Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
DIVISIÓN DE POSGRADOS
POSGRADO EN ANTROPOLOGÍA SOCIAL
TESIS
PRESENTA
Introducción…………………………………………………………. 9
Introducción al capítulo………………………..……………………… 21
1.1 El punto de partida. El oculocentrismo occidental………………… 23
1.2 Estudios antropológicos del sonido. Los fundadores……………… 29
1.3 Desarrollos recientes en el campo de la antropología del sonido…... 34
1.4 Estudios del sonido y estudios de los ambientes sonoros…...……... 40
1.5 Otras investigaciones en torno al sonido…………………………... 49
1.6 El programa de investigación de la socioantropología del sonido…. 54
1.7 ¿Existe el giro sonoro en antropología?................................................... 57
Introducción al capítulo………………………..……………………… 61
2.1 La escucha antropológica. Algunas premisas.……………………… 62
2.1.1 Oír y escuchar………………………………………………….... 64
2.1.2 La intencionalidad de la consciencia sonora y el punto de
escucha………………………………………………………………... 66
2.2 El trabajo de escucha antropológica. Del estado relajado al estado
tenso……………………………………………..……………………. 68
2.3 El trabajo de escucha en las marchas……………………………… 70
2.3.1 Tipos de puntos de escucha….…………………………………... 71
2.3.2 Tipos de registros…………….………………………………….. 74
2.4 Dos momentos de la escucha antropológica de las marchas……….. 78
2.4.1 Aproximación a través de la noción de paisaje sonoro para el
análisis de las formas sonoro-expresivas………………………………. 78
2.4.2 Aproximación a través de las nociones de performatividad y
repertorio sonoro……………………………………………………... 80
2.5 Análisis e interpretación de los datos etnográficos………………… 82
2.6 Breve caracterización de las marchas analizadas…………………… 84
Introducción al capítulo……………………………………………….. 87
3.1 La acción colectiva y el estudio de los movimientos sociales………. 89
3.1.1 Repertorios del movimiento social………………………………. 96
3.1.2 Qué es la marcha de protesta……………………………………. 100
3.1.3 La presentación de los actores en el espacio público. La marcha
1
de protesta como momento performativo…………………………….. 107
3.2 La sonoridad de los movimientos sociales y la protesta. El giro
cultural………………………………………………………………... 108
3.3 Del soundscape a la praxis sonora de los actores colectivos……….. 113
3.3.1 La praxis sonora. Una definición………………………………… 115
3.3.2 Primer acercamiento a la praxis sonora en las marchas de protesta
en la Ciudad de México……………………………………………….. 122
2
aplauso como matriz rítmica para la consigna…………………………. 209
4.6.3 El aplauso de aprobación.……………………………………….. 211
4.7 Ruidos. Reivindicación de una forma de reivindicar……………….. 211
4.7.1 Características sonoras………...………………………………… 213
4.7.2 La estructura social del ruido…………………………………….. 214
4.7.3 Funciones en el marco de la acción colectiva de protesta……….... 215
4.8 Una consideración sobre el silencio………………………………... 216
Conclusiones………………………………………………………… 295
3
Fuentes de información consultadas.……………………………… 309
4
Agradecimientos
A Abilio Vergara por su dirección, paciencia, comentarios y sobre todo por la libertad
para trabajar en torno al sonido, un tema cuya relevancia aún es puesta en duda en
otros espacios académicos.
A Soren Gabriel y Zion Arodith quienes hicieron que valieran la pena los desvelos y las
largas travesías para llegar a la ENAH.
A los profesores que con sus clases, seminarios, coloquios y pláticas contribuyeron al
desarrollo de este trabajo: Xóchitl Ramírez, Teresa Ejea, Julieta Haidar, Hugo Moreno,
Jorge García, Rossana Lara, Maritza Urteaga, Ana Lidia Domínguez, Carlos Dávila y
Lina Odena.
A todos mis compañeros de generación, pero en especial a Luisa Grisales, Edna López
y Lillian Torres, compañeras de la línea de investigación que siempre tuvieron
comentarios y aportaciones relevantes para esta tesis.
A Ana Lidia Domínguez, Jorge García, Sergio Tamayo, Xóchitl Ramírez, Ernesto
Licona y Olivia Domínguez, por su participación en el comité de titulación; sobre todo
por su cuidadosa y atenta lectura y sus atinadas observaciones que fortalecieron las
miradas teóricas y metodológicas de este trabajo.
5
A mi madre Eva Sevilla y mi padre Edmundo Granados, porque parte de sus empeños,
apoyo y esfuerzos se han cristalizado en este trabajo. A Corina en la lejanía y a Debbie
en la cercanía.
A Amparo García y Humberto Guzmán, que siempre han apoyado los proyectos de mi
familia.
6
Nota sobre los audios que acompañan este trabajo
En línea con las críticas que algunos antropólogos han formulado a las etnografías
sordas, esta tesis se acompaña de un conjunto de audios que pueden ser considerados
soportes de este texto o registros sonoro-etnográficos que ya contienen una perspectiva
e interpretación del entorno sociocultural. El objetivo de este repositorio es que el
sonido sea un elemento central de esta tesis que se inscribe en el campo de los estudios
socioantropológicos del sonido. La intención es enriquecer el relato etnográfico, de tal
suerte que, además de leer sobre la praxis sonora de los actores colectivos, el lector
también puede escucharla.
https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1
7
8
Introducción
En 1962 el antropólogo británico Colin M. Turnbull publicó The Forest People. Esta
obra contiene los resultados de un intenso trabajo de campo realizado entre 1957 y
1958, con los pigmeos que a la sazón habitaban el Congo Belga. Aunque en muchos
sentidos es una etnografía tradicional, que narra la vida cotidiana de los BaMbuti, es
destacable por varias razones: el cuidadoso trabajo de escucha antropológica realizado
por Turnbull, el registro de las sonoridades que componen distintas situaciones sociales
como la cacería, el matrimonio, las ceremonias fúnebres y el ritual del molimo 1 y el
trabajo escritural que descansa una multiplicidad de términos que remiten al sonido; a
través de estos recursos el lector es capaz de recrear los marcos socioacústicos de la
vida de los pigmeos.
Casi dos décadas después de la publicación del texto de Turnbull, apareció la obra
seminal de la antropología del sonido, que hoy funciona como mito fundacional de este
campo de estudios: Sound and Sentiment. Birds, Weeping, Poetics and Song in Kaluli Expression
de Steven Feld. En esta obra, Feld exploró el papel del sonido en la cultura kaluli;
concretamente, se interesó por la manera en que los sonidos del entorno eran utilizados
como recursos expresivos a través de los cuales se ponían en circulación sentidos y
afectos elaborados colectivamente. Años más tarde Feld exploró las intricadas
relaciones que se tejían entre la estructura social de los kaluli y la estructura del mundo
sonoro.
Hemos comenzado este texto con referencias a estas dos obras ya que contienen la
columna vertebral de la antropología del sonido. En la investigación con los pigmeos
Turnbull demostró una disposición para escuchar que rompió con el paradigma
geertziano según el cual la antropología textualiza prácticas culturales que
posteriormente interpreta. Turnbull presentó una etnografía centrada en su experiencia
1El molimo “Es el nombre dado por los BaMbuti al ritual ejecutado en tiempos de gran crisis, y consiste principal
mente en canciones cantadas por hombres, durante la noche” (Turnbull, 1962: 286).
9
sensorial, aquello que sintió, vio y, fundamentalmente, escuchó en su estancia en África
Central. Son escasas las interpretaciones antropológicas explícitas; Turnbull presentó
los hechos para que el lector obtuviera sus propias conclusiones.
Con la finalidad de analizar algunas de las relaciones que se establecen entre sonido,
sociedad y cultura seleccionamos una realidad social que utiliza masivamente el sonido,
en sus distintas modalidades –música, sonidos articulados lingüísticamente, sonidos no
articulados lingüísticamente, ruidos y silencios- producido a partir de diversas fuentes –
instrumentos musicales, el cuerpo humano, medios tecnológicos e instrumentos no
musicales-. Las marchas, en particular aquellas en donde los actores colectivos
10
desbordan las calles con su presencia vibrante e inundan el espacio sonoro con la
finalidad de protestar mediante consignas, cantos, gritos y otro tipo de expresiones
acústicas, son acontecimientos sociales que utilizan masivamente al sonido. Si en
numerosas ocasiones se ha señalado que las marchas visibilizan demandas y
reivindicaciones, también se puede afirmar que a través de ellas los actores adquieren
una voz colectiva. La preeminencia de los acontecimientos sonoros al interior de una
marcha nos permite afirmar que es una forma de resistencia e interpelación al poder
elaborada, fundamentalmente, a partir de sonidos.
Hemos optado por describir y analizar la sonoridad de las marchas de protesta ya que a
través de estos acontecimientos es posible vincular sonoridad y acción colectiva. Dicho
en otros términos, las marchas son ventanas y micrófonos etnográficos para escuchar y
observar la sonoridad de la acción colectiva. A través de las marchas es posible analizar
cómo es que los actores colectivos disponen del sonido para constituirse como sujetos
en el espacio público que defienden un conjunto de orientaciones culturales y políticas.
11
Consideramos, al igual que otros autores (Rodríguez, 2009; Tamayo, Granados y Minor,
2016), que en la marcha de protesta la realización del actor colectivo depende de la
presencia física, basada en la fuerza de los números según Cruces (1998), y la
apropiación del espacio simbólico, es decir, la circulación social de sentidos y símbolos
asociados a la lucha. Al desbordar las calles y avenidas principales de la Ciudad de
México y desplegar distintos recursos expresivos como pancartas, mantas, caricaturas,
panfletos, pintas en edificios y monumentos históricos, banderas y emblemas
identitarios, los actores sociales adquieren concreción. Pero la presencia del actor
colectivo supera la fisicalidad de los cuerpos individuales y colectivos y la producción
simbólica mediatizada por recursos gráficos y escritos. Durante la marcha los actores
colectivos crean un espacio socioacústico que se superpone al entorno sonoro de la
cotidianidad urbana y se manifiestan como presencias sonoras que se despliegan en el
tiempo y el espacio. El actor colectivo no solo tiene un cuerpo y una escritura, posee,
en el sentido más amplio, una voz y una sonoridad.
12
inextricablemente vinculados con la coyuntura y la estructura de oportunidades
políticas.
13
Sin embargo, nuestras primeras aproximaciones etnográficas a la totalidad del paisaje
sonoro, el registro de distintos acontecimientos acústicos, la comparación de las
estrategias expresivas desplegadas en distintas marchas nos permitieron establecer cinco
premisas que orientaron un segundo momento del trabajo etnográfico: 1. las diversas
expresiones sonoras utilizadas en las marchas se pueden agrupar en función de rasgos
comunes, las materialidades o comportamientos que las producen y las formas en que
producen sentido; 2. los actores cuentan con un conjunto de estrategias sonoras a mano
a través de las cuales construyen su voz colectiva, dicho en otros términos, la praxis
sonora en la marcha está organizada en función de sus capacidades y tradiciones de
lucha; 3. las formas sonoro-expresivas conforman un repertorio modular, en el sentido
que da Tarrow (1997) a este último término, que permite que distintos actores se sirvan
de ellas en distintas circunstancias; 4. hay un conjunto de saberes y símbolos que
informan estas prácticas y que se expresan durante el performance de la protesta; 5. la
historia y tradición de lucha de los actores colectivos impacta la praxis sonora que se
despliega en la marcha.
Reconocer la diversidad de prácticas sonoras puestas en escena durante las marchas así
como los símbolos y saberes que las modelan nos llevó a optar, en una segunda etapa
de nuestro trabajo etnográfico, por el concepto de praxis sonora de Samuel Araújo y el
Grupo Musicultura (2013; 2010). Con esta elección buscamos distanciarnos de las
conceptualizaciones en las cuales el espacio sonoro aparece como una esfera
preconstituida, previo a la praxis humana que de hecho contribuye a edificarlo. El
concepto de praxis sonora enfatiza el papel de la acción humana en la configuración del
entorno sonoro; este último se modifica continuamente merced a la acción de sujetos
individuales y colectivos. Por otra parte, como el mismo Araújo reconoce, la praxis
sonora articula la dimensión comportamental, es decir aquellas operaciones que los
actores realizan sobre el mundo para obtener sonidos –gritar, cantar himnos, entonar
consignas, golpear garrafones y cacerolas- con la dimensión cognitiva, es decir, todos
los saberes, símbolos e imaginarios que moldean la dimensión comportamental así
14
como aquellos símbolos que circulan a partir de que los sujetos producen un sonido
particular.
En este trabajo damos cuenta de la praxis sonora desplegada por actores colectivos en
marchas de protesta realizadas en la Ciudad de México entre septiembre de 2015 y
noviembre de 2017. Uno de los objetivos centrales es describir las dimensiones de la
praxis sonora desplegada en las marchas de protesta. Entre estas dimensiones se
encuentran vocalizaciones, verbalizaciones, sonidos corporales no producidos
vocalmente, sonidos musicales, ruidos y silencios intencionados. Al interior de cada
dimensión se sitúan formas sonoro-expresivas particulares; la verbalización incluye
consignas, cantos, oraciones, discursos cortos, discursos breves y conversaciones. Sin
pretender agotar la diversidad del trabajo acústico, damos cuenta de las distintas
modalidades y características de algunas formas sonoras y de los símbolos y saberes que
se encuentran vinculados al trabajo acústico en contextos históricamente situados.
15
latinoamericanos y es capaz de incorporar innovaciones y responder a la coyuntura
política y cultural. Los datos etnográficos también permitieron caracterizar el repertorio
sonoro de los contingentes, es decir, los recursos sonoro-expresivos que tienen a mano
con la finalidad de manifestarse.
Críticos de la tradición de los estudios del sonido pero reconociendo las grandes
aportaciones que ha realizado para el desarrollo de una socioantropología del sonido,
también proponemos algunas consideraciones alrededor del entorno sonoro total de la
marcha, guiados por el convencimiento de que las características de este entorno
resultan fundamentales para comprender la eficacia política y simbólica de esta
particular forma de confrontación. Pero nuestro análisis no se agota aquí.
A través del análisis de la praxis sonora, aportamos algunos elementos para reflexionar
sobre el papel que desempeña la sonoridad en el marco de la acción colectiva; dicho en
otras palabras, centramos nuestra atención y escucha en los componentes sonoros de la
acción colectiva para avanzar en la comprensión y entendimiento de las distintas formas
en que los actores colectivos utilizan y crean el espacio socioacústico para sonorizar la
resistencia.
Para recolectar los datos nos basamos en distintos enfoques, entre los cuales se
encuentran los propuestos por Murray Schafer (1994) y Barry Truax (1984) para el
análisis de los paisajes sonoros, algunos elementos del análisis situacional tal y como lo
entiende Tamayo (2016), el trabajo de Schweingruber y McPhail (1999) y McPhail y
Wohlstein (1983) en torno a la observación y registro de la acción colectiva, la
antropología simbólica aplicada a las movilizaciones de protesta (Rodríguez, 2009), la
noción de performatividad aplicada a los movimientos sociales (Tilly, 2008), la
cartografía sonora y elaboración de mapas, algunas ideas entorno a las caminatas
sonoras y el trabajo etnográfico tradicional que implica la presencia del investigador
durante el desarrollo de las marchas. Como parte de la estrategia de recolección de
datos realizamos entrevistas breves durante las marchas, esto nos permitió aclarar
algunos aspectos de la expresividad sonora desplegada por los contingentes; con la
16
finalidad de conocer aspectos relativos a los saberes y símbolos que animan el trabajo
acústico realizamos entrevistas a profundidad con integrantes de distintos colectivos,
principalmente músicos. Aunque el muestreo es intencional, través de las entrevistas fue
posible conocer aspectos de la dimensión histórica de la lucha, el papel del aprendizaje
al interior de los colectivos así como las orientaciones culturales y definiciones de la
situación que modelan y son expresadas por el trabajo acústico desplegado durante la
marcha.
Por otra parte, la ausencia de un modelo de análisis de la praxis sonora nos llevó
construir uno a partir de elementos teóricos y metodológicos procedentes de distintas
disciplinas. Con respecto al modelo hay que destacar la existencia de dos niveles de
escucha y análisis: el primero consiste en un análisis micro, tanto de las formas sonoras
particulares –gritos, consignas, música, aplausos, ruidos y silencios- como de la praxis
sonora de los colectivos particulares con la finalidad de reflexionar en torno a la
identidad sonora –la construcción de diferencias y oposiciones al interior de la marcha
por medio del sonido-, el enmarcado –definición de la situación y de orientaciones
culturales, identificación de adversarios, definición de planes de acción- y la producción
de conocimientos o praxis cognitiva.
El segundo nivel consiste en la descripción del entorno sonoro total de la marcha. Este
nivel aporta elementos para discutir sobre la importancia de la presencia sonora o la voz
colectiva de los movimientos sociales, la ocupación del entorno sonoro urbano, el ruido
y el caos sonoro como formas de construcción de ciudadanía. El segundo nivel de
análisis nos permite pensar la marcha como acontecimiento sonoro; esto implica que la
marcha forma parte del repertorio de confrontación de los movimientos sociales gracias
a un mecanismo particular que provisionalmente denominaremos sonorización y
presentificación de la resistencia. A través de este mecanismo reconocemos la centralidad de
la sonoridad en la acción colectiva y la constitución de sujetos sociales orientados
política y culturalmente.
17
Para el análisis de las formas sonoras particulares y la praxis de colectivos concretos
utilizamos algunos elementos de la lingüística pragmática (Ayats, 2002) y de los estudios
del sonido (Murray, 1994; Truax, 1984); estos nos permitieron comprender de qué
manera los actores utilizan elementos rítmico-estructurales y modulan elementos
estilísticos con la finalidad de producir definiciones de la situación, encuadrar la lucha,
construir oposiciones al interior de la marcha y promover orientaciones culturales
específicas. A estos elementos de lingüística se suma el concepto de forma sonoro-
expresiva (Arom, 2007; Campos, 2016), que nos permitió comprender la manera en que
los sujetos combinan distintos parámetros del sonido –duración, intensidad, tonalidad y
timbre- para producir acontecimientos sonoros identificables. Finalmente, para analizar
el nivel semántico de las formas sonoras, estrechamente vinculado con la función del
sonido en el marco de la protesta, recurrimos a las nociones de enmarcado (Benford y
Snow, 2000; Benford, 1993), praxis cognitiva (Eyerman y Jamison, 1998) y los tipos de
reivindicaciones promovidos por los movimientos sociales (Tilly, 2010).
18
En el capítulo tres conceptualizamos al movimiento social como entidad productora de
sonoridades. Esto implica ir más allá de los estudios de antropología musical que
vinculan al movimiento social de manera exclusiva con formas organizadas de sonido
en detrimento de otro tipo de acontecimientos acústicos. En este capítulo también
desarrollamos uno de los ejes articuladores de trabajo: el concepto de praxis sonora. A
través de este concepto describimos el trabajo acústico del actor colectivo total y de los
actores colectivos particulares –los contingentes que conforman la marcha-. Este
concepto permite escuchar las diferencias en el trabajo acústico de los distintos actores
que componen una marcha de protesta. Hacia el final presentamos una primera
aproximación a los recursos sonoro-expresivos utilizados por los contingentes en las
protestas.
El capítulo cuatro contiene los resultados del trabajo de escucha etnográfica realizado
entre 2015 y 2017; en total, participamos en diez marchas de protesta multisectoriales
realizadas en la Ciudad de México. Previa explicación del modelo que desarrollamos
para analizar las formas sonoras, caracterizamos algunas formas a la luz de sus
componentes sonoros, estilísticos, sociales y la función que desempeñan en el marco de
la protesta. Las formas analizadas son: gritos, consignas, música, aplausos, ruidos y
silencios.
Introducción al capítulo
Los setenta se pueden fechar como la década en que las ciencias sociales, las
humanidades y el diseño y la arquitectura iniciaron una reflexión general sobre el
sonido. Las aportaciones de estos campos al estudio de la sonoridad en relación con la
cultura, la sociedad y el hombre, en tanto que productor de sentido, constituyen el
campo de la socioantropología del sonido.
Por supuesto que el interés por ciertos fenómenos sonoros no es nuevo: ya en el siglo
XIX la musicología y la musicología comparada –la primera versión de la
etnomusicología- estudiaban fenómenos musicales de las culturas occidentales y no
occidentales. Tampoco se debe soslayar el interés de la psicofisiología en la audición y
la percepción de estímulos sonoros. Sin embargo, la década de los setenta marca una
discontinuidad con respeto a estas formas de comprensión del sonido. En primer lugar,
por la apertura a las sonoridades no musicales, que habían sido excluidas de los
programas de investigación de la musicología y etnomusicología. En segundo lugar, por
la voluntad de comprender los fenómenos de la escucha y la percepción sonora como
formas cultural e históricamente determinadas. Esta voluntad rompe abiertamente con
el quehacer de la psicofisiología que elaboró un esquema explicativo universal del
fenómeno de la escucha al margen de contextos sociohistóricos concretos.
En tercer lugar, y en respuesta a los análisis formales que estudiaban la obra musical al
margen de condiciones sociohistóricas particulares, el nuevo campo de estudios
conectó la producción de sonoridades con un conjunto de prácticas humanas, de
carácter colectivo, orientadas a la expansión del universo comunicativo y la producción
de sentido, que ocurren en un momento determinado. Small ha sido uno de los
principales representantes de esta última tendencia; esto es palpable en su puntual
defensa de la música como un hecho sociocultural: “tengo un problema con el uso de la
21
palabra ‘música’. Creo que la música no es una cosa sino un actividad, es algo que hace
la gente” (1999: 2). Esta afirmación, de aparente sencillez, marca un giro en el estudio la
música ya que coloca en segundo término el análisis de la materia sonora y ubica en
primer plano las actividades sociales de producción, circulación y recepción de sonidos.
Pero este capítulo es algo más que la síntesis de las principales ideas de ese campo que
hemos llamado socioantropología del sonido. Consideramos que la apertura de la
antropología y otras disciplinas a las expresiones sonoras y aurales de la cultura, a las
distintas formas de escuchar y producir sentido a través del sonido, la utilización, por
22
parte del antropólogo, del oído etnográfico (Erlmann, 2004; Seeger, 2015) y de registros
sonoros -que por definición son interpretaciones o experiencias de una cultura-
constituyen el giro acústico en la antropología (Feld, 2012; Samuels et al., 2010). Este
capítulo sustenta la idea de que en las últimas décadas del siglo XX se consolidó este
giro que supone cambios en el trabajo etnográfico –en las mediaciones utilizadas por el
antropólogo para comprender la cultura- y el campo de los objetos del estudio
antropológico –que incorporó los sonidos no musicales de la cotidianidad y la
extracotidianidad, el ruido y el silencio-.
2 Erlmann (2004) sostiene que el oculocentrismo es un recurso al que apelan algunos investigadores para legitimar
las antropologías del sonido. Desde su perspectiva, la visión no tiene preeminencia sobre el resto de los sentidos,
tampoco es el eje alrededor del cual se edificó la modernidad occidental; para sostener su argumento aporta datos
respecto a la importancia que occidente concedió, a lo largo del siglo XX, al oído y el desarrollo de tecnologías de
escucha. En el fondo de sus argumentos hay un llamado para que no se sustituya la supuesta hegemonía de la
visión con el imperio del sonido y el oído. Nosotros consideramos que el oculocentrismo es una tendencia de
pensamiento que sí existe y que en alguna medida ha contribuido al desarrollo del proyecto moderno y la ciencia
occidental. Sin embargo, sostenemos que convive con otras tendencias como aquella que ha sido posible gracias al
desarrollo de tecnologías de comunicación a distancia y reproducción del sonido; estos desarrollos tecnológicos
han configurado nuevas formas de escucha.
23
occidental es la única modalidad de conocimiento capaz de desentrañar la estructura
interna del mundo. Desde un enfoque crítico este axioma se denomina logocentrismo.
24
A pesar de las múltiples desavenencias entre empirismo e idealismo, el segundo sostiene
una postura similar al primero en lo que se refiere a la jerarquía de las facultades
psíquicas –establecida con base en la capacidad de las funciones mentales para dar a
conocer la realidad-. En Descartes la sensibilidad aparece como una facultad incapaz de
revelar con certidumbre la naturaleza del mundo y las cosas. Es célebre su ejemplo del
trozo de cera. Descartes observa una vela que arde. Sus sentidos le revelan
características de la vela que presumiblemente son verdaderas. Sin embargo, una vez
que la vela se consume, la ilusión se disipa:
¿Qué conocíamos tan distintamente en ese trozo de cera? No puede ser nada de lo que
he observado3 por el intermedio de los sentidos puesto que todas las cosas que caían bajo
el gusto, el olfato, la vista, el tacto y el oído, se hayan completamente transformadas;
sólo la cera subsiste (Descartes, 2001: 69).
Además de que los sentidos enmascaran la estructura interna del mundo, entorpecen el
desarrollo del conocimiento racional. Es necesario desembarazarse de ellos: “he
comprendido que hay muy pocas cosas corporales que conozcamos con absoluta
certeza [...] por eso me será ahora muy fácil apartar mi pensamiento de la consideración
de las cosas sensibles e imaginables, para llevarlo a la de las puramente inteligibles”
(ibid.: 82). El camino de la fenomenología cartesiana es el de un desembarazarse:
desvincularse de los sentidos que engañan, que impiden conocer con absoluta certeza la
verdad. Hay que recordar que en sus Meditaciones metafísicas Descartes prescinde de los
datos proporcionados por los sentidos con la finalidad de acceder al conocimiento
absoluto.
En Leibniz, otro representante del idealismo, hay una valoración similar de los sentidos.
Estos proporcionan ideas confusas de los objetos del mundo, únicamente la razón es
capaz de sustentar las ideas innatas: “creo que todos los pensamientos y actividades de
nuestra alma proceden de su propio fondo y no de las impresiones sensibles […] se
3 El énfasis es nuestro.
25
debe afirmar que hay ideas y principios que no proceden de los sentidos” (Leibniz,
2003: 93).
A pesar del impacto y hegemonía que este modelo ha ejercido en la epistemología de las
ciencias sociales y humanas occidentales, cada vez son más los aportes realizados desde
distintos campos como la antropología y la sociología que formulan críticas directas al
papel de la racionalidad y la observación en el desarrollo de la ciencia y en la vida
cotidiana de los individuos de distintas culturas.
Desde hace veinticinco siglos el saber occidental intenta ver el mundo. Todavía no ha
comprendido que el mundo no se mira, se oye. No se lee, se escucha […] Hoy la
mirada está en quiebra, ya no vemos nuestro futuro, hemos construido un presente
hecho de abstracción, de no-sentido y de silencio. Sin embargo, hay que aprender a
juzgar una sociedad por sus ruidos, por su arte y por sus fiestas más que por sus
estadísticas (2011: 11).
Otro tanto hace Nancy, al cuestionarse: “El filósofo no será quien entiende siempre (y
entiende todo) pero no puede escuchar o, más precisamente, quien neutraliza en sí
mismo la escucha, y ello para poder filosofar” (2007: 11). Para Nancy, la filosofía debe
abrirse a aquello que no se piensa racionalmente, a todas aquellas sensibilidades que son
26
ininteligibles para la razón occidental y que pueden abrir nuevas vías para la
comprensión sensible del mundo.
Nos encontramos4 todavía bajo la influencia de una tradición que ordenó jerárquicamente
la estructura de las capacidades psíquicas y asignó a lo sensorial –esto es, a la
percepción- un rango inferior al de las funciones reflexivas de entendimiento y razón
(2005:17).
4 Énfasis en el original.
27
percepción del propio cuerpo y de los problemas con el mundo externo- hacerse capaz
de articular su propia autorreferencia (ibid.: 18).
A las ideas de Luhmann se agregan las reflexiones de Feld sobre el sonido y la escucha.
Para Feld el sonido es capacidad de conocer, sobre todo en aquellos entornos que están
densamente cargados de sonoridad. Al referirse al origen del término acustemología
señala que “Acuné este nuevo término para reunir la acústica y la epistemología, para
argumentar por el sonido como una capacidad de conocer y un hábito de
conocimiento” (Feld, 2012: XVII). Como veremos a lo largo de este capítulo, Feld
representa una corriente en antropología que revalora al sonido y la escucha como
formas de ser en el mundo. El sonido proporciona elementos para orientarse en el
espacio físico pero también para crear comunidades acústicas y poner en circulación
símbolos y sentidos.
28
1.2 Estudios antropológicos del sonido. Los fundadores
Durante los cincuenta Colin Turnbull realizó el primer acercamiento a la cultura desde
la antropología del sonido. Turnbull vivió con los pigmeos centroafricanos BaMbuti,
con el propósito de estudiar las relaciones de este grupo con “las villas vecinas”
(Turnbull, 1962: 21). Aunque en muchos sentidos es una etnografía tradicional –que
aborda las relaciones de parentesco, cosmovisión, normas y valores sociales- destaca
como trabajo de escucha antropológica.
Es la primera vez que escuchaba que un grupo de pigmeos fuera tan silencioso.
Normalmente, a menos que estén cazando, son deliberadamente ruidosos, pero ahora
justo en el momento en que los leopardos podrían estar merodeando en busca de
comida, ellos parecían reacios a molestar al bosque y los animales que ocultaba […] Es
como si ellos fueran parte del silencio y la oscuridad del bosque” (ibid.: 74).
5Podríamos colocar en esta lista a Lévi-Strauss (2005) que consagró una parte de Mitológicas I al estudio del sonido
en los mitos. Quedan por analizar las razones por las que generalmente se le excluye en los antecedentes de la
antropología del sonido. A pesar de esto, algunos capítulos le son suficientes para plantear agudas observaciones
sobre el papel del ruido en los mitos que dan cuenta de la instauración del orden cósmico.
29
directamente a sonidos. La cultura descrita a partir de silencios, risas, llantos,
tonalidades y ruidos.
Años más tarde, a finales de la década de los setenta, Feld realizó una estancia de
campo de dos años con los kaluli de Nueva Guinea, que cristalizó en una de las obras
centrales de la antropología del sonido: Sound and Sentiment. Birds, Weeping, Poetics, and
Song in Kaluli Expression. Este libro contiene el análisis del sistema sonoro de los kaluli
en tanto que “sistema cultural” (Feld, 1990: 3). Esto quiere decir que Feld no estaba
interesado en el sonido per se, le interesaba como modelo y código de comunicación en
la vida de los nativos; en particular, quería destacar la forma en que el sonido
reafirmaba los valores y el ethos cultural. Como parte del sistema sonoro Feld analizó el
6El molimo es una suerte de trompeta alargada, construida con madera u otros materiales, que produce, según la
descripción de Turnbull, sonidos graves, largos y profundos.
30
llanto, los elementos poéticos de la expresión oral y el canto. Estas eran modalidades
sonoro-expresivas que amalgamaban prácticas colectivas de organización del sonido,
sentimientos colectivos, cosmovisiones, ideales estéticos y los sonidos del entorno -
particularmente de la avifauna-.
La tesis principal del libro de Feld es que las expresiones sonoras (llanto, poesía y
canción) “en su estructura musical y textual, son representaciones en espejo del círculo
simbólico construido por el mito del niño que se convirtió en un ave muni” (ibid.: 14).
El mito del ave muni 7, que se compone de siete núcleos temáticos, simboliza diversas
situaciones sociales y culturales como la reciprocidad, relaciones de fraternidad, soledad,
llanto, canto, aves, poesía y música. A través del mito se cristalizan “relaciones entre la
afectividad kaluli y su expresión en el llanto, la poesía y la canción” (ibid.: 14).
Por otro lado, a través del concepto acustemología reordenó la jerarquía de las
capacidades sensibles y cognoscitivas del hombre. La acustemología es un término que
reúne la “acústica y la epistemología, para argumentar que el sonido es una capacidad
de conocer y un hábito de conocimiento” (Feld, 2012: XVII). Al hablar de acustemología
reconoció a las formas de sensibilidad (en particular la audición y la producción de
7 El mito da cuenta de la transformación de un niño en ave muni luego de una serie de infortunios relacionados
con la pesca y desencuentros con su hermana mayor. Según Feld, el mito representa el aislamiento (encarnado en
la negativa de la hermana mayor de asistir al niño), la muerte simbólica y la pérdida de capacidades humanas,
simbolizadas en la transformación del niño en ave y la incapacidad para articular un discurso verbal.
31
sonidos) como modos fundamentales de ser y de orientarse en el espacio físico, social y
cultural 8. El sonido es conocimiento del mundo. Los kaluli tienen un conocimiento del
mundo que depende de su capacidad para reconocer y dotar de significado a los
acontecimientos sonoros que ocurren en el entorno. Pero aún más, el mundo social de
los kaluli es posible y está modelado por el entorno sonoro que les rodea y en el cual
participan activamente. Es en este punto donde encontramos la crítica más severa de
Feld al oculocentrismo y logocentrismo occidentales, al postular hábitos de
conocimiento que no dependen de la racionalidad sino de formas de sensibilidad.
8 El concepto de acustemología se acompaña de la noción de ambiente sonoro (aural environment). Los hábitos de
conocimiento basados en el sonido son fundamentales en aquellos nichos ecológicos, como los bosques y la selva,
que suministran información a los individuos a través de pistas y acontecimientos sonoros. Con la idea de
ambiente sonoro Feld recupera el componente acústico de la vida cultural y social.
9 Como resultado de su trabajo de campo Feld editó dos vinilos: Music of the Kaluli (1982) y Kaluli Weeping and Song
(1985). También editó en casete Voices in the Forest (Feld y Sinkler, 1983). En los noventa editó un disco compacto
con notas y fotografías titulado Voices of the Rainforest: Bosavi, Papua New Guinea (1991).
32
musicológico y el antropológico- aportaban explicaciones altamente fragmentarias de
las realidades sociomusicales. La perspectiva musicológica generó estudios sobre la
estructura formal de la música sin referirse a la matriz sociocultural, esto colocó la
música en el vacío social y cultural. Por otra parte, la perspectiva antropológica pasó
por alto las herramientas del análisis musicológico, lo que llevó a considerar
determinadas prácticas culturales y significados sin tener en cuenta los materiales
sonoros. La antropología de la música no puede limitarse al estudio de las estructuras
musicales de las sociedades no occidentales, debe dar cuenta de los “aspectos
simbólicos, estéticos, formales, psicológicos o físicos de la música” (Reynoso, 2006:
116).
Para esclarecer el fenómeno sociomusical Merriam propone un modelo que analiza tres
aspectos: a) Conceptualizaciones nativas sobre la música. Son los conceptos que los
grupos humanos elaboran sobre la naturaleza, características y organización del sonido
musical. b) Conducta en relación con la música. Son aquellas acciones desplegadas por
los sujetos para producir el sonido. Merriam entiende la conducta en tres sentidos:
conducta física necesaria para ejecutar la música y escuchar, conducta social y conducta
verbal –necesaria para expresar las construcciones conceptuales sobre la música-. c)
Música en sí misma o materiales sonoros que se producen a partir de ciertos
comportamientos. La música, como actividad socialmente regulada, es el resultado de
los tres aspectos: “sin conceptos sobre la música, la conducta no puede ocurrir, y sin
conducta, la música no puede ser producida” (ibid.: 33).
33
Otra aportación central de Merriam es su conceptualización de música como conducta
simbólica. La música tiene un carácter simbólico; esta puede funcionar como vehículo
de significación, símbolo no consumado o forma significante. Frente a la dificultad de
distinguir entre las nociones de signo, icono y símbolo Merriam propone que la música
se desenvuelve en el continuo signo-símbolo. La función que desempeña el sonido
musical depende del contexto sociocultural. En algunas situaciones puede funcionar
como signo, cuando su sentido es unilateral y acotado, en otras tiene un carácter
totalmente simbólico –por ejemplo, cuando transmite emociones-.
A finales de los noventa Le Breton (1997) publicó una de las obras fundamentales de la
antropología del sonido: El silencio. Esta obra es importante, en primer lugar, por su
capacidad de tematizar el silencio, un problema que por mucho tiempo se excluyó de
los debates antropológicos. En segundo lugar, ubica al silencio en la cuestión
propiamente antropológica, es decir, la producción de sentido a partir de un hecho
cultural. Pensar al silencio antropológicamente significa alejarse de las concepciones
simplistas que lo reducen a la ausencia de sonido para tratar de dilucidar las infinitas
posibilidades comunicativas o regímenes estéticos que se tejen en el cruce del silencio,
la estructura social, las relaciones de poder, el sistema cultural y las intenciones
comunicativas y motivos de los individuos. A lo largo del texto Le Breton analiza los
distintos tipos de silencio que se producen a partir del poder, la disciplina, la
espiritualidad y la muerte. El texto de Le Breton abre un debate, aún pendiente, sobre el
silencio y sus funciones en las dinámicas sociales y culturales. También abre la discusión
en torno a la posibilidad de una antropología del silencio.
El ruido es otro tema que recientemente captó la atención de los antropólogos. Como
veremos más adelante, el ruido y la contaminación sonora fueron dos de los motores
centrales para el desarrollo del World Soundscape Project (WSP). Debido a que Murray
Schafer, Truax y Westerkamp estaban preocupados por el caos sonoro de los entornos
urbanos, dirigieron gran parte de sus esfuerzos intelectuales a concebir mecanismos
para realizar una ingeniería del entorno acústico. Murray Schafer, en particular, estaba
convencido de que ciertos sonidos indeseables debían desaparecer. Debido a que estos
35
investigadores soslayaron las dinámicas socioculturales y políticas que subyacen al
problema del ruido, el diseño acústico se transformó en un dispositivo de censura y
silenciamiento. La perspectiva higienista que adoptaron estos investigadores les impidió
captar las dimensiones socioculturales y políticas del ruido.
En segundo lugar, reconocen el ruido como una presencia permanente y ubicua en las
sociedades urbanas y por ende como un elemento consustancial a las relaciones
sociales. El ruido simboliza, en la esfera de la sonoridad, la dinámica, el conflicto y la
inestabilidad inherente a toda formación social. Pero también la capacidad de generar
nuevos productos culturales y relaciones sociales a partir de acontecimientos que
implican rupturas en el ordenamiento de las relaciones sociales, el espacio simbólico y
por supuesto, el espacio sonoro.
Algunos de los investigadores que abordan el problema del ruido son Domínguez
(2012; 2014), LaBelle (2010) y Carter (2004). Domínguez (2012; 2014) analizó las
formas en que los habitantes de la Ciudad de México conviven con el caos sonoro. Una
de sus principales conclusiones es que las personas desarrollan estrategias de ajuste a
través de las cuales se relacionan con el ruido e incluso lo incorporan a sus actividades
cotidianas.
36
En su obra sobre territorios acústicos LaBelle (2010) realizó un elogio del ruido.
LaBelle se apoyó en las ideas de Sennett (1992) quien supone que el caos tiene una
función productiva en el entorno urbano ya que nos acerca a los otros que son distintos
a nosotros, es decir, nos enfrenta con todas las formas de alteridad, de las más a las
menos extremas; a partir de este encuentro el habitante de la urbe despliega habilidades
cívicas para generar acuerdos que le permitan convivir con aquellos que son distintos 10.
Para LaBelle el ruido nos enfrenta con otras formas de vida y establece el punto inicial
para nuevas posibilidades de relación social: “el ruido puede ofrecer una entrada
productiva en la vida de la comunidad mediante la disrupción. Causando desorden, el
ruido garantiza la oportunidad de experimentar totalmente al otro, como alguien que
excede mis propias experiencias” (LaBelle, 2010: 62).
En una línea de análisis similar a LaBelle, Carter (2004) propone modificar el lugar que
se le asigna al ruido en el modelo clásico de la comunicación. Si en el modelo clásico el
ruido es aquello que interfiere o desfigura totalmente el mensaje, en la perspectiva de
Carter es un mecanismo de transformación cultural: “Una vez que el ruido se readmite
en el proyecto de escuchar la cultura, su carácter cambia. Deja de ser un impedimento
de la comunicación. En lugar de ello, se puede representar como el deseo de comunicar
diferente” (2004: 58). Para Carter el ruido, la interferencia y la mala escucha (mishearing)
son posibilidades comunicativas. Representan la posibilidad de generar nuevos sentidos
y significados. Como podemos observar, para LaBelle y Carter el ruido es un elemento
que dinamiza la cultura y los procesos comunicativos.
10En Modernidad líquida Bauman (2004) se pronuncia, al igual que Sennett, en contra de la funcionalización del
espacio urbano ya que nos aleja de lo heterogéneo y destruye nuestra capacidad para relacionarnos cívicamente, es
decir, para negociar el espacio urbano.
37
Es en las últimas décadas que la antropología reparó en la articulación entre sonoridad
y poder. En la obra de Le Breton encontramos delineadas algunas relaciones entre el
silencio y el poder; la figura estética de la censura nace de la capacidad del poder para
crear silencios e impedir el flujo de los sonidos y sentidos. Attali (2011), cuya obra
discutiremos más adelante, aborda la relación entre censura y totalitarismo.
Samuel Araújo (2006, 2013) y Araújo y el Grupo Musicultura (2010) han reflexionado
sobre las implicaciones políticas de la praxis sonora en comunidades brasileñas
atravesadas por la violencia del narcotráfico, el ejército y la policía. Estos autores
entienden la praxis sonora como el conjunto de ideas y comportamientos que orbitan
alrededor del sonido; además, consideran que la praxis siempre tiene implicaciones
políticas. A través del concepto de praxis sonora Araújo y el Grupo Musicultura
observan las formas en que los residentes de la favela resisten los poderes de derecho
(el Estado) y de hecho (el narcotráfico) y las maneras en que dotan de sentido a su
entorno por medio de comportamientos y discursos sobre el sonido.
38
y posteriormente franquistas y antifranquistas, a rituales sonoros performativos, en
donde las demandas se hacen públicas a través de expresiones carnavalescas como la
street party y el sound system. Gran parte de las marchas realizadas desde finales de los
noventa han tenido como elemento central la utilización de nuevas estrategias sonoras
que constituyen nuevas formas de articular demandas e interpelar al poder.
Concluiremos este apartado con una mención al trabajo de Ochoa Gautier (2014)
titulado Aurality. Aunque es una obra que está mucho más cercana a la antropología de
la escucha que a la antropología del sonido, ya que reconstruye las prácticas de escucha
desplegadas en Colombia durante el siglo XIX que contribuyeron a edificar los pares de
categorías de naturaleza-cultura y humano-no humano, es destacable por el abordaje
metodológico y el papel que atribuye a los distintos tipos de escuchas en la
construcción del mundo sociocultural poscolonial. A nivel metodológico cabe destacar
que la autora reconstruye la historia de la escucha a partir de distintos tipos de
inscripción de la sonoridad: desde los relatos de viaje, pasando por la literatura, hasta
39
los sistemas de notación musical; en este sentido afirma que “La escucha no es una
práctica contenida y disponible para el historiador en un documento, en vez de ello,
está enredada en múltiples textualidades” (Ochoa, 2014: 7). Una sociedad, por tanto,
desparrama sus concepciones sobre la escucha en distintos textos.
Por otra parte, y en línea con la propuesta de Baker (2011) sobre la ciudad resonante,
Ochoa afirma que las ciudades latinoamericanas coloniales, y la distribución desigual del
poder en el espacio público, fueron el resultado tanto de la palabra escrita como de
técnicas auditivas, formas de escucha, que organizaron, muchas veces en torno a la
exclusión y el racismo, la alteridad que se expresaba en la diversidad sonora
característica de las naciones pluriculturales y pluriétnicas.
Los estudios del sonido no son, en sentido estricto, un campo disciplinar con un
conjunto orientaciones epistemológicas, objetos y métodos de investigación unificados
o claramente definidos. Son un campo de investigaciones heterogéneas que giran
alrededor de la problemática del sonido. De esto dan cuenta las distintas disciplinas
desde las cuales se ha reflexionado sobre el sonido: composición, ciencias de la
comunicación, filosofía, estética, arquitectura, geografía, entre otras. De este campo
que cotidianamente genera nuevas investigaciones retomamos, para fines de nuestra
investigación, a los siguientes autores: Murray Schafer, Truax, Westerkamp y Sterne.
Adicionalmente, recuperamos algunas aportaciones de Amphoux, Augoyard y Torgue,
representantes de los estudios de los ambientes sonoros; la sección concluye con
40
algunas consideraciones en torno al territorio sonoro, propuesto por LaBelle. En estos
autores encontramos elementos fundamentales para delinear el programa de la
antropología del sonido.
Es justo decir que más que un concepto, el paisaje es una forma de habérselas con la
realidad sonora; el paisaje designa “cualquier campo acústico de estudio. Podemos
hablar de una composición musical como un paisaje sonoro, o de un programa de radio
como un pasaje sonoro, o de un ambiente acústico como un paisaje sonoro” (Murray,
1994:7). El paisaje, por tanto, es un fragmento de la totalidad de los acontecimientos
sonoros que el investigador aísla con el propósito de comprenderlo.
A través del paisaje sonoro Murray insertó los sonidos de las ciudades, aparentemente
caóticos e inestructurados, en una trama de relaciones de figura-fondo; la triple
distinción tono, señales y marcas sonoras alude a los distintos estratos sonoros que
están presentes en el entorno urbano y que generan experiencias de escucha
diferenciadas y transmiten distintos sentidos y significados.
Por otra parte el paisaje sonoro, tal y como lo conceptualiza Murray, enfatiza la escucha
del investigador 11. Esto lo aleja de la imaginación antropológica presente en Feld,
Turnbull y Seeger –que los lleva a preguntarse por la escucha nativa y las aportaciones
del sonido en el mantenimiento del orden social y cultural-. En la obra de Truax, que
colaboró con Murray Schafer el en WSP, hay una reelaboración del concepto de paisaje
sonoro que lo acerca al estudio antropológico del sonido y la cultura.
11 Samuels et al. (2010) realizaron una revisión de la literatura que aborda el problema de la sonoridad y la cultura.
Para estos autores el paisaje sonoro es una categoría capaz de articular las reflexiones en torno al sonido, la
escucha y las mediaciones tecnológicas de la escucha y la producción de sonidos. Truax también propuso una
lectura antropológica del paisaje sonoro que lo llevó a enfatizar la significación y sentido que se genera a partir del
hecho sonoro. Aunque es evidente que la noción de paisaje sonoro ha experimentado deslizamientos en la
significación que Murray le atribuyó en The Soundscape, nosotros nos distanciamos de este concepto por considerar
que el estudio de los actores y la acción colectiva demanda un enfoque teórico que enfatice los agenciamientos de
los sujetos en el entorno sonoro y que demuestre, en última instancia, que la matriz sonora de la cultura es el
resultado de acciones individuales y colectivas.
42
Para definir el paisaje sonoro Truax parte de una perspectiva comunicacional. Esta
crítica el modelo de intercambio de energía sonora que evalúa la transmisión de una
onda sonora en términos de eficiencia, las variables que la afectan y los elementos que
generan distorsión –ruidos-. Para el modelo del intercambio existen respuestas
psicoacústicas universales para cada parámetro del sonido (Truax, 1984).
43
preocupa por el comportamiento de las ondas sonoras y cuestionarse por el
funcionamiento del sonido al interior de los grupos humanos.
Westerkamp aporta una reflexión que complementa las ideas de Murray y de Truax. En
Murray Schafer, el paisaje sonoro aparece como una esfera preconstituida, modelada
principalmente por macroprocesos tecnológicos y económicos. En su reflexión sobre la
música ambiental Westerkamp coloca sobre la mesa de discusión la relación entre la
escucha y las prácticas productoras de sonido (soundmaking).
44
enmascara los sonidos indeseados y produce silencio, suprime la necesidad de hablar,
gritar, reír y cantar.
Los habitantes de las grandes urbes, señala Westerkamp, han perdido la capacidad de
reconocerse como productores de sonidos, como agentes –constructores- del entorno
sonoro que les rodea. La ciudad, un ambiente de baja fidelidad, inhibe el deseo de hacer
ruidos: “los ambientes de alta fidelidad, nos ponen en contacto con el deseo de hacer
sonidos […] Muchas personas de la ciudad no son conscientes de ellas mismas como
productoras de sonido” (ibid.: 15).
Una idea presente en los trabajos de Murray Schafer, Truax y Westerkamp, que
reaparece los trabajos de otros investigadores, es el mejoramiento del entorno sonoro
urbano. Murray Schafer concibe una ingeniería del entorno sonoro llamada diseño
acústico, que desde una perspectiva multidisciplinar aporta “recomendaciones
inteligentes para su mejoramiento –del paisaje sonoro-” (Murray, 1994: 4). En estos tres
investigadores también hay una suerte de romantización de los entornos sonoros no
urbanos o premodernos, que son descritos en términos de alta fidelidad, lo que significa
que permiten que el sujeto obtenga información del entorno y aporte sonidos para
construir el espacio social y simbólico. Estos últimos rasgos de la obra de estos
investigadores contribuyen poco al desarrollo de la antropología del sonido, a pesar de
ello, las investigaciones que reseñamos son momentos fundamentales en la
problematización sociológica y antropológica del sonido y su relación con la cultura.
Una de las aportaciones centrales del Cresson es la elaboración de una tipología de las
formas en que los urbícolas, en calidad de escuchas, se relacionan con el espacio sonoro
urbano. Existen tres formas distintas de escuchar el entorno urbano; cada experiencia
auditiva corresponde con una perspectiva distinta de la identidad sónica urbana:
ambiente sonoro, milieu y paisaje sonoro.
Hasta este punto es posible observar que las preocupaciones de los investigadores de
los estudios del sonido y de los entornos sonoros se centran la escucha y la sonoridad
del entorno urbano. Otro rasgo común a las investigaciones del sonido es la atención
que se otorga al problema de la temporalidad: los hechos sonoros se despliegan a lo
largo del tiempo; tienen un antes, un ahora y un después (Ihde, 2007);
desafortunadamente, al enfatizar la dimensión temporal se enmascara el hecho de que la
sonoridad tiene un componente espacial, los acontecimientos acústicos están
espacializados. Escuchar un sonido es escuchar el espacio en que ocurre. Augoyard
(1995) y Augoyard y Torgue (2005) introducen el problema del espacio en la
comprensión del sonido y las experiencias auditivas. Por medio del concepto de efecto
sónico estos autores engarzan la fisicalidad del espacio, el entorno cultural y el ambiente
sonoro subjetivo del individuo.
Augoyard y Torgue plantean el concepto de efecto sónico mediante un diálogo con las
ideas de paisaje sonoro de Murray Schafer (1994) y de objeto sonoro de Pierre
Schaeffer (2003). El paisaje sonoro, como hemos visto, se compone de la totalidad de
los sonidos de un campo determinado. Por otra parte, con el concepto de objeto
sonoro Schaeffer describe cualquier sonido del ambiente. Para Augoyard y Torgue
estos conceptos son incapaces de explicar satisfactoriamente el entorno sonoro; en el
caso del paisaje esto se debe a su generalidad y falta de claridad, en el caso del objeto
47
sonoro a la dificultad de estudiar un sonido concreto en ambientes donde se traslapan
distintas capas acústicas –los ambientes urbanos-.
Los distintos efectos sónicos descritos en el texto Sonic Experience son comprensibles
únicamente a la luz de esta intersección. Según explican los autores, la reverberación,
que consiste en la adición de sonidos reflejados por el espacio a una señal directa,
depende de las características físicas del espacio (capacidad de reflejar el sonido y
absorción). Dicho en otros términos, en la reverberación escuchamos el sonido y el
espacio.
Como si esto no fuera suficiente, LaBelle propone que las figuras del sonido –el eco, el
ritmo y la vibración- son formas de conocimiento del mundo o micro-epistemologías:
“El sonido crea una geografía relacional que generalmente es emocional, contenciosa,
12El paisaje es aquello que se presenta al espectador. No es el resultado de acciones que el espectador realiza
sobre el mundo.
48
fluida, y que estimula una forma de conocimiento que se mueve dentro y fuera de
cuerpo” (LaBelle, 2010: XXV). A través de la figuras del sonido son audibles otras
facetas de la ciudad –por ejemplo, la vida que se desarrolla en el subsuelo, el metro y las
alcantarillas- y de la organización del espacio doméstico –a través de las prácticas de
silenciamiento y la regulación de las emisiones sonoras corporales-.
Para concluir este apartado haremos la siguiente observación: en los últimos 20 años
hemos atestiguado un creciente interés por los estudios del sonido, que se ha
materializado en libros, revistas y encuentros académicos. En cuanto a los libros
podemos mencionar Hearing Cultures, editado por Veit Erlmann (2004b), que contiene
artículos en torno al sonido, las prácticas de escucha y la tecnología. También está la
compilación The Sound Studies Reader, editada por Sterne (2012) que contiene ensayos
sobre la escucha, el silencio, la grabación y las artes sonoras. Por otra parte, la
compilación de Brabec, Lewy y García sobre el sonido en las culturas indígenas
sudamericanas analiza “cuestiones relacionadas con la percepción y la producción de
sonidos, las ontologías, el animismo, el perspectivismo” (2015: 7).
Los estudios del sonido también han ganado espacio en las publicaciones periódicas.
Como muestra de ello tenemos el Journal of Sonic Studies, que ha dedicado sus esfuerzos a
reflexionar, entre otras cosas, sobre la ciudad, el espacio y el arte. También está
Soundscape. The Journal of Acoustic Ecology, que se editó hasta 2007; en sus distintos
volúmenes hay reflexiones sobre el diseño acústico, la escucha y la tecnología.
49
A finales de los setenta Jaques Attali escribió un ensayo sobre la economía política de la
música titulado Ruidos. En el texto, el autor da cuenta de las metamorfosis que ha
experimentado la creación, difusión y escucha de la música por efecto del poder y los
cambios en las formas de organización económica. De ser un elemento central en el
sacrificio y el ritual, la música experimentó una serie de transformaciones que la
llevaron a insertarse en la circulación de mercancías y a convertirse en el emblema de la
economía política de los signos.
Por otra parte, Attali propone una concepción del ruido alejada de aquella que lo define
como desecho sonoro. En el campo de la música, el ruido es un elemento central en el
cambio cultural y el desarrollo de nuevos códigos o gramáticas sonoras. El ruido es
cualquier nueva sintaxis que se opone a la sintaxis existente: “el paso de las escalas
griegas y medievales a la escala temperada y a las gamas puede interpretase como la
agresión contra un código dominante por un ruido” (ibid.: 55). El ruido es un código
50
que lucha por institucionalizarse; una vez que logra esto, tendrá que luchar con aquellos
códigos que agredan su hegemonía. La historia de la música es, por tanto, la historia de
las sucesivas liquidaciones e institucionalizaciones de códigos. Bajo esta perspectiva, el
ruido es un elemento central en la dinámica y la transformación cultural.
Uno de los artistas que contribuyó al proceso de descodificación musical, descrito por
Deleuze (2013), que supuso el debilitamiento de las fronteras entre sonoridades
musicales y no musicales, fue Luigi Russolo. El arte de los ruidos. Manifiesto futurista (1996),
publicado en 1913, señala un momento central en la conciencia que el siglo XX
desarrolló sobre el sonido. Al darse cuenta de la complejización de los entornos sónicos
urbanos, de la gran variedad de ruidos que producían las máquinas, Russolo propuso
ampliar el repertorio tímbrico y armónico de la música occidental para dar cabida a los
sonidos-ruidos: “el sonido musical está excesivamente limitado en la variedad cualitativa
de los timbres […] Hay que romper este círculo restringido de sonidos puros y
conquistar la variedad infinita de sonidos-ruidos” (1996: 9).
A la luz de la socioantropología del sonido la obra de este autor es relevante por dos
razones. La escucha de Russolo, al igual que la de Cage y Feld, está desmusicalizada. El
arte de los ruidos señala la apertura del campo musical a todas las sonoridades
extramusicales. El oído de Russolo tiende hacia todos los sonidos. En segundo lugar,
hay una revaloración del ruido en tanto que objeto de aprehensión estética; la
revaloración lleva a incluirlo en la obra musical y, por ende, lo convierte en objeto de
escucha y percepción estética. Con respecto a nuestro enfoque socioantropológico del
sonido, el segundo punto se traduce en la aprehensión antropológica de todos los
sonidos de la cultura.
51
los estudios musicológicos tradicionales que distinguían rígidamente entre sonidos
musicales y no musicales de una cultura.
Su reflexión sobre el silencio también tiene un carácter seminal para la antropología del
sonido. Desde la óptica de la socioantropología del sonido la composición cageiana
4’33’’ es un momento fundamental en la problematización del silencio. Con esta obra se
pone en tela de juicio la idea del silencio como una duración exenta de cualquier
sonido. Al silenciar al intérprete se abre el espacio acústico a todos aquellos sonidos que
ocurren en la sala de conciertos. El silencio no es la ausencia de sonido, “el silencio es
todo aquello del sonido que no tiene una intención” (Cage en Kahn, 1997: 558). No
hay que ver en la obra de Cage una negativa a reconocer la existencia del silencio. El
silencio está ahí, es un hecho cultural. La obra 4’33’’ nos llama a cuestionar las viejas
maneras en que se conceptualiza el silencio. Con el trabajo de Cage se desdibujan las
fronteras entre sonido y silencio: el sonido es una constante en la realidad sociocultural,
lo que cambia es el grado de intencionalidad con que se produce.
52
invaluable ya que nos enseña a estar abiertos a todos los acontecimientos sonoros de la
cultura sin juzgar de antemano su valor estético o utilidad social. En sus conversaciones
con Daniel Charles, al referirse al ruido apuntó: “creo lícito extraer, de mi experiencia,
la idea de que nuestra actitud estética debería abrirse cada vez más a todo lo que nos
pueda suceder” (Cage 2007: 111).
Por otro lado, Ihde aporta una caracterización del campo auditivo fundamental para
comprender el trabajo de escucha antropológica así como la escucha nativa. El campo
auditivo es el lugar en que se sitúan los acontecimientos sonoros; delimita la ocurrencia
de los sonidos. Ihde encuentra ciertos paralelismos entre el campo visual y el campo
sonoro; el más importante es la focalización, es decir, el hecho de que la atención se
53
orienta a determinados acontecimientos. Aunque el oído es, a decir de algunos autores,
un sentido abierto, tiene la capacidad de concentrarse en determinados hechos del
campo socioacústico. Además de ello, atiende a los acontecimientos con distintos
grados de tensión (Nancy, 2007). El antropólogo debe recordar, por tanto, que su
escucha generalmente se dirige a ciertos acontecimientos de un nicho sociocultural. Por
otra parte, debe reconocer los agenciamientos desplegados por los sujetos en la
construcción de su entorno aural y sonoro.
54
que el sonido funciona como señal, signo, ícono y símbolo que posee una relevancia
antropológica. Su capacidad para transmitir todo tipo de sentidos –desde aquellos que
se formulan a través de la palabra hablada, hasta aquellos que tienen un contenido
eminentemente afectivo- y generar situaciones comunicativas lo convierten en un
objeto de reflexión antropológica. Por otra parte, en la medida en que el sonido anuda
relaciones sociales, construye comunidades, expresa retículas y distribuciones de poder
y posibilita modalidades de acción individual y colectiva es objeto de análisis
sociológico.
55
que el sonido contribuye a modelar –aunque sea parcialmente- el universo simbólico y
las acciones orientadas a la producción de sentido. Denominamos a esta perspectiva la
determinación de la cultura y la sociedad por lo sonoro. Por otra parte, también
esclarece el papel de la cultura y las relaciones sociales en la conformación de lo sonoro,
en particular a nivel de comportamientos colectivos orientados a la producción de
sonidos y los conocimientos requeridos para producirlos 13. Denominamos a esta
perspectiva la determinación de lo sonoro por la cultura y la sociedad. Al explicitar estas
perspectivas podemos regresar a nuestro concepto de socioantropología del sonido y
afirmar que en el centro de esta nueva rama del conocimiento se encuentra el problema
de la determinación recíproca del sonido y la cultura.
13En Sound Structure as Social Structure, Feld (1984) analizó el impacto de la organización social igualitaria de los
kaluli en sus estructuras sonoras. De acuerdo con sus hallazgos, la sociedad kaluli promueve la participación de
todos sus integrantes en la producción de sonidos: “todos los kaluli deben convertirse en un hacedor competente,
reconocedor, usuario e intérprete de los patrones sonoros culturales y naturales” (Feld, 1984: 389).
56
determinados recursos sonoros como la música, himnos, consignas, gritos, risas y
silencios contribuye al logro de los objetivos políticos y culturales de los actores
colectivos. En última instancia, es un intento por aportar elementos que permitan
ponderar la importancia del sonido en una forma particular de acción colectiva
desplegada por los movimientos sociales: la marcha de protesta.
¿Cuándo es lícito afirmar que nos encontramos frente a un giro o punto de inflexión en
el quehacer científico, y en particular, en el quehacer antropológico y sociológico? ¿En
qué consiste el giro sonoro en antropología? Antes de caracterizar al giro sonoro es
necesario hacer tres consideraciones sobre aquello que entendemos por giro.
57
Un giro es un cambio o inflexión en las tendencias de investigación dominantes (si bien
no supone la ruptura total con las tendencias hegemónicas) y posee las siguientes
características. En primer lugar, cuestiona los resortes epistemológicos de las tendencias
dominantes (cuestionamiento de la epistemología dominante), la manera en que se
produce conocimiento y la jerarquización de las facultades cognitivas. En segundo
lugar, el giro no se limita a ampliar el universo de los objetos de estudio, tematiza
aquellos problemas que la investigación previa soslayó por considerarlos carentes de
relevancia científica (tematización de nuevas problemáticas). Finalmente, a través del
giro se cuestionan los métodos tradicionales de investigación y se incorporan nuevos
que sean acordes con la naturaleza de los problemas tematizados (incorporación de
nuevos métodos de investigación). La antropología del sonido cumple, en cierto grado,
con estas tres características.
58
acontecimientos para incrementar la comprensión de la cultura (Erlmann, 2004; Titon,
2008). También replantea el estatuto de la grabación y los documentos sonoros: de
soportes de la observación y los registros escritos a etnografías a partir de las cuales se
promueve la comprensión y se produce sentido sobre una cultura (Feld, 2012; Seeger,
2015).
59
60
Capítulo 2. Escuchas antropológicas. Esbozo metodológico para el estudio de la
sonoridad de las marchas de protesta
Introducción al capítulo
¿En qué consiste una antropología sonora? ¿Existen diferencias entre la antropología
sonora y la antropología del sonido? Es necesario reconocer que la última pregunta
suscita la impresión de que antropología sonora y antropología del sonido son dos
formas de nombrar la relación entre antropología y sonido. La diferencia entrambas
sería puramente nominal. Pero las cosas no son así, sus diferencias no son puramente
nominales. La antropología del sonido, cuyos orígenes se encuentran en los trabajos de
Steven Feld y Colin Turnbull, es aquella rama de la antropología que investiga las
formas en que el sonido contribuye a la constitución de la cultura; también analiza
cómo es que determinadas orientaciones culturales y criterios estéticos inciden en la
estructuración de la esfera sonora.
Una antropología sonora, por otra parte, es cualquier rama de la antropología que
incorpora conscientemente la dimensión de la escucha y la sonoridad en el trabajo
etnográfico. Más que una rama de la antropología es un conjunto de herramientas
metodológicas y disposiciones perceptuales que el antropólogo utiliza durante el trabajo
de campo. La antropología sonora consiste, por tanto, en una disposición del
antropólogo, en la apertura a los sonidos que se generan en el marco de determinados
procesos socioculturales e interacciones históricamente situadas. A través de esta
disposición se recupera la dimensión sonora de la cultura y la sociedad.
Como puede observarse, antropología del sonido y antropología sonora designan cosas
diferentes. La primera constituye propiamente una rama de la antropología cuyo objeto
de reflexión son los sonidos, la praxis sonora de actores colectivos e individuales así
como las distintas experiencias de escucha situadas históricamente. La antropología
sonora es un conjunto de herramientas de escucha para recuperar la sonoridad de los
procesos socioculturales.
61
En el primer capítulo de este trabajo consignamos los debates conceptuales que
conforman el campo de la antropología del sonido. Una conclusión general que se
desprende de la revisión de los textos es la siguiente: la sonoridad desempeña un papel
fundamental en estructuración de situaciones sociales, la vida social de los símbolos y
signos y la constitución de la experiencia humana y la subjetividad. Esta conclusión nos
llevó a preguntarnos por la relación entre la sonoridad y la acción colectiva contenciosa
que se desarrolla durante las marchas de protesta.
El presente capítulo contiene una breve descripción de las líneas metodológicas que
orientaron el trabajo de escucha antropológica en las marchas. El trabajo de campo se
encaminó a recabar información de las dos dimensiones de la praxis sonora, a saber, los
comportamientos productores de sonidos y los sentidos y símbolos puestos en
circulación a través del sonido. En un primer momento se recabó información para
analizar las formas sonoro-expresivas; en un segundo momento se recolectaron datos
que permitieron reconstruir los repertorios y performances sonoros de actores
colectivos particulares.
62
cultura es un texto interpretable, al proponer que las culturas sean entendidas a partir
del sonido 14, como hechos sonoros que transcurren en el tiempo (Titon, 2008).
14Titon se declara enfáticamente en contra de la tendencia posestructuralista a “textualizar todo” (2008: 28). En
vez de tratar el hecho cultural como texto interpretable se debe experimentar como “un performance musical”
(Titon, 2008: 29).
63
2.1.1 Oír y escuchar
15 Por función general del oído nos referimos a todas las modalidades sensorio-perceptuales vinculadas con la
sonoridad. Oír y escuchar son, desde esta perspectiva, modalidades de la función general del oído. Utilizamos
función general del oído y audición como sinónimos. Reservamos el término escucha para el acto de desentrañar
el sentido de una emisión sonora y la orientación espacial y temporal.
64
sus cercanías” (2014: 628). El acto de oír no demanda atención activa; mucho menos se
orienta a desentrañar el sentido de una emisión particular.
Por otra parte, escuchar es una facultad activa, intencional. Supone un sujeto que dirige
su atención al mundo con la finalidad de orientarse, comprender y determinar algo. La
escucha pretende desentrañar el sentido: “Como una precondición de la comunicación
con otro, la escucha es intencional. En contraste con la persona que oye
desinteresadamente […] el escucha está detrás de los rastros de significado” (Carter,
2004: 44)
Para fines de esta investigación caracterizaremos el acto de oír como un estado simple o
relajado. El acto de escuchar es un estado tenso. En este punto nos apegamos a la
distinción propuesta por Nancy entre estados simples y tensos de las modalidades
sensoriales: “Cada orden sensorial entraña así su naturaleza simple y su estado tenso,
atento o ansioso: ver y mirar, oler y husmear y olfatear, gustar y paladear, tocar y tantear
o palpar, oír y escuchar” (2007: 17). Más que una metáfora, el concepto de estado tenso
enfatiza el hecho de que la escucha, y en particular la que realizan los antropólogos, los
músicos y las personas privadas de vista, significa “aguzar el oído” (ibid.: 17), dirigir la
consciencia hacia hechos sonoros específicos para comprender los sentidos, tanto los
que están mediados lingüísticamente como aquellos que están elaborados a través de la
emotividad y la corporalidad.
65
A partir de estas reflexiones surgen nuevas interrogantes: ¿qué tipo de audición es la
que realiza el antropólogo? En caso de que ejerza una audición tensa, ¿cómo se opera el
tránsito del estado simple al estado tenso?
De acuerdo con Husserl, la consciencia siempre es consciencia de algo: “es útil recordar
lo antedicho con respecto al carácter intencional de todas nuestras cogitaciones. Estas
son esencial y necesariamente cogitaciones de algo 16” (Schutz, 2003: 117). Incluso
cuando la consciencia se toma a sí misma como objeto de reflexión. La consciencia
sonora también es intencional: ser consciente, es tener consciencia de algún sonido
(Idhe, 2007). La consciencia sonora es direccional: selecciona alguno de los sonidos que
ocurren en el entorno o que están contenidos en la memoria y lo aprehende, si bien con
distintos niveles de tensión. El nivel de tensión determina el tipo de criterios que el
escucha utiliza para caracterizar los sonidos: una persona puede hablar de un sonido en
términos de su intensidad o tonalidad; lo puede caracterizar como algo bello u horrible;
también puede evaluarlo como algo cómodo o incómodo (Amphoux, 1994).
Aunque el campo sonoro tiene como principal característica la inmersión del sujeto que
oye o escucha, la audición siempre se realiza desde un lugar concreto. En efecto, el
lugar de la audición es físico, aunque también es el momento en que ocurre y el
16 Énfasis en el original.
66
conjunto de coordenadas socioculturales que han modelado la escucha a lo largo del
tiempo. El punto de escucha es el conjunto de coordenadas desde el cual un sujeto hace
frente al campo sonoro con la finalidad de aprehender una fracción de los
acontecimientos: por la tarde, alguien escucha un sonido desde la habitación de su
cuarto y reconoce que se trata del canto un ave. Es capaz de determinar que se trata de
la voz de un ave porque ha vivido rodeado de aves y para su cultura es fundamental ser
capaz de realizar ese tipo de distinciones.
Para la escucha antropológica estas nociones son fundamentales en dos sentidos. Por
un lado, el antropólogo es aquel que dirige su atención a ciertos acontecimientos
sonoros. Dirige su atención desde un conjunto de coordenadas temporales, espaciales y
socioculturales. Por otro lado, los sujetos que pertenecen a una cultura determinada
experimentan el entorno sonoro desde un lugar concreto y su atención se centra en
ciertos acontecimientos que consideran relevantes. La antropología del sonido solo es
posible cuando se reconoce que la escucha –del antropólogo y el nativo- está emplazada
y que las características del campo sonoro limitan de manera importante la manera en
que se edifica el territorio sonoro. La antropología del sonido es la reflexión del
antropólogo y el nativo que tratan de comprender las dimensiones socioculturales de la
sonoridad (Seeger, 2015; Feld, 1990)
67
2.2 El trabajo de escucha antropológica. Del estado relajado al estado tenso
En primer lugar, debemos establecer que las modalidades de audición desplegadas por
el antropólogo dependen de la naturaleza de la situación o los hechos que desea
comprender. En nuestro caso, pretendemos comprender un acontecimiento sonoro
complejo, con múltiples actores individuales y colectivos concentrados en un espacio y
tiempo delimitados, en donde predomina la locomoción colectiva, con infinitos puntos
de producción de sonoridad individual y colectiva, traslapes sonoros y una densa trama
de sentido que enmarca y es el resultado del quehacer de todos los actores.
Pero supongamos ahora que yo escucho a ese interlocutor. Ello significa que no
escucho el sonido de su voz. Me vuelvo hacia él, dócil a su intención de comunicarme
algo, dispuesto a no escuchar, de todo lo que se le ofrezca a mi oído, más que lo que
tenga valor de indicación semántica (2003: 63).
Con los conceptos aportados hasta este momento podemos definir la escucha
antropológica como un complejo dispositivo de recolección de datos, que supone fases con distintos
niveles de tensión de la audición del antropólogo y sus interlocutores, y análisis e interpretación del
17 Cada vez son más los trabajos que dan cuenta de la importancia de la afectividad y las emociones en los
movimientos sociales y la protesta. Al respecto se pueden consultar las investigaciones de Jasper (1998; 2011),
Jacobsson y Lindblom (2013) y Poma y Gravante (2017).
69
sentido que se edifica en la intersección de los intereses y experiencias del antropólogo y los sentidos que
los sujetos enlazan a sus prácticas.
70
antropólogo debe optar por registrar ciertos acontecimientos y soslayar una gran
cantidad de hechos sonoros que no se repetirán.
71
seleccionamos puntos de escucha que potencializan las producciones sonoras y
densifican la trama de sentido de la acción social.
El punto de escucha fijo genera una gran masa de registros en audio y video. En
nuestro caso esta estrategia fue fundamental para recoger un gran volumen de datos
etnográficos que nos permitiera construir una categorización y análisis empíricamente
fundamentado de las principales expresiones sonoras utilizadas en la marcha. La
estrategia tiene dos desventajas. En primer lugar, el antropólogo debe contar con los
recursos necesarios para identificar al tipo de actor que está detrás de un
acontecimiento sonoro particular. De otra manera, resulta imposible analizar el sentido
de una proferencia. En segundo lugar, impide que el antropólogo reconstruya el
performance o actuación y repertorio sonoro de un actor particular. Y al ser incapaz de
reconstruir el performance se pierde la posibilidad de entender la relación del
performance con el espacio físico y simbólico de la marcha.
El punto escucha móvil es una estrategia que consiste en desplazarse a lo largo del
espacio para generar registros sonoros de un actor particular (o varios actores) en los
distintos momentos de la marcha. Es esta estrategia no hay coordenadas espaciales
desde las cuales se registra el sonido. El antropólogo constituye la única referencia
estable desde la cual se realiza la escucha. Todos los registros se producen a lo largo del
desplazamiento.
Las decisiones que se deben tomar al optar por esta estrategia son distintas a las del
punto de escucha fijo. Se orientan a identificar actores sociales que destaquen por las
particularidades de su repertorio o ejecución sonora o su importancia simbólica en la
movilización. También se orientan por la selección de actores contrastantes que
72
permitan entender los distintos usos de la expresividad sonora en las marchas de
protesta.
Aunque el término punto de escucha móvil sugiere que el espacio es irrelevante, no ocurre
así. De hecho, el punto de escucha móvil requiere que el antropólogo genere registros
de los tres momentos que componen la marcha: la concentración inicial, el
desplazamiento y la concentración final o mitin. También es necesario que identifique
aquellos puntos del recorrido que por el significado que tienen para la lucha catalizan la
producción de sonoridades y sentido. A lo largo del trabajo etnográfico hemos
identificado que el arribo a la concentración es un espacio y momento fundamental ya
que la producción sonora se orienta claramente a la presentación de los actores
colectivos en el espacio público.
Una de las principales ventajas de esta estrategia es que permite reconstruir de manera
pormenorizada una actuación sonora particular. A partir de esta reconstrucción es que
hemos analizado las relaciones que existen entre el tipo de actor colectivo y los
performances sonoros. Por otra parte, también da cuenta de la totalidad de formas
expresivas utilizadas por un contingente. Dicho en otros términos, podemos
reconstruir el repertorio sonoro de un actor.
73
ocupar un punto en la trayectoria o desplazarse con un contingente para registrar la
totalidad de su performance sonoro.
Sin dar una respuesta definitiva a estas preguntas planteamos tres consideraciones que
sustentan la metodología que orienta esta investigación. Nuestra postura se sintetiza de
la siguiente manera: el registro sonoro abre posibilidades analíticas e interpretativas que
no están presentes en otro tipo de inscripciones de lo sonoro, es por ello que, siempre
74
que el acontecimiento estudiado sea contemporáneo al antropólogo, se deben
incorporar registros sonoros, tanto en el análisis de los datos como en la construcción
del relato etnográfico.
20Si eyewitness se traduce como testigo ocular, podemos traducir earwitness como testigo auditivo o de oído. Para
Murray earwitness es un recurso que recupera las descripciones de los sonidos contenidas en la literatura para
reconstruir los paisajes sonoros.
75
Sin demeritar el trabajo de estos investigadores, debemos reconocer que ciertos
sistemas de notación –que ayudan a representar hechos sonoros y aurales por medio de
recursos escritos (Murray, 1994)- simplifican los acontecimientos sonoros al grado de
volverlos irreconocibles. Transforman un acontecimiento multidimensional en una
cuestión de presencia o ausencia. Es por esto que el registro a través de audio y video es
fundamental ya permite analizar un acontecimiento en su multidimensionalidad. A
través del registro sonoro caracterizamos al sonido en términos de intensidad,
frecuencia, duración, armonicidad y aún en términos de significación.
a) Grabación de audio.
b) Grabación en video y audio.
c) Fotografías.
d) Registros escritos derivados de la escucha de acontecimientos sonoros (diario de
campo).
e) Registros escritos derivados de la observación y participación en la marcha (en
tanto que acontecimiento socioantropológico).
f) Registros en audio y transcripciones de entrevistas breves (realizadas in situ) y
profundas.
77
Cada uno de estos registros aporta elementos para comprender el papel del sonido en la
acción colectiva contenciosa. A partir de la grabación en audio hemos podido analizar
las distintas dimensiones de las expresiones sonoras. La grabación video, las fotografías
y nuestra presencia en las marchas, consignada en las notas de campo, nos permitió
analizar la relación del sonido con el espacio físico y simbólico y aspectos del
performance y repertorio sonoro. También nos permitió entender la relación entre la
sonoridad, el comportamiento y la materialidad de los instrumentos que producen
sonido. En los registros escritos de las entrevistas breves y profundas consignamos los
sentidos que los actores atribuyen a su praxis política y los comportamientos sonoros
que despliegan durante la marcha.
Es debido a que cada uno de estos registros supone una perspectiva del acontecimiento
(y en alguna medida una interpretación de aquellos hechos que son relevantes), que
hemos recurrido a la mayor cantidad de fuentes con la finalidad de arrojar luz sobre el
problema de la sonoridad y la cultura.
2.4.1 Aproximación a través de la noción de paisaje sonoro para el análisis de las formas sonoro
expresivas
78
Para esta primera fase, que se extendió de septiembre de 2015 a febrero de 2017, nos
servimos de la estrategia del punto de escucha fijo. Esta estrategia se seleccionó en
función de uno de los objetivos de esta investigación: identificar prácticas y formas
sonoras relevantes que posibilitaran un ulterior análisis empíricamente fundamentado
de las formas sonoras, que nos permitiera identificar sus rasgos generales, características
y recurrencias. Consideramos que para realizar el análisis era necesario recolectar un
gran volumen de acontecimientos sonoros, al margen de los actores concretos que los
producían.
En las primeras marchas en que tuvimos ocasión de participar ocupamos un punto fijo
durante 30 minutos. En este punto registramos múltiples acontecimientos sonoros
desplegados por varios actores. En la medida de lo posible identificamos el tipo de
actor que producía el acontecimiento sonoro (mediante emblemas, pancartas o
banderas). Para cada registro (o conjunto de registros) era necesario identificar el lugar
desde el que se realizaba la grabación, el tipo de actor y algunas características en torno
a la estructura social del contingente. También registramos las materialidades
involucradas en la producción del sonido (el cuerpo de los manifestantes, instrumentos
musicales, instrumentos cotidianos y otros expresamente diseñados para producir
ruidos).
79
sonido, “el horizonte acústico de una comunidad sociocultural y el paisaje sonoro
interno de cada individuo” (Augoyard y Torgue, 2005: 8). Es decir, ya intuíamos la
relación existente entre el espacio físico, simbólico y e sonido.
Por cada marcha realizamos en promedio 25 registros sonoros (que contenían hechos
sonoros como música, consignas y gritos, anotaciones del antropólogo y entrevistas
breves in situ). Si tenemos en cuenta que en este periodo seguimos 5 marchas de
protesta, en total obtuvimos más de 125 registros sonoros (cada uno de duración
variable, que podía contener más de 10 hechos sonoros). Nuestra base de 125 registros
sonoros proporcionó material suficiente para realizar dos actividades centrales de la
investigación: a) identificar todas las formas sonoras presentes en las marchas de
protesta y b) acometer el análisis de las formas sonoras utilizadas recurrentemente en
las marchas.
80
interesaba recoger material suficiente para caracterizar los repertorios sonoros de
algunos contingentes. En campo, la estrategia se tradujo en el acompañamiento de un
contingente en distintos momentos, desplazándonos según su ritmo con la finalidad de
registrar hechos sonoros, patrones y dinámicas de interacción (al interior del grupo y
con otros contingentes) y características del espacio en que se producía una proferencia
particular. Podemos caracterizar esta fase de la investigación como de una escucha
ecológica particularmente tensa, ya que nos interesaba relacionar la sonoridad con el
espacio físico, social y simbólico en que se producía. También es necesario señalar que
nuestra escucha estuvo orientada por las categorías derivadas empíricamente (en la
primera fase de nuestra investigación): gritos, consignas, cantos, ruidos, silencios, entre
otras.
Debido a que supusimos que los actores despliegan distintos recursos expresivos en
respuesta a los espacios y tiempos de la marcha, registramos muestras de su praxis
sonora en cuatro momentos distintos: 1. Concentración inicial, 2. Desplazamiento, 3.
Arribo a la concentración final y 4. Concentración final. Por cada momento de la
marcha generamos un registro sonoro de entre 7 y 10 minutos. De acuerdo con nuestra
conceptualización de los repertorios de lucha, la variedad de recursos expresivos de un
contingente es limitada, esto genera un algo grado de redundancia en el performance –
que es observable a partir del momento en que un recurso expresivo reaparece en el
performance-. Según nuestra experiencia y análisis, un registro de 7 minutos
proporciona una imagen fidedigna del comportamiento sonoro de un colectivo en un
momento dado. Para cada contingente que seguimos a lo largo de la marcha obtuvimos
aproximadamente 28 minutos de grabación.
Para cada conjunto de hechos sonoros desplegado durante un momento dado (el
desplazamiento sobre la avenida, por ejemplo) fue necesario especificar: el lugar y hora
81
en donde se realizó el registro, el nombre del actor colectivo, dinámicas de interacción
del contingente, características del espacio físico y simbólico, impresiones de los
integrantes de los contingentes e impresiones del investigador.
Una vez que transcribimos y codificamos las distintas expresiones sonoras contenidas
en las grabaciones de audio, las agrupamos en función de sus características sonoro-
estructurales. Después de aislar todos los hechos sonoros contenidos bajo la forma
consigna, los sometimos a nuestro modelo analítico (que se describe detalladamente en el
capítulo 4), que consistió en identificar los aspectos estructurales del sonido, los
elementos estilísticos, los procesos de producción colectiva del sonido y la función en el
marco de la protesta. El análisis de la función de las formas en el marco de la protesta
nos obligó a considerar las dimensiones sonoras, que se hicieron inteligibles, en parte, a
través de la transcripción musical, la dimensión verbal de las proferencias, la situación
82
en que se desarrolló la comunicación, las interpretaciones nativas y la exégesis del
investigador con base en su conocimiento de la realidad sociocultural.
Para el análisis del performance y los repertorios sonoros seguimos una estrategia
distinta. Después de transcribir y organizar las distintas formas sonoro-expresivas
desplegadas por un actor a lo largo de una marcha particular e identificar y codificar
aquellos aspectos del diario de campo referentes a la estructura social del contingente,
reconstruimos el performance a la luz de los tres demarcadores espacio temporales de
la marcha. Esto nos permitió dar cuenta de las distintas formas elementales de acción
colectiva presentes durante la concentración inicial, el desplazamiento y la
concentración final. También nos abrió la puerta para comprender de qué manera la
producción sonora se relaciona con el espacio físico, social, simbólico y el contexto
sociopolítico.
83
2.6 Breve caracterización de las marchas analizadas
Con respecto al tipo de marchas analizadas cabe señalar que la mayor parte se inscribe
en las formas de acción desplegadas por los nuevos movimientos sociales (Touraine,
2006a; Melucci, 1994). Estos actores, como bien ha observado Touraine, ya no se
enfrentan para “obtener la dirección de los medios de producción, sino que ahora se
trata de las finalidades de esas producciones culturales que son la educación, los
cuidados médicos y la información de masas” (2006a: 243). Son actores que defienden
el polo de la modernidad que ha sido invisibilizado por la racionalidad instrumental: la
subjetivación, el goce y el deseo (ibid.).
84
Las movilizaciones que estudiamos marcan una discontinuidad con relación a las
movilizaciones características de las décadas de los setenta y ochenta. Como bien han
observado algunos autores (Bartra, 2014; Antebi y González, 2005; Reed, 2005), hoy en
día las marchas implican la peformatividad, el ludismo, la afectividad y la corporalidad.
Al reconstruir la historia de las manifestaciones callejeras en España, Antebi y González
(2005) proponen que a lo largo del siglo XX se verificó un desplazamiento en el tipo de
comportamientos colectivos que las conforman: de formas de acción altamente
ritualizadas, vinculadas con la liturgia religiosa y las luchas de la clase obrera, a
comportamientos con un contenido performativo y simbólico muy elevado. La
manifestación de protesta se convirtió en una fiesta callejera (street party). A este giro
contribuyeron las manifestaciones de los ochenta en contra del neoliberalismo, de los
noventa en contra de la globalización neoliberal e incluso el Love Parade, una fiesta de
música electrónica que se realizó desde 1989 hasta 2010 en distintos países de Europa y
América (ibid).
Las manifestaciones que analizamos están muy cercanas del modelo de la fiesta
callejera, describa por Antebi y González (2005). Aunque hay contingentes cuyo
performance reproduce las formas de lucha corporativas del siglo XX, también hay
actores que se manifiestan a través del performance musical, las intervenciones artísticas
y el baile, con una diversidad de recursos expresivos que van de las caricaturas, figuras
de papel maché y disfraces, a las pancartas.
En cuanto al programa, la mayor parte de las marchas se inscriben en las luchas por la
subjetivación, descritas por Touraine (2006a) en su Crítica de la modernidad. Son marchas
en donde la reivindicación central es el reconocimiento de los derechos de
determinadas colectividades –estudiantes, mujeres, gays, lesbianas, entre otros- y de
manera más general, el derecho de ser sujetos diferentes.
85
política en función de un conjunto de orientaciones culturales que apuntan a la
necesidad de volverla irresistible (Reed, 2006).
86
Capítulo 3. La praxis sonora de los movimientos sociales
Introducción al capítulo
Las protestas son momentos de reivindicación colectiva en donde se teje una densa
trama de sonidos y significaciones. Al estudiar los movimientos sociales y las protestas
podemos plantear algunas respuestas a nuestras inquietudes investigativas: ¿de qué
87
manera producen los actores colectivos el espacio sonoro?, ¿qué tácticas político-
sonoras ponen en juego?, ¿qué papel desempeña la sonoridad en el marco de su acción
política?, ¿cómo se estructura la praxis sonora de los actores sociales? y ¿qué relación
existe entre la estructura social y la estructura sonora de una marcha? Pero no solo esto,
también podemos escuchar los entornos sonoros creados por esos sujetos para tratar de
responder otro conjunto de preguntas, igualmente relevante: ¿cómo se estructura la
trama sonora de una marcha? y ¿cuáles son los sonidos de la protesta? Finalmente, al
enfrentarnos a la densa trama de sentidos y significaciones elaborada por los actores
colectivos, que se objetiva en cantos, música, consignas, gritos, vocalidades, usos
sonoros de la corporalidad humana, usos sonoros de otro tipo de materialidades e
incluso por medio de las tecnologías de información y las redes sociales, podemos
ensayar algunas conjeturas en torno al papel del sonido en el sostenimiento de los
marcos culturales de la protesta.
Es verdad que los primeros modelos para el estudio de los movimientos sociales, que
datan de la década de los veinte, resaltaron la irracionalidad de la protesta y los
confinaron al dominio de la patología social 23 (Medel y Somma, 2016). A partir de los
sesenta se reconoció que los movimientos sociales despliegan un comportamiento
racional, que se sostiene a lo largo del tiempo, se apoya en redes de micromovimientos,
tiene un blanco y fija objetivos. Para lograr sus objetivos el movimiento utiliza diversas
estrategias de lucha.
22 Aunque no es el tema de esta investigación es pertinente aclarar qué entendemos por acción colectiva.
Consideramos, junto con Weber, que toda acción social o colectiva “es una acción en donde el sentido mentado
por el sujeto o los sujetos está referido a la conducta de otros, orientándose por esta en su desarrollo (2008: 5). En
toda acción social siempre hay una referencia a otro, ya sea real o imaginario. Por otra parte, la acción colectiva, en
particular aquella que se realiza en el espacio público y tiene un carácter contencioso, también supone la
copresencia e interacción de dos o más personas. De esta manera lo definen Schweingruber y McPhail al explicar
su método para registrar formas elementales de acción colectiva: esta se compone de “todas las situaciones de dos
o más personas actuando con o en relación con otro (1999: 455) La acción colectiva tiene un carácter teleológico,
está orientada hacia ciertos resultados o rendimientos (Tilly en Olzak, 1989): “la acción colectiva significa
coordinar esfuerzos para el logro de intereses o programas compartidos” (Tilly, 2008: 6). Estos rendimientos
pueden ser políticos o culturales. McPhail y Wohlstein proponen una definición que, a pesar de ser reduccionista y
positivista, orienta el trabajo de recolección de datos en acontecimientos complejos como las marchas de protesta:
“dos o más personas comprometidas en una o más conductas […] que pueden ser juzgadas comunes o
convergentes en una o más dimensiones” (1983: 580-581).
23 A inicios del siglo XX encontramos varias obras que son antecedentes intelectuales fundamentales en el
desarrollo de los modelos que patologizan al movimiento social. Podemos mencionar La psicología de las masas, de
Gustave Le Bon (2000), La muchedumbre delincuente. Ensayo de psicología colectiva de Escipión Sighele (s/f) e incluso La
psicología de las masas y el análisis del yo de Sigmund Freud (1996). Estas obras están atravesadas por una idea común:
las aglomeraciones de personas desmantelan las facultades racionales del individuo y lo llevan a actuar de maneras
contrarias a la razón. Esta premisa imposibilita el estudio sociológico del comportamiento colectivo (ya que la
sociología supone que las acciones están orientadas racional o afectivamente).
89
procesos sociopolíticos concretos. El movimiento social apareció en el marco de la
modernidad europea; es, a decir de Tilly y Wood (2010), una forma de participación
inventada en el siglo XVIII que se incorporó al repertorio de formas de participación
política. Esta fue posible por la síntesis innovadora de campañas, repertorios del
movimiento social y demostraciones públicas de valor, unidad, número y compromiso
(Tilly y Wood, 2010). Para Tarrow (1997), el primer ciclo moderno de protesta, -
entendido como un incremento en las oportunidades políticas que llevó a todo tipo de
actores políticos a formular demandas- comenzó en 1848 en Europa. El ciclo fue
motivado por problemas en la producción agrícola, disputas en torno al voto y
conflictos étnicos y religiosos.
24Los repertorios modulares son medios de acción relativamente independientes del contexto de lucha que
permiten expresar las demandas de distintos actores colectivos. La destrucción de las cosechas, por ejemplo, es
una táctica parroquial estrechamente vinculada al contexto de lucha. No ocurre así con las marchas de protesta
que permiten expresar las demandas de distintos sectores de la población y se utilizan para expresar los programas
políticos y culturales más disímbolos (Tilly, 2008).
90
política. De esta definición destacamos que el movimiento social supone la existencia
de un actor colectivo –o red de actores flexiblemente acoplados- que lucha, como
afirma Touraine (2006a), para modificar las orientaciones culturales de la sociedad; esta
es la manera en que incide en la sociedad.
Por otra parte, no debemos soslayar que los proyectos culturales de los movimientos
generalmente se dirigen a un adversario -Tilly denomina a los adversarios objeto del
reclamo-; además el proyecto y los reclamos generan reacciones de los medios de
comunicación y los públicos: “los reclamos siempre están orientados a que un sujeto
logre visibilidad frente a un objeto” (2008: 6). El movimiento social generalmente
supone a un actor que realiza declaraciones, peticiones y marchas públicas para poner
en escena demandas que afectan los intereses del objeto del reclamo. El objeto del
91
reclamo es el grupo cuyos intereses se verían afectados en caso de que el movimiento
logre sus objetivos (Tilly, 2008).
25 El énfasis en nuestro.
92
campañas, repertorio del movimiento social y demostraciones de WUNC a los tres elementos que
conforman al movimiento social.
La síntesis innovadora, sin embargo, no aclara los aspectos organizativos del movimiento.
Si bien este depende de comportamientos colectivos coordinados, persistentes en el
espacio y el tiempo, es necesaria una estructura social o red de organizaciones que dé
soporte a la acción. La conceptualización de Tarrow introduce la dimensión
organizativa del movimiento y el papel de algunos fenómenos culturales e identitarios.
Para este autor el movimiento se define como “desafíos colectivos planteados por personas que
comparten objetivos comunes y solidaridad en una interacción mantenida con las elites, los oponentes y
las autoridades 26” (1997: 21).
26 Énfasis en el original.
93
Es el reconocimiento de una comunidad de intereses lo que traduce el movimiento
potencial en acción colectiva. Los responsables de la movilización del consenso
desempeñan un importante papel en la estimulación del mismo. No obstante, los
líderes sólo pueden crear un movimiento social cuando explotan sentimientos más
enraizados y profundos de solidaridad o identidad (2007: 24).
Con base en los planteamientos recogidos hasta este punto proponemos entender al
movimiento social como una red de actores colectivos flexiblemente acoplados, que defiende un
programa (sustentado en orientaciones culturales específicas) a través del cual interpela a sus
antagonistas (gobierno, medios de comunicación y otros actores). Esta red comparte una identidad
colectiva (que siempre está en proceso de reelaboración) y genera sentimientos de solidaridad en los
adherentes. Su forma particular de lucha consiste en comportamientos colectivos o formas de acción
política-cultural sostenidas a lo largo del tiempo, desplegados en el espacio social y simbólico. Esta
definición es fundamental para nuestra investigación, ya que nos coloca en posición de
entender el papel de los repertorios de acción en la lucha de los movimientos.
Adicionalmente, nuestra definición es el cimiento del marco interpretativo que
utilizaremos para analizar la sonoridad de las movilizaciones de protesta.
Hasta este punto hemos hablado de los movimientos sociales como si fueran actores
dotados de agencia; los caracterizamos como entidades sociales capaces organizarse
para incidir en los procesos históricos: “debe reconocerse […] la existencia de una
acción orientada por una clase que no es dominada solamente, sino que participa de un
campo histórico, que lucha por el control y la reapropiación del conocimiento”
(Touraine, 2006b: 257). Hemos reconocido la existencia de “orientaciones normativas
[…] un proyecto” (Touraine, 2006b: 255) que subyacen a las campañas públicas y dan
sentido a la acción.
94
recursos externos. Por sí misma, la agencia es una construcción teórica que sólo explica
de manera parcial la emergencia del movimiento social.
En términos generales, debe existir una coyuntura política y social que permita la
actuación de ciertos grupos; una vez que se desarrollan acciones tempranas, otros
grupos, que en condiciones normales se mantendrían al margen de la lucha política, se
suman a la movilización. Tarrow conceptualiza esta coyuntura como estructura de
oportunidades políticas (EOP), que se define como “dimensiones consistentes –aunque no
necesariamente formales, permanentes o nacionales- del entorno político que fomentan
o desincentivan la acción colectiva entre la gente” (Tarrow, 1997: 49). Forman parte de
la EOP el gobierno, el control de recursos económicos y políticos, las leyes y el tipo de
régimen 27 imperante en un territorio.
Al igual que McAdam, Tarrow y Tilly, Melucci atribuye una importancia central a los
procesos cognoscitivos y la subjetividad en la aparición y mantenimiento de la acción
colectiva. Esta última es:
27 El régimen es “el conjunto de relaciones entre el gobierno y los principales actores políticos dentro de la
jurisdicción que interactúan entre ellos y con el gobierno” (Tilly, 2008: 148).
95
el resultado de intenciones, recursos y límites, una orientación intencional construida
mediante relaciones sociales desarrolladas en un sistema de oportunidades y
obligaciones. No puede […] considerarse exclusivamente como el efecto de las
precondiciones estructurales […] Los individuos que actúan colectivamente construyen
su acción mediante inversiones organizadas: esto es, definen en términos cognoscitivos
el campo de posibilidades y límites que perciben (Melucci, 1994: 157).
Las condiciones de la acción –la EOP-, no se agotan en las dimensiones objetivas del
entorno político; también incluyen las percepciones de aquello que los sujetos
individuales y colectivos definen como los ámbitos de lo posible y lo imposible. A
nuestra definición agregaremos que el movimiento es posible en un contexto de
oportunidades y amenazas reales y percibidas.
96
dramatúrgicas y con fuerte contenido simbólico” (Medel y Somma, 2016: 165) como en
el caso del performance artístico o las declaraciones en los medios de comunicación.
Tilly y Wood apuntan que el repertorio consiste en “el uso combinado de alguna de las
siguientes formas de acción política: creación de coaliciones […], reuniones públicas,
procesiones solemnes, vigilias […]” (2010: 22). Por su parte, Tarrow lo endiente como
“una reserva de formas familiares de acción, conocidas tanto por los activistas como
por sus oponentes, que se convierten en aspectos habituales de su interacción” (1997:
51). De estas definiciones rescatamos dos puntos. En primer lugar, los repertorios se
componen de comportamientos políticamente orientados que pretenden alterar el
balance y distribución de poder entre los actores políticos dominantes y no dominantes.
En segundo lugar, los repertorios dependen de procesos de aprendizaje y socialización
del conocimiento. Desarrollaremos este punto más adelante.
Como resultado de los largos procesos históricos que atraviesan la lucha de los
movimientos sociales se han desarrollado formas estandarizadas y ritualizadas de lucha
–como las marchas, mítines, peticiones, cabildeo y declaraciones en medios de
comunicación-. Estas formas ritualizadas de lucha se utilizan por distintos actores en
distintas circunstancias (que implican distintas EOP y regímenes políticos) para
reivindicar programas y orientaciones culturales muy diversas. Esto es posible porque
los movimientos sociales han desarrollado, en los distintos ciclos y episodios de
protesta a lo largo del mundo, un repertorio modular que se adapta a los más diversos
contextos socioculturales (Tilly, 2008). Las formas de lucha estandarizadas, ritualizadas
y modulares son estrategias de lucha y son el contenido del repertorio del movimiento
social. Con base en la historia de lucha, redes de relaciones, identidad y EOP real y
percibida, cada movimiento social utiliza estrategias a través de las cuales intenta incidir
97
política, cultural y socialmente. El conjunto de estrategias de un movimiento, que es
más o menos permanente a lo largo del tiempo, constituye su repertorio de lucha.
De acuerdo con la literatura, entre las estrategias que conforman los repertorios de
lucha de los movimientos sociales contemporáneos encontramos: manifestaciones,
marchas de protesta, declaraciones públicas, reuniones públicas, procesiones, caminatas,
conferencias de prensa, entregas de pliegos petitorios, ejecuciones artísticas, vigilias,
festejos, tomas de carreteras, tomas de casetas, paros, huelgas, ocupaciones, sentadas (sit-
ins), boicots no violentos, disturbios, destrucción de la propiedad pública y privada,
quema de mobiliario urbano y ataques a los cuerpos represivos (Medel y Somma, 2016;
Reed, 2005; Tilly, 2008; Tilly y Wood, 2010).
98
desconoce; cada sociedad tiene una reserva de formas familiares de acción” (1997: 51).
La forma actual de la lucha depende de las competencias de los actores individuales y el
actor colectivo. Y a su vez, los individuos actúan con base en lo que han aprendido en
las distintas esferas de socialización política y cultural. Podemos sintetizar esta discusión
con la afirmación de que el repertorio está informado por las distintas tradiciones de
lucha que convergen y le dan sustento.
99
Debemos reconocer que en las conceptualizaciones sobre el aprendizaje y la tradición
que hemos presentado hay un énfasis desmedido en los aspectos estructurales de la
acción colectiva. Si los actores colectivos únicamente hacen aquello que está reconocido
por la tradición, la pregunta por las transformaciones en los repertorios de la acción
colectiva se vuelve imposible. Tendríamos que aceptar que las formas de expresividad
de los movimientos sociales no se transforman. Pero esto no ocurre. Las estéticas y
sensibilidades de los movimientos sociales cambian. Quizá lo hacen lentamente. Pero
cambian.
De acuerdo con Favre, la marcha es una modalidad de acción colectiva que implica “un
desplazamiento colectivo organizado, sobre la vía pública, con la finalidad de producir
un efecto político mediante la expresión pacífica de una opinión o de una
reivindicación” (en Rodríguez, 2010: 83). En la definición están presentes tres
elementos de caracterización sobre los cuales realizaremos algunas consideraciones:
espacialidad, locomoción colectiva (según la entienden McPhail y Wohlstein, 1983) y
expresividad.
28 Todas las marchas que analizamos en este trabajo se realizaron en las avenidas: Paseo de la Reforma, Juárez, el
Eje Central Lázaro Cárdenas y la calle 5 de mayo.
29 Aquí leemos a la ciudad tal y como lo hace Harvey (2013) en Ciudades rebeldes. Esto quiere decir que la pensamos
101
La marcha es un acontecimiento que ocurre en la ciudad. Y la ciudad es un orden
espacial que, como señala de Certeau, “organiza un conjunto de posibilidades (por
ejemplo, mediante un sitio donde se puede circular) y de prohibiciones (por ejemplo, a
consecuencia del muro que impide avanzar)” (2000: 110). Sobre la base de este “sistema
topográfico” se desarrollan prácticas de enunciación del espacio. Estas prácticas no
desarticulan este sistema, son formas de apropiárselo; en el andar y el marchar se
reelabora el sentido de la ciudad por medio de una retórica caminante, por medio de la
locomoción colectiva.
La marcha de protesta, y las distintas marchas que la componen 30, es una práctica de
enunciación del espacio urbano, una forma muy particular de hacer ciudad, de
recorrerla, sentirla, verla y experimentarla. En el imaginario colectivo caminar y marchar
son cosas diferentes 31. La marcha inaugura posibilidades que no están presentes en el
acto de caminar la ciudad. A través de la marcha se construye una experiencia militante
de la ciudad que se apoya en el sentimiento de que a través del uso del cuerpo y todas
sus sensibilidades podemos reconfigurar para bien el espacio urbano. Insistimos, ir a
marchar no es lo mismo que pasear en el centro comercial. Son prácticas de
enunciación distintas.
Si la marcha global supone la suspensión del ordenamiento cotidiano del espacio, que
favorece el desarrollo de ciertas actividades, por otra parte significa la posibilidad de
construir nuevas retóricas caminantes, nuevas prácticas de enunciación de la metrópolis
que privilegian lo político, la sensibilidad, la corporalidad y sus afectos, lo estético, lo
lúdico y lo libidinal.
102
sonoros y otro tipo de intervenciones, hasta el desbordante tánatos de aquellos que
optan por la acción directa. Al describir algunas escenas de protesta en el México
contemporáneo, protagonizadas por movimientos juveniles, Bartra reflexiona sobre las
formas de sensibilidad que son posibles por la reconfiguración espacial que operan los
actores colectivos: “los movimientos sociales también tiene que ver con el cuerpo y
escurren sudor, sangre; una dimensión irreductible al cálculo” (2014: 23-24).
32 Retomamos el concepto de forma elemental de acción colectiva de Schweingruber y McPhail (1999). Las
formas elementales son unidades mínimas de acción que involucran a dos o más individuos. Un acontecimiento
complejo como la marcha de protesta es, en realidad, un agregado de múltiples formas de acción colectiva que se
despliegan a lo largo del tiempo y el espacio.
33 El ritmo siempre supone la “interacción entre un lugar, un tiempo y un gasto de energía” (Lefebvre, 2007: 15).
103
menos constante. Aunque el ritmo también acepta cambios de velocidad: un
contingente se detiene repentinamente, sus integrantes cuentan hasta cuarenta y tres
mientras permanecen agachados; al llegar al número cuarenta y tres se levantan y corren
súbitamente hacia la plaza principal de la ciudad.
Aunque se puede hablar del ritmo global del acontecimiento, en una escala microsocial
es evidente que cada contingente despliega su propio ritmo, una forma particular de
avanzar y detenerse que obedece a dimensiones racionales –el trazado del espacio
urbano, la disposición de las calles, la acción de las fuerzas policíacas- y a dimensiones
corporales y afectivas –el estado emocional de los manifestantes y las irritaciones del
entorno-34. Desde esta perspectiva, el ritmo global de la marcha aparece como la suma
de los ritmos de todos los actores colectivos. Sin embargo, si tenemos en cuenta que
uno de los objetivos de la marcha es escenificar un actor colectivo global (Rodríguez,
2009) es necesario replantear la idea de la suma de ritmos. En realidad, la marcha es el
movimiento polirrítmico de los actores dan cuerpo al actor total.
34Nos apegamos a la definición que propone Lefebvre según la cual “el ritmo aparece como un tiempo regulado,
gobernado por leyes racionales, pero en contacto con lo que es menos racional en el ser humano: lo vivido, lo
carnal y el cuerpo” (2007: 9).
104
El último elemento de caracterización es la expresividad. Es Rodríguez quien nos
recuerda que “manifestar es dar a conocer, mostrar o exhibir públicamente” (2009: 64).
Por su parte Antebi y González apuntan que “las manifestaciones dicen, reclaman
explícitamente” (2005: 73). La ocupación del espacio y el tiempo de la urbe, a través del
desplazamiento colectivo, tiene como finalidad última expresar algo. La marcha es ante
todo un mecanismo expresivo, que genera sentido y vehicula significados. Esta es su
particular manera de hacer política. Es por ello que en otro lugar de este trabajo hemos
afirmado que la marcha es una política que crea cultura y una forma cultural para hacer
política.
105
Debemos señalar que la mayoría de los autores plantean una noción de expresividad a
partir de metáforas que aluden a la visión y las imágenes. Francisco Cruces señala que la
marcha es un “argumento de imágenes” (1998: 233). Rodríguez (2009), por su parte,
utiliza los verbos mostrar y exhibir para explicar lo que ocurre en la manifestación.
Estos dos verbos se refieren a cosas que ocurren en el campo de los fenómenos
visuales: mostrar y exhibir es presentar algo a la vista de una persona. Finalmente,
Tamayo, Granados y Minor afirman que la marcha “privilegia la visibilidad y hace
legible el mensaje que se pretende comunicar” (2016: 210).
A partir de esta crítica, planteamos que es necesario repensar la marcha de protesta. Sin
soslayar la importancia del elemento espacial, el desplazamiento colectivo y la
apropiación del espacio simbólico, debemos enfatizar que la marcha, en una medida
muy importante, es un acontecimiento aural y sonoro, cuya efectividad y resultados
dependen de la utilización de estrategias sonoras; a través de estas últimas el entorno
sonoro de la ciudad se reconfigura. A la apropiación, en la marcha, del espacio físico y
simbólico debemos añadir, por tanto, la apropiación del espacio sonoro.
106
3.1.3 La presentación de los actores en el espacio público. La marcha de protesta como momento
performativo
La marcha es un dispositivo para presentificar. Con este neologismo nos referimos a que
la marcha crea presencias, constituye sujetos colectivos. Al referirse al papel de las
mediaciones tecnológicas en las marchas, el altavoz y el soundsystem, López desataca que
“son formas de hacer política porque producen sujetos colectivos” (2005: 36). Aunque
la marcha refleja procesos organizativos y las decisiones de los actores colectivos –la
marcha es una estrategia de lucha de los movimientos sociales- también es un momento
en que el actor se reactualiza por el simple hecho de apropiarse del espacio público con
una intención política y cultural. Hay marchas porque existen actores colectivos pero
los actores también existen por y a través de las marchas.
107
visible). Es presencia como ocupación del espacio simbólico: puesta en circulación de
sentidos y significados políticos y culturales extracotidianos, no ordinarios, no
económicos (parasitación de espacio simbólico). Es presencia como ocupación del
espacio sonoro: suspensión repentina de las sonoridades de la cotidianidad de la urbe y
la circulación de mercancías y ocupación con la sonoridad política y festiva de la
manifestación (presencia audible). Finamente, presencia como tiempo presente, como
actualidad del actor colectivo: realización del movimiento social por medio de
comportamientos colectivos que superponen los tiempos y ritmos de la protesta a los
tiempos cotidianos de la urbe.
En este trabajo nos interesa la presencia que los actores colectivos crean a través del
sonido. Queremos argumentar, como hemos dicho en secciones anteriores, a favor de
la idea de que la marcha es un argumento de imágenes visuales y sonoras. Queremos
argumentar a favor de que el componente sonoro es fundamental en la política y el
trabajo cultural que se hace en la marcha. Queremos argumentar a favor de que en las
marchas es fundamental tener una voz, incluso una voz que sea capaz de expresar lo
indecible mediante el silenciamiento voluntario.
A pesar de esta situación, algunos estudiosos como Benford (1993), Benford y Snow
(2000), Carroll y Ratner (1996) se preocuparon por el papel de la cultura en el modelaje
35 En el 2011 Jasper afirmaba que “hace veinte años, las emociones estaban casi totalmente ausentes de las
reflexiones académicas sobre la política, la protesta y los movimientos sociales. Uno buscaba en vano una
mención o entrada en un índice” (2011: 286).
108
de las actividades del movimiento (framing). De acuerdo con la perspectiva de estos
autores, la acción colectiva contenciosa se desarrolla en el seno marcos culturales. Estos
últimos “son conjuntos de creencias y significados orientados a la acción que legitiman
las actividades y campañas de un movimientos social” (Benford y Snow, 2000: 614)
Desafortunadamente, el encuadre es concebido como un proceso unidireccional, que va
de la cultura hegemónica al quehacer político de los movimientos, sin tomar en cuenta
las contribuciones del movimiento social a la dinámica del cambio cultural. La cultura
no solamente es el marco de la acción colectiva, como ha observado Reed (2005), los
movimientos sociales crean universos simbólicos particulares (movement cultures), que
establecen relaciones tensas con la cultura hegemónica y generan nuevos productos
culturales (culture in movements) que impactan los hábitos y los horizontes existentes.
109
Los planteamientos de Eyerman y Jamison complementan la visión tradicional –
política- del movimiento. En la intersección de las dos propuestas encontramos una
serie de complementariedades que permiten entender al movimiento como una entidad
política, que busca reivindicar los derechos de ciertos grupos, y que en ese proceso crea
símbolos y recrea las formas de hacer cultura. A través de la praxis política el
movimiento social cuestiona el sistema hegemónico de valores. A través de la praxis
cognitiva el movimiento social trata de incidir políticamente. El movimiento social es
una política que crea cultura y una cultura que hace política.
La música y la canción son componentes centrales del trabajo cultural que realizan
algunos movimientos sociales. Es través de la música que el movimiento canaliza sus
demandas y pone en juego la emotividad de sus integrantes. Es a través de la música
que el movimiento simboliza y significa su entorno social. Una vez que la lucha política
se ha desvanecido, la música permanece como un vestigio de la acción colectiva.
Otros trabajos dan cuenta de la relación de la música con los movimientos sociales de
América. Favoretto (2014) y Vila (1987) analizaron las relaciones ambivalentes entre las
dictaduras militares en Argentina, de finales de los setenta y principios de los ochenta, y
el rock. De acuerdo con Favoretto, durante esta etapa el rock fue identificado,
110
inicialmente, como el enemigo interno a vencer por su supuesta conexión con
ideologías marxistas; más adelante la dictadura trató de utilizarlo para unificar al país
frente al enemigo externo, encarnado esta vez en los ingleses y todas sus producciones
culturales.
Aunque los trabajos de estos autores, con Eyerman y Jamison a la cabeza, representan
un avance en la comprensión del papel de la música en la dinámica del movimiento
social, enmascaran las dimensiones no musicales de la praxis sonora, es decir, los
acontecimientos acústicos no musicales que son utilizados para protestar e impugnar el
orden social. Este enmascaramiento es el resultado de una musicalización de la escucha
de los científicos sociales; dicho en otros términos, del universo de sonoridades que
produce el movimiento los investigadores se han centrado exclusivamente en los
rendimientos políticos y culturales de la música y la canción. La escucha musicalizada
de los movimientos sociales nos lleva a ignorar las contribuciones de las sonoridades no
musicales en la lucha por el cambio político y cultural.
La vida sonora del movimiento social, puesta en escena durante los ritos de protesta,
sobrepasa el registro musical. La producción sonora no se agota en la música. En una
marcha hay consignas, ruidos de instrumentos musicales y de otros objetos productores
de sonoridad, ruidos de los cuerpos que se mueven, gritos, silbidos… Lo que Eyerman
111
y Jamison no han escuchado es la profusión de sonoridades producida por un actor
colectivo, una densa trama sonora que enmarca gran parte de su praxis política.
Jaume Ayats (2002) y Elsa Rodríguez (2010) utilizan las consignas para arrojar luz sobre
la estructura sonora de las marchas. De acuerdo con Ayats y Rodríguez la eficacia de las
consignas depende de un conjunto de elementos estilísticos que son susceptibles de
modulación; a través del estilo los manifestantes ofrecen una representación del grupo
que pretende incidir sobre la opinión pública. Finalmente, cabe mencionar la
aproximación de Serge Collet (1982); al igual que Eyerman y Jamison, Collet considera
que las manifestaciones son producciones culturales. En este marco, el autor analiza las
características del eslogan, las canciones y los gritos.
112
3.3 Del soundscape a la praxis sonora de los actores colectivos
Como vimos en el capítulo uno, la categoría de paisaje sonoro (soundscape) articuló las
reflexiones en torno al sonido y el espacio urbano en los setenta. Los trabajos de
Murray Schafer (1994), Barry Truax (1984) e Hildegard Westerkamp (1988) orbitan
alrededor de esta noción. Puede afirmarse que aún hoy esta categoría tiene un peso
considerable en las investigaciones sobre el sonido 36.
Nuestra respuesta es que, de origen, la categoría de paisaje sonoro plantea retos muy
serios para el abordaje antropológico. Esto se debe a distintas razones que están
contenidas en The soundscape. Our Sonic Environment and the Tuning of the World. En primer
lugar, el paisaje sonoro es algo que se presenta al investigador, no es algo que rodee las
acciones de los sujetos. El paisaje es una parte del mundo que el investigador aísla para
comprenderlo; para ello utiliza procedimientos analíticos que lo descomponen en notas
clave, señales y marcas sonoras. Solo de manera accesoria el paisaje aparece como la
matriz que enmarca la vida social y cultural de los grupos.
Además, el paisaje remite a una cierta exterioridad, una suerte de marco sobre el cual se
realizan inscripciones sociales y culturales. Pero el paisaje no aparece como producción
humana, es el resultado de una forma de ver, de colocarse ante el mundo. En este
sentido, es difícil imaginar el paisaje como el producto de fuerzas sociales, culturales y
políticas.
Si bien The Soundscape contiene una descripción detallada de los paisajes sonoros
europeos, a la cual se suma una consideración de orden histórico de la creciente
complejización del entorno sónico, estos aparecen modelados casi de manera exclusiva
por macroprocesos sociales como la revolución industrial, la modernidad y el
36 Al respecto ver el artículo de Samuels et al. (2010). En él, los autores exploran los acercamientos antropológicos
al paisaje sonoro. Para ello revisan un amplio conjunto de investigaciones actuales que trabajan bajo ese enfoque.
113
capitalismo. Solo algunos pasajes del texto dejan ver que el paisaje sonoro es producido
por sujetos atravesados por lógicas sociales y culturales.
La vida de los actores colectivos no transcurre entre paisajes sonoros. Sus acciones,
estrategias y tácticas de hecho configuran y reconfiguran el entorno sonoro urbano y no
urbano. Más aún, la sonoridad es un elemento central de la acción colectiva, del
repertorio de estrategias que se despliegan en un contexto dado para interpelar al poder
político, económico y cultural. Es decir, el sonido no se limita a ser el resultado o el
marco de la acción colectiva. Para los movimientos sociales y los actores colectivos el
sonido es un medio a través del cual se actúa política y culturalmente. Y también es un
recurso a través del cual el movimiento social se produce a sí mismo durante el
performance de la marcha. Medio y forma de existencia social, el sonido no es algo que
simplemente encontramos en el mundo, es algo que se practica.
114
3.3.1 La praxis sonora. Una definición
37 En Murray Schafer esta relación se invierte. Para Murray Schafer el paisaje sonoro es un fragmento del mundo
que el investigador puede manipular y descomponer en sus elementos constitutivos. Esta definición del paisaje
sonoro pone el acento en la escucha analítica del investigador y soslaya las prácticas a través de los cuales los seres
humanos construyen su entorno acústico.
38 Consideramos, en línea con la tradición inaugurada por Weber en el campo de la sociología de corte
interpretativo, que la acción es “una conducta humana (bien consista en un hacer externo o interno, ya en un
omitir o permitir) siempre que el sujeto o los sujetos de la acción enlacen a ella un sentido subjetivo” (Weber,
2008: 5). Entendemos al comportamiento como el segmento observable de la acción. Comportamientos son los
procedimientos y operaciones que un sujeto realiza sobre el mundo (ya sea un objeto externo o su cuerpo) con la
finalidad de obtener un resultado sonoro determinado.
115
comportamental o práctica, es decir, el conjunto de procedimientos y actividades a
través de las cuales se producen sonidos.
39 Según esta definición, forman parte de la praxis sonora todos los hechos acústicos que son resultado de
actividades humanas. Sin embargo, el acontecimiento acústico no se produce exclusivamente a través de
comportamientos; también se produce a través de interpretaciones de sonidos de la geofonía y biofonía sobre los
cuales el ser humano tiene influencia limitada (en términos de su producción). Las escuchas, es decir, las distintas
formas de interpretación de los sonidos del entorno, también forman parte de la praxis sonora.
116
Todas las producciones sonoras del movimiento social forman parte de su praxis
cognitiva: las consignas durante una marcha, por ejemplo, son centrales en la creación
de significados, mundos de vida y definiciones de la situación. Los gritos y los sonidos
producidos por los cuerpos durante en desplazamiento contribuyen a la constitución
del actor colectivo en la esfera pública. Ni que decir de la música, que funciona como
una arena para la comunicación y la negociación de la identidad del movimiento
(Mattern, 1998) La praxis cognitiva de Eyerman y Jamison corresponde, de manera
parcial, con la dimensión discursiva de la praxis sonora de Araújo. Ambas refieren a la
producción de conocimientos, discursos y significados. Ambas refieren a la creación de
mundos de vida por mediación del sonido en contextos politizados.
Por otra parte, al delinear un método para el estudio de las músicas producidas en
distintos contextos culturales, Merriam considera tres niveles para el análisis de los
acontecimientos sonoros. El primero se refiere a la estructura interna del hecho sonoro.
Sin embargo, el hecho “no puede existir independientemente de los seres humanos; la
música debe ser considerada como el resultado de la conducta que la produce”
(Merriam, 1980: 32). Esta consideración lleva a Merriam al segundo nivel, que se refiere
a la conducta en relación con el sonido. Este nivel incluye la conducta física de un
individuo –sus disposiciones corporales y las operaciones que realiza sobre el mundo
para producir sonidos-, la social –tanto de los sujetos que coordinan sus acciones para
producir música como de aquellos que la reciben y se la apropian- y la verbal.
Finalmente, Merriam considera los “conceptos de lo que la música es y debe ser” (ibid.:
33) que incluyen nociones sobre qué es la música, el ruido, los instrumentos que
pueden producir sonidos musicales, las formas socialmente válidas para transmitir el
conocimiento, entre muchos otros.
La praxis sonora del movimiento social se define como el conjunto de formas sonoro-
expresivas, prácticas productoras de sonidos, saberes y tradiciones en torno a la organización social del
sonido y símbolos e imaginarios utilizados por un actor colectivo con la finalidad de realizarse como ente
político y cultural. Recurriendo a la terminología de McAdam, Tarrow y Tilly (2008)
afirmamos que todos aquellos sonidos utilizados por un actor colectivo en una actuación
contenciosa conforman su praxis sonora. Se trata de aquellos sonidos a través de los
cuales se interpela a la alteridad en el contexto de la lucha política.
Las formas sonoras utilizadas por un actor colectivo constituyen su repertorio sonoro;
son los recursos que le permiten hacerse de una voz colectiva. El concepto de forma
sonora enfatiza la producción del sonido en el marco convenciones sociales (rítmicas,
armónicas, tímbricas y melódicas), procesos de aprendizaje y valoraciones estéticas. Los
sujetos profieren consignas, por ejemplo, en el marco de convenciones rítmico-silábicas
sin las cuales sería imposible coordinar el comportamiento colectivo e imprimir una
forma coherente a los contenidos semánticos y otros sentidos no lingüísticos. Estas
convenciones, que no están formuladas explícitamente, forman parte de la musicalidad
o la competencia sonológica (Murray, 1994) que los seres humanos desarrollan a través del
aprendizaje.
Por otra parte, la idea de forma sonora-expresiva subraya la importancia del sentido. El
sentido abarca desde los contenidos semánticos explícitos –el mensaje de los discursos,
por ejemplo-, mediados lingüísticamente, las modulaciones de las dimensiones
118
propiamente sonoras como el volumen y el ritmo, hasta un sentido imposible de
formular lingüísticamente y que es un sentimiento corporal inmediato, un sentido
sensible como nos hace ver Jean-Luc Nancy en A la escucha (2007).
Hasta este punto hemos mostrado las articulaciones conceptuales que sustentan la
noción de praxis sonora. Además, propusimos una definición operativa que incluye
distintas dimensiones que permiten analizar lo que ocurre en las marchas de protesta. A
pesar de esto, quedan en pie las siguientes preguntas: ¿qué aporta el concepto de praxis
sonora a la inteligencia de la acción colectiva, en particular, aquella que se desarrolla en
las marchas de protesta?, ¿qué beneficios aporta sobre otras nociones como paisaje
sonoro, territorio sonoro, comunidad acústica, acustemología, entre muchas otras?
Antes de responder a estas preguntas hay que enfatizar que el centro de nuestra
investigación es una forma particular de acción colectiva. Queremos comprender cómo
es que el sonido se articula con la acción colectiva, tanto con los componentes
propiamente políticos (los objetivos y reivindicación central de la marcha, la capacidad
de afectar los intereses de terceros, entre otros) como con los componentes culturales y
expresivos e incluso el elemento afectivo. Esto nos ha obligado a seleccionar una
perspectiva teórica que arroje luz sobre estas articulaciones; hemos considerado
fundamental que el enfoque permita mostrar y escuchar qué hacen los actores con el
sonido pero también cómo es que se transforman en actores en virtud de la sonoridad.
119
La critica que hemos dirigido a algunos conceptos como el paisaje sonoro 40 es que son
incapaces de mostrar al espacio acústico como el resultado de un conjunto de acciones
de sujetos cultural e históricamente situados. Desde la teoría de la acción social esto
significa que a través del paisaje sonoro no se muestran las articulaciones entre la acción
de los sujetos y la sonoridad. Ambos elementos están disociados.
120
constantemente a través de una infinidad de actividades cotidianas y extracotidianas.
Las nociones de territorio (LaBelle, 2010) y praxis sonora resaltan la agencia de los
sujetos en la edificación del espacio socioacústico.
Por otro lado, también se deben documentar las actividades productoras de sonido
(individuales y colectivas) así como las materialidades involucradas en estos procesos.
Finalmente, la etnografía de la praxis sonora apuesta a reconstruir el sentido de las
emisiones sonoras particulares y de la totalidad del performance desplegado durante
una marcha. Es por ello que nuestra etnografía sonora no se limita a reconstruir el
sentido mentado por los sujetos especialistas y no especialistas (Weber, 2008), que el
antropólogo desprende del discurso; en línea con los planteamientos del análisis
situacional, también formula hipótesis de un sentido mucho más amplio que se
desprende de la totalidad del acontecimiento y el contexto sociopolítico que lo enmarca
(Tamayo, 2016). Consideramos, además, que como outsider el antropólogo accede a
capas del sentido inaccesibles a los nativos (Turner, 1984).
121
3.3.2 Primer acercamiento a la praxis sonora en las marchas de protesta en la Ciudad de México
Aunque hemos definido la praxis sonora, no hemos hablado de las formas sonoro-
expresivas que la componen. Es imposible acometer esta tarea al margen del trabajo
que realizan actores colectivos concretos durante las movilizaciones de protesta. Desde
el marco de la socioantropología del sonido únicamente podemos conocer las formas
sonoras a la luz de un contexto social, político y cultural dado. Ese contexto lo
constituyen las marchas de protesta en la Ciudad de México que se realizaron entre
septiembre de 2015 y octubre de 2017.
41Las clasificaciones que presentamos a continuación se desprenden de la escucha etnográfica realizada entre
septiembre de 2015 y octubre de 2017.
122
Tabla 3.1 Marchas multisectoriales analizadas
123
recupera las expresiones sónicas y aurales de la cultura a través de: a) registro de
acontecimientos sonoros en distintos soportes –tecnológicos y no tecnológicos (diario
de campo)-, b) el discurso de los sujetos en relación con el sentido que asignan al
sonido y sus prácticas productoras de sonidos y c) la propia experiencia de escucha del
investigador en el entorno sonoro.
Nuestra primera fase de escucha, centrada en el concepto paisaje sonoro, generó datos
heterogéneos, con distintas densidades semánticas y sonoras, recopilados en los
siguientes soportes documentales: grabaciones in situ de las marchas, que implicaron
distintas estrategias de escucha 42, registros escritos del contenido de las consignas y
otros acontecimientos sonoros, registros fotográficos, grabaciones de audio y video y
transcripciones de las entrevistas breves y profundas realizadas con participantes de las
marchas. A partir de la revisión y análisis de nuestro primer paquete de datos
identificamos las formas sonoras utilizadas por los movimientos sociales y construimos
tipologías de los sonidos y comportamientos acústicos empíricamente fundamentadas.
La Tabla 3.2 contiene todos los sonidos registrados durante las marchas. Cada uno de
estos sonidos, llamados formas sonoro-expresivas, puede presentar distintas variedades
(en función de sus características acústicas). A continuación enunciamos los sonidos
que logramos identificar. Gritos vocales, no estructurados verbalmente: aullidos,
abucheos y hurras. Silbidos producidos rítmicamente (para fines de demarcar
metronómicamente) y arrítmicamente. Risas, lamentos, sollozos y llantos (sonidos
vinculados con estados afectivos). Consignas con distintas funciones (expresión de
identidad, identificación de problemas, expresión de programas de acción y
manifestación de unidad y compromiso del movimiento). Canto vocal a capella con dos
variantes: canto de música popular y canto de himnos. Conversaciones. Discursos
breves (presentes durante la concentración inicial y desplazamiento) y discursos largos
(principalmente durante el mitin de la concentración final). Gritos estructurados
42Nos referimos a registros generados a partir de un punto de escucha estático, en el cual el investigador ocupa un
conjunto de coordenadas espaciales durante todo el evento, y aquellos generados a partir de una escucha móvil,
para los cuales el investigador se desplaza a lo largo de la marcha.
124
verbalmente. Oraciones y rezos. Aplausos producidos rítmicamente (para marcar el
tiempo) y arrítmicamente. Ruidos derivados del desplazamiento (sonidos de los pies
chocando contra el pavimento). Ruidos derivados de la acción directa: cohetones y
sonidos de cristales al romperse. Música de distintos tipos en función de las dotaciones
instrumentales utilizadas y las tradiciones musicales de los ejecutantes: sones
guerrerenses interpretados a partir de ensambles de vientos, sones veracruzanos
interpretados con ensambles de jaranas y otros instrumentos de cuerda, ritmos
afrolatinos interpretados a partir de ensambles de percusiones y música brasileña
interpretada a partir del birimbao. Música producida a partir de materialidades cotidianas
(batucada de garrafones). Música reproducida mediante dispositivos electrónicos y
sistemas de amplificación. Sonidos derivados de la percusión de objetos cotidianos
como cacerolas, globos y machetes. Sonidos producidos por la vibración del viento
como silbatos y caracoles. Finalmente, el silencio, producido intencionadamente o sin
intención.
125
Oraciones
Rítmicos
Aplausos
Arrítmicos
Derivados del desplazamiento
Banda de viento
Ensamble de jaranas
Música (instrumentos musicales) Ensamble de percusiones o
batucada
Música de birimbao
Música (instrumentos no Batucada con garrafones
musicales)
Música (producida mediante la
reproducción con un dispositivo)
Cacerolazos
Percusión de objetos cotidianos Percusión con globos
Machetes
Sonidos producidos por vibración Silbatos
del viento Caracoles
Otros Matracas
Corto (minuto de silencio)
Silencio intencional
Largo (marcha silenciosa)
Silencio no intencional
Fuente: elaboración propia.
126
Rápidamente nos dimos cuenta de que la diversidad de acontecimientos sonoros se
puede caracterizar desde tres perspectivas, que se desprenden de nuestra definición de
praxis sonora43: atendiendo al tipo de sonidos, a la forma en que se produce el sonido y
a los procesos de simbolización y producción de sentido. Decidimos clasificar los
acontecimientos acústicos de la marcha a partir del tipo de sonoridad y las formas de
producción.
Nuestra primera clasificación, que tiene como eje la forma en que se produce el sonido,
se apoya en algunas de las propuestas y hallazgos de Schweingruber y McPhail (1999) y
McPhail y Wohlstein (1983) en torno a las formas elementales de la acción colectiva.
Schweingruber y McPhail agruparon la voz de las marchas -los sonidos producidos por
los actores colectivos durante el desplazamiento- en los rubros de vocalización y
verbalización. Además, registraron acciones que suponen la manipulación de objetos
para producir sonidos.
43 Recordemos que la praxis se compone de materiales sonoros, prácticas productoras de sonido y símbolos.
44 Apuntaremos nuevamente que una forma es un hecho acústico que posee un conjunto de características
estructurales que le permiten diferenciarse del resto de los acontecimientos sónicos, promueve ciertos patrones
organizativos de la actividad colectiva, se orienta a la transmisión de sentido y genera una percepción ordenada –
una figura que se destaca del fondo- en el escucha.
45 Nos referimos al conjunto de sonidos cuya producción no se rige por la gramática del lenguaje hablado o
escrito. Por supuesto que los silbidos se pueden articular con arreglo a un código. Y en general, cualquier sonido
se puede producir con arreglo a un lenguaje. Arom (2007), por ejemplo, da cuenta de la capacidad de algunos
127
a. Gritar
b. Silbar
c. Reír
d. Lamentar
e. Sollozar
f. Llorar
2. Verbalizar. Se compone de acciones que involucran al aparato fonador y
cuyos resultados son sonidos articulados lingüísticamente. Al interior de esta
categoría se sitúan las siguientes acciones:
a. Consignar
b. Cantar
c. Hablar
d. Discurrir (discurso breve o largo)
e. Orar
3. Manipular. Se refiere a las acciones que implican la manipulación de un
cuerpo (puede ser el propio cuerpo) para generar un sonido particular.
Incluye todas las acciones no contempladas en las categorías vocalizar y
verbalizar. Esta categoría se divide manipulaciones del propio cuerpo y
manipulaciones de un cuerpo externo:
a. Manipular el cuerpo:
i. Aplaudir
ii. Marchar 46
b. Manipular objetos no corporales. En este caso debemos diferenciar
entre los objetos que se manipulan con arreglo a códigos musicales
grupos de África Central para generar mensajes lingüísticos por medio de la manipulación del tono de sus
tambores.
46 Este sonido fue referido por Elsa y Jorge que participaron en el contingente de músicos durante el movimiento
#YoSoy132. Comentaron que durante una movilización silenciosa que se realizó la marcha de los distintos
colectivos adquirió un ritmo casi militar que era perfectamente audible y que sustituyó el sonido de las consignas,
discursos y música. LaBelle (2010) ya había dado cuenta del curioso efecto sonoro que produce la regularidad en
el desplazamiento de los grupos militares y policíacos y el papel que desempeña dicho efecto en la estructuración
de territorios sonoros.
128
(musicar) y aquellos que se manipulan en ausencia de código musical,
con la finalidad de crear una presencia sonora (ruidizar).
i. Musicar 47
1. Mediante instrumentos musicales
2. Mediante objetos cotidianos
ii. Ruidizar 48
1. Percutir
2. Otros
4. Silenciar activamente. Se refiere al conjunto de acciones, que en sentido
estricto implican abstenerse de realizar algo, cuya finalidad es producir
silencio 49.
Debido a que uno de nuestros objetivos es analizar las formas sonoras, construimos
una segunda clasificación de los acontecimientos sonoros. Si la primera clasificación
organiza los acontecimientos acústicos en torno a verbos o acciones, la segunda lo hace
alrededor del tipo de sonoridad que producen los contingentes.
1. Sonidos vocales:
a. Gritos
b. Silbidos
47 Nos servimos del neologismo musicar propuesto por Small. Para este autor “la música no es una cosa sino una
actividad, es algo que hace la gente” (1999: 2). Más adelante afirma que “la naturaleza básica de la música no
reside en objetos, obras musicales, sino en la acción, en lo que hace la gente” (ibid.: 4). Pensamos, siguiendo a
Small, que la música es algo que hacen los movimientos sociales en el contexto de la lucha cultural y política.
48 Es necesario realizar un par de aclaraciones en torno a la concepción del ruido subyacente al término ruidizar.
En primer lugar, evita considerar al ruido desde una perspectiva higienista. En su lugar, sostiene que el caos
constitutivo del ruido posibilita el encuentro con la alteridad, la conciencia de la diferencia (LaBelle, 2010; Sennett,
1992). En segundo lugar, dado que el ruido impide captar el sentido constituye una oportunidad para la creación
de nuevos significados (Carter, 2004). Los ruidos en la marcha son la posibilidad de encuentro con el otro; a partir
de este encuentro se tejen situaciones comunicativas.
49 Más que considerar al silencio como ausencia de sonido lo consideramos como una construcción simbólica a
partir de la cual los actores colectivos vehiculan distintos sentidos (Le Breton, 1997).
129
c. Risas
d. Lamentos
e. Sollozos
2. Sonidos verbales:
a. Consignas
b. Canto vocal (música)
c. Conversaciones
d. Discursos breves
e. Discursos largos
f. Oraciones
g. Rezos
3. Sonidos corporales:
a. Aplausos
b. Ruidos derivados del acto de caminar
c. Otros
4. Sonidos no corporales
a. Música
i. Instrumentos musicales
ii. Instrumentos cotidianos
b. Ruidos
i. Percusión de objetos cotidianos:
1. Cacerolazos
2. Globos
ii. Producidos a partir de la vibración de un cuerpo por el viento:
1. Silbatos
2. Caracoles
5. Silencio:
a. Intencional
i. Largo
130
ii. Corto
b. No intencional
Las formas que logramos identificar son uno de los ejes de nuestra investigación. En el
siguiente capítulo analizaremos las siguientes formas: grito, aplauso, consigna, silencio y
ruido. El análisis de estas formas, sumado a consideraciones sobre las características de
los actores colectivos y el tiempo y espacio de la marcha, desemboca en el análisis del
performance sonoro, entendido este último como la praxis desplegada en el tiempo y el
espacio.
131
132
Capítulo 4. El trabajo acústico en las manifestaciones de protesta en la Ciudad
de México I: análisis de las formas sonoro-expresivas
Introducción al capítulo
Al ocupar las calles para manifestarse, los actores colectivos utilizan distintas estrategias
y recursos para hacer visibles y audibles sus demandas frente a los medios de
comunicación, la clase política y la opinión pública. Entre estos recursos se encuentra la
rica producción sonora que incluye consignas, cantos, música, gritos, ruidos, silencios y
aplausos. La constitución de los actores como presencias en el espacio urbano pasa,
como hemos sugerido en los capítulos previos, por la adquisición de una voz colectiva.
133
En segundo lugar, está organizada en función de las definiciones de la situación
(Benford y Snow, 2000) que producen los actores para dar sentido y organizar
cognitivamente los acontecimientos del entorno político y social. Esto es audible en las
consignas diagnósticas y programáticas, a través de las cuales los sujetos colectivos
identifican problemas, definen planes de acción y construyen imágenes de los
adversarios.
En los capítulos restantes de este trabajo analizamos los acontecimientos sonoros de las
marchas de protesta de la Ciudad de México desde la perspectiva de la praxis sonora.
Como señalamos líneas arriba, este enfoque nos obliga a considerar el trabajo sonoro
de los actores colectivos como el resultado de procesos de organización interna y su
capacidad de responder al entorno político cultural.
134
En el presente capítulo analizamos algunas formas sonoro-expresivas, recurrentes en las
movilizaciones de protesta 50, con la finalidad de comprender qué funciones
desempeñan en el marco de la movilización y qué manera sus características sonoras
limitan o condicionan (inciden) el tipo de función que desempeñan en la protesta. En
este analizamos las siguientes formas recurrentes: gritos, silbidos, consignas, cantos
colectivos, discursos, aplausos, música y ruidos. En consonancia con el planteamiento
de Araújo respecto a la articulación de dos niveles, uno comportamental y otro
simbólico, en la praxis sonora, realizamos un análisis que toma en cuenta
comportamientos –formas en que se producen los sonidos-, materialidades que
intervienen en la producción sonora, relaciones con el espacio, así como los
mecanismos de modulación a través de los cuales se producen diversos sentidos. El
objetivo central de este capítulo es proporcionar elementos para caracterizar el
desarrollo del performance sonoro de un actor particular. Esta última tarea la
acometemos en el capítulo 5.
Como parte del capítulo presentamos algunas consideraciones alrededor del modelo
que construimos para analizar la praxis sonora. También incorporamos un apartado que
incluye notas del contexto sociopolítico de las marchas de protesta que se realizaron en
la Ciudad de México, durante el sexenio 2012-2018.
Aunque algunas investigaciones sobre los movimientos sociales han reflexionado sobre
la dimensión sonora de la protesta, no existe un modelo que dé cuenta de los diversos
acontecimientos sonoros de las marchas que incorpore la perspectiva de la acción social
50Nos limitamos al estudio de las siguientes formas: gritos, consignas, aplausos, música, silencios y ruidos. Esto se
debe a dos motivos. En primer lugar, la calidad y volumen del material etnográfico de otras formas nos impide
realizar un análisis profundo, que satisfaga los criterios de nuestro modelo analítico. En segundo lugar, la
complejidad de cada forma sonora demandaría la realización de investigaciones particulares que permitieran
esclarecer algunos de sus rasgos centrales. Un criterio fundamental en la elección de los gritos, el silencio y el
ruido es que forman parte de los temas emergentes de la socioantropología del sonido. Son temas emergentes
porque en fechas recientes se integraron al campo de problemas de la antropología y la sociología.
135
y simbólica, es decir, que se interrogue por el papel del sonido en la realización la
acción colectiva y la circulación social de los simbólicos. Schweingruber y McPhail
(1999) desarrollaron un método para registrar las formas elementales de la acción
colectiva presentes en las marchas de protesta. Mediante el despliegue de observadores
a lo largo del trayecto de la marcha, fueron capaces de generar un recuento exhaustivo
de todas las formas de acción presentes. El análisis de los datos les permitió agrupar las
formas elementales de acción en siete grandes categorías: orientación, vocalización,
verbalización, locomoción vertical, locomoción horizontal, gesticulación y
manipulación. Después de realizar observaciones y análisis redujeron a cuatro las
categorías iniciales: orientación, expresión, manipulación y locomoción. Dentro de la
categoría expresión agruparon las formas de acción relacionadas con “vocalización
(aclamaciones, risas y silbidos) y verbalización (hablar y cantar)” (Schweingruber y
McPhail, 1999: 462).
136
categorías: sociales, mnémicas, reivindicativas, autorreconocimiento, políticas y sobre la
represión.
137
de los sujetos colectivos (sin dejar de ver, cómo los actores se apropian
performativamente 51 de las formas).
Otra premisa de nuestro modelo es que la naturaleza del acontecimiento sonoro obliga
a los actores colectivos a actuar política, social y culturalmente a través del sentido. Es a
través del sentido, presente en el mensaje –verbal o no verbal-, los elementos rítmico-
estructurales de una proferencia y los elementos estilísticos como los actores ejecutan
distintas tareas: se constituyen como comunidad acústica, reproducen el sistema de
relaciones sociales, realizan diagnósticos de la situación actual, proponen programas de
acción y según Eyerman y Jamison (1998), ponen en marcha la praxis cognitiva a través
de la cual dotan de sentido al mundo.
El modelo descompone la praxis en tres grandes dimensiones (cada una será analizada
en este y los restantes capítulos). La primera de ellas se refiere a las formas sonoro-
expresivas registradas durante el trabajo de campo. A través de esta dimensión damos
cuenta de las formas sonoras en términos estructura y estilo, siempre en el marco de la
acción colectiva contenciosa. Esta dimensión no es una caracterización in abstracto de las
formas sonoras pero sí tiende hacia la construcción de categorías fundamentadas
empíricamente que permitan comprender las funciones generales, en términos de
acción social, de las consignas, cantos, música, gritos, silencios y ruido.
51 Nos apegamos a la lectura de Tilly (2008) sobre el concepto de performance. Sin proponer una definición
explícita, el autor apunta que el performance pone de manifiesto los procesos de aprendizaje y el papel de la
tradición y el pasado en la acción colectiva así como la capacidad de innovación de los actores.
138
profusión de consignas desaparece y cede su lugar a los discursos de los oradores o
simplemente al sonido cotidiano de las calles.
Una forma sonoro-expresiva se puede definir desde dos perspectivas: desde la teoría de
la acción y los movimientos sociales y desde la entomusicología y la antropología de la
música.
139
La coordinación de los individuos se efectúa en distintos niveles: en el nivel conductual
se ponen en marcha ciertos comportamientos individuales y colectivos que manipulan
las dimensiones del sonido –duración, timbre, volumen, entre otros-, mediante
operaciones que se realizan sobre el mundo –ya sea el propio cuerpo o materialidades
distintas al cuerpo- con la finalidad de obtener un resultado determinado. En la
consigna, por ejemplo, los integrantes de un contingente utilizan su cuerpo –el aparato
fonador- como medio para proferir al unísono un enunciado breve, de construcción
cerrada y de estructura rítmica y melódica simple (Ayats, 2002). El aplauso se produce
mediante el choque de las manos, para producir un ritmo de 4/4, con la finalidad de
generar un sonido percusivo, agudo y estridente, que puede desempeñar distintas
funciones: aprobar el discurso de un orador, conminar a la acción o establecer un
marco rítmico para una consigna.
140
tonalidad aguda y gran volumen será percibida por el escucha como un grito –al margen
de aspectos estilísticos que modulan el significado-. El sonido percusivo de frecuencia
media, con un ataque repentino, duración breve, producido a intervalos regulares, será
percibido como un aplauso.
Por otra parte, Arom da cuenta del complejo sistema de lenguaje de tambores
elaborado por los banda-linda de la República Centroafricana. Mediante la alteración del
tono y la duración del sonido los banda son “capaces de transmitir mensajes
lingüísticos” (Arom 2007: 1). Esto es posible porque en los lenguajes tonales, así como
en los lenguajes de tambores, cada “tono […] juega una función distintiva” (ibid.: 1).
Las dos maneras en que podemos definir una forma sonora –desde la teoría de la
acción y desde la etnomusicología- son complementarias. Cada una resalta aspectos que
deben ser rescatados en los estudios socioantropológicos del sonido: las características
de los sonidos, los procesos de organización social para producirlos y las formaciones
culturales que enmarcan las prácticas sonoras. Atendiendo a ambas perspectivas
proponemos que la forma sonoro-expresiva sea entendida como un hecho acústico que posee un
conjunto de rasgos estructurales que le permite diferenciarse del resto de los acontecimientos sonoros y
una dimensión estilística que modula el mensaje; promueve ciertas formas de organización de la
actividad colectiva, transmite sentido y genera percepciones ordenadas en el escucha.
52Entendemos la forma tal y como lo hace Murray (1994), que sigue a la psicología gestalt alemana. Una forma es
un hecho perceptual que tiene límites, una estructura distinguible y se destaca del resto de las cosas (fondo).
142
d) Estilo. Son las dimensiones sonoras no pertinentes a nivel de la estructura, es
decir aquellos elementos que varían sin que el escucha perciba un cambio en la
forma sonora (Ayats, 2002). Aunque no son relevantes a nivel de la estructura,
modulan el sentido de las emisiones sonoras, v. gr., proporcionan información
sobre la identidad de un colectivo.
e) Mensaje o contenido semántico. Todas las formas sonoras transmiten un
mensaje o contenido semántico. El mensaje se puede estructurar
lingüísticamente, como en los casos de las consignas, discursos y canciones, y
paralingüísticamente, a través de elementos estilísticos como la entonación, el
volumen y la velocidad de la emisión sonora. Dos formas estructuralmente
distintas, un sonido no articulado lingüísticamente – los abucheos o hurras- y
otro articulado lingüísticamente –una consigna- pueden transmitir el mismo
sentido (reconvención o aprobación). Como parte de esta dimensión
consideramos el contenido semántico en el marco de la acción colectiva, es
decir, la función de una emisión sonora en el contexto de lucha.
Nuestra estrategia analítica descompone una forma sonora en las dimensiones que
señalamos arriba. Para cada forma recurrente 53 en la marcha tratamos de determinar: a)
la materialidad a partir de la cual se produce el sonido, b) el mecanismo de producción,
c) los rasgos estructurales de la forma, d) los elementos estilísticos o paralingüísticos, y
e) el mensaje o la función en el contexto de la lucha. Este análisis permitió comprender
el funcionamiento de los recursos sonoro-expresivos que los movimientos sociales
utilizan, con especial énfasis en la función del sonido en situaciones de protesta.
53Nuestro análisis de las formas sonoras contempla exclusivamente aquellas que se presentaron recurrentemente
durante el trabajo de campo. Recurrentes son aquellas formas que destacan por su frecuencia elevada en los
registros sonoros y escritos, resultado de nuestras escuchas etnográficas de las marchas.
143
recursos que hemos discutido, el análisis que proponemos es factible siempre que se
tome en cuenta la dimensión de la producción del sentido y la coyuntura general –
estructura de oportunidades políticas y culturales- que lleva a los actores a ocupar las
calles.
Las formas sonoras utilizadas por los movimientos sociales producen sentido en el
marco de la lucha, el conjunto sus reivindicaciones, la estructura de oportunidades
políticas y culturales –real y percibida-, sus hábitos cognitivos y las características
estructurales y estilísticas del sonido. Producen sentido, para decirlo en palabras de
McAdam, Tarrow y Tilly (2008) en el marco de la acción contenciosa. No podemos
determinar el significado de una consigna atendiendo exclusivamente a su dimensión
estructural. Es imposible determinar el sentido de las consignas, gritos y cantos al
margen de la movilización de protesta.
Como resultado del análisis de los datos recabados durante la primera fase del trabajo
de campo identificamos contenidos semánticos recurrentes, movilizados en distintos
contextos de lucha, por distintos actores. Estos contenidos semánticos recurrentes se
transmiten a través de la mayor parte de las formas sonoras que hemos definido como
praxis. Estas significaciones no se refieren a las demandas particulares de los actores;
son funciones generales del sonido en situaciones de lucha. Las distintas formas desempeñan
un número acotado de funciones: una consigna reconviene, plantea un diagnóstico de la
situación, establece un programa de acción o manifiesta el compromiso de los sujetos
individuales y colectivos.
144
acción contenciosa. Recordemos que esta última se refiere a aquellas acciones sociales
que suponen desafíos a los intereses de otros actores (McAdam, Tarrow y Tilly, 2008).
Es decir, a través de las formas sonoras se interpela a otros sujetos en las modalidades
de la motivación, reconvención, atribución, identificación, reconocimiento y otras.
Otros autores también han identificado funciones generales de las formas sonoras.
Rodríguez (2010) distingue consignas de identificación, de interacción con otros
contingentes, programáticas y de carácter chusco. Por su parte, Ayats (2002) identifica
dos tipos de consignas en función de la disposición formal del mensaje: enunciaciones
imperativas, que suponen una orden, y las enunciaciones predicativas, a través de las
cuales se afirma una realidad que se considera irrebatible. Tamayo, Granados y Minor
(2016) clasificaron las consignas proferidas durante la marcha del 2 de octubre de 2008
en las siguientes categorías: de tipo social, sobre la memoria, reivindicación del
movimiento, autorreconocimiento, políticas y en torno a la represión. Desde esta
perspectiva, cada consigna proferida desempeña un papel concreto: se erige como un
recurso de la memoria colectiva, reivindica y pone en escena la legitimidad del
movimiento o visibiliza y audibiliza la identidad.
Con base en el análisis preliminar de distintos hechos sonoros –que incluyen gritos,
silbidos, consignas, cantos, discursos, aplausos, música y ruidos-, registrados en
marchas de protesta entre septiembre de 2015 y febrero de 2017, y los contextos en
que se produjeron, construimos una categorización de las funciones de las formas
sonoro-expresivas en el marco de la protesta. Para ello evaluamos el contenido
semántico de los hechos sonoros. Esta evaluación no se limita al contenido lingüístico
de la forma, también toma en cuenta aspectos estilísticos y la dimensión paralingüística
de las comunicaciones, según los planteamientos de Truax (1984).
145
autores, los movimientos producen sentido a partir de un conjunto de tareas nucleares
de enmarcado, entre las cuales se encuentran “enmarcado diagnóstico (identificación de
problemas y atribuciones), enmarcado pronóstico y enmarcado motivacional” (2000:
615). Los movimientos producen percepciones y conocimiento en torno a sus
problemas y los cursos de acción viables. Esta praxis cognitiva es patente en la praxis
sonora de los movimientos. Por otro lado, nos dimos cuenta de que una parte de la
producción sonora desplegada durante las marchas constituye “manifestaciones
públicas y concertadas de WUNC 54 de los participantes: valor, unidad, número y
compromiso, tanto de los actores como de su circunscripción” (Tilly, 2009: 22).
146
a. Solución al problema
b. Plan de acción
f) Reconvención / motivación. Mediante estos hechos se llama a sostener la acción
colectiva a lo largo del tiempo y a sumarse a la causa.
g) Manifestaciones de WUNC. Estos hechos expresan el valor, unidad, número y
compromiso del movimiento y los individuos que lo componen.
∗
https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/01_260916_XXIVAGA_Consigna_Identitaria_ENAH
.wav
147
En situaciones donde se presentan disturbios hemos observado que los silbidos
adoptan la función de reconvención a los miembros del contingente: mediante ellos se
llama a cerrar filas frente a los infiltrados y sostener la acción. Durante la XII Acción
global por Ayotzinapa, grupos de “anarquistas e infiltrados 55” lanzaron cohetones a lo
largo de Paseo de la Reforma; al llegar al entronque con Avenida Juárez rompieron los
cristales algunas franquicias de comida rápida. Frente a estas acciones varios integrantes
de los contingentes que integraban la columna reorganizaron a los manifestantes
mediante silbidos. A través de este sonido atrajeron la atención de sus compañeros y los
llamaron a cerrar filas y no caer en provocaciones. A los silbidos se sumaron otras
acciones para elevar la integración del contingente como formar vallas alrededor del
contingente y reducir la distancia física entre participantes.
Finalmente a través del uso de distintos instrumentos para producir ruidos –globos,
cacerolas y cornetas entre otros- los colectivos se constituyen como actores que ocupan
el espacio público y la arena política –hemos denominado a esta función
presentificación y constitución del actor-. Nuevamente, en la marcha del orgullo
LGBTTTI observamos distintos contingentes cuya praxis sonora se limitaba a chocar
entre sí dos globos alargados. Esto producía un sonido percusivo de una tonalidad
grave que, sin transmitir un contenido semántico específico, ocupaba el entorno sonoro
urbano y funcionaba como voz del contingente.
55 Esta fue la manera en que varios manifestantes clasificaron a las personas que recurrían a la acción directa.
148
4.2 El marco socio-político de las marchas de protesta en la Ciudad de México. El retorno del priísmo,
¿un nuevo ciclo de protesta?
Aunque Tarrow utiliza este concepto para explicar grandes procesos históricos, la
protesta que se desarrolló entre 2012 y 2018 en México supuso cambios que sugieren
una nueva fase, caracterizada por la redefinición de los blancos de lucha
(principalmente el gobierno, en sus niveles federal y estatal), la rápida difusión de la
149
acción colectiva, la consolidación de nuevas formas de confrontación basadas en el
performance y la utilización de las redes sociales e internet como foros de organización
y comunicación que permitieron deslocalizar la acción de los movimientos y ampliar su
influencia.
¿Cuáles son las causas políticas, económicas y sociales de este ciclo de protesta que
inició con las campañas electorales por la presidencia de la república y se extendió hasta
las jornadas de acción global por Ayotzinapa y las movilizaciones en contra de las
violencias machistas en 2016 y 2017?
Por otra parte, también se aprobaron reformas que vulneran los derechos laborales de
los trabajadores. Tal es el caso de la reforma laboral, aprobada en 2012, en vísperas de
la llegada de Peña Nieto al poder, aunque también de la reforma educativa, aprobada en
febrero del 2013, y que se centró en la flexibilización de las condiciones laborales de los
profesores de educación básica a través de la modificación de los procesos de ingreso,
promoción y permanencia. En total se aprobaron once reformas estructurales; en
algunos casos la respuesta de los actores colectivos, como en el caso de la reforma
educativa, fue contundente: se realizaron campañas que incluyeron distintos tipos de
estrategias de lucha –desde marchas y declaraciones en medios de comunicación hasta
150
la acción directa, como la destrucción de edificios gubernamentales y el choque con
cuerpos policíacos- para buscar la derogación de los cambios a la constitución.
Durante el sexenio de Peña Nieto se dio continuidad a la lucha armada en contra del
narcotráfico, lo que prolongó de manera indeseada la presencia del ejército en las calles.
Lejos de terminar con la violencia, se incrementó el número de homicidios violentos.
De acuerdo con diversas fuente periodísticas, 2017 fue el año con mayor número de
homicidios dolosos en las dos últimas décadas; en total se registraron (al mes de
noviembre de 2017) 23 mil 101 casos (Ángel, 2017: s/p). Desde 2015 el número de
homicidios se incrementó anualmente, hasta llegar a la cifra de 2017. Adicionalmente,
la participación de los militares en tareas policíacas contribuyó a la violación de los
derechos humanos. Ejemplo de ello son las 22 ejecuciones extrajudiciales en el
municipio de Tlatlaya, Estado de México, a manos del ejército mexicano.
151
concentraron en el centro del país, en Veracruz y Guerrero, aunque también en el
norte, principalmente en Chihuahua 56.
56 Un seguimiento superficial de la prensa revela que los reporteros organizaron, a largo de 2016 y 2017,
numerosas protestas en contra de la violencia y para demandar el esclarecimiento de los asesinatos. Por las
características de sus protestas –generalmente de decenas de personas, de un solo sector, de carácter estático-, sin
embargo, no hemos realizado un seguimiento etnográfico.
152
día del trabajo y del maestro. En septiembre de 2013, en vísperas de las celebraciones
de independencia, los profesores fueron desalojados del Zócalo. A lo largo del sexenio
el movimiento magisterial ha atravesado por varios momentos de intensificación de la
actividad, principalmente durante las evaluaciones docentes que se realizaron en
Guerrero y Oaxaca y frente a la desaparición de normalistas de Ayotizinapa.
Para redondear este panorama es necesario mencionar las movilizaciones de las mujeres
y los colectivos feministas. El 24 de abril de 2016 se realizó la primera Movilización
nacional contra las violencias machistas, para demandar el cese de los feminicidios, las
desapariciones y la creación de condiciones sociales que garanticen la plena integración
de las mujeres en los ámbitos laboral y educativo. En la Ciudad de México, la marcha
partió de San Cristóbal Ecatepec, uno de los municipios con mayor incidencia de
feminicidios, hacia el Ángel de la Independencia. Estas movilizaciones se realizaron en
el marco de la Primavera violeta, una protesta internacional en contra de las violencias
machistas que afectan a las mujeres. Un elemento central de la movilización de las
mujeres fue la utilización de las redes sociales, principalmente Twitter, para ampliar los
espacios de comunicación y visibilizar los problemas cotidianos que enfrentan en los
espacios públicos y privados. Muestra de ello fue el hashtag #MiPrimerAcoso, que se
utilizó para hacer visible la violencia sistemática que se ejerce sobre las mujeres tanto en
espacios públicos como privados.
154
Aportar información detallada que sustente nuestra afirmación de que en 2012 inició un
nuevo ciclo de protesta excede los alcances de esta investigación. A pesar de ello, sí
podemos señalar que la mayor parte de las movilizaciones y protestas que resonaron en
los medios de comunicación masiva se vincularon de alguna manera con las reformas
estructurales, el desmantelamiento de la desvencijada estructura de bienestar creada por
el PRI en el tercer cuarto del siglo XX y con la violencia generalizada que se ejerce
impunemente desde distintos frentes.
Los distintos episodios o agravios han sido contestados con una rápida difusión de la
acción colectiva a distintos sectores de la población. Así ocurrió con la reforma
educativa, la desaparición de los normalistas y los asesinatos de mujeres en el centro del
país. Como se mencionó líneas atrás, en la mayoría de los casos los gobiernos federal y
locales han sido el blanco de las protestas. También se debe destacar que la mayor parte
de estos movimientos optó por tácticas de lucha pacíficas convencionales, que van de la
protesta a los posicionamientos en los medios de comunicación, aunque también
recurrieron a estrategias disruptivas no violentas (el performance urbano) y violentas
(destrucción de propiedad privada). Finalmente, se debe resaltar el papel de las redes
sociales en la creación de arenas comunicativas para coordinar a los actores sociales.
57 Aunque los sectores conservadores de la derecha también se han expresado en algunos momentos,
principalmente en contra de los derechos de la comunidad LGBTTTI. El 10 de septiembre de 2016 se realizó la
Marcha de la familia, con la finalidad de protestar en contra de las familias no tradicionales.
155
Sin pretender erigirse como una historia detallada del sexenio que corre de 2010 a 2018,
estas breves anotaciones sobre el contexto político y social son un referente para
comprender una parte de la producción sonora que describiremos en la siguiente
sección. En la mayoría de las formas sonoro-expresivas que analizamos se alude a los
problemas, antagonistas y situaciones descritas en esta sección.
Al hablar de entorno sonoro de la marcha, por tanto, nos referimos a la totalidad de los
sonidos que son posibles por la suspensión de las actividades cotidianas, producidos
tanto por los actores sociales que se manifiestan como por otros actores e individuos.
En términos generales, el entorno sonoro de la marcha se compone de: a) sonidos
producidos intencionalmente por los actores colectivos que se dan cita para
manifestarse, b) sonidos producidos no intencionalmente por los manifestantes, entre
ellos se encuentran los ruidos derivados del acto de caminar, toses, risas, etcétera, c)
sonidos producidos por individuos que no se manifiestan y tienen un objetivo
económico (vendedores), nos referimos principalmente a los pregones y gritos que
anuncian la venta de distintos productos, d) sonidos de los contramanifestantes o
aquellos individuos que se expresan en contra de la manifestación de manera
espontánea (sonido de los cláxones, mentadas de madre, gritos), e) sonidos del mobiliario
156
urbano, fundamentalmente los bips producidos por semáforos que regulan el
desplazamiento de los peatones, f) sonidos producidos por el transporte motorizado
(camiones, combis, automóviles y motocicletas), g) sonidos de las actividades cotidianas
de la ciudad, principalmente los ruidos producidos por los negocios que franquean las
calles y h) sonidos producidos por los cuerpos policíacos ya sea voluntaria o
involuntariamente; en el caso de los sonidos voluntarios se trata de aquellos que
pretenden incidir sobre el ánimo y emociones de los manifestantes.
En el fondo, las mentadas de madre de los automovilistas y los gritos que caracterizan a
los manifestantes como “huevones”, ponen en escena concepciones de una alteridad
cuyos motivos no se conocen a cabalidad. Pero lo mismo ocurre con los manifestantes
que construyen una visión estereotipada de las personas que integran los cuerpos
policíacos: “hay que estudiar, hay que estudiar, el que no estudie a policía va a llegar”.
157
La marcha, por tanto, es una situación social que nos abre a la alteridad a través del
conflicto sonoro. Ya algunos estudiosos como Carter (2004), LaBelle (2010) y Sennett
(1992) han llamado la atención respecto al potencial del caos sonoro en la apertura y
reconocimiento de la alteridad. Esto se debe al carácter relacional del sonido, al hecho
de que el sonido por lo general pone en contacto a dos interlocutores (LaBelle, 2010) o
por lo menos, sienta las base para un probable diálogo.
La segunda línea de reflexión que abre la perspectiva del entorno sonoro se refiere a la
supuesta unicidad y homogeneidad de los actores que se dan cita en una marcha.
Aunque los organizadores pueden establecer como objetivo de la movilización la
proyección de la imagen de unicidad hacia el exterior (medios de comunicación
electrónicos y tradicionales), la marcha generalmente supone actores que “combinan
diferentes orientaciones” (Melucci, 1994). En muchos casos, una marcha supone la
presencia de actores que tienen orientaciones totalmente contrarias. Estos conflictos se
escenifican a través de la sonoridad.
158
Estos choques revelan la conflictividad en las orientaciones culturales, definiciones de la
situación y marcos cognitivos que edifican el espacio socioacústico de la marcha. Pero
de hecho, más que una falencia, estos conflictos acústicos revelan la problemática
integración de los actores colectivos que componen la marcha, la tensión entre los
distintos sujetos colectivos y las heterogéneas y contrastantes agendas político-
culturales de los contingentes.
4.3 El grito
59Uno de los pocos textos que abordan el problema de la voz y el grito en las manifestaciones es el de Hearn
(2002). En él se habla de las voces de las mujeres en las manifestaciones por la paz y la justicia que se realizaron en
2002, en Washington D.C, conocidas como Grito global. Por otra parte, McPhail y Wohlstein (1983) describieron el
papel del grito en espectáculos deportivos: es un recurso fundamental en la liberación de afectos.
159
En el contexto de la marcha el grito es una emisión sonora breve, producida
colectivamente, que se caracteriza por su elevada energía vocal o intensidad (Banse y
Scherer, 1996), de tonalidad aguda y aparición repentina; puede consistir en una
emisión vocal, no articulada lingüísticamente –el sonido u por ejemplo- o en una
emisión verbal breve, generalmente una palabra.
Aunque todos los gritos se producen con el aparato fonador61, es posible distinguirlos
en función de su estructura lingüística. Aquellos gritos que consisten en vocalizaciones
no estructuradas lingüísticamente son llamados gritos vocales 62. Estos gritos pueden
consistir en sonidos aislados (por ejemplo, el sonido u) o en dos sonidos, como en el
caso del abucheo (bu).
60 Esto se debe al contenido emocional del grito. Banse y Scherer (1996) han observado que las emisiones vocales
que expresan estados emocionales generalmente tienen frecuencias medias y agudas.
61 Con relación al mecanismo que lo genera, el grito se produce por la vibración cuasi-periódica de las cuerdas
grito verbal. Green, Whitney y Potegal definen scream como un tipo de expresión vocal que no posee contenido
verbal (lo que nosotros definimos como grito vocal) en tanto que yell se refiere a las emisiones que sí tienen
contenido verbal (lo que hemos definido como grito verbal).
160
que enmarca al acontecimiento. Este grito se acerca a la definición del símbolo
propuesta por Mulder y Hervey; de acuerdo con estos autores el símbolo es un “signa
dependiente de una definición particular (ocasional) para su interpretación correcta, por
ejemplo, x, y, z en una ecuación algebraica” (Leach, 1989: 18).
El análisis de los datos obtenidos durante el trabajo de campo nos permite afirmar que
los gritos aparecen en respuesta a situaciones sociales determinadas, que implican a un
actor con orientaciones políticas y culturales, un espacio físico y simbólico, y atienden a
necesidades específicas de los actores sociales. Hemos identificado cuatro usos
predominantes del grito en las movilizaciones de protesta: expresión de la identidad
161
colectiva, construcción de antagonistas, expresión de demandas y creación de territorios
(territorialización). Sin dejar de reconocer la existencia de otras funciones, a
continuación presentamos algunos casos etnográficos que ilustran las funciones que
identificamos.
Los gritos identitarios, junto con otros elementos como las consignas identitarias, los
emblemas y la indumentaria, expresan la identidad del contingente. Pero no solamente
hacen pública la identidad, como han observado Deleuze y Guattari (2004) respecto al
papel del sonido en la creación del territorio 63, el sonido edifica la identidad que
expresa.
Con un grito vocal identitario [audio 1] ∗, que se profería como una suerte adenda. El
grito consistía en una u alargada que era interrumpida durante intervalos brevísimos. La
interrupción se lograba por la obstrucción momentánea de la boca por medio de la
mano. Debido a que ningún otro contingente utilizaba esta marca, el grito permitía
construir una diferencia sonora a través de la cual los estudiantes de la ENAH
destacaban del resto de los contingentes.
162
El mismo grito es utilizado por algunos contingentes feministas para expresar un
contenido semántico distinto pero relacionado con la constitución identitaria y las
autodefiniciones de los movimientos sociales [audio 2] ∗. En el contexto de las luchas
feministas este grito es un símbolo de su lucha, del hecho de “ser luchadoras”.
Constituye un grito de guerra 64 que expresa las orientaciones culturales y políticas de
una parte del movimiento feminista.
∗
https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/02_170917_JM_Grito+guerra_Ulular_Feministas+sep
ara.wav
64 Comunicación personal de M. Viera.
163
“fuera” [audio 3] *. Al tiempo que expulsaban a la representante del gobierno los gritos
contribuían en la construcción de antagonistas del movimiento. El contenido semántico
de los gritos se reforzaba con la consigna “Mancera, entiende, esta lucha no se vende”.
Durante la marcha del 2 de octubre de 2017 también registramos estos gritos, esta vez
frente a la presencia de reporteros de medios de comunicación masiva. Al percatarse de
su presencia los integrantes del contingente del Comité 68 reaccionaron con el grito
“Fuera Televisa” y “Fuera TV Azteca”.
El tercer uso del grito que logramos identificar es la expresión de júbilo y otro tipo de
estados afectivos. Este tipo se aleja radicalmente de las expresiones sonoras que
transmiten contenidos articulados lingüísticamente. Transmite estados afectivos que
interpelan al escucha a nivel corporal y emocional. Se acercan al concepto de sentido
sentido 65.
*https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/03_240617_LGBTTTI_Grito+verbal_Fuera+y+vendi
da_Vanguardia.wav
65 Nancy distingue el sentido sensato de los sentidos sensibles. El primero depende de la reflexión y aquellos datos
del mundo que se pueden elaborar lingüísticamente. Está vinculado con la representación visual del mundo; la
evidencia, aquello que se presenta ante los ojos, es el modo a través del cual sustenta sus construcciones sobre el
mundo. Los sentidos sensibles (lo que nosotros denominamos sentido sentido) son aquellas experiencias del
mundo que no remiten directamente a otra cosa (como en el sentido formulado lingüísticamente), generan
resonancias en el sujeto y por ende experiencia del mundo y del sí mismo en una forma similar a la experiencia
sonora, que es experiencia resonante.
**https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/04_240617_LGBTTTI_Grito+vocal_Jubilo_NI.wav
164
4.4 Consignas
Al igual que las otras formas sonoras, es necesario descomponer la consigna en los
elementos que la constituyen: aspectos propiamente sonoros, elementos lingüísticos y
no lingüísticos que otorgan densidad semántica, organización social de la producción y
funciones en el marco de la acción colectiva contenciosa.
La consigna es una línea melódica sencilla, producida colectivamente, que tiene una
duración de entre dos y cuatro compases de 4/4 e incorpora motivos y patrones
rítmicos que enfatizan el movimiento. Es necesario realizar algunas consideraciones en
torno a esta primera definición. A nivel melódico la consigna se caracteriza por una
66 Durante la XXXVI Jornada global por Ayotzinapa los organizadores decidieron marchar en silencio para
mostrar solidaridad son las víctimas del sismo del 19 de septiembre de 2017.
165
suerte de minimalismo; de la totalidad de los sonidos que componen la escala
temperada 67, la consigna utiliza, en general, entre uno y cuatro tonos.
Con respecto a la tonalidad, hemos identificado dos casos: consignas monotonales (sin
movimiento tonal) y consignas que implican movimiento de un tono a otro. En el
primer caso la consigna es proferida con arreglo a un tono único. En la consigna
“Ayotzi, nos da lección de dignidad” [audio 5] ∗, proferida por un contingente de
telefonistas, cada silaba se entona en fa.
Como ejemplo del segundo caso –movimiento tonal- tenemos la consigna “Ayotzi,
aguanta, el pueblo se levanta”:
Todas las sílabas, a excepción de la tercera 68, sexta y decimotercera, se entonan en si. El
resto, que corresponden a tiempos débiles del compás, se entonan en sol.
67 Esta escala resulta de la división de una octava en doce partes iguales. Es el sistema de afinación predominante
en occidente. Contiene los ya consabidos tonos: do, do sostenido, re, re sostenido, mi, fa, fa sostenido, sol, sol sostenido, la, la
sostenido y si
∗
https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/05_260916_XXIVAGA_Consigna_Ayotzinapa_Telef
onistas.wav
68 En todas nuestras transcripciones de consignas el cómputo de sílabas se realiza de izquierda a derecha.
69 Si tomamos como referencia la escala de do mayor que se contiene los tonos do, re, mi¸ fa, sol¸ la y si, do es el
primer grado de la escala o tónica. Re es el segundo grado, mi el tercero y así sucesivamente, hasta llegar
nuevamente a do.
166
La siguiente transcripción corresponde a la consigna “Gobierno maldito, reprimir es un
delito” [audio 6] ∗. Como podemos observar, las sílabas tercera (no), sexta (to)
quinceava (to) se entonan en sol sostenido, una tercera menor descendente respecto a la
nota si.
La reiteración tonal, -incluso de las consignas que utilizan dos o tres tonos podemos
afirmar que son reiterativas- forma parte del carácter repetitivo de la consigna (Ayats,
2002). Más que ver la reiteración como pobreza de los recursos expresivos de los
movimientos sociales hay que entender que contribuye a la eficacia simbólica y política
de la consigna. La reiteración tonal opera en la esfera sonora lo que en el nivel verbal se
opera por medio de la repetición ad libitum de los versos. Ambas contribuyen apuntalar
el mensaje y situar a la consigna como una forma verbal no dialógica, que interpela sin
pretender una respuesta inmediata.
∗
https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/06_021017_49Tlate_Consigna_Gobierno+maldito_F
ECSM.wav
167
el pinche gobierno se tiene que morir” [audio 7] *, que también es utilizada en
espectáculos de fútbol, principalmente por barras argentinas, se escucha un movimiento
melódico de mayor complejidad que el característico de las consignas estándar:
A pesar de estos ejemplos, no es frecuente que las consignas del repertorio estándar
utilicen este tipo de recursos melódicos. Como mencionamos líneas arriba, la consigna,
en términos generales, se caracteriza por el minimalismo en la esfera melódica. Esta
situación nos deja entrever que la melodía es un criterio irrelevante en su producción; es
probable que esto se deba a que la simplicidad melódica favorece la coordinación de los
individuos. También es probable que las matrices melódicas sencillas posibiliten el
trabajo acústico de los colectivos en todo aquello que tiene que ver con la articulación
de nuevos conocimientos y circulación de sentidos.
*https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/07_260916_XXIVAGA_Consigna_Aplaudan_Telefon
istas.wav
168
Segunda consideración. Aunque las consignas se repiten ad libitum durante el
performance en el espacio público, la mayor parte de ellas tiene una estructura básica
cuya duración es de dos y hasta cuatro compases de 4/4 70. “Porque vivos se los
llevaron, vivos los queremos”, “Zapata vive, la lucha sigue”, “Gobierno maldito,
reprimir es un delito”, “Ayotzi, aguanta, el pueblo se levanta”, “Macho consciente se va
del contingente”, “Ni fea ni hermosa, a mujer no es una cosa”, “Voy a casarme y voy a
adoptar”, “Ni enfermos ni criminales, simplemente homosexuales” [audio 8] ∗ y “Díaz
Ordaz, fuiste un perro y nada más” [audio 9] ** son consignas breves, de dos compases
(de 4/4) de duración.
“No fue la hora, no fue el lugar, fue tu machismo, déjame en paz”, “Señor, señora, no
sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente” [audio 10] ***, “De norte a
sur, de este a oeste, ganaremos esta lucha, cueste lo que cueste”, “Lucha, lucha, lucha,
no dejes de luchar, por un gobierno obrero, estudiantil y popular”, “Porqué, porqué,
porqué nos asesinan, si somos la esperanza de América Latina”, “Dos de octubre, no se
olvida, es de lucha, combativa”, “Artículo tercero, de la constitución, educación gratuita
para toda la población”, entre muchas otras, son consignas de cuatro compases de 4/4.
M.wav
***https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/10_170917_JM_Consigna_No+sea+indiferente_Van
guardia.wav
71 Esta y la siguiente consigna se registraron en la 39ª edición de la marcha del orgullo LGBTTTI. Buga designa, en
169
Algunas elaboraciones que abordan el problema de la identidad colectiva, la memoria
de los movimientos sociales y la lucha en América superan con mucho la duración
estándar. La consigna:
Se compone de diez compases (de 4/4) durante los cuales se escenifica, por medio de
un juego de voces de carácter antifonal, los vínculos de las luchas contemporáneas con
los movimientos sociales en México y América. Es común que esta consigna se alargue
****https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/11_240517_LGBTTTI_Consigna_El+que+no+br
inque_NI.wav
170
algunos compases para incorporar otros elementos identitarios que establecen
continuidades entre las luchas latinoamericanas.
Otras consignas que destacan por su duración atípica son las siguientes. “Porque no,
que te dije que no, pendejo no, mi cuerpo es mío, yo decido, tengo autonomía, yo soy
mía”, estandarte sonoro de las movilizaciones de mujeres en la Ciudad de México se
compone de cinco compases (4/4) que se repiten ad libitum. “De noche o de día,
desnuda o vestida, en la casa o en la calle, respeta nuestra vida” se compone de ocho
compases (4/4).
Es común que las consignas elaboradas con base en canciones populares superen la
duración estándar a la cual hemos aludido. La llorona y el Mambo del chafirete, utilizadas
recurrentemente en las marchas para movilizar distintos sentidos identitarios, pueden
tener un número indefinido de compases. En el caso del mambo, la duración, que
puede superar los 20 compases (4/4), depende de la capacidad de las personas que
realizan la propuesta para añadir nuevos contenidos (identificaciones) conforme se
desarrolla la proferencia.
Con respecto a la duración de las notas es común que las consignas utilicen, casi de
manera exclusiva, negras, corcheas, silencios de negra y silencio de corchea 72. A partir de
72Si tenemos como referencia un compás de 4/4 (cuatro pulsos o tiempos) la negra tiene una duración de ¼ del
compás. La corchea resulta de la división de una negra en dos partes iguales, por ende, tiene una duración de 1/8 del
compás. Finalmente, la semicorchea resulta al dividir una negra en cuatro partes iguales; tiene una duración de 1/16
del compás. El silencio de negra vale ¼ del compás y así sucesivamente con los silencios restantes.
171
combinaciones entre estos elementos se estructuran patrones rítmicos que permiten la
coordinación de las acciones colectivas para expresar distintos contenidos semánticos.
Una gran cantidad de consignas comienzan en anacrusa, esto es, con una nota o grupo
de notas que preceden al primer tiempo fuerte de un compás73. Lo más común es que
el tiempo fuerte del primer compás esté precedido por una o dos corcheas. En “Mujeres
contra la guerra, mujeres contra el capital, mujeres contra el machismo y el terrorismo
neoliberal” la primera sílaba de la consigna (mu) comienza en anacrusa. “Porque somos
estudiantes, sí señor, y no somos guerrilleros […]” comienza con un compás de
anacrusa que se compone de dos semicorcheas (que corresponden a las sílabas por-
que).
Por sí sola una escucha atenta de las consignas revela que los actores colectivos tienen
hábitos rítmicos que rigen la producción de consignas. El análisis confirma lo que la
escucha revela desde el primer momento: las consignas se construyen con base en
patrones rítmicos.
73Aunque la anacrusa origina un compás, nosotros no lo consideramos en el cómputo de los compases de la
consigna.
172
A partir de análisis de 70 consignas74, recabadas durante nuestro trabajo de campo,
identificamos patrones y motivos rítmicos. Un patrón rítmico (o matriz) es la
configuración rítmica total de la consigna, es decir, a la disposición de sonidos y
silencios a lo largo de todos los compases que la integran. Un motivo rítmico es un
arreglo de sonidos y silencios de un compás de duración que se inserta en una consigna. El motivo se
puede pensar como un cliché sonoro. Del análisis de las 70 consignas desprendimos 11
motivos, que están identificados con las letras A, B, C, D… K. A continuación
presentamos algunas consideraciones en torno al motivo A, que es un elemento
rítmico-sonoro central en las consignas.
75
Motivo rítmico A
74 Nos referimos a consignas que poseen una estructura rítmica y semántica particular, que se escucharon en la
mayor parte de las marchas y que fueron proferidas por distintos contingentes. La consigna “Alerta, alerta, alerta
que camina […]”, se registró en todas las marchas y formaba parte del repertorio estándar de la mayor parte de los
colectivos. Si bien esta consignas puede aparecer ligeramente modificada (lucha feminista en vez de lucha popular)
en términos generales la estructura sonora se mantiene inalterada.
75 En los siguientes motivos y patrones las notas indicadas no corresponden con el sonido real de la consigna.
173
con el cuarto, obliga a los manifestantes a cambiar la última corchea del motivo por un
grupo de tres semicorcheas; el propósito es verbalizar el término sin romper la métrica de
la proferencia. También es común que el silencio de corchea aparezca como silencio de
negra; en este caso se suprime la última nota del motivo.
Este motivo se escucha en una gran cantidad de consignas del repertorio de lucha
estándar (ver Tabla 4.1), por ejemplo, “Gobierno maldito, reprimir es un delito” [audio
6] ∗. En esta proferencia de dos compases el motivo aparece en la segunda medida. La
última corchea del segundo compás, la séptima sílaba, enlaza una nueva repetición.
Las consignas de las formas B-A, H-A y G-A (ver ejemplos en Tabla 4.1) se componen
de 2 fragmentos, que se oponen tanto por el contenido lingüístico como por los
motivos rítmicos. A nivel lingüístico el primer fragmento generalmente declara la
existencia de un sujeto, ya sea sujeto agraviado (“Ayotzi, aguanta”, “Mujer, hermana”),
∗
https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/06_021017_49Tlate_Consigna_Gobierno+maldito_F
ECSM.wav
174
sujeto que agravia –el antagonista del movimiento- (“Gobierno maldito”, “Macho
consciente”, “Norberto Rivera”, “Eruviel homicida”), sujeto de identificación (“Poli,
UNAM”, “Esos mirones”) o sujeto que lucha (“Mujer consciente”). El primer
fragmento puede incluir términos que permiten calificar al sujeto (“Gobierno maldito”)
o verbos que lo reconvienen (“Mujer, escucha”). La dimensión lingüística del primer
fragmento se acompaña de motivos rítmicos que incorporan negras y negras con puntillo 76,
cuya duración duplica a las corcheas contenidas en el motivo A. Estas notas permiten que
ciertas sílabas del compás se alarguen y se genere un contraste con el motivo A, ya que
este se compone de notas breves que se suceden rápidamente y generan un efecto de
staccato. Tenemos dos motivos opuestos desde el punto de vista rítmico: uno con un
fraseo lento y otro con un fraseo rápido. Por otra parte, la incorporación de notas con
duraciones más largas en el primer fragmento de la consigna reduce la cantidad de
sílabas proferidas en el primer compás.
175
rápidamente; en segundo lugar, a través del contraste de las notas breves del motivo A
con las notas largas del motivo precedente (B, H y G).
Motivo rítmico B
Motivo rítmico C
Motivo rítmico D
Motivo rítmico E
176
Motivo rítmico F
Motivo rítmico G
Motivo rítmico H
Motivo rítmico I
Motivo rítmico J
Motivo rítmico K
177
4.4.2.2 Análisis de las consignas con base en la estructura rítmica
El análisis de las consignas desde la perspectiva del ritmo nos obliga a formular una
definición que permita profundizar nuestras reflexiones sobre el papel del ritmo y el
tiempo en las consignas.
Al analizar la estructura rítmica de las consignas hemos concluido que todas incorporan
por lo menos dos motivos rítmicos distintos77. En las consignas de dos compases que
incorporan el motivo A, este puede ir precedido del motivo B o el motivo I (aunque
estas asociaciones no constituyen una regla).
En las consignas de cuatro o más compases se incorporan dos o más motivos rítmicos.
Por ejemplo, la consigna “Ahora, ahora, se hace indispensable, presentación con vida y
castigo a los culpables” [audio 12] ∗ es una sucesión de los motivos B, A, C y C. En la
consigna “Alerta, alerta, alerta que camina […]” [audio 13] ** se suceden los motivos B,
A, I y A. Las consignas de cinco o más compases también se estructuran con base en
dos o más motivos.
Es frecuente que en las consignas de cuatro compases alguno de los motivos se repita:
en la consigna “Ahora, ahora, se hace indispensable […]” el motivo C aparece en el
tercer y cuarto compás. La consigna “Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las
mujeres en la cara de la gente” tiene un estructura D-A-C-A. El motivo A aparece en
los compases 2 y 4.
77 Por supuesto que esta regla tiene excepciones: principalmente las consignas que tienen un compás y algunas en
donde el motivo aparece reiteradamente en la mayor parte de los compases con algunas modificaciones.
∗
https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/12_260916_XXIVAGA_Consigna_Ahora+se+hace+i
ndispensable_Vanguardia.wav
**https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/13_260916_XXIVAGA_Consigna_Alerta_FECSM.w
av
178
Tabla 4.1 Estructura rítmica de consignas analizadas
179
“Eruviel, homicida, te tenemos en la mira” 2 G-A 2
semicorcheas
“Ni una menos, vivas nos queremos” 2 AP-A -
“Somos malas, podemos ser peores” 2 AP-AP -
“Violador de mierda, despídete de tu verga” 2 AP-C 2
semicorcheas
“Hay que abortar, hay que abortar, hay que abortar este 4 AP-AP-C-AP 3 negras
sistema patriarcal”
“No fue la hora, no fue el lugar, fue tu machismo, déjame en 4 G-F-G-F -
paz”
“No somos uno, no somos cien, pinche gobierno, cuéntanos 4 G-F-G-F -
bien”
“Hombro con hombro, codo con codo, Ayotzi, Ayotzi, Ayotzi 4 G-G-B-C -
somos todos”
“Alerta, alerta, alerta que camina, la lucha estudiantil por 4 B-A-I-A 1 corchea
América Latina”
“Chinga de noche, chinga de día, ay, cómo chinga la 4 AP-AP-E-AP 3 corcheas
burguesía”
“Ahora, ahora, se hace indispensable, presentación con 4 B-A-C-C 1 corchea
vida y castigo a los culpables
“Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir, que el pinche 4 E-A-E-A 1 corchea
gobierno se tiene que morir”
“Michoacán no se vende, Michoacán no se va, porque tiene 4 G-G-G-A 2
maestros, con mucha dignidad” semicorcheas
“Hace falta ya, una huelga, una huelga, hace falta ya, una 4 I-A-A-K -
huelga general”
“No, no, no, no es un hecho aislado, son crímenes de odio, 4 AP-A-A-A -
son crímenes de estado”
“La gente se pregunta, y esos quiénes son, somos el 4 A-A-A-AP 1 corchea
orgullo, de toda la nación”
“Mis padres me dijeron, te pones a estudiar, pero si hay 4 A-A-A-A 1 corchea
problemas, te pones a luchar”
“Artículo tercero, de la constitución, educación gratuita, para 4 A-A-A-AP 1 corchea
toda la población”
“Artículo noveno, de la constitución, nos da la libertad, de 4 A-A-A-A 1 corchea
organización”
“A mi no me gusta el pan, a mi no me gusta el pan, me 4 A-A-C-A 1 corchea
gusta la tortilla, la tortilla nacional”
“Lucha, lucha, lucha, no dejes de luchar, por un gobierno 4 A-A-A-I -
obrero, estudiantil y popular”
“Detrás de los balcones, se esconden maricones, detrás de 4 A-A-A-A 1 corchea
180
las persianas, se esconden las lesbianas”
“Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres 4 D-A-C-A 1 corchea
en la cara de la gente”
“De norte a sur, de este a oeste, ganaremos esta lucha, 4 D-D-A-A 1 corchea
cueste lo que cuesta”
“Porqué, porqué, porqué nos asesinan, si somos la 4 D-A-I-A 1 corchea
esperanza de América Latina”
“Mujeres contra el machismo, mujeres contra el capital, 4 AP-AP-AP-AP 1 corchea
mujeres contra el machismo y el terrorismo neoliberal”
“No, no, no, no es un hecho aislado, son crímenes de odio, 4 AP-A-A-A -
con crímenes de Estado”
“Que lo vengan a ver, que lo vengan a ver, ese no es 4 AP-AP-AP-AP -
presidente es asesino macho burgués”
“Porque no, que te dije que no, pendejo no, mi cuerpo es 5 AP-AP-AP-A- 2 corcheas
mío, yo decido, tengo autonomía, yo soy mía” C
“Vestido de verde olivo, políticamente vivo, no has muerto, 6 A-A-B-A-B-A 1 corchea
no has muerto, no has muerto camarada, tu muerte, tu
muerte, tu muerte será vengada”
“Dos de octubre, no se olvida, es de lucha combativa, dos 8 H-H-H-H-B-B- -
de octubre no se olvida, es de lucha combativa” B-B
“Alerta, alerta, alerta que camina, la lucha feminista por 8 B-A-I-A-B-A- 1 corchea
América Latina, y tiemblen y tiemblen y tiemblen los C-A
machistas, que América Latina será toda feminista”
“Porque somos estudiantes, sí señor, estudiantes bien 12 AP 2
conscientes, sí señor, y no somos guerrilleros, sí señor, semicorcheas
pero pronto lo seremos, sí señor […]”
Fuente: elaboración propia.
Nota 1. AP o arreglo particular se utiliza para identificar arreglos rítmicos particulares, que no aparecen en otras consignas.
Nota 2. En algunas consignas el patrón se modifica ligeramente para dar cabida a versos más grandes.
Podemos afirmar, por lo tanto, que una consigna es un conjunto de dos o más motivos rítmicos.
A partir los distintos motivos se estructura una totalidad, un discurso sonoro cerrado
que se distingue del resto de los hechos acústicos del entorno. Si consideramos que
cada uno de los motivos que componen la consigna posee un conjunto de
características estructurales propias, a partir del cual se distingue del resto de los
motivos, podemos afirmar que la consigna es una totalidad que se articula a partir de
oposiciones y diferencias en los sonidos. Las oposiciones se construyen con base en las
distintas duraciones y silencios que originan cada motivo. Las oposiciones son audibles
181
en la articulación silábica de la consigna, concretamente, en los distintos fraseos que se
utilizan en los versos de la proferencia.
La consigna “Vestido de verde olivo […]” [audio 14] * se compone de seis compases
más el compás de anacrusa. Toda la consigna se estructura con base en los motivos
rítmicos que hemos descrito atrás. Los motivos que la componen son A-A-B-A-B-A.
En los dos primeros compases el motivo está ligeramente alterado: en vez del primer
par de corcheas aparece una semicorchea enlazada a una corchea seguida por otra semicorchea.
Los motivos de los compases 3 y 4 se oponen con base en sus particularidades rítmicas.
Esto ocurre también en los compases 5 y 6 en donde el motivo A, que se compone de
corcheas que se suceden continuamente, se opone al motivo B, que incluye acentuaciones
en los tiempos débiles del compás –síncopas-.
Los análisis preedentes de las consignas nos obligan a matizar la afirmación según la
cual la consigna se compone de motivos rítmicos. Si bien los motivos son elementos
estructurales hay consignas que incorporan ordenamientos sonoros muy particulares.
Es probable que estos ordenamientos de sonidos constituyan estilizaciones específicas
*https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/14_260916_XXIVAGA_Consigna_Vestido+de+verde
_FECSM.wav
182
que dependen de los mensajes que se comunican y los hábitos rítmicos de los
contingentes. Estas consideraciones nos llevan a proponer que una consigna incorpora
motivos rítmicos y elaboraciones rítmicas particulares.
La siguiente consigna [audio 15] *, utilizada en las marchas en contra de los feminicidios,
combina motivos rítmicos y elaboraciones muy particulares. Se compone de cinco
compases (de 4/4) más un compás de anacrusa (que no tomamos en cuenta en el
cómputo de los compases). El primer compás contiene un patrón rítmico muy
complejo que se compone de corcheas y semicorcheas. Hay que señalar que muy pocas
consignas del repertorio estándar utilizan semicorcheas. Este patrón permite que las
manifestantes fraseen las sílabas que-te-di-je-que sin romper la métrica de la
proferencia. El segundo y tercer compás presentan una estructura rítmica particular que
se compone de corcheas y silencios de corchea. En el cuarto compás aparece el motivo A
con una modificación en el último tiempo; en lugar del silencio y la corchea aparecen
cuatro semicorcheas. Estas últimas obedecen a que el contingente frasea rápidamente las
sílabas ten-goau-to-no. En el quinto compás aparece el motivo C. En las dos últimas
corcheas se repite la palabra porque que enlaza una nueva repetición de la consigna.
*https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/15_170917_JM_Consigna+musicalizada_Porque+no_
Feministas+separa.wav
183
4.4.2.3 Matrices rítmicas
Sobre esta matriz los actores sociales han montado cerca de diez consignas para
expresar distintos problemas como las desapariciones forzadas en el centro y sur del
país, la cosificación de la mujer, la represión gubernamental, la intención de cooptar los
movimientos sociales desde el poder y la visibilidad del movimiento LGBTTTI.
184
Tabla 4.2 Consignas que incorporan el motivo B-A
185
En suma, al enfrentar una coyuntura política, que incluye nuevos adversarios y
problemáticas, los actores colectivos expresan el nuevo conjunto de demandas a partir
de las formas expresivas que tradicionalmente han utilizado; en la intersección de
formas expresivas disponibles y nuevas demandas se generan, de manera incremental,
cambios en los productos culturales del movimiento social.
La segunda razón, del orden de lo sonoro, es que la simplicidad de las matrices rítmicas
impacta directamente la organización y ejecución colectiva de las consignas. Como ha
quedado de manifiesto durante nuestro análisis de los motivos rítmicos, los actores
colectivos utilizan patrones que combinan negras y corcheas; estos son menos complejos
que los patrones que se componen de semicorcheas y notas más breves. Podemos suponer
que estos arreglos rítmicos facilitan la ejecución de la proferencia durante le moment
manifestant (Favre, 1990), tanto en la relación del actor clave que propone la consigna
con la colectividad que responde como en la conformación de la voz colectiva. Incluso
aquellos manifestantes menos versados son capaces de proferir aquellas consignas que
entrañan una menor complejidad rítmica una vez que la han escuchado algunas veces.
De acuerdo con la definición propuesta, todas las formas sonoras poseen un conjunto
de elementos estructurales –que les permiten distinguirse, por oposición, del resto de
los acontecimientos acústicos del entorno- y de elementos estilísticos, que no son
pertinentes a nivel de la estructura aunque desempeñan un papel en la modulación
sentido.
186
convenciones rítmico silábicas y utiliza la entonación y velocidad con fines de
estilización.
Pero también se observó que algunos contingentes han modificado deliberadamente los
parámetros estructurales de las consignas. Han dejado de lado, parcialmente, los
motivos rítmicos disponibles para generar nuevas expresiones sonoras que se adecuen a
sus necesidades identitarias y programas de lucha. Los contingentes feministas son
paradigmáticos en este sentido: como ha quedado de manifiesto en este capítulo (y se
corroborará en el siguiente), estos colectivos han elaborado un repertorio de consignas
que incorpora nuevos motivos rítmicos que expresan su identidad y enfatizan el
carácter performativo de la protesta 78.
78Mayra, de la batucada feminista La Tremenda Revoltosa (radicada en Colombia) afirma que para el movimiento
feminista es fundamental que la manifestación siempre tenga un carácter performativo (comunicación personal).
187
combinaciones de dieciseisavos); también puede ocurrir que la apropiación de los
componentes estilísticos sea baja, produciendo un estilo o identidad sonora apenas
distintas de otras.
Todas las consignas, sin excepción alguna, suponen algún tipo de organización y
coordinación de las voces particulares. En algunos casos el contingente profiere toda la
consigna. En otros casos, una voz, un actor clave o solista propone versos que son
respondidos por el resto del contingente. En un tercer caso se entabla un diálogo, una
conversación, entre el solista y la colectividad. Es pertinente aclarar que la división del
trabajo sonoro en las consignas se refleja en la estructuración y contenido de los versos,
de tal suerte que algunas aparecen como una serie de preguntas y respuestas
79 Las integrantes del contingente autodenominado Las brujas, que participó en la 39ª edición de la Marcha del
orgullo LGBTTTI, coordinaban su performance mediante una hoja que contenía las consignas. Cada consigna
estaba numerada. Para proponer una consigna simplemente gritaban un número; esto generaba la respuesta por
parte del contingente.
188
que se debe corear la consigna identitaria de la UNAM-. Pero la proferencia se realiza
de colectivamente. Adicionalmente, no se observa en la estructuración y contenido de
los versos el tradicional juego de llamada y respuesta de las músicas antifonales
(Quintero, 2005) o el eco característico de los cantos responsoriales. Algunas de las
consignas al unísono que los actores colectivos utilizaron durante nuestro trabajo de
campo fueron: “Banquetera únete” (para reconvenir a los espectadores de la 39 marcha
del orgullo LGBTTTI), “Hombres atrás”, “Machete al machote” (paronomasia en la
que se invierte la violencia sistemática que se ejerce contra la mujer), “Mujer, hermana,
si te pega no te ama”, entre otras.
La consigna “Dos de octubre, no se olvida […]” [audio 16] * constituye uno de los
ejemplos más acabados de la consigna antifonal:
*https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/16_021017_49Tlate_Consigna_Dos+octubre+antifon
al_CCH.wav
189
Dos de octubre no se olvida, / unísono
Es de lucha combativa. / unísono
El primer verso, cantado por el solista, es respondido por la totalidad del contingente
con la frase “no se olvida”. El tercer verso nuevamente es cantado por el solista y
vuelve a ser respondido por la colectividad. En la segunda respuesta la colectividad
puntualiza el carácter de la lucha que se ha realizado a lo largo de muchos años. En el
cuarto y quinto versos, que comprimen el contenido de los primeros cuatro versos por
medio de fraseos rápidos de notas breves (corcheas), la totalidad del contingente recalca,
a través de la repetición, el papel que los primeros versos asignan al 2 de octubre en la
memoria colectiva de los movimientos sociales. El ritmo casi marcial de los dos últimos
versos apuntala el mensaje verbal.
La consigna “Yo soy, ¿Quién?, El estudiante. Que sí, que no, el estudiante […]” [audio
17] * también se estructura a partir del juego de llamadas y respuestas. Esto se explica,
en parte, porque la matriz sobre la cual se elaboró es una canción popular que tiene una
estructura antifonal 80. Al trasladarla la canción al terreno de la movilización adquirió la
siguiente forma:
Yo soy. / solista
¿Quién? / coro
El obrero. / solista
Que sí, que no. / unísono
El obrero. / unísono
En el primer verso el solista se afirma como ser; afirma una identidad que está por
revelarse, que todavía no es descubierta. Esta afirmación genera una interrogación
*https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/17_260917_XXIVAGA_Consigna_Mambo_ENAH.w
av
80En el Mambo del Ruletero de Pérez Prado hay dos voces, una individual y una colectiva. Estas voces entablan
un diálogo (y no un responsorio, ya que en el responsorio hay un efecto de repetición o eco). A continuación
presentamos un fragmento de la letra y la distribución de versos para cada voz: “Yo soy –solista-. ¿Quién? –coro-.
El ruletero –solista-. Que sí, señor, el ruletero –coro-. Yo soy –solista-. ¿Quién? –coro-. De Peralvillo –solista-.
Que sí, señor, de Peralvillo –coro- […]”.
190
colectiva a través de la cual se pide al solista hacer explícita la identidad. En el tercer
verso el solista descubre su identidad, que generalmente corresponde a un grupo
subalterno cuyos derechos han sido vulnerados. En el cuarto y quinto versos el
colectivo asume la identidad descubierta por el solista. Es frecuente que las primeras
repeticiones de la consigna se utilicen para que el contingente exprese su identidad
colectiva real; conforme se agregan repeticiones el contingente hace públicas
identidades que propiamente no le corresponden, sin embargo, son elementos que
permiten construir un discurso identitario mucho más amplio. Como se puede
observar, esta proferencia, de aparente simplicidad, es un medio para hacer públicas
identidades colectivas y establecer identificaciones con otros actores sociales; esto se
logra por medio del juego entre solista y coro.
191
En esta consigna [audio 18] * la voz individual caracteriza al colectivo por medio de
afirmaciones identitarias en primera persona del plural (“somos estudiantes”), deslindes
(“no somos guerrilleros”) y juegos de temporalidades (se declara que en el presente no
son guerrilleros pero que en el futuro lo serán). Hacia la mitad de la consigna la voz
individual propone elaboraciones metonímicas que vinculan las luchas actuales con los
movimientos latinoamericanos vía las figuras icónicas de la lucha popular (Ernesto
Guevara, Subcomandante Marcos, Lucio Cabañas, Genaro Vázquez). Al final, la voz
individual se apropia de la frase que Ernesto Guevara habría pronunciado en 1965, al
salir de Cuba: “Hasta la victoria siempre”. Con esta afirmación se reafirma la
continuidad entre las luchas latinoamericanas del siglo XX y los movimientos sociales
del siglo XXI.
*https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/18_021017_49Tlate_Consigna_Somos+estudiantes_U
AM.wav
192
frente a condiciones adversas y expresiones públicas de valor, unidad, número y
compromiso (Tilly y Wood, 2010).
Prácticamente todas las funciones que hemos identificado para las formas sonoras –en
el marco de la lucha- son aplicables a las consignas. A través de la consigna se puede
expresar identidad, realizar diagnósticos y pronósticos, llamar a la lucha y expresar
compromiso con el movimiento. Al cruzar las consignas con las funciones de las
193
formas sonoras en el marco de la lucha obtenemos los tipos de consignas que aparecen
en la Tabla 4.3.
194
4.5 Música
Hemos registrado distintas prácticas musicales. En primer lugar, cabe distinguir entre
las prácticas que implican la reproducción de música por medio de dispositivos
tecnológicos, generalmente un sistema de amplificación y un reproductor de discos
compactos, mp3 u otro tipo de soporte, la ejecución en vivo de música, lo cual supone
ciertas dotaciones instrumentales y la coordinación de los individuos que participan en
el performance musical.
* https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/19_021017_49Tlate_Musica_Llorona_FFyL.wav
195
Los comportamientos desplegados en la producción de música son diversos y obedecen
al tipo de instrumento utilizado, la tradición musical e incluso las orientaciones político-
culturales de los actores colectivos. Esto último es palpable en aquellos ensambles de
percusión y batucada que se han conformado expresamente con fines político culturales
y se rigen por los valores de horizontalidad, inclusividad y acción directa.
La música es una forma expresiva que se produce con arreglo a un medio estructural
(Cage, 2007), es decir, un código que define de qué manera deben combinarse los
sonidos para producir un resultado específico. En el caso de la música de protesta es
posible distinguir dos medios estructurales: el primero es la armonía y la melodía; está
presente en aquellos géneros donde elemento lírico poético es central o en aquellos
ensambles cuyos instrumentos producen alturas tonales definidas. Las distintas
variedades de son -jarocho, huasteco, tixtleco- y la música de chile frito –las chilenas-
recurren a este medio. El segundo medio estructural es el ritmo y regula la producción
del sonido en las distintas variedades de batucada -brasileña y afrolatina- [audio 20] *.
*https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/20_240617_LGBTTTI_Musica_Batucada_Batala.wav
196
finalidad de entender su relación con la acción colectiva contenciosa, las maneras en
que impactan la identidad colectiva (del contingente y la marcha) y la conexión con la
producción de conocimiento y sentido. La reflexiones que a continuación se presentan
se orientan por la idea de Eyerman y Jamison (1998) según la cual la música es utilizada
por los movimientos sociales con la finalidad de producir conocimiento sobre su
realidad social, política y cultural. Y su función va más allá, pues según estos autores es
la manera en que los movimientos sociales impactan la cultura hegemónica.
81Desde la psicología de la música Schäfer y Sedlmeier reconocen, con base en una revisión bibliográfica muy
extensa, que una de las principales funciones de la música es el manejo de las emociones (lo que nosotros
denominamos enmarcado afectivo): “Muchos psicólogos estarán de acuerdo en que provocar emociones es una
de las razones más importantes por las cuales escuchamos música” (2010: 224).
197
el llamado a sostener la acción en el tiempo. Esta afirmación es particularmente válida
en el son jarocho: a través de esta música el contingente de jaraneros es capaz de
ofrecer una descripción de la realidad que no está exenta de sarcasmo e ironía.
El performance jaranero durante una marcha suele incluir los sones que se ejecutan en
un fandango 82: El siquisirí, La bamba, El Colás, La guacamaya, entre otros, además de sones
de contenido abiertamente político como Señor Presidente. En el son el enmarcado se
realiza a través de dos vías: la primera consiste en incorporar coplas de contenido
político a los sones del repertorio tradicional del fandango. La segunda consiste en
entonar sones de contenido abiertamente político.
82 El fandango es una situación social de carácter festivo en donde confluye “canto, música, comida y bebida
alrededor del baile sobre una plataforma” (Ruíz, 2009: 67).
198
que alude directamente a Ayotzinapa, el lugar en donde se ubica la Escuela Normal
Rural Raúl Isidro Burgos.
Este son, que se ejecutó por varios minutos mientras el contingente se desplazó por
Paseo de la Reforma, implicó las intervenciones de varios solistas. Cada solista
proponía tres coplas de cuatro versos. Al terminar la primera y segunda coplas, la voz
colectiva (coro) respondía con la repetición de los versos. La tercera copla era
199
puntualizada con el estribillo, entonado por la voz colectiva. Cada intervención de los
solistas cerraba con los versos “[…] que de camino nos vamos, cantándole a Ayotzinapa”.
En el contexto de la marcha, los versos finales del estribillo redondean las vicisitudes
que enfrenta la guacamaya. La guacamaya aparece como metáfora de los estudiantes
desaparecidos y las vicisitudes que enfrenta son una metáfora de los crímenes que la
policía cometió en su contra ya que coartan la libertad y posibilidad de acción.
Finalmente, el canto se convierte en metáfora de la acción colectiva a través de la cual
se expresa solidaridad y se denuncia la injusticia.
200
A los cuarenta y tres.
Me gusta la leche,
Me gusta la papa,
Queremos justicia
Para Ayotzinapa.
Señor Presidente, (2ª copla)
Póngame atención,
Que ya estamos hartos
De la corrupción.
Señor Presidente, (3ª copla)
Póngame atención,
Que ya se está armando
La revolución.
Señor Presidente, (4ª copla)
Me tiene que oír,
Estamos cansados
De correr y huir.
En las músicas que no poseen una dimensión lírico-poética, como las chilenas
instrumentales y la música de batucada, el sentido que transmiten y las funciones que
201
desempeñan al interior de la marcha es distinto de aquel que se elabora en los géneros
líricos. Durante las entrevistas con músicos de batucada y de banda de viento quedó de
manifiesto que una función fundamental de estos géneros no líricos es la modulación
de los estados afectivos de los manifestantes; esto quiere decir que estas sonoridades se
utilizan para producir alegría y felicidad o para evitar estados anímicos como la tristeza.
Siguiendo la conceptualización de los procesos de enmarcado de Benford y Snow
(2000), proponemos que la utilización de recursos expresivos para promover ciertos
estados afectivos en los manifestantes sea entendida como un proceso de enmarcado
afectivo.
Las batucadas, los ensambles de vientos y otras agrupaciones son dispositivos político-
sonoros (López, 2005) que configuran subjetividades. La música no solamente supone
la existencia de un sujeto colectivo que la produzca sino que en la praxis musical el
sujeto emerge, se constituye a sí mismo. A través de la música se configuran estados
afectivos; esto es particularmente válido en los géneros instrumentales. Mayra,
integrante de la banda de chile frito la Mixanteña de Santa Cecilia apunta al respecto:
Depende de las canciones que toquemos puedes causar alegría o tristeza, puedes causar
muchas emociones. Al principio tocábamos rolas más lentas y tristes y nos dimos
cuenta que no era el momento […] Tampoco vamos a desanimar, ahora tocamos
cumbias o chilenas y prenden más a la banda […] se anima, se pone contenta y se
identifica con las personas que se están manifestando.
202
En el caso de batucada también encontramos rastros de la praxis política que se realiza
a través del afecto y el enmarcado emocional. La música de batucada es esencialmente
rítmica, soslaya la organización tonal y armónica del sonido y prescinde, las más de las
veces, de la verbalización. A pesar de ello, es una sonoridad de gran intensidad que
apela al cuerpo y es un recurso expresivo fundamental para algunos actores. Al
rememorar su participación en la batucada Subversión sonora Laura destaca el papel de la
música en el ánimo colectivo y la creación de un marco emocional que contribuye al
sostenimiento de la acción colectiva:
Dentro de la movilización debe haber música porque es una especie de canto de guerra
[…] De ahí viene esa idea. Se trata de mantener el ánimo de la gente de ciertas maneras,
que es lo que hacen las consignas. Pero la batucada te permite hacerlo de manera más
constante, porque la batucada puede tocar una hora sin parar.
Como se puede observar, la batucada y las chilenas son, desde la óptica desde quien la
práctica, un elemento que dinamiza y modela las emociones.
La música impacta los procesos identitarios en tres niveles. En primer lugar, escenifica
una parte de la identidad individual del músico-manifestante; visibiliza fragmentos de su
subjetividad, sus convicciones políticas, modalidades de lucha y en general, es una
expresión de su ser 85. En segundo lugar, contribuye a elaborar y hacer pública la
85Mayra, de la Mixanteña, explica respecto a su participación política “voy a apoyar, a ser una persona más, pero
es lo que sé hacer y siento que funciona para animar y es una forma de lucha propia”. En este caso la música es
una expresión de la identidad individual, de las capacidades, conocimientos y orientaciones de la persona.
203
identidad del contingente que la ejecuta; los actores se autodefinen como jaraneros,
músicos o contingente fandanguero 86. Finalmente, la música impacta la definición de la
identidad total de la marcha; gracias a su presencia, algunas marchas de protesta
reafirman su carácter de luchas de izquierda, de las clases subalternas y los sectores
oprimidos de la sociedad. A continuación analizaremos brevemente cada nivel a la luz
de los datos recabados en las marchas. Debemos anticipar que cada música genera
identidad a partir de una lógica particular, que está condicionada, entre otras cosas, por
su historia, las tradiciones socioculturales de los sujetos y sus convicciones políticas.
La música de las bandas de chile frito [audios 21 y 22] *, llamada chilena debido a su
origen sudamericano (Stewart, 2013), permite comprender cómo se elabora la identidad
del contingente y de la marcha. En las diferentes acciones globales por Ayotzinapa que
se han realizado en distintos puntos de la república, y en especial en la Ciudad de
México, las chilenas han destacado como recurso sonoro de algunos contingentes.
Las bandas de chile frito son originarias de la Costa Chica, que se extiende desde
Acapulco hasta Puerto Ángel en Oaxaca y se adentra hacia la Sierra Madre del Sur.
Estas agrupaciones participan en acontecimientos religiosos y bailes (Ruíz, 2009). Se
componen de instrumentos de viento y percusión: trombón, saxofón, trompeta, tuba,
tambora y redoblantes. Su repertorio se integra de chilenas, sones y otros géneros
populares.
En la Ciudad de México se crearon, en los últimos diez años, bandas de chile frito;
destacan La Mixanteña de Santa Cecilia, Banda Huentli y Costa Chilena. Estos grupos
86 Esta es una autodefinición identitaria que encontramos frecuentemente en aquellos contingentes que estaban
integrados por músicos de distintas tradiciones: jaraneros, músicos de las bandas de chile frito, músicos de reggae,
raperos, músicos de rock y otros géneros populares. Esta autodefinición no alude propiamente a un estilo musical
sino al acontecimiento músico-dancístico denominado fandango. Es muy común que la praxis del contingente
fandanguero se acompañe de gente que baila al compás de los sones que se ejecutan, rememorando con ello la fiesta
del fandango cuyos elementos centrales son la presencia de sones, versada y baile (Figueroa-Hernández, 2016;
García y Rumazo, 2006).
*https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/21_260916_XXIVAGA_Musica_San+Marque%C3%
B1a_Mixante%C3%B1a.wav
https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/22_260916_XXIVAGA_Musica_Chilenas_Mixante%C
3%B1a.wav
204
se componen de algunos músicos originarios de Guerrero y personas que nacieron y
viven en la Ciudad de México. Su repertorio incluye chilenas y otros géneros populares,
que se interpretan siempre desde la tradición de las bandas de chile frito 87. Otro
elemento destacable es que la música se interpreta sin voz, de manera instrumental.
Aunque no es tema de esta investigación, podemos aventurar la hipótesis de que la
aparición de estas bandas urbanas se inscribe en el movimiento de recuperación de
músicas populares por parte migrantes culturales radicados en la ciudad.
Debido a que las chilenas tienen un componente rítmico central, además de que
pertenecen a una tradición estrechamente vinculada con el baile, es común que
alrededor de las bandas de chile frito se desarrolle un fandango itinerante: el
205
desplazamiento del grupo se acompaña de personas que bailan y ondean paliacates. En
el caso de estas agrupaciones la música, los instrumentos, el baile, las pancartas y otros
recursos expresivos constituyen un dispositivo identitario que delimita al contingente.
Lo distingue de otros actores colectivos presentes en la movilización. Por sí solo, este
dispositivo estructura un discurso de quiénes son los que se manifiestan y la forma en
que entienden su praxis política.
Al incorporar la música a la marcha, por tanto, no solamente se protesta sino que los
actores colectivos actualizan sus vínculos con tradiciones culturales no hegemónicas.
Llevar la música a la marcha significa anudar vínculos con la tradición –esa que se
reelabora constantemente- y emplazar la lucha desde otras coordenadas socioculturales.
Por otra parte, la presencia de las chilenas guerrerenses en las marchas por la
desaparición de los normalistas, apuntala la identidad colectiva del movimiento de los
padres y madres de Ayotzinapa y reafirma importancia de las tradiciones musicales
locales. Como señala Laura, de la colectiva Batallones Femeninos, por medio de la
presencia de las chilenas en la marcha se recupera la vocación contestaría de una región
que históricamente ha estado subordinada mediante la pobreza y el abandono
gubernamental.
En algunas batucadas [audio 23] * también opera el dispositivo identitario que configura
actores colectivos particulares e imprime una coloración a la acción colectiva. Es
común que los integrantes de las batucadas utilicen ropa de ciertos colores, se tapen la
cara, porten mantas y pancartas. A esto se suma la presencia de tambores de distintas
dimensiones, tarolas, cencerros, sonajas e incluso objetos cotidianos. Finalmente, la
musculosa sonoridad de los tambores y los ritmos inducen a los cuerpos a desplazarse y
bailar; la suma de todos estos elementos sonoros, visuales y corporales funciona como
un dispositivo de identidad.
* https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/23_170917_JM_Musica_Batucada_Feministas.wav
206
Al igual que las bandas de chile frito en las marchas por los desaparecidos, la batucada
ayuda a establecer la tonalidad política y cultural de la totalidad de la marcha. De
acuerdo con Laura, la batucada es una sonoridad fundamental de los movimientos de
izquierda que luchan en contra de la globalización neoliberal. Ha estado presente en
movilizaciones en contra de la Organización Mundial de Comercio (OMC) desde
finales de los noventa. La presencia de esta música, por ende, hace visibles y audibles
los vínculos del movimiento feminista, por ejemplo, con el movimiento feminista
internacional. Lo mismo ocurre con otras luchas de izquierda; a través de esta
sonoridad los movimientos se conectan con las luchas de izquierda globales.
89 El aplauso ha recibido atención en otros campos disciplinares como la física. Mann et al. (2013) estudiaron el
aplauso con la finalidad de arrojar luz sobre los procesos de contagio social. Mediante el uso de modelos
matemáticos cuantificaron el papel del contagio en el inicio y final de los aplausos. Por otra parte, Néda et. al.
(2000) analizaron el proceso de auto-organización del aplauso. Con base en los datos experimentales aportados
por estos autores, es válido afirmar que el aplauso colectivo atraviesa por fases sucesivas de desorganización y
organización rítmica. Durante la fase de desorganización se obtiene el máximo efecto en términos de intensidad
pero una disminución de la coordinación de la acción colectiva, en tanto que la fase de organización rítmica
supone el rendimiento más elevado en términos de coordinación y una disminución de la intensidad (percibida
como volumen).
90 Gambrell observó el comportamiento colectivo en las carreras de automóviles.
207
de la praxis sonora de algunos actores colectivos, desempeña un conjunto de funciones
concretas y contribuye al performance sonoro de algunos contingentes.
El aplauso se produce por el choque de las manos. Este choque genera un sonido
percusivo breve, de ataque repentino, cuerpo prácticamente inexistente y decaimiento
rápido. Al igual que el grito, el aplauso se caracteriza por el elevado nivel de energía o
intensidad (que el escucha percibe como volumen elevado). En cuanto a la tonalidad, se
ubica en las frecuencias medias y agudas (Néda et al., 2000). La tonalidad depende de la
organización rítmica; los aplausos que se producen en ausencia de coordinación
colectiva generan tonos agudos; aquellos que se coordinan rítmicamente generan
tonos medios (ibid.).
208
gotas de agua al chocar contra el pavimento. En el segundo caso, todos los individuos
de un colectivo aplauden de manera sincronizada (ibid.).
Como hemos visto, el timbre y el ritmo son parámetros estructurales del aplauso. La
melodía y la armonía son parámetros irrelevantes desde el punto de vista de la
estructura: un escucha percibe la forma aplauso aún en ausencia de relaciones de
consonancia entre los sonidos. La velocidad tampoco produce estructura pero estiliza la
praxis sonora de los actores (Ayats, 2002). Cada actor colectivo desarrolla, sobre la base
de sus necesidades e historia, hábitos rítmicos y formas de demarcar
metronómicamente el tiempo (Ayats, 2002). Adicionalmente, a través del cambio en la
velocidad se modula el sentido y se comunican distintos contenidos semánticos; el
aplauso rápido, por ejemplo, puede transmitir urgencia, necesidad de cambios rápidos,
estados afectivos como la excitación o euforia; el aplauso lento puede conminar, animar
o transmitir la idea de perseverancia.
4.6.2 Funciones del aplauso en el marco de la acción colectiva. El aplauso como matriz rítmica para la
consigna
*https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/07_260916_XXIVAGA_Consigna_Aplaudan_Telefon
istas.wav
91 En la transcripción que presentamos los aplausos fueron transcritos en la línea de la clave de fa. El tono no
corresponde con el sonido real de aplauso; hemos utilizado la transcripción para indicar la disposición temporal y
la duración de los sonidos.
209
a los sujetos a sostener la acción colectiva en el tiempo (“no dejen de aplaudir”), se
refuerza con la acción de aplaudir.
La mayor parte de las consignas que incorporan aplausos utilizan la misma disposición
temporal y duración de los sonidos (negras que se producen en los tiempos 1, 2, 3 y 4 de
un compás de 4/4). Como ejemplos tenemos las proferencias: “No que no, sí que sí, ya
volvimos a salir” y “Hay que abortar, hay que abortar, hay que abortar este sistema
patriarcal” [audio 24] *.
*https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/24_170917_JM_Aplauso_Demarcacion+metronomica
_Feministas.wav
210
4.6.3 El aplauso de aprobación
Además de funcionar como matriz rítmica, el aplauso expresa aprobación. Esta forma
la identificamos durante la concentración final, en respuesta a los discursos de los
oradores.
Los aplausos descritos en la sección anterior están organizados rítmicamente: cada uno
de los integrantes del contingente coordina sus aplausos con el ritmo del resto de los
integrantes del contingente. Los aplausos de aprobación carecen de organización
rítmica colectiva: cada individuo aplaude según su propio ritmo y temporalidad. A pesar
de esto, se crea un hecho sonoro de gran intensidad que expresa acuerdo con los
mensajes de los oradores.
211
El ruido no es, por cierto, el sonido molesto que Murray Schafer (1994) pretendía
eliminar a través del diseño acústico. Tampoco es el excedente que dificulta la
transmisión de mensajes en un sistema comunicativo de entradas y salidas de
información. La utilización deliberada del ruido en las marchas, por parte de los
manifestantes, nos obliga a reconceptualizarlo como una estrategia comunicativa y de
producción de sentido cuya forma es la ausencia una forma perceptible para el oído
occidentalizado. Los sentidos más profundos del ruido son, como señalan LaBelle
(2010) y Wilson, la posibilidad de encuentro con la alteridad que a fuerza de ignorarla
nos resulta ajena y la creación de una arena comunicativa para discutir la validez de
ciertas orientaciones culturales: “el ruido, entonces, puede ser escuchado no solamente
como síntoma de la vulnerabilidad simbólica o del desorden, pero como evidencia y
[…] catálisis ocasional del cambio cultural, operativo a lo largo del espacio urbano”
(Wilson, 1995: 12). El ruido es el caos, pero como supo apreciar Attali (2011), también
es el seno en que se crean nuevas formas culturales.
Cuando los actores colectivos definen su praxis sonora como ruido, cuando llaman a
sus simpatizantes o adherentes a manifestarse a través del ruido, optan abiertamente
por la subversión, por la alteración de las normas de convivencia del espacio urbano,
por orientaciones estéticas que generalmente sobreviven en prácticas culturales
marginales como la música noise o electroacústica.
Debido a que nuestros datos etnográficos son muy limitados, discutiremos brevemente
algunas de las características sonoras del ruido y sus procesos de organización social.
212
4.7.1 Características sonoras
Otras características sonoras del ruido suelen ser la aparición o ataque repentino, un
cuerpo relativamente inexistente y rápido decaimiento. Esto se aplica, por ejemplo, a
los sonidos de cacerolas, machetes e incluso al ruido de las ventanas al romperse. Este
último se registró durante la XII Acción global por Ayotzinapa, como resultado de la
acción de contingentes que optaron por confrontar directamente a los cuerpos de la
policía, atacar edificios gubernamentales y establecimientos de empresas trasnacionales.
Aunque los ruidos que hemos registrado generalmente tienen una duración breve, es
común observar a los manifestantes realizar acciones para repetir el sonido incontables
veces. Esto ocurre por ejemplo, al terminar alguna consigna o cuando los tambores de
la batucada guardan silencio: los manifestantes hacen sonar sus matracas, cacerolas o
garrafones en innumerables ocasiones durante varios minutos.
En términos generales cabe afirmar que los ruidos poseen una gran energía o intensidad
(experimentada por el escucha como volumen). Este efecto se maximiza por la
producción colectiva. Finalmente, el ruido se genera al margen de un código explícito,
lo que no significa que su producción durante la marcha se realice al margen de
procesos de coordinación colectiva –señalada por la preferencia por ciertos objetos
* https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/25_170917_JM_Ruido_Presencia_Feministas.wav
213
para hacer ruidos, durante intervalos de tiempo específicos o en respuesta a ciertas
condiciones del entorno-.
Algunas formas sonoras como la música o las consignas –sobre todo aquellas
producidas en contingentes verticales de tradición corporativista- suponen una división
social del trabajo que se sustenta en un conjunto de conocimientos adquiridos a través
de la socialización política y en espacios formativos especializados (en el caso de los
ejecutantes de algún instrumento musical). El hecho de que estas formas sonoras
requieran de habilidades y conocimientos especializados implica que los sujetos que no
las poseen están imposibilitados para manifestarse a través de esos recursos sonoro-
expresivos 93.
93Es necesario matizar esta afirmación, ya que cada tradición musical requiere que los ejecutantes posean distintos
niveles de conocimientos y habilidades. En el caso de las bandas de chile frito, es necesario que los ejecutantes
posean cierto dominio del instrumento. No ocurre así con el son jarocho, en donde incluso aquellos músicos
inexpertos pueden participar en un fandango o en la marcha, si bien, en el marco de un conjunto de normas y
convenciones que regulan el comportamiento y el performance musical (Figueroa-Hernández, 2016).
214
en porciones de tiempo más o menos delimitadas: la batucada cede el paso al ruido, y
esté último constituye el preludio para una nueva oleada de consignas 94.
El limitado material etnográfico nos impide realizar consideraciones detalladas sobre las
funciones sociales que desempeña en el marco de la acción colectiva contenciosa.
Apenas sí nos permite realizar algunas observaciones superficiales que deberán ser
evaluadas a la luz de nuevos datos.
215
identitarios a través de los cuales se crean límites, a la acción colectiva del
desplazamiento y a la praxis sonora; a través de estos elementos el actor adquiere
concreción temporal y espacial. Concreción en el tiempo presente y presencia en el espacio.
Con el ruido los actores afirman: –estamos aquí, queremos ser escuchados y vistos-.
Por otra parte, es una forma genérica de reclamo, una manera de dar voz a la
reivindicación central de la marcha. En la marcha del 17 de septiembre de 2017, para
demandar justicia por el asesinato de Mara Castilla y los feminicidios a lo largo y ancho
del país, las mujeres se sumaron las reivindicaciones a través del ruido de objetos
domésticos. Aunque el sonido de las cacerolas no es capaz de transmitir un elaborado
diagnóstico de la situación, como las consignas o el son jarocho, es un medio muy
efectivo, por su musculatura, de sumarse a la protesta y dar voz a las demandas por el
cese de la violencia machista. El sentido del ruido, como hemos visto en otras
expresiones sonoras, es aquel que se dirige al cuerpo, sus entrañas y las emociones.
216
mediante el silenciamiento voluntario de la voz colectiva se expone el descontento
social. Esta utilización es muy cercana a la figura estética de lo indecible 95; el enojo
colectivo es de tal magnitud que las palabras solo alcanzan a reflejarlo pálidamente.
El silencio es una forma sonora muy particular. Seguimos a Cage (2007) cuando
afirmamos que el ser humano es incapaz de percibir la ausencia de sonoridad. Siempre
hay sonidos en el entorno. El silencio, por lo tanto, no es la ausencia de sonoridad;
como afirma Cage (2007), es la producción no intencionada de sonoridades. Aquello
que se escucha cuando guardamos silencio constituye el cuerpo del silencio. Es una
forma expresiva que depende más de orientaciones culturales que de una ausencia real
de acontecimientos sonoros.
Los parámetros que podemos utilizar para establecer diferencias en los tipos de silencio
son la duración 96, el tipo de sonidos que le dan cuerpo y la intención que guía su
producción. Con respecto a la duración, encontramos silencios breves –como aquellos
que aparecen entre una consigna y otra o en momentos de expectativa por la presencia
de grupos policiacos o infiltrados-, cortos –por ejemplo, el minuto de silencio que se
guarda como muestra de respeto y solidaridad por la muerte de alguna persona- y largos
–cuando la red de movimientos que convoca una movilización opta porque el
desplazamiento se realice sin cantar ni proferir consignas-.
95 La experiencia de los campos de concentración es el modelo a partir del cual Le Breton caracteriza la figura
estética de lo indecible: “La experiencia de los campos de concentración es algo impensable, es destructora de la
lengua y de la comprensión que con ella pudiera establecerse” (2006: 82).
96 En la composición 4’33’’ Cage pone de manifiesto el atributo de la duración del silencio. Aunque el ejecutante
debe guardar silencio durante toda la obra, esta se segmenta en tres movimientos; con esto se ponen de manifiesto
diferencias cuantitativas en el silencio, la posibilidad de un más y un menos en términos de duración.
217
El cuanto a la intencionalidad el silencio es voluntario o involuntario. Ambos tienen
funciones comunicativas distintas. El silencio voluntario nace de la necesidad expresa
de los movimientos de resistir al margen de la sonoridad intencionada. Este silencio
comunica lucha, resistencia, movimiento, apropiación del espacio público por parte de
actores colectivos. El silencio involuntario es una interrupción momentánea del flujo
sonoro de los actores colectivos. El espacio que se abre entre una consigna y otra, entre
una canción y otra, es silencio involuntario; nos sentimos tentados a afirmar que esta
modalidad se encuentra en los linderos de la expresividad sonora: carece de sentido y es
una brecha en la continuidad del flujo de sentido que los actores colectivos producen
por medio de consignas, gritos, cantos y otras formas. Pero no es así. Es el silencio que
Le Breton identifica como condición de la palabra y el pensamiento. En el caso de la
protesta, este silencio es condición de posibilidad de las consignas y el resto de las
modalidades de la expresión sonora. Este silencio permite que los actores colectivos se
organicen, piensen y reaccionen a las condiciones del entorno urbano. Está presente
durante la concentración inicial, cuando los colectivos organizan su presentación en el
espacio público, a lo largo del desplazamiento, en las brechas que se abren entre
consigna y consigna, en el arribo, como anuncio de la explosión de emotividad que
supone llegar a la meta simbólica y en la concentración final, cuando los contingentes
dejan que su actividad sonora ceda el paso a los discursos de los oradores.
De alguna u otra manera ya hemos delineado los usos de silencio. Algunos casos
etnográficos permitirán apuntalar nuestras ideas sobre el silencio intencionado y su
papel en la resistencia. Como resultado de los sismos del 19 de septiembre de 2017, la
XXXVI Acción global por Ayotzinapa, que se realizaría el 26 de septiembre de 2017, se
convirtió en el marco de una celebración ecuménica para “rendir homenaje a las
víctimas del terremoto, elevando nuestra voz para que el Gobierno y el Ejército
Mexicano priorice las vidas y no la normalidad para favorecer los negocios” (Minuta
para analizar las jornadas de lucha por la presentación con vida de los 43 estudiantes de
Ayotzinapa, 22 de septiembre de 2017: 1). Las 50 organizaciones que participaron en la
discusión sobre el carácter de la marcha decidieron realizar una movilización silenciosa:
218
“La caminata será en silencio y portando moños negros por las víctimas del sismo, no
así los Padres de familia de los 43 que sostienen una disputa con la PGR” (ibid.).
Todos los contingentes que conformaban la marcha, los padres y madres de los
normalistas, colectivos estudiantiles, organizaciones campesinas y populares y sindicatos
obreros, caminaban en silencio 97. Pero no en el silencio que supone la ausencia de
sonoridad. A lo largo y ancho de la marcha se escuchaban distintos sonidos que daban
cuerpo al silencio. El silenciamiento de las músicas, las consignas, los gritos y los
aplausos permitía la irrupción de las infrasonoridades que generalmente son
enmascaradas durante las manifestaciones ruidosas: el andar de los manifestantes, las
219
conversaciones informales y otros ruidos corporales no verbales como las risas, toses y
algunos gritos esporádicos.
Hacia el final del mitin, antes del discurso de Félix Hernández, del Comité 68, el
maestro de ceremonias solicitó a los manifestantes que guardaran un minuto de silencio
“por las personas víctimas del terremoto del siete de septiembre, víctimas del terremoto
del 19 de septiembre”. Después de esta verbalización los manifestantes permanecieron
en silencio, algunos con el puño en alto.
220
para pedir a los voluntarios guardar silencio con la finalidad de ubicar, por medio de
sonidos, a las personas atrapadas en los escombros 98.
98 La ubicación de personas atrapadas por medio de los sonidos que producen es un ejemplo inmejorable de
escucha ecológica (Dokic, 2007) o el estado tenso de la escucha, como lo denomina Nancy (2007).
221
222
Capítulo 5. El trabajo acústico en las manifestaciones de protesta en la Ciudad
de México II: análisis de los performances y los repertorios sonoros
Introducción al capítulo
Pero esta audición superficial soslaya el trabajo acústico que realizan los contingentes
para dar voz a las demandas del actor colectivo total. Detrás del abigarramiento y el
aparente caos de las marchas, se encuentra el trabajo sonoro –a veces altamente
organizado, a veces espontáneo- mediante el cual los actores se apropian del territorio y
se realizan como actores en el espacio público.
Cada uno de los contingentes que se moviliza despliega un repertorio sonoro particular:
algunos se manifiestan exclusivamente a través de consignas y discursos, otros, como
los contingentes de jaraneros o las bandas de chile frito, lo hacen a través de la música.
Algunos otros entonan himnos y otros simplemente marchan en silencio. No hay que
ver en esta diversidad el resultado del azar. Cada contingente organiza su praxis sonora
en función del trabajo cognitivo (Eyerman y Jamison, 1998), los procesos de
enmarcado a través de los cuales explican el entorno político y cultural (Benford y
Snow, 2000), la estructura de oportunidades políticas y culturales (Tarrow, 1997;
Koopmans, 1993; Reed, 2005), su estructura social (Feld, 1984), sus necesidades
identitarias (Melucci, 1994), criterios y valoraciones estéticas, las características del
espacio físico y simbólico (Tamayo, Granados y Minor, 2016) y por supuesto, las
99Seguimos la distinción canónica que los estudiosos del sonido plantean entre escuchar y oír. El quehacer del
antropólogo del sonido es, por definición, una forma particular de escucha.
223
tradiciones de lucha de los movimientos y los procesos de aprendizaje que se
desarrollan al interior de los colectivos (Tilly, 2008).
Debido a que la praxis sonora se despliega en los ejes temporal y espacial de la marcha,
es posible caracterizarla como performance sonoro. Los recursos sonoro-expresivos
utilizados por un contingente para reivindicar un conjunto de demandas, visibilizar a
actores que reclaman derechos, o reaccionar a acontecimientos del entorno político
social, constituyen propiamente un performance. Y lo son en dos sentidos: en primer
lugar, como ha señalado Tilly (2008), el repertorio de acción colectiva está moldeado
por la tradición y la historia de los movimientos. Los actores se sirven de consignas,
canciones e himnos que se han utilizado en otros momentos y coyunturas políticas. En
segundo lugar, los actores adaptan el repertorio de lucha para responder a la estructura
de oportunidades políticas y culturales actual (Reed, 2005; Tarrow, 1997). Esto fue
audible en la Marcha nacional contra las violencias machistas, realizada el 24 de abril de
2016, en donde se hizo patente el trabajo acústico de reapropiación y resemantización
en torno a las consignas y canciones populares que forman parte del repertorio
estándar de lucha de los movimientos sociales, con la finalidad de dar voz a reclamos
relacionados con los feminicidios y las violencias machistas que sistemáticamente se
ejercen en contra de las mujeres.
225
permanentemente se modifica y a través de la cual se negocian y redefinen la identidad
colectiva y las orientaciones culturales (Benford, 1993).
Tarrow expresa una opinión similar a la de Melucci cuando afirma que los movimientos
“sólo son grandes en sentido meramente nominal. En realidad se parecen mucho más a
una especie de maraña entrelazada de pequeños grupos, redes sociales y conexiones”
(1997: 56). En otra parte, Tarrow reafirma que los “movimientos se componen de una
serie de relaciones mucho más mediatizadas e informales entre organizaciones,
coaliciones, grupo intermedios, miembros, simpatizantes y multitudes” (ibid.: 46). El
movimiento social, entendido como totalidad monolítica caracterizada por la
consistencia, es una ficción de algunos análisis sociológicos y antropológicos. En la
realidad sólo existen relaciones que permanentemente se anudan y desanudan para
promover programas culturales y hacer púbicas reivindicaciones colectivas.
226
reivindicaciones dio forma a la voz colectiva, que como pudimos escuchar y oír, se
gestó en la convergencia entre identidad, demandas generales de la movilización y el
programa particular de lucha.
227
5.2.1 Estructura de oportunidades políticas y el texto principal de la marcha
228
performances teatrales, intervenciones artísticas y música de grupos de batucada
(Agencia Informativa en Resistencia, 2004).
En el 2004 hubo otra cumbre en Guadalajara. Otra cumbre de la OMC e hicieron una
madriza, detuvieron un chorro de gente. Detuvieron a un montón de gente de la
batucada porque la policía los cercó en un parque. Ahí detuvieron a mucha banda
porque no puedes correr tan fácil con los tambores.
Agarraron un chingo de gente. Como que esa batucada estuvo inactiva por todo el rollo
de las detenciones. Todavía para el 2006 estaban yendo a firmar sus libertades
condicionales a Guadalajara. Hay un documental que se llama Tortas ahogadas, está
documentado cómo fue la represión.
De acuerdo con el esquema propuesto por Tilly (2008) para caracterizar los regímenes
–que considera dos variables: capacidad gubernamental para afectar a los gobernados
por medio de sus acciones y el acceso a derechos y la protección contra abusos del
229
poder (democracia)- en México el gobierno tiene una capacidad intermedia de afectar a
los gobernados y existe un grado de democracia intermedio. Esto significa que el
gobierno tiene la capacidad de afectar a los ciudadanos a través de sus acciones –
piénsese en el impacto de las reformas estructurales en los sectores educativo y
energético, que han afectado a sectores muy amplios de la población, en los efectos de
la política macroeconómica sobre el consumo familiar y el trabajo- aunque hay un
número creciente de actores individuales y colectivos que se sustraen a su capacidad de
acción –colectivos que se dedican al narcotráfico y otra actividades delictivas y un
número no calculado de burócratas de nivel local, estatal y federal y empresarios que
incurren en prácticas de corrupción con la anuencia del poder judicial-.
230
Otro aspecto que modula la praxis sonora es el conjunto de reivindicaciones, alrededor
del cual se articulan los esfuerzos de los distintos actores particulares que componen al
actor colectivo que se despliega a lo largo y ancho de las avenidas y calles de la ciudad.
Estas reivindicaciones constituyen el texto principal de la marcha y generalmente se
plasman en la manta principal y se expresan en la prelación de la marcha, es decir, en el
orden de los contingentes que conforman la columna (Rodrígez, 2009). Rodríguez
llama descubierta a la reivindicación central: “La descubierta involucra aquello que se
pretende legitimar, sostener; aquello en torno a lo cual la multitud se ha reunido para
reivindicar al unísono” (ibid.: 139).
En todas las marchas encontramos consignas y otro tipo de producciones sonoras que
giran en torno al texto principal de la marcha. Sirviéndonos de una metáfora musical
podríamos afirmar que estas consignas constituyen variaciones en torno a un tema.
Durante la marcha del 24 de junio de 2017, cuyo lema fue “respeta mi familia, mi
libertad mi vida”, la vanguardia de la marcha desplegó una manta con la leyenda “III
Congreso Nacional LGBTIQ. Igualdad, respeto, unidad”. Varias producciones sonoras
giraron alrededor de las ideas de respeto y libertad:
La primera consigna hace audible los derechos de las personas LGBT a contraer
matrimonio y adoptar (que gran parte de las legislaciones estatales no reconocen). A
través de la segunda consigna se rompen los vínculos que el discurso médico y religioso
estableció entre homosexualidad, criminalidad y enfermedad mental. Mediante esta
consigna se reivindica la dignidad de las personas homosexuales e indirectamente se
apela a la igualdad y el respeto de la diversidad.
231
decidimos visibilizar nuestras exigencias, por eso es que estamos aquí, exigiendo
igualdad de derechos para todos los mexicanos y mexicanas de este país. El Congreso
Nacional de mexicanos y mexicanas, lesbianas, gays y personas trans, presentes,
exigiendo igualdad de derechos en toda la República Mexicana.
Como observó Feld hace tiempo, existen distintas relaciones entre la estructura social
de un grupo y la estructura o trama sonora del mundo (1984). Soslayando la
construcción de un modelo de causalidades lineales, en donde las características de un
grupo estarían inextricablemente vinculadas con ciertas producciones y
comportamientos sonoros, Feld analizó el impacto de una sociedad relativamente
igualitaria en la distribución y utilización de recursos sonoro-expresivos.
232
modelan la producción de sonoridades: qué personas organizan la producción, qué tipo
de objetos se utilizan y qué criterios organizan el sonido dependen de la estructura
social del contingente.
Sobre este punto, que desarrollaremos con detalle más adelante, haremos unas breves
consideraciones tomando como ejemplo dos variables: participación y composición en
términos de sexo.
101 Aunque no pudimos identificar la adscripción del sindicato tenemos la certeza de que se trata de uno ya que en
varios momentos del performance se utilizó la consigna identitaria: “Sindicatos unidos, jamás serán vencidos”.
Registro del 26 de septiembre de 2016.
233
generaba un alto grado de coordinación en la praxis y la una sólida identidad sonora
difícilmente audible en otros contingentes.
El Mambo del ruletero, de Dámaso Pérez Prado, es una canción que adquirió, a lo largo de
la historia contemporánea de los movimientos sociales, la forma de una consigna
antifonal en la cual un individuo (solista) propone una identificación con un sujeto
colectivo (propuesta) a la cual se suma el resto de los manifestantes (respuesta). En el
caso del contingente de la ENAH, distintos solistas propusieron diversos sujetos
colectivos, identidades, categorías y acontecimientos: muertas de Juárez, Ayotzinapa,
Nochixtlán, etnohistoria, Tlatelolco, Atenco e incluso crímenes de odio. A través de la
respuesta “que sí, que no, las muertas de Juárez”, se generó un proceso de
identificación entre esas categorías sociales y el contingente. Por otra parte, la
participación de múltiples voces generó una polifonía, es decir, la presencia de distintos
símbolos e imaginarios en el espacio sonoro de la marcha. Hay que hacer notar, sin
embargo, que en relación con el sindicato arriba descrito la praxis sonora de este
contingente estaba menos organizada102.
102 Ayats (2002) señala que la ejecución de una consigna depende de la capacidad de los sujetos para utilizar
convenciones rítmicas, que sin ser explícitas, son necesarias para la eficaz coordinación de la acción colectiva. En
muchos casos, pudimos observar que varios individuos que proponían consignas desconocían dichas
convenciones, lo que generaba titubeos y una suerte de desorganización en las proferencias colectivas. Registro
del 26 de septiembre de 2016.
234
Consideramos que un colectivo es predominantemente masculino cuando más del
cincuenta por ciento de sus integrantes son hombres. Cuando más del cincuenta por
ciento son mujeres es un colectivo predominantemente femenino. Finalmente, cuando
las proporciones de hombres y mujeres son similares el contingente es heterogéneo.
Fueron consignas propuestas por mujeres. El colectivo tenía una voz más aguda, con
un timbre que lo hacía distinguible de los contingentes predominantemente masculinos.
En las consignas arriba citadas, el impacto de la composición del grupo va más allá del
performance sonoro. Podemos suponer que existió trabajo previo a la marcha
consistente en la reelaboración de las consignas a la luz de símbolos y emociones
compartidos por las mujeres.
Para Eyerman y Jamison los movimientos sociales son entidades que producen
conocimiento: “los movimientos sociales son fuentes importantes en la producción del
235
conocimiento” (1998: 9). El movimiento social es un espacio para la construcción de
nuevas orientaciones culturales; una parte importante de la producción cultural de los
movimientos sociales de la segunda mitad del siglo XX, la lucha por los derechos civiles
en Estados Unidos por ejemplo, alteró de manera radical la cultura dominante (Reed,
2005).
Esto significa que la relación entre movimiento social y cultura es mucho más amplia de
lo que supusieron Benford y Snow (2000), quienes a través del concepto de framig
supeditan la cultura a la esfera política; se limitan a explicar la manera en que los
movimientos enmarcan y dan sentido a su acción en el contexto de la lucha política.
Esto los lleva a soslayar procesos y artefactos culturales –la praxis cognitiva- a través de
los cuales el movimiento se inserta en la arena política.
En este trabajo definimos la praxis cognitiva de los movimientos sociales como los
procesos de creación de nuevas formas simbólicas y la apropiación de las formas existentes desplegados
por un actor colectivo, en situaciones de lucha. Consideramos como formas simbólicas a
aquellas dotadas de un contenido expresivo y afectivo: música, consignas, cantos,
producción escrita (carteles, mantas, pintas en las paredes), disposiciones corporales
(maneras de vestir y caminar), entre otras.
Parte fundamental de la praxis sonora son las orientaciones que dan sentido a la
producción y apropiación de productos y artefactos culturales. Aquellos criterios
relacionados con la identidad colectiva, las capacidades de los actores y las valoraciones
estéticas que están en la base de toda creación y reapropiación.
236
campañas de un movimiento social” (2000: 614). Pero estos marcos 103, cuya orientación
es predominantemente política, no son las únicas interpretaciones de la realidad. Como
mencionamos arriba, los distintos productos culturales, como la música y las canciones,
son objetivaciones del sentido y la praxis cognitiva de los movimientos.
103 En adelante los denominaremos marcos interpretativos políticamente orientados (para distinguirlos de otros
237
Se convirtió, mediante el trabajo de reelaboración y reinterpretación en:
Aunque las tres consignas utilizan la misma matriz sonora, caracterizada por ciertos
patrones rítmicos y melódicos, el cambio en el mensaje de la última modifica la función.
En el marco de la acción social, las dos primeras consignas reconvienen y llaman a las
armas; pretenden sumar individuos a la causa de movimiento. La forma reelaborada por
las feministas se orienta a la construcción de antagonistas y pone en escena un
problema central que enfrenta el movimiento: el protagonismo de algunos oportunistas
políticos (hombres).
Con respecto a la creación de nuevas formas expresivas cabe mencionar el trabajo del
Colectivo Vulvatucada. Durante la movilización el colectivo aglutinó distintos recursos
expresivos que originaron un performance muy particular y casi inédito. Enmarcadas
por una manta que contenía la leyenda “Vulvatucada lesbitransfeminista contra las
violencias machistas. Vivas nos queremos”, las integrantes del colectivo ejecutaron
música a partir de distintas materialidades que hicieron las veces de instrumentos de
238
percusión. La dotación instrumental incluía garrafones de plástico de distintas
capacidades, cencerros, tambores y silbatos.
Porque no,
Que te dije que no,
Pendejo no,
Mi cuerpo es mío,
Yo decido,
Tengo autonomía,
Yo soy mía.
240
por la lucha de los derechos de la comunidad LGBTTTI y no una simple expresión
carnavalesca.
Autores como Tilly han llamado la atención sobre el carácter performativo de la acción
colectiva de los movimientos sociales. De acuerdo con este autor “la gente que hace
reclamos contenciosos en un tiempo y espacio dados utilizan un repertorio muy
limitado de actuaciones […] Por otra parte, no hay dos actuaciones contenciosas que
sean perfectamente idénticas […] Los participantes improvisan constantemente” (Tilly,
2008: 11). En la obra de Tilly la categoría de performance articula dos dimensiones: por
un lado, la historicidad de los movimientos, que supone el desarrollo de un conjunto
limitado de formas válidas y legitimas para realizar reclamos; del otro lado, la
innovación, improvisación y plasticidad que permiten que las formas de acción
respondan a las coyunturas locales y las necesidades de los colectivos.
Es conocida la metáfora del jazz que Tilly utiliza para conceptualizar la acción
colectiva: el jazzista debe improvisar en el marco de una estructura armónica
predeterminada. Si bien cuenta con cierta libertad, la debe ejercer en un marco
armónico, con arreglo a ciertas convenciones, motivos y clichés; el marco que
determina los recursos expresivos utilizables es la cultura del jazz. Aquello que debe
realizar el jazzista en el terreno de la música –crear un discurso sonoro innovador en el
marco de una estructura- lo debe realizar el movimiento en el terreno de la acción
colectiva: articular su lucha con base en repertorios de lucha existentes.
241
Al reconocer la dimensión performativa de la acción colectiva abrimos el espacio para
considerar las aportaciones de la espontaneidad. La espontaneidad consiste “en
eventos, ocurrencias y líneas de acción, ambas verbales y no verbales, que no están
planeadas o preorganizadas antes de su ocurrencia” (Snow y Moss, 2014: 1123).
Consideramos que hay fragmentos de la lucha, durante el despliegue en el espacio y
tiempo de la marcha, que no están predeterminados; ocurren de manera espontánea.
Pero no debemos creer que la espontaneidad es la capacidad de un movimiento para
innovar de manera ilimitada. En realidad, nos referimos a un despliegue no
predeterminado de formas elementales de acción colectiva que los actores individuales
y colectivos conocen 104 y pueden desplegar en respuesta a la configuración del espacio
social, físico y simbólico; también aludimos a la capacidad de modificar ligeramente una
forma de acción para producir nuevos sentidos.
104 Incluso la espontaneidad está condicionada. Snow y Moss (2014) consideran que la espontaneidad de la acción
colectiva depende de los siguientes factores: horizontalidad de la estructura del movimiento, eventos ambiguos,
condicionamientos comportamentales y emocionales y limitaciones espacio-contextuales.
105 Énfasis en el original.
242
En este trabajo, la performatividad se define como la realización de la acción colectiva por
medio de un repertorio de lucha considerado legítimo por los actores involucrados –que incluyen al
gobierno, medios de comunicación y otros interesados-, que es adaptado por los actores para que
responda a su programa de lucha, su estructura social, sus necesidades identitarias, la coyuntura
político-social y sus formas de producción de conocimiento e interpretación del mundo (praxis cognitiva).
Seguimos a Tilly al considerar que la performatividad implica “improvisar en el marco
de guiones compartidos” (2008: 14).
Antes de comenzar la marcha y durante el desarrollo de la misma los actores eligen los
recursos expresivos que utilizarán para dar voz a sus reclamos. Aunque los recursos
expresivos son limitados, el carácter performativo permite que se adapten a las
necesidades y coyunturas particulares. Pero la performatividad no agota en la selección
y adaptación de recursos. Es audible en la capacidad de los contingentes para responder
activamente a las características del espacio y el tiempo 106 y reaccionar a través de
consignas, gritos y chistes frente a los símbolos que encarnan a los antagonistas del
movimiento.
Como hemos visto en el capítulo 4, cada forma sonora posee un conjunto de rasgos
estructurales que son inalterables, pues de su presencia depende que una forma sea
reconocida como tal por parte de los escuchas. Sostenemos que el aspecto estructural
de las formas sonoras está relacionado con la historicidad del movimiento, el
aprendizaje y el desarrollo de un conjunto de competencias sonológicas (Schafer, 1994).
Los integrantes de un contingente deben producir sonidos con arreglo a ciertos
parámetros o rasgos estructurales. Y lo hacen así porque sus antecesores lo han hecho
de maneras similares. Los aspectos estructurales de la forma constriñen y limitan los
procesos de sonorización de la resistencia.
Pero varias dimensiones de la forma sonora –el estilo o los aspectos paralingüísticos de
una proferencia y el contenido semántico- son continuamente alteradas como resultado
106Durante la marcha del 26 de septiembre de 2015 pudimos registrar a varios contingentes proferir la consigna
“Esos son, esos son, los que chingan la nación” al percatarse de que se encontraban frente al edificio de la
Procuraduría General de la República.
243
de la praxis cognitiva. Estas dimensiones brindan flexibilidad a las formas expresivas, ya
que a través de ellas los colectivos modulan sus mensajes. A través de estas dimensiones
estilísticas la acción colectiva basada en el sonido adquiere su carácter performativo.
La Ciudad de México, y particularmente las avenidas del centro histórico como Paseo
de la Reforma, Juárez y Eje Central Lázaro Cárdenas y las calles 5 de Mayo y Tacuba,
son el espacio a través del cual los actores colectivos se desplazan en un juego de pausas
repentinas, cambios de ritmos y de intensidades, aceleraciones y desaceleraciones.
244
acontecimientos políticos y sociales frente a los cuales los actores reaccionan y las
actividades de organización previas a la marcha. El durante se refiere propiamente al
momento manifestante durante el cual se escenifican los reclamos de los actores
mediante recursos escritos, sonoros, corporales y gestuales. El después se compone de
los efectos mediáticos, políticos y culturales de la movilización. La segunda acepción de
la temporalidad se refiere a los momentos que componen la marcha: la concentración
inicial, el desplazamiento propiamente dicho y la concentración final.
245
son desplazadas por otras más relacionadas con la presentación ritualizada del
contingente” (Rodríguez, 2009: 223). En este caso, los contingentes organizan su praxis
en función del espacio físico y simbólico para construir una narración convincente en
torno a su identidad colectiva.
Con base en la definición que plantea Goffman del performance como la presentación
o actuación de “un individuo que tiene lugar durante un periodo señalado por su
presencia continua ante un conjunto particular de observadores y posee cierta
influencia sobre ellos” (Goffman, 2006: 33) y en nuestras consideraciones sobre el
despliegue temporal y espacial de formas expresivas sonoras por parte de actores
colectivos proponemos el concepto de performance sonoro.
247
analizar de qué manera los actores generan entornos sonoros sino cómo los actores se
constituyen como tales por y mediante el sonido.
Por otra parte, también nos dimos cuenta de que los repertorios o performances varían
en función de las formas sonoras predominantes. Algunos colectivos optan por formas
sonoras verbales-vocales –consignas principalmente-, en tanto que otros se sirven de
formas verbales-musicales; finalmente, hay contingentes que utilizan como único medio
de acción a la música. Esta observación nos llevó a proponer tipos de repertorios en
función de las formas expresivas dominantes.
248
primeras consignas y ensayan algunos de los ritmos o temas que utilizarán durante el
desplazamiento. El desplazamiento origina otro entorno de acción colectiva: los
individuos se mueven en unidades o grupos delimitados por distintos tipos de
marcadores: ropa, pancartas, banderas y maquillaje; profieren consignas y entonan
canciones populares, bailan y realizan pintas en paredes y edificios; en algunos casos se
profieren discursos breves para arengar y motivar a los contingentes. La concentración
final supone el cese del movimiento hormigueante de los actores colectivos, la
detención repentina de las consignas y los gritos para dar paso al mitin que por lo
general contiene un diagnóstico pormenorizado de la situación que enfrentan los
movimientos; los discursos finales se enmarcan con las consignas que rematan y
apuntalan las intervenciones de los oradores.
Nos interesa distinguir los distintos momentos de la marcha, así como las variaciones
en las formas de acción colectiva que están presentes en cada momento, para aportar
datos que sustenten la afirmación de que la praxis sonora está organizada. Aún más, nos
interesa aportar piezas etnográficas para demostrar que la forma de esta organización es
justamente el performance, lo que significa que durante la marcha los colectivos ponen
en juego aquello que pueden y saben hacer –competencias y aprendizajes en torno al
sonido- porque así lo han hecho a lo largo de la historia –tradición de lucha-, con la
finalidad de interpelar a determinados actores y hacer públicas ciertas demandas, al
tiempo que improvisan y responden a las condiciones inmediatas del entorno –la
presencia de un actor político indeseable, símbolos que encarnan a los antagonistas del
movimiento como edificios o monumentos, colectivos que se comportan de manera
inadecuada, los cuerpos de policía y granaderos-.
Para observar las variaciones en la praxis sonora de los colectivos hemos dividido la
marcha en cuatro grandes momentos o demarcadores espacio-temporales:
concentración inicial, desplazamiento, arribo y concentración final. Optamos por la idea
de demarcador espacio temporal para enfatizar que la concentración, por ejemplo, es
un espacio físico y simbólico (Tamayo, Granados y Minor, 2016), pero también una
duración y una temporalidad –el antes del desplazamiento propiamente dicho que
249
puede extenderse a varias decenas de minutos-. Es decir la concentración es
simultáneamente el espacio en donde se agrupan los contingentes y el momento previo
al desplazamiento.
250
No se debe pensar que el desplazamiento supone homogeneidad en las intensidades y
velocidades; de hecho el movimiento de la colectividad supone distintos ritmos,
cambios de velocidad, distintas formas de moverse a través del espacio. El juego de
intensidades y velocidades origina la polirritmia de la acción colectiva (Lefebvre, 2007).
Cada colectivo tiene un estilo de desplazamiento, una forma particular de marchar y
enunciar el espacio público. La marcha de un contingente es un acto de enunciación
particular (Certeau, 2000), que contribuye a elaborar una suerte de metaenunciación –la
marcha en abstracto, al margen de las redes y actores que la componen-, esa narración
que vemos en televisión o internet y se denomina La marcha del 2 de octubre 107.
107 Cuando, en realidad, el antropólogo que se presenta a realizar trabajo de campo en la marcha tiene el
251
La concentración final es el espacio físico y simbólico donde culmina el
desplazamiento. Este espacio físico y simbólico es la meta de la marcha (ibid.); por lo
general implica actos ritualizados que no están presentes durante la marcha. Los
contingentes se organizan alrededor del templete con la finalidad de escuchar a los
oradores; al término de cada discurso se proclaman consignas que apuntalan las
orientaciones principales de la marcha.
Para regresar al tema que nos ocupa, retomaremos algunas de nuestras preguntas de
investigación: ¿qué sonoridades están presentes en cada momento de la marcha?,
¿existen diferencias en las formas de estructuración de la praxis sonora en cada uno de
estos momentos? Aunque no podemos aportar evidencia etnográfica para responder
de manera definitiva a estas preguntas, contamos con algunos datos para sustentar la
afirmación de que, efectivamente, cada uno de los momentos de la marcha implica la
puesta en escena de distintas estrategias acústicas.
252
5.6 El performance del Comité 68 (marcha del 2 de octubre de 2017)
El contingente del Comité 68 estaba integrado por unas doscientas personas. Había
mujeres y hombres, la mayoría adultos y adultos mayores (cuya edad rondaba los 70
años). Su composición etaria contrastaba fuertemente con los contingentes
estudiantiles; estos últimos se integraban de jóvenes cuya edad era cercana a los 20. Se
podían distinguir claramente a aquellos individuos que participaron directamente en el
movimiento del 68 (los miembros del Comité 68) de las personas que se solidarizaron
con la causa y se sumaron a la manifestación. Durante toda la marcha los integrantes
del comité se mantuvieron en el centro del contingente, proponiendo consignas, dando
entrevistas a medios de comunicación y estableciendo la velocidad del avance.
Durante toda la marcha el contingente estuvo franqueado por una valla humana que
tenía la forma de un rectángulo y se colocó en la vanguardia. Adicionalmente, los
integrantes de la valla sostenían una cuerda que fortalecía los límites físicos y
simbólicos. Como resultado de la valla se creó, en el centro del contingente, un espacio
vacío que eventualmente era ocupado por algún reportero para tomar fotografías
durante el avance. A pesar de esto, la mayor parte de las personas que no pertenecían al
contingente respetaban los límites físicos.
253
Esto era el resultado de los dispositivos identitarios y de delimitación física. El manejo
del espacio también jugó en este sentido. Aunque la concentración espacial no era muy
elevada, la cercanía física entre los individuos impedía que personas ajenas se
desplazaran libremente por el contingente.
Los miembros del Comité 68 se dieron cita en la Plaza de las Tres Culturas. A las 3:30
de la tarde estaban reunidos al lado de la Iglesia Santiago Apóstol. Los integrantes de
Comité 68 se saludaban y platicaban entre ellos. Frente al monumento a los caídos del
68, en el suelo, se encontraba una manta con la leyenda “Reconstrucción nacional con
dignidad y soberanía. Dos de octubre. 49 años en lucha por la justicia”.
254
Un contingente de jóvenes del Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM llegó a
la plaza gritando consignas identitarias y otras alusivas a la masacre de 68. Al llegar al
centro de la plaza, frente al monumento a los caídos, un hombre de unos 70 años,
vestido con una playera blanca que tenía la leyenda “Comité 68”, se sumó
espontáneamente al contingente. Durante varios minutos propuso consignas a los
jóvenes estudiantes. Varias de las consignas encontraron eco en el grupo. En varias
ocasiones los jóvenes de la UNAM fueron incapaces de responder a las propuestas.
Unos minutos después de las cuatro de la tarde, los miembros del Comité 68 y otros
acompañantes integraron el contingente y se enfilaron hacia las escaleras que se
encuentran al este de la plaza.; portaban playeras blancas con la leyenda “Comité 68” y
banderas con la imagen de una paloma blanca –el emblema identitario del comité-. Los
individuos que marchaban en la parte frontal portaban la manta que minutos atrás
había estado en el piso. Al llegar al pie de las escaleras, el contingente se detuvo y
profirió la siguiente consigna [audio 26] *:
Dos de octubre,
No se olvida,
Es de lucha,
Combativa,
Dos de octubre no se olvida,
Es de lucha combativa.
*https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/26_021017_49Tlate_Consigna_Dos+de+octubre_Co
mite+68.wav
255
dirigirse a la avenida Ricardo Flores Magón. Algunos integrantes del contingente
pidieron a los medios de comunicación que no entorpecieran la movilización.
Durante el trayecto de la plaza hacia Eje Central Lázaro Cárdenas, a través de la avenida
Flores Magón, el contingente profirió distintas consignas: “Ayotzi vive, la lucha sigue”,
la consigna de los 43 108, “Vestido de verde olivo, políticamente vivo, no has muerto, no
has muerto, no has muerto camarada […]”, “No que no, sí que sí, ya volvimos a salir”,
entre otras [audio 27] *. A través de estas consignas se establecieron vínculos con otras
demandas y movimientos –los padres de los 43 normalistas desaparecidos- y se
refrendó la fuerza y el compromiso del movimiento estudiantil del 68.
108 En esta consigna, que apareció a raíz de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, se cuenta, de manera
pausada, del uno hasta el cuarenta y tres. Al terminar la cuenta generalmente se remata con el grito “justicia”.
*https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/27_021017_49Tlate_Performance_Concentracion+ini
cial_Comite+68.wav
256
Al acercarse al Eje Central, algunos integrantes del contingente se percataron de la
presencia de reporteros de los medios de comunicación –Televisa y Televisión Azteca-.
Inmediatamente, desde varios puntos gritaron “Fuera Televisa” y “Fuera TV Azteca”.
Desde el autobús que precedía la marcha, se daban instrucciones para coordinar las
acciones de los distintos colectivos. Antes de las cinco de la tarde, una mujer anunció:
“en unos minutos más daremos inicio a la marcha”. Unos minutos después, la misma
voz indicó la prelación en la integración de la marcha, es decir el orden en que deberían
avanzar los contingentes: “Comité del 68, damnificados del 19 de septiembre,
normalistas de Ayotzinapa, los padres de familia de los 43 y ya después empiezan los
contingentes estudiantiles” [audio 28] *.
*https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/28_021017_49Tlate_Voz_Organizacion_Comite+68.
wav
257
ya podemos iniciar con la movilización. Que avance por favor el camión para que
pueda avanzar el contingente del Comité del 68”.
5.6.3 El desplazamiento
Unos minutos después de las cinco de la tarde el contingente del Comité 68 avanzó a
través del Eje Central Lázaro Cárdenas con dirección del Zócalo de la Ciudad de
México. Desde el inicio del desplazamiento y hasta su arribo al Zócalo, el contingente
se ubicó en la vanguardia de la marcha, precedidos únicamente por un autobús que
proporcionó la Universidad Autónoma de Estado de Morelos para abrir paso a la
manifestación.
omite+68.wav
258
del repertorio estándar de lucha, es decir, proferencias que utilizó la mayoría de los
colectivos, con un fuerte contenido programático –refrendo del compromiso de los
movimientos con la lucha, la exigencia de localizar a los desaparecidos, liberación de
presos políticos y castigo a los responsables de los crímenes- y con bajo contenido
identitario-. Este repertorio estándar se utilizó varias veces hasta llegar a la
concentración final.
No permitamos que la partidocracia secuestre las libertades democráticas por las cuales
se ha derramado tanta sangre en nuestro país. Luchemos como estudiantes, como
universitarios para conquistar ese sueño tan anhelado del 68; las libertades democráticas
para construir un país más justo, un país más digno, un país que le dé al pueblo la
posibilidad de autorrealizarse con dignidad, que le dé la posibilidad de desarrollarse
plenamente en el marco de sus pluralidades, en el marco de su identidad. Compañeros,
sigamos luchando por ese sueño, por el sueño de las libertades democráticas del 68 que
siguen vigentes. Esas libertades tienen que ser parte de nuestros movimientos, del
quehacer universitario, y las tenemos que materializar en nuestras aulas y en las calles
[…].
Más adelante, el mismo orador habló de las desapariciones, las fosas clandestinas de
Morelos y la responsabilidad del gobierno perredista de Graco Ramírez en la violencia
que azota al estado:
Compañeros, aquí estamos de pie, ante un gobierno represor que nos tiene retenido el
presupuesto por haber develado el horror de las fosas de Tetelcingo y de Jojutla, por
*https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/30_021017_49Tlate_Discurso_Desplazamiento_Comi
te+68.wav
259
haber exhumado los cuerpos que clandestinamente el gobierno criminal de Graco
Ramírez inhumo sin cumplir con los protocolos forenses. Aquí estamos los
universitarios de Morelos exigiendo justicia para las víctimas de la delincuencia, para las
víctimas del estado, de la desaparición a manos del estado como quedó claramente
demostrado en las fosas de Tetelcingo y Jojutla.
Estos discursos, que alternaban con indicaciones para coordinar el avance de los
colectivos, se mezclaban con las consignas que se proferían desde el contingente.
Las consignas que se profirieron a lo largo de toda la marcha cedieron su lugar a los
discursos de los oradores. Los discursos alternaban con consignas, aplausos y el
silencio. La disposición espacial de la plaza central generaba un efecto de eco en las
palabras de los oradores; el silencio de los contingentes y el eco de la voz de los
oradores creaba una atmósfera de solemnidad.
Sobre el templete, el maestro de ceremonias, un integrante del Comité del 68, recordó
que el aniversario de la masacre ocurrió en el marco de los sismos del 7 y el 19 de
septiembre que afectaron el centro y sur de México. A través de esta declaración se
hizo palpable que el mitin del dos de octubre funcionaba como un mecanismo
articulador de demandas de distintos sectores sociales. Esta situación, de convergencia
de demandas en el marco de la movilización del 2 de octubre, fue muy clara durante el
discurso que pronunció Araceli Osorio, madre Lesvy Berlín, joven asesinada en Ciudad
Universitaria. Mediante la denuncia pública de los feminicidios que ocurren
cotidianamente en México -“se suman nuevamente los nombres como el de Mara,
como el de Victoria Pamela y así, cada día que nos levantamos, nos encontramos con
que en este país, por lo menos siete feminicidios ocurren”- se vinculó la lucha de los
261
movimientos estudiantiles con la del movimiento feminista que ha estado presente en el
espacio público desde 2015 109.
En su discurso, Félix Gamundi, integrante del Comité 68, realizó un planteamiento más
explícito respecto a la construcción de marcos interpretativos comunes. De acuerdo
con su lectura, el movimiento del 68 fue un paraguas que articuló las demandas de
distintos sectores de la población que luchaban para obtener mayores libertades civiles:
Memoria, que al interpelar al poder, al reivindicar las luchas del pasado, al ser
recuperada por actores colectivos revela su potencialidad política. El recuerdo colectivo
109Esta vinculación entre movimientos ocurrió a través del recurso simbólico de los nombres de las mujeres
asesinadas que en el contexto de las luchas feministas se han convertido en estandartes de lucha y motivos de
movilización. Al evocar los nombres de estas mujeres en el contexto de la marcha del 2 de octubre se estableció
un marco interpretativo común y cierta afinidad y continuidad en las luchas de los dos actores –feministas y
movimiento estudiantil-.
262
como un mecanismo para cuestionar las actuaciones pasadas del poder y para
interpelarlo en la actualidad.
A través de los discursos se estructuró un mapa muy complejo de los antagonistas y los
sectores sociales comprometidos con la lucha. En los cuatro discursos se identificó al
gobierno, en sus diferentes niveles, como un actor central en la desaparición de
estudiantes, activistas sociales y mujeres. En el discurso del representante de los padres
y madres de los normalistas de Ayotzinapa, se identificó como blancos de la lucha de
los movimientos a la clase política, empresarial y los cuerpos represivos del estado:
Hoy queremos decirle a este gobierno neoliberal, queremos decirle a la clase política de
este país, a los sectores económicos, que cada 2 de octubre nos verán marchar por las
calles de la Ciudad de México exigiendo justicia, exigiendo verdad, y porque los
responsables de este hecho, militares, policías, políticos, sean debidamente sancionados
[…].
263
En algunos momentos los manifestantes aplaudieron en señal de aprobación. Esto
ocurrió en particular cuando los oradores se refirieron al papel que desempeñaron los
jóvenes en las actividades de rescate y atención a víctimas de los sismos de septiembre
de 2017. La figura del joven, revalorada a partir sus labores de rescate, condensó
significados y emociones como solidaridad y la empatía. El rector de la UAEM 110 se
refirió a los jóvenes en los siguientes términos: “nuestros jóvenes salieron de manera
generosa a brindar apoyo a las familias y a los pueblos de los damnificados y es por eso
que no debemos regresarlos a las aulas”. Al terminar este fragmento, que describe al
joven como un agente que participa activamente el espacio público, los integrantes de
los contingentes aplaudieron en señal de aprobación.
Otro acontecimiento sonoro que destacó por su emotividad fue el minuto de silencio
que se guardó en memoria de las víctimas de los sismos. Desde el templete el maestro
de ceremonias afirmó:
Por las personas víctimas del terremoto del siete de septiembre, víctimas del terremoto
del 19 de septiembre, les pedimos a todos que guardemos un minuto de silencio.
110Alejandro Vera.
111 Para la XXXVI Acción global por Ayotzinapa los organizadores decidieron realizar una marcha silenciosa, en
solidaridad con los damnificados de los sismos de septiembre.
264
5.6.5 Comentarios al performance
Tabla 5.1 El performance sonoro del Comité 68. Marcha del 2 de octubre de 2017
5.7 Ampliando la comprensión de la relación entre estructura social y estructura sonora. Elementos
para caracterizar a los actores colectivos
Líneas arriba anticipamos la relación que existe entre la estructura social de un grupo
(tipo de actor) y estructura sonora. Uno de los objetivos centrales de esta investigación
266
es entender esta relación. Desde nuestra perspectiva esta pregunta es central en el
desarrollo de la socioantropología del sonido en general y en el estudio particular de la
sonoridad en el marco de la acción colectiva.
Hemos supuesto que distintos tipos de actores utilizan distintos tipos de recursos
sonoro-expresivos. A lo largo del trabajo etnográfico hemos corroborado que los
componentes no estructurales de las formas sonoras (ritmo, velocidad, timbre,
materialidades, por mencionar algunos) se modifican en función de las características,
intereses e historia de lucha de un colectivo; mediante esta modificación los actores
generan un estilo o identidad sonora. También hemos supuesto que la combinación de
recursos expresivos en respuesta a múltiples factores –ambientales, sociales, culturales e
incluso la tradición de lucha- origina performances o ejecuciones sonoras particulares.
112 Como ha quedado consignado más arriba, el Colectivo Vulvatucada es un grupo feminista separatista que ha
hecho apariciones en distintas protestas realizadas en la Ciudad de México con la finalidad de demandar el cese de
las violencias machistas.
267
La segunda estrategia consiste en observar aquellos índices y comportamientos
colectivos que no producen directamente identidad pero que dan cuenta de una acción
colectiva más o menos homogénea y orientada en una dirección (física y simbólica).
Nos referimos a la proximidad física, el sentido del desplazamiento, los dispositivos
para delimitar al contingente, por ejemplo, la existencia de una cuerda que lo rodea, las
cadenas de voluntarios o funcionarios de instancias gubernamentales que rodean a la
vanguardia de una marcha, y la homogeneidad en cierto tipo de comportamientos
motores –nos referimos a la simultaneidad en el desplazamiento y las pausas-.
Estos criterios nos permitieron identificar a los actores colectivos presentes en las
marchas de protesta: contingentes de estudiantes de distintas universidades,
principalmente de la UNAM, la UAM, la UACM, la ENAH, contingentes sindicales,
por ejemplo el Sindicato de Telefonistas de la República Mexica y el Sindicato
Mexicano de Electricistas, contingentes feministas, organizaciones populares como la
FECSM, entre muchos otros.
Aunque la identificación arroja luz sobre los diferentes actores que conviven en la
marcha, recurrimos a otros criterios para caracterizarlos en términos de estructura
social. Utilizamos los siguientes criterios: tamaño del contingente, composición etaria,
composición en términos de sexo, integración del contingente, articulación de la
interacción social y coordinación de la acción colectiva.
113 De acuerdo con Schweingruber y McPhail (1999) se refiere a la facilidad/dificultad que tendría un transeúnte al
tratar de atravesar el contingente. Sus grados son: paso libre, lentitud de movimiento con giros, “disculpe usted” y
movimiento difícil.
269
Estos criterios ayudan a refinar nuestro análisis, de tal manera que además de afirmar
que un contingente despliega cierto tipo de praxis sonora, podemos indagar en su
estructura social, es decir, comprender de qué manera un rasgo, la centralización en la
coordinación de la acción colectiva, por ejemplo, incide en la selección y despliegue de
los recursos sonoros. En la siguiente tabla presentamos un resumen de los elementos
que utilizamos para identificar y caracterizar a los contingentes.
Debido a que los datos etnográficos que hemos recabado son limitados estamos
incapacitados para formular afirmaciones generales o establecer vínculos causales entre
tipos de actores y repertorios sonoros. Aún más, la antropología del sonido no busca
establecer este tipo de asociaciones. En la siguiente sección nos aproximamos, desde un
enfoque decididamente microsocial, a la relación entre actores sociales y repertorios
sonoros, para ilustrar la manera en que un actor, con una configuración social
particular, utiliza cierto repertorio sonoro.
270
5.8 El repertorio sonoro. Tipos de articulación
114En términos generales, hemos observado que el conjunto de demandas propias de un contingente incluye
aquellas que originan la marcha en cuestión, es decir, que se alinean al texto central de la marcha, y las resultan de
su situación de lucha concreta. Es por esto que un contingente puede reivindicar la lucha del dos de octubre –
demanda general de la marcha- al tiempo que reivindica un conjunto de demandas particulares.
271
performance, que podríamos caracterizar como débil, incluyó apenas algunas consignas
como “Fuera – el presidente Donald- Trump”, vivas y un fragmento del Cielito Lindo,
canción tradicional de Mendoza y Cortés 115.
Para distinguir entre los distintos repertorios hemos construimos una tipología que
considera cinco aspectos. Estos aspectos dan cuenta de la consistencia, articulación y
cohesión del repertorio:
115Durante la marcha se entonó exclusivamente el coro que dice: “Ay, ay, ay, ay, canta y no llores. Porque
cantando se arreglan, cielito lindo, los corazones”.
272
el contrario pueden existir contingentes que apenas cuenten con un puñado de
consignas.
3. Apropiación del repertorio estándar 116. Estrechamente vinculado con el punto
anterior se encuentra el trabajo acústico que los actores realizan sobre las
matrices sonoras existentes para poner a circular nuevos sentidos. En el capítulo
4 dimos cuenta del trabajo que han realizado los colectivos feministas alrededor
de consignas que forman parte del repertorio estándar de lucha; al modificar el
contenido de las consignas han creado nuevos marcos de significación, acordes
con sus definiciones de la situación nacional y estatal. Al igual que las
dimensiones anteriores, la apropiación del repertorio puede ser alta o baja.
4. Capacidad de enmarcado. Este aspecto se refiere a las tareas de enmarcado que
discutimos en el capítulo 4 (al referirnos a la función de las formas sonoras en el
marco de la acción social). Es pertinente recordar que en el marco de la acción
social, las formas sonoras pueden contribuir con las siguientes tareas:
constitución de la identidad colectiva, presentificación del actor, reconocimiento y
legitimidad de la acción, diagnóstico, pronóstico, reconvención y
manifestaciones de WUNC. Estas tareas comprenden el enmarcado. La
capacidad de enmarcado se refiere, por tanto, al grado en que la praxis sonora de
un contingente es capaz de realizar las tareas identitarias, diagnósticas y
programáticas de un movimiento. Esta puede ser alta –en aquellos casos en que
la praxis expresa la identidad, el diagnóstico y programas de un movimiento- o
baja.
5. Estilización. Se refiere al grado en que los colectivos manipulan los parámetros
no estructurales de una forma sonora para producir sentido, ya sea este
identitario o afectivo y en general cualquier sentido que no se formule
lingüísticamente. Consideramos que la entonación, el volumen, velocidad, las
116El repertorio estándar de lucha se compone de todas aquellas formas sonoro-expresivas que aparecen en la
mayor parte de las marchas y son utilizadas por la mayoría de los contingentes. Esto es válido en especial en las
consignas. La consigna “Zapata vive la lucha sigue” forma parte del repertorio estándar debido a que es utilizada
en la mayor parte de las marchas convocadas por la izquierda, con independencia de los motivos particulares que
lanzaron a los actores a la calle.
273
cadencias, e incluso los patrones rítmicos –que en algunas formas sonoras se
sitúan entre lo estilístico y lo estructural- son elementos susceptibles de
estilización por parte de los actores sociales (Ayats 2002; Truax, 1984). La
estilización es alta cuando los parámetros se alteran como resultado del trabajo
creativo y la historia de lucha de un actor colectivo. Por el contrario, es baja
cuando no hay una manipulación perceptible de los parámetros que refleje las
políticas culturales e identitarias del movimiento.
Los repertorios arriba descritos son construcciones típico ideales. A pesar de ello nos
permiten dar cuenta de las diferencias en la praxis sonora de los distintos actores
colectivos. En los siguientes apartados describimos casos etnográficos que ilustran cada
tipo de repertorio 117.
117 Para describir el repertorio de los contingentes recurrimos a la siguiente estrategia. Durante la marcha del 02 de
octubre de 2017, cuyo trayecto se desarrolló del Eje Central Lázaro Cárdenas, a la altura de Flores MAgón, y la
calle 5 de Mayo, realizamos registros en audio de varios contingentes en tres momentos distintos: durante la
274
5.9 Repertorios con articulación fuerte
concentración inicial, antes de la movilización propiamente dicha, durante el desplazamiento por Lázaro Cárdenas
y 5 de Mayo y en la desembocadura de 5 de Mayo al Zócalo de la Ciudad de México (es decir, en el momento
previo a la concentración final).
275
clave-, que se desplazaban entre las filas y proponían las consignas. El resto de los
manifestantes respondía a las consignas propuestas [audio 31]*.
Por otra parte, entre los dos segmentos masculinos del contingente se presentaba un
curioso efecto responsorial o eco: mientras que el segmento delantero profería una
consigna (“Hombro con hombro, codo con codo, la FECSM, la FECSM, la FECSM
somos todos”) el segmento trasero guardaba silencio. Una vez que el segmento
delantero concluía su proferencia, el segmento trasero respondía con la misma
consigna: “Hombro con hombro, codo con codo […]”.
ECSM.wav
276
Como principal problema identificaron la desaparición de personas. Aunque la
consigna “Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos” no especifica directamente
el grupo afectado, adquiere sentido a la luz de otras dos consignas que señalan hitos en
la memoria colectiva de México –el 2 de octubre de 1968 y el 26 de septiembre de
2014- relacionados con la desaparición y asesinato de estudiantes. De esta manera, el
contingente identificó como víctimas a los estudiantes caídos y desaparecidos en
Tlatelolco y a los normalistas asesinados por corporaciones policíacas de Guerrero.
277
“Veintiséis de septiembre, no se olvida, es de lucha “Ni la lluvia, ni el viento, detendrán el movimiento”
combativa”
“Esta marcha no es de fiesta, es de lucha y de
protesta”
Fuente: elaboración propia con base registros obtenidos en campo el 2 de octubre de 2017.
118La reivindicación general de la marcha del 2 de octubre está contenida parcialmente en la manta principal del
contingente de la vanguardia que rezaba: “Reconstrucción nacional con dignidad y soberanía. Dos de octubre, 49
años en lucha por la justicia”, y la convocatoria del evento que decía: “Marcha conmemorativa. 49 años del crimen
de Estado. 2 de octubre de 1968”. Esta última se recuperó del sitio electrónico del Comité 68,
https://www.facebook.com/comite68.org/.
278
una velocidad de 80 bpm. Lo mismo ocurrió con la consigna “Alerta, alerta, alerta que
camina, la lucha estudiantil por América Latina”; en tanto que otros contingentes la
profieren a 100 bpm, los estudiantes de la FECSM lo hacían a 70 bpm.
Otro rasgo que contribuyó fuertemente a la estilización fue la entonación. Como vimos
en el capítulo 4, la mayor parte de las consignas del repertorio estándar son
monotonales. En el caso de la FECSM, gran parte de las consignas utilizaron dos notas,
una nota de referencia (mi) y una tercera mayor descendente (do). La tercera mayor
descendente enfatizaba el final de cada verso. En la transcripción que presentamos
abajo las sílaba to (en muerto), da (final de camarada), te (final de muerte) y da (al final
de vengada) son entonadas en do [audio 32]*.
En “Ni la lluvia, ni el viento, detendrán el movimiento” [audio 33] ** todas las sílabas
son entonadas en mi, excepto via (lluvia), to (viento) y to (movimiento) que son
entonadas en do.
*https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/32_021017_49Tlate_Consigna_Vestido+de+verde_Fe
csm.wav
**https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/33_021017_49Tlate_Consigna_Ni+la+lluvia_Fecsm.
wav
279
Tabla 5.5 Características del repertorio sonoro de la FECSM
Las integrantes del contingente portaban banderas moradas con la leyenda “Ni una
menos” y pancartas con una gran variedad mensajes alusivos al asesinato de Mara y la
119 No deja de llamar la atención que las marchas de mujeres y colectivos feministas más visibles, la del 24 de abril
de 2016 y la del 17 de septiembre de 2017, subvierten la trayectoria tradicional de las marchas que es de algún
punto de Av. Paseo de la Reforma a Zócalo de la Ciudad de México. En las citadas marchas la dirección del
desplazamiento ha sido en sentido contrario.
120 La convocatoria difundida en redes sociales expresaba que “los hombres que asistan a la marcha deberán ir en
la parte de atrás. Los medios a los costados y manteniendo una distancia pertinente”.
280
situación de violencia generalizada que enfrentan las mujeres en México. Como marca
identitaria algunas mujeres portaban ropa negra y violeta; otras portaban paliacates que
cubrían parcialmente sus rostros.
121Debido a que el contingente se ubicó casi a la cabeza de la marcha se vieron obligadas a realizar varias pausas
para esperar que los agentes de tránsito bloquearan la circulación por las calles y avenidas en que se desplazaron.
281
canciones y consignas proferidas a lo largo del recorrido [audio 34] *. La música de
batucada contribuía a reelaborar el paisaje sonoro típico de la marcha de protesta, que se
compone principalmente de consignas a capella, al colocar en el centro de la escucha y
la producción del sonido una forma que podemos denominar consigna musicalizada 122.
Dentro del repertorio de las feministas, que fue muy diverso en términos de recursos
expresivos, destacaron tres formas sonoras: la consigna musicalizada, el grito y la
música de tambores; ellas contribuyeron firmemente en la puesta en escena de los
marcos interpretativos que daban sentido a la praxis político-cultural del movimiento.
En el caso de las consignas, el trabajo de interpretación se orientó hacia la construcción
de antagonistas de las mujeres, la atribución de responsabilidades por los feminicidios,
la reconvención y la constitución identitaria. Los gritos y la batucada solidificaron la
presencia del contingente en el espacio público.
La consigna fue una forma que el contingente utilizó con gran plasticidad para dar a
conocer sus interpretaciones, sentidos y enmarcar la acción colectiva.
Independientemente de su función interpretativa general (diagnóstico, pronóstico,
etcétera), la mayoría de las consignas contribuyeron en la construcción identitaria del
contingente: se definieron como mujeres feministas que a su vez se identificaron con
*https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/34_170917_JM_Performance_Desplazamiento_Femin
istas+separa.wav
122 Es importante señalar que el ritmo es un elemento presente en cualquier consigna. Sin embargo, la presencia de
un ensamble de batucada acentúa la dimensión rítmica (aunque también melódica) de las producciones sonoras
del contingente.
282
mujeres que han sido violentadas y asesinadas. Esto último fue particularmente visible
en su reelaboración del Mambo del ruletero, en la cual se identificaron sucesivamente con
mujeres víctimas de feminicidios.
A través de las consignas se delineó a los antagonistas del movimiento. Por medio de
alusiones directas (“[…] no es presidente, es asesino macho burgués”) e indirectas
(destaca la sustitución metonímica en la consigna “Verga violadora, a la licuadora”)
señalaron como enemigos al macho, el violador, el macho burgués, el machote y, en
términos más generales, el patriarcado.
283
cuerpo es mío, yo decido, tengo autonomía, yo soy por América Latina. Y tiemblen, y tiemblen y tiemblen
mía” los machistas, que América Latina será toda
“Que lo vengan a ver, que lo vengan a ver, este no feminista”
es presidente, es asesino macho burgués” “Ni una más, ni una más, ni una asesinada más”
“Mujer, hermana, si te pega no te ama” “Porque vivas se las llevaron, vivas las queremos”
“No fue un crimen pasional, fue un macho patriarcal” “Verga violadora, a la licuadora”
“Machete al machote”
“Violador de mierda, despídete de tu verga”
Como ejemplo de ello tenemos la consigna “Porque no, que te dije que no, pendejo no
[…]” en la cual se entabla un diálogo entre los versos y los golpes de las percusiones:
* https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/35_170917_JM_Performance_Final_Feministas.wav
284
Yo soy mía. (G)
En esta consigna, que tiene una métrica de 4/4, los tambores guardan silencio cuando
el contingente profiere los versos A B y C. Al final de cada verso se ejecutan tres golpes
de tambor, cada uno con una duración de un octavo; el primero de estos golpes se
ejecuta a partir del segundo tiempo del compás. Debido a que los golpes de tambor
reproducen el patrón rítmico de los versos se genera un efecto de respuesta entre las
verbalizaciones y las percusiones. Durante el resto de la consigna, cada verso (D, E, F y
G) es acompañado por 16 golpes de tambor continuos (redobles), cada uno con una
duración de un dieciseisavo.
123El ritornelo es un “agenciamiento territorial” (Deleuze y Guattari, 2004: 319). Es un sonido cercano al canto
que permite dotar de estabilidad y orden al espacio. En un sonido a partir del cual se habita el espacio físico y se
crea el territorio.
285
En el contexto de la marcha, el ensamble de percusiones o batucada, que enmarcó
rítmicamente la producción de consignas, ayudó a consolidar estilo o identidad sonora.
Otro elemento de estilización que las feministas emplearon fue la creación de nuevas
matrices rítmicas para las consignas. En el capítulo 4 comentamos que la mayor parte
del repertorio estándar de consignas está montado sobre un conjunto limitado de
motivos rítmicos. Este hecho genera una elevada regularidad rítmica o estandarización
en la producción de consignas. Las feministas utilizaban patrones rítmicos particulares
que incorporaban arreglos de duraciones que no se escuchan comúnmente en las
marchas de protesta.
124El tercer compás tiene 10 sílabas poéticas y 12 gramaticales. Como mencionamos en el capítulo anterior, dado
que la mayor parte de motivos rítmicos se compone de corcheas (que tienen 1/8 de duración), es frecuente que
los compases de las consignas se compongan de 8 sílabas poéticas.
286
Otras consignas utilizadas durante la marcha presentaban peculiaridades rítmicas:
“Somos malas, podemos ser peores”, “Aquí nadie se rinde, aquí nadie se rinde” y
“Violador de mierda, despídete de tu verga”.
*https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/36_021017_49Tlate_Performance_Desplazamiento_F
FyL.wav
288
contingente se limitaba a repetir la consigna en su forma estándar, sin incorporar
variaciones estilísticas o en el contenido semántico. Tampoco utilizaban nuevas
consignas o patrones rítmicos. Esta situación desdibujaba la identidad sonora del
colectivo.
Goya, goya,
Cachún, cachún ra ra,
289
Cachún, cachún ra ra,
Goya,
Universidad,
Pública y gratuita.
Como se observa en la Tabla 5.8, una parte considerable de las tareas de enmarcado
estaba orientada al despliegue identitario del colectivo. Varias de sus consignas aludían a
la condición estudiantil de los manifestantes (“Porque somos estudiantes, sí señor
[…]”) o a su relación con la institución universitaria (UNAM y Facultad de Filosofía y
Letras).
Por otra parte, el enmarcado también incluía algunos elementos de caracterización del
entorno político-social. Se destacaban los problemas de violencia política que han
enfrentado en los estudiantes a partir de los sesenta y las luchas de los movimientos
estudiantiles en América Latina.
290
5.10.2 Contingentes de la marcha Vibra México (12 febrero de 2017)
La mayor parte de los manifestantes marchaba dispersa, con una integración espacial
muy baja. Resultaba muy sencillo atravesar la manifestación de un lado a otro. En
términos generales, estaban ausentes los mecanismos físicos y simbólicos que
tradicionalmente utilizan los colectivos para situarse en el espacio público como actores
125 http://www.radioformula.com.mx/notas.asp?Idn=660435&idFC=2017
291
identificables. Asimismo, la articulación de la interacción era baja: las personas se movían
a distintos ritmos y velocidades, en una marcha no homogénea; algunos participaban en
la proferencias y ruidos colectivos, otros simplemente marchaban y conversaban con
sus familiares.
*https://archive.org/details/praxisonoramarchasCDMX1/37_120217_VM_Performance_Desplazamiento_Conti
ngente+heterogeneo.wav
292
será engrandecido” y finalmente, el Cielito lindo utilizado como mecanismo identitario en
los partidos de fútbol. Estuvieron ausentes consignas que delinearan planes y rutas de
acción concretas.
Tabla 5.10 Características del repertorio sonoro durante la marcha vibra México
293
294
Conclusiones
A pesar de que esta vivencia particular que se desprende de la marcha parece ser
inapresable, por tocar directamente a los sujetos individuales y sus emociones, nuestra
investigación está animada por la convicción de que se puede arrojar luz sobre la
dimensión sonora que, como hemos enfatizado a lo largo de este escrito, no se agota en
la significación elaborada verbalmente sino que alcanza el campo de la afectividad y la
corporalidad.
295
los gritos no verbales, los sonidos corporales –como los aplausos-, pasa por las
consignas y la música instrumental, hasta los discursos que se profieren, generalmente al
concluir un mitin.
297
Tabla 6.1 Funciones de las formas sonoro-expresivas en el marco de las movilizaciones
Aunque nuestra aproximación a la praxis es analítica, no debe creerse que los actores
colectivos y utilizan los recursos de manera aislada. Como tuvimos ocasión de escuchar
y observar, durante la marcha los recursos sonoro-expresivos se despliegan para lograr
una presentación en el espacio público que revela orientaciones culturales, convicciones
políticas y programas de lucha. Efectivamente, la noción de despliegue se puede entender
en el sentido de alisar y extender el sonido a través del espacio y el tiempo. Al marchar,
los actores colectivos utilizan distintos recursos expresivos que constituyen su particular
forma de manifestarse, su voz característica. El despliegue depende de la tradición de
lucha, la praxis cognitiva del movimiento, la configuración del espacio físico y
simbólico y en alguna medida de la espontaneidad, de aquella parte imprevisible de la
acción colectiva que siempre está presente.
Al afirmar que la praxis sonora está organizada como performance sonoro, no debe
creerse que los actores colectivos son entes ultra racionales que se orientan
exclusivamente por cálculos políticos. La organización del performance se refiere a los
múltiples puntos que condicionan la producción sonora. Al decir que la praxis sonora
298
está organizada se debe entender que responde a tradiciones de lucha, el contexto
sociopolítico y el espacio físico y simbólico en que se desarrolla la marcha.
Por otra parte, y esto también lo hemos desarrollado a lo largo de este trabajo, la
sonoridad edifica presencia, proporciona actualidad a los movimientos sociales. En el
contexto de la marcha, el sonido es la manifestación más inmediata de los movimientos
sociales. Y no solamente la más inmediata, sino aquella que posee la capacidad de
sobrepasar las fronteras físicas e inundar el entorno urbano. El sonido es la posibilidad
del movimiento social de salir de sí mismo y dirigirse a otros oídos, de interpelar a
aquellos actores que son antagonistas del movimiento o escépticos del efecto
dinamizador de la acción colectiva.
300
espacio (ritornelos). El territorio se crea a partir de los comportamientos sonoros que
ordenan el espacio y definen un centro. No hay un territorio primero y después unos
sonidos.
Algo similar ocurre con los actores colectivos y las estrategias de lucha. Como vimos en
el capítulo 5, la supuesta unidad de la acción colectiva es el resultado, valga la
redundancia, de la acción, no el punto de partida (Melucci, 1994). Los actores colectivos
despliegan estrategias de lucha; pero solamente pueden ser actores en la medida en que
luchan con ciertas estrategias físicas, simbólicas y expresivas. Al trasladar este postulado
al campo de la sonoridad nos encontramos con la siguiente situación: para tener una
voz es necesario ser un actor aunque, paradójicamente, solo teniendo una voz (y
ocupando el espacio, colectivamente, mediante el desplazamiento y el despliegue de
recursos escritos, gestuales y corporales) se puede ser un actor colectivo, dotado de una
tradición, una identidad y un programa de lucha.
301
contenidos se expresan con mecanismos tan diversos como la lírica de son jarocho, la
sonoridad, de alto contenido rítmico, de las chilenas, los gritos vocales y las consignas.
Esta breve discusión nos lleva a agrupar las formas sonoro-expresivas en dos grandes
categorías. De un lado se encuentran las formas a través de las cuales se transmiten las
demandas, reclamos y peticiones a los objetos 126 de la movilización. Del otro lado están
las formas que construyen al sujeto colectivo en el espacio público. En particular, las
formas que expresan identidad construyen un nosotros histórica y culturalmente
situado, con una ubicación específica en el campo de las luchas sociales.
126No es ocioso recordad que el objeto del reclamo es el grupo cuyos intereses se verían afectados en caso de que
el movimiento cumpla sus objetivos.
302
Podríamos afirmar que el actor que se desplaza en la marcha funciona como una
comunidad acústica en donde:
¿Qué nos dice la presencia de la sonoridad en la marcha y de manera más general, que
nos dice de la acción colectiva? Se ha afirmado que las tácticas de protesta se clasifican
en función de los recursos que movilizan para alcanzar sus objetivos políticos; hay
tácticas que se apegan al marco legal de un país en tanto que otras optan abiertamente
por la violencia y la confrontación. Hay tácticas violentas y no violentas (Medel y
Somma, 2016). Sin embargo, nuestros datos nos obligan a cuestionar estas
clasificaciones y nos llevan a preguntarnos por la posibilidad de organizar las tácticas de
protesta en función de las modalidades sensibles y corporales que se ponen en juego.
Nos referimos a los distintos regímenes corporales, sensoriales y afectivos que están
presentes en una acción como la marcha de protesta.
303
corporal, que implica un despliegue de fuerza física. Las sentadas (sit ins), que se
popularizaron después del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos
implican la ocupación estática del espacio. En esta ocupación no hay choque o
alteración radical de la realidad material.
304
procesiones religiosas y manifestaciones obreras del siglo XIX (Antebi y González,
2005). En la marcha, no hay política sin sonidos y sin cuerpo de por medio.
Queda por elaborar, por lo tanto, un análisis antropológico de los regímenes sensoriales
y corporales de la acción colectiva, que permita comprender cómo es que las
reivindicaciones políticas y culturales toman su materia de las distintas formas de
sensibilidad y disposiciones corporales. Cómo es que la reivindicación política se
expresa a través de lo somático.
305
en vivo, ejecutada durante la concentración final por músicos como Alejandra Guzmán,
Gloria Trevi y los Dragulas.
Si todo lo que hemos afirmado es cierto, es posible caracterizar el perfil acústico de las
marchas en función de la combinación de recursos sonoro-expresivos convencionales y
ritualizados y aquellos que incorporan la espontaneidad, la performatividad y lo
artístico. En función del predominio de ciertas formas (convencionales o
performativas) tendríamos dos tipos de perfiles: el perfil tradicional, audible en las
marchas de corte corporativista, con predominio de consignas tradicionales, himnos y
discursos y el perfil carnavalesco con predominio de músicas, ejecutadas en vivo y
reproducidas, performances sonoros y consignas musicalizadas (como aquellas descritas
a propósito del performance de las feministas en el capítulo 5).
¿Qué lecciones sobre el sonido obtenemos a partir del análisis de las manifestaciones de
protesta?, ¿en qué grado el estudio de la sonoridad de la acción colectiva ensancha
nuestra comprensión antropológica del territorio acústico?
Por otra parte, en el estudio de la sonoridad de la acción colectiva se hacen patentes los
usos culturales y políticos del sonido. Esto significa que el espacio sonoro no es neutro,
tiene la capacidad para recrear diferencias y similitudes; tal y como es utilizado por los
actores colectivos, el espacio sonoro es una extensión de la arena política. A través de él
los actores colectivos tratan de incidir para que se reconozcan sus derechos.
Si es verdad que una parte importante de la investigación sobre el sonido está marcada
por el interés en el silenciamiento, la censura, y en general en la capacidad de los
poderosos de imprimir una dirección particular a la producción de sonoridades, con
una investigación como la que presentamos pretendemos aportar a la comprensión del
lado obscuro de la relación sonoridad-poder, es decir, pretendemos esclarecer de qué
manera utilizan el sonido, el ruido y el silencio esos que no tienen más que su capacidad
para revelarse.
307
308
Fuentes de información consultadas
Bibliografía
ARAÚJO, Samuel (2013). “Entre muros, grades e blindados; trabalho acústico e práxis
sonora na sociedade pós-industriale” en El oído pensante, vol. 1, núm. 1, (2013).
ARAÚJO, Samuel y Grupo Musicultura (2010). “Sound Praxis: Music, Politics, and
Violence in Brazil” en John Morgan y Salwa El-Shawan (eds.), Music and conflict. EUA,
University of Illinois Press.
AROM, Simha (2007). “Language and music in fusion: the drum language of the banda
linda (Central African Republic)”, en Trans. Revista Transcultural de Música, núm. 11, julio
2007.
ATTALI, Jaques (2011). Ruidos. Ensayo sobre la economía política de la música. México, Siglo
Veintiuno.
309
AU, Anson (2017). “Reconceptualizing Social Movements and Power: Towards a Social
Ecological Approach” en The Sociological Quarterly, vol. 58, núm. 3, pp. 519-545.
AYATS, Jaume (2002). “Cómo modelar la imagen sonora de un grupo: los eslóganes de
manifestación” en Revista transcultural de música, núm. 6, junio 2002.
AYATS, Jaume (2005). “El gesto digno para cantar todos con una sola voz” en Andrés
Antebi, et al., Espacios sonoros, tecnopolítica y vida cotidiana. Aproximaciones a una antropología
sonora. España, Orquesta del Caos-Institut Catalá d’Antropologia.
BAKER, Geoffrey (2011). “The resounding city” en Geoffrey Baker y Tess Knighton,
Music and Urban Society in Colonial Latin America. Cambridge, Cambridge University
Press.
BARZ, Gregory y Timothy Cooley (eds.) (2008). Shadows in the Field. New Perspectives for
Fieldwork Ethnomusicology. USA, Oxford University Press.
310
BENFORD, R. y David Snow (2000). “Framing Processes and Social Movements: An
Overview and Assessment” en Annual Review of Sociology, vol. 26, 2000, pp. 611-639.
BRABEC, Bernd, Matthias Lewy y Miguel García (eds.) (2015). Sudámerica y sus mundos
audibles. Cosmologías y prácticas sonoras de los pueblos indígenas. Alemania, Ibero-
Amerikanisches Institut.
CAMPOS, Roberto (2016). Sonidos símbolo. Una etnografía del calendario ceremonial de los
huaves de San Mateo del Mar. México, UNAM.
CARTER, Paul (2004). “Ambiguous Traces, Mishearing, and Auditory Space” en Veit
Erlmann (ed.), Hearing Cultures. Essays on Sound, Listening and Modernity. Estados Unidos,
Berg.
311
CRUCES, Francisco (1998). “Las transformaciones de lo público. Imágenes de la
protesta en la Ciudad de México” en Perfiles latinoamericanos, núm. 12, junio 1998, pp.
227-256.
DOKIC, Jérome (2007). “Two ontologies of sound” en The monist, vol. 90, núm. 3,
Julio 2007, pp. 391-402.
ERLMANN, Veit (2004a). “But What of Ethnographic Ear? Anthropology, Sound and
the Senses” en Veit Erlmann (ed.), Hearing Cultures. Essays on Sound, Listening and
Modernity. Estados Unidos, Berg.
ERLMANN, Veit (ed.) (2004b). Hearing Cultures. Essays on Sound, Listening and Modernity.
Estados Unidos, Berg.
EYERMAN, Ron y Andrew Jamison (1998). Music and social movements. Mobilizing
traditions in the twentieth century. Inglaterra, Cambridge University Press.
312
FALLETI, V. (2008). “Reflexión teórica sobre el proceso sociopolítico y la subpolítica.
Un estudio de caso: el cacerolazo y las asambleas barriales” en Revista Mexicana de
Sociología, vol. 70, núm. 2, abril-junio 2008, pp. 361-398.
FELD, Steven (1984). “Sound Structure as Social Structure” en Ethnomusicology, vol. 28,
núm. 3, septiembre 1984, pp. 383-409.
FELD, Steven (1990). Sound and Sentiment. Birds, Weeping, Poetics, and Song in Kaluli
Expression. EUA, University of Pennsylvania Press.
FELD, Steven (2012). “Introduction to the Third Edition” en Steven Feld, Sound and
Sentiment. Birds, Weeping, Poetics, and Song in Kaluli Expression. Duke University Press,
EUA.
FREUD, Sigmund (1996). Obras completas. Tomo III. España, Biblioteca Nueva. .
GARCÍA de León, Antonio y Liza Rumazo (2006). Fandango. El ritual del mundo jarocho a
través de los siglos. México, Conaculta.
313
GEERTZ, Clifford (2003). La interpretación de las culturas. España, Gedisa.
HARVEY, David (2013). Ciudades rebeldes. Del derecho de la ciudad a la revolución urbana.
España, Akal.
HEARN, Dana (2002). “Women’s Voices in The Global Shout: A20-DC” en Of Our
Backs. A Women’s Newsjournal, vol. 32, núm 7/8, agosto-septiembre 2002, pp. 12-16.
HOBBES, Thomas (2000). Leviatán o de la material, forma y poder de una república eclesiástica
y civil. México, FCE.
IHDE, Don (2007). Listening and Voice. Phenomenologies of Sound. EUA, State University
of New York Press.
JASPER, James (1998). “The Emotions of Protest: Affective and Reactive Emotions in
and around Social Movements” en Sociological Forum, vol. 13, núm. 3, septiembre, 1998,
pp. 397-424.
314
JASPER, James (2011). “Emotions and Social Movements: Twenty Years or Theory
and Research” en Annual Review of Sociology, vol. 37, 2011, pp. 285-303.
KAHN, Douglas (1997). “John Cage: Silence and Silencing” en The Musical Quarterly,
vol. 81, núm. 4, invierno, 1997, pp. 556-598.
KOOPMANS, Rudd (1993). “The Dynamics of Protest Waves: West Germany, 1965
to 1989” en American Sociological Review, vol. 58, octubre, pp. 637-658.
KUN, Josh (2005). Audiotopia. Music, race and America. Inglaterra, University of
California Press.
KYTO, Meri y Sirin Özgün (2016). “Sonic resistance. Gezi Park Protests and the
Political Soundscape of Istanbul” en Giacomo Bottá, Invisible Landscapes. Popular Music
and Spatiality. Alemania, Waxmann.
LaBELLE, Brandon (2010). Acoustic Territories. Sound Culture and Everyday Life. EUA,
Continuum.
LEFEBVRE, Henri (2007). Rhythmanalysis. Space, Time and Everyday Life. Gran Bretaña,
Continuum.
315
LUHMANN, Niklas (2005). El arte de la sociedad. México, Editorial Herder-UIA.
MANN, R. et al. (2013). “The dynamics of audience applause” en Journal of the Royal
Society Interface, vol. 10, núm. 85, agosto 2013, s/p.
MATTERN, Mark (1998). Acting in concert. Music, Community and Political Action. EUA,
Rutgers University Press.
McADAM, Doug, Sidney Tarrow y Charles Tilly (2008). Dynamics of contention. EUA,
Cambridge University Press.
MELUCCI, Alberto (1994). “Asumir un compromiso” en Zona abierta, núm. 69, 1994,
pp. 153-179.
MIDDLETON, Richard (1997). Studying Popular Music. Gran Bretaña, Open University
Press.
MONSON, Ingrid (1997). “Abbey Lincoln’s Straight Ahead. Jazz in the Era of the Civil
Rights Movement” en Richard Fox y Orin Starn, Between Resistance and Revolution.
Cultural Politics and Social Protest. EUA, Rutgers University Press.
MURRAY, R. (1994). The Soundscape. Our Sonic Environment and the Tuning of the World.
Estados Unidos, Destiny Books.
316
NANCY, Jean-Luc (2007). A la escucha. Argentina, Amorrortu.
NÉDA, Z. et al. (2000). “Physics of the rhythmic applause” en Physical Review E, vol. 61,
núm. 6, 2000, pp. 6987-6992.
PANIAGUA, Yois (2016). “La sonoridad del silencio: un campo de sentido” en Alan
Granados y José Hernández (coords.), Apreciaciones socioculturales de la música. México,
UAM.
QUINTERO, Ángel (2005). Salsa, sabor y control. Sociología de la música tropical. México,
Siglo XXI.
REED, T. (2005). The Art of Protest. Culture and Activism from the Civil Rights Movement to
the Streets of Seattle. Estados Unidos, University of Minnesota Press.
REPORTEROS sin fronteras (2017). Informe Anual 2017. España. Recuperado de:
https://www.informeanualrsf.es/news/informe-anual-2017-america/
317
RODRÍGUEZ, Elsa (2010). “Imágenes del actor colectivo. Una aproximación a la
dinámica de las marchas de protesta de la Ciudad de México” en Nueva Antropología, vol.
XXIII, núm. 72, enero-junio 2010, pp. 81-101.
RUÍZ, Carlos (2009). “La Costa Chica y su diversidad musical. Ensayo sobre las
expresiones afrodescendientes” en Fernando Híjar (coord.), Cunas, ramas y encuentros
sonoros. Doce ensayos sobre el patrimonio musical de México. México, Conaculta.
RUSSOLO, Luigi (1996). “El arte de los ruidos. Manifiesto futurista”, en Revista Sin
título, núm. 3, 1996, pp. 8-14.
318
SEEGER, Anthony (2015). “El oído etnográfico” en Bernd Brabec de Mori, Matthias
Lewy y Miguel García (eds.), Sudámerica y sus mundos audibles. Cosmologías y prácticas sonoras
de los pueblos indígenas. Alemania, Ibero-Amerikanisches Institut.
SENNETT, Richard (1992). The Uses of Disorder. Personal Identity and City Life. Nueva
York, Morton.
SIMMEL, Georg (2014). Sociología: estudios sobre las formas de socialización. México, FCE.
SNOW, David y Dana Moss (2014). “Protest on the Fly: Toward a Theory of
Spontaneity in the Dynamics of Protest and Social Movements” en American Sociological
Review, vol. 29 (6), pp. 1122-1143.
TARROW, Sidney (1997). El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y
la política. España, Alianza Editorial.
319
TILLY, Charles y Wood, L. (2010). Los movimientos sociales, 1768-2008. Desde sus orígenes a
facebook. España, Crítica.
TITON, Jeff (2008). “Knowing Fieldwork” en Gregory Barz y Timothy Cooley (eds.),
Shadows in the Field. New Perspectives for Fieldwork Ethnomusicology. USA, Oxford University
Press.
TURNBULL, Colin (1962). The Forest People. Estados Unidos de América, Simon and
Schuster. -
TURNER, Victor (1984). La selva de los símbolos. Aspectos del ritual ndembu. España, Siglo
XXI.
VELASCO, Jorge (2004). El canto de la tribu. Un ensayo sobre la historia del movimiento
alternativo de música popular en México. México, Conaculta.
VILA, Pablo (1987). “Tango, folklore y rock: apuntes sobre música, política y sociedad
en Argentina” en Cahiers du monde hispanique et luso-brésilien, núm. 48, 1987, pp. 81-93.
WILSON, Eric (1995). “Plagues, Fairs and Street Cries: Sounding out Society and
Space in Early Modern London” en Modern Language Studies, vol. 25, núm. 3, verano
1995, pp. 1-42.
320
Discografía
COJOLITES, Los (2008). “Señor presidente” en No tiene fin. Round Whirled Records.
FELD, Steven (1982). Music of the Kaluli. Boroko, Institute of Papua New Guinea
Studies.
FELD, Steven (1991). Voices of the Rainforest: Bosavi, Papua New Guinea. Smithsonian
Folkways Recordings.
PÉREZ, Dámaso (1983). “Mambo del ruletero” en 15 grandes éxitos de Dámaso Pérez
Prado. México, RCA Victor.
Documentales
Hemerografía digital
ÁNGEL, Arturo (2017, diciembre 23). “2 mil 212 casos de homicidio en noviembre
confirman que 2017 es el año más violento en dos décadas”. Animal Político.
Recuperado de: https://www.animalpolitico.com/2017/12/homicidios-noviembre-
2017-violento/
321
AZNAREZ, Juan (2004, mayo 28). “América Latina inicia hoy su tercera cumbre con la
UE con la ausencia de grandes líderes”. El País. Recuperado de:
https://elpais.com/diario/2004/05/28/internacional/1085695215_850215.html
MUEDANO, Marcos (2017, octubre 22). “Imparable, el crimen contra las mujeres;
cifras del Inegi”. Excelsior. Recuperado de:
http://www.excelsior.com.mx/nacional/2017/10/22/1196308
TORREBLANCA, Carolina y José Merino (2017, noviembre 28). “Una propuesta para
contar feminicidios en México”. Animal Político. Recuperado de:
https://www.animalpolitico.com/blogueros-el-foco/2017/11/28/una-propuesta-para-
contar-feminicidios-en-mexico/
Páginas de internet
Cresson, http://aau.archi.fr/cresson/
322
Anexo 1. Sobre los audios que acompañan la tesis
En línea con las críticas que algunos antropólogos han formulado a las etnografías
sordas, esta tesis se acompaña de un conjunto de audios que pueden ser considerados
soportes de este texto o registros sonoro-etnográficos que ya contienen una perspectiva
e interpretación del entorno sociocultural. El objetivo de este repositorio es que el
sonido sea un elemento central de esta tesis que se inscribe en el campo de los estudios
socioantropológicos del sonido. La intención es enriquecer el relato etnográfico, de tal
suerte que, además de leer sobre la praxis sonora de los actores colectivos, el lector
también puede escucharla.
323
Nombre de la marcha Código Fecha
XII Acción global por Ayotzinapa XIIAGA 260915
47º aniversario de la masacre de 47Tlate 021015
Tlatelolco
Movilización nacional contra las violencias MNVM 240416
machistas
XXIV Acción global por Ayotzinapa XXIVAGA 260916
48º aniversario de la masacre de 48Tlate 021016
Tlatelolco
Vibra México* VM 120217
39 edición de la Marcha del orgullo LGBTTTI 240617
LGBTTTI
YoSoyMara Justicia para Mara JM 170917
Celebración ecuménica por la XXXIVAGA 260917
presentación con vida de los 43 y las
víctimas del sismo
49º aniversario de la masacre de 49Tlate 021017
Tlatelolco
En la parte del nombre que corresponde a la forma sonora pueden aparecer las
siguientes: grito, aplauso, consigna, música, ruido y silencio. Cuando se presentan
fragmentos amplios del comportamiento sonoro de un actor en una marcha, se utiliza
la categoría performance o repertorio. En la parte del nombre que corresponde al
contenido se especifica una parte del mensaje verbal o la función de la forma. Cuando
la especificación del contenido viene precedida por el término performance, el
contenido se utiliza para indicar el lugar de registro (concentración, desplazamiento y
concentración final). Finalmente, en la parte que corresponde al contingente se indica el
tipo de actor. Cuando no fue posible identificar al actor se específica NI (no
identificado).
325