuelve a testimoniar falsamente.
tierro, debiendo abandonar por sus pro-
pios medios ésta, su ciudad natal, hoy MOSCA: No es verdad...
mismo antes de la medianoche. (Murmu-
llos. Un tiempo.) En cuanto a ustedes: PRESIDENTE: ¡Basta! Que sea conducido.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 16 pag 31


Los guardias lo apartan hacia la puerta. Juez 1º y Juez 2º se retiran. Los guardias
conducen a Mosca.
MOSCA: ¡Traidores! ¡Infames! ¡Que se hun-
da Venecia y se ahoguen todos en sus El Presidente se pasea por la casa.
aguas roñosas!
Silencio.
PRESIDENTE: Declaro levantada la sesión.
Corvino mira a Celia, quien se aleja unos
JUEZ 1º: Señor Presidente... Restaría de- pasos. Corvino sale. Voltore mira a
terminar el destino de los bienes here- Volpone, musita algo y sale. Corbaccio
dados por el señor Mosca. escupe, y lentamente sale. También sale
Doña Luppa.
PRESIDENTE: El testamento carece de va-
lidez. Permanecen Celia, Farfallone, Castrone,
Volpone. Celia mira a Volpone, da un paso
JUEZ 1º: Señor... La firma es auténtica y... hacia él. Pero Volpone está envuelto en
sus pensamientos. Entra Nanno lenta-
PRESIDENTE: (Sacando un papel) Sólo que mente con un capotto, un sombrero de
un documento anterior lo inhabilita. Este fieltro, y un bastón, todos de actualidad.
escrito me fue entregado hoy mismo por Ayuda a Volpone a quitarse se peluca si-
el señor Mosca, firmado de su puño y glo XVIII, y a colocarse las prendas men-
letra y rubricado por dos testigos. (Juez cionadas. Volpone lo mira, toma su bas-
1º lo toma apresurado. Juez 2º se acerca tón y se aleja.
también)
VOLPONE: (Antes de salir. Arroja al aire un
JUEZ 1º: (Lee) «En Venecia... etc, etc... El puñado de monedas) ¡Oro... Alma del
señor Volpone, Caballero Veneciano, por mundo!
propia voluntad, en pleno uso de sus fa-
cultades mentales, y atento a la enfer- Los criados se arremolinan juntando el di-
medad agónica que le imposibilita el fir- nero. Baja la luz en el ámbito y sube so-
mar de puño y letra la manifestación de bre el sillón de Volpone desde el cual el
su voluntad; solicita que el que suscri- Presidente observa la casa con gozosa
be, Mosca, antiguo y fiel criado de la casa, calma.
firme a su ruego, frente a los testigos que
signan la presente, el siguiente testamen-
to: Lego, a mi muerte, la totalidad de mi
fortuna a la Corte de Justicia Veneciana,
para que, en beneficio de esa magna ins-
titución... (Absorto) pase a ser adminis-
trada por el Presidente de su Tribunal...»
¡Señor...!

CORVINO: ¡Como...!

VOLTORE: ¿Entonces todo queda para us-


ted...?

PRESIDENTE: Ha sido la voluntad del se-


ñor Volpone. El señor Mosca lo ha firma- Mauricio Kartun. Correo electrónico:
do en su nombre, y dos testigos lo rubri- mkartun@arnet.com.ar
can.
Todos los derechos reservados
VOLTORE: Pero... Pero... Buenos Aires, Argentina. Febrero de 2000

PRESIDENTE: (Interrumpe enérgico) Que CELCIT. Centro Latinoamericano de Creación e


se cumplan las sentencias. Que se noti- Investigación Teatral
fique al notario del tribunal de levantar Director: Carlos Ianni
minucioso inventario de todos los bienes Bolívar 825. (1066) Buenos Aires. Argentina
del difunto señor Volpone. Ejecutada que Teléfono/fax: (5411) 4361-8348. e-mail:
fuere la presente sentencia: Será justi- celcit@sinectis.com.ar
cia. Internet: http://argen-guia.com/celcit

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