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1.

LA TEOLOGÍA, UNA CIENCIA

Teología sistemática, Charles Hodge

EN todas las ciencias hay dos factores: hechos e ideas; o, hechos y la


mente. La ciencia es má s que conocimiento. El conocimiento es la
persuasió n acerca de lo que es cierto en base de una evidencia adecuada.
Pero los datos de la astronomía, de la química o de la historia no
constituyen la ciencia de estos departamentos del conocimiento.
Tampoco la mera ordenada disposició n de los hechos constituye ciencia.
Los hechos histó ricos narrados por su orden cronoló gico son unos meros
anales.
La filosofía de la historia supone que estos hechos deben ser
comprendidos en base de sus relaciones causales. En cada departamento
se supone que el hombre de ciencia debe comprender las leyes por medio
de las que se determinan los hechos de la experiencia; de modo que no
só lo conozca el pasado, sino que pueda predecir el futuro. El astró nomo
puede predecir la posició n relativa de los cuerpos celestes para los siglos
futuros. El químico puede decir con certeza cuá l será el efecto de ciertas
combinaciones químicas. Entonces, si la teología es una ciencia, tiene que
incluir algo má s que un mero conocimiento de los hechos. Tiene que
incluir una exhibició n de la relació n interna de estos hechos, unos con
otros, y de cada uno de ellos con todos los demá s. Tiene que poder
mostrar que si se admite uno, no se pueden negar otros.
La Biblia no es un sistema de teología del mismo modo que la
naturaleza no es un sistema de química o de mecá nica. Es en la naturaleza
que encontramos los hechos que el químico o el físico tienen que
examinar, y de ellos determinar las leyes que los rigen. De la misma
manera, la Biblia contiene las verdades que tiene que recopilar el teó logo,
disponer y exhibir en su mutua relació n interna. É sta es la diferencia
entre la teología bíblica y la sistemá tica.
La funció n de la primera es determinar y enunciar los hechos de la
Escritura. La funció n de la ú ltima es tomar estas hechos, determinar su
relació n entre sí y con otras verdades relacionadas, así como vindicarías y
mostrar su armonía y consistencia. Y no es ésta una tarea fá cil, ni de poca
importancia.
LA NECESIDAD DE SISTEMA EN TEOLOGÍA

Es natural preguntarse: ¿Por qué no tomar las verdades tal como Dios
ha visto adecuado revelarlas, y ahorrarnos así la fatiga de mostrar su
relació n y armonía?
La respuesta a esta pregunta es, en primer lugar, que no se puede hacer
así. Es tal la constitució n de la mente humana que no puede dejar de
intentar sistematizar y conciliar los hechos que admite como ciertos. En
ningú n departamento del conocimiento se han quedado los hombres
satisfechos con la posesió n de una masa de hechos no asimilados. Y
tampoco se puede esperar que los estudiantes de la Biblia se queden
satisfechos con ello. Existe, por tanto, la necesidad de construir sistemas
de teología. ...
Segundo: Se obtiene de esta manera una clase muy superior de
conocimiento al que se consigue por la mera acumulació n de hechos
aislados. Una cosa es saber, por ejemplo, que existen océanos,
continentes, islas, montes y no por toda la superficie de la tierra; y otra
cosa má s elevada es saber las causas que han determinado la distribució n
de la tierra y del agua sobre la superficie de nuestro globo; la
configuració n de la tierra; los efectos de esta configuració n sobre el clima,
sobre las razas de plantas y animales, sobre el comercio, la civilizació n y
el destino de las naciones.
Lo que es cierto de otras ciencias es cierto de la teología. No podemos
saber qué es lo que Dios nos ha revelado en su Palabra a no ser que
comprendamos, al menos en cierta medida, la relació n que tienen entre sí
las verdades separadas que esta Palabra contiene. Le costó a la Iglesia
siglos de estudio y controversia resolver el problema acerca de la persona
de Cristo; esto es, ajustar y llevar a una disposició n armó nica todos los
hechos que la Biblia enseñ a acerca de este tema.
Tercero: No tenemos elecció n en esta cuestió n. Si queremos cumplir
con nuestro deber como maestros y defensores de la verdad tenemos que
tratar de traer todos los hechos de la revelació n a un orden sistemá tico y
una mutua relació n. Es só lo así que podremos exhibir de una manera
satisfactoria su veracidad, vindicarlos frente a objeciones, o hacer que
ejerzan todo su peso sobre las mentes de los hombres.
Cuarto: É sta es evidentemente la voluntad de Dios. É l no enseñ a a los
hombres astronomía ni química, pero les da los hechos en base de los que
se erigen estas ciencias. Tampoco nos enseñ a teología sistemá tica, pero
nos da en la Biblia las verdades que, apropiadamente entendidas y
ordenadas constituyen la ciencia de la teología. Así como los hechos de la
naturaleza en todos relacionados y determinados por las leyes físicas, así
los hechos de la Biblia está n todos relacionados y determinados por la
naturaleza de Dios y de sus criaturas.
Y así como É I quiere que los hombres estudien sus obras y descubran
su maravillosa relació n orgá nica y armó nicas combinaciones, así es su
voluntad que estudiemos su Palabra, y aprendamos que, como las
estrellas, sus verdades no son puntos aislados, sino sistemas, ciclos y
epiciclos en una armonía y grandeza sin fin. Ademá s de esto, aunque las
Escrituras no contienen un sistema de teología como un todo, tenemos
partes elaboradas de este sistema en las Epístolas del Nuevo Testamento.
Y éstas son nuestra autoridad y guía.

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