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Pbro.

Ramón Vinke
LA IGLESIA EN LA VENEZUELA REPUBLICANA

VOLUMEN I/2

EL VOTO DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS


A LA INMACULADA CONCEPCIÓN
————————
LA DEVOCIÓN DEL LIBERTADOR A LA VIRGEN

Caracas 2011
Ilustración de la portada: Fotografía del Relicario de Charcas, to-
mada por Carlos Lozada, y reproducida con autorización del Ban-
co Central de Venezuela.

ISBN: 978-980-12-5020-3

© Ramón Vinke 2011

HECHO EL DEPÓSITO DE LEY


DEPÓSITO LEGAL
lf25220119002159

Diseño de Portada:
Diseño y Diagramación: Antonio Iberlucea

Impreso en Editorial Arte, S.A.


Caracas - Venezuela
ÍNDICE

Presentación a la tercera edición:


EXCMO. MONS. TOMÁS JESÚS ZÁRRAGA ..................... 7
Presentación a la primera edición:
EXCMO. MONS. JOSÉ HERNÁN SÁNCHEZ PORRAS . 10
Presentación a la segunda edición
JULIO CÉSAR ARREAZA BUSTAMANTE ....................... 13
Introducción a la tercera edición ............................................. 17
Introducción a la segunda edición ............................................ 22

EL VOTO DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS


A LA INMACULADA CONCEPCIÓN ............................ 27
I. Antes y durante la Batalla de La Victoria ..... 29
[En recuadro:] La deportación de sacerdotes en septiembre
de 1814 ........................................................... 45
II. La Batalla de La Victoria y después… ......... 49
III. La imagen de la Inmaculada Concepción de
la Parroquia de Ntra. Sra. de Guadalupe de
La Victoria ..................................................... 71
IV. La familia Ribas ............................................. 74
[En recuadro:] El Nazareno de San Pablo y el 19 de abril de
1810 ................................................................ 84
V. Nuestra Señora de la Luz .............................. 90
VI. El Día Nacional de
la Juventud Venezolana ................................ 100
VII. La celebración del Centenario de la
Proclamación del Dogma de la Inmaculada
Concepción ................................................... 108
LA DEVOCIÓN DEL LIBERTADOR
A LA VIRGEN ...................................................................... 115
I. La Virgen Inmaculada: Doña María de la
Concepción Palacios y Blanco, la madre
del Libertador ................................................ 117
[En recuadro:] El Padre Francisco de Andújar, profesor de
matemáticas del Libertador ......................... 123
[En recuadro:] Andrés Bello, corrector de traducciones de
la Biblia......................................................... 146
II. La Virgen Inmaculada: El voto del Gral.
José Félix Ribas durante la Batalla de La
Victoria y el subsiguiente voto de la
Municipalidad de Caracas, aprobado por el
Libertador (febrero – marzo de 1814) ......... 152
III. La Virgen de la Candelaria de la Popa: El
sitio de Cartagena (marzo – mayo de
1815) ............................................................ 153
IV. La Virgen de Guadalupe: La Carta de
Jamaica (septiembre de 1815) ..................... 170
V. La Virgen del Rosario de Tutazá: Invocación
durante la Batalla de Pantano de Vargas
(julio de 1819) .............................................. 173
VI. La Virgen del Carmen: Visita al Convento
de Carmelitas Descalzas de Villa de Leyva
(septiembre de 1819) ................................... 181
VII. La Virgen de Coromoto: Paso por Guanare
antes de la Batalla de Carabobo (mayo de
1821) ............................................................ 185
VIII. La Virgen de las Mercedes: El voto de la
Municipalidad de Quito después de la
Batalla de Pichincha (mayo de 1822) .......... 193
IX. La Virgen de las Mercedes: Patrona del
Ejército del Perú (septiembre de 1823) ....... 203
X. La Virgen del Socorro de Huanchaco:
Preparativos para la campaña del Perú
(diciembre de 1823 – abril de 1824) ............ 208
XI. La Virgen Inmaculada: El voto de los
Generales del Ejército Unido Libertador
antes o durante la Batalla de Ayacucho
(diciembre de 1824 – enero de 1825) .......... 222
XII. La Virgen de la Candelaria de Cayma: El
“Comedor de Bolívar” (mayo – junio de
1825) ............................................................ 244
XIII. La Virgen de la Candelaria de Copacabana:
Llegada al Alto Perú (agosto de 1825) ........ 254
XIV. La Virgen Inmaculada: El Relicario de
Charcas (noviembre de 1825 – enero de
1826) ............................................................ 259
[En recuadro:] El Padre Pedro Antonio Torres, Capellán del
Libertador ..................................................... 284
[En recuadro:] Simón Bolívar, Patrono de la Capilla de la
Santísima Trinidad de la Catedral de
Caracas ........................................................ 294
XV. La Virgen del Rosario de Chiquinquirá:
Dictamen a favor del Convento de
Dominicos (septiembre de 1827 / junio de
1828) ............................................................ 296
XVI. La Virgen del Carmen: Atentado en Bogotá
(septiembre de 1828) ................................... 308
[En recuadro:] Una visión distinta de Manuelita Sáenz ....... 316
XVII. La Virgen del Cisne: Concesión de privilegio
de feria y exención de derechos (julio de
1829) ............................................................ 327
XVIII. Epílogo .......................................................... 336
PRESENTACIÓN A LA TERCERA EDICIÓN

En esta tercera edición, el Padre Ramón Vinke, con rigor his-


tórico y científico, repropone, en el contexto de la celebración de
los Bicentenarios, la lectura del proceso independentista en clave
mariológica, a partir del estudio documental de acontecimientos y
personajes, destacando la devoción a la Virgen María por parte
del Libertador Simón Bolívar y el General José Félix Ribas.
La libertad de nuestros pueblos, forjada por ideales de justicia
y emancipación de toda opresión, planificada con inteligencia po-
lítica, cívica y militar, ejecutada con el sacrificio de la vida de
valientes guerreros —también de jóvenes estudiantes y
seminaristas—, que ofrecieron sus vidas por un futuro mejor, sig-
nificó sin duda una ruptura con la mano opresora de la corona
española, signada por el miedo, el terror y el derramamiento de
sangre inocente, que clamaba justicia al cielo.
Este ideal de libertad, en el corazón de nuestros Próceres, es-
tuvo motivado, guiado, inspirado y ejecutado, por la acción
salvadora de la Santísima Trinidad y la poderosa intercesión de la
Virgen María en diversas advocaciones, particularmente la
Inmaculada Concepción. Es evidente la adhesión a la fe de la
Iglesia Católica, que sirve como instrumento de mediación, de la
mano de sus Pastores, para acompañar el proceso independentista.
En sus hallazgos documentales, el Padre Vinke demuestra cómo
las raíces de esta fe las encontramos en familias, como en la de la
Madre del Libertador, en maestros, como el Padre Andújar, y en
el ambiente cultural-religioso, que fue marcando convicciones y
motivaciones profundas, hasta expresarlas públicamente. Así su-
cedió en la deposición de Vicente Emparan (19 de abril de 1810);
de modo explícito en la Acta de la Independencia (5 de julio de
1811); en el voto a la Inmaculada Concepción del General Ribas
durante la Batalla de la Victoria (12 de febrero de 1814), aproba-
do después por el Libertador; en la Batalla de Carabobo (24 de
junio de 1821); y en la victoria del General Antonio José de Sucre
en Ayacucho, quien también hizo como Ribas, diez años después,
un voto a la Inmaculada Concepción (9 de diciembre de 1824),
durante la batalla que selló la libertad de los países de habla hispa-
na de la América del Sur.
El autor va delineando, con fundamento histórico, la identi-
dad cristiana católica de los Próceres, no sin dificultades y mi-
serias humanas. En términos de justicia, el General Ribas atri-
buye la salvación de la Patria, en aquella oportunidad, a la “san-
gre de los ilustres caraqueños derramada en la Victoria y
la protección visible de María Santísima de la Concepción”1.
Sucre considera como “primer deber de un católico rendir ho-
menaje de reconocimiento al Dios de las batallas, cuya pro-
tección en favor de la causa de la Independencia fue tan
visible (…)”2. El Libertador, desde muy joven y hasta su lecho
de muerte, expresa su conciencia de tener la misión, confiada
por Dios, de romper y liberar las cadenas de la opresión; de pro-
teger y mantener la religión cristiana y católica “hasta que mue-
ra”3; de rendir gratitud y honores a la Madre de Dios, la “Vir-
gen de la libertad”4, la Inmaculada Concepción; de impartir la
Religión en las escuelas y las ciencias eclesiásticas en la Uni-
versidad; de predicar la moral cristiana, la paz y la concordia,
ya que “sin la conciencia de la Religión, la moral carece de
base”5; de perdonar a los enemigos como Jesús en la hora de
la muerte, encomendando su alma a Dios y deseando la unidad
e integración de nuestros pueblos6. Como señalara el Beato Juan
Pablo II, “la aspiración a la unidad dentro de la ‘Patria gran-
de’ o de la Confederación americana”7 fue el gran sueño del
forjador de la Independencia de buena parte de las naciones de
la América del Sur…

1
Cit. en: Pbro. Ramón Vinke, El voto del General José Félix Ribas a la
Inmaculada Concepción / La devoción del Libertador a la Virgen, La
Iglesia en la Venezuela Republicana, Vol. I/2, Caracas (3) 2011, p. 56.
2
Cit. en: ibid., p. 201.
3
Cit. en: ibid., p. 271.
4
Cit. en: ibid., p. 208.
5
Cit. en: ibid., p. 315.
6
Cf. ibid., pp. 347-348.
7
Cit. en: ibid., p. 306.
Considero, que la lectura atenta de este libro lleva a la convic-
ción de que la fe cristiana católica, vivida con radicalidad y de
modo coherente, aún en medio de luces y sombras, es siempre
germen de libertad para personas y pueblos, y no de opresión. La
devoción —expresada por los Próceres en sentimientos religio-
sos de amor a la Virgen y en actos de adhesión a la Iglesia (plega-
rias, votos, Misas, Te-Deum)— lleva consigo una infinita con-
fianza en el poder de Dios y una profunda sensibilidad por el dolor
de los que sufren a causa de toda forma de injusticia. La verda-
dera devoción significa, necesariamente, tomar la decisión de asu-
mir sin miedo la causa de los más pobres y luchar por su libera-
ción integral, por la salvación de la Patria, aún a costa del sacrifi-
cio de la propia vida.
Es el mensaje, que sugiere la lectura de estas páginas, marca-
das por un crudo realismo, pero también cargadas de ideales de
dignidad humana y justicia social, de lucha por la vida, la verdad y
la libertad: un mensaje valiente y lleno de esperanza, sobre todo
para los adolescentes y jóvenes, para los representantes de las
nuevas generaciones, a quienes de un modo especial, estoy per-
suadido, hará mucho bien la lectura, conocimiento y discusión de
estos episodios, en diversos ambientes: familias, liceos, Universi-
dades, ambientes de trabajo, de lucha política y social y —¿por
qué no?— a través de las modernas redes de comunicación digital.
Este libro es una valiosa ayuda para releer la propia historia, para
soñar y construir un futuro más humano y justo, democrático y
solidario.

+ TOMÁS JESÚS ZÁRRAGA COLMENARES


OBISPO DE SAN CARLOS DE VENEZUELA

San Carlos de Cojedes, 24 de mayo de 2011.


PRESENTACIÓN A LA PRIMERA EDICIÓN

Para conocer la vida y obra del Gral. José Félix Ribas, no


podemos obviar su formación religiosa recibida en un hogar pro-
fundamente católico, donde le enseñaron a cultivar una piadosa
devoción a la Madre de Nuestro Señor Jesucristo, bajo la
advocación de la Inmaculada Concepción.
La fe y la sabiduría, la fortaleza y el coraje, el valor y la valen-
tía hicieron de José Félix Ribas uno de los Generales más ex-
traordinarios de la Guerra de Independencia. Con su verbo apa-
sionado y convincente despertó las conciencias de los jóvenes
seminaristas y estudiantes, motivándolos a ingresar en las filas
del Ejército patriota para defender la Patria del imperio español.
Estas virtudes, unidas a la destreza con la que manejaba la espa-
da, lo convirtieron en el “Vencedor de los Tiranos en la Batalla de
La Victoria”1, por el triunfo que obtuvo sobre el Ejército realista.
Ribas, siempre tomaba la ofensiva en el campo de batalla. Las
crónicas de la época señalan, que era de los jefes, que entraba a
la contienda a pelear y a infundir ánimo a los soldados.
Los valores supremos de José Félix Ribas se fundamentan en
el amor a Dios y a la Santísima Virgen, la familia y la Patria; por
eso, se distinguió por ser un hombre de recto sentimiento del de-
ber, que condiciona su dignidad. Piensa buscando el bien común
de todos. No persigue recompensas, recibe con serenidad la dis-
conformidad, con prudencia la victoria. Sólo el valor moral le dio
fuerzas al Gral. Ribas para la superación de las dificultades en las
adversidades.
La historia nos señala, que la Santísima Virgen nunca aban-
dona a sus hijos que están en grandes dificultades. En el año
1574 los cristianos se veían fuertemente asolados por los musul-
manes en España. Un 7 de octubre, el Cielo dio la victoria a los
cristianos, por intercesión de la Virgen María, Madre de Dios.

1
Cf. Eduardo Blanco, Venezuela Heroica, Colección “La Palma Viaje-
ra”[, Educen, C.A.], Caracas 2000, p. 51.
Desde entonces, esta fecha es recordada en muchas partes del
mundo cristiano como la “Victoria del Rosario”. De igual mane-
ra, el Gral. José Félix Ribas atribuye la salvación de la Patria en
aquella Batalla de La Victoria a la protección de María Santísi-
ma de la Concepción.
El Padre Ramón Vinke nos presenta un estudio profundo y a
la vez ameno; profundo por lo que dice, y ameno por el modo
cómo lo dice y presenta. Él pensó, sin duda, cuando lo escribía,
que fuera un libro para que todos conociéramos el sentimiento
religioso del Gral. Ribas por la Virgen Inmaculada, para que com-
prendiéramos cómo, a lo largo de la historia en Venezuela, la Vir-
gen interviene para salvaguardar la fe católica y proteger la Re-
pública.
En este estudio se hace, además, un recorrido histórico de
cómo se llegó a declarar, en el año 1947, el 12 de febrero como
Día Nacional de la Juventud Venezolana. Y, a la vez, se invita a
los jóvenes a seguir luchando para desarrollar actitudes y con-
ductas solidarias, de modo que logremos construir una sociedad,
que tenga como meta la vivencia de los valores que nos propone
el Evangelio, en unión a la Santísima Virgen María.
Confío, que por medio de la lectura de este estudio nos
reencontremos con las cualidades esenciales de Ribas, como lo
son su valentía, su fe inquebrantable, que le ayudaban a tomar
arduas decisiones. Su lema: “No podemos optar entre vencer y
morir, necesario es vencer”2, demuestra día a día, que aún Ribas
vive entre los jóvenes venezolanos. Para ellos será siempre ejem-

2
Son palabras, que el historiador y novelista Eduardo Blanco pone en
boca del Gral. José Félix Ribas: “Soldados: Lo que tanto hemos
deseado va a realizarse hoy: he ahí a Boves. Cinco veces mayor es
el Ejército que trae a combatirnos; pero aún me parece escaso
para disputarnos la victoria. Defendéis del furor de los tiranos la
vida de vuestros hijos, el honor de vuestras esposas, el suelo de la
Patria; mostradles vuestra omnipotencia. En esta jornada que ha
de ser memorable, ni aun podemos optar entre vencer y morir:
Necesario es vencer. ¡Viva la República!” (Ibid., pp. 34-35).
plo de coraje y capacidad de sacrificio; y para todos los venezola-
nos, ejemplo del más puro republicanismo.
Al igual que el Gral. Ribas nos encomendamos a la protección
de la Santísima Virgen María para ganarle la batalla a tantos
antivalores, que aplastan a nuestros jóvenes. Necesario es ven-
cer.

+ JOSÉ HERNÁN SÁNCHEZ PORRAS


OBISPO CASTRENSE PARA VENEZUELA

Caracas, 8 de abril de 2007.


PRESENTACIÓN A LA SEGUNDA EDICIÓN

El Pbro. Ramón Vinke nos ha sorprendido gratamente con una


segunda edición, ampliada y corregida, de su oportuna y excelen-
te obra intitulada: “El voto del Gral. José Félix Ribas a la
Inmaculada Concepción – La devoción del Libertador a la Vir-
gen”. Allí se relatan diferentes acontecimientos históricos, como
el episodio en que el bizarro Gral. Ribas renuncia ante el Ayunta-
miento el honor de que le sea erigida una estatua en la Plaza de
La Victoria, atribuyéndole la salvación de la Patria a la Inmaculada
Concepción, a la Virgen, que siempre acude en nuestro auxilio
cuando le elevamos con fe una oración justa y sentida.
El libro tiene la singular característica de iluminar y dar a co-
nocer, basado en documentos auténticos, en algunos casos inédi-
tos, un aspecto ciertamente omitido por los historiadores naciona-
les, cual es la devoción mariana de los héroes republicanos, que
se manifiesta en momentos estelares de la Guerra de Indepen-
dencia.
El Padre Vinke fue dotado por Dios de una vena humanística
y científica, que ha sabido potenciar en el tiempo por el rigor de
un trabajo apasionado y constante, que responde a su vocación
cristiana e intelectual, aunada a las bases sólidas de sus estudios
formales de Matemáticas en la Universidad Simón Bolívar, de
Filosofía en el Seminario San José de El Hatillo y de Teología en
Alemania.
Es un historiador y biógrafo provisto de una redacción nítida,
directa y amena, que realiza su trabajo con la consagración y
precisión de relojero, para reconstruir analíticamente los aconte-
cimientos y las trayectorias vitales, y que posee la experticia de
saber buscar los datos relevantes en la dispersa bibliografía. La
crítica suele quejarse, con razón, de la actitud de desidia, cómoda
y superficial, de muchos historiadores contemporáneos, que, lejos
de quemarse las pestañas investigando, saltan la página aducien-
do, que no consiguieron la información necesaria, o, peor aún,
recurren a subterfugios de literatura menor, para salvar su res-
ponsabilidad y falta de acuciosidad.
Sea oportuno destacar, que las sociedades humanas tienen his-
toria, porque no permanecen en condiciones iguales a lo largo del
tiempo. Al estar constituidas por seres racionales con autonomía
para pensar, actuar y moverse en función de ideales, conviccio-
nes religiosas, de proyectos compartidos y de orientaciones ideo-
lógicas, es posible cambiar en ellas, en un momento dado, el siste-
ma vigente por un nuevo orden colectivo, caracterizado por obje-
tivos renovadores, que enrumben la marcha hacia metas de avance
y superación.
La obra del Padre Ramón Vinke apunta hacia un aspecto
crucial y significativo para el porvenir de Venezuela, como es la
enseñanza adecuada de la Historia Patria, sin deformaciones de
ningún signo. Merece la pena prestarle atención a este eje funda-
mental del proceso educativo por sus positivos e incuestionables
efectos en la modelación del alma nacional, la estimulación de la
conciencia de nacionalidad, el sentido patriótico y el comporta-
miento cívico de las nuevas generaciones. Aporta luces sobre los
factores determinantes en la formación de la sociedad venezola-
na y en sus variadas alternativas de avances y retrocesos. Pen-
samos, que el énfasis debe colocarse en el período, que corres-
ponde a la Independencia, al logro de la soberanía tras un largo
vasallaje, bajo la genial dirección de Bolívar. Se trata de la etapa
en la que se forjó, con hierro y sangre, con grandes sacrificios y
decisión heroica, el concepto de nacionalidad venezolana, por la
cual la Patria adquirió fisonomía propia, llegó a ser dueña de su
propio destino, y fue capaz de proyectarse hacia otros ámbitos de
América con un mensaje de liberación e integración.
Contar con una visión clara e integrada del proceso evolutivo
de la nacionalidad, contribuye a encaminar a Venezuela hacia un
destino digno y una figuración destacada en el presente y futuro,
acorde con su glorioso pasado de país pionero en el proceso de
emancipación de Latinoamérica.
Estamos persuadidos, que los jóvenes a la vuelta de pocos
años serán los ciudadanos activos de la República y los encarga-
dos de brindarle continuidad histórica a la Nación. Si no se fija
durante el trayecto educativo el conocimiento fundamental sobre
aquellos hombres y mujeres, que hicieron la Patria y nos legaron
honrosa herencia de glorias, no podrá haber conciencia naciona-
lista en la Venezuela del futuro, al faltarle este elemento sustan-
cial.
Una nación logra mantenerse a través del tiempo y conservar
su fisonomía intacta, a pesar de la sucesión incesante de genera-
ciones, cuando cuenta con un recuerdo cálido de los sacrificios
hechos en común, de triunfos compartidos en horas felices, de
propósitos y metas trazados con firmeza para orientar la marcha
hacia adelante, hacia mejores destinos y más altos logros.
Todo ese cúmulo de influencias debe extraerse de las páginas
de la Historia Patria, como elemento vivificante de acción solida-
ria en el presente y de anhelo de superación para el futuro, por-
que eso es lo que sirve de vínculo aglutinante para mantener la
personalidad colectiva a lo largo del tiempo, y hace posible, que
cada generación dé su aporte para así acrecentar la herencia
social de un pueblo.
El Padre Vinke maneja los temas históricos en forma objetiva
e imparcial, con apego documental y bibliográfico, para lograr
una visión veraz y ponderada, conveniente y esclarecedora, de
todo lo concerniente a la máxima figura de la nacionalidad y otras
personalidades constructoras de la Nación. Rasgo esencial de
una nación, que desea perdurar en el tiempo, es ese lazo invisible
de sentimientos y propósitos, que une en el alma de sus integran-
tes un pasado de gloria con una voluntad de presente y una inten-
ción de porvenir. Ya lo dijo Renán en hermosa síntesis conceptual:
“Tener glorias comunes en el pasado; haber hecho juntos
otras más; he aquí las condiciones esenciales para ser un
pueblo… En el pasado una herencia de gloria y sufrimien-
tos; en el porvenir, un mismo programa que realizar. La exis-
tencia de la Nación es un plebiscito cotidiano”.
Por otra parte, el Padre Vinke ausculta la identidad cultural y
religiosa de la Nación venezolana, y hace emerger a la luz la con-
dición cristiana católica de Simón Bolívar y de otros Próceres como
Sucre, sus sentimientos religiosos y su devoción a la Virgen. Pone
de relieve la conducta reiterada de aceptación, respeto y apoyo
para con la Religión. Así se descartan todas las prédicas sin base
documental seria sobre la actitud anticristiana de Bolívar. Contun-
dente y esclarecedor resulta la opinión del Libertador sobre la
masonería, descartándose su pertenencia a esa organización.
El libro del Padre Vinke cumple de manera cabal con una de
las aspiraciones del Episcopado Venezolano, indicada en la parte
final de su Mensaje con motivo del Bicentenario del Libertador:
“Es nuestro mas ardiente deseo que la voz del Padre de la
Patria resuene y se escuche cada día mas en la educación de
nuestra niñez y de nuestra juventud. Que el patriotismo y
desinterés de quien sacrificó todo para convertirnos en hom-
bres y naciones libres, sean luz que inspire y guíe la conduc-
ta de todos los que amamos y servimos a Venezuela y trabaja-
mos por ella”1.
Coincidimos con el Episcopado cuando nos invita a no conten-
tarnos con volver los ojos al pasado, sino también recoger su le-
gado, como reto para continuar su obra: “Conmemorar así a
Bolívar es completar su empresa trascendental; edificar una
nación libre, justa y democrática en el concierto de una
America solidaria e integrada”2.
Rogamos a la Santísima Trinidad, por la intercesión de la Vir-
gen de Coromoto, que la obra del Pbro. Ramón Vinke sea debida-
mente aprovechada.

JULIO CÉSAR ARREAZA BUSTAMANTE

Caracas, 7 de octubre de 2008,


Fiesta de Nuestra Señora, la Virgen del Rosario.

1
Episcopado Venezolano, Mensaje con ocasión del Bicentenario del
Natalicio del Libertador (12 de enero de 1983), en: Conferencia
Episcopal Venezolana, Compañeros de Camino. Cartas, Instrucciones
y Mensajes, Introducción y compilación por Mons. Baltazar Porras
Cardozo, Vol. II: 1980-1999 [, Ediciones Trípode], Caracas 2000, pp.
81-99, p. cit. 98.
2
Ibid., p. cit. 93.
INTRODUCCIÓN A LA TERCERA EDICIÓN

Desde muy joven, Simón Bolívar se sintió llamado a luchar por


la Independencia de América; en carta a su maestro Simón
Rodríguez del 19 de enero de 1824, él mismo evoca su juramento
en el Monte Sacro en Roma: “¿Se acuerda Ud. cuando fuimos
juntos al Monte Sacro en Roma a jurar sobre aquella tierra
santa la libertad de la Patria? Ciertamente no habrá Ud. ol-
vidado aquel día de eterna gloria para nosotros; día que
anticipó, por decirlo así, un juramento profético a la misma
esperanza que no debíamos tener”1.
El mismo Simón Rodríguez le refirió, años después en Quito, al
Dr. Manuel Uribe Ángel las circunstancias de aquel juramento:
“Después de la coronación de Bonaparte, (…), viajamos
Bolívar y yo, en estrecha compañía y en íntima amistad, por
gran parte del territorio de Francia, Italia y Suiza. Unas ve-
ces íbamos a pie y otras en diligencia. En Roma nos detuvi-
mos bastante tiempo, y para que sacies tu curiosidad, voy a
referirte lo que allí pasó. Un día, después de haber comido y
cuando ya el sol se inclinaba al Occidente, emprendimos
paseo hacia la parte del Monte Sagrado. Aunque esos llama-
dos montes no sean otra cosa que rebajadas colinas, el calor
era tan intenso que nos agitamos en la marcha lo suficiente
para llegar jadeantes y cubiertos por copiosa transpiración
a la parte culminante de aquel mamelón. Llegados a ella, nos
sentamos sobre un trozo de mármol blanco, resto de una co-
lumna destrozada por el tiempo. Yo tenía fijos mis ojos sobre
la fisonomía del adolescente; porque percibía en ella cierto
aire de notable preocupación y concentrado pensamiento.
Después de descansar un poco y con la respiración más li-
bre, Bolívar, con cierta solemnidad que no olvidaré jamás, se

1
Libertador Simón Bolívar, Carta a Simón Rodríguez (19 de enero de
1824), en: Cartas del Libertador[, Banco de Venezuela – Fundación
Vicente Lecuna], Tm. IV (1824-1825), Caracas 1966, pp. 36-38, p. cit.
36.
puso en pie, y, como si estuviese solo, miró a todos los puntos
del horizonte y a través de los amarillos rayos del sol po-
niente paseó su mirada escrutadora, fija y brillante, por so-
bre los puntos principales que alcanzábamos a dominar. ‘Con
que éste es’, dijo, ‘el pueblo de Rómulo y Numa, de los Gracos
y los Horacios, de Augusto y de Nerón, de César y de Bruto,
de Tiberio y de Trajano? Aquí todas las grandezas han teni-
do su tipo y todas las miserias su cuna. (…) Este pueblo ha
dado para todo, menos para la causa de la humanidad: (…)
para la emancipación del espíritu, para la extirpación de las
preocupaciones, para el enaltecimiento del hombre y para la
perfectibilidad definitiva de su razón, bien poco, por no de-
cir nada. La civilización que ha soplado del Oriente ha mos-
trado aquí todas sus faces, ha hecho ver todos sus elemen-
tos; mas en cuanto a resolver el gran problema del hombre
en libertad, parece que el asunto ha sido desconocido y que
el despejo de esa misteriosa incógnita no ha de verificarse
sino en el Nuevo Mundo’. Y luego, volviéndose hacia mí,
húmedo el ojo, palpitante el pecho, enrojecido el rostro, con
una animación casi febril, me dijo: ‘Juro delante de Usted,
juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi
honor, y juro por la Patria, que no daré descanso a mi brazo,
ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos
oprimen por voluntad del poder español’”2.
Esto ocurrió en el año 1805, según algunos autores el 15 de
agosto de 1805, el día en que la Iglesia celebra la Asunción de la
Santísima Virgen María3… ¿Se comparó Bolívar con David, Rey

2
Dr. Manuel Uribe Ángel, El Libertador, su Ayo y su Capellán, en:
Senado de la República de Colombia / Academia Colombiana de la
Historia, Homenaje de Colombia al Libertador Simón Bolívar en su
Primer Centenario 1783-1883. Edición facsimilar, Bogotá (2) 1983, pp.
72-74, p. cit. 74.
3
Cf. Reinaldo Villegas Astudillo, Simón Rodríguez: maestro y pensa-
dor de América[, Centro de Estudios de las Américas y del Caribe –
Universidad de Carabobo], Valencia s.f., p. 43.
de Israel? En el juramento del Monte Sacro hay un giro —”Juro
(…), que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma,
(…)”4—, que hace recordar el juramento de David, que recoge el
Salmo 131: “Señor, tenle en cuenta a David todos sus afanes:
cómo juró al Señor e hizo voto al Fuerte de Jacob: ‘No en-
traré bajo el techo de mi casa, no subiré al lecho de mi des-
canso, no daré sueño a mis ojos, ni reposo a mis párpados,
hasta que encuentre un lugar para el Señor, una morada para
el Fuerte de Jacob” (Sal 131, 1-5).
¿En qué se parece Simón Bolívar al Rey David? En mucho…
Ambos fueron militares… Ambos pecaron contra el sexto man-
damiento: “No cometerás adulterio” (Ex 20, 14; Dt 5, 18). En
efecto, el Rey David pecó gravemente, cuando cometió adulterio
con la mujer de Urías, y luego mandó a Joab, General del Ejército,
a colocar a Urías en la parte más peligrosa de la batalla y a dejar-
lo solo, para que fuera liquidado, como, de hecho, fue liquidado
(cf. 2 Sam 11). También Simón Bolívar pecó gravemente... Am-
bos pecaron; pero, ambos se arrepintieron de sus pecados. Con
todo, ambos —tanto Simón Bolívar y como el Rey David— fue-
ron fieles al Señor… Con todo, ambos permanecieron fieles a su
Religión…
Ambos —tanto Simón Bolívar y como el Rey David— pueden
ser considerados elegidos de Dios… El Salmo 89 le hace decir al
Señor: “He ceñido la corona a un héroe, he levantado a un
soldado sobre el pueblo. Encontré a David, mi siervo, y lo he
ungido con óleo sagrado; para que mi mano esté siempre
con él y mi brazo lo haga valeroso; no lo engañará el enemi-
go, ni los malvados lo humillarán; ante él desharé a sus ad-
versarios, y heriré a los que lo odian. Mi fidelidad y miseri-
cordia lo acompañarán, por mi nombre crecerá su poder, (…)”
(Sal 89, 20-25). No cabe duda, que en estos versos el Rey Da-
vid es caracterizado como elegido de Dios… ¿Pueden aplicarse
estos versos también a Simón Bolívar? ¿Fue también Simón Bo-

4
Dr. Manuel Uribe Ángel, loc. cit.
lívar un elegido de Dios? ¿Cómo puede un pecador, como Simón
Bolívar, ser un elegido de Dios? Es un misterio de elección divi-
na…
Ambos representan el apogeo del poder político y militar de
sus respectivos países: David de Israel, y Simón Bolívar de la
región, que comprende los actuales países llamados bolivarianos:
Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia… Ambos —sien-
do militares— murieron una muerte natural; aunque el Rey David
murió anciano, y Simón Bolívar relativamente joven… ¿Después
de David? Muerto el Rey David, Israel progresivamente se vino
abajo… Le sucedió su hijo Salomón; y, muerto el Rey Salomón, le
sucedió su hijo Roboam, y se precipitó la división del Reino en
dos: el Reino de Israel y el Reino de Judá (cf. 1 Re 11, 1 – 12,
25). Estos Reinos fueron de mal en peor; finalmente sus poblado-
res fueron enviados al destierro, primero los del Reino de Israel a
Asiria, luego los del Reino de Judá a Babilonia… Y la Biblia expli-
ca por qué… Fueron al destierro, porque ofrecieron sacrificios
humanos y practicaron la astrología, la magia y el espiritismo:
“Esto sucedió, porque los hijos de Israel habían pecado con-
tra el Señor, su Dios, que los había sacado de la tierra de
Egipto, donde estuvieron sometidos al Faraón, y se habían
vuelto hacia otros dioses. (…) Abandonaron todos los man-
damientos del Señor (…) y se arrodillaron ante todos los as-
tros del cielo, y rindieron culto a Baal. Sacrificaron a sus
hijos e hijas por el fuego, practicaron la adivinanza y la
magia, y se prestaron a hacer lo malo a los ojos del Señor,
provocando su ira. Entonces el Señor se enojó muchísimo
contra Israel, y los arrojó lejos de su presencia, quedando
solamente la tribu de Judá. Tampoco Judá guardó los man-
damientos del Señor, su Dios, sino que imitaron las costum-
bres que se practicaban en Israel. Por eso rechazó el Señor
a toda la raza de Israel. Los humilló y dejó, que los invasores
los arruinaran, hasta que llegó el día en que los arrojó lejos
de su presencia” (2 Re 17, 7-20).
¿Y después de Bolívar? Simón Bolívar no fundó una dinastía,
ni tuvo sucesores… Estando aún en este mundo, se concretó la
separación de Venezuela de Colombia… Se propuso el destierro
del Libertador… Para el Cardenal José Humberto Quintero: “La
infame proposición de destierro contra el Padre de la Patria,
aceptada sin protestas por la Nación venezolana, fue un cla-
ro desconocimiento de su carácter de elegido divino. Y he
aquí que desde 1830, en que se perpetró tal iniquidad, nues-
tra historia nacional durante todo el Siglo (…) [XIX] se pue-
de sintetizar y resumir en asoladores guerras civiles y en lar-
gas tiranías, rotas apenas por brevísimos y precarios perío-
dos de paz”5. ¿Y qué se puede decir de nuestra historia nacional
durante el Siglo XX?

PBRO. RAMÓN VINKE

Caracas, 8 de diciembre de 2010,


Solemnidad de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora.

5
Cardenal José Humberto Quintero, Bolívar, el hombre de un destino
providencial. Oración fúnebre pronunciada en la Catedral de Cara-
cas en el Sesquicentenario de la muerte del Libertador (17 de diciem-
bre de 1980), en: Cardenal José Humberto Quintero, Bolívar (Home-
naje en el Sesquicentenario de su muerte), Caracas 1980, pp. 7-24, p.
cit. 22.
INTRODUCCIÓN A LA SEGUNDA EDICIÓN

Me ha sorprendido la extraordinaria receptividad, que ha teni-


do la primera edición de este libro1. Esa receptividad es explica-
ble en una etapa histórica de grandes cambios políticos, económi-
cos y sociales, como la actual, cuando surge necesariamente la
cuestión de la identidad cultural y religiosa de la Nación venezola-

1
El historiador Oldman Botello me ha honrado con una reseña en el
Diario “El Siglo” de Maracay: “El libro del Padre Ramón Vinke,
historiador, biógrafo y ensayista, está referido a la acción del Gral.
José Félix Ribas en La Victoria, en los días cruciales de la batalla
de 1814 y el hecho de haber invocado a la Madre de Dios para
solicitar el triunfo, tal como lo registran documentos históricos. El
autor, acuciosamente biografía al Gral. Ribas, aportando nuevos
elementos sobre el personaje y su acción, su familia, etc. Al final
incluye un apéndice sobre la devoción del Libertador a la Virgen,
de acuerdo a testimonios existentes de su época y a lo que expresa-
ron otros autores posteriormente” (Diario “El Siglo”, 5 de agosto de
2007). También me he sentido halagado por los elogiosos conceptos
expresados por el columnista Julio César Arreaza en el Diario 2001:
“(…) ya cuenta con una obra escrita importante, ciertamente su
pluma es la de un historiador serio, acucioso y ameno, que sabe
escarbar en el pasado y elevar algunos episodios significativos a
la superficie sin deformarlos, para que nos reconozcamos en ellos
como mirándonos en un espejo que refleja nuestros orígenes, y así
podamos entender muchas cosas del devenir histórico y estar en
capacidad de encarar un presente desafiante, lleno de retos y espe-
ranzas” (Julio César Arreaza, El voto a la Inmaculada, en: Diario
2001, 22 de septiembre de 2007; cf. Julio César Arreaza, La Inmaculada
y la juventud, en: Diario 2001, 8 de diciembre de 2007). Por su parte,
Mons. Rafael Febres-Cordero recomienda la divulgación del libro en
el Semanario “La Iglesia Ahora”: “En los momentos que vivimos en
Venezuela y celebrando esta semana, el 12 de febrero, el Día de la
Juventud, es más que oportuna la lectura de esta publicación y
divulgación entre nuestros jóvenes (…)” (Mons. Rafael Febres-
Cordero, Sorpresa agradable, en: Semanario “La Iglesia Ahora” 3
(2007-2008), Nº 139 (17 al 23 de febrero de 2008).
na: de la identidad no sólo entendida en sentido sincrónico como
referida al tiempo presente, sino también en sentido diacrónico
como derivada de la historia desde los orígenes mismos de la
nacionalidad… En esa historia, jugaron un papel decisivo los Pró-
ceres de la Independencia…
Sobre la identidad cristiana católica de José Félix Ribas no hay
ninguna duda. Nacido en un hogar profundamente católico, dos
de sus hermanos fueron sacerdotes, y dos de sus hermanas mon-
jas: “Él mismo, a los diez años de edad, había solicitado in-
greso a la Orden Tercera de San Francisco. Los rigores de la
guerra no habían mellado su fe. Ya en una oportunidad, lue-
go de la Batalla de Los Horcones, se dirigió a Barquisimeto a
colocar su espada a los pies de Nuestra Señora de la Paz, en
acción de gracias por el triunfo obtenido”2. Durante la Bata-
lla de La Victoria, hizo un voto a la Inmaculada Concepción, ro-
gándole por la salvación de la tropa…
En cambio, se han sembrado dudas sobre la identidad cristiana
católica de Simón Bolívar; incluso, se ha dicho, que fue masón…
Nada más lejos de la realidad. En el famoso Diario de Bucaramanga
de Luis Perú de Lacroix, en las notas correspondientes al 12 de
abril de 1828, se lee lo siguiente: “Poca gana tenía el Liberta-
dor de irse a dormir y siguió conversando. Habló sobre la
masonería, diciendo que también había tenido él la curiosi-
dad de hacerse iniciar para ver de cerca lo que eran aque-
llos misterios, y que en París había sido recibido de maestro,
pero que aquel grado le había bastado para juzgar lo ridí-
culo de tal antigua asociación: que en las logias había ha-
llado algunos hombres de mérito, bastante fanáticos, muchos
embusteros y muchos más tontos burlados: que todos los
masones parecen unos niños grandes, jugando con señas,
morisquetas, palabras hebraicas, cintas y cordones”3.

2
Germán Fleitas Núñez, Palabras al viento, Biblioteca de Autores y
Temas Aragüeños, Maracay 1995, p. 161.
3
Luis Perú de Lacroix, Simón Bolívar en el Diario de Bucaramanga.
Vida pública del Libertador. Versión sin mutilaciones[, El Centauro,
¿Cómo delinear el perfil religioso de Bolívar? En su Mensaje
con ocasión del Bicentenario del Natalicio del Libertador, en el
año 1983, declararon los Obispos de Venezuela: “Aunque no
podríamos proponer a Bolívar como paradigma de la vida
cristiana, pues no se ajustaría a los datos históricos, no se
puede negar su continuada actitud de aceptación, respeto y
apoyo para con la Religión, su asistencia a los actos de culto
con una espontaneidad ajena al protocolo, su visita respe-
tuosa a los Santuarios como el de Chiquinquirá y el de
Guanare antes de la jornada de Carabobo y su recurso a la
plegaria en los momentos críticos”4.
En lo que se refiere a “su continuada actitud de acepta-
ción, respeto y apoyo para con la Religión”5… Algunos histo-
riadores, como el R.P. Pedro de Leturia, S.J., el R.P. Hermann

Ediciones], Caracas (3) 2003, pp. 67-68. Algunos meses después,


frustrado el atentado de septiembre del año 1828, expidió el Liberta-
dor un Decreto prohibiendo las sociedades secretas: “Habiendo
acreditado la experiencia, tanto en Colombia como en otras na-
ciones, que las sociedades secretas sirven especialmente para pre-
parar los trastornos políticos, turbando la tranquilidad pública y
el orden establecido: que ocultando ellas todas sus operaciones
con el velo del misterio, hacen presumir fundadamente que no son
buenas, ni útiles a la sociedad, y por lo mismo excitan sospechas y
alarman a todos aquéllos que ignoran los objetos de que se ocu-
pan, oído el dictamen del Consejo de Ministros; decreto: Art. 1. Se
prohíben en Colombia todas las sociedades, o confraternidades
secretas, sea cual fuere la denominación de cada una. (…)” (Liber-
tador Simón Bolívar, Decreto (8 de noviembre de 1828), en: José Félix
Blanco / Ramón Azpúrua, Documentos para la historia de la vida
pública del Libertador, Vol. I-XIV, Caracas (2) 1978, Vol. XIII, Nº 3966,
p. 183). No cabe duda, que en este Decreto por sociedades secretas
se entendían las logias masónicas (cf. José Manuel Groot, Historia
Eclesiástica y Civil de Nueva Granada. Escrita sobre documentos
auténticos, Tm. V, (2) Bogotá 1893, p. 350).
4
Episcopado Venezolano, Mensaje con ocasión del Bicentenario del
Natalicio del Libertador (12 de enero de 1983), en: loc. cit., p. cit. 85.
5
Ibid.
González, S.J., y Mons. Constantino Maradei, Obispo de Barce-
lona, ya fallecidos, estudiaron el perfil de Bolívar como estadista,
como gobernante6; y establecieron “la impresionante ortodo-
xia”7 de Bolívar “al buscar el necesario y conveniente recur-
so al Papa como solución real y efectiva de los problemas
eclesiásticos del nuevo orden”8, concretamente la cuestión del
Patronato Eclesiástico.
Ahora bien, más allá del perfil de Bolívar como estadista, como
gobernante, se trata de establecer su condición personal de cris-
tiano católico, de creyente, se trata de sus sentimientos religiosos.
Tuvo el acierto Mons. Nicolás Navarro de dedicarle un libro a la
cristiana muerte del Libertador, publicado en el año 19559; y tuvo
el mérito el Hno. Nectario María de legar a la posteridad dos
ensayos titulados “Ideas y sentimientos religiosos del Libertador
Simón Bolívar” y “Los grandes héroes de la Independencia y la
Santísima Virgen María”10. Y no puedo dejar de mencionar el
libro del Pbro. Alfonso Alfonzo Vaz titulado “Simón Bolívar, ¿in-
crédulo o creyente?”11, que ha tenido algunas ediciones…

6
Cf. R.P. Pedro de Leturia, S.J., La acción diplomática de Bolívar ante
Pío VII (1820-1823) a la luz del Archivo Vaticano[, Ediciones La Gran
Pulpería del Libro Venezolano C.A.], Caracas (2) 1984; R.P. Hermann
González Oropeza, S.J., Iglesia y Estado en Venezuela. Historia de su
proceso, Universidad Católica Andrés Bello, Caracas 1997; Mons.
Constantino Maradei, Bolívar, Gobernante Católico (con una icono-
grafía del Libertador), Colección “América, 5 Siglos de Evangeliza-
ción”, Nº 2, Caracas 1986.
7
R.P. Hermann González Oropeza, S.J., Op. cit., p. 127.
8
Ibid.
9
Cf. Mons. Nicolás Eugenio Navarro, La cristiana muerte del Liberta-
dor, Caracas 1955.
10
Cf. Hno. Nectario María, Tendencias religiosas de Próceres de nues-
tra Independencia. Compilación de dos ensayos del Hermano Nectario
María, que llevan por título: “Ideas y sentimientos religiosos del
Libertador Simón Bolívar” y “Los grandes héroes de la Independen-
cia y la Santísima Virgen María”, Caracas 1996.
11
Cf. Pbro. Alfonso Alfonzo Vaz, Simón Bolívar, ¿incrédulo o creyen-
te?, Caracas 1984.
Confrontando documentalmente los datos ofrecidos por estos
autores, y agregando otros tantos datos dispersos en la amplia
bibliografía sobre y relacionada con el Libertador, había querido
en la primera edición de este libro mostrar su devoción a la Vir-
gen… De manera más amplia todavía, he querido en esta segun-
da edición profundizar en esa devoción mariana de Bolívar como
la manera más contundente y definitiva de establecer su identidad
cristiana católica: Esa devoción se muestra en diferentes episo-
dios referentes a la Virgen Inmaculada, la Virgen de Guadalupe,
la Virgen de Tutazá, la Virgen de Coromoto, la Virgen de las
Mercedes, la Virgen del Socorro de Huanchaco, la Virgen de la
Candelaria de Copacabana, la Virgen de Chiquinquirá, la Virgen
del Carmen y la Virgen del Cisne… Otros gestos de devoción
mariana del Libertador —que seguramente los hubo— se han
perdido en la vorágine de la historia…

PBRO. RAMÓN VINKE

Caracas, 15 de agosto de 2008,


Solemnidad de la Asunción de Nuestra Señora.
EL VOTO
DEL GENERAL JOSÉ FÉLIX RIBAS
A LA INMACULADA CONCEPCIÓN
I
ANTES Y DURANTE
LA BATALLA DE LA VICTORIA

Muchos han aludido al voto del Gral. José Félix Ribas a la


Inmaculada Concepción durante la Batalla de La Victoria1. ¿Qué
hay de cierto en relación a ese voto? El voto está bien documen-
tado, así como otras importantes incidencias, en que la Iglesia se
vio involucrada en aquel terrible año de 1814…
El 29 de diciembre de 1813, llegó el Libertador —título, que
ostentaba Simón Bolívar por aclamación desde el 13 de octubre
del mismo año2— a la capital de la República con los laureles de
la victoriosa jornada de Araure, deseoso de realizar una asamblea
popular… De hecho, “dispuso la convocación para el día 2 de
enero de 1814, designando al intento el templo de San Fran-
cisco, y circulando anticipadamente los correspondientes
avisos a todos los magistrados, corporaciones eclesiásticas
y seculares, y a los vecinos en general, por oficios, carteles y
bando. El día señalado, a las 10 de la mañana, se reunieron
el Gobernador Político, el Provisor por ausencia del Reve-
rendo Arzobispo, el Cabildo Eclesiástico, el Director Gene-
ral de Rentas, los cuatro Corregidores, la Municipalidad, el

1
El mismo Arzobispo Narciso Coll y Prat hizo referencia al voto del
Gral. José Félix Ribas en su Exposición del año 1818 al Rey de Espa-
ña: “Ribas, que ocurrió de Caracas a disputar la batalla en el
pueblo de La Victoria, la ganó al momento mismo de perderla, y él
la atribuyó al voto que había hecho, según dijo, en medio del peli-
gro, ofreciendo se hiciese una fiesta a la Virgen en las Iglesias de la
Provincia” ([Iltmo. Sr. Dr. Don] Narciso Coll y Prat, Memoriales so-
bre la Independencia de Venezuela. Estudio preliminar por Manuel
Pérez Vila, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Nº 23,
Caracas 1960, p. 287).
2
Cf. Felipe Larrazábal, Bolívar. Edición modificada con Prólogo y No-
tas por Rufino Blanco Fombona[, Ediciones Centauro], Caracas (3)
1975, Vol. I, pp. 219-220.
30 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Clero Secular y Regular, la Universidad, el Seminario, el


Colegio de Abogados y un inmenso pueblo que apenas cabía
en el templo y sus contornos. La presencia del vencedor en
tantos combates, del Libertador de su Patria, produjo gran-
des emociones de patriótico entusiasmo y de gratitud (…)”3.
La participación del Cabildo Eclesiástico, del Clero Secular y
Regular y del Seminario en esta asamblea es muestra de las cor-
diales relaciones entre la Iglesia y el Estado venezolano…
Pero, el 3 de febrero de 1814, los patriotas fueron derrotados
en el sitio de La Puerta; y los realistas se iban acercando a Ca-
racas… El 5 de febrero, Bolívar lanzó desde Valencia una vi-
brante Proclama a los habitantes de la Provincia de Caracas: “Un
jefe de bandidos, conocido por su atrocidad, el perverso
Boves, ha podido penetrar hasta Villa de Cura, reuniendo
esas cuadrillas de salteadores esparcidos en los caminos de
los Llanos. (…) Armaos en el instante, pueblos todos; que
un ladrón no puede desolar ni deshonrar impunemente: Co-
rred a presentaros en La Victoria y Valencia, inflamados de
ese valor sublime que os dio el imperio de Venezuela. ¡Re-
publicanos impertérritos! Que en el terrible campo de bata-
lla vengasteis con tanta gloria las vejaciones de la España:
Hoy la libertad, el honor, y la Religión insultada por la más
despreciable facción, os llaman con sus sagradas voces.

3
José de Austria, Bosquejo de la Historia Militar de Venezuela, Estu-
dio Preliminar por Héctor García Chuecos, Vol. II, Biblioteca de la
Academia Nacional de la Historia, Nº 30, Caracas 1960, p. 139. A los
días, el Gral. Ribas, “encargado accidentalmente del mando del
Ejército durante la ausencia del Libertador en la capital, al frente
de las fuerzas sitiadoras de Puerto Cabello, despreciando el ince-
sante fuego del Castillo de San Felipe y del Mirador de Solano, el
día 8 de enero [de 1814] forzó las posiciones del enemigo y se
apoderó del resto de la población exterior y de los Fuertes
Trincherón y San Luis, con cuya bizarra operación quedaron los
españoles reducidos al pueblo interior y al Castillo de San Felipe,
pues perdieron todo lo demás, y no muy tarde, también el Mirador
de Solano” (ibid., p. 153).
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 31

(…)”4. Llama la atención la referencia de Bolívar a la Religión


insultada… ¿A qué se refiere? ¿A los desmanes de los realistas
contra el Clero?
La Proclama de Bolívar ocasionó en Caracas un nerviosismo
inimaginable y una frenética actividad… Recibida la Proclama,
tomó el Cnel. Juan Bautista Arismendi, Gobernador Militar, el 8
de febrero, la providencia de reclutar a todos los hombres de la
ciudad, sin excepción: “(…) he resuelto las disposiciones si-
guientes: 1º Que a las dos de esta tarde deberán hallarse en
la Plaza de la Catedral todos los individuos, desde la edad
de doce años hasta la de sesenta, sin excepción alguna, con
las armas que cada uno tenga, y los que se hallen con caba-
llos o mulas, montados para formar compañías, y establecer
un plan de defensa en esta capital, con advertencia que el
que no cumpliere esta orden, será tratado como reo de lesa
Patria, y por lo tanto en el mismo día juzgado militarmente:
que los Clérigos y Religiosos deberán igualmente hallarse
reunidos a la misma hora en el Convento de San Francisco.
(…)”5. Esta providencia fue publicada por bando en diversas par-
tes de la ciudad, como hizo constar el Escribano público: “El mis-
mo día, mes y año, yo, el Escribano cumpliendo con lo man-
dado, acompañado de música solemne y de la tropa necesa-
ria comandada del Ayudante de Dragones Capitán Ciudada-
no Juan Jerez, publiqué por bando a usanza militar, en altas
e inteligibles voces, la providencia anterior en cinco partes
diversas de esta capital, a todas las cuales concurrieron por-
ción de oyentes que demostraron aplauso con vivas a la Pa-
tria. Doy fe. Francisco Valles, Escribano público”6.

4
Libertador Simón Bolívar, Proclama (5 de febrero de 1814), en: Gazeta
de Caracas (10 de febrero de 1814), en: Gaceta de Caracas[. Edición
facsimilar], Vol. IV (26 de agosto de 1813 – 19 de abril de 1815), Biblio-
teca de la Academia Nacional de la Historia, Caracas 1983.
5
Cnel. Juan Bautista Arismendi, Bando (8 de febrero de 1814), en:
Gazeta de Caracas (10 de febrero de 1814), en: loc. cit.
6
Gazeta de Caracas (10 de febrero de 1814), en: loc. cit.
32 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Fue así, que fueron reclutados también los seminaristas del


Seminario de Caracas; la escena, la describe con desgarradoras
frases el célebre literato Juan Vicente González en su biografía
del Gral. José Félix Ribas: “Una tarde muy fría del mes de fe-
brero, con lanzas en la mano, pobres niños, de veinte años el
mayor, de doce no pocos, desfilaban a la vista del Gral. Ribas
y otros oficiales. Llevaban algunos el sombrero y la chupa
clerical; al dejar otros el hábito, habían quedado mal traídos
y en camisa. Madres lloraban a su alrededor, mientras los
desgraciados niños tomaban un aire marcial y aparentaban
resolución y valor. De pronto, se presenta en la plaza una
silla de mano, de donde sale un sacerdote anciano, que se
dirigió a Ribas apoyado en los brazos de los que le conduje-
ron. Nadie oyó las palabras que deslizó en el oído del formi-
dable jefe. Pero de en medio de las filas sale un joven peque-
ño, de abultada frente, de negros y radiantes ojos, que toma
puesto al lado del anciano y es conducido al Oratorio de
San Felipe. El sacerdote santo (…) era el Prefecto de los
Neristas, Maestro Don Silvestre Méndez; aquel joven fue
después el Doctor José Alberto Espinosa”7. Claro, Juan Vi-
cente González, nacido en 1811, no estuvo presente; pero proba-
blemente le fue relatada la escena por el propio Pbro. Dr. José
Alberto Espinosa; pues así como el Pbro. Silvestre Méndez fue
mentor del Pbro. Espinosa, el Pbro. Espinosa lo fue del joven
Juan Vicente González en el Convento de Padres Neristas de
Caracas; aunque Juan Vicente González no llegó a ordenarse
sacerdote8.

7
Juan Vicente González, Biografía de José Félix Ribas. Prólogo de
Rufino Blanco Fombona[, Ministerio de Educación. Dirección Gene-
ral de Administración y Servicios. Dirección de Administración. De-
partamento de Imprenta], Caracas 1975, p. 145.
8
“El Padre José Alberto Espinosa asume para sí la tarea de cuidar
y dirigir la educación de Juan Vicente en los claustros del Conven-
to de los Padres Neristas, ubicado en la Esquina de San Felipe,
llamada hoy de Santa Teresa. En este reposado recinto conventual
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 33

No puede caber la menor duda, que el Seminario quedó de-


vastado… A poco más de un mes, el 26 de marzo, recibiría el
Rector del Seminario un oficio del Gobernador Militar so-
licitando más reclutas; este oficio fue protestado ante el Gral.
José Félix Ribas por el Pbro. Dr. José Antonio Pérez de Velasco,
Vicario General y Provisor, en los siguientes términos: “Con fe-
cha de ayer el Señor Gobernador Militar ha oficiado al Rec-
tor del Seminario Tridentino a fin de que presente los indivi-
duos de su comunidad, para que hagan servicio en los pun-
tos de más confianza, ínterin se forma el batallón que debe
guarnecer esta ciudad. El Rector, que no puede resolver en
ningún negocio grave del Seminario, me ha dado parte in-
mediatamente, y con su aviso me he acercado al dicho Señor

disfrutó su corazón de la calma que no había conocido en su niñez,


y se fue sintiendo paulatinamente inclinado hacia los menesteres
religiosos. Pensó en hacerse sacerdote. Vocación frustrada luego.
Pero jamás dejó de ser un varón de arraigadas y profundas convic-
ciones católicas” (Dr. Virgilio Tosta, Juan Vicente González, en: Dr.
Virgilio Tosta (editor), Presencia de Juan Vicente González, Caracas
1954, pp. 11-29, pp. cit. 12-13). El Pbro. Dr. José Alberto Espinosa
llegó a ser Canónigo Penitenciario de la Catedral de Caracas, Rector
del Seminario y de la Universidad; y como tal, pronunció en la Iglesia
de San Francisco, el 17 de diciembre de 1842, la Oración Fúnebre en
la ocasión de recibirse en Caracas los restos mortales del Libertador;
Oración, que fue calificada por el propio Fermín Toro como bella y
patética, “digna del héroe y propia en la boca de un Ministro del
Santuario” (Fermín Toro, Descripción de los Honores Fúnebres
consagrados a los restos del Libertador Simón Bolívar, Caracas 1843;
en: Ildefonso Leal (editor), Ha muerto el Libertador. Homenaje de la
Universidad Central de Venezuela en el Sesquicentenario de su muer-
te, Compilación de documentos, estudios e introducción por
Ildefonso Leal, Ediciones del Rectorado de la UCV, Caracas 1980, pp.
237-323, p. cit. 267; cf. Pbro. Dr. José Alberto Espinosa, Oración Fú-
nebre que en las exequias a los restos del Libertador pronunció en
Caracas el 17 de diciembre de 1842 el Dr. José Alberto Espinosa,
Caracas 1843, en: Ildefonso Leal (editor), Op. cit., pp. 325-352).
34 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Gobernador Militar para exponerle los inconvenientes que


hay para cumplir su providencia, y me ha asegurado no la
variará sin orden de V.E., a quien debo ocurrir. No estimo
menos importante la conservación del Seminario al Estado,
que lo es a la Iglesia; y así lo ha creído sin duda V.E. y los
demás jefes que nos han gobernado en estos últimos tiem-
pos, cuando en los mayores apuros de la República han puesto
a los seminaristas fuera de todas las providencias. Por lo
tanto no es extraño que yo me interese en su conservación y
estabilidad. No creo debo omitir el rumor perjudicial que los
enemigos propagarían contra el sistema si viesen cerrar las
puertas del Seminario, y cesar el golpe de las campanas que
anuncian los actos de comunidad y horas de estudio. Ade-
más, sus individuos no son más que seis, y no todos son útiles
para el servicio que desea el Señor Gobernador Militar, y
que no podría llenarse con tan pequeño número. Por lo cual
sería mayor el mal de la disolución del Seminario que el pro-
vecho de su servicio. Por último, Excelentísimo Señor, para
hacer militar a los pocos colegiales del Seminario, es nece-
sario resolverse a vestirlos con ropas seculares de que ellos
carecen, y de que no pueden proveerse por su mucha pobre-
za y falta de recursos. De otra suerte sería preciso ponerlos
en ridículo, habiendo de concurrir con las ropas interiores
que usan en el Seminario y que componen su vestido cleri-
cal”9. Y acota Juan Vicente González: “Para el [2]6 de marzo
de 1814, de ochenta y cinco seminaristas habían quedado
seis; en julio quedaba uno solamente. En vano levantó la voz
el Doctor José Antonio Pérez, Provisor y Vicario General.
Ribas se envolvió en su amenazador silencio”10.

9
Pbro. Dr. José Antonio Pérez, Carta al Gral. José Félix Ribas (6 de
marzo de 1814), en: Gazeta de Caracas (26 de abril de 1815), en: Gace-
ta de Caracas[. Edición facsimilar], Vol. V (26 de abril de 1815 – 5 de
junio de 1816), Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia,
Caracas 1983; cf. Juan Vicente González, Op. cit., p. 145.
10
Juan Vicente González, Op. cit., p. 144-145.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 35

El reclutamiento, dispuesto el 8 de febrero por el Cnel. Juan


Bautista Arismendi, debió realizarse ese mismo día, pues el Gral.
Ribas llegó con su Ejército a La Victoria en la mañana del 10;
como puede leerse en la Gazeta de Caracas del 10 de febrero de
1814: “(…), todos corren a las armas, y dos días bastaron al
Gral. Ribas para organizar un Ejército de 1.200 hombres con
cinco piezas de cañón, con los que el 8 del presente marchó
sobre los enemigos, habiéndose desalojado y tomado aque-
lla Villa [de La Victoria] en la mañana del 10”11. Y añade la
Gazeta: “(…), la mañana del 8, lejos de ser un día de conflic-
to, ha sido de triunfo por el pueblo caraqueño. Mas de 4.000
hombres se reunieron en este día, al toque de alarma, y en
medio de la música militar, y con repetidas vivas y aclamacio-
nes por la libertad de la Patria; cada uno ocupó su puesto,
acuartelándose en el lugar que le estaba destinado, en don-
de se han formado varias compañías y escuadrones cívicos
para ocurrir a la defensa donde quiere que llamase el peli-
gro. Más de 600 hombres de infantería y caballería han mar-
chado a reforzar los Valles del Tuy, que son bastantes a con-
tener cualquiera tentativa de los facciosos, que se han visto
hacia los pueblos de Cúa y Ocumare”12. ¿Por qué se enviaron
hombres de infantería y caballería a reforzar los Valles del Tuy?
Porque Boves, “al adelantar sus marchas hacia los valles de
Aragua, concibió e hizo ejecutar, una operación militar de
gran provecho para sus ulteriores movimientos: Destinó una
fuerte columna de sus vándalos, bajo las órdenes del Co-
mandante Rosete, para que obrase por los valles del Tuy al
sur de Caracas, (…)”13.

11
Gazeta de Caracas (10 de febrero de 1814), en: Gaceta de Caracas[.
Edición facsimilar], Vol. IV (26 de agosto de 1813 – 19 de abril de
1815), Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Caracas
1983.
12
Ibid.
13
José de Austria, Op. cit., Vol. cit., pp. 175-176.
36 La Iglesia en la Venezuela Republicana

El Ayuntamiento de Caracas se reunió el 9 de febrero para


deliberar sobre la defensa de la ciudad, quedando encargado el
Ciudadano Gobernador Militar “de la defensa de la plaza, for-
mación, alistamiento y arreglo de tropas”14. El Gobernador
Militar, por su parte, despachaba el 10 de febrero una Proclama
como para tranquilizar a la población: “(…) Noticioso el Gobier-
no de que un puñado de bandidos destinados al robo y todo
género de maldades, comandados probablemente por el es-
pañol Rosete y otros enemigos implacables de vuestra exis-
tencia, había entrado al pueblo de Cúa, seguramente por
destruirlo según lo han practicado en otras partes, (…) El
Gobierno, (…) ha destinado una División de infantería y
caballería, con dos cañones de campaña, capaz de arrollar-
los y asegurarnos la victoria. Descansad pues seguros y tran-
quilos, tanto más que por el posta que acaba de llegar, el
Gral. Ribas atacaba por hoy al enemigo en La Victoria, que-
dando el General Libertador a las inmediaciones de San
Mateo, con 1.400 hombres, después de dejar fortificado el
punto de La Cabrera, que asegura el sitio de Puerto Cabello,
y la inexpugnabilidad de nuestro territorio”15.
El 11 de febrero se realizó una importante reunión entre las
autoridades civiles y eclesiásticas, por la falta de fondos públi-
cos… En el acta de la reunión —prácticamente una transcripción
de la misma—, que lleva el pomposo título de “Acta solemne de
concordia entre el Estado y el Sacerdocio”, se dice: “El Presi-
dente del Estado Gobernador Político, de acuerdo con la
Municipalidad, tocando la audacia con que una turba de
facciosos comandados del sanguinario Boves, se había in-
troducido hasta la villa de La Victoria, destruyendo, incen-
diando y asesinando a sus semejantes, cuya conducta atroz

14
Actas del Cabildo de Caracas, Vol. II (1812-1814)[, Concejo Munici-
pal del Distrito Federal], Caracas 1972, p. 292.
15
Cnel. Juan Bautista Arismendi, Proclama (10 de febrero de 1814), en:
Gazeta de Caracas (10 de febrero de 1814), en: loc. cit.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 37

y exterminadora y el amor a su legítimo Gobierno había cau-


sado la emigración general de los habitantes de ambos sexos
de las poblaciones que ocupaban; y considerando que en
circunstancias semejantes ha sido necesario aumentar la fuer-
za armada de la República, y prestar todos los auxilios com-
petentes a los emigrados que han venido buscando la som-
bra y protección del Gobierno; para cuyos interesantes y pia-
dosos objetos faltaban fondos públicos, trajeron en memo-
ria, como preciso medio, el uso e inversión de las alhajas de
las Iglesias, en calidad de empréstito y reintegro, luego que
la Patria adquiriese toda seguridad y tranquilidad. La Auto-
ridad Política, y el Cuerpo de Municipales, nada resolvieron
sobre la materia, y usaron de la religiosa delicadeza de pre-
sentar al Director General de Rentas, a los Corregidores Jue-
ces de Paz, al Venerable Cabildo Eclesiástico, al discreto
Provisor y Clero, a las Comunidades Regulares y al pueblo
concurrente el proyecto indicado, para que allí se meditase
su justicia y necesidad, y quedase desde luego resuelto lo
conveniente sobre este punto” 16. Intervinieron Cristóbal de
Mendoza, Gobernador Político, y el Síndico, Dr. Domingo Alzuru…
Luego tomó la palabra el Pbro. Silvestre Méndez, Prepósito del
Oratorio de San Felipe Neri, en los términos siguientes: “Que
estaba interiormente convencido de las razones que extensa-
mente había expuesto el Síndico de la Municipalidad acerca
de la absoluta necesidad, que en las críticas actuales cir-
cunstancias de la guerra e invasión inminente del enemigo a
esta capital, para que las Iglesias de ella ocurriesen con
aquellas alhajas que no fuesen necesarias al culto substan-
cial, si solo servían de mayor decencia y adorno; que muy
sabido era que en tales casos debía la Iglesia subvenir en lo
que pudiese al Estado; que por lo que tocaba a la de su car-

16
Acta solemne de concordia entre el Estado y el Sacerdocio (11 de
febrero de 1814), en: José Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol.
V, Nº 963, pp. 148-160, p. cit. 148.
38 La Iglesia en la Venezuela Republicana

go, aunque la más pequeña y pobre, ofrecía para el caso lo


que ella tenía; y por lo tocante a las demás, se hallaban pre-
sentes el discreto Provisor y Vicario General, y el Presidente
del Venerable Cabildo Eclesiástico, (…)”17. Hablaron luego el
Venerable Deán del Cabildo Eclesiástico y el Provisor, “manifes-
tando que no le ocurría más reparo, sino creerse sin faculta-
des por ser propias para la entrega e inversión de alhajas
del Reverendísimo Arzobispo que se hallaba ausente”18. Ma-
nifestó entonces el Dr. José Félix Sosa, que “las disposiciones
canónicas que hablan del caso, pierden su fuerza en este
momento; y el Venerable Deán y Cabildo, junto con el discre-
to Provisor, Curas, Rectores y Prelados de los Monasterios,
se hallan suficientemente autorizados para destinar dichas
alhajas al piadoso objeto de alimentar los necesitados, y
socorrer las tropas que han salido en defensa, no solo de
nuestras vidas, sino también de nuestra augusta y sacrosan-
ta Religión”19. A continuación, ahondó el Dr. José María Ramírez,
Fiscal de Hacienda Pública, en este y otros argumentos: “Esta-
mos en el caso de socorrer las tropas que han de defender
esta ciudad de la irrupción de los enemigos; y guardando
esas alhajas, no pueden ser preservadas del saqueo; antes
bien serán todas pilladas, pudiendo ser conservadas con la
enajenación; por consiguiente, deben ser entregadas sin
demora, reservando las del uso cotidiano, para el Sacramen-
to del Altar”20. Fue decisiva la intervención del Pbro. Dr. Gabriel
José Lindo, Rector de la Universidad, quien esgrimió ejemplos
tomados de la Sagrada Escritura: “Vuestra escrupulosa obser-
vancia y religioso respeto que guarda a los lugares sagra-
dos, no debe dudar que a estos tan importantes objetos pue-
de extender sin mano trémula sus deliberaciones sobre el metal
de los vasos sagrados que para fines tan santos la Iglesia

17
Ibid., p. 150.
18
Ibid.
19
Ibid., p. 151
20
Ibid., pp. 151-152.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 39

nos ha reservado, y agraviaría a una tan sabia asamblea, si


por menudo le acordase la oferta que hizo a David el sacer-
dote Ajimelec de la espada de Goliat con que le cortó la ca-
beza, que era un voto sagrado dedicado al Santo de los San-
tos y colocado en el Sancta Sanctorum [(cf. 1 Sam 21, 10)]:
la exhibición de los panes sagrados que entregó al mismo
David [(cf. 1 Sam 21, 2-7)]; porque así lo pedía la actual
necesidad, sin embargo que estaba prohibido por la ley que
no lo comiesen otros que los sacerdotes, cuya generosa ac-
ción aprobó Jesucristo en su Evangelio [(cf. Mc 2, 25-26;
Mt 12, 3-4)]; (…)”21. Preguntó entonces Miguel José Sanz, Ase-
sor del Consulado, a la concurrencia: “¿A quién no instruye: a
quién no conmueve el discurso del respetable Doctor Lin-
do?”22. Hubo todavía algunas intervenciones del Síndico, del
Prepósito del Oratorio de San Felipe Neri, del Dr. José Ignacio
Briceño, del Corregidor Cuarto, Dr. Felipe Fermín Paúl, y final-
mente: “Tomó pues el Ciudadano Presidente del Estado la
votación, manifestando que los concurrentes que estuviesen
por la afirmativa, de que quedase sancionado y se ejecutase
el medio propuesto, se pusiesen de pie: y los que opinasen de
diversa manera, permaneciesen sentados; y resultó que to-
dos uniformemente hicieron lo primero”23. ¡Fue aprobado por
unanimidad! Firmaron el acta no sólo los civiles, sino también los
eclesiásticos: entre los civiles: Cristóbal de Mendoza, Gobernador
Político; Juan Nepomuceno Ribas, Director General de Rentas
—hermano de José Félix Ribas—; los Corregidores; el Presiden-
te Municipal; los Municipales; el Dr. Domingo Alzuru, Síndico; el
Dr. José María Ramírez, Decano de Abogados y Fiscal de Ha-
cienda Pública; el Dr. José Félix Sosa, y otros; entre los eclesiás-
ticos: el Pbro. José Antonio Pérez, Provisor y Vicario General; el
Pbro. Dr. Pedro Martínez, Deán de la Catedral; el Pbro. Santiago
de Zuloaga, Canónigo Maestrescuela; el Pbro. Dr. Domingo

21
Ibid., p. 152.
22
Ibid., pp. 152-153.
23
Ibid., p. 155.
40 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Blandín, Canónigo Doctoral; el Pbro. Justo Buroz, Canónigo Pre-


bendado; el Pbro. Nicolás Osío, Canónigo Prebendado; Pbro. Juan
Antonio Díaz Argote, Cura Decano de la Catedral; Pbro. Dr. Pedro
Pablo Romero, Cura de la Catedral; Pbro. Br. Domingo de Herrera,
Cura de San Pablo; Pbro. Dr. Gabriel José Lindo, Rector de la
Universidad; Pbro. José Manuel Martel, Cura de Altagracia; Pbro.
Br. Miguel Peraza, Cura de Santa Rosalía; Pbro. Antonio González,
Cura de N.S. de Candelaria; Pbro. Silvestre José Méndez,
Prepósito del Oratorio de San Felipe Neri; Fr. Pablo Linares,
Comendador de la Merced; Pbro. Andrés Antonio Domínguez,
Capellán de la Divina Pastora; Pbro. José Delgado, Capellán de
San Mauricio; Maestro José Antonio Armada, Presidente de Ca-
puchinos; Pbro. Pablo Antonio Romero, Capellán de San Lázaro;
Pbro. Br. Juan Antonio Croquer, Capellán de Concepciones; Pbro.
Manuel Reverón, Capellán de Carmelitas; Pbro. Br. Santiago
Castro, Capellán de la Iglesia de la Santísima Trinidad, entre otros
—¡prácticamente todo el Clero de Caracas24! Por supuesto, las
alhajas fueron entregadas en calidad de empréstito y reintegro…
No sólo faltaban fondos, aún faltaban soldados… El mismo 11
de febrero, decidió el Ayuntamiento “que los dueños de escla-
vos presenten dentro de veinticuatro horas a la Municipali-
dad una nómina circunstanciada de los que tengan, con ex-
presión de sus nombres, edades, oficios y cualidades”25. Al
día siguiente, 12 de febrero —el propio día de la Batalla de La
Victoria— dispuso el Ayuntamiento la organización de los escla-
vos “que se van juntando en esta ciudad con el objeto de
fortalecerla”26. A los dos días, el 14 de febrero —todavía no se
había conocido en Caracas el triunfo de los patriotas en la Batalla
de La Victoria— decidió el Ayuntamiento remitir un oficio al Go-
bernador Militar: “La Municipalidad ha meditado sobre el pro-
yecto que propuso el Señor Gobernador Militar de remitir a

24
Cf. ibid.
25
Actas del Cabildo de Caracas, Vol. cit., p. 295.
26
Ibid., pp. 297-298.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 41

reforzar nuestro Ejército de La Victoria el número de 300


esclavos de los que se hallan en esta capital, y ha recordado
dos razones poderosas que impiden se lleve al cabo esta me-
dida. Uno de nuestros Comandantes del llano para contra-
rrestar al mismo bandolero Boves, que con esclavos halaga-
dos con el cebo de la libertad había aumentado su pandilla,
se resolvió a usar de algunos esclavos convidándolos a que
se incorporaran en nuestro Ejército bajo la promesa de li-
bertad. Esta determinación, de que posteriormente dio parte
el Comandante a S.E. El Libertador, fue absolutamente
desaprobada por este Supremo Jefe. Creemos, pues, que aún
no haya variado de este modo de pensar y que [en] el mismo
esté el Señor Comandante General que manda el Ejército de
La Victoria, pues si no fuese así habrían ya aquellos jefes
usado de los esclavos que hay en el partido de Valencia y de
los que hubiesen podido de los valles de Aragua. No sabe-
mos que hasta ahora se haya tocado esta medida, la cual
tiene también otros varios inconvenientes como es el de que
los demás esclavos, acaso creyendo que sus compañeros que
marchen al Ejército van a obtener su libertad, aspiran a esto
mismo y de aquí resulten se disgusten y piensen en ir a bus-
car el ofrecimiento casa del enemigo. Estos fundamentos nos
obligan a decir a Vuestra Señoría que conviene más echar
mano de todos los hombres libres que todavía no faltan en
esta capital y sus pueblos inmediatos, absteniéndonos por
ahora de adoptar la medida expresada, en el concepto de
que este cuerpo, es decir todos sus individuos se ofrecen al
Gobierno para salir al Ejército siempre que se estime nece-
sario. Vuestra Señoría hará de estas observaciones el uso
que crea conveniente a la salvación de la Patria, que es el
principal y único interés de esta corporación. Dios, etcétera.
Caracas, catorce de febrero de mil ochocientos catorce,
(…)”27. Y valga el comentario de un ilustre cronista, no carente

27
Ibid., pp. 301-302.
42 La Iglesia en la Venezuela Republicana

de una buena dosis de humor: “Prefirieron los ilustres


cabildantes ofrecerse como soldados, antes que correr el ries-
go de enviar a los esclavos. Pensarían, qué buena es la li-
bertad… ¡pero no tanta!”28.
Los acontecimientos se multiplicaban… El día 12 de febrero
—el propio día de la Batalla de La Victoria— expidió el Goberna-
dor Militar, Cnel. Juan Bautista Arismendi, la siguiente: “Orden
General.- Mañana a las diez del día deberán ser decapita-
dos cuantos europeos e isleños hayan quedado en la cárcel
del Estado; como asimismo los que se aprehendan en esta
noche, aunque tengan cartas de naturaleza. Caracas, 12 de
febrero de 1814, 4º y 2º. Arismendi. Del Gobernador Militar.
Mayor General del Ejército. Dispondréis que desde las 7 hasta
las 8 de esta noche haya compás de música, y se canten can-
ciones patrióticas en la cárcel de Estado, en honor no ha-
llarse ya profanado aquel sitio por las pisadas y el aliento de
los europeos.- Dios guarde a V.S. muchos años. Caracas, 12
de febrero de 1814, 4º y 2º.- Juan Bautista de Arismendi.-
Ciudadano Ayudante Mayor de plaza”29. De hecho, Bolívar

28
Germán Fleitas Núñez, Op. cit., p. 161.
29
Cit. en: Salvador de Moxó, Memoria Militar sobre los acontecimien-
tos de la isla de Margarita, una de las Provincias de Venezuela, San
Juan de Puerto Rico 1818; en: Instituto de Antropología e Historia de
la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central
de Venezuela (editor), Materiales para el estudio de la ideología rea-
lista de la Independencia, Presentación de Angelina Lemmo, Estudio
Preliminar de Germán Carrera Damas, Vol. I, Caracas 1971, pp. 387-
516, p. cit. 419. El Arzobispo de Caracas, Iltmo. Sr. Dr. Don Narciso
Coll y Prat había intercedido ante Bolívar por estos presos; Bolívar,
sin embargo, se sintió obligado a la medida: “Acabo de leer la reser-
vada de V.S. Iltma. en que interpone su mediación, muy poderosa
para mí, por los españoles que he dispuesto se pasen por las armas.
No menos que a V.S. Iltma. me es doloroso este sacrificio. La salud
de mi Patria que lo exige tan imperiosamente podría sólo obligar-
me a esta determinación. Si yo no viera que en este caso la indul-
gencia aumentaría el número de las víctimas y frustraría los mis-
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 43

había dirigido desde Trujillo su famoso Decreto de guerra a muer-


te a los españoles y canarios, el 18 de junio de 181330; pero, hasta
entonces —comenta el historiador Rafael María Baralt—, “ha-
bía sido para la mayor parte de aquellos desgraciados una
simple amenaza, fuera del campo de batalla; pues aunque
Bolívar y otros jefes pasaron algunos por las armas en dife-
rentes partes, fue siempre a aquéllos que se habían distingui-
do por su espíritu turbulento y sanguinario, y sólo por tomar
en ellos una represalia personal”31. A consecuencia de la or-

mos sentimientos de piedad, que mueven a V.S. Iltma. a interceder,


yo me apresuraría a darle en esta ocasión un testimonio de mi
deseo de complacerle” (Libertador Simón Bolívar, Carta al Iltmo. Sr.
Dr. Don Narciso Coll y Prat, Arzobispo de Caracas (8 de febrero de
1814), en: Cartas del Libertador, Op. cit., Tm. I (1799-1817), Caracas
1964, pp. 127-128, p. cit. 127). Unos pocos meses después, Bolívar
recomendaba para la Parroquia de Maracay al Pbro. Sebastián Galle-
gos —lo cual muestra, que se sentía en confianza con el Arzobispo
Coll y Prat: “El Capellán de mi Ejército, Dr. Sebastián Gallegos,
después de haber corrido por nueve meses los riesgos e incomodi-
dades de la campaña desea, empleado en la cura de almas, conti-
nuar en el desempeño de las funciones de su ministerio, y hallar
medios honestos de subsistencia. Es sumamente acreedor a que se
le atienda con particularidad, pues hay bien pocos en el estado
eclesiástico que, por la defensa de nuestros derechos y del orden
público, se hayan expuesto a los peligros y hayan sido afligidos
por las miserias, en que nos han puesto algunas circunstancias.
Estas razones muy eficaces sin duda para V.S. Iltma. me mueven a
recomendar al Dr. Gallegos para el Curato de Maracay, que está
vacante o debe estarlo por la promoción del actual pastor; y cuan-
do en éste no fuere posible e interese a V.S. Iltma., le tenga presente
para otro de iguales ventajas” (Libertador Simón Bolívar, Carta al
Iltmo. Sr. Dr. Don Narciso Coll y Prat (23 de mayo de 1814), en: Cartas
del Libertador, Op. cit., Tm. cit., p. 133). El Arzobispo le contestó a
Bolívar, el 31 de mayo de 1814, que al Pbro. Dr. Sebastián Gallegos se
le acomodaría en Cagua (cf. ibid.).
30
Cf. José de Austria, Op. cit., Vol. cit., p. 47.
31
Rafael María Baralt / Ramón Díaz, Resumen de la Historia de Vene-
zuela desde el año de 1797 hasta el de 1830, en: Rafael María Baralt,
44 La Iglesia en la Venezuela Republicana

den del Cnel. Arismendi, fueron degollados más de ochocientos


españoles y canarios en Caracas y La Guaira: “Los degüellos
comenzaron el 12 y continuaron algunos días. En La Guaira
se los sacaba en fila, dos a dos, unidos por un par de grillos,
y así se los conducía, entre gritos e insultos, coronado cada
uno con un haz de leña, que había de consumir sus cuerpos
palpitantes. Pocos lograban se los matase a balazos; los más
eran entregados a asesinos gratuitos que se ejercitaban al
machete, al puñal, y que probaban a veces su fuerza arro-
jando sobre el cerebro del moribundo una piedra inmensa”32.

Obras Completas, Vol. I: Historia, pp. 555-867, Edición de la Universi-


dad del Zulia, Maracaibo 1960 – Vol. II: Historia, pp. 9-687, Edición de
la Universidad del Zulia, Maracaibo 1960, Tm. I., pp. 801-802.
32
Juan Vicente González, Op. cit., p. 168.
LA DEPORTACIÓN DE SACERDOTES
EN SEPTIEMBRE DE 1814

Una vez en posesión los realistas de la ciudad de Caracas


en septiembre de 1814, algunos de los sacerdotes, que habían
firmado el Acta solemne de concordia entre el Estado y el
Sacerdocio33, fueron deportados, como hace constar el funcio-
nario realista Feliciano Montenegro y Colón: “Siempre se re-
cordará con dolor la deportación del respetable anciano
Rector de la Universidad Dr. Gabriel José Lindo y once
sacerdotes más, entre los cuales se contaban cinco religio-
sos, arrancados con engaño de su asilo doméstico, o de
los claustros, en la noche del 13 de septiembre [de 1814];
conducidos como criminales en la misma noche al puerto
de La Guaira, sin otro equipo que su vestido sacerdotal;
embarcados el 23 en el bergantín Palomo al mando de Don
Ramón Iraloaga, con agregación del Guardián de San
Francisco Fr. Francisco González, preso de antemano en
una de las bóvedas de aquel puerto y sepultados luego en
el Castillo de Santa Catalina de Cádiz (excepto el expresa-
do religioso, que falleció a las 48 horas de navegación,
como lo había predicho el facultativo, pues se hallaba gra-
vemente enfermo, y el Dr. José Antonio Pérez, que pasó a
Madrid), siendo Gobernador de la misma plaza el Conde
de Abismal, después de un viaje penoso en que todo su
alimento se reducía a galleta podrida y caraotas hervidas,
suministradas con miseria y suciedad. Pasó mucho tiempo
antes que se les formara causa y se les ampliara la prisión
al casco de la precitada ciudad; y no consiguieron liber-
tad hasta el año 1820, cuando se restableció la Constitu-
ción, a pesar del favorable informe del Fiscal del Consejo

33
Cf. Acta solemne de concordia entre el Estado y el Sacerdocio (11
de febrero de 1814), en: loc. cit.
46 La Iglesia en la Venezuela Republicana

de Indias, que hizo manifiesta la arbitrariedad del Gober-


nador Quero y de su asesor. Al Dr. Lindo, que falleció en
el lugar de la deportación, se le culpaba por el discurso
que había pronunciado el 11 de febrero, al celebrarse en
esta capital el Acta solemne de concordia entre el Estado y
el Sacerdocio; contra los demás, sólo hubo deposiciones
vagas sobre que tenían fama de patriotas, bajo cuyo pre-
texto se aspiró a venganzas personales, como sucedió con
el Dr. José María Aguado, contra quien obraba en el áni-
mo del desalmado Boves la presunción de que había inter-
venido, siendo Cura de San Sebastián, en la repulsa con
que la joven Isabel Sarrasquera había desechado la mano
de aquel monstruo, que vengó el desaire haciendo asesi-
nar a su honrado padre, después de haberla visto llorosa
a sus pies y asegurádola su perdón. En los mismos días
fueron degollados en las cercanías de La Guaira el Pbro.
Francisco José Silva y el ciudadano Juan Vicente Delga-
do (…)”34. El Gral. Manuel Landaeta Rosales da los nombres
no de doce, sino de trece sacerdotes deportados: “Pbro. Do-
mingo Tremaria, Vicario de Calabozo. Fray Francisco
González, Guardián del Convento de Franciscanos de
Caracas, murió a las 48 horas de navegación. Fray Do-
mingo Hernández Noya, Franciscano. Pbro. José María
Aguado, Cura de San Sebastián. Pbro. José Félix Roscio,
hermano del Dr. Juan G. Roscio. Fray Ramón Betancourt,
Prior de los Dominicos. Fray Manuel Samaniego, Domini-
co. Pbro. Francisco Javier de Jaén, del Oratorio de San
Felipe. Pbro. José María Aguilar Verde, Cura de Yare. Pbro.
Juan Francisco Atencio, Sacristán Mayor de San Pablo.
Pbro. Dr. Gabriel José Lindo, Rector de la Universidad de
Caracas, que murió en España. Pbro. Andrés Domínguez,

34
Feliciano Montenegro y Colón, Historia de Venezuela, Estudio
preliminar por Alfredo Boulton, Vol. I, Biblioteca de la Academia
Nacional de la Historia, Nº 26, Caracas 1960, pp. 289-290.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 47

Capellán de La Pastora. Pbro. José Antonio Pérez de


Velasco, que alcanzó a ser electo Obispo en 1849. Pbro.
Silvestre López Méndez, que no llegó a deportarse por ha-
llarse de muerte. Estos catorce sacerdotes, más catorce ocul-
tos que no se hallaron y treinta y seis que habían emigra-
do, fueron perseguidos por los realistas. Los que llevaron
a España se les tuvo en Cádiz presos y después confina-
dos en la península”35.
El Pbro. Dr. José Antonio Pérez de Velasco estuvo confina-
do “en España siete años, y al cabo pudo venirse a Améri-
ca con grandes y graves dificultades que vencieron sus
deseos de estar en la Patria para servirla en lo posible
ayudando a sus compatriotas. Estuvo en Nueva Granada
a su vuelta de la Península, y luego en Venezuela”36. Este
sacerdote después se hizo tristemente célebre por unos escri-
tos polémicos, que se le atribuían, y siendo ya muy anciano fue
propuesto por el Gobierno para Arzobispo de Caracas y Vene-
zuela; escribe Mons. Navarro: “Mucho trabajo costó hallarle
un sucesor al Arzobispo Fernández Peña. La maldita polí-
tica interpuso sus absurdos exclusivismos y sus malacon-
sejadas preferencias, llegando el caso a resultar conflicti-
vo. Una primera presentación, la del Dr. José Antonio Pérez
de Velasco, Canónigo Mercedario de Caracas, fue discre-
tamente rechazada por la Santa Sede. Este sacerdote ha-
bía hecho profesión, en su vida pública y en sus escritos
más o menos políticos, de ideas poco conformes con la
integridad de los principios católicos. La paternidad de
unos célebres artículos titulados ‘A vosotros cualesquiera

35
Gral. Manuel Landaeta Rosales, Sacerdotes que sirvieron la cau-
sa de la Independencia de Venezuela, de 1797 a 1823[, Tip. Emp. El
Cojo], Caracas 1911, pp. 22-23.
36
Ramón Azpúrua, cit. en: Pbro. Dr. José Antonio Pérez de Velasco,
A vosotros cualesquiera que seáis, Caracas (3) 1960, pp. I-IV, p.
cit. II.
48 La Iglesia en la Venezuela Republicana

que seáis’, publicados en 1832 y reproducidos en 1851, y


en los cuales se atacaba duramente a la Sede Apostólica,
amén de otras enormidades respecto del patronato, se le
atribuyó siempre a este personaje, sin que él llegase jamás
a desmentirla. Poco después de aquella negativa, que el
Gobierno acogió de muy mal grado, empeñándose en sos-
tener su candidatura, acaeció la muerte de Pérez de
Velasco, a 31 de marzo de 1852"37.
Pero, no solo en la Arquidiócesis de Caracas, también se
sintió la persecución contra la Iglesia en la Diócesis de Mérida:
“Su alto Clero, con excepción del Deán Dr. Don Francis-
co Javier de Irastorza y del Canónigo Dr. Mateo Mas y
Rubí, fue reducido a prisión, junto con varios Curas, que
habían abrazado con fe la causa americana y conducidos
a las bóvedas de Puerto Cabello y La Guaira. Los otros
salieron huyendo para Nueva Granada y las colonias, como
los Dres. Mendoza, Talavera, Enrique Salas, Ignacio
Briceño, etc.”38.

37
Mons. Nicolás Eugenio Navarro, Anales Eclesiásticos Venezola-
nos; cit. en: Pbro. Dr. José Antonio Pérez de Velasco, A vosotros
cualesquiera que seáis, Op. cit., pp. VII-VIII.
38
Dr. Ricardo de Labastida, Biografías de los siete Obispos que han
regido la Iglesia merideña desde 1777, en: Boletín de la Academia
Nacional de la Historia [de Venezuela] 41 (1958), Nº 163 (julio –
septiembre de 1958), pp. 314-369, p. cit. 332.
II
LA BATALLA DE LA VICTORIA Y DESPUÉS…

Ribas había llegado con su Ejército a La Victoria, en la ma-


ñana del 10 de febrero… Bolívar quiso todavía comunicarle al-
gunas instrucciones de última hora, para lo cual comisionó al Te-
niente Cnel. Mariano Montilla39. Y el 12 de febrero de 1814 fue
la fragorosa Batalla… El Parte Oficial de Ribas da una idea bas-
tante exacta de lo ocurrido: “A las siete de esta mañana, me
dio parte la descubierta, que el enemigo con todas sus fuer-
zas de infantería y caballería se aproximaba a esta Villa;
efectivamente a las 8 nuestra avanzada rompió el fuego, y
a las 8 y media se había ya empeñado la acción con todas
las tropas: el enemigo hizo desplegar por San Mateo 500
hombres de caballería y 200 fusileros, que al acto de ce-
rrar el fuego se apoderaron del río y del Calvario, y con
2.000 hombres de caballería y 700 de fusil atacaron por el
Pantanero: Inmediatamente con su numerosa caballería me
cerraron por todas partes; y en aquel momento me decidí a
que perecieran primero todas las tropas que estaban a mi
mando, que abandonar la plaza. Efectivamente continuó de
ambas partes el fuego horroroso; pero bien sostenido hasta
las 4 y media de la tarde, que no quedándome ya la mitad

39
Así lo relata el Gral. Austria: “El Teniente Coronel Mariano Montilla,
con una decisión y valor extraordinarios, habiendo obtenido una
comisión del Libertador en Valencia, para comunicar órdenes e
instrucciones al Gral. Ribas, en momentos tan peligrosos y en la
crítica situación en que este jefe se colocaba en La Victoria, mar-
chó con admiración de sus compañeros, acompañado de doce dra-
gones muy bien montados, al galope, y con sable en mano atravesó
los valles en el espacio de dieciséis leguas, burlando con su denue-
do y rapidez la persecución que le hicieron las guerrillas enemigas
que inundaron el territorio, y entró en aquella villa en donde llenó
cumplidamente la importante misión que se le había confiado cer-
ca de aquel General” (José de Austria, Op.cit., Vol. cit, p. 178).
50 La Iglesia en la Venezuela Republicana

de mis tropas, y muerta o herida la mayor parte de la ofi-


cialidad, vi levantar un humo por el camino de San Mateo;
y luego debí creer sería el Comandante Campo Elías, que
con su fuerza había llegado. Entonces hice salir 100 hom-
bres de caballería y 50 cazadores, que rompiendo la línea
enemiga protegiesen la entrada de las tropas auxiliares, y
que de no, volviesen a replegar sobre mi línea. Afortunada-
mente esta división encontró empeñada la acción de las tro-
pas enemigas con el Comandante Elías; pero atacando aqué-
llas, hubo de facilitar la entrada de aquel valiente jefe. Re-
forzado yo con este auxilio, hice tomar varias de las posi-
ciones que ocupaba el enemigo, y a las 5 y media de la tar-
de, éste huyó precipitadamente por todas partes, quedando
cortadas varias de sus divisiones, por Aragua arriba, la Ca-
lera; y las demás encumbrándose en los cerros del
Pantanero, huyeron inconcierto; y sin haberse podido reunir
una tercera parte de sus fuerzas, tiraron por las montañas
que caen hacia El Pao. En aquel momento los hice perse-
guir por todas partes; pero entrando la noche, ha sido pre-
ciso reunir las tropas para que viniesen a desayunarse, y
los caballos tomen algún pienso. Él ha dejado cubierto de
cadáveres las calles de esta villa; mucha parte de sus caba-
llos han quedado en nuestro poder. Sus municiones, y bas-
tante número de fusiles hemos recogido hasta ahora; pero
la noche no nos ha permitido, ni hacer su enumeración, ni
hacer recorrer el campo de batalla. No hemos hecho prisio-
neros, porque nuestra tropa no ha dado cuartel. Por nues-
tra parte hemos perdido como 100 hombres, y cerca de 400
heridos; entre los primeros tenemos que llorar la muerte del
intrépido Comandante de soberbios dragones C[nel]. L. Ma-
ría Ribas Dávila; (…) Toda la tropa y oficialidad han mos-
trado el mayor valor, y han dado a conocer a los enemigos
de la libertad americana, que en cualquier parte donde se
tremole el estandarte de la República, serán destrozadas sus
fuerzas por enormes que sean. Boves en persona mandaba
la acción, a quien se le han cogido todos sus libros de ór-
denes. Dios guarde a V.S. muchos años.- Cuartel General
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 51

de La Victoria, 13 de febrero de 1814”40. Aunque Ribas diga


en el Parte Oficial, que Boves comandaba la acción, Morales,
el segundo de Boves, dice lo contrario: “(…) la villa de La Vic-
toria fue atacada por mí el 12; 14 horas consecutivas duró
el ataque, muriendo la flor de los jefes y oficiales insurgen-
tes y allí se hubiera terminado la guerra a no ser por un
poderoso refuerzo que les llegó”41.
No pudo ocultar Bolívar su entusiasmo por el triunfo de La
Victoria; y expidió desde Valencia una hermosa Proclama, felici-
tando a los soldados y, muy especialmente al Gral. José Félix
Ribas: “Soldados del Ejército vencedor en La Victoria: Voso-
tros en quienes el amor a la Patria es superior a todos los
sentimientos, habéis ganado ayer la palma del triunfo, ele-
vando al último grado de gloria a esta Patria privilegiada
que ha podido inspirar el heroísmo en vuestras almas imper-
térritas. Vuestros nombres no irán nunca a perderse en el
olvido. Contemplad la gloria que acabáis de adquirir, voso-
tros, cuya espada terrible ha inundado el campo de La Victo-
ria con la sangre de esos feroces bandidos: Sois el instru-
mento de la Providencia para vengar la virtud sobre la tie-
rra, dar la libertad a vuestros hermanos, y anonadar con
ignominia esas numerosas tropas, acaudilladas por el más
perverso de los tiranos. ¡Caraqueños! El sanguinario Boves
intentó llevar hasta vuestras puertas el crimen y la ruina: a
esa inmortal ciudad, la primera que dio el ejemplo de liber-
tad en el hemisferio de Colombia. ¡Insensato! Los tiranos no
pueden acercarse a sus muros invencibles, sin expiar con su

40
Gral. José Félix Ribas, Parte oficial de la Batalla de La Victoria (12 de
febrero de 1814), en: Gazeta de Caracas (10 de febrero de 1814), en:
loc. cit.
41
Francisco Tomás Morales, Relación histórica en compendio de las
operaciones del Ejército Expedicionario de Costa Firme; en: Instituto
de Antropología e Historia de la Facultad de Humanidades y Educa-
ción de la Universidad Central de Venezuela (editor), Op. cit., Vol. II,
pp. 1115-1147, p. cit. 1126.
52 La Iglesia en la Venezuela Republicana

impura sangre la audacia de sus delirios. El Gral. Ribas, so-


bre quien la adversidad no puede nada, el héroe de Niquitao
y Los Horcones, será desde hoy titulado EL VENCEDOR DE
LOS TIRANOS EN LA VICTORIA”42. Quiso halagar el Liberta-
dor al Gral. José Félix Ribas nombrando Capitán del Ejército a su
único hijo, José Félix Valentín de la Concepción Ribas y Palacios,
nacido después de 15 años de matrimonio con Doña Josefa Isidra
Palacios y Blanco, hermana de Doña Concepción Palacios y Blan-
co y, por lo tanto, tía del Libertador: “Por cuanto Ud. ha salva-
do la Patria el día de ayer, derrotando completamente el ene-
migo en la ciudad de La Victoria, por tanto ha tenido a bien
el Libertador nombrar al hijo de Ud. Ciudadano José Félix
Ribas y Palacios, Capitán vivo y efectivo de infantería de
línea, con el goce de sueldo de tal desde hoy y con la anti-
güedad del día en que empezare a hacer el servicio. (…)
Cuartel General de Valencia, 13 de febrero de 1814.- 4º y
2º.- Tomás Montilla”43. Este hijo del Gral. Ribas y primo herma-
no del Libertador, a quien para la fecha de su nombramiento le
faltaba un día para cumplir los tres años de edad, es el oficial más
joven que ha tenido el Ejército de Venezuela44.

42
Y continúa la Proclama: “Los que no pueden recoger de sus compa-
triotas y del mundo la gratitud y la admiración que les deben, el
bravo Cnel. Ribas Dávila, (…), serán conservados en los anales de
la gloria. Con su sangre compraron el triunfo más brillante: La
posteridad recordará sus nobles cenizas. Son más dichosos en vi-
vir en el corazón de sus conciudadanos, que vosotros en medio de
ellos. Volad, vencedores, sobre las huellas de los fugitivos: sobre
esas bandas de tártaros, que embriagados de sangre, intentaban
aniquilar la América culta, cubrir de polvo los monumentos de la
virtud y del genio: pero en vano; porque vosotros habéis salvado
la Patria. Cuartel General de Valencia, febrero 13 de 1814, 4º y 2º”
(Libertador Simón Bolívar, Proclama (13 de febrero de 1814), en: Gazeta
de Caracas (14 de febrero de 1814), en: loc. cit.).
43
Cit. en: José Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. cit., Nº 911,
p. 58.
44
El Cronista de la ciudad de La Victoria, Germán Fleitas Núñez anota,
que cuando a José Félix Ribas “le faltaban apenas 4 años para
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 53

El Ayuntamiento de Caracas se reunió para acordar los hono-


res correspondientes al Gral. Ribas: “En la ciudad de Caracas,
a diecisiete de febrero de mil ochocientos catorce, cuarto de
la República, reunida la Municipalidad con el Ciudadano
Presidente del Estado Gobernador Político, los cuatro Co-
rregidores Jueces de Paz y doce vecinos notables de cada
uno de sus respectivos cuarteles, se propuso por el citado
Ciudadano Presidente el objeto de la convocatoria de tan
respetable reunión, cual era el de que por los cuatro Corre-
gidores se le había manifestado que el pueblo de Caracas,
bien convencido de los heroicos esfuerzos del Comandante
General Ciudadano José Félix Ribas en la campaña que en
el pueblo de La Victoria había obtenido contra el sanguina-
rio y execrable Boves y bandidos que le acompañan, quería
de los modos que le fuesen posibles marcar con demostracio-
nes sensibles para la presente y futuras generaciones la gra-
titud a que se había hecho acreedor aquel valiente guerrero;

morir y ya tiene 15 años de casado, nace su único hijo llamado


José Félix Valentín de la Concepción Ribas y Palacios, quien llegó
a ser el oficial más joven que ha tenido el Ejército de Venezuela.
Nació el 14 de febrero de 1811, el año de la Independencia, Día de
San Valentín, de allí su nombre. La Batalla de La Victoria fue el 12
de febrero; el 13, el Libertador por Decreto concede a su primo
hermano, el hijo del Gral. Ribas, el grado de Capitán vivo y efecti-
vo de infantería de línea, y al siguiente día, el 14, el nuevo Capitán
cumple 3 años. (…) Huérfano de padre, creció al lado de su madre.
Venezuela no le reconoció el título de Capitán, que le había confe-
rido su primo, el Libertador, pero Colombia sí. Fue enviado a estu-
diar a los Reinos de Francia al cuidado de las hermanas Montilla
(hermanas de los Generales Tomás y Mariano Montilla); regresó
en 1829 y al año siguiente murió su primo y protector, (…) Este
José Félix Ribas y Palacios no fue importante, si lo medimos por el
rasero con que se mide a los hombres importantes del Siglo XIX. No
fue General ni Doctor, ni masón, ni gobernante, ni miembro de
clubes, ni poeta. Heredó seis haciendas de su madre, vendió 4,
cultivó 2, e hizo lo que los hacendados de su época: Sembró caña
y vendió papelón y aguardiente; tuvo casa en Caracas y en
54 La Iglesia en la Venezuela Republicana

y contrayéndose a los Jueces de Paz proponentes para que


especificasen el fin de la asamblea, expresando que cuando
la provocó en la Municipalidad ya se ocupaba ésta en el
mismo tratado, (…) Pero considerando las circunstancias de
la República, las de esta corporación, y teniendo presente
que el General en Jefe Libertador de Venezuela ha condeco-
rado ya al Gral. Ribas con el sobrenombre de [EL] VENCE-
DOR DE LOS TIRANOS EN LA VICTORIA; que a su hijo le
ha declarado Capitán del Ejército vivo y efectivo; y que ya
antes se propuso y consintió por otra igual asamblea el que
al Libertador Bolívar se erigiese una estatua en esta capital
como centro de Venezuela, se aclamó unánimemente que se
erija también otra en la plaza de la villa de La Victoria en
memoria del Gral. Ribas, que se le pida al mismo una lista
circunstanciada de los oficiales y soldados que tan digna y
gloriosamente le acompañaron y auxiliaron en aquella jor-
nada para que, inscribiéndose sus nombres en los libros de

Guarenas, donde era propietario de la famosa hacienda Maturín,


que había sido de los Palacios, sus abuelos. Vivió 64 años, y murió
en 1875 (el año en que su padre cumplió un siglo). El único acto
público donde lo hemos encontrado es en el traslado de los restos
de su primo Simón en 1842, cuando marcha inmediatamente de-
trás del alto Gobierno, acompañado de los familiares del Padre de
la Patria. Casó dos veces: primero con Doña Amalia Anzola Tovar,
y luego con Doña Carmen Villavicencio. Del segundo matrimonio
no tuvo hijos, pero del primero tres, que fueron: José Félix Ribas
Anzola, sin descendencia; José Ignacio Ribas Anzola, quien casó
con Luisa Paz de Valencia, y tuvo hijos y nietos solamente; y Doña
Trinidad Ribas Anzola, quien casó con el Gral. Martín María
Aguinagalde, y tuvo tres hijos: Martín, Carlota y Trina. Esta última
Doña Trina Aguinagalde Ribas, quien fue la última en usar el ape-
llido Ribas del General, casó con el Gral. Ramón Ayala Anzola, y es
el tronco común del cual descienden todos los herederos del pró-
cer, que pasan de cuatrocientas personas (…)” (Germán Fleitas
Núñez, Ante los restos simbólicos del Gral. José Félix Ribas, Villa de
Cura, pp. 23-25).
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 55

esta Municipalidad, les sirva de perpetuo documento a todos


estos defensores de la libertad. Y por último, que se
recomienden todas las viudas que han resultado de esta cam-
paña, y con especialidad la del esforzado Coronel Ciudada-
no Luis María Ribas Dávila, que después de haber sufrido
las dilatadas privaciones del Gobierno español, ha tenido la
gloria de coronar su carrera derramando su sangre en de-
fensa de la Patria. (…)”45.
Y fue entonces, cuando el Gral. José Félix Ribas dirigió su
célebre oficio al Ayuntamiento, en el cual declina el honor de la
estatua en la plaza de la villa de La Victoria y atribuye la salva-
ción de la Patria a la protección visible de María Santísima de la
Concepción: “Honorable Cuerpo Municipal y Notables del
Pueblo. Las demostraciones con que V.SS. me han honrado,
y los honores que me han señalado son ciertamente los ma-
yores y que marcados en mi corazón llevarán mas allá del
sepulcro mi gratitud. La elevación de una estatua en memo-
ria de la jornada del 12 y del triunfo de las armas de la
República en La Victoria, es sin duda el más alto de los ho-
nores que llega a conseguir un mortal; mis servicios no han
pasado aún la raya de los deberes que me imponen la natu-
raleza y mi Patria, y sin engañarme no podría concebir otra
cosa. En Venezuela no hay otro que merezca esta recompen-
sa que el General Libertador, a él es a quien la Patria le debe
su rescate y el único a quien deben tributársele los más altos
honores; él es quien dirige la nave del Gobierno, el que dis-
pone y organiza los Ejércitos, y él en fin, el que ha libertado
a Venezuela. Si V.SS. creen que yo he contraído algún mérito,
y si mis servicios merecen la aprobación de mis conciudada-
nos, yo los intereso todos y los presento a la consideración
de V.SS. sin otro objeto que para suplicarles se sirvan conce-
derles estos honores exclusivamente al General Libertador,
teniendo yo por bastante recompensa el recuerdo y demos-

45
Actas del Cabildo de Caracas, Vol. cit., pp. 304-306.
56 La Iglesia en la Venezuela Republicana

tración que se han hecho a mi Patria. La sangre de los ilus-


tres caraqueños derramada en La Victoria y la protección
visible de María Santísima de la Concepción fueron los que
salvaron la Patria en aquel memorable día; yo suplico enca-
recidamente a V.SS. que todo el premio que debía asignárseme
recaiga en beneficio de tantas viudas y huérfanos que justa-
mente merecen el recuerdo de la Patria; y espero de la Muni-
cipalidad marque este día para bendecir a la Madre de Dios
con el título de Concepción, jurándole una fiesta solemne
anual, en la Santa Iglesia Metropolitana, a que deben asistir
todas las corporaciones, y exhortando a las demás ciudades
y villas para que en gratitud ejecuten lo mismo. Yo protesto a
V.SS. que éstos son mis deseos y que llegándolos a conseguir,
grabarán en mi pecho un eterno reconocimiento, y aseguro
de la mejor fe que no es la moderación la que me hace expli-
car en estos términos, sino la justicia. Los mármoles y bron-
ces no pueden jamás satisfacer el alma de un republicano, y
sí, la gratitud y recuerdo con que hoy me veo distinguido por
los hijos de la ciudad más digna de ser libre. La Patria exige
de mí aún mayores servicios y sacrificios, ella se ve atacada
de sus enemigos, y yo añadiendo a mi deber la gratitud para
con este pueblo, ofrezco a ese Ilustre Cuerpo no envainar la
espada hasta que no vea cerrado el templo de Jano. Con el
más alto respeto y consideración tengo el honor de ser vues-
tro conciudadano. Caracas, 18 de febrero de 1814, 4º y 2º.
José Félix Ribas”46.
Según la tradición, el Gral. José Félix Ribas, estando la Batalla
en pleno desarrollo, entró en la Iglesia de la villa de la Victoria, se
postró ante la imagen de la Inmaculada Concepción suplicándole
por la salvación de la tropa; de esta tradición da fe el Cronista de
la ciudad de La Victoria, Germán Fleitas Núñez: “Los rigores de

46
Gral. José Félix Ribas, Nota dirigida al Ayuntamiento (18 de febrero
de 1814), en: José Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. cit., Nº
914, pp. 59-60.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 57

la guerra no habían mellado su fe. Ya en una oportunidad


durante la Campaña Admirable, luego de la Batalla de Los
Horcones, se dirigió a Barquisimeto a colocar su espada a
los pies de Nuestra Señora de la Paz, en acción de gracias
por el triunfo obtenido. Según la tradición, durante la Bata-
lla de La Victoria, a las cuatro de la tarde, presintiendo la
derrota, entró en la Iglesia, se postró frente a la imagen de la
Virgen Inmaculada Concepción y le rogó que salvara la tro-
pa. La oración del valiente guerrero fue interrumpida por el
grito de un soldado, quien desde el campanario le anuncia-
ba que por el camino de San Mateo venía una polvareda.
Era el refuerzo que llegaba al mando de Vicente Campo Elías,
español patriota, (…)”47.
De hecho, la Batalla se desarrolló en la plaza y en las calles de
la villa de La Victoria48, según se desprende del Parte Oficial del

47
Germán Fleitas Núñez, Palabras al viento, Op. cit., p. 161.
48
Un viajero inglés llamado Robert Semple, quien visita Venezuela en-
tre 1810 y 1811 —apenas tres años antes de la Batalla de La Victo-
ria— hace la siguiente descripción de la villa de La Victoria: “La
Victoria es una ciudad irregular, en su mayor parte plana, adorna-
da por arboledas y jardines. No es fácil precisar su tamaño mien-
tras uno no la cruza en todas direcciones y la observa desde las
alturas vecinas. En algunas de las calles principales hay casas
iguales a las de Caracas, y el aspecto general, aunque carece de
regularidad, es agradable. Da la impresión de algo que está entre
una ciudad y una aldea grande. Los oficiales principales de la
milicia de los Valles de Aragua residen aquí, lo que hace que la
ciudad sea como un asiento del Gobierno y contribuye material-
mente a formar las maneras de los habitantes, tal como son. Hay
una gran plaza ya fijada, pero todavía las casas adyacentes no
están todas construidas. De un lado queda la Iglesia principal,
que, aunque no está terminada, es en su interior, fuera de toda
comparación, el más bello y mejor proporcionado edificio público
que he visto en todo el país” (Robert Semple, Bosquejo del estado
actual de Caracas incluyendo un viaje por La Victoria y Valencia
hasta Puerto Cabello 1810-1811, versión castellana y Prólogo de José
58 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Gral. Ribas y de otros relatos, como el de José Félix Blanco: “(…)


nuestras tropas se concentraron en la plaza, ocupando el
enemigo todo el resto de la población, de modo que nuestras
fuerzas quedaron completamente sitiadas. (…) Un fuego vivo
y mortífero comenzó desde luego en todos los puntos, así de
la fusilería como de 4 pequeñas piezas de batalla, que el
Gral. Ribas abocó a las calles que guían a la plaza, y que
sostuvieron nuestros artilleros a pesar de las repetidas car-
gas del enemigo, resueltos todos a vender caras sus vidas. El
combate duró todo el día: El enemigo había logrado pene-
trar hasta las paredes de la plaza, las había aspillerado y
por las troneras elegía sus víctimas; así fue que el Gral. Ribas
tuvo tres caballos muertos, habiendo escapado milagrosa-
mente, (…)”49.

Nucete-Sardi, Caracas 1964, pp. 75-76; orig. en inglés: Robert Semple,


Sketch of the present state of Caracas; including a journey from
Caracas through La Victoria and Valencia to Puerto Cabello, London
1812).
49
Y continúa el relato de José Félix Blanco: “(…) y recibieron una
muerte gloriosa o fueron gravemente heridos la mayor parte de
nuestros oficiales, siendo de los primeros el bravo Cnel. Ribas
Dávila, Comandante General de la caballería, los oficiales
Rodríguez, Hernández, Tirado y Bustamante, y quedaron heridos y
mancos muchos otros, no siendo menos sensible la pérdida costosa
de 520 hombres de tropa muertos. Eran las 4 y media y los nuestros
no veían esperanzas de salvación, porque el enemigo traía siempre
nuevas fuerzas de refresco al combate, y el número de las nuestras
disminuía; cuando las vigías descubrieron sobre el río Aragua
una división de tropas, que avanzaba rápidamente sobre el enemi-
go, cuya nueva alentó el ardor de nuestras tropas. Era el Cnel.
Campo Elías con 220 hombres, quien había oído en Turmero desde
el amanecer el fuego de nuestra artillería, y se había puesto inme-
diatamente en marcha en auxilio de nuestra división. Reconocidas
las banderas de la República, ordenó el Gral. Ribas que saliese la
caballería, que había estado cubierta en un solar, y poniéndola a
las órdenes del Teniente Coronel Mariano Montilla (por muerte de
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 59

En el Ayuntamiento se dio lectura al oficio del Gral. Ribas:


“En la ciudad de Caracas, a diecinueve de febrero de mil
ochocientos catorce, cuarto de la República, reunida la Mu-
nicipalidad, hallándose a su cabeza el Ciudadano Presiden-
te del Estado Gobernador Político, los cuatro Corregidores
Jueces de Paz y los mismos notables que concurrieron a la
sesión anterior, por medio de la citación correspondiente,
con el fin de leer un oficio pasado a este cuerpo por el Co-
mandante General Ciudadano José Félix Ribas, en que hace
presente que todos los honores de su triunfo obtenido en La
Victoria se tributen exclusivamente al Señor Libertador; que
el que pudiera asignarse a su persona recaiga en beneficio
de tantas viudas y huérfanos que justamente merecen el re-
cuerdo de la Patria; y que se marque el día de la Batalla
para bendecir a la Madre de Dios con el título de Concepción
jurándole una fiesta solemne anual en la Santa Iglesia Me-
tropolitana y exhortando a las demás ciudades y villas para
que en gratitud ejecuten lo mismo. Y habiéndose tratado la
materia con toda la detención que ella pide por sí, se deter-
minó contestar al Ciudadano Ribas que su oficio es un nue-
vo realce de su mérito, una nueva prueba de los sentimientos
religiosos que le caracterizan y un relevante testimonio del
aprecio que le merecen sus compañeros de armas que han
tenido la gloria de morir en el campo del honor. Que esta
Municipalidad sabe muy bien cuánto deben los pueblos de
Venezuela al Señor Libertador; y que ha conceptuado que
este Señor tendrá el mayor placer y satisfacción en ver que

Ribas Dávila), lo mandó que cargase al enemigo, para facilitar el


paso a los auxiliares; lo que se consiguió en efecto, rechazando
completamente las hordas del enemigo, que se retiró al Pantanero
en dirección al Llano; y entraron desde luego las fuerzas liberadoras
a la ciudad” (José Félix Blanco, Bosquejo histórico de la Revolu-
ción de Venezuela, La Bandera Nacional (1838-1839); en: José Félix
Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. cit., Nº 905, pp. 34-46, pp. cit.
37-38).
60 La Iglesia en la Venezuela Republicana

se constituye este cuerpo un instrumento de que adquiera su


premio la virtud y el valor; y finalmente, que dejando subsis-
tente en todas sus partes la sesión anterior, se le haga pre-
sente que desde luego por el voto uniforme de esta asamblea
queda establecida la fiesta anual religiosa a que se contrae y
que excitará a los demás cuerpos concejiles de la Provincia
para que imiten esta piadosa conducta, precedida de la apro-
bación del Señor General en Jefe, a quien por la sesión ante-
rior se tienen recomendadas las viudas y huérfanos. (…)”50.
Y, en cumplimiento del voto del Gral. Ribas acudieron los Munici-
pales —llamados hoy Ediles o Concejales—, el 28 de febrero de
1814, al Te-Deum en la Catedral de Caracas; de lo cual quedó
constancia en las actas del Cabildo: “Certifico que los Ciuda-
danos Municipales reunidos en sala capitular a Cabildo Or-
dinario, asistieron en compañía del Ciudadano Gobernador
Político del Estado, Presidente nato de este cuerpo, a la fies-
ta votiva y solemne función de Te-Deum que se celebró este
día en la Santa Iglesia Catedral en acción de gracias por el
triunfo de las armas de la República en el pueblo de La Vic-
toria el doce del corriente contra nuestros enemigos; y ha-
biendo regresado, contrajeron sus acuerdos al despacho de
varias providencias en decretos y dar curso a todas las ocu-
rrencias y asuntos relativos a las actuales circunstancias de
guerra. Caracas, veinte y ocho de febrero de mil ochocientos
catorce, cuarto de la República. Francisco León de Urbina,
Teniente Secretario”51.
Entre tanto, el Gral. Ribas había salido a los valles del Tuy a
combatir a Rosete; el 20 de febrero, despachaba el siguiente Par-
te, publicado en la Gazeta de Caracas: “Las armas de Venezue-
la, siempre triunfantes, acaban de tener la gloria de haber
derrotado completamente al pérfido Rosete, en su Cuartel
General de Charallave, con 800 o 1.000 hombres. (…) En

50
Actas del Cabildo de Caracas, Vol. cit., pp. 307-308.
51
Actas del Cabildo de Caracas, Vol. cit., p. 312.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 61

este momento despacho a tomar posesión del pueblo de


Ocumare, en donde dejó Rosete un piquete de 50 hombres;
pero temo no poderlos coger, porque también se habrán dis-
persado ya. Queda por consiguiente la República en pose-
sión de los Valles del Tuy”52. Lo que encontró Ribas en Ocumare
fue horroroso: “Señor Gobernador: Al participar a Ud. los
horrores que he presenciado en este pueblo, al mismo tiempo
que me estremezco de compasión, me hace jurar un odio im-
placable a la ferocidad de los carnívoros españoles: (…) Más
de 300 víctimas inocentes han sacrificado a su ambición, entre
ellas una tercera parte del bello sexo y niños: Montones de
cadáveres y de hombres despedazados es el espectáculo úni-
co con que han dejado adornados las miserables calles y
plaza de este pueblo: Con troncos y miembros humanos muti-
lados han empedrado sus calles, haciendo presenciar al ma-
rido la muerte de la esposa; a la madre la muerte del hijo,
descargando después el acero sobre ellos, sin permitirles si-
quiera el recibir los auxilios espirituales por más que los mi-
serables clamaban por este solo bien”53. ¡La indignación del
Gral. Ribas era inmensa por no habérseles permitido los auxilios
espirituales a los que estaban siendo masacrados! De un oficio
del Cura de Ocumare, Pbro. Juan de Orta, al Vicario General y
Provisor, Pbro. Dr. José Antonio Pérez de Velasco, se desprende
que la Iglesia fue profanada54; algunas víctimas fueron de-

52
Gazeta de Caracas (21 de febrero de 1814), en: loc. cit.
53
Gral. José Félix Ribas, Oficio (21 de febrero de 1814), en: Gazeta de
Caracas (24 de febrero de 1814), en: loc. cit.
54
“Pongo en noticia de Ud. como el 11 del corriente fue atacada esta
plaza por una multitud de forajidos, acaudillados por el bárbaro y
sanguinario Rosete. Tuvo la desgracia de sucumbir de tal modo
que sus consecuencias exasperan el espíritu humano. Sobre 300
cadáveres de aquellas primeras personas de representación y ad-
hesión a nuestra libertad, cubren las calles, fosos y montes de su
inmediación. El clamor de las viudas y de los huérfanos es tan
general como irremediable: pues todo el pueblo fue robado y sa-
62 La Iglesia en la Venezuela Republicana

golladas sobre los propios Altares55. Rosete y sus forajidos


confundían la causa del Rey con el odio a la Iglesia: importante
indicio, de que efectivamente el Clero, en su mayoría, se había
identificado con la causa de la Independencia…
Pero, los “azotados valles del Tuy volvieron a ser invadi-
dos por el malvado Rosete, que con una división de más de
3.000 hombres ocupó por segunda vez el pueblo de Ocumare
el día 6 de marzo, renovando sus execrables hechos y entre-
gando la indefensa población a la ferocidad de sus tropas,
que cometieron toda clase de excesos y crímenes, como les
era de costumbre”56. Entonces, “se organizó una columna de
800 hombres que marchó bajo las órdenes del Gral. Juan
Bautista Arismendi el día 11 [de marzo], siendo al fin, en
crudo choque con los realistas, completamente derrotados

queado hasta no dejar cosa alguna útil, necesaria al descanso,


conservación y comodidad de la vivienda. El corazón menos sensi-
ble y cristiano no puede ver sin dolor el cuadro triste y pavoroso
que dejó trazado la barbarie y rapacidad de unos hombres inaudi-
tos, y que serán el oprobio y degradación de la naturaleza racio-
nal. Pero no es esto solo lo que asombra y horroriza: el Santuario
del Dios vivo fue violado con el mayor escándalo e impiedad. La
sangre de tres víctimas inocentes acogidas a su inmunidad sagra-
da, riegan todo el pavimento; (…)” (Pbro. Juan de Orta, Carta al
Señor Provisor y Vicario General (22 de febrero de 1814), en: José
Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. cit., Nº 916, pp. 61-68, pp.
cit. 65-66).
55
“La presencia del crimen y de la desgracia; arroyos de sangre,
cadáveres insepultos y mutilados, troncos de niños, ancianos y
mujeres; puertas, ventanas, muebles despedazados; el templo de
Dios vivo profanado, sus puertas hechas pedazos con el hacha
homicida, sus naves salpicadas con sangre inocente; sus Altares,
¡qué horror!, ¡qué abominación!, el lugar destinado al suplicio de
las víctimas que sacrificó con su sacrílega mano el feroz e inmoral
Rosete. Tal es el espectáculo horroroso que he presenciado al lle-
gar al desgraciado pueblo de Ocumare (…)” (Gazeta de Caracas
(28 de febrero de 1814), en: loc. cit.).
56
José de Austria, Op. cit., Vol. cit., p. 207.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 63

los patriotas en el sitio y pueblo de Charallave, con una con-


siderable pérdida de oficiales y soldados, como de armamen-
tos de guerra, salvándose sólo el General en Jefe, el Capitán
Justo Briceño, herido, y uno u otro oficial más”57. Al llegar a
Caracas, “difícil le fue a Arismendi aplacar al Gral. Ribas en
la explosión de su cólera. Rehúsa éste escuchar sus excusas,
le aparta con desdén”58. La misma capital estaba amenazada,
“y el Libertador y el Gral. Ribas hicieron nuevos preparati-
vos para oponerse a las ulteriores tentativas del enemigo”59.
Llegó entonces a Caracas, fortuitamente, “el Mayor General
Montilla, con su columna de bravos defensores de San
Mateo”60; se le agregaron “algunos artesanos y un escuadrón
de caballería. Con estos recursos, improvisados en tan críti-
ca situación, se organizó una fuerza de 900 hombres manda-
da la infantería por el Cnel. José Leandro Palacios, la caba-
llería por el Comandante José María Jiménez, continuando
el Mayor General Montilla, y de jefe de expedición ‘EL VEN-
CEDOR DE LOS TIRANOS EN LA VICTORIA’, Gral. Ribas”61.
Enfermo como estaba —dice la Gazeta de Caracas—: “A pesar
de sus gravísimos males, el Gral. Ribas, acostumbrado a ha-
cer toda especie de sacrificios por la defensa de su Patria,
se hizo conducir en un coy al campo de batalla, donde debía
esperar el añadir un nuevo triunfo”62 a la serie ininterrumpida
de sus victorias militares. Efectivamente, se las ingenió el Gral.
Ribas para entusiasmar las tropas con el fin de anotarse otra vic-
toria: “La marcha fue redoblada como lo exigían las circuns-
tancias, y el 19 [de marzo], en la noche, acampó la columna
en la hacienda Salamanca, dos leguas distante del pueblo de

57
Ibid., pp. 210-211.
58
Juan Vicente González, Op. cit., p. 182.
59
Gazeta de Caracas (24 de marzo de 1814), loc. cit.
60
José de Austria, Op. cit., Vol. cit., p. 211.
61
Ibid.
62
Gazeta de Caracas (24 de marzo de 1814), loc. cit. La palabra “coy” es
un neerlandismo, que significa tanto como jaula…
64 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Ocumare. Entre las combinaciones del General, para aque-


lla jornada que iba a decidir la suerte de Caracas, por en-
tonces, fue una la de hacer salir secretamente una hermosa
banda de música dirigida por el célebre maestro Lino Ga-
llardo, que se ocultó dentro de la misma hacienda. El Gene-
ral, como los demás jefes y oficiales, había inflamado el pe-
cho de los soldados con sus arengas y repetidas aclamacio-
nes por la libertad de la Patria; y cuando en el silencio de la
madrugada rompió la música con aires marciales y cancio-
nes patrióticas, a la que acompañaron festivas dianas de los
cuerpos de la división, creció el entusiasmo y la decisión a
un punto difícil de explicar y que presagiaba un triunfo cier-
to. A las dos horas, el día 20 [de marzo], estaban ya los
patriotas sobre las casas de Ocumare, que los realistas ha-
bían perforado para dirigir con más seguridad sus fuegos
en la obstinada defensa a que se preparaban; pero cerca de
tres horas de tremendo combate bastaron para decidir la vic-
toria espléndida de los independientes”63.
En esta oportunidad, en el Ayuntamiento, habiéndose invitado
a la reunión a algunos sacerdotes y otras personalidades, tenien-
do en cuenta los sentimientos religiosos del Gral. Ribas, fue he-
cha la proposición de entregarle una banda tricolor con el es-
cudo de la Inmaculada Concepción: “En la ciudad de Cara-
cas, a veintidós de marzo de mil ochocientos catorce, cuarto
de la República, el Ciudadano Presidente y demás Vocales

63
José de Austria, Op. cit., Vol. cit., p. cit. Informa la Gazeta de Caracas:
“Hemos hecho multitud de prisioneros: Les hemos quitado mucho
armamento, sus banderas, cerca de 400 caballos, su ganado, todas
sus cargas de equipaje, dos piezas de artillería de a cuatro monta-
das, y sus pertrechos. El Gral. Ribas persiguió al enemigo hasta las
tres de la tarde hacia el sitio de Súcuta, y el Comandante Gogorza
sigue con las tropas que van en su alcance, y debió internarse
anoche mismo por el camino de El Picacho, único por donde han
podido escapar los restos de la expedición de Rosete” (Gazeta de
Caracas (24 de marzo de 1814), loc. cit.).
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 65

Municipales que suscribirán, reunidos en Cabildo Extraor-


dinario por previa citación en este mismo día, con los Ciuda-
danos Corregidores de primera nominación Esteban de Pon-
te, de tercera Miguel Jerónimo Arrechedera y de cuarta Dr.
Felipe Fermín Paúl; el Ciudadano Provisor Vicario General,
Dr. José Antonio Pérez; y los Ciudadanos Deán Dr. Pedro
Martínez; Maestrescuela Dr. Santiago de Zuloaga; Rector de
la Universidad, Dr. Gabriel José de Lindo; Rector del Semi-
nario, Dr. Cecilio Ávila; Reverendo Padre Guardián del Con-
vento de San Francisco, Fray Francisco González; Reveren-
do Padre Comendador del Convento de la Merced, Fray Pa-
blo Linares; Cnel. Juan Bautista Arismendi, Dr. Nicolás
Anzola, Dr. José Aguado, Dr. José María Ramírez, Juan
Ascanio, Fernando Madriz, Fernando Mijares, Manuel Díaz
Casado; Director Contralor General de Hospitales, Vicente
Ibarra y Francisco Martínez Pérez, no habiendo concurrido
el Ciudadano Presidente del Estado Gobernador Político
Cristóbal de Mendoza por ocupación. Así juntos, tomó la
palabra el Presidente Municipal Ciudadano Rafael
Escorihuela e hizo presente a la asamblea que el objeto de la
convocatoria era el de que se hiciese alguna manifestación
de gratitud y reconocimiento al benemérito Ciudadano Co-
mandante General José Félix Ribas por sus heroicos esfuer-
zos y pericia militar en defensa de la Patria, pues que en la
última campaña en el pueblo de la Sabana de Ocumare con-
tra el inhumano y execrable Rosete, caudillo de los bandidos
que infestan y casi han destruido el alto Tuy, había logrado
derrotarle segunda vez, cuyo hecho, de que estaban bien
penetrados sus conciudadanos que se veían libres del inmi-
nente riesgo a que habían estado expuestas su libertad civil,
sus vidas, haciendas y todo lo más precioso y santo de su
suelo natal, merecía toda consideración. Y habiendo abierto
la sesión, el Ciudadano Síndico Dr. Domingo Alzuru, per-
suadiendo la justicia del objeto de la convocatoria y adhi-
riéndose a ella, propuso que al héroe debía ceñírsele, como
premio cívico, un sable con que destruyese los tiranos enemi-
66 La Iglesia en la Venezuela Republicana

gos de la Patria y una banda tricolor a semejanza del pabe-


llón nacional con el escudo de la Inmaculada Concepción,
para que bajo su protección sostuviese la Religión Católica y
la República. Discutida meditadamente la proposición, se
hicieron diferentes enérgicos discursos, suscitándose la cues-
tión sobre si la asamblea tenía facultades para conceder la
banda, y se resolvió por mayoría de votos se llevase a efecto
la demostración de ceñirle el sable a su entrada triunfante
en la tarde de este día, debiendo salir la corporación hasta
la alcabala de El Valle a recibirle; y que por lo que respecta
a la banda, se consulte a S.E. El Libertador Ciudadano Simón
Bolívar, con testimonio de esta acta, por mano del Ciudada-
no Gobernador Político. En este acto expuso el mencionado
Síndico Dr. Domingo Alzuru que salvaba su voto en cuanto a
la consulta, pues no la estimaba necesaria; y los Ciudada-
nos Cnel. Arismendi y Corregidor de primera nominación ma-
nifestaron que su aquiescencia se contraía únicamente al sa-
ble y no a la banda, por considerarla como un distintivo mi-
litar que sólo puede conceder el Jefe Supremo de la Repúbli-
ca; a lo que repuso el mismo Síndico que de ningún modo
debía entenderse que la banda pedida era distintivo militar,
por cuyo motivo había expresado fuese tricolor para que no
se confundiese con las que S.E. El Libertador tenía designa-
das para los premios y graduaciones militares. Con lo cual
concluyó el acto y firman, de que certifico. (…)”64.
El Libertador, por su parte, también quiso distinguir a Ribas
nombrándolo General en Jefe de los Ejércitos nacionales65. Días

64
Actas del Cabildo de Caracas, Vol. cit., pp. 319-320.
65
He aquí el Decreto del Libertador: “Por cuanto atendiendo a los
servicios del benemérito Ciudadano José Félix Ribas, Gral. de Di-
visión, he venido en concederle el empleo efectivo de General en
Jefe de los Ejércitos nacionales. Por tanto, mando a los Capitanes
generales, gobernadores de las armas y demás cabos mayores y
menores, oficiales y soldados de los Ejércitos le hayan y tengan por
tal General en Jefe de los Ejércitos nacionales; como a tal, se guar-
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 67

después, el 31 de marzo, se dio cuenta en el Ayuntamiento de la


aprobación por el Libertador de las actas del Cabildo del 17 y
19 de febrero de 1814 y, por lo tanto, de la fiesta establecida
anualmente para marcar el día de la Batalla de La Victoria y
bendecir a la Madre de Dios con el título de Concepción
en la Catedral: “En la ciudad de Caracas, a treinta y uno de
marzo de mil ochocientos catorce, cuarto de la República,
reunidos en Cabildo Ordinario los Ciudadanos Presidente y
Vocales que suscribirán, tomaron en consideración un oficio
del Gobierno Político del Estado, fechado en veintiocho de
febrero próximo pasado, en que manifiesta que S.E. El Liber-
tador de Venezuela, en veintitrés del mismo, se sirvió aprobar
las actas del diecisiete y diecinueve del propio mes y que
tendrá muy en consideración el encarecimiento que en ella
se le hizo a favor de las viudas que resultaron en la campaña
dada en el pueblo de La Victoria el doce del propio febrero
por el benemérito Comandante General Ciudadano José Félix
Ribas, señaladamente la del impertérrito Coronel Ciudada-
no Luis María Ribas Dávila; y en consecuencia unánime-
mente acordaron: que por medio del propio Gobierno Políti-
co se pida al referido Comandante General una lista cir-
cunstanciada de los oficiales y soldados que tan digna y glo-
riosamente le acompañaron y auxiliaron en la citada acción,

den y hagan guardar las honras, gracias, preeminencias y excep-


ciones que por razón de este empleo le tocan y deben ser guarda-
dos bien y cumplidamente y que al intento, de la Provincia o Ejér-
cito donde fuese a servir, dé la orden conveniente para que se tome
razón y forme asiento de este empleo en la Contaduría principal.
Dado en el Cuartel General Libertador de San Mateo, a veintitrés
de marzo de mil ochocientos catorce, cuarto de la Independencia y
segundo de la guerra a muerte. Firmado de mi mano, sellado y
refrendado por el Secretario de Estado y del Despacho de Guerra
y Marina. Simón Bolívar” (Libertador Simón Bolívar, Decreto (23 de
marzo de 1814), en: José Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol.
cit., Nº 919, pp. 69-70, p. cit. 69).
68 La Iglesia en la Venezuela Republicana

para que inscribiéndose sus nombres en los libros de esta


Municipalidad les sirva de perpetuo documento a todos aque-
llos defensores de la libertad. Que del fondo de las rentas de
propios se abone el costo de la fiesta establecida anualmente
para marcar el referido día de la Batalla y bendecir a la
Madre de Dios con el título de Concepción en la Santa Igle-
sia Metropolitana, haciéndose saber para inteligencia al
administrador de las mismas rentas; y que se transmita todo
al mismo Gobierno Político por contestación a su oficio de
veinticuatro del corriente y en satisfacción al que insertó del
referido Comandante General, fechado en veintiocho del ci-
tado febrero, a fin de que se sirva expedir las demás provi-
dencias necesarias hasta realizar los indicados acuerdos.
(…)” 66.
En cuenta de un oficio del Secretario de Gracia y Justicia del 9
de mayo de 1814, en la cual se le comunicaba al Ayuntamiento la
elevación de la villa de La Victoria a ciudad por parte del Liberta-
dor, se reunió el Ayuntamiento para deliberar todo lo relativo a
esta elevación: Después de calificarla a La Victoria de “dique” y
“verdadero antemural de Caracas”, se recomienda a la nueva
Municipalidad de La Victoria el cumplimiento del voto del
Gral. José Félix Ribas: “En la ciudad de Caracas, a tres de
junio de mil ochocientos catorce, cuarto de la República,
concurrieron a Cabildo Extraordinario, por virtud de cita-
ción, los Ciudadanos Vice-Presidente y Vocales que suscribi-
rán, (…) Asimismo, habiendo visto lo representado por el Sín-
dico Procurador General, Ciudadano Dr. Domingo Alzuru,
sobre la erección hecha por S.E. El Libertador del pueblo de
La Victoria en ciudad cabeza de partido de los estados de
Venezuela, unánimemente dijeron: Que siendo como efecti-
vamente es muy arreglada y justa la erección de dicha ciu-
dad, y que no obstante que el territorio de la misma [La]
Victoria y sus pueblos anexos o suburbios se desmembran de

66
Actas del Cabildo de Caracas, Vol. cit., pp. 324-325.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 69

esta capital, no puede menos esta Municipalidad que dar las


gracias a S.E. El Libertador por tan oportuna providencia y
digna erección de la ciudad de La Victoria en un pueblo tan
acreedor a tan semejantes distinciones, así por su popula-
ción, haberes, estructura de edificios, etc., como principal-
mente por los sacrificios que ha hecho por el Gobierno repu-
blicano, sirviendo su plaza para contener dos veces a los
enemigos que trataban de invadir la capital, la una en veinte
de julio del año de doce y la otra el memorable doce de fe-
brero del presente, que en ambas campañas ha triunfado la
República del despotismo realista, y que en una y otra vez ha
sido este lugar de La Victoria el dique que ha contenido la
inundación de bandidos y el verdadero antemural de Cara-
cas; por todo lo que los individuos de esta Municipalidad
antes de ahora y en vista de los referidos hechos habían con-
ferenciado entre sí y resuelto poner en acuerdo formal (como
en la presente lo hacen) solicitando de S.E. que si es de su
agrado se premie y remarque el lugar de La Victoria con el
sobrenombre de CIUDAD VICTORIOSA. Que en considera-
ción a estar aprobadas por el mismo Señor Libertador las
actas de diecisiete y diecinueve de febrero último, en que se
mandó hacer una fiesta todos los años el doce del mismo mes
en honor de la Inmaculada Concepción y que en la Plaza
Mayor de La Victoria se erigiese una estatua al siempre ven-
cedor Gral. Ribas, se compulse testimonio de estas dos actas
y se acompañen a S.E. para que si lo juzgase acertado las
haga pasar a la Municipalidad que se erija en la nueva ciu-
dad, recomendándoles el exacto cumplimiento de tan públi-
cos y piadosos votos”67, con lo cual la Municipalidad de Caracas

67
Y continúa el acta con consideraciones sobre los linderos de la nue-
va Municipalidad: “Y contrayéndose a los linderos y pueblos su-
burbios que deban señalarse a la dicha nueva ciudad, le parece a
esta corporación muy justo y arreglado el plan propuesto en el
acta de los vecinos de La Victoria, que así como a Maracay le
deben corresponder los pueblos de San Joaquín, costa de Ocumare
70 La Iglesia en la Venezuela Republicana

no transfería el cumplimiento de los votos a la nueva Municipali-


dad de La Victoria, sino que le recomendaba, en tal caso, sumar-
se al cumplimiento de aquellos votos…

y Choroní, y a la ciudad de Turmero los pueblos de Cagua y Santa


Cruz, a la de La Victoria se le señalen los de San Mateo y del Buen
Consejo por ser más cómoda esta división, porque en esto están
conformes todos los vecindarios, porque este mismo plan se adoptó
en la división de cantones que puso la Constitución Republicana
de Caracas en su capítulo segundo, sección tercera, números 13 y
17, y finalmente porque los vecinos de La Victoria no hacen formal
petición para que se les agreguen los pueblos de San Pedro y Los
Teques, que éstos tienen grandes serranías que los separan de La
Victoria y que los habitantes de estos dos pueblos están muy acos-
tumbrados a traer y expender sus frutos a esta capital con quien
tienen su comercio y de donde retornan cuanto necesitan, lo que
presta suficiente fundamento para juzgar que los vecinos de San
Pedro y Los Teques tal vez no serían muy gustosos en que les
subrogasen otra matriz distante. Que con lo expuesto queda con-
testado en un todo el oficio de nueve de mayo último del Secretario
de Gracia y Justicia, a quien se contestará con testimonio de todo
lo actuado en esta Municipalidad, de este acuerdo y de las dos ya
citadas actas, con devolución del expediente original que vino en
ocho hojas útiles, para que sirva elevarlo todo al conocimiento del
Señor Libertador. (…)” (Actas del Cabildo de Caracas, Vol. cit., pp.
348-350).
III
LA IMAGEN DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
DE LA PARROQUIA DE NTRA. SRA.
DE GUADALUPE DE LA VICTORIA

Pero, ¿por qué acude el Gral. Ribas durante la Batalla de La


Victoria precisamente a “María Santísima de la Concepción”68?
En la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Guadalupe había
muchas otras imágenes; de hecho, el Obispo Mariano Martí la
visitó en el año 1780, y dejó constancia de las imágenes existen-
tes: “Fue visitada la Iglesia Parroquial de este pueblo el día
28 de mayo de 1780. Su Titular es Nuestra Señora de
Guadalupe. (…) En la Iglesia hay ocho Altares: el Mayor en
que está colocado el Santísimo Sacramento y la imagen de
Nuestra Señora de Guadalupe, otro dedicado a Nuestro Se-
ñor Jesucristo Crucificado, otro al Dulcísimo Niño Jesús, otro
a las Ánimas, otro a Nuestra Señora del Rosario, otro a San-
ta Inés, otro a San Nicolás Tolentino, y otro a Nuestra Seño-
ra de Candelaria. En la Capilla del lado del Evangelio hay
otro dedicado a la Inmaculada Concepción de Nuestra Se-
ñora y en la del lado de la Epístola hay dos: uno dedicado a
Nuestra Señora de la Soledad, en que está también colocado
el Santísimo Sacramento, para su administración, y el otro a
Jesús Nazareno”69. Es decir, que la imagen de la Inmaculada
Concepción estaba colocada en una de las Capillas laterales, no
demasiado distante de la puerta principal de la Iglesia; de tal ma-
nera, que al Gral. José Félix Ribas se le hizo relativamente fácil
acercarse a ella en pleno fragor de la batalla…

68
Gral. José Félix Ribas, loc. cit.
69
Obispo Mariano Martí, Documentos relativos a su Visita Pastoral de
la Diócesis de Caracas (1771-1784). Estudio preliminar y coordina-
ción por Fr. Lino Gómez Canedo, O.F.M., Tm. VII: Compendio, Biblio-
teca de la Academia Nacional de la Historia, Colección “Fuentes para
la Historia Colonial de Venezuela”, Nº 101, Caracas (3) 1999, pp. 41-
49, pp. cit. 42-43.
72 La Iglesia en la Venezuela Republicana

También dio cuenta el Obispo Martí de la Cofradía de la


Inmaculada Concepción de Nuestra Señora de la Parroquia: “Fue
fundada en la supradicha Iglesia Parroquial por los vecinos
de este pueblo. Sus constituciones fueron hechas con facul-
tad del Ilustrísimo Señor Don Joseph Feliz Valverde, en 9 de
diciembre de 1736, y confirmadas por el Rey Nuestro Señor
por Real Cédula dada en Aranjuez a 28 de abril de 1739.
También fue aprobada esta Cofradía por Nuestro Señor Pa-
dre Clemente XIII, en Bula dada en Roma, a 7 de mayo de
1762, concediendo algunas indulgencias a los cofrades. Tie-
ne obligación de una fiesta solemne el día 8 de diciembre de
cada año, un aniversario el mes de noviembre, y una Misa
cantada por cada hermano que muere, y una Misa rezada
por los cofrades, éstos dan por su asiento 8 reales y aquéllos
4 pesos y dan medio real por modo de pensión cada mes.
Tiene también obligación por particulares dotaciones de tres
fiestas en la Octava de la Inmaculada Concepción. Tiene de
capital impuesto a censo en varios ramos 1535 pesos, 1 real.
Las limosnas alcanzan anualmente a 3 pesos y lo que se re-
coge de aquellas pensiones a 35 pesos cada año. Se recibie-
ron cuentas al Bachiller Don Phelipe Antonio González, Ma-
yordomo de esta Cofradía, resultaron de alcance a favor de
dicho Mayordomo 199 pesos 3 ½ reales y se aprobaron en
auto proveído el día 11 de julio de 1780”70. Las rentas, sin
duda alguna significativas de esta Cofradía, dan una idea de la
gran devoción a la Inmaculada Concepción, que había en la villa
de La Victoria… De hecho, la fiesta de la Inmaculada Concep-
ción, el 8 de diciembre, era tan ostentosa como la fiesta patronal
de Ntra. Sra. de Guadalupe de Extremadura; lo cual hace constar
en el Libro de Gobierno de la Parroquia en el año 1816 el enton-
ces Cura de La Victoria, Pbro. José María Gedler71. Tal vez, los

70
Ibid., pp. 44-45.
71
“Yo el infrascrito Cura y Vicario de este pueblo de La Victoria,
habiendo consultado a S. Ima. D.D. Narciso Coll y Prat si cuenta la
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 73

mismos devotos de la Inmaculada Concepción de la villa de La


Victoria llevaron al Gral. Ribas ante la imagen…

costumbre observada por mis antecesores de exponer el SS. Sacra-


mento en la fiesta primera de la Patrona de este pueblo N.S. de
Guadalupe de Extremadura, día 8 de septiembre, y en la de la
Concepción, 8 de diciembre, sin que hallase un Decreto que lo
mandase, debía o no exponerla en estos días, respondió, en 6 del
mismo mes y año. Concedido que ambas fiestas, observada la debi-
da reverencia y correspondiente ritualidad: cuyo Decreto queda
en el archivo de esta Iglesia y para que conste lo firmo a diez de
septiembre de mil ochocientos dieciséis. Dr. José María Gedler”
(Libro I de Gobierno [Archivo de la Parroquia N.S. de la Guadalupe
de La Victoria – La Victoria, Venezuela]).
IV
LA FAMILIA RIBAS

Pero, no. Que el Gral. Ribas haya acudido durante la Batalla de


La Victoria a “María Santísima de la Concepción”72, no pudo
deberse a razones meramente coyunturales, como la existencia de
una imagen de la Inmaculada Concepción en la Iglesia o la gran de-
voción a la Inmaculada Concepción en la villa de La Victoria…
Él había nacido en un hogar profundamente católico; como
hace notar Juan Vicente González: “Nació José Félix Ribas el
19 de septiembre de 1775, de Don Marcos Ribas y Doña
Petronila de Herrera y Mariñes; fue el postrero de los once
hijos de un matrimonio afortunado y fecundo. (…) Ribas re-
cibió la enseñanza que se acostumbraba en aquel tiempo.
Tenía estudiosos ejemplos que imitar en su propia familia:
Dr. Francisco José Ribas, séptimo de sus hermanos, había
alcanzado renombre como teólogo y orador sagrado, (…) El
otro Presbítero, Maestro Don Marcos Ribas, Nerista hasta la
revolución, fue en sus mejores días un sacerdote fervoroso,
cuyos sermones llenaban de pavor a las almas cristianas,
por la fuerza con que tronaba sobre los vicios y hacía sentir
las verdades terribles de la Religión. El mismo José Félix quiso
tomar el hábito de los hijos de San Francisco, en el piadoso
fervor de sus primeros años. Necesitaba su corazón las abs-
tinencias y luchas de la soledad y del claustro, o los peligros
y combates de la guerra”73.
Es decir, de los once hermanos Ribas y Herrera, dos fueron
sacerdotes… Y, como si esto fuera poco, dos fueron monjas del
Convento de las Concepciones de Caracas; Convento fundado
con licencia otorgada por Real Cédula del 23 de marzo de 161474,

72
Gral. José Félix Ribas, loc. cit.
73
Juan Vicente González, Op. cit., pp. 78-80.
74
Cf. Arístides Rojas, Los exconventos de Monjas en Caracas, en:
Arístides Rojas, Estudios Históricos, Serie Segunda, Caracas 1927,
pp. 299-310, p. 300.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 75

y que precisamente en los años previos a la Independencia, con-


cretamente en el año 1805, llegó a vivir su máximo esplendor, al
abrigar en su seno setenta y cuatro monjas profesas75. Al acudir
a “María Santísima de la Concepción”76 durante la Batalla de
La Victoria, tal vez el Gral. Ribas pensó en sus hermanas monjas,
allá en el Convento de las Concepciones de Caracas…
El nombre de pila completo de José Félix Ribas es José Félix
Januario; y este último nombre ha dado lugar a muchas especula-
ciones… De hecho, el famoso oficio del Gral. Ribas al Ayunta-
miento de Caracas del 18 febrero de 1814 cierra con la enigmáti-
ca frase: “La Patria exige de mí aún mayores servicios y sa-
crificios, ella se ve atacada de sus enemigos, y yo añadiendo
a mi deber la gratitud para con este pueblo, ofrezco a ese
Ilustre Cuerpo no envainar la espada hasta que no vea ce-
rrado el templo de Jano”77. El Cronista de la ciudad de La Vic-
toria, Germán Fleitas Núñez, lo ha interpretado desde la mitología
romana: “Este extraño tercer nombre fue profético. Poco fre-
cuente en su época y en su entorno, lo escogen de la mitolo-
gía romana, lo cual no se repite con ninguno de sus diecio-
cho hermanos. Va a ser conocido en sus orígenes y significa-
do por el bravo guerrero, y seguramente a servirle de inspi-
ración en sus ideales, ya que, en momento de gloria, expre-
sará en carta memorable, una referencia sin duda alguna
relacionada con el origen de este su extraño nombre. Januario
viene de Jano, el dios de las puertas. (…) Jano tenía un tem-
plo en el Foro y sus puertas permanecían abiertas durante la
guerra y cerradas durante la paz; solo que en muy pocas
oportunidades se cerró. Se cuenta que durante el ataque que
sufrió Roma por los sabinos de Tacio, quienes trataban de
recuperar a sus mujeres robadas por los romanos, el dios
Jano, una de cuyas atribuciones es abrir paso a las fuentes
cuando tratan de brotar a la superficie, hizo salir un torrente

75
Cf. ibid., p. 301.
76
Gral. José Félix Ribas, loc. cit.
77
Ibid.
76 La Iglesia en la Venezuela Republicana

de agua hirviente que detuvo a los invasores. En ese mismo


lugar se le edificó su templo y se ordenó que permaneciera
abierto en tiempos de guerra para que el dios pudiera salir
libremente a ayudar a los romanos”78. En realidad Januario —
en latín Januarius— no es otro nombre que Genaro; y efectiva-
mente José Félix Januario Ribas y Herrera nació un 19 de sep-
tiembre, día de San Genaro…
José Félix Ribas contrajo matrimonio, el 1º de febrero de 1796
en la Catedral de Caracas, con Josefa Isidra Palacios y Blanco79,
hermana de Doña Concepción Palacios y Blanco —como quedó
anotado—, y era, por lo tanto tío político del Libertador. Es de
notar, que cuatro de los hermanos Ribas y Herrera contrajeron
matrimonio con cuatro de los hermanos Palacios y Blanco80. Ade-
más del parentesco político, José Félix Ribas y Simón Bolívar
estaban unidos por algún parentesco de consaguinidad81. Juan
Vicente González lo imaginó presente en la Plaza Mayor de Ca-

78
Germán Fleitas Núñez, Ante los restos simbólicos del Gral. José Félix
Ribas, Op. cit., pp. 8-9.
79
La Partida de Matrimonio reza textualmente: “1º de febrero de 1796.-
Don Joseph Félix de Rivas, natural de Caracas, h.l. de Don Marcos
de Rivas (difunto) y de Doña Petronila Herrera, c.c. Doña Josepha
Isidra Palacios y Blanco, natural de Caracas, h.l. de Don Feliciano
Palacios y Sojo y de Doña Francisca Blanco (difuntos)” (Libro IX
de Matrimonios de la Catedral de Caracas, f. 88 y vto.; cf. Dr. Carlos
Iturriza Guillén, Matrimonios y velaciones de españoles y criollos
blancos celebrados en la Catedral de Caracas desde 1615 hasta 1831.
Extracto de los primeros once libros parroquiales. Precedido de un
compendio de los celebrados en la Iglesia Mayor, después Catedral,
desde 1578 hasta 1615, Publicaciones del Instituto Venezolano de
Genealogía, Caracas 1974, p. 845).
80
Cf. Juan Vicente González, Op. cit., pp. cit.
81
Así lo deja asentado Don Juan Nepomuceno Ribas, hermano mayor
de José Félix Ribas, al aceptar, en enero de 1814, el cargo de Director
General de Rentas: “S.E. está ligado conmigo con vínculos, aunque
no tan estrechos, pero sí de doble parentesco de consanguinidad”
(Gazeta de Caracas (10 de enero de 1814), en: loc. cit.).
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 77

racas, el 8 de mayo de 1799, cuando era llevado a la horca y


después descuartizado el revolucionario José María España82.
Los acontecimientos en España entre los años 1807 y 1809 —
sobre todo la prisión del Rey Fernando VII— fueron el pretexto
para sucesivas revoluciones en América: la revolución del 25 de
mayo de 1809 en Chuquisaca83; la revolución del 16 de julio de
1809 en La Paz84; la revolución del 10 de agosto de 1809 en
Quito85; la revolución del 19 de abril de 1810 en Caracas…
Consta, que en el año 1808, José Félix Ribas desempeñaba en
Caracas el cargo de Alcalde primero de Cuartel, “que tenía bajo
su responsabilidad la designación y supervisión de los Al-
caldes de barrio y la función de Juez en su jurisdicción en
1808”86. Era, pues, una personalidad pública notoria en Caracas
y, como tal, fue uno de los principales protagonistas de los aconte-
cimientos del 19 de abril de 1810…
En efecto, relata Felipe Larrazábal, el primer biógrafo de Bo-
lívar: “(…), el Ayuntamiento propuso y solicitó del Gobierno

82
Cf. Juan Vicente González, Op. cit., pp. 75-78; cf. Juan Ernesto
Montenegro, Una nueva jaula para la cabeza de Ribas, en: Crónicas
de Santiago de León[, Imprenta Municipal], Caracas 1997, pp. 454-
455, p. 454.
83
Cf. Valentín Abecía Baldivieso, El Criollismo de La Plata. La revolu-
ción del 25 de mayo de 1809, La Paz 1970 [Biblioteca Casto Rojas del
Banco Central de Bolivia – La Paz, Bolivia]; Emilio Fernández, La
revolución del 25 de mayo de 1809 (recomposición), Biblioteca del
Sesquicentenario de la República, La Paz 1975.
84
Cf. Manuel Carrasco, Pedro Domingo Murillo. Abanderado de la
libertad, Buenos Aires 1945 [Biblioteca Casto Rojas del Banco Cen-
tral de Bolivia – La Paz, Bolivia]; Gustavo Adolfo Otero, Don Pedro
Murillo y su tiempo, La Paz 1948 [Biblioteca Casto Rojas del Banco
Central de Bolivia – La Paz, Bolivia].
85
Cf. Jorge Salvador Lara (editor), La revolución de Quito 1809-1822
según los primeros relatos e historias por autores extranjeros, Selec-
ción, Estudio Introductorio y Notas de Jorge Salvador Lara, Quito
1982.
86
Juan Ernesto Montenegro, en: loc. cit., p. 454.
78 La Iglesia en la Venezuela Republicana

la creación de una Junta Gubernativa de la Provincia en


nombre de Su Majestad cautiva y a imitación de las que se
habían formado en España; pero las autoridades españolas,
temerosas de la erección de Juntas en América, reconocieron
preferentemente la de Sevilla, (…) Era tan halagüeña para
los venezolanos la idea de un Gobierno propio, encargado
de los intereses comunes, que sin embargo del reconocimien-
to, que acababa de hacerse de la Junta de Sevilla, y a pesar
de la oposición de Casas y de todos los magistrados españo-
les, continuaron fomentando la creación de otra Junta de
Gobierno, que se titulara ‘de Caracas’. Para lograr este in-
tento se tenían reuniones en la estancia de Don Simón Bolí-
var, a las márgenes del Guaire, a cuyas reuniones asistían
los Montilla, los Ribas, el Marqués del Toro, Juan Vicente
Bolívar y otros jóvenes principales de la capital. Como es de
suponerse, estas sociedades, que los españoles calificaban
de ‘revolucionarias’, eran secretas. En ellas sólo se admitía
a los amigos. Sin embargo, las delató uno de los concurren-
tes, D. Manuel Matos, acaso de los más comprometidos. Matos
fue reducido a prisión, y los trabajos se suspendieron por
unos días. Tuviéronse luego las reuniones en la casa de Don
José Félix Ribas, y cubrían los patriotas sus intentos con el
juego de banca; (…)”87. José Félix Ribas vivía “en una casa
entre Sociedad y Traposos, que fue muy dañada por el terre-
moto de 1812, reparada en 1813 a pesar de la terrible para-
lización, que produjo la guerra en aquellos momentos. Esa
vivienda se mantuvo en pie hasta que un destructor incendio
la consumió en 1926. En el sitio de la casa de Ribas se cons-
truyeron el edificio y pasaje Zingg”88, tan conocido en la ac-
tual Caracas…
Consumada la revolución del 19 de abril de 1810, el acta del
Ayuntamiento —correspondiente a ese día— concluye con refe-
rencias a José Félix Ribas como Diputado por el gremio de los

87
Felipe Larrazábal, Op. cit., Vol. cit., p. 81.
88
Juan Ernesto Montenegro, loc. cit., p. cit.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 79

pardos: “(…), y que se publique por bando esta acta, en la


cual también se insertan los demás Diputados, que posterior-
mente fueron nombrados por el pueblo, y son el Teniente de
Caballería Don Gabriel de Ponte, Don José Félix Ribas y el
Teniente retirado Don Francisco Javier Ustáriz, bien enten-
dido, que los dos primeros obtuvieron sus nombramientos por
el gremio de los pardos, con la calidad de suplir el uno las
ausencias del otro, sin necesidad de su simultánea concu-
rrencia. En este estado, notándose la equivocación padeci-
da en cuanto a los Diputados nombrados por el gremio de
los pardos se advierte ser sólo el expresado Don José Félix
Ribas. Y se acordó añadir, que por ahora toda la tropa de
actual servicio tenga prestaciones y sueldo doble, y firmaron
y juraron la obediencia a este nuevo Gobierno”89. Siguen las
firmas, entre las cuales están las de tres de los hermanos Ribas:
Valentín de Ribas, Pbro. Dr. Francisco José Ribas, “como Dipu-
tado del Clero y el pueblo”90, y José Félix Ribas…
En cambio, ninguno de los hermanos Ribas aparece firmando
el Acta de Independencia del 5 de julio de 1811, en la cual, por
cierto, se hace profesión expresa de la Religión Católica: “Noso-
tros los Representantes de las Provincias Unidas de Venezue-
la, poniendo por testigo al Ser Supremo de la justicia de nues-
tro proceder, y de la rectitud de nuestras intenciones; implo-
rando sus divinos y celestiales auxilios; y ratificándole en el
momento en que nacemos a la dignidad que su providencia
nos restituye, el deseo de vivir y morir libres, creyendo y de-
fendiendo la Santa, Católica y Apostólica Religión de Jesu-
cristo, como el primero de nuestros deberes. Nosotros, pues,
a nombre y con la voluntad y autoridad que tenemos del vir-
tuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mun-
do, que sus Provincias Unidas, son y deben ser desde hoy

89
Acta del Ayuntamiento de Caracas (19 de abril de 1810); cit. en: José
Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. II, Nº 409, pp. 391-399, p.
cit. 392.
90
Ibid.
80 La Iglesia en la Venezuela Republicana

más, de hecho y de derecho, Estados libres, soberanos e in-


dependientes; (…)”91. Declarada la Independencia, el 5 de julio
de 1811, fue solemnemente jurada por Francisco de Miranda,
Simón Bolívar y todas las demás autoridades civiles, militares y
eclesiásticas —incluyendo al Arzobispo de Caracas, Iltmo. Sr.
Dr. Don Narciso Coll y Prat— diez días después, el 15 de julio,
con la siguiente fórmula: “¿Juráis (…) defender con vuestras
personas y con todas vuestras fuerzas los Estados de la Con-
federación Venezolana, y conservar y mantener pura e ilesa
la Santa Religión Católica, Apostólica, Romana, (…), y de-
fender el Misterio de la Concepción Inmaculada de la Vir-
gen María nuestra Señora?”92.
¿Dónde estaban los hermanos Ribas para estas fechas? Ha-
bían sido desterrados por la Junta Suprema… Se encontraban en
alguna isla del Caribe, probablemente en Jamaica; lo sucedido lo
relata el Gral. José de Austria —testigo de excepción— en su
Bosquejo de la Historia Militar de Venezuela: “De conformidad
con las bases y preceptos establecidos en el Reglamento acor-
dado por la Junta Suprema en el precedente mes de junio [de
1810], se reunió en el Convento de religiosos franciscanos
el Colegio Electoral, para la elección de Diputados al Con-
greso por la Provincia de Caracas. Esta corporación debe
ser memorable, porque fue la primera que en la América del
Sur iba a poner en práctica los principios del gobierno po-
pular representativo. (…) La agitación de los ánimos crecía y
las opiniones revolucionarias se inflamaban con la próxima

91
Cit. en: Arístides Rojas, El 5 de julio de 1811, Ediciones del
Sesquicentenario de la Muerte del Libertador, Caracas 1980.
92
Congreso General de Venezuela, Sesión del 8 de julio de 1811 para
acordar una regla para el juramento oficial del acto declarando la
Independencia; en: José Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol.
III, N° 574, pp. 157-158, p. cit. 158; cf. Congreso General de Venezue-
la, Juramento del Acta de la Declaratoria de Independencia, en: José
Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. cit., N° 581, pp. 166-169;
R.P. Pedro de Leturia, S.J., Op. cit., p. 74.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 81

reunión del Congreso; los frecuentes conatos reaccionarios


por los partidarios de la España, amenazaban de continuo a
los patriotas; y como del seno de las revoluciones sale por lo
regular el azote de los mismos revolucionarios, se atribuyó
alguna confabulación entre varias personas notables, para
oponerse a la marcha indecisa y contemplativa de la Junta
Suprema. Sin embargo, desplegando ésta, en medio de los
conflictos, bastante energía, acordó el arresto y expulsión a
una isla extranjera del Cnel. José Félix Ribas, sus hermanos
Juan Nepomuceno y Pbro. Dr. Francisco José [Ribas], y del
ciudadano José María Gallegos, personas de importancia y
altamente comprometidas en la regeneración del país, pero
acusadas en aquellos momentos de promotores de los moti-
nes con que se pretendía dominar las deliberaciones del próxi-
mo Congreso. El Cnel. José Félix Ribas se encontraba en el
pueblo de Petare; en su plaza estaba formado su batallón
haciendo ejercicios doctrinales, en cuyas filas se encontra-
ba el que escribe este bosquejo, cuando se le intimó su arres-
to y su traslación a la capital conducido por el Comisionado
de la Junta Suprema, que lo fue el ciudadano Rafael Paz
Castillo. El Cnel. Ribas tributó el más alto respeto a la Junta,
y cumplió la orden entregando el mando de su batallón a su
segundo Comandante Don Jerónimo Ricaurte”93. ¿Entrenaba

93
José de Austria, Op. cit., Vol. I, pp. 146-147. En su formidable obra
sobre la Primera República de Venezuela, precisa el historiador
Caracciolo Parra-Pérez las razones del destierro de los hermanos Ribas:
“El 21 o 22 de octubre [de 1810] José Félix Ribas, miembro de la
Junta Suprema, sus hermanos y un cirujano llamado José María
Gallegos, que figuraba ya en 1808 al lado de Ribas, amotinaron a
la plebe y a su cabeza recorrieron las calles, y pidieron que se
expulsase del territorio venezolano a españoles y canarios. Lo cu-
rioso del caso es que tal pretensión de la turba, instrumento en
aquella ocasión de un agitador blanco convertido de propia auto-
ridad en Diputado de los pardos, no correspondía en manera algu-
na al interés de las clases bajas, enemigas de la oligarquía criolla.
82 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Ribas en Petare a un batallón de pardos? Todo parece indicar-


lo94…
El destierro del Cnel. José Félix Ribas es registrado también
por los cronistas realistas de la época… El Regente Heredia, por
ejemplo, anota, que Ribas “era un hombre muy mal conceptua-
do en la Provincia, que había sido revolucionario contra la
misma revolución, y que por intriga con los pardos lo tuvo

(…) La Junta calmó el tumulto y, en lugar de los europeos, expulsó


a Ribas, a su hermanos Francisco y Juan Nepomuceno y a Galle-
gos, quienes se embarcaron para Curazao” (Caracciolo Parra-Pérez,
Historia de la Primera República de Venezuela, Estudio Preliminar de
Cristóbal Mendoza, Cronología y Bibliografía de Rafael Ángel Rivas,
Biblioteca Ayacucho, Nº 183, Caracas (3) 1992, p. 257). El 26 de enero
de 1811 le escribe Juan Germán Roscio a un importante personaje
político de Jamaica: “Los señores Ribas, que llegaron a vuestra isla
de Jamaica habían sido relegados allá por justas causas hasta la
instalación de nuestro Congreso General, a quien la Junta Supre-
ma ha dejado la facultad de pronunciarse sobre su conducta; esta
augusta asamblea se va a reunir el primero de febrero, y la deci-
sión de su permanencia o salida de vuestra isla no se dejará espe-
rar” (Juan Germán Roscio, Carta a Layard (26 de enero de 1811): cit.
en: Caracciolo Parra-Pérez, Op. cit., p. 258). El 9 de junio de 1811, el
mismo Juan German Roscio le da a Andrés Bello noticia de los herma-
nos Ribas Herrera, “que de Jamaica vinieron a Curazao, y de
Curazao a Caracas, conforme a la providencia de su expulsión
momentánea, que dejó a la discreción del Congreso el término de
ella” (Juan Germán Roscio, Carta a Andrés Bello (9 de junio de 1811),
en: Juan Germán Roscio, Obras, Compilación de Pedro Grases, Tm.
III: Correspondencia[, Publicaciones de la Secretaría General de la
Décima Conferencia Interamericana, Colección “Historia”], Caracas
1953, pp. 23-36, p. cit. 26). Sobre Juan Germán Roscio acaba de publi-
car el R.P. Luis Ugalde, S.J., un muy interesante estudio (cf. R.P. Luis
Ugalde, S.J., El pensamiento teológico-político de Juan Germán
Roscio, Caracas 2007).
94
En efecto, después de su regreso a Venezuela, en el año 1811, apare-
ce José Félix Ribas al frente del llamado Batallón de Barlovento (cf.
Caracciolo Parra-Pérez, Op. cit., p. 436.457).
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 83

desterrado algún tiempo la primera Junta de que era indivi-


duo”95. El funcionario realista Pedro de Urquinaona, por su par-
te, escribe: “Tan perverso fue este Ribas, que ni aun los mis-
mos facciosos, que le habían hecho Coronel, pudieron sufrirle.
En 1810 trató de sublevar los negros para exterminar toda
casta europea y apoderarse del mando absoluto de Caracas.
La Junta revolucionaria, temiendo sus sangrientos designios,
le desterró ignominiosamente a Curazao. Allí se unió al sedi-
cioso Robertson, Secretario del Gobierno de la isla y tan
decidido por la insurrección del continente, como que des-
pués pasó a servir a Cartagena el empleo de Coronel, distin-
guiéndose en el incendio de varios pueblos fieles. A instan-
cia de Robertson consiguió Ribas volver a Caracas, donde
se mantuvo hasta la entrada de su primo Monteverde, quien
por libertarle del castigo a que se había hecho acreedor su
mala conducta, le dio pasaporte y recomendación muy parti-
cular para el Gobernador de Curazao, de donde pasó a
Cartagena, y después a Venezuela desplegando en su mar-
cha toda la ferocidad de su carácter inhumano, y todo el
odio contra los inocentes europeos, que fueron víctimas de
su barbarie” 96.

95
José Francisco Heredia, Memorias del Regente Heredia, Prólogo de
Blas Bruni Celli, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia,
Colección “Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela”, Nº 186,
Caracas 1986, p. 119.
96
Pedro de Urquinaona, Relación documentada del origen y progresos
del trastorno de las Provincias de Venezuela hasta la exoneración del
Capitán General Don Domingo Monteverde; en: Instituto de Antro-
pología e Historia de la Facultad de Humanidades y Educación de la
Universidad Central de Venezuela (editor), Op. cit., Vol. I, pp. 137-
360, p. cit. 342.
EL NAZARENO DE SAN PABLO
Y EL 19 DE ABRIL DE 1810

Más de uno se ha preguntado, por qué la revolución del 19


de abril de 1810 se produjo precisamente un Jueves Santo, el día
en que la Iglesia conmemora la Última Cena de Jesucristo con
sus apóstoles, la institución de la Eucaristía… Oficialmente la
jornada del 19 de abril de 1810 comenzó a las ocho de la maña-
na; de hecho, en la madrugada habían tenido lugar algunos pre-
parativos… Pero, tal vez deba relatarse la historia desde la tar-
de anterior, como lo hizo el célebre historiador Dr. Lucas
Guillermo Castillo Lara —hermano del Cardenal Rosalio José
Castillo Lara, ambos ya lamentablemente fallecidos: “La pro-
cesión doliente del milagroso Nazareno repasaba esquinas
y empedrados y desgajaba limones allá por Miracielos. Los
mechones de los penitentes ponían una nota violácea en las
vestiduras nazarenas. Igual que las puntas de las candelas,
que alumbraban las faldas del Ávila. Adelante las cofradías.
Las filas de vacilantes faroles. Mantillas y andaluzas apre-
tadas en místico fervor tras de los ‘pasos’. Los vendedores
de carato y de sabrosas granjerías escalonados en la an-
cha plaza. Una multitud rezante, bullanguera y sudorosa.
Esclavos y sirvientes. Artesanos y pardos. Nobles y
mantuanos. Todos con el carisma de la fe en la punta de la
mirada. Una Semana Santa y un Nazareno, piadosos y
dolientes como todos los años. Y sin embargo, esa noche
había algo distinto en el aire. La reunión conspiradora de
la tarde había tenido lugar casa de Manuel Díaz Casado.
Las otras, casa del Alcalde José de las Llamozas para con-
vencerlo y casa de Valentín Ribas y Herrera, entre Jesuitas
y Maturín, para confirmar esta adhesión. Por último, en
esas horas nocturnas, la postrer y decisiva en la casa de
José Ángel Álamo, en la actual esquina de Santa Teresa,
para la confirmación definitiva del golpe”97 .

97
Dr. Lucas Guillermo Castillo Lara, 19 de abril. El cumpleaños de la
Patria. Discurso de Orden en la Sociedad Bolivariana de Venezue-
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 85

En aquella época, en Caracas, las festividades religiosas


eran celebradas por todo lo alto… Un viajero inglés, llamado
Robert Semple, que estuvo en Caracas entre octubre de 1810
y enero de 1811, llegó a escribir: “(…) las procesiones de
imágenes, la ornamentación de los templos con adornos y
vasos de oro y plata y derroche de luz, la iluminación de
las calles, las salvas de artillería y el repicar de las cam-
panas, todo en conjunto forma una brillante exhibición,
que mueve el interés de todas las categorías, desde la del
más rancio español hasta la del negro recién importado”98.
En los meses anteriores al 19 de abril de 1810, ya habían
sido denunciadas y debeladas algunas conspiraciones99; de modo,
que las celebraciones de la Semana Santa, en general, y la
procesión del Nazareno de San Pablo, el Miércoles Santo en la
noche, en particular, le brindó a los Padres de la Patria el sub-
terfugio necesario para poder reunirse a ultimar los detalles de
aquella revolución… No es exagerado decir entonces, que tan
importante paso hacia la Venezuela libre e independiente, que
fue el 19 de abril de 1810, se produjo bajo el amparo y protec-
ción del Nazareno de San Pablo; que Venezuela es, por lo tan-
to, la República del Nazareno de San Pablo…
Aunque el 19 de abril de 1810 fue también resultado de la
enérgica intervención de un sacerdote, el Canónigo José Cortés
de Madariaga, de origen chileno. Hasta hace poco, en todos los
textos escolares de historia de Venezuela se encontraba repro-
ducida, con mayor o menor fidelidad, la versión del historiador
Rafael María Baralt, según la cual: “(…) se reunió el Ayunta-
miento en la mañana del 19 de abril, con achaque de asis-
tir a los oficios religiosos del Jueves Santo en la Iglesia
Catedral. Entonces se insinuó por algunos de los conspira-
dores la necesidad de ocuparse en las novedades que co-
rrían, a fin de acordar los medios de aplacar la efervescen-

la (19 de abril de 1972)[, Imprenta del Congreso de la República],


Caracas 1972, p. 11.
98
Robert Semple, Op. cit., p. 57.
99
Cf. Felipe Larrazábal, Op. cit., Vol. cit., pp. 81-85.
86 La Iglesia en la Venezuela Republicana

cia popular (…) Para esto debía el cuerpo declararse en


sesión extraordinaria con usurpación de ajenas facultades,
pues tocaba únicamente al Capitán General la convocato-
ria a Cabildo en casos semejantes (…) Hablóse de los su-
cesos de España, del peligro en que se hallaba la América,
de cuánto convendría organizar en Venezuela un Gobierno
propio que la preservase de la anarquía, velase en su defen-
sa y conservase los derechos de su legítimo monarca. A todo
contestó victoriosamente Emparan (…) éste sin aguardar
respuesta se dispuso a salir: los conjurados al notar la
disposición desfavorable de los ánimos, quedaron aturdi-
dos, y mal de su grado, mohínos y presagiando ya desdichas,
le siguieron (…) Entre tanto caminaban, y no siendo gran-
de la distancia que mediaba entre las antiguas Casas Capi-
tulares y la Metropolitana, se hallaban ya a sus puertas. En
este instante varios grupos de conjurados reunidos en la
plaza cierran el paso a la comitiva de Emparan, y un hom-
bre llamado Francisco Salias agarra a éste del brazo y grita
que vuelva con el Cabildo a la Sala Capitular. (…) así que
Emparan (…) se ve en la necesidad de regresar a la Sala del
Ayuntamiento. (…) Venidas las cosas a este punto, conoció
Emparan no quedarle otro recurso que el de apelar a la
muchedumbre que cercaba las Casas Capitulares, y así,
manifestando algunas dudas acerca de la legitimidad de los
recientes Diputados, salió al balcón y preguntó en alta voz
si estaba contenta con su mando. Muy astuto era
Madariaga para librar el resultado de aquel arduo nego-
cio en la mudable e inconsecuente voluntad de la plebe; por
lo que saliendo al balcón con Emparan, mientras éste ha-
cía su pregunta, él indicaba a la turba la respuesta hacién-
dole señas a hurtadillas. Los conjurados que estaban mez-
clados con el pueblo, gritaron[: ‘]no le queremos[’].
Emparan disimulando su bochorno dijo con despecho:
[‘]pues yo tampoco quiero mando[’] (…)” 100.

100
Rafael María Baralt / Ramón Díaz, Op. cit., Tm. I, pp. 604-607.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 87

No cabe duda, que el Canónigo José Cortés de Madariaga


jugó un papel protagónico el 19 de abril de 1810; así lo recono-
cen muchos otros autores, entre ellos, el Dr. Caracciolo Parra-
Pérez, autor de una “Historia de la Primera República de Ve-
nezuela”, que incluye el estudio más extenso y mejor docu-
mentado realizado hasta ahora sobre la revolución del 19 de
abril de 1810101.
El Canónigo José Cortés de Madariaga tuvo después, como
destacan sus biógrafos, una importante actuación durante la
Primera República… El 11 de diciembre de 1810 escribía al
Iltmo. Sr. Dr. Don Narciso Coll y Prat, a la sazón Arzobispo de
Caracas: “La Suprema Junta de estas Provincias, después
de haberse confederado con el Nuevo Reino de Granada,
para conservar los derechos del Rey y de nuestra Santa
Religión, me ha entregado su confianza y dispuesto a la
capital de Santa Fe, para facilitar a su Gobierno sobera-
no y arreglar con su acuerdo las amistosas relaciones que
deben estrechar los dos Estados. Como funcionario públi-
co, como ministro del culto, aunque indigno; como ciuda-
dano y miembro de la sociedad, no he podido
desentenderme de la imperiosa ley que me imponen estas
circunstancias; y menos celoso de mi conservación indivi-
dual que de la pública tranquilidad que anhelo sincera-
mente, me he decidido aceptar dicha comisión, contando
con la bendición pastoral de V.S. Ilustrísima, que trataré
de recibir en persona antes de mi propartida y entre tanto
se lo participo y espero de V.S.I. me preparará órdenes de
su sagrado, y que mandará se me despachen las
recomendaticias de estilo. Dios guarde a V.S.I. muchos años.
Dr. J. Cortés Madariaga”102. El 20 de julio de 1810 se había
producido en Santa Fe de Bogotá un movimiento semejante al

101
Cf. Caracciolo Parra-Pérez, Op. cit., pp. 195-269.
102
Pbro. Dr. José Cortés de Madariaga, Carta al Iltmo. Sr. Dr. Don
Narciso Coll y Prat (11 de diciembre de 1810); cit. en: Nicolás
Perazzo, Josef Cortés Madariaga (1766-1826), Caracas 1972, p. 38.
88 La Iglesia en la Venezuela Republicana

del 19 de abril de 1810 en Caracas… El Canónigo fue recibido


con honores de Embajador —¡el primer Embajador de Vene-
zuela en Colombia!— en la capital del Nuevo Reino de Grana-
da, el 16 de marzo de 1811103; y el resultado de su misión fue el
“Tratado de Alianza y Federación entre Cundinamarca y Ve-
nezuela”, firmado el 28 de mayo de 1811, y ratificado por el
Supremo Congreso de Venezuela el 22 de octubre, de 1811104,
y que es, por lo tanto, el primer Convenio internacional suscrito
por Venezuela… Lamentablemente, el texto del Tratado “no
es conocido en toda su extensión y sus originales auténti-
cos quizás se extraviaron en la conquista española o en
las terribles vicisitudes que tanto Venezuela como Nueva
Granada experimentaron en la gloriosa lucha por la Inde-
pendencia”105. Se conservan algunos resúmenes o extractos…
Después de la capitulación de Miranda, el Canónigo fue
hecho preso en La Guaira, remitido con otros patriotas, el 8 de
septiembre de 1812, al puerto de Cádiz, en España, y luego
confinado a la Fortaleza de Ceuta… Después de su regreso a
América, en 1817, sufrió innumerables vicisitudes, en buena
parte provocadas por su difícil carácter. La Gaceta de Colom-
bia del 26 de marzo de 1826, dio cuenta de su fallecimiento:
“El exaltado amigo de la Independencia y libertad ameri-
cana Dr. José Cortés de Madariaga ha muerto en Río Ha-
cha. No conocemos bien su vida pública; pero es notorio
que a su firmeza se debió en gran parte la revolución de
Caracas del 19 de abril de 1810 y que, consecuente siem-
pre con sus principios, mereció ser sepultado en Ceuta por
el Gobierno español, hasta que la generosidad extranjera
lo sustrajo del dominio de los bárbaros. El Dr. Madariaga
no pudo obtener la restitución de su prebenda en Cara-

103
Cf. Nicolás Perazzo, Op. cit., pp. 48-49.
104
Cf. ibid., pp. 53-54.
105
Daniel Arias Argáez, El Canónigo Don José Cortés y Madariaga,
Bogotá 1938, p. 76.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 89

cas, porque el Rey la había provisto durante el período de


la pacificación; pero obtuvo el Deanato de la Catedral de
Santa Marta, que renunció. El Gobierno de Colombia no
olvidó los servicios del patriota Canónigo de Chile y cons-
tantemente abogó ante el Congreso por su suerte. El Dr.
Madariaga merece los más tiernos recuerdos de los colom-
bianos por su ardiente patriotismo y amor a la libertad”106.

106
Cit. en: Nicolás Perazzo, Op. cit., pp. 153-154.
V
NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ

Durante la Batalla de La Victoria, debió pensar el Gral. Ribas


sobre todo en la ciudad de Caracas, pues se trataba precisamente
de salvar la capital… La ciudad de Caracas llevaba —y lleva—
en su escudo de armas una orla con la inscripción: AVE MARÍA
SANTÍSIMA SIN PECADO ORIGINAL CONCEBIDA EN EL
PRIMER INSTANTE DE SU SER NATURAL107.
¿Cuál fue el origen de esta orla? La historia se remonta a la
llegada del Obispo Diego Antonio Diez Madroñero en el año 1757,
cuando Caracas vivía una época de paz… “Ese año, el 11 de
junio, se recibe carta de Su Ilustrísima Don Diego Antonio
Diez Madroñero avisando que estaba en La Guaira pronto a
subir a la ciudad. Como era costumbre, se le acogió con el
ceremonial de rigor, y a poco tiempo de su llegada hubo de
hacer la visita de cortesía al Ayuntamiento que funcionaba
en el nuevo y flamante edificio con balconería que se halla-
ba situado en la mitad sur de la que es hoy la Casa Amarilla.
Era este Prelado, (…), un grave devoto de la Virgen María,
por lo que uno se sus primeros actos fue dar el título de
‘Mariana’ a la ciudad de Caracas. El Ayuntamiento acogió
con entusiasmo aquel especial fervor, lo que lo hizo decidir
en seguida ponerse bajo el patrocinio de Nuestra Señora de
la Luz, nombre que, en adelante, llevaría la cuadra en la que
se hallaba, que era la de Principal a Monjas. En la sesión
del 12 de diciembre [de 1757], el Ayuntamiento celebra la
‘colocación en estas Casas Capitulares de la esfinge de la
Madre Santísima de la Luz’, y juntamente acuerdan el que
‘para la máxima veneración de dicha santa imagen, sea car-
go del Señor Procurador General, dar el gasto de luces para
todos las noches del año, a uno de los porteros para que

107
Cf. Crónica de Caracas, Nº 86 (julio de 1992 – enero de 1993), pp. 209-
210.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 91

tengan este cuidado’. El Alcalde de segunda elección Don


Martín de Tovar y Blanco había recibido la comisión de en-
cargar el cuadro y de ponerlo en su puesto, que no era otro
que el balcón del Ayuntamiento, frente a la Plaza, precisa-
mente en el sitio donde se levantaba uno de los dos grandes
arcos muy recientes, ‘de piedra azul muy fina’. No existen los
papeles que nos permitan establecer firmemente de quien
obtuvo la virgen, Don Martín de Tovar (…)”108.
Muy orgullosos se sentían los miembros del Ayuntamiento de
su Patrona “a la que honraban cada vez que se presentaba
una ocasión, como ocurrió en la celebración de Carlos III,
en la que el balcón se vio iluminado como nunca antes por
todo género de velones y faroles. Ya entonces bullía en la
mente de los Ilustrísimos Señores hacer un Altar a la Virgen
en las Casas Capitulares, pues desde 1761 se hablaba del
‘templo’ de Nuestra Señora de la Luz; y sin tenerlo en ver-
dad, posiblemente pensando en utilizar la sala ‘de Audien-
cia’ como tal, propusieron al Obispo ‘franquear el templo del
Ayuntamiento’ para celebrar la fiesta de la Virgen. El Obispo
no accedió, y dio instrucciones para que la celebración tu-
viera lugar en el templo del ‘Seráfico Padre’, que tenía una
Capilla dedicada a Nuestra Señora de la Luz. Desbordantes
en su fervor, muy en armonía con el Obispo, oficiaron al Rey
en solicitud de que se exigiera a cada empleado público que
jurara la pureza de la Virgen, que se le permitiera al Cabildo
hacer un Oratorio dedicado a su Patrona en el propio edifi-
cio del Ayuntamiento y que se les autorizara para poner en el
pendón de la ciudad una orla con la siguiente inscripción:
‘Ave María Madre Santísima de la Luz sin pecado concebi-
da’” 109 .

108
Juan Ernesto Montenegro, La Galería de la Capilla de la Independen-
cia: Nuestra Señora de la Luz, en: Crónica de Caracas, Nº 86 (julio de
1992 – enero de 1993), pp. 192-208.
109
Juan Ernesto Montenegro, loc. cit., pp. 200-201.
92 La Iglesia en la Venezuela Republicana

La respuesta vino en Real Cédula del 6 de noviembre de 1763,


que no fue recibida en Caracas sino hasta el 24 de enero de 1764,
“lo que motivó una reunión extraordinaria del Cabildo, por
ser poco frecuente estas comunicaciones, que constituían un
suceso insólito en la tranquila vida patriarcal de antaño. La
reunión se constituyó con la asistencia del Conde de San
Xavier, que lo era un Pacheco Maldonado, y de Don Miguel
de Berroterán, Marqués del Valle de Santiago, Alcaldes Or-
dinarios, estando presentes, además, el Marqués del Toro,
Don Francisco de Ponte y Mijares, Don Marcos José de Ribas
y otros personajes de fuste”110. Este Marcos José de Ribas es
precisamente el padre, el progenitor de José Félix Ribas, gran
devoto de Nuestra Señora de la Luz, pues a una de sus hijas —
hermana de José Félix Ribas— le puso el nombre de María de la
Luz, una de las dos, que fueron monjas en el Convento de las
Concepciones de Caracas111; de modo que José Félix Ribas de-
bió de conocer esta advocación… Y debió de serle familiar la
inscripción, que finalmente fue colocada en la orla del escudo de
armas de la ciudad de Caracas por mandato del Rey: AVE MA-
RÍA SANTÍSIMA SIN PECADO ORIGINAL CONCEBIDA
EN EL PRIMER INSTANTE DE SU SER NATURAL112…
En efecto, la respuesta del Rey al Ayuntamiento “fue positi-
va en cuanto al juramento de los empleados y a la construc-
ción del Oratorio en la Casa Capitular, pero negativa en lo
referente a la leyenda de la orla, pues mandó que se pusiera
el texto escrito en la Recopilación de Leyes de Indias, Ley
44, Título 22, Libro I, que mandaba a los catedráticos expre-
sar como fue ‘concebida sin pecado original en el primer
instante de su ser natural’. No obstante esta última negativa,

110
Juan Röhl, Nuestra Señora de la Luz y el Escudo de Caracas, en:
Crónica de Caracas, Nº 86 (julio de 1992 – enero de 1993), pp. 211-
221, p. cit. 212.
111
Juan Vicente González, Op. cit., p. 269.
112
Cf. Crónica de Caracas, Nº 86 (julio de 1992 – enero de 1993), pp. 209-
210.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 93

la alegría llegó a sus extremos: Se procedió a la ‘suntuosa’


publicación de la Real Cédula en la Plaza Mayor y en otros
lugares con todo el aparato de los anuncios militares y las
respectivas salvas de infantería. Se dio comisión a los seño-
res Francisco Eustaquio Galindo y Tovar y a Francisco de
Ponte y Mijares para que procedieran sin dilación a la cons-
trucción del Oratorio, adelantándole la cantidad de 1.300
pesos, que les entregó el Mayordomo de Propios Don Agustín
Nicolás de Herrera. La gestión fue tan inmediata y eficaz
que el Oratorio se halló acabado en pocos meses. Pero, sin
esperar su terminación, el Ayuntamiento adornó la Sala Ca-
pitular e hizo una gran celebración que duró tres días (fe-
brero de 1764), en la que se usó profusión de luces y se con-
trató a tres clarines, cuatro chirimías y dos tambores, que
alegraron con su música durante las tres noches consecuti-
vas. (…)”113.
Claro, ya desde el año 1591 la ciudad de Caracas poseía su
escudo de armas114. Pero, por la Real Cédula del 6 de noviembre
de 1763, entre otras cosas, se concedía la orla… La Real Cédula
dice textualmente lo siguiente: “El Rey, Consejo, Justicia y Re-
gimiento. A la ciudad de Santiago de León de Caracas. En
carta de 11 de abril de este año, me hicisteis presente, que
reinando en vuestro afecto el más vivo reconocimiento a los
favores que habíais recibido y continuamente recibíais de la
Bendita Madre de Dios, deseabais promover, por todos los
medios que fueran posible, su mayor culto y veneración; y
con este objeto me suplicabais fuese servido de mandar que
ninguno de los que hayan obtenido empleos públicos en esa
ciudad y su Provincia, sea admitido a su uso y ejercicio sin

113
Juan Ernesto Montenegro, loc. cit., p. 201.
114
Cf. Enrique Bernardo Núñez, El Escudo de Armas de la ciudad de
Caracas, en: Concejo Municipal del Distrito Federal (editor), El Escu-
do de Armas de la ciudad de Caracas, pp. 8-10; cf. Enrique Bernardo
Núñez, Los Pendones de Santiago de León de Caracas, en: Crónicas
de Caracas, Nº 4-5 (abril – mayo 1951), pp. 16-41.
94 La Iglesia en la Venezuela Republicana

que primero jure la defensa de la Pureza Original de Nuestra


Señora, que os permita orlar el escudo de vuestras armas
con la inscripción siguiente: Ave María, Madre Santísima de
la Luz, sin pecado concebida; y últimamente os conceda li-
cencia para que precedida del Reverendo Obispo, podéis
erigir Oratorio dentro de vuestras Casas Capitulares a fin de
colocar Inmaculada Santa Imagen de Nuestra Señora de la
Luz, y de que se celebre Misa los días de Cabildo antes que
sus individuos entren en él. Y vista en mi Consejo de Las
Indias vuestra citada carta, con lo expuesto por mi Fiscal;
ha parecido deferir a vuestra primera instancia y en conse-
cuencia ordeno y mando, que todas las personas que ejercen
empleos públicos, juren la defensa de la Pureza Original de
Nuestra Señora de la Luz; en cuanto a la segunda os conce-
do facultad para que pongáis en el escudo de vuestras ar-
mas la expresada orla con tal de que sea en los términos que
se previene por la Ley 44, Título 22, Libro I, de la Recopila-
ción de estos Reinos, y no en el modo que proponéis y referís:
Y finalmente os doy mi real permiso para que erijáis Orato-
rio en vuestras Casas Capitulares, y para que saquéis del
caudal de propios el que necesitéis para su fábrica, aseo y
permanencia. Que así es mi voluntad. Fecha en San Lorenzo,
a 6 de noviembre de 1763. Yo, el Rey. Por mandado del Rey.
José Ignacio de Goyeneche” 115.
La Real Cédula concedía la orla “en los términos que se pre-
viene por la Ley 44, Título 22, Libro I, de la Recopilación de
estos Reinos, y no en el modo que proponéis y referís”116. El
Título 22 del Libro I de la Recopilación de Leyes de los Reinos de
las Indias, en realidad, trata de las Universidades117; y la aludida Ley
44 de este Título está redactado en los siguientes términos:

115
Cit. en: Crónica de Caracas, Nº 86 (julio de 1992 - enero de 1993), pp.
209-210.
116
Ibid.
117
Cf. Consejo de la Hispanidad (editor), Recopilación de Leyes de los
Reynos de las Indias[. Edición facsimilar de la Recopilación de Leyes
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 95

“Ley 44. Que los catedráticos enseñen el Misterio de la


limpia Concepción de nuestra Señora: Encargamos y man-
damos, que cuando los catedráticos llegaren a tratar o leer
materias, en que suele leerse la cuestión de la limpieza de la
Serenísima Virgen María, nuestra Señora, en su Concepción,
no la pasen en silencio, y expresamente lean y prueben cómo
fue concebida sin pecado original en el primer instante de su
ser natural, pena de perder la cátedra, (…)”118.
La Real Cédula, al hacer referencia a la Ley 44, Título 22,
Libro de la Recopilación de Leyes de Indias, quería indicar la
redacción de la orla; pero: “En medio del júbilo de la procla-
mación, los Señores Capitulares no habían reparado en esto,
y cuando se trató de poner la orla se suscitó una discusión
con el Gobernador y el Cabildo Eclesiástico, a propósito del
real pendón. Sostenía el Ayuntamiento, que la leyenda debía
ser ‘en los precisos términos que se pidieron’. El Goberna-
dor Don José Solano, por auto del 5 de julio de 1765 dispo-
ne que se consulte de nuevo al Rey. Más de ocho folios en
letra itálica gastan los Capitulares en este nuevo informe. El
Rey decide que la orla quede en los términos de: ‘AVE MA-
RÍA SANTÍSIMA SIN PECADO ORIGINAL CONCEBIDA EN
EL PRIMER INSTANTE DE SU SER NATURAL’. Real Cédula
de 13 de marzo de 1766, recibida en Caracas, el 12 de julio
del mismo año”119.
No obstante la discusión con el Gobernador y el Cabildo Ecle-
siástico, el Ayuntamiento no cejaba en su entusiasmo por su Pa-
trona… Se estableció “la Humilde Congregación de la San-

de los Reynos de las Indias, mandadas imprimir y publicar por la


Majestad Católica del Rey Don Carlos II, Nuestro Señor, Madrid
1791], Madrid 1943, pp. 191-209.
118
Ibid., p. 203.
119
Enrique Bernardo Núñez, Nuestra Señora de la Luz. Ciudad Mariana
de Caracas. Las Casas Capitulares, El Universal, 25 de julio de 1957;
en: Crónica de Caracas, Nº 86 (julio de 1992 – enero de 1993), pp. 222-
227, p. cit. 226.
96 La Iglesia en la Venezuela Republicana

tísima Madre de la Luz, cuyo celador fue el Conde de San


Xavier Juan Jacinto Pacheco, Alcalde Ordinario de primera
elección en 1764 y también en 1765. Fue en esa ocasión,
que se cebó sobre Caracas la terrible epidemia de viruelas,
que hizo de la esposa del Conde de San Xavier una de sus
primeras víctimas. El Conde, desolado, tuvo por consuelo
dedicarse con todos sus restantes ánimos a trabajar por la
ciudad. (…) por lo que no nos ha de extrañar, dada la situa-
ción afectiva del Alcalde, que decretara la celebración de la
fiesta anual de Nuestra Señora de la Luz, y que en el tercer
punto de las ordenanzas que presentó al Cabildo —y que
fueron aprobadas por éste— se mandara hacer Misas en el
Oratorio de Nuestra Señora de la Luz antes de comenzar las
sesiones del cuerpo”120.
El Ayuntamiento encargó un retablo tallado a Domingo
Gutiérrez cuyo dorado corrió a cargo del pintor Juan Pedro López
—sin duda, el más significativo de los artistas plásticos caraque-
ños de la colonia—, “quien a su vez recibió 231 pesos 1 real,
el 20 de marzo de 1765. En el dorado empleó 160 libros de
oro y 11 libros de plata, los cuales esmaltó. Además incluyó
24 pesos por el trabajo de pintar la imagen de Nuestra Seño-
ra de la Luz y dos imágenes más a los lados. Aunque aquel
cuadro desapareció es muy probable que para su ejecución
López utilizara un grabado de esta iconografía, realizado,
en 1753, por Juan Bernabé Palomino, ya que las ocho ver-
siones de este tema que se conocen de su mano derivan evi-
dentemente de esta estampa. Como ya es sabido se da el caso
de que existe precisamente un ejemplar de ese grabado, co-
loreado y pegado sobre un vidrio, enmarcado con un peque-
ño marco de recorte, esgrafiado y dorado, seguramente he-
cho por el propio López. Se deduce claramente que el artista
caraqueño ayudó a la difusión de esta iconografía y de su
taller debieron haber salido varios cuadros que estaban en

120
Juan Ernesto Montenegro, loc. cit., pp. 201-202.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 97

distintas instituciones religiosas caraqueñas. Por ejemplo, la


Venerable Orden Tercera de Santo Domingo de la Iglesia de
San Jacinto mandó pintar la suya en 1760 a un costo de 22
pesos 6 reales, lo cual supone una imagen de gran tamaño,
(…) Asimismo, la Catedral de Caracas tenía una versión, pin-
tada sobre madera con marco y corona saliente de madera
dorada, en lo alto del retablo de San Liborio. La Iglesia del
Convento de Concepcionistas tenía la suya en el Altar Ma-
yor y otra en el Altar de Santa Teresa. La Iglesia de las Mon-
jas Carmelitas la tenía en el remate del Altar de la Oración
en el Huerto. Igualmente, en la Iglesia de Altagracia el Altar
de San Juan Evangelista remataba con otro cuadro de esa
imagen. La Iglesia del Convento de San Francisco tenía un
Altar dedicado a la Virgen de la Luz, el cual debió ser ejecu-
tado hacia 1764” 121.
Actualmente se conservan no ocho, sino por lo menos nueve
versiones de la imagen de Ntra. Sra. de la Luz de la mano de
Juan Pedro López, la mayoría de las cuales se encuentran en
colecciones privadas, una en posesión de la Alcaldía del Munici-
pio Libertador, y sólo una en las Iglesias de Caracas, a saber, en
la Iglesia de San Francisco, que no es precisamente el que fue
encargado a Juan Pedro López para el Altar dedicado a la Virgen
de la Luz en dicha Iglesia, ejecutado hacia 1764, sino otro122.
Una vez concluida la construcción del Oratorio con la imagen
de Ntra. Sra. de la Luz en la sede del Ayuntamiento, se presentó
un largo pleito con el Provisor, Pbro. Lic. Lorenzo Fernández de
León, por cuanto se negaba este sacerdote a bendecirlo: “Había
nombrado el Obispo Diez Madroñero como Provisor a su

121
Carlos F. Duarte, Juan Pedro López. Maestro de pintor, escultor y
dorador, 1724-1787, Caracas 1996, pp. 109-112.
122
Estas versiones son las correspondientes a los números 35 a 40, 44,
47 y 99 del catálogo cronológico y razonado de obras del pintor, que
presenta el crítico de arte Carlos F. Duarte en su magnífica investiga-
ción sobre Juan Pedro López (cf. Carlos F. Duarte, Op. cit., pp. 247-
303).
98 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Secretario Privado, en vez de delegar esas funciones en un


sacerdote de la ciudad. El carácter del Licenciado Lorenzo
Fernández de León era verdaderamente atrabiliario (…)”123.
No fue sino hasta después de la muerte del Obispo Diez
Madroñero, acaecida en la ciudad de Valencia, el 3 de febrero de
1769124, que el Ayuntamiento logró su cometido: Fue nombrado
Provisor, Sede Vacante, el Arcediano de la Catedral, Pbro. Fran-
cisco de Tovar; y el Ayuntamiento comisionó “a Don Diego de
Monasterios, para que presente todos los recaudos al nuevo
Provisor y suplique la bendición del Oratorio; diligencia que
logró resultado inmediato, después de hacer unos arreglos y
corregir algunas cosas muy precisas para la decencia del
Oratorio” 125.
La imagen de Nuestra Señora de la Luz representa “a María
llevando en el brazo izquierdo al Niño Jesús, quien toma un
corazón de un cestillo que le presenta un ángel arrodillado.
La Virgen sostiene con su derecha un alma próxima a caer en
las llamas del infierno. Dos ángeles suspenden sobre su ca-
beza una corona imperial, y algunos serafines a sus pies y a
ambos lados, completan el armonioso conjunto” 126. Ahora
bien, esta imagen fue posteriormente prohibida, por Real Orden
del 24 de julio de 1770. Esta Real Orden se basaba en el Decreto
de 1742, de la Congregación de Ritos; y cuestionaba la devoción
a la imagen de Ntra. Sra. de la Luz propagada por los Jesuitas,
por cuanto que la “formulación iconográfica representaba a
la Virgen sacando a un condenado, en la forma de un joven
desnudo, de la boca del dragón infernal, tal y como apare-
cía en la estampa de Palomino”127, y obviamente la Virgen no
puede sacar almas del infierno... Esta Real Orden llegó a manos

123
Juan Ernesto Montenegro, loc. cit., p. 202.
124
Cf. Mons. Nicolás Eugenio Navarro, Anales Eclesiásticos Venezola-
nos, Caracas (2) 1951, p. 171.
125
Juan Ernesto Montenegro, loc. cit., p. 205.
126
Juan Röhl, loc. cit., p. 217.
127
Carlos F. Duarte, Op. cit., p. 112.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 99

del Obispo Mariano Martí, “a través de un Edicto enviado por


el Obispo de Lugo, fechado el 14 de octubre de 1770”128.
Prohibida la imagen, decayó la devoción; aunque el coleccio-
nista de arte Juan Röhl relataba para el año 1946 sentirse sor-
prendido al “encontrar entre la heteróclita mercadería de un
vendedor de baratijas religiosas, en las cercanías de nuestro
Mercado Principal, una pequeña versión fotograbada
demostradora de que existe aún latente en el pueblo, como
escondida brasa bajo la ceniza, la devoción por la olvidada
Patrona” 129.

128
Ibid.
129
Juan Röhl, loc. cit., pp. 218-219.
VI
EL DÍA NACIONAL
DE LA JUVENTUD VENEZOLANA

Hoy por hoy, el 12 de febrero, el aniversario de la Batalla de


La Victoria es celebrado como el Día de la Juventud… Poco a
poco, esta fecha fue cobrando importancia en el calendario de las
fiestas patrias… El 2 de febrero de 1897, el 12 de febrero fue
declarado fiesta para el Distrito Ricaurte, por el Concejo Munici-
pal del mismo Distrito130. No fue sino hasta el Centenario de la
Batalla de La Victoria, en el año 1914, “cuando comienzan los
actos como los conocemos hoy en día. Una Junta presidida
por el Gral. Rafael María Carabaño los organiza. Gran Pa-
rada Militar con participación de tropas colombianas las
cuales se alojan en el Cuartel Mariano Montilla aún sin ter-
minar; Solemne Te-Deum oficiado por un enviado de la San-
ta Sede y el Arzobispo de Caracas; Oración Sagrada a car-
go del eminente académico Monseñor Dr. Nicolás Eugenio
Navarro. Estudiantes caraqueños y victorianos, seminaristas,
el canciller Dr. Manuel Díaz Rodríguez en representación del
Gral. Gómez, (…). Ofrenda Floral con intervenciones del
Canciller, de Carnevali Monreal, Domínguez Acosta y el Dis-
curso de Orden pronunciado por el gran tribuno Eloy
Guillermo González”131. En su discurso, el entonces Canciller
de la República y célebre escritor Dr. Manuel Díaz Rodríguez,
entre otras ideas, formuló la siguiente: “Cierto que no debemos
abstraernos en la contemplación de la obra de nuestros gran-
des hombres, al punto de que olvidemos cumplir la nuestra.
Pero, aparte que podemos usar como nos plazca de nuestro
derecho indiscutible al tesoro único de nuestro pasado, ne-
cesitamos del pasado para la perfección del presente y, aun-
que nuestra obra haya de ser por fuerza muy distinta, debe-

130
Cf. Germán Fleitas Núñez, Palabras al viento, Op. cit., pp. 203-204.
131
Ibid., p. 187.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 101

mos inspirarnos en la vida y obra de nuestros héroes, para


que en la nuestra perdure cuando menos la fisonomía here-
ditaria, el sello de origen, y pueda así renovarse y vigorizar-
se de continuo en sus fuentes propias el espíritu nacional”132.
El Dr. Luis Herrera Campíns, Presidente de la República de
Venezuela entre 1979 y 1984, se atribuye haber pronunciado un
discurso durante la celebración del primer Día de la Juventud en
la Plaza José Félix Ribas de La Victoria, el 12 de febrero de 1943:
“La escogencia del 12 de febrero como DÍA DE LA JUVEN-
TUD tiene que llenarnos de júbilo. Ya en otras ocasiones –
años ha, perdido en el arcano de los tiempos– se celebró en
él el DÍA DEL ESTUDIANTE. Pero la conmemoración amplia
de esta efemérides es fiel expresión de nuestro sentir”133.

132
Manuel Díaz Rodríguez, Centenario de La Victoria. Discurso al pie de
la estatua de Ribas en la ciudad de La Victoria, como representante
del Ejecutivo de la Nación, en las fiestas del Centenario de la Batalla
de La Victoria (12 de febrero de 1914), en: Manuel Díaz Rodríguez,
Páginas de la Patria. Homenaje en el Centenario del nacimiento de
Manuel Díaz Rodríguez[, Ediciones de la Presidencia de la Repúbli-
ca], Caracas 1971, pp. 37-40, pp. cit. 37-38.
133
Dr. Luis Herrera Campíns, Discurso pronunciado en la primera cele-
bración del Día de la Juventud en la Plaza José Félix Ribas, en La
Victoria, Edo. Aragua (12 de febrero de 1943), en: Valentín Pérez
Méndez (compilador), Juventud victoriosa. Discursos en la celebra-
ción del Día de la Juventud. Prólogo del Dr. Pedro Pablo Aguilar [,
Ediciones del Senado de la República], Caracas 1998, pp. 19-26, p.
cit. 23); como Presidente de la República, en el año 1983, dijo en la
misma Plaza: “Hace cuarenta años, un día como éste, llegué por
primera vez a La Victoria. Se trataba de celebrar el primer Día de
la Juventud, justa extensión que se hacía al que hasta el año inme-
diatamente anterior había sido el restrictivo Día del Estudiante.
Un grupo de variados dirigentes juveniles, nacidos en diferentes
sitios de nuestra caliente y arrugada geografía, vinimos a hacer
acto de presencia en la celebración que, entonces como ahora, era
en la Plaza José Félix Ribas, en la que se alza el Monumento al
coraje del indómito patriota caraqueño. Veníamos de todos los
102 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Pero, no fue sino hasta el año 1947, cuando el 12 de febre-


ro fue declarado DÍA NACIONAL DE LA JUVENTUD
VENEZOLANA… En la sesión del 5 de febrero de 1947 de
la Asamblea Nacional Constituyente, se leyó la siguiente comu-
nicación:
“Caracas, 5 de febrero de 1947
“Ciudadano Presidente de la Asamblea Nacional Consti-
tuyente
“Su Despacho
“Las organizaciones que suscriben, a nombre de la juven-
tud venezolana y por voluntad expresa de sus millares de
militantes, se dirigen a esa honorable Asamblea, representa-
tiva de la soberanía popular, para plantearle que ha sido su
aspiración permanente: que el 12 de febrero sea declarado
DÍA NACIONAL DE LA JUVENTUD VENEZOLANA.
“Sea propicio el momento para precisar categóricamente
ante la conciencia nacional, que no nos anima el deseo pe-
dante y simplista de figurar en el calendario de nuestras efe-
mérides patrias, sino el reclamo justo de tener la juventud
legítimamente su día específico. Ello sería acicate para la
lucha de la juventud por el progreso económico, social y
político del país hasta cumplir, sin cejar jamás, con sus com-
promisos para con el pueblo, al cual se debe íntegramente
hasta el punto de constituir la razón de ser del movimiento
juvenil organizado.

puntos cardinales de las ideologías, pero coincidentes en nuestro


común rechazo a la arremetida brutal del nazifascismo. Entre ellos
recuerdo a Raúl Ramos Giménez, Vicente Emilio Oropeza, Enrique
Cherubini, Guillermo y Servando García Ponce, Fidias de León,
José Ángel Porte Acero. A mí me correspondió llevar la palabra en
nombre de la Unión Nacional Estudiantil” (Dr. Luis Herrera
Campíns, Discurso pronunciado en la celebración del Día de la Ju-
ventud en la Plaza José Félix Ribas, en La Victoria, Edo. Aragua (12
de febrero de 1983), en: Valentín Pérez Méndez (compilador), Op. cit.,
pp. 27-36, p. cit. 29).
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 103

“Latente está el aporte que con ejemplar responsabilidad


ha dado siempre la juventud a nuestra accidentada historia,
que parte desde los días mismos de nuestra emancipación,
cuya fecha histórica pedimos sea consagrada como nuestro
DÍA; pasando por las luchas tenaces contra la tiranía de
Gómez, cuando la generación del 28 —gallarda y valiente—
supo asumir su puesto en el combate; jalonando —al lado
del pueblo— un 14 de febrero de 1936, cuyo recuerdo está
calado hondamente en el sentimiento popular, y cuyos auto-
res principales fueron muchos honorables representantes a
esta Asamblea Nacional Constituyente; y así, hasta llegar al
trascendente momento actual en que la juventud, en pleno
ejercicio de sus derechos civiles y políticos consagrados por
la gesta revolucionaria, se volcó a la calle al lado del anal-
fabeta y de la mujer, que por primera vez en la historia asis-
tían juntos a comicios libérrimos, dejando oír su opinión en
esta cruzada promisora de redención, dándole un mentís ro-
tundo a sus eternos enemigos que sostenían con terquedad
su incapacidad para el ejercicio del sufragio.
“Cada día de un año, el 12 de febrero, será de consagra-
ción de la juventud, fuente limpia para brevar el recuerdo
perenne, encuentro saludable para decirle a la Patria, que
su juventud está en pie firme y decidida —empeñada en dar-
le impulso con sus fuerzas al desarrollo poderoso de la na-
cionalidad; balance de su labor para rectificar lo necesario
y reforzar lo que el momento imponga; será en fin, el día en
que las juventudes se trazarán nuevos derroteros y se impon-
drán grandes responsabilidades.
“Y así como el obrero, la madre, el niño y el Ejército tie-
nen su día, la juventud tendrá su 12 de febrero como su Día
Nacional, en el cual redoblará su fe y alentará nuevos bríos
en su lucha revolucionaria y democrática, orientada en el
progreso efectivo de Venezuela.
“Así lo pedimos muy respetuosamente a esa magna Asam-
blea Nacional Constituyente.
“Por la Asociación de la Juventud Venezolana (AJV),
“P.J. Pérez Méndez, por César Rondón Lovera.
104 La Iglesia en la Venezuela Republicana

“Por la Confederación de Jóvenes de Venezuela (CJV),


“G. García Ponce.
“Por la Federación de Estudiantes de Venezuela (FEV),
“J.M. Machín” 134.
El planteamiento expresado en esta comunicación, fue discuti-
do en esa misma sesión de la Asamblea Nacional Constituyente;
intervino el Diputado París Montesinos para apoyar el plantea-
miento, haciendo referencia a que la juventud venezolana “había
sido olvidada, había sido incluso menospreciada por muchos,
llegándose a creer que era incapaz de afrontar situaciones
responsables y de hacerle honor a las gloriosas tradiciones
que tiene forjadas en la historia venezolana, como son el 12
de febrero de 1814, cuando los seminaristas de Caracas y
los estudiantes de la Universidad salieron a tomar el fusil
para enfrentársele a la reacción española en el campo in-
mortal de La Victoria”135. En este punto, fue interrumpido el
Diputado París Montesinos por los aplausos… Finalmente, quiso
insinuarle “a la Comisión de Relaciones Interiores, que segu-
ramente va a estudiar el documento en cuestión, que lo haga
con toda la celeridad del caso para que este 12 de febrero
pueda la juventud venezolana contar ya con su día y pueda
celebrarlo alborozada en todo el ámbito nacional”136. En se-
guida, intervino también el Diputado Fuenmayor para sumarse al
apoyo dado por el Diputado París Montesinos al planteamiento de
las asociaciones juveniles…
En la sesión del 10 de febrero de 1947, la Comisión Perma-
nente de Relaciones Interiores presentó su informe favorable al
Presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, acompañado

134
Cit. en: Diario de Debates de la Asamblea Nacional Constituyente de
los Estados Unidos de Venezuela, Nº 22 (7 de febrero de 1947), pp.
15-16 [Archivo Histórico de la Asamblea Nacional de la República
Bolivariana de Venezuela – Caracas, Venezuela].
135
Diario de Debates de la Asamblea Nacional Constituyente de los
Estados Unidos de Venezuela, Nº cit., p. 16.
136
Ibid.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 105

del Proyecto de Acuerdo… Intervinieron los Diputados La Riva


Mata, La Riva Araujo, Rojas Velásquez y el Pbro. Rojas… Éste,
que años después fue Obispo de Trujillo, dijo: “(…), no quiero
añadir nada a los vibrantes discursos de estos jóvenes; sola-
mente quiero recordar una unión que existió en aquella me-
morable jornada histórica de la Patria venezolana. En aque-
lla grande jornada estuvieron íntimamente unidos los estu-
diantes de Seminario, los seminaristas, y los estudiantes de
la Universidad y de todos los Colegios, y yo quiero, ciudada-
nos Representantes, hacer un voto porque aquella unión de
la memorable jornada histórica sea un símbolo, un inmenso
símbolo, de la unión que debe existir entre todos los hombres
que tenemos fe para la gran reconstrucción de Venezuela”137.
Hubo aplausos; y a continuación intervinieron los Diputados Govea
y Pbro. Sánchez Espejo… También el Pbro. Sánchez Espejo apoyó
calurosamente el Proyecto de Acuerdo: “Lo hago en mi condi-
ción de constituyentista, porque siempre he creído que a la
juventud, que es la Patria del mañana, se le debe estimular.
Lo hago en mi condición de sacerdote, porque al designar
los grupos estudiantiles y consagrar la Asamblea Constitu-
yente el 12 de febrero, está rememorando una fecha históri-
ca que si pertenece a la Patria, pertenece también a la Igle-
sia porque en esa fecha gloriosa los corderos del Santuario
se trocaron en leones del patriotismo. Y yo quiero formular
un voto: Que ese Día de la Juventud sirva para unir a todos
los corazones juveniles. Que no sea un día de divisiones,
sino un día de grandeza nacional. Que de todas las mentes y
de todas las almas brote la sola aspiración del progreso y del
enaltecimiento de la Patria”138. También esta intervención del
Diputado Pbro. Sánchez Espejo fue aplaudida; y siguieron las

137
Diario de Debates de la Asamblea Nacional Constituyente de los
Estados Unidos de Venezuela, Nº 25 (12 de febrero de 1947), p. 9
[Archivo Histórico de la Asamblea Nacional de la República
Bolivariana de Venezuela – Caracas, Venezuela].
138
Ibid., p. 10.
106 La Iglesia en la Venezuela Republicana

intervenciones de la Diputada Labrador de Lara, del Diputado


Olivo, de la Diputada Catalina de Romero, del Diputado
Fuenmayor… Y, se hubieran extendido las intervenciones, si no
fuera por el señalamiento del Diputado Fernando Peñalver: “Ciu-
dadanos Representantes: para pronunciarme de acuerdo con
el Decreto, y para observar a la Asamblea que mientras más
discursos se hagan aquí, más lejos queda la posibilidad de
admitir este Decreto que declarará el 12 de febrero como
DÍA NACIONAL DE LA JUVENTUD”139. Se cerró el debate, y
quedó aprobado el proyecto de Acuerdo por unanimidad. Final-
mente tomó la palabra el Presidente de la Asamblea Nacional
Constituyente, Diputado Andrés Eloy Blanco: “Cumplo con par-
ticipar a la Asamblea, que el Ejecutivo del Estado Aragua ha
pedido a esta Presidencia, comunique a los miembros de la
Asamblea la invitación de aquel Estado para asistir a los
homenajes que se realizarán en La Victoria el día 12 de fe-
brero. Es el deseo del Ejecutivo del Estado Aragua que de
los Diputados que asistan allá, uno de ellos tome la palabra
en el homenaje que haga la Asamblea en el Monumento a
Ribas y a los mártires de La Victoria”140.
He aquí el Acuerdo:
“La Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela
“Considerando:
“Que diversas Organizaciones Juveniles han solicitado de
este Cuerpo la declaración del 12 de febrero como DÍA NA-
CIONAL DE LA JUVENTUD.
“Considerando:
“Que en la citada fecha se gestó uno de los episodios más
brillantes de la historia nacional porque marca la incorpo-
ración de la juventud a la causa de la Independencia Vene-
zolana.
“Considerando:

139
Ibid., p. 12.
140
Ibid.
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 107

“Que en el curso de nuestra vida republicana, signada


por dramáticas alternativas, ha sido la juventud reserva per-
manente de la Patria para sus más limpias y generosas em-
presas.
“Considerando:
“Que por primera vez en nuestra historia la juventud ha
ejercido el derecho primordial de la ciudadanía y lo ha he-
cho en forma responsable y cónsona con los elevados fines
de la nacionalidad.
“En ejercicio de sus poderes soberanos,
“Acuerda:
“Artículo 1º.- Se establece la fecha del 12 de febrero como
DÍA NACIONAL DE LA JUVENTUD.
“Artículo 2º.- El Poder Ejecutivo dictará las disposicio-
nes permanentes para el mayor realce de los actos conmemo-
rativos de la citada fecha.
“Dado, firmado y sellado, en el Palacio Legislativo Fede-
ral, en Caracas, a los diez días del mes de febrero del año de
mil novecientos cuarenta y siete.- Años 137º de la Indepen-
dencia y 88º de la Federación.
“El Presidente, Andrés Eloy Blanco.
“El Secretario, Miguel Toro Alayón”141.
Hoy, el 12 de febrero es una de las fechas clásicas de la Pa-
tria, “junto con el 19 de abril, el 5 de julio, el 24 de junio, el
24 de julio y el 17 de diciembre”142. Y, con el correr de los
años, se ha mantenido la celebración religiosa: En lugar del Te-
Deum, se celebra la Misa en la Iglesia Matriz de La Victoria, la
Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Guadalupe de
Extremadura, presidida generalmente por algún Obispo invitado
especialmente para la ocasión.

141
Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, Nº 22.234 (10 de
febrero de 1947) [Archivo Histórico de la Asamblea Nacional de la
República Bolivariana de Venezuela – Caracas, Venezuela].
142
Germán Fleitas Núñez, El Retorno, 20 de febrero de 2006 (hoja suelta).
VII
LA CELEBRACIÓN DEL CENTENARIO
DE LA PROCLAMACIÓN DEL DOGMA
DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

En la ocasión del Centenario de la proclamación del dogma de


la Inmaculada Concepción, la imagen de la Inmaculada Concep-
ción de La Victoria fue traída a Caracas… El Papa Pío XII había
proclamado el Año Mariano 1953-1954 con su Encíclica “Fulgens
corona”143; y Mons. Lucas Guillermo Castillo, entonces Arzobis-
po de Caracas, había anunciado distintas celebraciones por el Año
Mariano en la Arquidiócesis de Caracas en varias Cartas
Pastorales144; en la última de éstas, ya próxima la fecha centena-
ria del 8 de diciembre de 1954, alude a la Batalla de La Victoria:
“En las páginas de la historia patria se destaca con luz pro-

143
Cf. S.S. Pío XII, Carta Encíclica “Fulgens corona” (8 de septiembre de
1953), en: Acta Apostólicae Sedis 45 (1953), pp. 577-592.
144
En Carta Pastoral del 21 de noviembre de 1953, se refiere Mons.
Lucas Guillermo Castillo, Arzobispo de Caracas, al Año Mariano 1953-
1954 proclamado por S.S. Pío XII en su Encíclica “Fulgens corona”
con motivo del Centenario de la definición del Dogma de la Inmaculada
Concepción por el Papa Pío IX (cf. Mons. Lucas Guillermo Castillo,
Carta Pastoral (21 de noviembre de 1953), en: Adsum. Boletín Oficial
del Arzobispado de Caracas 47 (1954), pp. 30-36). En Carta Pastoral
del 26 de abril de 1954, regula Mons. Lucas Guillermo Castillo la
celebración del mes de mayo durante el Año Mariano 1953-1954 (cf.
Mons. Lucas Guillermo Castillo, Carta Pastoral (26 de abril de 1954),
en: Adsum. Boletín Oficial del Arzobispado de Caracas 47 (1954), pp.
85-89). En Carta Pastoral del 30 de septiembre de 1954 con motivo del
mes de octubre dedicado al Santo Rosario, alude Mons. Lucas
Guillermo Castillo a la proximidad del Centenario de la definición del
dogma de la Inmaculada Concepción: “En lo que se refiere a esta
Sede Arquidiocesana, oportunamente se publicará el programa de
los actos que en Nuestra Santa Iglesia Metropolitana y en las de-
más Iglesias Parroquiales y filiales habrá de ofrecerse a la
Inmaculada Virgen María en el glorioso Centenario que está lla-
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 109

pia el brillante hecho de armas realizado en La Victoria el 12


de febrero de 1814. El ilustre Prócer José Félix Ribas, que
contaba con escasas fuerzas guerreras, compuestas en su
mayor parte de seminaristas y universitarios de esta ciudad,
se propone atajar al terrible enemigo que había destruido en
La Puerta al Ejército patriota. Antes de entrar en combate,
pone en manos de María Inmaculada la suerte de sus tropas,
y ofrece a la Madre de Dios el voto de hacerle celebrar a
perpetuidad, si le concede el triunfo, una fiesta en honor de
su Purísima Concepción. El 12 de febrero de aquel año tan
adverso a la causa de la Independencia, da Ribas el comba-
te y obtiene la más resonante victoria. En seguida le llegan
los aplausos y felicitaciones del Libertador y del Ayuntamiento
de Caracas. El piadoso vencedor no olvida la promesa he-
cha a la Santísima Virgen, y escribe al expresado Cuerpo
Edilicio (…) La radiante fecha centenaria de la definición
del dogma de la Inmaculada Concepción y la clausura del
Año Mariano, que se efectuará el próximo 8 de diciembre,
nos brindan, pues, la oportunidad más hermosa de cumplir
en dicho día el voto religioso y patriótico a la vez de José
Félix Ribas en forma grandiosa y masiva; y no dudamos que
la devota iniciativa encontrará la acogida más cordial en
nuestros amados hijos y en todos los católicos venezolanos.
(…) He aquí porque deseamos que la imagen de la Santísima
Virgen Inmaculada que se venera en la población de La Vic-
toria y ante la cual, según la tradición, emitió José Félix Ribas
el voto a que hemos hecho referencia, sea aclamada en esta
ciudad en los próximos días centenarios de la Inmaculada
con entusiasmo y alegría y reciba los honores públicos de la
ciudadanía caraqueña a que la hizo acreedora su eficaz in-
tervención a favor de los patriotas. Mas a las exteriores ma-

mando ya a las puertas de nuestros corazones” (Mons. Lucas


Guillermo Castillo, Carta Pastoral (30 de septiembre de 1954), en:
Adsum. Boletín Oficial del Arzobispado de Caracas 47 (1954), pp.
149-150).
110 La Iglesia en la Venezuela Republicana

nifestaciones de regocijo deben acompañar los sentimientos


interiores de piedad y devoción, que son los más agradables
a la Reina del Cielo. Al adorno de los templos y edificios y al
alborozo que despertará, sin duda, en la ciudadanía de Ca-
racas y en la Arquidiócesis entera la visita de la secular ima-
gen ante la cual formuló José Félix Ribas la patriótica y cris-
tiana promesa a que antes hemos aludido, debe correspon-
der el filial deseo de honrar a la Madre de Dios y de darle
gracias por los señalados favores dispensados a nuestra
Patria, (…) Deseando, pues, tributar el más solemne home-
naje a la excelsa Madre del Redentor en la próxima clausura
del Año Mariano, ordenamos sean fielmente cumplidas las
siguientes disposiciones: PRIMERA. El día 4 del próximo di-
ciembre será recibida triunfalmente en esta ciudad la imagen
de la Purísima Concepción que se venera en La Victoria, ante
la cual José Félix Ribas hizo, según es tradición, el patrióti-
co voto que antes mencionamos. La histórica imagen perma-
necerá en la Santa Iglesia Metropolitana hasta la clausura
del Año Mariano, y se la honrará con ferviente culto, de
acuerdo con el programa que publicará oportunamente la
Comisión que preside Nuestro Venerable Arzobispo Coadju-
tor y que se nombró para dar mayor realce a la fecha cente-
naria del Dogma de la Inmaculada”145. Efectivamente, el Ar-
zobispo Coadjutor, Mons. Rafael Arias Blanco, de acuerdo con el
Arzobispo146, dispuso unos actos espléndidos...

145
Mons. Lucas Guillermo Castillo, Carta Pastoral (4 de noviembre de
1954), en: Adsum. Órgano Oficial del Arzobispado de Caracas 47
(1954), pp. 153-157, pp. cit. 154-156.
146
Entre el Arzobispo y el Arzobispo Coadjutor hubo buen entendi-
miento: “El nombramiento de Mons. Arias como Arzobispo Coad-
jutor fue muy positivo para Mons. Castillo. Había entre ambos
buen entendimiento, relaciones cordiales, llenas de respeto, apre-
cio y caridad cristiana” (Cardenal Rosalio Castillo Lara, Monseñor
Lucas Guillermo Castillo. Un Pastor según el corazón de Dios[,
Paulinas Editorial / Instituto Universitario Salesiano Padre Ojeda],
Caracas 2004, p. 319).
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 111

Reseña el Diario “La Religión” el triunfal recibimiento de la


imagen: “La graciosa imagen, de estilo barroco, ante la cual
oró el Prócer José Félix Ribas, recibió los homenajes de las
poblaciones cercanas, y llegó como a las 4:00 p.m. a la Igle-
sia de los Hijos de María Inmaculada (Padres Franceses),
acompañada de una brillante representación de la ciudad de
La Victoria. Es la primera vez que sale de la referida ciudad
desde los magnos días de la Independencia. En seguida em-
pezó el grandioso desfile, que duró cerca de dos horas. Es
de aplaudir la magnífica actuación del Sr. Inspector de Trán-
sito, quien personalmente dio las convenientes disposiciones
a los vehículos y peatones, en forma que el cortejo pudo rea-
lizarse en el más perfecto orden, a pesar de la distancia, y de
las numerosas cuadras que hubo que atravesar, hasta llegar
a la Santa Iglesia Metropolitana. Iban adelante representa-
ciones de todos los Colegios, Institutos y Universidades de la
ciudad, con sus respectivas bandas, (…) A continuación des-
filaban las sociedades religiosas, la Acción Católica, el Cle-
ro. Delante de la carroza, conducida por seminaristas, uni-
versitarios y cadetes, evocando la gesta histórica de Ribas,
marchaban el Excmo. Sr. Dr. Rafael Arias, Dignísimo Arzo-
bispo Coadjutor; Don Andrés Sucre, Presidente del Ilustre
Concejo Municipal de Caracas; la nutrida representación
de la ciudadanía de La Victoria; una representación del Ca-
bildo Metropolitano; numerosos miembros de las Órdenes
Religiosas, y el Clero. En la puerta del templo catedralicio,
esperaban la venerada imagen el Excmo. Sr. Dr. Lucas
Guillermo Castillo, Dignísimo Arzobispo Primado; el Excmo.
Sr. Dr. Nicolás Eugenio Navarro, Dignísimo Arzobispo de
Carpathos; el Cabildo Metropolitano y numerosos sacerdo-
tes y fieles. Desde el púlpito daba las debidas órdenes y ani-
maba a la recepción de la Virgen el Sr. Pbro. Dr. Alfonzo; y
Mons. Castillo Toro, a su vez, durante el trayecto mantenía el
entusiasmo y la piedad de los fieles con su cálido lenguaje.
Una vez conducida la Virgen de La Victoria a su trono, el
Excmo. Sr. Arzobispo Primado entonó la Salve. A continua-
112 La Iglesia en la Venezuela Republicana

ción Mons. Francisco Armando Maldonado pronunció una


elocuentísima salutación a la Virgen María, (…) Ensalzó
grandiosamente las glorias de la Inmaculada, puso de relie-
ve su protección al patriota José Félix Ribas, en La Victoria,
y terminó dirigiendo a la Purísima Concepción acendradas
frases de hermosa poesía. Con la bendición del Santísimo
Sacramento, que se dio, el Excmo. Sr. Arzobispo Primado
concluyó la apoteósica recepción de la venerada e histórica
efigie. A partir del día de hoy, desde las 6:00 de la mañana
hasta las 8:00 de la noche, la imagen de la Santísima Virgen
se verá rodeada de los fieles de todas las Parroquias de la
ciudad y se rezará en su presencia continuamente el Santísi-
mo Rosario. Este piadoso triduo de Rosarios se efectuará en
los días 5, 6 y 7 del corriente. A las 12:00 de la noche del día
7 para entrar en el día 8, Fiesta de la Inmaculada Concep-
ción, el Excmo. Sr. Dr. Nicolás E. Navarro, Dignísimo Arzo-
bispo de Carpathos y Venerable Deán de la Santa Iglesia
Metropolitana celebrará la Santa Misa. A las 9:00 será la
Misa Pontifical, en la que oficiará el Excelentísimo Sr. Dr.
Lucas Guillermo Castillo, Dignísimo Arzobispo Primado de
Venezuela. En la noche del 8 se efectuará la grandiosa con-
centración católica en El Silencio, (…)”147.
También otros periódicos se hicieron eco del recibimiento de
la imagen; la crónica del Diario “El Nacional” aporta un detalle
no carente de significación: A los pies de la imagen de la
Inmaculada Concepción de La Victoria, se había colocado la es-
pada del Gral. José Félix Ribas148. La clausura propiamente dicha

147
Diario “La Religión”, 5 de diciembre de 1954.
148
Dice la crónica del Diario “El Nacional”: “Hoy llega a Caracas his-
tórica imagen de la Inmaculada (…) La imagen será conducida a
la Iglesia de la Inmaculada de Palo Grande y posteriormente a la
Catedral, participando el Clero arquidiocesano, autoridades ci-
viles y militares, Universidades, Academias, Colegios, Escuelas y
sus bandas, Acción Católica, corporaciones religiosas. La efigie
será llevada por universitarios, seminaristas y cadetes, teniendo a
Vol. I/2: El voto del General José Félix Ribas (...) 113

del Año Mariano se realizó en la noche del 8 de diciembre de


1954, con una gran concentración de fieles en la Plaza Diego
Ibarra, según lo dispuesto por el Arzobispo Coadjutor: “Para el
acto solemnísimo de clausura en la Plaza Diego Ibarra y
Centro Bolívar en la noche del miércoles, 8 de diciembre,
deben hallarse los fieles a las 7:30 p.m. en el sitio de la con-
centración. Las Parroquias, Iglesias, Capillas, Colegios, etc.
deben desfilar con la anticipación requerida en cada caso,
por las rutas y troncales que se determinen para poder lle-
gar a la hora indicada. Se recomienda el uso de faroles”149.
Esa noche, llevó la palabra el R.P. Pedro Pablo Barnola, S.J.,
célebre orador e insigne historiador150.

sus pies la espada del héroe Ribas. Monseñor Francisco Maldonado


pronunciará una breve alocución de bienvenida a la Inmaculada.
Durante los días 5, 6 y 7 en la Iglesia Catedral y otros templos, se
rezará ininterrumpidamente el Santo Rosario ante la Inmaculada
desde las 6:00 de la mañana hasta las 8:00 de la noche. El día de
la Inmaculada quedará igualmente conmemorado ocurriendo una
Solemne Pontifical en la Iglesia Catedral, oficiado el acto por el
Señor Arzobispo Primado. Por la noche a las 7:30 serán clausurados
los festejos marianos con una concentración (…) El Presidente del
Concejo Municipal de Caracas recitará conjuntamente con los
asistentes el Acto de la Consagración Oficial de la ciudad a la
Inmaculada” (Diario “El Nacional”, 4 de diciembre de 1954).
149
Mons. Rafael Arias Blanco, Normas para la clausura del Año Mariano
(28 de noviembre de 1954), en: Diario “La Religión”, 1º de diciembre
de 1954.
150
Cf. Diario “El Nacional”, 8 de diciembre de 1954.
LA DEVOCIÓN DEL LIBERTADOR
A LA VIRGEN
I
LA VIRGEN INMACULADA

DOÑA MARÍA DE LA CONCEPCIÓN


PALACIOS Y BLANCO,
LA MADRE DEL LIBERTADOR

Muchas son las oraciones sagradas, muchos también los libros


y artículos de eclesiásticos venezolanos sobre el Libertador; para
que el investigador interesado pueda hacerse una cierta idea, basta
remitirlo al volumen titulado “La Iglesia ante la gloria del Liberta-
dor”, editado por Mons. Baltazar Porras como homenaje del Cle-
ro de Venezuela en el Bicentenario del Nacimiento del Padre de
la Patria, en el año 1983151.
Pero, muy pocos han sido los esfuerzos por conocer mejor la
devoción del Libertador a la Santísima Virgen María: Algún inten-
to hizo el Hno. Nectario María con su ensayo titulado “Ideas y
sentimientos religiosos del Libertador Simón Bolívar”152; algunas
referencias aisladas se encuentran dispersas...
Sin embargo, debió conservar Simón Bolívar siempre la devo-
ción familiar a la Virgen Inmaculada, como hizo notar en su mo-
mento el notable escritor merideño Don Tulio Febres Cordero:
“Muy natural es que Bolívar, de espíritu caballeresco y co-
razón sensible en grado excelso, conservase siempre en el
fondo de su alma, en sugestivo consorcio con los afectos en-
trañables de familia y los recuerdos de la casa solariega, la
dulce y tradicional devoción a la Virgen Inmaculada, con
doble motivo siendo María Concepción el nombre de pila de
su santa e ilustre madre”153.

151
Cf. Mons. Baltazar Porras (editor), La Iglesia ante la gloria del Liber-
tador. Homenaje del Clero de Venezuela en el Bicentenario del Naci-
miento del Padre de la Patria[, Ediciones de la Presidencia de la Repú-
blica], Caracas 1986.
152
Cf. Hno. Nectario María, Op. cit.
153
Tulio Febres Cordero, Archivo de Historia y Variedades, en: Tulio
Febres Cordero, Obras Completas, Tm. I-VI[, Editorial Antares Ltda.],
118 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Doña María Concepción Palacios y Blanco fue una mujer muy


piadosa; su insigne piedad queda atestiguada por su Rosario de
filigrana de plata y cuentas de madreperla, que forma parte del

Bogotá 1960, Tm. III, p. 64. De la familia era también la devoción a la


Virgen de Belén de San Mateo, pues allí se encontraba la hacienda de
la familia Bolívar; y relata el Hno. Nectario María, que: “En los aza-
rosos meses de abril y marzo de 1814, Boves, a la cabeza de innu-
merables huestes, sitiaba a San Mateo, donde el Libertador, con
escasos recursos, desplegaba grande actividad y valor, para con-
tener la ola avasalladora de la ‘Legión Infernal’. El 25 de marzo,
Boves resolvió un supremo esfuerzo para desalojar al Libertador
de sus posesiones de San Mateo y aniquilarlo. A este fin, dispuso
un ataque de sorpresa por la retaguardia patriota para adueñarse
del parque confiado a la custodia del heroico mancebo granadino
Antonio Ricaurte, en la casa alta del ingenio de Bolívar, que se
divisaba desde el pueblo. El Libertador, que desde su más tierna
edad había recibido de su honorable madre, junto con el sustento
material del cuerpo, el maná [(cf. Ex 16)] espiritual de una verda-
dera devoción a la Santísima Virgen, (...) confiando en el valor de
sus soldados y en la protección de ‘la que es más fuerte que un
Ejército en orden de batalla’ y a quien nunca invocó el mortal en
vano, impetra el auxilio de la Virgen de Belén, quemando ante su
santa imagen en la casa de ‘Canta Ranas’ profusión de luces. Si, al
decir de un gran pensador, el hombre nunca es tan grande como
cuando está de hinojos ante su Creador, podemos agregar, que en
el infortunio y en la desgracia, nunca está tan próximo a la gloria
y al triunfo, como cuando confía en el eficaz auxilio de (...) María,
y espera de ella amparo y protección. Se necesitaría el estro subli-
me de un Bello, el verbo elocuente de un Fermín Toro, el pincel de
un Michelena o la inspirada pluma de un Eduardo Blanco para
inmortalizar un episodio, tal vez insólito en la historia de los gran-
des generales de la humanidad, y que fue el preludio sublime del
glorioso sacrificio de Ricaurte. Cuando el Libertador se dio cuen-
ta de que los enemigos llegaban ya a la casa alta del ingenio,
comprendió, que, al adueñarse del parque, tendrían sus contrarios
sobre él una superioridad incontestable que podría ocasionar su
ruina. Movido entonces por soberano impulso de confianza en la
Virgen Santísima, entra en la casa, donde por su voluntad se ve-
neraba entonces la (...) imagen: cogiéndola en sus manos, sale a la
calle, y levantándola en alto hacia el lugar del combate, hacia el
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 119

lote de joyas del Libertador adquiridas por el Banco Central de


Venezuela en el año 1988154: Esa piedad la quiso transmitir a sus
hijos…

ingenio, invoca confiado a la Madre de Dios. Así como Sansón


antes de sacudir las columnas del templo de dragón implora el
auxilio del cielo, y sintiéndose animado del espíritu de fortaleza,
sacrifica su propia vida, causando a los enemigos, dice el sagrado
texto, más daño con su muerte que en toda su vida [(cf Jue 16, 29-
30)]; Bolívar, al implorar sobre Ricaurte y los suyos la protección
de la Madre de Dios, la Virgen de Belén, obtiene al héroe granadi-
no este sublime espíritu de fortaleza y abnegación, que le hace
sacrificar su vida en aras de la Patria. Armándose con un tizón
encendido, Ricaurte prende fuego a la pólvora, y perece con todos
los asaltantes, alcanzando su muerte la derrota del enemigo, que,
desconcertado, abandona el campo de batalla. La confianza del
Libertador en la protección de María Santísima de Belén, y las
fervientes plegarías que le había dirigido, habían merecido el más
bello rasgo de patriotismo, que señalan los anales de la magna
Guerra de nuestra Independencia” (Hno. Nectario María, Op. cit.
pp. 41-42). ¿De dónde saca el Hno. Nectario María esta versión de lo
sucedido el 25 de marzo de 1814? En todo caso, el mismo Libertador
la niega en el famoso Diario de Bucaramanga: “Ricaurte (…) figura
en la historia como un mártir voluntario de la libertad; como un
héroe que sacrificó su vida para salvar la de sus compañeros, y
sembrar el espanto en medio de sus enemigos; pero su muerte no
fue como aparece: No se hizo saltar con un barril de pólvora en la
casa de San Mateo, que había defendido con valor: Yo soy el autor
del cuento; lo hice para entusiasmar mis soldados, para atemori-
zar a los enemigos y dar la más alta idea de los militares granadi-
nos. Ricaurte murió el 25 de marzo del año [18]14, en la bajada de
San Mateo, retirándose con los suyos; murió de un balazo y un
lanzazo, y lo encontré en dicha bajada tendido boca abajo, ya
muerto y las espaldas quemadas por el sol” (Luis Perú de Lacroix,
Op. cit., p. 159).
154
Cf. Acta de recepción de las joyas del Libertador Simón Bolívar (16
de mayo de 1988), en: Banco Central de Venezuela (editor), Informe
sobre la adquisición de joyas y objetos del Libertador. Anexos, Vol.
I-II, Caracas 1988, Anexo 10 [Biblioteca Ernesto Peltzer del Banco
Central de Venezuela – Caracas, Venezuela].
120 La Iglesia en la Venezuela Republicana

El Cardenal José Humberto Quintero recreó con bellas pala-


bras la familiar escena… Doña María Concepción Palacios y
Blanco enseñándole a su hijo Simón a rezar: “Sentada en severa
poltrona, (…), ante el altar doméstico el que ilumina cons-
tante lamparita, durante las apacibles veladas del hogar,
Doña María Concepción Palacios de Bolívar, como buena
madre de recia cepa española, enseña al último de sus hijos,
ya de cuatro años, los rudimentos de la doctrina cristiana.
Con su fina mano aristocrática, en la que fulgen valiosos
anillos, toma la lilial del niñito y, llevándosela a la frente, a
los labios y al pecho, lo acostumbra a hacer la señal de la
cruz. Luego, juntándole las delicadas manecitas, lo obliga a
decir lentamente el Padrenuestro, el Avemaría y las otras ora-
ciones familiares; el infante repite, con gracioso balbuceo,
las devotas y sagradas palabras que van brotando, suaves y
fervorosas, de los labios maternos”155.
Además del Padrenuestro y del Avemaría, ¿qué otras oracio-
nes le enseñaría? En aquella época, en Caracas se rezaba fre-
cuentemente una oración, que hacía referencia explícita al miste-
rio de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María:
“Bendito y alabado sea el Misterio de la Santísima Trinidad,
el Santísimo Sacramento del Altar, y la Purísima Concepción
de María Santísima Señora nuestra, concebida sin mancha
de pecado original, y llena de gracia desde el primer instan-
te de su ser natural. Amén”156. Esta oración seguramente tam-
bién la rezaba Doña María Concepción Palacios y Blanco; ex-
presó el Pbro. Carlos Borges en su célebre “Discurso en la in-

155
Pbro. José Humberto Quintero, Bolívar, Magistrado Católico. Ora-
ción fúnebre pronunciada en la Santa Iglesia Metropolitana de Mérida
en el Centenario de la muerte del Libertador (17 de diciembre de
1930), en: Cardenal José Humberto Quintero, Discursos. Obras pu-
blicadas. 1924-1972, Caracas 1972, pp. 153-176, p. cit. 157.
156
Pbro. Dr. Carlos Borges. Discurso en la inauguración de la Casa de
Bolívar (5 de julio de 1921), en: Miguel Mosqueda Suárez (editor),
Vida y Obras Completas de Carlos Borges[, Ediciones Patria], Cara-
cas 1971, pp. 569-589, p. cit. 569.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 121

auguración de la Casa de Bolívar”, pronunciado en el año 1921,


cuando se abría al público la Casa recién restaurada: “Como en
casi todos los hogares de la colonia, construidos por la alian-
za de la cruz y la espada como nidos de águilas en la firmeza
inconmovible de la roca romana, día y noche, desde la cam-
pana de la aurora hasta el toque de ánimas, por esas salas,
por esos corredores y galerías, pasaba el ‘Bendito’ de boca
en boca, de corazón en corazón, como un eco del Cielo (...)
Decíala el amo de la casa con claro timbre de devoción viril,
sin sombra alguna de respeto humano; vertíala con dulcísi-
ma unción la esposa y madre amorosísima sobre el cándido
sueño de las cunas; florecía en los labios de los niños —al
despertarse y al dormirse— dilatada por el encanto de una
sonrisa angélica, o graciosamente cortada por el rosado
bostezuelo de las frescas boquitas inocentes; a su influjo
parecían cobrar luz de aureola las canas del abuelo; y su
esencia subía hasta Díos en el suspiro del esclavo como el
perfume de la mirra desde el carbón candente”157.
El 6 de julio de 1792 falleció Doña María de la Concepción
Palacios y Blanco, y fue enterrada, con hábito de Ntra. Sra. de la
Concepción —el hábito de las monjas del Convento de Concep-
ciones, que quedaba en donde está actualmente el Capitolio—, en
una bóveda en la Capilla de la Santísima Trinidad en la Catedral
de Caracas158. Como buena madre, se había ocupado de la edu-
cación cristiana de sus cuatro hijos: María Antonia, Juana, Juan
Vicente y Simón… Les había enseñado a rezar, los había forma-
do en la fe cristiana… Y se había preocupado por colocar a sus
hijos en una escuela católica… Anota Enrique Bernardo Núñez,
en su famoso libro “La ciudad de los techos rojos”: “Con toda
probabilidad Simón y su hermano Juan Vicente asistieron a
la escuela, que dirigía en el Convento de San Francisco Fray
[Manuel] de Jesús Nazareno [de] Zidardia, porque en una

157
Ibid., p. 570.
158
Cf. Enrique Bernardo Núñez, La ciudad de los techos rojos[, Publica-
ciones del Banco Industrial de Venezuela. Año Cuatricentenario de
Caracas], Caracas 1966, p. 84.
122 La Iglesia en la Venezuela Republicana

lista pasada por éste al Ayuntamiento, de los padres de los


alumnos que sostenían la escuela, aparece Doña Concep-
ción Palacios y Sojo con 38 pesos. Para esta fecha era muerta
Doña Concepción. Su nombre aparece en la lista seguida de
la frase: ‘que de Dios goce’”159. Asegura el R.P. Odilio Gómez
Parente, O.F.M., en su libro sobre la labor educativa y cultural de
los Franciscanos en la colonia, la existencia ininterrumpida de una
Escuela de Primeras Letras en el Convento de San Francisco
desde 1764. El mencionado Hermano Fray de Zidardia fue maes-
tro en esa Escuela entre 1789 y 1792160.
Algunos historiadores han cuestionado este dato histórico, en-
tre ellos Manuel Pérez Vila, quien hace el siguiente comentario:
“Es de creer, que dicha lista haya sido elaborada en fecha
muy cercana al fallecimiento de la madre de Bolívar, pues
sólo así se explicaría la inclusión de su nombre en ella, con
la frase referida, ya que, de haberlo sido en época posterior,
no figuraría su nombre sino los de los tutores de cada hijo.
Mas sea lo que fuere de esto, el dato habría de ser confirma-
do por otros más explícitos, antes de que se pueda afirmar
nada positivo respecto de la asistencia de Simón a la Escuela
del Convento Franciscano. Pudo, en efecto, asistir, pero tam-
bién puede tratarse simplemente de su hermano Juan Vicen-
te, mayor que él”161. Ahora bien, ¿por qué Doña Concepción
habría enviado a esta Escuela al mayor de sus hijos varones Juan
Vicente, y no a su otro hijo varón Simón? Las familias, entonces
como ahora, acostumbraban enviar a todos sus hijos varones a
una misma escuela… Además, a Simón le faltaban, para la fecha
del fallecimiento de su madre, dieciocho o diecinueve días para
cumplir nueve años de edad. Ya estaba en la edad escolar…

159
Ibid., p. 85.
160
Cf. R.P. Odilio Gómez Parente, O.F.M., Los Franciscanos en Venezue-
la. Labor educativa y cultural durante los años de la colonia, Caracas
1997, p. 501.
161
Manuel Pérez Vila, La formación intelectual del Libertador[, Imprenta
Nacional], Caracas 1978, p. 29.
EL PADRE FRANCISCO DE ANDÚJAR,
PROFESOR DE MATEMÁTICAS
DEL LIBERTADOR

Lo que no de ninguna manera puede cuestionarse, es que


Simón Bolívar tuvo como profesor de Matemáticas a Fray Fran-
cisco de Andújar, Capuchino. El mismo Libertador lo declara,
en carta fechada en Arequipa el 20 de mayo de 1825, dirigida a
S.E. el Gral. Francisco de Paula Santander. Contradiciendo
unos impertinentes comentarios de un tal Mr. Mollien162, escri-
be Bolívar: “(…) no es cierto, que mi educación fue muy

162
El 21 de abril de 1825 le había escrito Santander desde Bogotá:
“Uno de los espías franceses ha publicado su viaje en París, no
habla tan mal de Colombia como yo lo creía. Confiesa talentos
a los que estamos en el Gobierno, propensión hacia los adelan-
tamientos útiles, adhesión a la Independencia, etc. De Ud. ha-
bla bien, bien, aunque a veces descarga sus diatribas; (…) Si
consiguiere un ejemplar, se lo remitiré” (Gral. Francisco de Paula
Santander, Carta al Libertador Simón Bolívar (21 de abril de 1825),
en: Fundación Francisco de Paula Santander (editora), Cartas
Santander – Bolívar, Tm. I-V, Tm. IV: 1823-1825, Bogotá 1988, pp.
348-352, p. cit. 350). El espía en cuestión es Gaspard Theodore
Mollien, que había publicado en París el libro titulado “Viaje por la
República de Colombia en 1823”; algunos conceptos emitidos en
el libro exasperaron al Libertador: “Bolívar tiene cuarenta y dos
años. (…) Por lo general, se proclama su desprendimiento; sus
sueldos se destinan en su mayor parte al pago de las pensiones,
que asigna a las viudas o a los hijos de los militares muertos en
los combates. Aunque su educación hubiera estado asaz descui-
dada, la permanencia bastante larga en Europa despertó en él
una gran afición por el estudio de las lenguas y de la historia.
Sus progresos fueron rápidos” (Gaspard Theodore Mollien, Viaje
por la República de Colombia en 1823, Prólogo de Carlos José
Reyes, Biblioteca V Centenario Colcultura, Bogotá 1992, pp. 177-
178).
124 La Iglesia en la Venezuela Republicana

descuidada, puesto que mi madre y mis tutores hicieron


cuanto era posible por que yo aprendiese: me buscaron
maestros de primer orden en el país. Robinson, que Ud.
conoce[—Simón Rodríguez—], fue mi maestro de Primeras
Letras y Gramática; de Bellas Letras y Geografía, nuestro
famoso Bello; se puso una Academia de Matemáticas sólo
para mí por el Padre Andújar, que estimó mucho el Barón
de Humboldt. Después me mandaron a Europa a continuar
mis Matemáticas en la Academia de San Fernando; y apren-
día los idiomas extranjeros, con maestros selectos de Ma-
drid; todo bajo la dirección del sabio Marqués de Ustáriz,
en cuya casa vivía. (…) Ciertamente que no aprendí ni la
filosofía de Aristóteles, ni los códigos del crimen y del error,
pero puede ser que Mr. Mollien no haya estudiado tanto
como yo a Locke, Condillac, Buffon, Dalambert, Helvetius,
Montesquieu, Mably, Filanger, Lallandes, Rousseau,
Voltaire, Rollin, Berthot y todos los clásicos de la antigüe-
dad, así filósofos, historiadores, oradores y poetas; y to-
dos los clásicos modernos de España, Francia, Italia y gran
parte de los ingleses. Todo esto lo digo muy confidencial-
mente a Ud. para que no crea que su pobre Presidente ha
recibido tan mala educación como dice Mr. Mollien; aun-
que, por otra parte, yo no sé nada, no he dejado, sin em-
bargo, de ser educado como un niño de distinción puede
serlo en América bajo el poder español”163.
Por enero de 1797, Simón Bolívar había ingresado como
cadete en el Batallón de Milicias de Blancos de los Valles de
Aragua164; lo cual no fue obstáculo para que se instalaran en
su casa unas clases de Matemáticas por el Padre Andújar...
Más bien, las Matemáticas se consideraban entonces como

163
Libertador Simón Bolívar, Carta a S.E. el Gral. Francisco de Paula
Santander (20 de mayo de 1825), en: Cartas del Libertador, Op. cit.,
Tm. IV (1824 – 1825), Caracas 1966, pp. 326-330, pp. cit. 329-330.
164
Cf. Manuel Pérez Vila, Op. cit., p. 43.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 125

básicas en la formación de un militar de carrera165. El Padre


Andújar se dirige en memorial del 24 de junio de 1798 a la
Junta del Real Consulado de Caracas: “Fray Francisco de
Andújar, de la Orden de Capuchinos, Misionero Apostó-
lico, con el debido respeto y veneración ante V.S.S. hace
presente como hallándose en el Colegio de esta ciudad con
el cargo de la enseñanza de las Primeras Letras, por dis-
posición de los Señores Ilustrísimo Obispo y Vice Patrono
Real, en cuyos títulos se le previene de alguna instrucción
en Matemáticas para lo que no ha podido conseguir sitio
proporcionado por la estrechez de dicho Seminario, según
los muchos individuos que contiene, y proporcionándose
provisoriamente (no lográndose aula en la debida exten-
sión por ahora) por Don Simón Bolívar (con la anuencia
de su tío y tutor, Don Carlos Palacio y Sojo) para que eli-
ja en su casa la pieza o sala que acomodase para esta-
blecer dicha clase, quiere hacerle presente a V.S.S. y po-
nerle bajo su amparo y aún dependencia, pues a ningu-
no es debido rendir esta obligación”166. Claro, el memo-
rial es muy extenso; y lo que el Padre Andújar quiere lograr
de la Junta del Real Consulado es una sede para la Academia
de Matemáticas, algunos utensilios o, por lo menos, una ayu-
da económica para que pudieran estudiar algunos pobres…
Pero, ¡qué interesante! Fue el propio Simón Bolívar, que para

165
Cf. ibid., p. 44.
166
R.P. Fray Francisco de Andújar, Memorial a la Junta del Real Con-
sulado referente a la Academia de Matemáticas (24 de junio de
1798), en: Venezuela Misionera, Nº 594 (julio – septiembre de 1999),
pp. 84-86. Además de este documento redactado por el Padre
Andújar, se conserva también otro de gran interés: R.P. Fray Fran-
cisco de Andújar, Memorial al Teniente de Síndico dándole cuen-
ta de sus descubrimientos en la Mineralogía y el Reino Vegetal (18
de febrero de 1799), en: Venezuela Misionera, Nº 594 (julio – sep-
tiembre de 1999), pp. 86-87.
126 La Iglesia en la Venezuela Republicana

entonces contaba catorce años de edad —y no su tutor—,


quien invitó al Padre Andújar a establecer provisoriamente en
su casa —probablemente la casa de su tutor— la Academia
de Matemáticas…
El Padre Andújar fue un extraordinario pedagogo, que sa-
bía captarse la simpatía de sus alumnos; así lo atestigua otro
antiguo alumno, que llegó a ser un médico famoso en Caracas,
el Dr. José de la Cruz Limardo: “El método sencillo y razo-
nado de este hábil religioso y la abolición de la pena infa-
mante de azotes, hizo ver, bien pronto, que solo se necesita
orden y método para enseñar con celeridad. En efecto,
año y medio bastó para verme yo ducho y versado en lec-
tura, declamación, escritura y Aritmética, hasta regla de
compañía y aligación. Pasé dos años más con el maestro
por haberme escogido para practicante aliviando sus ta-
reas. Me distinguió sobre todo el Padre Andújar, por ha-
ber descubierto en mí grande afición al dibujo. Desde lue-
go me ocupé en copias de planos, (…)”167.
Ciertamente, la Academia de Matemáticas del Padre
Andújar tuvo algunos antecedentes: Entre 1760 y 1768 ofreció
el Cnel. de Ingenieros Señor Don Nicolás de Castro en su casa
una Academia de Geometría y Fortificación para los oficiales y
cadetes de su batallón168. En 1788, el Pbro. Baltasar de los

167
Andrés Pacheco Miranda, Las memorias de José de la Cruz
Limardo. Noticias de su origen y vida – Fray Francisco de Andújar,
en: Diario “El Universal”, 16 de julio de 1931.
168
Arístides Rojas recoge la historia de esta fugaz Academia: “La
fecha más remota que conocemos referente a la creación de los
estudios matemáticos en Venezuela, remonta al año 1760. Eran
los días del Gobernador Ramírez de Estenoz, cuando el Cnel. de
Ingenieros Señor Don Nicolás de Castro, deseando establecer
en su casa una Academia de Geometría y Fortificación, exclusi-
vamente para los oficiales de su mando, elevó al Gobierno de
Caracas la siguiente solicitud en 24 de junio de 1760: ‘Señor
Gobernador y Capitán General.- Considerando lo conveniente
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 127

Reyes Marrero, catedrático de Filosofía en la Universidad,


decidió explicar a sus discípulos nociones de Álgebra, Aritmé-
tica y Geometría, para que entendieran mejor la Física y aún la

que será tener útilmente divertida la juventud de oficiales y


cadetes del batallón a mi cargo, y lo que más es, el gran prove-
cho que se puede seguir al Rey de tener en poco tiempo abun-
dante acopio de Ingenieros en esta Provincia, de que al presen-
te totalmente carecemos, tengo resuelto, permitiéndolo V.S., es-
tablecer en mi casa una Academia de Geometría y Fortificación,
con cuyo intento he estado de algunos meses a esta parte, refres-
cando las especies que por falta de uso tenía algo remotas en
esta facultad y que perfeccionaré con el trabajo de enseñarla;
por lo que suplico a V.S. se sirva concederme este permiso, de
que resultará tanta utilidad en el posible acontecimiento de
una guerra. Favor que espero de la benignidad de V.S.- Cara-
cas: 24 de julio de 1760. Don Nicolás de Castro’. A esta solici-
tud contestó el Gobernador Ramírez de Estenoz con el siguiente
oficio: ‘Caracas: 25 de julio de 1760.- Teniendo la idea del
Comandante por muy conveniente al servicio del Rey, no sólo
concedo la licencia que pide, si que también de dar los auxilios
que necesitare, y a S.M. cuenta de esta disposición y de la apli-
cación de cada uno, para que sean atendidos, correspondiendo
a su adelantamiento.- Ramírez’. Elevadas ambas piezas a la
consideración del Monarca, el Gobierno de la península comu-
nicó al Cnel. Castro la siguiente Resolución, con fecha 16 de
julio de 1761: ‘Señor Don Nicolás de Castro.- Por la carta de
Ud. de 10 de marzo de este año y el papel que incluye que le
escribió el Gobernador de esa Provincia Don Felipe Ramírez de
Estenoz, queda el Rey en inteligencia de los progresos de la
Academia de Geometría y Fortificación que Ud. estableció en su
casa para oficiales y cadetes del batallón de su cargo, y ha sido
de la aprobación de S.M. el celo con que Ud. se decida a promo-
ver las dos utilidades tan propias de la mejor inteligencia de
esos oficiales para practicar el servicio, de que participe a Ud.
para el suyo. Dios guarde a Ud. muchos años.- Madrid: 16 de
julio de 1761.- El Bailío, Fray G. Julián de Arriaga’. Los textos
de este instituto fueron redactados por el Cnel. Castro. (…) Ésta
tuvo de existencia siete años, pues en septiembre de 1768 el
Cnel. Castro dejó a Caracas, para trasladarse, como Teniente
128 La Iglesia en la Venezuela Republicana

misma Sagrada Teología169. Algunos profesores protestaron;


y, al renunciar el Padre Marrero, alegando su traslado a la Pa-
rroquia de La Guaira170, cesaron las clases de Matemáticas…
El Rector Dr. Juan Agustín de la Torre, entonces, desplegó
grandes esfuerzos para lograr la fundación de una cátedra de
Matemáticas en la Universidad. El 25 de abril de 1790, publicó
su célebre “Discurso Económico. Amor a las Letras en rela-
ción con la Agricultura y el Comercio”, en el cual hacía una
apasionada defensa de las Matemáticas: “(…) los instrumen-
tos, los amaños, los medios y disposiciones necesarios a
los artesanos para la construcción de sus piezas; la deli-
neación de los pueblos y edificios, caminos y fortalezas y
cuanto ocurre a nuestra defensa y buen orden de civiliza-
ción, tiene cierta dependencia en el fondo o en parte de
las Matemáticas. Si sus observaciones no hubiesen descu-
bierto y perfeccionado el uso de la brújula; si no hubiesen
dado el complemento a la Arquitectura naval, si no hubie-
sen formado a los inmortales geógrafos y navegantes que
arribaron a nuestras costas, estaría hasta hoy la mayor y
mejor parte del mundo sepultada y ocupada en la barba-
rie” 171.
De modo, que el establecimiento de una cátedra de Mate-
máticas en la Universidad era una aspiración muy sentida, cuan-
do —según una noticia de Arístides Rojas— en 1785 el Padre

del Rey, a Panamá, donde murió en 1772" (Arístides Rojas, Orí-


genes Venezolanos, Caracas (2)1972, pp. 257-259). Arístides Ro-
jas obtuvo estos documentos de los descendientes del Cnel. Ni-
colás de Castro, quienes para fines del Siglo XIX todavía vivían
en la misma casa del Coronel en Caracas, donde había funcionado
aquella Academia (cf. ibid., p. 157).
169
Cf. Ildefonso Leal, Historia de la UCV[, Ediciones del Rectorado
de la UCV], Caracas 1981, p. 83.
170
Cf. ibid., p. 63.
171
Cit. en: Ildefonso Leal, Op. cit., p. 85.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 129

Andújar propuso al Gobernador, “regentar gratis una cáte-


dra de Matemáticas, con el único objeto de aclimatar en el
país este ramo de los conocimientos humanos. Por el mo-
mento accedió el Gobernador, con la reserva de que fuese
apoyado por el Monarca de España, cuando años des-
pués llegó a Caracas la Real Cédula de Carlos IV negan-
do la licencia, porque no convenía ilustrar a los america-
nos. La cátedra fue suspendida cuando ya comenzaba a
dar opimos frutos. Esta frase de Carlos IV no pasa de ser
una solemne necedad, hija de la ineptitud de aquel Mo-
narca”172. En relación a la propuesta del Padre Andújar al
Gobernador y Capitán General —referida por Arístides Ro-
jas—, se ha exigido una rectificación histórica173, por cuanto el
proyecto de Andújar se habría producido en 1798; y, en efecto,
el 24 de junio de 1798 es la fecha del memorial, que el Padre
Andújar dirigió al Real Consulado de Caracas174.
El Padre Andújar, con su memorial del 24 de junio de 1798,
en un primer momento logró su cometido, pues en postdata del
12 de julio de 1798 a ese mismo memorial agrega:
“Acabada esta representación he recibido el Decreto
de Su Señoría Ilustrísima, Don Fray Juan Antonio de la
Virgen María y Viana, y confirmado por el Señor Capitán
General y Gobernador[, Don Pedro Carbonell], para este
efecto; por lo que con unos diez y ocho alumnos, todos de
facultades [para costearse], tengo dado principio y abier-
ta la clase académica hasta tanto que Dios, nuestro Señor,
nos proporcione por algún medio ya una pieza para clase
pública capaz de todo y en que quepan los muchos que
estos estudios pretendan, ya con qué ayudar a los nece-

172
Arístides Rojas, Orígenes Venezolanos, Op. cit., pp. 259-260.
173
Cf. Ildefonso Leal, Op. cit., p. 88.
174
Cf. R.P. Fray Francisco de Andújar, Memorial a la Junta del Real
Consulado referente a la Academia de Matemáticas (24 de junio
de 1798), en: loc. cit..
130 La Iglesia en la Venezuela Republicana

sitados y ya quién nos sostenga y favorezca en cuanto sea


de la mayor urgencia y del agrado del Señor. Los tratados
elementales que pienso leer en la clase académica de Ma-
temáticas con los siguientes:
“Primer año o primer tercio: uno, Aritmética; dos, Ál-
gebra; tres, Geometría elemental; cuatro, Geometría prác-
tica con el uso de instrumentos; cinco, Geografía; seis,
para llamar la afición en algún tanto a los adornos arqui-
tectónicos y a su dibujo para la proporción de los vasos
sagrados, se tratarán los cinco órdenes de vasos griegos.
“Segundo año o segundo tercio: siete, Trigonometría
plana; ocho, Trigonometría esférica; nueve, lecciones có-
nicas; diez, principios de Óptica; once, Gnomónica; doce,
Arquitectura civil.
“Tercer año o tercer tercio: trece, principios de Maqui-
naria; catorce, Hidráulica; quince, Náutica; dieciséis,
Logaritmos; diecisiete, Astronomía; dieciocho, las propor-
ciones del cuerpo natural para recrear el gusto en algún
tanto del dibujo”175.
Este programa muestra el dominio, que ciertamente tenía el
Padre Andújar de las Matemáticas. Así mismo, descollaba en
el Dibujo, la Geografía, la Arquitectura, las Artes plásticas, la
Física, la Astronomía, la Mineralogía, la Botánica…
Ahora bien, ¿se produjo algún informe o petitorio al Rey?
Por lo visto, hubo varios informes o petitorios… El primero se
produjo en el mismo año 1795, el año, en que el Padre Andújar
llegó a Venezuela: Fray José de Canillas, en su informe al Rey
de España del 11 de noviembre de 1795 sobre las misiones de
los Capuchinos refiere, que: “Fr. Francisco de Andújar se
ha quedado en la capital de Caracas por orden de los Vues-
tros Gobernador y Capitán General, Superintendente y Re-
verendo Obispo, a fin de que establezca allí la Cátedra de
Matemáticas y Dibujo, sobre que tengo noticia han dado

175
Ibid.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 131

cuenta a V.M.”176. Después del Decreto del Obispo de 1798,


se produjo una petición del Padre Andújar, que fue negada por
el Rey177; de modo que hacia fines de 1799 debió de ser
clausurada la Academia de Matemáticas…
El Padre Andújar llamábase “en el mundo Francisco de
Paula Ravé y Berdura, y nació en la ciudad de Andújar,
Provincia de Jaén, España, en (…) 1760. Fueron sus pa-
dres Don Miguel Alonso Ravé y Doña María José de la
Concepción Berdura, (…)” 178 . Ingresó en la Orden
Franciscana Capuchina “el día 7 de noviembre de 1777,
haciendo su profesión religiosa el 8 del mismo mes al año
siguiente”179 de 1778, según consta en documentos auténti-
cos180. En el expediente hecho para la admisión del joven pre-

176
R.P. Fr. José de Canillas, Carta al Rey de España (11 de noviembre
de 1795) [Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Caracas, Sec-
ción Parroquias, Leg. Guanarito]; cit. en: R.P. Fr. Buenaventura de
Carrocera, Misión de los Capuchinos en los Llanos de Caracas,
Tm. I-III, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Colec-
ción “Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela”, Nº 111-113,
Caracas 1972, Tm. III: Documentos (1750-1820), pp. 382-386, p. cit.
383.
177
Cf. R.P. Fr. Francisco de Andújar, Petición y testimonio solicitan-
do se le confirme en el ejercicio de maestro de Primeras Letras en
el Colegio de Caracas por encontrarse debilitado de salud (4 de
octubre de 1798) [Archivo Histórico Nacional [de España], Diver-
sos – Colecciones, 46, Nº 8].
178
R.P. Fray Cayetano de Carrocera, O.F.M.Cap, El Padre Andújar.
Sabio misionero, maestro del Libertador, en: Boletín de la Acade-
mia Nacional de la Historia [de Venezuela] 40 (1957), Nº 160 (octu-
bre – diciembre de 1957), pp. 432-438, p. cit. 432.
179
Ibid.
180
Estos documentos le fueron facilitados al R.P. Fr. Cayetano de
Carrocera, O.F.M.Cap., por el notable historiador R.P. Fr. Cipriano
de Utrera, O.F.M.Cap.; uno de ellos se refiere a su toma de hábito:
“Partida del Hno. Fr. Francisco de Andújar, Corista.- Viernes
132 La Iglesia en la Venezuela Republicana

tendiente en la Orden Franciscana Capuchina, hay una intere-


sante alusión a la familia paterna en la declaración del Pbro.
Miguel Messia, de 60 años de edad: “Que tiene noticias de
Don Agustín Bernardo Gutiérrez Ravé y de Doña Andrea
María Ramos y González, padres del dicho Don Miguel
Alonso, y abuelos paternos del pretendiente; que son y han
sido vecinos de la ciudad de Córdoba; que sabe y le cons-
ta por muy cierto gozan del fuero y privilegio de hijosdalgo,
que como tales están recibidos, tenidos y reputados Caba-
lleros notorios de sangre, casa y solar conocido, cuyo pri-
vilegio es antiguo en su ascendencia, y como tales han
ejercido los empleos de mayor distinción, (…)”181.
Concluidos los estudios de teología y ordenado sacerdote,
“el Padre Andújar debió ejercer el sagrado ministerio en

día 7 de noviembre de 1777 entre cuatro y cinco de la tarde


tomó nuestro Santo Hábito para Corista el Hno. Fr. Francisco
de Andújar, en este Convento de Capuchinos de Santas Justa y
Rufina, de esta ciudad de Sevilla, de edad de 17 años y 5 meses,
de mano del P. Fr. Vicente de Antequera, Maestro de Novicios,
siendo Provincial N.M.R.P. Jerónimo de Almonaster, Exlector
de Sagrada Teología. Llamábase en el siglo Francisco de Paula
Ravé y Berdura, hijo legítimo de Don Miguel Alonso Ravé, natu-
ral de Córdoba, y de Doña María José de la Concepción
Berdura, natural de Andújar, Obispado de Jaén, vecinos de la
ciudad de Andújar; y por verdad lo firmé en dicho Convento,
día, mes y año ut supra.- Fr. Vicente de Antequera” (cit. en: R.P.
Fr. Cayetano de Carrocera, O.F.M.Cap., loc. cit., p. cit.). Otro de
los documentos se refiere a su profesión: “Profesó a las diez y
media de la mañana del día 8 de noviembre, en manos del P. Fr.
Vicente Antequera, Predicador y Maestro de Novicios, siendo
Provincial de esta Provincia N.M.R.P. Jerónimo de Almonaster
(…)” (cit. en: R.P. Fr. Cayetano de Carrocera, O.F.M.Cap., loc. cit.,
p. 433).
181
[Archivo Provincial de los PP. Capuchinos de Andalucía en Sevilla];
cit. en: R.P. Fr. Cayetano de Carrocera, O.F.M.Cap., loc. cit., p. 433.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 133

España durante algunos años, hasta que los Superiores le


destinaron a las Misiones que los Capuchinos andaluces
tenían en los Llanos de la Provincia de Caracas”182. Llegó
al puerto de La Guaira, proveniente de España, el 15 de abril
de 1795183, cuando contaba apenas treinta y cuatro años de
edad…
Entre julio de 1799 y noviembre de 1800 visitó Venezuela el
naturalista alemán Barón Alejandro de Humboldt, en compañía
del botánico francés Aimé Bonpland… Llegaron a Cumaná,
recorrieron la Península de Araya, exploraron la Cueva del
Guácharo, visitaron Caracas, La Victoria, Maracay y Valen-
cia, atravesaron los Llanos hasta llegar al río Orinoco… Al
relatar en su obra “Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo
Continente” el ascenso a la Silla de Caracas, efectuado el 2 de
enero de 1800, alude Humboldt a “un joven Fraile Capuchi-
no, profesor de Matemáticas, que no había cesado de en-
salzar las ventajas en fuerza física y atrevimiento que se-
gún él poseían los españoles europeos de cualquier clase
sobre los españoles americanos”184. Esto lo escribe Humboldt
en son de burla, pues más adelante añade: “Habiendo perdi-
do el ánimo largo tiempo antes que los criollos, pasó el
resto del día en una hacienda cercana viéndonos escalar
el monte con un catalejo enderezado hacia la Silla. Por
desgracia para nosotros, este religioso, que no carecía de
instrucción física, y que fue asesinado pocos años des-

182
R.P. Fr. Cayetano de Carrocera, O.F.M.Cap., loc. cit., p. cit.
183
Cf. Nombres de los religiosos Capuchinos que estuvieron de mi-
sioneros en los Llanos con indicación del año en que llegaron a la
misión (1658-1795); cit. en: R.P. Fr. Buenaventura de Carrocera,
O.F.M.Cap., Op. cit., Tm. cit., pp. 387-393, p. 393.
184
[Barón] Alejandro de Humboldt, Viaje a las Regiones Equinocciales
del Nuevo Continente, versión castellana de Lisandro Alvarado,
Tm II[, Ediciones del Ministerio de Educación], Caracas (2)1956,
p. 268.
134 La Iglesia en la Venezuela Republicana

pués por los indios salvajes del Apure, se había encarga-


do del transporte del agua y las provisiones tan necesa-
rias en una excursión por las montañas. Los esclavos que
debían reunírsenos fueron tan largo tiempo retenidos por
él, que no pudieron llegar sino muy tarde, habiendo per-
manecido nosotros durante diez horas sin agua y sin
pan”185. Después de estas horas de forzado ayuno: “Feliz-
mente los negros que llevaban el agua y nuestras provisio-
nes se nos habían reunido, y determinamos tomar algún
alimento. No fue larga nuestra comida. Sea que el Padre
Capuchino no se hubiese fijado en el gran número de per-
sonas que nos acompañaban, sea que los esclavos hubie-
sen mermado las provisiones por el camino, sucedió que
no encontramos sino aceitunas y casi ningún pan”186. En-
tonces —continúa Humboldt—: “Devolvimos la mitad de
nuestra gente encareciéndoles viniesen al día siguiente por
la mañana, no con aceitunas, sino con provisiones de car-
ne conservada”187. Si le preguntáramos a un nutricionista hoy,
qué alimentación resulta más conveniente para una excursión
de montaña, pan y aceitunas, o carne conservada, ¿qué nos
diría? Sin duda, nos recomendaría la frugal dieta del Padre
Andújar…
Un mes después, el 3 de febrero de 1800, le escribe Humboldt
al Barón de Forell desde Caracas: “Hemos hecho, a pesar
del tiempo de lluvias, viajes encantadores a la costa de
Paria, hasta las misiones de los Capuchinos entre los in-
dios Chaimas y Guaraúnos. (…) Hemos escalado hasta la
cima del Turimiquire, hemos descendido hasta la cueva del
Guácharo, una caverna inmensa habitada por millares de
pájaros nocturnos (…) Nada más majestuoso que la entra-
da en esta caverna coronada de las más bella vegetación.

185
Ibid., pp. 268-269.
186
Ibid., p. 278.
187
Ibid., p. 279.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 135

Sale un río bastante considerable. En el interior resuenan


los lúgubres gritos de los pájaros. (…) Hemos pasado tres
de los quince días en el Valle de Caripe situado a una altu-
ra de 952 varas castellanas sobre el nivel del mar. Es un
valle habitado por indios desnudos y monos negros con
barba roja. Los Capuchinos en el Convento y los misione-
ros entre los indios semisalvajes nos han colmado de bon-
dades y gentilezas. (…) Pensamos, después de haber goza-
do durante tres meses de esta gran ciudad, donde el lujo
europeo es habitual, internarnos adentro de las tierras de
Barinas, y la Sierra Nevada de Mérida, después descen-
der al Orinoco hasta la Angostura de la Guayana, luego
regresar por el valle del Pao a Cumaná (…) Uno de nues-
tros amigos, el Padre Andújar, Capuchino, piensa acom-
pañarnos, porque no encontraremos desde el Apure más
que indios y misioneros. Los españoles no se atreven a
entrar a las misiones. Nosotros gozamos de una protec-
ción distinguida por parte del Obispo, del Padre Guardián
de los Observantes y del Prefecto de los Capuchinos”188.
El ofrecimiento del Padre Andújar de acompañar a Humboldt
a las tierras de Barinas no llegó a concretarse…
Durante los meses de su permanencia en Caracas, algún
contacto tuvo Humboldt con el Padre Andújar; el naturalista
alemán tomó nota de algunas mediciones científicas del sacer-
dote español: “El Padre Andújar, Capuchino profesor de
Matemáticas en Caracas, observó el eclipse de sol del 28
de octubre de 1799 con ayuda de una cámara obscura. Él
dice haber visto el comienzo a 0 h. 15 min. 10s., y el fin a
2 h. 30 min. 12s. tiempo verdadero; el oscurecimiento fue 7
por 10 [70%]. Pero la determinación del tiempo fue hecha

188
Alejandro de Humboldt, Carta al Barón de Forell (3 de febrero de
1800), en: Alejandro de Humboldt, Cartas Americanas, Compila-
ción, prólogo, notas y cronología de Charles Minguet, Biblioteca
Ayacucho, Nº 74, Caracas 1980, pp. 42-48, pp. cit.44-45.
136 La Iglesia en la Venezuela Republicana

por dos pilotos quienes observaron la culminación con


octantes, sin tener el recurso del horizonte del mar o de un
horizonte artificial”189.
Por entonces, el Padre Andújar se desempeñaba como Pro-
curador de Misiones en Caracas y, como tal, vivía en el hospi-
cio, que los Padres Capuchinos habían edificado en un llano
denominado San Juan190…

189
Cit. en: R.P. Fr. Cayetano de Carrocera, O.F.M.Cap., loc. cit., p. 435.
190
El proyecto largamente acariciado por los Padres Capuchinos de
tener un hospicio o residencia en Caracas se tomó con mayor
interés a partir de la Real Cédula “expedida en Buen Retiro el 7 de
febrero de 1748. Desde entonces hubo varios ofrecimientos para
ello, como fueron la Capilla de la Santísima Trinidad por parte
del alarife caraqueño Juan Domínguez, y la Capilla de la Divi-
na Pastora, levantada por el sacerdote Don Salvador José Be-
llo. Se hicieron importantes gestiones en pro de esta Iglesia, de
tal modo que se daba como un hecho en los últimos meses de
1773. Faltaba sin embargo la aprobación de la autoridad ecle-
siástica, y el Obispo Martí la negó alegando varias razones por
las que los Capuchinos no podían admitir ninguna de las Igle-
sias mencionadas. En vista de lo cual ordenaba el Rey en 1777
se tuviese junta para determinar el sitio más a propósito, encar-
go que se repite dos años después. Tal junta no se tuvo sino seis
años más tarde en 1785, y en ella se acordó hacer el hospicio en
Caracas, en un llano denominado San Juan, en terrenos próxi-
mos a la Parroquia de San Pablo, con Capilla pública, en la
que los misioneros allí residentes pudiesen decir Misa, predi-
car, confesar, etc. Vino luego la correspondiente Cédula apro-
bando lo acordado. Y el Obispo Martí, queriendo quizás hacer
desaparecer el mal sabor de boca, que había dejado a los Capu-
chinos el no haberles concedido la Iglesia de la Divina Pastora,
ofreció dar los terrenos necesarios para la edificación, genero-
sidad que agradeció el Prefecto P. Buenaventura de Benaocaz.
Esos terrenos eran espaciosos hasta tal punto que medían cien
varas en cuadro, a fin de que se pudiese construir Iglesia y
hospicio sin opresión y sin angustia, como efectivamente se hizo
con diez celdas, refectorio, cocina y otras piezas para el más
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 137

Bolívar ya había emprendido su primer viaje a Europa, cuan-


do Humboldt llegó a Caracas… Sin embargo, se conocieron en
1804. Estando Bolívar en París, llegó —agosto de 1804— “el
célebre Barón de Humboldt, que regresaba de la América,
en cuyas regiones equinoccionales había hecho importan-
tes descubrimientos científicos. Humboldt conocía a Ca-
racas y conservaba gratos recuerdos de esta ciudad. Bolí-
var estuvo a verle en su habitación del Faubourg St.
Germain, Rue des Petits Augustins, frecuentada entonces
por las mayores inteligencias del mundo: Cuvier, Vauquellin,
Laplace, Gay-Lussac, Oltmann y otros, que iban a admirar
las bellas colecciones de Historia Natural que había for-
mado en el Nuevo Continente el viajero feliz. Establecióse
desde luego entre Bolívar y Humboldt (nombres de que tanto
iba a ocuparse después la fama) la más franca y amistosa
correspondencia. Bolívar hablaba la lengua francesa con
toda perfección y soltura, y en ella encontraba los térmi-
nos más propios para expresar sus ideas sobre la indigni-
dad de la vida colonial, sobre la libertad y la grandeza de
los destinos futuros de América”191.

cómodo servicio, quedando además bastante terreno para huer-


ta y otros usos. (…) Desde entonces fue residencia del P. Procu-
rador de Misiones y asimismo de los misioneros que por sus
enfermedades o avanzada edad no podían seguir prestando sus
servicios en los pueblos de los Llanos, e igualmente sitio de
aclimatación e instrucción de los nuevos misioneros que fuesen
llegando. El primero que estuvo al frente como Procurador y
Presidente fue el P. José de Soto, al que sucedió en 1791 el P.
Carlos de Jaén y, al fallecer éste en 1795, vino el P. Francisco de
Andújar, hasta fines de 1799, y luego el P. José Francisco de
Caracas, que allí continuó hasta su fallecimiento, 18 de junio
de 1827, cuando aquella misión de los Llanos se había extin-
guido totalmente” (R.P. Fr. Buenaventura de Carrocera,
O.F.M.Cap., Op. cit., Tm. I: Introducción y Resumen Histórico –
Documentos (1657-1699), pp. 223-225).
191
Felipe Larrazábal, Bolívar, Op. cit., Vol. cit., p. 57.
138 La Iglesia en la Venezuela Republicana

El mismo Humboldt le recordó a Bolívar los amistosos en-


cuentros de esos días, en carta dirigida desde París, el 29 de
julio de 1822: “La amistad con la cual el Gral. Bolívar se
dignó honrarme después de mi regreso de México, en una
época en que hacíamos votos por la Independencia y li-
bertad del Nuevo Continente, me hace esperar que, en
medio de los triunfos, coronados por una gloria fundada
por grandes y penosos trabajos, el Presidente de la Repú-
blica de Colombia recibirá todavía con interés el homena-
je de mi admiración y de mi devoción afectuosa”192. Du-
rante esos encuentros, habrían recordado al Padre Andújar; de
allí la frase de Bolívar en su carta fechada en Arequipa, el 20
de mayo de 1825: “se puso una Academia de Matemáticas
sólo para mí por el Padre Andújar, que estimó mucho el
Barón de Humboldt”193.

192
Alejandro de Humboldt, Carta al Presidente Simón Bolívar (29 de
julio de 1822), en: Alejandro de Humboldt, Cartas Americanas,
Op. cit., pp. 196-197, p. cit. 196. Se conocen “solamente dos car-
tas de Bolívar a Humboldt (10 de noviembre de 1821 y 5 de
febrero de 1826) y tres de Humboldt a Bolívar (29 de julio de
1822, 8 y 28 de noviembre de 1825). Ciertos biógrafos de Bolí-
var, como J. Manzini, C. Pereyra, A. Rojas, Lafond et Tersane y
W. Frank recogen en sus obras una serie de detalles que expre-
sarían una gran amistad entre los dos héroes. Muchos se refie-
ren al encuentro que tuvo lugar en 1804, en París, en el salón de
Fanny de Trobiand, prima y amiga de Bolívar, y a las palabras
que habrían pronunciado los dos hombres a favor de la Inde-
pendencia. (…) Otros afirman que Humboldt y Bolívar viajaron
juntos a Italia en 1805 (Boussingault), lo que nunca se pudo
probar” (cf. Charles Minguet, Nota de pie de página; en: Alejan-
dro de Humboldt, Cartas Americanas, Op. cit., p. 221).
193
Libertador Simón Bolívar, Carta a S.E. el Gral. Francisco de Paula
Santander (20 de mayo de 1825), en: Cartas del Libertador, Op. cit.,
Tm. cit., pp. cit.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 139

Al ser elevada Barinas a la categoría de Provincia por Real


Cédula del 15 de febrero de 1786, el Comandante General de
Barinas solicitó la creación de una Procuraduría de Misiones,
que atendiese a los religiosos y pueblos de misión en su juris-
dicción… El Rey pidió informes acerca de lo solicitado al Pre-
sidente de la Audiencia de Caracas y al Gobernador en 1790:
“Pero, ya antes de que se recibiesen esos informes, el pro-
pio Comandante General de Barinas nombró el 10 de fe-
brero de 1790 para dicho cargo al P. José Francisco de
Caracas, quien luego fue confirmado por el P. Prefecto, y
años más tarde por el Consejo de Indias en 1795. El P.
[José Francisco de] Caracas pasó en 1799 a desempeñar
el cargo de Procurador en Caracas, mientras que el P. Fran-
cisco de Andújar[,] que tenía éste, fue destinado al de
Barinas. Allí continuó el P. Andújar hasta 1810, (…)”194.
Los acontecimientos del 19 de abril de 1810 tuvieron la más
amplia repercusión en Barinas… En su “Historia de Barinas”,
comenta el erudito historiador Virgilio Tosta: “Las primeras no-
ticias relacionadas con los sucesos de abril llegaron a
Barinas el 5 de mayo siguiente, dentro de las valijas del
correo ordinario. Se limitaban a un ejemplar del bando o
manifiesto publicado el propio 19 de abril en Caracas por
los señores del nuevo Gobierno, acompañado de una car-
ta dirigida por Don Juan José Mujica, Secretario de Ha-
cienda, a Don Domingo González, Ministro interino de Real
Hacienda en Barinas, en la cual le pedía que llevara el
mencionado manifiesto al seno del Cabildo barinés, para su
‘reconocimiento y obediencia’. Parece que esto bastó para
que acudieran a la sala del Ayuntamiento el Cnel. Don An-
tonio Moreno, Gobernador Político de la Provincia; Don
Miguel María del Pumar, Alcalde Ordinario de primera
elección; Don José Ignacio del Pumar, Regidor Alférez Real;

194
R.P. Buenaventura de Carrocera, Op. cit., Tm. cit., p. 239.
140 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Don Juan Ignacio Briceño, Regidor Alcalde Provincial; Don


Manuel de Bereciartu, Regidor Alguacil Mayor; y el Dr.
Cristóbal Mendoza, Procurador General y Protector de
Indios. Después de algunas horas de reflexiones, aquellos
señores acordaron que, sin disolverse el cuerpo, fueran
convocados todos los magistrados, empleados y vecinos de
la ciudad, (…)”195; para que, en Cabildo abierto —dice textual-
mente el Acta del Ayuntamiento de Barinas del 5 de mayo de
1810: “se les pongan a la vista los inminentes riesgos a que
se hallan expuesta la Patria y los sagrados e imprescindi-
bles derechos de la Santa Religión que profesamos y del
Monarca desgraciado que nos destinó la Providencia; y
puesta en práctica la citación general por medio de los
Porteros y Alcaldes de Barrio, se congregaron en la Sala de
Gobierno, por indisposición de Su Señoría, a más de los
individuos del Ayuntamiento, el Señor Cnel. Don Miguel de
Ungaro Dusmet[,] Comandante Militar e Intendente de esta
Provincia, el Señor Dr. Don Ignacio Fernández, Cura de la
Iglesia Mayor y Vicario Juez Eclesiástico, Don Domingo
González, Interventor de Real Hacienda [y] Ministro Prin-
cipal interino de ella, el Pbro. Don Francisco Gualdrón y
el Pbro. Don Manuel González[,] Curas Párrocos de las
Iglesias de Nuestra Señora del Carmen y Dolores, el Reve-
rendo Padre Francisco de Andújar[,] Procurador de las
Misiones, el Capitán Don Juan Gabriel Liendo[,] que lo es
de la Compañía Veterana de esta Plaza, y su Teniente[,] Don
Francisco de Orellana, el Capitán retirado Don Vicente
Luzardo, el Capitán de Milicias Don Francisco Arteaga, el
Teniente de Milicias Don Ignacio Bragado, el Administra-
dor de Correos, Don Francisco Vidal, el Dr. Don Ignacio
Briceño Presbítero, el Dr. Don Juan Nepomuceno Briceño

195
Virgilio Tosta, Historia de Barinas, Tm. II: 1800-1863, Biblioteca de
la Academia Nacional de la Historia, Colección “Fuentes para la
Historia Colonial de Venezuela”, Nº 194, Caracas 1987, p. 49.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 141

con otros muchos vecinos particulares (…); y habiéndoseles


relatado la causa de su convocación consultando su dicta-
men y el voto general de este pueblo acerca de la resolución
que debería tomarse, y habiendo tomado la palabra el ci-
tado Señor Coronel Comandante Militar, manifestó que por
la imperiosa ley de la necesidad se hacía indispensable
tomar providencias activas de precaución y conservación,
y que para ello era necesario un cuerpo que las dictase y
dirigiese, y que así como el pueblo de Caracas, a imitación
de lo que hicieron todas las Provincias de España en la
primera invasión de los franceses, se había formado su
Junta recibiendo la autoridad del mismo pueblo, le parecía
que siendo unánime la voluntad de este vecindario en el ob-
jeto de velar sobre el bien común y la conservación de la
Religión, del Rey y de la Patria, se debía formar en esta ca-
pital una Junta que recibiese la autoridad de este pueblo
que la constituye, mediante ser una Provincia separada, y
que por ninguna razón debe someterse a otra autoridad si
no le conviene, y sí prestarse[,] en el caso asegurado de
haberse disuelto el Gobierno Supremo que tenía reconoci-
do, jurar unión y alianza con las demás Provincias que[,]
sin separarse del primer objeto, se arreglen a unos princi-
pios justos y conformes a la razón y utilidad pública; y
habiéndose continuado la discusión por más de dos horas,
oyendo a todos los que quisieron exponer su dictamen, sobre
que discurrieron especialmente los Señores Alcalde prime-
ro, Señor Vicario, Padre Procurador de las Misiones, Minis-
tro de Real Hacienda, con lo ampliamente representado por
el Señor Síndico Procurador General, unánimes y confor-
mes concluyeron que inmediatamente se proceda a la forma-
ción de la Junta, (…)”196. Elegidos los miembros de la Junta,

196
Acta del Ayuntamiento de Barinas (5 de mayo de 1810); en: Tulio
Febres Cordero, La revolución de 1810 en la Provincia de Barinas,
en: Tulio Febres Cordero, Obras Completas, Op. cit., Tm. II, pp.
206-226, pp. 208-211, pp. cit. 208-209.
142 La Iglesia en la Venezuela Republicana

la sesión del Ayuntamiento fue suspendida a las dos de la ma-


drugada del día siguiente197… Más tarde, el mismo día 6 de
mayo, el Ayuntamiento realizó otra sesión, en la cual también
participó el Padre Andújar198.
En los meses siguientes al 19 de abril de 1810 comenzaron
a encontrar dificultades los Padres Capuchinos en la Provincia
de Barinas… El Procurador de Misiones, el Padre Andújar,
escribía a este propósito: “La decadencia de nuestras fun-
daciones en esta Provincia creo ha dependido, según es
público y notorio, que los jueces que se han puesto, casi
todos han sido miserables, por lo que han destruido los
pueblos para sostener sus pasiones y caprichos, quedan-
do siempre a cubierto con el infinito papel sellado que
mandan a la superioridad”199. Las dificultades se fueron sin-
tiendo más y más… Y los Padres Capuchinos fueron abando-
nando los pueblos de Barinas, “siendo el primero el P. José
María Málaga, que en octubre de ese mismo año [de 1810]
marchó a Guayana, seguido de otros cinco más, mientras
que los restantes quedaban allí expuestos a mil imprope-
rios, hasta el punto de que la Junta revolucionaria de
Barinas decretó prender a cuantos estuviesen en esta Pro-
vincia. Los que siguieron el camino del P. Málaga fueron
los PP. Fernando de Coronil, Gabriel de Castro, José de
Canillas, Francisco de Andújar y Benito de Villaviciosa.
Estos dos quedaron en Guayana durante varios años”200.

197
Cf. ibid., p. 210.
198
Cf. Acta del Ayuntamiento de Barinas (6 de mayo de 1810), en:
Tulio Febres Cordero, La revolución de 1810 en la Provincia de
Barinas, en: Tulio Febres Cordero, Obras Completas, Op. cit., Tm.
cit., pp. 202-226, pp. 211-213, p. 212.
199
R.P. Fray Francisco de Andújar, Carta (24 de julio de 1810) [Archi-
vo Histórico de la Arquidiócesis de Caracas, Sección Parroquias,
Leg. San Fernando de Apure]; cit. en: R.P. Fray Buenaventura de
Carrocera, Op. cit., Tm. cit., p. 251.
200
R.P. Fr. Buenaventura de Carrocera, Op. cit., Tm. cit., p. 251.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 143

En Guayana, el Padre Andújar hizo amistad con el Capitán


de Infantería Don José de Olazarra: Al viajar éste a España,
llevó un mapa hecho por el propio Padre Andújar con el suges-
tivo título de: “Mapa de las Provincias de Cumaná y Barce-
lona, con el cañón del río Orinoco desde Guayana a sus
bocas, trabajado originalmente por Fray Francisco de
Andújar, que dirige este segundo borrón al Sr.&& Magis-
tral de la Santa Iglesia de Cádiz, Dr. D. Antonio Cabrera,
para que la presente a la superioridad que tenga a bien,
por si la nueva sublevación que viene por Barinas quitan-
do la vida a todo sacerdote me alcanza y no tengo más
tiempo de mandar en limpio este trabajo”201. El 17 de fe-
brero de 1813, el Padre Andújar le envió al Capitán una esque-
la, en que se lamentaba de “la destrucción de la costa firme
y de las Américas y continuando con tantas paliaciones la
pérdida total de ellas”202. No se le puede imputar al Padre
Andújar haber tomado partido por la causa de España… ¿No
era él español, hijo de padres españoles y nacido en España?

201
Mapa de las Provincias de Cumaná y Barcelona, con el cañón del
río Orinoco desde Guayana a sus bocas, trabajado originalmente
por Fray Francisco de Andújar, que dirige este segundo borrón al
Sr.&& Magistral de la Santa Iglesia de Cádiz, Dr. D. Antonio Ca-
brera, para que la presente a la Superioridad que tenga a bien, por
si la nueva sublevación que viene por Barinas quitando la vida a
todo sacerdote me alcanza y no tengo más tiempo de mandar en
limpio este trabajo (18 de julio de 1813) [Archivo General de In-
dias, Mapas, Venezuela, 250].
202
Memorial de José de Olazarra, Capitán de Infantería y Comisiona-
do del Vice-Gobernador y Comandante General de la Provincia de
la Guayana, al Presidente de la Regencia, remitiendo copia de
carta de su mujer, Josefa Manuela Sánchez, y otra del Rvdo. P.
Fray Francisco de Andújar, de fechas 17 de febrero, en que hablan
de una proyectada revolución descubierta por el Capitán General
de Venezuela (24 de mayo de 1813) [Archivo General de Indias,
Estado, 62, N. 59].
144 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Consta, que el P. Andújar se desempeñó como Cura en la


Catedral de Angostura del Orinoco —hoy Ciudad Bolívar—
desde abril de 1814 hasta septiembre de 1815203; y después
pasó a Panapana…
Sostiene el Barón Alejandro de Humboldt, que el Padre
Andújar fue asesinado “por los indios salvajes del Apure”204.
Ahora bien, todo parece indicar, que el Padre Andújar nunca
regresó a los pueblos de misión de Barinas…
Por una carta del R.P. José Francisco de Caracas al Pa-
dre Provincial de los Padres Capuchinos de Andalucía, en Es-
paña, se sabe, que el Padre Andújar murió de muerte natu-
ral205; lo cual le da consistencia a la noticia de Arístides Ro-
jas, según la cual el Padre Andújar falleció en 1817 en
Panapana: “Cuando a principios de 1817 las flecheras es-
pañolas entraron en el pueblo de Parapara —regiones del
Orinoco— el Padre Andújar, establecido allí como misio-
nero, había muerto hacía poco tiempo. Su hermosa libre-
ría y sus instrumentos de física fueron lanzados a la calle
y destruidos por la soldadesca invasora, alegando ésta
que aquella casa había sido visitada días antes, y con ve-
neración, por el Estado Mayor del Gral. Piar”206. Cierta-

203
Cf. ibid., p. 254.
204
Alejandro de Humboldt, Viaje a las regiones equinocciales del
nuevo continente; Op. cit., Tm. cit., p. 269.
205
Cf. Fr. José Francisco de Caracas, Carta a N.M.R.P. Provincial Fr.
Mariano de Sevilla (17 de abril de 1820) [Archivo Provincial de los
PP. Capuchinos de Andalucía en Sevilla]; cit. en: R.P. Fr. Buena-
ventura de Carrocera, Op. cit., Tm. III, pp. 455-467, p. 462.
206
Arístides Rojas, Orígenes Venezolanos, Op. cit., p. 260. El Padre
Andújar le habría escrito a un antiguo compañero suyo de la
Orden: “Agradezco al Señor haberme permitido dedicar mi vida
a enseñar al que no sabe (…)” (cit. en: R.P. Manuel Díaz Álvarez,
O.F.M.Cap., El Padre Andújar. Maestro del Libertador, Colección
“Evangelizadores de América”, N° 27[, Ediciones Trípode], Cara-
cas 1992, p. 24).
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 145

mente no se trataba del pueblo de Parapara, en el actual Edo.


Guárico, sino del pueblo de Panapana, pueblo de misión de los
Padres Capuchinos en el oriente de Venezuela207, cercano a
Caicara del Orinoco…

207
Cf. R.P. Fr. Buenaventura de Carrocera, Op. cit., Tm. I, p. 254.
ANDRÉS BELLO,
CORRECTOR DE TRADUCCIONES
DE LA BIBLIA

Durante sus años de permanencia en Londres208, Andrés


Bello se dedicó —entre otras ocupaciones— a corregir tra-
ducciones de textos bíblicos al castellano; fe de lo cual da una
carta, que le dirigió el Dr. José María Fagoaga, el 31 de julio de
1816: “Muy estimado amigo: Esta mañana, en el Museo me
preguntó Mr. Blair, de Número 69, Great Russell Street, si
conocía algún español capaz de corregir una traducción
española de la Biblia, y acordándome de Usted, le dije
que conocía uno que, por el perfecto conocimiento de la
lengua, y su buen gusto en literatura, me parecía muy a
propósito; pero que ignoraba si sus ocupaciones le permi-
tirían emprender este trabajo. Si una de estas mañanas
tiene Usted lugar de pasar a su casa, diciendo que va de
mi parte, o sólo dando su nombre, puede informarse del
asunto mejor de lo que yo puedo hacer. Después de las
diez, no es seguro encontrarlo en casa”209. Que la pobreza
lo obligó a aceptar ese trabajo, lo corrobora Miguel Luis
Amunátegui, uno de los primeros biógrafos de Andrés Bello y
el más importante210…

208
Andrés Bello vivió en Londres desde 1810 hasta 1829 (cf. Oscar
Sambrano Urdaneta, Cronología Londinense de Andrés Bello, en:
Comisión Nacional para la Celebración del Bicentenario de Don
Andrés Bello (editora), Bello y Londres. Segundo Congreso del
Bicentenario, Tm. I[, Fundación La Casa de Bello], Caracas 1980,
pp. 411-423).
209
Dr. José María Fagoaga, Carta a Andrés Bello (31 de julio de 1816),
en: Comisión Editora de las Obras Completas de Andrés Bello
(editora), Obras Completas de Andrés Bello, Vol. I-XXVI, Vol. XXV,
Caracas (2) 1984, p. 75.
210
Cf. Miguel Luis Amunátegui, Vida de Don Andrés Bello, Santiago
de Chile 1882, p. 146.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 147

¿Quién era el tal Mr. Blair? Se le ha identificado con el Dr.


William Blair, “cirujano, y autor de numerosas obras de
carácter bien distinto, (…) Hombre de ideales e inquietu-
des, juntaba a su actividad profesional la preocupación
por los problemas y miserias sociales, y durante largos años
dedicó muchas de sus energías a la obra de la ‘British and
Foreign Bible Society’”211 —la Sociedad Bíblica Británica y
Extranjera—, por lo visto la madre de todas las demás Socie-
dades Bíblicas fundadas posteriormente en el mundo: la Socie-
dad Bíblica Americana, la Sociedad Bíblica Trinitaria, la Socie-
dad para la Promoción del Conocimiento Cristiano, la Sociedad
Bíblica Internacional, la Casa Bíblica de Los Ángeles, la So-
ciedad Bíblica Emmanuel, la Sociedad Bíblica Iberoamericana
y otras muchas212…
¿Hay modo de saber cuál fue la obra corregida por Bello?
Señala el historiador Carlos Pi Sunyer, quien estudió el tema:
“En los archivos y antiguos libros de la Sociedad —que
continúa existiendo— no hay ningún dato respecto a este
asunto. Siendo así, para presumir cuál fue el trabajo de
corrección que le encargaron, no queda otro recurso que
hacer los supuestos que sean más razonables y verosími-
les, partiendo de los datos de que se dispone. Los ante-
cedentes que permiten orientarse en esta búsqueda son las
mismas obras publicadas en lengua española en aquel
período. En los años 1806 y 1813 se publicaron dos edi-

211
Carlos Pi Sunyer, Patriotas Americanos en Londres (Miranda, Be-
llo y otras figuras), Edición y Prólogo por Pedro Grases[, Monte
Ávila Editores, C.A.], Caracas 1978, p. 225.
212
Cf. Gabino Fernández Campos, La Biblia Reina-Valera en la histo-
ria del protestantismo de habla castellana, en: Sociedad Bíblica de
España / Sociedades Bíblicas Unidas (editoras), La Biblia del Si-
glo de Oro. Antigua traducción de Casiodoro de Reina (1569).
Revisada por Cipriano de Valera (1602). Edición íntegra en espa-
ñol contemporáneo, Madrid 2009, pp. XLIX-LIV, p. LI.
148 La Iglesia en la Venezuela Republicana

ciones del Nuevo Testamento en castellano; volvió a


publicarse otra en 1817, a la que siguió otra, también del
Nuevo Testamento, en 1820, para llegar en 1821 a la pu-
blicación por primera vez de la Biblia completa en len-
gua española. El simple cotejo de las fechas deja ver que
la labor de corrección debió referirse a la versión del Nue-
vo Testamento publicada en 1817, o sea, dentro del año
siguiente al de la fecha de la carta de Fagoaga, que se
refiere al encargo. Supuesto que queda corroborado y for-
talecido por el examen de esta edición y el análisis com-
parativo con las otras anteriormente publicadas. La edi-
ción de 1817 forma un pequeño volumen encuadernado,
impreso con letra clara y papel bastante fino, que lo hace
manejable. En la portada tiene como título ‘El Nuevo Tes-
tamento de Nuestro Señor y Redentor Jesucristo, Nueva
Edición, cuidadosamente corregida, Año de 1817’. La men-
ción de que se trata de una nueva edición cuidadosamente
corregida refuerza el supuesto de que es la obra en la que
Bello trabajó, y al cotejar esta edición con las anterior-
mente publicadas, y sobre todo con la última, se justifica
este convencimiento. La edición de 1817 es algo bien dis-
tinto de las dos anteriores. Basta hojearla para ver en ella
la mano del hombre concienzudo, el sello del maestro en
gramática. Las correcciones son muy numerosas, pero to-
das son gramaticales y no afectan al estilo. El texto es el
mismo que el de las ediciones anteriores, o sea la versión
revisada de Cipriano de Valera. Son correcciones a un tex-
to que quedaba anacrónico y gramaticalmente no muy co-
rrecto, hechas con todo cuidado y por un experto de pri-
mer orden, de manera que en esta aspecto la edición re-
sulta modélica”213. Bello sustituyó “phariseos” por “fariseos”,
“corinthios” por “corintios”, “Tyro” por “Tiro”, “prophetizó”
por “profetizó”, “alpha” por “alfa”, “Redemptor” por “Reden-

213
Carlos Pi Sunyer, Op. cit., p. 226.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 149

tor”, “San Tiago” por “Santiago”, y así muchas otras pala-


bras214. Suprimió e incorporó acentos. Modificó la puntua-
ción…
Bello trabajó la versión revisada de Cipriano de Valera; como
es ampliamente conocido, Cipriano de Valera revisó la versión
de Casiodoro de Reina… Ambos, en distintas épocas, fueron
Frailes Jerónimos del Monasterio de San Isidoro del Campo, a
escasos kilómetros de Sevilla; ambos se convirtieron al protes-
tantismo y migraron al norte de Europa215. Marcelino Menéndez
Pelayo, en su “Historia de los Heterodoxos Españoles”, a con-
trapelo de su virulenta polémica con los protestantes españo-
les, reconoce la calidad literaria de la versión revisada de
Cipriano de Valera, por cuanto que: “Al fin al cabo está he-
cha en el siglo de oro, por más que no la faltan galicismos,
nacidos de la familiaridad del traductor con las personas
y libros de los calvinistas de Ginebra”216. La traducción al
castellano de la Biblia de Reina-Valera, se la ha querido com-
parar con la traducción al alemán de la Biblia de Lutero; pero,
es evidente, que la Biblia de Reina-Valera “no disfrutó de la
misma influencia formativa en la cultura nacional españo-
la que le correspondió a la traducción de Lutero en la his-
toria de los pueblos alemanes o la que tuvo la llamada
Biblia King James en el mundo cultural de los países
angloparlantes. Es imposible describir con amplitud la his-
toria cultural moderna de Alemania sin destacar la
centralidad generadora de símbolos espirituales de la Bi-

214
Cf. ibid.
215
Cf. Ricardo Moraleja Ortega, Casiodoro de Reina y Cipriano de
Valera. Dos vidas al servicio de la Palabra, en: Sociedad Bíblica de
España / Sociedades Bíblicas Unidas (editoras), Op. cit., pp. XI-
XX.
216
Marcelino Menéndez Pelayo, Historia de los Heterodoxos Espa-
ñoles, Vol. I-II, Vol. II: Protestantismo y sectas místicas. Regalismo
y Enciclopedia. Heterodoxia en el Siglo XIX, Biblioteca de Auto-
res Cristianos, Nº 151, Madrid (2) 1978, p. 123.
150 La Iglesia en la Venezuela Republicana

blia de Lutero. Quedaría inconcluso el estudio de la litera-


tura inglesa moderna sin auscultar los influjos claves, que
en ella tuvo la Biblia King James. La influencia de ambas
traducciones en sus respectivas culturas nacionales es in-
mensa y significativa”217.
Años más tarde, establecido en Chile, donde ocupó muy
altos cargos en la administración pública, Andrés Bello dirigiría
al Papa Pío IX una solicitud redactada en impecable latín… La
traducción reza: “Andrés Bello de Chile, donde mora, ver-
sado en los estudios literarios y científicos; suplica humil-
demente a Vuestra Santidad que quiera dignarse conce-
derle la facultad de leer y retener consigo los libros prohi-
bidos; de la cual facultad él se valdrá para fines honestos
y religiosos en la lectura de los mismos”218. La solicitud le
fue despachada, el 28 de noviembre de 1851: “Con la autori-
dad a mí concedida de Nuestro Santísimo Señor Pío Papa
IX (de buena fuente expuesta) se remiten las súplicas al
arbitrio conciencia del Ordinario del suplicante con las
facultades necesarias y oportunas para permitirle al mis-
mo que pueda leer y retener, pero con el debido cuidado
para que no vengan a otras manos, los libros prohibidos,
aquéllos, que en el Señor juzgue convenientes. Exceptua-
dos, sin embargo, los que traten ex profeso de obscenida-
des y contra la Religión. En fe lo cual, (…)”219. Efectiva-
mente, el Arzobispo de Santiago de Chile le concedió la facul-
tad solicitada: “En virtud de la comisión pontificia prece-
dente, declaramos, que el Señor Don Andrés Bello puede

217
Luis N. Rivera Pagán, La Biblia Reina-Valera (1569-1602) y la cul-
tura española, en: Sociedad Bíblica de España / Sociedades Bíbli-
cas Unidas (editoras), Op. cit., pp. XXI-XXVI, p. cit. XXV.
218
Cit. en: Comisión Editora de las Obras Completas de Andrés Bello
(editora), Obras Completas de Andrés Bello, Vol. I-XXVI, Vol.
XXVI, Caracas (2) 1984, pp. 214-216, pp. cit. 214-215.
219
Cit. en: ibid., p. cit. 215.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 151

usar de las licencias que el Decreto Apostólico nos autori-


za concederle” 220.
¿A cuáles libros prohibidos se refería la solicitud de Andrés
Bello? Imposible saberlo con certeza… Pero, entre esos libros
prohibidos, se encontraba seguramente también la edición del
Nuevo Testamento, publicada en el año 1817 por la Sociedad
Bíblica Británica y Extranjera, cuidadosamente corregida por
él mismo durante sus años de permanencia en Londres…

220
Cit. en: ibid., pp. 215-216.
II
LA VIRGEN INMACULADA

EL VOTO DEL GRAL. JOSÉ FÉLIX RIBAS


DURANTE LA BATALLA DE LA VICTORIA
Y EL SUBSIGUIENTE VOTO
DE LA MUNICIPALIDAD DE CARACAS,
APROBADO POR EL LIBERTADOR
(febrero – marzo de 1814)

Sin duda, uno de los episodios más conmovedores de la Gue-


rra de Independencia es el de la Batalla de La Victoria… A los
pocos días de la batalla, el Gral. José Félix Ribas dirigió su célebre
oficio al Ayuntamiento de Caracas, solicitándole marcar el día de
la batalla —el 12 de febrero de 1814— “para bendecir a la
Madre de Dios con el título de Concepción, jurándole una
fiesta solemne anual, en la Santa Iglesia Metropolitana, a
que deben asistir todas las corporaciones, y exhortando a
las demás ciudades y villas para que en gratitud ejecuten lo
mismo”221. En el acta del Ayuntamiento del 19 de febrero de 1814
consta, que se le dio lectura al oficio del Gral. Ribas222; posterior-
mente, el 31 de marzo, se dio cuenta en el Ayuntamiento de la
aprobación por el Libertador de las actas del Cabildo del 17 y 19
de febrero de 1814 y, por lo tanto, de la fiesta establecida anual-
mente para marcar el día de la Batalla de La Victoria y bendecir
a la Madre de Dios con el título de Concepción en la Catedral de
Caracas 223.

221
Gral. José Félix Ribas, Nota dirigida al Ayuntamiento (18 de febrero
de 1814), en: José Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. V, Nº
914, pp. 59-60.
222
Cf. Actas del Cabildo de Caracas, Vol. cit., pp. 307-308.
223
Cf. Actas del Cabildo de Caracas, Vol. cit., pp. 324-325.
III
LA VIRGEN DE LA CANDELARIA DE LA POPA

EL SITIO DE CARTAGENA
(marzo – mayo de 1815)

Derrotados los patriotas en Venezuela, se presentó Bolívar a


finales del año 1814 ante el Congreso y el Gobierno General de la
Nueva Granada en Tunja: “El Libertador se presentó en la barra
del Congreso pidiendo la palabra para hacer una extensa y
verídica relación de sus campañas, refiriendo con exactitud
los sucesos, las batallas, los contrastes y las desgracias de
su Patria. El Presidente [del Congreso, Dr. Camilo Torres,] le
mandó entrar y tomar asiento a su lado. Rehusó Bolívar, mas
al fin tuvo que ceder. Habló con elocuencia, con inspiración,
(…) El Presidente, casi interrumpiéndole, le contestó: ‘Gene-
ral: vuestra Patria no ha muerto mientras exista vuestra es-
pada; con ella volveréis a rescatarla del dominio de sus opre-
sores. El Congreso granadino os dará su protección, porque
está satisfecho de su proceder. Habéis sido un militar des-
graciado, pero sois un grande hombre’”224. Tras esto, el Go-
bierno General confió al Libertador la empresa de reducir a Bo-
gotá, separada de la Unión…
Efectivamente, a la cabeza de 1.800 hombres se presentó
Bolívar ante Bogotá, donde gobernaban Don Manuel Bernardo
Álvarez y Don José Ramón Leiva, independentistas, pero contra-
rios al Gobierno General establecido en Tunja. Fue entonces, cuan-
do en Bogotá se levantaron calumnias atroces contra la honra del
Libertador y contra el Gobierno General; algunos eclesiásticos se
hicieron eco de estas calumnias… Y fue así, que Bolívar fue ex-
comulgado por el Gobernador del Arzobispado por Edicto del 3 de
diciembre de 1814225.

224
Felipe Larrazábal, Op. cit., Vol. cit., p. 306.
225
Cf. ibid., p. 307.
154 La Iglesia en la Venezuela Republicana

¿Cómo reaccionó Bolívar ante este rechazo? Envió una Nota


Oficial a Don Manuel Bernardo Álvarez: “El Cielo me ha desti-
nado para ser el Libertador de los pueblos oprimidos y así
jamás seré el conquistador de una sola aldea. Los héroes de
Venezuela, que han triunfado en centenares de combates, siem-
pre por la libertad, no habrían atravesado los desiertos, los
páramos y los montes, por venir a imponer cadenas a sus
compatriotas, los hijos de la América. Nuestro objeto es unir
la masa bajo una misma dirección, para que nuestros ele-
mentos se dirijan todos al fin único de restablecer el Nuevo
Mundo en sus derechos de libertad e Independencia”226.
He aquí expresada la conciencia, que tenía el Libertador de sí
mismo: “El Cielo me ha destinado para ser el Libertador de
los pueblos oprimidos”227. Tuvo plena conciencia de haber sido
escogido por Dios para lograr la Independencia de los pueblos
americanos… De elegido divino lo calificó el Cardenal José
Humberto Quintero —además de eclesiástico, notable historia-
dor—: “Vista a la luz de nuestra fe, la Independencia de las
naciones americanas fue sin duda objeto de una providen-
cia especial, que por otra parte respetó el libre albedrío de
los hombres comprendidos en ese designio divino, circuns-
tancia, que explica los tropiezos y defectos de éstos en la
ejecución del plan providencial. Dentro de ese plan figuró
sin disputa el hombre escogido por Dios para llevar a cabo
tamaña empresa. De ahí que a ese hombre hemos de verlo,
desde las alturas de la fe, como un elegido divino”228.
Ahora bien, ¿qué acredita a Bolívar como elegido divino? Ante
todo, su devoción a la Santísima Virgen María, ya suficientemen-

226
Libertador Simón Bolívar, Nota Oficial (8 de diciembre de 1814); cit.
en: Felipe Larrazábal, Op. cit., Vol. cit., p. 307.
227
Ibid.
228
Cardenal José Humberto Quintero, Bolívar, el hombre de un destino
providencial. Oración fúnebre pronunciada en la Catedral de Cara-
cas en el Sesquicentenario de la muerte del Libertador (17 de diciem-
bre de 1980), en: loc. cit., p. cit. 19.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 155

te demostrada con su aprobación del voto del Gral. José Félix


Ribas a la Inmaculada Concepción, hecho durante la Batalla de
La Victoria229. Sostiene San Luis María Grignon de Montfort en
su célebre “Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Vir-
gen María”, “que la devoción a la Santísima Virgen María es
necesaria para la salvación, y que así como es señal infali-
ble de reprobación (…) el no tener estima y amor a la Santí-
sima Virgen María, del mismo modo es signo infalible de pre-
destinación el consagrarse a Ella y ser devoto suyo en ver-
dad y plenitud total”230. Pues bien, esta devoción a la Santísima
Virgen María acreditó a Bolívar como elegido divino; y acreditó
también a muchos otros de su generación, a José Félix Ribas, por
ejemplo, como elegidos divinos, como exponentes de una genera-
ción elegida por Dios…
Por la gracia de Dios, esta generación elegida logró no solo la
feliz culminación de la magna gesta de la Independencia, sino
también la prosperidad y felicidad de nuestros países y su presti-
gio en el concierto de las naciones… Dolorosamente, las genera-
ciones posteriores se alejaron del Señor y de su Madre Santísima,
y no solo eso… Contrariaron los ideales bolivarianos de la inte-
gración y del respeto a la Iglesia Católica y a la identidad católica
de nuestros pueblos, llevándolos a la ruina moral y material, arrui-
nando así el designio providencial de paz y prosperidad para nues-
tros países. El Pbro. José Humberto Quintero lo formulaba así en
el año 1930: “De la obra de Bolívar, (…), no nos quedan sino
fragmentos, (…) Su ideal fue crear una gran Patria, libre,
próspera, feliz, modelo de repúblicas en su interior y maravi-
lla de naciones para la curiosidad forastera del universo:
dividiéndonos primero en tres pequeños Estados y destrozán-
donos luego durante un siglo de guerras, tumultos y desór-
denes internos, despedazamos bárbaramente el esplendoro-

229
Cf. Actas del Cabildo de Caracas, Vol. cit., pp. cit.
230
San Luis María Grignon de Montfort, Tratado de la verdadera devo-
ción a la Santísima Virgen María, Caracas s.f., p. 21.
156 La Iglesia en la Venezuela Republicana

so ideal bolivariano”231. Esto lo dijo el entonces Pbro. Quintero


con ocasión del Centenario de la muerte del Libertador; pero, en
realidad, van casi dos siglos de desórdenes internos… Y agrega-
ba el Pbro. Quintero: “las pasiones políticas (…) dificultaron
primero y al fin rompieron miserablemente la estupenda obra
comenzada: esa labor de Bolívar y este fracaso final consti-
tuyen en la vida del héroe la tragedia”232.
Volviendo a la Nota Oficial del Libertador del 8 de diciembre
de 1814, Don Manuel Bernardo Álvarez la respondió negativa-
mente… Bolívar, entonces, mandó aproximar el ejército, “y for-
mando la línea de circunvalación, prefirió el punto de Santa
Bárbara para comenzar las operaciones del sitio. Al tercer
día de disputado el terreno, calle por calle, palmo a palmo, y
cuando ya Álvarez se veía reducido a la Plaza Mayor y sin
agua, el Marqués de San Jorge pidió que se suspendiese el
asalto, pues quería hablar al Libertador en beneficio de la
paz. Bolívar vino inmediatamente frente al palacio del Mar-
qués, cuyas puertas se le abrieron, y después de una larga
conferencia, San Jorge escribió a Álvarez, se establecieron
parlamentos y se iniciaron negociaciones, que dieron por
resultado el sometimiento de Santa Fe [de Bogotá] al Go-
bierno Nacional” 233.
La pacificación de Bogotá fue un logro importantísimo: Álvarez
no solo se doblegó al Gobierno General, sino que “convocó in-
mediatamente el Colegio Electoral de Cundinamarca, que se
instaló con absoluta libertad, y fue su primer acto enviar
una comisión a Tunja para cumplimentar el Congreso y al
Gobierno de la Unión, invitándoles a trasladarse a Santa Fe

231
Pbro. José Humberto Quintero, El trágico viaje hacia San Pedro
Alejandrino. Conferencia dictada en el Club Mérida con motivo del
Centenario de la muerte del Libertador (18 de diciembre de 1930), en:
Cardenal José Humberto Quintero, Discursos, Op. cit., pp. 177-207,
p. cit. 181.
232
Ibid., pp. cit. 181-182.
233
Felipe Larrazábal, Op. cit., Vol. cit., p. 308.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 157

de Bogotá como la primera ciudad de la Nueva Granada”234.


Entre tanto, el Libertador había marchado “a Tunja con el obje-
to de acordar con el Gobierno General el plan de campaña
que se estimase mejor para la defensa de la República. Él se
decidió por la toma de Santa Marta para marchar después
contra Río Hacha y Maracaibo”235.
El 1º de enero de 1815, el Congreso resolvió por unanimidad
su traslación a Santa Fe de Bogotá… El 13 de enero se anunció
la llegada del Gobierno, de los miembros del Congreso; y, prepa-
rado en las afueras de Bogotá el lugar donde debía felicitárseles,
“salieron de Santa Fe el Gral. Bolívar, jefe de los ejércitos
de la Unión, el Gobernador de la Provincia, el [Gobernador]
del Arzobispado y varias diputaciones del Cabildo, cuerpos
militares, Universidad, etc., que se adelantaban a encontrar-
les”236. El Libertador les dirigió entonces un vibrante discurso, en
el cual, entre otras cosas, dijo: “Persuadamos a los pueblos,
que el Cielo nos ha dado la libertad para la conservación de
la virtud y la obtención de la Patria de los justos; que esta
mitad del globo pertenece a quien Dios hizo nacer en su sue-
lo, y no a los tránsfugas trasatlánticos, que por escapar a
los golpes de la tiranía vienen a establecerla sobre nuestras
ruinas” 237.
Antes de clausurar sus sesiones, el Colegio Electoral de
Cundinamarca decretó, “por unanimidad, el título de Ilustre y
Religioso Pacificador al benemérito ciudadano Simón Bolí-
var. El Libertador contestó en 20 de enero de 1815 manifes-
tando su gratitud” 238.

234
Ibid., p. 309.
235
Ibid.
236
José Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. V, Nº 1006, pp. 210-
214, p. cit. 210.
237
Cit. en: José Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. cit., Nº cit.,
pp. cit., p. cit. 213.
238
Felipe Larrazábal, Op. cit., Vol. cit., p. 310.
158 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Pues bien —los acontecimientos los narra José Manuel


Restrepo, quien posteriormente fue Ministro del Interior del Li-
bertador239—, el Gral. Bolívar trabajó en Bogotá con mucha acti-
vidad preparando la expedición contra Santa Marta, para la cual
había logrado reunir un ejército de dos mil hombres; “pero sólo
llevaba quinientos fusiles y orden del Gobierno General para
que el de Cartagena suministrara las armas, municiones, ar-
tillería y bagajes, que necesitaran las tropas. (…) El Cnel.
Manuel Castillo, Comandante General de las tropas de
Cartagena y que gozaba en esta plaza de grande influjo, era
enemigo declarado de Bolívar. (…) Así fue, que en otras cir-
cunstancias dio a luz un manifiesto contra la conducta pú-
blica y privada de Bolívar, sin que precediera provocación
alguna” 240.
Efectivamente, el 10 de octubre de 1814 el Cnel. Castillo ha-
bía publicado un manifiesto en Cartagena contra Bolívar, al cual
había respondido el Vicario General del Ejército, Pbro. José Félix
Blanco: “No hablaré de la falta de enlace en los pensamien-
tos que dicha carta contiene, ni censuraré la impropiedad
con que se aplican las voces, que en ella juegan el papel de
erudición; observaré solamente, que en los sarcasmos y per-
sonalidades de su autor contra el Gral. Bolívar, comprende y
agravia a todo venezolano, que deseando libertar a su Pa-

239
El Libertador conoció, si no el texto definitivo, por lo menos algunos
textos preliminares de la obra de Restrepo; en el Diario de
Bucaramanga, anota Luis Perú de Lacroix: “Todo el día casi lo pasó
S.E. en recorrer la Historia de Colombia del Sr. José M. Restrepo,
su Ministro del Interior, que se recibió hoy por correo. En la comi-
da el Libertador habló de ella y de los acontecimientos, que refiere
de Cartagena en el año 1815: citó varios pasajes, y dijo, que el Sr.
Restrepo los relataba con bastante exactitud” (Luis Perú de Lacroix,
Op. cit., p. 127; cf. pp. 127-131; 142-143; 150-152).
240
José Manuel Restrepo, Historia de la Revolución de la República de
Colombia en la América Meridional, Biblioteca Popular de Cultura
Colombiana, Bogotá 1942, Tm. II, p. 201.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 159

tria, ha venido surcando los mares a excitar en la Nueva


Granada el interés general, y ofrecer al Gobierno sus facul-
tades, para que las emplee en destruir al enemigo común de
nuestra Independencia”241. Y agregaba: “Yo me atrevo, pues,
a levantar mi voz contra la del Cnel. Castillo, para asegurar
a la paz del mundo imparcial, que el Gral. Bolívar es uno de
los primeros héroes que ha producido el suelo colombiano;
que como Capellán, que he tenido el honor de ser del Ejérci-
to de la República de Venezuela, he sido testigo ocular de sus
gloriosos hechos en la campaña, hechos, que le hacen acree-
dor a confiarle la ardua empresa de libertar a los pueblos
esclavizados; que me consta la pureza de su moral, bien dis-
tante de la hipocresía y fanatismo, que ridiculizan la verda-
dera religión” 242.
Algunas comunicaciones dirigió Bolívar al Presidente de la
Nueva Granada y al Presidente de la Comisión del Congreso de-
nunciando al Cnel. Castillo, “para quien no hay nada sagra-
do y cuya ambición e incapacidad le representan como crí-
menes el mérito y la virtud. Castillo acaba de publicar allí
[—en Cartagena—] un libelo contra mi moral y mis princi-
pios y contra cuanto podría honrarme a los ojos de mis con-
ciudadanos. Una serie interminable de falsedades de toda
especie compone tan infame papel; no hay vicio que su ma-
lignidad no me atribuya, y el envidioso aún el valor me nie-
ga” 243.
Continúa narrando José Manuel Restrepo los acontecimien-
tos enrevesados y harto infelices de esos días… Previendo el
Libertador desde Santa Fe de Bogotá las consecuencias, que po-

241
Cit. en: José Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. cit., Nª 1012,
pp. 220-223, p. cit. 220.
242
Ibid., p. cit. 223.
243
Libertador Simón Bolívar, Nota al Presidente de la Comisión del Con-
greso de la Nueva Granada (22 de enero de 1815), en: José Félix
Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. cit., Nº 1014, pp. 225-226, p. cit.
225.
160 La Iglesia en la Venezuela Republicana

dían seguirse de la postura enemiga del Cnel. Castillo, propuso


al Gobierno, “que le ascendiera a General de Brigada, y que
le diese algún destino en la capital. El Poder Ejecutivo de
la Unión adoptó la idea, y enviándole el despacho, le orde-
nó, que inmediatamente se pusiera en camino para Santa Fe
[de Bogotá], (…) El Gobernador interino de Cartagena,
[Don Pedro] Gual, previno a Castillo, que continuara, (…)
El nuevo Gobernador, [Don Juan de Dios] Amador, tampo-
co permitió la separación de Castillo, (…)”244. Más aún, “el
Gobernador Amador dirigió a Castillo varias órdenes para
que las circulara a todos los Comandantes del río Magda-
lena. Preveníales en ellas, que no obedecieran ninguna or-
den del Gral. Bolívar, mientras no se les comunicara por
conducto del Gobernador Provincial, y que a cualquier punto
donde llegara, no le dejasen pasar adelante, y le hicieran
retroceder a Mompox, manifestándole, que allí debía aguar-
dar las órdenes y el permiso del Gobierno de Cartagena
para adelantar sus marchas. Castillo, por sí propio y en ca-
lidad de General, dirigió a los Ayuntamientos de la Provin-
cia una circular incendiaria contra el Libertador y otra or-
den al Comandante del Magdalena, en que explícitamente
le prevenía, que usara de la fuerza contra las tropas de la
Unión, si adelantaban un paso de Mompox. (…) Al tiempo,
que bajaban el Magdalena las tropas de la Unión, los es-
pañoles eran dueños de toda la Provincia de Santa Marta
desde el mar hasta Ocaña”245.
Bolívar, entonces, “resolvió detenerse en el puerto nacio-
nal de Ocaña y ocupar esta ciudad. En efecto, el Mayor
General Miguel Carabaño consiguió escarmentar al enemi-
go haciéndole huir hacia Chiriguaná, dejando libre el Can-
tón de Ocaña. Cuando el Gobierno de la Unión supo los
pasos, que se habían dado en Cartagena contra Bolívar, y el

244
José Manuel Restrepo, Op. cit., Tm. cit., pp. 202-203.
245
Ibid., pp. 204-205.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 161

estado de efervescencia en que se hallaban los ánimos, vio


que necesariamente iba a empeñarse una guerra civil. A fin
de precaver los males funestos, que de ella debían seguirse a
la Independencia y libertad, resolvió, que partiera sin tar-
danza alguna un comisionado, que fue el Dr. Juan Marimón,
Canónigo de la Catedral de Cartagena, (…) Marimón se puso
en camino a tiempo que el Libertador había reunido sus tro-
pas en Mompox. (…) El Gobierno de la Unión había autori-
zado a Bolívar para que pidiera al de Cartagena fusiles,
municiones, vituallas, bagajes y transportes (…). En conse-
cuencia, luego que llegó a Mompox, dirigió un oficio a Cas-
tillo como jefe de las armas para que dictara las órdenes
oportunas, a fin de que se le unieran todas las fuerzas dispo-
nibles que tuviera la Provincia para ayudar a la reconquista
de Santa Marta: pidió también, que se remitieran al Bajo
Magdalena un millón de cartuchos y dos mil fusiles a Ba-
rranca, destinados a armar igual número de reclutas, pues
en el tránsito había aumentado su Ejército; en fin, dos mil
vestidos, que ofrecía satisfacer de su caja militar. Un Go-
bierno, que había negado la entrada en su territorio a las
tropas de la Unión, estaba muy lejos de concederles estos
auxilios. (…) En tan crítica situación, Bolívar, que deseaba
sinceramente un avenimiento para conseguir armas y muni-
ciones con qué poder atacar a los enemigos de Santa Marta,
envió cerca del Gobierno de Cartagena a su Secretario, el
Ciudadano Rafael Revenga”246, cuyas gestiones fueron infruc-
tuosas...
Viendo el Libertador, que se frustraban las esperanzas de una
reconciliación con el Gral. Castillo, “resolvió, que bajaran las
tropas de la Unión a ocupar la línea del Magdalena. La pér-
dida del tiempo, que era tan precioso; la de cerca de ocho-
cientos hombres entre muertos, enfermos y desertores; en fin,
la disminución de los fondos de la caja militar en más de

246
Ibid., pp. 206-208.
162 La Iglesia en la Venezuela Republicana

cuarenta días perdidos en la inacción y en el clima insalubre


de Mompox, eran los motivos que asignaba en sus partes
oficiales para haber tomado semejante resolución. (…) A fin
de que este movimiento no se interpretara siniestramente por
el Gobierno de Cartagena, Bolívar envió [por] segunda vez
a su Secretario Revenga. (…) Entre tanto, se supo, que las
tropas de la Unión se avanzaban hacia Cartagena. Desde
aquel momento no se trató de otra cosa que de obligar a
Bolívar por la fuerza a que retrocediera a Barranca, según
la opinión del Gobernador, y a ocupar la línea del Magdale-
na (…), conforme a la de Marimón, (…) Impuesto Bolívar de
las contestaciones de Marimón y del Gobernador de la Pro-
vincia en que le improbaban altamente su marcha hacia
Turbaco, y deseando inspirar confianza de que sus desig-
nios de ningún modo eran hostiles, envió en clase de parla-
mentario al Cnel. Tomás Montilla. Éste, sin embargo de su
carácter, corrió mucho riesgo de perder la vida, del que le
salvara su hermano Mariano Montilla, Comandante de ar-
mas y Gobernador Militar de Cartagena, oficial, que goza-
ba de toda la confianza de Castillo, (…)”247.
Se cruzaron entonces algunos oficios entre Bolívar y el co-
misionado Marimón; concluía Bolívar uno de sus oficios dicien-
do: “que, supuesto que no se le querían dar los auxilios pre-
venidos por el Gobierno General para destruir a los enemi-
gos de la Patria, lo que era sin duda en odio de su perso-
na, el comisionado le admitiera la renuncia que hacía del
mando, y dispusiera, que se le preparase un buque en Sa-
banilla en que poder trasladarse con seguridad a una co-
lonia extranjera, pues no quería que el Ejército de la Unión
se perdiera inútilmente en sus manos”248. Habiendo el comi-
sionado Marimón admitido la renuncia de Bolívar, le indicó, “que
entregara el mando al oficial de mayor graduación que hu-

247
Ibid., pp. 209-214.
248
Cit. en: ibid., p. 215.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 163

biera en el Ejército, exceptuando al Gral. Santiago Mariño


y al Cnel. Miguel Carabaño: añadióle, que iba a mandar
preparar el buque. (…) Así que el Libertador recibió esta
contestación, convocó en Turbaco una Junta de Guerra
para entregar el mando al Gral. de Brigada Florencio Pa-
lacios. Impuesta la Junta de todo lo ocurrido y de las cir-
cunstancias en que se hallaban acordó: ‘que ni el Gral. Bo-
lívar podía renunciar el mando sin órdenes del Gobierno de
la Unión, ni el comisionado admitir la renuncia’. (…) El Li-
bertador suscribió enteramente a la decisión de aquella Jun-
ta, y expuso en 26 de marzo al Gobierno de la Unión los
motivos de su conducta. (…) Después de haber adoptado tan
peligrosa resolución, Bolívar adelantó sus marchas fijando
su Cuartel General en el Cerro de la Popa, a la vista de
Cartagena. Antes de ocupar esta posición, envió al Gobier-
no de la plaza el último parlamentario, con el objeto de ver
si podía persuadirle que se transigieran las diferencias y se
evitara el derramamiento de sangre: el parlamentario fue
rechazado a balazos, (…) Aunque en la Popa había dos
grandes aljibes de agua, el Gobierno de Cartagena, para
que no sirvieran a las tropas de la Unión, había hecho arro-
jar en ellos cadáveres y otras materias corrompidas, de
modo que el agua quedó envenenada, (…)”249.
En el Cerro de la Popa se encontraba el Santuario de la Virgen
de la Candelaria de la Popa con su Convento de Padres Agustinos
Recoletos… En el Santuario se celebraban imponentes fiestas
religiosas; destaca el Gral. Joaquín Posada Gutiérrez en sus “Me-
morias histórico-políticas”: “Esta Virgen era la devoción de to-
dos los pueblos inmediatos: era la Chiquinquirá de las Provin-
cias de la Costa. Su fiesta, que se celebra el 2 de febrero, tenía
fama en toda la Nueva Granada, (…)”250. Por supuesto, la fiesta

249
Ibid., pp. 216-221.
250
Gral. Joaquín Posada Gutiérrez, Memorias histórico-políticas, Medellín
1971, p. 131.
164 La Iglesia en la Venezuela Republicana

iba precedida por una Novena: “A pesar de haber más de una


milla desde la ciudad a la cumbre del cerro y de ser en extre-
mo pendiente la subida de la cuesta, era innumerable la con-
currencia a la Misa solemne, que se celebraba a las nueve de
la mañana. Los más regresaban a la ciudad para volver a la
noche a las diversiones del pie del cerro; pero muchas fami-
lias permanecían arriba, durante la temporada, en unas hos-
pederías cómodas y espaciosas que tenía el Convento para
alquilar con este objeto, y muchas más en sus casas de aba-
jo. (…) El crepúsculo de la mañana, que allá con resplandor
creciente va iluminando el espacio infinito, dos horas antes de
que el sol se muestre sobre el horizonte, empujaba a todos al
descanso, y el silencio sucedía al bullicio, y el sueño, imagen
de la muerte, a la agitación de la vida, para cuatro horas
después hallarse en disposición, unos de oír Misa en el alto,
y todos de rezar la Novena, sino en la Iglesia, en sus casas,
ramadas o toldos. En algunas casas principales había
oratorios en los vastos corredores del frente, en los que se
decía Misa y se rezaba la Novena a la hora en que se hacía
en la Iglesia del cerro, (…) Llegaba por fin el gran día de la
purificación de la Madre por excelencia, bendita entre todas
las mujeres [(cf. Lc 1, 42)]. Coches, faetones, berlinas,
quitrines y hasta las carretas se ponían en movimiento desde
las cinco de la mañana, llevando gente de todas las categorías
y de todos los colores, de la ciudad al Pie de la Popa. (…)
Llegamos a la fiesta del gran día. Por lo regular pontificaba
en ella el Obispo, con asistencia de los Cabildos Secular y
Eclesiástico y de las autoridades, siendo quizá la más solem-
ne de las de Cartagena, en donde lo eran todas, bien que la
pequeñez del templo no permitía, que asistiesen a ella en su
interior la centésima parte de los concurrentes. La procesión
por la tarde completaba la imponente función. Al presentarse
las andas de la Virgen en la puerta del templo, el sol declinan-
do al poniente hacía brillar el riquísimo rayo de plata dora-
da incrustado de piedras preciosas, que rodeaba la sagrada
pintura, y en el instante todas las cabezas se descubrían, in-
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 165

clinándose reverentes sobre el pecho, y veintiún cañonazos de


la plaza saludaban a la imagen de la Rosa mística, Refugio de
los pecadores, Reina de los ángeles. El estampido sonoro del
cañón de calibre 24, que por largo rato retumbaba; el humo
de incienso de veinte incensarios que, en fragantes y blancas
columnas lentamente se levantaba y esparcía, y principalmen-
te los cánticos sagrados que acompañaban una música
melodiosa de capilla embelesaban el alma, y llevaban el sen-
timiento religioso, con ternura inefable, con fe y esperanza,
derecho al corazón, (…) La música militar cerraba detrás de
las autoridades la majestuosa pompa, dándole mayor auge y
solemnidad” 251.
Pero, según la frase de Bolívar, para el Gral. Castillo no había
nada sagrado252. No le importaba la destrucción de ese Santuario
mariano situado en las afueras de su ciudad natal: “El mismo
Cuartel General de la Popa era continuamente molestado por
las bombas y balas, que arrojaba el Castillo de San Felipe,
por lo cual el edificio del Convento quedó en parte arruina-
do”253. Según San Luis María Grignon de Montfort “es señal
infalible de reprobación (…) el no tener estima y amor a la
Santísima Virgen María”254. Las consecuencias de la obstina-
ción del Cnel. Castillo fueron nefastas para Cartagena y para la
causa de la Independencia…
En algún momento se recibió “en Cartagena la funesta no-
ticia de haber arribado a Venezuela el General español Pa-
blo Morillo con más de diez mil hombres de desembarco”255.
El Capitán General de la Nueva Granada Don Francisco Montalvo

251
Ibid., pp. 131-132.
252
Cf. Libertador Simón Bolívar, Nota al Presidente de la Comisión del
Congreso de la Nueva Granada (22 de enero de 1815), en: José Félix
Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. cit., p. cit.
253
José Manuel Restrepo, Op. cit., Tm. cit., p. 221.
254
San Luis María Grignon de Montfort, Tratado de la verdadera devo-
ción a la Santísima Virgen María, Caracas s.f., p. 21.
255
José Manuel Restrepo, Op. cit., Tm. cit., p. 222.
166 La Iglesia en la Venezuela Republicana

vio entonces propicia la ocasión para adelantar una expedición


contra Barranquilla y Soledad: En seguida logró apoderarse de
Barranquilla, de Soledad y hasta de Mompox… Recibida en el
Cuartel General de Bolívar la infausta noticia de la pérdida de
Mompox, “habló a los gobernantes de Cartagena con la fran-
queza que acostumbraba; manifestóles, que sin duda
desconfiaban de él, y que por tal motivo juzgaba, que no se
realizaría la empresa contra Santa Marta; así que estaba
pronto a renunciar el mando y salir del país con algunos de
sus oficiales. Este ofrecimiento fue admitido; y, después de
algunas conferencias con el Gral. Castillo, celebraron el 8
de mayo un convenio de paz y amistad. (…) Omitióse en el
Convenio que se publicó el artículo de que Bolívar dejaría el
mando, pues se creyó que no le era decoroso; tampoco se
dijo que le sucedería el Gral. Palacios, y que éste con sus
fuerzas quedaría a las órdenes inmediatas del Gobierno de
Cartagena”256. Inmediatamente después de la firma del Conve-
nio con el Gobierno de Cartagena, el 8 de mayo de 1815, “Bolí-
var se embarcó en el caño de Basurto; desde allí se trasladó
al bergantín de guerra inglés ‘La Descubierta’, en que si-
guió a Jamaica al día siguiente”257.
Por su parte, el Gral. Morillo sometió la isla de Margarita y
luego siguió a Caracas: “Desde Margarita escribió Morillo al
Capitán General de la Nueva Granada Don Francisco
Montalvo, participándole su arribo con un lucido Ejército.
Montalvo le dirigió partes sucesivos (…)”258. Luego que Morillo
supo el estado en que se hallaba Cartagena, “las grandes pérdi-
das que había sufrido por la discordia civil y los auxilios que
hallaría en Santa Marta para el asedio, contestó a Montalvo,
que iba a salir muy pronto una expedición, que él mandaría
en persona, (…)” 259.

256
Ibid., pp. 225-226.
257
Ibid., p. 228.
258
Ibid., p. 232.
259
Ibid., p. 233.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 167

Refiere el Teniente de Ingenieros Lino de Pombo, que en los


primeros días de agosto se tuvo noticia auténtica de haber llega-
do a Santa Marta la escuadra y el ejército español del Gral.
Morillo; se procedió entonces a acopiar víveres, “poner en ar-
mas toda la gente disponible, hacer entrar los restos de ofi-
ciales y tropa de la División de Bolívar, destinándolos en su
mayor parte a la defensa del Cerro y Convento de la
Popa”260, guarnecer suficientemente los castillos de San Felipe
y de Bocachica… Como Teniente de Ingenieros, había recibido
la comisión de fortificar el Cerro de la Popa: “Mandaba en La
Popa el General José Francisco Bermúdez, cumanés, recién
emigrado de Venezuela; y cuando éste reemplazó a Castillo
en la plaza a mediados de octubre, por el indecoroso arbi-
trio de un motín militar, quedó la comandancia del Cerro de
la Popa a cargo del Teniente Coronel Carlos Soublette. (…)
Mi acompañante asiduo en la supervigilancia de los traba-
jos, y quien durante mi ausencia llenaba oficiosamente en
cualquier eventualidad mis funciones, (…), era un joven ve-
nezolano de nariz bien perfilada, tez blanca y cabellos ne-
gros, ojo observador, talla mediana y pocas carnes, moda-
les finos, taciturno y modesto”261, un joven oficial llamado An-
tonio José de Sucre…
En la madrugada del 11 de noviembre “fue atacada La Popa
por una columna de ochocientos hombres escogidos, que
acaudillaba el más distinguido oficial de cazadores del Ejér-
cito español, Teniente Coronel Maortúa, y que al favor de
las tinieblas y de un profundo silencio había logrado trepar
sin ser sentida ni ofendida. Las fortificaciones, sus leales
defensores, que no llegaban a doscientos útiles, y su hábil
jefe Carlos Soublette, correspondieron dignamente a las es-
peranzas fincadas en ellos, (…) En menos de tres cuartos de

260
Lino de Pombo, Sucre en el sitio de Cartagena, en: Boletín de la
Academia Nacional de la Historia [de Venezuela] 28(1945), Nº 109
(enero – marzo de 1945), pp. 54-61, p. cit. 55.
261
Ibid., p. 56.
168 La Iglesia en la Venezuela Republicana

hora, la función había concluido al sonoroso grito de: ‘¡Viva


la Patria!’ Y las asaltantes huían precipitadamente (…)”262.
El 6 de diciembre de 1815, después de algunos meses de sitio,
entró en Cartagena el Gral. Morillo con su ejército; relata un tes-
tigo: “Los rebeldes estaban sin jefes: el titulado General en
Jefe, Bermúdez, (…), se había fugado por la noche de
Cartagena, llevando consigo todos los cabecillas principa-
les —excepto al Gral. Castillo—, alguna tropa escogida y un
rico botín. Nunca se pudo averiguar cómo logró, que las tres
goletas en que hizo esta operación consiguiesen pasar a tra-
vés de nuestra escuadra sin ser vistas. (…) Morillo había
mandado sus oficiales de Estado Mayor a prevenir a todos
los jefes de cuerpo, que no se hiciese daño, ni se maltratase
a vecino alguno, que no opusiese resistencia; únicamente
debían de exigir la entrega de las armas bajo pena de muer-
te. No era menester esta amenaza para hacérselas entregar a
los insurrectos de Cartagena, pues no podían con ellas; no
eran hombres, sino esqueletos: hombres y mujeres, vivos re-
tratos de la muerte, se agarraban a las paredes para andar
sin caerse; tal era el hambre terrible que habían sufrido. (…)
Mujeres, que habían sido ricas y hermosas, hombres, que
pertenecían a lo más granado de aquel antes opulento cen-
tro mercantil de ambos mundos, todos aquéllos, sin distin-
ción de sexos, ni de clases, que podían moverse, se precipita-
ban sobre nuestros soldados, no para combatirlos, sino para
registrarles las mochilas, en busca de un mendrugo de pan o
de algunas galletas. Ante aquel espectáculo aterrador todos
nuestros compatriotas se olvidaron de que aquéllos eran los
asesinos de sus compañeros, y no sólo les dieron cuantos
artículos de comer llevaban sobre sí, los que devoraban con
ansiedad aquellos desgraciados, cayendo muchos de ellos
muertos así que hubieran tragado unas cuantas galletas, sino
que se improvisó rancho para todos y sopas para los que no

262
Ibid., p. 57.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 169

pudieran venir a buscarlas. Indescriptible es el estado en


que encontramos a Cartagena de Indias. El mal olor era in-
soportable, como que había muchas casas llenas de cadáve-
res en putrefacción”263. El Gral. Manuel Castillo fue hecho pre-
so264, y luego fusilado…

263
Cnel. Rafael de Sevilla, Memorias de un militar. Sacadas de un libro
inédito y arregladas por Don José Pérez Moris, Puerto Rico 1877; en:
Instituto de Antropología e Historia de la Facultad de Humanidades
y Educación de la Universidad Central de Venezuela (editor), Mate-
riales para el estudio de la ideología realista de la Independencia,
Presentación de Angelina Lemmo, Estudio Preliminar de Germán Ca-
rrera Damas, Vol. II, Caracas 1971, pp. 1467-1724, pp. cit. 1580-1581.
264
Cf. ibid., p. 1581.
IV
LA VIRGEN DE GUADALUPE

LA CARTA DE JAMAICA
(septiembre de 1815)

Bolívar hace referencia a la Virgen de Guadalupe en la llama-


da “Carta de Jamaica” —carta dirigida originalmente, como des-
cubrió Mons. Nicolás Navarro, a un caballero de la isla llamado
Henry Cullen265. Bolívar, en su juventud, había estado en México;
a los dieciséis años le había dirigido desde el puerto de Veracruz
una carta a su tío Don Pedro Palacios y Blanco, cuya ortografía y
redacción —al decir de Don Rufino Blanco Fombona— “ates-
tan la inaplicación de que lo acusaba su maestro el [Fraile]
Capuchino Andújar. Lo enviaban a la corte de las Españas
para que se educara según su rango”266.
La carta comienza con un saludo: “Estimado tío mío: Mi lle-
gada a este puerto ha sido felizmente, gracias a Dios: (…)”267.
De la carta se desprende, que, habiendo llegado el 2 de febrero
de 1799 por barco desde Venezuela al puerto de Veracruz, fue
preciso esperar “el final del bloqueo de La Habana que, por
entonces, tenía establecido la flota británica”268. Estando en
Veracruz le entregaron una carta del Obispo de Caracas, Iltmo.
Sr. Dr. Don Antonio de la Virgen María y Viana, “para su sobri-

265
Cf. Mons. Constantino Maradei, Op. cit., p. 21.
266
Rufino Blanco Fombona, Bolívar, pintado por sí mismo. Recopila-
ción de documentos, notas y prólogo de Rufino Blanco Fombona,
Serie Histórica Ilustrada publicada bajo la dirección de Don José
Muñoz Escámez[, Casa Editorial Hispanoamericana], París / Buenos
Aires 1913, p. 37.
267
Simón Bolívar, Carta a Don Pedro Palacios y Blanco (20 de marzo de
1799), en: Cartas del Libertador, Op. cit., Tm. I (1799-1817), Caracas
1964, pp. 3-4, p. cit. 3.
268
Mario Hernández Sánchez-Barba, Simón Bolívar. Una pasión políti-
ca, Barcelona [España] 2004, p. 48.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 171

no el Oidor de allí [—de México—] recomendándome a él,


siempre que hubiese alguna detención”269 —son las palabras
textuales de la carta del joven Bolívar... Ni corto ni perezoso,
aprovechó la oportunidad para trasladarse a la ciudad de México,
donde se alojó durante ocho días en la casa de Don Guillermo
Aguirre y Viana, Oidor de la Real Audiencia270; y puede darse
por seguro, que se vio confrontado entonces con el fenómeno de
la fe popular en la Virgen de Guadalupe, que le debió causar pro-
funda impresión...
Esa impresión todavía se refleja en la “Carta de Jamaica”,
escrita años más tarde; he aquí la referencia a la Virgen de
Guadalupe: “Felizmente los directores de la Independencia de
México se han aprovechado del fanatismo con el mejor acier-
to, proclamando a la famosa Virgen de Guadalupe por Reina
de los patriotas; invocándola en todos los casos arduos y
llevándola en sus banderas. Con esto el entusiasmo político
ha formado una mezcla con la Religión, que ha producido
un fervor vehemente por la sagrada causa de la libertad. La
veneración de esta imagen en México es superior a la más
exaltada que pudiera inspirar el más diestro profeta”271. Con
gran agudeza observó Mons. Constantino Maradei, “que en el
pueblo mexicano (...), más que hablar de fanatismo, hay que
sostener lo que él mismo asienta: el fervor religioso y patrió-
tico que, por lo demás, como en toda la América Latina, tiene
mucho de sincretismo (…)”272.
En la casa donde se hospedó Bolívar en el año 1799, “en la
capital de México, existe hoy una conmemorativa lápida de

269
Simón Bolívar, loc. cit.
270
Cf. ibid.; Ángel Grisanti, Bolívar, su idilio y matrimonio en Madrid,
Caracas (2) 1970, p. 43 [Biblioteca de la Universidad Simón Bolívar –
Caracas, Venezuela].
271
Libertador Simón Bolívar, Contestación de un americano meridional
a un caballero de esta isla [Carta de Jamaica] (6 de septiembre de 1815),
en: Cartas del Libertador, Op. cit., Tm. cit, pp. 215-236, p. cit. 234.
272
Mons. Constantino Maradei, Op. cit., p. 24.
172 La Iglesia en la Venezuela Republicana

mármol”273; aunque Don Rufino Blanco Fombona señala, que la


casa, donde está colocada la lápida, realmente corresponde a la
Marquesa de Uluapa, “pero se ha creído últimamente, que
habitó en la casa del Oidor. Tal vez así sea”274.

273
Ibid.
274
Rufino Blanco Fombona, Mocedades de Bolívar, Prólogo de Juan
Uslar Pietri, Epílogo de Arturo Uslar Pietri, Caracas (2) 1989, p. 64.
V
LA VIRGEN DEL ROSARIO DE TUTAZÁ

INVOCACIÓN DURANTE LA BATALLA


DE PANTANO DE VARGAS
(julio de 1819)

Bolívar va a invocar a la Virgen en uno de los momentos más


comprometidos de la Guerra de Independencia... En el año 1819,
Bolívar concibió el audaz proyecto de invadir el Virreinato de la
Nueva Granada desde los Llanos. Ofrece el historiador bogotano
Indalecio Liévano Aguirre en su emotiva biografía del Libertador
algunos datos interesantes sobre la campaña: Bolívar, después de
cruzar la cordillera, deseoso de mantener libre de ocupación ene-
miga los territorios aledaños a las montañas, “para conservar
abierto el paso a la Legión Británica, inició una ofensiva
general con el grueso de sus Ejércitos sobre Tópaga, en cu-
yas proximidades españoles y patriotas se empeñaron en re-
ñidos encuentros que, sin ser decisivos para ninguno, termi-
naron por obligarlos a regresar a sus primitivas posiciones:
a Sogamoso los realistas, a Tasco los patriotas. Allí, el 15 de
julio, se les reunió Soublette con la Legión Británica y el
parque, lo mismo que numerosos contingentes de voluntarios
granadinos. El Libertador, cuya primera preocupación era
obtener sobre Barreiro un éxito decisivo, planeó una audaz
operación para colocarse, por un hábil movimiento de
flanqueo, a espaldas de su adversario y obligarle a combatir
en campo abierto o dejarle libre el camino hacia la capital
del Virreinato. El éxito de la maniobra dependía de la rapi-
dez de los Ejércitos republicanos para atravesar el río
Chicamocha, (...) a pesar del intenso trabajo realizado por
los soldados y oficiales, encargados de construir las balsas
necesarias para el paso del Chicamocha, la operación se
demoró considerablemente, y Barreiro, informado de los pro-
pósitos del Libertador, con rapidez abandonó Paipa y se di-
rigió al sitio llamado Pantano de Vargas, pequeño vallecito
174 La Iglesia en la Venezuela Republicana

formado por la hondonada de la quebrada de Vargas, que se


desborda allí, inundando la sabana. En aquel sitio, paso
obligado para Bolívar, si deseaba abrirse el camino de San-
ta Fe, Barreiro desplegó su formación en las alturas. Cuan-
do el 25 de julio, hacia el mediodía, llegó Bolívar a la llama-
da Casa de Vargas, encontró a su enemigo dispuesto para el
combate y situado en condiciones muy superiores a las su-
yas. La batalla, sin embargo, era inevitable, si Bolívar que-
ría consolidar las ventajas ganadas en la difícil operación
del paso del Chicamocha. Sin otra alternativa, el Libertador
lanzó sus tropas al asalto de las posiciones enemigas, que le
recibieron con nutrido fuego de fusilería mientras los mejo-
res regimientos españoles, al mando de Tolrá, en hábil movi-
miento de flanqueo, encerraban al Ejército libertador en el
vallecito de Vargas”275.
Pues bien —el dato lo recoge el Pbro. Cayo Leónidas
Peñuela—, “en aquel instante de suprema ansiedad, el Liber-
tador invocó la protección de Nuestra Señora de Tutazá, muy
venerada en bastantes pueblos a la redonda; y como por el
momento no se acordó del nombre del pueblo, cuya principal
y más conocida industria es la cerámica, exclamó: ‘Virgen
Santa de... de... de los tiestos’” 276. Entonces, “Bolívar con
una intuición, fruto tardío del desesperado convencimiento
de su propia derrota, le gritó al Coronel venezolano Juan
José Rondón, jefe de la caballería llanera: ‘¡Coronel, salve
Ud. la Patria!’ Rondón se volvió inmediatamente hacia sus
escuadrones de jinetes y, con metálica voz de mando, les gri-
tó: ‘¡Camaradas, los que sean valientes síganme, que en este

275
Indalecio Liévano Aguirre, Bolívar, Prólogo de Mario Briceño Perozo[,
Ediciones de la Presidencia de la República / Academia de la Histo-
ria], Caracas (4) 1988, pp. 253-257.
276
Pbro. Cayo Leónidas Peñuela, Boyacá, Selección Samper Ortega de
literatura colombiana. Historia y leyendas, Nº 35, Bogotá (3) s.f. [(1)
1919], pp. 84-85 [Biblioteca de la Sociedad Bolivariana de Venezuela
– Caracas, Venezuela].
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 175

momento triunfamos!’. Catorce llaneros, catorce héroes, es-


polearon sus caballos, y tras el heroico Rondón se precipita-
ron sobre las filas enemigas, no tardando en seguirles el res-
to de la caballería. La batalla cambió entonces de aspecto;
(...) Sólo la noche facilitó la retirada hacia Paipa de las fuer-
zas españolas, y las salvó del total exterminio, a costa de
perder su parque y abandonar sus posiciones; que por su
indudable valor estratégico hicieron exclamar con soberbia
a Barreiro, cuando su triunfo parecía seguro: ‘¡Ni Dios me
quita la victoria!’”277.
Pantano de Vargas, que Barreiro creía tan ciegamente un
triunfo, se convirtió para él en un desastre; pocos días después,
el 7 de agosto de 1819, quedaba totalmente aniquilado en
Boyacá; y, alcanzada así la completa liberación de la Nueva
Granada, Bolívar pudo entrar triunfalmente en Santa Fe de Bo-
gotá, la capital del Virreinato, el 18 de septiembre de 1819:
“Cuatro clarines rompían la marcha anunciándola con sus
toques. Seguían ocho batidores despejando el tránsito, lue-
go los porteros del Muy Ilustre Ayuntamiento de la capital
y de la Alta Corte de Justicia; los particulares y personas
notables venían después en mucho número, y todo el acom-
pañamiento formaba dos alas por el centro de las calles.
Veíanse a la izquierda el Señor Procurador del mismo Ca-
bildo, los Señores Regidores y Alcaldes Ordinarios; y a la
derecha los Señores Ministros del Tesoro público, los em-
pleados en la Casa de Moneda, los individuos del Tribunal
de Secuestros y del Tribunal de Cuentas, con los Señores
Superintendentes de la misma Casa de Moneda y Director
General de Rentas, luego los Señores Fiscales y Ministros
de la Alta Corte de Justicia, y el Señor Gobernador Polí-
tico; todos según el orden en que van expresados. Después
de este brillante cortejo, se descubría al Excmo. Señor Pre-
sidente Simón Bolívar, en medio de los dos Señores Gene-

277
Indalecio Liévano Aguirre, Op. cit., pp. 257-258.
176 La Iglesia en la Venezuela Republicana

rales de División José Anzoátegui y Francisco de Paula


Santander, rodeados de los Secretarios, del Estado Mayor
General, y de sus edecanes. Cerraban la marcha los cuer-
pos militares que iban reuniéndose y formándose en colum-
nas, conforme se adelantaba el acompañamiento. La mar-
cha era lenta y majestuosa; un golpe armonioso de músi-
ca guerrera llevaba a los corazones la admiración, el res-
peto y un entusiasmo inexplicables. Las calles de todo el
paseo estaban aseadas, blanqueadas, y pintadas de ante-
mano con simetría y belleza. El precioso damasco en sus di-
versos colores adornaba las puertas, ventanas y balcones
de los edificios, que estaban colmados, así como las calles,
de un pueblo inmenso. Siete arcos triunfales de bastante
elevación, y adornados con una magnífica sencillez, esta-
ban erigidos a proporcionadas distancias en el espacio que
debía recorrerse. Unos estaban vestidos de color encarna-
do, otros del amarillo, del azul, del blanco, y otros eran
tricolores. Tenían tres puertas; por la grande y elevada, que
quedaba en el centro, entraba únicamente el General triun-
fante, y por las otras dos pasaban todos los demás. Desde
que el Triunfador comenzó a entrar en la ciudad no cesó
un instante la inmensa multitud espectadora de repetir mil
y mil vivas gloriosos: (…); una lluvia incesante de flores
caía sobre las cabezas del General en Jefe y de sus ilus-
tres compañeros de armas. Ellas eran arrojadas desde las
ventanas y balcones, por las manos de las damas; al mis-
mo tiempo un vivísimo repique de campanas en todos los
templos aumentaba el gozo y el aplauso universal. Se veía
con admiración y agrado, que todo el mundo buscaba con
los ojos al héroe, y que a muchos de los espectadores, re-
conociéndole, se les escapaban lágrimas, efectos del reco-
nocimiento y excesivo placer, que les causaba su vista. De
esta suerte fue recorrido el espacio del paseo, desde San
Diego hasta el Convento de San Agustín, y desde éste por
la calle del Monasterio de Santa Clara hasta la Plaza Ma-
yor. Concluido el paseo, todos los concurrentes, sin perder
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 177

su lugar, echaron pie a tierra, y siguieron llevando al Triun-


fador al templo principal. Era aquí, que le esperaban, y que
salieron a recibirle el Prelado Eclesiástico y su Cabildo, con
el Clero, los Rectores de la Universidad y de los dos Cole-
gios, los Prelados de las cinco Órdenes de Religiosos de la
ciudad, y los Síndicos de los Monasterios de Religiosas. El
General y todos los asistentes se prosternaron a tributar sin-
ceras adoraciones a la Divinidad tutelar del universo. Se
oyeron un solemne Te-Deum, y otras preces de acción de
gracias. El héroe daba como siempre un hermoso ejemplo
de sus cristianas virtudes, con su recogimiento y profunda
veneración de que se le veía revestido en el acto sagrado;
al mismo tiempo, un canto grave y lleno de majestad, la
multitud de personas venerables que cubrían aquel vasto
pavimento, y la religiosa atención que se observaba en sus
semblantes, inspiraban cierto respeto irresistible en esta fun-
ción augusta. Apenas terminada, fue conducido otra vez el
General a la Plaza Mayor. (…) Habiendo ocupado sus si-
llas los tres Señores Generales, se oyó un golpe de música
muy agradable, y voces dulces y flexibles cantaron una oda
en honor del héroe Bolívar, y análoga al acto que iba a
sucederse. Veinte señoritas (…) llevaban en un rico cestillo
de plata, bellamente adornado de flores, y que pendía de
cintas verdes, amarillas y encarnadas, la corona de laurel
y las cruces consagradas a los Señores Generales. (…) El
héroe no pudo resistirse al poderoso impulso que hizo so-
bre su exquisita sensibilidad. Tomó la voz: el mismo entusias-
mo se la hacía tan penetrante, que se le oía desde todos los
ángulos de la Plaza. (…) Entonces con orden fueron acer-
cándose el Señor Gobernador Político, la Alta Corte de
Justicia, el Señor Provisor del Arzobispado con su Venera-
ble Cabildo y Clero, el Superintendente Director de Hacien-
da, el de la Casa de Moneda, el Muy Ilustre Cabildo, el
Tribunal de Secuestros, los Rectores de la Universidad y
Colegios, los Prelados de los Conventos, y los Síndicos de
los Monasterios de Monjas. Cada uno, según el orden ex-
178 La Iglesia en la Venezuela Republicana

presado, manifestó al héroe por medio de discursos enérgi-


cos y pronunciados con la irresistible elocuencia del cora-
zón, la justicia de aquellos homenajes y los más vivos sen-
timientos de gratitud”278.
Transcurridos algunos días —la anécdota la recoge el céle-
bre escritor colombiano José Joaquín Ortiz en su revista “La Ca-
ridad” en el año 1876—, el señor Manuel Rubiano,”que era due-
ño de la hacienda de Pacho y al mismo tiempo amigo, y más
que amigo admirador de Bolívar, lo convidó a su campo.
Vino en ello el Libertador, y después de breves días pasa-
dos en la confianza de la amistad, llegó a Zipaquirá de re-
greso a la capital. Hallábase a la sazón de jefe militar en
aquella villa el Dr. Tomás Barriga y Brito, quien lo recibió
en su casa y lo obsequió con un espléndido festín. (…)
Sentáronse a la mesa, y con ellos sin ser invitado, un
Frailecito de Santo Domingo, prófugo de su Convento a cau-
sa de las vicisitudes del tiempo. Parece que tal religioso era
atolondrado, porque a poco rato, sin guardar el respeto de-
bido a Bolívar y a los circunstantes, tomó la palabra, y de
una en otra cosa vino a parar en lanzar una multitud de pro-
pósitos, o más bien despropósitos, sobre la inmortalidad del

278
Correo del Orinoco (15 de enero de 1820), en: Correo del Orinoco.
Edición facsimilar, Bucaramanga 1998. Después de salir de Bogotá,
Bolívar pasó por Tunja; el 26 de septiembre de 1819 le escribió al
Gobernador Político de las Provincias libres de la Nueva Granada:
“¡Tunja! Esta ciudad es heroica: en ella la reacción del espíritu ha
sido proporcionada a la opresión terrible de tres años. El Clero
Secular y Regular, los Monasterios de Religiosas, los funcionarios,
los viejos, los niños, los pobres, las mujeres, hasta los moribundos
se han acercado a mí enajenados, y me han abierto su corazón. Yo
no he hallado en todo esto el lenguaje de la lisonja, sino la expre-
sión del candor, y del sentimiento de los bienes que trae consigo la
libertad” (Libertador Simón Bolívar, Carta al Gobernador Político de
las Provincias libres de la Nueva Granada (26 de septiembre de 1819),
en: Correo del Orinoco (11 de diciembre de 1819), en: loc. cit.).
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 179

alma y el infierno, creyendo complacer a Bolívar, a quien


seguramente juzgaba impío. Todos callaban, y el mismo Li-
bertador, soltando el cubierto, se cruzó de brazos y fijó sus
ojos de águila, atento a lo que decía el Fraile y maravilla-
do, no de la persona que hablaba, pues no tiene nada de
raro que un religioso se revolucione contra la Iglesia, pero
sí de que tuviera el atrevimiento de proferir tamañas here-
jías en un festín y delante de semejantes personajes, agre-
gando al insulto contra las creencias de los circunstantes
la falta de cortesanía. El perorador, animado al notar la
atención que le prestaban y juzgando que sus ideas eran
aceptadas, no paró de una en otra herejía hasta llegar a
blasfemar de la Santísima Virgen María. Oír esto Bolívar, le-
vantarse de su asiento como un rayo, acercarse al religio-
so, dar un golpe terrible en la mesa y decirle: ‘¡Calle el in-
solente!’, fue un solo punto. ‘¿Cómo se atreve Ud. a profe-
rir semejantes blasfemias?’, agregó. ‘Oí pacientemente que
Ud. negara los dogmas de la inmortalidad del alma y el in-
fierno; pero esto ya no lo puedo tolerar. Ni a mi mismo pa-
dre sufriría que blasfemase de Nuestra Señora’. ‘Señor Ba-
rriga’, agregó, dirigiéndose al jefe militar de la plaza, ‘vea
Ud. cuatro lanceros y que lleven a este insolente y mal edu-
cado a Bogotá, y lo entreguen allí al Padre Provincial para
que le enseñe la doctrina cristiana y algunos elementos de
urbanidad’. Este incidente aguó la alegría del banquete, el
cual terminó al punto de levantarse el Libertador. El religioso
salió cabizbajo, y sin decir una palabra tomó la vía de la
ciudad”279. Comenta el escritor merideño Don Tulio Febres Cor-
dero: “El respetable señor Ortiz, muy bien informado sobre
el caso, movido sin duda por un sentimiento de caridad, se
abstuvo de dar el nombre del extraviado religioso, quien de-

279
José Joaquín Ortiz, Tiempos heroicos, en: Revista “La Caridad” 11
(1875-1876), Nº 15 (3 de febrero de 1876) [Biblioteca Nacional – Bo-
gotá, Colombia].
180 La Iglesia en la Venezuela Republicana

bió de quedar curado radicalmente de proferir blasfemias


contra la Virgen María ante un grupo de católicos, y mu-
chos menos en presencia de Don Simón el Magnífico”280.
Para perpetuar el momento, en que Bolívar invocó a la Virgen
del Rosario Tutazá, “el señor Roso Fernández pintó un cua-
dro al óleo”281, que actualmente está ubicado en la nueva Iglesia
Parroquial de Tutazá…

280
Tulio Febres Cordero, Archivo de Historia y Variedades, en: Tulio
Febres Cordero, Obras Completas, Op. cit., Tm. III, p. 65.
281
Hno. Nectario María, Op. cit., p. 50.
VI
LA VIRGEN DEL CARMEN

VISITA AL CONVENTO DE CARMELITAS DESCALZAS


DE VILLA DE LEYVA
(septiembre de 1819)

Quizás en agradecimiento a la Virgen por los triunfos de Pan-


tano de Vargas y Boyacá, expidió Bolívar el 25 de septiembre del
mismo año 1819 desde Villa de Leyva el siguiente oficio:
“Excelentísimo Señor Vicepresidente de las Provincias li-
bres de Nueva Granada:
“He visto en mi tránsito por esta Villa el Convento de Nues-
tra Señora del Carmen, y me he informado de la escasez y
miseria a que están reducidas estas pobres religiosas por fal-
ta de fondos. Para aliviarlas he dispuesto que de la renta de
aguardientes de esta Villa se les den mensualmente cien pe-
sos, entre tanto restablecen sus rentas a un pie que pueda
proveer a su subsistencia, y lo participo a V.E. para su inteli-
gencia y cumplimiento”282. Puede darse como un hecho la visi-
ta del Libertador al Convento el mismo día en que está fechada la
carta, el 25 de septiembre de 1819... A este noble gesto del Liber-

282
José Manuel Groot, Op. cit., Tm. IV, p. 43. Un sacerdote andaluz
“ideó la fundación del Convento Carmelitano en la Villa, desde
que tuvo lugar la fundación del de Bogotá en 1606, deseo, que
principió a realizar al ceder con esa destinación sus cuantiosos
bienes en 1633. (…) La Orden Carmelitana tomó posesión del
Convento el 8 de abril de 1645. Algunos miembros de la familia del
benefactor, Don Francisco Rincón Rosquillo, fueron nombrados
Patronos del Monasterio, con administración de bienes, (…) A la
muerte de Don Francisco, sus herederos fuéronse quedando con
sus principales haciendas hasta verse reducida la casa a un esta-
do, no de pobreza, sino de mendicidad” (Napoleón Ignacio Sáenz,
Villa de Leyva. Tradiciones y anhelos, Bogotá (2) 1968, p. 32). De allí
la pobreza del Convento…
182 La Iglesia en la Venezuela Republicana

tador se ha atribuido librarse él del puñal asesino en el siniestro


atentado del 25 de septiembre de 1828, exactamente nueve años
después, también —¡asombrosa coincidencia!— un 25 de sep-
tiembre…
Por cierto, que a Villa de Leyva llegó, a principios de octubre
de 1823, el célebre Prócer colombiano Gral. Antonio Nariño en
busca de un mejor clima para su quebrantada salud283. Los es-
fuerzos de los médicos fueron poco provechosos, de modo que
falleció el 13 de diciembre de 1823; un sacerdote llamado Juan
Antonio Marcos fue testigo fiel de sus últimos días: “(…) El 8
desde la madrugada arrojó sangre con mucha tos; en ese
estado se le hizo entender su peoría por el Dr. Manrique,
que reconoció y confesó efectiva el paciente. En seguida se
le propuso la disposición espiritual, a que sin réplica acce-
dió, llamando al Padre Páez, Prior de San Agustín; se le lle-
vó el Viático, que recibió con edificación y, después, no su-
friendo sus pulmones el calor de la cama, se vistió y reclinó
en una hamaca; siguió el esputo de sangre, tos y fiebre toda
la noche. El 9 amaneció agobiado, y llegó el Profesor de
Tunja Dr. Gutiérrez, que procuró entablar su método curati-
vo consultando la voluntad del paciente que, como tenía co-
nocimientos médicos, quería imponerse de los medicamentos
que se le aplicasen. El 10 aparentó algo de mejoría, y aún
por la noche sosegó, hasta la madrugada. El 11 llegó el co-
rreo; no quiso leer la correspondencia; le signifiqué la im-
portante noticia de Puerto Cabello, que al oírla se incorpo-
ró, manifestando un semblante alegre y dando gracias a Dios
de pasar a la otra vida con ese gusto y libre de un cuidado,
que continuamente lo angustiaba. Después le repitieron rato
de letargo y fatigas y, temiendo que le diese un rebato, le
propuse administrarle la extremaunción, y admitió pronta-
mente, ayudándose él mismo aún a descalzarse. Se sintió un

283
Cf. Carlos Gómez Botero, Don Antonio Nariño, nuestro Precursor,
Medellín s.f., pp. 387-388.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 183

poco aliviado y pidió le ensillasen una mula mansa y de paso;


se lo repugnamos todos los presentes, pero como insistió, te-
miendo se alterase con impaciencia, se lo permitimos. Salió
despacio; se dirigió con un compañero al Monasterio de
Carmelitas; les mandó recado desde la portería despidién-
dose y encargándoles lo encomendasen a Dios, pues ya esta-
ba en sus últimos instantes; siguió para otras casas donde
tenía amistad, y regresó a su posada diciendo, que el ejerci-
cio a bestia lo aliviaba. Pasó mala noche. El 12 ya había
perdido el sabor, y sólo se lo hallaba a la leche de burra, sin
embargo que pedía le llevasen otros guisos que probaba y
dejaba. Ya tenía los pulsos retirados, sin embargo volvió a
montar (…) El 13 no halló más descanso que sentado en una
silla, recostado en dos almohadas por delante; sólo apetecía
algo de leche de burra. Se le acudió con los auxilios espiri-
tuales, le conferí la absolución por la Bula, la de ‘Pia Mater’,
y el Padre Silva la de la Hermandad del Carmen, de que dijo
era Hermano; pidió le recitasen el Miserere y salmos peni-
tenciales; le acometió un paroxismo a las once del día, en
que se le creyó muerto. Vuelto de él, siguió hablando y en
agonía hasta las cinco de la tarde, en que expiró, con sem-
blante sereno, habiéndosele antes encomendado el alma y
auxiliándosele a presencia del Señor Cura, Padre Silva, y el
que escribe”284.

284
Cit. en: Carlos Gómez Botero, Op. cit., pp. 391-392; cf. Enrique Santos
Molano, Antonio Nariño, Filósofo revolucionario, Bogotá 1999, pp.
576-579. Este relato de los últimos días del General Nariño en Villa de
Leyva prueba la sinceridad de su fe católica, de la cual hizo alarde
muchas veces durante su vida pública, por ejemplo, durante aquel
absurdo conflicto entre la Unión y Cundinamarca en los años 1812-
1813: “Los Padres Agustinos, que desde el 20 de julio [de 1810] se
habían hecho notables por su patriotismo, fueron los más activos
en esta ocasión. El Padre Rosas, Capellán de la Cofradía de Jesús
Nazareno, establecida en la Iglesia de su Convento, hizo gran pa-
pel cerca de Nariño, quien nombró por Generalísimo de las tropas
184 La Iglesia en la Venezuela Republicana

a Jesús Nazareno. En la Capilla de esta sagrada imagen se hicie-


ron las principales rogativas. Invocóse desde entonces el nombre
de Jesús con toda fe por el pueblo cristiano, y los padres de San
Agustín y Recoletos de San Diego repartieron a la tropa y a todos
escarapelas con el nombre de JHS. Todo el mundo se puso Jesús en
el sombrero, y se colocó hasta en los cañones. (…)” (José Manuel
Groot, Op. cit., Tm. III, pp. 280-281). Derrotadas las tropas de la Unión,
el 9 de enero de 1813, “la caballería recorrió las principales calles
de la ciudad [de Bogotá] con el Jesús en el estandarte, vitoreando
únicamente a este sagrado nombre. (…) Nariño decretó un escudo
de honor a los vencedores, el cual consistía en un círculo de más de
dos pulgadas de diámetro, con la fecha 9 de enero. Este escudo lo
llevaban en el brazo; para los Jefes era de plata dorada, y para los
Oficiales y tropa, de paño encarnado, con la inscripción bordada
en oro para los unos y en seda para los otros. Se le puso a Jesús
Nazareno también, como a Generalísimo; y en la procesión del
Miércoles Santo siguiente se le sacó con él en el brazo” (Ibid., pp.
288-289). No puede dudarse de la identidad cristiana católica del
Gral. Nariño; señala un connotado historiador eclesiástico colom-
biano: “Si su vida familiar y privada está rigurosamente normada
por la moral católica; si en sus actos de gobernante aparece rin-
diendo públicamente homenaje a la fe y al culto de sus mayores; si
sus frecuentes invocaciones no van, nunca, al Ser Supremo de los
racionalistas, sino al Dios Padre de la Revelación cristiana, sus
ideas, como publicista, en materia religiosa, están igualmente ce-
ñidas a los dogmas de la Iglesia” (Pbro. Rafael Gómez Hoyos, La
Revolución Granadina de 1810. Ideario de una Generación y de una
Época.1781 – 1821, Tm. I-II, Tm. I, Bogotá 1962, pp. 261-266, p. 261).
VII
LA VIRGEN DE COROMOTO

PASO POR GUANARE


ANTES DE LA BATALLA DE CARABOBO
(mayo de 1821)

A principios de marzo de 1821, Bolívar se entrevistó en Trujillo


con el Obispo de Mérida de Maracaibo, Iltmo. Sr. Dr. Don Rafael
Lasso de la Vega; y escribió el mismo Libertador el 7 de marzo al
Gral. Francisco de Paula Santander: “Lleve Ud. cuenta con el
almacén de cosas que voy a meter en esta carta. El Obispo
de Mérida está aquí con nosotros y marcha mañana para
Cúcuta a tratar con el Congreso sobre el estado actual de la
Iglesia. Como él es bueno, virtuoso y activo, puede hacernos
mucho bien”285. El Obispo había arribado a Trujillo el 28 de fe-
brero, donde se encontraba su amigo, el Gral. Rafael Urdaneta
—a quien conocía de Maracaibo, pues esta ciudad pertenecía a
su Diócesis—, y supo, que al día siguiente llegaba a esa ciudad el
Libertador; y relata el mismo Obispo: “Le ofrecí me sería de
satisfacción salir a recibirlo; pero era más conforme hacerlo
a la puerta de la Iglesia con los ritos del Pontifical. La con-
testación de S.E. fue presentárseme a dicha puerta, teniendo
yo el mayor gozo de verlo edificar a todo el pueblo, arrodi-
llándose a besar la cruz, y luego a las gradas del presbiterio,
hasta que concluidas las preces di solemnemente la bendi-
ción” 286.

285
Libertador Simón Bolívar, Carta a S.E. el Gral. Francisco de Paula
Santander (7 de marzo de 1821), en: Cartas del Libertador, Op. cit.,
Tm. III (1821-1825), Caracas 1965, pp. 39-40, p. cit. 39.
286
Mons. Antonio Ramón Silva (editor), Documentos para la historia de
la Diócesis de Mérida, Tm. I-VI, Tm. VI: Pontificado del Iltmo. Señor
Lazo de la Vega (sus trabajos en el orden político), Mérida 1922, p.
145.
186 La Iglesia en la Venezuela Republicana

¿Despertaría la entrevista con el piadoso Obispo los sentimien-


tos religiosos del Libertador? Lo cierto es, que Bolívar pasó de
Trujillo a Barinas, y de Barinas a Guanare... Por la corresponden-
cia se sabe, que Bolívar estuvo en Guanare entre el 24 y 25 de
mayo de 1821287. Entre otras misivas, despachó una a Fernando
Peñalver —a quien acababa de nombrar Director General de
Rentas de Venezuela288—, en la que le recomienda al Iltmo. Sr.
Dr. Don Rafael Lasso de la Vega, Obispo de Mérida de Maracaibo:
“Recomiendo a Ud. mucho al Obispo de Maracaibo para
que lo traten bien, pues es un santo hombre lleno de eminen-
tes cualidades, y que aborrece ya más a los liberales que a
los patriotas, porque aquéllos se han declarado contra las
instituciones eclesiásticas, cuando nosotros las protegemos”289.
No cabe duda, que ser enemigo de la Iglesia era equivalente a ser
realista —afecto a la causa del Rey de España—, y ser amigo de
la Iglesia era equivalente a ser patriota, ¡y serlo de verdad!
Nada tiene de raro, que el Libertador, que había invocado a la
Virgen del Rosario de Tutazá en Pantano de Vargas, acudiera a la
Virgen de Coromoto faltando un mes para la Batalla de Carabobo...
El Pbro. Enrique María Castro, en su famosa Historia de los Obis-
pos de Mérida de Maracaibo, en el capítulo correspondiente al
Iltmo. Dr. José Vicente de Unda, para el año 1821 Cura Coadju-
tor o Vicario de la Parroquia de Guanare, refiere, que: “El Liber-
tador, al pasar por Guanare, organizó el gobierno republi-
cano en la ciudad, y tocó a un hermano del Dr. [de] Unda, a
José Francisco, presidir la organización y gobierno civil en

287
Cf. Gral. Jacinto Rafael Pérez Arcay / Rafael Ramón Castellanos, Bo-
lívar. Documentario de la libertad[, Cortesía del Banco Central de
Venezuela para las Ediciones de la Presidencia de la República], Ca-
racas 1983, Vol. 19, pp. 429-443.
288
Cf. Libertador Simón Bolívar, Carta a Don Fernando Peñalver (17 de
mayo de 1821), en: Cartas del Libertador, Op. cit., Tm. cit., pp. 65-66.
289
Libertador Simón Bolívar, Carta a Don Fernando Peñalver (24 de
mayo de 1821), en: Cartas del Libertador, Op. cit., Tm. cit., pp. 67-70,
p. cit. 69.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 187

ella. Bolívar recomendó encarecidamente que se observase


una política franca y generosa; que se tratase a los que ha-
bían sido partidarios del Rey de España, y se sometiesen al
Gobierno de la República, como a los mismos patriotas que
volvían del destierro o de los campamentos; y quiso que se
asociase a José Francisco [de] Unda, en el gobierno de
Guanare, uno de los más furiosos realistas que había gober-
nado y perseguido allí mismo a los que ahora estaban triun-
fantes. Quería, con una generosidad digna de su gran cora-
zón, quitar así a sus antiguos enemigos la desconfianza y la
vergüenza del vencimiento. ¡Política verdaderamente sabia,
saludable y patriótica! Sin embargo, esa política desagradó
a la juventud patriótica e inexperta de Guanare; pero Bolí-
var impuso entonces la concordia, como antes había impues-
to el exterminio. Nada podía ser más grato al Dr. [de] Unda,
que este nuevo giro que tomaban las cosas, tan cónsono con
sus sentimientos humanitarios. Prestó, por tanto, su podero-
so apoyo al Gobierno, inspiró confianza a los antiguos rea-
listas, y logró que por algún tiempo, aún después de su muer-
te, Guanare presentase, por la armonía de sus moradores, el
aspecto de un pueblo de unidos hermanos”290.
Como Diputado de Guanare el Pbro. Dr. José Vicente de Unda
había firmado el Acta de Independencia del 5 de julio de 1811291,
y conocía a Bolívar, así como Bolívar lo conocía a él292. Eran

290
Pbro. Dr. Enrique María Castro, Historia de los Obispos de Mérida de
Maracaibo, Valencia 1888, pp. 155-156.
291
Cf. Arístides Rojas, El 5 de julio de 1811, Op. cit..
292
De hecho, el Libertador había estado anteriormente en Guanare en el
año 1813; de su llegada a Guanare en ese año comenta el Pbro. Dr.
Enrique María Castro: “La marcha de Bolívar desde Trujillo a
Guanare, después de lanzado el sangriento, pero ineludible De-
creto de la guerra a muerte, es uno de los rasgos más audaces de su
vida militar. Cuando sabía que Martí hostilizaba su retaguardia
por Niquitao; que Tízcar se mantenía en Barinas con fuerzas sufi-
cientes para defenderla; que de Guasdualito se disponía Yánez a
188 La Iglesia en la Venezuela Republicana

amigos; y, puede tenerse por seguro, que el Pbro. Dr. José Vicen-
te de Unda lo llevó a la Iglesia a orar… Tal era la costumbre de la
época, como lo hace constar el propio Pbro. Enrique María Cas-
tro, al comentar la visita del Gral. Pablo Morillo, cuando Guanare
estaba aún bajo el dominio de los realistas: “Cuando el Gral.
Morillo, en una de sus expediciones por los Llanos de Vene-
zuela, hizo una corta mansión en Guanare, el Dr. [de] Unda,
como Cura Coadjutor, salió a recibirle, y lo condujo a la Igle-
sia, como era de costumbre entonces, para que allí orase el
General antes de ir a su alojamiento. El General recibió al
Dr. [de] Unda con ceremoniosa cortesía en aquel acto, pues
no ignoraba, que era uno de los Diputados, que en el Con-
greso de 1811 había contribuido a proclamar la Indepen-
dencia; pero después que observó el decoro del templo, y
que en el trato personal pudo apreciarlo debidamente, le

cortarle su comunicación con Nueva Granada, ocupando los va-


lles de Cúcuta; que de Maracaibo amenazaban el flanco izquierdo
de toda su línea de operaciones; y por fin, que desde El Tocuyo,
Barquisimeto y San Carlos, Ejércitos disciplinados se preparaban
a encerrarlo dentro de un círculo de hierro, pasma que el entonces
Brigadier Bolívar, genio o demonio en aquellos momentos, como
desafiando a la Providencia, hiciese fusilar en Guanare, el mismo
día de su llegada, a tres españoles respetables, sin otro motivo que
el de no haber nacido en América. (…) El Dr. [de] Unda pidió con
fervorosas súplicas el perdón de aquellos desgraciados españoles;
pero no pudo doblegar la inflexible voluntad de Bolívar. Una de
las víctimas era el padre de numerosa familia venezolana. (…) En
tan tristes circunstancias, el Dr. [de] Unda prodigó sus consuelos
a las familias afligidas, prestando, a las que de ello necesitaban,
los auxilios que estaban a su alcance. Esta conducta generosa y
cristiana, que le era connatural, le atrajo muchas simpatías, y más
tarde, cuando ya la paz había borrado en parte el doloroso recuer-
do de tantas penas, las personas que habían recibido de él conti-
nuas muestras de afectuosa benevolencia, le consideraban como a
un segundo padre y le amaban entrañablemente” (Pbro. Dr. Enri-
que María Castro, Op. cit., pp. 148-151).
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 189

manifestó muchas atenciones y respeto, e hizo que las autori-


dades realistas le protegiesen y acataran”293.
Y, si el Pbro. Dr. José Vicente de Unda llevó a Bolívar a la
Iglesia a orar, seguramente también le mostró a la Virgen de
Coromoto294… Un viajero francés llamado Francisco Depons, en
realidad François Raymond Joseph Depons, que recorrió Vene-
zuela entre 1801 y 1804 —unos veinte años antes de la Batalla
de Carabobo—, da testimonio de la intensa devoción a la Vir-
gen de Coromoto en Guanare por esos años: “(...) la Iglesia
parroquial es grande, bella y ricamente ornamentada. Una
buena parte de su esplendor se debe[,] a que allí se venera
la imagen de Nuestra Señora de Coromoto, cuyas virtudes
y milagros me obligan a dar algunos detalles sobre su apa-
rición y sobre la inmensa multitud[,] que atraída por su de-
voción viene de las Provincias vecinas a Guanare. Sólo la
tradición local había conservado memoria de las circunstan-
cias relativas a la aparición de Nuestra Señora de Coromoto,
hasta el 3 de febrero de 1746, fecha en que hallándose en
Guanare en calidad de Visitador, el Doctor Don Carlos

293
Pbro. Dr. Enrique María Castro, Op. cit., pp. 154-155.
294
Conocida es la promesa del Gral. José Antonio Páez de proporcionar-
le una imagen del Nazareno a la Iglesia de Achaguas: “La historia de
Achaguas está vinculada a la vida del Gral. Páez, quien, durante
los años de la guerra emancipadora y durante los de la vida repu-
blicana, hizo de Achaguas su cuartel y lugar de reposo preferidos,
(…) Pocas horas antes de partir al frente del ejército de Apure,
rumbo a Carabobo, el 10 de mayo de 1821, oró el Gral. Páez en la
Iglesia del pueblo de Achaguas, prometiendo regalar una imagen
del Nazareno, si regresaba triunfante de la empresa (…) Hoy se
venera en la bicentenaria ciudad apureña de Achaguas una ima-
gen del Nazareno tallada en madera por el tallista Rada, donada
por el Gral. Páez a la Iglesia de Achaguas, a la cual llegó el año
1835” (Dr. Eduardo Hernández Carstens, La Venerada y Milagrosa
Imagen del Nazareno de Achaguas, Caracas 1991, pp.15-17). La base
de madera de la imagen “tiene una inscripción al relieve que dice:
‘José Antonio Páez’” (ibid., p. 23).
190 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Herrera, Cura Rector de la Catedral de Caracas, abrió una


indagación pública, con propósito de dejar asentados po-
sitiva e indiscutiblemente los hechos, de modo que la tradi-
ción no olvidara algunos o alterara su memoria. He aquí el
resultado: Un día del año 1651, un terrateniente de la re-
gión, llamado Juan Sánchez, iba de la villa del Espíritu San-
to al[a El] Tocuyo, por un camino[,] que atraviesa áridas
sabanas. Un Cacique lo detuvo para decirle[,] que una mu-
jer muy hermosa se le había aparecido en cierta quebrada[,]
y le había ordenado que fuera, en compañía de los suyos,
a buscar a los blancos[,] para que éstos les echaran agua
en la cabeza, como único medio de abrirse el camino del Cie-
lo. Sánchez, que iba de prisa, aplazó para su retorno, que
fue a los ocho días, el examen de esto. El Cacique lo espe-
ró puntualmente en el mismo sitio[,] el día indicado, tan con-
vencido como al principio de lo que la mujer le había di-
cho. Se les avisó a los Alcaldes[,] que toda la nación del
Cacique iría a la Iglesia a recibir las aguas del bautismo,
lo cual se ejecutó puntualmente, y, en menos de una hora,
más de setecientas personas entraron por el camino de la
salvación eterna. Después de aquel acto solemne, todos los
niños[,] hijos de los indios bautizados[,] veían a la mujer
en la quebrada donde había aparecido por primera vez.
Como iban a buscar agua, y permaneciendo más tiempo del
necesario, sus padres los reprendían y azotaban a menudo.
La misma falta y el mismo castigo se repetían diariamente,
hasta que al fin los niños confesaron[,] que una mujer se
les aparecía, en tan hermosa apariencia, que no podían can-
sarse de admirarla. Las personas mayores no lograban ver
nada, pero por lo que decían los niños se les atribuyeron
virtudes milagrosas a las aguas de la quebrada. Su fama cre-
ció de punto en 1699, cuando, habiendo mandado el Obis-
po Diego de Baños un poco de esa agua a Madrid, se supo
que, al cabo de diez meses, había llegado tan fresca[,] como
si se acabara de coger en la quebrada. Por aquellos tiem-
pos, el Gobernador Don Nicolás Eugenio de Ponte envió a
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 191

Las Canarias otro poco de agua para su mujer, y también,


cuando la recibieron, la hallaron igualmente fresca. Muchos,
por sus necesidades, van a bañarse a la quebrada, llevan-
do luces encendidas. El agua se envía a todos los pueblos.
Hasta las mismas piedras se consideran como reliquias[,] y
hay quien las lleva colgadas al cuello. Sin embargo, lo ex-
traño está en que, en medio de esta fe general por tales mi-
lagros, el único que persistió empedernido en su increduli-
dad fue el mismo Cacique[,] que contó aquellos hechos a
Juan Sánchez. El 8 de septiembre de 1652, dice la investi-
gación llevada a cabo por el Doctor Herrera, se trató de
obligar al Cacique a asistir a los oficios divinos. Él se negó
a ello, y se retiró a su morada, distante dos leguas de allí.
Apenas había llegado, se le apareció la Virgen, con tanto
esplendor, que en medio de la noche daba tanta luz como el
sol al mediodía. El Cacique, al verla, dijo: ‘¡Oh, Señora![,]
hasta cuándo me has de perseguir. Bien puedes volverte; no
te he de obedecer. Por ti estoy pasando trabajos. Quiero re-
gresar a mis bosques, ahora que me arrepiento de haberlos
abandonado’. La mujer del indio le dijo a su marido: ‘No
insultes a la Señora; no tengas tan mal corazón’. El indio
entonces echó mano a sus flechas, tratando de herir a la
Virgen, pero ésta se le aproximó tanto, que no pudo ejecu-
tar sus designios. Él quiso echársele encima, pero ella en-
tonces desapareció, y de nuevo reinó la oscuridad. Al mis-
mo tiempo, el Cacique sintió algo entre sus manos, hizo luz[,]
y vio una imagen de la Virgen; la escondió entre la paja del
techo de su choza[,] y salió al bosque, donde murió, mordi-
do de serpiente. Un niño de doce años encontró la peque-
ña imagen[,] y la colgó en su escapulario. Pero en cuanto
se supo la cosa, vinieron a buscar la imagen con toda la
solemnidad del caso. La transportaron a la Iglesia, la cual
muy pronto se transformó en templo digno de la reliquia. A
ella acuden de continuo los fieles a tributarle homenajes con
profunda veneración. Sólo le ha faltado a la Virgen de
Coromoto, para igualarla a Nuestra Señora de Loreto, los
192 La Iglesia en la Venezuela Republicana

tesoros de la Virgen italiana, pues al par de ella, se la con-


sidera todopoderosa” 295.
Hay, por lo tanto, fundamento más que suficiente como afir-
mar con el Hno. Nectario María, que “Bolívar visita la Iglesia
junto con sus acompañantes, e implora el auxilio y protec-
ción de la Virgen Santísima de Coromoto, que debía ser más
tarde declarada Patrona de Venezuela; y el triunfo de
Carabobo fue el fruto de la confianza del Libertador en el
poder de la sin par Madre de Dios, la Virgen Santísima de
Coromoto. Una placa marmórea, en el frontispicio de la Ba-
sílica, recuerda la visita y plegaria del Libertador a la Santí-
sima Virgen de Coromoto”296. Esa placa todavía se encuentra
en la fachada de la actual Iglesia Catedral de la ciudad de
Guanare…

295
Francisco Depons, Viaje a la parte oriental de tierra firme en la Amé-
rica meridional, Colección histórica-económica venezolana del Ban-
co Central de Venezuela, Vol. V, Caracas (2) 1960.
296
Hno. Nectario María, Op. cit., p. 45.
VIII
LA VIRGEN DE LAS MERCEDES

EL VOTO DE LA MUNICIPALIDAD DE QUITO


DESPUÉS DE LA BATALLA DE PICHINCHA
(mayo de 1822)

El 20 de noviembre de 1821 se había pactado con los españo-


les un armisticio en el territorio comprendido entre las ciudades
de Quito a Loja… Pues bien, roto en enero de 1822 este armisti-
cio, el Gral. Antonio José de Sucre anunció en emotiva Proclama
desde Guayaquil su propósito de libertar la ciudad de Quito:
“¡Quiteños! Al ajustar el armisticio de noviembre pensa-
mos un momento[,] que la razón obtuviese por sí algún triun-
fo de los españoles, sin que la muerte arrancara de sus ma-
nos el único pueblo que aún oprimen en Colombia, pero pre-
parativos hostiles, vejámenes y violencias sucedieron a sus
promesas liberales, juzgando que el establecimiento de ese
código simulado de ignominia para los americanos, de inmo-
ralidad y de horror, lisonjeara vuestros deseos y favoreciese
sus maquinaciones. La transgresión de aquel tratado, la dig-
nidad de la República y los gritos de vuestros pueblos nos
llaman a las armas: volamos ansiosos a satisfacer vuestros
votos y cumplir nuestros deberes.
“¡Quiteños! El Dios de los destinos y de la justicia ultraja-
do en sus altares, en sus ministros y en sus más sagrados
institutos, nos envía a vengar la Religión ofendida. La profa-
nación del Santuario y la desolación de ese bello país, han
irritado al Cielo que[,] identificando su causa con la causa
de la libertad[,] manda en defensa de sus derechos la espa-
da de Bolívar y los bravos de Carabobo.
“Quiteños: no es sólo la Independencia de vuestra Patria
el objeto del Ejército Libertador, es ya la conservación de
vuestras propiedades, de vuestras vidas, la fe de nuestros
padres, el honor de la Nación[,] que lo conducen a la victo-
ria. Los sacrílegos y los tiranos expiarán sus crímenes y el
194 La Iglesia en la Venezuela Republicana

humo de nuestra sangre será el sacrificio que os presente-


mos por vuestra dicha.
“Cuartel General de Guayaquil, a 20 de enero de 1822.
“A.J. de Sucre”297.
Esta Proclama es otra impresionante muestra más, de que la
causa de la Independencia implicaba —en el concepto de sus
grandes héroes, como Bolívar, Sucre, y otros— la reivindicación
de la Religión Católica, Apostólica y Romana ante los ultrajes de
los españoles…
Es conocido, que durante el desarrollo de la campaña, Sucre le
escribió a la Madre Rosa de la Santísima Trinidad, Priora del
Carmen Alto de Quito —Monasterio de Monjas Carmelitas Des-
calzas—, solicitándole oraciones… No se ha hallado la carta, que
Sucre dirigió a la Priora con tal objeto; pero, existe la carta de la
Priora a Sucre, felicitándolo efusivamente por el resonante triun-
fo de la Batalla de Pichincha:
“Sr. General:
“Muy Sr. mío:
“La Religión que V.S. ha querido sostener ha puesto en
sus manos el laurel, y nos ha sacado del cautiverio en que
hemos gemido tantos años. El Dios de la paz nos la ha dado
ya por la mano pacífica de V.S., que se ha esforzado única-
mente a favorecer a la humanidad ahorrando estragos y
toda efusión de sangre; con cuyo objeto me encargó que
con la comunidad dirigiese al Señor mis oraciones. Lo justo
de la recomendación ocupó al instante mi obediencia; y ha-
bría instruido a V.S. de ello, si los arbitrios que tomé para
contestar a la apreciable carta de V.S. no se me hubiesen
frustrado; mas hoy que el Cielo nos lo ha traído como a tu-
telar de Quito, tengo el honor de remitirle estas letras cele-
brando su venida y dándole el parabién de los triunfos que

297
Gral. Antonio José de Sucre, Proclama a los habitantes del Departa-
mento de Quito (20 de enero de 1822), en: Archivo de Sucre, Tm. II
(1822)[, Fundación Vicente Lecuna – Banco de Venezuela], Caracas
1974, pp. 7-8.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 195

ha logrado a pesar de los muchos y obstinados esfuerzos,


que ha superado, ofreciéndome igualmente con mi comuni-
dad, no sólo a continuar mis oraciones por la felicidad de
V.S. sino a servirle en cuanto tuviere la dignidad de man-
darme.
“Dios gue. [—guarde—] a V.S. ms. [—muchos—] as. [—
años—.] Carmen de la Antigua Fundación de Quito y mayo
26 de 1822.
“Rosa de la Sma. Trinidad, Priora”298.
Efectivamente, el 24 de mayo de 1822, el Ejército Libertador,
al mando del Gral. Antonio José de Sucre había triunfado en las
faldas del volcán Pichincha, que domina la hermosa ciudad de
Quito. El 27 de mayo se efectuó una celebración —probable-
mente un Te-Deum— en la Catedral de Quito, en la cual pronun-
ció una “Oración gratulatoria” el R.P. José Bravo, Fraile de la
Orden de la Merced, quien, entre otras cosas, expresó: “Bienve-
nidos seáis, honorables Libertadores, que nosotros, penetra-
dos de los más vivos sentimientos de gratitud y reconocimien-
to, aún no atinamos el modo de agradeceros y celebraros,
pero yo os aseguro, a nombre del generoso pueblo de Quito,
que estamos resueltos a partir con vosotros los trofeos que
han sido tomados de manos de la dominación anterior; sa-
bed a la vez, que estamos resueltos a unirnos en vuestras
filas y a sacrificar las vidas que nos habéis salvado, a fin de
que continúen vuestras gloriosas jornadas de libertad, has-
ta que se halle libre el último rincón de nuestras tierras, que
espero lo alcanzaréis con vuestro saber, con vuestra cons-
tancia, con vuestro valor, con vuestros trabajos y tribulacio-

298
Cit. en: Enrique M. Villasís Terán, Santa Mariana de Jesús. Azucena
de Quito. Una gran figura hispanoamericana de los siglos de oro,
Quito (4) 1975, pp. 158-159. Esta carta de la Priora del Carmen Alto de
Quito la dio a conocer por primera vez el R.P. Aurelio Espinosa Pólit,
S.J., en su Oración gratulatoria pronunciada en la Catedral de Quito
con motivo del 124º aniversario de la Batalla de Pichincha, el 24 de
mayo de 1946 (cf. ibid., p. 158).
196 La Iglesia en la Venezuela Republicana

nes y con vuestra generosidad”299. Al asistir al Te-Deum, cum-


plía el Gral. Sucre con su devoción cristiana en gesto, que, ade-
más, buscaba “enraizar la cooperación de la Iglesia en la
misión mediatizadora de la impactante secuela producida por
la encarnizada guerra”300 —como señala con perspicacia el
eminente historiador Dr. Rafael Ramón Castellanos.
Cinco días después de la Batalla de Pichincha, el 29 de mayo,
las corporaciones y personas notables de Quito celebraban una
importante asamblea, cuya acta se ha conservado: “En la ciudad
de San Francisco de Quito, capital de las Provincias del an-
tiguo Reino de este nombre, representada por su Excma.
Municipalidad, el Venerable Deán y Cabildo de la Santa Igle-
sia Catedral, los Prelados de las comunidades religiosas, los
Curas de las Parroquias urbanas, las principales personas del
comercio y agricultura, los padres de familia y notables del
país, dijeron: que convencidos de hallarse disueltos los vín-
culos con que la conquista unió este Reino a la Nación espa-
ñola, en fuerza de los derechos sacrosantos de todo pueblo
para emanciparse si el bien de sus habitantes lo demanda;
(…); cuando, en fin, los españoles profanando el Santuario, y
sus ministros hollando la moral pública, cubriendo los pueblos
de sangre y de luto, preparaban la completa ruina de estas
regiones infortunadas; y cuando el Ser Supremo, creador de
los bienes de la tierra, cansado del torrente de males que ha

299
Cit. en: Fr. Joel Leónidas Monroy, O.M., La Santísima Virgen de la
Merced de Quito y su Santuario, Quito 1993, p. 205 [Biblioteca Ecua-
toriana Aurelio Espinosa Pólit – Quito, Ecuador]; el texto completo
de la “Oración de Acción de Gracias, por la toma de Quito, por el Gral.
Sucre, pronunciada en la Iglesia de la Catedral, el 27 de mayo de
1822, por el M.R.P. Maestro, Fray José Bravo, Mercedario” se en-
cuentra impreso en: Diario “Debate”, [Quito,] 24 de mayo de 1931
[Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit – Quito, Ecuador].
300
Dr. Rafael Ramón Castellanos, La dimensión internacional del Gran
Mariscal de Ayacucho (Sucre diplomático y creador del Derecho
Internacional Humanitario), Caracas 1998, p. 140.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 197

inundado el pueblo quiteño, dándole la victoria con que co-


ronó las armas de la Patria en la memorable batalla del 24 del
corriente sobre las faldas del Pichincha, lo ha puesto en po-
sesión de sus derechos imprescriptibles por medio del genio
tutelar de Colombia, por la mano del inmortal Bolívar, que
desde los más remotos puntos de la República ha proveído
siempre infatigable a la felicidad de estas Provincias; esta cor-
poración, pues, expresando con la más posible y solemne le-
gitimidad los votos de los pueblos que componen el antiguo
Reino de Quito, ofreciéndose al Ser Supremo, y prometiendo
conservar pura la Religión de Jesús como la base de las me-
jores sociedades, ha venido en resolver, y resuelve: 1º Reunirse
a la República de Colombia como el primer acto espontáneo
dictado por el deseo de los pueblos, (…) 5º Establecer perpe-
tuamente una función religiosa, en qué celebrar el aniversa-
rio de la emancipación de Quito; la cual se hará trasladando
en procesión solemne la víspera de Pentecostés, a la Santa
Iglesia Catedral, la imagen de la Madre de Dios, bajo su
advocación de Mercedes, y en el día habrá en ella Misa clá-
sica con sermón, a que concurrirán todas las corporaciones,
y será considerada como la primera fiesta religiosa de Quito,
cuando tiene el objeto de elevar los votos de este pueblo al
Hacedor Supremo, por los bienes que le concedió en igual día.
6º. Instituir otra función fúnebre por el alivio y descanso de las
almas de los héroes que sacrificaron su vida a la libertad ame-
ricana, cuya función, celebrada el tercer día de Pentecostés,
será tan solemne como la del artículo anterior, o el día siguien-
te hábil (…) 8º Celebrar una Misa de gracias el domingo dos
del entrante, con toda pompa para rendir al Dios de los Ejér-
citos nuestro homenaje y reconocimiento por la transformación
gloriosa de Quito, (…)”301.

301
Acta de las corporaciones y personas notables de Quito (29 de mayo
de 1822), en: Gral. Daniel Florencio O’Leary, Memorias. Edición
facsimilar del original de la primera edición, con motivo de la celebra-
ción del Sesquicentenario de la Muerte de Simón Bolívar, Padre de la
198 La Iglesia en la Venezuela Republicana

¿Por qué la asamblea resolvía establecer perpetuamente, es


decir, todos los años, una función religiosa “trasladando en pro-
cesión solemne la víspera de Pentecostés, a la Santa Iglesia
Catedral, la imagen de la Madre de Dios, bajo su advocación
de Mercedes”302? Probablemente, porque decidía perpetuar lo
que se había practicado inmediatamente después de la Batalla de
Pichincha… Afirma el célebre historiador ecuatoriano Don Julio
Tobar Donoso, que la Virgen de las Mercedes había merecido en
la ciudad de Quito la primacía en la piedad popular303, por haberla
salvado repetidas veces de las erupciones del volcán Pichincha…
El 8 de septiembre de 1575, “el volcán Pichincha estalla en
formidable erupción: la tierra tiembla, la ceniza cubre el ros-
tro del sol. Mas, la Virgen poderosa extiende su manto y la
ciudad recobra la luz y el sosiego. El Cabildo civil vota a
perpetuidad solemnísima acción anual de gracias para esa
fecha. Viene el 27 de octubre de 1660; y la montaña fulgu-
rante pone espanto en este pueblo, que confía sólo en la pre-
dilección de María. De la Catedral va al templo de la Mer-
ced procesión de penitencia, presidida por la Audiencia Real
y el Ayuntamiento. El Obispo Don Alonso de la Peña recibe
juramento a la ciudad de tener por Patrona a Nuestra Seño-
ra de las Mercedes, y de celebrar el 27 de octubre de cada
año una fiesta en memoria del beneficio”304.

Patria[, Ministerio de la Defensa], Caracas (2) 1981, Tm. XIX, pp. 311-
315, p. cit. 311-314.
302
Ibid., p. 314.
303
Cf. Don Julio Tobar Donoso, La Iglesia, modeladora de la nacionali-
dad, Quito 1953, p. 126 [Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa
Pólit – Quito, Ecuador].
304
Ibid., p. 127. No cabe duda de la insigne piedad mariana del pueblo
de Quito… Consta, que los patriotas de Quito, reunidos en la casa de
Manuela Cañizares en la noche del 9 al 10 de agosto de 1809, en el
momento más crítico rezaron una Salve a la Virgen: “(…) sólo resta-
ba la ardua empresa de ganar la fuerza armada. Y pues, ¿quién
arrostra a este peligro? (…) El inmortal Salinas. Levántase este
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 199

Pues bien, el día de la Batalla de Pichincha, el 24 de mayo de


1822, cayó el viernes antes de Pentecostés… El pueblo de Quito,
transportado en entusiasmo por la victoria del Ejército Libertador
en la Batalla de Pichincha, probablemente llevó en procesión la
imagen de su Patrona, la Virgen de las Mercedes, a la Catedral
de Quito al día siguiente de la Batalla, es decir, el 25 de mayo, la
víspera de Pentecostés —es una hipótesis—; razón, por la cual la
asamblea del 29 de mayo establecía, que la imagen de la Virgen
de las Mercedes fuera trasladada todos los años a la Catedral, la
víspera de Pentecostés305…

héroe de su asiento, ofrece acometer solo a los cuarteles, (…) Mar-


cha, pues, y el piadoso héroe, para atentar tamaña empresa, ruega
con una aire devoto a la Soberana Asamblea rece una Salve a la
Virgen por el éxito de una hazaña que servirá para dar la última
mano a la grande obra. Vea Ud. la cosa bien patética, a un pueblo
soberano y creador, que puesto de rodillas, parecía transformado
en comunidad de anacoretas, y que con acento suplicante rezaba
una devota Salve. Pero, ¡oh prodigio!, llega el héroe al cuartel,
llama a las puertas, ábrense de par en par para darle entrada.
Encuentra ya los corredores iluminados, las dos compañías forma-
das y como en expectación de sus órdenes. Habló, (…) Calló el
orador, (…), y todos los militares repitieron con muchos palmo-
teos: ¡Viva!, ¡viva!” (Memorias de la Revolución de Quito en cinco
cartas escritas a un amigo, en: Gral. Daniel Florencio O’Leary, Op.
cit., Tm. XIII, pp. 10-43, p. cit. 16). Así mismo consta, que el efímero
Gobierno instalado el 10 de agosto de 1809 en Quito mandó, a sus
expensas, colocar luminarias durante tres noches seguidas en la to-
rre de la Iglesia de La Merced (cf. Fr. Joel Leónidas Monroy, O.M.,
Op. cit., pp. 197-198).
305
El voto de la asamblea del 29 de mayo de 1822 fue cumplido en los
años sucesivos… El 23 de mayo de 1823, “el pueblo quiteño al
solemnizar con demostraciones públicas de regocijo el primer ani-
versario de su emancipación política, comenzó por una función
religiosa, que acredite la piadosa referencia que hace de su actual
felicidad al Autor Soberano de todo bien, trasladando por la ma-
ñana la imagen admirable de Nuestra Señora de las Mercedes en
una solemne procesión de su Iglesia a la Catedral. (…) El 25, se
200 La Iglesia en la Venezuela Republicana

En cuanto a la Misa decretada para el domingo, 2 de junio,


“con toda pompa para rendir al Dios de los Ejércitos nuestro
homenaje y reconocimiento por la transformación gloriosa

celebró por la mañana una solemne Misa de acción de gracias en


la Iglesia Catedral, y el numeroso concurso que se vio en ella
acredita, que si los colombianos saben manifestar su entusiasmo y
júbilo cuando recuerdan con diversiones públicas las épocas glo-
riosas de su historia, no es menos grande su religiosa piedad cuan-
do se trata de rendir al Ser Supremo el homenaje de su reconoci-
miento por los bienes inmensos que les ha dispensado su mano
generosa en la adquisición de su Independencia. El R.P. Provin-
cial del Convento de la Merced, Fr. Pedro Bou, pronunció una
elocuente Oración, en que ofreció a la atención de la asamblea el
cuadro hermoso de las ventajas que nos había acarreado nuestra
dichosa regeneración comparándolo con el horrible de los males
de que nos habíamos librado (…)” (cit. en: Fr. Joel Leónidas Monroy,
O.M., Op. cit., pp. 213-214). Así mismo, se dio cumplimiento en los
años sucesivos a la función fúnebre por el descanso de las almas de
los héroes muertos en la Batalla; así consta en un oficio de la Inten-
dencia del Departamento de Quito a la Municipalidad de Quito, con
fecha del 4 de junio de 1823: “El Gobierno ha dispuesto que el lunes
9 del corriente [mes de junio] se haga en la Iglesia Catedral el
aniversario o función fúnebre acordada por la Municipalidad en
alivio de las almas de los valientes que sacrificaron sus vidas en la
acción de Pichincha por la libertad de Quito. V.S.M.I. como que le
es propia dicha función, se servirá disponer que se haga con toda
la pompa y decencia que corresponde a la importancia de su obje-
to; haciendo se levante del mejor modo posible una tumba en la
citada Iglesia. El orador que ha de pronunciar la Oración fúnebre,
está prevenido de antemano, y tanto a éste como al benemérito
religioso que pronunció el discurso de acción de gracias el 25 del
pasado [mes de mayo], debe la Municipalidad recompensarles dig-
namente su trabajo, como que por voto de esa corporación se ha
establecido la celebración anual de estas solemnidades. Dios guar-
de a V.S.M.I. Dr. Ortega Sotomayor” (Oficios y solicitudes dirigidas
al Presidente del Concejo Municipal de Quito 1823-1826, Tm. I [Ar-
chivo Metropolitano de Quito – Quito, Ecuador]).
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 201

de Quito”306, hay una carta del Gral. Antonio José de Sucre, fe-
chada el 31 de mayo, dirigida al Deán y Cabildo de la Santa Igle-
sia Catedral de Quito: “Siendo el primer deber de un católico
rendir el homenaje de su reconocimiento al Dios de las bata-
llas, cuya protección en favor de la causa santa de la Inde-
pendencia fue tan visible en la memorable jornada del 24 del
corriente, que ha fijado para siempre los felices destinos de
Quito, terminando a un mismo tiempo los terribles males que
la tiranía y la opresión hacían sufrir a estos pueblos, se ha
dispuesto que el domingo 2 de junio se celebre en la Santa
Iglesia Catedral una solemne fiesta de acción de gracias, y
yo recomiendo a V.S.M.V. que ésta se haga con todo el apa-
rato, pompa, decencia y majestad que exige la grandeza del
motivo que nos impele a hacer esta manifestación de nuestra
gratitud al Todopoderoso por los triunfos con que ha coro-
nado nuestros votos por la libertad”307. Una magnífica carta,
sin duda…

306
Cf. Acta de las corporaciones y personas notables de Quito (29 de
mayo de 1822), en: loc. cit., p. 314.
307
Gral. Antonio José de Sucre, Carta al Deán y Cabildo de la Santa
Iglesia Catedral de Quito (31 de mayo de 1822), en: Archivo de Sucre,
Op. cit., Tm. cit., pp. 158-159. En el tomo correspondiente al año 1822
del Archivo de Sucre, aparece esta carta como tomada de una Carta
Pastoral de Mons. Sixto Sosa, Obispo de Cumaná (cf. Mons. Sixto
Sosa, Obispo de Cumaná, Carta Pastoral con ocasión del primer Cen-
tenario de la muerte de Sucre (17 de noviembre de 1930), Cumaná
1930, p. 9); igualmente en el Epistolario Quitense del Gran Mariscal
Antonio José de Sucre (cf. Epistolario Quitense del Gran Mariscal
Antonio José de Sucre, Tm. I, Presentación por el Dr. Jamil Mahuad
Witt, Alcalde Metropolitano de Quito, Selección, ordenamiento y
prólogo por el Dr. Jorge Salvador Lara, Cronista de la ciudad de
Quito, Índices onomástico y toponímico por la Sra. Patricia Sandoval,
Publicaciones del Archivo Municipal de Historia, Vol. XXXIX, Quito
1997). En realidad, la carta fue dada a conocer por primera vez por
Mons. Manuel María Pólit, Arzobispo de Quito (cf. Mons. Manuel
María Pólit, Arzobispo de Quito, Alocución arzobispal con motivo
202 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Dos meses después, el 9 de agosto, se dirigió Sucre nueva-


mente al Deán y Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de Quito,
esta vez para solicitar la celebración de un Te-Deum en el aniver-
sario del 10 de agosto de 1809, día del primer grito de la Indepen-
dencia de Quito: “Como nada hay más justo ni conforme a las
obligaciones de un pueblo católico, que tributar al Dios de los
Ejércitos los testimonios de su gratitud por los bienes que re-
cibe de su mano poderosa, el Gobierno, que recuerda con un
placer inmenso, el día de mañana, el singular beneficio con
que distinguió a Quito, levantando la primera el grito sagra-
do de libertad en 10 de agosto de 1809, ha dispuesto cumplir
con un deber tan grato, celebrando en la Iglesia Catedral a
las nueve de la mañana una Misa solemne con Te-Deum, a
cuya asistencia espera se prestará V.S.V. en memoria de aquel
ilustre acontecimiento. Dios guarde a V.S.V. muchos años”308.
El mismo Sucre se encontró, pues, el 10 de agosto de 1822 en la
Catedral de Quito a los pies del Señor Sacramentado…

del primer Centenario de la Batalla de Pichincha (15 de mayo de


1922), en: Boletín Eclesiástico de la Arquidiócesis de Quito 29 (1922),
Nº 5 (mayo de 1922), pp. 183-191, pp. cit. 186-187 [Biblioteca Ecuato-
riana Aurelio Espinosa Pólit – Quito, Ecuador]). El mismo Arzobispo
publicó después un magnífico estudio sobre los sentimientos reli-
giosos de Sucre (cf. Mons. Manuel María Pólit, Arzobispo de Quito,
Los sentimientos religiosos de Sucre, en: Memorias de la Academia
Ecuatoriana correspondiente de la Real Española, Número Extraordi-
nario dedicado a la memoria del Gran Mariscal Antonio José de Sucre,
con motivo del Centenario de la Batalla de Pichincha, Quito 1922, pp.
44-61 [Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit – Quito, Ecua-
dor]), de donde debió tomar Mons. Sixto Sosa el texto de la carta en
cuestión (cf. ibid., p. 53; Mons. Sixto Sosa, loc. cit., pp. 8-9).
308
Gral. Antonio José de Sucre, Carta al Deán y Cabildo de la Santa
Iglesia Catedral de Quito (9 de agosto de 1822), en: Boletín Eclesiás-
tico de la Arquidiócesis de Quito 29 (1922), Nº 5 (mayo de 1922), p.
193.
IX
LA VIRGEN DE LAS MERCEDES

PATRONA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ


(septiembre de 1823)

En el Perú fue declarada la Virgen de las Mercedes Patrona de


las Armas de la República por Decreto del Congreso Constituyente
del Perú del 22 de septiembre de 1823 —a poco más de un año de
la Batalla de Pichincha: “Don José Bernardo de Tagle, Presiden-
te de la República del Perú, etc. Por cuanto el soberano Con-
greso se ha servido decretar lo siguiente: El Congreso Cons-
tituyente del Perú. Reconociendo la especial protección del
Ser Supremo por mediación de la Santísima Virgen de Merce-
des, en los acontecimientos felices para las armas de la Patria,
durante la tenaz contienda de la América con la España por
la Independencia: Ha venido en decretar y decreta: Que se
declara a la Virgen Santísima de Mercedes Patrona de las Ar-
mas de la República. Tendréislo entendido y dispondréis lo
necesario a su cumplimiento mandándolo imprimir, publicar y
circular. Dado en la sala del Congreso, en Lima, a 22 de sep-
tiembre de 1823.- 4º y 2º. Manuel de Arias, Presidente.- Ma-
nuel Antonio Colmenares, Diputado Secretario.- Manuel Mue-
lle, Diputado Secretario. Por tanto ejecútese, guárdese y cúm-
plase en todas sus partes por quienes convenga. Dará cuen-
ta de su cumplimiento el Ministro de Estado en el Departamento
de Gobierno. Dado en Lima, a 22 de septiembre de 1823.- 4º
y 2º.- José Bernardo de Tagle. Por orden de S.E. El Conde de
San Donás”309. Al reconocer el Decreto “la especial protección
del Ser Supremo por mediación de la Santísima Virgen de las

309
Cit. en: Juan Oviedo (editor), Colección de Leyes, Decretos y Órde-
nes publicadas en el Perú desde el año de 1821 hasta el 31 de diciem-
bre de 1859, Tm. V, Lima 1861, Nº 1936, p. 267 [Biblioteca Nacional del
Perú – Lima, Perú].
204 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Mercedes, en los acontecimientos felices para las armas de la


Patria, durante la tenaz contienda de la América con la Espa-
ña por la Independencia”310, alude a la Batalla de Pichincha, sin
duda alguna…
Por lo demás, es imposible, que el Libertador no haya tenido
conocimiento de este Decreto, pues se encontraba desde el 1º de
septiembre del mismo año 1823 en el Perú; y el Congreso Cons-
tituyente del Perú había depositado en él la suprema autoridad

310
Ibid. Posiblemente aluda el Decreto también a la Batalla de Tucumán,
en que triunfaron los patriotas sobre los realistas, el 24 de septiem-
bre de 1812, día de la Virgen de las Mercedes; relata Bartolomé Mitre
en su magnífico libro sobre el Gral. Manuel Belgrano, que, después
de la Batalla: “La división de vanguardia llegó a Tucumán en mo-
mentos en que una procesión cruzaba las calles de la ciudad, lle-
vando en triunfo la imagen de Nuestra Señora de las Mercedes.
Como la victoria del 24 de septiembre había tenido lugar precisa-
mente en el día de su advocación, se atribuyó el resultado a su
divina influencia, y el General Belgrano, que además de ser un
hombre religioso, se proponía en ello un fin político, la hizo nom-
brar Generala del Ejército. A caballo y llena del polvo del camino,
se incorporó la División de vanguardia a la procesión, la que si-
guiendo su marcha desembocó al campo de batalla, húmedo aún
con la sangre de las víctimas. El General entonces se colocó al pie
de las andas, que descienden hasta su nivel, y desprendiéndose de
su bastón de mando lo coloca en las manos de la imagen; y las
andas vuelven a levantarse, y la procesión continúa
majestuosamente su camino” (Bartolomé Mitre, Historia de Belgrano,
Vol. II, Buenos Aires 1859, pp. 69-70). El mismo Gral. Belgrano, al dar
cuenta de la victoria de los patriotas en la Batalla de Tucumán en su
comunicado del 26 de septiembre de 1812, empezaba con estas pala-
bras: “La Patria puede gloriarse de la completa victoria que han
obtenido sus armas el día 24 del corriente, día de Nuestra Señora
de las Mercedes, bajo cuya protección nos pusimos” (cit. en: Eudoxio
J. de Palacio, La Generala de Belgrano, Córdoba [Argentina] 1944, p.
15; cit. en: Mons. Severo Aparicio, O.M., La Orden de la Merced en
el Perú, Tm. I, Cuzco 2001, p. 228). Existen más documentos… En
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 205

militar en todo el territorio de la República, teniendo el Presidente


de la República que ponerse de acuerdo con el Libertador en
todos los casos del ámbito de sus atribuciones311. Es más, es per-
fectamente posible, que el Presidente de la República del Perú
haya consultado a Bolívar antes de colocarle el Ejecútese al De-
creto —así lo estima el historiador ecuatoriano Fr. Joel Leónidas
Monroy, O.M.312
Hay otro documento, en el cual se menciona a la Virgen de las
Mercedes como Patrona del Ejército… Después de la rendición
de las fortalezas de El Callao en enero de 1826, escribía el Gral.
Bartolomé Salom —quien había dirigido el sitio de las fortale-
zas—, al Gral. Juan Salazar, Ministro de Guerra y Marina del
Perú:
“General en Jefe
“Cuartel General en Bellavista
“Enero 24 de 1826
“Al Señor Ministro de Guerra y Marina, Gral. de Brigada
Don Juan Salazar
“Señor Ministro:

carta del 6 de abril de 1814, el Gral. Belgrano le hacía al Gral. José de


San Martín la siguiente recomendación: “Añadiré únicamente (…)
que no deje de implorar a Nuestra Señora de las Mercedes, nom-
brándola siempre nuestra Generala, y no olvide los escapularios a
la tropa” (cit. en: Eudoxio J. de Palacio, Op. cit., p. 19; cit. en: Mons.
Severo Aparicio, O.M., Op. cit., p. 228).
311
Cf. Juan Oviedo (editor), Op. cit., Tm. II, Lima 1861, Nº 378, p. 136
[Biblioteca Nacional del Perú – Lima, Perú].
312
Cf. Fr. Joel Leónidas Monroy, O.M., Op. cit., p. 220. En todo caso, fue
el Diputado suplente por Lima Don Juan Esteban Henríquez de
Saldaña, Canónigo Medio Racionero de la Catedral de Lima y Cape-
llán del Monasterio de la Concepción, quien presentó el 22 de sep-
tiembre de 1823 la proposición “reducida a que el Congreso decla-
rase por un Decreto a la Virgen Santísima de las Mercedes Patrona
de las Armas. Discutida ligeramente la proposición se aprobó por
unanimidad, mandándose expedir el Decreto correspondiente” (cit.
en: Mons. Severo Aparicio, O.M., Op. cit., p. 229).
206 La Iglesia en la Venezuela Republicana

“En las fortalezas de El Callao se han encontrado nueve


banderas castellanas y un gallardete; las cuales remito a V.S.
para lo que tenga a bien disponer S.E. el Consejo de Gobier-
no; advirtiendo que he reservado una para enviar al Poder
Ejecutivo de Colombia, esperando sea de su aprobación.
“Dios guarde a V.S.
“Bartolomé Salom”313.
El mismo día, contestaba el Gral. Salazar al Gral. Salom:
“Palacio del Gobierno en la capital de Lima a 24 de ene-
ro de 1826
“7º
“Al Sr. General en Jefe del Ejército de la Costa Bartolomé
Salom
“Sr. General:
“Las nueve banderas castellanas y un gallardete que se
han encontrado en las fortalezas de El Callao, y V.S. se sir-
vió remitir con nota de esta fecha, serán un eterno monumen-
to que acredite a la posteridad la intrepidez y constancia del
Ejército sitiador y de las eminentes virtudes de su digno Ge-
neral que abatió en esos muros al orgullo español. Desean-
do, pues, S.E. el Consejo de Gobierno perpetuar su memoria
ha dispuesto que se coloquen en la Catedral de esta capital,
y en la Iglesia de Ntra. Sra. de las Mercedes, como Patrona
de las Armas de la República; siendo muy de la aprobación
de S.E. que V.S. haya reservado una para enviar al Poder
Ejecutivo de Colombia, como un trofeo de las glorias que
han adquirido sus hijos en la campaña del Perú.
“Quiera V.S. admitir los sentimientos de mi distinguido
aprecio, con que soy de V.S. muy atento, obsecuente servi-
dor.

313
Gaceta del Gobierno del Perú, Tm. 9, Nº 9 (28 de enero de 1826), en:
Gaceta del Gobierno del Perú, Período de Gobierno de Simón Bolí-
var[. Edición facsimilar], Tm. I-III, Caracas 1967[, Fundación Eugenio
Mendoza], Tm. III (julio 1825 – mayo 1826).
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 207

“Juan Salazar” 314.


El Decreto del Presidente de la República del Perú del 22 de
septiembre de 1823, mediante el cual se declara a la Virgen de las
Mercedes Patrona del Ejército, “fue ratificado por otro del 17
de julio del año 1832 y por Ley de 1º de octubre de 1839,
según la cual el Estado debía contribuir con 300 pesos a la
fiesta”315. Y hasta hoy, continúa siendo la Virgen de las Merce-
des Patrona del Ejército del Perú…

314
Cit. en: Gaceta del Gobierno del Perú, en: Tm. cit., Nº cit., en: loc. cit.
315
R.P. Rubén Vargas Ugarte, S.J., Historia del culto de María en
Iberoamérica, Madrid (3) 1956, Tm. II, p. 95.
X
LA VIRGEN DEL SOCORRO DE HUANCHACO

PREPARATIVOS PARA LA CAMPAÑA DEL PERÚ


(diciembre de 1823 – abril de 1824)

En el pueblo de Huanchaco, antiguo puerto de la ciudad de


Trujillo, en el norte del Perú, persiste una tradición, según la cual
Bolívar oró ante la imagen de la Virgen del Socorro en la Iglesia
parroquial, antes de comenzar la campaña del Perú; el Pbro.
Rufino Benítes Vargas, por muchos años Párroco de Huanchaco
y Canónigo de la Catedral de Trujillo —ya fallecido—, recogió la
tradición de labios de una anciana del pueblo: “Bolívar se trasla-
dó a Huanchaco (…) Al comenzar la ceremonia de la Misa,
con un peculiar gesto militar, el Libertador se desprendió de
su brillante espada que pendía de un cinturón rojo bordado
en oro fino y, subiendo al camerín de la Virgen del Socorro,
la depositó a sus pies. Luego que el Obispo celebrante im-
partió la última bendición y dirigió fervoroso saludo al dis-
tinguido Padre de la Patria, por su cumpleaños, Bolívar apa-
reció nuevamente en el camerín; postrado de rodillas reco-
gió su espada y vuelto a la multitud, junto a la imagen de
Nuestra Señora del Socorro, pronunció estas históricas pa-
labras: ‘¡Virgen del Socorro! ¡Virgen de la libertad! ¡Vamos a
completar la obra más grande que el Cielo ha podido encar-
garnos[!: Como] cristianos y patriotas, recogemos el acero
de nuestra espada dejada a tus pies. [¡]Con ella amanecerá
la libertad del Perú y de los pueblos de América!’”316.

316
Pbro. Rufino Benítes Vargas, Nuestra Señora del Socorro de
Huanchaco y Simón Bolívar. El cumpleaños del Gran Libertador. 28
de octubre de 1824 (versión verbal de Doña Narcisa Segura Urcia,
distinguida matrona, fallecida el 5 de diciembre de 1973 a la avanzada
edad de 110 años), en: Programa General [de la] Gran Feria Patronal
[de] Nuestra Señora del Socorro (…) [de Huanchaco], Huanchaco
1975 [Archivo Arzobispal de Trujillo – Trujillo, Perú, Sección “Regis-
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 209

Ahora bien, hay en la versión ofrecida por el Pbro. Rufino


Benítes Vargas algunas incongruencias: No pudo haber sido el
Obispo de Trujillo quien ofició la Misa; el Obispo, Iltmo. Sr. Dr.
Don José Carrión y Marfil, se hallaba ausente de la Diócesis des-
de diciembre de 1820317. La campaña del Perú comenzó en abril
de 1824… ¿Cuál pudo haber sido el día de la Misa en
Huanchaco? No pudo haber sido el 24 de julio de 1823, día del
cumpleaños del Libertador, como tampoco el 28 de octubre de
1823, día de su onomástico… Era creencia generalizada, que ha-
bía nacido un día de San Simón… Pero, para esa fecha no ha-
bía llegado todavía al norte del Perú318, donde prepararía la cam-
paña...
No obstante estas incongruencias, hay buenos argumentos a
favor de la tradición… El pueblo de Huanchaco como puerto de
la ciudad de Trujillo era de una gran importancia estratégica. El
entonces Cnel. Antonio Gutiérrez de la Fuente, de común acuer-
do con el Libertador —por motivos, que no viene al caso dilucidar
aquí—, había apresado el 25 de noviembre de 1823 en Trujillo a
Don José de la Riva Agüero, deportándolo a Guayaquil… Refiere
el historiador Dr. Héctor Centurión Vallejo en su estudio sobre la
Independencia de Trujillo, que: “Gutiérrez de la Fuente asumió
de hecho el cargo de Prefecto del Departamento de Trujillo.
En el puerto de Huanchaco se encontraba la armada perua-
na, por lo que el 27 del mismo mes y año, por orden escrita
comisionó al Capitán Silvestre de la Cuadra, para que en
combinación con el Capitán Juan Arasás y acompañado de

tros varios”, Expediente Nº Q-28, Fascículo 5, ff. 23ss.]; cf. también:


J. Walter Díaz Sánchez, Tradiciones huanchaqueras, Trujillo 1995,
pp. 98-99.
317
Cf. Centro de Estudios de Historia Eclesiástica del Perú (editor),
Monografía de la Diócesis de Trujillo[, Imprenta Diocesana], Tm. III,
Trujillo 1931, pp. 265-266.
318
Cf. Nicolás Rebaza, Anales del Departamento de La Libertad en la
Guerra de la Independencia[, Banco Industrial del Perú / Fondo del
Libro], Lima (3) 1989, pp. 237.
210 La Iglesia en la Venezuela Republicana

un grupo de vecinos de Trujillo, se trasladase al puerto de


Huanchaco a observar ‘los movimientos que se pueden des-
cubrir de los buques que se hallan a la vista’… ‘y para tener
conocimiento de la clase de otros buques hará que uno de
los prácticos de dicho puerto de Huanchaco salga inmedia-
tamente mar adentro a reconocer las velas que puedan des-
cubrirse y dar aviso de la observación que haga, la misma
que me participará U. sin pérdida de instantes como lo espe-
ro de su acreditado amor por el mejor servicio en obsequio a
nuestra libertad’”319.
Bolívar llegó el 15 de diciembre de 1823 a Cajamarca320, don-
de supo por una correspondencia interceptada a los españoles,
que le fue entregada por el Comandante Julián Santamaría, que
algunos buques españoles “acababan de entrar al Pacífico,
aumentando su marina de guerra. Una escuadrilla enemiga
sobre nuestras costas, en aquellas circunstancias, haciendo
el crucero, paralizaba las disposiciones del Libertador, que
por entonces lo esperaba todo de Colombia. Muchos cuer-
pos de tropa debían ir al Perú en diferentes buques mercan-
tes, según las órdenes que se habían comunicado a los
Intendentes del Ecuador, Guayaquil y Panamá”321. En cues-
tión de horas, comenzó el Libertador “a dar disposiciones para
evitar la pérdida de las tropas que se esperaban de Guaya-
quil”322; y, además, despachó al Oficial Manuel Antonio López
a Guayaquil para llevar sin demora estas órdenes y otras “mu-
chas órdenes de palabra, que debían ejecutarse en los De-

319
Dr. Héctor Centurión Vallejo, La Independencia de Trujillo, en: Re-
vista Universitaria. Órgano semestral de la Universidad de Trujillo –
3ª época 11 (1962), Nº 20-21, pp. 83-225, pp. cit. 188-189.
320
Cf. Cnel. Manuel Antonio López, Recuerdos Históricos de la Guerra
de la Independencia. Colombia y el Perú (1819-1826), Biblioteca
Ayacucho. Bajo la dirección de Don Rufino Blanco Fombona[, Edi-
torial América], Madrid 1919, p. 153.
321
Ibid., p. 154.
322
Ibid., p. 155.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 211

partamentos de Guayaquil, Quito, Panamá y aún en


Cartagena”323. Y luego, Bolívar mismo se trasladó a Trujillo, don-
de llegó por primera vez hacia el 20 de diciembre de 1823324; y
necesariamente —en esa situación tan comprometida, en que
buques españoles patrullaban la costa peruana, mientras que las
tropas colombianas eran esperadas en buques mercantes pro-
venientes de Guayaquil— tuvo que haberse apersonado en el
puerto de Huanchaco, que está a apenas 14 Km. de la ciudad
de Trujillo325. Tal vez Bolívar tomó la decisión de trasladarse a
Trujillo, precisamente para tratar de detener los buques mercan-
tes provenientes de Guayaquil, para preservarlos de ser ataca-
dos y destruidos por los buques de guerra españoles, con la con-
siguiente pérdida de las tropas...
Y al apersonarse en el puerto de Huanchaco, no pudo
escapársele al Libertador la inmensa devoción a la Virgen del
Socorro… Amenazada la ciudad de Trujillo por los piratas en el
año 1674, tuvo el Deán Don Antonio de Saavedra y Leiva la ini-
ciativa de trasladar la imagen de la Virgen del Socorro de
Huanchaco a la Catedral de Trujillo: “El virtuoso Deán tenía
una gran fe en la intercesión de la Reina del Cielo invoca-
da ante la imagen de su predilección y en el instante supre-
mo del peligro y las tribulaciones que amenazaban a la
ciudad, no titubeó en trasladarla desde su trono en la emi-
nencia donde se levanta el templo del primer puerto del norte
del Perú a la Catedral, a fines del año 1674. Trujillo ínte-
gro se apresuró a salir a recibir a la Virgen del Socorro y
le rindió público homenaje en su primer templo, con motivo
de la fiesta de la Purísima, con un Novenario de fiestas,
invocaciones y promesas, para alcanzar el gran favor de su
protección divina. Y el favor fue alcanzado. El temible [pi-

323
Ibid., p. 156.
324
Cf. Nicolás Rebaza, Op. cit., p. cit.
325
En relación a la actividad del Libertador en Trujillo, señala el Gral.
José María Córdova: “(…); el Libertador en Trujillo daba vida a
212 La Iglesia en la Venezuela Republicana

rata Henry] Morgan después de destruir Panamá, fue apla-


zando su expedición al sur, hasta que firmada la paz entre
España e Inglaterra, se acabó todo pretexto para la con-
tinuación de la guerra del corso y los temores que duraron
hasta el año 1676 desaparecieron volviendo la tranquilidad
a los pueblos de la costa occidental de Sudamérica. (…) Para
el Deán era la Virgen del Socorro de Huanchaco la que ha-
bía librado a estos pueblos de la irrupción filibustera, y que
había que buscar una forma por la que, a la vez que se per-
petuara el recuerdo de la merced recibida, se perpetuara
también la oportunidad de pedir a la Virgen, no suspenda
su protección a los pueblos devotos suyos, y para ello ideó
establecer la bajada quinquenal de la imagen milagrosa y
su visita a esta ciudad, para que recibiera el homenaje, ora-
ciones y votos de sus religiosos habitantes. (…) El Deán
Saavedra quiso que los Cabildos Eclesiástico y regular
hicieran voto solemne de traer en cada quinquenio a la
Virgen de Huanchaco y su deseo fue recibido con gran
fervor, (…)”326. En efecto, el Cabildo catedralicio aprobó la
propuesta del Deán Saavedra, como después también el Ayun-
tamiento de la ciudad de Trujillo, en su sesión del 13 de diciem-
bre de 1681327.

todo, sacaba recursos de la nada, ordenaba a la marina, remitía


parques y equipo para el Ejército de soldados que venían de Co-
lombia, y se preparaba para marchar a la campaña, dejando orga-
nizado el gobierno de las Provincias de la costa del norte” (Gral.
José María Córdova, Narración breve de la campaña de Ayacucho,
en: Pilar Moreno de Ángel (editora), Correspondencia y Documen-
tos del Gral. José María Córdova. Conmemoración del
Sesquicentenario de Ayacucho, Tm. II, Biblioteca de Historia Nacio-
nal, Vol. 127, Bogotá 1974, pp. 138-142, p. cit. 138).
326
R. de la Ache, Biografía del Deán Don Antonio de Saavedra y Leiva
[1925], Trujillo 1940, pp. 6-10 [Archivo Arzobispal de Trujillo – Trujillo,
Perú].
327
Cf. J. Walter Díaz Sánchez, Op. cit., pp. 85-86.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 213

La devoción a la Virgen del Socorro de Huanchaco se había


mantenido a través de los años… Un viajero llamado Heinrich
Witt visitó Huanchaco en el año 1842 —apenas 18 años después
de la llegada de Bolívar a Trujillo—; en su relato da cuenta de la
llamada “bajada quinquenal” de la Virgen del Socorro de
Huanchaco, como, por cierto, también de las ruinas de la antigua
ciudad chimú de Chan Chan328. En definitiva, dada la gran devo-

328
“A las 9 p.m. [del martes, 26 de abril de 1842], justo 36 horas
después de salir de El Callao, nos detuvimos en el puerto de
Huanchaco. Vimos una luz que venía de la orilla y, luego de un
corto intervalo, el Capitán del puerto, J.M. González, y su cuñado
Vicente González, estaban a un lado del barco en una lancha gran-
de. Me aseguraron que el mar estaba muy calmado, lo cual no era
frecuente aquí, por lo que decidí desembarcar, (…) Miércoles, 27.
Me levanté temprano y paseé por el lugar, una villa de unas 500
almas, casi todos indios, parte de los cuales se ganaban la vida
pescando; (…) Había una pequeña Iglesia, que quedaba algo reti-
rada en una colina, una continuación de la costa alta, que acá se
retira lo suficiente como para dejar un espacio de tierra nivelada
que forma el paraje de Huanchaco. Después del desayuno, V.
González me acompañó a Trujillo, a sólo 2 leguas de distancia, en
dirección al sudeste. Contraté dos caballos para montar, uno para
mí y el otro para mi sirviente, a 2 pesos cada uno, también una
mula para el equipaje a 6 reales. Por más o menos 1 legua, hasta
una pequeña Capilla dedicada a San José, el camino es pedregoso
y árido. Esta Capilla, así me lo relató González, fue construida no
hace mucho por el Deán de Trujillo, quien tenía una devoción
especial por la imagen de la Virgen a la que se rendía culto en la
Iglesia de Huanchaco. Esta imagen, era costumbre y tal vez lo sea
todavía, se llevaba cargada hasta la Catedral de Trujillo, una vez
cada cinco años; hasta allá era acompañada por la mayoría de los
huanchaquinos que habían construido sus chozas antes del pue-
blo y que permanecían allí [en Trujillo] por un mes, realizando
todo tipo de celebraciones mientras la imagen permanecía dentro
de la Catedral. Fue así, que el devoto Deán, aduciendo que viajar
la distancia de 6 millas en un día podía ocasionar mucha fatiga a
la Virgen, hizo construir una Capilla en la que la imagen podía
214 La Iglesia en la Venezuela Republicana

ción a la Virgen del Socorro de Huanchaco, es probable que el


Libertador, al apersonarse en el puerto de Huanchaco, haya en-
trado en la Iglesia y orado ante la imagen por la libertad del Perú,
que por entonces se hallaba tan comprometida…
En Trujillo permaneció Bolívar pocos días, pues el 1º de enero
de 1824 se encontraba en Pativilca329. Y —según narra el histo-
riador Felipe Larrazábal en su célebre vida de Bolívar— allí “fue
atacado el Libertador de una violenta fiebre, que lo tuvo
postrado y casi sin conocimiento más de seis días. El 8 co-
menzó a declinar y el 11 entró el enfermo en el período de la
convalecencia. El señor Joaquín Mosquera, Enviado de Co-
lombia, que tuvo noticia en Supe de la grave enfermedad del
Libertador fue inmediatamente a verle y asistirle en aquel
peligro de la vida”330. Y le preguntó: “Y, ¿qué piensa Ud. ha-
cer ahora?”331. “‘Triunfar’, respondió Bolívar. (…) ‘Triun-
far’, insistió Mosquera, ‘¿y cómo?’”332.
El 5 de febrero se insurreccionaron las tropas del Río de la
Plata, comandadas por el Sargento argentino Dámaso Moyano,
en El Callao333. Amenazada la ciudad de Lima, el 10 de febrero el

pasar la noche y luego proseguir la jornada a la mañana siguien-


te. Desde la Capilla, una avenida de árboles frutales lleva hasta la
pequeña villa de Mansiche. A ambos lados el camino pasa por la
plaza del villorio, y otra avenida más pequeña lleva a los viajeros
hasta Trujillo. (…) En las llanuras, en los alrededores de Trujillo,
hay unas ruinas que se piensa son los restos de una gran ciudad, la
capital de un imperio, cuya máxima autoridad era llamada el Chimo,
y que, alrededor de cinco siglos antes de conquistar los españoles
el Perú, fue ocupada y destruida por los incas” (Heinrich Witt,
Diario 1824-1890. Un testimonio personal sobre el Perú del Siglo
XIX, Lima 1992, Vol. I (1824-1842), pp. 342-344).
329
Cf. Felipe Larrazábal, Op. cit., Vol. III, p. 35.
330
Ibid.
331
Ibid., p. 36.
332
Ibid.
333
Cf. ibid., p. 39.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 215

Congreso Constituyente del Perú se apresuró a suspender la Cons-


titución y las Leyes y a concentrar en Bolívar toda autoridad,
proclamándolo Dictador334. La situación se fue agravando de tal
manera, que Bolívar se vio precisado a regresar a Trujillo, adonde
llegó el 15 de marzo335. Con el fin de procurar fondos para la
guerra, impuso “una contribución a los templos que poseían
algunas alhajas y un donativo entre los habitantes de más
desahogadas proporciones”336 en el Departamento de Trujillo,
“único terreno que ocupaba. Aunque el objeto fue reunir
400.000 pesos para los gastos de la campaña, sólo se consi-
guió recoger… 100.000, lo más en barras de plata que se
cambiaron en el comercio”337. El 26 de marzo proclamó el Li-
bertador a la ciudad de Trujillo “Capital de la República mien-
tras se liberta de enemigos la de Lima”338. Antes de salir para
Huamachuco, expidió el Libertador en Trujillo una Proclama, de-
clarándose en campaña militar; Proclama, que concluye con las
siguientes frases: “Peruanos: El campo de batalla que sea tes-
tigo del valor de nuestros soldados, del triunfo de vuestra
libertad; ese campo afortunado me verá arrojar de la mano
la palma de la dictadura y de allí me volveré a Colombia con
mis hermanos de armas, sin tomar un grano de arena del
Perú, dejando la libertad” 339.
El 17 o 18 de abril fue recibido triunfalmente el Libertador en
Huamachuco340. Los “Anales del Departamento de La Libertad
en la Guerra de la Independencia” de Nicolás Rebaza —hijo y
sobrino de Próceres— refieren, que la Municipalidad se había
dirigido al Vicario Foráneo y Párroco, Pbro. Dr. Pedro José Soto,

334
Cf. ibid., pp. 41-43.
335
Cf. Nicolás Rebaza, Op. cit., p. 228.
336
Felipe Larrazábal, Op. cit., Vol. cit., p. 54.
337
Ibid.
338
Gaceta del Gobierno del Perú, Tm. 6, Nº 12 (3 de abril de 1824), en: loc.
cit., Tm. II (1824 – junio 1825).
339
Cit. en: Nicolás Rebaza, Op. cit., p. 239.
340
Cf. Nicolás Rebaza, Op. cit., p. 241.
216 La Iglesia en la Venezuela Republicana

encargándole las palabras de felicitación, “pues a más de su


alta capacidad, ya conocía al Libertador, por haberlo tenido
alojado antes en su casa cuando pasó para Cajamarca en
diciembre del año [18]23. El Sr. Soto, después de decirles
que era muy oportuna la felicitación, se excusó, porque se
reservaba decir lo conveniente en la Misa Solemne, que de-
bía celebrar antes de que saliese a campaña el Libertador”341.
Y, en efecto, el Pbro. Dr. Soto “pidió al Libertador, que se
sirviese aceptar una Misa Solemne que celebraría, para que
el Dios de las batallas le concediese la palma de la victoria.
El Libertador aceptó, y en el día señalado, que fue festivo,
concurrió al templo con sus Generales, el Estado Mayor, y
todos los jefes de los cuerpos. Y tradicional es que oyeron la
Misa con el mayor recogimiento. A la vez, en el atrio del tem-
plo, se levantó un altar portátil y se dijo Misa para todo el
Ejército, que en columna cerrada, la oyó en la extensa plaza
de Huamachuco. Concluida la Misa, que fue muy solemne,
pues el Señor Vicario se preparó como correspondía, hacien-
do venir todo el Clero de las Parroquias inmediatas, pronun-
ció una hermosa alocución. (…) El Libertador quedó muy
complacido, con la solemne función; y al despedirlo el Sr.
Vicario con su Clero hasta la puerta del templo, oyeron que
dirigiéndose al Gral. Lamar, que fue uno de los concurren-
tes, le dijo: ‘General, en la América no necesitamos de los
españoles; pues en ella tenemos eclesiásticos que dignamen-
te pueden ocupar una mitra como el Sr. Vicario’. Contestó
así la galantería de la alocución. Al día siguiente, el Ministro
Sr. Sánchez Carrión, ofreció al Sr. Dr. Soto la silla magistral
en el Coro de Trujillo, que se hallaba vacante, y que el agra-
ciado no aceptó. Mas después el mismo Libertador, aún es-
tando en campaña, le mandó el diploma de Canónigo Magis-
tral, con una nota hermosísima, declarando que era ‘sin ne-
cesidad de oposición, en virtud de las altas facultades con

341
Ibid., p. 242.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 217

que se hallaba investido; y por conocer íntima y personal-


mente la ilustración y demás recomendables dotes del Párro-
co de Huamachuco’. En esta vez, aceptó la Canonjía, to-
mando colación de ella. Después fue presentado como can-
didato para las Diócesis de Ayacucho y Chachapoyas, que
no aceptó” 342.
Trujillo hacía posible la campaña del Perú, porque había dado
hombres, caballos, oro, plata, hierro, provisiones… Por ello, en
recompensa, antes de salir de Huamachuco, el 10 de mayo de
1824 expidió el Libertador el Decreto de creación de la Universi-
dad de Trujillo, que es notable, porque se trata de la “única Uni-
versidad hija de la gesta emancipadora, la única fundada
por Bolívar y la primera de la República”343 —según la feliz
expresión del Profesor Alfredo Valdivieso García de la actual
Universidad Nacional de Trujillo. El Decreto, después de decla-
rar erigida la Universidad en su Art. 1º, y de nombrar Rector de la
misma al Pbro. Dr. Carlos Pedemonte, Arcediano de la Catedral
de Trujillo, en su Art. 2º, establece en su Art. 3º: “El Rector, aso-
ciado con los Doctores Don Hipólito Unanúe, Don Manuel
Lorenzo Vidaurre y Don Manuel de Villarán, formará los
Estatutos correspondientes y los presentará con la posible
brevedad al Gobierno; en la inteligencia de que se ha de
contraer la enseñanza a ciencias eclesiásticas, exactas y
naturales, derecho público y patrio, filosofía y humanida-
des, adoptándose el plan más regular y conforme con los
sanos principios y los descubrimientos modernos”344. ¡Bolí-

342
Ibid., pp. 277-278.
343
Alfredo Valdiviezo García, Galería de Rectores, Universidad de Trujillo,
Trujillo 1996, p. 17.
344
Gaceta del Gobierno del Perú, Tm. 6, Nº 32 (31 de julio de 1824), en:
loc. cit., Tm. cit. Por su parte, el Ministro Sánchez Carrión se dirigía a
los miembros de la Municipalidad de Trujillo para precisarles, que el
Libertador “espera de los beneméritos Municipales y cree que ellos
por su parte cooperarán muy eficazmente a la realización de una
empresa que con el tiempo colmará de gloria a los talentos de la
218 La Iglesia en la Venezuela Republicana

var nombraba Rector de la nueva Universidad a un sacerdote!


¡Bolívar contemplaba la enseñanza de las ciencias eclesiásticas
en la nueva Universidad!
Del Pbro. Dr. Carlos Pedemonte y Talavera, el primer Rector
de la Universidad de Trujillo —y al mismo tiempo Gobernador
Eclesiástico del Obispado de Trujillo— se ha escrito que “fue
adicto en todo y por todo al Libertador” 345. En realidad, el

tierra del Gran Chimú que hasta aquí han tenido que trasladarse a
países lejanos a costa de grandes sacrificios para cultivarse y ob-
tener los mezquinos premios que a la sabiduría americana tenía
decretados el Gobierno español. Mas, de hoy en adelante, todo lo
tiene esa ciudad en su propio seno, y suya será la falta si no apro-
vecha de los extraordinarios conatos con que se empeña el Supre-
mo Gobierno por su bienestar” (cit. en: Nicolás Perazzo, Sánchez
Carrión y Unanúe. Ministros del Libertador, Prólogo de Rafael Ra-
món Castellanos[, Ediciones de la Presidencia de la República], Cara-
cas (2) 1982, p. 63).
345
Centro de Estudios de Historia Eclesiástica del Perú (editor), Op. cit.,
Tm. I, Trujillo 1930, p. 256. Con fecha del 12 de mayo de 1824, a los
dos días del Decreto de creación de la Universidad de Trujillo, escri-
be el Pbro. Dr. Carlos Pedemonte, en su calidad de Gobernador Ecle-
siástico del Obispado de Trujillo una larga Carta Pastoral, en la que
comienza por hacer las siguientes consideraciones: “Nos, el Dr. Don
Carlos Pedemonte, Dignidad de Arcediano de esta Santa Iglesia
Catedral de Trujillo del Perú Independiente, Provisor y Vicario
Capitular del Obispado. A los Venerables Párrocos, Prelados re-
gulares y demás sacerdotes de esta Diócesis. La voz de la Patria,
cuya Independencia hemos jurado, y cuya suerte han confiado los
apoderados de los pueblos al Héroe de Colombia, reclama hoy
más que nunca la más activa y uniforme cooperación de todas las
clases del Estado. La campaña va a abrirse y su decisión debe
asegurarnos una feliz Independencia o sumirnos de nuevo en más
oprimida esclavitud. A vista de esta inevitable alternativa que ha
de fijar para siempre la suerte de América, el genio extraordinario,
a cuyo fuego y constancia nada se resiste, reproduciéndose de un
modo asombroso en cada ciudadano, ha obrado en pocos días
prodigios de actividad, de industria y de recursos para poner sus
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 219

aprecio fue recíproco… En plena campaña, le fue remitida una


nota de orden del Libertador, concebida en los siguientes términos:
“República del Perú
“Ministerio General
“Cuartel General de Huanuco, a 9 de julio de 1824
“Al Sr. Gobernador Eclesiástico del Obispado de Trujillo
“Sr. Gobernador.- Aunque por varias comunicaciones re-
lativas a los negocios particulares que han ocurrido en este
Gobierno, debe estar V.S. altamente penetrado del celo que
anima a S.E. El Libertador por los derechos y la dignidad de
la Iglesia; como nunca deja de haber novedades en un Esta-
do naciente, interpretando cada uno la libertad, según sus
pasiones; S.E., consiguiente a los votos de su corazón, y al
deber que le cumple como Jefe Supremo de la República,
quiere, que V.S. y todo ciudadano esté entendido de que ja-
más disimulará nada de lo que pueda desviar al pueblo de la
moral evangélica, relajar la disciplina eclesiástica o deslus-
trar la majestad del Santuario, en sí o en sus ministros; y que
antes bien, recibirán de su autoridad estos sagrados objetos
toda la protección que les debe conforme a la Ley fundamen-
tal del Estado.

bravas legiones en el camino de la victoria. A ella marchan sin


duda, porque es acaso la primera vez que se han visto reunirse en
el Perú todos los elementos de un triunfo decisivo: Nada falta de
cuanto el valor y la pericia militar han podido aparecer para ha-
cerse invencibles. Más, ¿qué servirían los esfuerzos combinados de
todos los hombres contra el más débil enemigo, si no tuviesen en su
apoyo la cooperación del Cielo? (…)” (Pbro. Dr. Carlos Pedemonte
[Vicario Capitular de la Diócesis de Trujillo], Carta Pastoral (12 de
mayo de 1824), [Archivo Arzobispal de Trujillo – Trujillo, Perú]). A
continuación, ordena el Gobernador Eclesiástico en su Carta Pasto-
ral las correspondientes rogativas… También puede leerse en los
“Anales del Departamento de La Libertad (…)” el “Discurso que en
la Misa de acción de gracias celebrada en la Iglesia Catedral de Trujillo
por la gloriosa marcha del Ejército de la Patria victorioso en Junín, y
220 La Iglesia en la Venezuela Republicana

“Tengo la honra de hacer esta comunicación de orden de


S.E. y de ofrecer a V.S. mis respetos.
“Dios guarde a V.S. muchos años.
“José Sánchez Carrión” 346.
Poco menos de un mes después de esta nota, el 6 de agosto de
1824, alcanzó el Ejército patriota el espléndido triunfo de la Bata-
lla de Junín; triunfo, que fue celebrado por todo lo alto en Trujillo
—como relata la Gaceta del Gobierno del Perú: “Apenas llegó a
Trujillo la noticia de la victoria reportada en Junín por el
Ejército Libertador sobre las tropas españolas, cuando fue
inexplicable el transporte de entusiasmo a que se entregaron
las clases todas de este benemérito vecindario, los patriotas,
emigrados y los extranjeros. El repique de las campanas,
salvas de artillería y fuegos artificiales alternaban con los
incesantes vivas de la multitud. Las calles adornadas con las
vistosas banderas de Colombia y el Perú, en testimonio de
los perpetuos e indisolubles lazos que unirán para siempre
ambas Repúblicas, se llenaron de un inmenso gentío que co-
rría en todas direcciones para cerciorarse de los pormeno-
res de esta memorable jornada, (…)”347.
La devoción a la Virgen del Socorro de Huanchaco se ha
mantenido a través de los años348. El 8 de diciembre de 1971, la

aniversario de la entrada en Lima de S.E. el Libertador Simón Bolívar,


pronunció en 1º de septiembre de 1824 el Dr. D. Carlos Pedemonte,
Dignidad de Arcediano, Gobernador Eclesiástico, Provisor y Vicario
Capitular del Obispado” (en: Nicolás Rebaza, Op. cit., pp. 309-318).
346
Gaceta del Gobierno del Perú, Tm. 6, Nº 36 (21 de agosto de 1824), en:
loc. cit., Tm. cit.
347
Ibid.
348
En el año 1956, el R.P. Rubén Vargas Ugarte, S.J. hace la siguiente
descripción de la llamada “bajada quinquenal” de la Virgen del Soco-
rro de Huanchaco: “La imagen sale de Huanchaco el 30 de noviem-
bre en la tarde, (…) Al aproximarse a la ciudad, ésta parece
conmoverse y los fieles se apresuran a salir a su encuentro, y los
primeros en avistarla se disputan el honor de cargar sus andas. En
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 221

imagen fue coronada canónicamente349. Y, las peregrinaciones


de Huanchaco a Trujillo, las llamadas “bajadas quinquenales”, si-
guen realizándose, acompañadas de las folklóricas danzas de dia-
blos y “pallas”, sobre los cuales existe un interesantísimo estudio
de Carmen Rosa García Gutiérrez de Barriga350.

los óvalos, es recibida por el Cabildo eclesiástico y por el Clero y


desde allí continúa, acompañada de innumerable gente, hasta la
Iglesia de Santa Ana, de donde pasa a San Francisco, en donde se
le canta la Salve y se rezan vísperas solemnes. El día 2 de diciem-
bre se celebra en aquella Iglesia una Misa cantada con panegíri-
co, por la tarde sale en procesión la Virgen al templo de Santa
Clara, donde las religiosas guardan sus ricos vestidos y las demás
alhajas que forman su tesoro. Una vez engalanada con sus mejores
adornos queda expuesta a la veneración de los fieles en dicha
Iglesia hasta el día 7, en que es conducida a la Catedral, donde se
cantan las vísperas de la Inmaculada Concepción. Su fiesta se
celebra el 8 con todo aparato y magnificencia, y a ella se sigue una
solemne Novenario, durante el cual es continua la asistencia de
sus devotos. El día 15 es trasladada nuevamente a Santa Clara y,
en la tarde del día 17, después del oficio de la mañana, se la lleva
al Monasterio del Carmen, donde las religiosas Carmelitas Des-
calzas le ofrecen una fiesta y el día 20 emprende la vuelta a
Huanchaco, adonde llega con los mismos honores el día 24, des-
pués de pernoctar en Mansiche, terminando todo este ciclo de fies-
tas con la que el pueblo le dedica el 25 de diciembre” (R.P. Rubén
Vargas Ugarte, S.J., Op. cit., Tm. cit., pp. 111-112).
349
Cf. Carlos del Río León, Síntesis de vida, Trujillo 1987, p. 117.
350
Cf. Carmen Rosa García Gutiérrez de Barriga, Las danzas y de diablos
y pallas en la fiesta del Virgen del Socorro de Huanchaco, Pontifica
Universidad Católica del Perú / Biblioteca Nacional del Perú – Fondo
Editorial, Lima 2001.
XI
LA VIRGEN INMACULADA

EL VOTO DE LOS GENERALES


DEL EJÉRCITO UNIDO LIBERTADOR
ANTES O DURANTE LA BATALLA DE AYACUCHO
(diciembre de 1824 – enero de 1825)

Durante la Batalla de La Victoria —que puede considerarse


la primera gran batalla de la Guerra de Independencia en Vene-
zuela— hizo el Gral. José Félix Ribas un voto a la Inmaculada
Concepción. Antes o durante la Batalla de Ayacucho, la última
gran batalla de la Guerra, que selló la libertad del Perú, los Gene-
rales del Ejército Unido Libertador hicieron así mismo un voto a
la Inmaculada Concepción...
En el número correspondiente al 1º de diciembre de 1825 de la
Gaceta del Gobierno del Perú, corre inserto un Decreto del Con-
sejo de Gobierno del Perú del 29 de noviembre de 1825:
“El Consejo de Gobierno
“Atendiendo:
“1º Al voto de los Generales y jefes del Ejército Unido Li-
bertador a la Madre de Dios, bajo la advocación de la Purísi-
ma Concepción, por la victoria de Ayacucho, cumplido en la
ciudad del Cuzco;
“2º Que tan insigne acontecimiento está enlazado con otro
no menos próspero que inesperado, cual es la entrada de
S.E. El Libertador, de regreso del glorioso triunfo de Junín,
el 7 de diciembre en esta capital, oprimida atrozmente por los
españoles;
“3º Que desde este venturoso día no ha cesado de derra-
mar el Cielo todo género de bendiciones sobre la Nación pe-
ruana;
“Decreta:
“I. Se celebrará todos los años solemnemente el Octavario
de la expresada fiesta en la Iglesia Catedral de esta ciudad,
con asistencia del Gobierno, tribunales y cuerpos a las horas
acostumbradas.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 223

“II. Se harán los costos de ella por las autoridades y cuer-


pos designados en Decreto separado.
“III. En las capitales de Departamentos, Provincias y Dis-
tritos, se ejecutará la misma celebridad en los días 8 y 9 en
acción de gracias por los indicados acontecimientos.
“IV. En los días destinados a dichas funciones, para no
perjudicar la causa pública, los tribunales y cuerpos, que
hayan de asistir a ellas, expedirán en la tarde los negocios
de su respectivo despacho.
“V. El Ministerio de Estado en el Departamento de Go-
bierno queda encargado de la ejecución de este Decreto.
“Imprímase, publíquese y circúlese a quienes correspon-
de. Dado en el Palacio del Gobierno en Lima, a 29 de no-
viembre de 1825.– 6º y 4º– Hipólito Unanúe– Juan Salazar–
José de Larrea y Loredo– De orden de S.E. y por el Sr. Minis-
tro de Gobierno, M. Lino Ruiz de Pancorbo”351.
Después de la Batalla de Ayacucho, que se libró el 9 de di-
ciembre de 1824, se dirigió el Gral. Antonio José de Sucre a la
ciudad del Cuzco, donde fue recibido triunfalmente. Una crónica,
publicada en el periódico local de la época, relata el recibimiento:
“El 29 de diciembre, día eterno en los anales del Cuzco, se
presentó aquí el General Libertador del Perú[ Antonio José
de Sucre], y le fue entregado por el Señor Prefecto del De-
partamento el pendón de nuestra esclavitud, el estandarte de
Pizarro, esa ominosa bandera que jamás volverá a hacer
sombra sobre nosotros. ¡Pueblos del Perú!, nunca olvidéis
las lecciones que os ha dado para conservar nuestra exis-
tencia el mismo que os dio la libertad en Ayacucho. Cuando
después de haber puesto el resultado de sus triunfos ante los
Altares del Ser Supremo, fue conducido a la casa de la Mu-

351
Consejo de Gobierno del Perú, Decreto (29 de noviembre de 1825),
en: Gaceta del Gobierno del Perú, Tm. 8, Nº 44 (1º de diciembre de
1825), en: loc. cit., Tm. III (julio 1825 – mayo 1826).
224 La Iglesia en la Venezuela Republicana

nicipalidad, como entraban en Roma sus generales victorio-


sos: ‘La virtud’, os dijo, contestando a los diferentes Diputa-
dos que le hablaron, ‘la virtud es la única base sobre que
podéis apoyar vuestra futura gloria. (…)’”352. En una nota de
pie de página de la citada crónica se especifica, que predicó en la
Misa de gracias el R.P. Fray Manuel Seballos, de la Orden de
San Francisco353.
En el Decreto del Consejo de Gobierno del Perú del 29 de
noviembre de 1825 —arriba reproducido— se hace referencia al
“voto de los Generales y jefes del Ejército Unido Libertador
a la Madre de Dios, bajo la advocación de la Purísima Con-
cepción, por la victoria de Ayacucho, cumplido en la ciudad
del Cuzco”354. El Decreto da como un hecho el cumplimiento del
voto en la ciudad del Cuzco; es de estimarse, que en los días
siguientes al apoteósico recibimiento del Gral. Sucre en aquella
ciudad…
El 9 de enero de 1825 —un mes después de la Batalla de
Ayacucho— se realizó la llamada “jura” de la Independencia del
Gobierno español por la ciudad del Cuzco: “El 9 del corriente
del corriente juró esta ciudad su Independencia del Gobier-
no español y su incorporación a la República. Esta función
fue más natural que suntuosa. Un pueblo inmenso alrededor
del Estandarte Nacional acompañaba a las corporaciones
que lo paseaban victorioso por las calles y plazas. La senci-
llez de este acto, el júbilo que mostraban los habitantes, todo

352
Periódico “El Sol del Cuzco”, Nº 6 (5 de febrero de 1825); en: Comi-
sión Nacional del Sesquicentenario de las Batallas de Junín y
Ayacucho, y de la convocatoria del Congreso Anfictiónico de Pana-
má (editora), El Sol del Cuzco. Edición facsimilar dispuesta por el
Gobierno de la República de Venezuela, Tm. I-II, Caracas 1974, Tm. I:
Año 1825.
353
Cf. ibid.
354
Consejo de Gobierno del Perú, Decreto (29 de noviembre de 1825),
en: loc. cit.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 225

inspiraba respeto a los imparciales mismos, que contempla-


ban el entusiasmo por la libertad de hombres, que habían
gemido por tres centurias en la abyección y el oprobio. El
Cuzco, que repetidas ocasiones, hizo esfuerzos por sacudir
el yugo ignominioso de la España, que sufrió tantos castigos
de sangre y de exterminio, cuantas fueron las veces que pro-
curó recobrar sus derechos, vio por fin colmados sus deseos
y satisfechos los votos de su corazón. El 9 de diciembre es el
día querido del Perú: el 9 de enero hará una época célebre
en esta ciudad. Por la noche dio la Ilustre Municipalidad un
magnífico baile (…)” 355.
El 11 de enero juró la Independencia también el Obispo: “El
11 el Ilustrísimo Señor Obispo exhortó al pueblo: le mani-
festó el valor de las circunstancias a que lo había traído el
heroísmo del Ejército, las obligaciones de un ciudadano y
la dignidad de un pueblo libre: y prestó en seguida el jura-
mento más augusto. En sus manos siguieron jurando el Ca-
bildo Eclesiástico, Universidad, Seminario, Prelados, Clero,
y el Convictorio de San Bernardo. (…)”356. Al día siguiente
de su juramento, ofreció el Obispo un banquete a los Generales
del Ejército Libertador: “El Ilustrísimo Señor Obispo de esta
Diócesis Dr. D. Fray José Calixto de Orihuela, ha obsequia-
do a los Señores Generales y jefes del Ejército Libertador
con un espléndido banquete el 12 del corriente. El Clero,
los militares, empleados civiles, comerciantes, abogados,
agricultores, Regulares, todas estas clases congregadas mos-
traban en esta fiesta el espectáculo de la más cordial unión.
El Señor Obispo fue el primero que brindó: ‘Los jefes espa-
ñoles nos pintaron al Libertador Bolívar como un monstruo,
un ambicioso, un asesino, un impío: y lo hallamos el amigo
de la libertad racional del hombre, el defensor de los dere-

355
Periódico “El Sol del Cuzco”, Nº 3 (15 de enero de 1825), en: loc. cit.
356
Periódico “El Sol del Cuzco”, Nº 6 (5 de febrero de 1825), en: loc. cit.
226 La Iglesia en la Venezuela Republicana

chos del pueblo, el apoyo de la humanidad: su conducta por


todas partes está marcada con hechos, que lo caracterizan
el Protector de la Religión cristiana: yo brindo por el Liber-
tador de Colombia, el salvador del Perú, el Jefe[,] cuya es-
pada asegura, que la Iglesia de Jesús tendrá en América
la duración eterna de los siglos’. El Señor General en Jefe[
Antonio José de Sucre]: ‘Por Su Santidad León XII: sus pri-
meros pasos hacia la América reclaman nuestra gratitud: si-
guiendo los de su antecesor, ha mostrado su aprobación a
los esfuerzos del nuevo mundo por su libertad’. El Señor
General Prefecto del Departamento[, Gral. Agustín
Gamarra]: ‘Que el Perú en la carrera de su Independencia
conserve los verdaderos preceptos del Redentor, para que
sea un pueblo de hombres de buena moral y de principios
libres’. El Señor Gral. [José María] Córdova: ‘Por el Prín-
cipe Católico, por el Jefe de la Iglesia del Cuzco, en quien
el Ejército Libertador ha encontrado un amigo, un digno
compatriota: que sus virtudes sean el modelo de todos los
Prelados de la América’. Infinitos fueron los brindis, que se
sucedieron en honor de la Religión, de los Libertadores, y
del patriotismo del Cuzco. El 13 en la noche concluyó el ob-
sequio del Señor Obispo a los Señores Generales del Ejér-
cito Unido, con un refresco del mejor gusto que se ha visto
en esta ciudad: una numerosa concurrencia; el genio festi-
vo que reinaba en ella; las canciones patrióticas, que más
la alegraban: en fin, todo correspondía en esta función al
carácter complaciente y dulce del que la daba, y satisfacía
completamente el deseo de los personajes, a quienes era di-
rigida” 357.
El mismo Sucre se hizo eco de este banquete en carta dirigida
a Bolívar: “Ayer me ha dado un convite el Obispo de 80 cu-
biertos: él brindó cuatro veces por Ud. como Libertador de

357
Periódico “El Sol del Cuzco”, Nº 3 (15 de enero de 1825), en: loc. cit.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 227

América, como Protector de la Iglesia, como amigo de la hu-


manidad, y porque Ud. quisiera quedarse en el Perú. En fin,
se ha mostrado muy amigo nuestro, y Ud. pensará que yo lo
trato con la más grande distinción”358.
El 3 de febrero de 1825 fue trasladado un busto del Liber-
tador desde la Iglesia de Santo Domingo hasta las casas de la
Municipalidad del Cuzco, según las disposiciones del Sr. Pre-
fecto:
“Don Agustín Gamarra, General de Brigada, Jefe de Es-
tado Mayor General del Ejército del Perú, Prefecto interino,
y Comandante General de este Departamento.
“Por cuanto la Ilustre Municipalidad de esta capital en
reunión solemne de las corporaciones más respetables, pre-
sididas de sus respectivos jefes, acordó como una pequeña
prueba de su gratitud hacia el Excmo. Sr. Libertador, que su
busto fuese conducido en triunfo desde el templo de Santo
Domingo hasta las casas de la Municipalidad, y habiendo el
Gobierno dispuesto, que esta respetable ceremonia se prac-
tique el día 3 del corriente.
“Por tanto, ordeno y mando:
“1º Todas las puertas, ventanas y balcones de las calles
del tránsito desde dicho templo de Santo Domingo hasta las
casas de la Municipalidad, se deberán adornar con colga-
duras, y entapizarse del modo más decente y decoroso que se
pueda.
“2º Toda persona estante y habitante en la ciudad deberá
concurrir a aquella augusta función en la manera más dig-
na.
“(…) Y para que llegue a noticia de todos, publíquese por
bando en esta capital, y fíjese en el lugar acostumbrado.
Dado en el Cuzco, a 1º de febrero de 1825.

358
Gral. Antonio José de Sucre, Carta al Gral. Simón Bolívar (13 de enero
de 1825), en: Archivo de Sucre, Op. cit., Tm. V (enero – abril de 1825),
Caracas 1978, pp. 44-45, p. cit. 45.
228 La Iglesia en la Venezuela Republicana

“Agustín Gamarra”
“(…)” 359.
El 19 de marzo de 1825 expidió el Obispo una Carta Pastoral
“sobre el nuevo estado del Perú y sentimientos que en cuan-
to a él se deben tener”360. Claro, el Obispo, que era de una no
común ilustración361, debía justificar su anterior adhesión al Rey362.
En la Carta Pastoral comienza por atribuir la Independencia a
una decisión divina: “Tiempo es ya, amados diocesanos míos,
de que os hable algo sobre el gran suceso que nos ha tenido
pasmados, mas de dos meses: sobre la actual suerte, quiero
decir, en que se halla nuestro Perú, desde el 9 de diciembre

359
Gral. Agustín Gamarra, Decreto (1º de febrero de 1825) [Archivo Re-
gional del Cuzco – Cuzco, Perú, Fondo Tesorería Fiscal, Sección
Bandos, Legajo 316 (1814-1836)].
360
Iltmo. Sr. Dr. Don José Calixto de Orihuela, Carta Pastoral que sobre
el nuevo estado del Perú y sentimientos que en cuanto a él se deben
tener dirigida a los dos Cleros y demás fieles de la Santa Iglesia del
Cuzco, así como a todos los individuos de esta América, a quienes
estas letras llegaren en la parte que les toque (19 de marzo de 1825),
Cuzco 1825 [Biblioteca Nacional del Perú – Lima, Perú].
361
Siendo fraile agustino y sacerdote, había traducido algún libro del
francés (cf. R.P. Jean Baptiste Elie Avrillon, Sentimientos sobre el
amor de Dios o los treinta amores sagrados para cada día del mes.
Libro verdaderamente de oro, escrito en francés por el M.R.P.Fr. Juan
Bautista Elías Avrillon, Religioso Mínimo. Traducido al castellano
por el R.P.L.J.Fr. Joseph Calixto de Orihuela, Religioso Agustino de
la Provincia de Lima[, Imprenta de la Real Casa de los Niños Huérfa-
nos], Lima 1796 [Biblioteca Nacional del Perú – Lima, Perú]).
362
Cf. Iltmo. Sr. Dr. Don José Calixto de Orihuela, Carta Pastoral que
sobre las obligaciones del cristianismo y la oposición de éste al
espíritu revolucionario de estos últimos tiempos dirige a los fieles de
la Santa Iglesia del Cuzco el Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Dr. D.
Fr. José Calixto de Orihuela, Agustino Ermitaño, del Consejo de S.M.,
Obispo electo de Cálama y Administrador Apostólico de aquella Igle-
sia (24 de junio de 1820), Lima 1820 [Biblioteca Nacional del Perú –
Lima, Perú].
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 229

del año pasado a consecuencia de las deliberaciones del


Señor en los campos de Junín, el 6 de agosto, de dicho año,
y de Ayacucho, el 9 citado. Desde principio del presente año,
con corta diferencia de fechas, según la mayor o menor dis-
tancia de las capitales, han entrado las Provincias en pose-
sión de su libertad, y han jurado la Independencia del Esta-
do o República del Perú, respecto de España, y de toda otra
potencia extranjera. Esta variación de gobierno tan sustan-
cial, como inesperada (atendido el orden natural y regular
de las cosas), justamente nos ha sorprendido a todos, y obli-
gado a enmudecer, hasta el punto de no interrumpir ese si-
lencio, después de ratos, y aun horas, sino preguntándonos
unos a otros: ¿Esto es sueño, o es verdad y realidad? Tan
difícil y remota estaban (al menos en el centro del Perú, que
habitamos nosotros) esa libertad e Independencia; y eran tales
y tantas las ventajas y proporciones, en que abundaba el
anterior gobierno, para triunfar y sostenerse. Con todo, el
resultado es el dicho, y el que ya todos palpamos. Pregunta-
mos, pues, por última vez: ¿Cómo ha podido ser esto? (…)
Ha sido, porque el tiempo del Señor llegó, porque la espada
matadora y exterminadora, que derramó tanta sangre (aún
sagrada), y llevó a toda Provincia y pueblo el terror y la
desolación (inclusos los templos del Señor y sus ministros),
debió ya cesar en su comisión de azote divino y sufrir, a su
vez, la sentencia de un tribunal, en que preside el que reúne
vigilancia, a quien nada se le escapa, y una santidad, que
nada puede llevar con indiferencia contra el orden. (…)”363.
En consecuencia, se pregunta el Obispo: “(…) ¿No está aquí

363
Iltmo. Sr. Dr. Don José Calixto de Orihuela, Carta Pastoral que sobre
el nuevo estado del Perú y sentimientos que en cuanto a él se deben
tener dirigida a los dos Cleros y demás fieles de la Santa Iglesia del
Cuzco, así como a todos los individuos de esta América, a quienes
estas letras llegaren en la parte que les toque (19 de marzo de 1825),
Op. cit., pp. 3-4.
230 La Iglesia en la Venezuela Republicana

indicada de un modo divino la ratificación que se hace a la


América nuestra, del don divino de la Religión Católica, que
ama más que su propia vida, que nos trajeron sin duda los
españoles y, de un tiempo a esta parte, quisieron raerla los
mismos, de suerte que no quedase rastro?”364. Y, a propósito
de su adhesión al Rey Fernando VII… Reconoce el Obispo, que
es al Rey, a quien “debo, entre otros beneficios, la dignidad
que no merezco”365; y que al Rey “miré, acaté y reverencié
por lugarteniente del mismo Dios, mientras de hecho no lo
destronó el Altísimo, en la región en que estoy. Al que manda-
ba en su nombre en el último gobierno, y a los Generales y
jefes, amé y acaté proporcionalmente, como lo sabe el Señor,
y se verá en el día de las verdades. Es infinito lo que contra
el Señor Don Fernando se ha escrito desde la península mis-
ma; mas nunca lo he creído, pareciéndome fuente sobrada,
para eso y mucho más, el fermento de pasiones que, de no
pocos años a esta parte, ha incendiado a la Europa. A pesar
de lo inmenso e increíble, no ha cesado de decirse, desde
que (…) se mudó sustancialmente el Perú, trabajé por largo
tiempo en no prestar asenso a tanto horror; mas la repetición
de la serie de acciones y procedimientos de cada uno de ellos,
que vosotros, diocesanos míos, sabéis con innumerables más
datos que yo, la conducta del Altísimo para con ellos, y los
monumentos feísimos, que se me asegura haberse descubier-
to después, han turbado sobremanera la posesión del buen
concepto hacia ellos, en que tenazmente me empeñé. A las
innumerables miserias, que de los indicados se propalaban
por todas partes, les hallaba yo solución vasta en la humana
fragilidad e instigación de las tres concupiscencias, que no
respetan bordados. No así al indisimulable desprecio, que
hacían de todo lo tocante al Santuario, a sus ministros, y lo

364
Ibid., p. 5.
365
Ibid., p. 11.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 231

más sagrado y santo, como los Sacramentos y el divino Sa-


crificio, que según común voz desdeñaban, burlaban y posi-
tivamente dogmatizaban en contra. Mas en campaña, los
Generales, jefes, oficiales, y tropa a ejemplo de sus cabezas,
ya no solo de palabra obscena o blasfema (que hacían las
únicas dos partes de su dialecto, como me lo habéis venido a
decir tantas veces), sí principalmente de obra, insultando,
vejando, y aún azotando a sacerdotes, exceptos los fusilados
sin forma alguna, y sin conocimiento de sus Prelados, prepa-
rando el rancho a la tropa a la menor pronta falta de leña
con imágenes sagradas y sobre todo de Nuestra Señora, como,
más con lágrimas que palabras, me lo habéis dicho tantas
veces. No así, por último, a fin de abreviar un tan criminal
proceso, de que, según vuestras lágrimas y sollozos, son tes-
tigos la tierra y el Cielo, aquel empeño decidido de que en
todo pueblo no había de haber otro cuartel, aunque el Pá-
rroco hubiese preparado cien casas seguras, sino el templo
del Altísimo, aunque allí estuviese real y corporalmente el
Dueño único de Cielo y tierra, para que allí se le blasfemase
más de cerca, y se le insultase más de lleno, con la caterva de
gente la más inmoral y soez y, pareciendo esto poco, no de-
jando salir a un soldado ni por momentos y con centinelas,
tanto se temía la deserción (que no era muy bello signo del
buen trato y justicia de causa). Si también introduciendo en
el lugar de compunción y oración cuantas mujeres solteras,
viudas, casadas y doncellas se reclutaban para introducirlas
al Santuario, y entregar esas margaritas a los puercos, esas
ovejas a los lobos, y para decirlo todo, ese insulto soberano
y conculcación sin igual de su ley, aun natural de pudor y
continencia, decidme, decidme, apurando todo ingenio de
caridad, ¿qué salida sana podría yo dar a un tan increíble
proceder?” 366.

366
Ibid., pp. 11-13.
232 La Iglesia en la Venezuela Republicana

A todas éstas, Bolívar se encontraba en Lima; pero, el 10 de


abril de 1825 se despedía Bolívar con una Proclama: “Yo me au-
sento con el mayor dolor de vuestra hermosa capital, para ir
a los Departamentos del sur (…)”367. Habiéndose detenido en
algunos lugares durante el trayecto, entró Bolívar al Cuzco, el 25
de junio, “en medio de un numerosos concurso de los cuerpos
y vecinos, que salieron a caballo a recibirlo atravesando por
arcos triunfales, calles entapizadas y un inmenso gentío que
lo llamaba su padre, entonando entre lágrimas de alegría:
viva el Libertador, viva Bolívar, viva el Padre de la Patria.
Los balcones y ventanas ricamente colgados, (…) Las repeti-
das salvas de artillería y los repiques de campanas en todas
las Iglesias, parece que encargaban a los aires que publica-
sen su regocijo anunciando, a distancias, la deseada llega-
da del inmortal Bolívar a la antigua corte de los Incas, al
templo del sol, al dichoso Cuzco. La Municipalidad presentó
a S.E. un caballo ricamente enjaezado con piezas de oro, y
admitido por la incomparable filosofía de este héroe después
de muchas súplicas y ruegos, montó en él hasta su Palacio, y
echando pie a tierra, pasó inmediatamente y antes de todo
otro acto a la Iglesia Catedral al Te-Deum, que lo entonó el
Iltmo. Sr. Obispo acompañado de todo su Clero, comunida-
des religiosas e innumerable concurso, que vertían lágrimas
entre las acciones de gracias al Señor de cielos y tierra que
estaba manifiesto. En seguida de este acto religioso y edifi-
cante pasó S.E. a descansar en su Palacio (…)”368.
Su cumpleaños, lo celebró Bolívar en el Cuzco. En efecto,
después de una corta permanencia en la villa de Urubamba, vol-
vió el Libertador al Cuzco, “y experimentó de nuevo las festi-
vas demostraciones de sus habitantes que por las calles de

367
Libertador Simón Bolívar, Proclama (10 de abril de 1825), en: Gaceta
del Gobierno del Perú, Tm. 7, Nº 33 (14 de abril de 1825), en: loc. cit.,
Tm. II (1824 – junio 1825).
368
Periódico “El Sol del Cuzco”, Nº 27 (2 de julio de 1825), en: loc. cit.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 233

su entrada entapizaron ventanas, balcones y puertas; la sal-


va de artillería y de un repique general de campanas avisa-
ron su llegada a los barrios distantes y a toda la ciudad que
le aguardaba con ansia. (…) El Iltmo. Señor Obispo obse-
quió a S.E. con un día de comida, y una noche de refresco:
en ambas funciones se manifestaron la abundancia, la deli-
cadeza y el gusto. El 25 [de julio] logró el Cuzco la incompa-
rable dicha de asistir en corporaciones a la Misa de gracias,
que se celebró por el cumpleaños de S.E. en cuyo obsequio y
memoria de su nacimiento, se presentó un suntuoso ambigú y
baile (…)”369. Al día siguiente de su cumpleaños —nótese, que
fue celebrado no el 24, sino el 25 de julio370—, salió Bolívar del
Cuzco para dirigirse a Puno…

369
Periódico “El Sol del Cuzco”, Nº 35 (27 de agosto de 1825), en: loc.
cit.
370
Con ocasión del cumpleaños del Libertador al año siguiente de 1826,
dispone el Gral. Gamarra: “Por cuanto nada caracteriza más la sa-
biduría de los pueblos, que las varias y diferentes demostraciones
con que recuerda los beneficios que han recibido, siendo éste el
origen de las coronas, de los laureles y triunfos con que la antigua
Roma premiaba a sus héroes; nosotros, ¿qué no deberemos hacer
con S.E. el Libertador, que nos ha dado la libertad, y con ella la
existencia política y el rango entre las naciones? Compatriotas:
todo cuanto practiquemos será muy poco para el entusiasmo del
reconocimiento por ese inmenso beneficio de que le somos deudo-
res. Él nos estrecha a que recordemos con júbilo y alegría el ani-
versario de su nacimiento. Un genio extraordinario como Bolívar,
destinado por la Providencia para quebrantar las cadenas de la
América, el Padre de la Patria, el creador de las Repúblicas; y, por
último, el que no ha omitido sacrificio alguno por restituirnos a los
derechos, que la naturaleza liberal nos franqueó, y la ambición
española nos había privado, es digno y acreedor a que difundamos
nuestro corazón, y dirijamos nuestros votos al Cielo por haberlo
dado a la luz el 25 de este mes a la una de la mañana. Imitemos en
esto a las naciones cultas, y procuremos distinguirnos de ellas,
haciendo alarde de la predilección con que S.E. ha mirado este
234 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Ahora bien, hay algunos documentos posteriores a la salida de


Bolívar del Cuzco, que hacen referencia al voto de los Generales
del Ejército Unido Libertador a la Inmaculada Concepción por la
victoria de Ayacucho… A finales de octubre del mismo año 1825,
en correspondencia dirigida al Gral. Agustín Gamarra, Prefecto
del Cuzco, toca el Obispo nuevamente el punto de la inmoralidad
de los militares españoles: “(…) yo no conozco un eclesiástico
en toda mi Diócesis, que más o menos temprano, no haya
sido un amador y positivo fautor de la Independencia. Sé,
además, que, como en gente consiguiente a las obligaciones
de su estado, nada influyó tanto en su decisión, cuanto la
inmoralidad de los más de los jefes y tropa del Ejército lla-
mado español: su lectura perenne de los más nefandos folle-
tos, su empeño en divulgar éstos, su di[a]lecto blasfemo,
obsceno, libertino, escandaloso, como conforme al de los
emponzoñados charcos en que bebían. Esta observación
constante, junta a las noticias multiplicadas de comporta-
miento religioso, justo, católico y edificante del Ejército Li-
bertador, de sus jefes y del gran Bolívar, que en todas partes
ha impreso vestigios de su piedad. Las circunstancias muy
notorias de las victorias de Junín y Ayacucho, en que presi-
dió visiblemente el Creador del Universo y Dueño absoluto
de los Estados; la muy tocante solicitud del Gran Mariscal
Antonio José de Sucre, luego que llegó a esta capital, reduci-
da a que en el que fue antiguo templo del sol, y lo es ya ha

suelo. Todos son testigos de ella, cuando el año anterior le vieron


y experimentaron sus ventajosos efectos. Por tanto, haciendo justa
memoria de estos dos tan nobles y poderosos motivos de gratitud a
S.E., ordeno y mando: 1º Que todos los estantes y habitantes de
esta capital amantes a su Patria y Libertador concurran la noche
del referido día 25 a tributar gracias al Dios de las naciones en la
solemne Misa de aurora, que se cantará a la una de la mañana,
hora en que nació S.E. el Libertador. 2º (…)” (Gral. Agustín Gamarra,
Decreto (julio de 1826) [Archivo Regional del Cuzco – Cuzco, Perú,
Fondo Tesorería Fiscal, Sección Bandos, Legajo 316 (1814-1836)]).
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 235

siglos del común Creador, se solemnizase una especial fun-


ción en honor de la Santísima Virgen María, a quien como
Capitana primera, se encomendó nuestro Ejército,
interesándola, no por lo que demanda nuestro mérito, sí, [por
su] Inmaculada Concepción; (…)”371. De aquí se concluye,
que el voto fue cumplido en la Iglesia de Santo Domingo de la
ciudad del Cuzco, construida sobre las murallas del antiguo del
templo del sol de los Incas, el llamado Coricancha —que, en la
actual ortografía quechua se escribe Qorikancha. Todavía se apre-
cian en el Coricancha algunos impresionantes muros de
contrucción inca…
Pero, hay otros documentos… Al aproximarse el primer ani-
versario de la Batalla de Ayacucho, hace publicar por bando el
Gral. Agustín Gamarra, Prefecto del Cuzco, detalladas disposi-
ciones sobre las fiestas:
“D. Agustín Gamarra, General de División de los Ejérci-
tos de la República, Benemérito de la Patria en grado emi-
nente, condecorado con las Medallas del Ejército Unido Li-
bertador y con la de Vencedores en Ayacucho, Prefecto y
Comandante General de este Departamento, etc.
“Aproximándose el 9 de diciembre, aquel venturoso día de
la regeneración política del Perú, en que a esfuerzos del va-
lor y de la constancia se rompió el último eslabón de la cade-
na, que tenía atado por tres centurias al continente america-
no, y siendo muy justo tributar el homenaje puro de nuestro
reconocimiento al Dios, que preside las victorias, manifestar

371
Gral. Agustín Gamarra / Iltmo. Sr. Dr. Don José Calixto de Orihuela,
Redacción de la correspondencia oficial entre el Sr. Prefecto Gral. D.
Agustín Gamarra y el Iltmo. Sr. Obispo del Cuzco, Lima 1825, p. 15. El
Clero del Cuzco siempre se había caracterizado por su patriotismo;
de hecho tuvo una importante participación en la revolución del 3 de
agosto de 1814 en el Cuzco (cf. Mons. Severo Aparicio, O.M., El
Clero Patriota en 1814, Cuzco 2001; Mons. Severo Aparicio, O.M.,
José Pérez Armendáriz, Obispo del Cuzco y Precursor de la Indepen-
dencia del Perú, Cuzco 2002).
236 La Iglesia en la Venezuela Republicana

con públicos regocijos nuestro gran júbilo, tomarnos la mu-


cha parte que nos cabe en las glorias de la Patria, y contri-
buir del mejor modo a que se eternice la memoria de un acon-
tecimiento grandioso, haciendo que se transmita de genera-
ción en generación.
“Por tanto, ordeno y mando:
“1º El día 8 de diciembre, después de la Misa mayor, que
se celebre en la Catedral, se llevará en procesión a la Virgen
Santísima de la Inmaculada Concepción, que se juró por
Patrona de nuestras armas en los momentos críticos de al-
canzar el triunfo, al templo de Santo Domingo, para que al
otro día se celebre una Misa solemne en acción de gracias, y
se haga una fiesta en su honor.
“2º Esta procesión será concurrida por todos los Cuerpos,
Comunidades Religiosas, y por todas las demás clases del
Estado, lo mismo que la otra en que regrese la Señora a la
Catedral, debiendo todos presentarse con el ornato y decoro
propios de tan faustos recuerdos.
“3º En la víspera y día se adornarán y colgarán las venta-
nas y puertas con cortinas y banderas de colores de los varios
pabellones de los Estados libres de América, procurando que
con el esmero compitan el buen gusto, el primor y la magnifi-
cencia. Durará este adorno permanentemente desde el ama-
necer hasta que se concluya la iluminación de la noche.
“4º El día 9, al salir el sol, se reunirán en la Plaza del
Regocijo todos los ciudadanos estantes y habitantes a salu-
dar al Dios de la inmensidad, que en solo un instante ha
colmado de dichas tantas generaciones que nos han de su-
ceder, a rendirle con toda la efusión de la alma los más sin-
ceros votos por los dones, con que nos ha enriquecido, y a
entonar los himnos de la libertad, cuyo coro se llevará por
toda la juventud y tierna infancia. Los Inspectores de Cuar-
tel quedarán encargados de convocarlos y conducirlos, pre-
viniendo a los maestros de escuela y directores de los cole-
gios. Al efecto están tomadas las medidas oportunas del modo
más decoroso y correspondiente.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 237

“5º En ambos días concurrirá todo el vecindario constan-


temente en las dos plazas a gozar de las diversiones, con que
se convida al público.
“6º Los Inspectores de Cuartel y Barrio darán las más
activas órdenes, y velarán su puntual cumplimiento, sobre
que todas las calles estén perfectamente aseadas.
“7º En las dos referidas noches se iluminarán todas las
casas desde las siete de la noche, en que un repique general
anuncie al público los motivos de nuestro placer y contento.
“8º En ambos días se alternarán las campanas y las sal-
vas de artillería.
“9º El Intendente del Cercado, los Gobernadores de los
pueblos de la Provincia, y todas las autoridades a quienes
competa, cooperarán con el influjo de su mediación a que
con danzas, bailes y otras invenciones ingeniosas se expli-
que la general satisfacción y se excite el fuego sagrado del
entusiasmo de que se hallan animados todos los seres, que
habitan la tierra de Manco Capac.
“Y para que llegue a noticia de todos, publíquese por ban-
do, y fíjese en los sitios acostumbrados. Dado en el Cuzco, a
29 de noviembre de 1825. 6º de la Independencia.
“Agustín Gamarra”
“Por orden de Su Señoría”
“J. Matías León”372.
Al año siguiente de 1826, hace publicar por bando el Gral.
Gamarra disposiciones idénticas373… En estos documentos, el
Gral. Gamarra hace referencia “a la Virgen Santísima de la
Inmaculada Concepción, que se juró por Patrona de nuestras

372
Gral. Agustín Gamarra, Decreto (29 de noviembre de 1825) [Archivo
Regional del Cuzco – Cuzco, Perú, Fondo Tesorería Fiscal, Sección
Bandos, Legajo 316 (1814-1836)].
373
Cf. Gral. Agustín Gamarra, Decreto (22 de noviembre de 1826) [Archi-
vo Regional del Cuzco – Cuzco, Perú, Fondo Tesorería Fiscal, Sec-
ción Bandos, Legajo 316 (1814-1836)].
238 La Iglesia en la Venezuela Republicana

armas en los momentos críticos de alcanzar el triunfo” 374. Bien


lo sabía el Gral. Gamarra, que en la Batalla de Ayacucho se había
desempeñado como Jefe del Estado Mayor del Ejército375.
Así como se celebraron los dos primeros aniversarios de la
Batalla de Ayacucho, así mismo debió cumplirse el voto de los
Generales del Ejército Unido Libertador a la Inmaculada Con-
cepción por la victoria de Ayacucho en los días siguientes al reci-
bimiento del Gral. Sucre en el Cuzco: Celebrada la Misa en la
Catedral, se llevó en procesión a la imagen de la Inmaculada
Concepción de la Catedral —conocida popularmente como La
Linda376— a la Iglesia de Santo Domingo o Coricancha… Al día
siguiente se celebró otra Misa en acción de gracias en la Iglesia
de Santo Domingo, después de la cual se llevó en procesión a la
imagen de la Inmaculada Concepción de regreso a la Catedral…
Esto debió realizarse probablemente entre el 10 y el 16 de enero
de 1825, por cuanto anota el Cnel. Manuel Antonio López en sus
“Recuerdos Históricos de la Guerra de Independencia”, que el 10
de enero se encontró todo el Ejército reunido en el Cuzco; y que
el 16 de enero “salió de esa ciudad la División del Gral. Cór-
doba y el Ejército del Perú, los que ocuparon el Departa-
mento de Puno, quedando la División del Gral. Lara en la
Provincia de Lampa”377.

374
Cf. Gral. Agustín Gamarra, loc. cit.
375
Cf. Miguel Martínez, El Mariscal de Piquita. Don Agustín Gamarra,
Lima 1941, pp. 53-63 [Biblioteca Municipal del Cuzco – Cuzco, Perú].
376
Cf. Arq. Liliana Saldívar Antúnez de Manolo, Magia y encanto. La
Catedral del Cusco con los templos de la Sagrada Familia y Triunfo,
Presentación de Mons. Juan Antonio Ugarte Pérez, Arzobispo del
Cuzco, Cuzco 2006, p. 33.
377
Cnel. Manuel Antonio López, Op. cit., p. 284. Sostiene el Iltmo. Sr. Dr.
Fidel Olivas Escudero en su libro sobre la historia de Ayacucho,
editado con ocasión del Centenario de la Batalla de Ayacucho, que el
voto a la Inmaculada Concepción fue cumplido el 3 de febrero de
1825: “Allí están, carísimos hijos en el Señor, los Padres de nuestra
Independencia nacional, Sucre, Lamar, Córdova y otros, que guia-
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 239

¿Por qué el voto de los Generales del Ejército Unido Liberta-


dor por la victoria de Ayacucho fue precisamente a la Inmaculada
Concepción? Pueden aducirse muchas razones… En el Perú, como
en toda América, siempre había existido una gran devoción a la
Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María378; y, el día
anterior a la Batalla, el 8 de diciembre de 1824, se había celebra-
do la fiesta litúrgica de la Inmaculada Concepción379…

dos por su fe en la intercesión de María Inmaculada, Patrona de


esta ciudad, al día siguiente de su fiesta, en el memorable día 9 de
diciembre de 1824, antes de dar principio a la batalla que debía
sellar la Independencia del Perú, y de toda la América, le hacen la
promesa de mandar celebrar una Misa Solemne si, mediante su
protección, alcanzaban la victoria; promesa, que la cumplieron
fielmente el 3 de febrero de 1825, haciendo celebrar la Misa en el
antiguo templo del sol en el Cuzco, pronunciando el discurso el
R.P. Guardián del Convento de San Francisco” (Iltmo. Sr. Dr. Fidel
Olivas Escudero, Apuntes para la Historia de Ayacucho, Ayacucho
1924, p. 193). Sin embargo, es poco probable, que el 3 de febrero de
1825 haya sido el día, en que fue cumplido el voto; ese día fue trasla-
dado un busto del Libertador desde la Iglesia de Santo Domingo
hasta las casas de la Municipalidad del Cuzco, como quedó docu-
mentado más arriba (cf. Gral. Agustín Gamarra, Decreto (1º de febrero
de 1825) [Archivo Regional del Cuzco – Cuzco, Perú, Fondo Tesore-
ría Fiscal, Sección Bandos, Legajo 316 (1814-1836)]).
378
Muestra de esta devoción es el impresionante retablo de la Concep-
ción de la Catedral de Lima (cf. Antonio San Cristóbal, La Catedral de
Lima: estudios y documentos[, Publicación del Museo de Arte Reli-
gioso de la Catedral de Lima], Lima 1996, pp. 365-388).
379
Sostiene el historiador peruano R.P. Rubén Vargas Ugarte, S.J., en su
muy interesante obra titulada “Historia del culto de María en
Iberoamérica y de sus imágenes y santuarios más celebrados”, que
fue el Gral. Lamar, quien, después de invocar a la Virgen en la fiesta
de su Inmaculada Concepción, decidió al Gral. Sucre a dar la batalla:
“Los Generales patriotas, que sabían se jugaba en aquella acción
la suerte de América, no podían menos de mostrarse indecisos an-
tes de comenzarla. Fue entonces cuando el virtuoso Gral. Lamar,
240 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Por otra parte, Sucre conocía el recurso del voto a la Inmaculada


Concepción… Sucre debió haber conocido al Gral. José Félix
Ribas a más tardar en el año 1814, cuando servía el Estado Ma-
yor General del Ejército de Oriente al mando del Gral. Santiago
Mariño380, y debió de haber tenido noticia del voto del Gral. José
Félix Ribas a la Inmaculada Concepción durante la Batalla de La
Victoria, el 12 de febrero de 1814… Ribas había muerto en enero
del año siguiente…
Perdida la Batalla de Urica, el 5 de diciembre de 1814, y ren-
dida la fortaleza de Maturín, una semana después, el Gral. José
Félix Ribas tomó hacia Valle de la Pascua, “confiándose en las
noticias que corrían entonces por Oriente del triunfo del Gral.
Urdaneta en las Provincias occidentales. Como hubiese lle-
gado al sitio denominado Jácome, dos leguas distante del
Valle de la Pascua, el baquiano Concepción González le hizo
presente, que para emprender nueva marcha era preciso pro-
veerse de algunos recursos, ya que estaban postrados más
del hambre que de la fatiga. Se escogió al mismo González
como el más propio para aquella comisión, por haber sido
esclavo de unas señoras González, vecinas del pueblo a que
se dirigía, y haber vivido en él largo tiempo. Con cautela, se
deslizó González por la noche en el escaso poblado y llamó

jefe de la División peruana, decidió a Sucre y a los de su Consejo a


dar la batalla. ¿Qué le movió a tomar con tanta resolución este
partido? Él mismo lo declaró confidencialmente al futuro Arzobis-
po de Lima, Dr. D. Francisco Javier Luna Pizarro. La víspera de la
batalla celebrábase la fiesta de la Concepción Inmaculada y él,
como devotísimo de este misterio, había invocado a la Virgen y
había sentido en sí una oleada de aliento y de confianza tal, que no
pudo dudar un punto, que alcanzarían la victoria por su medio. De
ahí, que aconsejara la batalla para el siguiente día, 9 de diciem-
bre” (R.P. Rubén Vargas Ugarte, S.J., Op. cit., Tm. I, p. 112).
380
Cf. Libertador Simón Bolívar, Resumen sucinto de la vida del Gral.
Sucre, en: Archivo de Sucre, Op. cit., Tm I (1812-1821), Caracas 1973,
pp. XLI-XLVIII, p. XLII.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 241

a la casa de sus antiguas amas. Su presencia excitó recelos;


con maña sonsacaron de él los motivos de su aparición clan-
destina; y tanto le intimidaron y tales fueron las instancias de
sus viejas señoras, reforzadas por su propia madre, que ob-
tuvieron al fin las acompañase a presencia de la autoridad.
Una escolta le custodió hasta el lugar donde estaba el Gral.
Ribas, fatigado y enfermo, en medio de sus compañeros dor-
midos. Maniatáronlos a todos; en la misma noche dieron
muerte al sobrino y al criado; y como hubiese exigido el hé-
roe le presentasen al General realista, llenos de involuntario
respeto, se prepararon a obedecerle, guardándole entre tan-
to entre ansiosos cuidados. Pero el Teniente Justicia de
Tucupido, Lorenzo Barrajola, le reclamó con imperio, pro-
testándole que estaba inseguro en el Valle de la Pascua y que
seduciría al pueblo con sus discursos. En Tucupido pereció
el Gral. Ribas, sereno en medio de los gritos de sus contra-
rios (…)”381. El escritor Juan Vicente González anota como fe-
cha de la ejecución del Gral. Ribas el 31 de enero de 1815382; el
funcionario realista Feliciano Montenegro y Colón, el 18 de enero
de 1815383.
La Gazeta de Caracas del 15 de marzo de 1815 registra la
exhibición de la cabeza de Ribas —frita en aceite para lograr una
cierta conservación en el tiempo— en Caracas: “Ayer a las doce
del día, formados en la Plaza Mayor de esta capital los bata-
llones del Rey y la Corona, dos escuadrones de caballería, y
una brigada de artillería, se colocó en la horca la cabeza del
llamado Gral. José Félix Ribas, llegada la noche antes de
Barcelona, y puesta en ella el mismo gorro encarnado con
que se hizo aquí distinguir (…)”384. Comenta el historiador Juan
Ernesto Montenegro: “El rostro era apenas reconocible por

381
Juan Vicente González, Op. cit., pp. 255-256.
382
Cf. ibid., p. 256.
383
Cf. Feliciano Montenegro y Colón, Op. cit., Vol. cit., pp. 300-301.
384
Gazeta de Caracas (15 de marzo de 1815), en: loc. cit.
242 La Iglesia en la Venezuela Republicana

efecto de la cocción; los rasgos casi borrados, exhibían las


hundidas cuencas y el cabello rubio se adhería al cráneo,
cubierto con un gorro frigio para mofarse de un hombre,
ante el cual temblarían, si estuviera vivo. Los tambores redo-
blaron en presencia de una brigada de artillería, dos escua-
drones de caballería y los batallones de la Corona y del Rey.
Realistas españoles y caraqueños gritaron los improperios
que les vino en gana, sin entender que nada podía manchar
la condición heroica del despojo que pretendían humillar.
(…) La cabeza fue puesta luego en una jaula sobre una viga
de treinta pies, en la Puerta de Caracas, donde no podía
pasar desapercibida a quienes transitaran por el sitio y en-
traran a la ciudad. Pasaron los años que ennegrecieron la
reliquia patriótica; pero primero cedió la jaula de hierro que
la cabeza de Ribas. La intemperie había destruido la jaula
que pasó a condición de inservible. Ante esta situación, el
Gobernador y Capitán General envió un oficio al Ayunta-
miento de Caracas en el que ordenaba que se mandase a
hacer una nueva jaula para la cabeza de Ribas. El 16 de
junio de 1817 los Regidores consideraron el asunto, protes-
tando que tal gasto no correspondía a los fondos de propios,
pero al fin tuvieron que ceder. Cuando el trabajo estuvo ter-
minado, observaron que no era satisfactoria la forma ni la
resistencia del artefacto, por lo que hubo que fabricar una
pieza más robusta, que no fuera a ceder como la anterior”385.
En la Puerta de Caracas estuvo exhibida la cabeza de Ribas,
“hasta que el Gral. Morillo la hizo quitar en septiembre de
1817, cuando hizo la solemne publicación del indulto que
concedió Su Majestad por su matrimonio (…)”386.
Ribas sufrió una muerte ignominiosa, sin duda, y la Repúbli-
ca se había perdido… Sin embargo, su voto a la Inmaculada Con-

385
Juan Ernesto Montenegro, Una nueva jaula para la cabeza de Ribas,
en: loc. cit., p. cit.
386
José Francisco Heredia, Op. cit., p. 196.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 243

cepción, durante la Batalla de La Victoria, el 12 de febrero de


1814, no fue en vano: Repercutió diez años después, el 9 de di-
ciembre de 1824, en la Batalla de Ayacucho, que selló la Inde-
pendencia americana, habiendo hecho los Generales del Ejército
Unido Libertador —Sucre, Lamar, Gamarra, Córdova, Lara y
Miller— y demás oficiales un voto a la Inmaculada Concepción…
O, dicho de otra manera, Dios quiso dar la Independencia de
América por el misterio de la Inmaculada Concepción de su Ma-
dre Santísima…
XII
LA VIRGEN DE LA CANDELARIA DE CAYMA

EL “COMEDOR DE BOLÍVAR”
(mayo – junio de 1825)

En su recorrido de Lima al Cuzco, Bolívar había hecho una


importante escala en Arequipa, ya por entonces considerada “la
segunda ciudad del Perú”387. Relata el Gral. Daniel Florencio
O’Leary en sus memorias: “Su entrada a Arequipa el 14 de
mayo fue motivo de público regocijo, que correspondió al
antiguo patriotismo y a la opulencia de aquella ilustre capi-
tal. La Municipalidad y gran concurso de vecinos salieron a
recibirle a muchas leguas de la ciudad, llevándole un magní-
fico caballo espléndidamente enjaezado: los estribos, el bo-
cado, el pretil y los adornos de la silla y de la brida eran de
oro macizo. Al aproximarse a la ciudad, un inmenso gentío de
todos los pueblos de los alrededores cubría el camino interrum-
piendo el paso. Pero la más grata bienvenida que recibiera fue
la de los vencedores de Ayacucho, sus amados compañeros de
sus fatigas y su gloria. La 1ª División del Ejército colombia-
no estaba formada en las calles que conducían a la casa en
que iba a desmontarse; el gozo, el amor y el entusiasmo se
retrataban en los semblantes de los veteranos al ver de nue-
vo al Jefe idolatrado; y no eran menos intensos los sentimien-
tos de éstos al recibir las silenciosas congratulaciones de los
soldados, a quienes tanto debía la América” 388.

387
Libertador Simón Bolívar, Carta a S.E. el Gral. Francisco de Paula
Santander (20 de mayo de 1825), en: Cartas del Libertador, Op. cit.,
Tm. IV (1824 – 1825), Caracas 1966, pp. 326-330, p. cit. 328.
388
Gral. Daniel Florencio O’Leary, Op. cit., Tm. XXVIII, pp. 361-362. En
cuanto al recibimiento del Libertador en Arequipa, “La Estrella de
Ayacucho”, el periódico del momento en la ciudad, se limita a seña-
lar: “Si nos fuera dado describir, con propiedad, una por una, las
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 245

Relata el Cnel. Manuel Antonio López, que, una vez retirada


la tropa a sus cuarteles, “toda la oficialidad se dirigió a su
alojamiento. Un inmenso concurso de personas notables, el
Prefecto y todos sus empleados, los magistrados, los jueces,
la Municipalidad, el Obispo y el Cabildo Eclesiástico, los
comerciantes nacionales y extranjeros, ocupaban el patio,
los corredores y las piezas que les habían destinado; y cada
uno por su orden le fue dirigiendo la palabra en elocuentes
discursos, a que S.E. contestó con fuego y entusiasmo, bri-
llando en sus ojos una satisfacción inexplicable. De pronto,
en medio del alborozo que reinaba allí, vióse venir, hacién-
dose campo por entre la multitud, a un venerable sacerdote,
a quien seguían modestamente dos jovencitas de extremada
belleza, de edad como de once o doce años, ricamente vesti-
das, y adornadas con prendas de subido valor; detrás de
ellas iban también dos criadas bien vestidas, que conducían
bajo sus paños unas grandes palanganas de plata. Luchan-
do con el numeroso concurso de gente que se oponía a su
paso, llegaron al fin al corredor principal donde el Liberta-
dor permanecía en pie: las dos jovencitas se adelantan, ha-
cen a sus criadas, que pongan a las plantas del Libertador
las palanganas de plata que llevaban, entre las que se veían
muchas alhajas de piedras preciosas y de perlas, engasta-
das en oro y plata, y una cantidad de monedas acuñadas de
uno y otro metal; y por turno una y otra niña le dirigen un
discurso tan tierno y patético, que conmoviendo aquella nu-
merosa reunión, la mantuvo muda y como absorta en su sen-

funciones públicas con que Arequipa ha demostrado su respeto y


gratitud hacia S.E. el Libertador, llenaríamos muchas de este pe-
riódico con bellos documentos, cuya lectura sola nos obligaría a
los demás pueblos a competirse en entusiasmo y demostraciones de
júbilo a la vista de sus heroicos libertadores” (Periódico “La Estre-
lla de Ayacucho”, Nº 14; cit. en: Guillermo Zegarra Meneses, Arequipa,
en el paso de la Colonia y la República. Visita de Bolívar, Arequipa
1971, p. 223).
246 La Iglesia en la Venezuela Republicana

timiento, en tanto que se veían rodar lágrimas por las meji-


llas de muchos de los concurrentes. Las jovencitas pertene-
cían a una familia distinguida, y eran educandas del colegio
de aquella ciudad, que con su Capellán habían venido a ofre-
cer al Libertador aquellas prendas y dinero, para que los
distribuyera entre los soldados que habían dado libertad a
su Patria. En la alocución que le dirigieron le manifestaron
que aquellas prendas y dinero no pertenecían al colegio ni a
nadie de fuera de él; que eran fruto de labor personal de
ellas y sus colegas, y que siendo lo único que poseían, lo
ofrecían en recompensa de sus fatigas a sus libertadores, a
quienes conceptuaban dignos de poseer cuanto ellas tenían,
exigiéndoles tan sólo que les permitieran reservarse el dote
de la naturaleza, la libertad. Al pronunciar estas últimas pa-
labras, se despojaron de todas las alhajas con que iban ador-
nadas y las unieron a las otras para hacer más cuantiosa la
ofrenda. (…) Enternecido el Libertador y con una voz
entrecortada por las efusiones inarticuladas del corazón, les
contestó su discurso manifestándoles que su voluntad sería
cumplida comunicando a sus soldados los términos de tan
precioso presente; que aceptáranlo o no en su valor mate-
rial, siempre los dejaría deudores de la gratitud sin límites
hacia los donantes; y asegurándoles que los soldados de la
libertad no serían menos fieles soldados de la moral y de la
civilización, consagrando con igual ardor el resto de sus días
a hacer la felicidad de la más preciosa parte de la especie
humana, cuya dignidad, bienestar y dicha siempre significa
al mismo tiempo la dignidad y la dicha de la sociedad entera;
(…) A esta ovación de las educandas siguió inmediatamente
un acto no menos noble y generoso de los soldados colom-
bianos de aquella División. El estado del Tesoro había obli-
gado al General en Jefe a retener en caja la tercera parte
del sueldo devengado durante la campaña, cuyos
ajustamientos le iban a ser satisfechos en esos días; pero
esta tropa, modelo de desprendimiento y de todos los eleva-
dos sentimientos, aquéllos, que con heroico valor combatie-
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 247

ron por la libertad en Boyacá, Carabobo, Bomboná y Pi-


chincha, se negaron a recibir el dinero que les correspondía,
presentáronse al Libertador exigiendo, que sus haberes fue-
sen distribuidos entre las educandas, que tan generosamente
los habían recompensado, y los huérfanos, de los cuales hay
una casa establecida en aquella ciudad. Sus deseos fueron
satisfechos sin demora; el Señor [Pbro.] Doctor Pedro Anto-
nio Torres, Capellán del Libertador, y después Obispo de
Popayán, fue el encargado de llevar a las educandas y a los
huérfanos esa ofrenda, que era el precio material de las fati-
gas, de los riesgos y aún de la sangre de aquellos valien-
tes” 389.
En los días siguientes, la Municipalidad le ofreció un banquete
al Libertador, para el cual “se fabricó especialmente una vaji-
lla de oro puro para adornar su mesa”390. También el Obispo
de Arequipa, Iltmo. Sr. Dr. Don José Sebastián de Goyeneche,
“le dio un banquete, para cuyos gastos hizo contribuir a los
Curas de la Diócesis”391. Después de la Batalla de Ayacucho,
el Obispo de Arequipa, Iltmo. Sr. Dr. Don José Sebastián de
Goyeneche y Barreda —futuro Arzobispo de Lima392—, le había
dirigido al Libertador una carta gratulatoria. Se sabe de esta carta
gratulatoria por otra dirigida por el mismo Obispo al Gral. Antonio
José de Sucre, General en Jefe del Ejército Unido Libertador del
Perú, fechada en Arequipa el 4 de enero de 1825: “La feliz ter-
minación de la guerra del Perú por medio de la memorable
victoria del Ejército Unido Libertador al mando de V.S. obte-
nida en el campo de Ayacucho, al mismo tiempo que acredita

389
Cnel. Manuel Antonio López, Op. cit., pp. 288-291.
390
Samuel Haigh, Viaje de Quilca a Arequipa. La ciudad, en: Edgardo
Rivera Martínez, Imagen y leyenda de Arequipa. Antología 1540-
1990[, Fundación Manuel J. Bustamante de la Fuente], Lima 1996, pp.
220-226, p. cit. 222.
391
Gral. Daniel Florencio O’Leary, Op. cit., Tm. cit., pp. 473-474.
392
Cf. Mons. Severo Aparicio, O.M., El Arzobispo Goyeneche ante las
dificultades de la Iglesia del Perú (1816-1872), Cuzco 2006.
248 La Iglesia en la Venezuela Republicana

una singular protección del Dios de los Ejércitos, ha colma-


do a V.S. de una gloria que inmortalizará su nombre. Un su-
ceso tan extraordinario y brillante ha restituido al Perú su
libertad y su gloria, y va a establecer sobre bases indestruc-
tibles la Independencia, la prosperidad y la paz, de cuyos
inestimables bienes había privado a esta mi Patria la conti-
nuación de una guerra obstinada y sangrienta. ¡Qué títulos
tan justos, Señor General, para interesar la gratitud de los
pueblos y para que la posteridad reconocida coloque el nom-
bre de V.S. entre los bienhechores de la humanidad! Yo, como
Pastor de este rebaño que me ha confiado la Providencia,
felicito a V.S. por el triunfo del Ejército Libertador, debido al
denuedo y singular pericia militar de V.S.; rogándole al mis-
mo tiempo tenga la bondad de poner en manos de S.E. El
Libertador y Dictador del Perú la adjunta carta
gratulatoria” 393.
Cerca de la ciudad de Arequipa —del otro lado del río Chi-
li—, está el pueblo de Cayma con su célebre Santuario de la Virgen
de la Candelaria, que también fue visitado por Bolívar: “Atraído
seguramente por el prestigio del Santuario de Cayma y por
la belleza del lugar, Bolívar visitó este paraje. Como recuerdo
perdurable del hecho y del ágape que se le brindó, se
conserva, a un costado de la Iglesia, y tras el huerto de la
casa cural, un corredor de modestas dimensiones, con piso
de ladrillo y techo de tejas, el cual es conocido como el
‘Comedor de Bolívar’. Una mesa, unas bancas y un sillón en
la cabecera, con el estilo y la construcción de la época,
contribuyen a hacer más viva la evocación del momento, y a
que surjan ante nuestros ojos la figura deslumbrante del
Libertador, presidiendo la reunión, y la del modesto Cura,
esmerándose en sus atenciones” 394.

393
Cit. en: Periódico “El Sol del Cuzco”, Nº 5 (29 de enero de 1825), en:
loc. cit.
394
Guillermo Zegarra Meneses, Op. cit., p. 223.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 249

El origen del pueblo de Cayma es muy remoto… Los hijos de


Santo Domingo de Guzmán estuvieron en el valle de Arequipa
antes de la fundación hispana de la ciudad de Arequipa, el 15 de
agosto de 1540. Fue el Padre Pedro de Ulloa, quien desde 1539
peregrinó por esas tierras predicando el Evangelio a los indíge-
nas; y puso “religiosos en los pueblos de Yanahuara, del que
dependían Cayma, Sachaca y Tiabaya, Chiguata y
Paucarpata, en los que cumplían la función de Doctrineros y
Párrocos, por lo que éstas fueron las primeras Doctrinas de
Arequipa”395. La Doctrina de Cayma, en particular: “Tenía un
clima excelente, mucha ventilación y una ubicación fuera de
lo común por su elevación sobre el valle; todo ello hizo de
Cayma un lugar recomendable para convalecientes. Había
un Cabildo de naturales, con su Curaca, que recaudaba los
reales tributos, un Alcalde Ordinario, cuatro Regidores y su
Secretario. Este pueblo de indios proveía a la ciudad de flo-
res y aves de corral”396. Al parecer, la primera Iglesia se cons-
truyó en Cayma hacia 1582, por el rótulo de la campana de la
misma, que aún se conserva397; arruinada “por los terremotos,
se levantó otra, dedicada a San Miguel [Arcángel]. La Or-
den de los Dominicos tuvo a su cargo esta Doctrina hasta
1777, en que pasa al poder del Clero Secular, siendo su pri-
mer Párroco el P. Juan Domingo de Zamácola y Jáuregui”398.
Según el criterio de los expertos, la Iglesia de Cayma “es una
joya única. Es significativa no sólo por su excelente trabajo
de la piedra y su fastuosa fachada mestiza, sino también por

395
Alejandro Málaga Medina, Los orígenes de la evangelización de
Arequipa. Las Órdenes Religiosas, en: AA.VV., La Evangelización
del Perú: Siglos XVI y XVII, Actas del Primer Congreso Peruano de
Historia Eclesiástica, Arequipa 1990, pp. 471-483, p. cit. 473.
396
Eusebio Quiroz Paz-Soldán / Alejandro Málaga Medina, Doctrinas
de Indios en Arequipa (Siglo XVI), en: AA.VV., La Evangelización del
Perú: Siglos XVI y XVII, Op. cit., pp. 579-595, p. cit. 592.
397
Cf. ibid.
398
Ibid.
250 La Iglesia en la Venezuela Republicana

la romántica belleza de su localización. Se alza en una plaza


encantadora de un pequeño pueblo, que mantiene aún su
arquitectura, y evoca la recoleta tranquilidad del pasado
colonial”399. Está toda construida en piedra “sillar”, piedra de
origen volcánico, abundante en la región, que reúne una serie de
interesantes cualidades: es relativamente ligera, es durable, es
resistente a los sismos, se presta a la talla al golpe del cincel…
De allí las fachadas labradas de las Iglesias y antiguas casas de
Arequipa —también de la Iglesia de Cayma—: En el sillar, “ha
tallado el artista su idea en una piedra dúctil al golpe del
cincel. Una piedra, que ha permitido que las figuras de su
imaginación se plasmen con facilidad arrancándole a su blan-
ca superficie relieves, ondulaciones e incisiones en las que
parece transpirar la energía de la tierra”400.
La imagen de la Virgen de la Candelaria de Cayma fue “una
de las primeras imágenes traídas a la ciudad (…) Su culto
muy pronto alcanzó gran incremento. En las públicas cala-
midades los fieles acuden a ella: en los terremotos, en la
devastadora peste llamada del vómito negro, que desapare-
ció milagrosamente al ser traída procesionalmente, entre lá-
grimas y fervientes súplicas, a la ciudad. Para que la memo-
ria de tan insigne beneficio no se extinguiera, todos los años,
hasta fines del siglo [ante]pasado [—siglo XIX—], el día 28
de agosto, la sagrada imagen venía en solemne procesión y
recorría las calles de la población. La historia nos ha con-
servado con devoción y cariño los muchos milagros, que esta
Reina bendita ha conseguido a sus devotos. Por su Santua-
rio han pasado, para encomendarse a Ella los libertadores
de la Patria, Presidentes de la Nación, valerosos guerreros,

399
Harold E. Wethey, El estilo mestizo: Arequipa, en: Edgardo Rivera
Martínez (editor), Imagen y leyenda de Arequipa. Antología 1540-
1990[, Fundación Manuel J. Bustamante de la Fuente], Lima 1996, pp.
182-190, p. cit. 189.
400
Luis Enrique Tord, Plenitud del Sillar, en: Edgardo Rivera Martínez
(editor), Op. cit., pp. 155-157, p. cit. 156.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 251

sabios y poetas, y hombres de todo estado y condición”401.


La imagen fue coronada canónicamente por el Cardenal Juan
Gualberto Guevara, el primer Cardenal peruano, el 11 de mayo de
1947402.
¿De qué época data el llamado “Comedor de Bolívar”? No se
conoce “la fecha exacta en la que se construyó el patio y
comedor en el que almorzó Bolívar por el año de 1825. Pero
se presume que se construyó por el año de 1739. Está ubica-
do junto a los claustros de la Iglesia, y hasta la fecha se
conservan los muebles, que utilizó en tal acontecimiento”403.
¿Sufrió Bolívar alguna recaída en su salud durante su permanen-
cia en Arequipa? En Cayma, ¿sólo almorzó, o estuvo varios días
de temperamento, pues el pueblo de Cayma, por su buen clima,
era lugar de temperamento? Por cierto, el “Comedor de Bolívar”
tiene dos ambientes: el comedor propiamente dicho, que conser-
va el mobiliario de la época, y, detrás del comedor, una habita-
ción… En realidad, no se sabe cuánto tiempo permaneció Bolívar
en Cayma. Lo cierto es, que el “Comedor de Bolívar” está dentro
del perímetro del terreno de la Iglesia —formaba y forma parte
del complejo parroquial, sí así se puede decir—, y que Bolívar, por
lo tanto, fue atendido allí por el Cura y los feligreses de la Iglesia

401
Mons. Leonardo Rodríguez Bailón, Arzobispo de Arequipa, Arequipa
Mariana; en: Fr. Francisco Cabré, O.F.M., Crónica del Congreso
Mariano y Coronación Pontificia de la imagen de Nuestra Señora de
la Candelaria de Cayma. Arequipa, 7-11 de mayo de 1947, Arequipa
1949, pp. 229-238, pp. cit. 234-235. Ante el Altar de la Virgen de la
Candelaria de Cayma “llegaron en contrito peregrinaje el Conde
de Lemos, el Virrey Marqués de Avilés, el Libertador Bolívar, Don
Benito de Moxó y Francolí, Arzobispo de las Charcas, y el Presi-
dente Balta” (Evaristo San Cristóbal, Cayma, en: Fr. Francisco Ca-
bré, O.F.M., Op. cit., pp. 3-5, p. cit. 3).
402
Cf. Francisco Cabré, O.F.M., Op. cit., pp. 241-242.
403
Dr. Héctor Ballón Lozada, Historia de Cayma[, Fondo Editorial de la
Municipalidad Distrital de la Villa Hermosa de Cayma], Arequipa 2007,
p. 67.
252 La Iglesia en la Venezuela Republicana

de Cayma. Y, seguramente, en algún momento visitaría la Iglesia,


recogiéndose piadosamente frente a la imagen de la Virgen de la
Candelaria de Cayma…
Precisamente porque la Iglesia de Cayma guardaba el recuer-
do de Bolívar, fueron sepultados en ella los restos del General
venezolano —natural de El Tocuyo— Trinidad Morán, quien casó
en Arequipa y se estableció en esa ciudad… Fue fusilado en
Arequipa “en el torbellino de las guerras civiles el 2 de di-
ciembre de 1854, precisamente a los treinta años de su victo-
ria en Corpahuayco que tanto hizo para determinar el triun-
fo final de Ayacucho”404. Sus restos fueron trasladados a Vene-
zuela e inhumados en el Panteón Nacional, el 3 de diciembre de
1954…
Bolívar salió de Arequipa el 10 de junio de 1825, con destino al
Cuzco405, Copacabana, La Paz, Potosí, Chuquisaca… Desde
Bolivia, o más probablemente desde alguno de los pueblos del
Perú en su recorrido de regreso hacia Lima, quiso el Libertador
tener un hermoso gesto con el Seminario de Arequipa… El Pbro.
Mateo Joaquín de Cossio, Rector del Seminario Conciliar de San
Jerónimo de Arequipa, en carta del 21 de febrero de 1826 al edi-
tor del Periódico “El Republicano” de Arequipa, da cuenta de la
orden del Libertador al Señor General Prefecto de que al Semi-
nario le sea proporcionado todo lo necesario: “S.E. El Liberta-
dor, reconociendo el mérito superior de esta casa, que ha
formado a los más ilustres peruanos representantes de la
Nación, ha dado las órdenes más encarecidas al Señor Ge-
neral Prefecto[, Don Antonio Gutiérrez de la Fuente], para
que en unión del Ilustrísimo Señor Obispo proporcione al
Seminario todo lo que necesita para su mayor lustre. En efec-
to, Señor Editor: el sábado, 18 del corriente he tenido el
honor y satisfacción de que esta casa haya sido visitada por

404
Aurelio Miró Quezada Sosa, Arequipa, en: Guía Oficial del II Congre-
so Eucarístico Peruano [en Arequipa (23 al 27 de octubre de 1940)],
Arequipa 1940, p. 89.
405
Cf. Gral. Daniel Florencio O’Leary, Op. cit., Tm. cit., p. 362.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 253

el Señor Prefecto, por el verdadero Vicegerente del Padre del


Perú. ¡Cómo describirle, a V., la ternura con que miraba a
cada uno de los desgraciados jóvenes que tiene este colegio!
¡Ah! Nunca mis ojos habían visto en los jefes un interés tan
decidido para la infeliz juventud. La miseria de los niños
solamente conmovía las entrañas de los Prelados y se había
juzgado extraña la conmiseración para los alumnos de este
Seminario en los gobernadores. Pero las virtudes heroicas
de nuestro Prefecto, hijas de su verdadero patriotismo, se
han desplegado en todo su lleno en la tarde del sábado, 18
del corriente. (…) Con la mayor complacencia paseó la casa,
pobre pero aseada, vio la Capilla, aula general, graneros,
claustros y aposentos, todo reedificado en el tiempo de ma-
yor angustia por la protección de este dignísimo Señor Obis-
po, y sin cuyos auxilios, hoy sería la casa el muladar más
despreciable. (…) En fin, el sábado, 18 del presente ha expe-
rimentado el Seminario de San Jerónimo los efectos benéfi-
cos de influencia del sol del Perú, del inmortal Bolívar, por
medio del benemérito General Prefecto”406.

406
Cit. en: Periódico “El Republicano”, Nº 14 (25 de febrero de 1826), en:
Comisión Nacional del Sesquicentenario de las Batallas de Junín y
Ayacucho y de la Convocatoria del Congreso Anfictiónico de Pana-
má (editora), El Republicano. Arequipa, noviembre 1825 – febrero
1827, Ofrecimiento de Manuel Vicente Magallanes, Estudio Prelimi-
nar de Augusto Dammert León[, Edición facsimilar dispuesta por el
Gobierno de la República de Venezuela], Caracas 1975.
XIII
LA VIRGEN DE LA CANDELARIA
DE COPACABANA

LLEGADA AL ALTO PERÚ


(agosto de 1825)

Del “Itinerario general de la marcha de S.E. El Libertador


desde la capital de Lima a Chuquisaca”, publicado en las Memo-
rias del Gral. O’Leary, se desprende que Bolívar salió del Cuzco
el 26 de julio, y llegó a Puno el 5 de agosto; salió de Puno el 9 de
agosto, y —continuando la marcha por la orilla del lago Titicaca—
llegó a Copacabana el 12 de agosto, descansó allí el 13 y 14, y
continuó su viaje el 15407…
En Copacabana se encontraba —y se encuentra todavía hoy—
uno de los Santuarios marianos más importantes de la América, tal
vez el más importante de la América del Sur por la gran afluencia de
fieles… El Santuario es, al mismo tiempo, una de las expresiones
más significativas de la arquitectura colonial hispanoamericana: El
hermoso arco de entrada, todo revestido de ladrillo enlozado, hace
de marco al conjunto de la estructura, en el cual resalta “la portada
lateral del templo, en la que luce el estilo más puro del Siglo
XVII; la puerta está decorada con clavos de bronce, con maci-
zos aldabones, que forman cabezas de león mordiendo pesa-
das argollas. La estructura de la Iglesia tiene una planta de
cruz latina con nave central y dos capillas laterales; la puerta
principal da al oriente, y es muy poco usada por la incomodi-
dad y falta de espacio sobre el atrio. Interiormente, el Altar
Mayor es una obra admirable en el tallado y el dorado” 408, en

407
Cf. Itinerario general de la marcha de S.E. el Libertador desde la capi-
tal de Lima a Chuquisaca, en: Gral. Daniel Florencio O’Leary, Op. cit.,
Tm. XXIII, pp. 348-350.
408
Maks Portugal / Dick Edgar Ibarra Grasso, Copacabana. El Santuario
y la Arqueología de la Península e Islas del Sol y la Luna, Cochabamba
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 255

donde está colocada la imagen de Nuestra Señora de la Candelaria


de Copacabana…
La imagen se debe a la tenacidad de un indígena, llamado Fran-
cisco Tito Yupanqui… El asiento de Copacabana era afectado
por las bajas de temperatura, que arruinaban las sementeras a
principios de febrero; y relata Fray Alonso Ramos Gavilán: “Este
tan ordinario azote, traía acosadísimos a los miserables in-
dios, que no les daba lugar a ningún descanso; estando siem-
pre sobre ellos el temor de la hambre, con las demás calami-
dades que tras ella vienen, (…) Determinaron, pues, poner
sus suertes en las manos de Dios, y en las de su Madre sus
peticiones (…) Tomaron la mano para esto, las cabezas de la
parcialidad Anansaya, y trataron de fundar una Cofradía a
honra de Nuestra Señora, a cuya principal fiesta y advocación
fuese de la Candelaria, que cae a dos de febrero, cuando
(…) eran los hielos. No faltó contradicción a esta singular
obra, que no lo fuera, sino tuviera en sus principios contra-
dicción. La parcialidad Urinsaya alegó, que aquello tocaba
a todo el pueblo, y que ellos tenían puesto en plática fundar
una Cofradía de San Sebastián, y que un lugar, cuya gente
era tan pobre, cuanto mal avenida, no sufría tantas Cofra-
días, (…)”409. El indígena Yupanqui pensó esculpir él mismo una
imagen de la Candelaria… Hizo algunos intentos, que resultaron
fallidos… Comprendió, que necesitaba algunas nociones de es-
cultura; “y fue a Potosí, en julio de 1576, para trabajar con

1957, p. 8 [Biblioteca Casto Rojas del Banco Central de Bolivia – La


Paz, Bolivia].
409
Fray Alonso Ramos Gavilán, Historia de Nuestra Señora de
Copacabana, Academia Boliviana de la Historia, La Paz (2) 1976, p.
115. En relación a los orígenes de la devoción a la Virgen de
Copacabana, es una referencia indispensable, además de la monu-
mental obra de Fray Alonso Ramos Gavilán, la crónica de Fray Anto-
nio de la Calancha (cf. Fray Antonio de la Calancha, Crónica Morali-
zada, Biblioteca Boliviana, Nº 1[, Publicaciones del Ministerio de
Educación, Bellas Artes y Asuntos Indígenas], La Paz 1939).
256 La Iglesia en la Venezuela Republicana

el famoso imaginero Diego de Ortiz. Con un modelo de N.S.


del Rosario labró y estucó en blanco una estatua trabajada
en madera de maguey, que el maestro encontró digna de ser
llevada al Altar, después de conveniente decoración y pintu-
ra, trabajos que realizó en La Paz. La estatua no es de mu-
cho arte, pero sí de atractiva majestad y dulzura. Sobre la
madera de maguey, el maestro Vargas de La Paz puso un es-
tofado fino y pulimentado, la pintó y esgrafió para hacer
resaltar los floreados sobre el fondo de pan de oro. (…) Ven-
cidas no pocas dificultades, al fin Tito Yupanqui pudo entrar
con la imagen de la Virgen de Copacabana el 2 de febrero de
1583, donde la recibe el Párroco Antonio Montoro con gran-
des fiestas y muchas plegarias de todo el pueblo. Colocada
en un pequeño Altar, pronto creció la devoción y el culto al
influjo de los muchos milagros que se dignó realizar la Vir-
gen. Los peregrinos aumentaban, y como el Párroco ya no
podía darse abasto para tanto culto, el Corregidor Jerónimo
Marañón pidió a la Real Audiencia de Chuquisaca mandase
una comunidad para atenderlos. (…)”410.
Efectuadas algunas gestiones, el Santuario fue entregado, por
Real Cédula de Felipe II de 7 de enero de 1588 a los Padres
Agustinos411: “El 16 de enero de 1589 los Agustinos se hi-
cieron cargo de la imagen de Nuestra Señora de
Copacabana y de todas las doctrinas en la península
homónima del Lago Titicaca. (…) El actual templo, obra del
Arquitecto Francisco de Sigüenza, fue encargado por el Vi-
rrey Conde de Lemos, siendo Prior el P. Marcelino Balaoto,
y se abrió al culto en 1678. Fue consagrado el 5 de abril
de 1705, bajo la advocación de la Purificación de Nuestra
Señora, verdadero título de la Virgen de Copacabana. En
1767 fue construido el hospital para peregrinos. Poco a poco

410
R.P. Avencio Villarejo, O.S.A., Los Agustinos en el Perú y Bolivia,
Lima 1965, pp. 73-74.
411
Cf. ibid., pp. 74-75.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 257

fueron enriqueciendo la Iglesia con Altares dorados y de pla-


ta, cuadros, joyas, campanas y hasta dos órganos. Existe en
el Archivo del Cabildo de La Paz un inventario del joyero
de la Virgen que especifica más de 350 piezas de oro, desde
coronas y cálices hasta medallas y cadenas, con 4.000 ge-
mas entre diamantes, esmeraldas, perlas, rubíes, etc., sin con-
tar otras muchísimas a granel, cálices, bandejas, candele-
ros, incensarios, enchapes de Altares y muchos otros obje-
tos de plata”412.
En Copacabana se le hizo al Libertador un magnífico recibi-
miento, pues su llegada coincidió “con las fiestas y romerías de
la Virgen. La muchedumbre autóctona le rodeó en río de co-
lores, mientras llenaban el ambiente los vítores, el estallido
de cohetes y el son de los tambores, las cornetas y zampoñas;
(…); cruzó entre guirnaldas de flores, de kantutas [—flor
típica del altiplano—] de oro y púrpura, mientras caía a su
paso papel picado y pétalos de flores. Los heraldos del Inca,
que sólo rinden pleitesía a la Virgen —ostentando la borla
imperial incaica entre la diadema de vistosos plumajes— le
hicieron guardia, integrando después su comitiva, (…) Él tam-
bién, romero inmortal, cruzó, entre aguayos vistosos, blan-
cas esteras y flores, la senda inmemorial, y visitó a la Virgen,
a la Mama de Copacabana: admiró su extraña belleza nati-
va, y aún, creyérase, que la Virgen india en sus enormes ojos
le sonreía”413.
Desde Copacabana despachó el Libertador una nutrida co-
rrespondencia: Entre los días 12, 13 y 14 de agosto de 1825 co-
municaba Bolívar varias disposiciones administrativas al Gobier-
no del Perú, pues se disponía a continuar su viaje a las ciudades

412
Ibid., p. 102.
413
Lucio Diez de Medina, El Libertador en Bolivia, La Paz 1954, pp. 74-75
[Biblioteca Casto Rojas del Banco Central de Bolivia – La Paz, Boli-
via]. Esta magnífica obra mereció el Primer Premio de un Concurso
convocado por la Sociedad Bolivariana de Bolivia.
258 La Iglesia en la Venezuela Republicana

del Alto Perú414… En algún momento, Bolívar visitó la Isla del


Sol; pues el 13 de agosto de 1825, el Fiscal de Santiago de Titicaca
le comunicaba al editor del periódico “El Sol del Cuzco”: “El día
que S.E. El Libertador fue a visitar la Isla de Titicaca, cuna
del Padre de los Incas, el Coronel de Buenos Aires O’Brien,
que se ha cubierto de laureles en las márgenes del Plata,
adquiriendo por su valor e intrepidez varias insignias que
caracterizan el honor militar, tuvo bastante fuerza de alma
para despojarse de todas ellas y depositarlas debajo de las
ruinas del templo consagrado en otro tiempo por los Incas al
astro que da vida a la naturaleza”415.

414
Cf. Libertador Simón Bolívar, Carta al Señor Ministro de Estado en el
Departamento de Gobierno del Perú (12 de agosto de 1825), en: Gace-
ta del Gobierno del Perú, Tm. 8, Nº 19 (4 de septiembre de 1825), en:
loc. cit., Tm. III (julio 1825 – mayo 1826); Carta al Sr. Ministro de
Estado en el Departamento de Hacienda del Perú (12 de agosto de
1825), en: Félix Denegri Luna / Margarita Guerra (editores), Obra
Gubernativa y Epistolario de Bolívar, Vol. 1º: Legislación 1823-1825,
Colección Documental de la Independencia del Perú, Tm. XIV, Lima
1975, p. 625; Carta al Excmo. Señor Presidente del Consejo de Gobier-
no del Perú (13 de agosto de 1825), en: Gaceta del Gobierno del Perú,
Tm. 8, Nº 18 (1º de septiembre de 1825), en: loc. cit., Tm. cit.; Carta al
General Prefecto del Departamento del Cuzco (13 de agosto de 1825),
en: Periódico “El Sol del Cuzco”, Nº 36 (3 de septiembre de 1825), en:
loc. cit.; Carta al Señor Gral. de Brigada Don Juan Salazar (14 de
agosto de 1825), en: Gaceta del Gobierno del Perú, Tm. 8, Nº 20 (8 de
septiembre de 1825), en: loc. cit., Tm. cit.; Carta al Señor Gral. Tomás
de Heres (14 de agosto de 1825), en: Cartas del Libertador, Op. cit.,
Tm. cit., pp. 415-418; Carta al Señor Gral. Bartolomé Salom (14 de
agosto de 1825), en: Cartas del Libertador, Op. cit., Tm. cit., pp. 418-
420.
415
Periódico “El Sol del Cuzco”, Nº 41 (8 de octubre de 1825), en: loc. cit.
XIV
LA VIRGEN INMACULADA

EL RELICARIO DE CHARCAS
(noviembre de 1825 - enero de 1826)

¿Por qué Bolívar se disponía a continuar su viaje a las ciuda-


des del Alto Perú? Porque allí se habían sucedido importantes
acontecimientos… El 10 de julio de 1825 se había presentado “la
ciudad de Chuquisaca con sus balcones tendidos con ricas
colgaduras de seda y brocado, orladas las puertas de la ca-
lle, con vistosos ramilletes de flores y arcos triunfales de pla-
ta alzados en las principales calles, para solemnizar la insta-
lación de la Asamblea que habría de fijar por siempre la suer-
te futura de las ricas Provincias altoperuanas, hasta ese día
dependientes de los Virreinatos del Perú y del Río de la Pla-
ta” 416.
Un testigo directo de los acontecimientos, Don Manuel María
Urcullu, Diputado por Charcas o Chuquisaca a la Asamblea, rela-
ta —y esto tiene que haber ocurrido en los primeros días después
de la instalación—, que estando “la Asamblea discutiendo, con
detenimiento y en la calma de las pasiones, sobre lo que más
convenía a la suerte del Alto Perú, recibió dos Decretos: uno
del Congreso de Buenos Aires [de] fecha 9 de mayo de 1825,
por el que ordenó al Poder Ejecutivo destinara una legación
caracterizada para que a nombre de la Nación argentina fe-
licite al Libertador, y también para que se entienda con la
Asamblea convocada por el Gran Mariscal de Ayacucho, re-
conociendo por base que aunque las cuatro Provincias del
Alto Perú han pertenecido siempre a este Estado, es la volun-
tad del Congreso General Constituyente que ellas queden en
plena libertad para disponer de su suerte según crean con-

416
Alcides Arguedas, La fundación de la República[, Escuela Tipográ-
fica del Colegio Don Bosco], La Paz 1920, p. 275.
260 La Iglesia en la Venezuela Republicana

venir mejor a su intereses y felicidad. El otro Decreto era del


Libertador dado en Arequipa el 16 del mismo mayo dispo-
niendo, que la determinación de la Asamblea no recibiese
ninguna sanción hasta que de nuevo se instale el Congreso
del Perú en el año [18]26, y que entre tanto las Provincias
del Alto Perú no tengan otro centro de autoridad que la de
aquel Gobierno. Grande fue el alarma que produjo la ines-
perada resolución del Gral. Bolívar”417.

417
Don Manuel María Urcullu, Apuntes para la historia de la Revolu-
ción del Alto-Perú, hoy Bolivia por unos patriotas, Sucre 1855, p. 155
[Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia – Sucre, Bolivia]. El
Decreto del Libertador del 16 de mayo de 1825 dice textualmente: “II.
La deliberación de esta asamblea no recibirá ninguna sanción
hasta la instalación del nuevo Congreso del Perú en el año próxi-
mo” (Gaceta del Gobierno del Perú, Tm. 7, Nº 53 (9 de junio de 1825),
en: loc. cit., Tm. II (1824 – junio 1825)). Este Decreto no deja lugar a
dudas, que Bolívar, en un principio, fue reacio a la Independencia del
Alto Perú… El 9 de febrero de 1825, dos días después de haber
llegado el Gran Mariscal de Ayacucho a La Paz, “luego de investigar
discretamente la opinión de muchos prominentes altoperuanos
reunidos allí, dio su Decreto creador de la nacionalidad en que,
reconociendo a los pueblos el derecho de constituirse a su agrado
y siguiendo la inspiración de sus preferencias políticas o de sus
conveniencias económicas, convocaba la reunión de una Asam-
blea para determinar la posterior suerte de las cuatro Provincias
altoperuanas” (Alcides Arguedas, Op. cit., p. 240). Estando Sucre
en Potosí, recibió el 4 de abril una carta de Bolívar referente a los
negocios del Alto Perú, fechada el 21 de febrero: “Según dice, Ud.
piensa convocar una asamblea de dichas Provincias. Desde luego,
la convocación misma es un acto de soberanía. Además, llamando
Ud. estas Provincias a ejercer su soberanía, las separa de hecho de
las demás Provincias del Río de la Plata. Desde luego Ud. logrará
con dicha medida la desaprobación del Río de la Plata, del Perú y
de Colombia misma, que no puede ver ni con indiferencia siquiera
que Ud. rompa los derechos que tenemos a la Presidencia de Quito
por los antiguos límites del antiguo Virreinato” (Libertador Simón
Bolívar, Carta al Gral. Antonio José de Sucre (21 de febrero de 1825),
en: Cartas del Libertador, Op. cit., Tm. cit., pp. 257-260, p. cit. 258).
Por supuesto, esta carta dejó a Sucre profundamente consternado…
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 261

Los partidarios de la Independencia en la Asamblea del Alto


Perú se propusieron entonces conquistar la voluntad del Liberta-
dor, “hasta entonces irreductible”418; y aprobaron por unanimi-
dad un oficio redactado por el Presidente de la Asamblea, Dr.
José Mariano Serrano —oficio, que lleva la fecha del 19 de julio
de 1825, mediante el cual se comunicaba al Libertador la instala-
ción de la Asamblea, que “se acoge a la mano protectora del
padre común del Perú, del salvador de los pueblos, del hijo
primogénito del Nuevo Mundo, del inmortal Bolívar” 419. El
Libertador, que ya venía en camino al Alto Perú, contestó el 3 de
agosto de 1825 desde Lampa en los siguientes términos: “Con
suma satisfacción tuve la honra de recibir ayer un despacho
de V.E. de 19 de julio, por el cual me he instruido de la insta-
lación del cuerpo representativo del Alto Perú. Al nacer esos
dignos ciudadanos a la vida política mi corazón palpita de
gozo; porque veo que, en un solo día, el mundo liberal se ha
aumentado con un millón de hombres”420.
La Asamblea, entonces, en la fecha emblemática del 6 de agos-
to de 1825, primer aniversario de la Batalla de Junín, promulgó la
Declaración de Independencia de las Provincias del Alto Perú…
La Declaración no sólo denuncia la opresión del Gobierno espa-
ñol, sino también los atropellos de las legiones españolas contra la
Religión Católica: “Cuando, pues, nos llega la vez de declarar
nuestra Independencia de la España, y decretar nuestro fu-
turo destino de un modo decoroso, legal y solemne, creemos
llenar nuestro deber de respeto a las naciones extranjeras, y
de información consiguiente de las razones poderosas, y jus-

418
Alcides Arguedas, Op. cit., p. 279.
419
Dr. José Mariano Serrano, Nota del Presidente de la Asamblea del
Alto Perú para el Libertador (19 de julio de 1825), en: Gaceta del
Gobierno del Perú, Tm. 8, Nº 20 (4 de septiembre de 1825), en: loc. cit.,
Tm. III (julio 1825- mayo 1826).
420
Libertador Simón Bolívar, Carta al Presidente de la Asamblea del Alto
Perú, Dr. José Mariano Serrano (3 de agosto de 1825), en: Gaceta del
Gobierno del Perú, Tm. cit., Nº cit., en: loc. cit.
262 La Iglesia en la Venezuela Republicana

tos fundamentos impulsores de nuestra conducta, reprodu-


ciendo cuanto han publicado los manifiestos de los otros
Estados de América, con respecto a la crueldad, injusticia,
opresión y ninguna protección con que han sido tratados por
el Gobierno Español; pero si esto y la seguridad con que
protestamos a presencia del Gran Padre del Universo, que
ninguna región del Continente de Colón ha sido tan tiraniza-
da como el Alto Perú, no bastase a persuadir nuestra justi-
cia, apelaremos a la publicidad con que las legiones españo-
las y sus jefes más principales han profanado los altares,
atacado el dogma e insultado el culto, (…)”421. En consecuen-
cia: “(…), se erige en un Estado soberano e independiente de
todas las naciones, tanto del viejo como del Nuevo Mundo, y
los Departamentos del Alto Perú, firmes y unánimes en esta
tan justa y magnánima resolución, protestan a la faz de la
tierra entera, que su voluntad irrevocable es gobernarse por
sí mismos, y ser regidos por la Constitución, leyes y autorida-
des que ellos propios se diesen y creyesen más conducentes a
su futura felicidad en clase de nación, y al sostén inalterable
de su santa Religión Católica y de los sacrosantos derechos
de honor, vida, libertad, igualdad, propiedad y seguridad.
(…)” 422.
La Asamblea, en seguida “nombró una diputación de su
seno compuesta de los Señores Doctores Don Casimiro
Olañeta, Don José María Mendizábal”423 —sacerdote y más
tarde Obispo de La Paz424— “y Don Hilarión Fernández, para

421
Declaración de Independencia del Alto Perú (6 de agosto de 1825),
en: José Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. X, Nº 2621, p. 62-
65, p. cit. 63.
422
Ibid., p. cit. 64.
423
Don Manuel María Urcullu, Op. cit., pp. 155-156.
424
Cf. José de Mesa / Teresa Gisbert / Carlos D. Mesa Gisbert, Historia
de Bolivia. Con 336 dibujos de J. de Mesa y T. Gisbert, 104 cuadros y
diagramas, 30 mapas incluyendo 4 desplegables a color, índice temá-
tico e índice onomástico con 2.157 nombres, La Paz (6) 2007, p. 318.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 263

que encontrando al Libertador le hicieran presente: que nin-


gún derecho tenía el Perú sobre estas Provincias para san-
cionar o no sus determinaciones, (…) Que tanto el Congreso
de Buenos Aires como el Poder Ejecutivo de esa República, a
la que por ley y por actos voluntarios estuvieron unidas es-
tas Provincias, liberal y generosamente habían decretado
quedasen en completa libertad para disponer de su suerte
como les convenga. Que el Ejército Libertador no había te-
nido necesidad de quemar un solo cartucho en defensa de
estos pueblos desde que cruzaron el Río Desaguadero; de-
biendo el Alto Perú a sus propios esfuerzos verse libres de
enemigos. Se encargó también la Comisión de presentarle al
Libertador un Decreto de la Asamblea: Instruidos los Dipu-
tados de que la gloria era el móvil de todas las acciones de
Bolívar, procuraron inclinarlo a su favor lisonjeando ese
vehemente y elevado deseo: Decretaron que la República lle-
vase el nombre de Bolívar; que en razón de la ilimitada con-
fianza que tenían en el Libertador de Colombia y del Perú le
reconocían por Padre, Protector y Presidente de ella; que su
retrato se colocase en todos los establecimientos públicos, y
que el día de su natalicio fuese de fiesta cívica en el país, lo
que tendría efecto después de su vida. Los enviados hallaron
en la ciudad de La Paz al Libertador; (…)”425.
En ese Decreto de la Asamblea, que lleva la fecha del 11 de
agosto de 1825 —fecha en que Bolívar estaba por llegar a
Copacabana—, se dispuso también la elaboración de una medalla
de oro tachonada de brillantes para Bolívar: “8º El Gran Maris-
cal de Ayacucho, como encargado inmediatamente del man-
do de los Departamentos de la República, mandará forjar y
presentará a S.E. El Libertador una medalla de oro tachona-
da de brillantes, del diámetro que juzgue más adecuado, para
que en el anverso de ella se figure el cerro de Potosí, y al
Libertador colocado al término de una escala, formada de
fusiles, espadas, cañones y banderas en actitud de fijar so-

425
Don Manuel María Urcullu, Op. cit., p. 156.
264 La Iglesia en la Venezuela Republicana

bre la cima de dicho cerro la gorra de la libertad, y en el


reverso entre una guirnalda de oliva y laurel la siguiente ins-
cripción: ‘La República Bolívar agradecida al héroe cuyo
nombre lleva’”426. El Gran Mariscal de Ayacucho se tomó muy
en serio este encargo… El 21 de abril de 1826 le escribía desde
Chuquisaca al Gral. Andrés de Santa Cruz: “Me dicen que en
La Paz está aquel francés joyero que pasó por aquí, y como
ya están conseguidos todos los brillantes con qué hacer la
medalla del Libertador, pienso que se trabaje por él puesto
que lo hace tan bien. Mandaré los brillantes a La Paz si Ud.
me avisa que está allí el francés” 427 —aún cuando en
Chuquisaca había una espléndida tradición de orfebrería428, Sucre
prefería al joyero francés… Para el 24 de junio de 1826, la meda-
lla estaba elaborada, pues en esa fecha le comunicaba Sucre a
Bolívar: “La Asamblea General de Bolivia me encargó por el
Artículo 8º de su Decreto de 11 de agosto [de 1825], presen-
tar a V.E. una medalla cívica, cuyos emblemas manifestarán
su reconocimiento a los servicios de V.E. (…) Dígnese V.E.
admitir con los sentimientos de la Asamblea General, el co-
razón de los bolivianos en que se halla consagrado el monu-
mento perdurable de su gratitud a V.E. (…)”429. Habiendo cum-

426
Decreto de la Asamblea General del Alto Perú (11 de agosto de 1825),
en: Gaceta del Gobierno del Perú, Tm. 8, Nº 21 (11 de septiembre de
1825), en: loc. cit., Tm. cit. El Decreto continúa con otras disposicio-
nes relativas al Gran Mariscal de Ayacucho, como aquélla por la cual
la “ciudad capital de la República y su Departamento se denomi-
narán en lo sucesivo Sucre” (ibid.).
427
Gral. Antonio José de Sucre, Carta al Gral. Andrés de Santa Cruz (21
de abril de 1826), en: Archivo de Sucre, Op. cit., Tm. VIII (enero –
abril de 1826), Caracas 1981, pp. 350-353, p. cit. 353.
428
Cf. Lic. María Luisa Suárez Villegas, Platería en la ciudad de La Plata
(Siglos XVII-XIX). Manos orfebres creadoras de tradición, Sucre
2001 [Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia – Sucre, Bolivia].
429
Gral. Antonio José de Sucre, Carta al Libertador Simón Bolívar (24 de
junio de 1826), en: Archivo de Sucre, Op. cit., Tm. IX (enero – junio
de 1826), Caracas 1985, p. 386.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 265

plido una misión en Chuquisaca uno de los edecanes del Liberta-


dor, el británico Belford Hinton Wilson, se disponía a regresar a
Lima… Y aprovechó Sucre para enviarle la medalla a Bolívar; en
carta particular del 12 de julio de 1826 le escribía: “Me tomo la
libertad de remitir a Ud. con Wilson la medalla que me encar-
gó la Asamblea General de presentar a Ud. Va en una caja
de lata porque la de oro no se ha concluido y por aprove-
char la ocasión de Wilson”430. El 4 de agosto le respondía el
Libertador: “Ruego a V.E. que manifieste a la Asamblea Ge-
neral, que la medalla con los emblemas que la adornan, que
se ha dignado presentarme, escogiendo la invicta mano de
S.E. la conservaré toda mi vida en señal de mi profundo re-
conocimiento hacia Bolivia, y a mi muerte devolveré este pre-
sente nacional al Cuerpo Legislativo”431. El Libertador cum-
plió con su ofrecimiento, pues dispuso en el numeral 6º de su
testamento: “Es mi voluntad, que la medalla que me presentó
el Congreso de Bolivia a nombre de aquel pueblo, se le de-
vuelva como se lo ofrecí, en prueba de verdadero afecto que
aun en mis últimos momentos conservo a aquella Repúbli-
ca”432. Hoy por hoy, la medalla es la insignia presidencial de la
República de Bolivia433.

430
Gral. Antonio José de Sucre, Carta al Libertador Simón Bolívar (12 de
julio de 1826), en: Archivo de Sucre, Op. cit., Tm. X (julio – diciembre
de 1826), Caracas 1986, p. 61.
431
Cit. en: Periódico “El Cóndor de Bolivia”, Nº 40 (7 de septiembre de
1826), en: El Cóndor de Bolivia 1825 – 1828. Edición conmemorativa
del Segundo Centenario del Mariscal de Ayacucho, Antonio José de
Sucre, Prólogo de Alberto Crespo[, Banco Central de Bolivia / Archi-
vo y Biblioteca Nacionales de Bolivia / Academia Boliviana de la
Historia], La Paz 1995.
432
Libertador Simón Bolívar, Testamento otorgado en la Quinta de San
Pedro Alejandrino de Santa Marta (10 de diciembre de 1830), en:
Ildefonso Leal (editor), Op. cit., pp. 63-65, p. cit. 64.
433
El albacea del Libertador se comunicó con el propio Mariscal Andrés
de Santa Cruz a los efectos de la devolución de la medalla (cf. Oscar
266 La Iglesia en la Venezuela Republicana

El Libertador entró triunfalmente a La Paz el 18 de octubre de


1825; allí lo encontró la Comisión nombrada por la Asamblea
General434... Relata una crónica de la época, que: “Los jefes
militares, los empleados y una parte del vecindario, salieron
hasta el pueblo de Laja distante ocho leguas de la pobla-
ción; y el Cabildo Eclesiástico que esperaba a S.E. a dos
leguas se incorporó con la comitiva, que venía precedida de
grupos de indígenas que en diversas secciones danzaban
demostrando su alegría. La Municipalidad que estaba aguar-
dando a S.E. en El Alto, le presentó allí un hermoso caballo
cuyo aderezo tachonado con piezas de oro aumentaba su bi-
zarría. Reunido en este punto todo el acompañamiento, era
un espectáculo muy bello el que presentaba la bajada que
conduce a la ciudad, en donde un repique general de cam-
panas y el ruido del cañón no permitían que el entendimiento
se apercibiese de tan varias y complicadas sensaciones. Una
portada muy bien construida, y coronada con las banderas
de Colombia y del Perú, y con jeroglíficos alusivos a los triun-
fos del Libertador, estaba fabricada en el puente de la entra-
da principal. Cuando S.E. llegó a este lugar, el Presidente
del Departamento a nombre del pueblo, le entregó la llave de
oro de la ciudad, manifestándole la gratitud de que estaba
animado, y la grande confianza que depositaba en el héroe
que había hecho todas sus felicidades. Desde el pórtico has-
ta el Palacio formaban los gloriosos batallones de la 2ª Divi-
sión de Colombia. (…) Un momento después de haber llega-
do S.E. al Palacio, que magníficamente se le tenía dispuesto,
pasó a la Catedral a tributar al Señor el homenaje que le
deben sus criaturas. Este acto sagrado se solemnizó, como es

de Santa Cruz, La medalla del Libertador. Su historia documentada,


La Paz 1927, pp. 13-23 [Biblioteca Casto Rojas del Banco Central de
Bolivia – La Paz, Bolivia]); el 28 de octubre de 1839 —en la celebra-
ción del onomástico del Libertador— la medalla fue decretada insig-
nia presidencial (cf. ibid., p. 33).
434
Cf. Don Manuel María Urcullu, Op. cit., p. 156.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 267

costumbre con un Te-Deum. Cumplido este deber S.E. se di-


rigió al Palacio, donde la hermosura le aguardaba para fe-
licitarlo como el héroe de la América. Un sacerdote coronó
después a S.E. con un laurel de oro tachonado de brillantes,
que formaba una corona. El Libertador con aquella viveza y
energía que hacen lo más hermoso de su carácter, quitándo-
sela de la cabeza, ornó con ella las sienes del Gral. Sucre,
diciendo: ‘No es a mí, señores, a quien es debida la corona
de la victoria, sino al General que dio la libertad al Perú en
el campo de Ayacucho’. En seguida pasó S.E. a dar, a nom-
bre de la América, las gracias a los cuerpos de la 2ª División
de Colombia, que formaban en masas particulares en la pla-
za principal. Estas dos acciones magníficas de S.E. cerraron
por decirlo así, la escena de este día. El 19 se celebró en la
Catedral una solemne Misa, en cuyo tiempo el [Pbro.] Dr.
Monje (Manuel) pronunció una oración análoga a las cir-
cunstancias; y concluido este acto se entonó el Te-Deum en
acción de gracias”435. Después, el Libertador se dirigió al Pala-
cio, donde fue felicitado por el Gran Mariscal de Ayacucho, por el
Presidente o Prefecto del Departamento y otras personalidades436.
Hubo varios días de fiestas; y un testigo presencial de los acon-
tecimientos relata cómo la llave de oro, que le había sido entrega-
da al Libertador en su entrada a la ciudad, fue a parar a manos
del Pbro. Pedro Antonio Torres… En algún momento “acertó a
entrar en el salón el muy eminente sacerdote Don Pedro An-
tonio Torres, Capellán del Libertador y Vicario General del
Ejército, y como uno de tantos, tomó la llave y elogiaba no
sólo el valor, sino lo acabado de la obra. Pidióla en seguida
al Libertador, y con una frase fina y jovial, aludiendo a las
llaves de San Pedro [(cf. Mt 16, 19)], le dijo que en ninguna

435
Descripción del recibimiento que la ciudad de La Paz hizo a S.E. El
Libertador. Año de 1825, Colección de Documentos Bolivianos de G.
R.-M., Santiago de Chile, s.f. [Archivo y Biblioteca Nacionales de
Bolivia – Sucre, Bolivia].
436
Cf. ibid.
268 La Iglesia en la Venezuela Republicana

mano estaría mejor que en la suya, y se la obsequió. Con tal


motivo, recordó los otros objetos que en testimonio de afec-
ción le habían sido dedicados a su entrada en la ciudad.
Inmediatamente ordenó que la áurea montura íntegra fuese
llevada a casa del Gral. Sucre para su uso particular. Cuan-
do éste la recibió dispuso que tal como había venido, fuese
acomodada en su cajón, y en su nombre se remitiera al Gral.
Lara, que se hallaba en Arequipa, lo que puntualmente fue
ejecutado. Suerte semejante cupo a la preciosa guirnalda de
oro, que, pasada la solemnidad con que le fue presentada al
Libertador, la cedió éste el mismo día al Gran Mariscal de
Ayacucho, quien como glorioso y digno monumento la obse-
quió al Gral. Córdova”437.
De La Paz continuó Bolívar su viaje a Potosí, donde hizo su
entrada el 5 de octubre… Después de concluir los preparativos
correspondientes para el recibimiento del Libertador, salió el Pre-
fecto de Potosí438, el Gral. John Miller439, “acompañado por
diputados, en representación del Ayuntamiento, del Clero, de
los gremios y empleados, a recibir a S.E. en la frontera del
Departamento, (…) El Libertador hizo alto en Leñas, donde
habían construido algunas habitaciones para el momento, y
donde dos mil indios, dirigidos por sus respectivos Caciques
y Curas, se habían reunido a recibirle. (…) El Libertador
participó de un pequeño almuerzo que le estaba preparado;
y en seguida, acompañado de toda la comitiva, siguió su via-
je y llegó al pueblo de Jocalla, distante siete leguas de Poto-

437
José María Rey de Castro, Recuerdos del tiempo heroico. Páginas de
la vida militar y política del Gran Mariscal de Ayacucho, Guayaquil
1883, pp. 143.
438
Cf. Gral. John Miller, Memorias del Gral. Miller al servicio de la Repú-
blica del Perú. Escritas en inglés por Mr. John Miller y traducidas al
castellano por el Gral. Torrijos, Biblioteca Ayacucho. Bajo la direc-
ción de Don Rufino Blanco Fombona[, Editorial América], Madrid
s.f., p. 265.
439
Cf. ibid., p. 241.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 269

sí, donde hizo alto para comer y dormir aquella noche. Al


amanecer del día siguiente emprendió nuevamente su mar-
cha y almorzó en casa del Párroco. (…) Acabado el almuer-
zo se puso la comitiva en marcha, y al llegar a dos leguas de
Potosí, pasó por debajo del primero de una serie de arcos
triunfales, que se iban cada vez multiplicando más, a pro-
porción que se acercaban a la villa. En cada tercer o cuarto
arco estaba una partida de cuarenta indios vestidos muy os-
tentosamente, con penachos de plumas en la cabeza, que,
dirigidos por sus Caciques, ejecutaban una especie de
bailecillo al pasar el Libertador. Los bailadores llevaban al-
rededor del cuello sartas de medallas de cobre, y los Caci-
ques, de plata, con el busto de Bolívar estampado en ellas.
Los miembros del Ayuntamiento a caballo, con sus vestidos
de oficio, precedidos por los alcaldes, llevando cada uno de
ellos una enorme vara dorada, salieron al encuentro del Li-
bertador. El Ayuntamiento iba seguido por el Clero y demás
corporaciones, que al reunirse al Libertador le cumplimen-
taron con una arenga adecuada a las circunstancias, y que
al recibir la política contestación debida, dejaron pasar la
comitiva y siguieron detrás de ella. (…) Al llegar a la Casa de
Gobierno, bajo un arco triunfal adornado con banderas, fue
recibido el Libertador según el gusto español. Dos niños ves-
tidos de ángeles bajaron del arco al aproximarse, (…) Antes
de tomar ningún alimento, fue el Libertador a la Iglesia prin-
cipal a oír la Misa Solemne que se celebraba en ella. Las
tropas estaban tendidas en la carrera; un saludo de veintiún
cañonazos anunció la salida del Libertador de la Casa de
Gobierno, el cual llevaba a su derecha al Gral. Sucre, y a su
izquierda al Prefecto; los tres iban precedidos por los Alcal-
des, Ministros, Ayuntamiento, miembros de las diferentes cor-
poraciones y empleados, y seguidos por sus respectivos Es-
tados Mayores y un inmenso gentío. El Clero salió a la puer-
ta de la Iglesia a recibir al Libertador, le rociaron con agua
bendita, y le condujeron bajo palio a un sillón ricamente fo-
rrado de terciopelo; otros veintiún cañonazos indicaron la
270 La Iglesia en la Venezuela Republicana

salida de la Iglesia y regreso a su alojamiento del Liberta-


dor. En los días sucesivos se canto el Te-Deum en las otras
Iglesias, y a todas asistió en público S.E.”440.
Las medallas de cobre y plata con el busto de Bolívar, que los
indígenas llevaban ensartadas alrededor del cuello, habían sido
acuñadas en la Casa de Moneda de Potosí; así quedó resuelto,
como parte de los preparativos a la llegada del Libertador, en acta
del 13 de julio de 1825, suscrita por el Presidente o Prefecto del
Departamento, Gral. Miller, otros funcionarios y notables de la
villa de Potosí… En esta acta se acordó erigir en la Plaza Mayor
de Potosí una estatua del Libertador, costeada por suscripción
popular; en el Artículo 3º se decía lo siguiente: “Con el superávit
que es de creerse en la erogación de que se trata, se fabrica-
rán doce medallas de oro, por lo menos, en que esté delinea-
do el busto del Libertador, 200 de plata y de 500 de cobre”441.
Pero, además, de estas medallas, la villa de Potosí le hizo entrega
al Libertador —probablemente durante la permanencia de Bolí-
var en Potosí— de una medalla única, “pues se trataba de una
obra realizada por un orfebre con oro y piedras preciosas, y
no de una medalla grabada y acuñada como las que acaban
de mencionarse. Es ésta la pieza que en posteriores docu-
mentos bolivarianos es designada con el nombre específico
de ‘la medalla del Potosí’, o ‘la medalla del Potosí de oro y
diamantes’” 442.
El 26 de octubre escaló el Libertador la cima del cerro del
Potosí, “acompañado por el Gral. Sucre, el Prefecto y todas
las personas de distinción existentes en Potosí. Una especie

440
Ibid., pp. 265-271.
441
Periódico “El Sol del Cuzco”, Nº 36 (3 de septiembre de 1825), en: loc.
cit.
442
Prof. Manuel Pérez Vila, Informe sobre los orígenes y trayectoria
histórica de dos medallas especiales obsequiadas al Libertador en
Bolivia, en: Banco Central de Venezuela (editor), Op. cit., Anexo 32,
p. 9; cf. Lista de envío a Kingston de los efectos del Libertador, en:
Banco Central de Venezuela (editor), Op. cit., Anexo 26.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 271

de almuerzo fue servido en lo alto del cerro; hubo varios


brindis patrióticos, (…)”443, entre los cuales estuvo, por supuesto,
el del propio Bolívar: “Venimos venciendo desde las costas del
Atlántico y en quince años de una lucha de gigantes, hemos
derrocado el edificio de la tiranía, formado tranquilamente
en tres siglos de usurpación y violencia. ¡Cuánto no debe ser
nuestro gozo al ver tantos millones de hombres restituidos a
sus derechos por nuestra perseverancia y nuestro esfuerzo!
En cuanto a mí, de pie sobre esta mole de plata que se llama
Potosí y cuyas venas riquísimas fueron trescientos años el
erario de España, yo estimo en nada esta opulencia cuando
la comparo con la gloria de haber traído victorioso el estan-
darte de la libertad, desde las playas ardientes del Orinoco,
para fijarlo aquí, en el pico de esta montaña, cuyo seno es el
asombro y la envidia del universo”444.
Como que en la cima del Potosí, al evocar las ardientes pla-
yas del Orinoco, sintió nostalgia por Venezuela… El 27 de octu-
bre tuvo Simón Bolívar tiempo de escribirle una carta a su her-
mana María Antonia, en la cual, entre otras cosas, le manifiesta:
“Me alegro mucho de que los clérigos me esperen con im-
paciencia como tú dices: puedes asegurarles, que protege-
ré la Religión hasta que muera. El año que viene iré para
allá” 445.
El 28 de octubre celebró el Libertador el día de San Simón,
su onomástico: “Volvió a engalanarse la ciudad, se saludó
al sol con salvas y repiques, difundiéndose generalmente el
contento. A la hora debida se celebró en la Matriz solemne
Misa de gracias por su salud. Se repitieron las visitas de fe-
licitación, mezcladas con algunas arengas, (…) Contribuyó
en gran manera a la celebridad de ese día, la solemne pre-
sentación oficial de la Legación argentina cerca del Liber-

443
Gral. John Miller, Op. cit., pp. 271-272.
444
Cit. en: Alcides Arguedas, Op. cit., pp. 305-306.
445
Libertador Simón Bolívar, Carta a María Antonia Bolívar (27 de octu-
bre de 1825), en: Cartas del Libertador, Op. cit., Tm. cit., p. 493.
272 La Iglesia en la Venezuela Republicana

tador, compuesta del Señor Gral. Don Carlos Alvear y del


Señor Doctor Don Miguel Díaz Vélez, sirviendo de Secreta-
rio el digno y recomendabilísimo joven Don Domingo Oro
(…)” 446.
De Potosí pasó el Libertador a Chuquisaca, donde entró el 3
de noviembre… Era Prefecto del Departamento el Gral. Andrés
de Santa Cruz, quien “no omitió medio para adelantar y mejo-
rar la espontánea y decidida disposición del pueblo y vecin-
dario”447. Después de haber sido recibido en un templete de
madera, especialmente erigido para la ocasión, Bolívar “pasó al
templo católico, en que con regio ceremonial fue recibido, y
asistió al Te-Deum, cantado con la mayor solemnidad. De
allí se dirigió al Palacio, llevando siempre a su derecha al
Gran Mariscal, a quien no permitía se le separase. Poco des-
pués tuvo lugar la suntuosa comida, (…) Con la concurren-
cia de todo el Clero y la pompa y majestad del culto, se cele-
bró en la Catedral, al siguiente día, la Misa Solemne a que
asistieron el Libertador y el Gran Mariscal, con el cortejo
que les acompañaba. Concluido este acto religioso, y de re-
greso al Palacio, se ocupó parte de ese día de gala en llenar
los deberes de la etiqueta; (…)”448.
El 25 de noviembre de 1825 recibió el Libertador en Chuquisaca
—ciudad conocida también como Charcas o La Plata— el es-
pléndido regalo de la espada del Perú, que le mandaba la Munici-
palidad de Lima, como consta en carta enviada al Perú: “He reci-
bido hoy con asombro la hermosa espada que la buena ciu-
dad de Lima ha querido mandarme. A la verdad que está eje-
cutada con un gusto muy europeo. No hubiera creído que se
pudiese hacer en América una alhaja tan preciosa; yo la
conservaré hasta los últimos días de mi vida con gratitud al
pueblo que más me ha colmado de gracias. El domingo reci-

446
José María Rey de Castro, Op. cit., pp. 148-149.
447
Ibid., p. 153.
448
Ibid., p. 155-156.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 273

biré en público esta espada, y la del Gral. Sucre le será pre-


sentada el 9 de diciembre, (...)”449.
Fue probablemente por estos días, durante su presencia en
Charcas o Chuquisaca, cuando Bolívar recibió del Cabildo Ecle-
siástico de Charcas el hermoso Relicario de Charcas450, que está
en permanente exhibición en la sede del Banco Central de Vene-
zuela...
El 9 de diciembre de 1825 se cumplía el primer aniversario de
la Batalla de Ayacucho: “A las nueve y media de la mañana,
con gran acompañamiento se dirigió el Prefecto del Depar-
tamento a la casa del Gral. Sucre, y después de una oportu-
na y elegante arenga, colgó en el pecho del Gran Mariscal
la medalla decretada por el Congreso. S.E., lleno de la mo-
deración que le era propia, agradeció el obsequio, suplican-
do se le permitiera no usarlo sin el permiso de su Gobierno.
De allí pasó la comitiva al Palacio del Libertador, quien con
majestuoso aparato ciñó al Gran Mariscal la espada que la
Municipalidad de Lima le acababa de remitir. (…) Acompa-
ñados de las corporaciones, marcharon los Libertadores a la
Iglesia Catedral, donde se ofició una solemne Misa, a la que
se siguió la oración dicha por el Vicario General del Ejército,
Señor Doctor Pedro Antonio Torres. Discurso sublime, sabio
y elocuente, verdadero intérprete de la voz de la Patria, en él
reunió este venerable orador el decidido patriotismo, el buen
uso del raciocinio y los encantos de la elocuencia. En segui-

449
Libertador Simón Bolívar, Carta al Sr. J. Hipólito Unanúe (25 de no-
viembre de 1825), en: Cartas del Libertador, Op. cit., Tm. cit., pp. 526-
528, pp. cit. 526-527; cf. Manuel Barroso Alfaro, La espada de Bolí-
var, Caracas 1991, p. 22.
450
En todo caso, para el 23 de enero de 1826 —cuando ya el Libertador
había salido de Bolivia— el Cabildo Eclesiástico de Charcas se jacta
de haber tenido hace pocos días “el honor de reclamar con con-
fianza la munificencia y auspicios de S.E. el Libertador” (cit. en:
Periódico “El Cóndor de Bolivia”, Nº 13 (23 de febrero de 1826), en:
loc. cit.).
274 La Iglesia en la Venezuela Republicana

da del sermón se cantó el Te-Deum, e inmediatamente acom-


pañados de un cortejo inmenso regresaron al Palacio. S.E. el
Gran Mariscal fue el primero en tomar la palabra, y con su
natural modestia habló como si no hubiera sido más que uno
de los soldados vencedores en Ayacucho, refiriendo al Gral.
Bolívar la gloria de aquella jornada. Hizo lo mismo el Gral.
Santa Cruz, al que siguió el señor Olañeta a nombre de la
Corte Superior de Justicia, y sucesivamente las demás cor-
poraciones civiles y eclesiásticas. S.E. El Libertador contes-
taba a cada uno con la elevación de su alma grande”451.
En su sermón del primer aniversario de la Batalla de Ayacucho,
el Pbro. Dr. Pedro Antonio Torres, hizo gala del más ardoroso
patriotismo: “El Señor, en la efusión de su bondad, nos ha
dado este día: nos ha dado a los hombres, que nos le han
proporcionado: ha hecho una tierra de bendición y miseri-
cordia del domicilio de la tiranía y del desorden: todo esto
ha hecho el día 9 de diciembre de 1824. No puede presentar-
se un motivo más justo de acción de gracias; y si los votos de
los hombres son dignos de elevarse hasta el trono del Eterno,
yo os suplico, mis hermanos, dirijáis los vuestros conmigo,
desde este templo, a las mansiones eternales”452. Por cierto,
que de este sermón sospechan algunos —como el Dr. Leonardo
Altuve Carrillo— la coautoría del propio Libertador453…
Finalmente, el 1º de enero de 1826, Bolívar se despidió de
Bolivia: “Un deber sagrado, para un republicano, me impone

451
José María Rey de Castro, Op. cit., p. 162-164.
452
Pbro. Dr. Pedro Antonio Torres, Discurso pronunciado en la ciudad
de Charcas en el primer aniversario de la memorable victoria de
Ayacucho por el Vicario General el Ejército Libertador, Dr. Pedro
Antonio Torres[, Imprenta de Hallet y Ca.], Buenos Aires 1826; en:
Dr. Leonardo Altuve Carrillo (editor), Genio y Apoteósis de Bolívar
en la Campaña del Perú, Introducción, notas histórico-bibliográficas
y recopilación por el Dr. Leonardo Altuve Carrillo, Presentación por
el Gral. Fernando Paredes Bello, Barcelona [España] 1979, pp. 179-
195.
453
Cf. Dr. Leonardo Altuve Carrillo (editor), Op. cit., p. 199.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 275

la agradable necesidad de dar cuenta a los Representantes


del pueblo de mi administración. El Congreso peruano va a
reunirse; y yo debo devolverle el mando de la República que
me había confiado. Así parto para la capital de Lima; pero
lleno de un profundo dolor, pues me aparto momentáneamente
de vuestra Patria, que es la Patria de mi corazón y de mi
nombre. Ciudadanos: Vuestros Representantes me han hecho
confianzas inmensas, y yo me glorío con la idea de poder
cumplirlas, en cuanto dependa de mis facultades. Seréis re-
conocidos por una nación independiente: recibiréis la Cons-
titución más liberal del mundo; vuestras leyes orgánicas, se-
rán dignas de la más completa civilización: el Gran Mariscal
de Ayacucho está a la cabeza de vuestros negocios; y el 25
de mayo próximo, será el día en que Bolivia sea. Yo os lo
prometo”454. La Asamblea General del Bolivia se había disuelto
el 6 de octubre de 1825, no sin antes solicitar un proyecto de
Constitución a Bolívar y fijar la instalación del Congreso para el
25 de mayo de 1826455. Bolívar señalaba esa fecha como “el día
en que Bolivia sea”456. Bolívar se había allanado a la indepen-
dencia de Bolivia del Perú… En junio de 1826 llegó la resolución
del Congreso del Perú reconociendo a Bolivia como Estado sobe-
rano e independiente457. Y, “Bolivia fue”458.

454
Libertador Simón Bolívar, Proclama (1º de enero de 1826), en: Periódi-
co “El Cóndor de Bolivia”, Nº 6 (5 de enero de 1826), en: loc. cit.
455
Cf. Don Manuel María Urcullu, Op. cit., p. 158.
456
Libertador Simón Bolívar, loc. cit.
457
Cf. Periódico “El Peruano”, Sem. 1º, Nº 3 (27 de mayo de 1826), en: El
Peruano. Lima, 13 de mayo – 30 de diciembre de 1826. Edición
Facsimilar, Ofrecimiento del Dr. José Antonio Pérez Díaz, Prólogo del
Dr. Luis Villalba Villalba[, Edición Conmemorativa del
Sesquicentenario de la Batalla de Carabobo y del Sesquicentenario
de la Independencia del Perú, Congreso de la República de Venezue-
la], Caracas 1971.
458
Cf. Alfredo Jáuregui Rosquellas, La ciudad de los cuatro nombres.
Cronicario histórico[, Imprenta “La Glorieta”], Sucre 1924.
276 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Pero, volviendo al Relicario de Charcas… Entre las joyas del


Libertador adquiridas por el Banco Central de Venezuela a la
casa Christie Manson & Woods International, Inc. —conocida
mundialmente como Christie’s— en el año 1988 figura, además
de una caja de rapé de oro obsequiada en el año 1824 por el Rey
Jorge IV de Inglaterra a Bolívar, la medalla de Potosí —a que se
ha hecho referencia más arriba—, la medalla de Sucre, un reloj
de esfera descubierta de la firma francesa Lozet, un par de boto-
nes de oro franceses, el Rosario de filigrana de plata y cuentas de
madreperla de Doña Concepción Palacios y Blanco, la madre del
Libertador, y otras joyas de incalculable valor, el llamado “Relica-
rio de Charcas”459, que es descrito en el acta de recepción por el
Banco Central de Venezuela de un lote de joyas del Libertador
del 16 de mayo de 1988 como “un broche de plata enjoya-
do”460. En fecha posterior a la recepción de las joyas por el Ban-
co Central de Venezuela, éstas fueron sometidas a revisión por
dos expertos joyeros… En uno de los informes, el Relicario de
Charcas es descrito como una “medalla de forma oval, en pla-
ta y oro, cuajada de diamantes. Figura la Inmaculada (Vir-
gen de Charcas, su Patrona), que lleva una banda en la túni-
ca de zafiros azules. Tiene dos centímetros con cincuenta y
cinco (…) aproximadamente. La imagen, rodeada de rayos
con diamantes. Reverso: cierre de oro con su aguja, también
de oro. La montura es de plata”461. En otro de los informes, la
descripción es algo más detallada: “El Relicario de la Virgen de
Charcas: una figura de una Virgen realizada en plata y deta-
lles en la túnica en presumiblemente oro amarillo y alfiler en
la parte posterior presumiblemente de oro amarillo. La figu-

459
Cf. Acta de recepción de las joyas del Libertador Simón Bolívar (16
de mayo de 1988), en: Banco Central de Venezuela (editor), Op. cit.,
Anexo 10.
460
Ibid.
461
Nicanor Roca / Cnel. Tomás Pérez Tenreiro, Informe sobre descrip-
ción y composición de las joyas del Libertador, en: Banco Central de
Venezuela (editor), Op. cit., Anexo 21.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 277

ra con manos juntas está adornada con diamantes


semitallados y acentuada con zafiros azules legítimos de ta-
llas varias; alrededor destellos en diamantes semitallados.
La Virgen reposa sobre una media luna también en diaman-
tes semitallados”462. Al final de este último informe, se añade
una observación muy importante referente al lote de joyas adqui-
ridas por el Banco Central de Venezuela: “Tanto las técnicas de
fabricación como las piedras preciosas y sus tallas tienen
relación con la época en que históricamente están situadas”463.
Ahora bien, en el Inventario de Santa Marta, el Inventario de
las pertenencias del Libertador, elaborado en Santa Marta el 22
de diciembre de 1830 —a los pocos días del fallecimiento del
Padre de la Patria—, se hace mención de “una caja de oro, y
dentro de ella un Relicario, regalado por el Cabildo Ecle-
siástico de Charcas, con un Busto, y llaves de brillantes”464.
Y, en la Lista de los efectos del Libertador, firmada en Kingston,
el 30 de mayo de 1831 por Juan de Francisco Martín —Prefecto
del Departamento del Magdalena al morir el Libertador465—, se
enumera “una caja de oro de tomar rapé conteniendo el Re-
licario de Charcas con una Virgen de la Concepción, y las
Yaves de Sn. Pedro todo de diamantes”466.

462
George Bodoutchian, Informe gemológico y técnico de las joyas, en:
Banco Central de Venezuela (editor), Op. cit., Anexo 22.
463
Ibid.
464
Inventario de Santa Marta, en: Banco Central de Venezuela (editor),
Op. cit., Anexo 25.
465
En comunicación del 21 de enero de 1831 participaba el Sr. Juan de
Francisco Martín, Prefecto del Departamento del Magdalena la triste
noticia del fallecimiento del Libertador: “[¡]Pueblos del Magdale-
na! Penetrado del más acerbo dolor, lleno hoy el más triste deber.
[¡]El Padre de la Patria ya no existe…! Las calamidades públicas,
y la horrible ingratitud de sus enemigos le han conducido al sepul-
cro el 17 del corriente a la una de la tarde. (…)” (Ildefonso Leal
(editor), Op. cit., pp. 82-83.500, pp. cit. 82.500).
466
Lista de envío a Kingston de los efectos del Libertador, en: loc. cit.
278 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Es necesario precisar algunos aspectos… La “caja de


oro”467 mencionada en el Inventario de Santa Marta no formó
parte del lote de joyas adquiridas en el año 1988 por el Banco
Central de Venezuela; se desconoce su destino… Y, en cuanto
al contenido de la caja de oro —”un Relicario, regalado por
el Cabildo Eclesiástico de Charcas, con un Busto, y llaves
de brillantes”468, según se dice en el Inventario de Santa Mar-
ta, o “el Relicario de Charcas con una Virgen de la Concep-
ción, y las Yaves de Sn. Pedro todo de diamantes”469, según
se especifica en la Lista de Kingston— hay una importante di-
ferencia en relación a la joya adquirida por el Banco Central de
Venezuela como el “Relicario de Charcas”470, pues ésta no mues-
tra las llaves de San Pedro… Cuando en la Lista de Kingston
se especifica: “el Relicario de Charcas con una Virgen de la
Concepción, y las Yaves de Sn. Pedro todo de diamantes”471,
¿se hace referencia al Relicario como a un broche, que mostra-
ba una Virgen de la Concepción y las llaves de San Pedro —un
solo objeto—, o se hace referencia al Relicario como a un bro-
che, que mostraba una Virgen de la Concepción, y adicionalmente
a unas llaves de San Pedro —dos o tres objetos? Probablemen-
te el Relicario de Charcas mostraba una Virgen de la Concep-
ción y las llaves de San Pedro; lo cual no quiere decir que la
joya adquirida en el año 1988 por el Banco Central de Venezue-
la como el Relicario de Charcas no sea el Relicario de Charcas
del Inventario de Santa Marta y de la Lista de Kingston, porque
la joya pudo ser en algún momento modificada, despojándola de
las llaves de San Pedro… En todo caso, en el elenco de la Lista
de Kingston aparece “el Relicario de Charcas con una Vir-

467
Inventario de Santa Marta, en: loc. cit.
468
Ibid.
469
Lista de envío a Kingston de los efectos del Libertador, en: loc. cit.
470
Cf. Acta de recepción de las joyas del Libertador Simón Bolívar (16
de mayo de 1988), en: Banco Central de Venezuela (editor), Op. cit.,
Anexo 10.
471
Ibid.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 279

gen de la Concepción”472; y la joya adquirida en el año 1988


por el Banco Central de Venezuela muestra efectivamente una
Virgen, “que lleva una banda en la túnica de zafiros azu-
les”473 —detalle, que indiscutiblemente la identifica como la Vir-
gen Inmaculada…
Ahora bien, ¿por qué el Cabildo Eclesiástico de Charcas —
que no es otro, que el de la actual Arquidiócesis de Sucre en
Bolivia, Diócesis creada en el año 1552 con el nombre Charcas, y
elevada en el año 1609 a Arquidiócesis474—, le regala a Bolívar
un relicario o medallón, que muestra la Virgen Inmaculada? Erró-
neamente se ha sobreentendido, que el relicario representa a la
“Virgen de Charcas”475. No existe tal Virgen de Charcas…
En Charcas se tenía en muy alta veneración una imagen de
la Virgen de Guadalupe de Extremadura, que se remonta al año
1601. En ese año coincidieron en la villa de Potosí dos grandes
devotos de la Virgen de Guadalupe de Extremadura: Fray Diego
de Ocaña de la Orden Jerónima, quien había pertenecido al Mo-
nasterio de Guadalupe de Cáceres en Extremadura476, y el Obispo
de Charcas, Don Alonso Ramírez de Vergara, natural de
Extremadura; relata el mismo Fray Diego de Ocaña: “Llegó la
hora de la Misa Mayor, la cual celebró por hallarse a la
sazón en Potosí el Iltmo. Señor Maestro Don Alonso Ramírez
de Vergara, Obispo de los Charcas; la cual se celebró de
pontifical, con la autoridad y majestad que se puede enca-
recer, porque era de Extremadura y muy devoto de Nuestra
Señora de Guadalupe, y así me pidió que hiciese otra ima-

472
Ibid.
473
Nicanor Roca / Cnel. Tomás Pérez Tenreiro, loc. cit.
474
Cf. Annuario Pontificio por l’anno 1998, Città del Vaticano 1998, p.
692.
475
Cf. Nicanor Roca / Cnel. Tomás Pérez Tenreiro, loc. cit.; George
Bodoutchian, loc. cit.
476
Cf. Teresa Gisbert, Introducción, en: Fray Diego de Ocaña, Comedia
de Ntra. Sra. de Guadalupe y sus milagros, Biblioteca Paceña – Alcal-
día Municipal, La Paz 1957, pp. XI-XXI, p. XIII.
280 La Iglesia en la Venezuela Republicana

gen para su ciudad de Chuquisaca, a la cual el Señor Obispo


hizo una Capilla que le costó más de treinta mil pesos, que
no hay mejor en estos reinos, como pueden afirmar cuantos
de aquí van. (…) Acabadas las fiestas de Potosí, (…), me
partí para la ciudad de La Plata, que por otro nombre se
llama Chuquisaca, a donde llegué a los primeros de noviem-
bre del año 1601, y fui a apear en casa del Maestro Don
Juan de Larrátegui, Deán de los Charcas, un caballero muy
honrado y de mucho nombre en los reinos del Perú, (…) La
imagen que había de hacer en esta ciudad, la tomó a su car-
go el Deán y se había de hacer en su casa, y así, fue nece-
sario que yo posase en su casa y no en convento; (…) Co-
mencé, pues, en casa del Sr. Deán a hacer la imagen como
si yo fuera el pintor más extremado del mundo, (…)”477. A la
imagen se le hizo su Capilla, adjunta a la Catedral, “que se su-
pone fue construida entre 1616 y 1625. Es una pequeña Igle-
sia de una nave con cúpula en el crucero. La portada de
Guadalupe es bastante similar a la de cabecera y parece que
fueron hechos al mismo tiempo, con posterioridad a
1690” 478 .

477
Fray Diego de Ocaña, cit. en: Mons. Julio García Quintanilla, Historia
de Nuestra Señora de Guadalupe. Fragmento de la obra inédita “His-
toria de la Iglesia de La Plata (Sucre)”. Homenaje a los 350 años del
Arzobispado de La Plata, Sucre 1959, pp. 6-7.
478
José de Mesa / Teresa Gisbert, Bolivia: Monumentos históricos y
arqueológicos, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, Mo-
numentos Históricos y Arqueológicos de América, Vol. XV, México
1970, p. 70. En el año 1784 se tomó la determinación de sustituir el
lienzo por una lámina de plata dorada, quedando del lienzo original
solo el rostro y las manos de la Virgen y el rostro del Niño: “La
devoción que inspiró la ‘Mamita de Guadalupe’ se tradujo en
donaciones de joyas de toda índole por los habitantes y visitantes
de este lugar. Cada nueva alhaja obsequiada debía ser colocada
sobre este lienzo, tarea que con el tiempo terminó rasgando la tela.
Para dar solución a este dilema y tener una imagen ‘bella y digna’
mandaron se supliera el lienzo por una lámina de plata dorada
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 281

Pero, no es la Virgen de Guadalupe de Extremadura la re-


presentada en el Relicario de Charcas… Además de la Virgen
de Guadalupe se veneraba en la Catedral de Charcas, La Plata
o Chuquisaca, una imagen de la Virgen de la Concepción, “la
más antigua, cuya Cofradía fue la primera en fundarse, re-
montándose al año 1541 y en la cual se inscribieron como
cofrades los fundadores de la ciudad, (…)”479. Pero, la de-
voción a esta imagen había decaído con el tiempo, había sido des-
plazada completamente por la devoción a la Virgen de
Guadalupe…
La razón por la cual el Cabildo Eclesiástico de Charcas le
regala a Bolívar un Relicario con la Virgen Inmaculada tiene que
ser otra… La ciudad de Charcas era una ciudad universitaria; en
ella existía la célebre Universidad de San Francisco Xavier…
Los Canónigos, los miembros del Cabildo Eclesiástico de Char-
cas —si no todos, por lo menos algunos— habían jurado defender
el privilegio de la Inmaculada Concepción al recibir sus títulos
académicos en esa Universidad… Al igual que las Universidades
europeas480, también las Universidades americanas exigían el

donde pudieran engarzar aquel tesoro que se había acumulado en


el tiempo. Esta determinación fue tomada en 1784 por los señores
diputados el Señor Oidor Prefecto y el Sr. Provisor Vicario General
del Arzobispado (que presidían la noble Junta y Gremio del Co-
mercio de esta ciudad para las cosas anexas al culto de la imagen
de Nuestra Señora de Guadalupe), y como responsable fue nom-
brado el Cura Rector Don Pedro Antonio Rojas y Argandoña. La
lámina tendría que ser de dimensiones similares a la imagen que
pintó Fray Diego de Ocaña, es decir de 1,49 metros de largo por 1,
15 metros de ancho. El trabajo, que consistía en ‘el repartimiento
de manejo de las alhajas en la obra de la lámina’, estuvo a cargo
del platero y enjoyador Don Josef de Esquivel y Alcalá, quien reci-
bió 1.601 pesos con 5 reales por este trabajo” (Lic. María Luisa
Suárez Villegas, Op. cit., pp. 32-33).
479
R.P. Rubén Vargas Ugarte, S.J., Op. cit., Tm. II, p. 309.
480
Muchas Universidades en Europa no sólo defendían el privilegio de
la Inmaculada Concepción, sino que exigían también el juramento de
282 La Iglesia en la Venezuela Republicana

juramento de defender la Inmaculada Concepción de la Santísi-


ma Virgen María, antes de otorgar los grados académicos481. De
alguna manera, la Virgen Inmaculada era representativa de la fe
católica, como también, por cierto, las llaves de San Pedro (cf.
Mt 16, 19), que probablemente formaron parte del relicario… O
acaso, ¿tuvo el Cabildo Eclesiástico de Charcas conocimiento del
“voto de los Generales y jefes del Ejército Unido Libertador
a la Madre de Dios, bajo la advocación de la Purísima Con-

defenderlo, antes de la colación de los grados académicos. La prime-


ra Universidad, que impuso el juramento, fue la de París (1497), a la
que siguieron las de Colonia (1499), Maguncia (1500) y otras mu-
chas; de modo, que a finales del Siglo XVII defendían el privilegio
mariano más de 150 Universidades (cf. R.P. Cándido Pozo, S.J., Ma-
ría, nueva Eva, Biblioteca de Autores Cristianos, Nº 652, Madrid
2005, p. 328).
481
Todavía en el año 1855, con motivo de la proclamación del dogma de
la Inmaculada Concepción por el Papa Pío IX, escribía Mons. Mariano
de Talavera y Garcés: “Caracas[,] que oyó la primera las palabras
con que su amado Pastor anunciaba la fausta noticia, no podía ver
con indiferencia esta excitación. Se trataba de tributar un home-
naje de veneración a la Reina de los cielos[,] y todos los fieles
deseaban con vivísimas ansias que llegase el día señalado para la
festividad. Y no podía ser de otra manera, esta ciudad ilustre por su
devoción a María celebra todas sus festividades con magnífica
pompa, tiene el consuelo de poseer en su seno, como uno de sus más
bellos ornamentos, un Monasterio de vírgenes que han consagra-
do su pureza a la Inmaculada y que cantan sin cesar las alabanzas
de la Reina de los ángeles; una Universidad que venera como Pa-
trona a María en el misterio de su Concepción sin mancha, que ha
sostenido sus glorias, y en la que los más claros ingenios de Vene-
zuela han jurado[,] al recibir los lauros académicos, defender este
singular privilegio con que la honró la munificencia del Altísimo;
numerosas asociaciones (…)” (Promulgación de la decisión dog-
mática del Misterio de la Inmaculada Concepción de María Santísima
hecha en la Santa Iglesia Metropolitana de Caracas, el domingo, 13
de mayo de 1855, en: Crónica Eclesiástica 1 (1855), Nº 10 (16 de mayo
de 1855), p. 79).
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 283

cepción, por la victoria de Ayacucho, cumplido en la ciudad


del Cuzco” 482?
En todo caso, Bolívar quiso conservar el Relicario de Charcas
toda su vida… Así como quiso conservar toda su vida la medalla,
que había decretado la Asamblea General de Bolivia el 11 de
agosto de 1825, y que le fue remitida en julio de 1826, en señal de
su profundo reconocimiento hacia Bolivia483; y así como quiso
conservar hasta los últimos días de su vida con gratitud al pueblo
del Perú la espada, que le fue remitida por la Municipalidad de
Lima en noviembre de 1825484.

482
Consejo de Gobierno del Perú, Decreto (29 de noviembre de 1825),
en: loc. cit.
483
Cf. Prof. Manuel Pérez Vila, loc. cit., p. 13-14.
484
Cf. Libertador Simón Bolívar, Carta al Sr. J. Hipólito Unanúe (25 de
noviembre de 1825), en: Cartas del Libertador, Op. cit., Tm. cit., pp.
cit.
EL PADRE PEDRO ANTONIO TORRES,
CAPELLÁN DEL LIBERTADOR

La llave de oro de la ciudad de La Paz sigue, hoy por hoy,


en poder del Concejo Municipal de Popayán, adonde la remitió
el Pbro. Dr. Pedro Antonio Torres como un recuerdo para su
ciudad natal485… En efecto, había nacido en esa ciudad en
1794: “Era niño expósito, y fue recogido de caridad por
las señoras Torres Montehermoso, de quienes, en agrade-
cimiento, tomó el apellido; luego Don Mateo Fernández
de Moure (…) lo adoptó, le costeó la educación, e hizo de
él un varón eminente. El señor Torres comenzó (…) [en
Popayán] sus estudios en el Real Colegio Seminario, y los
continuó en Quito; se graduó en Lima de Doctor en Dere-
cho Canónico, y recibió en Guayaquil las Órdenes sagra-
das en 1817. Vuelto a Popayán, fue Profesor y Vice-Rector
del Seminario durante algún tiempo; después pasó al Ecua-
dor, y regentó un colegio oficial en Cuenca; acompañó al
Libertador en su campaña al Perú como Secretario Priva-
do y Capellán castrense, llegando a gozar de la intimidad
completa del héroe, favor que él concedió a muy pocos;
fue nombrado Canónigo y luego Deán en Lima y Gober-
nador General de la Diócesis del Cuzco. Regresó después
a Quito, y desempeñó allí sucesivamente los empleos de
Tesorero, Dignidad Maestrescuela y Deán de la Catedral,
Rector del Colegio de San Luis y de la Universidad, Direc-
tor del Convictorio de San Fernando, (…)”486. En el año
1829, el Libertador lo propuso al Consejo de Estado de la Re-
pública de Colombia para Obispo de Panamá; el 15 de mayo
de 1829, el Ministro le contestó al Secretario General del Li-
bertador Presidente: “Tuve el honor de recibir con la co-

485
Cf. Arcesio Aragón, Popayán, Popayán 1930, p. 180.
486
Ibid., p. 179.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 285

municación de V.S. fecha 26 de marzo último el extracto de


los méritos y servicios del Sr. Dr. Pedro Antonio Torres re-
comendado por S.E. El Libertador para Obispo de Pana-
má. Habiéndolo pasado con dicho oficio al Consejo de
Estado me dice el honorable Sr. Presidente en 11 de este
mes [de mayo], que el Consejo no ha podido evacuar la
consulta porque no consta en el extracto: 1º Cuál es la
edad del señor Torres; 2º En qué día recibió las sagradas
Órdenes; 3º Cuánto tiempo ha servido a la Iglesia en Cu-
ratos y otros destinos satisfactorios, todo lo cual juzga el
Consejo debe saber claramente, para expresar su dicta-
men. Desea también, y me ha indicado pedir a V.S. la fe de
bautismo en comprobación de la edad del señor Torres”487.
¿En comprobación de la edad? Probablemente, el Consejo de
Estado no le dio curso a la postulación del Libertador por ser el
Pbro. Dr. Torres hijo ilegítimo…
¿Qué fue del Pbro. Dr. Torres después de la muerte del
Libertador? En el año 1842 formó parte de la Comisión de la
República del Ecuador, que debía presenciar la exhumación de
los restos del Libertador en Santa Marta; la Comisión lamenta-
blemente no pudo llegar a tiempo, por razones, que manifestó
el propio Pbro. Dr. Torres en sentida carta dirigida al Sr. Minis-
tro de Relaciones Exteriores de Venezuela: “La epidemia que
ha asolado a Guayaquil desorganizó de tal modo la mar-
cha de la Comisión Ecuatoriana que debía presenciar la
exhumación de los restos del Libertador, que ni los señores
Olmedo y Elizalde pudieron ponerse en camino, ni dirigir-
me yo a Panamá porque en aquel puerto hacían guardar
cuarentena a los buques que iban de las costas del sur: me
fue necesario por este motivo desembarcar en Buenaven-
tura para hacer mi viaje por tierra, y cuando llegué a Cali

487
José Manuel Restrepo, Carta al Señor Secretario General del Li-
bertador Presidente (15 de mayo de 1829) [Archivo General de la
Nación – Bogotá, Colombia].
286 La Iglesia en la Venezuela Republicana

enfermó el hijo de S.E. el Presidente del Ecuador que ve-


nía conmigo, ocasionándome este accidente algunos días
de demora, después de los cuales continué rápidamente
hasta Honda, en donde supe que la función había tenido
lugar el 20 de noviembre último, siendo ya inútil seguir a
Santa Marta (…)”488.
Algunos años más tarde, lo conoció en Quito el Dr. Manuel
Uribe Ángel, eminente médico colombiano, quien plasmó sus
recuerdos en un artículo con el sugestivo título de “El Liberta-
dor, su Ayo y su Capellán”: “Cuando en el año 1822, des-
pués de haber asegurado la Independencia de la Capita-
nía General de Venezuela y del Virreinato de la Nueva Gra-
nada, iba Bolívar por el camino del sur para emancipar
con su Ejército siempre vencedor la Presidencia de Quito,
encontró en la ciudad de Popayán un sacerdote joven,
quien después de haber recibido el grado de Doctor en
Teología, había sido investido y consagrado como minis-
tro católico. (…) Al continuar la campaña tomó Bolívar al
señor Torres como Capellán de su Ejército. En el paso de
Juanambú, en la sangrienta jornada de Bomboná, en los
desfiladeros del Guáitara y en la cruenta acción de Ibarra,
el sacerdote iba en pos del guerrero, cual suele ir la medi-
cina, que sana tras el brazo que corta y quebranta. Eman-
cipado el Ecuador, reunidas las fuerzas republicanas y lis-
tas ya para ir a sellar con su sangre en los campos de
Junín y de Ayacucho la libertad de todo un continente, los
dos amigos, porque ya lo eran, iban hombreándose siem-
pre y siempre unidos. Enarbolada la bandera nacional
sobre las colinas que rodean la pintoresca explanada de
Junín y sobre la ardua cima del Cundurcunca; llevadas
nuestras armas victoriosas hasta las elevadas cumbres del
Potosí; tomado el puerto de El Callao; establecida la na-
cionalidad peruana y creada la soberanía de Bolivia, re-

488
Cit. en: Ildefonso Leal (editor), Op. cit., p. 291.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 287

solvió el Libertador regresar a Colombia, (…) Separado


del Libertador, (…), el señor Torres fijó su residencia por
algún tiempo en la ciudad del sol [—el Cuzco—], en donde
fue nombrado para desempeñar funciones como Deán de
la Catedral. Propuesto un poco más tarde para el Obispa-
do de Cuenca, el celo cogijoso de algunas gentes encon-
tró mal el que un sacerdote con facciones de guerrero, el
que un Deán con ideas liberales, el que un personaje des-
preocupado y cortés, aunque cristiano y virtuoso, llevara
sobre su cabeza la mitra, símbolo del apostolado. Hubo
entonces emulación, hubo envidia y hubo espíritu de ca-
lumnia, y eso hasta un punto tal, que todo, envuelto en el
ropaje de un interés religioso, llegó hasta el trono pontifi-
cio. Inútil empeño: el señor Torres fue nombrado Obispo
de Cuenca; y si no recibió la investidura de tan alta digni-
dad, fue porque él mismo la rehusó. Deán de la Catedral
de Quito, continuó siempre en el ejercicio de sus virtudes
públicas y privadas. Compasivo y generoso para con los
pobres, ameno y franco para con sus amigos, consecuente
para con la Iglesia, entusiasta por la educación y devoto
de la causa de la República, presentó siempre la fisonomía
del apóstol, la actitud del filántropo y el tipo noble del
republicano. (…) Cuando el señor Torres era Deán de la
Catedral de Quito, tuve yo la fortuna de hallarme en aque-
lla ciudad; (…)”489. El Dr. Manuel Uribe Ángel conoció al
Pbro. Dr. Torres; y, un día, recibió de él una invitación a comer
en su casa con un viejo amigo… Y narra el Dr. Manuel Uribe
Ángel: “Asistí oportunamente a la cita, y al entrar en el
salón, el Doctor Torres, que conversaba familiarmente con
el sujeto que me había anunciado, se puso de pies y dijo:
‘Don Simón, tengo el gusto de presentar a Ud. a mi amigo
el Doctor Manuel Uribe Ángel’. ‘Doctor, presento a Ud. a

489
Dr. Manuel Uribe Ángel, El Libertador, su Ayo y su Capellán, en:
loc. cit., p. cit. 72.
288 La Iglesia en la Venezuela Republicana

mi antiguo compañero de armas, el señor Don Simón


Rodríguez’. Dirigiéndome entonces al anciano a quien ha-
bía sido presentado, no creí hallar en los recursos de mi
pobre educación una frase más amable y más adecuada a
las circunstancias que ésta: ‘Señor Don Simón, tengo mu-
cho gusto al conocer y saludar al maestro de nuestro Li-
bertador’” 490.
No mucho después, el Pbro. Dr. Pedro Antonio Torres “se
vino a Nueva Granada y el Congreso que se hallaba re-

490
Ibid. Sin duda, a Simón Rodríguez y al Capellán del Libertador los
unía una entrañable amistad, mantenida durante años… Se con-
servan dos cartas de Simón Rodríguez dirigidas al Pbro. Dr. To-
rres: El 11 de mayo de 1843, le escribe desde Latacunga: “Quiero
enseñar, y quiero aprender de balde: quiero trabajar en muchas
cosas que entiendo, y no hay quién tenga ganas de gastar medio
real. Hace dos meses que estoy aquí viviendo qué sé yo cómo. Un
hacendado me ofrece llevarme a su hacienda, y no puedo mover-
me, porque estoy debiendo en las pulperías, bajo la responsabi-
lidad de una pobre mujer que vive en la casa donde estoy. ¿Qué
le parece, amigo, la suerte de un hombre, que con su pluma, su
boca y su dinero ha hecho tanto por sacar a los pueblos de la
miseria, y a sus jefes de la indiferencia? ¡Si Bolívar me viera! Ud.
que me conoció con él debe figurarse lo que diría; y yo diría a
Ud. cosas muy originales si nos viéramos. Deje Ud. a los ciegos
sin limosna, por algunos sábados, y déla a un tullido. Así su
Divina Majestad me lo dé en gloria” (Simón Rodríguez, Carta al
Pbro. Dr. Pedro Antonio Torres (11 de mayo de 1843), en: Simón
Rodríguez, Cartas[, Publicaciones de la Universidad Nacional Ex-
perimental Simón Rodríguez], Caracas 2001, pp. 183-184). El 15 de
mayo de 1846 —tres años después— le pide desde Latacunga al
Pbro. Dr. Torres cobrarle una libranza: “Acompaño un mandato a
favor de V. para recibir del señor Castrillón los 300 pesos. (…)
Vea V. las vueltas que da el mundo: antes era V. mi paño de
lágrimas, y ahora es mi cajero” (Simón Rodríguez, Carta al Pbro.
Dr. Pedro Antonio Torres (15 de mayo de 1846), en Simón
Rodríguez, Cartas, Op. cit., pp. 197-198, p. cit. 198).
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 289

unido lo designó para ser presentado para la mitra de


Cartagena, vacante por el fallecimiento del Ilustrísimo
Señor Doctor Juan Fernández de Sotomayor; aceptó el
Señor Torres, vinieron las Bulas, preconizado que fue por
N.S.P. Pío IX, y recibió la Consagración en la Catedral de
Bogotá en 8 de septiembre de 1849, de manos del Ilustrísi-
mo Señor Arzobispo Doctor Manuel José Mosquera, (…)
Estando en Cartagena gobernando la Iglesia fue deste-
rrado, en 1853, por su firmeza en sostener las libertades
de la Iglesia Católica. Hallábase postrado en cama con
una grave enfermedad; en ese estado lo hicieron embar-
car y llegó a Panamá casi expirante; de allí pasó al Perú,
(…)” 491.
Con motivo de su destierro el Papa Pío IX le dirigió una
carta, que posiblemente recibió en Lima: “Cuáles hayan sido,
Venerable Hermano, los sentimientos de nuestro corazón
al recibir Vuestra carta de 19 de octubre del año pasado
[de 1852], fácilmente por Vos mismo lo podréis compren-
der. Ella, en verdad, ha exacerbado el dolor amarguísimo
que, hace ya mucho tiempo, oprime íntimamente Nuestro
ánimo, al ver la postración aflictiva de los asuntos de
Nuestra Santísima Religión en la República
neogranadina, como clara y públicamente lo manifesta-

491
Pbro. Manuel Antonio Bueno y Quijano, Historia de la Diócesis
de Popayán[, Editorial ABC], Bogotá 1945, pp. 168-173, p. cit. 170
[Biblioteca de la Universidad Simón Bolívar – Caracas, Venezue-
la]. Nombrado el congresante Juan José Nieto Gobernador de la
Provincia de Cartagena en el año 1851, entabló un innecesario
conflicto con el Iltmo. Sr. Dr. Torres, que resultó “en el extraña-
miento del Prelado y el cierre de algunos Conventos, entre ellos
el de Santa Teresa, hechos éstos, que resintieron profundamente
a los católicos cartageneros y elevaron la temperatura política
al rojo vivo” (Eduardo Lemaitre, Historia general de Cartagena,
Bogotá (2) 2004, Tm. IV: La República, p. 213).
290 La Iglesia en la Venezuela Republicana

mos en Nuestra Alocución Consistorial de 27 de septiem-


bre, que impresa creemos habrá llegado a vuestras ma-
nos. Ese dolor crece enormemente al entender, que Vos tam-
bién, Venerable Hermano, habéis sido desterrado por el
Gobierno de aquella República, a pesar de hallaros gra-
vemente enfermo, y que separado violentamente de Vues-
tra grey, por Vuestra eximia fidelidad, solicitud y constan-
cia en defender los derechos de la Iglesia, y llenar los de-
beres de Vuestro cargo episcopal, se os ha obligado a ir
a otras regiones. En tan grande amargura de Nuestro es-
píritu, que no podemos bastantemente declarar con pala-
bras, nos consuela sobremanera Vuestra religión, Vuestra
piedad y Vuestras virtudes eminentes, (…) Y uniéndonos
a Vos mismo, pedimos al Padre de las misericordias, con
humildísimos y fervientes ruegos, que no permita jamás
que, después de vuestra separación, invadan vuestra grey
lobos rapaces, que maten y devoren a las ovejas del Se-
ñor [(cf. Jn 10, 12; He 20, 29)]. Igualmente pedimos con
humildad e instancia al mismo clementísimo Señor, que
nunca deje se frustren Vuestra solicitud y trabajos con que
habéis procurado con tanto empeño instituir el Seminario
clerical” 492.
De Lima se trasladó el Iltmo. Sr. Dr. Don Pedro Antonio
Torres a Santiago de Chile… La Revista Católica de Santia-
go de Chile dio cuenta de su triunfal recibimiento: “La Reli-
gión, que es la primera de las necesidades sociales, la exi-
gencia más imperiosa de los individuos y pueblos, queda
a los ojos de la ley [neo]granadina relegada al más pro-
fundo desprecio, (…). Esto es inaudito en un país católi-
co: esto ha de producir a su tiempo frutos harto amar-

492
S.S. Pío IX, Carta al Iltmo. Sr. Dr. Pedro Antonio Torres (7 de abril
de 1853), en: El Catolicismo. Periódico Semanal, Religioso, Filosó-
fico y Literario, Nº 123 (15 de enero de 1854) [Biblioteca Nacional
– Bogotá, Colombia].
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 291

gos. Obispos arrancados de sus Diócesis; bienes arreba-


tados a la Iglesia; conciencias torpemente vejadas y tor-
turadas; atentados odiosos cometidos contra los derechos
imprescriptibles de la Iglesia Católica; tal es la dura con-
dición a que se halla sometida la Nueva Granada. Un
Gobierno, que tales y tamaños males ha inferido a su Pa-
tria, está muy lejos de merecer las simpatías de los que
observan su conducta irregular e injusta. Por eso los hom-
bres de mérito que son arrojados de la Nueva Granada,
porque no se doblegan cobardes al poder abusivo del Go-
bierno, excitan tanto el interés y entusiasmo de parte de
todos aquéllos, que conservan vivo el noble sentimiento
de la propia dignidad. Éste es el motivo porque el Iltmo.
Sr. Torres ha entrado a Santiago, no como un reo, sino
como un héroe, que recoge los más hermosos laureles de
la victoria: la admiración, el entusiasmo, el respeto. Su
entrada fue verdaderamente triunfal. Conducido por la
alameda de Yungai a la de La Cañada y de ésta a Santo
Domingo, lugar de su habitación, pasó por la Calle del
Estado, (…)”493. Una vez llegado al lugar de su habitación,
le fueron dirigidos al Iltmo. Sr. Dr. Don Pedro Antonio Torres
sendos discursos por el Pbro. Manuel Ortega, Decano de la
Facultad de Teología, y por el Pbro. Dr. José Vitaliano
Molina494; a los cuales contestó: “Estoy confundido al ver
el magnífico recibimiento que me ha hecho el Clero y pue-
blo de esta capital; aunque conozco muy bien, que todos
estos honores no se tributan precisamente a mi persona,
que nada merece, sino a la santa causa, porque padezco

493
Cit. en: El Catolicismo. Periódico Semanal, Religioso, Filosófico y
Literario, Nº 123 (15 de enero de 1854) [Biblioteca Nacional – Bo-
gotá, Colombia].
494
Cf. El Catolicismo. Periódico Semanal, Religioso, Filosófico y Lite-
rario, Nº 124 (22 de enero de 1854) [Biblioteca Nacional – Bogotá,
Colombia].
292 La Iglesia en la Venezuela Republicana

y me veo desterrado de mi Patria y de mi Iglesia; como


Obispo católico no podía haber obrado de otra manera,
y ningún elogio merezco por haber cumplido con mi de-
ber. (…) Os tributo las más expresivas gracias por los ho-
nores con que me habéis favorecido, os las tributo tam-
bién a nombre del Cabildo de mi Catedral, del Clero y pue-
blo de mi Diócesis, que se llenarán de consuelo cuando
sepan el brillante recibimiento que me ha hecho este pia-
doso pueblo. Yo, señores, vengo aquí a ponerme (…) [—
se arrodilló ante una imagen de la Virgen—] a los pies
de aquella Soberana Señora, que me ha librado de todos
los peligros en que me he visto durante mi peregrinación,
y a cuya intercesión poderosa debo el resto que me que-
da de vida. Yo la invocaré para que alcance de su Santí-
simo Hijo mil bendiciones para esta República, que la pre-
serve de los males que aflijen a otros países, y que jamás
se vea en las terribles circunstancias que han ocasiona-
do mi expatriación. Este el único modo como podré co-
rresponder a vuestros obsequios”495. ¿Hay en este discur-
so una alusión a los peligros experimentados durante la cam-
paña del Perú?
Se encontraba el Obispo “sufriendo su penoso ostracis-
mo, cuando la Santa Sede Apostólica, accediendo a la uná-
nime petición de todos los hijos de Popayán, lo trasladó
del Obispado de Cartagena al de su país natal, (…) [el]
20 de diciembre de 1854”496. Al igual que en Cartagena, en
Popayán se preocupó por el Seminario, “dictando él mismo
algunas enseñanzas, como la de pintura —arte en que era
muy perito—; emprendió la construcción de la nueva Ca-
tedral (abandonada desde la Guerra Magna, después de

495
Cit. en: El Catolicismo. Periódico Semanal, Religioso, Filosófico y
Literario, Nº 125 (29 de enero de 1854) [Biblioteca Nacional – Bo-
gotá, Colombia].
496
Pbro. Manuel Antonio Bueno y Quijano, Op. cit., p. cit.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 293

la iniciación de los trabajos, hechos por el Iltmo. Sr. Dr.


Don Jiménez [de Enciso]), y fue benefactor de la instruc-
ción popular, (…)”497.
Murió, cuando se encontraba de Visita Pastoral en Cali, el
18 de diciembre de 1866498. No cabe duda, que el Iltmo. Sr.
Pedro Antonio Torres fue un Obispo a carta cabal, entregado
por completo a su ministerio; pues anota el Dr. Uribe Ángel,
que “el Capellán de Bolívar pasó la última parte de su exis-
tencia entregado únicamente al ejercicio de la caridad, a
la instrucción de la juventud, a la práctica de todas las
virtudes cristianas y a la adoración por la República y por
la libertad”499.

497
Arcesio Aragón, Op. cit., pp. 179-180.
498
Cf. ibid., p. 172.
499
Manuel Uribe Ángel, loc. cit., p. cit.
SIMÓN BOLÍVAR,
PATRONO DE LA CAPILLA
DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
DE LA CATEDRAL DE CARACAS

El 13 de febrero de 1827 las Actas del Capítulo Metropoli-


tano —el Capítulo de la Catedral de Caracas o Cabildo Ecle-
siástico— dan cuenta de un “auto del Vicario Capitular so-
bre monumento sepulcral dispuesto por el Libertador para
sus padres, Sres. Juan Vicente Bolívar y María de la Con-
cepción Palacios, y su esposa, Sra. María Teresa Toro, en
la Capilla de la Santísima Trinidad, de la Catedral, cuyo
Patronato el mismo Libertador ejerce: en lo cual convino
el Cabildo, con algunas observaciones tocantes a la iden-
tificación de los cadáveres y lugar fijo de las sepulturas”500.
El Patronato de la Capilla había recaído en Simón Bolívar y
Palacios, como nieto que era de Doña Petronila de Ponte y
Marín, segunda esposa de Don Juan Bolívar y Villegas, abuelo
paterno del Libertador501. Doña Petronila de Ponte y Marín
había heredado el Patronato de su padre, Don Pedro Jaspe de
Montenegro, quien, a su vez, lo había obtenido del Obispo de
Caracas con acuerdo del Capítulo Metropolitano… Así consta
en las Actas del Capítulo Metropolitano: que, el 25 de junio de
1689, “habiéndose presentado un expediente sobre la con-
cesión hecha por Su Señoría Ilustrísima con acuerdo del
Cabildo, al Proveedor Pedro Jaspe de Montenegro, del
terreno inmediato al Cementerio y a la Capilla que Su Se-
ñoría estaba fabricando para sí, a fin de que allí fabrica-
se Capilla, para colocar un cuadro de media talla que se
había hecho de Nueva España, del Misterio de la Santísi-

500
Cit. en: Mons. Nicolás Eugenio Navarro, La Catedral de Caracas y
sus funciones de culto, Caracas (2) 1967, p. 116.
501
Cf. Mons. Nicolás Eugenio Navarro, Op. cit., p. 115.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 295

ma Trinidad, y que allí llevando el título de Patrono, se


diese sepultura sin pagar derechos algunos a él y a sus
esclavos y domésticos, el Cabildo acordó que así se ejecu-
tase” 502 .
No sólo los restos de los padres y de la esposa del Liberta-
dor, sino también los del propio Libertador reposaron por algu-
nos años en esta Capilla de la Santísima Trinidad; en ella fue
sepultada también la hermana del Libertador, María Antonia
Bolívar y Palacios, “que murió el 7 de octubre de 1842,
setenta días antes de la triunfal entrada en Caracas de los
gloriosos despojos [del Libertador], que allí estuvieron (…)
depositados hasta su traslado al Panteón —Iglesia asimis-
mo de la Santísima Trinidad—, el año de 1876. Murió María
Antonia [Bolívar] cuando sin duda se preparaba jubilosa
a presenciar el gran acto de justicia y desagravio, por el
cual había tan esforzadamente gestionado ante el Gobier-
no durante el curso de aquellos doce años”503.

502
Cit. en: Mons. Nicolás Eugenio Navarro, Op. cit., pp. cit. 115-116.
503
Mons. Nicolás Eugenio Navarro, Op. cit., pp. 117-118.
XV
LA VIRGEN DEL ROSARIO DE CHIQUINQUIRÁ

DICTAMEN A FAVOR DEL CONVENTO DE DOMINICOS


(septiembre de 1827 / junio de 1828)

Bolívar estuvo en Chiquinquirá en septiembre de 1827, cuando


viajaba a Santa Fe de Bogotá para tomar posesión como Presidente
de la República de Colombia; en una crónica de la época se lee, que:
“El 10 del corriente septiembre [de 1827] a las 3 de la tarde
entró en Bogotá el Libertador Presidente de la República,
después de un mes de viaje desde Cartagena[,] el que hizo
por tierra desde el puerto de Ocaña, por el camino de Jirón,
Socorro y Chiquinquirá. Las calles por donde entró a la ca-
pital estaban colgadas y con varios arcos triunfales[,] algu-
nos de invención ingeniosa. Un pueblo numeroso llenaba las
calles del tránsito, manifestando su amor y respeto hacía el
Libertador. Habiendo S.E. indicado al Congreso[,] que desea-
ba prestar el juramento prevenido en los Artículos 185 y 186
de la Constitución en el momento de llegar, se hallaban reuni-
das las dos Cámaras del Senado y de Representantes, en la
Iglesia de Predicadores o Santo Domingo, como un lugar más
a propósito para la solemnidad del acto. Allí se detuvo S.E. El
Libertador acompañado de su numerosa comitiva[,] y juró
ante el Congreso en manos del Presidente del Senado soste-
ner y defender la Constitución de la República y cumplir fiel-
mente sus deberes, quedando así encargado del Poder Ejecu-
tivo como Presidente constitucional de Colombia” 504.
Al celebrar su onomástico ese año de 1827 en Bogotá, ofreció
un convite a los Obispos, que el Papa León XII había nombrado
para las sedes vacantes de Colombia; en ese convite, pronunció
el Libertador el siguiente brindis: “La causa más grande nos

504
José Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. XI, Nº 3307, pp. 536-
538, p. cit. 536.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 297

reúne en este día, el bien de la Iglesia y el bien de Colombia.


Una cadena más sólida y más brillante que los astros del
firmamento nos liga nuevamente con la Iglesia de Roma, que
es la fuente del Cielo. Los descendientes de San Pedro han
sido siempre nuestros padres, pero la guerra nos había deja-
do huérfanos como el cordero que bala en vano por la madre
que ha perdido. La madre tierna lo ha buscado y lo ha vuelto
al redil: ella nos ha dado Pastores dignos de la Iglesia y dig-
nos de la República. Estos Ilustres Príncipes y Padres de la
grey de Colombia son nuestros vínculos sagrados con el Cie-
lo y con la tierra. Serán ellos nuestros maestros y los modelos
de la Religión y de las virtudes políticas. La unión del incen-
sario con la espada de la ley es la verdadera arca de la alian-
za. ¡Señores! Yo brindo por los santos aliados de la Patria, los
Ilustrísimos Arzobispos de Bogotá y de Caracas, y los Obis-
pos de Santa Marta, Antioquia y Guayana”505. El nombra-
miento de estos Obispos fue resultado de delicadas gestiones del
Gobierno; así lo hizo notar el Arzobispo de Caracas nombrado por
el Papa León XII, Iltmo. Sr. Dr. Don Ramón Ignacio Méndez, en
su primera Carta Pastoral: “Nuestro Gobierno, constante en
los principios del catolicismo que repetidas veces ha protes-
tado a la faz del mundo, hizo presente a la Santa Sede el
estado lamentable en que se hallaban la fe y las costumbres
en estos países, y el porvenir más funesto que en todos los
tiempos era de temerse, y nuestro Santísimo Padre León XII,
inflamado de la caridad y del celo más previsivo, instituyó
Obispos para las Iglesias de Colombia vacantes, mandándo-
les volasen a ellas, (…)”506.

505
Libertador Simón Bolívar, Brindis pronunciado en el convite que dio
el 28 de octubre a los Prelados existentes en Bogotá (28 de octubre
de 1827), en: Gral. Daniel Florencio O’Leary, Op. cit., Tm. XXV, p. 588.
506
Iltmo. Sr. Dr. Don Ramón Ignacio Méndez, Carta Pastoral (23 de mayo
de 1828), en: Cordelia Arias (editora), Primer Libro de Estado y Go-
bierno de la Iglesia Parroquial de San José de Chacao, Caracas 2006,
pp. 190-194, pp. cit. 190-191.
298 La Iglesia en la Venezuela Republicana

En Venezuela, se conoce como Virgen de Chiquinquirá —o


La Chinita— la imagen de la tablita arrojada por la resaca a la
orilla del lago de Maracaibo en el año 1709507; pero, Mons. Fran-
cisco Armando Maldonado sostuvo, que la imagen de la tablita es
la misma de la imagen venerada en la ciudad de Chiquinquirá, en
Colombia: “La imagen consiste en un cuadro pintado primiti-
vamente por un artista español; pintura que andando el tiem-
po se deterioró, y llegó a perder las líneas y el colorido. Años
más tarde, una piadosa mujer encontró el lienzo, lo limpió y
expuso en su casa. En la Pascua de Navidad de 1586, el
cuadro se desplomó súbitamente de la pared, y de la imagen
de la Madre de Dios empezó a irradiar una estupenda ilumi-
nación celestial. Milagrosamente renovóse la pintura con
todo su colorido y lineamiento originales. El hecho fue com-
probado por la autoridad eclesiástica, y el Arzobispo de Santa
Fe de Bogotá, después de venerar la sagrada imagen, orde-
nó la erección de un templo en Chiquinquirá. En Maracaibo
el hecho se repitió con todas las características de lo porten-
toso. La misma imagen se encontró, retocada por manos de
angélicos artistas, en una humilde tabla que cubría una tina-

507
Anota Adolfo Romero Luengo en su libro sobre la Santísima Virgen
en el Estado Zulia: “Tradicionalmente, por mucho tiempo se tuvo el
18 de noviembre de 1749, como la fecha de la renovación milagro-
sa en Maracaibo del cuadro de Nuestra Señora del Rosario de
Chiquinquirá. A la luz de esta tradición, en 1949 se celebró con
gran regocijo el Bicentenario de ese prodigio histórico. Fue una
gran fiesta mariana. Años más tarde, según nuevas investigaciones
documentales realizadas por el Hermano Nectario María, éste en-
cuentra un error en cuanto al año se refiere, y en tal sentido estima
como el más aproximado el de 1709. Como se observa, sólo hay
modificación del año. Por tanto, el 18 de noviembre, tal como se
celebra anualmente, es el día de la Virgen de Chiquinquirá, llama-
da cariñosamente La Chinita” (Adolfo Romero Luengo, La Madre
de Dios en el Zulia[, Institución socio-cultural “María Alejandrina
Faría”], Caracas 1993, p. 45).
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 299

ja, donde la afortunada mujer del pueblo guardaba el agua


para sus quehaceres domésticos. Esa mujer representa el alma
del Zulia, el alma del pueblo venezolano, que en el celeste
hallazgo tuvo una prueba más y un gaje de la misericordia
maternal de la Santísima Virgen María”508.
De hecho, es innegable, que la imagen de la tablita arrojada
por la resaca a la orilla del lago de Maracaibo es una copia de la
imagen venerada en la ciudad de Chiquinquirá, en Colombia. He
aquí algunos datos sobre la imagen venerada en Chiquinquirá,
que hacen posible la comprobación: “En 1560 llegó como
encomendero al pueblo de Suta en el Valle de Saquencipá, el
español Antonio de Santana. En cumplimiento de lo dispues-
to por el Rey, al lado de sus aposentos edificó una Capilla
para la doctrina de los indígenas. En agosto de 1562 llegó
como auxiliar de la catequesis el Hermano Dominico Fr. An-
drés de Xadraque, quien hizo notar al encomendero la falta
de una imagen de Nuestra Señora del Rosario, centro y moti-
vo de la catequesis dominicana. Santana comisionó al mismo
religioso para que fuera a Tunja, y encargara la imagen al
platero y pintor español Alonso de Narváez. Quiso la Provi-
dencia, que todos los elementos se tomaran de la tierra, al
natural: una tela tejida por los indios, tierra de colores, zumo
de yerbas y flores, abundantes en los barrancos de Tunja.
(...) Como la tela era más ancha que larga”509, el pintor puso a

508
Mons. Francisco Armando Maldonado, Sentido del recuerdo, Cara-
cas 1963, p. 53.
509
Fr. Alberto E. Ariza, O.P., Los Dominicos en Colombia, Tm. I[, Provin-
cia de San Luis Beltrán de Colombia], Santafé de Bogotá 1992. pp.
675-676. Mons. Maldonado hizo referencia en el artículo citado al
año 1586 (cf. Mons. Francisco Armando Maldonado, Op. cit., p. cit.),
porque ese fue el año de la milagrosa renovación de la imagen:
“Secularizada la doctrina en 1574, el Hermano Andrés fue trasla-
dado a Mariquita. La pajiza Capilla fue descuidada, y la lluvia, el
sol y el aire dañaron pronto la pintura, tanto que el doctrinero
Juan de Leguizamón, en 1578, la hizo retirar del Altar. Antonio de
300 La Iglesia en la Venezuela Republicana

la derecha a San Antonio de Padua, santo del encomendero, y a


la izquierda al Apóstol San Andrés, Patrono del religioso comisio-
nado. También la tablita arrojada por la resaca a la orilla del lago
de Maracaibo —la copia de la imagen venerada en la ciudad de
Chiquinquirá, en Colombia— muestra a la Virgen del Rosario,
con San Antonio de Padua a la derecha y el Apóstol San Andrés
a la izquierda...
En el año 1636, el Santuario fue entregado a los Padres Domi-
nicos —la Orden de los Predicadores—, quienes construyeron

Santana mandó el lienzo, como un utensilio cualquiera, a sus apo-


sentos de Chiquinquirá, en el mismo año 1578. A principios de
1586 vino a Chiquinquirá María Ramos, cuñada de Antonio de
Santana. En el suelo del oratorio, dormitorio de animales, halló
un lienzo en que se notaban vestigios de pintura. Informada por
Catalina de Irlos, la viuda de Antonio de Santana, de que aquéllo
había sido una imagen de la Santísima Virgen, arregló la tela en
un bastidor, que colocó alto, y aseó el cuarto, que volvió a ser
oratorio. La piadosa mujer significaba con tiernas súplicas y lá-
grimas su pesar por no ver siquiera un rasgo de la imagen. ‘¿Hasta
cuándo, Rosa del cielo, habéis de estar tan escondida? ¿Cuándo
será el día en que os manifestéis, y os dejéis ver al descubierto,
para que mis ojos se regalen de vuestra soberana hermosura, que
llena de alegría mí alma?’ (...) Llegó el día viernes, 26 de diciem-
bre de 1586. Como de costumbre, María Ramos hizo su oración
ante el desteñido lienzo. Hacia las nueve de la mañana hizo una
profunda reverencia, y salió de la Capilla, a tiempo que pasaba
por delante la india Isabel con un niño de la mano. El niño, de
cuatro años de edad, mirando hacía adentro, exclamó: ‘¡Miren,
miren!’ Miró Isabel y asombrada dio voces a María Ramos: ‘¡Mire,
mire, señora, que la Madre de Dios está en vuestro asiento, y pare-
ce que se está quemando!’ Volvió a mirar María Ramos, regresó
corriendo, y llena de asombro y derramando lágrimas, se postró
ante el cuadro, y dijo que se habían cumplido sus anhelos: la ima-
gen de la Madre de Dios estaba patente, con una hermosura tan
especial y unos colores tan vivos, que despidiendo grandísimos
resplandores, bañaba de luz a los santos que tenía a sus lados, e
iluminaba toda la Capilla. María Ramos no cabía de asombro, y
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 301

allí la Iglesia y un magnífico Convento510, que tiene una interesan-


tísima historia… En gesto del más ardoroso patriotismo, los Pa-
dres Dominicos entregaron en el año 1815 las alhajas de oro y
plata de la Virgen… El 19 de enero de 1815 les fueron solicitadas
por un funcionario del Gobierno General de la Nueva Granada511;
a quien el 20 de enero de 1815 le comunicaron los Padres Domi-
nicos: “Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá está pron-
ta a desnudarse de las alhajas que adornan su venerable
imagen, siempre que el Gobierno General destine su produc-
to para sostener la Independencia de Nueva Granada y la
libertad de los pueblos, a cuya piedad debe esos adornos,
(…)” 512.
En el año 1828 se produjo un enojoso conflicto entre el Prior
del Convento de Chiquinquirá y el Provincial de la Orden de los
Predicadores, en el que intervino finalmente el Libertador: “Ele-
gido Prior Fr. Casimiro Landínez en abril de 1826, secundó
ardorosamente la conspiración contra el Convento, y en for-
ma desaforada e ilegal sacó a venta los bienes del Convento.
El 27 de mayo del mismo año, el Provincial Fr. José de Jesús
Saavedra tuvo que llamarle la atención enérgicamente. Pero
el Prior continuó su tarea demoledora, y alertó a los súbdi-
tos a resistir al Provincial, quien inexplicablemente lo toleró
de superior. Tiempo después (9 de mayo de 1828), el P.

más que sus labios, hablaba el corazón. Parecióle entonces oír que
la Santísima Virgen le hablaba. Poco a poco fueron cesando los
resplandores. Después de una hora, con gran temor y reverencia,
María Ramos, ayudada de otras personas, levantó el cuadro y lo
volvió a colocar en el sitio en que antes estaba” (Fr. Alberto E.
Ariza, O.P., Op. cit., pp. 676- 677).
510
Cf. ibid., p. 706.
511
Cf. la correspondencia sobre el particular en: Fr. Alberto E. Ariza,
O.P., Chiquinquirá en la Independencia, Chiquinquirá 1962, pp. 27-
32; José Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. V, Nº 1010, pp.
216-218.
512
Cit. en: ibid., p. 31.
302 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Landínez resultó en connivencias con la ‘Ilustre Municipali-


dad de Chiquinquirá’ presidida por José María Villamil
Matallana, en grave abuso de autoridad, porque si la Muni-
cipalidad no podía pedir informes al Convento sobre su vida
íntima, mucho menos el Prior podía rendirlos ante semejante
autoridad. (...) El 26 de junio del mismo año 1828, el Provin-
cial Fr. José de Jesús Saavedra, en enérgico Memorial reba-
tió ante el Libertador el malicioso manifiesto del Prior a la
Municipalidad” 513 .
La respuesta del Libertador fue clara y contundente:
“Bogotá, 8 de julio de 1828.
“Visto el expediente promovido por el Procurador Muni-
cipal de Chiquinquirá solicitando:
“1º: que se suprima el Convento de Predicadores que existe
en aquella Villa; 2º: que si esto no fuera aceptable se sosten-
ga en el Priorato de dicho Convento al R.P. Landínez con los
religiosos conventuales que sean hijos del país; visto tam-
bién lo informado por el Devoto Provincial de la misma Or-
den de Predicadores, rebatiendo el informe y documentos del
Síndico Procurador Municipal, se declara, con dictamen del
Consejo de Gobierno:
“Que debe subsistir el Convento de Predicadores de
Chiquinquirá, donde se dé culto a la milagrosa imagen de
María, bajo la expresada advocación, por la cual tienen los
pueblos de estos departamentos tanta devoción y reverencia,
que el Gobierno de la República debe sostener por los medios
que se hallen a su alcance, pues contribuye sobremanera a
mantener la moral y religiosidad de los pueblos.
“En cuanto al segundo punto de que se sostenga en el
Priorato del Convento de Predicadores al R.P. Landínez y
que al mismo tiempo sea Cura, se declara que esto no podría
verificarse sin variar las reglas de los Institutos monásticos,

513
Fr. Alberto E. Ariza, O.P., Los Dominicos en Colombia, Tm. I[, Provin-
cia de San Luis Beltrán de Colombia], Op. cit., p. 707.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 303

lo cual de ningún modo debe hacer el Gobierno de la Repú-


blica, que, por el contrarío, está decidido a que se observen
estrechamente por todos aquéllos a quienes toque su obser-
vancia.
“Se deja, pues, en vigor la última transacción que hubo
entre la Provincia de Predicadores y el Vecindario de
Chiquinquirá para cortar los anteriores inconvenientes y dis-
gustos, encargándose a unos y a otros la buena intención y
armonía, que de ningún modo debe turbarse ni interrumpir-
se por esta solicitud de que se suprima el Convento.
“Por el Libertador Presidente, el Secretario del Interior,
José Manuel Restrepo”514.
De hecho, el Libertador había estado en Chiquinquirá pocos
días antes de la fecha del citado oficio, el 19 de junio de 1828515,
de regreso de Bucaramanga —después de la malhadada Con-
vención de Ocaña—; y tal vez se informó de los problemas… Un
joven llamado Bonifacio Toscano —después Obispo de
Pamplona— fue testigo en aquella oportunidad de la llegada de
Bolívar a la casa cural de Chiquinquirá: “Yo me hallaba en la
casa cural de Chiquinquirá en un día de junio del año de
1828, cuando anunciaron que Bolívar acababa de entrar a
la población, y en realidad unos minutos después alguien
tocaba la puerta de la casa cural. Era el mismo Bolívar que,
dejando su mula al lado de la puerta, y sudoroso y con el
traje empolvado, saludaba al Cura y preguntaba: ‘¿Habrá
algún inconveniente para ir ahora a la Iglesia?’ Como la
Iglesia en realidad se hallaba cerrada, pues se estaban ade-
lantando algunos trabajos, el Cura, con voz temblorosa por
la emoción, respondió: ‘No, Excelentísimo Señor, y aunque

514
Cit. en: ibid., pp. 707-708.
515
Afirma el erudito historiador colombiano Fr. Alberto E. Ariza, O.P. —
seguramente con base a los archivos—, que el Libertador visitó tres
veces el Santuario de Chiquinquirá: el 2 de enero de 1821; el 6 de
septiembre de 1827 y el 19 de junio de 1828 (cf. Fr. Alberto E. Ariza,
O.P., Op. cit., pp. 743).
304 La Iglesia en la Venezuela Republicana

lo hubiera…’ ‘Pues hágame abrir’, dijo Bolívar, y acompa-


ñado por el Cura, por varios vecinos que ya comenzaban a
unírsele y por sus compañeros de viaje, el Libertador entró
en ella, y arrodillándose, oró por largo rato”516.
La Santa Sede, por su parte, para solventar el conflicto nom-
bró Visitador Apostólico para el Convento de Chiquinquirá al
Obispo de Mérida de Maracaibo, Iltmo. Sr. Dr. Don Rafael Lasso
de la Vega, en el mismo año 1828517. Muy familiarizado estaba el
Obispo de Mérida de Maracaibo con la advocación de Nuestra
Señora del Rosario de Chiquinquirá, tanto, que en repetidas opor-
tunidades —en 1823, 1824 y en 1825— había solicitado de la
Santa Sede Oficio y Misa propia de Nuestra Señora del Rosario
de Chiquinquirá para toda la República de Colombia518. Finalmente,
la Sagrada Congregación de Ritos despachó favorablemente la
solicitud, en julio de 1829519.
No sólo en Maracaibo, sino también en otros lugares de Vene-
zuela se venera a Nuestra Señora de Chiquinquirá; es obligada la
mención de la advocación de Nuestra Señora de Chiquinquirá de
Aregue, en el Edo. Lara520. En tiempos más recientes, se han

516
Cit. en: Fr. Alberto E. Ariza, Chiquinquirá en la Independencia, Op.
cit., p. 46; cf. Pbro. Alfonso Alfonso Vaz, Op. cit., pp. 99-100.
517
Cf. Fr. Alberto E. Ariza, O.P., Los Dominicos en Colombia, Tm. I[,
Provincia de San Luis Beltrán de Colombia], Op. cit., p. 708.
518
Cf. Mons. Antonio Ramón Silva (editor), Documentos para la histo-
ria de la Diócesis de Mérida, Tm. I-VI, Tm. VI: Pontificado del Iltmo.
Señor Lazo de la Vega (sus trabajos en el orden político), Op. cit., pp.
133-138.
519
Cf. ibid., pp. 140-142.
520
“Capital del Municipio [Chiquinquirá], es un pueblecito fundado
en medio de un suelo estéril, alrededor del año 1700, por Misione-
ros Capuchinos. Anteriormente había existido el pueblo de Aregue
viejo, que fue abandonado por los indios que lo habitaban, des-
pués que pasó a ser encomienda de un Capitán español, que resi-
día en Carora. Aregue es notable en esta región por hallarse en él
una imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá, ante la cual van
en peregrinación todos los años multitud de fieles. Esta imagen es
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 305

construido templos a Nuestra Señora de Chiquinquirá en otros


lugares del territorio nacional...
En el Ecuador, en donde la fiesta de Nuestra Señora de
Chiquinquirá se celebra el 9 de julio, como en Colombia, se adopta-

antiquísima. Existía ya en el Aregue viejo, y fue traída al Aregue


actual, al fundarse este pueblo. El Hermano Nectario calcula, que
esto aconteció en 1710, pues aun cuando han desaparecido los
antiguos libros parroquiales del pueblo, existe el dato de que cuan-
do el Iltmo. Sr. Arzobispo Méndez estuvo en Aregue, el 9 de septiem-
bre de 1835, ordenó al Cura, que arreglara el primer libro de
bautismos, que comenzaba el año mencionado de 1710. Esta ima-
gen de Chiquinquirá es copia de otra, que se veneraba en el pue-
blo de Chiquinquirá, en Nueva Granada, hoy Colombia, y a la que
se atribuían muchos milagros. Tocante a la de Aregue, hay una
tradición, que parece haber sido el origen de la devoción que
entre nosotros se le tiene. Un español, de nombre Don Cristóbal de
la Barrera, que vivía en la región de Carora, había salido para
España, y al regreso, naufragó el barco en que venía, ya cerca de
las costas de Venezuela. Ofreció entonces a la Virgen María darle
todos sus bienes, si le salvaba la vida. Inmediatamente una ola lo
llevó a la playa, en tanto que todas las demás personas que venían
en el barco perecían. Al mismo tiempo, el náufrago vio una imagen
de la Virgen, que él no sabía cuál era, pero supuso, que sería algu-
na de las que se veneran en Venezuela. Al llegar a Carora, refirió el
hecho al Cura, el Pbro. Licenciado Ignacio Antonio de Hoces,
quien lo llevó a Aregue, pues por la descripción que aquél le hizo
de la visión que había tenido, dedujo que se trataba de la Virgen de
Chiquinquirá. En efecto, al entrar en la pequeña Iglesia de paja de
Aregue, comprobó que allí estaba la imagen, que había visto cuan-
do el naufragio. Don Cristóbal cumplió lo ofrecido: donó sus bie-
nes a la Virgen, y, por disposición de la autoridad eclesiástica, el
mismo Padre de Hoces encargóse de fabricar el templo con la suma
de 16.272 pesos, a que alcanzó el producto de la venta de aquéllos.
Este templo fue terminado el 30 de abril de 1745 (...)” (Rafael Do-
mingo Silva Uzcátegui, Enciclopedia Larense. Geografía, historia,
cultura y lenguaje del Estado Lara, Tm. I-II[, Biblioteca de Autores
Larenses, Nº 1-2, Ediciones de la Presidencia de la República], Cara-
cas (3) 1981, Tm. I, pp. 195-196).
306 La Iglesia en la Venezuela Republicana

ron —con anterioridad a las reformas litúrgicas promovidas por


el Concilio Vaticano II— el Oficio propio y la Misa521. También
en el Perú se conoce a la Virgen, bajo la advocación de Nuestra
Señora de Chiquinquirá: “Sólo en Lima son varias las Iglesias
en que se le ha dedicado un Altar, (...) También (...) en el
Perú existen otras dos imágenes de la misma advocación: la
una en Cara, capital de la Provincia de Huaylas (...), cuya
fiesta se celebra el 20 de enero (...) y la otra en Algamarca,
Provincia de Cajabamba, asiento minero, donde también se
le ha erigido una ermita”522. Y, ¿en Bolivia? Se relata, que en
Potosí “alcanzó en otra época singular renombre otra copia
de esta imagen, traída (...) por un indio de Tunja”523.
Tratándose de una advocación extendida, no sólo en Colom-
bia, sino también en Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia, ¿por qué
no tomar la iniciativa de que sea declarada Patrona de la integra-
ción de los países bolivarianos? La Iglesia ha apostado a favor de
la integración... Con ocasión del Sesquicentenario de la muerte
del Libertador, celebró el Papa Juan Pablo II una Misa en la Ca-
pilla Sixtina con la comunidad latinoamericana de Roma; y en la
homilía habló sobre la integración: “En efecto, la aspiración a
la unidad dentro de la ‘Patria grande’ o de la Confederación
americana —que fue el gran sueño del forjador de la Inde-
pendencia de una buena parte de vuestras naciones— y que
debía respetar las diversidades de los diferentes Estados,
constituye una llamada integradora que interpela al cristia-
no, para que sepa discernirla con justos y serenos criterios.
No puede negarse, efectivamente, que para el afianzamiento

521
Cf. R.P Leonardo Ramírez Uribe, S.J., Nuestra Señora del Rosario de
Chiquinquirá Patrona de Colombia (IV Centenario del cuadro reno-
vado 1586-1986), en: Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM)
(editor), Nuestra Señora de América. Homenaje del CELAM a la San-
tísima Virgen, con motivo del Año Mariano. Documentos CELAM
102, Tm. I-II, Santafé de Bogotá 1988, Tm. II, pp. 221-275, p. cit. 235.
522
Ibid.
523
Ibid., p. 351.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 307

de la paz, para un más eficaz y armónico desarrollo econó-


mico, para un mayor enriquecimiento cultural y espiritual,
así como para poder hallar un puesto de conveniente digni-
dad en el concierto internacional, juega un papel muy im-
portante la capacidad de asociarse debidamente pueblos di-
versos, movidos por un impulso de solidaria
complementariedad” 524.

524
S.S. Juan Pablo II, Homilía en la Capilla Sixtina durante la Misa para la
comunidad latinoamericana de Roma en ocasión del 150º aniversario
de la muerte de Simón Bolívar “El camino de la paz y del progreso
humano y espiritual” (17 de diciembre de 1980), en: L’Osservatore
Romano. Edición semanal en lengua española 12 (1980), p. 910, Nº 3.
Para asistir a la Misa, el Presidente de la República de Venezuela, Dr.
Luis Herrera Campins envió una delegación oficial a Roma, “presidi-
da por el Ministro de Justicia, Dr. José Guillermo Andueza, e inte-
grada por el Decano de la Academia Nacional de la Historia, Prof.
Pedro José Muñoz, la Diputada al Congreso Nacional, Eglée Isava,
el Dr. Miguel Torres Ellul, el señor Guillermo José Schael y quien
esto escribe” (Mons. Carlos Sánchez Espejo, Ráfagas (Un Momento
con mi Pueblo), Vol. XVI (1980-1981), San Cristóbal 1981, p. 93).
XVI
LA VIRGEN DEL CARMEN

ATENTADO EN BOGOTÁ
(septiembre de 1828)

Después de la disolución de la Convención de Ocaña, se ha-


bían multiplicado los pronunciamientos de los pueblos de Colom-
bia para que “el Libertador Presidente se encargue exclusiva-
mente del mando supremo de la Republica con plenitud de
facultades”525. El Libertador no se declaró en uso de esta pleni-
tud de facultades, hasta no asegurarse de que la voluntad de la
mayoría nacional se la confiaba: “Cuando esto se supo, expi-
dió, con fecha 27 de agosto [de 1828], un Decreto orgánico
de la nueva administración. En el título último se mandaban
conservar todas las garantías individuales de la Constitu-
ción de Cúcuta, y se les prescribían a los ciudadanos los
mismos deberes que ésta enumeraba. Ofrecíase sostener y
proteger la Religión Católica, Apostólica, Romana, como la
Religión nacional, y que se convocara a los representantes
del pueblo para el día 2 de enero de 1830, a fin de que die-
ran la Constitución de la República”526.
Entonces se puso en marcha la nefasta conspiración, que pre-
tendió acabar con la vida de Bolívar... Todo estaba preparado
para la noche del 28 de octubre de 1828, onomástico del Liberta-
dor, cuando el 25 de septiembre los conspiradores, sintiéndose
descubiertos, resolvieron dar el golpe aquella misma noche: “Como
tenían el santo y seña, se dirigieron a su destino, y habiéndo-
les abierto la puerta del Palacio, la primera centinela fue
muerta en el acto por Horment, quien le clavó el puñal en el
corazón. Siguieron adentro, y él mismo mató otras dos cen-

525
Cit. en: José Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. XII, Nº 3756,
pp. 645-646, p. cit. 646; cf. también los Nº 3757-3776, pp. 646-668.
526
José Manuel Groot, Op. cit., Tm. V, p. 246.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 309

tinelas, y Carujo sorprendió a los demás soldados de la guar-


dia, que por todos eran veinte y estaban dormidos y sin pa-
quetes, porque tal era el descuido en que estaba el Liberta-
dor. Puestos ya en los corredores altos, se dirigieron a las
piezas que no estaban con llave, y no encontraron más opo-
sición, que la que les hizo en la antesala el joven Andrés
Ibarra, Ayudante del Libertador, el cual, con sable en mano,
los detuvo hasta que López lo puso fuera de combate, dán-
dole un sablazo en el brazo derecho. Entonces penetraron
en tropel hacia la última pieza contigua, en la que dormía el
Libertador, quien, oyendo a los asesinos, saltó de la cama y,
echando mano a su espada, se dirigió a la puerta; pero en
este momento la señora Manuela Sáenz, quien asistía al Li-
bertador, y que estaba en las piezas interiores, vino corrien-
do, y abriendo la puerta del último balcón, hace que salte a
la calle el Libertador, siendo imposible su defensa. Los con-
jurados entran a la alcoba, y no encontrando al Libertador,
vuelven a salir gritando: ‘¡Murió el tirano!’ A tiempo de salir
para la calle se encuentran con el Cnel. Fergusson, quien
venía volando para el Palacio al oír los tiros del Cuartel; el
primero que se le presenta es Carujo, quien le apaga la pis-
tola en el pecho y lo mata, siendo su amigo. El Libertador, al
dar en la calle, tomó por la cuadra arriba, y al doblar la
esquina para el Convento de las monjas del Carmen, lo al-
canza su criado, que por fortuna estaba en la calle, y vién-
dolo saltar por el balcón, le siguió, y lo condujo debajo del
puente del Carmen, donde se mantuvo por más de tres ho-
ras” 527; hasta que “una de las partidas [del Cuartel] de

527
Ibid., pp. 250-252. El Gral. Joaquín Posada Gutiérrez hace una rela-
ción más detallada de lo ocurrido: “El Libertador, que al arrojarse
por la ventana, dejó caer su espada, tomó la dirección del Monas-
terio de las religiosas carmelitas, oyendo tiros por todos lados y el
grito de: ‘¡Murió el tirano!’. En tan imponderable agonía tuvo un
auxilio providencial; un criado joven de su confianza se retiraba
tarde al palacio, y oyendo el fuego y los gritos corría resuelto a
310 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Vargas, que se habían destinado a buscarlo, pasó por el puen-


te del Carmen publicando, que los facciosos estaban derro-
tados” 528.
Así parece, que la Virgen del Carmen “quiso favorecerle de
sus enemigos, en correspondencia de la caridad con que había
socorrido las necesidades de sus hijas” 529, las religiosas o
Monjas Carmelitas, exactamente nueve años antes530, deparán-
dole un refugio seguro bajo el puente del Carmen... La Virgen del
Carmen es la Virgen del Monte Carmelo, aquella escarpada mon-
taña de Tierra Santa, donde —según el relato bíblico— los falsos
profetas de Baal fueron retados por el profeta Elías (cf. 1 Re 18,
17-46), quien, después de otras interesantes peripecias, fue lle-

donde su deber lo llamaba, y viendo un hombre, que a paso acele-


rado caminaba en la dirección que he indicado, le siguió, y cono-
ciéndole le llamó, nombrándose. Bolívar con esta compañía con-
soladora, procuraba llegar al puente del Carmen para tomar la
orilla izquierda del riachuelo llamado de San Agustín, que toca
con el cuartel de Vargas, a fin de incorporarse a los que por él
combatían; pero al llegar al puente el criado le hizo observar, que
aunque los tiros se oían en diferentes direcciones, el fuego era más
activo en la plazoleta del Convento por donde habían de pasar. En
efecto, Bolívar llegaba al puente en el momento en que los artille-
ros se replegaban y los Vargas salían del cuartel. Una partida de
artilleros en retirada, seguida por otra de Vargas y tiroteándose,
se replegaba precisamente por la orilla del riachuelo que Bolívar
se proponía seguir; se oían mezcladas las voces de: ‘¡Murió el
tirano!’, ‘Viva el Libertador’, y perseguidos y perseguidores se acer-
caban sin poderse juzgar quiénes serían los primeros y quiénes los
segundos; el momento era crítico, terrible: ‘Mi General, sígame;
arrójese por aquí para ocultarse debajo del puente’, dijo el fiel
criado, sin esperar la respuesta se precipitó de un salto, y ayudó al
Libertador a bajar, casi arrastrándolo tras sí” (Gral. Joaquín Posa-
da Gutiérrez, Memorias histórico-políticas, Medellín 1971, pp. 183-
184).
528
José Manuel Groot, Op. cit., Tm. cit., p. 253.
529
Ibid., p. 252.
530
Cf. José Manuel Groot, Op. cit., Tm. IV, p. 43.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 311

vado al Cielo (cf. 2 Re 2, 1-18). La Virgen del Carmen es la


Virgen, que —aunque tenga el Niño en brazos— espera el mo-
mento de ser llevada al Cielo531. Y, por lo tanto, es la Patrona de
todos los que, en razón de su actividad o profesión, corren inmi-
nente peligro de muerte, como los militares; y, entre los militares,
estuvo Bolívar...
A principios del Siglo XIII, o más probablemente a finales del
Siglo XII, se instalaron algunos eremitas en el Monte Carmelo:
“En su origen, los Carmelitas del Monte Carmelo se instala-
ron en una laura después de la Batalla de Hittin. La llegada
de ermitaños al Monte Carmelo señala el final del renaci-
miento eremítico de los Siglos XII y XIII en Tierra Santa. Tras
la derrota de los cruzados en Hittin, en 1187, desaparecie-
ron todos los ermitaños de Tierra Santa, a excepción del Monte
Carmelo. Si bien es cierto, que no tenían otro lugar donde
poder hacer vida solitaria, con todo la memoria de Elías,
que seguía viva en el ‘monte santo’ debió impulsar a los er-
mitaños a escoger el Monte Carmelo para vivir y para per-
petuar su recuerdo en el sentido de la imitación y del patro-
nato”532. Las Monjas Carmelitas, como las que encontró Bolívar
en Villa de Leyva en el año 1819533, son las que continúan el
carisma de aquellos primitivos ermitaños del Monte Carmelo en
Tierra Santa de los Siglos XII y XIII; y oran constantemente por
tantas necesidades, que se les encomiendan... ¿Cómo dudar, que
las Monjas Carmelitas de Villa de Leyva no hayan orado cons-
tantemente por Bolívar, quien había sido su insigne benefactor?
El 27 de septiembre de 1828 —dos días después del atenta-
do—, fue enviada por el Secretario de Estado del Despacho del
Interior una Circular a los Arzobispos y Obispos de Colombia:
“Persuadido el Libertador Presidente del influjo saludable,

531
Cf. Joseph Baudry y otros, El profeta Elías, Padre de los Carmelitas,
Colección “Karmel”, Nº 47[, Editorial Monte Carmelo], Burgos 1998,
pp. 78-79.
532
Ibid., p. 90.
533
Cf. José Manuel Groot, Op. cit., p. cit.
312 La Iglesia en la Venezuela Republicana

que debe ejercer el venerable Clero Secular y Regular de la


República, para mantener el orden y tranquilidad de los pue-
blos, de que tanto necesita Colombia, para curar los males
producidos por la Guerra de Independencia, y por las agita-
ciones de los dos años últimos, me ha ordenado encargar a
V.S.I. que por una circular prevenga a todos los Curas y los
predicadores, y demás individuos del Clero, que encarezcan
al pueblo la necesidad y obligación que tiene de unirse al
Gobierno, para restablecer enteramente la tranquilidad pú-
blica, (…)”534. A su amigo, el Iltmo. Sr. Dr. Don Ramón Ignacio
Méndez, Arzobispo de Caracas, se dirigió el Libertador también
con una carta particular: “He mandado que se invite a los
Ilustrísimos Arzobispos y Obispos de Colombia para que ha-
blen a su Clero y diocesanos con motivo del criminal suceso
de la noche del 25 (…); pero quiero dirigirme a Ud. con par-
ticularidad para que, con mayor instancia, exhorte Ud. a los
ministros a que no cesen en la predicación de la moral cris-
tiana y de la necesidad del espíritu de paz y de concordia
para continuar en la vía del orden y de la perfección social.
Del desvío de los sanos principios ha provenido el espíritu
de vértigo que agita al país, y cuando se enseñan y se profe-
san las máximas del crimen, es preciso que se haga también
oír la voz de los Pastores que inculque las del respeto, de la
obediencia y de la virtud”535.
A la Circular correspondieron los Obispos con sendas Cartas
Pastorales… El Iltmo. Sr. Dr. Don José María Esteves Ruiz de
Cote, Obispo de Santa Marta —el mismo que asistió al Liberta-
dor en su última enfermedad y le administró los Santos Sacra-

534
José Manuel Restrepo, Secretario de Estado del Despacho del Inte-
rior, Circular a los Muy Reverendos Arzobispos y Obispos (27 de
septiembre de 1828), en: José Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit.,
Vol. XIII, Nº 3916, p. 100.
535
Libertador Simón Bolívar, Carta al Iltmo. Sr. Dr. Don Ramón Ignacio
Méndez (octubre de 1828)), en: Cartas del Libertador, Op. cit., Tm. VI
(julio de 1827 – 1828), Caracas (2) 1968, pp. 469.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 313

mentos536— escribía: “El Libertador Presidente trata de re-


unir la gran familia de Colombia, y que se acaben los parti-
dos que despedazan la República, único medio para que go-
cemos de paz y tranquilidad. Todos debemos cooperar a este
bien tan sólido y grandioso con nuestra docilidad y obedien-
cia a las órdenes del Gobierno”537. El Iltmo. Sr. Dr. Don Ra-
fael Lasso de la Vega, Obispo de Mérida de Maracaibo, no podía
ocultar su horror ante el terrible atentado: “Desde que (…) tuvi-
mos las primeras noticias de lo acontecido en la capital de la
República el 25 del pasado, atribulado nuestro corazón, nada
nos detuvo para comenzar pública rogativa, que a nombre
del gloriosísimo Patriarca Señor San José, por siete días he-
mos hecho en este Monasterio de Santa Clara, con su comu-
nidad y algunas almas devotas que a él concurren; y en la
Catedral también nos ha ayudado con iguales preces nues-
tro Muy Venerable Cabildo Eclesiástico con quien hoy en ac-
ción de gracias por la preservación de la vida de S.E. El
Libertador Presidente, celebramos el religioso acto de ento-
nar el Te-Deum, a que nos ha invitado el Sr. Gobernador de
la Provincia. (…) Sí, por cierto, horroroso crimen es la con-
juración, que detestamos cumpliendo con el deber de perse-
verar cada uno y todos en junta unidos a la cabeza; (…)
Dad, pues, pruebas de su detestación con la obediencia. A
ello os persuadimos; a ello encarecidamente se dirigen estas
letras; a ello han tenido por objeto aquellas nuestras preces,
(…)”538. Por su parte, el Iltmo. Sr. Dr. Don Ramón Ignacio Méndez,
Arzobispo de Caracas, también excitaba a sus fieles a la adhe-

536
Cf. Mons. Nicolás Eugenio Navarro, La cristiana muerte del Liberta-
dor, Op. cit., pp. 99-110.
537
Iltmo. Sr. Dr. Don José María Esteves Ruiz de Cote, Carta Pastoral (12
de octubre de 1828), en: José Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit.,
Vol. cit., Nº 3938, pp. 133-135, p. cit. 134.
538
Iltmo. Sr. Dr. Don Rafael Lasso de la Vega, Obispo de Mérida de
Maracaibo, Carta Pastoral (19 de octubre de 1828), en: José Félix
Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. cit., Nº 3944, p. 141.
314 La Iglesia en la Venezuela Republicana

sión al Gobierno: “Somos destinados a vivir en sociedad, y


ésta no puede ni comenzar a existir sin que a semejanza de la
maravillosa economía que se advierte en los cielos, se esta-
blezca la autoridad que administre la justicia, que es lo que
mantiene en concierto y relacionado al cuerpo social. Son
consiguientes la obediencia sincera, el respeto y el honor a
esta autoridad, y nada hay más enseñado y mandado por la
Religión. Remontándose ésta a un principio más alto que el
de las conveniencias sociales, enseña que la potestad que
ejercen los hombres viene de Dios [(cf. Rom 13, 1)], y de este
modo hace mucho más necesaria y urgente nuestra corres-
pondencia a ella” 539.
Las manifestaciones de repudio al atentado y adhesión al Li-
bertador, también por parte del Clero, fueron innumerables…
Conocida es la carta, mediante la cual Bolívar le agradece al Cura
Justiniano Gutiérrez la solidaridad, que éste le había expresado
después del atentado: “Doy a Ud. las gracias por el interés
que ha tomado por mi salvación en la noche del día 25 de
septiembre, y nunca podré dejar de reconocer la benevolen-
cia que Ud. me profesa. Me tomo la libertad de recomendar a
Ud. al Doctor Molano, mi amigo, que sigue a Guaduas a
arreglar los negocios de su comunidad; en lo que tomo el
mayor interés, por el restablecimiento de la Religión y de las
Órdenes monásticas que tanto contribuyen a la civilización
de este país; y lo que es más, que trabajan incesantemente en
impedir la propagación de los principios que nos están des-
truyendo, y que al fin lograrán no sólo destruir la Religión,
sino los vivientes, como sucedió en la revolución de Francia,
en que los más acalorados filósofos tuvieron que arrepentir-
se de lo mismo que ellos habían profesado; así fue que el
Abate Raynal murió despedazado de remordimientos, y como

539
Iltmo. Sr. Dr. Don Ramón Ignacio Méndez, Arzobispo de Caracas,
Carta Pastoral (6 de noviembre de 1828), en: José Félix Blanco / Ra-
món Azpúrua, Op. cit., Vol. cit., Nº 3963, pp. 179-181, pp. cit. 179-180.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 315

él, otros muchos, pues, sin la conciencia de la Religión, la


moral carece de base”540. El Doctor Molano, al cual hace refe-
rencia Bolívar en esta carta, es el R.P. Fr. Antonio Molano, anti-
guo Provincial de los Franciscanos541, para entonces Guardián
del Convento Máximo de la Purificación de Santa Fe de Bogo-
tá542. Fray Molano —el Doctor Molano— iba a Guaduas a reco-
brar para los Franciscanos el Convento de Ntra. Sra. de los Án-
geles de Guaduas543; Convento, que Bolívar conocía, porque ha-
bía pernoctado allí la noche del 26 al 27 de enero de 1815544…

540
Libertador Simón Bolívar, Carta al Sr. Cura Justiniano Gutiérrez (oc-
tubre de 1828), en: Cartas del Libertador, Op. cit., Tm. cit., pp. 469-
470, pp. 469-470.
541
Cf. R.P. Fr. Luis Carlos Mantilla, O.F.M., Los Franciscanos en Colom-
bia, Tm. III (1700-1830), Vol. I[, Ediciones de la Universidad de San
Buenaventura], Bogotá 2000, pp. 787-788.
542
Cf. ibid., p. 96.
543
Cf. ibid., pp. 68-69.
544
Cf. ibid., p. 210.
UNA VISIÓN DISTINTA
DE MANUELITA SÁENZ

A Manuelita Sáenz se la ha calificado de revolucionaria, de


compañera sentimental de Simón Bolívar, de una de las prime-
ras feministas de la América Latina, de mujer liberada... De un
examen detenido de la documentación existente de y sobre esta
encantadora dama emerge, sin embargo, una personalidad dis-
tinta, con marcados matices religiosos incluso…
Manuela Sáenz nació el 27 de diciembre de 1797 en Quito,
hija ilegítima de Joaquina Aizpuru con Simón Sáenz… De Simón
Sáenz se ha anotado, que: “había nacido en España a me-
diados del Siglo XVIII en Burgos —así rezaban sus cre-
denciales—, en la villa de Villasur de Herreros, de familia
de distinción. Llegó a Panamá durante la revolución nor-
teamericana, bajó hasta (…) Quito y se casó con la rica
viuda Juana María del Campo. Comenzó a importar mer-
caderías españolas para su reventa, sus negocios prospe-
raron y los emolumentos de sus oficios reales aumentaron
su fortuna” 545.
Se ha difundido la versión, de que Simón Sáenz —como
muchos otros españoles nacidos en la península—, bajo la im-
presión de la lucha por la Independencia, decidió su regreso a
España; pero, antes de su regreso, pactó en Panamá el matri-
monio de su hija Manuela Sáenz con el médico inglés James

545
Víctor W. von Hagen, La amante inmortal. Los amores de Simón
Bolívar y Manuela Sáenz, México (6) 1975, p. 26. Esta obra, aun-
que en su momento tuvo el indudable mérito de rescatar del olvi-
do la figura de Manuela Sáenz, tiende “a la ficción o, al menos, a
apelar excesivamente a la licencia poética, más allá de un útil
ensayo bibliográfico, evita toda documentación académica”
(Pamela Murray, Por Bolívar y la gloria. La asombrosa vida de
Manuela Sáenz, Bogotá 2010, p. 31). De manera, que la informa-
ción aportada por von Hagen no pareciera del todo confiable…
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 317

Thorne —unos veinte años mayor que ella—, abonándole una


copiosa dote… Simón Sáenz, entonces, se regresó a España; y
James Thorne se volvió a Lima, donde tenía su residencia, adon-
de llegó después también Manuela Sáenz para casarse546. Hoy
por hoy, en prácticamente todo el mundo existe la posibilidad
de introducir la causa de nulidad de un matrimonio ante un
tribunal eclesiástico, un tribunal de la Iglesia. En aquella época,
en América, esa posibilidad no existía… El matrimonio de James
Thorne con Manuela Sáenz, ¿fue nulo? Lo menos que se pue-
de decir, es que no se casaron por amor…
En Lima, Manuela Sáenz se distinguió por su adhesión a
la causa de la Independencia, dirigiendo “un sistema que
recogía de casa en casa paños para uniformes” 547; por
lo cual, fue condecorada por el Gral. José de San Martín
como Caballeresa del Sol548. En los primeros meses de 1822
se concretó la separación de Manuela Sáenz de su espo-
so… Entonces se vino a Quito, donde conoció y se enamoró
de Bolívar…
Bolívar no le fue fiel, ni mucho menos… Es impresionante
el recuento de los amores del Libertador, que hacen algunos
historiadores549, amores fugaces todos… excepto los amores
con Manuela Sáenz, que se extendieron durante ocho años:
desde 1822 hasta 1830, con algunas interrupciones… En cam-
bio, como anota el historiador ecuatoriano Carlos Álvarez Saá:
“Ningún detractor ha podido comprobar, que Manuela
tuviese un romance y peor un desliz antes de conocer a
Bolívar, o mientras mantuvo relaciones afectivas con él. Y
aún muerto, ella le fue fiel. Las difamaciones de que fue
objeto no pudieron comprobarse, motivadas, como esta-

546
Cf. Víctor W. von Hagen, Op. cit., p. 53.
547
Ibid., p. 62.
548
Cf. ibid., p. 39.
549
Cf. Rafael Ramón Castellanos, Simón Bolívar, el hombre, Barcelo-
na [España] 2006.
318 La Iglesia en la Venezuela Republicana

ban, solo en la envidia o en el odio”550. Por lo demás,


Manuela Sáenz fue la única mujer, que —después de su legíti-
ma esposa, fallecida en 1803551— logró ejercer una cierta in-
fluencia sobre Bolívar…
En octubre de 1823, Manuela Sáenz se residenció nueva-
mente en Lima, donde por un tiempo se encargó del archivo
personal del Libertador552… Al producirse en Lima, el 25 de
enero de 1827, una rebelión contra la Constitución de Bolívar,
se instaló un nuevo Gobierno, que la intimó a abandonar el Perú;
y fue así, que Manuela Sáenz se vio obligada a trasladarse a
Bogotá553.
El arrojo y valentía —y el sentido común— de Manuelita
Sáenz salvaron al Libertador del atentado en la aciaga noche

550
Carlos Álvarez Saá, Manuela. Sus diarios perdidos y otros pa-
peles[, Museo Manuela Sáenz], Quito (5) 2008, pp. 43-61, p. 40.
Esta opinión es muy valedera, aún cuando esos diarios perdi-
dos y otros papeles son considerados por la mayoría de los in-
vestigadores como apócrifos (cf. Pamela Murray, Op. cit., p.
32.81).
551
En el Diario de Bucaramanga se lee cómo el propio Bolívar le dice
a Luis Perú de Lacroix en relación a la muerte de su esposa: “Us-
ted, pues, (…), casó a los 45 años, ésta es la verdadera edad
para el hombre; yo no tenía 19 años cuando lo hice en Madrid,
y enviudé en 1803 no teniendo todavía 20 años; quise mucho a
mi mujer y su muerte me hizo jurar no volver a casarme; he
cumplido mi palabra. Miren Ustedes lo que son las cosas: si no
hubiera enviudado, quizás mi vida hubiera sido otra; no sería el
General Bolívar, ni el Libertador, aunque convengo que mi ge-
nio no era para ser Alcalde de San Mateo” (Luis Perú de Lacroix,
Simón Bolívar en el Diario de Bucaramanga. Vida pública del Li-
bertador. Versión sin mutilaciones[, El Centauro, Ediciones], Cara-
cas (3) 2003, p. 61).
552
Cf. Pamela Murray, Op. cit., pp. 77-91.
553
Cf. Ricardo Palma, Tradiciones Peruanas, Tm. I-IV, Tm. IV, Barce-
lona 1896, p. 168.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 319

del 25 de septiembre de 1828; ella misma narra los aconteci-


mientos: “Serían las doce de la noche, cuando latieron
mucho dos perros del Libertador, y a más se oyó un ruido
extraño que debe haber sido al chocar con los centinelas,
pero sin armas de fuego por evitar ruido. Desperté al Li-
bertador, y lo primero que hizo fue tomar su espada y una
pistola y tratar de abrir la puerta. Lo contuve y le hice
vestir, lo que verificó con mucha serenidad y prontitud. Me
dijo: ‘¡Bravo!, vaya pues, ya estoy vestido, ¿y ahora qué
hacemos? ¿Hacernos fuertes?’ Volvió a querer abrir la
puerta y lo detuve. Entonces [se] me ocurrió lo que le ha-
bía oído al mismo General un día: ‘¿Usted no dijo a Pepe
París que esta ventana era muy buena para un lance de
éstos?’ ‘Dices bien’, me dijo, y fue a la ventana; yo impedí
el que se botase, porque pasaban gentes, pero lo verificó
cuando no hubo gente, y porque ya estaban forzando la
puerta. Yo fui a encontrarme con ellos para darle tiempo a
que se fuese, pero no tuve tiempo para verle saltar, ni ce-
rrar la ventana. Desde que me vieron me agarraron y me
preguntaron: ‘¿Dónde está Bolívar?’ Les dije que en el
Consejo, que fue lo primero que se me ocurrió; registra-
ron la primera pieza con tenacidad, pasaron a la segunda
y viendo la ventana abierta exclamaron: ‘¡Huyó!; ¡se ha
salvado!’ Yo les decía: ‘No, señores, no ha huido, está en
el Consejo’. ‘¿Y por qué está abierta esa ventana?’ ‘Yo la
acabo de abrir, porque deseaba saber qué ruido había’.
Unos me creían y otros no; pasaron al otro cuarto, tocaron
la cama caliente, y más se desconsolaron, por más que yo
les decía que yo estuve acostada en ella esperando que
saliesen del Consejo para darle un baño; me llevaban a
que les enseñase el Consejo (pues Usted sabe que siendo
esa casa nueva, no conocían cómo estaba repartida, y el
que quedó a entrar a enseñarles se acobardó, según se
supo después). Yo les dije que sabía que había esa reunión,
que la llamaban Consejo, a la que iba en las noches el
320 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Libertador, pero yo no conocía el lugar. Con esto se enfa-


daron mucho y me llevaron con ellos, hasta que encontré a
Ibarra herido; y él desde que me vio me dijo: ‘¿Con que
han muerto al Libertador?’ ‘No, Ibarra; el Libertador vive’.
Conozco que ambos estuvimos imprudentes; me puse a ven-
darlo con un pañuelo de mi cara. Entonces Zuláivar me
tomó por la mano a hacerme nuevas preguntas, no adelan-
tando nada, me condujeron a las piezas de donde me ha-
bían sacado y yo me llevé al herido y lo puse en la cama
del General. Dejaron centinela en las puertas y ventanas
y se fueron. Al oír pasos de botas herradas me asomé a la
ventana y vi pasar al Coronel Fergusson, que venía a la
carrera de la casa donde estaba curándose de la gargan-
ta; me vio con la luna, que era mucha, me preguntó por el
Libertador y yo le dije que no sabía de él, ni podía decirle
más por los centinelas, pero le previne que no entrara,
porque lo matarían; me contestó que moriría llenando su
deber. A poco oí un tiro; este fue el pistoletazo que le tiró
Carujo, y además un sablazo en la frente y el cráneo; a
poco se oyeron unas voces en la calle y los centinelas se
fueron, y yo tras ellos a ver al Doctor Moore para Andresito
[Ibarra]. El Doctor salía de su cuarto y le iban a tirar,
pero su asistente dijo: ‘No maten al Doctor’; y ellos dije-
ron: ‘No hay que matar sacerdotes’. Fui a llamar al cuarto
de Don Fernando Bolívar que estaba enfermo, lo saqué y
lo llevé a meter el cuerpo de Fergusson, pues yo lo creía
vivo; lo puse en el cuarto de José [Palacios] que estaba
de gravedad enfermo; si no, muere, porque él se habría
puesto al peligro. Subí a ver [a] los demás, cuando llega-
ron los Generales Urdaneta, Herrán y otros a preguntar
por el General; entonces les dije lo que había ocurrido, y
lo más gracioso de todo era que me decían: ‘Y, ¿a dónde
se fue?’, cosa que ni el mismo Libertador sabía a dónde
iba. Por no ver curar a Ibarra me fui hasta la plaza, y allí
encontré al Libertador a caballo, hablando con Santander
y Padilla, entre mucha tropa que daba vivas al Libertador.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 321

Cuando regresó a la casa me dijo: ‘Tú eres la Libertadora


del Libertador’”554.
Estando en Bogotá, en el año 1829, se unió a la Cofradía de
Jesús, María y José de la Peña: “En la Confraternidad de
hermanos de Jesús, María y José de la Peña, sita en su
Capilla extramuros de Bogotá, en el año de 1829 se reci-
bió por hermana Manuela Sáenz, para que goce de las
indulgencias plenarias, y remisión de todos sus pecados,
concedidas por la Santidad del Señor Benedicto XIV; en
este día, en el artículo de la muerte invocando el Dulce
Nombre de Jesús, y si verdaderamente contrito no pudiera
hacerlo de señas de que interiormente lo hace: con más
otra para el mismo artículo e igual para el domingo de
carnestolendas, de vísperas a vísperas, confesando, y co-
mulgando, y orando por lo acostumbrado ganará cada
una de ellas, con más siete años y siete cuarentenas de
perdón en los días del Patrocinio del Señor San José, Se-
ñora Santa Ana, San Lorenzo, en cuyo día fueron halladas
estas imágenes, y el del Arcángel San Miguel, Patrono de
la Capilla. Por el ejercicio de cualquier obra de miseri-
cordia, o caridad; por acompañar a Su Majestad cuando
sale a visitar algún enfermo, o si no pudiere rezará cinco
Padrenuestros, y cinco Avemarías, por su salud, todas cuan-
tas veces lo hiciere se le relajan sesenta días de las im-
puestas o de otra suerte como quiera que sea decididas
penitencias, si para todo están en gracia. La obligación
de esta hermandad es de dar dos reales a la entrada, y dos
cada año para la conservación de la Capilla, y asistir al
funeral[,] que se hará el lunes que sigue de
carnestolendas[,] y después de su muerte se entregará ésta
al Capellán para hacer los sufragios por su alma. Dada y

554
Manuela Sáenz, Carta al Gral. Daniel Florencio O’Leary (10 de
agosto de 1850), en: Gral. Daniel Florencio O’Leary, Op. cit., Tm.
XXXII, pp. 370-375, p. cit. 371-373.
322 La Iglesia en la Venezuela Republicana

firmada por su propio Capellán Presbítero. Juan Gualberto


Caldas. A fojas 92, del Libro de la Cofradía”555.
El historiador colombiano Camilo Delgado refiere los des-
órdenes, que se produjeron en Turbaco, cerca de Cartagena,
en marzo de 1834, a raíz de la llegada de Manuela Sáenz, quien
había sido expulsada de Colombia por el Gobierno del Presi-
dente Santander; y, además, relata el siguiente episodio: “En
cierta tarde del mismo mes manifestó Doña Manuela el
deseo de visitar la casa del Pie de la Popa que ocupó del
Libertador, en su última estada en Cartagena, su ciudad
dilecta. Uno de los habitantes (…), luego que todo el mun-
do se hubo retirado, se acercó a Doña Manuela y le dijo:
‘Señora, a las doce de la noche de este día serán cumpli-
dos sus deseos. Esté presta para emprender viaje’. Quien
hacía este ofrecimiento era el joven José Dionisio Torres.
A las doce de la noche, efectivamente, salieron, en buenos
caballos, camino de Cartagena. Llegaron al Pie de la Popa,
atravesaron algunos callejones y llegaron al frente de la
casa, (…). ‘Hemos llegado, señora’, dijo Torres, apeándo-
se de su cabalgadura. Doña Manuela, con rara agilidad,
saltó a tierra y se detuvo frente de la casa que el caballero
le señalaba. Su corazón latía con violencia, y de sus ojos
brotaron lágrimas a torrente. Luego se acercó a la puerta
de la calle y, ante ella, cayó de rodillas. La dama solloza-
ba a la par que de sus labios se escapaban frases incohe-
rentes. Así, en aquella actitud, permaneció largo rato. In-
vocó a Dios, dijo algunas oraciones, se levantó y acercán-
dose a Torres, le estrechó las manos, al mismo tiempo que

555
Certificado impreso de la Confraternidad de Jesús, María y José
de la Peña firmada por el Capellán Juan Gualberto Caldas (sin
fecha), en: Vicente Lecuna (editor), Papeles de Manuela Sáenz,
en: Boletín de la Academia Nacional de la Historia [de Venezuela]
28 (1945), Nº 112 (octubre – diciembre de 1945), pp. 494-525, p.
514; cf. Pamela Murray, Op. cit., p. 131.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 323

le decía: ‘Gracias, señor; ahora puedo salir tranquila de


su país… Si algún día me calumniaran, diga Ud., porque
lo oyó de mis labios, que los dos últimos amores míos fue-
ron el que le dediqué al Libertador y el que sentí siempre
por la tierra de Ud.”556. ¿Qué rumbo tomó en su exilio? Lo
cierto es, que a partir de 1837 se encontraba en Paita, un puer-
to en el norte del Perú557…
Allí la encontró en 1856 Ricardo Palma, el célebre
recopilador de tradiciones peruanas, ya algo envejecida, tullida,
sentada en un sillón de ruedas: “sus ojos, un tanto abotargados
ya por el peso de los años, chispeaban de entusiasmo al
declamar los versos de sus vates predilectos. En la época
en que la conocí, una de sus lecturas favoritas era la her-
mosa traducción poética de los Salmos por el peruano
Valdés; Doña Manuela empezaba a tener ráfagas de asce-
tismo, y sus antiguos humos de racionalista iban evapo-
rándose”558. Ricardo Palma se refiere al poeta peruano José
Manuel Valdés, que, a pesar de ser hombre de color —zambo,
hijo de indio y afroamericana—, logró graduarse de médico en
la Universidad de San Marcos de Lima en 1807. En 1833 pu-
blicó su magnífica obra “Salterio Peruano o paráfrasis de los
ciento cincuenta Salmos de David y de algunos Cánticos sa-
grados en verso castellano, para instrucción y piadoso ejercicio
de todos los fieles, y principalmente de los peruanos”559. Des-
de su publicación esta obra recibió los más cálidos elogios; el
Pbro. Dr. Manuel Antonio Urismendi, el censor de la misma,

556
Camilo Delgado, Historias, Leyendas y Tradiciones de Cartagena,
Tm. I-III, Tm. III, Cartagena 1950, p. 81.
557
Cf. Pamela Murray, Op. cit., pp. 179-220.
558
Ibid., pp. 170-171.
559
Cf. Dr. José Manuel Valdés, Salterio Peruano o paráfrasis de los
ciento cincuenta Salmos de David y de algunos Cánticos sagra-
dos en verso castellano, para instrucción y piadoso ejercicio de
todos los fieles, y principalmente de los peruanos, Lima 1833.
324 La Iglesia en la Venezuela Republicana

escribió: “Pasma que una persona secular, dedicada prin-


cipalmente al estudio de su arduo y útil ministerio, después
de haber ilustrado su Facultad [de Medicina] con sabias
producciones, haya sabido emplear tan bien sus ocios lite-
rarios, (…) ¡Qué dignidad y elevación en el sentido de los
Salmos! ¡Qué conexión y enlace en sus versículos! ¡Qué
variedad, que cadencia en el metro!”560.
Resulta fácil imaginarse a Doña Manuela Sáenz, sentada
en su sillón de ruedas, recitando el Salmo 1 del Salterio Perua-
no del Dr. José Manuel Valdés, que quedó versificado en ocho
estrofas de cuatro versos endecasílabos:
“Feliz el hombre que jamás admite
“De los necios impíos el consejo:
“Que de los pecadores el camino
“Anchuroso y florido deja presto:
“Que nunca se sentó en la pestilente
“Cátedra donde enseñan los perversos,
“Dogmas erróneos y doctrinas falsas,
“Que la virtud corrompen de los pueblos.
“Y que al contrario, de continuo pone
“En la ley santa del Señor su afecto,
“Meditando en la noche y en el día,
“Sus sublimes verdades y preceptos.
“Será cual árbol junto a la corriente
“De cristalinas aguas, que cubierto
“De sazonados y copiosos frutos,
“Se ve cada año en su debido tiempo.
“Y el modo que éste retendrá sus hojas,
“El hombre justo guardará en su pecho
“La divina palabra; y cuanto hiciese,
“Próspero le será, y de gozo eterno.

560
Pbro. Dr. Manuel Antonio Urismendi, Aprobación, en: Dr. José
Manuel Valdés, Op. cit., pp. V-VII, pp. cit. V-VI.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 325

“No tendrán esta suerte los impíos:


“No ciertamente; dignos de desprecio
“Serán, como el polvillo que arrebata
“De árida tierra el impetuoso viento.
“En el segundo juicio a nueva vida
“No se levantarán por sus excesos;
“Ni los demás rebeldes pecadores,
“En consorcio estarán con los electos.
“Porque el Señor que todo lo penetra,
“La vía aprueba por dó van los buenos,
“Y el camino agradable de los malos,
“Perecerá por último con ellos”561.
El 5 de julio de 2010, en el marco de los actos del 199º
aniversario de la firma del Acta de la Independencia de Vene-
zuela, fueron llevados al Panteón Nacional —después de ha-
ber atravesado por tierra Perú, Ecuador, Colombia y Venezue-
la— unos restos simbólicos de Manuela Sáenz, es decir, tierra

561
Dr. José Manuel Valdés, Op. cit., pp. 1-2. No podría tratarse de
Juan de Valdés, que en la época de la reforma tradujo los Salmos
del hebreo al castellano (cf. Marcelino Menéndez Pelayo, Historia
de los Heterodoxos Españoles, Vol. I-II, Vol. I: España romana y
visigoda. Período de la Reconquista. Erasmistas y protestantes,
Biblioteca de Autores Cristianos, Nº 150, Madrid (3) 1978, p.
785.815). No podría tratarse de Juan de Valdés, porque no era
peruano —Ricardo Palma menciona explícitamente al “peruano
Valdés” (Ricardo Palma, Op. cit., Tm. cit., p. 170). No podría tratar-
se de Juan de Valdés además, porque el “Salterio traducido del
hebreo en romance castellano por Juan de Valdés” fue impreso
por primera vez en Alemania en 1880 (Juan de Valdés, Salterio
traducido del hebreo en romance castellano, Bonn 1880). Aún
cuando en la traducción al castellano de la Biblia de Reina-Valera,
la traducción del libro de los Salmos está inspirada en el Salterio
de Juan de Valdés, es poco probable, que Manuela Sáenz haya
podido disponer de esa traducción…
326 La Iglesia en la Venezuela Republicana

del puerto de Paita, depositada en un cofre562. Sin duda, un


esperado acto de justicia después de tantos años… En cuanto
al simbolismo de los restos… ¿Qué son restos humanos, sino
polvo de la tierra? Lo advierte claramente el libro del Eclesiastés:
“Todo proviene del polvo y volverá al polvo” (Ec 3, 20). El
cuerpo es polvo, que vuelve a la tierra, mientras que “el espí-
ritu retorna a Dios, porque fue Dios quien lo dio” (Ec 12,
7).

562
Si fue enterrada en el cementerio local, ¿por qué entonces no
fueron localizados sus restos? El historiador ecuatoriano Vicente
Poma ofrece la siguiente explicación: “En el enfrentamiento mili-
tar de Ecuador y Perú (1941), producto de una pugna limítrofe
iniciada en tiempos de la colonia, luego de los acontecimientos
de Panupali y Porotillo, enfrentamientos en los cuales habían
fallecidos algunos combatientes, (…), la comunidad civil que-
dó muy resentida por la muerte de estos patriotas, que partici-
paron en la conflagración de nuestros dos países. Este hecho
generó resentimiento, el mismo, que se dejó entrever el año de
1946 cuando el Presidente peruano de turno Bustamante y
Rivero trató de repatriar los restos de Manuela en señal de
amistad y con el fin de (...) con este acto diplomático distender
la situación geopolítica en la que había quedado el hermano
país de Ecuador” (Vicente Poma, La Coronela Manuela Sáenz A.
Perfil político, militar e ideológico, su sepultura en Paita, Quito
s.f., p. 132). Para evitar la repatriación de los restos, los antiguos
combatientes sacaron la lápida de madera de la tumba de Manuela
Sáenz, la incineraron o escondieron, e hicieron correr la voz de
que los restos de Manuela Sáenz se encontraban en el Lazareto
de los bubónicos (cf. ibid., p. 133).
XVII
LA VIRGEN DEL CISNE

CONCESIÓN DE PRIVILEGIO DE FERIA


Y EXENCIÓN DE DERECHOS
(julio de 1829)

Entre los gestos de devoción del Libertador a la Virgen Santí-


sima, cabe reseñar la exención de derechos decretada para la
festividad de Nuestra Señora del Cisne, en Loja... Bolívar había
visitado Loja en el año 1822, habiéndose esmerado sus habitantes
en recibirlo con el mayor fasto posible: “Una vez fijada para
mediados de octubre de 1822 la visita del Libertador a Loja,
la Municipalidad inició los preparativos en agosto de ese
año, (...) A pesar de que el Ejército peruano prácticamente
había vaciado no solamente las arcas municipales, sino in-
clusive las de instituciones de carácter educativo, cual fue el
caso del Colegio de Loja, aparte de los impuestos, con los
que se gravó al pueblo durante los siete años que duró la
campaña, la anunciada visita del Libertador desbordó de
entusiasmo el alma de todos los lojanos, (...)”563.
Por supuesto, el recibimiento del Libertador en Loja fue gran-
dioso… Fue comisionado por la Municipalidad para dirigir, a nom-
bre y en representación suya, el primer saludo al Libertador el
Pbro. Miguel de Valdivieso: “Como Bolívar traía el camino del
norte, el [Pbro.] Dr. [de] Valdivieso salió a su encuentro has-
ta el punto denominado Las Juntas, donde, con su reconoci-
da facundia y buen decir, saludó en brillantísimo discurso al
ilustre huésped. Bolívar quedó gratamente impresionado de
los talentos del [Pbro.] Dr. [de] Valdivieso, y más de una vez
le ofreció el nombramiento de Capellán de las tropas
libertarias, cargo, que rehusó aceptar”564.

563
Teresa Mora de Valdivieso, ¡Qué bella eres, Reina del Cisne, qué
bella eres![, Librería Espiritual], Quito 1994, pp. 65-66.
564
Pbro. Francisco J. Riofrío, La advocación de Nuestra Señora del Cis-
ne. Origen y progresos. Obra ilustrada con numerosas notas históri-
328 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Entre otras cosas, durante la visita, el Libertador promulgó el


Reglamento del Colegio de Loja —cuyo manuscrito es custodia-
do celosamente en el Archivo de la Municipalidad de aquella her-
mosa ciudad de la actual República del Ecuador—, del cual se
hacen notar algunos artículos:
“Art. 2º El Rector que es jefe inmediato de esta casa de
educación será un sacerdote secular de virtud y literatura, y
que tenga grado en alguna Facultad. Presidirá todos los actos
de comunidad exceptuando solamente el de la Capilla por la
mañana cuando no le toque la Misa por su turno.
“Art. 3º El Vice-Rector del Colegio deberá estar adorna-
do de las mismas cualidades que se requieren para el Rector.
(…)
“Art. 8º Los colegiales se levantarán todos los días a las
cinco y media de la mañana (…) a los tres cuartos para los
seis, se reunirán todos en la Capilla en donde el colegial que
estuviese señalado les leerá un punto en el Padre Fray Luis
de Granada para que lo mediten mientras dure la Misa, que
dirá uno de los dos superiores por su turno. A las doce irán
al refectorio con los superiores, y mientras dure la comida
sustentará un colegial la cuestión que se le haya señalado el
día anterior, sosteniendo un par de argumentos, que le pon-
drán los colegiales que señale el Rector en ese momento. Los
domingos y jueves no habrá acto, sino lección, ya sea de la
Biblia o de la Historia Universal de Bossuet. De cinco a seis
descansarán para entrar luego en la Capilla en donde aca-
bado el Rosario tendrán un rato de oración después de ha-
ber leído un punto de Fray Luis de Granada. (…)
“Cuartel General Libertador en Loja, a 19 de octubre de
1822.
“Simón Bolívar.
“El Secretario General.

cas y rasgos biográficos de hombres distinguidos del lugar[, Banco


Central del Ecuador], Cuenca (2) 1996, p. 181.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 329

“J.G. Pérez” 565.


La Municipalidad le solicitó el establecimiento de una feria
anual exenta de derechos,”a fin de que los productos que
ingresaren con tal motivo, pudieran ser comercializados li-
bremente. El Libertador accedió al establecimiento de una
feria comercial el 8 de septiembre de cada año, pero negó la
exención de derechos”566. He aquí el documento firmado por el
Secretario del Libertador:
“Cuartel General de Loja.
“A la I. Municipalidad.
“He tenido el honor de presentar a S.E. El Libertador, la
nota de Uds. del 17 del presente [octubre de 1822] y S.E. se
ha servido contestar lo siguiente: ‘Se concede la feria que
solicita la Municipalidad, pero no la exención de derechos,
no residiendo en S.E. facultades para tal gracia’.
“J. G. Pérez.
“Secretario” 567.
Pero la Municipalidad siguió empeñada en obtener la exención
de derechos para la feria de la Virgen del Cisne… El 24 de abril
de 1828, entre otras cosas, resolvía: “Sexto, que siendo un me-
dio el más seguro de engrandecer esta Provincia en su agri-
cultura, comercio, manufactura y población con el privilegio
de gracia, se conceda por feria pública, exenta de todo de-
recho, conforme a igual gracia que disfrutan las ferias de
Europa, concediendo que la romería de la soberana imagen,
que se celebra en la Parroquia del Cisne, se transfiera a esta
capital, en donde por la comodidad de habitaciones, se evi-
tarían las continuas enfermedades que en aquélla se sufren,
más proporción para el auxilio de víveres, seguridad de inte-
reses, y mejores asilos para conservar las mulas de tantos
forasteros, en que padecen éstos y los del país, por la intem-

565
Cit. en: ibid., pp. 114-115.
566
Teresa Mora de Valdivieso, Op. cit., p. 67.
567
Cit. en: Pbro. Francisco J. Riofrío, Op. cit., p. 181.
330 La Iglesia en la Venezuela Republicana

perie e incomodidad de esta Parroquia de Cisne y por el gran


dineral que con esta celebridad ingresa a la República de la
del Perú, interesa en el último grado el vecindario al Sr. Di-
putado para que consiga ya sea de la gran Convención o de
S. E. El Libertador: Que la gracia comprenda las dos festivi-
dades de esta imagen, que se empiezan desde el 12 de agosto
a igual fecha de septiembre; con serio motivo saldrá esta
Provincia de la nulidad y abyección a que la han reducido
los continuos empréstitos, contribuciones mensuales y otras
ordinarias y extraordinarias que han gravitado”568.
El 7 de mayo de 1829, la Municipalidad insistía nuevamente en
obtener la exención de derechos: “Que siendo un medio seguro
de engrandecerse la Provincia la traslación de la romería
del Cisne a esta capital exenta de todo derecho, a ejemplo de
varias ferias de Europa que gozan igual gracia, se solicite
este privilegio que promete grandes utilidades para su co-
mercio, y se eviten los males causados por la intemperie y
pocas habitaciones en la Parroquia del Cisne, debiéndose
entender esta gracia desde el 12 de agosto en que da princi-
pio la romería, hasta el 12 de septiembre en que se acaba”569.
El Sr. Diputado a la Convención de Ocaña, mencionado en el
Acta del 24 de abril de 1828 de la Municipalidad de Loja, era el
Dr. José Félix de Valdivieso, quien diligentemente se ocupó del
asunto… Envió al Libertador una petición suscrita por los nota-
bles de Loja; petición, en que se impetraba “de S.E.[,] el Liber-
tador Presidente, la gracia de que dicha Provincia [de Loja]

568
Acta de la Municipalidad de Loja (24 de abril de 1828), en: Registro
de Actas acordadas por esta Ilustre Municipalidad [de Loja] en el
presente año de 1828 – Año de 1829, f. 31 [Archivo Histórico de la
Municipalidad de Loja].
569
Acta de la Municipalidad de Loja (7 de mayo de 1829), en: Registro
de Actas acordadas por esta Ilustre Municipalidad [de Loja] en el
presente año de 1828 – Año de 1829, f. 74v. [Archivo Histórico de la
Municipalidad de Loja].
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 331

disfrute desde el 12 de agosto hasta el 12 de septiembre de


cada año, el privilegio de feria, en cuyos días se celebra la
festividad de Nuestra Señora del Cisne en el pueblo de su
nombre, distante dos días de la ciudad, trasladándose esta
fiesta a la capital [de Loja], con acuerdo de la autoridad
eclesiástica de la Diócesis; conduciéndose oportunamente con
la veneración debida a la portentosa imagen de su Santua-
rio a una de las Iglesias de los Conventos de la ciudad que
determine el Cabildo, vista la mayor comodidad, y donde pue-
da el Párroco del Cisne celebrar sus oficios, con absoluta
exclusión e independencia del de Loja, para evitar colisio-
nes que podrían resultar por los emolumentos anexos a esta
celebración. Los inconvenientes que se presentan para que
continúe en dicho pueblo esta reunión son obvios. Aquel
poblado cuenta de cincuenta a ochenta casas todas de paja.
Los que concurren a ese lugar con espíritu de devoción, rome-
ría o comercio, pasan de ocho a diez mil almas, que, de las
cuatro partes las tres, se alojan en las lomas áridas que do-
minan ese poblado con mil incomodidades, expuestas siem-
pre a muchas enfermedades y robos frecuentes, que es impo-
sible evitar. En todos los años, los concurrentes pierden sus
acémilas por la inseguridad de los montes a que las mandan
para que se mantengan, pues a más de la confusión que se
experimenta, es todo desorden y razón importantísima para
que tantos vecinos honrados que vienen de Riobamba, Cuen-
ca, Piura y Lima, no hagan anualmente este viaje”570.
El Libertador accedió a esta petición de los vecinos de Loja
con un Decreto para siempre memorable:
“Secretaría General de S.E. El Libertador
“Cuartel General en Guayaquil, a 28 de julio de 1829
“Al Sr. Prefecto del Departamento del Azuay:
“Con esta fecha se ha servido S.E. El Libertador Presi-
dente decretar lo que sigue:

570
Cit. en: Pbro. Francisco J. Riofrío, Op. cit., pp. 112-113.
332 La Iglesia en la Venezuela Republicana

“‘Simón Bolívar Libertador Presidente de Colombia, vista


la petición de varios vecinos de Loja con el informe de la
Junta Provincial del Distrito, y deseando arbitrar del mejor
modo la suerte de los pueblos que a consecuencia de la gue-
rra, han tocado a su ruina, decreto:
“‘Art. Único. Se concede privilegio de feria y exención de
derechos a todos los efectos que se expendan en ella, desde
el 12 de agosto hasta el 12 de septiembre de cada año, du-
rante la festividad de Nuestra Señora del Cisne, que antes se
celebraba en la Parroquia de ese nombre y que de acuerdo
con la autoridad eclesiástica de aquella Diócesis, se trasla-
dará anualmente a la ciudad de Loja. El Secretario del Des-
pacho General queda encargado de la ejecución de este
Decreto.
“‘Dado en Guayaquil a 28 de julio de 1829.
“‘Simón Bolívar.
“‘Por S.E. el Secretario General.
“‘José de Espinal’.
“Y lo transcribo para que luego que se obtenga la aquies-
cencia del encargado de ese Obispado, a quien con esta fe-
cha lo comunico, se sirva Ud. dar el debido cumplimiento.
“Dios guarde a Ud.
“José de Espinal”571.
Efectivamente, el Secretario Espinal pasó al conocimiento del
Pbro. Dr. José María Riofrío, Vicario Capitular de Cuenca
—Loja entonces formaba parte de la Diócesis de Cuenca—, el
Decreto del Libertador en solicitud de la aquiescencia de la auto-
ridad eclesiástica… El Vicario Capitular contestó en los siguien-
tes términos: “Por muchos títulos me es satisfactoria la gracia
que S.E. El Libertador Presidente se ha servido hacer a mi
país, con la exención de derechos en las romerías del Cisne.

571
José de Espinal, Carta el Sr. Prefecto del Departamento del Azuay (28
de julio de 1829) [Archivo del Santuario de Ntra. Sra. del Cisne –
Loja, Ecuador].
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 333

Mas como no pueden confundirse las gracias temporales con


las espirituales, me veo en la necesidad de hacer presente a
Usía que, aunque la autoridad eclesiástica diocesana se con-
venga en la traslación de la romería del Cisne a la ciudad de
Loja, los fieles que concurran a ella no ganan las indulgen-
cias y demás gracias concedidas por la Silla Apostólica a los
que visiten la sagrada imagen de María Santísima. Sería
abusar de la jurisdicción eclesiástica y autorizar un error en
los pueblos no hablar a Usía con esta franqueza. Sin embar-
go, para que tenga efecto tan benéfica disposición, por mi
parte, presto la anuencia que se solicita, debiéndose cele-
brar la fiesta en la Iglesia de San Agustín de aquella ciudad,
como más proporcionada, o en la que destinase el Párroco
de Chiquiribamba, con permiso del Gobierno de aquella Pro-
vincia. Y mientras se ocurra al Romano Pontífice a fin de que
digne ampliar la gracias concedidas por sus Breves al San-
tuario del Cisne para la ciudad de Loja, puede adoptarse un
medio prudente recurriendo al Señor Juez de Sólitas de esta
Diócesis con el objeto de que, en uso de sus facultades, se
sirva conceder una de las tres indulgencias plenarias que
puede en cada año designar a cualquiera festividad, hacién-
dolo así presente a los vecinos de Loja y demás personas que
de otras partes concurren, para que inteligenciadas de la
nueva gracia, se eviten rumores, que puedan perjudicar el
saludable objeto que se propone S.E. el Libertador Presi-
dente, en la traslación de la romería del Cisne a Loja”572.
De hecho, el Vicario Capitular recurrió al Señor Juez de Sólitas
de la Diócesis, que era el Deán de la Catedral, Pbro. Dr. José
María Landa y Ramírez, para gestionar la concesión de una in-
dulgencia plenaria a cada una de las fiestas de Nuestra Señora,
trasladadas a Loja. El Deán “accedió a concederlas: una para
el 15 de agosto y otra para el 8 de septiembre; con lo cual se
subsanó provisoriamente la anulación de las antiguas indul-

572
Cit. en: Pbro. Francisco J. Riofrío, Op. cit., p. 115-116.
334 La Iglesia en la Venezuela Republicana

gencias concedidas por Benedicto XIV a los romeros que vi-


sitaban la Iglesia del Cisne. Desempeñándose el Ilustrísimo
Señor Riofrío en 1868 la Administración Apostólica de Loja,
acudió a su Santidad Pío IX para que se aplicaran las indul-
gencias concedidas, y lo consiguió, mediante el Breve de 22
de junio de 1869”573.
La romería no pudo inaugurarse el año de 1829 —el año del
Decreto del Libertador—, debido al conflicto fronterizo entre Perú
y Colombia… Para salvaguardarla de todo peligro, la imagen fue
llevada a Paccha… Pero, el Procurador General de Loja, Fran-
cisco Aguirre, escribió al Gobernador de la Provincia, Cnel. Ri-
cardo Wright: “Que las presentes circunstancias de la gue-
rra, y el hallarse actualmente el Excelentísimo Libertador
Padre de Colombia tratando de establecer la paz con el
Perú, que tantos males nos ha causado, exigen imperiosa-
mente la presencia material de Nuestra portentosa Madre y
Señora del Cisne, en quien tienen tanta fe estos habitantes
para pedirle diariamente el buen éxito de la paz, que con
tanto anhelo ha pretendido S.E. para alivio general de los
pueblos y especialmente de esta Provincia limítrofe, que ya
no tiene fuerzas para soportar los estragos y gastos de la
guerra” 574.
Inaugurada con gran entusiasmo y esplendor por agosto de
1830, “fue ello fundado motivo para prometerse generalmen-
te los más grandes beneficios en lo futuro. Halagados, pues,
los devotos habitantes de los espléndidos resultados, que en
sus comienzos mismos vieron dimanarse de la reciente rome-
ría, en orden a lo espiritual y material adelantamiento del
lugar, temieron quizá que pudiesen en algún tiempo privarles
de tanto bien, y para asegurarlo, resolvieron solicitar del
primer Presidente del Ecuador, el Gral. Juan José Flores, la
ratificación del Decreto del Libertador Bolívar. Esta justa no

573
Pbro. Francisco J. Riofrío, Op. cit., p. 116.
574
Cit. en: Pbro. Francisco J. Riofrío, Op. cit., p. 117.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 335

menos que oportuna demanda fue desde luego prestigiada


en primera línea con el ilustre nombre del [Pbro.] Dr. José
María Riofrío, al cual se agregó una honrosísima lista de las
más valiosas firmas del lugar. La solicitud hizo eco simpático
en el Gobierno, y su Ministro, Dr. José Félix [de] Valdivieso,
declaró que, no hallándose derogado por el cuerpo legisla-
tivo el Decreto de 28 de julio de 1829, se lo guarde puntual-
mente con la exención de derechos (…)”575. El correspondien-
te Decreto se expidió en mayo de 1831576…
Volviendo al año 1829... Estando en Guayaquil —desde donde
había decretado la exención de derechos para la festividad de
Nuestra Señora del Cisne577—, el Libertador sufrió grave enfer-
medad, que lo condujo al borde del sepulcro: “Provino tal acci-
dente del clima insalubre de Guayaquil en la estación de
aguas, y de los cuidados anexos a la campaña; aunque de-
bemos atribuirlo también en gran parte a la fuerte pasión de
ánimo causada por los continuos e injustos ataques que se
dirigían contra él. (…) Para reponer su salud, se trasladó a
la isla de Santay, frente de Guayaquil (…) Después de haber
pasado algunas semanas en Santay, cuyo clima benéfico con-
tribuyó a restablecer la salud del Libertador, éste vino a Qui-
to, donde se ocupó en reorganizar la administración de los
Departamentos meridionales (…)”578. Después de la celebra-
ción de su onomástico en Quito, el 28 de octubre de 1829579, se
puso en camino a Bogotá…

575
Pbro. Francisco J. Riofrío, Op. cit., p. 118.
576
Cf. ibid.
577
Cf. José de Espinal, Carta el Sr. Prefecto del Departamento del Azuay
(28 de julio de 1829) [Archivo del Santuario de Ntra. Sra. del Cisne –
Loja, Ecuador].
578
Felipe Larrazábal, Op. cit., Vol. cit., pp. 263-264.
579
Cf. ibid., p. 264.
XVIII
EPÍLOGO

El 20 de enero de 1830 se instalaba en Bogotá el Congreso


General Constituyente de Colombia… En el acta de instalación
puede leerse, que “se reunieron en virtud de precedente cita-
ción en el Palacio el Supremo Gobierno de la República, para
la instalación del Congreso General Constituyente de Co-
lombia, mandado convocar por Decreto de 24 de diciembre
de 1828, cuarenta y siete Diputados, de los nombrados por
las diferentes Provincias de la República, número excedente
de las dos terceras partes del total de Representantes, que se
requerían para la instalación. Del Palacio pasaron los Seño-
res Diputados, presididos por S.E. El Libertador Presidente,
a la Iglesia Catedral, donde asistieron a una Misa Solemne
del Espíritu Santo, y en seguida se trasladaron al salón des-
tinado para las sesiones, en el que se hallaba en expectación
un crecido número de ciudadanos de todas clases. Allí el Li-
bertador Presidente, después de ocupar la silla presidencial,
asistido del Ministro de Relaciones Exteriores y del (…) [Mi-
nistro] del Interior, dio principio al acto, dirigiendo a los
Señores Representantes una breve alocución propia del caso,
en que les hizo presentes las altas y graves funciones de que
estaban encargados, (…)” 580. En esa alocución, Bolívar renun-
ciaba a la Presidencia de la República: “Disponed de la Presi-
dencia, que respetuosamente abdico en vuestras manos. Des-
de hoy no soy más que un ciudadano armado para defender
la Patria y obedecer al Gobierno; cesaron mis funciones
públicas para siempre. Os hago formal y solemne entrega de
la autoridad suprema, que los sufragios nacionales me ha-

580
Acta de instalación del Congreso General Constituyente de Colom-
bia (20 de enero de 1830), en: José Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op.
cit., Vol. XIV, Nº 4437, pp. 118-119, p. cit. 118.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 337

bían conferido”581. Ya casi al final de esa alocución, dijo Bolí-


var: “Permitiréis que mi último acto sea recomendaros que
protejáis la Religión santa que profesamos, fuente profusa
de las bendiciones del Cielo” 582. Por supuesto, el Congreso no
quiso aceptarle a Bolívar esa abdicación. Pero, semanas después,
el propio Bolívar, alegando estar enfermo, se separó del Poder
Ejecutivo…
Los sufrimientos morales de Bolívar por esos meses debieron
ser horribles… No podía volver a Venezuela…. Expresiones de
indignada solidaridad le llegaron desde donde menos lo espera-
ba… Los hombres notables de Quito se habían unido para dirigir-
le, el 27 de marzo de 1830, una sentida representación: “Los pa-
dres de familia del Ecuador han visto con asombro, que al-
gunos escritores exaltados de Venezuela se han avanzado a
pedir a V.E. no pueda volver al país donde vio la luz prime-
ra; y es por esta razón que nos dirigimos a V.E. suplicándole
se sirva elegir para su residencia esta tierra que adora a V.E.
y admira sus virtudes. Venga V.E. a vivir en nuestros corazo-
nes, y a recibir los homenajes de gratitud y respeto que se
deben al Genio de América, al Libertador de un mundo. Ven-
ga V.E. a enjugar las lágrimas de los sensibles hijos del Ecua-
dor y a suspirar con ellos los males de la Patria. Venga V.E.,
en fin, a tomar asiento en la cima del soberbio Chimborazo,
adonde no alcanzan los tiros de la maledicencia, y adonde
ningún mortal, sino Bolívar, puede reposar con una gloria
inefable”583. Esta representación de los hombres notables de Quito
venía respaldada por el Obispo de Quito, Iltmo. Sr. Dr. Don Lasso

581
Libertador Simón Bolívar, Mensaje al Congreso General Constitu-
yente de Colombia (20 de enero de 1830), en. José Félix Blanco /
Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. cit., Nº 4438, pp. 119-122, p. cit. 122.
582
Ibid.
583
Cit. en: José Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. cit., Nº 4458,
p. 163.
338 La Iglesia en la Venezuela Republicana

de la Vega: “Oigo, que estos buenos habitantes claman por


V.E., y que, constantes en el amor que le han profesado, le
ofrecen sus corazones, terreno a la verdad más grato, que
cuanto el material de su famoso Chimborazo puede indicar
de gratitud a beneficios de un padre, que tantas pruebas ha
dado de que no porque se le separa en lo corporal les deja
de ser [en] el espíritu, que les ha vivificado en tan repetidas
ocasiones de sus pasados padecimientos. Repetiré, pues, con
la sinceridad de mi afecto: venga V.E. a vivir entre nosotros,
seguro de que recibirá siempre los homenajes de gratitud y
respeto, que otros olvidados ofendan, o no correspondan.
Ésta es mi voz: es la del Clero, en cuanto comprendo”584.
El Iltmo. Sr. Dr. Don Lasso de la Vega había sido trasladado
de Mérida a Quito, el año anterior585. Bolívar, quien era su amigo,
se había alegrado con ese traslado: “He sabido con inefable
placer la preconización de V.S. Iltma. para Obispo de esta
Iglesia de Quito, que tanto ha carecía de los cuidados de su
Pastor y de los auxilios episcopales. (…) La caridad de V.S.
Iltma. hará mucho bien a estos feligreses, que claman por
tener un Obispo digno de llamarse Príncipe de la Iglesia y
sobre todo Padre de los pobres. Aquí la caridad está aban-

584
Iltmo. Sr. Dr. Don Rafael Lasso de la Vega, Obispo de Quito, Carta al
Libertador Simón Bolívar (27 de marzo de 1830), en: José Félix Blanco
/ Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. cit., Nº 4459, pp. 163-164, p. cit. 164.
585
“Vacante la Diócesis de Quito desde el año 1822, León XII la pro-
veyó de Obispo en el Iltmo. Sr. Dr. Don Manuel Santos Escobar, que
falleció antes de recibir las Bulas pontificias. Propuesto luego el
Iltmo. Sr. Lasso, fue promovido de Mérida a Quito en el Consistorio
de diciembre de 1828. El 15 de agosto de 1829, fiesta del Tránsito
de la Virgen Santísima, se resolvió a aceptar el Obispado de Quito,
‘confiando en la protección de María’, (…)” (Pbro. Juan de Dios
Navas, Después de un Siglo. El Iltmo. y Rvdmo. Sr. Dr. Don Rafael
Lasso de la Vega, Obispo de Mérida y de Quito. 1764-1831, Boletín
de la Academia Nacional de la Historia [del Ecuador] 12 (1931), Nº 33-
35 (enero-junio de 1931), pp. 185-221, p. cit. 196).
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 339

donada por falta de buenos ejemplos; pero les he dicho a


todos que en viniendo V.S. Iltma. no habrá un miserable que
no reciba algún alivio, un buen cristiano que no se edifique
al contemplar los buenos ejemplos de su Pastor. Tal es la
justa opinión que he concebido de V.S. Iltma.; y espero que
no me hará quedar mal con los ciudadanos de Quito, que
tanto anhelan por su llegada”586.
En abril de 1830, Bolívar decidió embarcarse a Europa587.
Emprendió viaje a Cartagena; y narra el Gral. Joaquín Posadas
Gutiérrez el siguiente interesantísimo episodio, ocurrido cuando,
estando alojados Bolívar y algunos amigos en la ciudad de Honda,
emprendieron una excursión a las minas de Santa Ana: “Al subir
el cerro que separa la pequeña colina de Santa Ana, de los
llanos de Mariquita, se detuvo a admirar el magnífico pano-
rama que desde allí se presenta en aquella hora: la cordille-
ra oriental bañada por el sol poniente, reflejando los colo-
res del iris en una prolongada línea de páramos sobre sus
elevadas cimas; las extensas llanuras cubiertas de ganados
y sembradas aquí y allá de aldeas, de caseríos, de alquerías
y de las chozas del pobre jornalero; el Magdalena en un
tortuoso curso recogiendo los ríos menores y arroyuelos, que
de uno y del otro lado bajan de ambas cordilleras y serpen-
teando por las praderas se deslizan más o menos turbulen-
tos, a perderse en él; las bandadas de guacamayos de varia-
do plumaje, de loros, de pelícanos, y de mil otros pájaros que
al declinar el sol atraviesan el espacio con gritería
atronadora, en busca de las ramas donde pasan la noche o
donde dejaron sus polluelos; los palmares lozanos y pinto-
rescos que abundan en grupos aislados proporcionando som-
bra al ganado en las horas de calor sofocante, y alimento

586
Libertador Simón Bolívar, Carta al Iltmo. Sr. Dr. Don Rafael Lasso de
la Vega, Obispo de Quito (7 de abril de 1829), en: Cartas del Liberta-
dor, Op. cit., Tm. VII (1829-1830), Caracas (2) 1969, p. 110.
587
Cf. Felipe Larrazábal, Op. cit., Vol. cit., pp. 297-309.
340 La Iglesia en la Venezuela Republicana

con sus corozos a otros animales; del lado opuesto, el Neva-


do del Ruiz, en la cordillera central, reverberando como pla-
ta bruñida sobre las nubes doradas, matizadas de púrpura y
azul, que formaban su dosel, los torrentes de luz con que el
sol lo hiere al descender a su ocaso; el esplendente indes-
criptible arrebol, que más o menos purpúreo iluminaba la
bóveda celeste; todo esto formaba un estupendo y sublime
cuadro, que obligaría al espíritu más fuerte a humillarse ante
el Creador Omnipotente de tantas maravillas, y que detuvo a
Bolívar largo rato en religiosa contemplación, de la que par-
ticipábamos, en silencio respetuoso, los que lo acompañába-
mos: ‘¡Qué grandeza, qué magnificencia! [¡]Dios se ve, se
siente, se palpa! ¿Cómo pueden haber hombres que lo nie-
guen?’, fueron sus primeras palabras al salir de su éxtasis.
‘Mi General’, le dije yo, ‘los hombres que lo niegan también
lo ven, lo sienten, lo palpan, no solo en sus obras grandio-
sas, no solo en los millares de soles que pueblan el espacio
infinito, sino en el más pequeño insecto de efímera existen-
cia, que se arrastra en el lodo y huella nuestros pies sin per-
cibirlo; pero lo niegan por orgullo, por vanidad, queriendo
aparecer superiores al resto del género humano que supo-
nen ignorante, o para aturdirse, para ahogar los gritos de
una conciencia sobresaltada con el delito: Yo no creo que
haya ateístas por convicción’”588.

588
Gral. Joaquín Posadas Gutiérrez, Memorias histórico-políticas, Tm. I,
Bogotá 1865, p. 329. Don Rufino Blanco Fombona no sólo reproduce
incompleta e incorrectamente este episodio narrado por el Gral. Joa-
quín Posada Gutiérrez (cf. Rufino Blanco Fombona, El pensamiento
vivo del Libertador Simón Bolívar y su proclama de guerra a muerte[,
Ediciones Centauro], Caracas 2007, p. 42), sino que lo malinterpreta,
calificando a Bolívar de panteísta (cf. ibid.). En realidad, el episodio
hay que interpretarlo en el sentido indicado por la Sagrada Escritura
de que “la grandeza y la hermosura de las cosas creadas dan a
conocer a su Creador mucho más grande y hermoso” (Sab 13, 5; cf.
Rom 1, 20).
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 341

El 24 de junio llegó Bolívar a Cartagena: “Su entrada en la


soberbia ciudad fue como en sus mejores días: los balcones
y ventanas se adornaron, las tropas formaron, honrando no
al Jefe de la Nación, sino al primero de los Generales, al Li-
bertador y Fundador de la República. Por la noche, espontá-
neamente, una espléndida iluminación dio muestra de la no-
bleza del carácter de los cartageneros. Bolívar, caído, pobre,
proscrito, inspiró más simpatía, más respeto, más veneración,
que cuando poderoso y vencedor otras veces lo recibieran”589.
Estuvo a punto de embarcarse en un pequeño barco comercial
inglés, pero el capitán del buque y los amigos lo convencieron de
que era mejor esperar una fragata de guerra inglesa, que debía
llegar de Jamaica de un día a otro, donde iba a poder viajar con
mayor comodidad… Llegada la fragata, “quiso el Comandante
pasar con sus oficiales a presentarle sus respetos (…) El ca-
balleroso inglés puso a disposición del héroe enfermo su pro-
pia cámara; pero le manifestó que, conforme a sus instruccio-
nes —no le era permitido variar—, tenía que cruzar sobre
costa firme, desde Cartagena hasta la rada de La Guaira, y
de allí regresar por la costa otra vez a Cartagena, antes de
volver a Jamaica; que si el Libertador se resolvía a hacer tan
penoso viaje a su bordo, sería asistido con el mayor esmero
por los médicos del buque; que si no, podía esperar su regre-
so; y miraría como un insigne honor el conducir a bordo a un
hombre tan célebre en los anales de la Independencia de
Hispanoamérica. Vaciló Bolívar por un momento en la resolu-
ción que hubiera de tomar; (…) Pero temiendo las interpreta-
ciones siniestras que pudieran darse a su presencia en un
buque de guerra en las costas y puertos de Venezuela, prin-
cipalmente en el de La Guaira, se resolvió a esperar el regre-
so de la fragata, que era lo que todos a una voz le aconseja-
ban. Aprovechando tan oportuna ocasión, escribió por el
mismo buque a su apoderado en Caracas repitiéndole el encar-

589
Gral. Joaquín Posada Gutiérrez, Op. cit.
342 La Iglesia en la Venezuela Republicana

go que le había hecho desde Guaduas, pidiéndole que, sin


reparar en sacrificios, realizase algunos de los pocos bienes
que le quedaban, y le enviase su producto” 590.
¿Dónde se alojó Bolívar por esos días, en o cerca de Cartagena?
Apunta Fernando Bolívar, sobrino de Simón Bolívar y su último
Secretario, que “fuimos a vivir primero en el Cerro de la Popa
y después en el pie de ella. Yo me ocupaba en escribir la
numerosa correspondencia amistosa que de todas partes le
llegaba y tenía bastante qué hacer”591. Para comenzar, quiso,
pues, el Libertador instalarse nuevamente junto al Santuario de la
Virgen de la Candelaria de la Popa y su Convento, donde había
tenido su Cuartel General por algunas semanas en el año 1815592…
En espera del regreso de la fragata, Bolívar “se hallaba cada
día más enfermo en el Pie de la Popa”593, una Parroquia fuera
de los muros de Cartagena, al pie del Cerro de la Popa… En un
bohío del Pie de la Popa “se hallaba el Libertador de la gran
Colombia, del Perú y de Bolivia, triste, meditabundo, casi
solo, huyendo del bullicio, sin querer que se hablara de po-
lítica, esperando el regreso de la fragata inglesa y los recur-
sos que había pedido a Caracas para irse, cuando a las nue-
ve de la noche del 1º de julio, dos carruajes, que llevaban al
Gral. Montilla, al señor Francisco Martín y otros sujetos de
respetabilidad, pararon a la puerta, se apearon los que en
ellos iban, y entraron agitados. Bolívar se sorprendió y pre-
guntó: ‘¿Qué novedad hay?’ ‘General’, contestó Montilla, el
Gran Mariscal de Ayacucho ha sido alevosamente asesinado
en la montaña de Berruecos’. Dándose Bolívar una palmada

590
Ibid.
591
Fernando Bolívar, Recuerdos, en: Boletín de la Academia Nacional
de la Historia [de Venezuela] 25 (1942), Nº 100 (octubre – diciembre
de 1942), pp. 296-314.
592
José Manuel Restrepo, Historia de la Revolución de la República de
Colombia en la América Meridional, Biblioteca Popular de Cultura
Colombiana, Op. cit., Tm. cit., p. 218.
593
Ibid.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 343

en la frente, guardó silencio largo rato. Luego se informó de


los pormenores del atentado en cuanto eran conocidos en
Bogotá, de donde se comunicó la noticia a Cartagena, y su-
plicó a sus amigos, que lo dejasen solo. Hasta muy avanzada
la noche estuvo paseándose en el patio de la casa, y levan-
tándose de madrugada continuó sus paseos en la mayor agita-
ción”594. Y, como para agravar los sufrimientos morales de Bolí-
var, en las siguientes semanas, Venezuela “rompía definitiva y
absolutamente la unión, ofreciendo sólo entrar en relaciones
y transacciones amistosas con Cundinamarca, como llama-
ban entonces los Departamentos del centro de la gran Repú-
blica”595, si ésta expatriaba al Libertador…
Esto complicaba aún más la situación… Los enemigos de Bo-
lívar hablaban de desterrarlo, de echarlo del país… Refiere el
Gral. Joaquín Posadas Gutiérrez, quien le hizo un seguimiento a
los acontecimientos: “Aún los que, allá y acá, mirábamos como
una necesidad de las circunstancias que Bolívar se ausenta-
se por algún tiempo de la patria injusta e ingrata que lo des-
conocía, juzgamos que ya no podía hacerlo decorosamente.
Irse por su voluntad, honrado con un Decreto del Congreso
soberano, que le permitía presentarse con dignidad en el ex-
tranjero, era muy diferente a irse arrojado con ignominia,
como un traidor, por exigencia del país de su nacimiento aco-
gida por el Gobierno Nacional. Con calor e indignación le
hicieron muchos en Cartagena esta observación, y de todas
partes se la hicimos por cartas expresivas los ausentes. To-
davía vacilaba Bolívar: la fragata inglesa a su regreso no le
trajo los medios pecuniarios que pidió a Caracas y, agota-
dos los recursos por su liberalidad, vivía ya de préstamos,
que es una de las más grandes aflicciones que pueden aciba-
rar la vida de un hombre delicado. Tantos sinsabores hacían
que sus males físicos se agravasen. Un día, estrechado por

594
Ibid.
595
Ibid.
344 La Iglesia en la Venezuela Republicana

el Gral. Montilla, por los señores Juan de Francisco Martín,


Juan García del Río, Juan de Dios Amador y por otros ciuda-
danos honorables, en quienes confiaba y debía confiar, que
le hacían estas observaciones, les contestó con despecho:
‘Tienen Uds. razón, nobles amigos míos: por mi voluntad es-
taba resuelto a irme; echado no debo hacerlo, por el honor
mismo de Colombia, por el honor de Venezuela. Además, me
siento morir, mi plazo se cumple. Dios me llama; tengo que
prepararme a darle cuenta y una cuenta terrible, como ha
sido terrible la agitación de mi vida, y quiero exhalar mi úl-
timo suspiro en los brazos de mis antiguos compañeros, ro-
deado de sacerdotes cristianos de mi país y con el crucifijo
en las manos: No me iré’”596.
El 15 de octubre de 1830 le enviaba el Mariscal Andrés de
Santa Cruz, Presidente de Bolivia —en gesto, que será de im-
perecedera memoria en la historia de los pueblos americanos—,
una solemne Nota Oficial con las credenciales de Ministro Ple-
nipotenciario de la República de Bolivia ante la Santa Sede: “El
Presidente de la República Boliviana tiene la honra de sa-
ludar a nombre de su Nación al Jefe de la libertad ameri-
cana y al Fundador de su Patria. Instruido de vuestra se-
paración de América, no puede prescindir de seguiros con
su corazón, y transmitiros los sentimientos más puros de gra-
titud y respeto (…) El Presidente de Bolivia, muy convenci-
do de los heroicos esfuerzos del Libertador por la felicidad
americana, y persuadido de que es el Representante natu-
ral de sus Repúblicas en Europa, cree que nadie trabajará
allí con celo más ardiente por su bien, como el mismo que,
arrancándolas de su coloniaje humillante, pudo colocarlas
en el rango que justamente ocupan. Bolivia le debe más par-
ticularmente su existencia política como Nación, (…) Por esto
ha creído muy oportuno el Presidente de Bolivia, aprove-
chando de vuestra mansión allí, encargaros los negocios del

596
Gral. Joaquín Posadas Gutiérrez, Op. cit., Tm. II, Bogotá 1929, p. 231.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 345

pueblo que manda, cerca de la Santa Sede, y nombraros su


Ministro Plenipotenciario en la Capital del Orbe Cristiano,
como lo veréis por las credenciales adjuntas. (…) La Santa
Sede es a quien debe y quiere dirigirse preferentemente el
Gobierno Boliviano, porque es ante ella que tiene asuntos
más urgentes que conciliar, para satisfacer las necesidades
de un pueblo católico por excelencia, y tranquilizar concien-
cias alarmadas por algunos de los mismos acontecimientos
que nuestra revolución ha motivado, y por la falta de co-
municación con la Cabeza visible de la Iglesia. Encontra-
réis también adjuntas las principales instrucciones, que con-
tienen los objetos de las primeras y más esenciales inteligen-
cias, que deben entablarse con el Santo Padre. Al haceros
esta importante confianza, quisiera el Presidente de Bolivia,
acompañarla de una demostración, que probándoos la in-
tensidad del afecto boliviano, os pusiese también en estado
de presentaros en Europa con todo el lucimiento y el brillo
que debe seguir al Libertador de un Mundo; pero valga al
menos la misma comisión por una prueba de la tierna me-
moria con que os acompañan los bolivianos al otro lado del
océano, lisonjeándose de que no rechazaréis la manifesta-
ción de su confianza, que desde el centro de América os
hace uno de los pueblos, que os deben su libertad y su exis-
tencia política”597. Probablemente, esta Nota Oficial no llegó
nunca a manos del Libertador…
De Cartagena viajó Bolívar a Santa Marta, adonde llegó el 1º
de diciembre de 1830, y donde comenzó a ser asistido por el mé-
dico francés Dr. Alejandro Próspero Reverend598. El 6 de diciem-

597
Mariscal Andrés de Santa Cruz, Carta al Libertador Simón Bolívar (15
de octubre de 1830), en: Oscar de Santa Cruz, Op. cit., pp. 7-11, pp.
cit. 7-10.
598
Cf. Dr. Alejandro Próspero Reverend, La última enfermedad, los últi-
mos momentos y los funerales de Simón Bolívar, Libertador de Co-
lombia y del Perú, París 1866, p. 7. En relación al médico, que asistió
a Bolívar en su última enfermedad: cf. Dr. César Planchart, Episodios
346 La Iglesia en la Venezuela Republicana

bre fue trasladado a la Hacienda de San Pedro Alejandrino599. A


los días, enterado el Gral. Mariano Montilla de la gravedad del
Libertador le dijo al médico —según relato del propio médico—:
“‘Ya que el Libertador está en peligro, sería menester que
Ud. le avisase de su mal estado, para que arreglase sus co-
sas espirituales y temporales’. ‘Sírvase, Señor General, dis-
pensarme; si yo hiciese tal cosa, ni un momento me quedara
aquí; eso no es asunto del médico, más bien del sacerdote’.
‘¿Qué haremos, pues?’ ‘Lo mejor para salir del apuro será
llamar al Señor Obispo de Santa Marta; ahí tiene Ud. el ca-
ballo del Libertador, en un salto avise al Doctor Esteves, a fin
de que sirva llegarse para acá lo más pronto posible’. Sobre
la marcha vino el ilustre Prelado, que sin tardar se puso a
conferenciar a solas con el Libertador, y a poco rato salió de
su aposento. Entonces, dirigiéndose a mí S.E., me dijo: ‘¿Qué
es esto, estaré tan malo para que se me hable de testamento
y de confesarme?’ ‘No hay tal cosa, Señor, tranquilícese…
Varias veces he visto enfermos de gravedad practicar estas
diligencias y después ponerse buenos. Por mi parte, confío
que después de haber cumplido V.S. con estos deberes de
cristiano cobrará más tranquilidad y confianza, a la par que
allanará las tareas del médico’. Lo único que dijo fue: ‘¡Cómo
saldré yo de este laberinto!’ No fue el lance tan apretado
cuando por la noche de este mismo día se le administró los
sacramentos. Por más tiempo que viva nunca se me olvidará
lo solemne y patético de lo que presencié. El Cura de la al-
dea de Mamatoco, cerca de San Pedro, acompañado de sus
acólitos y unos pobres indígenas, vino de noche a pie, llevan-
do el Viático a Simón Bolívar. ¡Qué contraste! ¡Un humilde
sacerdote y de casta ínfima, a quien realzaba solo su carác-

Históricos: I. Bolívar y su Médico, II. La Tragedia del Mariscal, Co-


lección “Dr. Richardo Archila”, Serie “Letras”, Nº 18[, Federación
Médica Venezolana], Caracas 2010.
599
Cf. ibid., p. 10.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 347

ter de ministro de Dios, sin séquito y aparatos pomposos pro-


pios a las ceremonias de la Iglesia, llégase con los consuelos
de la Religión al primer hombre de Suramérica, al ilustre
Libertador y Fundador de Colombia! ¡Qué lección para con-
fundir las vanidades de este mundo! Estábamos todos los cir-
cunstantes impresionados por la gravedad de tan imponente
acto. Acabada la ceremonia religiosa, luego se puso el escri-
bano Notario Catalino Noguera en medio del círculo forma-
do por los Generales Mariano Montilla, José María Carreño,
Laurencio Silva, militares de alto rango; los señores Joaquín
de Mier, Manuel [de] Ujueta y varias personas de responsa-
bilidad, para leer la alocución dirigida por Bolívar a los
colombianos. Apenas pudo llegar a la mitad; su conmoción
no le permitió continuar, y le fue preciso ceder el puesto al
Doctor Manuel Recuero, a la sazón Auditor de Guerra, quien
pudo concluir la lectura; pero al acabar de pronunciar las
últimas palabras: ‘yo bajaré tranquilo al sepulcro’, fue cuan-
do Bolívar desde su butaca, en donde estaba sentado, dijo
con voz ronca: ‘Sí, al sepulcro… es lo que me han proporcio-
nado mis conciudadanos… pero les perdono. ¡Ojalá yo pu-
diera llevar conmigo el consuelo de que permanezcan uni-
dos!’”600. ¿Qué palabra más cristiana ante la muerte, que la del
perdón? Jesucristo, desde la Cruz, tuvo una palabra de perdón:
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,
34; cf. He 7, 60).
He aquí el texto de la Proclama: “Colombianos: Habéis pre-
senciado mis esfuerzos por plantar la libertad donde reina-
ba antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abando-
nando mi fortuna, y aún mi tranquilidad. Me separé del man-
do, cuando me persuadí que desconfiábais de mi desprendi-
miento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad, y
hollaron lo que me es más sagrado: mi reputación, y mi amor
a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores que me

600
Ibid., pp. 35-36.
348 La Iglesia en la Venezuela Republicana

han conducido a las puertas del sepulcro. Yo les perdono. Al


desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que
debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspi-
ro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos
debéis trabajar por el bien inestimable de la unión: los pue-
blos obedeciendo al actual Gobierno para libertarse de la
anarquía; los ministros del Santuario dirigiendo sus oracio-
nes al Cielo; y los militares empleando su espada en defen-
der las garantías sociales. Colombianos: mis últimos votos
son por la felicidad de la Patria, si mi muerte contribuye para
que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré
tranquilo al sepulcro”601.
El relato del Dr. Reverend fue cuestionado por el historiador
colombiano José Manuel Groot, quien, para la redacción del epi-
sodio correspondiente en su “Historia Eclesiástica y Civil de Nueva
Granada”602, se había informado previamente con el señor Juan
de Ujueta, hermano de Manuel de Ujueta, mencionado por el Dr.
Reverend… Luego de la publicación del opúsculo “La última en-
fermedad, los últimos momentos y los funerales de Simón Bolívar,
Libertador de Colombia y del Perú” por el Dr. Reverend en París
en 1866603, el señor Juan de Ujueta le ratificó en carta enviada en
1876 al historiador colombiano su versión: “Como seis días an-
tes del funesto 17 de diciembre de 1830, fui a San Pedro, por
la tarde, a ver al Libertador, y allí me refirieron, que se había
confesado con el Iltmo. Sr. Obispo Esteves, que, con el pre-
texto de visitarle, le habló de disposiciones de conciencia, lo
que sorprendió al Libertador, levantándose de su asiento con
su viveza natural; y observándolo que no se sentía tan grave,
concluyó por pedirle tiempo para prepararse, llamando des-
pués al Sr. Obispo para confesarse. Después del recogimien-
to que tuvo de oración, volvió a llamar al Sr. Obispo y le en-
cargó de redactar la alocución que deseaba dirigir a los

601
Cit. en: Dr. Alejandro Próspero Reverend, Op. cit., pp. 53-54.
602
José Manuel Groot, Op. cit., Tm V., p. 482.
603
Cf. Dr. Alejandro Próspero Reverend, Op. cit.
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 349

colombianos, dictándosela casi íntegra, la cual hizo refor-


mar hasta por tercera vez. Serían como las cinco de la tarde,
cuando me dijeron, que acompañara al Libertador, que esta-
ba acostado, (…) Después nos salimos como seis personas a
conversar debajo de un frondoso tamarindo, que está al frente
de la casa; llegó a poco la berlina del Sr. Mier, y entonces
me dijo el Gral. Montilla, que acompañara al Sr. Obispo a
Mamatoco, a traer el Viático; yo me excusé por no estar dies-
tro en manejar carruajes y que había un mal paso en el río;
entonces él dijo al Dr. Recuero que fuera él, y tomando la
berlina salieron. Cuando sentí que volvían, invité para que
saliéramos con las guardabrisas encendidas a recibirlos, y a
nuestro ejemplo se vinieron los demás, que en número de
doce o catorce en ala hicimos calle para que pasaran; que
llegados a la casa nos quedamos en la sala arrodillándonos,
yo en la puerta de la alcoba, desde donde veía al Libertador,
no permitiéndose entrar a nadie. No he podido recordar si
entró con el Sr. Obispo algún acólito, pues parece indispen-
sable. No estaba tampoco el Pbro. Dr. Mogollón, su Secreta-
rio, que siempre le acompañaba. Entiendo, que el Sr. Obispo
fue solo a San Pedro, y más cierto lo estoy, que cuando vol-
vió con el Viático solo le acompañaba el Sr. Dr. Recuero, que
probablemente haría las veces de acólito. Todo esto pasaba
al entrarse la noche”604.
Aún a casi dos siglos de distancia, la polémica persiste605:
¿Quién confesó, le administró la unción de los enfermos y la co-
munión al Libertador en su lecho de muerte? ¿El Obispo de Santa
Marta, el Iltmo. Sr. Esteves, o el Cura de Mamatoco, de nombre
Domingo José Fernández606? Parece confirmar la versión del señor

604
Cit. en: José Félix Blanco / Ramón Azpúrua, Op. cit., Vol. XIV, Nº 4552,
pp. 455-459, p. cit. 456.
605
Cf. Mons. Nicolás Eugenio Navarro, Op. cit., pp. 9-54.
606
Cf. Mons. Luis García Benítez, Reseña histórica de los Obispos que
han regentado la Diócesis de Santa Marta, Vol. I: 1534-1891, Bibliote-
ca de Historia Nacional, Vol. 86, Bogotá 1953, p. 349.
350 La Iglesia en la Venezuela Republicana

Juan de Ujueta el relato de Fernando Bolívar, el sobrino y último


Secretario del Libertador: “(…) se presentó el Iltmo. Sr. Obispo
Esteves, con quien estuvo conversando, mientras tocaban unos
pífanos, que se habían conseguido de pronto para distraerlo.
Pero ni la presencia de este Reverendo Señor, ni nuestros
esfuerzos para mantenerlo despierto, podían tener influen-
cia. Su Señoría Ilustrísima se retiró y después de algún rato
de reflexión volvió a acercarse a S.E. y le manifestó la nece-
sidad de pensar en arreglar sus negocios; pues era mortal.
Esta indicación tuvo el efecto que se puede esperar de un
alma enérgica (…) Inmediatamente llamó a los que compo-
níamos su familia y nos preguntó, por qué Su Señoría
Ilustrísima le hacía aquella observación, que si era la opi-
nión del médico. Le contestamos, que no lo desaprobaba, y
que aun creía que sí era necesario. Entonces pareció admi-
rado de hallarse tan cerca de la tumba y contestó, que él no
le parecía que estaba tan postrado, que sus males habían
calmado y que se sentía aliviado. (…) A poco rato se presen-
tó el General Montilla. Este noble amigo que le fue tan fiel
hasta el último momento, traía en su semblante la imagen de
su tristeza y desconsuelo. El Libertador lo llamó y le habló
como siempre. A poco rato, hallándose muy débil, se acostó
en su hamaca, y entonces volvieron a acercársele el Señor
Obispo junto con el General Montilla para tocarle su situa-
ción. El Señor Obispo le habló sobre la religión; lo útil de ella
para tranquilizar y fortalecer el alma contra la adversidad.
Contestó el Libertador, que estaba de acuerdo, y que siempre
había convenido con todas las ideas racionales; pero que no
le hablara sobre el particular, pues él lo meditaría, y el Señor
Obispo podía volver al día siguiente a saber su resolución.
Que era necesario, que tanto el Señor Obispo, como el Ge-
neral Montilla, tuvieran mucha consideración con él, por su
situación. Entonces este General, dirigiéndole la palabra, le
aseguró, que no era solo consideración, que era respeto y
amor el que le profesaban. Pero que aquellas indicaciones
provenían de que S.E. no era un hombre común y que si por
Vol. I/2: (...) La devoción del Libertador a la Virgen 351

una casualidad faltaba, en qué situación quedaban su Pa-


tria y sus amigos. Contestó lo mismo que antes, es decir, que
él lo meditaría para el día siguiente y, levantándose, su puso
a pasear. En su paseo declaró al General Montilla lo que
debía hacerse tocante a sus bienes, y quedó por algún rato
entregado a sus pensamientos. Hasta la hora de comer estu-
vo en desasosiego, hablando y aparentemente en una lucha
interior con sus ideas. A aquella hora el General Montilla le
habló sobre que debía prepararse y cumplir con la Iglesia.
Contestó que si no sería hacer demasiado aparato estando
en el campo. Se le aseguró, que de ningún modo; que debía
hacerlo por la influencia moral que tendría. Entonces con
una grandeza de alma que nada puede igualar, y manifes-
tando su gran interés por los objetos laudables, sin reparar
en pequeños obstáculos, convino inmediatamente en que lo
haría. Entonces se celebró este acto, y a la noche, tomó el
Viático. Después le presentaron su alocución a los colombia-
nos (…)”607.
Ya para el 10 de diciembre, días antes de recibir los sacramen-
tos —que probablemente fue el 13 de diciembre—, Bolívar tenía
redactado su testamento, en el cual una vez más dejó plasmada su
inquebrantable fe católica: “En el nombre de Dios Todopodero-
so. Amén. Yo, Simón Bolívar, Libertador de la República de
Colombia, natural de la ciudad de Caracas en el Departamen-
to de Venezuela, hijo legítimo de los señores Juan Vicente
Bolívar y María Concepción Palacios, difuntos, vecinos que
fueron de dicha ciudad; hallándome gravemente enfermo,
pero en mi entero y cabal juicio, memoria y entendimiento
natural, creyendo y confesando como firmemente creo y con-
fieso el alto y soberano misterio de la Beatísima y Santísima
Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas
y un solo Dios verdadero, y en todos los demás misterios que
cree y predica y enseña nuestra Santa Madre Iglesia Católi-

607
Fernando Bolívar, loc. cit., pp. 313-314.
352 La Iglesia en la Venezuela Republicana

ca, Apostólica y Romana, bajo cuya fe y creencia he vivido y


protesto vivir hasta la muerte como católico fiel cristiano, para
estar prevenido cuando la mía llegue; con disposición
testamental, bajo la invocación divina, hago, otorgo y ordeno
mi testamento en la forma siguiente: 1º Primeramente enco-
miendo mi alma a Dios Nuestro Señor, que de la nada la crió,
y el cuerpo a la tierra de que fue formado, (…)” 608.
Fue sepultado en la Catedral de Santa Marta, primero en la
nave derecha, a los pies del Altar dedicado a San José, y después
hacia la parte superior de la nave central de la misma Catedral,
como declaró el Sr. Manuel de Ujueta a un testigo en 1842609.
Realmente fue un milagro, que sus restos no fueran profanados,
dado el odio, que hubo hacia Bolívar en los años siguientes a su
muerte… En el año 1842, los restos fueron trasladados a la Cate-
dral de Caracas; y desde 1876 reposan en el Panteón Nacional,
esperando el día glorioso de la Resurrección…

608
Cit. en: Dr. Alejandro Próspero Reverend, Op. cit., pp. 49-52.
609
Cf. Simón Camacho, Recuerdos de Santa Marta 1842, Caracas 1844;
en: Ildefonso Leal (editor), Op. cit., pp. 121-159, p. 139-140.149-150.

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