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«Discípulo Amado»[editar]
Según Kragerud,37 el «Discípulo Amado» sería una figura simbólica. Para esa interpretación,
este autor se basó particularmente en la relación del «Discípulo Amado» con Pedro. Sin
embargo, una dificultad para considerar la figura del «Discípulo Amado» solamente como un
símbolo es que los restantes personajes asociados al «Discípulo Amado» (Simón Pedro,
la Madre de Jesús, y el mismo Jesús) son considerados por el autor del Evangelio como
personajes históricos. Una yuxtaposición de personajes históricos y simbólicos no tendría
mucho sentido. Lorenzen38 señaló que se debe considerar, además de la figura histórica del
«Discípulo Amado», su significado simbólico. Según Bauckham, 39 la imagen del «Discípulo
Amado» en el cuarto Evangelio presenta al autor ideal. Su especial intimidad con Jesús, su
presencia en los eventos clave en la historia y su percepción de su significado lo califica para
ser el testigo ideal de Jesús y por lo tanto el autor ideal de un Evangelio. Por su
parte, Raymond E. Brown25 sostuvo que “resulta patente que el «Discípulo Amado» tiene una
dimensión figurada. En muchas formas es el ejemplo del cristiano (...) Sin embargo, la
dimensión simbólica no significa que el «Discípulo Amado» sea nada más que un símbolo”.
Quizás, más importante que saber el nombre del "discípulo a quien Jesús amaba" es conocer
qué posible significación implicó esta figura. Una implicancia posible es señalada por el
escriturista Luis H. Rivas.2040 Con ese fin, se pueden rever los pasajes en los que aparece esta
figura.
(1) En la primera escena, durante la Última Cena, Jesús comienza a hablar de la traición de
Judas. Los discípulos que están sentados con Él no entienden bien de qué se trata. Como el
«Discípulo Amado» estaba sentado junto a Jesús, Pedro le hace señas para que le pregunte
de quién está hablando. El «Discípulo Amado» se recuesta sobre el pecho de Jesús y le
pregunta: "¿Quién es?", y recibe la respuesta de Jesús (Juan 13, 26). La expresiones
"recostarse sobre el pecho" y "estar en el seno de" se usan muy a propósito para indicar que
se goza de la familiaridad de alguien. La relación entre Cristo y el Padre se reproduce ahora
entre Cristo y el discípulo, quien recibe sus confidencias para comunicarlas a los demás.
(2) En la segunda escena, el «Discípulo Amado» aparece junto a la cruz donde está clavado
Jesús. También allí se encuentra la Madre de Jesús, y el discípulo la recibe como madre
propia (Juan 19, 25-27). Un discípulo amado por Jesús sería quien se mantiene junto al
crucificado y quien recibe a María como a su propia madre.
(3) En la tercera escena, en el domingo de Pascua, el «Discípulo Amado» y Pedro reciben el
mensaje de María Magdalena de que el sepulcro donde sepultaron a Jesús está vacío. Ambos
corren hacia el sepulcro. El «Discípulo Amado» llega primero pero espera a Pedro antes de
entrar. Al ingresar en el sepulcro, ven las vendas en el suelo y el sudario que cubrió la cabeza
de Jesús, no junto a las vendas sino plegado en un lugar aparte. El «Discípulo Amado» vio y
creyó (Juan 20, 1-10). Un discípulo amado por Jesús sería aquel que se encuentra junto a
Pedro, a quien respeta, y quien tiene fe en la resurrección del Señor.
(4) En la cuarta escena, Jesús resucitado se aparece a sus discípulos a orillas del mar de
Tiberíades. Ellos están en la barca pescando, y el «Discípulo Amado» es el primero en
reconocer a Jesús (Juan 21, 1-7). Un discípulo amado por Jesús sería el que sabe
reconocerlo presente después de su resurrección.
(5) En la quinta escena, Pedro pregunta a Jesús qué sucederá con el «Discípulo Amado». Él
responde: "Si yo quiero que él permanezca hasta mi venida, ¿a ti que te importa? Tú sígueme"
(Juan 21, 20-23). Un discípulo amado por Jesús sería aquel que "permanece" fiel, que
persevera hasta que Jesús vuelva.
A través de la figura del «Discípulo Amado», el Evangelio según San Juan parece describir no
solo a un personaje histórico, sino además al cristiano ideal, como aquel que:
BIOGRFIA
Juan el Apóstol
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Juan
Apóstol y Evangelista
26 de septiembre (rito bizantino)
29 de diciembre (rito hispano, rito armenio)
8 de mayo (rito ortodoxo siríaco)
4 de tobi (rito copto)
6 de mayo San Juan ante la Puerta Latina
(vetus ordo)
Patronazgo Editores, encuadernadores, libreros, teólogos y escrito
res. También se le adjudica el patronazgo sobre
la amistad. Es patrono de Asia Menor, en la
actual Turquía. En Italia, es patrono
de Andoain , es patrono de Sansepolcro o Borgo del
Santo Sepolcro, Montelupo Fiorentino, Ponsacco
y Teverola (todas ellas, localidades de la región
de Toscana); Motta San Giovanni (en la región
de Calabria); Galbiate (en la región de
Lombardía). En el norte de Hungría, es patrono
de la Arquidiócesis de Eger. En Alemania, es
patrono de Sundern, apareciendo su imagen en el
Citas evangélicas
A pesar de que algunos estudiosos del tema consideran que la figura del discípulo amado tiene
una dimensión figurada (Raymond Brown, Alv. Kragerud), consideramos que es importante no
sólo saber el nombre de dicha figura, sino también conocer la significación que el discípulo
amado tuvo, tal como dice el escriturista Luis H. Rivas.
Para ello nos centraremos en los siguientes versículos del cuarto Evangelio:
Juan 13:23-25
"Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús. Pedro le hace
una seña y le dice: pregúntale de quien está hablando. El, recostándose sobre el pecho de
Jesús, le dice: Señor, ¿quien es?".
En primer lugar, el texto por sí solo no nos indica de forma fehaciente que el discípulo a quien
Jesús amaba se tratara del apóstol Juan. Independientemente de que las
expresiones recostarse sobre el pecho y estar en el seno de se usaban muy a propósito para
indicar que se gozaba de la familiaridad de alguien (Luis H. Rivas), es de destacar que según la
costumbre judía de aquella época, el dueño de la casa, o en su ausencia, su hijo primogénito, se
sentaban a la derecha del invitado, apoyando en determinado momento la cabeza en su pecho
(Henri Cazelles, "Estudio sociológico sobre el sacerdocio del Templo", pagina 480).
De acuerdo a las conclusiones del propio Cazelles, la Última Cena se celebró en la casa de un
conocido de Jesús, y quien estaba sentado a su diestra era el propietario de la casa, o bien su
hijo primogénito. Todo esto no desdice que el discípulo que apoyó su cabeza sobre el pecho de
Jesús fuese Juan el Zebedeo, pero tampoco nos lo confirma.
Más adelante, en este mismo estudio, nos centraremos de una forma más detenida en este
punto al analizar otra hipótesis al respecto.
Juan 19:25-27
"Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de
Clopás, y María Magdalena. Jesús, mirando a su madre y junto a ella el discípulo a quien
amaba, dice a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dice al discípulo: Ahí tienes a tu
madre. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa"
De nuevo aparece el discípulo amado sin que por ello pudiera ser tampoco identificado
plenamente. En esta ocasión, según Juan, está al pie de la cruz junto a María, la madre de
Jesús, María Magdalena, María la esposa de Clopás y de otra persona nombrada como la
hermana de María, la madre de Jesús. De acuerdo a la nota al pie de pagina de la Biblia de
Jerusalén, la hermana de su madre podía ser o bien Salomé, madre de los hijos de Zebedeo, o
bien se trataría de unir esa designación a la frase que sigue, o sea, la mujer de Clopás.
En cambio Mateo en el capitulo 27, versículo 56 de su Evangelio nos dice que al pie de la cruz
se encontraban María Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos
de Zebedeo.
En los dos textos aparece la madre de los hijos de Zebedeo, Salomé. Es muy posible que la
hermana de María que cita Juan sea la madre de Santiago y de José que narra Mateo, y que el
título de hermana de María sea un referente a que ambas eran Ahim según el texto hebreo, o
sea, hermanas en el Señor. Curiosamente Mateo no menciona que al pie de la cruz se
encontrara el discípulo amado.
Pero si analizamos este hecho bajo la cronología histórica podemos adivinar cierto paralelismo
entre Juan y el discípulo amado acerca del encargo de Jesús de que velara por su madre
después de la crucifixión: Juan se trasladó a Éfeso en el 62 d.C., el emperador Domiciano le
destierra a Patmos en el 95 d.C., y otro emperador romano, Nerva, le permite regresar a Éfeso
en el 98 d.C. Posteriormente Juan fallece en Éfeso a los cien años de edad, aproximadamente
entre los años 115 y 117 d.C.
San Ireneo de Lyon nos especifica más concretamente esta fecha con la siguiente
mención: "Todos los presbíteros que se han encontrado en Asia con Juan, el discípulo del
Señor, dan testimonio de que Juan ha transmitido esto, porque permaneció con ellos hasta los
tiempos de Trajano" (Adversus Haereses II, 22.5). Por todo lo anterior es históricamente
creíble que María haya ido con Juan a residir en Éfeso, más aun al considerar que el emperador
Trajano reinó desde el año 98 hasta el 117 d.C.
Sin embargo no se ha demostrado plenamente que Juan Zebedeo haya sido el autor real
del libro del Apocalipsis y, por lo tanto, nunca hubiese sido desterrado a la isla de Patmos. A
pesar de los escritos que mencionan que María, la madre de Jesús, residió en Éfeso, tampoco
hay pruebas concretas sobre ello, por lo cual la duda acerca de la identidad del discípulo
amado seguirá existiendo.
Juan 20:1-2
"El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía
estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega a Simón Pedro y al
otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no
sabemos donde le han puesto"
De nuevo aquí se menciona al discípulo amado, pero también sin identificación alguna sobre
su nombre.
Juan 21:1-2 y Juan 21:7
"Después de esto, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades.
Se manifestó de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, el llamado Mellizo,
Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos" (Juan 21:1-2). El
discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: Es el Señor" (Juan 21:7).
En estos dos textos podemos comprar que de nuevo se menciona al discípulo amado, pero
observamos que Juan estaba con su hermano Santiago el Mayor y que, además, había otros dos
discípulos de los cuales no se mencionan sus nombres. Por ello tampoco podemos identificar
fehacientemente a Juan como el discípulo amado.
Juan 21:20-22
"Pedro se vuelve y ve, siguiéndoles detrás, al discípulo a quien Jesús amaba, que además,
durante la Cena se había recostado en su pecho y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te va
a entregar? Viéndole Pedro, dice a Jesús: Señor, ¿y este qué? Jesús le respondió: Si quiero que
se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme"
Tampoco aquí se menciona la identidad del discípulo amado, pero hay un detalle muy
significativo. El discípulo amado llevó una amistad abierta con Simón Pedro (Juan 13:23 y
20:2-9), que en el libro de los Hechos de los Apóstoles se pone de manifiesto (Hechos 3:1-9,
4:1-13 y 8:14-15). Si observamos los textos bíblicos con detenimiento podremos comprobar que
en la mayoría de las ocasiones Pedro y Juan iban casi siempre juntos. Esto dio pie a uno de los
miembros más ilustres de la Escuela Bíblica y Arqueológica francesa de Jerusalén, Marie-Emile
Boismard a manifestar que Juan Zebedeo fue el discípulo amado, quien junto con Pedro y
Santiago estimaban a Jesús de un modo particular.
Como podemos corroborar, Juan Zebedeo tenía un papel muy especial en su relación de
amistad con Jesús. Sin embargo ello no nos confirma definitivamente que Juan haya sido
el discípulo amado del que habla la Biblia.
¿Pescador y sacerdote?
Los estudios del exégeta francés Henri Cazelles han demostrado en un estudio sociológico
sobre el sacerdocio en el Templo antes de su destrucción en el año 63 d.C., una teoría muy
plausible acerca del punto número uno mencionado en el capitulo Citas Evangélicas del
presente estudio (página dos), la cual nos presenta un aspecto curioso desde el punto de vista
histórico.
Si nos limitamos a la lectura de Juan 13:25 observaremos que dice: "Él, recostándose sobre el
pecho de Jesús, le dice…". Si recordamos que el hecho de apoyar la cabeza sobre el pecho de
alguien era, en aquella época, una muestra de familiaridad y de respeto con la persona invitada,
y que ello debía efectuarse durante la cena con la persona que había sido invitada por parte del
propietario de la casa o de su hijo en ausencia de dueño de la casa, y si por otro lado
suponemos que quien apoyó la cabeza sobre el pecho de Jesús fue Juan, entonces obtendremos
que aquella casa era propiedad de Zebedeo y que, en ausencia suya, fue su hijo Juan Zebedeo el
encargado de tal postura.
Pero todo ello no nos demuestra que por el hecho de apoyar su cabeza en el pecho del Señor
durante la Ultima Cena Juan fuese el discípulo amado, sino que cumplía con la cortesía que
ordenaban las costumbres judías de la época.
Si todo ello fuese cierto, ¿por qué Zebedeo o quizás el propio Juan poseían una casa en
Jerusalén? ¿Se trataba de una casa de paso o de una residencia permanente? Conociendo que la
familia de Zebedeo era de Galilea, debemos suponer que era una casa de paso ocupada durante
tiempos limitados y por razones concretas.
Si prestamos atención al texto del Evangelio de Juan (18:15-16) nos daremos cuenta de que
cuando Jesús fue a la casa de Anás para ser juzgado, le acompañaban Simón Pedro y otro
discípulo, el cual era conocido del sumo sacerdote Anás. Este discípulo entró con Jesús,
mientras que Pedro se quedó afuera de la casa. Esto significa que el discípulo en cuestión era
conocido de Anás, quizás porque él mismo o su padre efectuaban algún tipo de labor en el
Templo de Jerusalén.
Debido a que a Pedro y Juan les unía una gran amistad y en la mayoría de ocasiones se
acompañaban mutuamente, podemos suponer que Juan era quien entró con Jesús en la casa de
Anas, teoría que se ve reforzada si en realidad Juan Zebedeo era el discípulo amado. Todo ello
nos conduce a una pregunta: ¿estaba de algún modo trabajando alguno de los Zebedeos en el
Templo? ¿Pudieron haber tenido alguna relación especial o de conocimientocon la familia del
sumo sacerdote o quizás con el mismo?
Como dijimos antes, el exégeta Henri Cazelles demostró que una identificación de este tipo es
sin duda plausible. Los sacerdotes temporales ejercían suservicio o avodah en el Templo por
turnos semanales, dos veces al año. Al finalizar dicho servicio el sacerdote regresaba a
su tierra ya que no era inusual que para ganarse la vida debiera ejercer otra profesión. Además
se sobreentiende que el Zebedeo no era un simple pescador, sino que daba trabajo a diversos
jornaleros, lo cual posibilitaba que pudiera ausentarse temporalmente.
Posiblemente Zebedeo pudo haber sido un sacerdote no permanente, pero al
mismo tiempo tener también su oficio en Galilea ya que la pesca en el lago le ayudaba a ganarse
la vida. Por ello es que Zebedeo poseía una casa en Jerusalén; por sus asistencias temporales en
el Templo. Y el propio Zebedeo cedió el cuarto superior de su propiedad a Jesús y a los Doce
para la celebración de la Santa Cena.
La comunidad joánica
Independientemente de si Juan Zebedeo fue el discípulo amado o no, sí se conoce que a su
alrededor se formó una comunidad cristiana que se distinguía de las demás por tener una
cristología más elevada. Dicha comunidad estaba establecida en la ciudad de Éfeso, en el Asia
Menor, en lo que actualmente es Turquía.
En su obra Historia de la Iglesia, el historiador del siglo IV, Eusebio de Cesárea, nos informa
acerca de una obra en cinco volúmenes que escribió el obispo Papías de Hierápolis, quien
falleció en el año 120 d.C. En dicha obra Papías menciona que él no había llegado a conocer a
los apóstoles de Cristo, pero que había recibido la doctrina de aquellos que
habían estado próximos a los apóstoles.
El obispo Papías, en lo que actualmente se conoce como los fragmentos de Papías, habla de
otras personas que también habían sido discípulos de Jesús y concretamente cita los nombres
de Aristón y de un tal Presbítero Juan, conocido también bajo el nombre de Juan el Anciano.
Con ello Papías distingue entre el apóstol Juan por un lado, y el Presbítero Juan por el otro
lado. Mientras que al primero no llegó a conocerle personalmente, sí tuvo algún tipo de
encuentro personal con el segundo (Eusebio: Historia de la Iglesia, III.39).
Como sabemos, en Éfeso existió una especie de escuela joánica, la llamada Comunidad
Joánica, que hace remontar su origen a Juan Zebedeo, el discípulo de Jesús, y en la cual había
además un Presbítero Juan, que se convirtió en la autoridad decisiva. Es evidente que él mismo
no es el apóstol, pero tuvo que haber estado estrechamente relacionado con él, e incluso quizás
llegó a conocer personalmente a Jesús.
A la muerte del apóstol Juan se consideró al Presbítero Juan el depositario de su legado. En
cualquier caso podemos atribuir al Presbítero Juan unafunción esencial en
la redacción definitiva del texto evangélico, durante cuya época él se consideró siempre
el administrador de la tradición recibida por parte de Juan Zebedeo.
Con todo ello podemos considerar la existencia de dos Juanes con decisiva importancia dentro
de dicha Comunidad Joánica: Juan Zebedeo, el apóstol y evangelista, y Juan el Presbítero o el
Anciano.
La autoría de los escritos joánicos por parte de un autor o de varios la enfocaremos más
adelante en este mismo estudio.
Conclusión
Después de leer atentamente todo lo detallado en este estudio, podemos llegar a la siguiente
conclusión: es del todo imposible confirmar la identidad deldiscípulo amado por Jesús, por
muchas y variadas hipótesis que se barajen. ¿Fue Juan, el hijo de Zebedeo, como se mantiene
tradicionalmente? ¿Quizás fue Lázaro por ser el único por el cual Jesús lloró al enterarse de su
fallecimiento? En la intención de las hermanas de Lázaro no había confusión posible: Jesús no
tenía mas que un amigo y este era Lázaro. ¿No sería entonces éste el discípulo amado?
Sin embargo la identificación del apóstol Juan con el discípulo amado tiene la garantía de la
Tradición. Esto se refiere primariamente al testimonio apostólico que está detrás del Evangelio.
Con ello no se excluye la posibilidad de que la obra joánica haya podido ser escrita por un
discípulo de Juan, quien la haya puesto bajo la autoridad del apóstol (Biblia de Jerusalén,
1998). Pero tampoco excluye ni confirma la posibilidad de que Juan Zebedeo haya sido en
realidad el discípulo amado. Pero también la Tradición ha tenido sus opositores, por lo cual la
realidad de la identificación del discípulo amado nunca será plenamente conocida, a menos
que el Señor nos la desee revelar un día. Mientras tanto, los estudios, hipótesis y
probabilidades continuarán indefinidamente hasta que nos llegue tal revelación.
No obstante no olvidemos nunca que todos y cada uno de nosotros podemos considerarnos
como discípulos amados del Señor, siempre y cuando aceptemos y cumplamos las enseñanzas
que Él nos dejó.
"Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y que les ha escrito, y nosotros sabemos
que su testimonio es verdadero"
Discípulo amado
Curiosamente, Juan nunca es nombrado en el Evangelio que
tradicionalmente se le ha atribuido. El Evangelio de Juan menciona a los
dos hijos de Zebedeo una sola vez, en el último capítulo, donde se
hallaban entre los siete discípulos que se encontraron con el Señor
resucitado junto al Mar de Galilea. Incluso allí, sin embargo, no son
mencionados por su nombre. En cambio, la tradición, apoyada por
referencias de las Escrituras de la Restauración14, ha identificado a Juan
como el anónimo “discípulo a quien Jesús amaba” que estuvo presente en
la Última Cena, la Crucifixión, la tumba vacía y la aparición final de Jesús
en el Mar de Galilea15.
También puede haber sido el “otro discípulo” que, junto con Andrés,
había sido seguidor de Juan el Bautista, y le oyó testificar que Jesús era el
Cordero de Dios (véase Juan 1:35–40), y es probable que fuera el discípulo
que acompañó a Pedro después del arresto de Jesús y le ayudó a acceder
al patio del sumo sacerdote (véase Juan 18:15–16).
En el Evangelio de Juan, el discípulo amado emerge como un amigo
cercano y personal del Señor. Junto con Marta, Lázaro y María, Juan es
descrito explícitamente en este Evangelio como alguien a quien Jesús amó
(véase Juan 11:3, 5). Su posición en la mesa durante la Última Cena
reflejaba no solo honor sino también cercanía.
Más allá de su amistad con el Salvador, otros pasajes lo revelan como un
testigo poderoso de los acontecimientos más importantes de la misión de
Jesús: permaneció al pie de la cruz para presenciar la muerte del Señor
como sacrificio por el pecado, corrió a la tumba después de la
Resurrección para confirmar que estaba vacía, y vio al Salvador
resucitado.
Dos veces menciona el Evangelio de Juan que está basado en el
testimonio del discípulo amado y recalca que su testimonio es
verdadero16, lo cual coincide con el título que José Smith le dio a este
Evangelio: “El Testimonio de Juan”17.
Aunque los eruditos todavía debaten sobre la identidad del discípulo
amado, si era el apóstol Juan, entonces fue la fuente del material de este
Evangelio, si no su autor original18. ¿Por qué entonces permaneció sin
nombre, sin ser identificado nunca directamente como el apóstol Juan? La
respuesta podría ser en parte porque su intención era que sus propias
experiencias fueran modelos para creyentes y discípulos de todas las
épocas. Permaneciendo en el anonimato, podría permitirnos proyectarnos
en sus experiencias, aprendiendo a amar y ser amados por el Señor y
obteniendo nuestros propios testimonios, que después se nos llama a
compartir con los demás.
Juan Evangelista
(? - Éfeso, hoy Salçuk, actual Turquía, siglo I) Apóstol de Jesús al que se
atribuye la autoría del cuarto Evangelio, de las cuatro Epístolas que llevan
su nombre y del libro del Apocalipsis. El Evangelio de San Juan relata, de
forma detallada, varios aspectos de la vida de Jesús de Nazaret, y su
redacción suele fecharse entre los años 90 y 100.
San Juan Evangelista (óleo de El Greco, 1609)
El Apóstol Juan
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San Juan Evangelista en la isla de Patmos—La obra representa al apóstol San Juan
Evangelista mientras se hallaba desterrado en la isla de Patmos, donde según la tradición
escribió el libro del Apocalipsis. Pedro Orrente, circa 1620 [dominio publico], via
Wikimedia Commons
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Ana Fermin
Updated November 01, 2019
El Apóstol Juan fue uno de los más cercanos a Jesús. Al ser testigo de uno de
los milagros del Señor, Juan decide dejarlo todo para seguirle. Realmente
amaba al Señor y dedicó su vida a predicar sobre el amor de Dios. Como los
demás apóstoles, sufrió mucho bajo las persecuciones de ese tiempo pero
Dios lo acompaño hasta su vejez.
Datos interesantes
El más joven de los 12 discípulos
Conocido como “el discípulo amado”
Jesús le puso el apodo “hijos de trueno” a él y Jacobo
El único de los 12 que no sufrió el martirio
Autor del evangelio y las epístolas que llevan su nombre, y de
Apocalipsis.
Pescador de profesión
Su hermano Jacobo también era uno de los 12
Pedro y Andrés eran compañeros en la pesca
Primo de Jesús
Historial de Juan
Los padres de Juan eran Zebedeo y Salome (Mateo 27:55-56). Varios pasajes
en los evangelios nos hacen pensar que esta familia contaba con buenos
recursos. Zebedeo, un pescador, le iba lo suficientemente bien para poder
emplear a otros (Marcos 1:20). También su madre apoyaba el ministerio de
Jesús con sus bienes. Basándose en Juan 19:25, algunos creen que Salome
era hermana de María, la madre de Jesús, por lo cual Juan y Jacobo eran
entonces primos hermanos del Señor y de Santiago. Si es así, pues también
era pariente de Juan el Bautista, del cual Juan fue discípulo antes de seguir a
Jesús.
A Juan también se le conoce por la forma en que habla del amor, el tema
central de las tres epístolas que escribió. En 1 Juan 4:8 encontramos la
simple, pero impactante, frase “Dios es amor”.
A Juan también le podemos atribuir el título de profeta, pues el libro de
Apocalipsis contiene revelaciones críticas acerca de los últimos tiempos,
dadas al apóstol mientras estaba en la isla de Patmos.
El discípulo al cual
Jesús amaba.
8 Votes
Cuando hablamos del amor de Dios hay un nombre que nos viene a
la cabeza, el apóstol Juan. El amor es el tema central de tanto su
evangelio como de sus cartas pastorales. De sus escritos sacamos
continuamente la necesidad de amarnos los unos a los otros, del
amor como una marca del verdadero hijo de Dios o del amor como la
forma de vida de los hermanos en la iglesia.
Juan es capaz de hablar de este amor no sólo porque lo hay visto en
Cristo, o porque haya sido capacitado por el E.S. Juan es capaz de
hablar de este amor porque lo ha vivido y lo ha sentido y ha visto los
efectos de este amor en
su vida.
Estando en esa cena tan tensa, porque luego Jesús va a afirma que
uno de ellos lo va a entregar dejando a los discípulo sin palabras
porque no entendían que pasaba, Juan se declara el siervo al que
Jesús amaba. Juan se siente amado al verse cuidado por su Pastor,
por su maestro. Jesús, la persona que guía la vida de Juan se
enfrenta al momento más duro de su existencia y aún así aparta
tiempo para cuidar de su rebaño. Juan echando la vida atrás no
puede sentirse otra cosa que amado por Jesús, amado porque tomó
la posición que su orgullo le impidió toma, amado porque Jesús
cuidó de su vida espiritual enseñándole que es lo que Dios esperaba
de él acerca de la humildad y el servicio a los demás.
Juan se siente como esa oveja que es llevada con esfuerzo a buenos
prados para comer del mejor alimento para su vida. “Jehová es mi
pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará
descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi
alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su
nombre.” Sal. 23:1-3
Juan se siente amado al ver que Jesús cumple sus promesas. Juan se
siente amado porque su Maestro cumplió su palabra de resucitar.
Aunque ni él ni sus otros diez compañeros lo esperasen, habían
perdido la esperanza, pero en mitad de esa desesperación y de no
saber bien que hacer, mezclado con el temor a que a ellos les pasase
lo mismo.
La cuarta ocasión donde vemos a Juan autodefinirse como
el discípulo al cual Jesús amaba es en (Jn. 21:1-14) A pesar de
creer en su resurrección y de haberlo visto en dos ocasiones los
discípulos siguen confusos y nos saben bien que hacer, están un poco
perdidos y Pedro el impetuoso decide ir a pescar, igual porque no
soportaba el echo de estar parado sin hacer nada. El resto de
discípulos le sigue. Jesús aparece para volver a hacer un milagro,
esta vez una pesca milagrosa. Pero nadie se da cuenta de que
Pero lo que choca a los discípulos, lo que les hace perder el habla es
lo que Jesús estaba preparando en la orilla. Les estaba preparando
una comida, un pez. El cual compartiría con ellos. El Dios Señor del
universo que murió y lo habían visto, que resucitó y lo habían visto
estaba de nuevo sirviendo a sus discípulos.
22 Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?
Sígueme tú.
23 Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo
no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede
hasta que yo venga, ¿qué a ti?
25 Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se
escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros
que se habrían de escribir. Amén.”
Se dice que San Juan era el más joven de los doce Apóstoles y que
sobrevivió a todos los demás. Es el único de los Apóstoles que no
murió martirizado.
Juan fue el único de los Apóstoles que estuvo al pie de la cruz con
la Virgen María y las otras piadosas mujeres y fue él quien recibió
el sublime encargo de tomar bajo su cuidado a la Madre del
Redentor. “Mujer, he ahí a tu hijo”, murmuró Jesús a su Madre
desde la cruz. “He ahí a tu madre”, le dijo a Juan. Y desde aquel
momento, el discípulo la tomó como suya. El Señor nos llamó a
todos hermanos y nos encomendó el amoroso cuidado de Su
propia Madre, pero entre todos los hijos adoptivos de la Virgen
María, San Juan fue el primero. Tan sólo a él le fue dado el
privilegio de llevar físicamente a María a su propia casa como una
verdadera madre y honrarla, servirla y cuidarla en persona.
A los pocos días, Jesús se les apareció por tercera vez, a orillas del
lago de Galilea, y vino a su encuentro caminando por la playa. Fue
entonces cuando interrogó a San Pedro sobre la sinceridad de su
amor, le puso al frente de Su Iglesia y le vaticinó su martirio. San
Pedro, al caer en la cuenta de que San Juan se hallaba detrás de él,
preguntó a su Maestro sobre el futuro de su compañero:
«Señor, y éste, ¿qué?» (Jn 21,21) Jesús le respondió: «Si quiero que
se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme.» (Jn
21,22)
Efeso
Dice San Ireneo que fue informado de este incidente por el propio
San Policarpio el discípulo personal de San Juan. Por su parte,
Clemente de Alejandría relata que en cierta ciudad cuyo nombre
omite, San Juan vio a un apuesto joven en la congregación y, con
el íntimo sentimiento de que mucho de bueno podría sacarse de él,
lo llevó a presentar al obispo a quien él mismo había consagrado.
“En presencia de Cristo y ante esta congregación, recomiendo este
joven a tus cuidados”. De acuerdo con las recomendaciones de
San Juan, el joven se hospedó en la casa del obispo, quien le dio
instrucciones, le mantuvo dentro de la disciplina y a la larga lo
bautizó y lo confirmó. Pero desde entonces, las atenciones del
obispo se enfriaron, el neófito frecuentó las malas compañías y
acabó por convertirse en un asaltante de caminos.
AUTOR Y
CARACTERÍSTICAS
GENERALES DEL
CUARTO EVANGELIO(4)
Si después de leer los Evangelios Sinópticos nos adentramos en
el Evangelio de San Juan, se tiene la impresión de entrar en una
atmósfera distinta. Se percibe otra forma de presentar la persona
de Jesús y su ministerio en lo que se refiere a los lugares de su
predicación, los milagros que realiza, el modo de su enseñanza,
etc. Ante estas diferencias cabe preguntarse por el género de
este escrito: ¿se puede decir que se trata de un evangelio del
mismo modo que lo son los otros tres? La respuesta es afirmativa,
porque, como los Evangelio Sinópticos, el cuarto evangelista es
un testimonio apostólico sobre las palabras y acciones de
Jesús, escrito con la finalidad de que “creáis que Jesús es el
Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en
su nombre“ (Jn 20,31).
MÉTODO CRÍTICO
1) ¿QUIÉN ESCRIBIÓ EL LIBRO? Juan (Juan 21:20-25)
MÉTODO HISTÓRICO
Juan, él más joven de los doce apóstoles, escribió este evangelio algún tiempo
después de que Mateo, Marcos y Lucas escribieron los suyos, y su propósito fue
suplementar esos mensajes. Los primeros tres evangelios han sido llamados
"sinópticos"(del griego "ver juntos") debido a que presentan en general el mismo
punto de vista de la vida y enseñanza de Cristo. El evangelio de Juan es un libro
extraordinario. Trata de los asuntos más profundos de la vida, usando un estilo
directo y simple. Juan presenta a Jesús como el Hijo de Dios y el "unigénito del
Padre." El versículo 16 del capítulo 3 ha sido llamado "el corazón del evangelio".
Juan también estaba pensando en las enseñanzas del gnosticismo, para
desenmascararlo con la verdad del evangelio. 91 veces repite la palabra Padre
MÉTODO LITERARIO
1) ¿QUÉ GÉNERO DE LITERATURA ES EL LIBRO? Narración prosaica
MÉTODO PANORÁMICO
1) ¿CUÁL ES LA IDEA PRINCIPAL DEL LIBRO? La deidad de Jesucristo, y de
que él en verdad es el hijo de Dios y la vida eterna.
PALABRAS CLAVE EN JUAN (RV 1960) creer, vida, señal (s), juzgar
(juicio), condenar (condenación), testimonio (testificar), verdad
(verdadero, veraz, verdaderamente), rey y reino.
CÓMO LEER JUAN:
En los días de Jesús, al igual que en la actualidad, existían muchos sistemas de
creencias que competían y trataban de conectarnos con una realidad espiritual
mas allá de nosotros. Una de las religiones con más seguidores ofrece un dios de
poder y de venganza; otra adora a un dios que guarda silencio y es indiferente al
sufrimiento de la gente; y otra ofrece a un dios misterioso e incomprensible que
absorbe a la humanidad en un gran océano cósmico integrador. Algunas personas
adoran a los «dioses» de la riqueza, la fama y el entretenimiento. Solo una fe, el
cristianismo, adora a un ser increíble y personal, quien es conocido principalmente
por su amor sacrificado. Este libro retrata a ese Dios único revelado en la persona
de Jesucristo: Dios hecho carne.
Al examinar este relato de la vida de Jesús te verás confrontado con algunas
afirmaciones sorprendentes acerca de su persona: Quién es Él y qué vino a hacer.
Juan nos asegura que escogió una pequeña porción de las muchas obras que
Jesucristo realizó para ayudarnos a entender quién es Él. Juan solo registra siete
milagros, llegando a un clímax en la resurrección de Jesús. Para él, estas señales
son una prueba indiscutible que Jesús es el Hijo de Dios. Es más, afirma que si se
escribieran cada una de las poderosas obras que hizo Jesús «el mundo entero no
podría contener los libros que se escribirían.» (Jn 21:25). Sin embargo, ¿por qué
seleccionó estos episodios? Fue para provocar una respuesta de fe en el corazón
«para que ustedes continúen creyendo que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y
para que, al creer en él, tengan vida por el poder de su nombre.» (Jn 20:31)
Observa las características únicas del Evangelio de Juan. Las imágenes de luz y
de vida que describen la actividad divina en el mundo. Juan incluye también varios
sermones de Cristo no registrados en otros evangelios (3:10-21; 5:19-47; 9:41-
10:5; 10:7-18; 10:25-30; 13:7; 13:8; 13:10; 13:12-20; 13:21; 13:26; 13:27; 13:31-
35; 13:36; 13:38-14:4; 14:6-7; 14:9-21; 14:23-16; 16:19-28; 16:31-33; 17:1-26).
Vemos que Juan resalta las veces que Jesús declara «Yo Soy». Jesús proclama
que Él es el Mesías, el pan de vida del cielo, el enviado por Dios, la luz de este
mundo, la puerta, el Buen Pastor, el Hijo de Dios, la resurrección, la vida, el
camino, la verdad, la vid verdadera y el Rey de los Judíos. ¡Estas afirmaciones
deberían proporcionarte evidencia más que suficiente para creer!
TÍTULO: El título del cuarto Evangelio continúa el patrón de los otros Evangelios,
siendo originalmente identificado como "Según Juan". Al igual que los otros, "El
Evangelio" fue añadido más tarde.
Autor y fecha
Aunque el nombre del autor no aparece en el Evangelio, la tradición de la
iglesia primitiva fuerte y consecuentemente lo identificó como el apóstol Juan. El
padre de la iglesia primitiva Ireneo (130-200 d.C.) fue un discípulo de Policarpo
(70-160 d.C.), quién su vez fue un discípulo del apóstol Juan, y él testificó en la
autoridad de Policarpo que Juan escribió escribió el Evangelio durante su
residencia en Éfeso en Asia Menor cuando él era avanzado en edad (Against
Heresies [Contra herejías] 2.22.5; 3.1.1). Después de Ireneo, todos los padres de
la iglesia dieron por sentado que Juan era el escritor del Evangelio. Clemente de
Alejandría (150-215 d.C.) escribió que Juan, consciente de los hechos
establecidos en los otros Evangelios y siendo guiado por el Espíritu Santo,
compuso un "evangelio espiritual" (Historia de la iglesia, de Eusebio 6.14.7).
Reforzando la tradición de la iglesia primitiva hay características significativas
internas del Evangelio. Mientras que los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos,
Lucas) identifican al apóstol Juan por nombre aproximadamente veinte veces
(incluyendo paralelos), él no es mencionado directamente por nombre en el
Evangelio de Juan. En lugar de esto, el autor prefiere identificarse a sí mismo
como el discípulo "al cual Jesús amaba" (13:23; 19:26; 20:2; 21:7, 20). La
ausencia de cualquier mención del nombre de Juan directamente es
impresionante cuando uno considera la participación importante que tuvieron otros
discípulos que son nombrados en este Evangelio. Sin embargo, la designación
continua de sí mismo como el discípulo "al cual Jesús amaba", una evasión
deliberada por parte de Juan de su nombre personal, refleja su humildad y celebra
su relación para con su Señor Jesús. Ninguna mención de su nombre fue
necesaria debido a que sus lectores originales claramente entendieron que él era
el autor del Evangelio. También, a través de un proceso de eliminación basado
primordialmente en un análisis del material en los capítulos 20-21, este discípulo
"al cual Jesús amaba" se reduce al apóstol Juan (21:24; cp 21:2). Debido a que el
autor del Evangelio es exacto en mencionar los nombres de otros personajes en el
libro, si el autor hubiera sido alguien fuera del apóstol Juan, no habría omitido el
nombre de Juan.
Juan y Jacobo, su hermano mayor (Hch 12:2), eran conocidos como "los hijos
de Zebedeo" (Mt 10:2-4), y Jesús les dio el nombre de "Hijos del trueno" (Mr 3:17).
Juan fue un apóstol (Lc 6:12-16) y uno de los tres asociados más íntimos de Jesús
(junto con Pedro y Jacobo, Mt 17:1; 26:37), siendo un testigo ocular y participante
en el ministerio terrenal de Jesús (1Jn 1:1-4). Después de la ascensión de Cristo,
Juan se convirtió en un "pilar" en la iglesia de Jerusalén (Gá 2:9). Él ministró con
Pedro (Hch 3:1; 4:13; 8:14) hasta que fue a Éfeso (la tradición dice antes de la
destrucción de Jerusalén), desde donde escribió este Evangelio y desde donde los
romanos lo exiliaron a Patmos (Ap 1:9). Además del Evangelio que lleva su
nombre, Juan también escribió 1, 2 y 3 de Juan y el libro de Apocalipsis (Ap 1:1).
Debido a que los escritos de algunos de los padres de la iglesia indican que
Juan estuvo activamente escribiendo durante su edad madura y que estaba
consciente de los Evangelios sinópticos, muchos fechan el Evangelio en algún
momento después de la composición es estos últimos, pero previo al momento en
el que Juan escribió 1, 2 y 3 Juan o Apocalipsis. Juan escribió su Evangelio 80-90
d.C., alrededor de cincuenta años después de que fue testigo del ministerio
terrenal de Jesús.
El Apóstol Juan
Los demás apóstoles murieron martirizados, y solo Juan murió de vejez.
Su padre se llamaba Zebedeo (Mat. 4:21)
Su madre era Salomé (Mat. 27:56; Mar 15:49) la cual comparándose con
Juan 19:25 era la hermana de María la madre de Jesús.
Juan era el primo de Jesús y siendo más o menos de la misma edad, puede
haberle conocido desde la niñez.
Juan era comerciante más o menos acomodado. Era uno de los cinco
socios de una empresa pesquera de importancia suficiente como para
emplear trabajadores a sueldo (Mar. 1:16:20).
Además de su negocio de pesca en Capernaum, tenía casa propia en
Jerusalén (Juan 19:27), y era conocido del sumo sacerdote (Juan
18:15, 16)
Era discípulo de Juan el Bautista (Juan 1:35, 40)
Por testimonio del Bautista, Juan se hizo luego discípulo de Jesús (Juan
1:35-51)
Unos de los primeros cinco discípulos de Jesús, y regreso con Jesús a
Galilea (Juan 2:2, 11)
Jesús le apodo “Hijo de Trueno” (Marcos 3:17), lo cual parece indicar un
carácter vehemente y violento.
Pero luego él pudo dominar este genio:
Fue uno de los tres del círculo íntimo entre los discípulos, y era
reconocido como él más cercano a Jesús.
Cinco veces se le nombra como el discípulo “a quien amaba Jesús”
(Juan 12:23; 19:26; 20:2; 21:7, 20)
Debe de haber sido hombre de carácter poco común, para atraer
de esta manera las afecciones de Jesús.
El y Pedro llegaron a ser los caudillos reconocidos de los 12, y
aunque de temperamento totalmente diferentes, estaban
generalmente juntos (Juan 20:2; Hechos 3:1, 11; 4:13; 8:14)
Durante algunos años, Jerusalén fue su residencia principal.
Y pasó sus últimos años en Éfeso, en donde escribió a edad muy
avanzada su Evangelio, sus tres Epístolas y el Apocalipsis
Solo lo dice Juan
Retos de Interpretación
Debido a que Juan compuso su registro en un estilo simple y claro,
uno puede tender a subestimar la profundidad de este Evangelio.
Debido a que el Evangelio de Juan es un Evangelio "espiritual", las
verdades que él expresa son profundas. El lector debe explorar el
libro en oración y de una manera meticulosa, para descubrir la
vasta riqueza de los tesoros espirituales que el apóstol, bajo la guía
del Espíritu Santo (14:26; 16:13), ha depositado amorosamente en
su Evangelio.
A la luz de esto, las aparentes contradicciones en los relatos de
los Evangelios son fácilmente explicadas. Siendo galileos, Jesús y
los discípulos consideraban que el día de la Pascua había
comenzado cuando salió el sol el jueves y que había terminado
cuando salió el sol el viernes. Los líderes judíos que arrestaron y
juzgaron a Jesús, siendo en su mayoría sacerdotes y saduceos,
consideraron que el día de la Pascua comenzó a la puesta del sol
del jueves y que terminó a la puesta del sol del viernes. Por esa
variación, predeterminada por la provisión soberana de Dios, Jesús
pudo legítimamente celebrar la última comida de la Pascua con sus
discípulos y sin embargo, aún ser sacrificado el día de la Pascua.
Conexiones
La imagen que Juan expone de Jesús como el Dios del Antiguo Testamento, se
aprecia más enfáticamente en los siete “Yo Soy” de las declaraciones de Jesús. Él
es el “Pan de vida” (Juan 6:35), proporcionado por Dios para alimentar las almas
de Su pueblo, así como Él proveyó el maná del cielo para alimentar a los israelitas
en el desierto (Éxodo 16:11-36). Jesús es la “Luz del mundo” (Juan 8:12), la
misma Luz que Dios prometió a Su pueblo en el Antiguo Testamento (Isaías
30:26, 60:19-22), y la cual llegará a su culminación en la Nueva Jerusalén, cuando
Cristo, el Cordero sea su Luz (Apocalipsis 21:23). Dos de las declaraciones del
“Yo Soy,” se refieren a Jesús, como el “Buen Pastor” y la “Puerta de las ovejas.”
Aquí vemos claras referencias de Jesús como el Dios del Antiguo Testamento, el
Pastor de Israel (Salmos 23:1; 80:1; Jeremías 31:10; Ezequiel 34:23) y, como la
única Puerta dentro del redil, el único camino para la salvación.
Importancia en la Biblia
Está claro que, sin desentenderse por completo de la historia, Juan escribe con
un interés más teológico que histórico. Los demás Evangelios se esfuerzan en
presentar a Cristo como el cumplimiento de las promesas de salvación
veterotestamentarias. Juan comienza con la preexistencia de Jesucristo (1.1).
Jesús es divino (1.1), pero también es humano, porque «aquel Verbo fue hecho
carne (1.14). Solo así podría ser el que nos revelara al Padre.
En el mismo comienzo, Juan nos presenta a Jesucristo con siete títulos clave:
Verbo, Cordero de Dios, Rabí, Mesías, Rey de Israel, Hijo de Dios e Hijo
del Hombre. Solo en Juan encontramos el «Yo soy» que afirma ser el
pan de vida (6.35), la luz del mundo (8.12), predecesor de Abraham
(8.58), la puerta de las ovejas (10.7), etc. También lo hallamos diciendo:
«Yo y el Padre uno somos» (10.30) y «Yo soy el camino, la verdad y la
vida; nadie viene al Padre sino por mí» (14.6). En cada una de estas
afirmaciones, el «Yo» es enfático. Nos recuerda el nombre de Dios: «YO
SOY» (Éx 3.14).
El Evangelio de Juan presenta la figura del discípulo a quien Jesús amaba en cinco pasajes.
La mayoría de los estudiosos concuerda en que se trata de un personaje real, un testigo sobre
cuyo testimonio fiable descansa la veracidad del propio evangelio: «El que lo vio lo atestigua,
y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis»
(Juan 19, 35). La tradición cristiana lo ha identificado con Juan el Apóstol, aunque el Evangelio
de Juan nunca lo menciona por su nombre. Existen discrepancias entre los exégetas sobre la
identificación de esta figura, sin que al presente pueda asegurarse una solución que satisfaga
a todos.
Al igual que en el caso de la madre de Jesús, el Evangelio de Juan otorga al personaje del
discípulo amado un valor simbólico adicional al de su identidad histórica. Nota 4
11.
12. Primer folio del papiro 66 (66), códice datado del año 200, en el que se observa la
sobreinscripción del nombre del Evangelio de Juan. Se trata de un papiro de Categoría I según
la clasificación de Kurt Aland y Barbara Aland.1
Todos los sucesos estudiados hasta ahora en esta serie —el nacimiento de Jesús, Su
infancia, Su bautismo y la tentación en el desierto— son anteriores al inicio de Su vida
pública. Antes de entrar en lo que cuentan los evangelios sobre Su vida, ministerio y
enseñanzas, puede ser conveniente hablar de algunas de las diferencias que hay entre
los evangelios.
Al leer los cuatro Evangelios se evidencia que existen diferencias entre ellos, tanto en
la forma como en el fondo. El Evangelio de Juan no cuenta los hechos de la misma
manera que los evangelios sinópticos[1]. Omite muchos de los relatos que incluyen los
evangelistas sinópticos, a la vez que refiere detalles y palabras de Jesús que los
escritores sinópticos no mencionan. Por otra parte, si bien los evangelios sinópticos
tienen muchas similitudes, también hay diferencias entre ellos en cuanto a los hechos
narrados, el orden en que se disponen, las palabras y acciones de Jesús, y la forma de
encuadrar la presentación de cada uno de los autores.
Si bien lo que escribieron los evangelistas fue por inspiración del Espíritu Santo, cada
uno tenía su propia personalidad, experiencia, contexto cultural, fuentes, estilo y
público, todo lo cual se refleja en los evangelios. Se basaron en lo que ellos mismos
recordaban o en lo que les contaron testigos presenciales (Mateo y Juan
probablemente en lo que recordaban, y Lucas y Marcos en lo que les dijeron testigos
oculares). Con la guía del Espíritu Santo, elaboraron su presentación de la vida y las
enseñanzas de Jesús de una manera que cuadrara con su propio estilo literario y con el
público al que se dirigían. Por consiguiente, es lógico que haya algunas diferencias
entre un evangelio y otro.
Aunque haya diferencias en algunos pasajes de los evangelios, debe entenderse que,
como los evangelistas transmitieron testimonios personales —el suyo propio o el de
otras personas—, es normal que haya diferencias en algunos detalles, ya que eso es lo
que ocurre con los testimonios personales. En un juicio, los testigos casi nunca
concuerdan en cada detalle; cuando lo hacen, se suele considerar que están
contaminados o incluso que se han coludido para engañar al tribunal. Por lo general,
las declaraciones de los testigos presenciales difieren en cierta medida unas de otras, e
incluyen u omiten aspectos que otros testigos mencionan. Tales disparidades no
vuelven poco fiables las declaraciones.
Por ejemplo, Mateo enfatiza que la venida de Jesús fue planeada y predicha por Dios a
lo largo de las escrituras judías (el Antiguo Testamento) siglos antes de Su nacimiento.
Su nacimiento, vida, enseñanzas, milagros y muerte cumplieron profecías específicas
del Antiguo Testamento. Once veces en su evangelio Mateo incluye profecías y su
cumplimiento[3]. Eso indica que probablemente escribió su evangelio pensando en un
público judío o judeocristiano, y presentó el material de una manera que ayudara a esa
clase de público a abrazar la fe.
Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió y se arrodilló ante Él [4]. Corrieron allá a
pie de todas las ciudades[5]. Los habitantes […] corrieron por toda la región
llevando a los enfermos en camillas hasta donde oían que Él estaba [6]. Corrió uno
y, empapando una esponja en vinagre, la puso en una caña y le dio a beber [7].
Lucas hace hincapié en el hecho de que Jesús vino para todos, incluidos los gentiles.
Cuando Jesús nació, los ángeles anunciaron paz para todos los que gozan del favor de
Dios[15]. Simeón llamó a Jesús «luz para revelación a los gentiles»[16]. Lucas menciona
que Jesús se refirió a gentiles del Antiguo Testamento que se beneficiaron de la gracia
de Dios, como la viuda de Sarepta y Naamán el sirio[17]. Muestra asimismo que Jesús
habló bien de un samaritano[18] y de un centurión romano[19].
Lucas también enfatiza el papel del Espíritu Santo: el Espíritu cubrió a María con Su
sombra[20]; Juan el Bautista fue lleno del Espíritu[21], así como su madre[22] y su padre[23];
también lo fue Simeón en el Templo[24]. Jesús fue especialmente lleno del Espíritu en Su
bautismo, y en Su vida se manifestó una y otra vez la presencia del Espíritu [25].
Tras contar el nacimiento de Jesús y hablar del ministerio de Juan el Bautista, Lucas
detalla el ministerio galileo de Jesús (4:14–9:50). Cierra esa sección con la declaración
de Pedro de que Jesús es el Mesías, la explicación de Jesús de que debe padecer
muchas cosas y ser muerto, y una descripción de la transfiguración. A continuación, en
los diez capítulos siguientes, Jesús viaja a Jerusalén (9:51–19:27). En ese viaje sitúa
Lucas la mayoría de las parábolas de Jesús, muchas de las cuales se hallan únicamente
en su evangelio. A diferencia del Evangelio de Marcos, el de Lucas incluye muchas
enseñanzas de Jesús.
«En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres» [26]. «Así como me envió
el Padre viviente y Yo vivo por el Padre, también el que me come vivirá por
Mí»[27]. Personifica la luz: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida»[28]. Personifica la verdad: «Yo soy el
camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí»[29].
Si bien todos los evangelios cuentan básicamente lo mismo, cada uno lo hace a su
manera; así que tenemos cuatro versiones de la vida de Jesús. Incluso entre los
evangelios sinópticos —los de Mateo, Marcos y Lucas, que son bastante similares— hay
diferencias en cuanto al orden y el lugar de diversos episodios. Por ejemplo, Mateo
habla de un sermón dado en un monte[33], mientras que Lucas reseña uno pronunciado
en un lugar llano[34]. El contenido de esos dos sermones, a pesar de ser parecido, no
coincide exactamente. Los lectores debemos tener presente que las palabras que dijo
Jesús, los sermones que predicó, no se grabaron ni se transcribieron luego. De todos
modos, probablemente los repitió en distintos momentos y distintos lugares.
Al igual que otros maestros judíos de Su tiempo, Jesús fue un maestro itinerante. Iba de
pueblo en pueblo con Sus discípulos a la zaga. Predicaba y enseñaba dondequiera que
se le presentara la oportunidad. Sin lugar a dudas repitió los mismos sermones y las
mismas enseñanzas numerosas veces, a distintos públicos; y aunque fueran los
mismos sermones o enseñanzas, lo más probable es que no siempre empleara
exactamente las mismas palabras que había usado en otras ocasiones y en otros sitios.
Sus discípulos debían de estar muy acostumbrados a lo que decía, habiéndolo oído
muchas veces, y seguramente eran capaces de recordar y transmitir con bastante
precisión lo que Él enseñaba, aunque hubiera diferencias en cuanto a los términos
empleados. Tales diferencias se reflejan en los evangelios.
Evangelios sinópticos
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Johann Jakob Griesbach, biblista alemán. El título de su libro Synopsis, edición crítica en la que se
presentaban los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas en columnas paralelas para su comparación, dio
lugar a la denominación «evangelios sinópticos».
Diferencias de contenido
Hay varias cosas que el Evangelio de Juan no menciona, pero que están
presentes en los Evangelios Sinópticos. Estos son el nacimiento virginal de
Jesús, el bautismo de Jesús, las tentaciones de Jesús en el desierto, las
parábolas, la Transfiguración y la institución de la Cena del Señor.
Diferencias en cronología
El Evangelio de Juan también relata algunos de los acontecimientos de la vida
de Jesús en un orden diferente al de los Sinópticos. Estos eventos son la
purificación del Templo, la unción por la mujer de Betania y la Última Cena. Juan
también difiere de los Evangelios Sinópticos en su razón de la duración del
ministerio de Jesús