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EL MAL Y SU INFLUENCIA EN LAS PERSONAS: ¿INHERENTE A

ELLAS, O SE DEJAN LLEVAR DE ÉL?


“Cuando mejor es uno,
tanto más difícilmente llega a
sospechar de la maldad de los otros”
Cicerón

E ste ensayo que es complejo de hacer, busca mostrarnos que por mucho que el ser humano
esté solo o busque la soledad, siempre va a estar sujeto a querer saber algo de los demás, a
relacionarse con los otros, o sencillamente a preguntarse cosas que no están en él, y las ve en su
alteridad con los otros, cosas que constantemente que no lo dejarán totalmente centrarse en sí
mismo para para analizar a cabalidad todos los aspectos buenos y malos de su existencia por su
propia cuenta. Ese es el problema que se tendrá en cuenta en adelante. ¿Qué hacer con este eje
problemático? El hombre necesita otra conciencia de una relación con los demás que sí entienda
el mal cometido hecho tanto por él mismo, como por hacer caso omiso a los demás, para llegar a
un acuerdo y una paz tanto espiritual como mental, que ayude a mejorar y a reivindicar sus
acciones, aun así sabiendo de antemano que no pueda devolver el tiempo y menos el mal
cometido en el pasado. Entran aquí la relación del mismo con los demás y su verdadera
conciencia. La tesis que se tratará de demostrar; es que el mal es algo que existe, pero que en la
mayoría de casos y/o acciones humanas 1, pero que no son malos o malas por naturaleza. A partir
de esto se definirá qué y cómo actúa el mal, sus justificaciones, para luego adentrarnos en
quienes hacen el mal y analizar filosóficamente por qué de su actuar y la conciencia, para
finalmente en la última parte –léase párrafo final- concluir la tesis planteada.

El mal se entiende a partir de la individualidad y el dolor que hacen surgir la filosofía y la


manera de pensar con referencia a un tema específico porque cada quien tiene una moral en
ciertos aspectos mínimamente diferente, y por ende piensa y escribe diferente acerca de ese
<<algo malo>>. El hombre siempre ha actuado con ciertas maldades, pero al final anhela
reivindicarse de sus malos actos del pasado para tener la conciencia limpia y la forma para
adquirir la reivindicación, es la reflexión ya que así se recapacita, analiza sus errores y obtiene en

1
A excepción de los casos de patología mental como la psicopatía, u otros como el vampirismo o pertenencia a
sectas como satánicos.
su mente la claridad para empezar un nuevo rumbo y en sus futuras acciones actuar bien o
correctamente según su perspectiva y análisis de sí mismo. El ser necesita una justificación de
sus actos para comprender el motivo por el cual actuó mal o daño a alguien y con esto podrá
superar ese mal. El mal es una acción propia de la acción humana y sólo se ve por la ayuda de la
conciencia2 de otro. Empezaremos por lo último, es decir por definir la relación de la conciencia
y el mal, es a saber:

Entre los males tenidos por injustificables y el mal querido aparecería una
relación. No excluimos esta visión del espíritu. Podría dar al deseo de
justificación todo su alcance. Pero, aunque se hiciese abstracción de ella,
sería necesario reconocer al menos, por una parte, que las condiciones de
eficiencia y de realización de la vida del espíritu tienen su envés en una
impotencia que se vuelve sin cesar contra las ambiciones de la conciencia,
y por otra parte, que se avanza por ahí hacia las limitaciones de la vida
espiritual y hacia los males que parecen desafiar toda búsqueda de una
razón de ser (Nabert, 1997, Pág. 25).
De aquí podemos ver que las personas saben que están queriendo hacer el mal, su conciencia se
los grita justándolos, saben que afecta tanto su espiritualidad, como que con su actuar hacen el
daño sea efectuado, y por eso debemos definir la frontera entre el actuar de una persona y a
quienes se los hace. En palabras de Hannah Arendt “actuar, en su sentido general, significa tomar
la iniciativa, comenzar” (Arendt, 1958, Pág. 201). Esto hace que el hombre sea visto como
infinitamente improbable e inesperado, al menos en su actuar. Pero aparece como actor en cuanto
habla, pues, el actuar es diferente al hacer, y la diferencia radica en el discurso con los otros. Ahí
está su significado, al interactuar con los otros, hay acción, y en consecuencia; hay existencia en
la esfera pública y social.

Deberíamos definir lo colectivo, desde su base, el individualismo, que es aquel sistema


filosófico que: “considera al individuo como fundamento y fin de todas las leyes y relaciones
morales y políticas” (Cortina, 1998, Pág. 62). Por el lado contrario, existe el holismo. Debemos
recordar el todo no es solo la suma de sus partes y ya. La prudencia, prerrequisito de la justicia,
debe seguir sus consejos de valorar y reflexionar, para que ese ser humano racional ya, pueda por
2
A eso me refiero con el <<otro generalizado>>, de Mead (1968), que es entendido primero como la sociedad, en la
que se toman actitudes de los otros y se incorporan en el individuo. "El Otro generalizado" puede ser visto como la
norma general en un grupo social o situación. De esta manera el individuo entiende qué tipo de comportamiento es
esperado, apropiado y demás, en diferentes situaciones sociales.
medio de una vida plena; vivir en la sociedad. ¿Qué pasa si éste hombre o mujer hace algo malo,
o contrario a la sociedad? Si no hay arrepentimiento, no hay posibilidad de justificación, pero
esto no es suficiente. ¿Cómo no puedo volverme esclavo de las acciones de los otros? Si el
orgullo es excesivo, no habrá reflexión, ergo, no hay posibilidad de reconciliación. La
“moralidad surge entonces del deseo de maximizar nuestros intereses.” (Cortina, 1998, Pág. 69).
En el príncipe de Maquiavelo, Adela Cortina resalta que “el príncipe, persiguiendo su verdadero
interés, ha de introducir entre sus estrategias el autocontrol de sus pasiones” (Cortina, 1998, Pág.
66). ¿Qué hace que una persona haga el mal, aún y a sabiendas que está haciéndolo, que no tiene
reversa, y que aunque sepa que vive dentro de una sociedad de estado social de derecho? Ahí
radica el que nos adentremos en saber si realmente el mal es inherente a las personas, y ergo, no
merecen perdón, y son solo unos antisociales, o más bien, el mal se debe entender una visión
egoísta de su querer hacer o ganar, a pesar de todo o contra los que se le atraviesen en camino
-ética utilitarista, o falta de conciencia- y que solo están permitiéndose acciones y peor aún actúa
<<mal>>, nos permite saber que las personas no son malas Per Se. Ahora, meditemos en esto
cuando le preguntaron a un psicópata judicializado en U.S.A. de Colombia acerca de los
sentimientos y la conciencia. Dijo algo así: “nosotros si tenemos sentimientos y culpabilidad,
solo que sencillamente no nos interesan”. Según las investigaciones neuropsicológicas y
anatómico-funcionales, realmente esa parte del cerebro que maneja las emociones y
sentimientos, en estos simplemente está apagada, ya sea por traumas infantiles, o nunca
funcionó, o se desarrolló, en el caso de los que mostraron psicopatía desde muy infantes,
desviándose de lo que se esperaría en un niño o niña <<normal>>, no ver maldad, ni menos
actuarla.

Respecto a quien hace el mal, Jean Nabert, empieza con que el “yo alimenta el deseo de una
regeneración de lo que esperaría que consumase lo que en él, participa de la naturaleza y que
obtuviese y mereciese un perdón para el pasado” (Nabert, 1997, Pág. 109). El justificarse, ya sea
para expiar culpas, o superar <<maldades>> que alguien hiciese, es claro que según este autor
sale en la persona que actúa <<malévolamente>> como característica del mal. Pero todo cambia
cuando es “el recuerdo de un mal realizado el que parece impedir o descartar incluso la idea de
una justificación” (Nabert, 1997, Pág. 110). Ahí en este caso no preguntamos el papel de la
conciencia, y a eso respondemos que a ella –la conciencia- mira el mal, la forma de él. Pero,
¿Cuándo el sujeto que hace el mal se salva de éste? Es al discernir una oposición absoluta, versus
la causalidad tanto para la espiritualidad, y la de sus acciones. Cuando el mal viene desde una
decisión libremente querida por otro, es lo más injustificable que puede haber, al menos según el
autor. En resumen, el mal es cuestión más de error, que de falta como tal; que corrobora que el
mal esta inherente a la sociedad y sus integrantes; pero hay personas que saben evitarlo. En el
libro de Cortina, dice que como en su título, hasta en un pueblo de demonios puede existir un
estado social de derecho.

La moral en derecho es un tema álgido, que lejos de solo ser algo que discernir en un abogado
defensor, hay que tomar en cuenta que las personas pueden tener “derechos morales para actuar
de modos que se pueden juzgar moralmente incorrectas” (Fatauros, 2011, Pág. 82), pues según
lo que se pudiera considerar, al menos desde una parte lógica, es que quien aceptase defender
una causa inmoral comete también una. Pero, no es del todo así, el defender a alguien que hace
algo inmoral, no necesariamente lo hace a él también parte del mal impuesto; solo nos
demuestra, que el abogado defensor, se sale del papel socia como solo juzgante o espectador, y
hace valer los derechos del acusado, que se culpable o no, igual de derechos y humano es. Lo
moral e inmoral de por sí es un constructo social, y por lo tanto aplicable a esa sociedad en
particular. Respecto al mal, creo que si es un poco más generalizable, pues lo que es malo para
algunos, lo que es para la mayoría de gente, y hasta podríamos atrevernos a afirmar que también
lo sea para la mayoría de culturas y países sean alejados o muy diferentes; lo que consideramos
maldad, es un constructo social, que quedó remanente, desde tiempos inmemoriales, cuando
éramos una o muy pocas sociedades. Recordemos que el actuar es diferente al hacer, y la
diferencia radica en el discurso con los otros. El definir el mal, jurídica y hermenéuticamente
hablando, lo dejamos a:
Renunciamos a la cuestión del porqué. No deja elegir más que entre una
respuesta que, a priori, descarta la idea de la imposibilidad de que no haya
ninguna razón de ser del mal, y una respuesta que renuncia absolutamente
a comprenderla. La primera abre paso a todas las interpretaciones del mal
cuyo carácter común es el de conciliarlo, de alguna manera, con las
finalidades inmanentes o trascendentes constitutivas del ser espiritual; la
segunda oscila entre confesar su misterio y el reconocimiento del absurdo
(Nabert, 1997, Pág. 37).
Acerca del que hace el mal, y en cierta forma se siente <<culpable>> al haber actuado así, la
“justificación revela mejor el deseo del que procede cuando se presenta como una remisión de
las faltas. Nuestras tendencias naturales no pueden ni apaciguar ni producir ese deseo, pero
vehiculan una tendencia a ser, una tendencia pura” (Nabert, 1997, Pág. 111), y nos demuestran
que no es malo Per Sé. En lo que respecta a la relación al derecho y la moral, refiriéndonos a
cuando el derecho tiene fines debe, por su naturaleza, tener ciertos fines distintivos. Si careciera
de éstos; simplemente no sería Derecho (Robert, 2009). Hay una conexión necesaria entre
derecho y moral, basada en la pretensión de corrección; con carácter definitorio del sistema
jurídico en su conjunto, visto como un sistema de procedimiento desde el punto de vista del
participante, al menos desde la óptica de (Robert P., 2002) ¿qué pensar de alguien que sabe qué
hace el mal a alguien con otra persona, y bueno, trata de dejar de hacerle daño a las personas que
sí la quieren, pero aun así, no siente culpabilidad? Si no hay justificación, no hay discernimiento;
por lo tanto no hay arrepentimiento.

Antes de concluir y analizar a la luz de los argumentos anteriores, a manera de reflexión, y


nombrando a Lucifer: él que carga la luz: te muestra tanto la luz que no la puedes ver, como un
resplandor de luz atractivo que no te deja ver, nos denota que el mal no es de por sí oscuro,
también quienes toman el sexo por sexo, que es un amor desordenado, y es cosa de mujeres y
hombres primigenios: quien que no alcanza a percibirse y no comprende y empieza a destruir a
los demás y al principio no alcanza a ver el mal que hace, o se vuelve ciego y destruye muchas
cosas y personas frente a sí mismo. Creemos que no solo el mal se expresa en lo que el derecho
rige por normas que la o el que hace el mal las trasgrede y debe ser castigada(o). Ejemplos como
los anteriores que no son tipificados como <<delitos>>, también es hacer el mal, al menos eso
pensamos. A modo de conclusión: No creemos que exista el mal absoluto y en sí mismo no tiene
ser es como el virus que infecta y ya, hasta sometiendo la conciencia y voluntad y accionar de
la(o) <<infectada(o)>>. La tesis la demostramos con que las personas que hacen mal, la gran
mayoría se arrepienten, algunas lo resarcen, y otras que lo pagan punitivamente –en una cárcel- y
aun así al salir se sienten <<culpables>> y hacen el bien con más ahínco. Pero hay quienes son
casos atípicos, aquellos que sabiendo que hacen el mal, actúan y siguen buscándolo
sistemáticamente; aún y a pesar que saben que hacen daños a quienes lo quieren y sufren con sus
acciones. Ahí vemos a una personalidad psicópata. Pero quien a sabiendas que hace cosas malas,
y actúa asesinando, violando en serie, esos psicópatas 3 son el ejemplo perfecto para demostrar
nuestra tesis; que el mal existe, pero no por ello las personas, aunque sean criminales;
necesariamente malas sean. Bueno, a excepción de los psicópatas, que se declaran inimputables
legalmente, e incurables.

Referencias:
- Arendt, Hanna (2016) la Condición de lo Humano. Barcelona, España: Editorial Paidós.
- Cortina, Adela (1998) Hasta un Pueblo de Demonios. Ética Pública y Sociedad. Madrid,
España: Taurus Ediciones.
- Fatauros, Cristin A. (2011) Derecho de Defensa, Inmoralidad e Injusticia. En No 11,
Revista Via Juris, Julio - Diciembre Págs. 79 – 88.
- Nabert, Jean (1997) Ensayo sobre el Mal. Madrid España: Carrapós Editores.
- Mead, George (1968) Espíritu, Persona y Sociedad. Barcelona, España: Editorial Paidós
- Robert, Alexis (2002) Sobre la Relaciones Necesarias entre el Derecho y la Moral. En
derecho y Razón Práctica. Ciudad de México, México. Editorial Fontamara.
- Robert P, George (2009) Entre el Derecho y la Moral. Bogotá, Colombia: Editorial
Colección Internacional.

3
Diagnosticados según la psiquiatría, con su Manual DSM V (Siglas en Inglés) y que es el Manual Diagnóstico y
Estadístico de los Trastornos Mentales.

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