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LA MORAL ANARQUISTA

intelecto, sentimiento voluntad y acción

“Llamamos a todos y a todas a no soñar,


sino a algo más simple y
definitivo: los llamamos a despertar”
Enero, 1999

INTRODUCCIÓN:

En el Hombre existe una fuerza interna que brota llameante, y al despertar, quema los vestigios
que le rodean, le aprisionan y le impiden verse a sí mismo y al otro, el cual no es más que su semjante.
A pesar de ello, hay un adormecimiento desde el pensamiento, el sentimiento, la voluntad y así, la
acción se adormece con leves movimientos en el entresueño, aprisionados por prejuicios de un Estado,
de una Religión, de un Explotador. En esta condición de adormecimiento el pensamiento crítico, que
subvierte el orden de las cosas se expone y salta allí desde una posición que es creadora, se abre por
nuevos caminos posibles, así, el Anarquista Kropotkin abre su crítica hacía una sociedad donde sus
pilares son determinados por quienes adormecen el pensamiento, anulan la crítica y toda posición
proveniente de esta, así, gobernantes, magistrados y clérigos coartan toda posibilidad de una moral.

En su obra, la Moral Anarquista Kropotkin desarrolla su concepción de la moral anarquista a partir de


un análisis histórico, antropológico y biológico, en relación a la manera en que los animale, el hombre
incluido ahí gestan la intención moral, sus razones y origenes, así mismo, expone una crítica aguda de
las distintas formas en las que, los enemigos de la moral y quienes aprovechan esta tendencia natural de
la vida, para convertirla en su negación, en una costumbre e indiferencia que legitima, acepta y apropia
la explotación, la miseria, la negación de la vida en común.

El primer punto sobre el que deseamos desarrollar esta discusión es respecto a lo mencionado en el
capítulo I del presente libro, allí, Kropotkin hace uso de la forma de educación para demostrar que
aprovechándose del infante, se le somete por terror a unas prácticas de la ley divina, del cielo y el
infierno, a su vez, del terror revolucionario y su alejamiento. En este punto se hace una apertura a la
crítica respecto a esta “formación moral” en tanto se menciona, como en el adormilamiento producido
por esta educación sometida por el terror no hay una formación, o espacios para las discusiones del
orden moral, sino prejuicios o determinantes que rigen como leyes para el educando, así, “las prácticas
religiosas, la hipocresía judicial, la sustituyen” (Kropotkin) gestando, una nivel que decae en su nivel
moral, distinguiendo en ello, el nombre de la moral de los romanos de la decadencia, de un antiguo
régimen, del régimen burgués.

Allí, en una moral de la decadencia, una no moral se expone, acrítica, envuelta en un velo de
servidumbre y complicidad ante los que la expusieron, la crítica de Kropotkin se agudiza, al referir una
frase que deseamos analizar, dará apertura al presente escrito y nos permitirá llegar a nuestro cometido,
cito “La mentira se convierte en virtud, y la conducta mediocre en deber”. Identificamos en esta frase la
agudeza de su crítica, puesto que iremos mostrando como, este tipo de educación y formación
alrededor de una moral cristiana, burguesa, desencadena en el engaño propio, al semejante y a su vez,
una actitud de conformidad con la miseria y la injusticia cometida para con otros como para sí mismos,
puesto que allí, esta máxima habrá de ser la que define el actuar del individuo que aspira parecer al
burgués, ignora al semejante y se envuelve en una sociedad hipócrita.

En este sentido, se abre la discusión al rededor de la moralidad, la posición crítica, emanciparia de estos
viejos preceptos abren tanto para Kropotkin, como para sus antecesores distintos elementos críticos que
este buscará esbozar. Preguntemos entonces, para orientar lo consiguiente, ¿Cómo Kropotkin
comprende la moral, y a partir de qué puntos esboza su crítica?

1. EL ORIGEN DE LA MORAL ANARQUISTA

Deberemos hacer uso de la pregunta hecha por este anarquista, ¿Por qué seré moral?, una
pregunta que envuelve a los pensadores de su tiempo, así, desde los racionalistas del siglo XII, los
filósofos del siglo XVI, los filósofos y revolucionarios del siglo XVIII se plantearon esta incógnita, los
preutilitarios ingleses Bentham y Mill, los materialistas alemanes como Buchner, los nihilistas rusos y
el fundador de la ética anarquista Guyau plantearon distintas interpretaciones al respecto. Entre todas
estas, podemos encontrar como se han fundamentado desde distintas perspectivas las concepciones
morales del individuo, así un Kant hablando de un imperativo, como escolásticos fundamentando una
ley divina, o contractualistas una ley del soberano. Nos interesa, en especial, con el fin de resolver la
pregunta para el desarrollo de este ensayo, rastrear la pregunta que se plantearon los jóvenes nihilistas
rusos, así mismo, Guyau, como pensador anarquista.

Nos compete entonces, mencionar el nacimiento de esta crítica hacía la moral escolástica, de ley del
soberano que adormece, el surgimiento de una crítica desde su seno. El joven Nihilista nos menciona
Kropotkin, se planteó para sí mismo esta pregunta hecha de manera histórica, ¿por qué seré moral? Se
invierte, la pregunta empieza por contrariar, ¿por qué debo serlo? Afirmativamente responde el
nihilismo, ¡seremos inmorales!. En esta afirmación encontramos la gestación de un pensamiento
anarquista, puesto que el llamamiento a la inmoralidad, no es más que la negación de las leyes que
aprisionan y encadenan al hombre a la decadencia.

Decimos, que este es la gestación de un pensamiento anarquista puesto que comienza a derribar todos
los pilares sobre los que se constituye la moral hipócrita. La biblia que constituye un régimen moral, no
es más ante esta mirada crítica nihilista, como una colección de tradiciones babilónicas y judaicas, así
mismo, el llamado de un Kant hacía un imperativo categórico que se esboza de una orden misteriosa al
interior de sí, o acaso se debe hacer por un altruismo; la educación de igual manera, como tradición se
pone en crítica de estos nihilistas rusos. Esto, no es más que un primer plantamiento anarquista que se
opone ante la hipocresía. En palabras del autor, enarbola las banderas de la filosofía anarquista, cito
“No inclinarse ante ninguna autoridad por respetada que sea; no aceptar ningún principio en tanto no
sea establecido por la razón” (Kropotkin) inclusive, se plantea, que estos jóvenes nihilistas, logran
desarrollar en su seno costumbres superiores que aquellas que desterraron de sí mismos.

Si bien, estos indicios nos permiten rastrear los orígenes del pensamiento anarquista, debemos
escarbar más profundo para entender la propuesta de la moral anarquista, que si bien, bajo lo anterior
podemos suscitar una bandera, que es clara, “el levantamiento contra toda autoridad, y aceptar
únicamente el principio que sea establecido por la razón”, esboza en su desarrollo otros principios que
se comprenden a través de la aguda crítica a la formación de los valores morales.
Su origen, o por lo menos, la evolución de la concepción de la educación moral no ha cambiado con el
paso de su tiempo. En el antaño, la valoración de lo bueno y lo malo se explicaba por medio de la
intervención divina y las inclinaciones que derivaban a partir de una figura maligna, contraponiéndose
a una figura benigna, el alejamiento del “mal” correspondía en tanto, cuánto más se acercara a la figura
del bien, al ángel en el hombro, así, su derivación no cambia en el desarrollo de nuevas comprensiones
del pensamiento, la designación cambia y a esta comprensión moral de la vida primaria de la vida,
babilónica, judaica, se torna en una filosofía, en escolástica que cambia sus designaciones por otras.
Así, el angel, lo benigno aterriza en el hombre como consciencia y alma, así, anclando la derivación
moral a una estructura ontológica que corresponde a un dios creador, es decir, como facultad del
hombre está inmiscuido en el buen actuar, corresponde en tanto se actúe tendiendo hacía el alma, o
dicho de otra manera, hacía las exigencias de dios; el diablo o la figura maligna, se encarna en la carne
y las pasiones, censurando o alejando de esta facultad humana.

Para el pesar de esta concepción, los filósofos ingleses e enciclopedistas identifican que todos los actos
no están más que orientados que hacía la consecución de un placer. Así, en el siglo XX comenta
Kropotkin, Bentham, John Stuart Mill, Chernychevsky y otros, demostraron como el instinto egoísta, o
dígase, la consecución del placer son motor de las acciones humanas. Decimos entonces, que
Kropotkin tiende por esta comprensión, la de obediencia hacía las inclinaciones, la satisfacción de una
necesidad y evitar lo que sería una molestia. No obstante, si comprendemos esta construcción de
manera plana, o superficial no entenderemos la profundidad que existe bajo esta comprensión de las
inclinaciones del comportamiento, adelantando un poco la explicación, diremos que la vida tiende a
buscar más vida, a proliferar, y esta afirmación nos implica dos fundamentos esenciales, primero, que
ya no refiramos únicamente a el instinto que hace mover al Hombre, sino abordar en su conjunto, la
vida, y a su vez, la razón por la que se dice, esta busca proliferar.

Toda la filosofía materialista se haya en esta conclusión, para el hombre, no existe una inclinación
moral divina, sino un impulso de necesidad, así mismo, la vida se permea por esta lógica, tanto los
animales como las plantas y el Hombre mismo, actúa obedeciendo a una necesidad de la naturaleza.
Así, la discusión moral se replantea, puesto que toda acción se constituye como hechos que responden a
necesidades naturales del individuo. Esta explicación materialista descarta entonces toda idea
metafísica y divina, si de ello desprende que, la inmortalidad del alma no es el gran motor para las
acciones de la vida humana, no obstante esto suscita un nuevo problema, ¿es el accionar humano
únicamente un componente orgánico, de subsistencia, de equivalencias sin importar la causa u motivo,
y lo único determinante es el procurarse el placer?

La respuesta, tiene todo el espíritu de la Humanidad y de la vida esbozando en él. Comprender esta
crítica materialista implica que ya no será un imperativo divino el que regirá la comprensión de lo que
está bien o así mismo de lo que está mal, ¡En esta respuesta está la moral anarquista! No se desean ni
jueces ni curas para determinarlo, en el Hombre, como la planta y en el reptil existe la necesidad
natural. Se obedece a una necesidad de la naturaleza, se odia al animal que hiere, el hombre que
engaña, a la planta que hiede, en todo caso, a lo que vulnera nuestra condición de vida. En conclusión
de este primer acertado habremos de decir que el origen de esta moral anarquista consiste en un primer
sentido como negación a la construcción hipócrita de moral que se pilariza en el engaño, el juez, en el
cura, y de ello que esta sea producto de negación de toda autoridad, a sí mismo, se niega todo principio
que no provenga de la razón, y ante el problema de la valoración del bien y el mal, atribución
anteriormente dada a la biblia, tendrá una nueva fuente ¡Será el individuo por sí mismo! Pero no como
sujeto aíslado, sino como parte del género humano, como comprensión orgánica de sí mismo, de su
necesidad, tendiendo hacía lo que procure lo bueno en tanto su necesidad natural, y odiando y evitando
lo que así sea noscivo con él, no bajo preceptos morales judaicos, sino, sobre una construcción mucho
más profunda de reconocimiento del Hombre, de la vida , esto último, pasaremos a explicarlo en el
siguiente subtítulo.

PILAR DE LA MORAL ANARQUISTA, SOLIDARIDAD Y APOYO MUTUO.

Kropotkin afirma, “Los animales en general, desde el insecto hasta el hombre, saben perfectamente lo
bueno y lo malo sin consultar para eso ni a la biblia ni a la filosofía”, Por ende, habremos de rastrear de
dónde proviene este saber, este conocimiento o tendencia del hombre.

Los pensadores del siglo XVIII descubrieron esta comprensión del animal sobre lo bueno y lo malo con
facilidad, Forel, observador de Hormigas, describe el autor Anarquista, con una múltitud de hechos y
observaciones, ha demostrado como cuando una hormiga ha hartado la boca con miel, si se encuentra
otra con el estómago vacío, esta le comparte. Así, ejemplifica con los gorriones y el alimento, las
marmotas y el refugio subterráneo, así mismo el primitivo hombre chuckche frente a la alimentación.
En todo caso lo predominante de esto, lo bueno es lo que se considera útil para la conservación de la
especie, y lo malo es aquello que es perjudicial para ésta.

Así, los orígenes del pensamiento o la moral anarquista, corresponde a su vez a una lógica colectivista,
en la que identificamos que hay una comprensión de sí mismo como especie. No hay una relación del
bien y el mal a partir de la metafísica o misterios, sino de condiciones materiales, objetivas y concretas,
que corresponden como género humano, como animalidad. Esta lógica moral que desprende del mundo
animal dice, cito “Hagamos a los otros lo que quisiéramos que hicieran por nosotros mismos en las
mismas circunstancias”. Esta lógica para ser comprendida como origen de la tendencia moral debe
entenderse como pasa a convertirse en costumbre.

La explicación religiosa a través de la iluminación divina determina una forma de el bien y el mal en el
hombre, así mismo Hobbes lo explicará a través de la ley , que desarrolla lo justo e injusto, el bien y el
mal. Este precepto sabemos no ha hecho más que instituir una moral que lleve a aceptar, a legitimar la
orden del explotador. Lógica utilitarista cobija al hombre para que obre por interés personal, sin duda,
otro erróneo origen del sentimiento moral.

Adam Smith encuentra el origen del sentimiento moral a través de la simpatía, puesto que, en toda
experiencia de relación social en tanto más contacto tengamos con las diferentes experiencias como el
dolor producido de un individuo a otro, la injuria o injusticia, podremos ver que en nosotros a través de
la simpatía crece un sentimiento moral que se convierte en costumbre, puesto que implica en nosotros
un actuar respecto a ello. Lo anterior se fortalece cuando comprendemos lo que el autor anarquista
esboza como en la teoría darwinista se ignoran diversos elementos fundamentales para la comprensión
del desarrollo de la especie, como si bien existe una adaptación y una condición de cazadores y
cazados, hay distintas relaciones que se gestan solidaridad dentro de este reino animal, la solidaridad se
da como ley en el mundo animal. Así, se afirma de esta genealogía del sentimiento moral, como las
formas de desarrollo y crecimiento se han dado en tanto se ha gestado una mayor solidaridad entre una
sociedad animal, es esta la que permite el valor y la libre iniciativa del individuo.

La ley, entonces del apoyo mutuo es la ley del progreso, tanto en el reino animal como en toda vida
orgánica y a través de esta empatía y solidaridad, compartimos una lógica común, y un origen conjunto,
explicado bajo condiciones naturales y materiales del sentimiento moral.
do este principio, sabemos que sencillamente lo han escamoteado para con él cubrir su mercancía; sus
prescripciones favorecen al conquistador, al explotador y al clérigo. Sin el principio de solidaridad,
cuya justeza está generalmente reconocida, ¿cómo habrían tenido ascendiente sobre el espíritu?

Si sacamos la Ley, la Religión y la Autoridad, la humanidad vuelve a ser poseedora el principio


moral,purgándole y entendiéndole en la lógica de la solidaridad, del apoyo mutuo. Esto, es plantearse
desde una lógica colectiva el actuar, de lo bueno y lo malo. De aquello uqe permite la perduración
cokmo especie.

Tratar bajo la máxima de tratar como se quiere ser tratado, indica ya actuar en igualdad, un principio
fundamental de la anarquía, en un principio práctico. La moral anarquista aborda la comprensión de la
igualdad de las relaciones mutuas, y así mismo, la solidaridad entre ellas. Cito a Kropotkin refiriéndose
a esto “Llamándonos anarquistas declaramos por adelantado que renunciamos a tratar a los demás
como nosotros no quisiéramos ser tratados por ellos; que no toleramos ya la desigualdad, lo cual
permitiría a alguno de entre nosotros ejercitar la violencia o la astucia o la habilidad del modo que nos
desagradaría a nosotros mismos. Pero la igualdad en todo –sinónimo de equidad– es la anarquía
misma”

“Siendo anarquistas, declaramos la guerra al cúmulo de embustes, de astucia, de explotación, de


depravación, de vicio, en una palabra de desigualdad, que han vertido en los corazones de todos
nosotros. Declaramos la guerra a su manera de obrar y pensar. El gobernado, el engañado, el explotado,
la prostituta, etc., hieren ante todo nuestros sentimientos de igualdad. En el nombre de la Igualdad, no
queremos ya ni prostitutas, ni explotados, ni engañados, ni gobernados. “

, ¿con qué derecho usa la fuerza en determinadas circunstancias?


“ 0s hechos similares podríamos citar basados en nuestra propia experiencia! El hombre valeroso prefi
ere morir antes de llegar a ser la causa del mal de otros. Por esto tendrá conciencia de proceder bien y
la aprobación de los que estima lo seguirá si mata a la víbora o al tirano. “
Perovskaya

Este derecho de usar de la fuerza, la humanidad no lo rehúsa jamás a los que lo han conquistado: que
valga este derecho sobre las barricadas o en la sombra de una esquina. Pero para que tal acto produzca
profunda impresión en los espíritus es preciso conquistar ese derecho. De no ser así el acto –útil o no–
quedaría
Nuestro modo de actuar para con los demás pasa así al estado de hábito. El hombre que haya adquirido
más costumbres morales será ciertamente superior a ese buen cristiano que pretende siempre ser
empujado por el diablo a hacer el mal, y que no puede impedirlo más que evocando las penas del infi
erno o los goces del paraíso
Entonces sustituye con la imaginación a la persona que está enfrente de él, se pregunta si le agradaría
ser tratado de la misma manera; y su decisión será tanto más moral cuanto mejor identifi cado esté con
la persona a la cual estaba a punto de herir en su dignidad o en sus intereses.
Así sólo en un momento de vacilación se acude al principio de igualdad, mientras que en un noventa y
nueve por ciento de los casos obramos moralmente por costumbre.
Hemos expuesto sencillamente cómo las cosas pasan en el mundo animal y entre los hombres.
La Iglesia amenazaba en otro tiempo a los hombres con el infi erno para moralizarles, y sabemos cómo
lo ha conseguido: desmoralizándolos. El juez amenaza con la argolla, con el látigo, con la horca,
siempre en nombre de esos mismos principios de sociabilidad que ha escamoteado a la sociedad,
desmoralizándola. Y los autoritarios de toda clase claman también contra el peligro social a la sola idea
de que el juez pueda desaparecer de la tierra al mismo tiempo que el cura.
Haz lo que quieras y como quieras” porque estamos persuadidos de que la inmensa mayoría de los
hombres, a medida que sean más ilustrados y se liberen de las trabas actuales, hará y obrará siempre en
una dirección determinada, útil a la sociedad, como estamos persuadidos de antemano que el niño
andará un día de pie, y no a gatas, sencillamente porque ha nacido de padres que pertenecen a la
especie humana. Todo lo que podemos hacer es dar un consejo
Sólo pedimos una cosa, eliminar cuanto en la sociedad actual impide el libre desenvolvimiento de estos
dos sentimientos, cuanto falsea nuestro juicio: el Estado, la Iglesia, la explotación, el juez, el clérigo, el
gobernante, el explotador.
Se trasladará a otra parte, se transformará en odio contra la sociedad cobarde e hipócrita, contra sus
representantes reconocidos. Todas las infamias de un destripador desaparecen ante esta serie secular de
infamias cometidas en nombre de la Ley. Es a ello a quien odiamos.

Hoy nuestro sentimiento se amplía continuamente. Comprendemos que todos somos, más o menos
voluntaria o involuntariamente, cómplices de esta sociedad. No nos atrevemos ya a odiar. ¿Osamos
acaso amar? En una sociedad basada en la explotación y la servidumbre, la naturaleza humana se
degrada.
Principios morales pierdan todo sentido de obligación.

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