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Adam Smith o de la ciencia económica

“No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero


que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés.
No invocamos sus sentimientos humanitarios, sino su egoísmo;
ni les hablamos de nuestras necesidades, sino de sus ventajas”.
Una investigación sobre la naturaleza y causas de la Riqueza de las Naciones, 1776 (RN I.II.2)

Fue Adam Smith quien echó, en el siglo XVIII, los cimientos de la ciencia económica
como ahora la entendemos.
Filósofo moral, Smith fue una de las figuras destacadas de la Ilustración escocés junto
a Francis Hutcheston, David Hume e Adam Ferguson. Estos pensadores buscaban
echar luz sobre las leyes que guían a la conducta humana y sus consecuencias en la
vida social.
Pero nada a que ver con los Ilustrados de Francia: ¡aquellos en vez de investigarlas,
las cabezas preferían cortarlas!

Antes la economía política estaba enfocada en el enriquecimiento del soberano y del


estado -a nadie le interesaba la gente, el pueblo- y la riqueza venía computada por las
reservas de oro y de plata. Una nación, un país era rico y poderoso por la cantidad de
lingotes guardados en las cajas de caudales; no cierto por el bienestar que podía
florecer entre sus ciudadanos.
Las importaciones eran dañinas, pues comportaban un escape de riqueza para
pagarlas; en cambio exportar mercancía era fructuoso porque los metales preciosos
regresaban en el estado: en ese concepto el intercambio favorecía solo el vendedor,
no el comprador que se empobrecía.
Una nación podía enriquecer solo empobreciendo a otra. El negocio era, como ahora
se diría, a suma cero.
Se le decía, a este enfoque económico, mercantilismo.

Aún más era la guerra, la conquista de nuevos territorios, el sometimiento de los


vencidos, la imposición de tributos a los pueblos derrotados, el saqueo, el robo, las
incursiones en las tierras y en los mares que acrecentaban la riqueza de las naciones.

La “Riquezas de las Naciones” (el titulo abreviado de su obra magna) puso un


nuevo enfoque a la economía política poniendo, quizás por la primera vez, el
enriquecimiento de los ciudadanos como resultado del «producto anual de la tierra y
del trabajo».
La obra no es un manual, un tratado sobre las reglas económicas, sino, como explica
el título, una “investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza”.

Podríamos preguntarnos lo que empujó a Adam Smith que se interesara a la riqueza y


al contrario no se haya preocupado por las causas de la pobreza de las naciones.
La respuesta es muy simple. La pobreza es como el frio, como la oscuridad; el frio no
tiene causas, es el calor que las tiene. La oscuridad no tiene causas, es la luz que las
tiene. La pobreza no tiene causas, es la riqueza que tiene causas.
Oscuridad, frio no tienen esencia: otro no son que falta de luz, falta de calor.
La pobreza es el estado normal del hombre de cuando descubrió que tenía más
necesidades que medios para satisfacerlas. De cuando se dio cuenta que los recursos
son limitados para que todos los puedan alcanzar. Entonces si queremos intentar
erradicar la pobreza tenemos que descubrir el origen y las causas de la riqueza.
Por eso, específicamente por eso, el filósofo y moralista escocés Adam Smith habla,
investiga las causas de la riqueza y no de la pobreza.
Esta profunda y aguda observación, para mi fundamental aunque no valorada por
muchos –los socialistas de todos los partidos (parafraseando F. A. Hayek) siempre
hablan de pobreza- me viene de la lectura de un economista italiano, Antonio Martino.
Por honradez y respecto tengo que mencionarlo.

Smith investigó, más allá de la realidad objetiva de la pobreza, su causa, es decir la


ausencia de la creación de riqueza.
Es en la libertad del hombre, en la búsqueda de su interés personal, en su “egoísmo”,
en la propensión a mejorar su propia condición – el estímulo inconsciente y
espontáneo de la naturaleza humana- que Adam Smith entiende los factores
propulsores del proceso de desarrollo de la sociedad.

Y por lo demás ¿porque queremos ilusionarnos que no sea así?


¿Qué necesitamos de hombres iluminados? ¿Que puedan existir estos hombres
prefiriendo el bien común al interés personal?
¿La historia todavía no nos ha enseñado bastante?
“Desventurada la tierra que hace falta de héroes” ¡escribió Bertold Brecht!

El hecho extraordinario es que este sistema espontáneo lleva a la armonización de los


intereses de la sociedad humana. Smith nos enseña que el individuo
“no entiende fomentar el interés público y no tiene ni idea de cuanto lo está
fomentando. Manejando su industria de manera que su producto tenga el valor
más grande posible, el hombre no se propone que su misma utilidad, y está guiado
en esto por una mano invisible para favorecer un fin que no formaba parte de
sus propósitos”

Y el corolario es que cada distorsión o discontinuidad de la coordinación espontanea


está destinada a la esterilidad y al fracaso.
El fundamento de las obras de Smith es esto: las instituciones sociales no son el
resultado de la voluntad de alguien, sino el fruto espontaneo y no consciente de la
cooperación entre los individuos.

Según Smith, al fin, las instituciones sociales no son sólo el mercado, sino también la
cultura de un pueblo o de una civilización, el lenguaje, el conjunto de las normas
jurídico-morales que rigen la convivencia civil y, entonces, todos aquellos fenómenos
que, aunque son el efecto de la sabiduría del hombre, no son la consecuencia
intentada de sus acciones.
La “mano invisible” es la representación simbólica de ese principio, la heterogénesis
de los fines, concepto desarrollado siglos después por la Escuela Austriaca de
economía y sobre todo por F.A. Hayek por el cual sólo el "orden espontáneo" nos
lleva a “una asignación más eficiente de los recursos de la sociedad que cualquier
diseño puede lograr”.
“Mano invisibile”, que no es la mano de Dios, como tal vez muchos podrían
entender, sino una metáfora de las fuerzas impersonales del orden espontáneo, que
resulta de la interacción social che Adam Smith llama el “evidente y simple sistema
de la libertad natural”

Tal vez este es mi artículo más “pensado y pesado”: me salió un poco largo y para
aficionados a la economía.
De cualquier modo espero que todos mis amigos lo disfruten.

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