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RELACIÓN DEL HOMBRE CON EL TIEMPO

Palabras clave:
Tiempo, trabajo, ocio.

Objetivo:
Asimilar el concepto del tiempo de Dios, para reconocer el tiempo del hombre, y las
diversas líneas que le han sido encomendadas, o para las cuales ha sido creado.

Resumen:
Dios es el SEÑOR del tiempo todo lo controla. El hombre desde su diseño fue
concebido para trabajar. El trabajo es una bendición, no se debe convertir en
maldición, bien sea por exceso del mismo, volviéndolo una carga, o por mirarlo con
desdén, actuando como si éste fuera la peor calamidad que se atraviesa. Debemos
ser equilibrados.

2. Relación del hombre con el tiempo

Los seres humanos tenemos siempre la sensación de estar viviendo un presente


porque no vivimos el tiempo en momentos aislados sino como una línea, un camino,
una realidad que contiene el pasado y el futuro.

Con la memoria (tiempo pasado) y la esperanza (tiempo futuro) superamos cada


situación particular, así vivimos el presente como composición y superación
trascendente del pasado y del futuro.

Podemos ver la manifestación del eterno presente, el tiempo de Dios, como esa
superación o trascendencia del tiempo y la conducción a nociones, significados y
conceptos que igualmente pueden ir mucho más allá de nuestra comprensión en un
momento dado.

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2.1 El tiempo de Dios y el tiempo del hombre

Dios es el Señor y dueño de todo, y Él tiene el control sobre todo y el tiempo no es la


excepción. Él sabe cómo lo dosifica para el cumplimiento de sus propósitos, Él tiene el
gobierno sobre los tiempos de los hombres.

Una de las mayores frustraciones del hombre es la imposibilidad de controlar su


tiempo, lo máximo que podemos hacer es planear una serie de actividades, pero no
podemos a nuestra voluntad regresar al pasado y cambiar algunas cosas que dieron
como resultado situaciones que tal vez hoy no queremos.

Igualmente para el ser humano es complicado obtener algún beneficio de forma


inmediata, cuando éste requiere de un esfuerzo y un tiempo para su logro.

2.1.1. El tiempo de Dios

El tiempo de Dios, que representa el tiempo necesario para que la voluntad de Dios se
cumpla según las primeras versiones del Nuevo Testamento se denomina “Kairos”.
Este tiempo no es cuantitativo, no se puede medir, no se puede contar, es de una
calidad diferente al del hombre, no solamente es diferente en cantidad sino en
calidad. Es el tiempo señalado o fijado por Dios, la coyuntura ideal que Dios utiliza, la
ocasión apropiada para la acción que Él brinda, el instante definitivo o, el momento
oportuno.

Dios nunca ha dejado de soplar el viento de su Espíritu sobre la historia humana,


formando continuas olas de agua viva a través de ella. La cuestión es saber si
estamos dispuestos a subir sobre la cresta de la ola y avanzar con ella La iglesia debe
estar siempre en condición de “discernir... las señales de los tiempos” (Mt. 16:3) o,
como lo expresa Rick Warren: “... al igual que los surfistas experimentados...
reconocer una ola del Espíritu de Dios y montarnos sobre ella”.

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El tiempo de Dios es ilimitado, eterno, y siempre presente (Job 10:5). Él sabe que es
lo mejor para nosotros y puede ayudarnos si se lo pedimos (1 Reyes 8:58-60).

En el capítulo 20 del segundo libro de Samuel, versículos 4 al 6 se narra cómo luego


que el rey David da una orden, ésta no es cumplida, no se logra el objetivo inicial:
Luego el rey le ordenó a Amasá: «Moviliza a las tropas de Judá, y preséntate
aquí con ellas dentro de tres días.» Amasá salió para movilizar a las tropas,
pero no cumplió con el plazo. Por eso David le dijo a Abisay: «Ahora Sabá hijo
de Bicrí va a perjudicarnos más que Absalón. Así que hazte cargo de la guardia
real, y sal a perseguirlo, no sea que llegue a alguna ciudad fortificada y se nos
escape.»
De aquí podemos interpretar que para tener resultados aceptables en nuestra vida, no
debemos poner nuestro empeño en planear ni ejecutar acciones que estén fuera de la
voluntad de Dios o por más tiempo del que Él nos ha señalado.

En ese sentido, cabe resaltar la utilidad de la obediencia y contrario a lo descrito en 2


Reyes 17:41,
“Aquellos pueblos adoraban al Señor, y al mismo tiempo servían a sus propios
ídolos. Hasta el día de hoy sus hijos y sus descendientes siguen actuando
como sus antepasados.”
Tener siempre claro que no es una buena práctica hacer lo bueno y lo malo al mismo
tiempo, más bien, de manera inmediata procurar hacer a un lado todo aquello que no
le agrada a Dios.

Y por el contrario, es necesario examinarnos y ajustarnos a las determinaciones que el


SEÑOR nos ha revelado, todos los días, que se convierta en una actividad que
realicemos de manera espontanea frente a aquel que es nuestro todo, como dice el
salmo 119:44-45,
“Por toda la eternidad obedeceré fielmente tu ley.
Viviré con toda libertad, porque he buscado tus preceptos.”

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Igualmente, como lo hizo el rey Salomón, en 1 Reyes 8:58-60, podemos pedir a Dios
que nos ayude a cumplir Su voluntad y a poder realizar cada cosa a su tiempo,
“Que [el SEÑOR] incline nuestro corazón hacia él, para que sigamos todos sus
caminos y cumplamos los mandamientos, decretos y leyes que les dio a
nuestros antepasados. Y que día y noche el Señor tenga presente todo lo que
le he suplicado, para que defienda la causa de este siervo suyo y la de su
pueblo Israel, según la necesidad de cada día. Así todos los pueblos de la tierra
sabrán que el Señor es Dios, y que no hay otro.”

En 2 Samuel 24:15, vemos como después del pecado del rey David por haber hecho
un censo militar, él decide dejar su suerte en las manos de Dios,
“Por lo tanto, el Señor mandó contra Israel una peste que duró desde esa
mañana hasta el tiempo señalado; y en todo el país, desde Dan hasta Berseba,
murieron setenta mil personas.”

Es decir, Dios siempre cumple Su tiempo, por lo que debemos aprender a conocer en
qué momento hacer las cosas, para que como hizo Jacob, podamos tomar la
bendición sin vacilaciones,
“— ¿Conocen a Labán, el hijo de Najor? —volvió a preguntar Jacob.
—Claro que sí —respondieron.
Jacob siguió preguntando:
— ¿Se encuentra bien de salud?
—Sí, está bien —le contestaron—. A propósito, ahí viene su hija Raquel con las
ovejas.
Entonces Jacob les dijo:
—Todavía estamos en pleno día, y es muy temprano para encerrar el rebaño.
¿Por qué no les dan de beber a las ovejas y las llevan a pastar?
Y ellos respondieron:
—No podemos hacerlo hasta que se junten todos los rebaños y los pastores
quiten la piedra que está sobre la boca del pozo. Sólo entonces podremos dar
de beber a las ovejas.
Todavía estaba Jacob hablando con ellos, cuando Raquel llegó con las ovejas

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de su padre, pues era ella quien las cuidaba. En cuanto Jacob vio a Raquel, hija
de su tío Labán, con las ovejas de éste, se acercó y quitó la piedra que estaba
sobre la boca del pozo, y les dio de beber a las ovejas. Luego besó a Raquel,
rompió en llanto, y le contó que era pariente de Labán, por ser hijo de su
hermana Rebeca. Raquel salió entonces corriendo a contárselo a su padre.”
(Génesis 29:5-12).

Algunas veces debemos dejar nuestra rutina, dejar de hacer lo que estamos haciendo
para hacer lo que Dios quiere,
“Con la masa que sacaron de Egipto cocieron panes sin levadura, pues la masa
aún no había fermentado. Como los echaron de Egipto, no tuvieron tiempo de
preparar comida,” (Éxodo 12:39).

No podemos dejar a un lado, en nuestro tiempo limitado, programarnos para tener un


encuentro con Dios, como creyentes es importante apartar tiempo para Dios. Nuestra
agenda no debe estar tan colmada de actividades, citas y reuniones, que nos impidan
tener momentos de refrigerio para compartir con el Dueño del tiempo.

2.1.1.1. El tiempo de Dios es trascendente1

Hay una dificultad natural en el hombre para concebir y para comprender el Kairos o
el tiempo de Dios, ¿por qué?

Porque Dios es trascendente, Él está más allá de nuestra capacidad de comprensión,


trasciende y por eso nos cuesta trabajo imaginar cómo es el tiempo de Dios. Por eso
de manera muy simplista los cristianos a veces creen que cuando la Biblia se refiere a
Dios como el eterno, uno de los nombres propios de Dios, significa sencillamente que
Dios tiene o está en la misma línea de tiempo que nosotros con la diferencia de que
se prolonga esa línea para Dios indefinidamente en el futuro e indefinidamente en el
pasado.

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El momento oportuno (inédito)

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Lo anterior es un error, no podemos ubicar a Dios en el mismo marco temporal del ser
humano, porque que el tiempo de Dios es de una calidad diferente al del hombre, no
es Cronos, es “Kairos”.

Podemos hablar de nuestro progreso en relación directa con el aprovechamiento del


tiempo de Dios, como lo plantea Paul Tillich, en madurar e identificar los “momentos
decisivos” de la historia. El tiempo de Dios, ese momento oportuno de Eclesiastés
(Ecl. 3:1). El día en que el Señor actúa y espera que nosotros, su iglesia, actuemos con
él: “Este es el día en que el Señor actuó; regocijémonos y alegrémonos en él” (Sal.
118:24).

Progresar no es, solamente avanzar en el tiempo como si el progreso fuera


automáticamente proporcional al paso de los días. Es decir, por ejemplo que no toda
generación progresa automáticamente en relación con la anterior. Y es que es muy
común que al compararnos a la ligera con nuestros antepasados nosotros llevemos
siempre la mejor parte.

2.1.1.2. El tiempo de Dios es absoluto

El Apóstol Pedro nos reveló cuál es la relación de Dios con el tiempo en 2” de Pedro
3:8,
“Pero no olviden, queridos hermanos, que para el Señor un día es como mil
años, y mil años como un día.”.

El pastor Darío Silva Silva, en el libro El Reto de Dios señala esa paradoja del tiempo
de Dios con una ilustración que hay en la Biblia. El profeta Isaías en su libro capitulo
53 versículos 4 - 5 describe como algo presente un acontecimiento que tendría lugar
en el futuro pero, cuando se refiere a él, lo conjuga en pasado. Esto se escribe 700
años antes de Cristo:
"Ciertamente él cargó (tiempo pasado) con nuestras enfermedades y soportó
nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y

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humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras
iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus
heridas fuimos sanados.”

El profeta conjuga en pasado un acontecimiento del futuro.

2.1.2. El tiempo del Hombre

Cronos es el tiempo de los hombres, el tiempo al cual estamos sometidos los


hombres, quienes tienen cronología, este tiempo es de carácter cuantitativo, lineal, es
decir que se puede contar.

2.1.2.1. El tiempo del hombre es limitado

El tiempo del hombre es medible, es una secuencia, tiene una duración determinada,
se puede expresar en cantidad, segundos, minutos, horas, días, semanas, meses,
años, siglos, se expresa en cantidad.

Pero al mismo tiempo el Cronos tiene una dimensión o una extensión limitada y
usualmente se divide en tres: Presente, Pasado y Futuro.

El tiempo del hombre es breve, es pasajero, es efímero, Salomón lo entendió muy


bien; en Eclesiastés 9:9-l0:

"Goza de la vida con la mujer amada cada día de la fugaz existencia que Dios
te ha dado en este mundo. ¡Cada uno de tus absurdos días! Esto es lo que te
ha tocado de todos tus afanes en este mundo. Y todo lo que te venga a la
mano, hazlo con todo empeño; porque en el sepulcro, a donde te diriges, no
hay trabajo ni planes ni conocimiento ni sabiduría.".

Como seres humanos imperfectos, corremos el riesgo de fallar, pero cuidémonos de


no actuar a destiempo, evitemos caer en cosas similares a las que hizo Guiezi,

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pidiendo dadivas o sobornos, a quien Eliseo, su amo, tuvo que replicar:
— ¿No estaba yo presente en espíritu cuando aquel hombre se bajó de su carro
para recibirte? ¿Acaso es éste el momento de recibir dinero y ropa, huertos y
viñedos, ovejas y bueyes, criados y criadas? Ahora la lepra de Naamán se le
pegará ti y a tus descendientes para siempre.
No podemos esperar nada bueno cuando actuamos fuera de la voluntad de Dios.

Existen así, muchas situaciones imprevistas que pueden frustrarnos o desanimarnos.


Algunos de los israelitas que tenían orden de Moisés de celebrar la Pascua, no iban a
poder cumplir el mandato por encontrarse ritualmente impuros y eso los agobio
profundamente,
“Ese mismo día se acercaron a Moisés y a Aarón, y les dijeron:
—Hemos tocado un cadáver, así que estamos impuros. Ahora bien, ésa no es razón
para que no presentemos nuestras ofrendas al Señor en la fecha establecida, junto
con los demás israelitas.
Moisés les respondió:
—Esperen a que averigüe lo que el Señor dispone con relación a ustedes.
Entonces el Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: «Cuando alguno de
ustedes o de sus descendientes esté ritualmente impuro por haber tocado un cadáver,
o se encuentre fuera del país, aun así podrá celebrar la Pascua del Señor. Sólo que, en
ese caso, la celebrará al atardecer del día catorce del mes segundo. Comerá el
cordero con pan sin levadura y hierbas amargas”, (Números 9:7-11).
No olvidemos que si confiamos en el control que Dios tiene, él mismo nos dará la
salida.

Cada una de las actividades que realizamos, tanto en nuestra casa, como en nuestro
trabajo, como en nuestra iglesia debe contemplar la cantidad de tiempo que se
tomara y una fecha probable para su realización. Diciéndolo de otra manera, es
importante poner límites y presupuestar el tiempo, siguiendo el ejemplo de Nehemías
cuando el rey Artajerjes le indagó acerca del tiempo que le tomaría hacer su excursión,
“— ¿Cuánto durará tu viaje? ¿Cuándo regresarás? —me preguntó el rey, que
tenía a la reina sentada a su lado”, (Nehemías 2:6)

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Entonces, podemos concluir que debemos saber estimar cuanto tiempo toma la
realización de cada una de las cosas que queremos hacer.

2.1.2.2. El tiempo del hombre es relativo

Miremos nuevamente el pasaje de 2” de Pedro 3:8,


“Pero no olviden, queridos hermanos, que para el Señor un día es como mil
años, y mil años como un día.”.

Podemos observar, desde la perspectiva humana, que lo que para Dios es un sólo día
podría ser igual a mil años para nosotros, la explicación científica de esto aplicando el
principio de la relatividad general de Einstein, parte de que el tiempo es relativo, es
decir, que varía en función de las circunstancias.

Antes del siglo XX, la mayoría de los científicos creían que el tiempo era constante,
pero Einstein demostró lo contrario. El trabajo de Einstein demostró que el tiempo
varía en función de la velocidad, la energía y la masa.

De acuerdo con la relatividad, a medida que aumenta la masa (gravedad), el tiempo


se hace más lento. El tiempo se mueve más rápidamente para alguien en un
ambiente de baja gravedad de lo que lo hace para alguien en un entorno de alta
gravedad.

Finalmente, con el aporte de Einstein podemos ver que si bien el tiempo sigue su
curso, su percepción puede cambiar dependiendo de las circunstancias que estemos
viviendo, si estamos cómodos, contentos, o alegres, sentimos que el paso del tiempo
es rápido, pero cuando estamos desagradados, disgustados, incómodos, o tristes, se
percibe el paso del tiempo más lento.

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2.2. ¿Por qué trabajar?2

“El significado del trabajo del hombre es la satisfacción del instinto de aventura que
Dios ha implantado en su corazón.”
Paul Tournier

"Hay gente," dice Paul Tournier, "que pasan los días preparándose indefinidamente
para la vida en lugar de disfrutarla." En su libro The Adventure of Living (La aventura
de vivir), este eminente médico suizo y psiquiatra da una penetrante mirada al
"significado del trabajo." El encanto de ser un amateur, y que Tournier espera serlo
toda su vida, reside en el amor que acompaña el trabajo del amateur. Es una labor
realizada no por ganancia sino por amor.

La desilusión con el trabajo no es un fenómeno nuevo. A principios del siglo, Arnold


Bennett llegó a la conclusión de que en la mayoría de los casos, el hombre no siente
precisamente una pasión por los negocios, y en el mejor de los casos no le gusta. Una
persona comienza a tener relaciones comerciales con renuencia, tan tarde como
puede hacerlo, y las termina con gozo lo antes posible. Y su mecanismo, mientras
trabaja en sus negocios, según Bennett, nunca funciona al máximo.

El doctor Tournier encuentra que la mayoría de la gente no disfruta hoy de su trabajo.


Esto da como resultado un grave descontento con la vida y pude provocar muchas
enfermedades comunes. Los placeres fuera del trabajo, aunque numerosos, son rara
vez suficientes para compensar el amor real del trabajo de uno. "Para ayudar a un
trabajador a descubrir nuevas atracciones en su trabajo diario", dice el autor,
"constituye ayudarlo a vivir una vida más plena y muy a menudo una vida más
saludable."

Pero el problema de nuestra actitud hacia el trabajo puede ceder a un enfoque más
directo. Bruce Larson se enfrenta a la cuestión de lleno: "Si usted es infeliz o está

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Como aprovechar el tiempo capitulo 1, Ted Engstrom

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aburrido en su trabajo ... o teme ir a el ... entonces Dios le está hablando, quiere, o
bien que cambie de trabajo, más profundamente, quiere cambiarlo a usted”

Los hombres de ciencia partidarios de la doctrina del conductismo, como lo veremos


más adelante con mayor detalle, están dejando profundas huellas en los conceptos
tradicionales administrativos sobre la organización que tendrán efectos a largo plazo
sobre los trabajos que la gente tiene. Pero quizás Tournier se expresa mejor que ellos,
sosteniendo que, en la organización del trabajo, las reformas fructíferas podrían
desenvolverse muy bien sobre la idea de la importancia del individuo, como punto de
partida. "Cuando el obrero está convencido de que se le considera simplemente un
instrumento de producción, tiene la sensación de que se está convirtiendo solamente
en una cosa. Cuando se da cuenta de que se tiene interés en él como persona, en su
vida personal, en la aventura de su vida, que lo que se esperaba de él no es sólo un
gesto mecánico, sino una comprensión personal de su trabajo, la inteligencia, la
iniciativa y la imaginación viva, así como un sentido de ser parte de un equipo
comprometido en una aventura común, toma conocimiento de sí mismo como
persona, empeñada en una aventura personal."

El autor pasa a describir lo que podría suceder si los líderes de la industria buscaran
seriamente compartir con sus trabajadores el punto de vista general de la aventura en
la que se dedican. En cambio, los trabajadores generalmente se quedan con la
alternativa más lógica - un concepto de su trabajo como una necesidad económica, un
medio de ganarse la vida. Un trabajador individual, aunque tenga las mejores
intenciones de cumplir con sus tareas, puede perder la convicción de que su labor
tiene verdadero significado. Sin este cuadro general y sin el sentido de dirección de un
esfuerzo unificado, la labor puede convertirse en rutina. Los dirigentes, por alguna
razón, no alcanzan a comprender hasta donde puede captar el obrero normal este
cuadro general, y cuanto necesita saber a fin de que lo anime un sentido básico de la
contribución y la realización.

El doctor Tournier siente simpatía por el joven con interrogantes. Cuando este joven
pregunta por qué es necesario trabajar, no es suficiente, dice el autor, responder:

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"Porque es tu deber." "Más humano que sus padres", dice el doctor Tournier, "son
aquellos que hoy en día no están contentos de vivir sin pensar, de hacerlo todo en
forma inteligente como todos los demás, sin saber por qué." Ni tampoco la solución
está en divinizar el trabajo, en otras palabras, afirmar como algunos lo han hecho, "Mi
trabajo es mi vida", sin entender su verdadero significado. El hombre no recuperara
los verdaderos valores de la vida divinizando o denigrando al trabajo, sino procurando
descubrir su verdadero significado humano.

Dorothy Sayers señala el trabajo como una "forma de vida en la que la naturaleza del
hombre debe encontrar su adecuado ejercicio y el placer y así realizarse para la gloria
de Dios." Es una actividad creativa que debe llevarse a cabo por amor al trabajo. "El
hombre, hecho a imagen de Dios", continúa Sayers, "debe hacer las cosas como Dios
las hace, en aras de hacer bien una cosa que bien vale la pena." Es evidente que esta
norma se aplica a los trabajos que los cristianos hacen, sea cual sea su llamado o
vocación. "El trabajo", concluye, "no es principalmente una cosa que uno hace para
vivir, sino aquello que vivimos para hacer." Es, o debería ser, la expresión plena de las
facultades de los trabajadores, la cosa en la que el empleado encuentra satisfacción
espiritual, mental, social y física. Es el medio en el que nos ofrecemos a Dios.

Las consecuencias de esta conclusión, según lo admite la señorita Sayers, son algo
revolucionario:

1. El esfuerzo implicado debe recibir su justa recompensa no de sueldo, sino


simplemente en una retribución suficiente que capacite al trabajador a cumplir su
labor como corresponde, puesto que su trabajo es la medida de su vida. La
satisfacción viene del cumplimiento de su propia naturaleza y en la contemplación de
la perfección de su labor. Consideremos como ejemplo la amorosa labor que con
alegría el hombre dedica a sus pasatiempos, en los cuales no procura sacar ventajas
monetarias, sino que está al servicio de ellos.

2. Todo ser humano debería realizar la labora para la cual lo ha capacitado la


naturaleza. Presiones económicas llevan a una sociedad inconsciente a ridiculizar al

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hombre que renuncia a un trabajo bien remunerado a fin de dedicarse a otro trabajo
para que se sienta mejor adaptado. Imaginémonos un enfoque puramente vocacional
a la empresa de armonizar al obrero con su trabajo. Ed Janis manifestó en una clase
de Dale Carnegie sobre una de las experiencias más gratificantes de su vida. Tenía un
trabajo de ventas bien remunerado en una empresa conocida a nivel nacional. Pero al
exigírsele que aumentara el volumen de las ventas en el trabajo notó que su vida
familiar no era la misma, habían surgido tensiones. Un día, Ed decidió que para él una
cosa era pagar el precio de subir la escala del éxito (¿qué cosa sería?) pero otra cosa
sería involucrara su familia. Fue así que encontró otro trabajo en donde le pagaban
menos, pero también le exigían menos, estaba bajo menos presión. Su empleador le
dijo: "No ganarás aquí tanto dinero, Ed, pero estoy seguro que serás más feliz. Aquí
vemos la vida de manera sencilla”. Ed considera ahora su decisión de cambiar de
trabajo como una de los más importantes de su vida.

3. No debemos pensar que el trabajo es algo que debemos apresuramos a terminar


con el fin de disfrutar de nuestro tiempo libre; las horas de ocio se convierten más
bien en el periodo de cambio de ritmo que nos refresca con el propósito de conseguir
deleitarnos con nuestro trabajo. De manera, entonces que no serían tolerados los
reglamentos que nos impidan trabajar tantas horas como disfrutemos de nuestro
trabajo. Estas restricciones serían consideradas como una interferencia monstruosa
con nuestra libertad. (La señorita Sayers deja a nuestra conjetura la gran agitación de
ideas que su punto de vista podría causar en relación con las horas de trabajo y el
promedio de pagos). La lucha por lo tanto no sería por disminuir horas preciosas de
trabajo, sino más bien por añadir preciosas horas para seguir adelante con el trabajo.

4. Debemos luchar con toda energía, no solo para estar empleados, sino por la calidad
del trabajo que tenemos que hacer. Debemos procurar a todas costa un trabajo que
es digno de hacerse y del cual podemos estar orgullosos.

La primera de las cuatro proposiciones anteriores se refiere a los trabajadores como


tal; el segundo se refiere a cristianos y conduce a la firme conclusión de que el trabajo
secular es sagrado y que el tiempo dedicado al trabajo es el tiempo empleado al

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servicio a Dios. El trabajador debe ser capaz de servir a Dios en su trabajo, y el trabajo
en sí debe ser aceptado y respetado como el medio de creación divina. Este es un
concepto importante que los creyentes deben recordar, no sólo en lo que refiere a sus
propias vocaciones, sino a las de sus amigos y asociados. Este concepto podría
constituirse en factor decisivo en lo que respecta a la forma en que un ejecutivo
cristiano conduce la entrevista con un candidato que actualmente está empleado en
un negocio puramente secular.

De manera que entonces, es evidente que al hablar de una visión cristiana de la


administración del tiempo, hablamos en realidad no sólo de la administración de
nosotros mismos, sino que hablamos también de administrar nuestros esfuerzos y
empresas en cualquier vocación en que nos hallemos como creyentes.

A fin de que el lector no llegue a la conclusión de que este punto de vista del trabajo
es excelente solo para el creyente, pero que en la industria la situación sería distinta,
escuchemos lo que dice J.D. Batten, de la firma Batten y Compañía, que ha escrito
extensamente en el campo de la administración y ha dictado muchos seminarios para
gerentes, tanto en este país como en el extranjero. Bajo el patrocinio de la Asociación
Norteamericana de Administración, escribe:

La vida sin trabajo productivo dirigido hacia alguna meta carece de significado, es
estéril y desordenada.... Se ha mencionado con frecuencia la historia relativa de
Wernher von Braun, el famoso experto en cohetes espaciales, gran genio, que en el
colegio reprobó un curso de matemáticas. En aquella época, la única meta de Von
Braun era terminar sus estudios, pero con el tiempo empezó a leer libros y revistas
sobre cohetes y viajes espaciales, y decidió que éste sería su campo de labor, y por
consiguiente se dio cuenta cuan necesarias le serían las matemáticas. Luego se
dedico a tomar todos los cursos de matemáticas que pudo con el fin de alcanzar su
objetivo. Como resultado descubrió un verdadero ánimo y placer en hacer frente a los
problemas más difíciles.

Es de imperativa necesidad que dejemos de considerar al trabajo como un


medio para alcanzar un fin, una tarea que debemos realizar a fin de disfrutar

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luego de nuestro tiempo. La labor productiva, orientada al logro de resultados
se debe ver en su propia perspectiva como parte integral y agradable de la
vida. Con frecuencia aquellos que han alcanzado o se acercan a la jubilación
han expresado profundo pesar por haber malgastado muchos años productivos
con sueños de ocio y vida fácil. Se dan cuenta demasiado tarde que han
perdido la oportunidad de vivir una vida plena, de experimentar los placeres
que solo se consiguen cuando hemos completado con éxito nuestra labor.

Ruth Anshen, en el estudio que hace sobre el aprovechamiento del tiempo, declara
que espera "demostrar el carácter sacramental de trabajo." Termina diciendo que
ningún trabajo, "puede fundamentarse solamente en aspiraciones materiales,
tecnológicas o físicas."

De manera que volvemos a la pregunta "¿Por qué trabajar?" El ejecutivo cristiano que
trabaja o que tiene personal que trabaja a sus órdenes, debe tener la solución y la
solución a este interrogante o pregunta, debe constituir su filosofía del trabajo. Esta
filosofía es importante para todos los cristianos, ya sea como administrador o como
trabajador; ya sea como esposo o como esposa. Después de todo, ¿por qué trabajar?
Si la persona promedio en un período de trabajo de cincuenta años pasa 100.000
horas trabajando, no sería pedirle demasiado el que supiera por qué trabaja.

2.3. La distribución del tiempo3


¿Qué es el tiempo? ¿Quién puede explicarlo con facilidad y brevedad? ¿Quién puede
comprenderlo para expresarse respecto de él?, y sin embargo, ¿qué otra cosa
mencionamos con mas conocimiento y familiaridad que el tiempo en nuestras
conversaciones diarias? E indudablemente lo entendemos lo suficiente cuando
hablamos de él; y lo entendemos también cuando en nuestra conversación alguien lo
menciona. Si nadie me lo pregunta, yo se lo que es el tiempo; pero si quisiera
explicárselo a alguien que me lo preguntará, sencillamente no lo sé.
- San Agustín

3
Como aprovechar el tiempo capitulo 2, Ted Engstrom

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Esta cita que acabamos de mencionar demuestra que no es reciente la confusión
sobre los conceptos de tiempo. Las breves líneas de Henry Dobson en La Paradoja del
Tiempo capta parte de esta confusión:

El tiempo se va, ¿tú dices? ¡Ah, no!


¡Ay! El tiempo se queda, quien se va soy yo.

Quizá el concepto de trabajo como se describe en el capítulo anterior ayudó a Robert


MacIver a dirigir sus estudios filosóficos hacia el enigmático tema del tiempo.
Cualquiera que sea la razón, este famoso experto en ciencia sociopolítica observa que
el tiempo, como el espacio, es una dimensión en vez de una fuerza. Observa con
discernimiento que el tiempo medido por el reloj o el calendario no es adecuado para
muchas de las necesidades del hombre. Las personas pueden ser víctimas de la hora
del reloj, pero la verdadera diferencia, según el autor, es entre el tiempo medido y el
tiempo vivido.

El tiempo medido es enemigo del tiempo vivido. Entre las varias formas por las cuales
nos convertimos en victimas del tiempo, tal vez la más obvia es que el trabajo que
hacemos carece de interés para nosotros. ¡Qué importancia adquiere aquí nuestro
punto de vista sobre el trabajo! De inmediato acude a nuestra memoria la imagen del
escolar que espera ansioso la campana de salida, el empleado de oficina con el
pensamiento sólo para próximas actividades de la noche, el operador de la máquina
que cumple con indiferencia una rutina, el abogado que motivado por el deber
prepara un monótono alegato para un caso que no le interesa.

Habiendo observado cuanto el uso del tiempo puede depender de nuestro punto de
vista del trabajo, vamos a considerar algunos de los conceptos erróneos comunes
sobre el tiempo.

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2.3.1. Algunos conceptos erróneos

La pregunta más frecuente que se hacen los ejecutivos as atareados es la siguiente


"¿Cómo se me ha ido el tiempo?" ¿No es extraño acaso que la pregunta que se
formula con más frecuencia, en sentido retórico por cierto, presenta falsamente el
caso? ¿Se va el tiempo del lugar, como lo sugiere la pregunta? ¿O ha pasado el
tiempo al ritmo acostumbrado, mientras que nosotros hemos hecho mucho menos de
lo que debíamos? O, tal vez, estamos realmente preguntando: "¿Cómo puede ser que
haya hecho planeas tan inadecuados, que me ha quedado tanto trabajo por hacer y
tan poco tiempo?"

"El tiempo es oro y debe ser gastado sabiamente," nos han dicho toda la vida. Pero
¿tenemos acaso la alternativa de no gastarlo? Por supuesto que no. Las manecillas
del reloj se mueven hacia adelante inexorablemente. No podemos ejercer control
alguno sobre su marcha. Podemos "detener el reloj" en un partido de fútbol o en algún
otro deporte, pero nunca en el juego de la vida.

El tiempo señalado por el reloj de arena o el reloj de sol significa algo más que un
producto que será controlado o dispensado a voluntad. Así que hablamos de los
estragos producidos por el tiempo... la manecilla que no se puede detener... la
guadaña que troncha la existencia.

Pero ¿es el tiempo en realidad una fuerza que debemos, o en realidad no crea nada...
no destruye nada? Faith Baldwin dice que el tiempo es una costurera especializada en
arreglos o alteraciones. Pero sabemos que las rocas se desgastan y las estrellas
pierden luminosidad, las personas envejecen y los imperios se desmoronan, no
porque el tiempo ejerza influencia sobre ellos, sino por el flujo y reflujo de los sistemas
de energía que operan dentro de las leyes físicas del universo creado por Dios. Si el
espacio es la dimensión en la que las cosas existen, ¿por qué no aceptar el tiempo,
según lo sugiere Robert MacIver, como la dimensión en la cual cambian las cosas?

"¡El tiempo vuela!" exclamamos - cuando queremos decir que no hemos

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logrado los resultados esperados en el tiempo disponible.

"El tiempo se encargará de ello", decimos, en lugar de afirmar que la


condición, se solucionará sin duda, sí le damos el tiempo adecuado.

"No tengo tiempo", protestamos - en lugar de admitir que la propuesta no


tiene para nosotros suficiente importancia como para tomarnos el tiempo de
considerarla.

Siempre tenemos tiempo para hacer aquello que consideramos de suficiente


importancia.

Hablamos de "la tiranía del tiempo," asignándole la capacidad de actuar en lugar de


reconocerlo como un periodo durante el cual queremos realizar un número excesivo
de tareas.

Después de todo, el tiempo no es oro ni aun un artículo del que podemos disponer;
no va a ninguna parte... no puede ser acelerado o retardado; no puede ser comprado
o intercambiado; no es una fuerza del mal que asola o un juez inescrutable o un
sanador omnisciente. El tiempo es según lo define sencillamente un diccionario, "el
período durante el cual continúa una acción o un proceso." Al igual que la arena en el
reloj de arena, así son los días de nuestras vidas.

2.3.2. Administración responsable

Si sentimos sorpresa por nuestra falta de percepción sobre la verdadera naturaleza


del tiempo, debemos quedar asombrados al contemplar el significado de su
distribución equitativa. Cuando Dios decidió crearnos, junto con la vida misma, otorgó
este don a todo el mundo. Tenemos todos los días la misma cantidad de horas que
todos los demás. Ya se trate de un vendedor de diarios o de un presidente... de un
escritor o de un ama de casa... de un agricultor o de un banquero... los relojes que
compramos avanzan a la misma velocidad, contamos no importa quienes seamos y

18
donde estemos con el mismo número de minutos en nuestras horas que todos los
demás. ¡Nadie tiene más tiempo que usted!

En virtud de una clara filosofía de trabajo como fundamento, y con el punto de vista
del tiempo y su administración enteramente relacionado con nuestra visión del
trabajo, nuestro enfoque en la "administración del tiempo" se destaca con más
nitidez. Estamos aquí en el mundo para trabajar según el propósito divino de Dios.
Entre los recursos concedidos para la tarea, cualquiera que sea, tenemos una
cantidad fija de tiempo. Un mandato bíblico respecto a su uso se encuentra en
Colosenses 4: 5b que dice

"… aprovechando al máximo cada momento oportuno."

Mucho se ha dicho con respecto a la administración de las riquezas y bienes en


general. No tanto se ha dicho de administración de talento y menos aun respecto de
la administración del tiempo. Y menos aun quizá sea entendido. ¿Qué queremos decir
mediante la frase "administradores de nuestro tiempo"? ¿Es realmente de nuestro
tiempo del que estamos hablando, o es el tiempo de Dios? ¿Se nos ha concedido a
nosotros el tiempo, junto con el don de la vida misma, para que dispongamos de él de
acuerdo a nuestros propios fines... devolviéndole a él solamente una porción de ese
tiempo, según la determinación de nuestra voluntad? O, como Charles Shedd sugiere,
ya que Dios formó el mundo y todo lo que hay en él, ¿no le pertenece a Él todo el
tiempo?

El señor Shedd propone "Diez afirmaciones para el uso cristiano del Tiempo." Como
corresponde comienza con el propósito: " La tarea santa y única de la vida" haciendo
referencia al pasaje de Lucas 10: 41-42 menciona las tiernas palabras de Cristo
recordando a Marta que ", solo una cosa es necesaria." A las prodigas atenciones de
Marta, el Señor hubiera preferido una charla sencilla, tranquila, de las cosas
celestiales. Una vida verdaderamente eficaz, de acuerdo con Shedd, no se obtiene
cuando tratamos de conseguir Dios que nos ayude. Las vidas alcanzan suma validez
cuando "volvemos nuestra voluntad a Él y le pedimos que podamos ser de ayuda en

19
sus propósitos."

La administración del tiempo se convierte así, para el creyente, en la administración


del tiempo de Dios. Y esto nos lleva a lo que puede parecer un pensamiento algo
revolucionario. Cuando parece reinar la confusión; cuando las tareas se acumulan... y
cuando todo parece ir mal... ¿con qué frecuencia nos detenemos a preguntar a Dios si
estamos haciendo lo que Él quiere que hagamos? Si es su tiempo el que
administramos; ¿no es aquí donde debemos empezar?

Colleen Townsend Evans ha descrito cómo ella soluciona esta situación. Cuando la
vida se vuelve demasiado apurada trata de detener ese ritmo vertiginoso con la
pregunta "¿He expulsado a Cristo del centro mismo de mi vida?"

Bruce Larson sugiere que "recibir nuestras órdenes de marcha" puede hacer la
diferencia. Resolver la cuestión de que si lo que estamos haciendo es lo que Dios
quiere que estemos haciendo podría ser la clave de más importancia respecto de
nuestra administración de tiempo.

¿Y no es esta otra perspectiva de las Escrituras - la promesa de Dios de suplir todas


nuestras necesidades (Filipenses 4:19)? Y probablemente esto debe abarcar el
tiempo para hacer aquello que debemos hacer. De manera entonces que la búsqueda
de una solución al problema de una mejor administración del tiempo se convierte en
un interrogante simple "¿Vivo mi vida en el centro de la voluntad de Dios?" ¡Puesto
que Él ha prometido proporcionarme el tiempo para aquello que debo hacer para Él!

2.3.3. ¿Es el tiempo el problema… o usted mismo?

Despojado nuestro tema de frases altisonantes como "un fragmento de eternidad" y el


concepto común, aunque falso, de "Me sobra tiempo" llegamos a la conclusión de que
el tiempo no es más que una medida... una dimensión. Por lo tanto, no puede ser
nuestro problema. En cualquier investigación en materia de tiempo y su
administración, llegamos a la conclusión de que todo se remonta a la administración

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de nosotros mismos. La ciencia total de la administración trata acerca de la forma en
que los ejecutivos distribuyen su tiempo.

¿Debemos asombrarnos de esto? Observemos la similitud en las quejas sobre el


tiempo. No sólo no parece ser suficiente. Más precisamente, por supuesto, tratamos
de hacer demasiado en el tiempo que tenemos disponible. Recordemos... ¡tenemos, y
siempre hemos tenido, todo el tiempo que hay!

De manera que el problema consiste, ha consistido, y consistirá, no el tiempo... sino


en nosotros mismos. Y, felizmente, podemos hacer algo al respecto.

Antes de emprender el estudio cuestión de la administración de nosotros mismos


tengamos cuidado de no tropezar con la primera valla: la voluntad de Dios. Ya hemos
observado que nuestro problema más básico, con la falta de tiempo puede ser que
hemos empujado a Dios fuera del centro de nuestras vidas. Hemos visto que su
promesa de proveer para todas nuestras necesidades sin duda debe extenderse a su
elemento más básico: tiempo. Ahora, sin embargo, nos encontramos en el ámbito
humano donde Dios, a pesar de nuestras debilidades, ha escogido trabajar. Él nos ha
dotado de ciertos talentos y capacidades, y cada uno es único, y luego nos ha dado el
derecho a escoger nuestro propio sendero.

A raíz de esta relación divinamente creada y accesible a todos, viene la pregunta:


"¿Cómo puedo saber si el camino que elijo es el que Dios quiere que transite?" ¿Cómo
sabemos que los recursos que Dios ha puesto a nuestro cuidado se están utilizando
como él quiere que sean usados? ¿Existe el peligro, en los emprendimientos
cristianos, de "superespiritualizar" algunos problemas – en donde el sentido común
podría proporcionar respuestas? Y con respecto a otras tareas, ¿corremos acaso el
peligro de “depender de Dios para conseguir que las realice" o decimos a nosotros
mismos "Él no me ha dicho aún que las haga"? Estos problemas pueden conducir a un
sentido distorsionado de la "comunión", que, como veremos en un capítulo posterior,
puede hacer que la obra del Señor sea ineficaz e ineficiente. Dado que esto no puede
ser su voluntad, no debe ser tampoco la nuestra. Nos acercamos entonces al asunto

21
de administrarnos a nosotros mismos, desde la perspectiva de que se trata de la
voluntad perfecta de Dios para nuestras vidas... de consagrar nuestra voluntad a Él,
de poner a su disposición todas nuestras facultades y todos los recursos confiados a
nuestro cuidado para el propósito supremo que Él tiene para nosotros.

2.4. ¿Qué es el ocio?4

“No hay música en la "pausa", pero si forma parte integral de la música en él. La gente
está pasando por ello siempre esa parte de la melodía vida.
- John Ruskin

Cuando en el anterior titulo nos preguntamos "¿Por qué trabajar?" empezamos por
sugerir que, como creyentes, particularmente los creyentes ejecutivos, habíamos
postergado por demasiado tiempo un estudio más a fondo del trabajo. "Ahora", se
pregunta usted, "¿Qué me dice del ocio?” Y le respondo… si, ¿qué diremos? "Por
favor," dice el ejecutivo "acosado" con fingida sorpresa, "¿hay alguien que me pueda
señalar dónde puedo encontrarlo?"

¿Qué pasa con los ejecutivos que hablan de ocio como si fuera una tierra prometida,
lejana y casi invisible... que suspiran por él como si fuese algo que debe buscarse con
ahínco, aunque sea prácticamente inalcanzable? ¿Busca realmente el ocio? ¿Sabe
qué es? ¿Podría usar las horas de ocio con provecho y disfrutar de ellas si las tuviera?
Según muchos observadores la mayor parte de los ejecutivos responderían
negativamente a estas preguntas.

Si no fuera así, ¿por qué no han aprovechado las horas de ocio? ¿Por qué entonces el
grupo que ha recibido la remuneración más alta en nuestro sistema económico... el
grupo que podría disfrutar de más horas de ocio si lo quisiera? ... ¿por qué este grupo
no ha tomado medidas para disfrutar el ocio?

4
Como aprovechar el tiempo capitulo 3, Ted Engstrom

22
2.4.1. ¿Por qué los ejecutivos trabajan muchas horas?

Lo que empieza a parecer obvio, aunque muy pocos se atreven a decirlo sin rodeos, es
que los ejecutivos cumplen por su propia voluntad, una larga jornada de trabajo.
Clarence Randall se muestra impaciente con el pobre ejecutivo que vive apremiado y
trabaja en exceso:

Piedad para el ejecutivo que trabaja en exceso! Detrás de las murallas de


papeles, lucha con valentía con una carga aparentemente sobrehumana de
responsabilidades. Agobiado por tareas imposibles, acosado por emergencias
constantes, nunca tiene la oportunidad de organizarse. Sienta piedad por él,
pero reconozca que presupone un riesgo peligroso.

Randall considera auto mártires a estos laboriosos ejecutivos, que están convencidos
de sus responsabilidades estratégicas, sus esfuerzos llenos de sacrificios, su
contribución monumental a la organización. Casi todas las organizaciones los tienen.
Los conocerá por su escritorio desordenado (demasiado ocupados para ponerlos en
orden)... por papeles desparramados (todos los papeles importantes vienen a este
escritorio)... por el sándwich que con afán trae la secretaria acosada (cuantas cosas
pueden salir mal si un gerente tan importante se aleja demasiado del escritorio)... por
el abultado portafolio atestado de documentos y papeles que se lleva todas las
noches después de que todos los demás se han ido (quién sabe, si algún trabajador
que se va tarde podría verlo y se alegra de que alguien se preocupa tanto por el
trabajo que se lo lleva para terminarlo después de las horas de oficina)... Por el beso
superficial para la esposa o esposo al llegar tarde a casa y la pregunta, "¿está lista la
cena?” (A las personas importantes nunca se les debe hacer esperar)... por el
portafolio que se trae devuelta por la mañana, y que no ha sido abierto (espera que
los que no vieron ese portafolio anoche lo verán esta mañana)... por esas vacaciones
que él o ella "no ha tomado en quince años " (que agradecidos deben estar los
directores hacia este "fiel empleado" Ningún otro en la oficina ha calentado el asiento
de su silla por tanto tiempo y sin interrupción?)... por la realización de viajes urgentes
(una llamada telefónica podría ofender el receptor de un mensaje tan importante) ...

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por la interminable lista de tareas rutinarias (¿quién pensaría en delegar
responsabilidades cuando hay alguien que las realiza tan bien?)... por la llegada tardía
a las conferencias (con un aire de preocupación por lo que sugiere lo generoso que es
este gerente en tomar tiempo para asuntos menores) ... por la incapacidad asociada a
la tarea gigantesca que él o ella está desarrollando.

"¿Horas de ocio?" se pregunta. Ah, sí, horas de ocio. Quizá debemos retroceder un
poco. ¿Puede tal vez el apremiado ejecutivo que acabamos de describir tener una
significativa "filosofía de trabajo"? Y si no tiene una filosofía de trabajo, ¿es posible
que tenga una filosofía de ocio? Si el trabajo, como define Dorothy Sayers, no es lo
que uno hace para vivir, sino más bien lo que vivimos para hacer, tenderemos aquí el
punto de partida para entender el ocio.

Los ejecutivos, y sin duda alguna los creyentes ejecutivos, viven para trabajar. La
combinación de compromiso, dedicación, y la oportunidad de servir a Dios y al prójimo
proporciona una tremenda motivación. El creyente, incluso más que otros ejecutivos,
encuentra borrosa las líneas que separan al trabajo y del ocio. El ejecutivo goza de
una libertad de entrar y salir de la que no gozan los demás empleados de la oficina, ni
los que trabajan en los talleres. Él se fija sus propios horarios... disfruta de un
almuerzo con otros colegas para los propósitos de negocio, naturalmente, pero no
obstante ello disfruta de ese esparcimiento. La libertad de estar allí en donde se
desarrollan las actividades... de delegar responsabilidades... de contemplar el futuro...
de hacer planes para aprovechar oportunidades... para ver los sueños hechos realidad
... ¿es esto trabajo? Indudablemente. Pero esta función para muchos es también ocio,
el cumplimiento supremo de los deseos del corazón cuando la mano de Dios se revela
en su vida.

Todo esto, según Sebastián de Grazia, es la razón por la cual los ejecutivos eligen una
larga jornada de trabajo, y son menos dignos de lástima de lo que pensamos. Si el
ejecutivo comprendiera hasta qué punto su trabajo está íntimamente relacionado con
las cualidades asociadas normalmente a las actividades voluntarias, sin
preocupaciones, y de carácter social, sentirían menos lástima de sí mismos.

24
Pero el ejecutivo cristiano expresa una racionalización que podríamos denominar
inherente, puesto que las empresas que carecen del apoyo financiero necesario, no
pueden disfrutar de personal adecuado. Nadie ha encontrado una mejor excusa para
el exceso de trabajo que la falta de personal adecuado. Se le recomienda al lector a
esta altura pasarte revista a sus propias funciones, que observe cual puede ser la
verdadera razón o las razones por las que se encuentra en esta situación. Se ha
planteado la clara posibilidad que, no tengamos exceso de trabajo como le gustaría
pensar - y que si estamos agobiados por el exceso de trabajo, quizá sea porque así lo
hemos dispuesto nosotros mismos. Si cualquiera de estas posibilidades es verdad,
pensemos en la tensión que podríamos evitar con un simple recordatorio de ese
hecho. El martirio que nos infligimos por nuestra voluntad no es muy respetable por
cierto.

¿Qué diremos entonces de las horas de ocio? Si el trabajo es ordenado por Dios... si
es lo que vivimos para hacer... entonces el ocio adquiere un significado especial. Se
convierte en un tiempo de auto-renovación, de recreación de nuestras energías y
talentos y habilidades para la realización gozosa de la tarea a la que hemos sido
llamados... ya sea cristiana o secular.

En una época cuando el mundo transita por el sendero de la abundancia... de


accesorios electrónicos ... de dispositivos para ahorrar tiempo, que cuestan dinero,
que deben ser pagados por el dinero que toma más tiempo para ganar... los filósofos
se preguntan si sabemos hacia dónde vamos. ¿Apreciamos la diferencia entre el ocio
y el tiempo libre? ¿Estamos capacitados para utilizar el ocio de una manera
significativa, si lo tuviésemos?

Entre las compulsiones que impelen a los ejecutivos ocupados puede figurar
seguramente esta constante incertidumbre acerca de qué hacer con el ocio. De todos
los complejos de culpabilidad que los creyentes han construido, uno o dos deben
aplicarse al empleo de las horas de ocio. ¿Es cristiano, por ejemplo, no hacer nada?
¿Cómo podríamos encajar ese “pasatiempo” con la filosofía de la administración del

25
tiempo?

Estamos de acuerdo en que cada uno de nosotros tiene todo el tiempo que hay, y que
ese tiempo es un don de Dios. Y si el tiempo es de Dios ¿qué diremos de las horas de
ocio? El horizonte parece aclararse. Estamos en este mundo para cumplir fines
divinos... realizamos la tarea que Él nos ha ordenado... nuestras horas de ocio le
pertenecen... y, sorprendentemente, Él está más disponible para nosotros que los
ejecutivos ocupados.

Los ejecutivos son difíciles de ver;


su tiempo es tan costoso que no se puede perder;
nerviosamente les hago una cita
y debo hablar con ellos a toda prisa.
Pero en cualquier momento de día o de noche,
en lugares adecuados o no,
busco y consigo sin demora
una entrevista con Dios.
- Anónimo

Las horas de ocio para los propósitos de Dios parecen mucho más significativas que el
ocio por el ocio en sí mismo. Nos ayuda también en nuestro concepto de la
administrar el tiempo. El atareado gerente quizá encuentre aquí la razón para romper
los hábitos que lo atan... cuando unas vacaciones con la familia, postergadas por
cincos años, pueden ser interpretadas como el plan de Dios no solamente para el
beneficio de la familia, sino para el suyo propio. Una oportunidad para la participación
activa en un compromiso cívico para el que él o ella sean adecuados, puedan hacer
que el gerente sea mucho más eficaz en el trabajo. Un cambio de ritmo, en las
actividades, puede ser un maravillosamente refrescante, sobre todo para los
ejecutivos atados a sus escritorios. Y para los cristianos sería bueno que reflexionaran
si "estar de prisa" se lo ha impuesto Dios o el hombre.

"Nuestro Padre Celestial", observa Charles Shedd, "nunca nos da exceso de trabajo”,

26
pero nosotros sí. Nosotros mismos nos sobrecargamos de trabajo, pero nunca el
Señor. Él sabe lo que quiere de cada uno de nosotros, y su día tiene suficientes horas
para realizar lo esencial de Su plan. Cometemos una grave injusticia contra el Señor
cuando caemos en el hábito de exceso de trabajo compulsivo. Pecamos cuando
insistimos en que nos asignen tareas que cuentan con la aprobación divina. Nuestra
programación es egocéntrica, buscamos hacer lo que Él quiere a nuestra manera, y
solo a la nuestra, es muy diferente fijarnos un plan, teniendo como guía esa
PRESENCIA INTERIOR.

Si mantenemos una conducta Cristocéntrica, casi con seguridad tendremos suficiente


tiempo para hacer todas las cosas, y la cuestión de las horas de ocio cede ante el
compromiso de ser verdaderos administradores de todo Su tiempo. ¡Qué promesa
maravillosa para el apremiado y atareado ejecutivo que así reclama la promesa de
Jesús que dice:

" Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa”
Juan 15: 11

2.5. ¿Quién administra su tiempo?

Debemos ser buenos administradores o mayordomos de nuestro tiempo, ya sabemos


que éste es un don de Dios, y como tal, es necesario medirlo, planearlo y racionarlo,
siempre con miras al cumplimiento del propósito que Dios tiene para cada uno de
nosotros.

Sin embargo, no calcular el tiempo de las actividades para el cumplimiento de


nuestros compromisos, aun los que hacemos con nosotros mismos, o mejor dicho, no
hacer las cosas a su debido tiempo, genera circunstancias que terminan exigiéndonos
más tiempo y esfuerzo para resolver lo que inicialmente no planeamos.

Por ejemplo, si por nuestra falta de previsión salimos de afán para llegar a un sitio en
nuestro auto, y tomamos la opción de hacer un giro prohibido o pasar un semáforo en

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rojo, nos exponemos a recibir una sanción por la infracción, y esa sanción nos obligará
a programar un tiempo para ir al banco y pagar la multa, así finalmente, por un lado se
acaba el afán y por otro quedamos obligados a desplazarnos e invertir tiempo y dinero
para resolver el imprevisto. Y ahora estamos siendo controlados por las
circunstancias, con el atenuante de tener que realizar un gasto extra que no hubiera
sido necesario invertir si se hubieran manejado las cosas sabiamente en el tiempo
correcto.

El otro factor que incide directamente en el manejo de nuestro tiempo, es la influencia


de las demás personas, ya que en muchas ocasiones, algunos de nuestros conocidos
o son demasiado descuidados con su propio tiempo o definitivamente no tienen nada
que hacer, y nos tienden a embaucar en conversaciones estériles o en actividades
que aportan muy poco a nuestros objetivos o intereses particulares.

Existen personas que ya no tienen tiempo ni para almorzar, que siempre están
actuando por lo que los demás les presionan hacer. Esto no es sano, es necesario que
pongamos límites al manejo de nuestro tiempo, para que demostremos realmente que
nosotros somos los responsables de él y no los demás.

Cada uno de nosotros es administrador o mayordomo de su tiempo, debemos


manejarlo o de lo contrario lo manejarán las circunstancias o los demás. Todos
sabemos el valor que tiene cada hora que pasa. Y aunque estamos vivos y podemos
ser muy productivos, en realidad podemos “matar” el tiempo viviendo vidas inútiles
debido al desaprovechamiento que hagamos del tiempo, así no veremos ningún
progreso en nuestras vidas.

Siempre hay algo por hacer, y en nuestra nueva vida como creyentes esto va mucho
más allá, como dice Rick Warren en una vida con propósito:
“El propósito de tu vida excede en mucho a tus propios logros, a tu tranquilidad
o incluso a tu felicidad. Es mucho más grande que tu familia, tu carrera o aún
tus sueños y anhelos más vehementes. Si deseas saber por qué te pusieron en
este planeta, debes empezar con Dios. Naciste por su voluntad y para su

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propósito.”5

Somos mayordomos de nuestro tiempo, y lo podemos poner a producir o enterrarlo


tratándolo como si estuviera muerto. No olvidemos lo que dice Dios en su Palabra:
“Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios sino
como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los
días son malos.” (Efesios 5:15-16)

Recursos Adicionales:
Capítulo 6 (día 6 ”La vida es una asignación temporal”) del Libro Una vida con
propósito de Rick Warren.

Bibliografía Básica:
(1999). Biblia Nueva Versión Internacional. Sociedad Bíblica Internacional. Miami.

Engstrom, T.W. y Mackenzie, R.A. (1974). Como aprovechar el tiempo. Miami: Vida
Zondervan.

Momento oportuno (inédito).

Bibliografía complementaria:
Warren. R. (2003). Una Vida con propósito. Miami. Editorial Vida.

Criterios de Evaluación:
El estudiante reconoce que Dios tiene control total del tiempo, y que la obediencia a
sus indicaciones es un factor determinante para tener éxito en la dedicación de
nuestro tiempo.

5
Una Vida con propósito pagina 15, Rick Warren. Editorial Vida, Miami. 2003

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