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en Shale Gas
Enrique Muñoz Durán. (2013). “Potenciales Impactos Ambientales del
Fracturamiento Hidráulico en Shale Gas”. Universidad Nacional Autónoma de
México. Ciudad Universitaria, México D.F.
El fracturamiento hidráulico es una de las operaciones más importantes en la
terminación de pozos. En México, su uso más frecuente se ha dado en la cuenca
de Burgos, cuyos pozos de gas producen en formaciones de arenisca de baja
permeabilidad, lo que aunque también se ha usado en pozos del paleocanal de
Chincotepec y en algunos de la cuenca de Veracruz, donde predominan las
formaciones carbonatadas y algunas formaciones areno-arcillosas.
El fracturamiento hidráulico puede ser definido como el proceso en el cual la
presión de un fluido es aplicada en la roca del yacimiento hasta que ocurra una
falla o fractura, generalmente conocido como rompimiento de formación; y colocar
un elemento de empaque que permitan incrementar la conductividad de la
formación y, por ende, el flujo de fluidos hacia el pozo. Como la resistencia al flujo
en la formación se incrementa, la presión en el pozo aumenta a valores que
exceden la presión de quiebre de la formación produciendo así la fractura.
ADQUISICIÓN DE AGUA
La cantidad de agua que se necesita en el proceso de fracturamiento hidráulico
depende del tipo de formación (capas de carbón, lutita o arenas compactadas) y
de las operaciones de fracturamiento (profundidad y desplazamiento horizontal del
pozo, propiedades del fluido de fracturación y diseño de la fractura). Los
requerimientos de agua para la fracturación hidráulica en capas de carbón (gas
grisú) tiene un rango de 50,000 – 350,000 galones de agua por pozo. El agua
necesaria para el fracturamiento hidráulico en shale gas (gas de lutitas) es
significativamente mayor y tiene un rango de 2 – 4 millones de galones de agua
por pozo.