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Instituto Campechano

Escuela Normal Superior


Prof. Salomón Barrancos Aguilar
Licenciatura en educación secundaria, especialidad
en Matemáticas.

Materia:
Desarrollo de los adolescentes iii. Identidad y
relaciones sociales
Tema. Los jóvenes en las representaciones sociales
dominantes y la autonomía.
Alumna:
López Tuz Gabriela Yoselin
Docente:
Alejandro Macgregor Ferrera
Los jóvenes en las representaciones sociales dominantes y la
autonomía.
Gérard Lutte y Laurence Steinberg

Las representaciones sociales dominantes condicionan las relaciones entre los


individuos, los grupos y la sociedad; las representaciones y el modo de tratar a los jóvenes
modelan a su vez a la adolescencia estableciendo los tipos de comportamiento que se
consideran adaptados a esta edad.
Así pues, la manera en como una sociedad llega a representar a los jóvenes afectándoles
en esta etapa de su vida, por lo que va uniendo las actitudes y comportamientos de los
adolescentes y como se llegan a reflejar. Se dice que las representaciones y el modo de
tratarlos moldean a su vez a la adolescencia por lo que se llegar a percibir diversos tipos de
comportamientos; todo esto se crean dependiendo de cómo la sociedad va estereotipando a
los jóvenes.
Por un lado, los estudios sobre las representaciones sociales nos permiten pensar que en
general se ha visto a los jóvenes de un modo negativo, que provocara marginarlos y privarlos
de los derechos fundamentales de la conciencia limpia. Los mismos adolescentes pueden
asimilar las representaciones dominantes, considerar su condición como natural y aceptar la
subordinación y la pasividad que se les impone, o al contrario, puede considerarse iguales a
los adultos y reivindicar sus derechos a la autonomía y a la participación.
Al mismo tiempo, los padres que respetan la autonomía de sus hijos adolescentes tienen
de los jóvenes una imagen distinta de la que tienen los padres autoritarios. Pero para la
mayoría de los adolescentes, establecer un sentido de autonomía, esto es parte tan importante
de volverse adulto como establecer un sentido de identidad.
A menudo, muchos de los adolescentes confunde autonomía con rebelión y el volverse
persona independiente, esta idea errónea de que la autonomía es igual que rebeldía se crea
porque todos nos hemos encargado de relacionar al adolescente como un monstruo lleno de
tensiones y trastornos que no sabe ni quien es el mismo.
Los adolescentes de hoy pasan tanto tiempo lejos de toda vigilancia directa de los
adultos, trayendo como consecuencia solo o con sus compañeros aprendan a dominar su
conducta; tras estas circunstancias el niño se siente presionado a madurar más rápidamente,
cosa que no es difícil ya que es llevado de la mano por diversos medios de comunicación y
los amigos.
La autonomía es algo que está presente durante todo el ciclo de la vida y aunque la niñez
y la adolescencia son pautas claves para la formación de esta es hasta la adultez que todas las
cuestiones que implica el ser autónomo quedan resueltas de una vez por todas al llegar a la
temprana adultez. En la adultez avanzada, la autonomía puede convertirse en una
preocupación considerable para la persona que de pronto encuentra necesario depender de la
ayuda y el apoyo de otros.
En cuanto el afán de los adolescentes por apartarse de sus padres y acercarse a sus
compañeros en busca de apoyo emocional, puede ser provocado por su naciente interés en
las relaciones sexuales y por sus preocupaciones por cosas como salir con personas del otro
sexo y establecer relaciones íntimas. Los cambios cognoscitivos de la adolescencia también
desempeñan un papel importante en el desarrollo de la autonomía. Estos cambios de
pensamiento son requisitos importantes para el desarrollo de un sistema de valores basado en
el sentido del bien y del mal de la propia persona y no sólo en reglas y regulaciones que le
dieron sus padres u otras figuras de autoridad
Con respecto a los tipos de autonomía, la primera caracterización implica lo que los
psicólogos llaman autonomía emocional, ese aspecto de la independencia que se relaciona
con cambios en las relaciones íntimas de la persona, especialmente con sus padres. La
segunda caracterización corresponde a lo que a veces se ha llamado autonomía conductual:
la capacidad de tomar decisiones independientes y sostenerlas. La tercera caracterización
incluye un aspecto de independencia al que se ha llamado autonomía de valores, que no es
sencillamente la capacidad de resistir presiones ante las demandas de los demás

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