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Universidad de Barcelona

Isis Córdova Moscoso


Módulo Introductorio
30/04/2018

El psicoanálisis y la postmodernidad en la literatura

Friedrich Schiller planteó la lógica del escritor ingenuo y de aquel que es sentimental
para hablar de aquellos que buscan sacar a relucir anhelos perdidos e impulsos que
lleven al papel a esos lugares recurrentes, topos o motivemas pero que plasmen la firma
del autor: deseos insatisfechos, recuerdos reprimidos, obsesiones y contraponerlos con
los que buscan, en la escritura, un proceso ordenado, reflexivo, donde lo más importante
es lograr que el artificio de la palabra escrita prevalezca (Pamuk, O. 2011).

Sin embargo, desde una mirada psicológica, los autores serían todos ingenuos porque el
psicoanálisis toma en cuenta la biografía del autor para intentar descubrir todos estos
deseos no cumplidos, las obsesiones o los recuerdos de quien realiza una obra literaria.
En consecuencia, los que ven una relación intrínseca entre el psicoanálisis y la literatura
suponen “… que cada autor tiene un tema único relacionado con algún acontecimiento
olvidado que vivió en su infancia” (Viñas, 2007) El que un escritor se enmarque dentro
de la categoría de ingenuo no lo hace malo no obstante, si todos lo son, entonces se
pierde la posibilidad de jugar con el artificio de la palabra ¿Realmente es así?

Intentar determinar dónde está reflejado el inconsciente, preconsciente y consciente en


la obra del autor (Viñas, 2007) podría resultar ambiguo y volverse un juego tentativo,
una adivinanza en tanto que el lector analista tendría que estar preguntándose todo el
tiempo hasta qué punto es real lo que está leyendo y a partir de dónde emerge la ficción.
La verosimilitud de la obra lo haría más difícil puesto que la literatura mantiene una
similitud con la verdad (realidad que se vive aunque no necesariamente como vivencia
del propio autor) a pesar de que sea transformada mediante la poiesis.

Aunque muchas lecturas psicoanalíticas de obras literarias que tienen en su esencia la


vida del autor sean acertadas, ¿lo son todas? Se ha hecho lecturas de Hamlet, por
ejemplo, donde se dice que ahí “confluía el complejo edípico del personaje (de odio al
padre y amor obsesivo hacia la madre) y el complejo de culpa del dramaturgo por no
haber sabido evitar la muerte de su hijo Hamnet” (2008, p.24), mas, si fuera esta una
verdad absoluta, ¿por qué no es posible hacer la misma lectura de otras obras del mismo
autor? Y es que resulta que, si se compara el personaje de Hamlet con el de Macbeth,
ambos de Shakespeare, se encontrará que son completamente opuestos. Hamlet piensa y
piensa la posibilidad de hacer y no concreta nada mientras que en Macbeth el verbo
hacer se multiplica y concreta en múltiples acciones sin reflexiones previas. Por
supuesto, podría argumentarse que tal vez el personaje de Macbeth es un “Otro” que
define lo que Shakespeare no fue o que Lady Macbeth es la madre que Shakespeare no
tuvo pero si se cae en ese argumento, ¿acaso la posibilidad del no ser del autor no
abarcaría todas las obras?, ¿cómo se definiría lo que es o fue de lo que no pudo ser o no
es en un ser humano?, ¿cómo saber si el escritor le dio esa personalidad al personaje
porque es opuesto a su ser o si simplemente lo creo así, de manera consciente, ordenada,
como lo haría un escritor sentimental?, ¿qué es lo que hace que un crítico decida si lo
que está leyendo es producto de un espejo donde se puede mirar al autor?

Ahora bien es cierto que hay autores que, deliberadamente, intentaron llegar a la catarsis
a través de la exteriorización de sus miedos, traumas, obsesiones como, verbigracia,
Anne Sexton con su poesía confesional o los poetas surrealistas como André Breton
que, por medio de la escritura automática, pretendieron que “el inconsciente aflore
directamente” (2007, p.546). Sin embargo, por el hecho de haber intentado sacar a
relucir su inconsciente de manera consciente, deberían enmarcarse entre los escritores
sentimentales de los que habla Schiller y Pamuk en tanto que su capacidad reflexiva e
inquisidora los impulsaron a buscar formas de autoexplorarse. Sumado a esto, está el
dilema de la transparencia. Si lo hicieron de forma consciente, ¿qué tan real puede
resultar el emergimiento de su inconsciente? Es claro que las vanguardias manejaron el
discurso de la existencia y la utilidad de la poesía definiéndola y valorándola por ser
para sí misma. La estética, por tanto, ocupó un lugar sumamente trascendental en sus
creaciones. En consecuencia, la importancia porque la estética prevalezca en un texto,
¿acaso no truncó varios versos donde el inconsciente intentó salir?

Por otro lado, en el psicoanálisis también se consideran los símbolos que involucran la
naturaleza y las acciones de los seres humanos y la relación que existe entre el autor y
lector de la obra en tanto que puede darse una identificación entre el lector con el autor
o personaje del libro (Viñas, D. 2007). Desde esta perspectiva, el núcleo temático que
expone Ceserani, al decir que “… un tema concreto (…) se trata en la gran mayoría de
los casos de un tema (…) rico en significados, motivos, motivaciones ocultas (…) de un
núcleo temático más que de un tema concreto” (2004, p.224) ¿Debería ser,
necesariamente, este núcleo temático vivido personalmente por el autor tal y como lo
exponen los críticos psicoanalistas? Ceserani expone que estos motivos recurrentes
pueden darse por la fuerza abrumadora de los imaginarios que se han generado a través
de la historia pero esto no quiere decir que los autores, particularmente, los hayan vivido
o busquen siempre crear en sus personajes a un alterego. Así pues, ¿realmente se podría
afirmar que Ulises es Homero? Para Perpinyà esta es una realidad obvia pero en su texto
llamado: Las criptas de la crítica, no se argumenta. La Odisea de Homero podría
analizarse desde una crítica psicoanalítica al igual que cualquier otra obra literaria. Es
posible, sí, sin embargo suele caer en lecturas forzadas donde la visión de quien hace el
análisis de la obra impone sus ideas, aunque no siempre calcen como la pieza correcta
en un determinado lugar del rompecabezas.

Los estudios culturales cruzan, transversalmente, a la crítica literaria. Por ejemplo,


sirven de apoyo al psicoanálisis que considera que una obra literaria está relacionada
con la naturaleza del ser humano y su entorno y potencia la voz de quienes hacen una
crítica postmoderna porque abraza a la globalidad y permite llegar a todos los
fenómenos sociales y culturales, incluyendo, sobretodo, los puntos periféricos: “En este
campo el concepto de frontera no es visto negativamente, sino que se tiende a
defenderlo como símbolo de preservación cultural (…) los estudios culturales encarnan
la teoría de los polisistemas (…) basada en la renuncia de un modelo puro y homogéneo
y en la apuesta por un sistema complejo lleno de interrelaciones” (2008, pp. 185- 188).

La lectura postmoderna de una obra siempre será posible si se toma en cuenta la


polifonía del discurso, su intertextualidad, intratextualidad, transtextualidad,
metaliteratura, interdisciplinariedad, características nihilistas, fragmentación en los
discursos, referentes culturales en los textos, etc., términos que nacen en el siglo XX y
que empiezan a ser empleados en las lecturas postmodernas de las obras literarias. No
resultan subjetivas, como en el caso de las lecturas de la crítica psicoanalítica, porque es
posible encontrarlas en obras de diversas épocas pero sí se tendría que tomar en cuenta
que, dependiendo de la obra, estas lecturas podrían ser extemporáneas como en el caso
de aquellas que analizan la Odisea, Don Quijote de la Mancha y otros tantos clásicos de
la literatura que no fueron escritos pensando en el postmodernismo ni en los términos
antes mencionados puesto que aún no existían.
Por consiguiente resulta enriquecedor comprobar que, Cervantes, sin saberlo, fue
precursor de la novela moderna con el Quijote dado que, por ejemplo, en ella está
presente la intertextualidad en todas las obras literarias que menciona y a las que hace
alusión en el libro. También podría notarse que está la intratextualidad porque en el
relato se alude a una obra del propio autor y que la transtextualidad viene dada por las
múltiples historias donde Don Quijote ni siquiera aparece y que podrían muy bien
funcionar independientes del texto macro que es El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de
la Mancha.

A pesar de ello, si se lee la interpretación postmoderna que realiza Perpinyà sobre la


Odisea, podría chocar y resultar sobredimensionada o exagerada. Las comparaciones
que ella realiza entre Ulises y un turista y el viaje que este hizo con los que actualmente
podrían realizarse no responden a la época en la que la obra fue escrita. Resulta difícil
digerir la comparación que se hace entre una obra del antes de Cristo con el ahora. No
es posible eludir a la brecha temporal. Reescribir al personaje para que calce en la vida
moderna, sí. Ya Joyce lo hizo.

Bibliografía

Ceserani, R. (2004). Introducción a los estudios literarios, Barcelona, Crítica, pp. 219-
224.

Pamuk, O. (2011). El novelista ingenuo y el sentimental, Barcelona, Mondadori, pp. 1-


30.

Perpinyà, N. (2008). Las criptas de la crítica. Veinte interpretaciones de la Odisea,


Madrid, Gredos, pp. 23-27 y 181- 191.

Viñas Piquer, D. (2007). Historia de la crítica literaria, Barcelona, Ariel, pp. 537-550
y 567- 573.

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