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K.S.

GIRTAB

LOS 12
FILOS
PRIMERA PARTE :

CROSS
LOS 6 HUESPEDES
Esta obra no puede ser reproducida, copiada y distribuida sin la
autorización del titular de los derechos.

Se aprecia su apoyo y el respeto a la propiedad de este autor.

Este libro es una obra de ficción y cualquier parecido con personas,


vivas o muertas, o lugares, eventos o locales es pura coincidencia.
Los personajes son producto de la imaginación del autor y se utilizan
de manera ficticia

Los 12 FILOS
Todos los derechos reservados
Copyright 2010 por K.S. Girtab
Tabla de Contenidos

ÍNDICE
CROSS / LOS SEIS HUÉSPEDES

Capítulo 1 El joven guerrero


Capítulo 2 Nuevos huéspedes
Capítulo 3 Despedida
Capítulo 4 Arlés
Capítulo 5 La Academia Militar
Capítulo 6 Cástor y Póllux
Capítulo 7 Revelaciones
Capítulo 8 Michelle
Capítulo 9 Antares
Capítulo 10 Dorian
Capítulo 11 Información
Capítulo 12 Elektra
Capítulo 13 Rumbo al Círculo del Zodiaco
Capítulo 14 Reunión
Capítulo 15 El Círculo del Zodiaco
Capítulo 16 El último Círculo
CAPÍTULO 1
EL JOVEN GUERRERO

- ¡Aghhhh! ¡Duele! ¿Qué demonios hago aquí? Yo sólo


buscaba saber donde se encuentra Christina. Ni siquiera
deseo ese maldito guante.
Completamente herido, a punto de desfallecer a causa de las
múltiples lesiones que había acumulado a lo largo de varias cruentas
batallas, Lesath Crossifixio Sargás se lamentaba mientras recibía una
nueva dosis de electricidad en el cuerpo, ya había agotado todas sus
energías en los combates previos y no se imaginaba que tuviera una
pelea extra en el octavo Círculo, tenía que pensar rápido, el cuerpo ya
no le respondía y no le quedaba más energía elemental para utilizar,
pensó que ya no había escapatoria, cerró los ojos y esperó a que le
dieran el golpe fatal.
Mientras esperaba el momento de su muerte, recordó el largo
camino que había recorrido para llegar a tal punto, cómo el destino lo
había arrastrado a un final que él en su temprana infancia nunca
hubiera imaginado.

Lesath Crossifixio Sargás, “Cross”, tuvo una infancia


privilegiada. Había nacido en un mundo en donde el hambre, la
muerte, la guerra, las enfermedades y la pobreza son una cuestión
cotidiana, en donde persiste la ley del más fuerte y el llevarse
diariamente un alimento a la boca era la principal preocupación para
la mayoría de la población, un lugar en donde los hijos son una
moneda corriente para asegurarse un techo sobre la cabeza. A pesar
de eso, Cross tuvo la fortuna de crecer en el hogar de una familia rica
y poderosa en el área residencial del Distrito Comercial del Estado de
Arcadia. Sólo los muy ricos y los poderosos vivían ahí.
Su padre, Mirkos Sargás, era el mayordomo en casa de la
familia Riazor. Por la naturaleza de su trabajo vivía junto con su hijo
en una construcción a un lado de la residencia principal, así al
pequeño Cross nunca le faltó techo y comida.
Argento Riazor, el dueño de la propiedad, era un poderoso,
influyente y adinerado personaje público en Arcadia, Tesorero
General del Distrito Comercial y Patriarca de su familia, era viudo y
sólo tenía una hija.
En vista de lo anterior y a falta de un hijo varón, Argento
Riazor se encargó de la educación de Cross que estuvo a cargo de
prestigiados profesores particulares, el muchacho era un prodigio,
aprendía con una facilidad extraordinaria y tenía una capacidad
inigualable en las prácticas de combate.
Mirkos Sargás tenía grandes esperanzas para su vástago; si
eran ciertas las especulaciones de sus profesores, su hijo podría
convertirse en un bérserker, y Mirkos sabía que en un mundo
controlado por la violencia y la ley del más fuerte, el ser un guerrero
poderoso equivalía al aseguramiento de una buena vida en el futuro.
El Estado de Arcadia estaba dividido en cinco distritos y una
Ciudadela, tres de ellos eran gobernados por Delegados, el Distrito
Comercial era administrado por un Regente y el Quinto Distrito se
encontraba dentro de la Ciudadela y era tierra de nadie…
La Ciudadela era una vasta extensión de terreno amurallado
misma que se dividía en cuatro secciones; en la sección norte se
encontraba un gigantesco complejo de cincuenta pisos de alto cuya
superficie medía más de cien hectáreas, los primeros veinte pisos
correspondían a la base militar de Arcadia, en los siguientes veinte se
encontraba “la zona del cinturón” y correspondían a la
administración de los cinco distritos y en los últimos diez pisos se
creía que vivían los verdaderos gobernantes de ese Estado, era una
ciudad dentro de un inmueble.
Las secciones este y oeste tenían una superficie cinco veces
mayor a la del edificio de la Ciudadela y eran controladas por la
fuerza militar; finalmente en la sección sur (la más extensa), se
encontraba el Quinto Distrito, mismo que era regido por los
delincuentes desterrados de las otras demarcaciones.
Quienes controlaban los cinco distritos eran familias
ancestrales que habían impuesto su estatus por la vía de la fuerza, no
sólo se habían dividido Arcadia y la tenían bajo su control,
gobernaban todo el país desde su origen mismo.
El gobierno de la Ciudadela era tiránico, en los distritos
exteriores los medios de comunicación estaban controlados, se tenía
a la población civil muerta de hambre para así obligarlos a pagar el
principal tributo que solicitaba el estado por tener el derecho a vivir:
la entrega de los hijos al servicio militar.
Los Distritos I, II y III constantemente estaban en guerra por
controlarse los unos a los otros, el Distrito Comercial era intocable y
el Distrito V a nadie interesaba, en parte por su situación geográfica
y en parte por sus non gratos habitantes.
Los cuatro Distritos exteriores rodeaban a la Ciudadela; el
Distrito II era una isla que se encontraba en la parte norte del Estado
a espaldas del edificio de gobierno de la Ciudadela, los Distritos III y
Comercial se encontraban en la parte oriente y poniente del muro de
la Ciudadela respectivamente y abarcaban hasta más allá del sur de la
misma y el Distrito I se encontraba en la parte sur de la Ciudadela
limitando con los Distritos III y Comercial, de esta manera todas las
circunscripciones tenían acceso a la zona comercial sin tener que
cruzar por “territorio enemigo”.
Debido a las permanentes guerras que había entre los
gobernantes de los Distritos I, II y III, el ser un guerrero significaba
tener un empleo seguro y por lo tanto alimentar a sus familias, al
vivir en un estado en el que su principal producto interno era la
formación de guerreros, los demás habitantes tenían la obligación de
entregar tres impuestos: para la Ciudadela, para el Delegado que se
encargaba de la administración del Distrito y para el mantenimiento
de los ejércitos.
Había tres clases de guerreros: los troopers que eran
combatientes especialistas en el manejo de armas y lucha cuerpo a
cuerpo; los elementors, personas muy poderosas expertos en batallas
a distancia a través de energía creada a partir de las fuerzas
elementales o naturales y por último los bérserkers, que eran
guerreros capaces de combinar los estilos de los troopers y los
elementors.
Los guerreros manejaban nueve tipos de energía elemental:
aire, agua, tierra, fuego, metal, hielo, eléctrica, psíquica y pura. En
cuanto a la energía natural había tres tipos: animales, dragones y
bestias míticas.
Los troopers podían utilizar un elemento de energía elemental
sólo a través de un arma, los elementors no manejaban armas pero
controlaban dos fuerzas elementales o una natural, finalmente los
bérserkers eran capaces de controlar una energía elemental tanto con
un arma como con las manos desnudas.
Los bérserkers generalmente eran los líderes y gobernantes de
los distritos y por lo tanto las personas con mejor posición social en
Arcadia, también podían trabajar para los nobles o los ricos
comerciantes, pero la protección que brindaban era un acuerdo
comercial en el que quien decidía todas las condiciones de trabajo era
el bérserker y sus contrapartes aceptaban las mismas quedando al
amparo de su protector.

Cross contaba con diez años cumplidos y ya había terminado


su educación superior, su coeficiente intelectual era el de un genio
además de que era capaz de vencer a guerreros adultos en combate,
su manejo de las armas era impecable y su capacidad de aprendizaje
no tenía igual, era un muchacho alto y de constitución fuerte, siempre
llevaba el cabello muy corto lo cual acentuaba sus rasgos atractivos,
sus ojos café claro emanaban inteligencia y confianza, era una
persona introvertida pero de ideas firmes, no temía expresarlas e
imponerlas si era necesario.
El día de la finalización de sus estudios le había comentado su
padre que el señor Riazor le tenía una sorpresa especial. Ese día
Cross se levantó como cualquier otro a las seis de la mañana, realizó
sus rutinas de ejercicios hasta las diez, generalmente a esa hora
empezaban sus clases particulares pero ya se había graduado, por lo
que decidió ayudar a su padre en las labores de la residencia.
A las tres de la tarde llegó el helicóptero de la familia Riazor
con el señor Argento a bordo, un hombre alto y con un físico
envidiable para alguien de más de cincuenta años, de tez blanca y
cabello encanecido, siempre llevaba una fina barba cortada
impecablemente y vestía de manera elegante, de acuerdo a su
posición social.
Cuando el dueño de la casa bajó del vehículo, Cross se
percató de que no venía solo, estaba acompañado de media docena de
niños, casi todos vestidos con harapos, en cuanto el dueño de la
residencia vio a Cross le extendió los brazos y lo abrazó como a un
hijo.
- Hola Cross, me enteré que ya terminaste tu preparación
académica.
El chico estaba sorprendido por la manifestación de afecto de
su mentor, era la primera vez que tenía esa actitud con él, Cross no
hizo nada, ni le devolvió el abrazo ni trató de alejarse de él,
únicamente como era su costumbre, contestó tajante y sin rodeos.
- Si señor.
Argento Riazor se deshacía en elogios para con su protegido.
- Realmente impresionante si consideramos que no tomaste
clases regulares sino con profesores que son los mejores en
sus respectivos ramos.
Se hizo un incómodo silencio, Cross entendió que debía
seguir la conversación, aunque lo incomodaban las miradas de esos
nuevos chiquillos que habían llegado con su mentor, decidió
continuar con la plática.
- Gracias a ellos es que he logrado terminar mis estudios.
El dueño de la residencia continuó la plática sin percatarse de
la incomodidad del muchacho o sin prestarle atención, daba lo
mismo.
- También sé que has ganado el campeonato de lucha del
Distrito Comercial.
Cross se resignó, tendría que continuar hablando hasta que
ese hombre lo dejara en paz.
- Si, los dos.
- ¿Los dos? – preguntó el dueño de la propiedad mirándolo
fijamente.
- El de menores y el de adolescentes.
Argento Riazor soltó una sonora carcajada mientras revolvía
el cabello de Cross.
- Me alegra que hayas aprovechado la oportunidad que se te ha
dado, tengo grandes planes para ti.
- Gracias, le aseguro que no le defraudaré.
- Lo sé, Cross, lo sé. Cambiando de tema... ¿ves a esos
chiquillos?
Finalmente Riazor llevó la plática hacia un rumbo interesante,
Cross estaba intrigado por la presencia de esos niños.
- ¿Quienes son?
- Niños de la calle, sin padres, pero que al igual que tú tienen
mucho potencial, ven, te los presentaré.
A Cross sólo le bastó ver a esos pequeños a los ojos para
constatar lo que le dijo su mentor, esos chiquillos realmente eran
especiales.
- Niños, les presento a su nuevo consejero, es el maestro Cross.
Muchacho, ellos son Arlés, Michelle, Elektra y Dorian; ya
conoces a Cástor y Póllux.
- Hola – saludó Cross escuetamente a los seis chiquillos
levantando la mano.
- Hola maestro – respondieron los seis niños al mismo tiempo.
Argento Riazor finalmente se despidió mientras hacía señas a
su personal para que fueran a apoyarlo.
- Bueno, vamos a dejar que estos chicos se instalen, por favor
Cross, después de tu rutina nocturna pasa a verme a mi
estudio.
- Si señor.
Cross estaba inquieto, terminó su rutina de entrenamiento
nocturna de seis a diez de la noche, se fue a bañar y se vistió
apropiadamente para ver al señor Riazor.
Mientras caminaba hacia su cita con su mentor se preguntaba
si aquellos chiquillos famélicos aguantarían las prácticas de estudio y
ejercicio que les impondrían, desde que él tenía memoria siempre
estuvo sometido a educación académica y desde los tres años empezó
su actividad de técnicas de combate, a los cuatro años tenía la rutina
de dieciséis horas de trabajo diario, ocho de combate y ocho de
estudios, los siete días de la semana.
Toda su vida la había pasado en esa residencia, nunca había
salido al exterior más que en helicóptero o vehículo y únicamente a
combatir, jamás en su vida había socializado con nadie más que con
los habitantes y empleados de la residencia Riazor.
El chico ingresó a la casa, había una enorme recepción con
una sala en la entrada, de frente estaban unas escaleras que llevaban a
las recámaras principales, había un pasillo a la derecha que
desembocaba en el estudio del dueño de la propiedad.
El muchacho se detuvo en la entrada de la oficina del señor
Riazor, la puerta como siempre estaba franqueada por su
guardaespaldas particular, un hombre entrado en los treinta años, uno
ochenta y seis metros de estatura, atractivo y bien rasurado, físico
perfecto producto de entrenar su cuerpo durante toda su vida, cabello
largo atado con una cinta y mirada cordial.
- Buenas noches Lothar.
- Hola Cross. ¿Que ya te graduaste?
- Así es y tu amo quiere verme.
- Cuida tus palabras, podrás ser más inteligente que yo pero en
cuestión de poder estás muy lejos todavía.
- Lo sé, maestro, todavía me duelen las costillas que me
rompiste hace un mes. – Cross se levantó la camisa de vestir
que llevaba puesta para que su maestro observara que aún
tenía varias marcas moradas en la piel –. Mira, todavía tengo
los moretones.
El bérserker palmeó sin miramientos las marcas moradas,
Cross hizo un gesto de dolor, después los dos sonrieron.
- Discúlpame pero eres muy fuerte, ya sabes cómo me
emociono cuando te entreno y al final se me olvida que eres
un niño.
- No hay problema, la verdad es que si no fuera por ti nunca
hubiera podido con el entrenamiento físico.
El guardaespaldas revolvió cariñosamente el cabello de
Cross, desde el principio siempre quiso a ese muchacho a pesar de
que odiaba al padre.
Lothar era un bérserker enviado por la administración de la
Ciudadela a proteger al dueño de la residencia y había sido el
Consejero de Cross en sus entrenamientos, realmente estaba
orgulloso de ese niño, daría la vida por él por sobre de cualquiera,
incluyendo a Argento Riazor y a su padre.
Después de su breve plática con Lothar el muchacho ingresó
al estudio de su benefactor.
- Buenas noches señor.
Argento Riazor se encontraba sentado en su escritorio, era un
hombre grande y de espalda ancha, a pesar de que superaba los
cincuenta años se veía fuerte, las canas en su cabello lo hacían ver
interesante, tenía una fuerte personalidad y una voz enérgica, sus ojos
negros escudriñaron al muchacho.
- Buenas noches Cross.
El muchacho conocía a su mentor prácticamente de toda la
vida, sin embargo, seguía sintiéndose intimidado cuando estaba
frente a él.
- A sus órdenes.
Argento Riazor le ofreció a Cross sentarse en una de las sillas
que estaban frente a su escritorio; Lothar se quedó de pie cerca de la
puerta.
- Verás Cross, te cité para informarte dos cosas.
Cross tenía un mal presentimiento y no quería preguntar, pero
al final tuvo que hacerlo.
- ¿Qué cosas?
- La primera es un favor; quiero pedirte que en los próximos
siete meses observes y ayudes a entrenar a los niños que traje,
tal y como Lothar te ayudó a ti.
- Señor, es imposible que yo pueda estar al nivel de Lothar
para enseñar o ayudar a alguien, pero daré mi mayor esfuerzo
por cumplir con sus deseos.
- Con eso me basta, muchacho. La segunda es que ya no tienes
lugar en esta casa; has superado a tus maestros y no hay nada
más que puedas aprender aquí, por lo que te voy a enviar a la
academia militar de la Ciudadela.
Cross no dijo nada. Nunca había salido de la residencia, todo
su mundo estaba ahí; él no quería ser separado de su padre, deseaba
seguir preparándose en esa casa. Tenía la esperanza de volverse un
soldado de élite, quizá un bérserker y conseguir una recomendación
del señor Riazor para ser guardián de un rico comerciante o de un
político. Así él también sería rico y su padre no tendría que trabajar
más. Bajó el rostro hasta ver únicamente el suelo y apretó los puños.
Argento Riazor siguió hablando.
- Como bien sabes tu padre siempre me ha servido y yo los
acogí a ambos como miembros de mi familia. Comen la
misma comida que yo, viven bajo mi techo, yo me encargué
de darte una educación acorde a tus capacidades, incluso
mejor que la de mi hija; sabes que no tengo un heredero
varón, por lo que siempre te traté como un hijo.
Cross seguía en silencio, sólo asintió con la cabeza. Recordó
a Christina Riazor y en como ella no se esforzaba dieciséis horas
diarias con ejercicios y combates intensos combinados con
interminables horas de lecciones. Ella iba a la escuela de diez de la
mañana a tres de la tarde y se pasaba el resto del día holgazaneando y
molestándolo.
Él solo dormía seis horas diarias porque necesitaba de una
hora para desentumir sus agotados músculos por el entrenamiento y
otra hora más para preparar los estudios del día siguiente.
- Si, como a un hijo... – pensó.
- Verás, te voy a platicar una historia.
Riazor tomó un puro de una caja especial que se encontraba
en su escritorio, lo olfateó y después lo encendió; le gustaba fumar
mientras platicaba de sucesos que habían ocurrido en otros tiempos.
El muchacho puso atención. Generalmente su mentor le
hablaba con ejemplos de historias de grandes guerreros del pasado
así como de frases célebres que los habían inmortalizado y la razón
de su origen. Al joven pupilo le encantaban las hazañas de los héroes
del pasado.
- Lo escucho, señor.
- Como bien sabes, existen tres clases de guerreros: los
troopers, los elementors y los bérserkers. Tú has mostrado
excelentes habilidades para los dos primeros, por lo que
tienes probabilidades de convertirte en bérserker, pero esas
habilidades no las puedes desarrollar aquí.
- Lothar puede enseñarme.
- Muchacho, Lothar no es un profesor; además él tiene otras
responsabilidades y tú necesitas un entrenamiento adecuado.
Si crees que tu preparación aquí era dura en la academia será
mucho peor, pero yo sé que puedes lograrlo.
Cross no dijo nada.
- Además… ¿te han contado tus maestros la historia de los
doce FILOS?
Cross negó con la cabeza sin responder a su mentor, Argento
Riazor prosiguió con su explicación:
- Historia de primer grado académico, les dije a tus maestros
que omitieran enseñarte esa etapa histórica porque yo
personalmente quería contártela. Para que entiendas lo que te
voy a decir necesito remontarme a los albores de la
humanidad, como bien sabes la historia del hombre se divide
en cinco eras o edades: la primera es la era del metal, la época
en que a través de la guerra surgieron los grandes Clanes que
ahora nos gobiernan.
Cross hizo una muda afirmación, la familia de su mentor era
una de las cuatro principales que habían gobernado el país desde
hacía siglos. Argento Riazor después de darle una gran calada a su
puro continuó con su explicación.
- Después vino la edad antigua, donde surgieron las primeras
civilizaciones, justo cuando se formaron los dos reinos más
poderosos del mundo conocido que posteriormente se unirían
para crear el país más dominante del orbe: nuestra querida
Boleria.
Argento Riazor guardó silencio un momento y se le quedó
viendo fijamente a Cross, éste entendió la indirecta, su mentor
deseaba que él siguiera con la explicación histórica.
- Sigue la edad media, cuando se dio el surgimiento de las
grandes ciudades, la época de las conquistas, fue cuando se
dio la fusión de los reinos de Aztlán y Hamal para sobrevivir
al dominio del mundo que estaba llevando a cabo el llamado
último de los gigantes.
- Bien dicho, después viene la edad moderna, la era de
crecimiento, donde se dieron los grandes descubrimientos, la
era de las fastuosas obras de arte, la era que nos regaló a los
científicos que cambiaron la historia, la era que forjó las
bases de lo que somos ahora.
- La era que cambió al mundo pero no a nuestro país.
- Correcto, los grandes Clanes de nuestra patria se negaron a
rendirse ante el nuevo dios llamado tecnología,
comprendieron que aunque la ciencia iba a marcar el nuevo
orden mundial, el poder que heredamos de nuestros ancestros
nos daría la supremacía de todo el orbe, combinaron ambos
llevándonos a ser el país más poderoso del mundo.
- Lo que nos lleva a nuestra era...
- Así es, Cross, a la edad Contemporánea, la era de la
digitalización, de las comunicaciones, los transportes, los
avances tecnológicos, los viajes al espacio, del
entretenimiento, por supuesto que la era del consumo y la
ahora famosa globalización.
- ¿Y donde encaja la historia de los doce FILOS?
- Exactamente en la edad media, verás, hay un guerrero más
fuerte que el bérserker: es el dueño de una espada sagrada.
Cuenta la leyenda que en la antigüedad existían doce espadas
sagradas que tenían un gran poder, poder que entregaban a su
portador y que les confería una fuerza y energía
sobrehumanas, lo que los hacía capaces de derrotar a ejércitos
enteros. Se dice que la espada es quien escoge a su portador y
no al contrario. A las personas elegidas se les llamaba FILOS;
la conexión entre ambos era tan poderosa que las espadas
sagradas se fusionaban con el cuerpo de sus portadores y eran
extraídas de éstos cuando necesitaban ser utilizadas. Debido a
esa situación al morir los FILOS las espadas se perdían con
sus portadores y sólo volvían a aparecer en el momento en
que naciera quien ellas esperaban fuera su nuevo dueño. Pues
bien, me han informado que un día como hoy, hace ocho
años, en las ruinas de la Ciudadela encontraron lo que parece
ser una espada sagrada y en este momento los distritos
exteriores están preparando a sus mejores guerreros para
reclamarla. Yo creo que tú tienes el potencial para ir por ella.
- ¿Y qué es lo que debo hacer?
- En diez años si la espada no ha elegido dueño se va a realizar
un torneo y el ganador se la llevará. En ese transcurso de
tiempo tú te vas a preparar junto con otros guerreros de los
distritos exteriores para ganarte el derecho a obtener el arma.
Según tus capacidades actuales y los informes de tus maestros
a esa edad te habrás convertido ya en el bérserker más joven
de la historia, estoy seguro de que ganarás el torneo.
- ¿Y que haré con la espada una vez que la obtenga? En caso
de que gane – pensó.
- Será tuya; regresarás a mi casa y te nombraré heredero de
todo lo que tengo.
- ¿Qué?
- ¿Por qué crees que no sólo te preparé físicamente?
Cross estaba mudo, no supo qué responder. Riazor siguió con
su explicación.
- También te preparé académicamente para que algún día te
ocuparas de mi puesto en el gobierno y de mi fortuna, para
eso ya estás listo.
- Pero… ¿y Christina?
- Cross, tú la conoces mejor que yo. A mi hija no le interesan
mis negocios, sólo mi dinero; es una cabeza hueca que algún
día se casará y se irá de mi casa. Es preciosa y pretendientes
poderosos no le van a faltar. Además, le voy a dejar su futuro
asegurado y yo sé que tú jamás la dejarías desamparada.
- ¿Y los hijos de Lady Janette?
Janette Riazor era la segunda esposa de Argento Riazor, una
mujer hermosa que según se comentaba rondaba los cuarenta años
pero que tenía el cuerpo de una veinteañera. Fría, calculadora,
ambiciosa y cruel, había hecho de la vida de Cross un infierno en
todo el tiempo que llevaba ahí. Tenía tres hijos de Argento Riazor,
dos varones y una niña que tampoco eran santos de su devoción,
además de una hija natural.
- Son hijos de Janette, no míos; ellos estudian fuera de Arcadia,
a ti te conservé. Sabía que eras el mejor de todos, por eso
traje a los mejores maestros del país.
Thitus y Meirelle eran los hijos mayores de la esposa de su
mentor, Cross había presenciado la boda, había sido tres años
después de su llegada a la residencia Riazor. Thitus era un año mayor
que él y era un abusivo, su complexión alta y fuerte hacía que
pareciera más grande de su edad, pero cuando Cross se enfurecía le
daba unas palizas que lo hacían ir llorando con su madre.
Meirelle era de la misma edad que Christina, le gustaba
Cross, pero cuando éste la desairó se convirtió en su peor pesadilla,
finalmente Craig era el menor de los tres, dos años más joven que
Meirelle, era un chico tranquilo y alegre, hubiera sido su amigo pero
Lady Janette se lo prohibía, ella consideraba a Cross un sirviente y
no permitía que sus hijos socializaran con él.
Cuando su madre estaba presente obligaba a Craig a golpear y
pelear con Cross, el pupilo de Riazor no tenía nada contra Craig y lo
dejaba golpearlo, el chico se lo agradecía con la mirada y trataba de
no lastimarlo, esto enfurecía a Thitus que después se desquitaba con
su hermano puesto que él casi nunca lograba vencer a Cross. Janette
siempre decía que los tres eran hijos de su mentor, pero Argento
Riazor nunca lo confirmó.
Finalmente Chandra era una hija natural de Janette, producto
de una relación anterior, tenía veinticinco años y trabajaba para
Riazor, era una chica con un talento especial y único que el dueño de
la residencia explotaba adecuadamente, nadie más que su madre
sabía quien era su progenitor.
Cross jamás pudo convivir mucho con ellos, por razones que
él desconocía no tenían una residencia fija en Arcadia, sólo los veía a
veces cuando los chicos tenían vacaciones y se las pasaban con su
madre en la residencia Riazor.
Finalmente Cross se resignó, sabía que su opinión no contaba
y que su tiempo en la residencia Riazor estaba a punto de agotarse,
no tuvo más alternativa que aceptar su nueva situación.
- Está bien, señor, le prometo que haré mi mejor esfuerzo.
- Así me gusta, Cross, no te quito más tiempo, retírate y
mañana empieza con esos chiquillos.
Cross salió en silencio, todavía no acababa de digerir lo que
le habían dicho, él no quería irse de esa casa pero sabía que Argento
Riazor no le estaba pidiendo nada, le estaba informando lo que iba a
suceder de una manera sutil, pero negarse no era una opción, pasara
lo que pasara él en unos meses se marcharía.
Cuando Cross salió de su entrevista con Riazor estaba
pensativo, lo que más le aterraba de marcharse no era dejar a su
padre y a los trabajadores de la residencia que lo trataban tan bien,
tampoco irse a entrenar más duro a un lugar extraño o pelear en un
torneo que no le interesaba, lo que más temía y le dolía era dejar a
Christina.
La hija de Argento Riazor era la única razón de su existencia,
soportaba el dolor de los entrenamientos y la actitud de sus
profesores porque sabía que todos los días pasara lo que pasara ella
comería con él, lo apoyaría, lo molestaría y durante ese tiempo sus
fuerzas regresaban, su cerebro se aclaraba, ponía todo su empeño en
terminar las labores porque al final, en las noches, Christina lo
ayudaba a relajarse, le preparaba y untaba los ungüentos para sus
heridas, se acostaba con él para que preparara sus clases del otro día,
lo arropaba y le pedía que se esforzara al día siguiente, le prometía
que ella estaría sin falta a su lado para compartir los alimentos.
No quería separarse de Christina, era la primer persona que
conoció que había sido amable y amistosa con él; Cross siempre
había estado solo, lo único que recordaba de su vida antes de llegar a
la residencia Riazor era un cuarto enorme y vacío con una cama, un
baño y una pequeña mesa; una persona casi siempre distinta le
llevaba sus alimentos tres veces al día, sólo le entregaban el
alimento.
En ese lugar nunca le dirigieron ni una palabra siquiera, la
soledad era lacerante, su única compañía era un enorme monitor que
le enseñó los significados de las palabras, esa pantalla era su familia,
su maestra y su amiga, hasta que un día se presentó una persona
quien le dijo era su padre y se lo llevó de ahí.
Seguía en sus pensamientos cuando se encontró con la esposa
de Riazor de frente.
- Lesath. – Janette era la única persona de la residencia que lo
llamaba por su primer nombre, se negaba a usar el apelativo
cariñoso con el que lo llamaban los demás.
- Lady Janette – respondió Cross con la misma frialdad con la
que fue saludado.
- ¿Ya te dieron la noticia?
- Si – las respuestas de que Cross le daba a la esposa de su
mentor siempre eran escuetas, eso la enfurecía.
- Bien, quiero que sepas que todo fue idea mía, te dije que
haría que te corrieran de esta casa.
- Felicidades, lo logró. – Cross estaba demasiado molesto para
lidiar con ella, la rodeó y siguió su camino.
- Espera. – Lady Janette lo cogió del brazo –. Hay otra cosa.
- ¿Qué quiere?
- Se trata de Christina, será muy duro para ella verte partir, lo
mejor será que cortes tu amistad con ella de una vez, es
preferible a que sufra siete meses por tu partida.
- Eso no lo decide usted.
- Yo lo decía por mi hija, pero si quieres que sufra, haz lo que
quieras.
Cross siguió su camino, melancólico sacó un anillo de oro
que le había regalado Christina el día anterior como premio por
haberse graduado, éste sin querer resbaló de sus dedos hacia una
rendija.
Cross sin pensarlo corrió hacia el exterior de la casa y entró
por una puerta hacia el sótano, conocía la residencia como la palma
de su mano, llegó al lugar donde se le había caído su preciada joya y
la recogió, cuando se estaba retirando escuchó la conversación de sus
mentores.
- Ve a descansar Lothar, por favor, dile a Maggie que me lleve
la cena a mi habitación.
- Sí señor.
Cuando el bérserker abandonaba el estudio Riazor notó un
gesto de preocupación en su rostro.
- ¿Preocupado Lothar?
- Si Argento. – En siete años nunca le había hablado por su
primer nombre –. ¿Estará bien que mandes a Cross a esa
academia?
- Aprobó el examen de ingreso con calificación perfecta, él no
lo sabe porque se lo hicieron durante la clase y pensó que era
un ejercicio, allá podrá estudiar una especialidad, además,
también pasó el examen de aptitudes físicas…
- El torneo.
- Así es y lo ganó en dos categorías.
- Tampoco le dijiste que los combates por la espada serán a
muerte.
- Eso no lo tiene que saber ahora, ya se enterará en el momento
oportuno.
- De todas formas, aunque el pequeño cabrón sea un genio y un
súper dotado, sigue siendo un niño de sólo diez años.
- Créeme Lothar, ese bastardo dejó de ser un niño desde los
cuatro años de edad.
- No lo conoces, cualquiera en esta casa lo conoce mejor que tú
y nadie estaría de acuerdo contigo.
- A mí no me interesa la opinión de unos malditos sirvientes.
- ¿Y la de tu hija?
- Es una mujer, su opinión no cuenta, además, si ese pequeño
monstruo se le acerca, lo mato.
- Eso lo dudo.
- Ya basta Lothar, te recuerdo que aquí mando yo, voy a enviar
a Cross a la academia porque así lo he decidido.
- El no es un sirviente de tu propiedad.
- Pero su padre si y por su bien será mejor que obedezca.
- ¿Por el bien de quien?
- Ya lo sabes.
- Si, lo sé y créeme, espero que tu plan no tenga errores o lo
lamentarás.
Argento Riazor se puso rojo de coraje, empezó a gritar
señalando a Lothar con el dedo índice.
- A mí no me amenaces imbécil, recuerda que yo soy el señor
de este lugar.
Lothar con voz tranquila pero firme respondió:
- Sólo por esta única vez voy a permitir que me hayas gritado,
Argento, recuerda que yo no soy tu criado ni tu empleado,
soy un bérserker y las condiciones de nuestro acuerdo las
pongo yo, te lo soporto porque siempre has sido un caballero
además del hecho de que eres el patriarca de unas de las
principales familias del país, pero si me vuelves a gritar me
marcho, yo sé muchas cosas y te aseguro que lamentarás
haberme dejado ir.
Argento Riazor se tranquilizó.
- Si no estás de acuerdo con mis decisiones puedes renunciar e
irte cuando quieras, dime la cantidad que consideres justa
como indemnización por tus servicios y te la entregaré
multiplicada por dos.
- Estás equivocado Argento, el tratar con tanto idiota
avaricioso te ha nublado la mente, bien sabes que el dinero no
es un problema para mí, no tengo que recordarte quien es mi
familia, no es por ti que trabajo a tu lado, es por tu proyecto,
la Administración de la Ciudadela es quien me asigno aquí...
¿recuerdas?
- Ah, es cierto, lo olvidaba, en ese caso te ofrezco una disculpa
y espero que sigamos colaborando como siempre.
- Así lo espero yo también, hasta mañana.
Al salir Lothar del estudio, Argento Riazor se sentó en su
escritorio, sacó una pequeña caja de oro de su cajón central y
acariciándola con una sonrisa maligna susurró:
- ¡Bérserker! Pobre imbécil, cuando esto acabe te mataré yo
mismo.
Lo que ni Lothar ni Argento sabían es que por un pequeño
ducto de ventilación en la pared Cross lo había escuchado todo… El
muchacho estaba preocupado, lo que acababa de oír lo estremeció
hasta los huesos, él nunca quiso escuchar la conversación de los
hombres que más admiraba y temía…
Al principio no le había dado importancia a la plática y pasó
de largo, pero el hecho de que Lothar llamara al señor Riazor por su
nombre de pila le intrigó y más cuando se refirió a su partida a la
academia, se quedó en su sitio y lo escuchó todo, por un momento
temió que Lothar en un ataque de ira matara al señor Riazor, tuvo
miedo por Christina, pero Cross pensó que el guerrero sólo estaba
enfadado, Lothar adoraba a la hija de su empleador y él jamás
permitiría que nadie la dejara desamparada.
Lo que más estremeció al muchacho fue esa malvada sonrisa
que esbozó Riazor al final, no escuchó lo que murmuró pero el gesto
de su “benefactor” lo decía todo, era malvado y no se podía fiar de él,
Cross no sabía por qué, pero así lo sentía, sin embargo, ahora su
preocupación era otra.
Por un lado estaba seguro que Riazor no cumpliría su palabra,
lo que él en realidad quería era la espada sagrada, peor aún, no lo
consideraba digno de pretender a su hija, debía pensar en algo, tenía
siete meses para urdir un plan y todo estaba ligado a obtener la
espada sagrada, ahora estaba seguro, él tenía que ganarla, sabía que
de alguna forma si obtenía el arma estaría más cerca de estar con
Christina.
Cross seguía con sus pensamientos, consideró que lo más
prudente por el momento era aceptar la propuesta de Lady Janette, se
alejaría de la hija de su mentor, sería lo mejor para los dos irse
alejando poco a poco puesto que en siete meses él se iría por diez
años. En eso estaba cuando de regreso a su habitación se la encontró.
- ¿Como te fue? – la hija de Argento Riazor tenía una gran
sonrisa en el rostro.
- Hola Chris.
- ¡Cuéntame! – Christina, al igual que su madrastra, también
odiaba que Cross fuera tan escueto en sus respuestas.
- Me fue bien.
- ¿Como que bien? ¿Cual fue la sorpresa que te dio papá?
- Que voy a estudiar para ser un bérserker.
- ¡Wowww! Es lo que siempre has querido – Christina dio un
salto emocionada, no se percató de la turbación de Cross.
- Y también voy a entrenar a otros niños que trajo tu padre.
- Los vi hace rato, son seis, lo que no me imagino es a ti de
maestro. Eso va a estar divertido.
- ¡Como sea! – Cross gritó sin pensar, deseaba irse, el ver a su
amiga sólo le recordaba que pronto se alejaría de ella.
- ¿Estas molesto? – Christina se asombró con la reacción de
Cross, él nunca le hablaba de esa manera.
- No, discúlpame por favor. – Cross agachó la mirada, se
avergonzó de haberle gritado a la hija de su mentor –. Sólo
estoy cansado, me voy a dormir, hasta mañana Chris.
- ¿Te acompaño?
- No, estoy bien, mañana te veo.
- Pero… – Christina seguía sin entender la actitud de Cross, ese
mismo día habían comido juntos, como siempre, estaba
segura que algo más había pasado en esa plática con su padre
–. ¿Te sucede algo?
- ¡Dije que mañana te veo!
Cross no dijo nada más, siguió de largo y se fue a su
habitación, esa noche por primera vez en su vida, a pesar del duro
entrenamiento, no durmió.

Cuando Argento Riazor llegó a su habitación, su esposa lo


esperaba enfurecida, tenía en la mano unos documentos apretándolos
en un puño.
- ¿Qué es esto Argento?
Su voz estaba llena de ira, sus ojos llorosos, la mano le
temblaba y parecía que quería matar a su esposo. Argento Riazor vio
los papeles y se molestó, le respondió de mala gana.
- ¿De donde sacaste esos documentos? Sabes que no debes
tocar mis cosas.
Janette seguía viendo a su esposo cada vez más enojada.
- ¡Respóndeme tú primero!
El Tesorero del Distrito Comercial se acercó a su esposa, la
tomó de la muñeca que sostenía los documentos y se la apretó con
violencia hasta que los soltó, les dio una mirada y con indiferencia le
espetó en la cara:
- ¿Para que preguntas si ya sabes lo que es?
Janette lloraba de impotencia.
- ¿Es cierto lo que dice ahí?
- Si, es cierto, voy a adoptar a Cross, me es útil en mis planes a
futuro.
- ¿Pero como es posible? ¿Y que hay de mis hijos?
- ¿Qué hay con ellos?
- ¡Son tus hijos! ¡Sangre de tu sangre y no llevan tu apellido!
¿Sabes lo humillante que es poner una equis después de tu
nombre sabiendo que tu real apellido es uno de los más
respetados del país?
Argento Riazor recordó a sus hijos, Janette era su amante y
tuvo a sus tres hijos cuando su primera esposa todavía vivía, los
niños no llevaban el apellido de su madre porque Riazor había
prometido reconocerlos.
- Ya te dije que tengas paciencia, Janette, después de que mi
esposa falleció me casé contigo como lo querías, cumplí mi
palabra, ni siquiera me dejaste guardar el luto adecuado, voy
a reconocer a los chicos, pero ahora no es el momento
indicado, hay demasiado en juego.
- No Argento, esto no lo puedo tolerar, te casaste conmigo pero
me quitaste a mis niños.
- No te los quité, los envié a las mejores escuelas para que
fueran educados, Thitus está en la mejor escuela del Cinturón,
Craig estudia bajo la protección y tutela de mi hermano
Aureo en nuestra tierra y Meirelle estudia en la escuela más
reconocida de Ishtar, deberías estar orgullosa y agradecida de
la educación que están recibiendo.
- ¿Orgullosa? ¿Agradecida? Christina, la hija de tu primera
esposa vive en tu casa y estudia en el Distrito Comercial, esa
escuela es tan buena como la de Ishtar.
- Si, pero no es para alguien como Meirelle, ella es poderosa,
Chris es una niña común y corriente, lo único que tiene es su
belleza, pero nada más.
- ¿Por eso la conservas a tu lado? ¿Porque es más bonita que
Meirelle?
- No, las separé porque tu hija casi mata a la mía.
- ¡Meirelle también es tu hija!
- Lo sé, pero es muy impulsiva, como tú. – Riazor tomó a
Janette de la cintura y con violencia la atrajo hacia él, a pesar
de los años todavía lo volvía loco, lo excitaba su carácter
salvaje –. Un día de éstos en una pelea podría lastimar a Chris
y eso no lo podía permitir.
- ¿Qué tiene Christina que la quieres más que a tus otros hijos?
- Nada, si tuviera que elegir preferiría a Meirelle por encima de
Christina, sin embargo, Chris no tiene ninguna habilidad, es
una persona común y corriente, necesita de mi protección y
vigilancia.
- ¿Y Lesath?
- ¿Que hay con el? – dijo Argento levantando la mirada, estaba
harto de las quejas que todo el tiempo le daba Janette, sabía
que no se soportaban.
- ¿Por qué él tiene maestros particulares y mis hijos no? Si los
tuvieran no los habrías alejado de mi lado.
- Tus hij… nuestros hijos no son ni remotamente tan
inteligentes como Cross, pero te aseguro que serán más
poderosos, los envié a lugares donde sacarán a relucir su
verdadera fuerza, además, ya te dije, ese chico es sólo un
eslabón más en mi cadena, cuando deje de serme útil podrás
hacer con él lo que quieras.
Janette sonrió
- ¿En serio? ¿Lo que quiera?
- Lo que tu desees, pero ahora lo voy a adoptar y a ti te voy a
dejar inconsciente de tanto placer…
- Inténtalo y verás lo que te espera.
Janette besó a su esposo e hicieron el amor, pero su cabeza no
estaba con él en la habitación, estaba planeando la desaparición del
protegido y de la hija legítima de Argento Riazor, así como se había
"encargado" de su primera esposa.
Mientras trataba de conciliar el sueño, Cross sintió un
escalofrío, presintió que su vida corría peligro, no dejaba de pensar
en la mirada de su benefactor, por más que se concentraba no lograba
identificar que es lo que quería específicamente de él ni sus
intenciones a futuro, ahora sabía que de alguna manera Riazor le iba
a hacer pagar todo lo que había hecho por él y con intereses.
Los siete meses que le quedaron a Cross pasarían como un
suspiro, llegaría a conocer y a querer a esos niños que se presentaron
a entrenar a la mansión. Todos tenían cualidades muy distintas entre
sí pero el maldito viejo tenía razón, eran excepcionales, posiblemente
combatiría contra alguno de ellos en diez años por la espada sagrada,
esperaba que no fuera así, sin embargo, su único pensamiento era de
tristeza, se deprimía más conforme se acercaba el momento de su
partida, el día que dejaría de ver a Christina.
CAPÍTULO 2
NUEVOS HUÉSPEDES
Argento Riazor había ordenado que acondicionaran la casa de
huéspedes para que fuera habitada por los nuevos niños, repartieron a
los chiquillos en tres habitaciones, en una se encontraban Arlés y
Dorian, en otra los gemelos Cástor y Póllux y en la última las dos
chicas, Michelle y Elektra. Desde el principio en cuanto se
ambientaron los nuevos invitados, sacaron a relucir su verdadera
personalidad.
Arlés era muy parecido a Cross, destacaba en todas sus
materias así como en los entrenamientos, pero a diferencia de éste
último que era muy reservado, Arlés era completamente extrovertido,
hablaba mucho, le gustaban los retos, siempre expresaba sus ideas y
generalmente todos lo seguían, era un líder natural pero también era
impositivo y rencoroso, cuando otros no hacían lo que les indicaba
imponía sus decisiones como fuera, de ser necesario hasta por la
fuerza. Ese muchacho sin duda alguna iba a llegar muy lejos, lo que
iba a ser determinante en su vida y en la de muchos más es el camino
que elegiría: el del bien o el del mal.
Dorian era el perfecto soldado, atento, obediente y
disciplinado; no importaba el trabajo que le encomendaran él lo
realizaba, era una persona confiable y fiel, hablaba maravillas del
señor Riazor y no permitía que se hablara mal de su benefactor, el
que lo hiciera aunque el comentario se realizara a manera de broma
pagaba con su sangre, sin importar quien fuera, hasta Elektra.
Su única debilidad era Michelle, le gustaba. Dorian la seguía
a donde fuera y en los entrenamientos físicos siempre la protegía.
Michelle estaba consciente de esto y lo utilizaba para que la cubriera
de sus travesuras o para iniciar peleas con los otros chicos. A Dorian
no le importaba. Él era feliz con que Michelle le prestara atención.
Los hermanos Cástor y Póllux realmente se parecían muy
poco aunque eran gemelos idénticos. Cástor era delgado y pequeño,
en cambio Póllux era un gigante; aún y cuando contaba con dos años
menos que Cross era más alto que él, pero ambos tenían una fuerza
excepcional, Póllux era más fuerte que su hermano pero no por
mucho, sin embargo, Cástor era más inteligente, rápido y ágil; pero si
eran distintos en el fisico sus personalidades eran dos polos
completamente opuestos, mientras Cástor era cruel y violento, Póllux
era amable y evitaba todo tipo de enfrentamiento.
Por su gran fuerza y resistencia ambos se convirtieron en los
favoritos de Cross para entrenar puesto que representaban un
verdadero reto para él, por lo mismo, los gemelos sintieron un
inmediato aprecio por ese chico y prácticamente vivían en la casa de
Cross y no en la de huéspedes, ambos eran divertidos e
independientes, tenían problemas con la autoridad, no la respetaban.
Por lo mismo a los maestros de la residencia, especialmente a los
académicos, les costaba educarlos.
Elektra aparentemente era una alumna regular, no destacaba
en ninguna materia ni en ninguna disciplina de combate, pero
tampoco era la peor, se llevaba bien con todos por su carácter alegre,
era muy sincera y frontal, decía siempre lo que sentía, tenía un afecto
especial por Cross y Christina (Elektra era la única de los niños con
la que platicaba), realmente era agradable estar con ella.
Aunque no tenía el liderazgo natural de Arlés, todos los que
la conocían sin lugar a dudas la seguirían y darían la vida por ella,
esa chica junto con los gemelos fue quien más acaparó la atención de
Cross y era ella con quien Cross llenaba un poco el vacío que le
dejaba el no convivir con Christina, Elektra desde que lo conoció
supo que algún día compartiría su vida con él… y así se lo hizo
saber.
Michelle era una niña preciosa pero tenía un carácter déspota
y altivo, era la más inteligente de todos y prácticamente los adelantó
en los estudios de inmediato, era realmente una superdotada, pero no
más que Cross.
Los profesores aunque la elogiaban siempre la comparaban
con los logros de éste ultimo y lo peor era que la comparación iba
siempre hacia arriba, “sorprendente Michelle completaste el ejercicio
en solo dos días, pero Cross lo hizo en ocho horas…”, las
comparaciones sacaban de quicio a Michelle y más porque los otros
niños al ver esto se burlaban de ella.
Los chicos que entrenaban en la residencia Riazor se hacían
cada vez más fuertes con las rutinas que sus profesores les imponían,
sin embargo, el tener a varios chiquillos con personalidades tan
diferentes y al mismo tiempo con capacidades tan excepcionales era
peligroso.
Los chicos generalmente dirimían sus diferencias a golpes,
peleaban por casi cualquier cosa. Elektra no tenía problemas, se
llevaba bien con todos, pero Michelle era otra cosa, era demasiado
competitiva y siempre buscaba ser la primera en todo, además, por su
carácter soberbio y altivo discutía mucho con sus compañeros, en
especial con Cástor. Elektra ya le había tomado la medida y sabía
como tratarla, Dorian la seguía sin importarle su carácter, era feliz
sólo con estar con ella, Arlés era su amigo desde antes de llegar a la
residencia y ambos se respetaban, cuando Michelle se enojaba su
amigo prefería alejarse y dejar que se calmara, Póllux era su
adoración, el gemelo mayor inmediatamente se había ganado su
amistad y eran inseparables.
Pero Cástor era distinto, no le soportaba a Michelle sus
desplantes y le respondía, siempre estaban peleando, la diferencia era
que Cástor tenía un carácter alegre, como el de su hermano, pero era
sarcástico y con facilidad se burlaba de sus compañeros, eso
molestaba a Michelle, sus altercados casi siempre terminaban con
Michelle insultando al gemelo menor y retirándose furiosa del lugar
de la discusión.
Cuando Michelle logró generar electricidad y manipularla se
sintió sin duda la mejor, estaba feliz y orgullosa, ella sabía que ni
Cross había logrado crear energía, ahora si estaba convencida que era
la alumna más completa que había pisado la residencia Riazor…
Hasta que Cástor le dijo que Cross podía producir una energía
mucho más poderosa que ella, sin contar con el hecho de que ya era
un bérserker más que respetable, Michelle se puso furiosa, si bien es
cierto que ella era la mejor alumna académica, en los ejercicios
físicos era mediocre, hasta Elektra la vencía y eso que era la más
débil de todos, enfurecida atacó a Cástor que estaba riéndose y
burlándose de ella, trató de electrocutarlo pero Cástor estaba más
maleado, el entrenamiento que llevaba con Cross era despiadado y
más si se encontraba Lothar con ellos.
En una fracción de segundo esquivó el ataque, todo hubiera
quedado ahí si Michelle se hubiera ido pero no lo hizo, volvió a
atacar a Cástor quien en esa ocasión hizo más que esquivar el ataque,
cogió un escudo y con ese atacó a Michelle lanzándoselo y sacándola
de balance, después le propinó un puñetazo en el pecho que la mandó
volando cuatro metros de espalda.
En ese momento Dorian que siempre estaba tras de Michelle
entró a la pelea golpeando a Cástor en la cabeza con un palo,
instantáneamente su hermano gemelo se levantó y logró someter a
Dorian, él quería evitar la pelea pero Cástor con sangre en el rostro le
espetó que lo soltara, Póllux lo hizo, conocía a su hermano, sabía que
ya no se detendría y si había alguien a quien ese gigante no deseaba
enfrentar enojado era a su gemelo, se hizo a un lado y empezó el
combate.
Cástor dijo a Póllux que le devolviera el palo a Dorian, quien
una vez que estuvo armado se lanzó contra el gemelo menor, lo
golpeó varias veces con toda su fuerza y sus mejores técnicas, Cástor
se dejo golpear, cuando Dorian agotado tomó un respiro, el gemelo
más pequeño se lanzó contra él, sólo le bastaron cinco golpes para
derrotarlo, en menos de diez segundos Dorian estaba casi
inconsciente.
Entonces pasó algo aterrador, Cástor fue por Michelle quien
todavía estaba en el suelo, tenía problemas para respirar y el hombro
dislocado, no podía ejecutar su energía elemental, la arrojó al lado de
Dorian y tomó el palo con el que éste último lo había atacado, con la
mirada de un asesino enloquecido les comentó: “Aquí termina su
estancia en la residencia, van a ir de vuelta a la calle a pedir
limosna porque los voy a dejar lisiados.” En ese momento levantó el
arma para empezar a golpearlos.
Póllux y Arlés estaban demasiado asustados para intervenir,
antes de que los caídos recibieran el primer impacto se escuchó un
ruido sordo delante de su agresor, éste sorprendido observó como su
arma estaba hecha polvo, Cross la había destruido, con sólo ver su
rostro Cástor comprendió que no debía retarlo.
Cross empezó a golpear al menor de los gemelos hasta dejarlo
semiinconsciente, éste pensó en responder el ataque, pero algo en su
interior le dijo que no se defendiera, que si lo hacía sus días estaban
contados, una vez que terminó con Cástor, Cross siguió con Póllux y
Arlés, les dio una golpiza pero no de gravedad, después tomó a
Michelle en sus brazos y se retiró, les encargó a Póllux y Arlés el
cuidado de Cástor y Dorian, les dijo que enseguida mandaría a
alguien a atenderlos.
Cross lo había visto todo, desde que Cástor empezó a burlarse
de Michelle, su compañera Elektra supo que esta última lo atacaría,
no en vano llevaba seis meses viviendo con ella, la conocía y sabía
que era violenta, salió corriendo a buscar a Cross, cuando llegaron
fue en el momento justo en que Michelle lanzó su segundo ataque,
Cross no quiso entrometerse, estaba consciente de que los
muchachos debían arreglar sus propios problemas, pero se quedó a
una distancia prudente para que aún sin ser visto pudiera evitar una
tragedia.
Cross se quedó en la enfermería al lado de Michelle hasta que
despertó, después de lo sucedido Michelle cambió con él, lo veía
constantemente y le sonreía, también cambió su actitud, le hablaba
con respeto.
Cuando todos pudieron entrenar normalmente el joven
consejero habló con ellos, le dijo a Michelle que nunca debía usar sus
poderes contra uno de sus amigos fuera de las prácticas, a Cástor que
si volvía a atacar de esa manera a otro de sus compañeros lo mataría,
el gemelo menor le creyó, les explicó a Póllux y Arlés que los golpeó
por cobardes, la primer regla de su entrenamiento es proteger a sus
compañeros y ellos habían fallado, ambos con vergüenza en los ojos
y la cabeza baja le juraron que no volvería a pasar. Sólo Dorian y
Elektra se salvaron del regaño, Dorian porque fue el único que
defendió a Michelle, aunque sus motivos eran distintos a los de ser
un buen compañero y Elektra que al final fue quien salvó el día.
Después del incidente Cástor se disculpó con Dorian y
Michelle, su compañero lo perdonó a regañadientes, pero con
Michelle fue distinto, cuando se estaba disculpando un gran
sentimiento se apoderó de él, por primera vez en su vida lloró, estaba
realmente afectado y avergonzado de haber golpeado a esa niña que
sin duda lo que necesitaba era protección, un sentimiento conocido lo
empezó a invadir: la furia incontrolable que lo hacía perder su
humanidad, Michelle lo abrazó, lo besó en la mejilla y le dijo que la
culpa había sido de ella, que no tenía el derecho de haberlo atacado,
también lloraba, Cástor se calmó, le prometió que a partir de ese
momento él siempre la protegería al igual que a Elektra, no iba a
permitir que nunca nadie las lastimara y si lo hacían pagarían con su
vida. Después de ese momento su amistad no se fracturaría jamás.
Los seis niños que llegaron a la Casa Riazor eran huérfanos,
pero las circunstancias que los llevaron hasta la residencia del
Distrito Comercial eran distintas y a la vez extraordinarias, todos le
habían contado a Cross su historia.
CAPÍTULO 3
DESPEDIDA
Durante el transcurso de tiempo que le quedaba en la
residencia del Distrito Comercial Cross se fue alejando de Christina
poco a poco. Él creía que así le dolería menos su partida. Aunque
sabía que la lastimaba, era mejor que se fuera acostumbrando a estar
sin él. Primero le prohibió que lo visitara en las noches, le dijo que
como ya no estudiaba las cargas de ejercicio ya no lo lastimaban, así
que ya no la necesitaba. Después dejó de comer con ella, le informó
que lo haría con los otros niños para conocerlos mejor y entrenarlos
adecuadamente, para los últimos días del séptimo mes prácticamente
ya no se hablaban.
Cross hacía lo posible para no pensar en nada, puesto que si
llegaba un pensamiento a su mente era Christina, se levantaba más
temprano a entrenar, intensificó los ejercicios, en las tardes se
volcaba en sus alumnos para ayudarles y después entrenaba hasta que
ya no podía más, muchas veces llegó a quedarse tendido de
agotamiento en el lugar de entrenamiento que se encontraba a
espaldas de la residencia principal, era una considerable extensión de
terreno que tenía una superficie de una hectárea, contaba con lo
último en tecnología para auxiliar a los maestros a entrenar a sus
aprendices, era una copia exacta de los campos de entrenamiento que
se encontraban en la Ciudadela en el área del Cinturón, tan sólo su
mantenimiento costaba una fortuna, aunque eso no era nada para el
poder adquisitivo del Patriarca de una de las principales familias de
todo el país.
Cuando Lothar estaba en la residencia era peor, Cross
entrenaba con él hasta perder el sentido, no le importaba el dolor, era
bienvenido si le impedía pensar… Lothar en más de una ocasión le
cuestionó el entrenamiento, estaba preocupado pero no podía dejar
solo a aquel muchacho, Cross lo había amenazado, si no lo ayudaba a
entrenar él era capaz en algún momento de excederse y lastimarse en
serio o mortalmente. Ya no entrenaba en combate con los demás
profesores, los había dejado atrás y ahora éstos le temían. Lo peor
para el guardaespaldas era que Cross lo atacaba a matar y por lo tanto
el contraataque de Lothar era más rudo de lo necesario y resultaba en
lesiones para su alumno.
Lo único positivo que había resultado de todo ese
entrenamiento fue que a finales del quinto mes Cross logró sacar su
primer vestigio de energía elemental, se encontraba al límite de sus
fuerzas cuando Lothar se dio media vuelta y le dijo que era suficiente
por ese día, Cross le gritó que aún podía pelear pero su maestro no le
hizo caso, entonces Cross juntó todas sus fuerzas y las descargó en la
espada para dar un último golpe a su mentor, ya dominaba su energía
y podía hacer verdaderos ataques de trooper.
Todo sucedió en segundos, el instinto de bérserker de Lothar
se encendió y lanzó un ataque mortal a Cross, cuando se dio cuenta
de lo que había hecho ya era demasiado tarde, la ráfaga de energía en
forma de viento cortante iría directo a su discípulo y lo destrozaría.
En cuestión de décimas de segundos Cross comprendió el error que
había cometido y ya no podía hacerse a un lado, sin saber cómo,
atrajo toda la energía que tenía a su mano derecha y la expulsó en
dirección del viento, de su mano salió energía pura en forma de un
kunai (arma en forma de cuchillo de uso general, de punta afilada
con los bordes aserrados), misma que al impactarse con el ataque del
bérserker se extinguieron el uno al otro.
Ambos quedaron sin palabras, sorprendidos de lo que había
ocurrido, cuando por fin Lothar entendió lo que había sucedido se
acercó a su alumno.
- ¿Te encuentras bien muchacho?
- Creo que si. ¿Que sucedió Lothar?
- Ese fue un ataque de energía elemental, ya eres un bérserker.
- Pero no se como lo hice…
- No te preocupes, en el tiempo que nos queda trabajaremos en
eso.
- ¡Bien!
- Sólo una cosa más…
Cross no lo vio venir, Lothar le dio una paliza, una vez que
entendió lo que había pasado y de agradecer que no hubiera matado
al muchacho, decidió descargarse en su alumno.
- Muchacho del demonio. ¿Estás loco? Ya te había dicho que
jamás me atacaras de esa forma si no estaba preparado,
pudiste haber muerto.
El novel bérserker no lo escuchó por mucho tiempo, ni
siquiera comprendió las últimas palabras, se desmayó, pero por
primera vez en esos meses había sonreído.

Cross se levantó en la mañana pero estaba totalmente


adolorido, apenas si podía moverse, cuando salió al aire libre lo
recibió Elektra con un abrazo.
- Cross ¿estas bien?
- Si, ¿por que preguntas?
- Llevas dos días durmiendo.
- ¿Dos días?
Cross no lo podía creer, jamás a pesar de lo duro que fuera su
entrenamiento había quedado en ese estado, en ese momento vio
pasar a Christina, su mirada se nubló y pensó: no esta tan mal, de
ahora en adelante entrenaré hasta quedar así de exhausto. Fue a
buscar a Lothar pero le dijeron que había salido con el señor Riazor
y no sabían cuando volverían, regresó frustrado, no sabía como iba a
entrenar para ejercitar su nuevo poder.
- Hola Cross – lo saludó uno de sus maestros dándole una
palmada en la espalda.
- Sensei. – Como era su costumbre, Cross contestó con un
monosílabo.
- Lothar me dijo lo que sucedió – respondió el maestro
mientras se sentaba a su lado.
- Si, pero lástima que no esté para poder practicar.
- ¿Y para que necesitas a Lothar?
- ¡El es un bérserker y puede ayudarme a controlar ese poder!
- Si quieres yo puedo ayudarte.
- ¿Puede usted Sensei? – Cross veía a su maestro con
escepticismo.
- Por supuesto. ¿Viste que forma tomó la energía que sacaste?
- Si, la de un kunai – respondió Cross señalando las armas que
su maestro portaba en una funda en su pierna derecha.
- ¿Sabes por que?
- No, pero son las armas que utilizo para la batalla a distancia,
los kunais y las shirukens (arma arrojadiza en forma de
estrella).
- ¿Y quien te enseñó a utilizarlas? – preguntó el maestro
mientras hacía girar en su dedo derecho una kunai.
- Usted Sensei.
- Bien, en principio es correcto lo que estás pensando, toda vez
que al estar acostumbrado a atacar a distancia a un enemigo
con kunais y shirukens, tu cerebro esta educado de esa
manera, por lo tanto, al emitir energía que puedas arrojar a
distancia cobra esa forma.
- ¿Pero cómo me puede ayudar a controlar este poder si usted
es un entrenador de estilo trooper Sensei?
El profesor dejó de jugar con el kunai y señaló a su alumno
con el arma, era un viejo guerrero del oriente del continente que
Argento Riazor había conocido en uno de sus viajes y habían hecho
buena amistad, por eso era el único maestro al que Cross se refería
como "Sensei".
- Manejo el estilo trooper, pero también soy tu profesor
académico y si bien es cierto que no puedo crear energía
elemental con las manos desnudas conozco todos los
fundamentos para que tú por lo menos inicialmente puedas
controlarlo.
- Perfecto... ¿Cuando empezamos? – Cross estaba emocionado
de poder desarrollar su nueva habilidad.
- Ahora mismo – respondió el viejo Sensei llevándose las
manos a la espalda y caminando rumbo al área de
entrenamiento.
- Pero... ¿y los muchachos? – preguntó Cross al momento que
se incorporaba y seguía a su maestro.
- Tendrán que prescindir de mi agradable persona por lo que
resta de tu estancia aquí, hay mucho que hacer y lo que no
tenemos es tiempo.
Efectivamente, el par de meses pasaron como un rayo, pero
los avances de Cross fueron gigantescos, apreciaba al Sensei
Tokugawa pero no tenía idea de hasta que forma lo podía ayudar y
retar, el ejercicio con Lothar le parecía un juego de muñecas,
Tokugawa era un demonio, sólo continuó con las rutinas que le
imponía porque tenía más miedo de su furia al decirle que dejaría el
entrenamiento que al entrenamiento mismo.
Al final del séptimo mes llegó Lothar, se sorprendió del
avance de Cross, no sólo ya podía controlar la energía al lanzarla en
forma de kunais, también podía hacerlo en forma de shirukens,
cuando entrenó con él no le cupo la menor duda de que cuando
controlara completamente ese poder sería mucho más poderoso que
él.
Una noche durante el último mes de su estancia en la casa del
Distrito Comercial, Cross estaba cenando en el comedor de la
residencia, era una ocasión especial, estaban celebrando el
cumpleaños del señor Riazor, éste mencionó a Cross que tuviera
todas sus cosas en orden puesto que su partida a la academia estaba
programada para dentro de diez días, Elektra preguntó de que
hablaban y Riazor les explicó los detalles de la partida de su
consejero, Elektra se levantó y salió llorando del comedor, Cross de
reojo volteó a ver a Christina y observó que no se inmutó, ni siquiera
prestó atención a las palabras de su padre, siguió comiendo como si
no hubiera pasado nada, entonces supo que su cometido estaba
logrado, Chris no lo extrañaría, antes de que se fuera ya lo había
dejado atrás.
Cross se sintió miserable, aún y cuando eso era lo que había
planeado creyó estar más solo que nunca, pensó que había ido
demasiado lejos y ya no la podría recuperar, incluso extrañó la peor
etapa de su vida: su temprana infancia, la soledad dolía, pero no tanto
como el olvido. "Si es así que un rayo me parta" pensó, y lo único
que deseó en ese momento fue entrenar hasta desfallecer.
- Con su permiso me retiro, señor Riazor, tengo que entrenar
todavía.
- Así me gusta, muchacho, ese es el espíritu, en la academia no
vas a tener descanso.
- No lo necesito. ¿Vienes Lothar?
- Tu no lo necesitas pero yo si, Cross, así que hoy estás por tu
cuenta.
Cross no dijo nada más, salió de la casa con la idea fija de
exigirse hasta no poder más.

Finalmente llegó el día en que Cross partiría a la academia


militar de la Ciudadela, por esa razón habían regresado Lothar y el
señor Riazor; esa mañana Cross se levantó con un extraño pesar en el
corazón, salió con su maleta y le pidió permiso al bérserker de
despedirse de todos en la casa, éste asintió.
Se despidió de sus profesores asegurándoles que seguiría
todas sus enseñanzas y que daría lo mejor de sí en la academia, les
prometió que sería el mejor aspirante y así todos sabrían que el
ganador de la espada sagrada era su alumno.
El maestro Tokugawa Hayabusa se acercó a Cross y le dijo:
- Haznos sentir orgullosos. – Lo abrazó y le susurró al oído –:
Recuerda, ya sabes cuál es la base de tus ejercicios, empaqué
todos mis apuntes con tus cosas, entrena en solitario y no
muestres tu energía elemental por ningún motivo a nadie…
hasta el día del torneo.
Cross asintió, después se despidió de sus pequeños alumnos.
- Arlés, tú eres el líder, protege a todos tus compañeros.
- Te lo prometo Cross.
- Cástor y Póllux, ustedes son los más fuertes, incluso me
superan, sigan estudiando y vuélvanse más poderosos.
Póllux no pudo aguantar las lagrimas y abrazó a Cross, a
pesar de ser un gigante sus sentimientos lo traicionaban, consideraba
a ese muchacho apenas dos años mayor que él no como un hermano
mayor, sino que lo quería y lo respetaba como a un padre, Cástor
aprovechando la confusión y separando a su hermano también abrazó
a Cross, tenía el mismo sentimiento que su hermano.
- Pol, recuerda que debes controlar a tu hermano.
- Si, Cross.
- Cas, controla tu carácter y sobre todo tu instinto asesino.
- Ajá.
- Recuerda que si lastimas a alguno de tus compañeros regreso
y te mato.
A Cástor se le fue el color del rostro y poniéndose en posición
de firmes gritó:
- ¡Si señor, no instinto y no lastimo, anotado!
Después se despidió de Michelle.
- Michelle, conviértete en una gran guerrera.
Michelle con su característica soberbia miró a Cross como se
ve a un compañero de igual a igual y le espetó con indiferencia:
- Eso no tienes que recordármelo. – Después de pensarlo un
momento abrazó y besó a Cross en la mejilla, le susurró al
oído –: Cuídate mucho.
Cross le sonrió, esa niña lo desconcertaba pero la adoraba,
siguió con Dorian.
- Aunque nunca congeniamos te respeto, eres el que más duro
trabaja de todos y espero competir contigo en diez años.
- Ahí estaré.
Finalmente se despidió de Elektra, la chiquilla a quien más
apreciaba de todos sus alumnos.
- Elektra, cuida de todos, pórtate bien y por favor, cuida a
Chris.
Elektra ya no podía llorar más, estaba así desde el día
anterior, sólo abrazó a Cross y le dijo que algún día lo volvería a ver
y entonces se convertiría en su novia, lo besó en la mejilla y se fue
corriendo.
- Lo último va para todos, cuiden de Chris.
- Con nuestra vida – contestaron al unísono Arlés, Cástor y
Póllux.
Cross levantó el puño con el brazo derecho estirado al frente
señalando hacia arriba a la altura de la cabeza, sus otros cinco
compañeros hicieron lo mismo, era un saludo que había inventado
para saludarse antes de empezar a combatir y recordarse entre ellos
que eran compañeros.
- Padre, gracias por cuidarme, todo lo que he logrado y lo que
soy te lo debo a ti.
Mirkos Sargás no dijo nada, sólo abrazó a su hijo, él sabía
que no había sido el mejor padre, toda su vida la había consagrado al
servicio de los Riazor y prácticamente nunca le dedicó nada de su
tiempo al muchacho.
- Cuídate hijo y recuerda: no defraudes la confianza que el amo
ha puesto en ti, cumple con tu misión aunque la vida te vaya
de por medio.
- Sí padre.
Después se dirigió a los empleados.
- Gracias a todos por cuidar de mí como si se tratara de un
miembro de la casa.
Los empleados se despidieron de él, realmente le apreciaban,
a pesar de que el señor Riazor les ordenó que lo trataran como un
miembro de la familia desde pequeño se ganó sus corazones, era un
buen chico que nunca exigía nada, sólo recibía silenciosamente y con
agradecimiento lo que ellos le brindaban.
Cross vio a través de la ventana principal de la residencia a
Janette Riazor, desde que supo de su partida dejaron de importarle
las reglas de educación y cortesía para con ella, actuaba como si no
existiera, cosa que exasperaba a Janette, quien aprovechaba cualquier
ocasión para maltratarlo y humillarlo, ambos se detestaban y no lo
ocultaban, se vieron fríamente, pero en los ojos de la esposa de su
mentor también había odio.
Con un nudo en el corazón se dirigió a Lothar:
- Estoy listo, vámonos.
- ¿Y no te vas a despedir de Maggie?
¡Maggie! Si alguien en esa casa hizo el papel de madre de
Cross esa fue Maggie, lo trató como a un hijo, lo consentía todo el
tiempo y lo regañaba cuando se portaba mal, ella era quien permitía a
Christina estar con él todas las noches ocultándola del señor Riazor y
sobre todo de Janette a riesgo de ser despedida o algo peor, esa mujer
era quien preparaba los ungüentos que aliviaban sus heridas y
malestares después de los entrenamientos, Maggie fue su ángel. ¡Por
supuesto que ella no lo iba a buscar para irse a despedir! A él le
correspondía ir a buscarla para despedirse y agradecerle por todo.
- Espérame un momento Lothar, me despido de Maggie y nos
vamos.
El guardaespaldas asintió, después volteó a ver al señor
Riazor adentro del vehículo y vio una cara de fastidio en su rostro,
entonces sonrió.
Cross entró a la residencia principal y corrió directo al área de
la cocina, ahí encontró al ama de llaves, una mujer entrada en años,
robusta y sonriente, era una de esas personas que inspiraba confianza
sólo de verla.
- Maggie…
- Mi niño, cuídate mucho, prométeme que si se pone muy
peligroso en la academia te vas a escapar, yo cuento con
todos mis ahorros y podernos irnos a vivir con mi familia al
Tercer Distrito.
- No te preocupes Maggie, al contrario, te prometo que voy a
ganar ese maldito torneo y cuando regrese ya seré todo un
bérserker, podré tener mi propia casa y tú te vas a ir conmigo.
- Claro que si mi niño, yo te espero.
- Gracias por todo, Maggie, tú eres como mi madre, te
agradezco lo que hiciste por mí, sobre todo estos últimos siete
meses que me estuviste cuidando al final de mis
entrenamientos.
- No fue nada, hijo, pero no era yo quien te cuidó y trató en
esos siete meses.
- Entonces… ¿fue mi padre?
- No, fue la señorita Christina.
Cross no supo que decir, estaba estupefacto, desde que
amaneció había buscado con la mirada a Christina, quería verla
aunque fuera por última vez, pero ella jamás apareció, las cortinas de
su cuarto permanecieron todo el día cerradas y ahora…, se enteraba
que ella siguió velando por él, se sentía una basura, se había
despedido de todos menos de la persona a la que más quería, ella
había aceptado su indiferencia pero nunca aceptó separarse de él.
Maggie interrumpió sus pensamientos.
- No es demasiado tarde, hijo, por lo menos dile adiós.
Cross abrazó a Maggie quien lo despidió con lágrimas en los
ojos y se dirigió al cuarto de Christina. Una vez que estuvo frente a la
recamara de la hija de su mentor, Cross no se atrevió a tocar, se
sentía fatal, no podía creer que él, quien se entrenaba hasta
desfallecer, quien atacaba y resistía los embates de un bérserker
como Lothar, no tenía el valor de ver a los ojos a su querida amiga,
no, a quien era más que su amiga, con la sombra de la derrota en el
rostro, arrastrando los pies y con una lagrima corriéndole por la
mejilla se alejó del lugar, en ese momento se escuchó como se abría
la puerta de la habitación, Christina le reclamó:
- ¿Te vas sin siquiera despedirte?
Sin voltear a verla le contestó:
- No tengo el valor de hacerlo.
- ¿Tanto me odias que ni siquiera puedes decirme adiós?
- No te odio – el brazo derecho de Cross empezó a temblar
involuntariamente a causa de su nerviosismo.
- ¿Entonces porque te despediste de todos en esta casa y no de
mí? – Christina seguía reclamando, su voz se escuchaba
quebradiza.
- Porque es demasiado duro.
Cross notó que lo abrazaban, sintió un calor en su cuerpo que
lo hizo estremecer. Chris abrazándolo con todas sus fuerzas y con
voz apenas audible por sus sollozos le dijo:
- Si no te quieres despedir por lo menos prométeme que nunca
me vas a olvidar.
- ¿Que?
- Sé que ahora no significo nada para ti, pero por lo menos
dime que no vas a olvidar el tiempo que pasaste aquí
conmigo.
Cross no resistió más, se dio la vuelta y abrazó con todas sus
fuerzas a Christina, le explicó lo que había sucedido, no le ocultó
nada, su plan, la propuesta de su madrastra, la conversación de
Riazor con Lothar, la reacción de aquel, cómo se entrenaba para no
pensar en ella… todo.
- Eres un idiota Cross – le espetó Christina enjugándose las
lágrimas.
- Lo sé – respondió Cross con la mirada baja.
- Si me lo hubieras dicho desde un inicio hubiéramos
disfrutado de tus últimos meses aquí y no los hubiéramos
sufrido tanto.
- Perdón.
- Bueno, eso ya no tiene remedio, pero te juro que le haré la
vida imposible a la bruja de Janette. – Tomó la mano de
Cross –. Prométeme que pase lo que pase vas a regresar por
mí.
- Te lo juro.
En ese momento Cross se le quedó viendo a Christina, quería
dejar esa imagen impregnada en su memoria, como siempre se veía
preciosa, era de tez blanca, cabello largo y castaño, su rostro era de
rasgos finos y hermosos, tenía los mismos ojos café claro que él,
pero éstos mostraban bondad y buenos sentimientos, fue la primer
persona que le habló con amabilidad y le brindó su amistad, y él
esperaba que fuera la única en su vida, no le importaba nada más que
la sonrisa de esa niña, en ese momento se percató que Christina tenía
una marca morada en el rostro, en la mejilla del lado derecho.
- ¿Qué te sucedió?
- ¿No creías que iba a dejar que te fueras sin luchar... verdad?
- ¿Que hiciste Chris?
- Pedí a mi padre que no te mandara a esa academia, cuando se
negó, me puse terca y se enfadó.
- Maldito cabrón.
- Tranquilo, Cross, aún así es mi padre y sé que me quiere,
además, no me importa lo que piense, te quiero mucho y con
tal de estar contigo soy capaz hasta de escaparme de aquí.
- No te preocupes, Chris, estoy seguro que no vamos a llegar a
eso, te prometo que no voy a regresar derrotado, no voy a
perder, voy a regresar con esa espada, se la voy a regalar a tu
padre y voy a ser un bérserker. ¡Tu padre no podrá oponerse a
que seas mi novia!
- ¿Entonces somos novios?
Eso tomó desprevenido a Cross, las palabras se le habían
salido sin querer, se le puso el rostro rojo y pensó cómo con todo su
entrenamiento, con sus grandes aptitudes académicas, todos lo
consideraban un genio y esta chica común, de calificaciones
regulares, siempre lo tomaba desprevenido y lo hacía ver como un
tonto. Lleno de vergüenza y con voz apenas audible le contestó:
- Sólo si tú quieres…
- Entonces hasta que regreses con la espada me lo pides.
Cross no sabía que pensar pero de algo estaba seguro, nadie le
arrebataría esa espada
- Te prometo que así será.
Chris divertida lo tomó del rostro
- No es cierto tonto, claro que quiero ser tu novia, no me
interesa la espada ni nada más, sólo que te cuides y que
regreses por mi,
- Te lo juro, y siempre llevaré ésto conmigo como símbolo de
mi promesa.
Cross le mostró el anillo que Christina le había regalado, ella
tomó sus manos entre las suyas y sin decir más se dieron un beso en
la boca, un beso infantil y tierno, pero que sellaba un pacto más
fuerte que el destino mismo.
- Bueno, márchate ya, mi papá ha de estar hecho una furia,
pero recuerda: siempre te voy a esperar.
- Te juro que volveré por ti.
Cross salió corriendo de la residencia, cuando Lothar lo vio
sabía que era un chico diferente y se alegró.
- Vámonos campeón.
Christina Riazor y Lesath Crossifixio Sargás ignoraban en ese
momento lo que les esperaba, lo único que sabían era que su infancia
había terminado en ese instante y que una nueva etapa de sus vidas se
abriría, sólo tenían diez años, lo habían tenido todo y el destino se
encargaría de enseñarles que la vida es dura.
Lo que Cross tampoco sabía es que Christina en ese momento
esbozó una de las últimas sonrisas que saldrían de su rostro en
muchos años, ella había descubierto el plan de su padre, sería
trasladada a otro estado.
La habían prometido en matrimonio y se iría a vivir con su
nueva familia, no le quiso decir nada a Cross para no preocuparlo, él
necesitaba poner toda su atención y fuerza en completar su misión, si
se hubiera enterado hubiera ido contra su padre y éste lo hubiera
matado, hubiera matado a todos los que se le opusieran, incluso a
Lothar, ella lo sabía, por eso calló, le pidió a Maggie que cuando
Cross regresara le entregara una carta en la que le contaba todo, si los
dioses así lo querían y Cross regresaba siendo el portador de la
espada sagrada habría una pequeña posibilidad de que pudieran
volver a estar juntos, por eso le había pedido que no la olvidara y que
siempre guardara un recuerdo de ella en su memoria, por si no se
volvían a ver.
CAPÍTULO 4
ARLÉS
Arlés desde niño fue abandonado por sus padres, vivía en una
bodega de la sección de tolerancia del barrio más pobre del Tercer
Distrito con su abuela que era alcohólica y no se encargaba de él.
Subsistía por sus propios medios. A los cinco años se dio cuenta de
que otros niños lo seguían y formó una banda de delincuentes, lo
seguían incluso chicos de dieciséis años, en poco tiempo su pandilla
era quien controlaba todo el barrio pobre, era muy numerosa y
estaban bien organizados, como si fueran un ejército, tenía vigilantes,
soldados, capitanes y hasta contraloría interna, no había nada dentro
de su organización que él no supiera.
Los Distritos I, II y III se dividían en tres zonas: residencial,
de clase media y pobre, éstas a su vez se subdividían en barrios. Por
lo general la zona pobre era la que tenía la menor superficie pero
mayor densidad demográfica. Los barrios de las tres zonas a su vez
se fraccionaban en secciones, había secciones habitacionales,
comerciales, de esparcimiento, escolares, comunes y de tolerancia;
mismas que se distribuían a lo largo de todas las zonas y barrios.
Los lugares de habitación en la zona pobre eran edificios de
departamentos de diez pisos de altura que albergaban cada uno diez
pequeños departamentos por piso de setenta y cinco metros
cuadrados, estos eran controlados y distribuidos a los habitantes por
la Ciudadela, el Delegado del Distrito sólo tenía la administración de
los mismos, pero debía rendir cuentas al gobierno estatal, las rentas
no eran baratas, pero había un medio de poder vivir en esos lugares
sin pagar en efectivo: con los hijos. Si una familia entregaba un hijo
al Estado, tenía un término de diez años para vivir en un
departamento; dependiendo de la constitución, características, fuerza
y edad del menor, se podía negociar si dentro del “paquete” se
incluían todos los servicios (agua, luz, calefacción, mantenimiento,
etc.) o sólo algunos de ellos.
Menos del cinco por ciento de las familias que vivían en la
zona habitacional pobre pagaba en efectivo, los salarios no
alcanzaban para cubrir las rentas, por lo que los habitantes
prácticamente tenían dos opciones: una era arriesgarse a vivir con sus
hijos en la calle y que seguramente se les murieran por las
inclemencias del tiempo o la violencia que era despiadada en esos
lugares, la otra era entregarlos al Estado.
También existían las llamadas bodegas humanas, grandes
naves industriales en donde podían vivir los ciudadanos y sus
familias, para tener derecho a vivir en esos lugares “de por vida” sólo
hacía falta entregar a un hijo, en esas bodegas la gente se repartía el
espacio para poder dormir y cuidar a sus hijos, no existía la
intimidad, los mismos ciudadanos estaban a cargo de su limpieza y
mantenimiento, la mayoría de esos lugares eran focos de infecciones
en donde convivía toda clase de personas: enfermos, adictos, locos,
delincuentes, etc., a cada familia se le asignaban unos cuantos metros
cuadrados, suficientes para resguardar sus pertenencias y tener un
lugar donde dormir, por lo general siempre debía estar un miembro
de la familia en su lugar asignado para evitar ser robados, o en su
defecto, debían dejar limpio su lugar al retirarse en las mañanas,
cargar con sus pertenencias todo el día y regresar a descansar al
anochecer, la administración del lugar todas las noches entregaba una
frazada por persona registrada a cada familia, misma que debían
entregar a la mañana siguiente, en caso contrario ésta se les cobraba.
En las secciones comerciales y de esparcimiento de las zonas
pobres se encontraban los mercados, tanto fijos como ambulantes,
pequeñas unidades habitacionales de casas individuales, restaurantes,
hoteles, centros de entretenimiento, bares, orfanatos, etc. En las
secciones escolares se ubicaban los institutos de estudio, mismos que
había en tres niveles: básico, medio y superior.
En los lugares comunes se encontraban los parques e
inmuebles de eventos deportivos. Finalmente las zonas de tolerancia
eran extensiones de terreno en donde el distrito no ofrecía garantías
de seguridad a sus ciudadanos, ahí se encontraban la zona de
prostitutas, de ventas de drogas, el mercado negro, así como
viviendas de un piso construidas por las personas que se negaron a
entregar a sus hijos a la Ciudadela pero requerían de un hogar,
quienes habitaban estas casas eran generalmente los delincuentes que
operaban en esas zonas o personas que trabajaban para ellos y así se
les permitiera vivir en su territorio, los inmuebles de esa zona
estaban viejos y mal construidos, cualquiera que tuviera fuerza o
poder podía reclamarlos, se libraban auténticas matanzas entre
grupos rivales por controlar las partes habitacionales de la zonas de
tolerancia.
En ese lugar creció y se desenvolvió Arlés, ahí estableció su
imperio delictivo. Todo comenzó un día que se encontraba en la
calle, hambriento, como siempre, estaba ideando la forma de
alimentarse cuando observó como unos comerciantes le estaban
dando una paliza a un niño por haber robado una fruta, mientras, otro
chiquillo observaba la escena con lágrimas en los ojos, cuando se
cansaron de golpearlo lo dejaron tirado en el suelo, Arlés se acercó,
los dos niños vestían como él, con harapos viejos y descoloridos,
apestaban, se notaba que llevaban un buen tiempo sin darse un baño.
- ¿Te encuentras bien amigo? – preguntó Arlés mientras lo
ayudaba a levantarse.
- No, no estoy bien – respondió el muchacho rechazando su
ayuda e incorporándose por sus propios medios –. Esos
malditos no sólo me golpearon sino que aplastaron la fruta
que había tomado para mi hermano pequeño, llevamos varios
días sin comer y el pobre se esta enfermando.
Arlés vio a ambos muchachos, eran un poco mayores que él,
estaban excesivamente delgados, casi famélicos, les preguntó en
dónde estaba el local donde habían tomado la fruta, ellos se lo
indicaron.
- ¿Les gustaría darle una lección a ese tipo?
- ¡Claro que sí!
- Entonces hagan lo que les digo y no sólo le darán una lección,
también tendremos comida para esta tarde.
Los niños lo miraron sorprendidos, era un pequeño menor que
ellos y no comprendían que podría hacer para ayudarlos, pero
estaban desesperados, el hambre les calaba hasta los huesos y no
tenían nada que perder.
Arlés les contó su plan, ambos sonrieron y lo ejecutaron,
fueron al negocio del señor de la fruta, esperaron a que llegara
alguien importante, mientras tanto, observaban en donde se guardaba
el dinero, cuando por fin apareció una elegante señora con un
guardaespaldas iniciaron el plan, ésta compro varias clases de frutas
y las guardó en una bolsa que llevaba con ella, Arlés se acercó a la
señora y sacó algunas frutas, pero lo hizo de tal manera que su
guardaespaldas lo observara, el acompañante de la víctima estaba a
punto de reprenderlo cuando se extrañó de que el pequeño se
encaminara rumbo al local donde habían comprado esa mercancía,
entonces observó que depositaba las frutas en su lugar original. El
guardaespaldas increpó al vendedor.
- ¿Que sucede aquí?
- ¿De que habla señor? – El comerciante no entendía porque
aquel hombre le hablaba con ese tono de voz amenazante.
- Es usted un ladrón.
- ¿Por que lo dice patrón? Yo soy una persona honrada.
- Acabo de ver como un muchachito sacaba la fruta que le
acabamos de comprar y la volvió a dejar en su local.
- No sé de que me habla señor. Yo no necesito robar a mis
clientes, mis frutas son lo mejor que hay en el estado, por eso
gente como ustedes viene de las zonas élite a comprar mi
mercancía.
- ¿Como no va a saber? ¡Este es el chiquillo! – gritó el
guardaespaldas señalando a Arlés.
- ¡Pero si yo nunca he visto a ese niño en mi vida!
- Eso lo veremos... – El hombre tomó al pequeño ladrón por el
brazo.
Arlés fingió que intentaba huir pero el guardaespaldas lo
agarró con fuerza.
- Déjeme señor yo no hice nada – Arlés se revolvía tratando de
soltarse.
- No te pases de listo muchacho, yo vi cuando sacabas la
fruta... – le espetó el bérserker.
- ¡Seguro es un ladrón! – gritó el comerciante –. Déjelo aquí,
yo me encargo de él.
El guardaespaldas sin hacer caso al comerciante preguntó al
niño.
- Mira, yo vi cuando sacaste la fruta. ¿Por que lo hiciste?
Arlés, volteó a ver al comerciante y con voz temblorosa
contestó:
- Perdón señor, es que tenía hambre.
- Y si tenías hambre ¿por qué no te fuiste con la fruta? ¿Por
qué la volviste a dejar en su lugar?
Arlés nuevamente volteó a ver al comerciante, se tomó los
brazos en señal de temor, bajó la mirada y empezó a llorar, su voz
apenas se escuchaba.
- Por favor, yo tuve la culpa, robé las frutas y me puse
nervioso, mi tío, perdón, el tendero no tiene nada que ver en
esto, castígueme como lo estime pertinente.
- Es todo lo que quería escuchar. Señor… – mencionó el
bérserker dirigiéndose al tendero –. Es usted un ladrón y un
abusador, exijo una satisfacción.
El tendero se puso nervioso.
- Tranquilo, le repito que yo no sé que sucede, no conozco a
ese niño.
- Ohh. ¿Entonces nunca lo ha visto en su vida?
- No, nunca.
- ¿Y me puede explicar porque robó las frutas de nuestra bolsa
y las depositó de nuevo en su local?
- Porque esta loco, porque se arrepintió, yo no sé que es lo que
pasa por la cabeza de ese chiquillo.
- Pues no le creo. – El bérserker sacó su espada y partió por
mitad el puesto del comerciante.
- Tranquilo hombre. ¡Seguridad! ¡Seguridad! – gritó totalmente
asustado el tendero.
Un par de guardias se aproximaron al local del vendedor,
ambos traían una macana en la mano.
- ¿Que sucede aquí?
- ¡Este hombre acaba de destruir mi mueble! – se quejó el
tendero.
- Este maldito me está robando, estoy en mi derecho de
cobrarme la afrenta.
El personal de seguridad observó que los reclamantes eran
personas de dinero, prefirieron no intervenir.
- Es su derecho señor, pero le recomendamos que escuche la
oferta del tendero, quizá lo satisfaga.
El tendero se vio acorralado, todavía no se explicaba lo que
estaba pasando pero algo más que su negocio estaba en peligro.
- Mire señor, la verdad es que no entiendo lo que sucedió pero
asumo total responsabilidad de todo cuanto ha acontecido,
que le parece si toma de mi local cuanto apetezca y yo se lo
obsequio, espero contar con el beneplácito de su indulgencia.
El guardaespaldas hizo el amago de atacar al tendero, pero la
elegante mujer a quien servía intervino.
- Toma lo que necesitamos y vámonos, no quiero verme
inmiscuida en un escándalo.
- Si señora.
El tendero estaba furioso, no veía la hora de que esos
ricachones se fueran para darle una lección a ese muchacho, lo
despellejaría vivo, no era la primera vez que actuaba con tal sadismo
contra un pequeño ladrón.
En cuanto se retiraron los ofendidos inmediatamente buscó
con la mirada al pequeño rufián, le sacaría la verdad a golpes, le
rompería todos los huesos hasta que tuviera una explicación
satisfactoria, pero no lo encontró, por más que buscó nadie le dio
razón de ese granuja.
Al otro lado del mercado, tres niños estaban dándose un
banquete y riendo a más no poder.
- Eres un genio – mencionó el niño al que habían golpeado.
- Ese pobre idiota nunca supo lo que le pasó – completó su
hermano menor.
Arlés, con el pan en la boca también sonreía, estaba
satisfecho consigo mismo.
- Odio a malditos como ese tendero que se aprovechan de su
fuerza y tamaño para golpear a quien no puede defenderse.
El plan era muy sencillo, en lo que se armó el alboroto los
niños se colaron al interior del local y robaron al tendero, Arlés en
cuanto vio que los chiquillos se retiraban también huyó, en ese
momento todos observaban al bérserker y al tendero, nadie se percató
de su huída, con toda la tranquilidad del mundo se marchó.
Una vez que arrasaron con toda la comida, Arlés se despidió
de los dos hermanos.
- Bueno, fue un gusto conocerlos, luego nos vemos.
- Espera. ¿Donde vives? – preguntó el mayor.
- En la parte del barrio sur que colinda con la entrada a las
montañas y la zona de tolerancia.
- ¿En una casa?
- Ya quisiera… no, en una bodega.
- Que suerte tienes – comentó el hermano más pequeño
mientras lamía los restos de comida de su plato.
- ¿Y ustedes?
- En donde nos agarre la noche – respondió el hermano mayor
levantando ambos brazos.
- Bueno, lo siento, pero tengo que irme. – Arlés revolvió el
cabello del más pequeño de esos chicos y se dispuso a
retirarse del lugar.
- Por lo menos dinos como te llamas – preguntó el mayor de
los hermanos.
- Me llamo Arlés.
- Nosotros somos Viddar y Marko – respondió nuevamente el
mayor de esos chicos, inmediatamente después tomó el poco
dinero que les había quedado y seguido de su hermano
corrieron en dirección contraria a donde se dirigía Arlés.
- Mucho gusto amigos, que estén bien – les dijo Arlés aunque
sabía que ya no lo escuchaban, no le había importado que
esos chicos se llevaran el resto del dinero, había pasado un
buen día con ellos.
Arlés se fue a dormir con su abuela a su espacio en la bodega,
no se dio cuenta que los hermanos lo siguieron. Al día siguiente
cuando Arlés salió de su domicilio se los encontró.
- Hola Arlés – le dijo Marko con una gran sonrisa a la que le
faltaba un par de dientes.
- ¿Que hacen aquí? – preguntó extrañado Arlés, estaba seguro
que jamás volvería a ver a esos chicos.
- Sólo dábamos la vuelta y te encontramos por casualidad – le
respondió Viddar mientras le ofrecía una pieza caliente de
pan recién horneado.
- Si, seguro... – dijo Arlés mientras le daba una gran mordida a
su pan, le había gustado que esos chicos no hubieran huido
con el dinero restante, sabía que esa pieza de pan había
costado todo el dinero que se habían llevado.
- ¿Y que vamos a comer hoy? – preguntó Viddar.
- No lo sé... – respondió Arlés mientras le daba su pan a Marko
quien feliz lo empezó a devorar –. ¿Quien más se ha portado
cruel con ustedes?
Los hermanos sonrieron. Llevaron a su nuevo amigo no muy
lejos de ahí y le señalaron a un vendedor de comida ambulante que
había marcado la espalda de Viddar con un cuchillo por querer
recoger comida que uno de sus comensales había tirado al suelo.
Arlés sonrió, observó al comerciante y después a sus nuevos
amigos, se frotó las manos y abrazó por el cuello a Marko.
- Manos a la obra, el plan es el mismo, yo me encargo del
sujeto y ustedes hagan lo suyo.
Repitieron el plan, observaron un rato al comerciante y lo
ejecutaron cuando éste estaba lleno de clientes, Arlés tomó una bolsa
con ratas muertas que habían cazado durante la mañana y se presentó
con el vendedor.
- Aquí esta otra carga señor, con esta ya me debe tres el día de
hoy.
Arlés a propósito había atado mal la bolsa, cuando la dejó en
el suelo se abrió y se observaron las ratas muertas, aquello se salió de
control, algunos comensales empezaron a vomitar sus alimentos,
otros querían linchar al comerciante, nuevamente en el desconcierto
el autor intelectual huyó.
Viddar y Marko se convirtieron en incondicionales de Arlés,
cada día se le ocurría un truco distinto para comer, no siempre era
robar, en algunas ocasiones engañaban a los comerciantes o a sus
clientes para sacarles comida, el grupo empezó a crecer, cada vez
más niños buscaban a Arlés para que les ayudara a conseguir
alimento, después de un año, dormían más de cincuenta niños afuera
de la bodega donde vivía con su abuela.
Pero como todo, empezaron las envidias, varios chiquillos
que eran mayores trataron de ejecutar los planes de Arlés, algunos
con éxito, otros no tanto, los comerciantes se empezaron a proteger y
se ensañaban con quien tratara de engañarlos. En una ocasión los
chicos mayores que “controlaban” el barrio trataron de intimidar a
Arlés para que “trabajara para ellos”, éste les pidió que le dieran
oportunidad de pensarlo, al día siguiente lo citaron en su “guarida”
que no era más que una gran casa abandonada en la zona de
tolerancia.
Arlés les tendió una trampa en su misma morada y los mató a
palos con la ayuda de todos sus nuevos amigos, la mayoría de ellos
eran niños de la calle que pasaban épocas sin comer y Arlés les había
provisto de alimentos, no estaban dispuestos a dejar que le sucediera
algo, lo protegerían incluso con sus vidas.
Cuando se corrió el rumor de que “habían desaparecido” los
chicos de la casa abandonada y de que Arlés y su pandilla ahora la
habitaban, varios grupos de adolescentes trataron de arrebatársela,
pero todos cayeron, Arlés inventaba las más ingeniosas estrategias
para conservar su nueva morada, siempre ganaba las batallas sin
bajas en su equipo.
Con el tiempo las bandas rivales se fueron uniendo a él, pero
se sentía indefenso, dentro de su grupo muchos chicos mayores no
estaban cómodos con un niño de seis años como su jefe,
prácticamente ya no salía de su guarida, todo el tiempo estaba
custodiado hasta por diez chicos, siempre de los más leales para
protegerlo, un año después conoció a Yago.
Yago era un chico de dieciséis años, un bravucón, peleaba
con cualquiera que se le ponía enfrente, sólo porque no le gustaba la
mirada de alguien era motivo suficiente para retarlo a golpes, nunca
había perdido una pelea, bueno, sólo una vez en un parque con un
chico mucho más joven y pequeño que él, su hermano era tan grande
como Yago pero no intervino, en verdad le habían dado una paliza.
Yago tenía un hermano pequeño al que protegía, pero éste le
había dicho que ahora pertenecía a una pandilla y que ya no lo
necesitaba, así el mayor se sintió libre de hacer lo que quisiera, se
volvió un criminal de poca monta, sólo que una vez se metió con la
gente equivocada, chocó sin querer con un joven y fiel a su
costumbre lo insultó, el joven le contestó a su vez y se liaron a los
puños, Yago le dio una golpiza pero no sabía que ese muchacho era
el hijo mayor del mafioso que controlaba todo el barrio pobre del
Distrito III. Los matones del mafioso rastrearon al buscapleitos y lo
encontraron escondido en un basurero, lo golpearon hasta dejarlo
inconsciente.
Los rufianes iban a matar a Yago al otro día, el mafioso se
hizo cargo que todo el mundo se enterara de la ejecución de ese
muchacho para que la gente supiera que su “familia” era intocable, la
ejecución se iba a llevar a cabo en un callejón conocido como "el
infierno", ese lugar hacía honor a su nombre, ahí se encargaban de
todas las personas que atentaban contra los intereses de ese grupo
criminal.
Arlés estaba en su guarida que ya era conocida como "la
Fortaleza", nombre que había sido bien ganado puesto que nadie que
no era invitado lograba entrar, ya tenía siete años.
- Arlés. – Un chiquillo tímidamente le llamaba desde el marco
de la puerta de la habitación que había establecido como su
base de planeación.
- ¿Que paso Danner? – respondió Arlés que estaba pensando en
un nuevo atraco para dar de comer a toda su pandilla.
- Quiero pedirte un favor – el chico no se había movido del
marco de la puerta.
- Si puedo hacerlo con gusto te ayudo – Arlés con la mano
derecha le hizo la indicación que se acercara, le gustaba el
respeto que los chicos le tenían.
- Tengo un hermano, es bastante rudo pero es bueno, siempre
me ha cuidado hasta que llegué contigo, después de que me
admitiste Yago se quitó la carga de cuidarme y se volvió un
delincuente, es muy violento y se metió con quien no debía.
- ¿Y que quieres que haga?
- Que me ayudes a rescatarlo, hoy por la tarde lo van a ejecutar.
- ¿Quien? – preguntó Arlés intuyendo que la respuesta no le
iba a gustar.
- Los matones de Brasco.
- ¿El mafioso? – Arlés dejó su pose de líder comprensivo, lo
que Danner le decía era sumamente peligroso.
- Sí – respondió el chico con la cabeza baja, no se atrevía a ver
a los ojos a su líder, sabía que pedía demasiado, pero era la
vida de su hermano la que peligraba.
- Olvídalo – le respondió Arlés tajantemente.
- Por favor... – Danner suplicaba, pensaba hacer lo que fuera
para ayudar a su hermano mayor.
- No se puede, si lo ayudamos Brasco vendrá por nosotros, no
es lo mismo defendernos de unos bravucones desorganizados
a pelear con el crimen que controla este barrio.
- Pero es mi hermano…
- Lo siento. – Arlés dio por terminada la plática dándole la
espalda a Danner.
El chico se fue con el rostro mirando al piso y llorando en
silencio, de alguna forma ayudaría a su hermano aunque la vida le
fuera en ello, pidió a Viddar que intercediera por él, éste se presentó
con Arlés.
- ¿Que sucede Viddar? – En cuanto Arlés vio a su amigo
intuyó lo que le iba a pedir, pero antes de negarse lo dejó
hablar.
- Nada, lo que pasa es que conozco a Danner y a su hermano,
de hecho yo lo traje a él.
- Si, lo recuerdo.
- ¿No habría manera de echarle la mano? Me consta que Yago
cada que ve a alguien de la pandilla lo ayuda en
agradecimiento por aceptar a Danner.
- No es que no quiera ayudar, Viddar, es que no podemos,
arriesgaríamos a todos los demás.
- Tú siempre dices que no dejas a nadie atrás.
- No quieras jugar con mis palabras, amigo, sabes que me
refiero a nadie de los nuestros y Yago no lo es.
- Pero su hermano si.
- Lo siento Viddar pero no voy a hacer nada, es muy peligroso.
- Pues deberíamos, esos mafiosos tampoco nos dejan trabajar a
nosotros y cada que nos atrapan nos golpean.
- Mejor maltratados que muertos.
Viddar no dijo nada, sólo salió sin volver la vista atrás. Arlés
se quedó toda la tarde pensando, le enojaba no poder ayudar a
Danner, realmente lo apreciaba, además de que estaría encantado de
darles una lección a esos mafiosos, conocía al hijo mayor de Brasco
y lo detestaba, en ese momento uno de sus amigos de más confianza
lo sacó de sus pensamientos.
- ¡Jefe! ¡Jefe! – Marko estaba descontrolado.
- ¿Que sucede? – preguntó Arlés, estaba seguro que Marko
abogaría también por el hermano de Danner, pero no logaría
convencerlo.
- Danner, mi hermano y otros chicos se fueron al callejón del
infierno a salvar a Yago.
- ¡Maldición! Les dije que no fueran. – Arlés se enfureció, le
molestaba que no siguieran sus órdenes.
- No Arlés, les dijiste que tú no harías nada.
- Estúpidos – dijo Arlés más para sí mismo que para que lo
escuchara Marko.
- ¿Y que vas a hacer?
- Ya lo sabes, Marko, yo no dejo a un soldado atrás…, llama a
todos los muchachos.
Viddar, Danner y otros seis chicos se encontraban en el
callejón del infierno, pensaban atacar desde las alturas a los mafiosos
y rescatar a Yago, estaban nerviosos y mal organizados, el plan
fracasó rotundamente, todos fueron atrapados y formados para ser
ejecutados, Yago estaba furioso, gritaba que soltaran a su hermano.
Estaban a punto de ejecutar al primer niño cuando sonó una
explosión, en cuestión de segundos el lugar estaba lleno de
guardianes del orden, soldados al servicio del Subdelegado, los
mafiosos se descontrolaron, sacaron sus armas, los guardianes los
rodearon y fueron arrestados, en lo que eso sucedía nueve chicos eran
rescatados desde el interior del callejón.
- Desobedeciste Viddar – Arlés veía con severidad a su amigo.
- Jefe… – Viddar estaba avergonzado y con la cabeza baja, le
temía a Arlés cuando se enfadaba,
- Te dije que no vinieras.
- No, lo que me dijiste fue… – Viddar trató de justificarse para
aminorar la ira de su líder.
- ¡Cállate! – lo interrumpió Arlés –. Ya sé lo que vas a
decirme, ya lo hizo tu hermano.
- Lo siento Arlés.
- No pasa nada – respondió Arlés dándole una palmada en la
espalda a su amigo –. Lo bueno es que no hay nadie herido.
En eso se escuchó que Yago empezó a gritarle a su hermano.
- Imbécil. ¿Como se te ocurre hacer esa estupidez? ¡Te iban a
matar!
- No iba a dejar que te asesinaran – le respondió de la misma
manera Danner.
- Y mira en lo que terminó, animal, nos iban a matar a los dos.
¡Te voy a enseñar a pensar!
Yago levantó la mano para golpear a Danner, Arlés agarró
una piedra y se la lanzó al agresor.
- Tranquilo, nadie puede dañar a mis soldados y menos
enfrente de mí.
El gigante malencarado observó al chiquillo que le hablaba,
era un pequeño roedor de cabello negro, piel bronceada y ojos cafés,
vestía con harapos, como todos, pero tenía una mirada que
intimidaba, era severa, escrutadora y penetrante, el niño se distinguía
de los demás porque era además bastante atractivo. El muchacho
mayor se sintió intimidado por Arlés, pensó que era una estupidez,
ese pequeño no podía hacerle nada...
- ¿Y quien diablos eres tú?
- El que te salvó la vida – le respondió Arlés mientras se
acercaba lentamente a él.
Danner trató de interferir en favor de su hermano.
- Déjalo Arlés, yo…
- ¡Cállate Danner! Bastante hiciste ya – lo interrumpió Arlés,
Danner cerró la boca de inmediato.
Yago veía a Arlés con interés.
- ¿Tú eres el jefe pequeñín? No me hagas reír.
- No estoy aquí para divertirte, tú no me interesas, estoy aquí
porque nunca dejo a un soldado atrás y tu hermano es uno de
mis favoritos.
- Te lo voy a pasar en esta ocasión por ayudarme, pero la
próxima vez que interfieras en una discusión con mi hermano
te daré una paliza mocoso.
- Corrección, yo te voy a pasar por esta vez la falta de respeto,
pero si me insultas otra vez odiaría tener que matarte después
de que te salvé la vida.
Todos los chicos rodearon a Yago, éste volteó a ver a su
hermano, Danner sólo movió la cabeza en sentido afirmativo, el
adolescente sonrió.
- No cabe duda que eres especial niño, desde ahora me quedaré
contigo para ver que trates bien a mi hermano, a partir de este
momento ya no necesitas a todos esos chiquillos, quien se
acerque a ti se muere.
Arlés sonrió, ahora estaba tranquilo, había conseguido a su
guardia personal. Marko les contó a todos lo que Arlés había hecho
para rescatarlos, su líder sabía que enfrente al callejón del infierno
había un local que pertenecía a la amante del Subdelegado de ese
barrio del Distrito, lo sabía porque la hija de “la querida” era una de
los “suyos”, lo único que hizo fue hacer que un chico mayor le dejara
un recado al Subdelegado con su secretaria haciéndose pasar por un
exnovio furioso mencionándole que primero la mataría a ella y luego
a él.
Después, hicieron una bomba casera y le encargó a su amiga
que la hiciera explotar dentro del negocio, los guardianes del orden
ya estaban en camino, se llevó a otro chico que era originario del
callejón del infierno para que les indicara otro camino para llegar y
sacar a los suyos sin volver a salir a la calle principal, todo salió
como esperaban. Yago estaba impactado, no podía creer que ese
muchachito tuviera esa capacidad de planeación. De regreso todo era
sonrisas y alegría, los chicos hacían bromas, menos Arlés.
- ¿Que pasa jefe? – preguntó Viddar mientras abrazaba por
detrás a su líder y lo levantaba en el aire a modo de juego –.
Todo salió bien.
- No estoy seguro, los atraparon a ustedes, espero que no den
con nosotros.
Todos callaron.
- No te preocupes jefe – dijo Yago –. Nadie se acercará a ti.
Los temores de Arlés se habían hecho realidad, los habían
descubierto, el hijo menor del gran Capo observó todo desde un
vehículo a la distancia, debía presenciar la ejecución, cuando se armó
todo el desbarajuste, ese chico fue el único que siguió poniendo
atención a lo que pasaba en el callejón.

Una semana después Arlés se encontraba en la Fortaleza,


estaba planeando la estrategia para ganarse unas monedas cuando fue
interrumpido.
- Jefe, quieren verlo.
- ¿Quién? – preguntó Viddar que era su mano derecha y quien
se encargaba de los "asuntos menores"
- Dice que es el hijo menor del mafioso que iba a matar a
Yago.
Un aire de temor cruzo por la habitación.
- ¿Viene solo? – preguntó Yago mientras agarraba una maza de
acero que utilizaba como arma.
- Si – respondió el chico que había llegado a informar de la
presencia del hijo del mafioso, no se veía muy convencido de
sus palabras.
- ¿Están seguros? – preguntó Arlés.
- Si – respondió Marko que venía llegando –. Yo
personalmente lo verifiqué, no hay nadie más en la calle... ¿lo
hacemos pasar?
- No, no quiero que vea que tenemos trampas por toda la
Fortaleza, yo salgo, vamos, Yago… Viddar… acompáñenme.
Arlés llegó con sus amigos a la entrada, el muchacho que lo
buscaba era un chico de unos dieciséis años, alto y regordete. Arlés
lo saludó.
- Hola.
- Buenas tardes. ¿Tú eres el jefe? – preguntó el chico
extendiéndole la mano a modo de saludo.
- Me extraña que me lo preguntes a mi – contestó Arlés
acostumbrado a que siempre lo ignoraban.
- Vengo de una familia de mafiosos y reconozco al jefe cuando
lo veo, el grandote fue el que apaleó a mi hermano y con todo
respeto no es muy inteligente. El otro chico esta situado
detrás de ti esperando alguna orden. ¿Me equivoco?
- No, no te equivocas – respondió Arlés mientras estrechaba la
mano de ese chico –. ¿Que es lo que quieres?
- Hacerte una oferta de negocios.
- ¿Vienes acompañado?
- No, ya les dije a tus amigos que he venido sólo, puedes
constatarlo si quieres.
- Bien mátenlo – dijo Arlés dándole la espalda al hijo del
mafioso.
Viddar tomo al chico por la espalda y Yago sacó una navaja,
el pequeño mafioso sólo alcanzó a decir:
- Por lo menos escucha lo que te vengo a proponer.
- Suéltenlo – ordenó Arlés –. Disculpa amigo, pero tenía que
asegurarme que venías solo, si alguien hubiera venido contigo
ya habría salido a rescatarte.
- Digno de ti.
- Primero dime tu nombre y después tu oferta…
- Mi nombre es Andreas, Andreas Harald, soy el hijo menor de
Brasco Harald, el mafioso número uno de todo este barrio, la
semana pasada estuve presente en tu show y me encantó.
- Gracias, pero ve al punto.
- Está bien, tarde o temprano mi padre va a dar con ustedes,
esta encabronadísimo con lo que sucedió, lo hicieron quedar
en ridículo.
- Me lo suponía... ¿y que propones?
- Unirme a ustedes, por lo que indagué están bien organizados,
yo no existo para mi padre, mi hermano mayor y yo nos
odiamos, en un futuro la organización será de él y sé que me
matará, tengo algunos chicos que me son fieles y conocen la
estructura de la organización, sé en donde están todos sus
negocios y las rutas que recorren para hacer los cobros,
podemos quitárselos.
- ¿Y cual pretendes que sea tu lugar aquí? ¿Quieres ser el jefe?
- De ninguna manera, tengo diecisiete años y no soy ni
remotamente tan inteligente como tú, tus hombres te son
fieles a ti, me ofrezco para unirme a tu organización, puedo
ser un miembro activo más o desempeñar el rol que tú me
indiques.
Arlés aceptó, sabía que tarde o temprano irían por él, estaba
dispuesto a dar pelea, además, ese chico le proveería de una gran
ventaja, él conocía a su enemigo y los mafiosos no sabían contra
quien pelearían, ahora ya estaba completo, tenía a su asesino y
guardia personal en Yago así como a su mano derecha y consejero
general en Andreas, ya tenía a sus dos capitanes.

La batalla la comenzaron los chicos, los mafiosos nunca


supieron por donde les atacaban, sufrían pérdidas constantes, gracias
a los amigos de Andreas se enteraban de las posibles emboscadas y
contraatacaban a su vez, los planes de batalla de Arlés eran infalibles.
Aunque los planes de los chicos por lo regular funcionaban,
los mafiosos estaban armados y los estaban cazando, ya habían
matado a varios de los chicos de la Fortaleza, la situación no podía
seguir así, los adultos tenían algo que la pandilla no: recursos. Arlés
sabía que si la guerra por el control del barrio continuaba aniquilarían
a todos sus amigos.
Los dos grupos criminales se siguieron enfrentando hasta que
por azares del destino la batalla por el control del barrio sur fue
decidida por un niño ajeno a ambos grupos.
Los mafiosos estaban paranoicos, veían un peligro constante
en cualquier infante, pero no podían atacarlos, Arlés vio la
oportunidad en el hijo de un señor que al parecer pertenecía al
ejército, era más o menos de su edad, le daba lástima sacrificarlo,
pero era por el bien de sus muchachos, no dudó en hacerlo, el niño
estaba jugando solo con unos carritos de juguete, Arlés se acercó y le
preguntó si podían jugar juntos, el niño aceptó, después de jugar un
rato Arlés lo empezó a interrogar.
- Oye... ¿tu papá es militar?
- Si y es muy fuerte, yo algún día voy a ser como él.
- Y cuando seas así de fuerte... ¿puedo ser tu ayudante?
- Claro, tú vas a ser mi guardaespaldas.
- ¡Que bien! ¡Ya sé! ¿Y si jugamos a la guerra? Aquí tengo dos
pistolas.
- Guau. ¿Son de verdad?
- Si, pero ya no sirven, por eso me las dio mi papá.
- Que bien. ¡Yo quiero jugar a la guerra!
- Perfecto, yo soy el bueno y tú el malo.
- No, eso nunca, yo soy el bueno y tu el malo, si no, no juego.
- ¿Que te parece si los dos somos los buenos y toda la demás
gente son los malos? Tú eres el capitán y yo tu ayudante.
- Si, vamos a jugar.
Arlés sentía lástima por el infante pero no dudó, empezaron a
jugar a dispararle a la gente, observó que su “nuevo amigo” se la
estaba pasando de lo mejor, pensó en lo distintos que eran los dos a
pesar de tener la misma edad, aquel era un chiquillo inocente que
sólo pensaba en jugar, en cambio él ya no era un niño, la difícil vida
que llevaba lo había obligado a crecer antes de tiempo, él no pensaba
en jugar, pensaba en comer, sobrevivir y proteger a sus amigos, era
un adulto con un disfraz de niño. Puso su mejor sonrisa y llamó a su
compañero de juego.
- ¡Venga Capitán!
- ¿Que pasa soldado?
- Allá esta el jefe de los malos, voy a dispararle y usted me
cubre, así podré ser un héroe.
- No, yo le voy a disparar.
- No, yo lo vi primero.
- Si, pero yo soy el Capitán y tengo el mando; lo mataré y tú
me cubres.
- Está bien, pero cuando lo mates dile algo espectacular,
como… ¡muere maldito, este es mi territorio!
- Si, eso se escucha genial, allá voy, cúbrame soldado.
El niño empezó a correr, Arlés sólo lo siguió con la mirada,
no quería ver lo que iba a pasar pero se obligó a hacerlo.
- ¡Muere maldito, este es mi territorio!
El mafioso al escuchar esas palabras y ver la pistola no dudó,
sacó su arma y le disparó al niño en la cara, se hizo un gran alboroto,
el padre del niño era un reconocido bérserker, un alto mando militar,
el asesinato de su hijo lo enloqueció, cazó y mató a los mafiosos, a
todos… En una noche exterminó hasta el último miembro de la
familia Harald, los empleados sobrevivientes huyeron o pidieron
protección a otras familias, Andreas pactó con otros mafiosos
entregar los negocios de su padre a cambio de una cuota semanal y
de que no entraran nunca en su territorio, y así Arlés se convirtió en
el Capo reinante en el barrio sur del Distrito III.

Un año después, Arlés se encontraba en la Fortaleza, estaba


con sus Capitanes organizando sus actividades cuando llegaron un
par de niños muy contentos a mostrarle lo que habían robado, era una
billetera con más dinero del que jamás hubieran visto, Arlés pensó
que con eso vivirían varios meses.
En ese momento sonó la alarma de su escondite, pusieron en
funcionamiento las trampas pero todo fue inútil, el ejército los había
rodeado, una vez que estuvieron todos detenidos y esposados, un
hombre muy bien vestido se acercó a él, le preguntó quién era el líder
de su organización.
Yago se autonombró el líder de la banda, todos los demás
asintieron, entonces el señor que preguntó le hizo un ademán a la
persona que tenía a su lado, era un hombre tan grande como él pero
tenía pinta de ser un guerrero, tomó al supuesto líder del cabello, lo
puso de rodillas y sacó su espada para ejecutarlo, antes de que
pudiera hacerlo Arlés gritó, se confesó el líder de la organización.
Entonces el señor Riazor le puso a su consideración dos
opciones: o se iban todos a la cárcel por ladrones o lo acompañaba a
su casa, no le faltaría nada ni a él ni a su abuela mientras estuviera
bajo su protección, sólo había dos condiciones: entrenar con él por
diez años y no podía renunciar, si después de ese tiempo decidía
marcharse, lo podría hacer con la billetera que le había robado,
obviamente aceptó el trato.
CAPÍTULO 5
LA ACADEMIA MILITAR
Cuando Cross llegó a la academia militar se encontró con
toda clase de chicos de todos los distritos que deseaban competir por
la espada sagrada, se decía entre ellos que el que la ganara no sólo
dominaría su distrito y se convertiría en el Delegado, podría incluso
ser el gobernante de todo el Estado, Cross lo creyó, estaba seguro
que Riazor quería la espada para ser el gobernante de Arcadia.
La zona militar se encontraba dentro de la Ciudadela
colindando al norte con el edificio principal, tenía una superficie de
más de quinientas hectáreas, se dividía en sección este y oeste, en la
sección este se encontraba gran parte del arsenal militar y era zona de
pruebas, tenía varios campos de distintas superficies y condiciones
climáticas artificiales para probar las diversas tecnologías y
armamentos que eran inventados en la parte superior del edificio
principal, también se encontraban las fábricas y laboratorios que
funcionaban para la elaboración de su armamento y tecnología, así
como un gran número de bodegas y naves industriales.
En la sección oeste se encontraba la academia militar así
como los campos de entrenamiento de los guerreros del estado, las
instalaciones militares, administrativas, la prisión, así como los
inmuebles donde vivían los soldados, también había bodegas y naves
industriales, principalmente en la zona que colindaba con el Quinto
Distrito.
Como siempre, Cross se destacó inmediatamente de entre los
demás desde un principio, cuidándose todo el tiempo de no
demostrar lo que podía hacer con la energía pura, como era su
costumbre, no se relacionó con nadie, prefería estar solo, lo
incomodaba estar entre tantas personas, era el único alumno que
aparte de los entrenamientos estudiaba una maestría en medicina en
el colegio principal que se encontraba en la parte del Cinturón del
edificio de la Ciudadela.
Entrenaba técnicas de combate de seis de la mañana a tres de
la tarde, de las cinco en adelante subía al área del Cinturón a estudiar,
sus compañeros del área militar veían su introversión como si fuera
soberbia y superioridad, por lo que no les agradaba ese “cerebrito”,
sin embargo, le temían, en una ocasión quisieron jugarle una broma
pesada y todo terminó con dos bromistas hospitalizados, las lesiones
que les había infringido Cross los incapacitaron para volver a pelear
de por vida, en ese momento se dieron cuenta que su compañero se
contenía en los entrenamientos, nadie se volvió a meter con él.
Después de un año de duro entrenamiento sus profesores se
sentían decepcionados de que otros alumnos ya conseguían crear
energía elemental y Cross no, pero aún así en combate no había
quien lo venciera, Cross era más rápido, más fuerte y sus técnicas de
combate no tenían igual, no importaba con que tipo de energía lo
atacaran, en contra de él nada funcionaba, absorbía como esponja
todo lo que le enseñaban y lo aplicaba a la práctica de tal manera que
hasta sus maestros se sorprendían.
Entre los profesores de Cross había un bérserker que lo
odiaba, su talento natural enfurecía al maestro quien le exigía de más,
lo peor fue que en una ocasión Cross lo dejó en ridículo en el salón
de clases demostrándole a todo el mundo que estaba equivocado en
la ejecución de una emboscada, era obvio que aquel muchacho era
más inteligente que el académico.
El profesor Phylax aprovechando que los chicos que habían
llegado a entrenar estaban bajo la jurisdicción de la Ciudadela, se
ensañó con Cross. Los distritos de donde eran originarios los cadetes
de la zona militar habían firmado un acuerdo en el que aceptaban sin
preguntas si el pretendiente fallecía en los entrenamientos. El
bérserker lo tomó como su pupilo particular.
Phylax obligaba a pelear a su “protegido” con más de diez
chicos a la vez, le colocaba peso en sus brazos y piernas para evitar
que utilizara su fuerza y velocidad, le daban unas golpizas, fue así
como Cross descubrió su segundo poder. “Su tutor” había ordenado
a todos los alumnos que cuando vieran a Cross le lanzaran toda clase
de objetos con la finalidad de matarlo (para ayudarlo a desarrollar sus
reflejos), por el contrario, Cross no podía devolver el ataque so pena
de recibir veinte azotes por desobediencia.
En una ocasión a un estudiante le pareció gracioso atacar a
Cross con un arma de fuego, en ese momento al verse amenazado de
muerte Cross activó su energía elemental de un modo distinto: como
una pared defensiva, ésta apenas era visible de cerca ya que
deformaba la visión que tenía de Cross el agresor, como el reflejo de
una persona en el agua; sólo que por la distancia del disparo el
tirador no se percató de eso y simplemente pensó que había fallado.
A partir de ese momento Cross se dedicó a perfeccionar esa
técnica, se convirtió en un gran actor, ponía su defensa milésimas de
segundo antes de que le golpearan y salía volando fingiendo ser
golpeado, tenía mucho tiempo para practicar, su “asesor” ya no le
permitía asistir a los entrenamientos, lo tenía como un criado
enviándolo por todo el campamento militar a hacer distintas
diligencias, Cross en el camino practicaba.
Después del cuarto año de entrenamiento Phylax no se
explicaba cómo a pesar de las golpizas que le propinaban a Cross, el
maldito muchacho nunca tenía marca alguna de consideración, era
para que estuviera herido, casi al borde de la muerte, pero el
desgraciado cada vez se hacía más fuerte, sin querer lo había
convertido en una máquina de combate, con todo y el peso en sus
extremidades era más rápido que cualquier estudiante, ya se había
acostumbrado a la carga extra, el mismo Phylax fue incapaz de dar
un paso con el peso que le imponía a Cross en las piernas, y
ciertamente su cuerpo parecía de acero, en combate cuatro contra uno
no había quien le venciera a pesar de que los otros estudiantes
utilizaban la energía elemental.
Por su parte, Cross estaba desesperado, era más fuerte pero no
estaba aprendiendo nada en la academia y aunque por otro lado tenía
las notas del Sensei Hayabusa y tiempo para entrenar, sabía que eso
no era suficiente, si todo seguía así aunque fuera el mejor de la
academia, no podría ganar la espada sagrada, si era cierto lo que se
comentaba, bérserkers realmente fuertes participarían en el torneo y
él no tendría nada que hacer contra ellos, Lothar le había platicado
que había conocido guerreros con los que no se enfrentaría ni aunque
le ofrecieran un millón de espadas sagradas y él no tenía opciones,
era obtener la espada o morir en el intento, jamás renunciaría a
Christina, todo lo hacía y soportaba pensando en ella.

Cuando estaba empezando el quinto año en la academia


militar, la suerte de Cross dio otro giro negativo, se volvió
descuidado y atajó con su energía elemental un golpe enemigo
enfrente de Phylax, éste inmediatamente se dio cuenta y mando
llamar a su alumno.
- ¿Que es lo que acabas de hacer cabrón?
- Nada profesor – Cross sabía que había cometido un error pero
su semblante no cambió, era tan indiferente como siempre.
- No me mientas, ese golpe no te alcanzó – Phylax observaba
fijamente a "su protegido", buscaba cualquier señal de
nerviosismo que lo delatara.
- Si profesor, incluso me tiró – respondió Cross como siempre,
respuestas cortas y concisas, sin explicaciones.
- ¡Pero si fue con electricidad y no te dejó marca alguna!
¿Como puedes explicar eso? – le espetó Phylax.
- Supongo que me he vuelto más resistente señor – contestó
Cross con indiferencia, como si lo que había sucedido no
tuviera importancia.
- Vamos a ver si es cierto... Tú. – Phylax señaló al mismo
estudiante que había atacado a Cross –. Vuélvelo a golpear
igual que hace un momento.
El golpe fue brutal, no sólo mandó por los suelos a Cross a
más distancia de la que había saltado, el dolor lo hizo gritar además
de que le abrió el labio y le dejó un moretón.
- Con que más resistente, ¿eh? – comento Phylax con una
sonrisa en el rostro.
- Si señor – respondió Cross escuetamente, sabía que lo habían
descubierto pero aún así pensó que no valía la pena
justificarse ante ese tipo.
- Veamos si es cierto.
El maestro era un bérserker con dominio de energía elemental
estilo agua, rodeó el cuerpo de Cross con una fina capa de agua
suficiente para inutilizarlo y les dijo a sus pupilos, que lo golpearan
hasta el cansancio, la paliza fue brutal, cuando Cross sentía que se
desmayaba Phylax apretaba con el agua a su alrededor los nervios
justos que le impedían desfallecer, lo iba a matar.
Cross no lo pensó dos veces, utilizó su energía elemental para
establecer su escudo y deshacerse de la prisión de agua.
- Impresionante mocoso. ¿No que no habías hecho nada?
- Vete al diablo hijo de puta – contestó Cross en el límite de
sus fuerzas, jadeaba y con trabajo podía mantenerse de pie.
- Es increíble, no sólo creas energía elemental con las manos
desnudas sino que es energía pura, eso sólo lo pueden hacer
muy contadas personas en todo el estado, ahora estoy seguro.
¡No puedes seguir viviendo!
Phylax hablaba en serio, sabía que algún día Cross sería más
poderoso que él y buscaría venganza, no lo podía dejar vivir, al fin y
al cabo sólo sería un estudiante menos que no soportó el
entrenamiento.
- Acábenlo muchachos.
Esta vez Cross no se contuvo, de un movimiento se deshizo
del peso de sus extremidades y atacó a sus compañeros con su
energía elemental, acabó con la mayoría en segundos. Su profesor
estaba furioso.
- Esto es demasiado, también dominas la ofensiva… ¡muere!
Phylax, utilizó su técnica más poderosa, era un remolino de
agua que destrozaría definitivamente el cuerpo de Cross, quien antes
de ser alcanzado logró levantar su defensa pero fue inútil, el ataque
era demasiado poderoso.
- Así que este es el poder real de un Bérserker – pensó.
Cross cayó al suelo medio muerto, reunió toda la energía que
le quedaba y ataco a Phylax, éste evito el golpe con una cortina de
agua, cuando se desvaneció el humo provocado por el choque de
esos dos poderes Cross ya no estaba.
Cuando lanzó su último disparo, Cross reunió todas sus
fuerzas y huyó, el instinto de supervivencia lo mantuvo consciente,
llegó a una barda que significaba el límite de la base militar y cruzó
el muro, éste se alzaba veinte metros sobre el piso, Cross no supo
como lo había librado, cayó de costado en el otro lado, trató de seguir
andando pero en ese momento se desmayó.
El profesor buscó en vano a Cross por toda la academia, en la
salida le dijeron que por ahí no había pasado, después de cinco días y
una búsqueda exhaustiva encontraron rastros de su sangre en un
muro que daba al Quinto Distrito, Phylax sonrió.
- Hubiera sido mejor que te matara chico.

Cuando lentamente abrió los ojos Cross no reconocía en


donde estaba, ni siquiera sabía que es lo que había sucedido.
- ¿Cómo te encuentras muchacho?
- Creo que bien – respondió Cross, tenía la vista borrosa y no
reconocía a quien le hablaba.
- Estás muy mal herido, llevas dos semanas agonizando, pensé
que no lo contabas.
En ese momento Cross recordó todo lo que había pasado,
después de abrir y cerrar los ojos un par de veces vio al hombre que
le hablaba, era viejo pero se veía fuerte, sus ojos estaban apagados,
eran dos órbitas grisáceas, su rostro tenía cicatrices y su boca se
inclinaba hacia abajo por la comisura del lado derecho, dando la
sensación de que siempre estaba molesto.
- Gracias por ayudarme. ¿En donde estoy?
- En el Quinto Distrito, en el territorio del Juez del Sur
muchacho, tienes suerte de que yo te haya encontrado en una
visita que hice al territorio del norte, de lo contrario ya
habrías muerto.
- ¿Donde me encontró? – preguntó cross tratando de ubicar el
lugar por el que había huido.
- Exactamente donde caíste, en el límite del territorio norte del
Quinto Distrito y el muro de la zona militar. ¿Por que
escapaste de la academia?
- Yo no escapé… – mintió Cross, temía que ese extraño lo
delatara con la zona militar de la Ciudadela.
- No me mientas, el uniforme que traías es de la academia.
Cross observó su cuerpo, sólo vestía un pantalón desgastado,
en un estante a su derecha se encontraba su uniforme militar
perfectamente doblado.
- Perdón por mentirle, huí porque intentaron matarme.
- Si, muchos no aguantan el entrenamiento y huyen aquí, la
mayoría no sobrevive ni dos días en este distrito.
- Disculpe que lo interrumpa pero a mi realmente intentaron
matarme.
- Cuéntame – le pidió el viejo, mientras tomó asiento en una
silla que estaba dispuesta al lado del camastro de Cross.
- Es una larga historia.
- No te preocupes, estás herido y yo no tengo nada que hacer.
Te escucho.
Cross decidió confiar en ese extraño, al final le había salvado
la vida, le contó toda la historia de como había llegado a la Ciudadela
y sus experiencias en la zona militar, excepto las partes de Christina.
- Pues ya eres libre muchacho, en cuanto te cures yo te sacaré
de aquí, este distrito es muy peligroso.
- No le temo al distrito, lo que necesito es entrenar, me quedan
menos de seis años para competir por la espada sagrada.
- ¿Para que quieres competir por esa espada si ya nada te ata a
ella? Huiste de la academia, ya no puedes participar en el
torneo.
- Se equivoca, cualquiera puede competir, la academia es sólo
preparación.
- Está bien. ¿Y que nivel de poder tienes ahora?
- ¿Por que le interesa? – Cross veía al viejo con extrañeza le
pareció que su curiosidad era excesiva.
- Tú respóndeme, ya después yo aclararé tus dudas.
- Soy un buen manejador de la espada y puedo utilizar energía
elemental con las manos desnudas.
- Tienes el nivel de un bérserker.
- Si, pero primerizo, el que casi me mata era experimentado.
- Pero por lo que me platicaste peleaste con ese bérserker al
límite de tus fuerzas.
- Así es, pero sentí que la diferencia de nuestros poderes era
mucha.
- Ok. ¿Y que clase de energía elemental utilizas?
- Me parece que le llaman energía pura.
El anciano hizo una cara de sorpresa.
- Ahora entiendo perfectamente tu explicación del escudo y los
disparos.
- ¿Por qué?
- La energía pura es la única que es ofensiva y defensiva a la
vez, es la más letal de todas y la más difícil de controlar, sólo
unos cuantos en todo el estado la poseen y pueden manejarla.
En eso el anciano formó una esfera de energía en la palma de
su mano, Cross lo miró sorprendido.
- ¿Usted puede crear energía pura?
- No muchacho, llevo toda mi vida tratando de crearla y sólo
puedo hacer esto. Si te impactara con esta esfera sólo te haría
cosquillas... ¿quieres escuchar mi historia?
El anciano se llamaba Viktor Von Hausen, era un trooper
respetado, había llegado a ser el Capitán de la división de los
manejadores de energía eléctrica, le explicó a Cross que el ejército de
la Ciudadela estaba dividido en tres grupos: troopers, elementors y
bérserkers.
Los troopers se repartían a su vez en dos divisiones, los
soldados metálicos y los que manejaban energía elemental. Los
soldados metálicos eran guerreros que cubrían sus cuerpos con
distintos tipos de metales, estaban los de acero, bronce, cobre, plata y
oro, los que manejaban energía elemental eran de tipo agua, aire,
fuego, tierra, metal (plomo), hielo y electricidad, todos los troopers
manejaban espadas, a excepción de los que controlaban el metal
(plomo), estos utilizaban armas de fuego, toda vez que al crear las
balas con su energía elemental su munición era infinita.
Los elementors también tenían dos divisiones: Los que
manejaban energía natural de tipo dragón que estaban divididos en
dragones verdes, dragones rojos, dragones amarillos, dragones
azules, dragones blancos, dragones negros y dragones púrpuras; y
los manejadores de dos tipos de energía elemental que se dividían en
agua, aire, fuego, tierra, hielo y electricidad, la segunda energía que
todos los usuarios de energía elemental manejaban era metal como
armadura.
Finalmente los bérserkers eran una sola división de
manejadores de energía elemental de tipo agua, aire, fuego, tierra,
metal, hielo y electricidad
En esa tesitura los rangos militares estaban definidos de la
siguiente manera:
Soldado.- Troopers soldados metálicos de acero, cobre y
bronce.
Cabo.- Troopers manejadores de energía elemental agua, aire,
fuego, tierra, metal, hielo.
Sargento.- Troopers soldados metálicos de plata.
Teniente.- Elementors manejadores de energía natural
dragones verdes, dragones rojos, dragones amarillos, dragones
azules, dragones blancos, dragones negros y elementors
manejadores de energía elemental agua, aire, fuego, tierra, metal y
hielo.
Capitán.- Troopers manejadores de energía elemental
electricidad.
Mayor.- Troopers soldados metálicos de oro, elementors
manejadores de energía elemental electricidad y elementors
manejadores de energía natural dragón púrpura.
Coronel.- Bérserkers manejadores de energía elemental de
tipo agua, aire, fuego, tierra, metal, hielo y electricidad.
General.- Los bérserkers más destacados.
Comandante.- Bérserkers manejadores de energía natural
superior o guerreros élite.
Los rangos que se manejaban eran los máximos a los que
podían llegar los guerreros de cada ramo, es decir, podían haber
bérserkers con la categoría de Cabo, éstos tenían la capacidad de
ascender hasta Comandantes, pero un elementor manejador de
energía natural dragón verde no podía llegar más allá de Teniente.
Viktor era Capitán, su futuro era prometedor hasta que llegó
la gran revuelta, la cual tuvo inicio en el Quinto Distrito, mismo que
está dividido a su vez en cuatro secciones dominada cada una de ellas
por los que se autodenominaron a sí mismos como Jueces, existían el
Juez del Norte, el Juez del Sur, el Juez del Oeste y el Juez del Este;
todo comenzó en el norte, el Juez que dominaba esa demarcación
hizo un pacto con los demás líderes, acordaron tomar la Ciudadela y
no volver a permitir que los dominaran, también había llamado a los
líderes de los otros distritos de “afuera” y varios lo apoyaron.
Atacaron por todos lados la base militar, después de una
cruenta batalla tomaron la zona castrense, muchos de los militares
entre ellos Viktor fueron contagiados por las palabras y el espíritu de
libertad de Genub, el Juez del Norte, se unieron a su causa, después
de organizar sus fuerzas marcharían al edificio de la Ciudadela, pero
no era tan fácil, la zona de afuera sólo era la punta del iceberg, en los
pisos inferiores del edificio principal se encontraba el verdadero
arsenal militar.
Todo estaba listo para la toma del inmueble, sólo que ni
siquiera llegaron a entrar, el recién nombrado gobernador de Arcadia
quien internamente era conocido por el nombre clave de Leviatán se
encargó personalmente de la rebelión.
Unos dicen que tomó a sus mejores generales para combatir,
otros que él lo hizo solo, la cuestión es que asesinó en cuestión de
días a todos los líderes, tanto internos como externos, al parecer
también algunos Jueces traicionaron a la causa, al quedarse la
rebelión sin líderes, dejaron que el grueso del ejercito los aplastara.
Hubo muchos asesinatos en los cinco distritos de gente
inocente, Viktor como era un Capitán renegado fue capturado y
torturado, le quitaron la vista y estaban a punto de matarlo si no es
porque un preso que estaba con él era uno de los líderes ocultos de la
rebelión y fueron a rescatarlo, al parecer todos murieron en el intento
de rescate pero Viktor aprovechó la oportunidad de escapar, como
muchos otros refugiados logró esconderse a los siguientes diez años
de persecuciones y aprendió a vivir con su discapacidad, cuando se
calmaron las cosas ya se había establecido en el Distrito V.
- Y aquí me tienes, llevo doce años practicando controlar la
energía pura y solo he logrado hacer lo que ya te mostré.
- Una historia increíble… Le agradezco lo que hizo por mí,
pero debo irme.
- ¿Cual es tu prisa? – preguntó el anciano que metía un gran
interés en Cross.
- Ya le dije, debo entrenar para el torneo – la mente de cross ya
estaba trabajando en un plan alterno y ese incluía buscar a
Lothar.
- Si quieres, yo puedo entrenarte.
- ¿Usted? – Cross veía sorprendido a Viktor, no pensaba que
pudiera hacer mucho por elevar su nivel.
- Así es, llevo doce años estudiando la energía elemental pura,
si alguien sabe de eso soy yo, además, también soy un
soldado y puedo ayudarte a mejorar tus técnicas de combate.
- ¿Por que me ayuda?
- Créeme muchacho, llevo mucho tiempo solo, el ayudarte va a
darle sentido a mi vida.
Cross aceptó, era la única opción que tenía, buscar a Lothar
era demasiado peligroso. Esperaba que ese anciano pudiera ayudarle,
mientras tanto, pensó en Christina y en cuanto la extrañaba, ya
faltaba menos, tenía un poco más de cinco años para volverse más
fuerte.
En los años que siguieron Cross se sorprendió de los
conocimientos de su nuevo maestro y éste a su vez estaba
impresionado de las capacidades de Cross, llevaron a cabo un
entrenamiento muy duro y disciplinado, al final, Cross, a sus veinte
años de edad realmente era un bérserker de temer.
En sus últimos meses de entrenamiento Cross no lo resistía
más, quería ver a Christina, aunque sea sólo verla, decidió que no
afectaría en nada a su entrenamiento el ver cómo estaba, ya no tenía
nada más que aprender con su maestro, todo lo que hacía era
practicar, iría a ver a su amiga.
- Maestro le informo que saldré unos días.
- ¿A donde vas? El torneo será en unos días. Debes entrenar.
- Lo sé pero es algo que debo hacer, le prometo que seguiré
entrenando.
- Por mi parte no te dejaría ir, pero me imagino que de todas
formas lo harás. ¿Verdad?
- Así es maestro – Cross se sintió mal por el rostro de
decepción que tenía su maestro, pero ya había decidido
marcharse.
- Entonces que los Dioses te acompañen.
- Gracias, estaré aquí antes de que parta a la arena.
- No te preocupes, resuelve tus asuntos.
Cross partió hacia el Distrito Comercial, cruzó por la zona sur
del Quinto Distrito, todo el lugar era una zona sin pies ni cabeza. El
Distrito V era una pequeña ciudad. Tenía una superficie aproximada
de doscientos kilómetros cuadrados y era una zona en ruinas.
El lugar en sí no tenía sentido, había edificaciones por todos
lados pero no se distinguía un plan de desarrollo definido, los
caminos podían continuar o ser callejones sin salida, para quien no
los conociera era una trampa mortal, en un principio se construyó
como una pequeña ciudad para los delincuentes tomando como base
la infraestructura de la zona pobre de los distritos exteriores, pero las
constantes batallas de las pandillas internas, la falta de
mantenimiento, la explosión demográfica, las incursiones con
artillería pesada de las fuerzas de la Ciudadela y mil cosas más,
hicieron de ese lugar un sitio bizarro y habitable sólo por sus
pobladores.
Casas destruidas, edificaciones levantadas con los desechos
de otros edificios, guaridas subterráneas; el lugar entero era una
trampa mortal, y lo peor del lugar no era la infraestructura, eran sus
habitantes, había sujetos tan peligrosos que ni la administración de la
Ciudadela se atrevía a entrar y poner orden en ese sitio.
Aún y cuando Cross era conocido y respetado en el territorio
del sur, le daban escalofríos cada que cruzaba por esa demarcación.
Mientras caminaba se encontró con su único amigo del lugar, una de
las personas más respetadas en todo el distrito.
- ¿Ya te vas muchacho?
- Así es Minos.
- Creí que todavía faltaban varios días para el torneo, deberías
aprovecharlos en entrenar.
- Lo sé, sólo que antes tengo que resolver unas cosas.
- ¿Sabes donde está la salida?
- La conozco, es una pequeña entrada que me sacará al Tercer
Distrito. Te agradezco lo que hiciste por mí, sé que
personalmente te encargaste de que yo no fuera molestado,
sin conocerme me ayudaste, eso nunca lo voy a olvidar.
- No te preocupes, eres una buena persona, me alegra haberte
ayudado. Hasta luego muchacho.
- Hasta luego Primer Oficial.
Minos era la mano derecha del Juez del Sur del Quinto
Distrito, era amigo de Viktor y llevaba una relación cordial con
Cross, había ayudado en su entrenamiento.
Cross salió del lugar más peligroso de Arcadia, contra todas
las probabilidades había logrado sobrevivir, pensaba que lo peor ya
había pasado, error, no sabía lo que le esperaba.
CAPÍTULO 6
CÁSTOR Y PÓLLUX
Los gemelos Cástor y Póllux toda su corta vida habían estado
solos, o por lo menos desde que ellos recordaban, siempre habían
vivido al día e ideaban formas de convencer a la gente para que les
diera de comer, mientras Póllux trataba de trabajar y ayudar a las
personas a cambio de comida, Cástor se dedicaba a estafarlas, así
estuvieron un tiempo hasta que Cástor vio la manera de sacar
provecho a sus “cualidades”.
Ambos estaban conscientes de que eran mucho más fuertes
que otros niños, por lo que el plan de Cástor se dio de manera casual,
a los siete años de edad, todo empezó una vez en el mercado de la
zona de nivel medio del Distrito III, cuando un muchacho más
grande que Cástor chocó contra él, el otro chico al ver el menudo
cuerpo de ese niño lo empujó y le reclamó el haberlo golpeado.
Póllux al ver esto y conociendo el temperamento explosivo de
Cástor se colocó entre el chico y su hermano, el agresor al ver la
altura de Póllux y el evidente parecido físico creyó que era su
hermano mayor y se acobardó.
- Perdón, pero ese niño no se fijó por donde iba.
- No hay problema, es mi hermano, mejor sigue tu camino.
- Está bien, pero que tu hermano se fije por dónde camina, no
siempre vas a estar ahí para protegerlo.
- No me está protegiendo a mí – Cástor se había molestado por
el comentario de ese chico, decidió dejarle bien en claro la
integridad de quien estaba cuidando su gemelo.
- ¿Entonces a quien? – preguntó extrañado el bravucón.
- A ti, mi hermano quiere evitar que te de una paliza.
Todas las personas que estaban alrededor y que se habían
percatado del incidente comenzaron a reír, era imposible que aquel
enclenque muchachito venciera al otro que claramente era más
grande y fornido, un comerciante se atrevió a decir:
- Si eso es cierto te regalo un par de monedas.
Otro más se unió alegremente.
- Yo también, bien vale la pena perder unas monedas por ver
esto...
Al escuchar la propuesta de esos dos hombres a Cástor se le
iluminaron los ojos y se puso a gritar:
- ¿Quien apuesta a que venzo a este debilucho en menos de un
minuto?
Muchos comerciantes y transeúntes se apuntaron, pero antes
de que empezaran a pelear uno de los apostadores le habló a Cástor:
- Bueno muchacho, las apuestas ya están cerradas, ahora dime:
¿quien garantiza tu pago si pierdes?
Cástor no supo que decir, no tenía dinero y sólo alcanzó a
balbucear:
- Si pierdo hagan conmigo lo que quieran.
- Eso no es suficiente muchacho, va a quedar muy poco de ti y
todos los que apostemos en tu contra nos iremos con nada.
Al verse acorralado Cástor se negó a ser parte del circo que
habían organizado los comerciantes:
- Si no hay apuestas no hay pelea.
- Te aseguro que si la habrá muchacho, por lo menos por
diversión. – El hombre llamó a otros observadores –. Amigos,
ayúdenme a detener al grandote. – Después le habló al
agresor –: Y tú chico, si le das una paliza te regalo una
moneda.
- El otro muchacho empezó a golpear a Cástor, pero éste no
atacó, sólo se cubría de los golpes.
- ¿Que sucede niño? ¡Defiéndete! – le gritó a Cástor el
comerciante que había organizado la pelea, se veía
exasperado, el ver como únicamente se cubría de los golpes
del otro chico no era en absoluto divertido.
- No soy su payaso señor – le respondió seriamente Cástor –.
Ya se lo dije, si no hay apuesta no hay pelea.
- Y yo también te lo expliqué, si no tienes un respaldo no
puedes cubrir las apuestas.
- Entonces tenemos un problema...
- No niño, tú tienes un problema, si no peleas te aseguro que...
- ¡Yo lo respaldo!
Todos voltearon sorprendidos, un hombre vestido como
guerrero con espada a la cintura mostraba una bolsa con monedas,
llevaba botas negras de combate amplias y con broches a los lados, le
llegaban a la pantorrilla, pantalón verde militar por dentro de las
botas, camisa verde olivo y gabardina corta verde militar con la B de
bérserker en la manga derecha.
- Yo respaldo las apuestas en contra de este niño.
El comerciante líder estaba temeroso de aquel hombre,
inclinando la cabeza como muestra de respeto le contestó:
- ¿Está seguro señor? No queremos problemas.
- No se preocupe, estoy aquí como consumidor y sólo quiero
ver que hace ese chiquillo.
- Pero... ¿y si pierde? No queremos dificultades con un
bérserker.
El comerciante se había dado cuenta del rango de esa extraña
persona, sintió miedo cuando vio que los guardias del mercado se
alejaban de él con las manos arriba, sabía que ese hombre podía
destrozar todo el mercado.
- No se preocupen, mi palabra es mi garantía, si ese pequeño
pierde yo pago las apuestas en su contra.
Los ojos del comerciante se iluminaron, la codicia lo inundó,
se notaba a simple vista que ese bérserker tenía el capital suficiente
para cubrir la apuesta que sea y todavía más... pensó en sacar un
mayor beneficio y llevarse una buena ganancia aprovechándose de él.
- Siendo así señor... ¿podemos apostar un poco más fuerte?
- Apuesten lo que quieran.
Se hicieron las apuestas, mientras unas personas apostaron
fuerte al chico más grande otros prefirieron no hacerlo por temor al
bérserker. La pelea no duró ni diez segundos, al tercer golpe de
Cástor el chico más grande ya sangraba por la boca y la nariz
mientras sollozaba en el suelo que ya no lo golpearan más, la gente
se sentía estafada.
- Perdón señor – dijo el líder de los comerciantes viendo hacia
el bérserker –, pero creo que estos chiquillos del demonio
estaban de acuerdo para estafarnos.
- ¿Porque lo dices?
- Es obvio que armaron todo este lío para quitarnos nuestro
dinero, es imposible que este debilucho venciera a ese
muchacho.
El guerrero volteó a ver a los tres chicos, los tres vestían con
harapos, aunque dos de ellos se parecían mucho, se podía decir que
eran idénticos salvo por la evidente diferencia de tamaños, eran
rubios y muy atractivos, sus ojos verdes intimidaban, con las ropas
adecuadas fácilmente podrían pasar por dos chicos nobles, no sabía
porque estaban en la calle pero era seguro que su origen no era
humilde, se acercó a ellos y les preguntó:
- ¿Es cierto eso niños? – Los tres contestaron inmediatamente
que no, después le preguntó directamente a Cástor –: ¿Podrías
vencer a otro chico igual de grande, que escogieran los
comerciantes?
- ¡Por supuesto! Puedo vencer a cualquiera…
El bérserker sacudió amigablemente la cabeza de Cástor,
después les habló a todos los que los rodeaban.
- Ya lo oyeron señores, escojan ustedes a otro chico de la
complexión de este pobre muchacho que ya perdió y que
pelee con… ¿como te llamas?
- Cástor.
- Ok, que pelee con Cástor.
Esta vez el que habló fue uno de los guardias:
- Si me lo permite señor, me gustaría que peleara mi hijo, es de
la edad de aquel chico pero es un poco más fornido... ¿sabe?
Yo mismo lo entreno.
El guardia abrazaba orgulloso a su muchacho quien con la
frente en alto en señal de soberbia fanfarroneaba:
- ¡Ese bebe no me dura ni medio minuto!
El guerrero volteó a ver a Cástor.
- ¿Como ves chico? ¿Te animas?
Cástor veía con desconfianza al bérserker
- ¿Quien se va a quedar con el dinero de las apuestas si gano?
- Es todo tuyo muchacho – contestó el bérserker ofreciéndole
la bolsa con monedas.
- ¿Y si pierdo? – volvió a preguntar Cástor sin agarrar la bolsa.
- Pierdo mi dinero y no pasa nada, es más, te invito a comer, no
todos los días me encuentro a un chico tan valiente.
- Vale, entonces peleemos – contestó Cástor tomando la bolsa
con monedas, caminó hacia su gemelo y se la entregó –.
Dinero fácil Pol...
Inmediatamente las apuestas se duplicaron, todos los
comerciantes conocían al hijo del guardia y sabían que era un
camorrero, peleaba con muchachos incluso más grandes y a todos los
había derrotado, era el chico más temido de los alrededores.
Desde que los combatientes se pararon al centro para pelear
se veía la diferencia en la posición de batalla que cada quien mostró,
mientras que el hijo del vigilante se puso en guardia de combate
como lo hace alguien entrenado, Cástor lo hizo de manera
descuidada, como alguien acostumbrado a pelear en la calle, en
cuanto el gemelo atacó al chico mayor éste lo evitó y lo golpeó,
Cástor terminó en el suelo, al ver esto el líder de los comerciantes le
gritó en tono de burla:
- ¿Verdad que no es lo mismo una pelea real que una
simulación renacuajo?
El bérserker volteó hacia Póllux, esperaba ver preocupación
en su rostro por lo complicado de la pelea de su hermano menor,
pero se veía completamente tranquilo. La pelea continuó, Cástor no
atinaba hacerle daño a su enemigo y cada vez que lo intentaba se
llevaba un golpe, se le veía agotado, entonces el otro chico cometió
un error, quiso terminar rápido con el combate y se le fue a los puños
a Cástor, lo alcanzó a golpear dos veces cuando se escuchó:
- Te tengo idiota.
Cástor tenía agarrado al otro chico de la playera con su mano
izquierda, la escena hasta era graciosa, el hijo del militar le sacaba
más de setenta centímetros de altura a Cástor y pesaba mucho más, el
gemelo menor tenía su brazo izquierdo totalmente estirado hacia
arriba, con una facilidad increíble bajó al contrincante a su altura e
inmediatamente comenzó a golpearlo con la mano derecha.
El pobre muchacho ya no pudo escapar, no sabía cómo
esquivar los movimientos de alguien más pequeño y a corta
distancia, no duró ni quince segundos, al quinto golpe ya estaba
sangrando, tenía el rostro hinchado, había perdido un par de dientes y
suplicaba a su padre que parara la pelea, Cástor no le hizo caso,
Póllux tuvo que entrar a separarlo.
Todos se quedaron sorprendidos, Cástor como si nada hubiera
pasado le extendió la mano al guerrero y le dijo:
- Págame.
- Tu hermano tiene el dinero – le respondió el bérserker
señalando a Póllux.
- Tiene su dinero, pero todo mundo apostó contra mí, me debe
mucho más...
El bérserker soltando una carcajada exigió el dinero de las
apuestas y se lo entregó todo a los gemelos, también le ofreció que se
fueran con él pues corrían el peligro de que algunos comerciantes
molestos quisieran recuperar su dinero, el ganador rechazó la oferta,
prefería enfrentarse y huir de esos comerciantes que de un bérserker,
porque él aunque era un niño, como todo mundo sabía de lo que eran
capaces esos individuos.
Cástor se dio la vuelta y tomó a su gemelo por el hombro, por
su actitud parecía que acababa de comprar cualquier cosa y no que
recién había librado un serio combate.
- Vámonos hermano.
- Espera cabrón. ¡Hiciste trampa!
Todos voltearon, quien hablaba era el hijo del guardia, con el
rostro ensangrentado, amoratado y sin algunos dientes frontales
lloraba enfurecido.
- Devuelve ese dinero tramposo, me ganaste con un truco
sucio.
- Yo no hablo con debiluchos – le respondió al hijo del
guardia, después le habló a su hermano –. Andando Pol.
El hijo del guardia tomó un garrote de un puesto cercano y
atacó por la espalda a Cástor, pero no tuvo tiempo de asestar el
golpe, antes de que se diera cuenta Póllux lo impactó con el puño en
el rostro, lo hizo volar más de tres metros y aterrizó en el suelo con
todo su peso, desde que iba cayendo ya estaba totalmente
inconsciente, el bérserker volteó a ver al padre del muchacho
tendido.
- ¿Algún problema?
- No señor – respondió el guardia con la cabeza baja.
- Será mejor que eduques a tu hijo o yo te educaré a ti.
El soldado temblando y con un hilo de voz le contesto:
- Le aseguro que así lo haré su señoría.
Entonces el bérserker señaló a todos en el mercado y habló
con voz fuerte y clara:
- Escuchen todos, si me entero que algo les ocurrió a esos
niños a la salida de este lugar, lo pagarán ustedes con sus
vidas.
Nadie contestó, entonces el guerrero le gritó a Cástor:
- Eres bueno chico, pero al parecer tu pariente es mejor.
- ¡Claro que es mejor! ¡Es mi hermano!
Los gemelos se fueron felices, nunca en su vida habían visto
tanto dinero, eso le dio la idea a Cástor de retar a chicos mucho más
grandes en sitios públicos apostando a su victoria, primero se hacía el
temeroso y Póllux los arengaba hasta que los transeúntes se juntaban
y entonces apostaba a su hermano, la mayoría de las veces les salía
bien el truco, otras, los apostantes los golpeaban y les quitaban todo,
pero Cástor nunca perdió una pelea, libró batallas con todo tipo de
rivales, maleantes, bravucones, chicos educados y acostumbrados al
combate, algunos de ellos manejaban algún tipo de energía. En
varios de sus enfrentamientos llegó a quedar mal herido, pero nunca
perdió, se necesitaban a más de seis hombres corpulentos y maleados
en el combate para someter a los dos hermanos.

Póllux ya no quería seguir con ese embuste, llevaban un año


con eso, el gemelo mayor no soportaba ver cuando golpeaban a su
hermano sin poder hacer nada para ayudarle, pero tampoco le
agradaba cuando su gemelo se ensañaba con los perdedores, muchas
veces los mirones lo sostenían a él imposibilitándolo para detener a
su hermano, estaba seguro de que algunos muchachos no habían
sobrevivido a las palizas de Cástor y lo peor era que sabía que a su
hermano no le importaba.
Los gemelos como de costumbre estaban paseándose por un
sitio concurrido, Cástor estaba atento buscando algún rival que se
viera mucho mayor que él para que así los mirones apostaran más
fuerte.
- ¿Como ves a ese grandulón, Pol? ¿Crees que me aguante un
rato?
Póllux miró al chico que le señalaba su hermano, se veía
fuerte, estaba bebiendo con sus amigos y molestaba a quien pasaba
por donde él se encontraba, se preocupó, Cástor se ensañaba
particularmente con ese tipo de sujetos, decidió terminar con su
embuste.
- Lo siento Cas, pero ya no voy a hacerlo.
- ¿Por qué? – preguntó Cástor sorprendido.
- Ya lo sabes, no me gusta la violencia, no soporto ver que te
golpeen y menos ver lo que haces cuando te enfureces, te
transformas en una bestia sin emociones, no te importa
lastimar o matar a tu oponente, la verdad es que me das
miedo...
- Sabes que yo nunca te haría daño.
- Lo sé, pero si quieres seguir con esto hazlo sin mí, yo ya me
voy.
Cástor no le temía a nada excepto a perder a su hermano,
aunque eran gemelos sentía que Póllux era su responsabilidad, era
demasiado bueno y el mundo donde se desenvolvían no era un lugar
para él.
- Espera hermano, si no es esto ¿que vamos a hacer? Ya sabes
que a mí no me gusta trabajar, lo único que encontramos son
trabajos de quinta, no es por el esfuerzo sino porque odio que
me griten y me humillen.
- Yo trabajo por los dos, pero no vuelvo a apostar.
- Está bien, haremos lo que tú quieras, pero ya casi no tenemos
dinero y bien sabes que no es fácil encontrar quien de trabajo
a un niño, vamos a hacerlo una última vez para tener por lo
menos algo guardado para comer y después hacemos lo que
tú quieras.
Póllux no pudo negarse, su hermano tenía razón y si había
algo peor que una golpiza era tener hambre, a su corta edad ya habían
pasado muchas veces por largos periodos sin comer y era algo que el
gemelo mayor no quería volver a sentir, ni él ni mucho menos su
hermano.
Hicieron lo que siempre hacían, ya eran unos maestros, el
bravucón aceptó sonriendo el reto de Cástor, pensaba golpearlo hasta
matarlo, la gente ya se empezaba a aglutinar alrededor de ellos
cuando de repente los gemelos oyeron una voz conocida:
- Yo apuesto lo que quieran a que el pequeño le da una paliza a
ese muchacho en menos de treinta segundos.
Todos voltearon a ver al loco que había dicho tal cosa,
cuando lo vieron prefirieron no apostar en contra de un bérserker, el
bravucón también se acobardó y se fue casi corriendo con sus amigos
del lugar, Cástor estaba furioso.
- ¿Como estás muchacho? – preguntó el bérserker
extendiéndole la mano a Cástor.
- Supongo que bien – respondió el gemelo menor estrechando
la mano del guerrero.
- ¿Porque estás molesto? Deberías ser más agradecido.
- Lo soy, señor, pero acaba de echarme a perder un buen
negocio.
El bérserker soltó una sonora carcajada
- ¿Así que ahora te dedicas a golpear debiluchos y estafar a la
gente?
- Sé que se ve mal, pero es peor no comer…
- Está bien, no me corresponde a mí juzgar cómo se ganan la
vida. ¿Que te parece si te recupero el dinero que perdiste?
- No señor, tampoco estoy pidiendo caridad.
- No es caridad, lo que te propongo es una apuesta.
- Lo escucho.
- ¿Qué edad tienes Cástor?
- Mi hermano y yo tenemos ocho años, somos gemelos.
- Impresionante, me imagino que tu peleas y el come...
¿verdad?
Cástor le lanzó una mirada furiosa al bérserker, le molestaba
de sobremanera el que le dijeran que era el hermano menor de su
gemelo.
- No me gusta que me insulte señor.
- Está bien, tranquilo, perdóname por ese comentario. – El
bérserker le dio un palmada en la espalda a Cástor y después
le señaló al frente –. ¿Ves a ese muchacho que está ahí con el
hombre elegante?
- Si – respondió Cástor.
El gemelo menor estudió un momento al niño que estaba con
el hombre elegante, no se veía gran cosa, nada para él que había
derrotado hasta a tipos adultos, sólo lo vio un instante y después se
concentró en el hermoso auto en el que estaba recargado. El
bérserker le explicaba:
- Tiene diez años. ¿Crees poder derrotarlo?
- Es sólo dos años mayor que nosotros – respondió Cástor al
bérserker señalándose a sí mismo y a su hermano – y no es
mucho más alto que yo. He vencido a chicos más grandes.
- Pero este no es un enclenque como los que enfrentas, es
bueno.
- Así me han dicho de muchos y a todos los he derrotado.
- Está bien, vamos a hacer una cosa, si lo derrotas te doy esta
bolsa de dinero.
Cuando el Bérserker les mostró a los gemelos la bolsa con
dinero hasta Póllux se emocionó, ese combate era pan comido para
su hermano.
- ¿De verdad? – preguntó Cástor aún sin creer en su buena
suerte.
- ¿Todavía dudas de mi palabra? – el bérserker se hizo el
ofendido.
- No señor – le respondió Cástor casi riéndose, la actuación de
ese hombre había sido muy mala.
- Es más, a mi no me gustan las peleas ventajosas, tu hermano
te puede ayudar.
- No será necesario – contestó Cástor mientras empezaba a
tronarse los dedos de la mano derecha con la izquierda y
giraba el cuello preparándose para su combate.
- Eso lo deciden ustedes. ¿Aceptan? – el bérserker le estiró la
mano a Cástor.
- Por supuesto – el gemelo menor estrecho la mano del
bérserker.
- Está bien. Que empiece el combate... ¡Cross, son todos tuyos!
La pelea no duro mucho, Cross era un experto en técnicas de
combate y Cástor era bueno peleando pero era empírico, cuando
Cross lo golpeó por primera vez el gemelo menor sintió un dolor
intenso, sólo su hermano le provocaba esas lesiones con sus golpes,
cayó al suelo de manera violenta, en ese momento supo que no era
rival para ese chico, pero necesitaban el dinero, tragándose su orgullo
mientras se incorporaba se dirigió a su hermano:
- Pol ayúdame.
Póllux se quedó impactado, su hermano nunca le había
pedido ayuda en una pelea aunque le estuvieran dando una paliza, ese
chico al que llamaban Cross no era normal, volteó a ver al guerreo
para pedir su consentimiento, éste asintió.
- Adelante grandote, ayúdale a tu hermano.
Póllux entró a la contienda, ambos lucharon como unas fieras
pero el resultado ya estaba decidido desde antes de que empezara la
pelea, Cross no sólo los estaba apaleando, sino que les daba consejos
de cómo lo podían atacar mejor, pero con todo y eso los gemelos por
primera vez en su corta vida habían sido derrotados.
Golpeados hasta que ya no podían levantarse Cástor sacó las
pocas monedas que les quedaban y con la mano temblorosa por el
cansancio se las ofreció al guerrero.
- Tome, es todo lo que tenemos, bien ganadas señor.
Lothar volteó a ver a Argento Riazor y éste asintió, Cross
había ganado pero estaba completamente agotado y casi tan herido
como esos chicos, algo increíble para alguien que nunca en su vida
había sido entrenado en el combate, en especial el pequeño, parecía
que no se rendiría nunca, llegó un momento en el que pensó que
Cross perdería, con el entrenamiento adecuado esos dos chiquillos
serían invencibles. El bérserker cerró la mano de Cástor con sus
monedas.
- Quédatelas muchacho, lo importante ahora es que se
recuperen de sus heridas.

Los gemelos fueron llevados a un hospital privado en donde


los atendieron como reyes, jamás habían probado mejor comida, a
los tres días Lothar los fue a ver.
- ¿Como están chicos?
- Bien señor Lothar – respondieron ambos al mismo tiempo.
- Te ves en perfectas condiciones, Póllux, los doctores dicen
que Cástor increíblemente al otro día ya estaba como si nada
hubiera ocurrido.
- Estoy bien, señor, gracias, Cástor siempre se recupera de
inmediato de sus peleas, no importa cuanto lo lastimen…, por
cierto, si así cura a sus heridos dígale a ese muchacho, Cross,
que puede venir a patearnos el trasero cuando quiera.
- Bien dicho hermano – dijo Cástor mientras se comía un
postre.
Ambos estaban encantados en el hospital, las enfermeras les
cumplían todos sus caprichos, los trataban como si fueran de la
realeza, todas estaban prendadas de su simpatía y sus atractivos
rasgos. Lothar se enserió con ambos.
- Niños... ¿que dirían si les ofrezco un techo y comida como
esta todos los días?
- Le preguntaría ¿que quiere a cambio? – contestó Cástor con
desconfianza.
Lothar nuevamente sonrió, le gustaba especialmente ese
chiquillo, era fuerte, no le temía a nada y era especialmente
desconfiado, alguien difícil de engañar.
- A cambio quiero que estudien y entrenen muy duro, creo que
los dos se pueden convertir en unos bérserkers.
- ¿Quiere que vayamos a la academia militar? – preguntó
Póllux.
- No, quiero que vengan a la casa de un amigo y que entrenen
con otros niños de su edad. Niños con capacidades diferentes
a las suyas pero tan fuertes como ustedes.
- Suena bien... – Castor lo estaba pensando, lo emocionaba que
hubiera otros niños tan fuertes como él y su hermano, ya
quería pelear con ellos.
- Sólo hay dos condiciones – les aclaró el guerrero.
- ¿Cuáles son? – preguntó Póllux.
- Se quedarán como mínimo diez años y no podrán renunciar ni
salirse, vivirán en una mansión muy grande y no saldrán al
exterior a menos que deban combatir y sólo a eso.
- Esto no me gusta Cástor – le dijo el gemelo mayor a su
hermano.
Cástor levantó la mano silenciando a Póllux.
- Una pregunta más señor.
- Dime hijo.
- Ese chico, Cross... ¿entrena ahí?
- Así es.
- ¿Pelearemos con él?
- Estoy seguro de que Cross estará encantado de tomarlos
como sus aprendices y de que con el tiempo serán tan buenos
como él.
No tuvo que decir más, aceptaron de inmediato, no les
interesaba mucho convertirse en bérserkers, pero sí querían ser más
fuertes, tan fuertes como ese chico que los había derrotado: Cross.
CAPÍTULO 7
REVELACIONES
Cross tardó una semana en llegar a la casa del Distrito
Comercial, el dinero no significaba nada en el Quinto Distrito, casi
todo se manejaba por trueque, pero afuera era otra cosa, caminó todo
el trayecto, al llegar a la residencia Riazor le sorprendió que estuviera
completamente cerrada, siempre había alguien en la entrada para
anunciar a los visitantes, saltó el muro y descubrió que el inmueble
estaba vacío, entró a la casa por el sótano, se notaba que el lugar
llevaba bastante tiempo sin habitar, fue a la habitación de Christina,
estaba completamente vacía, entró al estudio de Riazor, tampoco
había nada, salió y se dirigió a los cuartos que se encontraban a un
costado de la casa principal, el lugar que había sido su hogar durante
siete años, ahí todavía estaban sus cosas y las de su padre. Esperó, al
cabo de unas horas llegó Mirkos.
- Hola padre.
Mirkos dio dos pasos hacia atrás sorprendido
- ¡Que diablos! – el mayordomo de la residencia trató de
alejarse del sujeto que le hablaba.
- ¿No me reconoces? Soy Cross.
Al escuchar eso Mirkos se tranquilizó, tomó aire y después le
respondió a su vástago.
- Perdón hijo, me espantaste. ¡Como has crecido!
Cross ahora tenía veinte años, seguía siendo delgado pero su
complexión era musculosa y atlética, además de que era alto, media
un metro con noventa centímetros, pero sus ojos eran los mismos,
café claro, inteligentes y escrutadores, vestía un uniforme militar que
le habían vendido a su maestro en el Quinto Distrito, botas negras
altas de agujetas, pantalón y camiseta verde militar, camisola verde
obscuro y casaca del mismo color.
- Padre... ¿que sucedió aquí?
- Nada hijo, que todos se fueron.
- ¿Por que? – Cross quería preguntar únicamente por Christina,
pero lo pensó mejor, ya llegaría el momento de averiguar su
paradero –. ¿Que fue lo que sucedió.
- El señor Riazor se fue con Dorian para que entrenara y
liquidó a todos los empleados, sólo quedé yo.
- ¿Y a donde se fueron?
- No lo sé – Mirkos daba respuestas esquivas, le urgía informar
que Cross estaba en el exterior de la Ciudadela.
- ¿Y Christina? – Cross finalmente preguntó por la hija del
dueño de la propiedad al ver que Mirkos no tenía intenciones
de decir nada.
- Tampoco sé, ella se fue desde antes.
A Cross eso le preocupó, inmediatamente preguntó por su
paradero.
- ¿No sabes a donde se fue?
- Cross, sólo soy el mayordomo, no debo hacer preguntas,
simplemente se fueron.
Cross comprendió que era inútil seguir haciéndole preguntas
a su padre, pero no podía perder el tiempo, necesitaba saber en donde
se encontraba Christina.
- Me voy padre – Cross le dio la espalda y se dirigió a la salida
del lugar.
- ¿A donde? – Mirkos rápidamente avanzó y le bloqueó el
paso, debía investigar a donde se dirigiría su hijo.
- Al Tercer Distrito – le respondió Cross, no veía ningún
problema en decirle la verdad a su padre.
- ¿Por qué?
- Ahí vive la familia de Maggie, su hermana menor, ella debe
de saber algo.
- Quizá Maggie se fue a trabajar a otro lado.
- No lo creo, ella siempre hablaba de irse con su familia, ya era
una persona de edad, seguro está ahí.
- Te voy a dar un consejo hijo.
- Dime. – Cross se estaba desesperando, su padre no se movía
de la salida impidiéndole el paso, deseaba irse cuanto antes
para investigar el paradero de Christina.
- No busques a esa chica, está fuera de tu alcance, el señor
Riazor es muy poderoso y no quiero ni imaginarme lo que
haría si te le acercas.
- No le temo padre, además, sólo quiero saber donde está
Christina, independientemente del hecho de que los dos ya
somos mayores de edad…
- Eso no tiene nada que ver en este mundo hijo, lo que importa
es el poder.
- También lo tendré padre, ganaré la espada sagrada.
- Por favor, hijo, déjalo así, no vayas, si no lo haces por mí
hazlo por el recuerdo de tu madre.
- Jamás la conocí y nunca te escuché hablar de ella, padre,
hasta luego.
- Espera, por lo menos ponte esta capa, hace frío y es época de
lluvias, te cubrirá.
- Es tuya... – Cross empujó la capa que su padre le ofrecía,
Mirkos insistió hasta que Cross la sostuvo.
- No hay problema, yo tengo otra.
En cuanto Cross se fue Mirkos Sargás hizo una llamada por el
comunicador de la residencia.
- Cross estuvo aquí, avísale al amo.
- No es necesario, yo me encargo – contestó la voz del otro
lado.
- Perfecto, lleva un rastreador, te envío las claves. – Mirkos
terminó la conversación.

Cross partió con rumbo al Distrito III, al llegar investigó


dónde vivía la familia de Maggie, encontró la casa de los Boyet en la
zona de clase media, era la primera vez que Cross conocía esa zona,
a sus veinte años sólo había estado en la zona élite del Distrito
Comercial, la Ciudadela y el Quinto Distrito.
La zona de clase media de los distritos era la que tenía la
mayor superficie de los mismos, en sus barrios se encontraban las
secciones habitacionales, comerciales, de esparcimiento, industriales,
escolares y comunes, no había zonas de tolerancia.
Las zonas habitacionales estaban constituidas por grandes
complejos de edificios, había tres tamaños de viviendas: de
doscientos, quinientos y mil metros cuadrados, todo dependiendo del
estatus de la persona que los habitara, en esos lugares se encontraban
establecidos todo tipo de servicios y pequeños negocios. También
había unidades habitacionales formadas por casas de trescientos
metros cuadrados, con jardín y traspatio, todas eran idénticas y no
podían ser modificadas.
En las áreas comercial y de esparcimiento que siempre
estaban juntas, se localizaban los centros comerciales, mercados,
hoteles, cines, teatros, bares, hospitales, etc. En la zona industrial se
hallaban las fábricas y empresas del distrito. En la zona escolar se
ubicaban los colegios, la principal escuela de todos los distritos era la
de educación superior que se encontraba en el límite de las zonas
residencial y de clase media. Finalmente, en las áreas comunes al
igual que en la zona pobre estaban los parques e inmuebles de
eventos deportivos.
En la zona residencial de los distritos se encontraban
únicamente secciones habitacionales, comerciales, de esparcimiento,
escolares y comunes. En las secciones habitacionales no había un
padrón fijo en la construcción y vista de los inmuebles, cada
propietario arreglaba su casa como mejor le parecía, los complejos de
departamentos eran de lujo, el lugar más pequeño era de mil metros
cuadrados y el límite lo ponían los mismos constructores, podía
haber departamentos que abarcaban varios pisos de un edificio, los
complejos habitacionales incluían cine, spa, gimnasio, centro
comercial y todas las comodidades imaginables que el dinero pudiera
pagar.
En las secciones comercial y de esparcimiento se encontraban
grandes centros comerciales de lujo, teatros, cines, restaurantes,
hoteles de cinco estrellas, museos, etc. Todas las escuelas eran
grandes mansiones de lujo, los parques tenían atracciones con lo
último en tecnología, las instalaciones para eventos deportivos eran
de primer mundo y en esa zona también se ubicaba el Palacio de
Gobierno.
Para llegar a la zona de clase media Cross tuvo que cruzar por
el barrio de clase alta, sin embargo, no le impresionó, no tenía
comparación con la zona élite del Distrito Comercial, ahí las
residencias eran realmente enormes, los complejos de departamentos
eran inmensos y sólo la imaginación era el límite de lo que podían
contener: campos de golf privados, spas, zoológicos, ríos artificiales,
cualquier excentricidad era poca.
Cross fue llevado a combatir a esos lugares en varias
ocasiones, en el área industrial se ubicaban los grandes edificios de
los empresarios más prósperos del estado, las matrices de los bancos,
las corporaciones multinacionales y extranjeras, estudios de cine y
televisión.
No había fábricas, éstas se encontraban en los demás distritos.
En el área comercial y de esparcimiento se encontraban extensiones
gigantescas de centros comerciales con tiendas de lujo, nacionales e
internacionales, casinos, centros nocturnos, cines, teatros,
reconocidos restaurantes, centros de relajación, lo mejor de lo mejor,
también había centros comerciales para gente de clase media y hasta
para pobres (en el Distrito Comercial vivían un sinfín de empleados
domésticos, quienes forzosamente tenían que vivir con sus patrones,
no había lugar en el distrito donde ellos pudieran tener un lugar
propio).
El lujo y nivel de las escuelas era el más alto de todo Arcadia,
sólo superado por las escuelas del área del Cinturón del edificio de la
Ciudadela (únicamente en cuanto al nivel académico), sus playas,
parques e inmuebles de eventos deportivos marcaban la pauta en
todo el mundo, el Distrito Comercial era un pequeño paraíso para las
personas adineradas, el edén del sibaritismo, era el lugar turístico de
Boleria por excelencia y sólo personas VIP de otros países como
líderes de estado, personalidades públicas, multimillonarios
reconocidos, gente del espectáculo o grandes deportistas, tenían
acceso a él, únicamente podían ingresar bajo permiso y autorización
del gobierno del Estado y debían solicitar su visita con un año de
anticipación.
Al llamar a la puerta de la casa de la familia Boyet Cross fue
atendido por una señora de edad avanzada.
- Buenas tardes – saludó Cross, con ver a la anciana supo que
estaba en la casa correcta, tenía un gran parecido con Maggie.
- Hola joven, buenas tardes – le respondió la señora con
desconfianza.
- ¿Es esta la casa de la Familia Boyet? – preguntó Cross con su
mejor sonrisa.
- Si joven, es aquí – la sonrisa de Cross funcionó, la señora
sintió que podía confiar en él.
- Quisiera saber si está aquí la señora Margareth Boyet o si
saben en donde la puedo encontrar.
- ¿Quien la busca?
- Me llamo Lesath Crossifixio Sargás.
- ¿Cross? – preguntó la señora emocionada, sus ojos se
volvieron cristalinos.
- Así es.
La señora lo abrazó, Cross le devolvió el abrazo, sintió la
misma calidez que con Maggie.
- Entra a la casa, mi niño, por favor, de haber sabido que eras
tú te habría pasado desde antes.
- Muchas gracias.
- Quita esa cara de asombro, Maggie hablaba todo el tiempo de
ti, ella nunca pudo tener hijos, a ti te consideraba como tal.
- Gracias, me alegra lo que me dice, yo siempre consideré a
Maggie como una madre. ¿En donde esta?
El rostro de la anciana se contrajo, se sentó en una silla y
guardó silencio.
- ¿Que sucede abuela? – Cross se preocupó, la actitud de la
anciana no presagiaba nada bueno.
- Mi hermana está desaparecida – respondió la anciana
mientras se limpiaba con la manga de su suéter una lágrima.
- ¿Como? – Esta vez Cross se acercó a la anciana, estaba
alarmado, independientemente de su urgencia por conocer el
paradero de Christina el apreciaba a Maggie, su desaparición
traía más problemas y muchas más preguntas.
- Desde hace un año que no sabemos de ella, antes hablábamos
casi todos los días y ella siempre nos enviaba todo su sueldo
para que se lo guardáramos, pero hace más de un año nos
dejó de hablar, su sueldo sigue llegando pero no tenemos
noticias de ella, quisimos averiguar donde se encontraba
hablando con el señor Riazor, su patrón con el que trabajaba,
pero siempre nos atendió su asistente y nos dijo que Maggie
se había ido a trabajar al extranjero, que si no me hablaba era
algo que él ignoraba, prácticamente nos corrió de su oficina y
nos dijo que no volviéramos, sin embargo, ni mi esposo ni yo
nos dimos por vencidos, fuimos a la casa en donde trabajaba
en el Distrito Comercial, en ese lugar un hombre calvo
vestido de negro nos dijo que Maggie ya no trabajaba ahí, que
si volvíamos a ir por allá nos podía pasar algo malo, después
de eso regresamos a nuestra casa, a los dos días le dieron una
golpiza a mi esposo, fue tan brutal que lo dejaron paralítico,
ya no quisimos seguir indagando, pero estoy segura que algo
le paso a mi hermana.
- No se preocupe, le aseguro que la encontraré o descubriré que
pasó con ella.
- Por favor, sea lo que sea dímelo, quiero saber que pasó con
Maggie, aunque sea lo peor.
- Le prometo que así será.
Cross se estaba despidiendo de la anciana, tenía que poner sus
ideas en orden para saber en donde comenzar su investigación.
- Espera. ¿Ya comiste?
- No, pero no tengo hambre. – Su estomago gruñó.
- Tu estomago dice otra cosa, siéntate a comer.
Cross comió con la hermana y el cuñado de Maggie, eran
personas buenas y realmente estaban angustiados por no saber nada
de su familiar, una vez que terminaron de comer Cross se despidió.
- Muchas gracias por todo, les prometo que regresaré con
noticias.
- Gracias, pero sea cual fuere el resultado de la investigación
esta es tu casa, eras como un hijo para mi hermana y por lo
tanto eres mi sobrino, todo cuanto hay aquí está a tu
disposición.
- Se los agradezco – Cross estaba conmovido, la hermana de
Maggie tenía el mismo buen corazón que el ama de llaves
desaparecida.
- A propósito... ¿llevas dinero?
- Yo me las arreglaré.
- Espera, ten esto – la anciana le ofreció una tarjeta bancaria a
Cross.
- No, no puedo aceptarla.
- Es la tarjeta con los ahorros de Maggie, tú eres su único
heredero, sólo te estoy dando lo que te corresponde.
- Pero todavía no sabemos que pasó con Maggie.
- De todas formas llévatelo, si la encuentras y está desprotegida
lo vas a necesitar, también ten esto, ella lo estaba haciendo
para ti, te lo iba a dar cuando te graduaras de la academia
miliar.
Cross contuvo las lágrimas, era una insignia con la B que
simbolizaba bérserker, también se llevó la tarjeta, era cierto, si
encontraba a Maggie desprotegida no la iba a llevar con él en el
techo de los trenes, él sólo lo hacía cuando era indispensable, si lo
capturaban lo meterían preso.
Una vez que se despidió de los Boyet salió en busca de
Maggie, aunque Christina era su prioridad le debía al ama de llaves
encontrarla, además, ella era la única pista para encontrar a su amada,
tenía muchas dudas, como por qué Mirkos había corrido así a esos
señores, su padre era el único calvo vestido de negro en esa casa,
también deseaba saber por qué le había puesto un transmisor en la
capa que le prestó, Viktor le había enseñado a expandir su energía
para saber si llevaba encima algún aparato extraño, había aprendido a
hacerlo casi por reflejo, llegó a la estación de trenes y se instaló en el
techo del tren que iba rumbo a los límites con el Quinto Distrito,
después en un rápido movimiento paso a otro tren que iba al Distrito
II, dejando el rastreador en el vagón anterior.
Viktor le había contado de un grupo que se hacía llamar la
Legión de los Iluminados del Segundo Distrito, eran un equipo muy
poderoso de elementors, que aparte de controlar las dos fuerzas
natural y elemental, dominaban la energía psíquica, entre ellos había
alguien que podía localizar a las personas o saber que les había
sucedido si estaba en contacto con sus pertenencias, estaba dispuesto
a llevar incluso por la fuerza a ese elementor a la casa Riazor.
Era del dominio público que los principales guerreros de un
distrito estaban en las escuelas, los institutos educativos no eran más
que fachadas para probar la fuerza de los futuros guerreros, a casi
nadie le importaban las clases que se impartían en los liceos, lo que
buscaban era unirse a un club poderoso para llegar a volverse fuertes
y en un futuro convertirse en guerreros, sólo estudiaban los hijos de
las familias nobles o ricas que tenían un futuro asegurado, así como
las personas no violentas que esperaban conseguir un empleo con
éstos últimos.
Los líderes de las escuelas al igual que los Delegados de los
distritos eran los más fuertes de todos y siempre estaban en guerra
con los colegios de las otras demarcaciones, cuando llegaba la edad
en que ya no podían seguir estudiando se convertían en soldados de
sus distritos, rara vez se unían al ejército pues ya tenían “grabado en
la sangre” su amor por su lugar de origen.
Era posible llegar al Segundo Distrito por tren o por mar,
Cross prefirió hacerlo por tren, era la manera más rápida, en cuanto
llegó a la isla se dirigió a la principal escuela local, ahí alguien le
diría en donde se encontraba el lugar donde estaba la Legión de los
Iluminados.

Cuando Cross llegó a la escuela superior fue abordado de


inmediato.
- Alto ahí. – Varios chicos con cara de pocos amigos lo habían
detenido.
- ¿Que desean? – preguntó Cross con amabilidad tratando de
evitar una pelea.
- Que te quites esa capa y nos muestres tu rostro y tus colores –
le dijo el más grande y musculoso de los estudiantes.
- Vengo de la zona militar, tengo inmunidad, no tengo nada
que ver con la guerra de escuelas –. Cross trataba de evitar
una pelea.
- Eso lo decidirá la líder, acompáñanos – insistía quien parecía
el líder de ese grupo de estudiantes.
- Lo siento, pero tengo prisa. – Cross no le hizo caso y se
siguió de largo.
- Vendrás con nosotros por las buenas o por las malas – le dijo
otro estudiante mientras lo agarraba del brazo.
Cross bajó la mirada dirigiéndola hacia la mano del estudiante
que lo había detenido, después le habló viéndolo directamente a los
ojos.
- Elijo por las malas.
El estudiante intimidado por la mirada de Cross lo soltó, el
líder le espetó:
- ¿Crees que podrás hacer algo? Nosotros somos cinco…
- Lo voy a intentar.
Antes de que pudieran reaccionar Cross ya los había puesto
fuera de combate, excepto a uno.
- Tú me vas a indicar en donde está la Legión de los
Iluminados.
- N…n…no l…l…lo sé – el estudiante temblaba, temía por su
vida.
Cross creó energía con su mano.
- No estoy jugando, o me lo dices o te destruyo el rostro.
- No, por favor, le aseguro que no lo sé, pero la líder de la
escuela es un Arcángel, es una de los siete Iluminados.
- Llévame con ella – le ordenó Cross mientras lo empujaba por
delante de él.
- Si señor.
El estudiante llevó a Cross a través de la escuela, cuando
llegaron a un edificio les bloquearon el camino, era un estudiante que
parecía ser uno de los líderes del instituto.
- ¿A donde van?
El chico que estaba con Cross habló con miedo
- Viene de la zona militar, dice que tiene inmunidad, lo llevo
con la líder para que decida que hacer con él.
- No te preocupes, yo sé que hacer con tipos como este…
- No, espera. – El estudiante temeroso trató de detenerlo.
- ¡Quítate! – El estudiante que bloqueaba la entrada al edificio
golpeó a su compañero, después se dirigió a Cross –. Hola,
soy Fenuet y soy el guardia de esta puerta, de aquí no pasas
amigo, hasta que te identifiques.
- Sólo soy un militar que viene de paso, necesito ir a la Legión
de los Iluminados.
- ¿Que? ¿Estás loco acaso? Nadie puede ir ahí.
- ¿Apostamos? – Cross formó una kunai de energía pura y
destruyó una jardinera que estaba a un lado.
Todos se quedaron pasmados, los estudiantes se dieron cuenta
que ellos no eran rivales para él, ese chico podría destruir toda la
escuela. Habló Fenuet, esta vez con temor y respeto.
- Disculpe oficial, pero aunque sé que nuestras vidas corren
peligro no lo puedo dejar pasar.
- Entonces has decidido tu destino – le dijo Cross mientras se
acercaba peligrosamente a él.
- ¡Espera!
Esa voz… Cross estaba seguro que la había escuchado en
algún lado. Desde las sombras del edificio hablaba una chica:
- ¿Quien se atreve a irrumpir de esa manera en mi escuela?
- Sólo quiero hablar. Esa voz… estoy seguro que la conozco –
pensó Cross.
- Pues habla conmigo, soy la líder de la escuela superior del
Segundo Distrito, soy una de los siete Iluminados, me
conocen como el Arcángel Pariel, “el despiadado ángel de
Dios”. ¿Que deseas?
Cross sonrió, ya recordaba en donde había escuchado ese
tono de voz.
- ¿Y si simplemente te llamo… Michelle?

Michelle sonrió, se dejó ver saliendo del edificio, estaba


contenta de que Cross la hubiera reconocido sólo con oír su voz.
- ¿Como me reconociste? Estoy segura que mi voz ha
cambiado.
- Si, pero no el tono con el que tratas a la gente.
Michelle sonrió
- ¿Que quieres? Ahora podré ser un Arcángel Iluminado, pero
siempre seré una princesa…
- Me imagino que si. ¿Podemos hablar en privado?
- Sígueme.
- ¿Estarás bien Pariel? – mencionó un tímido Fenuet, no le
extrañaba que la guerrera más fuerte de la escuela conociera a
alguien tan poderoso.
- ¿Crees que necesito protección? Y si así fuera... ¿quien me la
dará? ¿Tú?
Fenuet agachó la cabeza, estaba acostumbrado a los regaños
de Pariel, pero como todo mundo en la escuela estaba enamorado de
ella, sin embargo, era más grande a su amor el miedo que le tenía, ya
la había visto en batalla y no era algo para tomar a la ligera.
- No, discúlpeme mi líder.
Michelle veía a su subordinado con superioridad.
- Además, por más buen guerrero que sea, nadie es más
poderoso que la Legión de los Iluminados.
Fenuet con orgullo le contesto en posición de firmes:
- Si, líder, si.
- Acompáñame Cross.
Michelle llevó a su invitado a un salón que habían adecuado
como sala de reuniones, Cross se sentía orgulloso de quien había sido
su alumna.
- ¡Con que la líder, ehh! Y además Arcángel...
- Así es – respondió Michelle con indiferencia, aunque en su
interior se sintió bien con la forma en que la miraba Cross.
- No esperaba menos de ti.
- No estoy aquí para enorgullecerte.
- Que hostil… – En ese momento Cross recordó a la siempre
rebelde y grosera Michelle, no había cambiado nada.
- ¿Y que? ¿No me vas a decir lo guapa que me he puesto?
Cross la observó, realmente se veía divina, llevaba puesto un
vestido entallado color hueso que dejaba ver sus curvas y sus piernas
firmes y bien torneadas, lo usaba con botas color café de diseñador.
- Estás hermosa.
- Lo sé, ahora dime... ¿cual es el motivo de tu visita? – le
preguntó Michelle a Cross mientras se veía las uñas.
- Vengo buscando a la Legión de los Iluminados – Cross pasó
por alto la grosería de Michelle pero ya se estaba enfadando.
- ¿A alguien en particular? – Michelle sopó sus uñas de la
mano derecha y después las limpió con la mano izquierda.
- Si – respondió Cross pacientemente –, al Arcángel Rafael.
- ¿Y para que? – en ese momento Michelle dejó de lado sus
uñas y observó fijamente a Cross.
- Lo sabrás cuando estemos con él – le respondió Cross
sonriendo, finalmente había captado la total atención de su
antigua alumna, ahora estaba seguro de que conocía al
Arcángel Rafael.
Michelle se estaba molestando, siempre era igual con Cross,
sabía como tratarla y bajarle los humos sin modificar sus emociones
o alzar ni un poco la voz a pesar de la actitud con la que lo estaba
tratando.
- ¿Y ni siquiera me vas a preguntar como me ha ido?
- Si no mal recuerdo te felicité por tus avances y me contestaste
de manera grosera.
- Así soy yo – respondió Michelle levantando la voz y viendo
de arriba a abajo a Cross despectivamente.
- Ya lo sé y no me agrada.
- Entonces vete – le espetó Michelle señalando la puerta, no
soportaba ese todo de Cross calmado y sin emociones.
- No vine a verte Michelle, ni a socializar con nadie, prefiero
hablar con un burro que contigo, es más agradable, educado y
estoy seguro que entiende mejor… vine a buscar a Rafael y lo
voy a encontrar.
Michelle estaba furiosa, generalmente trataba a todas las
personas con desdén, sobre todo a los hombres, tenía bien en claro
que debido a su belleza le soportaban sus desplantes, pero ya había
olvidado que sus encantos no funcionaban en Cross, él sólo tenía
ojos para una persona y la Arcángel sabía que no era ella. Aunque
había crecido en estatura y belleza, Cross la seguía viendo igual:
como una chiquilla malcriada. Su respuesta más que un reto era un
reproche.
- ¿Piensas obligarme a decírtelo?
- Nunca levantaría la mano contra ti y lo sabes, pero si
destrozaría el lugar y a tus soldados hasta encontrarlo.
- Antes de que lo intentes te mataría.
- Entonces mi vida está en tus manos.
Cross se levantó y Michelle preparó su ataque.
- Te lo advierto Cross, no te acerques a esa puerta.
El guerrero no le hizo caso, Michelle atacó a Cross con una
descarga eléctrica, éste no hizo nada por esquivar el embate, pero
después de recibir el impacto lanzó un ataque de energía pura contra
el muro, lo destrozó junto con tres salones más, Michelle lo volvió a
atacar, nuevamente Cross no esquivó el ataque, ya estaba mal herido,
esta vez el despliegue de su poder fue más intenso, destruyó toda el
ala oeste del edificio.
Michelle cambió el ataque, encerró a Cross en un círculo de
fuego, pero no fue suficiente, Cross lo destruyó desde adentro,
preparó un ataque más poderoso, Michelle estaba desesperada.
¡Realmente Cross iba a destruir el edificio! Y por más que era su
escuela ella no mataría a Cross, jamás…
Le gritó que se detuviera pero Cross ya estaba casi
inconsciente, el ataque sería fatal, antes de que soltara el disparo
Cross sintió que le explotaba la cabeza, se llevó las manos al rostro y
se desmayó.
- Ahora si te pasaste Pariel.
Quien hablaba era un chico de cabello negro, largo y lacio,
era delgado, su rostro era fino y atractivo, bien podría pasar por una
chica, llevaba el uniforme de la escuela, zapatos cafés, pantalón
beige y camisa de manga corta color hueso.
- ¿Que hiciste Rafael? – Michelle encendió su aura, era hostil.
- Tranquila, sólo lo puse a dormir, de haber querido lo hubieras
matado tú. ¿Es acaso tu novio?
Michelle se ruborizó
- No digas tonterías, es sólo un amigo de la infancia.
- Pues que amiguitos, mira como dejó el edificio…
- Ya basta Rafael, bien sabes que eso no es nada, hemos hecho
cosas peores, mañana lo mando a reparar.
- Lo olvidaba señorita billetes, tú en vez de ser “el despiadado
ángel de Dios” deberías de ser "la que tiene más dinero que
Dios".
El comentario hizo reír a Michelle, de los restantes seis
Arcángeles, Rafael era al que más apreciaba, era divertido.
- Por cierto, Rafael, te buscaba a ti…
Unos días después Cross despertó, cuando lo hizo estaba
completamente mareado, se levantó de inmediato pero un dolor de
cabeza lo obligó a volver a recostarse.
- ¿Donde estoy?
- Lo lograste Cross, estás en la Legión de los Iluminados.
Cross volteó hacia la voz que le hablaba, era Michelle, tenía
las manos en su pecho obligándolo a permanecer acostado. En cuanto
se recuperó de un leve mareo le reclamó a su amiga.
- ¿No crees que ahora si te excediste un poco?
- Te advertí que te detuvieras.
- Lo siento, creo que después de tu segundo ataque ya no
recuerdo mucho, sólo un terrible dolor de cabeza, eso fue
cruel…
- Es tu culpa por no protegerte, pero vamos al grano. ¿Que es
lo que deseas de los Iluminados?
- Ya te lo dije, hablar con el Arcángel Rafael.
Entonces habló alguien a su espalda, Cross no lo había
notado.
- Aquí estoy, mucho gusto, me llaman el Arcángel Rafael, "el
resplandor que cura”. ¿Que deseas de mí?
Cross nuevamente se incorporó, en ese momento sintió un
nuevo dolor de cabeza pero esta vez fue más leve que el anterior, se
llevó la mano a la sien y volteó a ver al Arcángel, casi sin pensarlo le
respondió:
- Si eres el resplandor que cura... ¿te molestaría?
- Tú te buscaste esa paliza, ahora arréglatelas solo.
- Está bien, no vine a eso, necesito tu ayuda – mencionó Cross
sin dejar de agarrarse la sien, el dolor de cabeza iba en
aumento.
- ¿Para que? – preguntó el Arcángel mientras veía divertido
como Cross trataba de despejar su mente.
- Me han dicho que tú puedes visualizar que sucedió en un
lugar con sólo tocar las cosas…
- Es cierto. – Rafael se puso serio, en un instante sintió como la
cabeza de Cross se despejó por completo.
- Necesito que me acompañes al Distrito Comercial, debo saber
que sucedió hace diez años en una casa.
- Lo siento, Cross, pero no puedo abandonar el sitio de la
Legión, no me está permitido.
- ¿Con quien debo hablar? – le preguntó Cross al Arcángel sin
dejar de verlo fijamente, había notado la turbación de su voz
en cuanto el dolor de su cabeza se difuminó de manera casi
mágica.
- No se trata de pedir permiso, simplemente no puedo ir.
- Si es necesario te obligaré – amenazó Cross, quien ya se
estaba preparando para atacar.
- No tienes ninguna oportunidad, si te pones agresivo morirás.
- Que así sea entonces.
Cross se levantó por completo y colocó su cuerpo en posición
de combate, Rafael trató de calmarlo.
- Tranquilo, te puedo ayudar de otra manera.
- ¿Cómo? – Cross se relajó, lo último que quería era luchar con
ese tipo, agotaría cualquier opción antes de emplear la
violencia.
- Si me traes objetos de esa casa puedo ver que sucedió con las
personas que los usaban.
- Pero no tengo tiempo de ir y regresar…
- Es todo lo que puedo hacer por ti. – El Arcángel fue tajante,
no dijo más, colocó sus manos detrás de su espalda, era su
forma de decirle a Cross que tampoco deseaba pelear.
Cross apretó los puños, estaba desesperado pero sabía que
tampoco podía ponerse violento, al fin y al cabo Rafael no le estaba
negando su ayuda, sin embargo, ya no tenía tiempo, el torneo por la
espada sagrada estaba cada vez más cerca y no le daría tiempo de ir a
la casa del Distrito Comercial, buscar los objetos indicados y
regresar, estaba a punto de dejar pendiente la búsqueda de Christina
por el momento cuando de repente se acordó de algo.
- ¡Espera! ¡Mi capa y mi insignia! Son de dos personas de la
casa, mi padre y Maggie.
- ¿Que sucedió con Maggie? – preguntó Michelle.
- No lo sé, pero al parecer desde que ustedes se fueron, todos
en la mansión fueron despedidos, quedó vacía, sólo
permaneció mi padre, pero Maggie está extraviada, fui a ver a
su familia y no saben nada de ella, lo cual es extraño, siempre
estaba en contacto con ellos…
- Si, es raro…
- A propósito Michelle... ¿cuando fue la última vez que viste a
Christina?
- ¿Por que lo preguntas?
- Porque todo esto es por ella, necesito buscar a Maggie para
que me diga en donde está. Por favor, si sabes algo dímelo.
Michelle sintió que la invadió un ataque de cólera, como era
su costumbre no se contuvo de decir lo que sentía. Le reclamó a
Cross:
- ¿Todo esto era por Christina? ¿Estabas dispuesto a perder tu
vida sólo por saber en donde está?
- Si, estoy dispuesto a eso y más, por favor, dímelo.
- Christina se fue cuatro años después de que te marcharas, la
habían prometido en matrimonio, tratamos de salvarla y
sacarla de la casa pero al final se rehusó a que la ayudáramos
y se fue a vivir con su prometido.
- ¿Casarse? ¿Prometido? – Cross sintió un repentino escalofrío
y dolor en el pecho –. ¿Sabes a que lugar se fue
exactamente?
- No, pero te aseguro que ella no quería irse.
Cross no sabía que pensar, se llevó la mano al mentón, el
dolor de cabeza regresó, la noticia lo había perturbado
- ¿No recuerdas nada más? ¿Crees que Elektra o alguno de los
chicos tengan alguna información que pueda ayudarme?
- No. Es todo lo que sé y estoy segura que nadie sabe nada
más. ¿Irás a buscarla?
- Por supuesto.
Michelle estaba furiosa, se dio la vuelta y salió de la
habitación.
- ¿Que fue eso? – le preguntó Cross a Rafael.
- Lo ignoro, dímelo tú – respondió el Arcángel levantando los
hombros –. Al parecer la conoces mejor que yo.
- No lo sé, Michelle siempre ha sido un poco rara.
- Por esa “rara” yo te voy a ayudar, los Iluminados no estamos
para auxiliar a nadie del exterior, tu petición nunca hubiera
encontrado un cauce aquí, sólo lo estoy haciendo porque
Pariel prácticamente me rogó que lo hiciera.
- ¿Michelle rogar?
- Así es, yo estoy más sorprendido que tú, ella se quedó todo el
tiempo a tu lado, me rogó que te ayudara, cuando me negué
me amenazó, dijo que si tú te empeñabas me llevarías por la
fuerza, si eso sucedía ella pelaría a tu lado…
Cross guardó silencio, no supo que contestar, no sabía que
pensar, Michelle lo desconcertaba. Rafael seguía dándole sus
razones.
- Es totalmente inadmisible una pelea entre Iluminados, eso no
está permitido.
Con una voz apenas audible Cross comentó:
- No hubiera tenido que cuidarme si no me hubiera dejado
fuera de combate.
- No fue ella Cross, fui yo, cuando te “apague la luz” Michelle
soltó realmente un aura agresiva y eso que soy su mejor
amigo, así supe que no estaba bromeando cuando me
amenazó, en verdad hubiera peleado a tu lado, lo que hubiera
significado no sólo tu muerte sino también la de ella, ten
cuidado con lo que haces, tus decisiones pueden afectar a
otros de manera irrevocable.
- No lo sabía y lo siento, pero vas a ayudarme… ¿no es así?
- Si, lo haré, ve por tus cosas.
Rafael le señaló a Cross un closet que estaba al otro lado de la
habitación, Cross inmediatamente fue por la capa y la insignia, en ese
momento llegó Michelle.
- ¿Siempre si te vas a unir Pariel? – le preguntó un sonriente
Rafael.
Michelle conocía perfectamente a su compañero y sabía lo
que se encerraba tras esa sonrisa, le molestaba que él la conociera
igual de bien, le respondió fríamente:
- Sólo porque me interesa saber que pasó con Maggie.
- Está bien, dejen aquí las cosas y aléjense.
Así lo hizo Cross, primero un aura blanca rodeó a Rafael,
después sus ojos cambiaron a un color blanco y se formaron letras
alrededor de su córnea.
- ¿Que sucede Michelle? – preguntó Cross intrigado, le dio
escalofríos el poder que estaba sintiendo.
- Ese es el estado definitivo de un Iluminado, Rafael está
utilizando su máximo poder, es muy peligroso, por eso es que
jamás hace este tipo de investigaciones, sólo en casos de
extrema urgencia.
- Y tu, también…
- No, yo no puedo alcanzar ese nivel, es casi imposible, sólo
los Iluminados más poderosos lo pueden hacer: los
Arcángeles Miguel “el que es como Dios”, Gabriel “el
gobernador de Dios” que es el Delegado del Segundo Distrito
y Rafael, el Líder de los Iluminados.
- Si Gabriel es el Delegado, entonces Miguel…
- No lo sé, nadie lo conoce, solo Gabriel y Rafael.
- Realmente agradezco…
- Ya te dije que no lo hago por ti, es por Maggie, siempre fue
muy buena con todos, además, Chris también es mi amiga.
- Aún así te lo agradezco.
Finalmente Rafael terminó con los objetos y le habló a Cross.
- Listo, espero que estés preparado para lo que te voy a decir,
quiero que entiendas que sólo veo fragmentos de un
rompecabezas que debo ir armando, puede haber lagunas.
Primero voy a empezar con la visión de Mirkos, después la de
Maggie.
Tanto Cross como Michelle se sorprendieron y horrorizaron
con la visión de Rafael; resultó que Mirkos no era el padre de Cross,
su nombre era Mirkos Sholmm, era un sirviente de Argento Riazor,
quien le encargó a Cross para que hiciera el papel de su padre.
Cuando se fueron los seis prodigios hace un año de la casa del
Distrito Comercial, el supuesto progenitor asesinó a todos los
sirvientes por órdenes de Argento Riazor.
Con respecto a la ubicación de Christina, a través de los
recuerdo de Mirkos, Rafael confirmó lo que Michelle ya había
comentado, al parecer había sido prometida en matrimonio con un
noble de otro estado del país de Boleria y fue enviada a vivir con su
nueva familia, Mirkos se quedó en la residencia del Distrito
Comercial con el único objetivo de esperar a Cross, Riazor sabía que
volvería tarde o temprano.
En cuanto a Maggie, ella conocía más cosas de lo necesario,
Riazor la torturó hasta que le mencionó todo lo que sabía, las visitas
de Christina a Cross, así como la carta que Chris le había dejado con
ella, después, por diversión dejó que la siguieran torturando hasta
morir, el verdugo fue Mirkos. Después de oír todo lo que Rafael
había explicado de su visión Cross estaba furioso.
- Maldito viejo hijo de puta... ¿y que decía la carta?
- No lo sé, Maggie nunca la leyó, sólo la guardó.
- ¿A que Estado mandaron a Christina? – a Cross ya no le
importaba la espada sagrada, pensaba ir de inmediato por
Christina.
- Los objetos no lo revelaron.
- ¿Cual es mi origen? – Las preguntas llegaban como cascada a
la mente de Cross, desgraciadamente no obtenía ninguna
respuesta satisfactoria.
- Eso no era lo que querías saber, no lo indagué.
Cross estaba desesperado.
- ¡Maldición, no me dices nada!
Rafael se molestó
- Yo sólo hice esto como un favor a Pariel, creo que ahora
debes irte.
Cross trató de calmarse.
- Lo siento, Rafael, estoy frustrado por lo que me dijiste, te
agradezco que hayas hecho esto y créeme que estoy en deuda
contigo, si algún día necesitas de mí con gusto acudiré a tu
llamado.
- No te preocupes, te entiendo, ahora tienes muchas cosas que
hacer, te deseo suerte y lo que hablamos queda entre
nosotros, no quiero tener problemas... ¿ok? – volteó a ver a
Michelle.
- No te preocupes, gracias por todo y hasta luego – Cross se
encaminó a la salida.
- Un momento – dijo Michelle sosteniendo a el brazo de Cross
evitando que se marchara, después volteó a ver a Rafael –.
¡Hazlo!
- Vamos Pariel, me agotó lo de las prendas.
- Rafael… – La mirada de Michelle no admitía réplica.
- Está bien. – El líder de la Legión de los Iluminados sabía que
de nada le valdría resistirse, al final terminaría cediendo.
Rafael levantó los brazos, dijo una plegaria y un velo blanco
rodeó a Cross, todas sus heridas sanaron, incluso ya no le dolía la
cabeza.
- Eres un amor, gracias – dijo Michelle lanzándole un beso a su
compañero.
- Váyanse ya los dos – le respondió Rafael restándole
importancia al hecho –. Quiero descansar.
La Arcángel acompañó a quien fuera su maestro hasta la
salida del Colegio. Ya en el límite de la escuela Cross de despidió.
- Gracias por todo Michelle.
- Está bien, lamento haberte herido – se disculpó la Arcángel
acariciando el rostro de Cross.
- No te preocupes, sé que nunca me lastimarías de verdad.
- Oye Cross... ¿vas a seguir buscando a Christina?
- Si, con todo lo que tengo.
Michelle agachó la mirada con tristeza.
- ¿Que sucede? ¿No quieres que averigüe que pasó con
Christina?
- No es eso, Chris era buena y no le deseo ningún mal, es sólo
que ha de ser lindo que alguien arriesgue la vida por ti.
- Haría lo mismo por ti, Michelle, si estuvieras en algún peligro
daría mi vida por salvarte.
- ¿En serio?
- Claro, aunque lo más seguro es que tú terminarías
salvándome a mi, eres muy fuerte…
Michelle sonrió, entonces Cross se percató que se había
convertido en una jovencita de una belleza deslumbrante, tenía el
cabello de color rojo, mismo que contrastaba con sus ojos de un azul
intenso, piel suave como la seda, cuerpo frágil y esbelto pero bien
formado, su rostro el de un ángel.
- En verdad te has vuelto hermosa y cuando no eres tan
petulante en serio que es agradable estar contigo, gracias por
todo.
Michelle abrazó a Cross.
- Cuídate por favor, no hagas nada estúpido y si lo vas a hacer
avísame, yo estaré ahí.
- Ya te lo dije muchas veces pero otra vez no está de más,
gracias – besó a Michelle en la frente.
Michelle sintió que un escalofrío recorría su cuerpo, deseaba
que ese momento no acabara nunca.
- Nos vemos después.
- ¡Espera! – Ambos voltearon, era Rafael quien hablaba, corría
hacia ellos con los objetos que Cross había olvidado –.
Dejaste la capa y la insignia.
- La capa pueden quemarla, gracias por la insignia.
Los dos guerreros se estrecharon la mano, lo hicieron de
manera abierta y sincera, se agradaban y se respetaban, los dos
esperaban que nunca llegara el día en que tuvieran que enfrentarse.
Mientras veían a Cross marcharse Rafael le comentó a Michelle.
- Interesante tu amigo Pariel.
- Si, lo es – respondió la Arcángel con una tonta sonrisa sin
perder de vista a Cross.
- Va a ser muy poderoso, espero nunca enfrentarme a el.
- No le dijiste todo... ¿verdad?
- No.
- ¿Sabes donde enviaron a Christina?
- No realmente, sólo averigüé un nombre, si es quien creo
entonces tu amiga está en un sitio muy peligroso y con el
nivel que tiene ahora ese chico iría a una muerte segura, tú lo
estimas demasiado para que se lo dijera.
- Gracias Rafael.
- No es nada, además, tu amiga es una Riazor de primera línea,
se podría decir que es de la realeza de Boleria, es imposible
que le hagan daño, ese apellido pesa tanto como el mío. ¿Tú
quieres saber el nombre de la persona que me revelaron los
objetos?
- No, no me lo digas, no quiero mentirle a Cross si me lo llega
a preguntar.
- No te gustan los secretos entre novios ehh, mi niña esta
madurando.
- Ya te dije que no es mi novio, no huyas, ven aquí y enfréntate
a las consecuencias...

Cross partió con rumbo al Distrito Comercial, al irse no sabía


por qué pero sentía calor en el pecho y un vacío en el estómago,
sintió que no quería despedirse de Michelle; pero tenía cosas que
hacer, debía hablar con su padre o más bien dicho con Mirkos, le
quedaba más cerca el Distrito III pero no quería ver a la familia de
Maggie, todavía no estaba listo para decirles lo que había sucedido,
tardó algunos días en llegar a la residencia Riazor, al estar frente a la
puerta decidió saltar el muro, no quería darle a Mirkos la oportunidad
de huir, sin embargo, el sorprendido fue él, su supuesto padre lo
estaba esperando.
- Hola hijo. ¿Esos son los modales que te he enseñado?
¿Porque no tocaste a la puerta?
- Porque no quería darle la oportunidad de huir señor Sholmm.
Mirkos retrocedió unos pasos por la sorpresa inicial de
saberse descubierto, pero se recompuso de inmediato, en ese lugar él
tenía la ventaja táctica.
- Muy impresionante, Cross, tomando en cuenta que el patrón
borró todo registro de mí cuando te trajo a casa. ¿Como lo
averiguaste?
- Eso es lo de menos, ahora vas a decirme donde esta Christina.
- Lo siento pero esa es información confidencial, además,
ahora te has vuelto una persona peligrosa, hijo, tendré que
retenerte aquí hasta que el patrón decida que hacer contigo,
salgan muchachos. – En un instante una veintena de hombres
armados rodearon a Cross –. Sabía que volverías, por eso me
preparé, decían que eras muy inteligente pero la verdad no lo
eres tanto, te tendí una trampa y ni cuenta te diste.
Cross observó rápidamente a los hombres que lo rodeaban e
inmediatamente supo que no supondrían ningún problema para él.
- Ahora sé que con certeza que no eres mi padre, Mirkos, yo no
podría ser descendiente de alguien tan estúpido. ¿Realmente
crees que estos idiotas con sus juguetitos van a poder con un
bérserker?
- Te recomiendo que no lo hagas, muchacho, el patrón se va a
molestar si te mato.
- Observa y aprende.
En cuestión de segundos Cross se deshizo de todos los
tiradores, no lo alcanzó ni un solo disparo. Después se acercó a
Mirkos que lo amenazaba tembloroso con un arma.
- Te recomiendo que sueltes esa arma, padre, o te la arranco
con todo y brazo.
- No serás capaz... ¿verdad? Como quiera que sea no fui un
mal padre y sólo estaba obedeciendo órdenes.
- Suelta el arma.
Mirkos arrojó el arma lo más lejos que pudo, su intención era
aventarla cerca para poder utilizarla en caso de ser necesario, pero el
miedo había guiado su brazo.
- Ya la solté, ahora tranquilízate y no me hagas daño.
- ¿Eso fue lo que te dijeron todos los empleados a los que
asesinaste?
- ¿Quien te dijo…?
No alcanzó a terminar la frase, Cross lo golpeó en el cuerpo,
le fracturó las costillas.
- ¡Maldita sea! – se quejó Mirkos agarrándose el costado, en su
rostro ya se reflejaba el dolor, respiraba entrecortadamente –.
Controla tu fuerza. ¡Yo no soy un guerrero!
- Sólo te voy a dar una oportunidad. ¿En donde está Christina?
- Lo desconozco, sólo escuché que la prometieron en
matrimonio y la enviaron a vivir con su futuro marido fuera
de Arcadia.
- ¿A donde? ¿Quien es la familia?
- No lo sé.
Cross volvió a golpear a su supuesto padre, esta vez le
destrozó el hueso del hombro derecho. Mirkos lloraba arrastrándose
lo más lejos que podía.
- Para, por favor, te juro que no lo sé, ese maldito de Argento
Riazor no me dijo nada más, sabía que vendrías, por eso me
dejó aquí y por lo mismo no me comentó nada, estoy seguro
que sabía que me torturarías, si alguna vez sentiste algo por
mí como tu padre te lo suplico, no me mates.
- No mereces piedad, mataste a gente buena.
- Por favor…
Cross juntó energía en su mano derecha suficiente para
exterminar la construcción donde vivió, dirigió el disparo al suelo,
hizo un hoyo de siete metros de profundidad, Mirkos estaba
horrorizado, había mojado sus pantalones.
- No me mates… hijo.
- Jamás me vuelvas a llamar así, no te voy a matar, como ya lo
has mencionado, fuiste como mi padre y de eso no tengo
queja.
Cross tomó por el cuello a Mirkos y lo arrojó al hoyo, el
cuerpo del mayordomo golpeó los costados del agujero hasta que se
escuchó el golpe final que anunciaba que había llegado al fondo.
- ¡Ayyyy! Creo que me rompí la pierna.
- Tuviste suerte, pudo haber sido el cuello.
- No me dejes aquí. – El grito de Mirkos era más un lamento, el
dolor que sentía por las fracturas que le había ocasionado
Cross era insoportable.
- Sube por tus propios medios.
- Tengo rota una pierna y tú me destrozaste el hombro y
algunas costillas, es imposible que pueda subir.
- Te equivocas, si se puede, yo he entrenado más herido que
eso, demuestra que eres de mi familia y sal de ahí tú solo.
- Por lo menos aviéntame algo para comer.
- Come insectos, así lo hacía Dorian y ve que fuerte se volvió,
han de tener muchas vitaminas.
- Mejor mátame, no voy a poder subir y cuando venga la gente
de Riazor me van a torturar y matar.
- Ya te dije que no lo haré, pero si quieres hazlo tú, ten esta
botella de combustible.
Cross le arrojó el recipiente metálico con el combustible a
Mirkos, mismo que lastimó su única mano buena cuando lo atrapó,
después de quejarse por el dolor le suplicó a "su hijo":
- Por lo menos dame un arma.
- No, arréglatelas así.
- ¿Podrías pasarme el encendedor que está en mi chaqueta?
Cross le arrojó la prenda de vestir a Mirkos.
- Ahí esta tu chaqueta, no quiero que pases frío, adiós papá.
- Dame la oportunidad de vivir, lánzame una espada o mejor
aún, un arma…
- Favor por favor, dame un nombre que me sirva y te doy la
espada, dime donde está Christina y te saco de ahí.
- Está bien, te diré donde está Christina…
- No me mientas, Mirkos, te conozco bien y sé cuando mientes,
si tratas de engañarme antes de irme te voy a romper la otra
pierna…
- Está bien, cálmate, no sé a donde enviaron a Christina, pero
hay dos personas que sí lo saben.
- ¿Quiénes son?
- Una es Bastián.
- ¿El chofer de Riazor? – Cross pensó en Bastián, siempre
había sido un buen sujeto, se llevaba muy bien con él, era
divertido.
- Así es, él se la llevó – respondió Mirkos con un hilo de voz,
el dolor en las costillas hacía que le doliera cada que hablaba.
- ¿Y la otra?
- Hansel, el secretario particular de Riazor, seguramente él lo
dispuso todo para el viaje de Christina, te recomiendo que lo
busques primero a él, Bastián no se despega para nada de
Riazor.
Cross entró rápidamente a la casa donde había vivido, tomó
un arma de entrenamiento y se la arrojó a Mirkos.
- Ten tu espada. Adiós.
- ¡Espera! – gritó Mirkos agarrándose el costado de las costillas
rotas.
- ¿Qué quieres? – Cross ya no podía seguir viendo ni
escuchando a ese hombre, tenía ganas de matarlo de la forma
más dolorosa posible por lo que le había hecho a Maggie.
- Te cambio el que me saques de este hoyo por lo que sé de tu
origen.
- Eso no me interesa mucho, después lo averiguaré por mi
cuenta.
- El saber tu verdadero apellido te abrirá muchas puertas.
- Prefiero que te quedes ahí dentro, adiós papá, sinceramente
espero que la gente de Riazor te encuentre, te torture y te
mate, como tú lo hiciste con personas buenas e inocentes.
- Maldito seas, yo te maldigo, espero que te mueras
desgraciado.
Cross nunca en su vida le había dicho “papa” a Mirkos,
siempre le había llamado padre, después de lanzarle una última
mirada de decepción se retiró, el torneo empezaría en unos días, ya
no había tiempo, tenía que hablar con Riazor en persona, sabía que
su mentor estaría en la Ciudadela observando el torneo, lo
confrontaría y de ser necesario lo obligaría a darle el paradero de
Christina.
CAPÍTULO 8
MICHELLE
Michelle Aphrodite Harrisson nació en el seno de una familia
noble, su padre, Johann Harrisson, era el hombre más rico del
Distrito III, tenía uno de los negocios más prósperos en el Distrito
Comercial, era comerciante, inversionista y prestamista, por lo que
Michelle tuvo una infancia de cuento de hadas, sus padres la
adoraban y cumplían todos sus caprichos, era altanera, egoísta y
déspota, desde temprana edad su padre la empezó a aleccionar para
que en un futuro llevara el negocio familiar ya que su madre había
muerto cuando ella apenas contaba con un año de edad y su hermana
mayor, Eleonor, no mostraba carácter.
Debido a lo anterior, Michelle siempre estaba con su padre
acompañándolo en los negocios, era muy inteligente y prácticamente
se convirtió en el libro de cuentas y agenda de Johann, a los cinco
años de edad ya le era indispensable para su negocio, ella no lo veía
como un trabajo, para ella todo era un simple juego en el que era la
mejor.
A Michelle le encantaba recibir atención y ser admirada por
todos, estaba acostumbrada a dar órdenes y a que todos la
obedecieran de inmediato, incluso Eleonor, quien la odiaba en
secreto, la frustraba ser ignorada por todos a pesar de ser la
primogénita, era cinco años mayor que su hermana pero todos la
pasaban por alto, incluso su propia madre, cuando Michelle estaba
presente no le prestaba atención, por eso no le importó cuando su
progenitora falleció.
En ese entonces ella contaba con seis años, una vez que su
madre falleció ella pensó que sería la figura femenina que mandaría
en la casa Harrisson, pero se equivocó, con el correr de los años los
sirvientes la veían como una chiquilla caprichosa, nada más, no le
hacían caso, en cambio a Michelle le temían.
La hermana mayor no soportaba que la pequeña le ganara en
todo, a pesar de que todos decían que ella era muy linda, Michelle lo
era más, cualquier persona que conocía a Eleonor quedaba encantada
por su gracia y su belleza pero en cuanto veían a su hermanita ella
desaparecía, además, si le ganaba en belleza en inteligencia era peor,
no había comparación en cuanto a sus intelectos. Pero era hipócrita y
como todos los demás se desvivía por atender a su hermana,
planeando en secreto su venganza.
Rhynguss Harrisson era el hermano menor del padre de
Michelle y la mano derecha de éste en todos sus negocios, el tío
sufría del mismo mal que su sobrina Eleonor: la envidia. Rhynguss
nunca fue tomado en cuenta para llevar el negocio familiar, toda la
atención se centró en el primogénito, él sólo fue educado para ser un
auxiliar, una buena mano derecha, cuando su padre murió sólo le
heredó unas cuantas propiedades a él y a su madre, todo el negocio y
su fortuna se la había dejado a su hermano con la recomendación de
que se encargara y cuidara de ellos.
¡Una recomendación! Ni siquiera una cláusula obligatoria, es
decir, si a Johann se le antojaba despedirlo, él se quedaría en la calle,
por eso actuaba siempre como un leal colaborador con su hermano,
porque así se lo había ordenado su madre, una mujer ambiciosa,
impositiva y muy bella.
Dikken, la abuela de Michelle, se había casado con Paulssen
Harrisson por su dinero, venía de una familia noble venida a menos y
pensó que casada con el hombre más rico del Tercer Distrito su vida
sería de ensueño, que equivocada estaba… Al principio todo era
fiestas y lujos, hasta que nació Johann, entonces su esposo la obligó a
dedicarse al niño, no quería que fuera educado por institutrices, tenía
que estar al pendiente de él todo el tiempo, después nació Rhynguss,
un niño tímido y falto de carácter.
Johann tenía las cualidades de su padre para los negocios, era
analítico e independiente, su madre nunca pudo dominarlo ni ejercer
control alguno sobre él, en cambio Rhynguss era un niño falto de
carácter completamente apegado a ella, era su marioneta. Cuando
Paulssen murió, Dikken Harrisson creyó que por fin disfrutaría de
todos los lujos y la diversión que el dinero podía comprar, pero una
vez más se equivocó, su maldito esposo sólo les dejo unas cuantas
propiedades a ella y a Rhynguss para medio sobrevivir y a Johann
toda su fortuna, fue en ese momento cuando empezó a fraguar un
plan para quedarse con la fortuna de su hijo y Rhynguss sería su
instrumento.
Convenció a Rhynguss de que él tenía tanto derecho como
Johann a la fortuna de su padre, observó a Eleonor, vio en su mirada
que ella se sentía como su hijo menor y se acercó a ella, no le fue
muy difícil hacerse su amiga y confidente, le recomendó que fuera
más unida con Michelle para que le contara todo lo que sabía del
negocio de su padre, cuando creyó que tenía la información adecuada
le ordenó a Rhynguss que ejecutara su plan.
El hermano menor contrató a un par de bérserkers caídos en
desgracia, unos forajidos para que los asaltaran a él y a su hermano,
estaba aprovechando que tenían que cruzar una parte de las montañas
para solicitar las cuentas de la administración de bienes a un
canterano de nombre Theobald, se había hecho amigo de su
guardaespaldas personal, Atilus, y a cambio de una cantidad de
dinero, éste le había indicado cual era el mejor lugar para tender una
emboscada, les entregó las coordenadas precisas a los forajidos para
que los asaltaran, el plan fue un éxito, la emboscada fue realizada con
precisión, les quitaron el dinero que llevaban de la rendición de
cuentas, mataron a Johann Harrisson así como a su pequeño grupo de
escoltas y a Rhynguss lo dejaron herido, casualmente aún y cuando
fue atravesado por una espada el filo no tocó ningún órgano vital.
Lo que los renegados no esperaban era la traición de
Rhynguss, estos fueron emboscados y asesinados a su vez por Atilus,
quien “de paso en una ronda”, se encontró con los bérserkers
forajidos y posteriormente con Rhynguss, lo llevó a que le prestaran
atención médica y logro salvar su vida, desgraciadamente Johann
Harrisson no tuvo tanta suerte.
Mientras tanto, en la residencia familiar, Michelle estaba
enferma, tenía seis años y no pudo acompañar ese día a su padre,
quien le ordenó que guardara reposo, la niña quería ir con él, pero
Johann Harrisson fue inflexible a pesar de la insistencia de su tío
Rhynguss de que la dejara acompañarlos, cuando se trataba de la
salud de Michelle, su padre paraba todas sus actividades y se
quedaba con ella hasta que sanaba, pero ese viaje no podía ser
aplazado por lo que Michelle estaba contando las horas para que su
padre regresara y ella pudiera hacer las cuentas de los negocios…
Cuando se enteró de la muerte de Johann, el golpe para
Michelle fue devastador, adoraba a su padre, estaba demasiado triste
para pensar en otra cosa, no recordaba mucho a su madre, contaba
con un año de edad cuando ella falleció, su padre lo era todo para
Michelle, ahora su hermana y ella eran huérfanas, su tío le había
dicho que él se haría cargo de las dos, Rhynguss siempre había sido
bueno con ella.
Johann Harrisson le había encargado su testamento a
Michelle, la niña sabía que era la heredera de la fortuna familiar y le
había prometido a su padre que dejaría que su tío se encargara de los
negocios hasta que ella fuera mayor y completara sus estudios, una
vez terminada su instrucción académica tomaría el control de todo y
Rhynguss volvería a ser la mano derecha, esta vez de su sobrina.
Aprovechándose del estado melancólico de su sobrina,
Rhynguss preguntó a Michelle acerca del testamento de Johann. La
pequeña recordaba la recomendación de su padre cuando lo redactó:
princesa, si algo me pasa llévale este testamento al señor Argento
Riazor, mi socio en el Distrito Comercial, él sabrá que hacer, no le
digas a nadie que lo tienes, sólo llévaselo, si no puedes hacerlo tu
misma guárdalo hasta el momento en que puedas entregarlo
personalmente...
Michelle sabía lo que tenía que hacer pero se sentía
demasiado deprimida para hacerlo, así que cometió un grave error, le
comentó que tenía el testamento a su tío.
- Yo tengo el testamento de mi papá.
- Me lo suponía princesa – Rhynguss esbozó una sonrisa
maliciosa, su momento al fin había llegado.
- ¿Lo quieres leer?
- Ya sé lo que dice y te aseguro que yo te ayudaré a llevar el
negocio hasta que tú puedas hacerte cargo, entonces estaré
feliz de que me otorgues el honor de ser tu mano derecha.
- Claro que sí tío, mi papá confiaba en ti y yo también lo haré.
- Me alegro pequeña.
- Tío. ¿Puedo pedirte un favor?
- Por supuesto – Rhynguss cada vez estaba más emocionado,
ya se sentía el dueño de la fortuna Harrisson.
- ¿Me acompañarías al Distrito Comercial a llevarle el
testamento al señor Argento Riazor?
- Si quieres se lo puedo llevar yo mismo, me gustaría que
acompañaras y pasaras más tiempo con Eleonor, está
destrozada por lo de tu padre y ella no es tan fuerte como tú.
- Lo sé tío pero ya habrá tiempo para consolarla, mi padre me
encargó que lo entregara yo personalmente.
- Pero…
- Creo que fui clara... ¿no tío?
A Rhynguss le hirvió la sangre, esa maldita niña le estaba
dando órdenes, pero se aguantó el coraje, necesitaba tener el
testamento en sus manos, no podía permitir que los miembros de las
otras ramas de su Clan familiar se enteraran de él, después ya sería
otra cosa. Le obsequió su mejor sonrisa a su sobrina.
- Esta bien muñeca, vamos a entregarlo.
- Perfecto tío, vámonos.
Rhynguss trató de aprovechar la oportunidad
- Bien Michelle, toma el testamento y partimos al Distrito
Comercial.
- El testamento ya lo envié, nos lo entregarán en casa del Señor
Riazor.
Rhynguss sintió que se le venía el mundo encima, esa maldita
niña era demasiado lista, le contó todo pero al mismo tiempo se
aseguró de que no le robara el testamento, completamente nervioso y
decepcionado, fue a ver a su madre.
- Espera un momento, Michelle, deja le aviso a tu abuela que
vamos al Distrito Comercial, a ver si no se le ofrece nada.
- Está bien.
Cuando Rhynguss llegó con su madre estaba demasiado
nervioso, tenía miedo de que lo reprendiera, siempre lo hacía y ahora
iba a ser peor, una pequeña niña había sido más inteligente que él,
después de pensarlo un rato se decidió a tocar en su habitación.
- Pasa hijo.
Su madre se encontraba en la habitación acompañada de
Eleonor.
- ¿Puedo hablar contigo a solas? – Rhynguss se frotaba las
manos, era un tic que tenía cuando estaba nervioso.
- No te preocupes, no guardamos secretos con mi nieta.
- Está bien. Madre... ¡estamos perdidos!
- ¿Por que? – preguntó Dikken dándole un manazo a su hijo, la
exasperaba esa manía que tenía de frotarse las manos.
Rhynguss le explicó todo a su madre, Dikken lo veía
decepcionada.
- ¿Tan importante es ese testamento? Michelle es una niña...
- No es Michelle quien me preocupa, madre, es la familia
Harrisson que vive en el estado de Riazor, gran parte de la
fortuna que manejaba mi hermano era de todo el Clan, eso es
intocable.
- Lo sé, pero aún así tu hermano es increíblemente rico.
- Así es, pero en el testamento dice que su fortuna será
monitoreada por nuestra familia del estado de los hielos hasta
que Michelle cumpla la mayoría de edad, eso me lo comentó
él personalmente, estamos en serios problemas, ellos sí son
guerreros, si alguno de mis primos viene querrá saber con
exactitud que fue lo que pasó con Johann, los conozco y no
dejarán su muerte impune, si averiguan lo que sucedió no
quiero ni imaginarme lo que nos harán, mi hermano era un
eslabón muy importante en el Clan Harrisson...
Al escuchar eso Dikken se preocupó, sabía que el Clan
Harrisson del estado de Riazor era de los más respetados del país,
gracias a su gran influencia su esposo incluso había llegado a ser por
un tiempo Regente del Distrito Comercial.
- ¿Y no harán eso de todas formas?
- No si hacemos las cosas bien, si ocultamos el testamento ellos
dejarán las cosas en paz, su fortuna no será tocada y yo me
encargaré de que piensen que todo fue un desafortunado
accidente, recuerda que vivimos en el estado más violento del
país, los asesinos de Johann ya han recibido su merecido, eso
los calmará, si ninguno de mis primos se viene a vivir a
Arcadia no hay motivo por el cual preocuparse, por eso es
que estoy desesperado madre...
Al escuchar las palabras de su hijo Dikken se tranquilizó, si la
destrucción del testamento de su primogénito era la clave de todo no
había ningún problema. Volvió a su actitud desenfadada y acarició el
rostro de su hijo.
- Te quiero mucho hijo pero siempre has sido un inútil.
- Lo siento...
- No te preocupes, sabemos quien tiene el testamento.
- ¿Como? – Rhynguss vio el rostro despreocupado de su
madre, sintió que el alma le volvía al cuerpo.
En ese momento fue Eleonor quien habló.
- Mi hermanita se cree muy inteligente pero yo lo soy más, no
por nada he sido buena con ella todo este tiempo, ayer se le
salió decirme que enviaría a Peterssen a un mandado. ¡Estoy
segura que él tiene el testamento!
- ¿Y donde esta Peterssen?
- Tranquilo tío, la abuela ya mandó a otros criados a que lo
detuvieran, en este momento debe estar encerrado en las
bodegas.
- Perfecto, yo me hago cargo – Rhynguss sonreía, si bien era
demasiado cobarde para torturar a una persona, no tenía
ningún problema en mirar mientras otros lo hacían.
Dikken Harrisson volteó a ver a su hijo y le advirtió:
- Espero que no lo eches a perder otra vez.
Rhynguss sonriendo le contestó:
- No te preocupes madre, este es mi momento.
Rhynguss llegó a las bodegas en compañía de dos de sus
sirvientes más leales, arrebató el testamento a Peterssen y ordenó que
lo mataran, regresó a la habitación de Michelle.
- Tardaste mucho, tío, no me gusta que me hagan esperar.
- Disculpa princesa, es que fui a buscar un documento.
- No me importa lo que sea, tío, cuando yo digo que nos
vamos, es nos vamos.
- Esta bien sobrina, a propósito... ¿estás segura de que el
testamento va en camino?
- Si, estoy segura.
- Que bueno. ¿Y no quieres saber que documento fui a buscar?
- Lo que hagas no me interesa tío.
- ¿Tampoco te interesa esto?
Cuando Michelle reconoció el testamento de su padre sintió
que un escalofrío recorría todo su cuerpo.
- ¿De donde sacaste ese documento? – Michelle veía como su
tío le paseaba el testamento por la cara.
- De donde lo dejaste – le respondió Rhynguss en tono burlón.
- ¡Devuélvemelo! – Michelle se acercó a su tío intentando
arrebatarle el testamento, pero Rhynguss lo levantó fuera de
su alcance.
- ¡Cállate mocosa! Ya me tienes harto con tu actitud de
princesita, yo soy tu tío, soy el legítimo heredero de la fortuna
de los Harrisson y no me gusta que me falten al respeto.
Acto seguido golpeó a Michelle en el rostro, el golpe hizo que
se le partiera el labio, sintió en su boca el sabor de su propia sangre,
la pequeña comprendió inmediatamente en que situación se
encontraba, pero era fuerte, con el rostro ensangrentado preguntó:
- ¿Que hiciste con Pete?
- Depende de que parte quieras saber... ¿su cabeza o su cuerpo?
Michelle quedó impactada, quería mucho a Pete, era un joven
de su entera confianza, estaba segura de que había defendido el
testamento con su vida, pero no lloró, no le iba a dar ese gusto a su
tío.
- ¿Que sucede aquí? – Diken Harrisson estaba en el umbral de
la puerta acompañada de Eleonor.
Michelle se acercó a ella solicitando desesperadamente su
ayuda.
- Abuela, el tío Rhynguss no me quiere dar el testamento de mi
padre.
- ¿Es cierto eso Rhynguss?
- Si madre, al no estar mi hermano con nosotros yo debo ser el
heredero de los bienes de la familia.
Dikken levantó los hombros, se agachó y con el dedo limpió
la sangre que corría por la comisura del labio de su nieta.
- Eso es cierto, pero no te preocupes, hija, nada te faltará, tu
abuela cuidará de ti.
Michelle insistía en que le devolvieran el documento que
contenía la última voluntad de su padre.
- No necesito que nadie cuide de mí, se debe respetar la
voluntad de mi padre, la fortuna de los Harrisson nos
pertenece a Eleonor y a mí.
Al escuchar a su hermana, Eleonor no se pudo contener más,
deseaba echarle en cara lo que había sucedido, quería que Michelle
supiera que ella la había superado.
- Querrás decir sólo a ti. ¿No hermanita?
- ¿Qué dices Eleonor?
- Lo que escuchaste, mi padre te lo dejó todo a ti.
- Nos lo dejó a las dos, sólo que yo voy a tener la
administración, a ti nunca te han interesado estas cosas.
Eleonor explotó.
- ¿Como lo sabes? ¿Alguna vez te molestaste en preguntar? Yo
simplemente fui ignorada, soy buena en los negocios también
¿sabes? Yo puedo hacerme cargo de la herencia familiar.
¡Soy la primogénita!
- Eleonor, no sé porque mi padre te ignoraba o porque me
eligió a mí para ayudarle en sus negocios, pero yo no soy él,
te quiero hermana y juntas podemos sacar adelante esto.
- ¿Juntas? ¿Cómo Michelle? Siempre me has tratado como tu
subordinada, igual que papá trataba al tío Rhynguss, no
hermanita, yo sola me voy a encargar de la fortuna de la
familia, ahora yo voy a ser quien reciba la atención, mi abuela
y mi tío me van a preparar para ello y tu querida, ahora vas a
ser una segundona, si me ruegas, te permitiré quedarte en la
casa como sirvienta.
- Antes muerta que servirte.
Dikken observaba divertida la discusión de las dos hermanas,
finalmente decidió intervenir.
- No se peleen niñas, recuerden que son hermanas, mira
Michelle, yo te entiendo, pero comprende que sólo soy una
vieja y no puedo ir en contra de mi hijo y de tu hermana,
además, legalmente si no hay testamento ellos son los
herederos antes que tú.
- ¡Pero si hay testamento!
Rhynguss con una malévola sonrisa mientras quemaba el
testamento, veía con satisfacción el rostro de sorpresa y rabia de
Michelle.
- Ya no lo hay sobrina.
Michelle sólo podía ver lo que sucedía con impotencia, nada
podía hacer. Su abuela la mirada con compasión fingida.
- ¿Lo ves hija? Ya es definitivo, no hay testamento, pero no te
preocupes, no es bueno ir en contra de tu tío y de tu hermana,
no dejaré que te echen a la calle para que mueras de hambre,
quédate conmigo, sírveme a mí, más que una sirvienta serás
mi dama de compañía, yo te protegeré.
- Está bien abuela.
De ninguna manera Michelle se estaba rindiendo, sólo estaba
ganando tiempo para recuperar su herencia, necesitaba contactar a
sus familiares del estado de Riazor, empezó a platicar en secreto con
los demás sirvientes, quería ver quienes todavía le eran leales, tuvo
tiempo de hacerlo puesto que ahora dormía con ellos, la mayoría de
los criados la detestaba puesto que era demasiado caprichosa y
altanera, pero algunos todavía le eran fieles.
Desgraciadamente su plan fracasó, tenía muy pocos
empleados que estaban con ella, los demás tenían miedo de perder su
trabajo, al final, uno de ellos la traicionó, Rhynguss mato a los
sirvientes rebeldes y le dio una golpiza a Michelle, la azotó con un
fuete hasta cansarse, le dejó la espalda y las piernas en carne viva, a
pesar de que Michelle se resistió a llorar, al tercer golpe gritó de
dolor, cuando el castigo terminó, lloraba sin cesar.
Al siguiente día Michelle fue obligada a trabajar como de
costumbre, tenía que servir a su abuela y ésta no tuvo consideración
con sus heridas, Eleonor se burlaba de ella y la golpeaba en las
marcas que le habían dejado los azotes, al final del día, tenía la ropa
pegada a la piel, trató de quitársela pero le dolía demasiado el
hacerlo, una señora de las que lavaban la ropa de los Harrisson se
compadeció de ella y la ayudó, le quitó la ropa con rudeza, Michelle
gritó de dolor.
- Aguántate, si no curamos esas heridas se te van a infectar.
Michelle soportó el dolor y ardor que le provocaban los
ungüentos que le ponían, pero después se sintió aliviada del escozor
de las heridas. Una semana después se encontró de frente con su tío
Rhynguss, éste divertido se burló de ella.
- ¡Hola princesa! Espero que con los azotes que te dí aprendas
tu lugar en esta casa.
Michelle sabía que la iban a castigar pero era rebelde, a pesar
de no querer contestar para que no la golpearan las palabras salieron
de su boca.
- Te juro que mientras esté aquí no dormirás tranquilo.
- ¿Y que va a hacer una niñita inútil como tu?
- Ya lo verás.
Rhynguss la iba a golpear de nuevo cuando su madre lo
detuvo.
- Espera hijo. – Después se dirigió a su nieta –. Michelle, ese
comportamiento no es el de una señorita.
- Te recuerdo, abuela, que ya no soy una señorita, me han
degradado con la servidumbre. ¿Lo olvidas?
- Es mejor que vivir en la calle.
- Lo dudo.
- Entonces para que aprendas a la calle te irás, Rhynguss...
¡sácala de aquí!
Michelle vio a Dikken Harrisson con ojos de odio y
desprecio, entonces lo comprendió todo
- Ya sacaste los colmillos… ¿verdad abuela? Así que tú eres la
que organiza todo…
- No cabe duda que eres excepcional, Michelle, pero yo soy
mejor que tú, ahora vete y cuando regreses por aquí a
mendigar por comida tal vez te deje ser la ayudante de los del
servicio, por ahora adiós.
- Adiós abuela y créeme que algún día te regresaré la cortesía.
Michelle fue sacada a empujones de la casa de su padre, eso
le dolió en el alma, adoraba esa casa.
- ¿Que se siente que te echen como perro, princesa?
- Haz lo que quieras, tío, pero te aseguro que recuperaré lo que
es de mi padre.
Rhynguss sonrió y le cerró la puerta en la cara, Michelle
había sido lanzada de la casa Harrisson pero no tenía tiempo para
lamentarse, de hecho, la batalla apenas comenzaba, empezó a
caminar dando saltitos y silbando una canción que le tarareaba su
padre para dormirla. Iba sonriendo.

Algunos días después en la Residencia Harrisson, Rhynguss


se lamentaba con su madre, le informaba que no encontraba la
fortuna familiar.
- ¿Que dijiste? – Dikken no podía creer lo que escuchaba, ya le
urgía empezar a vivir la vida de lujos y excesos que siempre
había querido.
- Lo que escuchaste madre, no está la fortuna Harrisson.
- ¿Pero como? – más que una pregunta era una exigencia,
Dikken quería una respuesta que le dijera como encontrar la
fortuna de su hijo mayor.
- Ya se hizo el inventario de bienes así como la contabilidad,
después de devolver lo que les correspondía al Consejo de
Familia de los Harrisson apenas tenemos para salir en los
negocios y reinvertir, ni siquiera seremos una familia
acomodada, con las deudas que tenemos sólo somos una
familia de clase media que vive más o menos al día, nada de
lujos, se necesitarían cincuenta años para recuperar la fortuna.
- Serían menos si tu hermano llevara el negocio, pero contigo
yo creo que serán ciento cincuenta.
- Eso era innecesario de decir madre – Rhynguss agachó la
cabeza y empezó a jugar con sus manos.
- Es que eres un inútil, pero no puedo creer lo que me dices,
siempre hemos vivido holgadamente…
En eso habló Eleonor.
- La fortuna esta escondida.
- ¿Que dijiste? – tanto Dikken como Rhynguss voltearon a
verla de inmediato.
- Michelle me contó una vez que mi padre tenía su riqueza
particular escondida en un lugar en las montañas para evitar
ser robado. No confíaba en el gobierno que puede confiscar
fortunas enteras si así lo desea, prefería guardar su patrimonio
él mismo.
- ¿Y porque no lo dijiste antes, estúpida?
- Porque pensé que con la herencia venían todos los bienes,
hasta los que mi padre escondía, se supone que el tío
Rhynguss era su mano derecha, él debería saber donde está
ese lugar.
Rhinguss se paseaba de un lugar a otro sin parar jugando
ansiosamente con sus manos mientras trataba de comprender lo que
sucedía.
- Ahora que lo recuerdo, Johann muchas veces viajaba sin mí
cuando llevaba grandes cantidades de dinero, no me decía a
donde iba.
- ¿Se llevaba a alguien del servicio?
- No, no ocupaba a nadie de aquí, contrataba bérserkers.
- Ahora entiendo, tu hermano nunca confió en ti.
- Así parece madre, estamos en un lío pues nadie sabe el
paradero del lugar donde se encuentra el tesoro de la familia,
nadie acompañaba a Johann en esos viajes, sólo los
guardaespaldas que contrataba y…
En ese momento Rhynguss lo comprendió todo, se llevó las
manos a la cabeza, los ojos casi se le salen de sus orbitas y sólo atino
a gritar:
- ¡MICHELLE!

Después de algunos días y varias dificultades Michelle había


llegado al lugar en donde se ocultaba la fortuna de Johann Harrisson,
había ido incontables veces a ese lugar, su padre le había dicho que
sólo ella lo conocía y que nunca revelara su ubicación, después de lo
sucedido con su tío se juró seguir las instrucciones de su padre al pie
de la letra, si no le hubiera dicho a Rhynguss lo del testamento ahora
no estaría en ese problema.
El escondite estaba en una cueva perfectamente camuflajeada
en la parte baja de las montañas del Distrito III, para llegar era
necesario bajar por una pendiente bastante inclinada y peligrosa para
quien no la conociera. Michelle sabía exactamente por donde podía
pisar y por donde era peligroso acercarse, su padre, a manera de
juego se lo había enseñado, la cueva se encontraba en la parte baja de
un relieve, los árboles y otras plantas cubrían su entrada, era casi
imposible de detectar a menos que se descubriera su ubicación por
casualidad, pero esa posibilidad era muy remota, alguien necesitaba
caer por la pendiente y sobrevivir...
Una vez adentro Michelle encendió el interruptor secreto de
las luces, entró a la cámara de la bóveda e ingresó las claves para
abrirla, pasó su pulgar derecho y su pupila por el escáner, dijo la
palabra clave: "Aphrodite", el sistema de defensa hizo el
reconocimiento de voz y la bóveda se abrió, Michelle tomó un saco
de monedas y los escondió en un oso de peluche que guardaba en la
bóveda, en realidad ese muñeco se lo había mandado a hacer su
padre para que ella cargara con las monedas de más valor y las joyas
preciosas, así, si eran asaltados, lo más valioso estaba a salvo.
Michelle estaba harta de vivir como pobre, para llegar a la
cueva tuvo que incluso mendigar, el hambre le había ganado a su
orgullo, durmió en la calle ocultándose de vagos y mal vivientes, el
camino al lugar donde su padre guardaba la fortuna familiar fue más
duro y peligroso de lo que se imaginó.
Una vez que llegó a la ciudad fue a un spa de lujo a limpiarse
y a que la arreglaran, mandó a que le compraran un vestido de seda
muy caro, zapatos y algunas joyas para niña, las personas que la
atendían la veían con desconfianza, pero la niña era hermosa y tenía
buenos modales, además de que llevaba dinero y eso era lo que más
les importaba, Michelle notó las miradas de desconfianza, les había
dicho a los dependientes que había ido a las montañas con sus padres
y había arruinado su vestido, sus guías le habían prestado las ropas
que llevaba que eran de sus hijas pero deseaba cambiarlas, más tarde
sus padres la pasarían a buscar, cuando estuvo lista pagó, pero se
percató que el guardia de la salida le impediría salir, con toda
naturalidad se sentó en la recepción y fingió esperar a sus padres.
Después de unas horas un lujoso vehículo se detuvo en la
entrada del Spa, Michelle esperó a ver quien se bajaba, lo hizo una
señora vestida con ropa de diseñador seguida de varios empleados,
Michelle aprovechó la ocasión y gritó:
- ¡Mama!
Inmediatamente corrió al encuentro de esa señora, el guardia
de la entrada desconcertado la dejó salir y Michelle abrazó a la dama,
ésta la miraba sorprendida, después Michelle volvió a gritar:
- ¡Ya vi a papá!
Y volvió a correr, corrió hasta que ya no pudo más, nunca
volvió la vista atrás, finalmente se detuvo en un crucero y se percató
que nadie la seguía.
Después de huir Michelle se dio cuenta que no sería tan fácil
establecerse en algún lugar por su edad, era demasiado pequeña para
estar sola, por su experiencia con su tío Rhynguss decidió no buscar
a su familia del estado de Riazor, no podía arriesgarse a que
nuevamente la dejaran sin nada, ella tendría que valerse por sí
misma, pero necesitaba la ayuda de un adulto, rápidamente ideó un
plan y lo puso en marcha, se buscó a un par de mendigos en la calle.
- Buenas tardes caballeros.
- Hola nena.
- ¿Por que están aquí? – preguntó Michelle mientras los
recorría de arriba a abajo tratando de saber que tipo de
personas eran.
Con sólo verla los mendigos supieron que era una niña rica,
así que le siguieron el juego.
- Como podrás ver somos unos pobres desamparados que no
hemos comido en días, queríamos saber si podrías ayudarnos
con una moneda que te sobre.
- Si, creo que tengo alguna por aquí, tome.
Los mendigos se quedaron boquiabiertos, la moneda que les
ofreció esa pequeña niña era la de más alto valor, con eso podrían
vivir cómodamente más de un mes.
- Muchas gracias joven ama.
- No hay de que. ¿Les interesaría ganar más de esas monedas?
- ¡Por supuesto! ¿Que tenemos que hacer? – los mendigos
estaban emocionados por ese repentino golpe de suerte.
- Miren, mi papá es un hombre muy poderoso y necesita una
casa en esta zona del distrito pero no quiere que su nombre
aparezca, entonces, si ustedes aceptan rentar una casa a su
nombre les daría otra moneda igual.
- ¿Eso es todo?
- Por el momento sí, eso es todo, ya después decidirá, si
ustedes hacen bien su trabajo, tal vez les haga otros encargos.
- Pero... ¿por qué no nos lo pide su padre o una persona mayor?
- Ya les dije que mi padre es una persona de la política, es muy
importante y está en el ojo público, así como sus sirvientes, a
mí como su hija no me prestan atención, por eso me envió
aquí.
- Pero no tenía algún amigo…
- Perdón por molestarlos caballeros, les regalo la moneda y que
tengan un buen día – Michelle se dio la vuelta y amagó con
irse.
- Espere joven ama, no nos hemos negado. – Los mendigos
rectificaron su actitud, estaban frente a la oportunidad de sus
vidas.
- A mi padre no le gusta que lo cuestionen – les espetó
Michelle en forma airada, los mendigos se sintieron
intimidados.
- Lamentamos si la ofendimos, usted díganos que hacemos.
- Una vez que mi padre localice la casa los vendré a buscar, tal
vez los necesite para hacer otras diligencias, si se portan bien,
mi padre los hará unas personas ricas.
Una vez que Michelle se fue los mendigos se quedaron
pensando en la suerte que tenían y esperaron la vuelta de aquella
extraña niña.
Michelle regresó a los dos días, había visto una casa grande
pero nueva en el área comercial del barrio pobre, la rentó a través de
los mendigos y la amuebló lujosamente en su interior, a simple vista
parecía un negocio, pero la planta alta la acondicionó como vivienda
y contrató a los dos mendigos como sus ayudantes personales, realizó
varios negocios pequeños pero con buenos dividendos a través de los
mendigos, quienes ya hasta se vestían elegantemente, su padre le
había enseñado bien.
La pequeña pelirroja no quería llamar mucho la atención,
pero Vagn y Dres empezaron a sospechar puesto que nunca veían a
ningún adulto que llegara a la casa, sólo ellos entraban y Michelle los
trataba como sus criados, empezaron a sospechar que la niña estaba
sola y un día la siguieron hasta la cueva, cuando Michelle se fue, los
vagabundos entraron y descubrieron la bóveda pero no la pudieron
abrir, decidieron que la seguirían la próxima vez y la obligarían a
abrirla.
Y así fue, a la semana siguiente Michelle regresó a la cueva,
ahora en vez de sacar dinero lo depositaba, sólo que en esta ocasión
al no conocer bien el camino Vagn dio un mal paso y cayó al fondo
del barranco, se rompió una pierna, Michelle escuchó el ruido pero
cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde, Dres la había
alcanzado.
- ¿Que haces aquí? – preguntó la pelirroja, estaba sorprendida
de ver a Dres.
- Nada mi niña, sólo asegurándome que estés bien – respondió
el mendigo, su tono claramente se oía amenazante.
- Estoy bien, mejor ve a ayudar a tu amigo creo que está mal
herido, llora como un animal.
- Dejémoslo así por el momento, primero vamos a donde está
tu alcancía.
- Aquí no hay ninguna alcancía. – Michelle en ese momento
dejó de preocuparse y empezó a pensar en como escapar.
- Bueno, como la llames, quiero que me abras la puerta que hay
al fondo.
- ¿Y si me niego? – La voz de Michelle no mostraba ningún
temor, estaba enojada y decidida a no entregar su patrimonio
a ese sujeto.
- Créeme niña, la vas a abrir por las buenas o por las malas.
- Recuerda que mi padre es una persona muy poderosa, él sabe
que estoy aquí y te matará.
- Michelle, si tuvieras el padre que dices jamás te mandaría
aquí sola, no tienes a nadie, no sé porqué conoces la
ubicación de este lugar y porqué lo puedes abrir,
sinceramente no me importa, lo que quiero es lo que hay
adentro de esa bóveda.
- Está bien, sígueme.
Michelle abrió la bóveda, Dres se quedo petrificado con las
riquezas que había ahí adentro. ¡Tenía para vivir con todos los lujos
durante cien vidas! Estaba tan absorto con ese tesoro que no vio
cuando Michelle se escapó, cuando se dio cuenta corrió detrás de ella
y pronto la alcanzó, al final, sólo era una niña de seis años, sus
piernitas no le permitieron huir de ese hombre.
- ¿A donde crees que vas chiquilla?
Michelle guardó silencio.
- No puedo permitir que escapes, además, aunque eres una
pequeña arpía, eres preciosa, siempre me has gustado, te voy
a hacer mujer antes de matarte, aunque si me gusta, tal vez te
conserve por un tiempo.
- Haz lo que quieras, sólo te voy a decir una cosa.
- Dime, te escucho.
- No estaba huyendo, únicamente vine por esto.
El rostro de Dres se contrajo, se desapareció la sonrisa de su
rostro, Michelle lo rostizó con un arma que disparaba energía
eléctrica, su padre le había enseñado a usarla, a diferencia de un arma
que disparaba aire comprimido o plomo, esta era muy ligera y fácil
de usar, hasta para una niña…
Después de arrastrar el cuerpo de Dres hasta la salida y
arrojarlo al barranco, Michelle salió a donde se encontraba Vagn,
estaba casi desmayado del dolor por la pierna rota, el hueso había
traspasado la piel.
- Hola Vagn – Michelle lo saludó con voz cantarina y una
sonrisa en el rostro.
- Ama, estoy herido, dile a Dres que me ayude – respondió
Vagn entre lágrimas.
- Lo siento, tu amigo está muerto – le canturreó Michelle
saltando alegremente a su alrededor.
- ¿Que le pasó? – preguntó Vagn sintiendo más temor por la
actitud de Michelle que por la noticia misma.
Michelle dejó de saltar alrededor de Vagn, pateó la tierra del
suelo que fue a dar al rostro del vagabundo, después le dijo muy
lentamente:
- Lo maté, es lo que les pasa a los que intentan robarme.
- Espera Michelle, no hagas una tontería – Vagn había
olvidado momentáneamente el intenso dolor que lo aquejaba
ante la perspectiva de perder la vida.
- No te preocupes, a ti no voy a matarte, voy a dejar que lo
hagan los animales o que mueras de hambre.
- No, por favor, ayúdame.
- Lo siento, ya te dije, quien trate de robarme se muere.
- Por lo menos mátame tú, no quiero que me coman los
animales – Vagn lloraba, ahora pensaba que la muerte sería
un alivio en comparación a la tortura que le esperaba si
Michelle lo abandonaba en ese lugar a su suerte.
- Lo siento, pero no es agradable matar, adiós Vagn.
- Espera, si no me quieres matar tú, dame algo para suicidarme.
- Arrástrate cien metros, te dejaré un arma con un tiro, haz lo
que quieras.
Cuando Michelle ya iba llegando a la cima de la cúspide se
escuchó una descarga. Ya en la ciudad se dedicó a buscar a otros
mendigos que la ayudaran, pero esta vez iba a escoger a alguien
menos ambicioso, alguien a quien pudiera controlar, eligió a una
pareja de ancianos, esperaba que ellos fueran menos codiciosos que
los mendigos anteriores… y así fue. Los ancianos no preguntaron
nada, estaban felices de tener un techo y comida, ni siquiera les
interesó el pago que Michelle les ofreció, en ese momento supo que
había elegido bien, compró la casa que rentaba y pudo hacer mejores
negocios con los ancianos como intermediarios, ya no necesitaba
cuidarse las espaldas.

Habían pasado dos años desde que Michelle se había ido, el


trabajo era demasiado y no había ni rastro de su sobrina, Rhynguss
Harrisson estaba desesperado, su hermano era un maldito genio,
escondió todas sus riquezas, pero si por alguna razón las perdía el
negocio seguía siendo sustentable, dejó lo justo para que siguiera
caminando. ¡Maldito bastardo! Lo que más le enfurecía era que su
madre tenía razón, Johann levantaría el negocio en un santiamén,
pero el no tenía su capacidad y por el contrario, tenía muchos vicios.
- ¿Señor Harrisson? – Una mujer joven, guapa y de
pronunciadas curvas se estaba asomando a su oficina.
- Dime Bertha. – La voz de su secretaria lo sacó de sus
pensamientos.
- Aquí lo busca un señor Atilus.
- Que pase inmediatamente.
Atilus y Rhynguss se habían hecho buenos amigos, ambos
eran perezosos, ambiciosos y tenían debilidad por los antros
nocturnos, el botín de la emboscada donde habían asesinado a su
hermano, Rhynguss se lo había regalado a Atilus como premio “por
salvar su vida”, aunque de haber sabido lo que le tenía preparado su
hermano le hubiera ofrecido sólo la mitad, pero no podía echarse
para atrás, además, Atilus le estaba ayudando a encontrar a Michelle,
no podía decirle de su situación o lo dejaría de ayudar, en el peor de
los casos le exigiría parte del tesoro, Rhynguss no podía permitir
ninguna de las dos opciones.
- Atilus, mi hermano, que milagro que vienes a visitarme.
- Pues si Rhynguss, ya no te apareces por el Club.
- Es que he tenido mucho trabajo, pero un día de estos
cerramos el maldito lugar sólo para nosotros dos.
- Eso me agrada... ¿por que no lo hacemos hoy?
- Hoy no puedo – dijo Rhynguss con pesar, ahora no podía
permitirse esos lujos.
- No te preocupes, yo te invito.
- ¿De verdad? – Rhynguss alzó la mirada esperanzado, una
buena noche de juerga era lo que necesitaba para despejar su
mente.
- Así es, yo invito y tú pagas.
- No estoy para bromas Atilus. – El semblante de Rhynguss
nuevamente se oscureció, su noche de copas se había
desvanecido.
- Yo tampoco Rhynguss, vengo por el dinero que me debes.
- Disculpa amigo, pero yo no te debo nada…
- Si amigo, me prometiste una jugosa recompensa si hallaba a
tu sobrina…
El semblante de Rhynguss cambió.
- Maldita sea mi hermano, ahora si te ganaste el encerrón – dijo
un emocionado Rhynguss mientras golpeaba la mesa de su
escritorio con la palma de la mano.
- Te lo dije – le respondió Atilus levantando ambos brazos y
señalando a su compañero de borracheras.
- ¿En donde está la pequeña zorrita? – preguntó Rhynguss
impaciente por irla a buscar.
- En la zona pobre del barrio sur de este Distrito.
- No lo entiendo... – la respuesta de Atilus extrañó a
Rhynguss, Michelle tenía a su disposición la fortuna de la
familia, cabía la posibilidad de que el bérserker se hubiera
equivocado de persona –. ¿Pidiendo limosna?
Atilus soltó una risa forzada.
- Eso quisieras... por lo que yo he constatado se aloja en una
casa muy bonita con unos viejos millonarios, vive a todo lujo,
lo extraño es que dicen que esos viejos eran pordioseros, pero
al parecer recibieron una herencia y Michelle es su nieta.
- Pero... ¿como vive en ese lugar a todo lujo? ¿No es
peligroso?
- Cuenta con el favor y la amistad del Capo que controla esa
zona y créeme, ese cabrón es peligroso.
- Perfecto, Atilus, has sido de gran ayuda, en unos días
recibirás tu pago.
- Yo pensaba que hoy – dijo decepcionado el bérserker, ya
hasta tenía ubicado el lupanar donde pensaba pasar toda la
noche.
- Deja me encargo de este asunto, después me voy a tomar
unas vacaciones y tú conmigo, vas a rogarme que te deje
volver a trabajar después de que te hartes de mujeres y
alcohol.
- Eso lo dudo, espero noticias tuyas. ¿Quieres que te ayude en
algo más? Puedo proporcionarte algunos hombres.
- No te preocupes amigo, lo tengo todo controlado.
Esa misma tarde Rhynguss habló con su madre, ésta estaba
furiosa, esa maldita niña que habían echado a la calle estaba viviendo
con todos los lujos mientras que ellos vivían al día, pero eso iba a
cambiar… juntos elaboraron un plan para recuperar la fortuna
familiar, el proyecto incluía a su nieta mayor.
- Eleonor... ¿puedes venir un momento – Dikken tronó los
dedos.
- ¿Que deseas abuela? – Eleonor se presentó enseguida, sabía
que su abuela se ponía violenta si no atendía a sus llamados
de inmediato.
- Te voy a dar la oportunidad de que te reivindiques con
nosotros.
- Gracias abuela, te escucho.
Eleonor se había convertido en la dama de compañía de su
abuela, aunque más bien era una sirvienta, la habían golpeado y
castigado por no haberles dicho lo del escondite del dinero, incluso
su tío Rhynguss había abusado de ella en varias ocasiones, los demás
criados ahora se burlaban de ella, era peor que cuando no le hacían
caso, lo había soportado todo porque le daba terror que la echaran a
la calle como a Michelle, escuchó el plan y aceptó.
Rhynguss contrató a varios matones a sueldo, evitó la ayuda
de Atilus para que no supiera que es lo que quería de su sobrina. Al
siguiente día un grupo de malhechores interceptó a los ancianos que
vivían con Michelle, los golpearon y torturaron hasta que les
contaron todo lo que sabían de la fortuna de los Harrisson, cuando
Michelle llegó ya la estaban esperando, se horrorizó cuando vio a los
ancianos medio muertos en el suelo, éstos, entre balbuceos sólo
alcanzaban a decir:
- Perdón mi niña, lo dijimos todo.
Michelle se sintió terrible, había llegado a apreciar a esos
ancianos y les había contado su historia, afortunadamente para ella
nunca les dijo de donde provenía el dinero que tenía ni dónde se
encontraba éste.
- Hola sobrina – la saludó su tío extendiéndole los brazos y con
una gran sonrisa.
- Mal nacido – le respondió Michelle, no pudo ocultar el odio
que sentía hacia él.
- Que malos modales, se ve que los arrabales te han cambiado.
- ¿Y a que debo el placer de tu visita tío? – Michelle se
recompuso, debía jugar el mismo juego que su tío si deseaba
vencerlo – ¿Ya terminaste de llevar a la quiebra las empresas
de mi padre?
La sonrisa se le borró a Rhynguss, lo enfurecía que le
recordaran lo inútil que era, señaló colérico a su sobrina.
- ¡Maldita niña, tu bien sabes a lo que vengo!
- Explícamelo – Michelle se sentó en un acolchado sillón que
estaba en una esquina, cruzó las piernas y no dejó de sonreír a
su tío.
- Dime en donde está el escondite de tu padre – le exigió
Rhynguss mientras la señalaba amenazadoramente.
- De mi fallecido padre querrás decir – Michelle dejó de sonreír
pero no cambió su pose en el sillón.
- Como sea, no me interesa de que manera lo llames –
Rhynguss se acercaba cada vez más a su sobrina.
- ¿Que te hace creer que lo voy a decir? – le espetó Michelle
mientras se levantaba en un claro reto hacia su tío.
- Si no me lo dices mato a esos ancianos – respondió Rhynguss
señalando a los ayudantes de la pelirroja.
Michelle sintió un gran peso en el corazón pero no podía
dejarse vencer, si mencionaba la ubicación de la cueva todos estaban
muertos, así que mintió.
- Son sólo mis sirvientes, cuando quiera compro otros. ¿O
acaso ya se te olvidó quien soy? De hecho, cuando se vayan
espero tengan la amabilidad de llevarse sus cuerpos y botarlos
donde quieran.
Rhynguss conocía a su sobrina, sabía que era una niña
déspota que poco le interesaban los sirvientes o cualquier otra
persona de origen humilde, le creyó.
- Entonces me lo dirás por las malas, te violaremos y
golpearemos hasta que me digas lo que quiero.
- ¿Recuerdas las pastillas de acido que tenía mi padre para
matar a los animales sin dolor? – Michelle le mostró una a su
tío y acto seguido se la metió en la boca.
- Haz conmigo lo que quieras, primero muerta que entregarte
mi herencia, si alguien se me acerca muerdo la pastilla y la
fortuna de mi padre se pierde para siempre.
Rhynguss estaba furioso, esa maldita niña nuevamente le
estaba ganando la partida.
- Tal vez tu vida y la de tus sirvientes no te importen pero…
¿que tal la de tu hermana? – Rhinguss volteó a ver a sus
acompañantes y les ordenó –: ¡Tráiganla!
Los matones llevaron a Eleonor, se veía maltrecha, Rhynguss
no tuvo que disfrazarla, así se veía a diario.
- Ayúdame Michelle – le rogó Eleonor, lloraba mientras se
acercaba a su hermana, uno de los hombres de Rhynguss le
impidió seguir avanzando.
- ¿Eleonor? – preguntó sorprendida Michelle, sintió sincera
pena por su hermana al verla así.
- Me quieren matar, dile al tío Rhynguss lo que quiere saber.
- Suelta a mi hermana – le exigió Michelle a su tío mientras se
acercó a Eleonor, otro hombre le impidió acercarse más.
- Lo siento sobrina, pero la suelto sólo a cambió de la
ubicación de tu ya sabes que…
- Suéltala o te arrepentirás – amenazó Michelle a Rhynguss,
parecía que se le quería ir encima a los golpes.
- Esta en tus manos princesa – respondió Rhynguss
retadoramente.
Entonces Michelle le habló directamente a Eleonor con cara
de resignación.
- Lo siento hermana, hice lo que pude, ojala seas fuerte y
aguantes la tortura.
- ¿Que? – Eleonor no podía creer lo que estaba escuchando, su
hermana la estaba abandonando a su suerte.
- Lo que oíste – le respondió Michelle fríamente.
- ¿Por que me dejas sola? Soy tu sangre... – Eleonor miraba
con incredulidad a su hermana.
- Está bien, le diré a mi tío lo que quiere saber, sólo si contestas
bien a mis preguntas…
- ¿Que preguntas?
- ¿Desde cuando estas en contubernio con el?
La pregunta tomó desprevenida a Eleonor
- ¡Yo no estoy con el!
- ¿No recuerdas lo que me dijiste el día que me echaron?
- Estaba enojada, hermana, tú siempre recibiste toda la
atención, pero eso no es algo para que me dejes morir.
- Eleonor, tu ibas a ser la próxima administradora de los bienes
de la familia Harrisson. ¿No es así?
- Me engañaron, hermana, ahora sólo soy una sirvienta, por
favor, ayúdame.
La voz de Eleonor sonó sincera, Michelle no sabía sus
motivos pero por lo que estaba conociendo del tío Rhynguss, no
dudaba que así fuera.
- Lo siento Eleonor, pero tú eres la única culpable de la
situación en la que nos encontramos ahora.
- ¿Por que dices eso? Mi única debilidad fue no defenderte
cuando te echaron, pero yo no tengo nada que ver con esta
situación.
- Tienes que ver con todo, Eleonor. ¿Acaso crees que no
recuerdo que tú fuiste la única persona a la que le comenté
que iba a mandar a Pete a un encargo?
Eleonor se supo atrapada, no respondió nada.
- Fue tu culpa hermana, mataron al pobre Pete, si no me
hubieras traicionado ahora las leyes nos protegerían.
- Perdón, me equivoqué, por favor discúlpame.
- Te perdono hermana, pero papá siempre decía que una
persona debe vivir con sus errores, las decisiones que
tomamos son las que marcan nuestro futuro, yo me equivoqué
por confiar en mi tío y en ti, por esa equivocación ahora estoy
pagando las consecuencias, ha muerto gente inocente por esa
decisión y pesa sobre mi conciencia, lo siento, pero estás sola
hermana.
Eleonor ya no pudo más, soltó toda la frustración que llevaba
dentro, no sólo por su infancia y la atención que le robó su hermana,
sino por su situación actual, la cual atribuía también a Michelle, por
su culpa ella era ahora una sirvienta.
- Maldita seas, trágate esa pastilla y muérete de una vez – le
espetó a Michelle mientras forcejeaba con los matones de su
tío –. ¡Suéltenme! Yo misma te voy a matar, perra, ojala y te
pudras, que bueno que mataron al maldito Peterssen y a mi
padre, que bueno que sufras, desgraciada, te juro que algún
día me la pagarás.
- El sentimiento es mutuo hermanita. – Michelle volteó a ver a
Rhynguss, lo miraba con ojos retadores –. ¿Que vas a hacer
ahora tío?
- Por el momento nada, Michelle, pero créeme, voy a recuperar
esa herencia, no importa a donde vayas te voy a encontrar. –
Después se dirigió a sus hombres –.¡Vámonos y callen a esa
loca!
Al irse, Rhynguss pensó que todo iba según el plan trazado
por su madre, quien muy claramente le dijo que si las cosas se salían
de control se fuera y se asegurara de que su sobrina lo viera.
Michelle mandó a un sirviente para que siguiera a su tío, al
poco rato le informó que iban rumbo al barrio de la gente rica,
Michelle se fue con otro criado al hospital, en el camino le dijo que
se apresurara y solicitara que mandaran ayuda para la pareja de
ancianos a los que habían golpeado, aunque dudaba que fueran a
sobrevivir.
Ella inmediatamente se dirigió a la cueva, era ahora o nunca,
se iba a llevar lo más que pudiera, vendería todo lo que tiene y se iría
a otro sitio, tenía que huir, cuando llegó al límite de la ciudad donde
empieza el bosque que va a las montañas se cruzó con un niño que la
miró fijamente, ella siguió su camino.
Se tomó su tiempo en llegar, quería que estuviera oscuro,
cuando finalmente estuvo al pie del barranco que daba a la cueva ya
había anochecido, corrió a toda velocidad, tenía que llegar cuanto
antes, escuchó gritos de gente que caía, ahora estaba segura, la
seguían, si la pendiente era peligrosa de descender de día, en la
obscuridad era peor, los que la seguían también corrieron por la
pendiente y cayeron, debía darse prisa, tenía que llegar a la cueva, si
lo lograba estaría a salvo. Pero no lo logró, sintió como la tomaban
de los cabellos y la tiraban al suelo.
- Quieta chiquilla alguien quiere hablar contigo.
Quien la había alcanzado era un trooper, al ser un soldado con
experiencia el bajar la pendiente para llegar a la cueva era un juego
de niños, una hora más tarde se apareció el tío Rhynguss.
- Hola sobrina, al parecer este juego lo gané yo.
- No estés tan seguro, tío, adentro hay cientos de cuevas y una
serie de laberintos que sólo yo conozco.
- ¿La pastilla? – le preguntó Rhynguss al trooper que había
atrapado a Michelle.
- Aquí esta y también llevaba un arma.
Rhynguss tomó el arma y se la guardó en la cintura mientras
se burlaba de su sobrina.
- Uyyy, chiquilla peligrosa ¿eh? Tienes dos opciones, princesa,
mostrarme el camino o quedarte con mis hombres y que te
conozcan mejor.
- Te mostraré el camino tío, pero primero necesito que me
digas algo.
- ¿Que es? – preguntó Rhynguss mientras se ponía en cuclillas
para que su rostro quedara a la altura del de su sobrina.
- ¿Mataste a mi padre?
- ¿Que te hace pensar eso? – Rhynguss sonreía, todavía se
sentía orgulloso por como había planificado el asesinato de su
hermano.
- Fue lo que dijo Eleonor hace rato. ¿O no?
- Ayy, tu hermana es más inútil que nada, pero aunque no lo
quieras creer la aprecio y me voy a encargar de ella, además,
para que veas que soy hombre de negocios acepto tu trato, me
guías a mi herencia y te doy una respuesta. ¿Está bien?
- Está bien – respondió Michelle, no sólo quería ganar tiempo
para pensar en como escapar, también quería asegurarse de la
identidad del asesino de su padre.
- Yo no mate a tu padre – le respondió Rhynguss cínicamente.
- No te creo – le espetó Michelle Rhynguss mientras lo
empujaba.
- Pero lo mande matar. ¿Contenta? – respondió Rhynguss entre
risas, su sobrina ni siquiera había logrado moverlo de su sitio.
Michelle no dijo nada, sólo veía a Rhynguss con odio, más
odio del que había sentido en toda su vida.
- Ahora se una buena niña e indícame el camino – le ordenó
Rhingus mientras se levantaba.
- Está bien, pero vamos sólo tú y yo – Michelle condicionó su
colaboración.
- Ese no fue el trato – le reclamó Rhynguss a Michelle
señalándole la entrada de la cueva.
- Ya lo cambié – le respondió Michelle calmadamente.
- Soldado… – Acto seguido el trooper que la alcanzó la levantó
por los aires –. Arrójasela a esos hombres.
- ¡Espera! – gritó Michelle –. Está bien, te diré cómo llegar.
- Pero hazlo ahora, antes de que cambie de opinión – Rhynguss
ya había perdido la paciencia.
- Es por ahí – Michelle señaló la entrada a la cueva.
La oscuridad dentro de la cueva era total, no se veía
absolutamente nada, los hombres de Rhynguss encendieron sus
linternas, éste le preguntó a su sobrina:
- ¿En donde esta la luz?
- No sirve – le respondió Michelle mientras cubría sus ojos de
la luz de la linterna que su tío apuntaba directamente a su
rostro.
- ¿Como que no sirve? – Rhynguss amagó con golpearla en la
cabeza con la linterna.
- El interruptor está a tu izquierda pero se descompuso.
- Si patrón – dijo uno de los mercenarios que acompañaban a
Rhynguss –. Parece que todos los cables se los han comido
los animales.
- Maldita niña – comentó Rhynguss.
- ¿Que querías tío? ¿Que trajera a un eléctrico para que le diera
mantenimiento?
- ¡Enciendan las lámparas! – ordenó Rhynguss, después se
dirigió a su sobrina –. ¿Ahora por donde Michelle?
- Por ahí, yo voy primero – Michelle señaló un espacio abierto,
aún con las linternas no se le veía fin.
- No sobrina, tú no, ustedes dos, asómense.
Al hacerlo los dos hombres cayeron al vacío.
- ¿Que demonios? – Rhynguss apuntó su linterna al suelo, la
oscuridad se tragó su luz artificial.
- Te lo dije tío, que iba yo primero para verificar donde
terminaba el piso…
- Pudiste habérmelo advertido.
- No me diste tiempo – Michelle se encogió de hombros, con la
mirada le decía a su tío "te lo advertí".
- Amárrenla con un lazo. – Ordenó Rhynguss. Una vez que
Michelle estuvo bien amarrada su tío le permitió seguir –.
Ahora si sobrina, vas tu primero.
- Por aquí, pero con cuidado. – Todos siguieron a Michelle y
así pasaron ese obstáculo.
- Ahora hay que cruzar por ahí.
Michelle atravesó corriendo un tramo de terreno sin
problemas, pero los siguientes tres hombres rompieron el piso y
cayeron al vacío. Rhynguss dirigió su lámpara hacia el suelo roto.
- ¿Que demonios? ¡Soldado regrésela!
- Espera tío – dijo Michelle con los brazos al frente, después
señaló a su derecha –. Es por aquí.
- ¿Y como quieres que pasemos?
- No sé...
- No se preocupe señor – lo interrumpió el trooper que lo
acompañaba –. Levantaremos un puente con los lazos.
- Perfecto soldado.
El trooper alcanzó a Michelle de un salto, improvisaron un
puente y pasaron al otro lado.
- ¿Que te crees maldita niña? ¿Quieres que te mate? –
Rhynguss amenazó a su sobrina.
- No tío, pero es que yo siempre he pasado por ahí, no sabía
que el piso no aguantaba mucho peso.
- Sigamos adelante. – Rhynguss no dijo nada más, pero
presentía que esa mocosa se estaba burlando de el.
Siguieron avanzando en la oscuridad hasta que Michelle se
detuvo, señaló al frente.
- Es pasando ese puente.
Rhynguss volteo a ver al trooper, sólo quedaban él y otros
tres cargadores.
- Adelante soldado. – Rhynguss señaló el puente con su
lámpara.
El trooper dio dos pasos para atrás.
- De ninguna manera señor, yo no me fío de esta niña,
seguramente es una trampa.
- Para eso le pago y no es poco el dinero que me solicitó por
cierto, el peligro es parte de su trabajo.
- Me paga para que lo acompañe y lo proteja, no para morirme,
si así lo desea aquí se termina nuestro contrato.
- Si quieres yo paso primero tío… – se ofreció Michelle con
toda naturalidad.
- De ninguna manera, la distancia es mucha y podrías soltarte,
hay que reforzar el puente. ¡Hey tú...! – Rhynguss señalaba a
uno de los cargadores –. Ve del otro lado para reforzarlo.
El trabajador se negó a hacerlo le tenia miedo a la sonrisa de
esa niña, esa chiquilla era el mismísimo diablo. Rhinguss sacó el
arma que el trooper le había quitado a Michelle y lo amenazó.
- Te digo que vayas… Rhinguss apuntó a la cabeza del
cargador.
- No jefe, yo renuncio – respondió el trabajador mientras se
alejaba lentamente de los demás.
- Aquí no renuncia nadie, ve o muere. – El trooper sacó su
espada.
- Prefiero morir peleando que atravesar ese puente. – El
trabajador sacó un arma que tenía escondida es sus ropas pero
no le dio tiempo de dispararla, el trooper le cercenó la cabeza,
Rhynguss le habló a otro trabajador.
- ¿Tú que dices? ¿Cruzas o también pierdes la cabeza?
- Cruzo jefe.
Mientras el trabajador cruzaba le imploraba a Michelle.
- Por favor niñita, no me mates, tengo familia, yo no sabía a lo
que venía, mi hija es una niña como tú, soy lo único que
tiene, te lo suplico, no la dejes sin padre.
Michelle por más que quiso ignorar las suplicas del trabajador
no pudo hacerlo, le gritó al cargador:
- ¡Espera! Pégate a tu derecha y a tu izquierda cada que te lo
indique.
Así fue guiando al trabajador hasta el otro lado, Rhynguss
sonrió.
- Muy bien, sobrina, no eres tan desalmada después de todo...
¿cierto? Adelante soldado.
- Ok, así será más fácil, sólo hay que reforzar los lugares más
débiles.
- ¿Ya sabe cuales son? – preguntó Rhynguss preocupado de
perder a su mejor hombre y más preocupado aún de caer al
vacío.
- Si, los memoricé. – Una vez que el trooper arregló el puente
gritó a Rhynguss –: Está bien, pueden pasar los que faltan
juntos.
Rhynguss tomó de los cabellos a su sobrina y se dirigió al
puente.
- Casi te sale... ¿verdad Michelle?
Después de que cruzaron, el trooper se acercó a su empleador.
- Esa niña es de cuidado, señor, el puente estaba arreglado,
cortaron los soportes estratégicamente para que si alguien no
sabía la combinación de pasos se rompiera y cayera, pero sólo
quien pisara mal y no todo el puente.
Rhyngus jaló de los cabellos de Michelle con más fuerza.
- Maldita mocosa, si hay una sorpresa más te mato.
Michelle esperó a que Rhynguss la soltara, se alejó un par de
pasos de él y después le dijo:
- Pues ve sacando tu arma tío.
Acto seguido, Michelle arrojó una piedra contra un blanco
que había en la pared y se tumbó en el suelo, pero nada pasó,
Michelle se levantó sorprendida.
- ¿Ahora que hiciste chamaca del demonio? – preguntó
Rhynguss.
Michelle no contestó.
- ¿Buscabas esto niña? – El trooper le mostró a Rhynguss una
bomba de fabricación casera y le preguntó a su empleador –:
¿De donde diablos sacó a esta niña? No es normal, esto nos
pudo haber matado…
- Es mi sobrina – contestó Rhynguss mientras tomaba
nuevamente a Michelle de los cabellos y la levantaba.
- Es el mismísimo demonio – le respondió el trooper, a esas
alturas al igual que los trabajadores ya veía a la pequeña
pelirroja con temor.
Habían llegado a la bóveda, Rhynguss habló con el otro
cargador:
- Tú ve y acércate a esa bóveda, pero hazlo rápido, no lo voy a
repetir.
El trabajador se acercó temblando de miedo a la bóveda, nada
pasó.
- Es una puerta automatizada señor, se necesita la clave, huella
dactilar y la pupila del autorizado.
- Dame la clave Michelle – le exigió Rhynguss a su sobrina, en
su voz se notaba que ya no estaba dispuesto a soportar un
desplante más.
- No – respondió la niña con firmeza, se negaba a perder lo
único que le quedaba de su padre, más que el dinero en sí
consideraba esa fortuna el último recuerdo de Johann
Harrisson.
En eso llegó el otro trabajador que quedaba.
- Jefe, por el otro lado hay un túnel que da a la entrada por
donde ingresamos inicialmente, es un camino a sólo treinta
metros…
- ¿Qué? – preguntó Rhynguss totalmente fuera de sí, no podía
creer lo que estaba escuchando.
Si patrón, al parecer la niña nos llevo por una ruta más larga y
peligrosa.
- ¿Y no hay más cuevas? Debe de haber algo más... ¿está
seguro de lo que me está diciendo?
- Si señor, sólo existen esas dos entradas, por la que nos metió
esa niña y la que sale directo.
- ¡Maldita niña! – exclamó colérico el trooper.
- Cientos de cuevas y una serie de laberintos... ¿Eh, Michelle?
– dijo Rhynguss con rabia contenida.
- ¡Jódete niña! – gritó el otro trabajador.
Rhynguss empezó a caminar de un lugar a otro furioso,
Michelle se había burlado de él enfrente de otras personas, ese fue su
límite de tolerancia.
- Soldado, ya estoy harto, córtele los pulgares y sáquele los
ojos a mi sobrina, si la puerta no abre la volamos.
- Eso es imposible señor, esa bóveda es especial, tendrá que
contratar especialistas para que la abran.
- No importa, se hará lo que se tenga que hacer, encárguese de
esa niña.
Michelle empezó a gritar.
- ¡Espere, nooo!
El trooper sacó una daga que llevaba al cinto, se acercó a
Michelle, esta sólo alcanzó a gritar “aléjate”; y de repente, de sus
manos empezaron a salir rayos eléctricos, fue sólo un disparo pero
suficiente para matar al trooper que no pudo esquivarlo, Rhynguss se
quedó en una pieza, le gritó a sus trabajadores pero ellos salieron
corriendo, gritaban:
- ¡Si es el diablo!
Rhynguss también sintió temor de acercarse a su sobrina,
Michelle aprovechó la ocasión para huir, saltó hacia la derecha del
puente cayendo en un borde que era imposible de ver en esa
obscuridad, lo rodeó y corrió veinte metros hasta llegar a unas
escaleras, era una ruta de escape, su plan lo tenía claro, la bóveda
tenía una salida de emergencia que se abría por dentro y la enviaba
por otro pasillo, la mayor parte de la herencia de su padre eran
diamantes y documentos, le bastaría con ocho o diez viajes para
llevarse todos los bienes, su padre le había comentado que para abrir
esa bóveda mínimo se llevarían de tres a cinco días, tiempo
suficiente para huir con su fortuna.
Tenían una segunda bóveda de seguridad cerca para proteger
su patrimonio, pero a Michelle le fallaron los cálculos, sabía que
había perdido la herencia de su padre, pero había salvado la vida, ya
pelearía en otra ocasión, ahora lo importante era salir de ahí sana y
salva. Mientras, corría estaba pasando nota mental de cómo había
librado la muerte.

Después de encargarse de los dos vagabundos, Michelle sabía


que debía hacer algo para evitar que alguien entrara y se llevara su
patrimonio, se prometió no volver a la cueva hasta saber como
salvaguardarlo, la respuesta le llegó unos días después, Michelle le
pagaba a los niños de la calle para que le hicieran varios encargos
puesto que no le gustaba andar sola en esas calles y ya no estaban
Vagn y Dres para protegerla, un día uno de los niños le dijo:
- El jefe la quiere conocer.
Michelle sintió desconfianza.
- Pero yo no a él, si quiere conocerme que haga una cita y
venga a mi domicilio, de otra manera será mejor que me deje
en paz.
- Mejor vaya señorita, él controla todo el barrio, si no va la
obligará a ir, le aseguro que no le pasará nada.
- Dile que sólo voy si alguien de ustedes se queda aquí en mi
casa, si no regreso en cinco horas quien se queda aquí se
muere.
El niño no supo que pensar y se fue con el recado, al día
siguiente apareció acompañado de otro chico.
- Señorita, dice mi jefe que yo me quede, mi amigo la llevara
con él.
- Espero que entiendas que si no regreso en cinco horas te
matarán.
- El jefe nunca deja a sus soldados atrás – dijo el chiquillo con
la absoluta certeza de que su vida no peligra de ninguna
manera.
- Me alegra oírlo.
Llevaron a Michelle a una casa abandonada, mientras la
recorría estuvo sorteando una serie de trampas que salían de lugares
insospechados, “por favor, péguese a la pared”, “¿cuanto pesa?”,
“pise donde yo piso” y así hasta llegar al cuartel general y con el
líder de la banda, entró en una habitación en donde se encontraban un
muchacho gordo como de unos diecisiete años de edad sentado en
una silla, al lado había otro chico más grande con cara de asesino y
junto a ellos, sentado en el suelo un pequeño jugando con unos autos
de madera.
- Aquí está la señorita, jefe.
Michelle le habló al gordo que estaba sentado.
- ¿Que es lo que quieres? ¿Para que me hiciste venir?
El pequeño que estaba en el suelo jugando le ofreció asiento,
el chico obeso se levantó para cedérselo.
- Así estoy bien, dime: ¿Que es lo que quieres? – Seguía
hablándole al gordo.
El niño pequeño levantó la voz para que Michelle lo volteara
a ver.
- Hablar de negocios – respondió mientras con cuidado
guardaba sus juguetes en una caja y se ponía de pie.
- Disculpa niño pero me dijeron que viniera a hablar con el jefe
y no con sus criados.
- El jefe soy yo – contestó Arlés al tiempo que con ambas
manos se estiraba los tirantes que sostenían sus pantalones.
- No me hagas reír – le respondió Michelle despectivamente
mientras lo inspeccionaba detenidamente.
El niño se puso serio.
- No es recomendable insultar a quien te invita a su casa, en
especial cuando es alguien peligroso.
Michelle vio que hablaba en serio, sacó su arma de entre sus
ropas y le apuntó al pecho.
- Si me hacen algo te mueres conmigo.
- Bien – Arlés le dedicó su mejor sonrisa a la pelirroja –, me
platicaron que eras bastante peculiar, baja el arma, ya te dije
que sólo quiero hablar de negocios.
- Si no te molesta me quedo así.
- Como quieras... muchachos, déjenos solos. – Los dos
grandotes se quedaron viendo entre ellos –. No se preocupen,
a ver si así se le quita lo agresiva a nuestra invitada. – Los
guardaespaldas se retiraron, el chiquillo le seguía sonriendo a
su invitada –. ¿Podemos empezar?
- Adelante – le respondió la pelirroja sin dejar de apuntarle.
- Mira Michelle.... ¿te puedo llamar Michelle?
- Sólo un igual puede llamarme por mi nombre y no cualquier
criado, pero visto tu rango dentro de esta organización creo
que está bien tutearnos.
- Me alegra que pienses así – le respondió Arlés sacando el
pecho y levantando la vista orgullosamente.
- ¿Que me decías? – Michelle le devolvió la sonrisa y dejó de
apuntarle, pero tampoco guardó el arma.
- Ah si, esta es una gran familia de puros niños y nos
dedicamos a varios rubros, hemos expulsado a todos los
grupos de mafiosos de este barrio, nosotros lo controlamos
todo, pero al ser una persona de negocios comprenderás que
no es fácil llevar una empresa sin disciplina.... ¿verdad?
Michelle asintió, el chiquillo siguió con su explicación:
- En este organismo todo lo que ingresa de cualquier rubro lo
juntamos en un sólo lugar y de ahí sale para pagar los gastos
de la organización, a veces hay algún integrante que no
coopera con la empresa y se queda el producto de su trabajo,
es decir, no lo comparte, sin embargo, sigue gozando de los
beneficios de ser miembro y es respetado afuera por ello, a
esas manzanas podridas primero tratamos de corregirlos, si
fallan otra vez los expulsamos, si siguen trabajando en
nuestro territorio los eliminamos.
- Entiendo lo que dices pero... ¿eso que tiene que ver conmigo?
- Pues que los niños que te ayudan son miembros de esta
organización y cometieron su primera falla.
- Pero eso no es mi culpa, yo no lo sabía.
- Pero ahora ya lo sabes, así es que desde ahora ¿que te parece
si nos entregas una cantidad semanal? A cambio te ofrecemos
el trabajo de toda la organización.
- Pero hay veces que no los voy a utilizar...
- Siempre nos vas a utilizar, por lo que sé, tu casa es muy
bonita y tienes un negocio próspero, eso es peligroso en este
barrio, pero si la gente sabe que eres mi amiga nadie se va a
meter contigo.
- Mi padre era un gran hombre de negocios y yo aprendí de él,
si te hubiera conocido me habría dicho que tú eres una
persona de la que hay que tener cuidado.
- ¿Por que?
- Eres un excelente vendedor y esos no son buenos para
obtener ganancias, a menos que sean tus socios.
- Entonces... ¿gustas asociarte conmigo? – Arlés le extendió su
mano a Michelle.
- Trato hecho. – La pequeña pelirroja finalmente guardó su
arma, pensó que era de mala educación amenazar a su nuevo
socio –. Me llamo Michelle Harrisson.
- Arlés Probzzer.
Ambos estrecharon sus manos, finalmente Michelle preguntó:
- Oye Arlés... ¿cuantos años tienes? – la duda la estaba
rondando desde que se dio a conocer como el jefe de la
organización criminal.
- Siete – respondió Arlés confirmando su dicho con sus manos,
la derecha la tenía totalmente extendida y la izquierda tenía
levantados únicamente los dedos índice y medio.
- ¡Yo también! – contestó emocionada Michelle, después con
sus brazos en un medio círculo abarcó toda la habitación –.
¿No eres muy chico para tener una organización criminal?
- Tal vez, pero acaso... ¿tú no eres también muy joven para ser
una rica y próspera comerciante?
Los dos se quedaron viendo el uno al otro y estallaron en risas
por un buen rato.
Arlés se hizo muy amigo de Michelle, le explicó en que
consistía su “organización”, también le indicó cómo entre los
mismos chicos él tenía a sus vigilantes que le informaban cuando
alguien se quedaba con el fruto de su “trabajo” y no lo aportaba al
fondo común, así como la manera en que rolaba el puesto de
vigilante para que nadie supiera quien era en ese momento la persona
que los inspeccionaba y no fueran detectados, entonces a Michelle se
le ocurrió una idea, pidió a Arlés que le dijera como había hecho las
trampas de la entrada de su Fortaleza, una vez que aprendió ya tenía
un plan, pero necesitaba suministros, fue al mercado y compró
alimentos para salir de viaje, regresó a la cueva para comenzar su
plan.
Pasó un mes entero recorriendo el mismo camino largo de la
entrada de la cueva a la bóveda hasta que lo memorizó con los ojos
cerrados, podía hacer el recorrido sin ver y corriendo a toda la
velocidad que se lo permitían sus piernas, después reventó el sistema
de alumbrado, ya no lo necesitaba, contrató chicos de la organización
para que le ayudaran a poner las trampas en el camino largo a la
bóveda, les dijo que quería matar a unos tipos que la estaban
molestando, los muchachos le creyeron, era tal la obscuridad de la
cueva que hicieron su trabajo y no regresaron más, les daba miedo
ese lugar, con el puente fue distinto, al estar más cerca de la bóveda
lo cortó ella misma.
Cuando estuvo todo listo contrató a los chicos de Arlés para
que la siguieran todo el tiempo sin ser vistos, así sabría si alguien la
estaba observando o estaba tras de ella, daba vueltas al azar por el
barrio y después se iba al bosque, la contraseña para saber si alguien
la seguía era que un chico pasara junto a ella exactamente a la
entrada del bosque y se le quedara viendo fijamente.
¡Que buena inversión habían sido esos chicos! Arlés valía
cada moneda que le había cobrado, desde que salió del área
urbanizada del Distrito III Michelle se había percatado que la
seguían, pero decidió continuar, tenía fe en sus trampas, sabía que no
tendría otra oportunidad de ir a la bóveda en mucho tiempo, prefirió
vaciarla de inmediato, pero su plan falló…

Por fin llego a la escalera que la sacaría al bosque a espaldas


de la cueva, subió tan rápido como pudo, al salir empezó a correr,
tenía un refugio bosque adentro, al otro día decidiría que hacer,
cuando llego a su albergue había una persona adentro, se regresó para
escapar pero otro hombre le estaba bloqueando el paso, Michelle se
dejo caer al suelo.
- Tu ganas tío, haz lo que quieras.
- Me honra que me llames tío, Michelle, pero no sé que es lo
que gané.
Michelle encendió la luz y de inmediato reconoció al hombre
que la saludaba, era Argento Riazor, sin pensarlo corrió y lo abrazó.
- Tranquila niña, ahora estás bien.
- ¿Y mi tío? ¿Y mi herencia? – preguntó Michelle esperanzada
en que podía recuperar su patrimonio.
- No te preocupes, Lothar ya se encargó de todo – respondió
Argento Riazor señalando a su guardaespaldas.
Michelle volteó a ver al otro hombre, éste le sonrió.
- Me alegra verlo señor Riazor, pero me temo que es
demasiado tarde, por errores míos perdí la herencia de mi
padre.
- Hasta donde yo he visto toda su fortuna está intacta, de hecho
hasta se ha acrecentado, eres buena en los negocios chiquilla.
Michelle se quedó de una pieza.
- No te preocupes niña yo fui quien le prestó la bóveda a tu
padre y él no quiso borrar mis datos por si algún día
necesitabas de mi ayuda, al enterarme de su muerte la he
estado vigilando, yo soy muy rico y no necesito más dinero,
además, también soy honrado.
- Lo sé, señor Riazor, mi padre lo tenía en alta estima.
- Mira, como ya me conoces sabes que no me gusta andar con
rodeos, vengo a proponerte un trato.
- Lo escucho.
- Sé todo lo que has hecho desde que murió tu padre y es
impresionante, creo que eres una muchachita con un talento
especial, te ofrezco entrenarte y educarte en mi casa, sólo hay
dos condiciones, que te quedarás por diez años y no puedes
renunciar, a cambio, yo cuidaré de tu herencia y la
administraré, cuando te la entregue la habré multiplicado por
cien, si no aceptas tomaré la herencia de tu padre y la
depositaré en mi banco, así podrás disponer de ella como
mejor te plazca. Se lo debo a Johann.
- ¿Y que pasará con los negocios de papá?
- Los recuperaré todos.
- Gracias, pero creo que yo no lo necesito, puedo valerme por
mi misma.
- Creo que eso ya lo has demostrado en estos meses, estoy
seguro que triunfarás en lo que te propongas, yo únicamente
te ofrezco una alternativa de ser realmente alguien que pueda
cambiar el mundo, algo que sólo unos pocos elegidos podrían
hacer y tú eres uno de ellos.
- ¿Y que espera de mí en esos diez años?
- Que seas tan fuerte como un bérserker, créeme Michelle, vas
a ser muy poderosa, hoy creaste energía elemental de tipo
electricidad sin tener ningún entrenamiento
- ¡Pero no sé como lo hice!
- Por eso quiero que entrenes, tu padre pertenece a un Clan
muy poderoso de mi estado natal, aunque él pertenecía a una
rama más alejada de los guerreros de su familia la sangre
Harrisson es fuerte en ti, pero necesitas entrenar para que
controles ese poder.
- ¿Y que quiere que haga después de esos diez años?
- Te haré una propuesta como la de hoy, si aceptas bien, y si
no, tomas tu herencia y haces lo que mejor te plazca.
- ¿Y con mi familia?
- Lothar se encargará de ellos.
- Una ultima pregunta. ¿Como supo acerca de mí?
- Le estaba dando seguimiento a un chico con cualidades tan
excepcionales como las tuyas, pero de diferente clase, hoy lo
recluté, él me habló de ti, me dijo lo que habías hecho y me
dejó impactado, pero me sorprendí más al saber que ese
prodigio era la hija de mi querido amigo Johann, después le
informaron que te dirigías al bosque y te seguían, como ya te
dije esa cueva es mía, inmediatamente supe que te dirigías
aquí, pero debía constatar que realmente eras excepcional, así
es que Lothar estuvo observando todo, si tu vida corría
peligro su orden era rescatarte hasta el último momento, pero
al parecer no lo necesitabas.
- Perdone que lo corrija, señor Riazor, pero la ayuda sí la
necesitaba, la necesidad, la suerte y los brutos que me
secuestraron corrieron a mi favor.
- Tu lo llamas suerte, yo habilidad. ¿Entonces que Michelle?
¿Aceptas mi propuesta?
Michelle lo meditó, decidió que era su obligación vengar la
muerte de su padre con sus propias manos, para eso necesitaba el
entrenamiento adecuado.
- Si, acepto, pero no quiero que toquen a mi familia, déjenles
un negocio con el que puedan mal vivir, que tengan que
vender lo poco que les dejó mi abuelo de herencia, quiero que
vivan, hasta que los vuelva a ver en diez años…
CAPÍTULO 9
ANTARES
Llegó el día del torneo, como había sido predicho se
encontraban todos los alumnos que habían completado el curso, de
dos mil que iniciaron sólo terminaron cuarenta, de los cuales veinte
eran troopers, trece elementors y siete bérserkers. En la Ciudadela se
presentaron los Delegados de los tres distritos exteriores y el Regente
del Distrito Comercial, también estuvieron presentes las familias más
nobles y ricas del exterior de la zona militar, así como invitados
especiales del resto del país, era un evento que nadie se quería
perder, iba a ser televisado en todo Boleria.
Los combates serían de alarido, se habían presentado también
guerreros independientes y al servicio del gobierno de todos los
distritos, troopers, elementors y bérserkers, todos querían el premio,
por un tiempo se especuló que hasta los mismísimos Delegados
combatirían por la espada sagrada Antares, pero al llegar el día
ninguno de ellos inscribió su nombre entre los combatientes, pero
algunos sí enviaron a sus mejores oficiales, también se inscribieron
algunos militares, entre ellos Phylax.
Empezaron los combates, fueron dos días intensos, al final, en
el tercer día sólo quedaban veinte participantes, cinco troopers, tres
elementors y doce bérserkers, Phylax también pasó de ronda.
Para ese día se presento Argento Riazor a ver los combates,
llegaba con tres bérserkers para pelear por la espada sagrada. Cuando
un guerrero era reconocido por su habilidad se le daba el derecho de
competir directamente en los dieciseisavos de final, por lo que doce
bérserkers prestigiados se presentaron a pelear directamente a las
finales, los combatientes de Riazor eran Lothar, Dorian y Arlés.
Desde que se presentó en la arena Arlés preguntó por la
inscripción de Cross pero no le supieron dar noticias de él, dijeron
que no estaba en las listas, después, investigando más a fondo se
enteró que su nombre aparecía en el registro de muertos en
entrenamiento, no lo podía creer, él sabía que de todos los alumnos
que habían terminado su educación en la academia sólo tres habían
pasado a los dieciseisavos de final del torneo y ninguno tenía
posibilidades de pasar a la siguiente ronda, recordaba que Cross era
muy fuerte y además poseía la habilidad de controlar la energía pura,
algo andaba mal y estaba decidido a averiguarlo.
Se llevaron a cabo los combates de dieciseisavos de final y
los tres bérserkers de Argento Riazor pasaron sin problemas, Phylax
también seguía en la carrera, a partir de la siguiente ronda ya
empezaba la dificultad, quedaban sólo bérserkers y guerreros
poderosos. Arlés paseaba por los alrededores de la arena cuando se
encontró con su antiguo compañero de cuarto de la residencia del
Distrito Comercial.
- ¿Que hay Dorian? – Arlés lo saludó ofreciéndole el puño
cerrado.
- Arlés. – Dorian chocó su puño con el de su compañero.
- ¿Sabes por que no vino Cross? Es muy raro que no esté aquí
combatiendo por la espada sagrada...
- No y tampoco me interesa, él era el más interesado de todos
en esta espada, no hablaba de otra cosa, si no está aquí es
porque no progresó.
- Vamos amigo... ¿En serio crees eso? Hasta ahora hemos
enfrentado a puros "bultos", incluso Cross cuando se fue de la
casa del Distrito Comercial era mejor que muchos de ellos.
- No importa lo que crea, el hecho es que no está aquí.
- En eso tienes razón... ¿y que piensas del torneo? – Arlés se
sentó al lado de su antiguo compañero.
- Que esto es una pérdida de tiempo, deberíamos luchar tú y yo
por esa espada de una vez.
- Te has vuelto muy soberbio – Arlés se había acomodado en la
banca de lado para ver a los ojos a su compañero.
- No tanto como tú, además, nuestros verdaderos rivales no
quisieron participar – Dorian veía al frente y no a su amigo.
- Es cierto, Michelle es una elementor y dijo que no le
interesaban las armas, Elektra no quiso participar, no lo
necesitaba, iba a venir como espectadora pero como no vio el
nombre de Cross en las listas de participantes decidió no
hacer el viaje hasta acá, Cástor y Póllux siguen siendo
troopers, pero de los más poderosos y ya los conoces, no les
interesa nada.
- Así es, pero son los únicos rivales que valen la pena, lo
demás es basura, pura pérdida de tiempo.
- ¿Y Lothar?
- Bien sabes como yo que ya lo dejamos atrás, si le toca
enfrentarnos se retirará.
- El señor Riazor nos dio la misma orden a nosotros, no
debemos pelear.
- Sabes que si nos toca lo haremos.
- ¿Vas a desobedecer a tu mentor? Eso si sería una grata
sorpresa, jamás te he visto ir en contra de sus órdenes...
- Yo no Arlés, pero tú sí – Finalmente Dorian volteó a ver a
Arlés directamente a los ojos.
- En verdad eres otra persona, Dorian, espero no pelear
contigo, no tengo nada contra ti.
- Las deudas de mi señor son mis deudas, Arlés, no lo olvides.
- Te entiendo amigo, luego nos vemos – Arlés le dio un par de
palmadas en la espalda a Dorian y se retiró, sus palabras
habían sido sinceras, esperaba no enfrentarse a él, pero si se
ponía en su camino lo mataría.
Llegó el día cuatro, arrancaron los octavos de final, ya se
habían desarrollado dos combates: los de Dorian y Arlés, ambos
ganaron en menos de un minuto, seguía el tercero, era el combate de
Phylax, le tocó por sorteo pelear con un trooper, se alegró de ello,
aunque su rival había mostrado unas cualidades excepcionales, él
podía vencerlo, quería enfrentar al final a Lothar, lo conocía bien y
sabía que era muy peligroso, los dos chicos que venían con Argento
Riazor también eran de cuidado, habían ganado sus combates sin tan
siquiera esforzarse.
Midió a su oponente, era de estilo energía elemental tierra, no
lo conocía pero realmente era bueno, además, era fuerte contra el
elemento agua, pero Phylax, tenía todavía algunos trucos bajo la
manga. Los altavoces marcaron el inicio del combate.
- Comiencen.
Ambos contendientes dispararon su poder elemental para
medirse, cuando los elementos estaban a punto de chocar algo se
interpuso, una fuerza brutal extinguió ambos ataques, en el centro de
la arena estaba una persona vestido de guerrero.
- Mi nombre es Lesath Crossifixio Sargás y vengo a pelear por
el derecho a llevarme la espada sagrada Antares.
La espada sagrada era de tamaño mediano manejable a una o
dos manos, la hoja mostraba un muy leve tono rojizo, la empuñadura
demostraba que era una espada especial, cuando Cross apareció
parpadeó en rojo un poco más oscuro, sólo los que conocían los
secretos de esa espada lo notaron, entre ellos Argento Riazor, quien
le comentó al personaje que se encontraba a su lado:
- Ponga atención Delegado, esto se va a poner interesante.
- ¿Conoce al chico que reclama la espada, señor Riazor? –
preguntó el Delegado, le había gustado la intrusión de Cross,
todos los combates le habían parecido extremadamente
aburridos, esperaba que ahora las cosas se pusieran
interesantes.
- Claro que lo conozco. ¡Es mi protegido!
Toda la arena estaba en silencio total, hasta que Phylax
rompió el silencio.
- ¿Quien te crees que eres? ¡No puedes venir a competir aquí!
- ¿Por que no? – preguntó Cross en un abierto reto a su antiguo
profesor.
- No estás inscrito – respondió Phylax señalando las listas que
se encontraban a un lado de la arena.
- Hasta donde yo sé todos los alumnos de la academia están
inscritos en el torneo.
- Pero tu fuiste dado de baja.
- Te equivocas Phylax. – Lothar era quien hablaba –. Tú lo
declaraste muerto por no resistir los entrenamientos pero no
hiciste el trámite de baja de la academia, él sigue siendo un
alumno.
Obviamente no sólo Arlés había investigado por qué Cross no
estaba participando en el torneo, Lothar también lo había hecho.
Phylax hecho una furia le increpó:
- ¿Tu que te metes? Es un competidor más por tu objetivo.
- ¿Que quieres que te diga Phylax? Me gusta hacerte enojar.
Phylax por ningún motivo pensaba dejar competir a Cross por
el arma sagrada, siguió discutiendo con él.
- De todos modos no puedes participar, te saltaste las
preliminares sin ser un bérserker de categoría o un invitado.
- ¡Yo lo respaldo! – Se levantó Argento Riazor –. Y mi amigo
el Delegado del Segundo Distrito también. – Le dio una
palmada en la espalda al Arcángel Gabriel –. ¿No es así?
- Si usted lo dice Lord Riazor – le respondió el Delegado
fríamente.
Phylax estaba hecho una furia.
- ¿Y como piensan arreglar el emparejamiento? No se puede
agregar a alguien más, estamos en octavos de final…
Cross volteó a ver a su antiguo profesor, su rostro era
inexpresivo.
- Ese problema lo arreglo yo… estimado maestro.
Acto seguido le arrojó un kunai de energía pura a Phylax, éste
levantó su defensa de agua pero fue inútil, el ataque lo impactó,
después de recibirlo sólo alcanzó a decir:
- Que ataque tan poderoso… – Y se desvaneció. Había perdido
el brazo derecho.
Cross inmediatamente se dirigió al palco principal.
- Problema resuelto... ¿con quien me corresponde pelear?
El trooper que iba a pelear con Phylax enfundó su arma.
- No conmigo, yo renuncio.
Entonces Cross nuevamente se dirigió al palco principal
- Perdón por la interrupción, pero no vine a perder el tiempo,
que todos los aspirantes peleen contra mi, esa espada hoy se
va conmigo.
Los demás contendientes se enfurecieron al escuchar sus
palabras, seis de ellos lo atacaron, los derrotó a todos en un instante,
entonces Cross caminó hacia la espada sagrada, nadie se puso en su
camino, al lado de la urna donde se encontraba el arma estaba
recargado Arlés.
- Hola Cross, ya me parecía extraño que no estuvieras aquí, tu
entrada fue espectacular, me extraña viniendo de ti que
siempre quieres pasar desapercibido.
- Hola Arlés, a veces hago cosas extrañas para desconcertar a
mis oponentes. ¿Piensas retarme?
- No, hoy no, tu exhibición fue buena y si peleamos uno de los
dos moriría, no tengo ganas de morir hoy.
- Me parece sensata tu respuesta, porque yo si vengo dispuesto
a matar.
- Adelante, la espada es tuya, mi objetivo de todas formas es
otro... – Volteó a ver a Argento Riazor.
- Me da pena contigo, Arlés, pero vas a tener que esperar un
poco, tengo que cruzar algunas palabras con él y mi asunto no
puede esperar.
- No te preocupes, sabes que soy paciente, si no es hoy otro día
será, pero créeme, ese día llegará.
Ambos se hicieron una reverencia con la mirada y chocaron
puños, con el revuelo que había causado Cross iba a ser muy difícil
llegar a Argento Riazor, Arlés prefirió observar y divertirse, quien
sabe, había una posibilidad de que se diera un combate entre Cross y
Dorian; y entonces Riazor probablemente podría perder a su perro
guardián, le había gustado ese nombre, “perro guardián”, le quedaba
como anillo al dedo a Dorian, Arlés sabía quien era ahora. Cross lo
combatiría con la espada sagrada, sería una pelea de pronóstico
reservado.
Cross alargó el brazo hacia la espada sagrada, conforme más
se acercaba más resplandecía en rojo el metal del arma, cuando
finalmente su mano tocó el cerrojo de la urna en donde estaba
Antares, el contenedor explotó en mil pedazos, el arma estaba
expulsando demasiada energía, Cross la tomó en sus manos y la
espada trasladó su energía al cuerpo de su nuevo portador, en
cuestión de segundos Cross apareció en el palco de Argento Riazor,
con la mano izquierda inmovilizo a Dorian con su pared defensiva y
puso la punta de Antares en la garganta del Tesorero del Distrito
Comercial.
- Hola Cross. ¿Es esto necesario? – preguntó Argento Riazor
calmadamente.
- Aquí esta tu espada – le respondió Cross sin hacer caso de la
pregunta de su mentor –. ¿Donde esta Christina?
Argento Riazor sintió que le hervía la sangre sólo de escuchar
pronunciar el nombre de su hija de labios de Cross, lo consideraba el
culpable de la tragedia de su niña, sin embargo, se controló y le
preguntó tranquilamente.
- ¿De que me hablas muchacho?
Cross apretó la espada contra la garganta de Riazor, de su
cuello manó un hilo de sangre, Argento volteó la vista hacia Lothar
quien estaba impasible, no iba a actuar, luego giró su visión hacia
Dorian, observó como sus ojos café claro se le tornaban en un color
cian claro, con la energía que desprendía de su cuerpo “derritió” la
pared de energía de Cross, después se llevó la mano a su espada.
- Tranquilo Dorian, Cross no va a hacer nada.
- Te lo repito Riazor. – Cross también había visto la
transformación de Dorian pero no le hizo caso, su objetivo
era claro, saber en donde estaba la hija de su mentor –.
¿Donde está Christina?
- Si retiras tu espada de mi cuello hablamos, en caso contrario
haz lo que te apetezca.
Cross desvió unos centímetros la espada del cuello de Riazor
y la clavó en el respaldo de su asiento, se alejó tres pasos, momento
que Dorian aprovechó para atacar, en una fracción de segundo
golpeó a Cross en las costillas, éste se doblego, después lo clavó con
su espada por el hombro al suelo con una precisión quirúrgica, no le
tocó ningún órgano vital. Cross no se inmutó.
- Ya tienes tu espada, Riazor. ¿A donde demonios enviaste a
Christina?
- Mira Cross, donde esté mi hija no es de tu incumbencia, yo
jamás te pedí la espada, tú decidiste venir a entrenarte y
pelear por ella.
- ¡Porque tú me lo pediste! – Cross trató de incorporarse pero
Dorian se lo impidió poniendo el pie en su pecho.
- Error, te lo sugerí. – Argento Riazor hablaba calmadamente a
Cross, como si tuviera una plática cordial con él.
- ¿Entonces no deseas la espada? – Por más que estudiaba el
rostro de su mentor, Cross no lograba descifrar sus
intenciones.
- Ah, eso es diferente, si me interesa – Respondió el Secretario
del Distrito Comercial pasando el dedo por la hoja del arma
que estaba clavada en el respaldo de su asiento.
- Entonces tómala y contéstame lo que te pedí.
- Cross, deseo la espada pero ahora está incompleta.
- ¿De que estás hablando? – Cross esta vez posó su vista en el
arma.
- Es algo muy sencillo, muchacho, el arma tiene un
complemento sin el cual no puede ser dominada.
- ¿Entonces? – preguntó Cross mientras de un manotazo se
quitó la bota de Dorian del pecho.
- Te explico. Como ya te había dicho, la espada sagrada escoge
a su dueño, en este caso en particular tú, muchacho, la espada
brilla ante tu presencia, por lo que todo este torneo fue pura
diversión, recuerda que también te había mencionado que el
torneo se realizaría siempre y cuando la espada no hubiera
elegido amo; Antares estuvo a la vista de todos, si te hubieras
molestado en ir a verla, la pudiste haber reclamado hace diez
años.
- Creo que esa información no me ayuda mucho.
- Oh claro, sólo quise hacerte sentir un poco tonto; como te iba
diciendo, el arma sagrada únicamente funciona con el
elegido, pero hay otra manera de dominarla…, existe un
guante especial que puede transmitir la energía de Antares a
su portador, no controla al cien por ciento a la espada pero si
un cincuenta por ciento, que créeme muchacho, es mucho
poder.
- Así es que también deseas el guante.
- Sin el guante la espada en manos de cualquier persona es un
bonito objeto ornamental, indestructible, pero sólo un adorno.
- Ya me estoy cansando de estar en el suelo. ¿Podría decirle a
Dorian que retire su arma de mi hombro?
- ¿Y si no lo hago?
- No creo que quiera averiguar de lo que soy capaz.
- Yo si – le respondió Dorian.
Argento Riazor señaló a su guardián.
- Tranquilo campeón. Esta bien Cross, solo promete que no vas
a volverme a atacar.
- No me interesa atacarlo, usted sabe lo que quiero.
- Ah si, Christina… libéralo Dorian, no me atacará.
Antes de que Dorian retirara la espada, Cross lo hizo
utilizando su energía elemental, su herida no sangró, estaba
cauterizada, le entregó su espada a Dorian tomándola por la hoja.
- Eres bueno, Dorian, me alegro de que no estuvieras con los
que derroté.
- No eres rival para mí.
- Si, seguro. – Cross se volvió hacia su mentor –. Entonces
Riazor... ¿donde está ese guante y donde está tu hija?
- El guante está protegido por el Círculo del Zodiaco en el
Primer Distrito, mi hija estudia en la escuela superior del
Tercer Distrito. ¿Contento?
- No mientas, sé que diste su mano en matrimonio y que la
enviaste con su futura familia fuera de Arcadia.
- Cross, yo jamás he mentido, si te digo que mi hija está
estudiando en la escuela superior del Tercer Distrito es
porque ahí está. ¿Ok?
- La voy a buscar y espero que no me detengas.
- Cross, lamento que te comportes de esa manera con quien te
dio casa, alimentos y estudios, nunca nada te faltó, te traté
como a un hijo…
- Ahórrate tus discursos, Riazor, ya sé como eres en realidad,
me enteré de la masacre en tu casa y lo que le hiciste a
Maggie, por el momento Christina es lo que más me importa
pero créeme, de una forma o de otra pagarás por lo que has
hecho.
- Piensa lo que quieras, muchacho, al parecer has sido
engañado, pero te perdono, eres como mi hijo y mis puertas
siempre estarán abiertas para ti.
Cross retiró la espada del asiento.
- Al parecer esto todavía es mío, espero que lo que dices sea
cierto, porque de lo contrario te aseguro que te voy a visitar y
tendremos una agradable velada, bueno, eso si no se me
adelanta Arlés, al parecer también está ansioso de mostrarte
su "gratitud". Cros enfatizó la última palabra.
Finalmente Argento Riazor se molestó.
- Hagan lo que tengan que hacer, lo que hice por ustedes lo
realicé sin esperar ningún agradecimiento pero tampoco
esperaba tal desprecio, a propósito, por lo menos espero que
en el futuro te dirijas hacia mi como señor o Lord Riazor.
- Nos vemos pronto Argento…, Dorian…, Lothar…,
Delegado… – Cross observó a cada uno de los mencionados
a modo de despedida.
Lothar vio como Cross lo miraba con tristeza en lo ojos, pero
no dijo nada, sólo inclinó la cabeza a modo de saludo, ya averiguaría
que es lo que pasaba, únicamente observó a su antiguo alumno saltar
a la arena y retirarse. Una vez que todo se tranquilizó el Arcángel
Gabriel le comentó al Tesorero del Distrito Comercial:
- Ufff, eso estuvo bastante fuerte, Lord Riazor, creo que de sus
cuatro bérserkers su número se redujo a la mitad.
- Así es la vida, Delegado, tal vez a menos… – Riazor observó
a Lothar quien le sostuvo la mirada.
La escena de Cross con el señor Riazor no fue televisada, la
señal fue cortada “por fallas técnicas”, después la editaron, parecía
que Cross había subido a que lo felicitara su benefactor, así de
poderoso e influyente era Argento Riazor. Se proclamó vencedor del
torneo a Lesath Crossifixio Sargás, quien por ser el poseedor de la
espada sagrada ahora recibiría el título de “Lord” con todos los
beneficios que eso traía, su rostro ahora era conocido por todo
mundo en el estado de Arcadia, así le sería más fácil a Riazor tenerlo
vigilado…
Una vez que todo terminó los Delegados de los Distritos I y
III así como las familias más ricas y nobles se volcaron con Argento
Riazor, nadie escuchó nada y el Delegado del Distrito II tampoco
hizo ninguna mención de lo realmente sucedido, dijo que todo fue
teatro de los muchachos felices por la victoria de Cross.
Al término del torneo todos asediaban a Argento Riazor para
solicitarle como extutor legal del vencedor (Cross tenía veinte años,
la mayoría de edad era a los dieciocho) que le permitiera unirse a sus
fuerzas como comandante de sus respectivos ejércitos (Riazor vivía
en el Distrito Comercial que era neutral), el Tesorero les contestó que
eso lo decidiría Cross en persona, al ser declarado Lord tenía el
derecho de decidir su futuro por cuenta propia.
Mientras tanto, en otro lugar de la arena dos viejos amigos se
encontraban.
- Habías dicho que no te interesaba el torneo.
- Tenía curiosidad.
- Que gran espectáculo... ¿verdad Michelle? ¿O prefieres que te
llame Pariel?
- Me da lo mismo – respondió Michelle mientras pellizcaba a
su compañero, Arlés bien sabía que la molestaba que él la
llamara por su nombre de guerrera.
- ¿Disfrutaste del show? – Volvió a preguntar Arlés mientras se
sobaba el brazo que había sido pellizcado.
- No estuvo mal – respondió la pelirroja que finalmente sonrió
al ver a su amigo adolorido por su pellizco.
- Te vi apuntando al palco. ¿A quien querías lastimar?
- A nadie – contestó Michelle viéndolo fijamente y un poco
sonrojada.
- Tal vez… ¿ayudar a Cross? – Ahora el que sonreía era Arlés
le gustaba agarrar a su amiga con la guardia baja.
- No seas ridículo, sólo estaba protegiendo al Delegado, por
eso estoy aquí, soy parte del servicio de inteligencia para su
protección.
- Dicho así no hay nada más que decir, hasta luego, fue un
gusto verte.
- Espera Arlés. ¿Pensaste en mi propuesta?
- Creo que ya te dí mi respuesta.
- Si, pero tampoco pudiste hacerte con el liderazgo del Colegio
del Tercer Distrito, te propongo que formes tu propio grupo
independiente de la escuela, no le rendirás cuentas a nadie,
sólo quiero que en caso guerra pelees de nuestro lado.
- Acepto, pero si Riazor esta en tu bando iré por él.
- No hay problema, a mi tampoco me simpatiza.
- ¿En serio? Te hizo una mujer muy rica.
- Lo hizo con mi fortuna y a cambio de algo que yo cumplí,
además, hay cosas más importantes que el dinero.
- Me alegra que así lo entiendas, pero a propósito de dinero,
voy a necesitar una nueva fortaleza…
- Habla con mis contadores, tienes crédito ilimitado.
- Gracias princesa.
Horas más tarde en los cuarteles de la zona militar, Lothar le
estaba exigiendo una explicación de lo sucedido a su protegido.
- Argento. ¿Que sucedió allá arriba?
- Nada Lothar, sólo que Cross y al parecer también Arlés son
un par de malagradecidos.
- Desde que se fueron los niños me enviaste un año a ver tus
asuntos a la capital, mientras, te llevaste a entrenar a Dorian a
tu tierra natal. – Lothar señalaba a Dorian –. Cuando
regresaron este cabroncito se había convertido en un robot,
además, desde ese entonces no he pisado tu casa en el Distrito
Comercial. ¿A que se refería Cross? ¿Que pasó con tu hija y
con Maggie?
- Lothar, te agradezco todos los años que has estado conmigo,
de verdad hiciste un gran trabajo, pero ahora tengo a Dorian,
por lo tanto, rescindo el contrato que tengo contigo y con la
Ciudadela, el tramite ya lo había iniciado antes, así que el
papeleo ya está en orden, tu último compromiso conmigo era
la participación en el torneo y como siempre estuviste
excelente, te fuiste invicto, a partir de ahora te deseo la mejor
de las suertes.
- Espera Argento, no me importa el contrato, si ya lo
rescindiste por mi está bien, pero me vas a explicar lo que
sucedió.
- Cuidado con como le hablas a Lord Riazor. – Dorian se puso
enfrente de Lothar con la mano en su espada.
- Como quieras chico. – Lothar adoptó pose de ataque.
- ¿Que pasa aquí?
Todos voltearon hacia la voz que preguntaba, se trataba ni
más ni menos que de uno de los Comandantes del ejército de la
Ciudadela, su nombre clave: Armagedón.
- General Lothar. ¿Ya olvidó como saludar a tus superiores?
Lothar vio a Armagedón con desprecio, el tipo había
ascendido en la cadena de mando militar hasta el máximo puesto,
pero cuando Lothar estaba en servicio activo siempre había sido su
inferior. Sin embargo, vio que ya nada podría hacer en ese momento,
por lo que decidió no hacer las cosas más difíciles.
- Lo siento Comandante, el General de las Fuerzas Especiales
de Inteligencia del área del Cinturón, lo saluda. – Lothar
adoptó una posición de firmes y se llevó la mano derecha
extendida a la frente a modo de saludo.
- Descanse soldado – respondió Armagedòn, después volteó
hacia donde estaba el Tesorero del Distrito Comercial –. Lord
Riazor – lo saludó con una inclinación de cabeza.
- Hola Comandante, le explicaba al General de la rescisión de
nuestro contrato.
- Ah si, los papeles están en orden. – Volteó hacia Lothar –.
General, se le reasigna a su antigua unidad en el área del
Cinturón del edificio principal, a falta del Comandante
Ragnar usted será uno de nuestros estrategas, repórtese de
inmediato.
- Si Comandante, sólo necesito unos minutos con el señor
Riazor, debemos aclarar unos puntos.
- No hay nada que aclarar Lothar. – Argento Riazor le sonreía a
su recién despedido guardaespaldas –. Todo está dicho entre
usted y yo.
- Sólo necesito que me diga...
- ¡General! – lo interrumpió Armagedón –. Me parece que el
tiempo afuera le ha afectado la cabeza, aquí no se perdona la
indisciplina, repórtese con su unidad.
- Señor, pido mi baja del ejército.
- Eso lleva su trámite y su tiempo, ya debería saberlo, ahora es
la última vez que se lo digo, repórtese a su unidad…, no,
espere, repórtese a la prisión, está usted arrestado por
desobedecer a su superior.
Lothar finalmente perdió la paciencia, tomó de la solapa al
Comandante y lo amenazó.
- Ten cuidado con como me hablas imbécil, el hecho de que
ahora tengas un grado militar superior al mío no significa
nada para mí, todo mundo en los círculos de poder sabe quien
eres tú y quien soy yo, créeme, la distancia entre los dos es
abismal, vuelve a faltarme al respeto y te mato.
Armagedón sin inmutarse giró la cabeza a su derecha, Lothar
lo imitó, a lo lejos vio a una persona con quien el despedido
guardaespaldas no deseaba tener problemas: el Gobernador de
Arcadia, quien lo veía fijamente y con el rostro duro, desaprobando
completamente lo que estaba presenciando, Lothar se supo derrotado,
con un movimiento de cabeza saludó al Gobernador y después se
despidió formalmente del Comandante de los ejércitos de la
Ciudadela.
- A la orden señor.
Lothar se dirigió a la prisión, no tenía elección, le enfurecía
que un imbécil como Armagedón le diera órdenes, pero él así lo
había decidido, en el pasado su puesto había sido muy superior al del
Comandante, pero había sido hace mucho tiempo, cuando él mismo
era otra persona, de reojo observó como el Gobernador del estado se
había unido a Argento Riazor y al Comandante, todos sonreían y
platicaban animadamente, a su lado Dorian estaba impasible.
CAPÍTULO 10
DORIAN
Dorian vivía en una herrería, su madre murió cuando lo parió
y nadie desde ese día volvió a ver a su padre, su tía, hermana de su
progenitora, se hizo cargo de él desde su nacimiento, al año de edad
lo vendió a un canterano del área de las montañas. El señor Theobald
que era la persona más rica del pueblo montañés “C” del Tercer
Distrito, controlaba y explotaba la cantera más grande de toda la
zona, era conocido por su crueldad y porque compraba seres
humanos para que trabajaran en sus minas como esclavos.
Sólo había dos formas de escapar de su yugo, comprando su
libertad o con la muerte. Theobald les cobraba a sus trabajadores
intereses gigantescos por haberlos “comprado”, lo que en realidad
hacía era pagar sus deudas a cambio de su trabajo en la mina,
también cobraba por la ropa que usaban, por el techo donde dormían,
por la comida, con lo que finalmente sus trabajadores por más que se
esforzaban terminaban por retirarse de la segunda manera.
Desde que Dorian tenía memoria era obligado a cargar
piedras y comía una sola vez al día (cuando comía), la vida en la
mina era dura, los mismos trabajadores le quitaban su alimento, era
común que los niños pequeños que compraban para trabajar en las
minas murieran en pocos meses, los utilizaban para entrar por
reductos que sólo cabrían animales pequeños exponiéndolos a gases
tóxicos, también a la hora de comer y de dormir eran sometidos así
como despojados por los más grandes, ningún niño pequeño duraba
vivo más de dos meses.
Dorian sobrevivió. A los seis años ya era un veterano en las
minas del señor Theobald, entraba y salía por los reductos a los que
lo enviaban, su cuerpo se hizo inmune a los gases tóxicos y a las altas
temperaturas, había aprendido a alimentarse de plantas e insectos,
cuando podía se atragantaba con su comida en cuanto se la servían,
tenía que ser rápido, debía comer antes de que se la arrebataran. Las
noches tampoco eran un consuelo, dormía a la intemperie, era mejor
que ser violado, ya lo habían sodomizado en varias ocasiones y
prefería el frío a ese sufrimiento.
Su cuerpo se hacía cada vez más resistente, desde los cinco
años había dejado de cargar piedras, Theobald se dio cuenta de que
Dorian era demasiado valioso como “topo” para exponerlo a una
lesión, sin embargo, el vigilante de la mina y mano derecha del
patrón, un bérserker de nombre Atilus lo odiaba, había apostado con
Theobald que ese mocoso no llegaría a los cuatro años, después
volvió a apostar que no llegaba a los cinco y a los seis… había
perdido una verdadera fortuna por culpa de ese maldito roedor.
El guardia, para asegurarse de que no resistiera fue el primero
que lo violó, después les permitió a los demás que lo hicieran, él se
hacía de la “vista gorda”, pero el niño era un sobreviviente, a pesar
del maltrato físico y de las condiciones en las que vivía jamás se
enfermó, al contrario, se hacía más fuerte.
Atilus era implacable con ese niño, aún y cuando el señor
Theobald había prohibido que le cargaran el trabajo pesado a Dorian,
el guardia se desentendía cuando los otros trabajadores obligaban al
niño a que les ayudara con su labor, Dorian no podía hacer otra cosa
más que someterse y obedecer, él quería morir, pero su cuerpo se
resistía a obedecerlo.
El tiempo siguió pasando hasta que Dorian cumplió la edad
de ocho años, entonces su vida cambió, sucedió el día en que su
patrón lo mandó llamar, necesitaba que le trajera de la mina un metal
precioso para un caballero vestido elegantemente quien iba
acompañado de su guardaespaldas personal, un sujeto que tenía un
atuendo parecido al de Atilus, Dorian se encaminó a la mina, en la
entrada de la misma se encontró con el guardia.
- ¿A donde vas mocoso? – le preguntó mientras lo golpeaba
con un fuete en la espalda.
- Por la pieza preciosa que encontré la semana pasada –
respondió Dorian sin quejarse, sabía que si lo hacía le darían
muchos azotes más
- ¿Que quieres hacer con ella? – preguntó el guardia con el
semblante serio.
- Me la solicitó el señor Theobald.
Atilus se puso nervioso, había regalado esa pieza a una
prostituta de la que se había enamorado y pensaba utilizar a Dorian
para que posteriormente bajara a donde la había encontrado y la
repusiera.
- No vas a ningún lado. – Tomó por el cuello a Dorian y lo
azotó contra una pared.
- Pero el señor…
- ¡Cállate y escucha! Vas a hacer lo siguiente: dile a tu patrón
que la robaste para comprar comida y que te estafaron.
- ¡Pero eso no es cierto! – protestó Dorian indignado, no se
pretaría al juego de Atiluis para que éste se divirtiera a costa
de su castigo.
- Haz lo que te digo mocoso – el bérserker apretó más el cuello
del menor.
Dorian temía a Atilus, pero le tenía más miedo al señor
Theobald, en una ocasión observó como quemaba vivos a dos
trabajadores que habían robado algo de oro y pensaban escapar.
- Lo siento Atilus, pero no lo voy a hacer – Dorian contestó
con apenas un murmullo, el bérserker lo estaba asfixiando.
- ¿Que estas diciendo?
Atilus acercó el rostro al del muchacho, su aliento le causo
repulsión a Dorian, el guardia había estado bebiendo.
- Prefiero que me mates a enfrentarme a la furia del señor
Theobald, además, no importa que te haga caso o no, de todas
formas te vas a desquitar conmigo, siempre lo has hecho.
- Mira insecto, si haces lo que te digo prometo no volver a
tocarte y prohibiré a los demás que se metan contigo.
- Pero el señor Theobald me castigará.
- No te preocupes por eso, yo hablaré en tu favor y cuando
mucho te azotará, yo cumpliré el castigo y seré blando
contigo.
- No estoy seguro…
- Acepta muchacho, que importa una paliza ahora si te vas a
evitar muchas más lo que te resta de vida. – Atilus pensó –:
maldito cabrón, si Theobald no te mata lo haré yo.
Dorian lo vio en su mirada, Atilus no cumpliría su palabra,
pero era peligroso decirle que no en ese momento, podría matarlo.
- Esta bien Atilus, trato hecho.
- Tomaste la decisión correcta muchacho – Atilus dejó libre a
Dorian quien respiro repetidamente para recuperar el aliento.
Dorian se regresó con el señor Theobald, por supuesto que le
diría la verdad, no quería morir quemado vivo, pero cometió un
error, empezó a caminar más rápido de lo normal y volteaba
frecuentemente a ver a Atilus, éste se dio cuenta y tuvo un mal
presentimiento.
- ¡Dorian espera!
El niño no le hizo caso, empezó a correr con todas sus
fuerzas, Atilus corrió detrás de él pero no podía alcanzarlo, con los
excesivos ritmos de trabajo a los que Dorian era expuesto su cuerpo
no era normal, sus piernas eran tan fuertes como el acero, Atilus que
era un bérserker controlador de energía elemental de tipo tierra sacó
su espada, realizó un movimiento con ella e hizo temblar la tierra,
Dorian, seguía corriendo, sólo le faltaban unos metros: siete…,
cinco…, dos...
- ¡Señor Theo…!
No alcanzó a terminar la frase, el techo se le vino encima y
junto con él a otros cinco trabajadores.

Cuando Dorian despertó todos lo estaban observando


asombrados, era el único sobreviviente, los demás cuerpos estaban
destrozados, el se salvó por su menudo cuerpo y porque era muy
resistente.
- Es un milagro que este niño haya sobrevivido – comentó el
bérserker que acompañaba al hombre elegante.
- ¿Por que? – preguntó el señor Theobald.
- ¡Al parecer su constitución no es normal, parece que su
cuerpo es de roca sólida! – respondió el bérserker.
- ¿Estas seguro Lothar? – preguntó el hombre elegante sin
dejar de ver al chico.
- Si Lord Riazor.
Argento Riazor observó más detenidamente al muchacho,
aunque era menudo se veía fuerte, su piel era clara y su cabello
negro, su rostro sin ser demasiado atractivo era agradable y llamaba
la atención, su mirada intimidaba, era demasiado intensa y
penetrante, le agradó.
- ¿Quien es este muchacho Theobald? – preguntó Argento.
- Es sólo un aprendiz de minero señor.
- Ya veo... ¿Y sabes por que sobrevivió a esta catástrofe?
- No señor, me imagino que por su menudo cuerpo no lo
alcanzó ninguna roca grande.
- Cuéntame su historia.
- Nada extraordinario, su madre murió, su tía no podía
mantenerlo y lo dejaron a mi encargo.
- Bonita forma de decirlo… ¿y que es lo que hace aquí?
- Es muy pequeño para trabajar señor, como usted lo pudo
constatar lo usamos como mandadero.
- ¿Estás bien niño? – preguntó Argento Riazor a Dorian.
- Si señor.
Atilus vio aquí su oportunidad, en el derrumbe podía decir
que el muchacho soltó la pieza de oro, pondrían a varios trabajadores
a buscarla, tardarían por lo menos dos días a marchas forzadas en
limpiar todo, y después, cuando no la encontraran, diría que alguno
la robó y los ejecutaría a todos, nadie podía saber que él había
tomado el metal precioso, su prestigio estaba en juego, un bérserker
no podía ser acusado de ladrón, puesto que si cometía un delito en el
encargo de sus funciones perdía su rango; entonces tenía dos
opciones, unirse al ejercito como soldado raso sin posibilidad de ser
promovido o ser degradado a simple ciudadano, posteriormente sería
cazado y ejecutado, tendría que volverse un forajido. Pensó que debía
ser astuto y volver la situación a su favor.
- Dorian, entrégame por favor la pieza de oro que te encargó el
señor Theobald, espero que no se te haya caído en ese
accidente.
Dorian comprendió inmediatamente la indirecta de Atilus, le
estaba ofreciendo una salida, había sido un accidente y no era su
culpa el haber soltado la pieza, pero algo se encendió en su interior,
al ver la sonrisa de ese maldito asesino la sangre se le subió a la
cabeza, ese mal nacido había intentado matarlo y sin duda lo volvería
a hacer, en la mina todos lo odiaban, era un desgraciado, había
escuchado comentarios de que si el dueño de la mina se enteraba de
sus manejos podría ser degradado.
- Al diablo – pensó –, si me va a matar por lo menos me voy a
defender. ¡No te hagas el tonto Atilus, bien sabes que nunca
me diste una pieza de oro, tú la robaste!
- Niño mentiroso, seguro la soltaste y tienes miedo de ser
castigado.
- No, no me dejaste ir por la piedra, tú causaste el derrumbe
para matarme... ¡tú robaste la piedra!
- Te voy a enseñar a respetarme maldito mocoso.
Atilus levantó su mano para golpear a Dorian, en ese
momento Lothar se interpuso entre ambos.
- Un momento compañero.
- Hazte a un lado camarada – le respondió Atilus –. Este asunto
no es de tu incumbencia.
- Perdón, pero sí lo es, nosotros somos los compradores de esa
piedra preciosa que al parecer está extraviada y ya pagamos
por adelantado.
- Está bien, lo entiendo y créeme que este chiquillo será
castigado por haberla robado.
- ¿Cómo sabes que el chico la robó? ¿No decías hace rato que
quizá la había soltado en ese accidente?
- Bueno…, si, pero es muy extraño que este tan nervioso... ¿O
no?
Dorian observaba atento la plática de los dos guerreros
mientras pensaba:
- Nerviosa tu madre imbécil – cada vez se enfurecía más.
- Yo más bien lo veo molesto – respondió Lothar.
- Si, estoy molesto. ¿Cómo no voy a estarlo? Por favor señor,
aléjeme de este maldito lugar – suplicaba Dorian en su
mente.
- Bueno, ya basta. ¿A quien le vas a creer? ¿A un compañero
de armas o a un mequetrefe muerto de hambre? – Atilus
encaraba a Lothar.
- Estoy perdido, nadie me va a creer a mí – se lamentaba
Dorian.
- Tú bien sabes que nosotros estamos con la verdad – le
respondió Lothar –. Así es que suponiendo que este chiquillo
haya soltado la pieza de oro... ¿podrías explicarme cómo se
dio ese derrumbe?
- Estás atrapado maldito, a ver, contesta eso – Dorian
vislumbró un rayo de esperanza.
Atilus se quedó petrificado, no esperaba esa pregunta, se
suponía que los bérserkers se apoyaban entre ellos y este desgraciado
lo estaba poniendo contra la espada y la pared.
- Me imagino que ha de haber sido por alguna explosión, aquí
son constantes en la mina y dañan la estructura del inmueble.
- Mentiroso, mil veces mentiroso – Dorian se mordía la lengua
para no hablar y empeorar su situación.
Lothar seguía observando los restos del derrumbe, después le
preguntó a Atilus:
- Ok, razonable explicación, una pregunta más compañero:
¿Que tipo de fuerza elemental usas?
- Tierra, siempre me castiga con tierra… – Dorian se tomó
ambos brazos sólo de recordar los crueles castigos que le
infligía Atilus.
- Elemento tierra, por eso trabajo aquí.
- Lléveselo señor, por favor, lléveselo preso – Dorian rogaba
en su mente al bérserker.
- Muy conveniente. – Lothar seguía indagando –. ¿Has usado
tu poder recientemente?
- Todos los días para castigarme – se lamentó Dorian.
- No en los últimos días – respondió Atilus.
- Mentiroso, lo acabas de usar para enterrarme – Dorian
temblaba del coraje.
- ¿Puedo ver tu espada? – Lothar le extendía el brazo a Atilus.
- Te van a atrapar maldito, ese señor te va a atrapar – Dorian
no le quitaba la vista de encima al arma de Atilus.
- ¿Por que? – preguntó el guardián de la mina.
- ¿Qué importa? ¡Enséñale tu espada! – Dorian estaba
desesperado por que atraparan a ese sádico.
- Cuando usas el poder elemental tu espada emite calor por
aproximadamente dos horas – explicó Lothar.
- Si, la espada. ¡Que alguien le quite la espada! – Dorian
lentamente empezó a caminar hacia la espada de Atilus.
Inconscientemente el guardia volteó a ver su arma y la tocó.
- Seguro esta caliente… ¡ya la sintió! – Dorian ahogó un grito
de felicidad.
Lothar sonrió ante la reacción de Atilus.
- Olvídalo compañero, ya no es necesario.
- Lo atraparon, lo atraparon, lo atraparon, se lo tienen que
llevar de aquí – Dorian quería saltar de júbilo.
Atilus se puso rojo de vergüenza al ver que había caído en
una trampa tan infantil.
- Maldito bastardo. – Atilus señalaba a Lothar –. Nunca podrás
probar que yo hice algo, es tu palabra contra la mía.
- No seas idiota, Atilus, tu espada no tiene marcas pero la
construcción sí, el inmueble queda como prueba de tu felonía.
¿Crees poder burlar al máximo tribunal?
- No, no podrá, por favor dioses, tienen que llevárselo –
Dorian mismo estaba dispuesto a ayudar a atrapar a ese
hombre.
Atilus estaba perdido, sabía que el máximo tribunal
investigaría su vida a fondo, no tardarían en enterarse a quien le
había regalado la pieza perdida, estaba arrinconado.
- Un momento caballeros.
- ¿Que sucede señor Theobald? – A Lord Riazor no le gustó la
interrupción del dueño de la mina.
- Les recuerdo que la pieza era de mi propiedad y no deseo
levantar cargos, si hay una investigación diré que se la regalé
a Atilus.
- Aun queda el asunto del muchacho y los fallecidos.
- No pasa nada, eran mis trabajadores y querían huir sin pagar
lo que me deben, fueron castigados por eso, al Delegado no le
interesa la vida de la basura que trabaja conmigo y la verdad
es que desde que adquirí la mina en venta definitiva a la
familia Harrisson llevo mis impuestos en orden, yo soy un
muy buen contribuyente.
- Esta bien, Lord Theobald, usted lleva su negocio como mejor
le plazca, sólo queda pendiente nuestro asunto.
- Por supuesto, no se preocupe, en unos días le aseguro que le
haré llegar una pieza como la que le prometí con un pequeño
regalo de mi parte por los inconvenientes causados.
Al escuchar esto Dorian sentía que se desmayaba, ahora sí
estaba perdido, Atilus lo destrozaría, maldijo su suerte, aquel
monstruo le había dado una salida y no la había tomado, ahora se
enfrentaría a toda su furia, volvió a lamentarse por no haber muerto
en aquella pila de escombros. Ajenos al sufrimiento de Dorian,
Argento Riazor y el Señor Theobald seguían con su negociación.
- Está bien Theobald. – Argento Riazor no le quitaba la vista
de encima a Dorian –. Únicamente tengo una pregunta más:
¿Cual es la deuda que tiene con usted ese niño?
- ¿Y eso que importa ya? ¡Estoy muerto! – Dorian estaba
desganado.
- ¿Por qué desea saberlo? – preguntó Theobald.
- Quiero pagarla – respondió Argento Riazor.
- ¿En serio? Por favor Dioses si... – Al escuchar esto Dorian se
emocionó, podría salir de ahí, no le importaba a donde fuera,
lo que quería es no volver a esa mina ni enfrentarse a las
represalias de Theobald y Atilus.
La propuesta de Argento Riazor también sorprendió a
Theobald, el dueño de la mina no estaba dispuesto a deshacerse de su
mejor trabajador.
- La deuda es demasiado grande, además, el muchacho aquí
está bien, lo trato como si fuera de mi familia.
- Ni a los animales los tratan como a mí. – Dorian veía con
odio al dueño de la mina.
- Pues usted viste como noble y el niño peor que pordiosero... –
comentó Lothar.
- Es su ropa de mensajero, la mina es muy sucia y no quiero
que arruine sus finas ropas – respondió sarcásticamente
Theobald.
- Mentiroso, mentiroso, mentiroso – gritaba Dorian en su
mente al no poder hacerlo abiertamente.
- Aun así insisto en llevarme al niño, si pago su deuda él es
libre – ofreció Argento Riazor.
- Si por favor, seré un buen niño, haré todo lo que me digan.
¡Lo juro! – Dorian rogaba por salir de ahí.
- Lo siento, señor Riazor, pero el niño es menor de edad y yo
tengo la patria potestad sobre él, esto no es cuestión de
deudas, es cuestión de legalidad, cuando sea mayor de edad si
usted insiste en pagar su deuda con mucho gusto se la
aceptaré y el muchacho será libre.
Theobald de ninguna manera iba a permitir que se llevaran a
su mejor trabajador, Dorian era el único que podía bajar a
temperaturas asfixiantes o en donde habían gases tóxicos que
penetraban en la piel y regresar vivo, al fin y al cabo, ahí era donde
estaban los mejores metales y piedras para vender.
- Si me entrega al niño puede quedarse con el pago que ya le
hice, con eso se pagaría la libertad de por lo menos cien
hombres.
- Acepta, por favor, acepta. – Dorian se sentía casi libre.
- Pues entonces le hago dos propuestas, Lord Riazor, pague la
libertad de esos cien hombres, con gusto los liberaré, o en su
defecto le devuelvo su dinero, usted elige, pero el niño se
queda conmigo, estoy muy encariñado con él, ¿sabe? Los
sentimientos no tienen precio.
- Estoy muerto, el señor Theobald nunca me dejará ir, estoy
muerto… – Dorian se esforzaba por contener el llanto.
- Ni hablar, Lord Theobald, cuando no se puede, no se puede. –
Argento Riazor se rindió.
- No se rinda, por favor señor, ofrezca más, yo se lo pagaré,
juro que se lo pagaré, pero por favor, no se rinda… – Dorian
sabía que no tendría otra oportunidad de huir.
Argento Riazor se dio la vuelta y le hizo una indicación con
la cabeza a Lothar, éste de inmediato comprendió, con una media
sonrisa se acercó al guardia de la mina y lo señaló.
- Atilus, por el poder que se me confiere como bérserker y a la
luz de tus posibles delitos en este momento yo te arresto,
puedes venir conmigo pacíficamente, si te niegas utilizaré la
fuerza, si me enfrentas perderás tu vida.
- Si, por lo menos que se lo lleven a él, el señor Theobald no es
tan malo, Atilus es el monstruo – Dorian pensó que de sus
males ese era el mejor.
Atilus no podía creer lo que estaba escuchando, sabía que
tenía una deuda con Theobald pero no le importaba, al fin y al cabo
le iba bien, no le importaba ser su subalterno, además, con el tiempo
ese pasaje se olvidaría y el retomaría su función de bérserker, de
socio y no de lacayo, pensaba desquitarse después con el muchacho,
le quedaba claro que el patrón quería a Dorian vivo, pero él lo
lastimaría poco a poco… hasta matarlo.
Pero ahora era diferente, aquel hijo de puta lo quería arrestar,
sabía que Theobald si veía que las cosas se ponían difíciles lo dejaría
solo, al fin y al cabo podía solicitar a la zona militar de la Ciudadela
la contratación de un nuevo guardaespaldas. No había de otra, tendría
que pelear en un duelo de bérserkers, no había delito que perseguir
contra el ganador, esas eran las reglas, vivir o morir.
- Lo siento compañero, pero acepto tu reto, de aquí no salgo
sino por mi propio pie y como un hombre libre.
- Así sea.
- No, cuidado señor, Atilus es muy malo, lo va a matar, por
favor Dioses, ayuden a ese hombre para que le gane a Atilus
– rezaba Dorian.
Ambos sacaron sus espadas, se midieron el uno al otro y
optaron por una pelea rápida, utilizarían su mejor técnica y la más
poderosa marcaría al vencedor, ninguno de los dos tenía ganas de
pelear realmente, lo mejor era un duelo rápido, Atilus atacó a Lothar
con una técnica más poderosa que la utilizada para derrumbar el
inmueble sobre Dorian.
Lothar por su parte utilizó la técnica del viento cortante, sin
ser su técnica más poderosa era la adecuada para destruir la defensa
de su oponente, la diferencia entre ellos era palpable, el
guardaespaldas de Riazor era un experimentado bérserker de élite,
disciplinado y entrenaba diario, el guardia de la mina era un
bérserker descuidado que ya no entrenaba, le gustaba emborracharse
y la vida nocturna, aunque en defensa de Atilus habría que decir que
aunque fuera disciplinado y entrenara, nunca hubiera podido derrotar
a Lothar.
El combate terminó en un movimiento, el viento de Lothar,
arrasó con el ataque de tipo tierra así como con su enemigo, el
vencedor se acercó al caído quien lo observaba con temor en los ojos
y el cuerpo destrozado.
- Muere en paz hermano.
- ¡Alto! – La voz era del señor Theobald –. Llévense al madito
muchacho.
- Si, gracias Dioses, gracias – finalmente Dorian respiraba más
tranquilo.
- ¿Está seguro? – preguntó Argento Riazor.
- Si, déjenme al bérserker, prefiero perder al muchacho que a
mi lacayo, porque a partir de ahora eres mi lacayo, cabrón,
¡espero que lo entiendas! – Theobald comprendió que de una
u otra forma Riazor le arrebataría a Dorian, prefirió ir a lo
seguro y conservar a Atilus.
- Si señor, gracias por salvarme la vida – contestó el bérserker
caído.
- Bueno señor Riazor, entonces como habíamos dicho ya no le
debo nada. ¿Verdad?
- Te equivocas Theobald, me llevo al muchacho a cambio de la
vida de eso que dice ser un bérserker, el trato anterior lo
declinaste, te doy tres días para que me entregues mi pieza de
oro o mi dinero, de lo contrario, conocerás mi justicia.
Theobald sintió miedo, nunca había visto al señor Riazor de
esa manera, realmente temió por su vida.
- Si señor.
- Es todo, Lothar, vámonos, y tú muchacho, sube al auto.
Dorian caminaba con paso lento, temía volver a correr y que
el trato se deshiciera. Cuando Lothar se encaminaba al vehículo
escuchó que Atilus le decía:
- Mala suerte, compañero, me hubieras matado cuando tuviste
la ocasión.
- La intención no era matarte, idiota, era llevarnos al chico.
Dorian subió al auto, cuando Atilus vio al chofer del señor
Riazor lo comprendió todo, había sido engañado, ahora recordaba
como habían sucedido las cosas y el por qué de la presencia de esos
hombres.
Conoció al chofer en un bar y al calor de los tragos el
bérserker encargado de la mina le contó acerca del muchacho, de
cómo inexplicablemente había sobrevivido en el transcurso de los
años a pesar del infierno en el que vivía, después se lo volvió a
encontrar y le presentó a Jezabel…
- ¡Demonios! La maldita ramera era parte de la trampa...
Ahora Atilus se lo explicaba todo, decidió callarse, su nuevo
patrón no debía enterarse nunca de lo que había sucedido, desde
ahora se pondría a entrenar, algún día se vengaría.
Ya en el auto Argento Riazor le explicó los términos de su
propuesta a Dorian.
- Mira hijo, eres libre de irte, si quieres yo te ofrezco un hogar,
una casa donde comerás y dormirás bien, no volverás a
trabajar ni a sufrir tratos inhumanos, a cambio te pido dos
cosas: que estudies y entrenes en mi casa por el transcurso de
diez años, si aceptas no puedes renunciar. ¿Que dices?
- Señor, le debo mi vida, haga con ella lo que usted disponga,
no tengo a donde ir, si me da la oportunidad de servirle le
aseguro que moriré antes que defraudarlo.
- Te creo, chico, confío en ti.
CAPÍTULO 11
INFORMACIÓN
Cross llegó al Colegio del Tercer Distrito, todavía se sentía
mal por haberles dado la noticia del fallecimiento de Maggi a sus
familiares, obviamente no les mencionó la parte de la tortura, le
habían ofrecido su casa para que durmiera ahí durante todo el tiempo
que estuviera en el Distrito III, no duraría mucho tiempo.
Entró a la escuela, todavía llevaba el uniforme de militar, eso
haría que tuviera menos problemas que si fuera vestido de civil,
investigaría si realmente Christina estaba ahí, se presentó
inmediatamente con el personal académico para evitar conflictos con
los grupos estudiantiles, se dirigía hacia los archivos de la institución
cuando fue detenido por algunos estudiantes.
- Hola profesor. ¿Quien es ese que viene con usted?
- Es un enviado de la Ciudadela, viene a revisar nuestras listas
de alumnos – respondió el profesor que guiaba a Cross,
trataba de no ver a los ojos al estudiante que lo había
interceptado.
- ¿Para que viene a revisarlas?
- No lo sé, ni es de mi incumbencia, aquí no preguntamos por
qué la Ciudadela hace las cosas.
- ¿Le entregó algún pedimento oficial y por escrito?
- De hecho, no – en ese momento lo que el profesor quería era
irse, con o sin el visitante de la Ciudadela, conocía bien al
estudiante que lo interrogaba y sabía de su tendencia a ser
violento.
- Está bien profesor, vaya a dar sus clases, yo atenderé a
nuestro invitado, no se preocupe por él, lo trataré como es
debido, la escuela superior del Tercer Distrito siempre ha sido
muy amable con sus visitantes.
- Ok, suerte oficial – el profesor se retiró, inmediatamente
después de despedirse de Cross, por el tono empleado del
estudiante sabía que las cosas se iban a poner difíciles.
Cross hizo cara de fastidio, sabía que nuevamente se tendría
que imponer por la fuerza.
- ¿Con que soldado ehh? – preguntó el que parecía el líder de
ese grupo de estudiantes.
- Así es. – Como siempre, Cross respondió escuetamente.
- Entonces oficial… ¿donde están sus documentos? Necesito
verlos para poder ayudarle.
- No los traigo – la voz de Cross era monótona como si ya
supiera lo que iba a suceder.
- Si no los trae le tendré que pedir que se retire y regrese
cuando los tenga – el estudiante se estaba molestando por la
actitud de Cross y sus respuestas cortantes, sin ninguna
explicación.
- ¿Eso no lo decide el personal administrativo de la escuela?
- Perdón, olvidaba que usted estudió en la academia militar,
aquí quien manda son los estudiantes... ¿entiende?
- Entiendo, entonces te solicito que me lleves con quien decide
si puedo o no ver los expedientes.
- Yo decido – dijo el estudiante señalándose con el dedo índice.
- Bien, llévame a ver los registros por favor.
- ¿Y si no lo hago?
- Te mato y luego los voy a ver – Cross señalaba con el dedo
índice al estudiante.
El estudiante volteó a ver a sus compañeros divertido y
después soltó una gran carcajada.
- No digas estupideces soldadito de mierda, estás hablando con
Solksjaer, uno de los capitanes de esta escuela, primero
muestra respeto, bastardo, quítate la capucha.
Solksjaer era un guerrero que controlaba el aire, no se le
podía llamar elementor o trooper porque sólo controlaba una energía
elemental y no era experto en el manejo de un arma, a un
movimiento de su muñeca le quitó la capucha a Cross.
- Espera un momento, yo te conozco – comentó Solksjaer
agarrándose el mentón pensando en donde había visto a
Cross.
- No lo creo, nunca he estado por aquí – respondió Cross
levantando los hombros.
Alguien más gritó:
- Yo sé quien es, es el bérserker. ¡Es quien ganó el torneo de la
espada sagrada!
Todos se quedaron pasmados, Cross aprovechó el momento
para enseñar a Antares, movió su gabardina para que se observara la
empuñadura, todos se alejaron con temor de él, ya habían visto de lo
que era capaz, en un instante había derrotado él solo a seis
experimentados bérserkers, ellos no eran rivales para ese chico y
encima de todo era el portador de la espada sagrada, ese guerrero
podría matarlos en un segundo.
- ¿Que quiere usted aquí? – volvió a preguntar Solksjaer.
- Ya te lo dije, ver sus registros de los estudiantes de esta
escuela.
- Se hubiera identificado antes Lord Lesath, yo personalmente
lo llevaré.
- Gracias, llámame Cross.
- A usted por brindarme la confianza, por aquí...
Todos estaban a punto de encaminarse al edificio donde se
encontraban los archivos de los estudiantes inscritos en la escuela
cuando a su espalda escucharon un grito.
- ¡Croooooooooooss!
Cross no pudo reaccionar, no le dio tiempo, en cuanto volteó
ya tenía a alguien colgando de su cuello, cuando bajó la vista sonrió.
- Hola Elektra.
Elektra, con la singular alegría que la caracterizaba sin dejar
de abrazar a su amigo le contestó:
- ¿Que haces aquí? ¿Viniste a verme?
- La verdad es que no sabía que estabas aquí, vengo por otro
asunto.
- Que malo… pero te da gusto verme... ¿verdad?
- Claro que si – respondió Cross sonriendo a la más entrañable
de sus pupilos.
Los demás estudiantes estaban sorprendidos.
- Sssseñorita Elektra... ¿acaso usted conoce al guerrero
sagrado? – preguntó un estudiante.
- ¡Claro que lo conozco! ¡Es mi novio!
Todos se sorprendieron y miraron a Cross con ojos de odio,
se pusieron en posición de atacarlo.
- Esperen – dijo Cross rojo de vergüenza y levantando las
manos en señal de que no quería problemas, en la mirada de
los estudiantes se notaba que realmente querían lastimarlo –.
No me vean así, eso no es cierto, únicamente somos amigos,
díselos Elektra…
Elektra seguía abrazando a Cross, sin perder la sonrisa
contestó:
- Sólo son tecnicismos, luego los resolvemos, además, si
alguien te tocara yo me enfadaría mucho y nadie quiere eso...
¿verdad chicos?
A todos les cambió el color del rostro, se notaba el miedo en
su mirada.
- No líder. ¡Nadie la quiere ver enojada! – respondió Solksjaer.
- ¿Líder? – preguntó Cross viendo de reojo a Elektra.
Elektra cruzó las manos por detrás de su espalda, levantó las
puntas de los pies y arqueó su espalda un poco, Cross no pudo evitar
echar un leve vistazo a ese buen par de senos que parecía reventarían
la blusa escolar, Elektra observó su mirada y Cross de inmediato la
desvió.
- Si, al parecer soy la que manda aquí, todavía ni yo me la creo.
Cross todavía estaba sonrojado, evitaba mirar el busto de su
amiga, levantó su mano derecha a la altura de su sien para limitar su
campo de visión y le respondió:
- Con razón esta escuela es un desastre…
Elektra sonrió.
- Un poquito, pero es la más pacífica de los tres distritos, aquí
no se permite la violencia.
- Pues tu amigo era un poco agresivo – dijo cross mirando
directamente a Solksjaer.
- Sólo un poco, pero es buena persona, se permiten las peleas
pero no con energía elemental, hay un lugar para eso.
- En serio que eres especial – Cross sonreía abiertamente,
siempre que estaba con Elektra tenía esa estúpida mueca en el
rostro.
- Ven, vamos a otro lado a platicar.
Elektra tomó a Cross de la mano y lo llevó a un lugar a solas,
Cross se sentía feliz, ese era el efecto que esa chica tenía sobre el.
- Ahora sí Cross, dime: ¿Que te trae por aquí?
Cross le contó todo, para cuando terminó, Elektra estaba
llorando.
- ¿Maggie? ¿Y también todos los demás? Que horrible…
¿estás seguro que fue el señor Riazor?
- Mi padre…, es decir, Mirkos me lo confirmó, ese hijo de puta
los asesinó a todos a sangre fría.
- Posiblemente lo estaban incriminando – Elektra no podía
creer lo que estaba escuchando.
- No Elektra, son demasiadas pruebas, el madito de Riazor
tenía una cara para nosotros pero sólo era actuación, en
realidad es un monstruo.
- No lo puedo creer. – Elektra tenía ambas manos sobre su
rostro a la altura de su boca, era un movimiento involuntario
que siempre hacía cuando algo la sorprendía.
- Eso por el momento no es mi prioridad. Entiendes que debo
encontrar a Christina... ¿verdad?
- ¡Por supuesto que si! Y yo te voy a ayudar, te prometo que la
encontraremos.
- Riazor me dijo que estudiaba aquí.
- No Cross, ella nunca ha estado aquí – Elektra tomó la mano
de Cross.
- ¡Lo sabía! Maldito mentiroso, claramente me dijo que su hija
estaba matriculada en esta escuela.
- Y lo está. – Elektra apretó la mano de Cross, sabía que no le
iba a gustar la noticia que le iba a dar.
- Pero me acabas de decir… – Cross no comprendía lo que
decía Elektra.
- Yo soy su hija, Argento Riazor me adoptó.
- Entonces no me mintió, sólo me engañó, no se si felicitarte o
compadecerte.
- Ninguna de las dos, pero como su hija tengo acceso a lugares
que no te imaginas, créeme, averiguaré donde está Chris y la
rescataremos, también es mi amiga, además, en parte me
siento culpable, cuando se la llevaron nosotros nos opusimos,
le ofrecimos que se quedara, todos la apoyábamos, sin
embargo, prefirió irse, pero estoy segura que no deseaba
hacerlo. Sólo tengo una duda: ¿Estarán Lothar y Basty al
tanto de esto?
- Bastián seguro que sí, me lo dijo Mirkos, pero meto las
manos al fuego por Lothar, su rostro era de sorpresa cuando
increpé a Riazor, además, él tiene un sentido de la justicia
irreprochable, eso sin contar el hecho de que adoraba a
Christina.
- Tienes razón… – dijo Elektra mientras pensaba en donde
empezar a sacar información que pudiera darles el paradero
de Christina.
- ¡Elektra!
Quien hablaba era una hermosa chica de cabello castaño que
se aproximaba a Cross y Elektra, llevaba el uniforme de la escuela y
traía un documento en la mano.
- Dime Rhiannon.
- Te llegó esto de parte de tu padre – la estudiante le entregó a
Elektra el documento que llevaba.
- Gracias. Cross, te presento a Rhiannon, es mi mano derecha.
Rhiannon, te…
- Ya sé quien es, todo el mundo lo conoce, es el guerrero
sagrado.
Cross se sonrojó, lo incomodaba que lo llamaran así.
- Sólo llámame Cross – dijo mientras le extendía la mano a
Rhiannon.
- Hola Cross – la estudiante estrechó la mano de Cross.
Elektra leía el documento que Rhiannon le había llevado
mientras comentaba:
- Es extraño pero tiene sentido, es un mensaje de mi padre, dice
que tú vendrías aquí, que estás enfermo y que te detenga,
menciona que los años que te perdiste en el Quinto Distrito te
afectaron, quiere ayudarte, necesitas atención médica.
- ¿No le crees verdad? – mencionó Cross mientras le quitaba el
documento a Elektra para leerlo él mismo.
- Eso depende – le respondió Elektra arrebatándole a su vez el
papel a Cross.
- ¿De que? – preguntó el ahora llamado guerrero sagrado
siguiéndole el juego a su antigua pupila.
- Si me das un beso te creo, si no, le creo al señor Riazor.
Elektra cerró los ojos y juntó los labios para dar un beso,
Cross se puso nervioso.
- Elektra… – Cross alejó su rostro del de Elektra que se
acercaba peligrosamente a sus labios.
- Tenía que intentarlo... ¿no? – le respondió risueña Elektra.
- ¿Por que yo? – preguntó extrañado Cross –. Realmente te has
convertido en una chica hermosa, de esas que quitan el
aliento, estoy seguro que tendrías a cualquier chico, me
consta por lo que vi.
Rhiannon se sintió incomoda, intervino la conversación.
- ¿Puedo ver la espada? – Cross se la entregó –. Es preciosa.
¿La puedo probar?
- Adelante.
Mientras Rhiannon se alejaba para probar la espada, Elektra
contestó a Cross:
- En primer lugar gracias por lo de hermosa, y en segundo
lugar no hay nadie más, porque siempre has sido tú…
- Pero sabes que Christina…
Elektra sintió un dolor en el pecho, la lastimaban las palabras
de Cross, lo interrumpió con su sonrisa de siempre.
- Es verdad, ahora no podemos pensar en romances, debemos
encontrar a mi amiga, mira Cross, yo voy a investigar todo lo
que pueda, mientras, tú debes ir al Primer Distrito.
- ¿Por qué? Yo quiero ayudarte a conseguir pistas sobre el
paradero de Christina.
- Debes ir por el guante que complementa a Antares.
- ¿Como sabes...? – Cross se sorprendió que Elektra supiera
algo de la espada sagrada.
- Simplemente lo sé, me educó Riazor. ¿Lo recuerdas?
- No voy a ningún lado, yo investigo contigo, Christina es mi
prioridad.
- Cross, eres demasiado conocido, no podrás entrar a ningún
inmueble de mi padre, lo mejor que puedes hacer es
prepararte para lo peor, esto es sólo el principio, debes poder
controlar al cien por ciento la espada sagrada.
- Está bien, entonces debo irme, gracias por todo Elektra, por
ayudarme y por creerme.
- Siempre te voy a creer a ti por encima de cualquiera y
siempre voy a estar a tu lado – tomó a Cross del rostro y lo
besó en la mejilla, éste la abrazó.
- No se que haría sin ti Elektra.
Elektra no dijo nada sólo descansó su cabeza en el pecho de
Cross y se dejo abrazar, el portador de Antares al tener tan cerca el
cuerpo de su amiga sintió un escalofrío en todo el cuerpo.
- Mirkos me dijo que Bastián sabe a donde enviaron a Chris,
también el secretario particular de Riazor.
- Hansel, lo conoczo, el tipo se cree el rey del mundo, me cae
mal pero es excesivamente amable conmigo.
- Tú sabrás que hacer.
- Déjalo de mi cuenta, hablaré con los dos, te aseguro que algo
sacaré de mi plática con ambos.
- Gracias. Nos vemos a mi regreso.
- Cuídate mucho – Elektra volvió a besar la mejilla de Cross.
- Espera... ¿y mi arma? – Cross se detuvo volteando hacia
donde se encontraba la amiga de Elektra.
Rhiannon le entregó la espada.
- Tanto trabajo te costó ganar a Antares para que la dejes
olvidada.
- Bueno, al final me acordé… – Cross pensó en las palabras de
Rhiannon, en realidad no le importaba el arma.
- Jamás te separes de ella, Cross, esta espada te ha elegido y se
esperan grandes cosas de ti, debes ir por el guante para poder
dominarla al cien por ciento.
- Ya había escuchado de ese guante. ¿Que es?
- Es el complemento de la espada, desde el momento en que
Antares te escogió se ha convertido en una parte de tu cuerpo,
como tus manos o tus piernas, el arma reacciona contigo y
combate a tu lado, el guante es el interruptor que los hace
fusionarse, una vez que lo tengas la espada se integrará a tu
cuerpo y podrás utilizarla aunque esté guardada dentro de ti,
el guante es la llave para extraerla de tu cuerpo y combatir
con ella, no lo olvides, no es algo que tú puedas escoger
hacer, elegiste ir por la espada y poseerla, ahora debes ir por
el complemento para unir tu vida y destino con el de Antares.
- ¿Y donde puedo encontrar el guante? Es decir, el lugar
exacto.
- Está localizado en las instalaciones del Círculo del Zodiaco
en el Primer Distrito.
- ¿El Círculo del Zodiaco? Ya había escuchado de él. ¿Qué es?
- Sería algo así como la Legión de los Iluminados del Segundo
Distrito, son los guerreros más fuertes del Primer Distrito, tan
fuertes como los Arcángeles, es lo que equilibra el poder
entre los distritos, sus fuerzas especiales, los ejércitos son
para amedrentar a la población, pero lo que realmente hace
que un distrito no invada al otro es la equidad de sus fuerzas,
ten cuidado, los guerreros del zodiaco son muy poderosos,
aún y con la espada sagrada te será complicado.
- ¿Y sabes donde está el Círculo del Zodiaco? – Cross se
empezó a preocupar por lo que le había dicho Rhiannon.
Esta vez fue Elektra quien habló:
- Si, detrás de la escuela de nivel superior del Primer Distrito,
pasa por la entrada principal, muestra la espada y te dejarán
pasar, ahí te dirán que deberás hacer para obtener el guante.
- ¿Como sabes eso? – Cross seguía sorprendiéndose de toda la
información que tenía Elektra acerca del arma sagrada.
- Unos amigos me lo dijeron.
- Una última pregunta, si el Segundo Distrito tiene a la Legión
de los Iluminados y el Primer Distrito tiene al Círculo del
Zodiaco. ¿Que tiene el Tercer Distrito que equilibra las
fuerzas?
- Ya lo descubrirás… – le dijo Elektra como única respuesta.
- Vamos Elektra – Cross se sentía engañado, ahora la duda lo
asaltaría todo el tiempo.
- Cuando regreses te lo digo le respondió Elektra mientras lo
empujaba para que se fuera.
- Está bien – se rindió Cross –, hasta luego.
Mientras veían como se retiraba Cross, Rhiannon le preguntó
a Elektra:
- ¿Crees que estará bien? Podría morir.
- Creo en él, además, no está solo, mis amigos lo cuidarán.
- Sabes que vas a sufrir mucho con ese amor... ¿verdad? –
Rhiannon le quitó un mechón de cabello a Elektra del rostro
acariciándoselo al mismo tiempo.
- Si, pero ¿que quieres amiga? Es algo sobre lo que no tengo
control. En el corazón no se manda.
CAPÍTULO 12
ELEKTRA
Elektra nunca conoció a sus padres, desde su nacimiento fue
dejada en un hogar para niños huérfanos en el Distrito III, sus
primeros años pasaron normalmente, como cualquier otro huérfano,
pero un día su vida cambió para siempre, el día en que cumplió los
siete años.
En el orfanato del Distrito III como en todos los demás del
Estado de Arcadia, los encargados veían a los niños como mercancía,
los hacían trabajar en su beneficio o los vendían según su
conveniencia, generalmente al ejército, los prostíbulos o como
esclavos a ricos comerciantes que los utilizaban para realizar desde
quehaceres domésticos hasta como mulas de carga.
Elektra a pesar de ser una niña muy bonita no había sido
vendida, tenía un carisma especial que hacía que todas las personas
que la conocían se encariñaran con ella, de hecho, era la única que
conocía la vida afuera del orfanato, la cocinera y algunas niñeras se
la llevaban para que las acompañara a realizar las compras y otros
menesteres, asimismo, podía pasar desapercibida con las personas a
quienes no les simpatizaba, tenía una especie de defensa natural que
la mantuvo al margen del cruel destino que destrozaba las vidas de
todos los niños que pasaban por el orfanato.
Elektra tenía también un instinto natural para conocer a las
personas, sobre todo a las peligrosas, podía presentir sus intenciones,
así evitaba a quien consideraba peligroso, ella estaba consciente de lo
que sucedía en ese lugar por lo que prefería aislarse y no entablar
relación de amistad alguna con los infantes residentes, aunque no
sabía el destino de los chiquillos que se marchaban, ella presentía
que no iban a un buen sitio, ningún niño duraba más de unos cuantos
años en ese lugar, por lo que Elektra prefería estar sola, así era mejor,
nunca tuvo una amistad, hasta que un día conoció a Beatrice.
Todo comenzó una noche que estaba más agitada que de
costumbre, había custodios corriendo por todos lados, estaban
gritando y se escuchaba el abrir y cerrar de puertas, no había duda,
estaban buscando a alguien, Elektra que ese día cumplía siete años de
edad trató de no prestar atención, se esforzó por conciliar el sueño,
sabía que debía dormir, las jornadas de trabajo iniciaban a las cinco
de la mañana y terminaban a las ocho de la noche, eran realmente
agotadoras y si no descansaba bien era muy difícil poder aguantarlas,
las horas laborales eran combinadas con tres horas de estudios
diarias, la mayoría no se preocupaba por aprender, tomaba las horas
de estudio como un descanso, a los profesores eso no les importaba,
pero a Elektra le gustaba aprender.
A las cinco de la mañana en punto como todos los días
sonaron las campanas que indicaban el amanecer y el inicio de la
agotadora jornada de trabajo, Elektra como de costumbre ya estaba
lista, salió al corredor y se encamino a su lugar en la línea de las
costureras, sabía que debía coser todo el día mantas para que el
orfanato las vendiera, cuando estaba a punto de llegar a su lugar en la
fila de bordado notó que una rejilla de ventilación no estaba bien
cerrada, era apenas visible pero ella estaba acostumbrada
inconscientemente a revisar todos los detalles que sucedían a su
alrededor, siempre se percataba del más mínimo detalle que sucedía
en ese lugar, en ese momento pasó de largo pero se propuso
investigar que sucedía ahí.
Al medio día sacaban a los niños al patio en donde les daban
la primer comida de las dos a las que tenían derecho, eran treinta
minutos para comer y después debían seguir trabajando, Elektra se
dirigió a la ventilación y al acercarse tuvo el presentimiento que ahí
había alguien, su sentido de alerta no la incomodó por lo que decidió
colarse al interior y descubrir que es lo que sucedía.
Después de andar a gatas durante diez minutos le pareció
escuchar un llanto, por lo que se puso en marcha hacia el origen de
esos ruidos.
- Hola. ¿Hay alguien ahí?
- Por favor, no me hagas daño – respondió una voz
entrecortada por el llanto.
Elektra distinguió la figura de una niña sentada tomándose las
rodillas con los brazos.
- No te voy a hacer nada. ¿Quien eres? – preguntó Elektra
tratando de acercarse, distinguió a una jovencita mayor que
ella.
- Me llamo Beatrice – respondió la chica sin dejar de llorar.
- Hola Beatrice, yo me llamo Elektra – seguía acercándose a la
jovencita.
- Hola – respondió la chica limpiándose las lágrimas con las
manos desnudas.
- ¿Por que estas aquí? – le preguntó Elektra ya casi a su lado.
- Porque necesito ocultarme – le contestó la chica alejándose a
su vez de ella.
- ¿De quien? – preguntó Elektra tomando de la mano a Beatrice
para evitar que se alejara más.
- De todos – Beatrice finalmente dejó de moverse y dejó que
Elektra se acercará por completo.
- ¿Por que? ¿Que es lo que te quieren hacer? – volvió a
preguntar Elektra mientras se acomodaba a su lado.
- Me escondo porque me quieren vender a un lugar muy malo.
- Ya entiendo, tú eras la persona a la que están buscando desde
ayer. ¿Verdad?
- Si – Beatrice sintió la proximidad de Elektra y se recargó en
ella, necesitaba sentir desesperadamente el apoyo y la
compasión de alguien.
- ¿Y desde cuando estás aquí? – Elektra abrazó a Beatrice.
- Desde ayer en la noche, eso creo, estoy aquí desde que me
escapé y no sé cuanto tiempo haya pasado.
- ¿Y no has comido nada? – Elektra estaba preocupada,
Beatrice temblaba y se agarraba el estómago.
- No, nada. – En ese momento Beatrice cayó en la cuenta de
que estaba hambrienta, por el temor a ser encontrada y la
sorpresa de ver a Elektra por un momento se había olvidado
de eso.
- Está bien, espérame aquí, yo te voy a traer comida.
Elektra salió y se escabulló en la cocina, ella no lo sabía
conscientemente, pero instintivamente podía pasar por cualquier
lugar inadvertidamente, sabía cuando moverse, cuando esperar y
hasta cuando aparecerse y pasar como si nada, jamás había sido
atrapada o reprendida. Escondió la comida y se fue a trabajar, espero
el tiempo suficiente y se escapó del salón de bordado, fue por la
comida y se reunió con Beatrice.
- Come despacio, no te vaya a hacer daño – Elektra tomó la
mano de Beatrice que tenía el alimento y se la bajó para que
pudiera masticar la comida.
- Lo siento – dijo Beatrice con la boca llena de comida, apenas
si se le entendía –, es que tengo mucha hambre.
- No te preocupes, yo te voy a traer de comer todos los días.
Beatrice no pudo contener las lágrimas, abrazó a Elektra y se
puso a llorar.

Le contó a su nueva amiga que tenía catorce años y que sus


padres habían muerto hace dos, no tenían mucho dinero, por lo que
sus familiares se repartieron lo poco que tenían y a ella la querían
vender. Al final ninguno de los familiares se atrevió a hacerlo pues
querían que lo hiciera alguien más, entonces, decidieron enviarla al
Orfanato, llevaba ahí un año y medio, todo iba normalmente dentro
lo que se puede decir, pero de repente su cuerpo empezó a cambiar,
le empezaron a crecer los senos y las caderas se le hicieron más
anchas, se dio cuenta de que los custodios y otros muchachos
mayores la empezaron a ver de manera distinta, de una manera que la
incomodaba, por lo que empezó a vestirse con ropas más holgadas,
las pedía dos números más grandes, así logró pasar inadvertida un
tiempo.
Por algunos meses estuvo tranquila, hasta que una vez unos
muchachos la sorprendieron en la noche, la sometieron, la golpearon
y abusaron de ella, posteriormente cuando fue encontrada a la
mañana siguiente la llevaron al doctor quien en vez de ayudarla
abusó de ella también, después de esa experiencia su vida se
convirtió en un infierno, durante las siguientes dos semanas alguien
distinto iba a dormir con ella, la habían separado de todos los demás,
ahora dormía en los cuartos de los custodios, le costaba trabajo hasta
caminar.
Así pasaron los días, hasta que una noche no pasó nada, nadie
fue a “visitarla”, se enteró de que los custodios estaban peleando por
ver quien se la quedaría pues ya no querían compartirla, empezaron
con negociaciones, después de tres días comenzaron los insultos y las
agresiones, al cuarto día se fueron a los golpes.
El Director del Orfanato tuvo conocimiento de ello y puso
orden, la sacó del cuarto de los custodios y la encerró en una
habitación junto a su oficina, el no abusaba de ella, pasaron dos
semanas cuando volvió a ver al Director, lo acompañaba un sujeto
alto que llevaba un arma a la cintura.
- Es ella – el Director la señaló desde el marco de la puerta.
- Realmente es muy bonita – dijo el hombre de la espada a la
cintura, mientras con la vista recorría todo su cuerpo, la
mirada de ese tipo hizo sentir escalofríos a Beatrice.
- ¿Tenemos un trato? – preguntó el Director del Orfanato
extendiéndole la mano al otro sujeto.
- Necesito verla bien – dijo el tipo del arma a la cintura,
después le habló a Beatrice –, por favor niña quítate la ropa.
Beatrice no le hizo caso, estaba paralizada de miedo.
- Betty, quítate la ropa o le hablo a los muchachos para que te
la quiten – la amenazó el Director del Orfanato.
Beatrice se desnudó, no quería volver a tener encima de ella a
esos monstruos que tanto daño le habían hecho. El tipo de la espada
hizo un gesto de aceptación y después mencionó:
- Muy bien, necesito probar la mercancía. ¿Hay algún
problema?
- Ninguno, pero dese prisa, soy un hombre ocupado.
El Director salió de la habitación, los dejó solos, Beatrice no
opuso resistencia, sabía lo que pasaría y no quería ser golpeada, pero
esta vez fue diferente, el miembro de esa persona era demasiado
grande, la penetró sin ninguna consideración, la lastimó, ella empezó
a gritar de dolor, situación que el sujeto disfrutó pues la embistió con
más fuerza, al final Beatrice quedo tendida en el suelo, le temblaban
las piernas, estaba toda adolorida, pero eso no fue lo peor, era algo
soportable en comparación de lo que escuchó.
- ¿Que tal estuvo? – le preguntó el Director al sujeto que la
había violado sin siquiera voltearla a ver a ella.
- Genial, vale cada moneda que esta pidiendo por esa niña, sólo
quiero saber algo: ¿Esta embarazada?
- No, a menos que la haya embarazado usted, aquí están los
análisis que se le hicieron, desde esa fecha nadie la ha tocado,
excepto usted…
- Le creo – dijo el sujeto del arma a la cintura rechazando ver
el documento que le extendía el Director del Orfanato.
- ¿Cuando cerramos el trato?
- Pasado mañana, esta muchacha va a ser la más popular de
todo el lugar, podría satisfacer hasta a cincuenta hombres en
un día, es hermosa, se pelearán por ella.
Beatrice sintió que el mundo se le vino encima, pensaba que
se moriría cuando la visitaba un custodio diario, pero cincuenta…,
prefería estar muerta, buscó un arma en la habitación pero no
encontró nada más que un abrecartas, trató de enterrárselo en el
vientre pero no fue capaz de hacerlo, si ella no se podía matar alguien
más tendría que hacerlo…, pensó en un plan para tratar de escapar, si
no lo conseguía tendrían que matarla en el intento y para eso ella
tendría que ser capaz también de asesinar a alguien, llamó al custodio
que la cuidaba.
- Hola Vicenthius.
- ¿Que necesitas Beatrice? El enorme y musculoso sujeto que
la cuidaba se asomó por la puerta.
- Nada, sólo estoy aburrida – le dijo Beatrice al custodio con
una sonrisa coqueta.
- ¿Y que sugieres? – el custodio ya estaba dentro de la
habitación observando sus bella y largas piernas.
- La verdad es que tú eras el único tierno conmigo, deseaba que
fueras tú quien me visitara diario…
- ¡Lo sabia! ¡Hijos de puta! Se los dije, les dije que te de
dejáramos a ti decidir pero no me hicieron caso.
- Oye... ¿no sería posible que nos fugáramos tú y yo? Así sería
sólo para ti todas las veces que quisieras.
- Lo siento preciosa, pero eso me lo hubieras dicho antes, se
necesita tiempo para planear un escape de aquí y tú te vas
pasado mañana, pero no te preocupes, te iré a visitar al lugar a
donde vas, ya sé donde es y te prometo que disfrutaremos
juntos.
A Beatrice ya no le quedó duda alguna, ese bastardo no sólo
se negó a ayudarla sino que encima de eso pensaba ser uno de los
cincuenta diarios que le pensaban enviar en aquel lugar del demonio,
debía escapar, siguió coqueteando con el custodio.
- Bueno, pero... ¿que te parece un último momento de placer
entre nosotros?
- Lo siento, pero tampoco puedo, te han hecho exámenes y te
los volverán a hacer cuando te vayas, si se enteran que estuve
contigo me corren.
- Maldito maricón – pensó decepcionada, ahora tendría que
actuar, no había vuelta atrás. En un tono sensual le susurró al
guardia –: Vicenthius, no tiene que haber penetración para
darte placer, puedo hacer otras cosas…
Beatrice le dedicó una mirada lasciva al custodio y le mostró
un seno mientras se mordía el dedo índice, después, se sentó en el
sofá.
- Ven aquí y bájate los pantalones, te voy a llevar al cielo.
El custodio no pudo más, corrió hacia ella y se bajó los
pantalones. Beatrice le empezó a practicar el sexo oral, Vicenthius
estaba totalmente extasiado, no se dio cuenta que Beatrice sacó el
abrecartas, en ese momento se lo enterró por el escroto, el guardia
empezó a gritar y cayó retorciéndose de dolor, el siguiente golpe con
el abrecartas fue en la boca abierta del custodio, le destrozó las
cuerdas vocales, ya no se oía nada, se estaba muriendo, el tercer
golpe fue fulminante, le enterró el abrecartas en el ojo derecho,
Vicenthius murió al instante, eso sí, con una erección.
Beatrice lo siguió apuñalando hasta que se le acabaron las
fuerzas, después salió corriendo, como estaba a oscuras tropezó y al
caer golpeó el conducto de ventilación, se levantó y observó la
rendija, la tomó con fuerza y logró zafarla, se percató que cabía por
ahí, entró y volvió a poner la tapa en su lugar, sólo le quedaba
dejarse morir, ese día no había probado alimento, al siguiente el
estomago ya le dolía, tenía hambre, pero era mejor morir de hambre
que aceptar aquel cruel destino, sólo esperaba la muerte, hasta que
llegó Elektra.

Empezó a surgir una amistad entre Elektra y Beatrice, en un


principio la niña sólo le llevaba de comer y se retiraba, pero poco a
poco empezaron a convivir más, Beatrice ya había recorrido todos
los conductos de ventilación, se los sabía de memoria y se los mostró
a su amiga, a quien sólo le tomó un recorrido para saber en donde
estaba cada compuerta y a que parte del Orfanato daba. Elektra
empezó a ausentarse más de su trabajo en el área de costura del
Orfanato, con el tiempo sacó a Beatrice a la superficie, afuera la vio
por primera vez a la luz del sol y no entre sombras, era preciosa, no
le sorprendió que se pelearan por ella.
Una vez que Beatrice salió a la superficie, Elektra sabía
exactamente por donde llevarla, hubo ocasiones en que la pasaba por
delante de los custodios y estos no se percataban de quien se trataba,
ya hasta dormía con ella.
Y así pasaron seis meses, Elektra sabía que esa situación no
podría durar para siempre, en dos ocasiones casi la atrapaban y en
otra más fue descubierta en un lugar no autorizado, le dieron el
castigo menor, pero eso ya era para preocuparse, se había colocado
en el radar de algunos custodios que la ignoraban, ahora ya la
buscaban con la mirada y no era tan fácil desaparecer para estar con
Beatrice, quien al contrario ya no estaba asustada y se había vuelto
más temeraria, tenía que buscar la forma de escapar.
- ¿Entonces que Elektra? Mañana es mi cumpleaños, cumplo
quince años, tenemos que celebrar.
- No lo sé Betty, cada vez me es más difícil desaparecerme…
- Pero es mi cumpleaños y yo quiero estar contigo.
- Ok, mañana veo la forma de desaparecer y te veo en nuestro
lugar secreto, donde nos conocimos.
- Gracias amiga – Beatrice abrazó a Elektra –, te tengo una
sorpresa.
- No quiero que me des nada Betty, mucho menos sorpresas,
sólo quiero que guardes silencio y que estés bien escondida
hasta que nos reunamos mañana en la tarde. ¿Me lo
prometes?
- Si, te lo prometo.
Elektra se fue con un nudo en el corazón, tenía un mal
presentimiento, vería la manera de escaparse lo antes posible, tendría
que ser ese mismo fin de semana, esa situación no duraría mucho
más.
Elektra estaba dormida cuando un sobresalto hizo que se
despertara antes que de costumbre, por instinto se bajó de su cama y
se sentó hecha un ovillo en el suelo en la esquina derecha de la
habitación, segundos después, alguien abrió la puerta de su
dormitorio y con un fuete empezó a golpear la cama en donde se
suponía ella dormía.
- Despierta maldita niña. – El custodio encendió la luz, se
sorprendió al ver que no había nadie en la cama –. ¿Que
demonios?
- ¿Que quieren? Me asustaron. – Elektra les habló desde su
rincón
El custodio la tomó de los cabellos, iba a golpearla con el
fuete, pero su compañero lo detuvo.
- Tranquilo, es sólo una niñita, el Director dijo que únicamente
la lleváramos, no que la golpeáramos.
- Bueno, pero tampoco nos prohibió que lo hiciéramos y por
culpa de esta niña nos han castigado a todos. ¡Se burló de
nosotros en nuestras narices!
- De todos modos déjalo, si se comprueba eso ya tendremos
tiempo para desquitarnos.
- Está bien, pero por lo menos así me la llevo.
El custodio levantó a la niña de los cabellos y se dirigieron a
la oficina del Director, en el camino Elektra por instinto cambió su
posición y por lo mismo el estado de su peso para lastimar las
muñecas del guardia, éste no aguantó, sintió un intenso dolor y la
bajó.
- Maldita mocosa, creo que yo me lastimé más que ella.
- Ya cálmate – le dijo el otro custodio mientras empujaba a
Elektra para que siguiera caminando –, te dije que la dejaras
en paz.
Al llegar con el Director, Elektra inmediatamente supo lo que
sucedía, su instinto le dijo que mintiera.
- Hola Elektra. – El Director se acercó a ella y se agachó para
estar a su nivel, se sorprendió de no haber notado antes lo
hermosa que era.
- Hola señor Director – le respondió Elektra con su cara de
inocencia.
- ¿Sabes por que te mande llamar? – le preguntó amablemente.
El Director pensaba gritarle, incluso golpearla para que
confesara lo que había hecho, pero esa carita inocente lo
desarmó.
- Creo que sí – respondió Elektra sin perder contacto visual con
ese hombre.
- ¿Por que? – le preguntó el Director mientras le tocaba su
pequeña nariz juguetonamente con el dedo índice.
- Porque le he llevado comida a la niña de la ventilación.
- ¿Sólo has hecho eso? – El Director puso cara de decepción,
cargó a Elektra y la sentó en su escritorio.
- Si – respondió Elektra poniendo cara de arrepentimiento.
- ¿Y como lo hacías? – el rostro del Director empezaba a dejar
de ser amable, ahora era de curiosidad.
- Me comía sólo la mitad de mis alimentos y guardaba el resto,
se los dejaba en la entrada del conducto del pasillo que da al
patio, siempre desaparecían.
- ¿Y sabes como se llama esa niña?
- Betty – me lo dijo la primera vez que le llevé de comer.
- ¿Sabías que la estábamos buscando? – preguntó esta vez con
severidad.
- No, pero suponía que se escondía por algo – Elektra seguía en
su papel de niña arrepentida.
- ¿Sabes cual es el castigo por encubrir? – el rostro del Director
nuevamente se ablandó.
- Si, el más severo – respondió Elektra pensando en el castigo
físico, en varias ocasiones había visto como maltrataban a
otros niños, un espectáculo atemorizante.
- ¿Y cual es? – preguntó el Director viendo fijamente a Elektra.
- Cincuenta azotes – Elektra nuevamente recordó a los niños
azotados, incluso algunos habían desaparecido después de ser
castigados, en el Orfanato se comentaba que no habían
sobrevivido al castigo.
- Y aún así la ayudaste – comentó el Director agitando su dedo
índice en dirección a Elektra.
- Me dio lástima.
- ¿Y quién le mostró todo el orfanato a Beatrice y le abría los
conductos? Ella los conocía demasiado bien, dice que fuiste
tú.
- Señor, sólo soy una niña y estoy en el área de costura, no
tengo acceso más que al patio, al salón donde trabajo y a mi
dormitorio, nunca he estado en ningún otro lugar.
- Espero que pienses en eso cuando te castiguen.
- Si señor.
Elektra vio en la mirada del Director que no hablaba en serio,
habría reprimenda pero el castigo no sería físico, de lo que también
estaba completamente segura era que definitivamente su vida en el
orfanato cambiaría.
- Abran la puerta – el Director de repente se dirigió a sus
custodios.
- Si señor director – respondieron los dos hombres más
alejados de ellos y abrieron las puertas de la oficina contigua
a la que estaban.
Lo que vio Elektra la dejó impactada, era Beatrice,
completamente golpeada y sangrando, el Director se dirigió a su
amiga.
- A ver Beatrice, es tu última oportunidad, dime: ¿Quien más te
ayudaba?
Beatrice levantó la vista y vio a Elektra.
- Perdón amiga, te traicioné, al principio aguanté pero soy
débil, merezco lo que me hacen por traidora, perdóname.
- Elektra ya nos dijo como te ayudaba, Beatrice, pero debe
haber alguien más, confiesa.
- No tengo nada más que decir – Beatrice no se atrevía a ver a
su amiga de frente.
- Si no confiesas te romperé las piernas, al fin y al cabo como
puta es lo primero que los clientes hacen a un lado.
Todos empezaron a reír, Elektra miraba la escena en silencio.
- Hagan lo que quieran, no me importa, mi peor castigo es ver
a los ojos a quien me ayudó y que sepa que la traicioné –
Beatrice lloraba de verguenza.
- Si así lo quieres, así será, rómpanle las piernas – ordenó
fríamente el Director mientras se sentaba en su escritorio al
lado de Elektra a ver como destrozaban a Beatrice.
El custodio levantó un mazo a la altura de las piernas de
Beatrice para rompérselas, Elektra por primera vez en su vida no le
hizo caso a su instinto.
- ¡Alto! ¡Fui yo! Yo la alimentaba tres veces al día, también le
mostré todo el Orfanato. ¡Hasta la paseaba enfrente de sus
narices!
- ¿Que? – El Director estaba sorprendido por el cambio en la
actitud de Elektra, de ser una niña adorable e inocente pasó a
ser una pequeña decidida y envalentonada.
Elektra les explicó como se movía por el sistema de
ventilación, horarios y rondas de todos los custodios, cuándo y a que
horas estaban libres las distintas habitaciones, todo…, el Director no
creía lo que escuchaba, esa pequeña era algo para tomar en cuenta.
- Condenada niña, eres algo serio – el rostro del Director no
podía mostrar más sorpresa.
- Si. Y todo lo hice delante de usted y sus empleados – le
respondió retadoramente Elektra.
- Bueno, vamos a ver que hacemos contigo, por lo pronto
quiero que veas algo.
Unos hombres llegaron por Betty, ésta inmediatamente
reconoció a uno de ellos, era el hombre del miembro monstruoso, el
que la había lastimado.
- No, por favor, no me lleven. Mátenme pero no me lleven,
ayúdame Elektra, no te voy a volver a traicionar,
ayúdameeeeee.
Elektra impotente se quedó viendo como se llevaban a su
amiga, a la única que había tenido, no pudo contener sus lágrimas,
sólo alcanzó a susurrar:
- Te prometo que te voy a rescatar.
- Preocúpate por ti niña – le respondió el Director del Orfanato
–. Algo me dice que tú eres más valiosa que esa pequeña
zorrita, por lo pronto... – señaló a dos custodios –. Derek,
Wikkten, enciérrenla y más les vale que la cuiden, no le
quiten el ojo de encima, me responden con sus vidas que
Elektra no escape, en este momento voy a buscar un servicio
de seguridad que proteja todas la salidas y en especial ese
sistema de ventilación.
- Si, jefe – respondieron al mismo tiempo los dos custodios.

Lo que sucedió esa noche fue el resultado de que Beatrice


dejó de temer, andaba más confiada en el orfanato, observó cómo
Elektra la pasaba por delante de los custodios y no la detenían, dejó
de creer que era por la prudencia de su amiga que no la descubrían.
Después empezó a salir por su cuenta sin decirle a Elektra, paseaba
sola por todo el lugar, iba a la cocina de noche y se preparaba sus
bocadillos, entraba a la oficina del Director y se bebía sus licores.
La sorpresa para su cumpleaños era que le iba a dejar una
nota a su pequeña amiga en su lugar secreto para que la alcanzara en
la azotea del Orfanato, le prepararía una comida especial, ya había
hurtado los ingredientes y faltaba un licor dulce del Director que le
encantaba, éste ya se había dado cuenta que sus licores estaban
siendo bebidos por alguien más y colocó un sistema de alarma
silencioso, cuando Beatrice entró por el licor fue detenida.

Derek y Wikkten eran conocidos como los custodios más


despiadados del Orfanato, eran violentos, crueles, sádicos y
pedófilos, llevaron a la infractora a una celda, en el camino la niña
iba pensando en cómo escapar, debería hacerlo esa noche, después
sería más complicado, eso en caso de que hubiera un “después”,
llegaron a la celda y los dos custodios entraron con ella.
- No lo había notado niña pero eres muy bonita, no me explico
como has estado tanto tiempo aquí y no me había dado
cuenta, tendremos que recuperar el tiempo perdido, estoy
seguro de que vamos a pasar un muy buen rato – le dijo
Wikkten.
Elektra corrió hacía una esquina de la celda, ahí en el suelo
encontró un tubo de acero, en un principio no se veía por la
obscuridad de la habitación y porque estaba pegado a la pared, pero
nuevamente el instinto de Elektra la había enviado a ese lugar. Derek
empezó a reír.
- ¿Y que vas a hacer con ese tubo jovencita? ¿Vas a
golpearme?
Derek y Wikkten eran dos gigantones de un metro con
noventa y cinco centímetros aproximadamente y completamente
musculosos.
- Vamos niñita dame eso, que bueno que lo encontraste, así los
tres nos vamos a divertir con ese juguetito – se burlaba
Derek.
Y fue entonces cuando sucedió, los ojos cafés de Elektra
cambiaron a un gris muy claro, casi blanco, vio con claridad cuales
eran los puntos donde tenía que golpear a Derek y la fuerza que debía
ejercer, también sabía cuando la iban a atacar.
Elektra dio dos pasos al frente y golpeó con el tubo la rodilla
de su agresor, éste gritó de dolor.
- Maldita niña, te vas a arrepentir – dijo Derek mientras se
sobaba la rodilla golpeada.
Wikkten sonreía divertido.
- Vamos Derek, le voy a contar a todo mundo que una niñita
casi te patea el trasero.
- Cállate cabrón, después de que acabe con esta zorrita no
habrá quedado nada para ti.
Derek atacó a Elektra dándole una bofetada pero esta lo
esquivó, lo intentó tres veces más y falló, Wikkten reía a más no
poder. Finalmente Derek se dio por vencido, cojeando se dirigió
hasta su compañero.
- A ver idiota, atrápala tú, creo que me rompió la rodilla.
- Esta bien, pero entonces me la quedo yo…
- Haz lo que quieras, me conformo con ver que sufra, cuando
hayas acabado será mi turno.
Wikkten intento atrapar a Elektra no con mejores resultados
que Derek.
- Tienes razón, Wikkten, es más divertido ver que actuar.
- Mira y aprende, he estudiado sus movimientos y ahora la
atraparé.
Esta vez Wikkten se puso serio y se fue con todo para atrapar
a Elektra, inmediatamente la niña vio un punto de desequilibrio en su
postura y lo tropezó, cuando cayó Elektra ya sabía exactamente
donde golpearlo, con ambas manos en el tubo lo impactó en la nariz
de abajo hacia arriba, por la fuerza del golpe el hueso se le encajó en
el cerebro, Wikkten cayó muerto.
- Wikkten – lo llamó Derek, ya no sonreía –, respóndeme
amigo, maldita niña... ¿que hiciste?
Elektra no respondió, antes de que Derek se diera cuenta lo
golpeó en la otra pierna, gritó de dolor y cayó de rodillas, fue
entonces cuando un sudor frío recorrió su columna vertebral, sintió
miedo.
- Por favor niña, no me hagas nada, yo sólo seguía órdenes.
Elektra no dijo nada, sólo lo observaba atentamente con sus
ojos gris claro. A Derek lo puso más nervioso todavía esa mirada
escrutadora.
- Mira, tú dime lo que quieres, yo te ayudo.
Elektra seguía sin decir palabra, sólo observándolo. Derek se
quebró, no soportaba esa mirada, comenzó a llorar.
- ¡Por favor, no me mates!
- Dame las llaves – le dijo Elektra finalmente señalándolo con
el tubo.
- ¿Que llaves? – el custodio trataba de ganar tiempo, si lograba
alcanzar a la niña de un golpe le destrozaría el cuello.
Derek fue golpeado en la mano derecha con el tubo, sintió
como se le rompía el hueso.
- Ayyyyy, ten, aquí están – chilló arrojando las llaves lejos de
él con su única extremidad sin romper que le quedaba.
Elektra recogió las llaves, después se dirigió hacia donde
estaba el cuerpo sin vida de Wikkten y puso el tubo en sus manos.
- No te voy a matar porque lo va a hacer el Director, va a creer
que tú mataste Wikkten y me dejaste escapar, sólo que no
contabas con que tu compañero te iba a dejar mal herido,
espero que disfrutes tus últimas horas.
- ¿Que diablos eres tú...? – preguntó un aterrado Derek.
Elektra no le respondió, salió al corredor y gritó:
- ¡Gracias señor Derek, por favor no se muera, lo espero allá
afuera en donde usted me dijo!
Corrió por los corredores hasta burlar las cámaras de
seguridad, podía ver claramente el rango de visión de éstas y en que
momento pasar, ni siquiera fue necesario utilizar el sistema de
ventilación para huír, con las llaves del orfanato salió en un abrir y
cerrar de ojos.
Horas más tarde encontraron a Derek arrastrándose por los
pasillos, para su mala suerte ya habían visto el video de seguridad en
el cual Elektra le agradecía que la liberara y habían encontrado el
cuerpo de Wikkten, era obvio que habían tenido una pelea, el
custodio fallecido había lastimado a su compañero con el tubo, pero
al final Derek había asesinado a su camarada con un golpe mortal en
la nariz, incluso se había lastimado la muñeca al realizar tal
maniobra. Derek gritaba y juraba que la niñita de siete años había
matado a su amigo, aseguraba que a él lo había golpeado y
coercionado para que le entregara las llaves bajo amenaza de
matarlo, nadie le creyó, fue torturado para que revelara el lugar
donde se vería con Elektra, pero no habló.
Al final tuvieron que matar a Derek, lo hicieron por respeto y
por piedad, las heridas de la tortura habían sido fatales, un hombre
tan duro como él no merecía morir como un cobarde, alguien que no
falta a su palabra y escoge morir sufriendo antes que traicionar sus
principios merece ser recordado, y así Derek se convirtió en leyenda,
“el custodio más duro” que ha pasado por el orfanato del Distrito III,
la persona que dejó escapar a una pequeña niña y prefirió morir
torturado a dar el lugar del paradero de su protegida, con el tiempo su
fama abarcaría los demás distritos.
Una vez afuera del orfanato Elektra comenzó a vagar sin
rumbo, necesitaba enterarse donde habían mandado a Betty, tenía
que rescatarla…, decidió seguir al Director, en algún momento
esperaba que visitara el lugar donde había enviado a su amiga y
entonces ella la sacaría de ahí.
Pasaron dos semanas y el responsable del Orfanato no la
ayudaba a dar con el paradero de Betty, Elektra dormía y comía en el
hospital del Distrito III, nunca se dieron cuenta de su presencia.
Aunque había aprendido a ser paciente y sabía que tarde o temprano
el Director la llevaría a su amiga, Elektra estaba desesperada, lo que
no tenía era tiempo, sabía que Betty sufría y debía rescatarla, decidió
que entraría nuevamente al Orfanato.
Cuando llegó al lugar que había sido su hogar durante toda su
vida el instinto le dijo que era peligroso, ya se había reforzado la
seguridad, entonces decidió cambiar la estrategia, dejaría la entrada
al Orfanato como la última opción.
Elektra comprendía el valor del dinero y decidió comprar a
alguien de adentro, pero primero necesitaba conseguirlo, se fue a la
zona comercial, se detuvo enfrente de varios negocios que parecían
irles muy bien, memorizó todos sus movimientos, con un día le bastó
para saber por cual iría, era un negocio de empeños, cerraban muy
bien las puertas, dejaban guardias afuera y el dinero junto con los
bienes adentro.
Cuando estuvo en el interior se percató que el sistema de
seguridad podía ser burlado, ese día sin que nadie la observara se
quedó dentro del local hasta que cerró por la noche, tomó la cantidad
de dinero que consideró sería suficiente y se volvió a esconder
esperando el nuevo día, a la mañana siguiente una vez que el negocio
empezó a operar, salió por la puerta principal como cualquier
persona.
Una vez con el dinero en la mano lo siguiente era buscar
ayuda interna, conocía a la persona del aseo, era buena con ella y
tenía acceso a la oficina del Director, esperó a que saliera de trabajar
y la abordó.
- Hola Bendine.
- ¡Elektra! ¿Que haces aquí? Es peligroso, todo mundo anda
buscándote – la mujer nerviosa volteó a todos lados hasta
estar segura que nadie las observaba.
- Necesito un favor – le dijo Elektra sin rodeos.
- Olvídalo, el último que te hizo un favor fue torturado hasta la
muerte – respondió Bendine recordando la horrible muerte de
Derek.
- Se lo merecía, pero escúchame, tengo más monedas como
esta, son tuyas a cambio de información.
Cuando Bendine vio la moneda dudó, si no había mucho
riesgo en lo que esa niña quería la ayudaría a cambio del dinero que
le ofrecía.
- ¿Que clase de información quieres?
- Creo que ya lo sabes, necesito que me des la ubicación del
lugar donde enviaron a Betty.
Elektra no lo sabía, pero era del dominio público en el
Orfanato el lugar donde habían enviado a su amiga, la mujer pensó
en aprovecharse de esa chiquilla.
- No lo sé, Elektra, lo que me pides parece peligroso – Bendine
fingió estar temerosa.
- Si no me lo dices tú lo averiguaré por otro lado – la amenazó
Elektra.
Bendine cambió de actitud, sabía donde estaba Betty pero
además de las monedas de Elektra deseaba la recompensa que el
Director ofrecía por ella.
- Está bien, mi niña, se dice que está en un lugar para adultos,
yo lo voy a averiguar y mañana te veo aquí con la
información.
- Está bien, nos vemos aquí mañana a la misma hora, confío en
ti.
Bendine habló con un custodio con el que tenía un amorío,
los dos planearon quitarle el dinero a Elektra y entregarla al Director.
Al día siguiente se encontró con la niña.
- Hola Elektra.
- Hola Bendine. ¿Como te fue? – desde que vio a la mujer del
aseo Elektra supo que algo andaba mal, se veía nerviosa y
miraba constantemente al otro lado de la calle.
- Bien, ya sé a donde mandaron a Betty, pero fue difícil
encontrarla, me descubrió un custodio mientras veía la
documentación del jefe, ofreció no delatarme siempre y
cuando compartiera el dinero que me ofreciste con él.
- Haz lo que tengas que hacer Bendine, sólo dime donde se
encuentra Betty.
- Dame el dinero – Bendine estiró la mano para que Elektra le
entregara las monedas que le había ofrecido.
- Primero encontramos a Betty, cuando la vea te daré el dinero.
- No. ¡Primero el dinero o no hay trato! – Bendine cada vez
estaba más nerviosa.
- Entonces no hay trato – le dijo tranquilamente Elektra
viéndola fijamente a los ojos.
- ¿Segura? ¿Y si te quito el dinero? – Bendine ya sudaba
profusamente y no dejaba de mirar al otro lado de la calle.
- No lo traigo yo, pagué a alguien que si es de confianza para
que me siga con el dinero, en cuanto vea a Betty te lo entrego.
- ¿No me estarás engañando?
- No. Y dile al idiota que esta tratando de ocultarse que puede
venir por mí, pero no les voy a dar el dinero.
- Está bien, si te entregamos al Director por lo menos cobramos
la recompensa que ofrece por ti.
- ¿Y cuanto es?
- Cinco monedas como la que me mostraste, con eso me basta
y me sobra, no necesito tu dinero niña.
- Yo tengo quince.
A Bendine le brillaron los ojos, llamó a su amante y le contó
la situación, el custodio quería ambas recompensas, aceptó por el
momento las condiciones de Elektra.
- Está bien, llevémosla con la zorrita.
- ¿Y la recompensa por Elektra? – Bendine ya no quería seguir
con eso, no estaba acostumbrada a tanta presión.
- Después de que te dé el dinero la atrapo y cobramos todo.
- Cuidado, dicen que es muy huidiza y tonta no es, ya ves, se
protegió bien de nuestra trampa.
- No te preocupes, este juego es de dos.
El custodio le había pedido a su hermano que le ayudara,
pensaba traicionar a Bendine y quedarse con todo el dinero. Llevaron
a Elektra al burdel donde habían enviado a Betty, estaba en una zona
de tolerancia.
- Es aquí – Bendine le señaló el prostíbulo a Elektra –, ahora
dame el dinero...
- Tranquila, te lo voy a dar, sólo déjame comprobar que Betty
se encuentra adentro.
- ¿Estás loca? A esos lugares no entran niñas como tú.
- No voy a entrar yo, lo hará mi amigo.
Elektra levantó ambas manos y las agitó, después señaló el
lugar donde presuntamente se encontraba Beatrice, un chico que se
veía como de dieciséis años muy bien vestido entró, después de diez
minutos salió y le entregó el dinero a su amiga.
- Ahí está, es idéntica a la descripción que me diste.
- Gracias.
Cuando el chico le dio el saco con las monedas a Elektra, ésta
lo abrió y las botó al aire, Bendine y su amante sorprendidos
empezaron a recogerlas, cuando terminaron Elektra ya no estaba.
- ¡La perdimos Evan! – se lamentó Bendine.
- No te preocupes – respondió el custodio –. Ya la atraparé.
En la confusión Elektra escapó rápidamente, no le costó
trabajo perderse entre la gente, pero no sabía que alguien la vigilaba.
Elektra volvió al lugar en donde tenían a Betty y comenzó a
hacer su rutina de observación, entradas, salidas, personas conocidas,
clientes, rodeó la construcción para encontrar puntos débiles o
lugares por los cuales escabullirse, pensaba que había sido una suerte
encontrarse con esos gemelos, bueno, eso decían que eran, porque
más bien parecían hermanos con muchos años de diferencia...
Elektra conoció a Cástor y Póllux por casualidad, estaba en
un parque esperando a que anocheciera para irse a dormir cuando
algo llamó su atención, era un chiquillo como de su edad retando a
un grandulón, al lado del chiquillo había alguien que parecía ser su
hermano mayor, Elektra se acercó por curiosidad, en cuanto vio
mejor al chiquillo supo que éste ganaría.
La pelea no duró mucho pero el perdedor venía con muchos
amigos, rodearon a los hermanos y empezó el zafarrancho, a pesar de
ser más de diez chicos mayores contra dos niños la pelea se veía
pareja, de repente, el hermano mayor levantó a un chico por los aires
y lo lanzó contra el resto, en la confusión los hermanos huyeron, en
eso estaban cuando Elektra les llamó, tomó de la mano al menor y
salió corriendo, los gemelos al ver el tamaño de la niña vieron que
era inofensiva y les dio confianza, la siguieron y en un santiamén
perdieron de vista a los bravucones.
- Gracias. ¿Como hiciste eso? – preguntó el más pequeño de
los hermanos.
- ¿Eso que? – preguntó Elektra fingiendo no saber de qué le
hablaban.
- Perdiste en un instante a esos montoneros, estaban
pisándonos los talones y en un instante desaparecieron...
- Es que soy muy inteligente – dijo Elektra sonriéndoles a los
dos hermanos.
- No lo dudo – respondió el hermano menor devolviéndole la
sonrisa.
- ¿Como te llamas? – le preguntó Elektra al menor mientras
reía con las caras graciosas que le hacia el mayor detrás de él.
- Cástor y él es mi hermano gemelo Póllux.
- ¡No es cierto! – exclamó sorprendida, la diferencia de
tamaños era demasiada para que creyera esa mentira.
- ¿Como que no? – le reclamó airadamente Cástor –. ¿Acaso
no ves que somos igualitos?
- Pero él es muy grandote – respondió incrédula Elektra viendo
hacia arriba al gemelo mayor.
- Y más guapo – agregó Póllux mientras levantaba el rostro
para que Elektra lo viera de perfil.
Cástor empezó a reír, generalmente se molestaba cuando lo
rebajaban a hermano menor de Póllux, pero esa niña tenía una
simpatía especial.
- Siempre nos dicen lo mismo. Y tú... ¿como te llamas?
- Elektra – respondió la niña levantando el rostro y ladeándolo
al igual que Póllux.
- Bueno Elektra, a nosotros nos gusta pagar nuestras deudas,
aunque no te pedimos ningún favor nos ayudaste, hubiera
sido muy cansado patearles el trasero a esos bravucones.
- Hasta donde yo vi ustedes iban huyendo…
- Pura estrategia, si te fijaste bien ya habíamos derrotado casi a
la mitad.
- Eso es cierto – dijo emocionada Elektra –, ustedes son
increíbles.
- Bueno, entonces si hay algo en lo que te podamos ayudar
dínoslo.
Elektra lo pensó un momento y se le iluminó el rostro.
- Si, hay algo, si pudieras ayudarme, Póllux, te estaría
eternamente agradecida.
- ¿Por qué Póllux? – preguntó Cástor molesto de que lo
hicieran a un lado.
- Porque se ve mayor – respondió Elektra estirando su brazo
hacia arriba, ni así alcanzaba el cabello del gemelo mayor.
- ¿Que es lo que quieres exactamente? – le volvió a preguntar
Cástor.
- Que entre en un lugar para adultos y busque a una amiga mía.
- Póllux es experto en actuar como alguien mayor, él es tu
hombre.
- Perfecto, es para mañana. ¿Que les parece si les cuento mi
plan mientras los invito a comer?
- ¡Que bien! – gritaron los gemelos en coro.
Elektra les contó su plan, su instinto le decía que podía
confiar en esos dos chicos, desde el principio se fijó que eran
atractivos y daban confianza, en especial el mayor, “tomó prestado”
de una tienda un traje de ricos para Póllux y realmente parecía
alguien con dinero, le describió a Betty y los invitó a dormir a “su
hospital”.
Al día siguiente le entregó el dinero a Póllux, estaba segura
que no se lo robaría y ejecutaron el plan con maestría, el gemelo
mayor estaba acostumbrado por su físico a entrar en lugares para
adultos, se pintaba una barba semi-crecida y realmente parecía un
adolescente mayor, entró en el prostíbulo y jugando con el saco de
monedas pidió hablar con la “madame”. Las chicas del lugar al verlo
tan distinguido y bien vestido inmediatamente le hablaron a la
responsable del prostíbulo, una guapa y bien formada señora de no
más de treinta y cinco años de edad. Póllux le entregó una de las
monedas y solicitó ver a su mejor chica, inmediatamente lo llevaron
con Betty.
- ¿Que le parece milord? – le preguntó la madame mientras
masajeaba sus hombros.
- Muy bella. ¿Cuanto cuesta? – preguntó Póllux dando a
entender que el precio no tenía importancia.
- Acaba de llegar, mañana será subastada por primera vez, si el
jovencito quiere entrar en la puja lo podemos anotar.
- Por supuesto que quiero entrar.
- Aunque usted es un poco joven – le dijo la madame mientras
le agarraba la entrepierna.
- No se fije en eso. – Póllux la dejó hacer, estaba acostumbrado
a que las chicas se lanzaran sobre él pensando que era mayor,
tomó de la barbilla a la responsable del prostíbulo y le
comentó –: Si me consigue lugar en primera fila otra moneda
será para usted.
- Cuente con ello milord – le respondió la madame dándole un
fugaz beso en los labios.
Póllux salió del lugar y según lo acordado le entregó la bolsa
a Elektra, pero los gemelos no se fueron, se quedaron cerca por si su
nueva amiga necesitaba ayuda, aunque rieron al ver con que facilidad
escapaba, horas más tarde se la encontraron en la parte trasera del
prostíbulo.
- Bueno Elektra y ahora ¿que sigue? – preguntó Póllux.
- Eso es todo, les agradezco lo que hicieron por mí.
- Pero... ¿no vas a sacar a tu amiga? – preguntó intrigado, él y
su hermano pensaban quedarse con ella hasta el final.
- No, le voy a decir a su familia donde se encuentra para que
vengan por ella, muchas gracias.
- Bueno, entonces adiós, esperamos verte otra vez – se despidió
Cástor.
Elektra los abrazó a ambos y les prometió que se volverían a
encontrar. Ahora, mientras inspeccionaba el lugar se preguntaba si
había hecho bien en rechazar la ayuda de esos niños, eran muy
fuertes y sin duda alguna con ellos ayudándole cualquier plan sería
más fácil…, pero no, eran buenos chicos y ella no tenía derecho a
poner sus vidas en peligro, una cosa era entrar a observar y otra muy
distinta poner su integridad personal en peligro, el plan lo ejecutaría
ella sola, ya había descubierto un sitio en la parte trasera por donde
podría entrar, al ingresar al inmueble tuvo que ser más cuidadosa, era
un lugar en donde no había niños, por lo tanto no podía ser vista,
pudo ir avanzando hasta la habitación que le describió Póllux, entró
con sigilo.
- Betty… – la pequeña niña rubia llamaba a su amiga con
apenas un murmullo.
- ¡Elektra! – gritó un espantada y sorprendida Beatrice –¿Que
haces aquí?
- Vine por ti – le respondió en voz baja Elektra mientras se
llevaba un dedo a los labios.
- ¿Por que? – Beatrice no entendía la presencia de Elektra en
ese lugar, pensaba que la odiaba.
- Porque eres mi amiga – le respondió Elektra mientras la
abrazaba.
- Yo te traicioné. – Beatrice bajó la cabeza con vergüenza
- Te obligaron, te torturaron para que hablaras, yo hubiera
hecho lo mismo.
- Pero... ¿como entraste? – a pesar de estar tocando a su amiga,
Beatrice aún no concebía que estuviera ahí.
- No te preocupes por eso, lo importante es como vamos a salir.
Elektra le pidió a Betty que le describiera el burdel así como
las personas que lo integraban, guardias, todo, ya tenía una idea del
lugar por lo que le había descrito Póllux, Betty le contó que no la
habían tocado aún, se estaba recuperando de la golpiza que le habían
dado en el Orfanato.
- Prepárate – le dijo Elektra mientas se asomaba al pasillo
afuera de la habitación donde se encontraban –, hoy en la
noche nos vamos.
- Si – le respondió Beatrice mientras unas lágrimas se
escapaban de sus ojos.
Elektra salió primero, recorrió el lugar y vio la forma en la
que escaparían, lo hicieron por la parte trasera, recorrieron un
pequeño pasillo, saltaron por una ventana, burlaron un par de
guardias, Beatrice estaba impactada, ahora comprendía el real
potencial de Elektra, era por ella que nunca fue descubierta en el
Orfanato, ¡si no hubiera sido tan tonta...! Pero estaban a punto de
escapar, ya afuera tendría ocasión de congraciarse con su querida
amiga, una vez que salieron a la calle ambas sonrieron, se tomaron de
la mano y se encaminaron calle arriba.
- ¡Alto! ¡Será mejor para su seguridad que regresen al burdel!
Ambas voltearon, mientras Elektra se preguntaba que había
pasado pues estaba segura que nadie la había visto, Betty sintió un
terror de muerte, quien les hablaba era el señor Holmes, el maldito
que la había comprado y quien la había llevado a ese lugar, por
instinto se echó a correr, Elektra estaba inmóvil no sabía que pensar,
en segundos ese hombre recorrió más de treinta metros y atrapó a
Betty, ni siquiera hizo ruido al correr, Elektra no vio un punto libre
por donde escapar, esa fue la primera vez que conoció a un bérserker.
- Hola Elektra, eres realmente impresionante, sígueme por
favor, tenemos que hablar.
- No – Elektra ya se había repuesto a su sorpresa inicial,
pensaba defenderse de ese sujeto.
- No voy a golpear a una posible socia de negocios, pero si no
vienes lastimaré a tu amiga.
- Está bien – Elektra se rindió, no pensaba volver a permitir
que lastimaran a Beatrice –, no le haga daño, lo acompañaré a
donde diga.
Holmes era hermano del custodio que trató de engañar a
Elektra, cuando éste le pidió que la siguiera de lejos Holmes sintió el
potencial de la niña, había escuchado las historias que se contaban
acerca de ella y lo acababa de comprobar, esa niña lo podría volver
rico, su suerte empezaba a mejorar cada vez más, desde que se
convirtió en un bérserker caído en desgracia empezó a frecuentar los
burdeles, debido al gran tamaño de su miembro en poco tiempo se
hizo famoso. Entonces conoció a Doreen, ella lo tomó para sí y le
ofreció el cincuenta por ciento de su negocio, le iba muy bien, pero
con Beatrice sus ganancias se iban a multiplicar y con Elektra las
posibilidades eran infinitas.
- Elektra, he visto tus habilidades y son impresionantes. ¿Te
gustaría trabajar conmigo?
- ¿Haciendo que?
- De esto y de aquello, por el momento se me ocurre que te voy
a dejar encargada en unas guarderías para niñas ricas, tú te
escaparás y yo obtendré algunos beneficios a cambió de no
hacer un escándalo.
- Me imagino que no tengo opciones – mencionó Elektra
tratando de medir a Holmes.
- No, no las tienes – el bérserker le hablaba con amabilidad
pero en sus ojos se notaba que no permitiría desobediencias.
- Le ayudaré con una condición.
- ¿Cual? – Holmes estaba muy interesado en Elektra, sabía que
debía contar con su colaboración, decidió escuchar sus
demandas, si estaba en sus manos cumplirlas se las
concedería.
- Que libere a Betty.
- Lo siento, pero eso no es posible, eres demasiado buena y
algún día vas a ser capaz de escapar hasta de mi, no, Betty se
queda, ella es mi seguro de que no me traicionarás.
- Está bien, pero no quiero que nadie la toque.
- Tampoco es posible, se hizo una gran inversión por ella y la
deben de recuperar.
- ¿Cuanto es la inversión? – preguntó Elektra, ahora sabía de la
debilidad que tenían los adultos por el dinero, si ese era el
problema ella lo conseguiría para liberar a Betty –. Yo se la
pago.
- ¿Y como la vas a pagar? – preguntó Holmes intrigado.
- Ese es mi problema.
- Hablando de eso... ¿como conseguiste el dinero que le
pagaste a mi hermano?
- De la misma manera como conseguiré el de la libertad de
Betty.
- Mira mocosa, no juegues con mi paciencia, mejor explícame
como consigues el dinero o si no voy a torturar a tu amiga
enfrente de ti y cuando acabe con ella sigo contigo.
Elektra le explicó a Holmes como consiguió el dinero, a éste
se le iluminaron los ojos.
- Maldita sea, eres una condenada genio y yo pensando a
menor escala, tú me harás millonario.
- Si no dejas en paz a Betty a la primera oportunidad me
escapo o peor aún, te delato.
- Irías a la cárcel.
- Yo puedo escapar de cualquier lugar. ¿Tú también puedes
hacerlo?
- No, no puedo. Vamos a hacer una cosa, es mi única y última
oferta, Betty va a ser subastada a diario, sólo estará con un
hombre por noche, sé que no es agradable pero es mejor que
cincuenta y así tú me ayudarás a mí. ¿Que dices?
- No hay trato, la dejas en paz o no hago nada.
- ¿Que te parece si lo platicas con ella y después decides?
- Está bien.
Elektra platicó con Betty, al principio se sintió horrorizada
por lo que le proponían pero después lo meditó.
- ¿Y no corres tú también peligro?
- Si, pero vale la pena, no voy a permitir que te hagan daño.
- ¿Por qué me ayudas a costa de tu propia seguridad Elektra?
- Ya te lo dije, eres mi amiga y no te voy a dejar sola, te
prometo que estaremos bien.
- Entonces acepta, la verdad el trato es desagradable pero
prefiero que sea uno diario y no cincuenta, eso no lo podría
soportar, si tú vas a correr riesgos yo también haré mi
sacrificio.
- Sólo será hasta que encuentre la manera de escapar...

A las órdenes de Holmes empezó la carrera criminal de


Elektra, durante algunos meses se introdujo y salió de distintos
negocios, cuando los propietarios doblaban la vigilancia se iban a
otro barrio y después a otros distritos.
Durante ese tiempo Elektra trató varias veces de escapar con
Betty, pero Holmes siempre estaba un paso adelante, no sabía cómo
pero siempre se frustraban sus planes, no comprendía como podía
entrar y salir de lugares casi imposibles de robar y no podía escapar
del prostíbulo con Betty, estaba segura que era mejor que Holmes, en
los asaltos entraba y salía por lugares distintos sorprendiendo al
bérserker, citándolo en otro lugar distinto al planeado, pero en el
burdel simple y sencillamente no podía escapar.
En una ocasión el día anterior al cumpleaños número dieciséis
de Beatrice estaba en una casa de valores, todo iba según lo
planeado, tenía el dinero en su poder, se disponía a escapar, ya era de
día y en cuestión de una hora el lugar estaría lleno, así ella saldría por
la puerta principal.
- ¿Qué haces aquí jovencita?
Elektra sintió que un escalofrío le recorría el cuerpo,
finalmente había sido descubierta, ella sabía que tarde o temprano
pasaría, por eso tenía la esperanza de escapar cuanto antes con Betty
pero no lo había logrado, por segunda vez en su vida activó su poder,
sus ojos se volvieron gris claro, se preparó para atacar.
- Lo siento señor, no quiero lastimarlo pero no puedo ser
arrestada, si me deja ir, le prometo que no me llevo nada…
- Quien lo siente soy yo chiquilla pero no puedo dejarte
escapar, a menos que lleguemos a un entendimiento.
- Lo escucho.
Elektra estaba interesada en escucharlo, aquel hombre no era
normal, era como Holmes pero más poderoso, no observó punto
débil en él.
- Si me cuentas tu historia quizá entienda por que no puedes ser
arrestada y posiblemente pueda ayudarte.
Elektra le contó todo, no tenía más remedio, sabía que no
podría escapar de aquel hombre, una vez que así lo hizo, el bérserker
le hizo una proposición.
- Te propongo un trato.
- ¿Que trato?
- Te enseño porque no has podido escapar de ese burdel si a
cambio tú regresas hoy por la noche.
- ¿Y si acepto y no regreso?
- Eres una niña de palabra, sé que si me lo prometes aquí
estarás, además, conozco a alguien que puede hacerte una
proposición que tal vez te interese…
- Está bien, acepto.
Cuando Elektra salió Holmes era un manojo de nervios.
- Niña idiota, estaba preocupado. – La golpeó en la cabeza.
- ¿Por mi? – le preguntó Elektra inocentemente, sabía que así
haría enojar más al bérserker.
- No digas estupideces, tú me importas un carajo. ¿Donde está
el dinero?
- No lo pude sacar pero lo dejé en un lugar de donde lo podré
recuperar hoy en la noche.
- ¡Maldita sea!
Holmes no dijo nada más, le molestaba el regresar con las
manos vacías pero no dudaba del instinto de la niña, si decía que no
se podía le hacía caso, por eso habían durado tanto tiempo sin ser
atrapados. Llegaron de regreso al burdel y Elektra se encaminó a la
habitación de su amiga.
- ¿A donde vas? – le preguntó el bérserker impidiéndole el
paso.
- Con Betty, mañana es su cumpleaños y quiero ver que vamos
a hacer – contestó Elektra señalando el cuarto de su amiga.
- Está bien, pero si no recuperas ese dinero lo que verás es
como la azoto.
- No te preocupes, lo tendrás – le respondió Elektra
escabulléndose por un costado.
Elektra entró en la habitación de su amiga quien se estaba
peinando.
- Hola Betty – la saludó mientras se tendía en su cama con los
brazos en cruz.
- Hola Elektra – le respondió Beatrice sin dejar de peinarse -,
estoy preparando una sorpresa para mi cumpleaños.
- No digas eso – Elektra se incorporó inmediatamente –, la
última vez no salió tan bien…
- No te acuerdes de cosas tristes – Betty dejó de peinarse y se
recostó en su cama –, estoy segura que pronto nos sacarás de
aquí, cuando cumpliste ocho años no hicimos nada, por lo
que celebraremos ambos cumpleaños en esta ocasión, ven,
recuéstate conmigo un rato y descansa, seguro no dormiste en
toda la noche.
Elektra así lo hizo, le encantaba dormir en el regazo de Betty,
sentía calidez, horas después la despertó Holmes.
- Bueno, ya es suficiente Elektra, ve a tu cuarto y prepárate
para hoy en la noche.
- Ya voy – respondió una adormilada Elektra, que se levantó
con pasos inseguros y salió de la habitación.
Elektra se fue a su cuarto, una vez adentro se colocó en su
oído derecho el pequeño cilindro que le había dado aquel hombre, el
transmisor lo había escondido en el cuarto de Betty. Escuchó la
conversación de su amiga y el bérserker.
- ¿Como va todo mi amor?
- Bien, pero esa maldita niña cada vez es más lista.
- No importa, mientras yo esté aquí no te va a traicionar, es
imposible escapar, siempre te aviso nuestro plan…
- Lo sé, pero algún día se cansará.
- No te preocupes, mientras confíe en mí nunca te dejará. Y
ahora ven conmigo, quiero sentir a un hombre antes de que
se me suba cualquier payaso.
Elektra sintió que la cabeza le daba vueltas, ya no quiso
seguir escuchando, ahora entendía la razón por la cual no habían
logrado escapar, sus planes eran infalibles pero siempre la
descubrían, ahora ya sabía porqué: su amiga la había traicionado,
decidió que esa sería su última noche en el burdel.

Cuando se llevaron a Beatrice del orfanato al prostíbulo no


estaba en condiciones de “trabajar”, la habían golpeado mucho y eso
no era bueno en un negocio en donde el principal atractivo era la
apariencia, Holmes encargó que cuidaran de ella y sanaran sus
heridas, sin prisas, la niña era un diamante en bruto y le haría ganar
mucho dinero, nadie la tocaría hasta que sanara, nadie excepto el…,
todos las noches la visitaba.
Beatrice al principio lo aborrecía, su enorme miembro la
lastimaba, pero de pronto empezó a disfrutar, aquel hombre de
verdad la hacía ver el cielo, la llevaba al clímax, empezó a desear que
se hiciera de noche, que la visitaran, todo el día se sentía lujuriosa,
sólo esperaba el momento en que Holmes la poseyera, cuando éste
por fin la tenía comiendo de la palma de su mano la convenció de
subastarla para que se acostara con otros hombres, la idea le vino
cuando dos adinerados caballeros empezaron a pujar por poseerla.
Fue cuando a Holmes se le ocurrió que sería más redituable si
era deseada, sólo uno al día, el que pujara más fuerte, la convenció de
que actuara, debía moverse y gritar con los demás como cuando
estaba con él, debía volverlos locos, así su reputación crecería.
De pronto, un par de días antes del “gran estreno”, su
hermano le habló, le comentó que tenía un buen negocio para él, le
platicó la historia de Elektra y de cómo quería recuperar a su amiga,
Holmes se interesó, su hermano le había platicado de esa niña
cuando se fugó y él quedó intrigado, aceptó el trabajo, siguió a la
menor, cuando aventó las monedas prefirió no interceptarla, quería
saber hasta donde llegaría, una vez que la atrapó con su amiga
cuando escapaban del burdel habló con Betty, la convenció de
utilizar a Elektra, la muchacha le temía y aceptó, así traiciono a su
única amiga, la única persona en el mundo que la quería y se
preocupaba por ella.

Elektra y Holmes salieron del prostíbulo a las once de la


noche, llegaron a su destino a las dos de la mañana.
- Apúrate Elektra, hoy no estoy de humor y si algo sale mal las
dos lo pagarán.
- No te preocupes Holmes, te aseguro que lo que está del otro
lado te sorprenderá.
- Más te vale que así sea.
Elektra saltó la barda con una agilidad envidiable, pero esta
vez se dio cuenta que no estaban activadas las alarmas, sonrió.
- Hola Elektra – la saludó el bérserker que la esperaba del otro
lado.
- Hola señor. ¿Lleva mucho tiempo esperando?
- Más del que tú supones. ¿Descubriste lo que buscabas?
- Desgraciadamente si – Elektra bajó la mirada, le dolía la
traición de su única amiga.
- Ven, quiero presentarte a alguien – el bérserker se encaminó
hacia otra parte del negocio.
Elektra siguió al desconocido a una de las oficinas del lugar,
dentro había un hombre mayor vestido elegantemente.
- Elektra, este es el señor Argento Riazor y tiene una propuesta
para ti.
- Hola Elektra – la saludó el Tesorero del Distrito Comercial,
Argento Riazor rara vez mostraba sus emociones, pero con
Elektra no pudo disimular su creciente excitación por
finalmente conocerla.
- Buenas noches señor – respondió cortésmente Elektra, no le
pasó desapercibida la mirada ambiciosa con la que la
observaba ese hombre.
- Yo soy el dueño de este lugar y de otros más que has visitado.
- Lo siento… – Elektra se sintió avergonzada.
- No te preocupes, necesito que me escuches.
Elektra sólo afirmo con la cabeza.
- Mira, llevo meses buscándote, eres demasiado buena, tu
trabajo es impecable, tengo una propuesta para ti.
- Lo escucho, pero le advierto que no me gusta robar y no lo
haré más.
- No te preocupes chiquilla, como puedes ver lo que a mi me
sobra es dinero, mi propuesta va más allá, sé que tienes un
don muy especial, estoy buscando niños con capacidades
extraordinarias para que las desarrollen y tú eres la mejor de
todos, ninguno ha despertado las habilidades que tú tienes y
mucho menos al nivel que las has llevado por tu cuenta, con
el entrenamiento adecuado podrías cambiar al mundo.
- No sé de que habla pero será mejor que me diga su propuesta
de una vez, afuera me están esperando y tengo cosas que
hacer.
- Me gusta que seas directa, mi propuesta es la siguiente:
quiero que vengas conmigo a mi casa, ahí nada te faltará,
convivirás con otros niños de tu edad con capacidades casi
tan extraordinarias como las tuyas, te aseguro que cuando
termines la primera parte de tu educación no volverás a ser
utilizada por nadie.
- ¿Y no me está utilizando usted? – preguntó Elektra con
desconfianza.
- Yo sólo te estoy haciendo una propuesta, si no te interesa eres
libre de marcharte.
- ¿Así sin más? – Por más que lo intentaba Elektra no podía
descifrar las intenciones de ese hombre.
- Si y puedes llevarte las bolsas que dejaste en la mañana.
- ¿Y que pasará si me vuelve a atrapar en otro de sus negocios?
- ¿No dijiste que no ibas a volver a robar? Yo te creo.
- ¿Me puede dar un tiempo para meditarlo? – Elektra pensaba
que esa decisión era muy importante para dar una respuesta
inmediata.
- ¿Cuanto tiempo? – Al Tesorero del Distrito Comercial no le
gustó esa respuesta, pero Elektra realmente le importaba.
- Un par de días – Elektra consideró que en ese tiempo podría
pensar bien en las magnitudes de la propuesta.
- Generalmente no hago ese tipo de concesiones, soy alguien
que no da segundas oportunidades ni permito que me den
largas, pero en tu caso haré una excepción, me interesas
demasiado.
- Está bien – Exclamó Elektra con su sonrisa de siempre –.
¿Nos vemos aquí en un par de días?
- Dime Elektra: ¿Tienes donde quedarte?
- No – respondió como si la pregunta no importara –, pero me
las arreglaré.
- Estoy seguro que si. Mira... ¿que te parece si te llevo al Hotel
Riazor en el Distrito Comercial? Es de mi propiedad, ahí
puedes hacer lo que quieras, entrar y salir cuando se te de la
gana, si prefieres dormir en otro lado está bien, es tu decisión,
pero acompáñame al hotel para que te presente y sepan que la
habitación esta reservada para ti.
- Está bien, sólo queda un detalle... – Elektra volteó a ver la
bolsa con dinero que estaba a los pies de Lothar.
- Ah si, lo olvidaba. – Argento Riazor chasqueó los dedos –. El
renegado de afuera, no te preocupes, en un momento lo
despacho.
Holmes estaba desesperado, Elektra llevaba más de una hora
adentro, si lo traicionaba se lo haría pagar, lastimaría a Betty, ella no
le importaba en lo absoluto, se la entregaría a su hermano para que la
sodomizara y la torturara como a la niñera del Orfanato, a quien
después de quitar las monedas que le dio Elektra y torturarla, la cortó
en pedazos mientras estaba viva, pobre, sufrió hasta su último
aliento. En ese momento Elektra lo sacó de sus pensamientos.
- Ya llegué Holmes – le dijo mientras se agarraba la falda de su
vestido y le hacía una pequeña reverencia.
Inmediatamente el bérserker la empezó a regañar.
- Maldita niña... ¿por que tardaste tanto?
- Se complicaron las cosas – le respondió Elektra con el mismo
tono que siempre le decía cuando las cosas salían mal.
- ¿Y el dinero? – El bérserker miraba hacia todos lados
buscando su botín.
- Lo siento Holmes, pero esta vez no te voy a dar nada.
- ¿Que dices? – Holmes vio a Elektra con ojos asesinos, lo
último que esperaba era la rebelión de la niña.
- Lo que escuchaste – le respondió tranquilamente Elektra –,
este fue mi último robo.
- No me hagas reír niñita, en primer lugar dame el dinero antes
de que te lastime y en segundo lugar sabes lo que le va a
pasar a tu amiguita si tú huyes... ¿verdad?
- No le va a pasar nada y si le haces algo no me importa, ya sé
que son amantes.
Holmes se sorprendió, pero después volvió a tomar control de
la situación.
- Ni hablar, fue bueno mientras duró, ya me serviste como
ladrona, me hiciste un hombre muy rico. También eres muy
linda, ahora me servirás como puta.
- Cuide sus palabras señor.
La voz era de un hombre, Holmes lo buscó con la mirada.
- ¿Quien eres? – preguntó al tiempo que veía a su alrededor y
trazaba un plan de huída.
Argento Riazor guardó silencio, eso puso nervioso al
bérserker. Holmes sorprendido vio a un señor bien vestido, revisó y
no había nadie más, se serenó, ese catrín no era rival para un
bérserker.
- ¿Que desea caballero? – preguntó con una voz más tranquila.
- Que dejes a la niña en paz – le respondió el hombre elegante
llamando con la mano derecha a Elektra.
- ¿Y si no me da la gana? – Holmes detuvo a Elektra antes de
que caminara hacia aquel hombre.
- Tendré que hacer justicia por propia mano – le respondió
Argento Riazor metiendo las manos en sus bolsillos.
- Justicia… – repitió Holmes sonriendo, pensó que ese tipo
había cometido un error, antes de que sacara sus manos de los
bolsillo el le cortaría la cabeza.
- Así es, soy el dueño de este local así como de muchos más
que has robado.
- ¿Y usted cree poder vencerme? – preguntó Holmes tocando
su espada y preparándose para realizar un ataque fulminante.
- No, yo no, pero él sí – Argento Riazor dirigió su mirada
hacia Lothar.
Holmes observó hacia la barda del local, vio sentado a un
guerrero que le sonreía, Lothar bajó de un salto y caminó
tranquilamente hacia él. Holmes no se dejó intimidar.
- Un bérserker eh – Elektra aprovechó el momento para
alejarse de él, Holmes no le prestó atención, su vista no se
desviaba de su rival.
- Eres una basura y te voy a matar como tal Holmes – Lothar
ya estaba preparando su ataque.
- Espera Lothar – Argento Riazor tomó a su guardaespaldas
por el hombro, después le habló al bérserker proscrito –. Le
propongo un trato señor Holmes. ¿Le interesa oírlo?
- Siempre estoy abierto a un buen negocio, sobre todo si mi
vida va de por medio.
- Quédese con todo lo que me robó, sólo espero de usted que
me permita quedarme con la niña y que en el futuro me haga
un favor.
- ¿Que tipo de favor? – Holmes sabía que estaba en problemas,
pero antes de aceptar meterse en más líos debía estudiar sus
opciones.
- Uno que sin duda estará en sus posibilidades.
- ¿Y si me niego? – Holmes no quería escuchar más evasivas,
necesitaba saber que deseaba de él ese hombre para poder
tomar una decisión.
- Entonces dejaré que Lothar platique con usted.
Holmes volteó a ver a Lothar, su mano derecha descansaba en
su espada, en cualquier momento lo atacaría, decidió aceptar la
propuesta de Argento Riazor aún sin conocerla, ya lidiaría con ese
problema cuando se le presentara.
- Es un gran negociador caballero, la niña es suya, de todas
formas si ya no quiere trabajar conmigo igual se iba a
escapar, en cuanto al favor si está en mis posibilidades cuente
con el. – Les dio la espalda y levantó la mano derecha a modo
de despedida –. Hasta luego Lothar, mejor suerte la próxima
vez.

La primera vez que el Tesorero del Distrito Comercial vio a


Elektra había quedado sorprendido, un guardia de seguridad que
estaba en su nómina era custodio a medio tiempo, estaba enterado
que el Patriarca de la familia Riazor buscaba niños extraordinarios y
“le vendió” información de Elektra, cuando le llevó el video de
vigilancia, Lothar y Argento Riazor inmediatamente vieron algo que
todos los demás pasaron por alto: los ojos de la niña.
Desde entonces dedicó sus esfuerzos en atraparla, sabía que
vivía en el prostíbulo, sin embargo, necesitaba sorprenderla robando
para convencerla de que se mudara a la residencia del Distrito
Comercial, pero era muy escurridiza, no lograba atraparla, eso le
gustaba, probaba la valía de Elektra, la niña siempre iba un paso
adelante, le había ofrecido una fuerte cantidad al Director del
Orfanato si le entregaba a Elektra, por eso éste estaba desesperado
por encontrarla, pero nada. Entonces decidió atraerla por el hilo más
delgado: Holmes. Argento Riazor corrió el rumor que en uno de sus
negocios estaba mal el sistema de vigilancia y lo cambiarían en unos
días, después, sólo tuvo que esperar.

Pasaron los dos días que Elektra había pedido para pensar la
propuesta, se quedó en el Hotel Riazor, la verdad es que se la pasó de
maravilla, ahí la atendieron como una reina, todos se esforzaban por
cumplir sus más mínimos deseos.
- Hola Elektra – Argento Riazor había tocado la puerta de la
habitación de la niña y asomaba la cabeza.
- Buenos días señor Riazor – le respondió Elektra mientras
disfrutaba de un enorme helado de varios sabores.
- ¿Sabes que día es hoy? – preguntó Argento Riazor mientras
con un gesto de su mano negaba la cucharada de helado que
Elektra le ofrecía.
- Si, pero el día no acaba hasta la noche… – contestó Elektra
mientras se llevaba a la boca la cucharada de helado que el
Tesorero del Distrito Comercial había rechazado.
- No juegues conmigo niña – Argento Riazor reprendió a
Elektra.
La pequeña niña rubia le dedicó una tierna sonrisa a Riazor,
éste se la devolvió.
- Está bien. ¿Quieres que regrese en la noche?
- Jamás me atrevería a jugar con su tiempo, usted debe ser una
persona muy ocupada.
- Tú vales la pena Elektra, créeme – Argento Riazor tomó una
silla y se sentó a su lado.
- Se lo agradezco, pero dígame: ¿Que es lo que espera de mí?
- Que te des cuenta de tu verdadero potencial y lo explotes.
- ¿Cuales son las condiciones si acepto? – finalmente Elektra
se puso seria y dejo de lado su postre.
- Sólo pido dos, que te quedes conmigo por diez años a
estudiar y desarrollar tus capacidades, si aceptas no puedes
renunciar.
- ¿Y que pasará después? – preguntó la niña pensando
seriamente en las condiciones, diez años era mucho tiempo.
- Eso tú lo decidirás – le respondió Argento Riazor señalando
el pecho de la menor.
Después de pensarlo unos segundos más, Elektra informó su
decisión al Patriarca de la familia Riazor:
- Acepto. Sólo tengo una petición – su semblante seguía serio.
- ¿Cual es? – preguntó Argento Riazor, mientras la veía
fijamente, pensaba que tan conquistadora era la sonrisa como
inquietante la expresión seria de esa niña.
- Que me ayude a liberar a Betty – dijo finalmente Elektra.
- Pero ella te traicionó… – Argento Riazor jamás se esperó esa
petición de Elektra, no después de lo que le había hecho.
- Betty es buena y ha sufrido mucho, no se merece esa vida,
además, estoy segura que Holmes se desquitará con ella y
todo es por culpa mía aunque sea indirectamente. Yo sé que
usted no da segundas oportunidades, señor Riazor, pero yo sí,
ella es mi amiga y aunque acepto su propuesta de
entrenamiento no me iré con usted hasta haber liberado a
Betty, con o sin su ayuda.
- Es tu decisión niña, tu amiga no me ha hecho nada, por lo
tanto no le estoy dando una segunda oportunidad, considéralo
hecho, en unos días te avisaré cuando sea libre y te irás
conmigo.
- Gracias señor – Elektra finalmente volvió a sonreír, estaba
feliz de finalmente poder ayudar a su amiga.
Riazor le encargó el trabajo a su chofer, liberaría a Betty, pero
también le sería útil.

Cuando Holmes llegó al prostíbulo estaba hecho una furia, se


desquito con Betty, la golpeó.
- ¿No que la maldita niña estaba muy apegada a ti? – golpe –.
- ¿Que pasó? – preguntó Beatrice con el rostro sangrando y con
lágrimas en los ojos.
- La muy cabroncita se fue – le respondió un furioso Holmes
que se le fue encima con intención de lastimarla.
- Pero... ¿como? – volvió a preguntar Beatrice tratando de huir
de la furia del bérserker.
- Como, lo escuchas, no sé que le comentaste o que pasó, pero
se enteró de lo nuestro y se largó, y para colmo, ¡no me dio
mi dinero! – golpe –.
- Yo no le dije nada – respondió Beatrice ya con el rostro
amoratado –, debes creerme.
- Cállate, maldita puta, ya me tienes harto, en cuanto se te
quiten estos malditos moretones que te acabo de hacer ya no
habrá subasta, cada vez ofrecen menos dinero, ahora te
acostarás con el que pague.
- No, por favor – Beatrice se abalanzó hasta donde estaba
Holmes y se aferró a su pierna –, yo te quiero.
- Al diablo contigo, no eres más que una puta y como tal serás
tratada.
Los tres días que sucedieron no pasó nada, Holmes esperó a
que se le quitaran los moretones a Betty por los golpes que le había
dado, pero al cuarto cumplió su amenaza, el día fue un martirio para
Beatrice, al enterarse sus clientes que era pública y no solamente del
ganador volvieron a ofrecer grandes cantidades por estar con ella, el
primer día fueron más de treinta.
Betty estaba desconsolada, pensó que era su castigo por haber
traicionado a la única persona que se había preocupado por ella, a su
única amiga… y llegó el último de la jornada, para entonces estaba
totalmente adolorida, la habían penetrado por todos lados, no podía
ni moverse.
- Por favor, ten piedad de mí, es la primera vez que estoy con
tantas personas, me duele mucho... si me dejas tranquila te
prometo que otro día te lo compensaré.
- No se preocupe, yo no vengo a eso.
Bastián le ayudo a incorporarse y la cubrió con una sábana,
Betty temblaba.
- Gracias – le dijo mientras unas lágrimas descendían por sus
mejillas.
- Escúchame preciosa, estoy aquí para ayudarte, vine a
ofrecerte un trato que no podrás rechazar.
- ¿Que trato? – preguntó Beatrice enjugándose las lágrimas.
- Necesito que enamores a un sujeto, ya te iré dando
indicaciones sobre el camino, a cambio te aseguro que nadie
más te tocará, ya he comprado todo tu tiempo por dos
semanas. ¿Que dices?
- Que acepto señor – respondió una resignada Beatrice, uno era
mejor que treinta –. ¿Pero que pasará después?
- Te liberarán y te entregarán una cantidad de dinero suficiente
para que empieces otra vida en un lugar distinto.
- ¿Está seguro? – la respuesta de Bastián dejó perpleja a
Beatrice, no creía lo que escuchaba.
- Seguro… Jezabel.
Jezabel, así es como le llamaban en el prostíbulo, “la reina
lujuriosa”, llevó a cabo su papel a la perfección, tenía dieciséis años
recién cumplidos pero un cuerpo de mujer. Atilus cayó en sus redes,
pasando las dos semanas se presentó Bastián con Holmes.
- Hola Bastián, dile a tu jefe que ya no le debo nada, el favor
que me pidió ya está cubierto.
- Así lo haré Holmes, te aseguro que está muy complacido.
En ese momento Lothar bajó del auto, Holmes hizo cara de
disgusto pero lo saludó amablemente.
- Hola Lothar. – El guardián de Argento Riazor no le
respondió, eso enfureció al bérserker proscrito que entonces
trató de molestarlo –. ¿Vienes a agradecerme de parte de tu
patrón? ¿O quizá te interesa alguna de mis chicas?
- Te equivocas Holmes, el ser un proscrito te ha dañado la
cabeza, recuerda que un bérserker no tiene patrones, sólo
tiene socios.
- Como lo veas no me interesa, si no tienes nada más que decir
vete de mi negocio y no regreses, aquí no eres bien recibido.
- Créeme que espero nunca más regresar por aquí, sólo debo
hacer algo más y me voy.
- ¿Y que es? – preguntó Holmes recargándose en la entrada del
prostíbulo.
- Me llevo a Beatrice – le respondió Lothar con la misma
sonrisa que le había dedicado Holmes.
- Aquí no hay ninguna Beatrice, sólo hay una Jezabel y me
pertenece, de aquí no sale.
- ¿Quieres apostar? – la sonrisa de Lothar se transformó en un
gesto amenazante.
- No tienes derecho a llevártela, yo ya cumplí mi parte del trato
– reclamó airadamente Holmes.
- Te recuerdo que cumpliste con Argento Riazor, no levantará
cargos contra ti por haberlo robado, independientemente de
que te pagó una pequeña fortuna por que lo dejaras disponer
de Beatrice por dos semanas, pero tú y yo tenemos un
negocio pendiente…
- No puedes venir a retarme sólo por el hecho de que no te
agrado, los bérserkers no pueden tocar a los civiles sin un
motivo... ¿recuerdas? Aquí hay testigos de que yo no te estoy
faltando al respeto.
- ¿Y quien está hablando de reglas civiles? Eres un bérserker
proscrito y no te enrolaste en el ejército, hay una pena de
muerte sobre tu cabeza y yo voy a ejecutarla.
Eso tomó a Holmes desprevenido, era cierto, él se había
vuelto un bérserker proscrito, pero lo de la cacería y la pena de
muerte era ley muerta, si no quebraban la ley simplemente eran
ignorados, se sintió acorralado y decidió blufear.
- Esta bien, si quieres un combate de bérserkers lo tendrás,
pero no tendré piedad…
- No te preocupes, cuando termine contigo serás un eunuco, no
volverás a violar a nadie, jamás…
Holmes valoró la situación, él era realmente fuerte, fue
expulsado de la zona militar por su insaciable apetito sexual, pero
aquel era un bérserker experimentado, había investigado y era
conocido por todos como un guerrero de cuidado, era una leyenda
viviente, el resultado de la batalla estaba de lado de aquel hombre,
sería un milagro si Holmes lo derrotara, sus posibilidades de
sobrevivir eran mínimas, su única ventaja era que Lothar lo
consideraba un inútil, pero eso no le aseguraba la victoria, quizá
sorprendería en un principio a su contrincante, pero si se
recuperaba…
Entonces pensó en su situación actual, él ya era un hombre
muy rico, tenía un negocio próspero y a las mujeres que necesitara,
finalmente la cordura le ganó a la ambición, Holmes no era estúpido
y Beatrice no valía la pena, ya la había disfrutado lo suficiente.
- Está bien Lothar, tú ganas, llévate a la puta, no me importa.
- Vámonos Betty. – Lothar le extendió la mano a Beatrice.
Jezabel ya había sido advertida, estaba en la entrada del
burdel con sus pertenencias esperando marcharse.
- Espera... – Holmes tomó a Betty del brazo –. Te aseguro que
vas a regresar, nadie te hará sentir como yo.
- Claro que no, nadie me tratará con el desprecio que tú lo
hiciste.
Beatrice le dio un puñetazo a Holmes en el rostro, éste
levantó la mano para devolver el golpe, Lothar se llevó la mano a la
espada. Holmes explotó en risas.
- ¿A eso llamas un golpe? Eso más bien me puso caliente,
vengan chicas hoy estoy triste y las necesito a todas. –
Holmes abrazó a dos de las chicas y se metió al prostíbulo.
Beatrice caminó lentamente hacia Lothar, le agradeció su
ayuda sin atreverse a verlo a los ojos.
- Gracias señor.
- No hay de que, nosotros cumplimos lo que prometemos,
además, fue Elektra quien solicitó que te ayudáramos, ten,
este dinero te será suficiente para iniciar un negocio a donde
vayas, también puedes conservar la piedra preciosa, es muy
valiosa, si un día estás en problemas véndela, te sacará de
apuros.

Cuando Lothar regresó al hotel del Distrito Comercial


Argento Riazor lo estaba esperando.
- Misión cumplida – dijo el bérserker mientras se sentaba a su
lado en el cómodo sillón de la recepción y subía las piernas a
la mesita de centro.
- Lo sé, Bastián me lo informó por el comunicador.
- Pues entonces vamos por Elektra y llevémosla a la casa
provisional.
- Eso va a ser difícil – explicó Argento Riazor –, cuando
Bastián me llamó le dije a Elektra que ya estaba todo
solucionado, que se preparara para partir. En cuanto escuché
que llegaron le subí a avisar que ya nos íbamos y no estaba,
sólo esta carta.
Lothar con una sonrisa en los labios leyó la carta: “Estimado
señor Riazor, cuando recibí su noticia me hizo muy feliz, espero
comprenda que tengo que verificar por mi misma lo que me acaba de
decir, después de localizar a Betty y saber que está bien lo
encontraré.
Saludos a Lothar y Basty.
Besos, Elektra.
Los dos hombres voltearon a ver a Bastián.
- ¿Basty? – preguntó Lothar conteniendo la risa.
El chofer levantó los hombros sin darle importancia al asunto.
- ¿Que quieren? Así me dice, por más que la corrijo no me
hace caso y a esa niña ¿quien puede decirle que no?
Todos rieron.
- ¿Que opinas Lothar, regresará? – preguntó Argento Riazor.
- Téngalo por seguro – le respondió el bérserker mientras
doblaba la carta y la guardaba en su chaqueta.
- ¿Y su localizador? – preguntó el chofer.
- Estamos hablando de Elektra mi estimado Bastián, en seguida
lo descubrió y lo dejó encima de la carta – le respondió su
empleador.
- ¡Claro! – exclamó el chofer mientras se golpeaba la frente –.
¿Quiere que localicemos a Betty?
- No, déjalo. Si Lothar dice que regresará, así será.

Unos días después Beatrice caminaba rumbo a la estación del


tren, había decidido irse a vivir al Distrito II, siempre le había
gustado el mar, Lothar le había entregado una llave inteligente del
banco Riazor para que si así lo consideraba pertinente depositara su
dinero, podría cobrarlo en cualquier banco y su pieza de oro la
depositó en una caja de seguridad del mismo banco, era mejor
arriesgarse con el banco a ser asaltada, una mujer caminando sola no
era seguro…
Pero antes tenía que hacer algo, su rostro era una maldición,
no le había ocasionado más que desgracias, lo iba a destruir, después
también acabaría con su cuerpo, nadie iba a abusar de ella otra vez,
sería indeseable para cualquier hombre, sería su recordatorio de la
amiga a la que traicionó y que aún así la salvó, tomó un frasco de
ácido, derramó un poco en una esponja y se la llevó al rostro.
- ¡Betty detente!
- Esa voz… – Beatrice inmediatamente reconoció la voz de su
pequeña amiga.
Elektra había llegado a tiempo, como un relámpago alcanzó a
Betty y le quitó la esponja, ésta no se percató que los ojos de su
amiga eran de un gris muy claro.
Elektra había presentido que algo malo pasaba, se concentró y
activó su poder, cada vez le costaba menos trabajo iniciarlo pero le
absorbía demasiada energía, en segundos pudo presentir el aura de
Betty y en diez minutos recorrió ocho kilómetros, estaba exhausta, se
desmayó, cuando despertó estaba en el regazo de Beatrice.
- Betty no te hagas daño – más que un comentario era una
súplica.
- Me lo merezco, además, este rostro no me ha causado más
que problemas.
- No es tu rostro, tu cara es buena – dijo Elektra acariciándole
la mejilla – y ahora puedes iniciar una nueva vida.
- ¿Por que me ayudas si yo te traicioné dos veces? – Beatrice
no entendía la bondad de Elektra –. La primera contra mi
voluntad y la segunda…
- No digas más, también fue contra tu voluntad, se
aprovecharon de ti, sólo tú sabes por lo que has pasado, has
sufrido mucho, no sé si yo hubiera soportado todo tu dolor…
- ¿Pero por que me ayudas? – insistía Beatrice, a excepción de
sus padres todos a quienes había conocido se habían
aprovechado de ella.
- Ya te lo he dicho muchas veces, porque eres mi amiga y los
amigos se ayudan y se perdonan.
- Algún día yo te ayudaré a ti – dijo Beatrice entre lágrimas y
abrazando a su amiga.
- Estoy segura que si – contestó Elektra correspondiendo al
abrazo.
- ¿Cómo me encontraste? – preguntó Betty ya más calmada.
- Sabía que te gustaba el mar, además, eres muy bonita, a quien
preguntaba me daba señas de ti.
- ¿Por que no vienes conmigo? Pondremos un negocio y tú irás
a la escuela. ¡Con tu inteligencia seguro triunfarás en la vida!
- Nada me gustaría más que estar a tu lado pero yo también
tengo cosas que hacer.
- Te comprometiste con los que me ayudaron para salvarme.
¿Verdad?
- Algo así, pero no te preocupes, aunque no estuvieras en
peligro y me hubieran hecho la misma propuesta yo de todas
formas la habría aceptado.
- ¿Y me hubieras abandonado? – dijo Betty sonriendo.
- Eres mi amiga y sé que lo hubieras entendido.
- No, no lo hubiera entendido, me sobreestimas, te quiero
mucho y no quiero separarme de ti.
- Yo tampoco – le respondió Elektra devolviéndole la sonrisa.
- Prométeme que te volveré a ver – le pidió Betty tomándola de
las manos.
- Te lo juro, le respondió Elektra colocando su mano derecha
en el pecho de su amiga.
Betty abrazó a Elektra con todas sus fuerzas y la besó en los
labios.
- Ya no somos amigas, a partir de ahora somos hermanas y mi
corazón siempre estará agradecido contigo.
- Lo sé, y el mío siempre te acompañará.
- A propósito Betty… – le gritó Elektra a Beatrice después que
se alejó unos pasos.
- ¿Que pasó? – preguntó Beatrice nuevamente conteniendo el
llanto por ver partir a su pequeña amiga.
- Prométeme que pase lo que pase jamás me volverás a dar una
sorpresa en tu cumpleaños.
Betty no pudo contener la risa.
- Te lo juro.
Y Elektra se fue…, por primera vez en su vida lloró de
felicidad.

En la casa provisional de Argento Riazor.


- Es hora de irnos niños – Argento Riazor apuraba a los cinco
niños que llevaría a su mansión en el Distrito Comercial,
después volteó a ver decepcionado a su guerdaespaldas –.
Bien Lothar, parece que tu amiguita esta vez si te falló.
- Algo ha de haber pasado – respondió Lothar seguro de
conocer a Elektra –, pronto llegará.
- Espero no te equivoques, sabes que una vez que se instalen en
la casa no podrá ser recibida.
- Mi instinto nunca me ha fallado. – Lothar se negaba a aceptar
que el instinto le había fallado con Elektra.
- Siempre hay una primera vez, vámonos.
Una vez afuera, el guardaespaldas miró a ambos lados
esperando ver a Elektra, no había nadie, abrió la puerta del vehiculo
que los trasladaría al helipuerto del edificio perteneciente a la familia
Riazor en el Tercer Distrito, al asomarse sonrió.
- Hola pequeña.
- Hola Lothar. ¿Llegué a tiempo? – preguntó Elektra
extendiendo sus brazos.
- Más puntual imposible – dijo entre sonrisas Lothar que atrajo
hacia él a la menor.
Elektra abrazó a Lothar y a “Basty”, quien aseguró que no vio
cuando subió al vehículo, ni Argento Riazor era inmune a sus
encantos, la cargó y besó como si fuera su hija.
- Espero que esto no se vuelva a repetir.
- No señor – respondió Elektra rodeando el cuello de su futuro
mentor.
CAPÍTULO 13
RUMBO AL CÍRCULO DEL ZODIACO
Cuando Cross iba rumbo al Primer Distrito un automóvil pasó
enfrente de él, era imposible no verlo, era el tipo de vehículo que
sólo utilizaba la clase más alta del país, como Argento Riazor, en
Arcadia el transporte más popular que había era el tren en sus tres
versiones: elevado, terrestre y subterráneo, sólo los muy ricos o los
altos funcionarios tenían vehículos. Se percató que en el auto viajaba
una joven de tez morena clara más o menos de su edad, muy
hermosa, se atrevería a decir que rivalizaba con Michelle, ambos
cruzaron la mirada y la sostuvieron durante el breve tiempo que pasó
el vehiculo, Cross sonrió, estaba seguro que Michelle hubiera hecho
algún comentario acerca de su superioridad sobre esa chica, siguió su
camino.
Estaba a punto de comprar su boleto del tren cuando se
escuchó el disparo de varias armas, Cross instintivamente volteó,
estaban atacando el auto de la chica que lo había impactado, sin
pensarlo corrió en su auxilio, la emboscada era exagerada a juicio de
Cross, eran más de diez vehículos de asalto contra un auto sin
protección, éste solo contaba con dos guardaespaldas y un chofer que
había muerto en el impacto, los guardaespaldas no eran guerreros,
defendían a la joven con armas de disparo, los agresores atacaban a
su vez con el mismo tipo de arsenal, en segundos Cross llegó al lugar
de la batalla, ayudándose de la espada sagrada puso fuera de combate
a tres vehículos, el auto de lujo estaba volteado, rápidamente se
asomó y ahí estaba la chica, no parecía asustada pero lo veía
sorprendida.
- Dame la mano, te sacaré de ahí.
La chica le dio la mano a Cross y se resguardó del tiroteo a su
espalda, de otros movimientos Cross acabó con otros tres vehículos.
Uno de los guardianes de la chica le habló:
- Joven, por favor llévese a la señorita de aquí, nosotros nos
encargamos.
- Pero son muchos, yo puedo con…
- No, por favor, la seguridad de la señorita es lo primero, con
usted estará más segura, llévela al edificio de gobierno.
Cross no lo pensó más, cargó en sus brazos a la muchacha y
huyó del lugar, una vez que estuvieron a salvo la depositó en el
suelo.
- ¿Te encuentras bien? – preguntó Cross a la chica, ahora que
la observaba bien no sólo era hermosa, a pesar de usar ropa
holgada se podía distinguir que tenía un cuerpazo.
- Sssi gracias – le contestó con voz apenas audible y un poco
ruborizada.
- ¿Sabes por qué fue todo eso? – Cross jamás en su vida había
visto un ataque así en plena ciudad.
- Mi padre tiene muchos enemigos – respondió la chica
mirando alrededor, como buscando más personas que
quisieran dañarla.
En ese momento se hizo un silencio incómodo, ambos
jóvenes sólo se observaban, finalmente Cross comentó:
- Bueno, me imagino que hay que ir al edificio de gobierno,
vamos.
Cross avanzó pero la chica se quedó en su lugar, lo miraba
con desconfianza.
- Por favor, no te haré daño, te aseguro que si algo sucede yo te
protegeré.
- Gracias – respondió la chica al tiempo que se encaminó junto
con él.
Cross se percató que esa chica era poco propensa a
comunicarse con los demás, como él, consideró que era su obligación
por lo menos presentarse.
- ¿Como te llamas?
- Kharynna – respondió la chica con una tímida sonrisa.
- Yo soy Lesath Crossifixio, pero llámame Cross.
- Si – fue lo único que respondió Kharynna, inmediatamente
después volvió la vista al frente y siguió caminando en
silencio.
Los dos jóvenes caminaron sin hablar por un buen rato,
ambos eran introvertidos y no sabían que decir, solo volteaban a
verse esporádicamente y sonreían, hasta que Cross se decidió a
romper el silencio.
- No eres de por aquí... ¿verdad?
- No – respondió inmediatamente la chica, también deseaba
iniciar una conversación pero no sabía como hacerlo –, soy de
Aztlán.
- Del norte de Boleria, dicen que es un lugar hermoso, sobre
todo la parte que colinda con el estado de Levit.
- Así es, es donde se encuentran las lagunas, el lugar más bello
del país.
- ¿Y que te trae por aquí? – Cross empezó a sentirse más en
confianza para seguir hablando.
- Mi padre vino a arreglar unos asuntos – Kharynna también se
empezó a relajar.
- ¿Y por que te trajo con él si es tan peligroso? – Cross todavía
tenía en mente la emboscada de la que la había salvado.
- Porque en sus asuntos está dar mi mano en matrimonio. – En
ese momento Kharynna se llevó la mano a la boca, había
cometido una indiscreción, como casi nunca hablaba con
nadie ese chico le dio confianza y le dijo algo muy personal
que no debía decir a persona alguna.
- Y tú... ¿quieres casarte? ¿No estás muy chica para eso? –
preguntó Cross enfadado, la confesión de esa chica le hizo
recordar a Christina.
- Ni siquiera conozco a mi futuro esposo – respondió Kharynna
haciendo una mueca de disgusto, si ya había cometido la
indiscreción decidió abrirse con ese chico, al final no era
nadie y estaba segura que jamás lo volvería a ver, pensó en
desahogarse con él –. Eso lo decidieron los dos estados.
- ¡Estados madres! ¿Te importaría si hacemos una escala en la
casa de unos amigos?
- No, no me molesta. – Por alguna razón que no comprendía
Kharynna aceptó acompañar a ese chico que acababa de
conocer, se sintió a gusto con él y no le importó tardar un
poco más en llegar al edificio de gobierno a pesar de saber
que estarían preocupados por ella.
Cross llevó a Kharynna a casa de los Boyet, fueron bien
recibidos y comieron con ellos, al final le ofrecieron a Kharynna
quedarse con ellos el tiempo que quisiera, se fueron en la tarde con
rumbo al Edificio de Gobierno.
- ¿Segura que quieres ir? – Cross no estaba muy convencido de
llevar a Kharynna y entregarla con las personas que la
casarían por interés.
- Si, mi padre debe estar muy preocupado.
- Piénsalo bien, nadie debe ser obligado a hacer lo que no
quiere.
- Te equivocas Cross, hay veces que debes hacer determinadas
cosas por el bien de tu pueblo.
- Siempre hay una salida, recuérdalo.
- ¿Por qué te molesta tanto mi situación? – preguntó Kharynna
extrañada de que Cross sin conocerla quisiera ayudarla.
- Porque yo perdí a alguien por el mismo motivo que te trajo
aquí y estoy seguro que fue obligada, pero yo la voy a
encontrar y la traeré de regreso.
- Suena lindo lo que dices, no que hayan obligado a alguien a
separarse de quien ama, pero si que la busques para poder
estar juntos.
- Espero que tomes la decisión correcta, de todas formas ya
conoces a los Boyet, ellos te apoyarán si decides seguir tu
camino... y yo también.
- Gracias – Kharynna se sintió bien de contar con el apoyo de
alguien, aunque fuera un desconocido, era una sensación
nueva para ella.
- ¡Alto ahí!
El grito provenía de varios guardianes del orden que corrían
hacia la pareja, Cross se llevó la mano a la espada, pero escuchó el
grito de Kharynna llamando a su padre.
- ¡Papá! – Kharynna corrió hacia su padre y lo abrazó, éste la
revisaba buscando algún indicio de una herida.
- Hija... ¿no estás herida?
- Estoy bien, gracias a ese joven, él me rescató. – Kharynna
señalaba a Cross.
El padre de Kharynna les habló a todos los guardianes del
orden que apuntaban sus armas a Cross.
- ¡Bajen las armas y muestren respeto!
Los militares guardaron sus armas, el padre de Kharynna le
extendió la mano a Cross, éste se la estrechó.
- Le agradezco el haber salvado a mi hija, mi nombre es
Kharlozz Humbolt y soy un emisario del Estado de Aztlán, si
hay alguna manera de pagarle por la ayuda prestada a mi hija,
no dude en decírmelo.
- No se preocupe, hice lo que cualquier ciudadano consciente
haría en estos casos, espero que esto no haga que se forme
una mala impresión de Arcadia.
- De ninguna manera, al contrario, esos eran terroristas de
nuestro estado que nos siguieron hasta acá, las autoridades
locales ya tomaron cartas en el asunto, vuelvo a agradecerle y
a ponerme a sus órdenes. Vamos hija.
- Si papá, gracias por todo Cross – Kharynna le dedicó una
última sonrisa a Cross y se fue con su padre.
- Adiós Kharynna y no olvides lo que te dije.
Cross vio alejarse a esa muchacha, era realmente hermosa
pero muy tímida y asustadiza, pensó que Christina era más fuerte y
estaba seguro que resistiría hasta que él la encontrara, se dio la vuelta
y se apresuró a irse al Primer Distrito.
Mientras Cross se iba, Kharynna volteó a verlo y pensó en lo
afortunada que era esa chica a la que Cross buscaba, en cambio a ella
nadie la extrañaría…
Cross se fue directo al Círculo del Zodiaco en el Distrito I, en
el camino habló con su maestro Viktor, quería que le contara todo lo
que sabía de ese lugar, al final sólo le pudo decir que lo enfrentarían
a pruebas muy duras, pero que confiaba en él para superarlas.

En las instalaciones del Círculo del Zodiaco del Primer


Distrito. Conversación entre Tauro y Sagitario:
Un chico de tez blanca cuyo musculoso cuerpo y altura
superior a los dos metros imponían a cualquiera, revisaba por
enésima vez el informe que acababa de recibir, estaba en su oficina
de las instalaciones del Círculo del Zodiaco a espaldas de la escuela
de nivel superior del Primer Distrito de la cual era el líder estudiantil.
Dejó de lado lo que estaba haciendo cuando llegó la persona
que estaba esperando, una chica que era la líder del grupo de poder al
que ambos pertenecían.
- Que bueno que llegaste, Sagitario, me informan que el
ganador del torneo viene por el guante.
- Ya era hora – dijo la chica mientras tomaba asiento –, se
había tardado.
- ¿Que opinas de él? – preguntó Tauro mientras buscaba un
documento entre sus papeles.
- No lo sé, pero me gustó su estilo, reclamar y arrebatar…
- Si, eso fue divertido – respondió Tauro mientras le pasaba a
su compañera un documento digitalizado con la fotografía de
Cross.
- ¿Te molesta que venga a tomar tu lugar Tauro? – preguntó
Sagitario mientras tomaba el documento.
- Para nada, pero primero debe pasar las pruebas, después ya
veremos.
- Espero no lo mates en la que tú le apliques... – le dijo
Sagitario a Tauro apuntándole con el documento que le
acababa de pasar y que aún no revisaba.
- Si muere no merecía ese guante – respondió Tauro entre risas.
- Tienes razón – Sagitario revisaba el documento que su
compañero le había pasado, debajo de la foto de Cross estaba
toda la información que tenían de él que no era mucha...
- ¿Y quien practicará las pruebas en los Círculos de Aries,
Géminis y Cáncer?
- En Aries seré yo – Sagitario dejó el documento en el
escritorio de Tauro, la información que habían reunido del
"elegido" no era relevante.
- ¿A que se debe tal honor? – el rostro de Tauro mostraba
sorpresa, Sagitario no era muy adepta a ese tipo de cosas.
- Quiero conocerlo personalmente, yo le explicaré las reglas.
- ¿Y en el Círculo de Cáncer? – La Delegada del Primer
Distrito ya había avisado que no se presentaría a probar a
aspirante.
- Será Acuario – respondió Sagitario al tiempo que señalaba
una fotografía de una linda chica que pendía en la pared de la
oficina de Tauro.
- ¿Estás segura? – el rostro de Tauro mostraba su
inconformidad con esa decisión.
- Si – respondió con seguridad Sagitario –. ¿Por qué lo
preguntas?
- Acuario siempre quiso el guante… – Tauro pensó en su
compañera cuando le entregó su solicitud de obtener el
guante que controlaba a Antares.
- Si, pero no pasó las pruebas – Sagitario siempre supo que
Acuario no llegaría al final, era una regla del Círculo que si
un guerrero que no fuera el portador de Antares pasaba las
pruebas por la obtención del guante de poder, podía exigir el
liderazgo del Círculo.
- ¿No será muy dura? – Tauro seguía inconforme con la
decisión de su compañera.
- Esperemos que sea una profesional – Sagitario defendía su
decisión.
- Esperas demasiado de todos nosotros – Tauro finalmente se
rindió, no tenía caso persuadir a Sagitario si ya había tomado
la decisión.
- Porque se que pueden – le respondió Sagitario dando un
golpe con la palma de la mano en el escritorio de Tauro sobre
el documento con la fotografía y la información de Cross.
- Y por Géminis... ¿quien irá? – había dos candidatos para
aplicar esa prueba.
- Aún no lo sé – murmuró una pensativa Sagitario, no quería
dejar esa decisión en los guerreros del tercer Círculo.
- ¡Yo lo haré! – se escuchó una voz desde la entrada de la
oficina de Tauro.
Ambos voltearon, el guerrero llamado Hermes reclamaba su
lugar.
- ¿Seguro vaquero? – le preguntó Sagitario.
- Si, también quiero probar al elegido – respondió el apuesto
chico protector del Círculo de Géminis.
- Espero que Titán no se entrometa – le advirtió Sagitario, se
sintió aliviada de no tener que elegir ella al sinodal del
portador de Antares en el tercer Círculo del Zodiaco.
- No lo hará – respondió Hermes mientras masajeaba los
hombros de Sagitario.
- Entonces que así sea –respondió la chica mientras disfrutaba
el masaje que le daba su compañero.
A Tauro no le gustó mucho la idea de que fuera Hermes quien
probara al aspirante, pero se guardó su opinión, después preguntó a la
líder del Círculo.
- Bueno Sagitario, ahora sólo queda el detalle de Libra…
- ¿Que hay con el? – preguntó Sagitario al tiempo que le daba
el documento con la información de Cross a Hermes.
- ¿Vendrá? – Tauro observó que Hermes rechazó el
documento, no le dio importancia a lo que decía ahí.
- No lo sé – Sagitario levantó los hombros –, le avisé de la
prueba y sólo se dio por enterado, pero no confirmó.
- El hace lo que quiere… – dijo Tauro con desaprobación.
- Libra indispensable para el Círculo, desde que aceptó unirse
puso como condición que no se regiría por nuestras leyes,
pero pelearía a nuestro lado de ser necesario.
- Si, es alguien de palabra y un buen amigo – comentó Hermes
apoyando a su compañera.
- Así es – respondió Sagitario –, Piscis está lista para ocupar su
lugar si no llega.
- Bien. – Tauro dio por zanjado el asunto, ahora sólo quedaba
esperar la llegada del "elegido" y que las pruebas
comenzaran.

Cross llegó a la Escuela del Distrito I y como se lo había


advertido Elektra pasó sin problemas y sin preguntas, sólo mostraba
la espada sagrada, de hecho hasta sentía que lo respetaban,
finalmente llegó a la entrada de las instalaciones para los guerreros
más poderosos del Primer Distrito, dos guardias le plantaron frente,
nuevamente Cross mostró a Antares y uno de ellos le señaló un
intercomunicador, Cross apretó un botón y aguardó.
- ¿Que deseas? – le preguntó una voz femenina por el altavoz
del intercomunicador.
Cross observaba la entrada, estaba bien resguardada, unas
enormes puertas metálicas franqueaban el ingreso a las instalaciones
del Círculo del Zodiaco, pensó que sería imposible derribarlas para
un enemigo. Se acercó al parlante y respondió.
- Entrar al Círculo.
- No puedes entrar si no perteneces a él – respondió la voz del
altavoz despectivamente.
Cross mostró la espada sagrada, cuando la cámara de
vigilancia la captó, la voz cambió su actitud prepotente.
- Disculpe usted, puede pasar, lo esperan en el primer Círculo.
Las enormes puertas se abrieron, los llamados Círculos no
eran más que aulas de un edificio de tres pisos, en la entrada de cada
salón se leía encerrado en un círculo el símbolo del signo que
representaba, Cross ingresó al que mostraba el símbolo de Aries.
CAPÍTULO 14
REUNIÓN
Cuando los chicos empezaron a convivir en la casa del
Distrito Comercial el único que no encajaba era Dorian, Arlés y
Michelle ya se conocían, así como los gemelos y Elektra. Dorian era
antisocial, no le importaba relacionarse con los demás, salvo con
Michelle…, esa niña podría hacer que perdiera la cabeza. Una vez
que se fue Cross siguieron con sus clases, después de cinco años cada
alumno tomó a un instructor de combate para desarrollar sus
capacidades, Tokugawa Hayabusa tomó como alumna permanente a
Elektra por pedido expreso de Cross.
Los siguientes dos años fueron de entrenamientos
exhaustivos, sin descuidar la parte académica ni la de fuerzas
elementales, el par de años que le siguieron fueron de práctica, cada
alumno se retiró de la casa Riazor a practicar con su maestro.
Michelle, Arlés y Póllux se fueron a las montañas del Tercer Distrito,
Arlés a las tierras altas, Póllux a las faldas y Michelle a las cavernas,
Dorian regresó al área de las minas y Cástor se fue al bosque, sólo se
quedaron en la mansión Elektra y Tokugawa.
Dorian fue el primero en partir, se despidió de sus
compañeros fríamente, ya deseaba que pasaran rápidamente ese par
de años para estar de regreso, si había alguien a quien quería
enfrentar era a Cástor, pero no por venganza, ese sentimiento nunca
lo sintió, después del incidente en el área de entrenamiento Dorian se
sintió fatal, ¡era un debilucho! Su mayor orgullo era su resistencia al
maltrato y dolor físico y ese muchacho lo había vencido con suma
facilidad, lo que quería decir que se contenía con él cuando
entrenaban. ¡Que humillación!
Días después cuando habían sanado las heridas de ambos
(Cástor era el único que sanaba más rápido que Dorian), volvieron a
entrenar normalmente, entonces el gemelo menor se disculpó con su
compañero.
- Discúlpame Dorian, perdí la cabeza ese día, espero que
sigamos siendo amigos.
Cástor le ofreció la mano a Dorian, éste no se la estrechó, lo
empujaba con el dedo sobre el pecho del gemelo menor.
- ¿De verdad quieres disculparte?
- Si, somos condiscípulos, todos venimos de lugares difíciles y
estamos aquí para apoyarnos.
- Entonces no vuelvas a humillarme – Dorian seguía
empujando a Cástor.
- Ya te dije que no lo haré, voy a controlarme – respondió
Cástor todavía apenado por lo que había sucedido.
- ¡No! No me refiero a esa vez, me refiero a todos los días, no
te contengas conmigo, golpéame como ese día, si no soy
capaz de aguantarlo no soy digno de estar aquí.
- Pero es peligroso… – comentó Cástor sorprendido por la
solicitud de su compañero.
- ¿Eres mi amigo o no? – le espetó Dorian volviéndolo a
empujar.
- Si, si lo soy – contestó Cástor dando dos pasos hacia atrás.
- Entonces compórtate como tal, no voy a ser mejor si no me
ayudas.
Cástor sonrió
- Cuenta con ello – le devolvió el empujón a Dorian quien cayó
de espaldas al piso.
- Y lo mismo va para ti Póllux – le advirtió Dorian al gemelo
mayor desde el suelo.
- Te voy a destrozar pequeñín – respondió Póllux mientras
ayudaba a Dorian a levantarse.
- Eso es lo que espero – murmuró Dorian, realmente esperaba
que lo lastimaran, su único objetivo era convertirse en el
mejor guerrero para que el señor Riazor estuviera orgulloso
de él.
Desde ese día Dorian experimentó el verdadero dolor de los
entrenamientos y le gustó…
El entrenamiento de Dorian antes de partir fue
particularmente rudo, pero él se exigía aún mas, sabía que Arlés
también había mejorado sus habilidades, nadie mejor que él para
liderar las misiones en grupo, era infalible, Elektra cada vez
entrenaba menos con sus compañeros, prefería llevar su rutina por
separado y Michelle…, ella no cambió en lo más mínimo, seguía
siendo la misma déspota, altanera, competitiva, berrinchuda y
controladora de siempre.
Al final del noveno año todos regresaron a la residencia
Riazor, al volverse a encontrar Cástor y Dorian se dieron un fuerte
apretón de manos, aunque Dorian era el más introvertido de todos era
querido y respetado por los demás; incluso el mismo Dorian se
sorprendió de lo bien que se sintió cuando volvió a ver a sus
compañeros, realmente los había extrañado. Al principio confundió a
Cástor con su hermano, todos lo hicieron, ahora era un gigante de
casi dos metros, hasta que vieron a Póllux, el gemelo mayor se había
convertido en una masa de músculos de dos metros con diez
centímetros, se veía imponente.
Arlés, se veía confiado y seguro de sí mismo, quizá arrogante
sería la expresión correcta, Elektra se había convertido en una chica
preciosa, pero jamás comparada con Michelle, el amor de Dorian por
su compañera se había vuelto obsesión.
Lothar les informó que tomarían una semana de descanso, al
final de ésta les aplicarían los exámenes finales para graduarse, si
reprobaban serían expulsados, además, para ellos no sólo eran unos
simples exámenes, era una competencia por ver en que lugar
quedaban, para darse cuenta de quien era el mejor…
*****
PRUEBA ACADÉMICA
La prueba académica fue de conocimientos generales, de todo
lo que habían aprendido durante los siete primeros años, más de la
mitad de ellos (Michelle, Cástor, Póllux y Dorian) habían dejado de
lado los estudios, estaban nerviosos (con excepción de Michelle),
Póllux dio un repaso a todos sus apuntes pero se desesperaba al darse
cuenta de que tenía poco tiempo para repasar sus lecciones, con
Dorian sucedía lo mismo pero a diferencia de Póllux tomó más en
serio los exámenes y se dedicó doce horas diarias a estudiar,
físicamente estaba en perfecto estado, pero también tenía que ser el
mejor intelectualmente; Cástor no le dio importancia, decía que no
iba a aprender en una semana lo que no aprendió en siete años y
Michelle sencillamente no necesitaba estudiar.
Al final los seis aprobaron los exámenes en el siguiente
orden:
1.- Michelle
2.- Arlés
3.- Elektra
4.- Dorian
5.- Póllux
6.- Cástor
Dorian estaba decepcionado de no quedar en primer lugar,
seguramente si no hubiera descuidado sus estudios tal vez habría
ganado, quizá no a Michelle (nadie era más inteligente que ella), pero
sí a todos los demás, pero bueno, por lo menos salió mejor que los
desobligados de Cástor y Póllux, quienes por cierto, estaban felices
de haber aprobado y no les importó quedar en último y penúltimo
lugar.
*****
PRUEBA DE ENERGIA
La prueba de energía se desarrolló al día siguiente, para ese
momento todos podían utilizar energía elemental, Dorian estaba
seguro, los había escuchado hablar de cómo utilizaban sus poderes
elementales con las manos desnudas, menos él, por más que lo
intentó no lo pudo lograr, pero en cambio, sí podía realizarlo a través
de una espada, Lothar le mencionó que con eso bastaba, no
necesitaba crearla con sus manos desnudas, entonces se dijo que no
importaba que los demás pudieran hacerlo, la de él iba a ser la
demostración más aparatosa y sería el número uno…
Comenzó la prueba, las demostraciones de Michelle y Arlés
fueron espectaculares, la primera manipulando la electricidad y el
segundo el hielo, Dorian dudó que su poder compitiera con eso,
apretaba los puños de coraje. Todavía faltaban esos malditos
gemelos, Póllux le comentó al oído:
- ¿Impresionante verdad?
Dorian pretendiendo que no importaba le respondió:
- Más o menos. ¿Tu que tienes?
- La verdad es que ni Cástor ni yo podemos controlar el
elemento, necesitamos armas.
Dorian casi se infarta del coraje.
- ¿Como es posible que no puedan crear energía elemental con
las manos desnudas?
- Perdón. Pero por más que lo intentamos no pudimos.
- ¡Inútiles!
Dorian se dio media vuelta y se alejó de su compañero, pensó
que esos brutos no deberían estar ahí, llegó a creer que sería una
pérdida de tiempo el volver a pelear con Cástor, no se alegró porque
alguien además de él tampoco manejara la energía elemental con las
manos desnudas, eso significaba que él era el peor, Cástor y Póllux
no contaban como rivales.
Tocó el turno a los gemelos de probar sus habilidades con la
energía elemental, al verlos Dorian cambió de parecer, Cástor
dominaba el elemento aire y Póllux el elemento metal, ambos se
auxiliaron de armas cortas, Cástor de dagas y Póllux de un par de
bayonetas, el poder destructivo de ambos era de temer…
Dorian realizó su exhibición, su elemento era el fuego,
aunque todos quedaron impresionados con su demostración, él sintió
que fue la más débil, su última esperanza era Elektra, ella se quedó a
entrenar en la residencia del Distrito Comercial y por lo que platicó,
su entrenamiento no fue tan duro como el de los demás, esperaba por
lo menos ser mejor que ella…
La exhibición de Elektra no tuvo comparación, solicitó a
todos que la atacaran al a mismo tiempo con su respectivo poder
elemental, lo primero que le vino a la mente a Dorian fue que iba a
utilizar algún tipo de truco de escapismo, no había nadie mejor que
Elektra para anticiparse a los movimientos de sus rivales, por lo que
decidió no contenerse, no le daría tiempo de huir, todos a la vez
dispararon contra Elektra su energía elemental, aire, fuego, metal,
hielo y electricidad, cuando sus poderes estuvieron a punto de
alcanzar a la exponente los detuvo, transformó todos en energía pura
y después se los devolvió, milímetros antes de que la energía los
alcanzara se desvaneció.
Todos quedaron estupefactos… menos Michelle, ella se
sentía enojada, sabía que había perdido el primer lugar, cuando
estaban a punto de dar los resultados la pelirroja de manera ríspida
comentó:
- ¿Para que los dan? Si ya sabemos quien ganó.
Al final los resultados confirmaron los peores temores de
Dorian, al igual que en la anterior prueba, Bastián pegó los resultados
en el muro de la entrada al salón de entrenamiento.
1.- Elektra
2.- Arlés
3.- Michelle
4.- Cástor
5.- Póllux
6.- Dorian
Todos aprobaron, Lothar les explicó que tanto Cástor como
Póllux podían haber competido por el segundo lugar, pero les bajó
puntos el no controlar la energía elemental con las manos sin un
arma, a ellos no les importó…
*****
PRUEBA DE COMBATE
Esta era su prueba, aquí no fallaría, Dorian estaba seguro de
su fortaleza y habilidades físicas, no importaba con quien se midiera,
en un combate no importa que tan impresionante sea tu poder
elemental, lo importante es como lo utilices en una situación real y él
era un experto, hasta ahora los exámenes eran teóricos, en la práctica
nadie lo superaría, esperaba no enfrentarse con las chicas, aunque
amaba a Michelle si le tocaba pelear con ella la derrotaría, después
vería la forma de contentarla, Dorian sabía que Michelle era la peor
en combate y realmente no veía a Elektra como un rival a vencer,
manejaba bien la energía pura pero eso era todo, como un truco de
magia, Elektra sería una buena atracción de circo pero no una buena
guerrera.
Sus verdaderos rivales eran los varones, los gemelos eran
unos combatientes naturales y su poder destructivo era enorme, ya lo
había comprobado, su batalla con cualquiera de ellos era de
pronóstico reservado… a menos que usara esa técnica, él quería
reservarla para el final, si la hubiera realizado en el examen de
energía quizá hubiera ganado, pero prefirió guardarla, por el
contrario, él ya había observado lo mejor de las técnicas de sus
oponentes y ya sabía como neutralizarlas, así que por más buenos
que fueran los gemelos peleando, si neutralizaba su poder elemental
se colocaba un paso por delante.
Arlés era otra cosa, su estrategia con él sería inmediata y
fulminante, si le daba tiempo tarde o temprano su amigo encontraría
la manera de vencerlo, la batalla debía de ser rápida.
Así como Dorian no quería enfrentar a las chicas, los demás
también querían evitar a alguien en particular, los gemelos no
querían combatir entre ellos, Michelle deseaba evitar a Arlés, la
electricidad era débil ante el hielo y su amigo era mejor que ella en
técnicas de batalla, por su parte Arlés por ningún motivo quería
enfrentar a Elektra, él vio su poder real y le temía, en cambio a
Elektra le daba lo mismo quien fuera su rival, todos eran muy
fuertes, por lo tanto, cualquiera sería un oponente peligroso.
Lothar llamó a los chicos al centro del área de combate, les
explicó como se llevaría a cabo la última prueba:
- Muy bien chicos, la dinámica será la siguiente, sólo serán tres
enfrentamientos, las calificaciones se darán por lo que cada
quien haga en el campo de batalla, es decir, un perdedor
puede tener mejor calificación que un ganador si su
desempeño en batalla fue mejor, los combates se decidirán al
azar.
Los emparejamientos quedaron de la siguiente manera:
Combate 1.- Michelle vs. Arlés
Combate 2.- Póllux vs. Dorian
Combate 3.- Elektra vs. Cástor

COMBATE 1
MICHELLE VS. ARLÉS
Michelle maldijo su suerte, fue la única a quien le tocó pelear
con quien no deseaba hacerlo, su combate es el que decidiría quien
era el mejor de todos los alumnos, Arlés o ella. Su compañero iba
perdiendo por una pequeña diferencia, Michelle había ganado la
prueba de conocimientos pero quedó un lugar por debajo de su amigo
en la de manipulación de energía, para colmo, su compañero era
mejor en combate y el hielo nulificaba el trueno, lo anterior sin
contar que en la exhibición de energía elemental la había vencido, a
todo eso había que agregar que Arlés era su amigo, lo había conocido
antes de entrar a la casa Riazor y lo estimaba, era al único que no
trataba mal… o bueno, no tanto. Estaba segura que él se sentía igual
de incómodo.
Arlés pensaba completamente distinto que Michelle, se sentía
mal también, pero la razón era que amaba a su amiga, se había
enamorado de ella desde que la conoció, él la había recomendado
para entrar en la casa Riazor, se alegró cuando fue admitida y
ahora… pelaría con ella con todo su poder, se lo debía como su
compañero, se enamoró de Michelle porque era tan inteligente como
él y más astuta, siempre se preguntó quien sería mejor, hasta el
momento estaban igualados, pero ella tenía un primer lugar, aunque
eso no importaba, el resultado final dependía de esta batalla, Arlés no
se confiaría, la atacaría con todo lo que tenía.
Ambos contendientes se miraban sonrientes, levantaron el
puño derecho al frente para demostrarse respeto, tal y como les había
enseñado Cross. La batalla comenzó, ambos lanzaron ataques a
distancia, se nulificaron mutuamente, Arlés eligió una espada como
arma, Michelle eligió dagas.
Arlés había planificado una estrategia para acorralar a
Michelle. Primero la obligó a correr a una esquina del área de duelo,
después lanzó su ataque más poderoso, Michelle lo esquivó, mientras
evadía los ataques que le enviaban, la pelirroja lanzaba dagas
cargadas con electricidad pero por las prisas y el constante ataque de
Arlés no conseguía atinarle.
Llegó un momento en el que los dos se quedaron quietos,
ambos entendieron que el combate no duraría mucho tiempo más, su
energía se estaba terminando, Arlés fue más rápido y no permitió que
su contraria hiciera su jugada, lanzó nuevamente un poderoso ataque
que obligó a Michelle a colocarse en el mismo lugar donde había
lanzado el primer disparo, eso fue todo, los pies de Michelle se
empezaron a hundir en el suelo.
- ¡Que rayos! – maldijo mientras sentía que todo su cuerpo se
empezaba a congelar.
- Lo siento, Michelle, el combate terminó – le dijo Arlés
mientras se acercaba a ella hasta detenerse a una distancia
prudente.
- ¿Que? – preguntó Michelle en lo que desesperadamente
trataba de pensar en una contraofensiva.
- Acabas de caer en mi ardid de hielo, ese primer ataque fue un
engaño, su finalidad era colocar mi trampa en donde estabas
parada, las demás acometidas fueron realizadas para llevarte a
ese lugar nuevamente, no la viste porque estabas muy
ocupada protegiéndote de mis disparos…
- Digno de ti, Arlés, un combate perfectamente planeado, pero
esto no se ha terminado, es mi turno.
Michelle estiró su brazo izquierdo para realizar su
movimiento, pero nada pasó.
- ¿Que sucede? – preguntó extrañada, Arlés estaba parado a la
distancia adecuada para impactarlo y terminar el combate.
- Todos tus músculos ya están congelados e impiden que
realices cualquier tipo de ataque.
- Maldición, tiene razón – pensó Michelle, sentía que se le
congelaban todos los huesos.
- Perdiste, Michelle, ríndete – le pidió Arlés.
- No, todavía puedo… – Michelle se negaba a rendirse, esa era
una palabra que no cabía en su diccionario personal.
Arlés trataba de hacer entrar en razón a su compañera, lo
último que quería era lastimarla.
- Es imposible que logres escapar de mi trampa, si no te rindes
ahora te congelaras por completo, podrías morir.
- No me importa, no voy a perder – Michelle trataba de
concentrar su poder, una descarga es todo lo que hacía falta...
- Michelle, no voy a retirar mi ataque, te lo advierto… –
amenazó Arlés seriamente.
- Haz lo que tengas que hacer – repuso Michelle sin prestarle
atención, ella estaba concentrada en su contraataque.
- Está bien. ¡Prisión de hielo! – En segundos Michelle quedó
cubierta de hielo –. Todo ha terminado, lo siento Michelle.
Bastián era el árbitro de los encuentros, observó a Michelle y
se apresuró a declarar al ganador antes de que la pelirroja sufriera
lesiones serias por el congelamiento.
- El ganador del primer combate es…
- ¡Espera Bastián! ¡Mira hacia el hielo! – le gritó Lothar.
El hielo se estaba derritiendo y al final se hizo añicos,
Michelle seguía en pie.
- Te hubieras quedado así, Michelle, pero como lo desees.
Esta vez Arlés dirigió su poderoso ataque directo hacia
Michelle pero ésta lo detuvo.
- ¿Como es posible? – gritó Arlés.
El cuerpo de Michelle estaba congelado y no podía moverse,
había detenido el ataque de su rival pero no con electricidad, sino con
fuego, éste salía de todo su cuerpo, al nulificarse ambos ataques,
Arlés nuevamente tomo control de su mente, lo había sorprendido lo
que había hecho Michelle, pero estaba seguro que ese poder lo
acababa de despertar, ella estaba tan sorprendida como él, todavía no
controlaba ese elemento y sus fuerzas debían estar al límite, esta vez
acabaría con el combate con un ataque frontal, se llevo la mano a la
espada y la empuñó, entonces atacó.
- Lo siento Arlés, ahora es mi turno.
A Michelle le temblaban las piernas, no podía dar ni siquiera
un paso, utilizó toda la energía que le quedaba y activó las dagas que
había lanzado, su objetivo nunca había sido Arlés, era crear una
especie de esfera eléctrica en el terreno de combate que se
entrelazaba por medio de las dagas y Arlés estaba en medio de ellas,
no alcanzó a cubrirse con su escudo de hielo, del suelo salieron rayos
que le detuvieron sus movimientos.
- Maldición, no conté con esas dagas.
Arlés recordó perfectamente esas armas, Michelle las había
estado enterrando en el suelo, para después recogerlas y lanzárselas,
él creía que ella estaba tratando de controlar el terreno y tener armas
para lanzar en lugares estratégicos, pero lo que estaba haciendo era
tender una trampa, como la de él…
Michelle lo había vencido, Arlés soltó su espada y cayó al
suelo, la pelirroja se acercó dando pequeños pasos, parecía que caería
en cualquier momento, sabía que si su compañero se levantaba estaba
a su merced, no le quedaba nada, pero cuando lo vio a unos
centímetros de distancia observó que estaba inconsciente, Michelle
sonrió, levanto la mano en señal de victoria y luego se desvaneció.
Argento Riazor estaba satisfecho, ya sabía cual era el futuro
de Michelle, sería una elementor y una muy poderosa.
- ¿Que te pareció el combate Lothar?
- Estupendo, no pudo haber mejor emparejamiento, Arlés ganó
la guerra de estrategia pero el poder oculto de Michelle
nuevamente la salvó, esa chica no sabe perder y por lo mismo
es capaz de llegar a los extremos, los dos son increíbles.
- Pienso lo mismo.
COMBATE 2
DORIAN VS. PÓLLUX
Dorian estaba complacido, él quería pelear con Cástor pero
Póllux también estaba bien, era más fuerte, así su victoria sería total,
ya tenía una estrategia para derrotarlo. Levantaron el puño derecho al
frente y Dorian le habló a su oponente.
- ¡Hey Póllux! ¿Que te parece si calentamos con un poco de
combate cuerpo a cuerpo?
- Me parece bien, no es sensato de tu parte pero adelante.
Y comenzó la batalla, Póllux se sorprendió, Dorian aguantaba
muy bien sus golpes, no lo lastimaban, en cambio él si sentía los
golpes de Dorian, aunque tampoco lo lastimaban iban haciendo mella
en su rendimiento, decidió terminar con el calentamiento en ese
momento, Dorian podría lastimarlo, reunió energía en su puño y
golpeó a Dorian, éste salió volando por los aires, al aterrizar se
levantó sangrando.
- Ufff, que golpazo. ¿Como lo hiciste? – preguntó limpiándose
la sangre de su rostro.
- Simplemente empecé a golpearte reuniendo energía en mis
puños.
- No cabe duda que eres muy fuerte. ¡Yo todo el tiempo te
golpee con energía en mis puños!
- Con razón me estabas acribillando… – respondió Póllux
tocándose los lugares del cuerpo donde Dorian lo había
golpeado.
- Bueno... ¿que te parece si nos ponemos serios? – Dorian se
llevó la mano a su espada.
- Me parece bien – contestó el gigante cruzando ambos brazos.
Ambos sacaron sus armas, Dorian una espada larga y Póllux
un par de bayonetas que se calzó en las muñecas. Los dos se lanzaron
al ataque, el duelo se veía parejo, Dorian pensó que con la velocidad
podría herir a Póllux, pero para su sorpresa el gemelo mayor era tan
rápido como él, entonces se decidió por fin a usar su poder
elemental, su contrincante era más fuerte y Dorian no resistiría
mucho tiempo más, en cambio Póllux ni siquiera estaba sudando,
empezó a arrogarle ráfagas de fuego, eso le dio una ventaja, observó
que el gigante aunque las desviaba le causaban daño.
Póllux sentía que le ardía todo el cuerpo, aún y cuando
desviaba los ataques de Dorian el fuego lo alcanzaba y empezó a
sentirse más lento, sus extremidades ya no le respondían igual,
entonces Dorian empezó a ser más certero, ahora era mucho más
rápido que él, después de lanzar un ataque con fuego inmediatamente
atacaba cuerpo a cuerpo, Póllux sólo podía protegerse de uno o de
otro ataque, estaba perdiendo.
Su fuerza iba menguando, lo sentía, en cambio los ataques de
Dorian cada vez eran más efectivos, en ocasiones hasta lo había
alcanzado con ambos, ya no podía más, deseaba simplemente bajar la
guardia para que Dorian le diera el golpe final, el que lo pusiera a
dormir y terminara todo, no tenía importancia perder, a él no le
gustaba pelear, pero no podía darse por vencido, le había prometido a
su hermano que daría todo de sí, Cástor nunca le perdonaría que se
dejara ganar de esa manera, en ese momento decidió que debía
terminar el combate, sus fuerzas estaban al límite y no aguantaría por
mucho tiempo, esta vez él tomaría la ofensiva.
Encendió su energía elemental, no la había utilizado aún,
transformó las bayonetas en dos enormes martillos, eso sorprendió a
Dorian, al tener energía elemental de tipo metal, Póllux podía
cambiar la forma de las bayonetas hasta transformarlas en cualquier
tipo de objeto, hasta uno tan contundente como el que iba a utilizar,
nuevamente se equilibraba la balanza, ahora ambos contendientes
podían atacar a distancia y el ataque de Póllux era más rápido y
contundente, golpeaba la tierra y las ondas de energía que creaba
impactaban directamente a su adversario, lo goleaban de una manera
brutal, entonces Dorian llevó a cabo la segunda parte de su plan,
usaría su poder como arma defensiva, empezó a lanzar cortinas de
fuego contra Póllux.
El gemelo mayor nuevamente estaba en problemas, aunque
eran más rápidos sus ataques, por el humo y las quemaduras perdió
visibilidad, no encontraba a Dorian quien lo seguía atacando, él veía
perfectamente a través del humo, las llamas no lo afectaban, su
cuerpo ya estaba acostumbrado al calor, pasaba a través de ellas sin
ningún problema, pronto, muy pronto se terminaría el combate.
Póllux no podía más, debía usar su técnica máxima si quería
ganar, se había prometido que sólo la utilizaría en el examen de
energía pero no en contra de alguien. ¡Podría ser fatal! Pero no tenía
otra opción, de hecho, él en ese momento ya había perdido mucha
sangre y estaba a punto de desfallecer.
Concentró toda su energía y fijó un punto para atacar a
Dorian, no lo veía bien pero ya había leído sus movimientos, la
explosión lo alcanzaría sin duda alguna. Cuando Dorian vio que
Póllux hizo los movimientos con la mano para hacer su gran ataque
sonrió, eso es lo que esperaba, para eso habían sido todas sus
arremetidas, ahora él haría su movimiento, era una ofensiva
fulminante y casualmente el poder de Póllux le daba más potencia al
suyo.
El ataque de Póllux consistía en juntar toda la energía del
metal en sus manos, la comprimía con tal fuerza que un golpe suyo
terminaba en una explosión por la potencia que llevaba, leyó los
ataques de Dorian y lanzó su poder, era imposible que su rival lo
evitara, pero lo que desconcertó al gemelo fue que su oponente no
hizo nada por intentar huir de su ataque, clavó su espada en la tierra y
soltó toda su energía, una espiral de llamas lo rodeó y explotó, la
explosión de fuego tomó más fuerza con el golpe de Póllux y lo
alcanzó a éste de lleno.
Con la espada en el suelo Dorian había creado un vórtice que
lo había mantenido a salvo, Póllux no tuvo tanta suerte, la explosión
le golpeó directamente, sólo se veía humo en donde la explosión
había alcanzado al gemelo mayor, del otro lado Dorian estaba de pie,
impasible. El silencio era total. ¡Póllux podría haber muerto!
- Maldito cabrón, si mataste a mi hermano pelearás conmigo –
gritó un enfurecido Cástor señalándolo desde las gradas.
- El sabía los riesgos del combate y así los aceptó.
- ¡Pero el combate no era a muerte! – le reclamó el gemelo
menor airadamente.
- Él lo volvió más peligroso cuando me atacó con ese poder –
respondió Dorian sin darle importancia al asunto.
- Pero Pol nunca mataría a nadie – Cástor cada vez sentía que
se enfurecía más.
- Esa es la diferencia entre nosotros – le respondió
burlonamente Dorian.
- No conmigo idiota, a mi me da lo mismo destrozar tu frágil
cuerpecito...
Cástor estaba a punto de saltar al área de combate cuando
Lothar lo detuvo. El gemelo menor lo enfrentó.
- Si debo hacerlo también pelearé contigo.
- Mira hacia allá – Lothar señalaba hacia donde había caído el
cuerpo de Póllux.
Cástor se quedó con la boca abierta, una vez que el humo se
estaba dispersando se alcanzó a ver la figura de un gigante, pero no
era Póllux, era un hombre rodeado de una armadura de un metal gris
irreconocible, un aura plateada lo rodeaba.
Dorian no lo podía creer, el maldito no había caído con su
ataque, volvió a atacarlo con su máximo poder pero fue en vano, no
le hizo daño, todo terminó en un movimiento, Póllux golpeó a Dorian
con el puño con una fuerza tan poderosa como su explosión, esta vez
Dorian no cayó, sólo fue arrastrado unos pocos metros hacia atrás,
Póllux preparó un segundo golpe.
- ¡Espera Pol! ¡Dorian esta desmayado!
Era Elektra la que había hablado, Póllux detuvo su ataque en
el último momento y volvió a su forma original, el combate había
terminado. Cuando Póllux soltó el último golpe Dorian concentró
toda su energía en endurecer su cuerpo, pero el impacto fue
demasiado poderoso, lo único que mantuvo a Dorian de pie fue su
fuerza de voluntad, Póllux cargó a su compañero y él mismo lo llevó
a la enfermería, sólo faltaba un combate y no estaba interesado en
verlo, de ninguna manera observaría como se destrozaban Elektra y
su hermano. En las gradas, Argento Riazor y su guardaespaldas
estaban tan impresionados como los demás.
- ¡Wow! ¡Que combate! Estoy seguro que ese mocoso podría
vencerme.
- Y que lo digas, Lothar, y aún no nos mostró su verdadero
poder, pero Dorian no se queda atrás, nadie tiene la voluntad
de ese chico.
- Todos son increíbles, pero ahora viene lo mejor…

COMBATE 3
ELEKTRA VS. CÁSTOR
Los combatientes se quedaron viendo el uno al otro un rato,
se estaban midiendo, ambos sabían que el rival que tenían enfrente
era de cuidado, muy probablemente ellos dos eran los más poderosos
de los seis. Se saludaron con el puño derecho tal y como lo hicieron
los demás antes de empezar a combatir.
- ¿Estás segura de esto Elektra? – preguntó tranquilamente el
gemelo menor mientras hacía calentamientos.
- ¿Por que me lo preguntas Cas? ¿Tu no? – respondió Elektra
mirándolo fijamente.
- Sabes que tú eres la última persona en el mundo a quien yo
lastimaría.
- Sabes que a mi no me gusta lastimar a nadie…, que no sea
igual de fuerte que yo.
- He mejorado – dijo el gemelo menor una vez que terminó su
calentamiento.
- Lo sé – le contestó Elektra mandándole un beso.
- Sólo voy a pelear si tú te pones seria, de otra manera esto sólo
es una pérdida de tiempo.
- Si me pongo seria no tienes oportunidad – le respondió
Elektra viéndolo con condescendencia.
- Podría sorprenderte… – el gemelo menor señaló a su
compañera malabareando una de sus dagas.
- Adelante amigo, si lo mereces me conocerás.
Cástor sonrió, sabía que además de su hermano, Elektra era la
única persona que tenía posibilidades reales de vencerlo.

Ellos estuvieron presentes cuando le mostró su verdadero


poder a Cross, fue la tarde antes de que éste se fuera, estaban
entrenando como siempre cuando Elektra pasó por ahí.
- Cross... ¿seguro que tienes que irte? – Elektra le hacía la
misma pregunta a su maestro cada que lo veía.
- Si Elektra, todos tenemos cosas que hacer – le respondió
Cross de la misma manera que siempre lo hacía.
- ¿Puedo acompañarte? – Esta vez Elektra no había quedado
conforme con la respuesta de Cross, fue más allá.
- Voy a un lugar muy peligroso – le comentó Cross que tomó
las palabras de Elektra a la ligera.
- Entonces te sería de gran ayuda – le respondió molesta
Elektra, no le había gustado el tono con el que Cross le
hablaba.
- Lo siento, Elektra, pero no basta con que puedas escabullirte,
allá también es necesario pelear.
- ¡Puedo pelear! – Elektra terminó de enfadarse, sus palabras
habían ido acompañadas de un pisotón al suelo.
- No contra estas personas, la mayoría está en mi nivel, los hay
más fuertes.
- Yo también soy fuerte, además, aunque sean poderosos no
pasa nada si no me pueden tocar.
- ¿A que te refieres? – preguntó Cross finalmente tomando en
serio las aseveraciones de su pupila.
- Yo sé de lo que hablo – el rostro de Elektra paso de estar
molesto a ser enigmático.
- Elektra... ¿estarías dispuesta a mostrarme tu verdadera
fuerza? – Cross cada vez estaba más interesado en lo que
decía Elektra.
- Sólo si me llevas – le respondió la rubia con una sonrisa,
estaba satisfecha de haber capturado el interés de Cross.
- No te puedo llevar, bien sabes que no depende de mí, pero me
sentiría más tranquilo si me demuestras que puedes cuidar a
los muchachos.
- Está bien – respondió Elektra con una mueca de frustración
en el rostro.
Cástor protestó
- Hey, no hablen de nosotros como si no estuviéramos aquí,
Elektra es débil pero nosotros la podemos proteger.
- Yo no soy débil... – mencionó airadamente Elektra.
- Pruébalo – la interrumpió Cross –. Muchachos, al que la
someta le dejo mi chamarra para conquistar chicas.
Los gemelos pusieron manos a la obra, Cross les había
contado que esa chamarra era su favorita, con esa prenda era
infalible, era un imán para atraer a las chicas, los hermanos trataron
de capturarla, pero Elektra siempre estaba un paso adelante, cada vez
que la atacaban los tropezaba, cayeron demasiadas veces, después,
los empezó a golpear hasta que ya no pudieron más.
- Es toda tuya, jefe – comentó un exhausto Cástor –. Estamos
demasiado cansados, no podemos ni levantarnos y de ninguna
manera vamos a pelear en serio con ella.
Cross le aplaudió a su discípula.
- Esta bien Elektra, pero... ¿que pasa si te atacan con energía?
- Atácame – lo retó Elektra que ya estaba emocionada por el
"calentamiento" con los gemelos.
- No. Podría lastimarte – a Cross le preocupaba excederse en
algún momento.
- ¿Como esos dos? – respondió Elektra señalando a los
alicaídos gemelos.
Cross no pudo evitar reírse de Cástor y Póllux que
descansaban plácidamente en el suelo, lo pensó un momento y le
disparó un kunai de energía, no muy poderoso, Elektra detuvo el
ataque y se lo devolvió, ella sí pegó en el blanco.
- Eso dolió. ¿Podrías sostener un combate conmigo?
- Si – Elektra saltaba alegremente esperando mostrarle su
verdadera fuerza a Cross, para ella era un juego.
- Aquí voy.
Cross la atacó en serio, todos sus ataques le eran devueltos
pero tampoco lo alcanzaban, era demasiado rápido, al final con un
veloz movimiento logró acercarse a Elektra y sacó el disparo de
energía, Elektra lo vio venir, predijo su movimiento, pero no lo pudo
evitar, no era tan rápida, sólo cerró los ojos, Cross detuvo el ataque
antes de golpearla.
- Sorprendente, Elektra, vuélvete más fuerte, en diez años te
buscaré y volveremos a pelear, estoy seguro que será
emocionante.
- Si Cross – respondió Elektra abrazándolo.
Cástor y Póllux estaban sorprendidos, no tenían ni la remota
idea del poder de Elektra, a partir de ese día la respetaron más y le
temieron, pero no fueron los únicos, Arlés iba pasando por ahí y lo
vio todo, tomó nota mental y se dijo que trataría de jamás enfrentarse
a esa niña.

En el campo de entrenamiento que estaba a espaldas de la


residencia Riazor, Cástor finalmente se había decidido a atacar.
- Bueno Elektra, supongo que este examen es para probarme a
mí, tú ya estas del otro lado, entonces ahí voy.
Cástor atacó con dagas de doble hoja, es decir, tenían el filo
por la parte de arriba y abajo, se empuñaban de en medio, Elektra
optó por un par de tonfas, la chica se sorprendió, Cástor era un
maestro en el uso de sus instrumentos, podía controlarlos a la
perfección, pero como la última vez que se enfrentaron, Elektra se
adelantaba a sus movimientos, se había vuelto realmente rápida y
ágil.
- Vamos Elektra – la apuró Cástor –. Si no atacas no me
vencerás.
- Está bien. – Esta vez Elektra atacó. Golpeó a Cástor con sus
armas en todo el cuerpo, ni siquiera lo movió –. Eres
resistente Cas pero... ¿por cuanto tiempo aguantarás?
- La misma pregunta te hago yo – le respondió el gemelo
menor tocándose el estómago.
- ¿Por que a mi? – preguntó intrigada la adorable rubia.
De repente Elektra sintió un fuerte dolor en el abdomen,
escupió sangre, volteó a verse y tenía un moretón.
- ¿Como es posible? Esquivé todos tus ataques – Elektra no
entendía lo que había sucedido.
- Tal vez no eres tan rápida como piensas le respondió Cástor
mientras con la mano la retaba a que lo volviera a atacar.
Elektra volvió a atacar, siguió golpeando a Cástor, cuando se
alejó esta vez tenía dos golpes más.
- ¿Porque? – Una vez más se dobló del dolor, los ataques del
gemelo menor habían sido implacables.
- Será mejor que cambies la estrategia, ambos sabemos quien
tiene el cuerpo más fuerte.
Elektra no escuchó y lo volvió a atacar, esta vez se llevó
cinco golpes.
- No sigas Elektra, vas a perder…
- Te equivocas Cástor, esta vez mi ataque no lo realicé para
dañarte, lo hice para ver tu truco, ya lo descubrí.
- ¿Y cual es? – preguntó Cástor mientras veía como Elektra ya
estaba resoplando.
- Mientras me atacas con tus golpes disparas contra mí ráfagas
de aire, que en tu caso es como si golpearas con el puño.
- ¡Bravo! – Cástor le aplaudía alegremente a su compañera –.
¿Y que es lo que gano?
- La pelea que querías – Elektra finalmente se puso seria,
atacaría con todo su poder.
- Perfecto – La sonrisa de Cástor se torció, eso sólo significaba
que la sangre iba a correr...
En un movimiento imperceptible Cástor desapareció, por el
contrario, Elektra cerró los ojos y se quedó inmóvil, una ventisca
verde la rodeó, se empezaron a escuchar explosiones a su alrededor
pero no se veía nada, sólo el eco de los impactos.
Todos los demás combatientes ya estaban por lo menos
conscientes y habían convencido a Póllux de que los llevara a ver el
combate, el gemelo mayor no tuvo más remedio que aceptar y los
cargó a todos hasta la arena.
- ¿Ves algo Arlés? – preguntó la pelirroja que solo observaba
las explosiones alrededor de su compañera.
- No, nada Michelle – respondió un igualmente sorprendido
Arlés, por más que forzaba la vista no alcanzaba a ver a
Cástor.
Dorian comentó:
- ¡Novatos! No se como diablos me vencieron. – Aunque la
verdad él tampoco veía nada.
Los únicos que seguían el curso de las acciones eran Lothar,
Argento Riazor y Póllux. De repente Cástor volvió a aparecer, se le
veía cansado.
- ¿Estás bien Elektra? – preguntó con la respiración
entrecortada.
- No, a pesar de que pude desviar la mayoría de tus ataques
algunos me alcanzaron, realmente estoy lastimada.
- Yo también estoy al límite.
- Ok, ya tuviste tu fiesta, ahora me toca divertirme a mí, es mi
turno de atacar.
Elektra había guardado suficiente energía de la que le había
lanzado Cástor y la empezó a enviar en su contra, no importaba que
tan rápido se moviera el gemelo menor, siempre lo alcanzaba con sus
ataques de energía pura. Aún y cuando ningún golpe fue de
consideración puesto que Cástor pudo protegerse de todos, también
estaba herido.
- Bien hecho Cástor –Elektra volvió a concentrar su energía –,
ahora va la segunda oleada.
Cástor pensó que esto no podía seguir así, si lo alcanzaba esa
oleada de energía pura perdería, sacó sus dagas de hojas dobles y las
lanzó girando al cielo.
- ¡Viento cortante!
Riazor estaba estupefacto, esa era la técnica secreta de su
guardaespaldas.
- ¿Cuanto tiempo te llevo aprenderla Lothar? – le preguntó en
voz baja.
- No sólo aprenderla, es mi creación, esa técnica es una fusión
de metal y viento, yo no controlo el metal por lo que uso el
filo del arma y me llevó diez años de duro entrenamiento.
- ¿Y a Cástor? – Argento Riazor veía fijamente a su guardián,
ese hombre era posiblemente el único en el mundo que podía
efectuar una técnica de dos elementos dominando tan sólo
uno...
- Seis meses – respondió orgulloso Lothar.
Argento Riazor sonrió, Lothar fue el maestro de Cástor en los
bosques, no se había equivocado con ninguno de esos muchachos. El
viento cortante de Cástor se estrelló con la ráfaga de energía pura de
Elektra y ambos poderes se extinguieron el uno al otro, los dos
combatientes estaban exhaustos.
- Creo que ya nos queda poco Elektra – mencionó un cada vez
más cansado Cástor.
- Así es, amigo, pero recuerda que no puedes tocarme, este
encuentro no lo vas a ganar.
- Te equivocas, princesa, a los dos nos queda poca energía,
ganará quien la utilice mejor.
Entonces Cástor soltó las dagas y las empezó a controlar con
el viento, pero no fueron dos dagas, fueron ocho…
- A ver Elektra, esquiva esto.
Elektra fue golpeada una y otra vez por las dagas de Cástor,
éste fue muy inteligente, Elektra podía leer los movimientos de su
contrincante, con sólo verlo se anticipaba, pero no podía anticipar el
viento, éste cambiaba caprichosamente los movimientos de las
cuchillas y Elektra no podía saber por donde le golpearían, ejecutó un
último movimiento, hizo explotar todo a su alrededor, fue una
explosión de energía pura que tomó del viento de Cástor, destruyó
las armas de su rival y no solamente eso, también lo alcanzó a
lastimar a él. Cástor se levantó con dificultad.
- ¿Ahora que va a pasar Elektra? Me he quedado sin energía
elemental.
- Yo también – respondió la rubia que estaba más lastimada
que su rival.
- Tendremos que pelar cuerpo a cuerpo – Cástor cerró los
puños y se los mostró a su compañera.
- Así es – Elektra aceptó el reto y a su vez también le mostró
los puños al gemelo menor.
Inició el combate, pero esta vez fue distinto, Cástor empezó a
pelear como el viento que había lanzado, sin patrones fijos,
decidiendo hasta el último instante donde golpearía y era más rápido
que Elektra, la alcanzó en varias ocasiones, hasta que Elektra cayó.
- Esta pelea ya terminó – comentó Arlés.
- Así es – respondió Dorian –. Elektra ya perdió su ventaja, y
sin ella la lucha cuerpo a cuerpo con Cástor es una misión
imposible, aunque más o menos lo evade no puede atacar, sus
golpes no son efectivos contra un cuerpo como el de Cástor.
- Están equivocados, Elektra no es la misma de hace dos años,
ahora es más fuerte. – Todos voltearon a ver a Póllux –.
Ninguno de ustedes se dio cuenta pero el ataque que acaba de
realizar Cástor lo hizo con toda la violencia de la que es capaz
y Elektra sigue en pie, se ha vuelto muy fuerte, vamos a ver
su contraataque.
Póllux no fue el único que se dio cuenta de la fuerza de
Elektra, Cástor también lo notó, el próximo ataque sería el último,
entró en modo furia, una aura verde lo rodeaba, sintió cómo la fuerza
inundaba todo su cuerpo, había aprendido a controlarlo, sabía que no
dañaría a Elektra de gravedad, sólo necesitaba ponerla a dormir…
Elektra advirtió el peligro de inmediato, activó su poder
especial, sus ojos cambiaron de color a gris claro, vio a través del
ataque de Cástor, ambos se lanzaron al frente, pero esta vez a Cástor
no le dio tiempo de atacar, Elektra evitó su primer golpe y después lo
golpeó veinticuatro veces con las tonfas a una velocidad
impresionante, todos los golpes fueron dirigidos a un área especifica
para dejar su cuerpo fuera de combate, pero Cástor seguía en pie,
parecía que era indestructible.
- Todavía no me vences Elektra – le espetó emocionado, estaba
librando el combate de su vida.
- Lo sé – le respondió la rubia –, pero ahora sí. – En su voz se
notaba el temor, si con ese ataque no vencía a su compañero
sabía que ya nada lo detendría.
Elektra golpeó el pecho de Cástor con la palma de la mano
derecha, se activó una reacción en cadena de todos los demás lugares
donde lo había golpeado antes, los veinticuatro puntos. El tiempo se
detuvo, la rubia asustada de ver que Cástor no caía dio dos pasos
hacia atrás, pensaba rendirse antes de que su compañero hiciera una
locura.
- Bien hecho, Elektra, a propósito, bonitos ojos…
Cástor cayó de rodillas y Bastián lo revisó.
- No puede más, la ganadora es Elektra.
Póllux entró a la arena por Cástor, quien increíblemente
estaba todavía consciente.
- Es buena hermano – le dijo Cástor a su gemelo mientras éste
lo levantaba.
- Lo sé – respondió Póllux en un suspiro, al igual que Elektra
estaba temeroso de que Cástor perdiera el control, estaba listo
para intervenir y detenerlo.
- Fue cuestión de suerte, Cástor, yo llevo más tiempo
controlando mi poder que tú el tuyo, en igualdad de
circunstancias no sé que hubiera pasado.
- Seguramente lo mismo, amiga, insisto, eres buena…
- Lo dudo, me obligaste a utilizar todo mi poder al máximo, es
la primera vez que lo hago, de hecho, si me hubieras
golpeado tú primero habrías ganado.
Castor sonrió, estaba feliz de haber sostenido ese combate,
Póllux se lo llevó a la enfermería y después a todos los demás.
- ¿Que opinas Lothar? – preguntó Argento Riazor mientras
encendía un puro.
- Esos chicos realmente son algo especial, sobre todo Cástor y
Elektra, ellos desde antes de venir ya contaban con ese gran
poder, sólo que Elektra estaba consciente de que lo tenía y
Cástor no, de hecho, ninguno de los dos ha desarrollado
todavía su máximo potencial y aún así hay muy pocas
personas en Arcadia capaces de sostener una pelea con ellos.
- Tienes razón, pero Póllux ya lo despertó también y al parecer
lo controla mejor que Cástor.
- Es correcto, pero aún así yo creo que Cástor esta un nivel por
encima de Póllux, los demás no tardarán en despertar su
verdadero potencial, sin embargo, por el momento hay que
dejarlos ir…

Los resultados del examen de combate fueron los siguientes:


1.- Elektra
2.- Póllux
3.- Cástor
4.- Michelle
5.- Dorian
6.- Arlés

La cuenta del ganador se realizó por puntos


1er lugar 10 puntos
2do lugar 8 puntos
3er lugar 6 puntos
4to lugar 5 puntos
5to lugar 4 puntos
6to lugar 3 puntos

Quedando finalmente así la tabla:


1.- Elektra 26 puntos
2.- Michelle 21 puntos
3.- Arlés 19 puntos
4.- Póllux 16 puntos
5.- Cástor 14 puntos
6.- Dorian 12 puntos

Las siguientes semanas fueron utilizadas por los seis


huéspedes de la casa Riazor para recuperarse de sus heridas y
ponerse al día con sus vidas, pasado el mes Argento Riazor los
reunió.
- Bueno, ya que están todos sanos y reunidos he de contarles
una historia... – Argento Riazor les contó la historia de los
doce FILOS –. Como ya lo saben el torneo es en un año en la
zona militar, todos son libres de tomar el rumbo que su
conciencia les dicte, el que quiera participar allá lo veré,
algunos años después del torneo les haré una nueva propuesta
y espero que la acepten, mientras tanto, les deseo suerte en lo
que emprendan.
- Pero señor, falta un año de nuestro convenio – mencionó
Dorian.
- Lo sé, pero son demasiado excepcionales, cumplieron con el
objetivo por adelantado, son libres de irse y sepan todos que
esta es su casa, siempre lo será, cuando llegue el momento los
mandaré llamar, espero que atiendan al llamado de este viejo.
- Lo prometemos – respondieron todos al mismo tiempo.
La primera en irse fue Michelle, le urgía ver el rumbo que
habían tomado sus negocios y la fortuna de su padre, se despidió de
todos con un simple adiós, todavía estaba molesta por haber quedado
en segundo lugar, esa Elektra era temible, pero no importaba, ella era
más bonita y se fue sin volver la mirada.
Después partieron los gemelos, viajarían por todo el estado
buscando personas fuertes a las cuales enfrentar, querían fortalecer y
perfeccionar ese poder que habían descubierto, el del aura que los
rodeaba, prometieron a Elektra que la encontrarían algún día y
pelearían a su lado hasta el fin del mundo.
Le tocó el turno a Arlés, él era el único que se había vuelto un
bérserker, no sabía cual sería su destino, pero deseaba ir a visitar a
sus amigos de la infancia, tomaría el examen para hacer oficial su
condición de guerrero y después decidiría si estaba dispuesto a pelear
por la espada sagrada, no debía olvidar que ahí estaría Cross y
enfrentarse a él era cosa seria, manejaba el mismo tipo de energía
elemental que su compañera, energía pura, la más letal de todas.
Tocó el turno de Elektra, abrazó y besó a los que quedaban,
no pudo evitar soltar unas lágrimas cuando se despidió de Dorian.
- Nos vemos.
Dorian también tenía los ojos llorosos, Elektra siempre se
portó como una hermana con él, nunca le reclamó su hostilidad,
siempre lo quiso por quien era, con todos sus defectos. Su compañera
era cariñosa, comprensiva y siempre veía que estuviera bien. La
adoraba, se pasó el brazo por los ojos y le dio la espalda. Elektra lo
volvió a abrazar.
- ¿Me vas a extrañar?
Dorian se fijó que nadie lo escuchara, con voz muy baja le
respondió:
- Siempre…
Elektra se disponía a marcharse cuando Lord Riazor le
preguntó:
- ¿Sabes a donde vas?
- Si, voy al Tercer Distrito, quiero seguir estudiando, me voy a
matricular en la esuela superior.
- Está bien. ¿Sabes a donde llegar verdad? Recuerda que te he
adoptado y ahora eres mi hija ante la ley, todo lo que tengo te
pertenece.
- Gracias pero no lo necesito, te agradezco que me adoptaras,
adiós papá.
- Adiós hija y recuerda: ¡Ahora tu nombre es Elektra Riazor!
Por último toco el turno a Dorian, estaba totalmente
deprimido, sentía que había fallado a la confianza de su benefactor.
- ¿Y tú que harás Dorian?
- Supongo que me uniré a la fuerza militar, tengo que ganarme
el pan.
- Estoy seguro que harás una gran carrera y en corto tiempo
serás un bérserker reconocido.
- Cuente con ello, señor, quiero que sepa que agradezco lo que
hizo por mi, me cambió la vida y lamento el haberlo
decepcionado.
- ¿Por que lo dices?
- Fui el último lugar de los exámenes.
- Mira Dorian, la competencia fue cosa de ustedes, yo lo que
quería era que aprobaran y todos lo hicieron con creces, tu
combate fue impresionante.
- Pero igual perdí. – Dorian era incapaz de sostener la mirada
de su mentor, la vergüenza lo consumía.
- Que eso no te detenga, todos los niños que vinieron tenían
cualidades extraordinarias, tú también, de hecho eres quien
más me impresionó, te ofrezco que te quedes conmigo y que
sigas entrenando aquí, yo te convertiré en el bérserker más
fuerte de tu generación y podrás ser mi guardaespaldas.
El rostro de Dorian se iluminó, no había nada que deseara
más que servir a su benefactor
- ¿En serio señor? – Dorian se sintió feliz como nunca, deseaba
consagrar su vida a servir a ese hombre.
- ¿Que dices? ¿Aceptas? – preguntó el Tesorero del Distrito
Comercial mientras le extendía la mano a Dorian.
- Claro que acepto – Dorian estrechó la mano de su mentor –,
nada me haría más feliz que poder servirle, le aseguro que yo
ganaré esa espada sagrada.
- Estoy seguro que sí, muchacho, la espada sagrada será tuya.
CAPÍTULO 15
EL CÍRCULO DEL ZODIACO

EL CÍRCULO DE ARIES
Al ingresar al aula del primer círculo, Cross se encontró con
una atractiva joven de tez blanca a la que le calculó unos veinticinco
años, cabello negro, corto, a la altura de la nuca con un peinado a la
moda, irradiaba personalidad e imponía respeto.
- Hola Cross – lo saludó la joven amablemente, como si ya se
conocieran.
- Sabes mi nombre – respondió extrañado Cross, estaba seguro
que nunca en su vida había visto a esa joven.
- Todo mundo sabe tu nombre – dijo Sagitario obviando su
respuesta.
- Me refiero a como me llaman mis amigos – respondió Cross
un poco sonrojado, se sintió estúpido, era cierto lo que esa
chica decía, después de haber ganado el torneo por la espada
roja era conocido en todos lados.
- Si te molesta dime como prefieres que te llame – le contestó
Sagitario levantando ambas manos a la atura de los hombros
dejando los codos pegados al cuerpo.
- Cross está bien – el portador de Antares seguía sintiéndose
cada vez más estúpido –. ¿Que demonios me importa a mí
como me llame esa chica? – pensó.
- Perfecto, mi nombre es Sagitario, soy la líder del Círculo del
Zodiaco.
- Gusto en conocerte – Cross se sintió aliviado de decir su
primera respuesta sin avergonzarse a sí mismo.
- Te voy a explicar las reglas – el rostro de Sagitario se puso
serio –. Pon atención. No voy a contestar preguntas ni a
repetir las cosas. ¿Entendiste?
- Si – Cross finalmente escuchó lo que quería, deseaba
terminar con ese asunto del guante que controlaba a Antares
lo más pronto posible.
- El Círculo del Zodiaco es el órgano protector del Primer
Distrito, en sus filas se encuentran los líderes de esta
circunscripción, como su nombre lo índica existen doce
símbolos zodiacales, por lo tanto, somos doce guerreros,
incluyendo dos en Géminis, falta Escorpión, la mitad de los
miembros tienen el estilo de pelea de trooper y la otra mitad
de elementor, como te darás cuenta más adelante el poder de
un guerrero no radica en su “estatus”, radica en el manejo de
su energía.
Cross ya sabía lo que Sagitario le estaba explicando pero no
la interrumpió.
- Como bien sabes el trooper puede utilizar un elemento de
energía elemental sólo a través de un arma, los elementors no
manejan armas pero controlan dos fuerzas elementales o una
natural y los bérserkers pueden controlar una energía
elemental tanto con un arma como con las manos desnudas, la
creencia general es que no hay guerrero más poderoso que el
bérserker y en parte es correcto, pero hay excepciones, como
lo son los Arcángeles de la Legión de los Iluminados del
Segundo Distrito, cuyos miembros son elementors superiores
que manejan dos tipos de energía: natural y elemental,
además de la fuerza psíquica; y en esa excepción también
encontramos a los miembros del Círculo del Zodiaco, cuyos
miembros tienen un poder adicional asociado a su signo, yo
por ejemplo soy una elementor superior que maneja energía
elemental de tipo aire y también controlo la energía psíquica,
tengo el poder de curar o enfermar a las personas, pero puedo
lanzar flechas de energía pura por mi ascendente: el signo de
Sagitario.
- Entiendo – Cross prestaba total atención, debía saber lo más
posible acerca de los guerreros del Círculo, no sabía a cuantos
de ellos tal vez enfrentaría.
- Debes de saber que es indispensable que los líderes de los
principales grupos de defensa de los distritos manejen energía
pura que es la más poderosa, el Arcángel Rafael en el
Segundo Distrito y Elektra en el Tercer Distrito también
pueden manejarla, pero la verdad es que lo importante de los
grupos especiales de todos los distritos es cómo controlas tu
energía y la cantidad que puedes almacenar y expulsar.
¿Hasta ahora vamos bien?
- Si, pero... ¿quienes defienden al Tercer Distrito? ¿Bérserkers?
- Sí; y muy poderosos.
Cross pensó en Elektra, no sólo era la líder de la escuela del
Distrito III, también era la líder de las fuerzas especiales, Sagitario la
había puesto al nivel de ella y Rafael, su poder debía ser
impresionante. Siguió prestando atención a su anfitriona.
- Te preguntarás porque te estoy contando esto, es porque
quien obtenga el guante que vienes a buscar se convertirá en
el guerrero del octavo Círculo del Zodiaco: Escorpión.
- ¿Y si no deseo serlo? – Cross no estaba dispuesto a que lo
enrolaran en un grupo al que no le importaba pertenecer.
- Te dije que no habría preguntas, pero te responderé. No
depende de ti decidir si serás un guerrero del Círculo del
Zodiaco, la espada que portas es la legendaria espada roja, su
nombre es Antares y pertenece a este Círculo, al reclamarte
como su dueño automáticamente eres un guerrero del
Zodiaco, sólo falta tu consagración: el guante; si lo consigues
pertenecerás al Círculo, si no lo haces pero sobrevives la
espada te será retirada y podrás irte.
- Pero si lo consigo te aseguro que no me quedaré en el
Círculo.
- Nadie habló de que te quedarías aquí, hablamos de
“pertenencia a un grupo” no de fijar una residencia, ahora te
hablaré de las pruebas. ¿Correcto?
- Adelante – Cross decidió dejar de pensar en su inclusión al
Círculo del Zodiaco y enfocarse en las pruebas que debía
pasar.
- En cada Círculo te vas a encontrar con un guerrero que te
practicará una prueba, podrás salir de esa aula sólo si el
aplicador te lo permite con su aprobación, en caso contrario
habrás fallado. Además, no se te permite usar a Antares en las
pruebas, no te has ganado ese derecho.
- Está bien, te la entrego – comentó Cross sacando la espada
roja de su funda y ofreciéndosela a Sagitario.
- ¿Acaso eres idiota? Jamás entregues a nadie esa espada, ahora
es parte de ti, llévala pero no la uses, la voy a cubrir con esta
tela especial – Sagitario sacó la tela de una bolsa que estaba a
sus pies –, eso hará que su energía no te alcance, si no pasas
las pruebas la espada no te considerará digno y te abandonará,
entonces podrás entregarla, si la utilizas durante las pruebas
entonces morirás. ¿Aceptas el reto?
“Jamás la entregues", era la segunda persona que se lo decía,
a Cross no le interesaban el guante y ni la espada, sólo eran un medio
para alcanzar un fin, los necesitaba para recuperar a Christina,
aunque eso nadie lo podía saber.
- Acepto – dijo sin vacilación alguna mientras sostenía la
espada para que la cubrieran con aquella tela especial,
Sagitario envolvió el arma y Cross se la colocó en la espalda
–. Y ahora... ¿que arma usaré?
- En eso debiste haber pensado antes de aceptar el reto, no
preguntaste. La primer prueba del Círculo de Aries comienza
ahora.
Cross se mordió el labio, Sagitario lo había engañado, con
todo su parloteo hizo que se le olvidara preguntar por su arma antes
de iniciar el reto, además, le habían prohibido hacer
cuestionamientos, se preguntó: ¿quien fue el imbécil que dijo que él
era un genio? Estaba más que demostrado que era un idiota.
- ¿Estas listo? – Sagitario sacó a Cross de sus pensamientos.
- Espero que si – respondió Cross no muy convencido de sus
palabras.
- Mi prueba es muy sencilla, voy a disparar una flecha de
energía pura contra ti.
- ¿Y después? – preguntó Cross, esta vez no dejaría que lo
tomaran por sorpresa.
- Eso es todo – le respondió Sagitario mientras empezaba a
juntar energía en su mano derecha que estaba estirada al
frente.
- ¿Segura? – volvió a preguntar Cross, prefería que lo tacharan
de idiota a fallar en la prueba por confiarse.
- Segura... ¿listo? – Sagitario ya estaba preparada para aplicar
su prueba.
Cross se preparó para recibir el impacto de la flecha, la iba a
detener con su pared de energía pura, no confiaba en Sagitario, si la
esquivaba posiblemente sería capaz de manipularla y golpearlo con
la defensa baja, decidió que lo mejor sería recibir el golpe directo,
concentró su energía en su escudo.
Sagitario empezó a expulsar viento de su mano derecha,
Cross pensó que había acertado en su estrategia, con el viento sería
difícil predecir por donde atacaría la flecha de energía pura, con su
defensa la detendría.
- Ahí voy…
¿Que le pasaba a esta chica? ¡Todavía anunciaba su ataque!
Cross se concentró.
- ¡Flecha de energía! – gritó Sagitario.
En segundos un huracán de viento golpeó la defensa de Cross,
éste pensó que hábilmente Sagitario le daría más fuerza a su flecha,
concentró toda su fuerza en su defensa y entonces…
Una flecha de energía pura de dos metros de altura surgió del
suelo exactamente donde Cross estaba parado, lo impactó
directamente, el golpe fue mortal, el aspirante cayó al suelo con los
ojos en blanco. Sagitario estaba decepcionada.
- Lo siento pero reprobaste, espero no hayas muerto, te dije que
las pruebas iban a ser muy duras, mientras te distraías con el
viento de mi mano derecha y lo que te decía, con la izquierda
estaba formando la flecha por debajo tuyo, no pusiste la
debida atención y fallaste, te falta mucho para ser un guerrero
del Círculo. – Entonces Sagitario se reprendió a si misma –.
¿Pero que estoy haciendo? Estoy hablando sola... – Se acercó
a Cross para quitarle la espada.
Cuando Sagitario estaba a punto de tocar el arma una mano la
detuvo, era Cross.
- No la toques, recuerda que no la puedo abandonar, o por lo
menos eso fue lo que tú mencionaste hace rato...
- ¿Que demonios…? – Sagitario no creía lo que estaba viendo.
Cross se levantó sonriendo y sin ningún rasguño.
- ¿Como es posible? Claramente te impacté con mi flecha de
energía pura. ¡Eso hubiera matado a cualquiera!
- Si, ahora sé porque eres la líder del Círculo, ese ataque fue
muy poderoso, pero tú no eres la única que puede hacer
trucos, el viento fue un buen factor de engaño, pero también
me hizo pensar que debido a su fluctuación el golpe vendría
de cualquier lado, por lo que la pared de energía fue sólo para
que pareciera que detenía el viento, engaño contra engaño, la
verdad es que era una defensa muy endeble y sólo estaba
desviando tu ventisca, no sólo puedo defenderme con la pared
de energía, también puedo crear una armadura de energía
pura alrededor de mi cuerpo, ahí concentré todo mi poder,
sabía que me pegarías.
Sagitario hizo una reverencia y después aplaudió sonriente.
- Te felicito, me venciste por completo, estas aprobado, suerte
en el próximo Círculo.
Cross salió del aula de Aries, había completado la primer
prueba pero fue más dura de lo que imaginaba, había utilizado
demasiada energía, esperaba que tuviera la suficiente para llegar al
octavo círculo, se encaminó a la siguiente aula, en la entrada se leía
el símbolo de Tauro.
*****
CÍRCULO DE TAURO
Cuando Cross entró al aula se encontró con un musculoso
gigante.
- Hola aspirante, llámame Tauro, soy el líder de la principal
escuela de educación superior de este distrito.
- Hola – Cross respondió al saludo con un ademán de la mano,
decidió andarse sin rodeos –. ¿Cual es tu prueba?
- Una muy sencilla. ¿Ves la marca que hay detrás de mí? –
preguntó Tauro sin volver la vista hacia atrás.
- ¿La que esta a tres metros? – Cross desvió un poco la mirada
de su rival para observar la marca –. Si, la veo perfectamente.
- Sólo tienes que lograr que yo esté del otro lado, tienes media
hora para hacerlo.
La prueba no se veía muy complicada, a pesar de que el
estudiante de Tauro era una masa de músculos de un poco más de
dos metros, Cross ya había peleado con otros guerreros parecidos.
- ¿Puedo preguntarte algo? Para saber como atacarte – Cross
pensó en sacar la mayor información posible para evitar
desgastarse de más.
- Adelante – Tauro estaba bien dispuesto a contestar todas sus
dudas, no quería librar un combate desigual.
- ¿Cual es tu especialidad? – Cross intuyó que por su físico
debía ser controlador de algún elemento que complementara
su fuerza, como tierra o metal.
- Soy un trooper superior de estilo agua – mencionó Tauro
mientras a un chasquido de sus dedos se formó un elipse del
vital líquido alrededor de su mano derecha.
- ¿Y tu arma es…? – preguntó Cross sin perder de vista aquella
hermosa y amenazadora arma.
- Esta hacha, se llama Gliese, es tan legendaria como tu arma
sagrada, mi Clan, los Elnath de Hamal, la tienen desde
tiempos inmemoriables.
- ¿Y cual es el poder de tu ascendente zodiacal?
- Metal, estoy protegido por una armadura impenetrable. ¿Ya
sabes como atacarme?
- Ni idea – respondió Cross rascándose la nuca –, pero lo voy a
intentar.
- Adelante compañero, el tiempo empieza a correr ahora.

Mientras eso sucedía Sagitario en la primer aula estaba


reflexionando sobre el siguiente combate de Cross, era con Tauro,
uno de los más fuertes miembros del Círculo, si el aspirante
conseguía el guante le quitaría su posición al toro, eso era
doblemente peligroso para el muchacho, enfrentaría a alguien no sólo
para pasar una prueba sino para quitarle el puesto que detentaba en la
escuela, esperaba que Tauro no se ensañara, Cross le había caído
bien, le gustaría que triunfara.

Cross primero quiso medir el poder del toro, le lanzó un kunai


de energía pura con la mano extendida, generalmente cuando lo hacía
de esa manera la forma de energía tenia una longitud de un metro,
Tauro la detuvo con el hacha.
- Por favor amigo, dime que ese no fue tu mejor ataque, voy a
creer que la prueba de Sagitario fue el reto a un juego de
cartas y ella es malísima en eso.
- De hecho si fue mi mejor ataque, pero sólo estoy calentando.
- Pégame con todo lo que tienes.
Cross empezó a hacer sus movimientos, cuando levantaba el
brazo en forma vertical lanzaba los kunais, pero cuando movía los
brazos en forma horizontal lanzaba shirukens, comenzó a lanzar los
kunais uno tras otro pero todos eran desviados por el hacha Gliese,
intentó al mismo tiempo golpear a Tauro por detrás con las
shirukens, estaba seguro que lo impactaría, a unos milímetros de
golpearlo una pared de agua nulificó su ataque.
- ¿Cómo es posible? – preguntó Cross que detuvo su caminar,
su estrategia consistía en golpear por detrás a Tauro con sus
shirukens de energía mientras por el frente lo obligaba a
retroceder hasta la marca en el suelo.
- Mi defensa es perfecta, mientras tenga esta hacha estaré
protegido contra cualquier ataque aunque yo no lo vea. ¿Que
sigue?
Cross intentó moverlo en un combate cuerpo a cuerpo, ambos
eran peleadores expertos, pero Cross no tenía arma, esa fue la
diferencia.
- ¡Embestida! – gritó Tauro.
Cross salió volando y aterrizó contra la pared de la
habitación, no supo que lo golpeó pero sintió que se le rompían todos
los huesos, con sangre en el rostro y todo el cuerpo adolorido
preguntó:
- ¿Que fue eso?
- Un ataque con mi don especial – le respondió Tauro mientras
balanceaba su hacha de izquierda a derecha.
- Es muy bueno, destruyó lo poco que quedaba de mi
armadura, no la podré volver a utilizar en un buen rato.
- Te felicito, eres un peleador excepcional, sin mi arma me
hubieras vencido, ese don te ayudará con Géminis, pero no
aquí.
Ya habían pasado quince minutos y todavía no había movido
a su rival ni un centímetro, a Cross no le quedaba de otra, utilizaría
ese truco, se lo estaba guardando para una emergencia final, pero de
nada le serviría si se le acababa el tiempo, concentró toda su energía
en su cuerpo, endureció sus músculos al máximo y se lanzó girando
en contra de Tauro, se había convertido en una shiruken humana de
energía pura, Tauro lo recibió con un torrente de agua, eso disminuyó
la velocidad y la potencia, pero aún así Cross siguió empujando,
sintió que Tauro se movía, un metro, dos metros, perdió la noción del
espacio, en ese momento sintió un golpe en el estomago, después
otro en el rostro, voló varios metros hacia atrás, estaba al borde del
desmayo, veía a tres Tauros.
- Bien hecho, casi lo logras, pero todavía no. – Tauro se había
quedado a milímetros de pisar la raya, avanzó tres metros y se
coloco en posición defensiva, sonreía con autosuficiencia –.
Te quedan diez minutos.
- Eso es trampa – protestó Cross –, volviste a avanzar a tu
posición original.
- Yo nunca dije que me quedaría estático, yo sólo te comenté
que debías moverme del otro lado de la línea, tú de un lado y
yo del otro.
Cross se sentía desfallecer, ya no tenía fuerza y para colmo
los golpes de ese gigante eran terribles, con uno más que le alcanzara
a pegar estaba seguro que quedaría fuera de combate y fracasaría,
pero observó algo, el toro estaba traspirando, ¡también estaba
cansado! Eso le dio nuevos ánimos y empezó nuevamente atacarlo a
distancia, no se podía arriesgar a acercarse, un disparo, dos, tres,
estaba combinando sus ataques, horizontal – vertical.
- Ya te dije que así no me vas a hacer nada – le advirtió Tauro
mientras desviaba los taques de energía pura con su hacha
Gliese.
Cross no le hizo caso y siguió atacando, en ese momento
algo sucedió, el cuerpo de Cross empezó a moverse más rápido,
empezó a disparar proyectiles del tamaño de su cuerpo, daba una
vuelta sobre si hacia atrás y disparaba un kunai, daba un giro con
brazos y piernas extendidas en el aire con el rostro hacia abajo y
disparaba un shiruken y cada vez lo hacía a una mayor velocidad y
potencia, su cuerpo se convirtió en una gigantesca esfera.
A Tauro le dolían hasta los dientes cada vez que sentía un
impacto y éstos eran consecutivos, utilizó toda su energía en su
defensa, el toro ya estaba de rodillas, no sabía que hacer, sentía que
estaba a punto de desfallecer, si bajaba su defensa y lo impactaban
podría incluso morir, de pronto todo se detuvo, Tauro estaba
mareado pero vivo, vio su posición, no se había movido, casi había
usado su máxima defensa, a su espalda escuchó a su oponente.
- Gané. – Cross estaba tendido en el suelo del otro lado de la
línea.
- Te equivocas – Tauro negaba moviendo el dedo índice de su
mano derecha de izquierda a derecha –, no me moviste de mi
sitio.
- Me dijiste que no te quedarías estático, tú de un lado de la
línea y yo del otro... ¿o no? Bueno, cada quien esta de un lado
de la línea.
Tauro vio a Cross con una sonrisa en los labios. ¡Estaba
jugando con sus palabras! Eso era trampa, pero todavía quedaban un
par de minutos y no quería saber lo que ese muchacho desesperado
haría en ese tiempo. Empezó a reír a carcajadas mientras comentaba:
- Ahora si la hiciste buena, no me venciste en batalla pero si en
ingenio, adelante amigo mío, ve al siguiente Círculo, has
pasado mi prueba, y si consigues el guante, orgullosamente te
cederé el liderazgo de la escuela.
- Gracias Tauro – mencionó Cross poniéndose de pie
trabajosamente, inmediatamente se dirigió a la salida.
En cuanto Cross abandonó el aula, Tauro se agarró el costado
del estómago y cayó de rodillas, se resquebrajó su armadura, estaba
herido, sólo esperaba que Cross se saliera lo más rápido posible, no
quería mostrar debilidad frente a él, no le había gustado su truco
barato pero el cabroncito era bastante fuerte, en el siguiente ataque
uno de los dos hubiera podido morir o salir seriamente lastimado y al
fin y al cabo sólo era una prueba. Pero le agradaba ese muchacho, le
agradaba la gente que lo daba todo sin dejar nada por su objetivo.
Y así, mal herido y con una nueva técnica de su poder, Cross
avanzó a la tercer aula, el Círculo de Géminis.
*****
EL CÍRCULO DE GÉMINIS
Cross ingresó en el Círculo de Géminis, al contrario de las
anteriores aulas ninguna luz estaba encendida, el espacio era
iluminado por el gran ventanal que había al otro lado del salón y que
daba a un precioso jardín trasero, adentro vio la figura de un hombre
bastante alto, debería de medir más o menos lo mismo que él, un
metro con noventa centímetros, su semblante estaba oculto por un
sombrero, tenia la cabeza baja y no se le veía el rostro.
- Adelante postulante – dijo el sinodal sin cambiar su pose,
estaba recargado en la pared con una pierna doblada y
pisando el mismo muro donde descansaba su cuerpo.
- ¿Cual es tu prueba? – preguntó Cross sin saludar siquiera, el
combate con Tauro había hecho que se olvidara de sus
modales.
- No te aceleres, no tenemos prisa, soy uno de los dos custodios
del tercer Círculo del Zodiaco, Géminis, me llaman Hermes.
- Ya que estamos muy formales mi nombre es…
- El jefe. – El guerrero interrumpió a Cross, se levantó el
sombrero y mostró su rostro.
Cross no lo podía creer, conocía perfectamente bien al
guardián del tercer Círculo, era su amigo, su alumno, su hermano
menor…
- Cástor.

Mientras, en el Círculo de Tauro, éste se estaba recuperando


de sus heridas.
- Hola Tauro, parece que lo pasaste mal... ¿verdad compañero?
- Y que lo digas… – respondió Tauro mientras le indicaba a
Sagitario que pasara.
- Te dije que no fueras tan estricto – dijo la líder del Círculo
del Zodiaco mientras examinaba la herida que su compañero
tenía en el costado.
- Es que ese maldito es muy fuerte y me emocioné – comentó
el líder estudiantil mientras hacía un gesto de dolor.
- Y ahí está el resultado, enseguida te curo. ¿Porque no usaste
tu máxima armadura?
- Me agarró desprevenido, no creí que fuera tan poderoso.
¿Como crees que le vaya en Géminis?
- No lo sé, Hermes lo conoce y por lo que sé lo respeta, pero es
Hermes…
- Me extraña que su hermano lo haya dejado hacer la prueba.
- Cuando Hermes se pone necio no hay quien lo haga
desistirse.
- Tienes razón, a ver si no se emociona de más – siempre he
pensado que ese tipo está loco, su comportamiento en una
batalla da miedo...
- Esperemos que sepa controlar sus emociones – respondió
Sagitario, el comportamiento que tendría Hermes de Géminis
para con el aspirante era una intriga total.
Los dos guerreros se quedaron un momento en silencio
mientras Sagitario curaba a Tauro, estaban intrigados, conocían bien
a Cástor y su carácter inestable.

En el aula de Géminis, Cástor ya había encendido las luces,


abrazaba y levantaba emocionado en el aire a Cross.
- ¿Como estás jefe? Eres la primer persona que veo después de
varios años y no me confunde con mi hermano.
- Por los ojos, Cástor, los de tu hermano son amables, los tuyos
son los de un loco.
Cástor bajó a Cross y empezó a reír.
- Se me olvidaba que sólo tú nos conoces mejor que nadie.
Cross le dio una palmada en la espalda al gemelo menor.
- Ahora entiendo cuando Elektra me dijo que tenía unos
amigos que le daban información del Círculo.
- Elektra es un amor, en cuanto vio que ganaste la espada
sagrada nos habló para que le explicáramos como conseguir
el guante.
- ¿Y Póllux? – Cross se asomó al jardín trasero, deseaba
saludar al gemelo mayor.
- Ya lo verás después, quería saludar pero estás de prueba.
¿Recuerdas?
- Perdón, lo había olvidado, trata de no matarme, me gustaría
saludar a tu hermano.
- Ya lo veras. ¡Está enorme! – comentó castor levantando su
brazo derecho por encima de su cabeza.
- Te creo, pero no sé por qué sospecho que hubiera sido mejor
que él fuera mi sinodal.
- Él te hubiera dejado pasar con la condición de que le jalaras
un dedo, aunque eso tampoco es recomendable, sus gases son
mortales, han despejado el Círculo completo en más de una
ocasión... ¿te imaginas?
- Tiemblo de sólo pensar en eso.
- Pero yo no soy así. ¿Lo entiendes verdad?
- Claro que si amigo, no sé por lo que pasaron para llegar al
nivel de ser miembros del Círculo del Zodiaco, pero me
siento orgulloso. Cuando ustedes llegaron a la mansión yo
llevaba toda mi vida entrenando, diez años, la gente y los
maestros decían que era un genio, pero al llegar ustedes la
percepción cambió, eran dos años menores y sin ningún
entrenamiento, pero todos tenían unas cualidades
excepcionales, cuando escuché las historias de sus vidas antes
de llegar a la mansión y cómo fueron seleccionados por
Riazor sentí que me echaron de la casa porque no me podía
comparar con ustedes… y tenía razón, en diez años ustedes
me sobrepasaron, todos han cumplido con las expectativas,
son personas influyentes en todo el Estado, con ustedes dos
ya los he visto a todos, Elektra, Michelle, Póllux y tú,
pertenecen a lo más alto de las jerarquías entre los guerreros.
- No te subestimes, jefe, eres ni más ni menos que el portador
de la espada sagrada. ¡El elegido!
- No me engañes, amigo, sólo estoy en este momento
compitiendo por llegar a su nivel, además, gané porque no
combatí ni con Arlés ni con Dorian, estoy completamente
seguro de que ambos son mejores que yo, lo sentí en cuanto
los vi.
- Esos dos son más que buenos guerreros, ya lo verás después.
Además, estoy intrigado por todo esto de las pruebas...
¿sabes? Yo solicité hacerlas pero me negaron el derecho.
- Ya me imagino por qué, seguro nadie quiso pelear contigo, el
hecho de que alguien quiera hacer este recorrido por
diversión significa que no está bien de la cabeza.
Castor empezó a reír, si alguien lo conocía perfectamente ese
era Cross.
- Algo así. Bueno, pues... ¿que te parece si probamos tu teoría
maestro?
- Adelante mi hermano. ¿Puedo hacer las preguntas de rutina?
- Las que quieras.
- ¿Estilo y elemento?
- Trooper supremo, elemento: aire – respondió Cástor mientras
lanzaba una suave brisa hacia Cross.
- Siempre creí que serías un bérserker – comentó Cross
extrañado, siempre había visto a Cástor como el más fuerte de
los pequeños huéspedes de la casa del Distrito Comercial.
- Nunca me interesó, sólo quería ser más fuerte. ¿Recuerdas mi
furia? Resultó que era un don que aprendí a controlar.
- Me alegro, eras muy peligroso. ¿Tu cualidad ascendente del
Círculo?
- Soy uno de los guardianes de Géminis, mi cualidad es que
manejo también el elemento de mi hermano: metal.
- O sea que prácticamente son unos elementors con armas. Eso
es peligroso y más tratándose de ustedes.
- Algo así pero sólo controlo una parte del elemento de Póllux,
es algo complementario.
- Y me imagino que es al revés con Póllux.
- Así es, pero te darás cuenta que se convierte en algo muy
hermoso…
- Ya estoy emocionado, muéstramelo, saca esa enorme espada
que tienes en tu espalda y empecemos.
- Te equivocas, esta espada es para la pelea a corta distancia,
mis armas de trooper son estas. – Cástor sacó dos hermosas
pistolas, Cross estaba estupefacto.
- ¿Eso se puede?
- ¡Por supuesto! Los troopers del Círculo no somos troopers
ordinarios, recuerda que necesitamos un arma para expulsar
nuestra fuerza elemental, pero no es obligatorio que sea una
espada, yo utilizo a estas preciosidades... ¿empezamos?
- Adelante – mencionó Cross mientras veía la pericia con la
que Cástor hacía malabares con sus dos pistolas haciéndolas
girar en sus manos –. ¿Cual es la prueba?
- El primero que pierda un litro de sangre pierde – mencionó
Cástor al mismo instante que enfundaba sus armas.
- ¿Y como sabremos…? – Cross no entendía la prueba de
Cástor, una señal más de lo loco que estaba.
- Tomate esta píldora – Cástor le mostró una pequeña cápsula a
su adversario –, es especial, tu sangre se verá verde
fosforescente, cuando llegues al litro de sangre perdida se
volverá roja…
- Dame eso – dijo Cross mientras le arrebataba la cápsula al
gemelo menor y se la tragó.
Acto seguido Cástor clavó su arma en el suelo, era una
enorme espada plana llamada Doppelhander, después empezó a
disparar en contra de Cross, éste activó su pared de energía y
entonces observó los disparos de Cástor, realmente era hermoso,
utilizando el poder de Póllux creaba los misiles que disparaba y
utilizando su propio poder de viento daba un impulso de vértigo a sus
proyectiles.
Los misiles impactaban la pared de energía de Cross con una
potencia impresionante, de repente, se empezó a resquebrajar su
defensa, los proyectiles la estaban perforando, tenía que atacar
también y sabía como hacerlo.
Así como podía disparar kunais y shirukens de dos metros,
también los podía disparar de dos milímetros y al ser más pequeños
podía dispararlos a velocidades impresionantes; esto sin contar que a
diferencia de Cástor toda su mano era un área de disparo, empezó a
atacar al gemelo menor y entonces se dio cuenta de la función de su
espada, debía medir de punta a mango un metro con setenta
centímetros y de ancho medio metro más o menos, Cástor se protegía
detrás de ella.
Cross pensó que eso no le duraría mucho, sólo tenía que
rodearlo, cuando lo empezó a rodear y lo vio desprotegido le volvió a
dispar su poder, pero Cástor de un movimiento de su mano movió el
espadón como si fuera un palo de madera, haciéndolo girar en el aire
y deteniendo todos sus disparos, pero lo más impresionante era que
aunque el espadón giraba como un ventilador, Cástor podía disparar
entre los giros con una precisión quirúrgica, no fallaba un solo tiro, la
pared de Cross empezaba a ceder, uno, dos, tres, cuatro, ¡cinco tiros
lo alcanzaron! Empezó a salir de su cuerpo sangre con color
fosforescente.
- Esto se complica – murmuró para sí.
Era imposible atinarle a Cástor, a donde iba movía esa espada
del demonio, intentó quitársela lanzando energía de mayor tamaño
pero la espada la resistía, Cross lanzó un disparo con un gran poder y
la espada salió volando por los aires, pensó que era su oportunidad
pero otra vez se equivocó, al lanzar el disparo consumió mucha
energía y su defensa bajó.
Cástor lo aprovechó para dispararle una nueva ráfaga de
plomo, impactó a Cross más de diez veces, ninguna de ellas fatal,
pero estaba perdiendo mucha sangre, levantó su defensa nuevamente
y se abalanzó sobre la espada de Cástor, cuando la tuvo a su lado la
trató de levantar para usarla esta vez él como escudo, ¡pero era
demasiado pesada!
Con las fuerzas que le quedaban no podía levantarla, los
efectos de la batalla con Tauro le estaban pasando factura, pero aun
así recordó que Cástor usaba esa espada como si estuviera hecha de
plástico, cuando eran pequeños su fuerza superaba a la de Cross pero
no por mucho, ahora no había comparación entre la fuerza de Cástor
y la suya aunque estuviera al cien por ciento de sus facultades.
Hermes nuevamente volvió a tocarlo, la defensa de Cross
cada vez era más débil, pensó en Christina, no podía fallar, no podía
usar la espada de Cástor pero él tampoco, era hora de acribillarlo,
esto acabaría ahora, lanzó su poder contra el gemelo menor, esta vez
no tenía defensa alguna o eso creía Cross, antes de que su energía lo
impactara Cástor creó un huracán a su alrededor, ningún disparo lo
tocó, entonces todo se aclaró.
Cross disparaba más en cantidad pero al ser más pequeños sus
disparos no eran tan potentes y alguien con la fuerza y energía de
Cástor podía desviar sus tiros, no podía arriesgarse a lanzar un misil
de energía más potente, eso debilitaría su pared y todo terminaría,
volteó a ver sus heridas, seguían manando sangre verde, continuaba
en el “juego”.
Con una ráfaga de disparos cada vez más potentes Cástor
obligó a Cross a separarse de su espada y la recuperó, Cross se sentía
perdido, entendió la estrategia de Cástor, necesitaba la espada para
ahorrar energía, si la espada lo cubría no necesitaba usar el viento
para protegerse, mientras que él cada vez se estaba desgastando más.
Entonces sucedió, al igual que su ataque en el Círculo de
Tauro subió al segundo nivel, su defensa lo hizo en este, su pared le
empezó a mostrar puntos azules, tanto en la espada como en el
cuerpo de su oponente.
Cross disparó a través de su pared a los puntos exactos que le
indicaba su poder, los primeros sacaron de balance a la espada, los
siguientes impactaron a Cástor, éste recuperó la espada, la volvió a
hacer girar y empezó a avanzar, pero el resultado fue el mismo, esta
vez ya no recogió la espada, se adelantó y cubrió con un huracán que
fluctuaba alrededor de su cuerpo, sólo estaba a unos disparos de
ganar.
Cross volvió a ver a través de la defensa de su amigo y volvió
a disparar, estaba emparejando las cosas, Cástor no dejaba de sangrar
y para su sorpresa tampoco lo estaban golpeando en ningún punto
vital, cambió la estrategia, volvió a avanzar con su defensa activada,
Cross volvió a ver a través de ella y disparó, pero esta vez no tocó a
Cástor, éste con su arma derecha estaba disparando a los misiles de
Cross, todo lo que pasaba lo destruía, era increíble, entonces le
apuntó con la izquierda, la batalla estaba a punto de terminar.
Cástor disparó, entonces Cross en un auto reflejo lanzó su
pared hacia el frente, las balas de Cástor quedaron atrapadas en el
intervalo, la energía alcanzó al mismo Cástor y lo lanzó al suelo,
Cross lo inmovilizó con su pared, claramente vio como se encendían
en azul sus puntos vitales, a un movimiento de su muñeca cambió los
objetivos del cuerpo de su oponente, estuvo a punto de disparar
cuando empezó a ver que la sangre de Cástor se tornaba roja, todo
había terminado.
- Gané – mencionó Cross mientras retiraba su pared defensiva
y liberaba el cuerpo de su amigo.
- ¡Maldita sea! ¡Que buen combate! Hagámoslo de nuevo. – El
gemelo menor estaba extasiado.
- Ni en un millón de años – respondió Cross totalmente
agotado.
- ¿Que no te emocionaste como yo? Eres mi ídolo, ni Sagitario
usa la energía pura como tú.
- Me imagino que es así porque sólo es el poder especial de su
símbolo.
- Tú poder sólo es comparable al de Elektra – respondió Cástor
mientras levantaba su espada y la colocaba en el arnés que
tenía en la espalda y que la sujetaba por el centro.
- Si tú lo dices…
- Hasta me dan ganas de volver a entrenar contigo, creo que me
he vuelto flojo y estoy fuera de forma.
- Esta bien, pero lo haremos después de despertarme, porque
creo que me voy a desmayar…
Del cuerpo de Cross empezó a salir sangre roja, Cástor se
acercó a él y le tocó el pecho, hizo que una ráfaga de viento corriera
a través de su cuerpo, coaguló y cicatrizó la sangre de sus heridas,
dejó de manar el líquido vital.
- No puedes desmayarte, hermano, eso te descalificaría, ve al
siguiente círculo, yo, Hermes de Géminis te apruebo. –
Cástor le dio una nalgada a Cross y lo sacó de su aula –.
Suerte hermano.
Cross a paso lento y con todo el cuerpo adolorido caminó a la
siguiente aula: la perteneciente a Cáncer.
*****
EL CÍRCULO DE CÁNCER
Una vez que Cross ingreso en el Círculo de Cáncer se percató
que lo esperaba una guapa jovencita.
- Vengo a realizar la prueba de Cáncer – menionó mientras se
recargaba en el muro para descansar.
- Perfecto, soy Acuario y seré tu sinodal – respondió la joven
mientras veía la ensangrentada ropa del aspirante.

Póllux estaba preocupado, las pruebas cada vez eran más


difíciles, él quería hacer la de Cross, su plan era ayudarle para
enfrentar a Acuario pero Cástor no se lo permitió.
- ¿Que pasó hermano? – lo saludó su hermano –. Ya no
alcanzaste al jefe.
- Lo sé. ¿Como fue todo? – Póllux era una persona que siempre
estaba de buen humor, pero en ese momento su semblante era
serio y preocupado.
- Fue increíble – le respondió Cástor sin hacer caso a su
semblante –, es mejor de lo que suponíamos, va a obtener el
guante.
- ¿Como lo sabes? – La pregunta de Póllux era más bien un
reclamo –. Salió más muerto que vivo de aquí gracias a ti,
nuestro deber era ayudarle...
- Se lo debía como su estudiante – la voz de Cástor mostraba
que no le importaba mucho el reclamo de su gemelo.
- ¿Y como su hermano menor? – preguntó Póllux aunque sabía
que su hermano nunca lo entendería, para Cástor el combate
lo era todo.
- Lo habría dejado pasar, pero para eso estabas tú y perdiste el
volado.
- Si, siempre me ganas, vamos a tener que buscar otro método
para zanjar nuestras diferencias...
- ¿Con una moneda? ¿Con eso decidieron el futuro de ese
muchacho?
- Hola compañeros – saludó Cástor a los dos miembros del
Círculo del Zodiaco que en ese momento estaban entrando en
el aula de Géminis.
Sagitario y Tauro no podían creer lo que estaban escuchando.
- ¡Ya ni la joden…! – les gritó Tauro –. Están igual de
enfermos mentales los dos.
- Es eso o a los golpes y Póllux se niega a hacerlo… –
respondió Cástor apuntando con su arma al cuerpo de Tauro.
- Oye Hermes... – Sagitario estaba bajando el arma de su
compañero – ¿Por que no utilizaste tu energía oculta?
- Porque Cross todavía no descubre la suya y eso hubiera sido
desleal.
Póllux abrazó a su hermano y le revolvió la cabeza
- Ya ven como no es tan malo… – Luego se puso serio –.
Pero… ¿por qué Acuario?
- Ella me lo pidió – respondió Sagitario.
- Sabes lo que pasó con ella, no está bien, podría excederse… –
le reclamó Titán.
- Al igual que tu hermano o que Tauro y ambos lo hicieron
bien, confiemos en ella.

Acuario era una chica de veintiún años, estaba enojada


porque ella había tomado la prueba una semana antes del torneo por
la espada sagrada y había fracasado, había sido precisamente en el
Círculo de Cáncer con Póllux como sinodal, sabía que Cross era su
maestro y lo apreciaba, todos se preguntaban si tomaría venganza.
- Eres más guapo en persona que en la tele – le dijo
coquetamente al aspirante.
- ¿Perdón? – preguntó Cross sonrojándose, aún y cuando las
chicas todo el tiempo le coqueteaban, a él le seguía apenando
cuando le hablaban de esa manera.
- No seas tímido, vamos a divertirnos – Acuario se acercó a él
contoneando su cuerpo.
- Posiblemente tú, yo no lo creo – Cross no se movió de su
lugar junto al muro, trataba de reponer fuerzas.
- ¿Estas listo? – preguntó Acuario mientras le acariciaba el
rostro.
- No, no lo estoy, pero empecemos – respondió Cross mientras
retiraba el rostro de la mano de su sinodal –. ¿De que se va a
tratar esta vez?
- Es muy sencillo – Acuario estaba divertida por la
incomodidad del aspirante –, camina de regreso a la puerta
por donde entraste y vete.
- ¿Que? – Cross ahora si estaba más que intrigado, no había
entendido la prueba de Acuario.
- Lo que oíste – le respondió la chica señalándole la puerta de
salida del aula.
- ¿Así como así? – Cross no le quitaba la vista de encima a la
puerta, debía de recorrer unos tres metros cuando mucho para
llegar hasta ella.
- Puedes retírate – le dijo Acuario mientras se sentaba en un
sofá que había en un extremo del salón.
Cross empezó a avanzar hacia la puerta, sabía que había
alguna trampa, tenía sus sentidos alertas, al máximo. Acuario le hizo
una última advertencia.
- Sólo hay un detalle, si te duermes pierdes…
¡Lo sabía! Era una trampa… cuando Cross reaccionó ya era
demasiado tarde, sintió una oscuridad total… su cuerpo se empezó a
sentir pesado, muy pesado, no podía dar un paso más.
- No me digas, energía psíquica... ¿verdad? – preguntó Cross
luchando por permanecer de pie.
- Me sorprendes guapo, eres tan listo como cuentan – le
respondió Acuario sin moverse de su lugar.
- Ya sabes, una vez dices algo inteligente, se corre la voz y al
final resulta que todos creen que eres un genio.
- Me caes bien. ¿Que te parece si te duermes y cuando
despiertes tenemos una cita?
- En realidad suena tentador pero... ¿alguna vez has oído hablar
de Elektra, la líder de la escuela del Tercer Distrito?
- Si, dicen que es hermosa. – Acuario pensó en los chicos de su
escuela, todos no hacían más que hablar de lo espectacular
que era esa famosa Elektra.
- ¿Y del Arcángel Pariel?
- La conozco, la chica más bonita que he visto en mi vida y la
más odiosa también.
Acuario se estaba molestando. ¿Que le pasaba a ese chico? La
estaba comparando con esas dos bellezas con las que sabía no podía
competir. ¿Acaso se creía el último galán del mundo? Era guapo,
pero esas chicas estaban fuera de su liga…
- ¿Acaso me vas a decir que has salido con ellas?
- No, no me refiero a su aspecto físico, me refiero a su poder,
he entrenado con ellas y no es por hacerte menos, pero no
eres tan fuerte.
- Lo dices porque no me has visto en acción, ninguna de las
dos es competencia para mí.
- Eso lo dudo, ellas ya me hubieran puesto a dormir.
- ¿Eso es lo que quieres? Yo lo quería hacer de una manera
linda, pero si lo deseas por las malas entonces… – Acuario se
levantó de su asiento y caminó hacia Cross.
- ¡Espera! – gritó Cross levantando la mano derecha antes de
que Acuario lo atacara físicamente –. Recuerda que es una
prueba y estamos cambiando las reglas, antes de que me
destroces dime: ¿Que es lo que tengo que hacer?
- Tienes razón… – Acuario se quedó pensando unos segundos
–. ¿Que te parece un beso?
- Me parece bien.
- Entonce prepárate. ¡Energía elemental…! – Acuario no
alcanzó a terminar la oración, Cross la había besado –.
¿Como...?
- Misión cumplida – dijo Cross al tiempo que empezó a
caminar a la salida.
- Pero… – La cabeza de Acuario todavía no procesaba lo que
había sucedido.
- Adiós – Cross se despedía mientras daba vuelta a la manija de
la puerta que lo llevaba a la salida del aula.
- Espera – ordenó finalmente Acuario –. ¡No he dicho que has
aprobado!
- ¿No vas a cumplir tu palabra? – preguntó Cross preocupado
cerrando nuevamente la puerta.
- Por supuesto que si, sólo quiero saber cómo lo hiciste. ¿De
que manera burlaste mi poder psíquico?
- No lo sé, de repente sentí que podía bloquear tu habilidad,
seguí hablando contigo para que no te dieras cuenta, te reté
para que no la hicieras más intensa y me pusieras a dormir.
- Al parecer los rumores eran ciertos, si eres inteligente. ¿Te
gustaría hacer una prueba?
- Pero… – Cross no dejaba de ver la puerta de salida, ya había
pasado esa maldita prueba y deseaba continuar con el
siguiente Círculo.
- No te preocupes, yo, Acuario, te apruebo en el Círculo de
Cáncer. ¿Que me dices?
- ¿Que quieres probar? – finalmente preguntó Cross, Acuario
había finalmente captado su atención.
- Por lo visto el bloqueo tiene que ver con el poder de tu
ascendente, el Escorpión, te estás acercando a tu meta.
- ¿En que consiste la prueba?
- Te voy a atacar más fuerte psíquicamente, debes de poder
bloquearlo.
- ¿Y si fallo? – Cross no estaba muy convencido de hacer esa
prueba.
- No te voy a noquear pero si a dejar débil…
- Mejor paso. – Lo que Cross menos quería era seguirse
desgastando.
- Te falta la prueba del Círculo de Virgo, ella también maneja
la energía psíquica, yo que tu iría preparado.
- Está bien. – La lógica de Acuario fue imposible de rebatir, si
la prueba en el Círculo de Virgo iba a ser un combate
psíquico, lo mejor es que fuera preparado, aunque eso
significaría más desgaste para él –. Adelante.
- ¿Sabes cómo me bloqueaste?
- No, simplemente sucedió – Cross no tenía ni la más mínima
idea de que es lo que había hecho.
- Haz esto, sabes concentrar tu energía en tus extremidades
para realizar tus ataques ¿cierto?
- Así es.
- Pudiste bloquearme porque en principio tu mente es fuerte
debido al ejercicio que realizas para activar tu pared
defensiva, es lo que tratabas de hacer... ¿no es así? Activar tu
defensa para ver si bloqueabas mis ondas psíquicas.
- Así es, pero... ¿cómo sabés de mi pared de energía pura?
Acuario le señaló varios puntos en su aula.
- Esas son pequeñas cámaras, son especiales, no sólo nos
muestran lo que sucede durante un combate, tambien
mediante sensores que hay activados en toda el área de los
salones nos indican el tipo de energía que usas y la intensidad
de la misma.
- Eso es trampa... – mencionó Cross molesto, era por eso que
cada vez las pruebas eran más difíciles.
- Estás de prueba muchacho – le respondió regañándolo
Acuario –. Además, esa tecnología es muy útil para la
defensa de las instalaciones.
- No sé por qué pregunté, al final eso no cambia nada, continúa
con la prueba que quieres hacer de mi supuesto nuevo poder
psíquico.
- Bueno, olvídate de tu pared defensiva y vamos al siguiente
nivel, trata de crear ondas cerebrales defensivas, como las que
crea un escorpión para dominar a sus víctimas, concéntrate en
tu ascendente. ¿Listo?
- Adelante…
Cross sintió cómo era atacado su cerebro y cómo se defendía
de esas ondas cerebrales, después de un rato empezó a dolerle la
cabeza.
- ¡Basta! – gritó tocándose la sien com ambas manos y
poniéndo una rodilla en el suelo.
- ¿Estás bien? – le preguntó Acuario mientras lo ayudaba a
incorporarse.
- Si, pero empecé a sentir que la cabeza me explotaba.
- Tu poder es muy fuerte, no sólo me estabas bloqueando,
estabas empezando comprender mi ataque para poder
desenvolverte sin preocuparte por mis ondas cerebrales, pero
supongo que con práctica podrás subir al siguiente nivel.
- Gracias – Cross aún se sentía mareado por el ataque psíquico
de Acuario.
- Fue un placer, me alegra haber fallado esta prueba, tú
mereces esa espada.
- ¿Tú tomaste…?
- No hay tiempo, ve a la siguiente aula, cundo pertenezcas al
Círculo te platicaré mi historia, por lo pronto vete y recuerda
que me debes una cita.
- Pero nunca quedamos en…
- Créeme, no me quieres ver enojada – lo amenazó Acuario
empujándolo por el pecho con su dedo índice.
- Está bien, hasta luego y gracias.
Al salir del círculo de Cáncer, Cross había descansado
físicamente pero mentalmente se sentía agotado, como no contaba
con un arma necesitaba su fuerza y su concentración al máximo,
respiró hondo y entró al siguiente Círculo, el aula de Leo.
*****
EL CÍRCULO DE LEO
Cross entró en el quinto Círculo, estaba consciente de que su
energía elemental estaba al límite, logró pasar la prueba de Acuario
por casualidad, intentó establecer su pared defensiva y no lo logró,
entonces de ahí salió el poder de su ascendente, ahora debía
enfrentarse a la prueba de Leo, un chico un poco mayor que él le
esperaba, era de estatura media, no más de un metro con ochenta
centímetros, cabello negro y rizado, llevaba una fina barba que lo
hacía ver más grande, sus ojos verdes demostraban confianza en sí
mismo.
- Hola – lo saludó Cross como a todos los demás, con un
movimiento de mano.
- Así que tú eres el aspirante – mencionó leo mirándolo de
arriba a abajo, notó que Cross estaba al límite.
- Es correcto – esta vez Cross se detuvo en el centro del aula a
un metro de Leo, no quería mostrarse más débil de lo que en
realidad se sentía.
- El hecho que hayas llegado hasta aquí demuestra que eres
digno participante.
- Gracias. ¿Cual es tu prueba?

Mientras, en el Círculo de Géminis, Tauro, Sagitario y los


gemelos platicaban animadamente, en ese momento se unió una
integrante más del Círculo.
- Hola chicos.
- Acuario – la saludó Hermes extendiéndole los brazos, la
integrante del Círculo lo abrazó.
- Interesante muchacho, no exageraban, realmente merece estar
en el Círculo.
- ¿Quien habla? ¿La guerrera Acuario o la chica Andrea? –
alegó Tauro con una sonrisa.
- Las dos, me agrada el chico y ha demostrado ser digno.
- Le quedan las dos pruebas más difíciles – comentó Póllux.
- Tienes razón Titán – le respondió Acuario –. Conozco a Leo
desde que estábamos en la academia militar y es muy duro,
realmente hay veces que creo que intencionalmente no pasé
tu prueba para no enfrentarme a ese tipo.
- Cross está muy débil – dijo un pensativo Póllux –. Las
pruebas han sido muy duras, sólo nos queda creer en él.
- Tienes razón, hermano, sólo eso queda – le respondió Cástor
mientras todos los demás volteaban a ver el monitor para
observar la prueba de Leo.

En el Círculo de Leo, el sínodal le ofreció su mano a Cross


para saludarlo mientras le explicaba sus habilidades.
- Permíteme presentarme primero, soy el guerrero de Leo,
residente del Quinto Círculo, trooper superior estilo fuego, mi
ascendente es energía tipo metal, la misma que la de Tauro.
Al escuchar eso Cross se preocupó, recordaba perfectamente
el daño que le hicieron los golpes de aquel gigante, no creía aguantar
otra paliza igual, aún así mientras estrechaba la mano de ese chico
tuvo que hacer la pregunta obligatoria.
- Creo que todo está dicho. ¿Cual es tu prueba?
- Para ser considerado un guerrero del Zodiaco debes probar tu
valor y fuerza, vamos a pelear hasta que te apruebe…
- ¿Que? – Cross no creía lo que escuchaba, pensó que ese tipo
estaba más loco que Cástor.
- Lo que escuchaste – le respondió Leo alejándose unos pasos
de él.
- ¿No hay algún límite? ¿Es pelear hasta que estés satisfecho?
- Así es – respondió Leo impasible mientras se preparaba para
el inicio de las hostilidades.
- Ya no tengo energía… – se quejó Cross.
- Puedes regresar, nadie te puede reprochar nada, has pasado
todas las pruebas valientemente, sólo deja la espada sagrada
en el piso y abandona el Círculo.
- Dije que no tenía energía, no que renunciaba, aún si estuviera
medio muerto pelearía contigo, avísame cuando empezamos.
- Ahora.
Cross peleó con todo lo que tenía, eligió el combate físico,
debía reunir toda la energía de la que disponía, tendría que acabar la
pelea en un disparo, tal vez en dos, no podía desperdiciar energía ni
siquiera en su defensa.
Por su parte Leo contraataco con el mismo estilo, era un
guerrero honorable, pelearía en los mismos términos de su oponente,
por un muy leve margen la batalla se inclinó hacia el lado de Leo, era
más rápido y más fuerte, Cross estaba agotado, cayó más de cinco
veces al suelo, en la última Leo se le acercó para rematarlo pero
Cross concentró energía en su puño, ya no salía ningún poder pero si
se formó una especie de guante alrededor de su mano, con esa
energía golpeó a Leo, éste salió volando por los aires, aterrizó de fea
forma en el suelo. Se levanto con sangre en el rostro.
- ¿Ahora utilizamos energía? Perfecto. Entonces es mi turno...
¡Rugido de León!
La fuerza golpeó de lleno a Cross, sintió que se le
desprendían todos los miembros de su cuerpo, pero no podía perder,
estuvo tentado a dispararle a Leo pero no tenía fuerza para un tercer
disparo, el primero debía ser una distracción y el segundo debía
ponerlo fuera de combate, si fallaba no tenía más, Leo lo terminaría.
Empezó a recordar sus entrenamientos con Arlés y como
convertían el terreno de batalla en un juego de ajedrez, en esos
entrenamientos no siempre ganaba el más poderoso, ganaba el que
presentaba la mejor estrategia y en eso él era el único que podía
competir con Arlés, pero necesitaba tiempo, deseaba conocer mejor
los ataques de Leo para entramparlo, lo volvió a atacar con los
puños cubiertos de energía elemental, esta vez el león estaba
preparado, volvió a impactar a Cross con su energía metal.
Las heridas que le había ocasionado Cástor se habían abierto
nuevamente, estaba volviendo a perder sangre, Cross estaba al borde
del desmayo, ya tenía su estrategia, ahora faltaba que tuviera la
oportunidad de ejecutarla, en ese ataque se jugaría el todo por el
todo.
- Esto va a doler… – murmuró para sí mismo.
Se levantó y atacó a Leo, el guerrero del zodiaco sabía que
Cross no soportaría un tercer impacto directo, nuevamente esquivó
su ataque y preparó un nuevo golpe, al momento en que lo estaba
ejecutando Cross lo atacó con su nuevo poder psíquico, ni siquiera
sabía si iba a resultar pero lo intentó, le funcionó, al activar su poder
confundió a Leo, lo ralentizó unos segundos y preparo su shiruken de
energía, se lo lanzó pero no llegó a su objetivo, Leo había sacado su
espada y había lanzado un ataque de fuego contra Cross, aunque no
le pegó de lleno si lo alcanzó, Cross cayó, ya no tenía fuerza ni para
levantarse, sus brazos le temblaban y no le respondían. Leo lo señaló
con su arma.
- Bien hecho amigo, a pesar de tus heridas peleaste con honor y
fuerza, me obligaste a sacar mi arma y atacarte cuando
pensaba pelear contigo en igualdad de circunstancias, pero no
es suficiente, ni siguiera pudiste hacerme daño, sólo una vez
me tocaste, quisiera aprobarte pero no puedo hacerlo, tu
último ataque ni siquiera me alcanzó, se quedó a
centímetros…
Leo observaba el suelo, la shiruken estaba a sus pies, pensó
que si Cross hubiera tenido más fuerza para lanzarlo unos
centímetros arriba lo hubiera lastimado, pero no fue así.
- Esto no se ha terminado – le dijo Cross mientras sufría por
incorporarse.
- Te equivocas – le respondió Leo mientras preparaba su
último ataque –. Ya acabó, en este momento terminaré con tu
sufrimiento, no te preocupes, no te dolerá.
Antes de que Leo diera el primer paso, Cross hizo un
movimiento de su mano derecha hacia arriba, con la palma viendo al
cielo activó la shiruken de energía que estaba a los pies de Leo, esta
golpeó directamente al guerrero del zodiaco, la energía de la shiruken
explotó hacia arriba, lo levantó varios metros del suelo, cuando
estaba cayendo Cross corrió hacia él, transformó su cuerpo en un
kunai de energía pura como en la batalla en el Círculo de Tauro y
golpeó nuevamente a Leo, ambos cayeron al suelo. Finalmente Cross
estaba derrotado, no podía ni moverse.
- Ahora si Leo, puedes acabar conmigo, ya no tengo más…
El ataque que Cross efectuó lo copió de Sagitario cuando lo
alcanzó con su flecha de energía pura, creyó que Leo no esperaría ser
atacado desde el suelo y le resultó, pero ya había agotado todas sus
fuerzas.
Leo se levantó con mucho trabajo apoyándose en su arma,
estaba mareado por el golpe y mal herido, con paso inseguro y lento
se acercó al aspirante, con la mano derecha utilizó su espada y lanzó
un ataque de fuego hacia Cross, éste sintió que un viento caliente lo
envolvía, le ardía todo el cuerpo, en especial sus heridas.
- Con eso basta, he vuelto a cicatrizar tus heridas, has perdido
mucha sangre y no podrás continuar si sigues así, yo Leo te
informo que has aprobado el examen del Quinto Círculo, eres
libre de irte.
Cross levantó la vista, Leo tenía su ropa llena se sangre, en
verdad lo había golpeado.
- Te lo agradezco, Leo, pero ya no tengo fuerza ni para
levantarme… lo siento. – Cross estaba llorando.
- No te preocupes por eso, hermano, yo te ayudo.
Leo levantó a Cross, apoyó el brazo de su oponente en su
hombro y caminó con ese valiente chico hacia el siguiente Círculo:
Virgo.
*****
EL CÍRCULO DE VIRGO
Leo llevó a Cross casi cargando hasta la entrada del Círculo
de Virgo.
- Hasta aquí llego yo camarada. ¿Podrás pasar tú solo? –
preguntó leo recargando a Cross en la entrada del aula de
Virgo.
- Si – respondió Cross palmeando el brazo izquierdo de Leo –,
gracias por todo.
- Al contrario, sinceramente espero que lo logres, una
advertencia: posiblemente la siguiente prueba sea la más dura
de todas.
- Lo tendré en cuenta, gracias.

Una vez que Cross entró al Círculo de Virgo, Leo se retiró del
lugar, de regreso a su aula se encontró con el líder de la escuela
superior del Primer Distrito.
- Hola Tauro.
- Que tal, Leo, ¿Como ves al chico? Te ves bastante
maltratado...
- Es duro, ni tu, ni Titán me habían golpeado tan fuerte como
él.
- Si, es realmente poderoso, cuando obtenga el guante no habrá
quien lo venza, la cuestión es si lo logrará.
- Es difícil saberlo, todo depende de su corazón, su carácter y
de su fuerza de voluntad, Virgo no tendrá piedad…
- No, no la tendrá, pero también es la prueba más importante de
todas las que ha realizado.
- Es cierto – Leo estaba pensativo, en la prueba de Virgo es
donde Cross debía demostrar su entereza.
- Todos están en el Círculo de Géminis. ¿Los alcanzas?
- Por ahora no, gracias, la verdad es que ese chico en verdad
me zarandeó, prefiero ir a descansar.
- Sagitario puede curarte... – comentó Tauro mientras se
volteaba a ver su propia herida en el abdomen que le había
hecho Cross.
- No – a Leo no le gustaba mostrar debilidad ante nadie, ni ante
sus propios compañeros –, tampoco estoy tan mal...
- Tú te lo pierdes – le respondió Tauro mientras se alejaba de
él.
- ¿A donde te diriges? – le pregutó Leo al ver que se
encaminaba escaleras arriba.
- A platicar con Brachium.
- Tenía tiempo que no escuchaba ese nombre, pensé que no
estaría aquí para la prueba.
- Recién llegó, quiero ponerlo al tanto de la situación.
- Bien, dile de mi parte que no sea duro con el chico, ya tuvo
suficiente y la verdad es que el Círculo lo necesita más de lo
que él al Círculo.
- Es cierto, se lo diré – comentó Tauro dándole la espalda a
Brachium y levantando la mano derecha a modo de
despedida.
- Hasta luego… – le respondió Leo quien se regresó a su aula
para recuperarse de sus heridas.

En el aula de Virgo, Cross entró con pasos cortos y


tambaleantes, incluso la visión le empezaba a fallar.
- Hola Cross.
Una mujer de prominentes curvas y movimientos sensuales se
acercó a Cross, no llegaba a la treintena de años, morena clara de
ojos color miel, cabellera larga, ondulada y castaña, labios carnosos y
mirada traviesa le daba la bienvenida, pero lo que le puso los nervios
de punta al aspirante no fue su exquisita figura, fue la energía que
desbordaba, era peligrosa, más que cualquier guerrero al que hubiera
enfrentado en toda su vida, pensó que las advertencias de los otros
miembros del Círculo se habían quedado cortas, esa mujer era la
muerte en persona.
- Hola Virgo – saludó Cross quien no se movió de su sitio y
espero a que su sinodal se acercara.
- ¿Listo para la prueba? – preguntó Virgo sin más preámbulos.
- Tanto como se pueda – respondió Cross esperando lo peor.
- Generalmente ya hubiéramos iniciado pero debido a tu nueva
habilidad te daré dos opciones y tú escoges la que más te
acomode... ¿ok?
Cross observó las cámaras de video en las esquinas del aula
de Virgo, colocadas en el mismo lugar que las anteriores, estaba
seguro que todos los integrantes del Circulo estaban observando sus
peleas para ser cada vez más duros con sus pruebas, con resignación
le contestó a su interlocutora.
- Está bien, dime por favor... ¿cuales son mis opciones?
- La primera es un combate, si me vences pasas, tan sencillo
como eso.
- ¿Sencillo? No sé si te has dado cuenta de mi situación actual,
creo que voy a pasar por alto esa.
- La otra es una prueba psíquica, te daré una visión, tendrás que
vivirla y salir de ella, pero no podrás usar tu nuevo poder.
- Entonces... ¿como saldré?
- Al final de la visión tomarás una decisión, no importa la que
sea, eso te regresará a la realidad, entonces podrás irte.
- Me estás diciendo que no importa lo que pase... ¿regresaré de
tu prueba psíquica y podré pasar a la siguiente aula?
- Así es, pero no te confundas, seré sincera contigo, esta prueba
es más dura que un combate físico, puedes regresar con los
nervios destrozados o peor aún, con daño cerebral
permanente, puedes quedar como un vegetal, todo depende de
ti, de tu confianza y de tu fuerza interior, es como un sueño,
en un momento estarás en medio de una situación que tu
cerebro creará, pero tú pensarás que es real. ¿Entiendes?
- Ya me asustaste pero de todas formas tomaré esa prueba, no
estoy en condiciones de afrontar un duelo físico, tendré que
agotar mis esperanzas en tu prueba psíquica.
- No te preocupes, creo en ti y en que lo lograrás, todos tus
sinodales están contigo y te apoyan, ya te consideramos uno
de nosotros.
- Gracias por tus palabras, me han dado fuerza, estoy listo,
comienza.
- Ok, quiero que pongas la mente en blanco, no te resistas y
permíteme ingresar a tu cabeza, así está bien, empezamos…
Cross sintió que empezaba a caer, después, perdió el sentido.
De repente se encontraba en la residencia del Distrito Comercial,
estaba sentado en el vestíbulo esperando por una audiencia.
- Cross, el señor Riazor te va a recibir en este momento.
- Gracias Lothar.
Cross ingresó al estudio de Argento Riazor, su antiguo
mentor lo recibió con gusto.
- ¿Como estás muchacho? – le preguntó mientras lo abrazaba.
- Bien, gracias – respondió Cross sin devolver el gesto, seguía
sin confiar en aquel hombre.
- Espero que hayas conseguido la espada y el guante – dijo el
señor Riazor mientras tomaba asiento.
- Si, aquí los tengo. – Cross se los mostró – ¿Donde esta
Christina?
- Entrégame la espada y el guante – le pidió el Tesorero del
Distrito Comercial, en su mirada se notaba que ansiaba
ambos.
- No, primero dime donde esta Christina – Cross dió un paso
hacia atrás.
- Casada con un Duque de la Capital – le informó su ex mentor
al tiempo que estiraba las manos para que le entregara el arma
sagrada y el guante que la controlaba.
- ¿En donde exactamente y con quien? – Cross se resistía a
entregar a Antares y el guante a Riazor hasta que no tuviera
toda la información que necesitaba.
- ¿Por qué no te lo dice ella misma? – Argento Riazor se
tranquilizó, se recargó en el respaldo de su asiento y cruzó las
manos sobre su escritorio.
- ¿En dónde está? – volvió a preguntar Cross viendo para todos
lados en el estudio de su benefactor.
- La espada y el guante – pidió Argento Riazor dando dos
palmadas en su escritorio.
Cross finalmente entregó los artículos a su mentor.
- Aquí están y Chris…
Chistina se presentó en la oficina, se veía hermosa, Cross
sintió que un escalofrío le recorría el cuerpo, pensó que todo lo que
había hecho por volverla a ver había valido la pena.
- Hola Cross – saludó Christina sin acercarse demasiado a su
amigo de la infancia.
- Christina – Cross temblaba de la emoción, había soñado
durante largo tiempo con ese momento.
- Cuanto tiempo… – dijo Christina dejando la frase en el aire.
- ¿Donde has estado? ¿Cómo estás? – Cross estaba ansioso por
saber todo lo que había sucedido con ella.
- Bien Cross, ahora vivo en la capital, en Ishtar – Christina
desvió la mirada, se le veía incómoda.
- Pero... ¿por que? – Cross estaba extrañado, las respuestas
cortas no eran comúnes en Christina.
- Estaba comprometida para casarme, me enviaron con mi
nueva familia y conocí a Armand, mi esposo…
- Pero tu… – Cross se empezó a temer lo peor, la chica que
tenía enfrente no era la misma Christina que él había
conocido.
- Al principio no deseaba hacerlo, estaba buscando la
oportunidad de escapar, pero después comprendí que era
necesario para la unión del país, entonces fui un poco más
abierta y decidí conocer a Armand, él tampoco deseaba el
matrimonio, por lo que decidimos tratarnos abiertamente,
después de cinco años nos enamoramos y decidimos cumplir
con el compromiso, no por obligación, sino por amor.
- Pero... ¿donde está el? – Cross deseaba conocer a esa persona
que decía Christina se había ganado su corazón.
- Decidimos que no viniera conmigo, no sabía como ibas a
reaccionar, mi padre me dijo que estabas un poco paranoico y
no podía arriesgarme a que lo lastimaras.
- Pero tú sí decidiste venir…
- Sé que jamás me harías daño, entiende Cross, yo siempre te
voy a querer pero lo nuestro fue un amor infantil, siempre
seremos amigos, pero ahora mi corazón le pertenece a alguien
más.
- Entonces... – Cross sintió un gran pesar en el corazón –.
¿Todo termina aquí?
- Es lo mejor, sigue tu vida, yo ya tengo hecha la mía.
- Entonces eres feliz – murmuró Cross más para sí mismo que
para los demás.
- Más que nunca en mi vida – le respondió Christina con pesar,
se notaba que le dolía hacer sufrir a Cross de esa manera.
- Está bien – le dijo cross con su mejor sonrisa –, eso es lo
único que importa, con permiso, me retiro.
Cross estaba destrozado, haber perdido el único amor que
tenía lo había deshecho, la vida ya no tenía ningún sentido, pensó
que hubiera sido mejor no saber en donde estaba Christina, podría
vivir con la ilusión de volverla a ver pero no podía con la seguridad
de que la había perdido, decidió irse al único lugar al que ahora
pertenecía: al Quinto Distrito, el lugar de los renegados, de los
proscritos, donde las ilusiones no existen.
No sabía cuantos años habían pasado, el tiempo era algo que
ya no importaba, Cross era un alcohólico, vivía al día, recordaba que
se había convertido en un mercenario, peleaba para el mejor postor,
pero ya había perdido sus facultades, se revolcaba en su propia
miseria siempre ahogado de borracho.
En un momento de lucidez tomó consciencia de su situación,
eso no le gustó, buscó a tientas la botella con ese elixir etílico mágico
que lo hacía perderse del mundo, la encontró en uno de sus bolsillos
y sonrió, estaba a punto de empinarse la botella cuando en ese
momento sintió que alguien lo pateaba.
- Señor, no debería hacer eso, es peligroso para su salud.
- Pero si el vago y borracho es usted – le respondió el hombre
en cuya voz manaba el desprecio.
- Si, pero también soy muy agresivo – Cross trataba de
incorporarse para enfrentar a aquel hombre –, lo podría matar.
- Eso lo dudo… Cross.
El vago se sorprendió, hacía mucho tiempo que no escuchaba
ese nombre, una vez que se incorporó miró fijamente al sujeto que le
hablaba y creyó reconocerlo, sí, lo conocía, era Lothar.
- Lothar, amigo mío... ¿que haces por aquí? – preguntó
mientras daba un buen trago a su botella.
- Lo que todos, Cross – le respondió Lothar mirandolo con
tristeza –, ya no hay lugar afuera para mi, aunque a decir
verdad, ya no hay mundo para nadie.
- ¿Porque lo dices? – le preguntó Cross a su maestro mientras
le ofrecía un trago.
- No te enteraste ¿verdad? – Lothar le dio un manotazo a Cross
haciendo que casi suelte su botella –. ¿Cuanto tiempo llevas
así?
- Ya ni lo recuerdo – respondió Cross trastabillando y
levantando su botella orgulloso de que no la había tirado.
- Te voy a hacer una breve semblanza, regalaste la espada
sagrada a Argento Riazor sólo para saber que Christina estaba
felizmente casada, con ese acto de egoísmo entregaste
Arcadia, con Antares a su disposición Riazor conquistó la
Ciudadela, se convirtió en un dictador, muchos se levantaron
en armas pero cayeron, Riazor ahora lo controla todo. Los
primeros en caer fueron los guerreros del Círculo del
Zodiaco, se sintieron responsables por entregarte el guante
que controlaba la espada, fueron por ella y los exterminaron.
- ¿Cástor y Póllux? – preguntó Cross preocupado por sus
antiguos alumnos.
- Murieron con todos los demás, la Legión de los Iluminados
fue la siguiente en caer, Michelle fue ejecutada en público, le
cortaron la cabeza. Elektra y Arlés formaron la resistencia, te
buscaron pero estabas demasiado drogado para ayudar, era
cuestión de tiempo, los capturaron y torturaron hasta la
muerte, yo fui dado por muerto, ya no tengo la mitad del
cuerpo…
Cross observó bien a Lothar, debido a su estado etílico no le
había puesto atención, le faltaban el brazo y la pierna izquierda,
usaba prótesis, también estaba tuerto.
- ¿Y que paso con Christina?
- Por ella no te preocupes, ya no pertenece a este Estado, es
ajena a todo lo que sucedió.
- ¿Nadie queda? – preguntó Cross en un susurro, todavía no
digería lo que Lothar le estaba contando.
- Nadie, Arcadia esta completamente militarizada, espero que
te lo estés pasando bien, adiós Cross.
- ¿Que vas a hacer? – preguntó Cross tratando de detener a
Lothar.
- ¿Acaso te importa? – El bérserker empujó a Cross quien se
fue de espaldas.
Lothar se alejó, Cross se quedó quieto, tiró la botella de licor
que tenía en su mano derecha, no había droga en el mundo que
pudiera controlar su dolor, afuera había sufrimiento, gente mala
estaba ocasionándolo y de todas no había nadie peor que él, su
egoísmo había ocasionado todo y no había hecho nada para
cambiarlo, quienes lo querían y confiaron en él dieron su vida para
arreglar su error, pensó en el suicidio pero eso no era un castigo, era
un premio, escapar de todo... Él era una espada rota, no le quedaba
nada, comprendió que en el mundo hay algo más que su dolor y que
no todo giraba en relación a sus deseos, pero ya era demasiado
tarde…
Sólo le quedaba algo por hacer, si tenía que morir no lo haría
honorablemente ni mucho menos, pero lo haría tratando de liberar a
su Estado, a partir de ese momento se juró que recuperaría la espada
sagrada y la libertad de su pueblo.

Cross abrió los ojos, se encontraba en el aula del sexto


Círculo, estaba realizando la prueba por obtener el guante que
controlaba la espada sagrada.
- Volviste, que bueno – le dijo Virgo viéndolo hacia abajo.
- Creaste una buena ilusión. – Cross todavía se sentía
desorientado, notó que su cabeza descansaba en la piernas de
Virgo
- Yo no la cree – le informó la protectora del sexto Círculo del
Zodiaco –, fuiste tú.
- ¿Cómo? – preguntó Cross mientras se incorporaba, un terrible
dolor de cabeza lo aquejó en ese momento.
- Esa fue una visión de tus temores más profundos.
- Fue demasiado real –. Todavía tenía los ojos llorosos.
- Todo vino de tu cerebro – Virgo tocó la sien de Cross con su
dedo índice derecho.
- ¿Esto no fue una especie de predicción?
- No Cross, el futuro lo escribimos con nuestras acciones, el
que hayas despertado y estés en tus cabales significa que
enfrentaste tus temores, pasaste mi prueba, eres libre de
continuar si es que así lo deseas, tienes cinco minutos para
ingresar al último círculo, el de tu prueba final.
- Gracias Virgo.
Al salir del Círculo de Virgo, Cross no supo que hacer,
cuando llegó lo tenía muy claro, ahora dudaba, ya no era llegar tomar
el guante y entregar la espada, sabía que la decisión que tomara iba a
ser trascendental, Virgo le había mostrado algo que él simplemente
no quería ver, estaba dispuesto a sacrificar al mismo mundo por
Christina, pero tal vez ella no necesitaba ser salvada.
Finalmente tomó una decisión, iría por Christina, daría su
vida por encontrarla, pero no la espada, si él moría en el intento
Antares se perdería con su vida, compartirían el mismo destino,
había pensado en renunciar a las pruebas y buscar al amor de su
infancia, pero también era demasiado irresponsable dejar que alguien
más obtuviera la espada sagrada, ahora entendía que desde el
momento en que él la tomó se convirtió en su responsabilidad,
terminaría las pruebas y con la ayuda de Antares iría por su amada,
con total seguridad se encaminó a la siguiente aula, a la prueba final,
al Círculo de Libra.
*****
EL CÍRCULO DE LIBRA
Mientras Cross estaba en la prueba de Virgo, dos amigos que
tenían tiempo de no verse se encontraban.
- Brachium, que bueno que decidiste acompañarnos – El líder
de la principal escuela de educación superior del Primer
Distrito saludaba a su compañero con los brazos abiertos.
- Hola Tauro – le respondió Libra a su compañero dándole un
gran abrazo.
- ¿Estás al corriente del chico de la prueba? – preguntó Tauro
inmediatamente y sin rodeos.
- Sólo lo que se dice de él en televisión.
- ¿Y cual es tu interés en Cross? – preguntó el gigante protector
del segundo Círculo del Zodiaco.
- Ninguno en especial, Sagitario fue quien me llamó para que
viniera a probarlo... ¿recuerdas?
- Si, pero casi nunca respondes a nuestros llamados, no viniste
cuando Acuario tomó la prueba.
- Esto es distinto, lo de Acuario nunca creí que fuera serio, en
cambio este chico no sólo obtuvo la espada, ésta lo eligió
como su portador, quiero ver que clase de persona es Cross,
quiero personalmente ver quien es el destinado a dirigirnos.
¿Puedo hacerte algunas preguntas?
- Adelante amigo, te responderé todo lo que me preguntes del
guerrero sagrado, o por lo menos lo que sé.
- Me gustaría saber la opinión de nuestro líder, ¿Cuales son tus
impresiones hasta ahora de ese chico?
- Es un guerrero inteligente y muy poderoso, maneja la energía
pura y al parecer la energía de su ascendente es psíquica, es
un buen sujeto, se ve que es leal, los guerreros de Géminis ya
lo conocían y lo estiman como a un hermano, de hecho, lo
seguirían hasta la muerte, Sagitario y yo lo aprobamos,
Acuario y Leo lo recomiendan ampliamente y si llega hasta
aquí pues significa que superó la prueba de Virgo.
- Gracias Tauro. ¿Y cual es tu opinión personal?
- Es un guerrero muy fuerte, con el tiempo será tan poderoso
como tú, lo necesitamos en el Círculo, pero por otro lado
tiene conflictos internos muy intensos que podrían poner en
peligro el destino de la espada sagrada, pero tiene un alto
sentido de la justicia y creo que al final en cada disyuntiva
que le ponga la vida elegirá el camino correcto.
- Eso es lo que crees de todos nosotros – le dijo Libra riendo,
las últimas palabras de Tauro eran uno de sus discursos
recurrentes.
- Si y espero no equivocarme con ninguno – le respondió
Tauro dándole un leve golpe en el hombro.
- Lo esperamos todos, amigo, lo tendré en cuenta cuando lo
examine, gracias Tauro.
- Por nada, luego nos vemos.
Al salir del aula de Libra, Tauro se encontró con Cross que
caminaba hacia él a unos cuantos metros, se veía mal, se apresuró a
ayudarlo.
- ¡Que bien! Superaste el examen de Virgo – lo detuvo cuando
Cross dio un mal paso, se le veía realmente en pésimo estado.
- Si – dijo Cross después de agradecer a Tauro con un par de
palmadas en el hombro su ayuda –, pero no me gustó lo que
vi.
- ¿Te explicó en que consistía su prueba? – preguntó Tauro
preocupado por la estabilidad mental de Cross, sabía que la
prueba de Virgo iba a ser demasiado dura.
- Perfectamente. Ya no sé si soy la persona adecuada para
llevar esta responsabilidad.
- Lo que decidas está bien amigo, el Círculo te apoya – le
comentó Tauro mientras lo ayudaba a acercarse a la puerta de
Libra.
- Gracias – respondió Cross mientras trataba de serenarse,
estaba a una prueba de que todo concluyera.
- No tardes en decidir – le recomendó Tauro mostrándole su
reloj –, el tiempo corre.
- Así lo haré.

En el círculo de Tauro.
- ¿Que pasó Titán? ¿Ya se terminó la reunión? – Tauro se
sorprendió de ver al gemelo mayor en el segundo Círculo del
Zodiaco.
- No, está en su apogeo, ya se unió Virgo y está contando sus
impresiones.
- ¿No te quedaste a escucharlas?
- No es necesario, estoy seguro que siguen el mismo cauce de
las demás.
- ¿Y cual es el motivo de tu compañía?
- En primer lugar saber si viste a Cross y cómo se encuentra,
también quería saber si llegó Libra.
- Cross se ve muy mal, él exito de su odisea creo que ya no
depende de él, depende de Libra que efectivamente, sí llego a
tiempo para examinar a tu amigo.
- ¿Vino exclusivamente para aplicar su prueba? – Póllux se
extrañó de que Libra hiciera algo así.
- Ya lo conoces, él no sigue ningún estándar impuesto en el
Círculo, yo más bien diría que vino a conocer al elegido.
- Todavía recuerdo cuando trajimos a Brach, realmente el tipo
es desconcertante.
- Si, sólo a ustedes se les ocurriría ir a ese lugar…
- De todas formas es un miembro del Círculo y uno muy
importante…
- ¡Por supuesto! Y más teniendo en cuenta quien es su
familia...
En ese momento los dos guerreros fueron interrumpidos por
un estudiante.
- Jefe Tauro, ha venido una nueva visita.
Los guerreros de Tauro y Géminis voltearon extrañados hacia
el emisario.
- ¿Quien es y en donde está? – preguntó Tauro.
- Va camino al octavo Círculo – respondió temeroso el
estudiante al ver el rostro de los dos gigantes.
- ¿Por que le permitieron la entrada? – Le recriminó Tauro en
tono molesto.
- Tenía la marca maldita…
Tauro y Titán se voltearon a ver, sabían lo que eso significaba
y no era nada bueno, decidieron ir directamente al octavo Círculo.
- Está bien, yo me encargo a partir de aquí, regresa a tu puesto.
- Pero Sagitario… – dijo con temor el emisario.
- Yo me encargo de informarle, tú regresa y no hables de esto
con nadie. ¿Entiendes?
- Si señor – dijo el estudiante aliviado de no tener que dar la
noticia también a Sagitario.
- Vamos Titán. – Tauro le dió una palmada en la espalda a
Póllux para apurarlo.

En el círculo de Libra.
- Hola Cross, pasa por favor – le dijo el guerrero del séptimo
Circulo del Zodiaco al aspirante en cuanto éste asomó la
cabeza.
- Hola – respondió Cross escuetamente tratando de buscar
energía donde ya no tenía nada para superar esa última
prueba.
- Mi nombre es Brachium, soy el guerrero de Libra, pero
prefiero que me llames por mi nombre.
- Está bien, Brachium. ¿Cual será mi prueba?
- Es difícil decidirlo, no te ves en condiciones de hacer ninguna
prueba.
- A decir verdad me veo mejor de lo que me siento – respondió
Cross, habría sonreído con su propio comentario, pero en ese
momento hasta eso le dolía.
- Eso es terrible – mencionó Libra al ver el estado en el que se
encontraba Cross, quien ya ni siquiera podía mantenerse
erguido –, han sido duras las pruebas... ¿verdad?
- Demasiado, en todos los niveles.
- Así es, por lo visto para pertenecer al Círculo debes ser un
guerrero impecable en todos los aspectos.
- ¿Tú pasaste por lo mismo? – preguntó Cross quien sin
preocuparse por el protocolo o su orgullo se sentó en el suelo
y se recargó en la pared.
- No Cross, al parecer hay distintas formas de ingresar al
Círculo, yo ingresé por invitación.
- Me imagino que has de ser increíble… – mencionó Cross
mientras observaba como Brachium se sentaba a su lado.
Libra empezó a reír,
- Nada de eso, estoy seguro que no hubiera completado tus
pruebas, es sólo que cada Círculo tiene sus propios requisitos
para ser miembro, por ejemplo, Aries, Tauro y Sagitario son
miembros por herencia familiar, Leo y Acuario por
invocación, sintieron el llamado de su ascendente, yo por
votación de mayoría absoluta, una vez que somos aprobados
y hemos jurado fidelidad al Círculo adquirimos nuestro poder
de ascendente. En cambio Géminis ingresó al Círculo porque
así estaba escrito, es decir, sus anfitriones deben cumplir con
determinados requisitos, como ser gemelos, haber nacido en
un año en específico, tener un determinado poder de
nacimiento y presentarse en el Círculo en la época exacta, en
el caso de tu Círculo el requisito es… – Libra calló.
- Ser el portador de la espada sagrada.
- Así es, pero además tu signo es el más importante, por si no
te lo habían dicho, en el Círculo del Zodiaco sólo hay
troopers y elementors por igual número, seis y seis, el
Escorpión es el único bérserker y por lo tanto el llamado a ser
nuestro líder, por eso las pruebas para poder ingresar al
Círculo, debes tener la aprobación por lo menos de la mayoría
de los miembros, seis más uno y ésta la obtienes mediante
siete pruebas, al octavo Círculo le llaman el círculo maldito
porque cualquiera que haya portado la espada sagrada puede
reclamar el guante si alguien más ya pasó por las pruebas, en
este caso tu no tienes problema, la espada te reconoció y por
lo tanto nadie puede quitártela, la espada no lo dejará…
- Interesante, pero a riesgo de verme grosero con mi anfitrión,
me gustaría saber en que consiste tu prueba, no es que no
disfrute de tu compañía o no me interese lo que me dices, de
hecho, si apruebo me gustaría platicar más contigo, pero la
verdad es que estoy a punto de desmayarme…
- Está bien, pero antes dime: ¿Que es lo que harás una vez que
obtengas la espada?
- Mi objetivo ha cambiado, era uno cuando llegué pero a lo
largo de estas pruebas me dí cuenta que estaba equivocado,
originalmente pensaba…
- Olvídate de eso, si ya no es tu objetivo no me interesa
conocerlo.
- Esta bien, a lo largo de estas batallas he conocido a guerreros
increíbles que me han brindado su amistad, me gustaría
compensárselos jurando lealtad al Círculo, bien me dijo
Sagitario que al final yo pertenecía aquí, mi espada servirá en
primer lugar para proteger la justicia y a mi país, después a
mi grupo de pertenencia, pero no me voy a quedar en el
Círculo, tengo otra importante misión personal que he de
cumplir aunque la vida me vaya en ella y usaré todos mis
recursos así como mis poderes para cumplimentarla, aún y
cuando vaya en contra de los intereses de este grupo de
guerreros del Zodiaco.
- Me alegra que me hables con honestidad, no te preocupes
amigo, mi prueba ya la has pasado, todos tus anteriores
sinodales no sólo te aprobaron, sino que me solicitaron que
no fuera duro contigo, todos desean que te unas al Círculo y
te recomiendan ampliamente, si mis colegas y amigos creen
en ti, yo, el guardián del séptimo Círculo de Libra también,
estas aprobado.
Cross no lo podía creer, sabía que estaba al límite de sus
fuerzas y que muy difícilmente aprobaría otro desafío, casi
desfallecido se levantó y con paso lento se dispuso a salir con rumbo
a la octava aula.
- Gracias.
- Gracias a ti por considerarnos para unirte y bienvenido seas
guardián del octavo Círculo: Escorpión.
Cuando Cross salió de la séptima aula estaba en el límite, su
visión cada vez le fallaba más, le costaba un dolor insufrible cada vez
que daba un paso, sólo quería tomar el guante, desmayarse y que
pasara lo que tenía que suceder, entró a la octava aula, la que
pertenecía al Círculo del Escorpión.
CAPÍTULO 16
EL ÚLTIMO CÍRCULO
EL CÍRCULO DE ESCORPION
Cross ingresó en la octava aula, al fondo había un estante de
cristal parecido al contenedor que tenía la espada sagrada, en el
interior había un guante gris claro, en el dorso estaba escrito el
símbolo:

Mismo que estaba bordado con hilo negro, sintió que la


espada se encendía, era la proximidad con el guante, estaba quitando
la protección que Sagitario le había puesto a la espada cuando sintió
el peligro, había alguien más ahí, ¿cómo era posible? Las pruebas ya
habían terminado. ¿Que tipo de broma era esta? Salió una silueta de
la obscuridad, una capucha le impedía ver el rostro del atacante, la
silueta sacó una espada y atacó a Cross, éste vio el ataque pero estaba
demasiado débil para evitarlo, lo recibió de lleno.
- ¡Aghhhh! ¡Duele! ¿Que demonios hago aquí? Yo sólo
buscaba saber donde se encuentra Christina. Ni siquiera
deseo ese maldito guante – pensó.
Completamente herido, a punto de desfallecer a causa de las
múltiples lesiones que había acumulado a lo largo de varias cruentas
batallas, Lesath Crossifixio Sargás se lamentaba mientras recibía una
nueva dosis de electricidad en el cuerpo, ya había agotado todas sus
energías en los combates previos y no se imaginaba que tuviera una
pelea extra en el octavo Círculo, tenía que pensar rápido, el cuerpo ya
no le respondía y no le quedaba más energía elemental para utilizar,
pensó que ya no había escapatoria, cerró los ojos y esperó a que le
dieran el golpe fatal.
- Lo siento Christina, te fallé.
El extraño se acercó a Cross, estaba dispuesto a darle el golpe
mortal.
- Antes de que me mates. ¿Podrías decirme por qué,
Maestro...?
Viktor Von Hausen, se quitó la capucha, estaba sorprendido.
- ¿Como lo supiste muchacho? ¿Como me descubriste si nunca
viste mi rostro?
- Estudié con usted durante varios años, puedo reconocer su
energía.
- Interesante cualidad, había escuchado que los verdaderos
guerreros podían desarrollarla, no cabe duda que eres
increíble, Cross, sólo tú podías superar estas malditas
pruebas.
- Pero ¿porque usted?…
- Ya que me descubriste y voy a matarte te lo explicaré; te
mentí, Cross, nunca me uní a la resistencia, yo efectivamente
pertenecía a la élite del ejército, en la guerra civil el portador
de Antares que no era el antiguo Escorpión sino un guerrero
más, murió en batalla, pero se llevó consigo a toda mi unidad,
sólo yo sobreviví, tomé la espada e investigué todo de ella,
aunque ésta a mi no me reconoció como su dueño sentí que
cierto poder fluía de ella y me alimentaba.
- ¿Como es posible que alguien más empuñara un arma sagrada
sin ser el elegido?
- La espada roja tiene una maldición, es la única de las espadas
sagradas que nunca desaparece, cualquiera la puede empuñar
pero nadie más que su elegido puede disponer de su poder.
Yo había nacido en el mes de octubre bajo la constelación del
escorpión, con la espada en mis manos sobresalí en batalla,
subí a lo más alto que mi posición podía, pero yo quería más,
el poder es una droga que te consume, ya sabía de la
existencia del guante y del modo de obtenerlo, me dijeron en
el ejército que esa prueba yo la debía de tomar solo, que no
podía llevarme el guante por la fuerza, ya que si así lo hacía
éste desaparecería y la espada absorbería mi vida, entonces,
decidí tomar la prueba, como tú ya sabes no te permiten usar
la espada para realizar los exámenes y yo no tenía ni una
quinta parte de tu poder, por lo que en el aula de Tauro perdí.
No sólo fue la batalla, también mi ojo derecho, el guardián
me solicitó la entrega de la espada pero huí con ella, a las
afueras del Círculo tenía a todo un escuadrón esperándome y
logré irme con Antares, debido a la situación en la que se
encontraba Arcadia no me siguieron, lo peor fue que con el
tiempo y a raíz de la herida de Tauro también perdí la visión
de mi otro ojo, fui despojado de la espada sagrada y echado
del ejército como un perro.
- Así fue a parar al peor de los Distritos...
- Efectivamente, me recluí en el único lugar que hay para gente
como yo: el Quinto Distrito, pero no me dí por vencido,
entrené mi cuerpo y mi mente, sabía que tendría una segunda
oportunidad, aprendí a vivir con mi discapacidad y la verdad
es que ahora ya no necesito la vista, puedo manejarme
perfectamente sin ella, con el entrenamiento he desarrollado
mis otros sentidos hasta límites insospechados, yo iba a
participar en el torneo, me había inscrito, volvería a tener la
espada sagrada, el guante ya no me importaba.
- Y entonces me conoció...
- Así es, apareciste tú. Vi el gran potencial que tenías y cambié
mis planes, otra vez lo quería todo y lo haría a través de ti, no
sólo te entrené para que ganaras el torneo, también lo hice
para que pasaras a través de las aulas del Círculo, tendrías
éxito donde yo había fallado, tomarías las pruebas para
obtener el guante para mi… Pero te fuiste, cuando se acercó
el día del combate y no regresabas tuve que presentarme a
combatir, me diste un gran susto, al principio creí que podía
ganar, hasta que se presentó ese maldito de Riazor con sus
bérserkers, eran muy poderosos, para colmo, después de los
dieciseisavos de final me había tocado combatir con Lothar.
- Usted no tenía oportunidad de vencerlo.
- Eso ya lo sé, iba a ser muy difícil derrotarlo si no imposible,
desde que yo estaba en el ejército ese sujeto era conocido
como el cadete más poderoso de su generación, nuevamente
estaba contra la espada y la pared, pero de pronto de la nada
apareciste tú, Antares te reconoció y volviste a salvar el día y
mira lo que son las cosas, ni siquiera tuve que engañarte para
que vinieras por el guante, ¡lo hiciste por iniciativa propia!
No sé si lo sepas pero cuando alguien toma las pruebas y
tiene éxito, un segundo postulante que haya sido portador de
la espada puede pasar, es detectable por una marca que deja la
espada en la mano de quien la porta sin ser el elegido, por
supuesto yo la tengo.
- Si, algo me dijeron hace poco.
- Bueno, pues aquí lo importante es saber como y cuando,
afortunadamente tú me avisaste e inmediatamente vine hacia
este lugar, soborné a unos tipos de la Ciudadela y llegué a
tiempo en helicóptero, por más fuerte que seas las pruebas
son demasiado duras, sabía que acabarías en este estado, sólo
tuve que esperar el momento adecuado y aquí estamos, ahora
me llevaré la espada y el guante, lo siento Cross, de verdad
me agradabas, pero las cosas son así.
- Si tuviera aunque sea un poco de energía evitaría que te
llevaras la espada, pero no la tengo, lo único que me consuela
es que no saldrás de aquí con vida.
- ¿De que hablas?
- De los integrantes del Círculo por supuesto, ve el estado en el
que me encuentro y sólo fueron pruebas las que pasé, ninguno
utilizó su poder real, aunque tengas la espada sagrada no
serás más poderoso que ninguno de ellos y yo tengo aquí a un
par de amigos…, no, tengo a ocho amigos que vengaran mi
muerte, adelante Viktor, haz lo que tengas que hacer.
- ¿Todavía no sabes nada de la espada, verdad? Hubiera sido
un desperdicio que te la hubieras quedado, adiós Cross y que
la muerte te brinde descanso.
Viktor atacó nuevamente a Cross, ambos sabían que este
ataque era el definitivo, pero el golpe nunca llegó a su destino.
- ¡Que diablos! ¿Quien interrumpe?
- Me llaman Titán y soy el guerrero de Géminis.
En el último segundo Póllux había intervenido y había
detenido el ataque de Viktor, quien le espetó furioso al gigante:
- No puedes intervenir, esto es una cuestión entre aspirantes del
Círculo de Escorpión.
- Querrás decir entre un aspirante y su rémora del Círculo de
Escorpión.
- Tranquilo Titán, tiene razón, no puedes participar. – Tauro
trataba de contener al gemelo mayor que parecía se quería
comer al intruso.
- Está bien Tauro, yo no sabía esa regla y me enfurecen los
cobardes…
- Ya habrá tiempo para que te tragues esas palabras Géminis. Y
Tauro… dile a Sagitario que acabando esto voy a retarla por
el liderazgo del Círculo y después me ocuparé también de ti,
tengo una deuda con tu padre y la saldaré contigo.
- Valientes palabras de alguien que no saldrá vivo de esta
aula…
Tauro volteó a ver a Póllux y le hizo una indicación con la
cabeza. Titán le gritó a su amigo:
- Hey Cross, sólo pasábamos por aquí para felicitarte, ya has
pasado todas las pruebas del Círculo, ya no tienes que seguir
las reglas que te señaló Sagitario…
Cross se quedó viendo intrigado al gemelo mayor, había
intervenido a tiempo pero no hizo más que alargar unos segundos su
vida, la ejecución se llevaría a cabo y el verdugo estaba listo, pero
esas últimas palabras de Póllux… estaba seguro que tenían un
contenido oculto, no habían sido dichas al azar, sobre todo la última
parte, había hecho mucho hincapié en sus últimas palabras, bueno, la
verdad es que ya le dolía hasta pensar, lo mejor era que todo
terminara, la espada se la llevaría Vik…
Un momento... ¡Antares! Ya habían terminado las pruebas,
Cross se dio cuenta de que podía usar la espada, volteó a verla y
observó que la envoltura estaba destrozada, Póllux no sólo lo había
salvado sino que había dejado la espada a su disposición, Antares
estaba brillando al máximo, Cross sintió que su energía regresaba, en
ese momento Viktor lo descubrió también y atacó con todo su poder,
fue inútil, la espada al ser liberada protegió a su amo, Cross la agarró
y sintió que toda su energía regresaba, realmente sentía todo el poder
de la espada, al estar el guante tan cerca interactuó con el arma
sagrada, los ojos cafés de Cross se habían tornado de un color rojo
claro.
- Viktor, lo que has hecho es imperdonable, no solo intentaste
matarme, sino que amenazaste a mis hermanos, eso merece la
muerte, pero me salvaste la vida y te debo eso, lárgate a tu
cubil y no regreses, nunca vuelvas a cruzarte en mi camino, si
te vuelvo a ver te mato.
Viktor aunque se sabía derrotado se negó a renunciar a la
espada sagrada.
- Esto era la razón de mi vida, no voy a regresar a ese basurero
que es el Quinto Distrito, prefiero morir.
Viktor atacó a Cross, éste lanzó un ataque con la espada que
atravesó el cuerpo de su maestro, lo dejó moribundo. Estaba
muriendo en los brazos de su alumno.
- Yo no quería que esto acabara así – le confesó Cross a Viktor
que moría en sus brazos.
- No te preocupes Cross, yo me lo busqué – respondió Viktor
en sus últimos instantes de vida.
- Gracias por salvar mi vida y por todo lo que me enseñó.
- De eso no me arrepiento, tu le diste sentido a mi vida, aunque
todo lo hice por la razón equivocada estoy orgulloso de que
seas mi alumno, al final si los logros del discípulo son los del
maestro sí alcancé a tener otra vez la espada sagrada.
- Tiene razón Capitán tropper, Viktor Von Hausen, te presento
mis respetos y espero que descanses en paz.
Y así falleció aquel hombre, con una mano en la de su alumno
y la otra en el objeto que toda su vida lo obsesionó.
- Lo siento hermano – Póllux puso su mano en el hombro de su
amigo.
- No te preocupes, así es la vida, a propósito, gracias por
salvármela.
Cross y Póllux se dieron un abrazo, ahora su amistad había
alcanzado otro nivel, no sólo eran amigos, hermanos, maestro y
alumno, ahora eran compañeros de armas del Círculo del Zodiaco,
ese era un vínculo de sangre que los uniría de por vida.
- ¡Vivan los novios!
Se escucharon varias risas, todos los miembros presentes del
Círculo se encontraban ahí, a excepción de Aries y Cáncer. Cross
conoció a las guerreras de Capricornio y Piscis, bromearon acerca de
que gracias a Libra estaba ahí pues Piscis tenía una prueba bastante
ruda reservada para Cross, se sentía un ambiente familiar y Cross era
parte de él. Sagitario habló:
- Guerrero del Círculo del Escorpión, es hora de reclamar su
premio.
Cross se acercó a la urna, al igual que con la espada sagrada
esta se rompió con su presencia, tomó el guante y se lo colocó en la
mano derecha, la prenda era de una tela especial, lisa completamente,
sin costuras que delataran su hechura, el símbolo bordado en su
dorso parecía impreso en él, no tenía ni un sólo relieve, estaba
integrado perfectamente a esa extraña tela.
Una vez que se hubo colocado el guante, Cross notó que era
suave al tacto y se amoldaba perfectamente a su mano, no
incomodaba los movimientos naturales de sus dedos y tampoco notó
ningún cambio en la temperatura de su extremidad, se sentía como
una segunda piel.
La espada resplandeció, Cross en ese momento sintió que el
arma era una parte de su cuerpo, como sus manos, sus piernas o sus
ojos, el poder de Antares se había impregnado en todo su ser, por
instinto empezó a introducir la espada en su espalda a la altura de la
nuca, cuando terminó sólo quedó un tatuaje en su espalda con la
forma de la empuñadura de Antares.
En ese momento aparecieron los guerreros de Cáncer y Aries,
ambos ya eran adultos, los únicos del Círculo junto con Capricornio.
A Cáncer, Cross ya la conocía, por lo menos de vista, era la Delegada
del Distrito I, a Aries nunca en su vida lo había visto, pero estaba
seguro de que era alguien realmente importante, ambos se
presentaron con Cross y lo felicitaron. Después, habló Aries:
- Lesath Crossifixio Sargás, a partir de este momento serás
conocido como el FILO número siete. Portador de la espada
roja, la espada sagrada conocida como Antares. Ahora tu
nombre es Escorpión. Cuando estés enfrente de otro igual así
te deberás de presentar, bienvenido al Círculo del Zodiaco,
serás el guardián y defensor del octavo Círculo. Sagitario te
dirá tus derechos y obligaciones para con el Círculo, tu
Distrito, tu Estado y tu País, te damos la bienvenida a esta
familia, te brindamos nuestra vida y nuestra amistad.
Acto seguido los doce miembros se cortaron la palma de la
mano y ofrecieron su sangre a Cross, éste hizo lo mismo.
- Ahora que eres miembro del Círculo te corresponde por
derecho propio el liderazgo de la escuela – le indicó Aries.
- Disculpe pero lo rechazo, creo que Tauro es la persona ideal y
me pongo a su disposición para seguirlo, tengo cuestiones
personales que resolver y no puedo ejercer las funciones que
se me encomiendan.
- Así sea entonces, bienvenido compañero.
Después de la ceremonia hubo una gran fiesta en la escuela
del Distrito I, tanto Cáncer como Aries y Capricornio se excusaron
de participar por compromisos “previos”, pero la noticia llegó a
todos los rincones del Estado, la espada sagrada Antares después de
más de cien años volvía a tener dueño definitivo: un guerrero
perteneciente al Círculo del Zodiaco del Primer Distrito, su nombre
era Escorpión.
Cross era ajeno a la fiesta en su honor, lo único que quería en
ese momento era irse al Distrito III y buscar a Elektra, quería saber lo
que había averiguado, a partir de ese momento su principal objetivo
era encontrar a Christina.
*****
Al mismo tiempo, en una parte del Estado de Levit, en una
habitación a oscuras se encontraba una chica temblando en un rincón,
únicamente vestía un camisón, su cabello estaba enredado por la falta
de cuidado y le temblaba todo el cuerpo, su mirada antes tierna y
cordial ahora carecía de brillo y sólo deseaba la muerte, estaba
tomándose las rodillas y lloraba, ya no soportaba su situación,
mientras las lágrimas corrían por su bello pero resignado rostro se
lamentaba:
- ¿Por que me abandonaste Cross? Yo creí que me querías.
¿Por que me prometiste lo que no ibas a cumplir?
El ritual del llanto nocturno era una práctica común de la
chica, su único modo de desahogo, mientras seguía lamentándose
una sombra se aproximaba a ella, la maldad que emanaba de esa
criatura era palpable, era una bestia de la oscuridad, un ser de puro
odio, sus grandes fauces se acercaron a la cabeza de Christina, era el
momento de cobrar su presa.
*****
Conversación en la parte superior del edificio de la
Ciudadela.
Tres hombres mayores vestidos elegantemente quienes se
piensa son los reales gobernantes de Arcadia discuten los eventos
recientes:
- Al parecer Antares ha sido despertada.
- Sucedió mi predicción, la espada roja finalmente tiene dueño
definitivo después de un siglo.
- Sólo que al parecer la situación se nos fue de las manos…
- ¿Por que lo dices?
- Por el espectáculo que brindó Escorpión.
- No pasa nada, es joven pero está controlado.
- ¿Y que sucede con las demás espadas sagradas? ¿Ya tenemos
la lista completa de los FILOS?
- En eso estamos.
- Es importante estar un paso adelante, ahora mismo el pueblo
sólo conoce a un portador… faltan once.
- Ya irán saliendo los demás.
- El problema no es que salgan, el objetivo es que estén bajo
nuestro control, no quiero otra revuelta…
- Yo tampoco, pero siempre existe un riesgo al despertar a un
FILO…
- Está bien, continúa con tu plan, pero no quiero fallas.
- No las habrá, de todas formas, si algo no sale como lo
esperamos volveremos a soltar a Leviatán.
- Esperemos evitarlo. Lo que también me preocupa es que
Ragnar no ha regresado…
- Déjalo, ahora es de más utilidad afuera, después ya
veremos…
Los tres hombres se levantaron y cada quien tomó un camino
distinto, todos sabían que la parte más difícil de su plan apenas
comenzaba: el reclutamiento.

FIN DE LA PRIMERA PARTE

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