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La imagen como conductora de la violencia: de la Brujería en

negativo a instrumento de empoderamiento en la Wicca


Aura Fernández Tabernilla
Instituto Universitario de Ciencias de las Religiones
(Universidad Complutense de Madrid)

Sumario:
1. La calumnia del sexo: miedo y difamación como herramientas de
control
1.1. El caso de la Brujería: concepto negativo y vigencia
2. La Wicca
2.1. Presencia en los medios de entretenimiento
2.2. Las feministas radicales y la redención de la bruja

1. La calumnia del sexo: miedo y difamación como herramientas de


control
A lo largo de la historia, las religiones mayoritarias han buscado
constantemente nuevas fórmulas de mantener el control social y evitar
la aparición de sujetos o grupos disidentes que pusieran en riesgo el
orden establecido. Lo diferente y extraño era algo no deseable y debía
ser, por tanto, perseguido y “purgado”. Pues bien, uno de los métodos
de control más efectivos ejercidos por las autoridades religiosas era el
miedo, el cual era consecuencia natural de la violencia directa y tangible
con la que dichas autoridades solían tratar a los elementos de alteridad.
Una violencia que, por otra parte, solía justificarse mediante una
política de desprestigio basada en la creación de calumnias que llegaban
a impregnarse en el subconsciente colectivo hasta el punto de acabar
distorsionando la realidad. Esta estrategia de difamación y control se ve
claramente ejemplificada en el tratamiento que la Iglesia católica
dispensó, por poner un caso, a los grupos “heréticos”. Una
manipulación que empezó en la propia conceptualización de lo que
implicaba ser “hereje”, ya que, como explica Robert Moore, la herejía
no era sino un aspecto más de la manera que tenían las autoridades
europeas medievales de autodefinirse a través de la construcción de
grupos sospechosos. En otras palabras, fue una creación de la élite
administrativa y clerical entusiasmada por generar y preservar su
poder1:
1
LANSING, C.: Power and Purity: Cathar Heresy in Medieval Italy, Oxford University
Press, Inc., New York [etc.], 1998, p. 12.
From the point of view of the faithful, therefore, the heretic is
self-defined, and indeed self-proclaimed, as the person who by his own
deliberate choice denies the authority of the Church. But by the same
token to put it in that way is to be reminded that heresy exists only in
so far as authority chooses to declare its existence. Heretics are those
who refuse to subscribe to the doctrines and acknowledge the
disciplines which the Church requires: no requirement, no heresy2.

Dicho esto, buena parte de estas calumnias se cimentaban sobre


la presunción de prácticas sexuales ilícitas y perversas, la cual solía
afectar principalmente tanto a minorías étnicas, como a comunidades
religiosas que se salían del canon impuesto. En otras palabras: como
bien señala Hugh Urban, el sexo y el secretismo que supuestamente
caracterizaba la idiosincrasia de estos grupos han estado siempre
relacionados en el imaginario occidental. Una relación que queda
reflejada, por ejemplo, en la creencia de la Iglesia cristiana de que la
sexualidad indebida iba de la mano con artes oscuras y rituales secretos.
Una creencia que, de hecho, fue utilizada como “pretexto” para
justificar el rechazo y la persecución que no sólo sufrieron sociedades
“heréticas” como los Gnósticos (s. IV d.C.) o los Cátaros (s. XIII d.C.);
sino que se hizo presente durante los juicios contra las brujas que se
desarrollaron entre 1450 y 1750 aproximadamente, en los que esta
asociación tomaba habitualmente la forma de rituales orgiásticos en los
que tenían lugar actos sexuales con demonios3.

1.1. El caso de la Brujería: concepto negativo y vigencia


De todos los ejemplos dados en el epígrafe anterior, podría
decirse que el estereotipo más pernicioso es el creado en torno a la
Brujería. Aún hoy en día, la bruja continúa dibujándose en nuestra
mente como una mujer que durante el Sabbath realiza rituales de magia
oscura, en los cuales se realizan orgías y se rinde culto al diablo. Un
retrato general que suele completarse con imágenes de brujas montadas
en escobas, acompañadas habitualmente por un “familiar”4, y cuyo
divertimento principal es el de perseguir y comer niños:

2
MOORE, R. I.: The Formation of a Persecuting Society: Authority and Deviance in
Western Europe 950-1250, Blackwell Publishing, Oxford [etc.], 2007, p. 64.
3
URBAN, H., B.: Magia Sexualis: Sex, Magic and Liberation in Modern Western
Esotericism, University of California Press, Berkeley [etc.], 2006, pp. 21-37.
4
Esto es, un demonio de rango inferior que suele adoptar la forma de un animal.
Male and female witches met at night, generally in solitary places,
in fields or on mountains. Sometimes, having anointed their bodies,
they flew, arriving astride poles or broom sticks; sometimes they
arrived on the backs of animals, or transformed into animals
themselves. Those who came for the first time had to renounce the
Christian faith, desecrate the sacrament and offer homage to the devil,
who was present in human or (most often) animal or semi-animal form.
There would follow banquets, dancing, sexual orgies. Before returning
home, the female and male witches received evil ointments made from
children’s fat and other ingredients5.

Esta imagen de la Brujería ha quedado prácticamente fosilizada


desde los tiempos de la Inquisición hasta la actualidad, en los que acabó
asimilándose a la práctica del Aquelarre6. Es decir, la participación en
una de estas reuniones se convirtió en el elemento definitorio de lo que
significaba ser una bruja.
Sin embargo, la percepción negativa de la figura de la bruja puede
retrotraerse al mundo clásico. Las hechiceras, o brujas, son prominentes
en la literatura griega, siendo los dos casos más famosos, Circe y
Medea, perfectos ejemplos de la asimilación de lo femenino con la
práctica de las artes oscuras. Ambas mujeres se sirven de sus
conocimientos en pharmaka, de sus habilidades mágicas y de engaños
y manipulaciones para lograr sus objetivos: Circe engatusa a los
hombres de Odiseo convirtiéndolos en cerdos, y Medea asesina al rey
Pelias tras hacer creer a sus hijas que tenía el poder de rejuvenecer a su
padre, llevándolas a cometer parricidio involuntario.
Dicho esto, la imagen negativa de la Brujería que persiste hoy en
día bebe notablemente del discurso manipulador y difamatorio que
llevaron a cabo las instituciones religiosas medievales y modernas para

5
GINZBURG, C.: Ecstasies: deciphering the Witches´ Sabbath, Pantheon Books, New
York, 1991, p. 1.
6
De los diversos aspectos propios de la brujería, el aquelarre es el que ha despertado
mayor interés […]. El concepto de aquelarre debió forjarse en el transcurso de los siglos
XIV y XV, y fue en gran parte obra de los investigadores y jueces relacionados con la
Inquisición. En un proceso celebrado en 1335 en Toulouse se presentó una forma
rudimentaria de esta idea. En Champion des dames (alrededor de 1440), Martin le Franc
reproduce la confesión de una anciana que aseguraba haber asistido a dichas reuniones
desde la edad de dieciséis años. […] Sin embargo, en la bula promulgada por el Papa
Inocencio en 1484, no se hace la menor alusión al tema, y el Malleus Maleficarum
muestra una actitud reticente al mismo. Pero en el siglo XVI el aquelarre ya constituía
uno de los rasgos más característicos de la brujería. ROBBINS, R. H.: Enciclopedia de la
Brujería y Demonología, Editorial Debate, S.A., Madrid, 1991, pp. 36-37.
enmascarar su lucha contra la alteridad que podía poner en peligro su
estabilidad. Es más, el hecho de que continuemos percibiendo esta
práctica como algo negativo se debe en gran medida al énfasis con que
los inquisidores trataron la supuesta obsesión que tenían las brujas con
las orgías rituales y las relaciones sexuales con demonios. Esta cuestion
sobresalió tanto durante las persecuciones que, como señala Mircea
Eliade:

It is difficult if not impossible to distinguish between the real and


the imaginary elements in the witches' testimonies with regard to their
secret 'orgies'7.

Otra de las razones por las que la Brujería sigue perfilándose en


el actual imaginario occidental como una práctica oscura y peligrosa,
se debe en buena medida a la presencia que tiene en la cultura popular.
La bruja como arquetipo del “mal” se ha convertido en tema recurrente
en las representaciones populares, tanto en la pintura romántica8, por
ejemplo, como en la literatura, series de televisión y películas, donde se
ha llegado a convertir en una suerte de “género especializado”9.

2. La Wicca
Las connotaciones negativas del concepto “Brujería” no sólo han
provocado una cierta desconfianza, rechazo o mofa hacia la nueva
religión de la Wicca, sino también que muchos de sus practicantes
prefieran denominarse “wiccanos” en vez de “brujos”, así como decir
que “practican la Wicca” en vez de la Brujería. La propia palabra,
wicca, ha despertado a su vez un interesante debate. Algunos wiccanos
piensan que viene del término del inglés antiguo u anglo-sajón wita, que
significa “consejero”, o del concepto wis, “sabio”. Sin embargo, wicca
es la palabra anglo-sajona masculina para hablar del “hechicero” o
7
ELIADE, M.: Occultism, Witchcraft and Cultural Fashions: Essays in Comparative
Religions, The University of Chicago Press, Chicago [etc.], 1976, p. 90.
8
En España encontramos un magnífico ejemplo en la obra de Goya, quien realizó
numerosas ilustraciones del fenómeno del Sabbath, entre las que destacan los grabados
de la colección de Los Caprichos (1799), ampliamente basados en el proceso judicial de
Zugarramurdi celebrado en 1610. En ellos, Goya recoge los mitos más extendidos sobre
esta celebración: el acto sexual con demonios (Capricho 65: ¿Dónde va mamá?); el vuelo
nocturno (Capricho 68: Linda Maestra); o el ritual de comer niños (Capricho 45: Mucho
hay que chupar).
9
La “malvada bruja” sigue siendo la personificación del perfecto villano, apareciendo
como habitual antagonista en películas y series clásicas del género como Hocus Pocus
(1993), Supernatural (2005-), o Buffy the Vampire Slayer (1997-2003).
“mago”, significando el verbo anglo-sajón wiccan “practicar la
brujería”10.
Pero, ¿Qué es exactamente la Wicca? la Wicca es una “nueva”
religión que empezó su bagaje a mediados del siglo XX, entre 1940-
1950, de la mano de Gerald Gardner, un brujo inglés que estaba
fuertemente influenciado por la masonería y otras tradiciones
esotéricas, el ocultismo victoriano de sociedades como la Golden Dawn
y la obra de Aleister Crowley. El papel de Gardner como fundador de
esta práctica religiosa es puesto en cuestión por algunos wiccanos, entre
los que se encuentran los celtíberos, que defienden que el brujo inglés
se limitó a recoger y a difundir una tradición de la brujería ya existente11
en Europa.
En definitiva, la Wicca, también denominada Brujería Moderna,
es una religión basada en un culto a la Naturaleza, simbolizada en las
figuras del “Dios” y la “Diosa”, las estaciones y los ciclos vitales (tanto
de la Tierra como de los Seres Humanos), cuyo rasgo más definitorio
es el uso de la magia, entendida aquí como “la Ciencia y el Arte de
ocasionar un cambio de acuerdo con la Voluntad”12, como eje
articulador de su praxis ritual. Esta práctica religiosa es una de las más
extendidas del Paganismo Contemporáneo, siendo un buen ejemplo del
crecimiento rápido que caracteriza este movimiento espiritual. Por dar
algunos datos más concretos sobre esto: de acuerdo con la UK Office
for National Statistics, 31.000 personas de Inglaterra y Gales se
identificaron como paganas y más de 7000 como wiccanas en el censo
nacional de 200113; mientras que sólo en los EEUU se estima que hay
alrededor de 1.2 millones de neo-paganos14.
Finalmente, la Wicca cuenta con numerosas tradiciones o ramas
que muestran ciertas diferencias entre sí a nivel de creencias y prácticas
rituales. Entre las tradiciones más importantes se encuentran, por
ejemplo, la Gardneriana, la Alexandrina y la Celtíbera.

2.1. Presencia en los medios de entretenimiento

10
GUILEY, R. E.: The Encyclopedia of Witches, Witchcraft and Wicca, Facts on File,
New York, 2008, pp. 371-372.
11
HARVEY, G.: What do Pagans Believe?, Granta Books, London, 2007, p. 17.
12
Citado por VALIENTE, D.: An ABC of Witchcraft: Past and Present, Phoenix
Publishing, Washington, 1988, p. 231.
13
HARVEY, G.: op. cit., p. 11.
14
HOFF KRAEMER, CH.: “Gender and Sexuality in Contemporary Paganism”, en
Religion Compass, vol. 6 (2012), p. 390.
Al ser la Wicca una de las de las religiones neopaganas más
expandidas en los países anglosajones, se ha visto representada en
numerosas series de televisión como The Simpsons (1989-); The
Mentalist (2008-2015); Bones (2005-); Charmed (1998-2006); etc.,
siendo precisamente dicha representación un buen ejemplo de cómo es
percibida y/o entendida esta religión por el público en general. En buena
parte de estas series, queda patente que la imagen popular que se tiene
sobre la Wicca se asimila bastante al del estereotipo de la Brujería. Es
decir, la Wicca no es sólo una religión, sino una práctica mágica en la
que se siguen incluyendo maldiciones, esto es, magia negra, y se
continúa adorando al diablo15.
Pues bien, esta imagen es ampliamente criticada por los wiccanos
quienes defienden no sólo que este tipo de descripciones son una
absoluta falacia que envilece la naturaleza “real” de sus prácticas
religiosas, sino que también parecen esconder una suerte de intento de
contraponer la Wicca al Cristianismo:

[…] Not only is it an hour-long attempt by the writers to see how


many religious epithets they could work into the dialogue, but it
contains blatant lies against Wiccans. We do not cast death curses, ever.
We do not cast mind control spells. We do not educate children in our
ways without parental permission, because that is how Christians
spread their religion. And we NEVER do magick for the sole purpose
of showing off. […]If the writers had made a similar episode
concerning a Christian, the show would have been shut down. Why are
we any different?16

Tal como refleja la crítica arriba escrita, uno de los puntos que
más rechazan los wiccanos es la aparente omnipresencia del tema de las
maldiciones, cuya realización chocaría directamente con la regla más
importante que vertebra el código ético que rige toda su praxis mágica:
“sin dañar a ningún ser, haz lo que quieras”. En otras palabras, los
wiccanos creen que toda acción mágica afecta tanto al que la lleva acabo
como al que la recibe, por lo que insisten en que, ya sea la magia
entendida como una forma de crecimiento personal o vista como una

15
Una idea que se ve reflejada en capítulos como el de Witch in the Wardrobe (Bones,
Season 05, Episode 20, 2010); Red Rum (The Mentalist, Season 01, Episode 12, 2009); o
Rednecks and Broomsticks (The Simpsons, Season 21, Episode 07, 2009).
16
Crítica de un wiccano al capítulo Red Rum de la serie de televisión The Mentalist
(http://www.imdb.com/title/tt1256261/?ref_=ttep_ep12 visitada 31/08/2016).
manera de ayudar e, incluso, influenciar a otras personas, nunca debe
ser “utilizada” sin una conciencia o marco ético17.

2.2. Las feministas radicales y la redención de la bruja


A lo largo de la explicación se ha visto cómo la “Brujería” se ha
ido desarrollando como un concepto con altos tintes negativos, que no
sólo siguen persistiendo actualmente, sino que han llegado a afectar la
percepción que tienen algunas personas de religiones nuevas como la
Wicca. Sin embargo, en este punto voy a dar un giro de 180º para
mostrar cómo se ha invertido este patrón dentro de la propia práctica
wiccana, en donde la bruja ya no es más un ser maligno, sino una suerte
de símbolo del “poder femenino” que encarna un modelo a seguir para
lograr el empoderamiento de la mujer sobre todo. Esta transformación
de la imagen de la bruja hacia algo más positivo, y casi necesario, tuvo
lugar tras la llegada de la Wicca a los Estados Unidos en 1962, en donde
se acabó implicando con el movimiento feminista radical18.
La leyenda de la bruja moderna como conocedora del mundo
natural, curandera y matrona, que sufrió persecución y exterminio por
parte de los cristianos, se convirtió en un símbolo de lucha para las
feministas radicales. La bruja se transformó, así, en el arquetipo de la
mujer fuerte, independiente y autosuficiente.
Este mito subraya la esencia del feminismo radical: la lucha
contra el patriarcado, que es visto como la fuente principal de las
desigualdades entre hombres y mujeres al basarse en el género para
hacer el reparto de derechos, privilegios y poder, lo que lleva en última
instancia a la primacía del varón frente a la mujer. Una esencia que, por
otra parte, se verá enmarcada en los preceptos de la Wicca Diánica o
Feminista, una de las ramas más conocidas de la Wicca, en la que
covens casi exclusivamente femeninos le rinden culto a la Diosa en una
praxis ritual terapéutica que busca la catarsis y la liberación de la mujer
de las cadenas y cortapisas del patriarcado.
Pues bien, las primeras en identificarse con esta imagen de la
“bruja” fueron las W.I.T.C.H. (Women´s International Terrorist
Conspiracy from Hell). Una organización que, liderada por las
activistas políticas Robin Morgan, Sharon Krebs, Nancy Kurshan y Roy

17
HARVEY, G.: Listening People, Speaking Earth: Contemporary Paganism, Hurst and
Company, London, 2007, pp. 100-102.
18
Esta línea de investigación ha sido trazada también en la comunicación que presentaré
en el XVIII Coloquio Internacional de AEIHM, “Autoridad, poder e influencia: Mujeres
que hacen historia”, que tendrá lugar en Zaragoza entre el 19 y 21 de octubre.
Payne, basaba su activismo directo, y a veces violento, en la
teatralización de rituales en la calle, durante los cuales transmitían a la
sociedad sus denuncias contra el sistema a modo de hechizos y
maldiciones:

Somos BRUJAS. Somos MUJERES. Somos LIBERACIÓN.


SOMOS nosotras. La historia oculta de la liberación de las mujeres
comenzó con brujas y gitanas, porque son las más antiguas guerrilleras
y luchadoras de la resistencia, las pro aborto practicantes y
distribuidoras de hierbas anticonceptivas.
[…]
W.I.T.C.H. significa romper el concepto de mujer como criatura
biológica y sexualmente definida. Implica la destrucción del fetichismo
de la pasividad, el consumismo y la mercancía.
W.I.T.C.H. es también una estrategia, un medio de subversión: la
brujería19.

Este modus operandi convirtió a las W.I.T.C.H. en auténticas


personificaciones de la alteridad contra el orden establecido, así como
en un capítulo importante de la historia del feminismo radical. A pesar
de su corta vida -la organización se suprimió en 1969- las ideas de estas
mujeres calaron en el pensamiento de figuras destacadas de la historia
de las mujeres como, por ejemplo, la teóloga americana y filósofa
feminista Mary Daly.
A pesar de que las W.I.T.C.H. utilizaban la Brujería como medio
de llamar la atención hacia sus protestas políticas y como forma de
ponerle obstáculos al avance del patriarcado, nunca estuvieron
interesadas en su práctica como religión. Con todo, veían en la figura
de la bruja la reminiscencia de un supuesto pasado en el que la mujer
no sólo tenía poder y presencia social, sino también un elemento activo
en la vida religiosa:

[…]
La historia de las mujeres ha sido distorsionada severamente. Un
ejemplo excelente de ello es nuestro conocimiento de la brujería en
Europa y en América. Pensamos en las brujas como mujeres viejas
malévolas que preparan la muerte de sus vecinos y el libertinaje del

19
Comunicado de W.I.T.C.H.: “Somos brujas, somos mujeres”. V.V.A.A.: W.I.T.C.H.
(Conspiración Terrorista Internacional de las Mujeres del Infierno): Comunicados y
Hechizos, La Felguera Editores, Madrid, 2007, pp. 53-55.
mundo cristiano civilizado, llevándonos a todos al Infierno con la ayuda
de Satán. […].
De hecho, la brujería fue la religión pagana de toda Europa
durante los siglos previos al auge del cristianismo y la religión del
campesinado durante cientos de años después de que el catolicismo
prevaleciera entre las clases gobernantes de la sociedad occidental. La
purga contra la brujería fue la supresión de una cultura alternativa y de
una estructura social y económica distinta.
[...]
Al contrario que sus homólogas de la cultura cristiana, las mujeres
eran muy respetadas en las sociedades de las brujas; eran integrantes de
la jerarquía de la iglesia, la cual también servía a las necesidades
gubernamentales de la gente. […] durante su conversión forzada al
cristianismo, las mujeres lucharon por mantener sus derechos y por una
religión que las reconociera como parte importante.
[…] Los cristianos estaban organizados jerárquicamente,
controlaban a las clases más altas, al ejército y a los gobiernos estatales
por toda Europa. Las brujas eran las campesinas y las clases más bajas,
[…] y, además, eran mujeres. […]. Las purgas claramente adquirieron
la naturaleza de una lucha de clases.
Sin embargo, el proceso reveló algo más que un intento por
mantener a la gente bajo control. [...].
[…]
[…] la bruja fue elegida por las mujeres como una imagen
revolucionaria porque lucharon con fuerza […]. […] fueron el centro
del movimiento como agitadoras; al igual que las mujeres de hoy en día
que tienen que adquirir posiciones de liderazgo relacionando la política
radical con la opresión real de la gente, y tratando de conseguir la
igualdad verdadera en un movimiento revolucionario20.

Las W.I.T.C.H. promovieron la autoconciencia femenina,


alentando a las mujeres a que se reconocieran en el paradigma de la
bruja, y así lograr el empoderamiento personal que las permitiese ser
parte activa, tener voz, tanto en la comunidad, como en el propio
entorno.
Conclusiones
Hay dos tipos de violencia: la violencia física y la violencia
psicológica. Como se ha ido viendo a lo largo de la exposición, el

Comunicado de W.I.T.C.H.: “Brujas: la historia oculta de las mujeres”. Ibid., pp. 79-
20

84.
tratamiento a la Brujería a lo largo de su historia engloba las dos: por
un lado, la física, enmarcada en las ejecuciones de las brujas durante los
juicios inquisitoriales; y, por otro, la psicológica, simbolizada en la
estereotipo pernicioso en el que se ha convertido esta práctica desde la
época antigua.
La más interesante, por su permanencia, es ésta última. Las
calumnias con las que los inquisidores basaron sus políticas de
difamación para justificar su persecución a un determinado grupo
social, en este caso los supuestos brujos, caracterizado por su “otredad”,
que aparentemente ponía en peligro su control y el orden establecido,
calaron tan profundamente en la mentalidad de la sociedad que hoy en
día continuamos imaginándonos a la bruja bajo la óptica del estereotipo
negativo.
Curiosamente la influencia de esta imagen negativa, cuya
conservación se debe en buena medida, tal como se ha observado, a las
representaciones populares (literarias, audio-viduales, pictóricas, etc.),
es tan patente y tan fuerte que ha llevado a que no sólo la religión actual
de la Wicca tenga mala fama y sea en ocasiones objeto de mofa, sino
que muchos de sus practicantes rehúsen llamarse “brujos”.
Con todo, este patrón es algo que ya se va perdiendo y algunas
ramas wiccanas están orgullosas de usar este apelativo. Un ejemplo de
esto es la Wicca Celtíbera, la rama propiamente peninsular de esta
religión, la cual defiende que la Brujería como tal no sólo es una
práctica que ha estado latente en el territorio peninsular desde época
antigua, sino que la Wicca es Brujería y la Brujería es Wicca. No se
concibe una sin la otra. No es una sin la otra. Un brujo es un wiccano,
y sólo se es brujo (o wiccano) si se ha sido iniciado en el Culto.
Finalmente, es importante puntualizar que la conversión de la
imagen de la bruja en un símbolo positivo de empoderamiento
femenino, así como la denuncia de la quema de brujas, el denominado
The Burning Times, hechas por las feministas radicales, deben verse
como un instrumento de lucha contra los roles de género impuestos por
el Patriarcado.

Bibliografía:

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