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La mayor parte del libro está dedicada a explicar cómo llegó a esta conclusión, pero el porqué es
relativamente sencillo. Su epifanía comenzó en el aeropuerto Ben Gurion, cerca de Tel Aviv, cuando fue
testigo de cómo unos agentes de seguridad expulsaron a un ciudadano palestino de Israel pasando a
toda pastilla por el control de seguridad, a pesar de tener la nacionalidad judía estampada en su carné
de identidad israelí.
Privilegios
Sand pretende renunciar a los privilegios que acompañan a su nacionalidad judía en Israel, como poder
poseer tierras que les están prohibidas a los no-judíos, vivir en comunidades donde no pueden vivir los
no-judíos, crear colonias en tierras que no son tuyas y estar seguro de que nunca serás torturado ni tu
casa será demolida.
Sand es profesor de historia contemporánea en la universidad de Tel Aviv. Es muy conocido por sus
libros La invención del pueblo judío (2009) y La invención de la Tierra de Israel (2012), dos libros que
han contribuido mucho a desmontar los mitos de la propaganda sionista.
A pesar de su título provocador, La invención del pueblo judío es una investigación académica
historiográfica —cómo se escribe la historia— que muestra cómo las historias del judaísmo y del
pueblo judío cambiaron con el tiempo. Solo recientemente, sostiene Sand, historiadores influenciados
por el sionismo han elaborado el mito de un pueblo judío que se vio obligado a exiliarse por la fuerza
tras la destrucción del segundo Templo en el año 70 de nuestra era, vagando por el mundo hasta que el
movimiento sionista consiguió devolverles, finalmente, a su “hogar ancestral” en 1948.
Sand muestra lo que expertos reconocidos en historia judía han sabido desde hace mucho tiempo: que
no existen pruebas de la existencia de un exilio masivo forzado bajo el Imperio Romano y que el
judaísmo se difundió por varios lugares del mundo porque fue una religión proselitista en varios
momentos de su historia y porque, además, contó con la ayuda que supuso la conversión al judaísmo
de los gobernantes de varios reinos.
Por su parte, La invención de la Tierra de Israel echa por tierra la idea de que el antiguo Israel era un
estado-nación, tal como lo concebimos hoy en día, prometido por Dios a los judíos. Sand analiza los
textos bíblicos que sugieren que los escritores de dichos textos concibieron Israel como un territorio
monoteísta en constantes enfrentamientos con religiones idólatras o politeístas, mas no como un
estado-nación o patria de una tribu o grupo étnico. Muestra que, durante siglos, la mayoría de los
judíos religiosos no concibieron Tierra Santa como un lugar real en la tierra. Solo con el advenimiento
del nacionalismo y los movimientos nacionalistas del siglo XIX emergió una narrativa que representó al
antiguo Israel como un estado-nación.
Alejamiento
How I Stopped Being a Jew representa un alejamiento del carácter académico de sus anteriores libros.
Es una obra personal, reflexiva y breve, en la que describe, a menudo de manera anecdótica, cómo
llegó a la decisión de dejar de identificarse como judío. Sand concede que, durante mucho tiempo, se
aferró a la creencia de que, mientras existiera antisemitismo en el mundo, él seguiría identificándose
como un judío laico, pues el antisemita le identificaría como judío de todas formas, una formulación
que el filósofo francés Jean-Paul Sartre hizo famosa en El antisemita y el judío. “Y sin embargo —
escribe Sand— a medida que han pasado los años y a la vista de la radicalización de la política israelí
[…] mi confianza en esta definición de mi identidad se ha debilitado de forma incesante”.
Un incidente, en particular, jugó un papel destacado en sus crecientes dudas. Cuando estuvo viviendo
en Francia, estalló una polémica cuando los sionistas protestaron por la inclusión de un representante
del pueblo romaní en una conferencia universitaria sobre el genocidio nazi. La investigación de Sand
mostró que los nazis exterminaron aproximadamente al mismo porcentaje de gitanos europeos que de
judíos europeos, es decir, casi totalmente. Este intento de uso indebido de la memoria histórica con el
fin de afirmar el excepcionalismo judío, silenciando el exterminio masivo de otros, como los gitanos y
los casi 2,5 millones de católicos polacos, contribuyó a su desazón con su autoidentificación como judío
laico.
Sand reconoce que el nazismo, además de ser un movimiento racista radical que persiguió a judíos,
eslavos y gitanos, fue también una ideología darwinista social extrema. La búsqueda nazi de una utopía
aria, por ejemplo, fue la causa del asesinato de 300.000 enfermos mentales y discapacitados
cognitivos, que fueron los primeros es ser gaseados.
Sand critica que al hacer que el genocidio parezca ser exclusivamente antisemita, el sionismo intenta
presentar al pueblo judío como una víctima perpetua y convierte a Hitler y el nazismo en otros
elementos más de la larga cadena de verdugos antisemitas. El resultado, argumenta Sand, es que la
atención se centra exclusivamente en el Holocausto judío, el nazismo no es interpretado como debe
serlo y la propaganda sionista intenta retratar a los palestinos como los nuevos nazis.
How I Stopped Being a Jew es, en último término, una crítica de la política identitaria moderna, que el
autor describe como “envuelta en alambres de espino, muros y barreras que definen y limitan
colectivos grandes y pequeños”.
Dado que vive en lo que él califica como “una de las sociedades más racistas del mundo occidental”, su
propia elección es renunciar a ser miembro de “una etnia ficticia de verdugos”, mientras sigue
escribiendo libros que podrían un día ayudar a dar nueva vida a su sueño de una “confederación de dos
repúblicas, israelí y palestina”, basada en la igualdad de derechos para todos.
The bulk of the book is devoted to how he came to this conclusion — but as to why,
that story is relatively simple. His epiphany began inside Ben Gurion airport near
Tel Aviv when he witnessed a Palestinian citizen of Israel being escorted away by
security agents while he breezed through check-in, his Jewish nationality stamped
on his Israeli identity card.
Privileges
Sand seeks to renounce the privileges that come with being Jewish in Israel,
including being identified with the state itself, being able to own land non-Jews
cannot, hold jobs non-Jews cannot, live in communities where non-Jews are not
allowed, establish colonies on land that does not belong to you and resting assured
that you will never be tortured or have your home demolished.
Sand shows what credible scholars of Jewish history have long known: that there’s
no evidence of a mass forced exile by the Roman Empire and that Judaism spread
to various parts of the world because it was a proselytizing religion at times in its
history, aided by the conversion to Judaism of the rulers of several kingdoms.
Departure
How I Stopped Being a Jew is a departure from Sand’s scholarly works. It’s a
personal, reflective and brief essay in which he describes, often anecdotally, how he
arrived at his decision to stop identifying as a Jew. Sand concedes that for a long
time he held on to the belief that as long as anti-Semitism existed in the world, he
would identify as a secular Jew because the anti-Semite would identify him as a
Jew anyway, a formulation made famous by the French philosopher Jean-Paul
Sartre in Jew and Anti-Semite. “And yet,” Sand writes, “as the years have passed,
and in view of the radicalization of Israeli politics … my assurance in this definition
of my identity has steadily eroded.”
One incident, in particular, played a role in his growing doubts. While living in
France, a controversy erupted when Zionists protested the inclusion of a
representative of the Roma people at a university conference on the Nazi genocide.
Sand’s research showed that the Nazis exterminated roughly the same percentage
of European Roma as they did European Jews — that is, almost totally. This
attempted misuse of historical memory to focus exclusively on Jews, rather than to
recognize the massive extermination of others, such as the Roma and nearly 2.5
million Polish Catholics, contributed to his unease at identifying himself as a
secular Jew.
Sand recognizes that Nazism was more than just a radical racist movement,
targeting Jews, Slavs and Roma, but also was unique for its extreme Social
Darwinism. The Nazi quest for an Aryan utopia, for example, resulted in the
murders of 300,000 mentally ill and cognitively disabled people who were the first
to be killed with gas.
His own choice, given that he lives in what he describes as “one of the most racist
societies in the Western world,” is to resign from being a member of “a fictitious
ethnos of persecutors,” while continuing to write books that might one day help
revive his dream of a “confederation between two republics, Israeli and
Palestinian,” based on equal rights for all.
Rod Such is a former editor for World Book and Encarta encyclopedias. He is
active with Americans United for Palestinian Human Rights, Jewish Voice for
Peace-Portland Chapter and the Seattle Mideast Awareness Campaign.