Está en la página 1de 115

SIMBOLISMO GEOMÉTRICO

A VID/
DON MATÍAS NIETO SERRANO

MARQUÉS DE GUADALERZAS

MADRID
IMPRENTA DE ENRIQUE TEODORO
A m p a r o , 102, y R o n d a d e V a l e n c i a , 8
-— T E L É F O N O 552 — ' '•

1895
SIMBOLISMO GEOMÉTRICO DE LA VIDA'
SIMBOLISMO GEOMÈTRICO

A V1D/

DON MATÍAS NIETO SERRANO

MARQUES DE GUADALERZAS

MADRID
IMPRESTA DE ENBIQUE TEODORO
A m p a r o , 102, у R o n d a d e V a l e n c i a , 8
— T E L È F O N O 552 —

1894
SIMBOLISMO GEOMÉTRICO DE LA. VIDA

SIMBOLISMO EN GENERAL

Para poner en cierto modo la vida en general (filosó-


fica) y la vida en particular ó práctica ( h u m a n a ) al al-
cance de los ojos, me h a parecido del caso valerme de
símbolos geométricos. Símbolos son t a m b i é n las p a l a -
bras y las imágenes de todo género; pero éstas y a q u é -
llas se prestan á menudo á u n a nmbigüedad de forma
que dificulta en gran manera su construcción ideal y
su retención en la memoria. L a s figuras trazadas sobre
u n plano, y m u y principalmente las que tienen la se-
veridad matemática, son más á propósito para sugerir
formas estables de las diversas especies de funciones.
E n cuanto á la elección entre los elementos geométri-
cos, puede haber algo de arbitrario y convencional; pero
conviene m u c h o elegir formas que tengan por sí mismas
alguna relación con aquello que se las quiere hacer
simbolizar. Por fortuna, esta relación existe, y ya desde
luego la había encontrado con maravillosa perspicacia
la escuela pitagórica. F u é esta doctrina una invención
6 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO D E LA VIDA

en cierto modo empírica, u n a inspiración geni.il, que se


prestaba fácilmente á supersticiones sostenidas por el
encanto de lo maravilloso, y en que se hallaban confun-
didos el misterio científico y el sentimiento de lo sobre-
natural.
Hoy, que podemos darnos cuenta más clara de lo que
son u n número y una figura geométrica en el espacio,
miramos aquellos símbolos pitagóricos como ráfagas lu-
minosas, como pueriles esfuerzos, relegados á la Historia
con el desdén, mezclado de compasión, que nos inspiran
]ns primeros ensayos del entendimiento de u n niño.
Y, sin embargo, quizá vamos por este camino más allá
de lo justo. Para hallar relaciones ultrageométricas
entre loj elementos de la cantidad continua y todas las
demás categorías que componen la síntesis h u m a n a , no
se necesita más que fijarse en la lógica de la función
pensante y en la experiencia de la vida.
E n geometría es el punto lo que la unidad en- arit-
mética, la diferencia particular en la lógica, el átomo
en la mecánica y la química, la célula en la biología, la
monada en la filosofía dinámica y la individualidad en
la conciencia h u m a n a . No es, pues, violento, y sí n a t u -
ral, simbolizar con u n punto material, ya que no sea
posible realizar en la Naturaleza u n punto ideal, todos
esos otros centros de funciones de índole m u y distinta.
El fenómeno en general, único, indivisible, indife-
rente, inmaterial, se simboliza asimismo por el punto,
el cual puede servir para recordar un aspecto común de
m u y variadas funciones.
Relativamente al punto considerado como fenómeno,
la línea representa la ley. Lazo de unión entre dos ó
más puntos, los reproduce identificándolos, y significan-
do esta identidad de u n modo opuesto á la diferencia.
E s la línea el género común de todos los puntos imagi-
SIMBOLISMO EN GBNEKAL 7

nabies dentro de su longitud. E s necesariamente divisi-


ble, pero puede m u y bien no ser dividida; y como tal
ley, está comprendida bajo u n a denominación c o m ú n
con las demás leyes, aritméticas, lógicas, mecánicas,
vivientes, sensitivas y racionales, simbolizándolas á su
modo en la esfera que le corresponde.
Pero tiene la línea dos modos de ser: recta y curva.
Recta significa lo que se concibe sin cambio, idéntico
consigo mismo, sujeto á la necesidad de su propia esen-
cia sin tonos específicos, sin m á s mecanismo posible
y

que u n incesante progreso ó retroceso.


La línea curva, por el contrario, sustituye á la con-
tinua rigidez de forma, el cambio continuo, que la dis-
tingue fundamentalmente de la recta.
Todavía este cambio continuo, realizado parte por
parte, exige á su vez u n límite en la s u m a de las partes,
según el cual, trazada u n a curva abierta, se traza otra
en sentido inverso, constituyéndose así u n a curva ce-
rrada.
Por último, se concibe que esta curva cerrada se re-
lacione con otras, como si fuera u n simple p u n t o , dan-
do comienzo á otra curva, no ya de puntos, sino de cír-
culos, que podrá relacionarse de nuevo con otras curvas
análogas, prolongándose indefinidamente tal procedi-
miento.
De esta suerte proporcionará la geometría símbolos
positivos para todo lo definido; sólo carecerá de s í m -
bolo para lo indefinido, que aparecerá representado por
el espacio que quede en blanco en el papel. Si se quie-
re simbolizar también de alguna manera este espacio
indefinido, será preciso tener m u y en cuenta la signifi-
cación especial de semejante símbolo. Lo indefinido no
es cosa alguna definida, y lo caracteriza simplemente
este no ser en relación con todas las cosas que son. Lo-
8 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO DE'LA VIDA

blanco no es línea alguna; y si se representa geomé-


tricamente, es como negación de los demás signos re-
presentativos de algo.
E s , pues, la línea recta símbolo especial adecuado á
los cuerpos inanimados, y la curva pertenece á la na-
turaleza propia de los organizados ó vivientes. Los cris-
tales nacidos en el reposo y sedimentación de u n líqui-
do, tienen ángulos y aristas, de que carecen los órganos
d e los seres que viven. Ley es ésta que domina en ge-
neral á cada uno de los citados grupos, por más q u e
puede infringirse accidental y exterior mente. Los m i -
nerales, agitados por las aguas ó sujetos á rozamientos
e n un movimiento rotatorio, pueden adquirir exterior-
mente contornos curvilíneos, y también exteriormente,
ó en sus esqueletos óseos, presentan algunos seres vi-
vos espinas, excrecencias más ó menos rectilíneas.
E n virtud de la preferencia de la línea recta, los
fragmentos de los seres inorgánicos se conciben m u y
bien bajo la forma de triángulos, con los cuales pueden
construirse todas las demás figuras rectilíneas de la
geometría. Los de los seres vivientes son, por el con-
trario, células y núcleos, más ó menos aproximados á
la forma esférica.
Las totalidades cósmicas en lo inorgánico son tam-
bién curvilíneas, como las partes en lo orgánico: esfé-
ricos aparecen la tierra, el sol y los demás astros, y he-
miesférica es también la bóveda de los cielos. Pero las
orgánicas tienen en sus partes í n t i m a s la conformación
reservada á las totalidades cósmicas, salvas las condi-
ciones accidentales que pueden resultar del orden ó el
desorden de los sucesos.
El paralelismo geométrico es la contradicción en l ó -
gica ; la oposición de u n polo á otro polo, no limitada
por lazo alguno común. El ángulo es la limitación, en
SIMBOLISMO EN GEHEBAL 9

una síntesis, de dos tesis contrapuestas; la abertura del


ángulo opuesta al cruzamiento de sus r a m a s es la ili-
mitación, el espacio blanco, lo indefinido, que aparece
en el polo opuesto al de la definición ó determinación
de la función común.
Cerrar este espacio es construir el triángulo, forma
esquemática de la función definida de sus cuatro mo-
dos : tesis, antítesis, síntesis y antisíntesis (síntesis ne-
gativa).
La síntesis negativa (a,fig. i . a ) puede ser reempla-
zada por otra positiva (b, fig. 2fi).

Figura 1. a

Pero la antisíntesis así construida, sólo cierra provi


sionalmente el espacio indefinido, en el cual es posible
siempre otra antisíntesis, sin que tal procedimiento
tenga término definitivo.
H e aquí el origen de la acentuada significación sim-
bólica que tuvieron en la antigüedad, y siguieron te •
niendo por t a n t o tiempo, el terciario y el cuaternario,
entre otros muchos símbolos numéricos, que tan tortu-
rados fueron por los filósofos, para buscar en ellos la
10 SIMBOLISMO GEOMÉTHK'O DE LA VIDA

revelación de profundísimos misterios, la aclaración


de los más importantes enigmas de la vida.
¡Vanas elucubraciones! Estériles, tanto como gigan-
tescos, esfuerzos para llegar á lo desconocido é incog-
noscible mediante una parte sola de lo conocido y lo
cognoscible El número, ó, más bien, la numeración,
está efectivamente en relación con lo misterioso, como
lo están todas las cosas en el funcionamiento universal;
pero tal relación es simplemente u n a de t a n t a s que se
realizan en las esferas natural é ideal, en el m u n d o ex-
terior y en el pensamiento. Todos estos modos de ser
y de discurrir están relacionados con el.no ser ni d i s -
currir; y como-se conciertan y a u n a n en esta re.a-
ción común, no es maravilla, sino, por el contrario, for-
zosa consecuencia, que se hallen entre sí en relaciones,
que sólo pueden parecer sorprendentes á quien ignore
su origen y su lógica necesidad.
Mas porque el n ú m e r o y la extensión estén relacio-
nados con todo, no se sigue en manera alguna que ellos
lo sean todo; más bien resulta que necesitan, para ser
algOj aquello mismo con que están relacionados. Ex-
plotemos, pues, el estudio de las relaciones geométri-
cas, que es el que nos importa, para colegir por nuestro
esquema la función más compleja que intentamos sim-
bolizar.
El triángulo simboliza la síntesis inorgánica defini-
da, y así se explica que Platón intentara construir con
triángulos su m u n d o físico; que la fe religiosa haya sim-
bolizado por un triángulo la función moral, la Trini-
dad, tan inconcebible para el obstinado sistemático de
la ley ó del fenómeno; y que la síntesis h a y a venido á
ser la última palabra de sistemas filosóficos relativa-
mente modernos.
Pero si el triángulo excluye de su naturaleza positi-
SIMBOLISMO EN GENERAL 1.1

va lo indefinido, no se libra de la indefinición interior


y exteriorícente. Por fuera lleva á u n proceso inacaba-
ble, porque siempre se podrán oponer nuevas líneas
exteriores á cada línea constitutiva de u n triángulo
determinado, y por dentro encierra el enigma eterno
de u n espacio, al parecer pequeño, pero que desafía á la
inmensidad y á la eternidad por su carácter i n m a n e n t e
de indefinida divisibilidad.
Relativamente á la línea recta, el círculo cierra el
proceso continuo de indefiniciones externas. La indefi-
nición interna se convierte entonces en definición, me-
diante el punto que fija su centro.
Sin llevar más allá estas ligeras indicaciones sobre
el valor general de los símbolos geométricos, pasemos
adelante.
II

EL ESQUEMA

Hemos dicho que podía considerarse al punto come-


esquema del fenómeno, y como de la ley á la línea rec-
ta. Supongamos ahora el intento de hacer de ia línea
recta el esquema total, el esquema filosófico.

F i g u r a 3."

i 1 -

La línea recta, así trazada, bien puediera ser u n d a t o


que sirviera de límite á la vaguedad de nuestro pensa-
m i e n t o ; pero sería temerario ampliar su significación
en cualquier otro sentido. Por de pronto, con la línea
coincide necesariamente el espacio blanco sobre el cual
está trazada; si ella representa lo definido en el m o -
mento en que la trazamos, el espacio blanco sigue re-
presentando lo que en el m i s m o m o m e n t o subsiste i n -
definido.
E n vano intentaremos prolongar la recta: el fonda
blanco no se agotará por eso. Éste persiste por su vir-
tud propia, por ley ineludible, con el mismo rigor c o a
14 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO D E LA VIDA

que la recta impone su negación de fondo blanco en


inflexible definición.
Nada adelantaremos j a m á s con esta oposición abso-
luta; ninguna cosa saldrá de aquí. Para que comience
á salir alguna cosa se necesita u n a transacción: que el
fondo blahco deje de ser lo que es absolutamente, to-
mando, en parte, alguna forma lineal, y que la línea
recta deje, también en parte, de ser lo que es absoluta-
tamente, para hacerse en otra parte, no recta, curvilí-
nea. O esta transacción se hace, ó todo se derrumba. Así
es que se hace de hecho (cambio) y se la reconoce de
derecho (fuerza).
Así limitada la inflexible significación de los dos po-
los absolutos, se construye un sistema, compuesto de
los dos polos determinantes y del término medio de-
terminado, cuyo sistema se significa adhiriendo á la
recta una curva, que avance en el fondo sin cesar y sin
detenerse j a m á s .
F i g - a r a 4."

Tal es el esquema elemental embrionario, el trasun-


to de la menor definición posible de la vida, ó sea de
su definición m á s general.
Puede considerarse este esquema como u n a función
bipolar. La recta es el polo negro, el polo positivo; el *
fondo es el polo blanco, el polo negativo; la curva va y
viene de uno á otro polo, los enlaza sin dejar de m a n -
tenerlos separados, pone u n límite positivo á su distin-
El. ESQUEMA 15

ción, y otro límite negativo á su absoluta identifica-


ción.
E n esta función sistemática teórica, la recta es la ley
constituida; el fondo blanco la ley no constituida, la
negación de la ley constituida, la libertad; y la curva
es la ley y la libertad, en ejercicio; la consignación
práctica, la realización positiva de la libertad y de
la ley.
Mas el esquema, así trazado, representa u n a abstrac-
ción elemental, u n a generalidad embrionaria, que exi-
ge ulteriores procedimientos.
La curva abierta n a d a comprende del espacio indefi-
nido, nada anticipa en el tiempo, si no se convierte en
círculo. Esta vida, en general, que se significa por la
curva adosada á la recta, no es vida particular, no pone
en comunicación concreta y definida la recta con el
fondo; no hace m á s - q u e prolongarla en sentido curvi-
líneo. Semejante prolongación indefinida necesita á,,su
vez u n límite.
F i g u r a 5."

E n u n a palabra, ti se quiere que la vida sea algo po-


sitivo, real, y no se reduzca á u n a generalidad, repre-
sentada en los antros de la muerte, á u n juego de líneas
definidas, que n i aun sería concebible n i realizable sin
el funcionamiento positivo y negativo del fondo blan-
16 SJKEOLTSMO GEOMÉTRICO TOS LA VIDA

co, sobre el cual se proyectan, es preciso hacer dentro


de la curva adosada á la recta otra nueva curva, no ya
abierta, sino cerrada, para que comprenda dentro a e
sí algo de lo indefinido, que queda siempre fuera de todo
espacio definido.
Ahora bien: el cierre de la curva ha bastado para
dar nacimiento al ser vivo; pero este nacimiento sería
también muerte instantánea, si no le acompañara el
restablecimiento de la comunicación con lo indefinido,
mediante otra curva abierta particular, análoga á la
que, adosada á la recta, significa la m i s m a comunica-
ción en el esquema primitivo de la vida en general.
Así, pues, el e-quema completo de la vida individual
será:
Figura c."

Ya tenemos aquí la vida particular representada por


el circulo central i'a), como brotando del universo de-
finido, de las lineas trazadas y de toda línea que fuera
de ellas {a') pueda ser trazada; la vida con su domi-
nio propio, con su forma independiente; la célula, el
embrión adherida á su matriz universal.
Háce3e esta célula espontáneamente, nácese á sí pro-
pia, no en virtud J e lo que le dan la recta y la curva
EL ESQUEMA 17

abierta, sino en virtud de lo que sobreviene, de lo que


se pinta en el fondo blanco, desde el momento en q u e
el fondo deja de ser considerado como inerte, y, ejerci-
tando su función propia, se impone á la curva abierta.
Prolongándose indefinidamente, la línea recta del es-
quema va ganando en extensión; es, por lo tanto,.la ex-
tensión determinada, y representa además toda exten-
sión posible: el espacio. La línea curva representa á su
modo la identificación de la recta con el espacio i n d e -
;

finido: la calidad lineal. Pero el fondo, que obstinada-


mente es ninguna copa, y en el caso actual, n i línea de-
terminada, ni línea posible, ni calidad lineal, no puede
menos de transigir con lo determinado so pena de con-
tradicción absoluta. Transigiendo, evoca el tiempo, an-
tagonista eterno del espacio; y mediante su cooperación,
se hace en parte lo contrario á sí propio, algo que, sin
dejar de distinguirse del espacio en general, figura r e -
lativamente como espacio en particular.
Así, pues, el fondo blanco, que es, por de pronto, lími-
te negativo de las líneas trazadas, se hace límite posi-
tivo en virtud de la necesidad de transacción entre
todas las líneas definidas y el espacio totalmente inde-
finido que las niega. Y definido activamente el antes
pasivo fondo blanco, cierra la curva, abierta y hace de
ella u n pequeño boceto, u n embrión engendrado en la
gran función generadora del Universo.
Si la célula engendrada fuera capaz de sentir y d e
discurrir, se encontraría por necesidad adherida al u n i -
verso representado, al esquema de la curva inserta en
la recta; pero, en parte, también libre é independiente
de tal esquema, no sólo porque encierra dentro de sí
parte bastante de lo indefinido para volar á las alturas,
llevando consigo todo lo definido, sino porque siente á
su alrededor el ambiente indefinido que la rodea en to-
Simbolismo geométrico de la vida. 2
18 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO DE LA VIDA

talidad, y en el cual se eleva por su propia fuerza, aun-


que en m í n i m a proporción.
Mas la célula no razona, no siente siquiera; se hace
callando ; se contenta con su autonomía. Lo indefinido
que le pertenece le da libertad para hacerlo todo dentro
de sí. Cuantas líneas, cuantos puntos quepan dentro
del espacio que su círculo circunscribe, son ya posibles,
a u n q u e no sin la intervención é ingerencia del m u n d o
exterior, a que está adherido el embrionario organismo.
Los puntos serán fenómenos, las líneas serán leyes, mo-
dificados, es cierto, por los fenómenos y las leyes de lo
inorgánico, pero modificados también por el elemento
indefinido, que hace de la célula, no ya u n agregado
material, sino u n individuo.
La dignidad de individuo se da al agregado material
desde el momento en que lo indefinido, representado
como totalmente indefinido, ó sea como-tiempo, se d e -
fine á sí propio, no ya sólo limitando lo definido, el e s -
pacio, sino también dándose u n cuerpo especial, al que
se sobrepone nuevamente, realizando su no ser, como
fuerza impuesta simultáneamente al ser y al no ser. Así
los fenómenos, leyes y funciones, que en lo no vivo son
simplemente producidos, en la relación con el coeficien-
te indefinido que el ser vivo representa, son también
productores, modificadores al menos, de los productos
acumulados y aportados incesantemente por el m u n d o
exterior.
Tales modificaciones hacen de los fenómenos, leyes y
funciones de la célula elemental viviente u n a función
superior de elementos definidos y del coeficiente i n d e -
finido, que no se llama ya simplemente producción y
destrucción, sino generación y degeneración, nacimien-
to y muerte, asimilación y desasimilación.
Pero la célula embrionaria, hemos dicho, no siente
EL ESQUEMA 19

ni discurre. Lleva, es cierto, adherida u n a pequeña


curva como recuerdo de la madre común, de la genera-
lidad que contribuyó á darle origen. Mas este apéndice
le sirve sólo para dar entrada á lo indefinido, como ga-
rantía de libertad é independencia relativa, que la exime
en parte de la dependencia absoluta de la matriz
común. Por lo demás, así como esta matriz común nada
podía dar de sí propia para cerrar el circulo abierto en
sus entrañas, no experimentaba siquiera la necesidad
de indefinirse, y conservaba'toda definición en las pro-
fundidades de lo definido; así tampoco el m u n d o o r -
gánico celular embrionario siente ni satisface necesidad
alguna más allá de su existencia. Su vida egoísta se
basta á sí propia, y no penetra en su obscuro recinto el
menor rayo de luz, emblema especial de lo indefinido.

Figura

Para adelantar u n paso en su evolución, la segunda


curva abierta h a de convertirse espontáneamente, como
la primera, en nuevo círculo, que cierre á su vez u n se-
gundo centro indefinido, semejante al de la célula em-
brionaria, con i a única diferencia de que éste (el de la
célula embrionaria) resultará entonces como u n a s o m -
bra definida, vista á la luz del segundo elemento esque-
mático, que aparecerá formando u n foco d e claridad.
20 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO D E LA VIDA

La nueva célula embrionaria no es una más en la


evolución total. U n a más hubiera aparecido al lado d e
la primera y brotando del fondo general definido. Bro-
tando en el polo particular viviente, significa ya otra
cora. E s u n a segunda definición, u n a definición de se-
gundo grado, de lo que había quedado — y necesita
quedar siempre — indefinido en su totalidad, dentro
y fuera de cualquier célula embrionaria. Las células se
suman unas con otras á medida que su matriz contribu-
ye á multiplicarlas como polo definido, contrapuesto al
indefinido. Mas no puede el polo definido dar de sí pro-
pio lo indefinido en totalidad, que con él ejercita la fun-
ción multiplicadora.
E n la primera matriz de la función viviente, ó sea en
la linea recta, lo indefinido se hace definido simplemente
como fenómeno; en la segunda se define como fenóme-
no y como ley fenomenal; en la tercera, que ahora nos
ocupa, va á definirse como fenómeno, como ley y como
función fenomenal. Como fenómeno, lo será de lo que
lodavía queda indefinido; como ley, imperará en los do-
minios de la célula subyacente; como función, reprodu-
cirá la misma célula en forma relativamente indefinida.
Con esto se agregará á la función que hace lo indefi-
nido, que lo impone activamente como ley, la que no
sólo lo hace, sino que lo siente, realizándose en u n tiem-
po relativamente puro, á la manera que se h a realizado
antes en el espacio puro y luego en el espacio y en el
tiempo, recíprocamente limitados, para engendrar en su
intervalo la vida en general.
La ú l t i m a función que resta ahora al embrión vivien-
te es sentir su sentimiento, lo cual equivale á seguir vi-
viendo en serie temporal, parte de otra serie, que cabe
imaginar cada vez más larga, pero que se h a d e realizar
siempre más corta de lo que se imagine.
EL ESQUEMA 21

E l paso de la función de hacerse la célula como obje


to viviente, á la de hacerse además como sujeto cons-
ciente de sí propio; esta aparición de u n elemento nue-
vo, espontáneo, y definido como indefinido respecto del
anterior; este paso, decimos, parece á primera vista in-
menso. E n t r e la vida vegetativa y la sensitiva hay u n
abismo aparente, que, sin embargo, se salva cada vez
que se sale del sueño, ó de la nulidad de sentimiento, á
la vigilia, á la intervención activa del individuo, en el
escenario de la vida. Es que la célula vegetativa d e s -
ciende hacia el espacio, y la sensitiva vuela en el tiem-

Fig-ura 8 . '

po, a u n q u e adherida al espacio por el círculo que u u e


el ser con el no ser. Es, pues, bajo uno de sus aspectos,
todo lo contrario á la célula vegetativa: la totalidad de la
función vegetativa, representada en u n instante, y la to-
talidad en el instante mismo de lo indefinido que acom-
paña á toda función vegetativa.
Dista, por lo tanto, la función vegetativa de la fun-
ción del sentimiento no menos que el intervalo entre
todo lo definido y todo lo indefinido, entre el espacio y
el tiempo, salvado, sí, por la m u t u a relación, mas sin
perjuicio de seguir figurando los extremos como d;.>s
polos opuestos y esencialmente antitéticos de u n m i s m o
sistema.
22 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO D E LA VIDA

Tal es el esquema que nos ocurre proponer, p a r a ayu-


dar á la formación del pensamiento de la vida: auxilio
ineficaz, seguramente, si no le presta apoyo la inteli-
gencia y la buena voluntad de quien le ensaye.
Construido este esquema en forma geométrica sobre
la base del principio de contradicción, entendido como
necesidad de avenencia ó transacción, simboliza gráfi-
camente la indispensable limitación de cada extremo,
en virtud de la cual se convierte en relación viviente lo
que antes era imposibilidad estática de cosa a l g u n a
particular y determinada. Concebida así la necesidad
fundamental de límite para toda afirmación, y de límite
también para toda negación, parece que ha de ser u n
fiel intérprete de la verdad filosófica, en los ámbitos d e
lo posible.
Mas, aun no concediendo al esquema semejante v a -
lor, cabe que el lector le ensaye para aplicarle ai Uni-
verso en que vivimos, tal como le concibe, grosso modo,
el sentido común. Quien se coloque en este punto de
vista, no tendrá, seguramente, que hacer muchos e s -
fuerzos de imaginación, para ver en el primer elemento
del esquema á nuestra m a d r e común la tierra, girando
en el espacio, acompañada por todos los cuerpos, m á s ó
menos análogos, que constituyen el sistema astronómi-
co. De la tierra verá brotar las plantas, y á las plantas
asimilará el óvulo embrionario adherido al seno mater-
no. E n el óvulo embrionario verá nacer ei sentimiento,
que apenas se bosqueja en los primeros albores de su
vida, y en el cual se detiene el desarrollo del a n i m a l ; y
sobre el desarrollo del animal imaginará, simbolizado
por el último círculo, el sentimiento del sentimiento,
el animal que despierta y abre los ojos á la luz de la
inteligencia.
Más allá, ¿ q u e d a todavía alguna cosa? No quedará
EL ESQUEMA 23

n a d a ; pero este nada funcionará como un polo con el


polo definido, con la madre tierra, con todo el sistema
astronómico; y en el intermedio aparecerán las plantas,
los animales, y el hombre, en fin, reproducción lumino-
sa de la planta y del animal, compendio y abreviatura
de la Creación.
¿No es verdad que todo se clasifica así simétrica,
moral y filosóficamente? Si no es éste el BUEN concepto;
si no es la verdadera clasificación; si no es armonioso y,
por consiguiente bello, este conjunto, ¿ d ó n d e hallar el
derecho, la verdad y la belleza?
Adviértase que el pensamiento á que el esquema se
refiere, nada excluye; es simplemente u n intento, u n
propósito, como son u n intento y u n propósito las
líneas trazadas sobre u n fondo blanco, donde se deja
posibilidad indefinida para variar y agregar cuantas se
crean convenientes.
Partimos del principio de considerarlo todo, en gene-
ral, ó como definido ó como indefinido, como siendo ó
como no siendo, como sabido ó como ignorado. ¿ H a y
algo que quede fuera de tal dicotomía? Luego adverti-
mos que las tesis indicadas son lo que se llama contra-
dictorias, incompatibles, si se" las conserva en su a b s -
tracta y desnuda totalidad. Sentimos con ambos extre-
mos la necesidad, no de conservar los dos incompatibles
como aparecen, ni de excluir alguno y quedarnos con
el otro, n i de imaginar algún término medio previsto
del mismo carácter absoluto y de la pretendida totali-
dad á que aspiran los polos contrapuestos; sino de con-
cebir entre ellos u n a función común, que les preste el
carácter particular, definido en parte y en parte inde-
finido, único compatible con la existencia real, con la
concepción .del Universo.
Sobre estas bases hacemos el esquema espiritual d e
24 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO D E LA VIDA

q u e es trasunto el esquema geométrico; y u n a vez sus-


tituidas las realidades funcionales á las fantásticas rea-
lidades de elementos absolutos, de imposibles ingeridos
á viva fuerza en la economía del pensamiento, procede-
mos á la clasificación de los posibles en orden jerárqui-
co, analizando y sintetizando, distinguiendo é identifi-
cando los conceptos y las cosas, del modo lógico experi-
mental que nos parece más de acuerdo con la expe-
riencia externa.
Quien quiera buenamente saber hasta dónde lleva-
mos nuestro estudio y le proponemos al recto juicio de
los aficionados á investigaciones filosóficas, cuente con
nuestro esquema, para penetrarse mejor de la construc-
ción científica, más ó -menos imperfecta, que hemos-
hecho en nuestra mente, con la completa seguridad de
q u e no pretendemos imponerles dogma alguno que no
lleve aparejada la libertad de discusión, y de que inten-
tamos precisamente asentar en sólida teoría la toleran-
cia que, afortunadamente para la civilización c o n t e m -
poránea, es en nuestros días práctica vulgarizada en
grado mucho mayor que en otras épocas históricas, no
m u y distantes de la nuestra.
Hechas estas breves indicaciones, prosigamos nues-
tra tarea.
III

POLO POSITIVO

Recordemos que el polo positivo de nuestro sistema


se simboliza por la línea recta del esquema.
Figura 9. a

Poco parece á primera vista que puede esperarse de


semejante símbolo, y, efectivamente, á poco se reduce
lo que él es en sí y aun lo que representa por sí solo.
Es u n a pequeña recta identificada en parte y en parte
distinguida de u n a pequeña curva: n a d a más.
Representa la ley determinada, inflexible, severa, es-
crita con mano firme, a u n q u e invisible, en el fondo de
la conciencia y en relación necesaria con algo que den-
tro de ella no se puede por completo definir.
Esta relación necesaria con algo, es precisamente la
q u e avalora y desarrolla el esquema y el pensamiento
por él simbolizado.
2b' SIMBOLISMO GEOMÉTRICO D E LA VIDA

Por semejante relación, la línea a d m i t e u n contenido


fuera y detrás de ella. Sirve como de espejo donde se re-
fleja en sentido inverso toda la función que procede
desde lo definido á lo indefinido.
El polo positivo del sistema no podía menos de re-
producir, como parte, la estructura general del todo á,
que corresponde. Desde el momento en que se deja
aislar del sistema; desde que, analizado y como diseca-
do, continúa siendo alguna cosa y no se evapora como
fuego fatuo, es que conserva relaciones íntimas q u e le
sostienen, a u n q u e disgregado convencionalmente de la
masa general, donde recibía de otros elementos apoyo y
significación.
El polo positivo del sistema reproduce, como dada y
determinada, como relegada á lo pasado, la función
común.
F i g u r a 10.

Considerado en su conjunto, es materia ó realidad, que


figura en el sistema enfrente de lo inmaterial ó ideal;
pero dentro de sí propio tiene también u n polo que
aparece como material positivo (a) y otro que se distin-
gue como material negativo ( 6 ) .
Este polo material negativo no es aquí lo indefinido,
como sucede al otro lado de la recta, sino siempre otro
polo definido, quedando entre ambos un espacio q u e
POLO POSITIVO, 27

exige á su vez dos límites paralelos, también definidos.


E l cuadrado a es, en la serie de lo definido, lo que el
primer círculo en la serie de lo indefinido. E n cuanto
constituido por límites lineales, m a t e r i a ; en cuanto in-
tervalo comprendido, inmaterial, y en-ambos conceptos,
distinguidos y sintetizados, función de movimiento,
cambio de lugar, y necesidad (fuerza) del cambio ( s i s -
tema mecánico).
F i g u r a 11.

Al sistema mecánico se opone, en la serie del polo


positivo, otra negación paralela que exige u n a concilia-
ción análoga, y esta conciliación (&, ftg.12) significa en

F i g u r a 12.

ce Ir

lo definido, en lo inorgánico, lo que en su esfera la vida


sensitiva, la realización particular de las cualidades ma-
teriales y de los cambios específicos.
28 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO D E LA VIDA

La cualidad corpórea, en general, se representa por la


luz, negación de la materia definida cuantitativamente,
definición en el espacio de la indefinición material.
E n particular, las cualidades corpóreas constituyen
géneros y especies, y se localizan en cada cuerpo parti-
cular, de quien constituyen otras tantas propiedades.
Por último, las funciones mecánicas y las cualitativas
son determinadas dentro de u n a función común, que se
llama producción y destrucción. La producción y des-

F i g u r a 13.

s
L i
I I-
tracción corresponden en lo definido á lo que en el polo
opuesto, considerado en aislamiento ideal, toma la for-
ma de creación y aniquilamiento. E n t r e la creación -
aniquilamiento, y la producción-destrucción, absolu
tos, imposibles en concreto mientras permanecen en
abstracto, figura el concreto posible, la generación de
vidas particulares, de individuos.
Un sistema de producción y destrucción, en general,
realizado en particular, es el que se representa por la
función eléctrica.
TOLO POSITIVO 29-

Punciones mecánicas.

H e m o s visto que en el esquema del polo positivo el


ser y el no ser, ó pea lo definido y lo indefinido, la recta
y el fondo blanco, se h a n convertido, en virtud de su
m u t u a relación, en materia y en fuerza material. Unidos
estos dos elementos, constituyen la función de movi-
miento ; y no decimos movimiento solo, porque éste es
simplemente el fenómeno «cambio de lugar», abstraído
de la función á que corresponde (cuerpo ó materia q u e
sé conserva cambiando de lugar). .
La materia, polo necesario de la función mecánica,
contrapuesta al otro polo, fuerza ó necesidad de cam-
bio, toma, en virtud de esta misma contraposición, el
n o m b r e de inercia; la materia es calificada en teoría
como inerte, ó sea indiferente, así para el reposo como
para el movimiento, por m á s que en la práctica h a y a
de hallarse necesariamente en u n a ú otra situación.
Conviene no olvidar el carácter fundamental ds la
fuerza mecánica: es, en el sistema común, lo hecho en-
frente de lo no hecho; traduce como hecho lo que en el
polo opuesto del sistema completo es relativamente n&
hecho ( i d e a ) , y en el centro del mismo sistema, función
de idea y realidad; da carácter experimental, ó kposte-
riori, á lo que en el extremo opuesto es especulativo y
a priori, y realiza fuera de Ja vida lo que la vida reali-
za dentro de si propia.
No es de extrañar, por lo tanto, que desdn este p u n -
to de vista aparezca la fuerza con cierta plasticidad,;
con u n cuerpo propio, inmanente, invariable en su ge-
neralidad, conservándose incólume al través de infini-
tos cambios. Así debe suceder, y asi es necesario q u e
suceda, para que el cálculo matemático tenga u n fun-
30 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO D E LA VIDA

d a m e n t o sólido en que ejercitarse. Todo ello, sin em-


bargo, es en el fondo u n a abstracción, m u y necesaria y
fértil, sin duda, para los adelantamientos científicos;
pero que no debe anular las funciones, relativamente
más concretas, del sistema total, en el que figura la
mecánica como u n a parte, y nada más que u n a parte,
a u n q u e en verdad importantísima.
Encerrados en la mecánica, primero y elemental
desarrollo del polo positivo del esquema, no salimos
del ser relativamente inmóvil y relativamente hecho, con-
sumado, simple factor de la función en que h a n de
figurar á su frente el no ser, el cambio futuro, indeter-
minado, y u n acto presente de determinación é inde-
terminación. Con estas salvedades se construye la Cien-
cia como un código de leyes fijas, invariables, que ase-
guran á la Naturaleza un orden estable y en cierto
modo eterno, ó reflejo, al menos, de la eternidad ideal.
Orden matemático en la materia, en la fuerza y en la
u n i d a d de la materia con la fuerza considerada en ge-
neral.
Este orden se cumple en el sistema astronómico por
u n a circulación relativamente eterna, y en el m u n d o
que habitamos por movimientos particulares, que rea-
lizan parte por parte la función común, nutriendo á su
modo el cuerpo de la mecánica.
Así es qne la forma en general de las formas parti-
culares del polo positivo, traduce á su modo la forma
circular de la vida, como el cadáver de u n ser organi-
zado conserva la forma exterior del ser vivo; mas, te-
niendo en cuenta que los círculos representan formas
cadavéricas, es indiferente trazarlos ú omitirlos al re-
producir el esquema del polo positivo.
Siendo la mecánica universal (racional) u n a abs-
tracción, necesitada de realización particular, continua
POLO rosmvo 31

y no interrumpida, sin lo cual se reduciría á u n a gene-


ralidad vaga y de imposible realización, no puede me-
nos de aparecer á cada momento como u n límite de la
materia por la fuerza y, recíprocamente, de la fuerza
por la materia. El límite representado por la materia
es u n centro inmóvil de atracción; él representado por
la fuerza es u n a energía centrífuga.
La función de ambos límites constituye, bajo sus
diversos aspectos, la gravitación universal. Á ella se
debe la curva cerrada que forman las órbitas de lo
astros, y la gravedad de los cuerpos terrestres, que, en
cuanto materiales, obedecen á la ley impuesta por el
centro material, resistiendo y modificando el m o v i -
vimiento que les i m p r i m e n causas exteriores, simples
accidentes ó fenómenos de la fuerza, relacionada en ge-
neral con la materia.
La gravitación universal realiza en el conjunto m a -
yor posible la función mecánica abstractamente consi-
derada; otra realización análoga de la función mecánica,
en general, aparece en cada cuerpo bajo la forma de ex-
pansión centrífuga y de concentración centrípeta, que
en sus relaciones con la sensibilidad se llama tempe-
ratura.
E s la temperatura u n a mecánica íntima, como la
realizada por las masas u n a mecánica exterior. Así, no
es de extrañar que ambas mecánicas coincidan en u n a
función c o m ú n y se determinen una por otra en propor-
ciones determinadas. Cada cuerpo sufre y resiste en va
riables cantidades la acción mecánica exterior, y, por la
correlación necesaria de lo exterior con lo interior, sufre
y resiste la mecánica í n t i m a que se llama temperatura.
Otra mecánica, más í n t i m a a ú n en sus relaciones con
la sensibilidad, es la que se manifiesta como sonido. E n
la mecánica material, es el sonido, no ya función meca-
32 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO TiV LA VIDA

nica externa n i función mecánica i n t e r n a , sino una


serie de funciones mecánicas, que tienen de interno la
condición de manifestarse como expansión y concen-
tración, y de externo la de realizarse en el espacio por
medio de ondulaciones sensibles. El sonido es lo que
m á s se parece al éter, imaginado por muchos modernos
para explicar buen número de funciones físicas; es lo
que, relacionado con la sensibilidad, representa la m e -
cánica m á s abstracta, porque la representa, no ya como
fenomenal (gravitación), ni como ley ( t e m p e r a t u r a ) ,
sino como función.
F u e r a de las representaciones mecánicas realizadas
como gravitación (universal ó particular), como tem-
peratura y como sonido, no queda ya función mecánica
posible, y sólo ha lugar á oponer á la mecánica otra
función, que con ella se relaciona mediante u n a distin-
ción y u n a identiñcación de la totalidad funcional.

Punciones específicas.

La función, en cuanto mecánica, evoca u n funciona-


lismo paralelo no mecánico, en virtud del cual el polo
positivo realiza cualidades especiales y cambios de cua-
lidad. Esto es prestar, como la mecánica, u n capul mor-
tum á la vida que se interpone entre los polos positivo
y negativo; representar en el espacio, mediante fenóme-
nos, la ley común del individuo que siente y la función
m i s m a del sentimiento individual.
Las diferencias cualitativas son el término medio en-
tre las realidades mecánicas determinadas — materia,
fuerza y movimiento en el espacio — y lo indetermina-
do absoluto. Son, sí, materia, fuerza y movimiento, pero
n o en el espacio solo, sino, además, en cierta negación
POLO POSITIVO 33

de espacio puro ó cuantitativo, afirmada á su vez como


espacio cualitativo.
Hácense las funciones específicas negación del espa-
cio en el espacio mismo, apareciendo como luz, que en
u n sentido afirma, dignifica y enriquece el espacio, pre-
sentándonos los objetos con claridad y colorido, y en
otro elimhia el espacio m i s m o , apartando de nosotros
su contacto inmediato, su realidad sentida por el tacto.
E l sonido, considerado como función mecánica, era
ya la expresión sensible de la mecánica más pura, ra-
yana con lo inmaterial. La luz da u n paso m á s : ni a u n
es mecánica como el sonido. Las supuestas ondulacio-
nes del éter están m u y lejos de explicarla: n i n g ú n mo-
vimiento se convierte en luz, como ésta no brote de las
concavidades de lo incomprensible, de la noche eterna.
E s la luz el esplendor de lo absoluto, del espíritu, del
alma h u m a n a y de la m i s m a divinidad.
Las particularizaciones de la luz aparecen como colo-
res, y por su medio se hacen visibles las innumerables
cualidades particulares, realizables en el m u n d o cor-
póreo.
Las cualidades particulares del orden positivo cam-
bian como las condiciones mecánicas, y traducen el
cambio como necesario, ó sea como fuerza. Los cambios
en partes relativamente grandes se llaman físicos; en la
i n t i m i d a d de las partes pertenecen al orden químico.
La producción de algo nuevo y la destrucción de algo
antiguo, que constituyen el cambio, se realiza en lo cua-
litativo, lo mismo que en lo cuantitativo, entre partes
determinadas del orden material, cada u n a de las cua-
les no pasa de representar la parte que le corresponde;
figura simplemente, en la función, en cuanto tiene de
definido, provocando u n orden de efectos también de-
finido.
Simbolismo geométrico de la vida. 3
34 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO DE LA V7DA

F u n c i ó n de funciones.

H a s t a aquí hemos visto desenvolverse en el sistema


funciones de cantidad y funciones de calidad; falta lá
evolución de funciones complejas de cantidad y ca-
lidad.
H e m o s seguido á la cantidad y á la calidad, apare-
ciendo como algo en la estabilidad y en el cambio;
hemos tratado de la cosa producida. Ahora nos eleva-
remos al punto de vista de la función productora.
L a producción y la destrucción, ya lo hemos dicho,
son las funciones propias del orden físico; no pueden
aparecer la u n a sin la otra; se hallan en correlación ne-
cesaria, como la creación y el aniquilamiento en el orden
universal, que comprende lo definido y lo indefinido.
Así como no se concibe todo sin límites ni n a d a sin lí-
mites, tampoco son concebibles producción ni destruc-
ción, creación n i aniquilamiento, sin límites correla-
tivos.
Mas la producción y la destrucción se distinguen de
la creación y el aniquilamiento en que los modos de ser
de producir y de destruir son exactamente definibles
en teoría, y á menudo se definen en la práctica, some-
tiéndose á leyes experimentales; al paso que la creación
carece de leyes fijas y lleva escrito en su bandera el em-
blema de la originalidad.
La producción y la destrucción físico-químicas su-
ponen dos polos particulares, dos cuerpos que se reúnen
ó se separan determinando u n cambio de algo anterior
qué se destruye, por algo posterior que se produce de
nuevo. De esta suerte, la producción del movimiento,
por ejemplo, se hace mediante dos cuerpos, uno q u e
mueve y otro que es movido, destruyéndose el reposo y
POLO POSITIVO 35

produciéndose el movimiento; u n a función química se


hace mediante factores distintos, que se destruyen mu-
t u a m e n t e originando u n nuevo factor; todo, en fin, exi-
ge, como decía Aristóteles, dos condiciones, que él lla-
m a b a causas, material y formal, y dos funciones ó p o -
tencias en acto, una constructora (eficiente), y otra
destructora (final), que en el m u n d o positivo, separado
oonvencionalmente del m u n d o de los fines representa-
dos por ideas, se reduce á un fin absoluto, á la n a d a
relativa al campo fenomenal.
Además de esta producción físico-química, realizada
por efectos determinados ó determinables entre causas
particulares determinadas ó determinables, hay otra
producción en el reino inorgánico, en que cada produc-
ción y destrucción no se suma ni se resta simplemente
según la cantidad de sus factores, sino que se multipli-
ca y se divide como la función generatriz de los seres
vivos en su realización mediante los mismos seres en-
gendrados. Esta función, copiada por la Naturaleza in-
orgánica dentro de su dominio propio.es la combustión.
El fuego no se limita á aparecer como producido por
algo y destruido también por algo, sino que se repro-
duce como causa productora cuando encuentra condi-
ciones á propósito; es u n a serie continua de produccio-
nes y destrucciones, representada siempre por cuerpos
ó fenómenos que todos tienen carácter particular, sin
que ninguno represente todavía el carácter generalísimo
que tiene lo indefinido.
Por último, el total desenvolvimiento del polo posi-
tivo reproduce, de un modo relativamente general, los
dos polos, que en sus funciones, relativamente parciales
ó concretas, acabamos de estudiar.
Los dos polos Á y B, reclamados por la polarización
, intermedia ó particular a b (producción y destrucción
36 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO DE LA VIDA

simples ó reproducidas), constituyen u n sistema"com-


pleto del orden positivo, la función de funciones que se
llama función eléctrica.
F i g u r a 14.

A B

La función de funciones del polo positivo determina '


la explosión de todas sus actividades propias: fenóme-
nos mecánicos, fenómenos luminosos y químicos, q u e
respecto de los mecánicos figuran como específicos ó
lógicos, y fenómenos reproductores de la función común
dentro de límites particulares. E s la función eléctrica
u n a génesis del orden material, que realiza la Natura-
leza en forma de tempestades.
Débesela considerar como u n a imagen de la vida, tal
como puede darla u n orden fenomenal, contenido dentro
de los límites precisos de ¡o finito y determinado, en la
función general de la determinación y la indetermina-
ción vivientes de las cosas.
Indispensable es que se hallen relacionadas entre sí
las funciones todas de la Naturaleza, como lo está la
Naturaleza m i s m a con el espíritu y con el h o m b r e ; pero
empeñarse en concebir estas relaciones, que son identi-
POLO POSITIVO 37

d a d y distinción, como simples identidades en el fondo,


con u n a distinción aparente, es socavar el concepto de
relación, reducirle también á u n a apariencia, y la apa-
riencia á vano fantasma, ó mejor á ninguna cosa. Obtié-
nese así el peregrino resultado de diluir todas las partes
del m u n d o en u n todo que es nada, porque se le supone
extraño al carácter particular, que informa necesaria-
m e n t e á toda legítima realidad.
E n vano h a querido u n sabio poeta contemporáneo
sustituir la función eléctrica por la de ciertos gigantes-
cos tubos; !a función eléctrica no se deja sustituir por
la mecánica, porque es relativamente de u n orden más
elevado: es u n antagonismo total de los elementos del
m u n d o positivo, diferente de los antagonismos físicos
y químicos, q u e son antagonismos relativamente p a r -
ciales. Á todo el m u n d o n a t u r a l se- opone el m u n d o
sobrenatural (llamémosle asi), y este m u n d o sobrena-
tural se representa naturalmente por el polo negativo de
u n aparato eléctrico. E n el acto de identificarse, ó sea"
d e comunicarse, los dos polos del aparato, se inaugura
u n a corriente, y la repetición de tales inauguraciones
constituye las corrientes continuas ó intermitentes de
la llamada electricidad dinámica. Así se causan todos
los fenómenos mecánicos y específicos, mientras que en
el simple conflicto de u n cuerpo con otro cuerpo ( n o de
algo que represente todos los cuerpos con algo que re-
presente n i n g ú n cuerpo) sólo se producen fenómenos
determinados de tal ó de cuál categoría.
El polo positivo del esquema corresponde en el m u n -
do á toda la exterioridad que rodea al hombre en u n
m o m e n t o cualquiera, y que se limita interiormente por
el h o m b r e mismo, y exteriormente por la bóveda i n -
m e n s a de los cielos. E n tal función, el hombre es el
polo negativo, que se opone á este grandioso panorama.
38 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO DE LA VIDA

Mas dentro del hombre se reproduce el polo positivo,


constituido por su cuerpo, enfrente del polo negativo,
que es el alma. E l cuerpo h u m a n o es el sujeto de toda
objetividad externa y el objeto de toda subjetividad in-
terior, porque sujeto y objeto no son más que otro modo
de significarse los polos negativo y subjetivo del siste-
m a universal.
E n s u m a : el desarrollo del esquema del polo positivo
del sistema c o m a n nos da este resultado:

F i g u r a 15.

A, Bj G. Círculos inorgánicos, formas cadavéricas,


abstraídas de los seres que las realizan autonómica-
mente.
A. Lóbulo de la mecánica, en la cual las líneas r e -
presentan el fenómeno inerte, y lo blanco la posibili-
d a d fenomenal y potencia representada, que, u n i d a con
la inercia, hace la fuerza mecánica.
B. Lóbulo específico, ó sea de fenómenos químicos,
y de generalidades ó leyes que limitan los procedimien-
tos mecánicos.
G. Lóbulo de la generación física, llamada función
eléctrica.
POLO POSITIVO 39

En sü forma más sublime, el lóbulo A es el sonido, el


lóbulo B la luz, y el lóbulo G la generación, la vida en
la materia. Con el sonido se hace lá palabra, intérprete
oficioso del pensamiento, y con la luz se abre camino al
análisis racional. E l verbo es el sentimiento, e l hijo de
la vida, que procede del espíritu luminoso, y se encarna
en las tinieblas, donde gira eternamente el m u n d o de-
finido.
POLO NEGATIVO

Así como al contemplar u n artefacto que tiene en


hueco por detrás todos los relieves marcados por de-
lante, podemos prever el reverso con sólo hacer negati-
vo lo que por el anverso es positivo, y viceversa; así, al
fijar nuestra atención en el polo negativo del esquema,
no necesitamos más que suponer lo contrario á lo que
en el primer sentido llevamos consignado.
E l polo negativo reproduce en el espacio indefinido,
por delante del positivo, todo lo que éste encierra detrás
d e sí.
E n tal estado se presta á u n estudio abstracto ó g e -
neral, y á otro concreto en sus diversas relaciones. Tra-
temos ahora del aspecto general. Supongamos por u n
momento la idea pura, como hemos supuesto la materia
pura, y hagamos sobre esta base la posible construc-
ción.
L a idea pura, en general, es una parte segregada del
esquema común, la que comienza en la curva abierta al
42 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO D E LA VIDA

final de la serie de anillos, trazada á la izquierda de la


recta representativa del polo definido.
F i g u r a lo.

Para estudiar el polo positivo del esquema, lo d e t e r -


minado, la materia, hemos partido de la línea recta,
construyendo detrás de ella u n sistema parcial con los
elementos que figuran en el total. Para estudiar el polo
negativo, no podemos partir de la recta, porque enton-
ces caeríamos en el centro y no en el polo extremo, el
cual es siempre el fondo blanco, la ausencia de toda
definición representada en el papel.
Figura n.

El fondo blanco indefinido y lo definido q u e lo con-


diciona, tienen necesariamente u n límite común, signi-
PULO NEGATIVO 43

ficable ya por u n a curva cuyas r a m a s abracen u n de-


finido espacio, como parte real de espacio determinado,
en su relación con el resto que sigue indeterminado.
Sobre esta base puede hacerse de derecha á izquierda
la m i s m a construcción que queda hecha de izquierda á
derecha al tratar del polo positivo, con lo cual no hare-
mos más que reproducir el centro del sistema total, con-
siderándole, no ya como centro, sino como polo siste-
mático, aislado y abstracto.
F i g u r a 18.

E n cuanto puede sostenerse esta abstracción polar,


resultarán ahora, como en la abstracción polar o p u e s -
ta, abstracciones subordinadas, que, si allí eran físicas,
aquí podrán llamarse metafísicas {contiguas, ó mejor,
opuestas, contrarias á las físicas).
La fuerza y la materia fenomenales, corpóreas, serán
en este momento fuerza y materia infenomenales, incor-
póreas; todo lo que antes aparecia p u r a m e n t e objetivo,
aparecerá p u r a m e n t e subjetivo; la multiplicidad m a -
terial se convertirá en absoluta unidad.
Y no es de extrañar que, así como al fijarnos en el
poJo positivo, aparecía devorado y recluido en sus entra-
ñas el centro sistemático, aparezca ahora no menos d e -
vorado este centro por el polo negativo. Lo extraño seria
que sucediera otra cosa, puesto que nosotros mismos,
44 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO D E LA VIDA

por u n acto libérrimo de nuestro pensamiento, hemos


renunciado al centro común, penetrando en las caver-
nas que nos ofrecen engañoso asilo por ambos lados del
camino.
Cogidos voluntariamente en la t r a m p a elaborada por
nuestra mano, hemos de ver el todo, no como es en cuanto
puede ser, sino como sería en el caso inaceptable de ser
precisamente como no puede ser.
Desprendido el polo metafísico de sus relaciones con
el tísico y con el centro, aparece compuesto á su vez de
dos polos y un centro, como todos los ejemplares del
modelo primitivo, que se representan siempre por u n
anillo central y dos colaterales.
El primer círculo inmaterial ó metafísico (a) es el fe-
nómeno inmaterial absoluto, el que se ha consignado
como sujeto eterno, alma inmortal de cada sujeto en el
Universo. El segundo círculo (b) es la ley eterna, la g e -
neralidad de las almas, Dios-persona universal, y el
tercer círculo (c) es la generación divina, la vida inmor-
tal y eterna.
Con los elementos de este esquema puede ejercitarse
á su sabor la sutileza de los ingenios más perspicuos.
Así construirán fantásticos edificios, así darán espec-
táculos pirotécnicos, vanos, aéreos, imposibles de suyo,
y que sólo parecen posibles, porque se los ve desde la
tierra firme, por más que nos empeñemos en olvidar y
dejar á u n lado á esta tierra amiga, que todo lo sostiene.
Ahora, -volviendo prudentemente al terreno de la re-
lación, a u n q u e no sea más que para avalorar el espec-
táculo ofrecido por el polo negativo, y sin fijar todavía
definitivamente la vista en el centro, que condiciona
igualmente ambos extremos polares, cambia de pronto
el colorido y significación de la abstracción metafísica
del polo negativo.
POLO NEGATIVO 45

Desde el punto de vista de la relación, el ejercicio


del polo indefinido del esquema realiza, bajo forma
conscientemente imaginaria, un' m u n d o de fenómenos,
de leyes y de funciones, que reproduce en tercer grado
la conciencia sensitiva del animal y la inteligente hu-
m a n a , representándola dentro de sí misma como u n a
generación consciente, y fuera de si misma como u n
polo generador del Universo.
Al relacionarse el polo indefinido, que artificiosa-
mente separado del resto del sistema constituye la
metafísica, con el resto del sistema, del cual le había-
mos "aislado para comodidad del estudio; se convier-
te en ideal, objeto inmaterial, opuesto á un tiempo al
fenómeno positivo y á las leyes, ideas ó generalidades
que sistemáticamente se contraponen al fenómeno ma-
terial. Así convertido en ideal, se relaciona de nuevo
con el resto del sistema.
Los fenómenos, leyes y funciones ideales aparecen de
esta suerte lo que legítimamente son, imaginarios, pa-
sionales, y en grado supremo voluntarios ó libres. No
h a y ley que los reprima, fuera de la ley misma, q u e
infringen en cuanto pueden, proclamando la anarquía y
realizándose á su n o m b r e ; pero si sus pretensiones son
utópicas, no por eso dejan de realizar algo utilizable y
conveniente para el sistema.
Los engendros imaginarios, pasionales y libres, pri-
mera encarnación de la libertad absoluta, sufren u n a
segunda encarnación en la síntesis sistemática; y en
esta nueva limitación de contrapuestos extremos, pasan-
á figurar, en cuanto fenómenos, como realidades típi-
cas, y, en cuanto leyes, no ya sólo como leyes de he-
cho, sino de derecho, como deberes que, sin renegar de
la ingénita libertad del pensamiento, la limitan y re-
producen con u n cuerpo adecuado á su espíritu.
46 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO L>E LA VIDA

Sucede entonces que los ideales del pensamiento se


realizan ó dejan de realizarse; si se realizan, es para su
bien; si no se realizan, es para su mal. La realización
del bien, considerado más completo, más grande y ge-
neral, es también la realización del bien por exce-
lencia.
Al ejercitarse esta función, es cuando resplandecen
en el pensamiento los grandes focos llamados morali-
dad, belleza y verdad, que, unidos, constituyen el sol
de los soles, titulado en absoluto-el B I E N .
Lo que, relacionado en la forma que vamos exponien-
do, aparece como ideal, es lo que se realiza metafísica-
mente, cuando el pobre mortal mira sólo el cielo, olvi-
d a n d o que apoya por necesidad sus pies sobre la tierra,
y se fija exclusivamente en uno de los dos polos indis-
pensables para la existencia particular h u m a n a , exta-
siándose ante lo imposible, y, como lógica consecuen-
cia, absteniéndose de realizar lo conveniente, lo posible.
Contemplar el cielo es colocarse en la corriente que
parte del polo positivo, y ver en ella lo que se puede
ver: la bóveda del círculo que en aquel momento apa-
rece m á x i m o , sintiendo por encima de tal fondo otros
y otros cielos, lindantes siempre con lo indefinido, por
m á s que se definan en serie inacabable. Si, por un ex-
ceso de amor al cielo, cerramos entonces los ojos y nos
suponemos fuera y más allá d é l a serie de cielos, dor-
m i d a ya y descartada la reflexión, sentiremos la placi-
dez del sueño realizado, la instalación definitiva en un
ú l t i m o cielo. ¿Quién nos podría censurar? ¿No tene-
mos todos siempre, y por necesidad, u n cielo realiza-
d o ? Cualquier realizado simboliza la serie, y la dificul-
tad está sólo.en imaginar y realizar el símbolo mejor.
L a ú l t i m a curva abierta en el esquema del polo in-
definido es el centro de confluencia de ¡a Ciencia y de
l'OLO SEttATIVU 47

la Religión. Por encima de ella, lo que se siente; por


debajo, lo que se sabe. No hay medio de saber todo lo
que se siente, porque el sentimiento sobrenada siem-
pre; y si cae al fondo, es para fertilizarle, regenerándo-
se en la superficie. E s tan imperecedero como el saber
mismo, y comparte con él el dominio universal.
Las dos ramas de la-última curva abierta son las dos
alas de que dispone el sentimiento para elevarse á lo
indefinido: el amor y la voluntad. A r m a d a con ellas,
la paloma espiritual aporta al arca de lo definido el
ramo de oliva, nuncio de paz y bienandanza, si se le
sabe interpretar.
La fuerza y la materia funcionan en lo definido como
cambio de lugar y como diferenciación específica. L a
fuerza inmaterial funciona como coeficiente indefinido
con relativa inmovilidad é indiferencia específica. No
gira sobre algo en el espacio; gira sobre sí propia en
las profundidades del tiempo. Semejante á la tierra
q u e pisamos, tiene un movimiento sobre su eje, pero
n a d a extraño la siente; sólo se siente á sí m i s m a ; sin-
tiéndose es como gira, y el espacio no le sirve sino de
p u n t o de apoyo pasivo y ajeno á su intrínseco movi-
miento;
De esta suerte, el movimiento ideal se considera á sí
propio como el prototipo del real, y, sin embargo, res-
pecto de éste es la inmovilidad. El sujeto, el i n d i v i -
duo, por más que funcione y se haga á sí propio, es el
a l m a incorpórea que ni se mueve ni se hace sensible-
mente. Desde las alturas de su movimiento libre, el
alma considera al de la materia como falso movimien-
to, sepultado en la inmovilidad; y el q u e se fija eñ la
movilidad pintada en el espacio, apenas acierta á con-
cebir el movimiento espiritual, que le llega como u n
eco desde los antros de lo indefinido.
48 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO D E LA VIDA

Así como el movimiento del espíritu es, en su relati-


va inmovilidad, el tipo legítimo del movimiento cor-
póreo, así también la fuerza espiritual es el tipo de las
fuerzas físicas y químicas. Platón estuvo acertado al
consignar las ideas como tipos de las realidades; sola-
mente le faltó advertir que así aparecen en la contem-
plación absoluta del polo ideal, y que la verdad posible
no se halla en uno ni en otro polo, sino entre los lími-
tes asignados al intervalo que los separa. Por nuestra
parte, no olvidamos u n momento las salvedades con
que estamos escudriñando el polo de lo indefinido.
E n general, del propio modo que todos los antago-
nismos materiales se encierran en los dos f u n d a m e n t a -
les, ser y no ser, hacer y deshacer, los antagonismos in-
materiales sé encierran en otros dos, sentir y no sentir,
conocer y desconocer lo sentido y lo no sentido.
La concurrencia de estos polos en u n centro común
es la función de vivir en el polo negativo del sistema
completo.
El pensamiento vive de lleno su vida propia en
cuanto llega al círculo tercero del polo negativo. Aquel
círculo es la flor de su vida, y por debajo de la flor co-
mienza ei tallo, hasta descender á la raíz, que está en
el organismo vegetativo y en el cosmos. Bella es la flor
de la imaginación, importantísima en el ejercicio de
las funciones más sublimes. No se debe, á pesar de eso,
olvidar que, sin el tallo y la raíz, se evaporaría en las
alturas.
E n la flor del pensamiento están la vida, la genera-
ción, el bien bajo todas sus formas. Es la razón pura,
fertilizada por algo más puro todavía, por el sentimien-
to, que se deja arrastrar siempre más alto que toda
aparición celeste, dispuesto constantemente á recha-
zar cualquier reposo con que le brindé la inteligencia,
POLO NEGATIVO 49

como no sea el reposo aquel, inefable, definitivo, que le


proporciona la fe, último esfuerzo de u n a voluntad en-
cadenada por la pasión de lo infinito.
Semejante situación de ánimo tiene sus dulzuras, sus
ventajas, su razón de ser. Y con todo, el esquema por
u n lado, y la experiencia más vulgar por otro, d e m u e s -
t r a n irrecusablemente que constituye u n a sola fase, por
más que pueda ser la fase más hermosa, de la vida; que
si le es dado absorber la vida en lo indefinido y sobre-
ponerse á la realidad, es á su vez absorbida é i n t e r -
puesta entre las realidades de la vida.
¿Qué hacer en el conflicto posible de lo que m a n d a
la Ciencia y de lo que siente la Religión? Reconocer los
derechos que asisten á cada extremo para tomar asiento
en el gran escenario de la vida universal, y tratar de
uniformarlos en cuanto sea posible, ya que sea imposi-
ble borrar su distinción. Lo que afirma el sentimiento
puro, la Ciencia no lo sabe; lo que afirma en absoluto el
saber puro, lo niega el sentimiento. Pero esto sucede en
general y cuando nos esforzamos por "mantener inertes
los polos de la función. Un ejercicio c o m ú n de los polos
contrapuestos nos dará todavía términos medios parti-
culares y finitos, admisibles como engendros viables,
como transacciones equitativas, que m a n t e n d r á n u n co-
mercio provechoso para todos. Las soluciones particula-
res de los diversos problemas de la vida deben ser u n a s
m i s m a s para la razón y para la Religión. No quedará
otra diferencia sino la de que el racionalista extenderá
á lo q u e no sabe la fe racional que le inspira lo q u e
sabe, y el creyente descenderá hasta lo que sabe con la
fe nacida en el seno de lo que ignora.
H e aquí, en suma, lo que representa nuestro esque-
m a del polo negativo: Negación primera de materia,
que, circulando con la m i s m a materia negada, se hace
Siinboli«mo geométrico de l a vida. 4
50 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO B E L A VIDA

participante, á su modo, del carácter positivo que tiene


su antagonista; función de realizarse u n a copia, como
u n a fotografía, del m u n d o material, que resulta realiza-
da en sentido inverso, como la imagen de u n objeto en
u n a superficie brillante. Negación segunda del carácter
fenomenal de las impresiones sentidas y consiguiente
afirmación de u n carácter legal, autonómico y necesa-
rio, respecto de cualquier fenómeno taxativamente de-
terminado. Y, por fin, negación tercera de fenómeno y
d e ley á u n tiempo, con afirmación de u n nuevo m u n d o
de fenómenos, leyes y funciones, de u n m u n d o ideal,
completamente ideal, no sólo como fenómeno ó como
ley, sino t a m b i é n como función.
Creemos que ayudarán á comprender este pensa-
miento las sugestiones suscitadas por u n a serie de
círculos, abriéndose y cerrándose en una corriente con-
tinua que, partiendo de lo definido, se encamina á lo
indefinido, de cuya corriente abstraemos ahora el polo
negativo, como hemos abstraído el positivo y abstraere-
mos luego el centro: sistemas parciales compuestos
siempre de dos polos extremos y u n centro, y s u b o r d i -
nados á cierta totalidad, q u e se siente á cada paso y
j a m á s se realiza, n i realizarse puede sin que cese en el
acto la función realizadora, que es precisamente toda
nuestra razón de existir y de pensar. No llega á m á s la
pretensión de nuestro esquema.
V

CENTRO DEL SISTEMA

E l centro representado en el e s q u e m a primitivo (los


t r e s lóbulos centrales) es UNA PARTE del sistema m i s -
mo, relacionada con las demás, y que realiza el todo
parcialmente, comprendiéndole dentro de sí propia.
Este centro es el hombre, simbolizado geométricamen-
te. Sobre tal símbolo hay que hacer esfuerzos de i m a -
ginación para no reducir el hombre al símbolo, sino,
por el contrario, elevar el símbolo h a s t a el hombre.
El sistema total queda de esta suerte fuera del hom-
bre como generalidad que le comprende, y que á s u
vez necesita al h o m b r e para realizarse, para ser alguna
cosa.
E l organismo h u m a n o es el esquema viviente del
organismo filosófico. La cabeza ,del h o m b r e encierra
toda la filosofía. Los ojos y los ¡oídos son los dos polos
de la vida intelectual, colocadosjfparalelaménte y sim-
bolizando el dualismo ideal, la función de analizar la
síntesis sentida. Por estos] caminos circula el pensa-
miento con la Naturaleza exterior. L a nutrición del
52 SIMBOLISMO GEOMETRICO D E LA VIDA

pensamiento se simboliza en el encéfalo, p u n t o de con-


fluencia de todos los antagonismos. Debajo del encéfa-
lo, y en las obscuridades vedadas á los sentidos exter-
nos, está el aparato respiratorio, comenzando por Ta
nariz, y debajo del aparato respiratorio aparecen los
órganos centrales de la vida vegetativa. Circula ésta
con la nerviosa por u n a parte, y con la exterioridad
por otra; se n u t r e formando u n cuerpo, y respira co-
municándose en relativa totalidad con el m u n d o q u e
la rodea.
Por último, el aparato generador del animal es el
extremo inferior de su organismo, mientras que es el
m á s elevado de la p l a n t a ; la flor, lá gala, la hermosu-
ra, el amor, la finalidad del individuo que vegeta. Por
aquí comienza el grado superior del individuo que
siente. El sentimiento se excinde á su vez, y, cuando
llega á realizarse en su generalidad, alcanza la función
el m á x i m u m posible.
Pero atengámonos ahora al esquema geométrico.

F i g u r a 19.

Tomemos primero en consideración al h o m b r e (al


centro aislado), según hemos hecho antes con los p o -
los ; después le relacionaremos con los demás elemen-
tos de la función común.
CENTRO D E L SISTEMA 53

El círculo a es el hombre realizado, material, de car-


n e y hueso, el que vegeta, el que es hecho libremente
mediante el cosmos material y la virtualidad significa-
d a por la curva abierta que le corona.
E l círculo b es la definición particular de lo que que-
d a indefinido en general fuera del círculo a, el hombre
inmaterial, que vegeta en lo indefinido, que se hace á sí
propio en virtud de la necesidad de definirse, de la
autonomía ingénita, representada por el fondo blanco
del esquema; se contrapone así á la vida exterior y apa-
rece como vida interior, vida del sentimiento. Esta vida
consta del lóbulo & y de la curva abierta, que le corona
como símbolo de las corrientes opuestas desde lo inde-
finido á lo definido, y viceversa. E l círculo c es la ú l t i m a
definición particular posible de lo último indefinido po-
sible, que es aquello que permanece indefinido como
material y como inmaterial, como cuerpo y como espí-
r i t u ; el hombre por realizar, idea pura, que generaliza,
discurre y es hecha mediante lo definido.en los proce-
sos anteriores y la virtualidad significada por la curva d,
ú l t i m a corona de todo lo posible, y por encima de la
cual sólo Be realiza imaginariamente lo imposible.

Círculo a.

E l círculo a es ya anatómicamente u n órgano; fisio-


lógicamente, u n organismo, u n ser vivo. E n m u c h a s
épocas y momentos de su vida se reduce el hombre casi
exclusivamente á este embrión. Tales son la vida intra-
uterina, los intervalos de sueño profundo, los momen-
tos de colapso y eclipse de las funciones m á s elevadas.'
A u n reducido á esta esfera elemental, goza ya el privile-
gio de vivir, significado por las tres funciones cardina-
54= SIMBOLISMO GEOMETRICO D E L A VIDA

les ¡circulación (movimiento), nutrición ( c a m b i o ) , res-


piración (acción y p a s i ó n ) .

F i g u r a 20.

Vive ya el embrión vegetativo, traduciéndose por fe-


nómenos propios, por su estructura especial, por cos-
tumbres individuales que realizan la ley de su especie,
y por acción y pasión espontáneas y libres, que, con los
fenómenos y leyes del m u n d o exterior, engendran á su
vez los fenómenos y leyes del m u n d o interno.
La curva sobre la cual se destaca la célula a era el
primer rasgo de u n i ó n entre los dos polos, que, conci-
biéndolos aislados, serian contradictorios, imposibles.
E l acto de trazarla h a convertido el polo nada (el fondo
blanco) en posibilidad de alguna cosa ( p a r t e del fondo
contenida entre las r a m a s de la curva), y el polo toda
en hecho, cosa parcial, intermedia, positivamente d e -
t e r m i n a d a (la curva abierta).
L a cosa determinada simplemente por la recta y la, '
curva abierta queda enfrente de la posibilidad indefini-
da, y del seno de la posibilidad h a de surgir necesaria-
mente la limitación, sin la cual n a d a se concibe en abso-
luto. Se hace preciso, pues, inscribir u n espacio cerrado
dentro del espacio abierto, so pena de que la construc-
ción quede terminada y signifique la muerte, en vez de
CENTRO DEL SISTEMA 55

significar la realización progresiva de todo lo posible.


Por eso hemos trazado el círculo a en la matriz de la
curva.
Así es como engendramos sobre el papel la vida del
ser, que es engendrado autonómicamente por la función
universal abstracta, al representarse en la Naturaleza.
Adviértase, sin embargo, que este ser engendrado no
seguirá viviendo si se reduce al esquema
F i g u r a 21.

Será m á s bien u n engendro inorgánico, que debería


caer á la derecha y no á la izquierda de la curva; será
u n muerto en el acto de nacer, si no se le agrega otra
curva abierta, propiedad exclusiva, suya, q u e le permi-
t a respirar lo indefinido.
F i g u r a 22.

E s t a curva abierta es el órgano mediante el cual h a


de seguir engendrando el nuevo ser, mientras viva, s u s
fenómenos y sus leyes.
Precisamente este órgano es el que extirpan los m a -
terialistas y los positivistas, al considerar al organismo
56 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO DK LA VIDA

vegetativo como u n simple dato anatómico, y á todas


sus funciones como producciones y destrucciones físi-
cas ó químicas; en lugar de mirarlas como verdaderas
generaciones, no ya determinadas é inorgánicas á la
manera de las eléctricas, sino provistas de u n coeficien-
te indeterminado, que presta á sus actos el carácter de
espontaneidad.

Círculo b.

H a s t a aquí lo definido y lo indefinido en el espacio


h a n sido los elementos que h a n prestado formas ai es-
q u e m a de la vida. Pero el juego de la definición y la
indefinición viviente transciende más allá. Interesa,
por fin, todo el espacio, así definido como indefinido;
es la definición de algo más indefinido todavía, más
lejano que todo espacio, no sólo dado, sino también
posible.
Semejante definición transcendente más allá del e s -
pacio posible, es la que se hace, no sólo mediante el
tiempo, que éste es siempre indispensable, sino en el
tiempo mismo, es decir, en u n momento distinto del
momento que se considera actual cuando le inmoviliza
el análisis, y el espacio parece como que todo lo. llena y
lo petrifica.
Más allá del momento actual hay u n porvenir que se
realiza, no por modificaciones ó formas del espacio,
sino por u n fenómeno original y característico: el sen-
timiento.
Así como la vegetación brotó espontáneamente de la
matriz inorgánica, así brota espontáneamente el senti-
miento en la matriz vegetativa; así comienza su vida,
así es también engendrado en el seno de lo indefinido.
E l procedimiento es el mismo que queda explicado
CENTRO D E L SISTEMA 57'

á propósito de la vegetación. No hay necesidad de in-


sistir m u c h o en él.
Para que pierda el organismo vegetativo el carácter,
que conserva en parte, de generalidad vaga é indeter-
m i n a d a ; para que deje de ser u n polo aislado de u n
sistema posible, es preciso que cuanto hay en él de d e -
finido é indefinido se limite de nuevo dentro de u n
esquema particular, que le preste la realidad negada al
campo de las generalidades. Se necesita que el espacio
y el tiempo, vivientes como individuo en el espacio,
vivan t a m b i é n como individuo en el tiempo, que se
realice su individualidad en forma de tiempo, que se
sientan á sí propios. Y como la posibilidad del senti-
miento no es m á s que el corolario de la posibilidad
fundamental de todos los seres, en virtud de la limita-
ción necesaria de polos contrapuestos, de aquí que ocu-
r r a espontáneamente, y por la virtualidad propia de la
función generadora universal, la aparición del círculo b,
la manifestación del sentimiento con el apéndice de la
curva abierta q u e la permite vivir.

F i g u r a 23.

L a esfera del sentimiento tiene, como se ve, su raíz


en el organismo vegetativo. Allí encuentra órganos que
especialmente la representan: nervios y centros sensiti-
vos y motores.
58 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO D E L A VIDA

Los nervios sensitivos se hallan afectos á la corrien-


te q u e va de derecha á izquierda, desde lo positivo á l a
negativo, la cua! se realiza, no en ellos n i por ellos, sino
paralelamente á ellos, teniéndolos por condición vege-
tativa, participando á m e n u d o y haciéndolos partícipes
de sus formas peculiares. L a impresión sensitiva nace
en la exterioridad, y es concebida interiormente por
u n a generación en lo indefinido, y no simplemente
producida ó determinada por lo definido.
Los nervios motores representan u n papel análogo.
La orden de moverse se fragua en el sentimiento p u r o ,
y se relaciona con aquellas partes del organismo que
están ya en relación general con la función locomotriz,
y q u e pueden, sin embargo, en virtud de su esponta-
neidad funcional y de sus condiciones anatómicas,
cumplir ó no el m a n d a t o recibido.
La sensibilidad y el movimiento son las funciones
circulatorias del sentimiento. Tiene éste, además, u n a
función central que consiste en la codificación, digá-
moslo así, de la vida sensitiva, y otra función superior
que la relaciona con lo indefinido, como voluntad y
como pasión abstractas, como esfera ideal, cuya reali-
zación positiva ó negativa son u n bien ó u n mal, u n
placer ó u n dolor.
Las leyes del sentimiento p u r o y exento de todo aná-
lisis son simplemente costumbres instintivas, engen-
dros irreflexivos, inconscientes de sí propios, ajenos, p o r
lo tanto, á la responsabilidad personal que procede d e
la conciencia superior característica del pensamiento.

Círculo c.

La imposibilidad de subsistir aislado lo indefinido,


le obligó por primera vez á determinar la vida vegete-
CENTRO D E L SISTEMA 59

tiva. De esta suerte se hizo posible el fenómeno vivien-


te (círculo a). Para que se hiciera posible la'realiza-
ción d é la ley viviente, h u b o de brotar el sentimiento
(círculo b). Todavía resta u n a necesidad, la de la
función, ó sea la limitación simultánea del fenómeno
y de la ley, y tal necesidad se satisface mediante la
vida inteligente (círculo c). E n este círculo, no sólo es-
tán presentes los fenómenos y leyes de la vida, sino
que se engendran, se establecen sólidamente como con-
ciencia superior, como sentimiento del sentimiento.
Desde este momento queda completo el proceso fun-
cional, sin que pueda hacer otra cosa más que repro-
ducirse en una generación indefinida, en una serie d e
anillos sin término posible, porque, siendo cada uno
de ellos lo definido en su relación necesaria con lo in-
definido, no pueden cesar sin que lo indefinido subsista
en su imposible desnudez.
E l círculo c aparece en el h o m b r e sobreponiéndose
al sentimiento inmediato, de u n modo lento y por gra-
dos insensibles, comenzando p o r u ñ a vaga claridad, para
continuar iluminando como sol, cada vez m á s espléndi-
do, el campo de la conciencia. No comienza de pronto
como el sentimiento al despertar de u n sueño, ni cesa
de repente d u r a n t e el curso de la vida sensitiva; es
m á s bien u n compañero, que se insinúa poco á poco y
acaba por fijarse sólidamente en el horizonte de la con-
ciencia. L a función realiza á u n tiempo el sentimiento
del fenómeno y el de la ley; por el primero lo particu-
lariza todo, comenzando por el propio individuo de la
conciencia; por el segundo generaliza y asigna su ley á.
cada cosa. Á la síntesis sentida en u n momento deter-
minado, agrega la ley que se formula espontáneamen-
te como generalidad, y que no es, en suma, sino u n
.simple reflejo, el acto puro autonómico de lo indeter-
60 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO D E LA. VIDA

minado. Así aparece la análisis coetánea de la síntesis,


y así se reproduce la síntesis coetánea del análisis.
Sintetizar y analizar: he aquí el ejercicio del pensa-
miento sobre todos los datos suministrados por el sen-
timiento inmediato. Bajo el imperio de las leyes, auto-
nómicamente constituidas (categorías de la razón), se
agrupan los hechos y se clasifican en u n a red de genera-
lidades llamada silogismo. Si el silogismo tiene fuerza
legal suficiente para impedir la contraposición de u n a
ley superior que haga hipotética su absoluta legitimi-
dad, arrastra la convicción del individuo, y la fe conso-
lida la ciencia que se adquiere. Si, por el contrario,
brota en el curso de lo indefinido u n a nueva generali-
dad, como nube interpuesta entre el cielo y la tierra, se
declara el análisis, y la reflexión opone á la corriente
sintética u n límite en el horizonte, que amenaza de-
tenerla.

F i g u r a ^ 24.

E n general, esta posición y esta contraposición cons-


tituyen el curso normal de la vida inteligente E n par-
ticular, predomina siempre alguno de ambos sentidos,
y, sobre todo, se realiza el predominio en varios grados,
según cada caso y cada situación que atraviesa el i n -
dividuo.
CENTRO D E L SISTEMA 61

Además de circular el entendimiento con el s e n t i -


miento, se n u t r e aquél dentro de sí mismo, constitu-
j^endo u n código de leyes que conserva la memoria, y
sirven de guía para el ejercicio ulterior de la función.
Por ñ n , el entendimiento respira a m a n d o siempre la
ley indefinida, por más que de continuo la vaya de •
finiendo parcial y limitadamente. Esta función se desig-
n a en el esquema h u m a n o por la ú l t i m a curva abierta,
adosada al círculo c.

R e l a c i o n e s del e s q u e m a h u m a n o c o n el e s q u e m a
en general.

Fig-ura 25.

B C A

H e m o s intentado estudiar, en cuanto nos h a sido po-


sible, los esquemas aislados de los polos sistemáticos y
del centro parcial h u m a n o . Veamos ahora de restituir
su conexión natural á estos diversos elementos, que,
para comodidad de su examen, hemos querido consi-
derar, dejando de tener en cuenta las relaciones q u e
los u n e n .
Nacido el hombre G en el polo positivo A, le halla re-
presentado por el m u n d o real en que vivimos. Llevado
imperiosamente hacia el polo negativo B, le encuentra
en u n m u n d o -imaginario, totalmente opuesto al real,
62 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO D E L A VIDA

y, sin embargó, tan análogo, como puede serlo u n texto


escrito en negro sobre fondo blanco, al mismo texto es-
crito en blanco sobre fondo negro.
E l polo negativo B es el que se forma en las alturas
de la inteligencia h u m a n a , el que se relaciona con ella
exclusivamente, y el que permite al hombre procla-
m a r s e , m á s ó menos legítimamente, rey de la Crea-
ción. Mediante su auxilio, engendra la persona h u m a n a
dentro de sí m i s m a u n a v i d a - t i p o , u n Universo repre-
sentativo ideal.
E l primer paso para la generación h u m a n a de éste
m u n d o fantástico es la simple reproducción del polo
positivo, obscuro y lleno de imperfecciones, en u n fondo
de luz que devuelve idealizadas las realidades recibi-
d a s . Tal es el fenómeno de la generación de u n m u n d o
imaginario.
Sigue á esta generación la del sentimiento de la ley,
la aparición del bien como fantasma celestial de tres
cabezas, u n a moral, otra filosófica y otra estética, y se
completa la evolución con el conocimiento y la consig-
nación de las funciones por las cuales se realizan ideal-
m e n t e lo bueno, lo bello y lo verdadero.
Semejante conocimiento sería definitivo si al círculo
final del polo negativo no hubiera de agregarse el" coe-
ficiente de la curva abierta, que sigue siempre, como la
sombra al cuerpo, á cada círculo q u e se cierra.
Termina, pues, el polo negativo, en sus relaciones
con el hombre, por u n a respiración eterna, no limitada
por nutrición, así como t e r m i n a el polo positivo por
u n a circulación eterna, desprovista también de nutri-
ción correspondiente.
Los astros, en el cielo, no hacen más que circular:
n i se nutren ni respiran; el pensamiento, en lo indefi-
n i d o , no hace tampoco m á s q u e respirar: n i se puede
CENTRO D E L SISTEMA 63

«errar su círculo, n i menos n u t r i r la curva correspon-


diente á tal respiración.
E l hombre, por pequeño que parezca, por leve q u e
sea el fragmento que le corresponde en la generación
universal, vale más que el polo definido, porque com-
prende lo indefinido, y vale también m á s que el polo
indefinido, porque es algo definido; pero vale siempre
menos que el sistema de a m b o s polos, porque él es lo
engendrado, y el sistema la generación, que él solo r e -
presenta en m í n i m a y fugitiva cantidad y calidad.
No es el hombre, n i puede ser, t o d o ; y, sin embargo,
aspira á serlo. Semejante aspiración en ciencia es filo-
sofía ; realizarla siempre en parte, dejando, por consi-
guiente, lo demás sin realizar, es su vida, su función,
q u e ejercita consciente ó inconscientemente. No cabe
m á s allá. Detengámonos, pues, en el p u n t o de vista
q u e nos permite dominarlo todo, sin olvidar u n m o -
mento que aquello mismo que d o m i n a m o s nos domina
á nosotros desde u n p u n t o de vista superior.
V}

FUNCIÓN TOTAL

E l esquema de la vida, tai como queda trazado, se


realiza siempre por cada h o m b r e en particular. Todos
le sentimos desde q u e comenzamos á sentir. Lo q u e
puede faltar y, en efecto, ha faltado hasta ahora, y
procede que deje de faltar en lo sucesivo, es el recono-
cimiento completo del sentimiento inmediato, en su
relativa totalidad y en cada u n a de sus partes f u n d a -
mentales.
U n a vez alcanzado este reconocimiento, cada indivi-
duo obtiene la noción para sí del orden universal, sin
perjuicio de este orden m i s m o , realizado consciente ó
inconscientemente por otros individuos.
F u e r a de cada individuo q u e d a siempre la posibilidad
de otros en n ú m e r o indefinido, y la imposibilidad d e
que se elimine semejante posibilidad, y, por consi-
guiente, de que se realice u n todo, u n sistema, que n o
sea particular y definido enfrente de lo indefinido.
L a madre común, el espacio indefinido delante de la
línea recta que le lleva definido detrás de sí, se puebla
S i m b o l i s m o g e o m é t r i c o fie lw * iA&._ 5
66 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO D E L A VIDA

en el tiempo de funciones vegetativas, sensitivas é inte-


ligentes, ya en organismos totalmente desenvueltos, y a
en otros detenidos en u n grado inferior de evolución.

No se olvide que semejante evolución no es fatal y


predeterminada, como pretende la evolución determi-
nista, sino libre, autonómica, ó, al menos, intervenida
por la libertad y la a u t o n o m í a ; en u n a palabra, vi-
viente.
L a colectividad de seres h u m a n o s realiza la vida so-
cial en todas sus manifestaciones, constituyendo u n
término medio entre el individuo particular ó relativo
y el individuo universal, absoluto, ó sea indefinido é
PUNCIÓN TOTAL 67

indefinible por sí solo, puesto que no podría definirse


sin dejar de ser indefinido en absoluto.
Si tal es la funcionalidad individual fuera de cada
individuo, procede considerar también dentro de él
otra funcionalidad análoga. No es menos admirable
q u e el universo macroscópico y que el m u n d o social,
el universo microscópico ó microbiológico.

Figura 21.

Cada ser vegetativo comprende dentro de sí mismo


partes que reproducen en mayor ó menor grado la
función, que para ellas es general y q u e realizan en
particular. Estas partes vivientes son las que nutren
de materia orgánica (células) los organismos vegetati-
vos, de materia que llamaremos sensitiva (monadas)
los organismos sensitivos, y de materia inteligente
(ideas) los organismos inteligentes.
Cada u n a de las partes elementales del organismo
vegetativo es u n a célula, que sé forma y transforma con
cierta espontaneidad; cada uno de los instantes del or-
ganismo sensitivo es u n a monada, en q u e se reproduce
el individuo con variedad indefinida de formas, y cada
68 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO D E LA VIDA

u n a d é l a s partes í n t i m a s del organismo intelectual es


u n instante reflexivo, que se agrega como generalidad
viviente á la totalidad del organismo sensitivo.
U n a vez formadas las células, las síntesis sensitivas
instantáneas y los instantes reflexivos, permanecen den-
tro de los organismos individuales, nutriéndolos, d á n -
doles cuerpo y consistencia enmedio de la función que
los engendra. Así se representa por u n elemento p e r -
sistente la función generadora en su totalidad.
Los demás elementos de la función generadora se
representan por la determinación de lo indefinido en
virtud de lo definido (circulación), y por la d e t e r m i -
nación de lo definido en virtud de lo indefinido (respi-
ración). Lo pasado circula con lo presente, y lo presen-
te con el porvenir; y el círculo con el porvenir (a, b,.
fig. 28J, siempre abierto, so pena de muerte, se llama
respiración.

F i g u r a 28.

Lo q u e aparece fuera del último círculo es lo imagi-


nario, lo que realmente no circula (a) sino cuando cae
por su gravedad dentro de los círculos positivos (b).
E n su totalidad, el m u n d o inorgánico aparece á su
vez como el segmento de u n círculo inmóvil (la bóveda
FÜKCIÓN TOTAL 69

d e los cielos), ó como circulaciones parciales, despro-


vistas de la autonomía q u e pertenece exclusivamente á
ías funciones vivientes.
Las partes compuestas de líneas rectas n u t r e n esas
circulaciones de elementos inflexibles, rectilíneos, c u a -
driláteros ó triangulares, que les comunican su r i -
gidez.
Bajo esta forma reproduce constantemente el m u n d o
inargánico la parte positiva y definida del sistema, que
sólo se completa por el concurso fundamental de la
parte indefinida ó negativa.
Tal es, en suma, la función total viviente, la vida
universal, realizada \>ov los individuos bajo sus dos as-
pectos analítico y sintético.
Sintéticamente, la formulan las vidas vegetativa y
sensitiva, realizándose aquélla en el espacio, y ésta,
además, en el tiempo. Analíticamente, la representa la
reflexión. Lo que procede es que el sentimiento se deje
limitar por la reflexión, y que ésta sienta á su vez el
límite q u é le impone u n sentimiento superior de lo in-
definido é indefinible.
E n lugar de asignar la inteligencia como límite su-
premo al sentimiento, algo positivo y definido, que se
llama general, es preciso que se esfuerce por oponerle
simplemente lo indefinido, que es n a d a en absoluto, y
coeficiente perpetuo en relación con lo definido.
Lo que el individuo necesita dejar en general indefi-
nido, en relación perpetua con lo definido, puede él en
particular definirlo decididamente, por u n a determina-
ción espontánea, por u n límite de su libertad, q u e
constituye su fe y eclipsa la indeterminación que le
m a n t e n í a dudoso entre extremos inconciliables.
La fe despoja á lo positivo de toda sombra de nega-
ción, y puede recaer sobre la parte determinada, sobre
70 SIMBOLISMO GEOMÉTRICO D E LA VIDA

la indeterminada y sobre la relación entre ambos e x -


tremos de la función c o m ú n .
La fe en la parte simplemente determinada del polo
negativo, es ei racionalismo moral, la creencia más ó
menos firme en la eficacia de las leyes morales, con
omisión del indispensable ejercicio del Coeficiente in-
determinado; la creencia fundada exclusivamente en
la parte indeterminada, incurre en contradicción, sin
dejar por eso de ejercitarse, cuando determina á su vez
bajo cualquier forma lo que ha concebido como a b s o -
lutamente indeterminado é indeterminable.
Lo único que concilia los extremos, eludiendo la con-
tradicción, es la creencia en la relación indisoluble
entre todo lo determinado y e! coeficiente indetermina-
do, que tan poderosamente concurre á la generación, ó
sea á la función viviente en general, ya bajo la forma
h u m a n a (creación en particular, generación), ya bajo
la divina (generación universalizada, creación).
Son,.pues, las dos bases fundamentales del sistema
viviente u n organismo y coeficiente indefinido'.
E l organismo responde á la necesidad de relación de
las partes entre sí, no simplemente sumadas ó y u x t a -
puestas, sino convenientemente clasificadas en orden
correlativo, acomodado á la verdad lógica y experimen-
t a l ; en u n a palabra, es lo realizado, así abstracto é ideal
(ley), como concreto y particular (fenómeno), enfrente
de la necesidad de relación.
El coeficiente indefinido representa la necesidad
m i s m a de lo no relacionado (absoluto) enfrente de todo
lo relacionado en general y en particular, concurriendo
con ambos elementos á la generación de la vida en
todas sus formas y ramificaciones.
APÉNDICE
SIMBOLISMO GEOMÉTRICO

Ó ESQUEMA D E LA VIDA

El señor marqués de Guadalerzas, á quien ni los


años impiden la profunda labor de la inteligencia, ñi
la posición y los merecidos honores recibidos distraen
de esta labor, con el afán y el entusiasmo de siempre, y
con la competencia en dicho señor tantas veces demos-
trada, publica en E L SIGLO MÉDICO unos trabajos tan
meditados, tan originales y de transcendencia, como
todo lo que es producto de un tan hondo pensamiento
como el del señor marqués, y cuyos trabajos se titulan:
Simbolismo geométrico de la vida.
Nunca el esquema ha sido tan útil y aun necesario
como en la actual época. Busca ésta el provecho me-
diante el escaso trabajo; le agrada más y se entrega
motuproprio á contar dinero, pero hay que empujarla al
trabajo necesario para ganarlo. Sobre todo, hay que fa-
cilitarle mucho este trabajo; si posible fuese, habría que
suprimir toda molestia ocasionada por el recorrido que
aquél representa. No basta viajar en ferrocarril: se as-
pira á que, arrellenados en el vagón, no se sientan vai-
74 SIMBOLISMO GEOMÈTRICO

venes n i mareos. E l esquema facilita poderosamente el


trabajo de la inteligencia.
Hasta hoy aplicábase el esquema al conocimiento de
lo concreto; así, en el estudio de la Anatomía es m u y
frecuente y no menos útil su uso. No se aplicaba á la
inteligencia de lo abstracto, q u e se suponía incapaz de
encerrarse dentro de líneas. El señor marqués h a dado
este paso, paso de gigante, y lo ha dado con fortuna:
propone un esquema para ayudar á la formación del pen-
samiento de la vida, un esquema armonioso, y, por consi-
guiente, bello y expresivo de la verdad.
Pero el ilustre filósofo y médico lo dice: n a d a excluye
el pensamiento á que su esquema se refiere; « es simple-
mente u n intento y u n propósito, como son u n intento
y u n propósito las líneas trazadas sobre u n fondo blan-
co, donde se deja posibilidad indefinida para variar y
agregar cuantas se crean convenientes ».
Y eso intento y o : no variar en n a d a el esquema pro-
puesto, porque entiendo q u e n a d a debe variarse en él;
pero sí añadirle alguna línea más, que, á m i juicio, com*
pleta la buena obra del señor marqués.

II

E l esquema propuesto por el señor marqués de Guada-


lerzas es aplicable á toda vida, á la individual y á la de
la especie, pero sin contar para ésta con la representa-
ción m á s gráfica de la procedencia de la vida-hija á
partir de la vida-madre. Porque creo que en algo deben
distinguirse lá representación del individuo naciendo
de sí propio sobre el fondo común del Universo, y la
Ó ESQUEMA D E LA VIDA 75

representación de aquél en cuanto nace de otro indi-


viduo.
De ahí los dos aspectos que propongo, mediante los
adjuntos esquemas, sobre la firme base del esquema del
señor m a r q u é s : el que se refiere á la vida individual
(figura i.a) y el que á la vida de la especie (fig. 2fi).
Hace ya muchos años que tracé estos esquemas, pero
ostensiblemente imperfectos. Yo m e había fijado para
ello exclusivamente en uno de los lados ó aspectos de
la vida, y ése representaban mis esquemas : el lado hecho
ó realizado, muerta y a por lo tanto. Mis esquemas sólo
comprendían los círculos que aparecen en los esquemas
q u e propongo, y los círculos representan lo hecho ya de
la vida. No se me había ocurrido la representación del
otro lado ó aspecto de ésta: el hacerse de la misma, como
aspiración ó tendencia á continuar viviendo. Tampoco
había tomado en cuenta, para el trazado de mis e s q u e -
mas, el fondo común sobre el cual toda vida se desarro-
lla : la representación del fenómeno y de la ley en ge-
neral.
Por tal razón, en mis esquemas no había líneas rec-
tas n i curvas que no fueran las del círculo. Hoy, alec-
cionado por el trabajo del señor marqués, añado estas
líneas y propongo como simple adición, no corregida y
apenas a u m e n t a d a del suyo, mis esquemas.

III

Nada diré, tratándose del esquema de la vida individual


(figura J.a), acerca de la línea recta, que tiene en mi es-
q u e m a la significación que el señor marqués le da.
76 SIMBOLISMO GEOMETRICO

Pero creo conveniente la reproducción de esta línea,


coincidiendo con cada evolución representada por el
esquema: esta evolución radica siempre sobre el fondo
común en que asienta el comienzo de la serie.

Figura"^,»

Latinea curva, como aspiración ó tendencia, como


representante del hacerse de la vida, entiendo que deba
considerársela desdoblada al nivel de sus dos extremos.
La vida real no consiste en la simple agregación de
células; no es simplemente una confederación de lo pe-
queño. Además de las unidades parciales, hay aquí la
unidad total, y ésta no sólo se desarrolla de dentro á
fuera, sino que se impone de fuera á dentro. El señor
marqués dice en uno de sus luminosos escritos, no re-
cuerdo cuál: «las serosas esplácnicas son grandes esferas,
células muy grandes, otras tantas unidades envueltas
por la piel, que representa una esfera ó célula mayor, la
unidnd total en parte». Esta unidad se manifiesta en
Ó ESQUEMA D E LA VIDA 77

todo, p r i m i t i v a m e n t e impuesta, y debe tener su repre-


sentación, y puede tenerla, en el esquema, mediante
el desdoblamiento de dicha línea.
Las ramas concéntricas que resultan del desdobla-
miento de la línea curva, representan la tendencia á l a
producción parcial, el hacerse de la p a r t e ; y cerradas y a
y formado el circulo, representan á dicha parte ya
realizada. Las ramas excéntricas representan la tenden-
cia á la formación total, y no se cierran sino con la
muerte del individuo.
L a conveniencia de que en el esquema tengan repre-
sentación los pormenores más característicos de la vida
y el conjunto ó u n i d a d total, exige además u n a deter-
m i n a d a colocación relativa de los círculos. Éstos, sobre
el fondo c o m ú n representado por la línea recta, nacen
los unos de los otros: la curva que al cerrarse los cons-
tituye, es hija del círculo que los precede, y deben todos
ellos compenetrarse; no conexionarse simplemente por
u n punto, y sí más extensamente. De esto resulta, por
otra parte, la forma gráfica del conjunto representado
por el esquema.
L a totalidad de la vida de u n individuo se desarrolla
m e d i a n t e u n a serie de hechos. Pero en los primeros
tiempos de la vida, ésta adquiere cada vez mayor am-
plitud ; sigue u n período de plenitud de aquélla, y la
m i s m a , por fin, decrece h a s t a anularse, morir. E l con-
j u n t o de todo ello puede tener representación en el es-
quema, mediante u n a forma redondeada que en u n
sentido se prolongue como el ovoide ó el eclipsoide,
creyendo preferible, por m i parte, la primera de estas
dos representaciones. La mayor compenetración de los
dos círculos contribuye á dicha forma exterior del con-
j u n t o , y las r a m a s excéntricas de la línea curva, al ce-
rrarse, dan realidad á la repetida forma, a l a vez que en
78 SIMBOLISMO GEOMÈTRICO

todo momento son u n a representación gráfica y la más


tangible de la individualidad.
De igual manera que sobre el fondo común de la
línea recta se desarrollan los pormenores á que da r e a -
lidad la línea curva, también de cada'círculo, al reali-
zarse éste, arranca u n a nueva tendencia representada
por dicha línea, que se desdobla igualmente y se con-
vierte en nuevo círculo, y hace avanzar, sin cerrarse; la
línea exterior ó total. Pero llega u n momento en que la
formación del círculo no se acompaña de nueva tenden-
cia á la producción de otro círculo; no se desarrolla u n a
nueva línea curva, y los pormenores t e r m i n a n aquí, y
la línea exterior, no impulsada á un ulterior crecimien-
to, se cierra: todo termina entonces en este polo, que es
el de la muerte, opuesto al del comienzo, al polo del na-
cimiento, y se borra todo, menos las líneas rectas, y el
fondo común, que subsiste siempre.

IV

Tratándose del esquema de la vida de la especie (figu-


ra 5 . ) , sobreentiéndese todo lo que es pormenor de la
a

vida individual, así de la vida - madre como de la vida-


hija.
Aparece aquí el fondo común, la línea recta, á partir
de la que se desarrollan a m b a s vidas; aparece la linea
curva, representante del hacerse de la vida madre-, del
hacerse de este individuo, el hacerse de su vida total, y
aparece el ovoide que lo representa; aparece, en fin, sur-
giendo del seno de dicho ovoide, la línea curva, de igual
Ó ESQUEMA D E LA VIDA 79

representación para la vida-hija, para este otro indivi-


duo, y el ovoide que asimismo lo representa.

'7
F i g u r a |¡.*

No hay aquí una línea exterior común á las dos vi-


das : ambas se conexionan primeramente al comenzar
el desarrollo de la segunda; pero subsisten con inde-
pendencia después, no forman juntas un individuo.

F . ROMERO BLANCO.
CARTAS SOBRE EL ESQUEMA GEOMÉTRICO
DE LA VIDA

óY. D. Francisco Romero Blanco.

Mi querido a m i g o : Debo agradecer á usted, más en


nombre de Ja Ciencia que en el mío, la atención que le
h a merecido m i esquema geométrico de la vida. Esto
de exponer en términos de geometría, doctrina al pa-
recer tan opuesta al método y á la exactitud m a t e m á -
tica, préstase, sin duda, á ser calificado como atrevi-
miento temerario, ó como ilusión pueril, por otro q u e
no tenga, como usted, t a n t a dosis de benevolencia filo-
sófica, por u n lado, y, por otro, tanta flexibilidad bioló-
gica de pensamiento, adquirida á costa de hondas m e -
ditaciones y de u n sentimiento adecuado de la verdad
en general.
Usted siente y reconoce que la geometría, ya que n o
sea toda la filosofía, es u n a parte de ella; constituye
u n a dé sus formas; es su exterioridad inmovilizada en
el espacio, y que, así como el aspecto exterior de u n a
persona, y a u n yus trajes, su casa y sus efectos domésti-
S i m b o l i s m o geométrico de la vida, (i
82 CARTAS SOBRK EL ESQUEMA GEOMÉTRICO

eos, pueden servir de símbolo de su carácter, sus afi-


ciones y sus costumbres; así también los números, y,
sobre todo, las líneas, pueden simbolizar m u y bien las
formas, el movimiento, las agitaciones de la vida orgá-
nica, sensitiva é inteligente. Todo está en acertar con
el símbolo más adecuado, y en que este símbolo des-
pierte en la inteligencia del lector el pensamiento que
el autor aspira á simbolizar.
De símbolos no sale nunca quien trata de comuni-
car su pensamiento. Comunicación directa é inmedia-
ta es imposible. Para comunicar hay que suponer la
distinción entre los extremos que comunican; y en
cuanto se elimina la distinción, la comunicación está
de sobra: es cosa supuesta que se deja de suponer. H a y
m á s : si se apura mucho la cuestión, hasta las ideas,
las generalidades formuladas en el-pensamiento, todo
lo que se sabe, puede ser considerado como símbolo de
lo que se ignora, no en el sentido absurdo de simboli-
zarse de algún modo la absoluta negación de todo sím-
bolo, sino en el de simbolizarse la relación negativa,
que por necesidad figura en toda función de afirmar
positivamente.
Ya, pues, que de símbolos se trata, y los símbolos
geométricos están justificados en el doble concepto de
su ohjetividad, accesible á los sentidos, y de su subjeti-
vidad categórica y fundamental, accesible á la inteli-
gencia bajo forma matemática, usemos de ellos, procu-
rando no abusar.
El uso más elemental de los símbolos geométricos
nos lleva ya á las regiones superiores de la filosofía, á
las categorías de la razón y á las disquisiciones de la
ciencia geométrica.
Esta ciencia es u n a de las primeras ramas del árbol
filosófico: la rama de la cantidad dada en el espacio,
DE L A VIDA 83

ó sea de la cantidad concreta, r a m a cuantitativa, que


con otras dos, u n a para la calidad y otra para la acción
y la pasión, absorbe toda la savia del tronco viviente.
Trátase ahora de sugerir el todo por el sentimiento d e
esta parte fundamental.
Usted, mi querido amigo, m e h a seguido hasta aquí,
sin necesidad de preámbulos n i de discusión; mas,
como va á ser pública esta carta, juzgo prudente insis-
tir en ciertos puntos, para q u e u n o y otro seamos com-
prendidos con mayor facilidad.
Justificado ya el propósito de apelar al esquema geo-
métrico, paréceme que, siendo nuestro objeto las bases
fundamentales de toda especulación, de toda vida, ha-
bremos de elegir u n símbolo en las bases fundamenta-
les de la geometría.
¿Cuáles son éstas? Indudablemente, el p u n t o , las lí-
neas recta y curva y los espacios que circunscriben.
Ya h e dicho, al exponer mi esquema, cómo puede el
p u n t o simbolizar el átomo y la monada, ó sea la uni-
dad vegetativa, sensitiva y p e n s a n t e ; cómo la línea
recta, llenando el intervalo entre dos puntos, simboliza
la ley, que llena también los intervalos negativos entre
todos los fenómenos positivos; y cómo la línea curva,
identificándose siempre en algún sentido, y separándo-
se en otro de la recta, es ya por sí definición de cuali-
dad geométrica, y simboliza la generalidad abstracta.
Todo esto, trazado en negro, necesita aparecer (conside-
ración interesantísima) sobre u n fondo relativamente
blanco, cuyo fondo, en su contraposición con todo lo
que en él se va pintando, se presta á simbolizar u n a
función de movimiento. La oposición primera del
p u n t o y del fondo blanco no puede conciliarse sin u n
movimiento generador, del que nacen la recta y la cur-
va. Ni el p u n t o n i la superficie incolora serían sin esto
84 CARTAS SOBRE EL ESQUEMA GEOMÉTRICO

cosa alguna, n i pudiera fundarse en ellos el procedi-


miento geométrico m á s elemental. Es imprescindible
la generación de la recta y de la curva. Tampoco la
recta ni la curva se conciben engendradas sin concebir
el punto y el espacio sobre el cual se destacan. Pero,
dados estos elementos, ya es'posible, sin acudir á otro
alguno, la construcción de la ciencia geométrica.
Usted, amigo mío, reconoce como yo que tal simbo-
lismo no es u n mero capricho; es u n procedimiento
racional y experimental, necesario para la razón, c o m - ,
probado y comprobable en la práctica. La relación del
símbolo con la cosa simbolizada es evidente y legítima.
H a y entre ellos rasgos de identidad, salva siempre la
precisa diferencia, sin la cual, ni se concibe, ni puede
haber identificación. Aprovechémosla, pues, con la
única advertencia de no olvidar j a m á s que se trata de
cosas distintas, cuyo parentesco y filiación corresponde
establecer á la sutileza y penetración de la inteligencia
del lector.
La calidad de la curva, en geometría, consiste sólo
en diferir de la recta en cualquiera de sus longitudes,
por corta que se la suponga; la calidad iógica ó espe-
cífica consiste ya en diferir de toda dimensión, de toda
cantidad, en grado análogo á aquel en que la curva di-
fiere de otro elemento geométrico determinado, de la
recta. Así es como esta diferencia, particular ó localiza-
da, se presta á simbolizar la diferencia específica ó ge-
neral.
Ahora bien: el movimiento, que ya es preciso dar
idealmente al esquema para concebir la función que
simboliza, n i ' a u n agregado al esquema inmóvil, pasa
de ser u n símbolo particular de otro movimiento reali-
zado en relativa inmovilidad, del que nos damos cuenta
imaginando la generación de u n ser vivo. El movimien-
DE LA VIDA S5

to de los elementos del esquema y del fondo blanco


del papel, sería u n procedimiento mecánico, que, como
tal mecanismo, se comprende entre las ciencias mate-
máticas: u n movimiento de partes definidas cuantita-
tiva y aun cualitativamente. Pero así como hemos ima-
ginado algo que se llama cualidad enfrente de toda can-
t i d a d ; así hay también que imaginar algo que se llame
movimiento en general, enfrente de todo movimiento
•cuantitativo y cualitativo determiifádo en particular
(movimiento de lo indeterminado, de lo libre, movi-
miento espontáneo). Este movimiento, que el esquema
no puede simbolizar sino con rasgos inmóviles, lo
m i s m o que el otro, es el que procede reproducir ima-
ginariamente, para darse cuenta de la generación del
ser vegetativo, por el cual comienza la generación de
los seres sensitivos é inteligentes.
Si se conservan sólo los rasgos geométricos trazados
en el papel, á poca cosa se reduce el esquema geométri-
co. El minero que no pasa de la superficie de la tierra,
no llegará jamá« al rico filón escondido en sus entra-
ñ a s : de las entrañas del pensamiento es de donde hay
q u e arrancar el esquema íntimo, simplemente sugerido
por signos externos, cuya única pretensión es la de guar-
dar en su terreno propio rigurosa analogía con lo repre-
sentado en terreno harto distinto.
El fondo indefinido en que figura todo lo que sobre
él aparece como espacio, es el tiempo, y en el tiempo es
d o n d e se fraguan espacios particulares los seres vivien-,
tes. Los seres no vivientes no tienen tiempos que les
correspondan en propiedad: están en un tiempo común,
ó general que ninguno de ellos hace y en que todos son
hechos. E l ser vive porque hace su tiempo, y con su
tiempo individual modifica el espacio. El individuo
viviente tiene edades, de que carecen los inorgánicos, y
86 CARTAS SOBRE E L ESQUEMA GEOMÉTRICO

de las cuales son simples símbolos las llamadas edades


de ciertas formaciones geológicas ó astronómicas.
Una vez colocado nuestro pensamiento en la s i t u a -
ción en que acabamos de suponerle, no se necesita m á s
que dejarle fluir, y a p u n t a r fielmente los datos s u m i -
nistrados por su curso. La vida, bija legítima de la r e -
lación de lo indefinido con todo lo definido, se irá
haciendo á sí propia, por impulso íntimo agregado al
impulso exterior. Cuenta con éste, porque bajo u n a ú
otra forma supone siempre toda exterioridad determi-
n a d a ; pero le contrapone la interioridad, la libertad, q u e
le presta autonomía, y con la síntesis y la análisis d e
estas dos tesis, producidas definidamente y reproduci-
das indefinidamente, tendrá bastante para explicarlo
todo y a u n para ser todas las cosas.
Sintetizar y analizar: h e aquí la tarea cotidiana y
perenne de la vida. ¿Qué elementos geométricos la r e -
presentarán en nuestro esquema? E n la inmovilidad n o
serán otros que la curva abierta (análisis) y la curva
cerrada (síntesis), siempre correlativas y factores in-
dispensables u n a y otra en la función. E n el esquema
concebido en simple movimiento mecánico ó particu-
lar, reemplazarán, á las curvas cerradas y abiertas, rectas
distanciadas y distancias limitadas por rectas; y en el
esquema concebido en movimiento genésico, por impulso
espontáneo agregado al impulso exterior, reemplazarán
á las curvas cerradas y abiertas el cierre y la abertura
de las mismas. E n el esquema parcial del individuo, ó
ser viviente, la abertura será relativamente total en el
acto de su nacimiento, el cierre relativamente total en
el momento de morir, y la serie de aperturas y cierres
parciales constituirá su vida, realizada entre los dos
polos que la inauguran y la t e r m i n a n .
El artículo de usted, m i querido amigo, m e hace ver
DE LA VIDA 87

<jue h a seguido, con la agilidad propia de su pensa-


miento, los pasos que hasta aquí he venido dando para
simbolizar el mío con la torpeza inexcusable en quien
se ve forzado á caminar pisando siempre en lo tenebro-
so por u n o de los lados de su camino. Así hemos llega-
do á concebir claramente cómo se puede representar la
vida vegetativa, y, siendo ésta la matriz de la sensitiva
y de la inteligente, cómo la fecundación por lo indefini-
do nos sigue dando por sí sola, y sin mayores esfuerzos
por nuestra parte, la génesis de funciones cada vez m á s
definidas por u n lado, y más indefinidas por otro; hasta
que la serie agote todos los eslabones posibles con dife-
rencias de calidad, y sólo quede número indefinido de
eslabones posibles con diferencias de cantidad (mayor
ó menor longitud, ó reproducción del último eslabón,
de la serie).
Pudiendo reducirse las diferencias de la cualidad en
general á : 1. , diferencias particulares (fenómenos);
a

2 . , diferencia de todas las diferencias particulares (ge-


a

neralidad, ley), y 3.a, función común de ambos e x t r e -


mos con u n factor igualmente indefinido para ambos
(función); la vida se simbolizará siempre cualitativa-
mente por dichos tres factores, representados por tres
curvas cerradas con sus tres curvas abiertas correlati-
vas. Poniendo este esquema, que el papel traslada i n -
móvil, en movimiento imaginario, las curvas aparecen
haciéndose y deshaciéndose, abriéndose y cerrándose,
con diferencias fundamentales entre sí. Los elementos
del primer par se abren y se cierran simplemente en el
espacio; hacen y deshacen el fenómeno y la ley desde
el p u n t o de vista relativamente exterior; los del segun-
do par hacen y deshacen el fenómeno y la ley desde
u n punto de vista relativamente interior, el t i e m p o ; y
los del último par, hacen y deshacen el fenómeno y la
88 CARTAS SOBRE E L ESQUEMA GEOMÉTRICO

ley desde el punto de vista común del fenómeno y la.


ley, analizados y sintetizados en continuada generación,,
que, á falta de síntesis definida, se significa por la t e n -
dencia á definirla, y, á falta de análisis, por el coeficien-
te de indefinición, sin el cual se paraliza la vida del
pensamiento.
Creo haber insistido lo bastante sobre la significa-
ción de mis símbolos, ya se los considere aislados, ya
en su precisa correlación, E n su inmovilidad se redu-
cen á tres: la recta, la curva y el fondo c o m ú n ; en su
movimiento brota u n cuarto factor, indefinido res-
pecto de los otros tres, el cual se agrega á lo definido
como si él mismo se hiciera definido t a m b i é n ; pero, al
participar así de lo definido, no deja de permanecer,
por otra parte, tal como es: indefinido en su relativa
totalidad. La parte que queda como aprisionada en lo
definido se realiza en forma de movimiento mecánico.
Resta, pues, al factor indefinido la tendencia á defi-
nirse no mecánicamente, y esta definición, no mecáni-
ca, sino viviente, es la que toma las tres formas, feno-
menal ú orgánica, sensitiva é intelectual, y se signi-
fica por los tres símbolos correlativos y compuestos
cada uno de ellos de una curva cerrada y otra abierta.
Repito que para usted son excusadas tantas explica-
ciones; pero no me dirijo sólo á usted, y le suplico me
dispense la insistencia y prolijidad con que le expongo
los fundamentos del criterio con que voy á contestar á
sus discretas observaciones.
Esto será objeto de otra carta de su afectísimo amigo-

N. S.
DE LA VIDA 89

II

Sr. D. Francisco Romero Blanco.

Mi querido amigo: El esquema rectificado que usted


m e propone es ingenioso y prueba la fertilidad de su
pensamiento. Á la verdad, en tesis general, lo esencial
es coincidir en la idea ó función que se simboliza, y el
símbolo m i s m o carece de razón de ser-desde que se
consigue el objeto de llevar á la inteligencia el concep-
to de lo simbolizado.
Sin embargo, creo conveniente explicarme algo m á s
sobre el valor que doy á mis signos, y las razones q u e
me hacen preferirlos; por si estas aclaraciones p u d i e r a n
redundar en beneficio del pensamiento que simbolizan,
si no precisamente en el ánimo de usted, en el de las
personas que pudieran leer nuestra correspondencia;
Seis son las modificaciones que usted se sirve propo-
ner en mi esquema: 1 . , introducir siempre la línea
a

recta en cada eslabón de la cadena esquemática; 2 . , a

hacer la curva circular ovalada ó elíptica; 3 . , enlazar


a

los eslabones sucesivos de la cadena, de manera q u e se


compenetren m u t u a m e n t e ; 4 . , agregar u n desdobla-
a

miento á los extremos de las curvas abiertas; 5 . , tenera


90 CARTAS SOBRE EL ESQUEMA GEOMÉTRICO

en cuenta la generación de la especie; 6. , en fin, elimi-


a

n a r la reproducción final de la curva abierta. Semejan-


t e eliminación no se halla expresamente indicada; pero
se infiere de su supresión en los esquemas propuestos.
1. modificación. — Como la verdad es que la n a t u -
a

raleza inorgánica no aparece sin modificaciones dentro


-

de la orgánica, ni Ó3ta sin modificaciones mayores toda-


vía en la sensitiva, ni la sensitiva en la inteligente; y
como yo trato de inculcar esta verdad experimental,
elevándola al rango de verdad general, a priori y nece-
saria; me conviene mejor significar lo inorgánico puro
al comienzo de la serie, y no significar ya los miembros
sucesivos, sino con curvas cerradas ó abiertas. Para
advertencia de que todo radica en lo definido, basta la
línea recta constantemente adherida á la primera curva,
como ésta á lo restante del sistema. Cualquier otra
ingerencia de la recta dentro de las curvas, significaría,
lo que ni es lógico ni real, que lo inorgánico puede
hacerse orgánico sin dejar de ser absolutamente inor-
gánico, lo cual es contradictorio á la razón y á la expe-
riencia.
Esta no nos enseña dentro de los seres vivos, y como
parte constitutiva de los mismos, sino células, núcleos,
ó elementos amorfos, pero siempre orgánicos, siendo
los inorgánicos, si por ventura se los encuentra dentro
d e u n organismo, cuerpos extraños, eliminables, como
los meteoros pasajeros en el orden astronómico.
Verdad es que el análisis reduce á cuerpos inorgáni-
cos elementales el órgano viviente, lo cual n a d a tiene
de extraño, d a d a la posibilidad de morir que afecta á
todo ser vivo; pero lo que decimos ahora del cuerpo or-
gánico, es en la suposición de que vive y mientras vive.
H e aquí, en suma, por qué prefiero dejar la línea
recta, con todo su acompañamiento de líneas s u b a l t e r -
DE LA VIDA 91

ñ a s , diversamente relacionadas, á la puerta del espacio


reservado para los miembros del sistema que represen-
t a n la vida en sus diversos grados.
£.a modificación. — Es, sin duda, simbolizable el pre-
dominio de la fuerza expansiva del individuo desde su
nacimiento hasta u n límite variable, pero necesario en
general, en el cual comienza á predominar una fuerza
inversa. Mas esto, que acontece con m u c h a exactitud
en las órbitas de los astros, sujetas á leyes ñjas y por lo
tanto inorgánicas, está m u y lejos de observarse con
análogo rigor en los seres organizados. Gozan éstos, por
el contrario, de bastante libertad, suministrada por el
coeficiente indefinido que se les agrega, para describir
en el tiempo u n a curva, sí cerrada, pero no regular,
sino con numerosas irregularidades. Ante la dificultad
de simbolizar en u n esquema general estas irregulari-
dades, que pertenecen á la práctica, paréceme que vale
m á s atenerse á la curva más regular, toda vez que las
irregularidades se suponen siempre posibles, desde el
momento en que sólo se intenta hacer el esquema de
las generalidades más inmediatas á lo indefinido.
Á pesar de todo esto, no tengo por más n i por menos
conducente al simbolismo de la vida el trazar d e uno ú
otro modo las curvas cerradas de que consta el esquema.
3 . modificación. — La relación que tienen entre sí los
a

diversos fragmentos del esquema, es lo que conviene


salvar á toda costa: la forma de relación viene en se-
g u n d o lugar, pero t a m b i é n es esencialísima.
Á m i ver, la compenetración de las curvas cerradas
no las relaciona de manera conducente á simbolizar con
fidelidad los diversos estadios de la vida, como fenóme-
no, como ley y como función. Si se trata de la relación
en general de unas esferas con otras, el símbolo de la
compenetración parcial es escaso, porque las esferas se
92 CARTAS SOBRE EL ESQUEMA GEOMÉTRICO

identifican, copiándose en sentido inverso en toda su


extensión. La del sentimiento es el sujeto que figura
siempre enfrente de todos los objetos, que los retrata á
su manera, dándoles espíritu, así como los objetos le
realizan dándole materia. La esfera del pensamiento
ilumina al sentimiento, traduciendo en claridad cuanto
le suministra el otro con relativa obscuridad : procede
analizar lo que el sentimiento sintetiza. Las diversas
esferas reproducen mitigada la contraposición de polos
de la generación universal, ó sea de la forma única en
que puede el hombre concebir la creación.
Esto en cuanto á las relaciones de la totalidad de u n a
curva con la totalidad de otra. Las relaciones de las
curvas con lo que cada una deja indefinido, y de t o d a s
ellas con el polo positivo, ó sea con la recta; éstas, ni en
el pensamiento pueden hacerse más que en un p u n t o ,
ideal en el primer caso y real en el segundo. Signifi-
cándolas en dos puntos, se significa ya la relación de
dos polos definidos; la del definido con lo indefinido
no puede ser sino ú n i c a , porque lo indefinido absoluto
no se puede hacer múltiple sin perder su carácter d e
u n i d a d . Pueden definirse m u c h a s cosas; pero todas
ellas, en el hecho de ser definidas, suponen, exclu-
yéndole, u n solo indefinido.
Convendrá usted, mi querido amigo, en vista de esto,,
en que representar el contacto de la vida vegetativa con
la sensitiva y de ésta con la inteligente, como u n a com-
penetración parcial, si bien no estaría fuera de razón,
porque, en efecto, las vidas que se oponen entre sí son,
desde otro p u n t o de vista, partes de u n a m i s m a f u n -
ción ; no se presta á sugerir la relación que hay entre
las diversas vidas con t a n t a claridad, como la u n i ó n
más inmediata posible de las totalidades vivientes, para
significar á u n tiempo su distinción en dos polos corre-
DE LA VIDA 93

lativos y su identificación en u n punto indivisible.


4A modificación. — Lo que usted dice respecto del
desdoblamiento de la curva al nivel de los dos extremos
de la curva abierta, me parece revelar u n profundo
sentido de la verdad viviente; mas entiendo que se
halla simbolizado en la serie de curvas cerradas y
abiertas de mi esquema, y respecto de este p u n t o creo
estar de acuerdo con lo que usted se sirve proponer.
5.a modificación. — E m i t e usted consideraciones acer-
ca de la vida de la especie, de la cual yo no me ocupo
directamente en el esquema; porque lo reservo para sus
aplicaciones á la función generatriz, que, bajo su aspec-
to más indefinido, es creación; bajo el más definido, in-
dividuo, y, como término medio, generación de indi-
viduos, ya representada por dos sexos definidos, ya por
uno solo definido y otro indefinido.
fí.a modificación. — Los esquemas que usted propone
se acomodan m u y bien á la vida individual, t e r m i n a d a
por la muerte, que se significa por la convexidad de la
curva cerrada. Pero ni usted quiere, ni quiero yo, que,
al terminar la vida en particular, termine necesaria-
m e n t e la vida en general, y menos la del espíritu, q u e
la experiencia m i s m a nos enseña á ver reproducida en
u n mismo organismo vegetativo después de los inter-
valos de sueño. Esta reproducción, posible sólo en el
m u n d o que habitamos, mientras se conserva su materia
corpórea funcionando de algún modo, el espíritu aspira
á realizarla en el dominio que le está reservado, y a u n
la consigna como debiendo realizarse, por más que n o
pueda afirmar que ha de realizarse necesariamente.
Nada menos que la esperanza de inmortalidad se niega
al alma, eliminando lá curva, abierta que constituye la
magnífica corona del Rey de la Creación. Pero, a u n n o
contando con esto, que á algún mortal absorto en las
94 CARTAS SOBRE E L ESQUEMA GEOMÉTRICO

glorias de aquí abajo pudiera parecer fantástico y ba-


lad!; prescindir u n a vez sola de la curva abierta (coefi-
ciente indefinido), sería, en mi concepto, renunciar á la
significación de uno de los factores indispensables del
orden del Universo. La cur^a abierta es la válvula de
seguridad que impide la rotura y la destrucción de la
m á q u i n a por el mismo empuje del motor en ella com-
p r i m i d o ; es la amplia vía que permite el acceso de aire
respirable; es la bandera de libertad y de esponta-
neidad, que contrarresta ¡os despotismos de la ley y
del fenómeno, limitándolos prudentemente á lo que
deben y pueden ser.
Usted, mi ilustrado amigo, no deja de contar con lo
indefinido, porque escribe sobre el papel, que, si no es
lo indefinido, lo representa en el acto de prestarse á la
escritura; pero esta intervención tácita se hace expresa
cuando á la línea recta y al papel se sustituye la curva
abierta, que, sin ser ninguna de ambas cosas, represen-
ta á las dos, limitadas, y reproducidas como función
común.
Privar al esquema de la línea curva, expone, en m i
sentir, á determinar la asfixia en el círculo subyacente,
dejándole reducido á u n a nutrición, sostenida por la
circulación que le enlaza con el círculo inferior; arran-
car á la inteligencia la expansión de lo ideal y la f u n -
ción de realizarlo, al sentimiento la posibilidad de sen-
tirse á sí propio, al organismo vegetativo la a p t i t u d
para ser cuna del organismo sensitivo, y á todos y
cualquiera de ellos en particular la vida misma, que
sin respiración no se sostiene, siquiera ésta se limite á
poner en comunicación el espíritu indefinido con el
cuerpo que le corresponda.
Para quien sienta profundamente la función en q u e
él mismo figura como engendrado, y que representa
DE L A VIDA 95

por su parte engendrando pensamientos y e n g e n d r á n -


dose á sí propio, cualquier simbolismo es suficiente, ó,
por mejor decir, sobra la elección especial, la preferencia
otorgada á tal ó cuál símbolo. Símbolos encontrará por
todas partes, á poco que fije su vista en los ámbitos de
la Creación. Mas para aquel que no sienta, ó sienta con-
fusamente, la vida propia, nunca estará de más el cui-
dado que se ponga en elegir los símbolos más adecua-
dos, los más relevantes, los que tienen verdaderas y
radicales conexiones con la cosa simbolizada.
Podré estar equivocado: pensándolo mejor, h a b r á
quien halle símbolos más convenientes que los míos;
pero, entre tanto, los propongo con alguna confianza,
porque no los he hallado rebeldes á significar parte al-
guna de m i pensamiento. Verdad es que este m i pensa-
miento se m e antoja m u y sencillo en su aspecto funda-
mental. Consiste en partir, sea quien quiera el que dis-
curra, de todo lo que en aquel momento perciben sus
sentidos, conserva su memoria y anticipa su inteligen-
cia — en u n a palabra, de todo lo definido —, y oponer á
todo el polo definido u n polo indefinido, que no será
cosa alguna, pero habrá de hacerse algo, si no se cierra el
porvenir, y con el porvenir toda previsión posible, y
con la previsión la inteligencia posible, y con la inteli-
gencia posible el sentimiento, la vida vegetativa y hasta
el cosmos inorgánico, el sistema astronómico, de los
cuales es la inteligencia la indispensable u n i d a d cons-
ciente de sí propia.
Hacerse el polo indefinido eB aparecer la generalidad^
luz espiritual que, saliendo del caos, constituye el sím-
bolo primero, el m á s sublime quizá, de esa generación
suprema, que el hombre h a de sentir como á su m a d r e
celestial, y que á él cumple representar como hijo bien
nacido.
96 CAUTAS SOBRE E L ESQUEMA GEOMÉTRICO

En u n a palabra, representar lo definido,- lo indefini-


do y la función, he aquí los postulados de cualquier
esquema de la vida en sus múltiples manifestaciones.
Desde remotos tiempos se ha insistido en hacer este
esquema con el símbolo de la trinidad, que, en' efecto,
corresponde m u y bien á los conceptos filosóficos de fe-
nómeno (polo positivo), ley (polo negativo) y función
de ambos extremos. La dificultad está precisamente en
acertar á sentir, ya que no á comprender, el término
tercero, función, complementario y conciliador del aná-
lisis primitiva, que se cierra simplemente por el con-
cepto de trinidad. Este término sintetiza los extremos
d e la función, convirtiéndolos en sexualidad generado-
ra que todo lo origina; mas la sexualidad generadora
h a de reproducirse con él, multiplicada indefinidamen-
t e en lo definido, simplificada en lo indefinido, con u n a
perseverancia que n u n c a flaquea, que acompaña á
todo, desde las primeras generalidades del orden i n t e -
lectual hasta las manifestaciones más exiguas del polo
positivo. Esta sombra constante, este no saber que se
sabe como tal no saber, y, porque es saber de lo que no
se sabe, se llama sentir; esto que carece de objetividad
apreciable, fuera de la generalidad, que es su símbolo
m á s luminoso, ó de la luz, que es su símbolo más ge-
neral ; esto que se halla sólo en la función generadora,
siempre dentro de ella y nunca fuera de ella; esto que
que es el ideal de la Ciencia y de la Religión, en senti-
dos diferentes; esto es lo que aspiro á representar con
la curva abierta, que me guardaré m u y bien de cerrar
m i e n t r a s siga representando lo que hoy representa en
m i esquema, sin perjuicio de que la cierre quien aspi-
re sólo á disecar el cadáver orgánico del ser viviente

Dispénseme usted, m i digno amigo, las expansiones,


excesivas acaso, á que me he entregado. No van dirigí-
DE L A VIDA 97

d a s á usted. Sé que estamos de acuerdo en las bases


fundamentales de la ciencia viviente. Agradezco en el
a l m a su laudable propósito de contribuir de alguna
m a n e r a á la difusión de nuestro común sistema de con-
siderar el orden y el desorden del Universo en que v i -
vimos. Encuentro verdad en sus observaciones, acierto
en sus símbolos, aplicados á los puntos de vista que le
han sugerido mis primeros artículos, sin esperar, mo-
vido por laudable impaciencia, la publicación de los
sucesivos, y sin proponerse, por consiguiente, sino ob-
jetos relativamente concretos, á los cuales sus esque-
m a s se aplican, en efecto, con notable precisión.
H e escrito estas cartas, no con el propósito de recti-
ficar cosa alguna; lo que usted dice está bien dicho y / ^ 3 3 ^
bien simbolizado dentro de los límites en que se fija
u s t e d ; sólo he querido explicar mejor mi pensamiento
en toda su extensión, y proponerle de nuevo á la a p r o -
bación de usted y de cuantas personas entendidas no se
desdeñen de emplear u n a parte de su tiempo en la in-
vestigación de las bases fundamentales de su ciencia y
de su práctica.
Posible es, repito, que esté yo equivocado en todo ó
en parte, y más que posible, probable, que tengan m i
esquema y aun mi pensamiento mucho que corregir.
Obra será ésta de los que, como usted, reúnen privile-
giadas condiciones para servir de exploradores en la
senda, florida á veces y á veces angustiosa, que ha de
seguir la H u m a n i d a d hasta la consumación de los
siglos.
Suyo afectísimo amigo y compañero,

M. N.

Simbolismo geométrico de la vida. 7


í NDIG E

]Yli.'Í)l!LS.

I. — Simbolismo en general 5
II. — El esquema 13
•III. — Polo positivo 25
IV. — Polo negativo 41
V. — Centro del sistema 51
Vi. — Función total 65

APÉNDICE f

Simbolismo geométrico ó esquema de la vida. . . 78


C a r t a s sobre el esquema geométrico de la vida. . bl
Se halla de venta, al precio de 2 p e s e t a s , en
la Administración de E L SIGLO MÉDICO , Magdale-
na, 36, segundo, y en las principales librerías

También podría gustarte