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Requisitos
Efectos
Constituye la restitución que el demandado le debe realizar al heredero
verdadero desde que se le reconoce el titulo hereditario, por lo que,
absolutamente todo valor que hubiere ingresado al patrimonio del demandado
por efecto de actos de gestión o de dispocisión de la herencia deberán ser
reintegrados al heredero.
Por tanto, la acción de esta obligación es ejecutada de forma distinta por el
heredero aparente, de buena fe y de mala fe y el mero poseedor.
El heredero aparente, es el demandado que aduce a su favor una causa
hereditaria de adquisición a título universal o el que no alega título alguno que
justifique su posesión, simple poseedor. De manera que, de ser declarada con
lugar la acción, el demandado debe restituir al heredero todo valor o bien
adquirido con ocasión de la herencia.
El heredero aparente de Buena Fe, es aquel que conozca o no el
llamamiento de otro sucesor y haya aprehendido los bienes en virtud de un
testamento cuya nulidad o revocación ignora, ha de aplicarse por analogía la
norma del Código Civil Venezolano relativa a la posesión de buena fe del
artículo 788 que incluye la presunción de buena fe en artículo 789 del mismo
Código. En tal sentido, al momento de la enajenación dicho poseedor, solo está
obligado a restituir el precio recibido o a ceder la acción por el saldo debido; si
ha efectuado donaciones, el verdadero heredero podría reivindicarlas.
El heredero aparente de Mala Fe, es quien posea, conociendo el
llamamiento de otro sucesor, la inexistencia del titulo invocado o la revocación
o nulidad del testamento. De manera que, se configura como aquel que no
invoca el titulo hereditario de su posesión, por lo que, no puede llamarse
heredero aparente. En caso de enajenación por parte de dicho heredero, la
adquisición queda firme si el tercero adquirente es de buena fe y a título
oneroso; deberá restituir no el precio, sino el valor de la cosa a la fecha de la
apertura de la sucesión. Se acota que el heredero aparente tiene derecho al
reembolso de los gastos necesarios y útiles, mas no de los superfluos.
No obstante, el artículo 1001 del C.C.V dispone: “El efecto de la
aceptación se retrotrae al momento en que se abrió la sucesión. Sin embargo,
quedan a salvo los derechos adquiridos por terceros en virtud de convenciones
a título oneroso hechas de buena fe con el heredero aparente. Si este ha
enajenado de buena fe una cosa de la herencia, solamente está obligado a
restituir el precio recibido y a ceder su acción contra el comprador que no lo
hubiese pagado todavía. El heredero aparente de buena fe no está obligado a
la restitución de frutos sino desde el día en que se le haya notificado
legalmente la demanda”. Dicha norma consagra los efectos de la petición de
herencia según que el heredero sea de buena o de mala fe, el primero debe
restituir las cosas y los frutos en el estado en que se encuentran al tiempo de la
demanda y no responde por deterioro, a diferencia del segundo que responde
aun por caso fortuito.