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LA MORAL ANARQUISTA

intelecto, sentimiento voluntad y acción

“Llamamos a todos y a todas a no soñar,


sino a algo más simple y
definitivo: los llamamos a despertar”
Enero, 1999
Jaime Andrés Hernández Henao
Curso: Filosofía Política
Profesora: Maria Cristina López Bolívar

INTRODUCCIÓN:

En el Hombre existe una fuerza interna que brota llameante y al despertar, quema los vestigios
que le rodean, le aprisionan y le impiden verse a sí mismo y al otro, el cual no es más que su semejante.
A pesar de ello, hay un adormecimiento desde el pensamiento, el sentimiento, la voluntad y así, la
acción se adormece con leves movimientos en el entresueño, aprisionados por prejuicios de un Estado,
de una Religión, de un Explotador, ocultan el actuar por naturaleza. En esta condición de
adormecimiento el pensamiento crítico, que subvierte el orden de las cosas se expone y salta allí desde
una posición que es creadora, se abre por nuevos caminos posibles, así, el Anarquista Kropotkin abre su
crítica hacía una sociedad donde sus pilares son determinados por quienes adormecen el pensamiento,
anulan la crítica y toda posición proveniente de esta, así, gobernantes, magistrados y clérigos coartan
toda posibilidad de una moral consecuente a la naturaleza, de solidaridad, de apoyo mutuo.

En su obra, la Moral Anarquista Kropotkin desarrolla una concepción de la moral desde la naturaleza a
partir de un análisis histórico, antropológico y biológico, en relación a la manera en que los animales, el
hombre incluido ahí, gestan la intención moral, sus razones y orígenes, así mismo, expone una crítica
aguda de las distintas formas en las que, los enemigos de la moral y quienes aprovechan esta tendencia
natural de la vida para convertirla en su negación, en una costumbre e indiferencia que legitima, acepta
y apropia la explotación, la miseria, la negación de la vida en común.

Allí, en una moral de la decadencia, una no moral se expone, acrítica, envuelta en un velo de
servidumbre y complicidad ante los que la expusieron, la crítica de Kropotkin se agudiza, al referir una
frase que deseamos analizar, dará apertura al presente escrito y nos permitirá llegar a nuestro cometido,
cito “La mentira se convierte en virtud, y la conducta mediocre en deber”. Identificamos en esta frase la
agudeza de su crítica, puesto que iremos mostrando como, este tipo de educación y formación
alrededor de una moral cristiana, burguesa, desencadena en el engaño propio, al semejante y a su vez,
una actitud de conformidad con la miseria y la injusticia cometida para con otros como para sí mismos,
puesto que allí, esta máxima habrá de ser la que define el actuar del individuo que aspira parecer al
burgués, ignora al semejante y se envuelve en una sociedad hipócrita.

En este sentido, se abre la discusión al rededor de la moralidad, la posición crítica, emanciparia de estos
viejos preceptos abren tanto para Kropotkin, como para sus antecesores distintos elementos críticos que
este buscará esbozar. Preguntemos entonces, para orientar lo consiguiente, ¿Cómo Kropotkin
comprende la moral, y a partir de qué puntos esboza su crítica?
1. EL ORIGEN DE LA MORAL ANARQUISTA

Iniciaremos haciendo uso de la pregunta hecha por el anarquista Kropotkin para el desarrollo de
este trabajo escrito, ¿Por qué seré moral?, una pregunta que envuelve a los pensadores de su tiempo,
así, desde los racionalistas del siglo XII, los filósofos del siglo XVI, los filósofos y revolucionarios del
siglo XVIII se plantearon esta incógnita, los preutilitarios ingleses Bentham y Mill, los materialistas
alemanes como Buchner, los nihilistas rusos y el fundador de la ética anarquista, Guyau, plantearon
distintas interpretaciones al respecto. Entre todas estas, podemos encontrar como se han fundamentado
desde distintas perspectivas las concepciones morales del individuo, así un Kant hablando de un
imperativo, como escolásticos fundamentando una ley divina, o contractualista a través de la ley del
soberano. Nos interesa, con especial interés para el desarrollo de este ensayo rastrear la pregunta que se
plantearon los jóvenes nihilistas rusos, así mismo, Guyau, como pensador anarquista, recayendo en la
negación de la incognita, su pregunta ¿por qué no ser no moral?

Nos compete entonces mencionar el nacimiento de esta crítica hacía la moral escolástica, de ley del
soberano que adormece el surgimiento de una crítica desde su seno. El joven Nihilista nos menciona
Kropotkin, se planteó para sí mismo esta pregunta hecha de manera histórica, ¿por qué seré moral? Se
invierte, la pregunta empieza por contrariar, ¿por qué debo serlo? Afirmativamente responde el
nihilismo, ¡seremos inmorales!. En esta afirmación encontramos la gestación de un pensamiento
anarquista, puesto que el llamamiento a la inmoralidad, no es más que la negación de las leyes que
aprisionan y encadenan al hombre a la decadencia.

Decimos, que esta es la gestación de un pensamiento anarquista puesto que comienza a derribar todos
los pilares sobre los que se constituye una moral hipócrita. La biblia que constituye un régimen moral,
no es más ante esta mirada crítica nihilista, como una colección de tradiciones babilónicas y judaicas,
así mismo, el llamado de un Kant hacía un imperativo categórico que se esboza de una orden misteriosa
al interior de sí, o acaso se debe hacer por un altruismo, de una educación de igual manera, como
tradición se pone en crítica de estos nihilistas rusos. Esto, no es más que un primer planteamiento
anarquista que se opone ante la hipocresía. En palabras del autor, enarbola las banderas de la filosofía
anarquista, cito “No inclinarse ante ninguna autoridad por respetada que sea; no aceptar ningún
principio en tanto no sea establecido por la razón” (Kropotkin), en este desarrollo lo más interesante es
comprender que de lo que inicia como una negación a la constitución de la moral, desemboca en la
creación de nuevas costumbres, dígase por ello al acercamiento a una nueva moral desarrollada por
estos jóvenes nihilistas, unas costumbres superiores se gestan en estos.

Si bien, estos indicios nos permiten rastrear los orígenes del pensamiento anarquista, debemos
escarbar más profundo para entender la propuesta de la moral anarquista, que si bien, bajo lo anterior
podemos suscitar una bandera, que es clara, “el levantamiento contra toda autoridad, y aceptar
únicamente el principio que sea establecido por la razón”, esboza en su desarrollo otros principios que
se comprenden a través de la aguda crítica a la formación de los valores morales.

Primero deberemos referir al origen o por lo menos, la evolución de la concepción de la educación


moral, la cual no ha cambiado con el paso de su tiempo. En el antaño, la valoración de lo bueno y lo
malo se explicaba por medio de la intervención divina y las inclinaciones que derivaban a partir de una
figura maligna, contraponiéndose a una figura benigna, el alejamiento del “mal” correspondía en tanto,
cuánto más se acercara a la figura del bien, al ángel en el hombro, así, su derivación no cambia en el
desarrollo de nuevas comprensiones del pensamiento, la designación cambia y a esta comprensión
moral de la vida primaria de la vida, babilónica, judaica, se torna en una filosofía, en escolástica que
cambia sus designaciones por otras. Así, el ángel, lo benigno aterriza en el hombre como consciencia y
alma, anclando la derivación moral a una estructura ontológica que corresponde a un dios creador, es
decir, como facultad del hombre está inmiscuido en el buen actuar, corresponde en tanto se actúe
tendiendo hacía el alma, o dicho de otra manera, hacía las exigencias de dios; el diablo o la figura
maligna, se encarna en la carne y las pasiones, censurando o alejando de esta facultad humana.

Esta concepción y desarrollo de la educación moral será puesta en duda por los filósofos ingleses e
enciclopedistas, estos identifican que todos los actos no están más que orientados que hacía la
consecución de un placer. Así, en el siglo XX comenta Kropotkin, Bentham, John Stuart Mill,
Chernychevsky y otros, demostraron como el instinto egoísta, o dígase, la consecución del placer son
motor de las acciones humanas. Decimos entonces, que Kropotkin tiende por esta comprensión, de la
tendencia natural hacía las inclinaciones, la satisfacción de una necesidad y evitar lo que sería una
molestia para el Hombre. No obstante, si comprendemos esta construcción de manera plana, o
superficial no entenderemos la profundidad que existe bajo esta comprensión de las inclinaciones del
comportamiento, adelantando un poco la explicación, diremos que la vida tiende a buscar más vida, a
proliferar, y esta afirmación nos implica dos fundamentos esenciales, primero, que ya no refiramos
únicamente a el instinto que hace mover al Hombre, sino abordar en su conjunto, la vida, y a su vez, la
razón por la que se dice, esta busca proliferar.

Toda la filosofía materialista se soporta en esta conclusión, para el hombre, no existe una inclinación
moral divina, sino un impulso de necesidad, así mismo, la vida se permea por esta lógica, tanto los
animales como las plantas y el Hombre mismo, actúa obedeciendo a una necesidad de la naturaleza.
Así, la discusión moral se replantea, puesto que toda acción se constituye como hechos que responden a
necesidades naturales del individuo. Esta explicación materialista descarta entonces toda idea
metafísica y divina, si de ello desprende que, la inmortalidad del alma no es el gran motor para las
acciones de la vida humana, no obstante esto suscita un nuevo problema, ¿es el accionar humano
únicamente un componente orgánico, de subsistencia, de equivalencias sin importar la causa u motivo,
y lo único determinante es el procurarse el placer?

La respuesta, tiene todo el espíritu de la Humanidad y de la vida esbozando en él. Comprender esta
crítica materialista implica que ya no será un imperativo divino el que regirá la comprensión de lo que
está bien o así mismo de lo que está mal, ¡En esta respuesta está la moral anarquista! No se desean ni
jueces ni curas para determinarlo, en el Hombre, como la planta y en el reptil existe la necesidad
natural que indica hacía qué tender y se obedece a una necesidad de la naturaleza, se odia al animal
que hiere, el hombre que engaña, a la planta que hiede, en todo caso, a lo que vulnera nuestra condición
de vida. En conclusión de este primer apartado habremos de decir que el origen de esta moral
anarquista consiste en un primer sentido como negación a la construcción hipócrita de moral que se
pilariza en el engaño, el juez, en el cura, y de ello que esta sea producto de negación de toda autoridad,
a sí mismo, se niega todo principio que no provenga de la razón, y ante el problema de la valoración del
bien y el mal, atribución anteriormente dada a la biblia, tendrá una nueva fuente ¡Será el individuo por
sí mismo! Pero no como sujeto aislado, sino como parte del género humano, como comprensión
orgánica de sí mismo, de su necesidad, tendiendo hacía lo que procure lo bueno en tanto su necesidad
natural, es decir, lo que permite la ploriferación de la vida , y odiando y evitando lo que así sea noscivo
con él y reduzca esta, lo anterior no bajo preceptos morales judaicos, sino, sobre una construcción
mucho más profunda de reconocimiento del Hombre, de la vida , esto último, pasaremos a explicarlo
en el siguiente subtítulo.
SOLIDARIDAD Y APOYO MUTUO.

Las conclusiones a las que llegamos en el siguiente apartado nos permite abordar desde la
crítica a la moral una posibilidad de concebir lo bueno y lo malo desde las tendencias hacía la
necesidad natural de la vida expresándose en las formas de vida, buscando proliferarse y evitando lo
que le perjudique, ante esto Kropotkin afirma, “Los animales en general, desde el insecto hasta el
hombre, saben perfectamente lo bueno y lo malo sin consultar para eso ni a la biblia ni a la filosofía”,
Por ende, habremos de rastrear de dónde proviene este saber, este conocimiento o tendencia del
hombre.

Los pensadores del siglo XVIII descubrieron esta comprensión del animal sobre lo bueno y lo malo con
facilidad, Forel, observador de Hormigas, describe el autor Anarquista, con una múltitud de hechos y
observaciones ha demostrado como cuando una hormiga ha hartado la boca con miel, si se encuentra
otra con el estómago vacío, esta le comparte. Así, ejemplifica con los gorriones y el alimento, las
marmotas y el refugio subterráneo, así mismo el primitivo hombre chuckche frente a la alimentación.
En todo caso lo predominante de esto, lo bueno es lo que se considera útil para la conservación de la
especie, y lo malo es aquello que es perjudicial para ésta.

Así, los orígenes del pensamiento o la moral anarquista, corresponde a su vez a una lógica colectivista,
en la que identificamos que hay una comprensión de sí mismo como especie. No hay una relación del
bien y el mal a partir de la metafísica o misterios, sino de condiciones materiales, objetivas y concretas,
que corresponden como género humano, como animalidad. Esta lógica moral que desprende del mundo
animal dice, cito “Hagamos a los otros lo que quisiéramos que hicieran por nosotros mismos en las
mismas circunstancias”(Kropotkin), entendemos en esta afirmación una moral que es propia de la vida,
lo que sería también decir, la vida se manifiesta a sí misma, propagándose e indicando la mejor manera
de emplearse, en este caso, una manera de emplear la acción consecuente a todo ente viviente,
comprendiéndose a sí mismo en un entorno, supeditado a condiciones que requieren un trato, y otro,
que debe comprenderse de la misma manera.

Ante esta concepción moral otras valoraciones han querido divinizar, volver al misterio la moral, como
la explicación religiosa donde a través de la iluminación divina determina una forma de el bien y el mal
en el hombre, así mismo Hobbes lo explicará a través de la ley, del soberano (el estado) que desarrolla
lo justo e injusto, el bien y el mal. Este precepto sabemos no ha hecho más que instituir una moral que
lleve a aceptar, a legitimar la orden del explotador, del dominador, así mismo la lógica utilitarista cobija
al hombre para que obre por interés personal, sin duda, otro erróneo origen del sentimiento moral,
tomamos posición afirmando que, ¿cómo podemos decir que una moral que se supedite, servil, que
legitime la obediencia debe ser seguida? ¿no ha de ser mejor buscar esta otra, que la vida me muestra y
dice, buscate a ti en el otro, que allí encontrarás las respuestas?

A pesar de la explicación biológica natural, la incógnita no cierra, en este caso, ¿cómo en el Hombre
rastreamos esta lógica de la vida? Adam Smith en su juventud, rastrea esto, preguntándose por el origen
del sentimiento moral, para este, es a través de la simpatía, puesto que, en toda experiencia de relación
social en tanto más contacto tengamos con las diferentes experiencias como el dolor producido de un
individuo a otro, la injuria o injusticia, podremos ver que en nosotros a través de la simpatía crece un
sentimiento moral que se convierte en costumbre, puesto que implica en nosotros un actuar respecto a
ello. Lo anterior se fortalece cuando contraponemos los postulados de la teoría Darwinista, la cual ha
ignorado múltiples elementos para referir a la “evolución de las especies”. Si bien existe una
adaptación y una condición de cazadores y cazados, hay distintas relaciones que se gestan en la
solidaridad dentro del reino animal, la solidaridad se da como ley en el mundo animal, vemos como a
pesar de haber unas lógicas naturales de acuerdo a las especies, las que así compartan condiciones estar
abajo en la cadena alimenticia, estos cooperan entre sí para su supervivencia, también los cazadores
desprenden apoyos para la cazería. Así, se afirma de esta genealogía del sentimiento moral otras formas
de desarrollo, crecimiento y evolución que se han gestado ante los mayores grados de solidaridad en el
reino animal, por ello, lo que ha asegurado la permanencia y evolución de las especies, más que la
adaptación o lógicas de supremacía por fuerza u otros atributos de cualidades, ha sido el apoyo mutuo
entre las especies, esta Ley, esta lógica de evolución resguarda todo el desarrollo animal, y a su vez,
social del Hombre.

MORAL ANARQUISTA, IGUALDAD SOLIDARIDAD Y APOYO MUTUO

Si develamos la máscara la Ley, la Religión y la Autoridad, la humanidad vuelve a ser


poseedora del principio moral, purgándose y sumergiéndose en el sentimiento de la solidaridad, del
apoyo mutuo, la colaboración para la subsistencia y el avance. Referimos a una lógica colectiva del
actuar, donde lo bueno y lo malo es definido de acuerdo a lo que permite la perduración y propagación
de la vida, no desde un sentido meramente individual sino colectivo, como especie, allí el individuo
comprende que para ser, requiere del otro.

Ya con este desarrollo podemos decir, que este anarquismo, es un movimiento moral, el cual se gesta en
la comprensión de sí mismo, y del actuar no bajo condiciones de autoridad, de educación o tradición,
sino desde la más pura condición humana, es por ello que el principio fundamental de la anarquía, la
“igualdad” no dista como principio práctico, de esta ley natural anteriormente desarrollada, Kropotkin
dirá “Llamándonos anarquista declaramos por adelantado que renunciamos a tratar a los demás como
nosotros no quisiéramos ser tratados por ellos; que no toleramos ya la desigualdad (…) la igualdad en
todo sinónimo de equidad es la anarquía misma” en esto, indicamos que la asimilación de la ley
natural, es comprendida por los anarquistas y puesta en práctica, la igualdad, la omisión de todo mal
ocasionado a otro que no consideramos justas para nosotros mismos.

Todos los pilares que sostienen la imposibilidad de la igualdad, se les ha declarado la guerra, así, los
embustes, engaños, depravaciones, la explotación, los vicios que encarnan posibilitan y propagan como
plaga la desigualdad son rechazados por esta moral anarquista, el que es gobernado, el engañado, el
explotado son una condición baja, inhumana, contraria a la propagación de la vida y por ello, en
nombre de la igualdad el anarquismo ha de declarar la guerra. Por ello, comprendiendo lo mencionado,
no diremos que se ha de rechazar toda violencia, se ha de aceptar, bajo esta igualdad, que ante el actuar
ruín, que uno mismo pueda cometer, o que otro lo haga, hace merecedor a este enemigo de la vida del
más alto repudio y ataque, aunque a nosotros mismos sea dirigido, se debe mencionar este apartado de
la violencia, porque Kropotkin, refiere al ganar el derecho a usar la fuerza, y no es un abstracto, ni
derecho concedido, sino que, es la misma vida impidiendo su negación, ya sea contra el tirano que le
niega, el explotador, el ruín, el estafador. Leemos en esta comprensión una posición completamente
vitalista ante las vida del Hombre, que se afirma a sí misma en tanto pueda propagarse, no como
individuo únicamente, sino como especie, la vida se vuelve un campo de batalla en el que se lucha por
ella, para preservarla.

Si comprendemos esta moral desarrollada, habrá quien pregunte, ¿no terminará esta ley en volverse una
obligación, en una obediencia más? A esto, Kropotkin dará la más ilustre de las respuestas. Siempre la
moral, tendrá en su velo la idea de obediencia, de restricción, no es de extrañar puesto que cuando la
iglesia buscó moralizar, amenazó con el infierno, los ha desmoralizado, el juez amenaza con el castigo,
la horca, ha desmoralizado, coartando a partir del temor, los tiranos, los autoritarios afirman que si
desaparece esto, será un peligro para la sociedad, desmoralizando de nuevo. Lejos de esto, la moral
anarquista no es coercitiva, dirá “haz lo que quieras y como quieras” entendiendo que, entre más
liberados estén los Hombres de las cadenas y velo que les impide ver y actuar, podrán obrar de manera
útil a la sociedad, por el solo hecho de pertenecer a la especie humana, estos, sin la pervención del
poder, podrán actuar en simpatía, en solidaridad y a través del apoyo mutuo

Para esto, se hace necesario eliminar estas cadenas que impiden desenvolver aquellos sentires, el
Estado, La Iglesia, el Explotador, todo ejercicio de gobernanza. Quien actue bajo estos sentimientos
naturales que se han encajado en la moral anarquista, no querrá gobernar ni ser gobernado, irá en
contravía a la moral hipócrita, el odio se desplegará hacía este ejercicio que niega la vida, que degrada
la naturaleza humana. En síntesis la moral anarquista es el llamado de la vida, a propagarse, a
mantenerse, a vivir de la manera en la que deseamos que todos vivan, así, sin duda, hacía la mejor
posible, sin duda, el amor guía esta filosofía, por ello, la moral anarquista, los principios morales de
esta, se deshacen de todo sentido de obligación, de toda cadena, esta no es más que, la expresión de la
humanidad en el actuar consecuente, solidario, empático, vital.

CONCLUSIÓN:

La formación moral o más bien, la discusión alrededor de la moral es amplia a lo largo de la


vida, ya sea por términos académicos desde la filosofía, como en la vida práctica y las enseñanzas de la
tradición y la educación. Múltiples propuestas entendimientos se dan sobre esta a lo largo de la
academia, a lo largo del mundo de la vida, sin duda, muchas de estas descritas en este trabajo del
anarquista Kropotkin pueden ser evidenciadas, comprendidas y así mismo juzgadas bajo unos nuevos
criterios. Enfrentarse a esta cítica de Kropotkin implica verse en tela de juicio muchos de los valores y
concepciones adoptadas a lo largo de la vida, así mismo el entendimiento de cómo y por qué surgen
muchas de estas. Sin duda, se asimila como a través de estas ideas, muchas fundadas por la sociedad,
permiten que reproduzcamos la dominación, la explotación, la tiranía en grandes y pequeñas escalas.

Ante todas estas propuestas y la crítica, nos parece sumamente importante no sólo leer y comprender
las palabras de Kropotkin, sino sentir cada argumento, cada esbozo desde lo más íntimo de la
humanidad, y allí entenderse a fin a lo que este describe, encontrar en los múltiples comportamientos la
huella de estos velos, de estas cadenas, que nos hacen ir en contra de la vida. La terminación de este
ensayo “La Moral Anarquista de Kropotkin” dice “Ahora te toca elegir”, ante esta afirmación, nosotros
decimos, a plena convicción que en ella, encontramos una verdad que ha sido negada en todas las
esferas de la vida social, elegimos nosotros, que estos postulados resguardan una verdadera propuesta
alrededor de la moral, lejos de cualquier coacción, es una pregunta constante, de la naturaleza, del
mundo, que recae en el individuo y le implica pensarse como un igual al otro.

Por ello, la moral anarquista, que parte de los sentimientos de la simpatía, de la solidaridad, de la
igualdad, se ven reflejadas en una potencia vital, y una afirmación de la vida, que se da desde el
individuo que no se desconoce a sí mismo, que se busca y que encuentra, la mejor versión de sí, con el
otro, puesto que le vemos, y le reconocemos como un igual, del cual necesito para ser; para nuestra
evolución y desarrollo, el apoyo mutuo se hace la regla primordial.

A muchos años de distancia, nos permitimos ver de manera crítica y preguntarnos ¿de qué ha servido
esta moral enseñada e instaurada a la fuerza hasta el día de hoy, qué generaciones hemos tenido, qué
resultados se han provenido de esta? En momentos de crisis, no es la lógica de la propiedad burguesa,
ni el ideario de un imperativo, ni el miedo a la iglesia, ni la obediencia al estado la que nos ha
permitido subsistir y evolucionar estas sólo han traido la guerra, la desigualdad, la injusticia convertida
como regla de desarrollo social, contrario ha sido el apoyo mutuo entre los pueblos, las gentes, los
individuos.

Para el momento donde se escribe este ensayo, evidenciamos que, ante una crisis social, humanitaria,
no son las relaciones de poder y dominación las que permitirán la subsistencia de los individuos y la
especie humana, estas lógicas, han demostrado sólo adelantar privilegio para unos pocos y las
comodidad necesarias para quien ha entrado en el engranaje de las lógicas del capital y la producción,
sino que, hay un instinto y sentimiento que nace en nosotros ante la necesidad de que existe una
contrapeso a esta negación de la vida, que deseamos que esta se propague, se mantenga, de allí, que
surja la necesidad de que hayan movimientos, fugas que impulsen a la vida para ser, para mantenerse,
comprendemos que la moral anarquista es un llamamiento, no al soñar, sino al despertar, un despertar
que se desencadena en un tiempo y un espacio, el hoy, el ahora.

Concluimos, que esta moral que parte de desentender todo principio de autoridad, de toda obediencia
consumada, de toda negación de la vida y olvido de las lógicas naturales de cooperación, solidaridad,
igualdad y apoyo mutuo, se hace, la única opción, en tanto una moral eminentemente práctica, para
luchar por la vida, levantarnos ante la desigualdad, la injusticia, y propender en el día a día un accionar
que desencadene la propagación de la vida, actuando como quisiéramos que actuasen con nosotros en
las mismas circunstancias, por nosotros mismos, por la especie, por la humanidad y por toda la vida
existente.

Kropotkin, escribió para sus tiempos, concibió una moral que cobijase una respuesta ante la
dominación, explotación y desigualdad de sus tiempos, hoy, sus postulados siguen vigentes. La
pregunta, no podrá ser evitada, no escapará nunca en tanto exista vida humana y quien reflexione sobre
esta, sin duda, la respuesta de Kropotkin ante la moral, es una entre muchas otras, al final, la incógnita
cambia, y la pregunta debe ser respondida por cada uno de nosotros, ¿Por qué hemos actuado
moralmente en contra de la vida?, así, la especie humana tendrá que replantearse, en su respuesta, está
la posibilidad no sólo de un mejor mañana, sino, de la permanencia de nuestra especie.

Bibliografía
La moral anarquista/ Piotr Kropotkin ; recopilado por Frank Mintz 1ed. Buenos Aires : Libros de
Anarres, 2008.

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