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Módulo: Teoría política

Por Leidy Vargas y Jeyson F. Espejo

Objetivos
Aprehender los conceptos básicos relacionados con la teoría política con el fin de contar
con los insumos para su reflexión y su comprensión.
Reconocer la naturaleza ético-social del hombre y sus posibilidades de transformación de
la sociedad por medio del análisis crítico-constructivo de la política.
Actividad de inicio
1. Antes de entrar en la teoría política se propone referenciar los conocimientos previos
que se tienen sobre los siguientes conceptos.

Conceptos con los que lo


¿Qué es? Ejemplo
relaciono

Política

Poder

Legitimidad

Estado

2. Ahora, explique en un formato libre (texto, imagen, video, mapa mental…): ¿cuál es
la visión que tiene de su contexto político actual?
Estos dos ejercicios servirán como insumo para el abordaje de los temas que serán
presentados a continuación.
La política
La luz que brilló en Grecia en la Antigüedad ha sido tan potente que su halo ha alcanzado
nuestra contemporaneidad para recordarnos que Occidente ha echado sus bases sobre el
pensamiento desarrollado en la cultura clásica. Hablar de política y particularmente de sus
orígenes, es hablar de Atenas, de polis y de los pensadores que dedicaron su vida a la reflexión
de estos argumentos.
Como en el Renacimiento las mujeres y los hombres de la actualidad, solemos mirar a la
Antigüedad para descubrir algunos esbozos de lo genuino de las más variadas disciplinas.
Tratamos de buscar el por qué y el para qué, en este caso, de la política en sus orígenes. Y mirar
a los griegos siempre trae una luz nueva, bien sea para criticar su pensamiento, para reelaborarlo
o para establecer nuevas propuestas a partir de ellos.
Es en las figuras de Platón1 y Aristóteles se cristaliza el pensamiento de una civilización que
venía reflexionando desde los pensadores jonios del siglo VI a.C. la cuestión del poder, de la ley
y de la convivencia entre los hombres en su ambiente natural: la polis. Es en este lugar que el
hombre griego “interpuso una barrera entre sus miembros y los caprichos de la naturaleza,
controló los impulsos arbitrarios del gobernante y, a través del entrenamiento militar, tuvo éxito
en la reducción de los riesgos de la guerra” (Sabine, 1994, p. 30) por medio de la reflexión en
torno al mito y la adhesión a la ley como rectora de las relaciones humanas.
Más allá de sus diferencias, para Platón y Aristóteles la política se puede entender como la
extensión social de la ética, es decir, una doctrina de la vida buena y justa que llevase al conjunto
de los hombres a la felicidad por medio de la praxis. Ya Platón aseguraba que el fundamento del
poder residía en el saber y no en el tener, principio rector de su concepción de la práctica
política. Para el Estagirita, por su parte, era de vital importancia que fuera la ley, y no un hombre
en particular, la soberana en la polis y es en ese sentido que cobra valor el hecho de que conciba
la política como el arte de lo posible. También en Aristóteles, aparecerá un primer esbozo de la
tripartición del poder, que será estudiada desde una perspectiva distinta por el romano Pólibo, y
en la que posteriormente se basarán Locke y Montesquieu para hacer sus respectivas propuestas.
Otro elemento de gran valor de la doctrina clásica es el papel de la ciudadanía en el gobierno
de la polis, puesto que no puede ser un habitar pasivo del territorio, sino que por el contrario,
debe tener como estandarte la participación en los asuntos públicos, dado que el territorio y lo
que sucede con él corresponde a todos.
Durante la Edad Media, el argumento de la política tendrá mucho que ver con el cristianismo
y su desarrollo en Europa, sin embargo el concepto del bien común seguirá siendo central en las
distintas interpretaciones.

1
De nombre Aristocles.
Más adelante, en Hobbes aparecerá un concepto de política caracterizado por la preocupación
por el trato social enfocado en el bienestar dentro de un orden correctamente elaborado
privilegiando, seguridad, paz y orden por encima de la libertad y la participación.
Sobre el origen de la política.
Aristóteles en La Política define al hombre como ζῷον πολιτικόν2, es decir hace una
interpretación del hombre como aquel que lleva en su interior el germen de la política. Esta
interpretación ha sido aceptada durante mucho tiempo en las esferas intelectuales, incluso
actualmente. Sin embargo, Hanna Arendt en sus reflexiones sobre política sostiene que el
hombre –en cuanto individuo– no puede llevar la política dentro de sí mismo, es decir, la política
no se genera dentro del hombre sino fuera de sí, en la relación con los demás. Por tanto, la
política no se da en el hombre sino entre los hombres y por ello la concepción de animal político
queda superada por la de colectividad como cultivo en el que el hombre puede ser considerado
como tal.
Sobre el fin de la política.
En la praxis política no es posible de hablar de un fin determinado de la política, puesto que el
poder es usado con diferentes objetivos dependiendo del grupo social que lo ostente o que lo
demande. De acuerdo con Bobbio (1992) es más conveniente hablar de fines de la política que
pueden ser de diversa índole: en momentos de luchas sociales y civiles, el fin puede ser la unidad
del Estado, la concordia, la paz y el orden público; en tiempos de paz, el fin puede ser el
bienestar y la prosperidad; en tiempos de opresión de un gobierno despótico, el fin es la
conquista de los derechos civiles y políticos; en tiempo de dependencia de una potencia
extranjera el fin ha de ser la independencia.
Sin embargo se puede hablar de un fin mínimo y es el de la preservación del orden público al
interior del Estado y la defensa de la integridad nacional en las relaciones entre el Estado y otros
Estados.
Bien común.
¿Es posible pensar un fin de la política más allá del orden? El mismo Aristóteles hace
mención al concepto de bien común, término criticado por su genericidad que puede significar
muchas cosas a la vez. Para Bobbio, el bien común por excelencia sería la convivencia de los
hombres a través de un orden específico, en resumen, el bien común no sería otro que el orden.
De todos modos, es posible explorar otras opciones.
Santo Tomás, en la Summa3 retoma el argumento enunciado en los pensamientos de Platón y
del Estagirita y sugiere que la ley debe estar ordenada al bien común, del que se desprendería un

2
Zoon politikon: Animal político.
3
Suma Teológica.
fin común ideal que no necesariamente existe, pero que los hombres pueden establecer como
meta hacia la cual apuntar: una suerte de utopía que motiva la acción dentro de la polis4.
A parte del pensamiento tomasino, tanto la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) como el
francés Jacques Maritain tienen palabras qué decir con respecto al argumento del bien común.
En la carta encíclica Rerum Novarum de León XIII se puede leer:
A través de estas cosas queda al alcance de los gobernantes beneficiar a los demás
órdenes sociales y aliviar grandemente la situación de los proletarios, y esto en virtud del
mejor derecho y sin la más leve sospecha de injerencia, ya que el Estado debe velar por el
bien común como propia misión suya. Y cuanto mayor fuere la abundancia de medios
procedentes de esta general providencia, tanto menor será la necesidad de probar caminos
nuevos para el bienestar de los obreros.
Rerum Novarum, número 23
Mas, aunque todos los ciudadanos, sin excepción alguna, deban contribuir
necesariamente a la totalidad del bien común, del cual deriva una parte no pequeña a los
individuos, no todos, sin embargo, pueden aportar lo mismo ni en igual cantidad.
Cualesquiera que sean las vicisitudes en las distintas formas de gobierno, siempre existirá
en el estado de los ciudadanos aquella diferencia sin la cual no puede existir ni concebirse
sociedad alguna. Es necesario en absoluto que haya quienes se dediquen a las funciones
de gobierno, quienes legislen, quienes juzguen y, finalmente, quienes con su dictamen y
autoridad administren los asuntos civiles y militares. Aportaciones de tales hombres que
nadie dejará de ver que son principales y que ellos deben ser considerados como
superiores en toda sociedad por el hecho de que contribuyen al bien común más de cerca
y con más altas razones. Los que ejercen algún oficio, por el contrario, no aprovechan a la
sociedad en el mismo grado y con las mismas funciones que aquéllos, mas también ellos
concurren al bien común de modo notable, aunque menos directamente. Y, teniendo que
ser el bien común de naturaleza tal que los hombres, consiguiéndolo, se hagan mejores,
debe colocarse principalmente en la virtud. De todos modos, para la buena constitución
de una nación es necesaria también la abundancia de los bienes del cuerpo y externos,
«cuyo uso es necesario para que se actualice el acto de virtud». Y para la obtención de
estos bienes es sumamente eficaz y necesario el trabajo de los proletarios, ya ejerzan sus
habilidades y destreza en el cultivo del campo, ya en los talleres e industrias. Más aún:
llega a tanto la eficacia y poder de los mismos en este orden de cosas, que es verdad
incuestionable que la riqueza nacional proviene no de otra cosa que del trabajo de los
obreros. La equidad exige, por consiguiente, que las autoridades públicas prodiguen sus
cuidados al proletario para que éste reciba algo de lo que aporta al bien común, como la
casa, el vestido y el poder sobrellevar la vida con mayor facilidad. De donde se desprende
que se habrán de fomentar todas aquellas cosas que de cualquier modo resulten
4
Debe entenderse en el sentido moderno de Estado.
favorables para los obreros. Cuidado que dista mucho de perjudicar a nadie, antes bien
aprovechará a todos, ya que interesa mucho al Estado que no vivan en la miseria aquellos
de quienes proveen unos bienes tan necesarios
Rerum Novarum, número 25
Por su parte, Maritain sostiene que “cada persona individual es, con respecto a toda la
comunidad, lo que la parte con respecto al todo” El bien al ser común, abarca tanto a la sociedad
como a la persona. Es común “al todo y a las partes, digo a las partes como si fueren todos,
porque la noción misma de persona, significa totalidad”.
Son cuatro los elementos que constituyen el bien común:
1. Las condiciones sociales de paz, justicia y libertad.
2. Un conjunto de bienes materiales, educativos, éticos.
3. Equidad en el reparto de esos bienes.
4. Una adecuada organización social.
Y sus características son variadas:
o Es objetivo, puesto que mantiene una mirada comprensiva de la persona y de la
colectividad.
o Deriva de la naturaleza humana. Retomando el pensamiento de Arendt, el hombre
halla su humanidad en la relación con los demás, en la colectividad. Y es esa
naturaleza de reciprocidad la que emite el bien común, el bien de todos.
o Redunda en provecho de todos los habitantes de la polis.
o Abarca integralmente al ser humano.
o Compromete al Estado con el respeto de los Derechos Humanos.
o Compromete a los ciudadanos a ordenar sus intereses teniendo en cuenta las
necesidades de los demás: principio de interdependencia.
El Poder
La política en cuanto actividad humana está íntimamente relacionada con el concepto de
poder. Éste, según Russel, es “el conjunto de medios que permiten conseguir los efectos
deseados”. Es una relación entre dos sujetos en la que uno impone al otro su propia voluntad y
determina su comportamiento. No es el fin, sino el medio para alcanzar “alguna ventaja”
(Hobbes) sobre los otros hombres o sobre la naturaleza. Para Foucault es “la lucha de fuerzas
asimétricas en donde una de ellas somete a la otra mediante la coerción”.
Por su parte, el poder político es aquel que se ejerce de un hombre a otro, o de un grupo social
a otro, por ejemplo la relación entre gobernantes y gobernados, soberano y súbditos, Estado y
ciudadanos, mandato y obediencia.
Desde esta perspectiva, la política es vista como la relación amigo-enemigo.
En el presente texto discontinuo se presentan los principales aportes con respecto al concepto
de poder.
Figura 1. Clasificación del poder según Aristóteles, Weber y Bobbio.
Legitimidad.
Continuando con el argumento del poder, es conveniente ahora hablar sobre el concepto de
legitimidad y para ello conviene iniciar dese sus precursores en la Edad Media.
La “teoría de las dos espadas” tiene sus orígenes en el cristianismo en la discusión teológico-
política sobre la legitimidad del poder en la cristiandad. Y se convierte en uno de los
fundamentos teóricos que sostendrán la lucha de poderes entre los monarcas y el Papa en la
medievalidad. Pero ¿en qué consiste? Los grandes teólogos y padres de la Iglesia latinos:
Agustín de Hipona, Ambrosio de Milán y Gregorio elaboran en el tiempo una teoría sobre la
legitimidad del poder en el mundo; pues el poder viene de Dios, y de él se delega para el
gobierno. Separando Reino de Dios terrenal (temporal) y el celestial (intemporal), sostienen que
la Iglesia tiene jurisdicción sobre los cristianos en el campo espiritual, mientras que el dominio
temporal lo ostenta el emperador. Naturalmente el poder del emperador está subordinado al
poder de la Iglesia (Es importante aclarar que Agustín bebe de la filosofía platónica, teniendo de
fondo el mundo de las ideas como lo real y el mundo contingente como reflejo). Es así que el
poder del emperador es legítimo si está supeditado al poder de lo inmaterial.
Quien elabora propiamente la teoría de las dos espadas es el Papa Gelasio I (cerca al 494)
quien plantea dos tipos de valores en la sociedad humana
· Espirituales: cultivan el espíritu y proveen la salvación y están bajo la guía del Papa
· Temporales: corresponde a la administración del imperio, por medio del emperador y sus
magistrados.
Escribe Papa Gelasio al emperador Anastasio I (año 494)
Hay, en verdad, augustísimo emperador, dos poderes por los cuales este mundo es
particularmente gobernado: la sagrada autoridad de los papas y el poder real. De ellos, el
poder sacerdotal es tanto más importante cuanto que tiene que dar cuenta de los mismos
reyes de los hombres ante el tribunal divino.
Pues has de saber, clementísimo hijo, que, aunque tengas el primer lugar en dignidad
sobre la raza humana, empero tienes que someterte fielmente a los que tienen a su cargo
las cosas divinas, y buscar en ellos los medios de tu salvación. Tú sabes que es tu deber,
en lo que pertenece a la recepción y reverente administración de los sacramentos,
obedecer a la autoridad eclesiástica en vez de dominarla. Por tanto, en esas cuestiones
debes depender del juicio eclesiástico en vez de tratar de doblegarlo a tu propia voluntad.
Gelasio I plantea que es necesario una relación armónica entre estos dos poderes, por una
parte el emperador necesita a la Iglesia en la consecución de su Salvación, mientras que la Iglesia
necesita al emperador para que contribuya con el proyecto de Dios. Son dos espadas, que
gobiernan dos mundos, pero es siempre importante tener presente que desde el enfoque de la
cristiandad, el verdadero mundo, el que realmente importaba no es el terreno, por eso es el Papa
(como delegado del poder celestial) quien ostentará con la “mayor dignidad” pues el emperador
está espiritualmente bajo su cuidado.
Pasando a tiempos más cercanos, la procedencia etimológica del término legitimidad está en
legitimus: fijado o correspondiente con la ley; en la aplicación a la ciencia política este concepto
se amplía al reconocimiento de un poder por parte de una comunidad. En Palabras de Lucio Levi,
la legitimidad es
el atributo del Estado que consiste en la existencia en una parte relevante de la población
de un grado de consenso tal que asegure la obediencia sin que sea necesario, salvo en
casos marginales, recurrir a la fuerza. Por lo tanto, todo poder trata de ganarse el consenso
para que se le reconozca como legítimo, transformando la obediencia en adhesión. La
creencia en la legitimidad es, pues, el elemento integrante de las relaciones de poder que
se desarrollan en el ámbito estatal (Bobbio &Matteucci, 1992).
Para que la legitimidad sea efectivamente un elemento vinculante en las relaciones estatales,
debe pasar por un proceso de reconocimiento, identificación y aceptación del poder. Levi
plantea que la legitimación se da a diferentes niveles que convergen en una hegemonía estatal:
a. Comunidad política: identificada como un grupo social con una base territorial, para
estas la legitimidad se evidencia en términos de fidelidad y lealtad nacional.
b. Régimen: Entendido como el conjunto de instituciones que regulan el ejercicio y la
lucha por el poder, así como los valores subyacentes a estos. La legitimidad consiste
en la aceptación de las normas y valores del régimen (democrático, monárquico,
teocrático, socialista…) más allá que individualmente no se esté de acuerdo con
opciones políticas. El punto de cohesión entre la comunidad política y el régimen está
en la salvaguardia de la legitimidad de las instituciones estatales.
c. Gobierno: comprendido como el conjunto de funciones en el que se concreta el
ejercicio del poder político. La legitimidad del gobierno reside en que dicho ejercicio
del poder se realice de acuerdo con las normas y los principios que erigen el régimen,
respetando los valores fundamentales de la vida política.
Por su parte, la legitimidad en términos de Gramsci es "el contenido ético del Estado (la
legitimidad, diríamos nosotros) está constituido por la hegemonía política y cultural de un grupo
social sobre la sociedad entera" (Uprimny, 1989: 120).
Es importante tener en cuenta, que cuando se habla de legitimidad se hace referencia a las
formas de poder, donde éste es reconocido como autoridad por una comunidad, es decir un
poder legitimado. Estas formas de legitimación del poder se pueden agrupar bajo dos teorías, la
diacrónica y la sincrónica. La diacrónica (Suárez) comprende formas de gobierno de poder
legitimado la Teocracia, la Epistémica, las Diferencias Naturales, y el Contractualismo; mientras
que la sincrónica (Weber) identifica el Carisma, la Tradición y la Racional/legal, como
fundamentos de dicha legitimación.
El Estado
El Estado, en términos de Locke, es la organización jurídico-política que adopta un pueblo
con base en un territorio propio, en él tiene lugar la triada territorio-población-poder político.
Algunos de los rasgos diferenciadores del Estado moderno son: la aparición de unas fuerzas
militares permanentes (monopolio de la fuerza); la conformación de una burocracia
administrativa que regule y mantenga las instituciones y las relaciones entre los dirigentes y la
ciudadanía; el recaudo de impuestos que permita una autonomía económica y una capitalización
del Estado para prestar sus servicios; y la institución de un ordenamiento jurídico homogéneo y
valido para todos los miembros del Estado (Suarez, 2013: 219), con estos “rasgos de la
fisonomía del Estado” no sólo describen, o “certifican” su institucionalización, sino que lo dotan
de legitimidad, es decir, lo hacen reconocible por sus ciudadanos, que legitimándolo, reconocen
la autoridad que éste tiene para gobernar.
Estado contractualista.
El contractualismo, desde la teoría diacrónica, es una forma de poder legitimado mediante un
contrato social que goza del consentimiento de los ciudadanos y su teoría se basa en la búsqueda
de comprensión sobre el surgimiento del Estado, sus límites y el porqué de la aceptación de su
poder.
Los elementos estructurales de la teoría contractual del Estado son: el estado de naturaleza, el
Pacto o contrato social y el Estado social
Es desde el contrato social que se pueden comprender las formas de gobierno: Liberalismo,
Autoritarismo y Democracia; es el contenido del contrato desde el cual se transfiere al Estado
los derechos naturales, ya sea como un transferencia parcial o como renuncia total de los
derechos, y de consecuencia la forma en que los civiles pueden recuperar dichos derechos.
El modelo autoritario, es la propuesta de Hobbes, al presentar el contrato social como una
renuncia total de los derechos a favor del Estado, como agente controlador entre los civiles y la
imposibilidad de recuperar estos derechos.
El liberalismo encuentra bases en la propuesta contractual de Locke, donde el individuo
conserva sus derechos, pues la propiedad, libertad, vida e igualdad son intransferibles; delega
sólo aquellos necesarios para mantener el orden social.
En la democracia basada en el planteamiento de Rousseau los individuos ceden sus derechos
naturales a la sociedad civil, y con esto convertirlos en derechos civiles de los que el ciudadano
puede hacer uso. Es de hacer notar que “no el individuo, sino la totalidad, la volonté général, la
que tiene determinados derechos fundamentales, que no pueden cancelarse ni ser transmitidos a
otros” (Ruiz. 2002. p. 204)
Funciones del Estado.
El Estado se fundamenta en el imperio de la ley que se manifiestas en cuatro grandes
funciones orgánicas:

 Función legislativa: Se enfoca en la generación de normas generales, abstractas e


impersonales.
 Función jurídica: Consiste en la aplicación de las normas con fuerza legal. Su objeto
consiste en solventar controversias a través de los tribunales de justicia.
 Función administrativa: Se enfoca en la ejecución de los planes propuestos partiendo
de los medios disponibles.
 Función gubernamental: Las decisiones son eficaces y eficientes para que los negocios
del Estado marchen según los planes en beneficio general.
Estado de Derecho.
En el Estado de Derecho se destacan los postulados de “legalidad de la Administración:
prelación y reserva legal, primacía de la ley formal y la protección del derecho de la
Administración mediante tribunales independientes” (Villar Borda, 2007, p. 75) lo que lo
convierte en un Estado en el que la ley es la soberana absoluta.
Principios del Estado de Derecho.
Un Estado de derecho se basa en pilares como: Una Constitución escrita, separación de
poderes, principio de legalidad de la administración, principio de garantía de los derechos
fundamentales, seguridad jurídica y protección de la confianza. Por último, el principio de
proporcionalidad que justifica la intromisión del Estado en los asuntos del individuo, siempre y
cuando sea para proteger los intereses públicos.
Estado social de derecho.
Un Estado en el que además de aceptar los derechos políticos y civiles en su Constitución,
acoge y promueve el desarrollo de derechos sociales fundamentales de prestaciones a cargo del
Estado (empleo, arrendatario, de la mujer y la juventud, de seguridad social y asistencia médica,
entre otros), puede ser considerado un Estado Social de Derecho. El precedente más conocido es
la Constitución de Weimar de 1919.
Otros modelos de Estado.
Según la clasificación de Machicado (2013), existen cinco modelos estructurales de Estado:

Está regido por un gobierno central con poderes plenos para todo
el territorio, unificado legislativamente con subordinación
Estado Unitario provincial y municipal.
Se caracteriza por la centralización del poder político, la unidad en
el ordenamiento jurídico y la jerarquía administrativa.
Compuesto por varios Estados con legislación privativa y gran
Estado Federal autonomía administrativa. Confía la unidad representativa
internacional a la rama ejecutiva nacional.
Es la unión de dos o más Estados antes independientes con fines
Estado Confederado específicos, particularmente de defensa. Sin embargo, mantienen
su autonomía general.
Se encuentra bajo la autoridad de un solo órgano, generalmente
centralizado.
Es aquel gobernado por un solo órgano del Poder Público,
generalmente el órgano Ejecutivo.
Estado Simple
Algunas veces se los confunde con el Estado Unitario, en éste
funcionan todos los órganos del Poder Público (ejecutivo,
legislativo, judicial), en el Estado Simple funciona un solo órgano,
generalmente el órgano Ejecutivo.
Es la organización política y jurídica de una sociedad de varias
Estado Plurinacional naciones unidas en un solo Estado con Gobierno de representación
plurinacional y sujetas a una única Constitución Política.

Origen o formación del Estado


En los estudios historicistas del siglo XIX y XX se preguntan si el Estado tuvo un origen o
más bien sí se puede hablar de formación del Estado, y de ser así, cuáles son los factores que
influyeron en ésta.
Suárez (2004) identifica como factores que influyeron en la formación del Estado:

 La centralización del poder en los monarcas, y las luchas con los señores feudales, en
la búsqueda sostener el poder absoluto.
 La reforma protestante: que crea la posibilidad de la autonomía de la razón y la
reflexividad
 La secularización del mundo occidental
 El surgimiento del movimiento filosófico de la Ilustración como posibilidad de la
construcción de una sociedad con la racionalidad como fundamento
 Las Revoluciones de 1776 1789, Independencia Norte América y Revolución Francesa
respectivamente.
Por lo anterior no es posible hablar de un origen del Estado, pues su fundamento es un
trasfondo hipotético: El Estado de naturaleza y el Contrato social, son ficciones que permiten
justificar la legitimidad del poder en el Estado Moderno.
Estado, país y nación.
En el lenguaje popular frecuentemente se suelen tomar estos tres conceptos como sinónimos,
sin embargo no es así.
El país es el territorio que forma una unidad geográfica, cultural y política. Es por tanto la
delimitación geográfica del Estado.
La nación es una unidad sociocultural que supera las etnias. Implica autorreconocimiento por
parte de sus miembros y supone elementos de organización interna políticamente hablando.
El Estado es la organización jurídica y política que concede soberanía. Debe contar con una
población permanente, un territorio determinado, un sistema de gobierno y la capacidad de entrar
en relación con otros Estados.
Ley natural
La Ley Natural tal y como la plantea Hobbes “llamada comúnmente ius naturae, es la libertad
que tiene cada hombre de usar su propio poder según le plazca, para la preservación de su propia
naturaleza, esto es, de su propia vida; y, consecuentemente, de hacer cualquier cosa que,
conforme a su juicio y razón, se conciba como la más apta para alcanzar este fin” (Hobbes citado
por Suárez. p. 106), es decir, la ley natural le prohíbe al hombre hacer aquello que sea
destructivo para su vida; pero esta condición está regida por un miedo continuo, pues es una ley
que aplica para todos los hombres, y cada uno debe buscar la forma de proteger su vida y usar su
poder. Esto implica relaciones necesariamente antagónicas, una condición natural de existencia
donde el conflicto es la forma de relación, pues es inevitable el ‘choque’ con el otro, es decir, la
guerra.
En segunda instancia Hobbes indica que la razón busca la paz, pues es la forma de evitar lo
que tanto teme, su muerte violenta, por ello indica como necesario “que un hombre esté
dispuesto, cuando otros también lo están como él, a renunciar a su derecho a toda cosa en pro de
la paz y defensa propia que considere necesaria, y se contente con tanta libertad contra otros
hombres como consentiría a otros hombres contra él mismo” (Hobbes Citado por Rey. 1994. p.
74). Es importante hacer notar que se plantee la renuncia al derecho en pro de la paz, es decir,
nos es sólo una transferencia en caso de necesidad, sino un abdicar frente al Estado (soberano),
como potestad y poseedor de los derechos del hombre. Este impedimento de “retomar” los
derechos implica la imposibilidad de respuesta frente al Estado, en caso tal que éste de forma
arbitraria atente contra la vida de los individuos, en esta renuncia la posibilidad natural de
protegerse no implica sólo una condición para la paz entre los sujetos, sino, de cierta forma una
indefensión frente “al gran monstruo”. Normalmente los contratos implican una
bidireccionalidad en los acuerdos, pero en la renuncia de los derechos, no importa estos sobre
quien recaen y no hay posibilidad de discrepancia, legitimando el autoritarismo.
Otro punto sujeto de análisis es si efectivamente el miedo es el único poder vinculante en una
sociedad tal y como lo sostiene Hobbes “Que los hombres cumplan los pactos que han celebrado.
Sin la espada los pactos no son sino palabras, y carecen de fuerza para asegurar en absoluto a un
hombre”. Sin embargo, en las sociedades se han podido rastrear otros vínculos sociales
diferentes al temor; como los vínculos afectivos, los nacionalismos, o la raza. Es importante
tener presente que estos elementos están también presentes en los hombres.
Por su parte, Locke comprende un estado de naturaleza donde todos los hombres están
regidos por una ley natural, ésta es una ley moral y coercitiva que obliga a los hombres a
respetar la vida, la propiedad, la libertad, la salud, sin afectar a los demás; ley que tiene como
base que todo le pertenece al Dios hacedor, que ha puesto a los hombres a vivir en igualdad de
condiciones, “la coexistencia de los hombres como seres sociales implica una perfecta
reciprocidad” (Suárez. 2004. p. 77)
Locke plantea que a falta de un poder hegemónico que haga cumplir el respeto por la ley
natural todos tienen derecho a proteger su propiedad (libertad, vida ,salud) ejerciendo el poder en
aras de la convivencia social incluso mediante la violencia; condición que no sería necesaria si se
viviera en un ambiente de respeto y armonía; pero como esto no siempre es posible, se forma el
Estado como una autoridad que debe garantizar la labor legislativa, judicial y ejecutiva de leyes
que aseguren el respeto de la libertad y la propiedad. Para esto se transfieren al Estado los
derechos sólo de forma parcial ya que no es posible delegar en otro la vida o la libertad, y es
posible rehacerse a sus derechos en el caso en el que se vean amenazados o violentados.
Es pues, la posibilidad de divergencia una de las grandes propuestas del planteamiento
lockeano; la visión de un Estado como protector de derechos es el sistema político que resulta
“más natural”, pero para que un Estado pueda estar en condiciones de asegurar los derechos,
debe pasar por una etapa de institucionalización que implicaría la agresión a muchos de éstos. En
este paso entre la ‘institucionalización’ y la ‘vigilancia’ no es claro cómo se respetan realmente
la libertad, que para ser tal debe ir vinculada a la igualdad, pero éste es justamente un sistema
donde la igualdad en muchos casos viene a menos.

Crisis del Estado en Chevalier


Jacques Chevallier identifica cinco rasgos distintivos en el Estado moderno:
La expresión de la potestad colectiva de un grupo humano en un territorio, que trasciende la
idea de nación. Una figura “artificial” que cuenta con la autoridad: es decir un poder legitimado;
en el que los gobernantes no tienen poder en nombre propio, sino que su poder está tanto cuanto
actúen en nombre del Estado; asimismo el Estado es el punto de cohesión social, concentrando
en sí el principio de integración y unicidad. Consta también del monopolio de la fuerza, es decir,
dentro de sus límites la única violencia legítima es la que él aplica o permite, esta condición le da
un doble poder: el de la coerción jurídica que se encarga de la elaboración de normas que los
ciudadanos deben seguir y respetar; y en el caso que no lo hagan deben ser punidas, y el poder de
usar la fuerza material. A la idea del monopolio se vincula el concepto de soberanía, pues la
soberanía significa que un Estado se rige por las propias normas, que dispone de un poder de
dominación, irresistible e incondicional y que no existe otro poder superior al suyo. Esta
estructura se rige en pie gracias a la existencia de una estructura coherente de dominación,
encargada de ejecutar tal poder, este mecanismo viviente encargado de servir al Estado es la
burocracia.
Soberanía.
Para dar razón profundamente a esta cuestión hay que comenzar por clarificar el concepto de
soberanía nacional. Al respecto Gonzalo Sanz Alisedo, en su texto Intereses que afectan a la
soberanía nacional indica: “la soberanía nacional se ha definido tradicionalmente como el poder
supremo mediante el cual un Estado independiente se gobierna a sí mismo, o de otra manera,
como la independencia internacional de un Estado combinada con el derecho y el poder que le
asiste para regular sus asuntos internos sin imposiciones exteriores” (Sanz Alisedo, 2014).
Según Machicado (2013) la soberanía tiene las siguientes características:

 Inalienable. La soberanía no se puede transmitir. A lo sumo se puede delegar.


 Imprescriptible. Como está delegada, el pueblo no la ejerce por sí mismo, pero esta falta
de ejercicio no la desvanece, el pueblo no pierde la soberanía por el paso del tiempo sin
ejercerla.
 Única. El pueblo no tiene otras “soberanías”, es única.
 Indivisible. La soberanía no se la delega en parte, es toda o nada delegada.

Bodino, por su parte, en 1576 define la soberanía como “el poder supremo sobre los
ciudadanos y los súbditos, no sometido a las leyes”, indicando como características que sea
perpetua a inalienable, es decir, el Estado es soberano porque es capaz de darse sus propias leyes
y sobre esas leyes no puede haber otra. Así pues, en la modernidad la identidad del Estado
estaba organizada por su Soberanía, ésta constituía de forma análoga a las personas, una
personalidad propia, la cual al verse amenazada o ser agredida era motivo para iniciar la guerra,
tanto es cierto que los ejércitos tienen como función salvaguardar la soberanía nacional, en la
mayoría de los casos marcada por sus fronteras.
La soberanía del Estado se materializa entonces en un territorio y una población sobre los que
ejerce sus funciones de gobierno sin interferencia exterior, que se reducen a soberanía territorial
y soberanía política.
Pero como bien señala el profesor Chevalier, el mundo contemporáneo tiene una
característica, la globalización, la mundialización. Vivimos una sociedad mundo donde la
soberanía territorial y política se ve amenazada por múltiples factores transfronterizos: la
degradación del medio ambiente, la proliferación de armas nucleares, radiológicas, químicas y
biológicas, las epidemias y pandemias, el terrorismo, la delincuencia trasnacional organizada…
La idea de soberanía nacional ha quedado desbordada. El escándalo de Wikiliks puso de
presente la vulnerabilidad de los sistemas de información, estatales y no estatales, interceptables
y filtrables, y en entredicho el derecho de los Estados a que su quehacer diario goce de cierta
privacidad.
¿Soberanía territorial? El territorio estatal puede ser observado, espiado, auscultado por vía
óptica, electrónica, electromagnética u otra desde el espacio exterior.
“El ciberespacio está transformando a los Estados, superponiendo a su dimensión territorial
física una estructura de redes muy dinámica que es sólo una pequeña parte de la red global de
información que constituye el mundo actual, lo que crea problemas de gobierno, legislación y
seguridad” (Sanz Alisedo, 2014).
El ciberespacio no conoce fronteras políticas, sociales ni económicas, y proporciona un
amplio campo de difusión de las ideas y hechos de grupos políticos emergentes y grupos
insurgentes, como los del terrorismo islámico; de la misma forma, el ciberespacio favorece la
aparición de lo que se podría denominar como ciberestados, corporaciones transnacionales
constituidas por redes de información y de contacto, no por un territorio físico, con subredes
afiliadas y cuya influencia política es en muchos casos mayor que la de muchos Estados en temas
de relevancia internacional como el medio ambiente, los derechos humanos, la inmigración, las
grandes inversiones, etc.
En un Estado posmoderno tanto la seguridad nacional como la economía dependen mucho de
la protección de las redes de información. Piénsese sólo en las pérdidas económicas que pueden
causar al irrumpir en la actividad bancaria o al corromper los sistemas de gestión de
infraestructuras críticas como el transporte o la energía. Las características de transnacionalidad
y cierta impunidad del ciberespacio pueden también permitir su uso para erosionar el control del
Estado sobre sus funciones de gobierno.
En el mundo globalizado actual la pertenencia de los Estados a organizaciones internacionales
de toda índole (político, económico, jurídico etc.) y el respeto a las reglas de juego de las
relaciones internacionales, también socavan la capacidad estatal de ejercer el poder en su ámbito
de soberanía sin interferencias externas.
Ser parte de organismos como la Corte Internacional de Justicia o la Corte Penal Internacional
relativiza el concepto de soberanía nacional. Atrás ha quedado el principio de no intervención en
los asuntos internos de un Estado y la comunidad internacional toma parte ahora para evitar o
castigar las violaciones del Derecho Internacional Humanitario o los Derechos Humanos por
individuos o autoridades, incluso presidentes como el caso de Charles Taylor en Liberia, Omar
Al Bashir en Sudán o Mohamar Al Gadaffi en Libia.
Dichos organismos imponen límites y restricciones a la autoridad de los Estados y compiten
con él en su ejercicio, desafiando su autoridad en la aplicación penal dentro de su territorio.
La Constitución Política de Colombia reza en su artículo 3 “la soberanía reside
exclusivamente en el pueblo del cual emana el poder público”, más la fuente principal de
soberanía nacional ya no es exclusivamente la voluntad de los ciudadanos, sino lo son también
las obligaciones del Estado derivadas de su pertenencia a organismos internacionales y a su
adhesión a tratados y convenios internacionales.
Y por si fuera poco, “la presencia global de los medios de comunicación y de masas y la
influencia de organizaciones internacionales y no gubernamentales ha llevado a un escrutinio
cada vez más extenso y minucioso de las violaciones de los Derechos Humanos cometidas por
individuos y Estados. Ello ha contribuido a incluir una nueva perspectiva en las relaciones
internacionales por las que un Estado ya no ejerce un monopolio sobre sus ciudadanos, sino que
de compartir su autoridad sobre ellos” (Sanz Alisedo, 2014).

Qué es la Burocracia.
Burocracia proviene del francés bureaucratie, que a su vez proviene de bureau, traducido
como oficina, escritorio; y cratié, cracia, que a su vez proviene del griego kratos, gobierno.
El diccionario de la Real Academia Española por su parte nos plantea cuatro acepciones del
término:

 Organización regulada por normas que establecen un orden racional para distribuir y
gestionar los asuntos que le son propios.
 Conjunto de los servidores públicos.
 Influencia excesiva de los funcionarios en los asuntos públicos.
 Administración ineficiente a causa del papeleo, la rigidez y las formalidades
superfluas.
En general, el concepto ha terminado por adoptar una connotación peyorativa determinada por
estas dos últimas definiciones y no por las dos primeras.
Fue sin embargo Weber el que desarrolló el concepto de burocracia como un tipo de poder
ejercido desde el Estado por medio de lo que denominó “su clase” en el poder, una clase
dominante. Para Weber no es suficiente con la legitimación del poder, es necesario también un
alto grado de organización administrativa que permita el ejercicio del mismo.
La burocracia en sentido weberiano es entonces una forma de organización humana (social,
política y económica) basada en la racionalidad y la adecuación de los medios a los objetivos
pretendidos con el fin de garantizar la máxima eficiencia en la búsqueda de esos objetivos.
Según Weber, la experiencia tiende a demostrar universalmente que el tipo de organización
administrativa burocrática, es desde el punto de vista técnico, capaz de lograr el más alto grado
de eficiencia y en este sentido “el medio formal más racional que se conoce para lograr un
control efectivo sobre los seres humanos”. Para Weber la burocracia es una gran organización
que opera y funciona con fundamentos racionales de manera eficiente para resolver los
problemas de la sociedad.
De tal suerte que la burocracia es en este sentido todo lo contrario de la connotación
peyorativa que el término ha adoptado en lo común, donde se le equipara a ineficiencia, lentitud,
improductividad, exceso de trámites y distanciamiento del Estado.
La burocracia se estructura con base en las siguientes características:
o Carácter legal de las normas y de los reglamentos
o Carácter formal de las comunicaciones
o Racionalidad en la división del trabajo
o Impersonalidad en las relaciones de trabajo
o Jerarquía bien establecida de la autoridad
o Rutinas y procedimientos de trabajo estandarizados en guías y manuales
o Competencia técnica y meritocrática
o Especialización de la clase administradora
o Profesionalización de los participantes

Las que hacen las veces del cemento de la burocracia son las normas y los reglamentos que
constituyen su propia legislación, que para el caso del Estado no son más que la Constitución y
las leyes, las cuales reglamentan el ejercicio del poder-autoridad.
Por ello la burocracia pertenece al tipo de legitimidad legal-racional, basado en la fe de
quienes obedecen el orden legal establecido, que a su vez determina el poder del gobernante. Los
medios coercitivos para el ejercicio del poder están claramente delimitados. La ley es el principio
legitimador en función de su racionalidad, y es independiente de líder o jefe que las haga
cumplir. Quienes obedecen por tanto están obedeciendo la ley y los preceptos legales, y no la
voluntad o caprichos de los gobernantes.

¿Cuáles son las grandes amenazas que enfrentan los estados en la actualidad?
El profesor Jacques Chevallier, en su texto el Estado posmoderno, nos pone de presente:
El Estado atraviesa un conjunto de cambios, que afectan todos sus elementos constitutivos;
estos cambios están ligados entre ellos, reenvían del uno al otro; ellos son indisociables de los
cambios más generales que afectan a la sociedad en su conjunto; son mutaciones no solo
superficiales, epidérmicas o “cosméticas”, sino que conducen efectivamente a una configuración
estatal nueva (Chevallier, 2008)
Entre los aspectos constitutivos del Estado, seriamente amenazados en la actualidad está la
soberanía, erosionada a su vez por lo que el profesor Chevallier denomina mundialización, en el
que desaparecen las fronteras físicas y simbólicas que delimitaban la esfera de influencia del
Estado. “Los estados son atravesados por flujos de todo tipo, cuyos alcances son incapaces de
controlar, de canalizar y si es preciso de encauzar” (Chevallier, 2008).
Fruto de ello existen hoy instancias no estatales (empresas transnacionales, ONG) más
poderosas y con mayor capacidad de influencia que los propios Estados, aún en los asuntos
otrora exclusivos de éstos.
En este marco, y siguiendo el derrotero planteado por el profesor Chevallier, las amenazas
que enfrentan los estados en la actualidad devienen básicamente de:

Globalización financiera.
La caída del Muro de Berlín en 1989 y el colapso de la Unión Soviética y sus países satélites,
trajo entre otros cambios de implicación mundial uno trascendental: desde entonces el
capitalismo gobierna al mundo como modelo económico-político dominante, y casi único.
La globalización financiera es el rasgo más característico del capitalismo contemporáneo.
Aquí, los estados ya no tienen el control sobre aspectos que antes monopolizaban. Los flujos de
capital, las tasas de interés, el crédito disponible, las inversiones, no conocen fronteras, y están
por fuera del monopolio estatal.
Y como en una carrera desenfrenada en la que en la que el lema pareciera ser todo por la
plata, los estados desregulan, descentralizan y desintermedian para permitir a los agentes
económicos transitar (dado que muchas veces ni siquiera permanecer) por sus economías.
“La globalización financiera es un proceso histórico en dos dimensiones. En una, la
globalización está representada por el creciente volumen de transacciones financieras a través de
las fronteras. En la otra, por la secuencia de reformas institucionales y legales que se fueron
realizando para liberalizar y desregular los movimientos internacionales de capital y los sistemas
financieros nacionales” (Frenkel, 2003).
La globalización financiera y su aparejada incertidumbre, inestabilidad y volatilidad ofrece
oportunidades a países emergentes, presos de una paradoja a veces mortal: por un lado deben
competir con los demás países para atraer los capitales, para lo cual tanto más atractivo es tener
el marco regulatorio más flexible (aunque lo mejor pareciera ser siquiera no tenerlo), pero cuya
flexibilidad los deja en un alto grado de desprotección, que ante la falta de todo tipo de
regulación, provoca desequilibrios fatales y el devenir de las crisis para las economías de la
periferia, como sucede con la gran mayoría de las latinoamericanas.
El capital que hoy está aquí, en lo que tarda un click puede estar al otro lado del mundo. Esa
forma en la que opera la globalización financiera y cómo se mueven los mercados de capital
tienen un impacto indiscutible en la economía mundializada. Cada vez más las crisis financieras
y económicas tiene que ver más con lo que sucede más allá de las fronteras, que al interior de las
mismas.
Tal y como la promesa de progreso de la modernidad, la globalización financiera se pensaba
como un proceso que tendería sin interrupciones a la integración completa de los mercados
emergentes en un mercado global. La posibilidad de crisis era simplemente descartada, y los las
voces de más mercado y menos estado se oyeron por doquier.
La integración completa debía reducir los costos de intermediación y el costo del capital en
los países desarrollados. A medida que la situación relativa de los países en desarrollo ofreciera
mayores oportunidades de negocios, debía resultar en flujos de inversión y financiamiento barato
que cerraría la brecha del desarrollo.
Pero como bien reza la sabiduría popular, de eso tan bueno…La crisis mexicana del 82 con su
moratoria de pagos de su deuda ya fue un primer campanazo, y todo no paró allí. Los tigres
asiáticos, Argentina, Brasil y nuevamente México en los 90, Estados Unidos en 2008 y España,
Grecia y Portugal en la actualidad nos ponen de presente la pertinencia de la reivindicación de
más Estado, por oposición a aquellos que piden más mercado.
A modo de conclusión se puede agregar que son justamente estos rasgos distintivos del
Estado los que entraron en Crisis (legitimidad, cohesión social, monopolio de la fuerza,
soberanía y burocracia), cada uno de forma particular y el Estado en su conjunto. La burocracia
más que una estructura de acción y posibilidad de intervención y servicio, es percibida como un
sistema monolítico e ineficaz; lo que ha llevado al Estado a migrar su sistema administrativo a
aquel propuesto por la empresa privada, en el que eficacia y eficiencia son las palabras de orden.
La posibilidad de ejercer el poder ha quedado también entre dicho, por una parte los
organismos supranacionales han demostrado que el único poder legítimo dentro del orden
territorial de una nación ya no es el de Estado, sino que este está a merced de nuevas Cortes
Internacionales de los bloques económicos, de los acuerdos multilaterales, de las organizaciones
internacionales, del Derecho humanitario y por qué no, de las votaciones en el consejo de
seguridad de la ONU que habilita a un país para intervenir de forma unilateral en otro.
Bibliografía
Bobbio, N. (1992). El problema de la guerra y las vias de la paz. Gedisa: Barcelona.

Bodino, J. (1576). Six livres de la Republique.

Chevalier, J. (1996). Public Administration in Statist France. Questia, LVI(1).

Chevalier, J., & Buckles, D. (1995). A Land Without Gods. Zed Books: London.

Reinares, F (2005). Conceptualizando el Terrorismo internacional, Real Instituto Elcano.


Sabine, G. (1994). Historia de la teoría política. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica.

Salcedo Ballesteros, M. E. (2013). Historia de las ideas políticas. Bogotá, D.C.: Ediciones
Doctrina y Ley.

Suárez J. O. (2013) Syllabus sobre Filosofía Política, Medellín: Universidad Pontificia


Bolivariana
Trelles Araujo, G. (n.d.A.). Burocracia. Obtenido de http://prof.usb.ve/lcolmen/Burocracia
%20de%20Weber.pdf

Villar Borda, L. (2007). Estado de Derecho y Estado Social de Derecho. Revista Derecho del
Estado, 73-96.

Weber, M. (1972). Ensayos de sociología contemporánea. Barcelona: Ediciones Martínez.

Bibliografía para profundizar


Cárdenas Ruiz, J. D. (2012). Una aproximación a la cultura política colombiana desde el debate
contemporáneo de la democracia. Revista Facultad de Derecho y Ciencias Políticas,
XLII(117), 393-424.

González Cruz, J. (2008). Anatomía del poder: episteme y sujeto político en Michel Foucault.
Konvergencias Filosofía, VI(19), 35-50.

Márquez, Y. (s.f.). La actualidad de la democracia griega.

Martínez, A. K. (s.f.). ¿Qué es la democracia?

Sartori, G. (s.f.). Lo que no es la democracia.

Villar Borda, L. (2007). Estado de Derecho y Estado Social de Derecho. Revista Derecho del
Estado, 73-96.
Actividad de finalización.
Adelantar la lectura de los siguientes textos (Lubich, 2004 y Weber, 1919) y desarrollar la
siguiente guía:
Ejercicio teórico-personal.
1. Los mapas mentales son herramientas que permiten dar cuenta de los aprendizajes
adquiridos de una situación educativa específica por medio de la expresión artística y la
relación de conceptos a partir de las imágenes, por ello se propone identificar y relacionar
las situaciones de los textos y contextos a los que se hace referencia mediante un ejercicio
de mapas mentales (dos páginas) que busquen comprender:
¿Qué? Tesis, conceptos o elementos fundamentales a tener en cuenta.
¿Por qué? Argumentos, sentido de la situación o problema abordado.
¿Cómo? Cómo ha sido, es y puede ser posible la situación, problema o tópico abordado.
¿Cuándo? Ubicación o posibilidad, espacio temporal histórico.
¿Dónde? Contextos, autores, personas involucradas y afectadas.
Y ¿Para qué? Impacto que ha tenido, tiene o puede tener tal situación.
2. Una vez captados los contenidos de las lecturas a través de los mapas mentales se puede
proceder a la construcción de un texto escrito (dos páginas) de síntesis, que recoja lo
fundamental, pertinente, oportuno, esencial de la situación, problema o temática abordada
y en el que a su vez presente su punto de vista personal.

Textos:
Lubich, C. (2004). La fraternidad en política: ¿utopía o necesidad? Berna.

Weber, M. (1919). La política como vocación. Munich.

Ejercicio práctico-grupal.
3. Diseñar un producto pedagógico de carácter libre dirigido a una población específica
(tener presente que estamos en la Escuela) por medio del cual se puedan hacer públicos
los aprendizajes precisados en este módulo. El producto puede ser un video con un
contenido creativo, la planeación y desarrollo de un conversatorio, un programa de radio,
entre otros.
Como evidencia se debe presentar:
 Una página de planeación.
 Una página donde narren el desarrollo.
 Una página de conclusiones a las que llegaron con respecto al tema después de la
experiencia adelantada.
 Adjunte, fotos y testimonios de los beneficiarios del producto pedagógico.

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