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8 Testimonios
1. Testimonio de David en Salmo 89:11-13
Tuyos son los cielos, tuya también la tierra; El mundo y su
plenitud, tú lo fundaste. 12 El norte y el sur, t ú los creaste; El
Tabor y el Hermón cantarán en tu nombre. 13 Tuyo es el
brazo potente; Fuerte es tu mano, exaltada tu diestra.
El rey David, que lo considero un hombre muy inteligente
porque, aunque era un gran pecador, pero siempre se
arrepentía y buscaba el perdón de Dios, además él tenía
a Dios en alta estima, él vivía enamorado de Dios, por
eso le cantaba y le hablaba como a un amigo. (cf. Salmo
88:1-5).
Oh Jehová, Dios de mi salvación, Día y noche clamo delante
de ti. 2 Llegue mi oración a tu presencia; Inclina tu oído a mi
clamor. 3 Porque mi alma est á hastiada de males, Y mi vida
cercana al Seol. 4 Soy contado entre los que descienden al
sepulcro; Soy como hombre sin fuerza, 5 Abandonado entre
los muertos, Como los pasados a espada que yacen en el
sepulcro, De quienes no te acuerdas ya, Y que fueron
arrebatados de tu mano.
El Salmo fue compuesto durante algún tiempo de
desgracia nacional, acaso la rebelión de Absalón. Pone
en parangón la prometida prosperidad y perpetuidad del
trono de David (con referencia a la gran promesa de 2
Samuel 7), con un tiempo, cuando parecía que Dios se
había olvidado de su pacto.
Pero debemos de tener presente que aunque este pasaje
está escrito en otro contexto, igual aplica a nuestro
tiempo.
2. Testimonio por medio de Job 41:11
¿Quién me ha dado a mí primero, para que yo restituya? Todo
lo que hay debajo del cielo es mío.
Nadie me puede pedir cuenta a mí (“estar delante de mí”,
v. 10) de injusto, porque yo le haya retirado los favores
(como en el caso de Job); porque nadie me ha hecho
deudor suyo previamente, dándome algo que no fuese ya
mío. ¿Qué puede el hombre dar a aquel que lo posee
todo, inclusive el hombre mismo? El hombre no puede
obligar a la criatura que le sea “sierva” (v. 4), mucho
menos al Creador.
3. El testimonio por medio de Moisés en Levíticos 25:23
La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es;
pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo.
La tierra no se venderá rematadamente—o, “cortar
completamente”, como se traduce en la margen (de
algunos textos). La tierra era de Dios, y, en la
prosecución de un propósito importante, él la daba al
pueblo de su elección, el cual la poseía meramente como
inquilino que no tenía derecho ni poder para disponer de
ella para extraños. En circunstancias de necesidad, los
individuos podían hacer una venta temporal. En tal caso
ellos poseían el derecho de redimirla, en cualquier
momento, pagando una compensación adecuada al
actual poseedor; y por los estatutos del Jubileo, la
recuperaban gratis, de modo que la tierra era
enajenable. (Véase una excepción a esta ley, cap. 27:20-
24).
Levítico 27:20-24 Mas si él no rescatare la tierra, y la tierra se
vendiere a otro, no la rescatar á más; 21 sino que cuando
saliere en el jubileo, la tierra ser á santa para Jehová, como
tierra consagrada; la posesión de ella será del sacerdote. 22 Y
si dedicare alguno a Jehová la tierra que él compró, que no era
de la tierra de su herencia, 23 entonces el sacerdote calcular á
con él la suma de tu estimación hasta el año del jubileo, y
aquel día dará tu precio señalado, cosa consagrada a Jehová.
24 En el año del jubileo, volverá la tierra a aquél de quien él la
compró, cuya es la herencia de la tierra.
4. Testimonio por medio de Asaf en Salmos 50:9-11
No tomaré de tu casa becerros, Ni machos cabr íos de tus
apriscos. 10 Porque mía es toda bestia del bosque, Y los
millares de animales en los collados. 11 Conozco a todas las
aves de los montes, Y todo lo que se mueve en los campos
me pertenece.
5. Testimonio por medio de Hageo 2:6-8
Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré
temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; 7 y har é
temblar a todas las naciones, y vendr á el Deseado de todas
las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehov á de
los ejércitos. 8 Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de
los ejércitos. 9 La gloria postrera de esta casa ser á mayor que
la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este
lugar, dice Jehová de los ejércitos.
El Deseado es el Mesías, nuestro Señor Jesucristo.
Se da aliento a los judíos para que, sin embargo, sigan
en la obra. Tienen a Dios consigo, su Espíritu y su
presencia especial. Aunque castiga transgresiones, su
fidelidad no falla. El Espíritu aún permanecía entre ellos.
Tendrán al Mesías entre ellos dentro de poco tiempo
más: “El que vendrá”.
Las convulsiones y los cambios tendrán lugar en la
iglesia judía y el estado judío, pero primero debe haber
grandes revoluciones y conmociones entre las naciones.
—Él vendrá como el Deseado de todas las naciones;
deseable para todas las naciones, porque en Él será
bendecida toda la tierra con la mejor de las bendiciones;
largamente esperado y deseado por todos los creyentes.
La casa que estaban construyendo deberá llenarse de
una gloria mucho mayor que la del templo de Salomón.
Esta casa será llena con gloria de otra naturaleza. Si
tenemos plata y oro, debemos servir y honrar a Dios con
eso, pues le pertenece. Si no tenemos plata ni oro
debemos honrarlo con lo que tengamos, y Él nos
aceptará.
6. Testimonio por medio de Deuteronomio 8:10-18
Y comerás y te saciarás, y bendecirás a Jehová tu Dios por la
buena tierra que te habrá dado. 11 Cuídate de no olvidarte de
Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos
y sus estatutos que yo te ordeno hoy; 12 no suceda que
comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites,
13 y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se
te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; y se
enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te
sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; 14 Porque
¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos
ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es
tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos. 15 que te hizo
caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de
serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no
había agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal; 16 que
te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres
no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la
postre hacerte bien; 17 y digas en tu coraz ón: Mi poder y la
fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. 18 Sino
acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para
hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que jur ó a tus
padres, como en este día.
Moisés enseña lecciones del pasado de Israel. La nación
había experimentado la providencia de Dios mientras
estaba en el desierto y no podía cuidarse de sí misma.
Esta lección debiera prevenir el pecado del orgullo en
sus propios éxitos cuando entre en la tierra y viva en
seguridad y prosperidad.