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Su noviazgo duró solo siete meses. Su felicidad se medía en la cantidad de carcajadas que
compartían, la cantidad de noches interminables que pasaban enredados en los brazos del otro y
la cantidad de amor que tenían el uno para el otro. Los cortos besos en el campus escolar
bastaban mientras que las noches satisfacían. Le tomó dos semanas a Harry el descender de su
nube y reunir el coraje para acercarse al pequeño y vivaz muchacho de cabello castaño en una
de sus clases, pero solo le tomó un segundo a Louis decir que sí a lo que fuera que el chico alto y
atractivo le estuviera pidiendo.

En un mes aprendieron el uno sobre el otro. Louis era un escritor especializándose en inglés y
periodismo, aunque no planeaba trabajar para ninguna revista ni periódico. Prefería escribir
novelas y ser alguien independiente. Harry estudiaba publicidad y negocios. Todos los que los
veían pensaban que eran una pareja fuera de lo común. Louis era de mente muy abierta y estaba
constantemente sonriendo, mientras que Harry siempre echaba miradas y tenía un
comportamiento sereno. Sus diferencias iban más allá de sus carreras y personalidades. A Louis
le gustaba su café con leche y azúcar y escribía relatos de escenarios imposibles y fantasías. A
Harry, por otra parte, le gustaba su café negro y prefería la practicidad y el realismo a la fantasía.
La gente creía que la personalidad extravagante y divertida de Louis nunca encajaría con la de
Harry, calmada y racional, pero estaban equivocados.

Siete meses de perfección absoluta; Harry le propuso matrimonio y su pequeño castaño, Louis

Tomlinson, aceptó.

Esperaron unos pocos meses antes de prometer amarse hasta que la muerte los separara. Luego
de su graduación y su boda, encontraron un apartamento. Era pequeño, pero no les molestaba.
Los toques de Louis lo volvieron un hogar, un hogar al que Harry disfrutaba regresar al final de
una dura jornada de trabajo. Cada noche tomaba a Louis de las manos y le susurraba promesas
de una casa más grande, una que él iba a poder decorar hasta llegar al horizonte. Y cada noche
Louis sonreía contra el pecho desnudo de Harry y le agradecía.

La ética de trabajo y la personalidad de Harry le permitieron escalar los puestos de la compañía


con presteza. Conforme su salario aumentaba, también lo hacía su cuenta bancaria. Una noche,
Harry le quitó gentilmente la computadora portátil a Louis y la posó en una mesita de café que
estaba cerca. Luego se arrodilló ante él, tomando la mano de su esposo con la suya propia.

Lou dijo lentamente, manteniendo la vista en Louis, quiero comprarte esa casa que te he estado
prometiendo hace tanto tiempo que te compraría.

Con labios temblorosos, Louis asintió profusamente antes de jadear, envolviendo el cuello de su
esposo con sus brazos mientras le agradecía. Esa noche se fundieron el uno con el otro,
saboreando los toques y haciendo el amor lenta y profundamente.

La casa tenía que suministrar lo que Harry creía que Louis necesitaba para su tipo de trabajo: paz
y serenidad. Encontraron una finca pequeña pero perfectamente tranquila en un barrio amplio y
de

clase alta, cerca del campo. Cuando Harry miró Louis y le preguntó «¿Qué te parece?», ya sabía
la respuesta.

Me encanta, Hazz...

Sonriendo, Harry tomó las manos de Louis.

Comprémosla entonces.

Louis miró a su esposo, luciendo un tanto preocupado.

Pero tu trabajo está a una hora de aquí.


Harry se encogió de hombros.

Si te gusta, entonces no me importa el recorrido hasta el trabajo. Son sólo sesenta minutos de ida
y luego sesenta de vuelta. No es una hazaña imposible viajar y volver.

Tras un momento, Louis le preguntó nuevamente si estaba en verdad de acuerdo. Harry asintió, y
poco después los papeles fueron firmados.

El acuerdo era que Harry viajara ida y vuelta desde el trabajo pero, mientras el tiempo pasaba, el
trabajo comenzó a formar pilas y pilas, causando que Harry tuviera que trabajar horas extra.
Conforme ese ciclo sin fin continuaba, se le hizo difícil viajar diariamente. A menudo estaba
demasiado cansado y con la vista nublada cuando conducía. A causa de ello, tenía que beber
cafeína antes de manejar, lo cual o le hacía colapsar en el trabajo o le impedía dormir cuando
regresaba a su hogar.

Louis comenzó a sentirse culpable por estar disfrutando de una vida tranquila mientras que su
esposo trabajaba para permitirle a él tenerla. Contemplando otras alternativas, llegó a una posible
solución para ese problema.

Harry, tal vez deberías conseguir un apartamento en la ciudad sugirió con cautela una noche,
durante la cena. Cuando levantó la vista hacia su esposo, vio unos ojos cansados devolviéndole

la mirada.

¿Quieres que consiga un qué? dijo Harry con su voz sonando como si no creyera en lo que oía.
Suspirando, Louis lo miró con preocupación.

Ya no me gusta verte en este estado, Hazz. Cada día te vas a trabajar luciendo medio muerto.
Luego, cuando vuelves, terminas viéndote peor. Pasas dos horas tan solo para ir y venir. Esas
podrían ser dos horas que estarías usando para dormir un poco más.

De malhumor, Harry se frotó las esquinas de sus ojos.

Lou, estoy bien.

¡No, no lo estás! discutió él. Escucha, un apartamento podría significar...

Dije que estoy bien, Louis. repitió el otro con aspereza. Deja de preocuparte, maldición.

La indiferencia de Harry irritó a Louis. Dejó los cubiertos sobre la mesa y se puso de pie.

Bueno, ¿está mal preocuparse por ti? gritó, con la voz tensionada.

Al contrario de él, Harry permaneció sentado.

Lou, vuelve a sentarte.


Éste lo miró echando chispas, con los puños cerrados.

No, Harry, no me estás escuchando. Solo quiero ayudarte.

¿Ayudarme? replicó su esposo. No, Lou. Para mí, que intentes que consiga otro lugar donde vivir
y te guste la idea me hace pensar que me quieres fuera. La falta de sueño y el hecho de que
había estado trabajando excesivamente no hacía más que ponerlo más irritable.

Louis fue tomado por sorpresa y lucía shockeado.

¡No es eso lo que quiero!

No alces la voz, Lou gruñó Harry. Estás muy ruidoso.

Louis empujó su silla rudamente,

frustrado.

¡No te quiero fuera! ¡Eres un hombre tan frustrante, pero diablos, te amo! Así que me duele verte
agregar dos horas más de estrés a tu día sólo para que viajes de ida y vuelta. Se mordió los
labios. Duele mucho, Hazz, pero no lo ves porque te quedas dormido en cuanto pones pie en esta
casa. Ya ni siquiera me miras porque estás demasiado cansado.

Louis esperó una respuesta durante un momento, pero Harry permaneció inmóvil y luego
murmuró:
Estás sobreactuando.

Louis se sintió como si le hubieran dado un golpe. Era obvio que Harry no comprendía. Su esposo
se negaba a escucharlo e incluso tenía la audacia de decirle que sobreactuaba cuando, de hecho,
solamente estaba contándole sus preocupaciones. Temblando, dio media vuelta y se fue de la
mesa, antes de que Harry pudiera ver las lágrimas amargas formándose en sus ojos.

Cuando la mente de Harry finalmente estuvo lúcida, reevaluó la propuesta de Louis de la noche
anterior. Admitió su culpa por no haberle permitido presentar su argumento, pero más que nada
culpó a la falta de sueño por haberle generado un humor ácido y desagradable esa noche.
Dispuesto finalmente a escuchar a su esposo, llamó a la puerta cerrada y trabada de la oficina de
Louis.

Lou, sé que estás ahí. Abre. Al pasar un minuto, Harry golpeó de nuevo. -Louis, abre la puerta.
Tenemos que hablar, y si me dejas aquí parado sólo estaremos perdiendo el tiempo.

No

pasó mucho hasta que escuchó a Louis destrabar la puerta. Permitiéndose pasar, Harry observó
mientras su esposo se volteaba y se sentaba nuevamente en su escritorio. No le entretenía la
idea de que Louis le diera la espalda, pero razonó que probablemente se lo merecía. Ninguno
habló durante un largo rato hasta que Harry puso sus manos en la silla de Louis, inclinándose
luego hacia él.

Lou... dijo suavemente. Sabes que no me gusta cuando me ignoras...

Louis volteó la cabeza y le dedicó una mirada triste pero enfadada.


Pero cuando realmente me preocupo estoy sobreactuando, ¿no?

En ese momento Harry lamentó el no haberse mordido la lengua la noche anterior. Sabía que
eran diferentes. A Louis le gustaba hacerse oír, ya fuera gesticulando con las manos o
tensionando la voz, mientras que él prefería mantener las cosas decididas. Pero a veces se le
olvidaba que los hábitos de Louis hacían a Louis en sí; insultar aquellos detalles intrincados
básicamente significaba herir a su esposo.

Con una mirada solemne en el rostro, Harry giró la silla de Louis y lo levantó. Cuando él se
resistió, jaló un poco más fuerte hasta que Louis se puso de pie a regañadientes. Lo envolvió con
sus brazos y posó su rostro en la cabeza de Louis.

No quise decir eso. Moviendo sus cuerpos de un lado a otro ligeramente, Harry continuó: Lo
siento, Lou.

Pareció una eternidad hasta que Louis finalmente movió sus brazos, tocando

lentamente el pecho de Harry con la punta de sus dedos antes de rodearle la cintura con sus
brazos.

Has estado de malhumor últimamente, Hazz...

Él frunció sus labios. Sabía que su humor había estado por los suelos últimamente; de hecho,
durante semanas. La falta de sueño y la sobrecarga horaria habían hecho mella. Estaba claro, sin
embargo, que ese daño no sólo había sido para él y su cuerpo, sino para su relación con su
esposo también.
Lo sé. Lo siento.

Para Harry no había mucho más que pudiera decir además de unas disculpas. No podía hacer
promesas. No podía prometerle que volvería a casa más temprano, o que acortaría su trabajo, o
que dormiría más. Las promesas como esas no eran prácticas porque no sabía si podría
mantenerlas. Era mejor no prometer nada antes que una promesa vacía.

Si no hubiera estado escuchando o si la habitación no hubiera estado tan silenciosa como estaba,
Harry nunca habría oído a Louis sollozar. Cuando intentó mirar su rostro, Louis simplemente lo
abrazó más fuerte, presionando su cara contra el pecho de Harry, impidiéndole así verla. Él
permaneció quieto por un rato y sólo se movió para plantar un beso suave en la cabeza de Louis.

No debí haberte callado admitió. Solamente querías ayudar.

Un instante silencioso pasó antes de que Louis levantara su rostro.

Estoy preocupado por ti. Lo sabes, ¿no? Harry asintió. A veces pienso que el haber comprado
esta casa tan apartada de la ciudad fue un error. Me siento tan culpable a la noche, Hazz musitó
con la voz quebrada. Has hecho todo esto

por mí y ahora estás así. Yo...

Harry lo interrumpió mirándolo con dureza.

Ya basta. No tienes derecho a sentirte culpable de nada. Te amo. Hice esto para ti. El que yo esté
así no tiene nada que ver contigo. Es por el trabajo, así que no vayas por ahí culpándote por mis
fallos.

Pero si hubiéramos escogido algún lugar en la ciudad, entonces...

Seguiría igual discutió Harry. Seguiría teniendo la misma cantidad de trabajo y la misma cantidad
de problemas irrazonables que debo atravesar diariamente. Además, no tendrías la vida tranquila
que necesitas para concentrarte en tus libros, y sé cuán importante es el libro en el que estás
trabajando ahora. Es tu novela debut y no necesitas ninguna distracción. Por eso estamos aquí.
Por eso escogí lugares ubicados donde se estuviera en paz. Lo hice por ti, y si tuviera la
oportunidad de cambiar y volver a cuando aún estábamos buscando una casa, no cambiaría
nada, porque te prometí algo como esto y lo conseguí. Es nuestro pequeño refugio de la ciudad,
Lou.

Louis bajó la mirada, mordiéndose los labios. Dejó caer sus brazos, quitándolos de la cintura de
Harry, y lo sujetó de la camisa.

El viaje a tu trabajo es muy largo. Demasiado largo. Conduces por la mañana temprano y luego
tarde en la noche. No quiero que tengas un accidente por estar demasiado cansado como para
poder mantener los ojos abiertos dijo. Con aliento trémulo, Louis exhaló y volvió a levantar la
mirada. Harry, por favor considera comprar un departamento temporalmente en la ciudad.
Simplemente para que puedas ir a algún lugar si ves que no puedes venir hasta

aquí.

Harry abrió su boca para discutirle, pero Louis le echó una mirada.

No me gusta la idea de que estemos separados, pero si es más fácil para ti y para tu cuerpo,
entonces...
Lou, al menos al final del día estás tú lo interrumpió Harry. Podré estar terriblemente cansado y
podré lucir terrible, pero al menos puedo volver contigo.

Si te duermes mientras conduces, no, Harry dijo Louis con una voz rígida y quebrada. No podrás.
¡Estarías muerto, y el próximo lugar donde te vería sería en la morgue, identificando tu cuerpo!

Harry bajó sus brazos y puso las manos en los hombros de su esposo.

Lou...

Hazz, ya saqué cuentas, ¿de acuerdo? replicó Louis, tratando de desviar el tema a algo menos
mórbido. Es más fácil y más conveniente que tener que estar registrándose en hoteles una y otra
vez.

Lou, no me importa se quejó Harry. En todo caso, eres tú quien me mantiene con los pies en la
tierra; eres quien me mantiene cuerdo. Dormir en un apartamento en la ciudad puede significar
que tenga una o dos horas más de sueño, ¡pero estaría separándome de ti, maldición!

¡Entonces vendamos la casa! dijo él, desesperado.

Harry lo miró espantado.

¿Qué?
Louis frunció el ceño.

Vendámosla. Mudémonos de vuelta a la ciudad. Yo estaré...

No dijo con firmeza Harry. No venderemos la casa. Te la conseguí porque es perfecta para ti y tus
necesidades.

Pero Harry...

Dije que no, Louis finalizó él, lanzándole

una mirada arrepentida. No quiero que tengas que sacrificar esto. No quiero llevarte a un lugar
donde la vida siempre será acelerada, llena de ruido y caos.

Pasaron unos instantes antes de que Louis respondiera.

¿Qué quieres hacer entonces?

Harry se rascó la nuca mientras lo miraba, antes de posar su mano en la mejilla de Louis.

Está bien. Vamos a... Chasqueó la lengua y suspiró profundamente. Buscaremos algo. Pero nos
sentaremos y planearemos todo agregó con aspereza. Por ejemplo, si tengo la semana muy
ocupada, tendrás que ir y visitarme al menos cuatro veces a la semana para cocinarme algo.
Porque te necesito también, Lou. No solo al descanso. Te necesito en la cama conmigo, ya sea
simplemente para dormir o para algo más.
Louis asintió con lentitud, levemente feliz de que Harry hubiera accedido.

No dejaremos que la distancia sea un problema. Nos llamaremos... no; yo llamaré. Lo haré
durante tus pausas para el almuerzo y todo. Tendrás que llamarme si decides que quieres venir a
casa a pasar la noche, pero los fines de semana tendrás que hacer un esfuerzo y volver al menos
por esos dos días. Sábado y domingo, me refiero. Porque te necesito también.

Harry relajó sus hombros a la vez que entrelazaba sus manos con las de su esposo.

¿Cuándo quieres comenzar a buscar?

¿No depende todo de tu horario? le recordó amablemente Louis, intentando sonreír.

La aclaración era cierta. Todo lo que hacían juntos debía adecuarse a los horarios de Harry. No
solía ser así. Cuando recién estaban casados, Harry no estaba tan ocupado y tenía más lugar
para

cambiar sus actividades en el trabajo. Ahora todo era muy estructurado. Algunas cosas, como las
reuniones y presentaciones, no podían ser movidas, y era muy raro que algo más fuera
reprogramado sólo porque alguien quería tener un día libre con su esposo o amante. A pesar de
que las cosas cambiaron, habían aprendido cómo lidiar con estos cambios estresantes, sobre
todo Louis. Harry fue lento para notarlo, pero sólo porque era parte del todo. Louis lo notó más
porque él era el que estaba sentado, ocioso, mirando cómo su esposo ascendía peldaños y lo
dejaba a él en el principio.

Vayamos cuando tengas un día libre.


No tengo días libres, Lou.

Louis le dio un puñetazo suave en un costado, riendo apenas.

Lo sé. Suspiró de forma algo exagerada y se encogió de hombros. Veré los avisos y podemos ir
juntos cuando tengas tiempo. Si no, lo haré por ti.

Tras estudiar el rostro de Louis por un momento, Harry preguntó con suavidad:

¿Estás seguro de esto?

Louis asintió con una débil sonrisa.

Sí. Será como poseer dos casas. Saldrá bien. Abrazando a su esposo nuevamente, Louis hundió
su rostro en el pecho de Harry otra vez mientras que éste lo envolvía con sus brazos. Estaremos
bien.

«Bien» describía perfectamente la situación, pero se mantuvo en ese estado sólo por un tiempo.
Durante semanas su acuerdo resultó bien. Tras encontrar un apartamento para Harry para
cuando éste

no sintiera que podía manejar a su hogar seguramente, pusieron su plan en marcha. En las
noches en las que Harry se decidía a quedarse en la ciudad, Louis si podía preparaba algo de
comida, tomaba un viaje algo largo en autobús y luego otro en taxi sólo para darle a Harry su
cena. Siempre se aseguraba de que la comida supiera bien y de que fuera algo que su esposo
estuviera probablemente ansiando, para lo cual había desarrollado un sexto sentido luego de
haber estado casados por casi dos años.

Harry intentaba ir a su hogar durante los fines de semana como habían acordado, pero el
cansancio lo devoraba hacia el final de la semana y no le permitía sentirse lo suficientemente bien
como para hacerlo. Así que, tras muchos intentos de los cuales pocos salieron bien, Louis le
sonrió y le dijo que estaba bien que se quedara en la ciudad y que no necesitaba presionarse
para volver a casa. Al principio Harry se negaba a aceptar ese gesto amable de su parte, pero al
final comenzó a quedarse los fines de semana en la ciudad. E incluso cuando se suponía que el
apartamento fuera usado para aquellos momentos difíciles en los que no podía regresar a su
hogar, Harry comenzó a usarlo frecuentemente cada semana hasta que pasaron meses desde la
última vez que puso un pie en la propiedad que había adquirido para ambos. De alguna forma, su
pequeño refugio estaba nublándose en su memoria, siendo reemplazado por la función práctica
que el apartamento de una habitación tenía para ofrecer: conveniencia.

En cuanto a Louis, comenzó a frecuentar el apartamento menos y menos debido a la fecha límite
impuesta para su primer libro. Se tomaba el tiempo e intentaba contactarse con Harry por teléfono
o videollamadas cuando podía pero, como todo lo demás, esos momentos se redujeron en
número también. Cuando Harry estaba trabajando en la oficina, Louis estaba durmiendo después
de haber escrito y planeado hasta el amanecer, cuando finalmente colapsaba en su cama, solo.

Y, en aquellas raras ocasiones en las que Louis tenía a la suerte de su lado al llamar a su esposo,
sus conversaciones eran siempre breves y genéricas. Con el tiempo se volvieron sosas, con
todas esas preguntas casuales y usuales como «¿Cómo has estado?» y «¿Has comido?». Las
llamadas siempre eran breves por el simple hecho de que ambos sabían que el otro necesitaba
irse a dormir o a trabajar.

Una noche, mientras Louis estaba recostado solo en la cama sin nada que mirar más que a la
luna llena brillando a través de su ventana y las suaves ondulaciones de las cortinas, pensó sobre
su decisión. Caviló sobre lo que estaba pasando. Sentía una brecha entre ambos. La distancia no
era un factor agradable, pero tampoco era algo imposible de superar. El hecho de que raramente
se vieran en persona no era algo tan grave. Para él, era más. La distancia no importaba porque,
por más que estuvieran viviendo bajo el mismo techo, la situación no habría cambiado. Ambos se
encontrarían demasiado ocupados
como para verse. Sería la misma situación bajo distintas circunstancias.

En la preparatoria, Louis se interesaba por los distintos idiomas. Algo que a menudo le hacía a
Harry era dejarle notas en lenguas extranjeras que sabía que su novio, siempre pendiente de los
negocios, no tendría idea de cómo leer. Para él, esa era la parte divertida: ver a Harry trabajar
para descifrarlas.

Siempre se aseguraba de que sus mensajes fueran simples pero significativos. A menudo eran
simplemente notas de «Te amo». Harry, a pesar de lucir y actuar como un bruto frío, siempre le
escribía atrás esas palabras, pero en francés, el lenguaje que ambos compartían.

Una de las cosas que Louis adquirió en sus muchos días siguiendo a Harry por la biblioteca fue
su interés por el código binario. Mientras Harry se sentaba y leía pilas y pilas de libros de
referencias para un futuro examen de alguna de sus clases, Louis miraba por sobre los hombros
de otros estudiantes, observándolos como usualmente hacía desde que era más un observador
que un hacedor. No fue hasta ver el libro de un estudiante que su interés fue captado por la
cantidad de unos y ceros en la página.

El estudiante estaba escribiendo en un leguaje que conocía, pero sus ojos estaban pegados en el
libro. Le tomó un momento darse cuenta de que estaba traduciendo los números. Sin importar
cuánto observara, Louis no podía darse cuenta cómo diablos estaba obteniendo letras de lo que
parecía ser una disposición al azar de los primeros dos números positivos (aunque uno podía
argumentar que el

cero es neutral).

Fue entonces cuando Louis dio marcha atrás y corrió de vuelta hasta donde Harry estaba
sentado. Luego le preguntó rápidamente a su novio sabelotodo lo que acababa de ver, a lo cual
Harry respondió con su cara usual:
Es código binario, Lou.

Binario.

El binario era simple, pero hermético hasta el punto en que sólo podían entenderlo unas pocas
personas del público general. No sólo eso, sino que también tenía cierto factor de genialidad que
atrajo a Louis. Esbozó una gran sonrisa y le agradeció a Harry, besándolo rápidamente antes de
vagar por la librería en busca de algo que le enseñara el arte del código binario.

En sus primeros días juntos como una pareja casada, allá en su pequeño apartamento, ambos
dedicaban los sábados a ver películas. Algunos días veían comedias románticas, y otros,
películas dramáticas que dejaban a uno de ellos (la mayoría de las veces, Louis) llorando.

En momentos como ese, Harry lo acariciaba en la cabeza y le decía que no llorara, que no era
más que una película y que llorar no cambiaría nada de lo que había pasado. Ante eso, Louis
argumentaba y resoplaba, desafiando a Harry al preguntarle si estaba bien o no desear un final
diferente. Harry siempre respondía diciéndole que no tenía sentido querer un final diferente
porque la película ya estaba hecha y nada podía cambiarlo ya. Louis procedía entonces a llamarlo
bruto insensible, tras lo cual Harry, ignorando aquellas palabras, se inclinaba y besaba a Louis,
quitándole las lágrimas

inducidas por la película.

Una vez que el primer libro de Louis fue publicado, se sintió finalmente libre. Se sintió como si por
fin pudiera ir a visitar a Harry y estar con él, pero junto al suceso que surgió con su publicación,
también llegó un horario repleto. La única noche en la que Louis fue a visitar a Harry se la
pasaron charlando banalmente. Louis aún le dijo «te amo», y Harry también, pero las palabras ya
no tenían esa misma calidez impregnándolas de hace tiempo atrás.

Y cuando hicieron el amor aquella noche hubo necesidad, pero todo el rato se sintió forzado. Los
dos lo sintieron. Sintieron la brecha entre ellos. Había un miedo entre ambos que buscaron llenar
haciendo el amor como solían hacerlo, pero no fue de ayuda. Harry estaba cansado. Louis estaba
cansado. Pero aun así se esforzaron por sentir algo, a pesar de estar ansiando dormir y
descansar tras una noche lujuriosa el uno con el otro.

Los juegos de mesa eran algo que solían disfrutar las noches de los viernes. Cuando Harry volvía
a casa a eso de las seis, Louis preparaba la cena y elegía algún juego de mesa para jugar. Luego
de comer, cepillarse los dientes y un poco de diversión acalorada, tomaban el juego y
comenzaban. A veces apostaban. Una vez jugaron Monopoly. Cada vez que Harry compraba
alguna propiedad de Louis, éste tenía que quitarse algo. Harry, siendo el experto en negocios,
siempre jugaba con tacto y dejaba a su esposo desnudo en los primeros treinta minutos.

Sus noches de juegos de mesa nunca duraban

mucho. El chirrido de la cama siempre duraba más que sus juegos. Y cuando terminaban, Harry
susurraba «gané». Louis sonreía, lo acercaba hacia él y sacudía su cabeza.

No, yo gané decía, besándolo profundamente. Eres mío. Por siempre.

Tengo un evento de autógrafos este fin de semana, Hazz dijo Louis, sonriéndole a la cámara.

Harry le devolvió una sonrisa cansada.

Con que sí. ¿A tu libro le está yendo bien?

Asintiendo, Louis sonrió.


Sí, está bastante alto en los rankings para nuevos autores. Estoy muy feliz por ello.

Felicitaciones, Lou.

Gracias, Hazz. Hubo un silencio prolongado que duró un segundo. Entonces, ¿vendrás? ¿Por
favor?

Harry abrió la boca y titubeó. Sabía que probablemente no podría asistir, así que no estuvo
seguro de por qué dijo «claro que sí».

No lo notó, pero la mirada de su esposo se iluminó.

¡Compra un libro! ¡Lo firmaré para ti! bromeó Louis. Luego, bajó la mirada hacia el reloj. Ah, tengo
que irme ahora finalizó bostezando.

Harry contuvo también las ganas de bostezar.

De acuerdo. Adiós.

Adiós dijo Louis, asintiendo. Oh, ¿vendrás este fin de semana?

Louis, yo...
Escondiéndose detrás de una sonrisa, Louis le hizo un gesto para restarle importancia.

¡Está bien! Ya sabía la respuesta, así que no tienes que decir nada. Lo entiendo... Deberías
volver alguna vez, sin embargo. Planté unas flores muy bellas en el jardín. Viendo la cara de

Harry, Louis supo que su esposo no sabía cómo responder. Louis levantó el ánimo al sentir que
estaba haciéndolo sentir mal, aunque el esfuerzo se le notó en el rostro. Tomaré algunas fotos
para ti, ¿de acuerdo?

De acuerdo.

Adiós, Harry. Te amo.

Harry se tomó un momento.

Adiós, Lou.

Louis esperó por el «te amo» que usualmente seguía pero, luego de dos segundos, asintió y se
desconectó. Razonó que tal vez Harry estaba demasiado cansado como para acordarse,
demasiado cansado como para recordar esas dos sencillas palabras.

Louis tenía el hábito de tallar en los árboles. Antes, cuando Harry solía tener los fines de semana
libres, salían del apartamento e iban al parque. Era allí donde usaba un objeto afilado para grabar
sus iniciales en la corteza. Harry se quedaba vigilando, preocupado de que tal vez algún tipo de
figura autoritaria arrestara a su esposo caprichoso por dañar un árbol, incluso aunque lo estaba
haciendo por amor.
En el evento de autógrafos, una multitud de gente se presentó, pero sin importar cuánto levantara
la cabeza Louis, no podía ver a su gigante por ninguna parte. Suponiendo que tal vez se le había
hecho un poco tarde, Louis continuó con su día, firmando alegremente para los fans y visitantes
curiosos que estaban interesados en obtener un libro autografiado por un individuo posiblemente
famoso. Mantenía la esperanza y se tomó la promesa de Harry en serio, pero conforme la
multitud iba desapareciendo y Harry seguía sin dejarse ver por ninguna parte, el corazón de Louis
se sintió un poco vacío.

Sabía que no debía habérsela tomado en serio. Harry estaba ocupado, él lo entendía. Pero sabía
también que Harry no hacía promesas que sabía que no podría cumplir, y aun así le había dicho
que estaría allí.

La siguiente vez que tuvieron una videollamada, Louis no intentó aparentar estar feliz, porque no
lo estaba. «Molesto» era el término, pero no quería atacar porque Harry estaba ocupado. Tenía
una excusa para no haber ido a un estúpido evento de firma de libros. Pero no fue un
estúpidoevento para Louis. Fue el primero, y quería que Harry estuviera ahí, pero no estuvo y eso
era todo.

Harry estaba demasiado cansado como para ver qué estaba mal. Se había disculpado, pero el
ánimo de Louis no pareció alivianarse a pesar de haber dicho que estaba bien. Terminó por irritar
a Harry, haciéndolo terminar su llamada al poco tiempo y sintiéndose conformes.

Con el éxito vino el estrés. Ya no había tiempo disponible para el ocio. Ya no había tiempo para
pasarlo con los seres queridos o para contactarse con amigos. El tiempo no proporcionaba ya
momentos íntimos. Proporcionaba la oportunidad para ser productivo en el trabajo.

Cual viejas fotografías, su relación comenzó a cambiar. Como las imágenes gastadas de las fotos
que alguna vez fueron brillantes y vívidas, su relación se había vuelto silente y obsoleta. Se
habían vuelto extraños en su propio matrimonio, a menudo olvidando los momentos que solían
tener juntos, cuando las cosas eran más simples.

Las llamadas se volvieron menos frecuentes. Los mensajes de texto eran breves. Las visitas eran
escasas. Básicamente se habían estancado.

A los dos años y once meses de su endeble matrimonio, Harry se paró en su habitación, mirando
a su perfecto yo en el espejo. Se arregló los puños de la camisa y perfeccionó su cabello. Miró la
hora y vio que estaba a horario, pero sin un solo minuto que desperdiciar. Mas a pesar de su
rutina estricta, no pudo evitar sentarse en el borde de su cama, exhalando un profundo suspiro
mientras observaba la pared desnuda.

Su corazón se sentía aplastado y le había tomado semanas, tal vez un mes, auto-diagnosticarse
su problema: inseguridad. Luchó contra el horrible pensamiento de ya no estar enamorado de su
esposo, pero a medida que los días transcurrían, se daba cuenta de que no podía seguir
negándolo.

Se sentía solo, pero Louis estaba muy fuera de su alcance. Harry sabía que aún amaba al autor
de cabello castaño, a quien a veces veía en los periódicos u online, pero sabía que no se sentía
igual que antes. No habían hecho el amor en meses. Louis raramente lo visitaba. Las noches de
citas nunca ocurrían, porque no eran posibles con sus horarios. De hecho, si Harry se ponía a
pensar, veía más a Louis en sus cortas y poco frecuentes videollamadas que en persona.

Volteó la cabeza y miró hacia su cama vacía. Lo extrañaba. Extrañaba la atracción, las
actividades, todo. La distancia era una cosa. La soledad, otra. La falta de comunicación había
presagiado el final, pero fue aquel sentimiento de angustia en el corazón de Harry el que terminó
de sentenciar la condena.
2

A veces, Louis pensaba en seguir con su vida, pero su corazón no se lo permitía. Aún amaba a su
gigante, a pesar del hecho de que cada noche iba a casa, a «su» tranquila finca, sólo para
recostarse en una cama con un lado frío y desocupado al final. Extrañaba las noches en las que
se quedaban despiertos susurrándose cosas. Extrañaba los juegos de mesa, los árboles y las
películas. Lo único que le permitía llegar al final del día eran las fotografías de su álbum de bodas.

Harry estaba obligado a asistir a la fiesta anual de navidad de su compañía, para salvar las
apariencias, y tuvo que declinar la oferta de Louis de regresar a su hogar para las fiestas. Como
siempre, Louis le había dicho que comprendía y colgó rápidamente después de eso. La falta de
argumentos y la actitud pacífica de Louis le molestaban. Pensó que tal vez, si Louis hubiera
luchado un poco más por su tiempo, habría dicho que sí. Pero luego se recordó que no habría
podido decir que sí. Estaba ocupado.

Con una relación árida y fría como el clima, Harry siguió adelante. Con un trago en mano y una
sonrisa en el rostro, levantó la vista. Fue allí, en la fiesta anual de navidad, cuando conoció a
Zayn.

Durante una de las épocas más complicadas en la semana de exámenes de Harry, Louis
convenció al compañero de cuarto de éste, Josh, de dejarlo entrar a su habitación una mañana de
examen, temprano. Dejó tres de los dulces favoritos de Harry junto a sus libros de texto antes de
ponerse en puntas de pie y colocarle gentilmente una nota adhesiva en la cabeza. Con una
sonrisa, Louis rió en voz baja

antes de volver sobre sus pasos y abandonar en silencio la habitación.

Cuando Harry despertó treinta minutos más tarde con su alarma, lo primero que notó fue el papel
pegado a su frente, previniendo que se frotara los ojos. Lo removió, entrecerró sus ojos y observó
con detenimiento las letras. Cuando su vista se enfocó, notó que lo que estaba escrito no eran
letras, sino ceros y unos.
01000010 01110101 01100101 01101110 01100001 00100000 01110011 01110101 01100101
01110010 01110100 01100101 00100000 01100011 01101111 01101110 00100000 01110100
01110101 01110011 00100000 01100101 01111000 01100001 01101101 01100101 01101110
01100101 01110011 00101100 00100000 01100111 01101001 01100111 01100001 01101110
01110100 01100101 00100001

Los ojos de Harry se dirigieron hacia la parte de abajo del mensaje.

01010100 01100101 00100000 01100001 01101101 01101111 00100001

A pesar de haberse acabado de despertar, Harry se tomó el tiempo de descifrar la nota. Mientras
caminaba hacia su clase aquella mañana, rápida y eficientemente copió los números en su
teléfono. Usando un traductor, leyó lo que Louis le había escrito.

¡Buena suerte con tus exámenes, gigante!

Finalmente, tradujo el mensaje más corto del final.

¡Te amo!
La navidad pasó, y todo lo que hubo fue una tarjeta enviada por Louis. Un regalo sencillo también.
Louis no había sabido qué enviar, así que le mandó tres dulces.

Debió haberse sentido mal, y tal vez lo hizo, pero mientras

el tiempo transcurría, crecía la atracción en la oficina. Lo que había comenzado como miradas
inocentes, con el tiempo se convirtió en algo más físico, empezando cuando Zayn tomó la
iniciativa y fundió sus labios con los de Harry.

Y cuando Harry posó a Zayn en su cama, lo hizo con una voz dentro de su cabeza que le decía
que el otro no pertenecía allí. La voz se mantuvo diciéndole que la cama era de él y de Louis,
pero nunca de Zayn. A eso, Harry le respondía a su conciencia razonando que Louis ya no estaba
allí, que estaban separados y necesitaba algo, algo que Zayn podía darle y Louis no.

Antes de que Zayn descendiera por el cuerpo de Harry, tomó el anillo del dedo anular de su mano
y lo quitó, tirándolo a un lado, al suelo, donde cayó silenciosamente.

Fue bien entrada la primavera cuando Louis sufrió un dolor. Empezó a notarlo cuando las
migrañas que frecuentemente padecía no se iban. También se dio cuenta de que su cuerpo
estaba más fatigado. Después de dos semanas intentando soportarlo con el uso de píldoras,
cedió. No había mucho más en su mente sobre qué estaba mal con él excepto que pensaba que
eran sólo migrañas que desaparecerían pronto, con una de las pastillas mágicas del doctor.

Fue sin esperar nada y salió sintiendo el peso del mundo sobre sus hombros, y sobre su corazón
también.

Le dijeron que tenía programada una tomografía al día siguiente, y por primera vez, Louis
realmente no quería hacerlo solo. La primera persona que le vino a la mente fue Harry, su esposo
y su apoyo. Viajando rápidamente en subte, Louis se dirigió al apartamento de Harry, reprimiendo
las lágrimas y tratando de mantener un semblante fuerte.

Después se subió a un taxi, sólo para quedarse congelado cuando el taxista le preguntó la
dirección. Se dio cuenta de que no la sabía. No estaba seguro. Intentó recordarla, pero no pudo
acordarse de la dirección que había conocido antes como la palma de su mano. Nervioso y
molesto, incapaz de explicar aquella repentina y temporal pérdida de memoria, Louis descendió
del vehículo y optó por correr, porque al contrario de la dirección, Louis recordaba con memoria
desteñida las calles y las esquinas donde sus viajes en el pasado habían doblado.

Tenía la esperanza de que tal vez se reconciliaran y que tomaría una noche el compensar aquel
año perdido tan descaradamente. Louis había imaginado y esperado, pero mientras veía a Harry
salir de su apartamento tomado de la mano con otra persona y una sonrisa en sus rostros, se
detuvo y los miró mientras todas esas esperanzas se derrumbaban.

Y como el dolor que había estado sintiendo esas semanas, sus ojos se llenaron lentamente de
lágrimas, antes de gotear hasta que Louis no pudo soportarlo más. Con rodillas temblorosas y los
ojos cegados, dio media vuelta y se fue en la dirección opuesta. Solo.

A mitad de año, al comienzo del verano, Zayn se sentó en la cama de Harry, esperando a que
saliera de la ducha. En su mano estaba la alianza de Harry, la cual Zayn giraba y giraba,
inspeccionando cada aspecto y detalle. Pasó el tiempo suficiente como para que Zayn se
entretuviera cuando Chanyeol regresó al dormitorio.

¿Qué haces ahí, Zayn? preguntó con una diminuta sonrisa.

Encogiéndose de hombros, Zayn sostuvo su expresión de estoicismo.

Sólo estaba pensando. De hecho, estuve pensando en esto desde hace ya un tiempo.
Mientras se subía los pantalones y agarraba una camiseta, Zayn lo miró.

¿En qué piensas? Cuando vio el anillo en sus manos, suspiró. Zayn.

Harry, ¿por qué no te divorcias de él y ya? soltó.

Zayn, él es...

Han estado separados por tanto tiempo dijo. Su relación ya estaba más que muerta cuando te
conocí. ¿Para qué alargas esto cuando ya ninguno de ustedes siente nada por el otro?

No puedo simplemente ir y presentarle de pronto los papeles de divorcio respondió Harry.


Necesita algo de aviso, al menos.

Entonces dale aviso dijo Zayn, cerrando el puño con el anillo. De hecho, envíale a uno de esos
abogados para que le dé los papeles. Eso es aviso suficiente, ¿no crees?

Eso es...

Harry. Kyungsoo le echó una mirada. Es mejor terminar las cosas ahora, ¿sabes? Así podremos
tener un comienzo nuevo tú y yo. Y luego podremos casarnos y ambos podrán seguir con sus
vidas. Estás conmigo ahora, y enfrentémoslo, él probablemente tenga a alguien también.
La garganta de Harry se tensó con el pensamiento de Louis teniendo a otro hombre. Era difícil
imaginárselo, y tocó una fibra sensible en su interior.

Zayn...

Te amo, Harry, y sé que me amas también musitó Zayn. Así que hazlo, por favor. Por ti y por mí.
Por él. Por todos nosotros.

Las noches de los lunes, Louis se escurría hacia el dormitorio de Harry

y trepaba a la cama con él. Harry se movía, pero terminaba rodeando con un brazo a su pequeño
novio, y Josh se despertaba a la mañana siguiente con otro compañero de cuarto.

0:00:01

Harry se paró frente a la casa que alguna vez compartió con Louis durante un corto periodo de
tiempo. Recordaba las promesas que había hecho y los sueños y esperanzas que tenían, pero en
ese momento, el pasado no era más que polvo para él, porque no había pensado en eso hace
incontables meses. Hizo acopio de coraje, levantó una mano y golpeó la puerta. Esperaba que se
abriera y Louis fuera quien lo recibiera, pero tomó más de lo que esperaba y la persona que lo
atendió no era su futuro exesposo.

Hola.

La joven mujer de rostro agradable que había abierto la puerta le sonrió.


Hola. Tras una pequeña pausa, añadió: Supongo que tú serás Harry.

Éste confirmó, asintiendo:

Sí.

Bueno, pasa dijo ella, haciéndose a un lado. Cuando Harry estuvo adentro, cerró la puerta detrás
de sí. Soy Elizabeth, por cierto.

Un placer conocerte. Le tendió una mano.

¡Gracias! respondió con alegría, estrechándosela. Louis debería bajar en cualquier momento.
Luego, con una mirada más suavizada y triste, dijo: Te ha estado esperando.

Le dolió un poco a Harry oír las palabras, pero era la verdad y lo sabía. Había requerido un
divorcio y estaba seguro de que Louis había recibido el aviso hacía dos semanas. Por supuesto
que iba a estar

esperándolo. En todo caso, estar ahí parado en el vestíbulo lo ponía algo nervioso por cómo iría
Louis a reaccionar. Lo imaginó gritando y bramándole, derramando lágrimas con ojos sedientos
de sangre.

Pero esa imagen no duró. Cuando levantó la vista hacia la escalera, mientras Louis hacía su
entrada, Harry captó la sonrisa que solía hacer que su corazón se detuviera, y aún lo hacía. Se
quedó de pie en el recibidor, con el corazón afligido y detenido por Louis. Se sacó de su estado y
se aproximó lentamente.
Hey.

Louis abrió los brazos, caminando hacia su esposo. Sin esperar siquiera a que Harry hiciera el
primer movimiento, lo abrazó, y lo soltó tras un tiempo apropiado.

Hola, gigante.

Los labios de Harry se apretaron. Ya no quería que lo llamaran «gigante». Le traía demasiados
recuerdos que lo desviaban de su propósito.

Ya no me digas así, Lou.

Con la boca ligeramente abierta, Louis asintió, comprensivo.

Lo siento dijo con una risa. Olvidé que nos estamos divorciando. Claro. Palmeó a Harry en la
espalda, giró sobre sus talones y encorvó un dedo. Vamos a la sala, ¿sí? Elizabeth, ¿Puedes ir a
prepararle a Harry un té? Yo tomaré agua.

¿Quieres limón, Lou? preguntó ella.

No. Agua sola.


De acuerdo. dijo Elizabeth, chasqueando su lengua y yendo hacia la cocina.

Harry la observó irse, preguntándose sobre la relación que tendría con Louos. En su mente, las
palabras de Zayn reverberaron. Tal vez Louis había encontrado a alguien tal como él encontró a
Zayn. Ambos conocieron gente con la que les

convenía estar.

Una vez sentados, Harry escrutó el semblante de Louis.

Te ves un poco... cansado, Lou. ¿Estás durmiendo bien?

Le tomó un momento, pero Louis asintió con una sonrisa.

He estado trabajando un poco duro últimamente. Eso es todo.

De acuerdo... Harry tomó aliento por un segundo antes de abrir su maletín. Como sabrás, he
venido con cosas para que firmes.

Por supuesto.

No tomará mucho tiempo.


Lo sé.

Estoy tratando de hacer que esto sea lo menos doloroso posible para ti, Lou.

Louis rió suavemente.

Siempre habrá dolor.

Harry miró a Louis a los ojos.

Lo siento...

Estoy bien...

Incapaz de soportar la atmósfera tensa, Harry prosiguió. Tomó unos papeles y los deslizó por la
mesa de café hacia Louis, que estaba sentado frente a él. Notó que se movía un poco despacio,
pero supuso que simplemente tendría miedo de enfrentar la realidad que aquellos papeles traían.

Mientras Louis los levantaba y les echaba una mirada, Harry habló.

Básicamente estás aceptando que ambos queremos esto. También significa que estás dispuesto
a ir a las fechas de la corte y a las juntas donde discutiremos cómo dividiremos todo. Pero Lou, la
casa... la casa se quedará contigo, eso te lo prometo.
¿Me lo prometes?

Sí.

Me prometiste cosas en el altar, también dijo Louis con un susurro bajo, como un fantasma. Y
aquí estamos. Sin querer que su esposo tuviera que

pensar en ello, gesticuló con la mano y cambió de tema. ¿Adónde tengo que firmar?

Al final de la página dijo Harry. Llevó una mano a su bolsillo. ¿Necesitas un bolígrafo?

Sí.

Cuando sus dedos se rozaron entre sí al dárselo, notó la temperatura corporal de Louis.

¿Tienes frío?

No, estoy bien.

Pero usualmente tus manos no están frías. Están tibias.

Me alegra que lo recuerdes.


Un minuto pasó, y Harry observó a Louis sujetar el bolígrafo pero sin moverse.

Lou...

Hey, Harry dijo Louis animadamente, mirándolo con una sonrisa que hizo a Chanyeol sentir que
estaba de vuelta en sus días de escuela. ¿Puedo pedirte algo?

Sabiendo por lo que estaba haciéndolo pasar, Harry asintió.

Claro, lo que quieras.

Louis mantuvo la mirada con dulzura antes de pedir:

Por favor, quédate esta semana conmigo.

-Lou...

Harry, por favor.

No puedo.
¿Por qué, Hazz?

Por Zayn.

Louis contuvo el aliento. Sabía sobre Zayn. Sabía sobre el chico que respondía las llamadas por
Harry. Aun así, no pudo evitar sentir un golpe de dolor en el pecho.

Sólo será por una semana...

Una semana es demasiado tiempo.

Hemos estado casados por casi cuatro años, Hazz dijo Louis, con una sonrisa triste. Una semana
es todo lo que te pido, gigante.

Harry frunció los labios.

¿Qué esperas que suceda en siete días?

Si bien el silencio aumentó, había cierto tipo de calma en el aire. Louis había apartado la mirada,
pero cuando

respondió la pregunta de Harry, lucía solemne y honesto. La mirada cansada en sus ojos lo hizo
ver inocentemente hermoso y tranquilo, y eso fue algo que Harry no pudo evitar notar.
No espero que suceda nada... respondió lentamente Louis, entrelazando sus delicados dedos.
Por una semana, tan solo quiero que pretendas, Hazz continuó con una voz que amenazaba con
quebrarse. Quiero que me ames de la forma en que solías hacerlo...

Louis...

Sonriendo con rostro afligido, Louis alzó una mano.

Dije «que pretendas». Recuerda eso, gigante. Rió ligeramente. No tienes que enamorarte de mí.
Ya sé que no me amas más. Solamente quiero que pretendas. No te pediré más. Esta será la
última promesa que tengas que cumplir para mí...

1440

Se sentía extraño estar en la casa nuevamente, pero aún más lo era dormir en una habitación
diferente de la que compartía con Louis... o solía. Mientras yacía en su cama esa primera noche,
Harry contempló la situación. Sentía como si Dios hubiera decidido sonreírle allí y ahora, como si
lo mereciera por hacer lo que estaba haciendo. Seguía sin gustarle saber que, tras meses sin casi
nada de contacto, finalmente se había comunicado con Louis sólo para darle la noticia de que
quería un divorcio. Pero al final, en su mente, era inevitable. Ya no funcionaban juntos. Él había
avanzado y Louis también.

Volteó su cabeza hacia la derecha y miró por la ventana. Al notar el cielo tachonado de estrellas
brillantes, Harry se preguntó qué otras cosas le impediría ver el vivir en la ciudad.

Una
de las preocupaciones de Harry era la ropa; no había llevado nada porque no había planeado
quedarse por más de unas pocas horas. Cuando le contó su dilema a Louis, éste sonrió y le dijo
que no se preocupara. Al llegar el anochecer, llevó a Harry a una habitación de huéspedes cerca
de lo que alguna vez había sido su habitación. Louis se fue por un momento pero regresó un rato
después con tres camisetas en sus brazos, mientras que Elizabeth, que lo seguía de cerca, tenía
mucha ropa más, incluyendo pijamas, shorts, bóxers y más remeras.

No podía traerla toda yo solo explicó Louis. Es muy pesada para mí.

Harry miró entonces a la pequeña pila que Louis y Elizabeth habían llevado y depositado en su
cama.

No parece tan pesada.

Pesa una tonelada para mí respondió Louis en voz baja.

Antes de que Louis se fuera después que Elizabeth, dándole las buenas noches, recitó una
secuencia de números. Incapaz de comprender código binario, Harry no le dio mucha
importancia. Pero cuanto más tiempo permanecía solo en la habitación, más la curiosidad se
apoderaba de él, y sus ojos se dirigieron de nuevo hasta la pila de ropa. Luego se movió en la
cama, juntó todo y lo levantó.

No era pesado.

A pesar de las circunstancias de su situación y de los mensajes de texto furiosos que recibió de
Zayn la noche anterior, Harry se despertó calmado y en paz. No sabía por qué. Tal vez porque no
estaba en la ciudad y, por una vez, su sueño no se había visto inundado de ruidos de fondo de
sirenas y autos. O tal vez era la casa en sí. Louis no había descuidado ningún detalle

a la hora de hacer que cada habitación de la casa fuera confortable y acogedora.

Tomó una ducha rápida y se vistió con la ropa que Louis le había prestado. No fue hasta verse en
el espejo cuando vio su apariencia y notó algo: le había dado la ropa que él había dejado allí.

La amargura se apoderó de él. No sabía si Louis lo había hecho adrede, mas luego supuso Harry
que probablemente no. Había preguntas en su mente sobre por qué Louis aún conservaba su
ropa. Era vieja. No la había usado en años. Él la había dejado atrás.

¿Por qué no se había deshecho de ella?

Cuanto más se miraba al espejo, más notaba Harry que lucía como solía lucir antes. Era gracioso
cómo unas pocas prendas viejas y nada de productos para el cabello lo habían hecho verse como
era dos o tres años atrás. Pero se sentía de forma opuesta. No era gracioso. Era triste, y le
quemaba algo en su interior. Tal vez sentía culpa. Harry no sabía. Tan solo quería que los seis
días restantes pasaran para poder volver a su hogar.

Harry estaba distante. No sabía cómo actuar, a pesar del hecho de que Louis le había pedido que
tan solo pretendiera. ¿Cómo actuaba uno para pretender? Era un ciclo que no tenía respuestas.

El desayuno fue algo incómodo, pero Louis se esforzó y le hizo sentir a Harry como si necesitara
esforzarse también. Elizabeth había hecho café. Louis le había pedido que el café de Harry fuese
negro. Luego, pidió leche con el suyo. Y cuando Harry le dio una mirada, él sonrió y se encogió
de hombros, avergonzado.

Aún me acuerdo dijo. Luego abrió la boca, queriendo contarle


a Harry que cada tanto repasaba en su mente las cosas que le gustaban para no olvidarlas. Pero
al final, la cerró y se escondió tras una sonrisa.

Hay un árbol que no está muy lejos de aquí, Harry dijo Louis mientras Elizabeth limpiaba y
recogía su desayuno.

¿Para qué quieres un árbol?

Por un momento, Louis miró con inexpresividad a Harry, antes de verlo con ternura.

Quiero tallar algo.

En ese momento, algo hizo clic en la cabeza de Harry. Recordó el viejo hobby de Louis de escribir
sus iniciales en la corteza de los árboles, diciendo que estarían allí para que todo el mundo las
viera. Frunció el ceño.

Louis...

Vamos, Harry.

No hagas esto.

Louis perdió el equilibrio. Su sonrisa flaqueó visiblemente por una fracción de segundo.
Solo estaremos pretendiendo, ¿recuerdas?

La palabra clave era «pretender». Harry no sabía por qué Louis quería hacer algo tan cruel como
pretender cuando ambos sabían que nada de lo que estaba pasando era en verdad real. Pudo ver
cómo todo estaba hiriendo al pequeño de cabello castaño. Pero aun así, era sólo por una semana
y era la única condición que Louis le había puesto para firmar los papeles. Era lo menos que
Harry podía hacer así que, al final, asintió.

Okay.

En su corto tiempo allí, notó que Louis hacía ciertas cosas con lentitud. A veces le tomaba un
minuto procesar algo complejo, y cuando tenía que llevar a cabo una tarea que involucraba

mucho trabajo, Elizabeth estaba alrededor para hacerla por él.

Harry no podía entender todavía la relación entre Louis y Elizabeth. No sabía si era un ama de
llaves, una sirvienta o una novia (aunque «novia» estaba fuera de discusión ya que sus
interacciones se limitaban estrictamente a algo de hermano y hermana). Pero incluso aunque
Harry no pudiera delimitar lo que era, sabía que Elizabeth era algo sobreprotectora con Louis,
fuera por la razón que fuera.

Mientras caminaba por el vestíbulo, pudo escuchar las voces de Elizabeth y Louis a la vuelta. Con
los oídos aguzados, Harry no pudo evitar escuchar.

¿Estás seguro de querer caminar tan lejos? Podía escuchar que decía la voz preocupada de
Elizabeth.
He caminado hasta allí en muchas ocasiones. Estaré bien.

Pero eso fue antes...

Estaré bien. Tengo a Harry.

La conversación terminó allí. Al momento siguiente, vio a Louis doblar la esquina y caminar hacia
él. Detrás, Elizabeth intentaba mantener una expresión alegre en el rostro, pero Harry pudo notar
su mirada de verdadera preocupación.

Caminaron durante diez minutos por un sendero sólo para encontrar el árbol del cual Louis estaba
hablando cuando se salieron de su camino. Tras una buena cantidad de vegetación, Louis apuntó
hacia un árbol que parecía ser el rey de todos los que estaban a su alrededor.

Harry lo miró inspeccionar felizmente la base del árbol. Luego se sentó cuando Louis empezó a
trabajar en su pequeño proyecto. Al contemplarlo sintió algo cálido dentro de él, sólo con ver

al hombrecito junto a aquel árbol gigantesco. Era una visión agradable, y por primera vez en
mucho tiempo, Harry se permitió bajar la guardia.

Tras cinco minutos tratando de penetrar la dura madera, Louis suspiró y se volteó hacia Harry,
tendiéndole su navaja.

¿Puedes hacerlo por mí?


Él parpadeó antes de ponerse de pie. Caminó y gentilmente le quitó el objeto afilado a Louis.

¿La madera es muy dura de cortar?

Es sólo que estoy algo cansado.

Harry le echó un vistazo.

¿Dormiste bien anoche? Hubo unos segundos de silencio antes de que Louis respondiera un
«sí...». Entonces, ¿por qué estás cansado? interrogó, volviendo a mirar hacia el árbol e
inspeccionando el cuchillo.

He estado enfermo por un tiempo... contestó Louis.

¿Fuiste a ver a algún doctor?

Sí.

¿Y?

Dijeron que es sólo un resfriado respondió Louis apartando la mirada. Que estaré bien...
Sólo un resfriado, ¿eh?

Sólo un resfriado.

Harry frunció sus labios y apuntó al árbol con el cuchillo.

Bueno, ¿qué quieres que escriba?

Binario.

Harry dio un resoplido, pero sonrió con amabilidad de todas formas.

Siempre estás con el binario.

A veces los números pueden decir cosas que los humanos jamás tendrían el coraje de poner en
palabras dijo Louis, devolviéndole la sonrisa. Mientras que las palabras son confusas, los
números son claros.

Se pausaron por un segundo, antes de que Harry se volviera a mover y Louis lentamente le
recitara la secuencia. Para cuando hubo terminado, había pasado ya una hora y media. Al final de
cuentas, no fue tiempo desperdiciado. Hablaron sobre el pasado y los momentos que los hacían
reír hasta que las lágrimas salían de sus ojos.
Louis rió por primera vez en mucho tiempo y pareció liberar algo en los oídos de Harry, mientras
aquel hermoso sonido los llenaba. Durante tanto tiempo Harry había estado desprovisto de
aquella risa que hacía que viera a Louis como años atrás en el instituto. Y ahora, resonando de
nuevo en su vida, Harry se vio inundado con distintos tipos de emociones. No estaba seguro de
cómo sentirse. Todo lo que sabía era que sentía una calidez dentro de su pecho y los latidos de
su corazón volviendo a la vida.

Y para cuando todo había sido hecho ya, caminaron juntos de vuelta a la casa al ritmo lento y
vacilante de Louis, dejando atrás un mensaje en el bosque que rezaba:

01000001 01110101 01101110 00100000 01100101 01110011 01110100 01101111 01111001


00100000 01100101 01101110 01100001 01101101 01101111 01110010 01100001 01100100
01101111 00100000 01100100 01100101 00100000 01110100 01101001

Y si Harry hubiera sabido binario, habría visto lo que los números estaban tratando de decirle.

Aún estoy enamorado de ti.


3

Esa noche, Harry sintió algo tibio trepar a la cama con él. Con los ojos medio abiertos, vio la
silueta del cuerpo de Louis parada contra la luz de la luna, quien luego le preguntó, en voz baja:

¿Puedo dormir contigo esta noche?

Harry debió haber dudado, pero no lo hizo. Apartó su cobertor.

Ven, métete...

Louis se recostó con lentitud. Mantuvo distancia, miraba hacia otro lado, pero fue Harry quien se
acercó a él inesperadamente. No era necesario. Su acuerdo no establecía nada sobre el contacto
físico, pero Harry rodeó la cintura de Louis con sus brazos. Él se sorprendió por un segundo, pero
luego se acomodó en los fuertes brazos de su esposo, conteniendo las lágrimas mientras
intentaba volverse a dormir.

2880

Pasaron el segundo día cantando. Harry no había tocado la guitarra en mucho tiempo; se
sorprendió haciéndolo bastante bien. Falló en un par de notas y no pudo mantener ciertos
tempos, pero dentro de todo, Louis aplaudió y le sonrió, elogiándolo por recordar tanto a pesar de
haber estado años sin practicar.
Mientras Harry tocaba la guitarra, también cantaba, pero era Louis quien lo hacía la mayor parte
del tiempo, o al menos lo intentaba. Su voz se quebraba y no podía llegar tan alto como
recordaba Harry. Se veía molesto, pero Harry le daba un golpecito con la rodilla y le sonreía.
Continuaban entonces, él cantando la voz principal y Louis volviendo a acompañarlo. A ninguno le
molestó el cambio

en los roles. Sus voces armonizaban de todas formas.

Cuando el sol se puso y las estrellas aparecieron, Louis llevó una manta afuera e invitó a Harry.
En el jardín detrás de la casa, Louis posó la manta en el suelo y, con la ayuda del más alto, la
estiraron.

Recostados sobre sus espaldas, yacían en un silencio confortable mientras miraban a las
estrellas resplandecer. Cuando Harry comentó cuán raro era ver las estrellas en la ciudad, Louis
le mencionó la contaminación lumínica.

Te impide ver el cielo. Te distrae.

Me impide ver esto en las noches.

Sí respondió Louis suavemente. Eso hace.

4320
Harry no sabía si Louis siempre había sido torpe. La primera vez que el más pequeño tumbó un
vaso de agua había parecido un accidente, pero cuando entrecerró los ojos tratando de encontrar
otro vaso veinte minutos después, sólo para volverlo a tirar, Harry pudo ver que algo andaba mal.

Cuando se acomodaron en el piso de la sala, preparándose para jugar una serie de juegos de
mesa que Elizabeth había traído desde el ático,Harry no pudo evitar preguntar:

¿Estás bien, Lou?

Levantando una ceja ligeramente interesado, mientras desempolvaba los juegos, Louis musitó:

Sí, estoy bien.

Me refiero a tu salud aclaró. ¿Estás seguro de que es solamente un resfrío?

¿Qué más podría ser? Louis se encogió de hombros. Estoy cansado todo el tiempo por su culpa.

Harry sentía que había algo más allí, pero no insistió.

Veo que a veces

tomas remedios murmuró. ¿Son para el resfrío también?


Louis se detuvo después de quitarle la tapa al juego de Monopoly.

Sí... Son para mi resfrío. A veces me dan migrañas.

Harry frunció los labios y dijo:

Tal vez deberías volver a ver a un doctor.

Tal vez.

La atmósfera estaba tensa, pero en cuanto el juego comenzó, se alivianó. No hicieron apuestas.
Ninguno prometió quitarse la ropa por cada propiedad perdida, pero las risas y los insultos en
broma fueron todos reales, no fingidos.

5760

La cuarta noche, se acurrucaron juntos bajo una manta en el sofá de la sala. Los dos junto con
Elizabeth, quien se sentaba en el suelo vieron Titanic, una de las películas favoritas de Louis.
Harry sabía que Louis estaría llorando efusivamente al final pero, para su sorpresa, el cauteloso
chico, quien estaba demasiado cansado para siquiera mantenerse despierto pasadas las diez, se
durmió apoyado sobre su hombro.

Lucía en paz incluso en la oscuridad, con sólo la luz de la televisión iluminándole el rostro. Harry
se fijó en eso. Decidiendo que no valía la pena despertar a Louis solamente por estar durmiendo
de esa forma, se levantó del sofá y lo alzó en brazos.

Elizabeth se puso de pie para tratar de ayudar, y caminó justo detrás de Harry hasta que éste
acostó a Louis en su cama. Tras quitarle los zapatos y envolverlo en las mantas hasta cubrir el
cuerpo

fatigado del muchacho, Harry se volteó y encaró a Elizabeth, quien estaba viendo todo lo que
hacía.

¿Siempre está así de cansado?

Hubo un silencio.

No siempre respondió.

Harry volvió a mirar al durmiente Louis y suspiró.

Me dijo que ha estado con un resfrío...

Un resfrío... murmuró Elizabeth.


Dile que busque atención médica si empeora.

Elizabeth intentó empezar a hablar, pero no pudo encontrar las palabras. Bajó sus hombros y
asintió.

Le diré.

Permaneció allí unos minutos más antes de darse cuenta de que Harry quería estar solo con
Louis. Se retiró de la habitación.

Cuando Elizabeth se hubo ido, la mirada de Harry se dirigió completamente hacia su esposo.
Movió su mano, apartó el cabello del rostro de Louis y, mientras tocaba los mechones, notó cómo
se sentían. No estaban tan sedosos o brillantes como solían estar, o al menos como él los
recordaba. Harry no sabía qué pensar. En su mente, imaginó que tal vez fuera por el estrés.
Cuando miró por sobre su hombro, vio la portátil que Louis había abierto y enchufado.

Terminó deduciendo que debía ser estrés por haber estado trabajando tan duro en otro libro. Se
inclinó. Titubeó al comienzo, pero se entregó a su deseo. Besó la frente de Louis y permitió que
sus labios permanecieran un momento por encima del frágil hombre antes de retroceder y salir de
la habitación.

7200
Durante su distanciamiento, Harry estaba a menudo

muy ocupado como para prestar atención a los planes de Louis y a su trabajo. Conocía los gustos
generales de su esposo, pero el trabajo siempre lo dejaba demasiado cansado como para que le
interesara. A la tarde, por primera vez, Harry se sentó y escuchó sus planes.

Louis se movía lentamente, pero él ya se había acostumbrado a su ritmo. También se había


acostumbrado a que Louis olvidara ocasionalmente cosas o se demorara en responder. No era
raro que frotara sus ojos y los cerrara por un momento. Harry, intentando hacer lo que podía para
ayudar, iba y buscaba agua cuando le era posible.

Los papeles estaban dispersos por todo el piso de la sala. Había hojas pequeñas con notas en
ellas y también fajos atados. Louis los desparramó y Harry lo miraba mientras se esforzaba por
organizarlos como quería, si es que por eso era que lucía tan frustrado y confundido.

Bueno comenzó Louis, éstas son todas mis ideas y mis planes.

Son muchas comentó Harry, mirando el desorden. ¿Son ideas que tuviste años atrás?

No. Me deshice de todo lo que tenía en ese entonces.

Harry alzó una ceja.

¿Todo?
Louis lo confirmó con un asentimiento.

Tiré todo durante la primavera.

¿Por qué?

Quería comenzar de nuevo. Me di cuenta que había estado escribiendo cosas sin sentido.

Bueno, el sin sentido es lo tuyo, ¿no? dijo Harry, ofreciéndole una sonrisa.

Lo es, pero quería intentar algo distinto. Eso es todo.

Harry sonrió y bajó la vista hacia las

palabras en los papeles.

Bueno, estoy seguro de que será bueno. Tal como el resto.

Los ojos de Louis resplandecieron mientras sonreía, mirándolo.

Gracias, Hazz.
Por nada.

Tras un momento, le preguntó:

¿Vas a leerlo?

Harry parpadeó.

¿Tu libro?

Louis dijo, asintiendo:

Sí. Luego añadió: Sin embargo, no te haré prometer que lo leerás. Ya te he dicho que esta
semana es lo último que te pediré.

Sintiendo a su corazón como si fuera de plomo, Harry alzó una mano y volteó el rostro de Louis
hacia él.

Lo leeré.

Su esposo pareció más triste en vez de alegrarse, lo cual era lo opuesto a lo que Harry esperaba.
Louis asintió otra vez y se mordió el labio por un segundo.
Gracias.

No hay problema.

Cuando Louis se detuvo un momento para cerrar los ojos y respirar hondo, Harry lo miró con
rostro preocupado.

¿Migraña?

Sí... respondió Louis débilmente. Migraña.

8640

Harry miró su teléfono y vio los mensajes de texto de Zayn. Le respondió lacónica y secamente
antes de volverlo a apagar. Cuando fue a la cocina, encontró a Elizabeth sola, que era lo que él
quería. Le dio unos golpecitos en el hombro y retrocedió instintivamente cuando la mujer se volteó
con un cuchillo en la mano.

Oh dijo. Hola, Harry.


Hola. -Harry recuperó la postura y arregló su camiseta, que estaba seguro de que era de sus días
de estudiante. Quería pedirte un favor.

Elizabeth

lo miró.

¿Qué tipo de favor? preguntó con cautela.

¿Puedes preparar la comida favorita de Louis esta noche? ¿Y tienes vino?

Vino...

Para acompañar la cena justificó.

Creo que Louis estaría mejor si toma agua, Harry... murmuró Elizabeth.

Él se vio tomado por sorpresa por un momento pero luego asintió, comprensivo.

De acuerdo, nada de vino. ¿Pero puedes preparar la comida?


Elizabeth dejó el cuchillo en la mesada y se cruzó de brazos.

¿Qué es lo que quieres hacer?

Estoy tratando de darle una cena agradable.

¿Por qué?

Es mi última noche aquí.

Con labios fruncidos, Elizabeth suspiró.

Harry, no lo hagas. No le estás haciendo ningún bien con esto. Sabes que solo vas a lastimarlo,
¿no? Estarás haciendo un esfuerzo por él por esta noche, pero lo abandonarás al otro día. Sé
que solamente estás tratando de ser amable, pero es realmente cruel.

Harry se quedó inmóvil. No sabía qué decir.

Pero quiero hacer esto. No para lastimarlo, sino más bien para compensarlo por todo.

¿Qué quieres compensar cuando todo lo que harás será dejarlo por otra persona al día siguiente?
Harry sintió un calambre en el pecho y retrocedió un paso. Era cierto. Era la cruda verdad.
Mañana abandonaría la casa con esos papeles firmados para jamás volver. Dejaría a Louis atrás
con nada más que la casa y algo de dinero. Se sentía horrible porque, durante los últimos días,
había escapado de la realidad. Ahora, la noche anterior a irse, Harry ya no sabía cómo hacerle
frente.

Tragó e insistió.

Elizabeth, es por una noche. Por favor.

Ella lo miró con dureza antes de voltearse.

De acuerdo.

Harry quería suspirar de alivio.

Gracias.

Tras unos segundos, Elizabeth preguntó.

¿Todavía lo amas?

¿Qué clase de pregunta es esa? murmuró él, sin estar seguro de la respuesta.
Una razonable.

Tras pensar, Harry se dio cuenta de que no sabía. Estaba en un conflicto. La palabra «hogar» ya
no tenía un significado definido. Los días que había pasado en esa casa se habían sentido más
acogedores que el apartamento en el que había estado viviendo por años. La risa de Louis
parecía envolverlo plácidamente con su sonido, mientras que la de Zayn era como una mera
réplica que intentaba afectarlo de la misma forma que la de Louis. Sus ojos estaban más
cansados de lo que Harry jamás había visto, pero en los últimos días, a pesar de cuán
descoloridos los ojos de Louis parecían estar, podía ver el fuego que una vez había estado allí.

No debió haber ninguna duda ya que su corazón sabía la respuesta, pero su cabeza, la dueña de
todos sus pensamientos y acciones, interceptó la confiada respuesta y la distorsionó, dejando a
Harry mudo y confundido. Su corazón decía que sí, pero su mente le enseñaba la imagen de
Zayn.

Tras unos instantes sin obtener respuesta, Elizabeth se encogió de hombros.

No importa, olvida que pregunté. Cocinaré la cena hoy. Hazlo feliz, aun si es sólo por esta noche.

Unas

pocas velas iluminaban la habitación. Luces tenues generaban el ambiente. La comida estaba en
sus platos.

Cuando Louis entró, se mordió el labio tan fuerte que creyó que lo haría sangrar. Quería
retroceder y escapar de allí porque no parecía real, pero cuando sintió el pecho de Harry sobre su
espalda y sus manos en sus hombros alentándolo a avanzar, no tuvo más opción que obedecer.
Después de sentarse, comenzaron a comer. No hablaron durante los primeros minutos, pero
gradualmente fueron entablando una conversación. Se alivianó un poco más cuando Louis sonrió
e hizo comentarios sobre sus apariencias. Harry estaba vistiendo una simple camisa y shorts.
Louis llevaba una camiseta y pantalones de pijama. Ninguno estaba ataviado apropiadamente
para lo que se suponía que fuera una cita romántica.

Y una vez que terminaron de cenar, Louis se levantó de la mesa tras agradecerle a Harry.
Planeaba irse a lavar las manos, pero cuando se puso de pie, Harry lo hizo más rápido que él y
fue a su lado, para alzarlo. Llevó a Louis hasta la sala, la cual estaba igual de tenue y llena de
pequeños destellos de velas aromáticas que el comedor.

Luego tomó el control remoto del equipo de música y puso play, iniciando un flujo de música lenta
que salía de los parlantes. A esas alturas, Louis estaba temblando. Era demasiado para soportar.
Quería tirarse al suelo, pero el brazo de Harry estaba en su cintura, manteniéndolo arriba. Con su
otra mano, Harry tomó la derecha de Louis y las entrelazó, mientras se balanceaban de un lado a
otro.

Era un momento dulce, pero a Louis le producía dolor también. E incluso aunque Harry apoyaba
una mejilla contra su cabeza, incluso moviéndose al ritmo relajante de la música de los parlantes,
podía oír a Louis llorar.

Mientras Harry sujetaba con más fuerza al muchacho más bajo contra él, cerró sus puños y se
mordió el labio. Intentó ignorar la sequedad de su garganta y luchó contra la urgencia de llorar en
silencio también.

10080.
Cuando llegó la mañana, Harry ya no tenía ganas de volver a la ciudad. Pero tenía que hacerlo.
Allí pertenecía él. Funcionaba allí. Su vida estaba allí. Zayn estaba allí. Suspiró profundamente y
se levantó de la cama para chequear su teléfono. Había una gran cantidad de llamadas perdidas
de su novio, y Harry supuso que ya era hora de devolverle la llamada.

Cuando Zayn inmediatamente contestó, le soltó una reprimenda. Hubo un montón de «¿Por qué
no me llamaste de vuelta?» y «¡Has estado ignorando mis mensajes!», pero conforme los minutos
pasaron, se relajó. Harry le explicó sencillamente que volvería a su casa esa mañana. Con voz
enfurruñada, Zayn accedió y le dijo que lo hiciera rápido para que pudieran seguir con sus vidas.
Un momento después, colgaron.

Harry se quitó la ropa que lo hacía el hombre que pertenecía a otra época y se puso la vestimenta
con la que había llegado a la casa. Se arregló el cabello y se acomodó el traje. Poco después,

la siguiente vez que se vio al espejo, reconoció al inútil miserable que había sido los últimos años.

En la cocina, vio a Louis sentado a la mesa. Cuando levantó la mirada, Harry notó que sus ojos
estaban rojos. Era obvio que había estado llorando, lo cual hizo que su pecho se retorciera de
formas inimaginables, y aún más cuando Louis sonrió.

Buenos días.

Buenos días.

Un silencio prosiguió mientras Louis bajaba la vista y tomaba la carpeta que estaba frente a él,
ofreciéndosela a Harry con ambas manos, como si una sola no fuera suficiente para levantar el
liviano objeto.

Todo está firmado.

Harry torció el gesto mientras sus dedos tomaban la carpeta. Estaban agitándose, pero intentó
controlar su cuerpo.

Gracias.

Louis asintió y apartó la mirada.

¿Te quedarás a desayunar? preguntó en voz baja.

No... respondió Harry suavemente. Tengo que volver a la oficina a primera hora de la tarde...
Debo irme cuanto antes.

Sin levantar la vista para verlo, el muchacho asintió.

Entiendo. Louis sonrió hasta que todo dentro de él se llenó de dolor, dándole un último vistazo a
Harry. Gracias por todo, Haz.agregó con voz temblorosa.

Harry se sintió destruido. Quería levantar de su silla a Louis y besarlo, llorar y decirle todo lo que
necesitara decirle para hacerlo sentir mejor. Quería arreglar las cosas. Quería quedarse. Harry
realmente quería quedarse.

No quería volver a su trabajo ni a su apartamento. Su corazón anhelaba permanecer en ese lugar


que siempre había llamado su hogar, pero su cuerpo no estuvo de acuerdo.

Con rostro estoico, Harry tragó y asintió, aceptando el hecho de que Louis había vuelto a apartar
la mirada.

No hay problema. Gracias... por los papeles. Sabiendo que Louis no iba a responder a eso,
prosiguió: Cuídate, Lou.

Adiós, Hazz. respondió él con voz susurrante. Su cara aún estaba mirando la mesa, negándose a
verlo.

En cierta forma, Harry estaba agradecido de que Louis hubiera decidido no mirarlo. Habría visto la
mirada de lástima en sus ojos. Con un corazón pesado que no quería irse de donde estaba, Harry
dio un paso hacia atrás antes de dar media vuelta sobre sus talones.

Adiós, Lou...

Cuando Harry regresó a su apartamento, fue como si hubiera vuelto hecho otro hombre. Le
resultaba gracioso cómo una semana había hecho que odiara todo por lo que había vivido
durante los últimos dos años, y lo que había hecho. Zayn lo recibió con alegría, pero Harry notó
que le dolía sonreír. Quería llorar, pero no podía. No quería llorar porque entonces sus
pensamientos volverían con Louis. En cambio, forzó a su cuerpo a abrazar a Zayn.

Cuatro meses pasaron y Harry aún sentía como si estuviera flotando por la vida. El otoño iba por
la mitad o tal vez ya estaba terminando, y los colores de los árboles habían cambiado. No

sólo las hojas cambiaron, sino también su estado marital. El anillo en su dedo ya no era el que
había intercambiado con Louis, sino un segundo que Zayn tuvo la urgencia de comprar para
ambos. Se comprometió por segunda vez en su vida, y Harry admitió para sí que no se sintió tan
feliz esa segunda vez como se había sentido la primera.

Finalmente con días libres, Harry paseó por el parque solo, donde se entregó a sus
pensamientos. Aún se sentía vacío, especialmente cuando había árboles alrededor, porque le
recordaban al pequeño chico castaño que solía grabar sus iniciales en ellos.

Pensar en Louis era algo de todos los días. No podía evitarlo. Harry aún se sentía monocromo
contra aquel colorido fondo, pero tampoco lo podía evitar. Toda la sangre y el color parecían
haber sido drenados de su vida cuando abrió la puerta y vio al abogado de Louis parado en el
pasillo. Al principio pensó que sería por algo relacionado con su divorcio. En cierta forma esperó
que Louis hubiera cambiado de opinión, lo cual le habría dado a Harry la excusa para cancelar
todo. Pero la vida era cruel y no era por eso.

El hombre estaba allí por algo más sombrío, algo más mórbido. E incluso antes de que el
abogado pudiese empezar a detallarle cosas sobre la propiedad y el dinero, Harry había
colapsado en el suelo.

Le dijo que tenía cáncer cerebral.


No era un resfrío. Harry se enfadó por un largo rato con su esposo fallecido por haberle mentido.
Estaba enojado por el hecho de que Louis ni siquiera se

hubiera molestado en contarle lo que había estado sufriendo durante todo ese tiempo. Fue luego
de esa noticia que todo cobró sentido.

Las fuertes y duraderas migrañas de Louis, su lentitud, su debilidad, su fatiga, su falta de


memoria y la sobreprotección de Elizabeth comenzaron a encajar. Y aun así había tenido la
fuerza para sonreír y pretender que todo estaba bien, y eso fue lo que apuñaló a Harry justo en el
corazón. Louis había estado sufriendo y deteriorándose, y él había tenido la cruel idea de herirlo
todavía más al pedirle que firmara los papeles de divorcio.

Le tomó un tiempo a Harry el recuperarse, pero sabía que nunca lo haría por completo. Sus
errores estaban grabados en su alma y eran algo que no podría borrar. Sus arrepentimientos se
quedarían con él para siempre. Lamentó no haber escuchado a su corazón; lamentó haber estado
demasiado ocupado como para nutrir su relación; lamentó haber desplazado a si propio esposo;
Harry lamentaba tantas cosas que le dolía hasta el punto de la locura.

Pero tenía que seguir con su vida, sin importar cuánto doliera.

Suspiró profundamente y miró al cielo, viendo cómo su aliento creaba un vaho blanco en el clima
helado. Relajó los hombros y continuó caminando en dirección a su hogar que, para él, no era un
hogar. Su hogar era la pequeña finca afuera, en el campo, que alguna vez había compartido con
Louis. Su hogar no estaba en la ciudad. Jamás lo había estado.

Mientras andaba, mantuvo la vista baja hasta llegar a la esquina. Aguardó junto a otra gente a
que la señal luminosa para caminar se encendiera. En la espera, sus ojos

vagaron hasta una gran librería de una franquicia justo detrás de él. Habría visto e ignorado la
tienda, pero la cara y el nombre en la vidriera captaron su mirada.
La señal para caminar se encendió. La gente avanzó. Harry se encaminó en la dirección opuesta.

Entró a la tienda e inmediatamente se dirigió a la pila de libros nuevos. Tomó uno y sus ojos lo
estudiaron, mientras su corazón se aceleraba y encogía.

Era el último libro de Louis. El que quería que él leyera.

Sin dudarlo, Harry inmediatamente llevó el libro al mostrador y lo compró.

Esa noche, mientras Zayn trabajaba en el turno nocturno en la oficina, Harry leyó el libro y lloró.
Cuando leyó la nota del autor al comienzo, no comprendió por qué Louis había decidido escribirla
hasta que finalizó la historia. Para cuando ya había terminado cada palabra y cerrado el libro, las
lágrimas caían por su rostro al haberse dado cuenta de que el libro era su historia, la de ellos,
pero con el final que tanto él como Louis habían anhelado secretamente con todo su corazón.

«Cierto gigante siempre me decía que no tenía sentido llorar al final de las películas que no
terminan como nosotros queremos porque no cambiaría nada, y yo le preguntaba por qué estaba
tan mal desear un final diferente.»

Incapaz de soportarlo, Harry tiró el libro en su cama. Tomó su chaqueta y dejó el apartamento.
Sin que él lo supiera, cuando el libro aterrizó se abrió en una de las últimas páginas,

donde Louis había tipeado su mensaje final.


01000111 01110010 01100001 01100011 01101001 01100001 01110011 00100000 01110000
01101111 01110010 00100000 01100001 01101101 01100001 01110010 01101101 01100101
00100000 01100001 01110101 01101110 01110001 01110101 01100101 00100000 01100110
01110101 01100101 01110010 01100001 00100000 01110011 01101111 01101100 01101111
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01100001 00100000 01110110 01100101 01111010 00101110 00100000 01001101 01100101
00100000 01101100 01101100 01100101 01110110 01100001 01110011 01110100 01100101
00100000 01100001 00100000 01110101 01101110 01100001 00100000 01100101 01110000
01101111 01100011 01100001 00100000 01100101 01101110 00100000 01101100 01100001
00100000 01110001 01110101 01100101 00100000 01101101 01100101 00100000 01110001
01110101 01100101 01110010 01101001 01100001 01110011 00101100 00100000 01111001
00100000 01100101 01110011 01101111 00100000 01100101 01110011 00100000 01110100
01101111 01100100 01101111 00100000 01101100 01101111 00100000 01110001 01110101
01100101 00100000 01111001 01101111 00100000 01110000 01101111 01100100 01110010
01101001 01100001 00100000 01110000 01100101 01100100 01101001 01110010 00100000
01100101 01101110 00100000 01100101 01110011 01110100 01100001 00100000 01100011
01101111 01110010 01110100 01100001 00100000 01110110 01101001 01100100 01100001
00101110 00100000 01010100 01100101 00100000 01100001 01101101 01101111 00101100
00100000 01100111 01101001 01100111 01100001 01101110 01110100 01100101 00101110
00100000 01000111 01110010 01100001 01100011 01101001 01100001 01110011 00100000
01110000 01101111 01110010 00100000 01110100 01101111 01100100 01101111 00101110
00101110 00101110.
"Gracias por amarme aunque fuera solo por una semana, y gracias por hacerme sentir que me
amabas otra vez. Me llevaste a una epoca en la que me querias, y eso es todo lo que yo podria
pedir en esta corta vida. Te amo, gigante. Gracias por todo..."
EPÍLOGO.

«Te amo, gigante. Gracias por todo...»

Harry siguió corriendo mientras las lágrimas descendían por sus mejillas, mezclándose con la
lluvia que venía del cielo. Corrió tan rápido y tan lejos como sus piernas se lo permitieron, sin
importarle adónde estuviera yendo, antes de caer finalmente de rodillas en medio de un parque.
El pensamiento de haber perdido a Louis jamás abandonó su mente, e iba a ser eternamente
perseguido por los recuerdos de haber hecho que su esposo firmara los papeles de divorcio y
haber desaparecido al segundo siguiente.

Jamás pudo superarlo y continuar.

La culpa de no haber estado ahí para Louis y haber priorizado todo lo demás por sobre él, y la
culpa de no haber pasado más tiempo con su esposo, invadieron el alma de Harry y
reemplazaron a quien una vez fue un hombre feliz por el inútil miserable que era ahora. Habían
pasado varios meses y aun así los sentimientos seguían igual de fuertes, impidiéndole ir a
trabajar sin ser castigado con el dolor que su trabajo había originado. También causó tensión en
su relación con Zayn, a quien no podía mirar sin pensar en el dolor plasmado en el rostro de Louis
que envolvía su mente. Tras varios minutos, Harry se levantó de la posición arrodillada en la que
se encontraba y contempló los alrededores. Todo lo que veía le recordaba a Louis, y no pudo
evitar llorar y llorar hasta quedarse sin lágrimas y no tener más opción que regresar a su «hogar».

El día siguiente llegó, y por primera vez en un tiempo, Harry no fue perseguido por las

pesadillas de sus recuerdos. Al abrir los ojos recordó que había dormido en el sofá como varias
veces antes, incapaz de dormir en la misma cama que Zayn sin sentir una oleada de culpa y
arrepentimiento bañando su ser. Cuando se sentó, vio la hora y se dio cuenta de que Zayn ya se
había marchado a trabajar. Fue hasta la habitación y vio el libro de Louis, roto por la mitad y
lanzado al suelo. Lo recogió, mientras las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas, y releyó
la nota del autor, riendo porque estaba haciendo exactamente lo que le había dicho durante
tantos años a su esposo que no hiciera. Entonces fue cuando Harry se dio cuenta de que eso no
era una película; era la vida real, y no podía hacer que terminara como él quería. Como ambos
querían que terminara.

Hurgó en su armario, se lavó y se cambió, y antes de irse de su apartamento por última vez,
apagó su teléfono y lo dejó en la mesada de la cocina, junto con una nota para Zayn y su alianza
de compromiso. Echó una última mirada al apartamento que había causado que todo eso pasara
antes de colocarse el anillo de bodas que pertenecía a él y a Louis, asintiendo para sí y tomando
luego su chaqueta. Cerró la puerta y abandonó la ciudad.

«Ya no puedo hacer esto, Zayn. Para ser honesto, cancelé el divorcio ese día. Lo siento. Adiós.»

¿Ya han terminado con los trámites del divorcio?

No, señor, no aún. Hay un debate sobre si continuar o no con el asunto, ya que su esposo ha
fallecido.

¿No pueden tan solo cancelarlo, entonces? Eso simplificaría las cosas,

¿no?

Sí, señor, pero ¿está seguro de que eso es lo que quiere?


Sí, lo estoy. Y me gustaría quedarme con nuestra casa. Pagaré todas las deudas.

Harry llegó a la vieja finca suya y de Louis al atardecer, e inspiró hondo antes de ingresar. El
interior estaba en gran parte igual que la última vez que había estado allí, pero un notorio silencio
y un ambiente sombrío engullían la casa entera. Ni siquiera los rayos del sol a través de las
ventanas de los muros azul pastel de la sala le devolvían el brillo. Y había otra diferencia en el
lugar: alguien había construido un santuario en honor a Louis, allí en la sala, y el ver una de las
fotos en el santuario causó que los ojos de Harry se llenaran de lágrimas, mientras que él luchaba
con cada fibra de su ser por no llorar frente a su esposo, pero sin conseguirlo. Las lágrimas
continuaron cayendo por su rostro mientras tomaba una foto de él y Louis durante su boda.
Ambos hombres estaban sonriendo de una forma feliz y completamente honesta, ataviados con
trajes blancos frente a una bella fuente, con Louis rodeado por los brazos de Harry. Y Harry
nunca fue capaz de volver a sonreír de verdad desde el día en que dejó a Louis por última vez; la
mayoría de sus sonrisas eran falsas y forzadas, para pretender que todo estaba bien.

Mientras continuaba explorando su antiguo hogar, notó que todo estaba ordenado, y lucía como si
hubiera sido hecho recientemente. Al llegar a la vieja habitación de él y Louis, otra oleada de
recuerdos

y emociones lo consumió, y cayó de rodillas junto a su antigua cama. Los pensamientos de ir a la


cama en sus brazos y despertarse de la misma forma. La culpa por haber hecho a Louis irse a
acostar solo, mientras él estaba con Zayn en la ciudad. Sintió una puñalada en el pecho mientras
seguía llorando, murmurando una disculpa tras otra a Louis por no ser el esposo que debió haber
sido.

Se volteó hacia el clóset y vio que la ropa que había dejado aún estaba allí, prolijamente lavada y
doblada después de que la hubiera usado esa semana. Recogió unas prendas y se cambió antes
de bajar las escaleras y volver al santuario. Tomó la urna de Louis y dejó salir un sollozo, con
unas solitarias lágrimas cayendo por su rostro.
¿Cómo me veo, Lou? Aún recuerdo que esta ropa mía era tu favorita. Lo sigue siendo, ¿no?

Pasó algo de tiempo mientras Harry continuaba hablándole a Louis, reviviendo recuerdos de su
tiempo juntos a la vez que se disculpaba por no ser un buen esposo. Decidió llevar a Louis de
paseo hasta el árbol donde le había hecho tallar su mensaje aquella semana. Llevando con él un
cuchillo y el teléfono de Louis, comenzó a caminar. El aire del campo le trajo recuerdos
agridulces, y Harry tuvo que reprimir unas lágrimas al recordar todos los momentos compartidos,
e imaginando los que podrían haber compartido si él no hubiera estado trabajando en la ciudad.
Unos instantes después, al caminar mirando alrededor del vecindario, recordó por qué habían
escogido mudarse allí en primer lugar,

y la reacción de Louis:

Me encanta, Hazz...

Comprémosla entonces.

Pero tu trabajo está a una hora de aquí.

Si te gusta, entonces no me importa el recorrido hasta el trabajo. Son sólo sesenta minutos de ida
y luego sesenta de vuelta. No es una hazaña imposible viajar y volver.

Harry rió, pensando cuán estúpido había sido por pensar que no era imposible. Pero recordó que
lo habían hecho porque a Louis le encantaba. Louis, su esposo, su todo, amaba el lugar, y eso
era lo único que importaba. Se culpó por no mantener su promesa y por haber hecho imposible lo
posible.
Llegó al sendero por el que habían caminado y se abrió paso hasta el árbol en el que había
tallado a pedido de Louis. Besó la urna de su esposo antes de sacar el teléfono y descifrar el
mensaje grabado hacía meses. Al hacerlo, el aire se vio invadido por el sonido del llanto apagado
de Harry, junto a sus susurros pidiendo perdón. Para cuando Harry se hubo calmado, el sol se
había empezado ya a ocultar. Recogió el cuchillo y depositó la urna en el suelo con cuidado, y
luego usó el teléfono de Louis como traductor y talló su propio mensaje en binario, justo debajo
del primero. Terminó el grabado poniendo sus iniciales, y luego volvió a su hogar con la urna en
brazos.

«01011001 01101111 00100000 01110100 01100001 01101101 01100010 01101001 01100101


01101110»

"Yo también".

Esa noche, Harry durmió bastante bien. Sus emociones

habían drenado toda su energía cuando se recostó en la cama suya y de Louis. Se quedó en su
lado de la cama y abrazó la almohada de su esposo. Su perfume aún permanecía allí y también
en la sábana, haciendo que Harry suspirara con felicidad antes de cerrar sus ojos.

Esa noche las pesadillas no lo acecharon, sino que fue recibido por Louis, quien le dedicó una
sonrisa genuina y un abrazo en agradecimiento, hundiendo su rostro en el pecho de Harry antes
de levantar la vista hacia él y darle un corto beso en los labios.

Siempre te amaré, gigante. Incluso si ya no estoy...


A la mañana siguiente Harry se despertó con el sonido de la lluvia golpeteando contra las
ventanas. Llovía con fuerza, y el cielo estaba coloreado de un tono gris pálido. Mientras se
levantaba de la cama, sus sentidos lo alertaron de un aroma agradable proveniente del piso de
abajo. Se cambió mientras bajaba las escaleras y escuchó pasos viniendo de la sala. Quien
quiera que estuviera allí parecía haber escuchado también a Harry, ya que las pisadas se oían
más fuertes. Cuando se vieron a los ojos, Harry murmuró un avergonzado «hola» mientras que la
otra persona sólo lo miró antes de resoplar y tomar abruptamente sus pertenencias, yendo hacia
la puerta para irse tras dar media vuelta.

Hay comida en la cocina. Por favor limpia todo cuando termines.

-¡Elizabeth, espera!

Entonces fue cuando todo encajó. Era Elizabeth quien había hecho el santuario para Louis. Era

quien había cocinado el desayuno para ofrecérselo a su esposo, y quien había mantenido limpia y
ordenada toda la casa por Louis. Se había quedado con él incluso después de muerto, y nunca se
fue de su lado, al contrario del pobre remedo de esposo que era él, pensó Harry. La realidad de la
situación lo golpeó más duro que un camión y se vio reducido a un manojo de lágrimas,
sintiéndose culpable y avergonzado por todo el dolor que le había causado a la persona que
amaba. Le había tomado demasiado tiempo el darse cuenta de que sólo quería realmente a
Louis, y cuando lo hubo hecho, ya era demasiado tarde. Se fue, tal como Elizabeth se había ido
recién, abruptamente y sin decir palabra.

Harry pasó el resto de la mañana desayunando con Louis antes de limpiar. Le dijo a su marido
que jamás volvería a dejarlo y que sería el esposo que debió haber sido desde el comienzo. Iba a
volver a ser el Harry del que Louis se había enamorado, e iba a rogar por que lo perdonara hasta
que finalmente lo consiguiera.

Era de tarde cuando Harry había decidido que invitaría a Louis a cenar a un restaurant que había
descubierto, y que siempre lo había querido llevar desde que se había mudado a la ciudad. Había
tomado un autobús de vuelta a la ciudad, con una foto de Louis enmarcada en su bolso y una de
su boda también. El viaje de vuelta a la ciudad fue largo gracias al tráfico, y ya estaba por
anochecer cuando llegaron. Harry decidió que iría de compras para ambos mientras esperaba por
la reserva de su hotel.

Caminando por las calles citadinas, miró el dedo donde tenía su anillo de bodas y

cerró sus ojos, recordando luego el día de su boda y cuán felices estaban por estar juntos como
una pareja casada, bajo los rayos del sol, mientras intercambiaban sus votos. Harry sintió una
gota de humedad en su rostro cuando abrió los ojos, y no supo si eran sus lágrimas o la lluvia que
había empezado a caer. Echó otro vistazo a su anillo antes de murmurar otra disculpa hacia su
esposo y pedirle perdón. Cerró los ojos, conteniendo las lágrimas que querían salir. Estaba muy
ocupado con su disculpa para darse cuenta de que estaba parado en la mitad de un cruce de
trenes y las barreras habían bajado. Una luz brillante, un silbido fuerte y los gritos de los
transeúntes lo devolvieron a la realidad, pero ya era demasiado tarde. Mientras Harry levantaba la
vista hacia la luz brillante que iba hacia él, vio a Louis, tal como lucía cuando habían contraído
matrimonio, con una sonrisa en el rostro y los brazos extendidos. Notó que Louis le estaba
diciendo algo, y cuando se dio cuenta de qué era, supo que le había dado una segunda
oportunidad para comenzar de nuevo. Un nuevo comienzo donde podría volver a pasar tiempo
con la única persona que amaba, que nunca había dejado de amar y que amaría por siempre.

Te amo, Louis.

Al decir esas palabras que sabía que significaban mucho más que antes, Harry extendió los
brazos hacia su esposo, cerrando los ojos, y sonrió.
Harry se despertó en la cama suya y de Louis, con el sonido de los pájaros y los tibios rayos del
sol brillando a través de la ventana. Se frotó los ojos antes de mirar alrededor del cuarto iluminado
y observó que todo tenía un brillo etéreo por el sol. Se distrajo cuando escuchó a la puerta abrirse
y se volteó a mirar. Una sonrisa se le dibujó en el rostro cuando vio la puerta abierta y a quien
estaba tras ella. Allí, brillando etéreamente como la vez en que se conocieron, sosteniendo una
bandeja con un desayuno para dos y cafés tal como les gustaban, estaba él. Mientras dejaba la
bandeja en la mesa de luz, Harry no pudo resistir abrazar a su esposo y acercarlo para un beso
que añoraba tanto. Cuando se separaron, Louis levantó la vista hacia él, sonriente, y Harry supo
que aquel era el final que ambos habían deseado.

Buen día, mi gigante.

¿Esto es real, Lou?

Es tan real como quieras que sea.

Miró a su alrededor, acarició las mejillas de su esposo y le dio otro beso dulce, sin dejar de
sonreír.

Eso, pensó Harry, era real, y era lo único que importaba.

Estoy en casa, Lou. Finalmente he vuelto adonde pertenezco.


Bienvenido a tu hogar, Hazz.

Sí... mi hogar.

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