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INVESTIGACIÓN SOBRE CONCEPTO DE CIERTOS DOMINIOS Y

BIENES

JOSE STIVEN GOMEZ CUBIDES

CIVIL BIENES II (GRUPO-A)

UNIVERSIDAD DE PAMPLONA

DERECHO

2020

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Contenido

Pág.

Dominio Eminente…………………………………………………………….3

Dominio Publico………………………………………………………………6

Bienes Ocultos-……………………………………………………………….8

Bienes Incultos……………………………………………………………….11

Bienes Ejidos…………………………………………………………………16

Bienes Baldios………………………………………………………………..19

Bienes Vacantes……………………………………………………………...21

Bienes Mostrencos…………………………………………………………..24

Referencias………………………………………………………………….26

1. Domino Eminente

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El dominio eminente es el derecho que tiene el Estado como persona jurídica
para utilizar su territorio y bienes para fines de interés público y social. Dicho
dominio confiere al Estado facultades con las relaciones internas de los
particulares, debido a que una de las misiones del Estado es procurar el bien
de la comunidad; por lo anterior, le es legítimo expropiar o acondicionar el
terreno cuando la defensa, la higiene y la cultura pública así lo demande. El
dominio eminente es un derecho de naturaleza política y por ello no está
ligado a patrimonio estatal, y que se diferencia del dominio público del Estado
en que éste sí tiene contenido económico. 

Caso de dominio eminente, según los artículos 4° de la Carta Política y el


artículo 674 del Código Civil.  De conformidad con este último texto son
bienes de la unión aquellos cuyo dominio corresponde a la República.  Si éstos
están destinados al uso de todos los habitantes como las calles, plazas, puentes
y caminos se les llama bienes de la unión de uso público o bienes públicos del
territorio.  Sobre ellos no ejerce el Estado un derecho de propiedad privada
sino uno de dominio eminente en el cual se conjuga el derecho político del
Estado con el derecho de todos a usarlo "teniendo en cuenta que al señalarle la
destinación el particular cuando trace las calles, vías, plazas, zonas verdes,
etc., automáticamente determina su constitución como bienes de la unión"

Barrera Carbonell: “Técnica y doctrinariamente el "dominio eminente" es la


expresión de la soberanía, que se manifiesta como un poder que maneja el
Estado, entre otras cosas, para regular, orientar, y vigilar el uso,
aprovechamiento y disposición de la propiedad, tal como ocurre con las
normas sobre la explotación de los recursos naturales, el uso del suelo en
armonía con sus aptitudes, la expropiación de bienes cuando la utilidad
pública o el interés social lo requieran, la extinción del dominio sobre los

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bienes de origen ilícito o detentados al margen de su función social y
ecológica, y, en fin, para dictar prescripciones en la esfera de la propiedad
pública o privada cuando ello resulta necesario para asegurar el cumplimiento
de los fines y cometidos del Estado Social de Derecho.

Otra de las conclusiones que es posible extraer de las normas constitucionales


transcritas, consiste en la identificación del titular de los derechos de dominio
sobre estas clases de bienes. En tratándose de los enumerados por el artículo
102 C.P., es claro que la norma define que todos ellos pertenecen a la Nación.
Este artículo ha dado lugar a dos interpretaciones diversas, la primera según la
cual consagra el llamado dominio eminente sobre el territorio y todos sus
elementos, y como tal no conlleva una definición del titular del dominio, y una
segunda, que prohija la Sala, según la cual, además de establecer el dominio
eminente, entendido como el conjunto de poderes jurídicos derivados del
ejercicio de la soberanía estatal en el ámbito territorial interno, consagra la
titularidad del derecho de propiedad sobre los bienes del territorio, locución
que es sinónima de bienes de uso público según las voces del artículo 674 de
Código Civil. Nótese que la institución bienes del territorio posee una
definición legal, por lo que ésta debe prevalecer sobre cualquier otra
interpretación semántica que se pretenda de la norma en comento.

Sobre el dominio eminente, cfr. Sentencia C-536-97 (octubre 23), Exp. D-


1632, Normas demandadas: incisos 9 y 12 del artículo 72 de la Ley 160 de
1994, M.P: Antonio.

Inciso 9 del artículo 72 de la Ley 160 de 1994“Ninguna persona podrá


adquirir la propiedad sobre terrenos inicialmente adjudicados como baldíos,
si las extensiones exceden los límites máximos para la titulación señalados

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por la Junta Directiva para las Unidades Agrícolas Familiares en el
respectivo municipio o región. También serán nulos los actos o contratos en
virtud de los cuales una persona aporte a sociedades o comunidades de
cualquier índole, la propiedad de tierras que le hubieren sido adjudicadas
como baldíos, si con ellas dichas sociedades o comunidades consolidan la
propiedad sobre tales terrenos en superficies que excedan a la fijada por el
Instituto para la Unidad Agrícola Familiar”

Inciso 12 del artículo 72 de la Ley 160 de 1994“Los Registradores de


Instrumentos Públicos se abstendrán de registrar actos o contratos de
tradición de inmuebles, cuyo dominio inicial provenga de adjudicaciones de
baldíos nacionales, en los que no se protocolice la autorización del INCORA
cuando con tales actos o contratos se fraccionen dichos inmuebles”

2. Dominio Público

Como titular principal el Estado pero admite excepcionalmente la titularidad


de particulares. Esta clase de propiedad está destinada o afectada legalmente a
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un uso público, a un servicio público, o al fomento de la riqueza nacional. La
constituyen, por consiguiente, los bienes de uso público, tales como ríos,
playas marítimas y fluviales, calles, caminos, puentes, plazas, cuyo uso
pertenece a todos los habitantes del territorio; los bienes fiscales o
patrimoniales que, afectados a la prestación de servicios públicos, se
subdividen en "fiscales comunes" (edificios de las oficinas públicas, escuelas,
hospitales, cuarteles, granjas experimentales, los lotes de terreno destinados a
obras de infraestructura dirigidas a la instalación o dotación de servicios
públicos", en "estrictamente fiscales" (los dineros a disposición de las
tesorerías, los impuestos, las multas, los recursos del presupuesto) y en
"fiscales adjudicables", esto es, los baldíos destinados a ser adjudicados para
su explotación económica; y los bienes que forman el patrimonio
arqueológico, cultural e histórico de la nación, incluyendo los inmuebles de
propiedad particular que hayan sido declarados monumentos nacionales
conforme a la Ley 163 de 1959 y su Decreto Reglamentario 264 de 1963.
Existen también los bienes parafiscales, originados en contribuciones
parafiscales y que tienen un tratamiento especial.

Mientras se conserve la destinación al cumplimiento de los fines expresados,


los bienes de propiedad pública tienen características especiales. El artículo 63
de la Constitución otorga no solamente a los bienes de uso público, sino
también a los parques naturales y al patrimonio arqueológico de la Nación, las
condiciones de ser inalienables, imprescriptibles e inembargables; notas que
hace extensivas a las tierras comunales de grupos étnicos y a las tierras de
resguardo indígena. Además, la precitada norma constitucional admite que a la
anterior enumeración puedan concurrir otros bienes, siempre que así lo
determine la ley.

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Y es precisamente en la ley (Código de Procedimiento Civil, vigente a partir
del 1º de julio de 1971), donde se dispone que la declaración de pertenencia no
procede respecto de bienes imprescriptibles "o de propiedad de las entidades
de derecho público" , (ibídem, art. 407 regla 4ª), con lo cual la
imprescriptibilidad, que ya se predicaba respecto de los bienes de uso público
por mandato del artículo 2519 del Código Civil, se hizo extensiva a los bienes
fiscales.

Son de uso público aquellos inmuebles de dominio público cuyo uso pertenece
a todos los habitantes de un territorio, como el de calles, plazas, fuentes y
caminos y en general todos los inmuebles públicos destinados al uso o disfrute
colectivo".

3. Bienes Ocultos

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Son bienes de propiedad de la nación que aparecen abandonados
materialmente o que su titulación es tan confusa que se hace imprescindible
adelantar un proceso para aclarar un proceso actual, bien oculto se refiere
(porque aún existe este concepto jurídico) al hecho de que un bien del Estado
tiene calidad o estatus jurídico oscuro o incierto (por ejemplo, que esté en
manos de particulares o que se evidencie abandono por parte del dueño). Los
bienes ocultos de acuerdo con la ley fiscal son los que además de estar
simplemente abandonados en un sentido material por la entidad dueña de
ellos, están en condiciones de tales, que su carácter de propiedad pública se
haya hecho oscura hasta el punto que para que entren de nuevo a formar parte
efectiva del patrimonio común de la nación, los departamentos o los de los
municipios, respectivamente, haya necesidad de ejercer accionarse en juicio.
Los bienes ocultos tiene dueño, hacen parte del patrimonio de él, aun cuando
éste ignore que el bien sea de su propiedad, y que se hallen abandonados en el
sentido material, es decir que no estén ocupados materialmente ni por el dueño
ni por el representante de este, pero que en todo caso hacen parte del
patrimonio de alguna persona, que es su dueño, al paso que los bienes
vacantes, de acuerdo con el artículo 706 del código civil, son los inmuebles
que se encuentran en la nación sin dueño aparente o conocido , condición esta
que los distinguen de los bienes ocultos que si tiene dueño aparente o
conocido y para él lo denuncia la persona que crea tener ese derecho de
acuerdo con el código fiscal. Hay, pues, distinción legal, muy precisa, entre
estas dos clase bienes que los diferencia nítidamente (Alfonso Barragán,
Derechos reales, 2 edición, Bogotá, Editor, Temis, 1979).

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Se refiere a bien oculto (porque aún existe este concepto jurídico) al hecho de
que un bien del Estado tiene calidad o estatus jurídico oscuro o incierto (por
ejemplo, que esté en manos de particulares o que se evidencie abandono por
parte del dueño). Los Bienes Vacantes o Mostrencos se refieren a que cuando
una persona fallece y no deja ningún heredero, y alguien tiene conocimiento
de esto, puede hacer la denuncia mediante una autoridad competente. En
Bogotá, a principios del siglo XX, esa autoridad competente era el Personero
Municipal.
Podían surgir confusiones en torno a la definición de los bienes que se querían
declarar. Muchas veces se denunciaban bienes vacantes o mostrencos como
ocultos. Sin embargo, cualquiera que fuera el caso, el denunciante obtenía un
porcentaje de las ganancias del valor del bien o los bienes. Todo esto era
definido en los juzgados donde se radicaba la denuncia, previo contrato
realizado con el representante del Estado.
El Código Fiscal de 1912, para principios de siglo XX, regulaba esta cuestión.
El capítulo IV que versaba “De los Bienes Ocultos”, en el artículo 29, indica
que “El denunciante de un bien oculto tiene derecho a una participación hasta
de un cincuenta por ciento del valor del mismo bien, justipreciado por peritos
nombrados por el Tribunal Supremo de lo Contencioso Administrativo o por
la autoridad a quien éste comisione, cuando ese bien haya entrado a formar
parte efectiva del patrimonio del Estado. La especie puede licitarse y el
demandante rematarla, pagando al contado la cantidad que exceda de la
participación que le corresponde en el valor de aquélla”. Igualmente, para los
bienes vacantes o mostrencos también había el beneficio del 50% sobre el
valor de los bienes denunciados.
En el mismo capítulo, el artículo 30 indicaba la forma cómo se denuncia estos
bienes: Era necesario hacer el denuncio, y las pruebas debían llevarse a cabo

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antes de que se cumplieran 6 meses desde el denuncio. Acto seguido, el
Ministerio resolvía si era un bien oculto o no, si era procedente la denuncia
previo dictamen de la Procuraduría General de la Nación. El Ministerio
Público debía darle personería al denunciante para que adelante las cuestiones
que están a favor del Estado (esta personería podía ser revocada) ya que una
de las principales condiciones era que todos los gastos corrían por parte del
denunciante.
Al parecer, esta era una situación favorable pues lograba crear
enfrentamientos entre diferentes denunciantes. Uno de los casos que se pueden
encontrar en el Fondo Concejo de Bogotá es el de Manuel E. Campillo, quien
hizo la denuncia de los bienes de sucesión de la señora Juana Escandón, pero
resultó que se enteró de que Armando Neira había celebrado un contrato con
el Personero Municipal por la denuncia de los bienes de la misma Juana.
Antes de pasar a declarar si la denuncia era válida o no, primero la justicia
tuvo que decidir quién era el primer denunciante. Para esto, se desarrolló un
largo litigio. Lo cierto es que mientras duró el proceso, el juez tuvo que sellar
la casa de Juana Escallón.  El estímulo de ganar 50% de lo que se logre en las
subastas podía ocasionar varios denunciantes de los mismos bienes, y como
dicen por ahí, “el que primero se arrodilla, se confiesa”.
Aún estos conceptos hacen parte del Código Civil. Como se dijo
anteriormente, estos casos son muy comunes en el Fondo Concejo de Bogotá
y en el Registro Municipal y puede ser de interés de aquellos investigadores
que estudian procedimientos jurídicos del siglo XX.

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4. Bienes Incultos

Bienes incultos son aquellos “bienes pertenecientes a los particulares con


capacidad de explotarlos, que no los explotan. También se les llama ‘bienes de
engorde’.” De esta definición se puede destacar que justifica el nombre de
“incultos” de estos bienes, ya que incultos significa etimológicamente “no-
cultivados”, carácter propio de aquello que no se explota. Es necesario aclarar
que en este caso “cultivar” no se refiere literal y estrictamente a las
actividades agrarias, sino más bien una amplia gama de actividades de
explotación de la tierra (puede ser ganadería y actividades pecuarias también,
entre otras). Por otro lado, destaca esta definición, una realidad que debe
evitarse en Colombia acerca de la distribución de la tierra: La multiplicación
de los latifundios en manos de particulares, que es un signo de mala
distribución de la riqueza y mal aprovechamiento del beneficio potencial del
territorio (más adelante, al analizar las otras leyes, se ampliará esta idea).
- Ley 200 de 1936: Expresamente no existe la denominación “bienes incultos”
en esta ley, sino, más bien, la denominación “porciones incultas” (Art. 1º Ley
200/36), refiriéndose a aquellos fundos que no se explotan económicamente.
Aún así, tratándose de un objeto apropiable, con valor de utilidad y
económico, no existe ningún obstáculo para llamarlo “bien”, porque cumple
con los requisitos para serlo. Así, pues, “porciones incultas” es perfectamente
sinónimo de “bienes incultos”.
Aclarado lo anterior, entramos a la definición presentada por la ley en su Art.
1º: Porciones incultas son aquellas tierras “cuya existencia sea necesaria para
la explotación económica del predio, o como complemento para el mejor
aprovechamiento de éste [sin ser directamente explotadas económicamente]”.

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Vemos que esta definición destaca el carácter de la ausencia de explotación
económica. Pero, no se encuentra en acuerdo con la definición dada en clase,
porque en la Ley 200/36 las “porciones incultas” cumplen con la función de
explotación económica aunque sea de manera indirecta, por lo que no tienen el
carácter de reprobabilidad, por la falta de aprovechamiento de las riquezas
territoriales del país, que aparece en la definición dada en clase.

En cambio, en la ley 200/36 sí aparecen unos bienes que cumplen con todo lo
establecido en clase respecto a los bienes incultos: Se trata de los bienes
baldíos. La ley define en su Artículo 1º lo que no son los bienes baldíos: “no
son baldíos sino de propiedad privada, los fundos poseídos por particulares,
entendiéndose que dicha posesión consiste en la explotación económica del
suelo por medio de hechos positivos propios de dueño, como las plantaciones
o sementeras, la ocupación con ganados y otros de igual significación
económica. EI cerramiento y la construcción de edificios no constituyen por sí
solos prueba de explotación económica, pero sí pueden considerarse como
elementos complementarios de ella. También a las porciones incultas cuya
existencia sea necesaria para la explotación económica del predio, o como
complemento para el mejor aprovechamiento de éste”.

La ley 200/36, al decir lo que no son los bienes baldíos, nos esta diciendo qué
es lo que son: aquellos bienes que, estando en cabeza de particulares, no son
explotados económicamente. En su Artículo 2º lo aclara: “Se presumen
baldíos los predios rústicos no poseídos en la forma que se determina en el
artículo anterior”. Los elementos propios que se buscaba destacar en clase
respecto de estos bienes, esto es, la ausencia de explotación económica, se
encuentran presentes. También se encuentra presente otro de los elementos

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destacados en clase: La reprobabilidad que implica la tenencia de tierras sin
explotarlas económicamente.

Además de estos dos elementos, la ley aclara varios aspectos referentes a la


definición de bien baldío: el artículo 2º puntualiza que estos bienes son
rústicos, esto es, bienes rurales, del campo, excluyendo posibles bienes
urbanos. Son solo las tierras superficiales, excluyendo el subsuelo (Art. 4º).
Son bienes sobre los que el Estado tiene un derecho de expropiación (cuando
se encuentran en cabeza de los particulares) con fines sociales y de
distribución de riqueza (Art. 5º), que pueden beneficiar a los particulares
adquiriéndolos por prescripción adquisitiva con tal que los exploten
económicamente (Art. 11º). Hay que aclarar que los bienes baldíos tienen un
régimen especial, establecido en los arts 15 y ss. de la ley que no los hace
equiparables al régimen de otros bienes adquiribles por posesión.

Con todo lo anterior, a la luz de la ley 200/36, podemos definir que son bienes
baldíos aquellos bienes rurales inmuebles que, estando en cabeza de un
particular o en cabeza de nadie, no están siendo explotados económicamente,
sobre los cuales el estado tiene un derecho de expropiación con fines sociales
y de distribución y aprovechamiento de las riquezas del país, que consisten en
la parte superficial del suelo y que pueden ser adjudicables a los particulares
que los exploten económicamente. Como conclusión respecto a la ley 200/36,
podemos decir que es mucho más valioso, conceptual y prácticamente, tomar
por “bienes incultos” a los bienes baldíos, excluyendo de ellos a las llamadas
“porciones incultas”. Por otro lado, a la luz de esta ley, y si se acepta el
argumento reciente, es necesario concluir que “bienes incultos” no es nada
diferente de los “bienes baldíos”.

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Ley 160/94: Esta ley nos trae la denominación de “tierras incultas” para
aquellos bienes inmuebles rurales, consistentes en la superficie del territorio,
que no son explotados económicamente y que por motivos de utilidad social y
económica, pueden ser expropiables por parte del Estado. En esta ley tampoco
aparece la denominación “bienes incultos” pero, por la misma razón expuesta
en el aparte dedicado a la ley 200/36, no hay ningún obstáculo para llamar
“bienes incultos” a las llamadas “tierras incultas”, advirtiendo que no se puede
perder de vista que el bien en este caso es sólo la superficie de la tierra y no
las construcciones o el subsuelo que hay en ella.

Esta ley amplía la definición de los bienes incultos, según la legislación


Colombiana, porque, al incluir en el régimen de tierras incultas las que trata el
capítulo 11 de la ley, ya no los circunscribe a los bienes baldíos (Art. 52 ley
160/94 conc. Art. 1º Ley 200/36), sino que lo amplía a aquellos bienes que se
utilizan para la plantación de cultivos ilícitos (Art. 52, par. 2), a aquellos
bienes en los que los propietarios violen las leyes que regulan la utilización
racional de los recursos naturales renovables y a los propietarios que violan las
normas sobre zonas de reserva agrícola (mismo Art. 52). Así, pues, son tierras
incultas no sólo las que no se explotan económicamente sino que lo son
además aquellas que acabamos de mencionar.

Por otro lado, la ley 160/94 conserva el carácter de utilidad social-económica


de distribución y aprovechamiento de las riquezas de la Nación, que deben de
tener los bienes incultos, al establecer entre sus objetivos en su Art. 1º “…
Reformar la estructura social agraria por medio de procedimientos
enderezados a eliminar y prevenir la inequitativa concentración de la
propiedad rústica o su fraccionamiento antieconómico… Fomentar la

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adecuada explotación y la utilización social de las aguas y de las tierras rurales
aptas para la explotación silvoagropecuaria, y de las tierras incultas, ociosas o
deficientemente aprovechadas, mediante programas que provean su
distribución ordenada y su racional utilización... Regular la ocupación y
aprovechamiento de las tierras baldías de la Nación, dando preferencia en su
adjudicación a los campesinos de escasos recursos, y establecer Zonas de
Reserva Campesina para el fomento de la pequeña propiedad rural…”. Estos
objetivos van encaminados a preservar la Función Social de la Propiedad
establecida en el Art. 58 de la Constitución y están en consonancia con el
destino que se le debe dar a los denominados “bienes incultos”. Podemos decir
que esta ley, al ampliar la lista de bienes que se incluyen dentro de la
denominación de “tierras incultas”, permite justificarla como una
denominación que cobija varias clases de bienes y, así, no puede ser
reemplazada con otro término equivalente (como ocurría en la ley 200/36 que
era igual bien inculto a bien baldío).

Finalmente, después de hacer esta pequeña investigación acerca de los bienes


incultos, se podría plantear una clasificación doctrinal así:
Bienes incultos: Son aquellos bienes que no son explotados económicamente.
Dentro de éstos se encuentran dos clases: Aquellos cuya explotación
económica es permitida y deseada, es decir, aquellos que se incluyen al
régimen de los bienes baldíos. Y aquellos que no están dentro de ese régimen
y que su explotación no es obligatoria o no es permitida (como las zonas
ecológicas que a pesar de cumplir un fin de utilidad común no pueden ser
explotadas en la forma en que lo son los bienes baldíos). Bienes incultos;
Clasificación: a) Bienes explotables económicamente b) Bienes no explotables
económicamente.

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5. Bienes Ejidos

La clasificación de bienes ejidos es proporcionada por el antecedente en la


tradición oral, o las cédulas reales, escrituras públicas, o sentencias judiciales
que los identifiquen como tales. También los determina el uso y goce que los
moradores de la ciudad ejercen sobre estos.

Se han identificado como porciones de terreno contiguos al área urbana de los


municipios, con cuyo producto se atendía la construcción de ciertas obras
públicas. Posteriormente, mediante la ley 41 de 1948 se ordenó su enajenación
a favor de personas de escasos recursos para la construcción de vivienda.

Mediante el artículo 168 del Decreto 1333 de 1986, Régimen Político


Municipal, se estableció que los terrenos ejidos situados en cualquier
municipio del país no están sujetos a la prescripción por tratar de bienes
municipales de uso publicó o común, lo que jurídicamente equivale a
asignarles un tratamiento especial por parte de los Consejos Municipales, a fin
de lograr la enajenación a favor de particulares para la construcción de
vivienda.

Al recibir los bienes ejidales la calidad de bienes de uso publicó cuando


ingresan al patrimonio de los Bancos de Tierras o Inmobiliarios, deben
destinarse prioritariamente a la construcción de programas de viviendas de
interés social, directamente o invirtiendo en dichos programas los recursos
obtenidos con ellos, de conformidad con los dispuesto en el numeral 5° del

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artículo 71 de la ley 9 de 1989, en concordancia con lo dispuesto en el artículo
118 de la ley 388 de 1997.

En concordancia con lo anterior tenemos lo dispuesto por el artículo 95 de la


ley 387 de 1997, que establece: 

"Artículo 95°.- Transferencia de inmuebles. Todas las asignaciones de


subsidio familiar de vivienda en terrenos y las cesiones de que trata el
artículo 58 de la ley 9 de 1989, que realicen las entidades públicas se
efectuaran mediante resolución administrativa, la cual constituirá título de
dominio y una ve inscrita en la Oficina de Instrumentos Públicos será plena
prueba de la propiedad. en todo caso, los inmuebles cuya propiedad se
adquiera conforme a lo dispuesto por el artículo 58 de la ley 1989, tendrán
las mismas limitaciones establecidas en la ley 3 de 1991 para las viviendas
adquiridas o mejoradas con el subsidio familiar de vivienda."

Así las cosas, el título de transferencia de dominio de un buen Ejido es por


Resolución, Acto Administrativo que solo requiere ser inscrito en la Oficina
de Registro de Instrumentos Públicos correspondiente, para tener la titularidad
del predio, y el cual no requiere ser protocolizado.

De conformidad con la ley, la adjudicación de bienes ejidales se realiza por


parte del municipio mediante Resolución, Ej:  En lo que corresponde a un
contrato de compraventa, se debe otorgar por escritura pública, con el lleno de
los requisitos establecidos en el Código Civil, Decreto Ley 960 de 1970 y
demás normas concordantes.

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En términos de terrenos ejidos, De acuerdo a la ley 41 de 1948 el Congreso de
la República decreta lo siguiente:

Artículo 1º. Los terrenos ejidos situados en cualquier municipio del país no
están sujetos a la prescripción, por tratarse de bienes municipales de uso
público o común. 

Artículo 2º. La administración de los terrenos ejidos tanto urbanos como


rurales, corresponde al concejo municipal del distrito de su ubicación. 

Esta administración podrán ejercerla los concejos municipales por conducto


de un personero municipal delegado para ejidos y vivienda popular,
funcionario que tendrá las facultades de que más adelante se hablará. 

Artículo 3º. Los terrenos ejidos urbanos podrán ser destinados por los
respectivos concejos municipales, a resolver el problema de la vivienda
popular en las respectivas ciudades. 

Artículo 4º. Los terrenos ejidos urbanos que, en virtud de la facultad


conferida en el artículo anterior, se destinen a solucionar el problema de la
vivienda popular, podrán ser enajenados sin el requisito previo de la subasta
pública, con tal que los respectivos contratos sean aprobados por el concejo
municipal, y con el lleno de los requisitos siguientes.

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6. Bienes Baldíos

De acuerdo con la legislación colombiana, un baldío es un bien inmueble de


propiedad de la Nación y ubicado en zonas rurales que, como regla general,
debe ser adjudicado a quienes lo ocupen y cumplan con los requisitos
previstos por la ley de reforma agraria, de igual manera son bienes públicos
catalogados dentro de la categoría de bienes fiscales adjudicables, en razón
de que la Nación los conserva para adjudicarlos a quienes reúnan la
totalidad de las exigencias establecidas en la ley. El bien baldío se distingue
del bien de uso público, pues aunque ambos son del Estado y son
inembargables e imprescriptibles, el primero es enajenable por vía de la
adjudicación, mientras que el segundo es inalienable por encontrarse afectado
a un servicio público. Ahora bien, según los Códigos Fiscales mencionados en
el pie de página precedente, el carácter de reserva territorial de un bien baldío
constituye la excepción a esa regla, ya que lo vuelve inadjudicable (Luis
Guillermo Velásquez, Bienes, Bogotá: Temis, p. 51-58, 64-72). Algunos
arguyen incluso que la reserva territorial impone también restricciones a la
transferencia del uso, el goce y los frutos del bien. Ministerio de Agricultura
nos dicta lo siguiente Artículo 2.14.10.1.1.Competencia. El Instituto
Colombiano de Desarrollo Rural administra en nombre del Estado las tierras
baldías de propiedad nacional, y en virtud de esa atribución puede
adjudicarlas, celebrar contratos, constituir reservas y adelantar colonizaciones
sobre ellas, conforme a las normas de la Ley 160 de 1994, las contenidas en
otras disposiciones legales y reglamentarias vigentes, las del presente título y

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los reglamentos que expida el Consejo Directivo del Instituto por autorización
legal. 

También corresponde al INCODER adelantar los procedimientos, ejercer las


acciones y adoptar las medidas en los casos de indebida ocupación o
apropiación de tierras baldías, o por incumplimiento de las condiciones bajo
las cuales fueron adjudicadas. Para tales efectos, decretará la caducidad de los
contratos que celebre, ordenará la reversión de los baldíos adjudicados al
dominio de la Nación y revocará directamente las resoluciones de titulación de
baldíos proferidas con violación a lo establecido en las normas
constitucionales, legales y reglamentarias vigentes, sin perjuicio de demandar
su nulidad, con arreglo a la ley. Las tierras baldías que, de conformidad con la
Ley 70 de 1993, pertenecen o deban adjudicarse a las comunidades negras, se
titularán por el INCODER con arreglo a las normas sustanciales y
procedimentales especiales que las rigen. 

(Decreto 2664 de 1994, art. 1) 

Artículo 2.14.10.1.2. Delegación. El INCODER podrá delegar la facultad de


adelantar el procedimiento y expedir las resoluciones de titulación de terrenos
baldíos en otras entidades de derecho público, territoriales o del sector
agropecuario, previa aprobación del Consejo Directivo del Instituto, con el
voto favorable del Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural. 

(Decreto 2664 de 1994, art. 2)                                                        

Artículo 2.14.10.1.3. Modo de adquisición. La propiedad de los terrenos


baldíos adjudicables únicamente puede adquirirse mediante título traslaticio de
dominio expedido por el INCODER, o las entidades públicas en que hubiere

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delegado esa atribución. La ocupación de tierras baldías no constituye título ni
modo para obtener el dominio, quienes las ocupen no tienen la calidad de
poseedores, conforme al Código Civil y frente a la adjudicación por el
Instituto sólo existe una mera expectativa. (Decreto 2664 de 1994, art. 3)

7. Bienes Vacantes

Artículo 706 Código Civil. Estímense bienes vacantes los bienes inmuebles
que se encuentran dentro del territorio respectivo a cargo de la nación, sin
dueño aparente o conocido, y mostrencos los bienes muebles que se hallen en
el mismo caso. 

Según esto, estos entran a ser propiedad del estado. Pero antes de declararse la
vacancia si podrían ser adquiridos por ocupación ya que se consideran bienes
abandonados.
Dueño aparente, es el poseedor del bien, quien al carecer del derecho de
propiedad, ejerce actos de señor y dueño sobre el mismo. 
  
El ICBF ni el Juez pueden desconocer que el poseedor pueda adquirir la
propiedad por prescripción, pues éste poseedor se reputa como dueño,
debiéndosele reconocer su carácter de dueño aparente. 
Por lo anterior, cualquier expectativa de vacancia o mostrenco de un bien,
desaparece ante un poseedor del mismo. 

Dueño conocido, es aquel que ejercita el derecho de propiedad con plena


libertad, siempre y cuando no sea contra la Ley o derecho ajeno.  La propiedad
privada, en términos del Código Civil, es el derecho real en una cosa corporal;
es el dominio más completo de la voluntad sobre las cosas. 

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Este dueño se percibe en razón de los títulos, documentos y en fin, la relación
directa con el bien que lo hacen su propietario. Para el caso de bienes sujetos a
registro, el dueño conocido es aquel que aparece inscrito como tal. 

En Colombia, la jurisprudencia asociada a los bienes vacantes y mostrencos


determina una diferenciación según la localización geográfica de este tipo de
propiedades.

Existe un grupo que serían predios urbanos, que una vez declarados como
mostrencos o vacantes terminan siendo administrados por el Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar –ICBF-, acorde con la Ley 75 de 1968; y
por otro lado los bienes ubicados en zonas rurales que ingresan al Fondo
Nacional Agrario, en desarrollo de la ley 160 de 1994.

El procedimiento para la denuncia (reconocimiento) de un bien vacante o


mostrenco, tal como lo menciona la Sentencia 930/1996 del Consejo de
Estado y del Decreto 3421 DE 1986 del inicia con la denuncia interpuesta, por
cualquier ciudadano, ante el ICBF refiriéndose sobre la presencia de un bien
abandonado. Posteriormente, se procede a hacer, por parte del Instituto, la
investigación pertinente y la valoración económica del inmueble. Una vez
definida la situación del inmueble, el Instituto o el Fondo pueden generar
arreglos comerciales con el denunciante en los términos exigidos por el
artículo 4 del decreto 3421 de 1986.

Los vacantes se diferencian de los Bienes Baldíos en que han sido registrados
con un título originario legalmente expedido por el Estado y se pueden
adquirir por prescripción adquisitiva.

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Artículo 708 del CC. Aparición del dueño de bienes vacantes o mostrencos: Si
aparece el dueño de una cosa que se ha considerado vacante o mostrenca,
antes de que la Unión la haya enajenado, le será restituida pagando las
expensas de aprehensión, conservación y demás que incidieren y lo que por la
ley correspondiere al que encontró o denunció la cosa vacante. Si el dueño
hubiere ofrecido recompensa por el hallazgo, el denunciante elegirá entre el
premio fijado por la ley y la recompensa ofrecida.
Artículo 709 del CC. Enajenación de bienes vacantes o mostrencos.
Enajenada la cosa se mirará como irrevocablemente perdida para el dueño.

Artículo 383. Declaración de bienes vacantes o mostrencos

“La demanda para que se declaren vacantes o mostrencos determinados


bienes solo podrá instaurarse por la entidad a la cual deban adjudicarse
conforme a la ley.

Siempre que en la oficina de registro de instrumentos públicos figure alguna


persona como titular de un derecho real principal sobre el bien objeto de la
demanda, esta deberá dirigirse contra ella. De la misma manera se procederá
cuando existan personas conocidas como poseedoras de dicho bien. En los
demás casos no será necesario señalar como demandado a persona
determinada. En el auto admisorio de la demanda se ordenará emplazar a las
personas que puedan alegar derechos sobre el bien, en la forma señalada en
el artículo 108, y de oficio se decretará la inscripción de la demanda o
secuestro del bien,
según el caso. Si al practicarse el secuestro, los bienes se hallan en poder de
persona que alegue y demuestre algún derecho sobre ellos o que los tenga a

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nombre de otra, se prescindirá del secuestro y se prevendrá a dicha persona
para que comparezca al proceso.
Para que proceda la declaración de vacancia de un inmueble rural se
requiere que el demandante haya demostrado que aquel salió legalmente del
patrimonio de la Nación."
8. Bienes Mostrencos

Articulo 706 Código Civil Colombiano “Estimarse bienes vacantes los bienes
inmuebles que se encuentran dentro del territorio respectivo a cargo de la
nación, sin dueño aparente o conocido y mostrencos los bienes muebles que se
hallen en el mismo caso”

Bienes mostrencos, bienes muebles que tampoco tienen dueño conocido, han
tenido dueño particular, pero han sido abandonados material y jurídicamente y
no se sabe quién es su dueño aparente. Pertenecen al instituto colombiano de
bienestar familiar (ley 75 de 1968, art. 66).

Procedimiento para denunciar bienes vacantes o mostrencos, denuncia ante


ICBF, dirección y afirmación con respuesta negativa por la no comprobación
de los documentos y la naturaleza del bien.

RESOLUCIÓN 682 DE 2018 

ARTÍCULO 5o. DENUNCIA. Toda persona que descubra la existencia de un


bien vacante o mostrenco, o de una vocación hereditaria, deberá presentar
denuncia por escrito en medio virtual a través del módulo Denuncia de Bienes
del portal web del Instituto o de manera presencial ante la Sede de la
Dirección General y/o sus Direcciones Regionales.

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PARÁGRAFO. No se entenderá como descubrimiento el de aquellos bienes
cuya existencia haya sido divulgada por cualquier medio de comunicación
masiva o denunciada para el ICBF por cualquier funcionario (servidor público
o contratista) con anterioridad a la pretensión del particular interesado.

Decisiones:

1. Contestación: Contraprestación económica, de acuerdo a valor


comercial del bien.
2. Gastos y costos: Deberán ser asumidos por el denunciante.
3. Garantía de seriedad
4. Anotación en el libro de los denunciantes

Las anteriores decisiones se motivará mediante la resolución motivada. (ley


1201 de 2008), (junio 23) Diario oficial n. 47.029 de 23 de junio de 2008, por
la cual regula el hallazgo de bienes por parte del servidor público.

Declaración de bienes vacantes o mostrencos, Artículo 383 CGP: Solo se


podrá instaurar por la entidad a la cual deban adjudicarse conforme a la ley, si
en la oficina de registro o instrumentos públicos figura una persona como
titular del derecho real la demanda se dirigirá contra ella, seguido a esto se
ordenara emplazar a las personas que pueden alegar derechos sobre el bien
(Artl. 108)

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Referencias

 https://www.gerencie.com/bienes-vacantes-y-mostrencos.html
 http://www.suin-
juriscol.gov.co/clp/contenidos.dll/Resolucion/30035062?fn=document-
frame.htm$f=templates$3.0
 https://www.minagricultura.gov.co/Normatividad/Paginas/Decreto-
1071-2015/CAPITULO-1-Baldios-Nacionales-Generalidades.aspx
 https://www.icbf.gov.co/cargues/avance/docs/resolucion_icbf_0682_20
18.htm
 https://icbf.gov.co/cargues/avance/docs/ce-sc-rad1996-n930.htm
 http://www.uniderecho.com/leer_tarea_Derecho-Civil_11_1063.html
 https://docs.google.com/document/d/1CuKdoYtd4yttDHLovI4E1fdPx2
Bwzn9kLh0p5aKvNYY/edit?usp=sharing
 https://www.dimar.mil.co/sites/default/files/informes/64._c.e._concepto
_del_02.11.2005.pdf

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 http://virtual.umng.edu.co/distancia/ecosistema/odin/odin_desktop.php?
path=Li4vb3Zhcy9hZG1pbmlzdHJhY2lvbl9lbXByZXNhcy9wcmluY2l
waW9zX2NvbnN0aXR1Y2lvbmFsZXMvdW5pZGFkXzIv#slide_6
 https://www.coursehero.com/file/46804401/BIENES-OCULTOSdocx/
 http://archivobogota.secretariageneral.gov.co/noticias/%C2%BFbienes-
ocultos-%C2%BFbienes-vacantes-o-%C2%BFbienes-mostrencos
 https://www.oas.org/dil/esp/Codigo_Civil_Colombia.pdf
 https://impresa.prensa.com/opinion/bienes-ocultos_0_648685199.html
 http://www.suin-juriscol.gov.co/viewDocument.asp?
ruta=Leyes/1596389
 https://jessica-vega.webnode.com.co/ocupacion/
 https://enciclopedia.banrepcultural.org/index.php?
title=Bienes_vacantes_y_Mostrencos&mobileaction=toggle_view_desk
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José Stiven Gómez Cubides

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