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Instituto de Arquitectura y Urbanismo Dirección de Investigación y Desarrollo

Universidad Austral de Chile Universidad Austral de Chile


Editor
Elisa Cordero, Instituto de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Austral de Chile.

Diseño y diagramación
Elisa Cordero y Andrea Valenzuela.

Imagen de Contraportada
Elisa Cordero.

Comité Científico
Dr. Albert Cuchí Burgos, Dra. Virginia Vásquez Fierro, Mg. Elisa Cordero Jahr,
Mg. (c) Tirza Barría Catalán, Mg. Roberto Martínez Kraushar, Dr. Juan Carlos Olivares
Toledo, Dr. (c) Antonio Zumelzu Scheel, Mg. Emil Osorio Schmied.

Evaluadores Externos
Amaya Glaría, Lorenzo Berg, Joan Curós, José Guerra, Virginia Vásquez, Elisa Cordero

Registro de Propiedad Intelectual Nº 219.751

ISBN: 978-956-7105-80-9

Impreso en Digital Copy en Junio 2013.

Organización del Seminario Taller[Sur]2012


Virginia Vásquez, Tirza Barría, Elisa Cordero, Natalia Gajardo, Pablo Ojeda, Emil Osorio,
Cristóbal Riffo, Andrea Valenzuela.

Agradecimientos

Por el apoyo al Taller[Sur]2012, que hizo posible el éxito de este evento, agradecemos a
las siguientes unidades de la Universidad Austral de Chile: la Vicerrectoría Académica, Dirección de
Investigación y Desarrollo, Facultad de Ciencias de la Ingeniería, Escuela de Arquitectura e Instituto
de Arquitectura y Urbanismo. Destacamos además la colaboración de la Universidad Tecnológica
Metropolitana en la organización del evento.

También agradecemos el apoyo de las siguientes empresas e instituciones: Instituto de


Arquitectura y Urbanismo Universidad Austral de Chile, Gobierno Regional de la Región de Los Ríos,
Servicio Nacional de Turismo Región de Los Ríos, Dirección de Arquitectura, Ministerio de Obras Pú-
blicas Región de Los Ríos, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Región de Los Ríos, Cámara Chi-
lena de la Construcción, Comité Chilena del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, Dreams
Valdivia, ARKO Estudios de Riesgo Sísmico_Ingeniería Sísmica y Estructural, Infodema, Colegio de
Arquitectos de Chile, Navtec, Constructora Capreva, HM Publicidad Imprenta Digital, Schréder.
Primer Congreso Internacional
Taller[Sur]2012
Patrimonio Cultural Sostenible.
Visiones , prácticas e innovación desde la arquitectura.

Sergio Araneda
Tirza Barría
Rosa Chandía
Javier del Río
Jonás Figueroa
Alan Fox
Cristina Galvez / Augusto González
Natalia Jorquera
Roberto Martínez
José de Nordenflycht
Juan Carlos Olivares
Miguel Angel Rojas/ Joaquín Zerené
Igor Rosenmann
Antonio Sahady
Leyla Sade / Patricia Durán
Paz Sierra / Cristian Rodríguez
Claudia Torres
Simón Urbina / Leonor Adán / Doina Munita / Rodrigo Mera
Presentación

El Instituto de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Austral


de Chile, creó el año 2003 el TallerSur, instancia que se funda con el objeto de
crear un diálogo transversal en torno a temáticas definidas, entre la arquitec-
tura y otras disciplinas afines, con tal de contribuir a enriquecer el horizonte
cultural y profesional de académicos y estudiantes, aportando al desarrollo de
la arquitectura con pertinencia en este SUR; entendiendo así esta dimensión
como “Lo Propio”, un lugar, el tiempo y el espacio que nos corresponde estu-
diar.

Los encuentros se han realizado desde entonces con el fin de ex-


poner y analizar desde una arista crítica los estudios y visiones, articuladas en
torno a reflexiones de cómo deben ser nuestras ciudades, su significancia y
trascendencia para y por los habitantes.

El año 2012 abordamos el tema del “Patrimonio Cultural Sostenible,


Visiones, Prácticas e Innovación desde la Arquitectura”, como una forma de
contribuir a potenciar y abrir el necesario intercambio y debate transversal,
entre los campos profesional, gubernamental y académico en la materia. Lo
anterior nos permitió visualizar las oportunidades y riesgos del patrimonio en
el desarrollo sustentable de las ciudades y las comunidades rurales, contem-
plándolo como un sistema tangible e intangible de asociaciones y manifesta-
ciones que definen identidad y pertenencia cultural.
Sin duda, la experiencia de este año fue mayor, ya que al cumplirse
10 años de esta iniciativa pensamos ya en consolidar este tiempo de reflexión,
“10 años son parte del Primer Congreso Taller Sur 2012”. El encuentro estuvo
cargado de aportes en la transversalidad de las ponencias, lo que sin duda
revela un poco el sincretismo de ideologías, cuando se habla de un tema tan
identitario como es el Patrimonio Cultural Sostenible.

Agradecemos a todos los expositores internacionales y nacionales,


asistentes, a los alumnos de nuestra Escuela y a nuestros académicos, así
como a la Vicerrectoría Académica de nuestra Casa de Estudios, al Decanato
de la Facultad de Ciencias de la Ingeniería y a nuestros Directores de Instituto
y Escuela. Los agradecimientos se hacen extensivos a los organismos públicos
que nos apoyaron, a la Delegación del Colegio de Arquitectos de Los Ríos, así
como las empresas privadas que nos patrocinaron.

Por último no puedo dejar de mencionar que esto se logró, gracias al


trabajo de un equipo de docentes del Instituto de Arquitectura y Urbanismo,
donde la buena voluntad, la disposición y la creencia en los ideales que practi-
camos como académicos en el ámbito de la arquitectura, finalmente lograron
cristalizar esos anhelos en la construcción de un espacio de reflexión consoli-
dado y con miras a nuevas versiones en el futuro del Congreso Taller Sur 2012.

Dra. Virginia Vásquez Fierro


Académica Instituto de Arquitectura y Urbanismo
Universidad Austral de Chile
Índice.
La identidad y pertenencia patrimonial en la
transformación e intervención del territorio........................ 1

José de Nordenflycht................................................................................... 5
El futuro del patrimonio: Sostenibilidad local en contexto global.

Juan Carlos Olivares.................................................................................... 16


Rupmeika blues/ etnografía de la arquitectura Mapuche Williche
de la Puel Mapu.

Tirza Barría................................................................................................. 27
Las construcciones de la ciudad moderna en la décda del 30.
Una Plaza y un Hotel.

Jonás Figueroa............................................................................................ 36
Las trazas del agua y la construcción del paisaje agrícola.

Rosa Chandía.............................................................................................. 46
Estrategias de gestión sostenible del territorio: Cultura de riego alto- andino
del desierto de Atacama.

Claudia Torres............................................................................................. 58
La rehabilitación arquitectónica y su posible rol en la preservación del
patrimonio anónimo.

Cristina Galvez - Augusto González.............................................................. 70


Patrimonio Inmaterial y Turismo Cultural Soustentable.
Sección Patrimonio Cultural, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

Sergio Araneda .......................................................................................... 82


Las dinámicas territoriales naturales como articuladores del
espacio e imagen urbana, Coyhaique y Cochrane, XI región de Aysén.
Miguel Ángel Rojas/ Joaquín Zerené........................................................... 94
La Ciudad Posthistórica: nuevos medios y tecnologías
de (la) representación colectiva.

Desarrollo y caracterización de modelos inclusivos de


gestión patrimonial.................................................................... 105

Simón Urbina ............................................................................................. 109


Arquitectura arquelógica y sitios patrimoniales
sin arquitectura en el perímetro urbano de Valdivia.

Leyla Sade/ Patricia Durán.......................................................................... 120


El programa puesta en valor del patrimonio de la Región de Los Rios.

Paz Serra/ Cristian Rodríguez...................................................................... 132


Ercilla, la aplicación de dos subsidios de reconstrucción patrimonial del
Ministerio de Vivienda en la Araucanía.

Roberto Martínez........................................................................................ 141


La más bella historia de la laguna jamás contada
Paleontológico Laguna de Tagua Tagua.

Igor Rosenmann......................................................................................... 147


Restauración de la Iglesia San Francisco del Cerro Barón, Valparaíso, Chile.
“Una intervención contemporánea explicita”

Alan Fox...................................................................................................... 159


Iluminación de la ciudad: hacia una valoración nocturna y
planificada del patrimonio urbano edificado.

Natalia Jorquera.......................................................................................... 170


El patrimonio vernacular, fuente de saberes tencológicos
y de sostenibilidad
LA IDENTIDAD Y PERTENENCIA PATRIMONIAL EN LA
TRANSFORMACIÓN E INTERVENCIÓN DEL TERRITORIO
1.-LA IDENTIDAD Y PERTENENCIA PATRIMONIAL EN LA TRANSFOR-
MACIÓN E INTERVENCIÓN DEL TERRITORIO

1.1 Metabolismos urbanos patrimoniales.

Es sabido que existe un pensamiento crítico acerca de la ciudad el


cual propone que ésta debe ser concebida de manera integral, esca-
lada, debiendo responder a la incorporación de diversos grupos so-
ciales a una dinámica de crecimiento y desarrollo sostenible de estas;
hoy las ciudades se ven fragmentadas por la radicalización del espacio
privado, lo que encinde los lugares y genera limites diversos; sin em-
bargo se reconocen identidades arquitectónicas propias como icono-
grafía de procesos del metabolismo urbano, histórico y funcional.
¿Cómo – en el presente -, la arquitectura, los modelos y paradigmas
de diseño generan identidad en un contexto local?

1.2 El Paradigma de las manifestaciones culturales y locales, la


construcción y reinterpretación de hábitats.

Las manifestaciones culturales de nuestro tiempo presente nos


hablan del carácter local que estas poseen, en concordancia con la
resignificación del espacio, del lugar y del hábitat, pero ¿cómo hoy
estas manifestaciones, que son inclusivas en el patrimonio, se enfren-
tan al paradigma de la globalización? Sin duda como contexto SUR
nos enfrentamos a la reinterpretación y resistencia de los hábitats,
de los pueblos originarios, de las comunidades rurales y de las zonas
urbanas no consolidadas, ¿cómo se valoran hoy estás expresiones de
identidades múltiples, y como se representa en la construcción del
patrimonio local edificado?
El futuro del patrimonio: Sostenibilidad local en contexto global.

José de Nordenflycht Concha


Historiador del arte
Profesor asociado e investigador del Centro de estudios avanzados,
Universidad de Playa Ancha, Chile.
jdenorden@gmail.com

1. Una crisis de mediana edad.

En momentos en que nos acercamos a la simbólica crisis de me-


dia edad de la Convención de Patrimonio Mundial, que este año cumple
cuarenta años, la reflexión de todos sus actores ha ido instalando desde
hace un tiempo la imposibilidad de que todo lo que supone un valor pa-
trimonial sea parte de la Lista, pero es un hecho de que esta crece expo-
nencialmente a instancias de la ansiedad de los Estados Parte y superando
el coeficiente de roce impuesto desde el rigor doctrinario de los mismos
órganos asesores.

5
Al igual que ese lapso de tiempo -40 años- en la vida de una per-
sona, ésta probablemente recién alcanzó su mayoría de edad al cumplir la
primera mitad de ese lapso. De hecho, en 1992 la Convención recién estaba
comenzando a avizorar los complejos escenarios futuros producto del de-
sarrollo del “Sistema del Patrimonio Mundial” que ella había propiciado.

Esta breve nota la escribimos desde nuestro espacio local en mo-


mentos en que acaba de terminar la sesión número 36 del Comité de Pa-
trimonio Mundial reunido en la ciudad de San Petesburgo. En una cita que
demuestra de manera patente cómo estas reuniones se han convertido en
complejos dispositivos de negociación de intereses locales en el contex-
to de un sistema internacional compacto y homogéneo, resultado de una
globalización que muchas veces es contraria a la diferencia que declara
defender en su argumento más trascendente la Convención de Patrimonio
Mundial de Unesco.

La lectura de sus resultados desde nuestro espacio local nos arro-


ja un recuento tan desconcertante como desafiante a la hora de pensar la
utilidad de este instrumento del derecho internacional público que, a sus
40 años de existencia, necesita ser interrogado sobre su eficiencia y efecti-
vidad.

En ese contexto, hemos sido testigos de cómo se han inscrito en la


Lista de Patrimonio Mundial en Peligro la Fortificaciones de la Portobelo y
San Lorenzo (Panamá) y el Puerto Marítimo Mercantil de Liverpool (Reino
Unido), ambos sitios con amenazas derivadas de la presión del mercado
que demuestran que mucho más allá de las zonas de amortiguación, los
factores de riesgo no tienen límites. Y ésa es una imagen que debería ser
enfocada con claridad en todos aquellos estados parte y administradores de
sitio que tienen que negociar frente a indicadores especulativos y desterri-
torializados, como son los que se asocian al rédito mercantil del crecimien-
to económico.

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Paralelamente las expectativas más auspiciosas para nuestra re-
gión en esta reunión las ha dejado la inscripción de Río de Janeiro (Bra-
sil) en la categoría de Paisaje Cultural, lo que avanza sobre el proyecto de
posicionar nuevas visiones sobre la valoración patrimonial, como hacerse
cargo de la Recomendación sobre los Paisajes Históricos Urbanos.

No será fácil entonces esta celebración, pues para muchos es-


tos cuarenta años están llenos de dudas e incomprensiones, especulacio-
nes y sospechas, donde muchas veces se consigna como el enemigo a la
institucionalidad del Sistema del Patrimonio Mundial y todos sus actores
encabezados por la mismísima Unesco, con una violencia que el filosofo
francés Henri-Pierre Jeudy ha denominado “histeria patrimonial” (Jeudy,
2011), criticando a los efectos mediáticos de nuestros esfuerzos por actuar
colaborativamente en base a una doctrina internacional que ha supuesto
un enorme trabajo de consensos y convergencias, para cuando el futuro se
convierta en pasado. Mientras esas críticas arrecian en la vereda del frente,
muchos otros dirán con melancólico sentido de realidad que sólo podemos
mitigar la obsolescencia reactivamente, en la medida de lo posible.

Sin embargo para quienes tenemos como convicción un trabajo


sobre el cuidado colectivo de nuestro patrimonio, durante este año hemos
pasado rápidamente de la histeria a la indignación y de ahí a la alteridad.
Porque la gestión de la obsolescencia no es lo mismo que la administración
del deterioro, aunque para algunos sea la misma pérdida de tiempo.

Y nuestro trabajo pretende darle tiempo al patrimonio, no perderlo.

Sospechamos que las celebraciones sobre estos cuarenta años de


la Convención de Patrimonio Mundial en torno a fortalecer el rol de las co-
munidades será decisivo en acelerar nuestras respuestas ante tantas deudas
que acumulamos en torno al patrimonio, para que la indignación se convier-
ta en producción y la histeria en historia. Al menos esa es la tendencia que
podemos avizorar desde nuestra pequeña comunidad global (Imagen 1).

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2. El mall del Patrimonio.

Hace cinco años leímos una nota de prensa donde se recogían


las siguientes declaraciones del en ése entonces, administrador del sitio de
patrimonio mundial de las Iglesias de Chiloé: “Se nos ocurrió diseñar como
un “mall del patrimonio”, en una propuesta vernácula chilota de hoy, no
quiero copiar lo antiguo. Quiero hacer una casa de encuentro cercana a la
Iglesia, donde el turista pueda ver una demo, cambiar al bebé o descansar
un rato. Una especie de duty free chiquitito, donde haya un abstract de
artesanía e información turística.” 1

Como sabemos que las realidades se construyen desde el discur-


so, antes que ningún clavo se movilizara para construir algún mall o duty
free, éstos ya han comenzado a instalarse, y la transformación en marcha
terminó redundando en una grave consecuencia que está afectando a este
caso.

El mall se convierte en mal, no porque desconozcamos la perti-


nencia de ellos y su ubicuidad forzada en la sociedad actual, pero desde
todos los tonos se ha insistido en que uno de los espacios del capitalismo
avanzado en donde no hay identidad es el mall, siendo precisamente el
ejemplo recurrente de los no-lugares que desde hace un tiempo describe
el antropólogo francés Marc Augé. Espacios que no son lugares, anónimos,
impersonales y desterritorializados, síntomas absolutos de la homogeni-
zación que introduce la ventaja del mercado que hace de la diferencia un
costo inadmisible en sus ganancias. Marcas sobre el territorio, etiquetas
sobre los lugares (Imagen 2).

Más allá de Augé, otros advierten sobre el problema de homoge-


neizar con una etiqueta de marca global el mismo patrimonio, en donde
“Esta certificación supone -de facto- un acelerado proceso de musealiza-
ción inducido por el mercado global, donde no es extraño que el Centro de

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Patrimonio Mundial (Unesco) haya obtenido el Premio Mundial de Turis-
mo en el año 2008”2, como advierte ácidamente Françoise Choay (Choay,
2011).

Por lo pronto esa suspicacia crítica se replica en nuestra lec-


tura de la prensa chilena, cuando en la mentada cita los vocativos “se
nos…” y “quiero”, son verbos que no están conjugados precisamen-
te para dar cuenta de la participación en la toma de decisiones que las
comunidades generadoras y depositarias de la soberanía patrimo-
nial deben tener por derecho propio. Ver una demo o un abstract, no
se condice tampoco con la necesidad de interpretar el patrimonio.

¿De quién es el patrimonio? y ¿quién hace el patrimonio?, así como


¿quién merece el patrimonio? y ¿quién debe acceder al él? son cuestiones que,
a juzgar por este tipo de declaraciones, no se han pensado suficientemente
en nuestro medio local y regional, ello a distancia de las polémicas encendi-
das por lúcidas voces como para el caso italiano (Settis, 2002 y Settis, 2005).

Para responder estas preguntas que rondan la principal pregunta


¿cuál es el lugar del patrimonio? nos vemos en la necesidad de invocar una bre-
ve genealogía sobre lo que ha sido el interés de ofrecer respuestas en el contex-
to de la puesta en funcionamiento de la Convención de Patrimonio Mundial.

Lo primero, es que necesariamente deberíamos situarnos lejos


de las lógicas económicas que rigen el intercambio simbólico. Por cierto,
muchos lucran con el patrimonio, sin embargo ése no ha sido nunca el
sentido de la cooperación internacional que anima la Convención de Pa-
trimonio Mundial de la UNESCO, contexto de estos anunciados mal(l)es.

Aclaramos que no podemos ser ingenuos. De hecho, estados tan


autosuficientes como Omán, han preferido la rentabilidad de una prospec-
ción, bastante cierta, de otro yacimiento de combustible fósil en su territorio,

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que cooperar con la credibilidad de la Lista. El caso de Dresde es bastante
conocido y el hecho de que sea la única ciudad que ha sido retirada de la Lis-
ta de Patrimonio Mundial de la Unesco –a instancias del mismo Estado Par-
te-, podría ser más una oportunidad que una amenaza, ya que pensar que la
principal herramienta de la Convención de Patrimonio Mundial de la Unesco
es un fin en sí mismo, es como esperar de un cuchillo que active la amenaza
de su corte por medio del tamaño de su hoja, aunque ésta sea de goma.

En un momento de la discusión en donde se concensúa que todo


es patrimonio, peligrosamente nada lo es. Ya es sabido que la mejor ma-
nera de anular la diferencia, es adoptar una inclusividad que disemine
todo en la homogeneidad del “todo vale”. Si el patrimonio es una expe-
riencia, ésta se origina en una práctica y la distancia entre ellas sería la
posibilidad de que la ciudadanía no sea sólo la guardiana de este lega-
do, sino que la intérprete de la misma, cuestión que de un tiempo a esta
parte se ha referenciado doctrinariamente a partir de la Carta de Ename.

De hecho, en la arquitectura patrimonial, tanto el proyecto como


la obra tienen un componente de interpretabilidad muy importante, en tan-
to los sistemas de representación son siempre sistemas de notación, por lo
que quien interpreta es quien habita. Mismo habitar que muchos motejan
rápidamente de intangible, cuando es lo más tangible de la arquitectura.

De ahí que la industria cultural ha cooptado el patrimonio intan-


gible, dentro de las lógicas del capitalismo tardío, entendido éste como un
régimen de mercado virtual donde se venden “oportunidades de localiza-
ción” (vista, prestigio u otras ventajas) y no arquitectura. La especulación
inmobiliaria no es el drama del patrimonio, es el drama de la arquitectu-
ra, donde el colectivo social asiste a la gentrificación de su bien común.

El patrimonio tal vez sea la última frontera que muchos inten-


tan conquistar por medio de la seducción del turismo global, donde el

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último espectáculo lo vimos hace un par de años cuando muchos go-
biernos en el mundo cayeron rendidos ante la posibilidad de entrar en
la lista de las siete nuevas maravillas del mundo, ingresando de lleno
en el juego de la farandulización del patrimonio, antes -por cierto- que
comenzáramos a inscribir sitios en la Lista de Patrimonio Mundial.

La cuestión entonces va por el lado de asumir que el patrimo-


nio es una conquista social, conquista que se logra cuando estemos en las
mejores condiciones de apropiarnos de él en tanto evento epistemológico,
donde quien interpreta puede ser puesto por encima de quien decide, des-
plazando el asunto de la práctica hacia quien conoce y cómo puede y cree
que conoce (Nordenflycht, 1997).

Si hace unas décadas el patrimonio era una práctica concentrada


en la gestión –gestión del recuerdo-, ahora el patrimonio debería ser co-
menzado a reconocer como una práctica epistemológica de reconocimien-
to y resignificación continua de lugares, antes incluso de que éstos sean
gestionados como tales y por cierto, mucho después de que la gestión ha
cedido al mercado.

Muchos piensan que ése es el mal menor, pero mall al fin.

3. Los límites del Patrimonio.

Durante varios siglos la Gran Muralla China evitó que los territorios de las
dinastías gobernantes en ese gran país asiático cayeran en manos de sus
enemigos. La amenaza siempre estaba afuera y había que contenerla. Hoy
día sabemos que la esa Muralla es mucho más extensa de lo que creímos.

Durante varios siglos, el límite del Imperio Romano fue una mem-
brana que de manera flexible permitía su expansión territorial a la vez que
cautelaba la contención frente a los que no querían ser integrados en él. La

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amenaza eran siempre los otros, aquellos que no se convertían en ciudada-
nos, y había que contenerlos. Hoy en día sabemos que el limes originado en
el contencioso fratricidio de Romolo en contra de su hermano Remo, era
mucho más permeable de lo que creímos.

La historia nos va configurando un relato, el patrimonio nos va


constatando otro, no siempre coincidentes. Finalmente, la historia nos en-
seña cómo la desaparición de estos imperios fue causada tanto por ame-
nazas externas, como por debilidades internas. Frente a esto último, saber
exactamente dónde estaban los riesgos y cuáles eran las falencias, podría
haber resultado más eficaz que esforzarse en marcar un límite a través de
operaciones defensivas que insistían sobre lo que está afuera. Es probable
que un gobierno donde su territorio esté transparentemente ordenado y
coordinado sea más difícil de derrotar, por más presión que exista sobre
sus fronteras.

Recordando estas evidencias históricas y sus posibles lecciones,


es que una lectura sobre las recientes polémicas mediáticas desatadas en
nuestro país por el desarrollo de proyectos arquitectónicos comerciales
vecinos a bienes patrimoniales, nos obliga a hacernos la pregunta ¿cuáles
son los límites del Patrimonio? (Imagen 3).

Seguramente un tecnócrata, desde la precisión de un documento,


responderá fácilmente que esos límites son los que ha definido el polí-
gono en un plano. Lo que de suyo es legalmente correcto. Sin embargo
hace mucho tiempo sabemos que el mapa no es el territorio, por lo cual
cualquier abstracción que de modo unilateral deslinde fronteras, obviando
las prácticas que ejercen los sujetos en él, será sembrar un conflicto. Y si
de algo sabemos en estos últimos años de la historia de la Convención, es
precisamente de conflictos con los sujetos congregados en comunidades,
las que están cada vez más empoderadas e indignadas.

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Decimos unilateral porque las metodologías para definir esos lí-
mites -por más legales que ellos sean- casi siempre no son apropiadas al
complejo nivel de definición conceptual que hoy en día supone, pues el
valor patrimonial no radica tanto en los objetos sino más bien en la relación
que establecen los sujetos entre ellos.

Ya lo sabían los antiguos romanos: los límites siempre son pro-


ducto de negociaciones, en las que siempre hay que estar dispuesto a ceder
en lo que permita mantener nuestra autenticidad, de otro modo si perde-
mos ese estado no tenemos con qué negociar, y ya nos hemos dado cuenta
de cómo algunos operadores del territorio intentan hipotecar el futuro del
patrimonio común en base a la falacia de que éste es un obstáculo para el
desarrollo, que por lo demás, casi nunca es pensado en común.

Hoy se nos impone como condición de defensa, en contra de las


amenazas de un territorio valorado desde su condición patrimonial, que
la definición de sus límites esté lo más acotada posible, como si las áreas
patrimoniales fueran un parque temático al cual haya que entrar pasando
un arbitrario umbral –luego de conveniente pago, claro está-, cuando en
definitiva sabemos que la consolidación de su valor está radicada precisa-
mente en la configuración permanente de las condiciones que permiten su
activa vinculación con la sociedad. El patrimonio es dinámico y no estático,
de ahí la necesidad de monitorearlo y definir retrospectivamente su valor
universal excepcional, tal cual lo señalan las directrices operativas de la
Convención de Patrimonio Mundial de la Unesco.

En base a lo anterior ¿cuáles podrían ser los desafíos futuros que


impone una agenda pública desde la comprensión de los límites del patri-
monio?

Primero que nada la responsabilidad compartida. Nadie puede


sentirse fuera de los límites del patrimonio cuando nos referimos a un bien

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inscrito en la Lista de Patrimonio Mundial, habría que estar “fuera del mun-
do” –literalmente ser un inmundo- , lo que probablemente no sea una
condición feliz para nadie.

En segundo lugar instalar una tolerancia al cambio (Nordenflycht,


2012). Esto es doloroso para algunos y doloso para otros, ya que mientras
los nostálgicos se resisten a él desde un coeficiente de roce que tiene a la
tradición como una de sus piedras de tope, los desarrolladores convierten
esa tolerancia en moneda de cambio como promesa de futuro. Ni lo uno
ni lo otro, ya que hace rato el patrimonio es la base del desarrollo y no un
bien fungible que haya que sacrificar en su nombre.

Finalmente, la administración de la obsolescencia, ésta última con


el indefectible sino de que todo vestigio material se va a perder algún día,
respecto de lo cual el recuerdo, la memoria y su proyección en las genera-
ciones futuras no está únicamente en los objetos -que irremediablemente
van a desaparecer- sino que también en los sujetos, que de manera colectiva
nos permiten saber de dónde venimos, para convertir ese origen en un
destino posible (Imagen 4).

Referencias.

- Choay, F., 2011. La terre qui meurt. Librairie Arthème Fayard, Paris, Pág. 86.

- Jeudy, H., 2011. “L’hystérie du patrimoine”. Entretiene avec Bernard Jeannot et Cyril
Martin, en Area, nº25, pág. 27.

- Nordenflycht, J., 1997. “La participación como defensa del patrimonio: edificio
Luis Cousiño, Valparaíso”. Revista Patrimonio Cultural, de la Dirección de Bibliotecas,
Archivos y Museos de Chile, Año II, número 7.

14
- Nordenflycht, J., 2012.“The Heritage Turn: Local communities in global con-
texts”. STULC, Joseph, Bogusław SZMYGIN, Wilfried LIPP y Simone GIOMETTI (eds.) Con-
servation Turn - Return to Conservation. Tolerance for Change, Limits of Change, Edizioni
Polistampa, Firenze.

- Settis, S., 2002. L’assalto al patrimonio culturale. Einaudi, Torino, Italia S.p.A.

- Settis, S., 2005. Battaglie senza eroi. Mondadori Electa, Milano.

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Rupumeika blues/etnografía de la arquitectura Mapuche/Williche
de la PuelMapu

Dr. Juan Carlos Olivares


Antropólogo
Académico Instituto de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Austral de Chile
jolivares@uach.cl


“On the first part of the journey,/I was looking at all the life./There were plants
and birds./and rocks and things,/ There was sand and hills and rings./
The first thing I met, was a fly with a buzz,/ And the sky, with no clouds./
The heat was hot, and the ground was dry/but the air was full of sound” 1.
Dewey Bunnell/A horse with no name, 1971

Carpinteros de la neblina.

En la región de Los Ríos, en los sectores de borde lacustre de


Maiwe y Maqueo y el Valle del río Weinawe, Rupumeika, en la cordille-
ra andina de Futrono, Llifén, la tradición constructiva arquitectónica de
los carpinteros Mapuche Williche de la PuelMapu, fue un asunto rele-
vante, socialmente significativo e incorporado a la memoria de las gen-
tes de los lugares. Entre ellos, se desarrolló profusamente el oficio de la
carpintería en madera. En efecto, en cada uno de los linajes o familias,
uno o más de sus miembros poseían los conocimientos y ejecutaban –
en el territorio -, a pedido, obras u objetos arquitecturales: el auge de
la tradición se alcanza en la mitad del siglo XX entre las décadas del 40
al 60, luego comienza a declinar lentamente. En el presente, no muchos
son los carpinteros y no muchas, las obras u objetos de su repertorio
todavía disponibles en el paisaje. En Maqueo a orillas del Maiwe, uno
de los más antiguos, es Juan Isaías Loy Huenulef, de 93 años de edad:

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“Nació acá en Maqueo, en Maiwe, el se crió hasta su adolescencia
en Maiwe, y después se trasladó con su familia hacia Osorno (San Juan de la
Costa), cuando él ya era un lolo. Y de ahí se casó allá, y con los años se de-
volvió a su tierra, otra vez, de nuevo a vivir acá a Maiwe. En San Juan de la
Costa se casó con María Angela Silva, ella es de allá. Los padres de mi abuelo
eran de acá de Maiwe, los dos Huenulef, Loy Huenulef y la Sra. Huenulef. Les
quedan 3 hijos, tuvieron 5, poca familia pa’ la costumbre, pa’ la tradición,
porque se casaron muy viejos, cuando tenían como 30 años. Y viven los dos
abuelos todavía, todavía están juntos, en Maiwe” (Quintul, 2010).

Juan Isaías Loy Huenulef, antiguo residente de Maqueo, carpinte-


ro. El oficio, únicamente un componente más en la totalidad del universo
de competencias, conocimientos y habilidades necesarias a un hombre Ma-
puche Williche, para poder sobrevivir en los territorios de la PuelMapu, en
la primera mitad del Siglo XX:

“Sí, era carpintero. Al abuelo siempre lo buscaban de maestro para


que fuera a hacer de repente agregados, para que vaya a arregla pisos, pero
yo sé que él trabajó mucho en eso desde joven, y lo único que no sé es dónde
aprendió, seguramente aprendió trabajando, ayudando a alguien/…/eso
era esporádico, ellos no se dedicaban de lleno a la carpintería, en el campo se
trabaja en otras cosas, la crianza y muchas otras cosas. En cada casa había
un carpintero para que haga los arreglos de casa y todo eso/.../” (Quintul,
2010).

En el presente, de sus obras y repertorios de aquellos tiempos -


inicios del siglo XX -, unas pocas y antiguas construcciones abandonadas
y derruidas, ocultas e ignoradas sobreviven en los paisajes del territorio.
La arquitectura Mapuche Williche de aquella época y sus “casas de tres
pisos” ha desaparecido y también, han desaparecido los conocimientos,
las maneras de trabajar y las técnicas, los volúmenes y la composición
arquitectónica. En el caso del linaje de los Loy, a pesar de traspasar la

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tradición a sus hijos, la tradición – irremediable - desapareció: los car-
pinteros se quedaron solos, los hijos se marcharon, desaparecieron
o murieron en los espejismos de la distancia y lejanía, en la ausencia:

“Ellos – los hijos -, no viven cerca. De hecho su hijo que vive, o que
a lo mejor vive, no está acá, él también hacía de carpintero. Se llama Víctor
Loy, él no vive acá, hace muchos años que no se sabe de él, se fue a la Argen-
tina, cruzó la frontera hace unos 30 o 40 años, 35 años más o menos deben
ser” (Quintul, 2010).

Los ejemplares de la tradición – los objetos singulares y podero-


sos -, transitaron de imaginario en imaginario, de carpintero en carpinte-
ro en un proceso ignorado y desconocido en donde incluso el relato del
origen no existe o sólo es una tenue narración en la neblina del tiempo. El
estilo, esa fuerza precaria inscrita en los volúmenes, no dejó registro, re-
lato ni memoria de su existencia en la intemperie del paisaje. Sólo objetos
enmudecidos, heridos de muerte, es la agonía de las tempranas formas y
composiciones de una arquitectura rumbos de la muerte.

Son los caseríos en los territorio del ensueño, el paisaje mitoló-


gico del pasado, los pantanos de la memoria arquitectural, la arquitectura
(Baudrillard y Nouvel, 2007):

“Lo que no sé es cómo copiaban sus modelos ellos, cuál era el sen-
tido pa’ construir. Antiguamente a los abuelos les gustaba mucho construir
casas altas, porque ellos arriba guardaban todo lo que era sementera, por
eso construían las casas altas, arriba pa’ guardar, de bodega de cereales, y
abajo era el espacio donde vivían los familiares, y abajo tenían subterráneo
también, casi siempre las casas antiguas tenían, un zócalo, siempre, igual
pa’ guardar cosas, herramientas, uso de bodega yo creo. Y tenían dos puer-
tas, una pal lado donde salía el sol y otra al extremo opuesto. Las casas están
orientadas dependiendo donde salga el sol, no importaba acá el camino, no

18
importaba el paisaje, nada de eso /.../, importaba las fuerzas que se reciben,
positivas, las puertas tenían que estar orientadas a la salida del sol” (Quin-
tul, 2010).

Las casas de tres pisos & cocina fogón.

Las casas de los antiguos linajes de la zona de Maiwe-Maqueo y


Weinawe-Rupumeika fueron bodegas, enormes y altos graneros de madera
nativa – aserrada en los establecimientos del valle -, orientados hacia el lu-
gar del cielo en donde, sin renuncia, todos los días salía el sol e iniciaba la
eternidad de su recorrido. Puertas y portalones, orientación hacia la fuerza
del PuelMapu, el Newen. Objetos delicados en lo programático, complejos
y funcionales. Su eficiencia y eficacia permitía el despliegue de la existencia
diaria de cada uno de las familia y también, decantar en su volumetría y
programa, el modo adaptativo del estilo de vida indígena de los bordes
lacustres de la cordillera andina. Objetos a maneras de graneros, dormito-
rios, cocinas:

“/…/porque yo me acuerdo que la casa donde nací era así como la casa
de él, que tenía abajo el zócalo, el piso arriba, un segundo piso, y el tercer
piso, que lo usaban para guardar todo lo que era sementera, porque antes
se cosechaban montones de arvejas, lentejas, todo ese tipo de cosas, maíces,
de todo se daba, ajo, chalote, porque eso necesita mantenerse no en calor
ni en humedad, entonces todo lo guardaban ahí, y las papas estaban en
el zócalo, porque esas necesitan cuidado y humedad, abajo el zócalo era
siempre oscuro, una parte del subterráneo. Y ahí abajo guardaban la papa,
la chicha, guardaban manzanas también, y abajo no tenía piso de made-
ra, era tierra, el piso de madera empezaba en el segundo piso” (Quintul,
2010).

19
Casas atractivas al juego de las niñas en su infancia, en su ado-
lescencia en un cerrado & clausurado universo de garúas, tormentas &
relámpagos, de esperas e incertidumbres, magia & tesoro:

“A la casa de mi abuelito me gustaba mucho entrar, era de dos pi-


sos, nosotros jugábamos mucho arriba en el segundo piso y mirábamos por
las puertas de arriba, porque arriba también tenía puertas y con la misma
orientación, tenía puertas y tenía rejas para que nosotros no nos cayéramos.
En el corredor jugábamos en el invierno, salíamos atrás de la casa a jugar,
eran espacios súper agradables. Y de hecho la otra casa que yo conocí, vecina
de él, que está como a un kilómetro de su casa, también tenía la misma
orientación, y también el corredor en la puerta de atrás, no en la puerta de
adelante. La puerta de adelante era donde la gente llegaba, entraba, y pa
atrás había dormitorio, comedor, siempre tenía una parte de comedor, y uno
del comedor salía hacia el corredor, a jugar” (Quintul, 2010).

Eran casas de jugar y dormir, de procrear y parir hijos, de pewmas


y desvelos, de agonías y muerte. Nunca hubo fuego en sus recintos, fogata
y fogón, nunca el chisporroteo de la viruta seca, hambrienta mordiendo el
lomo flaco de la noche, no. En sus recintos en lo alto, únicamente oscuri-
dad y frío, la noche al desnudo, verdadera y cruda, estrellas imaginarias en
el cielo de la escarcha: el fuego benéfico estaba en otra parte, separado de
la gran casa de tres niveles, confinado en la “cocina fogón” o “fogón”:

“Al lado de las casas estaba la casa del fogón, al lado de la casa siempre
había una casa del fogón, para uso diario, siempre al lado, de un piso. La
gente comía alrededor del fogón, y ese era una casa que estaba siempre al
ladito, aparte. Ese fogón era toda la casa, no tenía nada más que las pare-
des, ni mesa, o algo para poner las cosas, se comía alrededor del fogón, el
mate se tomaba ahí mismo, la gente estaba rodeando el fogón conversando,
o trabajando los que estuvieran. Siempre las abuelitas estaban hilando y el
marido estaba asando papas, convidando mate, los hambres en la tarde, en

20
la noche se dedicaban a convidar mate, y las madres, las tías, todas traba-
jando, y comían papas. En la casa donde yo nací era así también, también
había fogón, una inmensa casa y un fogón afuera, en la casa de al lado.
En la casa de mi abuelo siempre fue así, la casa del fogón al lado de la ga-
rita, muy cerca, apegada a la casa. Cuando yo era niña me gustaba ir a la
casa de mis abuelos, nos calentábamos los pies en el fogón, en brazos de los
abuelos, mientras ellos conversaban nosotros nos quedábamos dormidos.
Sobretodo me gusta acordarme de los regaloneos de los abuelos” (Quintul,
2010).

Las “cocina fogón” son pequeñas, encerradas y oscuras. La uni-


dad programática y su amplitud – su vocación -, se define según la potencia
del fuego y la extensión de sus bordes, la luz irradiada, claridad y penum-
bras. Era un volumen accesorio a la gran casa de tres pisos. Es un universo
aparte, emancipado. Es el lugar “día”, el lugar “sol”, espacialidad de lo
cotidiano en el sistema habitacional Mapuche Williche, en donde se mani-
fiesta la división sexual de trabajo agrícola en el hogar: allí, a orillas de las
brasas, las mujeres transformaran el vellón salvaje de las ovejas en “lana” y
los hombres, construirán relaciones sociales con los ajenos o distantes.

El machimbre y la caja y espiga.

Relevante, en la construcción de las casas de tres pisos y los fo-


gones, era la utilización de complejas y elaboradas técnicas de machihem-
brado en la estructura, los forros y las cubiertas, sobresaliendo elaborados
ejemplares de “caja y espiga”, “cola de milano” y “horquillas”. En la to-
talidad del maderamen necesario a la construcción de una casa, el gesto
cultural del machihembrado – a manos de los carpinteros -, introduce -
principalmente - en las maderas de la estructura, la diferenciación sexual
necesaria a todo intento de levantar una casa capaz de autosostenerse, so-
portar las cubiertas laterales y las techumbres: en el coito de los machos y
las hembras, nacimiento y aparición del ensamble y la pieza única, unitaria,

21
amplitud y superficie. Así, el machihembrado incorporaba a la casa – desde
lo cultural -, una cualidad adaptativa contra las aguas y las garúas, el viento
y la tormenta, el paso del tiempo y la memoria y sus olvidos, esa voluntad –
salvaje -, de disgregación de los materiales de los objetos. Entonces,

“Las casas estaban hechas para la lluvia, para el viento, todo eso,
las casas antiguamente eran muy firmes, muy bien hechas, de madera ro-
busta, buena madera, lo mejor, y eran espigadas. Así era la casa donde yo
nací, en vez de clavos tenía tarugos, caja y espiga (Quintul, 2010).

El machihembrado no sabe de clavos, no los necesita. Su deseo


es la atadura eterna, en donde el único intermediario, es el conocimiento
del carpintero y su habilidad de ir soldando los trozos de madera. La arqui-
tectura resulta de ese “amarre”, en la pasión de la madera domesticada y
desnuda:

“La aprendí con mi papá, cuando trabajaba ponía la base nomás


y marcaba cuanta distancia era. Los hoyos pa’ poner los postes, ya sabía las
medidas y los hoyos de los postes los marcaba, los íbamos cortando los peda-
citos y dejábamos las espigas listas pa’ enchufarlas ahí. Eso era fácil, había
que tener cuidado nomás de no errar las medidas/…/No se trabaja con
azuela. No, formol (formón) y barreno nomás ocupábamos, y serrucho. Se
marcaba, y se le hacían los cortes y de ahí formol. El hoyo igual, tres barre-
nazos, sus cuatro barrenazos y ahí formol. Usaba la medida del poste, si el
poste tenía dos y media, bueno el hoyo también tenía dos y media, llegaba y
se paraba, se enchufaba el poste y quedaba paradito, y quedaban firmes al
tiro/…/ Hoy en día la gente no piensa mucho en lo que puede venir a futuro,
terremotos, los temblores grandes. Antes se pensaba en eso y la gente hacía
sus casas firmes, espigadas (Panguilef, 2010).

La tradición parecía inmemorial, sin sobresaltos se transmitió de


padres a hijos. No obstante, en el presente, una crisis terminal recorre el
mundo de los carpinteros de la PuelMapu:

22
“Mi papá, Juan Quintul Huala, aprendió de sus abuelitos, así se
transmitía, siempre fue así, todo lo que uno sabe de un oficio uno lo aprende
de su familia, en se tiempo en cada casa había carpinteros. Él era de San
Juan de la Costa, yo creo que en la zona sur era todo casi la misma tradi-
ción/…/ Don José (el suegro) yo creo que todavía sabe hacer ese trabajo,
el Osvaldo (su marido) es corte, clavo y martillo, pero antiguamente eran
así. Mi papá yo sé que sabía de ese trabajo, pero la gente joven no (Quintul,
2009)”.

No eran únicamente carpinteros. Eran horticultor-pastor y el ofi-


cio de carpintero era una práctica inscrita en el modo de vida, de igual valía
que las otras habilidades y conocimientos, incluso su desempeño estaba
determinado por la disponibilidad de tiempo:

“/…/era agricultor, nosotros todos. Hacíamos siembras, siembras grandes,


tres, cuatro cuadras de trigo, limpiábamos, rozábamos, hacíamos roza y
quemábamos, pasábamos bueyes, limpiábamos la tierra. Y mi papá se en-
tretenía con eso, cuando no atendía el campo le atendía yo, por eso mi papá
no trabajaba establemente de carpintero, cuando había tiempo nomás.
Porque el trabajo de nosotros es como siempre he trabajado yo aquí: agri-
cultura, crianza de ovejas, vacas/…/así nos criamos nosotros, trabajando”
(Panguilef, 2010).

Ser carpintero y realizar trabajos de carpintería no es un asunto


principal ni esencial en la vida laboral de los hombres de la PuelMapu.
El acceso y la propiedad de la tierra permiten el despliegue del un modo
adaptativo en donde el arraigo y la permanencia se manifiesta como propio
del ser “horticultor-criancero”. La diferencia es lo Otro, el carpintero, un
sujeto errante, viajero en el territorio que va de un lugar a otro, construyen-
do y cristalizando un oficio de tiempo completo:

23
“Tenemos que hacer una casa la hacemos nosotros mismos, tene-
mos que trabajar la siembra lo hacemos nosotros mismos, criar animales los
criamos los mismos, todos los trabajos de uno no busca gente. Pero pa’ hacer
trabajo de carpintería una deja otro trabajo tirado, porque nosotros vivimos
de la siembra, de lo que produce la tierra, los corderos, limpiar el piso de los
corderos, ese es el trabajo de uno. Cuando es empleado uno, cuando trabaja
en una parte se trabaja en eso no más, si yo no tuviera tierra y fuera maes-
tro estaría trabajando de maestro en todas partes. Iría de pueblo en pueblo,
así andan los maestros, yo tengo familiares, sobrinos, que andan así, viven
en Valdivia, tienen su casa en Valdivia pero no paran, están en Paillaco, en
Angol, donde va la empresa paran” (Panguilef, 2010).

La velocidad es otro asunto contra la supervivencia de la tradición


de los antiguos los carpinteros del machihembrador. El mundo en el cual
se habita, es ahora más veloz, la rapidez de lo moderno, impone su ritmo
en los quehaceres de las gentes y el desempeño de los oficios tradicionales.
Así, los carpinteros abandonan las lentas y prolijas maneras de antaño y
privilegian la velocidad, no importando la calidad:

“Aquí hay algunos carpinteros, lo que pasa es que ahora los carpin-
teros de ahora eligen lo más fácil, lo más rápido, pero si hubiera una pega
que tendría que hacerse así el carpintero lo hace, nada más porque es demo-
rón nomás la gente de hoy en día trabaja de otra manera, es más demorón
el trabajo ese” (Panguilef/b, 2010).

En el presente, todavía quedan trazas de ese mundo de antaño. Sin


embargo, ese mundo sucumbe en la presión de la transformación moderna
de la sociedad Mapuche Williche de la PuelMapu:

“Aquí en Rupumeika tengo un cuñado que se llama Segundo Rai-


milla y ese trabajaba así, todo espigado. Pero ahora último como salió la
moda y los otros maestros hacen lo mismo que los otros: corte y clavo, pinza

24
y clavo nomás, ya ningún maestro trabaja como antes, hasta yo mi casa la
hice así, sin espigas” (Panguilef/b, 2010).

Al parecer, la tradición de carpintería, del machihembrado y las


casas de tres pisos, vino desde el sector de San Juan de la Costa, en la
provincia de Osorno. No es un hecho y una situación poseedora de una
absoluta certeza, solo es un posibilidad. Incluso, puede corresponder a
una tradición esencialmente local, de ámbito restringido, no lo sabemos,
carecemos de certeza. No obstante, las gentes de Maiwe-Maqueo-Weinawe
y Rupumeica, enuncian – invocando la precaria memoria y sus recuerdos
opacos -, a San Juan de la Costa como el lugar de origen de esta tradición
de carpinteros:

“Allá en San Juan de la Costa. Las casas eran parecidas a las de


Maihue, la casa de mi abuelo [de Maihue] tenía zócalo, tenía segundo piso,
tenía tercer piso, y tenía corredor, era más chica nomás. La casa de San Juan
de la Costa también tenía corredor, parece que todos los viejitos les hacían co-
rredores a las casas, para dejar la leña que no esté mojándose, pa’ dejar las
botas, pa’ dejar los zapatos mojados, pa dejar los ponchos cuando llegaban
mojados, porque ahí no importa que se moje, se estile la ropa, en el campo se
llega a veces con la ropa estilando”(Quintul, 2010).

Cordilleras de Newen.

Los objetos en abandono y fundamentalmente, los objetos arqui-


tectónicos y las tradiciones constructivas, siempre – a través de su estado
de conservación y presencia -, parecieran referenciar el impacto causado
por el paso del tiempo, como si el tiempo fuese algo con la capacidad de
destruir las cosas y hacer desaparecer los estilos constructivos, aniquilarles
y dar muerte, otorgándosele al tiempo, una cualidad inexistente, impropia y
ajena. El tiempo no destruye nada, no puede. Lo único que puede hacer el
tiempo, es permitir la destrucción. El, sólo ocurre y de esa manera, posibi

25
lita un abismo temporal donde la arquitectura – al igual que todas las otras
cosas -, puede acontecer y perecer como una ofrenda al delicado asunto de
temporalizar la experiencia humana.

La arquitectura no muere a causa de la presencia y actividad del


tiempo. Al contrario, ella es el tiempo. Incluso, ella no sucumbe a pesar del
abandono del inmueble y su decadencia. En ese gesto, ella denota que sus
esencias son otras y diferentes. En esta matriz y dinámica, en el proceso
de resignificación cultural en el cual se encuentran los comuneros de los
valles andinos de la PuelMapu, la posibilidad de la transparentada arquitec-
tura Mapuche Williche de los últimos 70 años, podría ser el retorno.

Rerefencias.

- Baudrillard, J.; Nouvel, J. 2007 [2000]. Los Objetos Singulares. Arquitectura y


Filosofía. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.
1_”En la primera parte del viaje vi la vida entera/Había plantas y aves, y rocas y cosas/Había arena y colinas y
anillos/Lo primero que conocí fue una mosca con zumbido/Y el cielo sin nubes./Estaba caluroso y suelo seco,/pero el
aire estaba lleno de sonido”.

26
Las construcciones de la ciudad moderna en la década del 30.
Una plaza y un Hotel.

Tirza Barría
Arquitecta, Universidad Austral de Chile, Chile.
Académica Instituto de Arquitectura y Urbanismo
tirzabarria@gmail.com

Resumen.

El presente artículo es parte de una investigación teórica acerca


del paradigma de las arquitecturas modernas en la ciudad de Osorno, cuyas
obras fueron construidas durante las décadas del 30 y 40.

La investigación propuso identificar y caracterizar la modernidad


y su representación a través de dos casos de estudio elaborados en 1930;
el Hotel Burnier, obra de Carlos Buschmann Zwanzger, primer edificio de
hormigón armado considerado moderno, y el proyecto para la Plaza de
Armas, del urbanista Oscar Prager Wenk, cuyo diseño fue parte del Plan de
Transformación Urbana de Osorno.

27
El estudio que abarcó un análisis descriptivo, trabajo de campo y
revisión bibliográfica, permitió reconocer en el edificio, las singularidades
de su diseño, la composición programática y mecanismos de confort. Por
otra parte, el análisis de la plaza permitió establecer las relaciones formales
del edificio con el espacio público y las directrices de diseño que se verían
en las futuras construcciones de la ciudad.

El método aplicado de carácter inductivo, determinó comprobar


la hipótesis que planteaba que las construcciones modernas, que en su
mayoría corresponden a la década del 40´, tienen como precedente el Ho-
tel Burnier cuya singularidad arquitectónica y constructiva se explica en la
activa participación no sólo de su arquitecto, sino también en la colabora-
ción de sus dueños Julio Recordón y Eduardo Burnier, del urbanista Oscar
Prager, del arquitecto Hector Mardones y de los arquitectos y constructores
Oscar y Federico Freitag Müller, quienes en conjunto establecieron nuevos
cánones de diseño al tratar de representar en el edificio el progreso y la
mentalidad de la vida moderna.

Introducción.

El Hotel Burnier (Imagen 1), construido entre 1930 y 1932, obra


del arquitecto chileno Carlos Buschmann Zwanzger 1 y la Plaza de Armas de
Osorno (Imagen 2), propuesta realizada entre 1929 y 1930 por el urbanis-
ta austriaco Oscar Prager Wenk 2, son dos paradigmas de la construcción de
la ciudad moderna, en cuya representación se vuelcan las voluntades políti-
cas y económicas de una sociedad que pretende posicionar territorialmente
a la ciudad en la región sur.

Estas tempranas manifestaciones tienen origen en profundos


cambios experimentados en el plano político, social y cultural, transfor-
maciones que nacen al amparo de una dinámica economía ligada al sector
agro-ganadero 3, y a la actividad comercial impulsada durante la década del

28
20´ por las familias Buschmann, Aubel, Hott, Saez, Fuchslocher, Aleuanlli
y Kauak, entre otras (López, 2008). Esto permitió posicionar a la ciudad
y sus alrededores como un centro de servicios y transacciones principal-
mente del sector agrícola y ganadero (Peralta, Hipp, 2004) (Imagen 3 ) en
buena parte por la importación de maquinaria y otros productos a más bajo
precio, lo cual optimizó la producción y exportación hacia el resto del país.

La imagen de una ciudad ligada a las construcciones en madera y


al ladrillo tendió a desaparecer para dar paso a nuevos edificios de hormi-
gón armado. Uno de los primeros fue el Banco Osorno y la Unión construi-
do en 1927 4 , y la casa de la familia siria Aleuanlli de la misma fecha y autor
(Imagen 4).

Tres años más tarde se dio inicio a la construcción del Hotel Bur-
nier y tras él, una serie de nuevas construcciones como la Gobernación y el
edificio Sago, obras del arquitecto chileno Carlos Buschmann Z. (Imágenes
5 y 6) y el Colegio Alemán y el edificio Resinhoff&Hess, de los arquitectos
Federico y Oscar Freitag Müller 5 (Imágenes 7 y 8). En ellos se deja en evi-
dencia el abandono de los estilos históricos y la ornamentación, los cuales
fueron sustituidos por nuevos criterios proyectuales que se encontraban en
la arquitectura moderna 6 (Montaner, 2011).

El Hotel.

En la década del 20 existieron pocos hoteles en la ciudad, siendo


el más prestigioso el Hotel Osorno, ubicado en la esquina de las calles
O’Higgins con Mackenna frente a la plaza de Armas, lugar donde poste-
riormente se ubicó el Banco Central, actual Banco BCI. Otro de menor ca-
tegoría se encontraba en un terreno ubicado en calle Ramírez entre Bulnes
y O’Higgins, de propiedad de Julio Recordón, el cual desapareció tras un
incendio.

29
La concretización de un nuevo Hotel se debió a la alianza entre
Julio Recordón y Eduardo Burnier, quienes a principios de 1930, acorda-
ron construir un hotel moderno el cual ayudaría a suplir el alto grado de
cesantía tras la crisis del salitre en el norte e impulsaría el turismo de la
ciudad.

Se encargó el proyecto de arquitectura a Carlos Buschmann


Zwanzger, arquitecto de la Universidad de Chile, que se radicó en Osorno en
1925, la estructura a los ingenieros Eduardo Martínez y German Holtheur y
la construcción a Olegario Ubilla.

Un aporte importante fue la colaboración que recibió de Héctor


Mardones Restat 7 donde según expresa Carlos Buschman, él tenía sus pla-
nos generales terminados del Hotel Burnier con el criterio de esa época:

“Héctor me convenció del concepto funcional, la nueva tendencia


arquitectónica y se confeccionaron los nuevos planos… Adiós columnas,
capiteles cornisas e imitación piedra. Francamente expresado el hormigón
armado y plantas más funcionales… Para mí, un vuelco total”.

El volumen emplazado en el vértice nor-oriente de la manza-


na ubicada al poniente de la plaza de Armas, difiere de lo construido
anteriormente en cuanto a materialidad, programa, confort y tecno-
logía.
La primera parte del Hotel que da a la calle Ramírez se ter-
minó de construir a finales de 1930 (Imagen 9), pero la crisis eco-
nómica generó la paralización de las obras. Tras conseguir el dueño
un préstamo en el Banco Chile (1.500 pesos de la época), se logró
terminar las obras del Hotel en 1932. (Imagen 10).

30
El edificio contó con una superficie total de 7.800m2 distribuidos en cinco
plantas. La planta de primer nivel, construida en la totalidad del sitio, estuvo
constituida por dos zonas: una comercial que dio hacia las calles O’Higgins
y Ramírez y otra en el interior del sitio, cuyo programa correspondió a
las dependencias del hotel como el acceso, los comedores y las cocinas
(Imagen 11).

En el entrepiso del edificio se encontraban los comedores priva-


dos, oficinas y áreas de circulación del personal, espacios iluminados por
patios de luz y la estructurada bóveda acristalada sobre el hall de acceso al
edificio (Imagen 12).

En la planta del segundo nivel se encontraban las habitaciones de


huéspedes del hotel, las cuales estaban orientadas hacia ambas calles. El
esquema de distribución (Imagen 13) identifica tres partes: una serie de
habitaciones moduladas hacia la calle y otras hacia el patio interior, los ser-
vicios higiénicos y cuartos de ductos ubicados en el acceso de la habitación
y el pasillo que se conectaba con el hall de distribución del nivel, al cual
se llegaba por medio de un cuerpo de escaleras o por los dos ascensores
ubicados en el acceso a la mampara. Además, este nivel incorporaba en
los deslindes sur y poniente del sitio las habitaciones de los empleados del
Hotel.

Los demás niveles, tercero y cuarto, utilizaron la misma confi-
guración a excepción de las dependencias del personal, las cuales sólo se
encontraban en el segundo nivel (Imagen 14). En el quinto nivel se ubicaba
la terraza con un cuerpo saliente del edificio que servía de salón, además
de las instalaciones propias del sistema de calefacción y ventilación.

31
La Plaza.

La plaza de Armas de Osorno, está ubicada en el centro fundacio-


nal de la ciudad. Su dimensión es de 100 x 100 m y la ubicación de los prin-
cipales edificios públicos fue establecida en las Leyes de Indias decretadas
para el trazado de las nuevas ciudades del nuevo mundo (Sánchez, 1948).

Hasta finales del siglo XIX, la plaza fue un sitio baldío, utilizado
generalmente para el pastoreo de los animales (Villalobos, 1958). En 1914
se aprobaron los planos y presupuestos para su primera transformación,
que consistió en trazar paseos sinuosos que incluían una serie de especies
arbóreas y arbustivas recreadas a modo de jardín francés.

Una descripción de su forma y estado a finales de la década del


20´ lo expuso Oscar Prager en la exposición del Plan de Transformación
urbana en junio de 1930 8 :

“La plaza está cruzada por diagonales que formaban triángulos


bordeados por macrocarpas. La disposición de los caminos y de las planta-
ciones está mal trazada. Gran parte de los árboles, sobre todo las coníferas
se están secando y no tienen salvación. Los cuadros están completamente
descuidados…”

Si bien Prager fue contratado por el Municipio de Osorno para


desarrollar el Plan, se le sumó prontamente el proyecto Plaza de Armas, el
cual elaboró paralelamente en la misma época. Su propuesta fue transfor-
marla en un lugar urbano como respuesta a los edificios que la enfrentaban
donde:

“El nuevo plano de la plaza indica una combinación bien propor-


cionada entre el eje de la gobernación y la parroquia, siendo ésta la mejor
solución, pues ambos edificios son los más importantes”.

32
Adicionalmente incorporó como norma el uso de las marquesinas
para todos los edificios que se ubicaran en las calles principales de manera
de constituir una vereda unitaria en respuesta a las condiciones climáticas
de la zona.

Prager reconoció en las pre-existencias de la ciudad los criterios


proyectuales para el diseño de la plaza. En una fotografía tomada a me-
diados de la década del 50´ es posible identificar la materialización de la
propuesta. El diseño funcional reconoce la axiliadad de los edificios repre-
sentativos como el eje este-oeste (Iglesia - Gobernación) y el eje norte-sur
(Edificio Alemán – Edificio Consistorial)9 , reforzando tu geometría por
medio de los monumentos, la pileta y el odeón.

La plaza, como pieza urbana, constituyó el elemento integrador


de las nuevas construcciones de hormigón armado. Su constitución como
espacio público, propuso establecer nuevos criterios de civilidad y uso, los
cuales se dieron en lugares abiertos, regulares y visibles que integraban en
su espacialidad calles, marquesinas y fachadas.

La propuesta racional en su funcionamiento y organización, mos-


traba una diversidad de formas, colores y texturas, flexibilidad que Prager
recogió de la naturaleza y que pudo leer del contexto suministrando una
secuencia de distintas atmósferas donde en la selección y el manejo de la
trama vegetal es apreciable la resolución de los claro-oscuros, el manejo
del color, la luz y el agua.

Conclusiones.

La modernidad en Osorno se hace presente en la década del 30 a


través de la arquitectura de edificios, principalmente en el cuadrante de la
plaza de Armas. Una nueva forma de proyectar y representar aparece de la
manos de los arquitectos Carlos Buschmann Z., de los hermanos alemanes

33
Freitag Müller, del austríaco Oscar Prager W., y del aporte de otros que aún
no han sido visibilizados en la investigaciones.

Aparece un nuevo lenguaje formal que relaciona el edificio con


su emplazamiento, situación que se da principalmente en el trabajo de las
marquesinas, en la composición de la fachadas y la vereda, aspectos que
fueron normados por Prager en el Plan de Transformación de Osorno, pro-
yectado a principios de la década del 30. Por otra parte, las construcciones
manifestaron una fuerte relación funcional de sus recintos en concordancia
con el programa, la estructura, los materiales, la forma final y el contexto
inmediato.

Se genera el paulatino abandono de los referentes históricos y de


la tradición como base de la representación formal, así como del ornamen-
to y del estilo como sistema de significación social, situación que dio paso a
nuevas formas de composición arquitectónica cuyos métodos fueron plan-
teados desde las posibilidades constructivas que los materiales y el montaje
en serie generaban.

Referencias.
- Aguirre G., M. 2004. La arquitectura moderna en Chile: Tesis de Doctorado, Universidad
Politécnica de Madrid, Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid.

-Díaz S., P. 2009. Masonería en Chile, Historia, cultura y territorio en la ruta del Bicen-
tenario. Ocho libros editores. Santiago, Chile.

-DOCOMOMO. 2007. Desafíos del patrimonio moderno. Antofagasta, Chile. 2° seminario


DOCOMOMO_Chile.

-López, P. 2008. Osorno entre Julio Buschmann y Rene Soriano. Serie Histórica 450 años.
Osorno, Chile.ç

-Miranda, C. 1979. Carlos Buschmann Zwanger. Universidad de Chile. Santiago,Chile.

34
-Peralta, V., G., Hipp, T., R. 2004. Historia
de Osorno, desde los inicios del po-
blamiento hasta la transformación urbana del siglo XX.
-Revista Oficial del Colegio de Arquitecto de Chile, A.G. 1992. C.A. 50 años del Colegio de
Arquitectos, 1942-1992. N° 68, Santiago, Chile.

-Revista Oficial del Colegio de Arquitecto de Chile, A.G. 1992. C.A. N° 125, Santiago, Chile.

-Sánchez, V. 1948. El pasado de Osorno, la gran ciudad del porvenir. Ilustre Mu-
nicipalidad de Osorno. Osorno, Chile

-Villalobos, J.; Román, J. 1958. Libro del cuarto centenario de Osorno. Osorno, Chile.

-Viveros, M.; Lanata, L.; Fuentes, I.; Vilches, E. 1997. Oscar Prager, el arte del paisaje.
Ediciones ARQ, Serie Arte- Colección- Arquitectura/volumen 8. Santiago, Chile.

1_Véase su biografía en: Miranda, C. 1979. Carlos Buschmann Zwanger. Universidad de Chile. Santiago, Chile; en
Revista Oficial del Colegio de Arquitecto de Chile, A.G. 1992. C.A. 50 años del Colegio de Arquitectos, 1942-1992. N°
68, Santiago, Chile. y en Revista Oficial del Colegio de Arquitecto de Chile, A.G. 1992. C.A. N° 125, Santiago, Chile.
2_Véase su biografía en: Viveros, M.; Lanata, L.; Fuentes, I.; Vilches, E. 1997. Oscar Prager, el arte del paisaje. Edi-
ciones ARQ, Serie Arte- Colección- Arquitectura/volumen 8. Santiago, Chile.
3_A la bonanza económica le siguieron la concretización de instituciones ligadas al agro, y que tempranamente dieron
origen a la primera Feria de animales de la provincia de Llanquihue en 1905, la Sociedad Molinera Osorno, la Sociedad
Agrícola y Ganadera de Osorno en 1917, Sociedad de Lino de La Unión en 1931, la Compañía de seguros “La Zona
Sur” 1940, el recinto ferial SAGO y las siguientes entidades bancarias: en 1905 el Banco Español de Chile, en 1908 el
Banco Osorno y La Unión, el Banco Nacional de Chile (hoy de Chile), y el Banco Trasatlántico alemán en 1915. Véase
en López, Patricio. Osorno entre Julio Buschmann y René Soriano. Osorno: Serie Histórica 450 años, 2008.pp 19-30.
4_La construcción del Banco Osorno y La Unión proyectado en 1925 por Carlos Buschmann y construido en 1927, fue
un hito en la manera de edificar en la ciudad ya que se emplea por primera vez la loza de hormigón armado, sistema cons-
tructivo introducido en Osorno por los arquitectos constructores alemanes alemanes Eugen y Fritz Freitag Muller. Vea-
se en DOCOMOMO. 2007. Desafíos del patrimonio moderno. Antofagasta, Chile. 2° seminario DOCOMOMO_Chile.
5_Sobre su biografía véase en Eugen y Fritz Freitag, modernismo periférico en la arquitectura chilena de los años trein-
ta, DOCOMOMO. Desafíos del patrimonio moderno. Antofagasta, Chile. 2° seminario DOCOMOMO_Chile, 2007.
6_La voluntad de una renovación formal de la arquitectura, signo de cambio de la sociedad, dio paso al abandono
paulatino de las normas de composición clásica, de los ornamentos historicistas y de los estilos revivals generando
distintos tipos de expresión arquitectónica. La nueva arquitectura se fundó sobre la base de una geometría formal como
expresión de la síntesis que alcanza la abstracción científica, la creciente sustitución en todo o en parte, de los modos
artesanales de producción constructiva por modos industriales de producción, el empleo de materiales y técnicas cons-
tructivas basados en materiales artificiales producidos industrialmente con dimensiones estandarizadas, el creciente
apoyo de maquinaria de construcción, la valoración de la productividad de la obra considerando el costo y el tiempo de
ejecución y su capacidad de repetición.
7_Véase la biografía de Héctor Mardones en: Revista Oficial del Colegio de Arquitecto de Chile, A.G. C.A. 50 años
del Colegio de Arquitectos, 1942-1992. N° 68, Santiago, 1992.
8_En Septiembre de 1929 la Municipalidad contrató al urbanista y paisajista Oscar Prager para que realizara el plan de
transformación urbana de Osorno , el que fue presentado en junio del año siguiente y aprobado en sesión ordinaria del
3 de abril de 1934. Acerca de su venida, estadía y trabajo realizado en Osorno, véase en las Acta del Sesión de 1929 y
1930, libros N°11 y12, Archivo Museo Histórico Municipal Osorno.

35
Las trazas del agua y la construcción del paisaje agrícola1

Jonás Figueroa
Arquitecto
Profesor titular, Escuela de Arquitectura Universidad de Santiago, Chile
fsalas@usach.cl

Resumen:

Este escrito presenta el estudio del papel de las trazas del agua
-naturales y artificiales- en la construcción del paisaje agrícola. Estas trazas
hídricas -ríos, canales y acequias-, definen categorías formales y estruc-
turan una red de instalaciones hidráulicas y usos asociados con lo agrí-
cola. Por tal condición, se constituyen en instrumentos propicios para el
desarrollo de una lectura de la espacialidad en donde se inserta el paisaje
agrícola.

Estas trazas a modos de memoria del suelo, nos aproximan a las


dinámicas que experimenta la estructura espacial de las escalas que con-
figuran el territorio; y al entendimiento de las permanencias y mutaciones
que operan sobre el paisaje agrícola a partir del propio desarrollo de las
actividades productivas y de sus ocupaciones complementarias. Para ello,
se estudian algunas expresiones formales que desencadenan estas ocupa-
ciones en las áreas rurales, poniendo atención en aquellas zonas en donde
es posible identificar una convergencia de trazados de agua, artefactos hi-
dráulicos y actividades residenciales localizadas en el interior de la provin-
cia de Rancagua, Chile.

36
Hipótesis

Al decir de Echeverría (1985: 181), “…el suelo rural ha sido


tratado en las culturas desarrolladas a través de la expansión de modelos
urbanos, prescindiendo del desarrollo de sus formas y técnicas propias”.
Es así que los pocos estudios a los cuales echar mano para formular una
posible estructura metodológica que nos permita recoger, seleccionar y
clasificar la información proporcionada por observaciones de campo y da-
tos documentales, sustenta sus contenidos en estudios de naturaleza urbana
y pocas veces desde la propia materia que los avala.

A nuestro entender, las variables que participan en una fase


temprana de ocupación del suelo en una zona rural, antecediendo a los
usos urbanos que se producen en etapas posteriores, podrían clasificarse
a partir de la presencia de una traza hídrica que detona las ocupaciones
agrícolas. El paisaje resultante como expresión de la interrelación entre
naturaleza y tecnología, podría entenderse como el producto de una acción
entre las siguientes dimensiones:

• La traza hídrica es entendida como el flujo de agua que discurre


por ríos, canales y acequias y que se articula entre sí mediante compuertas,
azudes y ruedas de agua;

• El paisaje agrícola es entendido como el resultado del encuen-


tro entre las configuraciones naturales y las transformaciones incorporadas
por el hombre. También, podríamos entender el paisaje como el ámbito de
las persistencias; y

• El espacio es entendido como el resultado de las percepciones


sensoriales captadas en la proximidad de los ámbitos de vida. También, po-
dríamos entender el espacio como el ámbito de las mutaciones frecuentes.

37
Para el desarrollo de este estudio sobre las formas del agua que
condicionan el paisaje y el espacio agrícola en el suelo rural, formulamos
la siguiente hipótesis que nos permita una aproximación conceptual al tema
en cuestión:

• Las trazas de agua condicionan la estructura y la morfología del


paisaje agrícola, gravitando en la orilla, la textura y el tejido del suelo rural.

Metodológicamente, la demostración de esta hipótesis se lleva a


cabo a través del estudio de las trazas de agua, del paisaje y el espacio que
expresan las configuraciones de los valles interiores de destino agrícola,
situados entre el valle central y el zócalo litoral del Mar de Chile, para con-
verger en detalle en la extensión agrícola formada por el canal Larmahue. 2

Los ríos construyen la orilla

La Cruz del Sur estaba ahora sobre la puntilla más alta de la cordillera…3
Oscar Castro, 1940: 97.

El tránsito de los ríos andinos, desde su origen hasta la desem-


bocadura en el mar, se realiza a través de la ruptura de los macizos de la
Cordillera de la Costa, formando a raíz de ello, valles interiores que con-
dicionan la dirección de los flujos de aguas. Estos valles interiores pueden
entenderse como las dimensiones geográficas transversales que relacionan
el Valle Central de Chile -en donde se emplazan los principales actividades
sociales y económicas del país- con las facilidades portuarias y turísticas
emplazadas en las franjas litorales. Estos cursos fluviales que bajan como
torrentes al valle central, se expresan como trazas que siguen las líneas de
nivel, arrastrando piedras, arena y barro. Sus eventos episódicos de cre-
cida, avenidas violentas y rebalses, causados por el aumento de los flujos
promovidos por fenómenos meteorológicos, a su vez se manifiestan como
la creación de nuevas cañadas eventuales. La Alameda de Santiago de Chile

38
tiene su origen en épocas anteriores a la colonización indígena y española,
como una explanada de inundación del río Mapocho, que en los tiempos
coloniales constituyó la orilla sur del núcleo urbano.

La ajustada anchura física de estos valles interiores -cercana a


los 5 km- transforma las orillas surgidas de la propia traza hídrica, en ele-
mentos gravitantes sobre las ocupaciones del suelo complementarias de
los usos agrícolas. A partir de ello, la orilla deviene en una franja ocupada
por vivienda y bodegas -que los ingleses denominan fringe of settlement-
dando gradualmente paso a tejidos que profundizan hacia el interior de los
predios ocupaciones de usos agrícolas. En los casos que estas ocupaciones
observan otros usos, su presencia no entra en pugna con las actividades
agrícolas del suelo porque sus desarrollos se producen en zonas de baja
productividad o de difícil explotación.

En las ciudades, las orillas son expresan y se entienden como


límites surgidos naturalmente como una consecuencia de la ocupación
del suelo de usos urbanos. Siempre ha sido así, hasta que el crecimiento
acelerado de los tiempos modernos introdujo otras variables que hicieron
de ella un área difusa y fragmentada de difícil lectura. En las áreas rurales,
la orilla producto de las trazas hídricas es una franja que señala cambio de
usos, modificaciones entre lo público y privado, y también es una franja de
colonización lógica de los usos residenciales, que se refuerza por la pre-
sencia de un eje de conexión vial o ferroviaria y de los servicios e instala-
ciones que éstos requieren para su funcionalidad (estaciones ferroviarias,
gasolineras, estacionamientos, lugares de alimentación, bodegas, talleres,
etc.)

También, la extensión y la morfología de estos valles interiores


condiciona las características climáticas, reforzando su condición de orilla:
ámbitos protegidos de los vientos y las heladas; con pendientes que combi-
nan equilibradamente vertientes de sol y de sombra por la orientación de

39
sus serranías; abastecidos convenientemente de riego, con suelos de gran
4
rendimiento agrícola y condiciones propicias para la producción frutícola.

3. Los canales construyen la textura.

“El camino se tuerce sin aviso y desemboca en un remanso de


sauces…”
Oscar Castro, 1940: 54.

Tal como el patchwork que describe Deleuze (2004: 485), el mo-


saico agrario no es una extensión homogénea, aunque carece de jerarquía
espacial, como es posible encontrar en situaciones de orilla o de tejido.
Por el contrario, presenta variaciones temáticas dadas por las texturas que
generan las expresiones vegetales de la producción agrícola: de baja altura
como praderas y hortalizas; de media, tal como los maizales y, de alta,
como los frutales.

Los canales integran el sistema artificial de derivación y traslado


de agua de riego desde un curso natural hacia suelos con virtud agrícola, ya
sea un rio, arroyo o estero. Además, tienen la virtud de transformar el uso
productivo de la tierra e introducir nuevas texturas a las ya naturales exis-
tentes de matorrales y vegetación dispersa. Junto a las acequias, los canales
forman parte del sistema artificial utilizado para resolver las necesidades de
agua.

En nuestro caso, el canal es una traza hídrica que gravita sobre


un tipo de morfología predial de menor envergadura a la que es posible
observar en la producción de tipo industrial, cuyas superficies productivas
básicas se sitúan a partir de las 4 hectáreas, tendiendo a una geometría cua-
drada. De modo opuesto, en el sector que abarca nuestro estudio, el canal
Larmahue condiciona superficies monoproductivas de menor extensión,
situadas por debajo de las 2 hectáreas, con una geometría que tiende a ser

40
estrecha y alargada, de 50 a 100 metros de ancho y de 500 a 700 metros de1
largo, aprovechando la pendientes naturales como factores de distribución
del agua.

Esta geometría estrecha y alargada de los predios agrícolas em-


plazados a orillas de los canales y acequias, caracteriza la morfología del
área de Larmahue. La ocupación por usos residenciales que surge en las
últimas décadas define una textura propia opuesta a la que registra el en-
torno agrícola de envergadura industrial situado en el extrarradio rural de
la localidad de Peumo, en la margen norte del río Cachapoal. Estos predios
emplazados en la orilla de los cursos fluviales, de mayor superficie y pro-
ducción agrícola industrializada, no registran vínculos físicos directos ni
aparentes con las aguas de ríos y zanjones.

En nuestro caso, la textura es una variable dependiente de la


transformación del flujo hídrico como pieza física que se expresa en la su-
perficie agraria surgida de las facilidades de riego y sus magnitudes: desde
los cultivos de hortaliza hasta cultivos de frutales, cada uno imponiendo su
propia densidad, llenos y vacíos, alturas y colores. También, los deslindes
y los caminos interiores inciden en la construcción de esta textura, defi-
niendo el mosaico agrario. En el caso de los usos residenciales, la vialidad
y el ferrocarril atraen hacia sus franjas de influencia determinados usos
del suelo que surgen sustentados en la propia cualidad programática de
las infraestructuras de transporte, promoviendo la implantación de usos
asociados con la función de flujos y redes.

4. Las acequias construyen el tejido.

“…No hay canal ni acequia regadora que no tenga su flamante puente de


tablas, ramas o palos.”.
Oscar Castro, 1940: 120.

41
Las acequias son las trazas hídricas de menor escala del espacio
rural, que derivan las aguas longitudinales de los canales que las alimen-
tan hacia el interior de los predios agrícolas. La derivación y articulación
de aguas entre canal longitudinal y una acequia transversal se produce a
través de la utilización de un artefacto hidráulico -azud y rueda de agua-
permitiendo salvar las diferencias de nivel y dar amplitud y profundidad a
la franja de utilidad agrícola que atiende un canal de riego.

Las trazas de acequias también señalan las penetraciones trans-


versales de los caminos rurales, desde una ruta principal hasta un caserío
interior, definiendo el espacio público mediante el flujo hídrico. La exten-
sión de estas penetraciones de agua hacia el interior de los predios es pro-
porcional al flujo de riego, gravitando en su forma estrecha y alargada y en
la ocupación que caracteriza las fases más recientes de usos residenciales,
complementarios a aquellas situadas en las orillas de la ruta H-76 y el canal
Larmahue de tiempos anteriores.

Las primeras ocupaciones residenciales transversales a los ejes


principales tienden a repetir la modalidad de ocupación a orillas de un
camino rural que ha sido flanqueado por una acequia. La trazas que surgen
por ello son de una forma que hemos denominado peine cuando, acordes
con los usos agrícolas que poseen estas áreas, aconsejan un uso estricto de
la franja del camino de penetración transversal. De similar naturaleza son
las penetraciones lineales a ambos lados del camino principal -la H-76- y el
canal Larmahue, en forma de espina de pescado que señalan usos residen-
ciales laterales a los ejes.

La penetración del agua mediante acequias hacia las franjas la-


terales, promueve el surgimiento de geometrías en tejido hacia el interior
de las mismas, expresándose como manzanas en cuadrícula ocupadas por
usos residenciales. El ejemplo de la cuadrícula del sector de Portezuelo es
demostrativo de surgimiento de formas preurbanas que superan los desa

42
rrollos lineales y dispersos observados en otros sectores y cuyas dinámicas
de crecimiento podrían evolucionar hacia formas urbanas de uso residen-
cial, tal como las localidades emplazadas en el entorno fluvial del río Ca-
chapoal (Peumo y San Vicente, vg.).

Llamamos tejido a la cualidad de definir superficies de pequeña


escala en donde el lugar o sitio como ámbito habitable predomina sobre
el espacio agrario, como en el caso del apartado anterior. La permanencia
que define la construcción del lugar habitable se sobrepone a las situacio-
nes de flujo y orilla, de textura y recorrido que imponen los flujos de ríos y
canales. En algunos casos, las situaciones de tejido se dan con mayor fre-
cuencia en piezas geográficas donde surge una mayor fragmentación de la
textura, tal como es posible observar en el sector de Lo Argentina (extremo
derecho de la fig. 3). Podría señalarse que esta fragmentación antecede y
promueve la presencia de usos residenciales del suelo agrícola.

Estos desarrollos residenciales preurbanos que registran una ma-


yor profundidad transversal en el ala sur de la ruta H-76, coinciden con
los ejes de las quebradas El Toro y Solís situadas a los pies de los cerros
El Parrón (720 msnm) y Los Quitreos (724 msnm), respectivamente. En
este caso, el abastecimiento de agua permanente proporcionado por las
acequias del canal Larmahue se complementa con cursos eventuales de
agua provenientes de ambas quebradas, motivando una penetración de ma-
yor espesor en las franjas áridas y en las pendientes o glacis de este valle
interior.5

5. Conclusión: la memoria del suelo.

“Un agua desnuda y niña va cantando por entre zarzamoras…”


Oscar Castro, 1940: 56 - 57.

43
Las variadas expresiones morfológicas que promueve el agua so-
bre paisaje agrícola, nos permiten una lectura categorizada de las formas
presentes en las diferentes escalas del espacio rural. Ello nos lleva a consi-
derar que las trazas de agua junto a las trazas del arado, imponen un orden
a la ocupación del suelo, constituyéndose ambas en el sulcus primigenius
de las áreas rurales, mediante la cual se fundan los usos del suelo agrícola.
Es A partir de ello, podemos afirmar que las trazas de agua asignan un valor
transcendente a los usos del suelo, armonizando la permanencia vital del
ser humano con las demandas artefácticas y físicas impuestas por los usos
agrícolas.

De acuerdo con su envergadura y escala, los cursos de aguas pro-


mueven mutaciones del paisaje agrario, del suelo agrícola y de sus expre-
siones vegetales. Y, a pesar de ello, el agua impone una huella que traspasa
las transformaciones naturales y artificiales que operan por diversas causas
sobre los usos y ocupaciones del espacio rural. Cuestión que nos lleva a
concluir que el agua y sus diversas expresiones constituyen la memoria ar-
queológica del suelo. Llegados a este punto, no podríamos dejar de señalar
nuestras deudas con las aproximaciones espaciales de lo liso y lo estriado
que nos propone Deleuze (2004: 483), que podrían ser atendidas en una
segunda parte de este artículo.

En nuestro caso, lo liso podría llegar a ser el propio espacio


agrícola, que impone restricciones al movimiento; y lo estriado, el espacio
que tiende a la urbanidad dada por las mutaciones que registra el paisaje
agrícola desde la textura hacia el estado de tejido, que promueven los usos
residenciales en el espacio agrícola.

44
Referencias.

- Castro, Oscar., 1940. Las huellas de la tierra. Santiago de Chile. Editorial


Zig - Zag.

- Echeverría, Xavier., 1985. Hipótesis de entendimiento territorial: sus ele-


mentos formales. Revista Estudio Territoriales Nº 18, Madrid, MOPyU España, pp. 181
a 195.

- Deleuze, G., 2004. Mil Mesetas. Valencia, España, Pre – Texto.


- Figueroa, J., 2007. Forma ruris, forma urbi. Revista Arquitectura + Cultura Nº 2,
Santiago, Escuela de Arquitectura Usach, pp. 9 a 25.

- Figueroa, J., 2012. La traza hídrica: el modelamiento de la planta urbana


de Santiago. En Trayectorias de la ciudad moderna. Concepción, Docomomo Chile, pp.
39 a 43.

1_Este articulo es una versión resumida de otro de mayor extensión, que presenta los resultados finales de la investiga-
ción Dicyt Usach Nº 090990JF “Las cuencas como factores de diseño urbano” y los resultados parciales de la investi-
gación en desarrollo Fondecyt Nº 1120114“Vigencia y proyecciones de un sistema de regadío de origen ancestral: las
azudas de Larmahue, en la Sexta Región de Chile”. También, se nos propone como un conocimiento de los factores
naturales y climáticos que detonan ocupaciones urbanas en el medio agrícola.
2_ Los valles considerados que guardan características geográficas similares, se extienden entre la Quinta y Séptima
Región. Es decir, entre los ríos Aconcagua, Maipo, Cachapoal, Tinguiririca y Mataquito.
3_La escasa literatura disponible sobre la ruralidad de la Sexta Región, impide aproximaciones fecundas sobre la
comprensión narrativa del territorio, sus toponimias e hidronimias, por ejemplo.
4_Históricamente, un buen número de ciudades situadas en estos cinco valles interiores han sido fundadas en el si-
glo XVIII, durante lo que podríamos entender como la segunda colonización del territorio chileno, propiciado por la
llegada de los Borbón al trono español, aprovechando estas especiales condiciones climáticas. La fundación de otras
ciudades se lleva a cabo a lo largo de las primeras décadas del período republicano.
5_Glacis: pendiente suave de menos del 10%, previa al cerro propiamente tal, producto del traslado de materiales desde
las pendientes más pronunciadas de las alturas.
6_En sentido mítico el sulcus primigenius es la traza mediante la cual se fundaban las ciudades romanas. Es el roturado
de la tierra mediante el arado tirado por un buey que utiliza Rómulo para fundar Roma, separando la urbs del ager o
espacio agrícola.

45
Estrategias de gestión sostenible del territorio: Cultura de riego
alto - andino del desierto de Atacama
Rosa Chandía Jaure
Arquitecta
Académica Escuela de Arquitectura, Universidad Tecnológica Metropolitana, Chile
rosa.chandia@utem.cl

Resumen:

El conjunto de técnicas que favorecen el habitar en las comunida-


des indígenas del norte de Chile, donde la optimización en el uso del agua
es determinante para la habitabilidad del territorio, conforman un sistema
de cultura hídrica, se define en ello un modelo estratégico de gestión terri-
torial sostenible, sustentado en la maximización de los recursos disponibles
que permiten la productividad y su mantención en el tiempo, condición
fundamental para la conformación y permanencia de los asentamientos hu-
manos.

Santoro, et al. (1998) da cuenta de la existencia de sistemas de


irrigación y fertilización en el Desierto de Atacama, que datan desde el año
3000 a.c. Son sistemas de transporte del agua que modelan y configuran un
territorio de una morfología compleja, para conseguir la máxima eficiencia
posible, a partir de la gravedad del agua como factor determinante, que se

46
combina con el reconocimiento de la matriz biofísica del lugar, dada por
el suelo, clima, humedad y flora y fauna. Al analizar estas estrategias tecno-
lógicas, dentro de un contexto cultural, podemos encontrar el conjunto de
técnicas que acondicionan un lugar, para dar posteriormente un soporte a
la cultura hídrica, esta permite su mantención en el tiempo, y se vincula al
desarrollo de unos sistemas agrícolas que necesariamente involucran en su
gestión, a todos los habitantes de los diversos pisos ecológicos presentes,
cuyas reglas de complementariedad ecológica y reciprocidad, convierten
esta tecnología en un modelo de gestión sostenible del territorio y en un
paisaje cultural. Es por lo tanto de gran interés el estudio de sus límites y al-
cances específicos para poder realizar la abstracción necesaria del modelo
y convertirlo en reproducible como estrategias sostenibles de intervención
en la ciudad. Su comprensión y alcances además, permiten formular es-
trategias de gestión ambiental para la intervención y su posible valoración,
dada la fragilidad del sistema.

1.- El Paisaje_Expresión de la gestión de los recursos de su comunidad.

A partir del contexto ambiental y social en el que se mueve la


sociedad actual, admitimos la existencia de dos modelos de gestión del
territorio y los recursos para el habitar. Uno vinculado al desarrollo in-
dustrializado de un sistema global, que tiende a la estandarización, y no
considera la limitante de recursos disponibles para satisfacer sus crecientes
necesidades, frente a otro modelo que considera la restricción de recursos
que impone el lugar y se desarrolla desde la herencia ancestral, aportando
soluciones particulares en los procesos necesarios de transformación del
territorio en el paisaje en pos de la habitabilidad. De este último, y por su
pertinencia con la sostenibilidad, resulta necesaria la profundización en
su conocimiento y comprensión, para avanzar hacia la aplicación de sus
alcances en las problemáticas actuales de habitabilidad, en sus diversas
escalas, tanto en el ámbito rural, como en el urbano.

47
Entendemos el paisaje como un sistema complejo de interaccio-
nes que se ejercen sobre el territorio, que involucran factores bióticos,
abióticos y las intervenciones del ser humano que actúa so bre éste (Imagen
1). El Convenio Europeo del Paisaje (Cortina, Queralt & Espanya, 2007),
lo define como “cualquier parte del territorio, percibida por la población
cuyo carácter resulta de la acción de los factores naturales y humanos y sus
interrelaciones”, reconociendo en ello un compromiso de acción púbica
con todos los paisajes aceptándolos como elementos del bienestar indivi-
dual y social, tanto en los paisajes sobresalientes y los cotidianos, los natu-
rales y los culturales. (Mata-Olmo & Fernández, 2010). El rol del hombre
en la modificación de un territorio para prevalecer la habitabilidad de un
lugar, permite reconocer diversos sistemas de gestión de recursos –como
es el caso del agua-, que han sido desarrollados por sociedades que com-
prenden el espacio que habitan y son capaces de mantener en el tiempo la
efectividad de un sistema territorial. Mediante constantes adaptaciones a
los cambios que se producen en el tiempo, dan la respuesta que optimiza
de la mejor forma posible, el uso del territorio desde las limitaciones espa-
ciales y de recursos, produciéndose una concordancia con la definición de
desarrollo sostenible del Informe Brundtland (Brundtland, 1987), ya que
garantiza el abastecimiento de los recursos, sin comprometer la disponibi-
lidad de éstos en el futuro. Hablamos entonces de modelos de aprendizaje
sobre gestión sostenible para el habitar. En ese sentido es necesario inter-
pretar el paisaje como el resultado de las distintas adaptaciones realizadas
por el habitante para mejorar las condiciones predefinidas en la matriz
biofísica del lugar, utilizando los recursos locales que se disponen para
producir una progresiva amplificación de interacciones positivas que per-
duran y crecen en el tiempo, asumiendo éstas como parte de la cultura. Se
determina un modelo de actuación cuya comprensión es determinante para
encontrar su aplicabilidad en las estrategias de intervención o conservación
actuales.

48
La valoración del paisaje andino dentro de una dinámica cultu-
ral relacionada estrechamente con el óptimo uso de los recursos hídricos
disponibles, nos lleva a especificar aún más la definición de paisaje como
el resultado de una gestión del agua, como elemento estructurador de una
morfología en el territorio. El paisaje y el agua generan vínculos indisolu-
bles, no sólo desde el punto de vista morfológico, sino que también desde
un aspecto funcional y simbólico, (Mata-Olmo & Fernández, 2010) al com-
prender el agua como un recurso preciado y esencial en la configuración
de los sistemas territoriales a través del riego, que se mantienen vigentes
debido a su integración dentro de las dinámicas sociales de sus habitantes
que persisten en el tiempo.

La UNESCO en 1992, incluyó la categoría “paisaje cultural” dentro


de la Convención del Patrimonio Mundial, identificando diversos escenarios
posibles donde adoptar este concepto, el cual habla de paisajes que combi-
nan el trabajo humano con la naturaleza. Se le otorga un reconocimiento y
valorización en principio desde una perspectiva puramente contemplativa,
como ocurrió con las formas de representación del paisaje de finales del
siglo XIX, donde es recurrente la integración de actividades de manipula-
ción del territorio como parte de la belleza de un lugar, representándose
las intervenciones que la actividad humana realiza sobre el paisaje, como
el desvío de cursos de agua, la construcción de canales, ductos de trasvase
y conducción, molinos y otras obras de manipulación del territorio para
favorecer su habitabilidad (Imagen 2).

Sin embargo, esta dimensión contemplativa de la valoración del


paisaje ha cambiado, asumiendo el paisaje como parte fundamental del
funcionamiento de un ecosistema, en constante evolución, por lo tanto
cualquier alteración en sus dinámicas naturales, afecta a la totalidad del
sistema. En ese sentido, el paisaje hoy se valora como un sistema complejo,
donde se interrelacionan dinámicas propias del territorio, en conjunto con
todas las posibles modelaciones que realiza el hom bre para favorecer su

49
habitabilidad. Un claro ejemplo de ello se encuentra en el interés por la
evolución de los paisajes agrarios, que trasponen tantas intervenciones
humanas adaptadas a las condicionantes particulares del lugar, y a las ne-
cesidades específicas de una población, que terminan definiendo ciertos
códigos sociales de acción, finalmente formando una identidad cultural,
que permite la perduración en el tiempo de una productividad que deter-
mina una forma de habitar.

Los paisajes del agua son evolutivos, resultantes de unas condicio-


nes económicas, administrativas y / o religiosas, que se han desarrollado
conjuntamente en respuesta al medio, el cual continúa teniendo un papel
social activo en la sociedad contemporánea, conjuntamente con la forma
tradicional de vida (Rössler & Mujica, 2001). Los sistemas de riego, son la
grilla estructuradora del territorio. El espacio hidráulico (Barceló, Kirch-
ner, & Navarro, 1996) va en respuesta directa a la disponibilidad de agua,
que se establece como limitante de la disponibilidad de recursos, estipu-
lando el tamaño de cada espacio, que en muchos casos, dada la compleja
topografía del lugar, la composición del suelo de alto contenido mineral y
la influencia de los microclimas que se producen en las alturas, condiciona
la ubicación del agua disponible incluso a muchos kilómetros del lugar que
dispone de las mejores condiciones para establecer un sistema productivo
persistente en el tiempo. El paisaje se moldea en un conjunto de interaccio-
nes entre los distintos componentes que dan cuerpo al paisaje, combinando
estrategias diversas para mantener, trasladar y distribuir el agua que se dis-
pone (Imagen 3). Sus mecanismos evolucionan, se adaptan y reconstruyen
en función de los cambios que se producen, tanto ambientales como socia-
les, de manera que se mantienen vigentes en la actualidad, en una combi-
nación entre el sistema ancestral y los modos de vida contemporáneos.

Los paisajes de agua son parte del sistema de modelado técnico,


que llamamos oasis 1, que se encarga de mejorar la productividad, y produ-
cir espacios habitables donde antes no había, producto de un conjunto de

50
técnicas que actúan sobre las dinámicas naturales presentes en la matriz
biofísica conformada por el agua, el suelo, el sustrato, el clima, la geogra-
fía, la flora y la fauna. (Chandia-Jaure & Cuchí, 2011). En el momento en
que el hombre se convierte en habitante, genera un conjunto de interaccio-
nes que modifican de alguna manera el conjunto de dinámicas naturales de
la biósfera. En esta transformación se produce la habitabilidad, que varía
de escalas, desde el cobijo individual hasta la protección y adaptación co-
lectiva del territorio (Imagen 4) .

Las estrategias de intervención las formulan los mismos habitantes


y consisten básicamente en tres estructuras fundamentales para su correc-
to desarrollo, las cuales están dadas por intervenciones en la morfología
del lugar, de donde se estructuran las redes de flujos de aguas, como una
grilla de soporte sobre la cual se realiza todo tipo de intervenciones. Pos-
teriormente sobre esta grilla, se puede intervenir el objeto construido, que
normalmente se produce por la presencia de infraestructura para el cobijo,
obras arquitectónicas o bien obras de riego, para terminar finalmente con
la necesaria mantención en el tiempo de estas estructuras, donde además
entran en juego las intervenciones posibles de la flora y la fauna, que nor-
malmente se corresponden con breves ciclos de la agricultura.

Es en este reconocimiento de las tres partes fundamentales del


proceso, donde entran en juego las reglas de control social, que permiten
que en el paso del tiempo, el mismo sistema estructurado continúe vigen-
te y termine definiendo un modelo cultural compuesto por tres fases, en
cuanto al periodo de mantención y durabilidad. La estructura hídrica es la
más atemporal, la arquitectura y la construcción definen dispositivos para
habitar y producir, de duración media, relativos a las forma de habitar y el
manejo de la agricultura, la estructura social mas dependiente de la correc-
ta mantención en el tiempo, y por lo tanto la mas variable (Imagen 5).

51
2.- Cultura de riego alto-andino.

La estructura económica, territorial y política que define la cul-


tura andina existente antes de la conquista europea, presenta un complejo
sistema de organización de la vida cotidiana cuyo objetivo primordial es
obtener el máximo control de los recursos en la diversidad de pisos ecoló-
gicos que se producen en la abrupta geografía del territorio. El sistema de
control influye en todo el espacio habitable del territorio que ocupan las
comunidades andinas, involucrando el área de vivienda como también el
área productiva y ceremonial, siempre desde una visión comunitaria. Esta
situación nos hace comprender que las dimensiones territoriales de una
comunidad, siempre se extienden más allá del límite de la zona habitacio-
nal, integrando además los sistemas agrícolas, y los sistemas hídricos que
componen el modo de gestionar el agua, como recurso escaso (Imágenes
6 y 7).

La teoría del sistema de control llamada complementariedad eco-


lógica, tiene como precursor al antropólogo John Murra (Murra, 2002)
quien a partir de una serie de investigaciones realizadas especialmente en
la zona andina de Perú, formula en 1975 la teoría aún vigente sobre el mo-
delo de Archipiélago Vertical, y el máximo control de los pisos ecológicos.
Consiste en una serie de mecanismos que prevalecieron en el habitar de
las etnias andinas, vinculados al desarrollo de sus actividades productivas
y de intercambio de recursos para prevalecer la subsistencia. Sigue siendo
un ideal andino desde tiempos de la cultura Tiwanaku 2. Su realización ha
estado afectada por una suma de situaciones particulares que son parte
de la evolución histórica; primero por el sistema político y administrativo
del imperio Inca en la formación del territorio denominado Tawantisuyu
y el control sobre los campos y haciendas que impuso el Inka. Luego por
el régimen colonial europeo y posteriormente por las repúblicas del siglo
XIX, las leyes de reforma agraria más actuales y los impulsos del desarrollo
capitalista industrializado desde principios del siglo XX.

52
En el territorio que abarcó la cultura Tiwanaku, en el área andina,
convivieron diversos grupos humanos diferenciados en etnias -comunida-
des humanas donde sus miembros se identifican entre sí como parte de un
mismo grupo, normalmente ligados a un vínculo de ascendencia común,
que comparten elementos; lengua, costumbres, tareas, visión del mundo,
además de recursos y estrategias técnicas para la subsistencia –, entre las
cuales es relevante mencionar a los Lupacas, Carangas, Collas y Chichas
(Imagen 8). Sus reglas sociales se regían por la forma de ocupación que
se impone en todo el territorio, fundamentadas en conceptos como reci-
procidad y solidaridad para el control del máximo de pisos ecológicos,
garantizando la disponibilidad de recursos para el habitar en un territorio
extenso, diverso y con una multiplicidad de limitaciones productivas, que
requiere del constante trabajo humano en las potenciales zonas donde se
puede favorecer la habitabilidad, localizadas en muchos casos a grandes
distancias entre ellas.

La capacidad transformadora del paisaje que ejerce el hombre


sobre el territorio que habita, desde el tiempo que éste es capaz de gene-
rar recursos propios para su abastecimiento, por medio de la agricultura
y la ganadería, ha dependido constantemente de un buen manejo de las
técnicas de control del agua en el territorio, las cuales van evolucionando
y se vuelven sofisticadas en la medida que la sociedad se vuelve compleja.
Aquellas comunidades que habitan territorios áridos, con el agua como ele-
mento fundamental para la supervivencia, y por tanto recurso crítico, han
construido un sistema de formas organizativas, conocimientos, prácticas y
objetos materiales que permiten conseguir un óptimo aprovechamiento del
agua para favorecer la productividad de su hábitat. Desde esta base es que
se generan estrechos vínculos entre civilización y regadío, que incorporan
complejas estructuras políticas, grandes sistemas hidráulicos y un conjun-
to de conocimientos técnicos que transmiten ancestralmente, técnicas que
controlan la erosión y las inundaciones, sistemas subterráneos para el riego
y el drenaje, reservorios de agua, diques, desviación de arroyos y ríos para

53
irrigar oasis fértiles, hundimientos artificiales del suelo, entre otras (Cas-
tro, 2008), consiguiendo con esto todo un dominio del territorio. El agua
adquiere valor simbólico actuando como estructurador del espacio y el
tiempo (Castro, 1992). Las celebraciones tradicionales del mundo andino
constantemente hacen referencia a espíritus que dan simbolismo y repre-
sentan el gran respeto por los recursos naturales que les provee la tierra,
De estos espíritus, Tata Putrajni, o espíritu del Agua, es el que reside en las
vertientes, aguadas, nacimientos de ríos, ojos de agua, canales de regadío
prehispánico (Grebe e Hidalgo, 1988).

Los sistemas tradicionales de riego alto-andino, han sido estudia-


dos desde las ramas de la antropología 3 y de la arquelogía 4, lo cual otorga
la dimensión interdisciplinar necesaria para la comprensión y valoración
de estos sistemas espaciales, que configuran un territorio donde se cons-
truye una determinada arquitectura en respuesta a la necesidad de control
territorial y social, para favorecer y mantener en el tiempo la habitabilidad
vinculada a un paisaje de altura, caracterizado por la irregularidad del te-
rreno y diversas condiciones complejas para el manejo del agua, como el
relieve irregular y la alta oscilación térmica, que incide en la velocidad de
evaporación (Castro, 2008). El riego es determinante de la habitabilidad,
pudiendo observarse en el territorio al menos tres escalas de intervención
y modelamiento, vinculados a acondicionar el agua para que por grave-
dad, sea capaz de movilizarse por la abrupta geografía existente. Hablamos
de sistemas hidráulicos de alta complejidad compuestos por canales de
trasvase, de conducción y de desagüe, además de los canales internos de
distribución asociados a la vida cotidiana del lugar.

Canales de Trasvase.

Uno de los casos emblemáticos de sistemas hidráulicos de alta


complejidad es el Canal de Trasvase Chicama-Moche, perteneciente a la
cultura Chimú (Perú), construido en el 1200 a.c. Permitía transportar el

54
agua desde el río Chicama hasta la cuenca del río Moche, cerca de la capital
imperial de Chan Chan. Debido las dificultades geográficas presentes, el ca-
nal tenía un largo total de 84 kilómetros de longitud, pese a que la distancia
en línea recta sólo alcanzaba los 42 km. Actualmente continúa en uso 17
kilómetros del canal (Ortloff, 1985). La extensión del canal, sólo se explica
por el reconocimiento del territorio para poder mantener una pendiente
constante para trasladar el agua en forma efectiva entre una cuenca hidro-
gráfica y otra (Imagen 9).

En una escala menor, en Chile encontramos el canal de trasvase


prehispánico Vilasamanani-Socoroma (Osorio & Santoro, 1989) de unos
15 km de longitud, que permitía trasladar el agua desde la quebrada de
Vilasamanani para dotar de agua a una franja de terrazas de cultivo de
200 a 300 km de ancho por varios kilómetros de largo por las abruptas
laderas de la quebrada de Socoroma, triplicando de esta manera el caudal
disponible y por lo tanto la superficie de cultivo. El canal, cuando entra en
Socoroma, se va sudividiendo en forma escalonada, en al menos 4 canales
de conducción (Imagen 10).

En la construcción de los sistemas de riego, la tecnología prehis-


pánica debe resolver los inconvenientes técnicos, como diques permeables,
canales interceptores o saltillos (Imagen 11).

Canales de Conducción.

Son sistemas complejos que conducen aguas permanentes a las


laderas y los valles. El nivel de complejidad tecnológica lo determina la
longitud. En el mismo caso de Socoroma, hay 4 canales de conducción.
Originalmente eran empedrados y requerían niveles de mantención per-
manente por parte de la comunidad, lo que configuraba una estructura
social organizada que entendía como parte de su cultura la mantención en
vigencia de la efectividad de los canales. En la actualidad, los canales

55
empedrados cada vez son más escasos, ya que los planes de ayuda guber-
namental, han reemplazado los revestimientos de los canales, por sistemas
de hormigón prefabricados, que requieren la mínima mantención, lo que
trae como consecuencia el mayor desapego por parte de la comunidad
habitante, a la mantención y eficiencia en el uso del agua (Imágenes 12,
13, 14 y 15).

Canales de Distribución.

Los canales de distribución son los configuradores del territorio


al interior de los espacios hidráulicos, son simples y se encargan de distri-
buir las aguas al interior de las parcelas. La sencillez en su construcción
obliga a re-trazar constantemente su curso, lo cual además permite adapta-
bilidad al régimen de cultivos cambiante (Imagen 16).

Conclusiones.

Los sistemas de modelado del paisaje, vinculados a la obtención


de la optimización del uso del agua que es posible apreciar en los sistemas
hídricos del norte de Chile, cuyos niveles de desertificación van en constan-
te aumento, permiten la comprensión del paisaje como un modelo cultural
de gestión sostenible de los recursos. Por lo tanto la comprensión de sus
dispositivos, técnicas de manejo y leyes sociales que permiten el uso de
códigos de acción al interior de una comunidad, nos pueden llevar a la efi-
ciencia en la gestión de los recursos actuales disponibles a diversas escalas,
desde el interior de las viviendas, hasta en la ciudad y el territorio. Se valora
un conjunto de conocimientos propios del lugar donde se generan, enten-
diéndolo como paisaje cultural, el cual debe ser estudiado para propuestas
futuras de protección e intervención. La comprensión de que es el agua
quien define y modela este tipo de paisajes, nos permite inferir sobre la
importancia para la arquitectura y el urbanismo, de la comprensión de sus
movimientos gravitacionales, determinantes del modelado de un territorio
eficiente en la optimización del recurso (Imagen 17).

56
Referencias.
- Barceló, M., Kirchner, H., & Navarro, C., 1996. El
Agua que no duerme: funda-
mentos de la arqueología hidráulica andalusí. Maracena: Sierra Nevada 95.
- Brundtland, G., 1987. In World Commission on Environment and Develo-
pment. (Ed.), Our common future. Oxford.: Oxford University.
- Castro, M., 1992. Cultura Hídrica, un caso en Chile. Caracas, Venezuela:
Unesco. Descargado de http://unesdoc.unesco.org/images/0015/001550/155026so.pdf.
- Castro, M., 2008. La tecnología del riego en la cultura de los pueblos andi-
nos. Paper presentado en http://ceer.isa.utl.pt/cyted/2007/bolivia2007/Tema2/2.4_MCas-
tro_LaPaz_Set07.pdf., 2010(6/6/2010).

- Chandía-Jaure, R., & Cuchí, A., 2011. La Construcción de la Habitabilidad y el


Paisaje en los oasis del Desierto de Atacama. Trienal De Investigación Facultad
De Arquitectura y Urbanismo Universidad Central De Venezuela.

- Cortina, A., Queralt, A., & Espanya., 2007. Convenio Europeo del Paisaje :textos
y comentarios. Madrid: Ministerio de Medio Ambiente.
- Grebe, M., & Hidalgo, B., 1988. Simbolismo Atacameño: Un aporte etnológico
a la comprensión de significados culturales. Revista Chilena de Antropología, 7.
- Mata-Olmo, R., & Fernández Muñoz, S., 2010. Paisajes y patrimonios culturales
del agua. La salvaguarda del valor patrimonial de los regadíos tradi-
cionales. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea],
XIV(337) Descargada de: http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-337.html.

- Murra, J., 2002. El Mundo andino : población, medio ambiente y econo-


mía. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
- Ortloff, C., 1985. Ingeniería Hidráulica Chimú. In H. Lechtman. (Ed.),
Tecnología del Mundo Andino (2ª ed., pp. 91-134). México: Universidad Nacional Autónoma
de México.
2_Ver definición en “La Construcción de la Habitabilidad y el Paisaje en los oasis del Desierto de Atacama.” Chandia-
Jaure, Cuchí, 2011.
3_ Una de las más antiguas culturas de Los Andes, se habría iniciado en 1500 a.c, colapsando entre 1100 y 1200 a.c.
Habría abarcado el territorio de Los Andes Centrales, compuesto por Perú, parte de Chile y Bolivia. Su principal núcleo
administrativo y ceremonial, Tiwanaku, se localiza a 20 km al sureste del lago Titicaca, en el altiplano Boliviano.
4_ La antropóloga Milka Castro ha realizado diversos estudios sobre los sistemas de riego asociados a la cultura, en
la eco región andina. (Castro, 1992).
5_ El arqueólogo Calógero Santoro ha investigado los sistemas de irrigación y fertilización prehispánicos en el Desier-
to, en el proyecto Fondecyt 197597. (Santoro et al., 1998).

57
La rehabilitación arquitectónica y su posible rol en la
preservación del patrimonio anónimo.

Dra. Claudia Torres


Arquitecta, Universidad de Valparaíso
Académica Departamento de Arquitectura,
Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile
claudiatorres@uchilefau.cl

1. Introducción

El tema que se presenta plantea la necesidad e importancia de


evaluar la proyección de las actuaciones de rehabilitación arquitectónica
como parte de una política pública de recuperación de barrios históricos
en nuestro medio nacional, en el entendido que se han desarrollado inicia-
tivas aisladas, con algunos resultados no exentos de cuestionamientos.

Al tener como referente algunos planes de rehabilitación arqui-


tectónica desarrollados en los centros históricos de Europa y la diversidad
de ellos según las condiciones de cada localidad, se plantea la arquitectura
anónima y especialmente la vivienda, como objeto de estudio, ya que se ha
demostrado que mediante su recuperación, conservación y mantenimiento,
se puede asegurar la permanencia del tejido urbano y la vitalidad de los
barrios tradicionales, de modo que se preserve el paisaje cultural en cuanto
patrimonio tangible e intangible.

58
Por otra parte, se presentan las características de las actuaciones
de rehabilitación factibles, según el modelo de habitabilidad de la arquitec-
tura residencial existente en nuestra realidad local, con referencia a algu-
nos proyectos realizados principalmente en Valparaíso.

2. Valores de la arquitectura “anónima”.

Los centros urbanos de las ciudades y poblados tradicionales es-


tán conformados por algunos monumentos y mayoritariamente por arqui-
tectura residencial concebida bajo el anonimato de profesionales o “maes-
tros” constructores. Pocas veces se conoce la autoría de las obras, con
suerte el año o época de construcción y con dificultad se suele encontrar
alguna planimetría original de la obra. No obstante, los tejidos urbanos
quedan configurados por estas construcciones y la relación entre ellas,
otorgando el valor histórico al paisaje patrimonial y albergando modos de
vida acordes al desarrollo sociocultural de cada época.

Las obras monumentales catalogadas según decreto Ley como


1
“Monumentos Nacionales” se conservan gracias a la inversión directa de
gobiernos e instituciones privadas que velan por su salvaguarda, mediante
emblemáticos proyectos de restauración. Ejemplo de ello, en nuestro país,
son los proyectos del programa de “Puesta en Valor del Patrimonio” llevado
a cabo por el MOP, con financiamiento del BID desde el año 2008.

Por otra parte, la arquitectura residencial “anónima”, desarrolla-


da como parte de los conjuntos urbanos o rurales que cuentan con decla-
ratoria de Zona Típica, es nominada como “Inmuebles de Valor Ambiental”
en los respectivos “Instructivo de Zona Típica” como por ejemplo en el
siguiente de Valparaíso:

“Inmueble cuya volumetría y tratamiento de fachada reúne ele-


mentos de interés y constituye un aporte ambiental por sus atributos, pero

59
no se destaca por sí solo en el conjunto. Puede corresponder a una tipología
arquitectónica menos elaborada, compleja o distinta de los inmuebles mas
destacados y representativos del área pero constituye un elemento que apoya
o refuerza al conjunto, permite una notable articulación con el entorno y
contribuye a conformar un determinado ambiente urbano” (Torres, 2006).

En estos casos, la normativa permite que estos inmuebles puedan


ser intervenidos o modificados siempre que mantengan su calificación o
bien, contribuyan a aumentar el “valor ambiental” de la zona. Cuando no
existe un instructivo específico, estas edificaciones quedan reguladas úni-
camente por Planes Reguladores con Planes Seccionales, si es que los hay,
o en su defecto, de manera general por la Ordenanza.

En general estos instrumentos regulan los usos posibles y las con-


diciones volumétricas o estéticas que afecten las condiciones urbanas de
su entorno, sin especificar o restringir el tipo de intervención a realizar,
quedando a criterio de los propietarios o profesionales el tipo y alcance de
la intervención.

3. La rehabilitación arquitectónica en la recuperación del paisaje patrimo-


nial.

“Esta aguda conciencia de la tradición es un fenómeno moderno


que refleja un anhelo de costumbres y de rutinas en un mundo caracteriza-
do por un cambio y una innovación constante” (Rybczynski, 1992).

Bajo un cierto prisma, se podría postular que el sentido natural de


regeneración urbana, debiese implicar la demolición de las construcciones
que han superado su vida útil o que se encuentran obsoletas en sus mode-
los funcionales y de habitabilidad, insertando en su lugar, nuevos modelos
de arquitectura, más acorde a los actuales requerimientos de uso.

60
Sin embargo, nuestra cultura occidental desde algunas pocas dé-
cadas se ha comenzado a ocupar en preservar esta “arquitectura anónima”
-que comprende obras de menor valor artístico que aquellas considera-
das monumento- logrando su permanencia, no sólo por ser parte de un
determinado paisaje patrimonial y conformadora de los tejidos urbanos
en zonas históricas, sino que también, por el significativo valor social que
los diversos modos de habitabilidad le han otorgado o bien, las funciones
que en ella se han desempeñado y que representan parte del desarrollo
histórico-cultural de las diferentes localidades.

Sin dejar de lado estas características, se debe mencionar el rele-


vante rol que han tenido y continúan teniendo las intervenciones de rehabi-
litación a nivel urbano, en la recuperación de centros históricos europeos
con altos índices de degradación urbana y social, revirtiendo condiciones
que en la actualidad, son comunes a algunas de nuestras áreas históricas,
como se indica en el siguiente párrafo:

“ …la pérdida de peso económico y la marcha de las clases de


mayor renta a otras zonas de la ciudad, hace que estos barrios se vean
pronto afectados por los problemas derivados de la falta de renovación del
tejido urbano, deterioro de la vivienda, asentamiento de actividades margi-
nales y precarias” (Abellá, 1996).

De la experiencia de países europeos, podemos aprender y com-


prender la importancia y necesidad de generar este tipo de actuaciones a
partir de, o vinculadas a, el diseño de Planes 2 que respondan a una política
de planificación regulada, con estrategias y modelos de gestión viables y
sustentables económicamente y no queden únicamente esperando las su-
cesivas iniciativas de inversión privada o bien, intervenciones parciales en
base a subvenciones públicas enfocadas en mejorar la imagen urbana de
estas zonas (ej. pintura de fachadas) para lograr la recuperación de un
barrio, ya que ello no depende únicamente de la capacidad de influencia

61
de obras arquitectónicas aisladas, sino de muchos factores asociados que
muchas veces escapan al ámbito y disciplina de la arquitectura.

En general, las estrategias para la recuperación de la arquitectura


residencial mediante proyectos de rehabilitación, desarrolladas en planes
de ciudades europeas, se pueden resumir en los tres tipos siguientes:

a) Por una parte, “integrar” las actuaciones de rehabilitación di


rectamente en los instrumentos de planificación y regulación. De
finiéndose el objetivo buscado con este tipo de actuaciones, regu
lando el alcance de las rehabilitaciones y designando los inmue
bles factibles de ser rehabilitados.

b) Por otra, plantear las actuaciones de rehabilitación como


“consecuencia” de un determinado plan de mejoras o reforma
urbana y de programas de gestión patrimonial. En este sentido
se ve como parte de un objetivo final que puede llegar a no
cumplirse (un ejemplo de ello es la actual rehabilitación del
ascensor San Agustín en el C° Cordillera de Valparaíso).

c) Planificar intervenciones públicas aisladas a modo de ejemplo,


como actuaciones “gatilladoras” de futuras rehabilitaciones bajo
inversión privada. Se interviene demostrando la viabilidad de re
cuperación de determinados inmuebles.

No obstante, si se entiende la rehabilitación arquitectónica como


parte de una política pública de recuperación urbana de centros históricos,
se presenta como la posibilidad de recuperar edificaciones y zonas con al-
tos índices de degradación arquitectónica y social, manteniendo los valores
históricos de aquellos lugares significativos.

62
4. Características de las actuaciones de rehabilitación.

La posibilidad de rehabilitar las obras de arquitectura que con-


forman los centros históricos, Zonas de Conservación o Zonas Típicas en
nuestro país, permite validar y recuperar las edificaciones existentes, asig-
nándoles un nuevo rol urbano y social, mediante la conservación y vigencia
de su tipología arquitectónica.

Es así como, en la búsqueda de preservar estas condiciones de va-


loración arquitectónica y bajo las posibilidades que determinan las regula-
ciones de los “Instructivos de Zona Típica” en nuestro país 3(sin regularlas,
delimitarlas, ni clasificarlas directamente), se desarrollan las actuaciones
de rehabilitación entendidas como concepto de intervención arquitectóni-
ca, bajo la siguiente definición:

“Rehabilitación de un inmueble: recuperación o puesta en va-


lor de una construcción, mediante obras y modificaciones que, sin des-
virtuar sus condiciones originales, mejoran sus cualidades funcionales,
estéticas, estructurales, de habitabilidad, de confort” (OGUC, 2011).

El concepto desarrollado es lo suficientemente abierto como para


incluir en él actuaciones de redistribución espacial, de consolidación y
reparación, de reestructuración, de acondicionamiento y actualización de
instalaciones y equipamientos o de restauración de elementos singulares.
Sin embargo, el tipo de actuación de rehabilitación, que normalmente se
lleva a cabo, está principalmente determinado por la configuración, tipolo-
gía arquitectónica y a las condiciones de habitabilidad de origen del inmue-
ble.

Teniendo como referencia intervenciones de rehabilitación ejecu-


tadas en centros históricos españoles 4, se puede plantear que las propues-
tas de rehabilitación principalmente se desarrollan buscando diferentes ob-

63
jetivos según las posibilidades del inmueble que se recuperará. En general
estas obras se fundamentan en:

• Operaciones de densificación, subdivisión de la planta o


creación de entrepisos.
• Aumento de volumen y superficie construida.
• Cambio de uso.
• Mejoras o cambios en las condiciones de habitabilidad.
• Alteraciones o modificaciones en la funcionalidad de la
obra.
• Recuperación estructural y constructiva de la obra.
• Habilitación y renovación de instalaciones.
• Mejora en las condiciones de confort.

Según ello, se podrán proponer diferentes tipos de actuaciones de


rehabilitación dependiendo del alcance y la envergadura de ellas.

En general, este tipo de actuaciones se pueden clasificar de la


siguiente manera 5:

• Rehabilitaciones Integrales: son aquellas que suponen una


intervención sobre la totalidad de elementos de una obra -estruc-
turales, constructivos o distributivos- que lo requieran, producién
dose o no una alteración significativa de los espacios originales
y su volumetría, mejorando sus condiciones de habitabilidad o
generando cambios de uso (Imagen 1).

• Rehabilitaciones Parciales: intervenciones que no operan sobre


la totalidad de la obra, incluyéndose reparaciones, consolidacio
nes o reconstrucción de los elementos comunes (Imagen 2).

• Rehabilitaciones interiores: son aquellas privativas de una vi-


vienda o unidad particular, que permiten asumir las condiciones
de espacio habitable, sin alterar los sistemas estructurales origi
nales ( Imagen 3).

64
Según estudios realizados 6 en el año 2010 a los proyectos de in-
tervención en edificaciones de la Zona Típica en Valparaíso, el 90% de las
habilitaciones integran usos comerciales en los edificios, generalmente en
su planta baja. Desde el año 2007 se incrementa esta modalidad propia
del plan hacia las viviendas de los cerros. Existen 2 casos de habilitaciones
totales para acoger los usos de hospedaje familiar en antiguas viviendas.

5. Los modelos de habitabilidad residencial.

Al indicar que los tipos de actuación de rehabilitación quedan


condicionados por la tipología arquitectónica, las condiciones estructura-
les-constructivas y de habitabilidad de origen del inmueble, se hace nece-
sario, en el caso de las viviendas, poder comprender y determinar bajo qué
lógica o modelo de habitabilidad fueron diseñadas y construidas.

El desarrollo de esta arquitectura residencial “anónima” res-


ponde a diversos modos de habitabilidad que se pueden ordenar en los
siguientes grupos, según la época histórica y el modelo de estructuración
socio-cultural.

• Asociados a las condiciones del desarrollo productivo pre-in


dustrial como la “casa artesana” característica en los centros de
ciudades europeas o la “vivienda rural” en nuestro país, en las
que conviven los espacios familiares y los espacios del trabajo
(Imagen 4).

“Las transformaciones producidas en la casa artesana correspon


den a los cambios en el modelo de estructuración social -el pro
gresivo paso de la familia menestral amplia, a la familia nuclear-
que las acompañan” (Busquet, 2003).

65
• En un proceso paralelo, se desarrollan los “caserones o palace
tes” que tienen un origen de desarrollo principalmente en parce
larios urbanos y en ciertas localidades rurales un origen
casi fundacional, como por ejemplo en la zona central de nuestro
país. En este tipo de viviendas cada espacio está designado para
cumplir una función específica y en general se genera una estra
tificación de zonas según su vínculo social con el entorno, ya sea
vertical por plantas (plantas bajas de recepción social y plantas
altas de servicio doméstico o de guarda), u horizontal por patios
(el primero de recepción y el último del servicio). En este tipo de
viviendas habita normalmente una familia nuclear y personal de
servicio (Imagen 5 y 6).

En los caserones, a diferencia de la casa, artesana se comienzan


a crear espacios de intimidad y se buscan condiciones de “con
fort” como bienestar doméstico (Rybczynski, 1992).

• Posteriormente, la vivienda como lugar de trabajo y residencia


unifamiliar, se transforma en un concepto de la vivienda como un
“bien de rentabilidad”. De este modo nace la “vivienda de renta”
aquella de más de un piso, donde los propietarios comparten por
niveles la edificación con inquilinos, evolucionando a la construc
ción de un edificio de viviendas, todas de renta (Imagen 7).

• A partir de la época industrial se desarrolla la “vivienda bur


guesa”. Estas viviendas son utilizadas por la burguesía industrial
desde el s.XIX y principios del s.XX hasta nuestros tiempos. Res
ponden a modos de habitabilidad asociados a la condición socio-
cultural-económica de la familia, donde la vivienda, además de
ser el lugar de convivencia familiar, representa una imagen de
“status” ante la sociedad, más evidente en las ciudades contem
poráneas (especialmente las latinoamericanas), donde el tama
ño, la materialidad y el barrio pueden llegar a definir las caracte
rísticas de las familias que las habitan (Imagen 8).

66
En este sentido, las viviendas que habitualmente encontramos en
nuestros centros históricos, con o sin declaratoria de “Zonas de Conserva-
ción” o “Zonas Típicas”, construidas en su mayoría entre finales de s. XIX
y principios de s.XX, corresponden a viviendas que se pueden clasificar
dentro de alguna de estas tipologías. En los grandes centros urbanos prin-
cipalmente encontraremos vivienda de tipo burguesa, de renta y algunos
caserones.

El origen de las viviendas determina en gran parte las posibilida-


des de rehabilitación de esta tipología arquitectónica, ya que presentan dis-
tintas condiciones espaciales, de dimensiones, distribución, iluminación,
ventilación y accesibilidad; del mismo modo, las características de su es-
tructura constructiva puede determinar las posibilidades de intervención o
modificación de los espacios para una rehabilitación, especialmente cuan-
do se trata de un cambio de uso.

6. Inversión en rehabilitación.

Actualmente, las posibilidades de inversión en rehabilitación de


la arquitectura anónima en las zonas históricas en nuestro país son muy
escasas, más aún para el propietario que ha heredado una vivienda y que
la considera como parte de un patrimonio familiar pero que no cuenta con
los recursos adecuados para conservar dichas viviendas en condiciones de
habitabilidad aceptables. El problema radica principalmente en que ma-
yoritariamente, son viviendas de grandes superficies con altos costos de
mantenimiento y como se ha mencionado anteriormente, en nuestros cen-
tros históricos normalmente sus habitantes cuentan con niveles de ingresos
medios a bajos.

En general, cuando se realizan estas intervenciones financiadas


por un privado, se busca rentabilizar la inversión y con ello se generan pro-
yectos que modifican el uso de la vivienda, transformándolas en programas
comerciales, hoteleros, de oficinas o similares.

67
En relación al apoyo de las instituciones públicas, hoy vemos que
existen subvenciones por parte del Estado para quien compra una vivienda
rehabilitada. En el caso de quien es propietario, sus posibilidades actual-
mente son postular a un fondo de reconstrucción 7 con co-financiamiento
(pocos privados postulan con sus viviendas ya que se debe contar con la
mitad del financiamiento del proyecto), o encontrarse (en el caso de Valpa-
raíso) con su vivienda situada en alguna calle de valor urbano para formar
parte de los programas de recuperación de fachadas financiadas por el
municipio, sin embargo, la inversión en los interiores de las viviendas en
general es nula. Consecuencia de ello es que finalmente los propietarios
terminan vendiendo su patrimonio y trasladándose a otras zonas de la ciu-
dad.

7. Conclusiones.

Podemos ver cómo los procesos de recuperación de la arqui-


tectura anónima, por medio de las rehabilitaciones como fenómeno, está
ampliamente desarrollado en países europeos y hoy recién comienza a ges-
tarse en nuestras ciudades, con las dificultades propias de un proceso ger-
minal poco regulado y bajo un modelo que, buscando cierta rentabilidad,
se opone muchas veces a los intereses ciudadanos o a la voluntad política.
Es por ello que se debe estudiar en profundidad el fenómeno local y las
vulnerabilidades sociales y arquitectónicas de estas viviendas y sus posibili-
dades de recuperación de manera sostenible en el tiempo.

Con este objetivo se desarrolla en la actualidad una investigación


que busca la elaboración de una metodología integral para la evaluación de
adaptabilidad arquitectónica en viviendas de zonas típicas urbanas, frente a
nuevos requerimientos de uso.

Referencias.
- Abella, M., 1996. “Ciutat
Vella, Rehabilitación Integral en el Centro Histórico
de Barcelona (España)”. Disponible en http://habitat.aq.upm.es/dubai/96/bp259.html.

68
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Ajuntament de Barcelona y UPC.España.

- Rybczynski, W., 1992. “La casa. Historia de una idea”, Madrid. Ed. Nerea, S.A.
Tercera edición. Primera edición, 1989. España.

- Torres, L., 2006. “Instructivo de Intervención en “Zona Típica” Área His-


tórica de Valparaíso, 2001”. Valparaíso, Octubre del 2006.Chile.
La rehabilitación de viviendas a partir de los
- Torres, C., 2012. Tesis doctoral: “
Planes Especiales de Reforma Interior (PERIs), en el centro histórico de Bar-
celona. 1990-2004. Estudio arquitectónico, constructivo-estructural de las pro-
puestas de intervención, en los barrios de La Barceloneta y el Raval”. Barcelona,
ETSAB, UPC. España.

- Valdivia, S., 2012. “Patrimonio arquitectónico y paisaje cultural”. Ponencia en IV


Congreso Chileno de Conservación y Restauración. Santiago, Chile.

- Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones. 2011, Chile.

- Octubre, 2012. http://www.smass.cl

- Octubre, 2012 http://www.elmartutino.cl/noticia/sociedad/vecinos-del-cerro-cordillera-


podrian-volver-pintar-sus-fachadas

- Octubre, 2012 http://geografiachileudla.wordpress.com/category/uncategorized/page/3/


1_En Chile, según nomina de CMN existen declarados 1313 Monumentos Nacionales en lista, a la fecha de Junio de
2012. En ella se incluyen ZT, Monumentos desafectados y Santuarios de la Naturaleza, por lo tanto, Monumentos
Históricos arquitectónicos son menos de esa cantidad.
2_En el caso de Valparaíso a casi 10 años de su declaratoria como Patrimonio de la Humanidad ante UNESCO (2003),
recién se termina la Fase 2 del Plan Director de Gestión Patrimonial (PDGP) de Valparaíso, en Septiembre de este año
2012, faltando aún una Fase 3 de operación y puesta en marcha del Plan.
3_En estudios realizados a los instrumentos reguladores en Barcelona, nos encontramos con la Ordenanza Metropolita-
na de Rehabilitación que se encuentra vigente desde 1985 (con posteriores modificaciones), en la que se vincula direc-
tamente las intervenciones con los niveles mínimos de habitabilidad. Además, se clasifican los tipos de rehabilitación y
en casos, se hace referencia a los costos que hacen rentable la inversión.
4_Investigación realizada para Tesis Doctoral de la autora: “La rehabilitación de viviendas a partir de los Planes Espe-
ciales de Reforma Interior (PERIs), en el centro histórico de Barcelona. 1990-2004. Estudio arquitectónico, constructi-
vo-estructural de las propuestas de intervención, en los barrios de La Barceloneta y el Raval”.
5_Los planes e instrumentos reguladores estudiados presentan diversas clasificaciones y terminologías, por ello se
propone esta clasificación general que aúna y ordena las distintas visiones.
6_ Estudio realizado por la arquitecta Soledad Valdivia para cursos de doctorado.
7_ Fondos asignados para reparaciones y reconstrucción de inmuebles considerados patrimonio por sus dueños y con
cierta antigüedad, después del terremoto de 2010.

69
Patrimonio Inmaterial y Turismo Cultural Sustentable.
Sección Patrimonio Cultural, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

Cristina Gálvez G.
Licenciada en Historia, Potificia Universidad Catóica de Chile
Sección Patrimonio, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Región de La Araucanía
cristina.galvez@cultura.gob.cl

Augusto González J.
Licenciado en Sociología, Pontificia Universidad Católica de Chile
Sección Patrimonio, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Región de La Araucanía
augusto.gonzalez@cultura.gob.cl

Resumen.

La vinculación entre patrimonio y turismo, es una relación que ha venido


consolidándose en el último tiempo: la cifra de visitas, las expectativas creadas en
algunas comunidades y la propia acción de la política pública, nos habla de un
fenómeno que requiere de una mirada más atenta toda vez que se trata de dos
ámbitos de importancia para el desarrollo. El presente artículo busca reflexionar
en torno a la vinculación existente entre los conceptos antes mencionados, guiados
por la siguiente pregunta ¿qué impacto tiene el turismo cultural sobre el patrimo-
nio? Para dar cuenta de esta interrogante, proponemos una somera revisión de los
conceptos, mirados desde los prismas del turismo y el patrimonio; luego ofrece-
mos una hipótesis de trabajo, la que plantea ciertas condiciones para el desarrollo
de esta actividad. Finalmente compartimos algunas de las acciones que, como or-

70
Introducción.

Iniciamos esta discusión proponiendo algunas definiciones. Según la


OMT 1 (Organización Mundial del Turismo), “Turismo comprende las actividades
que realizan las personas durante sus viajes y estancias en lugares distintos al de
su entorno habitual, por un período de tiempo consecutivo inferior a un año, con
fines de ocio, por negocios y otros motivos”.

Definición de turismo cultural según la UNESCO 2 : “Corresponde


a una dimensión cultural en los procesos socioeconómicos, para lograr un
desarrollo duradero de los pueblos. Como un modelo humano integral y
sostenible. Es considerada una actividad que no sólo contribuye al desa-
rrollo económico, sino a la integración social y al acercamiento entre los
pueblos. Siendo el turismo cultural una modalidad en la que convergen po-
líticas culturales y turísticas, portador de valores y respeto por los recursos,
tanto culturales como naturales”.

De este modo, el turismo cultural abarca las actividades y ex-


periencias culturales que atraen y fomentan el turismo como una forma
significativa de sumergirse y disfrutar del estilo de vida de los habitantes
del lugar, así como del entorno local y de los aspectos que determinan su
identidad y carácter (OMT, 2002)3. Congruentemente, para ICOMOS (Con-
sejo Internacional de Monumentos y Sitios) el turismo cultural abarca “los
desplazamientos de personas por motivos esencialmente culturales como
los viajes de estudio, tours culturales o artísticos, por festivales y otros
eventos culturales, visitas a lugares y monumentos, viajes para estudiar la
naturaleza, el folklore o el arte, y las peregrinaciones” 4. Estas definiciones,
si bien contribuyen a resaltar la cultura como foco central del turismo, a
veces desconocen la dimensión económica compleja que subyace en esta
actividad, en términos de oferta y demanda de bienes y servicios culturales
y patrimoniales, así como la rentabilización económica y el impacto que
puede generar en el ámbito productivo local.

71
Desde el turismo.

El turismo, tanto interno como externo, ha sido y seguirá siendo


uno de los medios más importantes para el intercambio cultural, a la par
que se consolida como una actividad económica de importancia. Los an-
tecedentes institucionales y las cifras, muestran su enorme crecimiento a
nivel mundial, incluido nuestro país: según cifras de Sernatur, el año 2011,
del total de turistas (3 millones 700 mil extranjeros) un 40% de los que
visitaron Chile, lo hicieron principalmente por razones culturales y patri-
moniales 5. Frente a esto se hace necesario ahondar en las políticas públicas
en relación al patrimonio y la cultura, así como en la investigación sobre
los territorios en donde se desarrolla y promueve el turismo con énfasis en
estas características.

El turismo permite utilizar en términos económicos algunos ám-


bitos del patrimonio, actividad que, realizada de buena forma, permite la
conservación y sustentabilidad en el tiempo. Mediante la base turística,
por ejemplo, se pueden generar fondos para restauración de patrimonio
mueble y consecuentemente conseguir mecanismos para educar a la co-
munidad sobre su interpretación y valoración. El turismo es un fenómeno
complejo, que cuando genera buenos resultados en el ámbito cultural y
patrimonial, se convierte en el epítome de la gestión cultural.

Por otro lado, los viajeros son más más selectivos e informados y
prefieren destinos socialmente responsables, con la comunidad, el ambien-
te y el territorio. Tanto así, que es un factor a tomar en cuenta la elección de
destinos sustentables, según Travel Trend Report (2012) ABTA (the travel
Association) 6 el 33% de los turistas (mujeres preferentemente) pagarían
más si saben que su viaje tendrá un menor impacto ambiental. Otro dato de
ABTA, es que los destinos de playa son los más buscados, pero cada vez se
persigue la autenticidad y lo identitario de cada lugar. El patrimonio cultu-
ral y natural, el paisaje, las culturas vivas y la diversidad, son los atractivos
del turismo.

72
El nicho de viajeros frecuentes ha madurado y la oferta ha girado
hacia la especialización. Los tipos de turismo más selectivos son llamados
de “intereses especiales”, en el caso cultural, se trata de ofrecer en el valor
agregado lo simbólico, es decir, los mismos servicios pero añadir otros
propios del carácter de su gente y el lugar (Soto, 2010) 7. Los productos
turísticos con apoyo de la comunidad local y la experiencia del turista en el
intercambio cultural, marca la diferencia del turismo de masas.

Desde la teoría

El patrimonio cultural como atractivo turístico es un campo muy


sensible frente a un consumo desordenado, masivo y sin resguardo, sobre
todo en el caso de su dimensión inmaterial, donde pueden haber transfor-
maciones, homogeneizaciones culturales e incluso llegar a perder tradicio-
nes e identidades locales. El patrimonio cultural y natural, tiene un carácter
universal, lo que a la vez, genera derecho y responsabilidad sobre él, se
debe comprender, valorar, y conservar en sus valores universales.

Hablar de patrimonio nos remite a una discusión amplia, y más
amplia aún, cuando incorporamos el concepto de patrimonio para uso tu-
rístico. El patrimonio cultural abarca sitios históricos, emplazamientos y
entornos construidos, tradiciones pasadas y presentes, biodiversidad, co-
nocimientos y experiencias que son parte de procesos de evolución histó-
rica, de identidades y territorios, a escalas nacionales, regionales y locales.
Punto importante de este patrimonio, es su dinamismo, que siempre está
en constante intercambio. La memoria y el patrimonio de cada localidad o
región son únicos, y son también, una base que puede ser susceptible de
usar para su desarrollo, tanto económico como social.

Se deben aunar las acciones para que el patrimonio pueda man-


tenerse en el tiempo. Para lograr este objetivo, se requiere comunicar su
significado y la necesidad de conservación, tanto a la comunidad como a
los visitantes.

73
“La riqueza de la memoria única y excepcional, la comercializa-
ción de un relato, el patrimonio cultural inmaterial, que a veces se preserva
como “incubadora histórica” y se utiliza en el turismo (...) es ponerla en
situación de riesgo, porque su fragilidad radica en que se sostiene justa-
mente, en las personas que la portan. Por esto mismo, es un tipo de desafío
de investigación y desarrollo que requiere de una mirada más ética que po-
lítica y académica, antes de comercial” (Soto, 2010). El entorno cultural y
ecológico de las comunidades y ciudades, mal gestionadas, puede degradar
la convivencia y también el disfrute del visitante.

Uno de los objetivos de la carta de turismo cultural de ICOMOS


especifica lineamientos de acción frente a estas dificultades, principalmente
manifiesta “animar a las partes interesadas para formular planes y políticas
concretas de desarrollo, objetivos mensurables y estrategias para la presen-
tación e interpretación de los sitios con patrimonio y sus actividades cultu-
rales para su defensa y conservación.” Y señalando también en su principio
número uno, que el “Patrimonio es un recurso material y espiritual y ofrece
una perspectiva de desarrollo histórico, desempeña un papel importante
en la vida moderna y el público en general debería tener acceso tanto físi-
co como intelectual y/o emotivo a este patrimonio. Los programas para la
protección y conservación del patrimonio natural y cultural en sus caracte-
rísticas físicas, en sus valores intangibles, expresiones culturales contempo-
ráneas y sus variados contextos, deberían facilitar a la comunidad anfitriona
y al visitante, de un modo equilibrado y agradable, la comprensión y el
aprecio de los significados de este patrimonio” (ICOMOS, 1999).8

Desde el patrimonio.

La emergencia del concepto Patrimonio Cultural Inmaterial es re-


lativamente reciente, viniendo a complementar la reflexión que en materia
de patrimonio se ha realizado a nivel mundial. En efecto, la Convención para
la Salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO del año

74
2003, ratificada por Chile el 2009, nos ofrece la siguiente definición: “Se
entiende por “patrimonio cultural inmaterial”, los usos, representaciones,
expresiones, conocimientos y técnicas- junto con los instrumentos, objetos,
artefactos y espacios culturales que le son inherentes- que las comunida-
des, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte
integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial,
que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente
por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con
la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y
continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cul-
tural y la creatividad humana” 9. A su vez, distingue los siguientes ámbitos:

a)Tradiciones y expresiones orales, incluyendo el idioma como


vehículo del patrimonio cultural inmaterial;
b)Artes del espectáculo;
c)Usos sociales, rituales y festivos;
d)Conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el uni-
verso;
e)Técnicas artesanales tradicionales.

En relación a la salvaguardia, el artículo 13 dice que cada Estado


hará lo posible para, “adoptar una política general encaminada a realzar la
función del patrimonio cultural en la sociedad y a integrar su salvaguardia
en programas de planificación.” También a “garantizar el acceso al patri-
monio cultural inmaterial, respetando al mismo tiempo los usos consuetu-
dinarios por los que se rige en el acceso a determinados aspectos de dicho
patrimonio” y el artículo 14, hace mención a la educación y fortalecimiento
de capacidades “promover la educación sobre la protección de espacios
naturales y lugares importantes para la memoria colectiva, cuya existencia
es indispensable para que el patrimonio cultural inmaterial pueda expre-
sarse.”10

75
De este modo, se establecen tanto las definiciones para poder
entender este concepto, como las medidas de salvaguardia que debiesen
aplicar los estados parte de esta convención. Como se pude apreciar, estas
medidas se encuentran vinculadas con el ejercicio de la actividad de turis-
mo cultural realizado de buena manera o, dicho de otro modo, las buenas
prácticas en esta materia pasan, entre otras cosas, por dar cuenta de estas
directrices emanadas de la convención de la UNESCO.

Política Cultural.

El Estado de Chile, junto con ratificar la convención del 2003 so-


bre el PCI, ha elaborado su propia política cultural 2011-2016 11, que inclu-
ye como un eje estratégico el patrimonio en general y el turismo cultural
en particular. En efecto, en su pilar de patrimonio y el objetivo número 14,
explicita “Fomentar el turismo cultural respetando la diversidad y la con-
servación del patrimonio cultural de la nación.” Y en el 14.2, “Se promueve
la articulación institucional pública entre los actores comprometidos para
abordar el desarrollo del sector” entregando lineamientos de trabajo en
varias aristas, enfocados hacia el reforzamiento de relevantes aspectos de la
cultura y patrimonio.

Esto implica, a modo de ejemplo, que la política de turismo cul-


tural, en su esencia, busca que el patrimonio cultural sea una herramienta
que se vincule con el desarrollo socioeconómico regional, fomentando la
investigación turística cultural y los focos de desarrollo local, relevando
identidades y particularidades con fines turísticos, pero también con una
correcta fiscalización, participación de la sociedad civil, y considerando
siempre la cuidadosa relación que debe haber entre patrimonio cultural y
el uso turístico.

Por estas razones, la sección de Patrimonio del CNCA impulsa el


programa de turismo cultural, teniendo en cuenta el reconocimiento de

76
la diversidad de expresiones, como condición esencial para el desarrollo
sustentable en beneficio de las generaciones actuales y futuras.

Hipótesis

A la luz de las definiciones presentadas, la convención de la


UNESCO sobre el PCI 12, de la política cultural y de la reflexión producto del
tiempo que llevamos trabajando en esta materia, proponemos la siguiente
hipótesis de trabajo: “El turismo cultural es una actividad que, bien ges-
tionada, puede convertirse en una herramienta de sustentabilidad y sal-
vaguardia del patrimonio cultural, toda vez que permite ponerlo en valor,
dinamizar las economías locales y fomentar la participación y control de la
comunidad sobre su patrimonio”.

¿Qué significa “bien gestionado”? Para que el turismo cultural,


pueda ser una herramienta de sustentabilidad y salvaguardia del patrimonio
cultural, debe cumplir con algunos requisitos, que detallamos a continua-
ción:

• Que exista un buen nivel de reconocimiento por parte de la


comunidad de su propio patrimonio.

• Que exista un soporte de conocimiento (academia) que permi


ta reconocer y valorar el patrimonio en diversos territorios.

• Que la cadena de valor de la actividad turística cultural, bene


ficie a todos los actores que forman parte de ella de manera más
o menos equitativa.

• Que la política pública mediante acciones de articulación de los


servicios público, permita un real apoyo.

• Que exista un equilibrio entre la oferta y la demanda turística.

77
• Que los agentes involucrados tengan conciencia y trabajen en
pos de medidas de resguardo, salvaguardia y protección del patri
monio cultural.

• Que la actividad en general cuente con la aceptación de la co


munidad portadora del patrimonio que la sustenta.

Las acciones

En función de la hipótesis planteada y de los requisitos identifi-


cados como necesarios para que la actividad del turismo cultural sea un
aporte a la salvaguardia del patrimonio cultural, a continuación ofrecemos
un panorama de lo que, como servicio estamos realizando.

Los objetivos son: impulsar un desarrollo turístico sustentable;


fomentar la incorporación de nuevos destinos turísticos a la oferta de nues-
tro país, tanto a nivel nacional como internacional; incorporar expresiones
tradicionales representativas de la identidad local y nacional; proponer cri-
terios y metodologías de sustentabilidad e instalar en las regiones la capa-
cidad de gestión turística de sus destinos.

Las principales acciones giran en torno a tres ejes: reconocimien-


to de los recursos culturales (calendario de festividades culturales), ca-
pacitación de los recursos humanos (Guía metodológica en proyectos y
productos de turismo cultural) y fortalecimiento institucional, lo que se
traduce -por ejemplo- en la elaboración de un calendario de turismo cul-
tural para Chile, en conjunto con la Subsecretaría de Turismo y Sernatur;
potenciar la asociatividad institucional y generar puentes entre el mundo
público y privado.

Las siguientes estrategias operativizan el plan antes mencionado:


formación de mesas regionales de turismo cultural, planes regionales de tu

78
rismo cultural, elaboración de guía metodológica de productos y proyectos
de turismo cultural sustentable, elaboración de guía de buenas prácticas de
gestión turística hacia pueblos originarios, catastros de los atractivos cultu-
rales por región, capacitaciones, seminarios y talleres, de nivel nacional y
regional y fondart en turismo cultural.

Mesas regionales/alianzas.

Tal como se establece en la estrategia nacional, parte importante


del trabajo de nuestro servicio se concentra en la labor que realizan las
mesas regionales de turismo regional. Estos son algunos ejemplos de lo que
estas mesas han realizado, ordenadas por los ámbitos reconocidos como
claves para el cumplimiento de los objetivos de cada mesa.

1.- Alianzas: Región de Arica y Parinacota: convenio regional con


sernatur, impresión de calendarios regionales, trabajo conjunto con Inacap
y Municipalidad de Arica, puesta en marcha de “Recorridos patrimoniales
por la ciudad de Arica” con una guía de recorridos, y elaboración de 13
placas que identifican los sectores, con fondos municipales.

2.- Ejemplo de trabajo con Sernatur: Región Metropolitana, la


alianza entre ambos servicios de nivel regional, permitió la realización de
una capacitación “diseño y gestión de productos turísticos culturales para
artesanos de la región metropolitana.” Con el fin de que los artesanos di-
fundan sus oficios dentro de los circuitos turísticos de la región.

3.- Trabajo con la comunidad: enn la Región de Aysén, Encuentro


patrimonio, comunidad y turismo: miembros de las comunidades de Villa
Cerro Castillo (20), Cerro Galera (5), Lago Verde (5) y Villa Amengual (5),
usuarios de Indap Turismo Rural, miembros AG de turismo, para promover
el intercambio de experiencias comunitarias de valoración, reconocimien-
to, disfrute y desarrollo del Patrimonio local, a través de metodologías par

79
ticipativas. Instalar la temática de diseño de productos turísticos asociados
al patrimonio. En la Región del Biobío, en base al convenio con la Funda-
ción Sendero de Chile. Se desarrolló la iniciativa “Lota Patrimonial, turismo
cultural sustentable” impulsada por la Fundación, apoyada por fondart y
recursos de la dirección regional. Seb usca que la población reconozca y
proteja el territorio, a través de un recorrido con historias de la gente del
lugar y el paso por 10 edificios declarados Monumento Nacional.

4.- Vínculo con la Academia: Convenio con el Instituto del Patri-


monio Turístico, a través de la Red iberoamericana de Patrimonio y turis-
mo. El instituto es parte de la Universidad Central, iniciativa cofinanciada
por innova Chile de Corfo, destinada al apoyo y fomento de la formación,
investigación e innovación en materias vinculadas a la conservación, ges-
tión y valorización del patrimonio, para su uso responsable en la industria
turística.

5.- Asociación con privados: Región de la Araucanía, el desarrollo


de la mesa el 2011 tuvo como producto final, le edición de un calendario
de turismo cultural. Frente a la iniciativa que tuvo buena acogida por la
sociedad civil y el mundo empresarial, dio como resultado, que este año
2012 se repitiera la actividad, que será financiada por HOTELGA.

Conclusiones.

Podemos decir que el turismo cultural es una actividad que se


encuentra en una fase de crecimiento, aumentando el número de personas
que lo realizan. Se asume que esta actividad, como toda intervención, tiene
efectos sobre patrimonio cultural de la comunidad receptora. Los efectos
que éste puede provocar en el acervo cultural de la comunidad deben ser
previstos por los que se dedican al turismo cultural. Existe una manera
correcta de hacer turismo cultural, la que debe cumplir con ciertos requi-
sitos: protagonismo de la comunidad, apoyo de la academia, soporte de los
servicios públicos y ejecución de acciones de salvaguardia.

80
Referencias.
1_ Organización Mundial del Turismo, 2001.pub.unwto.org/WebRoot/Store/Shops/Infos-
hop/.../1128/9284402697.pdf

2_ UNESCO, ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACIÓN, LA CIENCIA


Y LA CULTURA. http://portal.unesco.org/culture/es/ev.phpURL_ID=36700&URL_DO=DO_
TOPIC&URL_SECTION=201.html

3_ Organización Mundial del Turismo, “Turismo: Panorama 2020, Volumen 7”, Año 2002.

4_ ICOMOS, CARTA INTERNACIONAL SOBRE TURISMO CULTURAL. La Gestión del Turismo


en los sitios con Patrimonio Significativo (1999) Adoptada por ICOMOS en la 12ª Asamblea
General en México, octubre de 1999.

5_ Diario La Tercera, 3 de octubre, 2012 pág 10.

6_ ABTA, The Travel Association, Report, 2012. Disponible en: http://www.abta.com/resour-


ce-zone/publications

7_ Soto Labbe, Paulina, “Relevamientos Culturales para el Turismo: Las “arrugas de los
lugares y sus relevamientos comerciales, en: CULTURA Y TURISMO, Factores del Desarrollo
Económico y Social. Secretaria de Cultura, Presidencia de la Nación, Argentina.2009.
Disponible en: http://issuu.com/secretariadecultura/docs/cultura_y_turismo

8_ ICOMOS, CARTA INTERNACIONAL SOBRE TURISMO CULTURAL. La Gestión del Turismo


en los sitios con Patrimonio Significativo (1999) Adoptada por ICOMOS en la 12ª Asamblea
General en México, octubre de 1999.

9_ UNESCO, CONVENCION PARA LA SALVAGUARDA DEL PATRIMONIO CULTURAL IN-


MATERIAL. Paris, 17 de octubre de 2003. Disponible en: unesdoc.unesco.org/
images/0013/001325/132540s.pdf‎

10_ Ibíd.

11_ CNCA, Política Cultural 2011-2016. Disponible en: http://www.cultura.gob.cl/institu-


cion/politica-cultural-2011-2016/

12_ UNESCO, CONVENCION PARA LA SALVAGUARDA DEL PATRIMONIO CULTURAL


INMATERIAL. Paris, 17 de octubre de 2003. Disponible en: unesdoc.unesco.org/
images/0013/001325/132540s.pdf

81
Las dinámicas territoriales naturales como articuladores del
espacio e imagen urbana, Coyhaique y Cochrane, XI región de Aysén.

Mg. Sergio Araneda


Arquitecto, Universidad Finis Terrae
Académico, Universidad Finis Terrae, Santiago,Chile
sergio@varquitectos.cl

Magdalena Sierra
Arquitecta, Universidad Finis Terrae
Directora de Escuela de Arquitectura Universidad Finis Terrae Santiago,Chile
msierra@uft.cl

Resumen.

La región de Aysén está sufriendo importantes transformaciones


territoriales. El desarrollo de economías relacionadas al turismo aparecen
como motores que empujan al desarrollo, mostrando al país y al mundo
como una región donde el capital son los recursos paisajísticos natura-
les. Con el 50% de la superficie declarada área protegida, algunos núcleos
urbanos aparecen como nuevos focos de interés. Coyhaique y Cochrane
son ejemplos de esta dinámica. Ambas tramas están emplazadas en entor-
nos naturales protegidos, y hoy enfrentan grandes presiones demográficas
permanentes y estacionarias. Este artículo pretende responder a pregun-
tas sobre la medida en que el contexto geográfico de Aysén predetermina
el emplazamiento de su medio urbano, si las tramas constituyen un valor
compatible con el lugar y cómo debe ser una ciudad cuando está emplaza-
da en un territorio natural y medio ambiental tan significativo, donde esa
naturaleza y sus valores territoriales se proponen como base de un futuro
desarrollo.territoriales se proponen como base de un futuro desarrollo?

82
Las dinámicas territoriales naturales como articuladores del espacio a ima-
gen urbana.

Estudio de caso en las ciudades de Coyhaique y Cochrane, XI re-


gión de Aysén.

Chile es un país de grandes contrastes en relación a sus paisajes


naturales.

Sobre esta base, es posible establecer que Chile posee un gran


capital de base para la generación de recursos territoriales excepcionales.
Capital que no es otra cosa que nuestras propias particularidades geográ-
ficas; mar, cordillera, desierto, bosques, archipiélagos, valles, quebradas,
ríos y lagos, que forman y constituyen un variado escenario que predeter-
mina formas diversas de ocupación y acaso idealmente también, distintas
formas de urbanidad y habitabilidad.

Sin embargo, al menos dos aspectos atentan contra la potencial


consolidación de estas diferencias, que representan precisamente los so-
portes esenciales de la identidad local y de la diversidad nacional. Primero,
la metropolización como idea de ciudad 1 y segundo, la carencia de ins-
trumentos de planificación sensibles y flexibles a las formas de ocupación
no tradicionales (Cooper, 2007). Es necesario re-dirigir la mirada urbana
hacia una arquitectónico - geográfica comprensiva, base de una identidad
regional específica y de una identidad nacional diversa. Quizá se requiera,
como primer paso, integrar la planificación urbana con el territorio geo-
gráfico donde se despliega.

La región de Aysén, está sufriendo importantes cambios a su rea-


lidad territorial, social, económica y ambiental. Las economías de intereses
específicos relacionados al turismo, aparecen hoy como potentes motores
que empujan al desarrollo de la región. Ésta se muestra al país y al mundo

83
como una zona cuyo gran capital son los recursos paisajísticos con que
cuenta, donde casi el 50% de la superficie regional ha sido declarada como
“áreas silvestres protegidas” y “zonas prioritarias de interés paisajístico”
por el Plan de Ordenamiento Territorial. Estas líneas de ordenamiento se
suman a las estrategias y planes de desarrollo regional que establecen un
diagnóstico cifrado en una oferta de recursos territoriales y medioambien-
tales relevantes a nivel mundial, como parte del jardín global que es la
Patagonia (Sprechmann, Capandeguy , 2005).

Es dentro de esta dinámica donde surgen algunas preguntas que


podrían abrir lineamientos de investigación: ¿En que medida el contexto
geográfico de Aysén predetermina los resultados de la ocupación del hom-
bre, su construcción social y cultural asociada a los núcleos urbanos y
emplazamientos que se han manifestado en el territorio? ¿Constituyen éstos
un valor agregado compatible con las propiedades del lugar, o son apenas
unas estructuras superpuestas sobre el soporte natural?

La escala de lo urbano en esta región nos permite soñar en un


nuevo modelo de ciudad ligado a la naturaleza que mejore las condiciones
de habitabilidad. Las proyecciones de crecimiento poblacional y las estra-
tegias de desarrollo del propio territorio, en un lugar donde el desarrollo
se asocia directamente a la conservación del estado natural del paisaje, nos
presenta un escenario donde lo urbano se debe acoplar a ese modelo. Esto,
dando espacio a las dinámicas territoriales y geográficas dentro de las tra-
mas y morfologías urbanas, haciéndolas parte integrante del espacio urba-
no, generando y construyendo una imagen urbana acorde a esta condición
de emplazamiento e iniciando un proceso que recoja la visión territorial
que entiende el paisaje como patrimonio.

La presente mirada urbano-geográfica pretende explorar estra-


tegias de reestructuración que abran el espacio urbano a las dinámicas
territoriales del paisaje, incorporando al diseño urbano, nuevos elementos
que lo caractericen, en cuanto al uso del espacio público e imagen urbana.

84
Estructura del territorio.

La enorme proporción de espacios protegidos en la región co-


rresponden a la afirmación de un territorio estable ecológicamente, donde
el sistema dinámico de áreas protegidas actúa como un todo, un manto
ecosistémico que afirma y condiciona a la naturaleza como una presencia
fundamental de la realidad regional. Aysén posee 19 unidades protegidas
por CONAF, que representan un total de 5.264.849 de ha, equivalentes al
48% de la superficie regional.2

En el marco de las políticas regionales, si se analizan los planes


de desarrollo regional, las líneas de ordenamiento y las zonas de interés
prioritario, se puede decir que todos apuntan a un desarrollo económi-
co ligado a la preservación y cuidado del entorno y contexto natural. Este
factor de cuidado, preservación, manejo y desarrollo a través del medio
ambiente natural y de las cualidades territoriales de la región, evidencian
que en materia de planificación urbana se debería privilegiar y reformular
el potenciar los núcleos existentes, con el fin cautelar al máximo el estado
natural del paisaje.

Dentro de esta idea y dadas las características de este territorio,


donde los porcentajes y distribución demográfica dan cuenta que sus esca-
sos núcleos poblados concentran casi el total de ella, creemos indispensa-
ble reformular los conceptos urbanos de borde, límite, integración, empla-
zamiento, estructura urbana y espacio público, en una pregunta.

¿Cómo debe ser una ciudad cuando está emplazada en un territo-


rio natural y medio ambiental tan significativo, cuyas relaciones ecosistémi-
cas se proponen como el origen y la base de un posible futuro desarrollo
del territorio?

85
Si vemos el territorio como un lugar dinámico, un lugar que es-
tablece flujos y genera redes, y además develamos sus diferentes capas, la
red natural ambiental y las redes artificiales humanas, tenemos un nuevo
escenario, que es cómo desde estos paisajes se puede generar una red
territorial y urbana nueva. Si nos acercamos a este territorio desde una mi-
rada de urbanistas, ésta se cargará con el prejuicio de la ciudad y las redes
de infraestructura dependientes de la misma. En este contexto, el ámbito
natural aparece como un negativo de lo urbano. Respecto a esto, la región
de Aysén aparece en el polo opuesto, como un ámbito periférico al margen
de todo desarrollo urbano. Sólo existe una ciudad intermedia 3 , la capi-
tal, Coyhaique, que tiene 45 mil habitantes; el resto son poblados de muy
baja densidad. Éstos constituyen un ámbito social reciente y de grandes
oportunidades para un laboratorio urbano que proponga un planeamiento
sostenible y un habitar privilegiado. En este sentido, debemos entender a
Aysén como una anomalía, un territorio de excepción, donde la ruralidad
y la naturaleza se extienden como los protagonistas del paisaje y donde los
escasos y pequeños centros poblados adquieren condiciones excepcionales
de importancia y de urbanidad.

La forma de lo urbano en la región es la respuesta de una cua-


drícula estampada en el territorio. Ciudades y pueblos se trazaron e im-
plantaron bajo estrategias geopolíticas en entornos de gran complejidad
ambiental y natural (Nuñez 1999). Son tramas rígidas, impuestas, que ge-
neran enormes problemas de habitabilidad interior, conflictos de usos en
sus bordes, además de un absurdo crecimiento desmesurado y no planifi-
cado .

Al visitar y recorrer algunos de estos pueblos en Aysén, el visitante


se encuentra con ciudades “vacías de lo urbano” y “abiertas” a la hostilidad
del clima. Si nos adentramos en su interior, podemos observar que en la
dinámica de estos pueblos, la densidad en los cuadrantes es bajísima. El
trazado original, de 100 x 100 mt aproximadamente en todos los casos,

86
fue realizado con capacidad mucho mayor del requerimiento de población
que tenían y tienen. Esto se refleja en manzanas muy poco pobladas, en
la existencia de espacios intersticiales en sus centros y en la existencia de
manzanas periféricas casi vacías, de un régimen de ocupación y uso prác-
ticamente rural ( Araneda, 2008). El grueso de los cuadrantes de ciudades
como Cochrane, Villa O`Higgins, Futaleufu y Chaitén tienen una proporción
del 24.5% de suelo construido en relación al total, esto en sus cuadrantes
céntricos, llegando a los extremos de un 10%, 5%, e incluso un 3% de
superficie de suelo ocupada por construcción, en áreas catalogadas como
“suelo urbano”. En las manzanas de ciudades que tienen mayor densidad,
como el caso de la ciudad de Coyhaique (40% y 50% de ocupación en el
centro), la edificación se genera en la fachada hacia la calle, teniendo los
interiores una ocupación muy menor. El tamaño y capacidad que tiene la
trama de albergar población, fue absolutamente sobredimensionada.4

Ahora bien, ¿Cómo puede esta trama impuesta, ya instalada y en


desarrollo, adaptarse y adecuarse a su contexto en una simbiosis con el
territorio? es decir ¿Cómo puede esta trama interceptar a esa otra trama del
soporte territorial, en un cruce y superposición de leyes y en definitiva ha-
cerse parte e integrante del paisaje?. Ésta es la gran pregunta de lo urbano y
de lorural en Aysén, pregunta que en su respuesta recoge el ámbito geográ-
fico, histórico, social y ambiental, es decir, en su respuesta está el formar y
ayudar a construir la historia y la capacidad de permanencia de estos asen-
tamientos. Paradójicamente, creemos que la respuesta a esta problemática
está en la misma trama y en la oportunidad de cómo se ha desarrollado su
tejido urbano.

La trama tiene una matriz uniforme que se puede repetir, redi-


bujar, agrandar, ensanchar o disminuir, sin que pierda su red motriz de
forma. Es esa docilidad lo que le otorga su potencial. Al ser tramas blandas
de muchos vacíos y espacios sin usos, podemos romperla, traspasarla, in-
tervenirla y modificarla desde su interior, y podemos flexibilizarlas, crear
puertas y ventanas en sus bordes y periferias.

87
En términos de densidad, basta con indicar que podríamos do-
blar, una, dos, tres y hasta 10 veces en algunos casos, la población, pues
la ciudad tiene morfológicamente la capacidad de recibirla y no crecer ni
expandirse en ninguna nueva área de desarrollo de viviendas. Si superpone-
mos las proyecciones de población con la cabida mediana de la misma po-
blación dentro de la actual trama de las ciudades, podemos establecer que
desde hoy y para los próximos 20 años, se podría congelar el suelo urbano
de estos asentamientos y podría seguir creciendo en número de habitantes.

Este punto es muy importante y nos entrega un enorme margen


de trabajo para la planificación al permitir una oportunidad de gestión y
de intervención morfológica desde el propio interior del tejido. Sobre todo
en la maniobrabilidad que nos ofrece la pequeña escala, común a todas
ellas, que permite creer que se pueden pensar nuevamente sus bordes,
las relaciones espaciales interiores de sus edificaciones, de sus espacios
públicos, la relación con los elementos naturales, con los hitos geográficos
y naturales siempre presentes, pensar una nueva gestión de los suelos del
tejido urbano (Hugh, 2007).

Ejemplos de Ecología del Paisaje aplicada a las tramas de Aysén.

Al verse rodeadas de naturaleza y ecosistemas frágiles, estas tra-


mas deben y pueden hacerse parte de este pensamiento. Como establece
Edgar Morin, la ecología se “delinea como la primera ciencia nueva, una
ciencia entre el hombre y la naturaleza, capaz de poner en relación múl-
tiples dimensiones, aisladas hasta ese momento en campos disciplinares
diversos” (Morin, 1980). Necesitamos de esta ciencia en las ciudades. Sin
embargo, las ciudades hoy son espacios básicamente artificiales, en los que
la biodiversidad ha ido progresivamente reduciéndose y homogeneizándo-
se. La planificación espacial en estos ámbitos territoriales debería tender a
cierto control territorial biológico (Eugene, 1971).

88
Ahora se intentará demostrar con intervenciones experimentales
algunas de las aplicaciones de estos conceptos para un nuevo ámbito urba-
no en la región. Intentaremos mostrar con ejemplos, cómo el resultado de
la trama impuesta puede ser la oportunidad de generar nuevos conceptos
de habitabilidad recogiendo este anhelo regional, que tiene en el medio
natural, su futuro desarrollo.

La clave sería entonces, sumar al pensamiento de elaboración de


lo urbano, el aspecto natural. Para esto se debe aplicar una nueva metodo-
logía, el traslado de los axiomas de la ecología hacia una visión territorial y
urbana, incorporando al orden y planeamiento urbano conceptos como di-
námica del paisaje, matriz, fragmentos y corredores ecológicos, ecotonos,
barreras de amortiguación y fronteras ecológicas (Burel, 2002).

Estudio de casos_ Coyhaique y Cochrane.

“La memoria se encuentra íntimamente ligada al espacio geográ-


fico como configurador de las manifestaciones culturales de sociedades que,
en este caso, por estar aisladas por tantos años, sientan las bases de la identi-
dad y amor por el terruño, que es una sensación adquirida por maduración
y por la conciencia de formar parte de una cultura”( Martinic, 2005).

La ciudad Coyhaique y el pueblo de Cochrane aparecen como los


dos principales polos poblados de la región. La primera con su condición
de capital regional no supera los 40 mil habitantes, y la segunda, como
capital de la provincia de Capitán Prat, alberga en una superficie urbana de
55 hectáreas con aproximadamente 4 mil habitantes.

Coyhaique, está ubicada en el ecotono ecológico entre el bosque


húmedo costero y la estepa patagónica. Es una ciudad rodeada de 6 par-
ques nacionales a muy poca distancia entre ellos, de una red compleja de
cuencas hidrográficas y de cumbres altas con hielos permanentes 5. La tra-

89
ma urbana aparece en el territorio como una mancha en el centro de todo
el sistema ambiental. Este sistema de parques, aunque administrativamente
son cerrados e individuales, operan ecológicamente de manera total en
el territorio, conectados en términos de especies y dependientes unos de
otros en el potencial total de la unidad territorial del área protegida.

Bajo este concepto podemos ver claramente que el sistema hi-


drográfico juega un rol clave como conector y, en esta lectura el territorio
ocupado por la ciudad, es parte integrante de este sistema que vincula las
cumbres de los cerros y el lecho de los ríos.

Hoy la ciudad no integra estas quebradas, las niega y las norma


como áreas “vacías” sin contenido urbano.Si analizamos concretamente el
emplazamiento de la ciudad, podemos entender que es precisamente en
estos espacios donde está la gran oportunidad de desarrollo de la ciudad.
En abrir sus bordes para el paso de los sistemas naturales, hacerlos parte
de la red urbana y de su paisaje, aprovechar los espacios geográficos de
quebradas y esteros con el fin de generar un amplio sistema de corredores
ecológicos que integren el territorio circundante, estableciendo espacios
al interior de la ciudad para el reconocimiento de los valores naturales del
entorno y creando además nuevas oportunidades de espacios públicos de
interés ciudadano.

El reconocer las quebradas como espacios geográficos con fun-


ción territorial establece de manera inmediata una nueva imagen de ciudad,
donde estos espacios pueden hacerse parte de los sistemas de conectividad,
albergar programas de interés turístico, albergar parques botánicos y temá-
ticos.

Por otro lado Cochrane se implanta entre la frontera geográfica de


los campos de hielo norte y sur, y la llanura de la estepa patagónica.

90
Su emplazamiento está determinado absolutamente por la presen-
cia de los campos de hielo y la red hidrográfica más grande del país. Esta
riqueza ha generado que se constituyan importantes áreas de reserva en sus
alrededores, muchos integrantes del sistema de áreas protegidas naciona-
les como otros de promoción privada.

La implantación del pueblo es una trama perfectamente ordenada


de 3 x 9 manzanas con una densidad de ocupación del orden del 15% pro-
medio, donde los límites de la ciudad se convierten en verdaderas fronteras
entre el interior de la ciudad y los valores del entorno.

La introducción de elementos de la ecología del paisaje aplicados


al tejido del pueblo nos permite, junto a la bajísima densidad de ocupación
de manzana, una exploración a modo de acupuntura de borde.

Así, desde lo ecológico, se podría proponer hacer un manejo


normativo de aquellos cuadrantes de bordes que puedan conciliar sus in-
teriores como sitios con función rural-ambiental, entendiendo que entre
todos pueden constituir una red de espacios que ayude a generar ecotonos
naturales del ecosistema. Establecer a través de los interiores blandos la
generación de zonas buffer entre algunas áreas naturales más frágiles, y así
permitir los traspasos ambientales entre distintos ecosistemas y hábitats.

Desde lo urbano, abrir la trama para una mayor densificación en


torno a los elementos naturales dentro de la ciudad al trabajarlos como
“borde mar”, potenciando el interior del tejido y creando nuevas calles y
pasajes que disminuyan los perfiles de calles y espacios de circulación.

El conjunto de acciones expuesto en ambos casos redefinen la


forma e imagen urbana a través de dejar espacio a las dinámicas naturales
propias del territorio, integrándolas como un valor patrimonial propio de
la ciudad. Así las distintas capas de apreciación del paisaje natural, rural y

91
urbano, establecen un diálogo capaz de resolver una estructura de habita-
bilidad nueva que las acoge, estableciendo a partir de ellas todo el ordena-
miento de los componentes urbanos propios de la ciudad. Parques a partir
corredores ecológicos, ciclo vías que viven los procesos naturales lineales,
espacios públicos que participan y son parte de la red territorial ambiental
de la región, donde fauna y botánica se hacen parte del dominio público
re-formulando la ciudad en una nueva relación lleno-vacío, que se apropia
del total del sistema urbano y no deja espacios residuales, indecisos e im-
precisos de función.

Referencias.
-Araneda, S., 2008. Palena y Aysén, Oportunidad de planeamiento. Revista CA,
Arquitectura y ciudad, número 136, Chile.

- Burel & Baudry, J., 2002. Ecología del paisaje, conceptos, métodos y aplicación.
Ediciones Munid, Madrid.

- Cooper, M., 2007. Territorios Metropolitanos y Territorios al margen. Revista CA,


Arquitectura y ciudad, número 131, Planificación Territorial, Santiago, Chile.

- Eugene, O., 1971. “Fundamentals of Ecology”, W.B. Saunders Company, Philadel-


phia.

- Hough, 2007. Naturaleza y ciudad, Planificación urbana y procesos ecológi-


cos. Editorial Gustavo Gili, España.

- Martinic, M., 2005. De


la Trapananda al Aysén, Una Mirada reflexive sobre
el acontecer de la región de Aysén desde la Prehistoria hasta nuestros días.
Pehuén Editores.

- Morin, E., 1980. La ecología general, en “El método, Tomo 2. Ediciones du Seuil,
París.

92
- Nuñez, A., 1999. Políticas públicas y ocupación en zonas fronterizas de la
Patagonia chileno-argentina 1900-1930. Coordinador Programa Invertir en
Patagonia Ministerio de Bienes Nacionales. Scripta Nova Revista Electrónica de Geografía y
Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona.

- Sprechmann T., Capandeguy, D., 2005. Patagonia Jardin Global, ámbitos de alta
naturalidad.

- II Taller Internacional de Arquitectura, paisajes, redes y comunicaciones.


Ediciones Universidad Internacional de Andalucía, 2000.

- Plan de ordenamiento territorial de aysen 2006.

- Programa de las naciones unidas para el Desarrollo 2007.

1 _Chile tiene una población total de aproximadamente 17.000.000 de hab., de los cuales 7.000.000
viven en la Región Metropolitana. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2007
2_ Plan de ordenamiento territorial (PROT) 2006
3_ La ciudad media-intermedia no puede definirse sólo por el tamaño de la población. Tan o más
importante es el papel y la función que la ciudad juega en su territorio más o menos inmediato, la
influencia y relación que ejerce y mantiene en éste y los flujos y relaciones que genera hacia el exterior.
Las ciudades medias articulan el territorio y funcionan como centros de referencia para un territorio
más o menos inmediato. Y es precisamente ese papel y esa relación, que los centros mantienen con su
territorio, lo que ayuda a definir con más claridad el mismo concepto:
4_ Datos obtenidos por el autor, en el estudio de las superficies de algunos cuadrantes “tipo” existentes.
5_ En este sentido Coyhaique comparte las características de su entorno con la totalidad de los em-
plazamientos en Aysén, el siguiente planteamiento en términos generales podría entenderse en todo el
resto de ciudades analizadas.

93
La Ciudad Posthistórica: nuevos medios y tecnologías
de (la) representación colectiva

Miguel Ángel Rojas


Licenciado en Filosofía
Profesor de Filosofía por la Universidad Austral de Chile.
miguel.rojas@docentes.uach.cl

Joaquín Zerené Harcha


Licenciado en Artes Visuales por la Universidad Austral de Chile
joaquinzerene@gmail.com

Resumen.

El estudio del imaginario urbano develaría la necesidad, trazada
desde la base de toda política cultural que se considere coincidente con los
deseos y necesidades de grupos localizados, de un aparato crítico dedicado
al fomento de re-presentaciones colectivas de los habitantes en la ciudad.
Podemos comprender “la historia” cuando los referentes identitarios se
manifiestan como expresión viva en los relatos actualizados. Sin embargo
al indagar dichos referentes nos encontramos, particularmente en su pro

94
ducción, con una intensión representacional no participativa del común de
los ciudadanos. La reconstrucción del campo visual de la ciudad de Valdivia
surge como una tarea inconclusa, necesaria para articular políticas cultu-
rales representativas de una ciudadanía. En este tipo de investigaciones, la
memoria debe ser examinada a partir de la dimensión individual y colectiva
y de los vínculos entre imaginación y memoria, recuerdo e imagen. Situa-
ción que se verá problematizada constantemente respecto al escenario que
plantea el protagonismo que los nuevos medios tecnológicos de la informa-
ción y las comunicaciones gozan en la vida cotidiana actual. Estos nuevos
medios tensionan la noción tradicional de archivo, desplazándola de su
comprensión como un espacio de almacenamiento pasivo del conocimien-
to, para plantearse más bien como un lugar de producción activa de éste.
territoriales se proponen como base de un futuro desarrollo?

Introducción.

Benjamin dispondrá de la ciudad como surtidor de material histórico


para la configuración de una historia filosófica. La mercancía fosilizada del comer-
cio, las estructuras de comercialización (los pasajes para Benjamin), los shopping,
mall y centros comerciales para el ciudadano contemporáneo señalaran la nueva
naturaleza del capital. El paseo, asumiendo el proceso ambulatorio, supone la
presencia transitoria del paisaje; las imágenes emergen desde esta transitoriedad,
entretejiendo un espacio sensorial donde el sujeto se relaciona metabólicamente
con el entorno. El campo de observación despliega la posibilidad de la experien-
cia, que en el curso de la reflexión benjaminiana, se manifestará como un destello
histórico. Es en la dinámica del tránsito que el sujeto genera un espacio histórico
para la comprensión de su época. Digamos en este punto que la acción del tran-
seúnte supone el ethos del historiador, donde fenómenos sucesivos y coexistentes
componen la realidad histórica (Kracauer, 2010), cuyo fulgor se presenta en el
momentum del transitar. Desde esta perspectiva la ciudad se presenta como el
espacio donde las subjetividades se complementan en una red, como le llamará
Flusser, cuyo efecto de convivencia generaría la comunicación de las experiencias.

95
El transeúnte se transforma en un emisor de esta subjetividad y transige, en su mo-
vimiento, el valor conceptual (de acuerdo al ideal arquitectónico de planificación)
que ofrece la ciudad; el espacio público. Liminalmente esta experiencia supone
el diálogo entre lo público y lo privado y fuerza al cuerpo urbano a la gestación
de espacios intersubjetivos; el caso ejemplar: la plaza pública. Sin embargo, pro-
ducto de las transformaciones de la tecnología, el mundo material se ha vuelto un
insomne motor de fuerzas productivas, y el espacio público urbano, un sin sentido
de encuentros donde la relación comunicativa se expresa direccionalmente en lo
público pero hacia lo privado: se es públicamente privado. O por lo menos así se
vive la ilusión de lo público en la fantasía de lo privado donde la codificación técni
ca media la posibilidad informativa de los materiales históricos y coarta la voluntad
de interpretación de estos.

Desde mediados del siglo diecinueve, las fotografías permitían <<trans-


codificar eventos escenas>>, volviéndolas accesibles para la memoria y para em-
pleos futuros. Flusser advierte que en la posthistoria: <<El hecho concreto es lo
que está (puesto) en la imagen y toda otra cosa deviene metafísica>> (Flusser,
2002). De manera similar, Walter Benjamin plantea, sobre la construcción de una
nueva objetividad, que la finalidad de los aparatos técnicos es hacer de la realidad
un objeto de consumo. La utilización de las imágenes colabora con la manipu-
lación de la percepción colectiva: <<Dentro de grandes espacios históricos de
tiempo se modifican, junto con toda la existencia de las colectividades humanas el
modo y manera de su percepción sensorial>> (Benjamin, 1973). Las imágenes se
ubican entre el ser humano y el mundo. Ellas no presentan simplemente al mundo
sino que nos lo muestran de manera dislocada, “hasta que finalmente el ser hu-
mano comienza a vivir en función de las imágenes creadas por él mismo” (Flusser
por Belting, 2010: 263). La imagen del mundo se vuelve el mundo. La salida que
ofrece la condición posthistórica es la posibilidad de reconocer esta situación y
adquirir una conciencia crítica del carácter narrativo de las historias, o sea des-
naturalizarlas.

96
Imaginario Urbano y Nuevos Medios: tecnologías de (la) representación colectiva.

Kevin Lynch, urbanista estadounidense, en los años 50’ y 60’ realiza es-
tudios pioneros relacionados a la psicogeografía y a la cartografía cognitiva (que
también será explorada por los situacioncitas franceses) a fin de investigar la per-
cepción y el desplazamiento por las ciudades. Lynch realizo estudios en Boston,
Jersey City y Los Ángeles en los cuales aplica un método basado en el concepto de
imaginabilidad, “esa cualidad de un objeto físico que le da una gran probabilidad
de suscitar una imagen vigorosa en cualquier observador de que se trate.” (Lynch,
1998:19), identificando los principales elementos que las personas utilizan para
estructurar su <<imagen de la ciudad>> y moverse en ella. A partir de una actua-
lización de los estudios sobre los imaginarios configurados en torno a las ciudades,
presentaremos un esquema propuesto por Armando Silva, en su libro Imaginarios
urbanos (2006), donde propone tres instancias interrelacionadas para ser reco-
nocidas en el estudio del tema:

1) Como inscripción psíquica, donde se privilegian momentos en los


que los sentimientos son dominantes a la razón (miedo, afecto, odio, ilusión, etc.).
Situaciones en que la colectividad vive o expresa algún límite, momentos de desga-
rros colectivos donde algo se altera y surgen nuevos valores sociales. Aquí el caso
paradigmático para Valdivia sería el terremoto de 1960 como hecho traumático
que marca el tránsito de la ciudad industrial a la ciudad de servicios y luego, si-
guiendo el plan Agenda 21, a la ciudad del conocimiento.

2) Como posibilidad que da una tecnología o técnica para la representa-


ción colectiva, donde en determinados momentos ciertos desarrollos tecnológicos
permiten materializar la irrupción de una producción imaginaria sobre la ciudad.
Las relaciones entre representación y tecnología donde cada época, en cada ciu-
dad, se puede representar según las técnicas expresivas disponibles. Aquí podemos
encontrar los ejemplos de la fotografía, como el medio emblemático de la moder-
nidad, que inaugura una nueva relación de identificación entre persona e

97
imagen, que la sustituye; el rol del cine en la construcción de la imagen urbana; y
la importancia actual de nuevas tecnologías como Internet y los medios locativos en
la configuración del imaginario urbano. En este contexto, la ciudad deja de enten-
derse como casco físico de lo urbano para plantearse como construcción cultural,
que debe ser entendida como la suma interactiva de los imaginarios dentro de las
colectividades sociales.

3) Los imaginarios como construcción social de la realidad. En este


caso el imaginario plantea una condición cognitiva, entendiendo que la realidad
es construida como un hecho del lenguaje e imaginación humana. Los imaginarios
sociales corresponderían a aquellas representaciones colectivas que dirigen los
procesos de identificación social, que rigen los modos de comunicación e interac-
ción social. Este campo tiene que ver con las visiones del mundo, con los metarre-
latos, con las mitologías y cosmologías, como formas transitorias de la expresión
de una sustancia cultural histórica. Aquí surgen los relatos imaginarios que logran
movilizar a toda una comunidad, como grandes acontecimientos que marcan la
ciudad donde se produjo la historia.

Para abordar el problema del imaginario urbano, complementamos el


planteamiento de Silva con la discusión propuesta por Paul Ricoeur sobre la rela-
ción Imagen-Recuerdo, esta nos permite una reflexión sobre el valor presente de
la imagen como referente identitario de una colectividad. Sin embargo, como lo
planteamos al principio, al indagar dichos referentes nos encontramos con una
intensión representacional no participativa del común de los ciudadanos. Es decir,
los correlatos objetales (Ricoeur, 2004), no son, en este caso, referentes identita-
rios de los habitantes de la ciudad de Valdivia. El referente operativo que se adapta
a esta situación sería el archivo histórico compuesto por imágenes fotográficas de
origen privado, de ciertas familias de la ciudad, vinculadas con los colonos alema-
nes que desde la segunda mitad del siglo XIX comenzaron a habitar el territorio, no
solo desde la ocupación espacial de este, sino además desde su re-significación,
transformando la estima por la tierra en una motivación de explotación técnica de
los recursos y de desarrollo urbano. En este mismo contexto, la imagen vive un

98
proceso similar, dada la adquisición de los primeros aparatos tecnológicos que
permiten retratar el “progreso” de la ciudad. Así, la cámara fotográfica se transfor-
ma en el espectador mecánico que narrará posteriormente la historia.

Por efecto de compilación y archivo, el material es administrado por ins-


tituciones dedicadas a la conservación “dirigida” desde los procedimientos forma-
les; es el caso típico del museo, quien hilvana un correlato exento de la participa-
ción actualizada de aquellos que construyen el imaginario de la ciudad. El desafío
sería reconocer cómo el hábitat urbano y el imaginario colectivo de la región, par-
ticularmente de la ciudad de Valdivia, se vio afectado por la colonización alemana,
del territorio y del imaginario local, siguiendo por ejemplo las reflexiones de Serge
Gruzinski sobre los conflictos que surgen en La guerra de las imágenes (1994).

La fotografía es el principal medio por el cual tenemos acceso a las


imágenes de ese particular pasado de la ciudad, por lo que, podríamos acordar,
que desde su invención ha sido una de las tecnologías privilegiadas de la sociedad
moderna a la hora de re-presentarse colectivamente, generando un entretejido
nemotécnico para una “historia visible”. En este proceso, la representación ima-
gética se concentra en un punto de manipulación de los aparatos técnicos (la cá-
mara fotográfica) obedeciendo a las necesidades de un grupo social determinado,
quedando al margen “otros” modos de representación. En este sentido, el archivo
histórico-fotográfico, existente de la época, se convierte en un lugar privilegia-
do desde donde comenzar a identificar ciertas constantes en la configuración del
paisaje y del habitante valdiviano, entendiendo que las señas identitarias se mani-
fiestan, también, en los márgenes del encuadre fotográfico (oficial), pues fuera de
este límite podemos encontrar la “historia imaginada” de la ciudad. En este punto,
resulta interesante la indagación y pesquisa de archivos visuales particulares, de los
habitantes, por ejemplo, de la población ubicada entre las calles Los Pelues y Los
Avellanos en el sector Isla Teja de la ciudad de Valdivia, donde existe un conjunto
habitacional construido para los trabajadores del cordón industrial que se desa-
rrollo principalmente desde la segunda mitad del siglo XIX hasta mediados del siglo
XX, en este caso, entendiendo la representación industrial de la ciudad en aquella

99
época la rivera Oeste se manifestaba en todo su apogeo con fabricas de diferen-
tes productos (cervecería y curtiembre principalmente), mientras la población a
la cual hacemos mención se ubicaba a espaldas de este sector de producción.

Observamos en la actualidad una serie de procesos integrados donde se


mezclan espacios digitales y físicos, “realidades aumentadas” que proponen nuevas
formas y significados de nuestros lugares. Internet y los medios locativos nos propo-
nen nuevas acciones de mapeado donde representar gente, comunidades y espacios
más inclusivos donde las personas manifiestan cómo ellos ven y sienten su entorno.
La generación de contenidos mediáticos participativos basados en la anotación es-
pacial nos propone una revalorización del conocimiento contextual de una sociedad
mediatizada, abriendo nuevas posibilidades para la construcción de una memoria
colectiva geográficamente localizada. Ejemplos conocidos de esta actividad son la
georeferenciación de fotografías en plataformas como Flickr, Panoramio, Google
Earth, entre otras. Siguiendo lo anterior el interés por estudiar este imaginario urba-
no configurado a partir de las posibilidades que estos nuevos medios plantean para
la representación colectiva en la llamada “sociedad de la información”, nos per-
mite la reflexión sobre la disposición del hábitat urbano, a partir de nuevas herra-
mientas de representación, que, por su configuración se imponen colectivamente

Aquí es fundamental evitar las celebraciones anticipadas y los luga-


res comunes que celebran todo avance tecnológico en tanto señal de “progre-
so”, tan generalizados, aún hoy en día, y que pueden conducir rápidamente a
creer en una especie de “naturaleza democrática” inherente a un medio como
Internet. El peligro aquí es el de desvincular las tecnologías a sus prácticas y el
credo fácil de las personas sobre la naturaleza de un nuevo medio determinán-
dolo como bueno o malo, democrático o autoritario, independiente de lo que se
haga con él. De esta manera, presentaremos a continuación una perspectiva crí-
tica, que Vilém Flusser nos ofrece, sobre el potencial participativo que presentan
las imágenes técnicas que configuran estas memorias artificiales. El filósofo nos
advierte del funcionamiento de la ciudad post-industrial como un sistema pro-
gramado: una ciudad conectada (wired city), que a través de la <<privatización

100
del espacio público>> y la <<publicitación de los espacios privados>>, estaría
aboliendo la dialéctica público-privado, instalando una red comunicativa don-
de el ciudadano del futuro se proyecta como un punto inmóvil (Flusser, 2012).

Epílogo: el espacio público en la sociedad telemática.

Para abordar el problema del espacio cívico, o más bien, del espacio
público en general, Flusser analiza las relaciones que se tejen entre las nuevas tec-
nologías y la noción de república. El filósofo comienza por explicar cómo privatizar
y publicar son conceptos acoplados que articulaban la oscilación entre la vida pú-
blica y la privada, <<entre la ciudad y la casa>>. Los diarios, las radios, los teléfo-
nos, el correo, entre otros, se presentan como medios precursores a la revolución
informática. Ésta plantea una radical reconstrucción del espacio público en tanto
habilitan la posibilidad de que las <<informaciones se distribuyan, por ramifica-
dos canales, a los receptores individuales>> desde los centros emisores (Flusser,
2012). La república se sustenta sobre un modelo donde la estructura comunica-
cional <<establece espacios privados, en los que la información es producida, y
espacios público en donde esta información es recibida>> (Flusser, 2002). Pero
en la sociedad de la información la situación se invierte. Actualmente las personas
deben <<quedarse en casa>> para alcanzar las informaciones que ahora afluyen
<<directamente del espacio privado hacia los espacios privados>>, fomentando
un habitante, o ciudadano, inmóvil. Esta es la lógica de la ciudad conectada (wired
city), de la sociedad de la información, y en ella las imágenes técnicas cumplen un
rol fundamental, en cuanto a la destrucción de los espacios públicos a través de
la disolución de las <<estructuras tradicionales de la comunicación>> (Flusser,
2012).

La telematización pondría de manifiesto <<la tendencia despolitizadora


de las nuevas tecnologías y la mutación de la conciencia>>, en su búsqueda de
adelantarse e incluso substituir a la dialéctica-yo-mundo. Para hablar de ciertas
problemáticas que plantea la sociedad telemática actual, en una entrevista, Flusser
comienza por aclarar el significado del prefijo tele como <<acercar lo lejano>>,

101
que no refiere solo a un sentido técnico, sino que sobre todo sería un
concepto de descubrimiento teórico y existencial. Así pone el ejemplo del tele-
scopio como instrumento teológico y no solo una herramienta de investigación
científica, al permitir no solo ver la luna sino reconceptualizar la visión total que
se tenía sobre la tierra. Este razonamiento, ilustrador del pensamiento del autor,
se extiende a los otros términos que comienzan con tele como el tele-grafo, el
tele-fono o la tele-patía (Flusser, 1991). Como ya habría reconocido Benjamin,
siguiendo la advertencia de Valery, en la ciudad moderna la tendencia es la de un
movimiento donde el sujeto ya no se dirige al espacio público en búsqueda de las
cosas sino que estas se precipitan, desde todas partes, hacia su lugar privado: el
agua, la electricidad, los textos, las imágenes (Benjamin, 1973).

Aquí se distinguen dos modelos desde donde se despliega la lucha por


el espacio público ante la irrupción de los nuevos medios de comunicación. En un
extremo, tenemos la distribución monodireccional (broadcasting) que obedece
a una forma discursiva donde centrales de emisión programan a los receptores,
aislados en sus espacios, para tener una conducta específica. El modelo de dis-
tribución de la información es de un punto hacia muchos puntos y apunta hacia
una sociedad nivelada y homogénea, o sea, uniformada. Aquí se encontrarían las
prácticas habituales desplegadas por medios masivos como la televisión o la radio.
Por otro lado, el intercambio de información en redes (network), como la que ac-
tualmente plantea Internet, responde a una forma reversible, y por tanto dialógica,
que a partir de una conciencia post-política es capaz de replantearse el desafío
de una sociedad democrática. Aquí la información se distribuye desde muchos
puntos a otros múltiples puntos y los participantes (ciudadanos) dialogan para
fabricar nuevas informaciones (modelos y decisiones), formando parte efectiva y
fundamental de la configuración del <<plan de conectividad o de distribución de
los canales>> (Flusser, 2002). Pero estos planteamientos no son radicalizaciones
de futuros posibles sino, más bien, extremos del horizonte del momento presente.
En este sentido el desafío no sería tanto rescatar el espacio público como tal, la
ciudad como agora, para salvar la conciencia política, <<sino de abogar por una
distribución dialógica de la transmisión de información>> (Flusser, 2002).

102
Referencias.

- Benjamin, W., 1973. Discursos interrumpidos I. Taurus: Madrid

- Benjamin, W., 2004. El autor como productor. Editorial Itaca: Ciudad de México

- Belting, H., 2007. Antropología de la imagen. Madrid: Editorial Katz: Buenos Aires.

- Flusser, V., 1991. Zwiegesprachen – Interviews 1967-1991. European Photography:


Göttingen.

- Flusser, V., 2002. Medienkultur. Fischer Taschenbuch Verlag: Frankfurt .

- Flusser, V., 2012. “Como explicar el arte” en Flusserstudies N013. (En Internet: www.flus-
serstudies.net, recuperado el 1 de Octubre de 2012)

- Kracauer, S., 2010. Historia/Las últimas cosas antes de las últimas. Editorial Las
cuarenta: Buenos Aires.

- Lynch, K., 1998. La Imagen de la Ciudad. Gustavo Gili: Barcelona.

- Ricoeur, P., 2004. La memoria, la historia, el olvido. FCE: México D.F

- Silva, A., 2006. Imaginarios Urbanos. Arango Editores: Bógota

103
DESARROLLO Y CARACTERIZACIÓN DE MODELOS
INCLUSIVOS EN LA GESTIÓN PATRIMONIAL
2.- DESARROLLO Y CARACTERIZACIÓN DE MODELOS INCLUSIVOS DE
GESTIÓN PATRIMONIAL

2.1 La conservación e innovación eficiente en el reto de la valorización


del patrimonio arquitectónico, las estructuras asociativas.

Concebir hoy acciones que tienden a la conservación del patrimo-


nio en un modelo de gestión cultural que involucre diversas esferas
de participación tiene necesariamente que contemplar estrategias de
innovación sobre la puesta en valor del patrimonio. Concebir una es-
tructura que se multifuncional y asociativa es el reto de la gestión efi-
ciente de los bienes culturales. ¿cómo se conciben estructuras perti-
nentes que involucran el desarrollo sostenible a escala local, regional
y nacional en la gestión de los modelos propuestos?

2.2 Estrategias en innovación para la gestión sostenible del Patrimo-


nio Cultural.

El patrimonio cultural y en específico el patrimonio arquitectónico


es una parte más de los sistemas asociados que logran explicar en
completitud al usuario el valor intrínseco y añadido de la valorización
de los bienes que pertenecen al patrimonio cultural. El turismo de
intereses especiales, la puesta en valor y la educación patrimonial,
son aspectos que contribuyen con visiones críticas, al establecimiento
de potenciales líneas de acción en el marco de los instrumentos exis-
tentes y proyectados en la planificación estratégica en las agendas de
innovación regional, ¿qué acciones concretas a mediano y largo plazo
contempla hoy la planificación estratégica en cuanto a la innovación
en la puesta en valor de circuitos patrimoniales?.
108
Arquitectura arquelógica y sitios patrimoniales
sin arquitectura en el perímetro urbano de Valdivia
Cartografía descriptiva actualizada y comentarios
sobre su valor científico integral1

Simón Urbina.
Arqueólogo, Universidad de Chile, Chile.
Académico Instituto de Historia y Ciencias Sociales, U. Austral de Chile, Chile.
simon.urbina@uach.cl

Leonor Adán.
Arqueóloga, Universidad de Chile, Chile.
Directora, Dirección Museológica, U.Austral de Chile, Chile.
ladan@uach.cl

Rodrigo Mera.
Licenciado en Antropología mención Arqueología, U. de Chile, Chile.
Consultor independiente.
meragol@gmail.com

Resumen

El presente artículo resume estudios arqueológicos efectuados en


la ciudad de Valdivia entre los años 2007 y 2012. Distintas excavaciones
estratigráficas y recolecciones superficiales se han efectuado en el marco de
investigaciones dirigidas, estudios de impacto ambiental y salvataje. Apoya-
dos en la cronología histórica de Valdivia, definida por Gabriel Guarda, se
han correlacionado 37 yacimientos de diversas épocas y características.
Se representa cartográficamente la distribución y tipología de sitios en
referencia a sus evidencias muebles e inmuebles diagnósticas, materiales
constructivos, dataciones y períodos. Se argumenta la necesidad de inte-
grar el valor científico y cultural del patrimonio arqueológico valdiviano
en los planes de ordenamiento territorial y planeamiento urbano futuro.

109
Introducción.

La ciudad de Valdivia (ca. 1552-2012) ha sido caracterizada como


una ciudad novohispana, con un desarrollo bien conocido por sus períodos
y fases urbanas (Guarda, 2001). Aún más, su historia puede relatarse
prácticamente a lo largo del último milenio considerando sus ocupaciones
arqueológicas (Adán et al., 2007, 2010: 26).2 Según el testimonio de los
primeros cronistas, al momento de la invasión hispana (ca. 1551-1552) ya
existían varios asentamientos indígenas y denominaciones topográficas de
este origen (Adán y Urbina 2010: 28-29). Tiempo antes del arribo europeo
ya existían en el lugar viviendas, cementerios, espacios comunitarios y
puertos fluviales, inclusive milenios antes, si se consideran los antecedentes
del período Arcaico 3 .

Considerando la data disponible en esta materia, a continuación


presentamos una actualizada cartografía arqueológica de la ciudad de
Valdivia. Hemos incorporado al presente registro diversas informaciones
sobre hallazgos arqueológicos en pleno centro de la ciudad ocurridos en
el siglo XX. Se debe notar, que el primer sitio de esta serie refiere a la
construcción del actual terminal de buses (Guarda, 1994: 24), donde “…
aparecen claramente varias capas de sedimentación, en una altura de dos
metros aproximadamente, que permiten un estudio arqueológico-histórico
sobre la evolución de la urbanización en Valdivia” (UACh, 1976: 3, en
Guarda, 1994: 24)4.

Cartografía Arqueológica.

A continuación, ofrecemos una síntesis de estudios efectuados


entre el año 2007 y 2012 en Valdivia. Para ello, se sugiere al lector consultar
las dos cartografías actualizadas con su ubicación (Imágenes 4 y 5).

110
Área fundacional

Un total de 24 sitios arqueológicos registrados en este trabajo se


encuentran distribuidos entre el borde río oriental de la Isla Teja y el “área
fundacional” de Valdivia. Los yacimientos se vinculan a espacios de lagunas,
desagües y cursos fluviales mayores (río Calle Calle y Valdivia). Destaca
una amplia variabilidad funcional y cronológica. Dentro de esta gama se
incluyen sitios prehispánicos tardíos y/o coloniales con alfarería indígena
decorada rojo sobre blanco (estilo Valdivia), inéditos para el centro de la
ciudad (Casa Prochelle 1, Plaza Pedro de Valdivia y Contraloría Regional).

La concentración de sitios hispanos de carácter funerario


(cementerios), vinculados a otros de carácter ceremonial (conventos), se
encuentran fechados documentalmente para la primera etapa urbana de
Valdivia hispana (ca. 1552-1604) y demarcan en el eje cardinal norte-sur
los principales solares entregados a las ordenes religiosas y a la Iglesia
Mayor (Imagen 3). Además, su registro nos entregan una evidencia muy
valiosa sobre el ordenamiento urbano inicial y la sobreposición que ocurre
entre el componente hispano e indígena en los sitios Casino Valdivia, Plaza
Pedro de Valdivia y calle Independencia con Arauco. Precisamente estos
sitios, junto a aquellos como Contraloría Regional y Jardín Agroecológico
San Francisco, conforman los solares o manzanas centrales del damero del
siglo XVI (Guarda, 1994). Considerando que el uso de la teja se restringía
a las casas de mayor prestigio (Durston, 1994: 73), los hallazgos de
fragmentos de este material delimitan un perímetro que va desde el sitio
Carlos Anwandter 1 al este, Huerta-Campus Cultura al oeste, Casino Valdivia
al norte y Yungay 773 al sur-, siendo el más abundante de todos, aquel de
calle Independencia con Arauco, en pleno centro de la ciudad.

111
Otro indicador de status y cronológico (siglo XVII) corresponde a la vajilla hispana
decorada - mayólicas tipo Panamá, variedades Liso, Azul sobre Blanco y Polícromo
A (Rovira, 2001)-, distribuida en varios sitios del área fundacional. Estas
piezas, relativas a la época en que se inicia la repoblación o refundación
de Valdivia, desde 1645-1647 en adelante, han sido identificadas en los
sitios ya mencionados del centro, así como en un radio más amplio el
cual incluye Isla Teja (Casa Prochelle 1 y Huerta-Campus Cultura) y el
sector oriente de la ciudad (Plaza Acharán Arce), éste último sitio parte
del barrio indígena conocido como la Carmenca 5. En todos ellos también
prevalecen fragmentos de cerámica indígena monocromos (Plaza Avenida
Alemania, Carlos Anwandter-1 y Casino Valdivia [sector calle Carampangue
y O’Higgins]); algunos con decoración modelada (corrugados) e incisa
(zig-zag u hojas).

Una situación similar, representa el hallazgo de variedades de


lozas inglesas de los siglo XVIII-XIX (p.e. tipos Whiteware-Tranfer Printed
y Annular Ware-Banded)6en sitios próximo a la rivera fluvial (en Isla Teja:
Casa Deportes-Campus Cultura y Casa Prochelle 1; en Valdivia: Torreón
el Barro, Casino Valdivia, Plaza Pedro de Valdivia, Contraloría Regional,
Yungay 773 y Jardín Agroecológico). Se configura así un espacio más
intensamente ocupado por inmigrantes europeos en el epílogo del
período Colonial e inicios de la República.

En el ámbito de la arquitectura del período Colonial y


Republicano (siglos XVII-XX), el centro de Valdivia aún conserva muros
in situ y estructuras completas de carácter defensivo (Torreón Los Canelos
y El Barro), doméstico-ceremonial (Casino) e industrial relativas al
período de colonización alemana o de esplendor industrial (Cervecería
Anwandter, Casino Valdivia y Contraloría Regional).7 Tres yacimientos
documentan calles cubiertas de tablas de madera en pleno centro de la
ciudad (Terminal de Buses, Camilo Henríquez 715 y Yungay-Torreón Los
Canelos), rasgo que se asocia y/o sobrepone a sistemas de drenaje de
aguas lluvia o alcantarillado, tanto de madera como caños de cerámica

112
(siglo XIX). La cronología relativa de este conjunto de sitios, evidencian
urbano, documentan la organización social y territorial de las parcialidades
y agrupaciones indígenas del período Alfarero Tardío y Colonial (Urbina y
Adán, 2012).

Arquitectura en piedra laja y mortero de argamasa sólo han


sido detectadas en el caso del fuerte Las Ánimas (Van de Maele, 1968)9
; instalación estratégica fuera de los límites urbanos del siglo XVI.
Considerando el rango cronológico que indican los fechados cerámicos
obtenidos en Paillao (ca. 1100 – 1700 DC), puede estimarse que al sur
de Valdivia ocurre una efectiva continuidad de asentamientos indígenas
habitacionales (ruka, lof o levos).

Considerando los dos ámbitos espaciales tratados anteriormente


(Área Fundacional y Perímetro Urbano), trataremos un aspecto crucial
relativo al uso de los datos arqueológicos con fines estratégicos, de
ordenamiento y planificación urbana. Esperamos con ello fomentar
una comprensión integral del patrimonio arqueológico de Valdivia, la
cual habilite a otros especialistas y miembros de los gobiernos locales
relacionados directa o indirectamente con la temática.

Ordenamiento territorial y planeamiento urbano.

Algunas personas piensan que el ordenamiento del territorio


ha sido inherente al proceso de ocupación del espacio por parte de los
grupos humanos desde los tiempos más remotos, haciendo una analogía
entre la detección y elección de sectores para el asentamiento con el
análisis territorial, entre la evaluación del espacio con la planificación
y, entre la adaptación de los lugares a las necesidades propias de los
grupos sociales con la gestión (Gómez Orea, 2008). Sin embargo,
estos antiguos y complejos procesos de ocupación y manejo “en el”

113
espacio -en contraste con un manejo “del” espacio-, hicieron uso de
diferentes criterios y elecciones culturales que distan mucho de aquellos
elementos que han llevado a la construcción del ordenamiento territorial
(OT) como un ejercicio (con sus fases de diagnóstico, planificación y
gestión), que en su ejecución considera disciplinas con una relación
directa o indirecta al territorio.

En este tipo de esquemas evolutivos y simplificadores, ya sea de


realidades pasadas o presentes, suele desconocer las diferentes dimensiones
del vínculo entre los grupos culturales y el espacio, lo cual enriquecería
enormemente esta relación intrínseca. El OT, como lo comprendemos hoy
en día, puede entenderse desde el surgimiento de las entidades urbanas,
donde sí es posible observar y segregar los objetivos contemplados en
el análisis, planificación y gestión territorial, referidos principalmente
a la corrección de los desequilibrios territoriales y la localización de las
actividades humanas y la utilización del ordenamiento como instrumento
preventivo de gestión ambiental y enfoque metodológico de planificación
de desarrollo sostenible (Gómez Orea, 2008). En las ciudades, como es
el caso de Valdivia, el punto de partida del análisis urbano territorial se
orienta hacia la economía urbana, donde el espacio se encuentra modelado
por el uso de suelos10. Y es en este mercado de suelo, donde lo urbano, lo
urbanizable y lo rural, se encuentran con el componente patrimonial.

Si los procesos económicos -como procesos especulativos que


dominan el territorio- se fortalecen en las ciudades, aquello que ocurra en
la economía urbana (al interior de la ciudad), repercutirá necesariamente
en la planificación regional (la ciudad y su territorio circundante), en la
planificación estratégica (la evaluación de clusters económicos, planes de
acción, seguimiento y control) y finalmente, la economía espacial. Por lo
tanto, la invisibilización del patrimonio cultural tangible dentro del análisis

114
urbano territorial, en este caso refiriéndonos a la arqueología de Valdivia,
presenta inevitables consecuencias en todo el territorio y en el modo de su
consideración.

Así como hoy se conforman los espacios urbanos -mediante


extensión o densificación-, muy probablemente en el pasado estos
espacios también fueron escogidos y ocupados, por lo que una ciudad en
la actualidad, extrañamente será una “tabula rasa”. Los sitios y elementos
arqueológicos aflorarán desde el subsuelo en el momento menos esperado
o estarán ahí, sin que alguien repare en ellos, hasta ser impactados por las
diferentes inversiones que se lleven a cabo en los suelos urbanos. Con el fin
de evitar estos impactos y de subsanar la “imposibilidad” de considerar al
patrimonio cultural tangible en los modelos teóricos aplicados en el análisis
territorial, es necesario recurrir a conceptos económicos que integren
a este patrimonio en el espacio urbano. En esta situación es cuando se
torna más adecuado considerar a los yacimientos arqueológicos como
“recursos”; recursos no renovables con manifestación en el territorio y por
tanto inmersos en el medio físico, que puedan ser integrados en un marco
económico como capital social (Ladrón de Guevara, 2003) y formen parte
de los espacios de maquetación o escenarios contextuales y prospectivos.

En la práctica, he aquí la relevancia de la generación de


cartografías arqueológica actualizables y memorias explicativas en los
diagnósticos integrados, con el fin de dar cuenta no sólo de la presencia de
estos recursos, sino que también de su expresión en el territorio.

Una vez contemplado el componente arqueológico en los


diagnósticos territoriales, se hace posible la superposición de capas
de información y la generación de zonificaciones adecuadas en las
etapas de planificación, donde la presencia de recursos arqueológicos
o de zonas de potenciales hallazgos (como los bordes de río y las
terrazas lacustres), sean considerados en los diferentes instrumentos

115
de planificación territorial (IPT), asumiendo de forma real y preventiva,
las diferentes figuras legales de protección (p.e. zonas típicas y recursos
patrimoniales como monumentos nacionales), dejando de lado el
desconocimiento o la falta de procedimientos existentes hoy en día, en
cuanto al tratamiento del patrimonio cultural en ciudades como Valdivia.

Comentarios finales.

Considerando la jerarquía y distribución de los sitios que hemos


referido para las distintas épocas, la ciudad de Valdivia posee un entorno
habitable de gran extensión, el cual ha constituido un espacio histórico de
transición urbano-rural. Mientras el concepto de urbe colonial abarcaba
una red de asentamientos y sectores densos habitados en torno a ella, que
le eran complementarios, dicho ordenamiento definía distintos anillos
en torno al sector nuclear y una disposición de barrios principales y
secundarios propios de la ciudad (Hardoy y Gutman, 2008: 742-745).
Al concebir la ciudad de Valdivia como una entidad urbana compleja de
origen pre occidental (europeo) -sectorizada, jerarquizada e integrada a
su espacio circundante-, nuevas investigaciones en el ámbito histórico y
antropológico, podrán también valorar mejor su papel en el concierto de
las ciudades y jurisdicciones del virreinato del Perú y la república de Chile.

Si se considera la tipología y la distribución de sitios y elementos


arqueológicos diagnósticos presentados, podemos proyectar la fisonomía
de Valdivia a lo largo del último milenio, tanto como una entidad urbana
que atraviesa temporalidades y tradiciones culturales de distinta índole;
las cuales definen su historia y estructura posterior. El despliegue
eficiente de la información arqueológica permitirá aportar al desarrollo
de políticas asociadas a la planificación urbana. El ordenamiento del
territorio de Valdivia debe considerar desde la etapa mapuche huilliche
hasta nuestros tiempos. Las políticas urbanas, deben ser evaluadas en
asociación a las transformaciones planificadas o forzadas de la ciudad y

116
su entorno. Una “mirada integral” de los datos y aportes disciplinarios,
en formato cartográfico, permiten de este modo construir una “imagen
histórica situada” del patrimonio de la ciudad utilizando herramientas
de ordenamiento territorial y planeamiento urbano, las cuales integran la
experiencia de habitar este lugar (Valdivia) desde tiempos prehispánicos.

Referencias.

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ca del río Valdivia: proposiciones a partir del estudio de sitios alfareros prehis-
pánicos e históricos. Revista Austral de Ciencias Sociales nº 12: 5-30, Valdivia.
- Adán, L., Mera, R., Munita, D., Urbina, S., 2010. Los primeros habitantes. Síntesis de
la historia prehispánica de la actual Región de Los Ríos. En Síntesis Histórica de
la Región de Los Ríos. Diagnóstico del Patrimonio Cultural de la Región de Los Ríos, Capítulo
1, pp. 3-27, Valdivia.

-Adán, L., Urbina, S., 2010. Una aproximación a la historia indígena de los ma-
puche huilliche de la jurisdicción de Valdivia. En Síntesis Histórica de la Región
de Los Ríos. Diagnóstico del Patrimonio Cultural de la Región de Los Ríos, Capítulo 2, pp.
28-53, Valdivia.

- Durston, A., 1994. Un régimen urbanístico en la América Hispana colonial: el


trazado en damero durante los siglos XVI y XVII. Historia 28: 59-115.
- Gómez , D., 2008. Ordenación Territorial. Mundi-Prensa y Editorial Agrícola Española
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- Guarda, G., 1999. Historia de la Iglesia en Valdivia. Museo de la Catedral, Valdivia.

- Guarda, G., 2001. Nueva Historia de Valdivia. Ediciones Universidad Católica, San-
tiago.

117
- Guarda, G., 2008. Cuatro Siglos de evolución Urbana. Valdivia 1552-1910.
Instituto de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Astral de Chile, Valdivia.

Construcción urbana y rural: sus aspectos ide-


- Hardoy, J., Gutman, M., 2008.
ológicos, sociales y económicos. En Historia General de América Latina, volumen III,
Tomo 2, pp. 719-772. Ediciones UNESCO, Editorial Trotta, Madrid.

El patrimonio como funda-


- Ladrón de Guevara, B., Gaete, N., Morales, S., 2003.
mento para el desarrollo del capital social: el caso de un sitio arqueológico y
Puntilla Tenglo. Conserva nº 7: 5-22.
- Mariño de Lobera, P., 1865[1580]. Crónica
del Reino de Chile. Colección de his-
toriadores de Chile y de documentos relativos a la historia nacional. Imprenta
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- Rovira, B., 2001. Presencia


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Algunas consideraciones acerca de su distribución y cronología. Latin American
Antiquity nº 12(3): 291-303.

- Universidad Austral de Chile, oficina Santiago, 1976. Boletín Informativo nº 8: 1-3, 10 de


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- Urbina, S., Adán, L., 2012. La


ciudad de Valdivia y su jurisdicción: elementos
para una historia indígena en el período Colonial Temprano. Ponencia presen-
tada en el V Congreso Nacional de Arqueología Histórica Argentina, Buenos Aires.

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Históricas. Investigaciones Arqueológi-
cas. Mapa Histórico-Arqueológico de la provincia de Valdivia. Museo Histórico y
Antropológico, Universidad Austral de Chile, Valdivia.

- Vivar, G., 1979[1558]. Crónica


y relación copiosa y verdades de le los Reinos
de Chile. Colección de escritores coloniales. Berlín Mormey, Editorial Universitaria,
Biblioteca Iberoamericana, Colloquium Verlag.

1_ Este trabajo es resultado del proyecto DID S-2012-41 Universidad Austral de Chile, La Plaza de Valdivia: Los
Castillos del Estuario y el Río Cruces. Primer estudio comparado de sus colecciones arqueológicas coloniales, s.
XVII y XVIII y del proyecto FNDR (2008): Valdivia.

118
2_Previo a la instalación hispana, algunos testimonios de la época señalan la presencia de un vecindario (de
ruka) descritas como “muy buenas” y “razonables casas” (Vivar, 1979[1558]: 191; Mariño, 1865[1580]: 138)
descritas sobre una loma alta “adornada de arboledas sembrada a mano”, el cual daba el perfil y organizaba
el principal sector habitacional indígena, ubicado en la actual calle Carlos Anwandter (Guarda, 1994: 30-31,
lámina 8: 32). Mariño de Lobera, también señala hacia el suroeste de estas ruka, un lugar “de junta” adyacente al
río, el que describe como una “larguísima carrera donde los indios jugaban a la chueca” (palihue), cuya longitud
alcanzaba los 400 pasos castellanos (± 560 metros) (Mariño, 1865[1580]: 138; Guarda, 1994: 23). Dicho palihue
corresponde a un espacio de congregación de alta relevancia política y comunitaria mapuche, de arquitectura
llana, extensa y despejada, lugar de condiciones inmejorables para trazar la plaza, edificios, manzanas y solares
de la nueva ciudad (Imagen 3). En los alrededores del palihue se disponían “grandes llanadas” con abundante
población y extensos campos agrícolas. Se agrega a este panorama previo a la fundación hispana, una ribera
fluvial activamente utilizada para la recalada y zarpe de canoas, las que circulaban cargadas de gentes y recursos;
la admiración surge en palabras del cronista al “… ver entrar tantas canoas por aquellos ríos hasta llegar a las
casas” (Mariño, 1865[1580]: 131).
3_Se tienen evidencias de piezas cerámicas de estilo Pitrén recuperados en Angachilla, también materiales
líticos propios de cazadores-recolectores del período Arcaico en Huachocopihue y una datación radiocarbónica
de 2.000 AC para un evento de incendio en el sitio Carlos Anwandter 1, el cual probablemente corresponde al
efecto de una acción humana.
4_Otras referencias son las osamentas y entierros de españoles excavados en 1907 bajo la actual Plaza de la
República que refieren con probabilidad al cementerio de la Iglesia Mayor (Guarda, 1999, nota 7: 12); luego,
un plano del año 1718 indica la existencia de muros originales del Convento de San Francisco, esquina calles
Yungay y Yerbas Buenas, sobre los cuales se estaba reedificando el nuevo convento, en el antiguo solar (Guarda,
1999, nota 8: 13); en tercer lugar, las ruinas y vestigios de muros de piedra laja del convento de La Merced,
conservados hasta inicios del siglo XX en la calle Carlos Anwandter nº 624, reutilizados para los cimientos de
una bodega de vinos (Guarda, 1999, nota 11: 15); y finalmente, los testigos del Convento de Santo Domingo a
la luz de “… excavaciones hechas a fines del siglo XIX y XX -1950, al construirse el hotel Pedro de Valdivia-
revelaron vestigios y osamentas, correspondientes a enterramientos; los relatos de la destrucción confirman su
relación respecto del río, junto al cabezal este del puente Pedro de Valdivia…” (Guarda, 1999: 16).
5_Parte del sector o barrio lo conforman los sitios Plaza Avenida Alemania, Carlos Anwandter-1, Carlos An-
wandter nº 624. En Valdivia, el barrio de La Carmenga o de la Merced -al igual que en Huamanga, Potosí y
Cusco-, recibió este nombre por residir allí el grueso de la población indígena (Mapuche Huilliche) en el siglo
XVI (Guarda, 1994: 24, 41, 101-102).
6_Fuente para la identificación: Colección tipología cerámica on-line. Museo de Historia Natural, Universidad
de La Florida: http://www.flmnh.ufl.edu/histarch/gallery_types/Spanish/. Consultado el 22-10-2012.
7_El caso del Cerco de Duce merece una investigación arqueológica en profundidad. Si bien sobre la base de la
cartografía histórica existente, el proyecto de Duce podría ser modelado sobre la actual planta urbana (Guarda
2008: 15-17), aún no se han efectuado estudios sistemáticos para su identificación en terreno.
8_Restos óseos correspondientes a sitios de cementerio se recuperaron en la década de 1990, en el lugar ocupado
por la Fábrica EMASIL.
9_Identificadas a partir de registro fotográfico de trabajos de Mauricio van de Maele. Archivo Dirección Muse-
ológica, Universidad Austral de Chile (visto el 30.07.2012).
10_En urbanismo, las modelaciones como herramienta de análisis -base de diagnósticos y de planificación-, re-
sponderán a variables funcionales, distribucionales, de transporte, sociológicas, ecológicas, entre otras, a partir
de la observación del presente (determinación sincrónica de los fenómenos en tiempo y espacio). Dado que el
historicismo no corresponde a un mecanismo de análisis viable en urbanismo, debido al sesgo que considera,
actualmente el componente histórico de las ciudades no se encuentra relacionado con ningún modelo urbano-
territorial paradigmático, sino que sólo forma parte del sustrato cultural, que si bien tiene relación con los pro-
cesos de formación de los espacios urbanos, no explica los procesos que allí ocurren, ni permite solucionar sus
problemas. Pero esta “desatención” obligada de la economía urbana hacia el patrimonio cultural, con expresión
en el territorio, conlleva grandes repercusiones que, sólo actualmente, se intenta abordar.

119
El programa puesta en valor del patrimonio de la Región de Los Rios.

Leyla Sade
Arquitecta, Universidad del Bío Bío, Chile.
Encargada Regional Patrimonial de la Dirección de Arquitectura,
Ministerio de Obras Públicas Región de Los Ríos.
leylasadec@gmail.com

Patricia Durán
Ingeniero Comercial
Encargada Regional Patrimonial de la Dirección de Arquitectura,
Ministerio de Obras Públicas Región de Los Ríos.

Chile tiene un variado y rico patrimonio histórico y cultural que


no está completamente puesto en valor y que puede hacer una significa-
tiva contribución al desarrollo social y económico. Un Inventario del Pat-
rimonio Cultural Inmueble (IPCI), realizado en todas las regiones del país
por la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas, detectó
más de 7.000 activos de interés patrimonial. De estos, 853 (excluyendo
Monumentos Públicos) han sido declarados Monumentos Nacionales por
el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN.) El CMN incluye, en el Regis-
tro de Monumentos Nacionales, los activos que juzga de valor patrimonial
histórico, artístico, cultural, científico y natural y que le son presentados por
individuos, organizaciones de la sociedad civil u organismos del Estado. Ex-
iste consenso en el país acerca de que este procedimiento, de carácter más
reactivo que pro-activo, conduce a que el Registro no incluya en la actuali-
dad todos los activos de valor patrimonial de importancia nacional. Muchos
de ellos merecen ser integrados pero que no han sido propuestos al CMN.

120
La Región de los Ríos, al igual que el resto del país, cuenta con
un escaso número de bienes patrimoniales reconocidos y protegidos legal-
mente. Existen sólo 25 Monumentos Nacionales 1, que claramente no reflejan
el rico patrimonio cultural regional caracterizado por la multiculturalidad
expresada principalmente por las raíces mapuches, españolas, holandesas y
alemanas, entre otras.

Con el fin de dar respuesta a la creciente preocupación de la so-


ciedad por conservar su patrimonio cultural, que se encuentra en situación
de deterioro y vulnerabilidad, y que no contaba con una línea programática
de alcance nacional que respondiera a esta necesidad, el Estado de Chile
crea el Programa “Puesta en Valor del Patrimonio”. Su objetivo es promover
la protección y puesta en valor de los bienes patrimoniales, (edificaciones,
conjuntos urbanos o sitios) declarados Monumento Nacional o en proceso
de serlo, de prioridad regional o nacional, de modo que generen beneficios
socio-económicos que contribuyan al desarrollo sustentable.

Programa y Desarrollo Regional

El programa se desarrolla a través de un convenio entre el BID


(Banco Interamericano de Desarrollo) y el Gobierno de Chile, y es ejecutado
por la Subsecretaría de Desarrollo Regional (Subdere) y co-ejecutado por la
Dirección de Arquitectura del MOP y los Gobiernos Regionales.

En la región se estableció, en su Estrategia Regional de Desarrollo


(ERD) 2009-20019, la Protección y Promoción de la Identidad Patrimo-
nial, como uno de los lineamientos estratégicos para alcanzar el desarrollo
regional: “La Región de Los Ríos pondrá en valor las expresiones y mani-
festaciones culturales, históricas y actuales que den cuenta del patrimonio
tangible e intangible”.

121
Al mismo propósito apuntan las iniciativas de inversión de la cart-
era regional del programa, dado que en ella se desarrollan los proyectos
estratégicos enmarcados en la EDR, tal como la ejecución del estudio Diag-
nóstico Patrimonio Cultural, Región de Los Ríos. Este estudio desarrolló un
enfoque sistémico e integrador que hoy permite contar con una línea base
para la futura política de patrimonio regional, dando orientaciones estraté-
gicas para la planificación del resguardo y puesta en valor del patrimonio
cultural en el mediano y largo plazo.

Ejecución del Programa.

En el ámbito de la institucionalidad regional, en el año 2008 se


creó la Mesa Regional de Patrimonio que es una instancia que secunda la
aprobación del Programa Puesta en Valor del Patrimonio (PPVP), del mismo
año. La primera tarea encomendada a esta instancia de coordinación re-
gional, fue la de identificar las posibles iniciativas de inversión susceptibles
de ser financiadas por este programa. En este sentido, Los Ríos ha venido
definiendo, a través de procesos participativos, una cartera de iniciativas que
se han generado a partir de la información obtenida en los talleres comu-
nales, en el marco de la difusión del programa.

En este contexto se ha levantado una cartera de 36 iniciativas re-


gionales que fueron priorizadas por el Consejo Regional de Los Ríos, las
comunas y su gente, las que cumplieron con los siguientes requisitos para
su financiamiento: ser inmueble de propiedad pública, usufructo público-
privado de una sociedad sin fines de lucro, estar declarado Monumento
Nacional, cumplir con la equidad territorial, tener sustentabilidad y ser de
prioridad comunal.

Para asegurar la sustentabilidad de la inversión, se definió como


uno de los objetivos del programa la elaboración de modelos de gestión,
como la carta de navegación para la administración de cada inmueble, cuyo

122
instrumento asegura la generación de ingresos para pagar los costos de op-
eración del inmueble, los gastos de mantención y conservación que se deban
realizar periódicamente al inmueble y su entorno asociado para que se man-
tenga en el tiempo, y además, ser capaz de generar el máximo de beneficios
culturales, sociales y económicos asegurando la sostenibilidad de la puesta
en valor.nar la forma en que se administrará.

“Si no entendemos el significado de un bien, mal podríamos com-


prender su importancia y mal podríamos conducir un proceso administra-
tivo si no conocemos lo que se debe proteger de ese patrimonio”.2

Inversión del Programa

La cartera de 36 iniciativas de la región cumplió con la equidad


territorial, criterios de selección y priorización instruido por la Mesa Re-
gional del Programa, por lo que se destacan a continuación los proyectos
emblemáticos de cada comuna de la región (Imagen 1).

En relación a la sustentabilidad, la comunidad definió los usos


para los inmuebles a poner en valor en la región, de los que se distinguen
los siguientes por su frecuencia (Imagen 2).

Iniciativas Financiadas por el Programa.

El estudio nace como primera necesidad de la Mesa Regional en


la obtención de un documento estratégico de planificación patrimonial que
integre las iniciativas de inversión, fortalecimiento y difusión con una visión
territorial de escala regional y comunal, y con un alcance temporal de medi-
ano y largo plazo. Su objetivo a alcanzar es “elaborar y validar el estudio del
patrimonio cultural regional, correspondiente a un diagnóstico general que
recopile y valore cualitativamente y cuantitativamente la información referida
a bienes culturales patrimoniales, y que defina orientaciones estratégicas

123
para la planificación del resguardo y puesta en valor del patrimonio cultural
en el mediano y largo plazo para la región de los ríos”.

Estudios diagnóstico Sistema de Fortificaciones, de la cuenca de Valdivia y


Bahía de Corral.

El carácter estratégico de la región Austral de Chile, impulso a la


corona española, desde fines del siglo XVI la edificación de un poderoso
conjunto defensivo, a raíz del tránsito frecuente de naves francesas, inglesas,
holandesas y en particular, a la incursiones de los corsarios. En este contexto
y debido a la necesidad de defender Perú y México, que constituían la prin-
cipal fuente americana de riqueza de la Corona, se emprendió la construc-
ción de fortificaciones en Valdivia, que constituyen junto con El Callao, el
complejo defensivo más importante de la costa americana del Pacífico Sur.

El sistema de fortificaciones esta formado por aproximadamente


18 Fuertes y baterías, de los cuales 5 son Monumentos Nacionales reconoci-
dos.

El sistema de fortificaciones carece de una figura administrativa y


legal que la rija, naciendo como respuesta a esta necesidad el estudio que
tiene como objetivo “elaborar un plan de manejo para las fortificaciones de
la cuenca de Valdivia y bahía de Corral con el propósito de asegurar buenas
prácticas de conservación y gestión sustentable, en el contexto histórico,
cultural, económico local, proporcionando tanto para el sector público o
privado los lineamientos estratégicos que permitan poner en valor el patri-
monio histórico conforme a las distintas políticas a nivel regional y nacio-
nal”.

124
Diseño restauración Casona el LLoly Comuna de Paillaco.

La casona El Llolly se ubica en el ex fundo patronal del mismo


nombre, comuna de Paillaco, región de Los Ríos. Es testimonio vivo de una
serie de procesos históricos acaecidos en su territorio, desde la coloni-
zación europea en territorio mapuche hasta su conformación como centro
rural. El sector funciona como unidad tipológica que contiene una serie de
equipamientos y servicios comunitarios, donde la casona actúa como un hito
fundacional y patrimonial del sector.

El proyecto Rehabilitación Casona El Llolly, se levantó como ini-


ciativa regional a través de mesas territoriales con el objeto de identificar
en todas las comunas el patrimonio local no reconocido legalmente. Esto
permitió ampliar la cantidad regional de Monumentos Históricos y zonas
típicas de la región. El objetivo de la consultoría es convertir a la casona
en un centro comunitario, que ponga en valor el bien patrimonial y su en-
torno inmediato. El diseño de intervención propone el desarme de la casona
de madera, para su posterior reconstrucción, ampliación, consolidación
estructural y habilitación como centro comunitario, cultural y artístico. Su
restauración permitirá rescatar el inmueble, fortalece a las organizaciones
del sector y posicionar a la casona El Llolly como un lugar turístico rural.

Diseño habilitacion Ecomuseo Isla Mancera.

Originalmente la Isla era llamada “Guiguacabín” por los indígenas,


luego en 1544, el almirante Pastene lo cambió por el de “Imperial”, poste-
riormente pasó a ser conocida como la isla de “Constantino”, que fue su
primer dueño, hasta que en 1645, don Antonio de Toledo cambia su nombre
por el de “Mancera” en honor de su padre, el marqués de Mancera, Virrey
del Perú, que llegó en la flota que viajó del Callao a refundar la ciudad de
Valdivia, abandonada luego del levantamiento mapuche de 1599.

125
El objetivo del proyecto de diseño es poner valor en su conjunto
la isla mancera, como museo de sitio, con la restauración del castillo San
Pedro de Alcántara, con la recuperación de la plaza colonial, el polvorín,
capilla y habilitación de los senderos. Además se diseñará una infraestruc-
tura de servicio que sirva de apoyo a la puesta en valor de la isla mancera,
centro de interpretación turística: con locales de venta de artesanía, cafete-
ría, sala de exposiciones, laboratorios, servicios higiénicos, boletería, venta
de souvenirs y centro de información turística, se confeccionarán señalé-
ticas museográficas, por tanto se realizará un estudio museográfico que
permitirá determinar recorridos informados (Imágenes 8 y 9).

Diseño Restauración Castillo de Niebla Valdivia.

El Castillo de Niebla es una de las fortificaciones del gran comple-


jo que se construyera en el siglo XVII en el estuario del río Valdivia (Sistema
de Fortificaciones). Fue erigido a mediados de ese siglo por la armada que
el Virrey del Perú Antonio de Toledo enviara con el fin de refundar la ciudad
de Valdivia. El objetivo era defender este estratégico lugar de las potencias
europeas enemigas de España y de los piratas y corsarios que cruzaban el
Estrecho de Magallanes y el Cabo de Hornos para dirigirse a las cercanías
de los ricos puertos del Pacífico americano.

A través del programa se ejecutó un diseño para convertirla en
museo de sitio, donde se obtuvieron estudios previos que contemplan el
levantamiento crítico, análisis arqueológico, histórico, estructural y arqui-
tectónico, para la realización del proyecto de restauración, consolidación
estructural, paisajismo y especialidades (Imagen 10).

Diseños restauración Fortín de San José de Alcudia.

El Fuerte San José de Alcudia, Río Bueno, fue patrimonio militar


al resguardo de las ciudades ante la amenaza indígena.

126
El proyecto de restauración del fuerte potencia el uso cultural
y turístico del monumento histórico, se realizarán trabajos de limpieza,
consolidación estructural y protección de todos los muros del fortín, man-
tenciones y reposiciones de la infraestructura de seguridad (barandas y
pasarela peatonal), mantención de los cañones, colocación de un sistema
de iluminación e implementación museográfica del fuerte (Imagen 11).

Diseño restauración y puesta en valor Teatro Galia de Lanco.

En el año 1945 se inaugura el teatro Galia en una subdivisión de


la plaza de Armas de la comuna, característica muy particular, pues altera
el orden tradicional de las plazas de Chile, generándose un área verde rec-
tangular y sacando a la iglesia del perímetro de la plaza.

El teatro Galia nace como un cinematógrafo, instalación atípica


en una comuna altamente rural, propia de estilos de vida de habitantes de
urbes o ciudades mineras de nuestro país.

El diseño tiene como objetivo principal hacer funcional el in-


mueble a través de la elaboración de estudios previos que contemplan el
levantamiento crítico, histórico, estructural y arquitectónico, para luego
realizar el proyecto de restauración, consolidación estructural, paisajismo
y especialidades tales como: iluminación, sistemas de seguridad, sonido y
acústica, modelo de gestión, y participación ciudadana (Imagen 15).

Adquisición y diseño restauración Fortín de San Luis de Alba de Cruces,


Comuna San José de la Mariquina.

El Castillo de San Luis de Alba es fundado en el año1648, el cual


generó un núcleo importante de población.

127
Fue destruido y reconstruido en siete ocasiones entre la fecha de
su fundación y la de su abandono total a mediados del siglo pasado.

La iniciativa tiene como objetivo el uso de museo de sitio del in-


mueble, el cual comprende desde la adquisición del monumento nacional y
la elaboración del diseño que elaborará estudios tales como: levantamiento
crítico, análisis arqueológico, histórico, estructural, arquitectónico y de es-
pecialidades, como así también el modelo de gestión, declaración de im-
pacto ambiental y participación ciudadana (Imagen 16).

Diseño Estación Collilelfu, Los Lagos.

La Estación Collilelfu corresponde a la edificación principal de


la antigua estación de ferrocarriles de Los Lagos construida entre 1905 y
1907. El inmueble cumplió funciones ligadas a la vía férrea hasta la suspen-
sión de los servicios a fines de los 70 y desmantelamiento de la vía partir
de 1981. Luego se entregó a uso residencial de funcionarios ferroviarios,
pasando a propiedad municipal, en 1998 3.

La consultoría del diseño de arquitectura y sus especialidades,


tiene por objetivo el de habilitar la estación Collilelfu como centro cultural
de la comuna de Los Lagos (Imagen 17).

Ejecución Restauración Castillo de Niebla Valdivia.

En el marco del programa de Puesta en Valor del patrimonio, se


ejecutarán:

1. Obras de restauración del monumento, limpieza, consolida-


ción y protección de superficies de los vestigios existentes.
2. Obras nuevas para la habilitación de recorridos que no alteren,
ni dañen el monumento evitando el actual deterioro antrópico, a través de

128
pasarelas que conectarán diversos puntos museables, generándose nuevos
accesos para el monumento.

3. Remodelación de las oficinas administrativas del museo, reor-


ganizando el espacio interior, para acoger un sector de depósito arqueoló-
gico, oficinas administrativas, servicios higiénicos de personal y de público
en general entre otras dependencias. Además se contempla la reubicación
de los stands de los artesanos a un costado del edificio de la DIBAM, debido
al alto riesgo de derrumbe del terreno aledaño a su ubicación actual.

4. Se adquirirá un terreno para reubicar los estacionamientos,


liberando el foso de este uso incompatible (Imagen 10).

Habilitación Centro Cultural Casa Prochelle I, Primera Etapa.

La casa Prochelle I fue construida en 1902 por Gustavo Proche-


lle Brummer, importante empresario valdiviano que tenía una curtiembre,
refinería de sal, industria maderera, agencia de vapores y seguro, importa-
ciones y exportaciones.

En la actualidad la casa Prochelle I se encuentra sin uso.

El proyecto contempla la habilitación de un centro cultural para


Valdivia, emplazada en un terreno de 2.294 m2, con una superficie cons-
truida de 730 m2 en dos pisos, donde se intervendrán:

a) Superficie a Restaurar y Habilitara existente: 792,31 m²


b) Superficie a Demoler o Desarmar : 98,53 m²
c) Superficie Ampliación : 115,76 m²
Total: 809,54 m² (Imágenes 12, 13 y 14).

129
Conclusiones.

A través del Programa se constató el creciente interés de la ciu-


dadanía por la puesta en valor del patrimonio, por lo que la cartera del
programa se definió dentro de los proyectos emblemáticos de la Estrategia
de Desarrollo Regional, para alcanzar al año 2019 el escenario deseado
para la región.

La institucionalidad pública regional ha tenido un rol activo y


coordinado para alcanzar los requisitos del programa a nivel nacional y
regional, lo que ha implicado un proceso de participación permanente con
las comunidades, permitiendo el rescate de la memoria en los territorios
y en la región, como también se ha podido contribuir al desarrollo socio-
económico a través de la inversión patrimonial, haciendo posible su uso
como soporte de actividades culturales, sociales y económicas compatibles
con su conservación y requerimientos de las comunidades, cumpliéndose
con ello el objetivo del programa.

Referencias.

- Convenio Crédito BID

- Estrategia Regional de Desarrollo Región de los Ríos 2009 - 2019

- Antecedentes y Orientaciones para la Gestión del Patrimonio, SUBDERE-2008

- Guía Operativa, Programa Puesta en Valor del Patrimonio, 2008, MINISTERIO DEL IN-
TERIOR –SUBSECRETARÍA DE DESARROLLO REGIONAL Y ADMINISTRATIVO, División de
Desarrollo Regional, Departamento Gestión de Inversiones Regionales.

- Sitio Web, http://www.monumentos.cl

- Estudios y Proyectos del Programa, DA MOP, GORE, SUBDERE:

130
- Estudio: “Diagnóstico Del Patrimonio Cultural De La Región De Los Ríos”,
2010. Consultora UACh.

- Estudio: Diagnóstico Sistema Fortificaciones Cuenca Valdivia Bahía Corral.


Consultora Santa María La Real Chile.

- Diseño Restauración Casona El Llolly Comuna Paillaco, Consultora


MASSMANN ARQUITECTOS & CIA.LTDA.

- Diseño: Habilitación Eco Museo Isla Mancera, Consultora Alejandro Cer-


da.

- Diseño: Restauración Fortín De San José De Alcudia, Consultora Estudio


Cero, Carlos Inostroza Hernández.

- Diseño: Restauración Y Puesta En Valor Teatro Galia De Lanco, Consultora


BeAT ASSOCIATES.

- Diseño: Habilitacion Estación Collilelfu, Los Lagos, Consultora ATELIER –


CONSULTORES LTDA.

- Obra: Restauración Castillo De Niebla Valdivia, Empresa Constructora ByC


Ltda.

- Obra: Habilitación Centro Cultural Casa Prochelle I, Primera Etapa, Em-


presa Constructora Jorge Ramírez y Avelina Urra Ltda..

1_Nómina de Monumentos Nacionales (total nacional), Consejo de Monumentos Nacionales.


2_ Antecedentes y Orientaciones para la Gestión del Patrimonio, SUBDERE-2008.
3_ Informe declaratoria. Municipalidad de los Lagos.

131
Ercilla, la aplicación de dos subsidios de reconstrucción patrimonial
del Ministerio de Vivienda en la Araucanía

Mg. Paz Serra


Arquitecta, Universidad de Chile, Chile
Seremi de Vivienda y Urbanismo Región de la Araucanía
pserraf@minvu.cl

Mg. Cristian Rodríguez


Arquitecto, Universidad del Bío Bío, Chile.
Encargado de Patrimonio Seremi de Vivienda y Urbanismo
Región de la Araucanía.
crodriguezd@minvu.cl

Resumen

Hacia mediados del siglo XIX, la zona mapuche de la Araucanía


dividía el territorio nacional chileno. Se inició un proceso de ocupación di-
rigido desde el Estado, cuya definición estuvo trazada por la cantidad de
hectáreas asignadas a cada propietario y de qué modo se fueron anexando
parte de estos terrenos a la dinámica de la economía regional, vinculada
principalmente al cultivo del trigo.

A partir de este proceso se inicia la fundación de distintos pobla-


dos, los cuales en su mayoría tendrían la impronta de la madera, del latón
zincado y se constituirían en la imagen urbana durante un siglo. Hoy, estas
viviendas se encuentran en una condición de deterioro agravado por el úl-
timo terremoto, hecho que derivoó en la implementación de un Subsidio
de Reconstrucción Patrimonial para su preservación futura y por ende, en
la mantención de la frágil silueta urbana de los pueblos rurales de la Arau-
canía.

132
Introducción.

Al momento de la Independencia de Chile en 1810, el territorio


mapuche gozaba de un escenario jurídico particular a consecuencia de los
parlamentos realizados con las autoridades españolas, el último de los cu-
ales fue realizado en Negrete, en el año 1803.

Después de la decisión del Estado de ocupar estas regiones, a par-


tir de 1868 Cornelio Saavedra inicia el establecimiento de la línea del Toltén,
como culminación de la fase costera de la campaña que penetra por el río
hacia el interior, en un intento por rodear el territorio mapuche, quedando
sólo la salida hacia la cordillera. Desde ese punto de la depresión interme-
dia, se avanzó hacia la cordillera por la vía fluvial, con el levantamiento de
los fuertes Toltén y Collico. En el año 1878, una circular del Inspector Gener-
al del Ejército, general Antonio Villagrán, señala que el cuerpo de Ingenieros
había publicado, con autorización del gobierno, un plano general, de todos
los terrenos ocupados por el fisco, medidos, hijuelados y rematados hasta
esa fecha, al sur del Bío Bío. El plano incluía los puntos de la nueva línea de
frontera de Lumaco a Adencul, conocida como la línea del Traiguén (Estado
Mayor Ejército de Chile, 1981).

Entonces, desde el inicio de la “Ocupación de la Araucanía” y su


posterior consolidación, surge una arquitectura tremendamente sobrecar-
gada por otra, impuesta por los habitantes que consolidaron un desarrollo
económico sin igual y cuyo eje principal fue el ser una manifestación de una
realidad mucho más amplia que afectó a nuestro continente a fines del siglo
XIX. “Un plan militar pasa a ser un plan de desarrollo poblacional, o sea la
guerra invasiva más que defensiva, se convierte en un plan de desarrollo ter-
ritorial. Algunas incidencias claves tuvo el espacio para servir a una táctica
militar de ocupación territorial que la hiciera efectiva” (Vilaboa, 2007) .
Desde muy temprano y siguiendo una estrategia similar a la de los españoles
del siglo XVI, entre 1861 y 1883 se ordenó la fundación de unas quince

133
ciudades y poblados, proceso que se inicia en una primera etapa con la
refundación de Angol.

Ocupación de la Araucanía.

Así, las ciudades y pueblos de la Araucanía, nacieron espontánea o


tácitamente como obra de las numerosas tareas que el ejército de ocupación
realizaba dentro del territorio mapuche. Los primeros soldados agraciados
y premiados por el gobierno con tierras alrededor del fuerte, luego de final-
izada la empresa militar, se constituyeron en la primera base sólida que hizo
posible la expansión urbana en torno al fortín, el cual una vez cumplido su
objetivo inmediato, desapareció como tal para dar lugar al desarrollo del
pueblo.

Así, brotan de este modo una infinidad de expresiones arquitec-


tónicas, estilos y diálogos que recorren cada uno de los más diminutos es-
pacios de la imaginación del hombre moderno para instalarse de manera
potente como único agente de dominio del paisaje rural de la Araucanía.

Surgen haciendas, estaciones, molinos y casas rurales cuyo fin fue


albergar una infinidad de sueños. Por otro lado, las casas de los colonos,
de un primitivo habitar plasmado en la imagen de un galpón que reunía
en un primer nivel a los animales y el forraje y en el segundo piso la casa
habitación, daban cuenta del contexto social y de seguridad de la época
(Rodríguez, 1996).

Posterior a ello, se inicia un proceso de poblamiento mediante


inmigrantes extranjeros a partir del año 1883, para lo cual el estado chileno
había iniciado una activa propaganda en Europa y entregando beneficios
especiales a los ocupantes de tierras indígenas.

134
Estos se embarcaban en Bordeaux, Francia, llegando hasta Talca-
huano y desde allí hasta Traiguén, lugar de epicentro de la colonización.
Uno de los poblados que crecieron al amparo de la colonización es Ercilla,
principalmente de inmigrantes suizos.

La vivienda rural en la Araucanía.

A diferencia de lo ocurrido en otras ciudades de la Araucanía, la


colonización en el área de influencia suiza, es decir Victoria, Traiguén y Er-
cilla, produjo edificios prácticamente desprovistos de ornamento, donde el
signo fundamental fue la sobriedad y la desnudez de las fachadas. Los colo-
nos suizos venían de Zurich, Lucerna y Basilea, y comenzaron a llegar a la
Araucanía a partir de 1882.

Aquellos que recibieron terrenos en el campo desarrollan una


arquitectura en que el emplazamiento de las viviendas y sus instalaciones
respondían a una disposición estratégica de resguardo y control del entorno
circundante, debido a las reinantes condiciones de inseguridad del lugar.
La vivienda se emplazaba cercana a un curso de agua, aprovechándola no
sólo para el consumo o el regadío, sino también para impulsar molinos y
generadores eléctricos.

Los ríos Malleco, Coló, Dumo, Traiguén y muchos otros, distribuían


agua a través de una infinidad de canales, con lo que se generó una trama de
ocupación del territorio rural.

De este modo, la arquitectura de la Araucanía del periodo “post-


ocupacional”, respondió a conceptos de funcionalidad, pero en este pro-
ceso se fue configurando un espacio que fue haciendo común la presencia
de corredores y galerías en el habitar. El corredor, uno de los méritos de
estos espacios, constituye un lugar de transición del habitar en territorios
indígenas y la galería, de control sobre el entorno cercano. Ambos en con-
junto, definen un estilo de hacer arquitectura, de transición entre distintas
zonas geográficas.

135
Desde sus inicios, las ciudades en la Araucanía fueron un espa-
cio configurado para la guerra, las calles eran predeterminadas para un
mero transitar. La ciudad de Ercilla se estableció como un primer asenta-
miento consolidado gracias a los inmigrantes suizos desde su fundación 6
de febrero de 1882, fortaleciendo un poblado cuya principal característica
son manzanas de fachada continua formada por una secuencia constante
de viviendas en madera. Las casas configuraban un sólo bloque por todo el
perímetro de la manzana y en su interior, un espacio propio para las labores
de crianza y agrícolas.

Los rústicos poblados, un par de años tras la “ocupación”, se con-


vertían a paso acelerado en ciudades con un marcado desarrollo que lenta-
mente se manifestaría en su arquitectura. La estampa de los pueblos estaba
caracterizada por sus construcciones de madera, a dos aguas, un galpón
revestido de un tablón traslapado, una secuencia uniforme de ventanas ver-
ticales, la simetría de su acceso y la altura de sus espacios interiores.

Estos volúmenes, permitidos por los enormes recursos que gener-


aron los bosques que a diario sufrían el asalto constante de aserradores que
se desplazaban por los más diversos rincones de la región, estaban cubiertos
generalmente de una teja de arcilla curva que se realizaba en las fábricas
cercanas, o bien revestido de latón zincado ondulado que vendían las pu-
jantes casas comerciales.

A su vez, las viviendas presentaban diversos tamaños, alturas y for-


mas, y en su interior, los espacios más importantes como los salones, se
ubicaban adyacentes a la calle de modo de estar en contacto con la dinámica
vida citadina. Los dormitorios se ubicaban en la parte posterior o bien en un
segundo nivel, delimitando el espacio privado de la vivienda. Al final de un
pasillo que se ubicaba al centro de la casa, unido con la huerta, se establecía
uno de los espacios más habitados de las viviendas de la Araucanía: la co-
cina.

136
Una sucesión de cañones expulsando el humo se divisaba desde
la calle, la cocina generaba su intensa actividad diaria con las comidas, la
preparación de jamones tras la muerte de cerdos que las familias tenían en
su patio, de mermeladas en el verano y la rutina diaria de vivir al calor de las
brasas que generaban las modernas y enlozadas cocinas a leña.

En el exterior, desde la calle se apreciaba una fina manufactura de


carpinteros y ebanistas que recreaba con el máximo de detalle alegorías de
la patria de los ancestros y de la nueva que los había acogido, con escudos,
estrellas en los balcones, puertas y aleros.

Sin duda, esta aldea homogénea de viviendas con similares carac-


terísticas y llena de ricos detalles arquitectónicos, fue la imagen de los pueb-
los de los inmigrantes. Contulmo lo fue con los alemanes, Purén y Victoria
con los suizos, Traiguén con el movimiento neoclásico y Temuco con su rol
comercial, lleno de almacenes como único punto de origen del constante
movimiento de la “Frontera”, que desarrollaron posteriormente.

Este proceso modernizador se expandiría a partir de los suaves


movimientos durante el verano y que se trasladaría con todo su poder y
dinero hasta las nacientes ciudades. “La ciudad de la Frontera esta formada,
ante todo, por la estación, las tiendas y los talleres, almacenes generales,
pulperías y otros boliches, esas bases de la existencia de una ciudad chilena,
como dice cruelmente Errázuriz” (Blancpain, 1987). De este modo, en
un par de décadas la mirada desierta, bárbara e ignota del territorio se fue
rellenando de formas y colores y lo más importante desde el punto de vista
del discurso colonizador, de un avance evidente que cada habitante de la
Araucanía podía apreciar.

Así, por un lado los pueblos se llenaban de vida, pero por otro
el campo esparcía los necesarios cambios que habían soñados en los al-
bores de la Independencia; se cumplía el objetivo trazado de modernizar

137
lentamente el país, a partir del campo. “Antes de Temuco, y hasta 1889-90,
Traiguén fue la guarnición y la llave de la Frontera, ofreciendo al viajero la
imagen de un mundo en gestación que asombra y a veces inquieta”.

Se entra así a un nuevo siglo sobre la base de una economía fron-


teriza, fruto de la importante producción cerealera que dio vida a esta zona
durante la primera mitad del siglo XX, inundando de adelanto extensos ter-
ritorios y quedando como testimonio en ciudades como Traiguén, Angol,
Temuco y Nueva Imperial, las que aún guardan enormes construcciones
adornando sus calles como reflejo de una época próspera gracias al trigo.
Florecería un movimiento nacido desde el campo cuyo destino serían las
ciudades.

Restauración de viviendas en Ercilla.

La vivienda de los descendientes suizos se compone principal-


mente de un volumen simple a dos aguas, de dos o más niveles, una mayor
presencia del lleno por sobre el vacío. En su planimetría presenta una distri-
bución simétrica y un corredor central que une cada uno de los recintos. En
el exterior su expresión contempla un corredor en la fachada de acceso en
el primer nivel, generalmente orientada hacia el oeste.

En el segundo nivel una galería vidriada, de las mismas dimensio-


nes del corredor, es el espacio donde se desarrollaba la vida social en los
días de invierno. Ambos recintos presentaban una modulación definida por
pilares de madera. En la fachada sur, se revestía con tablón ancho dispuesto
de manera vertical, de igual forma en la fachada norte se ubicaba latón zinc-
ado.

En el caso de la casa de Rosa Bustos Seitz, de acuerdo a lo señalado


por diversas fuentes orales, la vivienda presenta una data de fines del siglo
XIX, fecha de la fundación del poblado y de la primera llegada de los colonos
suizos. Uno de los destinos iniciales fue Cuartel de Policía, posteriormente

138
hotel, donde según se consigna habría alojado el presidente José Manuel
Balmaceda, en la inauguración del Viaducto del Malleco, a fines de octubre
de 1890. A mediados del siglo XX fue adquirido por los familiares de la
actual propietaria.

Desde el punto de vista arquitectónico y constructivo, la vivienda


responde a un proceso de adecuación técnica de los descendientes de colo-
nos suizos en la provincia de Malleco, entramado de madera, que configura
un volumen simple, un galpón, manifestación del primer habitar, al cual se
le añaden mediante prolongación de vigas, una galería y corredor frontal.
Este sistema constructivo de similares características existe en otras cuatro
viviendas en las cercanías de Ercilla.

Sin duda, una de los principales atributos estéticos de la vivienda


es su austeridad, el vínculo entre un volumen simple, un galpón, al cual se
le añaden un corredor frontal y galería superior. Estos elementos se consti-
tuyen en una propuesta técnica para adecuar la arquitectura a un clima de
transición, con presencia de mucha lluvia en invierno y altas temperaturas
en verano, con claro manifiesto de las cuatro estaciones del año. De igual
modo recoge las condiciones sociales de la época, mediante la presencia de
postigos.

En su fachada frontal presenta una modulación dada por la pres-


encia de pilares de madera, ventanas enmarcadas por estos elementos ver-
ticales, a los cuales se le añaden detalles decorativos en madera, simulando
cornisas y ménsulas.

En tanto la vivienda de Noelia Contreras, construida en 1920,


perteneció a la profesora normalista Catalina Aguilera. Es un volumen de
planta cuadrada, de dos niveles con una escalera central, muros de albañil-
ería en el perímetro y finos detalles en su fachada como balcón, mensuras,
cornisas.

139
En el último terremoto que afectó a nuestro país (2010), la mayor
destrucción en la zona de la Araucanía fue en la ciudad de Angol. No ob-
stante, diversas comunas rurales también vieron afectado parte de su patri-
monio, como fue en la localidad de Ercilla con dos viviendas ejecutadas en
madera. Una de ellas, de la familia Seitz levantada en 1894 y la otra, la “Casa
Iturra” de la década del 20.

Debido a estos cuantiosos daños, el Ministerio de Vivienda y Ur-


banismo inicio un proyecto de mejoramiento al incorporar un incentivo adi-
cional a este tipo de viviendas, logrando aplicar un subsidio de 250 UF, en la
restauración de los daños afectados por el terremoto.

Lo anterior, es tremendamente relevante, más aún en comunas ru-


rales, tomando en cuenta la frágil silueta urbana compuesta por dos o tres
edificaciones en madera, lo que sin este apoyo, significaría una pérdida ir-
reparable para su identidad.

Referencias.
-Blancpain, J. P., 1987. Francia y los franceses en Chile (1700-1980). Editorial
Universitaria, Chile.

-Estado Mayor del Ejército, 1981. Historia del Ejército de Chile. Tomo IV. Consoli-
dación del profesionalismo militar. Fin de la Guerra de Arauco. 1840 – 1883. Ejército de
Chile, Chile.

-Rodríguez, C., 1996. Arquitectura de la colonización suiza en Malleco. Tesis


para obtener el grado de Licenciado en Arquitectura. Universidad del Bío – Bío, Concep-
ción, Chile.

-Vilaboa, V.; Schiappacasse G., 2007. Ocupación territorial de un fragmento.


Estrategia militar en la Frontera de Chile en el siglo XIX. Revista URBANO 15.
Concepción, Chile.

140
La más bella historia de la laguna jamás contada
Paleontológico Laguna de Tagua Tagua

Roberto Martínez
Arquitecto, Universidad Católica de Valparaíso, Chile
Director Escuela de Arquitectura, Universidad Austral de Chile
rmartinezk@uach.cl

La más bella historia de la laguna es un relato de más de 50.000


años; desde la creación de un eco refugio de naturaleza prístina hasta la
llegada del ser humano, su tecnología, sus creencias y la domesticación de
la naturaleza.

Introducción.

El relato comienza con el secado de la laguna de Tagua Tagua,


rompiendo el espejo de agua en donde se reflejaba el cielo y su eternidad.
Según el racionalismo progresista del siglo XIX y la intervención de lo sobre-
natural según el parecer de las gentes, Javier Errázuriz Sotomayor, devela el
abismo de un tiempo recóndito.

Normalmente, cuando se quiere realizar un proyecto de arquitec-


tura se busca el mejor lugar. No obstante, el encargo del parque paleon-
tológico surge ante un lugar del cual se podría decir que “es como cualquier
otro, e incluso en el sector existen lugares mucho más hermosos o intere-
santes”. En efecto, los elementos que configuran el lugar no obedecen a una
categoría de la cual se pudiera decir que es “excepcional”, salvo algunas
particularidades como el socavón y en cierto modo, la casa patronal.

141
Sin embargo, es en este lugar, donde se debe lograr una mirada so-
bre la totalidad de la inmensa, profunda y compleja trama de la comedia hu-
mana que pareciera estar hilvanada, desde tiempos inmemoriales, mediante
un hilo secreto. En el textil de la realidad de los Tagua-Tagua, se manifiestan
todas las maneras en que el hombre, desde su ingreso a América, ha bus-
cado una adaptación al medio para lograr su reproducción socio/cultural y
perpetuarse en el tiempo.

Es un lugar distinto que ha sido tratado como cualquier otro, pero
eso no se sabe. Entonces una pregunta es ¿Cómo hacer de un lugar, que
aparenta ser como cualquier otro, un lugar complejo, bello y trascendente,
capaz de emocionar, develando los misterios de la laguna?.

El Parque Paleontológico.

Aparece entonces la importancia del suelo, caemos en la cuenta


que pisamos un suelo que es la última capa de toneladas de tierra, las cuales
en su interior y cada vez más profundo, encierran misterios y secretos valio-
sos, los cuales guardan respuestas a preguntas tales como: ¿Quién habitó
esta maravillosa tierra? ¿De dónde venimos? ¿Cómo fuimos? ¿Cómo eran esas
bestias, su paisaje y por qué desapareció todo? Se trata de un suelo que no
guarda un tesoro como cobre u oro, sino que su tesoro es el secreto de un
tiempo de vidas y vidas. Es por esta razón que concebimos de vital importan-
cia para el proyecto diseñar una serie de acciones estratégicas:

1- Incorporar mediante una expropiación al área perteneciente al


municipio los terrenos del borde del socavón y los terrenos contenedores
de los sitios arqueológicos de Tagua-Tagua I y Tagua-Tagua II, según plano
entregado por el arqueólogo Donald Jackson Squella, quien es parte del
equipo consultor.

142
2- El parque paleontológico debe ser peatonal, el automóvil debe
quedar fuera de este recinto, debe ser un lugar al cual no se llegue como a
la oficina o al supermercado, sino un lugar donde el auto quede fuera, que
haya un proceso de transformación de la velocidad interna para vincularnos
con el parque. Que sea la velocidad del paisaje y lo remoto del tiempo inscri-
to. El automóvil o vehículos de emergencia podrán sólo acceder a la escuela.

3- Creemos que todos los elementos que contiene el re-


cinto deben ser incorporados al parque, ya que todo es presente del
suelo del pasado: la cancha de futbol del colegio, el colegio, sus ni-
ños y profesores, los cuales han estado involucrados en el rescate del
patrimonio de la laguna ya sea mediante acciones paisajísticas, so-
ciales o funcionales. Todo esto es parte del Tagua-Tagua del siglo XXI.

4- Al parque se accederá a través de un puente peatonal, el cual,


al ser cruzado, rugirá como el histórico estruendo de las aguas escapando
de la laguna. Una cinta peatonal de madera azul -azul como el color de los
pedazos de cielo del espejo roto-, flotará a 30 cm del suelo, recorriendo el
paisaje renovado y reservado. Será este sendero peatonal, el que cuidará y
otorgará nuevo valor al suelo de los misterios escondidos. Esta cinta-sen-
dero irá recorriendo estaciones y plazas en donde se contemplará o ac-
cederá a diversas escenas, representaciones de hitos del mágico desarrollo
de la laguna: una reconstrucción real de mega flora y mega fauna en base
a elementos realistas y escultórico-lúdicos, la Princesa Inca, Don Javier Er-
rázuriz Sotomayor cabalgando su corcel negro y otras escenas descritas en
el guion museográfico. Es un parque en donde se fundirán el paisaje, los
elementos lúdicos, realistas y escultóricos con recorridos fijos e instancias
de esparcimiento. El paisajismo aparece muy simple, con una naturaleza
que requerirá poca mantención, salvo la reconstrucción de la mega flora
y las islas de flores, símbolo de las islas flotantes de la laguna. Todo este
conjunto deberá crear una sensación surreal en el visitante. El paseo será
un viaje que permitirá al presente de los visitantes y viajeros, un encuentro

143
con otro mundo. Reconstrucción y resignificación de escenas prehistóri-
cas, museos de sitio, una escultura sumergida en el abismo del tiempo,
el mirar al otro lado del azul, la recuperación de los mitos y la historia.

El Centro de Interpretación.

Por otra parte nos preguntamos qué hacer con la casa patronal
¿Dónde ubicar el Centro de Interpretación? ¿Qué rol cumple la casa en esta his-
toria? y ¿cómo podemos hacer una arquitectura evocativa, capaz de hacernos
experienciar lo allí vivido, la dimensión del pasado en el abismo del tiempo y la
oscura profundidad de lo colosal, el tiempo del tiempo en donde surge el hom-
bre y la cultura, el origen, lo primigenio y la domesticación de la naturaleza?

Es entonces cuando surge la Casa Patronal como la única posibi-


lidad de nuestro Aleph de Jorge Luis Borges: el único lugar posible donde
ubicar el centro de interpretación. Ella es la representación del presente
de Don Javier Errázuriz Sotomayor, la representación de lo racional y la
industrialización, donde habitaron los hombres que domesticaron la na-
turaleza. La museografía entonces, nuestro relato, partirá desde la casa.

La casa es un arrecife, témpano de lo humano, en el océano


del tiempo. Es la única estructura visible en el proceso de 12 mil años
de evolución cultural del territorio y los paisajes de Tagua-Tagua, de to-
dos los palimpsestos, es la única página posible de leer. Las otras páginas
se encontrarán ocultas, superpuestas las unas a las otras en progresión
algorítmica bajo la superficie, en el sótano de la casa, en la hondura de
su maciza y magnífica presencia. En la fractura del adobe y la caída del
maderamen de las ventanas se anunciará la eternidad, en donde hom-
bres y mujeres, durante miles de años, instalaron sus vidas, sus sue-
ños y utopías. Así, la casa será un recinto en donde la sorpresa de la
eternidad, asaltará a los visitantes y los lanzará en el abismo del tiempo.

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Desde la torre de la casa un ascensor bajará al subsuelo bajo el pa-
tio exterior. El viaje será a través de los estratos geológicos que a la vista irán
contabilizando las edades en las cuales se estará siendo sumergido hasta
llegar a los cerca de 54.000 años antes del presente, a la profundidad real
de esta era, cuando nuestro mundo era prístino y más joven, mundo donde
habitaban otros animales y bestias magníficas y todavía no estaba el hombre

El artificio de la arquitectura será una forma evocadora de la construc-


ción de lo profundo, esto, mediante a la caída de la luz. Una ranura a diez metros
de altura permitirá que la luz resbale por las paredes pétreas, iluminando el
recinto del tiempo profundo, el albergue hondo de la megafauna y la megaflora.

Se ascenderá sobre una rampa con 7% de inclinación (adecuada


para discapacitados), donde se ascenderá también en las edades. No habrá
recintos pues toda la museografía existirá en el continuo del tiempo. Se pas-
ará a través de los cazadores-recolectores, la invención de la agricultura y
la alfarería, la visita de otros pueblos y finalmente, los conquistadores. La
iluminación de los espacios en la rampla será creada a través de grietas
con forma de animales y jeroglíficos. Las escenas museográficas serán ilu-
minadas artificialmente según sus requerimientos. Finalmente se volverá a
emerger al presente, al gabinete de curiosidades donde el hacendado Er-
razúriz Sotomayor descansaba durante los largos crepúsculos del valle y
soñaba con la vastedad de la laguna repleta de colores. Ese lugar, sala de
estar, pieza y recinto en donde se acumulará la historia reciente, el presente
y también, a pesar de su invisibilidad, el futuro. A través de los ventana-
les, se podrá observar la laguna desecada, a causa del positivismo racional.

¿Cuál será el acceso a la casa? Se propone el actual patio en


desuso, el cual cruzará sobre un patio de agua el cual simbolizará la la-
guna, donde el cielo nuevamente será reflejado en azul. Atravesando
esta laguna azul se accederá a la Casa-Centro de Interpretación. Bajo
este patio-laguna azul, estará el secreto, develado museográficamente.

145
Referencias.

- Jackson, D., Méndez, C. & De Souza, P., 2004. “Poblamiento Paleoindioen el Norte centro
de Chile: Evidencias , problemsa y perspectivas de estudio”. Revista Complutum 15: 165176.
- Jackson, D., Méndez, Seguel, R. & Vargas, G., 2007. Inicial Occupation of the Pacific Coast
in Chile during Late Pleistoncene Time. Current Antropology Vol.46 Nº 5:725-731.
- Museo de Historio Natural de Chile.
- Pedro Meje.
- Juan Carlos Olivares.
- Eugenia Artillaga.
- Comunidad de la Laguna.

146
Restauración de la Iglesia San Francisco del Cerro Barón, Valparaíso,
Chile. “Una intervención contemporánea explicita” 1
Igor Rosenmann
Arquitecto, Universidad de Chile, Chile
igorrosenmann@gmail.com

Juana Guitiérrez
Arquitecta, Universidad de Chile, Chile
juanipazg@gmail.com

Resumen.

Esta iglesia, construida entre 1865 y 1890, es Monumento Históri-


co Nacional. Se trata de analizar el proyecto ganado por licitación pública. El
objetivo principal de la restauración es devolverle plenamente sus atributos
estructurales y funcionales para que este edificio patrimonial sea rehabil-
itado con un nuevo uso, junto al original de culto religioso. Se entrega el
marco conceptual de la restauración y criterios de intervención, poniendo
en discusión y análisis crítico el proyecto de restauración patrimonial real-
izado, con su modelo de gestión y diseño final. Se releva el énfasis en poner
en valor por diferenciación nítida, proponiendo elementos arquitectónicos
contemporáneos en contraste explícito con lo antiguo y propone una nueva
función al convento como de casa de acogida (centro de seminarios, even-
tos de reflexión y actos culturales). Se logra además la destinación de salas
múltiples para el uso de organizaciones vecinales.

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1. Introducción.

Esta iglesia, construida entre 1865 y 1890 y declarada Monumento


Histórico Nacional en Julio de 1983, ha resistido 7 terremotos con epicen-
tros en regiones cercanas, incluido el último del 27 de febrero de 2010 y
uno en la misma zona de Valparaíso en 1906. Sigue intacta, en pie. Además,
el templo se ha quemado dos veces, una en 1983 y otra recientemente el año
2010, mientras estábamos desarrollando el diseño de restauración.

Este artículo, que expone el proyecto, además de relevar su histo-


ria de “nobleza” e hito urbano “perseverante”, arraigado a la tierra y a sus
ciudadanos, propone y logra cuestiones concretas en relación a la sustent-
abilidad del bien patrimonial para que su gestión en el tiempo se desarrolle
con la comunidad y con funciones de uso público. Es decir, pone en valor el
monumento no sólo con una restauración del edificio, sino además con una
“apertura” hacia otros usos comunitarios, sociales y culturales sumados al
uso religioso, que implicó un proceso de participación “real” y vinculante
con la comunidad y de persuasión conjunta con la Orden Franciscana.

Se pone también en discusión y análisis crítico el proyecto, con


sus criterios de intervención y diseño final, fundamentalmente en relación a
su postura de poner en valor lo antiguo mediante la contraposición severa
y nítida con lo nuevo, usando un lenguaje y materialidad contemporánea
distintiva extrema y explícita.

2. Situación actual y objetivo principal de la restauración.

Como ya se mencionó, esta iglesia se encuentra profundamente ar-


raigada en la historia e imaginario colectivo de la ciudad de Valparaíso. Entre
otras razones históricas, esta iglesia y la predominancia de su campanario
en la bahía contribuyeron a que los marineros llamaran a la ciudad-puerto
“Pancho”. Se va forjando con el tiempo una fuerte identidad del cerro barón

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en la ciudad con la pertenencia de esta iglesia, junto a la identidad cultural
de los barrios con ella. De esta manera, su proyecto de restauración cobra
un sentido que trasciende la simple intervención arquitectónica. El conjunto
templo-torre-patios-convento presenta distintas materialidades y técnicas
constructivas, lo cual nos sitúa ante distintas problemáticas. La preserva-
ción y consolidación de la torre de ladrillo fue, por encima de los demás, el
punto de mayor trascendencia en esta restauración, conjuntamente con el
rescate estructural del cuerpo de fachada la cual se encontraba en riesgo de
colapso, tomando en cuenta su construcción de albañilería de ladrillo a la
vista sin refuerzo.

3. Una reseña histórica y su situación original.

En 1663 los franciscanos radicados en Valparaíso solicitaron per-


miso para que su Orden tuviera una casa en la ciudad, en que se hospedasen
religiosos. Se ubicó en un terreno cerca de la quebrada de San Antonio,
donde se construyó la primera Iglesia San Francisco, demolida en 1949.

En 1845 el Convento se trasladó al Cerro Barón y fue inaugurado


en 1846. En 1905 pasó a ser parte de la provincia de la Santísima Trinidad
con asiento principal en Santiago, de la cual depende hasta el día de hoy.

Eduardo Provasoli, notable arquitecto y sacerdote franciscano


nacido en Milán y que llegó a Chile en 1875, diseñó la torre y fachada nueva
de la Iglesia que comenzó a levantarse en 1890. Influido por el movimiento
ecléctico de la arquitectura en Europa, Provasoli diseñó iglesias en varios
puntos de Chile, utilizando diferentes estilos. Para la torre y fachada de esta
iglesia franciscana, trabajó elementos barrocos y renacentistas, no obstante
la Iglesia tiene un fuerte carácter neoclásico.

Su patio y claustro dan cuenta de la arquitectura conventual de


gruesos muros de adobe y corredores de madera, donde el ritmo de sus pies

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derechos y viguería muestra la sencillez y excelsitud de su pasado construc-
tivo. Se suma al conjunto la magnífica portada y el campanario de ladrillo
rojo, aportando un elemento distintivo e identitario del cerro, de sus barrios
y de la ciudad toda.

4. El estado estructural y daños del edificio.

Los sismos de mayor magnitud que ha resistido durante su vida


son los ocurridos en los años 1906, 1985 y 2010. La iglesia no ha sufrido un
colapso global, pero presenta una importante fisuración y agrietamiento en
la torre y un grado menor de grietas en la construcción de adobe.

Con el terremoto del 27 de Febrero de 2010, que en Valparaíso


tuvo intensidad VIII en la escala de Mercalli 2, la torre y nave no colapsaron,
resistiendo muy bien el sismo. Solo se agregaron algunas grietas de mediana
importancia en dinteles de ventanas del Coro y otras menores en la nave. El
convento no tuvo daños.

En el diagrama de esfuerzos en el sector del campanario, se apre-


cia una concentración de esfuerzos en torno a las columnas centrales de
la fachada y los arcos contiguos; este estado de tensiones confirma la dis-
tribución de las grietas en la fachada, dado que la descarga producida por
la torre del campanario en el cuerpo inferior de fachada induce cargas de
compresión en las columnas y cargas de corte en los arcos. Se puede ver
también que las tensiones de corte máximas se concentran alrededor de los
arcos y los extremos de las columnas.

Por otra parte la estructura de la iglesia, construida en adobe, está


sometida a los máximos esfuerzos de compresión y corte, dada su inter-
conexión en distintos puntos con el cuerpo de la torre y que a su vez, tiene
mayor altura que los muros de adobe del convento. Las tensiones registradas
en la zona del convento en general son bajas, y están por debajo de las ten-
siones admisibles consideradas para el adobe en este estudio.

150
El estudio de la condición actual de las edificaciones de la iglesia
y su entorno inmediato llevó a la conclusión de que es necesario proyectar
una debida adecuación sísmica tanto global como parcial de la estructura.

Los elementos secundarios, especialmente en las fachadas, deben


ser restaurados y reforzados. Se propuso reconstruir la albañilería reponien-
do los ladrillos por piezas de similares características funcionales y mejores
propiedades mecánicas, unidas con mortero de comportamiento seguro.

Se propuso un refuerzo estructural definitivo que restituyera y/o
agreguara un mayor nivel de ductilidad a la torre del campanario, logrando
una solución integral en el cuerpo de fachada.

En el templo y en el convento, si bien los daños auscultados no son


de magnitud, se propuso realizar una intervención de reparación y refuerzo.
Se sugirió solucionar en algunos puntos específicos, la degradación química
de los ladrillos que provocan la pérdida de resistencia en estos sectores.

5. Marco conceptual de la restauración y criterios de intervención del


proyecto.

El criterio básico y primordial tomado es la mínima necesaria in-


tervención como una manera de preservar lo original. La intervención sobre
la estabilidad del cuerpo de la Torre y Nártex de albañilería de ladrillo es
imprescindiblemente prioritaria, por tanto su conservación no es posible sin
una consolidación estructural.

Se identificaron concienzudamente los elementos que son impre-


scindibles para mantener la esencia formal e histórica del monumento. Del
mismo modo que la evaluación de las lesiones y las intervenciones recon-
structivas que afectan la materialidad de los edificios del conjunto, analizán-
dolos desde esa óptica esencial.

151
La reinserción de elementos ausentes se hizo con elementos nue-
vos resaltando su incorporación. Con esta acción hecha de manera concien-
zuda y precisa se no perdió la noción de totalidad de la obra.

Se aplicó la utilización de técnicas artesanales tanto en la construc-


ción de albañilería de ladrillo como de adobe, y en la carpintería de puertas
entableradas y ventanas. Las acciones de restauración fueron mixtas, combi-
nadas según las necesidades particulares de rescate de cada espacio, o parte
componente del monumento.

La inserción de elementos arquitectónicos contemporáneos se


sometió a las características formales y espaciales del conjunto, sin que esto
significara la reproducción mecánica de los códigos arquitectónicos pasa-
dos. Por el contrario, el criterio fue insertar elementos que no compitieran
expresivamente con los originales, neutros y explícitamente diferenciados.

La integración de componentes arquitectónicos y de las instalacio-


nes de especialidades es de lectura diferente y distinguible, imprimiendo el
sello de su carácter actual. Se asegura con esto una intervención no invasiva
a través de nuevos materiales y nuevas tecnologías, dejando evidencia ex-
plicita de su confección contemporánea.

Para asegurar la reversibilidad de la intervención, todos los ele-


mentos, tecnología contemporánea y requerimientos para nuevas funciones
son de material metálico o vidrio desmontables (o desarmables) con la po-
sibilidad cierta de ser removidos sin afectar lo original.

Liberación: Se retiraron elementos invasivos añadidos que alter-


aban la originalidad de la obra (Gruta de Lourdes, rejas de protección,
mamparas de acceso, artefactos en corredores, pavimento en patio de con-
vento, etc).

152
Consolidación: Se reparó y reforzó la estructura y elementos ar-
quitectónicos que habían perdido sus atributos técnicos, físicos y funcio-
nales (consolidación de la torre y Nártex, desprendimientos, grietas, fallas
mecánicas, etc).

Reintegración: Se restituyeron elementos faltantes cuya existencia


previa es evidente (cornisas y molduraciones de ladrillo cocido de fachada
y su mortero; Pilastras faltantes y balaustres de barandal de corredores en
convento, piezas repetitivas de ventanas y cuarterones de puertas, piedras de
escalinatas, etc). Se reintegró un espacio para el altar de Santa Rita reinter-
pretado.

Integración: Se agregaron espacios y elementos inexistentes con


nuevos atributos para el funcionamiento adecuado del programa arquitec-
tónico propuesto, tales como todas la instalaciones de electricidad e ilumi-
nación, sanitarias y calefacción por radiadores con sistema de calentamiento
solar, altillo y escaleras metálicas, mamparas y barandas de cristal, etc.

6. Principales propuestas de intervención de la torre.



6.1. Refuerzo estructural del Nártex y Campanario.

Logrando una mínima intervención, la consolidación de la torre


se proyectó con un refuerzo a la tracción en base a barras tensadas ex-
puestas en forma vertical y horizontal, de acero galvanizado explícitamente
evidenciados. Esto mejoró la capacidad resistente de columnas y otros el-
ementos verticales, mediante refuerzos axiales que ayudaron a absorber
carga axial, especialmente de tracción. Sobre todo con la baja resistencia
a esta solicitación de la albañilería simple y especialmente cuando se tiene
una mezcla de pega de baja calidad o confiabilidad, como es el caso. Las
barras de acero externas requirieron disponer de sistemas de anclaje,
explícitamente a la vista de acero galvanizado, que transmitieran debida

153
mente el esfuerzo de los elementos reforzados. Con esto, se restringieron
los desplazamientos de la estructura, tanto globales como locales, producto
de la separación de las grietas ya existentes y se aumentó la resistencia a
la compresión de la albañilería aumentando la ductilidad de la estructura,
al generar confinamiento sin la incorporación de material típico de re-
fuerzo en Chile, muy invasivo y perjudicial, como es el hormigón armado.

6.2. Reparación de grietas estructurales

Se propone la reconstrucción de la zona donde se produjo la grieta


y sus cercanías con materiales compatibles en tres sub-tipos combinables:

• Reparación de grietas estructurales en muros mediante refuer


zo y reposición, retirando unidades de albañilería (ladrillos) dete
rioradas fracturadas o erosionadas y la incorporación de refuer
zos con enfierradura horizontal (costura) y restitución de ladril
los nuevos o reciclados.

•Inyección de mezclas cementicias o epóxicas y/o refuerzos me-


tálicos para reforzar la zona de la grieta y restituir el monolitismo
del elemento.

•Restitución simple de ladrillos dañados o erosionados por ele-


mentos nuevos y/o reciclados en buen estado.

6.3. Colocación de insertos para hacer explicita y evidente la reparación.

En todos los casos de reparación, en la cara exterior de fachada se


insertaron chapas de arcilla industrial contemporáneos, recortada en piezas
de 60x50x15mm y se pegaron siguiendo la hilada original en el sentido hori-
zontal, propendiendo a mantener el espaciamiento de tendel y llaga original.

154
6.4. Conservación y reparación de cornisas y molduras:

Todas los cornisamentos y molduraciones de ladrillo, con piezas


faltantes o quebradas pero que no tenían dañada su composición y estaban
consolidados, se mantuvieron sin intervención y sólo se le aplicó proced-
imiento de limpieza e impermeabilización.

En las zonas en que las cornisas estaban muy deterioradas e in-


estables por disgregación severa de la albañilería, se repusieron, sin mol-
duración ni decoración, manteniendo solo la continuidad de los elementos
originales, completando el espacio.

7. La no intervención de la nave y el 2º incendio durante el desarrollo del


proyecto.

El primer incendio en la nave de la iglesia fue durante la dictadura


militar, el 4 de febrero de 1983, el que arrasó el templo y malogró varias
dependencias contiguas a él. Sólo quedaron en pie sus murallas de adobe.
Exactamente lo mismo ocurrió mientras estábamos desarrollando la etapa
de detalles del proyecto, el 2 de septiembre del año 2010. El MOP (Minis-
terio de Obras Públicas), por razones supuestamente económicas, resolvió
“transformar mágicamente” este proyecto en “ante-proyecto” para poder
llamar a una licitación de construcción por pago contra recepción, por lo
cual no pudimos desarrollar el proyecto de reconstrucción de la nave. Se
perdió además la autoría y patrocinio ante la institucionalidad municipal y
la supervisión. Finalmente se aprobó en la Dirección de Obras de la Munici-
palidad de Valparaíso el mismo proyecto, firmado por otro arquitecto.

8. La intervención del convento.

El proyecto recuperó los vanos y rasgos originales alterados, con-


servó las puertas y ventanas de madera originales. Se reprodujeron según es-

155
tas, las nuevas puertas que se requieran, las faltantes, las alteradas o trunca-
das, las cuales se distinguieron de las originales por su acabado natural. El
proyecto también propuso retirarar los adoquines, no originales del patio
central y logar una nueva intención en el diseño contemporáneo del pavi-
mento, recuperando el nivel original del patio. Se conservaron los elementos
de madera (pie derechos, vigas, tablados, costaneras, barandas, tapacanes,
etc.) proponiendo el retiro de capas de pintura y daño superficial así como la
restitución de partes dañadas con nuevas piezas de roble antiguo reciclado.
Se recuperó parcialmente la doble altura de la sacristía, para propiciar nue-
vos espacios afines con el espíritu de silencio y recogimiento del convento
pero adicionando usos culturales actuales, adecuados a la función de casa de
acogida: En segundo piso biblioteca y estar, en el primer piso sala de reuniones.

9. El convento como casa de acogida.

Se optimizó del uso actual que es coherente con el uso tradicional


del Convento, pero con una perspectiva de mayor apertura a la comuni-
dad. Este programa (habitaciones de alojamiento con baño privado, salas
de trabajo multifuncional, comedor y estar, etc.) presenta la enorme ventaja
de permitir un uso futuro con mayor apertura pública y turística (hostal o
pequeño centro de convenciones) y a su vez no precipita una situación que
en Valparaíso es todavía incierta, en cuanto a mayor afluencia de turistas.
Este programa permite también, en caso de fracasar el proyecto de Casa
de Acogida, una rápida transformación en Hogar de Estudiantes (en Viña-
Valparaíso viven cerca de 60.000 estudiantes).

10. Programa, espacio arquitectónico y modelo de gestión.

La propuesta realizada con participación ciudadana, logró asegu-


rar un uso del edificio colectivo y barrial, disponiendo una gran parte de
sus espacios a la comunidad del cerro Barón y la ciudad toda. Además, se
le dio una nueva función al convento, como es una casa de acogida con un

156
mejoramiento y rehabilitación de habitaciones, salas de reuniones, estar y
biblioteca, se logró la destinación de salas múltiples para el uso de orga-
nizaciones vecinales, el uso del patio central para conciertos de música y
eventos comunitarios, la habilitación de una cafetería y de una sala de rein-
terpretación histórica del monumento y un punto de préstamos de libros y la
conservación del Bazar existente.

Entre las propuestas de administración logradas, la más significa-


tiva es un sistema de organización compartida con la Orden Franciscana, en
el cual se involucra directamente a la comunidad pudiendo formalizarse una
micro-empresa de vecinas(os) a cargo del aseo-mantención y alimentación
de la casa de acogida. Todo esto logra poner verdaderamente en valor el
edificio patrimonial y hacerlo sustentable en el tiempo.

El proyecto arquitectónico moderniza, actualiza y entrega tec-


nología bioclimática y de alta eficiencia en sus instalaciones, pero a la vez
mantiene el carácter doméstico y la austeridad de los recintos, potenciando
el silencio y la espiritualidad que caracteriza a la Orden Franciscana y que
se estima beneficioso para el proyecto de restauración. Su principio rector
de mínima intervención se convierte en una idea fuerza del proyecto, con-
servando las características esenciales del patio interior del Convento, que
además de su fuerte carácter patrimonial-arquitectónico, es muy preciado
por la comunidad.

157
Referencias.
- Calderón, A., 2001. Memorial de Valparaíso. Ril Editores, Santiago de Chile.

- Prado Núñez, R., 2000. Procedimientos de Restauración y Materiales: Protección y Conser-


vación de Edificios Artísticos e Históricos, Ed. Trillas, México.

- Chanfón Olmos, C., 1996. Fundamentos teóricos de la restauración. Ed. Facultad de Arqui-
tectura, UNAM, México.

- Waisberg, M., 2003. La arquitectura religiosa de Valparaíso siglo XVI - siglo XIX. 2ª Edición,
Fondo Nacional De Desarrollo Científico y Tecnológico, Santiago de Chile.

-Guzmán, E., 1981. Curso de Edificación, Nº 7, 8, 10, 11, 25,27 y 29. Ed. Facultad de Arqui-
tectura y Urbanismo, Universidad de Chile.

-MOP-Programa Puesta en Valor del Patrimonio., 2008. Restauración iglesia y convento san
francisco del barón, Valparaíso. Informe Estado de Conservación Iglesia y convento San Fran-
cisco del Barón, Valparaíso.

- VVAA, 1999. Tratado de Rehabilitación, Tomo 2. Editorial Munilla-Lería, Universidad Poli-


técnica de Madrid.

- VVAA, 1998. Tratado de Rehabilitación, Tomo 3. Editorial Munilla-Lería, Universidad Poli-


técnica de Madrid.

1_ Este proyecto fue ganado en Licitación Pública del Ministerio de Obras Públicas (MOP) y Gobierno Regional
de Valparaíso (GORE), por el equipo de trabajo de la Oficina de arquitectura del arquitecto especialista en res-
tauración arquitectonica, Igor Rosenmann, asociado con la Arquitecta magister en restauración patrimonial en
México, Juana Paz Gutiérrez.
2_ Fuente: Sistema Sismológico Nacional de la Universidad de Chile.

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Iluminación de la ciudad: hacia una valoración nocturna y
planificada del patrimonio urbano edificado

Alan Fox
Arquitecto, Universidad Católica de Valparaíso, Chile
Director Escuela de Diseño, Universidad Andrés Bello, Chile
alanfoxigual@gmail.com

El orgullo y la belleza.

A decir del Premio Nacional de Arquitectura, Alberto Cruz Covarrubias,


toda ciudad necesita algo de qué tener orgullo… y es que todo ciudadano
necesita poder reconocer, comprender e incluso amar el espacio urbano
que lo acoge, así como también ser parte y comprender su propia territori-
alidad como ciudadano perteneciente a una sociedad. En ese sentido, tanto
para constituir la vida cotidiana como para el propio goce estético, cada ciu-
dad podría contar con su patrimonio edilicio y paisajístico particular, el que,
por lo general, es subvalorado en su rol formador, tanto por sus autoridades
como por la propia comunidad.

159
Esta sub valoración del patrimonio urbano es en buena parte de-
bido al descontrolado crecimiento inmobiliario que deteriora el entorno
construido. Ahora, en Chile nuestra sociedad está aún distante de compren-
der que el valor estético del espacio urbano es tan importante como su di-
mensión meramente funcional. Es decir, ese “orgullo” también es posible
obtenerlo de la belleza que sentimos como “propia”. Y es que la belleza de
la ciudad, además de cultura también genera bienestar, aportando significa-
tivamente a la generación de identidad y al sentido de pertenencia.

Si consideramos la definición del Minvu: [el patrimonio urbano


comprende las edificaciones y los espacios públicos cuya forma constitutiva
es expresión de la memoria colectiva, arraigada y trasmitida, los que en for-
ma individual o en conjunto, revelan características culturales, ambientales y
sociales que expresan y fomentan la cultura y el arraigo social. Considerando
que refuerzan la identidad de ciudades y barrios, su protección y recuper-
ación constituyen un imperativo para el fortalecimiento de la identidad y del
sentido de pertenencia e integración social de la comunidad con su barrio,
ciudad y el país] (MINVU, 2010), desprendemos que la iluminación como
especialidad es, implícitamente al menos, llamada a aportar consistente-
mente en pos de un patrimonio perfectible y sostenible, que cuide, antes
que nada, la preservación tanto del carácter como de la identidad de la vida
ciudadana plasmada en los barrios.

El espacio público en su dimensión nocturna presenta una gran


oportunidad para mostrar o destacar otra imagen de los edificios y sus el-
ementos arquitectónicos. Así como también los árboles pueden ganar un
protagonismo paisajístico mayor incluso, que durante el día.

Iluminación y calidad del paisaje

Ante el desmedido crecimiento de las ciudades, el entorno edifi-


cado sufre una suerte de “continuum” inorgánico de modificaciones, pro-

160
ducto principalmente de los vaivenes del mercado inmobiliario. Esto ocurre
a pesar de la existencia de instrumentos de planificación como el Plan Regu-
lador Comunal, ordenanzas municipales, en fin, que no logran “ecualizar”
la calidad de vida con ese desarrollo del entorno construido. Instancias
como los municipios, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, Paisajismo y
Vialidad, distan de llegar a acuerdos de calidad ni menos sustentables en el
tiempo, que permitan re-configurar y poner en valor el patrimonio urbano,
en un continuum de permanente actualización, como debiese ocurrir en un
país culto y democrático.

Un caso digno de mencionar es la ciudad de Valdivia, merecidam-


ente una de las ciudades más hermosas de nuestro país, gracias a un paisaje
desbordante de agua y arrogante vegetación verde, que en todo momento
acompaña siempre verde al transeúnte. Un lujo y orgullo para esta particular
ciudad es su larga y entretenida costanera junto a los ríos “ Calle - Calle” y
“ Valdivia”, la que define el carácter fluvial del orden de su trazado urbano.
Se trata de un constante y vivo espectáculo, en el que las casas del otro lado
de la ribera parecen casi flotar detrás de las canoas y de las embarcaciones
turísticas de paseo.

Pero junto a ese maravilloso entorno paisajístico, quizás su may-


or “activo” turístico sea el notable paseo costero el que, al caer la noche,
pierde algo de su encanto diurno. El transeúnte se ve obligado, por una
parte, a caminar atento a no deslumbrarse por el alumbrado vial ( lejos de
ser considerada “iluminación vial” ) de la calzada, y a la sombra de árboles
y arbustos que pudieren estimular la acción repentina de algún delincuente.
Todo esto, unido al desaprovechamiento de los ricos elementos paisajísticos
del borde, como son sus magníficos y voluminosos árboles, y también el
cercano encuentro entre río y rocas, con todos sus vivos detalles, como los
restos de embarcaciones y muelles del pasado, que terminan de caracterizar
este hermoso y único paseo costero de belleza tan única.

161
En un plano más técnico, la iluminación de la calzada debiese gen-
erar menor deslumbramiento en el hemisferio inferior, así como también la
iluminación del paseo peatonal mismo, en lugar de postación, pudiese dife-
renciarse a través de luz incorporada en los troncos y copas de los mismos
árboles, destacando el paseo por el reflejo de la luz en sus propias hojas y
de esta manera, presentando escenas que hiciese del paseo nocturno una
experiencia estética diferente a la diurna.

En otras palabras, se trata de considerar cada espacio urbano


como una “escena” en la que cada elemento tiene su propio rol.

Iluminación para un patrimonio “vivo”.

La luz natural de la luna, aportadora de sólo unos 0,2 o 0,3 lux


con cielos despejados, produce una luz que si bien estimula la imaginación
del observador, al hacer que desaparezcan o disminuyan los detalles de las
formas visibles, no permite apreciar la ciudad y sus formas arquitectónicas y
paisajísticas en su verdadera magnitud urbana.

Por otro lado, existe otra cara nocturna artificial de la ciudad la


que, sólo a través de una apropiada iluminación artificial, podrá favorecer
los espacios amables para los peatones, y con ello el encuentro entre las
personas, comportando un papel de especial importancia a la hora de la
definición del espacio urbano nocturno. Esto porque el espacio urbano en
que transitamos constituye parte sustancial de nuestra experiencia urbana
cotidiana, y esa experiencia de ciudad que el ciudadano tiene hoy en día,
se extiende cada día más hasta entrada la noche. La vida nocturna supone
el disfrute del tiempo para el ocio que actualmente es una conquista social
extendida en el mundo, gracias a la tecnología.

162
Una adecuada iluminación permite, además de resaltar y poner en
valor nuestro patrimonio tanto arquitectónico como paisajístico, propiciar
la conformación de una lectura integrada de los elementos que componen
la escena urbana nocturna. En otras palabras, el contraste de los cuerpos
iluminados con la oscuridad del entorno los vuelve más presentes, esto por
medio de una mayor libertad creativa respecto de las formas y volumetrías
de las envolventes, las que son bañadas por la luz artificial generando in-
cluso volumetrías cambiantes en virtud de las escenas proyectadas por los
especialistas.

La iluminación de los espacios de la ciudad tiene el potencial de


reforzar el imaginario visual de sus ciudadanos. Ahora, ese imaginario de
nuestras ciudades debiese basarse, idealmente, en la incorporación de to-
das las épocas históricas posibles que se van sucediendo en el tiempo, de
modo que el patrimonio urbano tuviese la oportunidad de ser un “vivo”
continuum, en constante evolución, sin caer en lo que desarrolla Aravena:
“la industria patrimonial ha venido conformando eficientemente un reper-
torio de objetos y épocas -dignas de ser recordadas-, que lentamente hemos
ido asumiendo como la memoria de la ciudad” (Aravena, 2011). Se trata
de la valoración permanente del pasado histórico manifestado a través de la
arquitectura, pero esta vez en conversación formal con las transformaciones
que tuvo.

Vemos entonces que tampoco aportaría en este sentido poner en


relevancia ciertos sectores de la ciudad como una suerte de “postales” icóni-
cas. En Valparaíso, por ejemplo, sucede algo así, lo que con el tiempo, gen-
era el riesgo de que se pudiesen “congelar” ciertos fragmentos de la ciudad
por sobre otros. La proyectación de la iluminación de valores patrimoniales
debe entonces ser dinámica y cambiante en todas sus características, con
ello siendo acorde a poner en relevancia valores consensuados por los dis-
tintos actores que intervengan en la gestión del patrimonio en el paso del
tiempo.

163
Imaginarios urbanos “vivos y perfectibles”, podría ser la consigna.
Esto considerando la relevancia de lo que Daniel Hiernaux (Lindon, 2011)
sostiene, en cuanto a que “las percepciones se transforman en representa-
ciones y éstas, por un proceso simbólico, se constituyen en imaginarios”,
siendo los imaginarios una suerte de “imágenes guías”, o “imágenes actu-
antes”, es decir, guías para la acción en la constitución de la imagen de la
ciudad.

La idea de espacio de lo sólido a partir de una experiencia desde la


percepción, es decir, una experiencia no tangible, pero a partir de elemen-
tos que sí son tangibles, se potencia más aún iluminando las envolventes y
elementos de los edificios.

En este sentido, un aporte significativo de la tecnología a la ilumi-


nación actual de las ciudades, lo constituye la “iluminación dinámica”, cam-
biante, la que permite que la fisonomía de la ciudad mude temporalmente
de color por medio de la modificación de las temperaturas de color de los
haces de luz. Es decir, es posible contar con un patrimonio “vivo” por medio
de relatos cromáticos cambiantes.

Patrimonio y Contaminación Lumínica.

Producto del crecimiento inorgánico de la ciudad, la contami-


nación lumínica empobrece la percepción visual nocturna, provocando a
los habitantes problemas como deslumbramiento, contaminación lumínica
de la bóveda celeste inseguridad vial y ciudadana y hasta silenciosos pero
nocivos trastornos del sueño. Pero no existe un solo tipo de contaminación
lumínica, sino varios, los que se desarrollan brevemente a continuación:

Deslumbramiento

Una condición propia del hombre es la capacidad de acostum-


bramiento a la realidad, la llamada “capacidad de adaptación”, incluso con

164
sabido como rasgo de inteligencia. Más, cuando esa capacidad no permite
distinguir lo malo de lo bueno, nos acostumbramos a vivir en ciudades con-
taminadas y también contaminantes de la vida nocturna, degradando con
ello nuestra experiencia de vida.

El deslumbramiento es uno de esos fenómenos que degradan la


percepción visual del espacio público. Este es producido por el contraste
entre una zona u objeto oscuro y otro brillante, pero se puede disminuir
de varias maneras, entre las que tenemos: reducir el contraste sumando
luminarias de modo de iluminar áreas más oscuras; reducir la potencia de
las lámparas (y aumentar la cantidad de ellas); apuntar el haz de luz en el
ángulo correcto; posición y distanciamiento entre las luminarias; incorpo-
rar de atenuadores (flaps) de deslumbramiento; o finalmente, iluminar por
reflexión secundaria (los mismo elementos de la arquitectura devuelven la
luz al espacio); cambiar el color de la fuente de luz (o por lo general, las
lámparas de sodio a alta presión provocan menor deslumbramiento que la
luz blanca).

Contaminación de los cielos.

En pocas regiones del país existe algún tipo de control del flujo lu-
minoso, y uno de esos casos ejemplares lo constituyen la II, III y IV regiones,
resultado de la promulgación de la Norma de Emisión para la Regulación de
la Contaminación lumínica (NCH 686/98), del Ministerio de Economía, que
se aplica a las regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo.

Esto se debe exclusivamente a un requerimiento internacional que


protege otro patrimonio universal: la calidad astronómica de la bóveda ce-
leste de esa zona, una de las de mejor visibilidad del mundo. Así entonces,
vemos en las calles de La Serena y Coquimbo, por ejemplo, que la ilumi-
nación de la envolvente de los edificios se incorpora en el espesor de los mu-
ros y en elementos de la arquitectura, como vanos, cornisas y marquesinas,
evitando a todo evento emisiones de luz hacia el hemisferio superior.

165
Un buen ejemplo de ello es el recuperado “ Barrio Inglés “ de
Coquimbo, en donde se puede decir que la iluminación está “contenida “ en
el mismo espesor de las fachadas de los edificios es decir, los equipos de ilu-
minación se ubican en vanos, cornisas y bajo aleros, entre otras alternativas
“hechizas”.

“Spill light”, o luz desperdiciada.

Esta contaminación lumínica se refiere a las luminarias errónea-


mente propuestas (modelos), además de mal ubicadas en el espacio pú-
blico, y que emiten un flujo luminoso fuera de propósito, o descontrolado,
produciendo, con ello, una degradación de la percepción visual, además de
un gran e invisible derroche energético. Este problema, extendido por todas
las ciudades del mundo, es factible de ser contrarrestado por algún tipo de
regulación del flujo luminoso en relación al espacio urbano.

Una de las consecuencias más dañinas de esta luz desperdiciada


por el espacio, que entre otras cosas invade los dormitorios, es la interrup-
ción del ciclo circadiano de vigilia y de sueño, que todos los seres humanos
debemos cumplir día a día, ya que de lo contrario se generan trastornos del
sueño, deteriorándose con ello la salud.

Coordinación y Normas para un patrimonio armónico.

Así como se realizan esfuerzos por regular el espacio público por


la vía de instrumentos como el “Plano Regulador”, a nivel normativo, a la
anterior “Norma de Diseño de Alumbrado Público en Sectores Urbanos”,
ya derogada, se superpone el “Reglamento de Alumbrado Público de Vías
de Tráfico Vehicular “, el que tampoco considera el importante rol de las
edificaciones en la iluminación de las áreas urbanas.

166
Contrario a ello, las ciudades cada día se diseñan más para el
desplazamiento vehicular y sus destinos que para el tránsito peatonal. Se
proyecta desde los destinos más que desde los recorridos y circuitos. Lo
mismo se traslada a la iluminación, ya que, junto con la densidad de edifi-
caciones producto del desmedido crecimiento del avance inmobiliario, se
deteriora alarmantemente el skyline la fisonomía de la ciudad. Esto se debe
probablemente a un aspecto de raigambre cultural ya que la vida nocturna
de los chilenos medios, aún no logra ser un hábito instaurado en el ámbito
de lo cotidiano.

Esta situación es sintomática en casi todas las ciudades de Chile ( el


sensible caso de la costanera de Valdivia requiere una fina “cirugía paisajísti-
ca” nocturna ), en la que la iluminación es más que nada alumbrado, al no
existir una idea detrás y menos una clara integración tanto funcional como
estética de los elementos que componen su privilegiado paisaje nocturno. Se
ilumina el espacio en forma indiscriminada, desconociendo los actos que se
suceden en ellos, que es lo que habría que contemplar.

Por otro lado, la poca coordinación entre municipios y al interior


de los mismos genera también pavimentos con distintos índices de reflexión,
por lo que se presentan distintas calidades de luminosidad del espacio pú-
blico incluso usando luminarias con las misma características. El alumbrado
“justo” (Calero, 2006) en función de cada tipo de pavimento, es lo que
debiese obtenerse como base para espacios públicos iluminados armonio-
samente.

Por medio, entonces, de una coordinación eficiente entre los dis-


tintos responsables del funcionamiento de la orgánica de la ciudad (D.O.M;
Dirección del Tránsito, Ornato y Aseo, Parques y Jardines, etc), las envolven-
tes de las edificaciones podrán ser consideradas parte del diseño integral de
la Iluminación del espacio público. Todo ello sin olvidar el importante papel
que también comportan los espacios no iluminados e involucrando, en un

167
mismo plan, tanto vías de tráfico como los espacios de esparcimiento y de
equipamiento, ya sean públicos o habitacionales.

En otras palabras, el diseño de “Plano Regulador Lumínico” que


normara el diseño y posterior implementación de factores como ubicación,
emisión y calidad de luz en el espacio público, vendría a ser un gran aporte
para la convivencia armónica de la iluminación de lo público y de lo privado
en el espacio urbano.

Otra coordenada no menos importante a la hora de proyectar ilu-


minación urbana es el factor climático, es decir, las condiciones ambientales 1
como temperatura, humedad relativa, precipitaciones y tipo de clima. Esto
a modo de garantizar, por un lado, la mejor implementación lumínica en
sí misma, así como también una adecuada durabilidad y seguridad de los
equipos utilizados.

Conclusiones.

Que los proyectos de diseño urbano deberían apuntar a generar


las bases para proponer a las distintas municipalidades del país, planes de
diseño, manejo y desarrollo del espacio público con un énfasis en la acti-
vación del uso nocturno del espacio público. De ese modo, se aportaría al
desarrollo sostenible de la ciudad, posicionando a la iluminación como uno
de sus agentes más relevantes.

En definitiva, lo que se propone aquí es favorecer la iluminación


en lugar del alumbrado. La iluminación adecuada supone un cuidado de
los valores tanto espaciales como funcionales y también patrimoniales de la
ciudad, mientras que el alumbrado no discrimina. Se trata de convertir los
espacios urbanos significativos en espacios lumínicamente significantes.

Una propuesta al respecto, un tanto idealista en el concierto nacio-


nal, pero posibles en un futuro cercano, es el diseño de un “plano regulador

168
lumínico” que norme las emisiones de luz artificial en la ciudad, según bar-
rios, horarios, usos y funciones, apuntando a mejorar de suyo la calidad
de la vida urbana, un deber y un derecho esenciales del ciudadano común.

A los mismos inversores inmobiliarios les convendría contar con


condiciones más armónicas e incluso un “estándar” de iluminación en torno
a sus edificaciones, para que sus proyectos en barrios cobraran mayor iden-
tidad. Esto sugiere una necesaria coordinación mutua entre las entidades
reguladoras del espacio público y los agentes privados.

Finalmente, si se privilegiara la iluminación en lugar del mero


alumbrado público, probablemente ese orgullo ciudadano que se obtiene
al encontrarse identitariamente con el patrimonio urbano, se prolongaría
de generación en generación, siendo parte del fundamento de una sociedad
culta y educada, en la que se valoraría el patrimonio urbano edificado como
un actor relevante del desarrollo social y cultural del ciudadano.

Referencias.

- Aravena, P., 2011. La construcción imaginaria del Valparaíso patrimonial. Re-


vista “ ha CER Región”,. Número 3. LSI impresores y Cía Ltda.

- Calero, A, 2006. ¿ Cómo será el alumbrado del futuro? . Simposium Nacional de


Alumbrado Fuenguirola.

- Lindón, A., 2001. La ciudad y la vida urbana a través de los imaginarios ur-
banos. Revista EURE.

- MINVU, 2011. Plan de Reconstrucción Patrimonial (visto el 9.10.2012; www.minvu.


cl/pág 11)

1_“Normativa de Contaminación Lumínica en Chile”, 2006, Congreso Internacional de Iluminación, León, Es-
paña.

169
El patrimonio vernacular, fuente de saberes tencológicos
y de sostenibilidad

Dra. Natalia Jorquera


Arquitecta, Universidad de Chile, Chile
Académica Departamento de Arquitectura,
Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile.
nataliajorquera@uchilefau.cl

Resumen

En las últimas décadas, de la toma de conciencia sobre algunos de


los efectos negativos provocados por la industrialización, la modernidad y
la globalización, se han empezado a estudiar siempre con mayor interés las
formas de vida locales. Dentro de este contexto, la arquitectura vernácula,
también llamada arquitectura “menor”, “popular” o “espontánea”, está
siendo “re-descubierta” y valorizada como un patrimonio cultural y ambi-
ental, por representar un modelo de desarrollo sostenible del hábitat, en
términos ambientales, culturales y económicos.

La arquitectura vernácula, construida por su propia comunidad,


responde a las exigencias físicas y espirituales de la sociedad y constituye
una fuente de saberes tecnológicos, utilizando los recursos locales como
materiales de construcción para lograr óptimos resultados de eficiencia en-
ergética.

170
En Chile, existieron numerosos ejemplos de arquitectura vernacu-
lar que respondían a la diversidad climática, geográfica y cultural que car-
acteriza al territorio chileno. Lamentablemente, son pocos los casos que hoy
subsisten: algunos asentamientos pertenecientes a los pueblos originarios y
algunas localidades rurales aisladas.

El presente artículo tiene como objetivo reflexionar sobre el estado


de conservación del patrimonio vernáculo chileno y la falta de instrumentos
adecuados para su tutela, así como dar a conocer una experiencia académi-
ca de puesta en valor, llevada a cabo con estudiantes de arquitectura de la
Universidad de Chile.

1.¿Qué se entiende por arquitectura vernacular?

Al término vernacular se le relaciona con los vocablos “autóctono”,


“nativo” y “propio de un lugar”, siendo un adjetivo utilizado principalmente
en el ámbito de las ciencias sociales. Los dialectos locales, por ejemplo, son
expresiones lingüísticas “vernaculares”.

Por arquitectura vernacular se entiende entonces, la arquitectura


propia de un lugar, creada por una comunidad específica, a partir de sus
conocimientos sobre el ambiente físico (clima, geografía, recursos a dis-
posición) y cultural (organización social, creencias, tradiciones, sistemas
productivos). Entre sus características más importantes se encuentran:

- la utilización de los recursos locales como materiales de con


strucción, desarrollando tecnologías de bajo consumo energético
que son capaces de regenerarse en el tiempo sin provocar un
gran impacto ambiental.

171
- que el modelamiento del hábitat, la forma y carácter de las con
strucciones, responden a largos procesos de prueba y error, en
los cuales los saberes han sido transmitidos de generación en gen
eración, a menudo a través de la experiencia práctica del construir.

- que es “atemporal”, no existiendo periodos históricos, sino una


evolución continua que busca adaptarse del mejor modo al ambi
ente natural.

- que es funcional, siendo el espacio, la forma y la tecnología, las


mejores respuestas a las exigencias de uso de la sociedad.

- que se plasma en ella las características sociales y espirituales


de la comunidad (Jorquera, 2012).

Así, existen tantos ejemplos de arquitectura vernacular como cul-


turas hay en el mundo, por tanto cada forma vernacular es necesariamente
local y es parte importante de la identidad de un grupo humano. La arqui-
tectura vernacular es la “expresión tangible de un modo de vivir” (Rudofsky,
1979).

2. Puesta en valor de la arquitectura vernacular como un patrimonio cultural


y ambiental.

Los primeros intereses hacia el estudio de la arquitectura vernacu-


lar nacen a fines del siglo XIX, de mano de viajeros que buscaban ambien-
tes exóticos y de algunos arquitectos interesados en documentar ejemplos
de arquitectura que habían quedado al margen del proceso de industrial-
ización. Sin embargo, fue sólo en 1964 cuando el término vernacular fue por
primera vez asociado a la arquitectura, durante la exposición “Architecture
without architects” 1 organizada por el arquitecto Bernard Rudoksky en el
MOMA de New York. Allí, en una muestra fotográfica, se homenajeó a la

172
“arquitectura sin pedigrí”, relegada a un segundo plano con la difusión del
Movimiento Moderno y el Estilo Internacional.

Varias décadas después, la arquitectura vernacular empieza a ser
considerada también un ejemplo de patrimonio cultural, gracias a la ampli-
ación semántica del concepto de patrimonio: de ser una categoría exclusiva
de las grandes obras de la humanidad -representativas de poder, estatus o
riqueza- a comprender también a aquellas manifestaciones culturales cotidi-
anas, ligada a las identidades locales y a las formas de vida preservadas por
las mismas comunidades.

Dentro de este escenario, un paso fundamental para la valorización


de la arquitectura vernacular, fue la redacción de la “Carta del Patrimonio
vernáculo construido”, ratificada en la 12ª Asamblea de ICOMOS 2 en 1999.
En ella se definen las principales características que constituyen el patrimo-
nio vernáculo, como por ejemplo, que éste es “la expresión fundamental de
la identidad de una comunidad, de sus relaciones con el territorio y al mismo
tiempo, la expresión de la diversidad cultural del mundo” y que “constituye
el modo natural y tradicional en que las comunidades han producido su pro-
pio hábitat” (ICOMOS, 1999). Además, se establecen las consideraciones
generales para su salvaguardia, en un contexto donde este singular patri-
monio está cada vez más amenazado por las fuerzas de la homogenización
cultural.

3. Lo vernacular, fuente de saberes tecnológicos y de sostenibilidad.

Actualmente, bajo el paradigma de la sostenibilidad, una nueva mi-


rada hacia el patrimonio vernacular está cobrando fuerza, al considerarlo
un ejemplo de sabia adaptación de la arquitectura al medio ambiente.

En términos ambientales, la arquitectura vernacular se considera


un ejemplo de sostenibilidad, pues a través de su emplazamiento, orient

173
ación y configuración arquitectónica, aprovecha la iluminación, el asole-
amiento y la ventilación, y por medio de la utilización de los recursos locales
como materiales de construcción, da lugar a soluciones tecnológicas que
regulan la temperatura de manera pasiva (gracias al espesor de los muros,
configuración de la techumbre, etc.), con un mínimo gasto energético y cos-
to (los materiales son gratis, no se deben transportar y casi no se elaboran),
por tanto constituye una lección de buenas prácticas (Imagen 1).

En términos culturales y económicos, al ser las construcciones


ejecutadas por sus mismos habitantes, se crean vínculos afectivos entre la
comunidad, y entre ella y el lugar donde viven (Imagen 2), y es el acto del
construir la base de la creación de oficios y una de las principales fuentes
productivas.

Todas estas características han permitido que estos modelos se


hayan sostenido en el tiempo. Así, en palabras del historiador de la arquitec-
tura Paul Oliver, la arquitectura vernacular será necesaria en el futuro para
“asegurar la sostenibilidad tanto en términos culturales como económicos
en el breve plazo” (Oliver, 1997).

Este precioso equilibrio entre ambiente y arquitectura, asegura


que mientras las condiciones del primero se mantengan intactas, las formas
arquitectónicas y los asentamientos se conservarán por largos periodos de
tiempo; si por el contrario, se produce cualquier cambio brusco del entorno
físico o social, se podría desencadenar un proceso de deterioro difícil de
frenar. Muchos de los hábitats vernaculares desaparecieron durante el siglo
XX, debido a los cambios en los sistemas productivos y económicos que
empujaron a las poblaciones a emigrar hacia las ciudades.

Hoy son muchas las amenazas que deben enfrentar los asenta-
mientos vernaculares: la ya mencionada homogeneización cultural, el gran
impacto ambiental provocado por el arribo de grandes industrias de diverso

174
género que agotan los recursos locales (mineras, hidroeléctricas, forestales,
etc.) y la llegada del turismo de masa, entre otros
.
4. El patrimonio vernáculo chileno.

Debido a la diversidad geográfica, climática y cultural de los al-


rededor de 4.300Km que conforman el territorio continental chileno, ex-
istieron desde tiempos precolombinos, una gran variedad de expresiones
arquitectónicas vernaculares. Con la llegada de los españoles, una nueva
arquitectura foránea vino a desconocer la diversidad ambiental del territo-
rio, e impuso un mismo patrón urbano, arquitectónico y tecnológico a lo
largo de todo el Chile colonial. Con el pasar de los años, el mestizaje cultural
dio lugar a una arquitectura que si bien es de origen hispánico, comenzó a
adaptarse al ambiente local, siendo el factor sísmico una de las condiciona-
ntes que mayormente influyó en su transformación. La aparición de las llaves
de madera que “amarran” las estructuras de adobe del Valle Central, por
ejemplo, constituyen una solución tecnológica vernacular para enfrentar de
mejor manera la acción sísmica (imagen 3).

Las diversas manifestaciones de arquitectura vernacular chilena,


coexistieron hasta el advenimiento del proceso de industrialización a fines
del siglo XIX, a partir del cual este patrimonio empezó lentamente a desapa-
recer.

Actualmente en Chile, subsisten ejemplos de arquitectura ver-


nacular principalmente en el ámbito rural, en aquellos lugares aislados
geográficamente y en territorios pertenecientes a los pueblos originarios.
Los ejemplos más conocidos y más estudiados son la arquitectura de Val-
paraíso y Chiloé, la arquitectura del norte andino, las viviendas del Valle
Central chileno, y la arquitectura mapuche. Existen sin embargo, otros tantos
casos menos estudiados y que están a punto de extinguirse, entre ellos, la
vivienda de quincha del Valle de Tilama (Imagen 4) y la vivienda de cubierta

175
de totora de Tulahuén -ambas en el Norte Chico-, la Vivienda del Cajón de la
Magdalena en la zona Central del país y la vivienda Pewenche del Alto Bío-Bío
(Dannemann, 2012, Gana, 2010).

Todos estos asentamientos poseen varias características en común:


por un lado, una serie de valores culturales y ambientales, asociados a la
representación social de sus comunidades y a la estrecha relación y respecto
del territorio en el cual se insertan; por otro lado, una serie de problemáti-
cas internas, que tienen que ver principalmente con la poca valoración del
patrimonio de parte de las mismas comunidades, el abandono de los asenta-
mientos en busca de mejores oportunidades, la fragmentación de la estruc-
tura social y la pérdida paulatina de los saberes ancestrales relacionados
con la construcción y mantención de todo el ambiente construido. A ello
se suman además, la poca memoria histórica, los desastres naturales car-
acterísticos de Chile, la presión de grandes empresas multinacionales que
usufructúan de los recursos, y la falta de reconocimiento legal que aflige este
tipo de este patrimonio.

5. Tutela del patrimonio vernáculo en Chile.

“Si bien el país ha dado paso importantes en temas de conser-


vación del patrimonio, aun tenemos una gran deuda con los ‘Patrimonios
Arquitectónicos Menores’, los que, pese a su menor escala y muchas veces
enorme austeridad en su materialidad y sistemas constructivos, forman parte
de nuestra historia como país” (Gana, 2010).

Este patrimonio menor, al ser lamentablemente poco reconocido,


tanto por autoridades, como por las mismas comunidades, se encuentra en
una situación compleja que lo deja al margen de las políticas de tutela.

La Ley de Monumentos Nacionales 17.288 de 1970, es la única


que protege el patrimonio a nivel nacional, estableciendo cinco categorías3

176
de bienes a proteger, dentro de las cuales no se considera al patrimonio
vernacular. A nivel local, el patrimonio arquitectónico y urbano puede pro-
tegerse a través de la aplicación del artículo 60 de la Ley y Ordenanza Gen-
eral de Urbanismo y Construcción (L.O.G.U.C.) en los planes reguladores
comunales, sin embargo en dicho artículo tampoco se hace ninguna alusión
a lo vernacular. La única opción de tutela entonces, es ampararse en las
categorías que protegen los conjuntos rurales o urbanos que poseen ciertos
valores: la “Zona Típica” o la “Zona de Conservación Histórica”, según la
Ley de Monumentos o la L.O.G.U.C. respectivamente. En la práctica, la “Zona
Típica” es la única categoría efectiva de protección, pues la “Zona de Con-
servación Histórica”, aún pudiendo ser un importante instrumento de tutela
local, es poco utilizada, debido a que los municipios pocas veces reconocen
el valor de su propio patrimonio. De todos modos, en cualquiera de las
dos categorías, quedan fuera importantes componentes que caracterizan el
patrimonio vernacular, como lo son, la relación arquitectura-territorio, las
formas de vida locales y el patrimonio intangible asociado a las prácticas y
saberes locales. Estos aspectos constituyen una importante deuda de la legis-
lación chilena en materia de protección del patrimonio cultural- vernacular.

6. Una experiencia académica para la puesta en valor del patrimonio ver-


nacular.

Durante el primer semestre del año 2012, la autora creó el curso


“Arquitectura sin arquitectos”, para el 4º semestre de la carrera de Arquitec-
tura de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile.

La asignatura, que toma prestado el nombre del citado libro de Ru-


dofsky, tiene como fin resaltar el valor cultural y ambiental de la arquitectura
vernacular.

A través del análisis de diversos casos de estudio de Chile y el mun-


do, se evidencia la relación entre las características del territorio y las solu

177
ciones arquitectónicas y tecnológicas adoptadas por una cierta comunidad,
donde el clima es un factor fundamental que condiciona los parámetros de
diseño adoptados, y la disponibilidad de los recursos que luego son utiliza-
dos como materiales de construcción. Así por ejemplo, la arquitectura en
contextos áridos, posee una volumetría más hermética, muros gruesos y está
construida con tierra o con piedra, en cambio en contextos tropicales, la
arquitectura es más abierta, en general elevada del suelo y se construye con
elementos vegetales.

Con el análisis de un caso por cada sección, se reflexiona además


sobre distintas temáticas como:

- el concepto de patrimonio tangible e intangible.

- el concepto de sostenibilidad en sus tres ámbitos, ambiental, cul


tural y económico.

- la relación arquitectura-cultura, donde la morfología del asenta


miento, la distribución interna de los recintos y las soluciones es
paciales, obedecen a la organización de la sociedad y a sus tradi
ciones culturales.

- la puesta en valor de las técnicas tradicionales y los saberes con


structivos locales.

A lo largo del curso, los alumnos realizan un trabajo de investig-


ación grupal, sobre un caso de estudio a libre elección (Imagen 5). Éste
tiene como finalidad levantar información, poner en valor las soluciones ar-
quitectónicas y tecnológicas locales (Imagen 6), y a la vez reflexionar sobre
las amenazas que lo afectan.

178
El estudio de estos casos, a la vez, pretende sensibilizar al alumno
con la importancia de realizar un proceso de diseño que responda adecuada-
mente a las exigencias ambientales y culturales locales, y pretende demostrar
como no sólo las nuevas tecnologías pueden posibilitar una arquitectura de
bajo consumo energético, sino que también a partir de la reinterpretación
y/o el mejoramiento de las tecnologías tradicionales vernaculares, se pueden
lograr buenos ejemplos de arquitectura contemporánea.

Conclusiones.

Revertir la situación negativa que afecta al patrimonio vernacular


chileno no es fácil e implicaría un largo camino, no obstante, activar dicho
proceso es urgente, considerando su actual estado de conservación y que el
patrimonio cultural constituye un recurso no renovable.

El primer paso a seguir, sería educar y sensibilizar tanto a las auto-


ridades como a las comunidades locales, acerca de la estrecha relación que
existe entre la “tutela del patrimonio” y el “desarrollo local auto-sostenible”.
El patrimonio cultural vernacular no guarda relación sólo con los objetos
físicos, sino con cómo dicho objeto responde a su ambiente, y cómo este
último condiciona las formas de vida de la comunidades que allí viven. Por
ello es que hay tanto que aprender del patrimonio vernacular, especialmente
en aquellos contextos aislados en Chile, con altos índices de pobreza, donde
los asentamientos vernaculares representan una verdadera lección de habi-
tar sostenible, respecto a las soluciones habitacionales modernas.

El curso Arquitectura sin Arquitectos, y el presente artículo, pre-


tenden contribuir al rol de la educación y la sensibilización en la salvaguar-
dia del patrimonio vernacular chileno.

179
Referencias.
Presentación general proyecto Museo de la Vivienda
- Dannemann, M., 2012.
Tradicional Rural Unifamiliar chilena. Artículo académico no publicado, Univer-
sidad de Chile, Chile.

- Mecca, S. y Dipasquale, L., 2009. Earthen Domes and Habitats. Villages of North-
ern Syria. ETS, Pisa, Italia.
- Gana, D., 2010. Patrimonios arquitectónicos menores en Chile. Viviendas tradi-
cionales rurales unifamiliares chilenas. Seminario de Investigación de la Carrera de
Arquitectura, Facultad de Arquitectura y Urbanismo Universidad de Chile, prof. guía Antonio
Sahady, Santiago. (no publicado).

Carta del Patrimonio Vernáculo construido. 12ª Asam-


- ICOMOS-CIAV, 1999.
blea General en México. Disponible en: http://www.icomos.org/en/component/content/
article?id=164:charter-of-the-built-vernacular-heritage [visto el 5/02/2013].

- Jorquera, N., 2012. Architettura vernacolare. En Culture costruttive in terra e


rischio sísmico. Tesis de Doctorado en Tecnología de la Arquitectura, Universidad de Flor-
encia, Italia, p. 12-14.

- Oliver, P., 1997. Encyclopedia of Vernacular Architecture of the World. University


Press, Cambridge.

- Rudofsky, B., 1973. Arquitectura sin arquitectos: breve introducción a la arqui-


tectura sin genealogía. Eudeba, Buenos Aires.

1_ Como resultado de esta exposición, Rudofsky, publica su famoso libro del mismo título “Architecture without
architects: a short introduction to non-pedigreed architecture”.
2_ Consejo Internacional de Monumentos y Sitios.
3_ Las cinco categorías son: Monumento Histórico, Zona Típica o Pintoresca, Monumento Público, Monumento
Arqueológico y Santuario de la Naturaleza.

180
181
José de Nordenflycht

Historiador del Arte, Investigador del Centro de Estudios Avanzados de


la Universidad de Playa Ancha. Es autor y coautor de una decena de
libros, entre los que destacan Monumentos y Sitios de Chile (Santiago,
1999), Patrimonio Local. Ensayos sobre arte, arquitectura y lugar (Val-
paraíso, 2004), entre otros. Ha sido profesor visitante de la Universidad
de Buenos Aires (Buenos Aires), la Universidad Nacional de Colombia
(Bogotá) y la Universidad de Concepción (Chile). Integra el consejo edi-
torial de las revistas Hereditas (INAH, México), Revista de Arte (Escuela
de Arte PUC, Chile) y Revista Quiroga (Universidad de Granada, Espa-
ña). Como consultor en temas de patrimonio a participado en proyec-
tos de planificación territorial, investigación histórica, evaluación de
conservación y capacitación financiados por organismos nacionales e
internacionales. Es Miembro Asociado del Comité Científico Interna-
cional de Teoría y Filosofía de la Restauración de ICOMOS y Presidente
del Comité Chileno del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios
ICOMOS.

Juan Carlos Olivares

AntropólogoPoeta, escencialemnte etnografo y Doctor en Ciencias Hu-


manas por la Universidad Austral de Chile. Su preocupación son las
Arquitecturas Locales/Arquitectura Mapuche Williche. Ha desarrolla-
do investigación en el ámbito de aquellas en los territorios de la Puel
Mapu de la Región de Los Ríos y, ha indagado con voluntad y perse-
verancia, las Arquitecturas Efímeras de los Nguillatuwes o Campos
Sagrados del pueblo originario. En la actualidad, se desempeña como
profesor en el Instituto de Arquitectura y Urbanismo de la Facultad de
Ciencias de la Ingeniería, UACh.
Tirza Barría

Arquitecta de la Universidad Austral de Chile, candidata a Magister en


Arquitectura, especialidad Teoría y Crítica de la Pontificia Universidad
Católica de Chile. Profesora de Historia de la arquitectura del Institu-
to de arquitectura de la Universidad Austral de Chile y de Taller de
Arquitectura de primer año, en años anteriores ha sido colaboradora
de los talleres de arquitectura I, II, V. Ha trabajado en la temática del
patrimonio arquitectónico principalmente en la Región de los Ríos. Ha
sido parte del reciclaje de casonas alemanas Lopetegui-Mena (2005) y
Schuller (2006). En investigación, integro el equipo consultor que eje-
cutó el Diagnostico Cultural del patrimonio de la Región de Los Ríos,
programa puesta en valor dela patrimonio (2009-2010). Actualmente
investiga acerca de la arquitectura moderna en el sur de Chile, por lo
cual es colaboradora del equipo de la Universidad Católica del Fondart
“Patrimonio moderno chileno: valoración y preservación”.

Jonás Figueroa

Diseñador (UCV), Arquitecto (UCh) y Técnico Urbanista por el Mi-


nisterio de Administraciones Pública de España. Es Profesor Titular
de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Santiago de Chile.
Posee diplomados en transporte urbano y ordenación del territorio,
publicaciones sobre política y morfología urbana, ciudad y territorio y
conflictos sociales. Líneas de investigación Fondecyt y Dicyt Usach en
territorio, diseño urbano y patrimonio. Ha sido editor de Cuadernos de
Ordenación del Territorio de España, de la Revista Ciudad y Territorio
de España y de la Revista Arteoficio de la Escuela de Arquitectura Usa-
ch. Es Premio de Diseño Urbano 1998 Arturo Soria del Ayuntamiento
de Madrid, por el diseño urbano de la urbanización Monte Carmelo de
Madrid, España, como integrante del equipo profesional Plan & De-
sign.
Rosa Chandía

Arquitecta, Máster en Arquitectura, Energía y Medio Ambiente (2008)


y candidata a doctor en Arquitectura, Energía y Medio Ambiente, Uni-
versidad Politécnica de Cataluña. Becaria Conicyt desde 2009. Miem-
bro Red de Investigación en Sostenibilidad Aplicada al Hábitat UPC,
Barcelona. Actualmente se desempeña como académica a Jornada
Completa en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Tecnológi-
ca Metropolitana, a cargo de la asignatura de Energía y Habitabilidad
y Seminario de investigación. Su línea de investigación se basa en la
comprensión de las formas de habitar supeditadas a la gestión soste-
nible del territorio y los recursos, especialmente en comunidades de
oasis, que se vinculan a un conocimiento transmitido y heredado de las
técnicas que permiten mantener en el tiempo territorios habitables,
dentro de las limitantes propias de que impone un territorio árido y
que determina una cultura.

Claudia Torres

Arquitecta académica en la FAU de la Universidad de Chile y profesora


en la Escuela de Ingeniería Civil de la Universidad de Valparaíso.. En el
año 2001 viaja a Barcelona a cursar el doctorado en el Departamento
de Construcciones Arquitectónicas de la ETSAB en la Universidad Po-
litécnica de Catalunya, obtiene el DEA en “Construcción, Restauración
y Rehabilitación Arquitectónica” y luego el grado de Doctor Arquitecto
en “Tecnología de la Arquitectura, Edificación y Urbanismo” Además
cursó postgrados en: “Diagnosis, reparación y mantenimiento de edi-
ficios residenciales” por la Fundación UPC en Barcelona. “Valoración
de inmuebles urbanos”, en la FAU de la Universidad de Chile. “Historia
de la Arquitectura. El siglo XX.”, en la Facultad de Arquitectura de la
Universidad e Valparaíso. . Paralelamente es consultora y desarrolla
proyectos de restauración y rehabilitación arquitectónica.
Cristina Galvez

Bachiller en Humanidades y Licenciada en Historia, Magíster en Gestión


Cultural por la Universidad de Chile y diploma de la Cátedra UNESCO
en patrimonio y turismo sostenible, Argentina, UNTREF/AAMNBA. Sus
áreas de especialización y las publicaciones de las que ha formado par-
te, son en relación a la política pública cultural y el turismo cultural. Ha
participado en diferentes seminarios y talleres, tanto nacionales como
internacionales, en base a las temáticas del patrimonio cultural inma-
terial, el turismo cultural y la sustentabilidad. Actualmente trabaja en
la sección de patrimonio cultural, del departamento ciudadanía y cul-
tura, del Consejo nacional de la Cultura y las Artes. Teniendo a su cargo
el programa de turismo cultural, de dicha sección.

Augusto González

Licenciado en Sociología y diplomado en Desarrollo Humano. Sus


áreas de especialización son las políticas públicas regionales, la plani-
ficación y ordenamiento regional, la identidad, la multiculturalidad y
el Patrimonio Cultural Inmaterial. Se ha desempeñado en diferentes
organismos públicos y de la sociedad civil, ha sido consultor del Ban-
co Interamericano de Desarrollo y Profesor Universitario; se destaca
su labor directa con comunidades rurales de la zona central y sur de
Chile, especialmente las con organizaciones territoriales Mapuche, a
las que ha asesorado en diferentes iniciativas de desarrollo. Actual-
mente trabaja en la sección de patrimonio cultural, del departamento
ciudadanía y cultura, del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Desempeñándose como encargado macrozonal de patrimonio para
las regiones de O´higgins, Maule, Biobío y Araucanía.
Sergio Araneda

Arquitecto, Máster en Historia Crítica de Arte y Arquitectura y Máster


en Desarrollo Urbano y Territorial. Arquitecto independiente socio de
2V arquitectos Ltda. Ha desarrollado trabajos académicos en la Uni-
versidad Mayor como profesor titular de Historia del Arte, año 2008,
y en la Universidad Finis Terrae, profesor titular de Taller de Geografía
años 2011 y 2012. En lo profesional destaca el desarrollo de Proyectos
de Regeneración Urbana ( PRU) en poblados del Valle de Colchagua
y el Primer Lugar en el Concurso Imagen Urbana Nueva Chaitén en
Santa Bárbara organizado por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo
año 2010.

Simón Urbina

Arqueólogo (UCh). Miembro de la Sociedad Chilena de Arqueología


y de la Red de Educadores Patrimoniales (Región de Los Ríos). En las
regiones de Atacama y Tarapacá, desde el año 2002 participa en es-
tudios financiados por FONDECYT sobre asentamiento humano y ar-
quitectura arqueológica. Desde 2009 profesor adjunto del Instituto
de Ciencias Sociales de la Universidad Austral de Chile. En Valdivia ha
dirigido investigaciones bianuales como Valdivia Arqueológica: Guía
Histórica-Urbana de la ciudad (FNDR 2008-2009) y La Plaza de Valdivia:
Los Castillos del Estuario y el Río Cruces. Primer estudio comparado
de sus colecciones arqueológicas coloniales, s. XVII y XVIII (DID-UACh
2012-2013). Sus publicaciones tratan sobre (1) arquitectura prehispá-
nica y colonial, (2) evolución de patrones de asentamiento humano y
(3) arqueología urbana y pública, su artículo lo realiza en co autoria
con Prof. Sra. Leonor Adán Alfaro, Arqueóloga. Directora de la Direc-
ción Museológica de la Universidad Austral de Chile, Sr. Rodrigo Mera,
Lic. en Antropología y Sra. Doina Munita, Lic. en Antropología, MSc en
Planificación Territorial y Gestión territorial.
Leyla Sade

Arquitecta, Especialista en Restauración de Monumentos por la Uni-


versidad “La Sapienza” Roma, Italia. Como tesis de Especialización de-
sarrolló el Proyecto de Restauración de la “Casa Furniel” de Río Bueno,
con el Patrocinio de la Municipalidad de Río Bueno.
Desde marzo del 2008, se desempeña como Encargada Regional de
Patrimonio de la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Pú-
blicas, Región de los Ríos.

Patricia Durán

Ingeniero Comercial Mención en Administración Diplomada en De-


sarrollo Económico Local de la Universidad de Chile y Diplomada en
Gestión Pública para el Desarrollo de Territorios Subnacionales de la
FLACSO. Desde el año 2009 se encuentra trabajando en el Gobierno
Regional de Los Ríos como Encargada del Programa Puesta en Valor del
Patrimonio responsable de coordinar la ejecución de las iniciativas de
la cartera de proyectos del programa, así como también de la eficiencia
del gasto en la inversión pública.

Paz Serra

Arquitecta de la Universidad de Chile. Magister en Diseño Urbano del


Politécnico de Oxford. Diplomado en Coaching Ontológico de New
Field Network. Asumió el cargo de Seremi de Vivienda y Urbanismo de
la Araucanía el 11 de Marzo de 2010, teniendo a la fecha importantes
logros dentro los que destacan: Ser la precursora de la Instalación de
la Primera Mesa del Patrimonial de la Araucanía, que busca preservar
bienes que están en la memoria de la ciudadanía.
Cristian Rodríguez

Arquitecto de la Universidad del Bío Bío, Magister en Historia de la Uni-


versidad de Concepción. Actualmente es Encargado de Patrimonio de
la Seremi de Vivienda y Urbanismo de la Araucanía. Su gestión profe-
sional la ha centrado en investigar sobre el patrimonio cultural de la re-
gión, logrando ser autor de publicaciones entre las que se encuentran
“cementerios de la Araucanía”, “100 años de arquitectura militar”, “La
Imperial, historia y arqueología de una ciudad”. Esto le ha permitido
exponer en diversos congresos de Latinoamérica.

Roberto Martínez

Académico del Instituto de Arquitectura y Urbanismo y posee un Post-


Grado en “Diseño Arquitectónico Avanzado” en la Kunstakademie Düs-
seldorf Alemania. Fue presidente del colegio de arquitectos, Región de
los Ríos, es Par Evaluador para carreras de diseño, arte y arquitectura
de la Agencia Acreditadora de Chile, miembro del Consejo de Monu-
mentos Nacionales región de Los Ríos y asesor de la Comisión del Se-
nado en Desarrollo Urbano Sustentable, entre otros. Además de ser
junto a un equipo de profesionales uno de los fundadores de esta Es-
cuela de Arquitectura de la Universidad Austral de Chile.

Igor Rosenmann

Arquitecto, Académico, Universidad Tecnológica Metropolitana. San-


tiago. Chile. Está actualmente terminando un magister de Desarrollo
Urbano en la Universidad Católica y ha trabajado en el ejercicio libre
de la profesión. Durante 28 años ha realizado en equipo, innumerables
proyectos de edificios públicos y privados. Actualmente es profesor de
Taller de 5º año y Taller de Titulo en la Universidad Tecnológica Me-
tropolitana.
Alan Fox

Diseñador industrial y arquitecto ha incursionado en distintas áreas


como el Diseño de interiores, mobiliario y arquitectura, con énfasis
en proyectos de Iluminación arquitectónica con eficiencia energética.
Desde esa área ha abordado proyectos de Iluminación ya construidos
como: el Centro Cultural Atacama, en Copiapó; la ampliación del Mall
Paseo Quilín en Santiago; el Centro de Recursos Audiovisuales del Ins-
tituto Profesional ENAC; espacios comerciales y viviendas en Santiago
y Viña del Mar. Como docente, ha impartido Talleres y cursos de ar-
quitectura y Diseño, en los que temas como la eficiencia energética,
el reciclaje y la iluminación son parte integral y complementaria de
su experiencia académica. Actualmente es Director de la Escuela de
Diseño de la Universidad Andrés Bello, sede Viña del Mar.. Cuenta con
un Diplomado en Arquitectura Sustentable, de la Universidad Católica,
y ha realizado proyectos de investigación relacionados con la eficiencia
energética y la iluminación tanto natural como artificial.

Natalia Jorquera

Arquitecta, Doctora en Tecnología de la Arquitectura en la línea de in-


vestigación del “Recupero y Valorización del Patrimonio Cultural” de la
Universidad de Florencia, Italia. Se desempeña actualmente como Aca-
démica del Departamento de Arquitectura de la Universidad de Chile.
Su experiencia profesional y académica se ha centrado en la puesta en
valor del patrimonio –principalmente de aquel vernacular-, el rescate
de las técnicas constructivas tradicionales, y la prevención del riesgo
sísmico del patrimonio construido en tierra cruda, argumento último,
sobre el cual desarrolló su tesis de Doctorado.Es miembro de ICOMOS
Chile, del International Scientific Committee on Earthen Architectural
Heritage (ISCEAH), y de la Red Iberoamericana PROTERRA
Galería de figuras
José de Nordenflycht

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1_“Familia de turistas nacionales”, Cusco (Perú), 2007. Fuente:el autor


2_Iglesia de Quinchao (Chiloé, Chile), desmantelada durante trabajos de intervención en 2007. Fuente:
el autor
3_Mapa de Isla de Pascua instalado por el Parlamento Rapa Nui, (Hanga Roa, Chile), 2010. Fuente: el autor
4_Niños jugando en la Plaza Vieja, La Habana (Cuba). Fuente: el autor
Juan Carlos Olivares

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1, 4 y 5_Maqueo, Lago Maihue. Fuente: el autor.
2, 3 y 6_Rupmeika. Fuente: el autor.
Tirza Barría

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1_ Hotel Burnier, circa 1940. Fuente: Archivo fotografico del Museo Historico Municipal de Osorno.
2_Plaza de Armas de Osorno, circa 1950. Fuente: archivo fotografico del Museo Historico Municipal de
Osorno.
3_ Fig. 3. Exposición Feria SAGO (1940). Fuente: archivo fotografico del Museo Historico Municipal de
Osorno.
5_Banco Osorno y la Unión, circa. 1934. Fuente: archivo fotografico del Museo Historico Municipal de
Osorno.
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7_ Gobernación de Osorno. Fuente: archivo fotografico del Museo Historico Municipal de Osorno.
8_Edificio Sago. Fuente: archivo fotografico del Museo Historico Municipal de Osorno.
9_ Colegio Alemán, circa 1935. Fuente: archivo fotografico del Museo Historico Municipal de Osorno.
10_ Edificio Resinhoff & Hess, circa 1940. Fuente: archivo fotografico del Museo Historico Municipal de
Osorno.
11_Hotel Osorno, circa. 1920. Fuente: archivo fotografico del Museo Historico Municipal de Osorno.
12_Fachada norte construida en 1930. Fuente: el autor
13_ Fachada oriente construida en 1932. Fuente: el autor.
14_ Planta nivel 1, distribución programática. Fuente: el autor.
15_ Planta entrepiso, distribución programática. Fuente: el autor.
16_ Planta nivel 2, distribución programática. Fuente: el autor
17_Planta nivel 3 y 4, distribución programática. Fuente: el autor
Jonás Figueroa

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1_Formas tempranas de ocupación del espacio agrícola. Fuente: el autor.


2_ Formas evolucionadas de ocupación del espacio agrícola. Fuente: el autor.
Rosa Chandía

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1_Representación que valoriza el paisaje intervenido por el hombre en beneficio de la productividad. La


obra de Cézanne, “L’estaque” (1878); Van Gogh “Campo de amapolas” (1889); y de Gauguin, “El molino
de David”(1894). Fuente: http://es.wahooart.com/
2_Murmuntami: relación entre los diferentes espacios que afectan al modelado del paisaje. Fuente: el autor.
3_ Toconao. Se aprovechan las interacciones ambientales positivas para favorecer la habitabilidad.
Fuente: Haroldo Horta.
4_Canal de conducción construido con piedra. Fuente: el autor.
5_ Canal Pueblo. Sistema de conducción tradicional que ha sido reemplazado por hormigón
prefabricado. Fuente: el autor.
6_ Canal Mancaruma, conducción agua cultivos. Fuente: el autor.
7_Canales de distribución. Finos trazados de tierra en forma paralela al canal de conducción. Fuente: el autor.
8_Modelado del paisaje a partir del movimiento del agua. Evidencia de un paisaje cultural. Socoroma.
Fuente: el autor.
Claudia Torres

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1_ Proyectos de Rehabilitación Integral desarrollados en Valparaíso y Barcelona. Fuente: S+S Arquitectos


[Valparaíso] y Torres [2012], Barcelona
5 _ Caserones en Valdivia, La Casa Andwandter. Fuente: el autor.
7_ Viviendas de renta, en Valparaíso y una de renta obrera en Barcelona. Fuente: el autor.
8_ Viviendas burguesas en centro de Valdivia. Fuente: el autor.
Cristina Galvez/ Augusto González

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1_Fiesta Virgen de las Peñas. Fuente: Agustín Ruíz, archivo CNCA


2_ Arca del gusto. Fuente: archivo CNCA
Sergio Araneda

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1_Esquema de la movilidad ecológica dentro del sistema SNASPE regional. Fuente: el autor.
2_ Conceptos de la ecología del paisaje aplicados a los casos de estudio. Fuente: el autor.
3_ Esquema de la movilidad ecológica en el contexto territorial de la ciudad de Coyhaique. Fuente el autor.
4_Nuevos espacios territoriales como oportunidades urbanas.Fuente: el autor.
5_Esquema del contexto territorial del pueblo de Cochrane.Fuente: el autor.
5_Esquema de nuevos bordes urbanos con función ecológica .Fuente: el autor.
Miguel Ángel Rojas/ Joaquín Zerené

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1_ Valdivia antes del gran incendio: 1858-1909. Fuente: Rodolfo Knittel, 1913.
2_ Incendio 1909. Fuente: http://imagentension.wordpress.com/2012/10/10/archivo-historico-patrimo-
nio-cultural-regional/#jp-carousel-76
3_ Terremoto 1960. Fuente: http://imagentension.wordpress.com/2012/10/10/archivo-historico-patri-
monio-cultural-regional/#jp-carousel-84
4_Terremoto 1960. Fuente:http://imagentension.wordpress.com/2012/10/10/archivo-historico-patrimo-
nio-cultural-regional/#jp-carousel-87
5_Valdivia 2012. Fuente: http://www.chile.travel/es/novedades/archive/October-2012/
6_Valdivia 2012. Fuente: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Feria_Fluvial_de_Valdivia.JPG
Simón Urbina

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1_ Distribución de sitios arqueológicos en el área fundacional de la ciudad de Valdivia.


Fuente: elaborado por Aldo Farías
2_ Distribución de sitios arqueológicos en el perímetro urbano de la ciudad de Valdivia.
Fuente: elaborado por Aldo Farías
Leyla Sade / Patricia Durán

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1_Imagen del Estudio del Diagnóstico Sistema de Fortificaciones, de la Cuenca de Valdivia y Bahía de
Corral. Fuente: Dirección de Arquitectura, Ministerio de Obras Públicas.
2_ Diseño de la Casona El Llolly. Fuente: Dirección de Arquitectura, Ministerio de Obras Públicas.
3_ Diseño del Eco Museo Isla Mancera - Mirador. Fuente: Dirección de Arquitectura, Ministerio de Obras Públicas.
4_ Subida 4 vientos, Museo Castillo de Niebla. Fuente: Dirección de Arquitectura, Ministerio de Obras Públicas.
Paz Serra / Cristian Rodríguez

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1_ Fachada Casa Rosa Bustos Seitz. Fuente: Cristian Rodríguez Domínguez.


2_ Fachada Casa Rosa Bustos Seitz. Fuente: Cristian Rodríguez Domínguez.
3_Visita inspectiva a la vivienda de Noelia Contreras. Fuente: Carlos Inostroza.
Roberto Martínez

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Fotos 1 a7_ Centro de Interpretación Tagua Tagua. Fuente: Archivo proyecto Centro de Interpretación.
Igor Rosenmann

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1_ Corte del proyecto. Fuente: el autor.


2_ Corredores y el patio interior del conento. Fuente: el autor.
3_La nave reconstruida antes del incendio del año 2010. Fuente: el autor.
4_ La torre y el nartex existente. Fuente: el autor.
5 _Planta primer nivel iglesia proyecto. Fuente : el autor.
6_ Planta primer nivel proyecto casa acogida (ex convento). Fuente: el autor.
Alan Fox

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1_Cap Ducal_Viña del Mar. El propio borde exterior (zócalo) del edificio ilumina la vereda pública por
reflexión indirecta. Fuente: el autor, 2012.
2_París. La iluminación edilicia permite configurar la espacialidad de las calles de la ciudad. Fuente: el
autor, 2005.
3_Castillo de Carcassone_Francia.Fuente: el autor, 2005.
4_ Biblioteca Severín, Valparaíso. Un caso prototípico de buena iluminación empobrecida por el alumbra-
do público. Fuente: el autor, 2012.
5 _ Reflejos del puente Pedro de Valdivia, Valdivia. Fuente: el autor, 2011.
6_ Plaza de Armas de Santiago. La iluminación de las principales fachadas no sólo no destaca sus volume-
trías, sino que genera deslumbramientos en el transeúnte. Fuente: el autor, 2011.
7_ Costanera de Valdivia. La contaminación lumínica del alumbrado público genera deslumbramientos y
sombras indeseadas en el paisaje costero. Fuente: el autor, 2011.
8_ Barrio Inglés de Coquimbo.La luz incorporada en el mismo espesor de las fachadas, evitando con ello
la contaminación lumínica de los cielos. Fuente: el autor, 2007.
Natalia Jorquera

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1_Iglesia de Nama, región de Tarapacá, construida con muros de adobe y techumbre de paja brava, que
dan cuenta de los recursos locales a disposición. Fuente: el autor.
2_Construcción comunitaria en el nordeste de Siria. Fuente: Earthen Domes and Habitats. Villages of
Northern Syria. Saverio Mecca, Letizia Dipasquale. ETS).
3_ Detalle de vivienda en Guacarhue, VI Región, donde se aprecian las llaves de madera que comple-
mentan el desempeño de la estructura de adobe. Fuente: el autor.
4_ Viviendas del Valle de Tilama (1), de Tulahuén (2) del Cajón de la Magdalena (3), y del Alto Bío-bío (4).
Fuente: Arquitecto Diego Gana.
5_ Investigación sobre la vivienda de Tilama. Fuente: Felipe Carrasco, Valentina Moreno, Paulina Orellana,
Victoria Rozas, Sofía Unda, alumnos de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile.
6_ Investigación sobre la vivienda de Malla-malla, comuna del Alto Bío-bío. Fuente: Hernán Cerda, Yanko
Díaz, Gianitza Muñoz, Yocelyn Ponce, Diego Riveros, Paula Salvo, alumnos de la Facultad de Arquitectura
y Urbanismo de la Universidad de Chile.

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