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Temuco, noviembre de 2012

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Diario de Muerte de Enrique Lihn: bitácora de un viaje hacia la


muerte

Death Journal of Enrique Lihn: Log of a journey to death

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Marcelo Alcázar Reyes Universidad de La Frontera
m.alcazar01@ufromail.cl Departamento de Lenguas, Literatura y
Renato Álvarez Ortega Comunicación
r.alvarez03@ufromail.cl Literatura Chilena II

Resumen: Indiscutible se torna la posición de la muerte en el canon de la literatura


chilena, ineludible además, la figura de Enrique Lihn, quien a partir de Diario de
Muerte, obra póstuma de 1989, configura una reconstrucción de la dialógica entre
poesía y poeta en relación con la muerte, creando una bitácora de viaje, mostrando su
mundo interior mediante la externalización de un viaje a lo cercano, lo inminente, el
encuentro con la muerte misma, donde el lenguaje se volverá vacío, y el poeta un
extranjero que intenta develar los misterios de esta desconocida ciudad.

Palabras clave: Enrique Lihn, muerte, viaje, diario.

Abtract: Becomes undisputed position in the canon death of Chilean literature,


inescapable also figure Enrique Lihn, who from Journal of Death, posthumous 1989, set
a reconstruction of the dialogic between poetry and poet in relation with death, creating
a travel blog, showing his inner world by outsourcing a trip to the near, the impending
encounter with death itself, where language will become empty, and the poet a foreigner
trying to unravel the mysteries of this unknown city.

Key words: Enrique Lihn, death, travel, journal.


0.- El vacío del lenguaje frente a la muerte
“Nada tiene que ver el dolor con el dolor

nada tiene que ver la desesperación con la desesperación

Las palabras que usamos para designar esas cosas están viciadas

No hay nombres en la zona muda”[ CITATION Lih89 \l 3082 ]

Con estos versos, Enrique Lihn abre Diario de Muerte, a las puestas de un cáncer
terminal, considerado tal vez, como uno de los textos más situados de su obra, Diario de
Muerte se observa como un constructo escritural complejo y extremo; en líneas
generales, esta íntima construcción se desarrolla como un camino insoslayable del poeta
hacia la inevitable muerte, donde el dolor y las miradas tenues hacia ese espacio
desconocido lo capacitan para sostener que el lenguaje humano pierde toda
significancia, frente a la enfermedad, el dolor y la muerte. El lenguaje en crisis, como
un vicio no sostiene la imperiosa necesidad del hablante lírico de reflejar las angustias y
dolores de este tránsito, las palabras se quiebran frente a la enfermedad y la “zona
muda” será la antesala de la muerte, la enfermedad es el espacio previo que debe situar
al poeta, donde puede sostener “la vida necesita muy poco del lenguaje está en una de
las causales más poderosas del Ego de la muerte”[ CITATION Lih89 \l 3082 ] Quien
hable de la muerte, entonces, requiere de un impulso realmente poderoso, como la
enfermedad o el dolor; cualquiera puede hablar desde un afuera, casi como un juego,
pero Lihn hará la distinción

En sus últimos años de vida, Lihn se fue empapando paulatinamente de muerte,


considerándola como una emoción posible que le llenaba de curiosidad. A partir de este
punto, el lenguaje entra en crisis, al no facultar al hablante de las posibilidades de
evidenciar ciertas realidades.

“nada tiene que ver la muerte con esta imagen de la que me


/retracto
todas nuestras maneras de referirnos a las cosas están viciadas
y este no es más que otro modo de viciarlas” [ CITATION Lih89 \l 3082 ]
Sin duda, el lenguaje no es capaz de permitir describir esta realidad curiosa,
sobre la cual Lihn anhela hablar y en la que se posiciona, “la zona muda” desde la cual,
ni Parra ni Huidobro (por nombrar algunos) han alcanzado, considerando la íntima
proximidad que surge de esta “zona” entre el hablante lírico y el propio autor real que
está muriendo. Sin duda, este espacio posible se colma de alternativas para el autor,
quien a pesar de las debilidades de la lengua para reflejar esta realidad aparente, incluso
la propia construcción desde la “zona” no será suficiente pero imperiosa “[…] y este no
es más que otro modo de viciarlas”
Diario de Muerte puede considerarse como una aproximación desde el
imaginario poético a la realidad desconocida de la muerte verdadera y los propios
significados de este constructo cultural, que la posicionan como una puerta de escape,
desde el prisma judeo-cristiano heredado, a un estado ulterior de vida eterna, o las
posibilidades de un nuevo comienzo, que aunque desconocido, se arraigan en la cultura
actual hacia un camino de nebulosa desconfianza. Desde esta perspectiva, la
aproximación que ejecuta Lihn, entre el sujeto empírico (el autor) y el sujeto que
escribe, construye un repertorio que, según Triviños se convierte en una escritura
figurativa sobre la muerte y no desde ella. Nadie puede escribir desde el “más allá”, así
Lihn creará una historia imaginaria de sus encuentros con la muerte, a diferencia de los
“diálogos” de ficciones con al muerte que ejecutan grandes de la poesía nacional como
Mistral, Parra, Neruda, de Rokha, entre otros. La filosofía y la literatura de la muerte
convergen con singular fecundidad en la prosa nacional en general; aquí Triviños hará
una salvedad relevante, “la señora”1 es en ellas un fenómeno cotidiano y previsible, que
se enfrenta con negatividad y temor, donde Lihn sentenciará para ellos “simplemente
otro ser, y su conexión contigo una fisura / aunque te alumbres y te pudras para que sea”
[ CITATION Lih89 \l 3082 ] Así Enrique Lihn se sitúa en un espacio inexplorado,
nunca antes logrado, en el que poetas anteriores a Diario de Muerte, hablaron desde “un
bello balbuceo metafórico”.
A partir de aquí la fisura se torna contundente, desde un Huidobro que ficciona
una relación lúdica de seducción mutua entre el poeta y la muerte[ CITATION Tri96 \l
3082 ] como una muerte femenina, casi felina, la muerte penetra sigilosa en el espacio

1
La muerte
del yo (como figura del poeta), anhelando al poeta, la muerte como un juego de
seducción que acecha.
“Yo he sentido a la muerte que
ha entrado a mi cuarto...
Desde ahí me está espiando callada
y me tiene los ojos clavados
que relumbran como ojos de gata,
llenos de codicia, de futuros espasmos.
Me mira, me analiza, me observa,
y se recoge en la actitud de un felino
que va a saltar sobre su presa
y que siente el estertor del herido...
Y sé bien que la muerte ha de besarme
y que su beso será inevitable...
Acaso yo algún día mendigaré su beso” [ CITATION Goi03 \l 3082 ]

Huidobro plasma lo que se define como el deseo de muerte, aquella que es


futura, el sujeto (Huidobro- Altazor) maldice y deambula en un juego de complejas
contradicciones propias de su creacionismo, en el que naturalmente consideramos a
Altazor como una figura inmortal, en un cuerpo trasmutado, según Goic, al mismo
tiempo que el cadáver desaparece en la imagen eternizante del mar: “se abre la tumba y
al fondo se ve el mar” (Huidobro 1997).
Los juegos con la muerte desde una mirada casi lúdica, también son presentados
por el antipoeta Nicanor Parra. La burla antipoética de Parra reverencia una visión de
cadáver resoluto, el muerto duerme tranquilo y en la voz irónica del “anti-Lázaro” que
no desea la resurrección, la muerte ya no es solo un crujir de huesos, sino la libertad
aparente del que descansa en su ataúd. Además, “El poeta y la muerte” promueve una
risa contundente que parece sobrepasar las vanguardias y juegos, en un cadáver feliz,
que enfrenta a la muerte con descaro y desfachatez. Es evidenciado, por otra parte el
juego de Parra en el poema final de Hojas de Parra todo cuanto está más allá de la
muerte.
“Muerto no te levantes de la tumba
qué ganarás con resucitar
(...)
eres feliz cadáver eres feliz
en tu sepulcro no te falta nada
ríete de los peces de colores
(...)
no resucites por ningún motivo
no tienes para qué ponerte nervioso
como dijo el poeta
tienes toda la muerte por delante” [ CITATION Par85 \l 3082 ]

Las parodias que se configuran en la antipoesía parriana, que incluso sobrepasan


al texto bíblico y las grandes vanguardias, presentan una mirada paradójica que
posiciona a la muerte por delante del individuo como un estado de posibilidad ulterior
hilarante, donde la muerte se menciona, pero no se poetiza al respecto. El “vencer” a la
muerte con la posibilidad de una resurrección aparente es motivo de risa para el poeta,
quien desde una mirada distante configura el ideario mortuorio, rompiendo y burlándose
de las construcciones culturales circundantes de la herencia religiosa de nuestra
idiosincrasia. El temor se configura y se incrusta en la cultura como una realidad
aparente, considerando la muerte como un tema tabú en occidente, más aun como ese
espacio inexplorado que se revela como castigo al pecado, doctrina claramente enseñada
por la iglesia, además como incansable enemigo que eventualmente debemos enfrentar
o en palabras de Lihn “es una cosa sorda, muda y ciega” [ CITATION Lih89 \l 3082 ]

Lihn realiza una configuración que se amolda perfectamente al ideario cultural


al que pertenecemos, “La antropomorfizamos en el temor de que no sea un sujeto sino la
tercera persona, no persona, “el” o “ella”” [ CITATION Lih89 \l 3082 ] La mirada
cotidiana, casi homérica, de la deidad que recoge a los moribundos, como la parca o las
moiras, se sobrepone a la necesidad de esperarla, de casi anhelarla, no sólo para saber
que dice, sino además para configurar aquello por lo cual Lihn a trazado una línea
inexplorada en la prosa nacional, una bitácora de imperioso ascenso a la muerte, en un
diario íntimo.

1.- La muerte como libro de viaje:


Como la muerte misma: poeta y extranjero
(Enrique Lihn)
La tensión del viaje se presenta en toda la obra de Lihn y Diario de muerte no es
la excepción. Aquel se muestra como una bitácora, como un viaje hacia una biografía de
la muerte. De forma desconocida, Lihn da cuenta de la última transición de su historia
en un cúmulo de poemas que dejan entrever el vacío del lenguaje poético en la asunción
de la muerte, dicho de otro modo, el hablante se manifiesta de forma sencilla pero
reflexiva. Dentro de una aventura hacia el conocimiento de nuevas culturas, el poeta
muestra la muerte en su empresa imposible estableciendo un límite cercano entre la vida
y aquella. Un hecho insoslayable:

La cuidad del yo debería paralizarse


cuando entra en ella la muerte
Toda su actividad es nada ante la nada
Quiéranlo o no los agitados viajeros
que inútilmente siguen
entrando y saliendo de la ciudad
bajo la mano ahora
que convierte en sombras todo lo que toca…[ CITATION Lih89 \t \l 3082 ]

El hablante muestra su vida interior desde una exteriorización extraña y asume


condiciones de peste a la muerte que, de por sí sola, transforma y desfigura la vida de
“viajeros” como personas de existencia en donde la afirmación de la identidad a través
de la búsqueda de ella queda estancada por la introducción de la sombras. Es pertinente
mencionar que Diario de muerte se realiza como un compilado de escritos del autor
que, en su dejo de publicación (debido a que el propósito fundamental no era aquel, sino
expresar su pesar de muerte a través de un diario) evidencian el paulatino acercamiento
a la muerte por la enfermedad de cáncer que Enrique Lihn padecía en ese entonces.
Desde este punto es efectivo afirmar que el texto nace desde una búsqueda, desde un
viaje que el hablante lírico realiza para encontrar la verdad, no desde la solera del frente,
sino más bien desde el camino exacto hacia el desfallecimiento.

La muerte es un buen amigo común


que te ha traido a mí con sencillez
cuento con la seguridad de tu compañía
y el regalo de tus cuidados
tanto o mejor que en los buenos tiempos
te despreocupa ya no ser la única
no por indiferencia sino por amor
que en personas como tú crece después de extenuarse
hasta ser nada más que un incansable
acto de generosidad [ CITATION Lih89 \t \l 3082 ]
Hablamos de aceptación después de la búsqueda, un inminente comienzo hacia
el descenso del hablante. Se conjuga la relación de distancia entre la vida-muerte como
algo dentro del texto y fuera de él. No podemos olvidar la conexión que esto conlleva al
escrito ya que la carga semántica de las palabras se hace mayor al conocer tales
antecedentes. Es Lihn y el hablante lírico una hibridación:
Casi cruzo la barrera
Del espejo para ver
Lo que no se puede ver:
El mundo cómo será
Si la realidad lo copiara,
Y no al revés, el espejo
Llena, por fin, de su nada. [ CITATION Lih89 \t \l 3082 ]

El hecho de que Lihn haya extendido un viaje certero a la muerte reside en la


confluencia cercana de esta misma con la vida, una proximidad tal que muestra el pasar
de la muerte a través de la realidad como hecho apremiante. De este punto se desprende
todo su viaje hacia lo “cercano”, lo “inminente”, que se transformará en su propia
identidad: las experiencias de viaje de Lihn adolecerán, finalmente, de una peculiar falta
de realidad, y su "poesía situada", escrita en las ciudades extranjeras, estará también -y
firmemente- situada en un trauma, cultural esta vez.[ CITATION Val08 \l 3082 ]
Trauma del que se vale para dejar ver la llegada de la muerte como un viaje paralelo en
un momento cercano y desencantado. El hablante toma una posición en su poética para
enunciar a la muerte de manera retrospectiva y anunciatoria
Podemos atribuir en Lihn un viaje al pasado, una retrospección, un doloroso
recuerdo que comienza a asentarse dentro de un presente fisurado, ausente de
condiciones favorables, hecho que el poeta no desconoce sino más bien lleva consigo
como “un muñón de alas” como dice en Escrito en cuba. El poeta ya no concibe
continuar un viaje de vida y recurrir al pasado es solo un mero recurso para acentuar su
muerte, ya no es posible hablar de la ella como un viaje que todo ser humano sigue
mirándolo desde lejos, viajando hacia él desde un incierto inmemorial. En la muerte,
Lihn revisa su pasado y atisba su presencia fantasma en el mundo de tripulantes, de
“viajeros” que desconocen el hecho mismo: la vida no puede imitar a la muerte, por
mucho que agonice patéticamente, menos en tal caso /De los dos, la imitación de la vida
es el mejor espectáculo.[ CITATION Lih89 \l 3082 ]
Diario de muerte comienza a configurarse como el devenir de la poesía a la
muerte, un viaje indiferenciable. En palabras de Deleuze, no es alcanzar una forma
(identificación, imitación, mímesis), sino encontrar la zona de cercanía, de
indiscernibilidad o de indiferenciación[ CITATION Del94 \l 3082 ]. Esta zona no es
más que una posición neutral mediada por el viaje de la memoria y, por ende,
convertida en memoria manifestada por la escritura:

Pero de ese lugar tú te vas a ir, porque ese ha sido el destino de mi viaje, en ese
lugar tú no estuviste y sabes que años atrás ese lugar era otro y todo lo que había
allí ya no existe. Entonces, es un espacio del fantasma elevado al cubo, que
produce un tipo de excitación. Es lo más cerca, yo creo, bueno, de una
experiencia de la muerte[ CITATION Cán88 \l 3082 ]

Dicha metainterpretación que el autor realiza de su poesía nos conforma el punto


de la muerte y el viaje como hecho presencial dentro de su poética, por tanto, la muerte
es el elemento de búsqueda en la poética de Lihn, es el viaje agonizante que el hablante
sigue y persiste desestimando límites que parecen ser claros en otros autores: En Diario
de Muerte no sabemos bien si el silencio de la escritura es el correlato de la vida que se
acaba o si, por el contrario, el término de la vida es el correlato del silencio de la poesía[
CITATION Esp00 \l 3082 ]. El entramado de la modalidad vida-muerte hace quebrar el
referente del viaje romántico como una búsqueda desconocida. Si bien no está claro el
quiebre, el hablante (dentro del sueño y la experiencia de su memoria) se figura como
extranjero en un mundo habitado por desconocidos sin conocimiento, seres que
continúan un viaje sin atender al inminente fin que aquel percibe por cuenta propia.
Referencias:
Cánovas, R. e. (1988 ). Conversación inconclusa con Enrique Lihn. Número Quebrado,
3-8.
Deleuze, G. (1994). La Literatura y la Vida. Córdoba: Alción Editora.
Espinoza, C. (2000). Diario de muerte de Enrique Lihn: la escritura sobre la línea de la
muerte. Estudios filológicos, 151-166.
Galindo, O. (1995). Escritura y Viaje en la poesía de Enrique Lihn. Revista Chilena de
Literatura Nº46, 101-109.
Goic, C. (2003). Vicente Huidobro. Obra poética. Madrid; Barcelona: Fondo de cultura
económica.
Lihn, E. (1963). La pieza oscura. Santiago, Chile: Editorial Universitaria.
Lihn, E. (1966). Poesía de paso. La Habana, Cuba: Casa de las Américas.
Lihn, E. (1969). Escritos en Cuba. Mexico: Editorial Era.
Lihn, E. (1989). Diario de la muerte. Santiago: Editorial Universitaria.
Parra, N. (1985). Hojas de Parra. Santiago, Chile: Ediciones Ganymedes Ltda.
Triviños, G. (1996). Las metamorfosis de la Muerte semejante a Diana. Acta literaria
Nº25, 75-92.
Valdéz, A. (2008). Enrique Lihn: Santiago, París, Manhattan. Revista chilena literaria,
72-89.

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