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LA NAVAJA DEL VISIR

PRESENTADO POR

HUMBERTO YANES ZARATE

INGENIERIA DE SISTEMAS

COMUNICACIÓN ORAL Y ESCRITA

CORPORACION UNIVERSITARIA LATINOAMERICANA

BARRANQUILLA
LA NAVAJA DEL VISIR

Érase una vez un pobre hombre que, gracias a la excelencia de su trabajo, se ganó el cariño
y la confianza del sultán de Fez y pudo así ser su barbero personal, pero había alguien que
sentía celos de ese barbero, era el visir.

Aun tratándose de un barbero el visir no dejaba de sentir celos por aquel hombre ya que
notaba que el sultán le demostraba más aprecio a aquel pobre hombre que a él. Este tenía
miedo de que algún día le quitaran su lugar y pasase a el barbero, pero tampoco le gustaba
la idea de que eso llegara a pasar ya que él pensaba ser nombrado Sultán a la muerte de su
señor.

El visir no podía permitir eso así que empezó a tramar un plan contra su señor:
Este hombre le pidió al barbero ver las tijeras y las navajas que eran utilizadas para el
sultán, el barbero sin ningún problema le mostro la navaja y las tijeras que exclusivamente
utilizaba para él, aunque no fuera lo mejor y más costoso estás eran especiales. El visir le
entrega a el barbero una preciosa navaja con mango de oro y piedras incrustadas, diciéndole
que aquella navaja si era digna de afeitar la cabeza de su majestad, el barbero tan inocente
la agarro y desbordo de gratitud hacia él.

Al siguiente día llega el sultán, este se fijó en la hermosa navaja nueva, pero al barbero le
llamo la atención una frase bordada que tenía la toalla del señor en sus hombros “Nunca
actúes con precipitación, piensa primero” sin pensarlo un segundo más dejo la navaja
nueva y utilizo la vieja para afeitar a su señor.

El sultán le pregunta al barbero que como llego aquella navaja a sus manos, sin dudarlo ni
dejarlo esperar le conto toda la historia.
Entonces el sultán mando a llamar al visir, y él le dice, le hace falta un afeitado, el visir le
da la razón, pero aun así le dice que ya ha sido afeitado esta misma mañana, pero el sultán
siguió insistiendo y así fue, el visir se sentó y el barbero le enjabono la cabeza, luego este
agarra su vieja navaja pero el sultán le dice, que la vieja navaja no es digna de afeitar la
cabeza de un súbdito tan leal, mejor utiliza la navaja nueva.
El babero obedeció y al pasar aquella navaja por su cabeza le hizo un un pequeño rasguño
en el cuero cabelludo, al momento el visir fue víctima de temblores y paroxismos, al poco
tiempo este murió, pues aquella navaja nueva y hermosa había sido envenenada por el
mismo.

Poco tiempo después el sultán nombro al barbero como Visir.

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