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Fue Adam Smith quien echó, en el siglo XVIII, los cimientos de la ciencia económica
como ahora la entendemos.
Filósofo moral, Smith fue una de las figuras destacadas de la Ilustración escocés junto
a Francis Hutcheston, David Hume e Adam Ferguson. Estos pensadores buscaban
echar luz sobre las leyes que guían a la conducta humana y sus consecuencias en la
vida social.
Pero nada a que ver con los Ilustrados de Francia: ¡aquellos en vez de investigarlas,
las cabezas preferían cortarlas!
Según Smith, al fin, las instituciones sociales no son sólo el mercado, sino también la
cultura de un pueblo o de una civilización, el lenguaje, el conjunto de las normas
jurídico-morales que rigen la convivencia civil y, entonces, todos aquellos fenómenos
que, aunque son el efecto de la sabiduría del hombre, no son la consecuencia
intentada de sus acciones.
La “mano invisible” es la representación simbólica de ese principio, la heterogénesis
de los fines, concepto desarrollado siglos después por la Escuela Austriaca de
economía y sobre todo por F.A. Hayek por el cual sólo el "orden espontáneo" nos
lleva a “una asignación más eficiente de los recursos de la sociedad que cualquier
diseño puede lograr”.
“Mano invisibile”, que no es la mano de Dios, como tal vez muchos podrían
entender, sino una metáfora de las fuerzas impersonales del orden espontáneo, que
resulta de la interacción social che Adam Smith llama el “evidente y simple sistema
de la libertad natural”
Tal vez este es mi artículo más “pensado y pesado”: me salió un poco largo y para
aficionados a la economía.
De cualquier modo espero que todos mis amigos lo disfruten.