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Ficha de cátedra: discursos, proyectos, informes, leyes de educación

durante el proceso de la Revolución Francesa

FICHA DE CÁTEDRA HISTORIA DE LA EDUCACIÓN GENERAL - UNLP. Selección, traducción de fuentes,


introducción y notas a cargo de Marcela Ginestet y Liliana Paredes.
Fuente: Baczko, Bronislaw (1982): Une éducation pour la démocratie. Textes et projects de l’époque révolutionnarire.
Droz, Ginebra.

Introducción
La educación es siempre un elemento importante para el poder y esto es aún más relevante durante el período
revolucionario. Así, las luchas políticas de este período marcan del mismo modo el territorio de la educación, lo mismo 1
que los grandes giros políticos repercuten necesariamente sobre la evolución de los proyectos y las prácticas
pedagógicas. Sin embargo no quiere decir que esta evolución sea reductible a la historia política o social de la
revolución o que sea su simple reflejo. Primero la educación no representa únicamente una apuesta política. Es
suficiente recordar que la cuestión religiosa atraviesa toda la historia de la experiencia pedagógica revolucionaria.
Recordemos también que definir una política en el dominio pedagógico, es elegir modelos formadores de cultura, de
moral, etc.
El esquema de la evolución de la Revolución: fase ascendente hasta el 10 de agosto de 1792; punto
culminante del año II; punto descendente después de Termidor, este esquema tan familiar, se aplica mal a los titubeos
y elecciones de los poderes revolucionario sucesivos afrontando los problemas de la educación.
Por un lado, los actores políticos y los poderes sucesivos se vieron por así decirlo condenados a producir en forma
permanente un discurso pedagógico, a definir y a orientar esa vocación por los proyectos tan múltiples y diversos y a
ensayar bien o mal de ponerlos en marcha. Así, las rupturas a nivel político no implicaron necesariamente cortes en la
elaboración continua de estos proyectos.
En materia de educación, la República tiene un doble objetivo: borrar el pasado e inventar el futuro. Porque
casi nada esta por fuera del Antiguo Régimen. Los legisladores se referían muy a menudo a su propia experiencia
escolar, ya que para acceder a las verdaderas Luces se vieron obligados a desprenderse de todo aquello que habían
aprehendido en la escuela. Pero sin dudas es el pueblo el que más sufrió; su ignorancia no se resume en una ausencia
de todo saber, sino que conoció la mala educación e hizo suyos los prejuicios que aprehendieron durante siglos.

Educar e instruir
“Es necesario distinguir instrucción de educación nacional. La instrucción pública esclarece y ejercita el espíritu, la
educación debe formar el corazón; la primera debe otorgar las Luces y la segunda las virtudes; la primera será el lustre
de la sociedad, la segunda hará la consistencia y la fuerza. La instrucción pública necesita Liceos, Colegios,
Academias, libros, cálculo, métodos y se encierra en los muros; la educación nacional necesita circos, gimnasios,
armas, juegos públicos, fiestas nacionales; la reunión fraternal de todas las edades y de todos los sexos y el
espectáculo impuesto y debido de la sociedad humana reunida…la educación nacional es necesaria a todos, la
instrucción pública es compartida por algunos. Son hermanas, pero la educación nacional es la mayor”. J.-P. Rabaut
Saint Étienne. Proyecto de educación nacional, presentado ante la Convención Nacional en diciembre de 1792.
El discurso pedagógico revolucionario respetó como un lugar común esta distinción. Resume las esperanzas
de la nueva pedagogía, designa sus destinatarios e indica los medios de acción privilegiados. La Revolución se pone
como la mensajera de la Ilustración o de las Luces; su acción es por lo tanto inseparable de un cierto saber: debía ser
un saber útil y no abstracto y estéril, por lo tanto opuesto aquel que había sido difundido en las escuelas del Antiguo
Régimen. Este saber debía ser militante: combatiente de los prejuicios y errores tanto tiempo transmitidos por los
clérigos y los fanáticos que monopolizan la enseñanza.
La siguiente selección de proyectos, informes y leyes no tiene por objeto examinar la utopía sociedad-escuela.
Siguiendo a Backzo, la educación durante la Revolución concentró objetivos indefinidos, y fue el punto de encuentro de
esperanzas múltiples y diversas en la construcción del espacio político. A lo largo del siglo XIX esta representación de
la educación, gestada en el período revolucionario, consolidó algunos grandes principios referidos a la instrucción:
universalidad, gratuidad, obligatoriedad e igualdad.
Ficha de cátedra: discursos, proyectos, informes, leyes de educación
durante el proceso de la Revolución Francesa

Mirabeau: Primer discurso. De la instrucción pública, o de la organización del cuerpo


enseñante (1791)

Nota introductoria: Algunos meses después de la muerte de Mirabeau (2 de abril de 1791) un


amigo encontró entre sus papeles 4 discursos que se proponía presentar ante la Asamblea
Nacional y los publicó bajo el título “Trabajo sobre la educación pública”.
Mirabeau se rodeó de numerosos colaboradores formando aquello que se llama a veces “el
taller de Mirabeau”, un equipo que lo ayudaba a preparar sus discursos y escritos. Se
encontraban trabajando en la elaboración de estos textos hacia inicios de 1791 y tenían por 2
objeto abordar los problemas de la educación en el debate que debía realizarse a continuación
del informe sobre educación.
Estos textos presentan indudablemente el primer gran ensayo de pensar la experiencia
revolucionaria en términos de educación, de definir los nuevos objetivos y medios de ésta. Su
propuesta parece estar prisionera de su moderación política y de un modelo político
pedagógico heredado del iluminismo, ya que se proponía estabilizar los cambios
revolucionarios a través de una especie de monarquía liberal y lograr una colaboración
armoniosa entre la Asamblea y el Rey. Este último, desde su perspectiva, debía ser educado
de manera rigurosa y a la cabeza de las ideas liberales de su tiempo.
Mirabeau innova en el viejo paradigma de las monarquías ilustradas concibiendo que solo los
representantes de la Nación y no el padre tiene el derecho de regular la educación del
Soberano y del “nuevo soberano”, surgido de la Revolución: el pueblo.
Nada en el espacio político debería escapar a un sistema de educación pública que traduzca el
proyecto global de una sociedad regenerada. Esta educación pública estaría cuidadosamente
regulada y vigilada por los representantes de la Nación. Esta es su idea maestra y por ello su
trabajo constituye uno de los primeros ensayos que reflexiona sobre los problemas de la
educación a la luz de la experiencia revolucionaria.

“[…] La Asamblea Nacional dirigirá su mirada entonces sobre la educación para dotarla de mejores bases. […]
¿Pero cuáles son entonces los puntos de vista, fundamentales a partir de los cuales debemos conducir esta reforma?
El primero, y quizá el más importante de todos, es el de no someter los colegios y las academias más que a
los magistrados que verdaderamente representen al pueblo, es decir, aquellos que son elegidos y frecuentemente
renovados por él. Ningún poder permanente debe tener a su disposición armas tan peligrosas. Es la pluma la que
conduce la espada y la que hace o educa a la autoridad soberana; son los maestros de la juventud, los filósofos y los
escritores de todos los géneros los que hacen marchar las naciones hacia la libertad o los que las precipitan hacia la
esclavitud. Es necesario que estén siempre a las órdenes del interés público. En consecuencia, las academias y los
colegios deben estar en manos de los departamentos; y creo útil el reconstruirlos bajo formas nuevas auque más no
sea para advertirles que no pertenecen más al mismo régimen.
Si las academias continuaran dependiendo del poder ejecutivo, está claro que dispondrían a su gusto de los
miembros, que las constituirían, y esto de manera directa; pero también. Dispondrían, aunque de manera indirecta, de
las .gentes de letras para quienes estos lugares serían objeto de ambiciones. Es decir, de una u otra manera
dispondrían de casi todos. Si estuviera encargado de organizar y controlar las escuelas públicas, la educación y la
enseñanza quedarían subordinadas a sus puntos de vista, o más aún, a los de sus ministros quienes raramente se
subordinan a los intereses del pueblo. Quiero creer que, en este momento de crisis, las Academias y el cuerpo de
profesores muestran mucho patriotismo; pero no habría que contar demasiado con que esta feliz disposición dure
mucho; y quizás algún día en la misma Academia francesa que antes servía de refugio a la filosofía veamos
arrepentidos a los filósofos escribir y hablar con indecencia en contra de la revolución.

“[…] Con una primera mirada podríamos creer que la educación gratuita es necesaria para el progreso de las
luces; pero reflexionando mejor vemos, como ya lo he dicho, que el maestro que recibe un salario será mucho más
interesado en perfeccionar su método de enseñanza, y el discípulo que le paga a aprovechar sus lecciones. Las
mejores escuelas de Europa son aquellas cuyos profesores exigen una retribución a cada uno de sus discípulos. Yo
quería que entre nosotros no quedasen más excluidos de merecer la estima pública. El interés es un aguijón natural del
talento, y es en general bajo su influencia con la que el hábil legislador puede contar mejor.

“[…] En tercer lugar, todos los hombres empleados en educación, cualquiera sea su hábito y género de vida,
deben, cuando están en funciones, depender únicamente de los agentes del pueblo.
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durante el proceso de la Revolución Francesa
“[…] Sin rechazar las congregaciones, que sin duda tienen de cierta forma más privilegios, yo las querría ver
empleadas con cuidado. Querría que nos pongamos en guardia contra el espíritu de cuerpo del cual ellas nunca están
exceptuadas.

“[…] Yo propondría pocas cosas sobre la educación de las mujeres. Los varones, destinados a los negocios
deben ser instruidos en público; las mujeres, por el contrario, destinadas a la vida interior, no deben salir de la casa
paterna más que en raras oportunidades. En general, el colegio forma un mayor número de hombres meritorios que la
educación doméstica más cuidadosa, y los conventos educan menos mujeres que las que echan a perder.
Jean Jacques Rousseau, en el cual los recuerdo y las máximas se presentan sin cesar al espíritu todas las
veces que hablamos de libertad, de filosofía, de cultura humana; Jean Jacques, quizás más grande aún por Ia multitud 3
de observaciones morales en detalle, o de lecciones aplicables a la feliz cotidianeidad del individuo, que llenan todas
las páginas de sus libros, que por sus sistemas generales, metafísicos o políticos, estaba fuertemente interiorizado de
esta verdad tan familiar a los pueblos ancianos, que el hombre y la mujer jugando un rol diferente en la naturaleza no
pueden jugar el mismo rol en el estado social y que el orden externo de las cosas no los hace concurrir a un fin común,
sino que le son asignados lugares diferentes. La constitución robusta del hombre, los hábitos activos, enérgicos,
perseverantes que devienen en resultados, determinan el carácter de sus trabajos […] Es él el que debe trabajar,
negociar, viajar, combatir, defender sus derechos y los de sus otros hermanos humanos en las asambleas públicas, en
fin, reglar todos los hechos que no se tratan en el seno de la familia; y es para esto que su educación le prepara, lo
cual es conforme a su naturaleza.
La constitución delicada de la mujer, perfectamente apropiada a su destino principal, la de perpetuar la
especie, de velar con solicitud sobre las épocas peligrosas de la primera edad, y en este objeto tan precioso es el autor
de nuestra existencia […] por el poder irresistible de la debilidad; su constitución, dije ya, las ubica en los límites del
trabajo de gobierno de la casa, en los gustos que este trabajo sedentario exige.

[…] La vida interior es el verdadero destino de la mujer; es entonces convenientemente educarlas en aquellos
hábitos que deben hacer a su felicidad y su gloria. Quizá sería deseable que ellas no salgan jamás de bajo el cuidado
de sus madres. No pido, sin embargo, la supresión de toda casa de educación pública para ellas; pero como esas
casas no pueden ser tenidas más que por asociaciones públicas querría que se confiara su éxito a su sólo esfuerzo.
Bastaría además con conservar las escuelas de lectura; escritura y aritmética que hay para las niñas y con construidas
en todos los municipios que no las tengan, bajo el mismo principio que rige las escuelas de varones.

[…] Independientemente de los gabinetes de física, de historia natural, de los laboratorios de química, de los
jardines de botánica, querría que los restos de las bibliotecas de las casas religiosas suprimidas sirviesen como buenas
colecciones de libros para uso del público. Quisiera que se multipliquen en todas partes a fin de aproximarIas a la
mayor cantidad de ciudadanos. Querría también que en cada distrito, o al menos en cada departamento, se forme una
colección de todos los instrumentos de las artes, comenzando por los más necesarios a la vida y los más apropiados
para las circunstancias locales.

Sobre el rol del maestro y las fiestas patrias


[…] En las circunstancias actuales, si la educación no sería dirigida de acuerdo a las necesidades nacionales podría
traer graves inconvenientes que amenacen la libertad. Conviene, en consecuencia, que la “voluntad todo poderosa de
la Nación” incorpore a sus planes los maestros encargados de instruir a la nueva generación y les indique los objetivos
de su educación. Estos instructores del nuevo soberano deberían, por lo tanto, investirse del prestigio que antes
gozaban los preceptores del príncipe, dándoles una nueva dignidad. La legislación sobre la educación de la nueva
generación se debería completar por un dispositivo pedagógico que asegurara la educación de las personas adultas
que componen la Nación soberana.

Nota: Este instrumento que orientaría las voluntades hacia un objetivo común, la salvaguarda
de la libertad y el respeto de la ley, Mirabeau lo veía en las fiestas nacionales, cuyo “objeto
debe ser solamente el culto de la libertad, el culto de la ley, aquello que no mezcla jamás
ningún aparato religioso”. Esta medida fue adoptada en la Constitución del año III (1795),
estableciendo que la gente joven no podía estar inscriptos en el registro cívico si no podían
probar que no sabían saber leer y escribir.
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durante el proceso de la Revolución Francesa

CH.-M. Talleyrand-Périgord: Informe sobre la instrucción pública, hecho en nombre del


Comité de constitución, a la Asamblea Nacional los 10, 11 y 19 de septiembre de 1791

Nota introductoria: La Asamblea constituyente no creó ningún comité especial para el estudio
de los problemas que interesaba a la instrucción pública. El cuidado de preparar las leyes sobre
esta materia incumbió al Comité de constitución. La Constitución del 3 de septiembre de 1791
afirmó los principios generales respecto de la instrucción: “Será creada y organizada una
instrucción pública común a todos los ciudadanos, gratuita tomando en consideración las partes
de la enseñanza indispensables para todos los hombres, en la que los establecimientos serán 4
distribuidos gradualmente en un relación combinada con la división del reino”. Los días 10, 11 y
19 de septiembre, Talleyrand presenta, en nombre del Comité de constitución, su largo informe
sobre la instrucción pública. El proyecto proclama la necesidad de una instrucción primaria
universal y gratuita, “[…] deuda rigurosa de la sociedad hacia todos”, que hará de los niños
“hombres más felices y ciudadanos más útiles.”

Todos los hombres son declarados libres, pero ¿no sabemos acaso que la instrucción amplía sin cesar la esfera de la
libertad civil y que sola puede mantener la libertad política contra toda especie de despotismo? ¿Y que aún bajo la
constitución más libre, el hombre ignorante está a merced del charlatán y depende mucho más del hombre instruido, y
que una instrucción general que llegue a todos puede impedir no la superioridad de los espíritus, que es necesaria, y
que concierne además al bien general, sino el enorme imperio que tendría esta superioridad si se condenara a la
ignorancia a cualquier clase de la sociedad? Aquel que no sabe leer ni contar depende de todo lo que lo rodea, aquel
que conoce los primeros elementos del cálculo no dependerá del genio de Newton y podrá aún beneficiarse con sus
descubrimientos.
Todos los hombres son reconocidos iguales, y sin embargo, ¿en qué grado esa igualdad de derecho será
apenas reconocible, apenas real, en medio de tantas desigualdades de hecho, si la instrucción no hiciera sin cesar el
esfuerzo para reestablecer el nivel y para, al menos, debilitar las funestas disparidades que no puede destruir!
Finalmente, y de una vez por todas, ¿la Constitución existiría y verdaderamente si sólo existiera nuestro
código, si desde allí no proyectaba sus raíces el alma de todos los ciudadanos, sino imprimiera en ellos para siempre
nuevos sentimientos, nuevas costumbres, nuevos hábitos? ¿Y no es acaso a la acción diaria y siempre creciente de la
instrucción que corresponden los grandes cambios?
Así, pues, todo proclama hoy la necesidad de organizar la instrucción: todo nos demuestra que el estado de cosas
construido sobre las ruinas de todos los abusos necesita una creación de esta naturaleza, y la decadencia rápida casi
espontánea de los establecimientos actuales que, en todas partes se secan como plantas en un terreno nuevo que las
rechaza, anuncia claramente que ha llegado el momento de emprender una gran obra.
Al entregamos al trabajo que tal obra exige, no hemos podido disimular por un momento las dificultades que lo
rodean. Hay dificultades reales y corresponden a la naturaleza de semejante tema. La instrucción es, en efecto, poder
de una naturaleza particular. Ningún hombre está en condiciones de medir su extensión; y ni siquiera el poder central
puede definir sus límites. Su objeto es inmensamente indefinido: ¿qué cosa no abarca? Desde los elementos más
simples de las artes hasta los principios más elevados del derecho público y de la moral; desde los juegos infantiles
hasta las representaciones teatrales y las fiestas más importantes de la nación, todo lo que actuando sobre el espíritu
pueda hacer nacer e imprimir en él impresión útiles o funestas, todo esto es esencialmente de su incumbencia. Sus
medios, al perfeccionarse, deben aplicarse de manera diversa según los lugares, las épocas; los hombres, las
necesidades. Muchas ciencias no han nacido aún, otras ya no existen, los métodos no se han fijado, los principios de la
ciencia no pueden serlo, menos aún las opiniones, y respecto de cualquiera de sus relaciones no nos corresponde
imponer leyes a la posteridad.
En general, el objetivo de la instrucción es perfeccionar al hombre en todas etapas de su vida y de contribuir
sin cesar al desarrollo de cada uno y al beneficio de la sociedad entera, las luces, la experiencia y hasta los errores de
las generaciones precedentes.
[…] Una de las características del hombre es la perfectibilidad […] Los hombres llegan al mundo con
diferentes facultades, que son a la vez el instrumento de su bienestar, y los medios de que disponen para alcanzar el
destino que la sociedad les señala; pero estas facultades, al principio inactivas, necesitan de tiempo, de las cosas y de
los hombres para alcanzar su total desarrollo, para adquirir toda su energía. Pero todo individuo irrumpe en la vida con
una profunda ignorancia de lo que puede y debe ser un día, la instrucción deben mostrárselo, a ella le corresponde
fortificar y desarrollar los medios naturales de todos aquellos que la sociedad hace nacer y que el tiempo acumula; el
arte más o menos perfeccionado de hacer surgir al hombre en todo su valor, tanto en lo que se refiere a él como a sus
semejantes, de enseñarle a gozar plenamente, de sus derechos, a respetar y a cumplir fácilmente con todos sus
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deberes. En una palabra, a vivir feliz y a ser útil, a preparar de esta manera la solución del problema, quizá el más
difícil que deba soportar la sociedad: la mejor distribución de los hombres.
En efecto, debe considerarse la sociedad como un vasto taller. Que todos trabajen en él no es suficiente; es
preciso que cada uno esté en su lugar; sin lo cual se producirá una oposición de fuerzas en lugar de la convergencia
que las multiplica.

[…] ¿Cómo se forma este sistema [de instrucción]? Será, sin dudas, sobre muchos informes, la obra del
tiempo depurada por la experiencia; pero es esencial no apurar la época. Deberá indicar las bases, y reconocer los
principios que deben desarrollarse progresivamente.
La instrucción puede ser considerada como un producto de la sociedad, como una vía de bien para la 5
sociedad, como una vía igualmente de bien para los individuos.

[…] Debe existir una instrucción gratuita: el principio es indiscutible, pero ¿hasta qué punto debe ser gratuita?,
¿sobre qué objetos solamente debe serlo?, ¿cuáles son, en una palabra, los límites de ese gran beneficio de la
sociedad para con sus miembros?

[…] La única instrucción que la sociedad debe con entera gratuidad es aquella que es esencialmente común a
todos, porque es necesaria para todos. El simple enunciado de esta proposición encierra en sí mismo la prueba.
Porque es evidente que es en el tesoro común en donde debe estar puesto el gasto necesario para un bien común;
ahora bien, la instrucción primaria es absoluta y rigurosamente común a todos, porque debe comprender los elementos
de aquello que es indispensable, cualquiera sea la edad, que se alcance. Además, su fin principal es enseñar a los
niños a que devengan ciudadanos. Ella los inicia, de alguna manera en la sociedad mostrándoles las principales leyes
que gobiernan.
Ahora bien, ¿no es justo que se les haga conocer a todos gratuitamente lo que se deberá observar como las
condiciones mismas de la asociación a la cual se les invita a entrar? Esta primera instrucción nos ha parecido, pues,
una deuda rigurosa de la sociedad para con nosotros. Es necesario que ella la desempeñe sin ninguna restricción.

[…] En cuanto a las diversas partes de la instrucción que serán enseñadas en las escuelas de distrito o
departamento, o en el Instituto, como no son en este sentido comunes a todos, aún cuando ellas sean accesibles a
todos, la sociedad no debe, de ningún modo, aplicar la gratuidad a aquellos que libremente desean aprenderlas.

Condorcet: Informe y proyecto de decreto sobre la organización general de la


instrucción pública, presentada a la Asamblea nacional en nombre del Comité de
Instrucción Pública, los días 20 y 21 de abril de 1792

Nota introductoria: Condorcet elabora su proyecto de instrucción pública entre 1791-1792. Ya


en 1791 había publicado una serie de cinco Memorias sobre la instrucción pública. Elegido en
1791 diputado por la Asamblea Legislativa, Condorcet fue designado como miembro del Comité
de Instrucción pública instituido el 14 de octubre de 1791 y compuesto por 24 miembros. El
Comité descartó el plan de Talleyrand fundamentalmente debido al protagonismo que le
otorgaba a la enseñanza religiosa. En una Comisión designada por el Comité Condorcet hizo
prevalecer sus ideas expuestas en las Memorias. En febrero de 1792 presentó ante el Comité
el Plan elaborado por la Comisión; durante dos meses este plan fue discutido por el Comité que
le modificó algunos puntos de detalle y finalmente Condorcet presentó el informe y el proyecto
de decreto a la Asamblea durante las sesiones del 20 de abril, el mismo día de la declaración
de la guerra contra Austria. La Asamblea preguntó en una nota complementaria respecto del
financiamiento del nuevo plan, que fue elaborado por Romme.
Los fines de la educación definidos por Condorcet traducen su fe en el porvenir de la
democracia, asegurando la felicidad y bienestar de cada individuo y en el progreso indefinido
del espíritu humano. La instrucción tiene como objetivo ofrecer a cada individuo la facilidad de
desarrollar sus facultades naturales, proveer sus necesidades y asegurar su bienestar, conocer
y ejercer sus derechos, perfeccionar su oficio. Así, la instrucción establecerá entre los
ciudadanos una igualdad de hecho y hará real la igualdad de derecho reconocida por la ley.
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El maestro promovido a la dignidad de formar ciudadanos se volvería entonces misionero a la
vez de las Luces y de la democracia. Tanto como sea posible la instrucción debe conservar su
independencia en relación con la autoridad pública.
El proyecto de Condorcet se proponía no solo un modelo de escuela para la Revolución, sino
que se ubicaba en el centro mismo de todo el debate de ese período acerca de la relación entre
cultura y poder, libertad e igualdad, instrucción y educación, etc., en una sociedad democrática
a inventar. Así generó numerosas y diversas críticas.

Señores,
Ofrecer a todos los individuos de la especia humana los medios de proveer a sus necesidades, de conseguir 6
su bienestar; asegurar a cada uno este bienestar, que conozca y defienda sus derechos y que entienda y llene sus
deberes;
Asegurar a cada uno la facilidad de perfeccionar su industria, de capacitarse para las funciones sociales a que
tiene derecho a ser llamado, para desenvolver toda la extensión de los talentos que ha recibido de la naturaleza y para
establecer entre los ciudadanos una igualdad de hecho y hacer real la igualdad política reconocida por la ley:
Tal debe ser el primer fin de una instrucción nacional; y desde este punto de vista es para el poder público un
deber de justicia.

Hemos sentido desde nuestros primeros pasos que existía una porción del sistema general de la instrucción
que era posible destacar sin perjudicar al conjunto y que era necesario separar para acelerar la realización del nuevo
sistema: es la distribución y la organización general de los establecimientos de enseñanza pública.

[…] Hemos pensado que en este plan de organización general nuestro primer cuidado debe ser la educación,
de un lado, tan igual y tan universal, y de otro, tan completa como lo permitan las circunstancias; que era preciso dar a
todos igualmente la instrucción que es posible extender sobre todos, pero no rehusar a ninguna porción de los
ciudadanos la instrucción más elevada que es posible hacer compartir a la masa entera de los individuos; establecer la
una porque es útil a los que la reciben, y la otra porque la es a los mismos que no la reciben.
Siendo la primera condición de toda la instrucción el no enseñar más que verdades, los establecimientos que
el poder público lo consagra deben ser tan independientes como sea posible de toda autoridad política; y como, sin
embargo, esta independencia no puede ser absoluta, resulta del mismo principio que es preciso no hacerla depender
sino de la Asamblea de los representantes del pueblo, porque de todos los poderes es el menos corruptible, el más
lejano a ser arrastrado por intereses particulares, el más sometido al influjo de la opinión nacional de los hombres
ilustrados y, sobre todo, porque siendo de aquel donde emanan esencialmente todos los cambios, es él, por tanto, el
menos enemigo de los progresos de las luces el menos opuesto a los mejoramientos a que este proceso debe llevar.
Hemos observado, en fin, que la instrucción no debía abandonar a los individuos en el momento en que salen
de las escuelas; que debía abrazar todas las edades; que no había ninguna en la que no fuera útil y posible aprender y
que esta segunda instrucción es tanto más necesaria cuanto más cerrada haya sido la primera en límites estrechos.
Ésta es una de las causas principales de la ignorancia en que las clases pobres de la sociedad están hoy sumergidas;
la posibilidad de recibir una primera instrucción les faltaría todavía menos que la de conservar sus ventajas.
No hemos querido que un solo hombre en el imperio pueda decir en adelante: la ley me asegura una entera
igualdad de derechos, pero me rehúsa los medios de conocerlos, yo no debo sino depender de la ley; pero mi
ignorancia me hace dependiente de lo que me rodea. Se me ha enseñando bien desde mi infancia lo que tenía
necesidad de saber; pero forzado a trabajar para vivir, estas primeras nociones se han borrado bien pronto, y no me
queda sino el dolor de sentir en mi ignorancia no la voluntad de la Naturaleza, sino la injusticia de la sociedad.
Hemos creído que el poder público debía decir a los ciudadanos pobres: la fortuna de vuestros padres no ha
podido proporcionaros sino los conocimientos más indispensables; pero se os aseguran medios fáciles de conservarlos
y extenderlos. Si la Naturaleza os ha dado talento, podés desenvolverlo, y no se perderá ni para vosotros ni para la
patria.
Así, la instrucción debe ser universal, es decir, extenderse a todos los ciudadanos. Debe ser repartida con
toda la igualdad que permiten los límites necesarios del gasto, la distribución de los hombres sobre el territorio, y el
tiempo más o menos largo que los niños pueden consagrado. Ella debe, en sus diversos grados, abrazar el sistema
entero de los conocimientos humanos y asegurar a los hombres, en todas las edades de la vida, la felicidad de
conservar sus conocimientos o de adquirir otros nuevos.

[…] Hemos distinguido tres grados de instrucción bajo el nombre: 1º, de las escuelas primarias; 2°, de las escuelas
secundarias; 3°, de los institutos; 4º, de los liceos; 5°, de la Sociedad Nacional de las Ciencias y las Artes.
Se enseña en las escuelas primarias lo que es necesario a cada individuo para conducirse por sí mismo y
gozar de la plenitud de sus derechos.
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durante el proceso de la Revolución Francesa
[…] Se enseñará en estas escuelas primarias a leer y a escribir, lo que supone necesariamente algunas
nociones gramaticales; se agregarán las reglas de la aritmética, los métodos sencillos para medir exactamente un
terreno y un edificio; una descripción elemental de los productos del país, de los procedimientos de la agricultura y de
las artes; el desenvolvimiento de las primeras ideas morales y de las reglas de conducta que de ellas se derivan; fin, la
de los principios del orden social que pueden ponerse al alcance de la infancia.
Estas diversas instrucciones serán distribuidas en cuatro cursos, de los cuales cada uno debe ocupar un año
a los niños de una capacidad común. Este término de cuatro años, que permite una división cómoda para una escuela
en la que no se puede colocar sino un solo maestro, responde también con bastante exactitud al espacio de tiempo
que para que los niños de familias más pobres transcurre entre la época en que comienzan a ser capaces de aprender
y aquella en que pueden ser empleados en un trabajo útil, sometidos a un aprendizaje regular. 7

[…] Las escuelas secundarias están destinadas a los niños cuyas familias pueden prescindir más largo tiempo
de su trabajo y consagrar a su educación un mayor número de años, y aun algunos adelantos. Cada distrito, y aun
más, cada villa de más de 4000 habitantes tendrá una de estas escuelas secundarias. Una combinación análoga a esta
de que hemos hablado para las escuelas primarias asegura que no habrá desigualdad en la distribución de estos
establecimientos. La enseñanza será en todos la misma, pero tendrá uno, dos o tres maestros, según el número de
alumnos cuya existencia pueda suponerse.
Algunas nociones de matemática, de historia natural y de química necesarias para las artes,
desenvolvimientos más extensos de los principios de la moral y de la ciencia social y lecciones elementales de
comercio formarán el fondo de la instrucción.

[…] El tercer grado de la instrucción abraza los elementos de todos los conocimientos humanos.
La instrucción, considerada como parte de la educación general, es en ellos los institutos absolutamente
completa.
Encierra Io que es necesario para el ser en estado de prepararse a llenar las funciones públicas que exigen
más luces o de consagrarse con éxito a estudios más profundos; allí se formarán los maestros de las escuelas
secundarias y se perfeccionarán los maestros de las escuelas primarias, ya formados en las de segundo grado.
El número de los institutos ha sido elevado a ciento diez, y llegarán a establecer en todos los departamentos.
En ellos se enseñará no solamente lo que es útil saber como hombre y como ciudadano, sea cualquiera la
profesión a que se destine, sino también lo que puede serlo para cada gran división de estas profesiones, como la
agricultura, las artes mecánicas y el arte militar; y aún se juntarán los conocimientos médicos necesarios a los simples
practicantes, a las parteras, a los artistas veterinarios.

[…] Hemos dado el nombre de liceo al cuarto grado de la instrucción; todas las ciencias son allí enseñadas en
toda su extensión. Allí se forman los sabios; estos que hacen de la cultura de su espíritu y del perfeccionamiento de
sus propias facultades una de las ocupaciones de su vida; estos que se dedican a profesiones que no pueden tener
gran éxito sino por un estudio profundo de una o de varias ciencias; allí deben formarse también los profesores. Por
medio de estos establecimientos cada generación puede trasmitir a la siguiente lo que ha recibido de la que le precedió
y lo que ella ha podido agregar.
Proponemos establecer en Francia nueve liceos, pues las luces, partiendo de muchos lugares a la vez, serán
esparcidas con más igualdad y se distribuirán en una masa mayor de ciudadanos. Se estaría seguro de conservar en
los departamentos un número mayor de hombres ilustrados, que forzados de ir a completar su instrucción a París se
verán tentados a establecerse allí.

[…] En fin, el último grado de la instrucción es una sociedad nacional de las ciencias y de las artes, instituida
para dirigir y vigilar los establecimientos de instrucción, para ocuparse en el perfeccionamiento de las ciencias y de las
artes, para recoger, estimular, aplicar y esparcir los descubrimientos útiles.
No es ya de la instrucción particular de los niños y de los hombres de a que se trata, sino de la instrucción de
la generación entera, del perfeccionamiento general de la raza humana; así, no se trata ya de agregar luces más
extensas a las luces de tal individuo en particular: es a la masa entera de los conocimientos la que es preciso
enriquecer con nuevas verdades; es el espíritu humano al que es preciso preparar nuevos medios de elevar sus
progresos y multiplicar sus descubrimientos.
Ficha de cátedra: discursos, proyectos, informes, leyes de educación
durante el proceso de la Revolución Francesa

L.-M. Lepeletier: Plan de educación nacional presentado a la Convención Nacional por


Maximilien de Robespierre el 13 de julio de 1793

Nota introductoria: Luis-Michel Lepeletier, marqués de Saint-Fargeau (1760-1793),


descendiente de una familia de nobleza de toga, fue diputado de los Estados Generales,
miembro del Comité de jurisprudencia criminal, presentó en 1790 a nombre de este Comité el
código penal que proponía la abolición de la pena capital. Elegido miembro de la Convención,
votó la muerte del Rey y fue apuñalado por realista el 20 de enero de 1793. La Convención le
otorgó los honores del Panteón, con los otros “mártires de la revolución”: entre otros Marat. Se 8
convirtió en objeto de un verdadero culto patriótico.
Lepeletier editó su proyecto de educación nacional en diciembre de 1792 cuando la
Convención debatía los planes del Comité de Instrucción pública presentado por Lanthenas y
Romme. El día mismo de su funeral su hermano reveló la existencia del proyecto que ya
circulaba entre los convencionales. En junio de 1793 la Convención decidió la lectura de su
obra. En el mismo reforzaba al extremo la tendencia igualitarista y estatista en materia de
educación. Esto suscitó un vivo debate que se prolongó durante varias sesiones. Las críticas se
orientaron fundamentalmente sobre los principios clave: la educación obligatoria y común de
todos los niños entre los 5 a 12 años, separados de sus familias y encerrados en
establecimientos a la espartana. Se insistió entonces en la impracticabilidad de este proyecto,
ya sea debido a la resistencia inevitable que opondría la población, ya sea en razón del costo
muy elevado. Teniendo en cuenta estas críticas, la Comisión propuso un internado opcional
(Lepeletier mismo había previsto esta eventualidad en su proyecto) que limitaba únicamente a
los varones y preveía la introducción progresiva de estos nuevos establecimientos llamados
“casas de la igualdad”. A pesar de estas enmiendas, el proyecto tuvo resistencias y fue gracias
a la insistencia de Robespierre y Danton que la Convención adoptó el 13 de agosto de 1793 el
principio de las escuelas comunes.

Artículos Generales

1°. La educación de todos los niños quedará a cargo de la República. Desde los 5 años hasta los 12 años para los
varones y desde los 5 hasta los 11 para las mujeres.
2°. La educación nacional será igual para todos; todos recibirán igual alimentación, vestimenta, instrucción y cuidados.
3°. Siendo la educación nacional una deuda de la República para con todos, todos los niños tienen derecho de
recibirla, y los padres no podrán evadir la obligación de que reciban estas ventajas.
4°. El objeto de la educación nacional será el de fortalecer el cuerpo de los niños, de desarrollados a través de
ejercicios gimnásticos, de habituados al trabajo manual, de que adquieran resistencias frente a todo tipo de fatiga, de
acostumbrados al yugo de una saludable disciplina, de formar a su cuerpo y su espíritu a través de instrucciones útiles
y de darles los conocimientos necesarios a todo ciudadano cualquiera sea su profesión.
5°. Una vez que los niños hayan finalizado la educación nacional, serán devueltos a manos de sus padres o tutores y
colocados en distintos oficios o en trabajos de agricultura, salvo aquellas excepciones que serán especificadas más
adelante a favor de aquéllos en los que se vislumbren talentos y aptitudes particulares.
6°. El reservorio de los conocimientos humanos y de todas las bellas artes serán conservados y enriquecidos por los
cuidados de la República: su objeto será enseñado pública y gratuitamente por maestros asalariados de la nación. Sus
estudios serán divididos en tres niveles de instrucción: Escuelas Públicas, Institutos y Liceos.
7°. Los niños serán admitidos a estos estudios una vez que hayan concluido los de educación nacional. No podrán
entrar en las Escuelas Públicas antes de cumplir los 12 años. Allí los cursos tendrán una duración de 4 años, de 5 en
los Institutos y de 4 en los Liceos.
8°. Para el estudio de la literatura, de la ciencia y de las bellas artes será elegido uno sobre cincuenta. Los niños que
hayan sido elegidos, verán pagados sus gastos con el dinero de la República, en las Escuelas Públicas, durante el
transcurso de los 4 años de estudio.
9°. Entre aquellos que hayan terminado este primer curso será elegido la mitad, es decir, aquellos cuyos talentos se
hayan desarrollado más precozmente.
También serán subvencionados por la República en los Institutos durante, el transcurso de sus estudios que durarán 5
años. Finalmente, la mitad de los subvencionados por la República que hayan logrado destacarse más en los Institutos,
será elegida para estudiar en los Liceos, donde serán los estudios durante los siguientes 4 años.
10°. La forma en que se seleccionen será determinada más adelante.
Ficha de cátedra: discursos, proyectos, informes, leyes de educación
durante el proceso de la Revolución Francesa
11°. No podrán ser admitidos aquellos que por sus posibilidades personales o la de sus padres estuvieran aptos para
seguir sin ayuda de la República estos tres niveles de instrucción.
12°. El número y el emplazamiento de las Escuelas Públicas, Institutos y Liceos, el número de maestros y el modo de
instrucción, serán determinados más adelante.

Lakanal: Informe y proyecto de ley sobre la organización de las escuelas primarias


presentado a la Convención Nacional en nombre del Comité de instrucción pública. 9
Decreto del 27 Brumario del Año III (17 de noviembre de 1794)

Nota introductoria: Lakanal (1762- 1845) tomó los hábitos y a partir de 1778 enseñó en varios
establecimientos pertenecientes a los Doctrinarios. Con la organización del clero constitucional
fue nombrado vicario episcopal; declinó la orden en 1793. Elegido diputado en la Convención
votó por la muerte del Rey. Encargado por la Convención de varias misiones en diferentes
departamentos de Francia su actividad la ejerció particularmente en el Comité de Instrucción
Pública en nombre del cual presentó una cantidad importante de proyectos de decreto (entre
otros el establecimiento del telégrafo aéreo, los derechos de propiedad de los autores, músicos,
pintores y diseñadores y la creación de la escuela de lenguas orientales vivas). El 3 brumario
del año III presentó un informe sobre el establecimiento de las Escuelas Normales y fue
encargado de la vigilancia de la Escuela Normal de París. El 27 brumario la Convención adoptó
el plan de organización de escuelas primarias a partir del informe de Lakanal. El 26 frimaire
presentó el informe sobre escuelas centrales y formó parte activa en la organización de éstas
en diversos departamentos y presentó un informe acerca de los concursos para la composición
de libros elementales. En 1809 fue nombrado inspector general de pesos y medidas,
desplazado por la Restauración de 1815. En 1816 se exilió en EE.UU. y fue presidente de la
Universidad de La Nouvelle Orléans. Después de la revolución de julio de 1830 fue elegido
miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas.

Capítulo I. Creación de las escuelas primarias

1°. Las escuelas primarias tienen por objeto dar a los niños de uno y otro sexo la instrucción necesaria a su condición
de hombres libres.
2°. Las escuelas primarias serán distribuidas en el territorio de la República de acuerdo con su población; en
consecuencia, habrá una escuela primaria cada mil habitantes.
3°. En los lugares donde la población esté muy dispersa, se podrá establecer una segunda escuela primaria según la
demanda justificada de la administración del distrito y después de un decreto de la Asamblea Nacional.
4°. En los lugares donde la población sea numerosa, se establecerá una escuela cuando la población llegue a los mil
habitantes, la tercera cuando llegue a tres mil y así sucesivamente.
5°. En todas las comunas de la República, los anteriores presbiterios que no se han vendido en beneficio de la
República serán puestos a disposición de las municipalidades para servir tanto de alojamiento a los maestros como
para recibir a los alumnos durante las clases. Por lo tanto, todos los contratos existentes son rescindidos.
6°. En las comunas donde existan más presbiterios a disposición de la nación, será acordado según demanda de los
administradores del distrito un local conveniente para las actividades de las escuelas primarias.
7°. Cada escuela primaria será dividida en dos secciones, una para los niños, una para las niñas; por lo tanto, habrá un
maestro y una maestra.

Capítulo II. Jurado de instrucción

1°. Los maestros y maestras nombrados por el pueblo, mientras dure el gobierno revolucionario, serán examinados,
elegidos y elegidos por un jurado de instrucción compuesto por tres miembros designados por la administración del
distrito, y fuera de éste, entre los padres de familia.
2°. El jurado de instrucción será renovado por tercios cada seis meses. El comisario saliente podrá ser reelecto.
Ficha de cátedra: discursos, proyectos, informes, leyes de educación
durante el proceso de la Revolución Francesa

Capítulo III. De los maestros

1º. El nombramiento de los maestros y maestras elegidos por el jurado de instrucción será sometido a la administración
del distrito.
2º. Si la administración rehúsa el nombramiento hecho por el jurado, éste podrá hacer otra elección.
3º. Cuando el jurado persista en su nombramiento y la administración en su negativa, ésta designará para el lugar
vacante una persona que crea merecer el nombramiento; las dos propuestas serán enviadas al comité de instrucción
pública que será el encargado de pronunciarse en forma definitiva entre la administración y el jurado.
[…] 7º. Los maestros y maestras de escuela primaria deberán enseñar a sus alumnos los libros elementales 10
compuestos y publicados por orden de la Convención Nacional.
8º. No podrán recibir en su casa como pensionados ni dar lecciones particulares a ninguno de sus alumnos. El maestro
deberá dar a todos.
9º. La nación otorga a los ciudadanos que dieron largos años de servicio por su país en la enseñanza una pensión que
pondrá su vejez a salvo de la necesidad.
10º. El salario de los maestros será uniforme en toda la República: se fija en 1200 libras para los maestros y en 1000
para las maestras. Sin embargo, en las comunas cuya población ascienda los 20.000 habitantes, el salario del maestro
será de 1500 libras y de 1200 para las maestras.

Capítulo IV. Instrucción y régimen para las escuelas primarias

1º. Los alumnos serán admitidos en las escuelas primarias antes de los 6 años cumplidos.
2º. En una y otra sección de cada escuela se enseñará a los alumnos:
1) a leer y escribir y los ejemplos de lectura les recordarán sus derechos y sus deberes;
2) la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, y la Constitución de la República Francesa;
3) se darán instrucciones elementales sobre la moral republicana;
4) elementos de francés hablado y escrito;
5) las reglas del cálculo simple y agrimensura;
6) elementos de geografía y de historia de los pueblos libres;
7) información sobre los principales fenómenos y las producciones más comunes de la naturaleza.

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